el encuentro con jesucristo resucitado
Post on 08-Jul-2015
1.159 Views
Preview:
TRANSCRIPT
El encuentro con Jesucristo Resucitado
Torreón, Coah.24 Septiembre 2013
P. Silvio MarinelliCentro San Camilo A.C. – Guadalajara, Jal.
1. Premisa
Lo primero y más decisivo es poner a Jesucristo en el centro de
nuestra fe
Despertar nuestra pasión por la fidelidad a Jesús,
renacer del Espíritu de Jesús
No basta con decir que aceptamos todas las verdades acerca de
Jesucristo.
La fe viva y operante sólo nace en el corazón de quien vive como
discípulo y seguidor de Jesucristo resucitado
No es posible alimentar la fe sólo de doctrina.
Necesitamos un contacto vivo con su persona: conocer mejor su vida
concreta y sintonizar con él: ENCONTRARNOS CON ÉL
Necesitamos captar el núcleo de su mensaje,
entender mejor su proyecto del reino de Dios,
dejarnos atraer por su estilo de vida,
contagiarnos de su pasión por Dios y por el ser humano.
Los primeros cristianos y las primeras comunidades se percibían como
seguidores de Jesús:
habían conocido el «Camino del Señor» (Hechos 18,25)
y, atraídos por el Señor Jesús, eran «seguidores del Camino» (Hechos 9,2).
Se trata de «un camino nuevo y vivo, inaugurado por Jesús para
nosotros» (Heb 10,20).
Un camino que hemos de recorrer viviendo una adhesión plena a su
persona, «con los ojos fijos en Jesús, el que
inicia y consuma la fe» (Heb 12,2).
Lamentablemente, no siempre la fe cristiana suscita «seguidores» de
Jesucristo resucitado, sino solo miembros de una religión.
No genera «discípulos» que se entregan a abrir caminos al reino de
Dios, sino miembros de una institución que cumplen – más o menos - sus
obligaciones religiosas…
Tal vez nunca lo hemos ENCONTRADO y nunca hemos tomado la decisión de
seguirlo
Bien lo dijo Benedicto XVI, «no se comienza a ser cristiano por una
decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte
a la vida y, con ello, una orientación decisiva» (Dios es amor, 1)
2. Volver al Evangelio
Pagola propone una metáfora: «volver a Galilea»,
retomar el camino con Jesús, volver al Evangelio, porque los relatos
evangélicos han sido compuestos para ofrecernos la posibilidad de conocer
ese camino abierto por Jesús, la Buena Noticia de Dios encarnada en Jesús
Los evangelios son relatos de 'conversión’. No solo narran el camino abierto por Jesús, sino que lo hacen para
engendrar FE en Jesucristo
Invitan a entrar en un proceso de cambio, de mutación de identidad
La buena noticia
La llegada de Dios es algo bueno. Jesús piensa de esta manera: Dios se
acerca porque es bueno, y es bueno para nosotros que Dios se
acerque.
Jesús es portador de una buena noticia y su mensaje genera una grande alegría
entre aquellas personas sencillas y pobres en su mayoría
Los fariseos les imponían normas, los sacerdotes del templo de Jerusalén les
imponías diezmos, los poderosos, impuestos. Nadie les ofrece nadie. Jesús
ante todo les comunica dignidad y esperanza
Jesús anuncia su REINADO poniendo en marcha un proceso
de reconciliación
con Dios (el “Padre”)
y con el prójimo (es “hermano”);
sana las relaciones
3. El bautismo de Jesús en el Jordán: una
experiencia decisiva
El Nuevo Testamento nos muestra el inicio de la actividad pública de Jesús después de una intensa experiencia
de Dios
Con ocasión de su bautismo, Jesús ve transformada radicalmente su vida
Deja al Bautista y no vuelve a Nazaret.
Movido por un impulso interior, comienza a anunciar la irrupción del
reino de Dios
Jesús se pone ante Dios con una actitud de disponibilidad total y Dios
se le comunica.
Jesús se descubre a sí mismo como Hijo muy querido: ¡Dios es su Padre!
Al mismo tiempo se siente lleno del Espíritu Santo
Dios no dice a Jesús: «Yo soy el que soy», sino «tú eres mi hijo».
Se manifiesta como un Padre cercano que dialoga con Jesús para
descubrirle su misterio de Hijo: «Tú eres mío, eres mi hijo; tu ser
entero está brotando de mí. Yo soy tu Padre».
Se trata de una revelación gozosa.
Jesús responde con una sola palabra: Abbá
Esa palabra lo dice todo: su confianza total en Dios y su disponibilidad
incondicional
La vida entera de Jesús manifiesta esta confianza: vive y todo lo hace animado
por esa actitud de confianza en su Padre
Su fuerza y su seguridad no nacende su estatus, conocimientos o auto-
estima: nacen del Padre. Su confianza hace de él un ser libre;
su fidelidad al Padre le hace actuar de manera creativa y audaz.
Su fe es absoluta
Al mismo tiempo esta confianza genera en Jesús una actitud de
docilidad sin condiciones ante su Padre: sólo busca cumplir su
voluntad
Nada ni nadie le apartará de su camino: como hijo bueno y fiel vive
identificándose con el Padre e imitando su modo de actuar. Esta
es su motivación íntima
A pesar de su actividad intensa cuidó siempre su comunicación
con Dios en el silencio:
Jesús solía retirarse a orar, buscaba el ENCUENTRO íntimo y
silencioso con su Padre.
Es el encuentro que anhela su corazón de Hijo
Jesús llamaba a Dios «Padre», porque quería subrayar su bondad y compasión.
No se acostumbraba…, pero Jesús lo sentía cercano, bueno y entrañable:
Abbá, Padre mío querido.
Años más tarde, en las comunidades de habla griega, dejaban sin traducir el
término arameo Abbá como eco de la experiencia personal vivida por Jesús
La experiencia de Dios-Padre fue decisiva en la vida de Jesús.
El no fue un hombre dividido, atraído por diferentes intereses, sino una persona
profundamente integrada en torno a la experiencia de Dios, el Padre de todos
Dios está en el centro de la vida de Jesús: Él inspira su mensaje, integra su
actividad y le da energía
Este Padre es bueno, cercano y compasivo
Dios es accesible a todos. No son necesarios ritos particulares para
encontrarse con él: «Cuando oren, digan: “Padre…”»
Jesús no separa nunca a Dios de su reino: es el REINADO «DE DIOS»El Padre quiere «reinar» entre los
hombres: como presencia que acoge a los excluidos,
como curación para los enfermos,
como perdón para los culpables,
como esperanza para los fracasados
Al mismo tiempo en el río Jordán, Jesús se siente lleno del Espíritu de
Dios.
El Espíritu de Dios (según la Escritura crea y sostiene la vida y da aliento a todo viviente) lo llenó de su fuerza
vivificadora
Jesús lo experimentó como Espíritu de gracia y de vida
Lleno del Espíritu del Padre no advierte ningún miedo:
se enfrenta a los espíritus malignos para comunicar la misericordia de Dios a
las personas más infelices.
En esas curaciones y exorcismos está actuando el «Espíritu de Dios» porque Jesús está «ungido por el Espíritu»
Jesús se siente enviado a promover el REINADO DE
DIOS - la justicia, la vida y la misericordia - con la fuerza
del Espírito Santo
También a Jesús le preocupaba el pecado, sin embargo - para Él - el
pecado más grave y que mayor resistencia ofrece al reino de Dios es causar sufrimiento o tolerarlo
con indiferencia
El mensaje de Jesús es claro: la acción salvadora de Dios está ya en marcha
El reino es la respuesta de Dios al sufrimiento humano
La gente más desamparada puede experimentar en su propia vida (en su
carne para los enfermos) los signos de un mundo nuevo en el que Dios vence al mal
Jesús persigue la voluntad de Dios: lo que hace bien a las personas
Por eso critica y corrige algunas interpretaciones de la Ley cuando
están en contradicción con la voluntad de Dios, que quiere, primero,
compasión y justicia para los necesitados
Los hijos de Dios Lo aman con todo su ser.
Este amor se manifiesta en la docilidad, disponibilidad y
entrega a un Padre que ama sin límites y condiciones a todos.
No es posible, por lo tanto, amar a Dios sin desear lo que Él quiere y
sin amar a quienes Él ama
4. La muerte de Jesús
Lo que el Padre quiere no es la muerte de su Hijo,
sino que su Hijo continúe fielmente en su proyecto de vida y salvación hasta
el fin: que siga realizando el reino de Dios y su
justicia para todas las personas, que continúe manifestando su amor «hasta el
extremo».
Y Jesús (él es y sabe de ser el Hijo amado) entrega su vida porque permanece fiel a ese proyecto
salvador del Padre, encarnando su amor infinito por todos sus hijos
En el momento de la cruz, Padre e Hijo están unidos por un mismo Amor,
no buscando satisfacción o expiación,
sino manifestando hasta qué extremo llega su amor por las criaturas
Jesús y su Padre-Dios no responden al mal con el mal, eligen ser víctimas de sus
criaturas (Dios nunca es su verdugo). Éste es el Dios en el que creemos los
discípulos-seguidores de Jesús: un Dios que ejerce el poder del amor
Cuando Jesús nos pide que lo sigamos cargando con la cruz, no nos está hablando específicamente de los
sufrimientos propios de la condición humana (enfermedad, envejecimiento,
relaciones difíciles, fracasos, etc).
Jesús nos llama a seguirlo, poniéndonos al servicio del reino de
Dios
La cruz es el sufrimiento que encontraremos como
consecuencia de ese seguimiento:
el destino doloroso que habremos de compartir con Él si seguimos
sus pasos («si quieres…»)
Para que «venga el reino» es necesario el «hacer» pero también el «padecer»
Estamos llamados a «hacer» un mundo más justo y humano, una comunidad
eclesial cada vez más fiel a Jesús y su Evangelio. Tal vez nos tocará «padecer»
por alcanzar este objetivo
El sufrimiento es y sigue siendo malo, sin embargo por eso se convierte
en la experiencia humana más significativa para vivir las dos
actitudes fundamentales de la vida de Jesús y de su pasión-muerte:
su comunión plena con el Padre y su amor solidario con los hombres: «La verdad del amor a través de la verdad
del sufrimiento» (SD)
5. La Resurrección de Jesús
Resucitando a Jesús, el Padre ha confirmado su vida y su mensaje, su
proyecto del reino de Dios y su actuación. La vida de Jesús fue
«voluntad del padre».
Lo que Jesús ha anunciado sobre la misericordia del Padre es verdad: Dios
es como lo sugiere Jesús.
Pero Dios no solo le ha dado la razón, sino que le ha hecho justicia
No se ha quedado pasivo y en silencio ante lo que han hecho con su Hijo. Lo ha resucitado: le ha devuelto la vida
que le han quitado injustamente.
Lo ha constituido como Señor y Salvador de vivos y muertos.
Cristo es nuestra esperanza. En él descubrimos la intención profunda del
Padre: una vida plena para todos, liberada del mal, el reino de Dios hecho realidad
Es cierto que todo sigue mezclado: justicia e injusticia, muerte y vida, luz y tinieblas; todo
está inacabado, a medias y en proceso.
Pero la energía del Resucitado está atrayendo todo hacia la Vida definitiva.
El Resucitado está en nuestros conflictos y contradicciones, sosteniendo todo lo bueno, lo bello, lo justo que brota en
nosotros y que muere sin haber llegado a su plenitud.
Está en nuestras lágrimas y sufrimientos como consuelo permanente
Está en nuestros fracasos e impo-tencia como fuerza que nos sostiene
Está en nuestras depresiones acompañándonos en nuestra soledad
Está en nuestros pecados como misericordia que nos perdona y acoge
Está incluso en nuestra muerte como aliento de vida eterna que triunfa cuando
parece que todo se pierde
Ningún ser humano está solo; nadie vive olvidado; el Resucitado nos acompaña
Dios ha resucitado a Jesús. El rechazado por todos ha sido acogido por DiosEl despreciado ha sido glorificado.
El ejecutado está más vivo que nunca.
Ahora sabemos cómo actúa Dios …
Él «enjugará todas nuestras lágrimas y no habrá ya muerte, no habrá lamentos ni
fatigas. Todo eso habrá pasado»
CONSECUENCIAS PARA NOSOTROS
1. Lo primero es, sin duda, morir al pecado, que nos deshumaniza, y resucitar a una vida nueva más
arraigada en Cristo
2. Acoger al Espíritu del Resucitado para resucitar todo lo bueno que, tal vez, está muerto en
nosotros. Reavivar nuestra fe apagada, nuestra esperanza lánguida y, sobre todo, nuestro amor
mediocre
3. La dinámica de resurrección es lucha por la vida
Dios pone vida donde nosotros
ponemos muerte. El Padre, «apasionado por la vida», nos llama a defender la vida y luchar
contra aquello que la destruye o deshumaniza
4. Las experiencias alegres y las amargas, las «huellas» que hemos dejado, lo que hemos construido,
todo quedará transfigurado
5. Dios será todo en todos: «Yo soy el origen y el final de todo. Al
que tenga sed yo le daré gratis del manantial del agua de la vida» (Ap
21,6).
Dios saciará Dios la sed que hay dentro de nosotros
6. Seguidores de Jesucristo
Algunos rasgos de los seguidores de Jesús
No todos seguimos a Jesús de la misma manera. Hay, sin embargo,
algunos rasgos que no pueden faltar en un seguidor fiel que camina tras
sus pasos.
Lo decisivo para seguir a Jesús es escuchar su llamado
Nadie se pone en marcha tras los pasos de Jesús siguiendo su propia intuición o
sus deseos de vivir un ideal.
Es Jesús quien toma siempre la iniciativa.
Seguir a Jesús es creer en lo que él creyó,
dar importancia a lo que se la daba él,
interesarnos por lo que él se interesó,
defender la causa que él defendió,
mirar a las personas como las miraba él,
acercarnos a los que sufren como él se acercaba,
sufrir por lo que él sufrió,
confiar en el Padre como confiaba él,
enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con la
que él se enfrentó.
Los primeros cristianos entendían su vida como la aventura de seguir a Jesús
haciéndose «hombres nuevos» y «mujeres
nuevas»
Jesús es para sus seguidores el camino concreto que nos lleva al Padre.
Jesús es el «rostro humano de Dios». Dios no es una idea, una definición;
viendo a Jesús estamos viendo al Padre.
Conociendo a Jesús vamos conociendo cómo el Padre se preocupa de nosotros, cómo nos busca, cómo nos acoge, cómo nos perdona y levanta, cómo nos alienta
y sostiene
Jesús enseña a quienes lo siguen a ser hijos de Dios
Jesús establece una estrecha conexión entre el amor a Dios y el amor al prójimo. Son inseparables.
No es posible amar al Padre y desentenderse del hermano. Lo que va contra el ser humano va contra Dios.
Los seguidores de Jesús se esfuerzan por amar a su estilo: ofreciendo el perdón a quienes
nos han ofendido, practicando la solidaridad con los más
necesitados, dando prioridad a los que sufren más
Seguir a Jesús es vivir al servicio del proyecto del reino
de Dios inaugurado por él
7. Educarnos al encuentro y seguimiento de Jesús, el Resucitado
¿Cómo ENCONTRARNOS CON EL RESUCITADO?
¿Y cómo SER SUS SEGUIDORES?
Educar a la relación personal con Jesucristo y su Dios y Padre
El Dios que el cristiano ora no es un dios “genérico” (el Ser supremo, el Hacedor, el Patrón), es el Padre de nuestro Señor Jesucristo (Ef 1,3).
El cristianismo tiene a Jesucristo como eje: todo lo que sabemos de
Dios el Padre nos lo revela Jesús. El encuentro con Dios pasa a través de Jesucristo (Jn 1,18). Es la persona de Jesús, su vida de Hijo que educa al encuentro con el Padre. Gracias a Él
tenemos acceso al Padre porque aprendemos a vivir como hijos.
Esto significa entrar en el modo de sentir, hablar, encontrar, amar,
vivir de Jesús.
Llegar a ser más parecidos a Él, o menos disímiles de Él…
hasta ser “hijos en el Hijo”.
En el Espíritu Santo: El Espíritu Santo ha sido la fuerza que ha acompañado a Jesús en sui vida y es la fuerza que nos
guía a seguir a Jesús: “Los que son guiados por el
Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios” (Rom 8, 14).
Es el Espíritu quien guía y educa al creyente a la relación personal
con el Señor.
La única realidad esencial es tender a la adquisición del don del Espíritu
Santo
Con la educación cristiana (práctica sacramental, liturgia, servicio de la Palabra, vida de caridad, ascesis,
espiritualidad…) el creyente es guiado a la interiorización del Espíritu que
conduce a vivir como hijo de Dios y ser cada vez más parecido a Jesucristo.
Fruto maduro de este camino es la “santidad”.
Cuidar la relación con Dios
El médico necesita la colaboración del paciente para actuar bien (comunicar los
síntomas, aceptar el diagnóstico y la enfermedad, cumplir con las
prescripciones, cambiar algunos estilos de vida).
También con Dios: «dejarse cuidar» y «cuidarse»: asimetría (Dios da el primer
paso y muchos otros) y reciprocidad
«Dejarse cuidar»:reconocernos frágiles y heridos, vacilantes y sufridos en nuestra
presunción de autonomía: necesitados de una «salvación» que
nos llega «de lo alto».
Reconocer la primacía del «recibir» con honestidad (en el silencio y la
escucha de la voz de Dios).
«Cuidar» la relación con Dios
En la continuidad, la fidelidad, los compromisos cotidianos de oración
(diálogo), con la práctica de las virtudes = hábitos buenos y estables, con una
vida sacramental constante (Eucaristía y Penitencia).
En la fidelidad… cotidiana, semanal, mensual, anual, etc.
La ORACIÓN
El signo de la cruz, posando las manos en la frente, el pecho y los hombros;
cuerpo pacificado, estados de ánimo y afectos pacificados, una mente atenta y
devota. Invocamos los Nombres divinos para
sentir su acción interior y con el Amén respondemos con la única actitud de la
criatura (“Así sea”, dicho a Dios).
¿Fe del Domingo o fe cotidiana?
Hay una fe del domingo, eventual, ligada a las fiestas o a eventos
extraordinarios; hecha de culto, de celebraciones sin un antes y un después.La fragilidad de la pertenencia eclesial, el
subjetivismo, una interpretación «privada» de la fe empujan hacia esta
dirección.
Reciprocidad fecunda entre fe y vidaLa fe debe ser cotidiana (no puede no
ser cotidiana), de todos los días: gozosos y dramáticos, ligeros y pesados, serenos y cargados de tensión, los días normales y
los de las decisiones difíciles.
La fe se va tejiendo con las actividades y los gestos cotidianos: trabajo, familia,
afectos, cuidados, responsabilidades y compromisos…
La fe contribuye a «dar» sentido a lo cotidiano.
De lo cotidiano la fe recibe espesor de humanidad y
concreción.
La fe, a través de nuestras historias pequeñas, se carga del
polvo de la historia y se hace «cristiana», se «encarna» y la
vida recibe sentido, grandeza y belleza
Quien descubre cada día más profundamente la suerte de ser
cristiano, el privilegio de ser alcanzado por la misericordia, el
perdón y el amor gratuito de Dios, es cambiado por esta conciencia y
cambia su manera de ver el mundo, las cosas y a las personas…
Una vida impregnada por el amor: de Dios y de los hermanos, hacia el Señor
y los hermanos, con sencillez y humildad.
Creando un clima de serenidad y confianza en la vida.
Al término del día: cansados porque nos ha costado no «pensar a nosotros
mismos» en lo cotidiano.
Adquiriendo: libertad de uno mismo, compasión hacia los desdichados,
fraternidad y solidaridad.
Un estilo de vida «nuevo»… sin preocuparse del … testimonio.
8. Educarnos a apreciar el presente con sus dones
Cada día conlleva la posibilidad de estar serenos (no siempre felices). Podemos
ver y disfrutar de las pequeñas cosas. Si se continúa a mirar adelante, demasiado lejos y demasiado en lo alto, se «pisotean
las pequeñas flores de la felicidad cotidiana». Siendo demasiado pequeñas
respecto a las expectativas, no las tomamos siquiera en consideración.
Porque lo queremos todo, no se acoge lo modesto…
Conjugar grandes metas y aspiraciones con pequeños gozos. De otra manera el presente es sólo tiempo de carencias…
Tristeza, rabia o desesperación serían los corolarios a esta actitud.
Al mismo tiempo tener grandes metas, de otra manera nos achataríamos en sólo disfrutar el presente, en una lógica de continuo consumo de los placeres al
alcance.
Educar a valorar cada día, cada experiencia; contagiar el gusto de la
gratitud y de la alegría. Descubrir los gozos cotidianos.
No tomar una actitud de recriminación, crítica, juicio negativo, amargura o enfado
frente a los desafíos de la vida.
Capacidad de «re-flexión» sobre lo que hemos experimentado, sin «tragar» los acontecimientos
aprisa … Permitir que las sensaciones positivas se vuelvan
conscientes y radiquen en la memoria.
Conversar sobre lo bueno y hermoso como adestramiento
para disfrutar de la vida, rehuyendo los lugares comunes y
los estereotipos.
Los fragmentos hermosos y buenos de una jornada pueden adquirir valor también de cara al futuro: la mente
graba, evalúa y compone con las micro-experiencias diarias una
fisonomía duradera.
9. Educarnos a enfrentar el sufrimiento y la
muerte en relaciones maduras
Es lo negativo que hiere «el narcisismo humano»: una herida que hace vacilar al individuo que pensaba ser invulnerable e
inmortal. Es lo real que irrumpe en lo imaginario.
Es la muerte …
Tomar conciencia de nuestra vulnerabilidad y fragilidad y
aceptarlas Son aspectos constitutivos de nuestra personalidad. La existencia humana es
preciosa porque frágil; Sal 39, 7; Sal 90, 6: «por la mañana florece y reverdece; al atardecer se
marchita y se seca».
Ayudar a encontrar, mejor «dar», significado al sufrimiento.
En este campo la perspectiva de fe ayuda: la experiencia sanadora de Dios y su
gracia; la dinámica debilidad-fortaleza; nuestro sufrimiento en la perspectiva del
«sufrimiento mismo de Dios»: Jesús sana nuestros dolores, quitándolos de nuestro
ámbito egocéntrico, individualista y privado para conectarlos con el sufrimiento de toda
la humanidad que Él asumió.
Hacerse sensibles frente al sufrimiento ajeno
2 Cor 1, 3-4: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de
misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en toda tribulación nuestra,
para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el
consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios».
Valorar las relaciones y superar el egocentrismo y el narcisismo (educar
as una vida adulta y madura).
Si la búsqueda de una felicidad individual se convierte en lo absoluto, se
pierde el sentido de los lazos que nos unen
Valorar el sentido comunitario: ser parte de una
misma familia, vivir la «comunión de los Santos».
Educar a la madurez: quitar el sentido de omnipotencia («Yo puedo»). Vivir, aceptar
e integrar la pequeñas muertes …
Relaciones estables, asumir deberes y obligaciones, tomar decisiones definitivas. Decidir es «dejar», «morir». Conducir a las personas en el éxodo de la omnipotencia infantil o el narcisismo adolescencial a la
madurez que integra a la muerte.
Educarnos al seguimiento de Jesucristo: vivir la existencia como
camino detrás de Cristo, camino que no interrumpe ni siquiera la muerte (la muerte como última
«ofrenda» de nuestra vida)
Gracias por su atención
Y gracias a los autores que reflexionaros sobre la fe con mucha profundidad: tengo una deuda de
gratitud con-José Antonio Pagola
Jesús. Aproximación histórica Fijos los ojos en Jesús Es bueno creer en Jesús
- Autores de una monografía en italiano, Educare a la vita cristiana
(Manicardi, Gentili, Brusco, Boldini, Campisi)
top related