2. desarrollo urbano de béjar

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2. Desarrollo urbano de Béjar Julio Villar Castro José Luis Alonso Santos Departamento de Geografía. Universidad de Salamanca 1. EL EMPLAZAMIENTO E l singular emplazamiento de la ciudad se traduce en un fuerte condicio- namiento para su posterior desarrollo y articulación, por lo que su análi- sis debe preceder a cualquier estudio urbanístico. En pleno corazón del gran bloque granítico que forman las sierras de Béjar y Candelario se encuentra ubicada la ciudad. El viejo soporte originado en la era prima- ria por la ascensión magmática se verá sometido a las presiones de los plegamientos alpinos en época terciaria y, no pudiendo el duro material cristalino flexionarse, se romperá en varios fragmentos que posteriores fases orogénicas moverán en sentido vertical cual si de un teclado de piano se tratase. Apoyándose en las rupturas origina- das por las fuerzas tectónicas se instalará la red fluvial que, a través del intermediario colector del Alagón, lleva sus aguas al Tajo. Sobre el erosionado pedimento que en sentido Este-Oeste separa la sierra de Cabeza Gorda al Norte de las de Béjar-Candelario al Sur, se desarrolla la red del Cuer- po de Hombre y su afluente el Riofrío, cuyos cursos se ven guiados por la red de fracturas antes mencionada, que explica tanto los trazados lineales como los bruscos quiebros en ángulos más o menos rectos. Así, el alto curso del Cuerpo de Hombre sigue primero una dirección Sureste-Noroeste que se invertirá totalmente tras dos fuertes codos: el primero a las puertas de la ciudad, cuando recibe al Riofrío y se alinea con él, y el segundo unos kilómetros después, al encontrarse con la Calzada de la Plata. Otra falla guía al pequeño arroyo de los Moros o de San Nicolás que, en paralelo por el Sur, sigue de cerca al Cuerpo de Hombre, al otro lado de la ciudad, hasta desembocar en él, aguas abajo. Vista aérea.

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2. Desarrollo urbano de Béjar

Julio Villar CastroJosé Luis Alonso Santos

Departamento de Geografía. Universidad de Salamanca

1. EL EMPLAZAMIENTO

E l singular emplazamiento de la ciudad se traduce en un fuerte condicio-namiento para su posterior desarrollo y articulación, por lo que su análi-sis debe preceder a cualquier estudio urbanístico.

En pleno corazón del gran bloque granítico que forman las sierras de Béjar y Candelario se encuentra ubicada la ciudad. El viejo soporte originado en la era prima-ria por la ascensión magmática se verá sometido a las presiones de los plegamientos alpinos en época terciaria y, no pudiendo el duro material cristalino flexionarse, se romperá en varios fragmentos que posteriores fases orogénicas moverán en sentido vertical cual si de un teclado de piano se tratase. Apoyándose en las rupturas origina-das por las fuerzas tectónicas se instalará la red fluvial que, a través del intermediario colector del Alagón, lleva sus aguas al Tajo.

Sobre el erosionado pedimento que en sentido Este-Oeste separa la sierra de Cabeza Gorda al Norte de las de Béjar-Candelario al Sur, se desarrolla la red del Cuer-po de Hombre y su afluente el Riofrío, cuyos cursos se ven guiados por la red de fracturas antes mencionada, que explica tanto los trazados lineales como los bruscos quiebros en ángulos más o menos rectos. Así, el alto curso del Cuerpo de Hombre sigue primero una dirección Sureste-Noroeste que se invertirá totalmente tras dos fuertes codos: el primero a las puertas de la ciudad, cuando recibe al Riofrío y se alinea con él, y el segundo unos kilómetros después, al encontrarse con la Calzada de la Plata. Otra falla guía al pequeño arroyo de los Moros o de San Nicolás que, en paralelo por el Sur, sigue de cerca al Cuerpo de Hombre, al otro lado de la ciudad, hasta desembocar en él, aguas abajo.

Vista aérea.

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En pleno pedimento, el juego conjunto de las fracturas tectónicas y la erosión de los cursos de agua individualizan una pieza en forma de alargado triángulo, cla-ramente separada del entorno por fosos naturales que, en ocasiones, son auténticas hoces talladas por el cuchillo fluvial, como sucede en todo el flanco Norte de la ciu-dad, donde la hendidura supera siempre los 50 m. Pero, además, el río continúa su erosión merced a su torrencial curso; si al pasar bajo el Puente Nuevo el Cuerpo de Hombre se encuentra a 920 m sobre el nivel del mar, al abandonar la ciudad se halla nada menos que 115 m más bajo (805 m bajo el puente de la carretera a Aldeacipres-te). Este hecho significará un potencial energético que pronto sería aprovechado por la industria primordialmente ubicada a sus orillas.

La garganta se cierra en todo el flanco septentrional donde tiene una anchura en torno a los 250 m por 50 o más de profundidad. Sin embargo, se hace más abierta en el lado meridional (60 m de desnivel en un valle de unos 600 m de anchura) y oriental (50 m de desnivel en un valle de unos 800 m de anchura), aunque con taludes disimétricos en ambos casos, más marcados en el lado de la ciudad. Son estas laderas de menor pendiente y orientadas a poniente o al mediodía las que se ofrecen como oportunidades para acoger las nuevas barriadas residenciales: los Prados de la Justa, al otro lado del Cuerpo de Hombre, en el tradicional camino a Ávila y Salamanca, y el alto valle del arroyo de San Nicolás, entre la calle Colón y la antigua carretera de Cáceres.

Pero es que, además, este abrigado valle meridional presenta un cierto perfil en artesa, o sea, con sus flancos abruptos y el fondo suave lo que significaba un potencial agrícola nada desdeñable en un entorno comarcal caracterizado por la escasez de sue-los aptos para el cultivo. El abastecimiento quedaba más o menos garantizado gracias a la producción de este valle, constituyendo lo que hoy llamaríamos una producción estratégica para la supervivencia de la villa. Por ello, no es de extrañar que hasta que la seguridad y facilidad de los intercambios se vean como algo consolidado, la urbe no se considerará liberada de tal dependencia y preservará este espacio con la excep-cional vocación que le caracterizó.

2. DESARROLLO HISTÓRICO

El vértice más occidental de este alargado triángulo servirá para el primer asenta-miento altomedieval de la ciudad que cerraba por el Este el alcázar (luego convertido en Palacio Ducal). Sólo cuando la ciudad, ya cristiana, demande nuevos espacios se ampliará con un segundo recinto bajomedieval (Alfonso VIII, finales del s. XII) que in-corporará el resto de la parte alta hasta alcanzar por el Este la Puerta de Ávila. Al igual que sucedió en otras ciudades, es muy probable que el espacio inmediato a la princi-pal puerta de esta primera ciudad, la que protegería el alcázar, fuera utilizado como plaza de mercado y, como tal espacio público, respetado tras la primera ampliación; nos referimos, claro está, al origen de la actual Plaza Mayor. Teniendo en cuenta los fuertes condicionamientos topográficos del primer emplazamiento, es claro que nos hallamos ante la zona natural de expansión de la urbe, por lo que, lógicamente, aquí surgirá el primer arrabal con su iglesia parroquial, El Salvador. Este primer crecimien-to bejarano, a pesar de su ancianidad, todavía es conocido con el ilustrativo nombre de Barrio Nuevo. Con la iglesia en una de sus esquinas y el alcázar, ya sin la función militar, en el flanco que marcaba el límite del primer asentamiento, la Plaza Mayor se transformará en el centro de la ciudad medieval ampliada y sobre la fortaleza militar se levantará, ya en época moderna, la residencia de la máxima autoridad, el duque.

Conviene, no obstante, recordar que, como en otras urbes del medievo, no todo el espacio acotado por la cerca era ocupado por las habitaciones; en el caso de Béjar, es posible que una muy significativa proporción del espacio intramuros fuese destinada

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al uso agrario, habida cuenta de la magnitud de lo acotado en relación con el número de residentes. En este sentido, es bastante probable que la parte más alta de la villa, el ángulo Nordeste, debido a su desprotección de los fríos vientos serranos, a su posición extrema y a la presencia de bolos graníti-cos resultase menos atractiva para la habitación y que, consecuentemente, haya permanecido durante mucho tiempo con un bajo nivel de ocupación. En el plano de Coello, a mediados del XIX, e incluso un siglo más tarde este sector aparece casi totalmente vacío.

La ciudad bajomedieval tiene una forma des-mesuradamente alargada pues, según parece, la segunda cerca correría inmediata a la calle Mayor, quedando extramuros toda la ladera meridional que hoy articula la calle Colón. Las cinco parroquias se suceden en una hilera que se ini-cia en Santiago, en el extremo occidental, y continúa con Santa María la Mayor, El Salvador, –que junto con el Palacio Ducal preside la Plaza Mayor– San Gil y San Juan Bautista.

Por lo que sabemos de los cambios habidos en el volumen demográfico de la ciudad, este alcanzaría su cenit al finalizar el siglo XVI. Tras el bache del XVII, se irá recuperando lentamente a lo largo del XVIII y primer tercio del XIX, alcanzando una magnitud similar a la de los últimos años del reinado de Felipe II.

1.1. Corto impulso y largo estanCamiento del período entreguerras (1808-1936)

La recuperación demográfica –íntimamente ligada a una industria textil cada vez más mecanizada y por ende más interesada en la energía hidráulica– tira de la ciudad hacia el Este, hacia la ribera más accesible del Cuerpo de Hombre. En el plano de Coello (1867) aparece claramente un arrabal nuevo, el barrio de La Corredera, que enlaza la puerta de la Villa o puerta de Ávila con el puente (hoy Puente Viejo) y el conjunto de edificaciones que orlan la ribera derecha del Cuerpo de Hombre hasta su confluencia con el Riofrío y que suponemos dedicadas en su mayoría a uso industrial1. Simultáneamente, podemos apreciar la desaparición de la mitad oriental del lienzo sur de la muralla y una primera ocupación de la franja inmediata, entre ésta y la actual calle Colón (entonces conocida con el significativo nombre de La Solana), así como la habilitación como parque urbano de lo que hoy conocemos como Parque de La Corredera, y en el referido plano aparece con el evocador microtopónimo de El Salón.

Las nuevas ocupaciones responden tanto a una necesidad de espacio como a un desplazamiento de las preferencias de localización. Así, a la par que observamos el abandono y ruina del extremo occidental –solar del asentamiento original cuya ocupación en 1860 se reduce a una sola calle– el sector oriental gana protagonismo

1.- La descripción de Pascual Madoz en su Madrid Diccionario Geográfico‑Estadístico‑Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar (publi-cado en Madrid en 1846) en un paréntesis de estancamiento inmerso en una etapa de expansión, es clara respecto a la presencia de ingenios fabriles en la ribera del Cuerpo de Hombre. Así, al referirse a la «puerta de la Villa… con arco y almenas de cantería, divide el interior de las afueras de la Corredera, y da entrada… a los acarreos de algunas fábricas de la ribera» o, al mencionar los cuatro portillos del lado norte, dice que «reciben… los acarreos de las fábricas fronterizas».

Corredera, parque y salón

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por su mayor accesibilidad y porque hacia allí se desplaza la actividad económica buscando el río y la proximidad a la principal vía interurbana, la carre-tera2 que comunica con Extremadura, por un lado, y con Salamanca y Ávila-Madrid, por otro.

A pesar de la cautela con que deben tomarse las cifras de población anteriores a la etapa estadística (primer censo en 1860), todo parece indicar que durante el segundo tercio del siglo XIX Béjar experi-menta un fortísimo crecimiento demográfico, que luego parece interrumpirse bruscamente (4.696 habitantes en 18263, 10.162 en 18604, 12.120 en 1887, pero 9.488 en 1900 y 8.866 en 1930). Según esta dinámica, la demolición de la cerca y los nuevos desarrollos antes mencionados serían la

consecuencia del vigoroso período del segundo tercio del XIX, más o menos coinci-dente con las guerras carlistas en las que, como sabemos, Vascongadas y Cataluña, relevante por su industria textil, se inclinaron por el bando del aspirante

2.2. nuevo impulso en una etapa difíCil: guerra Civil y autarquía

Por paradójico que pueda parecer, un nuevo período de dificultades internas en el país se traducirá en un factor positivo para la ciudad del textil. Tras el prolongado letar-go de cerca de setenta años, por fin durante la Segunda República la industria bejarana incorpora una diversificación en la producción textil lanera al añadir el estambre a la carda tradicional. La división del territorio durante la guerra civil deja del lado republi-cano a Cataluña, lo que transforma a Béjar en centro abastecedor del territorio contro-lado por el bando alzado en armas. A la par, industriales del sector, huidos de aquella región, vienen a recalar en Béjar aportando un importante capital humano que contri-buirá al rápido florecimiento del textil en esta ciudad5. Como al terminar la contienda civil se inicia la Segunda Guerra Mundial y, tras ella, desde el punto de vista económico el aislado régimen franquista se ve abocado a la autarquía, este centro industrial del interior verá prolongada su etapa de bonanza hasta los años sesenta.

En un primer momento, el dinamismo industrial y de población no se verá acompañado por el paralelo crecimiento físico del plano de la ciudad y, más espe-cíficamente, por la construcción de nuevas viviendas. Hay que reparar en el mo-mento histórico que vive España en los años cuarenta dominado por la extrema

2.- Si hemos de hacer caso a lo reflejado por Madoz y a Coello en su plano (publicado en 1867), ambos seguramente basados en informaciones algo anteriores, ha habido entre ambas fechas significativos cambios en la red viaria. Por una parte, la que era «in-cipiente carretera de Ávila y Madrid», la que seguía el viejo camino que arrancaba en la puerta de la Villa, parece haber asumido también los flujos con destino a Salamanca que, en los años inmediatamente anteriores, el diccionario los sitúa entrando en la ciudad por el norte (puente de S. Albín), utilizando el Camino de la Plata que, como sabemos, evitaba el paso por el puerto de Vallejera. Por otro lado, el antiguo camino a Extremadura se ha transformado en carretera, pero en su trazado obvia el paso por la ciudad ya que, a partir de La Corredera, se apoya en la ladera del Castañar, al otro lado del arroyo de los Moros; la entrada en la ciudad por esta ruta ya no se hará por la antigua puerta del Pico sino, en el extremo contrario, por la de la Villa o de Ávila donde, como vemos, van a confluir todos los flujos interurbanos relevantes.3.- MIÑANO, Sebastián Diccionario Geográfico‑Estadístico de España y Portugal, t. II, Madrid, 1826. Además da la cifra de 1.114 vecinos y, aunque no sabemos a qué año se refieren los datos, debemos suponer que son muy próximos al de la publicación pues en la ficha de la localidad aparece una referencia al año 1824.4.- En esta misma fecha Ciudad Rodrigo tiene algo más de la mitad (6.223 habitantes) y la capital provincial, con tan sólo 15.906 habitantes, es apenas un 57% mayor que la industriosa Béjar.5.- Entre 1940 y 1950 el número de husos activos pasó de 2.559 a 3.122 (Rodríguez Arzúa, opus cit.

Puente Nuevo.

EL DESARROLLO URBANO DE BÉJAR 31

penuria económica y de capital para invertir junto a la acusada pobreza de grandes masas humanas. El desbordamiento de la capacidad residencial obliga a la ocupación intensiva de edificios muy frágiles e insalubres, casuchas que «denigran a sus morado-res», como denuncia en 1946 y 1947 el ojo críti-co de observadores locales6. Los espacios del plano con caserío más degradado se identifican con Barrio Neila, Barrio Nuevo, Barrio de La Antigua o las ca-lles Nogalera y Libertad. Los datos del Censo de Po‑blación de 1950 permiten aquilatar aún más la grave situación existente en el ámbito residencial.

Las 3.899 viviendas existentes se ubican en un total de 1.433 edificios a los que hay que sumar otros 368 de usos no residenciales. Se trata de cons-trucciones, en general, de una a tres plantas, muy antiguas en su inmensa mayoría, con serios proble-mas de humedad e insalubridad debido a la mala cimentación y la fragilidad de los materiales de construcción empleados. Tres de cada cuatro edificios tenían una anti-güedad superior a 50 años y sólo 270 se habían levantado en la década de los años cuarenta7. Un servicio básico como el agua corriente aún no había llegado al 28,8% de los edificios dedicados a vivienda. En cambio, la casa con huerta adjunta mantenía aún un fuerte arraigo en el paisaje urbano de la localidad, hecho que si bien remite a lo rural y la economía agraria tradicional, habla también de que algunos grupos sociales disfrutaban de un uso del espacio más abierto, relajado y amable que el que nos es familiar en la ciudad actual. En esas fechas, el Castañar gozaba ya de amplia simpatía entre los miembros de la burguesía local como lugar idílico para la instala-ción de sus residencias de verano.

En una segunda fase, ya en los años cincuenta, ante la persistencia de la presión sobre la vivienda existente y habida cuenta de la incapacidad local para resolver el problema –que afecta negativamente al trabajo de las mayores empresas locales–, será la administración pública, a través, sobre todo, de la Obra Sindical del Hogar, el prin-cipal agente en la promoción de viviendas sociales destinadas a lograr un alojamiento digno para los trabajadores locales.

Las primeras iniciativas corresponden al Ayuntamiento, que promueve dos pe-queños grupos de viviendas: uno en la misma Corredera, entre el nuevo edificio de la Escuela de Artes e Industrias construido en los años 40 y la Escuela de Ingeniería, dos hileras de bloques de casas baratas de dos y tres plantas a ambos lados de la ca-lle Madre Matilde, y otro en una posición completamente marginal, en la pequeña barriada de La Glorieta, más allá del curso del Riofrío. Pero el grueso del esfuerzo en este sentido corresponderá en los años siguientes a la Obra Sindical del Hogar que, en cuatro actuaciones distintas, aportará un total de 554 nuevas viviendas al patrimonio inmobiliario local.

El fuerte crecimiento experimentado por su población, que se duplica entre 1930 y 19708, se traduce, por fin, en la expansión física del plano con el decidido

6.- Citado por RODRÍGUEZ ARZÚA, J. (1968): «Geografía Urbana de Béjar», Rev. Estudios Geográficos, nº. 111, p. 289 y referido a valoraciones realizadas por Victorino Vizoso en 1946 y Arsenio Muñoz en 1947 7.- Reseña Estadística de la provincia de Salamanca, 1964.8.- En su mayoría, el crecimiento corresponde a la primera mitad del período (1930-1950), al pasar de 8.866 a 15.666 habitantes y creciendo una media anual de 367,3 habitantes/año en los años treinta y 308,6 habitantes/año en los años cuarenta. En los quince

Bañaduras Bajas.

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salto del río, más allá de los edificios fabriles que se instalan en sus orillas, y que su-puso acentuar aún más el ya alargado plano de la urbe. Nos referimos, claro está, a la ocupación de los conocidos Prados de la Justa a partir de la década de los cincuenta con el más importante polígono social de la ciudad, el de Nuestra Señora del Castañar (350 viviendas) o el de Marqués de Valero (65 viviendas), más allá del Puente Viejo, llevados a cabo ambos por la Obra Sindical del Hogar.

Pero tan importante fue el crecimiento de la población obrera que la misma Obra Sindical del Hogar hubo de llevar a cabo otras intervenciones en vivienda social. Así, en el extremo opuesto de la villa, en el abandonado barrio de Santiago, levanta el polígono de Sta. María de las Huertas (100 viviendas destinadas a mejorar las con-diciones de residencia de los obreros de la fábrica textil García y Cascón, localizada en las proximidades, en la estrecha angostura del río) y en el semivacío ángulo Nordeste del casco histórico, en el punto más alto de la ciudad, el emblemático Rascacielos (40 viviendas), un edificio de once plantas que se presume nuevo hito y signo de modernidad de la orgullosa ciudad.

A pesar del crecimiento espacial experimentado, este es proporcionalmente infe-rior al demográfico. La explicación es que estamos en un período difícil y la inmensa mayoría de la población inmigrante se constituye por trabajadores cuyas bajas rentas no les permiten ni pensar en el acceso a una vivienda. El parque residencial existente se utilizará al máximo, especialmente el casco histórico, acogiendo un volumen de población muy superior a todos los precedentes y rebasando, sin duda, el nivel de saturación. Si en 1930 sus moradores eran 5.514, en 1950 llegarán a 9.538, cuando la presión residencial en la ciudad alcanza sus más elevadas cotas, aunque alcanzará su cenit en 1965 con 10.2069, pero por entonces ya se han levantado un buen número de nuevos edificios que hacen bajar el grado de congestión.

2.3. estanCamiento demográfiCo y abandono del CasCo históriCo: Crisis del último terCio del siglo xx

Desde mediados de la década de los sesenta el estancamiento demográfico es la manifestación del inicio de una crisis que no hará sino ahondarse en los decenios siguientes hasta llegar al presente. Sin embargo, la transformación de la ciudad con-tinuará, y a buen ritmo, hasta desembocar en un modelo bien diferente del inicial.

El urbanismo de los sesenta y setenta se caracteriza por la nueva arquitectura de bloques plurifamiliares desarrollados en altura a los que se traslada la mayor parte de la población. Tres áreas serán las preferidas por estas nuevas construcciones: la franja que se desarrolla entre la vieja urbe y el arroyo de los Moros, la que desde el Puente Viejo sigue la antigua carretera de Salamanca y la que flanquea la carretera N-630 en su antiguo trazado, a ambos lados del Puente Nuevo.

Los planes de urbanismo que se han sucedido hasta la década de los noventa no han visto, o no han querido ver, la crisis y la quiebra de la base económica urbana. Siguiendo modelos intercambiables, se han limitado a sancionar las dinámicas y expec-tativas marcadas por los promotores en cuanto a la adición de nuevas piezas de suelo urbanizable con aprovechamientos bien generosos para hacer rentables las operaciones.

Béjar estuvo ayuna de planeamiento general hasta que en 1983, por fin, se aprueba el primer Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Pero ello no fue

años siguientes el crecimiento se ralentiza –en los años cincuenta la media anual será de 96,5 habitantes/año por 94,5 habitantes/año en la década de los sesenta–, alcanzando su cenit en 1965 con 18.579 habitantes, para iniciar un continuado descenso que llega hasta nuestros días. 9.- Archivo Municipal de Béjar: Plan Especial del Casco Histórico de Béjar, 1996, v I t 1, p 43.

EL DESARROLLO URBANO DE BÉJAR 33

obstáculo para que, entre tanto, se continuase la ocupación al otro lado del río o en el flanco meridional del casco histórico y se procediese a renovar toda la franja de la calle Colón; y todo ello con una intensidad de aprovechamiento antes desconocida, que ha hecho del nuevo Béjar una población con perfil más parecido al de la capital charra que a su vecina Ciudad Rodrigo, más próxima en cuanto a tamaño aunque con distinto perfil funcional. Así, y aún refiriéndonos a toda la población, en 1990 los edificios de 1 y 2 plantas eran un 76% en Ciudad Rodrigo, un 59% en Béjar y un 51% en Salamanca mientras, en el extremo contrario, los de cinco y más plantas eran respectivamente el 1%, 13% y 32%. Desde la perspectiva de las edificaciones pluri-familiares la conclusión es similar pues, en la misma fecha, el porcentaje de edificios con más de 10 viviendas era respectivamente de 2%, 10% y 27%.

TIPOLOGÍA DE LA ARQUITECTURA RESIDENCIAL

Edificios destinados a vvda. familiar según nº plantas

Edificios destinados a vvda. familiar según nº vvdas.

LOCALIDAD (año) 1-2p 3-4p D5p 1-4 vv 5-9vv 10-19vv 20-39vv D40vv

Béjar (1970) 60,6 31,3 8,1 83,2 11,5 4,7 0,6

Béjar (1990) 59,3 28,0 12,8 78,7 11,6 8,1 1,4 0,2

Ciudad Rodrigo (1970) 87,9 11,7 0,4 97,1 2,8 0,0 0,0

Ciudad Rodrigo (1990) 75,7 23,3 1,0 91,3 6,9 1,6 0,1 0,0

Salamanca cap (1970) 73,6 13,3 13,2 80,6 10,2 6,6 2,6

Salamanca cap. (1990) 50,7 16,9 32,4 59,1 14,3 15,6 8,9 2,1

Fuente: INE, Censos de Edificios.

Como decíamos, el PGOU de 1983 dio carta de naturaleza a lo que se había hecho y mantuvo las expectativas fruto de las dinámicas en marcha. Una generosa delimitación de suelo urbano deja dentro áreas apenas consolidadas como la zona de La Fabril, el entorno del Cementerio Municipal y una buena parte de la ladera del Castañar10, ya entonces salpicada por residencias aisladas; y aunque es restrictivo respecto a la tipología e intensidad de uso autorizada en esta última, es claro que su pretensión no era preservar estos dos espacios como patrimonio común sino cana-lizar las nuevas intervenciones. Además, en este mismo suelo urbano se contempla la recalificación para uso residencial del ocupado por las industrias, ya claramente diezmadas por la crisis, que han quedado embutidas en la población, especialmente significativas en toda la franja que separa la ciudad tradicional de la nueva barriada surgida al otro lado del Cuerpo de Hombre y entre el Puente Nuevo por el Este y su confluencia con el Riofrío por el Oeste. Con tan generosa definición, el propio PGOU reconoce que no sería necesario más suelo urbano, pues considera que con el deli-mitado se puede dar albergue a algo más de 30.000 personas, muy por encima de las expectativas demográficas de la ciudad.

Asumiendo la dinámica de crecimiento direccional hacia el Este, admite la pro-longación, aún más, de la ciudad hasta unirse con el vecino núcleo de Palomares por medio de un polígono de suelo urbanizable residencial de vivienda unifamiliar intensiva. Ante la remota eventualidad de demandas imprevistas reserva un polígono en Las Huertas de casi 9 hectáreas bajo la declaración de urbanizable no programado.

10.- En esta misma ladera prevé, además, dos polígonos de suelo urbanizable programados para uso residencial unifamiliar extensi-vo, fronterizos con el suelo urbano a que nos referimos.

Calle de la Feria. Actual Zúñiga

Rodriguez.

HISTORIA DE BÉJAR / VOLUMEN I I34

El plan se revisa en 1996 y lejos de corregir los excesos comentados los exagera en varios puntos. Así, y refiriéndonos al suelo urbano, incrementa los aprovechamientos en la ladera del Castañar, precisa-mente el entorno urbano de mayor calidad natural, telón de fondo de la ciudad y principal balcón de observación de la misma, y admite aprovechamien-to residencial en parte del Conjunto de El Bosque11 (ya por entonces declarado Bien de Interés Cultu-ral y donde a priori se había concertado una sig-nificativa intervención residencial que la oposición ciudadana consiguió paralizar). Las modificaciones propuestas para el suelo urbanizable incidían en la misma dirección de intensificar los aprovechamien-tos, aunque, afortunadamente, fueron rechazadas por la Comisión Provincial de Urbanismo. Una de las más significativas modificaciones hacía referen-

cia al ya citado polígono de Las Huertas12, que se calificaba para uso residencial in-tensivo con la máxima densidad permitida por la Ley del Suelo (75 viviendas/Ha).

La crisis industrial y el estancamiento demográfico que la acompaña ha hecho innecesario recurrir al suelo urbanizable. La ciudad, creciendo sobre sí misma, ha podido satisfacer la demanda de nuevas residencias con edificios de nueva planta le-vantados en los abundantes espacios libres del suelo urbano, reutilizando algunos de los antiguos solares de la extinguida industria o, en fin, completando la renovación en el sector de la calle Colón.

A la par que se levantaban los nuevos bloques, bien desarrollados en altura, la población iba abandonando el amplio casco histórico, carente de interés para el sec-tor inmobiliario, que prefería los fáciles beneficios obtenidos fuera del mismo sin las restricciones de edificabilidad, conservación y estética que regían en este desde su declaración como Conjunto Histórico Artístico en 197413. Así pues, la generosidad con que se otorgaron los aprovechamientos en el borde urbano y, en general, en todo lo que quedaba fuera del casco histórico, tanto antes como después del planeamiento, se tradujo indirecta, pero no imprevisiblemente, en un fuerte estímulo al abandono de éste. Despoblado el viejo núcleo, en el momento actual, la población se concentra en una estrecha franja en la ladera meridional, fuera del recinto, y en la populosa barriada de la otra orilla del Cuerpo de Hombre, con lo que la sensación de ciudad lineal es aún más acentuada de lo que se deduciría del plano.

El Plan Especial de Protección del Casco Histórico-Artístico (PEPCHA), apro-bado en 1996 para regular las operaciones que permitieran la recuperación de esta singular pieza urbana, señala en su memoria el profundo declive demográfico de la misma. Desde el techo alcanzado entre 1950 y 1965 (9.538 y 10.206 habitantes respectivamente) se había descendido a los 3.573 de 1986, lo que significa que en tan sólo veinte años la población residente se había visto reducida a la tercera parte y, además, con un grado de envejecimiento mayor que la media de la ciudad. El declive demográfico, como era de esperar, se ha visto acompañado de un deterioro del par-que inmobiliario que amenaza con dejar reducido a ruina lo que se quería preservar.

11.- Declarado como suelo urbano por el PGOU de 1983, no se permitía uso residencial ni en él ni en el inmediato Monte Mario.12.- El sobredimensionamiento del suelo urbano y urbanizable ha hecho innecesario recurrir a este desarrollo.13.- Decreto 2407 de 20 de julio de 1974 (BOE del 27 de agosto de 1974).

Vista desde Bañaduras.

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Los más de veinte años de urbanismo bajo el paraguas de legalidad que da la existencia de Plan General no han visto un solo plan parcial redactado ni otro intento de concreción planificadora que el ya aludido PEPCHA. Se inicia la actual centuria, de nuevo, con la propuesta en 2004 de la revisión del planeamiento municipal y, por lo que se nos dice en los servicios de urbanismo municipales, se quieren evitar los excesos del parcialmente rechazado de 1996. Se habla de disminuir la edificabi-lidad en la ladera del Castañar, incluso de congelar las intervenciones en ese ámbito. También, en línea conservacionista, se piensa ampliar el catálogo de edificios prote-gidos al sumar a los ya declarados por el PEPCHA en el recinto otros, especialmente industriales, aunque admitiendo un cambio de uso, excluido el residencial. Además también quiere plantearse el tema del paquete industrial interpuesto entre los dos grandes conjuntos residenciales, posiblemente pensando en su reconversión para do-taciones y servicios. Lo cierto es que concluye 2012 con la revisión del Plan General de ordenación Urbana aún abierto y, no sólo no se han materializado las medidas de precaución citadas, sino que la permisividad inmobiliaria ha sido muy negativa para espacios del mismo casco histórico como la barriada de Barrionuevo o los espacios fabriles entrepuentes. Por añadidura, la perniciosa práctica de la «modificación pun-tual» del PGOU ha alumbrado operaciones como la de la Fabril (1999) junto a otras menos inocuas para la ciudad como La Cerrallana (2004) o El Rincón de la Condesa (2005). Cierto también que se han puesto en marcha en el casco histórico proyectos orientados a frenar su gravísimo deterioro funcional (Rehabilitación del Mercado de Abastos) y urbanístico, con el inicio del programa14 Área de Rehabilitación en el Casco Histórico (ARCH). Actuaciones muy beneficiosas para el casco histórico que, lamentablemente, no van acompañadas y reforzadas por las propuestas dominantes en una la revisión del PGOU que sigue apostando por la calificación de suelo resi-dencial para más de treinta y cuatro mil habitantes, con más suelo urbanizable y ex-cesivos aprovechamientos urbanísticos en la periferia de la ciudad. En lugar de ello, el plan debería implementar mecanismos más potentes orientados a la rehabilitación/renovación del caserío residencial del Casco Histórico como mecanismo seguro de reintroducir, de nuevo, el interés ciudadano por habitar y preservar éste.

En la medida en que Béjar se abre a 2013 con la revisión del planeamiento abierta, se hace necesario definir con claridad una idea coherente para el conjunto de la ciudad, habida cuenta de las disfunciones que su emplazamiento y estructura formal y funcional ponen de manifiesto. El futuro papel del casco histórico, la dialéctica de la ciudad con el mismo y su entorno natural y la organización de la centralidad son ideas-objetivo a definir, de la misma forma que la nueva orientación económica de la urbe, y todo ello formando un discurso coherente que la propia autoridad municipal debe previamente asumir pues, como gestora, será la encargada de hacer realidad (o de frustrar una vez más) las propuestas que se formulen.

3. LA ESCENA URBANA

3.1. el CasCo históriCo

Esta enorme pieza, que hasta fechas recientes ha constituido el hogar de la mayo-ría de la población bejarana (casi 2/3 en los años sesenta, en una ciudad con un vo-lumen de población similar al actual), es hoy un espacio plagado de viviendas aban-donadas y edificios que se precipitan por la cuesta de la degradación que acompaña

14.- Boletín Oficial de la Provincia, de 28 de enero de 2011.

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al olvido. Sin embargo, salvo alguna que otra desafortunada intervención15, el perfil volumétrico tradicional se mantiene en sus líneas generales; las torres de las iglesias siguen siendo los hitos referenciales, especialmente para quien se aproxime a la ciu-dad desde el Norte. Su parte más occidental, el barrio de La Antigua, es también la que primero se despuebla y la que albergó la comunidad judía como bien nos recuer-dan los versos de Juan Belén Cela Martín16

«Barrio de la Antigua, recoleto,……….....yo vine hasta aquí un día cualquierapreguntando el nombre de un judíoque se dejó su llave en la llaveray tuvo que marcharse sin ruido»

La trama histórica de su callejero y que aquí se encuentren algunos monumentos de la ciudad hacen de él un espacio singular, siempre presente en el referente colecti-vo. Aunque abandonado por los residentes, las funciones económicas mantienen aún una significativa presencia, lo que le da una vitalidad durante el horario de trabajo, que luego decae rápidamente en la noche. En efecto, no sólo las oficinas y el comer-cio ocasional mantienen un buen número de establecimientos, también el Instituto de Enseñanza Secundaria «Ramón Olleros Gregorio», y hasta hace poco el Colegio Salesiano17, trae todos los laborables a los bulliciosos adolescentes que vienen a com-pensar la alta edad media de los residentes.

Su particular emplazamiento, lomo alargado con fuertes escarpes en casi todas las direcciones, y la estrechez del callejero constituyen importantes dificultades de acceso y movilidad, especialmente para el tránsito rodado. Este se ve canalizado por un itinerario perimetral un tanto complejo y con grandes dificultades de penetración y, sobre todo, cruce transversal. De hecho, en la trama viaria sólo encontramos ejes longitudinales que, por encontrarse a diferente nivel, se conectan por travesías en rampa, a veces pronunciada, e incluso en escalera.

La topografía del emplazamiento favorece la estructura en manzanas alargadas con cotas bien diferenciadas en su interior, lo que dificulta los desarrollos arquitectó-nicos en profundidad a la par que estimula las soluciones de patios traseros colgados sobre la rasante de la calle inferior, especialmente abundantes en la vertiente que mira al mediodía, más soleada y con excelentes perspectivas sobre la sierra. Es este un rasgo característico de la imagen de la ciudad contemplada desde el espacio peri-férico más concurrido, el monte del Castañar. Desde el espolón occidental, donde se situó el barrio judío18, hasta la Puerta de Ávila toda la ladera del mediodía está repleta de residencias cuya fachada noble, orientada al norte, se asoma a la calle mientras la posterior, con balconadas y galerías, se abre profusamente a la luz, a la sierra y al in-mediato huerto-jardín que se alarga escalonado hasta la calle inferior. Esta perspectiva de cuidadas traseras destacando sobre el verde del huerto/jardín, que conforman la imagen más tradicional de la ciudad, aparece ahora parcialmente enmascarada por las edificaciones desarrolladas en altura, especialmente las de la calle Colón, que ocultan

15.- Pensamos tanto en renovados inmuebles residenciales de excesivas plantas, levantados antes de la redacción del Plan Especial de Protección, como en operaciones institucionales tan desafortunadas como la llamada rehabilitación del Teatro Cervantes, bien reciente, o la brutal transformación desarrollada en Barrio Nuevo.16.- De la obra MARTÍN VÁZQUEZ, Ricardo: Béjar Histórico‑Artística. Béjar, 1982.17.- El cierre de este colegio de enseñanza secundaria y el proyecto de reconversión de sus instalaciones es un excelente indicador del declive seguido por el casco histórico. El éxodo de residentes hace bajar la matrícula hasta llevarlo al cierre y ahora se ha reconvertido el edificio para residencia de ancianos.18.- Nos referimos a la ubicación señalada en los planos turísticos (c/ Veintinueve de Agosto), al parecer controvertida.

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parcialmente las bellas traseras de los edificios de la calle Mayor.

Por contraste, la ladera septentrional, más abrupta, umbrosa y abierta a un paisaje de menor calidad visual, permanece en gran medida olvidada de la acción humana. Apenas algún prado interrum-pe de vez en cuando el berrocal del que se ense-ñorea la vegetación espontánea. Abajo, en lo más profundo del valle, encontramos todo un rosario de cadáveres industriales que el tiempo devora lenta-mente, mudos testimonios de un pasado que ya fue.

Una buena parte de la arquitectura popular tra-dicional está constituida por edificios de doble o triple planta con cubierta a dos aguas, sillares en las esquinas y grandes piezas escuadradas enmarcan-do los vanos. La planta baja es de muros de piedra berroqueña, habitualmente de mampostería, y las superiores de muros livianos con estructura de madera y relleno de los más diversos materiales. El enfoscado, pintado de blanco, oculta las más de las veces la rusticidad del muro en las plantas superiores, dejando a la vista la noble sillería de esquinas y vanos y también, frecuentemente, el mampuesto berroqueño de la planta inferior. El hastial orientado al hostigo se prote-ge con un plano de teja árabe con la cara cóncava hacia fuera, que cubre la totalidad libre del muro. Sobre todas las construcciones domina, por su tamaño y nobleza, el Palacio Ducal, residencia durante siglos del señor de la villa y desde hace décadas Instituto de Enseñanza Secundaria «Ramón Olleros Gregorio». Las modestas torres de las parroquias medievales y el rehabilitado Convento de San Francisco, junto con el Ayuntamiento, completan lo más granado del parco patrimonio monumental beja-rano, aparte, claro está, de los lienzos de la más antigua muralla.

3.2. el entorno de la Corredera

Lo que en la actualidad es el punto de encuentro de la ciudad tuvo su origen en el arrabal surgido en torno al principal acceso a la misma. Desde la Puerta de la Villa, o de Ávila, la calle de La Libertad sirve de nexo con el Puente Viejo, en el que venían a confluir los caminos a Ávila-Madrid y Salamanca. Por otro lado, el camino a Extrema-dura partía de la misma puerta y, a través de la Plaza de España y avenida del Ejército, iba a buscar la ladera del Castañar, al otro lado del arroyo de los Moros.

A mediados del siglo XIX se aprecia con toda claridad esta primera prolongación extramuros de la ciudad que tiene como eje dominante la calle de La Libertad. Igual-mente a su lado, por el Sur, aprovechando la planitud del interfluvio, ya existe una alameda utilizada por los ciudadanos, que en el plano de Coello aparece como El Salón y luego devendrá en Parque de La Corredera. El establecimiento de industrias en la ribera del Cuerpo de Hombre estimulará la ocupación de este espacio, prolongación natural de la urbe.

Cuando se construya el Puente Nuevo y los flujos principales, que siguen la Ruta de la Plata y flanquean la urbe por el lateral Sur del Parque, ésta buscará aprovechar las potencialidades que el paso de la carretera le brinda. La Corredera, entre la Puerta de la Villa y la nueva carretera, se transformará en el nudo urbano y allí vendrán a instalarse la Escuela de Ingeniería, la Escuela de Artes e Industrias, actual sede de For-mación Profesional, el Instituto de Enseñanza Secundaria «Río Cuerpo de Hombre», los Juzgados y la Estación de Autobuses.

Cuando la ciudad salte decididamente el río y se levanten las populosas barria-das de Los Prados y El Plantío, el centro de gravedad habitacional de la urbe vendrá

Puerta de la Villa.

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a coincidir con este espacio. Vestíbulo de la ciudad, zona de paso al área de mayor concentración de in-dustrias, presencia creciente de funciones de cen-tralidad y ocio, y punto más accesible para el con-junto urbano, el antiguo arrabal deviene en centro de la urbe expandida.

La lógica revalorización que acompaña esta di-námica estimula la ocupación del mismo y sus aleda-ños por la función residencial, pero las posibilidades están muy limitadas por barreras físicas y humanas. Las más notorias son las primeras: al Norte y Sur los fuertes escarpes del encajado Cuerpo de Hombre y la ladera del Castañar, y en el borde oriental el propio río. Las limitaciones derivadas de la acción humana

son, por un lado, las abandonadas fábricas a la orilla del río y, por otro, en el flanco occidental, la barrera arquitectónica que forma el continuo edificado desde la Plaza de España a la avenida del Ejército, que limita considerablemente los desarrollos siguiendo el valle del arroyo de los Moros, conocido en esta parte como Valle de las Huertas.

Fruto de la presión por las posiciones aledañas a este nuevo centro, es la gene-ración de la artificial explanada-balcón que servirá para albergar los inmuebles que acotan la plaza de la Constitución19, así como la reconversión para inmuebles residen-ciales de la inmediata fábrica, operación que puede extenderse a las situadas en sus inmediaciones, al otro lado de la calle Veintiocho de Septiembre, en el mismo borde o ya en el interior del casco histórico. Obedeciendo a los mismos estímulos, tenemos la compleja ocupación con edificios de hasta siete plantas del interior de la unidad delimitada por la calle Colón, avenida del Ejército y paseo de la Estación, conforman-do un conjunto desestructurado y falto de perspectiva urbanística ya que, de paso, cierra la puerta a futuros avances sobre el Valle de las Huertas, descargando sobre el ya saturado eje de la calle Colón los flujos-relación con las demás unidades urbanas. Como acertadamente observara el alcalde Ramón Olleros Gregorio, la incorporación del Valle de las Huertas exigía la apertura de un eje longitudinal que siguiese el fondo de valle a partir de La Corredera; la oportunidad de romper la barrera arquitectónica interpuesta la desperdició la ciudad cuando se incendió el edificio de la Residencia de San José o Hermanitas e hipotecó definitivamente la solución al autorizar los planos de ocupación del conjunto que se extiende hasta la calle Filiberto Villalobos.

Aunque la arquitectura reciente es la dominante, merece la pena reseñar que a lo largo de la calle de La Libertad20, eje original de este conjunto, se conservan bastantes ejemplos de arquitectura tradicional, que singularizan la imagen de esta vía, otrora casi cordón umbilical de la urbe con el exterior y con la industriosa ribera, en tanto que enlace con el Puente Viejo. Aunque hoy los flujos en tránsito obvian el paso por la ciudad y los accesos rodados a la misma prefieren la ruta del Puente Nuevo, todavía sigue canalizando una parte de los intercambios con el exterior e internamente es, sin duda, la principal vía de enlace con las barriadas del otro lado del río.

3.3. los prados y el plantío

Al otro lado del Cuerpo de Hombre la atalaya de Monte Mario preside la con-fluencia fluvial entre aquel y el Riofrío, aunque el encuentro de ambos es sólo

19.- Para absorber el fuerte desnivel, la plataforma se apoya con todo descaro sobre un alto muro semiciego que con su color rojizo destaca aún más poderosamente en la imagen que de la villa se tiene desde el Este.20.- Al parecer, su nombre alude a la exitosa resistencia que la ciudad ofreció a las tropas isabelinas que, viniendo sobre ella, se vieron contenidas en el puente, defendido desde la otra orilla con rudimentarios cañones en la Revolución Gloriosa de 1868.

Construcción de la barriada Felipe Rinaldi.

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imaginado pues los fuertes encajamientos y las pantallas arquitectónicas ocultan las líneas de agua respectivas. El espacio interfluvial está modulado por la erosión de un arroyo que corre paralelo al Riofrío y va a desembocar al colector principal. Este arroyo, eje central de la finca de El Bosque, drenará luego los Prados de la Justa para ir a desembocar en el Cuerpo de Hombre a la altura de la calle del Vado. La meseta donde se encuentra el Cementerio Municipal de San Miguel, prolongación al otro lado del río del lomo de ballena sobre el que se asienta el núcleo histórico, marcará la transición hacia la hoz del Riofrío, de casi 50 metros de profundidad.

El valle del arroyo de El Bosque y la ladera que enlaza el lomo amesetado del Cementerio con el Puente Viejo, de pendiente menos fuerte que su simétrica de la otra ribera, han constituido el área natural de expansión reciente de la urbe a costa de acentuar aún más su ya alargada figura. Las barriadas de Los Prados y El Plantío conforman el gran conjunto residencial de la nueva Béjar, la pieza incorporada en la segunda mitad del siglo XX.

El decidido salto del Cuerpo de Hombre se produce, lógicamente, a partir de los dos puentes, pero conviene tener presente que la barrera fluvial estaba reforzada por la franja industrial que ocupaba de manera casi continua ambas márgenes. La progre-sión se apoyará, fundamentalmente en el doble eje de la antigua y nueva carretera a Salamanca (hoy calles del Recreo y Obispo Zarranz, respectivamente), convergentes a la altura del cuartel de la Guardia Civil; ambas y el propio río dibujan el alargado trapecio del núcleo fundamental del barrio.

Aunque frente al Puente Viejo existía ya desde el siglo XIX un pequeño grupo de viviendas podemos considerar que la ocupación de este espacio se inicia con los dos polígonos sociales de la O.S.H: Marqués de Valero (65 viviendas) y el de Nuestra Señora del Castañar (350 viviendas), que se levantan casi simultáneamente en las cabeceras de los respectivos puentes. En la década de los sesenta y setenta los ejes perimetrales servirán de apoyo a nuevos edificios destinados a habitación que se ali-nean en sus bordes. Particularmente llamativos serán los que a modo de gigantesca pantalla se erigen en la parte más alta de la calle Recreo y que ocultan –con sus más de 10 plantas– el cerro del Cementerio, que se encuentra detrás. En los años siguientes se colmatará el aludido trapecio de los Prados e incluso se escalará hasta la parte alta del domo del cementerio con el conjunto de bloques de la urbanización González Macías, que vienen a agotar en la práctica todas las posibilidades de suelo libre en este amplio sector. Las últimas oportunidades surgirán como consecuencia de la recalifi-cación del espacio industrial (fábricas de Mussons, de Gosálvez, el tinte de Gutiérrez o el históricamente famoso Tinte del Duque).

Si exceptuamos los polígonos sociales, todo este conjunto allende el río está dominado por bloques plurifamiliares que rebasan las cinco plantas y con escasas concesiones a los espacios libres. Estos elevados aprovechamientos han beneficiado al sector inmobiliario a la par que, indirectamente, han contribuido al vaciado del casco histórico y, por ende, a su degradación.

En el presente, el mayor reto de este gran conjunto es conseguir su ensamblaje con el núcleo principal de la urbe, redefiniendo el uso de la amplia banda entre puen-tes ocupada por las abandonadas fábricas que flanquean el río y que ha devenido en espacio central.

3.4. los alrededores

3.4.1. Franja septentrional

El profundo encajamiento del Cuerpo de Hombre-Riofrío es elemento defini-torio de este ámbito. Las fuertes pendientes de la estrecha garganta son no sólo un fuerte obstáculo a la movilidad sino también un impedimento a la ocupación huma-na. El compacto caserío se interrumpe bruscamente al iniciarse las fuertes rampas de las que se enseñorean los berrocales, entre los que crece una degradada vegetación

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arbustiva natural en progresión sobre el paleopaisaje agrario de pequeños prados cer-cados y abancalados, que salpicaban este ambiente eminentemente natural.

Abajo, como aplastados entre los barrancos, en torno al curso de agua y ocupan-do un inexistente (inexplicable) espacio horizontal encontramos los aislados edifi-cios de las fábricas, hoy en su mayoría abandonados. La carretera de circunvalación y la bajada de San Albín canalizan los flujos hasta el puente del mismo nombre y cons-tituyen el arranque de los caminos ciegos que sirven de acceso a cada fábrica. Por la ladera opuesta, tras salvar el Riofrío por el Puente de la Feria, asciende poco a poco la carretera a Ciudad Rodrigo, que pasa ante el Ventorro Pelayo hasta alcanzar la meseta superior por donde discurre la nueva variante de circunvalación.

El propio curso del río está segmentado por pesqueras que, derivando la corrien-te, buscan aprovechar la fuerza del agua para mover antaño las máquinas y hoy sólo pequeñas centrales hidroeléctricas. También pequeños puentes, hoy en gran medida sin función, permitían relacionar las actividades fabriles de ambos lados.

3.4.2. El complejo frente meridional

Mientras por el Norte el límite urbano es nítido, el del mediodía es difuso y dis-continuo. Una topografía menos accidentada posibilita el emplazamiento a una gama mayor de usuarios, especialmente en la franja más próxima a la ciudad histórica, de pendientes más suaves. Nos referimos al Valle de las Huertas y al tramo inferior de la ladera del Castañar.

El primero, con su fondo plano y su vocación agricultora, se halla separado del núcleo histórico por un rampa que recorre longitudinalmente la carretera de Aldeacipreste-Ronda de Viriato-calle Olivillas-Colón, cuya accesibilidad han sabido aprovechar diversas edificaciones residenciales y alguna que otra instalación indus-trial. La ciudad ha superado esta línea extramuros pero sin llegar a alcanzar el fondo del valle, excepto en su cabecera, más allá de la calle Filiberto Villalobos. Salvo en el sector más occidental, dominado por las construcciones unifamiliares (carretera de Aldeacipreste), la ocupación es intensiva en forma de bloques de tres y más plantas que bordean esta vía de acceso.

Al otro lado del Valle de las Huertas, la Estación de Ferrocarril y la carretera de Extremadura han servido igualmente de apoyo a edificaciones discontinuas en sus bordes, en buena medida dedicadas a talleres o industrias, hoy abandonadas. Sólo en el sector más oriental, desde el paseo de Santa Ana, se produce una continuidad con el tejido residencial de La Corredera. Pero el continuo edificado se ve interrumpido una vez traspuesta la carretera, al acentuarse la pendiente.

Junto a sus afamados paños, Béjar se ha visto realzada por la extraordinaria be-lleza de los paisajes serranos que la rodean. El Castañar siempre ha sido el frondoso monte/jardín que identifica a todos los bejaranos y en el que la ciudad se simboliza a través la basílica del santuario de la patrona de la ciudad y de su antiquísima Plaza de Toros. Por desgracia, en sus laderas más inmediatas al casco urbano la agresión urbanística gana terreno con desafortunadas actuaciones, como la reciente triple hilera de adosados en el paraje de Santa Ana. Más allá del Castañar, al otro lado del curso del Cuerpo de Hombre se levanta la Sierra de Béjar o de Candelario, de gran y cambiante belleza según la estación del año y referente visual cotidiano de los lugareños que mantienen viva una larga tradición de escalada a sus cumbres, bien para coronar su pico más alto (El Calvitero), bien para disfrutar de las Lagunas del Trampal.

La creciente accesibilidad que se le viene dando al automóvil unido a la puesta en funcionamiento de deportes de nieve, contribuye a su revalorización como espacio

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turístico, pero abre posibilidades ciertas de deterio-ro y degradación de este excelente activo natural.

El enlace de la Sierra con la ciudad se realiza al este, en Monte Mario. La parte más baja de la ladera está ocupada por los Prados de la Justa, ya totalmente incorporados al tejido urbano; más arriba, la llamati-va iglesia de El Pilar y San José y algunos otros edifi-cios institucionales ocupan la franja de transición al espacio montaraz. En la ladera Norte en esta misma franja de contacto entre la ciudad y el medio natu-ral, se alza el magnífico conjunto histórico-artístico de El Bosque, excepcional villa renacentista, residen-cia campestre de los duques de Béjar (señores de la ciudad e íntimamente ligados a su histórica vocación textil). Vendida por los duques a mediados del XIX y declarada Jardín Histórico Artístico en 1946, tras unas décadas de abandono, los codiciosos ojos del sector inmobiliario se fijaron en la parte baja de la gran finca (inmediata al borde urbano); pero esta inespe-rada atención21 actuó de resorte para que la sociedad bejarana despertase para reclamar respeto por este elemento de su patrimonio colectivo. La antigua residencia de los duques, uno de los pocos ejemplos en España de conjunto integrado palacio-jardín-huerta-prado-bosque, a la manera de sus contemporáneas italianas, finalmente ha pa-sado a titularidad pública y parece haberse librado de ser engullida por el desarrollo de la ciudad, que ahora busca la mejor forma de integrarla a la misma, pero desde una perspectiva de respeto formal y de significados.

4. LAS ACTIVIDADES ECONÓMICAS

4.1. los serviCios en la Ciudad

La histórica especialización en industria textil de la economía local en buena medida ha ocultado por años la importancia que tienen los servicios en la vida de la ciudad. Su mayor o menor cantidad, variedad y calidad son un excelente indicador de las condiciones de vida existentes. Por otro lado, siendo Béjar un centro funcional de escala comarcal, los servicios existentes deben entenderse con vocación de servicio también a las poblaciones rurales de su área de influencia. A pesar de que este hecho favorece la presencia de una dotación de servicios terciarios superior a las necesidades de la población local, lo cierto es que Béjar presentó, y aún presenta, una dotación débil, muy polarizada hacia actividades tradicionales –comercio al por menor poco especializado– de tamaño reducido y escasamente diversificado. Son rasgos propios de demanda limitada con pautas de consumo poco exigentes.

A mediados de siglo (1950) apenas el 28,3% de la población activa se dedica a tareas de servicios. Menos comprensible es que en fechas más recientes, según el Censo de Población de 1991, las actividades terciarias sólo den ocupación al 43,7% de la población trabajadora. Si miramos al entorno rural de la comarca el panorama es aún peor, ya que los porcentajes caen al 36,4%. En esas mismas fechas, la terciarización de la economía española aporta el 58,7% al total del empleo.

De los años noventa del pasado siglo al presente el peso de los servicios en la ac-tividad económica local se ha acelerado tanto por efecto de la tendencia general de la

21.- En 1989 el Avance de Revisión del PGOU contempla la recalificación de buena parte de la finca y tres años después el Ayunta-miento firma un acuerdo con los propietarios en la misma dirección.

Vista desde Campopardo.

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economía española como por los avatares experimentados por la actividad local, primero sufriendo una intensa destrucción del sistema productivo local textil y desde 2008 por la muy grave crisis económica general. Todo ello se traduce en una fuerte contracción de la actividad económica en la ciudad, pero mucho más intensa en la industria de transforma-ción y la construcción que en el sector servicios, como se recoge en el cuadro adjunto. Es decir, en un periodo de tiempo bastante corto la industria ha dejado de ser dominante en la economía local en favor de las actividades del sector de los servicios.

BÉJAR: EMPLEO POR SECTOR DE ACTIVIDAD

SECTOR2001 2007 2012

Trabajadores % Trabajadores % Trabajadores %

Primario 0 0 3 0,1 8 0,83

Industria 935 40,68 664 23,88 539 12,36

Construcción 453 19,71 482 17,33 138 9,85

Servicios 892 38,81 1.598 57,48 1.341 76,93

Otros 18 0,78 33 1,18

Total 2.298 99,98 2.780 99,97 2.026 99,97

Fuente: SIE, jcyl.

Los cambios operados en las actividades de servicios se manifiestan tanto en la lógica espacial de localización como en la naturaleza y volumen de sus ramas produc-tivas. Al filo del cambio de siglo (1999) la estructura del sector servicios de la ciudad presenta la siguiente distribución por ramas de actividad:

ESTRUCTURA DEL SECTOR SERVICIOS POR RAMAS DE ACTIVIDAD (1999)

Rama de actividad Número % Total

Comercio al por mayor y otros agentes comerciales 98 10,0

Comercio minorista 438 44,7

Restaurantes y bares 145 14,8

Hostelería 14 1,4

Talleres de reparación 44 4,5

Transportes de mercancías y viajeros 71 7,2

Telefonía/telecomunicaciones 1 0,1

Servicios financieros, seguros, etc. 35 3,6

Servicios técnicos a empresas 16 1,6

Agencias inmobiliarias 2 0,2

Servicios personales 53 5,4

Servicios de enseñanza-investigación 20 2,1

Servicios sanitarios/asistencia social 5 0,5

Servicios de ocio y espectáculos 18 1,8

Servicios de limpieza y saneamiento 10 1,0

Otros servicios 10 1,0

Total de licencias 980 100,0

Fuente: Cámara de Comercio de Béjar, CNAE-1999

Prácticamente el 55% de los establecimientos del sector se concentran en el co-mercio general, con gran protagonismo aún de las pequeñas tiendas de alimentación

EL DESARROLLO URBANO DE BÉJAR 43

de tipo familiar. La progresiva implantación de su-permercados vinculados a grandes empresas de la alimentación pondrá en entredicho el futuro de este tipo de establecimientos. Los comercios fami-liares de vestido, calzado, equipamiento del hogar así, como la variada gama de actividades recogidas bajo el epígrafe de servicios personales, constituyen la inmensa mayoría del comercio local más variado y orientado a una demanda heterogénea.

La calidad y belleza de los paisajes de la Sierra de Béjar han sido cantadas tradicionalmente como una excelente plataforma para que las actividades vinculadas al ocio y el turismo tengan un protago-nismo relevante en la vida de la ciudad. Por fin, en los últimos años, a ese incuestionable intangible se ha venido a añadir la creciente valoración del con-junto arquitectónico y ambiental que el Casco His-tórico representa. Y a pesar de lo anterior, hostelería y restauración han estado orien-tadas a las necesidades locales, con una oferta escasa de alojamientos, restaurantes y actividades de ocio en general. Mas bien, se veía en Candelario el lugar donde se debía proyectar la oferta turística. Sólo recientemente asistimos a una apuesta sólida por fortalecer la oferta local de actividades turísticas. Iniciativas como la protagoni-zada por el exciclista local Cubino como iniciativa empresarial, o el énfasis puesto en el deporte de la nieve por las autoridades locales, se orientan a mejorar la imagen de la ciudad ante los posibles visitantes, aún a riesgo de hipotecar opciones ambientales para la sierra, más seguras a largo plazo aunque de menor tirón turístico.

Servicios privados de carácter educativo, sanitario o de asesoría y jurídicos, junto a otros de más reciente explosión como los de gestión, administración o promoción empresarial, así como estudios de arquitectura, que han tenido una expansión consi-derable desde los años ochenta en la sociedad española, siguen sin adquirir en Béjar la dimensión propia a su condición de centro funcional de ámbito comarcal.

La importancia de los servicios, en especial los que atienden la demanda de las personas, se manifiesta no sólo en la cantidad sino también en su localización con-creta en el callejero de la ciudad. El centro funcional de Béjar ha ido cambiando con el tiempo a medida que la vida económica y social se ha ido desplazando. Hasta los años setenta del siglo XX, el centro comercial se identificaba con toda la calle Mayor hasta La Corredera. El progresivo despoblamiento del Casco Histórico de las últimas décadas ha implicado la creciente pérdida de funcionalidad de sus calles comerciales, en grado mayor las más alejadas de las nuevas áreas de expansión que se ubican de la calle Colón hasta la que era carretera general y al otro lado del Río, hacia el Norte. Las zonas primigenias del hábitat local como La Antigua, Barrio Nuevo y Barrio Neila apenas conservan los servicios más elementales como pequeñas tiendas de alimen-tación o algún bar. La misma calle Mayor en sus tramos más próximos a la Plaza ha perdido calidad comercial respecto del pasado. Estos cambios en la funcionalidad interna de la ciudad hacen que un centro como el Mercado de Abastos, localizado en la calle Mansilla con posición bastante central en el pasado, aparezca hoy con serias limitaciones de viabilidad22 debido a la «lejanía» que presenta respecto de los princi-pales flujos de la demanda mayoritaria.

22.- Sus instalaciones se encuentran en proceso de readaptación a nuevas funcionalidades.

Santa Ana. Vivienda de verano.

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4.2. el ComerCio

Béjar no destaca en las últimas décadas por una sólida posición como centro co-marcal. Lo escarpado del conjunto serrano en que se halla inmersa la ciudad reduce considerablemente sus posibilidades de influencia en el territorio circundante y las deja limitadas casi a las localidades que utilizan en sus relaciones con el exterior el viejo Camino de La Plata y sus sucesores, la N-630 y la A-62; o sea, poco más que el valle del Cuerpo de Hombre y una porción del Sangusín, junto con las localidades próximas de la vecina provincia de Ávila, tradicionalmente ligadas con la villa bejara-na. El valle del Alagón y la vertiente meridional de la sierra de las Quilamas, aunque hace décadas mantuvieron con Béjar una relación significativa, tras la mejora de la infraestructura viaria han pasado a gravitar sobre el poderoso centro de la capital sal-mantina, cuya influencia se ha ido acrecentando a medida que la demanda se hacía más exigente y el tiempo de desplazamiento se acortaba.

En el pasado, sin embargo, la función comercial de Béjar se extendía con vigor a los pueblos de la Sierra en su forma más tradicional de las ferias y mercados. En efecto, existía la tradición del mercado semanal de los jueves, con especial relevancia para los intercambios de ganado vacuno, lanar, cabrío y de cerda. Y de lejos viene la existencia anual de dos importantes ferias de ganado. La más antigua y principal se celebra entre el 25 y 28 de septiembre y atrae tratantes y ganaderos de más allá incluso de la comarca. Es un mercado caballar, mular o asnal así como de vacuno, lanar, cabrío y de cerda. De más reciente creación es la feria que se realiza del 3 al 5 de mayo y orientada al mismo tipo de transacciones que la anterior. Al igual que en el resto de las localidades del país en esas fechas, los días de feria y mercado brindaban

al comercio local seguras oportunidades de realizar ventas superiores a las del resto del año. Se trata de prácticas comerciales venidas a menos, cuando no definitivamente superadas por las modernas pautas de consumo.

Por unas y otras razones, las actividades comer-ciales son más bien modestas, ya que su clientela apenas supera el propio mercado urbano. Un repaso a la localización del comercio minorista nos pone de manifiesto que, sobre todo las ramas más espe-cializadas, lo que pudiéramos llamar el comercio ocasional en sentido extenso, se encuentran en gran medida en el viejo casco histórico, un espacio en el que hoy apenas reside la quinta parte de la po-blación (21%). Dentro de él los establecimientos se concentran en el tradicional eje comercial de la ciu-dad, la calle Mayor (Pardiñas-Sánchez Ocaña-Rei-noso) que pone en relación dos espacios señeros: la Plaza Mayor y la Puerta de Ávila.

Pero además, la calle Mayor ha sido tradicionalmente un eje de alto valor social pues a lo largo del mismo o en sus aledaños se alinean muchas de las construcciones nobles de las familias acomodadas, así como edificios con funciones singulares: los dos casinos, el de Obreros y el de los Señores, como se conocían popularmente, el antiguo Ayuntamiento con la Torre de San Gil, el Teatro Cervantes o el armónico con-junto de los Portales de Pizarro. Y, por supuesto, todavía a finales de los años sesenta seguía siendo el lugar de relación social más concurrido, pues era donde transcurría el paseo habitual.

Transformación de la Fcª R.Gosalvez en superficie comercial.

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Si en el viejo conjunto se encuentran el 40% de los establecimientos de comercio minorista (420 en toda la urbe), el eje y sus nodos extremos (Plaza Mayor y Puerta de Ávila) concentran la mayor parte (29% de este comercio en toda la ciudad). Pero la centralidad se incrementa a medida que aumenta la especialización; así, si excluimos el habitual comercio de alimentación, la proporción en el casco histórico es del 47% (41% en el eje), similar al de la venta de aparatos de uso doméstico. En los estableci-mientos de artículos de vestir se alcanza la mayor cota de centralidad, pues el 58% de ellos se encuentra en el casco antiguo y casi exclusivamente en el eje (56% del total urbano); una concentración aún mayor es la de las joyerías, donde cinco de las siete que tiene la ciudad se encuentran en el casco histórico, todas en el mencionado eje (las otras dos se hallan en su prolongación).

Sin embargo, el hecho de que la mayor parte de la población resida en la mitad oriental de la urbe ha traído cambios en la ubicación del comercio en el sentido de una preferencia por el nodo oriental (Puerta de Ávila) en detrimento del occidental (Plaza Mayor), cada vez más residual23. En esta encontramos tres tiendas de artículos no alimenticios por ocho en la Puerta de Ávila, o sólo una tienda de artículos de vestir por cinco en la Puerta de Ávila, un nodo que, como enseguida veremos, enlaza con lo que podemos denominar prolongación del eje.

Más allá de la Puerta de Ávila dos vías divergentes llevan a los Puentes Viejo y Nuevo sobre el Cuerpo de Hombre. La más antigua es la calle de La Libertad y la otra es la de Zúñiga Rodríguez, que nada más empezar se ensancha en la Plaza de España, punto de convergencia de la calle Colón, para después quedar reducida a un simple lateral del Parque de La Corredera. En estas calles y en las intermedias (Merinas y Gerona) se concentra un buen número de establecimientos de servicios; es a este conjunto al que, por su forma alargada continuando el eje del viejo recinto, llamamos prolongación del eje. En este sector, si bien está presente algún comercio especializado como es el caso de los muebles o joyerías y jugueterías, lo que realmente lo define son los servicios bancarios y los establecimientos de ocio. De los 17 establecimientos bancarios de la ciudad nada menos que 11 se encuentran en el corto trayecto que va de la Plaza de España al antiguo instituto que se abre a La Corredera, y más aún po-demos decir del casi monopolio en establecimientos de ocio con 11 bares-cafeterías especiales, sobre un total de 14 en toda la ciudad, y apenas alguno en el casco histó-rico. Fuera de esta alargada franja central, sólo merecen destacarse en la ciudad por una mayor presencia de los servicios privados las calles Colón, Recreo-Ramiro Arroyo y, quizá también, Obispo Zarranz y Carretera de la Estación.

La primera une a su condición de vía de acceso rodado al casco histórico su ex-celente posición entre éste y el desarrollo meridional, al que sirve de eje articulador y nexo con el nodo central Puerta de Ávila-Plaza de España. En realidad, esta calle po-dría considerarse conjuntamente con el vecino y paralelo eje intramuros, al que nos hemos referido anteriormente, pero con una dinámica opuesta, pues mientras éste se encuentra en una fase regresiva o de estancamiento, la calle Colón adquiere mayor protagonismo acorde con el desplazamiento residencial y la instalación de servicios centrales tales como Correos o el Hospital.

Las otras dos calles sirven al populoso conjunto de allende el río y si los estable-cimientos muestran preferencia por estas vías de flanqueo es porque son los nexos con el núcleo fundamental de la urbe. La mayor importancia de la calle Recreo-Ra-miro Arroyo se debe simplemente a que el volumen de población residente en sus inmediaciones es mayor que en el lado meridional de la barriada.

23.- De hecho la Plaza Mayor y la calle Ronda de Viriato son los únicos espacios donde podemos encontrar comercio en (todo) el tercio occidental del casco histórico, estando totalmente vacías tanto la calle Rodríguez Vidal como Veintinueve de Agosto.

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DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS ESTABLECIMIENTOS (1999)

CALLE/PLAZA Comercº Minorista

Comº NO Aliment.

Artº de vestir

Aparatos u.d.

MueblesJoyª..

juguetªRest. y Hoteles

Bancos y Cajas

Bar-cafetª esp

Sal_belleza Peluqª

TOTAL BÉJAR Establ; ; %

420 227 73 19 11 17 35 17 14 4 28100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100

VEINTINUEVE AGOSTO

4

RODRÍGUEZ VIDAL

4

VIRIATO 3 1 1 4(*)PLAZA MAYOR 2 1 1 6 4(*)PARDIÑAS 7 9 14 5 9 12 6 6(*)SÁNCHEZ OCAÑA

11 19 25 32 24

(*)REINOSO 6 9 10 5 12 50MERCADO ABASTOS

4

SOLANO 4MIGUEL UNAMUNO

1 1

NAVARRA 1 2 5 9(*)PUERTA ÁVILA 3 4 7 3 6 7VEINTIOCHO SEPBRE.

1 4

*LIBERTAD 8 7 12 5 18 3 6 29 25 7*GERONA 3 4 5 29*MERINAS 1 1 9 14*ZÚÑIGA RGUEZ. 3 2 5 6 3 35 7*ESPAÑA 1 29COLÓN 5 7 5 11 18 6 25 7GIBRALEÓN 1 1 6RAMIRO ARROYO 2 1 1 5 3 6 4RECREO 8 7 5 11 27 12 11TEJEDORES 3 2 1 5 6 4JERTE 2 2 4 4TORMES 1 1 1OBISPO ZARRANZ 4 3 3 6ESTACIÓN 2 3 5 11SALAMANCA 4 3 6 14 6 7

Intramuros 40 47 58 47 27 47 14 12 0 50 29(*)Eje intramuros (29) (41) (56) (42) (9) (47) (14) (12) (0) (50) (11)*Prolongación del eje

15 14 12 16 27 24 6 71 79 25 7

Allende el río 20 17 16 21 27 18 9 12 0 0 21Resto ciudad 25 22 14 16 18 12 71 6 21 25 43

Por último, el volumen y la naturaleza de las actividades del sector terciario también han cambiado en los últimos años, como se desprende de los indicadores del cuadro adjunto. La expansión es generalizada durante los años de expansión eco-nómica, así como la crisis económica hace mella en prácticamente todos los servicios vinculados al nivel de consumo de los ciudadanos. Comercio en general, servicios de restauración, personales o de intermediación financiera y seguros son los más

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afectados, si bien algunos de ellos mantienen hoy volúmenes de empleo y empresas superiores a los de inicios de siglo. A su vez, los servicios vinculados directamente a las diferentes administraciones, que presentan una expansión en los años previos a la crisis, también acusan en la actualidad fuerte regresión laboral, excepción hecha de los servicios sanitarios y sociales.

EVOLUCIÓN DE LAS ACTIVIDADES DE SERVICIOS: TRABAJADORES Y ESTABLECIMIENTOS

Diciembre 2001 Diciembre 2007 Diciembre 2012

Trabajadores Establecimientos Trabajadores Establecimientos Trabajadores Establecimientos

Comercio al por mayor e intermediarios 106 31 126 31 95 23

Comercio al por menor, excepto de vehículos

148 72 196 79 235 83

Venta/reparación de vehículos de motor 78 16 67 17 55 13

Transporte y almacenamiento 19 10 61 25 54 17

Hostelería. Alojamiento 115 42 158 50 134 53

Servicios de Información 8 4

Actividades financieras y seguros 9 4 10 5 2 2

Actividades inmobiliarias 4 4 16 11 4 4

Actividades informáticas 2 2 1 1

Actividades profesionales, científicas y 44 18 85 29 44 16

Actividades administrativas y servicios auxiliares

39 16

Administración pública, defensa y seguridad

83 4 320 8 163 9

Educación 58 10 140 12 80 9

Actividades sanitarias y servicios sociales 148 12 289 19 307 18

Actividades artísticas, recreativas y entretenimiento

79 12 19 12

Otros servicios 78 26 21 4 34 25

Activiades del hogar 29 22 68 63

Total Servicios 892 251 1.598 326 1.341 367

Fuente: SIE, JCYL.

Otro de los aspectos relevantes que se observan en los últimos lustros en la ciu-dad tiene que ver con los cambios que ha experimentado el equipamiento comer-cial. Los establecimientos de alimentación, por ejemplo, se han renovado de forma intensa con la presencia de las grandes firmas de alimentación nacionales como Día, Eroski, Mercadona, El Arbol y Aldi, las dos primeras ubicadas físicamente en antiguas fábricas textiles próximas al Puente Viejo. Todas ellas se localizan al Noreste de la ciudad reforzando su centralidad funcional en detrimento del casco histórico donde, en paralelo, desaparecen los establecimientos familiares de alimentación, así como el resto de los servicios comerciales debilitan su presencia a medida que se avanza hacia la Plaza Mayor a partir de la que, hacia el Oeste del plano, el comercio es casi inexistente.

Con ser cierto que la prolongada e intensa crisis económica actual explica en gran medida la pérdida de efectivos laborales y de empresas en la ciudad, hay que

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tener presente que Béjar mantiene la tendencia regresiva en su dinámica demográfica y en su tejido productivo desde bastantes años antes. Y si atendemos a la evolución de su en torno rural o área funcional la perspectiva es aún más negativa. En efecto, la población residente en Béjar y los 28 municipios rurales de su comarca descendió en 3.670 personas entre 1996 y 2011, pasando de 24.712 a 21.042 habitantes que, por lo demás, presentan un grado de envejecimiento elevado, así como renta media per capita baja. En suma, el área natural de atracción comercial y funcional ofrece pocos incentivos a la necesaria revitalización de las funciones comerciales y de servicios de la ciudad.

BIBLIOGRAFÍA

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Vista de la solana.