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64 l Martes 12 de marzo de 2013

HERALDODE ARAGON

GA-2005/0354

IMPRESIÓNER-0543/2008REDACC I ÓN

EDITA: HERALDO DE ARAGÓN EDITORA, S.L. U. I Zaragoza: Paseo de Independencia 29. 50001 Zaragoza. Centralita: 976 765000. Suscripciones: 976 765015. Clasificados: 976 765011. Publicidad: 976 765010. Fax Redacción: 976 765001. Fax Publicidad: 976 765002. Apdo. Correos 175. E-mail: zaragoza@heraldo.esI Huesca: Coso Bajo, 28. 22001 Huesca. T: 974 239000. Fax: 974 239005. E-mail: huesca@heraldo.es I Teruel: José Torán, 6. 44002 Teruel. T: 978 608260. Fax: 978 608 280. E-mail: teruel@heraldo.es I Madrid: Juan de Mena, 6, bajo B. 28014 Madrid. T: 915 714500. Fax: 915 714439. E-mail: heraldomadrid@heraldo.esI Barcelona: AR Promedios. Avenida Diagonal, 612, 3º, 1ª. 08021 Barcelona. T: 934 141 117. Fax 934 145 946 I Depósito legal: Z-58-1958 © Heraldo de Aragón SA,Zaragoza 2013. La empresa se reserva los derechos de esta publicación. Su reproducción o difusión total o parcial requiere permiso previo escrito de la editora y seprohíbe a efectos del art. 32.1.2 de la Ley de Propiedad Intelectual. Control de tirada y difusión:

LA COLUMNACristina Grande

Canas

EL síndrome de María Anto-nieta tiene dos versiones: ale-jarse de la realidad sin serconsciente de lo que ocurrealrededor (el sufrimiento delpueblo en su caso, y en el ca-so de nuestros políticos, di-cho sea de paso), y perder elcabello a corros, el oscuroúnicamente, de manera quelas canas se ven mucho más,como le ocurrió a la reina deFrancia poco antes de serguillotinada a la edad detreinta y siete años. Dicenque a Tomás Moro le sucediólo mismo, que llamó la aten-ción al subir al cadalso de laTorre de Londres por el re-pentino encanecimiento desu cabellera. Me pregunto silas canas están relacionadascon la imposibilidad de ale-jarse de la realidad. Seguroque no. La ciencia tiene ex-plicaciones razonables basa-das en el estudio de las enfer-medades autoinmunes. Yoprefiero, sin embargo, llamarsíndrome de María Antonietaa mi ‘alopecia areata’, que escomo se llama en realidad es-ta caprichosa enfermedad.Las canas siempre me hangustado y ahora me gustanmás porque significan resis-tencia. Los médicos sabenpor experiencia que los pa-cientes de edad avanzada sonlos que mejor resisten el do-lor y no son nada quejicascomparados con la gente jo-ven. Quizás, me digo, el dolorse potencia con el miedo y lamadurez tiene, entre otrasventajas, el poder llegar a su-perar ciertos miedos. Si con-servas la cabeza, el pelo vuel-ve a crecer en la mayoría delos casos. Yo tengo miedo amuchas cosas, incluso a nues-tros gobernantes, y las canasme ayudan a serenarme den-tro de una extraña realidad.

Usted enseña cómo tratar a ado-lescentes.¿Perolosadolescentesno son intratables?No, no. Los adolescentes son en-cantadores.Encantadoramente in-soportables, pero encantadores.Usteddicequehayquepensarenclaveadolescente.¿Esosuponeir-se de juerga y jugar a la ‘play’?No, pensar en esa clave no signifi-ca hacer de adolescente. Lo peorpara un adolescente es que unadulto quiera ser colega suyo. Élquiere que se entienda su manerade ver el mundo, que el adulto ha-ga el esfuerzo de escucharlo.Adolecer significa carecer de al-go. ¿No había un término mejorpara designar a los jóvenes?¡Hay peores! Los manuales anti-guos de psiquiatría los llamaban«personajesdismorfofórmicos».Ypeor es pubertad, que solo definela maduración biológica. Adoles-cencia viene del latín y el griego, yes inadecuada porque equivale amenor, a alguien que aún no es. Sihiciéramoseldiccionariohoy, ten-dríamos que definirla como untiempo de encantamiento, experi-mentación, más que de carencia.¿Qué tiene que ver un adolescen-te con un pavo?Que el adolescente todo lo hacepararepresentar,paraservisto.Notienesentido irseabeberuna litro-na al bosque, hay que beberlo de-bajo del balcón de la señora que seenfada.¿Por qué cada generación piensaquesusjóveneseranmásrespon-sables que los actuales?Porque todos tenemos una enor-me desmemoria. Nadie se acuer-da,onoquiereacordarse,de loquehizo de adolescente. Es absurdocompararlos, cada época tiene suscomplejidades educativas. Hoy esdifícileducaraunadolescente,pe-ro no más que en otras etapas, si-no de otra manera.Sin embargo, se repite que estageneracióneslamejorpreparada.Es que lo es. Hoy, los chicos y chi-casglobalmentesabenmuchomásque sus padres. Tiene más crite-rios, argumentos e ideas que suspadres para interpretar la realidaden la que están. Pero a los padres yprofesores les molesta.¿Y eso?Porque, antes, la educación era unadultoqueteníaundepósitodesa-biduría y la transmitía. Hoy, los jó-venes descubren saberes en muyFunes, en la escalera del Joaquín Roncal de Zaragoza. GUILLERMO MESTRE

«Estamosperdiendo

más valoresque euros»

En la última

JAUME FUNESPsicólogo y educador

EL PERSONAJE

El profesor de la UniversidadRamón Llull, bilbilitano de65 años, participó en unasjornadas de trabajo de laFundación para la AtenciónIntegral del Menor

distintos lugares. Y los adultos de-benfomentarsucuriosidad,queesloquesueleagotarsepronto,yayu-dar a que integren en sus vidas loaprendido. Hay cosas que los ado-lescentes saben y los adultos no.¿Y hasta cuándo llega la adoles-cencia hoy? ¿Hasta los 30?La adolescencia emocional, la bio-lógica, se acaba en cuatro o cincoaños, pero la social tiene que verconlasresponsabilidades,conqueles dejemos decidir sobre sus vi-das.Ynosvabiena losadultosquenos decidan. Imagínate que vota-ran los chavales de 16. Esta es unasociedad de viejos, que queremosimponer normas, que sean lo másdependientesposibles,aunqueseahasta los 30.Usted fue adjunto al defensor delmenorenCataluña.¿Cómosede-fiende al menor?Defendiendo una idea básica queno todo el mundo entiende: los ni-ños son sujetos activos de dere-chos. Han de apropiarse de su vi-da y debemos protegerlos para ga-

rantizar que tengan oportunida-des.Nosonmenoresa laesperade.Lospadres leseducan,sí,perotam-bién para que puedan emancipar-se. Para que tengan criterio, perotambién para que puedan criticar-los algún día.Y a los mayores, ¿nos quedan de-fensas o estamos desarmados?Losadultoshoyvivimosenunaso-ciedad que ha cambiado los dere-chos por prestaciones. Hemoscambiadoelderechoa lasaludpordarnos o no unas prestaciones sa-nitarias. Hemos cambiado el dere-cho a participar en la vida pública,del que nos han privado, por votar.Hoy, los ciudadanos exigimos másque practicamos derechos. Losadultosenestosmomentosperde-mos más valores, que no recupe-raremos, que euros.

CHEMA R. MORAIS

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