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welty capitulo 1

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  • Estudios Demogrficos y UrbanosISSN: [email protected] Colegio de Mxico, A.C.Mxico

    Cervantes Nio, Jos Juan; Palacios Hernndez, LyliaEl trabajo en la pepena informal en Mxico: nuevas realidades, nuevas desigualdades

    Estudios Demogrficos y Urbanos, vol. 27, nm. 1, enero-abril, 2012, pp. 95-117El Colegio de Mxico, A.C.

    Distrito Federal, Mxico

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=31226401003

    Cmo citar el artculo

    Nmero completo

    Ms informacin del artculo

    Pgina de la revista en redalyc.org

    Sistema de Informacin CientficaRed de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Proyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

  • El trabajo en la pepena informal en Mxico: nuevas realidades, nuevas desigualdades*

    Jos Juan Cervantes Nio** Lylia Palacios Hernndez***

    Generalmente se afirma que las actividades de la pepena informal son algunas de las peores formas de empleo en Mxico. Sin embargo, con base en la informacin de un es-tudio nacional y mediante una metodologa de evaluacin rpida, en este texto se des-taca que muchas de las caractersticas tpicas de dichas actividades han mutado y que en la actualidad se pueden encontrar nuevas realidades de esas ocupaciones, las cuales conllevan diferentes desigualdades, pero pueden inducir a una mejor formulacin de intervenciones de poltica pblica.

    Palabras clave: pepena informal, precariedad laboral, desigualdad, cambio laboral, poltica pblica.

    Fecha de recepcin: 10 de diciembre de 2010.Fecha de aceptacin: 31 de agosto de 2011.

    Informal Scavenging in Mexico: New realities, New Inequalities

    Informal scavenging in Mexico is generally held to be the worst form of employment. However, on the basis of information from a national study and a quick evaluation methodology, this text shows that many of the typical characteristics of these activities have changed and that nowadays, these occupations have new realities, which lead to different realities yet which can lead to a better formulation of public policy interventions.

    Key words: informal scavenging, labour insecurity, inequality, changes in employment pattern, public policy.

    *** Este artculo es resultado de un estudio en extenso que fue realizado por los autores en conjunto con el doctor Horacio Villaln y el doctor Artemio Carrillo. La investigacin fue solicitada por la Fundacin Mundo Sustentable, A.C., y auspiciada por la empresa Promotora Ambiental, S.A. El objetivo general de la investigacin fue detec-tar la presencia de trabajo infantil, as como las principales caractersticas socioecon-micas de los pepenadores informales que participan en la cadena de suministro de pet para PetStar, empresa subsidiaria de Promotora Ambiental y principal acopiadora de pet en el pas (Palacios et al., 2009).

    *** Profesor investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la uanl. Correo electrnico: .

    *** Profesora investigadora de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Autnoma de Nuevo Len. Correo electrnico: .

    ESTUDIOS DEMOGRFICOS Y URBANOS, VOL. 27, NM. 1 (79), 2012, 95-117

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    Introduccin

    La recoleccin de residuos slidos en los tiraderos de basura (pepena) representa una de las peores formas de trabajo informal, actividad de larga data en la historia humana. En Mxico, desde los aos sesenta del siglo pasado algunas investigaciones han analizado este fenmeno laboral (Mendoza, 1983; Gonzlez, 1982; Aridjis, 1984; Castillo, 1984 y 1990; Benera y Roldn, 1987; Dvalos, 1997; Medina 1992, 2007 y 2007a), y han destacado las siguientes caractersticas generales:

    a) Sobre la procedencia y caractersticas socioeconmicas de los pepenado-res. La mayora son emigrantes de zonas rurales, sus edades fluctan entres los 30 y 60 aos, el mayor porcentaje son hom-bres, su nivel educativo es menor a la primaria, existe una alta rotacin, tienen baja experiencia laboral, perciben ingresos menores a los mnimos legales, poseen alta propensin a con-traer enfermedades y su tipo de familia es nuclear.

    b) Sobre el trabajo infantil. Es laxa la prohibicin del trabajo infan-til, lo que propicia la labor de nios desde los cinco aos con nula vigilancia; el trabajo de los nios se integra al ingreso familiar.

    c) Sobre las condiciones de vida y de trabajo. Habitan en los tiraderos en viviendas altamente marginales (reducidas y construidas con materiales poco durables como plstico, cartn, madera); no cuentan con servicios pblicos; laboran en condiciones de trabajo riesgosas para la salud y la integridad fsica.

    d) Sobre la organizacin. Los tiraderos se rigen por liderazgos tra-dicionales ligados al pri o a algn sindicato afn a ese partido.

    Con esta informacin y con la recopilada en el anlisis de las in-vestigaciones actuales sobre el tema, entre mayo y diciembre de 2008 se realiz una investigacin emprica para explorar las caractersticas del trabajo adulto e infantil1 en la pepena informal en 15 tiraderos o rellenos sanitarios pblicos y privados ubicados en 12 estados de Mxi-co (Guerrero, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacn, Estado de

    1 Consideramos como pepena informal a toda aquella actividad realizada por personas mayores de cinco aos en tiraderos o rellenos sanitarios pblicos y privados en condiciones de alta precariedad, tanto laboral como sanitaria. Dichas personas se dedican a recolectar materiales de cartn, plstico, lmina y metal para venderlos de manera individual o en grupos (sindicatos) a empresas privadas.

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    Mxico, Quertaro, San Luis Potos, Tamaulipas, Veracruz, Yucatn y Chihuahua). Sus resultados confirman que la pobreza es uno de los principales acicates para autoemplearse en la pepena de basura. Sin embargo se encontr que las caractersticas y perfiles de quienes all trabajan, y de los actores con los que convergen, muestran diferencias con el perfil antes mencionado, pero no se puede afirmar concluyen-temente que eso signifique una transformacin; ms bien resalta la necesidad de modificar la manera en que se analiza la complejidad del fenmeno. Ello se deriva de dos consideraciones: una temporal que tiene que ver con los cambios sociodemogrficos producidos en las dcadas posteriores a las primeras investigaciones de finales de los aos setenta y principios de los ochenta; y la otra espacial al ampliar el uni-verso estudiado, el cual en las primeras investigaciones estuvo concen-trado primero en la zona conurbada entre el Distrito Federal y el Es-tado de Mxico, y ms recientemente en la frontera norte del pas, y cuyos resultados especficos se generalizaron para todo el mbito de la pepena en el pas.

    Con las consideraciones expuestas el presente artculo tiene como objetivo general mostrar una visin ampliada de los cambios y conti-nuidades de las caractersticas socioeconmicas y del perfil de la fuer-za de trabajo dedicada a la pepena informal en Mxico, as como la mutacin sufrida en esta actividad y su efecto en la forma en que se percibe esta ocupacin. Esta visin permitir comprender la hetero-gnea evolucin de sus caractersticas y el efecto de este tipo de empleo informal en Mxico, as como algunas implicaciones en los mercados de trabajo.

    El estudio consta de cuatro fases: en la primera se sintetizan los aportes principales de las investigaciones que se han realizado en los ltimos 30 aos sobre el trabajo en los tiraderos para conformar una perspectiva de las caractersticas tpicas de estas actividades desde una visin global, regional y nacional. En la segunda se explican la meto-dologa y las herramientas cuantitativas y cualitativas que se eligieron para realizar el trabajo de campo y el anlisis de la informacin reca-bada. En la tercera se exponen los principales resultados de la investi-gacin y, con base en las caractersticas ocupacionales tradicionales referidas en la literatura, se analizan los principales cambios y perma-nencias existentes en esta actividad, tanto en los tiraderos como en quienes all laboran. Finalmente en la cuarta parte, a manera de con-clusiones, se aborda y explica si las transformaciones cambian las percepciones que se tienen de las ocupaciones y cmo esto podra

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    incentivar intervenciones de polticas pblicas ms eficientes en la solucin de las problemticas ligadas a esta actividad.

    Perspectivas en el mbito global y regional: una visin precarizante de la pepena informal

    El autoempleo en la recoleccin de residuos slidos en condiciones de informalidad laboral y de peligrosidad de los sitios de destino final es una de las evidencias irrefutables de la desigualdad e injusticia social no resueltas en las economas capitalistas subdesarrolladas. La existen-cia de esta actividad muestra que todos los intentos de las organizacio-nes internacionales y gobiernos nacionales por erradicar estos empleos han fallado, pues para algunos estratos de la poblacin representa la nica actividad con la que pueden sobrevivir. Segn el Banco Mundial al menos 60 millones de personas laboran en este tipo de trabajo, y en los ltimos 15 aos se ha incrementado la presencia de mujeres y nios en esta labor (Medina, 2008). Los trabajadores que estn en estas ac-tividades son generalmente los ms marginales y desprotegidos de todos los estratos laborales, lo que los hace ms vulnerables a sufrir violaciones a sus derechos humanos fundamentales.

    En este escenario, desde hace ms de 20 aos la oit ha instrumen-tado programas especficos en los pases miembros para promover polticas de intervencin para remediar y resolver la problemtica. Dichas polticas de intervencin se han basado en diversos estudios que ha realizado el organismo en el mbito global, regional y en algu-nas naciones seleccionadas. Dentro de la estructura de la oit, el Pro-grama Internacional para la Erradicacin del Trabajo Infantil (ipec, por sus siglas en ingls) ha sido el encargado de fomentar y apoyar la realizacin de estudios para entender y comprender las dimensiones del fenmeno desde una visin general y con la pretensin de eliminar el trabajo infantil. Seis estudios recientes reflejan la realidad de estas actividades en los primeros aos del siglo xxi: tres son evaluaciones globales (oit-ipec, 2004a; oit, 2006; wiego, 2007) y el resto est refe-rido a Amrica Latina (oit-ipec, 2004b; bid, 2005).

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    Escenarios globales y regionales de la pepena informal

    En el mbito global y regional (Amrica Latina), las investigaciones de la oit-ipec (2004a y 2004b), oit (2006), bid (2005) y wiego (2007) nos permiten reflexionar sobre los escenarios del trabajo en los tira-deros a inicios del nuevo siglo, as como sus prospectivas en el media-no plazo:

    1) Las recurrentes crisis econmicas mundiales de los ltimos 15 aos han empujado a los trabajadores menos calificados a ocupar empleos altamente precarios; entre ellos la recolecta de basura tiende a ser un refugio frecuente.

    2) Las migraciones rural-urbanas, internas e internacionales, han incrementado la presencia de trabajadores menos cualificados, los cuales no logran insertarse en los mercados de trabajo formal y terminan ocupando los empleos informales ms bajos.

    3) En los pases en desarrollo y emergentes de Amrica Latina, Asia y frica, el trabajo de adultos y de nios en los basureros sigue constituyendo un refugio para los estratos ms margi-nales.

    4) Aunque todos los pases miembros de la oit han firmado los convenios para regular y prohibir estas actividades, en la prc-tica son muy pocos los que aplican medidas para tal efecto.

    5) El trabajo en los basureros contina dominado por lderes, organizaciones y cooperativas ligadas a redes de poder poltico, lo cual deviene en una ausencia de control efectivo por parte de otras autoridades.

    6) La seguridad social y de salud es casi inexistente para este tipo de trabajadores por su condicin de informalidad. Muchos de ellos acceden a estos servicios de forma indirecta y sin relacin con su actividad.

    7) El ndice de pobreza extrema entre los trabajadores de los ti-raderos es cercano a 80% de todos los ocupados.

    8) En la mayora de los casos el ingreso monetario individual generado por estas actividades es insuficiente para sobrevivir; por esta razn en los tiraderos se recurre al trabajo familiar para cubrir las cuotas de subsistencia.

    9) Generalmente los trabajadores de los tiraderos registran los menores niveles educativos, siendo an ms bajos en las muje-res y en los nios que han abandonado la escuela.

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    10) Dado el deterioro de la situacin econmica de muchos pases, se ha incrementado la participacin femenina en estas activi-dades.

    11) Si bien subsiste el trabajo infantil, en los pases ms subdesa-rrollados tiende a desaparecer la presencia de nios menores de seis aos. Sin embargo destaca el aumento de nios mayo-res de 12 aos que trabajan.

    12) Las polticas de intervencin para mejorar la situacin laboral en estas actividades han disminuido debido a los recortes que los gobiernos han ejercido sobre las polticas sociales, por lo que la perspectiva es poco alentadora.

    13) Las intervenciones de polticas promovidas por los organismos internacionales y los gobiernos han obtenido efectos moderados; fundamentalmente han incentivado la organizacin de coope-rativas y una mejor relacin de stas con las empresas reciclado-ras que han surgido en la regin durante los ltimos aos.

    14) Aunque la democracia ha permeado muchas instituciones de la regin, en las actividades de los tiraderos todava subsiste la dominacin autoritaria de un lder que controla todos los as-pectos del basurero. En el mismo sentido, el uso poltico que se les da a estos trabajadores es alto.

    En conjunto estas investigaciones muestran que la situacin ge-neral de estas actividades ha empeorado, provocada factiblemente por las consecuencias de los desequilibrios del modelo de desarrollo neoliberal, por lo que la mejora de la situacin en el corto o mediano plazo es poco viable. En el mismo sentido, estos escenarios global y regional revelan que aun con los esfuerzos internacionales y naciona-les para mejorar la situacin de esta ocupacin, sigue siendo una de las peores formas de trabajo. Sin embargo hay que destacar que atrae y concentra a las poblaciones ms marginadas y que cuentan con menos oportunidades para insertarse en los mercados laborales for-males. Dichas poblaciones se encuentran excluidas de los ms elemen-tales beneficios incluidos en la legislacin laboral, y su nica forma de sobrevivencia es emplearse principalmente autoemplearse en la recolecta de basura, regularmente en condiciones de abuso y explo-tacin por parte de lderes, autoridades y empresas recicladoras p-blicas o privadas.

    Los trabajadores sobrellevan los altos riesgos implcitos en este tipo de actividad, como la posibilidad de que contraigan enfermedades

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    leves o mortales por el contacto con diversos agentes infecciosos que estn en la basura. Otro de los aspectos ms graves es que la reproduc-cin de esta fuerza de trabajo implica el abandono escolar de nios y adolecentes, truncando as su desarrollo personal o de su familia, y retardando el del pas.

    En torno a este panorama, en la prxima parte se muestran las coincidencias o divergencias de la realidad de estas ocupaciones en Mxico, para as completar el panorama de la pepena, e intentar ex-plicar el contexto completo sobre el que se cimentaron los resultados de esta investigacin.

    Perspectivas del trabajo en la pepena informal en Mxico

    Reconocer la realidad del trabajo en la pepena y sus consecuencias requiere visibilizar su existencia, por lo cual es fundamental generar informacin; en Mxico las investigaciones sobre el trabajo en los tira-deros son escasas y han estado focalizadas a zonas especficas. Desde los aos sesenta del siglo pasado hasta la actualidad se han realizado algunas investigaciones en el pas con el fin de analizar y explicar las particularidades del fenmeno laboral; se han utilizado enfoques an-tropolgicos, sociolgicos, demogrficos, econmicos e incluso de sistemas productivos.

    Las investigaciones de Castillo (1984 y 1990) y Medina (2007a) recuperan la importancia que fue adquiriendo la recoleccin y el de-psito de residuos ante el crecimiento urbano de la dcada de 1960. La dispora rural a las grandes ciudades continu imparable durante las siguientes dcadas hasta la actualidad, pero la incorporacin a fuentes de trabajo formales se fue complicando, lo que provoc el continuo incremento de la marginacin urbana. En esos mrgenes la pepena se volvi una opcin de sobrevivencia. Esos primeros estudios contribuyeron a formar la imagen caracterstica del pepenador, antes descrita y que todava se generaliza.

    Como tambin se mencion, las investigaciones se enfocaron mayoritariamente a los basureros de la zona metropolitana de la Ciudad de Mxico y unas pocas estudiaron las ciudades de Guadalajara, Tijua-na, Laredo y Jurez; es decir, ante la ausencia de investigaciones de alcance nacional en ms de cuarenta aos, estos estudios siguen sien-do la base de generalizaciones sobre el mundo de la pepena y de los procesos subyacentes a la misma.

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    De la revisin de las investigaciones antes citadas se desprenden algunas caractersticas que han conformado el universo de la pepena y de los pepenadores desde los aos sesenta del siglo pasado, las cuales prevalecen hasta en los estudios ms recientes (Medina, 2007a):

    1) Se calcula que ms de 90% de los trabajadores en la pepena est formado por hombres; las mujeres son minora y realizan principalmente labores de vigilancia de lo pepenado.

    2) Poco ms de 70% de los trabajadores que labora en la pepena flucta entre los 30 y 60 aos; el resto es joven y una minora de nios es menor de 16 aos.

    3) El nivel educativo de los trabajadores de los tiraderos tiende a ser menor a primaria (70%), el resto apenas cursa algunos aos de secundaria y una minora la ha completado.

    4 ) Los pepenadores que laboran en los tiraderos de las grandes ciudades provienen principalmente de las zonas rurales del centro y sur del pas.

    5) Generalmente los pepenadores habitan en viviendas construi-das en los tiraderos elaboradas con materiales poco durables como plstico, cartn y madera que los exponen a las incle-mencias ambientales. Asimismo carecen de servicios pblicos.

    6) En general, a la pepena llegan trabajadores con baja experien-cia laboral que no han desarrollado una profesin definida y durable en el mercado de trabajo formal.

    7) La peligrosidad e inseguridad de las labores de pepena provo-ca una alta rotacin laboral en ms de 70% de los trabajadores.

    8) En los tiraderos los ingresos que obtienen los pepenadores son menores a los mnimos legales, por lo que apenas garantizan la satisfaccin de sus necesidades bsicas.

    9) Como los ingresos individuales tienden a ser bajos, las labores en los tiraderos se organizan alrededor de las familias nuclea-res, lo que garantiza un mayor ingreso.

    10) La exposicin a diferentes tipos de desechos, desde slidos hasta altamente peligrosos, provoca la proliferacin de enfer-medades entre los trabajadores, las cuales se relacionan direc-tamente con diversos tipos de cnceres.

    11 ) En los tiraderos no se aplican las normativas que prohben el trabajo infantil, por lo que se encuentran laborando nios desde los cinco aos en adelante.

    12 ) Los tiraderos se organizan en torno a un liderazgo tradicional

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    (autoritario) ligado al pri o a algn sindicato afn a ese partido. Este tipo de organizacin permite que el lder maneje el fun-cionamiento del tiradero, asigne los ingresos y controle las relaciones con las empresas que compran el material.

    Como se muestra, las perspectivas tpicas de estas actividades tien-den a tener algunas similitudes, tanto en el mbito global y regional como en el nacional. Estas similitudes son indicativas de que en estas ocupaciones se han perpetuado caractersticas ampliamente precarias y riesgosas para el trabajador, aunque al parecer se han dado algunas mejoras sanitarias en los lugares de confinamiento, principalmente en los recientes rellenos sanitarios privados. Sin embargo, los cambios sociodemogrficos en el pas y los cambios tcnicos en el confinamien-to de la basura sugieren implcitamente transformaciones que no estn siendo recuperadas en las investigaciones ms recientes.

    Estas percepciones fueron la gua para realizar este estudio y sir-vieron como base para formular la metodologa que se utiliz, la cual se explica en el siguiente apartado.

    La visin y la aplicacin metodolgica

    Tomando en cuenta los antecedentes previamente analizados, la ope-racionalizacin de la metodologa se plante en tres fases. En la pri-mera se revis la literatura nacional e internacional y se elabor un marco terico-contextual que sirvi de fundamento y punto de partida de la investigacin.

    En la segunda fase se defini el universo de estudio, el cual tuvo como base 74 tiraderos distribuidos en el mbito nacional. Segn su funcionamiento y administracin los sitios correspondieron a munici-pales (50), privados (3), informales (15) y tiraderos tipo rellenos sani-tarios (6). De este universo, y aplicando un diseo muestral probabi-lstico del tipo estratificado proporcional de forma aleatoria, se seleccionaron 22 tiraderos de los 12 primeramente seleccionados distribuidos en nueve estados de Mxico (en cursivas en el cuadro 1). Se comprob la significancia de la muestra con una precisin de 0.1 y un nivel de confianza de 95%. Un elemento externo que se atendi para la cobertura de la muestra seleccionada fue la disposicin de las autoridades municipales, las empresas concesionarias y los lderes para permitir el levantamiento de una encuesta y de entrevistas.

  • CUADRO 1

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    streados.

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    En la tercera fase se seleccion la poblacin objetivo del estudio y se disearon los instrumentos cuantitativos (encuesta) y cualitativos (entrevista) a aplicar por tiradero. Como poblacin objetivo se es-pecific a toda aquella persona que se encontrara laborando en los tiraderos al momento del levantamiento de la encuesta; la clasifica-cin en nios (hasta 16 aos) y adultos (mayores de 16) se bas en la Ley Federal del Trabajo (artculos 173 a 180) y en los convenios internacionales firmados por Mxico en relacin con la edad mni-ma para trabajar y sobre los trabajos peligrosos (convenios 138 y 182 de la oit). Con esta perspectiva se calcul el nmero de encuestas necesarias por sitio de manera ponderada, de acuerdo con el tama-o de la poblacin de pepenadores adultos y nios; se necesit aproximadamente tres veces ms encuestas de adultos que de me-nores, las cuales fueron distribuidas entre los diferentes tiraderos de la muestra.

    Instrumentacin de la metodologa

    La aplicacin de los instrumentos en los 22 sitios seleccionados tuvo las siguientes dificultades derivadas de la inexactitud de la informacin base: 9.1% de los sitios no eran tiraderos sino centros de acopio; 13.8% haba dejado de funcionar, y en 9.1% no se permiti el acceso. Por lo anterior slo se valid la aplicacin de encuestas y entrevistas en 15 ti-raderos que representaron 68% del total seleccionado, mantenindo-se la distribucin en los nueve estados mencionados (cuadro 1).

    Un cuestionario fue para los menores y otro para los adultos. El primero cont con 45 preguntas con respuestas de opcin mltiple (escala liker) y 5 de respuesta libre. El segundo tena 51 preguntas de opcin y 5 libres. Se pretenda levantar entre 200 y 300 encuestas a menores de 16 aos, y entre 300 y 500 a mayores de esa edad.

    En cuanto a la investigacin cualitativa, se elabor una gua para realizar entrevistas semiestructuradas (oit, 2006) con el propsito de recabar 50 individuales y 15 grupales. Las entrevistas preferentemente se grabaran, con el consentimiento del individuo o el grupo. Junto con estos dos instrumentos, donde fuera posible se buscara registrar grficamente (fotos) los procesos en los que se desarrollan estas acti-vidades. El diseo final de los instrumentos se realiz posteriormente a la elaboracin de un estudio piloto y un estudio exploratorio en los estados de Nuevo Len y San Luis Potos.

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    Sin embargo, y al igual que con la seleccin de tiraderos, la realidad impuso sus lmites. Para calcular el nmero de encuestas a aplicar se parti de la informacin base proporcionada por la empresa que aus-pici la investigacin, la cual inclua una cantidad aproximada de pepenadores que laboraban en los sitios seleccionados, pero en el campo se comprob que el nmero variaba drsticamente. En algunos sitios en los que se haba informado que haba hasta 500 pepenadores (hombres, mujeres y nios), apenas llegaban a 150; en otros donde se deca que haba ms de 100 personas, slo llegaban a 50. Por esta razn, en la prctica se opt por aplicar la mxima cantidad de encuestas posibles, fueran a adultos o a menores, guindonos por el criterio metodolgico de saturacin de la informacin recabada (Rojas, 1998). Igualmente procedimos con las entrevistas. En cuanto a las fotografas, stas se tomaron en la mayora de los casos con el consentimiento de los pepenadores. El trabajo de campo se llev a cabo entre junio y septiembre de 2008.

    Considerando lo anterior se levantaron 351 encuestas de mayores de 16 aos y 102 de menores de esa edad. Por lo que respecta a las entrevistas se levantaron 75 de manera individual, logrndose solamen-te una grupal (Pnuco). En cuanto al registro grfico se tomaron 1 576 fotos. Sopesando los inconvenientes mencionados, adems del corto tiempo para la investigacin emprica, la masa de informacin y los registros recabados brindan elementos que sin duda amplan e inclu-so pueden modificar el conocimiento ya existente sobre la realidad de la pepena en Mxico.

    Por ltimo, toda la informacin recabada se analiz con el sistema spss-16. Para la mejor operacionalizacin de la informacin cuantita-tiva se construyeron dos bases de datos, una para los menores y otra para los adultos. Con base en esos universos se calcul y manipul una amplia serie de relaciones y correlaciones de variables sociodemogr-ficas, laborales y econmicas. Esta informacin cuantitativa (encuesta) se analiz y contrast con la cualitativa (entrevistas), logrando una imagen ms completa de la realidad de la ocupacin de la pepena en Mxico y de las transformaciones que ha tenido en los ltimos 20 aos.

    Anlisis de los resultados y prospectivas

    Como se ha mencionado, los resultados obtenidos por la investigacin base de este artculo muestran que las actividades de la pepena informal

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    en Mxico se han transformado y que algunas de sus caractersticas consideradas como distintivas ya no lo son. Aunque los resultados globales del estudio abarcan una gran cantidad de tpicos sociodemo-grficos, econmicos y laborales, en esta seccin slo mostraremos y explicaremos los relacionados a los que tienden a probar los objetivos del presente trabajo. Los presentaremos contrastando el conocimien-to tradicional sobre esta actividad, explicado en 12 puntos en la seccin anterior.

    1) Acerca del dominio de la presencia masculina en las actividades de la pepena. Los datos actuales indican que la presencia del sexo femenino tiende a ser mayoritaria, tanto en infantes como en adultos. El estudio general arroj porcentajes de alrededor de 60% de mujeres en la pepena y 40% de varones, tanto en las bases de datos de nios como de adultos. Estos datos indican que al igual que otras actividades informales, las de la pepena se estn feminizando y con ello provocando reacomodos es-tructurales en estas ocupaciones, los cuales deben ser analiza-dos ms a fondo para poder apreciar la magnitud de la contri-bucin econmica de las mujeres en estas actividades. Dicho incremento podra relacionarse con el desempleo masculino, la insuficiencia del ingreso familiar, la jefatura femenina en los hogares, as como con la extensin al espacio econmico de la responsabilidad de las mujeres en el cuidado de los hijos, entre otros factores.

    2) Sobre la composicin por edad de los pepenadores adultos que oscila mayoritariamente entre los 30 y 60 aos. Actualmente estamos ante una drstica modificacin: del total de los ocupados, 45% co-rresponde a ese rango de edad; la mayora no llega a los 30 aos (29% tiene entre 17 y 29 aos y 17% es menor de 16). La existencia de una alta presencia de jvenes y nios en estas actividades podra indicar dos escenarios: primero, al deterio-rarse su ingreso, muchas familias se ven obligadas a retener o a incorporar a sus miembros menores de edad; segundo, la escasez de trabajo formal que enfrentan los jvenes menos calificados y marginados los obliga a emplearse en estas activi-dades por primera vez.

    3) Tradicionalmente el nivel educativo de los pepenadores es bajo; predo-minan los que apenas tienen educacin primaria. Aunque en la actualidad todava 52% de los pepenadores afirma tener slo

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    educacin primaria, destaca que 23% posee secundaria y ya se localizan personas con educacin tcnica, preparatoria y licen-ciatura, aunque en porcentajes mnimos. Los segundos son tambin los ms jvenes. Esto puede estar confirmando la ampliacin de los aos de escolaridad de los mexicanos (inde-pendientemente de su calidad), pero a la vez muestra la falta de nuevos empleos y la precariedad de los existentes para los jvenes, pues pone en entredicho los beneficios socioecon-micos de la educacin, cancelando por necesidad o inutilidad econmica la formacin escolar de nios y jvenes. Otro esce-nario entre las personas mayores desempleadas que slo cuen-tan con primaria o secundaria es que esos grados ya no facilitan el acceso a un empleo formal como antes, aunque ste sea de los de ms bajo rango, quedando la pepena como la opcin laboral ms viable (tanto para los nios como para los adultos).

    4) Los trabajadores urbanos de estas ocupaciones son mayoritariamente migrantes de zonas rurales pobres. En 2008 la mayora de los pe-penadores (51%) era originaria del lugar donde estaba el tira-dero y 49% provena de otros lugares. Al relacionar a la pobla-cin no originaria del lugar con el tiempo que lleva viviendo ah, se detecta que 80% de las personas tiene ms de 10 aos de residencia en esa zona. Estos datos evidencian que en la pepena urbana se ocupan personas originarias de los lugares donde est el tiradero y que muchas de stas ya tienen un prolongado tiempo de vivir en el lugar. La migracin reciente no es ya la principal proveedora de fuerza de trabajo.

    5) Las viviendas de los pepenadores se ubican en los propios tiraderos, construidas endeblemente y sin servicios bsicos. La informacin reciente indica un notable cambio, slo 3% de los pepenadores declar vivir en el tiradero, 97% tiene sus hogares fuera (50% en colonias cercanas y 47% en colonias lejanas). En cuanto al material de la vivienda 71% es de material durable (block, la-drillo y adobe), 14% de lmina, 9% de madera y slo 2% de cartn. Por lo que respecta a los servicios pblicos, 84% tiene agua en sus domicilios, 12% la recibe de pipa y 2% de ro; 93% disfruta de electricidad y 69% tiene drenaje en casa. En esta transformacin influye tanto la aplicacin federal y estatal de estndares de salubridad internacionales, como la transicin de la vivienda en Mxico que ha pasado a ser predominante-mente construida con materiales durables o mixtos (indepen-

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    dientemente de la calidad del equipamiento de las viviendas y la infraestructura urbana). Ser pepenador dej de ser sinnimo (que no inexistencia) de habitante del basurero.

    6) En la pepena predominan los trabajadores con poca experiencia laboral, pues stos no cuentan con actividad definida en el mercado de trabajo. Los resultados de campo muestran que ms de 70% de los trabajadores, principalmente los mayores de 30 aos, s conta-ba o haba desarrollado una actividad definida, principalmen-te ligada al sector de la construccin y el comercio y minorita-riamente a la manufactura. No obstante esta experiencia, el desempleo y la precarizacin salarial de las ocupaciones los obliga a entrar a la pepena como opcin laboral principal o complementaria, definitiva o temporal. Particularmente para muchos de los trabajadores de la construccin, actividad ca-racterizada por su temporalidad, la pepena se convierte en un virtual seguro de desempleo. En la frontera norte la pepena es una opcin para las mujeres y los hombres que salen de la maquila.

    7) La ocupacin en la pepena presenta una alta rotacin laboral debido principalmente a su precariedad y peligrosidad. Los resultados de la investigacin nacional reportan que ms de la mitad de los pepenadores (56%) considera su trabajo como permanente, tendencia que indica estabilidad y especializacin de un amplio sector de recolectores de basura. De manera coincidente, al verificar el registro de frecuencia de asistencia al tiradero se encontr que 72% acude todo el ao y menos de 20% labora algunos das de la semana; al indagar sobre si se desarrolla otro trabajo, 84% mencion que no. Es posible que la precarizacin de los mercados de trabajo est provocando que hasta las ocu-paciones en los tiraderos se vuelvan ms permanentes, lo cual representa un signo inequvoco de la falta de generacin de trabajos dignos formales o informales.

    8) Los ingresos monetarios que logran los pepenadores son precarios, pues generalmente estn por abajo aun de los mnimos oficiales. Para 2008 al menos 30% de pepenadores deca ganar entre uno y dos salarios mnimos diarios (smd) y 39% de dos a tres smd (en dicho ao el smd fue de 49 pesos, zonas A, B, C). El sobrevivir con tres smd es muy complicado e implicara que todava cer-ca de 70% de los pepenadores devenga salarios que pueden ser calificados como precarios y, dependiendo la zona, de so-

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    brevivencia. Sorprende encontrar el caso de trabajadores que ganan cuatro smd (11%) y un apreciable 19% que asegura ganar ms de cinco smd. Estos ltimos datos indican la exis-tencia de un porcentaje de pepenadores que no puede ser calificado como precario, al menos desde la visin del ingreso, lo que significa que a estas ocupaciones ya no se les puede calificar como totalmente precarias, por lo que hay que explo-rar a fondo esta circunstancia.

    9) Tradicionalmente en los tiraderos prevalece la familia nuclear como base de la organizacin del trabajo, porque se aduce que los bajos in-gresos obligan a inmiscuir a toda la familia. Al parecer, el abando-no del tiradero como lugar de residencia permanente, as como la participacin de la mujer en otras ocupaciones, ha modifi-cado la organizacin del trabajo en estos lugares, la cual ya no se basa en la familia sino mayoritariamente en el trabajo indi-vidual o parcialmente familiar. Los datos del universo total reflejan que 35% de los pepenadores todava labora como fa-milia, con al menos un hijo; en 14% trabajan padre e hijos; 34% madre e hijos, y 17% labora de forma individual. Al pare-cer en los tiraderos la disminucin del trabajo familiar puede tener diversas causas, entre ellas que por la peligrosidad de las labores ya no todos los miembros se dediquen a la pepena. Al menos 17% del total reconoci que su pareja e hijos trabajan en otras labores fuera del tiradero. Sobre este punto podemos aventurar que es posible que lo precario del ingreso en los ti-raderos obligue a los miembros de la familia a trabajar en otras labores; tambin influye el mayor ingreso que est obteniendo un pequeo sector, as como el esfuerzo que algunos padres hacen para evitar que sus hijos ingresen a esta actividad. Sin embargo la tendencia principal sigue indicando que las con-diciones del mercado laboral empujan a que toda la familia labore y as completar el gasto y satisfacer sus necesidades b-sicas.

    10) Las labores de la pepena provocan diversas enfermedades, muchas de stas mortales. Aunque mediante la observacin de cada indivi-duo pudimos corroborar ampliamente las condiciones de in-salubridad y riesgos, esta afirmacin es de difcil comprobacin, pues aun en la literatura existen pocos indicios de las enfer-medades que sufren los que se dedican a estas ocupaciones (oit, 2006) y para el caso de Mxico no hay ningn estudio

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    que aborde esta problemtica de salud. En razn de lo antes expuesto los resultados de la encuesta son los primeros que indagan sobre el tema, y de esto surgen algunas cuestiones no tpicas, como que 78% de los pepenadores respondi que nunca se enferma; sin embargo, cuando se les pregunt (a los que respondieron que s) de qu malestares se enferman ms comnmente, result que tienen algunos padecimientos como diarrea, dolor de cabeza, tos, gripe e infeccin de ojos (en porcentajes menores a 10% de cada total). Al parecer su per-cepcin es que una enfermedad es aquella que los mantiene en la cama o en peligro de muerte. En el mismo sentido, en la convivencia en el campo con los encuestados se percibi a simple vista la existencia de algunas enfermedades de la piel, tos recurrente e irritacin de ojos, pero es posible que existan padecimientos ms graves no aceptados por esta gente. Sobre este tema se encontr que cuando requieren atencin acuden al mdico, principalmente en las instituciones de atencin pblica gratuita, el seguro popular y el dif.

    11) Aunado a que existe poca legislacin que prohba el trabajo infantil en los tiraderos, la que se pretende aplicar se viola ampliamente. Al ser Mxico firmante de todos los tratados internacionales y regionales que prohben el trabajo infantil, supuestamente en este tipo de empleo ya no existen infantes en ningn lugar del pas. Es importante apuntar que en todos los sitios donde se levant la encuesta y la entrevista hay una normativa local que prohbe el trabajo infantil en cualquier mbito, sin embargo se detectaron menores de 16 aos en estos tiraderos. Pese a que era visible la presencia de menores, al preguntarles direc-tamente a los adultos sobre la presencia de stos, 48% respon-di que no laboraban menores. De entre los que aceptaban la presencia de nios, 36.5% juzgaba que su labor era buena, pues ayudan en la economa de la casa (52%). Por rangos de edades hay 30% entre los 6 y 12 aos, y 70% de 13 a 16 aos. Del total de menores, 89% se dedica a la pepena; el resto desempea actividades como vigilar lo recogido y cuidar a los nios pe-queos. La presencia de los nios menores de seis aos es mnima en al menos la mitad de los tiraderos, y en tres lugares no hay nios de esa edad. Por lo mostrado, la presencia de menores en los tiraderos es menos comn, pero se contina violando la normativa que prohbe que ellos trabajen; mientras

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    los adultos insistan en que los nios no laboraban y que slo los acompaaban, los mismos menores desmentan lo ante-rior. Lo que s se ha modificado es que en la actualidad los menores que trabajan son mayoritariamente de entre 13 y 16 aos (65%) y los de menos de 12 aos slo se dedican a cuidar lo recolectado.

    12) Los tiraderos se organizan y son controlados por un lder tradicional (autoritario), ligado al pri o a un sindicato afn a este partido, que maneja todo lo concerniente a las labores del tiradero. Con base en las entrevistas con los pepenadores, los propios lderes de los tiraderos, las autoridades municipales y los administradores de las empresas concesionarias, se detectaron las siguientes particularidades: la organizacin y control de estos lugares sigue dependiendo en gran medida del lder, as como de la negociacin que ste tenga con las autoridades y la empresa; el lder ya no est ligado al pri o a algn sindicato, pues actual-mente son organizaciones autnomas que se venden o cambian de color dependiendo las circunstancias que enfrentan; el lder sigue controlando las relaciones con las empresas compradoras, asigna el precio de compra del material a los pepenadores y controla todas las dinmicas internas del tiradero. Sin embar-go el liderazgo muestra rasgos no tradicionales: el autoritaris-mo existente es flexible, siendo ms solidario en el trato con los pepenadores e intentando ayudarlos en todas sus proble-mticas; incluso, segn stos, consiguiendo mejores precios para el producto. Otro rasgo distintivo es el comportamiento empresarial que est adquiriendo el lder, en razn de que con su aprobacin se introducen sistemas modernos y ms eficien-tes de recoleccin y empaquetado, as como mtodos de ad-ministracin tipo empresa, con los cuales el pepenador termi-na siendo un asalariado del tiradero, con horarios de labor y una reglamentacin que regula su comportamiento en ste. Al parecer estas mutaciones han sido mayormente impulsadas por las masivas concesiones que las autoridades municipales o estatales han otorgado a las empresas privadas, las cuales han implementado medidas de modernizacin en algunos tirade-ros. Dichas medidas tienen que ser seguidas por los lderes si stos desean continuar manteniendo el control del sitio y que ste no cierre. Pese a estos cambios, estas labores siguen sien-do coto de poder de un grupo de individuos que en muchas

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    ocasiones terminan lucrando polticamente con la fuerza la-boral y enriquecindose de forma desmedida; aunado a esto, en dichos sitios los lderes siguen solapando el trabajo infantil, de forma cmplice con las autoridades municipales y las em-presas privadas.

    Las mutaciones en estas caractersticas de la pepena informal en Mxico muestran algunas tendencias que rompen las supuestas visiones que se tenan al respecto. Como ya se ha mencionado, las perspectivas tradicionales reflejaban una imagen altamente negativa de las ocupa-ciones, con marginacin y precarizacin del ingreso y de las situaciones laborales. Sin embargo, lo que muestran los resultados de esta investi-gacin, al menos la seleccin de variables para este artculo, es que existen nuevas situaciones que pueden contribuir a cambiar las pers-pectivas analticas que se tienen de estas ocupaciones. Dichas visiones abren nuevas pautas para analizar la situacin de la pepena informal y la manera en que se pueden formular e instrumentar intervenciones para solucionar o paliar su problemtica.

    Perspectivas finales: la pepena informal en Mxico ante las nuevas realidades de la desigualdad

    Como se constat, las perspectivas generales (global, regional y nacio-nal) que se tienen del trabajo en la pepena informal son fundamen-talmente precarias. Por precarias se entendera aquellas ocupaciones donde el trabajador vive la peor y ms degradante situacin laboral: falta de servicios de salud, laborales y sociales; ingresos muy por abajo del mnimo legal; alto riesgo laboral, y en determinados casos explo-tacin poltica y econmica.

    Junto a lo anterior, la poblacin que trabaja en estas ocupaciones tiene generalmente las ms bajas calificaciones del mundo laboral y mayoritariamente es excluida de la economa formal y de todos los beneficios que esto implica. En el mismo sentido, en ese mbito gene-ralmente no existe respeto a la normatividad laboral bsica. Tambin existen mltiples factores negativos que han hecho de la pepena in-formal una de las peores formas de trabajo que an estn presentes en la realidad laboral actual.

    Sin embargo, esta perspectiva prevaleciente en la literatura de los ltimos 40 aos al parecer ya no refleja totalmente la realidad actual

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    de la pepena informal. Es claro que esta afirmacin es temeraria para los mbitos global y regional (Amrica Latina), pero lo encontrado en el contexto de Mxico tiende a probar dicha aseveracin. Como se percibi al analizar 11 variables (gnero, edad, lugar de origen, tipo de vivienda, experiencia laboral, regularidad laboral, ingreso moneta-rio, tipo de familia, enfermedades, normatividad y control poltico), las caractersticas especficas de la pepena informal en Mxico han mutado, y se puede afirmar que se est ante un nuevo escenario labo-ral de estas ocupaciones, el cual refleja una nueva realidad donde tiende a diluirse la perspectiva altamente precaria de la pepena infor-mal y se forma una visin menos precaria, pero con desigualdades que an pueden calificarse como una problemtica grave en este contexto laboral.

    Sopesando esta ltima apreciacin, tambin se debe aclarar que las mutaciones detectadas (positivas) pueden estar mejorando las si-tuaciones altamente precarias, percibidas como tradicionales en estas ocupaciones. Dichas mutaciones estn redescubriendo la utilidad que pueden tener los pepenadores informales, pues desde la perspectiva de la organizacin Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Or-ganizando (wiego, 2007; siglas en ingls) estas ocupaciones estn desempeando un papel esencial en las economas y en las sociedades de los pases en desarrollo. Segn wiego los beneficios que resultan de la pepena informal de residuos pueden incluir los siguientes:

    Contribucin a la salud pblica y al sistema de saneamiento. Debido al rpido crecimiento de las ciudades del mundo en vas de desarrollo, la recoleccin informal de basura es la nica ma-nera en que los residuos de muchos barrios que no son aten-didos por las autoridades municipales sean desechados. Los municipios tercermundistas slo recogen entre 50 y 80% de la basura generada en sus ciudades.

    Empleo y fuente de ingresos para los pobres. El Banco Mundial esti-ma que 1% de la poblacin urbana en los pases en vas de desarrollo se gana la vida mediante la recoleccin de residuos o a travs del reciclaje; en los pases ms pobres, hasta 2% lo hace. Una cantidad significativa de este porcentaje son mujeres y, en algunos casos, nios.

    Suministro de materiales reciclados de bajo costo a la industria. Esto reduce la necesidad de importaciones costosas. Por ejemplo, la industria papelera mexicana depende del papel desechado

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    para satisfacer hasta 74% de sus necesidades de fibra; tambin compra el cartn recogido por los cartoneros mexicanos por menos de una sptima parte del precio que pagara por pasta estadounidense.

    Reduccin de los gastos municipales. Los recicladores de basura reducen la cantidad de desechos que tienen que ser recogidos, transportados y eliminados con fondos pblicos; en Indonesia, por ejemplo, se reduce a un tercio. En Bangkok, Yakarta, Kan-pur, Karachi y Manila los recogedores informales de basura le ahorran a cada ciudad por lo menos 23 millones de dlares al ao en costos de manejo de residuos y en importaciones de materias primas.

    Contribucin a la sostenibilidad del medio ambiente. En muchas ciudades el reciclado informal es el nico tipo de reciclado que hay. Esta actividad disminuye la cantidad de materia prima utilizada y por tanto se conservan recursos naturales y energa, reduciendo la contaminacin atmosfrica y del agua. Tambin se reduce la cantidad de terrenos que deben ser utilizados para vertederos y rellenos sanitarios.

    En este contexto, los resultados del estudio base de este artculo y los expuestos por la wiego (2007) muestran en parte coincidencias y vislumbran una visin diferente de estas ocupaciones. En este sentido es claro que estas trasformaciones tienden a modificar la percepcin de las actividades y tambin deberan incentivar una modificacin en las estrategias que se instrumentan para resolver la problemtica.

    Basadas en este cambio de percepcin es factible que las interven-ciones de poltica pblica, propuestas e instrumentadas, logren una mayor eficiencia, pues tendran un apoyo inicial en la identificacin de los pepenadores que estn en mejores condiciones laborales y que han transformado sus actividades en un mejor proyecto de vida.

    A final de cuentas esta nueva visin de la pepena informal, en sus diferentes mbitos, deja pendientes lneas de investigacin que debe-rn aclarar ms ampliamente estas nuevas realidades de las ocupacio-nes y cmo stas implican nuevas desigualdades en los mercados de trabajo.

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    Acerca de los autores

    Jos Juan Cervantes Nio es doctor en Ciencias Sociales por la Uni-versidad Autnoma de Nuevo Len (uanl). Es profesor investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la uanl y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel 1. Su tema de especializacin es economa informal.

    Lylia Palacios Hernndez es doctora en Ciencias Sociales por la Uni-versidad de Utrecht, Holanda. Es profesora investigadora de la Facul-tad de Filosofa y Letras de la uanl y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel 1. Sus temas de especializacin son sociologa y culturas del trabajo, y gestin empresarial.