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Otra vez viajeras al Caribe 51 no. 5: 51-59, enero-marzo de 1996. Profesora. Universidad de La Habana. Otra vez viajeras Otra vez viajeras Otra vez viajeras Otra vez viajeras Otra vez viajeras al Caribe al Caribe al Caribe al Caribe al Caribe L as ediciones individuales o las compilaciones con fragmentos de libros de viaje han priorizado a los hombres. La gran tradicin de viajeros-descubridores (Marco Polo, Coln), viajeros-cronistas Joinville, Daz del Castillo), viajeros-cientficos (La Condamine, Humboldt), no incluye mujeres. «Lgicamente» excluidas de hazaæas como el Descubrimiento y la Conquista, las Cruzadas religiosas y expediciones naturalistas, eran escasas sus posibilidades de participar y dejar testimonio de tales empresas. En el siglo XIX, con el desarrollo de las vas martimas y las fØrreas, aumentan los desplazamientos internacionales. Con este mejoramiento se incrementa el interØs por viajar y la difusin editorial de estas experiencias. Los cambios tØcnicos influiran en las posibilidades de las mujeres de conocer nuevas tierras, aunque, por razones «naturales», tendran menos oportunidades que los hombres. A pesar de las restricciones sociales y econmicas se lanzaron a lo desconocido, a veces acompaæando a sus maridos y, en ocasiones, por motivos propios, en busca de salud, entretenimiento o trabajo. La compilacin Viajeras al Caribe 1 reuni la produccin textual -diarios, cartas, memorias, libros de viaje- de europeas y estadounidenses, visitantes a territorios insulares o continentales de la cuenca del Caribe, en el siglo XIX. Su presentacin entonces, al lector de habla hispana, pretendi descubrir la voz de mujeres, asomadas a la escritura con la intencin de alcanzar autoridad intelectual, como la Condesa de Merln o, sin sospechar la trascendencia, como Lady Nugent. Pero la perspectiva de gØnero no rebasaba la voluntad de reunirlas en un volumen y aproximarse, tmidamente, a los intereses «femeninos»: curiosidad por las otras mujeres, su educacin y la de los niæos, sus vestimentas, y otros tpicos afines. Aquella tentativa, inØdita en el contexto cubano -y, al parecer, en el latinoamericano-, se inscriba en una de las tendencias en el estudio de la literatura de viajes: 2 considerarla fuente documental complementaria de la historia, crnica personal de acontecimientos. Participaba tambiØn de la inclinacin a enfatizar lo subjetivo y los aspectos propiamente literarios del relato como el estilo y el tono. Nara Araœjo Nara Araœjo Nara Araœjo Nara Araœjo Nara Araœjo

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https://books.google.com.co/books?id=A5-ZBgAAQBAJ&pg=PA19&lpg=PA19&dq=Configuraci%C3%B3n+de+la+Persona+humana&source=bl&ots=2XrPiDNERa&sig=pSJZLKqlLfENZ6n17vkm0BTOY24&hl=es&sa=X&ei=3e1cVde7AsyxsATE4oHYBQ&ved=0CDsQ6AEwBTgo#v=onepage&q=Configuraci%C3%B3n%20de%20la%20Persona%20humana&f=false

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  • Otra vez viajeras al Caribe

    51

    no. 5: 51-59, enero-marzo de 1996.

    Profesora. Universidad de La Habana.

    Otra vez viajerasOtra vez viajerasOtra vez viajerasOtra vez viajerasOtra vez viajerasal Caribeal Caribeal Caribeal Caribeal Caribe

    Las ediciones individuales o las compilaciones confragmentos de libros de viaje han priorizado a loshombres. La gran tradicin de viajeros-descubridores(Marco Polo, Coln), viajeros-cronistas Joinville, Dazdel Castillo), viajeros-cientficos (La Condamine,Humboldt), no incluye mujeres. Lgicamenteexcluidas de hazaas como el Descubrimiento y laConquista, las Cruzadas religiosas y expedicionesnaturalistas, eran escasas sus posibilidades de participary dejar testimonio de tales empresas.

    En el siglo XIX, con el desarrollo de las vasmartimas y las frreas, aumentan los desplazamientosinternacionales. Con este mejoramiento se incrementael inters por viajar y la difusin editorial de estasexperiencias. Los cambios tcnicos influiran en lasposibilidades de las mujeres de conocer nuevas tierras,aunque, por razones naturales, tendran menosoportunidades que los hombres. A pesar de lasrestricciones sociales y econmicas se lanzaron a lodesconocido, a veces acompaando a sus maridos y,en ocasiones, por motivos propios, en busca de salud,entretenimiento o trabajo.

    La compilacin Viajeras al Caribe1 reuni laproduccin textual -diarios, cartas, memorias, librosde viaje- de europeas y estadounidenses, visitantes aterritorios insulares o continentales de la cuenca delCaribe, en el siglo XIX. Su presentacin entonces, allector de habla hispana, pretendi descubrir la voz demujeres, asomadas a la escritura con la intencin dealcanzar autoridad intelectual, como la Condesa deMerln o, sin sospechar la trascendencia, como LadyNugent. Pero la perspectiva de gnero no rebasaba lavoluntad de reunirlas en un volumen y aproximarse,tmidamente, a los intereses femeninos: curiosidad porlas otras mujeres, su educacin y la de los nios, susvestimentas, y otros tpicos afines.

    Aquella tentativa, indita en el contexto cubano -y,al parecer, en el latinoamericano-, se inscriba en una delas tendencias en el estudio de la literatura de viajes:2

    considerarla fuente documental complementaria de lahistoria, crnica personal de acontecimientos.Participaba tambin de la inclinacin a enfatizar losubjetivo y los aspectos propiamente literarios del relatocomo el estilo y el tono.

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    No se desconoca entonces que los libros de viajehan construido una cierta imagen del llamado Primermundo, y que las ideologas subyacentes -colonialismoy racismo, antiesclavismo y liberalismo- permean estalectura del otro/Tercer mundo:

    algunos [viajeros] fijaron una serie de estereotipos y clichsque acabaron por difundirse en todo el mundo o por lomenos en todo el mundo europeo y anglosajn con mayorlentitud, pero con la misma eficacia que luego tendranotros medios como la radio, el cine y la T.V.3

    Ms de diez aos despus sigue vigente el estudiode la literatura de viajes, como espejo de costumbres ehistoria de sociedades diferentes, o relato autobiogrfico,cercano a la ficcin. Al mismo tiempo, se ha fortalecidola perspectiva de los estudios interdisciplinarios, en losque la literatura se vincula con la ideologa, laantropologa cultural y la etnografa.

    Un ejemplo de este tipo de estudios es Imperial Eyes.Travel Writing and Transculturation. Su autora se proponedescolonizar el conocimiento y la construccin quelos europeos hicieron del sujeto domstico,combinando el examen de la escritura de viajes con lacrtica de la ideologa.4

    La inclusin de viajeras en este libro es significativa,no solo por su ubicacin junto a los relatos maestros.El anlisis de gnero sexual, una de las direccionesdentro de los estudios culturales, permite, al comparartextos de hombres y mujeres, encontrar marcasdistintivas. La reiteracin del espacio domstico entextos femeninos puede connotar, como demuestraPratt, no solo una esfera de inters o habilidad, sino losmodos de construir el conocimiento y la subjetividad.5

    Ms de diez aos despus, Viajeras al Caribe tendraque ser asumido de otra manera. Una nueva lecturadebe considerar los avances de los estudios culturales yuna crtica feminista que ha rebasado la imagen de lamujer. Crtica para la cual la teora feminista analiza larelacin entre lo femenino y las instancias de poder, yel funcionamiento de la diferencia entre lo masculino ylo femenino, en sus vnculos con el saber y los gnerosde discurso.6 Tambin, abordar el anlisis temticodesde la perspectiva del gnero sexual.7

    Las relaciones entre lo pblico y lo privado sontpicos recurrentes en los estudios feministas querefutan el privilegio otorgado en nuestra cultura alespacio pblico (lo econmico/ poltico/ social/profesional/ intelectual), considerado como masculino,en detrimento del espacio privado, (lo emocional/sexual/ domstico), considerado femenino. Como haapuntado Gayatri Spivak, la desconstruccin de estosopuestos, lo privado y lo pblico, constituye un ciertoprograma, al menos implcito, en toda actividadfeminista. Para Spivak, no se trata tanto de invertir laoposicin, privilegiando la vala de lo privado/sexual/

    emocional/ domstico/ femenino sobre lo pblico,sino su desplazamiento. En la medida en que lo(llamado) pblico est tejido de lo (llamado) privado,la definicin de lo privado est marcada por unpotencial pblico, al constituir la textura de la actividadpblica.8

    No se trata entonces de ignorar esa dicotomaenraizada en la cultura, sino de socavada al revelar lasmaneras en que sus supuestos compartimientos estancosno son tales, sino espacios mviles, permeables y/ointercambiables. Lo pblico y lo privado son categorasespaciales y por tanto imprescindibles en el anlisis dela literatura de viajes.

    La literatura de viajes es por antonomasia literaturade espacios, no solo fsicos sino tambin culturales. Eltrnsito de lo conocido a lo desconocido, de lo propioa lo ajeno, de lo Uno a lo otro, de la mismidad a laalteridad, impone ciertas exigencias a este tipo deescritura. Escritura de lo pblico, pues el espacio arecorrer se inscribe, bsicamente, en esta esfera.

    Las mujeres que viajan participan de esta manera enuna dimensin espacial de lo pblico; cuando escribensus textos, con el fin de publicados luego, esa dimensinse multiplica, pues mediante la escritura acceden a unaforma de autoridad social. La interrelacin entre lopblico y lo privado quizs se hace ms evidente en lostextos de viajeras, puesto que las exigencias propias deesa forma discursiva las obliga a participar como sujetosenunciativos en espacios abiertos.

    La escritura tiene en este caso como asuntonormado, como expectativa formal, el espacio pblico.Las incursiones en el mundo de la familia o la vidacotidiana, de la intimidad, tendrn esa proyeccin, y noes por azar que en los textos de las viajeras estosaspectos ocupan ms la atencin que en los de loshombres.

    La evaluacin de ese espacio abierto implicar,como forma elocutiva privilegiada la descripcin, otraexigencia de la escritura de viajes. La prolijidad y eldetallismo de los textos de viajeras -por supuestoigualmente presentes en textos de viajeros, peroparticularmente visibles en los de las mujeres- haranpensar ms que en virtudes naturales, propias del sexo,en un impulso determinado, quizs, por una voluntadde hacer creble el relato, de darle densidad, delegitimarlo.

    La relacin en estos textos de los detalles del fsicode instalaciones o personas, tanto de sus rasgos externoscomo modos de comportamiento o maneras devestirse, transparentan un esfuerzo por apresar larealidad y una posicin frente al conocimiento y el saber.Ese apresamiento pretende ser total, pues los tpicosvan ms all de las iniciales descripciones -esperadas-de la entrada en un puerto o la llegada en el ferrocarril.

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    La escritura de viajes de las mujeres incorpora unaamplia gama de asuntos. N o es simple costumbrismo,es descripcin factualista y evaluacin de los sistemasde explotacin -esclavitud o trabajo asalariado-; lasinstalaciones -ingenios, cafetales y factoras-; sistemasde leyes, educativos y polticos.

    Nada parece escapar al afn totalizador de estasviajeras que, aristocrticas o republicanas, conservadoraso feministas, asumen el nuevo espacio pblico en todasu dimensin humana. Para hacerlo, recurren a datosde altitud y distancia, histricos y antropolgicos,etnogrficos y econmicos, gastronmicos; a cifras deproduccin, registros de precios y costos. Esafactualidad contribuye a producir un efecto deveracidad, aun cuando d lector sospeche que puedehaber (y hay) errores.

    Viajeras en el espacio pblico

    Las mujeres del XIX que desde los Estados Unidoso Europa viajan al Caribe, irrumpen en el espaciopblico por el hecho de salir al mundo, pero, sobretodo, porque establecen con ese espacio una relacinvinculada con el conocimiento y la autoridad. Paravalidar sus discursos se sirven del factualismohistoricista.

    Si Mathilde Houston, en Texas and the Gulf of Mexico;or Yatching the New World (1884), incluye una noticiahistrica de Cuba, Frederika Bremer en Homes of theNew World (1853) se extiende sobre los bailes de negroscon una inclinacin etnogrfica evidente. Si Julia Hoween A Trip to Cuba (1860) dedica un captulo a laesclavitud, las leyes cubanas y sus instituciones, RachelWilson Moore en The Journal of Rachel Moore (1867)abunda sobre el trabajo esclavo, el asalariado y laeducacin. En Porto Rico and West Indies (1899),Margherite Arline Hamm construye (prcticamente) unproyecto de expansin imperial sobre la base de unadetallada descripcin e informacin de cada uno delos aspectos de Puerto Rico. Estas viajeras asumen lasexigencias de la recepcin de la escritura de viajes y, enalgunos casos, las sobrepasan.

    En el Journal of a Voyage to and Residence in the Island ofJamaica from 1801 to 1805... (1839) de Lady Nugent, ladimensin espacial es revelante. Esposa del Gobernadoringls en Jamaica, Mary Nugent vivi en esa coloniabritnica entre 1801 y 1805. Esa residencia le permiteun registro ntimo de su vida pblica, como esposa delrepresentante de la monarqua britnica en la pequeacolonia. Lleva un diario durante esos aos con unaminuciosidad extrema y sostenida. En sus pginasasienta, detalladamente, sus actividades, las de su esposoy el entorno domstico. Su habitacin es un espacioprivado del cual sale a un ambiente pblico que puede

    resultar asfixiante, por la vulgaridad de los plantadores,tambin sbditos de la corona, pero diferentes aaquellos que viven en la metrpoli, o la estrechez mentalde las damas criollas, entre otros agobios.

    La Nugent va tejiendo una historia y un discurso dela que su marido es actor principal pero ella esprotagonista y sujeto enunciativo. La habitacin y eldiario son cajitas chinas que encierran un espacioconstruido por Lady Nugent. Las recurrentesdescripciones de las casas de las plantaciones revelanque la casa es imagen protectora de un medio adversoque los hombres conquistan y defienden con las armasy la explotacin del trabajo esclavo. El espacio privadode la escritura es el dominio de Mary Nugent, la instanciaen que ella puede argumentar con los plantadores,describir y criticar a sus mujeres, elaborar una polticade moralizacin de una sociedad (por ahora)inevitablemente esclavista, cruel por amoral. Es unespacio discursivo de lo privado donde ocurre lainterrelacin conflictual con lo pblico.

    La casa en La Havane (1844) es el espacio en el cualse reconstruye y recupera la identidad. Mara de lasMercedes Santa Cruz y Montalvo ha nacido en LaHabana pero se ha arraigado en Europa, donde, pormatrimonio, obtiene un ttulo de nobleza, e intenta hacercarrera literaria. Cuando regresa a Cuba en 1840,reencuentra un espacio albergado en su memoria y enlas pginas de una autobiografa anterior, Mis doce primerosaos (1831).9

    Su cuaderno sobre este retorno al pas natal combinalo privado y lo pblico, el alegato reformista y la vidantima habanera. Dividido en treinta y seis cartas,dirigidas a figuras pblicas como Georges Sand o elBarn de Rostchild, estas pueden subdividirse a su vezde acuerdo con esas dos direcciones. El alegato participade las ideas de la avanzada sacarcrata cubana, cuyospostulados son esclavitud sin trata, autonoma sinindependencia, e inmigracin blanca.

    Este lado pblico de su libro, inscrito en una accinsocial y poltica, tiene su respaldo en el lado privadodel relato. La distincin que la autora establece entrehabaneros y espaoles se corresponde con la toma dedistancia de los criollos en relacin con los peninsulares.10

    Esos criollos an no cubanos pero habaneros, son definidosen el texto como diferentes a los canarios o catalanes, queviven en la Isla.

    La casa es el espacio idlico de la familia criolla/patriarcal/ esclavista, aquella que es depositaria de losvalores/ sostn del proyecto reformista. Proyectoreformista que es casi un anteproyecto de nacin. Loprivado es sustrato de lo pblico, lo apuntala y justifica.Los intelectuales orgnicos del momento: Jos AntonioSaco, Jos de la Luz y Caballero y Domingo del Monteusan el ensayo como forma discursiva de combate.

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    Mara de las Mercedes Santa Cruz utiliza el relatocostumbrista del espacio domstico para impulsar laargumentacin factualista del espacio pblico.

    En el contexto inocente de un libro de viajes,dedicado al Capitn General de la Isla de Cuba, ratificala condicin espaola de los cubanos, a la par quearticula un pliego de demandas criollo/reformistas.Trasgrede doblemente: se apropia de una formadiscursiva generalmente masculina y de los puntos devista, tambin masculinos, para insertarlos en un textoheterogneo, no convencional (femenino?).

    Algunos representantes de la intelectualidad orgnicade los dueos de plantaciones, vinculados al crculodelmontino,11 la ayudaron con apoyo personal einformacin. Jos Antonio Saco le pide a Luz yCaballero que lo ponga en contacto con ella;12 Luz yCaballero le comunica a Jos Luis Alfonso, uno de lossacarcratas avanzados, que aguarda a la Merln en LaHabana para atenderla comme il faut.13 Domingo delMonte haba comentado elogiosamente su primer textoautobiogrfico en la Revista Bimestre Cubana. 14

    En la carta sobre el desarrollo intelectual en la Isla(XXVIII), la Merln toma como ejemplos elocuentes aSaco, Luz y Caballero y Del Monte. La carta (XX),dedicada a la esclavitud, era muy cercana al ensayo deSaco, Mi primera pregunta: La abolicin del comerciode esclavos africanos arruinar o arrasar la agriculturacubana?, y en ella, la autora le da crdito a Saco y localifica de patriota ilustrado.

    Los nexos familiares de la Merln -por intermediode su padre (conde de Jaruco) y abuelo materno(Montalvo)-, con la sacarocracia insular, la hacan voceraconfiable de ese grupo. Aun as, Saco expres susreservas, pues sospechaba que el propsito de la Merln,con la publicacin de la obra, era obtener beneficiospersonales. Le escribe a Del Monte que habacolaborado para el libro de la Merlin sobre la formadel gobierno en la isla de Cuba, liberndola de cualquiercompromiso para omitir, aumentar o alterar.

    Pero temeroso de las influencias sobre ella, Saconunca quiso comprometerse con la revisin del libro, apesar de los ruegos de Mercedes. Sobre esto le escribea Del Monte: [] siempre he sabido sacar el cuerpo.15

    Esta desconfianza podra explicarse por lo inusitadode un libro semejante de autora femenina, concebidopara ser publicado.

    Lo pblico entra de lleno en el diario de MaryNugent al quedar registradas las actividades de esaesfera. Su implicacin personal en estas se hace evidente,mediante la escritura del diario. El espacio privado esapoyo del pblico en la medida en que es una instanciaque permite a la autora proyectar su propia idea sobrela Isla. Pero esos dos espacios estn en tensin (no enoposicin), es el dilogo de un conflicto.

    A diferencia del diario de Lady Nugent, el espacioconstruido por la condesa de Merlin en su escritura,alberga lo pblico y lo privado en otra dinmica, comopartes de un solo discurso, aun si formalmente seconstituyen en subtextos independientes (las cartas). Lasituacin de estas viajeras es distinta. Lady Nugentenuncia su texto desde la posicin de representante delpoder imperial, frente a una clase social nueva. Losplantadores en esta colonia britnica eran ausentistas,lo cual retras el proceso de formacin de la conciencianacional, junto a la carencia de instituciones educativassemejantes a las de las colonias espaolas.

    Por eso, entre otras razones, las colonias inglesas noalcanzaron la independencia hasta la segunda mitad delsiglo xx. Aun en esta situacin, los intereses de los dueosde plantaciones y su formas de vida eran diferentes. LadyNugent necesita un espacio personal donde expresarlo que la distancia de ellos. Como escribe para s misma,puede expresar con libertad sus juicios, aun siendo laseora del Gobernador. Por serlo, necesita del ejerciciode la escritura como una tribuna.

    La condesa de Merlin, a medio camino entre lacolonia y Europa, puede censurar como extranjera,pero necesita recuperar en su escritura un espacio deincipiente cubana. A pesar de su enftico somosprofundamente y exclusivamente espaoles,16 su librose inscribe en la tendencia del reformismo ilustrado,que aspira a desarrollar la economa insular, de acuerdocon los intereses de una clase pujante.

    Para ella ese libro s es un proyecto editorial y nohay que desvincular esa intencin de lo explosivo de sucontenido. La Merlin, adems, vive en Pars, no enMadrid. No es un accidente que su libro aparezca enfrancs en Pars y que la edicin espaola salga mstarde en Madrid, despojada convenientemente de lascartas difciles. El Diario de Lady Nugent serpublicado en Londres, cinco aos despus de sumuerte, para circulacin privada.

    Colocadas en situaciones enunciativas diferentes,ambas autoras recurren a informacin proporcionadapor hombres, como para reforzar o legitimar susdiscursos. El diario de Lady Nugent est constituidobsicamente con sus opiniones, pero ella se sirve de losdespachos militares de su esposo para aadir oconfirmar datos. La puntualidad y detallismo de lasdescripciones, los nombres de personas y lugares, elregistro de los horarios fijos, el recuento pormenorizadode actividades polticas, militares y sociales pareceraindicar una bsqueda de seguridad, un esfuerzo porapresar la realidad, como si no bastara su evaluacinsin lo factual y documental.

    La condesa de Merlin acude a fuentes de ensayistasy novelistas y los asume como suyos, en una operacincalificada por la crtica como plagio,17 pero que pudiera

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    indicar una necesidad de encontrar apoyo y sustentoen un discurso ya legitimado.18 La Merlin hace explcitasu inquietud por la veracidad de su relato:

    y aunque muy a pesar mo me veo obligada, para no faltara la verdad histrica, a mezclar a las tristes imgenes queofrece esta carta [sobre los entierros], la pintura de estevestido lujoso y grotesco que aqu se lleva solamente enestos casos...19

    Esta preocupacin se vincula con las expectativasde credibilidad que quiere crear para su texto, y en laapelacin algo retrica con la que quiere resultarconvincente:

    Qu feliz sera amigo mo, si los grmenes que contienenesas observaciones de una mujer, guiada por el simplesentido comn y por el amor al pas, pudieran volversefrtiles para una de las regiones del mundo ms maladministradas y ms fciles de regir; si los hombres deestado de Espaa, entre los que se encuentran inteligenciassuperiores y sagaces, se detuvieran un momento paraescuchar esta voz dbil pero sostenida por la razn, por loshechos, por los intereses, posiblemente por los temoresdel porvenir. 20

    En este fragmento la oposicin genrica se articulasobre presupuestos convencionales: la mujer dbilsuplica al hombre inteligente que la escuche; su voz esdbil, pero est sustentada en el sentido comn y larazn, valores tradicionalmente masculinos -por lotanto atendibles- y, por supuesto, en el amor al pas.Colocarse por debajo de la inteligencia es asumir unaposicin tradicional; apoyarse en atributos que lamasculinidad ha hecho sus emblemas es hablar, a loshombres, en un lenguaje reconocible: estrategia femeninade autodevaluarse por convencimiento o por argucia.

    Otras viajeras apelan a ella. En Life in Mexico during aresidence of two years in that country (1843) la marquesaCaldern de la Barca establece explcitamente los lmitesde su versin. Al despojada de un carcter definitivoasume una actitud autodefensiva. En otra forma deestrategia, tambin retrica, se protege del margen deerror, reconociendo de antemano lo relativo de susjuicios. Rechaza de manera explcita ser enftica, aunquesu discurso lo es. No tiene la verdad, no aspira a tenerla:

    No pretendo formar juicio alguno acerca de La Habana,porque nos ha tocado en suerte verla en beau.21 l...] as enfrusleras como en cosas de importancia, es muy importantepara el viajero el comparar sus opiniones en diversosperodos, a fin de corregirlos. Las primeras impresionesson de gran importancia si solo se les consigna como tales;pero hay que darles el peso de opiniones definitivas porquese incurre forzosamente en error.22

    Mathilde Houston en Texas and the Gu/f of Mexico(1884), hablando de la esclavitud, se autodevala para,a rengln seguido, lanzar una diatriba que tiene la verdadcomo eje:

    Despus de escribir todo esto, se me ha ocurrido que lamisma cosa ha sido dicha antes, y mucho mejor de lo quepuedo yo decido; pero dejemos eso. Es verdadero creo yo,lo que ya es algo en esta generacin falsa. Ningn tema, yahora escribo sobre la verdad, puedo afirmar que ningntema como el de la esclavitud ha ofrecido jams una pruebams fuerte de las profundidades en que yace enterrada estavirtud.23

    Jenny Tallenay, al final de su libro Souvenirs duVenezuela (1884), proclama su fidelidad pero se cuidade dejar margen a la imperfeccin:

    El relato que se acaba de leer es un resumen fiel y porincompleto que sea esperamos que inspirar a otros el deseode seguir huellas y completar nuestra obra con estudiosnuevos y observaciones ms extensas y ms profundas.24

    Resumen fiel pero incompleto que deber sercontinuado con observaciones ms extensas yprofundas. Se proclama la verdad pero se aceptan susinsuficiencias. Autodevaluacin, por convencimientoo por argucia?

    Mary Lester (Soltera) concluye su A Ladys RideAcross Spanish Honduras (1884) con una apelacin:

    he regresado a casa ms pobre (Dios me ayude) pero mssensata y feliz. La ley de la bondad ha convertido lo amargoen dulce. A esta ley apelo, si Soltera fuera losuficientemente afortunada como para encontrar lectoresdel relato de su viaje a Honduras. Vale.25

    Solamente la fortuna podr garantizar que la autoraencuentre lectores. Por qu? Inseguridad, falsamodestia?

    El afn o inquietud de validar un saber se expresaen los textos de viajeras mediante estrategias discursivasen las que se buscan formas de autoproteccin;estrategias indicadoras de real incertidumbre o de unairona de las autoras frente a los Saberes y Epistemesrelacionados con la Verdad. Verdad que forma partede las exigencias y expectativas de la escritura de viajes.

    Al comparar estos textos de viajeras al Caribe contextos de viajeros a la misma regin (especficamente aCuba), y en el mismo siglo, aparecen marcas distintivas.En los textos de viajeros no suele haber autodevaluacinsino reafirmacin. En su prefacio de autor a Cartas(1829), el reverendo Abiel Abbot no deja lugar a dudas:

    Las cartas fueron escritas cuando todava estaban presentesante l [Abbot] o vvidos en su mente los paisajes quetrataba de pintar. No obstante, han sido sometidos a unacuidadosa correccin a la luz de datos posteriores. Se hanexpresado opiniones, y ms adelante, al tener mejoresinformes se han abandonado o han sido modificados.26

    Abbot insiste en la frescura de sus impresiones y ensu correccin posterior con fuentes librescas. No seautodisminuye, no se excusa, no se justifica ni suplica.Ha cumplido con la Verdad porque sabe que esta esobjetivo de este tipo de escritura:

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    Los paisajes que ha ilustrado representan las cosas queestaban ante su vista, tan exactos en cuanto a lascircunstancias como ciertos en lo que a la vida respecta, entodo lo que su lpiz ha sido capaz de retratar; y estadeclaracin en cuanto a los hechos est de acuerdo con susconvicciones, puesto que cree que todo viajero est tanobligado a decir la verdad como un testigo que declarasebajo juramento ante un tribunal de justicia.27

    Exactos, ciertos, verdaderos son los paisajes quesu lpiz ha sido capaz de retratan. Capacidad ymimesis, reproduccin fiel. Abbot es monoltico, casiautoritario, masculino. Jacinto Salas y Quiroga en suViaje a Cuba (1840) tambin alude a la verdad de sucontar en tono enftico e igualmente declarativo:

    Pero, como sea mi nimo no ensear, no dogmatizar, nopredicar, sino decir sencillamente lo que he podido ver yobservar en mis viajes, en lo fsico y moral del mundo, noporque a m haya acaecido, pero por el entretenimiento quepueda proporcionar su lectura, y la experiencia que reportena los dems mis aventuras y observaciones; pienso serfranco y no mentir. Dir lo que he visto y callar lo demsy as, si mi obra no produce bien, no inducir al menos enlos errores que siembran esos hombres que hablan de loque ni escasamente entienden y quieren en vano adivinar.28

    Hay un decir verdadero que producirentretenimiento y experiencia y, si as no fuera, al menosno inducir a error. No hay vacilacin sino certeza,aunque en el mismo prrafo se proclame que no espretensin ensear, dogmatizar o predicar. Salas yQuiroga, como Abbot, no necesita de estrategias nisimulacros. Ellos tienen y (por tanto) dicen la verdad.Su relacin con los saberes y el conocimiento no esconflictual como s parece an serlo para aquellas viajerasal Caribe.

    La particular dinmica entre el espacio pblico y elprivado, sus desplazamientos en la escritura de lasviajeras, est a su vez en relacin con las maneras enque esos espacios son textualizados. Factualidad ydocumentalismo, detallismo e historicismo son rasgosreiterados que traslucen una conciencia de la necesidadde legitimar el relato. Las estrategias retricas deautodevaluacin o autolimitacin -autnticas osimuladas, directas o irnicas-, caracterizan a un sujetode la enunciacin, femenino.

    Ese sujeto focaliza no solo el espacio pblico(profesional/ econmico I poltico/ intelectual)cumpliendo los requisitos de la escritura de viajes, sinotambin el privado (emocional/sexual/domstico). Losespacios de la familia -la casa, las comidas, laservidumbre, el mobiliario- las actividades propiamentedomsticas, la dinmica del ncleo familiar son topoi,como lo son la entrada en la ciudad y la primera visindel nuevo territorio, la esclavitud o el despotismo.

    En ese escenario, personaje principal es la mujer quese mueve dentro y fuera de la casa, siendo de intersjustamente ese movimiento. Los viajeros no se detienen,

    particularmente, en sus congneres, si no es para apoyarla presentacin y evaluacin de un asunto pblico; nitampoco en la vida domstica. Las mujeres muestranuna conciencia de gnero, no solo en la escritura deviajes sino tambin en textos autobiogrficos, poticos,de ficcin. Se interrogan sobre la condicin de la mujer,su status e idiosincrasia, en trminos de gnero sexual.

    En las viajeras esta autoconciencia implica unadiferencia; diferencia percibida tanto para la mujerblanca -que enuncia el relato o que es objeto de l- opara la negra esclava, la mulata o la mestiza. La mujer,siempre en la periferia, aun cuando pertenezca a laslites, merece rengln aparte.

    La condesa de Merlin dedica la Carta XXV, dirigidaa George Sand, a las mujeres de La Habana, yMargherite Arline Hamm, un captulo a El mundo dela mujer. La concentracin y extensin del tpico seexplica por la naturaleza de esos libros, verdaderosproyectos, el de la Merlin del reformismo, el de Hamm,del imperio. Dedicar textos especficos a las mujeres(criollas) en esos contextos revela la importancia quelas autoras atribuyen a la mujer en la articulacin decualquier tipo de nuevo proyecto de Estado. Las crticasa sus congneres estn vinculadas con el progresismode sus discursos respectivos (reformismo vs.absolutismo; neocolonialismo vs. colonialismo) y suinmersin explcita en terrenos pblicos, de hombres.

    Junto a estos ejemplos, casi programticos, lasreferencias reiteradas y explcitas al sexo femenino enotras viajeras son la constatacin de la autoconciencia yla diferencia. Desde el yo: Ahora que tengo una hijame interesa la conducta de todas las mujeres;29 el ella:Cecilia, la mujer negra, posee los ms bellos ojos negrosque he visto en un semblante negro...30 hasta el ellas:La que esto escribe ha mencionado ya algunasdecepciones, en cuanto se refiere a observar las cosasrelativas a la posicin del sexo en Cuba.31

    La relacin del yo con la otra, aun cuando participede la construccin de un sujeto colonial, forma partede esa conciencia de gnero que determina una posicinenunciativa. Posicin ligada tanto con la dinmica de lopblico y lo privado, como con la ansiedad delegitimarse, tratando de satisfacer expectativas deveracidad y exactitud.

    Viajeras: conciencia de gnero

    Al comparar dos textos de viajeros, un hombre yuna mujer, referidos al mismo asunto -la visita a uningenio cubano- la focalizacin y el orden de losrespectivos relatos traslucen las diferencias entre los dossujetos de la enunciacin. Al mismo tiempo, revelanlos desplazamientos textuales de los espacios pblicosy privado y la (llamada) conciencia de gnero.

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    Frederika Bremer, en las cartas que constituyen TheHomes of the New Worlds (1853), y Richard Henry Danaen el libro de viaje To Cuba and Back (1859) relatan suvisita al Ingenio Ariadna, en Matanzas, Cuba. La visitade Bremer se produjo en 1851 y la de Dana ocho aosdespus, as que la distancia temporal no es grande.Bremer le dedica a esa visita una extensa carta (quetiene como asunto la ciudad de Matanzas y el ingenio)32

    y Dana dos captulos, The Sugar Plantation. TheLabour; The Sugar Plantation. The Life.33

    El arranque de los relatos es significativo. FrederikaBremer comienza con una escena en la que ella sufre,noche y da, con la imagen de un grupo de mujeres esclavasque trabajan bajo el azote del ltigo. A partir de esaimagen, afectiva, entra en la descripcin de la vida delos esclavos: trabajo, alimentacin y vivienda. Ensegundo lugar, habla de la familia propietaria del ingenio.De ella destaca al dueo, de origen francs, de quienaprende sobre las distintas etnias africanas. Luego cuentala aventura vivida por l en su niez en Saint Domingue,cuando la rebelin de los esclavos.

    Dana comienza con una cena con los dueos delingenio. Esta descripcin de la cena (que le sorprendepor su correcin y estilo), y los seores (tres comme ilfaut), antecede a una reflexin sobre la tenencia de laspropiedades azucareras en Cuba. Entonces narra lamisma aventura, contada por Bremer, vivida por aquelmismo anfitrin.

    Bremer entra en el asunto de la esclavitud mediantela mujer, cuya imagen sufriente repercute en ella. Esasolidaridad de gnero le da pie al relato. Solo despusse referir a la familia de los dueos. Ha pasado de unasunto pblico, cuyo leitmotiv es la mujer, a lo privado.Dana comienza con una escena privada, familiar (dondepor razones circunstanciales no participa la esposa deldueo), para pasar a un asunto pblico, la esclavitud.La homologa de estos fragmentos reside en queambos viajeros establecen una relacin estrecha entrelo privado y lo pblico.

    Pero la viajera ha privilegiado en su descripcin a lamujer esclava, mientras que el viajero, al hombre blanco.La viajera ha focalizado la insercin de la mujer en laesfera pblica, acentuando la irrupcin (violenta) de loprivado en dicha esfera. El viajero ha privilegiado loprivado para colocarlo en la dimensin de lo pblico,en la medida en que el eje de esa cena es el dueo (y elsistema) de los esclavos. El desplazamiento de esosespacios sirve a la textualizacin de los respectivospuntos de vista.

    Los relatos de la aventura vivida por el dueo, siendosimilares, difieren. La ancdota consiste en su salvacinpor un negro esclavo de su plantacin. Bremer laintroduce luego de haber presentado al dueo como

    un hombre jovial, que le ha enseado todo lo que l haaprendido in situ sobre los africanos:

    Mi anfitrin, el seor Chartrain, es un francs vivo, charlatny corts, que posee gran agudeza y sagacidad y tengo queagradecerle muchas informaciones valiosas, sobre, porejemplo, las distintas tribus africanas, su carcter, su vida ysu estructura social en la costa, de donde procede la mayorade los esclavos. [...] El seor Chartrain ha estado en laregin, por lo cual es una fuente digna de crdito.34

    A rengln seguido Bremer se detiene en describiren detalle las distintas etnias africanas. Su informacinha sido acreditada (y legitimada), convenientemente, poreste hombre. La ancdota de la salvacin tiene comoprotagonista al esclavo negro y comienza focalizndolocomo tal:

    Pero tengo que hablarte de un negro cuya historia queme han contado- casi est unida a la de la familia duea dela plantacin. Es un bello testimonio de nobleza originaldel carcter de los negros, cuando este se desarrolla comoes debido. 35

    Es una historia de sacrificio del esclavo negro porsalvar la vida de su dueo blanco, semejante a la de lasnovelas de la tradicin del bon negre. Bremer coloca alsubalterno en posicin predominante, aun cuandoconserva la visin filantrpica/negrfila del XVIIIeuropeo: negro bueno/virtuoso que, bien tratado,protege y se expone por sus amos.

    Estos dos fragmentos son la clave del resto delrelato, Bremer describe el interior de las casas de losnegros esclavos y libres, pero tambin, en detalle, elproceso de fabricacin de azcar de caa, para terminarcon los bailes de los negros. Lo privado y lo pblico.Los dueos blancos amenizan el relato pero losprotagonistas son los negros.

    En su narracin, Dana aclara al principio que el negroesclavo es realmente el hroe de aquella aventura y suanfitrin, el sujeto de esta. Pero Dana coloca en el centrodel relato al hombre blanco:

    He is the living hero, or rather subject, for Saturday was thehero, of that tale. His father was a wealthy planter of SantoDomingo, a Frenchman, of larger estates, with wife,children, friends and neighbors ...36

    (El es el hroe viviente, o ms bien el sujeto.de esta historia,porque Sbado fue el hroe. Su padre era un rico plantadorde Santo Domingo, un francs que posea extensaspropiedades, con esposa, hijos, amigos y vecinos...)

    Relato en el que el esclavo negro salva la vida de unnio que, educado en Carolina del Sur, se instala luegoen aquella regin cubana, como dueo de un cafetalque, con el cambio de los tiempos, tiene que convertiren ingenio azucarero. El blanco cultivado y de buenasmaneras es protagonista de una historia de xito en laque el negro es personaje auxiliar.

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    Las restantes descripciones tienen al ingenio comoobjeto: la sustitucin del cultivo del caf por la caa deazcar, el proceso productivo caero, la organizacindel da en el ingenio, las instalaciones. Pero su perspectivaes la de la familia esclavista como ncleo director deun sistema de explotacin que, a los ojos de Dana,funciona.

    Es lgico entonces que termine sus dos captuloscon reflexiones sobre el sistema de explotacin esclavistadesde la perspectiva de lo privado. Como ejemplo, unfragmento final del primero:

    The only moral I am entitled to draw from this is, that awell-ordered private house with slave labour, may be moreneat and creditable than an ill-ordered public house withfree labor.37

    (La nica moral que puedo concluir a partir de esto es queuna casa privada, bien ordenada, con trabajo esclavo, esms limpia y acreditada que una casa pblica, mal ordenada,con trabajo libre.)

    La casa privada como metonimia del sistemaesclavista es la imagen clave del texto. El segundo captuloconcluye con una reflexin sobre el camino a seguirpor los jvenes que deben suceder a los antiguos dueosde las plantaciones. En esa casa privada el eje es unamo eficaz, inteligente y hasta benvolo.

    Que el relato de Bremer comience con la mujeresclava sufriente y su eje sean los negros, que el de Danase inicie con una cena impecable con los dueos y el ejesea la casa privada -clula directriz de la esclavitud-,son datos textuales y puntuales. De ellos podranderivarse filiaciones ideolgicas, y no solo.

    Bremer estructura la solidaridad con los negros,mensaje de su narracin, a partir de la simpata emotivacon la mujer esclava. Dana -poltico y abogadoantiesclavista de Massachusetts- se reconcilia con elsistema esclavista, mediante lo que reconoce como unatenencia eficaz. Su reticencia ideolgica cede ante laeficiencia econmica y el savoir faire intelectual. Susrespectivas estrategias se inscriben dentro de unatradicin discursiva marcada por el gnero sexual y laoposicin binaria: emocin/razn.

    Volviendo un poco atrs: en el texto de la condesade Merlin, la familia criolla/esclavista es locus ideolgicode una incipiente cubana. En el de Dana, los dueosextranjeros, el padre francs y el hijo estadounidense -la familia-, son ante todo, inteligentes administradores.La posicin frente a uno y otro espacio privado essustancialmente distinta. La operacin de Merlin esideolgica, pero la (re)construccin de la familia criollano est exenta de nostalgia y afectividad. Dana procedecon recursos intelectuales. No lo unen a Cuba losvnculos de la Merlin, ni sus propsitos editorialescoinciden. Aun as no podran desligarse, totalmente,

    sus estrategias de sus marcas genricas como sujetosde la enunciacin.

    Textos marginales?

    La escritura de viajes como una forma de laproduccin textual femenina es un terreno frtil -y anpoco desbrozado- para estudiar aspectos como larelacin de las mujeres con este gnero literario, suhorizonte de recepcin, las construcciones de gnero,raza, clase y nacin que vehiculan, y sus nexos con elpoder; as como sus marcas distintivas, en lacomparacin con textos de hombres. Viajeras al Caribepuede ser (re)visitada -ya ha empezado a serlo- conestas y otras expectativas. Los textos que en ella se renenforman parte de una escritura que, junto con laautobiografa y las memorias, han dejado de ser gnerosliterarios, marginales o menores, para ser incorporadospor una crtica literaria que se abre a campos msabiertos; interesada en los problemas del sujeto, laenunciacin y la representacin.

    Mxico, diciembre de 1995.

    Notas

    l. Nara Arajo, comp., Viajeras al Caribe, La Habana: Casa de lasAmricas, 1983. Las citas de las viajeras se corresponden con esaedicin.

    2. Entre orros: Zenodia Bambod, Les voyageurs francais dans lIndeaux XVIIeme et XVIIIeme siecles, Paris: Socit de IHisroire desColonies Francaises, 1933; Ram Chandra Prasad, Early EnglishTravellers in India. A Study in the Travel Literature of the Elizabetheanand Jacobean Periods with Particular Reference to India, Delhi: MoritalBanarsidass, 1980; Irving Leonard, comp., Viajeros por la AmricaLatina colonial, Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1992;Chrisropher Mulvey, Transatlantic Manners, New York: CambridgeUniversity Press, 1990.

    3. Nara Arajo, comp., Op. cit.: 7.

    4. Mary Louise Prarr, Imperial Eyes. Travel Writing and Transculturation,New York: Routledge, 1992: 4.

    5. Ibid.: 160-1.

    6. Vase Jean Franco, Apuntes sobre la crtica feminista y la literaturahispanoamericana, Hispamrica, (45), 1986: 31-43; Si me permitenhablar: la lucha por el poder interpretativo, Casa de las Amricas,(171), noviembre-diciembre, 1988: 88-96.

    7. Ver el tratamiento del espacio en su vinculacin con el gnerosexual en Ileana Rodrguez, House/Garden/Nation. Space, Genderand Ethnicity in Post-Colonial Latin American Literatures by Women,Durham: Duke University Press, 1994.

    8. Chakravorry Gayarri Spivak, In Other World, New York:Routledge, 1988: 103.

    9. Condesa de Merlin, Mis doce primeros aos, La Habana: LetrasCubanas, 1984.

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    , 1996

    10. Ver Adriana Mndez Rdenas, Voyage to La Havane: TheCountess of Merlins Preview of National Identity, Cuban Studies,(16), 1986: 71-99.

    11. Jorge Ibarra, Nacin y cultura nacional, La Habana: Letras Cubanas,1981: 9-32.

    12. Jos de la Luz y Caballero, De la vida ntima, La Habana:Universidad de La Habana, 1949: 183.

    13. Jos de la Luz y Caballero, Epistolario y diarios, La Habana:Universidad de La Habana, 1945: 273.

    14. Domingo del Monte, La condesa de Merlin, Mis doce primerosaos, Revista Bimestre Cubana, (1), 1831.

    15. Domingo Figarola Caneda, La condesa de Merlin, Paris: EditionsExcelsior, 1929: 119.

    16. Condesa de Merlin, Op. cit., XXIV: 32.

    17. Salvador Bueno, De Merlin a Carpentier, La Habana: EdicionesUnin, 1977: 42.

    18. Adriana Mndez Rdenas, A Journey to the (Literary) Source:The Invention of Origins on Merlins Viaje a La Habana, NewLiterary History: A Journal of Theory and Interpretation, (21), 198990:707-31. En este texto, la autora desmonta la crtica machista aMerlin.

    19. Condesa de Merlin, Op. cit., XXI: 122.

    20. Ibid., XXIII: 130.

    21. Nara Arajo, Op. cit.: 85.

    22. Ibid.: 103.

    23. Ibid.: 158.

    24. Ibid.: 374.

    25. Ibid.: 418.

    26. Abiel Abbot, Cartas, La Habana: Consejo Nacional de Cultura,1965: 16.

    27. Ibid.: 17.

    28. Jacinto Salas y Quiroga, Viajes, La Habana: Consejo Nacionalde Cultura, 1965: 16.

    29. Nara Arajo, Op. cit.: 63.

    30. Ibid.: 191.

    31. Ibid.: 232.

    32. En este anlisis utilizo la edicin de las cartas correspondientesa la estancia en Cuba de Frederika Bremer (Cartas desde Cuba, LaHabana: Arte y Literatura, 1981). La visita al ingenio se correspondecon las pginas 78-99.

    33. Richard Henry Dana, To Cuba and Back, Carbondale: SourhernIllinois University Press, 1966.

    34. Frederika Bremer, Op. cit.: 80.

    35. Ibid.: 81.

    36. Richard Henry Dana, Op. cit.: 52.

    37. Ibid.: 66.