11. la eucaristía ii hora santa

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II H ORA SANTA , L ITURGIA DE LAS HORAS Y CANTOS EUCARÍSTICOS

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II HORA SANTA, LITURGIA DE LAS HORAS Y CANTOS EUCARÍSTICOS

II HORA SANTA, LITURGIA DE LAS HORAS Y CANTOS EUCARÍSTICOS

Colección “La Eucaristía, Luz y Vida del Nuevo Milenio”

11. LA EUCARISTÍA, LUZ Y VIDA PARA LOS CONGRESOS EUCARÍSTICOS PARROQUIALES

EN EL NUEVO MILENIO

II. HORA SANTA, LITURGIA DE LAS HORAS Y CANTOS EUCARÍSTICOS

Comisión de Liturgia para el 48º Congreso Eucarístico Internacional

CONGRESOS EUCARÍSTICOS PARROQUIALES

Diseño: Creator, Agencia Católica de Publicidad. Ediciones Católica de Guadalajara, S.A. de C.V. Isla Flores 3344, Jardines de San José C.P. 45085, Tlaquepaque, Jal. Tel.: (0133) 3144-867273 Primera impresión: junio de 2003 ISBN 968-5611-00-9 Impreso en México, en los talleres de Ediciones Católicas de Guadalajara, S.A. de C.V.

II HORA SANTA, LITURGIA DE LAS HORAS Y CANTOS EUCARÍSTICOS

ÍNDICE

5. HORA SANTA 6. LITURGIA DE LAS HORAS 7. SELECCIÓN DE CANTOS EUCARÍSTICOS

CONGRESOS EUCARÍSTICOS PARROQUIALES

HORA SANTA* EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO

Pange lingua, gloriosi Corporis mysterium sanguinisque pretiosi, quem in mundi pretium fructus ventris generosi Rex effudit gentium. Que la lengua humana cante este misterio, la preciosa sangre y el preciosos cuerpo, Quien nació de Virgen, Rey del universo, por salvar al mundo dio su sangre en precio. V. Señor, abre mis labios. R. Y mi boca pronunciará tu alabanza. INVITATORIO Ant.: A Cristo el Señor, Luz y Vida, adorémoslo. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Todos: A Cristo el Señor, Luz y Vida, adorémoslo. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano la cima de la Tierra, Son suyas las cumbres de los montes. suyo es el mar, porque Él loc izo, la tierra firme que modelaron sus manos. Todos: A Cristo el Señor, Luz y Vida, adorémoslo. * Héctor T. Gómez Mendoza. Pbro.

II HORA SANTA, LITURGIA DE LAS HORAS Y CANTOS EUCARÍSTICOS

Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, Creador nuestro. Porque Él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que Él guía. Todos: A Cristo el Señor, Luz y Vida, adorémoslo. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de Mí, aunque habían visto mis obras». Todos: A Cristo el Señor, Luz y Vida, adorémoslo. «Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”». Todos: A Cristo el Señor, Luz y Vida, adorémoslo. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. Todos: A Cristo el Señor, Luz y Vida, adorémoslo. ADORACIÓN Lector: Señor Jesús, nuestros ojos te miran con fe y te contemplan bajo las especies de Pan y Vino. Contigo queremos andar el camino de tu Evangelio y de tu Misterio Pascual. Tú eres, Señor, la Luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, y la Vida verdadera que nos llena de alegría. Queremos contemplar esa Vida y Luz que alumbra nuestra fe. Tú eres nuestra firme esperanza. Levantamos nuestras manos en oración y búsqueda de tu gracia: haz que nuestros corazones inquietos te encuentren siempre. Todos: Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre, siguiéndote a Ti, que eres Luz y Vida del Nuevo Milenio. Lector: Tú eres nuestro mediador y redentor. Nuestro corazón se llena de gozo y esperanza al saber que vives «siempre intercediendo por nosotros».

CONGRESOS EUCARÍSTICOS PARROQUIALES

Todos: Señor Jesucristo: Tú, inmolado en la cruz, diste cumplimiento a lo que anunciaban los sacrificios de la Antigua Alianza, y te ofreciste por la reconciliación y la paz: te alabamos y te bendecimos. Lector: En la Eucaristía te das como alimento de vida eterna y nos unes a tu inmenso amor: te alabamos y te adoramos. Todos: En tu presencia santa te experimentamos cercano y te adoramos con fe. Te pedimos que ilumines con tu luz nuestros ojos, purifiques nuestras mentes y corazones y nos hagas instrumentos de tu paz, en un mundo dividido por las guerras y los odios. Lector: Concédenos caminar siempre a la luz, para que un día la podamos contemplar sin velo alguno, y adorarte y glorificarte sin fin. Todos: Te damos gracias, Padre santo, porque nos revelas en Cristo, luz de los pueblos, el misterio de nuestra salvación. Él, verdadero cordero pascual, con su muerte quitó el pecado del mundo y, resucitando, restauró nuestra vida. Lector: En memoria de su entrega por nosotros, nos dejó como alimento el sacramento de la Eucaristía, que nos hace partícipes, ya en este mundo, de los bienes eternos de tu Reino. Todos: Derrama, Señor, tu Espíritu, sobre quienes adoramos y proclamamos la presencia de tu Hijo en el misterio de nuestra fe, para que vivamos en generosa solidaridad con todos los hombres. Lector: Adoradores en espíritu y en verdad, demos testimonio del Evangelio imitando a María, la Madre de Jesús, servidora obediente y humilde de la obra de la salvación. Todos: Gloria y alabanza a ti, Santísima Trinidad, único y eterno Dios. Te adoramos profundamente y te ofrecemos el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de todos los sacrilegios e indiferencias con que eres ofendido, y por los méritos infinitos de tu Sagrado Corazón, te pedimos la conversión de los alejados y de los indiferentes.

II HORA SANTA, LITURGIA DE LAS HORAS Y CANTOS EUCARÍSTICOS

CANTO Adoro te devote

Adororo te devote, latens Deitas Que sub his figuris vere latitas: tibi se cor meum totum subiicit,

quia te contemplans totum déficit.

Adórate devotamente, Oculta Deidad, que bajo estas sagradas especies te

ocultas verdaderamente: a Ti mi corazón se somete totalmente,

pues al contemplarte, se siente desfallecer por completo.

Visus, tactus, gustus, in te fallitur

sed auditu solo tuto creditur.

Credo quidquid dixit Dei Filius: nihil hoc verbo veritatis verius.

La vista, el tacto, el gusto, son aquí falaces;

sólo con el oído se llega a tener fe segura.

Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios, nada más verdadero que esta palabra

de verdad.

In cruce latebat sola Deitas;

at hic latet simul et humanitas. Ambo tamen credens atque confitens

peto quod petivit latro penitens.

En la cruz se ocultaba sólo la Divinidad, más aquí se oculta hasta la humanidad.

Pero yo, creyendo y confesando entrambas cosas,

pido lo que pidió el ladrón arrepentido.

Plagas, sicut Thomas, non intueror;

Deum tamen meum Confiteor. Fac me tibi semper magis credere,

in te spem habere, te diligere.

Tus llagas nos las veo, como las vio Tomás;

pero te confieso por Dios mío. Haz que crea yo en ti más y más,

que espere en ti y te ame.

O memoriale mortis Domini, Panis vivus vitam praestans homini Praesta meae menti de te vivere,

et te illi semper dulce sapere.

¡Oh recordatorio de la muerte del Señor,

Pan vino, que das vida al hombre! Da a mi alma que de ti viva

y disfrute siempre de tu dulce sabor. Pie pelicane, Iesu Somini

me inmundum munda tuo sanguine cuius una stilla salvum facere

totum mundum quit ab omni scelere

Piadoso pelícano, Jesús Señor, límpiame a mí, inmundo, con tu

sangre. cuyas gotas pueden limpiar

al mundo entero de todo pecado. ¡Iesu, quem velatum nunc aspicio!

Oro fiat illub quod tam sitio ut, te revelata cernens facie, visu sim beatus tuae gloriae.

Amen.

¡Oh Jesús, a quien ahora veo velado! Te pido que se cumpla lo que yo tanto

anhelo: que viéndote finalmente cara a cara, sea yo dichoso con la vista de tu gloria.

Amén.

CONGRESOS EUCARÍSTICOS PARROQUIALES

ACCIÓN DE GRACIAS Lector: Señor, la Iglesia que continúa celebrando la Eucaristía, nos invita a alabarte, agradecerte e implorar tu gracia. Demos gracias por este misterio de la Eucaristía y por su presencia real en medio de nosotros. Todos: En unión con Jesús te agradecemos, Dios Padre, por todas las gracias personales que nos has concedido. Tú nos has dado la vida de la gracia, que nos ha hecho partícipes de tu misma vida divina y, después de la gracia con la que nos santificaste en el día del Bautismo, ¡cuántas gracias nos han sido concedidas a lo largo de la vida! Lector: Gracias, Señor, por tu Misterio Pascual: tu muerte y resurrección. Gracias Señor, por haber instituido la Eucaristía, por haberte quedado sacramentalmente entre nosotros, por habernos invitado a celebrar la Eucaristía, sacrificio perenne de salvación. Todos: Te damos gracias, Señor. Lector: Gracias, Señor, por darnos tu Cuerpo y Sangre como alimento. Gracias Señor, por este tiempo que nos has concedido para adorarte y venerarte en el Sacramento. Gracias Señor, por la Eucaristía que se celebra en todo el mundo, por tu presencia sacramental que nos estimula y acompaña como Luz y Vida. Todos: Te damos gracias, Señor. Lector: Por todo lo que has hecho por nosotros y por todo lo que todavía harás en el futuro. Todos: Te damos gracias, Señor. Lector: Por nuestros padres, que nos educaron en la fe, por habernos llamado al conocimiento de la Buena Nueva de tu Palabra y a vivir como tus hijos, por el Bautismo. Todos: Te damos gracias, Señor. Lector: Te damos gracias y te bendecimos, Dios santo y fuerte, porque diriges con sabiduría los destinos del mundo y cuidas con amor de cada uno de los hombres. Todos: Tú nos invitas a escuchar tu Palabra, que nos reúne en un solo cuerpo, y a mantenernos siempre firmes en el seguimiento de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Lector: Porque sólo Él es el camino que nos conduce a ti, Dios invisible, la Verdad que nos hace libres y la Vida que nos colma de alegría. Todos: Te damos gracias y te bendecimos, Padre fiel lleno de ternura, porque tanto amas al mundo que le entregaste a tu Hijo, para que fuera nuestro Señor y nuestro Hermano.

II HORA SANTA, LITURGIA DE LAS HORAS Y CANTOS EUCARÍSTICOS

PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS

§ (Escoger algún texto de la Sagrada Escritura; cfr. Leccionario III p. 285).

§ Homilía. § Reflexión personal.

PLEGARIA A JESUCRISTO EUCARISTÍA Sacerdote: La noche en la que fue entregado, nuestro Salvador celebró la Última Cena y confió a la Iglesia el memorial de su muerte y resurrección, para que lo celebrara perennemente, hasta su venida. A la luz de este gran misterio, dirijamos a Cristo nuestra oración. Padre Dios, creemos que eres creador de todas las cosas y que te nos has hecho cercano en el rostro de tu Hijo, concebido de María Virgen por obra del Espíritu Santo, para ser nuestra condición y garantía de vida eterna. Todos: Creemos, Padre providente, que por la fuerza de tu Espíritu, el pan y el vino se transforman en el cuerpo y la sangre de tu Hijo, flor de harina que aligera el hambre del camino. Sacerdote: Creemos, Señor Jesús, que tu Encarnación se prolonga en la simiente de tu cuerpo Eucaristía, para dar de comer a los hambrientos de luz y de verdad, de amor y de perdón, de gracia y salvación. Todos: Creemos que en la Eucaristía te prolongas en la historia, para alimentar la debilidad del peregrino, y el sueño del que anhela dar fruto en su trabajo. Sabemos que en Belén, la «Casa del Pan»,el Padre Eterno nos regaló, en el vientre de María Virgen, el pan que ofrece a los hambrientos de infinito. Sacerdote: Creemos, Jesús Eucaristía, que estás real y verdaderamente presente en el pan y el vino consagrados, prolongando tu presencia salvadora y ofreciendo a tus ovejas pastos abundantes y aguas claras. Todos: Creemos que los ojos se engañan al ver pan y nuestra lengua se equivoca al probar vino, porque estás Tú todo entero, ofrecido en sacrifico y dando vida al mundo, de Paraíso siempre hambriento. Sacerdote: Aquella noche del Cenáculo, al tomar, Señor, el pan y el vino entre tus manos, estabas ofreciéndolos a todos, por los años y siglos infinitos. Todos: Contigo, Cordero de la Alianza, se elevan en cada altar, donde te ofreces al Padre, los frutos de la tierra y del trabajo del hombre, la vida del creyente, la duda del que busca, la sonrisa de los niños, los proyectos de los jóvenes, el dolor de los que sufren y la ofrenda del que da y se da a sus hermanos.

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Sacerdote: Creemos, Señor Jesús, que tu bondad ha preparado una mesa para el grande y el pequeño, y que en tu mesa hermanos nos hacemos hasta dar la vida unos por otros, como Tú lo hiciste por todos. Todos: Creemos, Jesús, que sobre el altar de tu sacrificio, recuperamos la fuerza de una débil carne, que no responde siempre a los anhelos del espíritu, pero que tú transformarás a imagen de tu cuerpo. Sacerdote: Creemos que en la mesa preparada para todos, siempre habrá un lugar para el que busca, un espacio para el marginado de la vida, superando los signos de la muerte, inaugurando cielos nuevos y una tierra nueva. Todos: Creemos, Jesús, que no has dejado a tus hermanos solos, permaneces discreto en el sagrario de la conciencia y en el pan y el vino de tu mesa, como luz y fuerza del peregrino. Sacerdote: Creemos, en fin, que en los inicios del tercer milenio, te haces compañero en el camino.«Remar mar adentro» es la consigna en este momento de tu Iglesia, para construir, llenos de esperanza, una nueva etapa de la historia. Todos: Gracias, Jesús Eucaristía, por impulsarnos a una nueva Evangelización por Ti fortalecida. Que tu Madre acompañe a los que aceptan vivir y anunciar tu Palabra, y que su intercesión haga fecunda tu semilla. Amén. BENDICIÓN

Tantum ergo Sacramentum veneremur cernui:

et antiquum documentum novo cedat ritui. Praestet fiedes supplementum senssum

defectui.

A tan grande Sacramento adoremos con fervor;

cese el viejo rito, se establece el nuevo. Dudan los sentidos y el entendimiento;

que la fe lo supla con asentimiento.

Genitori, Genitoque laus et iubilatio salus, honor, virtus

quoque sit et benedictio; procedenti ab utroque compar sit laudatio.

Amen.

Himnos de alabanza, bendición y obsequio; por igual la gloria y el poder y el reino

al eterno Padre, con el Hijo eterno y el divino Espíritu que procede de ellos.

Amén.

II HORA SANTA, LITURGIA DE LAS HORAS Y CANTOS EUCARÍSTICOS

LITURGIA DE LAS HORAS

INVITATORIO Ant. A Cristo, el Señor, el pan de vida, venid, adorémoslo. INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA Salmo 94 «Animaos unos a otros, día tras día, mientras perdura el “hoy”» (Hb 3, 13). Venid, aclamemos al Señor; demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano la cima de la Tierra, Son suyas las cumbres de los montes. suyo es el mar, porque Él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, Creador nuestro. Porque Él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que Él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de Mí, aunque habían visto mis obras». «Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

CONGRESOS EUCARÍSTICOS PARROQUIALES

OFICIO DE LECTURA HIMNO Aquella noche santa te nos quedaste nuestro, con angustia tu vida, sin heridas tu cuerpo. Te nos quedaste vivo, porque ibas a ser muerto; porque iban a romperte, te nos quedaste entero. Gota a gota tu sangre, grano a grano tu cuerpo: un lagar y un molino en dos trozos de leño. Aquella noche santa, te nos quedaste muerto. Te nos quedaste todo: amor y Sacramento, ternura prodigiosa, todo en ti, Tierra y Cielo. Te quedaste conciso, te escondiste concreto, nada para el sentido, todo para el misterio. Aquella noche santa, te nos quedaste muerto. Vino de sed herida, trigo de pan hambriento; toda tu hambre cercana, tú, blancura de fuego. En este frío del hombre y en su labio reseco, aquella noche santa, te nos quedaste nuestro. Te adoro, Cristo oculto, te adoro, trigo tierno. Amén.

II HORA SANTA, LITURGIA DE LAS HORAS Y CANTOS EUCARÍSTICOS

SALMODIA Ant. 1. Decid a los invitados: «Tengo ya preparado el banquete, venid a las bodas». Aleluya. Salmo 22 El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su Nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant.: Decid a los invitados: «Tengo ya preparado el banquete, venid a las bodas». Aleluya. Ant. 2.: El que tenga sed que venga a Mí, y que beba en la fuente eterna. Salmo 41 Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. Tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Las lágrimas son mi pan noche y día, mientras todo el día me repiten: «¿dónde está tu Dios?»

CONGRESOS EUCARÍSTICOS PARROQUIALES

Recuerdo otros tiempos y mi alma desfallece de tristeza: cómo marchaba a la cabeza del grupo, hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta. ¿Por qué te acongojas, alma mía? ¿Por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío». Cuando mi alma se acongoja, te recuerdo, desde el Jordán y el Hermón y el Monte Menor. Una sima grita a otra sima con voz de cascadas: tus torrentes y tus olas me han arrollado. De día el Señor me hará misericordia, de noche cantaré la alabanza del Dios de mi vida. Diré: «Dios, Roca mía, ¿por qué me olvidas? ¿Por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo?» Se me rompen los huesos por las burlas del adversario; todo el día me preguntan: «¿dónde está tu Dios?» ¿Por qué te acongojas, alma mía? ¿Por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío». Ant.: El que tenga sed, que venga a Mí y que beba en la fuente eterna. Ant. 3.: El Señor nos alimentó con flor de harina, nos sació con miel silvestre.

II HORA SANTA, LITURGIA DE LAS HORAS Y CANTOS EUCARÍSTICOS

Salmo 80 Aclamad a Dios, nuestra fuerza; dad vítores al Dios de Jacob: acompañad, tocad los panderos, las cítaras templadas y las arpas; tocad la trompeta por la luna nueva, por la luna llena, que es nuestra fiesta. Porque es una ley de Israel, un precepto del Dios de Jacob, una norma establecida para José al salir de Egipto. Oigo un lenguaje desconocido: «Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta». Clamaste en la aflicción, y te libré, te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá. Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel! No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto; abre tu boca y yo la saciaré. Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no quiso obedecer: en un momento humillaría a sus enemigos y volvería mi mano contra sus adversarios. Los que aborrecen al Señor te adularían, y su suerte quedaría fijada; te alimentaría con flor de harina, te saciaría con miel silvestre». Ant.: El Señor nos alimentó con flor de harina, nos sació con miel silvestre. V. La sabiduría se ha construido su casa. Aleluya. R. Ha mezclado el vino y puesto la mesa. Aleluya.

CONGRESOS EUCARÍSTICOS PARROQUIALES

Primera Lectura De la primera carta a los corintios 11, 17-34. La cena del Señor

Hermanos: siguiendo con mis avisos, tampoco os puedo alabar en esto: os reunís en

asamblea no para provecho, sino para daño vuestro. Efectivamente, en primer lugar oigo decir que, cuando os reunís en asamblea, se forman grupos entre vosotros. Y en parte lo creo.

Conviene, en efecto, que haya hasta sectas entre vosotros para que se vea quiénes son de probada virtud. No se puede, pues, decir, que lo de reuniros en asamblea es comer la cena del Señor. Porque cada uno se adelanta a tomar su propia cena, y mientras unos pasan hambre, otros están ebrios.

Pero, ¿no tenéis vuestras casas para comer y beber? O ¿es que no os importa nada la asamblea de Dios, y queréis avergonzar a los pobres? ¿Qué voy a deciros? ¿Alabanzas? No. En esto no os puedo alabar.

Yo recibí del Señor lo que, a mi vez, os he transmitido: que Jesús, el Señor, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, después de pronunciar la Acción de Gracias, lo partió y dijo: «Éste es mi cuerpo, que se da por vosotros. Haced esto en memoria mía». Lo mismo hizo con la copa después de la cena, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi sangre. Cada vez que la bebáis, hacedlo en memoria mía».

Y de hecho, cada vez que coméis de ese pan y bebéis de esa copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que él vuelva. Por lo tanto, cualquiera que indignamente coma el pan y beba el cáliz del Señor tendrá que dar cuenta del cuerpo y de la sangre del Señor. Pero examine cada uno su conciencia, y coma así de aquel pan y beba de aquel cáliz. Porque quien come o bebe sin distinguir el cuerpo del Señor, se come o bebe su propia condenación.

Por esta razón, hay entre vosotros muchos delicados y enfermos, y mueren muchos. Si nos examinásemos, no seríamos castigados por Dios. Pero con tales castigos nos amonesta el Señor, a fin de que no seamos condenados junto con este mundo.

En resumen, hermanos, cuando os reunáis para comer, esperaos unos a otros. El que tenga hambre, que coma en su casa. Así no os reuniréis para vuestra condenación. Lo demás ya lo dispondré cuando vaya. Responsorio Mt 26, 26; 1Co 11, 24. 25 R. Tomad y comed: éste es mi cuerpo, que se da por vosotros. Haced esto en memoria mía. V. Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi sangre. R. Haced esto en memoria mía. Salmo 41 Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.

II HORA SANTA, LITURGIA DE LAS HORAS Y CANTOS EUCARÍSTICOS

Tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Las lágrimas son mi pan noche y día, mientras todo el día me repiten: «¿dónde está tu Dios?» Recuerdo otros tiempos y mi alma desfallece de tristeza: cómo marchaba a la cabeza del grupo, hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta. ¿Por qué te acongojas, alma mía? ¿Por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío». Cuando mi alma se acongoja, te recuerdo, desde el Jordán y el Hermón y el Monte Menor. Una sima grita a otra sima con voz de cascadas: tus torrentes y tus olas me han arrollado. De día el Señor me hará misericordia, de noche cantaré la alabanza del Dios de mi vida. Diré: «Dios, Roca mía, ¿por qué me olvidas? ¿Por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo?» Se me rompen los huesos por las burlas del adversario; todo el día me preguntan: «¿dónde está tu Dios?»

CONGRESOS EUCARÍSTICOS PARROQUIALES

¿Por qué te acongojas, alma mía? ¿Por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío». Ant.: El que tenga sed, que venga a Mí y que beba en la fuente eterna. Ant. 3.: El Señor nos alimentó con flor de harina, nos sació con miel silvestre. Salmo 80 Aclamad a Dios, nuestra fuerza; dad vítores al Dios de Jacob: acompañad, tocad los panderos, las cítaras templadas y las arpas; tocad la trompeta por la luna nueva, por la luna llena, que es nuestra fiesta. Porque es una ley de Israel, un precepto del Dios de Jacob, una norma establecida para José al salir de Egipto. Oigo un lenguaje desconocido: «Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta». Clamaste en la aflicción, y te libré, te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá. Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel! No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto; abre tu boca y yo la saciaré. Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no quiso obedecer: en un momento humillaría a sus enemigos y volvería mi mano contra sus adversarios.

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Los que aborrecen al Señor te adularían, y su suerte quedaría fijada; te alimentaría con flor de harina, te saciaría con miel silvestre». Ant.: El Señor nos alimentó con flor de harina, nos sació con miel silvestre. V. La sabiduría se ha construido su casa. Aleluya. R. Ha mezclado el vino y puesto la mesa. Aleluya. Primera Lectura De la primera carta a los corintios 11, 17-34. La cena del Señor

Hermanos: siguiendo con mis avisos, tampoco os puedo alabar en esto: os reunís en

asamblea no para provecho, sino para daño vuestro. Efectivamente, en primer lugar oigo decir que, cuando os reunís en asamblea, se forman grupos entre vosotros. Y en parte lo creo.

Conviene, en efecto, que haya hasta sectas entre vosotros para que se vea quiénes son de probada virtud. No se puede, pues, decir, que lo de reuniros en asamblea es comer la cena del Señor. Porque cada uno se adelanta a tomar su propia cena, y mientras unos pasan hambre, otros están ebrios.

Pero, ¿no tenéis vuestras casas para comer y beber? O ¿es que no os importa nada la asamblea de Dios, y queréis avergonzar a los pobres? ¿Qué voy a deciros? ¿Alabanzas? No. En esto no os puedo alabar.

Yo recibí del Señor lo que, a mi vez, os he transmitido: que Jesús, el Señor, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, después de pronunciar la Acción de Gracias, lo partió y dijo: «Éste es mi cuerpo, que se da por vosotros. Haced esto en memoria mía». Lo mismo hizo con la copa después de la cena, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi sangre. Cada vez que la bebáis, hacedlo en memoria mía».

Y de hecho, cada vez que coméis de ese pan y bebéis de esa copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que él vuelva. Por lo tanto, cualquiera que indignamente coma el pan y beba el cáliz del Señor tendrá que dar cuenta del cuerpo y de la sangre del Señor. Pero examine cada uno su conciencia, y coma así de aquel pan y beba de aquel cáliz. Porque quien come o bebe sin distinguir el cuerpo del Señor, se come o bebe su propia condenación.

Por esta razón, hay entre vosotros muchos delicados y enfermos, y mueren muchos. Si nos examinásemos, no seríamos castigados por Dios. Pero con tales castigos nos amonesta el Señor, a fin de que no seamos condenados junto con este mundo.

En resumen, hermanos, cuando os reunáis para comer, esperaos unos a otros. El que tenga hambre, que coma en su casa. Así no os reuniréis para vuestra condenación. Lo demás ya lo dispondré cuando vaya. Responsorio Mt 26, 26; 1Co 11, 24. 25 R. Tomad y comed: éste es mi cuerpo, que se da por vosotros. Haced esto en memoria mía.

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V. Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi sangre. R. Haced esto en memoria mía. Salmo 41 Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. Tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Las lágrimas son mi pan noche y día, mientras todo el día me repiten: «¿dónde está tu Dios?» Recuerdo otros tiempos y mi alma desfallece de tristeza: cómo marchaba a la cabeza del grupo, hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta. ¿Por qué te acongojas, alma mía? ¿Por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío». Cuando mi alma se acongoja, te recuerdo, desde el Jordán y el Hermón y el Monte Menor. Una sima grita a otra sima con voz de cascadas: tus torrentes y tus olas me han arrollado. De día el Señor me hará misericordia, de noche cantaré la alabanza del Dios de mi vida.

II HORA SANTA, LITURGIA DE LAS HORAS Y CANTOS EUCARÍSTICOS

Diré: «Dios, Roca mía, ¿por qué me olvidas? ¿Por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo?» Se me rompen los huesos por las burlas del adversario; todo el día me preguntan: «¿dónde está tu Dios?» ¿Por qué te acongojas, alma mía? ¿Por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío». Ant.: El que tenga sed, que venga a Mí y que beba en la fuente eterna. Ant. 3.: El Señor nos alimentó con flor de harina, nos sació con miel silvestre. Salmo 80 Aclamad a Dios, nuestra fuerza; dad vítores al Dios de Jacob: acompañad, tocad los panderos, las cítaras templadas y las arpas; tocad la trompeta por la luna nueva, por la luna llena, que es nuestra fiesta. Porque es una ley de Israel, un precepto del Dios de Jacob, una norma establecida para José al salir de Egipto. Oigo un lenguaje desconocido: «Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta». Clamaste en la aflicción, y te libré, te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá. Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel! No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero;

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yo soy el Señor Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto; abre tu boca y yo la saciaré. Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no quiso obedecer: en un momento humillaría a sus enemigos y volvería mi mano contra sus adversarios. Los que aborrecen al Señor te adularían, y su suerte quedaría fijada; te alimentaría con flor de harina, te saciaría con miel silvestre». Ant.: El Señor nos alimentó con flor de harina, nos sació con miel silvestre. V. La sabiduría se ha construido su casa. Aleluya. R. Ha mezclado el vino y puesto la mesa. Aleluya. Primera Lectura De la primera carta a los corintios 11, 17-34. La cena del Señor

Hermanos: siguiendo con mis avisos, tampoco os puedo alabar en esto: os reunís en

asamblea no para provecho, sino para daño vuestro. Efectivamente, en primer lugar oigo decir que, cuando os reunís en asamblea, se forman grupos entre vosotros. Y en parte lo creo.

Conviene, en efecto, que haya hasta sectas entre vosotros para que se vea quiénes son de probada virtud. No se puede, pues, decir, que lo de reuniros en asamblea es comer la cena del Señor. Porque cada uno se adelanta a tomar su propia cena, y mientras unos pasan hambre, otros están ebrios.

Pero, ¿no tenéis vuestras casas para comer y beber? O ¿es que no os importa nada la asamblea de Dios, y queréis avergonzar a los pobres? ¿Qué voy a deciros? ¿Alabanzas? No. En esto no os puedo alabar.

Yo recibí del Señor lo que, a mi vez, os he transmitido: que Jesús, el Señor, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, después de pronunciar la Acción de Gracias, lo partió y dijo: «Éste es mi cuerpo, que se da por vosotros. Haced esto en memoria mía». Lo mismo hizo con la copa después de la cena, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi sangre. Cada vez que la bebáis, hacedlo en memoria mía».

Y de hecho, cada vez que coméis de ese pan y bebéis de esa copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que él vuelva. Por lo tanto, cualquiera que indignamente coma el pan y beba el cáliz del Señor tendrá que dar cuenta del cuerpo y de la sangre del Señor. Pero examine cada uno su conciencia, y coma así de aquel pan y beba de aquel cáliz. Porque quien come o bebe sin distinguir el cuerpo del Señor, se come o bebe su propia condenación.

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Por esta razón, hay entre vosotros muchos delicados y enfermos, y mueren muchos. Si nos examinásemos, no seríamos castigados por Dios. Pero con tales castigos nos amonesta el Señor, a fin de que no seamos condenados junto con este mundo.

En resumen, hermanos, cuando os reunáis para comer, esperaos unos a otros. El que tenga hambre, que coma en su casa. Así no os reuniréis para vuestra condenación. Lo demás ya lo dispondré cuando vaya. Responsorio Mt 26, 26; 1Co 11, 24. 25 R. Tomad y comed: éste es mi cuerpo, que se da por vosotros. Haced esto en memoria mía. V. Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi sangre. R. Haced esto en memoria mía. Segunda Lectura De la carta Dominicae Cenae de S. S. Juan Pablo II, sobre el misterio y el culto de la Santísima Eucaristía, 7

Eucaristía y vida.- Siendo, pues, fuente de caridad, la Eucaristía ha ocupado siempre

el centro de la vida de los discípulos de Cristo. Tiene el aspecto de pan y de vino, es decir, de comida y de bebida; por lo mismo es tan familiar al hombre, y está ten estrechamente vinculada a su vida, como lo están efectivamente la comida y la bebida. La veneración a Dios, que es Amor, nace del culto eucarístico, de esa especie de intimidad en la que Él mismo, análogamente a la comida y a la bebida, llena nuestro ser espiritual, asegurándole, al igual que ellos, la vida. Tal veneración «eucarística» de Dios corresponde, pues, estrictamente a sus planes salvíficos. Él mismo, el Padre, quiere que «los que quieran dar culto verdadero» lo adoren precisamente así, y Cristo es intérprete de este querer, con sus palabras a la vez que con este Sacramento, en el cual nos hace posible la adoración al Padre, de la manera más conforme a su voluntad.

De tal concepción del culto eucarístico brota todo el estilo sacramental de la vida del cristiano. En efecto, conducir una vida basada en los Sacramentos, animada por el Sacerdocio común, significa ante todo, por parte del cristiano, desear que Dios actúe en él para hacerlo llegar en el Espíritu «a la medida de Cristo en su plenitud». Dios, por su parte, no lo toca solamente a través de los acontecimientos y con su gracia interna, sino que actúa en él, con mayor certeza y fuerza, a través de los Sacramentos. Ellos dan a su vida un estilo sacramental.

Ahora bien, entre todos los sacramentos es el de la santísima Eucaristía el que conduce a plenitud su iniciación de cristiano y confiere al ejercicio del Sacerdocio común esta forma sacramental y eclesial que lo pone en conexión –como hemos insinuado anteriormente– con el ejercicio del Sacerdocio Ministerial. Resuenan continuamente en él, como un eco profundo, los sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo y Confirmación. ¿Dónde está mejor expresada la verdad de que, además de llamarnos «hijos de Dios», lo somos en virtud del sacramento del Bautismo, sino precisamente en el hecho de que en la Eucaristía nos hacemos partícipes del Cuerpo y de la Sangre del unigénito Hijo de Dios? Y ¿qué es lo que nos predispone mayormente a ser verdaderos testigos de Cristo,

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frente al mundo, como resultado del sacramento de la Confirmación, sino la Comunión Eucarística, en la que Cristo nos da testimonio a nosotros, y nosotros de Él...?

No obstante, debemos vigilar siempre, para que este gran encuentro con Cristo en la Eucaristía no se convierta para nosotros en un acto rutinario, y a fin de que no lo recibamos indignamente, es decir, en estado de pecado mortal. La práctica de la virtud de la penitencia, y el sacramento de la Penitencia, son indispensables a fin de sostener en nosotros y profundizar continuamente el espíritu de veneración, que el hombre debe a Dios mismo y a su amor tan admirablemente revelado. RESPONSORIO R. Reconoced en el pan al mismo que pendió en la cruz; reconoced en el cáliz la sangre que brotó de su costado. Tomad, pues, y comed el Cuerpo de Cristo; tomad y bebed su Sangre... Sois ya miembros de Cristo. V. Comed el vínculo que os mantiene unidos, no sea que os disgreguéis; bebed el precio de vuestra redención, no sea que os despreciéis. R. Sois ya miembros de Cristo. ORACIÓN CONCLUSIVA (Como en las Laudes) ORACIÓN DE LA MAÑANA Laudes Invocación inicial V. Señor, abre mis labios. R. Y mi boca proclamará tu alabanza. Luego se dice el salmo invitatorio, que se encuentra al inicio de este capítulo, con su antífona correspondiente. Después, se proclama el siguiente himno. HIMNO Sin dejar la derecha de su Padre, y para consumar su obra divina, el sumo Verbo, que ha venido al mundo, llega al fin a la tarde de su vida. Antes de ser, por uno de los suyos, dado a quienes la muerte le darían, en el vital Banquete del cenáculo se dio a los suyos como vianda viva.

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Se dio a los suyos, bajo dos especies, en su Carne y su Sangre sacratísimas, a fin de alimentar en cuerpo y alma a cuantos hombres en este mundo habitan. Se dio, naciendo, como compañero; comiendo, se entregó como comida; muriendo, se empeñó como rescate; reinando, como premio se nos brinda. Hostia de salvación, que abres las puertas celestes de la gloria prometida: fortalece y socorre nuestras almas, asediadas por fuerzas enemigas. Glorificada eternamente sea la perpetua Deidad, que es una y trina, y que ella finalmente nos conceda, en la patria sin fin, vida infinita. Amén. Ant. 1.: Alimentaste a tu pueblo con majar de ángeles y le enviaste pan desde el cielo. Aleluya. Salmo 62, 2-9 ¡Oh Dios, Tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida; te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a las sombras de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.

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Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant.: Alimentaste a tu pueblo con manjar de ángeles y les enviaste pan del cielo. Aleluya. Ant. 2.: Los sacerdotes consagrados ofrecen a Dios incienso y panes. Aleluya. Cántico Dn 3, 57-88. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor, noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor, cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.

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Cetáceos y peces, bendecid al Señor, aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor; ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor, Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor; ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos. Ant.: Los sacerdotes consagrados ofrecen a Dios incienso y panes. Aleluya. Ant. 3.: Al vencedor le daré del maná escondido y un nombre nuevo. Aleluya. Salmo 149 Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su Nombre con danzas, cantadle sus tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: Para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.

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Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant.: Al vencedor le daré del maná escondido y un nombre nuevo. Aleluya. Lectura breve Jr 31,33

Así será la alianza que haré con la casa de Israel, después de aquellos días –oráculo del Señor–: Pondré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Responsorio breve V. Sacas pan de los campos. Aleluya, aleluya. R. Sacas pan de los campos. Aleluya, aleluya. V. Y el vino que alegra el corazón del hombre. R. Aleluya, aleluya. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Sacas pan de los campos. Aleluya, aleluya. Cántico Evangélico Ant.: Yo soy el pan vivo bajado del cielo, todo el que coma de este pan vivirá eternamente. Aleluya. El Mesías y su precursor Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham, para concedernos que, libres de temor,

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arrancados de la manos de nuestros enemigos, lo sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como ere en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant.: Yo soy el pan vivo bajado del cielo; todo el que coma de este pan vivirá eternamente. Aleluya. PRECES

Oremos, hermanos, al Señor Jesús, Pan de vida, y digamos llenos de gozo:

«Dichosos los invitados a comer el pan en tu Reino».

Cristo Jesús, sacerdote de la Alianza nueva y eterna, que sobre el altar de la cruz presentaste al Padre el sacrificio perfecto, enséñanos a ofrecerlo contigo en el Sacrificio Eucarístico.

Cristo, Señor nuestro, rey supremo de justicia y de paz, que consagraste el pan y el vino como símbolo de tu propia oblación, enséñanos a ofrecernos contigo.

Cristo Jesús, verdadero adorador del Padre, cuyo sacrifico ofrece tu Iglesia desde la salida del sol hasta el ocaso, reúne en tu cuerpo a los que alimentas de un mismo pan. Cristo, Señor nuestro, maná bajado del cielo, que alimentas a tu Iglesia con tu cuerpo y con tu sangre, fortalécenos con este alimento en nuestro camino.

Cristo Jesús, huésped invisible de nuestro banquete, que estás junto a la puerta y llamas, entra en nuestra casa y cena con nosotros. (Se pueden añadir algunas intenciones libres). Pidamos al Padre, como Cristo nos enseñó, nuestro pan de cada día: Padre nuestro...

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ORACIÓN

Señor nuestro Jesucristo, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas.

ORACIÓN DE LA TARDE Vísperas INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos d los siglos. Amén. HIMNO Publica, lengua, y canta el misterio del Cuerpo glorioso y de la Sangre santa que dio por mi reposo el fruto de aquel vientre generoso. A todos nos fue dado de la Virgen purísima María, por todos engendrado; y mientras acá vivía su celestial doctrina esparcía. De allí en nueva manera dio fin maravilloso a su jornada la noche ya postrera, la noche deseada, estando ya la cena aparejada. Convida a sus hermanos, y, cumplida la sombra y ley primero, con sus sagradas manos por el legal cordero les da a comer su Cuerpo verdadero. Aquella criadora Palabra, con palabra, sin mudarse, lo que era pan ágora en Carne hace tornarse

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y el vino en propia Sangre trastornarse. Y puesto que el grosero sentido se acobarda y desfallece, el corazón insano por eso no enflaquece, porque la fe le anima y favorece. Honremos pues, echados por tierra, tan divino Sacramento, y queden desechados, pues vino el cumplimiento, los ritos del Antiguo Testamento. Y si el sentido queda pasmado de tan alta y nueva cosa, lo que él no puede pueda, óselo él no osa, la fe determinada y animosa. ¡Gloria al Omnipotente, y al gran Engendrador y al Engendrado, y al inefablemente de entrambos inspirado, igual loor, igual honor sea dado! Amén. SALMODIA Ant. 1: Cristo, el Señor, sacerdote eterno según el rito de Melquisedec, ofreció pan y vino. Salmo 109, 1-5. 7 Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies». Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora».

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El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec». El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant.: Cristo, el Señor, sacerdote eterno según el rito de Melquisedec, ofreció pan y vino. Ant. 2.: Alzaré la copa de la salvación y te ofreceré una sacrificio de alabanza. Salmo 115 Tenía fe, aun cuando dije: «¡Qué desgraciado soy!» Yo decía en mi apuro: «Los hombres son unos mentirosos». ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. Vale mucho a los ojos del Señor la vida de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, Por los siglos de los siglos. Amén.

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Ant.: Alzaré la copa de la salvación y te ofreceré un sacrificio de alabanza. Ant. 3: Señor, tú eres el camino, tú eres la verdad, tú eres la vida del mundo. Cántico Cfr. Ap 19, 1-7 R. Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. R. Porque sus juicios son verdaderos y justos. R. Aleluya. Alabad al Señor, sus siervos todos. R. Los que le teméis, pequeños y grandes. R. Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. R. Alegrémonos y gocemos y démosle gracias. R. Aleluya. Llegó la boda del Cordero. R. Su esposa se ha embellecido. R. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant.: Señor, tú eres el camino, tú eres la verdad, tú eres la vida del mundo. Lectura breve 2 Co 11, 23-25

Yo recibí del Señor lo que, a mi vez, os he transmitido: que Jesús, el Señor, en la

noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, después de pronunciar la Acción de gracias, lo partió y dijo: «Éste es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía». Lo mismo hizo con la copa después de la cena, diciendo: «Ésta es la copa de la nueva Alianza que se sella con mi sangre. Cada vez que la bebáis, hacedlo en memoria mía». Responsorio breve V. Les ha dado pan del cielo. Aleluya, aleluya. R. Les ha dado pan del cielo. Aleluya, aleluya. V. El hombre ha comido pan de los ángeles. R. Aleluya, aleluya. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Les ha dado pan del cielo. Aleluya, aleluya.

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CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. ¡Oh sagrado banquete en que Cristo se da como alimento! En él se renueva la memoria de su pasión, al alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la futura gloria. Aleluya.

Alegría del alma en el Señor Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia –como lo había prometido a nuestros padres–, a favor de Abraham y su descendencia, por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, Por los siglos de los siglos. Amén. Ant.: ¡Oh sagrado banquete en que Cristo se da como alimento! En él se renueva la memoria de su pasión, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la futura gloria. Aleluya.

PRECES

Acudamos a Cristo, que invita a todos a su Cena y en ella entrega su cuerpo y su sangre para la vida del mundo; digámosle: «Cristo, Pan bajado del Cielo, danos la vida eterna».

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Cristo, Hijo de Dios vivo, que nos mandaste celebrar la Eucaristía como memorial tuyo, enriquece a tu Iglesia con la celebración de tus misterios.

Cristo, Señor nuestro, sacerdote único del Dios altísimo, que has querido que tus ministros te representaran en la Cena Eucarística, haz que los que presiden nuestras asambleas imiten en su manera de vivir lo que celebran en el Sacramento.

Cristo, maná bajado del cielo, que haces un solo cuerpo de cuantos participan de un mismo pan, aumenta la unidad y la concordia entre los que creen en ti.

Cristo Jesús, Médico enviado por el Padre, que por el pan de la Eucaristía nos das el remedio de la inmortalidad y el germen de la resurrección, da salud a los enfermos y esperanza a los pecadores. (Se pueden añadir intenciones libres).

Cristo Señor, rey al que esperamos, Tú que nos mandaste celebrar la Eucaristía para anunciar tu muerte y pedir tu retorno, haz participar en tu resurrección a los que han muerto estando en tu amor. Pidamos al Padre, como Cristo nos enseñó, nuestro pan de cada día: Padre nuestro... ORACIÓN

Señor nuestro Jesucristo, que este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros los frutos de tu redención. Tú que vives y reinas.

(Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo y lo despide. De no ser así, la conclusión es como sigue). V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén.

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SELECCIÓN DE CANTOS EUCARÍSTICOS

Ofrecemos una serie de cantos eucarísticos, como una ayuda para las mismas Celebraciones. El criterio que guió esta selección, fue ofrecer algunos de los cantos más tradicionales, algunos de ellos del repertorio gregoriano, para que no caigan en el olvido, además otros cantos conocidos la celebración. Esperamos ofrecer en el menor tiempo posible un subsidio con la partitura, acompañado de un disco compacto o audiocasete. AVE VERUM

Ave verum Corpus Natum De Maria Virgine Vere passum, inmolatum In cruce pro homine. Cujus latus perforatum Fluxit aqua et sanguine. Esto nobis paegustatum Mortis in exanime. O Jesu dulcis, O Jesu pie, O Jesu, fili Mariae!

JESU DULCIS MEMORIA

1. Jesu dulcis memoriadans vera cordis Gandiased super mel et omniaejus dulcis presentia.

2. Nil canitutur suavisnil auditur juncundusnil cogitatur dulciusquam Jesus Dei Filius.

3. Jesu spes paenitentibusquam pius est petentibus!quam bonus te quaerentibus!Sed quid in venientibus?

4. Nec lingua valet dicerenec litera exprimereexpertus potest crederequid sit Jesum diligere.

ADORO TE DEVOTE Adoro te devote, latens Deitas Que sub his figuris vere latitas: tibi se cor meum totum subiicit, quia te contemplans totum deficit. Visus, tactus, gustus, in te fallitur sed auditu solo tuto creditur. Credo quidquid dixit Dei Filius: nihil hoc verbo Veritatis verius. In cruce latebat sola Deitas; at hic latet simul et humanitas.

II HORA SANTA, LITURGIA DE LAS HORAS Y CANTOS EUCARÍSTICOS

Ambo tamen credens atque confitens peto quod petivit latro penitens. Plagas, sicut Thomas, non intueror; Deum tamen meum confiteor. Fac me tibi semper magis credere, in te spem habere, te diluyere O memoriale mortis Domini, Panis vivus vitam praestans homini, praesta meae menti de te vivere, et te illi semper dulce sapere. Pie pelicane, Iesu Domini me inmundum munda tuo sanguine cuius una stilla salvum facere totum mundum quit ab omni scelere Iesu, quem velatum nunc aspicio, oro fiat illud quod tam sitio ut, te revelata cernens facie, visu sim beatus tuae gloriae. Amen. PANGE LINGUA

1. Pange, lengua, gloriosi Corporis mysterium, Sanguinisque pretiosi, quem in mundi premium fructum ventris generosi rex effundit gentium.

2. Nobis datus, nobis natus ex intacta virgine, et in mundo conservatus, sparso verbi semine, sui mora incolatus miro clausit ordine.

3. In supremae nocte coenae recumbens cum fratribus, observata lege plene, cibis in legalibus, cibum turbae duodenaese dat suis minibus.

4. Verbum caro, panem verum, Verbo carnem efficit, fitque sanguis Christi merum, et si sensus déficit, ad firmandum cor sincerumsola fides sufficit.

5. Tantum ergo Sacramentum veneremur cernui; et antiquum documentum novo cedat ritui prestet fides supplementum sensuum defectui.

6. Genitori genitoque laus et jubilatio; salus, honor, virtus quoque sit et benedictio; precedenti ab utroque compar sit laudatio. Amen.

CONGRESOS EUCARÍSTICOS PARROQUIALES

HIMNO DEL I CONGRESO EUCARÍSTICO NACIONAL (1924) Cantad, cantad; la Patria se arrodilla al pasar Jesucristo Redentor, un nuevo sol para nosotros brilla, sol del amor, del amor. ¡Hostia! ¡Sol del amor! Tu luz inflama el corazón de México leal; el corazón del pueblo que te ama, el corazón del pueblo que te aclama en tu paso triunfal. Triunfe tu amor, ¡oh Sol Sacramentado! Del corazón de un pueblo siempre fiel, disipa ya las nieblas del pecado, ven a reinar, ven a reinar en él. Orne tu luz con resplandor divino de nuestros padres la radiante fe; vuelva a buscar la Patria su destino de tu sagrario, de tu sagrario al pie. ¡Hostia de paz! La Patria atribulada sólo de ti remedio espera ya; un rayo de tu luz, una mirada, una mirada, Señor, ¡y vivirá!. CANTEMOS AL AMOR

1. Cantemos al amor de los amores, cantemos al Señor: Dios está aquí:¡Venid adoradores! Adoremos a Cristo Redentor.

¡Gloria a Cristo Jesús! ¡Cielos y Tierra, bendecid al Señor! ¡Honor y gloria a ti, Rey de la gloria! ¡Amor por siempre a ti, Dios del amor!

2. Por nuestro amor oculta en el sagrario su gloria y esplendor; para

nuestro bien se queda en el santuario esperando al justo y pecador. 3. ¡Oh gran prodigio del amor divino!¡milagro sin igual!¡prenda de

amistad, banquete peregrino, do se come al Cordero celestial!

II HORA SANTA, LITURGIA DE LAS HORAS Y CANTOS EUCARÍSTICOS

ALTÍSIMO SEÑOR Altísimo Señor, que supiste juntar a un tiempo en el altar ser cordero y pastor, quisiera con fervor amar y recibir a quien por mí quiso morir.

1. Venid hijos de Adán, al convite de amor que nos dará el Señor, de este Divino Pan, de tan dulce sabor, de tal gracia y virtud, que en él nos da gozo y salud.

2. Cordero divinal, por nuestro sumo bien, inmolado en Salem, en tu puro raudal de gracia celestial lava mi corazón, que fiel te rinde adoración.

3. Suavísimo maná, que sabe a dulce miel ven, y del mundo vil nada me gustará. Ven y se trocará del destierro cruel con tu dulzura la amarga hiel.

¡OH BUEN JESÚS!

1. ¡Oh buen Jesús, yo creo firmemente, que por mi bien estas en el altar, que das tu Cuerpo y Sangre juntamente, al alma fiel en celestial manjar, al alma fiel en celestial manjar.

2. Espero en ti, piadoso Jesús mío, oigo tu voz que dice: «Ven a Mí».Porque eres fiel, por eso en ti confío todo, Señor, espérolo de ti, todo, Señor, espérolo de ti.

3. Dulce Maná y celestial comida, gozo y salud de quien te come bien, ven sin tardar, mi Dios, mi luz, mi vida, desciende a mí, hasta mi pecho ven, desciende a mí, hasta mi pecho ven.

ARDIENTE SOL DE GRACIA Ardiente sol de gracia, ¡oh celestial Maná! Derrama sobre el alma tu amor y santa paz.

1. Infundes nueva vida al pobre pecador, a su alma das deseos del Reino Celestial, cual fulgurosa estrella que brilla sin cesar. Haz en mi pecho amante brillar tu caridad.

2. Oculto en este velo, está tu Corazón; ¿y no arderá mi pecho, oh Dios, por tanto amor? De mi alma los deseos, recíbelos, Jesús; de lo que soy y tengo, el dueño eres Tú.

CONGRESOS EUCARÍSTICOS PARROQUIALES

3. No bien llega a mi alma un rayo de tu amor, que ya me siento lleno de ardor y devoción. Detesto mis pecados, los miro con horror, mi pecho al recordarlos, se inunda de aflicción.

VEN A MÍ, DULCE PAN

Ven a mí, dulce Pan de la vida; ven, consuela mi amargo dolor. Soy la oveja que andaba perdida, Lejos, lejos de ti, mi Señor.

1. Sacramento admirable y divino, Verbo santo, delicia de Dios, para hallar la salud y la vida, levantamos a ti nuestra voz.

2. Ven, angélico Pan de los cielos, a las almas que van de ti en pos; ven al hombre que gime la amargura de tanto dolor.