desafíame (hasta los huesos 01) - librosonlineparaleer.net · el lienzo que veía a través de la...
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LenaValenti
Prólogo
Enlahabitaciónsolohabíaencendidaslaslámparasdelasdosmesillasdenoche.Fuera,lafiestanoibaacesarhastaaltashorasdelamañana.Losgritosdesuscompañerosylamúsicaatronadorasecolabanporla
ventanadelapartamento.Losdossolos.Caraacara.Frenteafrente,descubrieronquenotenían
tiempoqueperder.Élnotardónadaendesnudarla.Sabíacómolaquería,cuándoydónde.Yeneseinstante,laqueríaensu
cama,entregada,yenamoradadeélhastaeltuétano.Pasósusdedosentresulargamelena,leechóelcuellohaciaatrásyla
besóaceptandoeljuegoqueellaleofrecía.La joven gimió perdida en el sabor de su lengua y en su textura,
disfrutando de esasmanos que le bajaban los pantalones.Después, él latumbósobreelcolchónyselepusoencima,entrelaspiernas.—Dimequéesloquequieres—dijo.—Yalosabes.Élnegóconlacabeza.—Megustaquemelodigas.Dímelo.—Tequieroati—lecontestóellasinningunavergüenza.Élsonrióylequitólacamisetaqueaúnteníapuestahastasubírselapor
lacabezaycubrirleelrostro.Pero ella rió y suspiró de antelación. Deseaba aquello como a él le
gustarahacérselo.Estabaentregadayyanoteníanireparosnipudores.Elchicosequitólospantalonesysequedódesnudoanteella.Laadmiró,desnudacomoestaba,conelsosténaúnpuestoylacamiseta
queleprivabalavisión,ysurostrosetiñódeplaceryalegría.Después,setumbóencimadeellayagarrósusmuñecasparacolocarlas
encimadelacabeza.—¿Loquieresahora?—lepreguntóaloídoconungruñido.—Sí—afirmó,decidida,abriendomáslaspiernas.
Éldejó iruna risotadamientrasentróensucuerpoconel ímpetuquesiemprecaracterizabasusencuentros.Conellatodoeraexplosivo,ymágico.Nonecesitabandecirsetonterías
aloído,nitampocohacersepromesasdeamor;setratabadedisfrutardelsexomáslocodesuvida,ydepasarlobien.Estabanenesaedadenlaquelauniversidaderalaúnicavidarealque
lesinteresaba,yeldíaadíalomarcabansusproblemasysusrelaciones.Empezó a bombear. Le gritaba en el oído, y le mordía el hombro
absorbiendocadaenvitepoderosoensuinterior.Lacamabamboleabadeun lado al otro, el cabezal golpeaba la pared y sus respiracionesacompasabanaquelritmoparecidoaldeunmartillo.Enesemomento,ellasearqueódebajodeélyseestremeciódepiesa
cabezabarridaporeseorgasmoplacenteroylocoquelegirabalacabeza.Élno tardónadaenunirsea ellay,mientras sevaciaba, se impulsaba
másprofundamentehastaqueelruidodelacarnecontralacarnelesllenólosoídos.Disfrutabanconelsexo,nocabíaduda.Entonces,élsedejócaersobreellaylaayudóaquitarselacamisetapor
lacabeza.—Nome digas que ya no puedesmás—murmuró ella rodeándole la
cinturaconlaspiernas.Élseechóareír,hundiólosdedosensupeloycontestó:—Estosoloacabadeempezar.
Laimagendeltelevisorsequedócongeladadespuésdequeseoyeracomoesechicoasegurabaque«estosoloacabadeempezar».Estabanenunasalaenpenumbra,cubiertadelibros,cuyocentroeraun
altardepiedra,comounlugarhechoparaunorador.Elseñorsediolavueltaparamirarcaraacaraalprotagonistadeaquel
encuentrotantórrido.Alzólabarbillamoteadadeunaperillanegra,conunmechónblanco,yclavósusojosclaroseneljoven.Surostroinflexiblenoteníaniungramodeamabilidad.—¡Míramealosojos!—legritó.Eljoven,avergonzadoporverseenlapantalla,diounrespingoehizo
loquelepedían.—Notengasvergüenzaahora,muchacho,cuandonolahastenidopara
tenerelculoenpompaconlamujerquepuededestruirnos.—Yo...yonoteníaniidea.—Siesachicaconsigue loquebusca...¿Tienes ideade la información
delaquedispondrá?—Lasaletasdelanarizseleabrieronylosojosseleinyectaronensangre—.¡¿Eh?!¡¿Latienes?!—Señor... Repito que no lo sabía... No me imaginé que... —Hizo
negacionesconlacabeza—.Lolamentomucho.Yonoteníaniidea.—¡Nobajeslamirada!¡Plas!Lediounabofetada tan fuerteque legiró lacabeza,perono le
movió del sitio. Cuando el joven se recuperó, intentó mantener lacompostura.Volvióafijarsuvistaenelmayoryserelamióconlalengualasangrequesedeslizabaporlacomisuradellabio.Elseñortomóaireyrelajósutensiónalcomprobarquehabíaheridoal
chico.—¡Estolotienesquearreglar!¡¿Mehasoído?!¡Nopuedehaberuntopo
entrenosotros!¡Nosjugamosnuestroprestigio!¿Sabescuántosojosnosmiran?—S-sí, señor —contestó el chico—. Haré lo que sea necesario para
arreglarmierror.—Por supuesto que harás lo que sea necesario—dijo con voz ronca,
limpiándoselasmanosconunpañueloblancoqueguardabaenelbolsillodesuamericana—.Ahora,saldemivista.Ypreparalasmalditasmaletas.—Estábien.—Hizounareverencia—.Gracias,señor.El hombre se dio la vuelta y cruzó las manos tras la espalda,
quedándose bajo el solitario rayo de luz que entraba por una de lasventanas de aquella cueva subterránea plagada de libros y altares depiedra.—Yotracosa.Elchicosedetuvoantesdepartir.—Sí,loqueusteddiga.—Sicuandoregresesnohaslimpiadolamierdaquetenemosalrededor,
tufuturoprometedorsevaairaltraste.Yrezaparaqueeldetufamilianoseveaafectado.Elchicopalideció.Notardóensalirdeallícorriendo,decididoahacer
loquefueraparasalvarsupellejo,aunqueparaello tuvieraqueponeraotroenseriosproblemas.
Uno
Melomerecía.Memerecíacadaminutoeneseavión,observandolasespesasnubesque
comonatamontadayacíanamispies,comosimeinvitarananadarentreellas.Era mi premio, mi recompensa después de cuatro años clavando los
codos sin otro propósito que conseguir una beca para una de las sieteuniversidadesmásprestigiosasdelmundo.Yalfinhabíacruzadolameta.Harvard,Oxford,UCLA...Atodasenviésolicitudy,alfinal,mequedé
conYale,quehabíasidodesdesiempremiprioridad.Enbreve,formaríapartedeeseseisporcientodeestudiantesdelcampusprocedentesdeotrospaíses.Seríalaguirideallí.NoteníaniideadecuántosespañolespodríanestarestudiandoenNew
Haven,peroyoseríaunadeellosylaperspectivaeraunpocoincómoda,porque odiaba ser el centro de atención, prefería pasar desapercibida ycentrarmeenlomío.Mi madre, Eugene, tenía sangre irlandesa y americana, y mi padre,
Cesc,eracatalán.Yohablabatreslenguasperfectamente:elcastellano,elcatalányelinglés;yunpocodefrancés.Sabíaquemimanejodel inglés, una lenguamaternaparamí, sumaba
puntosparaquemeaceptaranenuniversidadesdeEstadosUnidos.Yeso,añadidoamimatrículadehonoren todasycadaunasde lasasignaturascursadas,habíafacilitadoquemedieranlabeca,ymeaceptaranenYale.Desde parvularios hasta bachillerato,mi vida había transcurrido entre
las paredes doctrinales de Saint Paul’s School deBarcelona, un colegioprivadointernacional trilingüe,ubicadoenlaavenidaPearson,alpiedel
parquenaturaldeCollserola.Elcolordelasnubesqueatravesábamosmerecordaba al tono impoluto de las aulas, y lo más curioso era que nosentíalaañoranzapropiadealguienqueestabaacostumbradoapisardíatras día elmismo suelo. De hecho, no creía que fuera a sentirla jamás,pues lanecesidaddeabrazar loque ibaavenireramáspoderosaque laposiblenostalgiaqueenalgúnmomentopudierallegar.Yaleeramisueño.Miobjetivo.Erajustoloquequería.Minuevavidasealejaríamuchodelaseguridad
demiescueladetodalavida,ydelasobreproteccióndemifamilia.Peronecesitabavolardelnidoycontinuarconmipropósito.Había dado mi promesa de que no desfallecería en conseguir mis
objetivos.Yyonuncarompíaunapromesa.El hecho era que, aunque parecía inevitable no pensar en mi futura
estanciaenYale,enesosmomentosnoqueríadarledemasiadasvueltasalacabeza,porquealauniversidadnoiríahastapasadosdiezdías,yantesde viajar aConnecticut, enEstadosUnidos, para estudiar la carrera quehabíaelegido,teníapordelantecincodíasdemaravillosasvacaciones,unpequeñocaprichoquemehabíamarcadoconmipandaderaritosfrikis.Mi pequeño paréntesis antes de que diera inicio lo verdaderamente
importanteparamí.Laideaeradisfrutareseimpasseportodaslasvecesquenomefuide
fiestaconloschicos,yportodaslasvacacionesquemeperdíalanteponermisestudiosymisresponsabilidadesaladiversiónylajuerga.SaquédemibolsademanoMisakounacajitaconunpocodecolorete.
Laabríyobservémireflejoenelpequeñoespejocuadrado.A la loca de Gema, la mujer de mi padre, le encantaba comprarme
muchasvirgueríasdelamarcaMac.Yo no solía maquillarme, siempre he preferido ir más natural, no
porque no me gustara, sino porque prefería no perder el tiempo enpintarmelacara.Con decir que no sabía que hubiera unamarca de cosméticos que se
llamara igualquemiordenador,yadejobastante clarami ignorancia alrespecto.Gemadecíasiemprequemibellezaseteníaqueexplotar,quedebíaser
máspresumida:«Conesecuerpoyesacara...»,merepetíaapretándomelasmejillashastaponermebocadepez.A mí, simplemente, no me interesaba, porque no me veía tan guapa
como ella me decía ni tan princesita como mi padre señalaba que era.Creoquesiempretuvieronunaideadistorsionadademíyqueproyectabanenmipersonaloquequeríanquefuera.Perolessalírana.Nicoqueta,nicreídanipresumida...Megustabanlas
gorras de béisbol, porque me ocultaban el rostro; y a veces me vestíacomounchico:tejanos,sudaderas,Converseodeportivas,botasmilitares,ropaholgadaymangasdemasiadolargasquemecubríanhastalasmanos.Nomeconsiderabaningunabeldad,y estabaenuna faseen laqueno
teníaningúninterésenmifísico,puestoquetampoconadiemellamabalaatencióncomoparaesmerarmeengustarle.En fin, una vezmi padreme preguntó si era lesbiana. La cara que le
pusesirvióparaquenuncavolvieseacuestionárselo.Así que después de asegurarme de que mis ojos rasgados seguían
siendoazulhielo,comomimadrelosdescribía,ytrascomprobarquemidiademacontinuabasobrelacabezaynoenlafrente,coloquémimelenacastañooscuro sobremihombroderechoyguardédenuevoel espejitodentrodelbolso.Volvíelrostrohacialaventana.El lienzo que veía a través de la ventana del aviónme sobrecogió de
pleno;lasnubesseabrierony,aldisiparse,aparecióunpuebloque,vistodesdeelcielo,parecíasacadodelasleyendasmedievalesdecaballerosyprincesas.EraLucca.YallímedirigíaparadisfrutardelFestivalInternacionaldel
Cómic,SeriesyVideojuegosjuntoamisamigos.Aqueleraelprimerañoque se celebraba dicho evento durante la primera semana de agosto y,siendoverano,nadieseloqueríaperder.Sonreídeorejaaorejacomoloharíaunaniñaydejéquelaemoción
meembargara.Gemaymipadrenodabancréditoaqueaalguientanseriocomoyo,
con las aspiraciones que tenía, le gustaran los cómics y los mangasjaponeses.Peroasíera.Meencantaban,porquealosbichosrarosnosgustanlascosasrarasy
especiales.
Dos
Nunca había estado en la Toscana, pero era uno de esos destinos quesiempresoñévisitar.CuandoesemismoañomeenterédequeelFestivalInternacionaldelCómic,SeriesyVideojuegosloibanahacerenlaciudaddeLucca,pensé:«Matodospájarosdeuntiro».VeríaesapartedelcentronortedeItaliaquemeapasionabayviviríalaexperienciasupremadelosfrikis.Cuando llegué al aeropuerto de Pisa, un magnífico sol me dio la
bienvenidae inmediatamenteme lasapañéparacogerelprimer taxiquemellevaraalhoteldondemimejoramigo,Taka,mimejoramiga,Thaïs,yyonosíbamosahospedar.El taxista, que se llamaba Pietro, según me contaba en ese inglés
toscano,seestabahartandodehacerviajesaLuccaconmotivodeleventointernacionalquereuníaamilesdejóvenesdetodoelmundo.Veníandetodaspartes,meexplicaba.—De la América, de la Spagna, de Japan... Tutti están aquí —me
comentó emocionadísimo—. Y visten esas ropas piu extrañas, y llevanpelodecolores—seseñaló lacabeza—,ymaquillajede todo tipo.Ma...¡nohayzombis!Yosonreítímidamenteyledije:—Noes una convenciónde zombis, ni una reunióndeWalkingDead.
AunqueesprobablequealgunovayadeDeathNote.El taxistamemiróa travésdel retrovisorcomosimi idiomafueseel
arameo.Obviamente,comolamayorpartede lahumanidad,nosabíadeloquelehablaba.Superadoel incómodosilencio,carraspeéymecentréenelbucólicopaisajequedejábamosatrás.Todavíanohabía llegadoaLuccay loqueveíayamefascinaba.Tras
kilómetros de parajes verdes y campiña italiana, divisé una ciudadamuralladaqueemergíaenlallanurafértilcomoporartedemagia,comounespíritulibreyunúltimoreductoderebeldíaquehabíapermanecidoenpietraselpasoinquebrantabledelossiglos.Eraesemidestino.Yeldetodoslostaxisquesehabíancolocadoenfila
detrásdenosotros.Lucca vivía protegida tras una vieja muralla de cuatro kilómetros y
mediode largo,quehabíaocultado todasuhistoriaconcelo,apesardelas sacudidas del tiempo. Situada sobre el río Serchio, la llamaban laciudaddelascientorresylascieniglesias.Pasé por delante de un viejo avión de combate blanco y rojo, que
pertenecíaalejércitoitalianoyquelucíacomounelementoornamentalenlarotondaantesdellegaralaciudad.La parte superior de la muralla, lo que sería el adarve, se había
convertidoenunmantoajardinadoporelquepasabanmuchasbicicletasyqueofrecía,seguramente,unaperspectivadelaciudadincreíble.Meibaahartardehacerfotos.
Tras cruzar la Porta San Pietro, una de las seis entradas por las que sepodíaaccederalinterior,losadjetivossemequedaroncortos.Yahabría tiempopara admirar labelleza etruscadeLucca en todo su
esplendor,peronoeraelmomentoentonces.AquelloestabaintransitableyparecíaelApocalipsis.Nunca había visto tantos frikis juntos, y de repenteme sentí como en
casa.Elcochepasabaentrelascallecitascomopodía,dándolealclaxonpara
quelagente,distraídaymuymetidaensupersonaje,seapartara.MedabamiedoquePietroatropellaraaalguien,peronohizofaltaqueéllohiciera.Dos zombis deDeathNote, tal y como yo había vaticinado, se echaronencimadelcapóemitiendotodotipodeexabruptos.Pietropalidecióyamílasituaciónmehizosonreír.Losdoschicoscayerondelcapóy,unavezenel suelo, se levantaron
paracontinuarconsupaseodelosmuertos.—Mammamia...—susurró—.Mabella...—Pietro frenó el coche y se
secó el sudor de la frente—. Su hotel está justo ahí.—Y señaló con suregordeteíndice—.Nopuedoadentrarmemásconelcoche.
—Nosepreocupe—lecontestésacandoloseurosdelmonederoTousdemibolso.TodasestaspijadaserandeGema,queinsistíaenconvertirmeenlaBarbiequenoera—.Yaestábien.Iréandando.El hombre aceptó el dinero con cara de disculpa. Después salió del
cocheyabrióelportóntraseroparadarmelamaleta.—Tengacuidado.Ustedesmuybonitaydelicadaparaestarentretutta
esta...locura.—Es divertido—le dije cargando conmimaleta de ruedas y conmi
bolsocolgandodelhombro—.Estarébien.Lasaparienciasengañaban.Enpocashorasyoseríaunalocamás,una
Otakuamedias,divididaentremiadmiraciónporlosdibujosjaponesesymifanatismoporloscómicsdeMarvel.Eneselugar,todoteníacabida.
NoshospedábamosenelhotelCameraconVista,unB&Ben laViaSanPaolinocercadelaPiazzaNapoleone.Estabaenelcentrohistóricoyerauna de lasmejores opciones para pasar unos días en Lucca, a tenor detodas las recomendaciones que habíamos encontrado por Internet.Además,contodaslasactividadesqueibaaprepararlaorganizacióndelacómiccon,elhotelestabamuybienubicadoparanoperdernosniuna.LepreguntéalarecepcionistasiTakaoThaïshabíanllegado,peroella
me informó educadamente de que esos clientes aún no se habíanregistrado.Asíquemedirigíalahabitaciónquehabíareservadoparamí,delaque
meenamoréalinstante.Eraunapreciosidad.El suelodeparquéoscuro, elmobiliarioblanco,
lasparedesdetonospastelyunacamarevestidaconunacolchaverdedetoposunpardetonosmásoscuros,yquehacíajuegoconlalamparitadelmismocolorqueteñíatodoelhabitáculodeesmeralda.Cerca de la cama, una escalerametálica de color azul claro ascendía
casihastael techo,dondeaguardabaunamplioventanalconunpequeñobalcónparecidoaunabuhardillaporelquepoderadmirarelcentrodelafortaleza italiana, llena de vida, de color y de personas demi edad queibanyveníanpresasdelaemocióndeestarenelmundoenelquequeríanestar.Suspiréalcontemplarlacalleysonreípordentro.
Sí,aqueltambiéneraunlugarenelquemegustabaestar,almenosporunosdías.Un lugarenelquepoder imaginarelmundodeotramanera,rodeadadepersonajesdefantasía,yhaciéndomepasar,soloduranteunashoras,porunodeellos.Bajé las escaleras pensando en todo lo queme gustaría experimentar
esosdíasenItaliaydeshicelamaletaparacolocarlaropaenlosarmarios.Eramuymetódicayordenada.MipadreyGemaasegurabanquelomío
erauntrastornoobsesivocompulsivoporelcontrolylaperfección.Peronoeraverdad.Loquemepasabaeraquemegustaban las cosas
recogidasyque todoestuvieraen su lugar.Talvezporqueyosabíaquélugarqueríaparamíenelmundo,yelcaosalrededormeponíanerviosa.Me conecté alwi-fi gratis del hotel y escribí unwhatsapp ami padre
paradecirlequeestabatodook.Él,comoeradeesperar,notardóniunminutoenllamarme.—Ciao,Francesco—ledijeenbroma.Mipadreserió.Teníaunadeesasrisassilenciosasquesecontagiaban.
Melopodíaimaginarnegandoconlacabeza.—¿Solollevasunashorasahíyyaeresitaliana,Larita?—Casi.—¿Quétalhaidoelviaje?¿Ycómoeselhotel?—El viaje bien. Mucha nube y eso... Y el hotel es maravilloso. Me
encanta—afirméentrandoenelbañodelahabitaciónparacomprobarqueeraunaseocompleto,conbañera.—¿Escéntrico?—Sí.Mucho.Abríelgrifoyprobéelaguacalienteconlosdedos.—Bien.Repítemelospecadoscapitales,cariño.—Papá,¿enserio?—refunfuñésaliendodelbañopara,acontinuación,
dejarme caer boca arriba sobre el colchón. Me sequé los dedos en eltejano.—Lara,repítemelos.Resoplémientrasrebotaba.—Nobeberé.Nomedrogaré.Nobeberédeotrovasoquenoseaelmío.
Noaceptarécaramelosdeextraños.Nodejaréentraradesconocidosenmihabitación.Ynojugaréalteto.—Eseúltimopecadoteloacabasdeinventar—asegurómipadreconel
asomodeunasonrisa.
—Todos son inventados, papá. ¿No tedas cuentadequenohace faltaqueseasundictadorconmigo?Soytuhijamásinofensivayobediente.—Eresmiúnicahija—merecordóél.—¡Francesc,deja amihijastra tranquila! ¡Queyaesmayordeedady
tienequedivertirse!—oígritaraGema.Ellasiempreseponíademiparteymedefendía.—Haz caso a mi pijastra —le pedí cariñosamente. Así la llamaba
porqueeraunamadrastramuypija,estilomujerdeSexoenNuevaYork—.Gemaesmuysabiacuandoquiere.Nadieteníamásganasqueelladequemeecharaunnovieteounligue.
Seguramente,habríahechounaapuestaconmipadre.Lesencantabajugarahacerapuestasconcosasridículascomoeltiempo,unpartidodefútbolo...,nosé,mivirginidad.Asídemodernoseran.—Gema,nomepongasnervioso—leadvirtiómipadre.—Ytúnoseascarca—contestóella—.Lara,¡nicaso!Sonreí y les interrumpí antes de que se enzarzaran en uno de sus
intercambiosdepullasamistosas.—Papá,tetengoquecolgar.Notepreocupes,queestoymuybien.Soy
buenaynohagotonterías.—Losé,peroeselprimerviajequehacessolafueradeEspaña.Tengo
derechoaponermeansioso.—Sabesquenunca tehedadomotivospara ello.Tienesunahijamuy
virgenymuyaburrida.—Yesperoqueasíseapormuchotiempo.—YateiréescribiendoporWhatsAppcadavezqueestéenelhotel,que
esdondetengowi-fi.—Vale, preciosa. Envíame fotos de lo que ves y de lo que haces, y
cualquierproblemaquetengasmellamas.—Sí,pesado.Unbeso.—Tequiero,bichoraro.—Yyoati.Cuandocolgué,medicuentadequecualquierchicademiedadpodría
valorarnegativamenteelhechodequehablaraabiertamenteconmipadresobremi sexualidad. «Esos temas no se hablaban con los papis», diríanmiscompañerasdelinsti.Pero nuestra naturalidad era fruto de que ambos sabíamos que yo no
teníaelmenorinterésencruzarningunalíneatodavía,yqueeraalgoque
nonos tomábamosenserio,comosi fuera imposiblequeyoalgunaveztuviera intenciónde llegarmásalláconunchico,almenoshastaquenoacabara la universidad, como si yo no estuviera hecha para eso. O almenosesoeraloqueaéllegustabapensar.Enciertamanera,asíera.Unarelaciónnoestabaentremisprioridades;
muyalcontrario,eraunadistracciónquenomeapetecíaprobar.Alguiengolpeóamipuertaconlosnudillosyyomelevantédeunsalto
delacama.En tres largas zancadas estaba abriendo la puerta y sonriendo
abiertamentealapuestorostroasiáticodeTaka,mimejoramigo.—¡Takataka!—exclamésonriendodeorejaaoreja.Takaeradospalmosmásaltoqueyo,susojosnegrosyrasgadoshacia
arriba eran cautivadores, cubiertos de espesas pestañas. Su mandíbulacuadradaysuslabiosgruesosseguramenteseríanlaobsesióndemuchaschicas; pero no era la mía, porque Taka, aunque cuanto más pasaba eltiempomásguapoestaba,noeramitipo.Hacíatiempoquesehabíaquedadoenlazonamejoramigo.Teníauna
crestadecolorazul,yloslateralesdelcráneorapadoscasialcero.Vestíadenegro,conpantalonesanchos,botasdeestilomilitar,unachaquetaconelcuellohaciaarribayunpañueloque lecubría lagargantacomoaunbandolero.Yonuncahabíavistoaunjaponésguapo,hastaqueloviaélporprimeravez.Takameseñalóconelíndice,inclinólacabezaaunladoy,emitiendo
unacarcajada,exclamó:—¡PequeñaHobbit!Y nos fundimos en un sincero y loco abrazo propio de frikis como
nosotros.
Tres
MiamistadconTakaveníadecasiochoañosatrás.Dehecho,miamistadconmi cuadrilla de raritos adorables e inteligentes nació en un foro demangasjaponeses.Nosémuybiencómopuedenllegaracongeniardeesemodopersonasquenuncasehanvistoenlavida.Supongoqueesoslazossecreanporlanecesidaddequererperteneceraalgodiferenteyespecial.Paramíelforoseconvirtióenunrefugioenelquepodercobijarmedelamierdaydelaoscuridadqueteníamividaentonces.En realidad, a todos les pasaba más o menos lo mismo. Teníamos
problemas, fuera o dentro de casa, y el foro sirvió para que unos nosapoyáramosenlosotrosyencontráramoselhogarquehabíamosperdidoennuestrarealidad.Takameayudómucho,poresovalorotantísimosuamistad.Ynosolo
suamistad,sinosuinteligencia;estoyenamoradadesucerebro.—¿Hascrecido?—mepreguntóponiéndomelamanosobrelacabeza.Selaapartédegolpe.Lohacíaparapicarme.—Deja demeterte conmi estatura. Soymás alta que lamedia de las
chicasdetupaís.—Enesotienesrazón.Perotieneslospiesmásgrandes.—Soloporquenomelosvendabanparaconvertirmeengeishacomoa
lasjaponesas.—Soloaalgunas.—Taka...,veoquellevaselpelodeotrocolor.—Observédetenidamente
—.¿Quépasóconelamarillopollo?—Meaburrídeél.Lo entendía. Para Taka lo normal era aburrido, por eso probaba con
todosloscoloreshabidosyporhaber.
—¿Yatehasregistrado?—lepregunté.—Sí. Estoy en la habitación de debajo de la tuya.—Miró la mía de
arribaabajoyañadió—:Lamíanotieneescalera,yenlaparedhayescritoenespañol:«¿Polquélollamanamolcuandoquielendecilsexo?».Me eché a reír. Me gustaba escuchar a Taka intentando farfullar el
español. Entre nosotros nos comunicábamos en inglés, por eso oírlohablarenmilenguapaternameparecíadivertido.—Di«rollitodeprimavera».—Alcémicejaizquierdaparatomarleel
pelo.—Cortaelrollo,friki.—¿«YelperrodesanRoquenotienerabo»?Takaparpadeómuyserioynomovióniunsolomúsculodelacara.No
entendíanadadeloquelehabíadicho.—Aguafiestas—merendí—.¿SabesalgodeThaïs?—Quesehospedaenlahabitacióndealladoyquenosesperaenelcafé
delaplaza.Almenos,esomehadichoporWhatsApp.¿Cómono?MiamigaThaïs, latercerapiezadel tridente,noeranadie
sinuncaféenlasmanos.Eraadictaalacafeína.—Entonces,vayamosasuencuentro.Yasínoscuentasdeunavezpor
todasesoquedecíasqueardíasendeseosdecontarnos.En nuestro grupo deWhatsApp, Taka había estado muy emocionado
semanas atrásdiciéndonosque tenía algo increíbleque contarnos, yquenuestraestanciaenLuccaibaaserinolvidable.Yoyasabíaqueibaaserincreíble.¿Cómonoibaaserlosiíbamosaestarrodeadosdelmundodelos animes, los cómics y los videojuegos y, además, íbamos a estar lostresjuntos?Eseibaaserelmejorviajedemivida.Sinembargo,conTakanuncasesabía,ytantoThaïscomoyointuíamos
quenuestrojapolahabíaliadobiengorda.Soloteníamosqueesperaraescucharsurevelación.—Memuerodeganas—aseguróesperandoaquecogieralallavedela
habitación yme colgara el bolso al hombro—. ¿Vas a ir así?—añadióestudiándomedearribaabajo.—¿Quépasa?—preguntémirándomeelatuendo.Llevaba unos tejanos Levi’s desgastados, una camiseta de Paul Frank
roja y unas deportivasAdidas deRitaOra queme parecían fascinantes.Sabíaqueeranmuyraras,peromedabaigual.—¿Cómoquequépasa?EstásenLucca rodeadadehéroesdeMarvel,
héroesdevideojuegosypersonajesdemanga,y¿notevasameterenelpapel?—Ah...¿Acasovamosairyacambiados?—Porsupuesto.—Sesacóunagorranegradedetrásdelcinturónysela
puso. Después, cubrió su rostro con el pañuelo que llevaba al cuello,comosifueraunladrón,yañadió—:¿EresunaWatchDogono?Yoasentí,emocionada.Takanoqueríaperdereltiempo.Nosotros íbamos a ir durante todo el festival disfrazados de Watch
Dogs: unos personajes de videojuego que se encargaban de proteger laciudadhackeandolaredparaquelamafiaylospoderososnosesalieranconlasuya.Saqué la gorra azul oscura y desgastada que había guardado
previamenteenelcajónymeatéunpañueloparecidoaldeTakaalrededordelacabeza,hastaquecubriópartedeminarizylatotalidaddemiboca.Cambié el bolso por mi mochila Eastpak negra, y me la colgué a laespalda.—¿EstáslistaparaLucca?—mepreguntó,expectante.—Claroquesí.—Entonces...—Diounpasoatrásy salióde lahabitación.Extendióel
brazohaciadelante,señalandoelpasillo,yañadió—:Despuésdeti.
Enunaconvencióndeestetipo,unjaponésguapocomoTakaseconvertíaenelobjetivodeunafanzone.Llamabalaatención,yesoapesardellevarmedia cara cubierta por el pañuelo. Pero era alto, estilizado y sus ojos,grandesparaunasiático,atraíanlasmiradas.Yquédecirdesupelo...Iba a pasármelomuybien comprobando cómo el arisco demimejor
amigo se sacaba de encima a las féminas que no solo querrían hacerseselfiesconél.Conlashormonasporlasnubes,esaschicasaprovecharíancualquierocasiónpara secuestrarlo,meterloenuncallejónyviolarlo sipodían.Yyome ibaa troncharde la risaoyendoaTakay suscontestaciones
bordes y faltas de tacto. Y no porque fuera mala persona, sino porqueTakanoaguantabaalagenteengeneral.Teníauncarácterespecialdebidoa su grandísima inteligencia y tolerancia cero a lamediocridad. Era ungenioenlosuyo.Unaauténticaeminenciaque,asusveintidósaños,habíarecibidounabecadeAppleparatrabajarconelloseneldepartamentode
nanoingeniería.YGoogletambiénlohabíaintentadofichar.Comoélnosdecía:«Escuchoofertasperomeiréconquienmeofrezcaelproyectomásinteresante».Con doce años entró en los ficheros de la NASA y sacó a la luz
información confidencial del gobierno de Estados Unidos. Entoncesestabaobsesionadoconlosextraterrestresysabíaquelosamericanosnodecíantodalaverdad.Obviamente, le inhabilitaron, le prohibieron tocar un ordenador hasta
quefueramayordeedad.Pero,siTakaleshubierahechocaso,yojamásle hubiera conocido.Así que se las arregló para seguir haciendo de lassuyas.Diez años después, no solo se había convertido en uno de los tres
hackersmenoresdeveinticincomás importantesymarcadosdelmundo,sinoqueademásteníaofertasdelasprincipalesempresasinternacionalesparaincorporarloasunómina.Nóminasconmuchosceros.Élyateníaelfuturoasegurado.Yotodavíameloteníaquelabrar.
Lucca todavía conserva su aspecto de pueblomedieval, y sus calles sonestrechas,bordeadasporcasascon fachadasdeestiloetruscoybalconespobladosdeflores.Los habitantes de aquel lugar se habían volcado con el evento de tal
forma que terrazas, ventanales, fachadas, monumentos, restaurantes ycafeteríaslucíanadornadosconcintasycartelespublicitariosdelfestival.Enlaplazacentralhabíaunincreíblerótulodesplegablequecubríatodoelfrontispicio de un edificio con la imagendel últimoAssassin’s Creed, yabajo había una carpa dedicada a ese juego. A través de los altavocesintercambiaban la información del nuevo lanzamiento junto con losúltimos hits que golpeaban con fuerza en todas las emisoras, como el«First»deColdWarKids.CaminamosdosmanzanashastaelcafédelaPiazzaNapoleone,encuyo
centro ejercía de guardiana una escultura de María Luisa de Borbón.Entoncesdiviséaunamultituddechicosalrededordeunadelasmesasdelaterrazacubiertasporparasolesblancos.Noteníaningunadudadeloqueestabanadmirandocomogroupies.Sentada,conlaspiernascruzadas,unalargamelenarubiaqueondeaba
alvientocomolosanimes,yunoslabiosmuygruesosymuypintados,seencontraba Thaïs, disfrazada de InoYamanaka, un personaje deNaruto.Estaba esperándonos, sabedora sin duda de lo que provocaba a sualrededor, disfrutando de lo que su ropa ajustada, sus botas altas, supantalónestrechoysutopazuleléctricoyaquelescoteprovocabanenlosdemás.Cuandonosvio,sonrióylevantóunamanoparasaludarnosdesdelalejaníacomosidijera:«¿Habéisvistoaminuevoséquito?».Ellapersonificabalaantítesisdeloqueyoencarnaba.Thaïseraelimposibledelmundofriki,ytambiénelsueñohúmedode
losadolescentescachondosquecomo locosbabeabanporellanadamásverla.EraaltacomoTaka,delgada,deproporcionesymedidascasiperfectas,
oesodecíaella,porqueyodeverdadcreíaqueloeransinelcasi.Teníalosojosverdesyunospechosquetriplicabanlosmíos.Yoeramásbienunaespeciedetabladeplanchar,aunqueconprotuberancias.Eracomosiellasehubieradesarrolladocomomujerysesintieratodo
locómodayfamiliarizadaconsucuerpoqueyonomesentía.Enrealidad,yonoteníanadaporloquequejarme:estabadelgada,tenía
una figuraaceptableyalmenosnomeobsesionabapor loquecomíaodejabadecomer,comolamayoríadelaschicasdemicolegio.Peroaesaedadsupongoquetodasnossentimosinseguras.Menos Thaïs. Ella y yo éramos dos caras diferentes de una misma
moneda.Diferentespornuestrosestilosopuestos.Yoeramuyobservadoraytambiénreservada,mecostabadarconfianza
debuenasaprimerasynoteníaniideadecoquetear.Thaïs eramuy extrovertida, soltaba lo primero que se le cruzaba por
esa cabecita brillante que poseía y ligaba hasta con su sombra. Tenía lacapacidaddeseducireimpulsaralagenteahacerloqueellaquisieraquehicieran. Por eso era una periodista cibernética de vanguardia, por lafacilidadqueteníaparaobtenercualquier tipodeinformación.Graciasasutenacidad,cuandosegraduóenelinstituto,presentócomoproyectodefinaldecursounblogllamadoFrikinews,decosechapropia,enelquelosperiodistas e informadores eran losmismosusuariosquepodían colgarsusartículosconfacilidaddesdecualquierpartedelmundo.Deesemodo,Thaïscreounaespeciedeagencia informativaconmás
demediomillóndeseguidores,todosperiodistasdevocaciónasucargo,personas que la veneraban, aunque ella nunca reveló su identidad.
Obviamente,lehabíancompradolosderechosdesublogpormuchísimodinero,másdelqueellapodríallegaragastarsealgunavezenestavida.Frikileaks seguía en pie, y Thaïs era su mayor accionista. De su bloghabían salido suculentas y relevantes noticias, ya que, en sumayoría, elblogloregentabanhackersquesecolabanenlasbasesdeinformacióndetodotipodeinstituciones, inclusodelasqueguardabansussecretosmásoscurosyjugososbajollaveconcódigoscifrados.Enfin,quemiamigaeratodounportento.Paracolmo,sumadrehabíasidouna topmodelde losnoventa,yella
había heredado su gracia y sumanera demoverse y demirar, como siestuviera posando a cadamomento.De hecho, cuando nos pasó su fotopor mail, después de haber entablado amistad por el foro de mangasjaponeses,Takayyocreímosquenostomabaelpeloyquehabíacogidounafotodeunamodeloderevistaparaocultarsusinseguridadesrespectoasufísico.Pero al final resultó que no tenía nada por lo que sentirse insegura,
porqueThaïseraguapaarabiarylosabía.Noobstante, aunque ambas fuéramosmuydiferentes, también éramos
indivisibleseinseparables,comolascarasdeesamismamoneda.Laqueríacomoaunahermanamayor,tantocomoellamequeríaamí,
comoalahermanapequeñaquehabíaelegidotener.Hay familia que te toca y familia que se elige. Nosotros tres éramos
familiaporqueasílohabíamosdecidido.Finalmente llegamos donde ella estaba, y apartamos a su legión de
admiradoresylacayosentrecodazos,fastidiandolasfotosylosprimerosplanosdemásdeuno.Thaïsselevantódelasilla,abriólosbrazosymesepultóentreellosde
talmodoquemimejillaquedóapoyadaentresustetas.Leencantabahacereso.—¡PequeñaHobbit!Migorrasedescolocóytuvequeponerlaensusitiomientrasmereía.
Takayella siempre semetíanconmialtura soloporqueelloseranmásaltos.Aunqueyonoerabajita:elloserandemasiadolarguiruchos.—¿Dóndeestátugorraytucubrebocas,Thaïs?Taka no le dijo ni hola ni nada. Se fue directo a la yugular, como
siemprehacíacadavezquelaveía.Thaïsmeapartóconamabilidad,meguiñóunojoyespetódirigiéndole
unamiradacoqueta:—YaestáelTakaguafiestas...Aun así, se volvió hacia él y le dio un abrazo amistoso, aunque mi
amigosequedaratiesocomounpalo.—Holaatitambién,Taka—dijo,animada.Takarefunfuñóentredientes
y añadió un hola forzado—. ¿Me lo parece o te ha poseído el pitufogruñón?—Leseñalólacabezaconeldedoíndice.Losdoseranmayoresqueyo.ThaïsteníaveinteañosyTakaveintidós.
Sesuponíaquelosmadurosdeltríodebíanserellos,peronoeraasí.Yoeralamásmaduradetodos.—Yyaveoquetútehasdejadolamitaddelaropaencasa—murmuró
él,disgustado,mirandodereojosuescoteysuvientreplanoalaire.Thaïssonrióyalzólabarbilla.—¿Meestásmirandolastetas?—preguntóelladirectamente—.¿Túqué
dices,Lara?,¿creesquealjaposelevanlosojos?Yo no entendía demasiado bien el juego que se traían los dos. Su
relaciónsiempreparecíatensayavecesdemasiadomordaz.Perodabalasensacióndequeestabanagustoconello,comopezenelagualanzándosepullas.—¿Y quién lo va a culpar? —pregunté soltando una risita y
encogiéndomedehombros—.Semevanamíysoyunachica...—AThaïslegustademasiadorevolucionarelgallinero.—Eso es porquenohayungallo quemedé la réplica—contestó sin
miraraTakaperodirigiéndoseaélveladamente.Dado mi carácter más huidizo, me sentiría incómoda si alguien me
hablase así. Pero daba la impresión de que ellos se retroalimentabanjugando de ese modo. Fuera como fuese, hacía tiempo que yo habíadejadodemetermisnaricesensumododehablarseydehostigarse.—Mevoyaporcafés—lesdijealtiempoquepuselosojosenblanco.
Noqueríaestarpresentecuandoempezaranalanzarserayosconlosojos—.¿Queréisalgo?Takapidióunacerveza,yThaïsasintiósonriendorelajada.—Otrocaféconnataporencima.Toménotaymealejédeahísindemasiadosaspavientos.
Cuatro
Medirigíaalinteriordelacafetería,cuyaconstrucciónyfachadagranateme recordaban a las tiendas de la Roca Village, un centro comercialadondemipijastramellevóalgunavezparavestirmecomoellaquería.Estabaabriendomimochilaparasacarlacarteracuando,justoalentrar
enlacafetería,choquécontraungiganteverdedisfrazadodeHulk.Rebotéenlamasademúsculosdeesetíoycaíhaciaatráscomounatabla.Pero no golpeé el suelo. Unos brazos fuertes me sostuvieron y
mantuvieron mi cabeza y mi trasero a salvo. Iba a darme un soberanoporrazo, pero alguien lo amortiguó con sus manos, sus brazos y losreflejosqueyonotenía.—¡Eh, Hulk! —oí la voz del chico que me había sostenido y una
sensación de vacío se apoderó de mí. Me estremecí por dentro. No losabríaexplicar—.¡Mirapordóndevas,tío!Hulksevolvió,alzólamanoenseñaldedisculpaydijoalgoenalemán
quenocomprendí.Sentíacómolasmanosquemeagarrabanmeayudabanaincorporarme.
Eltipomemiróporencimadelhombro,yoalcéelrostroylaviseradelagorra me dejó ver poco. Tuve que levantármela con los dedos paramirarle.Cuandolevi,tuvelasensacióndequeesedíaaúnnohabíaamanecido
paramí;habíaabiertolosojos,sí,peronoestuvedespiertahastaquemesumergí en sus pupilas y contemplé mi reflejo en aquel mar dorado yamarillo, delineado por una espesa y negra franja de pestañas rizadas ylargas,lasmáslargasquehabíavistojamásenunhombre.Mequedésinpalabras.Eracomoestarentrelasgarrasdeunenormegatosindomar;unpuma
de pelo negro cuyos ojos exóticos me absorbían como los imanes almetal.Tenía el pelo azabache rasurado, muy corto, con tres rayas finas,
pronunciadas y hechas a máquina en un lateral. Sus cejas gruesasenmarcabanunacautivadoramiradaylaintensificabanhastaloimposible.Su boca ocultaba una sonrisa algo impertinente, y parecía decir que elmundoengeneralnoibaconél;comosifuerademasiadohermosoparasermortal.¿Quiénsobraba?,¿elmundooél?¿Acasoimportaba?Yonosabríacatalogarlo,peroesacaratanguapabienpodíapertenecer
aunángeloaundemonio.Yporaquelgestosocarrónylafaltadeternuraensusojos,diríaqueeralafazdeundiablo.Fuimuy consciente de cómo le ardían lasmanos y de cómo su calor
traspasabalatelademichaquetadeveranohastamarcarmelapiel.Era la primera vez que tenía tanta consciencia de la presencia de un
chicojuntoamí,ymeparecióimposibleapartarmisojosdeél.Hasta que vi que movía los labios, me estaba hablando y yo no me
enterabadenada.—¿Qué?—dijesincomprender.—Quetútambiénmirespordóndevas.Parpadeésorprendida.Mereñíapormitorpeza.Carraspeéymeaparté
de él, aunque mi independiente cuerpo se rebeló al dejar de sentir sucontacto,yesomeincomodó.—Mehasorprendido—expliquécolocándomebienlavisera—.Estaba
sacandoelmonederoy...Entonces, él centró suatenciónenmisdeportivasAdidasdeRitaOra,
queerandemuchoscoloresporqueestabaninspiradasenunacoleccióndecómic.—Bonitaszapatillas—espetó,burlón.Yo les eché un vistazo. A mí me encantaban, pero al parecer él las
encontrabaridículas.—Deberíasprestarmásatención—dejóescapardenuevo.Tuvelasensacióndequetodoenmíledesagradaba,ynomesentónada
bien.—¿Cómodices?—UnaWatchDogno tieneesosdescuidos—meinterrumpió,cortante
—.UnaWatchDogvigila y está atenta a todo y a todos.Nopareces unperroguardián;debesdeserunacachorrita.
Elsegundoreproche.Vayaconeldiablo.Derepenteparecíamipadre.Mepuserojacomountomate.—Hulk ha creado un error en mi sistema —espeté. Era malísima
haciendo bromas, aunque los demás sonrieran cuando soltaba algunaparida—. No contaba con él. Me ha desconcertado. Pero gracias pordetenerelgolpe.Ese chico no rió en absoluto. Solo continuó traspasándome con
aquellos ojos de embrujo, pensando seguramente que era tonta y torpe.Fueraloquefuera,noañadiónadamás.Se encogió de hombros y se alejó de mí como si tuviera la lepra o
cualquierotraenfermedadaltamentecontagiosa.«Peroquéborde es», pensé.Si tanto lemolestaba, quenomehubiera
recogidohaciéndoseelhéroeoelcaballeroquenoera.Túnosalvasaunachicaparadespuésmeterteconella,¿no?Lo vi alejarse de la cafetería, con una sensación extraña en mi
estómago, de rabia y también de curiosidad. Tomó una de las callecitasascendentes que desembocaban en la plaza y me quedé admirando suespaldaysucuerpoanchoyestilizadohastaquedesaparecióporunadelas esquinas. Caminaba grácilmente con mucha decisión y elegancia.LlevabaunasVansacuadrosblancosynegros,unostejanoslargorotosydesgastados,yunacamisetademangacortamuyajustadaquedelineabaalaperfeccióncadaunodelosmúsculosquetomabanvidapropiaconcadaunodesusmovimientos.Eramorenodepielytambiéneramayorqueyo.PuedequetuvieralaedaddeTaka.Una de las cosas en las que más me fijé fue en su acento
norteamericano. Lo sabía porquemi profesora de biología del institutoeradeWashingtonyyoyaconocíalosmatices.Lucca estaba llenodegentede todaspartesdelmundo,pero el inglés
era el idioma oficial. Si lo hablabas bien, no tenías problemas paracomunicarte.Pensandoaúnenlosojosdeaquelchicoyconelestómagoencogido,
meacerquéa labarraypedí lasconsumicionesparamisamigosyparamí.Esperabanovolveraverlo,porqueodiabasentirmecomomesentíaen
eseinstante:extrañayligeramentevulnerable.
NolesconténiaThaïsniaTakamipequeñoyturbadordesencuentroconesechico.Nosabíaporquérazón,peropreferínodecirnadaalrespecto,paranodarle la importancia—esaerami impresión—quemimente leestabadando.Así que me senté en la terraza con ellos y, ya sentados y en calma,
esperéaqueTakanosdijeraloquefueraquenosteníaquedecir.—Lohehecho—nosexplicóTakafinalmente.—¿Quehashechoelqué?—preguntéinteresadasorbiendodemiCoca-
ColaZero.—Lucca es mucho más que un festival europeo de cómics, series y
videojuegos —contestó con cara de interesante e inclinándose haciadelanteparaacaparar toda laatención—.Camuflado trasesteeventohayuna gincana organizada por el Premio Alan Turing. Un exclusivoconcursointernacionalqueduraráhastaeldomingoytendrálugarenestaciudadamurallada.Elpremioparaelganadorserálafinanciacióntotaldesuproyectovigentehastasufinalización,seacualseaeste.Thaïs frunció el ceño incrédulamente y yo dejé mi bebida a medio
caminodemiboca,sorprendidaporloqueacababadeoír.Ese premio era un galardón de patrocinio privado que ofrecían
empresas líderes y pioneras en sus respectivas ramas para localizar apersonascuyahabilidadyconocimientossobresalieranporencimadelosdel resto. Era una beca especial ymuy valiosa dirigida a superdotados,individuosdistintosyllenosdecreatividad.—¿El Premio Alan Turing? —repitió Thaïs dándole vueltas con la
cucharilla metálica a su café—. Ese concurso no existe —resoplóescépticamente—.Esunaleyendaurbana.—Noloes,rubita—aseguróTaka,pagadodesímismo,frotándoselas
uñasenelhombro—.Ynosotrosvamosaparticiparparaverhastadóndepodemosllegarconnuestroingenio.Noshemosapuntado.—¿Nos has apuntado? —grité, estupefacta, con los ojos a punto de
salírsemedelascuencas—.¡¿Tehasvueltoloco?!—Sí—afirmó,feliz.—¡Perosinotenemosningúnproyectoenmente!—protesté.—Losé.Peroyasenosocurriráquéhacerconeldinerodelpremio.—Pero...¿paraquévamosacompetir?—Paraganarporpuroplacer.Thaïsseechóareírtambién,porquenoledioimportanciaalhechode
queíbamosacompetirseguramentecontraloscerebrosmásbrillantesdenuestrageneración.—No entiendo nada—intervine un tanto perdida—. Taka, tú casi has
fichadoporApple,apuntodeacabarlacarrera;ytú,Thaïs,másomenoslomismo:tienestuvidasolucionadayamilesdepersonasquehancreídoentuproyectoyqueteveneran.Yadestacáisenvuestrasmodalidades,unoen hackeo y decodificación y la otra en información.—Me reí por nollorar—. ¿Y yo? ¿Qué pinto en todo esto? Yo no tengo ningún talento.Nadaque...—Ah,no.Claro—murmuróThaïsechandoportierramiafirmación—.
La niña que se va becada aYale, como número uno de España, porquetiene una media de diez y unas aptitudes únicas para adquirirconocimientosyobservartodoasualrededor,resultaqueahoranotieneningúntalento,segúnella.Noseastanmodesta—apostilló.—¡No lo soy! —protesté, realista. ¿Por qué ellos no veían nuestras
diferencias?—Gallina—medijoella.—¡Thaïs,nomepiques!—Nosoportabaquemedesafiaran.—Además —continuó Thaïs—, si el Premio Alan Turing es real,
quiénesseamosyloquehayamosconseguidonosignificaránada,¿aqueno,papápitufo?—DesviósusojosverdeshastaTaka.—Queteden,Barbie—soltóTakasonriendosinganas,cuandoloque
deverdadleapetecíaeraarrancarlelacabeza.—Nuestro éxito dependerá de nuestro ingenio. —Thaïs parecía
satisfecha al provocarnos con sus pullitas—. Nada más. Tenemos quedesarrollarnuestrahabilidades.Creoquepuedesermuydivertido.No supe qué contestar. Se suponía que había venido a relajarme, a
disfrutar de lo quemegustaba durante cinco días, no a competir contranadie. Eso sería estresante, porque odiaba perder, y, si jugaba, era soloparaganar.Siempremeesforzabaendarlomejordemíentodoloquehacía.—Da igual. Ya no podéis decir que no. Nos hemos apuntado, y he
pagadonuestrainscripción—finalizóTaka.—¿Quéquieredecirquehaspagadonuestrainscripción?—quisesaber,
cadavezmásmolesta.—Queyatengotodoloquenecesitamosjustoaquímismo.Sacótresbolsasnegras,unaparacadauno.Lasabrióydeallísalieron
tresbuscas,tresgafasRay-Banyunapulseritaamarilla.—Pero ¿qué has hecho, Taka? —pregunté, nerviosa. ¿Para qué
necesitábamostodoeso?—Puessíqueparecereal—murmuróThaïstomandolosobjetosentre
los dedos y encendiendo el busca. Después se puso las gafas de sol ycomprobóa travésde lacámarade su iPhone6Pluscómo lequedaban.Parecíasatisfecha.—Yaos lohedicho:oshe inscrito.Somosel equipoWatchDogs.—
Alzó dos dedos victoriosos y sacó su lengua dejando la boca abierta—.¡Mooola!—exclamó.Mi amiga y yo nos miramos de reojo. El japo siempre acababa
metiéndonosenlíoscuandomenoslosesperábamos.Comolavezquenoshizojugarauntrivialinternacionalenlínea.Yo no estaba segura de querer pasarmis días de vacaciones antes de
empezar la universidad participando en una gincana para cerebritos.Queríadistraermeycargarenergías,noagotarmeycabrearmeporhaberperdido. Porque de una cosa estaba segura, la competición iba a estarrepletadefrikismásfrikisinclusoquenosotros.Mecubríelrostroconlasmanosymefrotélacara.—Cómoteenvidio,Lara—soltóThaïs.Retirélasmanosdelacaraylapillémirándomefijamente.—¿Meenvidias?¿Porqué?—Si yo hiciera lo que acabas de hacer, echaría a perder todo mi
maquillaje—contestóconobviedad.—Puesnotepintescomounapuerta—soltóTaka.—¿Tú has oído algo? —Thaïs me miró fingiendo no oír a Taka,
haciéndoloinvisible—.Loquequierodeciresque...mírate.Memirédearribaabajo.Seguíasincomprendernada.—Nonecesitasmaquillarteparaestarbonita.Tienesunabellezanatural
muy especial. Tu aspecto es aniñado y a la vez atractivo —dijo conadmiraciónyunpocoderabiade labuena,ycontinuó—:Llevaselpelosuelto y una gorra. Tu flequillo se tuerce hacia un lado para dejarsemiocultosesosojosdeesecolortanpeculiar.—Sonazulhielo—dijeyo.—No —me corrigió ella—: son azul blanquecino y con motitas
amarillas.Mivecinatieneungatocontusojos,ysiemprequeloveomedanescalofríos.
—Gracias—dijeirónicamente.—No,enserio.Perotúnomedasescalofríos.—Puesmenosmal.—Tus ojos son tiernos. Reclaman muchas cosas, ¿sabes?—Thaïs se
llevóundedoalabarbilla,pensativa—.Solollevascacaoyrímel,yconesoya llamas laatención.Podríasvestirtecomounamuñequitay serunpocomás insinuante, pero en cambio te disfrazas como una lesbiana, avecesconropaancha.Y,aunasí,atraesmiradas.No sabía que las lesbianas tuvieran un modo particular de vestirse.
Thaïs era tan franca y poseía a veces tan poco tacto que, en vez deofenderme, la escuchabaymedabanataquesde risa,porquemeparecíarefrescantequenoquisieradecorarnisuavizarningunadesuslindezas.Cuando dejé de reír, tomé aire, le puse unamano sobre el hombro y
comenté:—Me ha gustado ese inventario que has hecho sobre mi aspecto.
Graciasporsubirmelaautoestima—añadí,sarcástica.—Denada—contestóellasonriendo—.Tienesmuchopotencial.Ahora
estásamediocamino,comosiaúnnotehubierasdefinido.¿Tegustanloshombres?—¿Enserio?—dije.—Encualquiercaso,eresmedio frikiymedio fashion,yesosondos
adjetivosquenocombinanenabsoluto,querida.—Negóconlacabeza.—¿Porquédiceseso?—Todoloquellevasesdemarca.Vale,sí.Sinabalorios,nibrillantina
nicolores rosas,quealparecerodias—murmuró—.Pero tucalzado, tugorray tu ropaengeneral, aunquenobrillanpor suscoloresopor susformas,sísondefirmasreconocidas.—¿Conclusión?—Estásamediohacer.—Meguiñóunojo—.Yaunasí,meencantas.—
Seencogiódehombros—.Mientrasnodespiertes,de lasdos,yoseré lamásguay.Meechéareírdenuevo.Thaïsnuncameofendería,porquelaconocía
bienysabíaquenoteníaotromododedecirlascosas.Ellaeraasí.Yamítambiénmeencantaba.—Pues lamento decirte que estás equivocada. Lo que pasa es queme
quieres—meencogídehombros—,poresomevesconesosojos.Thaïsnegóconlacabeza.
—Hazme caso, Pequeña Hobbit —me miró condescendiente—: si tepusierasenmismanos,ibasatenermáséxitoqueyo.—Olvidasunacosa—objeté—:nomegustadestacar.—Pues no lo parece. Eres de Barcelona y vas a ir a una universidad
americana con una beca de diez. Si no vas a destacar allí, ya me dirásdónde.—Puede destacar mi cabeza —me defendí—. Eso no me importa,
porquemesientoagustoconello.Peroyono.—Algún día la cosa cambiará—afirmóThaïs—.Y, entonces, tendrás
queveniramí,pequeñapolilla,paraqueteachicharrescontupropialuz.—Nolocreo—dije,incrédula.—Por eso nunca te pondrás en sus manos, gracias a Dios —señaló
Taka,horrorizado—.Y,porfavor,¿podemosfocalizar?EstabahablandodenuestraparticipaciónenelconcursoTuring.—Ah,sí—contestamoslasdosalavezcentrandotodanuestraatención
enél.—¿Cuándosesuponequeempieza?—quisesaber.—Mañanaporlanochehayunaconvocatoriaparaquetodoslosgrupos
nosreunamosyescuchemoslasdirectricesaseguir.—¿Mañanaporlanoche?¿Dónde?—preguntóThaïs.—Apartirdelassietedelatardetendremosqueencendernuestrobusca
para recibir las indicaciones —aseguró Taka—. Hasta entonces, ahorapodemosiradarunavueltaporelcentro.YporlanochedisfrutardelafiestaquehayenlosalrededoresdelaPiazzaSanMartino,alrededordelafuenteornamental.Dicenquepodremosutilizarlacomopiscina—afirmóTakaimaginandomaldades—.¿Quéosparecemiidea?Notuvimosnadaquereprocharalapetición.Teníamos que familiarizarnos con Lucca, no solo para divisar las
carpasquequeríamosvisitar,sinoparaconocerlascallesprincipalesparamovernosmejorenesamisteriosagincana.Luccaibaasermásdeloquemeesperaba.
Cinco
Adorabaestarconellos.PasearporLuccaconmisdosmejoresamigos,comportándonoscomo
payasos,riéndonosdetodoyhaciéndonosfotoscontodalagentequeibacaracterizadadesuspersonajesfavoritos,mellenódeenergíapositiva.Teníamosunacuerdoconnuestrohotelyhabíamosalquiladotresbicis
paratodalasemana.Esamismatardeibanaestardisponibles,pero,comoentoncesaúnnopodíamoshacerusodeellas,dimosunavueltaapieporelcentro.Teníamos hasta el sábado para visitar y observar con suma atención
cadacarpae ir a las firmasde losautoresquehabían idoamostrar sustrabajos.Eneselugaríbamosadisfrutaryapasarlobien,porquenossentíamos
parte de algo enorme y especial. Para mí, Lucca era la antesala de lamadurez.UnimpasseobligadoantesdeaterrizarenYaleycentrarmesolo,únicayexclusivamenteenmicarrera.Me enamoré de esa ciudad. Caminamos por la Via Beccheria,
apartándonos cada vez que oíamos el timbre de una bici. Las calles noerandemasiadoanchas,ycadarincónestabamuyconcurrido,asíquecadaavenida era una marabunta, convirtiéndose en un espectáculo quefotografiaryadmirar.En el recoveco emperifollado con hierbas y flores dedicado a esa
ciudadindependienteenlaPiazzaNapoleone,nostumbamosenelcéspedalladodelapalabra«Lucca»hechaconfloresdediferentestonalidadesynoshicimosunmontóndefotos.Noveríamos toda la ciudad ese día, así que nos fuimos a comer a la
Pizzeria Dal Ciaccia. Pedimos bebidas y porciones de pizza diavola y
carbonara,ynossentamosbajo losárbolesde laPiazzaNapoleoneparadegustarlas.Allímuchosgruposcomíanigualquenosotros,tumbadosenelcésped,algunosconmantelitosdepicnicymejorpreparados.—Auténticas pizzas italianas —musitó Taka, sentado como un indio,
conlabocallenaycerrandolosojoscongusto.Yotambiénmeperdíaenelsabordelamasacrujienteylasalsapicante,
y la acompañaba con sorbos de mi Pepsi Light, mi bebida favorita,necesariaparallenarmisdepósitosdecafeínayaguantarelritmodelosdoslocosqueveníanconmigoyquenoseibanahartardehacercosas.MientrasmordíaunaporcióndelapizzaymereíadelacaradeThaïs
contandocarbohidratoscadavezquetragaba—poníanataenelcafé,perocontaba las calorías de todo lo demás—, advertimos que se hacía unsilencioanuestroalrededor.Yomiréporencimadelhombroparaverquésucedía,yobservécómo
lamultitudseapartabayhacíaunpasilloparadejarpasaraalguien.A continuación, un grupo de cuatro chicos disfrazados como los
personajes de Assassin’s Creed emergieron como una estampida,corriendo y saltando perfectamente coreografiados por encima de lascabezas de aquellos que estaban sentados y descansaban tranquilamente.Noerauncosplayperfecto,perolaindumentarianodejabalugaradudasdequeeraladeunAssassin.Se oían exclamaciones de admiración cada vez que un Assassin
sobrevolaba una cabeza y caía al suelo con una agilidad y sincroníaabrumadoras.Erahermosocontemplarlos.El primero de losAssassins era el líder. Todos vestían igual, aunque
este se diferenciaba por el tono de la chaqueta abierta con capucha queusaban para ocultar su identidad. Los otros cuatro llevaban una finachaquetamarrónclaro,unacamisetabeigeconellogodelosAssassinsenelpechoenuntonomásoscuro;unospantaloneslargosmilitaresconunatiralateralquecolgabaporsumusloderechoylasbotasaltascolortierraconlasuelablanca,abiertasyligeramentedesabrochadas.Ellíderibaigual,aexcepcióndequelachaquetaeradecolornegroy
brillante.Lacapuchaleocultabaelrostroensutotalidad.Merecordabaalestilo
deArrow,aunqueestaeramásancha.Corríahaciamícomosilefueralavidaenello.
Tenía la sensación de que yo era el único objetivo en su vida, unobjetivoqueplacar.Mequedéprendadadesusmovimientos,tanigualesalos del videojuego, elegantes y letales como los de un tigre. Incliné lacabezaaunladoeintentédivisarsusfacciones.Peroenunsuspiroloteníadelante.—¡Cuidado,Lara!—gritóThaïs.ElAssassinme quitó el trozo de pizza con una habilidad pasmosa al
tiempo que saltó haciendo una pirueta por los aires, por encima de micabeza,sorteándomeamíya losdemáscomosi fuéramosunobstáculoinsignificante.A través de mi visera distinguí su mandíbula y parte de la comisura
alzada de unos labios perfectos y socarrones. El desafío se reflejaba enellos.Noté un vacío en el estómago cuando creí oír en un susurro airado
«cachorrita».—¡Jo-der!—gritóunchicodetrásdemí,congafasdesolRay-Bancon
elcristaldecolornaranja,unagorracon lassiglasNYyporencimadeesta la capucha de su camiseta blanca. Lo grababa todo con unaGoProentrelasmanos—.¡Hasaltadocasiunmetroymedioporencimadeti!—señalótaneufóricocomolosdemás,quejaleabanalosAssassinscomoaungrupoderock,apesardequeelgrupodesaparecíadelaplaza.Yo me agaché y me llevé la mano a la frente, y confirmé lo que
sospechaba:eltíomehabíarobadolagorra.—¡Sehallevadotugorra!—gritóThaïs,anonadada.—Sí—asumímirandomisdedosvacíos—.Ymipizza...—Levanté la
mirada,conlavistaclavadaenlacalleporlaquehabíangirado.Nopodíacomprendercómoreaccionabamicuerpoantelapresenciade
esedesconocido,quesinningunadudaeraelmismoquemehabíasalvadodelimpactoconlaMasa.Eraél.Mequedabasiempreconlosdetallesmásnimiosymicabezalosretenía
como una imagen congelada. Mis profesores lo llamaban «memoriafotográfica».Fueraquienfueseesechico,nomecaíabien.Ademásdereírsedemí,
eraunladrón.Meprometíque,fueraquienfuera,ibaadarconél.Yleibaadecirlo
queaúnnopodíadecirleporquemedejabasinpalabras,tannerviosaquemeenfadabaconmigomismaporparecertanpalurda.
Enundíayamehabíadejadosinargumentosdosveces, cuandoamínadiemedejabaconlapalabraenlaboca.Avecesconfundíanmitimidezconelhechodenotenernadainteligentequedecir,oconserselectivaalahoradeescogeralaspersonasconlasquemeinteresarahablar.—¿Quiénesson?—preguntéaltipodelaGoPro—.¿Losconoces?—Sí,claro—contestóeltipo,moreno,conlacarafinaybarbadetres
días.Vestíacomounskater.Teníaelantebrazotatuadoysonreíadeorejaaoreja. Se parecía a Colin Farrell, pero adolescente y menos fornido—.EstevídeovadirectoaYouTube.—Yseñalólacámaraconorgullo—.Sonlosadictosalparkour.LosAssassinsTraceurs.El parkour es una disciplina de origen francés basada en el arte del
desplazamientoenelaire,yencualquierentorno,usandolashabilidadesdelpropiocuerpo.Lospracticantesdeparkoursehacenllamar traceurs:«losquehacenelcamino»o«trazadores».Yo lo conocía por una película francesa que había visto hacía un
tiempo,peronuncaenmividamehabíaencontradoconunodefrente,nihabíasidounobjetoa«trazar»pornadie.—Sevanaencargardeamenizarelfestivalhaciendomuchaspuestasen
escenayespectáculos—aseguró.—Ah,¿sí?—comenté—.¿Hayalgunahojaderutaquevayanaseguir?—Sesuponequeeljuevesporlanochehacenunaexhibiciónconotros
Assassins... Se juntan todos en la Piazza dell’Anfiteatro. Pero serásorpresa. Nadiemás conoce este dato.—Nos pidió silencio posando sudedoíndicesobresuslabios—.Chitón.Ellossonlasestrellasdelfestival.—Arqueólascejasypusolosbrazosenjarras—.Esloquetieneserlosprotasdelvideojuegocuyolanzamientoestrellatienelugarenestaciudad.—Estásmuyinformado...detodo.¿Cómotellamas?—preguntóThaïs,
interesada.El moreno la miró, y la seguridad que mostraba desapareció de un
plumazo.Noeraculpadeél.Atodoslespasabalomismo.—MinombreesRaúl.—Raúl...—repitióThaïs plenamente consciente de lo inseguro que lo
hacíasentir—.Encantada.Él se quedó sorprendido al ver que esa beldad le sonreía, y amíme
divirtiósuexpresión.Thaïsabusabadesupoder.Noerajusto.—Pues esunplacer conocerte,Raúl—añadióTaka levantándosepara
darlelamano—.¿Sabesdevideojuegos?
Raúl se echó a reír ymiró a Taka por encima de lamontura de susgafas.—¿Quiénnosabedevideojuegosporaquí?—Genial.Necesitoquemeechesunamanoconunjuego...Mientrasellosdoshablabandenivelesdejugabilidadynoséquémás,y
Thaïs escribía información en el bloc de notas de sumóvil para luegocolgarlo en su blog, yo me quedé de pie, peinándome el pelo con losdedos,conlamentepuestaendarconesetipoyrecuperarmigorra.Además,soloteníaotragorraydistabamuchodelaoscuraquellevaba
comoWatchDog.Y no pegaría en absoluto quemi personaje llevara una gorra deRita
Oraajuegoconlaszapatillas.Seríaunpocoraro.AsíquetendríaquebuscaralgunatiendaenLucca
dondecomprarunamenosllamativa.Aunque,parasersincera,noeraesoloquemásmepreocupaba.LoquedeverdadqueríaerasaberlaidentidadrealdelAssassin.Sunombre.
Seis
Después de dar vueltas por Lucca todo el día, nos fuimos al hotel paraprepararnos para esa fiesta friki que se iba a celebrar en la Piazza SanMartino. Era la primera fiesta de ese tipo a la que asistiría, y me dabamiedo encontrarme conunmontóndenerds obsesionados con juegosyseries tipoJuegode tronos.Amímegustaba, hasta quevi quenopodíaencariñarmedeningúnpersonajeporquetodosmoríanenalgúnmomento.Ylamuertemeasustabaymeentristecía.Yenesaseriesemoríahasta
elapuntador.Lavidayaeramuyduraymuyperracomoparaquemelorecordaranenmisseriesfavoritas.PuselaMTVyalritmode«LoveMeLikeYouDo»deEllieGoulding
meduché.Después,mecambiéderopaymesequéelpelo,dejándomeloliso pero con una línea desigual al lado de la cabeza, para que mismechonesescaladoscamparanlibresycaprichosos.Elreflejoquemedevolvíaelespejoeraeldesiempre:existíaperono
llamabalaatención,talycomomegustaba.Estaba a punto de salir cuando oí que golpeaban la puerta y después
alguiengritaba:—¡Lara,ábreme!¡Necesitasunaasistente!YaestabaThaïsconsushisterias.Abrí,nofueraaserqueellalatirase
abajo.Su imagenme dejó ciega: parecía que irradiara luz por todas partes,
conesamelenarubiaysuelta,maquillajeporuntubo,ymostrandomásdelo que ocultaba con esos minishorts y aquel top con lentejuelas... Ellasonreía,conlasmanosenlascaderas,perocuandorepasómiatuendolasonrisaseledesvaneció.—Pero¿aquéentierrovas?
—Voyaunafiesta—contestéapuntodesalir.—¿Fiestatipofuneral?Ellameempujóymemetiódentrodelahabitaciónotravez.—Yo voy a una fiesta —reafirmó señalándose y mostrándome sus
zapatos altos—.Tú no.Nopuedes salir así.Yono salgo con góticas—soltóabriendolosarmariosdelahabitaciónpararebuscarentremiropa.Me senté en la cama y resoplé, pensando en que Gema y Thaïs se
llevarían maravillosamente bien. Su mundo giraba alrededor de lassombras,loskohls,lospintalabiosyelcolorete...Ylascuñas.Zapatosdecuñadetodotipo.—Escomoelarmariodeunhombre—murmuró,impresionada.Sedio
la vuelta ymemiró de frente—.Mira, quítate esas zapatillas. Te voy aponer esas Converse blancas que almenos sonmonas, y vas a enseñarpiernas...—agarróuntejanodesgastadoycortoquemeponíasoloparairalaplaya—.Yvamosaponerteunacamisetadetirantesparaquealmenosseveanloshombrostanbonitosquetienes.—Estásobsesionadaconenseñar.—Ytúconingresarenelprimerconventosatánicoquesetecrucepor
elcamino.—Metiródelasmuñecasymelevantó.—Notengoganas,Thaïs...—Norechistes.Habráchicos.Chicosamontones.¿Sabesloqueson?—Sí.Mipadreesunhombre,¿recuerdas?—bromeé.—Vale, de acuerdo.—Y continuó con su perorata—. El ochenta por
ciento de esos chicos seránmuy feos, pero tenemos que estar atentas alotro veinte, ¿vale?—Me dio una camiseta ajustada negra de tirantes yesperóaquemequitaralaquellevaba.Cuandoseladi,ladoblóylametióenelarmario.Hizo lomismoconmispantalonesy tambiénguardómiszapatillas en su sitio. Era tan ordenada como yo—. Bueno, a ver. Esapijastratuyahatenidoqueregalarteestuchesdemaquillaje.¿Dóndeestán?—Ahí.—Señalé el escritorio enelque reposabaminecesernegrode
MarkJacobsconmotivosestampadosdelabiosrojos.Thaïs dio gracias aDios al ver algo digno entremis cosas.Abrió la
cremalleraycogióloquepudo.Cuando se dirigió a mí con las manos llenas de cosméticos, su cara
reflejabamásdiversióndelaqueyosentía.—Estotevaaencantar—measegurósoltandounarisita.
Aregañadientes,despuésdelasesióndemaquillaje,agarrémigorraRitaOra yme la puse.AThaïs no le pareciómal porque dijo que era cool,femenina y queme quedabamuy bien. Y yo la necesitaba como el airepararespirar,paraocultarmicarapolícromacomouncuadro.Laverdaderaquemesentíaridícula.Thaïsmecogíadelamanoytirabademíentrelamultitudqueatestaba
laPiazzaSanMartino.Elevento loanimabanDJpinchandotodotipodemúsicayhaciendosuspropiasmezclas.Porsupuesto,allícasitodoelmundoibadisfrazado.Dehecho,éramos
nosotras las que llamábamos la atenciónpor no ir como los demás.Mehabía encontrado a un Mario Bros bailando con las Sailor Moon ymetiéndoles mano por donde podía; y a tres que iban disfrazados depersonajesdeHaloybailabanalobreakdance.Todosintentabanmoversea su propio ritmo, mientras bebían cervezas y cubatas en sus vasos deplástico,alrededordelafuentecirculardelaPiazzaAntelminelli,anexaaladeSanMartino.MehacíacrucesdeloqueteníanquepensarlosnaturalesdeLucca,con
tantoruido,sinpoderdormir,ylapazdesudíaadíarotaporlalocurayelbarullodeadolescentesconpocoautocontrol.Se suponía que ahí estaba Taka con aquel chico de la GoPro que
habíamosconocido.Raúl.Mealegrabaporél,porqueel japonecesitabaunhombreasuladode
vezencuando,unfrikitíocomoél,yyonoleservía.YThaïsmuchísimomenos. Con Raúl tenía mucho en común, como su afición a losvideojuegos,yreírsedetodoquisqueconesetipodesarcasmoquesolodigerían unos pocos después de que pensaran «menudo pedazo decabrón».Almenos,podríanhablardesuscosas.Cuando nos vio,Taka alzó las dosmanos y nos saludó efusivamente.
Sostenía una cerveza en lamano izquierda que por poco se le derramaentera por la cabeza. Taka seguía siendo un Watch Dog. Seguramentehabíatraídomudasigualesporquenopensabasalirsedesupapeldurantetodoelfestival.Raúl también nos saludó, aburrido de todos los borrachos que tenía
alrededor, pero aprovechando para grabarlos en estado comatoso. Meapostaba lo que fuera a que después los editaba y se los pasaba a suscolegasparaqueseecharanunasrisas.
¿Desdecuándollevabanbebiendotodosallí?—Miraquénenasmásguapas—dijoTakasonriéndonoscomountonto.—Taka, ¿estás borracho? —preguntó Thaïs dirigiéndole una mirada
consorna.—Comounacuba—contestóaltiempoquesequedómirandoelfondo
desuvasodeplástico—.Noséquédemoniosleechanalosvasos,pero—bufó—,sealoquesea,funciona.—Sellamaalcohol—añadíyo.—¿Cuánto tengoquebeberpara alcanzarte?—Thaïsbuscaba la carpa
delasbebidashastaqueladivisó.—Nunca podrás alcanzarme, rubita —sentenció Taka mirándola
fijamente.Thaïs arqueó las cejas. No parecía tomarlo nada en serio. Y eso
molestabaaljaponés.—Uy, te queda mucho—aseveró Raúl apoyándose en el hombro de
Taka—.Creoqueyatieneelhígadoempapado.—Pensaba que eras mudo —contestó Thaïs. ¿Cómo no? Haciendo
amigosporelmundo—.¿Bebertesueltalalengua?Raúlseechóareírconunacarcajadacontagiosayañadió:—Pero qué borde es... ¡Me encanta! ¿Te puedo grabar y hacer un
anunciodecompresas?—Adorable.¿Quiereshacermetrenzasenelpelo?—Claro,paraqueagarresmicipoteconellas.Thaïssellevólamanoalcorazón.—¡Diosmío!Creoquemeestoyenamorando...—Demasiadotarde.Estoycasado.Tengomujer.SellamaSara.—¿Enserio?—preguntéyo.Eramuyjoven,¿no?—Comosiloestuviera—rectificóRaúl.—Me trae al fresco.Dale unbesito demi parte aSara la que todo lo
acapara.—Mi amiga rubísima le dirigió una sonrisita ladina y coqueta,tomóelvasodeRaúlde susmanosy se lobebiódeun trago, comounmarinero.Mequedéojiplática,puesnuncalahabíavistobeberasí.Acontinuación,meagarródelamuñecaytiródemíhastaquellegamos
a la barra donde servían bebidas. Una vez allí, obviamente, llamó laatención de inmediato y, en menos que canta un gallo, ya tenía a dosbarmanssolícitossoloparaella.—¿Quéqueréis,monadas?—preguntóelmásaltodelosdos.Tendrían
unosveinticincoañoscadauno.—Seischupitosdetequila—pidióThaïs.—¡Hala!¿Estásloca?—lainterrumpíyo,mirándolaasustada.—Lo siento —se disculpó el barman—. No servimos a menores de
edad.Entoncesmevolvíymedicuentadequelosdosmeestabanmirando:
pensabanqueeramenor.Comosiempre.Thaïsseechóareírhastaquelesaltaronlaslágrimas.Conloszancos
parecíaaltísima,unamujer,mientrasqueyoteníaelaspectodesuprimaladepárvulos.—No soy menor —corregí sonriéndoles falsamente—. De todas
maneras,noquierotequila.PonmeunaPepsi...—Ni hablar —negó Thaïs poniéndome la mano en la boca para
hacermecallar.Laapartédeunmanotazoyledije:—¡SemevaacorrerelpintalabioscomoaJoker!—¿Vescomonosabesdemaquillaje?¡Eswaterproof!—protestó.—Como sea. Nome importa.—Miré al frente otra vez—.Una Pepsi
con...—UnaPepsi connada.Poned loquehepedido—lesordenó—.Y tú...
Dejadecomportartecomounaremilgada,BellaSwan.—Metomóporloshombros—. Estás en Italia durante una semana, en un festival de gentepotencialmente desequilibrada y loca como tú. Es la última oportunidadquetienesantesdeentrarenlauniversidadparaenclaustrarteyclavarloscodos.O tepegasunasbuenas fiestasahora,Lara,o teperderemosparasiempre,¿mehasoído?Nomehagasperderlapaciencia.Abrelosojos,miraatualrededor,y...¡Joder!¡Móntateloconalguien!—¿Qué?—Tienesdieciochoaños,túyasabesloquetienesquehacer.YoparpadeéaloíreltonoagresivodeThaïs.Cuandoseenfadaba,era
unmonstruo.Elproblemaeraquenosabíaloqueteníaquehacer.Aquelloeranuevoparamí.—De acuerdo, Hannibal —cedí finalmente sabiendo que me iba a
arrepentir.Thaïssonriócomounángeladorablementebipolar.Meparecióoírun
suspirodeamordelosbarmans,alosquenolesimportóquelesmetieraprisaparaquenossirvieran.Despuéslosdespidióconunamano.
Me hacía gracia el poder hipnótico de mi amiga. Thaïs sería unasoberanamalvadaperfecta,aexcepcióndequeteníabuencorazón,aunquelocubrieraconcapasdesuperficialidad.PeroesosololosabíamosTakayyo. El resto de sus seguidores no tenían ni idea, y por eso la amaban,porque a las personas les gusta que las tratenmal.Una de cal y otra dearena,yesolosteníaenganchadosparasiempre.Diosmío.Seis.Teníaseisvasosde tequilaenfrente.Ysesuponíaque
me tenía que beber tres cuando no toleraba ni el vino. Esa noche iba aacabarrealmentemal.—Además,¿nuncatehandicholoaburridoqueesserlaúnicasobriaen
unafiestadeebrios?—merepitióThaïs.Cogióunvasoymelodio.Ellasequedóconotro—.Venga,bichoraro.—Alzólacopaybrindóenvozalta—.¡PorLucca!—Skywalker... —susurré yo cerrando los ojos y tapándome la nariz
parabeberesodegolpe.Encuantoellíquidocristalinorecorriómiesófago,entendíquenodebí
habertragado.Mequemóhastaelpuntodesentirdolorynáuseas.Thaïsdejóelvasodetequiladegolpeenlabarra,ynohabíaacabado
todavía de llenar de aire sus pulmones cuando ya estaba cogiendo otrovasoydándomeloparaquebebierasindetenerme.—E-espera—dije,rojaporelsofocón—.Necesitores...—A callar, Lara. Bebe y hazme compañía para aguantar a Taka
borracho.—Seinclinóhaciamí,sinquererdardemasiadaimportanciaasus palabras, aunque fracasando en el intento—. Porque o me pillo uncebollónonovoyatolerarsustonterías—aseguróconunamiradaveladaymuyverde.Yofruncíelceñoynosupereaccionarcuando,conelvasoenlamano,
meobligóabeberdenuevo.Unagotade tequila seme introdujopor lanariz y se me saltaron las lágrimas. Tosí después de beber el segundovaso,ynonoténielsabordeltercero.Thaïs pagó las copas y, cuando acabamos, volvió a tirar de mí y a
metermedellenoenelgentíoquebailabaygritabasindetenerse.Mequemabalagargantaymellorabanlosojos.Estabaasqueroso.Malo
arabiar.Noentendíacómolagentebebíavoluntariamente.NitampocoentendíquenonosdirigiéramoshaciadondeestabanTaka
yRaúl.Thaïs sedesvióynos colocamos sobre el cercodepiedrade lafuente,comosiaquellofueraunimprovisadopódium.
La música me gustaba en general, sobre todo las canciones melódicas.Peroese tipodemúsicaque sonabaahora,yconelque laschicasy loschicos perreaban, no estaba entre mis favoritas. Sin embargo, cuandoThaïsyyonossubimosenesaimprovisadatarimadebaileyeltequilaseasentóenmiestómago,meempecéasentirextraña.Medejéirunpoco.Laschicasqueaprovecharonlaocasióndeirdisfrazadasparavestirse
comoanimesdefaldascortasyescotesinsinuantessevolvieronlocasconelsonidoylaletraquenosenvolvían.Me quedé un poco embelesada contemplando cómo se meneaban,
algunasconmásritmoqueotras.Después,mefijéenThaïs,queyateníaaunclubdefansdetíossalidos,vitoreándolayanimándolaaquemovieralas caderas con movimientos pélvicos parecidos a los del coito. Erademasiadosensual.Demasiadoexplícito.Yonuncamehabíaidodefiestani había salidode discotecas, pero sí veía las noticias y las películas debaileen lasque los jóvenesconsiderabanquebailareraunaantesaladelsexo.Pero a mí no se me daba bien llamar la atención de ese modo. No
obstante, solo tuve que copiar los gestos de ella para no desentonardemasiado. Tampoco iba a hacerlo, porque esa gente con poco que ledieras ya estaba contenta. Al final, resultó que las dos bailandoanimábamosatodalapeña.Nosécuántoratoestuveahíarriba,perocuandoempecéatemerpormi
seguridad, dado que podía caerme en la fuente, le dije a Thaïs que mebajaba,queestabamareadayqueyanopodíamás.Queibaaporagua.—¡Sémala!—megritóaceptandolacopadeunnerd.Ydespués,entresorboysorbo,añadióquecuandovolvieradecomprar
aguaregresaraasulado.Yoasentí,ligeramentetocadayconlabocaseca.Necesitaba salir de allí y coger aire. Aire puro, lejos del mundanal
ruido,comoeltítulodelafamosanoveladeThomasHardy,ydelapesteadestilería.Estaba a punto de salir de la marabunta cuando alguien me detuvo
cogiéndomedelacinturaypegótodosucuerpoalmío.Lasensaciónfuetanextrañaquenosupereaccionar.Sonabalacanción
«SexyDance»,deAnandBhatt.
Susmanos abarcabanmis caderas, ni las subía ni las bajaba, las teníafijasensusitio,manteniéndomejustodondeélquería,ysuespaldaduraycaliente se acoplaba a la mía. Se estaba meneando, intentando bailarconmigo.—¿Adóndevas,cachorrita?—susurrótancercademioídoderechoque
rozómilóbuloconsuslabios.Miré por encima del hombro, y mi visera azul transparente chocó
contraladesugorranegra.Mequedésinaireysentíquelacabezasemeiba.Eraél.Yllevabami
gorra.Susojosamarillosybrillantes,casi inhumanos,mehicieronperderel
norte.Perorecuperélaorientaciónconrapidez.Alparecer,elalcoholenlasangremedabalalabiaquelasobriedadyunainoportunatimidezmequitaban.—Esagoraesmía—protestédándomemediavueltaentresusbrazos.Eramuyaltoyocupaba todomi espaciovisual.Llevabaunacamiseta
negra de tirantes como lamía, a excepción de que a él le marcaba losmúsculosytodaesabellezaquesupielprotegía.Teníaunpechoanchoyfibrado,yunoshombrosqueparecíaqueloshabíaninfladoconaire.Surostroestabaaapenasdoscentímetrosdelmío.Nosabíaporquésehabíaacercado tanto, o puede que fuera yo quien enmi desequilibrio acabaraatraídaasucara,perolacercaníapropicióqueadmirasetodavíamássusfacciones. Lamandíbula fuerte ymasculina, y un surco perfecto que ladividía;unanarizdeproporcionesarmónicas;lazonadelbigoteancha;labocaperfecta,delabiosgruesosydientesblancosyrectos;yesosojostangrandes y enigmáticos que me atraían a querer saber el nombre de supropietario.Y,madremía,québienlequedabamigorra.—Noloes.—¿Eh?¿Elqué?—Tugorra.Ahoraesmía—contestónegandocategóricamente—.Me
laencontré.—¿Ademásdecleptómanoeresmentiroso?Estatarde,mientrasjugabas
alCircodelSol,me lahasquitado—espeté, enfadada—.Devuélvemela.—Ylevantélapalmadelamano.Entonces él me la chocó a modo de saludo, y el gesto me dejó
descolocada.—¿Melavasadarono?—insistíapartandolamano.
—Pse...—contestó encogiéndose de hombros—. ¿Quémevas a dar acambio,cachorrita?—Dejadellamarmeasí—lepedí—.Yyonotetengoquedarnada.Tú
ereselladrón.Lacomisuradesuslabiossealzóydibujóunasonrisaatractivayletal
acompañadadeunosdivertidoshoyuelos.—Eresgraciosa.¿Quéhaceunaniñacomotúenunafiestacomoesta?Sialguienvolvíaaseñalarqueeraunacríapormiaspecto,ibanarodar
cabezas.—¿Niña?Soymayordeedad,patán.—¿Patán?—Dejóirunarisotada.—Tellamasasí,¿no?—No.—Puesquébien.PorqueyotampocomellamoCachorrita.—¿Y cómo te llamas? —quiso saber, realmente interesado en mi
nombre. No podía comprender cómo un ejemplar de chico como esequería hablar conmigo habiendo cientos de chicas a su alrededor biendispuestasaintercambiarimpresionesconél.—MellamoLara.¿Ytú?Sus ojos se tiñeron de una extraña dulzura al oír mi nombre, y eso
provocóquesemeerizaraelvello.—MellamoKilian.—Meofreciólamanoconeducación.Kilian. Me gustaba ese nombre. Acepté su mano y comprobé,
impresionada, que engullía la mía, mucho más pequeña. Me sentí muypocacosaasulado.—¿Cómodemayoreres,Lara?—¿Porquéloquieressaber?—Soloporcuriosidad.—Tengo dieciocho. —Alcé la barbilla y me solté de su amarre. Al
instantesentífríoenlapalmadespuésdeperderelcontacto—.Nosoyunacría.Éldejócaerlacabezaaunlado.Laviseranegralecubríalosojos,pero
nolosuficientecomoparaqueyomeperdieraenelbrilloquedestilaban.—Asíquenoeresunacría,¿eh?Meestabadesafiandoymeponíanerviosa,peroantesmuertaquedarun
pasoatrásantetantatestosterona.—Demuéstramelo.
—¿Eh?—dije,perdida.—Quemedemuestresquenoeresunacría, cachorrita.Te invitoaun
tequila.—Yseñalólabarraqueestabaaunpardemetros.Pfff. Vaya cosa. Había bebido tres tequilas de golpe, y no me iba a
impresionarunomás.Noséporquérazónaceptéelreto,peronosemepasóporlacabezadecirlequeno.Además,queríamigorra.—¿Ymedaráslagorra?—Simedemuestrasquenoeresunaniña,sí—contestó.—No lo hago para demostrarte nada —quise aclarar. ¿Qué se había
creído?—.Lohagoporquemeapetecebeber—mentí.—Bien.Entonces,vamos.—Vale.Élasintióynohizo faltaque lagente seapartaraa supaso: teníauna
presencia tancontundenteque incluso losmaressehubieranabiertoanteél. Lo seguía sin poder apartar los ojos de su persona. Era realmenteimpresionante.—¡Eh!—Llamólaatencióndeunodelosbarmans,quenoeraninguno
delosqueantesnoshabíanservido.ElchicoseaproximóyentoncesKilianalzólamanoderechaypidió:—Doschupitosdetequila.Consalylimón—añadió.«¿Consaly limón?», sepreguntómicabezaembotada.Thaïsyyono
habíamos tomado saly limón, ¿acasoqueríaprepararuna ensalada?Meabstuvedepreguntarlenadaypenséquetodopasaríamásrápidoencuantobebieraelchupito.Kiliandejóeldinerodelostequilassobrelabarraysevolvióhaciamí.—Bueno. Señorita Yasoyadulta. —Se encaró a mí y añadió—: ¿Has
tomadoalgunavezuntequilaalestiloKilian?—Anda,¿tienesunestilo?—preguntéfingiendoestarimpresionada.Aéllehizogracia,perocontinuóconsujuego.Diootropasomáshastaquenuestroscuerpossetocaron.Nuncahabía
estadocaraacaraconningúnchico,connuestrostorsosrozándosedeesemodo. El contacto provocó que se me erizaran los pezones y fueraconscientedeelloscomonuncalohabíasido.Levantólamanoquesosteníaellimónymeordenó:—Abrelaboca.—Nopiensocerrarlosojos—aclaré.—¿Quién ha dicho que cierres los ojos? —preguntó, contrariado—.
Abrelaboca,cachorrita.Notengasmiedo.Elcorazónsemedisparóyperdíelcontroldemicuerpoanteaquella
orden. Era la primera vez que un chicome hablaba de esemodo ymemirabacomosiquisieraprobarme.Obedecí,impelidaporlasugestióndesuvozylaintensidaddesusojos.
Parecíaquesolofueranmíosymesentícelosadequealguienmáspudieraverloscomoyolosveíaenesemomento.No entendía el caos de mis pensamientos ni las sensaciones que me
oprimíanelpecho.Peroestabaseguradequequeríacontinuar.Abrílabocayentoncesélmepusoellimónentrelosdientes,demodo
quelapulpaquedaraporfuerayyosujetaralapiel.EltequiladeThaïshabíasidoaburridísimocomparadoconeste.—¿Sabes?—medijocontemplandocómoquedabalafrutaácidaenmi
boca—,tienesunacarapreciosa.Sentícómolasmejillasmeardían,señaldequelasangresemehabía
agolpado por completo en ellas. No supe qué contestar. De hecho, élesperabaquenocontestaranada,porquecontinuóconsuprueba.Agarrómimelenaconsusmanoshastaquelasujetóconunasolayla
sostuvoaunladoparadejarpartedemigargantaexpuesta.Inclinó mi cuello a un lado, con lentitud y parsimonia. Sabía
perfectamentecómohacerloparaalargarmiagonía.Noteníaniideadeloqueibaaocurriracontinuación,cuandosentísualientoenmicuelloysulengualamiéndomelo.Yesamúsica...Esa«SexyDance»...meestaballevandoaotrolugar.Eltequilaanteriormehabíadejadoalgolaxa,amediocaminoentreel
limboylassensacionesterrenales.Yaquellaeralamásterrenaldetodas,porqueeracalientecomoelinfierno.Vertióunpocodesalsobreelrastrodesulengua,ydespuéslarecogió
haciéndome lomismo.La texturade su lengua, cómomehumedeció, elcosquilleo que recorrió mi cuerpo, todo me activó de un modo tandesconocido queme asustó.Kilian subió el lametón o lo que fuera quehiciera con su boca hasta mi oreja y, allí, apresó mi lóbulo y lohumedeció.Juroquetuvequeencogerlosdedosdelospiesyclavarmelasuñas en las palmasde lasmanos, porque las oleadasde calorme teníancompletamenteindefensa.Cuando se apartó bebió el tequila de golpe. Yo tenía los ojos
entrecerrados y el limón estaba a punto de caerse demi boca. No supe
descifrar la expresión de su rostro porque después se me echó encimapara comerme los labios. Sentí su lengua rozar mi labio inferior, y laparte húmeda del suyo superior deslizarse por debajo de mi nariz.Entonces, sus dientes apresaron el limón y lo mordieron. Y al hacerlonuestrosdientesynuestroslabiosserozaron,enunbesoindirectoymuyácidoquemehizolabocaagua.Exhalé, abandonada por completo en esa sensación, mareada por el
rocedesulengua,yfuiincapazdedecirnadacuandoélporfinseseparódemiboca.Nuestras miradas se cruzaron unas décimas de segundo que me
parecieroneternas.Hastaqueélsellevólosdedosalabocayrecogiólapieldellimón.Me
lamostróentresusdientes,dibujandounasonrisaamarilla,ydespués laescupióalsuelo.—Te toca—me dijo quedándosemuy quieto frente amí. Sin parecer
afectadoniunadécimaparte,deloqueyoestaba.Yo no sabía qué hacer, ni entendía su reclamo. Si apenas me podía
mover,¿comoibaasercapazdehacerlomismoqueélmehabíahecho?¿Porquéhacíatodoeso?Yamehabíaolvidadodelagorra.Sin embargo, quedarme atrás supondría demostrarle que era una
inexperta cachorrita, aunque fuera la verdad. Pero no quería que él sesalieraconlasuyaytampocoqueríaquedarmal.Por eso me lancé a hacerle lo mismo. Por eso... Y porque quería
conocerelsabordesupiel.Meacerquéaél sindejardemirarle.Agarréelbotecitodesalenuna
manoylarodajadelimónenlaotra.Entoncesledije:—Abrelaboca.Élme obedeció, sujetándose con unamano en la barra.Qué absurdo,
erayolaqueibaaperderelequilibrioynoél.Lepuseellimónentrelosdientes.Acontinuación,meacerquéinsegura
a su cuello y me puse de puntillas para apoyarme en sus hombros ylamerlelagargantacomoélhabíahecho.Saboreésupiel,ligeramentesalada,ymeprendédelolor.Unacolonia
refrescantemezcladaconelolordeldesodorante.Olíamuybien.Espolvoreé sucuellocon sal,ydespuésvolví apasearmi lenguacon
timidezhastarecogerla.
Elsaborsaladomenoqueó,peronotantocomoelmomentoenelque,con manos temblorosas, rodeé su nuca y, poniéndome tan de puntillascomo pude, le arrebaté el limón prisionero de su boca. Lo hice rápidoporquenoteníaniideadecómohacerlo,ymedabamiedomorderleoquenuestrosdienteschocaranylerompieraunapaleta.Mehabríamuertodelavergüenzasialgoasíhubierasucedido.Cogíellimón,lomordícondelicadezayretirélapieldelinteriordemi
boca.Mellorabanlosojosporlaimpresiónyporelcontrastedesabores,sobretodoeldesuboca.Kilianmemiródeunmodomuyextraño.Entoncessonriócomosise
disculparaporalgoymedijo:—Losiento.Hasperdido.—¿Qué?—dije,decepcionada.—Yoteníarazón—seencogiódehombrosymedioungolpecitoenla
visera—.Eresunacachorrita.—Sealejódelabarraymedejósola,nosinantesañadir—:Vuelveacasaantesdelasdoce.Cuando lo vi desaparecer entre la multitud, que seguía a lo suyo,
bailando, perreando, bebiendo, excitados y felices porque la noche erajusto como ellos esperaban, sentí como si un agujero negro meabsorbiera.Enpocaspalabras,Kilianmehizosentircomosino lohubierahecho
bien, como si fuera una cría sin experiencia y él hubiera queridocomprobarloqueyaintuía.Me alejé de la barra antes de que una horrible sensación que hacía
tiempoquenoexperimentabaseapoderarademí.Elnudoenlagargantameasfixióy, sinpoderponerle remedio, las lágrimas sedeslizaronpormismejillas.Nunca había hecho nada parecido, ni había dejado que otro chico se
acercaratantoamí.Jamáshabíacoqueteadoconnadie.Y acababa de descubrir que no servía para eso. Aquel erami primer
intento de beso, un beso alcoholizado lleno de acidez y sal para lasheridas.Nadabueno.Me di la vuelta para buscar a Thaïs y a Taka con la mirada. Thaïs
bailaba con Raúl, y Taka no dejaba de mirarlos ni tampoco dejaba debeber.Aldíasiguientetendríanunaresacahorrible.
Yotendríaresaca,yunahorriblesensacióndefracaso.Con ese pensamiento fui al hotel a recogerme y a darme cabezazos
contralaparedporhaberpermitidoqueKilianserierademí.
Siete
Miércoles
Laventanasemiabiertadejabaentrarlaclaridaddelaluna.Estabatumbadaboca arriba pensando en lo mal que me sentía cuando de repente oí elsonidodeunaspiedrecitasgolpeandocontraelcristal.Mispiessedeslizaronporelparquéconvidapropia,comosisupieran
haciadóndesedirigíanantesdequeyofueraconscientedeello.Abrí lapuertaquedabaalbalcóndeparenparypermitíque labrisa
nocturna me abrazara meciéndome como si mi cuerpo no pesara nada.Entoncesagachélacabezahaciaabajoylovi.Escalandolasenredaderasdelafachadadelhotel,cualRomeoenbuscadesuJulieta.Kilianascendíaporlaparedconlahabilidaddealguienquesededicaba
alparkourdesdehacíatiempo,conlosmovimientosgrácilesdeaquelqueusasucuerpocomounaherramientaparaconseguirsuspropósitos.Llegóalbalcón,pasóporencimade labarandillayseplantó frentea
mí.Levantó las manos y tomó su capucha para retirársela con lentitud,
alargandoelsuspense.Laluzazuladadelalunailuminósurostro,yyovolvíaquedarmesin
palabras.Pero reaccioné a tiempoparahacerle un cuestionario básicoymuycoherente.—Kilian...—¿Sí?—¿Quédemoniosestáshaciendo?—Semehaolvidadodartealgo—contestó.Susojoslanzabandestellos
magnéticosyllenosdemagia.
Yomiréhaciaabajo.Podríahabersematado.—¿Cómosabíasdóndemealojo?—¿Acasoimportaparahacerteesto?Susmanosapresaronmismejillas.Mequedésinrespiracióneltiempo
quetardóenposarsuslabiossobrelosmíos.Notéelsaboralimónensuboca y percibí sus manos febriles sobre mi garganta, acariciándomerítmicamenteconlospulgares.¿Cuántostequilassehabríabebido?Meempujóalinteriordelahabitaciónymedicuentadequeeraincapaz
de detenerle o decirle que no. Sentíami cuerpo arder, caliente como situviera fiebre... Kilian me tumbó en la cama y se tiró encima de mí,apresándomeentresucuerpoyelcolchón.Sin dejar de besarme, se colocó entre mis piernas y entonces sus
caderas empezaron amoverse y a frotarse contrami cuerpo, contra esaparteíntimaquenadieexceptoyohabíatocado.Lasensacióneraincreíble.Unremolinodeplacer,comounadescargaeléctricaseubicódetrásde
miombligoycrecióconunaintensidadquemedejóabrumadaysinaire.Y entonces... Le sostuve la cara para coger aire y lo miré a los ojosbuscandounachispadeloquehabíavistolaprimeravezquediconél.No quería equivocarme. Solo quería comprobar si él era mi kelpie
auténtico,mi caballo demar, ese al que una se entregaba para siempre.Sabía que no debía pensar en esas cosas porque a la semana siguienteestaríaviajandoalauniversidad,dondemeconcentraríaenacabarcuantoanteslacarrera.Ysinembargo,cuandoquisemiraraKilianalosojos,novinada...,solooscuridad.Unanegruraespesaquemeasustóyqueeralaantesaladeunapesadilla
que no podía alejar de mí aunque quisiera. Un terror que siempre measustaba.Antesdeque iniciara losprimeroscompases,abrí losojosydesperté
empapada en sudor, con una sensación de excitación entre las piernas yaliviadaporhaberabiertolosojosatiempo.
AcababadesoñarconKilianyeralaprimeravezenmividaqueteníaunsueñotanrealytansensorial.Todavíanerviosa,melevantéparairalbañoyrefrescarmelacaracon
agua fría. Me agarré al lavamanos y me obligué a coger aire para
serenarme. Miré mis dedos temblorosos y me los cogí, sin perder elcompásdemirespiración.Nodebíaperderanteelpánico.Después me dirigí a la mesita de noche donde había guardado
cuidadosamente las pastillas para dormir. Era muy protocolaria, y megustabacolocarlascosasdemodoquenonotarademasiadoquemehabíaalejadodecasa,asílasrutinaseranlasmismas.Me llevé una píldora a la boca que ayudé a tragar con la botellita de
aguayvolvíametermeenlacama.Aúnseguíamareadaporelalcoholquehabíaingeridohorasantes.Pero
elefectoibadesapareciendoparadejarunlevedolordecabezaproductodeunabuenaresaca.NoquisepensarenmiencuentroenelmundoastralconKilian.Notenía
ningúnsentido.Cerré los ojos y me limité a relajarme y a dormir lo poco que me
quedaba de noche.Me dormímientras pensaba que, enmi sueño, en lahabitaciónnohabíaescaleraquecondujeraalbalcón.Y,aunasí,apesardeesedetalle,habíasidoincapazdeadvertirqueestabasoñando.
Amanecípeordeloquemeacosté.Teníalosojoshinchadosdellorar,undolordecabezadescomunalymi
amorpropioporlossuelos.¿Por qué me había pegado ese hartón de llorar? ¿Por qué tenía que
importarmeloquedijerauntíoquenoconocíadenada?¿PorquéKilianmeafectabadeesemodo?¡Sehabíacoladoenmissueños!Consuerte,nome lo encontraría más por Lucca. No teníamos por qué volvernos acruzar.Eldestinonoeratanmaligno,anoserquefueraKilianquienmepersiguieraamí.Me superaba la sensación de estar pendiente de otra persona, o de
querer agradar a otro.Yonomepreocupaba de esas cosas, por esomeofuscaba más al darme cuenta de que mi obsesión y mi contradicciónnacíandelaideadequeunchicoqueconocíadeundíacreyeraqueyonoerasuficiente.Nuncamehabíapasado.Miré elWhatsApp y aparecieron un montón de mensajes de Thaïs y
Taka,quenoatendí,porque,nadamásllegaralhotel,puseelteléfonoensilencioyapaguéalmundo,quenodejabadedarvueltas.¿Ydequésirvióquemeacostara?Denadaenabsoluto.Eraincapazde
dormir, porque tenía en mente la sonrisa burlona y cruel de Kilian alllamarme«cachorrita»,yalinsinuarmequenosabíajugarcomoél.Yeracierto.Élestabaenotraligadistintaalamía.Unaligaenlaquese
comíaaadolescentescomoyoparadesayunar.Perosaberlonohacíaquemesintieramejor.¿Sehabría idoconotrachicaque legustaramásy lesiguieraeljuego?¿Conunamásexperimentada?Solopensarlohacíaquemeagriara.YoveníaaLuccaparaestarconmisamigosydisfrutardelascosasque
me gustaban; tontear con chicos o conocer a alguien para perrear noestabaentremisplanes.Peroesechicomeacechabadesdequelleguéalaciudad,apareciendoenlugaresdondenodeberíahaberestado,cruzándoseen mi camino, unas veces para ayudarme, y otras, la mayoría, paraprovocarme.Yono hacía esas cosas.Nome comía limones de la boca de otro así
porquesí.Simipadre llegaraaenterarsediríaquehabríacometidounodelospecadoscapitalesy,sencillamente,medesheredaría.Miréel reloj.Eran lasochode lamañana.Señalde loprontoqueme
había idoadormir.Cuandolleguéalhotelera la1.30de lanoche,y losdemás alargaron la fiesta hasta las cinco de la mañana, a tenor de losmensajes que recibí. Después me desvelé con mi sueño-pesadilla a lascinco,ymevolvíadormir.Me levanté de la cama sin pensar demasiado en las consecuencias de
mis actos de la noche anterior; almenos, no había hecho daño a nadie,soloamímisma,peroconesedoloryateníasuficiente.Parecía que tuviera una estampida de elefantes en las sienes. Así que
abrímibolsoSlangmarrónysaquémicajadeparacetamoles.Me toméunodeungramoacompañadoconunpocodeaguay,alvolveralacama,medetuvefrentealespejodecuerpoenterodelapared.Mi melena castaño oscuro estaba algo alborotada, pero nada que
indicara que había pasado una noche loca. Porque no la pasé. Solo meemborraché de tequila, pasé un mal trago con un chico y me batí enretirada,conelraboentrelaspiernas.Seme había corrido el rímel de tanto llorar, yme parecíamás a un
miembrodeTheKissquea laadolescenteconlacara lavadaconlaquesolíaidentificarme.Nisiquieramehabíametidoenlacamaconlaropapuesta.Apesarde
encontrarmemal y de estarmareada, había tenido la fuerza de voluntad
para cambiarme y ponerme el pijama de Mafalda, rojo y negro y demangacorta.Porque...¡quéhorrordormirconlaropadecalle!Enesemomentomecaíamalamímisma.Estabaallídepie,frenteamireflejo,ymediorabiasertanresponsable
y tan buena niña como todos decían que era, como mi padre creíafirmementequeera,ocomoelvanidosoycrueldeKilianasumíaqueera.Mediorabiaserlaprimeraenvolveracasa,serlaúnicadelgrupoquenosabíabesarnibebertequila,laúnicaquenohabíaregresadoarrastrándosehasta el hotel, y la única que no se había equivocado de habitación porculpadelacogorza,comosí leshabíasucedidoaThaïsyaTaka,segúnme ponían en los mensajes. Odiaba el hecho de tener miedo adesmelenarmeyaperderme,ynoqueríaquedarmeatrás.Esoseteníaqueacabar.Debíaaprenderadisfrutar.Si no aprovechaba mis días en Lucca, en nada se me echaría la
universidad encima y ahí sí que no iba a poder darme un homenaje enningúnaspecto.Quería experimentarporunavez la libertaddehacer loquemediera laganasinpensarendañoscolateralesoensiaquelloerabuenoonoparamí.Mefrotélosojos,acerquéelrostroamireflejoymehiceunapromesa:—Lara, loque sucedaenLucca, sequedaenLucca.Nomirarás atrás.
Este es tu momento, nadie te conoce, y nadie te reconocerá después.Enloquece como una chica de tu edad. Sé por una vez la chica que sesuponequedebesser.Solosetienendieciochoañosunavez.Por una vez en la vida, me esforzaría en dejar que las riendas las
llevaranotrospormí.Micaballointeriornecesitabadesbocarse.
—¡Madremía!¿Lara?—exclamóThaïsquitándoselasgafasdesolparavermemejor.Habíamos quedado a la una, con margen suficiente para que ellos
durmieran un poco más, para ir a ver a George R. R. Martin, uno denuestros dibujantes de cómic favoritos. Como me había despertadopronto, decidí ir a dar una vuelta por Lucca en bici, por el centro, ycompraralgunascositas,comounascamisetasajustadasyconescote,unpardeminifaldas,unvestidocorto,unosshortscomolosdeThaïs,unascuñas,yunpichitejanoextracortodelquemeenamorénadamásverloen
elescaparate.EllosdosibanvestidosdeWatchDogs,obviamente.Gorranegra,ropa
negra.Takaibaigualqueeldíaanterior,ysuponíaqueiríaasítodoslosdíasporquecuandosemetíaenelpapellohacíadeverdad.Thaïs,encambio,eraunperroguardiángolfo.Llevababotasmilitares
abiertas,peroconunos shortsmuycortos, tipobraguita,yunacamisetagrisoscuroqueteníaunescotequecasilellegabaalombligo.EnrealidadparecíaquelahabíaposeídoLaraCroftcongorra.Yo,encambio,nohabíahechouncambioradical,peroalmenoshabía
dejadode lado loscoloresneutrosyelnegro.Llevabamisgafasde solRay-Bandepastarojaycristalesoscuros,delasquesedoblabanenteras.Una camiseta escotada de tirantes de color blanco y los shorts que mehabíacompradoyqueestrenaba.Tirabadelabicicletaqueibaamiladoysonreíadeorejaaorejaalver
laperplejidaddeTakayThaïs.Ahoracasieraigualdealtaqueellos,pormissneakersdeveranodeJustCavallidecolorrojoconcuña.Noestabamuycómodaconelhechodeenseñar tantapiernaymuslo,
pero,conelcalorquehacía,agradecíalafrescura.Además,mehabíarecogidoelpeloenunatrenzaquecolgabasobremi
hombro derecho, y mi gorra estaba ligeramente acomodada sobre micabeza, lo suficiente para protegerme la cara del sol, puesto que mequemabaconfacilidad.Ylomásimportantedemicambio:estabadecididaadisfrutar.—¿Lara? ¿Qué te has hecho? —preguntó Taka, entretenido con mi
trenza.—Me he roto los pantalones —contesté queriendo tomarles el pelo
mientrasmeacercabaaellos.—No. Parece como si te hubieras bañado en el arcoíris. ¿Es que no
tienesresaca?—mepreguntóThaïshaciéndomeuncheckingdelaropa—.MeencantanesasCavalli,porcierto.—Créeme,latengo—aseguré—.Ygracias.FueronregalodeGema.—Tienebuengusto.¿Melaprestas?—No,losiento.Gemaesdemipadre.—Mala suerte. Y bueno...—me pasó el brazo por los hombros yme
abrazóconunarisitaquenomegustónada—,¿cómoacabótuencuentrocon ese tío buenorro con el que te fuiste a intercambiar limones?—medijomientrasmebajaba lasgafasporelpuentede lanarizymemiraba
directamentealosojos.Mierda.Mierda.AThaïs no la engañabani queriendo.Veríamis ojos
hinchados y empezaría a hacerme preguntas de todo tipo. Sería unbombardeoyyoacabaríasacandolabanderablanca.—Vale.Nomuybien—seautocontestó,preocupada.—¿Esquemeviste?—preguntéconvozhistriónica.—Bueno,supusequeerastú.Notodoelmundollevaesagorra.—¡Perosiibasborracha!—Esloquetienelapráctica.Porcierto,¿esetíotecomiólaboca?—¿Perdón? —A Taka se le levantaron las orejas como a un perro
pastor.—¡Nofuenada!,¿vale?—medefendí.Todalainseguridaddelanoche
anterior regresó a mi espíritu—. Me sentí mal y me fui. No estoyacostumbradaabeber,nocomovosotros,quesoisesponjas.—PobreLara.—Thaïsmemirócondescendiente,aunqueenelfondode
suspupilas adiviné susganasde averiguarmás sobremíyKilian—.Tuvidahadebidodesermuyaburrida.Entre otras cosas, sí.No había tenido demasiado tiempo para pasarlo
bien.Perotampocomearrepentía.Habíasidosanísima.—Si aburrida es no quemar neuronas con tequilas y cervezas, la
respuestaesunsírotundo.Noentiendocómoospuedegustarbeber.—Tranquila, bicho raro —añadió Taka tecleando en su móvil a
velocidaddevértigo—.Yoteenseñaré.Eltrucoestáenquelabebidanotetoqueelpaladar.Asínonotarássusabor.—Muyadoctrinador,Takataka—murmurémirándoledereojo.—Mira,yaestá—exclamóalegre—.Raúlmehapasadoelnúmerodela
casetadondevaaestarGeorgeR.R.Martin.—Estaráreventadodegente—dije—.Seguramentenopodremosentrar
enlasala.—¿Cómo que no? —Taka giró su teléfono para que viéramos su
pantalla.Enellahabíaunpasedeprensa.—¿Cómolohasconseguido?—pregunté,emocionada.—Quemelopreguntes—sellevólamanoalcorazón—meofende.—Vale.¿Deverdadvamosapoderentrarporlacara?—Claroquesí.Lohehackeadodelapáginaweb,desuseccióndepases
de prensa.Os lo voy a pasar porwhatsapp.Tenéis uno cada una.Y nosserviráparatodalasemana.
Tener como amigo a un hacker tan bestia ayudaba, y mucho, aconseguirelaccesoatodaspartes.Pormuydifícilqueestuviera,Takalocrackeaba.
ElmiedodetodoslosfansdelaserieJuegodetronoseraquesuautornoacabaselasagayquepasaraamejorvidaantesdefinalizarla.Noshicimospasarporrevistaespecializadaenseries,ylehicimosesamismapregunta.George,muyamablemente,noscontestóque,siaélnoledabatiempodeacabar la saga, la productora ya tenía a guionistas propios paracontinuarla.Amínomegustódemasiadolarespuesta.Porque,elqueesfan,notacuándolaesenciayelestilosepierden.De todos modos, yo ya dejé de seguir la serie cuando Kahl Drogo
murióymerompióelcorazónparasiempre.DespuésdeveralTolkiende laactualidad,nos fuimosacomerauna
terracitaadorablellenadegeraniosybuganvillas.Nos sirvieron una ensalada Caprese para cada uno y un risotto con
funghi delicioso. Los días en Lucca acompañaban. El sol en todo suesplendor iluminaba cada fuente, cada fachada y ventanal, y daba gustoestaralairelibre.Labrisaqueveníadelamontañanosrefrescabadevezencuando.Takapidióotrorisotto,Thaïssedejólamitaddeloqueteníaenelplato
yyomelocomítodo.Despuésnostomamosuncaféenotradelashermosasplazoletasdeese
pueblodelaToscana.Echaba demenos los enormes cafés del Starbucks y sabía que Thaïs
tambiénlosechabaenfalta.PeroelcafédeLuccanoestabamal.Durante todo el día, mi mente estuvo dividida entre la necesidad de
disfrutar con mis amigos, comprobar un poco estupefacta la relaciónamor-odioquelesuníayqueleshacíasertancompetitivosentreellos,yelmiedoquemedabaencontrarmeconKilian.Despuésdeldesprecioquemehabíahecholanocheanterior,mesentía
un tanto insegura, por eso había querido reivindicarme cambiando miestilo y un poco la imagen. Mi nuevo y despechado yo intentaba, conmuchoesfuerzo,sobreponersealtemorquesuponíadarsedefrenteconelAssassinysoportarotramiradavacilonasobremíymiinexperiencia.Lo odiaba por eso. No lo conocía en absoluto, pero esa fijación que
teníaenmolestarmeyburlarsedemínomegustabanipizca.Enunodelosexpositoresdeventaalpúblicodemanga,mecompréla
típicacagarrutarosaysonrientequeservíadellaveroantiestrés.Meencantabaymehacíareír.EraunagranseguidoradeAraleyelDr.
Slump.Crecíviendoesosdibujos.Además, tambiénmecompréuna tazapara el café con lamisma estampación que decía «Café para un día demierda»,ydebajosalíalacagarrutasonrienteysaludando.Talvezeratonta,peromehacíareír.
Y entonces, sin ser conscientes de lo rápido que nos pasaba el tiempojuntos,elbuscanossonóalassietedelatarde.Metomóporsorpresaelsonido.Estaba tanrelajadayentretenidacon
Taka, Thaïs, sus disputas y las cosas que comprábamos, que por unmomentoolvidéelhechodequenoshabíamosapuntadoalconcursoAlanTuring.ElbuscanoscitabaenlaPiazzaBernardinialcabodemediahora.—Madremía...—dije,excitada—.Estoyahaempezado.¡Quénervios!Thaïsfuelaprimeraensubirsea labici,ponerelmóvilenelsoporte
delmanillaryencenderelGPS.—¡Vamos!—exclamóempezandoapedalear.Takayyolaseguimosrápidamente.LacolarubiadeThaïssemeneabadeunladoalotro.Eraunakamikaze.Losnerviosdelacompeticiónylaemociónnotardaronenposeerme,y
enunsuspiroibayoalacabezadeltrío.Al cabo de diez minutos, siguiendo el indicador de Google Maps,
recorrimoslaViadelleTrombequedesembocabaenlaPiazzaBernardini.Una vez allí, nos bajamos de nuestras bicis y las dejamos aparcadas alladodeunacapilla.Nolasdejamosallíporcasualidad.En la fachada de la capilla había una palabra escrita recién pintada:
«Logica».Estabaenlatín.—Esaquí—dijoTakapasándoselamanoporlacrestaazuloscuro.La palabra se derivaba del griego logos, que significa «razón» y
«estudio».LapalabrafavoritadeAlanTuringera«lógica».Asíquenosplantamosfrentealapuertareciademaderaydecolorazul
oscurodelacapillaygolpeamosconlosnudillos.—Poneoslospañuelosparacubriroselrostro—dijoTakaentredientes
ypuntilloso—,yaquenoosvaisapodercubrirotrascosas...Thaïs y yo nos miramos porque sabíamos que ese día no estábamos
caracterizadascomorealmentetocaba.Peroahí,enesamismaplaza,habíachicasdisfrazadas inclusoconmenos ropa,yeraun festivaldecómicyvideojuegos. ¡¿Quiénnospodíaculpar?! ¡Nodesentonábamos tanto!Aunasí,lehicimoscasoynosatamosunpañuelohastalamitaddelrostro.Nos abrió un señor de pelo blanco espeso y ojos muy negros. Los
entrecerró y sus pobladas cejas se fruncieron.Buscaba algo en nuestrasmuñecas.Nosotrostreslevantamoslasmanosalavezparaenseñarlelaspulserasamarillasquenosidentificabancomoparticipantesdelconcursoyqueesamismamañananoshabíamoscolocado.Cuandolasvio,seapartó,conforme,paradejarnosentrar.Lapuertasecerróanuestraespaldaconelsonidodelasbisagrasviejas
yfaltasde3-en-Uno.Apenasseveíanada.Estábamosaoscuras.Thaïsyyonosagarramosa
Taka,caminando lentamentehaciadelante.Dabaunpocode respeto.Yapesardelosnervios,megustabalasensacióndehaceralgoclandestinoysecretoconmismejoresamigos.Y, de repente, un foco nos iluminó por completo, cegándonos
parcialmente.—¿Ybien?—Unavozdehombremayor retumbóenel interiorde la
capilla. No podía vislumbrar si había o no había altar, o bancos parasentarnos, o si incluso en ese lugar había algúnCristo—. Supongo quesois los Watch Dogs —dijo la voz metalizada con soporíferoaburrimiento.En una sala en penumbra, la voz rebotaba en las paredes y, unida al
fuerte foco que nos envolvía, daba la sensación de que era Dios quienhablaba.—Sí.Somosnosotros—contestóTaka.—Soislosúltimosenllegar.¿Ya estábamos todos? ¿Éramos los últimos? Miré mi iWatch y
comprobéquehabíamostardadosoloveinteminutosenllegaralacapilla.¿Quiéneseranlosdemás?¿Loshijosdelviento?—¿Porquécreéisquetenéisposibilidadesdeganarelpremio?Soisel
grupo con menos integrantes—explicó sin ninguna delicadeza—. Y envuestramayoríasoischicas,alcontrarioqueelrestodelosequipos.—Contodosmisrespetos,señor—intervine,unpocomolestaporesa
insinuación—,¿quieredeciralgoenconcreto?Nosoportabaalosmisóginos.—Depende.¿Quépasaríasifueraasí?—Quetendríaunaréplicainstantánea—contestécontonograve—.Joan
Clarketambiéneraunamujer,ysinellaAlanTuring,cuyonombrellevacon orgullo este premio, no habría conseguido decodificar el códigoEnigma.Eraunamujer, sí, pero lamejor criptoanalistade su tiempo,y,graciasaella,entreotrasmuchasmujeres,selogrósalvarmilesdevidasconsusdescifradosenlaSegundaGuerraMundial.—Hashecholosdeberes,joven.—Yosí.Parecequeustedno—repuseofendida—.Nonosinfravaloren
solo por ser chicas. Estamos en igualdad de condiciones que el resto.Además —bromeé—, Taka vale por tres —guiñé un ojo a mi mejoramigo.Apesardequenoconocíamoseldetalledequeéramoselgrupocon
menos miembros, tampoco sabíamos si sería importante o no para laconsecuciónde laspruebas.Loquenoafectaríaseguroera lanaturalezadenuestrosexoyno íbamosapermitirquenadienosseñalaraporello.Laspruebasseríandifícilesparatodos,fuéramoschicosochicas.Penséquemeharíacallardegolpepormiosadía.Pero,despuésdeun
largosilencio,lamisteriosavozañadió:—Parecequeestábienprotegido,señor...—Taka. Me llamo Taka —reiteró el japonés alzando la barbilla
orgulloso—. Ya ve. Puede que no sean fuertes físicamente, pero elmordiscodemisperrasguardianasesmuyvenenoso—aseveró.Yolesusurréentredientes:—Esonohasonadobien.Lodeperras,merefiero.Thaïslofulminóconlosojosperotuvolaprudenciadenoañadirnada
más.—De acuerdo, pues—prosiguió la voz en off—.En este certamen el
cerebro no lo será todo: también entrarán en juego sus habilidadespsicomotrices.No seránni de largo el tipodepruebasque esperan...Yasabemosquesoninteligentes,poresoestánaquí.Peroqueremosquenossorprendanyversucapacidaddereacciónfrentealosretos.¿Creenestarpreparados?Encuantooíeso,supequenoteníamosposibilidadalguna.Ningunode
lostreséramosdeportistas.Enrealidad,yonoeratorpe,perosímásbien
pocoágil.Solosabíacorrercomounagallinasincabeza.Enel institutoteníalasmejoresnotasdeatletismo.Peroyaestá.Nadamás.—Haremosloquepodamos—añadióThaïscomosiestuvierafrentea
unacámaraquelagrabaseylucharaporofrecersumejorplano—.Todostendremos que pelear para pasar las pruebas, no se va a regalar nada anadie.Y,detodosmodos,intentaremossuplirnuestrascarenciasconotrashabilidades. —Sonrió con vanidad. Era importante dar una imagen deseguridadennosotrosmismos,osenoscomeríanipsofacto.—De acuerdo —concluyó—. Empecemos las presentaciones: mi
nombreesAlastair.Dehecho,noeracasualidadquesellamaracomoelcomandantequese
contraponía a la figura de Turing. Se daba por supuesto que, en aquelintriganteconcurso,habríaobstáculosquesuperar,yseríaAlastairquienloscolocaraenelcamino.Eralógico.—Las reglas del concurso son simples —anunció en su discurso—:
cada jornadaseesconderánunnúmerodebolasdedragóny losgruposdeberán encontrarlas. Se esconderá una bola menos que el número departicipantes. Es decir, como sois siete grupos, esconderemos seis. Elgrupo que ese día no encuentre la bola quedará eliminado. Como yasabéis, disponéis de buscas. Hemos preferido utilizar un método másrudimentario, en detrimento de los móviles, para salvaguardar nuestroanonimatoytambiénvuestraprivacidad.Cadadíarecibiréisunmensajeenvuestrobuscaqueosmarcaráun lugar,unsantoyseñayel iniciode laprueba,cuyasinstruccionesoslasdaráunpersonajeaquientendréisqueubicarentrelamultitud.Elgrupoquenopuedadesentrañarelmensajeono encuentre al personaje también quedará eliminado. ¿Os ha quedadoclaro? Repito: sonará el busca, iréis al lugar indicado, buscaréis alpersonajey...cuandocreáisquelohabéisencontrado,daréislaclavequeosfacilitaremosparaqueseaélquienosdélasinstruccionesaseguir.Ospropondrá un reto, y deberéis conseguirlo. Quien lo logre, recibirá laboladedragónycontinuaráundíamásenelprograma.Hastaqueseáiseliminados, o hasta que, quién sabe, os hagáis con el premio el viernes.¿Quedaclaro?—Sí,señor—contestamostodosalavez.Elcoromeimpresionó.Allínosencontrábamosmuchosmásdelosque
suponía.—Entonces—prosiguió—,voyapresentaratodoslosgrupos,paraque
ostengáisencuentalosunosalosotros.Empezandopor...Uno a uno, un foco empotrado a la pared nos fue alumbrando,
tomándose losmismos segundos para cada equipo. La sala se quedó enpenumbraparaqueelrayopotentedeluzsecentraraenungrupoduranteunos segundos, uno de los integrantes dijera el nombre y despuésquedaranaoscuras,pararepetirelmismoprocedimientoconlosdemás.Alastair tenía razón: los grupos estaban formados por cinco o más
personas, y hasta ahora solo había visto unamujer, en el grupo de losWatchmen.Habíaenfocadoacincogrupos:losWatchmen,losPrinceofPersia,los
Musculman, los Vengadores, los X-Men, y seis con el nuestro. Todosperfectamente caracterizados. Menos nosotros, ya que yo desentonabaligeramenteconminuevolook.Yfaltabaungrupomásporpresentar.—Elúltimogrupoporconocer—concluyó.Meimaginéunredoblede
tamboresqueseconvirtióenexplosióncuandolapenetrablevozdijoconsuspense—:LosAssassinsTraceurs.El focoalumbróacinco integrantesposicionados frenteanosotros, a
unos diez metros de distancia: cuatro chicos y una chica, todos concapucha. Vestían exactamente igual que los que vimos aparecer en laPiazzaNapoleone.Dehecho,habríaestudiadomejoralafémina,perounafiguramagnéticaocupabatodamiatención.El cabecilla dio un paso adelante, levantó la cabeza y mostró
parcialmenteelrostroquemeteníalossesoscomidosdesdequelovi,elmismoquesemetíaenmissueños.Susojosmedioanimalesymediodivinossecentraronenmipersona,
meestabanmirando,atravesándomecomolapuntadeunaespadacertera.Dios,estabaseguradequesusojosnoerandeltodohumanos.Nopodíanserlo...Élnomeveíaenesemomento,porquelasalaestabaaoscuras,perosí
sabía dónde me encontraba y, a pesar de que la luz lo cegaba, cuandosonrió supe que me dedicaba ese gesto ufano, y aquello me sentórealmentemal.Eracomosisevolvieraareírdemí.Cuandolleguéalacapillateníaesperanzasdehacerunpapeldignoen
el concurso.Después, al conocer a nuestros contrincantes, pensé que noteníamosningunaposibilidad.Éramosungrupoformadopordoschicasyun chico, cuando los demás nos duplicaban en integrantes. Además,
esperaba encontrarme a equipos de calculines y desgarbados, no amiembrosdeequiposdefútbolybaloncesto.Cadagrupoestabaformadopor cincoo seis personasynosotros éramosun tríodiscordante.Thaïs,Takayyonoíbamosainspirarlesdemasiadomiedo.Pero cuandocomprobéqueKilian tambiénparticipaba comoyoen el
Premio Alan Turing, reconocí que, al margen de la ansiedad y losobstáculos, las dificultadesme atraían, y asumí que nome gustaba soloparticipar,queloquequeríaeraganar,ymássabiendoque,sivencíamos,venceríamos también a mi antagonista. El mismo chico que me habíahechosentirridículahastaelpuntodehacermellorarlanocheanterior.Kilianme había sonreído creyéndose que seme iba amerendar, otra
vez.Loquenosabíaéleraque,apesardelonerviosaquemeponíaydelo
extrañamente inerme que me dejaba su presencia, yo también habíasonreídoconmaliciaenlaoscuridad,condeseosdevenganza,ylesdijeentredientesamisamigos:—Antesoshedichoquevenimosapasárnoslobien.Pueshecambiado
deopinión:vamosairaganar.—Estáis ante un desafío cuyo desenlace dependerá de vuestras
herramientas intelectuales—prosiguió Alastair—: raciocinio, ingenio ychispa. Vuestro talento será la base para el éxito. Cuando hayáiscompletado los desafíos al final de cada jornada, se os enviará unanotificaciónenelbuscaconelnombredelgrupoeliminado.Yasíhastalafinaldelviernes,dondesolodosgruposdevosotrosseenfrentaráncaraacaraenlaúltimapruebaporelPremioTuring,unasubvenciónmillonariaparavuestroproyectofuturo.—¿Ylasreglas,señor?Conocía esa voz a la perfección: era la deKilian, interviniendo para
realizar una pregunta acertada.Yo y todos también queríamos saber lasnormasdelconcurso.—¿Reglas?—El enigmático e invisibleAlastair dejó ir una carcajada
alevosa—.La única regla que debéis seguir es que no hay reglas.Todovale.Esvuestrosueñoelqueestáenjuego.Unmurmulloatónitoinvadiólaestancia.Cadapalabrapronunciadapor esepersonajemeerizaba la piel.Si no
habíareglas,¿valíatodo?—Dichoesto—finalizó—,¡queempieceelespectáculo!
Ocho
Ese fue el pistoletazo de salida, que nos pilló por sorpresa y pococoordinados. A nuestro alrededor se oían «bips» provenientes de losbuscas, que recibían sincrónicamente los mensajes de Alastair con lasindicacionesdelaprueba.Encendílalinternadelmóvilparasalirdeahíhastaquedivisélapuerta
de entrada. No había ni rastro del señor que nos había dado la agriabienvenida,asíquecorrimosa trompiconesysalimosalexterior,dondenosdimosdellenocontraunamultitudingenteque,depie,abarcandotodala plaza, estaba pendiente del tráiler de la nueva temporada de PennyDreadfull,queemitían,enexclusiva,utilizando lablanca fachadadeunodelosedificiosqueenmarcabanlatodavíasoleadayvivaplazuela.FueentoncescuandodiviséalosAssassinsTraceurshaciendoparkour
yutilizandocadaobstáculoqueseencontrabancomounaelongacióndesupropio cuerpo. Me fijé en Kilian, que utilizó una señal de tráfico paraimpulsarseycogersedeellacomosifueraunmono.Noshabíansacadomuchaventajadegolpe.Él dirigió su mirada hacia nosotros, y me saludó como si fuera un
militar,despuésseimpulsóhaciadelanteyseelevócasiunmetroymediopor encima del suelo, para desaparecer entre la aglomeracióncaracterizadadehéroes,villanosypersonajesdetodotipo.Estabamuyenforma,nohabíaningunaduda.Thaïs chocó contra mi espalda y se quedó embobada mirando las
imágenesdel avancede la serieque empezabana emitir para alegríadetodoslosseguidores,quegritabancomosivieranasucantantefavorito.—Oh,Dios...EsPenny.AdoroaPenny.—¡Céntrate!—lepidióTakaleyendoloqueindicabaelbusca.
Lostresloleímosalavez.
Éldijo:«Solopodemosverpocodel futuro,pero losuficientecomoparasaberquehaymuchoporhacer».Lugar:PiazzaAntelminelli.Santoyseña:«Haymuertosmuyvivos».
—EsAlan—dijimoslostresalavez.Elprimerpersonajequedebíamosencontrar seríaelmismísimoAlan
Turing, el padre de la informática que ayudó a descifrar Enigma, elcódigosecretode losnazis,yqueconelloevitóque laSegundaGuerraMundialsealargara.Aquellaeraunadesusfamosascitas.Estábamos participando en su concurso, una competición de cuya
existencialagentedudabayque,sinembargo,Thaïs,Takayyoteníamoselprivilegiode estarviviendoenesosmomentos.De los tres, yo era laque menos ambiciosa me sentía, puesto que nunca había pensado enparticipar en algo así, ni tenía enmente ningún proyecto de futuro quesupusierauna ingente inversión.PeroTakayThaïs sí lo tendrían, sobretodomijapo,cuyamentehervíasiempredebuenasideas.Asíquequeríaganarparaayudarlos,pero,enmifuerointerno,unapartemuyfemeninaymuyocultahastaahoraqueríaganarparavenceraKilianensupreciosacara.Debíamosmovilizarnoshasta laPiazzaAntelminelli,quenosabíamos
dónde se encontraba, pero con ayuda del GPS la ubicaríamosinmediatamente.Nosdirigimosa lasbicicletaspara irpedaleandohastaallí cuando, al
tomarlasysubirnosenellas,nosdimoscuentadelprimer inconvenientequepodríaretrasarnosydejarnoslosúltimosdelconcurso:nosacababandepincharlasruedas.Y me imaginé, sin más, que los Assassins Traceurs eran los
responsablesdequeestuviéramosapuntodequedarfueradecompetición.YodiéaKiliancontodasmisfuerzas.—¡Malditasea!—gritóTakadandounapatadaasuruedadelanterasin
aire—.¡Sonunoscerdos!¡Estoesjuegosucio!Nosabíamosquiénnoshabíahechoeso,aunqueyoestabaconvencida
dequehabíansidolosAssassinsTraceurs,peronoteníamostiempoparaentretenernosendivagacionesqueporahoranonos llevaríananingunaparte.ElGPSnosdecíaquelaPiazzaAntelminelliestabaasolocincominutos
andando.
—Vamos corriendo—les dije—. Las calles están abarrotadas y cadaplazaescomouncarnaval.Onosdamosprisaonostragaránlashordasdefans.—Yo no pienso quedar eliminada a las primeras de cambio —juró
Thaïs,muyorgullosa—.¡Nihablar!Asíque,consumetrosetentaycincodealtura,suscurvaspeligrosasy
sucolaaltaaloamazona,empezóadarempujonesyahacersesitioconloscodos.Pero fueTakaelque, comouncaballero, la apartóydecidiócambiarle el rol.Con lo impresionanteque eraTaka, con esepelo azul,vestidocomoibaysumiradarasgada,pudoavanzarentrelamasahumanay logróhacernuestro caminomás rápido.Aunque losdiezminutosquetardamos en llegar al enclave donde se suponía que aguardaba elpersonajedeAlanTuringnonoslosquitónadie.
AcontinuacióndelaPiazzaSanMartinoydesucatedral,seencontrabalaPiazzaAntelminelli,cuyocentro,rodeadodecolumnasdemármolunidaspor cadenas alrededor de una fuente circular de agua verde, era apenasvisibleporlaconcentraciónqueteníalugarallí.Cercaban laplaza las típicascasitasetruscasy toscanas,deparedesde
color beige y ventanas y persianas verdes. Algunos lugareños seasomabanasuspequeñosbalconesmetálicosconcuriosidad,paraverloquesucedíaenaquellaplazaconquistadaporextranjeros.No sé cuántas personas habría. Puede que unas dos mil, y todas
perfectamente caracterizadas por personajes deWarcraft, eso fue lo quemedijoTaka.Yonuncahabíajugadoaningúnjuegoderol,peroélsí.Poresolosreconoció.Lapruebadecíaque teníamosquedivisarentre todaesa jauríaaAlan
Turing.¿Y cómo íbamos a ubicarlo? ¿Era un hombre normal que vestía
normal?¿Cómoíbamosadarconélsiyoapenaspodíaverporencimadeloshombrosdelosdemás?No había ni rastro de los otros concursantes, o al menos yo no los
detectaba.Meponíanerviosanopoderayudardealgúnmodoproductivo.—Lara—medijoTaka.—¿Qué?—Quiero que te subas a ese muro —señaló un muro amarillo y
desgastadoporeltiempoqueprotegíaalaiglesiadeSanGiovanniySantaReparata.Yo levantémi visera porque no la veía bien, y cuando lo hice sonreí
incrédulayarruguélafrente.—Claro,Taka.Yyoquierovolarynopuedo.—Te ayudamos—insistió—.Te subimos entreThaïs y yo, y tú echas
unodeesosvistazosqueséquesabesecharalassituaciones.Delostres,túereslamásobservadora.SiAlanTuringestáaquí,túloencontrarás.Eneso tenía razón.Yo teníaeldondeanalizarmientornoydehacer
lecturas fotográficasmentalmente. Sé que era un don preciado para losque queríamos cursar carreras como la que yo iba a realizar, y que notodos teníanesacapacidaddeobservación.Seguramenteno resaltaríaennadamás,peroenesosí.Lollamabanmemoriaeidética.Cuando era pequeña, mi madre y yo jugábamos a recordar cosas a
travésdelasimágenes.Supongoquelaprácticameayudóadesarrollarmeenesecampo,hastaelpuntodequeentonceseracapazderecordarlocasitodosoloconunvistazo.Perotambién,debidoamidon,mecostabadormirporlasnoches.—¿Ycómopensáissubirmeahí?Esemuroestámuyalto—quisesaber.Paraquépregunté.Taka,queeraunexcelente relacionespúblicas, contactócondos tipos
hipermusculadosque,segúnél,ibandisfrazadosdeArchimagoKhagdaryde Puño Negro. Me podría haber dicho cualquier otro nombre quetambiénme lohabríacreído,porqueyono llegabaal fanatismopor losjuegosderolydemásquesí teníaTaka.Amímegustabanloscómicsylosmangas,sudibujo.Perodesconocíatodolodemás.Entre los tresme ayudaron a escalar unmuro de unos dosmetros y
medio,cogiéndomeapeso,ubicandosuspalmasdebajodelasplantasdemispiese impulsándomehaciaarriba.Casisalípropulsadaycaíalotrolado.Tras el muro sobresalían las copas de dos árboles lozanos y
exuberantes, cuyas hojas intensamente verdes contrastaban con el colorpálidodelapareddelacerca.Nosindificultadeslogréencaramarmesobrelaparteplanadelmuro.Y
ahímesentéparaobservar.Losquesoncomoyopuedenrecordarcualquiercosaquehayanvistou
oído,aunquesololohayanvislumbradounavez.Mi madre, Eugene, siempre me decía que era la nueva Stephen
Wiltshire.Eraunhombreque,despuésdesobrevolar laciudaddeRomadurantecuarentaycincominutos,ysinlaayudadevídeosnidecámarasfotográficas,consiguiódibujarun lienzode lametrópolisperfecto,y setomócincodíasparaello.Pintótodossusdetalles,desdelosnimiosalosmásgrandiosos:desdecolumnasyventanashastaelPanteón,elColiseoydetallesdelosalrededores.Yonocreíaque tuvieraesa facultad tandesarrolladacomoél,perosí
intentabaejercitarlatodoslosdías,mirandoimágenesquemeestimularanelrecuerdo.Así que centrémi atención en lo que veía en el horizonte y bajomis
pies. Lamultitud se replegaba en el centro de la plaza, alrededor de lafuentecircularqueapenasseveía.ElatardecercaíasobrelaToscanaylasfarolasdelascallesseencendieron.La gente cantaba, gritaba, jugaba a ser quien no era en la vida real.
Soñaban que tenían facultades sobrenaturales, que hacían magia y queluchabancontraelbienocontraelmal,pero,almenos,teníanunmotivoyunbandoporelqueluchar.Unarazóndevivirquesealejabadeldíaadíarutinariode la realidad.Poresoelmundofrikiera tanespecial,poresolosqueentrabanenesosuniversosyanoqueríansalir.Porquesesentíancomo niños, no querían perder el niño interior, y querían creer porencimadetodaslascosasenalgomásqueensunóminaysuhipoteca.Eraasídesencillo.Nosolohabíagentedemiedad,tambiénmásmayores,conhijos.Porqueelmundodelafantasíanoteníaedad.EnelmundodeWarcraftunhombrenormalcomoAlanTuringdebería
resaltar.Perotantísimagentereunidadificultabasulocalización.Alanteníauncortedepeloclásico,yvestíacomolohacíandurantela
Segunda Guerra Mundial. Pero tenía que buscar los detalles que meindicaranquesetratabadeélynodeunhombrecorriente.—¿Vesalgo?—preguntóTaka,expectante.Yo levanté lamano para que se callara yme dejara hacer.Necesitaba
hacer un barrido de imagen, mi cerebro tenía que buscar algo que deverdadlellamaralaatención.—¿Tegustanlasvistas,chicaguapa?Una voz tras demíme sorprendió de talmodo que cuandome di la
vueltatuvequemantenerelequilibrioparanocaerme.
Posadosen loaltodeunade las ramasgruesasdelárbolmásalto, seencontraban dos Assassins Traceurs. Sus capuchas no dejaban que sevieranbiensusrostros,peroyoyareconocíaaunodeellosconsoloverlelabocaylabarbilla.EraKilian.Y,sinembargo,nohabíasidoélquienmehabíahablado,sinosucompañero.Losdosmeestudiabanfijamente,conunaagudezaquemeincomodó.—Me gusta tu gorra—comentó su compañero—. Si todas lasWatch
Dogsfuerancomotú,nuncapodríanpasardesapercibidas.Yo intenté ignorarle y fijé la vista al frente. Pero la atención que
despertaba en los dos chicos me inquietaba. Tenía la sensación de queKilianmeperseguía.Otalvezfuerayolaquelohacíainconscientemente.—MellamoThomas.El tono que utilizó para presentarse no me pareció ni la mitad de
soberbio ni altivo de lo queme había parecido el deKilian cuandomehablaba.Así que giré la cabeza ligeramente y lo saludé por encima delhombro.—SoyLara—contesté.—¿Quién crees que encontrará a Alan antes, Lara? —continuó el
compañerodeKilian.—Esperoqueseamosnosotros—contesté.Thomasseretirólaanchacapuchadelacabezaysonrió.—¿Esundesafío?Cuando lo miré, comprobé que Thomas era un chico muy guapo,
seguramentedelamismaedadqueKilian.Veintiunooveintidósaños.Noera muy moreno de piel, sino más bien pálido. El pelo espeso eigualmente oscuro se le rizaba por encima de las orejas y en la nuca,dibujando graciosas formas que lo aniñaban.Tenía los ojos negros, loslabios gruesos y cuando sonreía se le marcaban dos hoyuelos en lasmejillas.Sí.Eraunchicomuyatractivo,ymuchomássimpáticoqueKilian.Me
caíamejor.—No es un desafío—contesté más amable—. Nosotros intentaremos
llegar losprimeros.Comovosotros.¿Oesqueacasoestáisaquíporqueecháisdemenoslaselva?Thomasabriólosojossorprendido,miróaKilianyseechóareír.—Menudalenguatiene.—¿Conquién hablas,Lara?—quiso saberThaïs desde abajo—. ¿Con
DavidelGnomo?—Connadie.Kiliannomehabíadirigido lapalabra todavía.Se limitabaamirarme
con el gesto muy serio, como si estuviera estudiando cada una de misdebilidadesparaexplotarlasoparahacermesentiraúnmáspequeñadeloquemesentíaensupresencia.Yotraguésalivaalobservarsubocayrecordéalaperfeccióneltacto
desulenguayelcontrastedesusdientesconelfríodelhielo,elardordeltequilaylaacidezdellimón.Retirélamiradadesurostroyvolvíacentrarmeenmiprioridad.Tenía
que prestar atención al lienzo que tenía delante y no a la desagradablesensaciónquemerecorríacadavezqueKilianmehablaba.—¿Hasvenidoapormás,cachorrita?Peronopudehacerlo,porqueestavezsífueKilianelqueabriólaboca.
Lo hizo con un tono burlón. Odiaba cómo sonaba esa palabra en suslabios.—¿Cómo dices, Caperucita? —Sentía las ganas irrefrenables de
lanzarleunapiedraalacabeza,peronoteníaningunaamano.Yaunasí,habría lamentado profundamente hacerlo porque recordabamuy bien lohermosoydivinoqueera.—¿TehallamadoCaperucita?—Thomassecubriólaboca,incréduloy
muertodelarisa.AKiliannoleimportó.—Quesihasvenidoapormáslimones,cachorrita—repitió.Ledirigíunamiradaveladallenadeodioyreproches,ysentícómomis
mejillasardíandenuevo.No.Nomecaíabienporquetodoloqueteníadehermosoloteníadeinsoportable.—No, gracias.Ya tuve suficiente ayer noche. Fuemuy indigesto—le
aclaré.—Cualquieralodiría—murmuróvolviendolavistaalfrentesindarme
lamásmínimaimportancia—.Estosárbolessonlimoneros,¿sabes?Parpadeé porque era un movimiento reflejo para que mi cerebro
asimilaralainformaciónrecibida.¿Cómoqueeranlimoneros?Entonces, un limón lanzado por Kilian me dio en la mano que tenía
apoyadaenlapiedradelmuro.Nomelastimó,exceptoenelorgullo.Lomiréperplejaylabocasemehizoaguasinpoderevitarlo.
—Limones—añadióKilian,encogiéndosedehombrosysonriendo.Nomelopodíacreer.Luccaeragrande,nocomounahabitación,¿por
quédemonioshabíatenidolamalasuertedeencontrarmeconélentodaspartes? Para colmo, él también estaba en el concurso Alan Turing. Eluniversosehabíapuestoenmicontraclaramente.Seríaelkarmaoalgoqueteníaquepagar.Ignoréel limón.Los ignoréaellos. Ignoré lavergüenzaquevolvíaa
sentir y lo mal que llevaba experimentar esas emociones que no habíasentidoantesentodamivida.¿PorquéalgoquemetrastocóinteriormentefuetaninsignificanteparaKilian?Teníaunmontóndeinsultosprogramadosenlapuntadelalengua,pero
nopodíadejarmellevardeesemodo,ymuchomenospodíadistraermedelaprueba.Ellosbuscabanlomismoqueyo,yyopartíaconventaja,oesoesperaba. Porque aunque tuvieran una vista de lince, yo era mejoranalizandosituacionesydetectandoanomalías.Merelamíloslabiosresecosypaladeélaamarguradequeuntíoasíme
debilitaradeesemodo,ymeesforcéenencontraraAlanmásrápidoqueellos.Entre orcos, hombres lobo, magos, hechiceras, enanos y todos los
personajes posibles e imaginables dentro de una realidadparalela comoaquella, debía ubicar a un humano. Teniendo en cuenta que muchos deellosnoibandisfrazadosyqueesedetallemedistraería.Intenté encontrar el fallo en el sistema de esa imagen queme ofrecía
una plaza atestada de guerreros sobrenaturales.Mequedé almargen delruido, la música y los gritos, y me introduje en mi pequeña burbujaatemporaldentrodemimente.Ahípodíaanalizarlotodoconcalma.Yfueentoncescuando,trasunaespeciedecerdogiganteconhombreras
yunmazoenlamano,algollamómiatención.Algoquenocuadrabaallí.Meincorporéenelmuroymepusedepieparaverlomejor.Sí.¡Esoera!Me limpié en los muslos las manos manchadas de la arenilla de la
piedradelmuroydisimuléloquepudeparaqueniKilianniThomas,misrivales,pudieranadivinarquehabíadescubiertoalgo.—¿Estás,Lara?—megritóThaïsdesdeabajo—.¿Vesalgo?Yo negué con la cabeza. Mentí para que los otros dos no me
descubrieran.—No—expliqué—. Esmejor verlo desde abajo ymezclarnos con la
gente.Ayudadmeabajar.Trasdemí,sentícomoKiliansetensabayseremovíacomosiquisiera
darunpasoalfrente.Perofueunafalsaalarma.Nisiquierasemovió.—¡Salta!—meanimóTaka.—¿Quieresquemeabralacabeza?—leincrepé.Mi japonés sonrió y negó eufórico.Élme conocía y sabía que yo ya
teníaalgo.Nonecesitábamoshablarentrenosotrosparacomunicarnos.—Salta.Ellosdostecogerán—señalóconelpulgaralosmismosque
mehabíanayudadoasubir.Cogíaireymearmédevalor.ElArchimagoyelPuñoalargaban los
brazoshaciamícomodosbebésgigantesconlasbocasllenasdedientes.Simelanzabaalvacío,sesuponíaqueellosmeagarrarían.Decididaasaltar,miréporúltimavezaKilian,paradespedirme,ysentí
comosumiradatensameabofeteaba,comosimedijera:«Niseteocurrahacerlo,loca».Arqueéambascejasyespeté:—Nos habéis pinchado las ruedas. Eso ha sidomuy rastrero, incluso
parati—leincriminédirectamente.—Nosédeloquehablas—contestóKilianfingiendoperfectamente—.
Creoqueeltequilateafectóesacabecitaquetienes.Cuandoerapequeña,eraunaniñamuycalladayobservadora.Algunos
de mis profesores llegaron a creer que tenía un poco de autismo ypropusieronamispadresqueasistieraaclasesespeciales.Obviamente,mimadre decía que yo no tenía la culpa de que los profesores fueranmediocresynosupieranreconocerlobrillantequeera.Mimadremeenseñóasuperarlacrueldaddelosniñosdemiedadyla
ignoranciadelosadultos.Yfuemipilarparasobreponermeatodoello,contestando inteligentemente para dejar salir parte demi ira. Ella decíaquequedarmelascosasnoayudabaallevarlasmejor,quenopodíaponerlaotramejilla,queesoselodejaraalossantos;yoteníaquereplicar,sinotodasesascontestacionesseagriaríanenmiinterior.Mecoloquélatrenzasobreelhombroymehicefuerte.Eratímidayme
costaba arrancar, pero, a pesar de ello, cuando me pinchaban tambiénsabía saltar.Noeraunapavaqueno supieradar la réplica,o, almenos,esperabanodaresaimpresión.Ysiladaba,puesmejor,asíluegosellevabanlasorpresa,comolaque
sellevóKilianantemirespuesta.
Mevolvíporcompletohaciaélyledije:—Deja de darte tanta importancia, Caperucita. No fue para tanto —
aunquesílohabíasido;teníaqueaprenderaerigirmurosamialrededorparaquenomehirieran.Entonces losaludécomounmilitar, talycomoélmehizoamípoco
antes,ymedejécaerhaciaatrásconlosbrazosabiertos.Soltéungritodeimpresiónymequedésinaireporlasensacióndevacíoqueexperimentéenmiestómago.Loscuatrobrazosmesujetaronsinproblemasymedejaronenelsuelo.—Menudosalto—exclamóThaïsmirandohaciaarriba—.¡¿Conquién
diantreshablabas?!Agradecí a los dos chicos queme ayudaran a bajar yme despedí de
ellos aún sorprendida por lo que acababa de hacer. Entonces, en laseguridaddelatierrafirme,contestéaThaïs.—Con un par demonos disfrazados de Assassins—me recoloqué la
gorra y tiré de mis amigos para que me siguieran—. Tenemos quedespistarlos. Porque estarán vigilando hacia dónde nos dirigimos —aclaré.—Hasvistoalgo,¿verdad?—quisosaberTaka.Yolesrespondíaambosconunasonrisacerterayafirmativa.—Vamosaporlaprimeraboladedragón.
Dimosunavueltaendireccióncontrariaparacamuflarnoscon todos losallípresentes.SiKilianyThomasnosvigilaban,debíamoshacerlescreerqueíbamoshaciaotrolugar.Así que después de dos vueltas en falso yo me quité la gorra que
llamabatantolaatenciónparanoserfácilmentedetectable.Nosdirigimoshaciaunlugardelafuente,enlapartemásalejada.Sobreunpilóndemármolhabíavistoaunhombresentadodeespaldas
conunamanzanamordidaen lamano.ManzanamordidaquedespuéselgranSteveJobsadoptócomologodesufirmaApple,unguiñoenhonoraAlanTuring.Cuandolovi,sentadoconlosojoscerrados,supequeeseynootroera
nuestro personaje. Decían que Alan murió al morder una manzanaenvenenadaconcianuro.Yenelbusca,elsantoyseñaera:«Haymuertosmuyvivos».
Blancoyenbotella.Nosacercamosaélylesdijeamisamigos:—Ahí.AhítenemosaAlan.TakayThaïsmeabrazaronconfuerzaentrerisas,orgullososdemíy
felicitándomepormiacierto.NoeracualquierAlan.Estabaperfectamentecaracterizado,conmasilla
especialenlacaraquelecorregíalosrasgos,unpeinadoperfectoyropaantigua.Tenía las espesas cejasmuyunidas a los ojos, y unamirada depicarónmediolocoquemeparecíadivertida.Lomiréydije:—Haymuertosmuyvivos.—Yvivosmuymuertos—contestóAlanalzandolamiradaalmendrada
haciamí.Dios,parecía lamismísimareencarnacióndelpadrede la informática.
Nos quedamos los tres sin palabras, hasta que este sonrió levemente ydijo:—Parecequehayáisvistoaunfantasma.—Bueno,esque loeres—contestóTaka,emocionado—.Esunhonor
conocerte.—Elhonoresmío—respondióasintiendo—.Steveyyohemospasado
amejorvida,asíquenecesitamosnuevosgenios.¿Seréisvosotros?—Esoesperamos—contestóTaka,esperanzado.—Supongo que tengo algo que daros. —Abrió la bandolera de piel
envejecidaquecolgabadesuhombroysacósinmásunaboladedragón.Yparecíaauténtica.Deorobrillante,pesadayconunaestrellarojaenelcentro—.Aquítenéislaprimera.Takalacogióconmanostemblorosasyunaadmiraciónplenahaciael
objeto.—Felicidades:seguísenelconcurso—confirmóAlan.—Muchasgracias—contestamoslostresalavez.—Ahoradebéis irosantesdequelosdemásosvean.Estanocheestáis
invitadosalpaseespecialqueharáDCComicsdelapelículaVengadores:LaeradeUltrón.TendrálugarenelbaluartedelaPortaSanPietro,alairelibre.Despuéshabráunapequeñafiestaparaqueosdistraigáisydisfrutéisdevuestroprimeréxito.Elpaseesalasdiezymedia.Mirémireloj.Eranlasochoymediacasi.Teníamosapenasdoshoras
para arreglarnos e ir a ver la película, que me moría de ganas de ver
porque me encantaba Thor. Bueno, me encantaba Chris Hemsworth. YtambiénidolatrabaalaViudaNegra.Vamos,quenomelaqueríaperder.Alansedespidiódenosotrosysehizoeldormidodenuevo,señalque
tomamoscomounainvitaciónparairnosdeallíconnuestraprimerabolaabuenrecaudo.Levanté lamirada al cielo y despuésmiré de reojo al limonero en el
que Kilian y Thomas estaban agazapados como lechuzas observadoras.Melosimaginababuscándomecomoavesrapaces.Opuedequelesdieraigualyamímegustarademasiadoimaginar.Detodasformas,nosotroshabíamoscumplidoconnuestroobjetivo.No
sabía si quería que ellos lo lograsen o no, porque nome gustaban susartimañasysusincrepaciones.Noobstante,yanoeraasuntonuestro.Nosalejamosdelaplazasaliendoporotracallejuelaydecidimosira
buscarnuestrasbicis,cuyasruedasestabanreventadas.Iríamoscaminandohasta nuestro hotel, sin el reloj en contra y con la primera jornada delconcursosuperada.Desaparecimos de nuevo por la Via delle Trombe, conversando
animadamentesobrelapruebaylofácilquehabíasido.Desconfiábamosdequetodaslaspruebasfueranasí,perocelebrábamos
quelaprimeratuvieraesenivel.
Alllegaralhotel,alegresporpasaralasiguienteetapa,dejamoslastresbicis pinchadas en recepción y les explicamos lo que nos había pasado:quetresvándalosnoshabíanreventadolasruedassoloporpuroplacer.La mujer de recepción puso cara de comerse un chile, pero al final
pidióqueselasllevaranparaquealdíasiguienteporlamañanaestuvieranreparadas.Takasefueasuhabitaciónaducharse,yThaïsmesiguióhastalamía.
Me extrañó que quisiera entrar enmi habitación, pero, cuando cerró lapuertayseapoyóenellaencerrándomeentrelascuatroparedessindarmeunasalida,supequequeríasacarmeinformación.Fueracualfuese.—Cuéntamequépasóayerconesechico.Yo resoplé.Nomeapetecíanadahablardeello,peroThaïseracomo
unaagentedelaCIAcuandoseloproponía.—Nohaynadaquecontar—contesté.—Sílohay.Yonosoytonta,PequeñaHobbit.
—Nomellamesasí,perra.—Ysémuybiencuándohaytensiónsexual.Porquedeeso,querida—se
llevó una mano al pecho y movió las pestañas—, sé mucho. Así quedesembucha.
Nueve
—Thaïs,nos tenemosqueduchar—le recordéapremiándolaparaquemedejaraenpaz—.Nonosvaadartiempodeestarallíalasdiezymedia.YquieroverlapelículadeLosVengadores,nomeapetecellegartarde.—Sí,loquetúdigas—dijosinmoverseniunápice—.Dejadesertan
herméticaconmigo.Yote locuentotodo.Tehecontadocadaunodeloslíosquehetenido.Ycreoquenoteiríamalalgúnconsejillosobreligarcon chicos. —Sonrió y se cruzó de brazos—. Sigues siendo virgen,¿verdad?Noeraalgoquepregonaraaloscuatrovientos,pero,alparecer,todoel
mundolodabaporhecho.—¿Y qué si lo soy?—repliqué mirándola, esperando a que se fuera
paraempezaradesnudarme.—Loeres—asumió fingiendo sorpresay estupefacción—.Tienes esa
barrerainocente.—¿Qué?¿Hablasdel...?—¿Del himen?No—se rió—.Me refiero a ese halo virginal que no
tienenlasgolfascomoyo.—¿Yporquémemirasasísiyalodasporseguro?—Perdóname —se disculpó—. Creo que eres la única virgen que
conozco.Bueno,túyMaggie.—¿Maggieestuvecinadelapartamentodeallado?—Sí.—PorDios,Thaïs.—Abríelcajónycogíropainterior—.Tienecinco
años.—Losé.TúeresunaespeciedeMaggiecontetas.—No sé si quiero seguir hablando de esto contigo. No tienes ningún
tacto.—No te hagas la estrecha conmigo, anda —protestó como una niña
pequeña—.Soyunatumba.—Esque...—dijefinalmente,perdiendolapaciencia—notodassomos
tan promiscuas ni estamos deseando levantarnos las faldas como tú—argumenté,enfadada.Medio igual simemirabaono,asíqueempecéaquitarme los shorts y el calzado. Siempre fui muy vergonzosa con mipropiocuerpo.Enelinstitutomecostabamostrarmeantelasdemásyerade las primeras en ducharse rapidísimo. En casa, en cambio, Gema seencargó de romper esa barrera entre nosotras de un plumazo. Un día,cuando tenía doce años, entró mientras me enjabonaba. Me dijo algoparecido a: «Uy, te he visto las tetitas», y desde entonces tomó porcostumbre entrar en el baño siempre que le diera la gana. Al final, meacostumbréaquesehicieralapedicuramientrasyomeduchaba,ylasdoslotomamoscomosifueraunarutina—.Notevasair,¿verdad?—levolvía preguntar—. Porque me voy a desnudar—la avisé, con los pulgaresentrelastirasdelasbraguitas.—Pues hazlo,monada—dijo con voz de guarrona—.No tienes nada
queyono tenga.Además,alguien tienequeveresecuerpo.—Seechóareírdesupropiochiste.Cuandovioquemeincomodaba,decidiócambiarsuactitudyseacercóamí—.Aver,Lara.—Meagarródelasmuñecasytiródemíhastaqueambasnosquedamossentadasenelcolchón—.Noesnadadeloquetengasqueavergonzarte.Yotengoveinteaños.Soymayorquetú.Tengomásexperiencia.—Dosaños,vayacosa.—Créeme que se nota y mucho—aseveró—. Tienes dieciocho años.
¿Cuándoquieresquesea tuprimeravez?—Meretiróel flequillode losojos.Yesegestomaternalmehizochirriarlosdientes.Sequedópensativa—.Yoperdímivirginidadalosquince,asíquenometengasdemasiadoencuenta...—¿Cuándo?—pregunté,estupefacta—.Estascosasnoseeligen,Thaïs.
Supongoquesucedenyyaestá,¿no?Nomevoyameterpresión.—Nofuemicaso.Yodecidíconquién,cómo,cuándoydónde.—Esoesporquetúhipnotizasalostíos.Comendetumano.—Puede ser... ¿Acaso nunca te has enamorado de nadie?—Sus ojos
verdesesperabanunarespuestaafirmativa,aunquetodoloquesabíasobremíledijeralocontrario.
¿Quéeraelamor?Nolosabía.Peromeloimaginabacomounaespeciede vendaval que pondría mi vida patas arriba. Como les sucedió a mispadres.—¿Tútehasenamoradoalgunavez?—repliquéyo.—¡Muchas!—exclamócomosifueraobvio.Yoeradelasquepensabaqueelamorauténtico,elamorverdadero,no
serepetíamásqueunavezenlavida.SiThaïseracapazdeafirmarmequesehabíaenamoradomuchasveces,entoncessignificabaque,enrealidad,ninguna de esas veces había sido de verdad. «Hay personas que seenamorandelasensacióndeestarenamoradas,peroesonosignificaqueconozcan el amor real», en ese momento recordé las palabras de mimadre y las sentí certeras. Había personas que necesitaban sentir queamabanaalguien, inclusoavecesse forzabanahacerlo,sindiscernirsieranverdaderossentimientososoloatracciónonecesidadafectiva.Yo quería el amor de mis padres, y sabía lo difícil que iba a ser
encontraralgoasí.Nomeconformaríaconmenos.—Puesme alegra que hayas sido tan afortunada de enamorarte tantas
veces—ledije dándoleunapalmada en elmuslo—.Seguroque inclusomehasquitadolasmías.Eresunaagonías.—Melevantéparadirigirmealaduchaparaquitarmelasbraguitas.—Vale,loquetúdigas,doñaMadura—musitóapoyandouncodoensu
musloylabarbillasobresusdedos.Memiródearribaabajo—.Cuéntamequépasóayerconesechicoyporquétehaspasadolanochellorando.Medetuveensecoantesdeentrarenelbaño.Luegomegiréenredondo
sin parpadear y tuve que tragarme las ganas de soltarle que era unametomentodo. Pero era una metomentodo lista que me hacía reír y sepreocupabapormí,poresonopodíaenfadarmeconella.—EsechicoeselAssassin,¿verdad?—insistió—.Elquehahechoque
te erices como una gata cuando el foco de Alastair ha alumbrado a sugrupo.—¿Cómo sabes tú eso? —Increíble. No se perdía ni un miserable
detalle.—Telohedicho.Porquesoymayorquetú—contestócomosiyofuera
tonta—. Y porque soy periodista. Futura licenciada. Y —añadió comodetallemuyimportante—porquelasfaccionesdeesetíosonunescándalo—asumióconunsuspiro—.Inolvidables.—Sonrióalcomprobarqueyonosabíaquédecir—.Estábue-ní-si-mo—dijoponiendoénfasisencada
sílaba—.¿Mevasadecirquenopiensaslomismo?—Todoloquetienedeguapo—dijeconlabocapequeña—lotienede
vanidoso.—Ya...Venga,cuenta.—Meanimóconlamano,comosifueraelúltimo
empujónquenecesitabaparadesahogarme.Ylocuriosofueque,comoporartedemagia,meencontrésentándome
a su lado y contándole lo que había pasado conKilian el día anterior ytambién el pequeño roce que tuvimos cuando él estaba en el árbollimonero.No le contaría a Thaïs el sueño que había tenido en el que salía él,
porqueerademasiadoíntimo.Yporqueeralaprimeravezquesoñabaconunchicodeesamanera,unorealynounactordepelícula,yyoaúnnoestabamuy segura de lo que significaba. Pero sí podía contarle todo lodemás.Y así nos sentamos la una frente a la otra a contarnos confidencias.
Cuandoacabé,Thaïsparecíafelizydivertidaysupequemeibaatomarelpelo.—¿Enseriotellama«cachorrita»?—fueloprimeroquemedijo.—Sí.—Joder—murmuró—.¿Yesonotepone?—¿Elqué?¿Quésemetaconmigo?—No. El que te llame así... Me lo imagino como un perro enorme
cuidandodesumanada—suspirósoñadora—.Tiene losojoscolororo,¿verdad?—Puessíquetehasfijado...—dijeunpococontrariada.Ellasonriómaliciosamente.—Tegusta.—No,Thaïs.Nomegusta.Esunbordepresuntuosoquemehahecho
sentirmalyridícula.—Vayasitegusta.—Leodio.Seriódemí.Meponenerviosaymesientoincómodaymal
asulado.—Define«mal».—Puesmal.—¿Malcomo«EstoymássalidaquelanarizdePinocho»omalcomo
«Quécalortengo.Telameríadearribaabajocomoaunaboladehelado»?Aquellaeralaprimeraconversaciónseriaentrechicasqueteníaenmi
vida.Yno sabíaniquécontestar.Ni siquiera estaba seguradeque fueraseria.—¿Deverdadlesdicesesoaloschicos?—pregunté,atónita.Thaïs dejó caer la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada que me
contagióalinstante.—Una señorita nunca diría eso —me contesta—. Pero, a veces, las
chicastenemosquedejardeserseñoritasconloshombresquenosgustan.Ellosllevanlainiciativasiempre;sinembargo,esonosignificaquenolesencanteverquelessigueselritmo.Lesponequelesdejessinpalabrasyleshagasreír.—Entonces,estoyperdida—asumí,sintiendoqueelmundosemecaía
encima.Yalosabía.Yonoestabahechaparacoquetear,perounasiempreteníaesperanzas...—¿Porquédiceseso?—Porque no sé ser así. Creo que si tengo que gustarle a alguien le
gustarédetodaslasmaneras.—¡Mec!¡Error!—meinterrumpióalzandoel índice—.Aveces, tienes
queayudarunpocoparaquesefijenenti.Mira,hoytehasarregladomás,tehaspuestocoloryhasdecididoserunpococoqueta.Esoesbuenoparaatraeralosmachos.—Hablascomosiestuviéramosenlaselva.—Sinduda—acató—.Lavidaeslamayorselvadetodas.Peroesoya
loverásconel tiempo...—Se levantóde lacamay fuedirectaalbañoaabrirmineceser—.Enfin.Yalotengoclaroporfin.—Secolocóconlosbrazosenjarrasymemiróatravésdelespejo.—¿Elquétienesclaro?—Mi trabajo contigo, Pequeña Saltamontes, es ayudarte a salir del
capulloparaqueteconviertasenmariposa.Porfinmehaniluminado.—Nodigaschorradas—murmuréunpocohuraña.—Nolasdigo.—Todavíaconlosbrazosenjarrasmoviólabarbillaen
dirección a la ducha y dijo—: Métete ahí dentro, y cuando salgastrazaremosunaestrategiaparadevolverleelgolpeaKilian.Yteenseñaréloqueeselcountouring.—¿El qué?—pregunté quitándome las braguitas y metiéndome en la
ducha.Thaïsmiróaltechoysemordióellabioinferiorsinningunapaciencia.—Señor,nohagasquepierdalosnervios—oíquesusurraba.
ElespejodecuerpoenteromostrabaotraLara.Erayo,perounyodiferente.Unyoconelpelorecogidoamediaspor
unlado,conunastrenzasmuypegadasalcráneoquehabíanhechoquesemesaltaranlaslágrimas.Elcountouringresaltabamisfaccionesy,conlosojos ahumados como los llevaba, el color de mi mirada era aún máshelado.Elmaquillaje,o labasequemehabíapuesto, suavizabami tezyeliminaba imperfecciones. Me había pintado los labios con un colornaturalmelocotón,yel resultadode todo, aunqueparecieramentira, eraque mi maquillaje no se veía, a excepción de la sombra oscura quematizabamispárpados.Me puse la camiseta verde de tirantes un poco escotada, los shorts
tejanosyrotos,yloszuecosTommyazuloscuroquehabíacompradoesemismodíaporlamañana.QueríallevarmelaszapatillasVictoriablancasyplanas,por si acasonoaguantaba loszapatos.PeroThaïsme lohabíaprohibidoconvehemencia.Me pasé las manos por la cintura y las caderas, asombrada por mi
propiodibujo.—¿Qué?—dijoThaïsyapreparada,conunvestidonegromuycortoy
liviano,de tirantes.Tenía lasuñasde lospiespintadasy llevabapuestosunos zuecos de verano que la hacíanmás alta de lo que parecía. Estabaguapísima,comosiempre—.¿Aquenosabíasqueteníascurvas?—Claroquesí—dije—.Peronuncalashabíaenseñado—refuté.—Mal, Lara. Mal. Si no enseñas parte de tus armas, ¿cómo van a
rendirseanteti?¿Tehaspuestotuperfume?—Claro—contestésindejardemirarme.Eraalgoquenuncaolvidaba,
aunquefueravestidaconunsaco.—Recuerda: muñecas, escote, detrás de las orejas y parte baja del
vientre.—MadredeDios,mispiernasparecenlarguísimas—susurrésinprestar
atenciónasuúltimocomentario—.Simecaigodesdeestaalturaseguroquemeabrolacabeza.—Bueno, intentaremos que no tropieces —dijo Thaïs dando una
palmada—.¿Estáslista?—Sí—contestéasintiendo.CogíelpequeñobolsodePepeJeansdepiel
negra,quenuncahabíautilizadoyqueno séporquéhabíapuesto en la
maleta, yme lo colgué al hombro—. Por favor, no dejes que beba estanoche—lerogué.—No te preocupes. Vamos, Cenicienta. —Abrió la puerta de la
habitación,salióyesperóaqueyosalieraparacerrarlapuertaanuestrasespaldas—.Quehoynadietevaaintimidarparaquevuelvasalasdoce.
BaluartedelaPortaSanPietro
Una de las cosas quemásme llamaba la atención de Lucca era que lasmurallas que la escondían no se utilizaron con fines bélicos ni comoprotección. Los cuatro kilómetros y medio que encerraban el cascomedievalsehabíanconstruidoconelobjetivodemantenerintactalavilla,para que ni el tiempo la erosionara, como si sus habitantes hubieranqueridofirmarunpactoconeldiabloparapermanecersiemprehermososyjóvenes,enunaburbujatemporal.Me sentía identificada con ellos. Llevaba muchísimo tiempo
protegiéndome de los demás, celosa de mi intimidad; había erigido unmuroamialrededorenelquesolohabíanpodidoentraramediasThaïsyTaka,puesellosnosabíantodalaverdadsobremivida.Aunasí,eranmismejoresamigosydeesoestabasegurísima.Puede que Thaïs tuviera razón: tal vez había llegado el momento de
destaparme;esosí,amiritmo.Porqueesamismaprotecciónquemehabíaautoimpuestonomedejabaverensuesplendorloquehabíaalotrolado.Yesaserancosasquemeperdía.Esamañanamehabíaprometidodar
unprimerpasoparadisfrutarcomonuncademiestanciaenLucca,yvivircomolachicaquesesuponíaquedebíaser.Eibaaintentarlocontodasmisfuerzas.Antes de que llegáramos en bici al baluarte de la Porta San Pietro,
recibimosunmensajeenelbusca.Lostresnosdetuvimosexpectantesparaleerconsorpresaelnombredelprimergrupoeliminado.—Watchmen a la calle —espetó Taka. Después sonrió y miró hacia
delante—.Yasoloquedanseis.Entramosalazonadelbaluarteynosbajamosdelasbicisparahacerlo
quequedabadetrayectoandando.El pulido y simétrico césped verde apenas se veía por lamultitud de
gruposqueseencontrabanahísentadosesperandoverLosVengadores.La
organización de Lucca había preparado una pantalla gigante para quetodospudieranver laproyecciónsinproblemas.Trasesquivar laespadaláserdeunLukeSkywalkerobeso,ysacarmedeencimaaotrodisfrazadodeChewbacca,nosdirigimosalaúnicacarpaquehabía,algoretiradadelresto, en un ángulo perfecto para ver la película, donde nosotros, losparticipantesdelconcursoTuring,teníamosaccesolibre,comounazonaVIP.AunquelasdirectricesdeThaïsfueronclaras,yonoibaahacerlecasoa
ciegas. Quería disfrutar, ver la película y relajarme..., relajarme lo quebuenamentepudiera,yaquesiKilianestabaahíysedirigíaamídenuevo,mepondría tensacomounacuerda,porque,paramidesgracia,no sabíacómoresponderaél.Por tanto, entramos en la carpa que financiabaDCComics, tal como
evidenciaba la publicidad que había alrededor, dejamos las bicis, cuyasruedas habían sido reparadas, bien aparcadas, y saludamos a los demásconcursantes.Con soloecharunvistazomedi cuentadequeKiliany losAssassins
aúnnohabíanllegado.Echéelairequereteníaenmispulmonesymedejéir.Tenía muy claro que la sensación de la competitividad no iba a
desaparecer así como así, porque todos allí querían ganar. Los geniostenían egos enormes y, bajo esa carpa, había tantos que apenas podíascaminar de lo henchidos que estaban. Algo normal, por otra parte,teniendoencuentaquelamayoríadelaspersonassumamenteinteligentesyconunaltísimocoeficienteintelectualodiabanlamediocridad.Takaeraasí.Mequeríaamíporqueporuncasual lecaíengracia.Y
queríaaThaïsporqueeraavispadaeinteligenteenotroscampos.PeroaTakanolegustabamezclarsedemasiadoconelresto,porqueseaburría.Así que, cuando vimos a Raúl, uno de sus nuevos mejores amigos,
acercarseanosotrosconlagorraazulpuesta,lacapuchaporencimaylasgafas de sol a pesar de que eran las diez ymedia de la noche, los tressonreímosyfuimosasuencuentro.—Raúl,¿quéhacesaquí?—lepregunté.Esacarpasoloestabadestinada
a los miembros participantes del concurso. Él no pertenecía a ningúnequipo.Elchiconossaludóconunvasodeponcheenlasmanosyuncanapéde
atúnytomateenlaotra.
—DCComicsmeha invitadoa sucóctel—dijometiéndoseel canapéenteroenlaboca.—¿Porqué?—Takafruncióelceñosincomprender.—TengoamigosenlaproductoraymehanfacilitadolospasesVIP.—
Seencogiódehombros—.¿Yvosotros?,¿quéhacéisaquí?Raúl miró a Thaïs de arriba abajo, y esta enarcó una ceja rubia y
diabólica.—Setevanlosojos,moreno—leincrepóguasona.Elchicochasqueóconlalenguaysacudiólacabeza.Después,parami
sorpresa,tambiénhizolomismoconmigo.—¿Y quién me va a culpar? —Buscó la complicidad de Taka y se
encontróconunamiradafulminante.Carraspeóyañadió—:Bueno,tengomucho que grabar, tíos.—Le dio una palmada amistosa a Taka—. ¡Nosvemos!Salió de la carpa con otro vaso de ponche y la mano libre llena de
canapés,caminandocomosilavidaestuvierahechaasumedida.MecaíabienRaúl.Erauntipocurioso.—Tehafaltadodarletuteléfono,Barbie—soltóTakaconmásinquina
delaquelehubieragustado.—Esunchicoguapo—contestóThaïssinmás.—¿Yatiquiénnotepareceatractivo?—Takasupoquelahabíacagado
conlapreguntacuandoThaïslerespondió:—Me laponesahuevo,peloescoba.—Le tomóde labarbillay se la
pellizcócomoharíaunaabuelaconsunieto—.¡Aich,quétontorróneres!Fruncíelceño,porquecadavezentendíamenosaesosdos.Eracomosi
necesitaranimperiosamentemeterseelunoconelotro.Nosdirigimos los tresa lamesadondehabíandispuesto toda lacena.
Habíabufetlibre,asíquefuienbuscadeplatosvacíosquepoderrellenar.Teníahambredespuésdenohaberprobadobocadoentodalatarde.Por
esoencuantovi los trozosdepizzareciénhechaylosmakisdearrozyaguacatemelancéaporellos.Conelplatollenocondosporcionesdepizzacarbonaraycuatromakis,
ibaapedirlealbarmanunvasodePepsiLightcuandoalguiensepusoamiladoymeinterrumpió.—Dimequéquieres—medijoThomasconsusonrisaadorable—.Yo
telopido,Lara.Traguéelmakiysonreíunpocoavergonzada,cubriéndomelaboca.Si
Thomasestabaaquí,Kilianandabamuycerca.Mepusenerviosa,perolodisimulémuybien.—Soloquierobebida—contesté.—¿Ponche?¿Cerveza?—Pepsi—contestéasintiendo—.Light,porfavor—concreté.—¿Pepsi Light?—repitió incrédulo—. No parecía que solo bebieras
PepsiLight ayer por la noche—dijo pidiéndole de todas formas una albarman.—Lo de ayer fue una equivocación. —Giré los ojos y reaccioné al
instante—.Porcierto,¿cómosabesqueayerbebí?—Tierra,trágame.—Bueno, mírate.—Se apartó con todo el descaro y echó un vistazo
rayosXamispiernasymitrasero—.Nohaymuchascomotúytuamigalarubia.Comoparanoveros.—Se llama Thaïs—le informé. No sabía si sentirme ofendida o no.
Aceptéelvasoquemeofrecía—.Gracias.—Denada.—¿NotedijonadaKilian?—¿Sobrequé?—Sobre...Nosé.—Mecallédegolpe.—Bueno,tevi tonteandoconél,peroasumíqueledistecalabazas,así
queloquedijeradetinonosimportóaninguno.Kilianllevamuymallosdesplantes.—Seencogiódehombros.—¿Desplantes? ¿Quédijo demí?—quise saber con asombro. ¿Cómo
ibaadecirnadademísifueélelquesealejó?—Nadaquedebapreocuparte.—No.Enserio.—Lotomédelantebrazo,cuandoyonoeradeviolarel
espaciovitaldenadie—.¿Quédijo?—Soloqueerasunainsípida,yqueenlasdistanciascortasnoerasnide
largotanguapacomoparecías.Creíoírun truenoa lo lejos.Peromedicuentadequenoeraningún
trueno, sino toda la seguridad que había replegado a lo largo del díapartiéndoseenpedacitos.Kilianerauncretino.Unsinvergüenza.Luchéparaquenosemenotaracuántometemblabalabarbilla.Thaïsmevioalolejosysepreocupódeinmediato,haciendoelamago
devenirhaciamí,peroladetuvelevantandomimanoparatranquilizarla.EllayTakaestabanhablandoconunmiembrodelgrupodelosPrinceof
Persia.Ynoteníaclarosobrequéhablaban,peroTakaestabatiesocomounpaloeinexpresivocomounaestatua.Fueraloquefuese,loqueoíanolegustabanada.—Quédateahí—lesusurréaThaïs.—¿Cómodices?—Thomasmiróhaciaatrás.—No.Nada,nada...—disimulé.Deacuerdo.Eso,mimalestarporlodeKilian,eraalgoqueyoteníaque
solucionar.Él pensaba eso sobre mí. Punto final. No valía la pena. Tenía que
sacarmeesecaprichovanodelacabeza.—Pero ¿sabes qué, Lara? —apuntó mi nuevo acompañante—, no
entiendo cómoKilian es tan gilipollas de decir algo así cuando eres lomásbonitoquehevistoenlaToscana.Alcélamiradavidriosaysentícómosusonrisa,blancaysincera,ponía
tiritas en las heridas que Kilian había causado con tanta brusquedad.Sonreítímidamente.—Ymuchomásalta—añadió.Esosímehizoreír.—Gracias—contesté—.Son las cuñas—señalé—.Pero no tienes que
suavizarnada.Notefuerces.—¿Forzar?—Pusocaradenoestarentendiendonada—.¿Creesquete
lodigopordecir?Telodiréclaramente,preciosa:Kilianesimbécil,yyo—meguiñóunojopirataybromista—,soytuesclavo.Vale, me estaba tomando el pelo. Perome daba igual. Almenos, me
divertíaymeayudabaa endulzar la amarguraquemehabíanproducidolas feas palabras de Kilian. Debía de tener la intuición y el gusto muyatrofiadoscomoparahabermefijadoenél.Enesemomento,porelrabillodelojo,lapresenciaaltaycorpulentade
mi archienemigo: el tipo que, por la razón que fuera,me odiaba de esemodo,entrabaenlacarpa.Noquisedesviar lamirada.Medaba igual cómo ibavestido, o sime
miraba o no. Rodeé el vaso de mi bebida con fuerza y me obligué aescucharaThomascomosifueraDios.Estabaconvencidadequeél,elchuloengreído,teníalavistavueltaen
nuestradirección.Ynisabíaquécaraestabaponiendonimeinteresaba.Lapantallaseiluminójustoatiempo,ylaslucesalrededordelbaluarte
seapagaronparadejarlotodoaoscuras,
—Vaaempezar lapelícula—dijoThomas llenandomiplatoconmáscosasparacenar.—Nocreoquepuedacomermás—ledije.—Losé.—Diodos largaszancadasymeanimóaacompañarle—.Es
paramí.¿Nossentamosjuntosylavemos?—Eh...—Noseastímida.Siquieres,tedaréunpocodemiplato—bromeó.Moviólacabezaendirecciónaunhuecograndequehabíaenelcésped,
y yo cedí, porque me había entretenido lo suficiente para despertar miinterésydesearseguirhablandoconél.Vestía unas bermudas beige, un polo azul oscuro con el cuello hacia
arribayunaszapatillassurferasO’Neill.Leseguí,ynossentamosjuntosparaverlapelículaanuestrasanchas.
ResultóqueThomashablabaporloscodos,eraocurrenteydicharachero,ysabíallevareltempodeunaconversación.Cualquier chica habría estado encantada de que un tío tan guapo y
sociablemostrara interés por ella y recibiera todos los halagos que yorecibía.Peroyonoeracualquierchica,lagentenomepodíaengañarconfacilidad y, al ser tan observadora,me gustaba analizar tics, coletillas yotrosaspectosdelaspersonalidadesdelaspersonas.Porejemplo:Thomasmirabaalosojoscuandopiropeaba,peronunca
cuando tenía que contar cosas sobre él. Nunca dejaba ir una carcajada,señaldequenolegustabadescontrolarse,yqueencambioadoraballevarel control y ser la voz cantante.Élmeguió a través de la conversaciónparaaveriguartodoloquequeríasaberdemí.Yyohicelomismo.Me dijo que él, Kilian y tres amigos más habían venido a Lucca ex
profeso, desde Estados Unidos, por el Premio Alan Turing. Que en suuniversidadseejercitabantodoslosdíasparapracticarparkour,yqueunode sus integrantes era uno de los más conocidos del mundo en sumodalidad. La organización les había ofrecido participar comoanimadoresenelfestivalacambiodepagarleslaestancia.Iban a empezar el segundo año de carrera. Por tanto, todos eran
mayoresqueyo.Kiliancursabamedicina;Thomas,ingeniería.
SusamigossellamabanFrederic,AaronyLuce.Fredericerauntíodemedidas como las de un armario, y estaba estudiando abogacía. Aaron,diseño,yLuce,periodismo.—Lucees...¿lachicaqueibaconvosotros?—Sí—contestóThomas—.Esinglesa,becadapornuestrauniversidad.—¿Dóndeestudiáis?—EnUtah—contestósinmás.—Ah—dijeextrañada.—Mira, Luce es la que, seguramente, está al lado de Kilian. No se
separa nunca de él—me dijo en voz baja amodo de confidencia—.Yaverás.Míralos.No me apetecía. Pero la curiosidad me pudo. Así que, disimulando
comomejorsabía,girélacabezaylosoteéporencimadelhombro.Luceestabaasulado.Teníaelpelorizadoydeuncolormuynegro.Era
mulata, una mulata guapísima de ojos verdes que vestía unos leggingsnegros, unas zapatillas Victoria blancas y una camiseta de tirantes rosapalo.EraexplosivayatractivacomolopodíaserThaïsensuestilo.Unacombinaciónquelesencantabaaloshombres.Mientrasbebíadesu
vasodeloquefuera,teníalaotramanoapoyadaenelhombrodeKilian,ysumiradaesmeraldafijaenlapantalla.Devezencuando,Kilianinclinabalacabezaalladoyledecíaalgoque
lahacíasonreír.Frederic,trasellos,permanecíadebrazoscruzados,consuatenciónplenaen lapelícula.Teníael aspectodeunnazi.Rubio,pielmuyblanca,pelorapadoyojosazules.SentírabiaalvislumbrarellienzoqueKilianyLucehacían.Unapareja
exóticaydecontrastes.Una sensaciónquenomegustaba,quemehacíaexperimentarunladovilycasposoquenohabíamostradoantes.Kilianmemiróentoncesyyovolvíagirarlacabezaalfrente.ToméunsorbodemiPepsiydecidíquecualquiercosaeramejorque
contemplaraLuceyaKilianjuntos.AsíquecontinuéhablandoconThomas,porqueeraincapazdeseguirel
hilodeLosVengadores,señaldelomuchoquemeafectabatodo.Thomasapoyóunamanoenelcéspedymerozóelcodoconelsuyo,
pegándosemuchoamí.Nuestrasmanosestabanseparadasporsolounosmilímetros.Mequedémirandosuantebrazo,ymedicuentadequeteníauntatuaje.Erauntridente.
La primera punta del tridente estaba prendida por un fuego rojo. Lasegunda y la tercera permanecían normales. Quise preguntarle quésignificaba,peroentonceslagenteempezóareírporalgunasecuenciayesomedespistó.Mesentíaunpocoabotargadaynecesitabasalirdeallí.Demasiada gente.Oía las risas como si lo hicieran enmi oreja, y no
veíabiendeltodolapantalla.—Creoquemehepuestomuycerca—ledijeaThomas.—¿Porqué?¿Quieresquenosvayamosmásparaatrás?—Eh...No.Solo...creoqueestoyunpocomareada.—¿Damosunavueltaaversisetepasa?—mepreguntó.—Sí.Sí...Porfavor.Melevantécomopude.ThomastomómivasodePepsiylollevóconél
mientras me ayudaba a incorporarme. Después, me sostuvo por elantebrazomientras esquivamos los cuerposde los allí presentes, quenodejabandemoversecomosifueranpeonzas.
Diez
¿Cuándoibaadejarelmundodedarvueltas?¿PorquéeratanconscientedelmovimientodelejedelaTierra?No tenía ni idea. Solo sentía que perdía de vista el horizonte y que
cuandovolvíaaabrirlosojoslaimagendemirealidadsedistorsionabacomoel reflejodeunapersonaen la superficiedeunestanque revuelto.Menosmalquemeapoyabaenlosmanillaresdelabicicletaquearrastrabaconmigo.—Bebe un poco —me dijo Thomas, preocupado, ofreciéndome la
bebida—.Lacafeínateespabilará.Aversiasíteencuentrasmejor.Habíamos caminado mucho. Puede que demasiado. De hecho, no
divisabaelbaluartenitampocolapantalladecineenlaqueseproyectabalapelícula.—Thomas,¿dóndeestamos?—lepregunté.—Puesnotengoniidea—contestósindejardecaminar.Llegamosaunpuntoenelqueellargocaminodehierbanosllevóhasta
otro baluarte, cuya superficie estaba plagada de árboles y el aroma anocheyahumedadgolpeabamisfosasnasalesconfuerza.Era un pequeño bosque interno en una torre vigía. Me sentía como
Alicia enelPaísde lasMaravillas, comosino supieraquépuertahabíacruzado para llegar a otro mundo diferente al mío; uno solitario ysilencioso.¿Québosqueseríaese?—Aver.—Thomasmetomódeloshombrosyapoyómicuerpoenun
murodepiedraquenosabíaqueexistía.Elmovimientoprovocóquemibicirojacayeradeladoalsuelo—.¿Cómoteencuentras?—Me encuentro muy mal —contesté—. Muy rara. ¿Dónde me has
traído?Noshemosalejadodemasiado.
Thomasevitóquemedeslizaraporelmuroparahacercompañíaa labici.—Joder.Necesitoquetemantengasdespierta—medijotomándomela
barbilla.—¿Despierta para qué? —quise saber—. Thomas, llévame con mis
amigos,porfavor.—Te llevaré —aseguró tomándome de la barbilla para alzarme el
rostro—.Dentrodeunrato.Cuando chocó su boca contra la mía, algo desagradable recorrió mi
espinadorsal:lacerterasensacióndequeyosolitamehabíametidoenlabocadellobo.Yasífue.Thomasmeestabahaciendodañoenloslabios,yyolointentéempujar,
peroaúnteníalosbrazosuntantopesados.—Déjamesalir.¡¿Quéhaces?!—Bebeunpocomás—medijoapartándoseunpocoparaofrecermeel
vasodebebida—.Tesentirásmejorsilohaces...Yolomirérecelosa,ycomopudelediunmanotazoasumuñecapara
quelabebidasederramara.Lemanchólasbermudas.—¡Miraloquehashecho!—exclamó,nervioso.—Mequieroir—dijeconvoztemblorosa,respirandoagitadamente.—Túnotevasair—measeguró—.Solorelájate.Lopasaremosbien.—¡No!—gritésintiéndomeencerradaporsusbrazos,aplastadacontra
elmurodepiedra.Meagarréal troncodelárbolque teníaamiderechaesperandoarrancarunaramaoalgoconloquepodergolpearle,peroibaa tientas. La adrenalina me despertaba muy poco a poco de mi estadoconfusoyaturullado.¿Quémepasaba?Meclavéunaastillaeneldedoyloapartédegolpe.—Venga,Lara,notehagaslaestrecha—medijo.Nomehacíalaestrecha.Noqueríahacernadaconél.Estabaasustada,
muertademiedo.Thomasmetocabaportodaspartesyyoeraincapazdeapartarlo porque no sabía leer sus movimientos; y los míos estabansumamenteralentizados.—¡Para!¡Thomas,para!—Gritécontodasmisfuerzascuandosentíque
llevabalasmanosalbotóndelanterodemipantalónysubocarecorriómigarganta.No sentía nada. Solo terror. Me quería morir. Quería luchar. Quería
huir.Queríatodolodemásmenoseso.Yentonces...—¡Thomas!Esavoznoeramía.Yonogritabaasí.La vozmasculina, rabiosa y contundente retumbó en el centro demi
pechocomoelecodelajusticia,quederribabacualquiermuroysepultabaalmalbajolasueladesuzapato.Thomassaliódisparadohaciaatrás.Parecíaqueunafuerzasublimelo
hubieraarrastradohacia laoscuridad,engulléndolocomoeldemoniosellevabaalasalmasqueerandesumismanaturaleza.YesafuerzasublimeeraKilian,ocultoporlassombrasquevertíanlas
copasde los árboles sobre él.Suposedesafiante temblabade la iraquehabíaenél.SusiluetarecortadaparecíaladeunVengador.Vestíaconunostejanosfinos,sujetosconuncinturónnegro.LlevabaunacamisetanegraajustadaconellogodeDGestampadoenelpechoizquierdoenpequeño.YunasNikeRosheblancasconelsímboloennegro.—Pero ¿qué coño haces, tío? —preguntó Thomas aturullado,
levantándosedesdeelsuelo.Las manos de Kilian eran puños a cada lado de sus piernas abiertas.
Inclinóelcuellohaciadelantehastagritarleauncentímetrodesunariz.Sobrepasaba en estatura a Thomas y, a pesar de que este era un tipogrande,alladodeKiliannoparecíanadadelotromundo.Mequedéhipnotizadaconlaimagendesoberaníaquemostrabafrentea
sucompañero,queparecíaunsúbditodelrey.Noentendíanada.—¿Qué crees que estás haciendo tú, capullo?—espetóKilian con los
dientesapretados.Lospodíaverblancosyrectosapesardelaoscuridad.—¿Cómo que qué hago? —Sonrió, nervioso—. Estamos pasándolo
bien, ¿verdad, Lara? —Me miró con el gesto descompuesto—. Soloíbamosapasarunbuenrato.Yasabes...Kilianmemiróporencimadelhombro.Yoestabahechaunovillo,asustadacomounacervatillaindefensa.Por
muchoquequisierapensarencómohabíallegadohastaallí,mimentenoloprocesababien.Kilianentrecerró losojos,atormentadospormí,ehizounamuecade
desaprobaciónconlaboca.—¡Mira!—Kilian lo agarró de la nuca, como un lobo enorme a su
cachorrocuandoleclavabalasfaucesparacargarlooreñirlo.Meseñaló
—. ¡¿Tú crees que ella está pasándolo bien?! ¡Está temblando! ¡¿Eresimbécil?!—Bueno, tío... ¡No te pongas así! Igual seme ha ido un poco de las
manos...Kilianalargóelbrazo,loechóhaciaatrásydespuésgolpeóaThomas
conelpuñocerradoenlanariz.El chico cayó de espaldas y se retorció de dolor en el suelo,
cubriéndoseelrostroconlasmanos.Kilianlediounafuertepatadaenlascostillas y me impresionó su violencia. Entre los dedos de Thomas, lasangre de su nariz y de su boca se deslizaba escandalosa y llamativa,resbalandoporsusmuñecas.—¡Mehasrotolanariz!—exclamóThomasparadespuésllevarseuna
manoensangrentadaalvientre—.¡¿Tehasvueltoloco?!Pero Kilian no le escuchaba. Buscaba algo con aquellos luceros de
fuego fijosen tierra firme,haciendounbarridoperimetral,hastaque loencontró.Seagachóytomóelvasoentresusmanos.Loolióylotiróalsuelodegolpe,desaprobandoloquefueraquehubieranotado.—¿Lehasechadoescopolamina?—gruñócadavezmásenfadado.—Muy poca, tío. Solo lo justo para que se relajara... ¡Joder!—gritó
Thomas—.¡Minariz!¡Miscostillas!—sequejódoblándose.—¿Tunariz?—Seagachócomosifueraacomérselo—.Mira,lárgate
de aquí si noquieres que te aplaste la cabeza—le sugirió, levantándoloporlacamisetayhaciéndolotrastabillar.—¿Porquéteponesasí?¡Dijisteque...!—¡Noimportaloquedije!—gritóenmudeciéndolo—.¡Niseteocurra
volveratocarla!—Leseñalóelcaminodevuelta.—¡¿Porqué?!—Memirósincomprender.—Porquelodigoyo.Nadielavaatocar—dijosinmás.Loacababadeoír.Nadiemelopodríanegar.Loacababadeoír.—¿Entonces...?¿Lareclamas?—preguntóconlabocacubiertaporlas
manos.No sé si Kilian contestó o no, porque no le pude oír bien. Hablaban
entregruñidosyenvozbaja.SoloséqueThomas lomirófuribundoy,alcabodepocossegundos,
saliódeallícorriendo,tropezandoconunapiedrayapuntodecaersedenuevo.Kilianyyoestábamossolos.
CuandovidesapareceraThomasymequedéasolasconKilian,agradecíelsilencio,peroalmismotiempomeinquietóquedarmeaislada,solaconél.Élsediolavueltalentamente,hastaquememiróalacara.Yomehabía
recogidolasrodillasparadejardetemblaryteníamediorostrohundidoentreellas.Simellamaba«cachorrita»eneseinstante,mederrumbaríaylloraríadesconsolada.Porqueodiabaquecreyeraqueeratanpocacosa.No pude sondear su expresión.No sabía si estaba enfadado conmigo,
conélmismooconThomas...Comofuera,meacongojéporlasituaciónqueacababadevivirylloréensilencio.—Lara. —En su voz habían desaparecido los matices groseros o
socarrones.Solohabíapreocupación.—¿Qué?—susurré.Oí sus pasos, cómo se acercaba a mí con cautela, sabedor de que
cualquiermovimientobruscomevolveríaaasustar.—¿Tehahechoalgo,Thomas?¿Teha...?—Vicómotragabasalivayun
músculoseremovíaensumandíbula.Yoagitélacabezadeformanegativa.—¿Quéhacíasconél?—Me encontré mal viendo la película y quise ir a tomar el aire y a
despejarme.—¿Conél?—insistió,enfadado.—Sí.¿Acasoqueríasquefueracontigo?—lerecriminé,másdañinade
loquehabíapretendido.Élfingióqueleafectabaesarespuesta:actuabamuybien.Kilianmeretirólasmanosdelasrodillasycomprobéquesusojosse
teñíandeconfusiónypena.—Tienessangreenlasrodillas.Tehahechodaño.—Lodecíacomosi
lecostasehablarentresusdientesapretadossimilaresalosdeunanimalagresivo—.Levoyamatar...—murmuróagachandolacabezaparapasarsusdedosporsunucaypartedesupelorapado.—¿Sangre?—dijeyosincomprender.Apartémismanosparaestudiar
dondeteníaelcorte.Loteníaeneldedoysinquerermehabíamanchado.Alcélamanoylemostrélaincisión—.Mehecortadoconlacortezadeunárbol—expliqué,avergonzadapormitorpeza—.Noesnada.Estoybien.
—No iba a disculpar aThomas, pero tampoco iba a preocupar aKilianmásdelacuenta.—Déjamever—pidiósinestarconforme,acuclillándosefrenteamí.Tomó mi mano y verificó por sí mismo la calidad del corte y su
profundidad.Mientrassecerciorabadequeestababien,susojosamarillosseopacaron,confusospor lasituacióny, también,culpables.Comosisehicieraresponsabledeello.Peroélnoteníaculpadeloquehabíapasado.Cuandotomómimuñecaylaalzó,nomepodíaimaginarloqueibaa
haceracontinuación.Yo seguía sus movimientos con atención. No me atrevía a moverme
porqueaúnmesentíamareadaeinestable.Kilianabrió laboca.Entreví su lengua rosada, susdientesperfectosy
rectos,yunpiercing...Unabolablancaunpocomásretiradadelapuntadelalengua.Nolohabíanotadocuandojugamosalostequilas...Suslabiossecerraronsobremidedoysentílatexturadesulenguayla
suavidad de su cavidad bucal cercar mi carne magullada. Succionó ylimpiólaheridasindejardemirarme.—Creo...creoqueesonoesmuyhigiénico—murmuré,estupefacta.Notéladurezadelpiercing,cómoresbalabajugandoconlapuntademi
dedo.Micuerpoexperimentóunasacudida,ycreírecibiresacariciaportodamipiel.Parpadeétanconfusaquetuvequecerrar laspiernasporelcosquilleoquemenacíaenelcentrodemiintimidad.Fueronapenasunossegundosdeconexióneintercambioqueparamíse
hicieroneternos.Después dejó de chuparme el dedo ymiró el corte conmás cuidado,
conlaprecisióndeundoctor.—Necesitasunatirita.¿Unatirita?Nonecesitabaeso.Necesitabatantascosas...Yunatiritaera
lo de menos. Mi garganta tragó compulsivamente. Era incapaz decontestar.QuédiferentehabíasidoesodeltratotorpeyapresuradoquemehabíaprodigadoThomas.—Déjamevertuspupilas.—Llevólosdedoshastamispárpadosytiró
deellosparaobservarme.—Pensabaqueerasingeniero,nodoctor.Kiliansedetuvoenseco.—¿Ingeniero?¿Yo?No.Yoestudiomedicina.
—EsonoesloquemehadichoThomas.—Eseliante...¿DequéhabéishabladotúyThomas?—Bueno,ahoranisiquierameacuerdo...—Ya.—Noselocreía.Yhacíabien—.¿Puedeslevantarte?¿Podía?Noteníaniidea.Mesentíamuydébil,peronoporloquefuera
quemehabíaechadoeldesgraciadodeThomasenlabebida,sinoporloqueKilianmeacababadehacer.Mehabíasalvado.Sinomehubieraencontrado,Thomashabríaseguido
adelante,yhabríahechoconmigoloquehubieraquerido,porqueladrogamehabíadejadosinvoluntad.Noqueríapensarenlasconsecuenciasdeloquenohabíapasado.ParamíeransoloprobabilidadesqueKiliansehabíaencargadodevolatilizarconsuheroicaaparición.Erapráctica.Yaunqueelmiedoseguíalatenteenmí,debíasobreponerme,comohabíahechoconlascosasmuchomásterriblesquehabíanpasadoenmivida.—Nolosé—dijecarraspeando.—Teayudo.—Kilian tomómismanosymeimpulsóhaciaarribacon
suavidad. Me levantó como en una coreografía de baile clásico, sinningunadificultadyconarmonía.—Gracias—contesté.La cabezayanomedaba tantas vueltas.La adrenalinahabía hecho su
trabajo, dejandomi cuerpo alerta. Kilianme sostenía por la cintura, demodoquelapartesuperiordemicuerpoestabaenplenocontactoconelsuyo.—¿Quéquiereshacer?—mepreguntó,solícito.Mellevélamanoalacabeza,sinsaberquécontestarle.Supresenciame
tranquilizaba,almismotiempoqueavivabaalgolocodemiinterior,aloquenosabíaponerlenombretodavía.Le estaba agradecida por lo que había hecho. Pero no estaba tan
mareadacomoparaolvidarloqueKilianlehabíadichoaThomassobremí.Recordarlomehizosentirpequeñaeinsegura.—Quierovolveralhotel.Nosédónde...dóndehedejadoelbolso.Kilian lo recogió tres metros más lejos de mí.Metió la mano en su
interior,sinmipermiso,ytomóelteléfonoparatrastearunpococonél.—¿Quieresquellameatusamigosparaquevenganabuscarte?—No,no—dijerápidamente.—Necesitasquetehagancompañía.—No.Sepreocuparíanmucho.Yyaestoybien.Nohapasadonadaque
tengaquelamentar.Soloestoyaturdiday...Necesitodescansar.—Puesvamos.Teacompaño—medijo.Metióelmóvildenuevoenmibolsoymelocolgódelhombro.—No.Novasaacompañarme.—¿No?—repitió,escéptico.—Estoybien.Quieroirsola.Aversisemedespejalacabeza...—Novas a ir sola,Lara.—Se rió como si hubiese contadoun chiste
muymalo—.Olvídalo.Venga,vamos.Yotellevaré.—Mesoltóydejóunasensación de orfandad en mi cintura, donde aún sentía el calor de susmanos.Kilianrecogiólabici,olvidadademalamaneraenelsuelo.Noqueríaquefueraconmigo.Y,almismotiempo,tampocoqueríaque
me dejara sola. Estaba enfadada y decepcionada con él por todo... Y nosabíacómoexpresarloquesentía.—¿Estás seguro de poder soportarlo? —le dije seria cuando se
posicionóamilado.—¿Elqué?—preguntósincomprender.Diosmío.Peroquéguapoera.Mirarlomeembriagabamásdeloqueya
loestaba.—Nada—dije,cortante.Kiliansesubióalabiciymeindicóunhuecoentresuspiernas.Quería
quemesubieraenelcuerpometálicodelaestructura.—¿Quéquieresquehaga?—Poneltraseroaquí—señalóelespacioentresuspiernas—,ylospies
enelmanillar.Irássentadayapoyadaenmipecho—meexplicó.Yomequedépensativa,imaginándomeeldibujopocoestéticoqueharía
micuerpo.—O, si quieres, puedes sentarte en el manillar. Yo te sostendré —
aseguró,preocupadopormí.Susojosdoradossonrieron,unasarruguitasdibujaron surcos en las comisuras de los párpados, pero la hermosaestampa desapareció cuando añadió—: Apuesto a que esto es lo másarriesgadoquehashechoentuvida.¿Lomásarriesgado?Posiblementemeveríacomoaunaniñatímiday
cobardica.Peronoeranadadeeso.Kilian teníaqueanalizarmejor a lagente porque no tenía ni idea. Caerme de una bici no me preocupaba,despuésdetodoloquehabíavivido.Levanté la barbilla como una princesa orgullosa, y me colé entre el
cuerpodeKilianyelmanillar.Mepusetalycomoélmedijo,apoyandotodamiespaldaensupecho.Suolormerodeó.Unaromafrescoalaparquepicanteypeligroso.Mi
cuerpo estaba tan en contacto con el de él que sentía el palpitar de sucorazónatravésdemihombro.—¿Vasbien?—preguntóinclinandosucabezaparahablarmealoído.—Noesmuycómodo—contesté—.Peronoimporta.Arranca.Kilian sonrió.No sabía por qué, pero notaba cuando sonreía, incluso
sinverle.Empezó a pedalear por la hierbay a rodear el baluarte para coger el
caminodevueltaalhotel.—Guíame—meordenó.Yesohice.
Micuerposeacomodóconelpasodelosminutos.Lacadenciadelpedaleomerelajó,hastaelpuntodequelarespiración
deKilianrozandomisienteníaunefectosedantesobremisnervios.Mis rodillas pendían del manillar, y el musculoso pecho de Kilian
parecíaelrespaldodelsillíndeuncoche;cómodoycálido.Cerrélosojosymedejéllevar.LabrisadelaToscanamecíamilargo
flequillo,haciéndomecosquillasenlasmejillas.Luccadenocheerahermosaysilenciosa,alaparquemágica,comola
villadeuncuentodehadas.Alfinaldeunadelaslargasvías,diviséaunseñorconunacordeóncantandoel«Contepartirò»deAndreaBocelliy,un par de callesmás abajo, a una pareja de enamorados que caminabanembelesadoselunoconelotro.Erapreciosoyevocador.—¿Estásbien?¿Tienesfrío?—dijoKilianacercándosemásamí.—Sí.—¿Síestásbienosítienesfrío?—Meencuentromuchomejor,gracias—aseguré.—Mealegro.¿Dóndetehospedas?¿Dóndetetengoquellevar?—AlaViaSanPaolino.EnunB&B.—Ah,sí.Loconozco.Kilian apoyó su barbilla enmi cabeza, y yome quedé en blanco. Sin
saber qué hacer o cómo moverme. Así que opté por permanecer ensilencio y quedarmeprendadade susmusculosos antebrazos.El interior
del derecho llevaba tatuado un tridente como el deThomas.La primerapunta estaba iluminada, las otras dos, no. Aquello me turbó, ¿quésignificaba?Memoríadecuriosidaddesaberloquequeríadecir,peromehabríamordidolalenguaantesdemostrarleinterés.—Sientomucholoque tehapasadoestanoche,Lara.Thomasmerece
quelodesprecienylocastiguenporeso—sugirió,atribulado.—Lacosanohaidoamayores—contesté.Aunqueteníaquepensarsiir
o no al día siguiente a la comisaría. Thomas me había drogado paraintentaraprovecharsedemí.Yesoeraundelito.—Máslevaleaesecretinodesaparecerdemivista.—Sequedócallado
uninstantehastaqueexplotó—.Porsuerte,tepusomuypocacantidaddedrogaenlabebida...—Amímehaparecidomucha.¿Quépasa?¿Túechasmás?—Sabíaque
acababa de darle una puñalada al sugerir que él también drogaba a laschicas,peromemantuvefirme.—Buengolpe.—Sequedóensilenciomuchosminutosydespuésespetó
—: Maldita sea —gruñó—. Necesito saberlo. ¿Qué te ha hechoexactamente?¿Tehapegado?—No—contesté.Noqueríahablardeeso—.Daigual.—Dímelo—meordenó,hablandoconsuslabiospegadosamicabeza.—Noesnecesario.—Síloes.Dímeloomimentenodejarádehacerconjeturas.Yesoserá
peor—murmuró,contrariado.Lo miré de reojo. Mis ojos eran una fina línea azul clara de
incredulidad y también de confusión. ¿A qué jugaba Kilian? ¿Por quéfingíaestartanpreocupadopormísidespuésdecíaloquedecíademí?—Tejuroquenotecomprendo—dije.—¿Qué?—Quenoteentiendo,Kilian—repetí.—¿Quéesloquenoentiendes?Intenté tirar de mis shorts un pocomás hacia abajo para no mostrar
tantomuslo,peroeraimposible.Dondenohabía,nohabía.—¿Setehacomidolalenguaelgatoahora?—añadió.—Quécaratienes—repliquémenosamabledelohabitual.Losreprochesmeardíanenlapuntadelalengua,ybiensabíayoque,
aunqueme costaba explotar porque eramuy comedida, cuando lo hacíaeraalogrande,ynomepodíadetenernadie.
Cruzamos laPiazzaNapoleone en silencio y llegamos a la puerta delhotel.Luchéporcontrolarme.PeroKilianerainsistenteysabíaquenoseiba
arendirasícomoasí.Mebajédelabiciymegiréparadarlelasgraciasporhabermesalvado
delsalidoydelincuentedeThomas,yporhabermellevadoalhotel.Peromesentíaeninferioridaddecondicionesparaenfrentarmeaélydecirleloque pensaba de sus comentarios. Cuanto antes encontrara cobijo en mihabitación,mejor.Sehabíaportadobienconmigoaquellanoche,yno ibaaestropear la
frágiltreguaqueestábamosconstruyendo.Aparcó la bici en la zona del hotel y después, con tranquilidad, se
dirigió a mí, que estaba de pie, a punto de entrar en la recepción,esperando para despedirme de él y darle las gracias por todo parametermeenmicuevamásrápidaqueelviento.—Lara,¿porquédicesquetengocara?—Kilian... —Me presioné el puente de la nariz, luchando por
contenerme—.Novale lapena,enserio.Teagradezco loquehashechopormíhoy.Buenasnoches.Ibaadarmemediavueltayaabrirlapuertadelhotelcuandoélmetomó
delamuñecaymeacercóasucuerpodeuntirón.—Notevasairsinantesdecirmequétehahechoesemiserable,odelo
contrarionovoyapoderdormir.—Pues mira, yo ayer tampoco pude dormir mucho. Así estaremos
empatados.Me daba rabia que fingiera que se preocupaba por mí cuando sabía
cómo pensaba en realidad; me pareció que estaba haciendo un papel yqueríaquedarbien.Notolerabaaloshipócritas.—No tienes que fingir que te preocupas por mí, ¿sabes? —le dije
sintiendocomoelvolcánderecriminacionespugnabaporexplotar—.Túy yo jugamos en otra liga, ¿no? Así que lo que me pase no tiene queimportarte demasiado. Dejemos las cosas así. Te has portadomuy bienconmigoestanocheyconesoesconloquemequedo.Kilianpermaneciócalladoconunaexpresiónindescifrable.Susojosse
aclararoncomolosdeunanimalapuntodeatacar,peronomedioningúnmiedo.—Lara...—Sequisoacercarmásamí.
—No. —Lo detuve para que no se acercara—. Soy una insípida,¿verdad, Kilian? —La voz se me quebró. Malditas emociones que lapillabanaunadesprevenida—.Ydecercanosoytanguapacomoparezcodelejos,¿no?¿Noesasí?—¿Qué?—Abrió los ojos y negó en rotundo—. ¿Quiénha dicho esa
gilipollez?—¡Tú!—le grité dando un paso adelante, atragantándome conmedio
sollozo—.¿NofueesoloqueledijisteaThomas?—Yo nunca le he dicho eso a Thomas. Jamás —aseveró como un
juramento.—Notecreo.Séloquepiensasdemí—leseñalédolida,conlosojos
vidriosos—.Peronopasanada...Noestamosobligadosaagradaratodoel mundo, ¿a que no?—espeté furiosa. Quería desaparecer de su vista.Kilianmemirabadeunmodoquenocomprendía,cuyaexpresióneradetodomenoslaqueyoesperaba.Parecíaperdidoyconfuso.Yesomehizosentirbien,porque,almenos,noeralaúnicaextraviada—.Mira,meduelelacabeza—añadífinalmente—.Mevoyadormir.Mañanaseráotrodía.—Notevasair.—Kilianmiróalrededorytiródemíhastametermeen
el interior de la portería de una palaciega casa, en la misma acera delhotel.—¡¿Quécreesqueestáshaciendo?!—leincrepé.Estabahartadequeme
manipularancomoaunamuñeca—.¡Déjame!—Melibrédesuamarredeuntirón—.YahetenidosuficienteconThomasestanoche.—No.—Kilian apoyó las manos por encima de mis hombros, una a
cadalado,ymeencarcelóentresucuerpoylapareddepiedraantigua—.Y no se te ocurra meterme en el mismo paquete que él. Hasta que meescuchesydejemoslascosasclaras.—Tuvoqueinclinarlacabezahaciaabajoymuchoparamirarmealosojos—,noteirás.—¿Y qué tengo que escuchar? ¿Que no te gusto? ¿Que soy una
cachorrita —hice la señal de las comillas con los dedos— para ti?¿Demasiadopequeña?¿Soydeazúcarparajugar?Tútienesveinte,nomehagasreír.—Tengoveintiuno—aclaró.—Uy, sí, qué mayor —ironicé—. Entonces ¿qué? ¿Te gusta meterte
conmigoyhablarmaldemíalosdemás?¿Quétehehecho?—Meencaréconélsinningúncontrol—.Nomeconoces.¿Soydemasiado...?Kiliannegóestresadoantetodalaretahíladeacusacionesqueleestaba
dirigiendo,yentoncessecerniósobremíymetapólabocaconlamano.—Tú...hablasmucho,niña—medijo—.Noeresnadadeeso.Loúnico
queledijeaThomasesloúnicoquenohacumplido.Mislágrimasmancharonsusdedosyél lasobservóperplejo,comosi
nuncahubieravistoanadiellorar.Yo negué con la cabeza aunquemis ojos le preguntaban abiertamente
quéera loqueThomasnohabíacumplidoyesperéaquemecontestara.¿Thomasmehabíamentido?—Ledijequenoseacercaraati.Acualquieramenosati—meconfesó.—¿Porquéledijisteeso?—pregunté,aunapesardequemispalabras
golpeabansupalma.—Porquenoqueríaquejugasecontigo.Porqueélnopodía...—Ah,ya.—Meremovíymeliberédesumordaza—.Noqueríasqueél
jugaseconmigo,pero,encambio,sípodíasjugartú.Pues,¿sabesqué?,nomegustantusjueguecitos,Kilian.Nomegustaquemeincrepes,niquemedesafíesniquemepongasnerviosaymuchomenosqueteríasdemí—leenumeré al borde del llanto—.Nomegustáis ni tú niThomas.Los tíoscomovosotrosnomevan.—Nomepongasasualtura—mepidió,preocupado.—¡Pues es lo que hay! Por culpa de no sé qué juego macabro entre
vosotros, he tenido que soportar que esta noche un tío me sobe y memanosee, y lo peor es que ni siquiera podía apartarlo porque habíaperdidoel controldemi cuerpopor completo—señalé, aún asustada—.Me ha besado y me ha hecho daño...Me he sentido fatal. Era...—se lodiría,porqueyanopodíasentirmepeordeloquemesentía,yaKiliannoibaaimpresionarlojamáshicieraloquehiciese,asíque,¿quémásdabasiélsabíaotrademisvergüenzas?—¡eramiprimerbeso,malditasea!Kilian palideció. La culpa atravesó su rostro, y sus ojos se
ensombrecieron, pero había algo: una determinación en ellos que meponíaentensiónyquehacíaquetodomicuerpoestuvieraalerta.—¿Tuprimerbeso?—Arrugólafrente—.Pero...Noloentiendo.—Me
repasódearribaabajo.YeratandistintodecomomemirabaThomasquemesonrojéporcompleto—.Noloentiendo.—Pues entiéndelo. Dios... qué vergüenza —dije más para mí,
cubriéndomeelrostroconlasmanos.Deseéescapar.—¿Ese cretino de Thomas te ha dado tu primer beso? —musitó,
colérico.
—Sí.¿Quieresdejarderepetirlo?Loapartécomopude,decididaasalirdeallí,desumagnetismoydela
fuerzaquetantomeatraía.Porque,sí,Kilianmeatraíademuchasmanerasqueyoaúnnoreconocía.Peromeasustabanporquenolassabíacontrolar.Asíque,antesdeponermemásenevidenciaydearrancarallorar,salídelaportería.Pero no escapé. Kilian se había quedado inmóvil antemi revelación,
perohabíaalargadoelbrazolosuficientecomoparavolvermeasujetarporlamuñecaycolocarmedenuevoenlaposiciónquequería.Yo lo miré asombrada, estupefacta por el fulgor salvaje de sus ojos
amarillos.Meencerródenuevoentresucuerpoylaparedyaunsuspirodemibocamedijo:—Thomas no te ha dado tu primer beso. Ese perro faldero no sabe
besar—aseguró,tenso.—Ah,¿no?—traguésaliva.—No,Lara—afirmó con seguridad—.Tu primer beso te lo daré yo.
Estoesbesar.Yentoncespasó.Kilian acarició sus labios con los míos en un roce vergonzoso, y
después los acopló con un poco más de intensidad, uniendo su cuerpoduroalmíomásblando.Lasrodillasmehormiguearon,seguradequenoibanasostenermepor
mástiempo.Yo nunca, jamás, había imaginado que un beso podría reanimarme.
Quiero decir que sí había oído leyendas sobre ellos, que los primerosdebíansermágicos,yespeciales,yquedecíanmuchode lapersonaqueteníasdelante,peronuncapenséquemepudieranresucitar.ElbesoquemeestabadandoKilianacababaderevelarmequedurante
mucho tiempo había estado muerta, y lo más triste era que no fuiconscientedeellohastaquesuslabiosmedevolvieronalavida.Mantuvemisojosabiertoshastaqueloscerré,llevadaporlasensación
deestarflotando,creyendoqueenalgúnmomento,siélnomeagarraba,acabaría en el techo de la portería o me perdería entre el cielo de laToscana.Kilianllevabalavozcantante,yconsuinsistenciameanimóaabrirun
pocomáslaboca.Cuando sentí la punta de su lengua sobre la mía, experimenté un
chispazoentodoelcuerpo.Kilianlonotó,poresorodeómicinturaconsusbrazos,ymecercódeunmodomás íntimodelqueyoeracapazdeasimilar.Nuncamehabíanabrazadoasí.Pasó lasmanospordetrásdemiespalda,yoícómosurespiraciónse
acelerabaysehacíamásprofunda.Sumanoascendióhastaminuca,yallíladejó,paraquenoapartaramibocadelasuya.Elenvitede su lengua se intensificóhastaqueacabóentrando todaen
mí.Disfrutésusaborysutextura,inclusonotéelpiercingenmipaladar,pero cuando ya me estaba animando a responderle, Kilian se apartóabruptamente.Me di cuenta de que me había puesto de puntillas cuando caí hacia
delantesinningúnagarre,exceptoeldesushombros.—La madre que... —dijo en voz baja, sin dejar de mirarme, con la
respiracióndesacompasada.—¿Qué?—preguntéconvozdébileinsegura—.¿Haestadomal?—A
mínomelohabíaparecido.—¿Mal?Loviqueparecíaincómodo,comosiledolieraalgo,peronosabíael
qué.—Lara...Veteatuhabitaciónynosalgasdeellahastaqueyotelodiga
—mepidiócerrandolosdedosenunpuño.—Esporquenotehagustado,¿verdad?—contesté,nerviosa,porqueno
sabíadeloqueibalacosa.Kilianagachólacabezaysonrió,sindejardeapretarlosdientes.—Dios,nomepuedocreerqueaúnhayachicascomotú...—¿Meestásinsultandootravez?—pregunté,asustada.Noesperabaque
melavolvieraajugar.—No,no—secorrigiórápidamente—.Esunhalago.—Alzólosojos,y
su mirada se llenó de ternura—. Eres como un regalo. —Volvió aremoverse,incómodo,ysetiródelapretinadelospantalones—.Meestásponiendoenunaprieto.Vete,porfavor.—Pero...—Lara,enserio.Mañananosveremos.—¿Mañana?—Sí—contestó—.Mañanajueves.Enelconcurso.—Ah,claro.—¿Quépensaba?¿Queibaavenirabuscarmealhotel?—Ahoranecesitounaduchafría,¿comprendes?
Mirécómovolvíaallevarselamanoalaentrepiernaycomprobéqueestaba más hinchada de lo habitual. Toda la sangre se agolpó en mismejillas,aunquefueelcuerpoelquemesubiódetemperatura.Agachélacabezamortificadayruborizadahastaelnacimientodelpelo.
¿Eraloquecreíaqueera?—Ah, bien... Hasta mañana —le dije mirándole de reojo—. Buenas
noches —añadí en voz baja, volviendo a la recepción como una niñabuena.—Buenas noches, cachorrita—se despidió desde el portal, con gesto
preocupado.Aquellafuelaprimeravezquemegustócómosonóesapalabraensu
boca.
Once
Recordabaesemomento.Laluztenuedelaslamparitasenformadetortuga,cuyocaparazónde
cristaleradecolores,alumbrabaelhermosorostrodemimadre.EraeldíadeSanPatricio,yella,comobuenahijadepadreirlandésque
era, me llevó a comer al Kitty O’Shea’s, un restaurante de comidatradicionalirlandesaubicadoenBarcelona.Aqueldíamipadretrabajaba,asíquemimadreyyocompartimoslaexperienciasolas,peromuybienacompañadas.Me senté a la mesa de madera caoba oscura y me quedé mirando el
cuadroquehabíaenlapared,amanoderecha,conlacamisetaenmarcadade la selección de fútbol de Irlanda. Era amarilla y dos franjas verdeslateraleslosatravesaban.Mimenteme llevabaensueñosamomentosy lugaresdemividaque
recordabaconunanitidezaplastante.Eldonqueteníapodíamovermeenel tiempo, a niveles astrales, y escuchar y ver como en un vídeoconversaciones e incluso detalles que en ese momento mi menteconscientenoregistróperoque,encambio,sequedabangrabadasenmisubconsciente para que después pudiera tirar de imagen de archivo yrevivirlascomoquisiera,ocuandoquisiera.Comoestabahaciendoenesemomento.La imagendemimadre sematerializó frente amí, como si nunca se
hubieseido,comosisiemprehubieraestadoahí.Mimadremesonrióymetomódelamano:—¿Quéquierescomer,cariño?Oír su voz era como un baño de luz para mí: uno que revivía mis
tiemposmásfelices.Posiblemente,habersidotanafortunadadeteneruna
madrecomoellahizoquedespuéseltrancedeperderlafueratodavíamásdevastador.Sinembargo,volveríaapasarporlomismounaymilveces,porqueellamedioochoañosinolvidablesquemesirvieronparatodaunavida.—Hola,mamá.—Le sonreí y le apreté lamano con cariño.La podía
sentirtanrealquemehacíadaño.—Hola, vida mía.—Volvió a dirigirme una sonrisa. Según decía mi
abuela,yohabíaheredadosusojosysumaneradesonreír—.Venga,dimequé quieres comer. —Miró su reloj de muñeca: un Rolex plateadoherenciademiabuelo—.Nosécuántotiempotendremoshoyhastaquetevayas.—Arqueólascejasdisconforme.Tomé lacartaentremismanosypedí solo la tartademanzana.Otras
veces había pedido el lacón con patatas y huevo frito, o el salmónahumadoconpanintegralcasero.Peromeapetecíadulce.Asíquepedílatarta.—Vaya.Hoynecesitasdulce—señalóechándoseunlargotirabuzónpor
detrásdelaoreja—.Vasdirectaalpostre.Mimadre, Eugene, era una irlandesamorena de ojos azules un poco
másoscurosquelosmíosyelpelorizadoyexuberante.Cuandomipadrelavioporprimeravezdijoquefuecomocontemplaraunasirenafueradelagua.—Sí. Hoy he tenido una experiencia un tanto desagradable. No sé si
permanecerémuchotiempoenestadolúcido.Ellaalargólamanoymeacariciólamejilla.—Ya eresmayor,Lara.Te pasarán cosas de todo tipo.Unas buenas y
otrasmalas.Esunaconsecuenciadecrecerydequitarselaarmadura.—Sí,losé—asumí.Aunqueyonomehabíaquitadonada.—Bien.Ahoradimedequéquieresquehablemos.Elcamarero,conungorroverdededuendeyunaplumarojaremetida
ensudobladillolateral,sirvióamimadreunaensaladadepollo,yamíunajugosa,cremosaycalientetartademanzana.—Mamá.—¿Mmm?Mi madre adoraba comer. Se desestresaba cocinando, pero era feliz
cuando le hacían la comida, incluso en mis sueños. Verla disfrutar denuevodeunbocadomefascinaba.—HáblameotravezdeloquesignificanloskelpiesparalosO’Shea.
—Los kelpies... —dijo, soñadora, suspirando—. Pues verás, hija: lamadredemimadre,queeratubisabuela,decíaquelasmujeresporcuyasvenas corre sangre O’Shea, éramos medio caballos de mar, que solotienen un amante y una pareja verdadera, porque tienen la suerte o ladesgracia de enamorarse una vez en la vida. —Se llevó a la boca eltenedor con la ensalada—.Solo una.Nomás.Una vez nosmarcan—setocó el dorso de la mano con un dedo e hizo el sonido de un hierrocandentequemandolacarne—,nosmarcanparasiempre.Esnuestrosino.—Yaveo.—Elhombrequelasconquistaesunkelpiedeespírituydecorazón,un
caballodemarqueviviráporellaymorirádeamorporellacuandoellafalte. Y solo hay un hombre así para cada O’Shea. Ese amor loco ydesesperado es mutuo. Las mujeres O’Shea reconocerán a su pareja ypermitirán, solo a él, que la monte. Y juntos tendrán una vida plena ylongeva.—¿Ycuándosabesquehallegadotukelpie?—UnaO’Shea lo sabe—contestó amodode confidencia—.Lo sabes
porquebastaconquelomiresunasolavezparadartecuentadequeestáshechaparaél.Yélparati.Escomoundespertar.Miabuelallamabaaesasensaciónydeffroad.—¿Túteenamorasteasídepapá?—Yalocreoquesí...—Sacudiólacabezaysusrizossemovieronpor
todaspartes—.Poréllodejéyloarriesguétodo—aseguróconlamiradaperdida.
Aquelfuemiúnicosueñoesanoche.Notuvepesadillas.Desde que tenía uso de razón, experimentaba algo que los expertos
denominan «sueños conscientes». Los especialistas nunca supieron si lacapacidaddedespertardentrodel sueñoyutilizarlo ami antojoeraunaconsecuenciademimemoriaeidéticaoalrevés.Perodeloquenohabíaningunadudaeradequelostenía.DurantemifaseREM,entreelsueñoy lavigilia,mi lóbulofrontalse
quedabaactivoydespierto,yesomepermitíanavegaratravésdelmundoastraldeunamaneralúcidayacapricho.Revivíamomentos,situaciones,lugares...Conversaciones.Recuerdos.Habíasoñadoconeselugaryconmimadreotrasveces;el
sueñorevivía loquesucedíaaqueldía,hastaquedescubríqueyomismapodía alterar los diálogos y las acciones. Como si las personas en eseplanotuvieranvidapropia.Estudiéesahabilidaddurantemuchotiempo,yahorasabíacuáleseran
losprosyloscontrasdeesaaptitud.Unode los contrasmás trascendentes paramí era que no podía decir
adiós a las personas que aparecían enmi sueño.Ni amimadre ni amiabuelo.Yalmismotiempo,apesardelacontradicción,elsaberquenoseibandeverdadyquecoexistíanenunarealidadmentalqueyopropiciaba,eralomásmágicodemidon.
Aquella mañana, cuando abrí los ojos, recordaba el sueño y laconversación con mi madre, pero también evocaba perfectamente losucedidolanocheanteriorenlavidareal, tantolobuenocomolomalo,por esomedi cuentadequemiprimerbesonohabía sidoun sueño,nitampocoelintentodeagresióndeThomas.Ojaláhubierapodidoescogerquéeraloquequeríaobviar,peronoteníamemoriaselectiva.Midedomostrabaelmismocortehorizontalyenrojecido,ymislabios
aúnhormigueabanporelrecuerdo.Podríahabersidosolounafantasía,peronolofue.Kilianmesalvóde
lasmanosdeThomasy,despuésdediscutirmeconél,mebesódeverdad.Y no como lo había intentado hacer su amigo horas antes, con la bocaabiertayhúmedayapestandoacerveza.No.Kilianhabíasidodistintoy,aunquesabíaquenolopodíacomparar
con nadie, entendía que nunca habría punto de comparación con él.Mehabíamarcadoafuegosinyosaberlo,sinserconscientedeello.Noteníaexperiencia besando, no sabía quién lo hacía bien o mal. Pero estabaconvencida de que Kilian besaba como los ángeles, o peor, como losdemoniospervertidosqueincendiabantodoasupaso.Élme habíamostrado solo una parte de lo que era besar, y, parami
sorpresa,meacostédeseandodescubrirmás,ymedespertéconlamismasensación.Elmareohabíadesaparecidoporcompleto,yladroga,muchaopoca,
queunavezhabíacirculadopormi torrente sanguíneo, seesfumóensutotalidad.OjaláThomasdesaparecieratambiéndemimemoria.Nosabíaloquedebíahacerconél.¿Lodenunciaba?Teníaquehacerlo
u otra chica correría la misma o peor suerte que yo. ¿Se tomaría malKilianquedenunciaraasuamigo?¿Seenfadaría?Fueracomofuese,eraalgoqueteníaquedecidiryo.Me incorporé yme quedé sentada en la cama. Bostecé y disfruté del
tactodelaalfombritablancadedebajodelacama,bajomispies.Movílosdedos porqueme hacía cosquillas. Alcé lamuñeca ymiré el reloj paracomprobar que ya eran las nueve de lamañana y a las diez cerraban elbufetparadesayunar.Ymemoríadehambre.Amanecícompletamentediferentealdíaanterior.Despuésdeloqueme
pasóconThomas,nodeberíahaberdormidotanbien.Pero,encambio,lohice.ElefectodelbesodeKilianborró todasmissombrasy temores.Ymehizosoñarconmimadre.Unsueñobueno.¿Noeramaravilloso?Sonreí ligeramenterememorandoesemomentoenelportal.Thaïsme
haríaunafiestacuandoseenterara.Pensé que era extraño no haber recibido ninguna llamada de mis
amigos.Tomémi iPhonedelbolsopequeñoque llevaba lanocheanterioryvi
que en WhatsApp tenía un montón de mensajes por abrir, así que losrevisé.Ahíestaban:cincuentamensajes.TakayThaïsmepreguntabanirónicamenteydemuchasmanerassime
habíagustadolapelícula.Obviamente,no lavi.Despuésseguí leyendoeignoréelmensajedemiamigarubiaqueinsinuabaquesihabíadecididoverel«martillodeThom».SiellasupieradequépiecojeabaThomas,noharíaestetipodebromas.Ya no habíamásmensajes hasta las siete de lamañana, en el que un
númerodesconocidomedecía:«Lara, soy Taka. Estamos en la comisaría de Lucca. Tráenos los
pasaportesyasácanosdeaquí.»Acompañabaelmensajeunalocalización.—¡¿Qué?!Melevantédegolpecomosi tuvieraunmuellebajoel traseroyleíel
mensaje por segunda vez para convencerme de que era real y no unabroma.¿Quéhabíapasado?¿Quéhacíanenlacomisaría?Nisiquierameduché.Mepuseuna camiseta de tirantes blanca, el pichi tejano corto queme
habíacompradoeldíaanterior,lasgafasdesolylaszapatillasRitaOra.Melavélosdientes,meembadurnélacaradecremahidratanteymepuse
unpocodecolorete, corrector, brillode labiosy rímel.LuegodispenséunasgotitasdecoloniaRalphenmigargantaytomémimochilagrafiteradeChannel,endetrimentodelaEastpak,paracolgármelaalaespalda.Eraotro de los muchos regalos caros de Gema, que no hacía más quemalcriarme. Pero me gustaba. Esa mochila, de hecho, era uno de susmejoresregalos.Saquélallavetarjetadelahabitaciónycerrélapuertaamisespaldas.Debía hablar con la recepcionista, explicarle lo sucedido y esperar a
que me abriera las habitaciones de mis amigos para recoger susidentificaciones.Porsuerteparamíyparaellos,fuemuycomprensiva.
Fuienbicicomounakamikazehastalacomisaría.Al llegar, tuve que pagar yo la fianza, por supuesto, y facilitarles la
documentación demis amigos.Después ellosme devolverían el dinero,nohabríaproblema.El guardia, que no hablaba ni pizca de inglés y al que no presté
demasiadaatención,meguióhastalapuertaporlaqueibanasalirThaïsyTaka.Taka tenía los nudillos del puño derecho ensangrentados y el labio
partido. Parecía un delincuente de la Yakuza, con su ropa oscura y sucrestaazul.Solté una exclamación al verle, pero dejé ir una mucho mayor al
vislumbraraThaïsconsupelorubioylisototalmenteenmarañadoyunacuñadelzapatorota.¡Habíaperdidotodoelglamour!Caminabacojeandoporladiferenciadealturadelassuelas.Habríasido
hastacómicodenoserporqueacababadepasar lanocheen lacárcel,yseguramentenoestabadehumor.Cuando el guardia los dejó libres, me acerqué a los dos un tanto
sobrecogidaporlaimagenqueformaban.—No nos mires así —dijo Thaïs—. Tendrías que ver cómo hemos
dejadoalosotros—bromeó.—¿Quédemonioshapasado?—pregunté.—Ese gilipollas de los Assassins ha tenido la culpa—explicó Taka,
malhumorado.—¿Quién?
—Conelquetefuiste.—¿Thomas?—Sí—contestóThaïs—.Vinoalacarpaconlanarizhinchadayelpolo
manchadodesangre.Ysoltóuncomentariodemalgustosobretiysobremí,yentonces—seencogiódehombros—Takaselióahostiasconélyahora el capullo está en el hospital con dos costillas rotas y la narizfracturadaynoshaamenazadocondenunciarnosyecharnosdelconcurso.—¿Cómo?¿Quédijo?—quisesaber,angustiada.—Dijounaguarradaquenohacefaltarepetir,créeme.—ParaqueThaïs
dijeraeso,habíatenidoquesermuyfuerte.—Quierosaberlo.Dímelo.Porquesealoquesealoquehayadicho—
indiquéindignada—hamentido.—En otras palabras, dijo que no entendía como un japo como Taka
teníaadoschicascomonosotrascolgadasdelbrazo.Queatiyatehabíacatadoyque...Ahorafaltabaqueyomeabrieradepiernasparahacersuplenoalquincedeesanoche.YahífuecuandoTakasevolviólocoenplanJetLiy...—Joder, vámonos. —Taka la interrumpió con gesto severo. Estaba
agotadoelpobre—.Quieroducharmeydormirunpocoantesdequenossueneelbuscaparacontinuarconelconcurso.Takasenosadelantó.Mivistaseclavóensuespaldaydespuésdesviéla
atenciónhaciamiamiga,quememirabainquieta.—Se le pasará—medijo—.Amí tampocome ha hablado en toda la
noche.—¿Estáisbien?—Thaïsnoteníaningúnrasguño,menosmal.—Nosotros sí. ¿Y tú? ¿Qué fue lo que pasó? Espero que no te hayas
estrenadoconesecretinoporque...—No.PorDios.—Pensarlomeprovocóangustia—.Thomasmemetió
algoenlabebidaparaaprovecharsedemí.Peronoloconsiguió.Ellaabrió losojoscomoplatosysoltósaposyculebrasporesaboca
hermosaquelagenéticalehabíadado.Takacorrióamiladocomounhermanomayoransiosoyvengativoy
susurróentredientes:—¿Quéhasdicho?Lorepetíydespués,trassalirdelacomisaríaytomarnosuncaféyun
muffin que yo misma pagué en una terracita bucólica y ajardinada, lesnarrélosucedidocontodolujodedetalles.
—Aesadrogadelvioladorlallamabanoriginariamente«burundanga»—dije hundiendo mi magdalena en la leche. Tenía esa mala costumbredesdepequeña.Aunqueparamíerabuenísima—.LobusquéenGoogledecaminoalacomisaría.Meacuerdodetodoporqueelestúpido,graciasaDios,nohabíapuestolacantidadnecesariaparadejarmeinconsciente.Ladrogamehabíaatontadoysusefectoseranparecidosalosdeunrelajantemuscular potente. De ahí que me pesaran las extremidades. Pero habíaestadoconscienteentodomomento—aclaré.—Pueshayquedenunciarlo,Lara,¿meoyes?—meordenóTaka—.El
desgraciadovinodespués aprovocarnos.Fingióqueyo lehabía roto lanarizynosacusódehaberleprovocadoesaslesionescuando,porloquenoscuentas,fueKilianquienselashizo.Yosololediunpuñetazoyunapatada—dijoTakacomosiesonofueraimportante.—Bueno,Taka.—Thaïslomiróacaballoentrelarisaylasorpresa—.
Que puliste y diste cera a los otros también. Parecías un ninja —dijoorgullosabebiendodesuinseparablecafé.—Hablólaquedabapunterazosenelsuelo.Thaïssonrióysacópecho,recostándoseenlasilla.—Sí...Esasoyyo.—Hizoelsímbolodelavictoriaconlosdedos.—Los compañeros de grupo de Thomas se pusieron de su parte y le
apoyaron—continuóTaka—.SielconcursoseenteradenuestratrifulcaylosAssassinssonlosúnicostestigosdeloquepasó,nodudaránenponerladenuncia,echarnosysacarseunrivaldirectodeencima.—¿Nadiemáslovio?—Estábamos detrás de la carpa. En la zona VIP. Había acabado la
películayyalagenteypartedelosdemásgrupossehabíanido—contóThaïs—.Nohabíanadiemás.—Las reglas del juego son claras al respecto. No puede haber
altercados entre los concursantes o serán eliminados del concurso —recordóTaka.Yomequedépensativa.Thomasnoera tonto.Habíahechoesoporun
motivo,nosoloporrabiosooprovocador.Ysihabíaunmododedeteneraqueldespropósitoestabaenmismanos.PosiblementeKilianyasabríalosucedidoy,formandocomoformaba
parte de los Assassins, dudaba que él quisiera perder a uno de susmiembros,aunquelanocheanteriorsemostraradispuestoareventarlelacabeza.
LoúnicoqueteníaclaroeraqueThomasmerecíauncastigo.Yqueyono iba a permitir que lo que había intentado hacer conmigo quedaraimpune.Estabacercadelacomisaría,yaquenohabíamoscaminadodemasiado,
poresopodíaponerladenunciaenesemismomomento.Entoncesmi teléfono vibró para alertarme de que un número que no
tenía grabado en los contactos me acababa de enviar un mensaje porWhatsApp.Loabríyloleíconcuriosidad:
Tardé varios segundos en reaccionar. Seguramente, el tiempo que setomaronmispulmonesen recordarsequedebían respirar.Solo saberdeél,mepusonerviosa.
Vaya.Puessíqueerarápidoyhábil.Peronomemolestaba.
MiréaThaïsyaTakaqueseguíanrecordando,conunorgulloquemedejabaestupefacta,cómosedierondetortaslanocheanterior.TeníaquedecirleaKilianloqueibaahacer.Élvioloquemesucedió,
violoquehizoThomasy,comomiembrodelosAssassins,leinteresaríasaberque ibaadenunciaraunodesuscompañeros.De lamismaformaque ellos querían denunciar a Taka injustamente, ya que las lesiones deThomasselashabíahechoKilian,nomiamigo.
¿Quesinosveíamos?¿Élyyo?Elcorazónsemeaceleróysentíacomosimiestómagoflotaradentro
demicuerpo:mariposas,así llamabanaesasensación.EncontrarmeconKilianparahablardealgodeloquenonosapetecíahablarnoeranadaaloquedebieradarleimportancia.Pero se ladaba.Porqueeraestar conélyveresacaradediosde los
fuegosquemeteníaobsesionada.Ysuslabios...
CuandoguardéeliPhonelasmanosmetemblaban,y,porlovisto,ThaïsyTakahabíandejadodediscutirsobrequiénpisólamanodenoséquién.Nopodíavolveradejarlossolos.Eranconflictivos.—¿Quién era? —preguntó Taka mirándome con esos ojos rasgados
llenosdeinteligencia.—Kilian.Thaïsdejóirunarisotadaylevantóelpulgar.—Ayertriunfastecomonunca,¿eh?Telodije.—¿Quéquería?—Takaseinclinóhaciadelante,conelrictusserio.—QuierequehablemossobrelodeThomasysudenuncia.Ycómonos
afectaesoatodos.—Tevaaconvencerparaquenolapongas.
—Vamos a llegar a un acuerdo—expliqué con serenidad—.Para quetampocoThomasnosdenuncieanosotrosynotengamosqueirnosacasaconelraboentrelaspiernas.—¿Ylovasanegociartú?—Thaïsalzóunacejarubiamásquelaotra
—.¿Acasonosabesquenosemezclanlosnegociosconelplacer?—Paraya,Thaïs.Estoesserio.—Serioespasarlanocheenlacárcel—mereplicó.—Primero tengoqueescuchar loquediceydespuéssentarmisbases.
NoquieroaesedesgraciadodeThomascompitiendocontranosotros—argumenté—, pero tampoco quiero que nos echen a todos por su malacabeza.—Esundelincuente—sentencióTaka—.Nohaymásquehablar.Tienes
quedenunciarlo.—Lacosavaairasí:siyolodenuncio,Taka,élosdenunciaráatiya
Thaïs.Paraelpremiosomosungrupo,noindividualidades.Esoextiendeladenunciaatodosy,portanto,nosiríamostodosacasa.SéqueThomasesuncapulloyquenoslahajugadoparacubrirselasespaldas.Sabíaquele ibaadenunciar,yhadecididomover fichaantesparapoderhacernoschantaje.—SifueKilianelqueleapalizó,yconmucharazón,¿porquénodice
quefueélquienlohizo?—insistióTaka—.Queélloreconozca,ytodoslistos.—¿Yponerseatodosugrupoencontra?¿Yqueechenatodosugrupo
solo porque una manzana está podrida? No sería justo. Es complicado.Voyairahablarconélyvercómopodemossolucionaresto.Teníaquehacerlo.Primeroporque ardía en deseos de volver a verlo, y segundoporque
queríaoírloqueélhabíapensado,ysieraonojustoparamíyparatodos.
Después de regresar al hotel, mientras Thaïs y Taka se duchaban ydescansaban lo que no habían podido descansar la noche anterior en elcalabozo, yo dejé la bici en su sitio y me fui directamente a la PiazzaNapoleone.Intenté tranquilizarme ante la expectativa de volver a verle, y más
despuésdequelanocheanteriormehubierabesado.Kilian tenía un efecto enmí queme ponía de los nervios: expectante,
alerta,conlosestímulosaflordepiel.Muyparecidaalasensaciónquedebíaprovocarmemikelpie.
Doce
Dicenque laspersonas cambian la expresiónde su rostro cuandovenohacenaquelloquelesllenaelalmayelespíritu.Esodabasentidoalafraseque decía que «uno conseguía el éxito cuando lograba vivir de suvocación».Allí, bajo aquellas carpas repletas de ilustradores, habíamucho amor
por el dibujo, y también mucho orgullo por vivir de lo que a uno legustaba.NotardénadaendetectaraKilian.Dealgúnmodo,misojosteníanun
radarconél,ylodivisabaapesardequeallíhubierancientosdepersonascontemplandolostrazosylosdibujosdesusartistasfavoritos.Mepermitílalicenciadeobservarlosinqueélsedieracuenta.Estudié
la pose de su cuerpo, la uve perfecta de su espalda que acababa en sucinturaestrecha,sushombrosanchosygrandesproductodelparkour.Sutrasero marcado y duro, que parecía musculoso a través del pantalónGuessalgorotoybajo,estilocapoeira.EnlosbolsillostraserosabultabanlacarterayeliPhone6Plusblancoquesobresalía.Lacamisetablancademangacortaresaltabaelcolordesutez,algomásmorenaquelamía.Yendo plana como iba, me sacaba casi dos palmos. Para mí era casi
como un avatar, y no porque yo fuera pequeña, sino porque él era...grande.Yllevabamigorra.Lagorranegraquemehabíaquitadodosdíasantes
cuandodiounavolteretaporencimademicabezacomoAssassin.Lequedabademasiadobien.Kiliannocontemplabaal ilustradorque teníaenfrentecon losbrazos
cruzados,comosíhacía lagranmayoríade lagente.Él tenía losbrazosrelajadosacadaladodesuscaderas,señaldequequeríaabsorberhastael
últimodetalle, y de que no quería cerrarse en banda.Estaba receptivo yqueríaaprender.Cruzar losbrazos,enel lenguajenoverbal, significabanoseraccesible.Élloera,almenoseneseinstante.Superfilmasculinoyterriblementeatractivomecautivaba,talycomoa
éllecautivabanlosdibujosqueveía.Esosojazosamarillos,dehéroeovillanosegúnsemirase, irradiaban
luzcomoelastrorey,porque,dealgúnmodo,loquepresenciabalohacíadichoso.Semordía el interiordel labio inferior enunclaro intentopormemorizarcadamovimientoycadatécnica.Al parecer, Kilian era un gran fan de los cómics. De Jim Lee, en
particular, que ahora delineaba los músculos del pectoral de Batman,comosiestuvieradandounaclaseparticularparaél.Laposturade susbrazosmedejóvislumbrardenuevosu tatuaje.Las
trespuntasdeltridentedoradoyenrelieveacababansobrelaslíneasdesumuñeca,ysolounapuntadeltridenteestabailuminadaporunallama.Memoríadeganasdesaberquésignificaba.En la plaza, lamúsica de «Paradise» sonaba a todo volumen por los
altavoces.Cuanto más me acercaba a él, más sentía el corazón en la garganta,
comosimedirigieraaélencámaralenta.Eraincreíblelareacciónfísicademicuerpoantesupresencia.Inclusolabrisaveraniegatrasladóelolordesucoloniahastaminariz.
Yeneseinstantesentícomosimebesaradenuevoyvolvieraanotarsucontacto.Madremía.Teníaunproblema.Estabamuymal.Kiliansediolavueltacomounanimalquesesupieravigilado,peroque
notemieraenningúnmomentoporsuseguridad.Cuando nuestras miradas se cruzaron, mis pestañas oscilaron y las
suyasseentrecerraronparadespuésregalarmeunacaídadeojosburlonaquepusoendudamicapacidaddemantenermeenequilibrioconlasdospiernas:suapoyomeparecíapocoentonces.Inhalécondisimuloyespiréelaireentrelosdientes.—Hola, cachorrita. —Me saludó con un tono tintado de cariño y
simpatía.—Hola,Kil...Bil—leespetésinpensarlodemasiado.Kiliansesorprendióantelaocurrenciaydespuésriósinreparos.
—Muyhábil.Nos quedamos el uno frente al otro, yo mirando hacia arriba, por
supuesto.Leseñalélagorra.—Esaesmía—aduje.—Mequedamejoramí,ylosabes—dijosinningúntipodepudor.Eraverdad.Lacuestióneraquenosabíacómoteníaqueactuardespuésdelbesoque
nosdimos.Sihabíamoscruzadoalgunalínea,noteníaniideadecuálera.—¿Tienes hambre?—me preguntó de sopetón, eliminandomis dudas
deunplumazo.—Hedesayunadohaceunrato.—Pues te invito a tomar algo. Conozco un sitio donde sirven las
mejoresporcionesdepizzadeLucca.¿Quémedices?Tedebouna.—Sí,tieneslamalacostumbredequitarmelascosas...—Yporquenollevasoroquesino...telorobaríacualcuervo.¿Cómoibaadecirlequeno?—Estábien—acepté,yempezamosacaminarelunoalladodelotro—.
¿Quedamuylejos?Kilianobservómicalzadoysonrióamedias.—Quéva.Además,conesasseguroquehastadebesdevolar.—Muygracioso—contesté,divertida.Yamehabíaquedadoclaroque
las encontraba un tanto peculiares. Pero no era él quien se las tenía queponer, sino yo. Y a mí me encantaban. Además, eran unas Adidascomodísimas.Paseamos en silencio entre las calles estrechas y bucólicas que
mantenían la esencia medieval y renacentista de siglos anteriores. Eracomovivirenuncuentodeprincesasycaballeros.Elhechodenohablarmecortabaunpoco,asíquefuiyolaprimeraen
romperelhieloeiralgrano.—¿Thomasestáenelhospital?—Sí—contestócediéndomeelpasoenunaaceraestrecha.—Ledisteunabuenapaliza...—Pocolehice.Selavolveríaadarsinpensarlodosveces.Eso le honraba. Significaba que me volvería a proteger sin ninguna
duda.—Peroél,encambio,hadichoque fueronTakayThaïs losquese la
dieron.—LamentomuchoelcomportamientodeThomas.Paramíes igualde
reprochableydetestable—confesó,realmenteavergonzado.—Puessí.Laverdadesqueesunaperlaelchico.Drogaalaschicas,se
quiereaprovechardeellasydespuésculpaaotrosdedelitosquenohancometido.Kilian tuvo la decencia de agachar la cabeza. Sabía lo mucho que le
costabapedirquenodenunciáramosaThomas,pero,aunasí,estabaensuobligacióndepedirlo.Porelbiendetodoslosdemás.Locomprendía.Aunque,porotraparte, lorechazaba.Laparticipación
en un concurso, por muy prestigioso que fuera, no debía significar laredencióndedelitosmayores.Por nuestro lado pasaron dos ciclistas disfrazados de pitufos. Ambos
llevabanunacestallenadepanreciénhorneado.Veníandeunapanaderíaeibanahacerunaentregaadomicilio.—Estomecuestamásamíqueati.Apesardequemehasoídohablar
sobreloquepiensodeThomas,estoyaquíporquetengoquellegaraunacuerdo contigo... —Suspiró como si no hubiera otra razón másimportantequeesa.Yesomedecepcionó,porqueyoteníamuchasganasdeverlo, pero, al parecer, él estaba allí pordeber.Pornadamás—. ¿Teimaginasloquees?Asentíconlacabezaymetomémitiempopararesponder:—Por supuesto. No soy tonta. Quieres pedirme que no lo denuncie.
Porque,silohago,todovuestroequipodejarádeparticiparenelTuring.—YThomasosdemandará avosotros.Y laorganización se enterará,
porquetienenojosentodaspartes.Ytúytusamigostambiénabandonaréiselconcurso.—¿Thomasvaaseguiradelanteconsuamenaza?—Eslaúnicabazaquelequeda.—Kilianseencogiódehombros.—Quésinvergüenza...—Sabelomuchoquelahacagado.Tuvoqueactuarrápidoparabuscar
una coartada que lo pudiera proteger. Entonces vio a tus amigos... Y elrestoyalosabes.—Sí—murmuré a disgusto—. El resto ya lo sé. Taka y Thaïs en la
comisaríasinhaberhechonada.YThomas,enelhospital,biencuidaditoparaqueserecupere.Yencimahaciéndoselavíctima.—Entiendoqueestoesdesagradableparati.
—Loes—asegurégirandoelcuerpoparamirarloalacara—.¿QuémehubierahechoThomasdenohaberllegadotúatiempo?Kilianmesostuvoporelbrazoynosdetuvimosenmediodeunacalle
peatonal. El contacto de sus dedos sobre mi piel me ardió y calentó lasangre.—Nopienseseneso.No tehabríahechonada,Lara.Nose lohubiera
permitido.Osseguíencuantosalisteisdelbaluarte.—¿TeimaginabasqueThomasharíaalgoasí?¿Poresonosseguiste?—No—dijo,contrariado—.Nopenséquefueraallegartanlejos.—No.GraciasaDiosnolohizo.Ambos nos aguantamos las miradas. Él era muy consciente de las
consecuencias de los actos de Thomas, de ahí el horror en sus ojosdorados.YyotambiénsabíaqueThomasmehabríaarruinadolavidadenohabersidoporsuintervención.—Novoyaponerladenuncia—ledijealzandolabarbilla.—¿Enserio?—Exhalómásrelajado.—Sí.Pero no lo haré a cambio de que él se vaya deLucca y deje de
participarenelconcurso.Noloquieroaquí—aleguéconfirmeza.Noibaapermitirqueuntíoquehabíaintentadoaprovecharsedemísefueraderositas.Teníaquepagarcomofuera—.Puededarsedebajaargumentandomotivos personales. Vosotros os salváis de la denuncia y nosotrostambién. Pero Thomas tiene que irse. Lo dejo en tus manos; o, de locontrario,lodenunciarédeverdadymeimportarábienpocosisigoonosigoenelconcurso.Yamisamigostambién.EsmidecisiónypondréladenunciasiveoqueThomassigueaquímañana.Kilian escuchó con atención cadaunade las palabras.Lasvaloró, sus
ojos se movían de un lado al otro, señal de que meditaba la mejorsolución. Cuando los fijó enmí de nuevo, comprendí que aceptaría micondición.—Supongo que es lo justo para todos —dijo Kilian—. Hoy mismo,
cuando le den el alta, le diré que haga lasmaletas y se vaya.No puedeseguiraquí.—Porelbiendelosdemás,decidonoperjudicaralosdosgrupos—le
dejéclaro—,perolojustoparaThomasseríaunadenuncialegal.Esetíotieneproblemasynoentiendocómopuedessersuamigo.—Thomasnoesmiamigo—cortóenseco.—Talveznoseáislosmejoresamigos,peroentrevosotrosnotéciertos
rangos.Túparecíassusuperior.¿Porqué?Kilianinclinólacabezaaunladoymeobservódeotromododistintoa
como me había mirado otras veces. No sabía decir si era respeto ocuriosidad.—¿Yesolohasnotadoasí,degolpe?—quisosaber.—Observandosinjuzgarescomomásseaprende.Ylleváiselmismo
tatuaje —incidí—. ¿No sois los mejores amigos pero los dos lucís lamismamarcaenelantebrazo?¿Porqué?¿Esunsellodehermandad?—Eresunachicamuylista,¿no,Lara?Noseteescapanada.Kilianniseimaginabalopocoquesemeescapabaunavezquemisojos
seposabanenalgo.Noerainteligencia.Eraundon.Undonquemecostómucho aceptar y por el cual pasé por etapas muy oscuras hasta quecomprendí que no era una desgracia ni una maldición, sino algosumamenteútilparaconseguirtodosmispropósitos.Como,porejemplo,notenerqueestudiardemasiado.Consololeermelapáginayvisualizarla,mimemoriafotográficaseponíaenacción.—No.Nolosoy.Yatedigoquesoloobservo.—Bueno—dijonomuyconvencidoyapoyandounamanoen laparte
baja demi espaldapara empujarme levementehacia delante.Quería quecontinuáramos caminando—. Thomas solo forma parte del grupo. Eltatuaje es solo un símbolo de hermandad. Pero pertenecer a unahermandadnosignificaquetodosseamoshermanos,¿no?—Nolosé.Nuncahepertenecidoaninguna.Peroyaveoquetúsí.—YosoycomoundelegadodentrodemihermandadenUtah.—¿Cómosellamavuestrahermandad?—Ah...SomoslaHermandaddeNeptuno—explicófrotándoseeltatuaje
conlamano.—¿Deahíeltridente?—Teníasentido.—Sí.Thomasyyo,comoFredericylosdemás,fuimosescogidospor
la universidad, gracias a nuestras aptitudes, para venir aquí. Éramos losque habíamos obtenido las mejores calificaciones de la facultad ennuestrasespecialidades.Nohaymásmisterio.Aquellomechirrióunpocoperonoledimásimportancia.Silbéconasombro.—Menuda hermandad de lumbreras. ¿El Premio Turing contacta
directamenteconlasuniversidades?—Por supuesto. La organización Turing se puso en contacto con la
dirección de Utah para que hicieran una preselección con los mejoresalumnos.Despuéssehacelacribayalfinalvanloselegidos.—¿Yextiendenlainvitaciónatodaslasuniversidades?—No. Solo a las más prestigiosas. Es una invitación privada,
¿comprendes?Aaquellasquetenganlosalumnosmásbrillantes.—Ya.¿Yvosotrossoisloselegidos?—dijeconuntonodeironíamuy
evidente.—Sí. —Se bajó un poco la visera de la gorra y señaló un puesto
pequeño con toldo rojo y dorado, que poseía una terraza retirada en unjardín central de la nueva plaza en la que nos hallábamos. Los rumoreseranciertos:Luccaeratodoplazaseiglesias—.¿Ycómoosseleccionaronavosotros,Lara?—A nosotros... —¿Cómo iba a decir que Taka se las arregló para
meternos in extremis y no con métodos del todo legales? Nopertenecíamos a ninguna universidad, yo ni siquiera iba a una. AunqueperteneceronoaunanoeraunrequisitoparaparticiparenelTuring—.Esunahistoriamuylarga—dijeparasalvarmedelapuro—.Peromásomenoscomoati.Nosseleccionaronpornuestrashabilidadesgrupales—anunciéconlabocapequeña—.Éramoslosmejores.Enfin,muyaburridodecontar.—Ajá...Tenemostiempo.¿Tepuedoinvitaraunapizzaono?—No sé.Tienes lamala costumbre de comértelas.Además, ya hemos
habladodeloquequeríamoshablar—bromeé—.¿Ohaymás?—Haymuchomás—Sepasólalenguaporloslabiosyloshumedeció.
Tuve la necesidadde tocarlos con losmíos, peronomeatrevía a haceralgoasí—.AmímegustaríasabercómohicisteparaserlaprimeraayerenencontraraTuringcuandoelrestotardamosunahoramásquetú.—Vaya...¿Yesolonotasteasí,degolpe?Kilianarqueósuscejasnegras,tanperfectascomoél,ehizounamueca
divertidaconloslabios.—Oh,soloesfrutodemiobservaciónydelahoraquetardamosendar
conél—dijoentonoirónico—.¿Melovasadecirono?Mepuselasmanosalaespalda,adoptéuntonopocoserioylomirépor
encimadelhombromientrasllegábamosalavitrinadelaspizzas.Teníanunapintaexquisita.—Yasabes,Assassin:unsuperhéroenohabladesussuperpoderes.De repente tenía hambre, y quería seguir hablando con él de lo que
fuera.Aunquetuvieraquetomarleunpocoelpeloporlasvecesqueélmelohabíatomadoamí.
Kilianeraunexcelenteconversador.Penséque,despuésdequeseavinieraacerrarunacuerdorespectoalo
deThomas,élseiríaporquenolepodríainteresarnadamásdemí.Lleguéapensarquemebesómásporpenaqueporatracción,yesome
entristecía.Pero descubrí que, a pesar de sermuy serio y también aparentar una
tensióncuyoorigendesconocía,Kiliansabíahablaryllenarlosespacios.Yesomeagradaba.—A ver, vamos a resumir —dijo inclinándose hacia delante hasta
ocuparpartedemiespacio—:tellamasLara.—Muybien,hasprestadoatención.—Sonreírevolviendoelgranizado
conlacaña.—HasestudiadoenSaintPaul’sSchooldeBarcelona.Tupadre,Cesc,es
catalán, y tu madre, Eugene, era norteamericana, con sangre irlandesa.Ellamuriócuandotúteníasochoaños.—Sí.—¿Quiereshablardeellooesdemasiadopersonal?—Preferiría no hacerlo —contesté con sinceridad—. No me siento
cómodaal respecto.—Nuncahabíahabladodeello connadie.Solo conmipsicóloga.—De acuerdo—me tanteó—. ¿Algún chico que te esté esperando en
algunaparte?—Tantosquenimeacuerdo—comentéconsarcasmo—.¿YtúyLuce?—¿Luce? —preguntó—. ¿Luce Gallagher? ¿Qué pasa con ella,
cachorrita?Cada vez me disgustaba menos oír mi mote cariñoso. No lo veía
despectivo.—Thomas me... Bueno... —Moví la mano intentando ayudarme del
lenguaje corporal parapoder expresarmemejor.Peronome salía—.Élmedijoquetúyella...—Créeme—mecortódegolpe—.Noséporquérazóneldesgraciado
esetehabrádichoalgoasí,pero...—ÉldijoqueeraisuñaycarneyqueLuceterondabasiempre.
—Thomas es unmentiroso. Borra de tu cabeza cualquier cosa que tehayadichoporquenoesverdad.—¿Entonces?—Entonces,nada.Luceesmiamiga.Unabuenachicaa laquerespeto
muchísimo.Nadamás.¿Contenta?—Erestúelquetienequeestarlo—leinsinué.—Esasuñas,gata.—Cortaelrollo.Kiliansesentíacomountiburónenelagua,dispuestoacomersealos
pecesmás pequeños, como yo.Y yo, que nuncame había interesado elcoqueteo,parecíaunpingüinoenelSahara:incómodayperdida.—Otrotema:¿aquéuniversidadvasair,Lara?¿EstudiarásenEuropa?
—Estirósuslargaspiernaspordebajodemisillaycruzóunpiesobreelotro.—No.Me han dado una beca enYale.Quiero seguir los pasos demi
madre.MimadreestudióenYale,dondeseformócomobióloga.Después abandonó Estados Unidos para irse a vivir a España, donde
empezóunimportanteproyectoenunoslaboratorios.Yallísequedó.Kilianpermaneciócalladounossegundos.Lagorralecubríalamirada
ynosabíaenquéestabapensando.Acontinuacióndiounlargosorboasucervezaysilbó.—EnYale,¿eh?—Sí.—¿Y qué carrera cursarás tú? Déjame adivinar... Abogacía. No, no.
Abogacíano.—Levantóeldedo—.Historia.Tieneselaspectodealguienquesevaacomeruntostóndeteoríadurantemuchosaños.—Arqueólascejasybebiódesucerveza.—¿Esoaparento?—Sí.Meloquedémirandosinbajarlosojosniuninstante.Sonreíamediasy
contesté:—Criminología.—Así,sinrodeos—.Voyaestudiarcriminología.—Vaya...—murmuróconmuchointerés—.¿Tevanlosmuertos?—¡No!—contesté,horrorizada—.Loquemevaesdescubrirquiénles
quitó la vida —aclaré. En el instituto me llamaban rarita por quererestudiaresacarrera.Peroyosabíaloqueseocultabadetrásdemiinterés.
Ynoeraelmorbo.—Hastenidoqueserunaestudianteasombrosa—mereconoció—.Yale
nobecaacualquiera.—Gracias.—Tambiénhastenidoqueaburrirtemucho.Aquellonomesentóbien.Posiblementeporque,enparte, tenía razón.
Thaïsmehabíadicholomismo.—Si te refieresaquenohe tenido tiempodecomportarmecomouna
chicademiedad—meencogídehombros—,solopuedorespondertequenotodaslaschicaslopasamosbienconlasmismascosas.—¿Eresunbichoraro?Que élme viera como alguien aburrido y fuera de su onda sacaba a
relucirmipartemásinsegura,ytambiénlamásdefensiva.—Formo parte de una especie en extinciónmuy preciada—murmuré
arrancandouncachitodelacortezadelapizza—.Debemosprotegernosycuidarnosentrenosotros.—¿Acaso poseéis en vuestro ADN la cura de la humanidad? —dijo
sarcástico.—Nosésillegamosatanto.Perosíposeemoslacuradelaordinariezy
laignorancia.—Eres la única esperanza de futuro para nosotros, los jóvenes
corruptos.—Sellevólamanoalcorazón.Yosonreísindemasiadasganas.—Meha costadomucho,he sacrificadomuchas cosas, pero todos los
esfuerzoshanvalidolapena—sentencié.—Me imagino —afirmó con sinceridad—. Sabes que la universidad
empiezalasemanaqueviene,¿verdad?—Porsupuestoquesí.—Lomirécomosituvieraunretraso.Éllevantólasmanosdefendiéndosedelataquedemimirada.—¡Eh, nome culpes! ¡EnEuropa empezáis la universidadmuy tarde!
¡Osvalabuenavida!Noleibaaquitar larazón.EnEspañanisevalorabalaposibilidadde
empezarlauniversidadenagosto.—Entonces ¿qué es Lucca para ti, Lara? ¿Una pequeña despedida de
desfase?¿Unaúltimafiestaantesdededicarteaestudiardenuevo?Mis párpados se entrecerraron al mirarle de frente. No pretendía
seducirleodesafiarle,perocreoquefuejustoloquehice.
—Puede—contesté.—¿Ycuálvaasertulocuramássonada,cachorrita?¿Hacerungrafiti?
—Rióconsorna.Se estaba riendo demí. Pero nome sentómal porque sentía que, en
realidad,solobromeabaconmigo.—Noloséaún.Soloquierodisfrutardeestosdíasaquí—expliqué—.Y
vivirestaexperiencia.Yhaceralgunalocura...—¿Quétipodelocuraseríascapazdehacer?—Novoyaplanificarnada—leexpliquésinquererserpretenciosa—.
Solomedejaréllevar.—¿Sabes? —adoptó un tono más ronco para dirigirme una mirada
envueltaenfuego—:avecesnohayqueplaneartantolascosas...Solohayquesaltaralvacío.Kilianrevolucionabamishormonasymehacíahervirlasangre.Noera
tanpavacomoparanodarmecuentadecuándoalguienmeatraíadeesemodo,porque,aunquenuncamehabíapasado,lasdiferenciassepalpabancon facilidad. Era imposible tener paz mental a su lado; mecortocircuitaba.Yo,quesiemprehabíatenidomuchocontrolsobreloquemerodeaba,eraunamasijodenerviosensupresencia.Ynoacababadellevarlobien.Mientras comía las dos porciones de pizza napolitana y bebía de mi
granizadodefresa,Kiliannodejabadeestudiarmeydemirarmeconunaintensidad que a veces me hacía sentir incómoda. Bebía de su cerveza,mordía lapizza; volvía abeber, volvía amorder.Mepreguntaba algoyescuchaba con seriedad. Y todo ello sin perder ni un detalle de mispalabras.Aunque en ocasiones hablara de temas banales, el fuego de sus ojos
seguía ahí, cuando se posaban en mí. Y se posaban siempre, porque,durante todo el rato que estuvimos charlando, no los apartó demi carabajoningúnconcepto,comosiledieramiedoperdersealgo.Meabrumabatantaatencióny,almismotiempo,meagradaba.—Háblameunpocodeti,Kilian.AdemásdeAssassinatiempoparcial,
yvándaloatiempocompleto,¿quémáshacesentu...?—¿Sabesquetieneslosojosmásbonitosquehevistonunca?Medejan
sinpalabras.Eltrozodepizzasequedósuspendidoenelaire,amediocaminodemi
boca.Eraunpiropoentodaregla,yyojamáshabíahechocasodeellos.
Nunca les di importancia. Pero que élme dijera algo así despertó a lasmariposasdemiestómago,otravez.—Gra-gracias—contesté,nerviosa.—¿Te da vergüenza que te diga estas cosas, Lara? —No dejaba de
mirarme la boca, y yo me la limpiaba disimuladamente con la lengua,pensandoqueteníatomateoalgo.—Noestoyacostumbrada.Peroteloagradezco.—Unaratitadebibliotecacomo túnoha tenido tiempopara salircon
chicos,nitontear,nihacerguarradas,¿meequivoco?—Esonoesalgodeloquedebahablarcontigo.—Tepongonerviosa,¿verdad?—Enabsoluto.Élseinclinóhaciadelanteysusurró:—Puesdeberías.Nosabescómoesdevivamiimaginación.Uncachitodehielodelgranizadosemefueporelotrolado,conloque
tuvequetoserenérgicamentehastaquesemesaltaronlaslágrimas.Kilianseechóareírconganas.—Quémona...—murmuróconlamiradavidriosa.—Bueno...¿Mevasahablardeti,Kilian,ono?—Cambiédetemapara
redirigirlaconversación.Yonosabíajugaraeso...NoteníalagracianieldesparpajodeThaïsparasoltarlealgunafresca.—¿Quéquieressaber?—Cogióunaporcióndesupizzabarbacoapara
morderlaconsatisfacción—.Nosoynadainteresante.—Veamos...¿Cuándoempezasteapracticarparkour?Aquel cuerpo tan esculpido y trabajado era el resultado de años de
dedicaciónysacrificio.—Hacecuatroaños.—¿Alosdiecisiete?—Sí.—¿Y qué mueve a un futuro médico enamorado de la ilustración a
jugarse el físico haciendo un deporte tan arriesgado como este? —preguntémordiendolacañaligeramente.—¿Cómosabesquemeenamoraeldibujo?—preguntó.—TevimirandoatentamenteaJimLee.—¿Loconoces?—Claro.Meencantaelcómicamericano.Tengomipartefriki,comotú.
De hecho, estoy en este festival solo por los cómics y los mangas. He
deducido que alguien que mira como tú lo hacías siente devoción yadmiraciónporsuarte.Élnodijonadamás.Secallóparameditar laexplicaciónquelehabía
dado.Queeralaverdad.Ylosabía.—Noessoloundeporte—aclaró.—¿Elqué?—Elparkour.—Ah.Pensabaquetereferíasalodeloscómics...¿Mevasahablarde
ello?—Lostrazadorestenemosvaloresysentimosunprofundorespetopor
nuestrocuerpo.Hayunafilosofíatrascadamovimientoysalto.—¿De verdad?—quise saber, apoyando la barbilla en mis manos—.
Explícamela.—Teaburriría.—Nada me aburre si me lo explicas bien.—Sonreí forzadamente—.
Hazteelinteresante,venga.Tienestodamiatención.Élnometomómuyenserio,ehizobien.—Cierralosojos—meordenódegolpe.—Ciérralostú.Dejóirunacarcajada.—Enserio.Ciérralos.Asíentenderásmejornuestramaneradepensary
deactuar.Odiaba dejar de ver. Mi mente trabajaba con imágenes, evocaba
acciones en movimiento. Perder la visión significaría perder en esemomentocadaexpresióndeKilian.Sinembargo,despuésdeemitirunlargosuspiro, loscerré,confiando
enélcomoraravezlohacía.—¿Seguroquenoves?—No,pesado—contesté—.Aver,cuéntame.Oíelsonidochirriantedelasillaantesumovimiento,ynotésusmanos
cerca demi cara.Entonces, la caricia de uno de sus dedos deslizándosepor mi tabique nasal despertó mis otros sentidos haciéndoloshipersensibles.—Nos llaman trazadores porque trazamos caminos distintos de los
demás.Caminosque losdemásno seplantean trazar.Caminosvírgenes.—Yo abrí los ojos de repente, pero élme sonrió y pasó sus dedos porencimaparaqueloscerraradenuevo—.Vemosotrasvíasdiferentespor
lasqueavanzarennuestrodíaadía.—Pasósusdedosporlapuntademinariz,ydespués,resiguiómismejillas—.Elparkouresnuestramaneradedecirle al mundo que, a pesar de los obstáculos que nos pongan, lossortearemossindarunsolopasoatrás.—¿Yno...noesmuyarriesgadojugárselaencadapaso?Kiliansonriósilenciosamente.Nohacíafaltaverleparasaberlo.—No.Nuestro lema es «Ser y durar».Por esonoponemos en riesgo
nuestravida.Nuncamolestamosalosdemás,nonoschocamosconellos,ytampocohacemoscompeticionesentrenosotros.—Despuésdeslizósusdedoshaciaabajo, resiguiendoconellosmibarbilla—.Tratamosbienanuestrocuerpoporqueesnuestraherramienta,ylollevamosallímiteparasaber hasta dónde somos capaces de llegar. —Sus dedos rozaron mislabios esta vez y me hizo cosquillas—. ¿Hasta dónde serías capaz dellegar,Lara?¿Conocestuslímites?¿Losconocía?Nosabíasi lostenía,esaeralaúnicarealidad.Unavez
creísuperarellímite,pero,coneltiempo,aprendíqueaúnpodíantensarmáslacuerdaconmigo.Asíquetodavíanohabíallegadoalfinal.Tenía un objetivo enmente, y sabía lomucho que debía trabajar aún
paraconseguirlo.Eramipropósitodesdehacíamuchotiempo.Yeraasíporque se había convertido en una necesidad que llevaría a cabo fueracomofuese.¿Milímite?Aúnestabaporllegar.—¿Hastadónde sería capazde llegar?Dependede loqueme interese
conseguircruzandoellímite.—Esafuemirespuesta.Kiliandejócaerlamanodemirostro,yloañoréalinstante.—Cuandocruzasellímiteencuentrastudestino.Dasunpasomásallá,y
elmundoseabre.—Medioungolpecitoenlanariz.Me pareció absurdo.Nome gustaba queme tratara como a una niña
cuandolanocheanteriorteníasulenguatocandolamía.—Noteníaporquécerrarlosojos,¿verdad?Él me sonrió de nuevo, de ese modo en que hacía que mi corazón
bombearacomoloco.—Soloeraunaexcusaparatocarteymemorizartusfacciones.Nos hallábamos los dos con los cuerpos inclinados hacia delante. Su
rodilla entre las mías, y nuestros rostros solo a unos centímetros dedistancia.—Oye,Kilian—dijealgonerviosa—.Respectoalodeanoche...
«Bip.»«Bip.»Losdosdimosunsaltoennuestrosasientos,alteradosporelsonidode
nuestros buscas. Nos miramos extrañados y echamos un vistazo almensajealmismotiempo.Alastairnosacababadecitar.—Joder—gruñóKilian.Ambosalzamoslasmiradasynossonreímosconunadisculpa.—Elconcurso—dije.—Sí.—Hayquemoverse—afirmé.—Sí.—Kilianclavósusojosdoradosenmibocadenuevo,ydespués
losapartórápidamentealtiempoqueselevantabadelasilla.En el concurso, él y yo éramos rivales. Rivales extremadamente
competitivos.Sabíaqueambospensábamoslomismo:«¿Sabráyaadóndetienequeir?».—Bueno...—Suspirésinsabercómodespedirmedeél.—Bueno—contestóél—.Nomehasdichoquéharíasconeldinerodel
premio.—Tútampocomelohascontado.—¿Cuálseríatuproyecto?—¿Yel tuyo?—contrarresté.Todavía persistía el recelo patente entre
dos desconocidos que eran contrincantes. Cualquier información de esetipopodríaserutilizadaennuestracontra.Talvezeramejorcallar.—Entonces,lodejaremosasí—seconformó.—Vale.Pensé que nos diríamos algomás. Que a lomejor quedaríamos para
luego.EsanochelosAssassinsTraceurshacíanunaexhibición.Almenos,esonosdijoRaúl,yese tiponunca fallabaensu información.Kiliannomehabíamencionadonadasobreello:alomejornoleinteresabaseguirconociéndome.¿Podría ser que nuestro interludio se acabara en esa comida
compartida? La idea me entristeció muchísimo, pero no podía forzarningunasituación,pormuchoqueladeseara.—¿Mevasadevolverlagorra?—No.Megustaverteconesaquellevasdecolorines.—Puesquébien.—Hiceunmohín.
Esperé a que él me diera alguna señal, algo que mantuviera misesperanzasactivasyenpie.PeroKiliannodijonadamás.Seencogiódehombros,levantólamano
ysedespidiódemí,sinmás,empezandoacorrerendireccióncontraria,trazandouncaminocompletamenteopuestoalmío.
Trece
Pruebanúmerodos:
Personaje:madredesupropiopadre,y,aunqueesverdaderamadre,nodejadeserdoncella.Lugar:aquelcustodiadoporlaspanteras.Santoyseña:«Lapiedranohabla».
Abrí elWhatsApp para escribir inmediatamente a Taka y a Thaïs. Sesuponía que estaban en el hotel, durmiendo lo que no habían podidodormirlanocheanterior.
Cuando lleguéalhotel,misdosamigos teníanmejorcaraquecuandolesrecogíenlacomisaría.Alotonto,habíapasadodoshorasymediaconKilian,hablandodecosastrascendentesytambiéndemenudencias,peroeltiempoensucompañíasemehabíapasadovolando.Señaldequeestabaagusto.Muynerviosa.Peroagusto.Enesashoras,misdosamigossehabíanduchado.Thaïstomódoscafés
conhieloyTakavaciabael tercerRockStarconsaboraguaranáque setomabaenmenosdeunahora.Conesoteníanqueaguantar:lacafeínaylataurina eran las mejores aliadas contra el cansancio. Tenían las pupilasmás dilatadas que Snoopy en un ring de Pressing Catch, pero no
importaba.Onosactivábamosonosechabandelacompeticiónporlentos.No queríamos perder el ritmo del concurso a pesar de que la noche
anteriorsehabíasaldadoconvariossobresaltos.Subíacolocarmelagorrayacambiarmeelcalzadoparaponermelas
Cavalli. Miré mi iWatch para asegurarme de que mi padre, que solíallamarmeaesahora,nomehabía llamado todavía.Ydecidíquecuandoregresara de hacer la prueba le escribiría y le contaría en qué tipo deaventura estaba embarcada. Con lo amante que era de la intriga y laacción,seguroquealucinaría.Nosencontramos los tresa lasalidadelhotel,con lasbicicletas rojas
entrelaspiernas.Lasindicacionesdelapruebaestabanllenasdeacertijos,ysolosilosadivinábamosantesquelosdemáspodíamosadelantarnos.—¡Lotengo!—gritóThaïsencendiendoelGPSdesumóvil.—¿Lotienes?—preguntóTakaechándosecasiencimadeella.—Sí. —Ella lo miró de reojo y carraspeó—. Takagochi, ¿no te han
dadodecomerhoy?Parecequemevasaengullir—musitóintroduciendounadirecciónenGoogleMaps.—No. El gandul ymantenido de tu novio Ken se ha acabado toda la
comida—dijoconunasonrisadeorejaaoreja.Puselosojosenblancoygruñíunpoco:—¿Queréisparar,porfavor?—¡Hasidoél!—sedefendiólarubia.—¿Adóndehayqueir,Thaïs?—preguntéperdiendolapaciencia.—Atupuerta,miPequeñaHobbit.—¿Eh?—Nolaentendí.Thaïshizoungestocomosicomprendieraqueyonosupierapordónde
ibanlostiros.—A ver, cariño. Atiende la adivinanza. —Señaló la pantallita de su
busca—.Unamadredesupropiopadre,aunquenodejadeserdoncella.¿Quiénes?¡Esunavirgen!¡Comotú!—¡¿Porquénologritasmásfuerte?!—protesté.Thaïssemoríadelarisa.Leencantabatomarmeelpelo.Estabatanllena
de energía que nos atizaba a todos con su chispa y nos acababacontagiando a causa del estrés. Empezó a darle al timbre de la bici y aaullar.—¿Qué haces, tarada? —Reí con ella mientras Taka negaba con la
cabezacomosinotuvieraremedio.—Vamos a la Porta Santa Maria, una de las seis entradas de Lucca,
ubicadaen lazonanorte.Custodiadaporelheraldode laciudad,queesunapantera.¡Hayqueirallí!Lamirabasindarcréditoaloqueoía.—¡¿Qué?!—exclamóella—.¡Soyperiodista,chicos,nomemiréisasí!
Me encanta averiguar cosas de los lugares en los que estoy. Si cuelgoinformación en mi blog tengo que estar muy bien informada sobre lahistoriaquemerodea.Sellama«contrasteprofesional».—¿Te has aprendido la Lonely Planet de Lucca? —pregunté
metiéndomeconella.—Ja, ja. Muy graciosa, Pequeña Hobbit. Vete a la Comarca a lanzar
petardos.—Thaïsno leeanoserquesean librosconfotosde tíosconel torso
descubierto—añadióTakasumándosealabroma.—Yaestáelpitufonipón.Sinpensarlodosveces,seguimosaThaïsentrerisasycarcajadas.Esepequeñoparéntesisdecaminoa laPortaSantaMariame fuebien
para dejar de pensar enKilian y en el nudo en el estómago que semeformabaal imaginarquepodríamosvernoscaraacaraenunaprueba,ytratarnoscomodesconocidos,comosinuncahubiésemoshabladoojamásnoshubiéramosbesado.Élpodríaserindiferenteporqueestabaacostumbradoaesejuego.Peroyoeracomounarookieenesaliga.Nosabíafingir.
SeisentradasteníalafortalezadelaciudaddeLucca.Seislugaresporlosqueinternarse.RodeamosLuccaporsucircunvalación, resiguiendoelmuro.Sería la
maneramásrápidadellegaralapuertadelnorte.Desdefuera,Luccaeraincreíble: prados verdes, flores de Murabilia y un muro de altísimosárbolesparalelosalacarreteraquelacobijabanyprotegían.La llamada Porta Santa Maria todavía conservaba el mecanismo que
permitíaquelabarradeaccesosealzara,señaldequeenelpasadohabíaunpuentelevadizo.Ladivisamostraspasarunarotondaconunjardínsembradodeflores
devarioscolores.Recorrimosenbicilacallequenosguiabahastaaquellaentrada de Lucca y al llegar nos encontramos con un muro de piedrarojiza y de ángulos rectos, dividido en su parte inferior por tres arcosabiertos,quelosviandantescruzabanparallegaralinteriordelafortaleza.Miréhaciaarribayvienlaventanacentralenarcolaestatuadelcultoa
la Virgen, en piedra caliza blanca. A ambos lados, dos panterassosteniendounescudodelaciudadlaflanqueaban.—Yahemosllegado.A esas horas, muy pocas personas rondaban los muros. El sol caía
sobre laToscana con rabia aplastante.Si el personajeque teníanuestrasinstruccioneseralaVirgen,nodejabadeserunaestatua;poresodecíaenelmensajequelapiedranohablaba.—¿Cómosesuponequevamosasubirahí?—preguntóThaïs.—Escalando—contestóTakaquitándoselamochilaytirandolabicial
lado—.Debe ocultar una bola de dragón en algún sitio o un papel coninstrucciones. No nos va a hablar y a decir qué tenemos que hacer.Debemossubirnosotros.MiréaTakaanonadada.Siesaeralatípicapruebadondemostrábamos
nuestrashabilidadesfísicas,entoncesestábamosperdidos.Élparecíamuysegurodesímismo.Sonreíabajolaviseradesugorra
negra,altiempoquehacíacrujirlosnudillosdelasmanos.—Thaïs,teponesdepiesobremishombros.Nossujetaremosalapared
delmuro.Lara...—¿Sí?—Tútreparása travésdenuestroscuerposyteencaramarássobrelos
hombrosdeThaïs.Haremosunatorredetres.¿Nohacesesoentutierra?—¿Estásloco?Losúnicoscastillosquehehechoenmividasonlosde
laarenadelaplaya.—Creoquepodrás llegar hasta el arcode laVirgeny ver si esconde
algoquenosseaútil.—¿Quieresquesubaahíarriba?—dije,anonadada—.Estopuedeacabar
muymal—murmurédándolelavueltaalagorracomoharíaunskater—.Notengoningunapericiaescalando.—Vamos,Lara.Notepasaránada.Nohaytiempoqueperder.Takaapoyósusmanosenlapared,bajolaventanaenformadearcode
laVirgen.DespuéssemovióThaïs,quesemoríadelarisaporque,comoyo,nocreíaquetuviéramosningunaposibilidad.
—Es de locos —murmujeaba Thaïs subiéndose sobre la espalda deTaka.Seagarróasucabezahastaquecasise la tuerce.Élaguantabaestoico
losempujesdelajoven.Pisósuespaldaydespuésleclavólasuñasenloshombros,hastaqueconsiguió,despuésdecincominutos largosquenosretrasaron mucho, subirse sobre sus hombros, incorporarse y quedarsetiesa como un palo aguantando el equilibrio hasta que pudo plantar laspalmasenlapared,comohacíaTaka.—¡Vamos, Lara! —gritó Thaïs, histérica—. ¡Tengo vértigo! —
Realmente, estaba muy nerviosa, a pesar de que la altura no era nadaconsiderable.—Y,cuandosubas,procuranobajarmelospantalonescomohahecho
ella—apuntóTaka,enfadado.Meacerquéaellosparaestudiarlamejormaneradesubirhastaarriba.
Toméaire,pensandoenque,claramente,meibaaabrirlacabeza.AlarguélasmanosylasapoyésobreloshombrosdeTaka,enaquellas
partesdondenoestabanlospiesdeThaïs.Fuiadarmiprimerpaso,levantandolarodillalentamentey,derepente,
una ráfagadevientohastaentonces inexistenteazotómimelena sueltayporpocometiraalsuelo.Desorientada,intentébuscarelorigendeaquellaráfaga,cuandovique
unAssassinutilizabalapequeñatorrequehabíanhechoTakayThaïsparallegar hasta la Virgen con la habilidad de un ninja y la rapidez de unagacela.Nomelopodíacreer.Nosacababadeusarparalograrsuspropósitos,
quenohabía tardadoni quince segundos en conseguir.Cuandoyo,muyprobablemente,habríainvertidopartedelamañanaenmiascensoporlatorrehumana.—¡Joder! —dijo Taka, que no me podía ver—. ¡Lara, apenas te he
notado!—Nohesidoyo—aclaré,boquiabierta.El Assassin encapuchado, que yo conocía a la perfección, asomó la
cabeza para sacarla de la oscuridad de su capucha, y me sonrió consuficiencia.—Gracias,chicos—dijoKilianencaramadoalaVirgen.A varios metros tras de mí, Luce, Frederic y Aaron se reían sin
disimulo. Luce estaba increíble con el traje de Assassin. Esa chica era
guapísima,ylaodiabaunpoco.Obastante.Almenos,nohabíanirastrodeThomas,todavíaconvaleciente.¿Habría
cogidoyaelavióndevueltaaEstadosUnidos?Esperabaquesí.La irame cegaba en esemomento.Medio tanta rabia queKilian nos
utilizaraparaeso,cuandoyonoteníanilamíserahabilidaddesubirmeacaballitodenadie...Vicomometía lamano traselmantodepiedrade laVirgenysacaba
algo,unpergaminoblanco.—¡Lotengo!—gritóasuscompañeros,quelovitorearoncomoauna
estrelladecine.Apretélosdientes.Lafuriameenvenenaba.Pero¿quéibaahacer?No
teníapuñosfueracomoMazingerZ.Eraunapalurdatorpe.—Losiento, chicos—dijoéldandoun saltoquemeespeluznópor la
alturadesdelaquelohabíahecho.Cuandolasueladesusbotastomócontactoconlahierba,aprovechóel
impulsoparahacerunavolteretaydespuéslevantarsecomosinada.—Eso ha sido muy rastrero —le increpé acercándome a él con los
puñosapretados—.Nosehace.—Ytúsiguessinverlasvenirnivigilaratusespaldas.Kilian ni siquieramedejó encararme con él.Empezó a correr a toda
velocidad,conlarapidezdeunamanadadelobos,ymediolaespalda.—¡Kilian!—legrité,cabreadaconél.Peroélmemiródeladoy,mientrasseguíaasugrupo,dijoalgoqueme
dejóparalizada.—¡No te enfades, cachorrita! ¡Ymira por dónde pisas!—Me sacó la
lenguaburlándosedemí.Lovidesaparecertraslosmurosdelafortaleza.¿Adóndesedirigíansi
nosabíanloqueponíaenelpapel?Eracomosituvieranquecorrer,condestinoosinél.Entonces, deslicé lamirada hacia abajo.Apunto de ser aplastado por
mispies,descansabaunpergaminocomoelqueKilianhabíasustraídodelaVirgen.—¡Ese tío es un capullo! —gritó Thaïs, que ya se había bajado de
encimadeTaka—.¡OdioalosAssassins!—Espera.—Ladetuveantesdequeempezaraasoltarsaposyculebras
por esabocazaque teníayque tanbien sabíahablarmal—.Mira.—Meagachéytoméelpergaminoentremismanos.
—Joder... —murmuró Thaïs—. ¿En serio nos acaba de dar unpergamino?—Sí,esoparece—dijeigualdeconsternadaqueella.—¿Quélehashecho?—¿Aquién?—Lamiréextrañada.—Aesetío,Lara.—¿Yo?—Meseñaléconasombro—.Nada.Thaïsmemirócomoloharíaunperiodista.Sincreerseniunapalabra.—Kiliannosacabadeayudarconlaprueba.¿Tedascuenta?—¿Enserio?—Takaselevantódelsuelo,puesThaïs,alhabersebajado
deformatanbrusca, lohabía tirado,ysecolocó lagorranegra—.¿Porqué ha hecho eso? —preguntó corriendo hacia nosotras, muerto decuriosidad.—Sílohahecho.Ynoséporqué—afirmésinpreámbulos.Ynosabía
niquédecir.Habíasidoundetallazoporsuparte.—Podríahabernosutilizadoparaconseguirlasinstruccionesysitehe
vistonomeacuerdo—convinoThaïs—.Peroha tenidoladeferenciadefacilitarnos una copia a nosotros.O le hemos dadomucha pena porquesabíaqueseríamosincapacesdeconseguirunao...leinteresas,Lara.Eresconscientedeeso,¿no?¿Otampocotedascuenta?NoeraquenoquisieracreerenlaspalabrasdeThaïs.PeroKilianme
despistaba. Habíamos comido juntos al mediodía, y no había intentadohacernadamás,cuandoloqueyodeseabaeraquemebesaradenuevo.Nitampocohabíamencionadonuestrobesodelanocheanterior.Esesíhabíasidomiprimerbeso,yonodejabadepensarenél,peroKilian lohabíaomitido.Mesentíafrustradayunpocoimpotentealrespecto.Nosabíallevarla
iniciativa ni tampoco tenía idea de cómo expresar lo que sentía. Estabafelizymuyagradecidaporsugesto.—No sé si le intereso o no—finalicé, peleándome con el nudo de la
cintarojadelpergamino.—No te lo crees ni tú —insistió Thäis recogiéndose el pelo en una
coletayestudiandosindemasiadapacienciamimaneradedesenrollarelpergamino—.¿Selovasapagarenespecie?—Thaïs—espeté, cansada de oír sus soeces—. No todos somos así,
¿sabes?—Venga ya, no te hagas la santa. Eres una chica como yo —dijo
arrebatándome el pergamino de las manos para deshacer el nudo de lacinta roja—.Si tú legustas,yél tegusta, la llamadade lanaturalezanotardará en explotaros en la cara. Es química. Y ¿quién sabe cuándo osvolveréis a ver?Nopuedesdetener esa llamadani aunquequieras.O loasumes, o verás con impotencia como tu cuerpo gana la batalla a esacabecitallenadepelocolorchocolatequetienes.—Déjametranquila.Meponesmuynerviosa—murmuré.—No,guapa.Teestoypreparandoparaloinevitable.Además,sepalpa
vuestratensiónenunkilómetroalaredonda.Nomejodas.—¿Podemosdejardehablardeestoahora?—Esachicameenervaba.—Trae. —Taka le quitó el pergamino de las manos y leyó lo que
teníamosquehacer.
Ha llegado elmomentode que juguéis con lamáquinaEnigma.Lavuestra está ubicada enEdison Bookstore. Dad el santo y seña y os llevarán al rincón en el que se encuentra lamáquina.Asulado,encontraréisuncriptograma.Pararecibirunaboladedragón,tendréisquedescifrarelmensajecifradoenveinteminutosydespuésenviarunregaloenvenenadoaunode los grupos: deberéis escribir en el teclado de un ordenador que se os facilitará otromensajecifrado.Siellosnolodescifran,quedarándescalificados.
Suerte.COMANDANTEALASTAIR
Criptografía.Me encantaba el arte de descifrarmensajes, pero no eramuy buena en ello. Mi don podía ayudarme a memorizar letras ysímbolos, pero no era demasiado rápida a la hora de descifrarlos. Mefaltaba rapidez mental. Thaïs era una investigadora excelente, peronecesitabaconstanciaytiempoparaconseguirloquebuscaba.Ningunadelas dos éramos muy útiles para una prueba así. Pero, por suerte paranosotras,quiensíeraexcelenteendescifrarlosmensajeseraTaka.Poresochasqueabalalengua,henchidodeorgulloporsutalento.Diounapalmadaysefrotólasmanos.—Venga.Vamosaesalibreríayamerendarnosaalguien.
Enel centrodeLucca, justoal ladodenuestrohotel, resguardadaenunedificioantiguoy restaurado, seencontraba la libreríamásbonitayconmás encanto que había visto jamás: columnas majestuosas, techos decristalconmotivosacolorydibujosreverentesvariadosparecidosalosdelasvidrierasdealgunasiglesias.Laclaridaddelsolsecolabaatravés
deellosymoteabalasestanteríasdediferentestonalidades.Olíaalibroyapáginasusadas.Megustaba.Fuimosdirectamenteahablarconellibrero:unhombredepelocanoso
y gafas de lectura de montura metálica que estaba ordenando losejemplares clásicos de Homero. Dimos el santo y seña: «La piedra nohabla»,aloqueellibrero,despuésdecomprobarquelleváramosnuestraspulserasamarillas,noscontestó:—Pero los libros sí. Seguid recto.En la sección de teología, al final,
estáEnigma—nos informó.Tomóun reloj de arena que descansaba enunabaldademaderaylediolavuelta—.Tenéisveinteminutos—finalizó,volviendoacentrarseenelordendeloslibros.Mientrasrecorríamoslospasillospensé:«¿Quécobraránloshabitantes
deLuccaporparticiparenelPremioAlanTuringycolaborarconellos?».Suponía que algo debían de cobrar. O puede que no, y echaran una
manoporamoralarte.Comofuera,estabadeseandoversiEnigmaerafidedignaalverdadero
decodificador,osololollamabanasíparahacerlagracia.Puessí.Sololollamabanasíparahacerlagracia.SetratabadeuniMac
plateado,colocadoenunamesitademadera.Unasilla solitaria,depatasmetálicas,esperabaasucolonizador.Taka tomó asiento y sus ojos rasgados y negros se fijaron en la
pantalla, cuya landing eran todos símbolos en movimiento, aunque elmensajecentralfueraclaroyestuvierafijo.Habíaescritolosiguiente:
dwuhyhwhdfrqidu.Jdaqvdowrghih.
Yonoentendíanadadeloqueponíaenesemensaje.Sabíapocoonadadedescifrarmensajes.Taka,encambio,queadorabalosenigmasyeraelmejoramigodelosalgoritmos,partíaconventajarespectoanosotras.—Deacuerdo—murmuróTakahaciendocrujir losdedos.Odiabaesa
maníasuya.Cuandofueramayortendríaartrosis—.Hayquecontabilizarelnúmerodevecesquese repiteuna letra,cuáles son lasmás repetidas.Tenemosquecomprobarsiesas letrasqueserepitenson lasmásusadasenel idiomaoriginaldelmensaje... ¿Cuál es el códigobajoelqueestáscifrado,guapo?—lepreguntabaTakaaliMac.—Lo máximo que sé de mensajes cifrados, Taka, es escribir en el
tecladoconelWiding.Nollegoamás—asumióThaïsdetrásdeél.—Poresometenéisenelgrupo—explicóTakadándolelavueltaala
gorra de talmodo que su pelo azul quedó aplastado contra la frente—.Estascosasmeencantan.Dadmeunpapelyunboli,rápido.Mesaquélamochiladelaespalda,laabríconpremuraycogímibloc
denotasyunboli.—¿Quéhacemos?¿Cómopodemosayudar?—pregunté.Takasefrotólanucayseñalólapantallaconeldedo,haciéndolobailar
acadapensamiento.—Aver...Letrasinconexas...Dejadmepensar...Ledejamospensardiezminutosmás,enlosqueapenasparpadeópara
comprender qué era lo que tenía delante. El reloj de arena corría sindemora.—Creoqueyalotengo...—¿Enserio?—dijeconalegría.—Sí.Escribeelabecedarioenhorizontal,Lara.Ydespués,debajodela
A, empiezas el abecedario de nuevo pero iniciándolo en la letra D, asísabremoscuáleselvalorrealdecadaletra—meordenó—.CreoqueesuncódigoCésar.—¿Quéeseso?—dijoThaïsquitándoleunabriznadehierbadeencima
delagorra.—Lo inventó el emperador, y se basaba en sustituir las letras del
mensajeoriginalporlaletradelalfabetocorrespondientedesplazadatresposicionesmásallá.Parasaberquéponehayqueinvertirlapermutación.Porejemplo:laA,seríaenrealidadunaD.LaBunaE,laCunaF...Lehicelarelaciónquemepidió,yquedótalcual:
Takasequedómirandolasletrasyentoncessonriócomountruhán.—Traducidelmensajeahora—nospidiósatisfecho—.Averquédice.
YoleibadictandoaThaïselvalordecadaletra,yellaibatraduciendoelmensajeenotropapel,hastaquedimosconelresultado.—«Atréveteaconfiar.Daunsaltodefe»—leyóThaïsenvozalta.¿Quésignificabaeso?—Bien.—Takametióelmensajedecodificadoenelordenadoryledio
aenviar.Veinte segundos después, el MacBook hizo ruido de campanas. El
libreroseacercóconsangredehorchatayunacajanegraentrelasmanos.—Estoesparavosotros—nosdijo.Takatomólacajaconimpaciencia,laabrióycerróelpuñoparalanzar
ungritodealegría.—¡Segundaboladedragón!—exclamó—.¡Latenemos,niñas!Los tresnos felicitamosporpasar la segundaprueba.Había sidomás
complicadaquelaanterior.—Ahora os toca dejar un mensaje cifrado a uno de los grupos que
aparecen en pantalla. Clicad y se os abrirá un correo. Le mandáis elcódigo encriptado al competidor que deseéis y lo recibirá en sulocalizaciónyensuordenador.Ellibrerosefuesinmás.Eraunrobot.Dabaelmensajeydesaparecía.Estudiamoslosgruposquesalíanenpantalla.Noíbamosaenviarlesel
mensajea losAssassinsporqueKiliannoshabíaayudado.NosquedabanlosX-Men,losMusculman,LosVengadoresylosPrinceofPersia.—Aporlosprincipitospersas—dijoTaka,decidido—.Hayuncapullo
alqueconozcodelosforosenesegrupo.Yloquierofuera.—¿A los Prince of Persia?—replicóThaïs—.Amíme cayeronmuy
bien.Yestabaesechicoconelquehabléayernoche...¿Cómosellamaba?—Sequedópensativa—.Ah,sí.Jamie.Noseloenvíesaellos.Takalamiródereojoeignoróelcomentariodenuestraamiga.—Nilosueñes.Jamieylospríncipessevanairalamierda.—Tecleó
conrabiamientrasestudiabamirelacióndeletras.Thaïsdesviólamiradahaciamí,elevólascejasrubiasybizqueó.—Estejaponés,quéterritoriales.Yomequedémirandolapantallayleíenaquelidiomaininteligiblelo
quepuso.Loenviótanrápidoqueaningunadelasdosnosdiotiempoatraducirlo.—Ya está. Hecho.—Taka se levantó de la silla y guardó la bola de
dragóndentrodemimochila—.Vámonos.
—¿Nonostienenquedarnadamás?—Thaïsesperabaalgunainvitaciónaalgo.Pero,esavez,nohabíamáspremioqueconseguirlabolaconlasdosestrellasgrabadas.—No—repusoTaka recolocándose lagorraensusitio,con lavisera
haciadelante—.Andando,rubia.Una hora después, cuando estábamos en el hotel, recién duchados y
preparados para dar una vuelta nocturna por Lucca, recibimos dosmensajesenelbusca.LosMusculman habían perdido al no poder ubicar el personaje de la
Virgen. Los Prince of Persia también fueron eliminados debido a suincapacidad para traducir el mensaje que les había enviado Taka: unmensajecuyoabecedariorealnoveníadelinglés,sinodeljaponés.Cuandolaorganizacióndijoquelasreglaseranquenoexistíanreglas
sereferíaseguramenteaartimañascomolasdeTaka.Enningúnlugarsemencionabacuáldebíaserlanaturalezadelidiomaa
codificar.Taka, que odiaba a James y a los Prince of Persia por alguna razón
relacionadaconThaïs,sabíaqueteníaesabazayquelapodíautilizar.Hechalaley,hechalatrampa.
Catorce
—Pero, Lara, ¿no creéis que es injusto participar en ese concursocuandonotenéisunproyectoserioquepresentar?Talvezlosotrostenganmás razones de peso que vosotros para estar ahí—repusomi padre untantomalhumorado.—Mira,papá—leexpliquéconcalma.Meestabamaquillandodenuevo,
frente al espejo de mi habitación. Si Gema me hubiera visto, habríapensado que había sufrido un aneurisma o algo parecido pormi nuevaaficiónaloscosméticos—.ATakanoselepuedecontrolar.Sinopuedeelgobierno,¿cómovamosapodernosotras?Élhadecididojugaraesto,yThaïsyyonoslopasamosbienasulado.¿Quéhaydemalo?—Conmipadrehabíaobviadoelhechodetodasesascosasgordasquenosestabanpasando: me había emborrachado, un tío me había drogado paraaprovecharse de mí, y me había dado un besazo de tornillo con misalvador,alquealprincipioodiaba,yalque,sinembargo,yanomepodíaquitar de la cabeza. Ah, y Thaïs y Taka habían pasado la noche encomisaría.Menudencias.—Tú te has esforzadomucho en lograr tus objetivos, nena—dijomi
padre—.¿Quépasaríasialguientefastidiarasoloporpasarunbuenrato?—Estamos participando sirviéndonos de las mismas armas que los
demás, papá. No hacemos daño a nadie—me justifiqué—. Todos estoschavalestienenunegodescomunal,ademásdesufuturosolucionado.Queganen el premio o no solo les inflará el amor propio. Nosotros loqueremosganartambién.Nosestamosportandobien.—¿Seguro,Lara?—Sí,papá.
—Pregúntaleatuhijasitienecondones—oíqueledecíaGema.Elcomentariomehizoreíralavezquemedejóperpleja.—¡Esbroma,Lara!—gritóGemasoltandounacarcajada—.¡Disfruta,
cariño! ¡Tu padre se ha quedado pálido! ¡Voy a por una pastilla para latensión!—añadióparacontinuarconlabroma.—Lara,nohagascasodelacabezalocademimujer...—¿Sabes?, todavíamepreguntoquéhaceunamujer tanmoderna con
uncarcamoralistacomotú.—Amarme.Yrespetarme—contestóhaciendoelparipé.Yo sonreí al oír el cariño real de sus palabras haciaGema. También
había amor, aunque sabía perfectamente que no era el tipo de amor quesintiópormimadre.Elamorkelpiesoloseexperimentabaunavez.Yerahorriblealmismo
tiempoquegrandioso.Ymemoríademiedoconsolopensarquealgunavez semepudiera ir la cabezaqueriendode esemodo, y amar, sentir yvivirporyparaotrapersona.Erademasiadoindependienteparaeso...Mipadreestuvoapuntodemorirdepenadespuésdequeperdiéramosa
mimadre.Poreso,siempredefenderé,querréycuidaréaGema.Porqueyonoerapilarsuficienteparasostenerlo.Lanecesitabaaella,suenergíay su alegría, para que también se hiciera cargo de él cuando yo noestuviera.Lasemanasiguiente ibaaestarenEstadosUnidos,ynossepararíaun
océanoazulyenorme.—Lara...—Sí,¿papá?—¿Estásdurmiendobien?Dejé el pintalabios a medio camino de mi boca y estudié las
profundidades demis ojos árticos. La noche anterior no había dormidonada mal. Aunque tenía que tomarme las hierbas para no alternar midescansoconlaspesadillas.—Ya sabes cómo va esto, papá. Algunas noches mejor que otras.—
Siempreseríasinceraconélalrespecto.Juntoslohabíamospasadomuymalconestetema.—Bien,cariño.¿Tetomaslascápsulas?—Sí.—Nolasdejesde tomar.Acordamosquedejarías los tranquilizantesa
cambiodequesiguieraslasrecomendacionesdelaherbolaria.
—Sí,deverdad.Notepreocupes,papá.Melasestoytomando.Yestoybien.—Mealegro.—Papá,tetengoquedejar.Hequedadoencincominutosenelhalldel
hotelconmisamigos.Nosvamosacenar.—Sí,hija.Pásalobien.—Unbeso.Mañanatellamo.—Esoespero.Tequiero,bichoraro.—Tequiero.Cuando colgué, no pude controlar mi mente, que se dispersó entre
recuerdos agridulces con mi padre. Momentos realmente delicados quejuntos intentamos superar; incluso entonces, después de que el tiempohubiera transcurrido, a veces nos sorprendían azotándonos con dureza,apareciendocuandomenoslosesperábamos.Pasar el trance uno al lado del otro nos unió más de lo que ya lo
estábamos, pero también nos hizo creer que éramos fuertes, y que nohablardeltemaindicabaquehabíamostrascendidoaldolor.Aunque él y yo sabíamos que no era así. Seguía allí. Esperando a
asomarlacabezaenlosmomentosdebajón.Me pellizqué lasmejillas.Debía salir del bucle agónico en el quemi
memoria me sumergía con habilidad, así que, después de revisar mimaquillajealestilocountouringdeThaïs,decidíecharmemicoloniaydarunúltimovistazoamipelo,quehabíadejadosueltoysolorecogidocontrencitasporunlado.Habíaelegidounvestidoconescoteytirantes,ajustado,conestampado
tropical y unos zapatos de cuña.Nunca iba tan apretada de arriba, pero,conThaïsallado,noqueríaparecermeasuhermanapequeña.Asíquemearreglécomomejorpude.Elvestidocaíaenpequeñosvolantespordebajode mis caderas, y era muy corto. Tuve miedo de que se me vieran lasbraguitascuandomeagachara,pero,despuésdepracticarfrentealespejoycomprobarquenomostrabanada,medilaaprobación.En otro tiempo no hubiera querido arreglarme. Habría cogido unos
tejanos,unacamisetaanchadealgodónyunaszapatillasdeportivas,yconeso habría ido a todas partes. Pero entonces no me preocupabaencontrarme a nadie ni causarle una buena sensación. Esa noche meapetecíaestarguapaysentirmebienconmigomisma.Humedecímislabiosconcacaorojizodesaboracereza,mecolguéel
bolsoymiréelmóvilesperandorecibirunmensajedeKilian.Tal vez me lo encontrara esa noche. Tal vez él querría que nos
viéramos.Fueracomofuese,RaúlnosexplicóquesusAssassinsTraceurs tenían
unespectáculoorganizadoparaesanocheenlaPiazzaSanMartino.Y lo iríamos a ver. Todo el frikimundo estaría allí contemplando el
evento.Ynoqueríasermenos.Miréporúltimavez lapantallademi iMac,enelquehabíaescritoel
últimopantallazoqueTakahabíaenviadoencódigoCésar.Mimemoriafotográficalohabíagrabadotodoyyoteníaelgusanillodequerersaberquédemonioshabíaenviadoeljaponés.Cuando lo logré descifrar,me di cuenta de que había codificado una
traducción fonética del japonés que, convertida al inglés, era el idiomaque todoshablábamosallí,ysignificaba:«Thaïsestáaaños luzde ti.Nisiquieralamires».Cuandoresolvíelcódigocifradoapenasmesorprendí.Yaintuíaquela
relación de los dos estaba sin resolver, y sabía que habían rencillas yactitudespropiasde los celos.Aunqueno las conocíadeprimeramano,Luccameestabaabriendolosojosalasrelacionesentrechicosychicas.Yme alegraba darme cuenta de que Taka, el frío, duro e inteligente
Taka,acababadeencontrarlahormadesuzapato.LacuestiónerasisabríaonoplantarlecaraaThaïsydecírselo.Supongoqueaúnno.Todavíatendríaqueaguantarmuchaspullashasta
quesedecidieran.
Paséunanocheespectacularconellos.Nosreímoscomolocos.CenamosenLaTanadelBoia,unrestaurante
quehacíalosmejoresbocadillosdeItalia.MepedíunvegetalconquesoyunaensaladaCésar.Bebimosalgoparecidoalasangríaque,porcierto,estabadelicioso.En ningún momento hablé con Taka sobre el mensaje que les había
enviado a los Prince of Persia y que había supuesto su eliminación.Suponíaqueerasecreto,yasídebíaser,hastaqueseatrevieraahablarconellaydecirlelaverdad.Mientrastantofuicómplicedesusbromas,ytambiénpusepazantesde
queTakaseganaraunafrescadelasgrandesdeThaïs.
Vayados.Eracomoestarenunpatiodecolegio.Después,comoenLuccanoerahabitualquehubierapostresenlacarta
delosrestaurantes,nosfuimosaunaheladería.Lacostumbreallí,ymásenLucca, que son especialistas en dulces y repostería, era, una vez quehabíascomidoocenado,iraporungelattooaunapastelería.AsíquenosdirigimosalaPiazzaAnfiteatro,quesellamabaasíporque
había sidoconstruida sobre las ruinasdelantiguoanfiteatro romano.Enalguna de sus tiendas aún se podían admirar columnas históricas conestructurasdelperiodorepublicano.HabíaoídoquelaGelateriaAnfiteatroteníaheladosdeliciosos.Poreso
entramosenellasinpensarlodosveces.Unavezquepedimosnuestrasbolasdehelado,lamíademelónypera,
espectaculares,nossentamosenunbancodelaplazaquemilagrosamenteestabaocupadosolopordospersonas.Madre mía, aquel lugar estaba abarrotado, no cabía ni un alfiler. Y
entendimosporqué.—¿Qué pasa, chavales? —Una voz conocida nos saludó detrás de
nosotros.RaúlgrababaconsuGoProtodoloquesucedíaenlaplaza.Vestíauna
camiseta de manga corta, de color negro y con la palabra KILLERS enamarillo.Llevabaunagorra negra de rejilla y sus gafas de pasta roja ycristales negros colgaban de su cuello. Era de noche y seguía llevandogafasdesol.TejanosyzapatillasVanscompletabansuatuendo.—¿Esteeselespectáculodelquenoshablasteparaeljuevesnoche?—
lepreguntóTakachocándolelamanoenungestodesaludo.—Sí,tío.LagenteestádeseandoqueaparezcanlosAssassinsparaque
abranelpasoatodos.Habíancolocadounatorremedievaldemaderaaunladodelaplaza.La
torreteníaunaalturadeunoscuatropisos.ErapartedelaescenificacióndeljuegoAssassinsCreed.—¿Paraqueabranelpaso?—preguntésincomprender.—Sesuponeque lagenteasciendepor laescalerametálicadecaracol
hasta llegar a la parte más alta de la torre, donde hay un balcón sinbarandilla. Y ahí todos los que quieran o tengan valor deben jurar a lahermandadfidelidadydarunsaltodefe: lanzarsealvacíosabiendoqueabajo habrá una colchoneta gigante e inflable que detendrá el golpe.—
Nosguiñóunojo.Cuandocomprendídequése tratabaelespectáculocaíen lacuentade
queelmensajequehabíamosdescifradoestabamuyrelacionadoconeso,y supe, sin margen de error, que Kilian había enviado ese mensaje anuestro grupo y que iba dirigido personalmente a mí. Solo tenía quedecodificarlo.¿Meestabainvitando?«A veces hay que saltar al vacío», me había dicho Kilian en nuestra
conversación.Una extraña sensación de antelación recorriómi columna vertebral y
atenazólosmúsculosdemiestómago.—¡Mirad!—dijoRaúlseñalandolasfachadasdelascasasquerodeaban
laplazaelípticadelanfiteatro.Yallíestaban.Un grupo de Assassins modernos, tal y como iban vestidos los
Assassins Traceurs de Kilian, saltaban de tejado en tejado, con unahabilidadyunafuerzaenvidiables.Cuandolosveíasdesdeabajo,temíasporsuseguridad,pero,almismo
tiempo,noqueríasquesedetuvieran,porqueeracomoverunaescenadeaccióndeunapelícula,olosmovimientosdeunpersonajesobrenatural.Eranmágicosymagnéticos.MefijéenqueLuce,laúnicachicadelostrazadores,nocorríaconla
manada.Talvezellanoestabaasunivelaún.Los trazadores se detuvieron al mismo tiempo, y después, como una
bandada de pájaros que volaban al mismo son, perfectamentesincronizados,saltarondeltejadoalatorre.Mellevélasmanosalaboca,sorprendidaporladistanciatanabismal
queacababandesortear.Habríacomounostresmetrosentrelaplataformade la torre y el último ladrillo del tejado en el que se apoyaban paraimpulsarse.Sisecaían,semataban.Peroenlamentedeuntrazador,talycomome
había explicado él, no existía el miedo ni la duda. No barajaban laposibilidadde lesionarseporque, aunqueno lo pareciera, lo tenían todomuycontrolado.Uno a uno, los Assassins, todos los tipos que había allí, saltaron al
abismoconlosbrazosextendidosalosladoscomolosdeunángelylaspiernas juntas y estiradas. Algunos daban piruetas, otros volteretas
laterales...Nosotros gritábamos y silbábamos comohooligans ingleses cada vez
queunodeellosselanzabaalvacío.En el cielo, por encima de la plaza, fuegos artificiales de todos los
coloresnosiluminaron.Losequiposdemúsicadelastarimasqueestabancolocadas estratégicamentepor todoelperímetroproyectaban lamúsicade «Baby Danger» de Wisin y Sean Paul. Me encantaba Sean Paul. MiiPhoneestabarepletodesuscanciones.Thaïs se subió al banco y empezó a dar palmadas por encima de la
cabeza,riéndosedetodoyanimándomeaquesubieraconella.—¡Sube,bombón!—mepidiódándomelamano.Yolohicemuertadelarisa.Mesorprendíamímismauniéndomeasu
fiesta,porque,enotrotiempo,lahabríamiradoaburridaylehabríadadolaespalda.Esavezno.Raúlaprovechóparagrabarnosydespuésdesaparecióentrelamultitud
paraseguirinmortalizándolotodo.Takanosmiróconunasonrisaydespués,parasorpresadeambas, se
puso a dar saltos y a animar a toda la gente que tenía delante, que loseguíancomolocos,sobretodolaschicas.Si hubiera sido consciente de todo lo que triunfaba, o si le hubiera
interesado alguna chica, seguramente cada noche se habría ido con unadiferente.PeromiTakaeraespecial.Aélsololeinteresabauna.Unaalaqueno
soportaba y también deseaba a partes iguales. La rubia que fuera de síbailabaal ritmode lamúsicacuya letranoentendía,yaquecantabanencastellano,peroledabaigual.LosAssassinssaltabanhaciendofigurasenelairequeemocionabanal
público,elcualbotabaalmismosonquenosotros.Enesemomentomedicuentadequehaberconseguidolabeca,pasando
tanto tiempoencerradaenmímismay sinhabervividouna fiestacomoesajamás,nojustificabatodosmissacrificios.Mehabíaperdidomucho.Mehabíaperdidolasrisasylascarcajadasde
esemomento.Mehabíaperdidolaaventura.Ymequedabansolounpardedíasmáspararesarcirme.Soloteníaun
temor:queesavidamegustaramásqueestudiar.Quefueratanadictivayquelosdemáschicosychicasdemiedadtuvieranrazónenentregarsea
eseestilodevidadefiestaydeprobarcosasnuevas.Anuestrobancoseañadieron lasSailorMoonparahacerse fotoscon
nosotrasconelpalodeselfie.YTakasacóelsuyo,quellevabacolgandodelcinturóndelpantalón,ehizolomismo.Noséconcuántaspersonasnosfotografiamossoloporamoralartey
porhacerelpayaso.Fuemuydivertido.El speaker animóa los asistentes convalor a que subieranuno auno
porlasescalerasdelatorre.Y eran muchos los que se animaban. Algunos disfrazados: un Alien
Predator, un Capitán Spock, los deHalo, otros de Super Mario Bros...Aquelloeraextraordinarioysurrealista.Mientras me movía al son de la música de «Baby Danger» y la
tarareaba,Thaïsmepasóelbrazoporencimadelhombroypegósucaraalamía,paraseñalarmeloaltodelatorre.—¿EsenoesKilian?—mepreguntó.Misojoslolocalizaronenseguida.Élestabadebrazoscruzados,como
unhéroevengador,enlaplataformadesaltodelatorre.Inclusodesdeeselugar y a pesar de la distancia que había entre nosotros, podía sentir elpesodesusojossobremí.Traguésalivaylomiréatentamente.Fue como si el tiempo sedetuviera.El ruido, los gritos, la algarabía,
todo desapareció para que solo quedáramos él y yo y nuestromicrouniverso.Nadiemás.Mellamaba.Sabíaquemeestaballamando.Enlapruebadeloscódigos
mehabíaenviadounmensaje.Élyahabíalanzadoelguante.Ahoradebíarecogerlo.—Parece que sea él el que controle a la gente a la hora de saltar.
Apuestoaqueno tienesnaricesdesubirahíyhacerel saltode fe—medesafióThaïs.Mi cabeza se volvió hacia ella con decisión. Nuestros ojos se
encontraron,losmíosazulesydecididos,ylosdeellaverdesyrisueños.—Mírame—contestébajándomedelbancodeunsalto—.Tedejocon
Taka —le solté, comunicándole todo lo que pensaba de ellos con lamirada.—¿Quéquieresdecirconeso?—mepreguntóconlascomisurasdesus
labiosalzadasenunasonrisaquesignificabaquemehabíaentendido.—¡Ya lo sabes!—legritédeespaldas,permitiendoque lashordasme
absorbieran.NomeperdílaexpresióndelosojosdeTakamirándomedereojo.Loquepasaraentreellosycómoacabaraeseviajedependíadelorgullo
queambosmostraranydesiestabaninteresadosendejarloaunladoono.Peroaquellanoeramiguerra.Mibatallapersonalmeesperabaenloaltodelatorredelafe;teníaojos
deanimal,cuerpodeatletaypersonalidadmisteriosa.Yyoibahaciaél,comouninsectoalaflor.
Delantedemíyahabíanpasadocomocienpersonas.Llevabaunahoraymediaenlacola,ysabíaqueKiliancontinuabaallíarriba,controlandoydandodirectricesalosquehacíanlossaltosparaquenosehicierandaño.Lesenseñabacómohacerlo.Cuandometocóelturnoyretiraronelcordóndecontenciónparaque
yopasaraalinteriordelatorreyascendieralaescalerametálicaenformadezigzag,oícomoelguardiadecíaqueteníanquecerrar lafila.Quealdíasiguientecontinuaríanconlossaltos.Después,leoímovilizandoalosque rodeaban la colchoneta inflable apartándolos de las vallas. Yacerrabanelchiringuito.Losnervioscasinomedejabanrespiraralsaberqueseríalaúltimaen
saltar.Los fuegos artificiales seguían estallando en el cielo de Lucca, y la
música continuaba sin cesar. Cuando retiraran la plataforma, la PiazzaAnfiteatroseríaunamacrofiestadenuevo.Llegué ami último escalón y la alturame diomucho respeto.Abajo
soloseveíancabezasybrazosquesemovían.Meabracéafectadaporlasensacióndevacío, pero cuandovi aKilian aunpar demetrosdelante,con sus ojos intensos fijos en mí, la inseguridad se me pasó, pero laansiedaddevolver a verlo en aquel lugar, con todo ese ambiente, en loaltodeuncastillo,mesobrecogió.—¿Cachorrita?—preguntóconunasonrisadesorpresaenloslabios.Kilianteníalaposedeesoshombresqueestándevueltadetodoyque
nadalessalpica.Eracomosinoleimportaselavidaengeneral.Pero yo ya había visto aspectos de él que negaban esa condición tan
fría;teníapasión,ynotodoerasuperficialodespreocupadoenél.—Hola—dijemirándoledesoslayoconlacabezagacha.
—Ereslaúltima.—Sí.—Pensabaquealfinalnovendrías.—Pues... te equivocabas—contesté, nerviosa—.Teníaque agradecerte
loquehicistepornosotrosenlaPortaSantaMaria.—Nohicenada—negórotundo.—Sílohiciste.—No,enabsoluto.Estásequivocada.Sonreíalcomprenderquenoqueríareconocerquenoshabíaechadoun
cable.—Loquetúdigas,Kilian.—Estás tan guapa...—musitó dedicándome unamirada de admiración
dearribaabajo.Élsíqueestabaguapo.Losfuegosartificialesalumbrabansurostroy
provocabanquesusojosemitierandestellosvivosdeluz,quesemovíanasu antojo. Deseaba alargar mis manos y posarlas en sus mejillas, paraasegurarmedequeélexistía,queeradeverdad.Mepicabanlosdedosylaspalmasdelasganasqueteníadehacerlo.—Has descifrado el mensaje, por lo que veo. Has aceptado mi
invitación.—Sí—contestéconvozdébil.—¿Teimaginabasqueelmensajeeramío?—No.Hastaquetehevistoaquíarriba—mesinceré.—Entonces... ¿vasa confiar enmí,Lara?—mepreguntóalargando la
manoconlapalmahaciaarriba.Yo miré sus largos dedos y su mano fuerte y musculosa con la que
podía agarrarse a cornisas, salientes y balcones.Esa pregunta encerrabamáscosasqueelsolohechodeatrevermeasaltar.Abajo,«LightUpTheSky»deTheAftersnosenvolviócomolamúsica
delaantesaladeunabalada.Élmeinvitabaabailarcomouncaballero.Yyosoloteníaqueaceptarymecermeconél.—Conmigonotienesnadaquetemer—measeguróacercándoseamí.Yomerelamíloslabiossecosyposémimanosobrelasuya.Ladeél
eracáliday,encuantoengullólamía,pasóelpulgarpormidorsoydijo:—Quépielmássuave—reconocióconternura.—Gracias—dije.
Kiliantiródemíymeacercóasucuerpopararodearmelacinturaconlosbrazos.Lamúsica,lospetardos,laciudaddeLuccaanuestropies...Yélyyosolos.Mimenteconservaríaeserecuerdoparasiempre.—Novoyadejarquesaltessola,Lara—arguyópegándomeaél.—Ah,¿no?Losdemáslohanhecho.—Sí.Tienesrazón.Perolosdemásnosontú.Mispestañastitilaronintentandodescubrirquéinsinuaba.—¿Quéquieresdecir?—Que a mí los demás no me preocupan —sentenció mirándome
fijamente.Noobviabaelhechodequecadavezestábamosmáscercadelprecipicio.—Nomiresabajo,mírameamí—meordenó.—Dios...—dijecerrandolosojosmuyfuertealcaerenlatentación.Kilianrió.—Tehedichoquenomiresabajo.—Losiento—dijeagarrándomeasuchaquetacon fuerzayapoyando
mi frente inconscientemente en su pecho—. Madre mía, tengo unasensaciónmalísima...—Losé.—Élmecomprendía—.Peronotevoyadejarsola.—¿Porquenoquieresquemeabralacabeza?—No—negóélconloslabiospegadosamifrente.Meacababadeolerelpeloysentíasucorazónpalpitaratodavelocidad
atravésdelatela.Esomeemocionóporquepudecomprobarqueyoaéltambiénleafectaba.Teníapoder,aunquenidelargotantocomoelqueélteníasobremí,misemocionesymicuerpo.Lanecesidaddesentirleydetocarleseacrecentabaacadasegundoquepasabaconél.—Entonces¿porqué?—insistí.—Porquequieroquetengasfeenmíyserelchicoconelquesaltesal
vacío—medijoabrazándomeconfuerza,dejandocaersubocasobre lamíaalmismotiempoquenuestroscuerposentrelazadoscaíanalabismo.
Laingravidezdebíadeparecerseaeso.Susmanos y sus brazos envolviéndome como una anaconda. Su olor
noqueándomeyhaciéndomesentircomosienrealidadestuvieravolandoynocayendoalanada.Y su boca. Nos estábamos besando, como haría Superman con Lois
Laneenelcielo,entrelasnubes.No pude ver nada. Solo sentir su lengua contra la mía, y sus labios
besándomeconhambrey almismo tiempounanecesidadde ser tiernosquemevolvióloca.Kiliansemeestabacolandobajolapiel,yyaapenasteníalafacultadde
protegermeodeevitarlo.Noqueríadetenerelcaudaldesensacionesquemearrasabancuandoél
estabacerca,oenmí,comoenaquelmomentodeintimidad.Miprimerbesoenelcieloseríaunexcelentemododemorir.Cualquieraquerríamorirasí.Entonces Kilian cortó el beso, me abrazó con fuerza contra él, y se
volvió en el aire para que el impacto contra la colchoneta se lo llevaratodoél.Allí,justoallí,enaquellanubeeradondeyoqueríaquedarme.Asolas
con él, pues ya no había nadie que la rodeara. Con el cuerpo deKiliandebajodemí,nuestraspiernasentrelazadasysusmanos...masajeandomiespaldayminuca.Sentícomomediounbesitoleveenelhombro,ymurmurócontrami
piel:—¿Estásbien?Nomesalían laspalabras.El saltode fe eracomo revivir enmuchos
aspectos;como,porejemplo,eldetenerfeenlosdemás,yconfiarenqueotromecogieracuandocayera,comohabíahechoKilian.Misojossehumedecieronapesardesentirmepletórica.—Eslaadrenalina—señalóKiliantomándomelacabezaconsusmanos
paravermirostro.Después,mesecólaslágrimasconlospulgares.—Noséporquélloro—dije,perpleja.Los ojos deKilian parecían colmadosde una afabilidadquenohabía
vistotodavíaenél.—Avecestambiénsepuedellorardealegría.—Meretirópartedelpelo
delacaraymeobligóamirarlo—.Joder,Lara,nosésiestoesbueno...—¿Elqué?—Que continuemos adelante con este juego.Creo que es justo que te
avisedealgo.—¿Dequé?—Lomejorparatiseríaquetealejarasdemí,porque,cuandoalgome
gusta, no tengo paciencia como para esperar por ello —aseguró,
atormentado y avaricioso—. Hago lo que esté en mi mano porconseguirlo.Serámejorpara ti quedejemos las cosas taly comoestán,aunquemecueste.—Esolodecidiréyo,Kilian.Nosoyunaniña.—Síloeres.—Noseasidiota.—Meestabaenfadando—.Quetengasunpardeaños
másqueyonoteconvierteenelmadurodelosdos.Él se mantuvo en silencio, como si luchara contra sí mismo y sus
deseos.—EldomingonosvamosdeLuccatodos—explicó.—¿Creesqueno lo sé?—Por supuestoque lo sabía.Desdeelmartes,
quefuecuandoleconocí,llevabarestandodíasalcalendario,lamentandoelpocotiempoqueestaríaallíconél.—Sinosseguimosviendo,novoyapoderdejarquietas lasmanos—
medijodisculpándoseconunasonrisa,aunquesusojoslanzabanverdadescomopuños—.Querrémás.—¿Yquéquieresdecirconeso?—Teníalapieldegallinaporquesentía
cómoéldibujabapequeñoscírculosconlosdedospormiespalda—.¿Quemehipnotizarásycaeréentusmanossinfuerzadevoluntad?Yohagoloquequiero,cuandoquiero.Sondecisionesmíastambién.Élapoyólacabezaenlacamadeaireymiróalcielo.—Nomeayudas.Tratodehacerlocorrecto.—Pero, Kilian... —Intenté incorporarme, pero me costaba mucho
movermeenesacolchoneta.Meestabadiciendoquequeríaacabarconloque fuera que teníamos, incluso antes de que lo empezáramos.No teníaningúnsentido.—Lara —me tomó la cara con las dos manos. Parecía enfadado al
mismotiempoquedecidido—,somoscontrincantes.—¿Yqué?—Somosmuydiferentes.—¿Yesoesmalo?—Yosoyexigente,¿comprendes?—Sí.—Yentenderlomeponíamásnerviosatodavía—.Yonoséloque
quiero,pero sí estoy seguradenoquererdejar esto aquí, en estepunto.Nunca...nuncamehabíapasadoalgoasí.—Nosabíacómoexplicarloqueagitaba mi interior—. ¡Y no quiero que decidas dejarme de ver soloporque creas que no estoy preparada para lo que sea que tienes en esa
cabeza!—exclaméconconvicción.—Dios, estás loca —murmuró mirándome maravillado—. Luego no
medigasquenoteloadvertí.Meatrajoasubocaymebesóhastacolocarmedebajodeél.
Las sensaciones se dispararon en la boca demi estómago y en la partebajademivientre.Kiliansacudíamis labios, tocabami lengua,acariciabamisdientes.Y,
mientras,sehacíaunhuecoentremispiernasparacolocarsuscaderas.Sindejardebesarme,apretósuinglecontralamíaytuvequeexhalar
porlasorpresa.—¿Tendríasmiedodeesto?—mepreguntó.Yomequedémirándoloensilencio.Notabaloslabioshinchadosyme
palpitabalaentrepierna.Micuerpoestabaloco,comounacabradescontrolada.Creoquequeríamás.Lotomédelanuca,ytirédeélparaquemevolvieraabesar.—Eh...Kilian.Unavozmasculinanos interrumpióeneseprecisomomentoyyome
morí de la vergüenza al ver que era Frederic, que nosmiraba con unasonrisaburlona.Kilianalzólacabezaycontestó:—¿Quépasa,Fred?—Tenéisquedejarestolibre.Lucevaahacersusaltodeaquíaquince
minutos.Kilianasintióconlacabeza.—Deacuerdo.Yavamos.Metomódelasmanosytiródemíparasalirdelacolchoneta.Mealisó
el vestido por detrás, pasando lamano pormi trasero y comprobó queestuvieratodobienyensusitio.Comosimitraserosefueraairaalgunaparte.Mesonrojé,cómono.—Yaestá.Apesardetenerlacararojaestásperfecta.Yolediunpellizcoenelbrazo,yélseechóareír.—Pensaba que yo era la última en saltar —dije dejando que él me
guiaraatravésdelasbarrerasydelinteriordelatorre.
Nomecontestó,porqueprimeropegómicuerpoaunadelastarimasdemaderaqueconstituíanlabasedelatorreymebesódenuevo.Merobabaelaire.Acadabeso,másmareadamesentía.—Yloeres—contestódespuésdecompartirvariosarrumacosmás—.
PeroelespectáculolocierraunAssassin.—Perosiyanadieestámirando—aduje.—Sonritualesinternos.Denuestrogrupo,yasabes—explicó—.Nolo
hacemos para lucirnos. Antes de acabar una demostración, uno denosotrossaltaparacerrarelciclo.—¿Parafernalia?—Básicamente.—¿YLucevaasaltar?—Sí.—Lohabráhechoantes,supongo.—Haentrenado.Peroesteserásuprimersaltooficial.Nomeimaginabalonerviosaqueteníaqueestarlapobre.Almenos,yo
estaríahechaunflan.—¿Ynoquieresquedarteaverla?Kilianmiróhaciaarribaysonrióconseguridad.—No.Loharábien.Sehaesforzadomuchoyséquesaldrácomoella
quiera. La aplaudiré desde abajo. Además, a ella no le gusta que esténpendientesdeloquevaahacer.Mientrastanto,teinvitoatomaralgo—mepropuso—.¿Quéteapetece?Noosécontestar.Micabezaymicuerpomepedíancosasrelacionadas
conKilian,subocaysucuerpo.Measustabatenertanpococontrol.—¿Limonada?—sugirió—.¿Tequila?—Tequilaconlimón—contesté.Haciéndoleentenderquequeríavolver
ajugaraesejuegoconél.Kilian parpadeó concentrado en mi cara, como si no se cansara de
mirarla.—Vamos,cachorrita.Tomó mi mano y salimos del interior del castillo con los dedos
entrelazados como si fuéramos una pareja. Pensé que me fascinabaobservarnuestrostamañostandispares.UnavezenlaPiazzaAnfiteatro,luchamosporhacernoshuecoentrela
gentequebailabaalritmodelDJqueaparecíasobreunadelastarimas.Lamúsica de Sean Paul y su «HowDeep Is Your Love» animaron a
Kilian, quemientras avanzábamos entre la gente se arrimó ami cuerpoporlaespalda,amoversealritmodelamúsica.Me pareció tan sexy sumanera demoverse yme gustó tanto queme
cantaraaloídomientrassepegabaamíquelasrodillasmetemblaron.Élmeimpulsabaaquererbailarconélcomonuncahabíabailadoconnadie.Eratodotannuevoytanintensoquetemíaperdermeentrelanovedad.—Howdeepisyourlove,howdeepdoesitgo...Howdeepisyourlove,
letusexplore...Por unmomento sentí como simemordiera el lóbulo de la oreja, y
sentíelmordiscoportodomicuerpo.Élmedirigióuna sonrisa socarrona.Medi lavuelta entre susbrazos
parabesarle aplacer, pero enese instanteuna chicaque sehacía selfiesconlacolchonetadetrásempezóagritarhistérica.A su grito se unieron otros chicos que, atraídos por la curiosidad, se
habíanasomadoaverloqueocurríaconsuspropiosojos.Kilian y yo nos miramos y acudimos corriendo para saber qué
demoniospasabaconlacolchoneta.El guardia intentaba retener a la multitud que se le abalanzaba en
estampida.Losdemásayudantesrecolocaronlasvallasdecontenciónquehabíanempezadoaquitarparareteneralajauríacuriosayalterada.Kilianyyoconseguimosllegarhastalasvallas,justodetrásdeunode
los guardias de seguridad. Cuando este se apartó para dejarnos ver quésucedía,lasangresemecongelóenlasvenas.Allí, en una posición antinatural, estaba el cuerpo de Luce, con un
charcode sangrebajo su cabezaque tintaba escandalosamente el blancoimpolutodelacamadeaire,casideshinchadaensutotalidad.
Quince
—Hasidounaccidente.Aquella era la frasemás oída en la PiazzaAnfiteatro durante toda la
noche.La fiesta se detuvo por completo, e incluso pasadas dos horas de el
trágico suceso, algunosgrupospermanecíanhablandoenvozbajade loocurrido,queriendoenterarsedetodo,hastaelúltimodetalle.KiliannomevolvióadecirnadamásdespuésdeveraLuceenaquel
estado; saltó la valla y empezó a gritar pidiendo ayuda. Fui yo la quellamóaUrgencias.Él actuaba como lo que era: estaba estudiando medicina y asistiría a
Luce en lo que pudiera. No me atreví a acercarme a ellos. Kiliandesprendía un aura que daba a entender que no quería a nadie a sualrededor,yyo,comosiestuviéramosconectados,locaptéalaprimera.Me dejó sola cuando llegó la ambulancia y se fue con Luce, para
acompañarla. Kilian les dijo que era médico y los dos señores deUrgenciasnodudaronenescucharelpartedesuboca.Despuéssehicieroncargodetodo.ThaïsyTakaestabansentadosenelbancojuntoamí,unoacadalado.Y yo no podía hacer otra cosa que fijarme en todo lo que acontecía
frente a mis ojos: en las ambulancias, las sirenas continuas, las lucesintermitentesquecegabanyqueveníandetodaspartes...Lospolicíasuniformadoscorriendodeunladoalotroacordonandola
zona; la intervenciónde lapolicíacientífica, laobtencióndepruebas, lamovilizacióndeLuce,queseguíavivaperoenestadocrítico,alaUnidaddeCuidadosIntensivos...—Hasidounaccidente—asegurabantodoselloshablandolosunoscon
losotros.Yopermanecíaallí,manteniendodistanciasconlaescenadelatragedia,
aunquetotalmenteinvolucradaanivelesanalíticosyemocionales.VeíalaimagendeLuceunayotravezenmimentemientrasnodejaba
de oír a todo hijo de vecino afirmar con naturalidad que había sido unerror,quelachicahabíacaídomal,cuandolacamadeaireyaestabacasidesinflada.—Elimpactodeunacaídadecuatropisosescasimortal—asegurabael
forense a su compañero, mientras tomaba una muestra de la sangre deLucederramadaporlasuperficiedelacolchoneta—.Hasidomalasuerte.Pobrechica.No podía dejar de recordar la escena, no me la podía quitar de la
cabeza.Eseeraunodelosinconvenientesdemidon:verlotodomilvecesenmimente,sobretodocuandohabíaalgoquenoencajaba,aunqueyonofueraconscientedeello.Meibaacostardormirymeteníaquementalizarparaello.—¿Meoyes,Lara?Thaïsmeestabahablandoynisiquieralahabíaoído.—¿Qué?—Que serámejor que nos vayamos al hotel—repitió—.Aquí ya no
podemoshacernada.Laplazaestávacía.LuceestáenelhospitalyKilianlaacompaña.—Sí.Sí,tienesrazón.Sabíaqueallíyanopodíamosayudar.Apesardequenomegustabala
facilidadconlaquecerrabanelcasoydabancarpetazoalosucedido,memolestaba no saber cómo se encontraba Kilian, o si podía ayudarle enalgo.Tampoco quería incordiarle con llamadas. En el hospital estarían sus
amigos, seguro que se encontraba respaldado. Sabía que Luce era suamiga y que un golpe así en un grupo de hermandad no era fácil dedigerir.PerodeseabaqueKilianmehablarayquisieraapoyarseenmí.Cuando nos íbamos, divisamos a Raúl con la GoPro al cuello, las
manosenlosbolsillosylavistafijaenlazonaacordonada.Teníaelgestopensativo, parecido al mío cuando no me cuadraban las cosas. Eso mellamólaatención.Nosparamosparasaludarlecongestocariacontecido.
—Hasidounaputada.Pobretía—dijoRaúl.—Todosdicenquehasidounaccidente—convinoThaïsabrazándosea
símisma porque a esas horas refrescaba—.Que dieron el aviso de queestabanquitando el aire de la colchoneta y ella lomalentendió y se tiróigualmente.—¿Quéopinastú?—quisesaber.—¿Yo?—Raúl resoplóyse frotóelpecho—.OpinoqueoLuce tiene
muymalacoordinaciónonoloentiendo.—¿Quéquieresdecir?—Grabo con mi cámara todo lo que sucede en los eventos más
importantes de Lucca. Grabo las frikadas más grandes que os podáisimaginar,acadaprendaycadailuminadoquesequierenhacerfamososabasedehacergilipolleces.Sonunaminadeoroparamí.Perotambiénmegusta editar vídeos y colgarlos de manera creativa. Hago tomas desdemuchas perspectivas. Y he estado revisando planos para ver si porcasualidadhabíacazadoelmomentoenelqueLucesaltó.—¿Y tuviste suerte? —Sería interesante verificar lo que pasó en
realidad.—Sí.Hepasadolaimagenamimóvil.—¿Lapodemosver?—pidióTaka.—No sé, tíos. Si no me metéis en un lío... No sé si quiero sembrar
dudas.—Notepreocupes.Loquenosenseñessequedaráentrenosotros—le
prometí.—Entonces os pasaré el vídeo por WhatsApp en cuanto tenga wi-fi.
Perosivaisahaceralgoconél,sealoquesea,antesconsultádmelo.Losderechossonmíos.
Cuando llegué al hotel y me metí en la habitación, no pasaron ni dosminutoshastaqueTakayThaïsgolpearonmipuerta.ThaïsllevabapuestounpijamadeSnoopycorto.Takavestíaigualque
hacía un rato, y cargaba con todo lo delminibar de su habitación, peroambos llevaban lamisma cara. Estaban un poco impactados por todo ysabíanqueesanocheeramejordormirjuntos,paraevitarlaaparicióndeposiblesfantasmas.Nohizofaltaintercambiarpalabras.Lesdejéentrarsinmás.
Había escrito no sé cuántas veces aKilian para ver cómo estaba, quésabíadeLuce,osiélnecesitabaalgo,ynomehabíacontestadoniunavez.Yo también necesitaba compañía porque estas cosas me afectaban
mucho.Lo entendía. Entendía a Kilian. Pero, por otra parte, me daba mucha
rabiaymehacíasentirmuymal,porque,poralgunarazón,meurgíaestarconélytranquilizarle.Thaïs se tumbó enmi cama cuan larga era. Taka tomómi portátil y
miróelmensajequehabíatraducidoyqueteníaqueverconél.Eljaponésmehablóentredientesaltiempoquedisimulaba:—¿Quémierdahashecho?—Nada,Takataka—lecontesté—.Soloqueríasaberloque...—Bajalavoz—meordenó.—¿Quécuchicheáis?—preguntóThaïsdesdelacama.—Nada.EstamoseligiendoquépelículacomprardeiTunes—lementí.Taka tomó el word que había abierto y lo eliminó, enfurruñado
conmigoporviolarsuintimidad.Noibaadecirlenadaaella,noteníaqueenfadarse.—No seas tonto, Takataka—gruñí por lo bajo—.No pienso decir ni
unapalabra.Nosoyunachivata.Perooespabilasopierdeseltren.Tienesqueserlesincero.—Nomesalede loshuevos—meespetóconesecarácterdegenioy
bordecortantequeteníacuandoleprovocaban..—Vaya—dije,asombrada—.Puessíquetehadadofuerte,¿eh?—¿Queréisponer lapelículaya?—Thaïs exhalóy fijó losojos enel
techo—.Hasta queRaúl no nos pase el vídeo necesito ver algo quemedistraiga.Tengomalcuerpo.¿Creéisquemañanacontinuaráelconcurso?Esviernes,elúltimodía,lagranfinal,peroelequipodeKilianestámuyjodido.Thomasseha idodeLucca,yLuce...Bueno, lodeLuceno tienebuenapinta—lamentó.—NosésilaorganizaciónTuringpuededecidirsuspenderelconcurso
porqueunodelosconcursantessaltóalvacíoenhorasfueradeconcurso—opinó Taka cargando con los Toblerone y las coca-colas que habíacogidodesunevera—.Seacomosea,esachicanolovaatenerfácilparasalvarse.No,nolotenía.Untraumatismodeesetipoeramuydifícildesanar.La
jovenestabaencomayloschicosdeUrgenciasnofueronnadaoptimistas
alversuestado.Amíelpremiomedabaigual.Takanosapuntóparaquelopasáramos
biencomodesafíoanuestrosintelectos.Almenos,estábamosenlafinal.Joder.NosemeborrabaelrostrodeKilianalcontemplarla.Fuecomo
sielmundoselecayeraencima.Éleraeldelegadodelahermandadalaquepertenecían.¿Caeríaenél laresponsabilidadde todos losproblemasquehabíahabidoensugrupo?No sería justo que le culparan de los actos de los otros. Ni de la
crueldaddeThomasnideldescuidodeLuce...Conelportátildelante,decidimoscomprarlapelículaGuardianesdela
galaxia. A los tres nos encantaba.Y eso nos ayudó a apartar de nuestramentelosucedidoesanoche.Hastaque,veinteminutosdespués,sonóelmóvildeTaka.Lostresdimosunbrincodegolpe.TakaseincorporóenlacamaydescargóelvídeoqueRaúlleacababa
depasar.—Espera —le pedí—. Pásamelo al mail. Lo descargaremos en mi
ordenadoryveremosquéhay.—Pero,Lara—Thaïsmemirabaconelceñofruncido—,¿quéesloque
esperasencontrar?—Nolosé.—Meencogídehombros—.Esquehayalgoquenoséqué
es—expliquéimpotente—quenomeencaja.—Nolosabíaexplicar.Eraalgoquemechirriabaoquenomecuadrabademasiadoenelconjuntodeimágenes recopiladas en mi cabeza. Como una pieza mal puesta en unpuzle.No podía explicarle eso aThaïs, porque suficientemente raromesonabaamí.—Meponeslapieldegallina,enserio—murmuróThaïs.—Sí,esoyamelohasdichootrasveces.Recibí la campana del mail conforme acababa de entrar un nuevo
correo.Loabríylodescarguéenelordenadoralinstante.Los tresnosquedamosmirando la reproducciónde la tomaquehabía
grabadoRaúl.—Mirad, aquí.—Taka señaló en lo alto de la torre. Solo se veía de
perfil,noeraunatomademasiadobuena,perosílosuficientecomoparaveraLucecaminandohaciaatrás,conelcuerpodescontrolado,comosialguien lahubiese empujadoo forzadode algúnmodo.Hizoel saltode
espaldas.Vimoslasecuenciacuatrovecesmás,enunsilenciosepulcral.—¿Setropezó?¿Cayóhaciaatrás?—dijoThaïs,pococonvencida.—No.—Takanegórotundamente—.Bueno,nosé...—Oforcejeóconalguien—dijeyo.—Ahínoveoanadiemás—señalómiamiga.—La estructura de madera de la tarima oculta a la otra persona —
contesté—.Alguienestabaconella.Perdióelequilibrio,sefuehaciaatrásy cayó.—Señalé la pantalla—.Esto no es un salto de fe.Los saltadoressaben saltar, Luce se disponía a hacerlo por primera vez y de maneraoficial.Kilianmedijoqueeraunritualdesuhermandadyqueletocabaaella.Lucenoibaasertantontadejugarseeltiposaltandodeesamanera.Yocreo...Creoquenohasidounaccidente—sentencié.—Te encanta ver tramas oscuras donde puede que no las haya —
intervinoThaïs,nerviosa.—Me ciño a las imágenes, Thaïs. Puede que la persona que estuviera
conellanoquisieratirarla.Talvezsepeleabanporalgoyforcejearony...saliómal—deduje.Thaïssefrotólacaraangustiada.—Lasimágenessonpococoncluyentes.Comoperiodista,puedeshacer
muchasconjeturasde loquemuestraelvídeo,peroningunaclaraque tediga que fue una agresión.—Negó con la cabeza—.Yo nomemetería,Lara.
«Yonomemetería,Lara»,esafraseretumbabaenmicabeza.TakayThaïsdormían:ellaenlacamayélenelsuelo,cubiertoporla
manta.Olvidarsedeelloseríafácilparamisamigos,porquenoteníanlanaturaleza curiosa que yo tenía, ni un donque revivía una escena comomilesdefotogramas.Era demasiado tarde paramí.Ya estaba involucrada.Ellos también lo
sabíanyporesoestabantanpreocupados.Meconocían.Sabíanquécarreraibaaestudiar,yentendíanqueeligiera
esaramapormidonparaelanálisis.Peronosoloeraporeso.TakayThaïsmeconocierondurantemiépoca
oscura,unosdosañosdespuésdequemimadrehubiesemuerto.Nuncalesexpliqué qué pasó, nunca quise hablar de ello con nadie. Solo con mi
padreyconmipsicóloga,laseñoraCaterina.Pero, aúnenesemomento,pasado tanto tiempo,nomecreían.Ni los
policías,nilosforenses,nimipsicóloga...nimipadre.Asíquemissesiones ibandirigidasaquenoalterase larealidaddelo
quehabíavisto,másqueatomarlascomopruebasconcluyentesdelcaso.Desdeentonces,miúnicoobjetivoeraestudiaryacabarlacarreraque
había elegido. Porque era obvio que no me gustaba nada que cerrarancasossinencontraralapersonaquearrebatabalavidadeotra;ytodavíamegustabamenossaberquenoencontraronalosqueselaarrebataronamimadre.Cuandomelicenciara,yoreabriríaelcaso.Ynodescansaríahastadar
conellos.Cerré los ojos pensando en mi madre. Esperando soñar con ella de
nuevo,ycharlar,tranquilas,enunlugarencalma.Aunque,enelfondo,teníaclaroquenoseríaellaquienestuvieraenmi
mundoastralesanoche.SeríaLuce.
Meencontrabaenlaplataformadelatorredelsaltodefe.Amispies,lacolchonetainflableestabasalpicadaconmotasrojasque
rodeabanlacabezadeLuce,comosifueraunPicasso.Ella tenía los ojos abiertos y respiraba con espasmos. La veía
claramenteapesardeestarcuatropisosporencimadesucabeza.No oía nada, ni lamúsica ni el jaleo de los adolescentes en la plaza.
Nada.Solosilencio.Sentía la brisa enmi rostro; y arriba, en el cielo, no brillaba ni una
mísera estrella. Los escenarios en mi cabeza se modificaban según miestadoanímico.Peronuncacambiabanloshechos.Saltéalvacíocomounasuperheroínaycaídepiesobrelacolchoneta,
queyanoteníaaire.Notécomomispiestocaronsueloduro,talycomoLucetuvoquenotarelimpactodesucabezacontralagrava.Me quedé de pie frente al cuerpo inerme de Luce y la observé
detenidamente: su pecho subía y bajaba arrítmicamente y sus pestañastitilabandesacompasadas.Me acuclillé frente a ella y estiré la mano derecha para cerrarle los
ojos.Medabapena.LabellezadeLuceestabaempañadaporelrictusde
sorpresa y pérdida que había quedado grabado en su rostro. Era muyjoven,teníamuchavidapordelante.Encasodequeserecuperase,¿cuálesseríanlassecuelasdeungolpeasí?Teníalasyemasdelosdedosdelamanoderechamanchadasdesangre.
Nopodíacomprendercómohabíallegadolasangreallí.Eneseinstante,algocaptómiatención.Lucevestíaconunacasacaconcapuchamásoscuraqueladelresto,con
un tonoborgoña.Lachaquetillasecruzabaa laalturadesuplexosolar,dondealgodestellaba.Tenermemoriaeidéticaquieredecirquemisojosymimenteregistran
todoloqueven,aunqueenelmomentoenqueocurrenloshechosyonoregistretodoslosdetalles.Comoporejemplo,nome fijé enel colgantequependíadel cuelloy
reposaba torcido, semioculto bajo la tela de la chaqueta. La cadenaresplandecía con las luces de los petardos sobre nuestras cabezas. Esohabía sido así en la realidad, pero yo estaba más distraída viendo laimagendesoladoradeLuce.Los seres humanos siemprenos fijamos enlos detalles más macabros, como la posición del cuerpo, la sangre, laexpresióndelacara...Porsuerte,micabezaloenglobabaenuntodo.Tomélacadenaentremismanosyobservélafiguraquependíadeella.
Eraunacruzdemadera,decolornegro.Peronoeraunacruzcualquiera.Unaoberturaladividíaendos.Ysabíaporqué.EraunUSB.Teníaunadiminutaluzverdeencendidaenelpalocortode
lacruz.Yoteníauncolganteparecido.Peroenvezdeunacruz,eraunaArale.
Se lesacaba lacabezayelcuerpoeraelUSB.Estosdispositivospodíanenviardatosvíabluetoothamóvilesuordenadores.Peroparaelloteníanqueestarencendidos.Kilian saltó la valla en ese instante y yome aparté aunqueme quedé
muycercade él.Sabíaqueesavez, simeconcentraba,podíaoír loqueKilian le dijo. Mi mente registraba todos los sonidos, como unagrabadora,ydespués, comosi se tratasedeunamesademezclas,podíabajar y subir el volumen de los elementos hasta que diera con lo quequeríaoír.—Luce... ¡Joder,Luce! ¡Llamadaunaambulancia!—gritó sinmirar a
nadie. Aunque estaba claro que se dirigía a mí. Kilian no se atrevía a
tocarla. Como futuro médico, sabía que no podía moverla, y muchomenoscuandohubierauncorteounabrechacomolaquesesuponíaqueteníaLuceenelcráneo—.¿Quédemonios?...¿Cómohapasadoesto?Kilian, asustado, levantó la vista hacia arriba. Y vio lo que todos. Es
decir,nada.Después,fueconscientedelpocoairequeteníalacolchoneta.Aireynadaeranlomismo.Sehabíanquitadolasbombasdeairedemasiadorápido.ElsaltodeLuceseencontróconelsuelo.—Apártate.Medi lavueltadegolpe al oír esavozymeencontré conmimadre,
mirándomeconternuracomosiempre.—¿Quédices,mamá?—Queteapartes.—¿Porqué?—Vasatirarmedelacama.—¿Eh?¿Dequéhablas?Elescenarioseresquebrajócomolohacíauncristalquerecibíaelseco
impactodeunapiedra,ycayóamialrededor.Meestabadespertando,ynopodíapermanecermástiempoenelmundodemissueños.
Cuandoabrílosojos,meencontréaTakaamilado,aplastándomecontraThaïs.YaThaïsgritándoleaTaka.—¡Apártate!¡Vasatirarmedelacama!—Cállate, rubia—contestóTakacon losojoscerradosy lacabezaen
mialmohada—.Igualtecreesquedormirenelsueloescómodo.—¡Mírame,Taka!¡Nomedejáisnadadecama!¡Deverdadquemevoy
acaer!—refunfuñódándoleuncojinazo.TakaempezóaempujarmeyasacarelculoparaqueThaïssecayera.Cuandofuiconscientededóndemeencontrabaydequeestabadevuelta
alarealidad,loprimeroquehicefuemirarmiiWatch.NohabíarecibidoningúnmensajedeKilian,yesomechafó.Mirélahora:eranlassietedelamañana.—Chicos—anunciésentándomeentrelosdos.—¿Qué?—Thaïsestabaenfadadaporquenoladejábamosdormir.Pero
meimportabauncomino.—AcompañadmealhospitaldeLucca.
—¿Qué?¿Ahora?—ATakanolehacíademasiadagracia.—Sí. Luce lleva un collar USB al cuello, de esos que pueden pasar
archivosvíabluetooth.Siconseguimossacarloquehaydentro,puedequeobtengamosalgointeresantequetengarelaciónconloquelehapasado.Losdosseincorporaronamediasconojoslegañososymedirigieron
unamiradadeincredulidad.—Pero¿cómosabestúeso?—dijoThaïs,histérica.—Lo he... visto.Me fijé.—Me encogí de hombros—.He soñado con
eso.—Es una de esas cosas que hace tu cabeza Nikon, ¿verdad? —Taka
bostezóymeseñaló.—¿Nikon?—Sí.Tucabezafotográfica.—Seechóareírdesupropiochiste.Yo también lohice, porquemehizomuchagraciaqueTakameviera
así.Meencantaba.Adorabasusentidodelhumor.Paraélnohabíanraros.Sologenteespecial.—Dios...—Thaïs se levantó de un salto y se sacudió como si tuviera
bichosrecorriéndolelapiel—.¡Meponéislosdoslapieldegallina!¡Pardefrikis!—Vale,pero¿vamosono?—insistíconcalma,ignorandosusnervios.—¡Joder!—gritóThaïscogiendoelTobleronequelehabíasobradoa
Taka ymordiéndolo con ansiedad—. ¡Pues claro! ¡Soy periodista! ¿Quécrees?—Te estás metiendo carbohidratos por un tubo —señaló Taka,
divertido.—¿Memeto yo con tu tinte?—Le dio la espalda como una reina, al
tiempoqueañadió—:mecambioyendiezminutososveoabajo.—Vale.Thaïssaliódelahabitaciónycerrólapuerta.Takasequedómirandoel
lugarporelquelarubiasehabíamarchado.—¿Tehas fijado—preguntégolpeándoloconelcodo—queesguapa
hasta cuando amanece? Yo debo de parecer una psicópata con el rímelcorrido.Y tú estás como si nada...Con esos ojos siempre parece que tehayasacabadodedespertar.Taka giró la cabeza haciamí. Su ojos rasgadosmemiraron sinmás.
Despuéssuslabiosdibujaronunacurvaascendente.—Noestástanmal—meespetó.
Élsaliódemicama,selevantóysiguióelcaminodeThaïs.Cuando me dejaron sola, corrí al baño, a darme una ducha rápida y
vestirmeparaestarenelhallendiezminutos.Nosabíasiestababienonoloqueíbamosahacer.Perolanecesidadde
saberlaverdadpodíamásquelosbuenosmodalesolamoralidad.A veces, por respetar demasiado, nunca se llegaba al fondo de la
cuestión.
HospitalSanLuca
Enlasafuerasdelaciudadamurallada,todavíaeneldistritodeLucca,seencontraba el San Luca. Un hospital cuyo exterior estaba formado porpaneles de colores ocres y diferentes tonalidades, y por cristalerasazuladasensuinterior.Lorodeabanpradosrectangularesdehierbaverdeyperfectamentecortada.Fuimosentaxiporqueenbicinosibaatomarmástiempo.Acudimos directamente a la recepción de Urgencias. Miré por todas
partes, a un lado y a otro de los pasillos, esperando encontrarme conKilian.¿Quélediríasiloveía?¿Quémediríaél?Ignoraba mis mensajes, a pesar de que yo veía que estaba en línea.
Hablabaconotros,peroconmigono.Conocía el apellido de Luce porque Kilian me lo había dicho.
Suponíamos que no habrían demasiadas mujeres ingresadas con esenombreenLucca.Posiblemente,ninguna.MeacerquéalmostradorymiréalaseñoritaAurelia,quellevabauna
batarosayregistrabatodaslasentradasenUrgencias.Mirabalapantalladelordenadorsindejardeteclear.—Disculpe...La mujer nos miró. Se quedó prendada de la cresta azul de Taka, y
despuésvolviólavistahaciamí.—¿Sí?—Han ingresadoaunachica llamadaLuceGallagherenestehospital.
Quisiéramossaberenquéhabitaciónestá,parapodervisitarla.—Ah,sí...Luce—afirmó—.¿Soisfamilia?—Somossusamigos—apuntóThaïsmintiendounpoco.Aurelianosrepasódenuevo.Mirólapantalladelordenadorynosdijo:
—Luce está en la UCI. Primera planta. Cabina 102. Las visitas estánrestringidas.Solopodéisentrardospersonascomomáximo.Osdarétrespasesparaquepodáisvisitarla.—Sí.Gracias.—Sonreí.Aurelia era diligente—. ¿Sabe si hay alguien
conellaahora?—Habíaunchico...Unragazzomuyguapo.Perosefuehaceunparde
horas.Unragazzomuyguapo.EseeraKilian.Sinduda.—Muchasgracias.Nos fuimos de la recepción y llegamos a la Unidad de Cuidados
Intensivos.EstábamosfrentealahabitacióndeLuce.La vimos a través de las ventanas. Le habían puesto la respiración
asistida. Señal de que no podía respirar por sí sola. El corazón se meencogió. Tenía el pelo rizado esparcido por la almohada, y los ojoscerrados,comosidurmiera.Peronodormía.Luchabaporsuvida.Nolehabían quitado el colgante. Porque era una cruz. Tal vez, ese tipo deabaloriossíestabanpermitidos.Encualquiercaso,lasituacióneragravísima.Habíamos acordado en el taxi que solo entraría Taka. Él, como buen
hacker, teníaunprograma ripeadoen sumóvilquedescargabaarchivosde donde él quisiera. Solo necesitaba estar cerca del dispositivo adescargar.Lolocalizaba,loobtenía...ylistos.—Dateprisa—lepedímirandoatodaspartes—Y,Taka...—¿Qué?—¿CreesquepodrásconseguirlafichamédicadelesionesdeLuce?—Meofendescuandomehablascomosidudarasdemí—dijosinmás,
entrandoenelboxacristalado.Thaïs,por suparte, sequedóenelotroextremodelpasillovigilando
quenoaparecieranadieconocido.Élsecolocóelgorro,lascalzasylabatadesechablesyentrósinmás;
niprotocolos,nimiramientos.Ibaaloqueiba,metódicocomosiempre.Desdefuera,parecíacomosiTakaestuvieravelandoporLucecuando,
enrealidad,habíasacadosumóvilparadetectarelUSB.HabíanpasadocincominutoscuandoThaïs,quevigilabadesdeelfinal
delpasillo,empezóahacermeseñasyacorrerhaciamí.—EsKilian.Kilian—dijoentresusurros—.¡Agua!¡Agua!Taka salió de la habitación mirando su móvil, con los nervios
templados,justoloqueyonotenía.—Yaestá.Lotengodescargado—medijoenvozbaja—.Voyaintentar
entrar en la base de datos del hospital, a ver si encuentro el informedeLuce.—Perfecto.Ahora largo losdos.—Losempujéparaque se fueranen
direccióncontrariaaKilian—.Esperadmefuera.—¿Ytú?—preguntóThaïsconpasofirme.—Voyahablarconél.Enunratoosveo—lesexpliqué.Ellosdos se fueronymequedédepie, en lapuertadeLuce, conmis
ojosenalerta,esperandoverloaél.Ardíaennecesidaddedarleconsuelo.Aunqueél,porlovisto,noloquisiera.
Cuando Kilianme vio allí, plantada, conmi pantalón tejano corto, misVictoriaconestampadodeflores, lacamisetablancadetirantesajustada,lacarareciénlavadayelpelohúmedodeladucha,noocultósugestodesorpresa.Dios.Medolióverlopreocupadoqueestabaportodoylomalquelo
pasaba. Tenía el entrecejo arrugado por su expresión contrariada, lamandíbuladuraypétrea,yesemúsculotensoqueleaparecíaenlamejillacuandoalgoledisgustabalepalpitabasincesar.Sí.Loveíadesdeallí.Sus preciosos ojos mostraban ojeras de no dormir y sombras de
remordimiento.¿Cuántopesoacarreabaélsobresushombros?¿Porqué?
Dieciséis
—¿Quéhacesaquí?Sí.Eralabienvenidaconlaquehabíasoñado.Nimásnimenos.Conesa
caranoparecíacontentodeverme.—Hola,Kilian.HevenidoaveraLuce.Meponíanerviosa.Memirabadeunmodoquemeincomodaba.—Ah.—Éldesvióelrostroalcristalycontemplóasuamiga,conectada
aunamáquina—.Supongoquenotehasaludadoalverte.—Esabromaesdemuymalgusto—aduje.—Todoesdemuymalgusto,Lara—espetó,rabioso.Me quedé callada. Comprendía cómo se sentía. Sabía el trance por el
quepasabaelfamiliaroelamigodeunavíctimacuandocontemplabaelhorrordecerca.Eradevastador,ydemasiadocruel.Carraspeéymemirélapuntadelospies.—¿Necesitas...necesitasalgo?—Necesitodespertarmedeestamalditapesadilla—dijo sonriendosin
ganas—.¿Puedeshacereso?—No.—Entonces,nomepuedesayudar.—SientomucholoquelehasucedidoaLuce,Kilian.—Sí.Yyomás,créeme.Traguésaliva.Medolíaelpechodeverlotancerradoypocoexpresivo.—¿Habéisavisadoasuspadres?—Sí.Estánalllegar.EllosvivenenInglaterra.Elvuelosololessupone
unas horas —comentó con la mirada perdida—. Les esperamos almediodía.—Imaginoloduroquehatenidoqueserparatihablarconellos.
—No.Noteloimaginas.Perosílosabía.Porqueyahabíapasadoporalgoasí.—Séqueestásenfadadoynervioso.Esmuyduroveraalguienaquien
quieresenesascondiciones.Pero,Kilian...—TodoenLuccahasidounamierda.Thomashaceloquehaceydeja
departiciparenel torneo.Luce...Lucese tiradelaplataformaporerrorcuando ya estaban desinflando la colchoneta. Y ahora está en coma.—Apoyó losdedosabiertosen sucinturay se relamióel labio inferior—.Todohasalidomal.Todo.—¿Todo?—dije,afectadaporsuspalabras.Yoestabapreocupadapor
él.Élmehabía afectadoen todos los sentidos,hasta elpuntodequemedabamiedo admitir quemi posible kelpie pensaba que yo era un error.Esonopodíapasar.—Soloquieroirmedeaquíyolvidarestamierda.—Ya entiendo. —La voz me tembló. Me sentía triste por él, pero si
estaba a punto de llorar era porqueme dolía sentir que no era nada—.Bueno,soloveníaavercómoestabas.—Jodido,Lara.¿Cómovoyaestar?—dijo,furioso—.Mira,notengo
tiempoparaestoahora...—¿Tiempo?¿Tiempoparaqué?—Parati.Paraestarpendientedeotrapersona.Nomeapetecehablar.—Nohe venido para queme hagas de niñera nime entretengas.Creí
que agradecerías tener compañía. Estaba preocupada por ti —repuseenfadándomeconél.—YatengoaFredyaAaron.Ellosestánhechospolvo.Cuandonecesite
tucompañíatelodiré.Cogíaire,ofendida.—¿Porquémehablasasí?Yonotehehechonada.No me gustaba cómo me hablaba. Pero lo aceptaba porque en esos
instantes tan delicados las emociones están a flor de piel. Su actitud erafrutodelaimpotenciaporquelascosasnoerancomoélquería.Él se mantuvo en silencio y miró hacia otro lado, esquivando mi
mirada.Yolehacíaperdereltiempo,porlovisto.Peronoibaaperseguirle,que
estuvieratranquilo.—Estábien.Entonces,tedejosolo.Notemolestomás—parpadeépara
apartarlaslágrimas.
Me di la vuelta, dispuesta a salir de allí antes de caer rendida a missentimientosmásdolorosos.Me puse las gafas de sol al salir del hospital para no levantar
suspicaciasentremisamigos.Noqueríaquevieranloafectadaqueestaba,impresionadaporlaspalabrasdeKilian.Entré en el taxi con ellos, en silencio, y volvimos a Lucca, con la
informacióndelUSBdescargadaenelmóvildeTakayconmicorazóncontusoporlasacudidarecibida.TalvezdebíquedarmeenlaUCIparaquemetrataranamítambién.
El amanecer del viernes no acompañaba demasiado. Estaba igual quenosotros: sombrío, gris e inquieto. Las nubes espesas y oscurasencapotaban el techo italiano y no nos apetecía estar en alguna de lasadorablesterracitasdelaciudad.Nosfuimosalacafeteríadelhotel,paraestarmásresguardadosymirar
tranquilamentelainformaciónquehabíaobtenidoTakadeldispositivodeLuce.Aprovechéparatomarmiportátil,pordeseoexpresodeTaka,quelonecesitabaparaconectarseaunprogramadecosechapropiaypetarunencriptadodelainformacióndescargada.Para mí, escucharlo hablar era como si me hablase en otro idioma
desconocido, por eso me limitaba a decir que sí y a traerle lo que mepidiera.En la tele, los canales se hacían eco de lo sucedido en la Piazza
Anfiteatro y del accidente sufrido por una de las saltadoras, quepermanecíacondiagnósticoreservadoenelhospitalSanLuca.Aloqueyasabíamos, habían añadido datos relevantes: Luce había fumado maría ytenía una alta tasa de alcohol en sangre. Por eso ignoró el aviso de sucompañerodequenosaltara.—Borrachayfumada—dije—.Malacombinación.Thaïspidiócafésparatodos,lonecesitábamosdespuésdelanocheque
habíamospasado.Peroyonecesitabaalgomásquecaféparalidiarconelvarapaloqueme
habíallevadoconKilianenelhospital.Noseloqueríatenerdemasiadoencuenta. Bajo el shock, los comportamientos cambiaban, las personas sevolvíanmásariscasymuchomenospacientes.Peromehizodañoigual.HacíasolocuatrodíasqueconocíaaKilian,
peroteníalaimpresióndeestarconectadaaéldeunamaneraalaquenopodíadarexplicación.Era como si estuviéramos vinculados. Aunque creo que eso solo lo
sentíayo,vistolovisto.Ymedeprimíapensarqueeraasí.—¿Veis?—nosdijoTakaseñalandolapantallademiordenador—.He
pasadolainformaciónalordenador.YmesaleunaespeciedecarpetaiZipqueestáencriptada.Mepideuncódigodeaccesoparaabrirla.—¿Un código de acceso? —Thaïs silbó—. Pues sí que procuraba
mantenerloquetuvieraahídentroabuenrecaudo...—¿Ypuedesaveriguarelcódigo?—Necesitaréunashoras—contestó—.Esuncódigodecincodígitos,y
no sé si será un híbrido de números o letras. Mi software probarácombinaciones hasta que lo adivine. Puede llevarle un tiempo. Tenemosquedejarelordenadorencendidoyconectado,Lara—mepidió.Thaïsmetiólanarizenlapantalla,diounsorboasucafédemediolitro
tipoStarbucksyentrecerrósusojosverdes.Esaerasucaradeperiodista.—¿Eseeselarchivoencriptado?—señalóuniconoconunacalaveray
unnombreabajo.«LavozdeArtemisa».—Sí—respondióTaka—.¿Quépasa?¿YesacaradeWatson?—Joder...—Secolocóunmechóndepelorubiodetrásdelaoreja—.No
sésitendráalgoqueverono.—¿Elqué?Meestásponiendonerviosa,Thaïs—dije,impaciente.—Joder,¿enserionolaconocéis?—Abrióunservidorparaconectarse
ainterneteintrodujoenelbuscadorelnombreentero—.Es...esLavozdeArtemisa...Es...¡Joder!¡Yocreémipropioblogporella!—Diolavueltaalordenadorynosmostróunapáginawebcontonosvioletayfucsia,conelmismonombre.—¿Noslotraduces,porfavor?—pidióTakatanimpacientecomoyo.—Hacecuatroañosirrumpióenlasredesunablogeraquecreóunblog
denoticiasvisualesinmediatas.SellamaLavozdeArtemisa,enhonoraladiosacazadora.Ellacazabanoticias,¿entendéis?Ensublogsubíanvídeosen los que los informadores eran los usuarios; ella los rectificaba, losmejoraba, y los subía con su voz en off de fondo. Al cabo de un año,seguíansublogdosmillonesdepersonas.Tresañosdespués,sublogseconvirtióenweb.Tienemásdediezmillonesdeafiliados,lehanpagadomucho dinero por publicidad y además tiene secciones para todas laspartesdelmundo.Parasubirnoticiasenitaliano,eninglés,encastellano,
en los idiomas que quieras, dependiendo de cuál sea tu país. Y nadie,absolutamentenadie,sabequiénesladueñadelaweb.—¿Esanónima?—pregunté.—Sí—contestó—.Comoyo.—Esdecir,quetúlacopiaste—apuntóTaka,malicioso.—No, cretino. Ella editaba todos los vídeos que le subían, y hablaba
sobretododetemasturbios:corrupción,política,mafias...Esascosas.Miblog esmás relajado—se defendió—.Aunque las noticias son igual deinteresantes.—Bueno,yonodiríaque...—Takaibaainsistir,peroyolehicecallar
conunamirada.—Si la información tiene algo que ver con esta web... Si tenía algo
interesanteentresusmanos...Noséloquepuedehaberdentro—finalizó—.¿YsiellaesArtemisa?Estamoshablandodeunanoticiainternacional,¿comprendes?Nosabesloqueestopuedesuponer...¡Seríaunbombazo!—Nodiremosnada,porahora—decidí.—Pero,Lara...—No,Thaïs.PrecisamenteporquepuedeseralgomuydelicadoyLuce
sigue viva, no vamos a decir nada. Antes tenemos que descifrar lainformaciónyleerla.Ydespués,valorar.Tenemosunvídeodondesevenmovimientos rarosyantinaturalesde lavíctimaantesdecaer.Y tambiéntenemos esto. Seguiremos indagando. ¿Cuánto crees que tardaremos,Taka?—Mmm—comentó, pensativo—, teniendo en cuenta los millones de
variacionesquepuedenhaberenunaclavedecincodígitos,ysuponiendoqueseahíbrida...Hastamañanasábadoporlamañananotendremosnada.Solo nos quedaba esperar. Pero qué dura era la espera cuando la
sensacióndeteneralgogordoentrelasmanostehervíalasangre.—¿CreesqueKilianvaacontinuarenel juego?—mepreguntóTaka,
muyserio.—No lo sé. No tengo ni idea—asumí—. No sé si como hermandad
abandonaránlacompetición.Hantenidodosbajas,unadeellasmuygrave.Simepongoensulugar,creoquesolotendríaganasdeirme.ComoKilian.Que quería dejar todo lo sucedido en Lucca atrás, incluso lo que
estábamosempezandoélyyo.
El«bip»del concursonos tomóa todospor sorpresa, enmihabitación,después de comer, mirando con ojos expectantes el programadecodificadordeTaka,cuyabarraavanzabaapasodetortuga,comoeradeesperar.Nossorprendióelbuscaporvariasrazones:porquenocreímosqueel
concurso continuara, por consideración a uno de sus concursantes;después, porque la chispa de la competición había desaparecido ennosotros.SolopensábamosenLuceyensillegaríaarecuperarseono.DurantetodoeldíameimaginéaKilian,solo,atormentadoporelpeso
de su responsabilidad como delegado de la hermandad Neptuno, queestabadespedazándosepormomentos.Habríaqueridocogerlelamanoyquedarmeasuladocomounaboyaenunocéano,comounpuertoseguroenelqueresguardarsecuandolamarearemontara.PeroKiliannopensabaenmíparaeso.Yanoleenviéningúnmensaje
másesperandoaque,siélqueríaalgo,contactaraconmigoynoalrevés;y,apesardequeesaeramidecisión,mesentíatristeyapagada,comosimehubierandejadoamediasyaoscuras.NoséenquépensabaKilianosipensabaenmídealgúnmodo,peroyo
sí.Leímoslasindicacionesdelbusca:
Lugar: tierrasanta,estructura imperfectaacausadeldiablo.Personaje:griegoydefensordelahumanidad.Santoyseña:«Labúsquedallegaasufin».
—Yoséaloqueserefiere—dijoThaïs—.EslaPiedradelDiablo,estáenelPalacioBernardini.Loconozco.—¿Estás segura, Lonely Planet? —preguntó Taka como siempre
metiéndoseconella.—Sí,cepillodedientes—aunqueThaïsnuncasequedabaatrás.Todavía
no había nacido la persona que la dejara sin palabras—. La familiaBernardiniordenódemolermuchosedificiosenesaplazaparaconstruirsupalacio,entreellosunaiglesiamuypequeñitadecultoalaVirgen.Fuetan grave la afrenta que la construcción del palacio nunca fue perfecta,porque,desdeelmomentoenqueempezaronaedificarla,unapiedraenlafachada nunca pudo ser insertada en la pared, como si jamás pudierareposarenpaz.EsaeslaPiedradelDiablo.Amí,Thaïssímedejabasinpalabras.Nodebíasorprenderme,porque
suvocaciónerainvestigar,peroesonoqueríadecirquenomealucinarasucapacidadparamemorizardatoshistóricos,nombresyhechos.Taka sonrió aThaïs por primera vez conunadulzura inusitada.Creo
que se le escapó. Pero Thaïs lo notó y enrojeció, extrañada por elmomentáneocambiodeactitud.—¿Vamosono?—dijoparazafarsedelaincomodidad.—Sí,vamos—lediunacollejaaTakaparaquereaccionara.Los tres salimos del hotel en dirección a la última prueba.Había tres
bolas de dragón en juego, y mucho más que el orgullo de ganar unpremio.Siganábamosnosotros,nonosquedaríamoselpremio.Sabríamosloquehacerconél.
Eraelúltimodíadelconcurso.Y,poralgunarazón,nosquisimosvestircomoverdaderosWatchDogs.ElatardecercaíasobrelaToscana,ynosepreveíabuenclima.Elcielo
cada vez estaba más negro y amenazaba no con lluvia, sino con unaauténticatormenta.Yovestíaconpantalonescortosnegros,unacamisetanegradetirantesy
unasbotasdeveranodesabrochadas.Mehabíaatadounachaquetanegraala cintura por si durante el día refrescaba o si al final llovía. En mimochilaChannelnegrallevabaelmóvil,chocolate,barritasdecerealesysándwiches,pueseldíaibaaserlargo,yRockstardeguaraná,porqueeralo que le gustaba a Taka y nos había viciado a nosotras. Y, además,compramosunfrappuccinotipoStarbucksparaThaïs.Hacer otra prueba en lo que quedaba de día sería agotador, y no
sabíamos cuándo y cómo íbamos a acabar. Al menos, tendríamoscombustible.Lamentablemente,Kiliansehabíaapropiadodemigorranegra,asíque
decidíponermelaquehabíallevadotodoslosdíasyquetantomegustaba.Cuando nos plantamos bajo la fachada del Palacio Bernardini nos
dimos cuenta de que ese mediodía en la plaza que llevaba el mismonombre había un concurso de disfraces. La organización Turing sabíadónde tenía que celebrar las pruebas, ya que las hacía coincidir coneventosquedificultaríannuestrabúsqueda.No sabíamos a quién debíamos encontrar. Puse «defensor de la
humanidad»enGoogle tal cual, en inglésy luegoenespañol, averquéopcionesmesalían.Yelresultadoquemásseprodigabaencastellanoera:«Sasha Piqué, el hijo de Shakira yGerard, lleva nombre de guerrero ydefensordelahumanidad».Conlocual,eraimposiblequeelpersonajequebuscábamosfueraél.Pero sí que me dio a pensar que, si «Sasha» significaba eso, tal vez
«griegoydefensordelahumanidad»fueraelsignificadodesunombre.Busqué«etimología»y«significadodenombres»,ycuandoencontréel
resultado,nopudemásqueaplaudiralosorganizadoresdelconcurso.Alastair. Era a Alastair a quien debíamos encontrar. El criptólogo y
antagonistadelpersonajedeAlanTuring.—¿YcómosesuponequeesAlastair?—quisesaber.—En la biografía que leí sobre él —nos dijo Taka— decía que era
jugadordehockeyhierba.Esoeslomásllamativo,supongo.Yo me había cruzado con uno nada más entrar en la plaza, y había
pensado:«¿Quédemonios...?».Tendría que haberlo relacionado con la prueba, porque era de locos,
como una de esas piezas que no encajaban en mi mente y que memolestabanhastaquenolesdabalavueltaylashacíaencajar.—¡Yolohevisto!—exclamé.Fui corriendo en su busca, yendo a contracorriente de la gente, hasta
que lo vi al cabo de diez minutos en la Via Santa Croce. Lo detuveagarrándoloporlamuñeca.El tipo llevaba su stick al hombro, iba vestido de corto y tenía un
peinadoantiguo.Lemiréysinresuellodije:—Labúsquedallegaasufin.Alastairmecontestómuyserio:—Peroelfinsoloesuncomienzo,señoritaLara.Era normal que supiera mi nombre, pues para recoger los packs de
participaciónTakatuvoquefacilitarnuestradocumentación.Perodetodasformasmeimpactóquelosupiera.Eraunhombremayor,depelocanoso,ojosmuyazules,cejasespesasy
narizprominente.Tendríaunossesentaaños,perolaenergíayelportedeunchicojoven.Loguiéhastadondeestabanmisamigosyélnos invitóaentrarenel
palacioconvertidoenunhotel,ynoscondujoalinteriordelpatio,cuyasvistasaljardíneranmuyhermosas.
Allí, en dicho patio, había una mesa alargada con cuatro portátilesabiertos.Alastairmirósurelojanalógicodemuñecaycomentó:—Osquedancincominutosantesdequeempiecelasiguienteprueba.Taka,Thaïsyyonossentamosenlassillasfrentealquesesuponíaque
ibaasernuestroordenadoryesperamospacientesaqueaparecieran losotrosgrupos.Entonces, un segundo Alastair entró en escena precediendo a Kilian,
AaronyFred:alostresAssassins.El corazón me dio un vuelco al verlo. Él iba el primero. No había
descansadonada,seleveíaabatidoaunquecondecisiónparacontinuarlaprueba.Memiróduranteunossegundosymedijo:—Hola.Yonolecontesté,sololehiceungestoconlacabeza.Enrealidad,aquel
noera lugarparahablar,aunque,paraserfranca,pocacosameapetecíadecir después de oír de su boca la «granmierda» que había sidoLuccaparaél.Después se centró en la pantalla que tenía delante, a mi izquierda,
aunquedevezencuandomirabahaciamiposición,yyohacíacomoquenomeenteraba.TresminutosdespuésaparecieronLosVengadoresylosX-Menconun
Alastair acompañando a cada grupo. Ya estábamos los cuatro gruposfinalistas. Cuando tomaron asiento, el Alastair que yo había encontradoempezóahablar:—Antes de nada, queremos expresar nuestra pena a los Assassins
Traceurs por lo sucedido la noche anterior con la señorita Luce.Lamentamostodoslospercancesquevuestrogrupohasufrido,chicos.—Hablabaconmuchasinceridad—.Perohabéisdecididocontinuar,ysabéisque no vamos a compadeceros por ello. Las reglas siguen siendo lasmismasparatodos.—No pretendemos jugar con ventaja a consecuencia de nuestras
desgracias,señor—replicóKilianconhonestidad—.Queremoscontinuarporque sería el deseo de nuestra compañera. Lo haremos por ella —sentenció.Sus ojos amarillos recayeron enmí, los notaba persistentes sobremi
persona. Pero yo me mantuve firme. Me había gustado su respuesta,aunquenoibaademostrárselo.
—Bien,dichoesto—Alastaircolocósusticktrassunucayapoyólosbrazosenél—,comosabéis,hoyeselúltimodíadelconcurso,ytendréisaún tres pruebasmás. Si superáis la primera, que realizaréis aquí, se osentregarávuestraterceraboladedragón.Lasindicacionesparasuperarlasegundapruebadehoy,por laqueobtendréisotrabola,seos facilitaráncuando hayáis conseguido pasar la primera con éxito. —El hombrecaminóconaireceremoniosoalrededordenosotrosydelamesaconlosordenadores—.Y luegodeberéispasar laúltimaprueba,queserá laquedefinitivamentedecidiráelvencedor.Bien,vayamosporlaprimera:tenéisfrente a vosotros cuatro terminales. Los terminales están protegidos, yvosotros debéis entrar en ellos con vuestros conocimientos sobrehackeringyprogramacióndesdevuestrosmóviles.¿Seréiscapaces?NoeraquelaorganizaciónAlanTuringinstigaraaserunhacker,pero
lesinteresabanlasmentesrápidasenprogramación,yparaelloteníamosquedarlomejordenosotrosmismosyaceptaresosdesafíos.Takacrujiólosdedosestirándoloshaciadelante.Fred,elalemán,comoyo le llamaba,crujióelcuelloaun lado,y los
otrosdosqueseencargaríande jugara lasdecodificacioneshicieron lopropio.En aquella lucha de egos, ni Thaïs ni yo, ni ninguno de los que no
supieransobreprogramación,teníanvelaenelentierro,peroesononosprohibíaapoyaranuestroscompañeros.Esofueloquehicimos.
Mediahoradespués,Takaentróensuterminal.Fueelprimeroensuperarlaprueba.Nosotrasempezamosadarsaltosdealegríayaabrazarloconfuerza, alegres por su facilidad para solucionar ese tipo de escollosinformáticos.Paraélseguramentehabíasidounjuegodeniños.Alastair,elnuestro,nosretiróde losdemásgrupos,queseguíanen la
prueba, y nos llevó a un lugar aparte del patio. Allí, en secreto, nosofreciónuestraboladedragón,quenosotrosaceptamosgustosamente.Yateníamostres.—Para la siguiente prueba, deberéis elegir a uno de vosotros. Solo a
uno.—¿Cómo?¿Porqué?—pregunté,preocupada.—Deberábuscarlacuartaboladedragónensolitario.
ThaïsyTakaloteníanclarísimo.—Lara.Aellaseledamuybienencontrarcosas—anuncióThaïs.—No.Peroyosola...Yosolanosésipodré.—Sípodrás.—Primerohayquevercómoeslaprueba,japo.Nocorráis—lespedí
con cautela—, porque sime piden algo de informática o programaciónvamosaperder.—Estassonlasdirectricesaseguir:
Lugar:dondeelcarrodefuegodescansa.Personaje:hermosaynoble:notienealma.Santoyseña:«Haybellezaeneldolor».
Erayoquienteníaqueresolverlaprueba.Yesointentaría.CogílabiciymedirigíatodaprisaalJardínBotánico.Según Thaïs, decían que cada noche de luna llena un carro de fuego
dabavueltasalrededordelaciudadpara,alfinal,hundirseenelestanquedelJardínBotánico.EnelinteriordeesecarrohabitabaLucidaMansi,unanoble del sigloXVII que vendió su alma al diablo para ser eternamentejovenybella.Se suponía que en el estanque del Jardín Botánico estaría Lucida
esperándomeparadarmelasegundaprueba.Memoríadelosnerviosalpensarquefueraalgotandifícilcomopara
quefracasaraenlapruebaymevolvieraalcentrodevacío,sinbolayconmiorgulloporlossuelos.Peroenlaspruebastambiénsehallabalaaventuraymegustabasentirla
adrenalinarecorrermisvenasymisangre.Meemocionaba.Así que entré en el jardín con la bicicleta, aunque nome dio tiempo
suficientecomoparaadmirarlo,yaquemeurgíaencontraraLucidaysuestanque. En teoría, por la tarde estaba cerrado, por eso tenía queapañármelasparaentrarenélysaltar labarrerametálicaqueimpedíaelpaso.OscurecíapormomentosenLucca,ymetemíalopeor.Merodeabancomogigantesamenazadoresquedibujabansombrastodo
tipo de árboles, coníferas y pinos de grandes dimensiones, además deplantas leñosas y zonas ajardinadas constituidas por flores variopintas yllenasdecolores.Nosabíacuántollevabacaminandocuandoporfinencontréelestanque.
Medetuvefrenteaélynovinadaenabsoluto.Extrañada, busqué en derredor, fijándome en cada esquina, barriendo
cadalado,peroallínohabíanicarroninada.Cuandome di la vuelta, preparada para llamar a Taka y a Thaïs,me
choquédellenocontraunengendrojovenperocongrandesentradasenelpelo, y por eso se peinaba hacia delante, y por la parte de detrás sedespeinabademodoquelaspuntasseñalaranatodaslasdirecciones.Susojos marrones y pequeños me evaluaban como si fuera un mosquito,comosinovalieranada.Ibadisfrazadode...¿Dequéibadisfrazado?¿DeLobezno?Noestabasegura.Sonrióymeenseñódoscolmillos.Dios,erararo.Creoqueeldisfraznolesaliócomoesperaba.—¿Tehasperdido?—Suvozsonabainsolente.—No.—¿Sabesdóndetienesquemirar?—Yosí,¿ytú?—Pasédelargo,incómodaconsupresencia.—Te llevo observando desde que entraste en la capilla —anunció,
empezandoaseguirmispasos.Yo lemiréporencimadelhombroy, cuando lovi tancercayconel
gestountantosiniestro,mesentíinsegura.—Puesmealegro.—Meparecesunachicamuyguapa.—Ya...Oye,¿porquémesigues?—¿Noquierescompañía?—No.Nopodemosirjuntos.Cadaunoporsulado.—Bueno, guapa, pues es una pena. Espero que no me lo tengas en
cuenta.—Seencogiódehombrosysedetuvo.—¿Encuentaelqué?—Ya sabes. —Se metió la mano en el bolsillo y sacó una venda
empapada en un líquido... Era cloroformo. Olía hasta donde yo estaba,cuatrometrosalejadadeél—.Lasreglassonquenohayreglas.—¿Nohablarásenserio?—Empecéaretroceder.—Sí, hablo en serio. Quiero llegar a la final. Supongo que como tú,
¿no?—Sí,peroloquevasahaceresundelito.Nocreoquevalgatodo.—
Pusemismanospordelante.—Bueno,sonmerosconceptos.¿Quéestodo?Paramí,todoesllegara
lafinalyganar.Noimportaloquehagaparaconseguirlo.
—Esteconcursomidelainteligencia,yparecequetúnotienesmucha.Él alargó el brazo para intentar sujetarme y yo arranqué a correr.
desesperadaporirmásrápidoqueélyhuirencualquierdirección.Y eso lograba: a cada zancada le sacaba un poco de distancia. El
atletismomehabíaservido.Soloteníaqueprocuraralargarbienlapierna,plantarbieneltalón,impulsarmedenuevohaciadelantey...¡Crac!Metorcíeltobillo,perdíelequilibrioycaíalsuelo.
Diecisiete
Esechicoseabalanzabasobremíconcaradesalvajeeidoporcompleto.¿Deesosetrataba?¿Depisotearalosdemás?Deganarcostaseloquecostase.Noeranadaético.—Aunque no hayan reglas, yo prefiero seguir una ética y unamoral.
Jugarlimpio—espeté,rabiosaporeldolorquesentíaeneltobillo—.¡Nocomotú,cerdo!—Quépeleonaeres.—Negóconlacabezayseacuclillófrenteamí—.
No será para tanto. Te quedarás inconsciente y dormirás unas horitas.Comounaresaca.Venaquí...—¡No!—grité.Ynomepasónada.Una silueta placó alX-Men feoy lo lanzó al suelo.Me recordó a las
aparicionesdeFlashGordon,elsuperhéroe:noloveíasvenir.—¡Nolatoques!—gritódándoleunapatadaenlascostillas.MedicuentadequeelAssassinquemeacababadesalvarnoeraotro
queKilian,elcualparecíaidoporcompleto,hundidoenlafuriaciegaqueloarrasabadedentrohaciafuera.Agarró al tipo por el pescuezo, lo ahogó por detrás y le arrebató el
pañuelo lleno de cloroformo, para a continuación taparle la boca y lanarizconél.—¿Quéteparecesitevasadormirtú,miserable?—gruñóensuoído,
mostrándolelosdientescomounsalvaje.Fuiincapazdedecirlequesedetuviera.QueríaqueKilianlehicieralo
queélmeibaahaceramísinningúntipoderemordimientos.AdvertíqueKiliantampocolostenía.Lamáscaradeodioquereflejaba
sucarahablabaporsísola.Sihubierapodido,seguramentelehabríadado
unapaliza.ÉlyahabíapegadoaThomasporloquepretendíahacerme,noseríanadanuevonimedejaríademasiadoimpactada.MedicuentadequeKilianaparecíasiempreenelmomentoadecuado,
paraayudarme,parasalvarmede losproblemasen losquememetíasinquerer. Como si tuviera superpoderes y oyera mi grito interior desocorro.CuandoelLobeznoconentradasy larguiruchosequedó inconsciente,
Kilianlodejóenelsueloyseapartódeélasqueado.—Escoria—murmuró.Despuésmemiró.Penséqueseibaair.Sinoteníaganasdevermenidehablarconmigo,
¿paraquéseibaaquedar?Yoteníapartedemipeloenlacaraylovigilabaatravésdemislargos
mechonescastañooscuro,comounachicadelaselva.—¿Tedascuentadequeeresunimánparameterteenlíos?Merepateó.Merepateóquemedijeraalgoasí,comosiyo lehubiera
pedidoayudacadaunadelasvecesqueélhabíadadolacarapormí.—¡Eres tú el que tiene un imán conmigo!—protesté—. ¡Yo no te he
pedidoquemeayudes!—grité,enfadadaconélporsupocadelicadezaentodoslosaspectos.Porcómometratóenelhospital,sobretodo.Medabavergüenza estar delante de él cuando sabía que no quería nada demí, ocuandoyomásbienleestorbaba.Eraunacargaparaél.—De nada —contestó, monótono y con la mirada teñida en una
emociónquenosabíadefinir.Parecía enfadado. ¿Conmigo? ¿Con él mismo? ¿Con el mundo en
general?Intentélevantarme,peroeltobillomedolía.Kilianseacercóparaayudarme,peronoqueríaquemetocara.—¡No!—aullé—.¡Yapuedoyosola!—Nopuedes—negócondescendiente—.Sitehastorcidoeltobillo...—¡Cállate!—Estabaperdiendolapaciencia—.¡Eresunsabelotodo!¡Sí
puedo! —Me tragué el dolor, que hacía saltar mis lágrimas. Pero melevantéconmiorgullocomoúltimoimpulso.Alcélabarbillaylomirédefrente—.¡¿Ves,sabiondo?,sípuedo!Un trueno relampagueó sobremi cabeza.Las copas de los árboles se
iluminaron.Éldejócaerlacabezahaciaatrásypermitióquelasprimeragotasdelluviagolpearansuapuestorostro.
Después,con lacarahúmeda,volvióacentrarsuatenciónenmí.Congestoadustoydecididodiounpasoadelante.—¡Que no te acerques! —chillé con toda la fuerza de mi novato
corazónenamoradoydolorido.Porquesí.Loqueyosentíaporesechico,alqueapenasconocíapero
quesehabíacruzadoenmividaconlafuerzadeunhuracán,teníaqueseramor.Losentíacadavezqueloveía.Comounpuñetazoenelestómago,quemedejabasinaireyquemeobligabaalevitar.Ynoeraunamorcualquiera.Noerauncapricho.Eraamorkelpie.Y
aún tenía que valorar si era afortunada o desgraciada por haberencontrado a mi caballo de mar, porque este era complicado, duro yreservado.Yyonoteníaniideadelidiarconningúntipodeamor.Porquesabíaqueeralaprimeravezquecaíaensusgarras.Ysentía,aciegas,quesería la última. Porque era unaO’Shea, y sobremis hombros pesaba elestigmadelasmujeresdemifamilia.Nosenamorábamossolounavez.—Lara,novasapoderandar.Estáempezandoallover—advirtió.—¿Y qué? Buscaré refugio en este... —miré alrededor—, este jardín
llenodeárboles.—No.Tevasaempapar.Yademásnopuedescaminar.—Sípuedo.—Fuiadarunpasoyvilasestrellas.Mequejéymeencogí.—Lara,yaestábien.Enunmomento,Kilianmecogióenbrazosycorrióconmigoacuestas,
mojándonos,calándonoshastalaropainterior.Fuecomosimehubieradadounvahídoyhubieseperdidoelmundode
vista.Lasensacióndecaereralamisma.Peronocaí.EstabaprotegidaporlosbrazosyeldurotorsodeKilian,
resguardadacomonuncaantesmehabíasentido.Ymediopenasentirmetandichosaenesascondiciones,cuandosabíaqueélnosentía lomismoqueyo.—¡Bájame!¡¿Yquévaapasarconesechicoinconsciente?!—¡Quese joda! ¡Me importauncomino loquehaga! ¡Porahora,que
duerma!HabíananunciadolluviasenlaToscana,peronomeimaginéqueibana
sertorrenciales.Apenasveíapordóndeavanzábamos.—¡Aquí!—gritóélalcabodeunosminutos—.¡Enelinvernadero!
Con una mano abrió la puerta y nos metimos dentro, por finresguardadosdelacascadadeaguaquenosestabacayendoencima.Era un invernadero de estructura verde y una cubierta exterior
translúcidadevidrio.Todotipodeplantasexóticassedesarrollabanbajoaquellacúpula.Lacontempléatraídaporsusformasysuscolores.Era precioso. Y hacía calor, pues los cristales conservaban la
temperatura.Kilian me dejó con cuidado en una butaca blanca que había a mano
izquierda.Inmediatamentesesacósumochilaylachaquetaempapadadeagua, que goteaba como una regadera. Como también lo hacía todamiropayelrestodemicuerpo.Eneseinstantedesilenciorecibimosunmensajeenelbusca.—«Sedetieneelconcursohastaqueamaine la tormenta—leyóKilian
envozalta—.Quedaosenvuestrasposiciones.Se reiniciaelconcursoalas seis de lamañana del sábado. Queda prohibido ponerse en contactoconelrestodevuestroequipo.»—¿A las seis? ¿Tenemos que pasar la noche aquí? —pregunté,
horrorizada.—Eso parece—dijo él pasándose lamano por el pelo negro y corto
paraquitarseelagua.—¿Incomunicados?—Sí.La situación era insostenible para mí. ¿Cómo iba a quedarme con él
allí? Kilian no quería mi compañía; así que, decidida, no iba a ser yoquienleobligaraaaguantarme.—Pueslosientoporti—dije—.Notepreocupes,quemeiréalaotra
puntadelinvernadero.Asínotendrásquesufrirme.—Lara,notemuevasdeaquí—meordenóconseveridad.—Mira por dónde me paso tus órdenes... —Me levanté, deseosa de
encararmeconél.Nomeveríamás,peromeibaaoír.—Tupie...—¡Mipieestábien!—clamémanteniendoelequilibrio.Eraverdad,ya
nomedolíatanto.Semehincharíaunpocoyyaestá.Perosolohabíasidounatorcedura.—¡Lara!—Semepusogallito.—¡¿Qué?!¿Sabes,Kilian?,¡mevuelvesmajara!—ledijederepente—.
¡¿Porquétepreocupastantopormísidespuésmetratascomoauntrapo?!
Me defiendes, te burlas de mí—enumeré dejando que mi carácter, quesoloexplotabacuandolaollaestabaamáximapresión,arrasaracontodo:con mi educación, mi impotencia y mi frustración—. Me salvas deThomas,mebesas;medicesquesoyespecialyquetegustoydespuésmeapartas de ti en el hospital, como si no quisieras tenerme cerca. ¡Pues,¿sabesqué?,queyaestoyharta!¡Déjameenpaz!¡Yvetecontubipolaridadaotraparte!—¡Nopuedo!—gritóél,contrariadoytanirritadocomoyo—.¡Túno
sabesnadademí,¿meoyes?!¡Nada!¡Nosabessilomejorparalosdosesqueyotemantengaalejada!—¡¿Porqué?!—¡Porqueeslomejorparati,Lara!—¡Dejaqueyodecidaquéeslomejorparamí!—lerogué,frustrada—.
¡Notienesquesertúelquemepongafreno!¡Yasoymayorcita!—Lara—suvozsonóronca—,solointentoprotegerte.—¿Dequé?—¡Demí,joder!—¡Nonecesito tuprotección,Kilian! ¡Ni ladenadie!Soy responsable
demisactosydemisdecisiones.Loquequiero...Loquequieroessaberqueestoquesientoportiesdeverdad.Hacepocoqueteconozco,yséquepuedo parecerte ridícula —dije emocionada—, pero me gusta estarcontigo, y sientomuchas cosas... ¡Y no las puedo evitar!—añadí con lavoz rota—.Nuncame había pasado esto, y nome lo quiero perder,melleveadondemelleve.Porquelavidaesmuycorta.Hoyestamosaquíymañana no lo sé. Lo de Luce ha sido una desgracia que nos ha dejadotocados a todos—me llevé lamano al corazón—, pero tambiénme haabiertolosojos.Cadadíaesúnicoyespecial,yhayquevivirloallímite.Ytú, Kilian—tomé su rostro entremismanos—,me robas el aliento.—Sonreísinmás—.Hacesquesemeacelereelcorazónyquequieracruzareselímiteporprimeravez.LaspupilasdeKiliansedilataronysusojosse tornarontransparentes
paramostrarse tal y como eran: solitarios. En ellos vi un anhelo y unanecesidadparecidaalamía.Eraunimperativoparamíestarcercadeél,tocarle...Quererle.Queríademostrarlequenoestabasolo;quesiquería,enesemomentoydurantetodoeltiempoqueélquisiera,yopodríaestarasulado.Ysino,almenos,queríavivir laexperienciaconél.Noconel chico
que había elegido, sino con el que no había podido evitar ni aunquequisiera. Era él. Él seríami primera vez, porque no concebía que fueraotro.Encuatrodías,Kilianmehabíadadomuchomásquecualquierchicoenmisdieciochoaños.Poreso,porloespecialqueeraparamí,debíaserél.Talvezdespués,cuandoLuccahubieraacabadoycadaunosefueraasu
respectiva universidad a continuar con su vida, llegaría miarrepentimiento. Puede que sintiera contrición por haber entregado micorazónaalguienalquequizánovieranuncamás.Peromedabaigual.Nunca antes me había sentido tan viva como entonces. Y, con el
recuerdodeLuceenmente,decidídarunpasoadelanteeiraporloquequeríaeneseinstante.—Kilian...Él me agarró las muñecas con fuerza y pude comprobar en primera
personaesaluchainternaquelecompelíaahacerloquecreíaqueeralocorrecto.Peroalfinal,graciasaDios,ganólamismaemociónquebarríalaconcienciaynosconvertíaenanimalesprimarios.Nosdejamosvencerporelinstinto.—Al menos, lo he intentado. No digas nunca que no te lo advertí,
cachorrita—murmuróantesdedejarcaersubocasobrelamía.Nuncalodiría.Nomearrepentiríajamás.PorqueelbesodeKilianlosuponíatodoparamí.Meabrióunmundo
deabanicosdecoloresquenosabíaqueexistían.Ymedejéirconél.Sindejardebesarmeyconunlentitudexquisita,deslizósusmanospor
miespaldahastaposarlasenmitrasero.Lasensaciónquemerecorriómeerizólapiel.—Lara...—susurrósobremiboca—.¿Nomevasaparar?Yoneguépermitiendoqueélmemordieraellabioinferioryacariciara
elsuperiorconsulengua.¿Cuántasformasdebesarhabía?Nolascontaría,porquelasdeéleran
deliciosas.—Novoyapararte.Esloquequiero—dije.Élmeabrazóconfuerzaypasósubocapormigargantaymihombro
húmedoydesnudo.—Sabesalluvia.—Ytú.
Subocaregresóalamía,enzarzándoseenunabatalladecontenciones.Mi lengua fue en busca de la suya, para batallar entre nosotros comoespadasdeesgrima.Besarseeracomounbaile.Kilianhundiólosdedosenmipelomojadoysonrió:—Huelesafrutas,cachorrita.—Eselchampú—contestécadavezmásnerviosaycaliente.Sí. Estaba caliente.A eso se refería Thaïs. Lasmanos y los labios de
Kilianme subían la temperatura; sus ojos y sumanera demirarmemehacíanarder.Poco a poco, me fue desnudando. Primero me quitó la camiseta de
tirantesblanca;metomódelacintura,seagachóybesómivientre.Unasensacióndecosquilleorecorriómientrepierna.Madremía.Mientrasmebesabalascaderasylacintura,desabrochómipantalóny
lodeslizópormispiernas.Laropaquedóenelsuelocomounamasijo.Llevaba un conjunto de ropa interior deportiva blanca. Kilian dio un
pasoatrás,sosteniéndomeporlascaderas,ymemiródearribaabajo.—Joder,Lara...—¿Qué?—dije,insegura—.¿Hayalgomal?Élserelamióellabioinferiorynegóconlacabeza,conlavistafijaen
mi sexo. Ya suponía lo que veía: la ropa estaba empapada y el blancotransparentaba.—Erespreciosa.Deverdad...Eres...—Secallóparaatraermehastaély
besarmeconunansiaqueenseguidaigualé.Me agarré a su cuello y a sus hombros musculosos. Su ropa me
estorbaba,asíque,conmanostemblorosas,lequitélacamisetanegraconelsímboloplateadodelosAssassinsenelpecho.Sutorsoeraincreíble.Bienformado,conunabdomenmarcadoqueme
dejabasinrespiraciónyunosmúsculosoblicuosquedesaparecíanporlacinturilla del pantalón. Su piel morena y lisa cubría otros músculosdefinidos.Pasélamanoporsupechoyporsuabdomenypercibítodalafuerzacontenidaenél.Eramuchomásgrandequeyo,podríarompermecuandoquisiera,peronoloharía.Metocabaconsuavidadydulzura.—Kilian—dijesobrecogida—.Túeres...hermoso.
Sonrióymediounbesosuaveenloslabios.—Quítame los pantalones —me pidió agarrándome todo el pelo
mojadoconunasolamano.Leobedecí,porqueteníaganasdeverlocomoélmeveíaamí.Cuando le quité los pantalones y divisé todo su cuerpo, solo cubierto
porunoscalzoncillostiposlipnegrosyajustados,labocasemesecó.Estababuenísimo.Nohabíamás.Unbultogordoylargoasomabaenelinteriordesuscalzoncillos.No
meimaginécómoseríaverunmiembroviriltandecerca,peromemoríadelacuriosidadporverelsuyo.—¿Estássegura?—mepreguntó.Nuncahabíaestado tan seguradealgocomodequererhacerel amor
porprimeravezconél.Porquemehabíaenamorado.—Sí—dijeenunsusurro.Nos quitamos la ropa interior el uno al otro. El miembro de Kilian
estabaerectoytemíporsimeibaadolerono.Paramí,eragrande.Unavezdesnudos,Kilianimprovisóunacamamojadaconlaropaque
noshabíamosquitado.Despuésmemiró a los ojos yme abrazó. Sentimos nuestros cuerpos
fríospielconpiel.Peroinmediatamentenoscalentamos.Notésumiembrosobremivientreymeexcité.Sentíqueestabahúmeda
entrelaspiernas,poresomeavergoncéunpoco.Concuidadometumbóenelsueloysecolocóencimademí.—Yaséqueestuprimeravez—medijobesándomelanariz.—¿Quiéntelohadicho?—bromeé.Kiliansonrió.—¿Cómotesientes?—Bien.—¿Tienesmiedo?—Unpoco.—Bien,cachorrita—afirmófeliz.Abriólamochilaydesucarterasacó
unpreservativo.Selocolocóhábilmente—.Conmigonotienesnadaquetemer.Intentaréquedisfrutes.Pero yo ya disfrutaba de tenerlo a él encima. Todo su cuerpo en ese
instante era mío. Lo abracé y me agarré a su cabeza cuando empezó abesarme la clavícula, y después, parami sorpresa, se llevó uno demispezonesalaboca.Yodiunrespingodegusto.Kiliannosedetuvoehizo
lomismo con el otro. Repitió elmismomovimiento varias veces hastaqueestuvedescontroladabajosuinflujo.Concuidadomeabriólaspiernasycolocósuscaderasentreellas.—Me gustaría hacerte tantas cosas, Lara... —me dijo colocando sus
antebrazosacadaladodemicara—.Peroes tuprimeravez,ynovoyapasarme.¿Quéhabíamásqueeso?Nomelopodíaimaginar.—Abrebienlaspiernasyrelájate—mepidióuniendosufrentealamía.¿Quemerelajara?Metemblabanlasrodillasyalmismotiempoquería
más, mucho más. Me abrí un poco más como él me pidió, y Kilianrecolocó sus caderas en posición. Llevó su miembro a mi vagina ypresionóligeramente—.Adoroserelprimeroparati—medijoconunasinceridadquemellegóalalma.Ojalá yo hubiera sido la primera para él. Pero era imposible. Kilian
tenía pinta de haber sido un promiscuo. Con ese cuerpo y esa cara depecado, incluso lasmayoreshabríanqueridoalgoconél.Seguroque losedujeronatempranaedad.—Mírame,preciosa—mepidió,ronco.Yolemiréynuestrasmiradasconectaron,ysevincularonparasiempre.
A través de ese momento de unión, yo siempre estaría con él, en sumemoria,ytambiénélenlamía.Sobretodo,élenlamía.Kilianmebesó,avanzólascaderasymepenetrórompiendomibarrera
físicaytambiénlaemocional.Acababaderompermisdefensasyderribarmiescudo.Nuncavolveríaaserlamisma.Gemíensubocaporeldolor.Él sequedómuyquietoenmi interior.
Sentíacomosimefueraapartirendos.Eldoloreraelmismo.—Yanohayvueltaatrás,Lara.Eresmía—sentenció.Aquella declaración me hizo volar. Después, su bamboleo suave y
rítmicoprovocóqueacomodaramejorsuerección.Ymeposeyó.Mehizoelamorcomoyosiempresoñéquedebíasermiprimeravez.Fuemaravilloso.Bajo aquel invernadero, con la lluvia cerrada cayendo sobre los
cristalesdel techo,conKilianenmi interiorhaciéndomesuya, sentíquemi cuerpo y mi alma cambiaban y que se anudaban a él para siempre,comolacoladeuncaballitodemarseagarrabaaundedosalvadorenelocéano.AunqueKilian se sintiera posesivo conmigo solo por ese instante, yo
seríadeélparasiempre.Yanolopodríaremediar.Eramikelpie.
Nosquedamosdormidos,unoencimadelotro,enaquelsuelo templado,bajoelcalordelhabitáculo.Desperté con mi mejilla apoyada en su pecho. Percibí sus dedos
jugandoconmipelo,yescuchésurespiraciónacompasada.Merelajó.Me sentí como las plantas de ese lugar: cautivas por su propio bien,
porque así podían ser cuidadas como se merecían. Pero fuera de esemicrocosmosnopodríancoexistir.Seguramente,comolomíoconKilian,quemerecíamás tiempoymás cuidados.Ojaláhubierapodido estar asíentresusbrazostodalavidaynosentirqueseríaefímero.—Erescomolalluvia—medijoderepente.Yasabíaqueestabadespierta,igualqueélloestaba.—¿Cómo?—Queerescomolalluvia.—Deslizóunmechóndemipeloentresus
dedosyselollevóalanariz.Inhalóprofundamente—.Limpiayfresca.Sonreíypeguéminarizasupecho.—¿Meacabasdellamarfresca?Élseechóareír.—Sí, supongo que ha sonado así. —Me besó la cabeza y juntos
permanecimosensilencio,hipnotizadosporelrepiqueteodelasgotasenel techoacristalado.Unacortinauniformedescendíaentreloslateralesydaba la sensacióndeque estábamosdentrodeunapecera.Enunmundoaparte.—Merefieroaquelimpiascomolalluvia,Lara.Meincorporéamediasparamirarloconatención.—¿Porquédiceseso?¿Acasotesentíassucio?—Nosoyelmásbuenodetodos.Podríacorromperte.—¿Corromperme?Serásiyomedejo,¿no?Élnoparpadeó.—Creo que algo tan puro como tú no debería haber caído en unas
manoscomolasmías.—Nodigaseso.Élseencogiódehombros.
—Pero, de todos modos, nadie podría haberme apartado de ti. Nisiquiera yo mismo. Me has volado la cabeza, Lara —aseguró conasombro—. Tendría que estar preocupado por el concurso, por el malcomportamientodeThomas,porelaccidenteyelestadodeLuce...Y,envez de eso, aquí estoy.Refugiándome contigo, porque es el único lugardondequieroestar.Melimpiasdetodalamierdaquetengoencima.Sientohabertehabladoasíenelhospital—entrelazósusdedoscon losmíos—.Estabanervioso.—Losé.Suspalabrasmeencogieronelcorazónydespuéslohicieronexpandir
enelcentrodemipecho.Eraemocionanteoírlehablarasísobreloqueyolehacíasentir.Peroambossabíamosqueese invernaderonoera lavidareal.Cuandosaliéramosdeahí,tendríamosqueenfrentarnosalmundoengeneral.ÉlregresaríaaUtahcontodossusproblemasacuestas,yyoaminuevavidaenYale,pensandoenéladiario,sabiendoquelonuestroseríaimposible.—¿Puedohacerteunapregunta?—susurré.—Claro.—¿Creeseneldestino?—Eldestino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que
jugamos.OírlorecitaraShakespearemeenmudeció.—EsolodijoShakespeare.—Vaya,¿tegustanlosclásicos?—Algunos,no todos—aclaré—.Peromegustaríaquemecontestaras
contuopinión,noconunafrasehecha.Kilian suspiró al tiempo que me peinaba la melena con los dedos,
deslizándolos entremismechones con suavidad y una cadencia quemeanimabaacerrarlosojosyaabandonarmeasuscaricias.—Creoqueeldestinoesunasumadenuestrosactos,nuestroshábitosy
nuestrocarácter.Nuestravidanoslalabramosnosotros.—Esoesun«no».—Esun«nolosé».—Entonces¿creesquetúyyonoshemosconocidoporqueasílohemos
decidido?—Creo que una casualidad te puso en mi camino, cuando chocaste
contraelgiganteverdehacecasicincodías.Perotodoloquehasucedido
después lo he buscado yo, a pesar de haber intentado evitarlo. Podríahaberignoradoaldestino.—Ynolohiciste.—No—murmuró,comosifueraimposible.—Y,sinuestroscaminossehancruzado,¿porquécreesqueeresmalo
paramíynoloqueyoestababuscandoenrealidad?Kilian me miró y yo alcé el rostro hacia él. No sabía si me iba a
contestar, pero esos ojos que me quitaban la vida y me la devolvían avoluntadmehablabanporsísolos.Noteníanrespuesta.Esaeralaverdad.—Porque dudo que una chica como tú crea solo en una aventura en
Luccaynoexijamás.Claro que exigíamás. Pero era realista.Una relación con él era, por
ahora,imposible.Noerachicaderollos,ysimehabíaentregadoaéleraporque mi corazón ya había decidido nada más verle. Él sabía que lequería, incluso antesdequeyomediera cuenta.Nopodía luchar contraeso.—¿Túestaríasdispuesto?—pregunté,esperanzada.Élsequedócallado,conunaexpresióndepesar.—Unarelaciónadistanciaesmuydifícil.Ymivida,yadeporsí,está
regidapor cosasquenopuedocontrolar. Intentopocoapoco llevar lasriendasdetodasmisdecisiones.—¿Quéeres?,¿unpríncipeoalgoasí?—ledijeconsorna.—No—contestó—.Peroya tehedichoquenopuedodecidir todo lo
quequiero.Tengomuchasresponsabilidades.NosabíaquétipodevidallevabaKilianenEstadosUnidos.Sabíamuy
poco de él. Pero me había tomado la licencia de observarlo ypsicoanalizarlounpoco.Unchicoquese interesabapor lamedicinaeraalguien que quería dedicar su vida a ayudar a los demás. También erasensible,puesleencantabalailustración,yesoeraunartedeporsí.LeíaaShakespeare, era un romántico; además, lo había notado en sumododemirarmeydehacermeelamor.Ypracticabaparkour,noporquefueraunatleta,queloera,sinoporqueerasumaneradeserlibre,moversecomoélquisiera y desafiar esas leyes estrictas de las queme hablaba.De ahí suamorporesedeporte.Eraunmododevidaparaél,suescapeparticulardelarealidadquetenía.¿Dedóndeveníanlasnormas?¿Porpartedesufamilia?¿Porpartedela
hermandad? ¿Qué era eso de lo queKilian intentaba huir y que tanto le
agobiaba?No podía exigirle nada. Sería injusto para él y paramí. Encontrar al
chicoconelquequeríaestarenunviajeaItaliaeraalgoquenidelargoentrabaenmisplanes.Perohabíasidoasí.Yteníaquelidiarconello.Élnosequedaría.Yyotampococambiaría
mis planes por él. Mi objetivo estaba clarísimo, y dejarlo todo por unchicoeraunalocura.Unabsurdo.Pero¿quéeraelamorsinounalocuradolorosa?Unavezleíunlibro
sobre Teresa de Calcuta. De hecho, hice un trabajo sobre ella parahumanidades.Unadesusfrasessemequedógrabada,porlohermosodesus palabras y también por lo extrañas y ajenas queme eran amí. Elladijo:«Amahastaqueteduela.Sitedueleesbuenaseñal».Penséquenuncaexperimentaríaunasensaciónasí.Puesbien,ahíestaba,
muerta de dolor por la brevedad demi historia conKilian. Pero simedolía era buena señal. Así que sonreí por haber sido la afortunada deexperimentar algo así y decidí que no tenía nada que perder. Queaprovecharíaeltiempo.—Puescomoescomplicadoparalosdos—dijeapoyandomicodoen
supechoymirándoloconlabarbillasobremimano—,¿quéteparecesicreamosunrecuerdobrillanteyhermosoquesiemprepodamosatesorar?Yundía,cuandoesté tristey tengaami ladoaunhombrequeme llenesololamitad,pensaréenloquetuvimosenesteinvernadero,ymividanomeparecerátandesgraciada.Diré:«Almenostuveeso».Kilianme retiróelpelodel rostroymeacaricióconuncariñoyuna
suavidadquemetocódellenoelcorazón.Eracomosiningunodelosdosquisiéramos la vida que nos tocaría vivir después de Lucca y solodispusiéramosdeesashorasdefelicidadantesdesalirdenuestromundodeNuncaJamás.—Eldestinoestiránico—susurróbesándomehastallegaramialma.Pero la culpa nunca estaba en las estrellas. La culpa era de nuestros
vicios y nuestras necesidades, de lo adicta que repentinamente era a susbesos que me giraban el cerebro. De la necesidad que tenía de que mehicieraelamordenuevo.—Lara...¿Estásdolorida?Esprontoparati...Perolohicecallarconunbesodelosqueélmehabíaenseñadoadar.Por supuesto que estaba dolorida. Pero era bueno. Lo dijo Teresa de
Calcuta.
Dolíadeamor.
Dieciocho
Sábado
Lashorassenospasaronvolando.Enaquellugarnoexistíanlastragediaspersonales.Soloestábamosély
yo.Yelaquíyelahora.Amanecimosentrecaricias,besos,charlasyconfidencias.Compartimos
lacomidaylasbebidasquellevabaenlamochilamientrashablábamosdetodoloquequeríamos,detonterías,debanalidadesydequiéneséramos.FueKilianquien,mientrassecomíaunsándwichybebíadesuRockstar,
mehablódeloqueharíaconeldinerodelpremio.Yoestabasentadaentresuspiernas,conlaespaldaapoyadaensupecho
desnudo.Teníamoslaropahúmedatodavía,menosmichaquetanegra,quehabía guardado en la mochila y aún permanecía seca. Me la puse porencima para cubrirme, pues no quería enfriarme, a pesar de que elmicroclimadelinvernaderoeraunagozada.Meencantabasentirsuvozretumbarenmiespalda.—Quiero crear una aplicación basada en el dibujo y mezclada con
conceptos demedicina—dijo, emocionado—.Quiero que sea dinámica.Unaguíadeprimerosauxiliosdondeelusuariopuedaveralmomentoypasoapaso,conilustraciones,cómodebeprocederparaayudaraotroenunaurgenciadevidaomuerte.UnamaniobradeHeimlichperfectamenteilustrada,unatablillaparaunpieroto,unbocaaboca,unatraqueotomía...Arqueélascejasysaboreéelsándwichmixto.—¿QuieresilustracionescomolasdeJimLee?—Sí. Admiro mucho su trabajo. Quiero ese arte adaptado a las
ilustracionesanatómicas.
Por eso observaba entusiasmado el proceder del autor en la carpa decómics.—Esunabuenaaplicación—reconocí—.Puedeserviramuchos.—Talycomoyoloexplicaría,sí—afirmósintapujos.Me fascinaba esa seguridad en él. Solo conocía a un tío igual omás
seguroqueél:Taka.—¿Ytú,Lara?—mepreguntó—.¿Paraquéquerríaseldinero?Meobliguéasersincera,puesélseestabaabriendoconmigo.—¿Laverdad?—Claro.—En realidad, no he pensado en ello. Participo en este concurso por
unadecisióndemiamigoTaka.—Eljaponésdelpeloazul—asumió.—Sí.—Nomepreguntescómoporquenoloséniyo.Peroestamosaquí.—Jugandolassemifinales.—Sí.—Piensaquesoloquedamostú,elbellodurmientedefuerayyo.Quien
paselapruebadehoy,competiráenlapruebafinal.—Sí—dije,pensativa.—¿Sabes?, lo del premio para mi aplicación —explicó— ya no me
importa después de todo lo que nos ha pasado. Luce está en el hospitaldebatiéndose entre la vida y la muerte, y nuestro grupo ha mermadomuchísimo.Tenemospocasposibilidadesdeganar.Yalfinal,ganarono,yamedaigual.Mesientocomounperdedor.Nohesabidocontrolaramiequipo—selamentó—.Yahefracasado.—Noseastandurocontigomismo,Kilian.Noeresresponsabledelos
actosdelosdemás,solodelostuyos.Ytúlohashecholomejorquehaspodido—le dije. Necesitaba calmar su agonía y lo que le dije lo dijeporqueasílosentía—.¿Quiénpuedeculpartedeloquehapasado?Nadie.Élpusounacaradenoestartansegurodeeso.FueraloquefueraloquehubieraenUtah,eraexigenteeinmisericorde.
Yamehabíaquedadoclaro.—¿Elrectordetuuniversidadtevaaacusar?—quisesaber.—Nolocomprendes.—Puesexplícamelo.—Mi hermandad es la más fuerte de la facultad. Tenían muchas
esperanzaspuestasennosotros.QueríanqueelTuringcayeradenuestraparte.Pero—sefrotólafrenteagobiado—¿conquécarapuedollevarelpremiocuandoThomasfuedadodebajadelconcursoporloquehizoyLucetuvounaccidente?LospadresdeLuce...—¡Nofueculpatuya!—insistí—.Dejadeflagelarte.—Sílofue—aseguró—.Sífueculpamía.—¿Porqué?—quisesaberimpaciente.—PorqueyoteníaqueasegurarmedequeLucesaltara.Debíaestarenla
plataformaconella.Pero,envezdeeso,melancécontigoporlosaires.Larevelaciónfuecomounmazazo.De alguna manera, el hecho de que yo subiera a la torre tuvo unos
dañoscolateralesinimaginables.Mesentímuymal.Sinohubierasubido,Kilianhabríaestadoallí,esperandoaLuce,yposiblementenadadeloquepasóhabríasucedido.—Diosmío—murmuréapenada.Melevanté,vestidasoloconlasbraguitasaúnmojadasporlalluvia,y
lachaquetatejananegracerrada.—Espera,Lara—dijolevantándoseconmigo.Sehabíacolocadoelslip
negro, ya no iba desnudo—. No pasa nada. Fui yo quien quiso estarcontigo.Nadiemeobligó.—Ya,perosiyonohubiesesubido...—Palidecí.—Nodigas tonterías.Estabas justo dondequería que estuvieras.Yo te
invité,¿recuerdas?Fuistelaúltimaymetirécontigo.Alargólosbrazoshaciamí,paratranquilizarme.Peroyolecogíporlas
muñecas.—Kilian...—Lara,tranquilízate.—No, espera. —Los nervios hicieron que quisiera contarle lo que
habíamosvistoenelvídeodeRaúl—.RespectoaloquelepasóaLuce...—¿Sí?—Tenemos un vídeo que muestra una perspectiva distinta de lo que
dicenlosmedios.Kiliandejócaerlosbrazosacadaladoyarrugólafrente.—¿Dequéhablas?—Lospartes informativosafirmanque fueunaccidente.Quehuboun
malentendido.Queavisarondequelacolchonetaseestabadesinflandoyquenadiemáspodíasaltar,peroellalohizoigual.
—Sí.Lucehabíabebidomuchoentrebambalinas,duranteelespectáculo—dijoKilian—. Incluso había fumado hierba. Fred la avisó cuando losencargados de la colchoneta le alertaron de que ya la estabandeshinchando.PeroLucesaltóigual,porqueibaborracha.—Luce podía ir borracha y drogada —argumenté—. Pero el vídeo
muestraque...quesaltódeespaldas,comosihubieraperdidoelequilibrioporquealguien...—¿Alguien?—repitió,incrédulo.—Laempujó.«Bip.»«Bip.»Los dos permanecimos con lamirada fija en el otro e ignoramos el
sonidodelbuscadelconcursoquenosdecíaquesereanudabalaprueba.Kilian,estupefacto,sonriódescreído.—Nodigas tonterías.Arriba no había nadiemás. Fred le dijo que no
saltaradesdelasescaleras.Quenosaltarayquebajase.Lucelecontestóagritopeladoqueyabajaba.Pero,borrachacomoiba,habríajugueteadounratomásenlaplataformaydespués,cayó.—¿Esaestuversión?—pregunté,seria.—Nohayotraversión,Lara.Nodigastonterías.—No son tonterías—espeté, comprendiendo que no quisiera creerme
—.Perotengounvídeoquedemuestranuestrateoría.—¿Vuestra teoría?¿Qué sois, investigadoresprivados?—Empezabaa
perderlapaciencia—.¿Aúnnohasempezadolacarreradecriminologíayyaquieresejercer?Vasdemasiadorápido.—Entiendoqueteofusques,Kilian.Élseestabaponiendolaropaaúnmojadaencima,congestosbruscosy
algodemalaleche.—Nomeofusco.Esuntemamuydelicadocomoparainsinuaralgoasí.
—Mecensuró con lamirada—.Novayas por ahí, ¿de acuerdo?Porqueestásinsinuandoqueunodenosotros,unAssassin,queríahacerledaño,yaque éramos los únicos, además del guardia y de los demás trazadoresinvitadosquesaltaronysefueron,queteníamospermisoparaaccederalaplataforma.Yyomeasegurabadequelagentesaltaraydejaralatarimavacía.Nadie se quedó allí.Esa versión estámuy lejos de la realidad.Esinformación amarillenta, y va muy poco con la sensatez que me hasdemostradohastaahora.—Noteenfades—lepedí,dándomecuentademierroralhaberledicho
loquehabíavistoenelvídeo.Paramí,laimagenestabaallí,peroentendíaqueaKiliannoleibaasentarnadabien—.Porfavor—letomédelrostro—,noteenfadesconmigo.—¿Dóndeestáesevídeo?—quisosaber,rabioso—.Loquierover.—De acuerdo.—Intenté tranquilizarle acariciándole lasmejillas—. Si
quieres, te lo enseñaré cuando acabemos el torneo. Pero ahora no temolestesconmigo.Nohequeridoponertenervioso.Kiliantomóairepararelajarse.Lasolaideadeimaginarquealguienle
había hecho eso a Luce le ponía enfermo, sobre todo cuando él podríahaberloevitado,dehaberestarenellugarquelecorrespondía.Denohaberqueridoacompañarmeenmisalto.Yotambiénmesentíaresponsable.—Estábien.Nomeenfado.Peroquieroverlo—repitió.—Teloenseñarésinfalta.Le di un beso en los labios. Cuando se enfadaba era como un toro
cabreado.Menosmalqueyonoteníanadarojoysímuchapaciencia.Cuandoélrespondióamibeso,losdosnosrelajamosynosabrazamos.—Tenemosquecontinuarcon laprueba,Lara—medijoapretándome
fuerte contra él, apoyando los labios contra mi hombro—. Cuandosalgamosdeaquí,seremoscontrincantesotravez.—Hasta que acabe el concurso—asumí—. Pero, después, espero que
celebremostuéxitooelmíojuntos.¿Deacuerdo?—De acuerdo —contestó uniendo su frente a la mía—. Tengo mal
perder,asíque,porsimeolvidoluego—esosojazosbrillaronconverdadyunapizcademelancolía—,mehasdadolanochemásbonitademivida.Graciasporhabertecruzadoenmicamino.Misojossehumedecieron,porquesunochemásbonita tambiénhabía
sidolamía.Carraspeéparadeshacerelnudoqueteníaenlagarganta.—Bueno,aúnnonospodemosdespedir—ledije—.Todavíanosqueda
otranochemás.HagamosquenuestrasúltimashorasenLuccanossaquenmilesdesonrisasenelfuturo.Aunqueseandeañoranza.—Sí—susurró besándome en la frente—. Te veo más tarde. Suerte,
cachorrita.Kilianarrancóacorrer.Yohicelopropioenmidirección.Losdosseguiríamoselmismocamino.Mitobillonoestabademasiado
hinchado,podíaapoyarloyandar.Nomeibaa impedircontinuarcon la
prueba.Yaunquemedoliera,nadame ibaadetener,porqueestabadecididaa
llegaralafinal.
Cuando llegué al estanque,habíauna carrozadorada semihundida en él,quelanocheanteriornoestaba.Era la carroza de Lucida. Habían creado un escenario muy fiel y
dramático.¡Megustaba!NoestabaKilianporahí;portanto,suponíaqueyahabíadadoconella.
Con lo rápido que era y por cómo corría, seguro que ya tendría lasinstruccionesparaconseguirsucuartaboladedragón.El sol se alzaba en el horizonte llano de la Toscana, a través de sus
montañas,eiluminabaelaguadelestanque.—Haybellezaeneldolor—dijeenvozalta.La puerta del carruaje se abrió y de él emergió unamujer vestida de
época, parecida a Helena Bonham Carter cuando era más joven. Elrecogidoclásico,conelpelomuyrizadocontirabuzonesportodaspartes,merecordabaa lasportadasdelasnovelasrománticasdeépocaqueleíaGema,mipijastra.—Ydolorenlavejez—contestólanoble—.Unachica—murmurócon
satisfacción.—Hola—lasaludé—.¿Tehasmojadomucho?—Estoycaladahasta loshuesos—contestóhastiada—.Entraaguapor
todaspartes.Peroesmipenitenciaporcerrartratosconeldiablo.—Vaya.Losiento.—Desde la organización del concursome han pedido que os traslade
sus disculpas por haber tenido que esperar —añadió sin sentirlodemasiado—.Nopodemoscontrolareltiempo,todavía.—Nopasanada.Tambiénnoshemosmojado.—Enfin.—Pusolosojosenblanco—.Estaeslapruebadelosacertijos.
Valoraremos vuestra rapidez mental y vuestro ingenio. A cada uno osplantearemosunproblemadiferente.Mierda.Lasmatemáticasnoeranlomío.Lomíoeralaobservación,el
análisis,lalógica.Nolosnúmeros.—¿Estás lista?Túno tendrásque ir aningunaparte.Pero tendrásque
contestarantemíenmenosdecincominutos.—Sacóunrelojantiguoylo
sostuvoparaqueyovieracómosemovíanlasagujas.—¿Cincominutos?—Adióspremio.—Sí.Mi pregunta es la siguiente: ¿cómo hacemos para que al veinte,
agregándoleununo,nosdédiecinueve?Eltiempoempieza...Ya.Alprincipiopenséquemeestabatomandoelpelo.Mequedéenshock.
No comprendía nada. Pensé en fórmulas matemáticas, en negativos ypositivos, en algoritmos, en lo poco o mucho que yo sabía sobre losnúmeros. Tenía un sobresaliente enmatemáticas aplicadas a las cienciassociales,peromibachilleratodehumanidadesnotocabamásmatemáticaqueesa.Meconcentréeintentéverlapreguntacomounacertijomásquecomo
unaecuación.«Lareglaesquenohayreglas.Todovale»,merecordabaunayotravez.Losminutospasabanyyomeangustiabapormi faltadepericiaparapensardeotromodo.Hastaquemiréelreloj.Medicuentadequelosnúmerosdelrelojestabanescritosennúmeros
romanos.EldiezeraunaX.Micabezatrabajócomosolíahacer,conimágenesy
posibilidades,construyendoloqueyoqueríaverunayotravez.Ylodescubrí.—Elveinteennúmerosromanossondosequis.Sileañadimosununo
romanoenmedio,nosdadiecinueve.Traguésalivayesperéaqueestuvieraenlocierto.Lucidaparpadeóconelgestoinmóvilyserio.Después abrió la parte trasera del reloj y sacó de dentro una bola de
dragón.—Estuya.Estásenlocierto.Di un salto de alegría, pero al caerme hice daño en el tobillo yme
quejéligeramente.—Gra-gracias. —Me acerqué a cogerla, sin mojarme demasiado las
botas.Peropocoimportabaporquelashabíadejadoperdidasconlalluviatorrencial.—Denada.TetocavolverconAlastair.Élosdarálasdirectricesdela
últimaprueba.—Sí,gracias—repetísaliendodeallíapasoágil.TeníaquellegaralpalaciocuantoantesyunirmeaTakayaThaïspara
juntospelearenlafinaly,sisepodía,ganarla.
PalacioBernardini
Al parecer, en Lucca no había robos, ya que, cuando salí del JardínBotánico,meencontréconlabicitalycomolahabíadejado:apoyadaenlaverja.Regresélomásrápidoquepude,perocuandoThaïsyTakamedieron
labienvenidadivisé almaldito lobezno sonriente juntoa susX-MenyaKilian, flanqueado por Fred y Aaron. Los vengadores habían sidoeliminados.MedirigíalLobeznoconganasdearrancarlelacabeza.—¿Hasdormidobien,capullo?—leprovoqué.—Hasllegadolaúltima,guapa—espetóél.Sí,habíallegadolaúltima.—Lo siento —me excusé con Taka y Thaïs—. Me torcí el tobillo
intentandoescapardeestedementeyheintentadoirlomásrápidoposible.¡Nodeberíasseguirenelconcurso!—legrité.ElLobeznosonrióyseencogiódehombros.Misdosamigosmefelicitaronporconseguirlacuartaboladedragón,
estabanorgullososdemíigualmente,ycomprendieronque,lesionada,nopodía ir al ritmo de los demás. Pero los tres asumimos que, al haberllegadolaúltima,nospenalizaríandealgunamaneraporelretraso.Alastair, ubicado en el centro del patio interior del señorial palacio,
colocósusmanosdetrásdesuespaldaysemecióadelanteyhaciaatrás,comohacíamiprofesordehistoria.—Laúltimapruebadeesteconcurso,yquedictaminaráalganadordel
Turing de este año, se basará en vuestro poder de convocatoria y envuestravisiónparaatraerlaatencióndelosdemás.Comosabéis,interneteselmundodehoyendía.Lasimágenesylosvídeossecompartenenunsuspiro, y los vídeos virales son la nueva tendencia o «trending topic»,como bien dirían en Twitter. Me da igual cómo lo hagáis, o cómo loconsigáis, pero os insto a que, en cuatro horas, consigáis con vuestrosconocimientos sobre programación o sin ellos, no importa, crear unvídeoviralquesuperelosdosmillonesdevisitasenmenosdetreshorasenYouTube.Visitasreales.Nadadecomprarlikes—aclaró—.Empezaréisenorden.Primero saldrán losX-Men, después losAssassins, y después,vosotros,WatchDogs,porhaberllegadolosúltimos.—Memiróyyome
encogídehombros—.Tendréismediahoramenos.Cuando Alastair dio el pistoletazo de salida, sabíamos que debíamos
viralizar algo que llamara la atención lo suficiente como para que losusuarios quisieran verlo más de una vez y compartirlo en diferentesplataformas.Podíaserunachorrada,unatorta,unvídeodeuncachorrito...—Tenemos un problema —dijo Thaïs—. Con mi blog y los
conocimientos de programación de Taka, podemos conseguir muchasvisitasentreshoras,perodosmillonesesunhit.Ycrearunhitentanpocotiempoesprácticamenteimposible.—Bueno,todostendránlasmismasdificultades—supuse—.¿No?—Depende.Yoestoyvetadoensegúnquéservidores—explicóTaka—,
ynomedejaránsubirinformación.Estostíosdeaquísonensumayoríaprogramadores,ynoestáncensurados.Podríausarminickparaatraeralasmasas,perocreoquelosfederalessecabrearíanconmigo.Ycrearunálteregoahoraesunachorrada,porquenomeseguiríanadie.Habríaquesubirunvídeoenunaplataformadevisitasmasivaycolarlocomovídeomásvisto.Aunqueesasvisitasnofueranreales.PeroAlastairyahadejadoclaroqueesonoes loquequiere.Sinembargo...—dijoconcentradoenalgoquesóloélteníaenlamente.MirédereojoaKilianyasugrupo,queyaseiban.Éldesviólosojos
haciamí.Lesonreíyledeletreé«buenasuerte»conloslabios.Élmeguiñóelojoydesapareció.Solo quedábamos nosotros en aquel patio. Y los cuatro Alastair, que
erancomounaversiónmaladeloshermanosDalton.—Eltiempovaennuestracontra.¿Quémierdadevídeovamosasubiry
aviralizarcontanpocomargen?—pregunté.—Bueno..., no quiero ser oportunista, pero tenemos uno que es una
bomba—intervinoThaïs,circunspecta,comosi loquehubieradichonoestuvierabiendeltodo.Yoabrílosojoscomoplatos.—¿ElvídeodelacaídadeLuce?—dije,asombrada—.No.Esono.—Piénsalo, Lara —me dijo ella—. Nadie tiene eso. Están tratando a
Lucedeborrachayporrera.Ypuedequelofuera,porquenosotrosnolaconocíamos—añadió—.Pero el vídeo refleja algo con lo quenadie, nilospolicías,cuentan.Soyperiodistaysécuándohayunbombazo.Tuvisteuna intuición, bicho raro—me tomó por los hombros—, y el vídeo de
Raúlcorroboróloquepensabas.NosabemosquiénesLuce,nosabemoslo que le pasó. La verdad todavía tiene que salir a la luz, y podemosayudaraquelohaga,¿nocreesqueeslojusto?—¿Sabes lo que puede suponer para los padres deLuce ver a su hija
cayéndosedelatorre?—dije,asustada.—Sí.—No.Nolosabes—negué—.Lesdestrozará.—Noesverdad—argumentóThaïs—.Loquedeverdadlesdestrozaes
ver elmodoenque losmedios están tratandoa suhija.Ella sigueviva,peroinconsciente:nosepuededefender.Seacomosea,elvídeomuestraotra versión; ¿y si su hija no se tiró por ir bebida? ¿Y si alguien seaprovechó de su condición? ¿No crees que es justo que esto se sepa?Viralizar el vídeo abrirá otras vías de investigación, y, si no lo hace,tendríamosquepreocuparnos—finalizó,másseriaquenunca.—Sea lo que sea lo que decidáis, hay que hacerlo ya. Tengo la
plataforma perfecta para viralizar el vídeo—dijomientras escribía porWhatsApp—.Perotenemosqueestardeacuerdolostres.Lara,túdecides.¿Yo decidía? ¿Yo tenía que decidir entre agravar la tristeza de unos
padresoabrirunanuevavíadeinvestigaciónporunaposibleagresión?No quería tener esa responsabilidad. ¿Y Kilian? ¿Cómo se sentiría
Kilianalverelvídeo?¿Quépensaríademí?¿Sesentiríatraicionado?ElvídeoeraclaroencuantoalosmovimientospocoortodoxosdeLuce
al caer de espaldas. No era un salto. Era un empujón. Era cierto queparecía aturdida y con poca capacidad de reacción, posiblemente por elalcohol.Pero...ahínohabíavoluntaddesaltar.—Lara,¿quédices?—Antes habría que hablar con Raúl, ¿no crees? —Él decía que los
derechos eran suyos. Pero los derechos de la verdad nos pertenecen atodos.—Esoesjustoloqueestoyhaciendo—contestóTaka—.¿Esoesunsí,
Lara?¿Ledamosalplay?No sabía simi decisión iba a ser la correcta o no, pero de lo que sí
estaba segura era de que el caso demimadre se cerró sin hallar a losculpables,yamínuncamecreyeron.Aquellosífueinjusto.Ysiestabaenmismanosquenosecometieraningunainjusticiamásde
estetipo,haríaloposibleparaconseguirlo.
Poreso,porlapromesaquemehiceamímismadenorendirmehastaencontrarlaverdad,miréaThaïscontodoelpesardemiconcienciaperocontodalajusticiademisprincipiosydije:—Adelante.Subidelvídeo.
Diecinueve
Cinco horas después, estaba en la habitación del hotel, secándome lacabezadespuésde laduchacalientequemehabíadado, sentadasobre lacamaycontemplando,algo intimidada, lacantidaddevisitasporminutoqueteníaelvídeoquehabíantitulado:«LaverdaddeLuce».Takahabíaconseguidounpelotazo.ResultóqueRaúl,elchicomoreno
quegrababatodoelfestivalconlaGoPro,eraunyoutuberconocidísimoconmásdedosmillonesdeseguidores:sunombreeraAuronPlay.Élestuvodeacuerdoensubirelvídeo,puestambiéncreíaqueerauna
manera de sacar a relucir la verdad, y que no debía quedar impune. LoeditódejandoclaroqueeraunatomagrabadaporélyeditadaporThaïs,deFrikinews.AuronPlay subió el vídeo a su canal deYouTube, y cada uno de sus
seguidoreslocompartió.Conlocual,conseguimosentiemporécordmásdecuatromillonesdevisualizaciones,queaumentaronhora trashorademaneraexponencial.Ninguno de los tres sabía dónde nos habíamos metido, pero la
viralizacióninternacionaleraunhecho.Comosegundosganadoresdel torneo,quedaronlosAssassins,conun
vídeo de parkour extremo disfrazados. Y, después, los X-Men, que noconsiguieron lasvisitasdeseadasconsucosplayenelquerepresentabanconunosefectosespecialesmuycutreslospoderesmentalesdeMagneto.Amímehizomuchagracia,peronoeralosuficientementebuenocomoparaatraeralasmasas.Mis compañeros me habían propuesto ir a celebrarlo y estar toda la
tardedecopas.Yolesdijequeno,porqueesperabalavisitadeKilian.Lehabíaescritounmontóndemensajesparaquedarconélyconversarsobre
loqueopinabadelvídeoydemás,peronodabaseñalesdevida.Estabapreocupada.Mucho.Laprincipalnecesidadqueteníaeraverle,y
compartirnuestrasúltimashorasenLuccajuntos.Tenía las noticias delmediodía del sábado puestas en la televisión, y
comonoticia de entrada anunciaban el vídeo colgadopor un aficionadodel«extrañosalto»deLuce,dejandoentreverquepodríahabersepeleadocon alguien antes de caer. Pero no confirmaban nada, ni tampoco lodesmentían.Estabasola,yKiliannohablabaconmigo.Meestabafrustrando.¿Quélehabríapasado?Decidí que iría a buscarle. Conocía la zona donde se alojaba, y a lo
mejorlepedíaaTakaquemehicieraunfavoryvieraenquéhotelestabaregistrado.Estabaapuntodecambiarmecuandooíquellamabana lapuerta.Aún
llevabapuestoelalbornozblancodelhotel.DebíadeserKilian,porqueTakayThaïsnopodíanregresartanpronto
desufiesta.Peroalabrirlapuertadeparenpar,micaraesperanzadasetornóagria:
fueunadesagradableymuyinesperadasorpresa.Él tenía losrizosnegrosque leenmarcabanel rostroaniñadoybello.
LlevabagafasRay-Bandecristalesmetalizados,unostejanosdesgastadosy bajos de cintura, la camisetaDolce&Gabbana blanca que le quedabacomounguante,yunasonrisafríaysoberbiaporbandera.—Hola,Lara.—¿Thomas? ¿Qué... qué estás haciendo aquí? —pregunté sin dejarle
pasar—.KilianmedijoquehabíasvueltoaEstadosUnidos.—Kilian, Kilian... —murmuró burlón—. Kilian dice tantas cosas,
¿verdad?Perosontodasmentira.—Élmedijolomismodeti.—¿Medejaspasar?Podemoshacerlaspaces.—Notedejopasar,ycomono te larguesvoyagritaroa llamara la
policía.—Bueno,no tepongasasí.Quécarácter.Novoyahacertenada.Solo
vengoadecirteunpardecositas.—Sequitóunapelusainexistentedesucamiseta—.Nadaimportante,enrealidad.—¿Qué?—KiliantedijoqueyanoestabaenItalia,perocomovessigoaquí.—
Abriólosbrazoscomounchuloprepotenteyamímeapeteciódarleunapatadaenloshuevos—.Temintió.—¿Qué quieres, Thomas? En serio, vete de aquí.—Iba a cerrarle la
puertaenlasnarices,peroélcolocóelpieparaevitarlo.—Sí, preciosa, ahora mismo. Pero no sin antes decirte algo. —Se
cerniósobremí,peroyonomeamilané,nitampocolecedíunmetrodemiespacio:no ibaaentrar enmihabitación—.Kiliannovaavenir.Dehecho,noosvolveréisavernuncamás—espetóconinquina.—Esonoesverdad.Kilian...—Mi hermano tiene que follar muy bien para dejaros a todas tan
encandiladas,¿no?Por un momento me olvidé de respirar. Y después mi corazón se
resquebrajó.¿QueThomaserasuhermano?No.Nopodíaserverdad.—¿Qué?Kiliannotedijoquesomoshermanos,¿aqueno?—N-No,noesverdad.—Síloes.Poresonomedijoquemefuera.Mequedéaquí,enLucca,
enelhotel,viendolosespectáculosypasandounasvacaciones...—Adoptóuntonodeburlaparareírsedemí—.Teníamosqueirnosdeaquíjuntitosyenfamilia,paranoenfadarapapi.—Teloestásinventando.—No,nomeloinvento.—¿A qué has venido, Thomas?—le pregunté con voz temblorosa, a
puntodeecharmeallorar.—Adecirtequeloquehabéishechoconesevídeohasidoungolpemuy
bajo—señaló—.MihermanoquieremuchísimoaLuce.Yahoralovasaatormentarparasiempre.—Esomedoliócomoeldemonio.QueríahablarconKilianporeso.—QuierohablarconKilian.¿Dóndeestá?—Tehedichoquenoloverásmás.Ytambiénvengoadejarteclaroque
cualquier palabra que te haya dicho o promesa que te haya hecho mihermanitoguaposonfalsas.—Soloestásrabiosoporqueélteparólospies.Porquenotuvisteloque
querías.—Error, guapa. Nos habíamos jugado entre los dos quién iba a
desflorarteprimero.—¡Mientes!—No, para nada. Somos muy competitivos, ¿sabes? Nos gustan las
pruebasylosjuegos.Alfinal—memiródearribaabajo—,todoquedaencasa. —Sorbió por la nariz—. Él te folló primero. —Se encogió dehombros—.Peronocreasniporunminutoqueleimportas.Dehecho,hasidoélquienmehamandadoadecírtelo.Yanopodíadejardellorar,meeraimposible.SabíaqueThomasestaba
diciéndomeesoparahacermedaño,porquehabíaperdidoel concursoyporqueKilianlehabíadadounapalizaalprotegerme.Perounapartedetodoesolasentíaverdadera,ymeestabadestrozando.Fui a darle unabofetada, peroThomasme agarró lamuñecayme la
apretóconfuerza.—MedejépegarporKilianparaquehicieraelparipédehéroecontigo.
Pero nada fue verdad. Kilian me detuvo porque quería ser él quien sellevaraelpremiodelacompeticiónqueteníamosentrelosdos.Queríaserélelquesemetieraentretuspiernas.—Estásenfermo.—No...—Mesoltólamuñecaconrabiayyoporpoconocaíalsuelo—.
¿Deverdadcreíasquelovuestroeraespecial?Niñatonta—murmuró—.Tú no eres suficiente para él. Kilian está en otra liga, ¿de acuerdo?—Cómoodiabaesapalabra—.Yyatienenovia.¿Tequedaclaro?Clarono,clarísimo.Siesoeraverdad,acababadedarmeunaestocada
demuertequetardaríamuchoensuperar.—Lárgate—contesté,abatida.—Perfecto —asintió con desdén—. Adiós, cazorrita. Ahora sí nos
vamosdeItalia.Arrivederci.Esa rectificación en el mote cariñoso con que Kilian se me había
dirigidodesdequemeconocióacabódehundirmeenlamiseria.Cerrélapuertaconrabiaymeapoyéenellaparallorarcomodeverdad
me apetecía, con el desgarro de mi corazón roto. Me deslicé por lamaderaycaíalsuelo,hundiendomirostroentrelasrodillas.Perdidayrotaporquelodemikelpieeraunafarsa.Misueñosehabíaconvertidoenunapesadilla.¿Cómomehabíaequivocadotanto?
La puerta blanca de casa estaba entreabierta.Mamá siempre la cerraba,pero aquel día llegué a mi hogar después de que mi padre me fuera arecogeralcolegio,subílasescalerasdelporcheimaginandoquejugabaa
larayuelay,cuandoviquelapuertaestabasemiabierta,nolodudéyentré.—Toc,toc—canturreé—.¿Sepuede,mami?Asomélacabezayabrílapuertadeparenpar.Laollaexprésseguíacociendoelestofado,unodelosplatosfavoritos
demimadre.Eseolorsemequedaríagrabadoparasiempre.A continuación del recibidor, adornado conmuebles blancos, paredes
grisesyparquédemaderadewengué,veníaunanchopasilloquedabaalacocinayacababaenelsalón,cuyascristalerasdecuerpoenterodabanaljardín.Fueallí,enesepasillo,dondelaencontré,comounamuñecadelasque
yosolíadesnudarparadespuésvolveravestir.Eramimadre.Estaba tumbadadentrodeuncírculoblancohechocon
sal.Su cuerpo estaba colocado como si simulara una estrella, y en cadapuntahabíadibujadounsímbolocontizablanca.Sushermososojos,unavezllenosdevida,permanecíanabiertoscomo
sisehubieranquedadoprendadosdealgoexistenteeneltecho,ocomosiviera a su propio espíritu levitar. En el cuello, un corte perfecto por lamitad,deladoalado,leabríalagarganta.Y,sinembargo,nohabíaniunagotadesangrealrededor.Misojoslomemorizarontodo:lahoraquemarcabaelrelojvintagede
maderablancadelaestantería,lobienqueteníaelpelorizadoalrededor,comosisehubiesencuidadodeextenderlo.Sudesnudez.Yo, a la edad de ocho años, tuve la desgracia de hallar a mi madre
muertaenmipropiacasa.Y enmis sueños, cuando el estrés demi realidadme desbordaba por
alguna razón, revivía esa secuencia comouna primera vez.Oí un ruidofrente amí que venía del salón: aguanté la respiración y clavémi vistainocenteyaniñadaalfrente.Entonceslevi.Vialseñordeloscuernoscaracoladosenlafrente.Yoílavozdeotro
decir:«Laniñanoshavisto.Hayqueirse».Peroeldemonionosemovía.Memiraba,meanalizaba.Losabíaporla
maneraqueteníadetorcerlacabezaaunlado.Después,comosidecidieraqueyahabíavistosuficiente,saliócorriendopor lapuertadelsalónquedabaaljardínydesapareció.Loúnicoquerecuerdodespuésesamipadredetrásdemí,gritandoel
nombredemimadre,pidiendosocorrocondesesperación.
Yyogritandoconél.Yasímedespertaba.—¡Mamá,no!Comolohacíaenesemomento.Salídelapesadillaempapadaensudor,
gritandotanfuertecomopodíanmiscuerdasvocales.Miréel reloj:eran lasseisde la tarde.Despuésde lamalditavisitade
Thomas,mequedéllorandohastaquemedormí.YconmidesgraciayelpaloemocionalquesuponíasaberqueKilian
había jugadoconmigoyque formabapartedeunaapuestaconThomas,mimentetrajoelrecuerdodeotroinstanteenmividaenelquemesentíprofundamentedesvalida:eldíaqueencontréamimadre,Eugene,muertaenmi propia casa, víctima de algún ritualmacabro que los policías nosupieronresolver.Sucasosearchivó;secerró,sinculpables.Sincastigo.Peroyonomeibaaquedardebrazoscruzados.Poresoibaaestudiar
criminología,paraserlocompetentequelospolicíasnofueron.Paradarledescansoalrecuerdodemimadre,poniendotodaslascartas
sobre lamesa y cazando a su asesino. Lo iba a conseguir. Y si no,meencargaría de resolver, a ser posible, todos los casos en los que tuvieraquetrabajarcuandoporfinejerciera.Melimpiélaslágrimasconlamangadelalbornozqueaúnnomehabía
quitado,yoíelpitidodelprogramadecodificadordeTaka,queacababadeencontrarlaclavedeliZipdeLavozdeArtemisayqueyomismameibaaencargardeabrir.Mesentéfrentealordenadorydescarguéenelescritoriolacarpetaque
yaestabaabiertayquehabíasustraídodelcracker.Era un diario, el diario de Luce Spencer Gallagher, la mismísima
creadoradeLavozdeArtemisa.Sí,eraella.—Thaïsestabaenlocierto—susurré,impresionada.Luce realizaba una investigación sobre hermandades, concretamente
sobre una muy especial llamada Huesos y Cenizas, cuya sede seencontrabaenYale.UnahermandadcontinuadoradelafilosofíaylosritosdeladenostadaycrucificadaSkullandBones,«CalaverayHuesos».Unescalofríomerecorriólacolumnavertebral.Meinclinéhaciadelante,absolutamenteabismadaensuslíneas,yquedé
absortaensuredacción,ensusconclusiones,observacionesytodotipodesospechassobreesalogia.
En su escrito había una lista de nombres de los miembros de dichahermandad: veinte individuos que formaban parte de la membresía,aunque mis ojos se quedaron clavados en dos en particular: Thomas yKilianAlden.ThomasyKilian.—Joder...No...—musité.Dios mío, Kilian. Apoyé la frente sobre el escritorio y volví a
acongojarme.¿Aquiénmehabíaentregado?¿Aquiénlehabíadadomiregalodemi
primeravez?¿Dequiénmehabíaenamorado?NiKilian niThomas estudiaban enUtah.Mehabíanmentido.Eran de
Yale,formabanpartedelahermandadHuesosyCenizasyeranhermanos.LedijeaKilianqueibaaestudiarensumismauniversidadymantuvosumentirahastaelfinal.¿Porqué?Aquellainvestigaciónqueteníafrenteamisnarices,repletadedetalles,
fechasyhechos,debíaanalizarseconpacienciaycuidado.Erael trabajodeLuce, el diario de su experiencia y su incursión en esemundo, en elque, según iba leyendo, su tono aumentaba y se hacía más alarmante,alejadadesuexteriorinicialporquesussentimientosrespectoaunodelosmiembrosllamado«Alfil»crecíanysehacíanprofundoshastaelpuntodequeellamismadejabasuobjetividadaunladoyseinvolucrabamásdelonecesario.¿QuiéneraAlfil,porelamordeDios?¿Porquéteníaladesagradable
sensación de que Thomas tenía razón? ¿Y si Luce y Kilian tenían unarelación? Pero Thomas aseguraba que Kilian tenía novia. No se podíatratardeLuce.¿YsiLucesoloeraun«rollo»paraél?Me ibaa explotar la cabeza.Sentíaque la tierra abríaunabismobajo
mis pies, en el queme engullía yme hacía formar parte de la causa deLuce,ysobretodoahoraquehabíasidovilmenteengañadaporelchicodequien me había enamorado y Luce había sufrido una agresión cuyasconsecuenciaspodríanserquenosedespertara.¿Quién?¿Porqué?Paracolmo,ThomasyKilianhabíanabandonadoelpaísyyanadani
nadiepodríapedirlesexplicacionessobrelosucedidoconsucompañera.Solounas frases introspectivasa finaldepáginadejabanclaroqueen
algúnmomentoLucetemióporsuseguridad.
Huesos y Cenizas no acepta mujeres en su hermandad. Han adoptado las bases firmes yestrictasde supredecesora:CalaverayHuesos.Noobstante,meheganado su confianza abase de esfuerzo y de fortalecer mi historia con Alfil, después de dos años de continuosflirteosyencuentrosclandestinos.Puedequeyosea laprimeraen formarpartede la logia.Yo,LuceSpencer,unachicainglesabecadaporYale,estoyapuntodedejaraunladotodoloaveriguado,yaceptarenmí lafilosofíadeestahermandad.Osoyunodeelloso,de locontrario,Alfilyyonuncapodremosestarjuntos.Acambio,debopasarunapruebaquetodoslosmiembrosdebemosrealizar.Unviajeenelquedéunsaltodefedefinitivo.
Conaquellasúltimaspalabrasenmenteymicorazónaceleradoapuntodesalirmeporlaboca,melevantédelasillayascendílasescalerasdelahabitaciónquemellevabanalbalcón.Necesitaba aire fresco. Desde esa diminuta buhardilla descubierta,
observé cómo atardecía en Lucca y cómo todavía algunos visitantesresistíansuspesadosdisfraces,apesardelcalor,porvivirunosminutosmásenaquelmundodefantasíaquetantodeseabanensurealidad.Perolavidarealeraotra.Yyoacababadeaprenderlaleccióncruday
duraenaquella ciudadamurallada.Unmicropaís rodeadodeparedesdepiedra donde se habían demolido todos mis muros de contención,dejándome desnuda y desvalida, y muy confusa sobre todo lo queexperimentéallí.Perodebíareaccionar,pormuchoquemecostara.Teníaentremanosmásdeloquemeimaginaba.Másqueunaagresión,
más que un posible homicidio... Una investigación hasta la raíz de unaconflictivahermandadquesecreíadesaparecida;peronadamáslejosdelarealidad.HabíarebrotadoconelnombredeHuesosyCenizas.ElestudioquerealizóLucedejabaconstanciadesuexistencia.SaquémimóvilyllaméaThaïs.—¿Lara?¿EstásconKilian?¡VenidalaPiazzaSanMartino!¡Hayfiesta
declausuradelfestival!—Nopuedo.Venidvosotros,tengomuchoquecontaros.
Veinte
Yyotebusco,temiroyteenseñoque...tengounacositaparati,unacositaparati...
Escuchaba esa canción de Minna Singer con los cascos puestos y la
mirada fija en lasmontañas americanas bajomis pies, abstraída enmispensamientos.Alguienmedioconeldedovariasvecesenelhombro,ymeapartóde
esospensamientos.Medescolguéelcascodelaoreja.—¿Sí?—Porfavor,señorita—dijolaazafata—,encincominutosiniciamosel
descenso.Deberíaapagarelmóvil.Yoasentíconlacabeza,peroesperéaquelacanción,quemeayudabaa
visualizarmifuturo,finalizara.
Comoelsuspirodelrecuerdomellegóunacositaparati,parati.
Iba a aterrizar en mi nueva vida, mi nuevo hogar durante los cuatroañosqueduraríalacarrera.AtráshabíadejadoamipadreyaGema,quese pasaron todo el domingo y parte del lunes despidiéndose de mí yllenándome de arrumacos que, por cierto, necesitaba como el aire pararespirar.Porque de Lucca había salido tocada y hundida. Tocada en cuerpo,
menteyespíritu.Pero, esavez, no solo iba a estudiar en la facultad.Habíamodificado
mis objetivos y mis prioridades; y, entre ellas, estaba licenciarme, porsupuesto,perotambiénenfrentarmeaKilianyaThomas,ycontinuarcon
lo que Luce había iniciado, que seguía en coma, y a la que habíantrasladadoaInglaterra.DespuésdehablarloconTakayThaïs,coincidimosenqueloquetenía
enmipoderera informaciónmuygorda.Ellosmeayudaríanen todo loquepudieranparaaveriguarlarealidaddeloquepasó.Lucehabíadescubiertocosasincómodasacercadelahermandad,yyo
estabadispuestaacorroborarlasantesdesacarlasalaluz.Peronopodíallevar esa información encima: ni en USB, ni en el disco duro delordenadornienunacuentaDropbox.Nada,porqueteníaquecubrirmelasespaldas.Nadiedebíasospecharjamásdemí.Nadie.Por eso memoricé en mi mente cada página, y añadí imágenes
asociativas en cada numeración, colocando en la parte superior de laspáginaslaimagendeunacalavera.Ningunaigual,todasdistintas.Cuandoquisieratirardearchivoyreleerinformación,recordaríalascalaverasydespuéspodríavisualizarlainformacióndecadafolio.Indagaríahastalasentrañasdelalogia,ydescubriríalaverdadsobresu
accidente, desenmascararía al individuo que la empujó y, sobre todo,resolvería y ahondaría en el misterio que rodeaba a los integrantes deHuesosyCenizas.Y loharíacon la rabiademicorazóndestrozado.Seguiríaadelantea
pesar del peligro que suponía jugar en esa ligamayor de la queKiliantanto alardeaba. Una liga en la que me podría meter con la mitad deldinerodelPremioTuring.LaotramitadselahabíamosdadoalospadresdeLuce,paraquepudieranencargarsedeloscuidadosdesuhija.Thomas no me esperaba, y eso era lo extraño. Porque, cuando se
despidiódemíenelhotel,nodijonadasobremifuturaestanciaenYale.PeroKiliansílosabía.¿Porquénoledijonada?Esas y más preguntas retumbaban en mi mente, y me encargaría de
darlesrespuesta,contestaríaatodasycadaunadeellas,apesardequeloquedescubrieraalfinalpudieraincriminaramikelpietraidor;alchicoaquien,erróneamenteyporunafatalidaddeldestinoenelqueyoaúncreía,micorazónhabíaelegido.Erauna realidadparamí: apesarde todo,mehabía enamoradode él
hastaloshuesos.Yél,encambio,habíaconvertidomisueñoencenizas.
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LenaValentinacióenBadalona(Barcelona)en1979.Lectoraprofesionalyespecializadaennovelaromántica,escribedesdequetieneusoderazón.HatrabajadocomoresponsabledeprensaycomunicaciónenlaCasadelLibroy,graciasasu«SagaVanir»,sehaerigidoenunadelasautorasdenovelarománticamásreconocidasyaclamadas.Actualmentededicatodosu tiempo a escribir. Sus últimas publicaciones son la serie de novelaerótica «Amos y Mazmorras», «Panteras» y la trilogía «El diván deBecca».
EljuradointegradoporRebeccaBeltrán,ElisabethFalomir,AbigailFríasyRosaSamperotorgóaestaobraelPremioJaéndeNarrativaJuenil2015,convocadoypatrocinadoporCajaGRANADAFundación.
Ediciónenformatodigital:noviembrede2015©2015,LenaValenti©2015,PenguinRandomHouseGrupoEditorial,S.A.U.TravesseradeGràcia,47-49.08021BarcelonaDiseñodeportada:PenguinRandomHouseGrupoEditorial/ManuelEsclapezFotografíadeportada:©Shutterstock/©ThinkstockPenguinRandomHouseGrupoEditorialapoyalaproteccióndelcopyright. Elcopyright estimulalacreatividad,defiendeladiversidadenelámbitodelasideasyelconocimiento,promuevelalibreexpresiónyfavoreceunaculturaviva. Graciasporcomprarunaediciónautorizadadeeste libroypor respetar las leyes del copyright al no reproducir ni distribuir ninguna parte de esta obra porningúnmedio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores y permitiendo que PRHGEcontinúepublicandolibrosparatodosloslectores.DiríjaseaCEDRO(CentroEspañoldeDerechosReprográficos,http://www.cedro.org)sinecesitareproduciralgúnfragmentodeestaobra.ISBN:978-84-9043-609-7Composicióndigital:M.I.maqueta,S.C.P.www.megustaleer.com
Índice
Desafíame(Hastaloshuesos)PrólogoUnoDosTresCuatroCincoSeisSieteOchoNueveDiezOnceDoceTreceCatorceQuinceDieciséisDiecisieteDieciochoDiecinueveVeintePremiosJaéndenarrativajuvenilDescubrelacolecciónELLASBiografíaCréditos
TableofContentsDesafíame(Hastaloshuesos)PrólogoUnoDosTresCuatroCincoSeisSieteOchoNueveDiezOnceDoceTreceCatorceQuinceDieciséisDiecisieteDieciochoDiecinueveVeintePremiosJaéndenarrativajuvenilDescubrelacolecciónELLASBiografíaCréditos
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