afinidades: canciones a la vista

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109 CANCIONES A LA VISTA La música y el diseño se mezclan. En la mente, las cosas que uno imagina en el plano musical no suenan, son sólo imaginación he- cha de la misma materia que las imágenes del diseño. En ese espacio, la música y los objetos se encuentran en un nivel parecido, como aproximaciones a una idea, y sólo su desarro- llo posterior será el que defina si es música o forma. Quizá por eso, si necesito expresarme puedo tocar un instrumento o dibujar, según el momento. Sin embargo, estos parecidos se alejan porque la música, a diferencia del diseño, transita por métodos más elásticos. Cuando trabajo por encargo, con deman- das concretas, puedo ver que todo es muy flexible, relativo, aunque existan necesidades artísticas reales. Un tema puede tener un tempo determinado, una tonalidad, un compás u otro. La música deviene de algo que, pro- bablemente, sea más subjetivo, por eso nada indica que una elección sea la más válida. En cambio, un objeto diseñado tiene que cumplir con ciertos requisitos que, seguramente, sean más rígidos que los de la música. Siempre tuve un conflicto con los méto- dos, con la proyección, con ser “prolijo”. Mi rigor está dentro de una nube de fanta- sías, algo que nunca termina de estar quieto. Si bien armo mis esquemas de trabajo, todo es intuitivo y comienza con unas pocas anota- ciones, en un lugar interno de ese espacio mental. No se ve lo que pasa hasta que, de repente, el producto sale, las relaciones entre las cosas se encuentran y aparece el objeto musical. Ahí es donde esas sutiles relaciones entre los detalles son más que fundamentales. En el diseño, como en la música, es im- portante que uno encuentre curvas parecidas, ángulos similares, que se combinen y que hagan de la suma de las partes un todo. Para que eso suceda, dejo que mi inconsciente tra- baje mientras que mi lado consciente se torna vigilante e indulgente. Me gusta que pasen cosas de las que no estoy enterado. Cosas que no podría explicar pero que, sin duda, me ge- neran una sonrisa. Me gusta que sucedan sin saber por qué se dan en realidad. Son gestos, finalmente, los que definen los estilos. El diseño me atrajo siempre. Pero cuan- do me di cuenta de lo interesante que podía ser, ya era tarde, había decidido ser músico. La calidad de ciertos objetos me genera un placer automático. Tengo grabadas, en mi recuerdo, la combinación de materiales y la forma redondeada de unos cubiertos que usábamos a diario, en la casa de mis padres cuando era chico. También, encuentro mu- chas relaciones interesantes entre el aspecto de los instrumentos y el placer que produce tocarlos. Probablemente por eso sea tan agradable ver la música en ejecución, por el placer visual que genera la articulación entre el diseño de los instrumentos y el sonido que producen. Cubiertos suecos de fines de los 50, con mango de plástico negro y estructura de acero inoxidable, diseñados por Sigurd Persson para la Skandia Stainless Sweden. Axel Krygier Es músico multiinstrumentista, nació en 1969. Trabajó junto a Daniel Melingo, Kevin Johansen, La Portuaria, Los Pericos, Los Cafres y Watch TV, entre otros, y fue músico invitado de Soda Stereo y Charly García. Ha editado los discos Échale semilla (1999), Secreto y Malibú (2003) y Zorzal (2007). Actualmente, prepara Trois Tangos, para el Theâtre du Rond Point de París. En el espacio creativo del inconsciente, la música y el diseño son iguales. En la práctica, mientras la música se vuelve más flexible, el diseño, más intransigente AXEL KRYGIER GABRIELA ESCOBAR i t

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por Axel Krygier

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Page 1: AFINIDADES: Canciones a la vista

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CanCiones a la vista

La música y el diseño se mezclan. En la mente, las cosas que uno imagina en el plano musical no suenan, son sólo imaginación he-cha de la misma materia que las imágenes del diseño. En ese espacio, la música y los objetos se encuentran en un nivel parecido, como aproximaciones a una idea, y sólo su desarro-llo posterior será el que defina si es música o forma. Quizá por eso, si necesito expresarme puedo tocar un instrumento o dibujar, según el momento. Sin embargo, estos parecidos se alejan porque la música, a diferencia del diseño, transita por métodos más elásticos.

Cuando trabajo por encargo, con deman-das concretas, puedo ver que todo es muy flexible, relativo, aunque existan necesidades artísticas reales. Un tema puede tener un tempo determinado, una tonalidad, un compás u otro. La música deviene de algo que, pro-bablemente, sea más subjetivo, por eso nada indica que una elección sea la más válida. En cambio, un objeto diseñado tiene que cumplir con ciertos requisitos que, seguramente, sean más rígidos que los de la música.

Siempre tuve un conflicto con los méto-dos, con la proyección, con ser “prolijo”.

Mi rigor está dentro de una nube de fanta-sías, algo que nunca termina de estar quieto. Si bien armo mis esquemas de trabajo, todo es intuitivo y comienza con unas pocas anota-ciones, en un lugar interno de ese espacio mental. No se ve lo que pasa hasta que, de repente, el producto sale, las relaciones entre las cosas se encuentran y aparece el objeto musical. Ahí es donde esas sutiles relaciones entre los detalles son más que fundamentales.

En el diseño, como en la música, es im-portante que uno encuentre curvas parecidas, ángulos similares, que se combinen y que hagan de la suma de las partes un todo. Para que eso suceda, dejo que mi inconsciente tra-baje mientras que mi lado consciente se torna vigilante e indulgente. Me gusta que pasen cosas de las que no estoy enterado. Cosas que no podría explicar pero que, sin duda, me ge-neran una sonrisa. Me gusta que sucedan sin saber por qué se dan en realidad. Son gestos, finalmente, los que definen los estilos.

El diseño me atrajo siempre. Pero cuan-do me di cuenta de lo interesante que podía ser, ya era tarde, había decidido ser músico. La calidad de ciertos objetos me genera un placer automático. Tengo grabadas, en mi recuerdo, la combinación de materiales y la forma redondeada de unos cubiertos que usábamos a diario, en la casa de mis padres cuando era chico. También, encuentro mu-chas relaciones interesantes entre el aspecto de los instrumentos y el placer que produce tocarlos. Probablemente por eso sea tan agradable ver la música en ejecución, por el placer visual que genera la articulación entre el diseño de los instrumentos y el sonido que producen.

Cubiertos suecos de fines de los 50, con mango de plástico negro y estructura de acero inoxidable, diseñados por Sigurd Persson para la Skandia Stainless Sweden.

Axel Krygier Es músico multiinstrumentista, nació en 1969. Trabajó junto a Daniel Melingo, Kevin Johansen, La Portuaria, Los Pericos, Los Cafres y Watch TV, entre otros, y fue músico invitado de Soda Stereo y Charly García. Ha editado los discos Échale semilla (1999), Secreto y Malibú (2003) y Zorzal (2007). Actualmente, prepara Trois Tangos, para el Theâtre du Rond Point de París.

En el espacio creativo del inconsciente, la música y el diseño son iguales. En la práctica, mientras la música se vuelve más flexible, el diseño, más intransigente

AxEL krygiEr

gAbriELA ESCobAri

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