amor misericordioso

12
IVE – Ejercicios Espirituales Primera Semana 1 P. Gustavo Lombardo www.ejerciciosive.org AMOR MISERICORDIOSO En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu Amor. Envía Señor tu Espíritu y serán creadas las cosas y renovarás la Faz de la tierra. Oh Dios que habéis adoctrinado los corazones de tus fieles con las luces de tu Espíritu Santo, danos a gustar todo lo recto y bueno según ese mismo Espíritu y gozar para siempre de tus celestiales consuelos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén. Ave María. San Ignacio de Loyola, ruega por nosotros. Introducción En la edición vulgata sobre los Ejercicios hay una nota sobre las meditaciones que se pueden agregar con libertad durante la primera semana. Siempre suele hacerse con mucho fruto la que es, quizá, la más consoladora de todas las meditaciones: el Amor misericordioso. Tratar de ver a Dios como nuestro Padre que mucho más fuerte y más grande que nuestros padres. Decía Juan Pablo II: “Dios es más fuerte que nuestra miseria”. Santa Faustina Kowalska, la santa de la misericordia, indicaba que, para que obtengamos el perdón de Dios “solo hace falta una cosa: que el pecador abra al menos un poco la puerta de su corazón; el resto lo hará Dios. Todo comienza en tu misericordia, y en tu misericordia terminaSan Luis Orione: “la misericordia de Dios es siempre la última en vencerSe trata de constatar en nuestras vidas, cómo se cumple la frase de Rm 5, 20: Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia”. Así como tratamos de ver la realidad con los ojos de Dios y que las cosas son solo creaturas útiles tanto cuanto nos conduzcan a Dios; así como reflexionamos sobre el pecado como ofensa a Dios, con los ojos que Él lo ve, para aborrecerlo como Él lo aborrece; así como meditamos acerca del infierno, de cómo Dios lo ve; así como profundizamos la realidad de nuestra muerte con los ojos de Dios; así, ahora, vamos a tratar de ver el pecado perdonado por la Misericordia de Dios: con los ojos que Él lo ve. En los planes misteriosos de la Providencia de Dios para nuestra vida, tenemos que llegar a ver aquello que se atrevía a añadir San Agustín a la cita de San Pablo:

Upload: daniel-montealegre

Post on 12-Jan-2016

212 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Meditación del P. Gustavo Lombargo IVE para el primer día de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola para tres días.

TRANSCRIPT

Page 1: AMOR MISERICORDIOSO

IVE – Ejercicios Espirituales Primera Semana

1

P. Gustavo Lombardo www.ejerciciosive.org

AMOR MISERICORDIOSO En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego

de tu Amor. Envía Señor tu Espíritu y serán creadas las cosas y renovarás la Faz de la tierra.

Oh Dios que habéis adoctrinado los corazones de tus fieles con las luces de tu Espíritu Santo, danos a gustar todo lo recto y bueno según ese mismo Espíritu y gozar para siempre de tus celestiales consuelos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

Ave María. San Ignacio de Loyola, ruega por nosotros.

♦ Introducción

En la edición vulgata sobre los Ejercicios hay una nota sobre las meditaciones que se pueden agregar con libertad durante la primera semana. Siempre suele hacerse con mucho fruto la que es, quizá, la más consoladora de todas las meditaciones: el Amor misericordioso. Tratar de ver a Dios como nuestro Padre que mucho más fuerte y más grande que nuestros padres.

Decía Juan Pablo II: “Dios es más fuerte que nuestra miseria”.

Santa Faustina Kowalska, la santa de la misericordia, indicaba que, para que obtengamos el perdón de Dios “solo hace falta una cosa: que el pecador abra al menos un poco la puerta de su corazón; el resto lo hará Dios. Todo comienza en tu misericordia, y en tu misericordia termina”

San Luis Orione: “la misericordia de Dios es siempre la última en vencer”

Se trata de constatar en nuestras vidas, cómo se cumple la frase de Rm 5, 20: “Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia”.

Así como tratamos de ver la realidad con los ojos de Dios y que las cosas son solo creaturas útiles tanto cuanto nos conduzcan a Dios; así como reflexionamos sobre el pecado como ofensa a Dios, con los ojos que Él lo ve, para aborrecerlo como Él lo aborrece; así como meditamos acerca del infierno, de cómo Dios lo ve; así como profundizamos la realidad de nuestra muerte con los ojos de Dios; así, ahora, vamos a tratar de ver el pecado perdonado por la Misericordia de Dios: con los ojos que Él lo ve.

En los planes misteriosos de la Providencia de Dios para nuestra vida, tenemos que llegar a ver aquello que se atrevía a añadir San Agustín a la cita de San Pablo:

Page 2: AMOR MISERICORDIOSO

IVE – Ejercicios Espirituales Primera Semana

2

P. Gustavo Lombardo www.ejerciciosive.org

“Diligentibus Deo, omnia cooperantur in bonum” (Todo coopera para bien de los que aman a Dios)1, agregando aquel: “etiam peccata” (también los pecados). Esto, cuando ya estamos arrepentidos y nos sirve para amar más a Dios.

Podríamos cantar con el Pregón Pascual: “¡Feliz culpa, que nos mereció tan noble y tan gran Redentor!”

Oración preparatoria. [46] “Oración. La oración preparatoria es pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad”.

Primer preámbulo: Parábola del hijo pródigo2 o alguna otra del mismo capítulo.

Segundo preámbulo es la composición de lugar: el Buen Pastor con la oveja sobre sus hombros, tratando de vernos a nosotros en esa oveja descarriada, la número cien que se perdió y el pastor que la fue a buscar; el abrazo del padre con el hijo pródigo. También puede servir contemplar a Cristo en la Cruz; María Magdalena a los pies de Nuestro Señor o, el Cristo de la Divina Misericordia.

Tercer preámbulo es la petición: dolor de mis pecados junto con un crecido conocimiento de la infinita misericordia de Jesucristo, de la ternura de Dios Padre.

♦ La Misericordia

Antes de adentrarnos en la parábola, expliquemos un poco qué entendemos por misericordia.

Santo Tomás en la Suma Teológica dice: "Según dice San Agustín (Cf. De civ. Dei 9,5: PL 41,261), «la misericordia es la compasión que experimenta nuestro corazón por las miserias ajenas, y que nos mueve/obliga a socorrerlas si podemos». Llámese misericordia porque uno tiene el corazón afligido (cor miserum) por la miseria de otro"3.

Dos aspectos tiene, por tanto, la misericordia. Por un lado el apiadarse, dolerse, hacer “miserable” nuestro corazón a causa del mal ajeno; y por otro lado, tratar de poner remedio a ese mal.

Quien se apiade del otro porque lo ve mal, mas no hace nada por ayudarlo teniendo las posibilidades, no es un ser misericordioso, tendrá buenos sentimientos, pero nada más. En cambio, la persona con o sin sentimientos compasivos −porque no depende de uno tenerlos o no− que viendo la miseria ajena, trata de solucionarla, sí es misericordiosa.

El mismo Santo Tomás explica que “Mostrarse misericordioso es considerado como lo propio de Dios, y en ello se manifiesta sobre todo su omnipotencia”4

1 Rm. 8,28. 2 Lc. 15, 11-24 3 Santo Tomás, Suma Teológica, 2-2 q.30 a.1 c. 4 Suma Teológica

Page 3: AMOR MISERICORDIOSO

IVE – Ejercicios Espirituales Primera Semana

3

P. Gustavo Lombardo www.ejerciciosive.org

Esto porque, mientras más poder tenga alguien, más va a lograr solucionar las miserias de los demás y, puesto que Dios es infinitamente poderoso, entonces es misericordioso por antonomasia ya que nadie como Él puede poner remedio a la miseria de los hombres.

Entonces uno podría decirse que, claro que está en Dios poder solucionar las miserias de los otros, nuestras miserias, sin embargo, no está en Dios dolerse de ellas, porque Dios es perfectísimo, porque Dios es Todopoderoso, no necesita nada, por tanto, no tiene emociones.

Sí, eso era así antes de la Encarnación. Con la Encarnación de algún modo Dios quiso cumplir con el ser misericordioso en todo el amplio sentido de la palabra, porque tomó un corazón humano y sufrió y se entristeció mucho más que todos los demás hombres, por el gran mal con mayúsculas que a todos nos aqueja: el pecado.

Santa Faustina Kowalska, a quien el Señor reveló su Divina Misericordia de una manera tan particular, escribió:

“Oh inconcebible e insondable misericordia de Dios, ¿quién te puede adorar y exaltar de modo digno? Oh sumo atributo de Dios omnipotente, tú eres la dulce esperanza de los pecadores”5.

El P. Buela contaba alguna vez que, a un sacerdote que había tenido una dificultad, un tercero le dijo que viniese a la congregación (IVE6), que entrara, que nosotros lo recibiríamos, que teníamos misericordia. El P. Buela, cuando se enteró de esto, dijo que, si eso era cierto, fue lo mejor que podrían haber dicho de nosotros: que somos misericordiosos.

Compartir entonces ese gran atributo, sumo atributo de Dios que es la misericordia, es también uno de nuestros grandes objetivos pero, para poder llegar algún día a ser misericordiosos, para crecer en esa misericordia, tenemos primero que experimentar en nosotros la infinita Misericordia de Dios. El evangelio de Lucas dice:

“Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos»”7.

El corazón duro de los fariseos no les permitía entender lo que el mismo Señor había dicho con claridad anteriormente:

“Los fariseos y sus escribas murmuraban diciendo a los discípulos: « ¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?» Les respondió Jesús: « No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal. No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores»”8

5 Diario, 951, ed. it. 2001, p. 341 6 Instituto del Verbo Encarnado. 7 Lc 15,1-2 8 Lc. 5, 30-32

Page 4: AMOR MISERICORDIOSO

IVE – Ejercicios Espirituales Primera Semana

4

P. Gustavo Lombardo www.ejerciciosive.org

En el evangelio de Marcos, en los primeros capítulos, se habla de un milagro que ocurrió un sábado. Los inmisericordes pensaban interiormente cómo sanaría en sábado. El evangelista dice que nuestro Señor los miró “enojado y apenado por su ceguera”9.

Respondiendo a estos fariseos que murmuraban en contra de Él, Jesús les habló con tres parábolas10. Nosotros veremos la del Hijo Pródigo11-

“Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde. Y él les repartió la hacienda”.

Llegada la mayoría de edad, el hijo pedía la parte de herencia que le correspondía. No había algo ilícito en eso, sin embargo, la legitimación de lo que hizo, estaba viciada por un ansia desmedida de libertad. Quería su patrimonio para escapar de las alas de su padre. Como el hombre que cree desear libertad, pero, en realidad quiere libertinaje.

“Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad”.

Es increíble cómo Nuestro Señor puede, en dos versículos mostrar el gran misterio del mal, el alejamiento de Dios por el pecado, el vacío que esto deja en el hombre, la pena que sufren quienes se alejan de Él.

“Se marchó a un país lejano”, fuera de Dios, dándole la espalda a ese padre bueno que le había dado todo lo que quería.

“Malgastó su hacienda”, usando mal de las creaturas, “y cuando hubo gastado todo sobrevino un hambre extrema”. Debemos grabar esto en nuestro corazón.

Cada vez que el pecado nos seduzca y se disfrace de lo mejor, de lo que más conviene aquí y ahora, darnos cuenta que es mentira; que el pecado trae hambre extrema y hace que uno pase necesidad; la peor de todas es la necesidad de Dios.

Nunca será suficiente lo que uno medite sobre esto porque las tentaciones se disfrazan de una u otra forma, pero la felicidad está en hacer la voluntad de Dios, en la virtud, en el bien.

San Leonardo de Porto Mauricio dijo una vez: “Tengo 72 años y no he pasado una hora sin ser feliz”; decía Goethe: “Tengo 72 años y no he pasado una hora feliz”.

9 Mc. 3, 1-5 10 Las parábolas son comparaciones de la verdad que se está hablando, ya que a ella no se puede llegar por la inteligencia solamente, tan grande es. Por ello Cristo habla con parábolas, que son ejemplos de creaturas, cuando en realidad habla del Creador, pero a nosotros nos ayuda más a entender a que se refiere nuestro Señor cuando habla, en este caso, de la misericordia de su Padre. 11 Lc. 15, 11-24

Page 5: AMOR MISERICORDIOSO

IVE – Ejercicios Espirituales Primera Semana

5

P. Gustavo Lombardo www.ejerciciosive.org

Podemos ponernos a pensar en un famoso y en otro, otro y otro… y en un santo y en otro, otro y otro… para comparar las vidas, comparar la felicidad, comparar el desenlace…

Convencernos, entonces, contemplando a ese hijo pródigo pasando necesidad y hambre lejos del padre, de que en el pecado no podemos saciar la sed que tenemos en nuestro interior, ya que es sed de Dios.

“Entonces, fue a buscar trabajo y se puso al servicio de un habitante de ese lugar que lo envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba”.

Para tratar de entender estos dos versículos, tenemos que tratar de entrar en la mente judía y pensar en la idea que ellos tenían de los puercos: animales impuros –aun hoy les está condenado comer de su carne− signo del pecado, de la impureza. Faltaban a la ley si se los comían. Tener que cuidarlos, para un judío, era la cosa más denigrante que les podía pasar y, peor aún, él deseaba comer de su ración y no podía. Para los judíos que estaban escuchándolo, no había cosa que mejor les pudiera graficar el pecado, que eso que les estaba diciendo.

Darse cuenta, entonces, de cómo Cristo quiere mostrarnos la miseria en la cual nos deja el pecado, la desgracia extrema.

“Y entrando en sí mismo, dijo: «¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros»”.

"Y entrando en sí mismo…", dice San Agustín: “no vayas fuera, vuelve a ti mismo; en el interior del hombre habita la verdad”12.

De algún modo, un ejercicio espiritual es un entrar en uno mismo porque adentro de mí mismo, junto con la compañía de la gracia, con la luz de Dios, se produce la conversión.

San Alfonso dijo “que la conversión es un milagro más grande que la misma creación del mundo”

“Y, levantándose, partió hacia su padre. Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente”.

El padre estaba esperándolo, lo vio de lejos. Todos los días salía y veía si venía o no su hijo, preocupado. No fue una casualidad que justo estuviera en la puerta, lo estaba esperando. Era tal la alegría que tuvo cuando lo vio, que corrió y lo besó efusivamente.

San Juan de Ávila le rezaba así a Nuestro Señor, tratando de hacernos ver cuánto desea Dios perdonarnos:

12 De vera religione c. 29

Page 6: AMOR MISERICORDIOSO

IVE – Ejercicios Espirituales Primera Semana

6

P. Gustavo Lombardo www.ejerciciosive.org

“Todo término se te hace breve para librar al culpado. Porque ninguno deseó tanto alcanzar su perdón, cuanto Tú deseas darlo: y más descansas Tú con haber perdonado a los que deseas que vivan, que no el pecador con haber escapado de muerte”13.

Dios, Nuestro Señor, desea perdonarnos más de lo que nosotros deseamos ser perdonados. Imagínense entonces, como tenemos que pisotear su Misericordia para que alguna vez nos arriesguemos a no tener la gracia de la conversión.

“El hijo le dijo: «Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo». Pero el padre dijo a sus siervos: «Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado». Y comenzaron la fiesta”.

Desproporción total entre lo que hizo el hijo y lo que hace el padre ahora. Ni siquiera lo escucha, no le recrimina, no le pregunta, no le responde nada, no le importa lo que le está diciendo. Él estaba alegre porque su hijo había vuelto.

Sin duda que sería muy difícil que un padre reaccione de la misma manera; pero Jesucristo está hablando del amor de su Padre Celestial, el cual de algún modo puede decirse que supera toda lógica humana. No halla comparación este Amor con el amor humano, por eso toma de la Escritura los amores más grandes de los hombres: la paternidad y la maternidad e indica que Dios nos ama más todavía:

“¿Puede acaso una mujer olvidarse de su pequeñuelo, no compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidare, yo no te olvidaría.”14.

El padre le pone sandalias, vestidos, un anillo de oro, para mostrar cómo, en la conversión, nosotros recibimos los dones de Dios igual que antes: la gracia, las virtudes sobrenaturales, la filiación divina. Hace una fiesta.

“Más alegría hay en el cielo por un solo pecador que se convierte, que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de conversión”15.

Sí, es totalmente cierto que su Padre lo recibió sin preguntarle nada y le devolvió toda la dignidad que tenía. Pero es imposible pensar que él no se hubiese sentido un poco extraño al volver.

No tenemos que permitirnos caer nunca en la tentación de desconfiar de la Misericordia de Dios. Siempre que uno quiera volver a Dios, Él nos va a estar esperando.

De Caín se puede decir que más grave que el pecado de fratricidio (matar a su hermano), fue el hecho de haber dudado de la misericordia de Dios. Dice la escritura:

13 Audi Filia, c. 82 14 Isaías 49,15 15 Lc 15,7

Page 7: AMOR MISERICORDIOSO

IVE – Ejercicios Espirituales Primera Semana

7

P. Gustavo Lombardo www.ejerciciosive.org

“Dijo Caín al Señor: «Mi maldad es tan grande, que no puedo yo esperar perdón»”16.

Y Straubinger comenta: “«Mi maldad es tan grande»: he aquí el primer hombre que no espera perdón. ¡Cuántos pecadores no conocen la grandeza de las misericordias del Padre Celestial, e imitan a Caín en la desconfianza y desesperación! «Este nuevo pecado fue sin comparación mucho mayor que el mismo fratricidio que poco antes había cometido» (Scío)”.

¡Cuánto ofende a Dios dudar de su misericordia! Con que haya un mínimo deseo de que Dios nos perdone, Él ya nos está perdonando, hay que dar el paso. El cardenal María Martini escribía:

“El error más grave que podemos cometer en la historia de nuestra vida, la más grave tentación de Satanás a la que podemos ceder es pensar que Dios no puede ser para nosotros. Satanás lo insinúa siempre: no eres digno, no eres suficientemente capaz, has cometido y seguirás cometiendo pecados, eres negligente, el encuentro con Jesús es una especie de privilegio. En realidad, el Evangelio nos asegura que Cristo Jesús es para cada hombre y para cada mujer de la tierra. El encuentro con Él debe ser nuestra experiencia, incluso ya lo es: en Él conocemos a Dios y nuestra vocación, nuestra llamada a la salvación, nuestra verdadera identidad”17.

Dejemos en claro que todos los esfuerzos por la conversión de los pecadores que han tenido los santos y las santas de todos los tiempos, todos sus actos de misericordia, que han sido realmente grandes y para nosotros encomiables y dignos de imitación, no son otra cosa que una mera sombra de la misericordia de Jesucristo, del amor de Dios. Porque lo que ellos hacen, lo hacen en cuanto participan un poco de ese amor, de esa misericordia de Dios.

Algunos ejemplos que nos pueden ayudar a entender un poco más esta infinita misericordia de Dios:

Contaba en un ejercicio de mes, el padre Zapata, de un sacerdote que era un santo. Unas monjas de un hospital de Italia le avisaron que había un hombre obstinado en no confesar sus pecados y estaba por morir. Entonces, se preparó y salió con las hermanas hacia el hospital. Se detiene un momento en el trayecto y compra un paquete de galletas. Ya en el hospital, le presentan al hombre que, muy serio, no decía nada. El sacerdote quedó sólo con él y le empezó a preguntar por qué no se quería confesar, cuál era el motivo, qué le había pasado, entonces, éste hablaba en contra de Dios, blasfemaba, no quería saber nada. En un momento le hace una pregunta el sacerdote y antes que conteste le pone una galleta en la boca, por lo tanto no puede contestar; el sacerdote le habla de la misericordia de Dios, el amor de Dios y cuando quiere hablar de nuevo, otra galleta en la boca; entonces, le habla de Jesucristo, saca la Cruz, le muestra y se muestra para que vea el Amor Encarnado; ya se estaba componiendo y entonces, otra

16 Gn. 4,14 17 CARD. MARÍA MARTINI (cartelera en el Seminario “Cristo Rey” – Graneros)

Page 8: AMOR MISERICORDIOSO

IVE – Ejercicios Espirituales Primera Semana

8

P. Gustavo Lombardo www.ejerciciosive.org

galleta… le da muchas galletas, hasta que al final el hombre se cansó y cedió: terminó llorando, confesándose.

Una artimaña, una pequeña cosa movida por el Espíritu Santo, sin duda, pero, no muestra otra cosa que el deseo de Dios, el amor de Jesucristo por los pecadores.

Fulton Sheen se cruzó con una actriz en las calles de su parroquia y se dio cuenta de que la conocía pues la había visto en unos carteles. Ella le preguntó si podía entrar a la iglesia a visitarla, él contestó que sí, que con mucho gusto podía mostrarle la iglesia, tenía muchas cosas interesantes para ver. Entonces, ella dijo que vendría otro día pero con una condición: que no le pidiese que se confesara; él dijo “bueno está bien, si esa es la condición no hay problema, yo solo le muestro la iglesia”. Ella insistió otra vez, “me tiene que asegurar que no va a pedir que me confiese” ; “le aseguro que no le voy a pedir que se confiese”.

Pasaron algunos días y la actriz fue a visitar la parroquia. Fulton Sheen le enseñó los vitrales, cuadros, imágenes, etc. Pasaron por el confesionario y la empujó hacia adentro, se dio la vuelta y la confesó.

Otra artimaña de la misericordia de Dios, hecha en este caso por Fulton Sheen. Después a los dos o tres meses estaba participando en la ceremonia de imposición de velos: esta actriz se hizo de las adoratrices del Sagrado Corazón.

Una vez el cura Brochero estaba en el río y había alguien que se estaba muriendo al otro lado, tenía que confesarlo; tiró la mula adelante, se agarró de la cola de la mula, pasó y dijo: “minga que el diablo me va a quitar un alma”.

San Francisco Javier iba en un barco en el cual estaba navegando hacia el lugar donde hacía varios años que misionaba y encontró un pecador que no se quería convertir, no pretendía confesarse. San Francisco se desnudó el torso y se empezó a flagelar ofreciéndolo por sus pecados y era tan crudo el sacrificio que estaba haciendo que al final el pecador cedió y se confesó.

Todos estos no son sino chispazos del gran amor, de la gran misericordia de Jesucristo y todos no son sino expiaciones que apenas muestran el gran Sacrificio que hizo por los pecadores en la Cruz.

♦ En la cueva donde Jesús Niño vino al mundo, moró por espacio de veinticinco años el célebre doctor de la Iglesia San Jerónimo (que tradujo la biblia del hebreo y del griego al latín, la Vulgata).

Una vez oró a Jesús de este modo: “Querido Niño, tú has sufrido mucho por salvarme. ¿Cómo podré yo recompensártelo?” Y oyó que le respondían: “Alaba a Dios con las palabras: Gloria a Dios en las alturas”.

Repuso el santo: -Eso ya lo hago, quiero darte algo: todo mi dinero.

Page 9: AMOR MISERICORDIOSO

IVE – Ejercicios Espirituales Primera Semana

9

P. Gustavo Lombardo www.ejerciciosive.org

A lo que obtuvo esta respuesta: -El dinero dáselo a los pobres; será como si me lo dieses a mí

-así lo haré; pero a ti, ¿qué puedo darte?

La respuesta fue ésta: “Dame tus pecados: te los pido para borrarlos”

A estas palabras, Jerónimo se echó a llorar y dijo: “Querido Jesús, toma todo lo que es mío y Tú dame todo lo que es Tuyo”

♦ En el año 1868 se daba una misión en Aquisgrán. En uno de los sermones refirió el predicador una historia que impresionó mucho: “Hace algunos años, una pobre madre se encontraba en el lecho de muerte rodeada de sus hijos. Sólo faltaba uno, que se hallaba en la cárcel, condenado a cinco años por un delito que había causado a la madre un serio disgusto.

La moribunda pidió entonces que pudiese venir su hijo junto a su lecho de muerte. La demanda fue atendida por la autoridad, y el hijo fue llevado por los guardias donde estaba la madre. No pudiendo ésta ya hablar, dirigió a su hijo una profunda mirada que obró un milagro pues, vuelto él a la cárcel, se postró en tierra llorando y después, con una dolorosa confesión y con penitencias, se purificó de sus pecados.

Y aún hizo más con él la gracia de Dios: cuando hubo pagado su condena, se hizo sacerdote y predicador. ¿Sabéis quién era ese hijo? Yo mismo”

Así habló el misionero. Y después añadió: “Queridos hermanos, ¡ánimo y confianza! Los pecados podrán ser enormes, pero la bondad y la misericordia de Dios son aún mayores”

♦ En una de las más hermosas iglesias de Würzburgo, en Baviera, hay un crucifijo que es muy distinto a todos cuantos hayamos podido ver en nuestra vida, pues allí tiene el Salvador las manos desprendidas de los clavos, juntas encima del pecho, como si quisiera sujetar algo y estrecharlo contra su corazón.

Este ademán tan extraordinario de la imagen de Cristo lo explican las crónicas así: Una noche había penetrado un ladrón en aquel santuario codiciando la valiosa corona que almas piadosas habían ofrendado al crucifijo. Ya había subido el ladrón a la altura necesaria para alcanzar la joya, ya tocaban sus manos sacrílegas la corona, cuando vio que las manos del crucifijo se desprendían de los clavos para abrazarle. El espanto hacía temblar el cuerpo del criminal. Sus ojos, desmesuradamente abiertos por el terror, se miraron con los ojos de Cristo. Los brazos de Cristo le tenían abrazado. Tres horas se miraron así: Jesús y el pecador... tres horas se hablaron... Pronto lloraron los ojos del ladrón lágrimas de sincero dolor, y en breve se pusieron también sus brazos alrededor del cuerpo de Cristo con dolor y con amor. Y el Sumo Sacerdote en la cruz oyó de sus labios una confesión sincera que terminó con una oración de amor y gratitud. Y el

Page 10: AMOR MISERICORDIOSO

IVE – Ejercicios Espirituales Primera Semana

10

P. Gustavo Lombardo www.ejerciciosive.org

amanecer de aquel día halló en la Cruz no sólo al Redentor, sino también a un redimido... vencido por aquel “que nos amó primero”18.

♦ Poco tiempo después de ordenarse Sacerdote, San Luis Orione, había ido a predicar una misión a Castellnuovo Srivia. La última noche, fiesta de la Inmaculada, el frío ocasionado por una importante nevada, había hecho necesario colocar braseros en la Iglesia.

En su prédica Don Orione se refirió a la confesión: “la infinita misericordia de Dios no tiene comparación con los pecados de los hombres. No importa cuán enorme puedan parecer nuestras faltas, siempre se medirán con una escala humana”. Como ejemplo dijo que, si un hombre hubiera cometido el crimen de matar a la madre echándole veneno en la comida, a pesar de ello, la misericordia de Dios siempre esperaría su arrepentimiento y la confesión de su culpa, dándole después el perdón y la paz.

Terminada la prédica Don Orione estuvo confesando hasta pasada la medianoche. El cura Párroco lo invitó a quedarse a dormir en la casa parroquial tratando de disuadirlo de enfrentar una noche tan cruda, pero el religioso tenía presente su propósito de elegir siempre el mayor sacrificio: resolvió volver a Tortona, donde a primera hora del día siguiente debía celebrar una Misa.

A la una de la mañana, Don Orione tomó el camino hacia Tortona. Estaba acostumbrado a recorrer los 10 Km a pie. A poca distancia del pueblo había un puente iluminado por el vago resplandor de la nieve sobre el que se divisaba a un encapuchado que parecía esperarlo. “¡Qué poco previsor he sido –pensó–, seguramente este sujeto ha calculado que debo llevar dinero, ya que es costumbre entregar a los predicadores algunas sumas para las intenciones de las Misas. Nada me hubiera costado evitar el incidente, aceptando la compañía que me habían ofrecido”

Encomendándose a Dios, siguió su camino. Como era de esperarse la persona se le acercó y lo interpeló preguntándole si era el padre que había predicado en el pueblo vecino. Don Orione respondió afirmativamente. -Y usted... ¿cree en lo que ha dicho? -Sí, -contestó el sacerdote- le puedo asegurar que creo en todo lo que he dicho, ya que, de no ser así, no sería predicador de verdad.

-¿Cómo sabe lo del veneno?

Don Orione dedujo que aquel ejemplo que él había creído supuesto, respondía a una terrible realidad. Tenía ante sí al matricida. Al mismo tiempo, comprendió que el hombre también era un posible penitente y, ante la idea de ganar aquella alma atormentada, su celo apostólico se encendió.

El hombre –una persona de bastante edad– no había podido descansar desde el crimen. Desde entonces veía un reproche en cada persona, pensaba que todos –por malvados que fueran- al menos tendrían el amor de la madre y no podía encontrar niños y mujeres sin recordar a su víctima. Había llegado a la decisión de terminar su tristeza

18 1 Jn. 4,19

Page 11: AMOR MISERICORDIOSO

IVE – Ejercicios Espirituales Primera Semana

11

P. Gustavo Lombardo www.ejerciciosive.org

poniendo fin a sus días cuando, al ver una iglesia iluminada había decidido oír “qué dicen los curas”. Dentro del lugar, el ambiente tímido y la tenue iluminación, habían empezado a obrar sobre sus sentidos exasperados por el frío de la noche, cuando oyó cómo el sacerdote describía con vivos colores el crimen cuyas huellas creía haber borrado por completo.

Junto a un trineo en la nieve, el hombre confesó todas sus culpas. “...Se arrodilló y se confesó llorando y le di la absolución; luego se levantó y me abrazó, siempre llorando, y no quería separarse de mí. También yo lloraba. Lo besé en la frente y mis lágrimas se confundían con las suyas. Quiso acompañarme hasta Tortona y, sólo ante mi insistencia, dio la vuelta. Yo continué mi camino con una gran consolación, con una alegría en el corazón que nunca había experimentado en mi vida. No supe nada más de él. Llegué a Tortona todo mojado, me quité los zapatos, me arrojé en la cama y soñé. ¿Qué soñé? Soñé con el corazón de Jesucristo, sentí el corazón de Dios, ¡Qué grande es la misericordia de Dios!”

♦ Había un hombre muy rico que poseía crecidos bienes, una gran estancia, mucho ganado, varios empleados, y un único hijo, su heredero.

Un día, el viejo padre, ya avanzado en edad, dijo a sus empleados que le construyeran un pequeño establo. Dentro de él, el propio padre preparó una horca y, junto a ella, una placa con algo escrito: “PARA QUE NUNCA DESPRECIES LAS PALABRAS DE TU PADRE”

Más tarde, llamó a su hijo, lo llevó hasta el establo y le dijo: ¡Ella es para ti! Quiero que me prometas que, si sucede lo que yo te dije, te ahorcarás en ella. El joven se rió, pensó que era un absurdo, pero para no contradecir a su padre le prometió que así lo haría, pensando que eso jamás sucedería. El tiempo pasó, el padre murió, y su hijo se encargó de todo, y así como su padre había previsto, el joven gastó todo, vendió los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad. Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida y vio que había sido un tonto. Se acordó de las palabras de su padre y comenzó a decir:

- Ah, padre mío, si yo hubiese escuchado tus consejos, pero ahora es demasiado tarde.

Yo nunca seguí las palabras de mi padre, no pude alegrarle cuando estaba vivo, pero al menos esta vez haré su voluntad. Voy a cumplir mi promesa. No me queda nada más... Entonces, subió los escalones y se colocó la cuerda en el cuello, y pensó:

- Ojalá tuviese una nueva oportunidad...

Entonces, se tiró desde lo alto de los escalones y, por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta... Era el fin. Sin embargo, el brazo de la horca era hueco y se quebró fácilmente, cayendo el joven al piso. Sobre él cayeron joyas, esmeraldas, perlas, rubíes, zafiros y brillantes, muchos brillantes... La horca estaba llena de piedras preciosas.

Page 12: AMOR MISERICORDIOSO

IVE – Ejercicios Espirituales Primera Semana

12

P. Gustavo Lombardo www.ejerciciosive.org

Entre lo que cayó encontró una nota. En ella estaba escrito: Esta es tu nueva oportunidad. ¡Te amo mucho! Con amor, tu viejo padre.

Dios es exactamente así con nosotros. Cuando nos arrepentimos, podemos ir hasta Él que siempre nos da una nueva oportunidad y vuelve a depositar su confianza en nosotros.

Un jefe del ejército valora más un soldado que se va cobarde, rehuyendo de la batalla pero, luego regresa y pelea con todas sus fuerzas, arriesgando su vida; que otro soldado que siempre está con él, pero nunca pone todo lo que está de su parte. Por eso aprovechemos nuestros pecados para servir a Dios con más diligencia, con más amor.

La parábola del hijo pródigo termina cuando el hijo vuelve y se hace una fiesta; viene el hermano mayor, le hace problemas al padre, éste le recrimina que debe estar alegre porque volvió su hermano. Nada más se dice del hijo pródigo. Uno podría completar lo que pasó con él. Imagínense que se fue; malgastó sus bienes con prostitutas como un libertino, todo el mundo lo sabía; el padre lo perdona; le da todo; le devuelve el cargo que tenía.

Ahora, supongamos al hijo pródigo levantándose al otro día en casa de su padre. Su vida había cambiado por completo, sin duda. Empezó a tratar con mucho más amor a los empleados de su papá que sabían lo que él había hecho; hizo las cosas con mucho más deferencia, poniendo todo de su parte para hacer el bien. Para complacer a su papá; se quedó hasta altas horas trabajando; no le importaba lo que hacía o no su hermano. Él sabía que se había ido; que había malgastado toda su herencia; que lo que estaba recibiendo ahora era todo gratis, un regalo; que su padre lo había perdonado.

Así tiene que ser nuestra vida desde nuestra conversión hasta nuestra muerte. Recordar siempre que hemos hecho grandes cosas contra Dios, que Dios en su infinita misericordia nos ha perdonado, pero, nuestra vida no puede ser igual; no podemos olvidarnos de eso; no podemos dejar de lado que hemos ofendido a Dios; que hemos escupido en el rostro de Dios, por más que ese Dios sea tan bueno, que se limpia el rostro, nos atiende y se olvida. Bien, pero, yo no puedo olvidarme de eso y debo buscarlo con todas las fuerzas, para cumplir con Su voluntad, para llegar a la santidad.

Terminar con un coloquio de misericordia por lo que se ofreciere, con Cristo en la cruz, con Cristo con la oveja en los hombros, con el padre recibiendo al hijo pródigo que somos nosotros, pero sobre todo con la misericordia encarnada, con la imagen de Nuestro Señor.

Decía el Cardenal Ratzinger:

“Jesucristo es la misericordia divina en persona: encontrar a Cristo significa encontrar la misericordia de Dios”

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.