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ámbito humano -excluyendo posiblemente a los ángeles, de quienes no tenemos información positiva-o Esta perspectiva tiene dos consecuencias desafortunadas, una teórica, la otra práctica. En primer lugar, desalienta el esfuerzo de rastrear el curso según el cual surgió la consciencia moral y de descubrir su conexión íntima con los procesos cósmicos en general l. Esta incapacidad de reco- nocer las raíces más profundas de la moralidad nos hace trazar una fina y difícilmente traspasa- ble frontera entre la humanidad, poseedora de la gloria y el peso del sentido moral, y todas las otras formas de seres, en los cuales no podemos detectar sentimientos correspondientes. Encerrados tras la alta muralla levantada por nuestros propios prejuicios, nos sentimos aislados y solitarios en un mundo que no revela nada comparable a eso que generalmente parece ser la peculiaridad más significativa de la huma- nidad. El aislamiento conduce al extrañamiento; y ahora llegamos a sospechar que este amplio mundo no humano, en el cual no detectamos rastros de moralidad, es no solamente indiferen- te sino realmente hostil para con nuestras aspi- raciones morales. De aquí surge un sentimiento de depresión, de desesperanza, de futilidad e in- cluso de desesperación, que nos quita mucha de nuestra fuerza moral. Algunos pensadores han defendido obstinadamente la singularidad de la humanidad y sobre todo de su sentido moral, creyendo que al enfatizar las diferencias que nos separan de los otros animales exaltaban nuestro valor y nos elevaban a un nivel superior. Esto no es más que un fervor equivocado. 11. El carácter moral del cosmos Rey. Filosofía Univ, Costa Rica, XXXVIII (95-96), 29-39, 2000 1. El criterio objetivo de la moralidad Cuando consideramos los rasgos caracterís- ticos de la vida moral tal y como los considera- mos dentro de nosotros mismos, se nos presentan del todo únicos, sin contrapartida en el mundo no viviente, e incluso posiblemente sin paralelo en otros animales. De hecho, sólo en nosotros mis- mos podemos saborear por completo el gusto de la experiencia moral y detectar todos los sutiles sentimientos asociados con el esfuerzo moral. ¿De qué otra manera podríamos conocer esa in- . tente presión, que aparentemente brota desde profundidades de nuestro ser y muchas veces obliga a realizar un acto contrario a nuestras linaciones espontáneas, y que denominamos el término "deber" o alguno similar? ¿Dón- si no en nuestras propias mentes, podríamos ir todas esas complejas maniobras del pen- .ento, esas marchas y contramarchas de la icipación que preceden una decisión al res- de una pregunta difícil, cuyas consecuen- son trascendentales para uno mismo o para otros? ¿Cómo podríamos conocer el signifi- completo de palabras como "previsión" y ión" si no estuviéramos dotados de esas fa- es? ¿Acaso podríamos imaginar los senti- s que nos llevan a renunciar a algún placer ~a personal por el beneficio de otro ser, si hubiéramos sentido en nuestra interiori- Los rasgos subjetivos distintivos de la vida han reforzado la visión de la moralidad algo propio de la humanidad y para lo no hay nada correspondiente más allá del

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ámbito humano -excluyendo posiblemente alos ángeles, de quienes no tenemos informaciónpositiva-o

Esta perspectiva tiene dos consecuenciasdesafortunadas, una teórica, la otra práctica. Enprimer lugar, desalienta el esfuerzo de rastrear elcurso según el cual surgió la consciencia moral yde descubrir su conexión íntima con los procesoscósmicos en general l. Esta incapacidad de reco-nocer las raíces más profundas de la moralidadnos hace trazar una fina y difícilmente traspasa-ble frontera entre la humanidad, poseedora de lagloria y el peso del sentido moral, y todas lasotras formas de seres, en los cuales no podemosdetectar sentimientos correspondientes.

Encerrados tras la alta muralla levantadapor nuestros propios prejuicios, nos sentimosaislados y solitarios en un mundo que no revelanada comparable a eso que generalmente pareceser la peculiaridad más significativa de la huma-nidad. El aislamiento conduce al extrañamiento;y ahora llegamos a sospechar que este ampliomundo no humano, en el cual no detectamosrastros de moralidad, es no solamente indiferen-te sino realmente hostil para con nuestras aspi-raciones morales. De aquí surge un sentimientode depresión, de desesperanza, de futilidad e in-cluso de desesperación, que nos quita mucha denuestra fuerza moral. Algunos pensadores handefendido obstinadamente la singularidad de lahumanidad y sobre todo de su sentido moral,creyendo que al enfatizar las diferencias quenos separan de los otros animales exaltabannuestro valor y nos elevaban a un nivel superior.Esto no es más que un fervor equivocado.

11.El carácter moral del cosmos

Rey. Filosofía Univ, Costa Rica, XXXVIII (95-96), 29-39, 2000

1. El criterio objetivo de la moralidad

Cuando consideramos los rasgos caracterís-ticos de la vida moral tal y como los considera-mos dentro de nosotros mismos, se nos presentandel todo únicos, sin contrapartida en el mundo noviviente, e incluso posiblemente sin paralelo enotros animales. De hecho, sólo en nosotros mis-mos podemos saborear por completo el gusto dela experiencia moral y detectar todos los sutilessentimientos asociados con el esfuerzo moral.¿De qué otra manera podríamos conocer esa in-. tente presión, que aparentemente brota desde

profundidades de nuestro ser y muchas vecesobliga a realizar un acto contrario a nuestras

linaciones espontáneas, y que denominamosel término "deber" o alguno similar? ¿Dón-si no en nuestras propias mentes, podríamosir todas esas complejas maniobras del pen-.ento, esas marchas y contramarchas de la

icipación que preceden una decisión al res-de una pregunta difícil, cuyas consecuen-

son trascendentales para uno mismo o paraotros? ¿Cómo podríamos conocer el signifi-

completo de palabras como "previsión" yión" si no estuviéramos dotados de esas fa-es? ¿Acaso podríamos imaginar los senti-s que nos llevan a renunciar a algún placer~a personal por el beneficio de otro ser, sihubiéramos sentido en nuestra interiori-

Los rasgos subjetivos distintivos de la vidahan reforzado la visión de la moralidadalgo propio de la humanidad y para lo

no hay nada correspondiente más allá del

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Nuestro primer deber es aprender la verdad, yasea que se muestre agradable, o no. Pero debe-mos sentimos felices si los hechos apuntan auna conexión íntima entre nuestras más altas as-piraciones morales y los procesos universales,pues si con ello nuestro egregio orgullo humanoes humillado -una experiencia saludable-nuestra energía moral será en alto grado acre-centada por el simple reconocimiento de su fun-damento cósmico.

Pero si queremos rastrear la conexión en-tre la moralidad humana y los procesos cósmi-cos, debemos considerados desde la mismaperspectiva. Encontramos la mayor dificultad alintentar reconocer la semejanza entre fenóme-nos que conocemos sólo subjetivamente y aque-llos que conocemos sólo objetivamente. Mien-tras no estudiemos desde el mismo punto de vis-ta la moralidad humana y sus desarrollos para-lelos en el mundo en general, nunca revelare-mos su íntima relación. Dado que no podemosconocer otros animales, y mucho .menos siste-mas inanimados, desde un punto de vista subje-tivo, nuestro único recurso es examinar nuestropropio comportamiento y el de otros componen-tes del mundo, tanto sin vida como vivientes,desde un punto de vista enteramente externo.Podemos buscar semejanzas entre la moralidadhumana y ciertos fenómenos no humanos, úni-camente después de haber decidido cuál es -visto objetivamente- el rasgo distintivo deaquella. Una vez hecho esto, lo apropiado seríaexaminar los rasgos subjetivos de nuestra mora-lidad, y conjeturar -no podemos hacer más- aqué grado están representados en los animalesno humanos o incluso en los sistemas carentesde vida.

¿Cómo podría, entonces, un observador in-teligente, incapaz de comunicarse con nosotrosen todo sentido, posiblemente con una vida afee-tiva tan diferente de la nuestra que ni siquiera po-dría imaginar las emociones y aspiraciones quese agitan en nuestra intimidad, cómo -decía-podría ese observador reconocer la presencia en-tre los hombres de eso que designamos comobondad moral o cualquier término equivalente?¿Cuáles son los criterios objetivos de la morali-dad? Pienso que este observador que hemos ima-

ginado buscaría sobre todo una asociación armó-nica continua. Dondequiera que descubriera quedos o más individuos, íntimamente asociados enmayor o menor grado, continuaban prosperando,reconocería allí eso que designamos como con-ducta moral, y cuando en sus interacciones algu-no sufriera un daño o pérdida, el observador sos-pecharía una moralidad imperfecta o deficiente.Un estudio continuo revelaría que siempre quedos individuos con mucho en común continúanprosperando, hay una cierta reciprocidad en suintercambio. Aunque no es necesario que en cadatransacción entre ellos haya un intercambio equi-tativo de servicios o de bienes, a largo plazo loque A hace por B tiende a balancearse con lo queB hace por A, ya sea que los beneficios que cadauno recibe del otro se den directamente, o quefluyan de uno al otro según un curso indirecto,quizá con cierto número de eslabones interme-dios en el ciclo. Las principales excepciones a es-ta reciprocidad ocurrirían cuando el primer indi-viduo se diferencia en alto grado del segundo enfuerza o recursos, como en el caso de un padre yun niño pequeño, o el de una persona sana y unaenferma. En tal situación, el flujo de beneficiospuede ser casi enteramente del más fuerte al másdébil; pero en la medida en que el último se acer-que en fuerza al benefactor, la relación entre am-bos pasa de ser una de dependencia a una de re-ciprocidad.

Una observación más íntima revelaría quetodas las actividades de aquellos que viven uni-dos en armonía tienden a formar un patrón cohe-rente. Las diversas ocupaciones de un individuose ajustan entre sí con medida y proporción, yninguna actividad se continúa hasta obstruir otrasactividades necesarias al punto de hacer posibleque sobrevenga la muerte por haber perturbadotan seriamente el equilibrio vital. De la mismamanera, todo el curso de vida de un individuo se-ría tal que los individuos circundantes se benefi-ciarían en lugar de perjudicarse por su presencia.De modo que los distintos individuos que com-ponen cualquier comunidad moral forman un sis-tema coherente en el cual cada uno fortalece elconjunto, y al mismo tiempo su propia vida semejora por la inclusión en este conjunto. Mien-tras más amplio el sistema, mayor el número y

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variedad de individuos englobados por él; y mien-tras más perfectos se hagan, más alto sería el gra-do de moralidad que el observador reconocería.

2. Ejemplos de asociación armónicacontinua

Si miramos a nuestro alrededor, en el mun-do no humano, buscando ejemplos de la asocia-ción armónica continua, la cual entendemos co-mo el criterio objetivo de una sociedad moral,encontramos una riqueza casi embarazos a dematerial. Cada criatura viviente compleja, es ensí misma un sistema tal en miniatura, pues con-tiene un gran número de células y una diversidadde órganos que cooperan íntimamente entre sípor el beneficio del todo, sobre la prosperidaddel cual depende la existencia de cada parte. Da-do que cada organismo es una especie de comu-nidad, una sociedad animal puede considerarsecomo una comunidad de comunidades; y encon-tramos, especialmente entre los insectos, nume-rosos ejemplos de sociedades populosas que pue-den sostenerse por un-tiempo tan largo -en tér-minos del lapso de vida de sus miembros- co-mo el de las naciones humanas, y en las cuales laarmonía y la cooperación entre los individuos sinduda no es inferior que la de la mayoría de las so-ciedades humanas.

Pero el mayor ejemplo de la clase de asocia-ción que buscamos ahora, es el sistema solar; és-te es el sistema coherente de mayor tamaño queconocemos en algún detalle. Esta extensa asocia-ción consiste en muchos cuerpos, variando enmagnitud desde el propio sol pasando por los pla-aetas de distintos tamaños hasta sus numerosos

élites e incluso hasta los más pequeños asteroi-. A pesar de estar separados por vastas distan-

en comparación con su propio diámetro, losversos miembros del sistema solar no se mue-

wen independientemente uno del otro, sino que es-, unidos por los más íntimos lazos, de manera

el curso de cada uno está determinado por laencia de los otros a tal grado que la existencia

planetas hasta un momento dado desconoci-, fue revelada por las irregularidades de las ór-

de aquellos que ya estaban en observación.

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Todo el sistema muestra la combinación delibertad con orden, lo cual es la aspiración de to-da vida racional. Aun cuando cada planeta semueve ligeramente junto con sus satélites segúnun curso definido, jamás se han visto impedidosde hacerla ni han recibido oposición de ningunode sus vecinos, sino que durante tiempos inmen-surables han circulado sin ningún impedimentoen el ancho espacio disponible; así que sin duda,si como creyeron los antiguos filósofos los plane-tas son seres divinos sensibles, cada uno se sen-tiría perfectamente libre y sin coacción en todossus movimientos. Así, al mismo tiempo cada pla-neta ha conseguido convivir armónicamente contodos sus vecinos celestes y ha podido expresarsus potencialidades sin intromisiones de losotros. Debido a su gran distancia de nosotros, di-fícilmente podemos vislumbrar las formas que laenergía creadora ha realizado en los otros plane-tas. En la Tierra ha producido montañas sublimesy amplios océanos, el encanto de las nubes, el es-plendor constantemente renovado del arco iris, ybellas e innumerables formaciones cristalinas.Pero es principalmente a través de las criaturasvivientes que ha engendrado, que la Tierra ha te-nido éxito cubriendo su ancha superficie con in-contables formas gráciles. Este gran desarrollode la vida es casi enteramente dependiente de laradiante energía que el sol, a partir de sus recur-sos inconmensurablemente mayores, continúaemitiendo sin restricciones a su séquito de plane-tas, tal como un padre generoso entrega abundan-tes beneficios a sus hijos. Nuestro satélite y losplanetas más cercanos, cada uno contribuye en loque puede a la belleza de la Tierra, embellecien-do su cielo nocturno con sus formas resplande-cientes, a las cuales se suman las contribucionesde una miríada de distantes estrellas. La Tierra esella misma una luminaria brillante en el cielo delos planetas vecinos.

Sería difícil encontrar un modelo más per-fecto de comunidad moral que el sistema solar.El observador, incapaz de detectar los motivos ode seguir los procesos subjetivos que subyacen ala conducta humana, difícilmente dejaría de sor-prenderse por la gran semejanza entre este siste-ma y una comunidad humana que haya alcanza-do la más admirable moralidad; pues hemos

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hemos tenido éxito en explicar la gravitación entérminos de electricidad, ni la electricidad en tér-minos de la gravitación. La semejanza básica delproceso en todas sus fases apunta a una únicacausa unitaria, cuya naturaleza fundamental to-davía elude nuestras investigaciones científicas;esta fuente de armonización parece ser el compo-nente divino del universo.

Aunque no es este el lugar para una expo-sición completa de la armonización, parece ne-cesario llamar la atención hacia algunos de susrasgos más sobresalientes-. Sin una compren-sión clara del proceso, podríamos no llegar a en-tender la íntima conexión entre el esfuerzo mo-ral y sus antecedentes en los mundos viviente einanimado.

Que los constituyentes últimos de la mate-ria sean o no partículas, bajo cualquier significa-do claramente concebible de esta palabra, es unapregunta todavía sin responder. Aun así, es evi-dente que los fructíferos intentos de entender laestructura, el comportamiento y las transforma-ciones de la materia, toman la forma del atomis-mo, y que el gran valor para la experimentaciónde algunas de las novedosas versiones de estateoría, ha establecido firmemente su posición enel pensamiento científico. Independientementede lo que la materia sea en sí misma, difícilmen-te podemos pensar provechosamente sobre ellasin visualizarla bajo la apariencia de partículasminúsculas con propiedades determinadas yconstantes para cada variedad de materia. Deacuerdo con la visión moderna ampliamenteaceptada, los átomos no son aquellos cuerpos só-lidos e indivisibles que visualizaron Leucipo yDemócrito, sino entidades compuestas de tresunidades básicas: los protones, portadores de car-gas eléctricas positivas, los electrones, más pe-queños que los protones y cargados negativa-mente, y los neutrones, aproximadamente idénti-cos en masa a los protones pero eléctricamenteneutros. Cada sustancia elemental como el hidró-geno, el carbono o el oro, es una colección de unnúmero inmenso de átomos, cada uno de los cua-les contiene, dentro de límites estrechos, el mis-mo número de cada una de las tres clases de par-tículas. Aquellos cuyo comportamiento químicoes el mismo, pero cuyo peso atómico levemente

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supuesto que nuestro observador es tan perspicazque no permitiría que las diferencias en tamaño yduración distrajeran su atención de las semejan-zas fundamentales. Nosotros -a quienes nos pa-rece que nuestras difíciles decisiones y las seve-ras restricciones que debemos a veces imponer-nos sobre nuestros más fuertes impulsos, consti-tuyen los rasgos distintivos de la vida moral-podríamos sentimos exceptuados en esta compa-ración, insistiendo en que las semejanzas entre elsistema solar, o cualquier sistema sin vida, y unacomunidad moral son superficiales, puesto quesólo dentro de nosotros podemos detectar el sa-bor peculiar del esfuerzo moral. Podríamos estarde acuerdo en que el sol y los planetas proporcio-nan un esquema de lo que debería ser una socie-dad moral, incluso si no hay una conexión realentre ellos. Pero estaríamos obligados a admitirque su semejanza es más que accidental si pudie-ra demostrarse que el orden del cosmos y el deuna comunidad humana son resultados del mis-mo proceso. Si bien todavía sería cierto que de-bemos luchar para realizar nuestras aspiracionesmorales según nuestros medios particulares, esta-ríarnos entonces reforzados en nuestra devocióna estos ideales por el reconocimiento de su vene-rable antigüedad y de sus amplias conexiones.

3. Armonización

Un proceso único, la armonización, activael universo desde sus primeros fundamentos en elespacio y la materia hasta sus más altas expresio-nes en los reinos de la mente, construyendo, apartir de entidades discretas, patrones que tien-den a crecer indefinidamente en amplitud, com-plejidad y coherencia. La armonización no es lomismo que la evolución biológica, cuyo curso hasido enormemente complicado debido a las coli-siones entre patrones provenientes de centros se-parados; pero sí es la fuerza motora de la evolu-ción, y sin ella no habría un desarrollo progresi-vo. Aunque algunas fuerzas reconocidas y medi-das por los físicos, tales como la gravitación y lasatracciones y repulsiones electromagnéticas, hancontribuido en la creación de estos patrones, laconexión entre ellas no es evidente; todavía no

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distinto sugiere la presencia de una cantidad algodiferente de partículas últimas, se conocen comoisótopos de la misma sustancia.

Las tres clases de partículas en cada átomoparecen estar ordenadas según un patrón determi-nado: los pequeños electrones circulando alrede-dor del núcleo relativamente masivo, compuestode protones y neutrones, algo así como los saté-lites giran alrededor de un planeta o los planetasalrededor del sol. Parece permisible imaginar unátomo como un sistema solar en miniatura, querepite, en una escala inconcebiblemente reduci-da, algunos rasgos sobresalientes del patrón queel sistema solar nos presenta en una escala cuyavastedad le produce vértigos a nuestra imagina-ción. Si -y esto no parece inverosímil- las treslases de partículas últimas no estuvieron en un

primer momento combinadas en estructuras de-terminadas, sino que fue hasta en una etapa pos-terior cuando ciertas condiciones alteradas lespermitieron asociarse en la forma de átomos, es-ta formación de patrones coherentes a partir deentidades discretas es un ejemplo de armoniza-

. ón. Fue el primer paso en la construcción delcosmos, y todas las formas más complejas de-penden de este orden primordial.

El siguiente paso de la armonización es lasíntesis de moléculas a partir de átomos. A pesarde que las moléculas simples, como las del oxí-

no y el nitrógeno atmosféricos, están compues-de dos o más átomos del mismo tipo, las mo-

I ulas más complejas están formadas por distin-tipos de átomos, y algunas veces por una grantidad de cada tipo. Parece que cada sustancia

ímicamente pura, ya sea el agua, el azúcar deña, o cualquier tipo particular de proteína, es

colección de moléculas donde cada una con-e el mismo número y los mismos tipos de áto-enlazados según un patrón idéntico. Los ti-más complejos de moléculas requieren para

formación temperaturas y concentraciones deeria moderadas. En consecuencia, no puedenir en el extremado calor de las estrellas inca-entes; y en las más densas de estas estrellas,

a gravedad específica excede en mucho la deo tipo de materia conocida en la Tierra, esbable que incluso los átomos completos, condotación total de electrones, no puedan perdu-

rar. Aun así, es insignificante el surgimiento demoléculas más complejas en el espacio intereste-lar, cuya vasta cantidad de materia está esparcidacon baja densidad y a temperaturas extremada-mente bajas. La superficie y las capas externas deun planeta que se enfría ofrecen, hasta donde sa-bemos, las condiciones más favorables para lagénesis de moléculas complejas.

Es evidente, por lo tanto, que la armoniza-ción tuvo que realizar una labor preliminar in-mensa antes de poder producir moléculas del ta-maño de las encontradas en las más complejassales inorgánicas. Primero, los átomos mismosdebieron formarse mientras las partículas últi-mas se alineaban en patrones definidos bajo lainfluencia de sus propias fuerzas eléctricas. Lue-go, la materia contenida en nuestro sistema solarse reunió formando el sol, los planetas, y los sa-télites gracias a la energía que llamamos gravita-ción, que es en primer lugar una propiedad delespacio. La armonización pudo producir las mo-léculas más complejas, únicamente cuando algu-nos miembros del sistema solar adquirieron lastemperaturas propicias. Muchas de estas molécu-las, como las de variadas sales minerales, son al-tamente estables a temperaturas como la prevale-ciente en la superficie de la Tierra. En ellas, ca-da átomo parece tener una posición y una fun-ción determinadas en relación con el todo, paramantener su individualidad en la pequeña y dis-ciplinada sociedad que él mismo ayuda a formar.Tal molécula, que puede haber existido inaltera-da en alguna roca depositada cientos de millonesde años atrás en la era cámbrica, nos ofrece unejemplo excelente de esa asociación armónicacontinua que es el único criterio objetivo de lamoralidad.

Los cristales se construyen a partir de áto-mos, como los del carbono y elsulfuro, o másfrecuentemente a partir de moléculas como lasdel agua y la sal común. En ellos, las partículasque los constituyen se alinean en un orden de-terminado, como ladrillos en una pared; y pre-servan este orden con una gran constancia, co-sa que distingue el estado cristalino del de losgases, los líquidos, y los sólidos amorfos, en loscuales los átomos O moléculas se mueven máso menos libremente en relación con los demás.

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Si es formado en condiciones favorables, cadacristal tiene una forma geométrica determinada,casi siempre de gran belleza, como en los infini-tamente variados cristales hexagonales de los co-pos de nieve. Muchos cristales, al romperlos, sedescomponen en fragmentos, cada uno de loscuales tiene la forma de la masa original, dandoasí una vívida demostración de la regularidad es-tructural que contiene toda la formación. Dadoque los átomos y las moléculas son individual-mente muy pequeños para ser vistos incluso bajoel microscopio, los cristales son, en escala ascen-dente, los primeros productos de la armonizaciónvisibles alojo humano. En una enorme variedadde relucientes y coloridas gemas, en las flores deescarcha que en climas helados se forman en lasventanas, en los copos de nieve, nos muestranque la armonización tiende a producir bellezatanto en pequeña escala como en las nubes, el ar-co iris, y los cielos estrellados. Mientras la segui-mos ascendentemente desde los cristales hastalas formas orgánicas más complejas y las cosasque ellas hacen, nos damos cuenta que la crea-ción de belleza es uno de sus logros extraordina-rios. Desde la antigüedad, lo bueno ha sido com-parado con lo bello. Si preguntamos lo que elbien moral y la belleza sensual tienen en común,la respuesta parece ser la unidad en la multiplici-dad, el ordenamiento de las partes de un patróncomplejo de manera que armonicen unas conotras e igualmente con el todo. Dado que recono-cemos la belleza en cosas evanescentes como unarco iris o una canción, aquella no requiere, co-mo sí lo hace un orden moral, una asociación ar-mónica continua; y sin embargo su valor es engran manera acrecentado cuando es perdurable.

Mucho después de que las más antiguas ro-cas cristalinas se formaron en la superficie en en-friamiento de nuestro planeta, aparecieron seresvivientes que dejaron sus rastros en las formacio-nes sedimentarias. Cómo surgió la vida es unapregunta para la que finalmente estamos empe-zando a tener respuestas probables; pero es obvioque en los seres vivos, la armonización, el proce-so que ha estado desarrollándose desde que elcosmos empezó a adquirir forma y regularidad,entró en un fase más intensa; y esta actividad dearmonización más concentrada es lo que distin-

gue la materia viviente de la inerte. Incluso losseres vivos más pequeños y más simples contie-nen una gran variedad de átomos ordenados se-gún patrones más complejos, y la existencia con-tinuada de cada compuesto depende más íntima-mente del todo que en cualquier sistema inerte decomparable extensión. Las moléculas de cuerposorgánicos, especialmente en las proteínas, son deun tamaño y complejidad sin paralelo en la mate-ria inerte; y en ninguna otra parte de la naturale-za podremos encontrar tal variedad de compues-tos químicos en un ámbito pequeño como uncuerpo viviente, ya sea vegetal o animal. Másaún, la gran variedad de actividades llevadas acabo por todas estas partes heterogéneas que tra-bajan en una íntima cooperación, es lo que distin-gue a un organismo vivo de todos los sistemascarentes de vida. La armonización que le da for-ma y coherencia a un cuerpo viviente puede serllamada su enarmonización.

Los atributos que claramente distinguen uncuerpo viviente de uno inorgánico se encuentranen el más simple organismo visible con el mi-croscopio; pero los más complejos animales yplantas multicelulares, con su gran variedad departes discernibles, nos dan una aprehensiónmás vívida de lo que realiza la armonización.Ese organismo está compuesto de una vasta can-tidad de células; cada una es en sí misma unaformación de gran complejidad, y están unidasen tejidos de muchos tipos. A partir de estos te-jidos se forman una variedad de órganos. Todasestas células, tejidos y órganos, deben trabajaren íntima armonía para llevar a cabo las activi-dades vitales del organismo y preservar su vida.La salud es el equilibrio perfecto entre todas laspartes y funciones; y cuando cualquiera de losmúltiples componentes de un animal excede ono alcanza a realizar la tarea que tiene asignada,el resultado es la enfermedad y quizá la muerte.De esta manera, la prosperidad de todo el orga-nismo depende de la asociación armónica de suspartes, y la existencia continuada de cada una deellas es inseparable de la del todo; pues cuandoel animal muere, ya sea porque sólo uno de susmuchos órganos falló, todas las otras partes de-jan de funcionar, y como regla, toda la complejaestructura rápidamente se descompone.

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Si alguna vez dudamos sobre el significadode la moralidad, sólo necesitamos pensar ennuestros cuerpos cuando gozan de plena salud:cómo los brazos, las piernas, los ojos, los oídos,la boca, el estómago, el corazón, los pulmones ylos riñones trabajan unidos en concordia para elbeneficio del todo, de cuyo bienestar depende lacontinua prosperidad de cada uno. La misma di-versidad de estos órganos cooperantes nos re-cuerda que la igualdad de todos los miembros noes necesaria para formar una comunidad moral.Por el contrario, unidades disímiles pueden tra-bajar juntas tan bien como unidades semejantes;y más bien sus propias diferencias, entre las cua-les cada una complementa a otra, generalmentefacilitan la cooperación. Tal vez la estrecha de-pendencia de todos sus movimientos en una úni-ca voluntad parezca hacer del cuerpo animal unprototipo insatisfactorio para una sociedad mo-ral, la cual es más admirable según la medida enque sus miembros gocen de libertad mientraspreservan la armonía. Pero sólo una parte mino-ritaria de todas las múltiples actividades del cuer-po es controlada por la voluntad; y, al menos ori-ginalmente, estas actividades fueron aquellas enlas que la subordinación al sistema nervioso cen-tral era más necesaria para la prosperidad de to-da la comunidad de órganos que componen elcuerpo animal.

Dondequiera que se encuentren mentes, de-ben estar armadas y enriquecidas por un procesoque se asemeje estrechamente a ese que hemosrastreado en la materia viviente e inerte. El con-tenido más elemental de la consciencia parece seruna sensación, que puede originarse ya sea en losórganos sensoriales externos o en partes más pro-fundas del cuerpo. Cuando vemos un objeto, ca-da punto de su superficie envía una serie de on-cIas de luz que mutuamente se empujan forman-do una multitud desordenada mientras se enjam-lJrnn a través de la pupila hacia el interior del ojo.Desplegadas por el lente cristalino para formaren la retina una imagen invertida del objeto, las

das de luz excitan una gran cantidad de distin-bastones y conos. Aun así, las incontables vi-ciones independientes, estimulando esa grantidad de terminaciones nerviosas diferentes,ucen en la consciencia una única impresión,

en la cual, más aun, las imágenes levemente disí-miles de los dos ojos se unifican en una sola fi-gura que muestra solidez o profundidad.

A pesar de los múltiples detalles que nues-tro subsecuente análisis pueda extraer del árbol,persona o montaña que esté en nuestro campo vi-sual' primero nos percatamos de ella como un to-do, el cual, para la consciencia, es usualmenteanterior a sus partes. En el instante de tiempoque transcurre entre la excitación de nuestra reti-na por la luz y nuestra percatación del objeto queemitió esa luz, y de una manera que no compren-demos, una multitud de vibraciones discretas sehan reunido para producir una única impresión.Este es un ejemplo típico de armonización, elcual, en todas partes, forma todos coherentes apartir de entidades discretas. Similarmente,cuando oímos un ruido, series completas de vi-braciones aéreas suscitan complejos movimien-tos en cada oído, y sin embargo nos hacemosconscientes de toda esta perturbación como sifuera un sonido único. Gracias a una síntesis aúnmayor, y totalmente independiente de la volun-tad del oyente, las notas multitudinarias de unaorquesta se presentan ante la consciencia comouna melodía que, para la mente, tiene una unidadque un análisis físico de las ondas de sonido po-dría ser incapaz de detectar. Asimismo, al sabo-rear, oler y palpar con los dedos, muchos eventosfísicos -independientes en una escala micros-cópica- se reportan a la consciencia como unaúnica sensación.

Pero cada mente desarrollada contiene mu-cho más que una multitud de sensaciones discre-tas o de recuerdos de las mismas. Gracias al ejer-cicio adicional de su actividad sintética, la menteagrupa impresiones similares dando lugar a uni-versales o ideas generales que llamamos "árbol","casa", u "hombre". Una síntesis todavía mayorproduce conceptos de un orden superior, comocuando a partir de la experiencia de muchas cla-ses diversas de criaturas animadas formamos laidea de animal, y reconociendo ciertas semejan-zas en animales y vegetales arribamos a la nociónde ser viviente. Conducida incesantemente por supropia energía creadora, la mente activa estáconstantemente unificando sus impresiones bajotítulos cada vez más inclusivos. Forma teorías

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proceso consiste en el agrupamiento de entida-des separadas para formar un todo coherente yarmónico, en el cual las partes que lo componense apoyan entre sí en lugar de oponerse. Lasmentes, al surgir, están suplidas por un procesoque se asemeja estrechamente al que hemos se-guido en el mundo físico. Ese proceso, en susniveles inferiores -por ejemplo, en la síntesisque tiene por resultado la percepción de un ob-jeto externo e incluso en aquella que produceconceptos genéricos- es tan independiente dela voluntad consciente como el crecimiento denuestros cuerpos. La armonización se convierteen un esfuerzo consciente y deliberado por al-canzar un agrupamiento coherente de los conte-nidos mentales, únicamente en las facultadessuperiores del pensamiento.

Espero que sea ya evidente que nuestro es-fuerzo moral es una continuación, a un nivel su-perior, de un proceso que ha venido avanzandodesde que el mundo empezó a adquirir forma yorden. Nosotros --cuya vida y salud dependende la cooperación armónica de las múltiples par-tes de nuestros cuerpos, cuya paz y claridad demente dependen de la integración armónica delos abundantes contenidos del pensamiento- so-mos llevados por el mismo movimiento que noscreó a intentar incansablemente de cultivar conlos seres que nos rodean la misma clase de rela-ciones armónicas que encontramos dentro de no-sotros mismos cuando el cuerpo y el alma gozande su mejor momento.

Utilizamos para esta tarea facultades quefueron perfeccionadas por este mismo procesode armonización, pero que no son evidentes enel mundo inerte, y cuya presencia incluso en losanimales más afines a nosotros no es fácil de de-mostrar. Sobre todo, el esfuerzo moral humanorequiere inteligencia, previsión y decisionespremeditadas, sin las cuales las característicasdistintivas de la vida moral se desvanecerían. Ycomo no podemos estar seguros de que estas ca-pacidades mentales particulares se encuentrantodas a la vez en ninguna otra parte más que ennosotros, hacemos bien al insistir en que la mo-ralidad es, estrictamente hablando, un fenómenoesencialmente humano, hasta donde podemossaber. Aun así, al mismo tiempo es necesario

36 ALEXANDER F. SKUTCH

para dar cuenta de las múltiples particularidadesde la experiencia e intenta adquirir una visión demundo o un sistema filosófico comprehensivo.En todos estos esfuerzos creadores la mente se veimpelida por la necesidad de dar coherencia a suscontenidos, y en cuanto tenga éxito en este inten-to, se verá satisfecha y dirá haber encontrado unaverdad. Donde esta coherencia esté evidentemen-te ausente, la mente se ve descontenta y se acusaa sí misma de falsedad. La construcción de un pa-trón coherente de pensamiento es una instanciade armonización que no se diferencia de la cons-trucción de un cuerpo viviente a partir de mate-riales que se encontraban dispersos en el ambien-te sin ninguna unidad orgánica. La coherencia esnecesariamente el criterio de verdad, pues la sedde verdad es simplemente la demanda de cohe-rencia en sus contenidos, impuesta sobre la men-te por el proceso que la constituye. La verdad co-rresponde, en el intelecto, al orden moral en unacomunidad humana; en un caso hay armonía en-tre las ideas y en el otro entre las personas.

4. El esfuerzo moral como un modoespecial de armonización

Nuestro esfuerzo moral consciente es unpaso más en el proceso que hemos rastreado des-de los constituyentes más simples de la materiahasta los organismos complejos y sus actividadesintelectuales. Las partículas últimas están agru-padas en una comunidad más pequeña o más am-plia llamada un átomo, concebido como un pa-trón estructurado cuya existencia depende de laintegración armónica de las partes que lo compo-nen. Los átomos de una misma clase, o más co-múnmente de clases diferentes, se agrupan paraformar moléculas, que frecuentemente son degran complejidad a pesar de estar compuestas deunidades tan bien acopladas entre sí que 'puedensobrevivir por muchísimo tiempo. Una variedadde moléculas complejas forma una célula vivien-te; y a partir de muchas de estas células se com-ponen los órganos y los organismos. Mientras enesta larga serie avanzamos de nivel en nivel, lasunidades estructurales se vuelven cada vez máscomplejas, pero desde el inicio hasta el final el

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EL CARÁCTER MORAL DEL COSMOS

reconocer la íntima conexión entre nuestro esfuer-zo moral y las anteriores etapas de armonizaciónque prepararon el camino para él, y de las cuálesno es sino una continuación. Podemos realizar es-to si reconocemos que un carácter moral impreg-na el cosmos desde sus primeros fundamentos, yque conduce, tal como se mostrará en el siguientecapítulo, a través de la protomoralidad de los ani-males no humanos, hasta la moralidad humana.

uestra moralidad es, por consiguiente, un modoparticular del carácter moral universal, en cuya au-sencia nunca podría haber surgido aquella, y sincuyo respaldo continuo sería ineficaz.

Sin embargo, la presencia de la inteligenciade la capacidad de decidir previsoria y preme-

ditadamente, no es en sí misma suficiente parabacer de cualquier animal un ser moral. Conoce-mos demasiados casos de aplicación de estos do-

en la consecución de fines contrarios a losmorales. La verdadera moralidad empieza a exis-- únicamente cuando la previsión y la decisión

dirigidas al aumento de la armonía. El es-rzo moral depende sobre todo de la presenciauna voluntad buena o moral que use la inteli-cia como su instrumento. La voluntad de au-ntar la armonía no es creada por la inteligen-sino que es expresión del mismo movimien-

que da forma a las mentes; pues, como hemoso, la coherencia que hace de la mente un ins-ento efectivo de pensamiento es resultado de

armonización. La voluntad moral, así, es laión sobre la consciencia del mismo movi-to que ordenó las materias primas del mun-

que construye nuestros cuerpos a partir deículas de materia en principio ampliamente

rdigadas a través de nuestro ambiente, y ela partir de muchas excitaciones sensualestas construye percepciones claras y siste-

coherentes de pensamiento. Somos moralese estamos formados por un proceso quesus primeros orígenes produjo la asocia-

armónica, meta de la moralidad.Al rastrear el avance de la armonización,

imos que cada síntesis sirvió como funda-de una síntesis futura. Los átomos, que

consideramos como entidades complejas,componentes básicos de las moléculas.

a su vez, son la base de los cristales o, en

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una línea divergente de desarrollo, de las estruc-turas muchísimo más complejas de los seres vi-vos. Los primeros seres vivos consistieron apa-rentemente de una única célula, pero eventual-mente las células se convirtieron en unidades es-tructurales de las plantas y animales más desarro-llados. Este movimiento continuó hasta que creóanimales con cuerpos capaces de realizar unagran variedad de operaciones y con mentes capa-ces de razonar, anticipar el futuro, y elegir libre-mente entre cursos alternativos de acción: nacióasí un ser moral. A menudo tal ser se considera así mismo como un fin en sí, incluso el fin de to-dos los fines. Sin embargo, cuando deja de esfor-zarse por ir más allá de sí mismo, se convierte envíctima de confusión y lasitud, las cuales des-mienten la suposición que tan descuidadamentehabía hecho. Si, desde un punto de vista, es un finen sí mismo, desde otro es un agente que lleva laarmonización a niveles todavía más elevados.

Al producir seres provistos de inteligencia,previsión, y una voluntad moral, la armonizaciónse dio a sí misma una herramienta poderosa de untipo del que, hasta donde podemos estar seguros,previamente había carecido. En todas las etapasanteriores del proceso del mundo la armonizaciónparece haber trabajado enteramente dentro de lospatrones que estaba formando; y aunque siempreiba dirigida hacia el aumento de concordia, nohay evidencia de que haya previsto la forma queeventualmente iba a tomar esta armonía. Cuandodos patrones en expansión, ambos imbuidos en laarmonización, entraron en contacto, ninguno pu-do apreciar la dirección hacia la cual tendía elotro, o qué era lo que se esforzaba por alcanzar.Frecuentemente se confrontaron violentamente; oen el mejor de los casos pudieron acomodarseuno al otro como respuesta a las presiones mu-tuas, como cuando dos árboles crecen muy cercauno del otro, pues ninguno puede conocer las ne-cesidades del otro. Pero un ser inteligente puedesondearse a sí mismo y a otro ser desde una mis-ma perspectiva, prever en cuáles puntos éste yaquel pueden chocar, y planear un curso de ac-ción que eliminaría, o al menos disminuiría, elconflicto. O puede incluso guiar a dos o más se-res de modo tal que sea evitada la discordia queamenaza levantarse entre ellos, o incluso hacer

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que se convierta en armonía. Más aún, sin sacrifi-car su felicidad ni su perfección, puede restringirsus propias actividades en las áreas específicasdonde el conflicto parezca inevitable, y desarro-llarse a sí mismo en alguna otra dirección dondeno tenga que competir con nadie. Al unir elemen-tos discordantes en una síntesis superior, el sermoral puede promover el 'avance de la armoniza-ción con una eficiencia que hasta este momentono tenía, convirtiéndose así en un colaborador vo-luntarioso de este proceso benéfico y eónico.

Notas

l. A lo largo de todo el texto, el autor distingueentre "consciousness" y "conscience"; traducimosesos términos, respectivamente, por "consciencia" y"conciencia". Sobre e! sentido de la distinción, véaseel Capítulo VII, § 3. (N. T.)

2. En un número posterior de la Revista deFilosofía se publicará un texto de don Alexander dedi-cado específicamente al tema de la armonización.(N.E.)

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Expresión más perfectade la naturaleza primaria

Independencia de losatributos secundarios

NATURALEZA PRIMARIA

Agente formativo: armonización(crecimiento)

Atributos: creador, pacífico, cooperati-vo, amistoso, cuidadoso, amoroso.

Profunda servidumbre respectode la naturaleza secundaria

DIAGRAMAlUN DIAGRAMA DE LA NATURALEZA ANIMAL

(incluyendo al ser humano)

El diagrama presenta, abreviadamente, la interpretación de la naturaleza animal presente en este libro. El cír-central representa la naturaleza primaria de los animales psíquicamente avanzados tal como fueron formados

armonización. Esto se encierra en un anillo que representa su naturaleza secundaria, tal como fue formadaselección natural en la lucha por la sobrevivencia en un mundo duramente competitivo. A su vez, esto se

en un anillo que representa la naturaleza terciaria de los animales socialmente avanzados. En la parte in-del círculo y de cada anillo se encuentran algunos de los atributos que corresponden a cada naturaleza. Las

dirigidas hacia afuera indican que los elementos de una esfera se proyectan sobre las esferas circundantes,do su carácter; o trascienden estas esferas, como cuando la pacífica naturaleza primaria surge sobre una

beligerante o altamente agresiva, o, en el extremo opuesto, cuando el áspero egoísmo de la naturaleza se-se escapa de las restricciones de la sociedad.