hidroponía: ética y técnica en acción
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Actividad 14: Artículo de investigación
Título: Comunidades solidarias: Educación para la erradicación del hambre a través de la
Hidroponía.
Autor: Tomás Guillermo Ramos Pérez
Dirección de correo electrónico: A01313632@itesm.mx
Resumen:
El problema del hambre es una de las prioridades en la sociedad actual si se quiere superar la
brecha que existe entre los países del Norte y del Sur. Dicho problema se ha intentado resolver a
través de programas de asistencia social con pocos resultados. En la actualidad es necesario una
educación en la tecnociencia que haga a los individuos capaces de resolver sus propios
problemas. Pero para educar en la tecnología es necesario un programa eficaz, ya que la
edicación científica en América Latina es deficiente. Las comunidades solidarias se proponen
como un medio a través del cual los sujetos sean capaces de lograr el anhelado desarrollo
sustentable, entendido este como el aquel que se logra cuando no sólo se alcanza un desarrollo
económico sino que al mismo tiempo se logra un cuidado de los recursos naturales tan limitados.
La Hidroponía se presenta como un recurso para aumentar la producción, pero también para que
el ciudadano común tenga un conocimiento científico y una conciencia ética de los problemas
actuales del mundo. Este conocimiento sólo se logrará emprendiendo talleres en cultivo
hidropónico como piedra fundamental para las comunidades solidarias.
Abstract:
The trouble of hunger is a priority in our society, if we want to lead the gap that exists between
the countries of the North and South. That problem has been tried to resolve through social
assistance programs with few results. Today is necessary an education in the techno-science to
make individuals to be able of solving their own problems. But to educate in technology is
necessary an effective program because the scientific education in Latin America is poor.
Solidarity communities are proposed as a means through which individuals are able to achieve
the desired sustainable development, understood as the one that is achieved when not only
economic development is reached but at the same time care is achieved natural resources so
limited. Hydroponics is presented as a resource to increase production, but also for the common
citizen has scientific knowledge and ethical awareness of current world problems. This
knowledge will only be achieved by undertaking workshops in hydroponics as a cornerstone for
supportive communities.
Palabras claves: comunidades solidarias, Hidroponía, desarrollo sustentable, educación,
tecnociencia.
Keywords: communities Solidarity, Hydroponics, sustainable development, education, techno-
science.
Al reflexionar sobre los derechos universales de los individuos se contempla que hay un camino
largo para garantizar que todos los sujetos gocen de los mismos derechos y las mismas
oportunidades para alcanzar su desarrollo personal. Autores como Leonardo Boff o Stephane
Hessel han planteado la necesidad de disminuir la brecha entre los países pobres y ricos como
uno de los grandes desafíos de la época actual: “Los que son muy pobres apenas ganan
actualmente dos dólares por día. No podemos permitir que esta distancia siga creciendo. Esta
constatación debe suscitar de por sí un compromiso” (Hessel, 2011, 32). Esto significa un gran
desafío para toda América Latina en donde se vive bajo un rezago tecnológico que, junto a otras
causas, ha provocado una situación de hambruna en la cual viven un sector importante de la
población y a la que todavía no se le encuentra una solución satisfactoria.
Este problema se ha pretendido resolver de diferentes formas, en México, por ejemplo,
hay todo un sistema de transferencias al ingreso establecidas por el gobierno que pretenden que
el individuo se convierta en agentes de su propio desarrollo. Sin embargo, dichos programas
establecidos por el Estado, si bien proporcionan los recursos materiales para la subsistencia no se
resuelve la disparidad en el desarrollo frente a los países que ocupan los primeros lugares en el
crecimiento tecnológico. Hasta el día de hoy, los problemas no han sido resueltos. En la sociedad
globalizada, hay cada vez una influencia menor del Estado, ya sea por incapacidad o por el alto
grado de competencia. En una sociedad donde se privilegia el consumo, los países del Sur
difícilmente pueden competir con sus similares del Norte, Leonardo Boff ha insistido en este
aspecto, señalando la subvención de la producción agrícola y ganadera en los países ricos, lo que
produce una competencia desleal. Boff señala como los países pobres se ven forzados a la
exportación de sus cereales, que se destinan a la alimentación del ganado, cuando esta misma
producción podría ser utilizada para el consumo en su mercado interno (Boff, 2007, 32).
Mientras las reglas del juego sean dictadas por quien tiene el poder de producir, a través de los
recursos económicos y tecnológicos, la autonomía de los países menos desarrollados no está
garantizada.
Los conflictos de la sociedad actual no son vistos sino como desafíos que deben
enfrentarse si se quiere llevar a cabo el desarrollo de un Estado democrático ideal, tal como lo
considera Hessel (2011, 29). El reto principal es para los habitantes de los países que se
encuentran en el sur del orbe, como responsable de la transformación de su propio entorno, a
través de métodos que permitan una competencia mucho más equilibrada. Para Pablo Freire no
puede existir responsabilidad sin experiencia, donde lejos del asistencialismo cada individuo
tenga la vivencia incorporada a su ser: “En el asistencialismo no hay responsabilidad, no hay
decisión, sólo hay gestos que revelan pasividad y domesticación” (Freire, 2007, 51). Por lo tanto,
en esta investigación no se propone una solución que deja todas las tareas a grupos de poder o
directivos, sino que desea crear un paradigma que sea coherente con las reflexiones del cuidado
ambiental y el deseo de satisfacer las necesidades básicas de cada individuo.
El modelo propuesto en la investigación es el de las comunidades solidarias,
reconociendo en ellas una forma de prevenir y confrontar la problemática de una sociedad que
favorece el consumo sobre todas las cosas. Lejos de convertirse los individuos en meros
consumidores, se tiene la expectativa de crear ciudadanos conscientes de todas sus dimensiones y
capaces de entrar en los procesos de producción para modificarlos. Nadie niega el protagonismo
que tienen los productores en una sociedad de consumo pero también existe una perspectiva que
exige a los consumidores un protagonismo mayor (Cortina, 2004, 122). La propuesta concreta se
asume como Comunidades solidarias: Educación para la erradicación del hambre a través de
la Hidroponía.
Las comunidades solidarias son un modelo de comunidad ética que fomenta el desarrollo
de cada integrante de la comunidad, haciéndolo responsable de su propia historia. Nadie puede
negar la importancia de la educación para que el sujeto potencie todas sus capacidades:
“Individuos más educados y sanos cuentan con más alternativas de vida” (PNUD, 2012, 137),
pero también es evidente que contar con comunidades bien formadas es un reto difícil de llevar a
cabo. Ciencia y tecnología no pueden quedar fuera de un proyecto de comunidad, ya que estos
dos elementos aumentan la capacidad de supervivencia para todo sujeto (Bello, 2011, 277).
Mientras que grandes porciones de la población no tengan acceso al conocimiento
tecnocientífico será difícil promover una sociedad con principios éticos que busquen la
comunión entre todos los hombres. El fin de este ensayo es determinar la viabilidad del uso de la
Hidroponía como herramienta tecnocientífica que repercuta en la formación de la consciencia del
ciudadano común en Latinoamérica y principalmente en México.
Para lograr definir la conveniencia de estas comunidades para resolver los problemas del
hambre es necesario seguir una serie de etapas. En primer lugar, es necesario describir el
problema del hambre desde la realidad y las diferentes soluciones propuestas para su resolución
que provienen distintos organismos y programas gubernamentales como Procampo. Una vez que
se conoce la problemática en sí misma, se describe posteriormente la situación de la agricultura,
cuáles son los métodos utilizados en algunas regiones latinoamericanas, a diferencia de los
métodos utilizados por los grandes productores.
Una vez conocida el rezago de los países latinoamericanos, se reconoce la necesidad de
una educación en la tecnociencia, como el nuevo paradigma en el cual se desarrolla la sociedad
contemporánea (Echeverría, 2006). Se establecen también los principios éticos en los cuales debe
basarse dicha educación tecnocientífica (Lacey, 2008). Se analiza en este momento como ha sido
hasta ahora la educación en Latinoamérica y se hace una propuesta concreta para educar no sólo
dentro del aula de clases, sino a todo individuo que requiere intervenir en los procesos de
producción y de transformación de la realidad.
Partiendo entonces de la realidad y la necesidad de la educación tecnocientífica se llega a
la propuesta original de este trabajo, que es la creación de comunidades solidarias que respondan
a los principios del desarrollo sustentable. La propuesta debe ser alternativa a la que proviene de
las sociedades de consumo y que privilegia la producción sobre cualquier otro aspecto de la vida
humana. Las comunidades aquí propuestas distinguen con claridad que el progreso no depende
sólo de la economía, sino que responden a las advertencias de personajes como José Mujica entre
otros, quienes consideran que el verdadero desarrollo es el que toma en cuenta un tipo de vida
más austero y responsable con las aspiraciones que cada individuo tiene por alcanzar su propia
felicidad.
Para terminar, es necesario incluir la Hidroponía en el esquema de las comunidades
solidarias y evaluar su viabilidad para el desarrollo de comunidades con una consciencia del
cuidado del medio ambiente y a su vez reflexivas ante la aparición de nuevas tecnologías.
Además deberá evaluarse como se llega a la aplicación de esta técnica y la forma en que el
ciudadano promedio puede llegar a aplicar, sin mayores dificultades, una herramienta que
requiere conocimientos básicos en la agricultura. La iniciativa no pretende sino ser un medio más
para lograr un avance hacia la sociedad anhelada en donde todos los individuos, conscientes de la
realidad, aprendan a colaborar entre sí.
El problema del hambre, una realidad que afecta la dignidad del ser humano
En una época donde el ser humano ha alcanzado límites inimaginables a través de la tecnología,
parece paradójico que a su vez se suscite la más grande brecha entre pobres y ricos, sobre todo si
se piensa en necesidades básicas como la alimentación, donde es evidente que sectores grandes
de la población no cuentan ni con la más mínima seguridad alimenticia, considerada como aquel
acceso físico y económico al alimento suficiente que le permita al individuo satisfacer sus
necesidades energéticas, con el fin de llevar una vida sana y activa (Boff, 2007, 27). Los
resultados no son siempre alentadores, la Organización Mundial para la Alimentación y la
Agricultura (FAO) establecen que en 1998 en América Latina se contaba con 53,4 millones de
personas que no gozaban de seguridad alimenticia, además de que al día morían por causa de
inanición un total de 20, 000 personas (Boff, 2007, 28). Lo más paradójico es, sin duda, que el
problema no es en sí mismo un problema técnico o de producción: “La producción de alimentos
es superior al crecimiento de la población mundial, pero están pesimamente distribuidos: un 20%
de la humanidad dispone para su disfrute del 80% de los medios de vida” (p. 29).
Es por eso que los países han decidido resolver el déficit alimenticio con mecanismos
muy concretos que provienen de su aparato gubernamental. En México se cuenta con un informe
muy completo de cuál es la situación actual de estos programas (PNUD, 2012). En dicho informe
se presenta un método de transferencias al ingreso, que se propone hacer de los individuos
agentes de su propio desarrollo. En el análisis, parece evidente que al contar con mayor cantidad
de ingresos se amplía de igual forma la libertad del sujeto, pero las posibilidades futuras van a
depender del uso que se le dé a los recursos (p. 137). A través de estos medios se crea una
dependencia al asistencialismo que no se puede vencer. Lejos de hacer sujetos responsables, el
aumento de los recursos significa para muchos el estancamiento en la situación de pobreza. Se
puede hacer una analogía con la visión que Hesse tenía de la libertad de expresión, para él una
prensa libre debía ser independiente de la influencia del Estado: “Una verdadera democracia
necesita una prensa independiente; la resistencia lo sabía y lo exigió: defendió “la libertad de
prensa, su honor y su independencia con respecto al Estado, los poderes económicos o las
influencias extranjeras”. Con programas que subsidian la adquisición de bienes para la población
más desprotegida, sólo se aumenta la dependencia del Estado y de las potencias económicas que
controlan la población agrícola. No hay verdadera independencia porque no se logra acceder a
los medios para competir legítimamente con las potencias extranjeras. La independencia
económica se convierte en un proceso largo y doloroso, pero es el único a través del cual se
consigue la verdadera libertad.
Un ejemplo de los escasos resultados que se obtienen de las políticas públicas es el
programa Procampo cuyo objetivo principal es el de mitigar la pobreza que existe en el sector
rural. Sin embargo, según los informes del desarrollo humano en México, el programa sólo
fomenta la mayor competitividad entre los grandes productores lo que provoca la concentración
de los subsidios en pocas manos y la limitada capacidad de producción de los agricultores más
pobres (PNUD, 2011, 139). Quizá el problema más evidente es que al final de cuentas los
pequeños productores no acceden a la tecnología necesaria, ni al conocimiento necesario para
superar sus desventajas. Hay otros análisis que advierten incluso otro tipo de dificultades que
tienen que ver con la disparidad con la que frecuentemente se trata a mujeres y hombres:
Es inaceptable que, so pretexto de su condición de mujeres se les nieguen los títulos de
propiedad de las tierras y el acceso a los créditos y a otros bienes culturales, no se les
reconozcan los derechos que les corresponden por su función reproductora y se les
impida la alfabetización a la mejora de la producción alimenticia (Boff, 2007, 32).
Como se puede apreciar, el problema alimenticio es un problema que atenta contra la
dignidad de las personas, un problema que termina por crear dos clases de individuos, unos que
acceden de manera sobreabundante los bienes y otro grupo que carece de lo más elemental para
vivir. Una discriminación tan clara sólo provoca una nueva forma de esclavitud promovida por el
mercado, en que los hombres ya no son segregados por la tez de su piel, sino por su
conocimiento tecnocientífico y su incapacidad de satisfacer sus necesidades básicas.
El nuevo paradigma de la educación tecnocientífica y el desfase entre el Norte y Sur
Sin educación es prácticamente imposible que una sociedad resuelva sus conflictos es por eso
que la inversión en esta materia es fundamental, sobre todo cuando el mundo actual se desarrolla
en un nuevo paradigma educativo como es la tecnociencia. Diferentes estudios advierten sobre el
papel que juega la inversión en la educación en el desarrollo de las capacidades de los
individuos: “El gasto público en educación es un poderoso instrumento para ampliar las
capacidades constitutivas del desarrollo humano, pues contribuye a que las personas adquieran
conocimiento individual y socialmente valiosos” (PNUD, 2012, 109). Aunque se reconoce la
importancia de la educación, las respuestas en materia educativa no siempre han sido las más
adecuadas.
Es difícil lograr que un amplio sector de la población que nunca ha accedido a una
educación tecnocientífica comprenda la importancia que tiene esta formación. Sobre todo cuando
se tiene, como ya se ha visto, acceso a soluciones temporales a través de programas
gubernamentales. Lo cierto es que el acceso a la educación en un país como México manifiesta
una serie de problemas no menores. Los recursos empleados para resolver el rezago educativo
son escasos, mientras que la población en edad de cursas estos estudios aumenta rápidamente (p.
111).
En el apartado anterior se mencionó la nula capacidad que tienen las mujeres de acceder a
la pertinente educación en la tecnociencia, Stéphane Hessel manifiesta que la igualdad sólo
puede surgir cuando los más desfavorecidos pueden acceder también a una educación efectiva:
“la resistencia apelaba a la posibilidad efectiva de todos los niños de beneficiarse de la enseñanza
más desarrollada sin discriminación” (2011, 23). Lamentablemente el acceso a este tipo de
educación es casi imposible en los países más pobres: “Nunca había sido tan importante la
distancia entre los más pobres y los más ricos, ni tan alentada la competitividad y la carrera por
el dinero” (p. 25). De hecho los informes en México confirman la desigualdad entre diversos
sectores de la población: “Sus datos confirman la existencia de notorias desigualdades regionales
y entre grupos de población. Por ejemplo, el Distrito Federal ha demostrado históricamente los
niveles de escolaridad más altos y Chiapas los más bajos” (PNUD, 2012, 113). La diferencia en
la educación no sólo se suscita entre las naciones sino que en el mismo país no hay igualdad de
oportunidades para todos.
Para que exista igualdad en la educación se plantean una serie de condiciones, al menos
como un inicio de donde surge la equidad: En primer lugar se encuentra la igualdad de acceso,
que significa contar con el mismo número de oportunidades para contar con los servicios
educativos a los que tienen derecho los más privilegiados. En segundo término está la igualdad
de circunstancias, entendidas como los recursos con los que se cuenta para realizar las
actividades de enseñanza – aprendizajes y que deben de ser las mismas para todos aquéllos que
tengan acceso al sistema escolar (p. 117).
Paulo Freire, para quien el hombre debe ser agente de su propia recuperación (Freire,
2007, 50), la educación le debe permitir al individuo ser sujeto de discusión, de manera que este
inserto en la problemática y en la posible solución de la misma (p. 85). Sin una adecuada
educación tecnológica, el individuo no estará capacitado para discutir sobre la conveniencia del
empleo de agroquímicos tanto para el cuidado ambiental como para la resolución del problema
del hambre. Entre mayor educación exista entre los individuos, mayor número de sujetos que
pueden intervenir en una discusión ética. Esto se ha contemplado muchas veces como un
problema, sobre todo en una sociedad donde los intereses económicos tienen prioridad sobre los
proyectos comunes, prefiriendo beneficiarse de dejar las decisiones en manos de unos cuantos.
La educación permite tener sujetos responsables de su entorno y capacitados para plantear
posibles soluciones: “Los alumnos deben asumir valores y principios que les permitan vivir y
obrar con ética autónoma, pero también como miembros de una sociedad deben vivir en base a
principios y valores sociales” (Hirigoyen, 2012, 2). La visión del aula se hace extensiva a otros
sectores de la población, ya que si no se cuenta con educación se carece de los medios para
participar de la vida activa de la sociedad.
La actualidad de la ciencia trae consigo un cambio de paradigma que requiere una
alfabetización científica de la población. Antes era suficiente saber leer y escribir para entrar en
diálogo con los contemporáneos, hoy en día es necesario además contar con un mínimo de
conocimiento científico que permita a los individuos relacionarse con un entorno tan
especializado. Pero este proceso de alfabetización científico tiene que ir acompañado de un
adecuado enfoque ético: “Incorporar la ética en el proceso de alfabetización científica, para
promover la conversión de los estudiantes en ciudadanos conscientes de su entorno” (Bello,
2011, 277). Es importante señalar que uno de los factores del subdesarrollo en algunos países se
debe sin duda al poco crecimiento en cuanto a conocimiento tecnológico, lo cual es una de las
principales fuentes que ocasionan oposición entre países ricos y pobres. Es un hecho que el
conocimiento es un poder en manos de un grupo hegemónico a través del cual se establece el
rumbo de la sociedad.
Una agricultura con fundamentos éticos
La educación en la tecnociencia se ha producido fuera de los parámetros de la ética,
considerando que la ciencia debe guardar su autonomía con respecto de ésta. Sin embargo,
algunos autores advierten que sin principios éticos difícilmente se podrán lograr los principales
objetivos del hombre. Hans Jonas, por ejemplo, ha sido uno de los principales filósofos que ha
advertido sobre las consecuencias que podría tener el uso inadecuado de la tecnología. Según un
artículo de José Eduardo Siqueira, Jonas tuvo el presentimiento de un apocalipsis que se
produciría de forma gradual, dado los peligros y riesgos presentados por el progreso global de la
técnica y su utilización inadecuada (2009, 279). El filósofo de origen judío ha advertido que si
bien la ciencia podía considerarse pura e inocente, la tecnociencia, al intervenir y modificar el
medio ambiente, tiene que ser en la praxis un objeto de la reflexión ética (p.281). De seguir
permitiendo un desarrollo tecnocientífico sin regulaciones por parte de la ética, el imperio de la
tecnociencia será absoluto, de tal forma que nadie podrá recriminarle por las posibles
afectaciones irreversibles que se producen en el ecosistema. Es por eso que conviene poner la
mirada en el paradigma actual de la ciencia:
Se deduce la creencia de que con la ciencia se puede prescindir de los valores, lo que
entonces pasa a ser, paradójicamente, el nuevo sistema de valores. La sociedad se olvidó
de considera que la técnica es autónoma con relación a la moral, a la cual no sólo no le
debe atención, sino que no soporta ningún tipo de juicio moral. La técnica es
completamente ajena a un juicio de esa naturaleza y evoluciona según una norma
totalmente casual. El hombre no puede erigir su destino basado en un ciego orden de gran
poder de transformación y destituido de valores éticos. En consecuencia, se hace
imperiosa una nueva filosofía de la ciencia, lo que significa un cambio de paradigma
(p.282).
Si bien es cierto que el camino de la ciencia hasta ahora ha sido completamente
autónomo, también es cierto que históricamente la ciencia no había influido tanto en el deterioro
ambiental como lo ha hecho en los últimos años. De tal forma que no es sino en el momento
actual en que la tecnociencia tiene tal poder que fue necesario plantearse la necesidad de un
nuevo paradigma que requiere la revisión ética de todo lo que pretenda ser un desarrollo
tecnocientífico. Hugh Lacey manifiesta esta preocupación sobre el riesgo de asumir un desarrollo
tecnocientífico sin una revisión ética: “Abordar el hecho de que las aplicaciones del
conocimiento científico tienen efectos colaterales no pretendidos y frecuentemente no
anticipados, cuyas consecuencias pueden ser profundas” (Lacey, 2008, 242). Con la consciencia
de que la aplicación de estos nuevos conocimientos tiene dichos efectos, es necesario también
buscar una nueva forma de relacionarse con la ciencia y los conceptos que se relacionan con ella,
como es la autonomía y la objetividad en la ciencia.
La educación tecnocientífica tiene que ir de la mano de la adecuada educación ética, o
una educación para el cuidado del medio ambiente, de tal forma que estos cuidados se vuelvan
una cuestión cultural (Polo, 2013, 141). Esta educación tiene que enfocarse a la conservación de
los principales recursos naturales, consolidando la formación de la conciencia que permita que
cada individuo desarrolle sus capacidades latentes al servicio de un bien común. Es por eso que
junto con el problema alimenticio se debe considerar también el uso de los recursos que tienen
los países del norte, que según algunos estudios se manifiestan como una fuerte deuda que están
adquiriendo con los países del sur. La degradación ambiental, ha sido producida, entre otros
factores, por la indiscriminada utilización de recursos naturales e insumos agroquímicos
(González, 1998, 10-11).
Comunidades solidarias para el desarrollo sustentable
En sintonía con la propuesta de Freire, una educación para el desarrollo sustentable permite que
cada individuo se haga responsable de la parte que le corresponde dentro de un mundo
globalizado (Polo, 2013, 144). Mediante el acceso a la tecnología y a la ética, el individuo podrá
tener conciencia sobre determinado tema o problema para intervenir en él y gestionar el
desarrollo y no simplemente ser un observador de la realidad. Paulo Freire afirmará que para que
un individuo sea responsable este tiene que asimilar la responsabilidad como un hecho que se
incorpora vivencialmente (2007, 51), si no experimenta la toma de decisiones, difícilmente un
individuo podrá intervenir en las decisiones públicas.
En lo que se refiere al cuidado del Medio ambiente el informe de la ODMM presenta el
diagnóstico del mismo, en donde se afirma que en México el medio ambiente había sido
considerado como un almacén de recursos en espera de ser explotados a fin de producir
riquezas, sin pensar en las consecuencias de su sobre explotación (PNUD, 2011, 169). Es
nuevamente Leonardo Boff quien advierte que la ciencia debe hacerse responsable de las
consecuencias de la manipulación genética sobre el medio ambiente, como puede ser el peligro
de la contaminación de otras plantas a causa de la polinización y la reducción de la biodiversidad
(Boff, 2007, 40).
La Hidroponía en la educación ética de las comunidades solidarias
Ahora bien, el acceso a la tecnología es una cosa, pero dicho conocimiento tecnológico tiene que
ir de la mano con un cambio de mentalidad que vaya más allá de lo que es la dictadura del
mercado, la cual dicta las reglas no sólo de los intercambios comerciales sino que también
encamina la enseñanza en las aulas y las tecnologías que son válidas de desarrollar sin importar
en las consecuencias para la comunidad. Hay que pasar de una ética individualista a una ética de
la solidaridad en donde juega un papel muy importante el conocimiento y el diálogo. Cuando se
tiene conocimiento los actores se pueden hacer responsables y en donde hay responsabilidad hay
al menos la posibilidad de emprender el diálogo a través del cual se soluciones los problemas de
la naturaleza.
El camino es reconocer la relevancia que tiene la ciencia para la cotidianeidad para del
ser humano (Bello, 2011, 278), y la importancia de que este conocimiento científico sea a través
de una ética basada en un principio de precaución, que favorezca las tecnologías que más cuidad
a la comunidad y a los factores extrahumanos que están dentro de la producción. Sin embargo,
para relacionar tecnociencia y ética es una tarea difícil de emprender. Algunos teórico como
Silvia Bello destacan la dificultad para que un maestro que se especializa en la enseñanza
tecnocientífica pueda considerar la importancia de la enseñanza ética, precisamente porque
considera a la ciencia ajena a estos valores (p. 278). Otra tarea difícil es que el ciudadano común
reconozca la importancia de tener un conocimiento básico de una dimensión tecnológica. Este
problema se puede resolver cuando se eligen la enseñanza técnica a través de asuntos de impacto
que tienen que ver con la vida cotidiana de los individuos, como puede ser el hambre.
Es aquí donde el uso de la Hidroponía puede significar el acceso a la tecnología por parte de
ciertas comunidades, pero además un medio para la Educación en la conservación del medio
ambiente y en la creación de comunidades solidarias que puedan con su trabajo erradicar el
hambre. José Luis Barbados, en su libro Hidroponía (2013), presenta este medio de cultivo como
una solución de micro emprendimientos, además de ser una forma sencilla de conseguir una
cosecha si se cuenta con el espacio favorable. Si se logra que una comunidad pueda acceder a
este tipo de conocimientos, se accede también a la posibilidad de educar éticamente en la ciencia,
mediante un proyecto práctico y sustentable, en el cuidado ambiental.
Es por eso que a través de este análisis de la realidad latinoamericana se pretende mostrar
el modelo hidropónico como un medio para realizar proyectos comunitarios de autogestión en
donde cada pequeña comunidad se haga responsable tanto del desarrollo económico como el
ambiental. Para la realización de este proyecto es necesario antes reflexionar sobre la
conveniencia del uso de la Hidroponía para el medio ambiente así como analizar la viabilidad de
enseñar este método de cultivo a una comunidad barrial que tiene poco conocimiento científico.
Por último, se pretende educar como sujeto a los miembros de la comunidad, quienes
identificaran en el proceso de cultivo y relación con el método hidropónico, la importancia del
cuidado ambiental. Hugh Lacey advertía que cada una de las aplicaciones del conocimiento
científico tiene efectos colaterales no pretendidos y frecuentemente no anticipados (2008, 242).
Una vez que se accede al conocimiento se tiene que enfrentar a la responsabilidad del uso de
estos recursos tecnológicos y es esta responsabilidad la que se pretende que experimente cada
uno de los individuos a través de la Hidroponía.
El proyecto se abordará como un proyecto educativo en los valores del cuidado ambiental
y en la consolidación de comunidades solidarias. Mientras se aprende la técnica de la
Hidroponía, al mismo tiempo se aprende a ser sujeto de transformación y corresponsable del
cuidado ambiental. Se parte de la premisa que es posible cambiar la forma de aprendizaje que ha
permeado la educación, proponiendo un modelo mucho más vivencial. El proyecto tiene sus
paralelos con programas para diferentes niveles educativos, en donde se pretende enseñar el
cuidado del medio ambiente a través del método hidropónico, desde la formación pre escolar
hasta llegar a la formación universitaria. Otro de los paralelos de este proyecto son algunos
trabajos de comunidades eclesiales de base en donde se imparten talleres de Hidroponía para
crear una economía solidaria entre los miembros de la comunidad. El trabajo tiene su
originalidad en que pretende dar una formación tanto ética como científica a los individuos de las
comunidades barriales, a los que en ocasiones se les considera incapaces de acceder a estos
conocimientos.
Algunos trabajos comunitarios que desarrollan la técnica de la Hidroponía han presentado
diversas dificultades. Es evidente que el trabajo de la Hidroponía es una técnica sofisticada que
está relacionada con productores capitalizados, más de lo que está con los campesinos (Caceres,
2009, 128.129). Para que un programa como esto sea aplicable en comunidades urbanas, es
evidente que se necesitará aportar un capital básico o encontrar la forma de simplificar la técnica,
a fin de que las pequeñas comunidades puedan realizar los cultivos hidropónicos de manera
eficiente. La técnica requiere de una inversión, pero la sociedad actual debe de aprender que hay
proyectos a los que es necesario invertir, no sólo por las repercusiones económicas, sino porque
esto significa una mayor comprensión de la responsabilidad social y del bien común que se
pretende obtener.
Otro de los factores que frenan el progreso de una técnica como la Hidroponía es el
desconocimiento generalizado que se tiene de ella en los países en vías de desarrollo: “esta
tecnología demanda una gran cantidad de insumos externos y la ejecución de una serie de
acciones relativamente complejas, muchas de ellas totalmente desconectadas de las experiencias
productivas previas de los pequeños productores” (p. 129). Si la aplicación de este tipo de
tecnologías es difícil en el sector campesino, más lo es en un sector urbano donde los ciudadanos
tienen desconocimiento de cualquier método de agricultura, por eso la necesidad de crear talleres
en donde se involucren a las comunidades y se les capacite en el uso de la técnica.
Pero, más allá de las dificultades económicas y de la educación en la ciencia que implican
la aplicación de un método como la Hidroponía es necesario también reconocer, que la
utilización de esta clase de cultivos como sustitución de las tecnologías tradicionales, se debió a
la necesidad del cuidado ambiental al cual debe estar sujeto toda producción agrícola (p. 129).
Los productores argentinos identificaron que en la producción del tabaco se utilizaba bromuro de
metilo que deteriora la capa de ozona, los cultivos hidropónicos surgieron como una alternativa
al deterioro ambiental. Al enseñar la Hidroponía a las comunidades urbanas no sólo se les brinda
una herramienta de solidaridad económica, también se les brinda la oportunidad de conocer al
menos un medio de hacerse responsables del cuidado ambiental. Pero quien se hace éticamente
responsable en un aspecto del cuidado de la naturaleza, no hace sino abrir un panorama que lo
convierte en responsable de todas las necesidades de la comunidad.
Conclusiones
A lo largo de esta investigación se ha vislumbrado como un factor importante la mentalidad
individualista bajo la cual se desarrollan las relaciones interpersonales y los intercambios
sociales dentro de un grupo. Se privilegian los objetivos particulares, lo que desencadena una
ética de consumo en la cual la prioridad es el intercambio de capitales, sin plantearse como
resolver, directamente, ciertos conflictos sociales que se producen de la competencia económica
actual. Leonardo Boff ha observado como esta sociedad privilegia al individuo y a la
competitividad (2007, 29) lo que provoca una brecha más amplia entre países desarrollados y
aquellos que se encuentran en vías de desarrollo.
Precisamente, partiendo del individualismo como una necesidad que hay que confrontar, la
propuesta actual implica un modelo de comunidades solidarias en las cuales se pueda adquirir un
compromiso con el Otro, entendiendo por este Otro todo ente con el cual se relaciona el ser
humano, llámese otro ser humano, con el cual forma parte de una comunidad, pero también la
naturaleza que proporciona el medio ambiente y la materia que es transformada para el beneficio
del hombre y con la cual también debe ser responsable. Esta responsabilidad con el otro exige
del ser humano un estilo de vida mucho más sobrio, a través del cual se ha de renunciar a ciertos
bienes y al progreso indefinido a favor de aquellos miembros de la comunidad que sufren una
necesidad (p. 59). Esto exige por tanto, una formación educativa más profunda, que les permita a
los individuos tomar decisiones éticas solidarias con el otro.
La propuesta de comunidad que aquí se propone es la de una sociedad preocupada por
todo su entorno, no sólo a través de principios teóricos que no repercuten en la vida social ni en
las relaciones entre los individuos, sino a través de la creación de programas concretos de trabajo
cuyo principio fundamental es el nuevo imperativo categórico propuesto por Hans Jonas: “Actúa
de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida
humana auténtica (De Siqueira, 2009, 279). Pero no sólo eso, sino un programa capaz de crear
comunidades preocupadas tanto por los bienes individuales como por el bien común en el cual se
incluye acciones compatibles con toda la naturaleza extrahumana (p. 279).
Si bien es cierto que en muchos períodos de la historia se ha buscado el desarrollo de la
ciencia prescindiendo de la ética, al día de hoy el trabajo tecno científico sólo puede hacerse en
relación con una formación ética de la sociedad, donde los individuos aprendan a dialogar y
debatir sobre cuáles son los medios más adecuados no sólo para lograr una producción adecuada
y ganancias en el plano comercial, sino que se pretende favorecer una producción agrícola que se
responsabilice de los sectores de la población menos favorecidos y del cuidado del medio
ambiente. En este sentido es indispensable un programa de formación tecnológica para la
sociedad en general. Es de esta forma como se propone la Hidroponía como un medio para
desarrollar estos dos factores en una población vulnerable, por una parte el conocimiento
tecnológico al cual se accede por medio de la aplicación tecnológica en el sector agrícola y al
mismo tiempo la promoción de comunidades de economía solidaria que buscan a través de sus
acciones el bien común.
El punto de partida es la necesidad de la enseñanza tecnológica a las primeras
comunidades, pero a través de un programa de acción que asuma posibles riesgos hacia el futuro.
Mientras que las posturas desarrollistas pretenden el acceso a la tecnología a los sectores
campesinos, lo que mejoraría su producción y su participación en el mercado (Caceres, 2009,
123), también es cierto que esto podría ocasionar una sobreproducción tal que termine dañando
al medio ambiente. La respuesta no es la sobre producción, sino la producción medida y
responsable de todos los individuos que forman parte de la sociedad. El acceso a la tecnología no
es suficiente, sino que se debe acceder a ella con el conocimiento que se ocasionan a la
naturaleza y con la consigna de establecer un diálogo entre productores a fin de respetar los
bienes naturales que al final de cuentas les pertenecen a todos.
La creación de comunidades solidarias a través de la Hidroponía no será una tarea fácil
ya que para su realización entran en juego otros factores de tipo económico a los cuales habrá
que buscar las mejores formas para solucionarlos. Para aplicar este tipo de programas no sólo a
las comunidades rurales, sino también a comunidades urbanas que pretende ser solidarias
económicamente con los integrantes de su grupo, además de aprender en el ambiente de la
ciudad, tan adverso a la naturaleza, ser conscientes de las limitaciones de los recursos con los que
se cuenta, es necesario un capital con el que muchas veces no se cuenta. De nada vale el
conocimiento teórico de estas tecnologías si no se tiene la solvencia capital para realizarlas en la
práctica. No hay que olvidar que una técnica como esta es considerada de alto rendimiento y que
son desarrolladas por empresas privadas o por organismos de ciencia y técnica gubernamentales
(p. 124). Lamentablemente, en la mayoría de los países subdesarrollados, sólo se cuentan con
programas de asistencialismo con el campo, pero no con el apoyo que permitan a las
comunidades acceder a la tecnología que saque a la agricultura adelante, mucho menos existe el
interés de apoyar programas que fomenten una conciencia ética en el uso de la tecnología en las
comunidades del sector urbano.
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