3.2.a) fernández, pons & videla

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  • 8/7/2019 3.2.a) Fernndez, Pons & Videla

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    Richard Jorba, Rodolfo. "Estado y empresarios regionales en los cambios eco-n6micos y espaciales. La rnodernizacion deMendoza (l870-191 0)", Siglo X l .X .Cuadernos de Historia, n" 9, Monterrey (Mexico), 1994.Richard Jorba, Rodolfo. Evolucion economica y transformacion espacial en laprovincia de Mendoza, 1850-1900. Del comercio a laproduccion agroindus-trial capitalista. Los grupos empresarios como agentes geogroficos, tesis doc-toral inedita, Facultad deFilosofia yLetras dela Universidad Nacional de Cuyo,1997.

    Richard Jorba, Rodolfo y Perez Romagnoli , Eduardo. "La decada de 1870 enMendoza: etapa de reorientaci6n dela economia y.elespacio hacia el dominiovitivinicola", Boletin de Estudios Geograficos, n" 88, Mendoza, UniversidadNacional de CllYO,1992.Roig, Arturo. El concepto de trabajo enMendoza durante fasegundo mitad delsiglo XIX, Mendoza, 1970.Schleh, Emilio. Salta y sus riquezas, Buenos Aires, 1914.

    t\~.Z e ~ " " " \ ) I( \ - \ . .\

    -- 422 _-

    II~-----

    L as B U R g u e s ia s R eG IO n a le spor SANDRA R. FERNANDEZ,

    ADRIANA S.PONSy OSCAR R.,vIDELA

    I

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    L OS espacios regionalesargentinos fueron redefi-nidos en la segunda mi-tad del s iglo XIX, aparecien-do como el escenario en don-de se desarrollaba un ere-ciente proceso acumulativo,c ara cte riz ad o p or 1 :1 ctlLadi-versificaci6n en inversionesy actividades economicas yespeculativas.Un nuevo grupo social do-

    minante comenzo a consoli -darse de manera lenta y siste-matica en este mismo periodoformado por distintos sectoresde comerciantes, hacendadosy financistas.Algunos, como en los cen-

    tros urbanos detrayectoria co-lonial, consolidados en estaslides; otros, C01110 en las areasde reciente expansion y creci-miento, noveles y recien lle-gados, pero con exper ienciaganada en sus paises de ori-gen 0 a la fue rza en el territo-rio nuevo.La const ruccion de un mo-

    delo de desarrol lo centrado enla produccion de bienes pri-marios, en donde la idea de"progreso" privaba , fue el t e-Ion de fondo de esta obra. EIprotagonismo quedo en manosde una burguesia de propios yextrafios , que no dudo en des-plegar una amplia trama de es-trategias de inversion, y enocupar espacios publicos y

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    privados que sostuvieran y fornentaran sus intereses particulares.Las condiciones deseadas por esta burgues ia y las condiciones

    creadas 0 est imuladas por los estados provinciales y nacional, tan-to en su etapa formativa como en su consolidacion, obraron en lafactura de un tipo de desarrollo economico par ticular dentro de losdistintos espacios regionales.El conjunto de las actividades econornicas de estos grupos secaracterizo por una ducti lidad y polivalencia extremas que le per-

    mitieron dis frutar has ta el l irni te los recurs os del mercado, ya fue-ran los mismos estrictamente economicos, ampliamente politicos,simbolicos y relacionales.La periodizacion de este proceso tuvo como base la part icular

    coyuntura iniciada con la Confederacion y como limite la consoli-dacion en los ochenta del regimen oligarquico. Entre estos doshitos tanto e lp roceso de unifi cacion generado en los inicios de lossesenta como la sa lida de la crisis de 1873 (en a lgunas provinciasla guerra del Paraguay) aparecian como las altemativas especif i-cas que marcaron la dinamica de conformacion de las burguesiasregionales:El periodo que va desde 1850 a 1880 fue mas que un prolego-meno de un proceso de fortalecimiento deun orden burgues poste-rior. Fue vi tal en si mismo ya que const ruyo la tendencia , ra tificoel rumbo y consolido la direccion. El proceso que se abre en latransicion a los ochenta sera asi elproducto deuna nueva alquimiasobre la base de una estructura previa, sosten indiscutido de unmodelo social , economico y polit ico.

    Viejos hombres y hombres nuevosEl par ticular proceso de la ecqnomia posindependiente penni-tio q W " : ' en lineas ger jerales los ahhguos capitales acumulados en la

    intertsa actividad comercial de las ultimas decadascoloniales eclip-saran. La aparicion de recien llegados, criol los y extranjeros , quese incorporaron a la est ructura formal de l comerc io t radiciona l,cambio enparte elpanorama economicoy social. Muchos de'ellos ,a pocos afios de la revolucion, se encontraron usufructuando lasventajas de sus nacionalidades, pero mas que nada las de una li-ber tad de mercado que comprendian mejor que sus antecesores.Dentro del marco de esta "l iber tad" las act ividades comerciales

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    progresaron alli donde los ecos de la guerra civil 1 0 permitio, yespecialmente en las provincias donde de manera significativa pudoconcre tarse la consolidac ion de un Estado, en parti cular en su fa-ceta economico-financiera, La ecuacion estabilidad politica = es-tabil idad f inanciera r indio sus frutos preferentemente en provin-cias como las de Buenos Aires, Corrientes 0posterionnente EntreRios.Dis tintos fueron los mecanismos mediante los cuales los recienllegados bus caron art icularse con los representantes del grupo masantiguo. Sin embargo las estrategias famil iares fueron las form asmas comunes de asociacion y relacion. El mat rimonio por un ladoy las finnas colectivas por otro aseguraron durante el periodo laconsecucion de Lil la acumulacion constante y sistematica de losdist in tos grupos de comerciantes y productores. La familia repre-sentaba en este periodo mas que un crisol de redes sociales; asi sufuncionalidad en tanto inst itucion economica-fue.decisiva para laproduccion de sentido dentro de lasredes sociales ) ;' :1osprocesos., .,. ~.- --.- -de construccion historica de la empresa . ...Un ejemplo claro de este proceso 1 0 transmite el relato de unheredero de laburgues ia del noroeste como Carlos Ibarguren: "Las

    fami lia s de la a lta sociedad de Tucuman y de Salta mantenianseestrechamente unidas por lazos ,de parentesco y de sol idaridad;sus hogares estaban reciprocarnente abier tos, y cuando por las vi-cisi tudes de las luchas polit icas locales sus miembros emigrabande una a otra provincia , eran acogidos con afecto fraternal. La tra-dicion socia l que con tanta fuerza imperaba en e1norte a rgentinounia en una gran familia a las de ambas provincias, a los Padilla,los Colombres, los Gal lo, losr'Ieran, los Nougues, de Tucuman,con los Uriburu, los Ibarguren, los Comejo, los Figueroa, losZuviria, los Usandivaras , los Gtiemes, de Salta". 'Especif icamente un miembro de la familia Zuvir ia -Jse Ma-

    r ia- representa un paradigma de ascenso personal. Descendientede una familia de comerciantes y hacendados saltefios de largatrayectoria y profundamente vinculada, tal como afinna Ibarguren,con fami1ias de igual range y nivel dentro del ambito regional del

    Inoroeste, Jose Maria comenzo su ascendente carrera polit ica y pro-fesiona l en 1852 cuando fue designado encargado del Archivo del

    IIbarguren, Carlos, La historia que he vivido, Dic tio, Buenos Aires , 1977, pag . 30.

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    ~ - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

    Ministerio de Hacienda en Parana; previamente habiaestudiadoleyes en Bolivia y Buenos Aires, ademas de haber side encarcela.do por Rosas. En 1853 fue sec retario del Congreso General Cons-tituyente de Santa Fe, y por e lm ismo tiempo era subsecretario delMini ste rio de Hacienda y a posteriori del Ministerio del Interiorde la Confederacion. Entre 1854 y 1858 fue diputado por Salta enel Congreso Nac ional. A principios de la decada del sesenta com-part ie su cargo de Auditoria de Guerra con la direcci6n del BancoNacional y mas tarde con la diputaci6n por Santiago del Estero.Enviado como secretar io de la embajada argentina en la Santa Sede,a su regreso en 1862 real iz6 una febril act ividad como diputadopor Rosario en la Legislatura de Santa Fe, como agente fiscal enRosario y, como no podria ser de otra rnanera, como susc riptor dediversos contratos de colonizaci6n. En 1863, a partir de la crea-ci6n del Juzgado Federal en Santa Fe, fue nombrado juez con asien-to en Rosario.Jose Maria Zuviria era un rniembro de los viejos hombres que

    explotando relaciones, y asentandose desde su lugar de magistra-do y burocrata, art icu16 una compleja red interprovincial e interre-gional-que finalmente sol idifica en una ciudad de hombres nue-. vos- resuelta con la regla de oro de los burgueses del periodo:

    ""'~~~.gospublicos igual negociosprivados.Lasdistihtas""bili'g'tlesiasprovinciale-sconformadas pOI'estos vie-

    jos hombres, identif icados con su raigambre colonial y consolida-dos durante el primer periodo independiente, fueron constante -mente rnixturados por la agregac ion persistente de algun que otroextranjero, y de los numerosos viandantes internes, durante lasdecadas anteriores a Caseros. Sin embargo, en e lperiodo abiertopor la unificaci6n se le sumaron de manera gradua l y sistematicalos "hombres nuevos'' .

    .- LOS:J22.1p:Q~~.Suevos ~n general fue ron inmigrantes que se ins-talaron de maner8.inlcia l en una ciudad, y que pudie ron crecer enella como comerciantes, 0bien que pasaronde una a otra en buscade oportunidades estableciendo un eslabonamiento de relacionescornerciales y sociales. Esta condici6n de inmigrantes no fue ex-cluyente, ya que tambien migrantes internos fueron capaces demo-vil izarse dentro del mapa de oportunidades que s ignificaba la cons-truccion de un mercado. La idea de un it inerario alte rna tivo, flue-tuante y novedoso, tiene que ve l' con el avance de la linea de fron-tera, las propias y particulares expectativas, l as condiciones del

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    mercado y la presencia de un marcado conocimiento "cara a cara"en el que las relaciones sociales anticipaban a las comerciales.Es asi que a lapar del crecimiento y la extension de la campafia,

    donde pOI 'ejemplo el puestero adquiria signif icaci6n como puntade ocupaci6n y poste rionnente de producci6n, e l it inerario de es-tos "hombres de negocios" tambien mostraba esta 16gica. Ir dec iudad en ciudad, de pueblo en pueblo, de vill a en villa , Ies penni-tia conocer no s610 el terreno sino las practicas, y a posteriorireal izar negoc ios. La prosperidad y expansion de los mismos po-sibil itaron su futura radicacion en un lugar estable , desde dondeorganizar su dinast ia y su acumulaci6n. En algunas ciudades, Ro-sario pOI'ejemplo, la "nove dad" era un rasgo dist intivoe intrinse-co. No necesi taban jus tificarla. Ante la inexistencia de grupos tra-dicionales propios de la ciudad, las posibi lidades de emulacion yde cohesion con los mismos no suponian contradicciones. Luegode andar un par de afios recorri endo el interior, el espafiol CarlosCasado se insta16 en Rosario en 1856, estimulado y apoyado porla comunidad espanola del lugar, ent re e llos el vicec6nsul de l re i-no y cornerciante respetable: Joaquin Fil lol. Por muy poco tiernpo

    Puerto de Rosario, 1852.

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    se establec i6 como dependiente en la casa comercia l de otro con-nacional . Durante los ocho afios que van entre 1857 y 1865 mont6su propia casa de representaciones de art iculos importados, forrnopar te de estructuras sociales etnicas como laAsociaci6n Espaf iolade Socorros Mutuos, e inaugur6 una practica que le depara ria pin-giles benef icios: el prestarno prebancario. A par tir de 1865 fundosu propio banco -Banco Carlos Casado, 1865/66- y se inici6 enelnegocio inmobiliar io a gran escala identif icado con Iaespecula-c i6n con la t ierra urbana y la colonizaci6n agricola. Sobre el fin dela decada del setenta coron6 su trayectoria con su reingreso a laact ividad bancaria, esta vez de la mano del estado provincial san-tafes ino, siendo des ignado por el Poder Ejecutivo director generalde la sociedad an6nima Banco Provincial de Santa Fe con el avalde los burgueses rosa rinos. A la par de esta sostuvo otro a trevidodesarrollo empresario: controlar una red ferroviar ia propia -Fe-rrocarril del Oeste San1:a fesino- que permiti a lleva r al puerto deRosario la producci6n de su colonia -La Candelaria=-, asi comodominar el acopio de esta misma producci6n y la de buena partedel sur santafes ino con su Granero del Rosar io .Por el contrar io , en ciudades de pasado colonial act ivo, tal como

    los casos de C6rdoba, Tucuman, Santa Fe 0 la propia Buenos Ai-res, el solapamiehto de los grupos tradicionales con los nuevosfue sugerel;te. La captacion, la apertura, la tensi6n d e . ~ ~ ~ ~jerarquizaci6n ent re vie jos y nuevos fueron algunos de los ingre-dientes de este proceso his t6rico correspondiente a los afios f ina-1es de la Confederacion y el inicio del Estado nacional.En Mendoza un buen ejernplo 10 constituy6 don Tiburcio

    Benegas. Habia nacido en Rosario, se insta16 en Mendoza en 1864y se cas6 alli con Lubina Blanco, miembro de una familia de laeli te locaL Con estrechos lazos en la polit ica naciona1, fue gerentedel Banco Nacional en Rosario y 1uego en Mendoza . Fue comer-ciante, hacendado con tierras en laprovincia yen ell itoral , propie-tario molinero, banquero y bodeguero, Elegido diputado provin-cial, con pos terior i dad al ochenta fue senador nacional y goberna-dor en dos ocasiones. Sus vinculos comerciales y familiares 10relacionaron con otros miembros de la oligarquia local como losCivit 0 los Videla en Mendoza, 0 los Lynch en Buenos Aires.Finalmente en areas de larga tradici6n_GQ)Q!l:~(:l_l_l2_e.!.~_deesca-_

    sas oportunidades econornicas, estos hombres nuevos - f l l e w nrnas excepcicnaleapero nopor ello menos exitosos. Jujuy, Ca-

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    tamarca 0 Santiago pueden ser ejemplo de esta caracterizacion.La enrnarafiada red de relaciones sociales y comerciales, y la

    actuaci6n conjunta de viejos y nuevos en toda Ia gama de nego-cios probables dentro del periodo, excluye la considerac ion de laf igurade estosburgueses como individuos s ingulares, l ibres y au-t6nomos, situandolos como personajes interdependientes,Esta inte rdependencia no se manifest6 s6lo en sus relaciones

    sociales y econ6micas inmediatas s ino tambien en la var iabilidadde zrados de la misma dentro de la propia dinamica de la familia yb de la acumulacion del capital , de la estructuracion societaria de las. empresas y de las relaciones politicas. ta.i11terdependen~iapuestade manifies to era jerarquica, evidenciada en:las relaciones asime-t ricas exist entes ent re eIlos. Viejos y nuevos hombres pugnaronpor sentarse en la mesa de juego, y de este modo los elementosdistint ivos no se encontraban dados por la longevidad 0 la nove-dad en sf mismos, sino por los mecanismos y estrategias puestosen acci6n. Tenian elementos comunes como el sostenimiento y lareac tivac i6n de ci rcuitos comercia1es anteriores en el tiempo, lasolidaridad y el emparentamiento progresivo y lucrativo, 0 la par-t icipaci6n met6dica y regular dentro de los aparatos administrati-vos municipales, provinciales y naciona1es. Pero tambien tenianprofundas dife rencias ala hora de hacer negocios: l a audac ia paraacomodarse a los cambios de l mercado, la intrepidez comercialpuesta a prueba en la generac i6n de nuevos circuitos, l a relaci6nmas fluida con el capital extranjero 0 la construcci6n de nuevasdinastias que los colocaran en la cuspide de la elite de su regi6neran algunos de los elementos que los caracterizaban.

    F A M IL IA S Y E M P R E S A S

    Las leyes, las formas y la constitucion empresaria/ Los empresarios regionales habian generado areas de acci6naltamente eficientes alrededor de su espacio local . Sus conductascomo grupoburguesmantuyieron siempre como unidad de acciona la famili~ F_amiliay empress , mediadas ambas cons tantementepor un corriplejoenttarrcacla-de relaciones econ6micas, sociales,

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    representacionales y polit icas, s ignificaron la base expansiva tan-to de la acumulacion y reproduccion economic a como de la gene-racion del capital social suficiente para configurar un grupo depoder.Ademas de las leyes impuestas por los Estados -provinciales

    y nacional- existia una pract ica comerc ial que de manera formaly s imbolica regulaba el mercado. El comercio y los comerciantesdel vir reinato amparados en la legislacion espanola habian demos-trado su perspicacia profesional. La transfiguracion revoluciona-ria y de la guerra civil les habia dado ali ento suficiente para man-tenerse y crecer por y a pesar de los conflictos polit icos .Los afios de la Confederacion aparecieron como los const itut i-

    vos de un orden econornico y politico que progresivamente im-pregno el desarrollo de las ciudades como puertos exportadores y/o como focos de ac tividades de intercambio al interior del nuevoEstado. La unificacion nacional de 1862, le jos de subvert ir estedesarrollo, 10 alineo bajo otras nonnas.La organizaci6n del Estado nacional requirio imprescindible-

    mente de medios para controla r y reglamentar a la sociedad civil.Las reformulaciones del derecho civil y cornercial eran algunos delos caminos para la consolidacion de esta organizaci6n. La Cons-t ituci6n de 1853, disparador formal y l egal de este proceso, pro-movi6la re fo1111a de la legis laci6n vigente entodas sus ramas (Par teI, mi. 24), concediendo al Congreso la facult ad de dictar los Codi-gos Civil, Comercial, Penal y.de Mineria (Parte II, art. 67).La secesi6n de Buenos Ai res al tero los planes de la "organiza-

    cion nacional", y de este modo tanto la Confederacion como elpropio estado de Buenos Aires buscaron los medios para darseuna legis1aci6n acorde a las necesidades poli ticas y economicasdel momento. La "fuerza de loshechos" asi como la propia t rayec-tor ia his torica de los bandos enfrentados hizo que mientras la Con-federacion, por dif icultades economicas e insolvencia f iscal, pos-tergara los proyectos legales, Buenos Aires se Ianzara de lleno aconfigurar un proyecto de codigo,Entre 1856 y 1859, afioen el que finalmente serefrendo el"cum-

    plase, acusese recibo, comuniquese a quienes corresponda ypubliquese", se proyecto, elaboro (Ministerio de Gobiemo) y fi -nalmente sanciono (Legislatura provincial) el C6digo de Comer-c io de Buenos Ai res. Sin embargo, identico debate y necesidad nose habian suscit ado respecto de 1aredacci6n de un C6digo Civil,

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    ello hacia necesar io que en eltexto del de Comercio se incluyeranpreceptos de derecho civil . 2En este contexto las practicas societarias respondieron a un

    marco legal pero tambien a usos extendidos de legislaci6n espa-nola (Ordenanzas de Bilbao), he re dada de la e tapa colonial , quesuplia a nivel pract ice las ausencias y/o deficiencias de c6digosaprobados a nivellegis lativo en tanto no contravinieran las dispo-siciones provinciales y nacionales , Ademas, bastantes elementosoperat ivos eran provistos por el aprendizaje acele rado de estossujetos en las lides del comerc io de importacion-exportacion as!como por los conocimientos y la pract ica adquiridos en sus paisesde origen dentro del area comercial,Las disposiciones lega les se condensaron en una practi ca co-

    mercial, que actuo al interior de la organizacion empresaria enfuncion de dos carac teristicas basicas: control y l imitacion en laresponsabilidad. Las empresas fonnadas en este periodo respon-dian a di st intos tipos de compafiia, desde las sociedades indivi-duales hasta las sociedades anonimas; sin embargo, este abanicoquedaba reducido por las practicas, Las sociedades habitualmenteelegidas para la configuracion empresaria fueron la colectiva, laen cornandita simple y la sociedad anonima.Las finn as colectivas se sucedieron en elt iempo cas i de manera

    consecutiva, a pesal' de contar globalmente cada vez con menoscapital inver tido. Era de suponer que los cambios de posici6n pro-ducidos en el inter ior del grupo familiar y de amistad permitieronla generacion de nuevas cornpafiias en un proceso de solapamientode las mismas. Estas compafiia s fueron propias de un periodo deacumulacion de capital , y courelat ivamente a estas van surgiendootras que apuntan a complejizar las fonnas societar ias y los meca-nismos de control. .Asi l a asociacion entre madurez economic a, los modelos juri -

    dicos impuestos a nivel formal y las improntas nonnativas de lasociedad, iban a pennitir que 1a empresa familiar y comercialavanzara de manera gradual hacia la sociedad anonima. De estemodo se fortaleciaen lapract ica 1aconviccion eli ti :e los empre-

    I sa rios de que la sociedad anonima era la estrategia de organiza-

    2 EI C6digo de 1858 dividia sus 1.748 articulos en cuatro libros dedicados sucesivarnen-te a las "personas del comercio", los "contratos decornercio", los "derechos y obligacio-nes que resultan de la navegaci6n" y la "insolveucia de los comerciantes",

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    Esiacion deFFCC, Colonia Ocampo, Santa Fe.

    c i6n empresa ria mas id6nea para las inversiones de riesgo.Los grandes "negocios nacionales" significaron, para estos bur-

    gueses, la pos ibil idad real de exper imentar con la sociedad anoni-ma , La magnitud del capital requerido permi tio la arti culac i6n devarios "tipos'' de pat rimonios. Tal vez el e jemplo mas extendidode est a clase de inversi6n haya s ido el del-ferrocarr il , part icular-mente el Central Argentino, Este se constiulY6erfunabportunidadde entramar no s610 los intereses del capital extranjero coil lasredes empresarias locales , sino fundamentalmente de var ias areasregionales entre S 1 : des de los terratenientes ganaderos bonaeren-ses, los "hombres nuevos y viejos" santafesinos, los ganaderosentrerr ianos (representado en Sll paradigma, el general Urquiza),has ta los en ese momenta comerciantes-ganaderos mendocinos.Si bien el ferroca rri l fue ese e jemplo emblematico, por c ierto

    que no fue elunico. Dentro del area del transpor te, par ticularmen-te en los prirneros afios de los cincuenta, el transporte de carga,correspondencia y personas fue otra pos ibil idad, asi como 1 0 fue-ron tambien la c reaci6n de algunos bancos privados 0 provincia-

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    les , la empresa colonizadora en Santa Fe 0 la inversi6n agroindus-trial en Tucuman.A pesar de esto la sociedad anonima recien se fortalecio en la

    Argentina a par tir de 1ainstalaci6n mas sistematica de compafiiasextranjeras, en especial. las dedicadas a los servicios publicos, du-rante los afios ochenta, En este contexto la decidida apuesta de losburgueses mas encumbrados por las sociedades anonimas, tuvoque ver a nivel coyuntural con la crisis de 1890 que les permitio alos "supervivientes" refrendar su posici6n dentro del mercado yadquirir importancia en el sector , despues de la primera consolida-ci6n de las f innas de mayor envergadura.La conformac i6n de las sucesivas firmas con disimil estructu-

    ra socie taria comport6 tambien cambios en los tipos de vinculosestablecidos en el diagrama de acci6n de los empresarios y suentomo. La fundaci6n de contactos y relaciones sociales que sen-sibilizaron un tipo de solidaridad en el poder y en los manej osdel capital social de las redes familiares y de amistad fuerontrampolines a partir de los cuales los burgueses lograron diversi -fi carse en terminos econ6micos empresaria les y anudar lazos enterminos sociales.

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    La casa familiarEI per iodo constituyo una fase del crecimiento burgues amplia-

    mente dominada por el sector comercia l donde el peso de la fami -lia resulta particularmente fuerte, fundacional y funcionalmente.La casa fami liar es una estrategia que hunde sus raices en los ori -genes del capita lismo, con una trayectoria historica vinculada alsurgimiento de los circui tos comerciales, la produccion agrope-cuaria, y a par tir de larevolucion industrial , en la configuracion delas primeras casas industrial es. Dentro de esta c lave y mas al la deciertas particularidades, "los negocios de familia" mantuvieron esta; logica de funcionamiento en los distintos ambi tos regionales ar-i gentinos.

    La "casa" e ra ellaboratorio de l burgues: origen de su riqueza,vit rina para exponer su exito personal y famil iar, por cuanto soli aser simultanea la c reacion de un nuevo ernprendimiento comer-cial, industrial 0 financie ro con la art iculacion de relac iones deamistad y familia. La casa de comercio fue el punto de partidapara comple jizar la base del mode le de acumulacion de los gruposburgueses regionales y locales, t ambien era el origen de su rique-za, base de operac iones en torno a la configurac ion de un circulode influencias y la sintesi s de las mejoras de sus inte reses econo-micos.Las casas familiares no se visualizan fuera del contexto que s ig-

    ni fico la imple rnentacion de reglas y normas, que obraron dentrodel fondo y la forma de la constituci6n ernpresaria , a si como tam-bien de la accion de los burgueses sobre la const rucci6n de la ley.La progresiva transformacion de las sociedades colectivas con ni-veles minimos 0medios de inversion a sociedades como las ano-nimas puso demanif iesto lapropia complejizacion interna del gru-po -burgues-, la particular identidad de la familia como forma-cion economic a, y la sistematica consolidacion de l capi tal ismodentro del area.Las sociedades colectivas familiares pervivieron y sobrevivie-

    ron junto a otras formas mas "mcdernas" de,asgciacion (en co-mandita, en comandita por acciones 0 anonihia);;l~s.(rupturas fue-ron debil es en el tiempo, tan graduales.como imperceptibles. Elorigen del capital, tanto de la inversion como del credito, era enalgunos casos incierto y en otros multiple. Como en un versiculodel Genesis la famili a era, para estos burgueses, una est ruc tura de

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    referencia basica, a par tir de la cual se desarrollaban las trayecto-r ias individuales y, gracias a ellas , las nuevas redes de relacionescon las que contar. La abrumadora mayoria de las empresas delper iodo se apoyaba en vinculos famil iares, tanto de manera exclu-siva como defonna parcia l. Dadas las caracte rist icas de instala-cion, las asociaciones mas frecuentes eran las realizadas entre her-manos. Era COl11ll l1ue los hermanos refundaran la f irma familiarluego de la muerte de su progenitor, 0 aun ante la muerte de algu-no de ellos. Tambien en algunos pocos casos aparecia la figura dela madre en la compafi ia de sus hijos.C6rdoba constituy6 un interesante ejemplo del fenomeno de las

    relaciones parentales/empresariales. En los afios cuarenta eran masCOl11lmeSsociedades mas horizontales (hermanos por ejemplo),pero como evidente respuesta a la extension y acrecentamiento delos negoc ios de la segunda mitad del siglo, se produjo una tenden-cia en la que predominaban las sociedades mercanti les vert icales(padre-hijos 0 suegro-yerno) . De este modo latendencia dio cuen-ta de como se reorientaba la estructura familiar en busqueda decubrir las rnayores neces idades del mercado.

    Calle Constitucion frente a la Plaza de Cordoba.

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    Este proceso no se restringia a la actividad comercial: en mu-cl~a~ocasiones ~ ~art ir de negocios aislados estos emp~esari6s ,utll:z _ , Una familia .9-u~tesulta signi fi cativa en este proceso era la delos Po_s~ege rblclfrn~n3 .Descendientes del que fuera el poderosoco.merclante de la ciudad a principios del siglo XIX, tres de susmiembros -Jose, Wenceslao y Juan-Hegaron a ser gobemado-

    3 Vease capitulo 6: "Las producciones regionales extraparnpeanas".

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    res de la provincia. Duefios de ingenios, por simismos -Felipe,Wenceslao, Juan, Emidio, Eustoquio- 0 en sociedad -PosseHnos. y Posse y Pondal-unpulsaron apartir de la decada de 1870la mstalacion de maquinaria avanzada con trapiches de acero ensus empresas azucareras Alentados por la expansion del cultivode la cafia de azucar a partir de 1855, en pmie explicada por la alt arentabilidad del cultivo, expandieron la produccion obteniendo ele-vados margenes de ganancia, pese a la disminucion de la protec-ci6n aduanera. Los Posse tambien fueron grandes ganaderos en suprovincia natal y sus negocios con bovinos ll egaron hasta la pro-vincia de Buenos Aires.Desde e lpunto de vi sta de la famili a, dent ro del modo tradicio-nal de la compafiia, propietarios, directores y familia eran una solacosa y sostenian sus intereses en virtud de la sucesi6n. La firmafamiliar seguia las pautas de la familia usual de clase alta peroempezaba a adoptar ciertas innovac iones en 10que se referi a a laadmini stracion del capital . El capit al de las empresas de famili a yde amigos, incluso cuando estaba limitado por una autocapitaliza-cion, habia ido creciendo.La natural reproduccion bio16gica s ignificabaque los hijos po-dian ser directores y compet ir por el cont rol. La incertidumbre en

    las coyunturas de crisis de la economia argentina iba a favorecer aeste t ipo de sociedades que pudieran proteger los bienes persona-les de cada uno de los miembros y en muchos casos significo eldespegue de aquellas. De este modo si los vinculos familiares fue-ron s ignos de pennanencia, como respues ta a la amenazadisgre-gad ora de la nueva movilidad y como elemento est rategico de so-l idar idad y respuesta a las posibles crisis coyunturales, enlas gran-des ciudades pampeanas sobre todo,dadas sus caracte ri sticas desociedades profundamente transformadas ya par el fenomeno dela inmigracion, las redes de familia fueron complementadas 0 en \algunos casos reeu:.plazadas por fenomenos de identidad etnica: )compadrazgo y amistad. .Esta situacion era mas evidente en el caso rosarino, porque lamayoriade los burgneses de esa ciudad tenia una procedencia! foranea, de modo que la fundaci6n de las primeras compafiias fuesimultanea a la de su grupo famil iar, En esta logica, pocos se rela-cionaron atraves de matr imonies en esta pr imer a etapa. La identi-dad etnica de los "socios fundadores" marcada por la inmigraci6nmantuvo su art iculacion ultramarina: si se debia buscar esposa, se

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    la de?ia buscar en el "viejo pueblo" 0 ciudad: el corazon yrelaciones estaban en Europa. La segunda generacion se pudocular de manera mas organica con sus propios pares rosarinosaunque la fortaleza de la tradici6n e identidad continu6 liderand;las elecciones matrimoniales. La tercera generac i6n, ya sobre fi-nales del siglo, sucumbi6 mas a los encantos de la ciudad y a susespacios mas organizados de sociabil idad para ambos sexos: co-menzaron a casarse entre sf.Los ejemplos de la func ion que cumplian las relaciones prima-

    r ias, tanto familiares como "paisanas" , en las organizaciones em-..presariales fueron multiples, Santiago Pinasco, oriundo de Lavagna\(Liguria, Italia ), habia arribado a la ciudad a mediados del sigloXIX. Sus actividades iniciales se relacionaban con el comercio decabotaje siguiendo el eje fluvial del Parana y desde 1858 invi rt ioparte de su capi tal en un a lmacen naval marcando los cimientos dela firma Santiago Pinasco y Compaf iia, A fines de la decada delsesenta estableci6 una casa de exportacion en Genova, y sus hi josLuis y Santiago queclaron a cargo de la firma en la ciudad. En ladecada del ochenta extendieron sus negocios de irnpor tacion-ex-portaci6n hacia el rubro de tierras. Fueron la cabeza visible de una .red mas amplia de connacionales entre los que se encontraban losCastagnino, de los cuales eran primos y por muchos afios socioscomerciales, Tarnbien estaban asociados a otras fal~ilias i talianascomo los Copello 0 los Queirolo. Este grupo de comerciantes italia-nos, encabezado por Sant iago Pinasco, padre primero e hijo des-pues, tuvo una decisiva participacion en cada una de las distintasinstituciones etnicas italianas locales, formando lID establishmentpermaneote con cierta rotacion y movilidad entre sus intezrantes.~' bUn oC'eanolos separabade la viej a familia, tal como habia sepa-rado a 16 s comercianfes espanoles coloniales. Ademas, ya que no. h abia registro de aristocracias a las cuales emular y seducir, lasnovedades en el funcionamiento de estas burguesias estribaban enla ciudad, en su condicion denotables. en la fal ta de necesidad deasegurar una trayector ia arist~~~~tica;y en algunos casos has ta deviejo cufio (colonial 0posrevolucionaria). Sus propias estrategiascorporat ivas no hicieron mas que refrendares te convencimiento.Sus practicas societarias evidenciaron que a partir de un marcolegal exist ia una exper iencia individual y colectiva, aut6ctona ytrans oceanica.El fenomeno del compadrazgo pervivia, continuaba y se multi-

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    plicaba; no fue solo t ipico de una clase social s ino que se manifes-to de manera divers a en todos los estratos. Adquirio particularida-des etnicas y dis tintas cober turas, ya que en esencia funciono cas icomo una ins ti tuci6n para los grupos de ascendencia pract icantecat6li ca: los padrinos de baut ismo se convert ian asi no solo en losatentos tutores de las ensef ianzas evangelicas, s ino en . las f igurasaltemativas a los propios progenitores, 0 como familia extensasust itutiva que resguardara los lazos afectivos, solidarios y porsupuesto economicos. Ademas, aparecian las "~tnls tad~s? ' repre-sentadas por los paisanos y los nuevos amigos, queresigmficabanla idea de famil ia, haciendola extensa y permeable. Las redes deamistad acompafiaban el proceso, no todos eran comerciantes,financistas 0 industriales, aparecen los "profesionales" , tanto lospropios -los que se generaron a parti r de una cuidada educac i6nliberal 0 tecnica-> como los otros: los gerentes, eficientes admi-nistradores de las empresas extranjeras , que competian, l iderabano compartian el mercado junto con las locales.Al son de la consolidacion del capit alismo, los burgueses de ja-

    ron de ser sujetos individuales que operaban en conjunto para con-vertirse en burguesia.

    Capitales extranjeros y empresasEl modelo de la casa famil iar como eje a rt iculador de las activi-

    dades de las burguesias regionales, t an eficaz en el pasado y tam-bien en la coyuntura, convivi6 con Ia presencia ascendente de em-presas e inversionis tas que exphcitaban elvinculo creciente entre elmercado mundial y nuestro mercado nacional en formaci6n. Capi- Itales y capitalistas extranjeros fueron tambien aetores pr incipales en \la constitucion de un orden burgues en laArgentina particularmentea par tir de dos areas de inversion: empres ti tos y ferrocarr iles. ;Uno de los principales ciclos de iii.versionexfraiij e r a hacia nues-

    tro pais ocurrio entre los afios 1862-1875, s iguiendo la tendenciade exportaciones de capit ales en el mundo. La reunificaci6n de l

    Ipais, la renegociacion de l empresti to Baring, asi como las garan-ti as estatales ofrecidas a los oferentes exte rnos en los contratosferrocarrileros, abrieron un conjunto de nuevas mot ivaciones yexpectativas que impulsaron la llegada cada vez mas masiva deestos capitales.

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    EI mercado financ iero intemac ional fue, entonces, una imp or-tante fuente de los recurs os movilizados en operaciones intemas,sobre todo para aquel las que necesitaban una fuerte dosis de capi -tal inicial .Estado, capital istas privados nacionales e inversionesexternas configuraron eltripode principal de financiamiento y pues-ta en produccion del proceso de capital izaci6n abier to . La consti-tuc ion de una masa considerable de capitales disponibles para in-versiones externas, siempre a la busqueda de mayores tasas deganancias, se organizaba en las principales ciudades europeas apar tir de grandes bancos 0 intennediarios reconocidos que ponianen la escena f inanciera t itulos 0 valores mobiliarios de determina-dos paises que resultaban atractivos para los ahorr is tas.Una vez establecido un primer eslabon comercial, y luego de

    rat if icar las garantias ofrecidas y tambien las pos ibles ganancias yr iesgos , los mercados f inancieros intemacionales resolvian y de-cidian sus inversiones de dive rs os modos: una de las principa lesdel periodo las constituian los empresti tos hacia los estados, otrafue la forma directa abriendo sucursales en. los nuevos paises, unatercera era la adquisici6n de propiedades, bienes que eran admi-nistrados por otros, y finalmente otra opci6n muy utilizada fuemediante concesionarios 0 representantes que actuaban como nexosy gerentes de estos recursos y compafiias .La importanc ia crec iente de las operac iones requeria la atrac -

    cion no s610 de grandes ahorristas, sino tambien de l aporte de di-nero de una amplia capa de medianos y aun pequefios que com-praban sus titulos en el mercado financiero a traves de bancos 0corredores de bolsa que actuaban en las ciudades de los paisescentrales, s iendo Londres la city f inanciera por excelencia de aque-I los afios. En nuestro pais, diversos grupos f inancieros recorrianlas di stintas regiones en busqueda de oportunidades de lucro, de -pendiendo la mayor 0menor intensidad de estas tanto de las posi-bilidades econ6micas de cada lugar, de la reorientacion en susrubros economicos, de la capac idad de crecimiento y expansionde esos mercados, como tambien de los rnoviles pol iticos que seexpresaban a par tir de pos ibles contactos personales con e1poderpublico. En este sentido fueron los capita listas ingleses los quemas y mejor supieron extender sus negocios e inversiones, des delos mas puramente comerciales en los primeros afiosde la inde-pendencia hacia rubros mas especificamente financieros paraeste periodo.

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    , El segmento de inversion por exce-I lencia, juntarnente con el empresti-\ to publico, 10 cubria el ferrocarril."Asi, en Buenos Aires el .Nortefue construido entre 1862/ 64por la cornpafiia inglesaMurray & Croskey; el GrandSud se realize en 1865 porPetto & Betts; en 1872 elBue-nos Aires y Ensenada se hizopor los mismos contrat is tasque anteriormente habian rea-lizado e1Central Argentino,Brassey, Wythes & Wheel-right , que para 1872 habianhecho una inversion total dedos millones. Por aimpar te elEste Argentino, que recorriade Concordia a Caseros porla provincia entrerr ianafue construido por otra f inn a londinense.Tambien las compafi iasde t ien~sJueron un a tract ivo dest inopara estos capifaies. Un ejemplo del funcionamiento y la impor-tancia que adquirieron estas empresas fue la Argentine LandInvest iment Co. Ltd., sucesora de la Compafii a de Tierras del Fe-rrocarr il Central Argentino. Instalada desde 1867, fue la herederadel gran negocio de la revalor izacion de la t ierra en las provinciaspampeanas apart ir del imp acto del ferrocarr il en laregion, cuandoeste uni6 primeramente a Rosario con C6rdoba y poster iormentese extendi6 hasta Buenos Aires. Con respecto a la capacidad def inanciacion hacia el propio Estado, este estuvo sometido al inf lu-jo de pocas compafiia s internacionales. Basta mediados del sigloXIX solo actuaba un reducido numero de firmaseuropeas,Merchant Banks de Londres, Haute Banque de Paris, la BaringBrothers, Murrieta , En cambio, los grupos a lemanes, a lno contarcon contactos directos, tuvieron que Tener empresas intermedia-

    / r ias como Bernberg, Mallmann y Tomquist .Por 10general este t ipo de compafiias dependia de casas centra-

    les que tenian en sus manos la administracion, la ejecucion y elcontrol de los negocios, No cabe duda de que, dados los indices decapitales invertidos por estas empresas, las mismas tuvie ron una

    Guillermo Wheelright,Iitografia de H. Meyer:

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    mayor capacidad para emprender los proyectos mas ambiciosos, yen esta clave actuaron como dinamizadoras delmodelo de acumu-lacion alt iempo que lograban imponer determinadas tendencias ylimites a esa expansion.Las relaciones entre capitales y capitalistas extranjeros , los bur-

    gueses locales y el Estado no fueron univocas. Exist ieron formasreales de integracion entre capitales de diversos origenes como lassustentadas en las sociedades anonimas, en aquellos emprendimien-tos que tenian un elevado indice de riesgo, donde los Estados (pro-vinci ales y el nacional) se surnaron como reaseguro y respaldo delproceso, y de las ganancias; pract ica que ademas era alentada por lapropia dinamica intemaciona l de l capi tali smo. En este sentido seregis traron entre estos actores ins tancias de subordinacion: los fe-rrocarrile sfueron una prueba de un tipo de operatoria donde se dioun desplazamiento del capital publico alprivado y de capital nacio-naI h ac ia e l extranjero, pues este tipo de empresa necesitaba de gran-des magnitudes de capital , largos plazos en su rnaduracion y po r 10tanto solo era asequible para una vocacion de invers ion privada ex-terna 0 bien para elEstado, que ennuestro caso par ticular solo actuocomo ges tor empresarial en los momentos iniciales del proceso.En los periodos de crisis, como la de 1873, por ejemplo, es no-

    tor io otro t ipo de relaciones: las competit ivas . Esta dinamica pue-de observarse en las acaloradas discusiones parlamenta rias, a fa-vor de ciertos niveles de proteccioni smo para el capit al local 0bien en la dura disputa entre capitales extranjeros y burgueses lo-cales, como 10demuestra 1afuerte resistencia de burgueses de SantaFe ante el Banco Londres por el control del circulante enla plazade Rosario. Sin embargo, 111

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    Sa~tiagOEstrada, Apuntes dev ia je . De l P la ta{J los~ndes .Del Jvla; .co dlj'viarAt/imtico; Imprenta del Ferrocarril , Sani: iagode Chile,.1872, . .

    : :: .p a g ~. ,, :. i2 .~ . ~ )2 2 _. ;; ;. ' _ ". '

    tas 0 gerentes de bancos, consigna tarios de mercaderias, etc . Deesta manera se establecian una ser ie de profesiones que juntamen-te con las l lamadas l iberales atendian progres ivamente las neces i-dades ascendentes del mercado en construccion. Las funciones mastipicamente urbanas , como aquellas relacionadas con los procesosde circulaci6n y rotaci6n del capital , contenian un conjunto de pro-fesiones que se cristalizaban en dos circuitos que funcionaban comoejes de la articulacion: los comerciales y los financieros.Mientras el primero de ellos funcionaba sobre la base de tresarquetipos: los almacenes, las agencias y las casas , el segundo 1 0

    hizo a partir de losbancos, las agencias de cambio y seguro, y delas solapadas instancias de credito prebancario indisolublementeligadas al primer circuito. Esta mayor espec ial izaci6n de roles noimplic6 necesariamente disociaci6n absoluta entre estos canalespues en mas de una ocasi6n el mismo sujeto 0 grupos de sujetosoperaba en ambos niveles .Los almacenes configuraron un importante rubro que funciona-

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    ba como nexo hacia elmercado intemo. Muchos de estes anima-ban lavida de importantes ciudades (almacenes mayoris tas) y tam-bien en el interior provincial (almacenes de ramos generales);ambos funcionaban como verdaderos transmisores del s is tema decomerciali zacion. En su ca lidad de te rmina les transi torias eranreceptoras y expendedoras de bienes de divers os origenes, tantoprimarios como procesados. Se relacionaban fuertemente con otroeslab6n super ior de esta cadena mercanti l como las casas importa-doras, y en muchas ocasiones tambien podian funcionar como lasviejas pulperias habilitando creditos menores y a corto plazo que,. reactualizados de manera constante, oxigenaban un segrnento im-portante del mercado en los bordes de una cadena de circulac i6nde capital y mercancias.Mas complejas en su uso y operatoria eran las agencias y las

    casas importadoras y exportadoras. Las agencias en un gran nu-rne ro se vincularon con las distintas instancias de t ransporte te-r restre, f luvial y mari timo. Su funcionamiento crecia en densidadconforme se avanzaba en el pe riodo y evolucionaban los mediostecno16gicos relat ives al transporte y la comunicaci6n. En esta cla-ve , en los a fios ochenta se fue ron relacionando mas fluidamentecon el que iba a ser el medio de comunicaci6n terrestre por exce-lencia: elferrccarri l. S i este rubro inicialmente concentr6 a capita-les (nativos 0 extranjeros) del lugar , como carreros 0 exper tos en

    Carretas tucumanas, 1852, grabado de Parish.

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    navegacion en rios, etc., con el avance del modele agroexportador,el ingreso de capitales externos y sobre todo de origen bri tanicofue abrumador,Las casas de importaci6n y exportaci6n eran los emprendimien-

    tos empresaria les de mayor envergadura econ6mica para los gru-pos locales, s6lo asequibles para aque llos que contaban con capi-tales suficientes para organizar la travesia, a partir de representan-tes en el exterior , 0 bien a parti r de contactos directos con comer-ciantes y/ o productores europeos.El cornercio mayorista de di stribuc i6n de bienes, claramente

    vinculado a la importacion, se converti a par un lado en un impor-tante recolector dela s ignificativa renta agrar ia , pero tambien a suvez fue e l origen de la inversi6n de capitales en nuevas areas 0 ennuevos procesos de producci6n.En lamayoria de los casos la estructura empresarial estaba asen-

    tada en uno 0 varios sujetos que en forma de representantes reco-rrian las aldeas, pueblos y ciudades. Los "representantes" , las "re-presentaciones", eranun eslabon de singula r valor entre los ci r-cuitos decomercial izaci6n intern a y el mercado internaciona l. Aveces esta " representacion" era especif ica de una sola compafiia,pero en la mayoria de los casos eran los "pies andantes" de diver-sas empresas que surtian un mercado en funcion de algunatipologia: en un detenninado rubro, por e jemplo el de vinos, im-portaban vinos extranjeros de diversos origenes, ala vez que ven-dian y revendian aguardiente de producci6n loca l. En otras oca-siones era una representaci6n estrechamente l igada a la demandade los conglomerados etnicos, que buscaban a traer una cli entelaen funcion de los gustos origina rios de sus respect ivos paises deorigen. Este perfil fi le mas significat ivo sobre todo en ciudadescomo Buenos Aires 0Rosario donde el e lemento ext ranjero era yamasivo. _1 1 ~El rol de; '~stos representantes en lajerarquizaci6n interna de las

    empresas era todavia bastante laxo. Al depender, en lamayoria delos casos, de casas centrales insta ladas en las grandes urbes, cuan- .do no directamente de las compafii as asentadas en el exterior, go-zaban de un grado importante de autonomia. Este fue uno de losespacios posibles desde donde, tanto hombres "nuevos" y "vie-jos", asi como algunos de menor expec tacion social, podian em-pezar a construir un camino de acumulac i6n aprovechando el co-nocimiento de1mercado que les daba esta experiencia empresa-

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    r ial. En este proceso los l imites entre empresa de capitales extran-jeros 0 empresa de extranjeros no siempre fueron cla ramentereconocibles, y en muchas si tuaciones fueronlas platafonnas des-de donde no s6lo se constituian nuevos emprendimientos econ6-micos, sino capitalistas.La posibilidad de vincularse con el mercado internac ional im-

    plicaba tambien regular en cierta forma el ingreso y egreso demercader ias, en cantidad, cal idad y precios, ajustando de manerar ttmica la real izaci6n del capital , ademas de absorber importantesganancias que les permi tian a los favorecidos un crecimiento sinparang6n en el per iodo.

    La mercantilizacion de la ciudadLa acumulaci6n inmobi lia ri a urbana se presento en dos regis-

    tros: por un lade la capital izaci6n puesta de manifiesto en eljuegoespecula tivo de compras y ventas de ti erras perifericas urbanas yrurales lindantes; y por otro la propia localizacion de estos espa-cios como configurativos de la naturaleza social de la propiedad.Ahora bien, l a inversi6n que los burgueses canalizaron hacia estesector estuvo tambien detenninada por las nuevas actividades eco-nomicas en que se encontraban inmersos y por el estatus alcanza-do. Primero, Iaadquisici6n debienes inmuebles const ituy6 un areade inversi6n que reunia simultaneamente rentabilidad, especula-cion y ostentac ion, Segundo, ese tipo de inversiones se present6como contrapartida l imitando el rie sgo de la especulacion finan-ciera que, a la vez, permitio en muchos casos la reconversion delas viejas act ividades empresarias . Esta tendencia fue aun mas acu-sada cuando la crisis de los setenta convirtio a las tie rras urbanasen un bien-refugio deterrninante.En este contexto, durante el periodo, el crecimiento de la de-

    manda de tierra urbana f ile sostenido, especialmente a par tir de losultimos afios de la decada del sesenta, como resultado de ladinamizacion de las act ividades mercanti les ( tanto intemas como

    I de irnportacion/exportacion) y de la recepci6n de una cada vezmayor cantidad depoblacion, Uno de los mecanismos mas uti liza-dos tanto para las ventas de tierras urbanas como de productos e rae l remate publico. Las casas de remate no fueron muchas y por 1 0general tenian un perfil profesional con una cie rt a continuidad en

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    "Solo faltan ocho diaspara que sejuegue esta irnrmrtrrnrbilletes se agotan. iQuibl sera el tacaitoque no gas te dospara adquirir un predio?" .

    La Capital, Rosario, 19de febrero de 1870.

    "[Ricoslotes de Porvenir: Alerta especuladores!"La Capital, Rosario , 13de jul io de 1879.

    el t iempo ~ que dio origen a importantes fortunas famili ares queluego pudieron extenderse hacia otros rubros ,De este modo la tierra urbana cumplia con las expectativas

    empresaria les: la especulacion que implicaba la puesta en ven-ta de importantes cantidades de lotes en las ciudades tambienera un derivado de la facilidad de venta que estes teriian acorto plazo. Tanto era' asi que era bastante comun encontraren escrituras de epcca la posibilidad de readquisicion del bienen un futuro no muy lejano; en otras palabras la retroventa erauna figura que aseguraba disponibilidad de dinero en un pri-mer momento, y en un plazo determinado, volver a sustan-

    " .... _ ' . . ..

    .' ''EDI;/CIOSPARTICULAiES .. mas .sobresal(entes son: In ",.,onhabitacion de D. Juan Manj.fe1Mendez, decJosptsos e .,YJ_Jo7CIICJsagante,con un magnifico mirador. Suarquitecturaes de orden :, .su exteriQry esde~orativClcon muy, buengusto~Lade. pPelipe Posse?deunpiso, con dos . gran despdtios,el prir~er9 dee{lQs~ct6gonp:r6qe.ci-. ,...desambos s : eIegantes galel"ias d~coluffIi1as esbeltas.!ienedoble.aa-' .lel!ae}!laco~!uni,eflci6n de los patios y en su entradaprinCip~l,pu- . 'dienosel,;fwJstrar'iJesde lapuerta hasta.su exdemoque estaocupadopar un l indo jardin cultivado con susto ]Iordenado con esmero, " ., .~ : : " , r ; \ . 0 , . _, i ,.Arseclti':Granillo, Provincia deTucuman. Serie de artfculosdescl"ipti~osy

    noticiosos, Tucuman , 1947.

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    ciar la compra para readquirir otra vez el mismo bien.E l ascenso de las burguesias coadyuv6 a acentuar la indole so-

    cia l de la propiedad, por cuanto su consolidacion como grupo do-minante implicaba Ia neces idad de mayor bienes tar y comodidaden Ia vivienda y enel t razado urbano. Bienestar que por otro ladot rajo aparejado pingues negocios para este mismo sec tor, ya quede la mana de la "nueva ciudad" comenzaban a operar muyrentablemente casas de importacion exc lusivarnente dedicadas aproveer mate rial de const ruccion (cemento, vigas de hierro, co-lumnas , rnamposter ia , etc.) y otras muchas empresas sucedaneas,desde la fabricacion de ladrillos hasta las carpinteria s. Pero tam-bien los iba a tener como coprotagonistas en e lp roceso de moder-nizacion de sus espacios urbanos locales al convertirse enimpulsores e inversores del gran negoc io de los "se rvicios publi-cos" a part ir de sus labores como funcionarios 0 miembros delEjecutivo y Legislativo municipales.EI valor del suelo urbano no se daba por la capitalizacion de

    este elemento sino, sobre todo, por la local izaci6n que e l t erreno yelpos terior alojamiento tenian dentro de las dis tintas ciudades . Laoficial izaci6n del trazado urbano, realizado en cas i todas ellas du-rante los afios sesenta , pe rmit io la incidencia de las autoridadespolit icas municipales en la estructuraci6n, saneamiento, control yprospeccion del ejido ciudadano.Por otro lado la falta de una in-dustrializacion manchesteriana defini6 en las ciudades argentinasun tipo de refonna urbana que en principio, durante el periodo1850-80, no se bas6 en los problemas de habita t de las c lases obre -ras, sino en la expansion burguesa sabre e l espac io.

    Sin embargo, Iajustificacionzle estos cambios aclopt6 casi siem-pre el recurso del higienismo. La obsesion por la higiene, plantea-da espec ialmente a partir de las grandes epidemias de colera de ladecada del sesenta y ratificada por la de fiebre amarilla de 1871,tuvo su expresion en las medidas encaminadas a la salubridad delagua, la inspecci6n de alimentos , la des infecci6n, etc. Ahora bien,detras de to do esto habia un problema politico y economico: eldeterioro social y la instalacion progresiva y cada vez mas abun-

    / dante de poblaci6n (migrante y/ o inmigrantes) en las ciudades (sin-gulannente en las pampeanas) ibaa tener su correlate estricto enla necesidad de ejercer lID control mas efectivo sobre una sociedadque comenzaba a desbordarse.Especulacion, construcci6n y control fueron los elementos prin-

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    cipales que condensaron las practicas de los burgueses argentinosde la etapa. Burgueses, que como supropio nombre 10indica, ha-rian de las ciudades el escenario mejor y obvio de su protagonis-mo decimon6nico.

    El espacio rural: Ia tierra y los negociosEl modelo de desarrollo econ6mico en ciernes tenia como pro-tagonista principal a las fertiles tierras de la llanura pampeana. Eneste singular panorama tuvo suma importancia el ambito rural. De

    alli que la afirmaci6n de lapropiedad enla campafia, el disciplina-miento dela mana de obra rural, y la orientaci6n y ratificaci6n delas actividades agricolas 0ganaderas extensivas (bovinas y ovinas)o en algunos casos particulares tacticas agroindustriales, fuerontambien las caracteristicas resolutivas y de identificaci6n de losgrupos burgueses regionales durante este periodo.EI fuerte comportamiento comercial y especulativo de lamayorparte de los sectores lideres de las burguesias regionales no ocul-taba una de las caracteristicas principales de estas, su condicion degrandes propietarios territoriales. Fuera que la poseyeran previa-mente 0 que la adquirieran por esos afios, fue evidente que el"ne-

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    gocio" de tierra hizo del mercado inmobiliar io uno de los masdinamicos en todas lasregiones. La coyuntura lasrevalorizaba ere-cientemente a partir de las posibilidades de expansi6n que se leotorgaban para su proclucci6n, fundamentalmente ganadera (elcereal todavia supone mayores riesgos para esos afios), como tam-bien par las muy amplias posibilidades especulativas que abria.Las actividades desarrolladas por estas burguesias eran multi-ples, pero evidentemente la propiedad de la tierra se habiatrans-fonnado en un requisito fundamental para que estos sectores so-ciales desenvolvieran sus negocios comerciales y financieros. Lainversi6n inmobiliaria tenia una funci6n estrategica: no s610entanto y en cuanto durante todo el siglo XIX dicha propiedad fuehabitualmente una forma de inversi6n econ6micamente convenien-te en el ambito del mercado, sino porque ademas 10era por moti-vos de indole mas generalligados a su propia naturaleza social.Los burgueses compraban la tierra como inversi6n propiamentedicha 0comobien-alcancia, como exigencia familiar 0como fuentede extracci6n derenta, comomedio para reforzar su propio presti-gio, como confirmacion de un ascenso social 0 como instrumentopara reconvertir capitales en las fases de crisis del sector comer-cial; por 10tanto la adquisici6n mas lujosa, costosa y simb6licapodia ser fuente de renta 0 una buena inversi6n, al tiempo que lainnovaci6n tecno16gica podia convertirse en un simbolo de presti-gio social. Ademas, las adquisiciones de este tipo no implicabancambios dentro de sus posiciones y funciones, sino que adquirian

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    III!I,i1: : I

    significado en la logica completa de su movilidad economica, es-pacial y social. .Las estrategias ante elnegocio de lat ierra tenian sus par ticulari ,

    dades, asi como sus puntos en comun. El proceso mas generali za-do, en todos los ambitos regionales, fue s in dud a el de apropiaciony concent racion de grandes extensiones de ti erra en manos de gru-pos burgueses locales. En casi todas las provincias, aunque masvisiblemente en las pampeanas, se produjeron avances significati-vos sobre las fronteras 0 l a consolidacion de espac ios que hastaese momenta no estaban plenamente ocupados. Este proceso setradujo en la disponibilidad deuna masa de tierra que rapidamentefue colocada en el mercado por los Estados para pa lia r sus penu-ria s econ6micas. La circunstancia fue la oportunidad para que es-tos grupos consolidaran su dominio sobre las nuevas t ierras , apro-vechando su profunda interpenetraci6n en el poder politico y sudisponibilidad de capital.El proceso de apropiacion terrateniente no supuso que el mer-

    cado quedara imnovi lizado por el dominic de estos gran des pro-pietarios. La constante incorporacion de ti erras ocurrida en esosafios asi como el propio comportamiento empresarial de estos su-jetos hizo que a partir de la propiedad terrateniente se cornple-rnentaran desde la clasica especulaci6n has ta la profundizaci6n delas ac tividades produc tivas, como tambien la implementacion depract icas que supusieron la subdivisi6n de la t ierra,La divisi6n de la tierra y la entrega en propiedad a medianos

    propietarios, segun elmode lo tan anhelado par Sarmiento y casitoda la el ite le trada previa , no estuvo ausente de l proceso, funda-

    . .: " . , . ; ; i ! : f t . .Familiasqlieposeia"!)i~i~sde 1O.OOOhaen dieciseis partidosde Iaprovincia 'd e Bueu9s Aires, alnorte del Salado

    N defamilias % sabre total836 49 19,30864 517,10890 :44 3~9

    Nde hectareas1.015.2551.004,643875.157

    41,7336,55

    Tomadode H, Sabato (1989), Capitalismo y ganaderiaenBuenos A ires, p a g . 7 L

    -- 4[14--

    mentalmente en las tierras nuevas que se abrian a la explotacion.Es mas, en gran medida la practi ca fue bastante extendida durantebuena parte de esos afios y consti tuy6 la base de una diversifica-ci6n del mapa social de muchas provincias. No fue ajeno a esteproceso el origen de los sheep-farmers bonaerenses , de los colo-nos esperancinos de Santa Fe, de los pequerios productoresvitivinicolas de Mendoza, 0 aun de los caf ieros independientes deTucuman, El abandono posterior de estos comportamientos em-presariales, mas propensos a desprenderse de lat ierra, no se debi6ni a una perdida del rumbo polit ico de un proyecto ni a rasgostradi-cionalistas deun grupo social, mas bien correspondio aun contextoen el que las condiciones para la producci6n eran todavia 10 sufi-cientemente r iesgosas como para que fuera mas rentable tal estrate-gia, conservando el dominio a traves de la comercial izacion 0 uti-l izando la propiedad terrateniente con claws fines especulat ivos .En diferentes regiones, cada una con sus ri tmos y sus posibi li-

    dades, no s6lo se fueron const ruyendo empresas fami lia res en e lnegoc io de la ti erra, almismo tiempo se incorporaban al pa isajecompafiias de capitales extranjeros . En Santa Fe la f irma de origensuizo Beck y Herzog fundo la colonia de San Carlos, luego la deSan Jer6nimo y en Entre Rios la misma cornpafi ia, en asociaci6ncon el general Urquiza, dio origen a la colonia San Jose; otra deorigen bri tanico, Thompson, Bonar & Co., fund6 la colonia Ale-jandra en la ribera del rio Parana .

    Estas organizaciones empresariales eran 10 suficientemente flexi-bies y delgadas para soporta r operac iones todavia incipientes demanera de evitar una pesada carga de honorarios . Otra caracteris-ti ca de esta epoca fue cierta fl exibil idad inicia l con los deudores,de modo de poder insta lar y abri r mercados nuevos, procurandoun constante crecimiento lateral , def iniendo una estrategia inicialsegun las carac teri st icas de cada negocio y regi6n. Hasta iniciosde la decada del ochenta, la estra tegia mercant il de estas compa-f iias consist i6 principalmente en vender 10 mas rapidamente po-sible, es decir recuperar el capital invertido en la operaci6n demodo de acelerar y acortar lostiempos de ci rculac i6n para rein-

    / vertir en otro negocio. POI' ejemplo, el circuito de transferenciade capi tal de las numerosas .compafii as bri tanicas de t ierras queoperaban en nuestro pai s no necesa riamente cruzaba el Atlanti-co. Tanto compafi ias privadas como propie tarios part iculares deorigen bri tanico fueron radicando sus negocios aqui, par ticipan-

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    do de circuitos de cornercializacion 0 bien comprando tierras .El pa tron basico para convert irse en ganadero era simi lar al de

    los na tivos; fue rtes re laciones comercia les se ant icipan a la deci-sion de convert irse en propietar io de tierra, y renglon seguido tran-sitar par el camino de la cria de ganado, sabre todo ovino.En funcion de las caracteristicas del mercado de capitales, la

    tierra, ademas de constituir un media productivo cada vez masimportante, se convirtio en un respaldo casi tan seguro como eloro. En consecuencia, l a compra de tierra era una prioridad en lasdecisiones de estos hombres.A traves de los Estados provinciales las burguesias regionales

    construyeron divers as estrategias que les aseguraran la apropia-cion de excedentes sociales , la acumulacion y reproduccion de suscapi tales y la mas alta tasa de benefic io posible .Tierra publica y negocios privados, esta fue una de las areas

    mas fertiles de interpenetracion entre el desarrollo organizativo delos Estados provinciales y las posibi lidades de acumulacion de lasburguesias locales. La tierra publica fue sujeto privilegiado de lagestion de gobierno. Su ocupacion, alli donde era necesariay eldestino final que la pusie ra en produccion, c reo las condicionesnecesarias para la concrec ion de un complejo entramado de inte-reses ya no solo loca les, sino naciona les, donde podian confluirlos capitales acumulados de mult iples actores ,

    EI credito y la monedaEl sector del credito tuvo un cierto reli eve en e lpanorama de las

    actividades burguesas. Dentro de las distintas burguesias regiona-les su presencia iba a variar desde la participacion en autenticasins ti tuciones f inancieras has ta la concesion de prestamos a priva-dos practi cados ampliamente segun modal idades y ci rcuitos di-versos.

    Los t reinta a fios que cubren este periodo t ienen (con respecto alos circuitos mas estrictamente relacionados con la financiaci6n) comoproblema central las trabas, inconsistencias y precariedades propiasde un momento de constitucion de un orden burgues . La neces idadde capital liquido, la disparidad monetaria, Ia fal ta de previsionesy de pa trones instituc ionales que reglamentaran e lmercado de ca-pitales hacia de estos afios un verdaelero mosaico monetario.

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    Al1ton Perulero N 19 , caricatura sabre la moneda boliviana,Bs. As. , abril de 1876.

    En cada provincia podian exi sti r al rededor de tres 0 cuatro rno-nedas di stintas y de una a otra provincia su valor podia variar has-ta un veint icinco pOl' ciento. Laescasez de circulante const ituy6una dificultad cotidiana en los negocios de estos burgueses expre-sada en un doble circuito: elmetalico-pesos fuertes para derechosaduaneros y la plata boliviana para las demas transacciones.Es evidente que las dificul tades podian ser a tribuidas a un mer-

    caelo aun no suficientemente consolidado, pero tambien a una po-l it ica economica donde elpoder del Estado no estaba toelavia def i-nie lo. Asi , por ejemplo, la ret icencia casi generali zada de las bur-guesias locales hacia elpapel moneda, el confederal, pero tarnbienhacia el deBuenos Aires y luego hacia el nacional, y lapreferenciapor la plata boliviana , en alguna medida demost raba que esas reti-cenc ias suponian no solo los limi tes ciertos de la penetrac ion por-tef ia sino tambien la pervivencia de mecanismos de autonomia 0

    / por lo menos de resistenc ia a la plena subordinacion, Suficiente-mente conscientes de la dependencia en este punto de Buenos Ai-res, las clases dominantes regionales no optaron por el sistemamonetario nac ional hasta finales de los setenta y principios de losochenta, cuando, ademas de la extension y la mayor solidez que

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    podia. ofrecer ~a 111?nedanacional, estos mismos actores podian=:mCldencla mas concreta en la detenninaci6n de su valor atraves de su presencia en la s distintas instanc ias de gobiemo delEstado nacional,En este contexto, la plata boliviana , aun a pesa r de a lgunos vai-

    venes provocados por las coyunturas polit icas en Bolivia, aseO"u-raba a las burguesias provinciales (todas ellas, en mayor 0 111e~orgrade, con~~lelie sesgo comercial y especulativo) un medio depago 10 suflcl~ntemente confiable en tanto no dependia, en coyun-nlr~s. de contmuos conflictos pOlit ico-regionales , de la voluntadpolit ica de ~~lenos Aires. Ademas, y nmdamentalmeri te , eluso dela plata .bohvlana ref lejaba unas economias en gran par te orienta-das hacia los mercados andinos donde estaera la moneda francapor excelencia. La solidez de la plata boliviana a 10 larzo de casitodo .el per iodo hizo que las cuentas y presupuestos de l;s Estadosprovll1~Iales continuaranllevandose en esa unidad monetaria. Asi,has~a finales de los setenta las administraciones provinciales decas i todo el noroes te y eloeste argentinos realizaban su contabili -dad en es~ moneda, y en el mismo litoral (en Rosario, por ejem-plo) todavia era para esos afios insust ituible medio de paO"o.Papel y pla ta bol iviana circulaban de manera indi stinta aun enprovincias como Buenos Aires. La irrestricta circulaci6n de am-bas.monedas plante6la necesidad de superar el dilema bimonetario.QU1Z~~ la experiencia mas afinada en este sentido haya sido lacreacion del Banco y la Casa de Moneda de la Provincia de Bue-nos Aires (1854). DesmTolladosobre el nmdamento de ser unacasa de emisi6n, dep6s ito y descuento de propiedad del estado deB.ue~os Aires, co.ntrol6 la emision dentro del terri torio de la pro-vincia. Las actividades; del banco fueron aceptadas ampliamenteal consagrar , el.uso de un sistema bimonetar io (papel y metal ico)que en 1a?ractlca se resolvia aceptando, pagando y tambien otor-gando cr~dlt.o e~ 1amoneda en que se pautaba 1a operacion, E1monopolio ejercido sobre el mercado quecontrolaba contribuv6 ala generaci6n de habitos de administraci6n bancarianleliem;nteinf luidos por los intereses polit icos del gobierno de Buenos Airesy sus sectores all egados. De hecho Ia financiaci6n di recta de l zo-bierno provincial, el otorgamiento extenso de prestamos cuidandopoco ]a responsabili~ad y la ~olvencia de los clientes, y el empefioen rnantener u:uy bajos encajes en forma pennanente respondien-do a las necesidades del comercio y la producc i6n, fueron las ca-

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    La escasez de credito en la provincia de Santa Feque nos.causa extraiiezaes lafalta de credito de que goza la

    provincial ..]porque los gobiernos.que sucedieron al S r. Orono [1865-8J no han querido, no han sabido determinar unplan economico y losde cubrir los.creditos sin gravar. la renta sin recargar los im-y sin comproineter los recursos financieros n-.

    racterist icas principales mantenidas has ta la decada del ochenta.Asimismo se constituyo en una de las fuentes fundamentales en elproceso de apropiac i6n de la riqueza social al interior de BuenosAi res pero tambien al lende sus fronteras sobre otros espacios re-gionales. La disponibil idad de capit al era un eje especifico de losor igenes de una jerarquizacion ascendente de Iaburgues ia bonae-rense dentro del entramado de la clase dominante argentina.Este grado de i1iquidez endemic a era cas i estructural , e hizo alamayoria de las economias regionales dependientes de los ciclos de

    inversi6n extema, y de un si stema de prestamos inciertos, doncleel capita l comercia l juga un rol fundamental como habil itador ygestor de procesos productivos. Este proceso aparecia como underivado de detenninadas 16gicasde funcionamiento de actoresque buscaban.su ganancia y operaban sobre las posibi lidades quee l mercado les iba ofrec iendo. La forma de credito mas extendidadel periodo fue la prebancaria. Su caracter, aunque aparentementeretardatario en 1a constitucion de un mercado plenamente capita-lista, fue crucial en y para el desarrollo de emprendimientos deeste caracter, Las practi cas, experiencias y ci rcuitos generados apart ir de este fueron e1paso previo antes de la consolidaci6n de lasinstituciones bancarias. Asi en much as ocasiones las entidadesbancarias, que se extendieron particularmente en los sesenta y prin-cipios de los setenta, fueron iniciat ivas de los mismos personajes

    I 0 familias que motorizaban aquel t ipo de credito .Tanto es asi que fue comun que el credito prebancar io estuviera

    estrechamente unido a los desarrollos modernizadores en las dis-t in tas areas regionales. Por ejemplo en Mendoza, este par ticip6 enlos origenes, primero de la ganader ia cornercial y pos teriormente

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    del desarrollo agroindust rial; mient ras que en Santa Fe esta tam-bien vinculado a la inversi6n en el proceso de colonizacion. Lasf0l111aSque el credito prebancar io adopt6 fueron mult iples. Lasoperaciones mas frecuentes e ran las de prestadores (en generalprofesionales, mujeres viudas 0 solteras 0 en muchos casos repre-sentantes judiciales de menores) que otorgaban credito a propieta-rios 0 empresarios reconocidos, quienes garantizaban sus deudascon hipotecas. Los plazos y las tasas fueron muy diversos y pare -ceria que el interes fundamental era la busqueda de renta para elprestamista.Ot ro tipode operaciones eran las ll evadas adelante por empre-

    sarios con la f inalidad de obtener una renta para capitales ociosos;en general los tornadores eran otros empresarios propietarios querespondian con sus propiedades, hipotecandolas, 0 en su defec tocon el aval de terceros de buen nombre. Los plazos eran mas cor-tos y los intereses altos, elementos indicativos de la escasa di spo-nibil idad de efect ivo de la epoca que necesi taba un rapido retorno,Una tercera fODTJ,acomun eran los c reditos donde un comer-

    ciante era el que oficiaba de prestamista y el solicitante era unpropietario que entregaba sus bienes inmuebles para uso irrestrictode l acreedor. En genera l fueron creditos a largo plazo que acaba-ban con la perdida del bien por parte del propietario. Sus conse-cuencias mas importantes fueron la posibil idad de converti rse enuna via de apropiaci6n de inmuebles rurales a va lores inferiores alos reales y par 1 0 tanto alentando y sosteniendo el proceso deconcentraci6n de la propiedad.El recurso del c redito eclesiasti co fue muy comun en las c iuda-

    des de trayec toria colonial, especificamente usufructuado por laeli te econ6mica que veia en este tipo de prestamo la posibilidad deacceso a un eredito blando y a largo plazo prorrogable mientras sepagaran los intereses, que por otro ladoeran inferiores a los delmercado.La habil itaci6n para la producci6n y el comercio fue otro ejerci-cio ordinario, que tuvo como efecto la ra tificaci6n de los comer-

    ciantes como orientadores del mercado y a su vez establecio redesde subordinaci6n sociales, comerciales y financieras.Finalmente el broche de oro de estas prac ticas fue el prestamo a

    los estados provinciales. Nada mas ejemplificador que laspropiaspalabras de Mariano Fragueiro: ".. .Estos capitalistas [refiriendosea los comerciantesJ y aquellos banqueros son los que s iempre con-

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    trat an los empresti tos a los gobiemos porque sirven de centro, esdecir depunto de reunion de todas las sumas que bus can ocupa-cion, son siempre e llos los mas capaces de reunirlas [ ... J la deudapublica siempre provista, al parecer , por cierto rango privi~egiadode capita listas, no la ha sido en verdad, sino por la genera lidad delos pequefios capitales que despues de ahorrados buscaban dondeentretenerse con provecho. No ha habido mas que un traspaso deuna mana a otra mediante el pago de una agenda 0 cornision enfavor del banquero . .."4Un arquetipo que condensa las practicasdescriptas fue elmendocino Benito Gonzalez. Habia desarrol lado, como casi todoslos comerciantes de la epoca, funciones de prestamista; sin em-bargo y jus tamente est imulado por la i liquidez propia del per iodo,Benito tomo creditos de su antiguo dependiente y consuegroMeliton Arroyo, s indico de Temporalidades Agustinas. En 1854 elpatrimonio de Benito fue valuado en $69.732, y su pasivo repre-sentaba alrededor de $31.500. Sus principales deudores eran elgobierno provincial , los proveedores de los almacenes y sus pro-pios hijos. .Paralelamente ala habitualidad de los prestamos prebancanos ,el nacimiento y la extensi6n de las entidades bancarias en sentidomas estri cto obedeci6 a la necesidad creciente de supera r las difi-cultadesfinancieras en todos los ambitos provinciales. Este pro-ceso se cristal iz6 en los mas divers os intentos de const ituci6n deentidadesbancar ias a 1 0 largo del pais; bancos de capitales priva-dos , extranjeros, de origen local 0 regional, y banca publica (pro-vincial y nacional). Dentro de la banca extranjera, el Banco deLondres y Rio de la Plata fuerla instituci6n mas extendida y conejercicio mas sistematico en los dist in tos mercados regionales. ElBanco de Londres funcionaba desde 1862 como banco de des-cuentos y tuvo una profunda influencia en las practi cas financ ie-ras de la epoca, Fundado bajo las leyes a rgent inas, como sucursalde su sede en Londres, se dedico a financia r operaciones corner-eiales, principalmente las del comercio exter ior, instalando nume-rosas casas en dis tintas ciudades. Su polit ica principal se sostuvo

    I en dar credito sobre documentos comerciales de corto plazo, man-

    , Citado por Converso, Felix ; La len ta fOrJ~1Gc ion de wpitaZe~. Familia: comercio ypoder en Cordoba 1850-1880, Junta Provincial de Historia de Cordoba, Cordoba, 1993_

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    "La casa central deBuenosAiresdel Banco deLondresalemcp.'-'7r