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8/19/2019 Montero Cartelle Emilio La Linguistica d
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A iVll
I
ZEN
QUANTOSAJvIJGOS
EY
Homenaxe
ao
profesor Xosé Luís Couceiro
Univcrsidadc de Santiago de Compostela, 2008, ISBN 978-84-9887-118-0, pp. 537-545
LA LINGÜÍSTICA
DE
LA COMUNICACIÓN, LA
LINGÜÍSTICA
DEL ÓDIGO
Y
EL
LÉXICO
SEXUAL
Emilio
Montero
Cartelle
UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA
Las referencias al uso y al contexto siempre estuvieron presentes en los estudios
sobre el léxico, nunca, sin embargo, con tan potentes herramientas teóricas y expli
cativas como
las
que ofrecen
las
nuevas disciplinas lingüísticas basadas en el habla.
El léxico sexual
es
una pequeña parte del vocabulario general de una lengua, al que
se asimila en sus facetas fundamentales y del que se aleja en aspectos, que, además,
resultan fundamentales para comprender y explicar las singularidades de sus procesos
de constitución y de renovación. Se le pueden aplicar máximas teóricas perfectamente
avaladas en la historia del léxico en general y, situándose en la senda de la mayoría
de los tratados de lingüística histórica, centrarse en el
cambio léxico,
con
sus
entradas
neologismo) y sus salidas
pérdida léxica) ,
o en el
cambio semántico,
bien por adopción
de
un
nuevo significado neologismo
semántico),
bien por cancelación de
un
significado
pérdida semántica).
El camino que se recorrería con esas premisas sería largo y científicamente
fructífero. Dejaría, sin embargo, en la penumbra aspectos de
un
tipo de léxico cuyo
dinamismo se puede, como el de otros, atribuir y relacionar genéricamente con la
evolución de la sociedad y de su cultura, siempre que, a diferencias de esos otros,
se
insista en que los impulsos que han motivado sus cambios responden a factores de
Este trabajo se inscribe en l marco del proyecto BFF2003-08380.
1 Ya, en 1930, Dauz at reducía a estos términos el estud io del léxico: L'histoire du vocabulairer, une fois
analysé le fond primitif qui en est le point de dépait, cst celle des enrichissementset de pertes .
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A
Ml
JJ/ZF N QUANTOS AMIGOS Y
I-fo1nenaxe
ao
prefi:sor
Xosé Luís
Couceiro
aceptación y de rechazo por parte de la comunidad, en general, y de
sus
miembros, en
particular. Todo en
él
está sometido a un proceso de "relativización'', que, sea cual sea
el
enfoque que
se
le quiere dar, presidirá su estudio.
Su origen está indisolublemente unido al de un fenómeno, el tabú o la interdic-
ción2, cuya repercusión en el plano psicológico y en el lingüístico son asimilables. En
ambos provoca
un
sentimiento de ambivalencia', que, en nuestro terreno,
se
plasma en
la asimilación, junto con otros valores culturales, de medios lingüísticos, pero también
de normas socioculturales muy precisas sobre cómo, dónde, cuándo y en qué circuns
tancias deberían actualizarse. Las causas concretas de ese, llamémoslo, "desasosiego"
ante estas formas de expresión socialmente "marcadas" son tan diversas como la pro
pia comunidad de habla
y, al
igual que ella, varían en
el
tiempo y en el espacio
4
•
El
resultado de esa "presión'' ante lo que suscita en nosotros o en nuestros inter
locutores reacciones no deseadas es una búsqueda constante de alternativas que pro
tejan nuestra
imagen
5
y la de nuestro interlocutor. Las estrategias, que para ello entran
en juego, son casi tan ilimitadas como las posibilidades de expresión de que dispone el
ser humano. Las hay extralingüísticas o paralingüísticas (entonación, gestos) y estric
tamente lingüísticas, pragmáticas y discursivas, aunque, tal vez, lo llamativo sea que
ninguna es exclusiva de esta parcela léxica, en la que lo fu ndamenta l
es
la motivación
que induce a recurrir a ellas y la finalidad con que
se
utilizan.
Esta delimitación y caracterización del objeto de estudio diseña las líneas
maestras por las que tran sitar en el estudio del léxico sexual, al tiempo que guarda una
estrecha relación con las formas de hacer lingüística.
Hay
una vertiente lexicológica,
también lexicográfica, y una semántica para la que la Lingüística del código ofrece
poderosas y contrastadas herramientas de análisis. Ahora bien, si se retoman algunas
de sus características el campo de reflexión
se
amplía considerablemente y además, lo
hace en la línea de las disciplinas propias de la Lingüística del habla.
En
su génesis en su renovación intervi enen motivaciones estrictam ente lin
güísticas, pero también razones específicas tan externas a la propia lengua como el
2 Uso
interdicción en el
sentido amplio de "coacción externa o psicológica que origina el eufemismo'',
reservando
tabú
o
tabú lingüístico
para la "interdicción mágico-religiosa". Estas precisiones las he
desarrollado
en Montero
Cartelle (1981,
§
2.2.: 22-26).
3 e "ambivalencia afectiva'', habla Freud, que impulsa l contacto y l tiempo, lo evita y lo prohíbe
(1970).
4
5
"La linde que separa las voces admisibles de las no admisibles, o las admitidas de las no admitidas,
es
-defiende con toda exactitud Cela- siempre movediza y, como obra de humanos, con frecuencia
pintoresca, esclava de las latitudes y de los vientos que soplan
en
cada latitud y cada momento y, lo
que es peor, desorientadora" (1968: 20).
Este concepto procede de Goffman (1967) y fue desarrollado por Brown y Levinson (1987).
EivllLIO iVlONTERO CARTELLF:
539
La
lingüística
de la
coniunicación
la
lingüística del
código
el
éxico
sexual
"entorno" y la presión sociocultural. Aflora así un componente del objeto de estudio
al
que la lingüística sólo pudo dar cabida en su ámbito de actuación ampliando sus
perspectivas y acogiendo entr e ellas las relaciones que
se
perciben entre valores cultu
rales y codificación.
La
Etnolingüística y la Etnografía lingüística surgieron para cubrir
esa dimensión.
La
variedad y profusión de términos que, en cualquier época de la lengua,
se
pueden reunir para los conceptos claves de la esfera sexual son perfectamente asimi
lables a los recursos explicativos que proporciona la Lingüística inmanente.
El
pro
blema reside en que, tras tanta diversidad, hay algo más, a lo que sí dio una respuesta
pertinente una disciplina que, precisamente, fue pionera en la ampliación del objeto
de estudio al acoger en su seno
el
estudio del lenguaje en relación con la sociedad.
El
concurso de la Sociolingüística resulta fundamental para entender la varia
ción lingüística, que, aunque no sea exclusiva del léxico sexual, constituye uno de sus
rasgos más sobresalientes'. Su polimorfismo tiene una causa endógena, cual
es
la fácil
contaminación de sus términos de rasgos no deseados (vulgaridad, obscenidad, inde
licadeza, etc.), y una causa exógena, surgida de la capacidad del individuo de adaptar
su forma de habla a las diferentes situaciones comunicativas en razón de parámetros
como
el campo
o tema, el
modo
o canal de comunicació n y
el
tenor o propósito y grado
de conocimiento entre hablantes'. Son los
registros.
Estas premisas, suficientes ya en
sí mismas para dar una respuesta a su mencionada heterogeneidad, las complementa
la sociolingüística con otro modal idad de variación, asociada en este caso a los propios
hablantes sociolectos), que, en sí misma o en combinación con los registros, justifica
desde otra perspectiva que el dominio lingüístico sea diverso, como también lo son
las generaciones, las edades, los sexos y la procedencia de los componentes de la so
ciedad.
A estas dos aproximaciones, centrada una en mostrar que conocer
u n ~ e n g u
implica también entrar en contacto con la forma de ver el mundo de esa comunidad
de habla, destinada la otra a insistir en la falsedad de la hipótesis de la homogeneidad
de las lenguas, sigue todavía una tercera. Es la más pragmática de todas y tiene como
finalidad incidir en la importancia de la interacción en este tema.
Todo el proceso de constitución y de renovación del léxico sexual está fuerte
mente mediatizado por la situación
comunicativa
en que tiene lugar
y,
dentro de ella,
6
7
El título de la obra de Dueso, Los
mily
un nombres del coño, refleja mejor que cualquier palabra esta
dimensión del léxico sexual.
Una de las formas más sutiles de llevar a cabo la incorporación de estos conceptos
al
estudio del
len-
guaje es la de I-Ialliday, Mclntosh y Strevens (1973), reformulada en diversos trabajos por Gregory y
Carro (1978).
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Homenaxe
ao
prefesor Xosé Luis Couceiro
por los papeles que desempeñan sus participantes. De hecho, tras las bambalinas de
los términos concretos hay un juego de relaciones bastante complejo, que, obviamen
te, condiciona la construcción del discurso y se refleja en las opciones lingüísticas
elegidas. La más evidente, por ser la más estudiada y reglada, es la que se establece
entre el enunciador y el interlocutor, en la que están implícitas las intenciones e inclu
so los efectos que el primero intenta alcanzar en el segundo, así como las reacciones
de interlocutor ante
el
acto de habla. Menor atención han merecido las que conectan
al locutor con el
estado
de
cosas a que se refiere en su enunciado y a éste con el inter
locutor y, sin embargo, las estrategias discursivas están fuertemente mediatizadas no
sólo en razón de aquel a quien
se
dirige, sino también en función del contenido que
se transmite y de sus posibles efectos
8
• l
final, ni la elección de las estrategias, sean
lingüísticas o pragmáticas, ni
el
diseño del discurso son aleatorios. Al contrario, están
fuertemente reglados por un código lingüístico, por un código social, que regula la
interacción entre individuos, y también por un código pragmático, que orienta en la
interpretación del sentido, de aquello que realmente se quiere decir, y preside las dis
tancia en las relaciones interpersonales, ofreciendo pautas para proteger y fortalecer la
imagen propia y la del interlocutor
Principio de
Cortesia)
•
La
sucesión de facetas que aparecen implicadas en el análisis del léxico sexual
buscan poner en relación dos formas de hacer lingüística, una inmanente, en la que la
lengua se estudia en y por sí misma, y otra comunicativa, en la que interviene el habla,
la actuación y todas
sus
consecuencias: la variación, la dimensión factual del lenguaje
y el reconocimiento de que la lengua participa de la cultura de la comunidad de habla.
Las dos lingüísticas son, en consecuencia, ineludibles, y ello porque el propio hecho
de lengua es multidimensional. No hay, por tanto, que renunciar a nada, aunque sí
se debe reconocer que las características del objeto de estudio imponen sus propias
condiciones. En el caso del léxico sexual no basta con reuni r el mayor número posible
de voces, ni siquiera con estar capacitado para acceder
al
significado y a la acepción
precisa con que se utilizan en un contexto concreto, lo que no siempre resulta fácil
10
•
8 Esta idea procede de Abrantes (2002}.
9 Los modelos teóricos para
el
análisis de
la
cortesía como estrategia conversacional son relativamen
te numerosos. Un breve claro estado de la cuestión se encuentr a en Bravo (2001: 301-30 3) en
Iglesias Recuero (2001). Escandell (1998) compara, por su parte, las ventajas del modelo de Leech
(1989) el de Brown Levinson (1988), que explican la cortesía
en
términos de inferencias, el de
Sperber Wilson (198 6), para quienes la clave reside en el contexto, como conjunto de supuestos de
los que se seleccionan aquellos que producen una interpretación relevante Teoría de la Relevancia).
Este segundo no exige que las estrategias de cortesía sean universales
y,
además, ofrece un marco muy
adecuado para acceder l sentido exacto de los términos con significado sexual.
10 He aquí una consecuencia precisamente de la ausencia de una tradición lexicográfica que permita
moverse con objetividad en el difícil terreno de la interpretación e identificación de las voces con
EiVllLIO lvlONTERO CARTELLE
La
lingüística de
la con1unicación,
la lingüística del código
y
el
léxico
sexual
541
Hay que ir más allá y detectar los registros de procedencia, las asociaciones y las reac
ciones que provocaban en el proceso de interacción e incluso entender y explicar .los
silencios. Exige, por tanto, la capacidad de discernir la adecuación o la inadecuación
de los mensajes a las circunstancias de uso y a los fines para los que se construyeron;
es decir, alcanzar unos niveles de competencia lingüística y de competencia comuni
cativa difíciles de conseguir incluso en el estado de lengua actual.
Las respuestas a tantas cuestiones hay que buscarlas fundamentalmente en las
fuentes, cuya selección adquiere por eso una dimensión muy precisa. Nuevamente, las
características del léxico sexual manifiestan también en este aspecto su individualidad.
Es fun damental diversificar los punt os de referencia, las fuentes, a la búsqueda
de
re
ferencias que sean tan variadas como la propia sociedad y
el
propio acto comunicativo.
Se trata de utilizar la diversidad de la lengua en beneficio de la propia diversidad del
objeto de estudio. Su peculiaridad no afecta, por tanto, al concepto y a la importancia
de las tradiciones discursivasn Todo lo contrario, se fundamenta en ellas y aprovecha
que cada una
de
ellas puede ofrecer un tratamiento peculiar de lo: t:mas
Y
de
su .
for
mas de expresión para, e xplotando esas diferencias, acceder a las distmtas dimensiones
del objeto de estudio y así tener una visión plural y complementaria, que, de alguna
manera, refleje las distintas visiones que sobre el sexo tenía la sociedad de entonces.
Un
ejemplo servirá para corroborar la necesaria complementariedad que denva
de la utilización de fuentes.
El
acto sexual
es
una buena muestra de ello. Hay un ter
mino,joder, que, en la lengua actual, no ofrece ninguna duda sobre su caracterización
ni sobre sus posibilidades pragmáticas. El problema reside en saber si
se
pueden ex
trapolar esas consideraciones actuales a sus primeras documentaciones. De en:rada,
hay un hecho que llama poderosamente la atención y que tiene su importanci.a. Su
documentación se reduce a un solo tipo de obras, cuyas características y antiguedad
denotan en sí mismo mucho más de lo que literalmente dicen. Es exclusivo de los
Fueros del siglo XIII, en los que aparecen, además, en contextos en los que el legis
lador recoge el sentir de la sociedad y dicta cuáles son las consecuencias de su uso
como
execratio;
en
un
acto de habla, por lo tanto, en el que domina la emotividad,
la expresión de un estado psicológico del emisor,
el
conocido como
actos de
habla
expresivo. Ahora bien
un
acto de estas características no es en sí mismo punible, salvo
contenido sexual. No es la única, Lacarra destacó también el peligro de caer en la sobreinter preta
ción ,
0
lectura en clave erótica de cualquier expresión por
el
simple hecho de formar
p ~ r t
de una
composición de esas características, o en la inf rainterpretac ión'', cuando, por el contrano,
se
pres
cinde de términos eróticos simplemente porque
se
desconocen o no
se
registran como tales en otras
obras
(1996: 420).
11 Para la importancia de este concepto en la lingüística histórica, cf. Montero Cartelle (2007).
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QU NTOS
/llv IGOS EY
Homenaxe ao r ~ f e s o r Xosé Luís Couceiro
que en su intencionalidad surjan matices que ofendan a quien se dirige y, además,
lo
hagan gravemente. Ese es l precisamente el marco que ofrecen los Fueros. Salvo
error, nunca recurren, ni legislan sobre l término primitivo, ni sobre l acto sexual en
sí, sino sobre sus d e r i ~ a d o s y compuestos. Este aspecto es de una importancia capital.
De entrada, esa capaCJdad de generar derivados y compuestos
es
un claro indicio de
por una. parte, su aclimatación y difusión en la lengua de entonces,
y,
de otra, de
expresividad. Ambos aspectos los hacen merecedores de una especial atención en las
obras de tipo jurídic?, donde se recogen con la única finalidad de penalizar su uso,
ofreciendo mformación de primera mano sobre el rechazo social que provocaban.
Es lo que sucede con
fadidenculo
y fadudinculo, que, en el
Fuero
Real de Alfonso X,
se eqmparan a
cornudo
y puta en su consideración social y en las consecuencias que
derivan de
su
empleo:
Qyal quier que a otri denostare et quél dixierc gafo, oJududínculo, o cornudo, o .. , o a
mugier
de su
marido puta
desdígalo
ante1
alcalde et
ante
omnes bonos
al
plazo que pusiere el
alcalde
et
peche CCC sueldos (11: 5-7).
. , Eran verdaderos insultos con el significado 'homosexual', cuya proceso
de
for
mac10n y ongen se puede rastrear en los propios fueros a partir de las frases
fatudo
iculo (sic)
12
,
yo
te
fadí por
el
culo
13
y similares, como
Jo
te
fadi por
diuso (Fuero
de
Plasencia,
40:1,0 ,
Tamb.ién llegó a serlo
fadido
que solo o en la secuencia
ijo
de
fadido
e ~ a u n a de fas
i m p r e c a c i o ~ e s
más graves que
se
podía dirigir a un hombre: qui a otro
dJXiere
fadzdo o
fi;o de
fadzdo peche X morauedis (Fuero
de
Plasencia, 35:19).
El otro aspecto que quería destacar es
de
signo totalmente contrario, pero con
r e p e r c ~ s 1 0 n e s qu: avalan las conclusiones anteriores. De spués de los
aeros,
los susodi
c h ~ s termmos dejan de documentarse. Su ausencia de la lengua escrita será total hasta
el
siglo XV. En éste, su caracterización no sólo no cambia, sino que hay cuestiones de
detalle que avalan trayectoria larvada fuera de la lengua escrita. Han desaparecido
los .compuestos antenores, pero no lo ha hecho ni su capacidad para generar nuevos
derivados, como hodedor y
el
propio hodido, ni para incrementar su tendencia a utili
zarlo en s ~ s traslaticios, q ~ e por su forma y contenido, no están muy alejadas de las
corr:s,fon dientes actuales: dar al
hodzdo
este manto (Obras de burlas, 53:3) y hodida
porfia
(Obras
de b ~ r l a s .181:32). Muestran, pues, una vitalidad que no
se
corresponde
con la pertmaz reticencia de la lengua literaria a seguir utilizándolos.
12
13
Cela la registra como denuesto en
el
P'uero
de
Avilés (1982-1986:
s.v.
culo .
m u ~ o más f ~ e c u e n t e que
la
anterior y de consecuencias desproporcionadas:
Otrossi qual
quier
que a alguno ~ i x i e r e : Yo
te
odi por el culo , si pudiere ser prouado que aquello uer
dat es, amos sean quemados. t s1 non, sea quemado aquel que tal maldat dixiere (Fuero deAlcaraz
81: 10-14). '
MILIO
NIONTERO C RTELLE
La lingüfrtica
de
la con1unicación, la lingüística del código y el
léxico
sexual
543
En la histor ia del léxico sexual castellano hay muchas voces patrimoniales que
responden perfectamente a los mismos principios que hemos visto en la voz reseñada.
No
se
documentan en las habituales fuentes de estudio y, sin embargo, difícilmente
puede deducirse de ello que la lengua
no
los conoció hasta el momento en que su uso
se
hizo presente en la lengua escrita, habitualmente en la del siglo XV y, más concre
tamente, en sus
Cancioneros.
Hay que explorar la posibilidad de que dichas ausencia
estuviesen motivadas por las propias características del lenguaje de distancia, que o
bien no disponía todavía del marco o género adecuado en el que acoger registros
muy alejados del suyo o bien simplem ente actuó como filtro de la oralidad, máxime
si estaba teñida de vulgaridad.
La
renuncia a un tipo concreto
de
palabras estaría
de
esta forma justificada, aunque, en contrapartida,
se
abriría
un
nuevo frente, cual es
demostr ar que, a pesar de ello, sí formaban part e del caudal léxico del castellano en
ese
momento y con qué rasgos
14
•
He dedicado varios trabajos
al
análisis de la t rayectoria
textual de voces tan patrimoniales como coño, carajo, pixa, coiones, etc., cuyo segui
miento en las tradiciones discursivas jurídicas (Montero Cartelle 2007 revela que
siempre formaron parte del caudal léxico de la lengua castellana, pero también que su
gran capacidad modalizadora, su fuerza expresiva y su adscripción a la oralidad junto
con el rechazo social que implicaba su vulgaridad y su obscenidad las confinaron a un
tipo de tradiciones discursivas con unas características muy concretas.
En
el género
textual jurídico no supe raron la fase, representada por lasJazañas y los fueros, en la que
su léxico
se
nutría de la oralidad. Renunció, por el contrario, a ellas cuando
se
hizo
más elaborado y abstracto, cuando empezó a diseñar una terminología más técnica
(Partidas).
Desde entonces (siglo XIII), la lengua literaria las silenció hasta que creó
o adoptó tradiciones discursivas que por su temática, objetivos o porque se abrió a to
dos los registros, pudo recuperar una serie de términos que, por las razones indicadas,
estaban vedadas al lenguaje de la distancia. En la literatu ra castellana, esa disposición
no tuvo lugar hasta el siglo
XV,
concretamente hasta los Cancionero
de
obras
de
burlas
provocantes
a
risa
y
el
Cancionero de juan Alfonso de Baena, en los que prácticamente
se reproducen las pautas que justificaban su presencia dos siglos antes en las Cantigas
d'escarnho
e de mal dizer
(poemas de fuerte contenido erótico con un lenguaje que
sorprenden por su realismo, por su crudeza y por su vulgarismo), mostrando así la
estrecha relación que hay entre las distintas tradiciones discursivas
y,
en este caso, la
documentación o no de un tipo de léxico muy específico.
Corren tiempos de altísima especialización y mi propuesta es la interdiscipli
nariedad. Parece una paradoja y, probablemente, lo sea. No se verá
así,
si, como he
14 Este aspecto lo he desarrollado en Montero Cartelle (1998 y 2004).
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A MI
DIZEN
QUANTOS AMIGOS BY
Hontenaxe ao prefesor Xosé Luís Couceiro
pretendido,
se
percibe que, tras esa afirmación, hay una alusión clara al objeto de
estudio y al hervidero de ideas que representa la lingüística en estos momentos. El
sistema, sus constituyentes y las relaciones que en él contraen son fundamentales, di
ría que imprescindibles y previos a cualquier análisis, pero no lo son todo. Ni siquiera
se
comprenderán en to da su extensión, si se prescinde de su proyección en el habla,
en el uso que, de él, hacen los hablantes.
Otra
cosa muy diferente
es
la dinámica in
vestigadora, en la que sí es necesario fijar objetivos y precisar por cuál de las múltiples
dimensiones del hecho de lengua
se ha
optado y cuál
es la
metodología empleada.
No renuncio a cerrar mi intervención sin insistir que, también en estas dos últimas
facetas, la Lingüística del habla o de la comunicación, como prefiere denominarla Sal
vador Gutiérrez (1997), ha ampliado considerablemente las opciones investigadoras
con nuevos temas y nuevos modelos teóricos.
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commo omne deue comedir la palabra ante que la diga'' (Casti
gos e documentos, cp. 26) ,
Homenaje al Pro f
Dr.
D.
Antón Santamarina.
En
prensa.
SPERBER
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8/19/2019 Montero Cartelle Emilio La Linguistica d
http://slidepdf.com/reader/full/montero-cartelle-emilio-la-linguistica-d 6/6
epartamentode Filoloxía Galega
mi dizen
quantos amigos y
Homenaxe ao profesor
Xosé Luís Couceiro
Edición
ó coidado de
ESTHERCORR L DÍ Z
LYDI FONTOIR SURIS
EDU RDO MOSCOSO M TO
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UNIVERSID DE E S NTI GO E COMPOSTEL
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