nuestro servicio como rectoras es 191009

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Sab 11,25

El centro del Evangelio, del Proyecto de Jesús es el del servicio al que se opone el egoísmo, la ambición, la dominación cuyos

pilares son el poder y la riqueza señas del anticristo y el contra-evangelio.

El servicio solo puede ser prestado por personas concretas – como somos los rectores – as en nuestro caso – no por entes de razón como son

nuestros colegios o instituciones.

Somos nosotros rectores – as , personas concretas con nombres y apellidos propios quienes tenemos

que ser seres para los demás y con los demás en nuestros

colegios .

Ahí está nuestra realización como seres humanos tratar de darnos como Dios se da, entregarnos plenamente a

nuestros docentes, estudiantes, padres de familia, personal

administrativo y de servicios.

Se trata por tanto de superar en nosotros. El “apego al falso yo”, deshacernos en beneficio de los demás. Es el “ya solo en amar es mi ejercicio” de San

Juan de la Cruz o “donde no hay amor por amor y recibirás amor”.

La grandeza no se mide por el poder que tengamos, el puesto que ocupemos o los títulos que ostentemos que en el fondo son asuntos relativos.

Un buen rector@ cristian@ creyente

hace presente al Dios encarnado en Jesús de Nazareth y construye Reino, es decir Vida

Plena y Abundante en su colegio al articular

Ciencia – Evangelio y Vida.

Si no somos capaces de transmitir la presencia de Jesús y su Proyecto de Vida, ¿qué sentido tiene

nuestro trabajo?

Un buen rector@ no debe colocarse desde arriba, desde la superioridad, el poder o el protagonismo interesado o

manipulador sino desde abajo, desde la disponibilidad, el servicio y la ayuda a

los demás.

Nuestro ejemplo es Jesús. No vino nunca para ser servido sino para servir.

Hizo realidad la súplica de Dios por medio del profeta “Consolad,

consolad a mi pueblo”.

El Maestro Jesús de Nazareth parecer ser bien consciente de la fuerza digregradora y deshumanizadora que conlleva toda búsqueda de poder.

Lo nuestro como rectores no es el poder es la autoridad, no es el egoísmo es el servicio, no es la ambición es la humanización.

Nuestro trabajo como rector@s no debe ser asunto de jerarquía sino de calidad humana para hacer de nuestros colegios – como dice el Obispo Pedro Casaldáliga de la Iglesia “No una democracia sino más que una democracia…”

Todos estamos necesitados de conversión – incluidos nosotros los rector@s. El equilibrio afectivo nos pide que reconozcamos nuestros límites y la propia fragilidad. Como decía San Agustín “Somos seres

humanos atravesados por la gracia y el pecado”.

Es el Espíritu de Jesús, son nuestros muchachos y muchachas quienes nos pueden ayudar a seguir a Jesús, a convertirnos, a beber el

cáliz y ser bautizados como figuras de ese paso que nos lleva a entregarnos y a ser entregados. Nos ayudan a eliminar todo aquello que esté de alguna

manera infectado de idolatría y de ensimismamientos, que nos hacen poner “la añadidura” en el primer plano de nuestra búsqueda y que nos impide ver y sentir que solo Dios es Dios. Se trata del primado de la

gratuidad de Dios en nuestras vidas la presencia de su amor en nuestras vidas . “No es que nosotros hallamos amado a Dios, sino que Él nos amó

primero” 1 Jn

Para el discipulado nuestro trabajo como rector@s es un

llamado para la misión no para un estado de privilegio. La

espiritualidad del que sigue a Jesús es respuesta,

respuesta a lo que ha recibido ya. Y lo que hemos recibido es una ESTUPENDA NOTICIA: Si sales de ti; si eres persona

degocentrada, si ves la desidentificación de tu yo

estás en el camino del Reino y si tu está en ese camino tu colegio también lo estaría, pues estará en el camino de

la vida plena y digna en misericordia, justicia,

dignidad y paz.

Nuestras muchachas y muchachos, nuestras niñas y niños esperan de nosotros los

rectores un servidor, un acompañamiento, un cuidador, un pastoreo como el de Jesús con autoridad, con entrañas de

misericordia, esperan ser acogidos, escuchados y tocados por la misericordia, la esperanza, la confianza, la generosidad, la

vida dada del que ama y siembra. “Cristo Jesús, un Señor” Fil

3,8 en palabras del Apóstol Pablo.

Nuestras palabras se vuelven irrelevantes, como dice Agustín “no permanece en nosotros la raíz del amor”. Cómo llegamos al corazón

de las personas, allí donde el dolor y el sufrimiento habitan, pero también donde hambrea la esperanza y donde la gracia de Dios puede sanar de raíz el corazón maltrecho. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre

eco en nuestros corazones de rector@s.

Ante cambios tan profundos en el sistema productivo, modelo cultural y en relaciones personales nosotros rector@s no podemos permitir que el

sistema educativo sea simple reproche de la actual estructura social. Al contrario , debe ser medio fundamental que facilite el

alumbramiento de personas compasivas, misericordiosas, de una sociedad solidaria y de una creación plena como lo quiere Nuestro Dios.

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