12relieves enbroncesobre lavidadelpadre...

18
12 RELIEVES EN BRONCE SOBRE LA VIDA DEL PADRE ESTEBAN DE ADOÁIN Antonio Oteiza Pamplona, mayo de 2007

Upload: nguyendang

Post on 04-Oct-2018

214 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

12 RELIEVESEN BRONCE SOBRELA VIDA DEL PADREESTEBAN DE ADOÁIN

Antonio OteizaPamplona, mayo de 2007

Lasmanos ágiles del artista (Antonio Oteiza)han querido plasmar con trazos gruesos yfuertes, pero al mismo tiempo delicados, enuna docena de relieves, los momentos yetapasmás significativos de la vida,inaferrable por otra parte, de una personaexcepcional, tanto por sus cualidadeshumanas cuanto por sus virtudes cristianas:el P. Esteban de Adoáin.

Esteban de Adoáin nació el 11 de octubre de1808 en la pequeña aldea del pre-Pirineonavarro que le dio el nombre, en el seno de unafamilia demodestos propietarios de tierras yganados, siendo su nombre de pila el de

Pedro Francisco. La fecha de su nacimientorepresenta una efemérides clave en la historiade España, pues de la mano de la guerra de laIndependencia contra el francés invasor sedifundieron los postulados de la revoluciónliberal, que culminarían en la Constitución deCádiz de 1812. La infancia y adolescencia dePedro Francisco transcurrieron entre laescuela y el pastoreo, no faltando en ellas elaprendizaje de la religión católica. PedroFrancisco, como buenmontañés, era parco enpalabras, pero sincero y leal, y seguramentesoñaba con otra vida distinta a la de las layasy ovejas, más allá de las montañas que leimpedían ver lejos en el horizonte.

Esteban de Adoáin: hombre excepcional,misionero intrépido y sin par

04 · 03

Pero por retirada yminúscula que fuera sualdea, seguro que a ella llegaron los ecos delas libertades sancionadas por “la Pepa”, ytodavía más los relatos de las gestas épicasde las guerrillas, en las que participó condenuedo tanto el clero regular como secular.Con algomás de conocimiento y uso de razónhabría escuchado las noticias sobre la subidaal poder de los liberales en 1820 y las partidasque contra el régimen constitucional fueronsurgiendo por su tierra y otras regiones deEspaña. Fue en los años de plena restauraciónabsolutista, la “ominosa década”, que propicióparalelamente la restauración religiosa,cuando Pedro Francisco, a edad un poco tardía(20 años), y contando con el consentimientopaterno, ingresó en la Orden capuchina,cambiando su nombre por el de Esteban deAdoáin. Después siguieron los estudios,llegando a la ordenación sacerdotal en 1832.Para entonces el de Adoáin se habíasignificado entre sus compañeros por suarrojo y celo por la salvación de las almas:

todos conservaron un recuerdo indeleble delsuceso del reo condenado amuerte, ocurridoen la prisión de Pamplona, que no queríarecibir los sacramentos, al que convenció desu obstinación, a fuerza de disciplinarsedelante de él.

Fue en 1834, en la madrugada del 5 de agosto,cuando el P. Esteban comenzó a sufrir en sucarne las consecuencias de la oposición ylucha sin cuartel entre el liberalismo y suopuesto el catolicismo, así como toda unaserie de expulsiones y controversias con losliberales. Ante lo que les podría sobrevenir,pues su carlismo era bien notorio, losreligiosos de Pamplona, entre los que seencontraba el P. Esteban, decidieron huir en lanoche, sin ser notados, llevándose todas laspertenencias que pudieron, entre las quedescollaban las cabezas de los santos, que lastenían a tornillo. En 1836, con la supresión delas órdenes religiosas, decretada porMendizábal, el P. Esteban, como otros

exclaustrados, sirvió en varias parroquiascercanas a su pueblo.

Pero el espíritu del P. Esteban no encontrabaquietud, pues anhelaba con gran vehemenciavivir la vocación capuchina. Por este motivo sedirigió a Italia, donde en el convento deSenigallia (Las Marcas) aprendió el italiano yse dedicó a la predicación demisiones, desdeentonces la niña de sus ojos. Desde allí viajó aVenezuela en 1842, con otros capuchinos, conla intención demisionar entre los indios másapartados. Pero, a causa de la política delgobierno liberal, que repetía miméticamentelas medidas políticas de la metrópolis, fueronexpulsados del país no sin antes habercontraído el paludismo. De Venezuela, en1845, viajó a Francia (Ustaritz), regresando aVenezuela en 1847, donde los recelos delgobierno liberal, debidos a su popularidad, leempujaron a dirigirse a Cuba a principios de1850. Allí se unió al arzobispo Antonio MªClaret, recién llegado a la isla, convirtiéndose

en sumás fiel colaborador en las campañasmisionales que el prelado organizó por toda ladiócesis, intentando regenerar una sociedaden la que abundaba el concubinato, laembriaguez y el abandono de los niños.

Cuando Claret regresó a España en 1856, elP. Esteban decidió trasladarse a Guatemala.Entre este país y El Salvador el misioneropasaría dieciséis años de fecundo yextenuante apostolado. Además fue superiorde los capuchinos de la región, demostrandoun gran espíritu de servicio con los enfermos ycon todos los religiosos. Pero en 1872, unavezmás, el gobierno liberal expulsó a todos losreligiosos; a los capuchinos en concreto “porrazones de alta política”. Aquéllos salieron delpaís, camino de Europa, enmedio de laaclamación y consternación populares.

El P. Esteban se estableció en Bayona, en elconvento que los capuchinos españoleshabían erigido en 1856, con la intención de

06 · 05

restaurar la Orden en la península. A ello,junto a la predicación, se dedicaría desdeentonces el de Adoáin, sin ahorrar fatigaalguna, a pesar de que sus fuerzascomenzaban a flaquear. Los escollos quetuvo que esquivar en el proceso de larestauración de la Orden, luchandodenodadamente por su unión con Roma,fueron innumerables, pero su tesón hizo de élel gran protagonista de dicho proceso. Pocosaños antes demorir, con la nueva coyunturapolítica de la restauraciónmonárquicaliderada por Cánovas, fue viendo como sereabrían los conventos, apertura precedida envarias ocasiones por misionesmultitudinarias predicadas por él mismo. En1877 fueron los conventos de Antequera ySanlúcar de Barrameda, y en 1879 su queridoconvento de Pamplona, que él había vistocerrar sus puertas en aquella aciaga noche de1834. El 7 de octubre de 1880, habiendodesempeñado varios cargos, expiraba en elconvento de Sanlúcar de Barrameda, donde

se halla enterrado, con la sonrisa y la paz enlos labios, dejando un recuerdo imborrablede santidad y entrega al apostoladomisioneros, sancionado por la autoridad dela Iglesia, en 1989, con el reconocimiento dela heroicidad de sus virtudes cristianas.

Cuando nos preparamos para celebrar elsegundo centenario de su nacimiento,1808-2008, la figura del P. Esteban siguebrillando con luz propia como uno de losgrandes evangelizadores de la historia delas misiones católicas. Su entrega sincera yradical a la vocación recibida, su profundacontemplación, su tesón templado ylaboriosidad hasta la extenuación, su amor ala Orden capuchina, su celo profético por lasalvación de los hombres y su espíritu decaridad constituyen los valores perennesque sobresalieron eminentemente en suvida.

José Ángel Echeverría

1. ¡Basta ya! ¡Seré santo! 06 · 07

2. La conversión de un sentenciado amuerte 08 · 09

3. En 1834 hay que abandonar el convento de Pamplona 10 · 11

4. En los Llanos de Apure, Venezuela: observador de la naturaleza 12 · 13

5. Los presidiarios de Santiago de Cuba van a la catedral 14 · 15

6. Llamada a la misión con el “fotuto” 16 · 17

7. El Arzobispo Claret le regala su reloj 18 · 19

8. A unamisión seguía la otra 20 · 21

9. En El Salvador: el volcán Izalco y el rayo 22 · 23

10. Expulsado de Guatemala 24 · 25

11. Restaurador de la Orden Capuchina 26 · 27

12. Los últimos días del Padre Esteban 28 · 29

Antono Oteiza, Capuchino 30 · 31

Índice

08 · 07

Tenía 19 años; había cursado los estudioselementales en su pueblo y un año de latínen una preceptoría cercana (Aspurz), y a lavez trabajaba los campos de la familia.

Se cuenta quemanejando las layas se hizouna pequeña herida en el pie. -¡Se acabó!-,dijo, mientras arrojaba las layas a un ribazo.Algún díami pueblo tendrá un santo. Pareceque ya sentíamayor inclinación por el cultivode lamente y el corazón que por la tierra.

Su familia la componía entonces el padre ytres hermanos. Había muerto la madre yuna hermanamenor. La noticia que les daba

de ser capuchino la recibieron con laaceptación religiosa de los que vivían locristiano con profundidad de fe.

En el relieve, dos edificios: a la izquierda, lacasa paterna en Adoáin (Urraúl Alto), y a laderecha, la iglesia y convento decapuchinos de Pamplona. La línea delhorizonte quiere recordar la sierra quecobija al pueblo de Adoáin.

En el centro, trabajando la tierra, y ahímismosu firma resolución: ¡capuchino y santo!

Había nacido el 11 de octubre de 1808.

¡Basta ya! ¡Seré santo!

010 · 09

En septiembre de 1833, ya sacerdote, perosin haber terminado sus estudios todavía,se hizo noticia muy popular en Pamplona laconversión de un reo sentenciado amuerte,y que se negaba al arrepentimiento por elcrimen que había cometido.

El joven sacerdote fray Esteban de Adoáin,en un último intento por esa conversión,desnuda su espalda del hábito y la

“disciplina” con una cadenilla que siemprellevaba consigo; el condenado amuertecontempla la escena y algo llegó a suconciencia: reconoce su pecado y searrepiente.

Esa es la escena del relieve: unas rayas seentrecruzan recordando las rejas de laprisión, y a los lados lo popular de la noticia:las gentes en dos filas en vertical.

La conversión de un sentenciado a muerte

12 · 11

En el relieve, a la derecha, un grupo defrailes en huída hacia los Pirineos navarros.Era la noche del 5 de agosto de 1834.

Una comunidad de 52 religiosos, de los que19 eran estudiantes. Entre las dificultadesde aquellos años de traslados forzados deun lugar a otro, el Padre Esteban fuecompletando sus estudios a la vez quedesarrollaba algún servicio pastoral.

Los liberales gobernaban en Pamplona y loscapuchinos no estaban seguros. Días anteshabían asesinado en Madrid a variosreligiosos.

A la izquierda, el desgraciado año de 1836,el año de la desamortización de Mendizábaly de la prohibición de las Ordenes religiosasen España. Año fatídico para la religión y lasartes...

El Padre Esteban decide pasarse a Italiapara poder vivir como capuchino. Allípermanecerá dos años, en los que aprendeel italiano e inicia su vida de predicador.

En el relieve hay agresividad y confusión.

En 1834 hay que abandonarel convento de Pamplona

14 · 13

El Padre Esteban se había ofrecido a losSuperiores para ser misionero entre lastribus indígenas.

En 1843 llegaba a la región de El Apure(Venezuela), entre los ríos Apure y Meta,habitado por los indígenas yaruros,otomacos, chiricoas... Lo que nos dice deellos y de sus valores humanos es bienpositivo.

El Padre Esteban se descubre aquí como ungran observador y narrador al hablarnos de

esta región y de sus habitantes. Describe yanota la pluralidad de aves, reptiles y peces;las chozas de los indígenas y susmodos devida, su forma de vestir, las penalidades quecausan las niguas, las plagas de losmosquitos etc.

El primer encuentro fue con los indios“achaguas”, y señala en sus apuntes:“llegamos a tan suspirado lugar”.

En los Llanos de Apure, Venezuela:observador de la naturaleza

16 · 15

Muy convencido debía estar el PadreEsteban para poder convencer también alos guardianes de la cárcel para que lospresos pudieran ir a la catedral aconfesarse. El misionero ponía sumano,daba su palabra de que ninguno de ellosaprovecharía la ocasión para la huída.

Y así sucedió; fueron en perfecto orden, seconfesaron y volvieron todos a la cárcel.

La extrañeza fue grande para los vecinos deSantiago; tantosmalhechores y criminales

siguiendomansamente al misionero. Erauna visión nueva, no concebida por unamentemedianamente sensata: aquellospresos sin escolta de guardianes, enlibertad por sus calles, y camino de laiglesia.

El Padre Esteban tenía otras certezas, otrosconvencimientos que le llegaban desde unalucidez distinta.

Los presidiarios de Santiagode Cuba van a la catedral

18 · 17

El “fotuto” lo utilizaba amanera de cuerno otrompeta para llamar a las gentes a lamisión. Era un instrumento que usaban losindios caribes; un gran caracol marinocortado por su punta.

El Padre Esteban debía sentir una especialalegría en esta convocatoria que él hacíaantes de comenzar sus sermones; sobretodo a primeras horas de la mañana, cuandolas solitarias calles estaban iluminadas aúnpor la luna.

Alegría porque tenía que ser el comienzo denuevas conversiones, y era la hora de laesperanza, la hora en que sentía la frescurade la cercanía de Cristo en esta nuevamadrugada.

En el relieve, el poblado todavía solitario, elmisionero y la luna.

Llamada a la misión con el “fotuto”

20 · 19

En 1856 el Padre Esteban se despedía deCuba después de cinco años depermanencia en la isla. Había sido durantetodo ese tiempo el gran colaborador delsanto arzobispo de Santiago de CubaAntonio María Claret.

Se marchaba para Guatemala, con la idea enél constante de vivir y renovar la vidaconventual con aquellos capuchinos que undía fueron exclaustrados de sus conventosde España.

El Arzobispo le dijo que él también volvía aEspaña y que allí le podría conseguir algunadignidad, posiblemente un obispado. ElPadre Esteban le contestó que él queríaseguir siendo un sencillo capuchino.

Se despidieron como grandes amigos y, enprueba de ello, el Arzobispo le regaló supropio reloj, que es lo que quiere reflejar elrelieve.

El Arzobispo Claret le regala su reloj

22 · 21

En el relieve, dos grandes grupos de gentes:los que acompañaban y despedían almisionero, y aquel otro que salía a recibirle,posiblemente amitad de camino entre lasdos poblaciones. Esto sucedía confrecuencia cuando la distancia entre los dospoblados no era mucha.

El estandarte de la Divina Pastora estabasiempre en las manos del Padre Esteban;era su señal de identificación personal,sobre todo en estasmarchas de despedidasy recibimientos.

Su principal medio de apostolado fueron lasMisiones Populares, tan características delos capuchinos. La estampa física del PadreEsteban, su voz potente y a veces tierna, sumirada y sus recursos de elocuencia,jugaban a su favor. Más de 250Misiones enel espacio de 38 años, además de lasnovenas, triduos, semanas santas, tandasde ejercicios espirituales...

A una misión seguía la otra

24 · 23

El Ayuntamiento de Izalco había pedido unaMisión para el pueblo, y allá fue el PadreEsteban. Predicaba en la plaza, que era lofrecuente por no tener cabida las iglesiaspara aquellas multitudes que acudían aescucharle.

El volcán, próximo a la ciudad, interrumpíasu predicación con estampidos de humo ylava. El misionero se detiene y le increpa:“calla y deja predicar la palabra divina”. Alinstante cesó el estruendo, que no volvió areanudarse hasta después de lapredicación.

Lo del rayo sucedió en otro pueblo y lapredicación era en la iglesia. Clamaba contrael pecado y hablaba del castigo divino.Junto a la iglesia, una pareja hacía mofa delsermón. La tarde era apacible, pero, depronto, se oyó un fuerte trueno y un rayovino a caer sobre la pareja aquella...

Hoy, quizás, parezcan simplicidades,cuentos, pero allí estaban los testigos, ytambién es historia.

En El Salvador: el volcán Izalco y el rayo

26 · 25

La expulsión esta vez sucedió enGuatemala. Era en 1872; pero ya anteshabía pasado lo mismo en Venezuela y en ElSalvador. El motivo siempre el mismo: loscambios de gobierno en esas naciones. Siganaban los liberales, de tendenciaanticlerical, llegaba la expulsión, y cuandose daba el cambio, cuando el gobierno era elde tradicionalismo católico, volvían losmisioneros.

El Presidente de ocasión de Guatemalaenvió más de 500 soldados para ejecutar laorden, pues sabía que el pueblo estaba conlos capuchinos.

El Padre Esteban escribió más tarde:“Cuando aquel inmenso gentío, que podríacalcularse en unas 12.000 personas, viosalir a la comunidad entre bayonetas, alzóun llanto general”

Es lo que intenta representar el relieve: esamultitud contempla con dolor la salida delos frailes entre bayonetas.

Expulsado de Guatemala

28 · 27

El Padre Esteban, desde el día en que tuvoque abandonar la normalidad de su vidaconventual, tenía grabada en sumente ycorazón la decisión de restablecer el vivirfraterno y franciscano que había profesado.

A lo largo de su vida, juntamente con supasión demisionero evangélico, sedescubre esta inquietud incesante porrestaurar la Orden capuchina en España, yhabla y escribe con este fin a toda clase deautoridades civiles y religiosas.

Había otros religiosos que estaban en estalínea, pero fue él quienmás destacó en estaempresa.

En el relieve, la lista de conventos restauradosen los que él intervino activamente.Antequera (1877) fue el comienzo, al quesiguió Sanlúcar deBarrameda. En ambos fuetambién superior local.

A la derecha, cierta glorificación.¡Lo había conseguido!

Restaurador de la Orden Capuchina

30 · 29

El día 7 de octubre de 1880 fallecía enSanlúcar de Barrameda el Padre Esteban deAdoáin.

En el mes demayo había predicado suúltima novena en honor de la Divina Pastoraen Sevilla. Dicen que su palabra en el púlpitoya no era la misma, pero sí los mismos desiempre los frutos de conversión entre suauditorio. Era lo que siempre habíasucedido, desde sus comienzos comopredicador hasta este su final.

En los últimos días vivó en una habitacióncercana a la capilla del convento, y, contratodas las prudencias del médico, selevantaba y, apoyándose en la pared y enun bastón, acudía con frecuencia a la visitadel sagrario.

Su rostro quedó sonriente, con la pazsuprema de aquél que tanto caminó y ahoraya puede descansar.

Los últimos días del Padre Esteban

32 · 31

Nace en San Sebastián en 1926. Ha vivido15 años demisionero por países deSudamérica. Ha escrito algunos libros denarrativa de los ríos que ha recorrido:Orinoco, Amazonas, Negro, Madeira,Paraguay, Paraná. También ha escrito unahistoria sobre las islas Galápagos.

En escultura ha realizado exposiciones enEspaña y América, y series monográficasen relieve de San Francisco de Asís, SanJuan de la Cruz, Padre Anchieta, Pedro

Betancur, Carlos de Foucauld, Lope deAguirre y otros.

Actualmente su interés está en lapromoción de un arte religioso actual.

En Azcoitia el Ayuntamiento le ha dedicadoun Museo y Fundación.

Ha conocido algunos de los poblados deCuba y Centroamérica en donde el PadreEsteban de Adoáin ejerció su apostolado.

Antonio Oteiza, Capuchino

Esteban de Adoáin1808 - 1880