45 07-11-2014.pdf

11
Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año XLVI, número 45 (2.389) Ciudad del Vaticano 7 de noviembre de 2014 Misa en el cementerio del Verano en la fiesta de Todos los santos La creación devastada En un editorial de la revista «Études» sobre la eutanasia El derecho inexistente En sufragio de los cardenales y obispos difuntos Ante el sepulcro vacío PÁGINA 5 Una relectura del «Martín Fierro» Si el gaucho nos enseña que la crisis es un problema moral JORGE M. BERGO GLIO EN PÁGINA 2 Desde los evangelios hasta el Sínodo La mirada de Jesús a la familia MAURIZIO GRONCHI EN PÁGINA 10 FERDINAND O CANCELLI «E sta es la gran debilidad de muchas sociedades occidentales, el hecho de que confundan lo que es moral con lo que es legal. Y lo que ya no es condenado por la ley llega a ser ve- lozmente objeto de un derecho». La frase de Patrick Verspieren, jesuita y experto en bioética, está tomada del editorial del último número de la revista «Études» y se refiere a la le- galización de eutanasia y suicidio asistido que tuvo lugar en algunos países. Verspieren, al comentar la posi- ción de Corinne Van Oost, autora de un libro publicado en Bélgica a mediados de septiembre con el pro- vocador título Médecin et catholique je pratique l’euthanasie («Como mé- dica y como católica yo practico la eutanasia»), denuncia un riesgo de banalización y casi de costumbre respecto a hechos moralmente ina- ceptables cuando estos últimos son permitidos por la ley. Para el médi- co —en especial para quien trabaja tratando de asegurar a los moribun- dos la mejor condición de vida po- sible— esto representa el enorme riesgo de «perder el sentido de la transgresión que representa cada homicidio» y de acostumbrarse a la idea de que se pueda servir a la vi- da ayudando a morir. Las palabras de Verspieren se pueden leer tam- bién de modo más amplio respecto a las fundamentales cuestiones de bioética y de bioderecho presentes, a menudo de modo tan emocional y poco meditado, en nuestras socie- dades. Muchas veces se afirmó que la ley tendería a reglamentar algunas prácticas ocultas con el fin de ha- cerlas más seguras. La base a partir de la cual se movería el legislador sería, en otras palabras, un compor- tamiento ya presente en la sociedad: las eutanasias ocultas, los abortos clandestinos y el uso de sustancias estupefacientes, por poner sólo al- gunos ejemplos. El problema es que a menudo dar «factibilidad legal» a tales comportamientos puede termi- nar —esto es lo que nos dice con claridad Verspieren— por hacerlos también «moralmente aceptables», derribando ante los ojos de muchos, y también en nombre de la ley, los últimos obstáculos para su realiza- ción. Es como si se instaurase un círculo vicioso con consecuencias extremas: rápidamente se converti- ría en un «derecho» lo que hasta hace poco tiempo antes era ilegal. También velozmente la ley perdería la propia positiva función educati- va, cortando toda referencia moral, y la medicina misma se vería altera- da en sus principios deontológicos. Está claro —se deduce de las pa- labras de Patrick Verspieren y de las de la doctora Van Oost— que es aparentemente más fácil complacer los deseos, incluso ocultos, de la so- ciedad que remitirse a claros princi- pios morales que incluso fueron y deberían seguir siendo los pilares fundamentales del derecho en los países así llamados avanzados. Está claro también, sin embargo, que complacer tales deseos cediendo a presuntos derechos inexistentes puede, por un lado, impulsar la ley a ir en la misma dirección y, por otro, generar un sentido de profun- do sufrimiento e inquietud. «Practi- car la eutanasia —admite Van Oost— significa correr el riesgo de acos- tumbrarse. Con el paso de los años lo hago cada vez con menos miedo, pero tengo de todos modos la im- presión de ser la primera perdedora. Como médica y como cristiana». El médico y el legislador tienen iguales responsabilidades y están llamados juntamente a la valentía, a tener el valor de ir en la justa direc- ción, interrumpiendo ese círculo vi- cioso que tiende sencillamente a le- gitimar y, al final, a incentivar todo deseo. El Papa a la Catholic Fraternity Con el ritmo del respiro Cuando el hombre se adueña de todo creyéndose Dios, se convierte en ar- tífice de devastación y destrucción. Al celebrar la misa en el cementerio ro- mano del Verano, el sábado 1 de noviembre, por la tarde, el Papa Francis- co denunció con tono preocupante el «egoísmo de los devastadores» que destruyen la creación y siembran por doquier restos de muerte. El Pontífi- ce habló de una auténtica «industria de la destrucción», que en todo el mundo alimenta las guerras y difunde la «cultura del descarte». En su ho- milía el Papa Francisco evocó la imagen de tantos pobres obligados a abandonar su tierra y a vivir sin casa, medicinas y alimento: «parece —constató— que esta gente, estos niños hambrientos, enfermos, parece que no cuentan, que son de otra especie, que no son humanos». HOMILÍA EN PÁGINA 6 «Cuando inspiramos, en la oración, recibimos el aire nuevo del Espíritu, y, al espirarlo, anuncia- mos a Jesucristo, suscitado por el mismo Espíri- tu». Con esta imagen el Papa Francisco invitó a los miembros de la «Catholic Fraternity of Cha- rismatic Covenant Communities and Fellows- hips», a quienes recibió en audiencia en el aula Pablo VI el viernes 31 de octubre, por la mañana, a «conocer y aceptar con alegría los diferentes dones que el Espíritu Santo da a cada uno, y ponerlos al servicio de todos en la Iglesia». PÁGINA 3

Upload: gustavo-casas-espinoza

Post on 20-Nov-2015

212 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • Nmero suelto 1,00. Nmero atrasado 2,00

    LO S S E RVATOR E ROMANOEDICIN SEMANAL

    Unicuique suum

    EN LENGUA ESPAOLANon praevalebunt

    Ao XLVI, nmero 45 (2.389) Ciudad del Vaticano 7 de noviembre de 2014

    Misa en el cementerio del Verano en la fiesta de Todos los santos

    La creacin devastadaEn un editorial de la revista tudes sobre la eutanasia

    El derecho inexistente

    En sufragio de los cardenales y obispos difuntos

    Ante el sepulcro vaco

    PGINA 5

    Una relectura del Martn Fierro

    Si el gaucho nos enseaque la crisis es un problema moral

    JORGE M. BERGO GLIO EN PGINA 2

    Desde los evangelios hasta el Snodo

    La mirada de Jessa la familia

    MAU R I Z I O GRONCHI EN PGINA 10

    FERDINAND O CANCELLI

    E sta es la gran debilidadde muchas sociedadesoccidentales, el hecho deque confundan lo que es moral conlo que es legal. Y lo que ya no escondenado por la ley llega a ser ve-lozmente objeto de un derecho. Lafrase de Patrick Verspieren, jesuita yexperto en biotica, est tomada deleditorial del ltimo nmero de larevista tudes y se refiere a la le-galizacin de eutanasia y suicidioasistido que tuvo lugar en algunospases.

    Verspieren, al comentar la posi-cin de Corinne Van Oost, autorade un libro publicado en Blgica amediados de septiembre con el pro-vocador ttulo Mdecin et catholiqueje pratique leuthanasie (Como m-dica y como catlica yo practico laeutanasia), denuncia un riesgo debanalizacin y casi de costumbrerespecto a hechos moralmente ina-ceptables cuando estos ltimos sonpermitidos por la ley. Para el mdi-co en especial para quien trabajatratando de asegurar a los moribun-dos la mejor condicin de vida po-sible esto representa el enormeriesgo de perder el sentido de latransgresin que representa cadahomicidio y de acostumbrarse a laidea de que se pueda servir a la vi-da ayudando a morir. Las palabrasde Verspieren se pueden leer tam-bin de modo ms amplio respectoa las fundamentales cuestiones debiotica y de bioderecho presentes,a menudo de modo tan emocional

    y poco meditado, en nuestras socie-dades.

    Muchas veces se afirm que laley tendera a reglamentar algunasprcticas ocultas con el fin de ha-cerlas ms seguras. La base a partirde la cual se movera el legisladorsera, en otras palabras, un compor-tamiento ya presente en la sociedad:las eutanasias ocultas, los abortosclandestinos y el uso de sustanciasestupefacientes, por poner slo al-gunos ejemplos. El problema es quea menudo dar factibilidad legal atales comportamientos puede termi-nar esto es lo que nos dice conclaridad Verspieren por hacerlostambin moralmente aceptables,derribando ante los ojos de muchos,y tambin en nombre de la ley, losltimos obstculos para su realiza-cin. Es como si se instaurase uncrculo vicioso con consecuenciasextremas: rpidamente se converti-ra en un derecho lo que hastahace poco tiempo antes era ilegal.Tambin velozmente la ley perderala propia positiva funcin educati-va, cortando toda referencia moral,y la medicina misma se vera altera-da en sus principios deontolgicos.

    Est claro se deduce de las pa-labras de Patrick Verspieren y de lasde la doctora Van Oost que esaparentemente ms fcil complacerlos deseos, incluso ocultos, de la so-ciedad que remitirse a claros princi-pios morales que incluso fueron ydeberan seguir siendo los pilaresfundamentales del derecho en lospases as llamados avanzados. Estclaro tambin, sin embargo, quecomplacer tales deseos cediendo apresuntos derechos inexistentespuede, por un lado, impulsar la leya ir en la misma direccin y, porotro, generar un sentido de profun-do sufrimiento e inquietud. Practi-car la eutanasia admite Van Oostsignifica correr el riesgo de acos-tumbrarse. Con el paso de los aoslo hago cada vez con menos miedo,pero tengo de todos modos la im-presin de ser la primera perdedora.Como mdica y como cristiana.

    El mdico y el legislador tieneniguales responsabilidades y estnllamados juntamente a la valenta, atener el valor de ir en la justa direc-cin, interrumpiendo ese crculo vi-cioso que tiende sencillamente a le-gitimar y, al final, a incentivar tododeseo.

    El Papa a la Catholic Fraternity

    Con el ritmo del respiro

    Cuando el hombre se aduea de todo creyndose Dios, se convierte en ar-tfice de devastacin y destruccin. Al celebrar la misa en el cementerio ro-mano del Verano, el sbado 1 de noviembre, por la tarde, el Papa Francis-co denunci con tono preocupante el egosmo de los devastadores quedestruyen la creacin y siembran por doquier restos de muerte. El Pontfi-ce habl de una autntica industria de la destruccin, que en todo elmundo alimenta las guerras y difunde la cultura del descarte. En su ho-mila el Papa Francisco evoc la imagen de tantos pobres obligados aabandonar su tierra y a vivir sin casa, medicinas y alimento: parececonstat que esta gente, estos nios hambrientos, enfermos, parece queno cuentan, que son de otra especie, que no son humanos.

    HOMILA EN PGINA 6

    Cuando inspiramos, en la oracin, recibimos elaire nuevo del Espritu, y, al espirarlo, anuncia-mos a Jesucristo, suscitado por el mismo Espri-tu. Con esta imagen el Papa Francisco invit alos miembros de la Catholic Fraternity of Cha-rismatic Covenant Communities and Fellows-hips, a quienes recibi en audiencia en el aulaPablo VI el viernes 31 de octubre, por la maana,a conocer y aceptar con alegra los diferentesdones que el Espritu Santo da a cada uno, yponerlos al servicio de todos en la Iglesia.

    PGINA 3

  • LOSSERVATORE ROMANOEDICIN SEMANAL

    Unicuique suumEN LENGUA ESPAOLANon praevalebunt

    Ciudad del Vaticanoe d . e s p a n o l a @ o s s ro m .v a

    w w w. o s s e r v a t o re ro m a n o .v a

    GI O VA N N I MARIA VIANd i re c t o r

    Marta Lagoredactor jefe de la edicin

    Redaccinvia del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano

    telfono 39 06 698 99410

    TIPO GRAFIA VAT I C A N A EDITRICELOS S E R VAT O R E ROMANO

    don Sergio Pellini S.D.B.director general

    Servicio fotogrficop h o t o @ o s s ro m .v a

    Publicidad: Il Sole 24 Ore S.p.A.System Comunicazione Pubblicitaria

    Via Monte Rosa 91, 20149 Milanos e g re t e r i a d i re z i o n e s y s t e m @ i l s o l e 2 4 o re . c o m

    Tarifas de suscripcin: Italia - Vaticano: 58.00; Europa (Espaa + I VA ): 100.00 - $ 148.00; AmricaLatina, frica, Asia: 110.00 - $ 160.00; Amrica del Norte, Oceana: 162.00 - $ 240.00.Administracin: 00120 Ciudad del Vaticano, telfono + 39 06 698 99 480, fax + 39 06 698 85 164,e-mail: [email protected] Mxico: Arquidicesis primada de Mxico. Direccin de Comunicacin Social. San Juan de Dios,222-C. Col. Villa Lzaro Crdenas. CP 14370. Del. Tlalpan. Mxico, D.F.; telfono + 52 55 5594 11 25,+ 52 55 5518 40 99; e-mail: [email protected], or.mexico@ossrom .v a .En Argentina: Arzobispado de Mercedes-Lujn; calle 24, 735, 6600 Mercedes (B), Argentina; telfono y fax+ 2324 428 102/432 412; e-mail: [email protected] Per: Editorial salesiana, Avenida Brasil 220, Lima 5, Per; telfono + 51 42 357 82; fax + 51 431 67 82;e-mail: [email protected].

    pgina 2 LOSSERVATORE ROMANO viernes 7 de noviembre de 2014, nmero 45

    JORGE MARIO BERGO GLIO

    Es curioso. Solamente viendo elttulo del libro, antes inclusode abrirlo, ya encuentro suge-rentes motivos de reflexin acerca delos ncleos de nuestra identidad co-mo nacin. El gaucho Martn Fierro(as se llam el primer libro publica-do, despus conocido como laIda). Qu tiene que ver el gau-cho con nosotros? Si viviramos enel campo, trabajando con los anima-les, o al menos en pueblos rurales,con un mayor contacto con la tierrasera ms fcil comprender... Ennuestras grandes ciudades clara-mente en Buenos Aires mucha gen-te recordar el caballo de la calesitao los corrales de Mataderos como loms cercano a la experiencia ecues-tre que haya pasado por su vida.

    Y hace falta hacer notar que msdel 86% de los argentinos viven engrandes ciudades? Para la mayorade nuestros jvenes y nios, el mun-do del Martn Fierro es mucho msajeno que los escenarios mstico-fu-turistas de los comics japoneses.

    Esto est muy relacionado, porsupuesto, con el fenmeno de la glo-balizacin. Desde Bangkok hastaSo Paulo, desde Buenos Aires hastaLos ngeles o Sydney, muchsimosjvenes escuchan a los mismos msi-cos, los nios ven los mismos dibu-jos animados, las familias se visten,comen y se divierten en las mismascadenas. La produccin y el comer-cio circulan a travs de las cada vezms permeables fronteras nacionales.Conceptos, religiones y formas devida se nos hacen ms prximas atravs de los medios de comunica-cin y el turismo.

    Sin embargo, esta globalizacin esuna realidad ambigua. Muchos fac-

    de seres humanos de los beneficiosdel desarrollo cuestionan seriamenteesta mundializacin. La constitucinde una familia humana solidaria yfraterna en este contexto sigue sien-do una utopa.

    Un verdadero crecimiento en laconciencia de la humanidad nopuede fundarse en otra cosaque en la prctica del dilo-go y el amor. Dilogo yamor suponen el reconoci-miento del otro comootro, la aceptacin de ladiversidad. Slo as pue-de fundarse el valor dela comunidad: no preten-diendo que el otro se su-bordine a mis criterios yprioridades, no absorbien-do al otro, sino reconociendo co-mo valioso lo que el otro es, cele-brando esa diversidad que nos en-riquece a todos. Lo contrario esmero narcisismo, mero imperialis-mo, mera necedad.

    Esto tambin debe leerse en ladireccin inversa: cmo puedo dia-logar, cmo puedo amar, cmo pue-do construir algo comn si dejo di-luirse, perderse, desaparecer lo quehubiera sido mi aporte? La globali-zacin como imposicin unidireccio-nal y uniformante de valores, prcti-cas y mercancas va de la mano conla integracin entendida como imita-cin y subordinacin cultural, inte-lectual y espiritual. Entonces, ni pro-fetas del aislamiento, ermitaos loca-listas en un mundo global, ni desce-rebrados y mimticos pasajeros delfurgn de cola, admirando los fue-gos artificiales del Mundo (de losotros) con la boca abierta y aplausosp ro g r a m a d o s .

    Slo podemos abrir con provechonuestro poema nacional si caemos

    de perderse, qu es, en definitiva?Qu es lo que me vincula, meliga, a otras personas en un lugardeterminado, hasta el punto de com-partir un mismo destino?

    Permtanme adelantar una res-puesta: se trata de una cuestin ti-ca. El fundamento de la relacin en-tre la moral y lo social se halla justa-mente en ese espacio (tan esquivo,por otra parte) en que el hombre eshombre en la sociedad, animal pol-tico, como diran Aristteles y todala tradicin republicana clsica. Esesta naturaleza social del hombre laque fundamenta la posibilidad deun contrato entre los individuos li-bres, como propone la tradicin de-mocrtica liberal (tradiciones tantasveces opuestas, como lo demuestranmultitud de enfrentamientos ennuestra historia).

    Entonces, plantear la crisis comoun problema moral supondr la ne-cesidad de volver a referirse a los va-lores humanos, universales, que Diosha sembrado en el corazn del hom-bre y que van madurando con el cre-cimiento personal y comunitario.Cuando los obispos repetimos una yotra vez que la crisis es fundamen-talmente moral, no se trata de esgri-mir un moralismo barato, una reduc-cin de lo poltico, lo social y loeconmico a una cuestin individualde la conciencia. Esto sera morali-na. No estamos llevando agua pa-ra el propio molino (dado que la

    conciencia y lo moral es uno de loscampos donde la Iglesia tiene com-petencia ms propiamente), sino in-tentando apuntar a las valoracionescolectivas que se han expresado enactitudes, acciones y procesos de ti-po histrico-poltico y social. Las ac-ciones libres de los seres humanos,

    adems de su peso en lo quehace a la responsabilidad in-dividual, tienen consecuen-cias de largo alcance: gene-ran estructuras que perma-

    necen en el tiempo, difunden unclima en el cual determinados valo-

    res pueden ocupar un lugar centralen la vida pblica o quedar mar-ginados de la cultura vigente. Y

    esto tambin cae dentro delmbito moral.

    Por eso debemos reencon-trar el modo particular quenos hemos dado, en nuestrahistoria, para convivir, for-

    mar una comunidad.Desde este punto de vista,

    retomemos el poema. Como todorelato popular, Martn Fierro co-

    mienza con una descripcin del pa-raso original. Pinta una realidadidlica, en la cual el gaucho vive conel ritmo calmo de la naturaleza, ro-deado de sus afectos, trabajando conalegra y habilidad, divirtindose consus compaeros, integrado en unmodo de vida sencillo y humano. Aqu apunta esto?

    En primer lugar, no movi al au-tor una especie de nostalgia por elEdn gauchesco perdido. El re-curso literario de pintar una situa-cin ideal al comienzo no es msque una presentacin inicial del mis-mo ideal. El valor a plasmar no estatrs, en el origen, sino adelante,en el proyecto.

    Se trata de poner el final al prin-cipio (idea, por otro lado, profun-damente bblica y cristiana). La di-reccin que otorguemos a nuestraconvivencia tendr que ver con el ti-po de sociedad que queramos for-mar: es el telostipo. Ah est la clavedel talante de un pueblo. Ello nosignifica ignorar los elementos biol-gicos, psicolgicos y psicosocialesque influyen en el campo de nues-tras decisiones. No podemos evitarcargar (en el sentido negativo de l-mites, condicionamientos, lastres,pero tambin en el positivo de llevarcon nosotros, incorporar, sumar, in-tegrar) con la herencia recibida, lasconductas, preferencias y valores quese han ido constituyendo a lo largodel tiempo.

    Pero una perspectiva cristiana (yeste es uno de los aportes del cristia-nismo a la humanidad en su conjun-to) sabe valorar tanto lo dado, loque ya est en el hombre y no puedeser de otra forma, como lo que brotade su libertad, de su apertura a lonuevo, en definitiva, de su espritu

    SIGUE EN LA PGINA 10

    Un gaucho en un dibujo de finales del siglo XIX

    Poema picoPublicamos el prlogo de la edicin italia-na del poema pico Martn Fierro tomadodel libro Educar: exigencia y pasin. Desafospara educadores cristianos incluido en Labiblioteca di Papa Francesco dirigida porel jesuita Antonio Spadaro.

    tores parecen llevarnos a suprimir lasbarreras culturales que impedan elreconocimiento de la comn digni-dad de los seres humanos, aceptan-do la diversidad de condiciones, ra-zas, sexo o cultura. Jams la huma-nidad tuvo como ahora la posibili-dad de constituir una comunidadmundial plurifactica y solidaria.

    Pero, por otro lado, la indiferenciareinante ante los desequilibrios so-ciales crecientes, la imposicin unila-teral de valores y costumbres porparte de algunas culturas, la crisisecolgica y la exclusin de millones

    sus decisiones, producciones e idea-les amasaron la realidad de la cualhoy somos parte, la que hoy nosafecta directamente.

    Justamente esa productividad,esos efectos, esa capacidad de serubicado en la dinmica real de lahistoria, es lo que hace del MartnFierro un poema nacional. No laguitarra, el maln y la payada.

    Ante la crisis vuelve a ser necesa-rio respondernos a la pregunta defondo: en qu se fundamenta loque llamamos vnculo social? Esoque decimos que est en serio riesgo

    en la cuenta de que loque all se narra tieneque ver directamente connosotros aqu y ahora yno porque seamos gau-chos o usemos poncho,sino porque el dramaque nos narra Hernndezse ubica en la historiareal cuyo devenir nos tra-jo hasta aqu. Los hom-bres y mujeres reflejadosen el tiempo del relatovivieron en esta tierra, y

    Una relectura del Martn Fierro de Jos Hernndez como gran metfora del pre s e n t e

    Si el gaucho nos ensea que la crisis es un problema moral

  • nmero 45, viernes 7 de noviembre de 2014 LOSSERVATORE ROMANO pgina 3

    El Papa Francisco invita a los carismticos a no temer a las diversidades y a buscar la unidad que es obra del Espritu

    Con el ritmo del respiroCuando inspiramos, en la oracin,recibimos el aire nuevo del Espritu, y,al espirarlo, anunciamos a Jesucristo,suscitado por el mismo Espritu. Conesta imagen el Papa Francisco invit alos miembros de la CatholicFraternity of Charismatic CovenantCommunities and Fellowships, aquienes recibi en audiencia en el aulaPablo VI el viernes 31 de octubre, porla maana, a conocer y aceptar conalegra los diferentes dones que elEspritu Santo da a cada uno, yponerlos al servicio de todos en laIglesia.Queridos hermanos y hermanas,bienvenidos!

    Os agradezco vuestra acogida y ossaludo a todos con afecto. S que laCatholic Fraternity ya tuvo el encuen-tro con el ejecutivo y el consejo, yque esta tarde comenzaris la XVIConferencia internacional con elquerido padre Raniero.

    Habis tenido la amabilidad deenviarme el programa, y veo que ca-da encuentro inicia con el discursoque dirig a la Renovacin Carism-tica con ocasin del encuentro en elestadio olmpico el pasado mes dejunio.

    Ante todo, quiero felicitaros por-que habis comenzado lo que enaquel momento era un deseo. Desdehace casi dos meses la Catholic Fra-ternity y el ICCRS comenzaron a tra-bajar compartiendo la misma oficinaen el palacio san Calixto, dentro delArca de No. Soy consciente deque no debe haber sido fcil tomaresta decisin, y os agradezco de co-razn este testimonio de unidad, es-ta corriente de Gracia que estisdando a todo el mundo.

    Quiero profundizar algunos temasque considero importantes.

    Unidad en la diversidad. La uni-formidad no es catlica, no es cris-tiana. La unidad en la diversidad.La unidad catlica es diversa, peroes una. Es curioso! El mismo quehace la diversidad, es el mismo quedespus hace la unidad: el EsprituSanto. Hace las dos cosas: unidaden la diversidad. La unidad no esuniformidad, no es hacer obligato-riamente todo junto, ni pensar delmismo modo, ni mucho menos per-der la identidad. La unidad en la di-versidad es precisamente lo contra-rio, es reconocer y aceptar con ale-gra los diferentes dones que el Esp-ritu Santo da a cada uno, y ponerlosal servicio de todos en la Iglesia.

    Hoy, en el pasaje del Evangelioque hemos ledo en la misa, estabaesta uniformidad de esos hombresapegados a la letra: No se debe ha-cer as, hasta tal punto que el Se-or tuvo que preguntar: Dime, sepuede hacer el bien el sbado, ono?. Este es el peligro de la unifor-midad. La unidad es saber escuchar,aceptar las diferencias, tener la liber-tad de pensar diversamente, y mani-festarlo. Con todo respeto hacia elotro, que es mi hermano. No ten-gis miedo de las diferencias! Comodije en la exhortacin Evangelii gau-dium: El modelo no es la esfera,que no es superior a las partes, don-de cada punto es equidistante delcentro y no hay diferencias entre

    unos y otros. El modelo es el polie-dro, que refleja la confluencia de to-das las parcialidades que en l con-servan su originalidad (n. 236) peroconstruyen la unidad.

    Vi en el opsculo, en el que estnlos nombres de las Comunidades,que la frase que habis elegido paraponer al comienzo es la que dice:compartir con todos en la Iglesiael Bautismo en el Espritu Santo.La Iglesia tiene necesidad del Espri-tu Santo, faltara ms! Todo cristia-no, en su vida, tiene necesidad deabrir su corazn a la accin santifi-cadora del Espritu Santo. El Espri-tu, prometido por el Padre, es aquelque nos revela a Jesucristo, que nosda la posibilidad de decir: Jess. Sinel Espritu, no podramos decirlo. lrevela a Jesucristo, nos conduce alencuentro personal con l, y ascambia nuestra vida. Una pregunta:Vivs esta experiencia? Compar-tidla! Y para compartirla, es necesa-rio vivirla, ser testigos de esto.

    El tema que habis elegido para elCongreso es Alabanza y adoracinpara una nueva evangelizacin. Deesto hablar el padre Raniero, maes-tro de oracin. La alabanza es la ins-piracin que nos da vida, porque esla intimidad con Dios, que aumentacon la alabanza cada da. Hace tiem-po escuch este ejemplo, que me pa-rece muy apropiado: la respiracinpara el ser humano. La respiracinest constituida por dos fases: inspi-rar, es decir, introducir aire, y espi-rar, dejarlo salir. La vida espiritual sealimenta, se nutre de la oracin y semanifiesta en la misin: inspiracin,la oracin y espiracin. Cuando ins-piramos, en la oracin, recibimos elaire nuevo del Espritu, y, al espirar-lo, anunciamos a Jesucristo, suscita-do por el mismo Espritu.

    Nadie puede vivir sin respirar. Lomismo es para el cristiano: sin la ala-banza y sin la misin, no vive comocristiano. Y con la alabanza, la ado-ra c i n . Se habla de adorar, se hablapoco. Qu se hace en la ora-cin?. Pido cosas a Dios, doy gra-cias, se intercede. La adoracin,adorar a Dios. Esto es parte de larespiracin: la alabanza y la adora-cin.

    La Renovacin Carismtica recor-d a la Iglesia la necesidad y la im-portancia de la oracin de alabanza.Cuando se habla de oracin de ala-banza en la Iglesia vienen a la me-moria los carismticos. Cuando ha-bl de la oracin de alabanza duran-te una misa en Santa Marta, dijeque no es slo la oracin de los ca-rismticos, sino de toda la Iglesia.Es el reconocimiento del seoro deDios sobre nosotros y sobre toda lacreacin, expresado en la danza, enla msica y en el canto.

    Ahora quiero retomar algunos pa-sajes significativos de aquella homi-la: La oracin de alabanza es unaoracin cristiana, para todos noso-tros. En la misa, todos los das,cuando cantamos repitiendo Santo,Santo, Santo..., esta es una oracinde alabanza, alabamos a Dios por sugrandeza, porque es grande. Y ledecimos cosas hermosas, porque anosotros nos gusta que sea as... Laoracin de alabanza nos hace fecun-dos. Sara bailaba en el momentogrande de su fecundidad, a los no-venta aos. La fecundidad alaba alSeor. El hombre o la mujer quealaba al Seor, que reza alabando alSeor y cuando lo hace es feliz dedecirlo, y goza cuando canta elSanctus en la misa, es un hombre ouna mujer fecundos. Pensemos cunhermoso es hacer oraciones de ala-banza. Esta debe ser nuestra oracinde alabanza, y, cuando la elevamosal Seor, debemos decir a nuestrocorazn: Levntate corazn, porqueests ante el rey de la gloria (Misa

    ecumnica. Sobre este tema el beatoPablo VI, en su magnfica y actualsi-ma exhortacin sobre la evangeliza-cin, dice: la fuerza de la evan-gelizacin quedar muy debilitada silos que anuncian el Evangelio estndivididos entre s por tantas clasesde rupturas. No estar quizs ahhoy uno de los grandes males de laevangelizacin? El testamento espiri-tual del Seor nos dice que la uni-dad entre sus seguidores no es sola-mente la prueba de que somos su-yos, sino tambin la prueba de quel es el enviado del Padre, criteriode credibilidad de los cristianos ydel mismo Cristo. S, la suerte de laevangelizacin est ciertamente vin-culada al testimonio de unidad dadopor la Iglesia. He aqu una fuentede responsabilidad, pero tambin deconsuelo (Evangelii nuntiandi, 77).Hasta aqu, el beato Pablo VI.

    Ecumenismo espiritual, rezar jun-tos y anunciar juntos que Jess es elSeor, y obrar juntos en ayuda delos pobres, en todas sus pobrezas.Esto se debe hacer, y no olvidar quehoy la sangre de Jess, derramadapor sus numerosos mrtires cristia-nos en diversas partes del mundo,nos interpela y nos impulsa a la uni-dad. Para los perseguidores, noso-tros no estamos divididos, no somosluteranos, ortodoxos, evanglicos,catlicos... No! Somos uno! Paralos perseguidores, somos cristianos.No les interesa otra cosa. Es el ecu-menismo de la sangre que se viveh o y.

    Recordadlo: buscad la unidad,que es obra del Espritu Santo, y notemis la diversidad. La respiracindel cristiano, que deja entrar el airesiempre nuevo del Espritu Santo ylo espira al mundo. Oracin de ala-banza y misin. Compartid el bau-tismo en el Espritu Santo con todosen la Iglesia. Ecumenismo espiritualy ecumenismo de la sangre. La uni-dad del Cuerpo de Cristo. Preparada la Esposa para el Esposo que vie-ne. Una sola Esposa. Todos (cf. Ap22, 17).

    Por ltimo, una mencin especial,adems de mi agradecimiento, paratodos estos jvenes msicos que vie-nen del norte de Brasil y que hantocado al inicio; espero que sigan to-cando un poco ms. Me han recibi-do con mucho afecto con el cantoVive Jess, el Seor. S que hanpreparado algo ms, y os invito a to-dos a escucharlos antes de saludar-nos. Gracias.

    en Santa Marta, 28 de enerode 2014).

    Junto con la oracin de ala-banza, la oracin de interce-sin es hoy un clamor al Padrepor nuestros hermanos cristia-nos perseguidos y asesinados,y por la paz en nuestro mundoconmo cionado.

    Alabad siempre al Seor, nodejis de hacerlo, alabadlo ca-da vez ms, incesantemente.Me hablaron de grupos deoracin de la Renovacin Ca-rismtica que rezan juntos elrosario. La oracin a la Virgenno debe faltar jams, jams!Pero cuando os reunis, alabadal Seor.

    Veo entre vosotros a un que-rido amigo, el pastor GiovanniTraettino, a quien visit hacepoco. Catholic Fraternity: Noolvides tus orgenes, no olvidesque la Renovacin Carismticaes, por su misma naturaleza,

  • pgina 4 LOSSERVATORE ROMANO viernes 7 de noviembre de 2014, nmero 45

    Audiencia a una delegacin de la Conferencia internacional de los obispos veterocatlicos de la Unin de Utrecht

    La unidad inicia convirtiendo el coraznEl camino hacia la unidad inicia conuna conversin del corazn: lo recordel Papa Francisco a la delegacin dela Conferencia internacional de losobispos veterocatlicos de la Unin deUtrecht, que recibi en audiencia eljueves 30 de octubre. Al hablar de unacreciente distancia sobre temasconcernientes al ministerio y aldiscernimiento tico, el Pontficepropuso una reflexin sobre el viajeecumnico comn para dar untestimonio creble de las verdades y delos valores del Evangelio en unaEuropa confundida acerca de suidentidad y su vocacin pero sedientade Dios.

    Vuestra Gracia, eminencia,excelencias:

    Dirijo mi cordial saludo a losmiembros de la Conferencia de losobispos veterocatlicos de la Uninde Utrecht. Vuestra visita nos ofreceuna ocasin proficua para reflexio-nar sobre nuestro viaje ecumnicocomn.

    Este ao se celebra el quincuagsi-mo aniversario de la promulgacindel decreto sobre el ecumenismo delConcilio Vaticano II, Unitatis redinte-g ra t i o , que inaugur una nueva erade relaciones ecumnicas y de com-promiso en la bsqueda de la uni-dad de los discpulos de Cristo. Paratodos nosotros, el trabajo de la Co-misin internacional de dilogo ca-tlica-veterocatlica desempea unpapel significativo en la bsquedade una creciente fidelidad a la ora-cin del Seor que todos seanuno (Jn 17, 21). Fue posible cons-truir puentes de entendimiento rec-proco y de cooperacin prctica. Serealizaron acuerdos y detectaron di-ferencias de manera cada vez msprecisas, situndolas en contextosnuevos.

    Si, por una parte, nos alegramoscada vez que podemos realizar ulte-

    riores pasos hacia una comuninms firme de fe y de vida, por otra,nos entristecemos al tomar concien-cia de los nuevos desacuerdos quesurgieron entre nosotros en el cursode los aos. Las cuestiones eclesiol-gicas y teolgicas que acompaaronnuestra separacin son ahora ms di-fciles de superar por causa de nues-tra creciente distancia sobre temasconcernientes al ministerio y al dis-cernimiento tico.

    El desafo que catlicos y vetero-catlicos tienen que afrontar es, porconsiguiente, el de perseverar en undilogo teolgico sustancial y conti-nuar caminando juntos, rezando jun-tos y trabajando juntos con un esp-ritu ms profundo de conversin atodo lo que Cristo quiere para suIglesia. En nuestra separacin exis-tieron, por ambas partes, pecadosgraves y debilidades humanas. Conun espritu de mutuo perdn y dehumilde arrepentimiento, ahora ne-cesitamos fortalecer nuestro deseo dereconciliacin y de paz. El caminohacia la unidad inicia con una con-

    versin del corazn, con una conver-sin interior (cf. Unitatis redintegra-tio, 4). Es un viaje espiritual desde elencuentro a la amistad, de la amis-tad a la fraternidad, de la fraterni-dad a la comunin. A lo largo delrecorrido, el cambio es inevitable.Tenemos que estar siempre dispues-tos a escuchar y seguir las sugeren-cias del Espritu que nos gua haciala verdad plena (cf. Jn 16, 13).

    Mientras tanto, en el corazn deEuropa, tan confundida acerca de su

    identidad y su vocacin, existen mu-chas zonas en las que catlicos y ve-terocatlicos pueden colaborar, tra-tando de responder a la profundacrisis espiritual que afecta a los indi-viduos y a la sociedad. Hay sed deDios. Hay un profundo deseo de re-descubrir el sentido de la vida. Yhay una urgente necesidad de darun testimonio creble de las verdadesy de los valores del Evangelio. Enesto podemos apoyarnos y alentar-nos mutuamente, sobre todo a nivelde parroquias y de comunidades lo-cales. En efecto, el alma del ecume-nismo consiste en la conversin delcorazn y en la santidad de vida,juntamente con las oraciones priva-das y pblicas por la unidad de loscristianos (Unitatis redintegratio, 8).Orando unos por otros y unos conotros, nuestras diferencias sernaceptadas y superadas en la fideli-dad al Seor y a su Evangelio.

    Soy consciente del hecho que elsanto propsito de reconciliar a to-dos los cristianos en la unidad de lanica Iglesia de Jesucristo excede lasfuerzas y la capacidad humana(Ibid., 24). Nuestra esperanza resideen la oracin de Cristo mismo por laIglesia. Adentrmonos entonces anms profundamente en esta oracin,de modo que nuestros esfuerzos es-tn siempre sostenidos y guiados porla gracia divina.

    LOsservatore Romanose despide del subdirector

    Carlo Di Cicco

    Audiencia al presidentedel Parlamento europeo

    A poco menos de un mes de la visita que realizar el 25 de noviembre prximo a Est ra s b u rg o ,el Papa Francisco recibi en audiencia,

    el jueves 30 de octubre, por la maana, al presidente del Parlamento europeo, Martin Schulz

    Flores Ruiz y Maria Grzesiuk; y enrepresentacin de la Tipografa Va-ticana-Editrice LOsservatore Ro-mano, el director comercial, donMarek Kaczmarczyk, y el directoradministrativo, Antonio Pacella.

    El director de LOsservatore Ro-mano, al expresar el agradecimien-to del peridico y el suyo personala Carlo Di Cicco, destac su apor-tacin constante a la renovacindel peridico, y le entreg luego lacondecoracin conferida por el Pa-

    pa Francisco: comendador con pla-ca de la Orden de San GregorioMagno.

    Un discurso breve y cordial diri-gi el subdirector, quien record alos compaeros de trabajo reunidospara despedirlo una verdad que logui en sus ms de cuarenta aosen el periodismo: Incluso si ennuestro trabajo usamos las palabrascomo servicio, debemos recordarque estamos al servicio de la Pala-bra.

    Os doy las gracias por estossiete aos vividos juntos y osdeseo que sigis colaborandocon el futuro de este peridi-co con responsabilidad y pro-fesionalidad. Con estas pala-bras sencillas y sentidas CarloDi Cicco, subdirector deLOsservatore Romano, elviernes 31 de octubre, por lamaana, se despeda del pe-ri dico.

    Para saludar al subdirectorque el 1 de noviembre, trassiete aos de servicio, dejLOsservatore Romano por l-mite de edad se reunierontodos los componentes del pe-ridico. Estuvieron presentesen el encuentro, en representa-cin de la Secretara de Esta-do, monseor Carlo MariaPolvani, jefe de la Oficina deinformacin y documentacin,y las religiosas Toribia Rosa

  • nmero 45, viernes 7 de noviembre de 2014 LOSSERVATORE ROMANO pgina 5

    En sufragio de los cardenales y obispos difuntos

    Ante el sepulcro vacoEl Papa Francisco record a los cardenales,arzobispos y obispos fallecidos durante el ao en lacelebracin de sufragio que presidi el lunes 3 denoviembre, por la maana, en el altar de la Ctedrade la baslica vaticana. Entre el 11 de noviembre de2013 y el 2o de agosto pasado fallecieron diezcardenales: Bartolucci, Carles Gord, Da CruzPolicarpo, Delly, C, Lourdusamy, Agr, Marchisano,Clancy y Szoka. Desde el 30 de octubre de 2013 al

    26 de octubre de 2014 fallecieron tambin ciento onceentre arzobispos y obispos.Junto con el Pontfice concelebraron treinta y seiscardenales, entre ellos Parolin, secretario de Estado,Sodano, decano del Colegio cardenalicio, y Re, que seacercaron al altar en el momento de la consagracin;y veinticinco prelados. Asistieron los cardenales Nicoray Coppa. Estuvieron presentes numerosos prelados dela Curia romana, entre ellos el arzobispo Gnswein,

    prefecto de la Casa pontificia. Con el Cuerpodiplomtico acreditado ante la Santa Sede estuvieronlos arzobispos Becciu, sustituto de la Secretara deEstado, los monseores Wells, asesor, Camilleri,subsecretario para las Relaciones con los Estados,y Bettencourt, jefe del Protocolo. Animaronla liturgia los cantores de la Capilla Sixtina,acompaados por el coro gua Mater Ecclesiae.

    El Pontfice ante las tumbasde sus predecesores

    En un estudio del aula Pablo VI

    Encuentro del Papa con Estela de CarlottoUn encuentro privado entre el PapaFrancisco y la seora Estela Barnesde Carlotto, presidenta de la asocia-cin de las Abuelas de Plaza deMayo, tuvo lugar el mircoles 5 denoviembre, por la tarde, en un pe-queo estudio del aula Pablo VI.Acompaaba a la seora el nieto en-contrado, Ignacio Guido MontoyaCarlotto. Terminado el coloquio pri-vado, el Papa se reuni tambin conlos dieciocho miembros de la familiaCarlotto, en un dilogo cordial. Leregalaron al Pontfice un CD con te-mas musicales compuestos por Mon-toya Carlotto, un poncho y un pa-uelo de las Abuelas de Plaza deMayo. Al da siguiente, por la tar-de, en la sede de la embajada argen-tina ante Italia, tuvo lugar una con-ferencia de prensa en la que partici-p la seora Barnes de Carlotto.

    El da de la conmemoracin de Todos los fieles difuntos, el Papa Francis-co rez ante las tumbas de sus predecesores en la baslica de San Pedro.El domingo 2 de noviembre, por la tarde, a las 18, el Papa baj a la crip-ta vaticana, donde depus de un momento de recogimiento delante dela tumba del prncipe de los apstoles dirigi la oracin en sufragio delos Pontfices.

    Lecturas y cantos acompaaron la celebracin, en la que participaron,entre otros, el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la baslica, con elobispo Vittorio Lanzani, delegado de la Fbrica de San Pedro; los monse-ores Leonardo Sapienza, regente de la Prefectura de la Casa pontificia,y Yoannis Lahzi Gaid. Dirigi el rito monseor Guido Marini, maestrode las celebraciones litrgicas pontificias.

    Al trmino, el Papa rez ante las tumbas de sus predecesores Juan Pa-blo I, el beato Pablo VI, Po XII, Po XI y Benedicto X V.

    Esta celebracin, gracias a la Palabrade Dios, est toda iluminada por lafe en la Resurreccin. Una verdadque se abri camino no sin dificul-tad en el Antiguo Testamento, y queemerge de forma explcita precisa-mente en el episodio que hemos es-cuchado, la colecta para el sacrificioexpiatorio en favor de los difuntos(2 Mac 12, 43-46).

    Toda la divina Revelacin es frutodel dilogo entre Dios y su pueblo,y tambin la fe en la Resurreccinest vinculada a este dilogo, queacompaa el camino del pueblo deDios en la historia. No sorprendeque un misterio tan grande, tan de-cisivo, tan sobrehumano como el dela Resurreccin haya requerido todoel itinerario, todo el tiempo necesa-rio, hasta llegar a Jesucristo. l pue-de decir: Yo soy la resurreccin y lavida (Jn 11, 25), porque en l estemisterio no slo se revela plenamen-te, sino que se realiza, tiene lugar,llega a ser realidad por primera vezy definitivamente. El Evangelio que

    hemos escuchado, que une segnla redaccin de san Marcos el rela-to de la muerte de Jess y el del se-pulcro vaco, representa la cima detodo ese camino: es el acontecimien-to de la Resurreccin, que respondea la larga bsqueda del pueblo deDios, a la bsqueda de todo hombrey de toda la humanidad.

    Cada uno de nosotros est invita-do a entrar en este acontecimiento.Estamos llamados a estar primeroante la cruz de Jess, como Mara,como las mujeres, como el centu-rin; a escuchar el grito de Jess ysu ltimo suspiro, y, por ltimo, elsilencio; ese silencio que se prolongadurante todo el Sbado Santo. Y es-tamos llamados tambin a ir al se-pulcro, para ver que la gran piedrafue movida; para escuchar el anun-cio: Ha resucitado, no est aqu(Mc 16, 6). All est la respuesta. Allest el fundamento, la roca. No endiscursos persuasivos de sabidu-ra, sino en la palabra viviente de lacruz y la resurreccin de Jess.

    Esto es lo que predica el apstolPablo: Jesucristo crucificado y resu-citado. Si l no resucit, nuestra fees vana e inconsistente. Pero comol resucit, es ms, l es la Resu-rreccin, entonces nuestra fe est lle-na de verdad y de vida eterna.

    Renovando la tradicin, nosotrosofrecemos hoy el Sacrificio eucarsti-co en sufragio de nuestros hermanoscardenales y obispos que fallecieronen los ltimos doce meses. Y nuestraoracin se enriquece con sentimien-tos, recuerdos y gratitud por el testi-

    monio de personas que hemos cono-cido, con quienes hemos compartidoel servicio en la Iglesia. Muchos desus rostros los recordamos; pero atodos, a cada uno de ellos los mirael Padre con su amor misericordioso.Y juntamente con la mirada del Pa-dre celestial est tambin la de laMadre, que intercede por estos hijossuyos tan queridos. Que puedan go-zar de la alegra de la nueva Jerusa-ln juntamente con los fieles a quie-nes sirvieron aqu en la tierra.

  • nmero 45, viernes 7 de noviembre de 2014 LOSSERVATORE ROMANO pginas 6/7

    El Papa Francisco en la celebracin de la misa de la solemnidad de Todos los santos en el cementerio romano del Verano

    La creacin devastada por el hombre que se cree Dios

    ngelus del domingo 2 de noviembre

    La penltima palabra

    En el ngelus del sbado 1 invita a rezar por Jerusaln, ciudad santa y querida por judos, cristianos y musulmanes

    ltimos para el mundo pero primeros para Dios

    La muerte no es la ltima palabrasobre la suerte humana, puesto que elhombre est destinado a una vida sinlmites, cuya raz y realizacin estn enDios. Lo dijo el Papa Francisco en elngelus del domingo 2 de noviembre,recordando a los fieles reunidos en laplaza de San Pedro el sentido de laconmemoracin de los fieles difuntos.Queridos hermanos y hermanas, bue-nos das!

    Ayer celebramos la solemnidad deTodos los santos, y hoy la liturgia nosinvita a conmemorar a los fieles difun-tos. Estas dos celebraciones estn nti-mamente unidas entre s, como la ale-gra y las lgrimas encuentran en Jesu-cristo una sntesis que es fundamentode nuestra fe y de nuestra esperanza.En efecto, por una parte la Iglesia, pe-regrina en la historia, se alegra por laintercesin de los santos y los beatosque la sostienen en la misin de anun-ciar el Evangelio; por otra, ella, comoJess, comparte el llanto de quien su-fre la separacin de sus seres queridos,y como l y gracias a l, hace resonarsu accin de gracias al Padre que nosha liberado del dominio del pecado yde la muerte.

    Entre ayer y hoy muchos visitan elcementerio, que, como dice esta mis-ma palabra, es el lugar del descansoen espera del despertar final. Es her-moso pensar que ser Jess mismoquien nos despierte. Jess mismo reve-l que la muerte del cuerpo es comoun sueo del cual l nos despierta.

    Con esta fe nos detenemos tambinespiritualmente ante las tumbas denuestros seres queridos, de cuantosnos quisieron y nos hicieron bien. Perohoy estamos llamados a recordar a to-dos, incluso a aquellos a quien nadierecuerda. Recordamos a las vctimasde las guerras y de la violencia; a tan-tos pequeos del mundo abruma-dos por el hambre y la miseria; recor-damos a los annimos, que descansanen el osario comn. Recordamos a loshermanos y a las hermanas asesinadospor ser cristianos; y a cuantos sacrifi-caron su vida para servir a los dems.Encomendamos especialmente al Se-or a cuantos nos dejaron durante esteltimo ao.

    La tradicin de la Iglesia siempreha exhortado a rezar por los difuntos,en particular ofreciendo por ellos lacelebracin eucarstica: es la mejorayuda espiritual que podemos dar asus almas, especialmente a las msabandonadas. El fundamento de laoracin de sufragio se encuentra en lacomunin del Cuerpo mstico. Comoafirma el Concilio Vaticano II, laIglesia de los viadores, teniendo per-fecta conciencia de la comunin quereina en todo el Cuerpo mstico de Je-sucristo, ya desde los primeros tiem-pos de la religin cristiana guard congran piedad la memoria de los difun-tos (Lumen gentium, 50).

    El recuerdo de los difuntos, el cui-dado de los sepulcros y los sufragiosson testimonios de confiada esperanza,arraigada en la certeza de que la

    muerte no es la ltima palabra sobrela suerte humana, puesto que el hom-bre est destinado a una vida sin lmi-tes, cuya raz y realizacin estn enDios. A Dios le dirigimos esta ora-cin: Dios de infinita misericordia,encomendamos a tu inmensa bondada cuantos dejaron este mundo por laeternidad, en la que t esperas a todala humanidad redimida por la sangrepreciosa de Cristo, tu Hijo, muerto enrescate por nuestros pecados. No ten-gas en cuenta, Seor, las numerosaspobrezas, miserias y debilidades hu-manas cuando nos presentemos antetu tribunal a fin de ser juzgados parala felicidad o para la condena. Dirigea nosotros tu mirada piadosa, que na-ce de la ternura de tu corazn, y ay-danos a caminar por la senda de unacompleta purificacin. Que no se pier-da ninguno de tus hijos en el fuegoeterno del infierno, en donde no pue-de haber arrepentimiento. Te enco-mendamos, Seor, las almas de nues-tros seres queridos, de las personasque murieron sin el consuelo sacra-mental o no tuvieron ocasin de arre-pentirse ni siquiera al final de su vida.Que nadie tema encontrarse contigodespus de la peregrinacin terrena,con la esperanza de ser acogido en losbrazos de tu infinita misericordia. Quela hermana muerte corporal nos en-cuentre vigilantes en la oracin y car-gados con todo el bien que hicimosdurante nuestra breve o larga existen-cia. Seor, que nada nos aleje de ti enesta tierra, sino que todo y todos nossostengan en el ardiente deseo de des-cansar serena y eternamente en ti.Amn (Padre Antonio Rungi, pasio-nista, Oracin por los difuntos).

    Con esta fe en el destino supremodel hombre, nos dirigimos ahora a laVirgen, que padeci al pie de la cruzel drama de la muerte de Cristo y des-pus particip en la alegra de su resu-rreccin. Que ella, Puerta del cielo, nosayude a comprender cada vez ms elvalor de la oracin de sufragio por losdifuntos. Ellos estn cerca de nosotros.Que nos sostenga en la peregrinacindiaria en la tierra y nos ayude a noperder jams de vista la meta ltimade la vida, que es el paraso. Y noso-tros, con esta esperanza que nunca de-frauda, sigamos adelante.

    Despus de la oracin mariana, elPontfice dirigi un saludo especial aalgunos grupos que estuvieron presentes,alentando en particular a losvoluntarios que hacen la terapia depayaso en los hospitales.

    Queridos hermanos y hermanas:Saludo a las familias, los grupos pa-

    rroquiales, las asociaciones y a todoslos peregrinos que han venido de Ro-ma, de Italia y de muchas partes delmundo. En particular, saludo a los fie-les de la dicesis de Sevilla (Espaa),a los de Case Finali, de Cesena, y alos voluntarios de Oppeano y Gran-zette, que practican la terapia de paya-so en los hospitales. Los veo all: se-guid haciendo esto, que procura tantobien a los enfermos. Saludemos a estasvaliosas personas.

    Os deseo a todos un feliz domingo,en el recuerdo cristiano de nuestrosqueridos difuntos. Por favor, no os ol-vidis de rezar por m.

    Buen almuerzo, y hasta la vista!

    Al recordar a los fieles la liturgia quehabla de la gloria de la Jerusalncelestial, el Papa Francisco invit arezar para que la Ciudad Santa,tan querida por judos, cristianos ymusulmanes, que en estos das fuetestigo de diversas tensiones, sea cadavez ms signo y anticipacin de lapaz que Dios desea para toda lafamilia humana.

    Queridos hermanos y hermanas:La liturgia de hoy habla de la

    alegra de la Jerusaln del cielo, laJerusaln celestial. Os invito a re-zar para que la Ciudad Santa, tanquerida por judos, cristianos ymusulmanes, que en estos das fuetestigo de diversas tensiones, seacada vez ms signo y anticipacin

    El hombre se aduea de todo, se creeDios, se cree el rey y devasta toda lacreacin: lo destac el Papa Francisco enla homila de la misa celebrada el 1 denoviembre en el cementerio monumentalromano del Verano en la solemnidad deTodos los santos. Pero quin paga lafiesta? continu el Pontfice Ellos! Lospequeos, los pobres, quienes en personaacabaron en el descarte. Y esto no eshistoria antigua: sucede hoy.Cuando en la primera lectura escucha-mos esta voz del ngel que grit convoz potente a los cuatro ngeles que seles haba encargado devastar la tierra yel mar y destruir todo: No dais a latierra ni al mar ni a los rboles (Ap 7,3) a m me vino a la memoria una fraseque no est aqu, pero est en el cora-zn de todos nosotros: Los hombresson capaces de hacerlo mejor que voso-tros. Nosotros somos capaces de de-vastar la tierra mejor que los ngeles.Y esto lo estamos haciendo, esto lo ha-cemos: devastar la Creacin, devastar lavida, devastar las culturas, devastar losvalores, devastar la esperanza. Cuntanecesidad tenemos de la fuerza del Se-or para que nos selle con su amor ycon su fuerza, para detener esta desca-bellada carrera de destruccin! Destruc-cin de lo que l nos ha dado, de lascosas ms hermosas que l hizo pornosotros, para que nosotros las llevse-mos adelante, las hicisemos crecer, pa-ra dar frutos. Cuando miraba en la sa-crista las fotografas de hace 71 aos(bombardeo del Verano del 19 de juliode 1943), pens: Esto ha sido grave,

    su vida tienen que huir de sus casas, desus pueblos, de sus aldeas, hacia el de-sierto... y viven en tiendas, sienten elfro, sin medicinas, hambrientos, por-que el dios-hombre se adue de laCreacin, de todo lo hermoso que Dioshizo por nosotros. Pero quin paga lafiesta? Ellos! Los pequeos, los po-bres, quienes en persona acabaron en eldescarte. Y esto no es historia antigua:sucede hoy. Pero, padre, es lejano... Tambin aqu, en todas partes. Suce-de hoy. Dir an ms: parece que estagente, estos nios hambrientos, enfer-mos, parece que no cuentan, que sonde otra especie, que no son humanos.Y esta multitud est ante Dios y pide:Por favor, salvacin! Por favor, paz!Por favor, pan! Por favor, trabajo!Por favor, hijos y abuelos! Por favor,jvenes con la dignidad de poder tra-bajar!. Entre estos perseguidos, estntambin los que son perseguidos por lafe. Uno de los ancianos me dijo: Es-tos que estn vestidos con vestidurasblancas, quines son y de dnde hanvenido?... Son los que vienen de lagran tribulacin: han lavado y blan-queado sus vestiduras en la sangre delC o rd e ro (7, 13-14). Y hoy, sin exage-rar, hoy, en el da de Todos los santos,quisiera que pensramos en todos ellos,los santos desconocidos. Pecadores co-mo nosotros, peor que nosotros, perodestruidos. A esta tan numerosa genteque viene de la gran tribulacin. Lamayor parte del mundo vive en la tri-bulacin. Y el Seor santifica a estepueblo, pecador como nosotros, pero losantifica con la tribulacin.

    Y al final, la tercera imagen: Dios.La primera, la devastacin; la segunda,las vctimas; la tercera, Dios. En la se-gunda lectura hemos escuchado: Aho-ra somos hijos de Dios y an no se hamanifestado lo que seremos. Sabemosque, cuando l se manifieste, seremossemejantes a l, porque lo veremos talcual es (1 Jn 3, 2): es decir la esperan-za. Y esta es la bendicin del Seorque an tenemos: la esperanza. La es-peranza de que tenga piedad de supueblo, que tenga piedad de estos queestn en la gran tribulacin, que tengapiedad tambin de los destructores, afin de que se conviertan. As, la santi-dad de la Iglesia sigue adelante: conesta gente, con nosotros que veremos aDios como l es. Cul debe ser nues-

    tra actitud si queremos entrar en estepueblo y caminar hacia el Padre, en es-te mundo de devastacin, en este mun-do de guerras, en este mundo de tribu-laciones? Nuestra actitud, lo hemos es-cuchado en el Evangelio, es la actitudde las Bienaventuranzas. Slo ese cami-no nos llevar al encuentro con Dios.Slo ese camino nos salvar de la des-truccin, de la devastacin de la tierra,de la creacin, de la moral, de la histo-ria, de la familia, de todo. Slo ese ca-mino: pero nos har pasar por cosasdesagradables! Nos traer problemas,persecuciones. Pero slo ese caminonos llevar hacia adelante. Y as, estepueblo que hoy sufre tanto por elegosmo de los devastadores, de nues-tros hermanos devastadores, este pue-

    blo sigue adelante con las Bienaventu-ranzas, con la esperanza de encontrar aDios, de encontrar cara a cara al Seor,con la esperanza de llegar a ser santos,en ese momento del encuentro definiti-vo con l.

    Que el Seor nos ayude y nos d lagracia de esta esperanza, pero tambinla gracia de la valenta de salir de todolo que es destruccin, devastacin, rela-tivismo de vida, exclusin de los de-ms, exclusin de los valores, exclusinde todo lo que el Seor nos ha dado:exclusin de la paz. Que nos libre deesto y nos done la gracia de caminarcon la esperanza de encontrarnos unda cara a cara con l. Y esta esperan-za, hermanos y hermanas, no defrauda.

    muy doloroso. Esto es nada encomparacin con lo que sucedehoy. El hombre se aduea de to-do, se cree Dios, se cree el rey. Ylas guerras: las guerras que conti-nan, no precisamente sembrandosemilla de vida, sino destruyendo.Es la industria de la destruccin.Es un sistema, incluso de vida,que cuando las cosas no se pue-den acomodar, se descartan: sedescartan los nios, se descartanlos ancianos, se descartan los j-venes sin trabajo. Esta devasta-cin ha construido esta culturadel descarte: se descartan pue-blos... Esta es la primera imagenque se me ocurri cuando escu-ch esta lectura.

    La segunda imagen, en la mis-ma lectura: esta muchedumbreinmensa, que nadie podra contar,de todas las naciones, razas, pue-blos y lenguas (7, 9). Los pue-blos, la gente... Ahora empieza elfro: estos pobres que para salvar

    En el ngelus del 1 de noviembre en la plazade San Pedro, el Papa invit a alabar a Diospor la multitud innumerable de santos y santasde todos los tiempos: hombres y mujeres comunes,sencillos, a veces ltimos para el mundo,pero p r i m e ro s para Dios.

    Queridos hermanos y hermanas, buenos das!Los dos primeros das del mes de noviembre

    constituyen para todos nosotros un intenso mo-mento de fe, de oracin y reflexin sobre las co-sas ltimas de la vida. En efecto, celebrando aTodos los santos y conmemorando a Todos los fie-les difuntos, la Iglesia peregrina en la tierra vive yexpresa en la liturgia el vnculo espiritual que laune a la Iglesia del cielo. Hoy alabamos a Diospor la multitud innumerable de santos y santas detodos los tiempos: hombres y mujeres comunes,sencillos, a veces ltimos para el mundo, peroprimeros para Dios. Al mismo tiempo, recorda-mos a nuestros queridos difuntos visitando los ce-menterios: es motivo de gran consuelo pensar queellos estn en compaa de la Virgen Mara, de losApstoles, de los mrtires y de todos los santos ysantas del paraso.

    As, la solemnidad de hoy nos ayuda a conside-rar una verdad fundamental de la fe cristiana, queprofesamos en el Credo: la comunin de los san-tos. Qu significa esto: la comunin de los san-tos? Es la comunin que nace de la fe y une a to-dos los que pertenecen a Cristo, en virtud delBautismo. Se trata de una unin espiritual to-dos estamos unidos! que la muerte no rompe, si-no que prosigue en la otra vida. En efecto, subsis-te un vnculo indestructible entre nosotros, los quevivimos en este mundo, y cuantos cruzaron el um-bral de la muerte. Nosotros, aqu abajo en la tie-

    rra, junto con aquellos que entraron en la eterni-dad, formamos una sola y gran familia. Se mantie-ne esta familiaridad.

    Esta maravillosa comunin, esta maravillosaunin comn entre tierra y cielo se realiza del mo-do ms elevado e intenso en la liturgia y, sobre to-do, en la celebracin de la Eucarista, que expresay realiza la ms profunda unin entre los miem-bros de la Iglesia. En efecto, en la Eucarista en-contramos a Jess vivo y su fuerza, y a travs del entramos en comunin con nuestros hermanosen la fe: los que viven con nosotros aqu en la tie-rra y los que nos precedieron en la otra vida, la vi-da sin fin. Esta realidad nos colma de alegra: eshermoso tener tantos hermanos y hermanas en lafe que caminan a nuestro lado, nos sostienen consu ayuda y junto a nosotros recorren el mismo ca-mino hacia el cielo. Y es consolador saber que hayotros hermanos que ya llegaron al cielo, que nosesperan y rezan por nosotros, para que juntos po-damos contemplar eternamente el rostro glorioso ymisericordioso del Padre.

    En la gran asamblea de los santos, Dios ha que-rido reservar el primer lugar a la Madre de Jess.Mara est en el centro de la comunin de los san-tos, como protectora especial del vnculo de laIglesia universal con Cristo, del vnculo de la fa-milia. Ella es la Madre, es Madre nuestra, nuestraMadre. Es la gua segura de quien quiera seguir aJess por el camino del Evangelio, porque es laprimera discpula. Ella es la Madre solcita y aten-ta, a quien confiar todos los deseos y dificultades.

    Invoquemos juntos a la Reina de Todos los san-tos, para que nos ayude a responder con generosi-dad y fidelidad a Dios, que nos llama a ser santoscomo l es santo (cf. Lv 19, 2; Mt 5, 48).

    de la paz que Dios desea para toda la familia hu-mana.

    Hoy, en Vitoria (Espaa), ser proclamado bea-to el mrtir Pedro Asa Menda. Sacerdote humil-de y austero, que predic el Evangelio con la san-tidad de vida, la catequesis y la entrega a los po-bres y necesitados. Arrestado, torturado y asesina-do por haber manifestado su voluntad de perma-necer fiel al Seor y a la Iglesia, representa paratodos nosotros un admirable ejemplo de fortalezaen la fe y de testimonio de la caridad.

    Saludo a todos los peregrinos provenientes deItalia y de muchos pases. En particular, saludo alos participantes en la Carrera de los santos yen la Marcha de los santos, organizadas respec-tivamente por la Fundacin don Bosco en el mun-do y por la Asociacin Familia pequea Iglesia.

    Me alegro por estas iniciativas que unen el depor-te, el testimonio cristiano y el compromiso huma-nitario. Saludo, adems, a los muchachos de M-dena, que han recibido la Confirmacin, con suspadres y sus catequistas, as como a los volunta-rios de la ciudad de Sciacca y al grupo deportivode la parroquia de Castegnato (Brescia).

    Esta tarde ir al cementerio del Verano y cele-brar la santa misa en sufragio de los difuntos. Alvisitar el principal cementerio de Roma, me unirespiritualmente a cuantos van en estos das a lastumbas de sus muertos, en los cementerios de to-do el mundo.

    Os deseo a todos una feliz fiesta de los santos,con la alegra de formar parte de la gran familiade los santos. No olvidis, por favor, de rezar porm. Buen almuerzo y hasta la vista.

  • pgina 8 LOSSERVATORE ROMANO viernes 7 de noviembre de 2014, nmero 45

    COMUNICACIONESAudiencias pontificias

    Lutos en el episcopado

    EL SANTO PADRE HA RECIBID O:

    Jueves 30 de octubreAl presidente del Parlamento

    Europeo, Martin Schulz, con elsquito.

    A monseor Adriano Bernar-dini, arzobispo titular de Faleri,nuncio apostlico en Italia y enla Repblica de San Marino.

    A monseor Henryk JosefNowacki, arzobispo titular deBlera, nuncio apostlico en Sue-cia, Islandia, Dinamarca, Finlan-dia y Noruega.

    A monseor Jos Ral VeraLpez, O.P., obispo de Saltillo(Mxico).

    Viernes, da 31Al embajador de Blgica ante

    la Santa Sede, Bruno Nve deMvergnies, con ocasin de lapresentacin de las cartas creden-ciales.

    A monseor Luis FranciscoLadaria Ferrer, S.J., arzobispo ti-tular de Tibica, secretario de laCongregacin para la doctrinade la fe.

    A monseor Martin Krebs,arzobispo titular de Taborenta,nuncio apostlico en Nueva Ze-landa, Islas Cook, Fiji, Kiribati,Palau, Samoa, Estados Federadosde Micronesia, Tonga, Vanuatu;y delegado apostlico en elOcano Pacfico.

    A monseor Srgio da Ro-cha, arzobispo de Brasilia (Bra-sil).

    Monseor JOS REFUGIO MER-CAD O DAZ, obispo titular de Tu-ruzi y auxiliar emrito de Tehuan-tepec (Mxico), falleci el 15 deoctubre. Haba nacido en Ixtla-huacn del Ro, arquidicesis deGuadalajara, el 28 de julio de1942. Era sacerdote desde el 2 deabril de 1972. Juan Pablo II lenombr obispo titular de Turuzi yauxiliar de la dicesis de Tehuan-tepec el 16 de septiembre de 2003;recibi la ordenacin episcopal el15 de noviembre del mismo ao.Benedicto XVI acept su renunciaal gobierno pastoral de dicha sedeel 10 de junio de 2009.

    Monseor JOO CO R S O, S.D.B.,obispo emrito de Campos (Bra-sil), falleci el 15 de octubre. Ha-ba nacido en Cajob, dicesis deBarretos, el 30 de marzo de 1928.Era sacerdote desde el 30 de agos-to de 1953. Juan Pablo II le nom-br obispo de Campos el 8 de oc-tubre de 1990; recibi la ordena-cin episcopal el 8 de diciembresucesivo. El mismo Papa aceptsu renuncia al gobierno pastoralde la dicesis el 22 de noviembrede 1995.

    Colegio episcopalMonseor Edmundo P. Valenzuela Mellid, arzobispo de Asuncin (Paraguay)

    Monseor Eduardo Horacio Garca, obispo de San Justo (Argentina)Monseor Adolfo Armando Uriona, obispo de Villa de la Concepcin del Ro Cuarto (Argentina)

    Monseor Carlos Enrique Trinidad Gmez, obispo de San Marcos (Guatemala)Monseor Jos Javier Travieso Martn, vicario apostlico de San Jos del Amazonas (Per)

    Monseor Robert Francis Prevost, administrador apostlico de Chiclayo (Per)

    Curia romanaEl Papa ha nombrado subsecre-tario de la Congregacin para elculto divino y la disciplina de lossacramentos al padre CORRAD OMAGGIONI, S.M.M., hasta ahorajefe de oficina de dicho dicaste-rio.

    Corrado Maggioni, S.M.M., esitaliano y naci en el ao 1956.Es sacerdote de la Compaa deMara (misioneros monfortia-nos). Recibi la ordenacin sa-cerdotal el 20 de marzo de 1983.Se doctor en liturgia en el Pon-tificio Instituto San Anselmo deRoma. Presta servicio en la San-ta Sede desde el ao 1990 en laCongregacin para el culto divi-no y la disciplina de los sacra-mentos, donde, en el ltimo pe-rodo, era jefe de oficina. El Pa-pa Francisco, el 26 de septiembrede 2013, lo nombr consultor dela Oficina para las celebracioneslitrgicas del Sumo Pontfice.

    RENUNCIAS:

    El Papa ha aceptado la renuncia algobierno pastoral de la arquidicesisde Asuncin (Paraguay) que monse-or EU S TA Q U I O PASTOR CUQUEJOVERGA, C.S S.R., le haba presentadoen conformidad con el canon 401 1del Cdigo de derecho cannico.

    Le sucede en el gobierno pastoral dela arquidicesis el coadjutor, monse-or EDMUND O PONCIANO VALEN-ZUELA MELLID, S.D.B.

    Eustaquio Pastor Cuquejo Verga,C.S S.R., naci en San Estanislao, di-cesis de San Pedro, el 20 de septiem-bre de 1939. Recibi la ordenacinsacerdotal el 21 de junio de 1964.Juan Pablo II le nombr obispo titu-lar de Budua y auxiliar de la arqui-dicesis de Asuncin el 27 de juniode 1982; recibi la ordenacin epis-copal el 15 de agosto del mismo ao.El Santo Padre, el 19 de abril de1990, le nombr obispo-prelado de laprelatura territorial de Alto Paran; yel 5 de mayo de 1992 lo nombr Or-dinario militar para Paraguay, asig-nndole la sede titular de Ofena.Renunci a la sede titular el 7 de

    marzo de 1998. El mismo Papa lopromovi a arzobispo de Asuncinel 15 de junio de 2002.

    Edmundo Ponziano ValenzuelaMellid, S.D.B., naci en Villarrica,dicesis de Villarrica del EsprituSanto, el 19 de noviembre de 1944.Recibi la ordenacin sacerdotal el 3de abril de 1971. Benedicto XVI lenombr obispo titular de Uzali y vi-cario apostlico de Chaco Paraguayoel 13 de febrero de 2006; recibi laordenacin episcopal el 22 de abrilsucesivo. El mismo Papa le nombrarzobispo coadjutor de Asuncin el8 de noviembre de 2011.

    El Papa ha aceptado la renuncia algobierno pastoral de la dicesis deSan Justo (Argentina) que monseorBALD OMERO CARLOS MARTINI le ha-ba presentado en conformidad conel canon 401 1 del Cdigo de dere-cho cannico.

    Baldomero Carlos Martini nacien Portea, dicesis de San Francis-co, el 12 de octubre de 1939. Recibila ordenacin sacerdotal el 7 de sep-tiembre de 1969. Juan Pablo II lenombr obispo de San Francisco el2 de diciembre de 1988; recibi la or-denacin episcopal el 5 de febrero de1989. El Papa lo traslad a San Justoel 14 de febrero de 2004.

    El Papa ha aceptado la renuncia algobierno pastoral de la dicesis deChiclayo (Per) que monseor JESSMOLIN LA B A R TA le haba presenta-do en conformidad con el canon 401 1 del Cdigo de derecho cannico.

    Jess Molin Labarta naci en LaPuebla de Alfindn, archidicesis deZaragoza (Espaa), el 29 de enerode 1939. Recibi la ordenacin sacer-dotal el 28 de marzo de 1965. JuanPablo II le nombr obispo coadjutorde Chiclayo el 8 de febrero de 1997;recibi la ordenacin episcopal el 19de marzo sucesivo. Pas a ser obispode dicha sede el 4 de mayo de 1998.

    EL PA PA HA NOMBRAD O:

    Obispo de San Justo (Argentina) amonseor EDUARD O HORACIO GAR-CA, hasta ahora obispo titular deIpagro y auxiliar de Buenos Aires.

    Eduardo Horacio Garca naci enBuenos Aires el 22 de enero de 1956.Recibi la ordenacin sacerdotal el18 de noviembre de 1983. Juan PabloII le nombr obispo titular de I p a g roy auxiliar de Buenos Aires el 21 dejunio de 2003; recibi la ordenacinepiscopal el 16 de agosto sucesivo.

    Obispo de Villa de la Concepcindel Ro Cuarto (Argentina) a monse-

    or AD OLFO ARMAND O URIONA,F.D.P., hasta ahora obispo de Aatu-ya.

    Adolfo Armando Uriona, F.D.P.,naci en Mar del Plata el 27 de ma-yo de 1955. Recibi la ordenacin sa-cerdotal el 28 de junio de 1980. JuanPablo II le nombr obispo de Aatu-ya el 4 de marzo de 2004; recibi laordenacin episcopal el 8 de mayodel mismo ao.

    Obispo de San Marcos (Guatema-la) al presbtero CARLOS ENRIQUETRINIDAD GMEZ.

    Carlos Enrique Trinidad Gmeznaci en Ciudad de Guatemala, ar-quidicesis de Santiago de Guatema-la, el 18 de marzo de 1955. Recibi laordenacin sacerdotal el 22 de di-ciembre de 1984. Se licenci en teo-loga y liturgia en el Instituto Supe-rior de Liturgia de Barcelona. En suministerio ha desempeado, entreotros, los siguientes cargos: vicarioparroquial y prroco en diversas pa-rroquias; rector del seminario mayorinterdiocesano; miembro del colegiode consultores y vicario episcopal.

    Vicario apostlico de San Jos delAmazonas (Per) a monseor JOSJAV I E R TR AV I E S O MARTN, C.M.F.,obispo titular de Tubusuptu, hastaahora auxiliar de Trujillo.

    Jos Javier Travieso Martn, C.M.F.,naci en Don Benito, dicesis dePlasencia (Espaa), el 5 de febrerode 1952. Recibi la ordenacin sacer-dotal el 26 de junio de 1976. Bene-dicto XVI le nombr obispo titularde Tubusuptu y auxiliar de la arqui-dicesis de Trujillo (Per) el 6 deenero de 2009; recibi la ordenacinepiscopal el 25 de marzo sucesivo.

    Obispo titular de Sufar y adminis-trador apostlico de la dicesis deChiclayo (Per) al padre ROBERTFRANCIS PR E V O S T, O.S.A.

    Robert Francis Prevost, O.S.A., na-ci en Chicago, Illinois (EstadosUnidos), el 14 de septiembre de 1955.Recibi la ordenacin sacerdotal el19 de junio de 1982. Se doctor enderecho cannico en el Angelicumde Roma. Ha sido canciller en Chu-lucanas (Per); promotor de la pas-toral vocacional en su provincia reli-giosa; rector del seminario de la Or-den en Trujillo; docente; juez delTribunal eclesistico regional; supe-rior provincial en Estados Unidos;prior general de la Orden de SanAgustn durante dos sexenios. En elltimo perodo era primer consejeroy vicario provincial.

  • nmero 45, viernes 7 de noviembre de 2014 LOSSERVATORE ROMANO pgina 9

    Misa del Pontfice en Santa MartaUna luchab ellsima

    La vida del cristiano es una mili-cia y se requieren fuerza y valen-ta para resistir a las tentacionesdel diablo y para anunciar la ver-dad. Pero esta lucha es bellsima,porque cuando el Seor vence encada paso de nuestra vida, nos daun gozo, una felicidad grande. Alreflexionar sobre las palabras de Pa-blo en la Carta a los Efesios (6, 10-20) y sobre el lenguaje militar queutiliza, el Papa Francisco, en la misaque celebr en Santa Marta el jueves30 de octubre, habl de lo que lostelogos definen como la lucha es-piritual: para seguir adelante en lavida espiritual se tiene que comba-tir.

    Se necesita fuerza y valenta,explic el Pontfice, porque no setrata de un combate sencillo sinode un combate continuo contra elprncipe de las tinieblas. Es esecombate cerrado, record el Papa,que citaba el catecismo, en el quenos han enseado que los enemi-gos de la vida cristiana son tres: eldemonio, el mundo y la carne. Setrata de la lucha cotidiana contra lamundanidad y contra la envidia,lujuria, gula, soberbia, orgullo, ce-los, todas ellas pasiones que sonlas heridas del pecado original.

    Alguien podra entonces pregun-tarse: la salvacin que nos da Je-ss es gratuita?. S, respondi elPapa, pero t tienes que defender-la!. Y, como escribe Pablo, para ha-cerlo se necesita revestirse con laarmadura de Dios, porque no sepuede pensar en una vida espiritual,en una vida cristiana sin resistir alas tentaciones, sin luchar contra eldiablo.

    Y pensar constat el Pontficeque han querido hacernos creerque el diablo fuese un mito, una fi-gura, una idea, la idea del mal. Encambio, el diablo existe y nosotrostenemos que luchar contra l. Lorecuerda san Pablo, la Palabra deDios lo dice, sin embargo, pareceque nosotros no estamos muy con-vencidos de esta realidad.

    Pero, cmo est hecha esta ar-madura de Dios? Algn detalle noslo da el apstol: Estad firmes; ce-id la cintura con la verdad. Por lotanto, se necesita ante todo la ver-dad, porque el diablo es el menti-roso, es el padre de los mentirosos;luego, contina Pablo, se necesita re-vestir la coraza de la justicia: enefecto, explic el obispo de Roma,no se puede ser cristianos, sin tra-bajar continuamente por ser justos.

    Y tambin: Los pies, calzadoscon la prontitud para difundir elEvangelio de la paz. De hecho, elcristiano es un hombre o una mujerde paz y si no tiene la paz en elcorazn hay algo en l que no estbien: es la paz lo que te da fuerzapara la lucha.

    Por ltimo, se lee en la Carta alos Efesios: Embrazad el escudo dela fe. El Pontfice se detuvo en estedetalle: Una cosa que nos ayudaramucho sera preguntarnos: Cmoest mi fe? Creo o no creo? Ocreo un poco s y un poco no? Soyun poco mundano y un poco cre-yente?. Cuando recitamos el Credo,

    lo hacemos slo de palabras?Somos conscientes, pregunt el Pa-pa Francisco, de que sin fe no sepuede seguir adelante, no se puededefender la salvacin de Jess?.

    Recordando el pasaje evanglicode san Juan, en el captulo noveno,cuando Jess cura al joven que losfariseos no queran creer que fueseciego, el Papa hizo notar cmo Jessno pregunta al muchacho: Estscontento? Eres feliz? Viste que soybueno?, sino: Crees en el Hijodel hombre? Tienes fe?. Y es lamisma pregunta que dirige a noso-tros todos los das. Una preguntaineludible porque si nuestra fe es

    dice a los fariseos: Es lcito curarlos sbados, o no?. La pregunta deJess, aadi el Papa, es una pre-gunta sencilla pero, como todos loshipcritas, callaron, no dijeron na-da. Por lo dems, observ, calla-ban siempre cuando Jess los ponaante la verdad,; aunque despushablaban mal por detrs y busca-ban cmo hacer caer a Jess.

    En concreto, afirm el Pontfice,esta gente estaba tan apegada a laley que haba olvidado la justicia;tan apegada a la ley que haba olvi-dado el amor. Pero no slo a laley; estaban apegados a las palabras,a las letras de la ley. Por eso Jess

    amor al discernimiento, del amor ala ley. Pablo, en efecto, afirma quehay que rezar para que vuestra ca-ridad, vuestro amor, vuestras obrasde caridad os lleven al conocimientoy al pleno discernimiento. Precisa-mente este es el camino que nosensea Jess, totalmente opuesto alcamino de los doctores de la ley. Yeste camino, del amor a la justicia,lleva a Dios. Slo el camino queva del amor al conocimiento y aldiscernimiento, a la realizacin ple-na, lleva a la santidad, a la salva-cin, al encuentro con Jess.

    En cambio, el otro camino, el deestar apegados solamente a la ley, ala letra de la ley, lleva a la cerrazn,lleva al egosmo. Y conduce a lasoberbia de sentirse justos, a esasantidad entre comillas de lasapariencias. Tanto que Jess dicea esa gente: a vosotros os gusta ha-ceros ver por la gente como hombresde oracin, de ayuno. Se trata slode hacerse ver. Y por eso Jessdice a la gente: haced lo que dicen,pero no lo que hacen, porque esono se debe hacer.

    He aqu, por lo tanto, los doscaminos que tenemos ante noso-tros. Y con pequeos gestos Jessnos hace entender cul es el caminoque va del amor al pleno conoci-miento y al discernimiento. Uno deestos gestos lo presenta san Lucas enel pasaje del Evangelio propuestopor la liturgia: Jess tena delantede l a este hombre, enfermo, ycuando los fariseos no respondieron,qu hizo Jess?. Escribe el evan-gelista: Lo cogi de la mano, lo cu-r y lo despidi. As, pues, prime-ramente Jess se acerca: la cercanaes la prueba de que vamos por el ca-mino autntico. Porque es ese elcamino que eligi Dios para salvar-nos: la cercana. Se acerc a noso-tros, se hizo hombre.

    El Papa Francisco hizo notar tam-bin cun bello es el gesto deJess cuando coge de la mano a lapersona enferma. Lo hace tambincon el muchacho muerto, hijo de laviuda, en Nam; as como lo hacecon la muchachita, la hija de Jairo;y tambin lo hace con el jovencito,el que tena muchos demonios,cuando lo coge y lo entrega a su pa-p. Siempre est Jess que cogede la mano, porque se acerca. Yla carne de Jess, esta cercana, esel puente que nos acerca a Dios.

    Esta no es la letra de la ley. S-lo en la carne de Cristo, en efecto,la ley tiene su realizacin plena.Porque la carne de Cristo sabe su-frir, dio su vida por nosotros.Mientras que la letra es fra.

    Aqu estn entonces los dos ca-minos. El primero es el camino dequien dice: Estoy apegado a la le-tra de la ley; no se puede curar elsbado; no puedo ayudar; debo ir acasa y no puedo ayudar a este enfer-mo. El segundo es el camino dequien se compromete a obrar de talmodo, como dice Pablo, que vues-tro amor siga creciendo ms y msen penetracin y en sensibilidad: esel camino de la caridad, del amor ala autntica justicia que est dentrode la ley. Para ayudarnos estn pre-cisamente estos ejemplos de cerca-na de Jess, que nos muestra c-mo pasar del amor a la plenitud dela ley.

    mos un poco perezosos y nosdejamos llevar por las pasiones, poralgunas tentaciones. Pero aunquesomos pecadores no debemos de-salentarnos, porque el Seor estcon nosotros, quien nos ha dado to-do y nos har vencer tambin estepequeo paso de hoy, nuestra bata-lla cotidiana, con la gracia de lafuerza, de la valenta, de la oracin,de la vigilancia y la alegra.

    La leyy la carne

    Existen dos caminos. Y es Jess,con sus gestos de cercana, quiennos da la indicacin justa sobre qucamino tomar. Por una parte est elcamino de los hipcritas, que cie-rran las puertas a causa de su apegoa la letra de la ley. Por otra, encambio, est el camino de la cari-dad, que pasa del amor a la au-tntica justicia que est dentro de laley. Lo dijo el Papa Francisco en lamisa del viernes 31 de octubre.

    Para presentar estos dos modos devivir, el Pontfice volvi a proponer,para comentarlo, el pasaje evangli-co de san Lucas (14, 1-6). Un sba-do, record, Jess estaba en la casade uno de los jefes de los fariseospara almorzar con ellos; y le obser-vaban para ver qu haca. Sobre to-do buscaban encontrarle un error,incluso con trampas.

    E irrumpe en la escena un hombreenfermo. En ese momento Jess les

    les reprende reprobando su actitud:Si vosotros, ante las necesidades devuestros padres ancianos, decs:muy queridos padres, yo os amomucho pero no puedo ayudaros por-que he donado todo al templo,quin es ms importante? El cuar-to mandamiento o el templo?.

    Precisamente este modo de vivir,apegados a la ley, les alejaba delamor y de la justicia: cuidaban laley, descuidaban la justicia; cuidabanla ley, descuidaban el amor. Sinembargo, eran los modelos. PeroJess para esta gente encuentra so-lamente una palabra: Hipcritas!.No se puede ir por todo el mundobuscando proslitos y luego cerrarla puerta. Para el Seor se tratabade hombres cerrados, hombres muyapegados a la ley, a la letra de la ley:no a la ley, porque la ley esamor. Eran hombres que siemprecerraban las puertas de la esperanza,del amor, de la salvacin; hombresque solamente saban cerrar.

    A este punto hay que preguntarsecul es el camino para ser fieles ala ley sin descuidar la justicia, sindescuidar el amor. La respuesta esprecisamente el camino que viene delo opuesto, sugiri el Papa Francis-co, repitiendo las palabras de Pabloen la Carta a los Filipenses (1, 1-11):Y esta es mi oracin: que vuestroamor siga creciendo ms y ms enpenetracin y en sensibilidad paraapreciar los valores. As llegaris alDa de Cristo limpios e irreprocha-bles.

    Es precisamente el camino con-trario: del amor a la integridad, del

    dbil, el diablo nos vencer.El escudo de la fe no slo

    nos defiende, sino tambinnos da vida. Y con esto, dicePablo, podremos apagar todaslas flechas llameantes del malig-no. El diablo, en efecto, nonos arroja flores sino flechasllameantes, venenosas, para ma-tar.

    La armadura del cristiano,continu el Papa, est com-puesta tambin por el cascode la salvacin, por la espa-da del Espritu y por la ora-cin. Lo recuerda san Pablo:orad en toda ocasin. Y loreafirm el Pontfice: Orad,orad. No se puede, en efecto,llevar adelante una vida cris-tiana sin la vigilancia.

    Por eso la vida cristiana pue-de considerarse una milicia.Pero es, afirm el Papa, unalucha bellsima, porque nos daesa alegra de que el Seor havencido en nosotros, con sugratuidad de salvacin. Sinembargo, concluy, todos so-

  • pgina 10 LOSSERVATORE ROMANO viernes 7 de noviembre de 2014, nmero 45

    Desde los evangelios hasta las quaestiones debatidas en el Snodo

    La mirada de Jess a la familiaMAU R I Z I O GRONCHI

    Pues bien, lo que Dios ha unidoque no lo separe el hombre (Ma t e o19, 6). En estas palabras de Jess sefunda la verdad y la belleza del ma-trimonio en el Seor (1 Corintios7, 39). Un hombre y una mujer quese aman y creen en la mirada de Je-ss del cual brota el origen, lacompaa y el destino de su unindescubren en el matrimonio cristianoel sentido de su amor, que los dispo-ne a acoger el don de la vida. Cons-cientes de este don que los precedey de la gracia que los sostiene, se en-comiendan a ella prometindose en-trega recproca, sin reservas, paras i e m p re .

    El Snodo apenas terminado par-ti de esta mirada de Jess a la fa-milia, que tiene detrs de s aquellaen la que l mismo naci, compues-ta por Mara y Jos, unidos en elnombre de Dios para dar al Hijo delAltsimo carne, casa, pan y amor.Un ncleo familiar rodeado por pa-rientes y primos, llamados hermanosy hermanas (cf. Ma rc o s 3, 31; 6, 3),en el que Jess creci y del que sedespidi para dirigirse a una comu-nidad ms amplia de discpulos, ger-men de su futura Iglesia: Mirandoen torno a los que estaban sentadosa su alrededor, dice: Estos son mimadre y mis hermanos (Ma rc o s 3,34). Por ltimo, a esta nueva familiaextendida le dio como madre la su-ya, al pie de la cruz (cf. Juan 19, 27),al final de un camino iniciado conpruebas difciles en las que muchasfamilias pueden reflejarse. Est claroque ser concebido antes del matri-monio oficial, con el peligro de serconsiderado hijo de una madre repu-diada (cf. Mateo 1, 18-19) y el riesgode infanticidio, teniendo que emi-grar lejos de su propia tierra (cf.Ma t e o 2, 13.16), no fueron experien-cias irrelevantes; tambin aqu pode-mos reconocer la extraordinaria nor-malidad de la Sagrada Familia deNazaret, que se parece a muchas denuestras familias de hoy.

    Desde pequeo, Jess aprendi,sufriendo, a obedecer (H e b re o s 5,8); de Mara y Jos tom la fuerza yla valenta de permanecer juntos enlas pruebas; gracias a estas experien-cias estuvo preparado para anunciarel sorprendente poder de Dios, quemantiene unido lo que l ha unido.Como invitado discreto a las bodasde Can, estuvo dispuesto a alegrara los comensales con el mejor vino(cf. Juan 2, 1-10); por eso, cuandopens en la fiesta del reino de Dios,anunciado con tanta insistencia, laimagin como el banquete nupcialdel hijo del rey (cf. Ma t e o 22, 2-14),aludiendo claramente a s mismo co-mo al esposo que libera a sus ami-gos de la tristeza (cf. Ma rc o s 2, 19) ypide que lo esperen con la lmparaencendida (cf. Ma t e o 25, 1).

    El Snodo parti de aqu, de estamirada verdadera, buena y hermosade Jess a la familia que experimen-t y dese para todos los que estnllamados a ella, refirindose a unprincipio que tambin exclua laconcesin mosaica del repudio (cf.Ma t e o 19, 8). Pero despus los pa-dres sinodales se preguntaron: y siel hombre separa lo que Dios haunido? Qu les sucede a las perso-nas? Qu mirada dirige Jess a su

    proyecto fallido, a su designio frus-trado, a su sueo desvanecido?

    Jess se encontr en medio de latrgica escena de la inminente lapi-dacin de una mujer infiel (cf. Juan8, 1-11), y mantuvo un largo dilogocon una conviviente samaritana (cf.Juan 4, 5-42). Qu hizo Jess?Cmo se comport? Los evangeliosnos dicen que fue flexible y, al mis-mo tiempo, firme. Flexible con laadltera, al decirle tampoco yo tecondeno; firme, invitndola a nopecar ms. Flexible con la samari-tana, casi justificndola: Si conocie-ras el don de Dios, pero firme, en-frentndola a s misma: Bien hasdicho que no tienes marido. Anteuna mecha humeante y una caacascada (cf. Ma t e o 12, 20) se inclincomo el mdico que cura a los enfer-mos en lugar de a los sanos (cf.Ma rc o s 2, 17), derramando sobre susheridas el leo del consuelo y el vi-no de la esperanza (cf. Lucas 10, 34).

    Tras considerar la belleza de losmatrimonios exitosos y de las fami-lias slidas y apreciar el testimoniogeneroso de quienes han permaneci-do fieles al vnculo, aun habiendo si-do abandonados por el cnyuge, los

    pastores reunidos en el Snodo sepreguntaron de manera abierta yvaliente, con preocupacin y pru-dencia qu mirada debe dirigir laIglesia a los cristianos cuyas familiasson incompletas (los que an no hansido unidos por Dios), imperfectas(los que se han unido slo ante loshombres) y heridas (los que han se-parado lo que Dios haba unido).Ante la variedad de situaciones queson tantas como las vidas de las per-sonas, es posible reconocer en losojos de Jess esa luz que resplande-ce incluso en las tinieblas ms den-sas e ilumina a todo hombre (cf.Juan 1, 5. 9).

    La paciencia de escuchar a quienhabla, la humildad de ponerse bajola mirada de Jess y la valenta demantener el debate fueron los tresretos autnticos que el Snodo debiafrontar en el momento en que sedispona a examinar los desafospastorales de la familia hoy. En elaula se experiment la sinceridad,respondiendo a la invitacin que elPapa Francisco haba dirigido a lospresentes desde el comienzo de lostrabajos, el 6 de octubre: Es nece-sario decir todo lo que en el Seor

    se siente el deber de decir: sin respe-to humano, sin timidez. Y, al mismotiempo, se debe escuchar con humil-dad y acoger con corazn abierto loque dicen los hermanos. Con estasdos actitudes se ejerce la sinodali-dad. La discusin que se produjodurante el Snodo tiene valor, antetodo, por el hecho mismo de habersido posible. Lejos de la pretensinde poseer espacios, se trat de ini-ciar procesos (cf. Evangelii gaudium,223), los de la colegialidad autntica,en la que realizar un debate abiertosignifica resolverlo y transformarloen el eslabn de un nuevo proceso(ib., n. 227).

    Este fundamental requisito previopermiti afrontar, como questionesdisputatae, algunos desafos pastora-les delicados. Asegurando la doctri-na sobre el sacramento del matrimo-nio, se trataba de tomar en conside-racin los argumentos en favor y encontra de las hiptesis posibles,compatibles con el magisterio segurode la Iglesia en materia matrimonialy familiar.

    En verdad, la metodologa de laquaestio disputata, aplicada de modogeneralizado en la poca medieval,tiene a santo Toms de Aquino co-mo su gran maestro. Aun dedicn-dose a desentraar cada aspecto dela cuestin, era muy consciente de laprecariedad que tambin incluyenlas mejores formulaciones: actus au-tem credentis non terminatur ad enun-tiabile sed ad rem (este acto del cre-yente termina no en el enunciado,sino en la realidad que contiene(Summa Theologiae, II-II, q. 1, a. 2, ad2), es decir, en el misterio que latrasciende.

    Por consiguiente, afrontar lascuestiones no significa poner en du-da la verdad de la fe, sino ms biencontemplarla con ojos nuevos. Y sonlos de Jess, reflejados en la miradade la Iglesia, cuya intencin prima-ria es preocuparse por ser fiel a suSeor, para el bien integral de todoslos hombres, a partir de sus hijosms dbiles.

    Giotto di Bondone, Las bodas de Can (1302-1305)

    Una relectura del Martn Fierro como metfora del presente

    como dimensin trascendente, de acuerdo siempre conla virtualidad de lo dado.

    Ahora bien: los condicionamientos de la sociedad yla forma que estos adquirieron as como los hallazgos ycreaciones del espritu en orden a la ampliacin del ho-rizonte de lo humano siempre ms all, junto a la leynatural nsita en nuestra conciencia se ponen en juegoy se realizan concretamente en el tiempo y el espacio:en una comunidad concreta, compartiendo una tierra,proponindose objetivos comunes, construyendo unmodo propio de ser humanos, de cultivar los mltiplesvnculos, juntos, a lo largo de tantas experiencias com-partidas, preferencias, decisiones y acontecimientos.

    As se amasa una tica comn y la apertura hacia undestino de plenitud que define al hombre como ser es-piritual. Esa tica comn, esa dimensin moral, es laque permite a la multitud desarrollarse junta, sin con-vertirse en enemigos unos de otros. Pensemos en unaperegrinacin: salir del mismo lugar y dirigirse al mis-mo destino permite a la columna mantenerse como tal,ms all del distinto ritmo o paso de cada grupo o in-dividuo. Sinteticemos, entonces, esta idea. Qu es loque hace que muchas personas formen un pueblo? Enprimer lugar, hay una ley natural y luego una herencia.

    En segundo lugar, hay un factor psicolgico: el hom-bre se hace hombre (cada individuo o la especie en suevolucin) en la comunicacin, la relacin, el amor consus semejantes. En la palabra y el amor. Y en tercer lu-gar, estos factores biolgicos y psicolgico-evolutivos seactualizan, se ponen realmente en juego, en las actitu-des libres. En la voluntad de vincularnos con los de-ms de determinada manera, de construir nuestra vidacon nuestros semejantes en un abanico de preferenciasy prcticas compartidas (san Agustn defina al pueblocomo un conjunto de seres racionales asociados porla concorde comunidad de objetos amados).

    Lo natural crece en cultural, tico; el instintogregario adquiere forma humana en la libre eleccin deser un nosotros. Eleccin que, como toda accin hu-mana, tiende luego a hacerse hbito (en el mejor senti-do del trmino), a generar sentimiento arraigado y aproducir instituciones histricas hasta el punto que ca-da uno de nosotros viene a este mundo en el seno deuna comunidad ya constituida (la familia, la patria)sin que eso niegue la libertad responsable de cada per-sona. Y todo esto tiene su slido fundamento en losvalores que Dios imprimi a nuestra naturaleza huma-na, en el hlito divino que nos anima desde dentro yque nos hace hijos de Dios.

    VIENE DE LA PGINA 2

  • nmero 45, viernes 7 de noviembre de 2014 LOSSERVATORE ROMANO pgina 11

    Misa en Santa MartaLa alegrade un obispo

    Los sentimientos de un obispo ola alegra de un obispo. Ha sidoel Papa Francisco quien indic el t-tulo ideal para el pasaje de la Cartade san Pablo a los Filipenses (2, 1-4)propuesto por la liturgia del lunes 3de noviembre. Y alert acerca de lasrivalidades y de la vanagloria queminan la vida de la Iglesia, donde,en cambio, hay que tomar en consi-deracin las indicaciones de Jess ytambin de Pablo: no buscar el pro-pio inters sino servir humildementea los dems sin pedir nada a cam-bio.

    Pablo desarrolla estos consejosprcticos, explic el Pontfice, en untexto donde destaca cules son sussentimientos hacia los filipenses: talvez la Iglesia de Filipos era la quems quera. Y comienza como sipedira un favor, una ayuda. Enefecto, escribe: Si queris darme elconsuelo de Cristo y aliviarme convuestro amor, si nos une el mismoEspritu y tenis entraas compasi-vas, en definitiva, dadme estagran alegra.

    As, pues, Pablo pide expresamen-te a los Filipenses que hagan plenala alegra del obispo. Y cul es laalegra del obispo? Cul es la ale-gra que Pablo pide a la Iglesia deFilipos?. La respuesta es tener unmismo sentir con la misma caridad,mantenindose unnimes y concor-des. He aqu que Pablo, comopastor, saba que esta es la senda deJess. Y, tambin, que esta es la gra-cia que Jess, en la oracin despusde la Cena, pidi al Padre: la uni-dad; la concordia.

    Todos sabemos explic el PapaFr a n c i s c o que esta armona es unagracia: la construye el Espritu San-to, pero nosotros debemos hacer to-do lo posible, por nuestra parte, pa-ra ayudar al Espritu Santo en larealizacin de esta armona en laIglesia; y tambin para ayudar acomprender lo que l pide a la Igle-sia. El Espritu, en efecto, da con-sejos, por decirlo as, por va negati-va: es decir, no hagis esto, no ha-gis aquello. Y qu cosa no de-ben hacer los Filipenses?. Lo dicePablo: No obris por rivalidad nipor ostentacin. Y as, destac elPapa Francisco, se ve que no es s-lo cuestin de nuestra poca sinoque viene de lejos.

    Pablo, por lo tanto, recomiendaque nada se haga por rivalidad,que no luche uno contra otro. Ycuntas veces destac el obispode Roma en nuestras instituciones,en la Iglesia, en las parroquias, porejemplo, en los colegios, encontra-mos la rivalidad, el hacerse ver, lavanagloria. Se trata de dos gusa-nos que comen los fundamentos dela Iglesia, la hacen dbil: la rivalidady la vanagloria van contra esta armo-na, esta concordia.

    Para no caer en estas tentacionesqu aconseja Pablo?. Lo escribea los Filipenses: Cada uno de voso-tros, con toda humildad qu debehacer con humildad? considere alos dems superiores a s mismo.Pablo senta esto, en tal medidaque l se califica no digno de serllamado apstol. Se define el lti-mo y, as, incluso se humilla fuer-temente.

    En la misma lnea, Francisco re-cord el testimonio del santo perua-no Martn de Porres, humilde frailedominico, cuya memoria litrgica se

    celebra el 3 de noviembre. Su espi-ritualidad explic se centraba enel servicio porque senta que todoslos dems, incluso los ms grandespecadores, eran superiores a l.

    La alegra del obispo re a f i r m luego el Papa es esta humildad dela Iglesia: humildad, sin rivalidad ovanagloria. Y luego Pablo conti-na: No os encerris en vuestrosintereses, sino buscad todos el inte-rs de los dems. Es necesario, porlo tanto, buscar el bien del otro.Servir a los dems. Precisamenteesta es la alegra de un obispocuando ve as a su Iglesia: los mis-mos sentimientos, la misma caridad,mantenindose unnimes y concor-des. Este es el aire que Jess quie-re en la Iglesia. Se pueden teneropiniones distintas, est bien. Perosiempre dentro de esta atmsfera, es-te ambiente de humildad, caridad,sin despreciar a nadie.

    Pablo recomienda claramente queno se busque el propio inters, sinoel de los dems. En definitiva, ex-horta a no buscar beneficios para smismos mirando exclusivamente alpropio inters. Y no es buenodijo el Papa Francisco cuando enlas instituciones de la Iglesia, de una

    dicesis, encontramos en las parro-quias gente que busca el propio inte-rs. Es lo que tambin Jess nosdice en el Evangelio: no os encerrisen vuestros intereses, no vayis porel camino de la recompensa, del dout des. En definitiva, no decir: Es-t bien, yo te hice este favor, pero tme haces este. Jess lo recuerdacon la parbola del Evangelio de sanLucas (14, 12-14) que relata la invita-cin a la cena de los que no pue-den dar nada a cambio: es la gratui-dad.

    Cuando en una Iglesia destacel Pontfice hay armona, hay uni-dad, no se busca el propio inters,est esa actitud de gratuidad. Deeste modo yo hago el bien y noun negocio con el bien.

    El Papa Francisco sugiri pensardurante el da en cmo es mi pa-rroquia o cmo es mi comuni-dad. Y preguntarse si estas realida-des y todas nuestras instituciones,tienen este espritu de sentimientosde amor, de unanimidad, de concor-dia, sin rivalidad o vanagloria.Existe de verdad este espritu otal vez encontraremos que hay algopor mejorar?. Y seguir as el conse-jo de Pablo, para que la alegra delobispo sea plena; para que la alegrade Jess sea plena.

    El don de Dioses gratis

    No debemos tener miedo a la gra-tuidad de Dios que rompe los es-quemas humanos de la convenienciay la recompensa. Lo destac el PapaFrancisco en la homila de la misadel martes 4 de noviembre. La refle-xin surgi del pasaje evanglico desan Lucas (14, 15-24) inmediatamentesucesivo al texto en el que Jess ex-plicaba que en la ley de Dios el dout des no funciona y para hacercomprender mejor el concepto acon-sejaba: Cuando des un banquete,invita a pobres, lisiados, cojos y cie-gos; y sers bienaventurado, porqueno pueden pagarte; te pagarn en laresurreccin de los justos.

    Ante la respuesta de uno de loscomensales que estaban en la mesacon l que exclam: Bienaven-turado el que coma en el reino deD ios! Jess respondi con la pa-rbola del hombre que dio una grancena y fue rechazado por los invita-dos. El Papa trat de explicar lastres respuestas de los otros muchosinvitados: A todos les gusta ir a

    ser uno como los dems. Es elegosmo, el querer estar en el cen-tro de todo. Cuando se vive en estadimensin, cuando uno gira alrede-dor de s mismo termina por no te-ner horizontes porque el horizontees l mismo. Entonces es difcilescuchar la voz de Jess, la voz deDios. Y, aadi el Papa, detrs deesta actitud hay otra cosa, anms profunda: es el miedo a lagratuidad. La gratuid