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El camino de Dag Hammarskjöld El avión DC6 cayó envuelto en llamas cerca de Ndola, en Rodesia del Norte, después de chocar contra un árbol a pocos kilómetros de la pista de aterrizaje. Los equipos de rescate no hallaron sino a un sobreviviente, que murió dos días más tarde, pero uno de los socorristas recogió, entre los humeantes restos de la aeronave, un chamuscado ejemplar en inglés de la Imitación de Cristo. En la primera página del libro se leía el nombre del pasajero que lo llevaba consigo: Dag Hammarskjöld. Con este nombre fue encabezada la lista de las 14 personas muertas en el desastre. Hammarskjöld había nacido en Jönköping (Suecia) el 29 de julio de 1905, y era miembro de una familia noble que desde el siglo XVIII prestaba sus servicios al país. En abril de 1953 fue elegido Secretario General de la ONU, como sucesor del estadista noruego Trygve Lie en el cargo más imposible del mundo. En cumplimiento de sus funciones Mister H. así lo llamaba la prensaviajó al África el 17 de septiembre de 1961. Quería obtener el apoyo de Moisés Tshombe, líder del bando secesionista del Congo, para una nueva acción de las Naciones Unidas en la turbulenta república. Los dos políticos habían convenido en reunirse el 18 de septiembre, pero a primera hora de ese día la muerte frustró la cita. Hoy se tiene la certeza de que el accidente fue provocado por una intervención criminal, y algunos autores hablan de un ataque de los rebeldes katangueños contra el DC6. Hammarskjöld tal vez presintió la cercanía del fin trágico, porque antes de salir de su oficina en Nueva York escribió: El capítulo termina. Nada me retiene. Todo está listo y todo espera. Después del sepelio de Dag Hammarskjöld en Estocolmo, quienes empacaban sus objetos personales hallaron en su casa del valle del Hudson un manuscrito de su puño y letra. Era una especie de diario como tal lo describía el autorque abarcaba el tiempo comprendido entre 1925 y 1961. Junto al manuscrito fue encontrada una carta del difunto para el diplomático sueco Leif Belgrafe, en la cual le decía: Si consideras que merece la impresión, estás autorizado para ello: es algo así como un libro blanco relativo a mis conversaciones conmigo mismo y con Dios. El diario de Hammarskjöld fue editado en 1963 bajo el título Vägmärken (Marcas en el camino), y es en palabras del presentador de su traducción españolaun documento de intensidad impresionante sobre la vida moral y religiosa de un político

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El camino de Dag Hammarskjöld

El avión DC6 cayó envuelto en llamas cerca de Ndola, en Rodesia del Norte, después de chocar contra un árbol a pocos kilómetros de la pista de aterrizaje. Los equipos de rescate no hallaron sino a un sobreviviente, que murió dos días más tarde, pero uno de los socorristas recogió, entre los humeantes restos de la aeronave, un chamuscado ejemplar en inglés de la Imitación de Cristo. En la primera página del libro se leía el nombre del pasajero que lo llevaba consigo: Dag Hammarskjöld. Con este nombre fue encabezada la lista de las 14 personas muertas en el desastre. Hammarskjöld había nacido en Jönköping (Suecia) el 29 de julio de 1905, y era miembro de una familia noble que desde el siglo XVIII prestaba sus servicios al país. En abril de 1953 fue elegido Secretario General de la ONU, como sucesor del estadista noruego Trygve Lie en el cargo más imposible del mundo. En cumplimiento de sus funciones Mister H. —así lo llamaba la prensa— viajó al África el 17 de septiembre de 1961. Quería obtener el apoyo de Moisés Tshombe, líder del bando secesionista del Congo, para una nueva acción de las Naciones Unidas en la turbulenta república. Los dos políticos habían convenido en reunirse el 18 de septiembre, pero a primera hora de ese día la muerte frustró la cita. Hoy se tiene la certeza de que el accidente fue provocado por una intervención criminal, y algunos autores hablan de un ataque de los rebeldes katangueños contra el DC6. Hammarskjöld tal vez presintió la cercanía del fin trágico, porque antes de salir de su oficina en Nueva York escribió:

El capítulo termina. Nada me retiene. Todo está listo y todo espera.

Después del sepelio de Dag Hammarskjöld en Estocolmo, quienes empacaban sus objetos personales hallaron en su casa del valle del Hudson un manuscrito de su puño y letra. Era una especie de diario —como tal lo describía el autor— que abarcaba el tiempo comprendido entre 1925 y 1961. Junto al manuscrito fue encontrada una carta del difunto para el diplomático sueco Leif Belgrafe, en la cual le decía:

Si consideras que merece la impresión, estás autorizado para ello: es algo así como un libro blanco relativo a mis conversaciones conmigo mismo y con Dios.

El diario de Hammarskjöld fue editado en 1963 bajo el título Vägmärken (Marcas en el camino), y es —en palabras del presentador de su traducción española— un documento de intensidad impresionante sobre la vida moral y religiosa de un político

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eminente que nunca quiso consentir que la vida exterior lo alejara de su mundo más hondo y le hiciera olvidar sus más altas responsabilidades. Al diario pertenecen estos apartes:

No puedes jugar con la bestia que hay dentro de ti sin volverte bestia del todo, ni con la mentira sin perder el derecho a la verdad, ni con la crueldad sin perder la delicadeza de sentimientos. Quien quiere conservar puro su jardín no deja tierra para las malas hierbas. La bondad es algo muy simple: existir siempre para los demás, no buscarse jamás a sí mismo. La posición no te concede jamás el derecho de mando. Sólo la obligación de vivir de tal manera que los demás tengan que aceptar tus órdenes sin humillarse. Lo más difícil: morir correctamente. Solamente es auténtica la dignidad que no resulta disminuida por la indiferencia de los demás. Es más importante penetrar en los propios móviles que comprender los motivos ajenos. Cada mañana hay que tender el cuenco de nuestro ser para recibir, soportar y devolver.

Dag Hammarskjöld —muerto violentamente cuando pretendía llevar la paz a las tierras del Congo— supo siempre leer las marcas de su camino. MARIO MADRID-MALO GARIZÁBAL Otras siluetas para una historia de los derechos humanos Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Bogotá, D.C., 2009, pp. 247-249