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:: portada :: Mundo :: "La amenaza de los Tratados de comercio" 21-12-2015 De cómo el Imperialismo occidental intenta mantener su hegemonía La guerra permanente como expresión de la crisis global Francisco Sánchez Del Pino/ Manuel Montejo López Rebelión El pasado 14 de noviembre, un día después de los terribles atentados de París reivindicados por el Daesh, el presidente francés, François Hollande, declaraba que se había producido un acto de guerra al que Francia iba a responder de manera implacable. Dicha declaración tenía la función performativa de borrar de un plumazo la historia reciente de la implicación militar francesa en numerosos conflictos de África y Oriente Medio, una operación imprescindible para legitimar el apoyo internacional a la causa geoestratégica de una potencia mundial que vive en guerra permanente (fuera de sus fronteras, eso sí), y a la que le viene grande la medida de sus pretensiones en un escenario global de competencia con otras potencias emergentes. Dada la incapacidad de cada uno de los países de la UE con aspiraciones hegemónicas para jugar por sí sólo un papel a la altura de los retos que plantea esta competencia, el nuevo movimiento ofrece la oportunidad de aumentar la implicación de algunos de ellos y avanzar materialmente en estrategias de cooperación en seguridad y defensa cuyas bases, sentadas ya en el Tratado de Lisboa, toman cuerpo a un ritmo demasiado lento como para satisfacer los requerimientos de una UE que aspire a jugar un papel determinante en el nuevo equilibrio mundial, aunque sea como realidad subalterna. De paso, se trata también de apuntalar la disciplina interna, sin mucha contestación, por medio de medidas excepcionales con tendencia a convertirse en permanentes vía reforma de códigos penales (y eso no sólo en el país galo). El tratamiento de las protestas ante la Cumbre del Clima de París ha sido una buena muestra. El enemigo externo y el enemigo interno son un par de construcciones imprescindibles en la respuesta autoritaria y militarista que se extiende como respuesta a la(s) crisis que atraviesan al orden global. La tendencia está lejos de ser pasajera y anuncia, por el contrario, una dinámica de estado de excepción y de "guerra global y permanente" de la que escenarios como el sirio suponen un ejemplo trágicamente representativo y frente a la cual se hace urgente la articulación de una oposición capaz de señalar el carácter de la fase y emitir su "no a la guerra" en referencia a la naturaleza de esta, teniendo muy en cuenta, para ello, el propio papel de de nuestro país en el marco de las alianzas militares (y no sólo) en las que se inserta. París llama a la ofensiva tirando de autoridad moral, no sólo en su papel de víctima sino en el de máximo exponente de los valores republicano-democráticos que definen a Occidente frente a la barbarie que amenaza. No es objeto de este artículo un repaso a la historia de la política exterior francesa después de un proceso de descolonización que se llevó a cabo asegurando la supremacía de la antigua metrópoli en los nuevos países supuestamente independientes, con continuas injerencias y apoyos a golpes de estado y dictaduras en función de sus intereses. Lo que parece relevante, para situar algunos hechos significativos antes de llegar al lugar donde ahora se dirige la intensificación de la ofensiva, Siria, es una breve mención a algunas de las intervenciones militares (Libia, Mali) decididas por los gobiernos de Sarkozy y Hollande en los últimos años, o simplemente respaldadas (Yemen), intervenciones en un área de las más importantes del mundo en cuanto a su valor estratégico para un capitalismo global en crisis (desde el sur del Mediterráneo hasta Oriente Medio pasando por el norte de África). Asimismo, conviene preguntarse por el papel que han jugado las mismas en el auge y fortalecimiento de los grupos terroristas que actúan en la zona y (a veces) dentro de las fronteras europeas. Pero antes, nos detendremos en un breve análisis de la situación global de competencia marcada por la crisis de hegemonía occidental, una competencia que se desarrolla, simultáneamente, en los planos político, económico y militar. No es muy útil separar dichos planos en un momento en el que, en la estela de la estrategia de EE.UU, Europa ha sido page 1 / 11

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:: portada :: Mundo :: "La amenaza de los Tratados de comercio"

21-12-2015 De cómo el Imperialismo occidental intenta mantener su hegemonía

La guerra permanente como expresión de la crisis globalFrancisco Sánchez Del Pino/ Manuel Montejo LópezRebelión

El pasado 14 de noviembre, un día después de los terribles atentados de París reivindicados por elDaesh, el presidente francés, François Hollande, declaraba que se había producido un acto deguerra al que Francia iba a responder de manera implacable. Dicha declaración tenía la funciónperformativa de borrar de un plumazo la historia reciente de la implicación militar francesa ennumerosos conflictos de África y Oriente Medio, una operación imprescindible para legitimar elapoyo internacional a la causa geoestratégica de una potencia mundial que vive en guerrapermanente (fuera de sus fronteras, eso sí), y a la que le viene grande la medida de suspretensiones en un escenario global de competencia con otras potencias emergentes.

Dada la incapacidad de cada uno de los países de la UE con aspiraciones hegemónicas para jugarpor sí sólo un papel a la altura de los retos que plantea esta competencia, el nuevo movimientoofrece la oportunidad de aumentar la implicación de algunos de ellos y avanzar materialmente enestrategias de cooperación en seguridad y defensa cuyas bases, sentadas ya en el Tratado deLisboa, toman cuerpo a un ritmo demasiado lento como para satisfacer los requerimientos de unaUE que aspire a jugar un papel determinante en el nuevo equilibrio mundial, aunque sea comorealidad subalterna. De paso, se trata también de apuntalar la disciplina interna, sin muchacontestación, por medio de medidas excepcionales con tendencia a convertirse en permanentes víareforma de códigos penales (y eso no sólo en el país galo). El tratamiento de las protestas ante laCumbre del Clima de París ha sido una buena muestra. El enemigo externo y el enemigo internoson un par de construcciones imprescindibles en la respuesta autoritaria y militarista que seextiende como respuesta a la(s) crisis que atraviesan al orden global. La tendencia está lejos de serpasajera y anuncia, por el contrario, una dinámica de estado de excepción y de "guerra globaly permanente" de la que escenarios como el sirio suponen un ejemplo trágicamenterepresentativo y frente a la cual se hace urgente la articulación de una oposición capaz de señalarel carácter de la fase y emitir su "no a la guerra" en referencia a la naturaleza de esta,teniendo muy en cuenta, para ello, el propio papel de de nuestro país en el marco de las alianzasmilitares (y no sólo) en las que se inserta.

París llama a la ofensiva tirando de autoridad moral, no sólo en su papel de víctima sino en el demáximo exponente de los valores republicano-democráticos que definen a Occidente frente a labarbarie que amenaza. No es objeto de este artículo un repaso a la historia de la política exteriorfrancesa después de un proceso de descolonización que se llevó a cabo asegurando la supremacíade la antigua metrópoli en los nuevos países supuestamente independientes, con continuasinjerencias y apoyos a golpes de estado y dictaduras en función de sus intereses. Lo que parecerelevante, para situar algunos hechos significativos antes de llegar al lugar donde ahora se dirige laintensificación de la ofensiva, Siria, es una breve mención a algunas de las intervenciones militares(Libia, Mali) decididas por los gobiernos de Sarkozy y Hollande en los últimos años, o simplementerespaldadas (Yemen), intervenciones en un área de las más importantes del mundo en cuanto a suvalor estratégico para un capitalismo global en crisis (desde el sur del Mediterráneo hasta OrienteMedio pasando por el norte de África). Asimismo, conviene preguntarse por el papel que han jugadolas mismas en el auge y fortalecimiento de los grupos terroristas que actúan en la zona y (a veces)dentro de las fronteras europeas. Pero antes, nos detendremos en un breve análisis de la situaciónglobal de competencia marcada por la crisis de hegemonía occidental, una competencia que sedesarrolla, simultáneamente, en los planos político, económico y militar. No es muy útil separardichos planos en un momento en el que, en la estela de la estrategia de EE.UU, Europa ha sido

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convertida en la primera línea de una nueva guerra fría contra Rusia y puente de lanzamiento denuevas operaciones militares en África, Oriente Medio y hasta en la región de Asia/Pacífico. El TTIPcontribuye, si no es que afianza definitivamente, esta posición subalterna de los países europeos.

1. La cuestionada hegemonía de Occidente. La OTAN y el TTIP como respuestas

La posición de Occidente, y nos referimos a EEUU y la UE, ante estos conflictos está determinadapor la tendencia, ya atisbada desde principios de siglo, a no poder mantener su poder económicocomo elemento de dominio sobre los bloques rivales que han emergido en la última década, losBRICS, y especialmente China y Rusia. Esto ha dado lugar a diferentes estrategias de respuesta porparte de las potencias occidentales, concretamente EEUU, aunque hasta ahora sin demasiado éxitoen revertir la situación. Además, o como consecuencia, la crisis financiera occidental de 2008 haacentuado la pérdida de poder geopolítico norteamericano, y más aún con la situación deinestabilidad y recesión que ha provocado la falsa salida de la crisis en Occidente.

En esta situación es necesaria otra manera de afrontar la pérdida de competitividad comercial y decapacidad para la imposición de la normativa internacional de EEUU, es decir, de su posición dehegemonía económica mundial. La respuesta norteamericana, consecuencia obligada ante elfracaso de conseguir con la OMC un consenso internacional en materia de comercio, ha sido lapropuesta de grandes acuerdos económicos multilaterales, de preferencialidad comercial condeterminados países, que sitúen a EEUU como elemento común y aísle a las nuevas potenciasrivales. Estos tratados son e l Trans-Pacific Partnership (TPP) y el Transatlantic Trade andInvestment Partnership (TTIP). Para entender cuál es el objetivo tras estos tratados, no está de másrecordar la estrategia que sigue el Departamento de Estado de Estados Unidos desde finales de losaños 90, conocida como Full Spectrum Dominance ("Dominación del Espacio Total") yque incide en la superioridad absoluta de los EEUU, persiguiendo evitar el ascenso de cualquier otrapotencia que pueda poner en peligro esta situación. Esta estrategia parece ahora un sueño de difícilconsecución pero esto no ha hecho que haya dejado de ser, e incluso de forma más intensa, lareferencia a la hora de diseñar en los modelos geoestratégicos norteamericanos. Visto desde estaperspectiva, el TTIP es el ala occidental de una estrategia mucho mayor y que engloba también alTPP (Tratado Transpacífico), el ala oriental. Ambos, junto con el Tratado de Comercio de losServicios (TISA), se ponen al servicio de mantener el imperialismo norteamericano y crean uninstrumento de enorme potencia dirigido contra las potencias emergentes.

Desde un punto de vista global, existen dos elementos comunes a los tres tratados mercantiles:por un lado su evidente carácter antidemocrático y por otro los países ausentes de lasnegociaciones. Los países BRICS (el grupo de los países emergente y donde se engloban los rivalesal poder occidental: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) no forman parte de los paísesnegociadores, pese a su importancia económica y demográfica. Más concretamente, el TTP excluyea China y el TTIP a Rusia. El objetivo geopolítico de ambos acuerdos es claro: debilitar lainterdependencia económica de China con sus vecinos y debilitar la creciente interdependenciaeconómica de la UE con Rusia.

Solo un país se encuentra presente en los tres, incluyendo al TISA: los EEUU. De esta forma, quedaclaro que una de las funciones principales de estos acuerdos no es crear consenso con respecto al

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comercio o a las inversiones internacionales, sino ser el elemento central del campo occidental, demanera que se establecen dos grandes áreas geopolíticas con núcleo en EEUU: una que aglutina alPacífico y otra al Atlántico.

Tanto el TTIP como el TPP buscan contener el intento de los BRICS de crear un bloque económicoalternativo al occidental, y ambos tienen una dimensión ideológica que no hay que menospreciar:encarnan los "sanos" valores occidentales (el libre comercio, la civilización, el estado de derecho,etc.), respecto a los valores extraños del "otro".

Ante esta situación, la respuesta de las dos grandes potencias BRICS, China y Rusia, principalesobjetivos de los tratados, no se ha hecho esperar.

La repuesta china es un acuerdo poderoso, con el nombre de Nueva Ruta de la Seda, cuyo vínculoson distintos proyectos de comercio, infraestructura e inversión con los países que hay entre Chinay Europa: infraestructuras integradas (carreteras, trenes de alta velocidad, oleoductos y puertos)que conecten China a Europa Occidental y el Mediterráneo de todas las formas imaginables . Elobjetivo geopolítico es la prosperidad de las regiones que atraviesan las versiones terrestre ymarítima de la Nueva Ruta de la Seda, creando una red de interconexiones que asegure el controleconómico y militar de China con Asia, Europa y África y hacer del gigante asiático la punta delanza de los emergentes BRICS. China abandona así su estrategia de perfil bajo en el escenariointernacional, mantenida desde los tiempos de Deng Xiaoping, y encara un enfrentamiento abiertocontra Washington.

Por su parte, Rusia se ha embarcado en la construcción de un nuevo nexo de transporte entre Asiay Europa: el Cinturón de Desarrollo Transeuroasiático Razvitie (TEPR), que está siendo desarrolladopor los Ferrocarriles de Rusia (RZD) y tiene previsto comenzar en el Atlántico y terminar en elPacífico. Este proyecto es similar en su concepción a la Nueva Ruta de la Seda china, al incluir unared de ferrocarriles, autopistas, redes de aviación y transporte fluvial, y pretende facilitar unanueva etapa para el negocio entre Asia Oriental y Europa, a través de diferentes rutas marítimas, ladel antiguo Transiberiano o el denominado 'puente de tierra de China' a través de Kazajstán [1]. Enotras palabras, Rusia está proponiendo la creación, bajo su control, de un nuevo Mercado ComúnEuroasiático, que atraiga a Alemania.

Esta doble estrategia de enfrentamiento a los planes comerciales de EEUU no es aislada sino queestá coronada por una alianza entre Beijing y Moscú que se ha ido fortaleciendo con los años,especialmente con la iniciativa china de atraer los intereses rusos y alejarlos de losnorteamericanos tras la descomposición de la URSS. Actualmente, es muy probable que estaasociación se refuerce al tiempo que intentan atraer a otras potencias euroasiáticas (India, Irán,etc.) y más cuando el enfrentamiento entre EEUU/OTAN y Rusia por Ucrania ha hecho que VladimirPutin gire hacia el Este.

En el horizonte queda el objetivo final de la estrategia china. Atraer, a través de Rusia, a unaAlemania que juega el papel decisivo, y que hasta ahora es más o menos neutral debido a sus

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contradicciones internas, hacia la creación de un eje Beijing-Moscú-Berlín [2] que definitivamentedesplace a EEUU de su posición dominante en el escenario geopolítico mundial.

A la vista de estos elementos, cabría preguntarse ¿qué papel y qué intereses son los que impulsana la UE a adoptar un papel de absoluta sumisión a EEUU?

El consenso a nivel europeo que se intenta aparentar respecto al TTIP y a la intervención en losconflictos no es real debido al riesgo que representa para determinados sectores, especialmenteindustriales, de que el TTIP conlleve un aumento del poder decisorio de las corporaciones ymultinacionales. La novedad reside en que las grandes multinacionales y las élites que las dirigenya no tienen en sus estados respectivos el garante principal de sus intereses. Han dejado de serempresas nacionales para pasar a ser empresas occidentales, entendiendo Occidente como aquelespacio donde domina el orden neoliberal regido por el capitalismo financiero. El TTIP, y también elCETA (Tratado Económico y Comercial Integral entre la UE y Canadá), pretenden priorizar losintereses de las grandes empresas sobre los Estados, con la evidente pérdida de soberanía,nacional pero fundamentalmente ciudadana, que esto conllevaría. Por tanto, la firma del tratadoinduciría la necesidad adaptativa de terceros estados (la UE) a estas nuevas reglas productivas. Losintereses europeos quedarían reducidos a simples cuestiones mercantilistas, sin ninguna ambiciónpolítica para contrarrestar el dominio americano, y en donde el papel desempeñado por los grandesestados y sus grupos industriales y financieros, frente a los demás, sería omnímodo.

Sin embargo, esto choca frontalmente con la estrategia de amplios sectores alemanes en torno alEuro. Si el sistema "neocolonial" europeo dirigido por Alemania es parte integrante del sistemaimperial dirigido por EEUU, la debilidad del Euro es una condición indispensable para asegurar elcontrol norteamericano pero una Eurozona en permanente recesión (o incluso una posible salida dela moneda única por parte de cualquier país) supondría una dificultad añadida en todo esteesquema. Es por esto que EEUU podría plantear la necesidad de relajar la política de austeridad deAlemania en Europa, tomando como ejemplo las medidas económicas del gobierno americano, y laconversión del BCE al servicio del Bundesbank en una suerte de Reserva Federal que satisfaga laspeticiones de Francia y Reino Unido. He aquí la contradicción para Alemania.

La realidad nos muestra que esta posición ambivalente alemana es un factor decisivo por el queluchan todos los actores implicados. Hace unos meses, la canciller alemana Angela Merkel visitóBeijing. Apenas aparecieron en prensa reseñas sobre esta visita ni sobre las conversaciones acercade un proyecto poco conocido y que está avanzando rápidamente en estos últimos meses: unaconexión ininterrumpida de ferrocarril de alta velocidad entre Beijing y Berlín. Su construcciónatraerá el transporte y el comercio entre decenas de países a lo largo de su ruta, desde Asia hastaEuropa. Al pasar por Moscú, podría convertirse en el integrador definitivo de la Ruta de la Sedachina y quizás la pesadilla definitiva para Washington. Y la posición alemana será la que marque alconjunto de la UE, toda vez que a través de una Troika universalmente despreciada (Banco CentralEuropeo, Fondo Monetario Internacional y Comisión Europea), Berlín está ya a todos los efectosprácticos dirigiendo Europa y quizás mirando hacia el Este.

Observando todo el proceso de construcción europea, la arquitectura de la moneda única y susconsecuencias para los países más débiles dentro de la UE, la crisis y las inmisericordes políticas

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con las que se ha afrontado, no puede sorprender que esta UE, la Unión Europea del federalismoautoritario esté dispuesta a convertirse en un eslabón subalterno al imperialismo norteamericano,siempre que sus elites, las de cada uno de sus países, tengan asegurados sus beneficios. Pero esque, además, el hecho de que la UE sea una creación de estados imperialistas es fundamental parasituar hoy la actual legitimación posmoderna de la Unión Europea, como proyecto imperialista queesconde su papel sumiso respecto a EEUU.

Así, ante la crisis económica, ante la devaluación de las condiciones de vida de la clase trabajadoraeuropea, se propone como única solución avanzar en la "integración", en laconsolidación de los mecanismos de coerción que se ocultan tras la arquitectura europea. Frente ala amenaza de escisiones internas y la emergencia de "enemigos" externos, esnecesario "preservar la civilización europea". En definitiva, se ofrece un discurso queobvia el detalle más relevante: la pérdida de la posición de dominio de las naciones europeas sedebe fundamentalmente a la insignificancia de los Estados-Nación europeos por separado en elescenario mundial y este hecho está provocado por el propio proceso de construcción de una UE sinuna estructura política: la UE de las desigualdades entre clases y países (que es la base de laobtención de beneficios al establecer una relación neocolonial Norte-Sur) y de las tensionesempresariales, bancarias y sectoriales entre distintos estados europeos.

Evidentemente, avanzar en una integración de este tipo es fundamental para que la UE puedautilizar a los pueblos europeos y a sus renqueantes estados en la negociación geopolítica que seproducirá de aquí en adelante.

Como no debemos olvidar que toda dominación imperialista se sustenta en dos patas (recordemosBretton Woods), la económica y la militar, el denominar "la OTAN económica" al TTIP noes un menosprecio del papel fundamental a desempeñar por la Organización del Tratado delAtlántico Norte sino una forma de situar el aspecto comercial al mismo nivel que el militar. Alcontrario, la OTAN está en plena actividad, básica para entender la importancia de las posiciones aafianzar para que la estrategia comercial esté respaldada.

El pasado verano, toda la estructura y las bases de EEUU/OTAN estuvieron a pleno rendimientopara preparar la "Trident Juncture 2015" (TJ15) "las maniobras más importantes de la OTAN desdeel final de la guerra fría". Se llevaron a cabo en Italia (Trapani), España (Zaragoza) y Portugal(Tróia) desde el 28 de septiembre al 6 de noviembre de 2015, con más de 230.000 unidadesterrestres, aéreas y navales y con las fuerzas especiales de 33 países (28 de la OTAN más 5aliados): más de 35.000 soldados, 1400 aviones de guerra y 60 navíos de guerra. Tambiénparticiparon las 12 organizaciones internacionales más importantes, agencias de ayudahumanitaria y asociaciones no-gubernamentales, así como las industrias militares de 15 países paraevaluar qué otras armas necesita la OTAN.

El objetivo de las maniobras era probar la "Fuerza de respuesta" (30.000 efectivos) y,especialmente, la "Fuerza de intervención rápida" (5.000 efectivos). En el flanco meridional,partiendo sobre todo de Italia, la OTAN ha ido preparando otras guerras en el norte de África y enOriente Medio, como muestra el ataque que se produjo en Libia por cazas F-135 de EE.UU. En uncomunicado oficial se informó de que a las maniobras también se suma la Unión Europea.

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Además, como señalaba la prensa norteamericana el pasado mes de junio (New York Times, 13 dejunio), el Pentágono se prepara para situar armamento pesado (carros de combate y cañones)suficientes para 5.000 soldados en Lituania, Letonia, Estonia, Polonia, Rumanía, Bulgaria y Hungría.Y mientras que Washington declara que no excluye instalar en Europa misiles nucleares con baseen tierra, Kiev anuncia que podrían ser instalados en Ucrania misiles de interceptación deEEUU/OTAN, como en Polonia y Rumanía.

El TTIP complementa a nivel económico lo que hace la OTAN a nivel militar y estratégico. Si laOTAN es el actor global que apoya militarmente a los gobiernos para garantizar el acceso arecursos, sobre todo petróleo y minerales, a través de intervenciones militares con que lograr elcontrol sobre estados a los que someten para, más tarde, expoliarlos y empobrecerlos (Somalia,Mali, etc.), el TTIP hace lo mismo con la economía, utilizando estándares compartidos eimponiéndolos con estrategias de guerra, tanto a países del exterior como del interior, en contra,incluso, de las poblaciones de la UE y los EE.UU.

Además, la imposición del TTIP supone la necesidad de incrementar los gastos militares y eldesarrollo de la OTAN como "fuerza global ". Es de suponer que ante cualquier conflicto, sobrerecursos (agrícolas, energéticos, naturales...), cambio climáticos, etc., la respuesta, será decarácter militar y esto requiere un aumento del gasto militar para la transformación de las"Fuerzas Armadas de los Estados de Europa". Por ejemplo, España ya está tomando unpapel del liderazgo tanto dentro de la OTAN, con el mando de las Fuerzas Navales de RespuestaRápida en 2015 y de las Fuerzas Terrestres de Respuesta Rápida y Desarrollo de las primerasfuerzas de muy alta disponibilidad en 2016, como dentro de la UE, al convertirse actualmente en elsegundo país proveedor de tropas. Además, el objetivo declarado, y al que contribuirádecisivamente el TTIP, de que todos los países de la UE destinen al menos el 1% de su presupuestoanual al gasto en armamento sólo es cumplido actualmente por dos de ellos: España y Grecia.

Para la UE y para España, el papel asignado es convertirse en socio subalterno de la estrategia dedominación económico-militar de los EEUU, que refuerce y/o "supla" la defensa de losintereses norteamericanos en los distintos puntos del globo, reduciendo la influencia del ejeChina/Rusia. Conseguirlo implica como paso fundamental asegurar que Alemania acepta totalmenteeste papel, renunciando a sus relaciones con China y Rusia y subordinando su hegemoníaeconómica a nivel europeo a la dominación comercial y militar de EEUU.

Pero para explicarlo con más claridad y en las palabras de uno de los "actores" queintervienen en este proceso, transcribimos diferentes fragmentos del discurso de Michel Barnier,Comisario de Mercado Interior y Servicios de la Unión Europea, pronunciado en el Center forStrategic and International Studies (CSIS) en Washington el pasado 12 de junio 2014 [3] .

"(...) En muchos casos, es indispensable respaldar esos instrumentos civiles con la capacidadde utilizar la potencia de fuego militar. De lo contrario, la diplomacia sigue siendo ineficaz. Portanto, una PESC (Política Exterior y de Seguridad Común) creíble necesita una fuerte PDSD (Políticade Defensa y de Seguridad Común). Europa sólo puede convertirse en un proveedor de seguridadcreíble si también dispone de medios militares para actuar. Y para ser capaz de actuar sin dependeren todo momento del apoyo de EE.UU.

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Desafortunadamente, esto no es la realidad hoy en día. Durante muchos años, las nacioneseuropeas han reducido constantemente su gasto en defensa y, para hacer las cosas aún peor, lohicieron de forma no coordinada. Esto ha dado lugar a importantes deficiencias en las capacidades,que limitan la capacidad de Europa para actuar.

Para superar estas deficiencias y construir una capacidad de actuación, Europa tiene una solaopción: la cooperación y la integración.

Como expresó recientemente Arnaud Danjean, Presidente de la Subcomisión de Seguridad yDefensa del Parlamento Europeo: "Ninguno de nuestros Estados miembros, ni siquiera Francia o elReino Unido, las dos potencias militares más fuertes, está en una posición por sí solo de hacerfrente a los retos de seguridad actuales y las amenazas en Europa. Ninguno de nuestros Estadosmiembros, ni siquiera Alemania, la potencia económica más fuerte, está en una posición por sí solapara garantizar la competitividad de su base industrial nacional. Ninguno de nuestros Estadosmiembros, ni siquiera los más atlantistas, está en una posición para apoyarse eternamente en laprotección de EE.UU."

En pocas palabras: EE.UU. necesita una Europa fuerte. Y sólo una Europa unida tiene el potencialde ser fuerte. Una PESC, no una única PESC. Una Europa unida, no uniforme.

(...)Sabemos que la cooperación en defensa nunca es fácil, ya que alude a la soberanía nacional. Yque los países europeos tienen fuertes tradiciones nacionales que siguen siendo fuertes obstáculosa cualquier enfoque común.

(...)En el orden mundial del siglo XXI, EE.UU. y Europa se necesitan mutuamente más que nuncaantes. EE.UU. necesita una Europa fuerte. Y Europa sólo puede ser fuerte si está unida, cuando laUE desarrolle una política común de defensa de gran alcance sobre la base de una ampliacooperación e integración.

Cuando Europa intensifique su capacidad militar y tecnológico estará en mejores condiciones deintervenir donde y cuando los EE.UU. no desee hacerlo, por ejemplo en África. Y ser un socio muchomás capaz en acciones conjuntas, como en Libia.

Europa y los EE.UU. forman un buen equipo. Lo hemos demostrado en el pasado y vamos aprobarlo en el futuro. Empleando todas las armas de nuestro arsenal para construir nuestraasociación. Y haciendo frente a los desafíos de un mundo en constante cambio."

Cabe recordar que e l artículo 42 del Tratado de la UE establece que "la política de la Unión respetalas obligaciones de algunos de sus países miembros, que consideran que su defensa común se

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realiza mediante la OTAN". Ya que 22 de los 28 países de la de UE son miembros de la OTAN estáclaro su protagonismo. El protocolo nº 10 sobre cooperación, establecido por el artículo 42, destacaque la OTAN "es el fundamento de la defensa colectiva" de la UE y que "un papel más fuerte de laUE en materia de seguridad y de defensa contribuirá a darle fuerza a una OTAN renovada".

Por lo demás, si Rusia y China responden moviendo sus fichas en el tablero de ajedrez comercial,tampoco van a la zaga en el terreno militar: ya en septiembre de 2013, junto con Bielorrusia, Rusiallevó a cabo las maniobras "Zapad 2013 (Occidente 2013), "cuyo escenario es la defensa de ambospaíses ante un ataque del escudo antimisiles de la OTAN". Muy poco después estallaría la crisis enUcrania. En cuanto a la parte china, el ejecutivo de este país anunció el mismo año un incrementodel gasto militar de nada menos que un 10,7%, 119.000 millones de dólares. Tampoco en este casolas dos potencias caminan por separado, siendo fundamentales los intercambios de tecnologíamilitar. [4]

2.La guerra permanente

2.1.Libia y Mali (2011-2015)

La guerra de Libia supuso un desastre de consecuencias dantescas que podía haber sidoperfectamente previsto para un país cuyo Estado a duras penas cohesionaba la diversidad delealtades tribales que componían su realidad sociopolítica, mucho más compleja que el relatomítico establecido por quienes apoyaron la intervención de una alianza internacional, encabezadapor Francia, Estados Unidos e Inglaterra, en términos de defensa de una sociedad civil democráticafrente a los abusos de una tiranía. El gobierno español, dirigido aún por José Luis RodríguezZapatero, apoyó la intervención con tropas y un entusiasmo realmente desmesurado. El entoncesvicesecretario general del PSOE, José Blanco, declaró que "no hay causa más justa que ladefensa de la libertad y los derechos", por lo que hay que sentirse "orgullosos del papelde España en la intervención militar en Libia". Según el Consejo de Derechos Humanos de la ONU,la guerra de Libia provocó 15.000 muertes sólo en los cuatro primeros meses de desarrollo. Pero losmotivos de "orgullo" no habrían de agotarse en un plazo tan breve. Habría que esperar al supuestofinal de la guerra para que el caos se desenvolviera en toda la dimensión que ha caracterizado a lasconsecuencias de otras intervenciones militares salvadoras, como la paradigmática de Irak, madrede barbaries y uno de las causas fundamentales de la extensión de los terrorismos, comoreconociera Tony Blair.

Después de una "transición" imposible, el vacío de poder que dejó el depuesto y asesinadodictador libio, fue llenado, en parte, por jefes tribales y milicias locales que, cohesionadas antes porla lucha contra Gadafi, tardaron bien poco en enfrentarse entre ellas por el control de territorios yrecursos como pozos petrolíferos. Actualmente, Libia vive una nueva guerra civil que desangra unpaís en el que operan dos Parlamentos rivales, cada cual con la lealtad de respectivos bloquesarmados que se reparten el control de las distintas partes del territorio. Una de las porciones delpaís está controlada por una coalición de la que forma parte el grupo terrorista Anshar al Sharia,cuyo nombre quizá suene de algo al ser su homólogo tunecino el autor del atentado (de los de notaa pie de página del periódico) en el que perdieron la vida doce personas en Túnez, el pasado 25 denoviembre. Esta organización no existía antes de 2011, año en que se fundó a partir de varias

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milicias y consiguió extenderse gracias al vacío de poder existente, a las armas provenientes deQatar y a una política de proselitismo basada, entre otras cosas, en la asistencia social a lapoblación. Una escisión de este grupo se ha adherido al Daesh y ha proclamado el califato en unaciudad de 100.000 habitantes en la que las escenas de decapitación que nos consternan sesuceden habitualmente. [5]

Pero el auge yihadista no se reduce a la proliferación descontrolada de dichas organizaciones.Cabe recordar que, en 2011, los rebeldes apoyados por la "coalición internacional" nombrarongobernador militar de Trípoli a Abdelhakim Belhadj, veterano de la guerra en Afganistán contra lossoviéticos y vinculado desde entonces a Al-Qaeda. No extraña mucho que tirando un poco del hilose acabe siempre por topar, como causa eficiente, con el apoyo estadounidense a los"combatientes islámicos" en los años 80, aquellos aguerridos soldados elevados a la categoría dehéroes en algún lamentable ejemplar de la filmografía norteamericana de la época. [6] Encualquier caso, la estrategia del caos había puesto firma a una de sus obras más deslumbrantes.

Las consecuencias de la gloriosa intervención en Libia no se reducen, por desgracia, a los límitesde las fronteras de este país, no sólo porque en los campos de Ansar al Sharia se entrene acombatientes para luchar en Siria contra el régimen de Bachar al-Asad, sino, sobre todo, porque ladesestabilización del norte de Mali está directamente relacionada con el caos inducido en el paísmediterráneo.

Antes de la intervención en Libia, Mali era un país miserable, con una de las tasas de pobreza y dedesempleo más altas del continente y con un Estado prácticamente desmantelado gracias a laspolíticas de ajuste estructural impuestas por el Fondo Monetario Internacional en los años 80, queincluyeron el deterioro de los sistemas educativo y sanitario, privatizaciones de sectoresestratégicos que acabaron en manos de grandes empresas francesas como France Telecom y laimposibilidad de ejercicio de la soberanía alimentaria al obligar al país a especializarse en laproducción de algodón para la exportación. Terreno abonado, en definitiva, para una inestabilidadque sólo habría de regarse "un poco". A partir de octubre de 2011, los tuaregsemigrados e integrados en el régimen libio comienzan a regresar a Mali cargados del armamentodel desmantelado ejército y, al año siguiente, consiguen tomar el norte del país con el apoyo, entreotros grupos, de Al-Qaeda en el Magreb Islámico, que acaba por convertirse en la fuerzahegemónica. Así, después de la intervención en Libia, Mali no era sólo ya un país miserable, sinotambién un país estragado por la violencia.

La solución, por supuesto, no podía pasar por otra cosa que no fuera una intervención militar. Enenero de 2013, Francia lanzó la Operación Serval, con apoyo de tropas africanas (sobre todochadianas), para detener el avance de los grupos islamistas. Los bombardeos franceses no tardaronmucho en causar víctimas entre la población civil de las ciudades y es de suponer que, encontextos tales, no resulte tan fácil distinguir quiénes son los buenos y quiénes los malos, o que seacomplicado para la población apreciar los sellos de civilización que diferencian a las bombaseuropeas de las armas de los bárbaros. Quién sabe si algo así no ayuda también a la cocción de esoque se suele denominar como "un caldo de cultivo".

Justo al mismo tiempo en que se bombardeaba el norte de Mali, con el rechazo de sectores activos

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de la sociedad malí, fuerzas especiales francesas se desplegaron en el vecino Níger para proteger...una mina de uranio. Níger es el quinto productor mundial de este mineral esencial para abastecer alas 58 centrales nucleares galas, de las que salen dos tercios de la electricidad que consumen losfranceses, mientras que en torno a un tercio del uranio consumido procede de las minas del paísnorteafricano. Para este, uno de los diez países más pobres del planeta, el uranio supone un 70%de su exportaciones y sólo el 5% de su PIB. El negocio, desde luego, parece un tanto desequilibradoen favor de la beneficiaria multinacional francesa Areva, líder mundial en el sector de la energíanuclear y empresa denunciada por la contaminación producida en Níger y por las condiciones deseguridad en las que se encuentran los trabajadores de sus minas. No resulta tan descabelladopensar que las motivaciones francesas de seguridad se refieran, en última instancia, a la seguridadenergética. No obstante, 600 soldados nigerinos participaron también en la protección de la minaque explota Areva contra sus propios intereses nacionales, lo cual puede ayudar a dar una ideaaproximada del grado de soberanía que se gasta en las antiguas colonias francesas.

La Operación Serval duró hasta julio de 2014, cuando fue sustituida por una nueva, de carácterregional, que incluye el despliegue de tropas y logística, además de en Mali, en diversas posicionessituadas en Níger, en Burkina Faso y en Chad. En este último país, Francia mantiene una presenciapermanente de tropas desde 1986, cuando lanzó la Operación Epervier para sostén de uno de losregímenes más sanguinarios del continente, el encabezado por el dictador Hissene Habré, cuyo"buen gobierno" se retrata someramente en el documental, dirigido por Isabel Coixet, Hablando deRose. Del asesinato de 40.000 personas durante su gobierno no se derivó una intervención de lastropas presentes en defensa de la población. Tampoco ha despertado demasiadas inquietudes lacontinuación hasta la actualidad (a pesar del derrocamiento de Habré) de la dictadura en un paísque produce 225.000 barriles diarios de petróleo. Por otra parte, la posibilidad de utilizar elterritorio de Burkina Faso como base de operaciones de la estrategia neocolonial francesa expresa,con cierta crudeza, la pertinencia del golpe que acabó con el gobierno y la vida del presidenteThomas Sankara (conocido como el "che africano") en octubre de 1987.

La de "asegurar" esta región ha sido, desde siempre, una obligación de primer orden para laconservación de un "espacio vital" francés que permita mantener su papel específico en un mundode competencia intensificada entre potencias (o de "imperios combatientes", como dice RafaelPoch). Las exportaciones francesas y la oferta de crédito a África se ha reducido en un 50% en 10años, y las posiciones están amenazadas por competidores agresivos y eficaces. Francia pierdeterreno y los que mandan saben más que nadie de eso, como bien atestigua un par de informes delaño 2013: el Informe Vedrine (llamado así por el nombre del más significativo de sus autores, elex-ministro "socialista" Hubert Vedrine) presentó a François Hollande una propuesta sobre lo quedebía ser el papel de Francia en África, partiendo de la preocupante constatación de laimplantación china en el continente, sosteniendo que "El Estado francés ha de centrar su políticaeconómica en el apoyo a las relaciones de negocios del sector privado y asumir plenamente laexistencia de sus intereses en el continente africano". Otro informe del mismo año, elaborado por elGrupo de Trabajo de la Comisión de Asuntos Exteriores y las Fuerzas Armadas, del Senado francés,lleva por título, sin duda elocuente, "Sobre la presencia de Francia en una África codiciada". [7]

Notas

[1] Bruzzone, M.G.: TTIP o Razvitie? Un'alternativa di sviluppo per una UE più autonoma dagli Usa.http://www.lastampa.it/2014/08/02/blogs/underblog/ttip-o-razvitie-unalternativa-di-sviluppo-per-una-ue-pi-autonoma-dagli-usa-QAETdIRc8KltsCALsUl5lM/pagina.html

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[2] Chen, X.; Mardeusz, J.: China and Europe: Reconnecting Across a New Silk Road. http://www.europeanfinancialreview.com/?p=4143

[3] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=186391

[4] Ferrero, A., Hacia una Europa neoimperialista, en Poch de Feliu, R., Ferrero, A. y Negrete, C., Laquinta Alemania, Icaria 2013.

[5] http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2014/DIEEEO145-2014_Yihadismo_Libia_JJordan.pdf

[6] http://www.abc.es/20110831/internacional/abcp-nombran-jefe-militar-tripoli-20110831.html

[7] http://www.vientosur.info/spip.php?article8709

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