aguadilla: un rincón típico y tradicional de puerto...

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EL MUNDO, SAN JUAN, P. R. DOMINGO 17 DE JULIO DE 1938. •t a Aguadilla: un rincón típico y tradicional de Puerto Rico A Julio Garzón M., un admi- rador del Puerto Rico típico y bello. Es una mañana llena de sol. El automóvil se ha Ido deslizando so- bre el asfaltado de la Carretera Central, mientras el tiempo ha transcurrido casi Imperceptible- mente. Embebidos en la contempla- ción del paisaje policromo que va pasando como una cinta a ambos lados del vehículo, hemos perdido 1%, noción del tiempo. Al volante va el licenciado Domingo P. Boneía, subdirector del Instituto del Turis- mo. Lo acompañamos don Sexto Chevremont, director fotográfico dtl Instituto, y el autor. Ora el mar que a veces se divisa en la lejanía, rompiéndose en espumas sobre los arrecifes de la costa, o que a veces viene a lamer las mismas ruedas del vehículo; ora una vege- tación exuberante, que tiñe de ver- des de distintos matices los llanos costaneros y las mesetas que nacen al linde mismo del mar; ora el cie- lo que sirve de fondo a todos los panoramas boricuas, tachonado de blanco el añil puro y profundo, nos han mantenido sumidos en un si- lencio prolongado, casi reverente. No ba sido hasta que nos hemos acercado a Aguadilla —nuestro pun- to de destino— que hemos articu- ¡ lado nuestras primeras palabras. El Ledo. Boneta, un Joven dinámico y emprendedor, se muestra lleno de entusiasmo. Parece que el con- tacto con nuestra naturaleza virgen ha infiltrado nuevos arrestos en el espíritu de por si optimista del sub- director del Instituto del Turismo, y su palabra va derramándose aho- ra a raudales. —Cuando se creó el Instituto —nos dice— fué con el propósito de extender n todo el pais los inne- gables beneficios del desarrollo tu- rístico Nuestro director, don Enri- que Ortega, hizo una jira por los pueblos más importantes de la Isla, en los niales conferenció con las personalidades locales sobre las fa- cilidades y perspectivas de las res- pectivas poblaciones respecto d e 1 turismo. Se organizaron entonces comités pro turismo en las cabece- ras de distrito, en los cuales figu- ran los elementos de más valer <n las distintas actividades ciudada- nas. En Aguadilla. por ejemplo, di- rige el comité un hombre entusias- ta, que se ha dedicado a su enco- Wenceslao Herrera. Miembros pro- pietarios son el coronel Luis Raúl Esteves. de la Guardia Nacional; el presidente de la Asamblea Munici- pal. Arturo Milán; el presidente del Club Rotarlo, licenciado Manuel A. García Méndez: el presidente del Circulo San Carlos, don Enrique González Mena; don Alberto Este- ves, presidente de la Aguadilla l.lalit and storage Company; el je- fe de la Policía, don Guillermo Arro- yo; el. Inspector de escuelas, don Se- vero Torréns; el administrador de la Central Coloso, don Rafael Ló- pez; el gerente del Banco Popular, don Honorio Moreno: el ingeniero don José Freixas González: y la señora Teresa Roque de Cardona. Me habla luego-el licenciado Bo- neta de los pasos que está dando el Instituto para la extensión de los beneficios del turismo a todos ios pueblos de Puerto Rico Uno de esos pasos —ahora prometedora reali- dad— se dio cuando Ja "New York and Puerto Rico Llne" Incluyó en el itinerario de su vapor turista "Puerto Rico" los puertos de Ma- yagüez y Ponce. los cuales son visi- tados semanalmente por turistas que fluctúan en número entre trein- ta y sesenta, durante esta época, que no es la de mayor afluencia del turismo. En cuanto a Aguadilla —la legen- daria y poética villa que vamos a visitar —me dice el subdirector del Instituto: —Esta encantndora población, donde se unen los atributos de un pa- norama incomparable y los encan- tos que tejiera la leyenda o que de- jara escritos la historia, comenza- pronto a recibir Ins beneficios del turismo. El presidente del co- mité local, don Luis Antonio Rosa- rio, está haciendo gestiones impor- tantísimas a este respecto Le he- mos enviado abundante material de propaganda, del que distribuyen manos amigas en el Continente, y él se propuesto destacar a Agua- dilla ante los ojos del turista como un centro de veraneo de los más importantes del pais. A «01 efectos, el licenciado Rosario ha ve- nido reuniendo datos e informacio- nes de interés sobre la ciudad. Con nuestra visita de hoy quedarán im- presas en las placas fotográficas las bellezas panorámicas y los de- talles históricos de la Villa del Ojo del Agua, las cuales llegarán por ese medio hasta El Instituto del Turismo quiere llevar las glorias y las bellezas pano- rámicas de la Villa del Ojo de Agua hasta el turista.-Un recorrido por los sitios de más interés en la ciudad: el Canto de las Piedras, el Perqué Colón, el Cerro de las Animas... Por SAMl EL E. BAD1LLO jidos finos. Las manos hábiles y ar- tísticas de las aguadlllanas le han dado a conocer al mundo, con ><u labor en la Industria del bordado y del tejido, artículos cuya calidad no ha sido igualada en el extran- jero. —Los turistas que visitan las di- ferentes fábricas y # establecimien- tos comerciales del pais expresan su admiración y reconocimiento por la superioridad de nuestros artícu- los sobre los que ellos están acos- tumbrados a compras en los merca- dos americanos. Una vez más Puer- to Rico se destaca entre los países del Hemisferio y Aguadilla. ciudad histórica y legendaria que dice la historia fué hollada por las plantas de Colón, sigue prestando su ayuda al desarrollo de otra grande em- presa: la del turismo. Mientras el licenciado Boneta ha- bla, don Sexto Chevremont, un temperamento artístico en cons»in- te ebullición, ha sacado la cabeza por la ventanilla del vehículo para exclamar: ¡Qué bello es todo esto! Los beneficios del turismo Estamos a las puertas de Aguadi- lla, la poética, la regional, la histó- rica. El panorama qu« viéramos tantas veces de niños a nuestro pa- so por la villa ha vuelto a inund.tr nuestras retinas de luz. Desde la carretera, encaramada sobre la me- seta, se divisa la amplia bahía, ter- sa, reverberante de sol. Sobre ella se mecen suavemente las barquillas legendarias y los ancones .-uirird- dos. Unas navecillas de pescadores, blancas y diminutas, enrizan el agua casi al mismo borde del hori- zonte. Es otro rincón del Puerto Rico cuidadosamente delineada, que lle- ga a todos los rincones del Conti- nente. Si este medio ha sido efecti- vo o no lo dicen elocuentemente unos cuantos datos. Por ejemplo, recientemente nos visitó el barcb d? vremont, cámara en ristre y luden-. cenarlo de más de una escaramuza do una sonrisa de satisfacción; Do- mingo P. Boneta, ojo avizor, pre- parado a captar todas las excelen- cias del paisaje; el licenciado Rosa- rio, al volante; y el autor, presto pintoresco: una sinfonía de color y os ojos de miles y i de luz. En la reciente Convención de Oficíale* de la Reserva, celebrada en Cleveland, Ohlo, lo* delegados fueron obsequiados con objetos tipleo* de Puerto Rico. En la fotografía aparece la señorita Florence Cable por- tando varios de eso* objetos, los cuales fueron adquiridos por el Insti- tuto del Turismo en la ciudad de Aguadilla. turistas "Flandre". Sus gastos en la Isla fueron de diecinueve mil dó- lares, distribuidos asi: diez mil en combustible, dos mil en agua pota- ble, y el resto en compras. Otro ejemplo digno de mencionarse es el de los representantes vendedo^s del "New York Herald" que recien- temente nos visitaron. En un solo establecimiento comercial estos se- ñores gastaron tres mil dólares en trajes de hilo y objetos de curiosi- dad, de lo cual pueden dar f-? los dueños y los gulas que los acompa- ñaron. Además, se supone que. de cada dólar que pagan los turistas por concepto de hotel. dlerisifte centavos son para la empresa y el resto va a distribuirse entre los ser- vicios de primera necesidad do ia comunidad. El automóvil se ha delenido fr?n- te a la residencia de don Luis An- tonio Rosario, una casita que se brinda acogedora y fresca a la rara del camino. No bien hemos pisado el umbral, la hospitalidad de ¡os esposos Rosario se ha desbordado a nuestros pies. Las manos galanas de la esposa y los gestos caDalle- rosos del esposo nos han hecho pa- sar unos momentos inolvidables. Luego nos disponemos a cumplir nuestro cometido: don Sexto Che» a trasladar al papel sus impresio- nes para EL MUNDO. Aguadilla la bella "De las selvas y las ondas Se alza el pueblo en el regazo, Junto a las arenas blondas, Bajo las oscuras frondas. Como en un perpetuo abrazo De las selvas y las ondas". Asi escribió José de Diego en su poema "Aguadilla". Y tenia razón. La villa se levanta sobre la altura, de frente al mar y rodeada de una naturaleza que la envuelve en su abrazo verde y perfumado. Hemos ido visitando los lugares de tradición en la ciudad: el Cerro de las Animas, el Ojo de Agua, el Canto de las Piedras, el Cerro del Tamarindo... Y en todos ellos nos hemos topado con el tema poético de De Diego, que nos viene a flor de labios, como una afirmación de la frase de "en mi pueblo hasta las piedras cantan". En el Cerro de las Animas ha to- mado unas cuantas fotografías don Sexto Chevremont. Y luego se ha puesto a recitarnos unas estrofas lí- ricas y apasionadas: entre los volantines de los mucha- chos del barrio, sigue siendo hoy un sitio de leyenda. Al caer de la tarde, mientras el mar se tiñe de rojo y las gaviotas hacen sus últi- mos amarajes sobre la rada, los ve- cinos del Cerro de las Animas ha- cen rueda a los viejos moradores del sitio, que van reviviendo en palabras trémulas la vieja leyenda: —Cuentan que, hace muchos años, antes del cólera, habla en este Ce- rro de las Animas (;La Virgen nos proteja!) una mujer versada en el arte de los hechizos. Un día... Y año tras año. generación tras generación, el "dichoso cerro" que está "en las glorias" de De Diego, va arraigando su leyenda pintores- ca en el pueblo; y los muchachos pueblerinos van a elevar sus volan- tines y sus "chiringas" desde su ci- ma; y los enamorados van a con- tarse sus cuitas bajo el jobo que se inclina sobre el mar; y los poetas de ahora van en busca de la inspi- ración fecunda que se encierra en su seno. Según la leyenda, el Cerro de las Animas recibe en su Interior los fspfritus de los muertos que, en la capilla que se levanta a sus pies, dicen su último adiós a la tierra. Nosotros, aún vivos, hemos dejado en él parte de nuestro espíritu y hemos repetido: "¡Aun no he podido por desgra- (cía mía, "encampanar" el volantín de un (sueño, sin que el demonio que me tiene (rabia, me corte el hilo en el azul riel (cielo!" El Parque Colón El Parque Colón, obra del pa- triotismo de unos aguadillanos in- ri P cruz pregona al visitante el re- cuerdo de los conquistadores de Isa- bel la Católica. Otro monumento —un magnifico parque aUétlco— se levanta como un vocero del pro- greso de nuestra época. Entre los banquillos, coqueta- mente esparcidos a través del par- que, crecen las palmas nuestras, mecidas constantemente por la bri- sa del mar aguadlllano. A trechos cortos, pegados de las aceras, los vendedores de cocos ofrecen el néc- tar refrescante de la fruta tropical, en tinos carritos rústicos y peque- ftlnes. El licenciado Rosarlo nos habla entusiasmado del parque; de su sig- nificación para los aguadillanos: de los desvelos y sinsabores que ha cos- tado; de la indiscutible atracción que constituye para el turista... Mientras tanto, unas chiquillas trigueñas —criollas de manufactu- ra aguadlllana— corretean a nues- tro lado. Sus voces son un pregón de alegrías, que van tejiéndose co- mo un poema lírico, en el mismo sitio en que se dice escribiera sus estrofas épicas el Descubridor... Coctel histórico Luego hemos visitado edificios históricos, algunos cubiertos por el manto de liquen que ha echado so- bre ellos el tiempo; plazoletas y ruinas legendarias, donde el pasado parece vivir ante los ojos del pre- sente su historia de gnomos y bru- jerías; rincones poéticos, en los cuales compone la Naturaleza BUS sonetos y sus quintillas; edificacio- nes de hoy, pulcras y sencillas; mo- numentos modernos y camposantos, los unos secos como la época, loa otros lúgubres y silenciosos... Y Aguadilla la bella, la lírica, la legendaria, se ha presentado an- te nuestros ojos llena de prome- sas poéticas para la retina del tu- rista. El canto de las piedras ¡Quién no conoce el ''Canto da las Piedras'" que InmorUlitata. en sus estrofas José de Diego! Detrás del camposanto de \a Vi- lla, en un despeñadero apa paja hasta el mar, se encuentra*fal'can- to de las piedras". Es un Ültfa ira- ponente. Sobre las rocas enormes y negruzcas va a reventaría en espu- mas el mar, el mar eguadlflano qua por las noches se enfurece y arre- mete InmlserlcordeAiente contra los granitos de la playa, los cuales si- guen cantando eternameata sus himnos de rebeldía. m Unas cuantas seftoríUs, pertene- cientes a las mejores familias de la Villa, se han puesto sobre las, "pie- dras cantoras" mientras don Sexto Chevremont imprime u n a's placas fotográficas. Son unas Chiquillas que, por aguadlllanas, son poaMcas; y. por criollas, trigueñas jr hsjrmo- sas. ;Un verdadero canto ínfoo-que quiere ahogar el ritmo saívaja del mar embravecido, impotente para frustrar la resistencia da- las ro- cas milenarias! "Un sitio entre las rocas, do se humilla la onda que bate al duro monolito, y es perenne el rumor y eterno el grito, que se oye en toda la escarpada orilla." Hacia Mayagüez Son las últimas horas de la tar- de. Hemos abandonado Aguadilla y nos hemos dirigido hacia Maya- güez. la Sultana del Oeste que re- cibirá nuestra segunda visita. El atardecer ha caldo sobre la Villa en una orgia de púrpura, que lo ha te- ñido todo, desde el mar hasta las casuchas que, a la salida de la ciu- dad, se arremolinan en el regazo del cerro. "A los lívidos luceros abre el mar sus lobregueces, en brillantes reverberos... ya se ennegrecen los maras» ya se apaga el horizonte... ¡Ya se encienden los altares! "Como una ciudad del délo, Aguadilla se estremece de las sombras en el velo.., ¡y, desprendida del suelo, baja y sube y resplandece, como una ciudad del cielo!" Hemos estado mirando hada la Villa hasta que la velocidad del au- tomóvil nos la ha arrebatado da los ojos. La carretera en penumbra sa va tragando velozmente las millas. En la bahía cabecean los farolillos "El Cerro de las Animas... ¡Cuidado que está en mis glorias el dichoso cerro! Las faldas de mi madre y las del monte mis amores de niño compartieron: por hermano me tienen sus arbustos, sus piedras y sus pájaros, y creo que recorrí sus zarzas y malezas, como ningún chiquillo de mi tiempo, y que, si Dios a todo dló un lenguaje y hablan las hojas con susurros, tiernos, ya han susurrado con dolor las suyas. que estoy quizás, cuando no subo, enfermo. Allá, en su cumbre, por las tardes, era donde todos los guapos del colegio Íbamos a jugar a las cometas, como se dice en castellano viejo. Luego nos hemos quedado todos en silencio, hasta que don Sexto ha vuelto a exclamar: —¡Quién fuera joven! El Cerro de las Animas, que los tiempos de De Diego fué el mlenda con fervor de apostolado: el licenciado Luis A. Rosarlo. Son miembros honorarios de ese comité los senadores Juan B. García Mén- dez y Bernardino VUlanueva; el representante a la Cámara, don Se- bastián BanucM; y el alcalda,.don miles de t'trlstas que han de sentir, sin duda alguna, un gran interés por visitar dichos lugares.. —En cuanto a las industrias, co- mo es de conocimiento general, Aguadilla se ha destacado siempre en la confección de bordados y te- —¿Cómo está utilizando el Insti- tuto estas bellezas naturales?—le pregunto al licenciado Boneta. —El Instituto del Turismo —me dice— lleva hasta el turista los atractivos naturales e históricos del pala por medio de una propaganda "Dirigiendo al niño*' (Envío de la Asociación de Muje- res Gradundas de la Universidad' Dentro de muy breves dias verá la luz la primera de las publicacio- nes de esta Asociación, una obra titulada 'Dirigiendo al Niño". Dicho libro consta de 17 capítulos. Los tí- tulos de dichos capítulos y sus au- tores son los siguientes: Capitulo I: "Constitución Genéti- ca del Niño" Ana Molina Díaz Collazo. Capitulo II: "Problemas de la Alimentación" Rosa María Torres. Capitulo III: "El Vestido y la Personalidad del Niño" Luz María Ramos. Capitulo IV: "El Juego como Factor Educativo" Herminia Acevedo. Capitulo V: "Cómo Inculcar buenos Hábitos" Isabel Andréu de Aguilar. Capitulo VI: "La Corrección de Faltas" - doctor Rodríguez Pastor. Capitulo VII: "La Vida Emocional del Ni- ño' 1 Herminia Acevedo Capitu- lo VIII: "El Negativlsmo o la Ac- titud Negativa". Luz María Ra- mos. Capitulo IX- "La Curiosidad" doctor Luis M. Morales. Capitu- lo X: "Actitudes Sanas en Cuanto a la Salud" - Isabel Andréu de Aguilar. Capitulo XI: "La Perso- nalidad del Niño" Manuela Dal- máu de Blanco, capitulo XII: "Pro- blemas de la Adolescencia" doc- tor Luis M. Morales. Capitulo XIII: "Diversiones y Amigos'— María E. Machín. Capítulo XIV: "Narración. Lectura y Poesía para Niños" Carmen Gómez Tejera. Capitulo XV: "Qué Podemos Esperar del Niño" Carmen Rivera de Alva- rado. Capitulo XVI' "Relaciones entre el Hogar y la Escuela"— Ri- ta R. Lang. Capitulo XVII: "For- mación Espiritual" doctor J. Ro- dríguez Pastor. Libros puestos en circu- lación últimamente por la Biblioteca Carnegie i Los grandes escultores Cánova, Benvenuto Celliní, Do- natello, Fidlas, Miguel Ángel. Los grandes músicos J. S. Bach, A. Muñoz Pérez; To- más Bretón, A. S. Salcedo; Héctor Berlloz, J. Muñoz Escámez; Beet- hoven, E. Ramírez Ángel; Ruperto Chapi. A. S Salcedo: Chopln, F. Iri- barne; Gluck, A. Muñoz Pérez; Haydn, P. Redo Agüero; Haendel. E. Ramírez Ángel; Llszt, P. Recio Agüero; Massenet. E. Gaseó Con- ten; Meyerbe*r. A Muñoz Pérez: Mozart. P. Recio Agüero; Rossini, F. Iribarne; Schubert, P. Recio Agüero; Verdi, E. Gaseó Contell; Wagner, Francisco Vera Los grandes pintores Fra AngéUco, Botticelll, Corot, Al- berto Durero, Fragonard, Gerome, Greuze, Franz Hals, Holbein, Mu- rillo, Nicolás Poussin, Rafael, Ru- bén s, Tidano, Tlntoretto, H. and J. Van Eyck, Van der Goes, Van Dyck, Velázquez, El Veronés, Leonardo de Vind. Watteau. Aquellas personas que desearen tomar libros de la Biblioteca y aún no sean socios de la institución, po- drán pedir personalmente o por carta un blanco de solicitud, el cual después de ser llenado y devuelto a la Biblioteca, le autorizará pa- ra tomar libros prestados, de acuer- do con el reglamento de la instltu- dón. signes, se levanta en el sitio don- de se supone desembarcó el Gran Almirante. Bordeado por el Cule- brinas y por el Mar Caribe, este parque es una obra monumental, digna de la epopeya del Descubri- miento. Un monumento en íorma ¡y, engañados y ligeros, intentan picar los peces a los lívidos luceros! "Ya se encienden los altares de las casitas del monte; ya se agrandan los palmares, de las naves pescadoras, ya de re- greso, después de un dla.de arduas labores marinas... Sobre nosotros sigue cayendo, co- mo un aguacero de recuerdos gra- tos, la visión de Aguadilla, la be- lla, la legendaria y la histórica... j. ÉBSHBBSSI

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  • EL MUNDO, SAN JUAN, P. R. DOMINGO 17 DE JULIO DE 1938.

    t a

    Aguadilla: un rincn tpico y tradicional de Puerto Rico A Julio Garzn M., un admi- rador del Puerto Rico tpico

    y bello. Es una maana llena de sol. El

    automvil se ha Ido deslizando so- bre el asfaltado de la Carretera Central, mientras el tiempo ha transcurrido casi Imperceptible- mente. Embebidos en la contempla- cin del paisaje policromo que va pasando como una cinta a ambos lados del vehculo, hemos perdido 1%, nocin del tiempo. Al volante va el licenciado Domingo P. Bonea, subdirector del Instituto del Turis- mo. Lo acompaamos don Sexto Chevremont, director fotogrfico dtl Instituto, y el autor.

    Ora el mar que a veces se divisa en la lejana, rompindose en espumas sobre los arrecifes de la costa, o que a veces viene a lamer las mismas ruedas del vehculo; ora una vege- tacin exuberante, que tie de ver- des de distintos matices los llanos costaneros y las mesetas que nacen al linde mismo del mar; ora el cie- lo que sirve de fondo a todos los panoramas boricuas, tachonado de blanco el ail puro y profundo, nos han mantenido sumidos en un si- lencio prolongado, casi reverente.

    No ba sido hasta que nos hemos acercado a Aguadilla nuestro pun- to de destino que hemos articu- lado nuestras primeras palabras. El Ledo. Boneta, un Joven dinmico y emprendedor, se muestra lleno de entusiasmo. Parece que el con- tacto con nuestra naturaleza virgen ha infiltrado nuevos arrestos en el espritu de por si optimista del sub- director del Instituto del Turismo, y su palabra va derramndose aho- ra a raudales.

    Cuando se cre el Instituto nos dice fu con el propsito de extender n todo el pais los inne- gables beneficios del desarrollo tu- rstico Nuestro director, don Enri- que Ortega, hizo una jira por los pueblos ms importantes de la Isla, en los niales conferenci con las personalidades locales sobre las fa- cilidades y perspectivas de las res- pectivas poblaciones respecto d e 1 turismo. Se organizaron entonces comits pro turismo en las cabece- ras de distrito, en los cuales figu- ran los elementos de ms valer