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AL INDIO CONSTITUCIONAL, UN CIUDADANO ESPA ííOX INTIMO SUYO. K . mado amigo: las repetidas prueban de estimación y aprecio que me lias dado desdj el momento que te conecí hasta -hoy, y el muy alto concepto que te formado de tu mucha instrucción por el conti guo trato; ambas son circunstancias que poderosa mente me deciden y obligan á usar de la confian za que ellas mismas inspiran, para atreverme á con sultar tris dudas á ¡u instrucción y acreditado jui cio. En esta inteligencia, creo que no remarás lóet toi carta con paciencia, y contestarla con prontitud. Tu por dicha entregado en tu retiro á la con templación' de la naturaleza, disfrutas de una tran quilidad inalterable en el espíritu, que forma ia di- Cha verdadera del carácter del hombre; no suires co do yo los sobresaltos y vicisitudes que padezco en medio del bullicio de esta Corte, en la que eí tro pel tumultuario de opiniones diversas, y la desorde nada multitud de inexactas ideas, forman la mascón» %sa BabOonia, de ella proceden un cúmulo de da* das, y dg ,e,ías 7 una confusión inexplicable. Los días que yo juzgaba que serian mas tran quilos, mas claros y serenos, son ios mas turbulen tos, obscuros y borrascosos. La ilustración, la paz y la ..uniformidad de la opinión común, debieran ser los deliciosos frutos de este sabio sistema que Por dicha n°s rige; pero con qué dolor se está experinientHn* £o lo contrario. L a l&sjrtad de imprenta,"esc fiel distintivo que

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A L I N D I O C O N S T I T U C I O N A L ,

UN CIUDADANO ESPAííOX INTIMO SUYO.

K . mado amigo: las repetidas prueban de estimación

y aprecio que me lias dado desdj el momento que te conecí hasta -hoy, y el muy alto concepto que te formado de tu mucha instrucción por el conti­guo trato; ambas son circunstancias que poderosa­mente me deciden y obligan á usar de la confian­za que ellas mismas inspiran, para atreverme á con­sultar tris dudas á ¡u instrucción y acreditado jui­cio. En esta inteligencia, creo que no remarás lóet toi carta con paciencia, y contestarla con prontitud.

T u por dicha entregado en tu retiro á la con­templación' de la naturaleza, disfrutas de una tran­quilidad inalterable en el espíritu, que forma ia di-Cha verdadera del carácter del hombre; no suires co­do yo los sobresaltos y vicisitudes que padezco en medio del bullicio de esta Corte, en la que eí tro­pel tumultuario de opiniones diversas, y la desorde­nada multitud de inexactas ideas, forman la mascón» %sa BabOonia, de ella proceden un cúmulo de da* das, y dg ,e,ías7 una confusión inexplicable.

Los días que yo juzgaba que serian mas tran­quilos, mas claros y serenos, son ios mas turbulen­tos, obscuros y borrascosos. La ilustración, la paz y la ..uniformidad de la opinión común, debieran ser los deliciosos frutos de este sabio sistema que Por dicha n°s rige; pero con qué dolor se está experinientHn* £o lo contrario.

La l&sjrtad de imprenta,"esc fiel distintivo que

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2 caracteriza á las naciones libres, ilustradas y cult*|> es por nuestra desgracia entré nosotros el odioso truniento de las riñas privadas: el fomento del odi0 y los partidos: el canal pestilente por donde se di­f ú n d e l a s eses asquerosas de la maledicencia y se* viiismo; y el flujo inagotable de ideas antipolíticas, de teorías falsas y de disparates garrafales; porque e» comparación de los folletos que salen de esta clase-» son de ningún momento los papeles buenos y sus*1 iarxiales.

Y a cuento cinco meses, y mas, de no hacer otf*. cosa, por la mayor parte, que leer papeles públicos y puedo asegurarte con toda ingenuidad, que en eS~ to d¿l saber, cada dia voy á peor, y que mi ciencia es­ta en razón inversa de la lectura: mientras leo ma<s se menos; no te podré significar la confunion que cau­san las contrarias ideas y la diversidad de pensarme*1""" tos que después de haber leído pugnan en mi interior» f.olo sabré decirte, que á pocas horas nada puedo e%* pjica1*, y de nada me acuerdo; porque la diversidad f Contradicción de las materias, no permiten qas da formarse juicio de ellas.

Y o solo he conseguido despertar los deseos <lüe en semejantes casos nos dicta el amor propio, esto e$> 4e entrar en pa"alelo y escribir Como todos; pero es ta* mi desgracia, que ahora que mas que nunca soy inc** paz de di currir, aun dentro de mi mismo, me ha dad" la locura por meterme á ilustrador ó escritor público» jque chuscada! Ello es sin duda enorme desatino, Vo* ro que hemos d¿ hac-r, sobre que ño puedo venC" por mas que quiero el malvado apetito de ver mis Uiarrachos estampados de molde, antes me anima mas t&* dos los dias d ver iariuniñíables queeseritrarr coa*0

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5 fo. ¡Ohl ahora s ime parece que cige gpjJVf el t í t u ­lo retumbante, faceto ó romancesco que le Laya de

; poner á mi primer papel . ¡ V á l g a m e L i o s ! que retin­tín tan suave y agradable se me queda en los r i jos ,

d a s dulce ciertamente que, lo era en los infiernos el sonido armonioso de l a l i a de Orfeo; pero y a el en ­tusiasmo me saca de sentido y me hace delirar, comen-«'ando por lo que ha de ser lo último.

Y a mis ideas fanáticas y el deseo de gozar la ¿nica libertad que me es p o i b l e , cual es la de impri-fttir, pues no sé que por ahora pueda y o tener otra, rae h a desviado del todo del asunto que te iba á con­sultar, y y a te habrás cansado, con razón, de tantas di presiones fastidiosas; pero t ú eres mi amigo y es fuerza que toleres mis sandeces, puesto que las ha de tolerar el públ ico de M é x i c o como lo hace con «tros, á pesar de que tiene menos razón que t u para sufrirlas.

Está, pues, reducida mi consulta á solo p r e g u n ­tarte ¿que asunto elegiré para escribir, puesto que esto h a de ser salga tuerto ó derecho, á pesar del d e ­monio, porque y a estoy resuelto y decidido á no admi­tir consejo, lo cual te advierto para que no vayas á «mplear inútilmente el tiempo y la paciencia en pcr­eaciones, que yo no he de escuchar ni he de seguir?

Tratar de religión, no puede ser; porque aunque Casi casi la mayor parte solo la «aben de memoria por el í . Ripalda, y mas son los católicos por rutina que $or principios y por convencimiento, con todo y o tengo mil motivos para excusarme de esto, aunque todos los hombres á la hora de la muerte nos halle­mos con que fuimos cristianos por costumbre y con \u$ aunque seguimos 1» verdadera religión, mas í'ufc

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por Contingencia. ¿Preguntarás sin duda con asortt* bro qué razón pueda hab^r para que yo no t í a t e c"e una ciencia ¿jos mas que todas'juntas Ííitefi&* «aber' Y yo responderé que porque no me expon?0 íí blasfemar, y mas val 2 callar, sabiendo que el ob­jeto del que escribe deSe ser ilustrar no confuí'" cir, y esto podrá hacerlo un sabio teólogo no ufl

>go farragosa: á mas d ; esto nuestra Consiituci^ en el ani-julo 3 7 1 no;'permite publicar libremente las ideas políticas ñolas tóbales, para cuya' imp^" i ion- se, ha de pedir liceiíciti al ordinario, y eso »° 'qr L-royo ;i-m i ni prirair libremente aunque sean desa­liños, por ulíi no escribiendo <obre la ajoral • doy cea* iiop fuñe' ta á que muchos cristianos rutineros «e no5 vivd ran. heredes, y formales, porque es tal el prurito

.¿te refutarlo todo que ror contradecir escribirían t r í a ; aunque entendieran ' qbc yo iamrimia ver­dades ma¿ patentes que el Evangelio en triunfo, y :U~ chos ignorantes que leyeran e-tas refutaciones se vol­verían a patatas*

Vadnos,, pues, á otra co$á> me dirás que efcrt-l>a de materias política;, do reformas y abu'^"' gobierno:' eso no» sr. mto« ?Por qué: per nSül'-fá**' ñes: e; la primera entre otra<¡, que no quiero, e^3 es muy suficiente; pero hay ot'ns, y »en; que a»11"* que la ley prevenga que uno de lo-objetos de h3* cer libre la i noventa es para e r n í e r e íaí'áftw^r lii dad: y los abusos de los que no gobiernan, con tecí » caro amigo, J a s verdades auiargán, y á ninguno le gusta que 1; saquen á plaza sus defectos; auttclu'5 sí que publiquen su; vi'túd-s, por roas que no ^ ten«-a, veso ¿o lie de hacer yo, !p«rqKie? «tey1 f1" " .íng'-nua y aborrezco de mi»r*e }a. vil- aduldfciOn £ la ILcnja: ctra es, porqtie el decir éstos delecto**

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5 toi mfe perjudica y á ninguno aprovecha; porque no h'iy qua cansarse, al qué tiene la tuerza lo irritan estas cosa% y al fin ha de querer hacer ver que á pe -

ar de los que le imoortunan con sus reconvencio­nes puede hacer io que qu ien , y lo ha de hacer sola­mente por eso, y antes bien si quería enmendar sus defectos, luego que se los digan dejará de qurrer-» lo, porque se hace muy duro al que está Jtecho á nwndar á su arbitrio tener que some'erse á obedecer el grito de un cualesquiera sábdilo que reclana orgulloso ano/ado en las leyes; e to en verdad es justo y necesario, pero á todos aquellos que no han estado acostumbrados á eso les será á mi entender, aunque no debia serio, muy duro y vergonzoso. Si los cue nos gobiernan tuvieren algunos defectos y de Veras quisieren enmendarlos, no será necesario Pa A c o que yo se los presente, porque no han de ignorar lo que son infracciones si entienden bien las leyes y si qu ieren cumplirlas; pero si no cuieren, eje va» *io es tatieatáé eu reclamadlas, po rqne se obstinaran *¡n. sosíanerse. Si á todo esto se añade que á mi n a j a 0>e iamorta «p lo particular que los que nos g o ­biernan hagan cuanto qui ieren con tal que no me tornen en un *>elo ¿quien me man d i mererme á p e ­dagogo por det'ender la> leyes sin pro/echo? Y si fio ¿qué con-i /uen taiUKtBios como sed aman d i a n a -Cíente ñor los «apeles públicos abusos é infraccio­nes? Y o no se: pero veo que nada se ha alterado de Cuanto ellos dieen, que todo está lo mi mo, de lo que infiero necesariaTif-nte una de esta^ dos cosas: ó que

hav infracciones de la Constitución, y hace mal el eobierno en e*te ciso de no castigar luego á tan-tos impostares que lo desacreditan, ó que aunque si

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f $ h a y a , íLO quieren ó n o pueden corregirlas f entonces ¿que remedio?

¿Que me importa decir que la j u n t a pTOvifi*-

cial que acabó, nac ió , comió ^dutoiá, y acabóse la feiste** jW. ¿Qué l a ac tua l , a u n se i gnora en el púb l ico 1c qutí ha hecho , a u n q u e y o sé muy b ien en l o p ' ivad^ que h a t raba jado mucho? ¿Qué me interesa ¿ m* que nuestro a y u n t a m i e n t o h a y a hasta h o y descu i -d a d o de crear escuelas púb l i cas pora ln educación oV-l i uc f t ra j u v e n t u d , que es el pronost ico cn i co é in-* f a l i b l e de lo q u e será el hombre en l a v i d a social» Siendo ev iden te que las primeras impresiones que r e ­c ibe eu la niñez, esas son las que forman su carác-l e r y arreglan su coi .ducta hasta el sepulcro, y cTJG de aqu i resulte que nuestra C a p i t a l esté apes'ada de j óvenes viciosos q u e sean en su v i r i l i dad , si y a son desde ahora, perdularios e remos , juradores , b o r ­rachos, fornica*ios, y por fin,, salteadores y asesino** Ello es indispensable que acostumbrados solo, á la h o l g a r ane r ia , aborrezcan de muerte t odo lo que es tr*4

b a j o , y que u n í i e u d c luego los ímpetus ardientes y car* nales de u n a fogosa j u v e n t u d , y hal lando** sin el n o q u e imponen la moral y el honor , deseen satisface* sus apet i tos, adquir iendo el d inero necesario á su' torpes proyectos, sin trabajar en n a d a . D e aqui e squ e

se v e n precisados á dedicarse al j u e g o ; que alii lo p i e r ­den todo i . j o s de ganar a lgo , y c u e <i a lgunas veces por d r o g a ó por for tuna sacan ut i l idades, esta* son el fomento de sus v ic ios , y l a m i n a f a t a l los es*ado<>", p e r o s j . n o cons iguen , como es l o r e g u ­lar, adqu i r i r el dinero por e&te i n i c u o med io , al i n s ­t a n t e resue lven asaltar i todo el que lo t e n g e , f « e n o j a r l o de qos intereses á todo transe, y W

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7 ' aquí Tin ladrón piwfeso^ t£i2 atenta á cada paso £ la seguridad individual y- á toda propiedad; pero si aun de éste modo no su ítf faci l i ta hacer«« de dinero &in ser visto ó sentido ¡ infe l iz ciudadano 1 3fa no solo tus bienes están expuestos siempre á mil peligros, sino tu v ida misma; el la sirva de obs­táculo al criminal intento.de un perverso, y mien­tras t ú tranquilo y descuidado te entregas al des* canso en los brazos del sueño, el infaa.e homicida proyecta en el silencio de la noche t u desgraciada muerte, y afila entre sus sombras el agudo puñal que al siguiente momento romperá con furor des ­apiadado tus paternas entrañas, y privará á t u e;— posa y tiernos hijos no solo del consuelo de su q u e ­rido padre, sino de la esperanza d¿ sostener su mísera existencia con los bienes robados que ahora v a n á tervir al asesino aleve de pábulo á sus vicios y ce premio á su crimen. Si son las jovenciias entregadas al ocio por falta de principios; y a de esas se supo ­ne que las inclinaciones á las modas, al adorno y al lujo les son insuperables, y que por esto mismo han de ftpuxar los medios y recursos que estén á sus alcan­ces para lograr tenerlas, aunque su nacimiento h u -tttilde y «a infelicidad ex i jan lo contrario, y ¿cerno Conseguirlas? rAh , pluguiera al D ics eterno que no tuera para estas su adqui ieion por un medio tan obvio, como agTadabfe y fácil! ¿Pues la prostitución rara qué sirve? ¿Carecen de pasiones por ventura? ¡ Abor ­recen acaso el comercio lucro-o c m nuestros s'i.uepn— tes? ¿No sacrifican á estos á su gusto, ¿ su argullo 7 pasiones" haciendo de ins- hombres mas libres, los roa*; vi les esclavos? ¿No BfenfígBca acaso de sus ado -ítórtre$s no jfclo I r . produios adquiridos i costa é*

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8 . j j f j j ""Mes faf i jas , angus: i¡ts y trabajos, y tal ve*

'Ye . dc.itcs, *iao sacrjiicar la i-alud y la vida i::inundas avas' ;1 ues qué co-a mas ?rat»V. ¡J y segura para qvi.n es un monstruo ds

S cue no respeta leyes ni religión alguna 8 no las conoce?

j -t ci j ; c"as, no hay que hablar; porqne en esta Tvdtk ia ios mas sabios nos dicen con razcn que to­do io i?no»"a:r.os, desde hablar el idioma castellano1 cvta e- una verdad per lo común, pues para di¿* que 4aben ror principios y reglas este arte necesa^» hay niil que i?noran hasta la posibilidad que hay ^e aprüu'.erlo. El conocer los hombres su ignrrancia / sus yerros, es un midió seguro-de la enmkrdV» n;a- e\ creer que se sabe lo que se ignom, es indfci3 inia'iSle de no tener remedio: el mal no se aborrece cuando no se conree cmio tal. D e aqui viene qo<? sean los 'ignorantes ca i siempre presumidos de bios y soberbios: en este caso estamos por desgracia» pero muy satisfechos de que hablamos muy bien nuestro idioma nativo, cuando lo pronunciamos l t -ricaTiente, *in regla y por rutina. Creo que con ma' razón debia decirse de nuestros ad-lantos en ciencia^, lo que d-xia de España el sábio Jovella-* nos, á saber: ,,o no las lenguas estrangeras se apren­den cuando se ignora aun la lengua patria, y pof los libros franceses se traducen los de los hebreos^ que la filosofía se ha si npliíicacb con artificiosas abs­tracciones de Ari tórele^, y de cargado de la pesad» eb ervacbn d¿- la naturaleza, se ha echo enclava del e-go y del sofisma: que la moral que lúe 1» formadora de los Platones, Sócrates, DenóstensS Plutarcos y Sénecas, solo sirve entre nosotros á tr»»

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9 tttrár levemente á los qne dejando de ser filosofes se han da meter á prosesistas y llegar-i legisladores. El derecho natural se reputa por inútil y aun n o ­civo: t i patrio se estudia por Ja legislación que v a no exivte: la poesía es despreciada como una ex­presión de locura; y la oratoria como pasatiempo de la ociosidad.'4

; Y si est* aseguraba con razón este sabio po ­lítico" de la España, qué diria de l a América que es su hija, y por lo mismo no tuvo mas ilustración que la que quiso comunicarle aquella de la poca que has-

' ta aquihabia tenido! Porque ni se ha querido que la 'tenga, ni tiene otro conducto por donde- recibirla, co­mo lo confiera ingenuamente el ayuntamiento de Santa Fé, diciendo: ,,en cuanto ¿ la ilustración la América no tiene la vanidad de creerse superio'r ni aun igual a las provincias de España, gracias, á

* aquel gobierno despótico enemigo de las luces. Ella no podra hacer rápidos progresos en los cor ccimien-to* humanos, cuando no se trataba de otra cosa que de ponerle trabas al entendimiento.. . ."No ha mu—

• chos años: que v io este reino c«a asombro de la r izón, suprimirse en todos los dominios exptiiu.oles

- las cátedras de derecho natural y da gentes, por­que su estudio se creyó perjudicial.

Bien pudiera escribirse, dirá alguno, sobre " nuestro comercio. Es verdad que pudiera, porque ' htv.ta' la presente aun no hemos conocido su> .ven­tajas; pero aun no es tieupo de eso,v ísita que *e c tabletean fábricas nacionales en las cr.e nues­tra industria nos- pueda ' abastecer ce género.-, bas­tantes y de buena Calidad rara - qu^ no busque­mos los extrangeros con per¿wiqi¡> y . devfajlco - iyre-

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u descansar y darte aliento, para que en acidante cuches lo que resta decir á tu constante arnig* que respeta tus luces y talento, á proporción qu^ te ama. J . V . G .

.JDictenb» 13 de 20, y 1.° & la época 2 * <to la Constitución,

i

MEXICO: 1821. Oficina de P . J . M. Benaircnte y $¿c!<%