la tragedia de una mujer con lenguaje · diferentes para unos mismos personajes, antes y después...
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M I s e e /,a n e a
nen tantoanécdotas y biografías decompositores e intérpretes destacados, comodescripciones sucintas de instrumentos,opiniones y notas monográficas sobre determinados géneros, listas de autores y deobras durante periodos específicos, cuadroscronológicos, y una que otra narraciónperteneciente a la sabrosísima y popularísima tradición del chisme siempre presenteenel acontecer musical popular. Aunque untanto escuetos, estos apéndices complementan el texto de la autora, que suelecircunscribirse a ideas un tanto más generales, de vez en cuando salpicadas con referencias muyconcretas y chispa de buen humor. Útil también resulta la " Bibliograffa mínima" que se adjunta al final del libro, sobretodo para mostrar el tipo de trabajo académico, literario y periodístico que sehahechoentorno a la música popular mexicana yde otros países del continente.
Sería muyinjustoafirmarquelaHistoria dela música popular mexicana que ahora sepresenta es la misma que apareció en1979. La de ahora tiene algunas notablesmodificaciones además de las ya anotadas.En primer lugar los capítulos se agrupan demanera mucho más coherente y sistemáticaya que su fin ya no es el de acompañar auna serie de discos. Sus ocho capítulos serefieren a los ocho sistemas estelares quehan formado la gran galaxia de la músicapopular mexicana del presente siglo: desdela música de la época de don Porfirio hastael rock. sin olvidar aquellos brillos fugacescomo la canción de protesta de principiosde los años setenta o los hoyos negros delos posibles plagios de Agustin Lara, durante la llamada " época de oro de la can-
ción mexicana" . Aun cuando la temáticamedular de esta historia se concentra en elsiglo xx, lasconstantes referencias a un pasado un tanto más lejano, aquel de los siglos XVIII y XIX, le rinden tributo generoso alosmencionados porqués y cómosde nuestra música. Si bien la reducción al númerode capítulos le ayudó mucho a esta nuevaversión, creo que de pronto la reubicaciónde alguno, particularmente el de la músicaregional, no resultó del todo afortunada.Después de laspáginas dedicadas al corridoy antesde lasquese ocupan de los mediosmasivos de comunicación, la música regional parece sacar al lector de la secuencia temático-cronológica que lleva el libro.
Sin embargo, reunir bajo un solo rubro alacanción romántica -incorporandola trovayucateca, los tríos, Agustín tara. sus intérpretes y suscontemporáneos- así comoincorporar al capítulo de la canción ranchera alos ídolos Pedro Infante, Jorge Negrete yJavier Salís, a José Alfredo Jiménez, a lascantantes bravías, y hasta Rubén Méndez-el autor de "Zacazonapan" - me parecieron dos grandes aciertos que permitenseguir la continuidad de dos vertientesfundamentales de la música popular mexicana. También es valiosa la inclusión de losnuevos textos referentes a los avances oretroceso de.Ios años ochenta, en los queincluso se atisba un optimismo, que muy apesar de las tendencias homogeneizadorasimperantes enel acontecer de lamúsica popular contemporánea, revelan la fe que laautora y sus colaboradores tienen en loscreadores e intérpretes de hoy en día.
Finalmente es importante recalcar que alpasearse por lashojas de este libro el lectorno sólo adquiere esa visión general "coherente y continua" de la historia de la música popular mexicana, sino que se convierte en testigo del respeto y sobre tododel gran amor que Yolanda Moreno Rivas,Angélica Tarragó, María de los ÁngelesChapa , Clara Puchet y Alejandro PérezSáez, le profesan alpasado y alpresente denuestro acontecer musical. Amor que dehaber en abundancia podría transformar elpáramo huizachero de la bibliografía musicalmexicana contemporánea en un valle fértilcapaz de permitirel crecimiento sanode unbosque de frondosos estudios sobre nuestra música. Este amor de Yolanda y suequipo es sin duda el mayor mérito de suHistoria de la música popular mexicana. O
Yolanda Moreno Rivas. Historia delamúsica popularmexicana . México, CONATUR y Alianza Editorial Mexicana, 1989.
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La tragedia de unamujer con lenguaje
Ruxandra Chisalita
Una verdad se intuye mucho antes decomprenderla; sentirla de nuevo, una
vezcomprendida, corroborándola con la intensidad de la razón, significa quizá lo queJulia Castillo define como reconciliación entre poesía y filosofía en su introducción a Latumba deAntígona de María Zambrano. Talreconciliación tendría caso sólo si nos refiriéramos a la filosofía como aquella poesíaque surge tras la comprensión y el razonamiento; y transmite en su lenguaje específico la coherencia profunda de una expresión poética final.
Reescribir el epílogo de una tragediagriega es en sí una tarea ardua y soberbia:¿de quémanera añadirse nada menos que aSófocles y a un saber legado por tantos siglos de relecturas? Como si se tratara deuna reincidencia inevitable, Zambrano demuestra que esto debe suceder con simplicidad: ¿acaso sería posible creer que el
hombre se ha desentendido, aunque fuerapor un instante, de los sucesos míticosqueconformaron su individualidad? ¿No se habrávivido unamisma tragedia con nombresdiferentes para unos mismos personajes,antes y después deAntígona? Sepuede afirmarentonces que el potencial mítico no seha agotado nunca y que por lo mismo, losdestinos míticos repetidos han generadoformas diferentes de conciencia.
El mito de la individualidad -y todos losmitos lo son- es la incursión del hombre enla atemporalidad subyacente al tiempo y elaprendizaje fundamental queésta implica; laconciencia que genera estanueva condiciónincita de manera natural a la confrontacióncon las leyes, memoria rígida de la especie,que motiva al rebelde a desenmascarar sucaducidad. En La tumba deAntígona, la memoria íntima se manifiesta en la veneracióndel dios desconocido, cultodionisíaco de origen bárbaro a la vida continua e inmutable,opuesta a la historia que. ella sí, desgasta,corroe el tiempo al inscribir en él la acción
histórica de los hombres. El tiempo se renueva mientras que la historia sucede, se
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precipita y secompone deuna secuencia deaccidentes; el mito indica el retorno de laespecie al tiempo primigenio anchuroso,que comienza cuando en sumásacá se hanagotado los estruendos de la historia, lasangre hacorrido y sehapetrificado. Es entonces cuando intervienen las Antígonas. Lamujer-tiempo.de María Zambrano limpia lasangre tras los cataclismos históricos. Suenergía es la de una temporalidad cósmicatesonera que repudia la historia , estetiempoque estalla ennuevos accidentes -eltiempo masculino- cada vez que la castaguerrera registra losaguijoneas del orgullo yresponde a cualquier cuestionamiento conla agresión.
Sólo una nueva ley podría ordenar estetiempo angustioso, en permanente derrumbe, al decretar la nueva fraternidad delos sexos que imagina Antígona. Liberarsede la historia significaría liberarse a untiempo de la tragedia y permitir que el mitosea el vehículo que transmita el significadode una existencia sin destino, repetible yapaciguada. La leydelaCiudad ideal a laqueaspiran Antígona y Polínices estriba en lahermandad absoluta, sin padres ni hijos, enuna igualdad asexuada que se desdice defunciones y jerarquías. Mediante una leyquedesconoce la violencia, serecobra una existencia luminosa, aligerada delpesode la fatalidad, existencia similar a un estado místico compartido enque"el amorno hay quehacerlo, porque se vive en él."
Ciertamente, esta nueva elaboración de latragedia de Antígona circunscribe el sentidotrágico apoyándose en una visión cristianaque extiende el concepto delamorfraternalde los evangelios; la visión de la utopía fraternal de Antígona reinventa el pasado de lahermandad de losapóstoles con la rectificación de que ubica en ella a la mujer. La redención que significa la ley fraternal anula elsentir trágico y destaca a la vez una añoranza originaria: el deseo de todo ser humano de compartir el peso simbólico cifrado en la existencia que, después dehaber sido codificado por el pensamientomítico, culmina en la pasión y el sacrificiocristiano. Zambrano afirma en su prólogoque Antígona es "una conciencia en estadonaciente que se desprende del sacrificio deun alma, de un ser más bien en su integridad. Una conciencia quemás tarde en la filosofía aparece como nacida de un sujetorestringido, deunyo quepor ella cobra existencia."
El sujeto restringido de la filosofía, a diferencia del sujeto en expansión -aunquepenitente- de la poesía, es el serque encarnaAntígona: no es ya sujeto de la acción his-
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tórica, sino de su epílogo; ni menos aunsujeto de una interlocución, sino el de unmonólogo obsesivo e irredento: el sujetoabsoluto de la soledad y del abandono,víctima de la historia que se lanza a la conquista de lacontinuidad primigenia. Elsujetorestringido es la muchacha, este ser obstinadamente joven y estéril que ha cumplidofielmente lasfunciones quele fueron atribuidas. Su rebeldía está precisamente en laexactitud con que las ha llevado a término,consiguiendo disminuir cada vez más supropia existencia. Conduce a supadre ciegoa Colonna y entierra al hermano, amén delas leyes de su ciudad, pero por una suertede agotamiento que le impide culminar otrafunción más que no es herencia de su sangre, la de esposa, se rehúsa inconscientemente a Hemón. Todas ellas no harían sinosometerla fatalmente al tiempohistórico. Deahí que Antígona eligiera el vínculo más libre, elde los hermanos, una vezque hasidoresuelta la contradicción.
La única libertad verdadera de Antígonaestá en el uso de la palabra; es la suya lavoz de una Atenea terrenal nacida del pensamiento de su padre Edipo, voz de unpensamiento que la ha vuelto despiadadadesde niña. A diferencia de los dos hermanos, ejerce una intolerancia sin violencia: lafalta de piedad inherente al pensador. Su intolerancia es el latido diurno del insomnio,esta inmersión repetida en el infierno de laconciencia que rastrea una y otra vez losorígenes de la desdicha. A la manera deMacbeth, Antígona registra los pasos menudos del tiempoconque se mide el insomnio, es decir, el pensamiento.
En la construcción monológica de Antígana intervienen las voces y figuras deEdipo, de la nana, la sombra de la madremuda y oscura, una arpía, los hermanos, elnovio, Creón y dos desconocidos. Sus voces retoman las latencias de la tragedia queha perdido ya el tono agudo y fluye en tonode letanía. En las confrontaciones finales-testamentos dirigidos a cada uno de losfantasrnas-, Antígona niega la femineidadindeterminada, percibida como " inmensasombra materna", como ha sido determinada por leyes masculinas que subordinan,
desdoblan, fragmentan y distribuyen. Lanueva ley fraternal se podría concebir entonces como reconquista de la Yocasta luminosa, la madre con voz propia, redimidadel horroral que ha sido relegada.
Según el juicio de la arpía, la traqedia deAntígona es consecuencia de un lenguajeque hadesconsiderado los limites de lo que-como mujer- le corresponde. En su poderhubiera estado suplicar a Creón, callando
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oportunamente o acaso lloriqueando sabiamente, usando registrospermitidos a la mujer. Pero Antígona no se conforma con elllanto defensivo en busca de redención. Elsuyo esundiscurso que enjuicia y hiere confuerza de lanza o de flecha, armas que noconcibe trocar con algo similar a un escudo.Su lenguaje revela el pensamiento y no retrocede ni se rebaja para defender su vida,en sl sólo estado agónico, vivir sin vida ymorir sin muerte. Pareciera entonces la deAntígona la tragedia de una mujer empeñada en existir mediante el lenguaje, peropor lo mismo estrechamente vinculada a lamuerte de Yocasta y su tragedia de mujermuda y oscura.
El discurso de Antígona niega las predestinaciones atribuidas a la mujer. Entre laviday la muerte, su voz articula la ley rebelde.Para serie fiel, Antígona está dispuesta alsacrificio: no es suvida lo que da por la verdad y la justicia, sino su lado más vulnerable, suamor. Mediante estesacrificio femenino, equiparable al sacrificio del místico, sedespoja de su vulnerabilidad para hacer posible el amor absoluto, entre iguales, que yano queda segmentado ni graduado según elparentesco, sino es el amor total que sustenta la fe fundadora de las nuevas ciudades. De la insubordinación instaurada confuerza de ley ha de nacer una nueva Tebas,como objetivación de su pasión.
En cuanto obra dramática de un filósofo,La tumba de Antígona explaya el dramatismo del pensamiento femenino, trashaberse liberado de las funciones de la mujer. Zambrano retoma elaliento clásico de latragedia para esta obra-epílogo; la acusacióny ellamento desapasionado de lahistoria cumplida se resuelven en la utopía de lanueva Tebas. La tragedia natural de Antígana es un suceso de la razón que le hahecho penar desde siempre " más que todolo que (te) pasaba, que lo que (te) pasa",porque prefigura su mente los hechos; lospondera antes de suceder y contempla, desengañada, la semilla dela fatalidad enlo yaexistente. Es por esto que Antígona exigepara la pensadora una función que, al quedar abolida la división del ser femenino enafectos y funciones, dependencias y lealtadeslo mismo que en sumisiones, sea la de la visionaria y legisladora, para asegurar la fundamentación equitativa de la hermandadcon el hombre. O
María Zambrano. La tumba de Antígona. España,Ed. Mondari S.A. 1989.Introducción: Julia Castillo. Prólogo: María Zambrano.
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