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1 José Luis Vallejo Marchite A PESAR DE TODO (2010)

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José Luis Vallejo Marchite (2010) 1

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José Luis Vallejo Marchite

A PESAR DE TODO

(2010)

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A PESAR DE TODO Tenía yo el propósito de escribir otro libro a comienzos de otoño. Y pasaban los días. Mil razones me impelían a hacerlo, pero siempre le fui encontrando excusas: aquel viaje a La Coruña, el favor que, a veces, concedo a quien lo pide, en este caso, la traducción de dos largos artículos sobre la vida monacal del Císter, o aquel asunto, aún más peregrino, que he dado en alimento a la carcoma. Confieso que no es fácil si se ha perdido el pulso a la escritura y se te han marchitado las viejas alegrías al dejar la memoria a la intemperie, porque ya no sabes cómo salir de semejante laberinto. ¿Qué decir si se instala la noche en tu maltrecho corazón? Sólo es posible hablar de la lluvia, del cielo grisáceo de otoño, del dolor que acaba de nacer, que tú no notas, o de la muerte simbólica o real de las hojas caducas y las rosas. Fueron así pasando las semanas, víctima yo de mil incertidumbres. (No me asiste el derecho de que paguen otros mis vidrios rotos) Y comencé de nuevo a desnudar mi alma. Poeta es aquel hombre que se desnuda sin pudor y expone a la luz sus pecados y sus sueños para que los demás los lean y relean y se consuelen de vivir. Es hora del ángelus, de Dios hecho Palabra; la hora del jazmín cuajado en nieve, de las gotas de agua

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que lluvia el corazón de la mujer. Es la hora, también, de las gaviotas que acuden en bandadas y lucen en sus alas el blancor de la espuma en el instante de la pleamar. Yo no sé si es mi hora, pero, a pesar de todo, escribo y canto.

18-11-2010

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LA VIDA La vida es como un viento que se para un instante junto al árbol desnudo que hay frente a tu ventana: zarandea las ramas y te deja, en su huida, la pesadilla azul de un cielo encandecido y el vuelo enloquecido de un pájaro hechizado. 20-19-2010

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ESCUCHANDO LA CANTATA BWV 26 DE BACH En las oscuras horas de la tarde, con el balcón cerrado porque el relente muerde ya los huesos, suena Bach en mi estudio. La Cantata veintiséis, dirigida por Kart Richter, evoca lo caduco de la vida: el tiempo pasa y las horas huyen como las gotas de agua que a veces se dispersan cuando todo se precipita hacia el abismo. Cierro los ojos.

Es la música la que trata de unir, en mezcla insólita, lo incierto y lo evidente. Quisiera estar callado, pero es lo nuestro hablar sobre las cosas que se acaban, sabiendo que el olvido está al acecho de las palabras que decimos; que las manos no saben si la rosa que acaban de cortar pertenece a un jardín sólo soñado, ni lo que representa cuando ocupa, fatigada en un búcaro, un lugar preferente en el despacho o en la sala de estar junto al viejo reloj que ya no da las horas.

¿Pero acaso las rosas saben que su belleza es eso: morir, pasar al vuelo; que es la muerte su aroma, como escribió Valverde, y que los hombres hemos de ir contando los años por relevos de rosas? Lo nuestro, como ellas, es morir. No tenemos el antídoto ni contra el tiempo ni contra la muerte. 21-10-2010

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SIN RESPUESTA Me he dicho, al despertar: ¿Vives o sueñas? Y me he quedado, atónito, de nuevo, sin respuesta. 22-10-2010

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REINCIDENCIA

¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que bajé paseando a la ciudad, de madrugada? Era, recuerdo, en primavera. Entonces, como ahora en este otoño que acumula nieblas, sonámbula, la gente acumulaba prisas. Los semáforos, metáforas del tiempo, impávidos, soportan como entonces el paso enloquecido de los coches. Ajeno a esa locura, ensimismado, soy testigo del lento despertar de la ciudad. Mientras deambulo por sus calles todavía en penumbra, me pregunto: ¿Es el dolor un don y dádiva el amor como está escrito en La memoria encendida?

¿Es cierto que es la lluvia el recuerdo de otra lluvia y que el presente es síntoma de lo que nos espera, como escribió Benítez Reyes? Envuelto en frío, en niebla, he dejado mis ojos anclados en el puerto como si de balandros se tratara, sólo atento al vaivén que pueda provocar el viento que ahora sopla de Levante. 25-10-2010

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TARDES DE PASEO A Paco García Torrientes.

Pero a pesar de todo, yo bendigo estas tardes de sol, de suave viento, de paseo por los mismos caminos que hemos ido trazando en las afueras de la ciudad. Octubre nos sigue regalando esta luz que cobija, que se nos da como verdad suprema. ¡Cuantos sueños se han hecho realidad en las tardes de otoño! Por ejemplo, ver cómo aquel lejano tren de infancia que cada día contemplamos, emocionados, desde la ventana de la cocina, en las horas mágicas de la ilusión, ahora nos es tan familiar y tan cercano! Se ha hecho indispensable, bajo esta luz, su paso. En la paz de la tarde recorremos la campiña bucólica donde el rebaño del pastor Federo pace en un apacible desconcierto.

No sé hasta dónde es cierto que es lo bello intangible -lo que tocamos brilla- y que la conmoción de lo sublime germina al sol del porque sí. Mira, cuando regresan, al trasponerse el sol, esas bandadas inmensas de gaviotas en ordenado vuelo a su destino. Y contempla estas rosas insólitas que el tiempo ha respetado y a quienes todavía no reclamó la muerte. A fuerza de costumbre ya no damos importancia al hecho de estar vivos y de aguantar aún sobre los hombros el dulce peso de la claridad que nos hace testigos de la magia

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de lo que sigue siendo. ¡Cuántas veces has visto, indiferente, caer las hojas muertas de los árboles en vuelo imprevisible sin conceder a un hecho rutinario esa hondura que vive en los detalles! Aprender a mirar es ejercicio humilde y casi siempre fruto de un largo aprendizaje que nos absuelve, misericordioso, de miedos ignorantes. 29-10-2010

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CONSTATACIÓN La vida se resume en dar al tiempo temblor de eternidad, porque entonces el tiempo redime lo caduco de las cosas, las sublima y las colma de futuro. Octubre, un año más, cede su bonancible luz de tarde al avance nocturno provocado por los cambios horarios. Pero su luz nos queda en la memoria. Con frecuencia me encuentro en mi paseo con un hombre aún joven que no tiene casa donde habitar. Vive –mejor malvive- en la vieja cabaña que, en su día, tal vez utilizaron cazadores furtivos. Tiende al sol un colchón, su vieja ropa, por si un aire piadoso consiguiera borrar el olor ácido que el uso ha ido dejando. Sin embargo, a pesar de su miseria, responde, un tanto triste, a mi saludo. Y mientras de él me alejo por el camino estrecho hacia los pinos que amparan mi cansancio y alivian con su sombra mis pensamientos cegadores, siento que el alma se me va encogiendo. Y pienso: ¿Es acaso eternizable vivir esa absoluta servidumbre? ¿Es, tal vez, un saludo ocasional el himno más profundo que entonamos? Octubre lentamente se desploma mientras la luz del día se va desvaneciendo y se yerguen las sombras. ¡Oh Dios!, ¿será la luz de noviembre piadosa con nosotros? 30-10-2010

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CAMINO HACIA LA LUZ Sí, vamos a la buena de Dios, de descalabro en descalabro, por el camino de la vida, sin pararnos a ver en qué secreto amor encuentran traducción nuestra tristeza y esa absoluta sed de lo divino que quema nuestros labios. En esta soledad de finales de octubre, con las primeras lluvias que anegan los sembrados, pájaro adicto a la melancolía, vuelvo hacia Ti, Señor, mis ojos, extrañados de no ver ya la luz. Bajo este cielo trágico, la mirada no encuentra lo que busca, lo que la hace valiosa. El mundo se conduele de nosotros, víctimas inocentes o culpables de esta ceguera contumaz. El viento, ajeno a este dolor, en tolvaneras vaga por las profundas angosturas del alma; sarcástico, se burla de nosotros porque nos cree vagabundos ciegos, caminantes sin ritmo hacia la propia muerte. Sin embargo, Señor, ya nuestros pasos tienen preciso el ritmo hacia el dolor, el dolor último, que nos ha de dejar frente a la luz. 31-10-2010

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IN MEMORIAM Hoy, día de difuntos, cobran vida los que nos precedieron. Salvados del olvido, viven en la memoria en extraña armonía con aquello que más nos preocupa, tan de ayer ellos, nosotros tan de hoy. Preso de la emoción, me acerco a ellos, los cito uno a uno por su nombre (no les he puesto flores, porque no saben ya de rosas)

y les susurro, tanteando los límites exactos del decir, con la seguridad de que ya fuimos en quienes fueron antes que nosotros: “¡Cómo ha pasado vuestra vertiginosa eternidad disfrazada de tiempo y fugitiva”! 2-11-2010

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DÍA DE CLASE Este silencio sólo se interrumpe cuando en el patio juegan los muchachos o cuando, en la mañana, el jardinero está cortando el césped. Pero luego todo va recobrando lentamente el equilibrio. A la quietud del cuarto no llegan ya sus voces, ni el chirriante ruido del cortacésped. Sólo oigo latir mi corazón. Apenas pienso en algo que no sea en mí, y a qué obedecen mis tres noches de insomnio. ¿Será la causa este pensamiento arrogante que aún me desconsuela: sólo me queda tras de haberte amado el estremecimiento de quererte?

Sobre la mesa, libros y una vieja pluma Montblanc. La beatitud del día -nunca la luz es un merecimiento ni el despertar del día una rutina- entra por las ventanas en excesos de sol, que se acomoda unos instantes entre las cosas y les da realce. Al recobrar sus nombres, brilla en ellas, sólo ese instante, la piedad del tiempo que las ha patinado. A ti también te alcanza esta bonanza de la luz de mediados de otoño, este arrebato de imprevisto fulgor en la mañana, ahora que no juegan los muchachos ni el jardinero está cortando el césped. 4-11-2010

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LA VERDAD ÚLTIMA En cada amanecer se desvanece lo que te hace dudar, lo que te deja a oscuras frente a ti, frente al misterio profundo de la vida, ese lindero entre el ser y no ser del que no acabas de aquilatar su esencia, es decir, su verdad ontológica. Es cierto que mientras reflexiono, un sol muy dulce se adentra, un día más, por esta estancia donde escribo. Yo mismo he descorrido las cortinas, que estaban todavía extendidas por miedo a la verdad. A veces me pregunto por la causa de este desasosiego, de este miedo que sin piedad me habitan. Y no encuentro respuesta a mis afanes y fatigas. Por eso no he sabido “a qué lengua se traduce la lluvia”, ni por qué no he sido más feliz, pues ni la luz me salva de la duda esta mañana de cielo intensamente azul; por eso sigo escarbando en mi dolor, seguro de que es el dolor la puerta única para acceder a la última verdad. 6-11-2010

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LA VIDA SIN ÁRBOL ¿Qué habrá sido de aquel árbol de infancia donde dejé colgados mi orfandad mis juegos inocentes y mis sueños como fruto temprano? Igual que entonces, ahora que la vida me ha dejado de casi todo huérfano y sin árbol donde colgar, si sueños no, un deseo, con la arrugada piel de mi futuro en fase taxidérmica, me veo condenado a vivir la soledad. Porque ya no es posible aquella nieve de las seis de la tarde donde hundíamos los zapatos, ajenos a que en casa había que ponerlos junto al fuego para secarlos. ¿Quién tenía entonces otro par de zapatos? Hoy nos sobra de todo, incluidos los zapatos, pero estamos sin árbol, que es lo mismo que vivir sin el canto de los pájaros que dan fe, jubilosos, cada día de que seguimos vivos y nos dejan frente a la luz, no frente a la certeza. Miramos a lo lejos con nostalgia ahora que la nieve no se esconde en los zapatos, pero sin hacernos, defendidos del tiempo, más preguntas: cada alegría busca su tamaño y la nuestra por hoy es suficiente. 8-11-2010

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CUANDO SE ES INJUSTO Sólo somos injustos cuando sabemos que el amor no pasará factura.

GARCÍA MONTERO

Yo no puedo afirmar que he sido el más feliz de los humanos. Pero conozco la alegría. Ocurre a nuestra edad, cuando la vida se va tiñendo de melancolía, que alguien se nos acerca, esboza una sonrisa y se queda esperando, con la mirada atónita, por ver si en nuestros labios halla la respuesta. Los recuerdos actúan en nosotros como golpes de agua de una lluvia lejana e importuna. Si nos hiere, fruncimos nuestro ceño; si cae lenta y suave, hay una recompensa que se traduce en gestos de ternura. “Más que la edad, hay caras que reflejan todo lo que perdieron”. Son las seis de la tarde. Por las afueras de mi yo las sombras se consolidan. No me queda, pensando en las arritmias de la noche, sino quedarme solo flotando en el abismo. Y pienso: Si la vida ha sido algunas veces injusta con nosotros, ¿acaso no hemos sido injustos con la vida, con el amor…? ¿Cuántas veces dejamos en nombre del olvido enloquecer las fechas en las agendas y en los calendarios? Pero somos injustos de verdad cuando sabemos que el amor no pasará factura. 8-11-2010

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EL ÓVALO DE MIRAFLORES Es Domingo. Parece que no tengo dónde ir esta tarde de verano y decido acercarme por la sombra al Óvalo, como un turista más, para hablar con Manuel, el limpiabotas, que deja mis zapatos como nuevos. Hoy los llevo radiantes. No obstante, como dice Manuel, “hay que atildarlos”. Yo le doy cinco soles para un plato caliente. Manuel, el limpiabotas, me dedica una abierta sonrisa y agradece que me haya detenido a saludarlo. Cerca, las vendedoras de recuerdos, de plata envejecida, de abalorios que atraen las miradas de las jóvenes, ven con paciencia cómo pasa el tiempo -aquí no tienen prisa- y la sonrisa en la flor siempre abierta de sus labios, como si el tiempo fuera sólo cosa del pasado. No obstante, el tiempo fluye: “la luz no es inmortal”. Y yo me quedo para ver cómo hereda la tarde las canciones de tardes anteriores, qué otros ritmos baila la gente y cómo se consuela cuando tiembla la música en su piel. Hoy renuncio a llegarme al Arco Mar desde donde el Pacífico me brinda, desplegada, su azul inmensidad. Muchas veces he sido el vigilante importuno que quiso descubrir un horizonte nítido, y volví, sin más, con la mirada bohemia y nebulosa. Miraflores nos brinda sus jardines a la luz del verano, con su largo equipaje de cuidados rosales y la gracia de las muchachas de cabellos negros que te miran de frente con sus ojos profundos y te brindan, cuando hablan, seseantes palabras y el más dulce de los diminutivos. Hay recuerdos que acucian en las noches de insomnio. Pero hay nombres cuya música está constantemente resonando dentro del corazón, como el de aquella

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muchacha que quería pasar a formar parte de mi herencia poética, escondida en la letra pequeña de una dedicatoria. “La realidad no sabe estarse quieta”. A las rosas fragantes de hoy seguirán luego las violetas tardías. Y seguirá poblándose de turistas el Óvalo, de alegres muchachas de cabellos negros y ojos profundos que ven cómo la gente se consuela cuando tiembla la música en su piel. Y yo, fiel a mi cita del domingo, buscaré a Manuel, el limpiabotas, para hablarle como hacen los amigos y darle cinco soles de propina por dejarme brillantes los zapatos. 10-11-2010

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ASÍ FUE La soledad se aprende y se conquista. GARCÍA MONTERO

A veces he buscado lo que nunca ha vivido en mi recuerdo: los versos que jamás escribí o los ojos que no fueron los ojos que soñé. Cuando aprendí a vivir ya dentro de mí mismo, escudriñé lo hondo de mi alma y vi que todo me era más cercano. Mis versos se tiñeron de infancia y juventud. Y aquellos ojos soñados siguen siendo la luz de mi destino. “El destino no busca con recuerdos”. Pero un día cualquiera, en un rincón cualquiera de una ciudad medio encharcada, donde se aprende el modo de estar solo, aprendí y conquisté la soledad. Se me ofreció, mirándome a los ojos, como mujer de compañía. Luego, se reinstaló en mi casa de alquiler para ser compañera de por vida. Desde entonces, sus huellas acaban siempre en ella. En los días de lluvia ella es mi compañera inseparable. Si alguien pasa amparado en su paraguas, nuestros ojos se cruzan un segundo, instante que yo salvo del olvido este noviembre de cristales rotos, de relojes cansados y abrigos con olor a naftalina. A veces me pregunto si esta casa que aún habito es mi casa. Y prefiero seguir abrazado a la niebla. 11-11-2010

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LOS DÍAS Tú que nunca has pensado en el mañana, no sé aún si de forma consciente o inconsciente, observas que los días se suceden sin aparente cambio, idénticos en horas, pero qué diferentes en la manera de vivir el tiempo, esa cálida rosa fugitiva, memorial de blancura. A veces te parece que las horas no avanzan, y malgastas los más bellos instantes cuando agosto derrama su clamorosa luz sobre la playa donde sueñas, tendido, que el verano jamás le cederá sus luces al otoño.

Y no piensas que el tiempo, que crees inmortal, está muriendo en ti. 14-11-2010

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VISITA PROGRAMADA Hay quien hereda ausencias. Otros, este es mi caso, heredamos adicciones. ¿Acaso no es una peligrosa adicción acudir cada año al hospital? Me han dicho que lo exige el marcapasos, que tiene que pasar su ITV particular y rigurosa. El día, luminoso, hereda el viento helado de días anteriores, un viento imprevisible que ha vestido de azul un cielo limpio. Un taxi, me parece que fue el 170, me ha dejado a las puertas de ese inmenso laberinto de extrañas galerías por donde van y vienen enfermeras con rostros de luminosa arcilla, ojos de adormecida miel y bocas fascinadas. Al entrar siempre dudas si tomar los primeros ascensores, de un color rojo intenso, o aquellos amarillos donde esperan en fila rigurosa los que acuden, rendidos hacia el tiempo que se inclina, en sus sillas de ruedas. Son ya las once y cuarto. Una enfermera me llama por mi nombre y apellidos y me introduce en la consulta cuatro. Cuando me siento, pienso que es la sala de espera de una antigua estación de tránsito, sin trenes y pocos pasajeros. Todo está bien, susurra con voz dulce el doctor, con los ojos fijos en la pantalla, que se va llenando de gráficos y números. La próxima cita, dentro de un año, exactamente el 22 del próximo noviembre.

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Con emoción recuerdo -no sé si la memoria tiene color, aunque alguien ha dicho que es azul- que es el día solemne dedicado a la música. Y mientras busco un poco de aire fresco que me lave la cara y me libere de posibles neurosis, entono el himno de santa Cecilia: Cantantibus organis, o el aria de la Oda que a la santa le dedicara Haendel: “¿Qué pasión no es capaz de suscitar la música? Aunque dudar es necesario, desando, ya sin prisas, el camino que hice al subir hasta la quinta planta, donde la soledad es blanca o de un color gris azulado, pensando que es la vida la que tiene que hacer sus propias cuentas. 16-11-2010

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EL ESPACIO DEL CORAZÓN Necesito pobreza para amar. CLAUDIO RODRÍGUEZ

Ya lo único que tengo son mis versos, algunos libros donde, cada día, sacio mi sed por aprender, y aquellos viejos discos de Bach, Beethoven, Mozart, que acompañan mis tardes de entretenida soledad. Noviembre, pura revelación, una vez más, me brinda su secreto, su casta desnudez y sus rincones de intimidad bajo una olvidadiza y cenizosa luz y un vegetal silencio de transparencias altas que anida, acurrucado, en la espesura del corazón, “la única intimidad bien sosegada”. Mientras escribo, una lluvia fina impregna los rosales cuya decrepitud está cargada de filosofía. Es posible que hoy la lluvia ya no cese y que siga empapando a quienes buscan “una razón de claridad”, no a quienes se acomodan, desamorados ya, tras los cristales para verla caer. Por eso pienso en aquellos días incendiados de instantes en que aprendí a vivir sin versos, y sin libros, y sin discos y busqué aquel espacio adonde el amor vuelve. 17-11-2010

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MEDITACIÓN

Todo vuelve, sereno, a como estaba tras una noche de zozobra. El alma no se pregunta: sólo piensa, siente y da sentido a cuento nos rodea. Hasta ha olvidado tósigos y penas. Bajo la lluvia juegan los gorriones dando saltitos y picoteando las migajas que encuentran en los patios en cuanto los muchachos se dispersan buscando el laberinto de las clases. Los niños con sus gritos me devuelven a la realidad. Y me doy cuenta de que la vida, aunque sea “un sueño extraño que se vierte en otro sueño”, hay que vivirla, más serenamente cuando se han alcanzado los umbrales de senectud, pues ya de nada sirve perpetuar aquel sueño irrepetible de juventud, lleno de afanes. Temo, ahora que el otoño nos ofrece, en generoso don, sus flores últimas, se nos aflija el corazón y llore la pérdida de aquellas alegrías que la terca carcoma ha reducido sólo a recuerdo, a humo, a puro sueño. 25-11-2010

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PRONÓSTICOS Un nuevo frente frío ha penetrado por el norte. Y llega acompañado de ventisca, de nieve y de granizo. Parece que anticipa la llegada del invierno. Aquí, cerca del mar, no tenemos el cuerpo acostumbrado a bajadas tan bruscas e inusuales de la temperatura. Sin embargo, aunque es la lluvia artículo de lujo en este litoral arrebatado, llevamos encharcado el corazón: es la tristeza, fuente inagotable que nos mana de dentro y nos lo encharca. Hasta ayer la alegría se asociaba inseparablemente a nuestra vida. Era como una llama asustadiza que fue creciendo con los años. Luego, un viento extraño la tornó indecisa y dejó, poco a poco, de alumbrarnos el camino. Y nos sentimos solos en medio de la noche, abrumados bajo la carga de la incertidumbre. Frío y tristeza ahora se conjugan en activa y pasiva en el oscuro pupitre donde escribo. Ha cambiado de golpe la mañana. Sopla el viento. Cuando se haga por fin la calma, acaso nos llueva misericordiosamente y estas lluvias arrastren la tristeza de nuestro desolado corazón. 26-11-2010

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INSEGURIDAD Ayer mismo tu mundo estaba lleno de oscuros nubarrones. Hoy, que el cielo está azul, dices que todo es bello; que la vida a nada es comparable cuando se viste de sedosa luz y ha pasado de largo la tormenta. Y vuelves a soñar. Tu dicha por volver a ver el sol se dispara a lo alto como flecha que sale del carcaj en busca de la diana. De repente el teléfono te vuelve a despertar. El sueño, que creíste inmortal, se desvanece en espirales de humo bajo la luz piadosa. Y dudas entre dar cobijo para siempre a la alegría o ceñirte al silencio que conduce indefectiblemente a la tristeza. 28-11-2010

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