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Mayra Espina Prieto 36 no. 1: 36-49, enero-marzo de 1995. Sociloga. Centro de Investigaciones Psicolgicas y Sociolgicas, CIPS. Tropiezos y oportunidades opiezos y oportunidades opiezos y oportunidades opiezos y oportunidades opiezos y oportunidades de la sociologa cubana de la sociologa cubana de la sociologa cubana de la sociologa cubana de la sociologa cubana N o espere nadie al acercarse a este texto encontrar un enjundioso panorama de la sociologa cubana, condimentado con tipologas, clasificaciones, periodizaciones y taxonomas, tan del gusto sociolgico, ni aderezado con conclusiones extradas de una rigurosa prueba estadstica de hiptesis. Cuando aceptØ escribir este artculo lo hice aclarando que slo podra ofrecer las angustias y desgarramientos que me han acompaæado durante mis aæos como sociloga, los problemas que he tenido que sortear y las reflexiones dimanadas de una actitud crtica ante mi disciplina, pero, principalmente, ante mi propio quehacer. De modo que nadie se ofenda por omisiones, valoraciones duras o superficiales. No escuchan la voz de alguien que dice: «He comprobado cientficamente...)», sino mÆs bien: «He sentido durante todos estos aæos...» ¿QuØ me autoriza a escribir semejante texto, tan inusual entre nosotros? El haber vivido desde dentro, y profundamente involucrada, el proceso de la produccin sociolgica cubana, como uno de sus propios actores, durante los œltimos 15 aæos; y la ilusin de que socializar esta visin personal pueda provocar el debate y estimular la polØmica sobre cuestiones que, increblemente, apenas discutimos, a pesar de ser esenciales para definir nuestro propio rol en la sociedad. EntrarØ en el tema con la libertad y el desenfado de quien no estÆ obligado a demostrar nada, ni a argumentar cada una de sus propuestas, y slo busca compartir preocupaciones y sugerencias cuya validez estÆ aœn por comprobar. Por padecer de un incontrolable «sndrome sociolgico», he tratado de organizar mis caticos pensamientos alrededor de cuatro interrogantes bÆsicas que tienen la virtud de producir la ilusin de cierto orden en lo que van a leer: 1. ¿En quØ contexto epistemolgico se ha insertado la produccin sociolgica cubana en los œltimos aæos? 2. ¿Puede hablarse de la existencia de una sociologa cubana? 3. ¿Ella participa de la reconocida crisis de la sociologa mundial? 4. ¿QuØ escollos debe superar y cuÆles son sus alternativas para consolidarse como disciplina cientfica en el pas? Mayra Espina Prieto Mayra Espina Prieto Mayra Espina Prieto Mayra Espina Prieto Mayra Espina Prieto

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Literatura, Limia, Cuba, temas

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  • Mayra Espina Prieto

    36

    no. 1: 36-49, enero-marzo de 1995.

    Sociloga. Centro de Investigaciones Psicolgicas y Sociolgicas, CIPS.

    TTTTTrrrrropiezos y oportunidadesopiezos y oportunidadesopiezos y oportunidadesopiezos y oportunidadesopiezos y oportunidadesde la sociologa cubanade la sociologa cubanade la sociologa cubanade la sociologa cubanade la sociologa cubana

    No espere nadie al acercarse a este texto encontrarun enjundioso panorama de la sociologa cubana,condimentado con tipologas, clasificaciones,periodizaciones y taxonomas, tan del gusto sociolgico,ni aderezado con conclusiones extradas de una rigurosaprueba estadstica de hiptesis.

    Cuando acept escribir este artculo lo hice aclarandoque slo podra ofrecer las angustias y desgarramientosque me han acompaado durante mis aos comosociloga, los problemas que he tenido que sortear ylas reflexiones dimanadas de una actitud crtica ante midisciplina, pero, principalmente, ante mi propioquehacer.

    De modo que nadie se ofenda por omisiones,valoraciones duras o superficiales. No escuchan la vozde alguien que dice: He comprobadocientficamente...), sino ms bien: He sentido durantetodos estos aos... Qu me autoriza a escribirsemejante texto, tan inusual entre nosotros? El habervivido desde dentro, y profundamente involucrada, elproceso de la produccin sociolgica cubana, comouno de sus propios actores, durante los ltimos 15 aos;y la ilusin de que socializar esta visin personal pueda

    provocar el debate y estimular la polmica sobrecuestiones que, increblemente, apenas discutimos, apesar de ser esenciales para definir nuestro propio rolen la sociedad.

    Entrar en el tema con la libertad y el desenfado dequien no est obligado a demostrar nada, ni aargumentar cada una de sus propuestas, y slo buscacompartir preocupaciones y sugerencias cuya validezest an por comprobar.

    Por padecer de un incontrolable sndromesociolgico, he tratado de organizar mis caticospensamientos alrededor de cuatro interrogantes bsicasque tienen la virtud de producir la ilusin de cierto ordenen lo que van a leer:

    1. En qu contexto epistemolgico se ha insertadola produccin sociolgica cubana en los ltimos aos?

    2. Puede hablarse de la existencia de una sociologacubana?

    3. Ella participa de la reconocida crisis de lasociologa mundial?

    4. Qu escollos debe superar y cules son susalternativas para consolidarse como disciplina cientficaen el pas?

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    Por razones obvias, los anlisis no se circunscribenal hoy estricto, como podra hacer creer el ttulo. Ningnpresente es inteligible sin el pasado del cual sali. Comonarro mi propia experiencia, me veo limitada a ponerslo unas gotas de pasado. Una investigacin rigurosasobre el tema deber rastrear los antecedentes en sujusta medida.

    El contexto epistemolgico

    El tono personal y casi confidencial de estasconfesiones sociolgicas no me dispensa de tratar temastan peliagudos como los del objeto, estructura,funciones y cientificidad de la sociologa; porque ellosresultan imprescindibles para hacerme entender, desdeel propio planteo de las interrogantes anteriores hastalas respuestas que a ellas propongo. Y porque, colocadosde manera explcita o latente, constituyen el teln defondo, el escenario epistemolgico donde ha tenidoque desenvolverse la produccin del conocimientosociolgico en el pas.

    Intentar situar las coordenadas acerca de la herenciasociolgica a que nos adscribimos, la cultura delpensamiento social en que nos reconocemos, o nosvimos inexorablemente inmersos, y cmo ello hainfluido en nuestro quehacer.

    Lo primero es lo primero. Comencemosexaminando el objeto.

    Para fundamentar la pertinencia de un objetosociolgico y la legitimidad de su presencia en elconcierto de las ciencias, los estudiosos del tema se hannucleado alrededor de dos posiciones bsicas. Laprimera trata de demostrar la presencia del anlisissociolgico desde los albores del pensamiento cientfico,especialmente en la cultura greco-latina, y basa sulegitimidad en una tradicin histrica deproblematizacin de lo social.

    La segunda asocia el surgimiento de la sociologacomo disciplina independiente a las posibilidades deaparicin del modo de pensar sociolgico. Me pareceque por este modo entienden, ms o menos, lainterpretacin del comportamiento humano en vnculocon su contexto institucional directo, la intencinpreconcebida de intervenir en la marcha de la sociedad,la distincin de un todo y de partes constitutivasinterconexas del organismo social, el reconocimientode la existencia de una instancia social propiamente dichay de la necesidad de comprenderla, dada su enormecomplejidad y su carcter multideterminado, integrandofactores de la ms variada naturaleza (histricos,econmicos, culturales, psicolgicos, etc.) en una sntesiscreadora.1

    Ntese que a pesar de la variedad de escuelas,paradigmas y enfoques presentes en el pensamiento

    sociolgico, estos rasgos pueden ser apreciados encualquiera de ellos.

    Para que surgiera tal manera de pensar en lo social,tuvieron que conjugarse varias condiciones entre las quesobresalen la existencia autnoma de la sociedad en surealidad y como categora del pensamiento; laespecificidad y novedad de los problemas sociales queexigen una forma nueva para su interpretacin -comopor ejemplo, el dinamismo de la industrializacin, lanitidez en la configuracin de los actores sociales y desus diferencias, la creciente posibilidad de intervencindel hombre en el devenir social- o lo que algunos llamanla sustantividad de la sociedad civil, la tangibilidaddel cambio y el progreso social. En rigor, a esta listahabra que agregar la nocin de la razn humana comocomprensiva e innovadora, la concepcin de la historiacomo proceso determinado por causas susceptiblesde ser descubiertas por esa razn y el impetuoso avancede los mtodos de investigacin cuantitativa impulsadospor los requerimientos de la medicin y el control delos procesos econmicos y polticos.

    Estas condiciones fueron gestndose durante lossiglos XVII y XVIII y maduraron haca mediados delXIX. Para bien o para mal, la sociologa es otra de lasconsecuencias del dinamismo y la solidez que elcapitalismo imprimi al desarrollo social, con la secuelade sus contradicciones, y debe su legitimidad, entonces,no a razones de tradicin histrica, sino a la emergenciade un objeto nuevo que nunca antes haba estadopresente, al menos con la fortaleza y transparencia conque se hizo sentir en esos tiempos.

    Aunque Igor Kon no acepta que hubiera surgidoun nuevo objeto, sino que aparecieron problemas enotras ciencias sociales que no podan ser resueltos conel arsenal de mtodos en existencia, s coincide al situarel perodo de surgimiento de lo que l bellamente llamala visin sociolgica del mundo o el estilo sociolgicodel pensamiento y nos dice que ello presupone: laconcepcin de la sociedad como un todo nicosistmico que funcione y se desarrolle segn sus propiasleyes; la orientacin consciente hacia el anlisis de lasrelaciones sociales existentes en la realidad, a diferenciade la construccin utpica de un rgimen social ideal;el apoyo en los mtodos empricos de indagacin, enoposicin a las teoras filosficas especulativas.2

    Concuerdo casi absolutamente. Slo que creo quela construccin utpica es tambin tpica del estilosociolgico de pensamiento.

    A quin reconocer entonces como los fundadores?No s ustedes, pero yo, que humildemente me cobijobajo la segunda posicin, doy sin temor ese ttulo porigual a Saint-Simon, Montesquieu, Marx, Engels, AdamSmith, Tocqueville y Comte. Ellos, junto a Spencer,Durkheim, Weber, Mosca, Pareto y Tarde, constituyen

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    la propuesta primigenia clsica de la sociologa. No digoque sean todos y slo stos, simplemente considero queesta lista incompleta contiene buena parte de lo esencial.

    Aqu tomo partido por una variante que, aunque hoyes la ms aceptada, no coincide con las posiciones quepor mucho tiempo monopolizaron la cuestin.

    Una de ellas identifica a Comte como el nico fundadory a los sucesivos seguidores del positivismo y sus variantescomo los genuinos depositarios de la sabidura sociolgica,benemritos guardianes de la riqueza de lo emprico.

    La otra, que nosotros aceptamos acrticamente, sinparamos a medir las consecuencias, otorga ese lugarpreferencial a Marx, en exclusiva, argumentando que lsent las bases de la nica sociologa cientfica posible. Asqued levantado el muro.

    Me detengo unos instantes en este quemante recododel camino.

    Ciertamente, la formulacin por Marx del conceptoformacin econmico social, como conjunto de determinadasrelaciones de produccin, y su interpretacin de la historiacomo proceso histrico natural, constituyen las propuestasms slidas para la configuracin de la sociologa comociencia,3 porque permitieron distinguir una jerarqua en eltupido entramado social, separar causas y efectos yestablecer tendencias en el movimiento de los fenmenossociales.

    Pero me parece un extremo exagerado desautorizartoda otra propuesta y desestimar el aporte hecho desdeotras escuelas de pensamiento.

    No se trata de ignorar el carcter clasista delconocimiento sociolgico. Todo conocimiento cientficolleva implcito como algo consustancial a su naturalezauna determinada posicin de clase, si no por su contenido(puesto que los objetos no sociales no tienen calidadclasista por s mismos) al menos por sus fines, por quinescontrolan los propsitos y extensin de su aplicacin ypor las posibilidades de acceso a sus beneficios paradiferentes estratos sociales.

    Qu decir de las ciencias sociales? Creo incluso, comoposicin epistemolgica, que mucho ms que unapretendida objetividad a ultranza, el socilogo debe hacerexplcita, para l y para los dems, su posicin ideolgica,el punto de mira desde el cual se sita al producir imgenesde lo social. Los desarrollos actuales de la sociologa crticay de alguna sociologa cualitativa (precisamente de su lneams crtica) han aportado mucho a esta visin de la realidad.4

    Pero este principio epistemolgico que comparto noquiere decir descalificar a priori todas las propuestas que sehagan desde otras posiciones, ni autoriza a poner la etiquetade burguesa a toda sociologa diferente. Obliga, eso s, aun riguroso examen de hiptesis y conceptos, de dondequieraque ellos provengan, a valorar qu nos dicen en contextoseconmicos y polticos diferentes, qu hechos socialesalumbran u oscurecen, qu potencia explicativa y

    comunicativa tienen, qu lnea de movimiento hacia elfuturo permiten augurar.

    Podra citarse un sinnmero de ejemplos, lindantes conla caricatura, de los excesos ideolgicos de la sociologamarxista, o mejor decir de la sociologa que se hizo en lospases ex-socialistas (y que nosotros en mucho seguimos).Al menos, creo que estas actitudes extremas tuvieron comoconsecuencia el que nos abstuviramos de usar un conjuntode conceptos provenientes del funcionalismo, delneopositivismo y de otras corrientes de pensamiento, sindetenemos a evaluar su utilidad para descubrirdeterminados procesos sociales y obstaculizaron el dilogoy la cooperacin entre diferentes paradigmas.

    Quizs entre los baches ms notables se encuentra laausencia de reflexiones serias alrededor de aspectos talescomo sociedad civil, relaciones de poder, integracin y conflicto socialy movimientos sociales en sociedades socialistas.

    Recuerdo como Mijail Rutkevich y Fidrich RafoelovichFilippov se vieron obligados a hacer mala bares paraestudiar la movilidad social, a la que denominarondesplazamientos sociales, porque el primer trmino eraun representante genuino de la sociologa burguesa. Elmeollo del asunto resida en que los estudios de movilidadsocial, especialmente los realizados en los Estados Unidos,caracterizaban a la sociedad capitalista, norteamericana,como un sistema abierto, sin barreras interestratos y dondelos movimientos ascendentes eran relativamente frecuentes.No haba movilidad social en las sociedades socialistas?Llamar a esa dinmica desplazamientos socialescambiaba sustancialmente el asunto? Era realmenteideolgicamente nocivo usar el concepto movilidad socialpara estudiar el dinamismo socioclasista en nuestrassociedades?5

    Finalmente, la sociologa sovitica y la de otros pasesde la comunidad Europa del Este asumieron ambostrminos como sinnimos y los propios Rutkevich yFilippov trabajaron utilizando el concepto de movilidadsocial.

    El primer artculo publicado en Cuba sobre el tema,antes de exponer los resultados obtenidos en investigacionesconcretas, argument largamente, con citas de Marx,Engels y Lenin, la pertinencia de estudiar la movilidadsocial en la transicin socialista y de llamarla as,simplemente.6

    Fidrich Rafaelovich, que lleg a ser un gran amigonuestro, me confes aos despus que estaba convencidode haber asumido una posicin errnea en la comprensindel dinamismo socio estructural, pero sobre todo alenunciar la ausencia de corrientes de movilidad descendenteen el socialismo. Estar eternamente agradecida a suluminosa sinceridad del ao 1986. Sirva esta ancdota debotn de muestra.

    Desde mi punto de vista, el monopolio en las relacionesacadmicas internacionales y el exclusivismo paradigmtico

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    que practicamos (estoy hablando de finales de los 70 y los80), nos priv a los socilogos cubanos (ya s que no atodos) de compartir el acervo y las bsquedas delpensamiento latinoamericano, o al menos de comprenderloy evaluarlo en sus cercanas o diferencias con nuestra realidady nuestra historia y nutrirnos de su exquisita (a m me pareceexquisita) sensibilidad y originalidad, brecha queafortunadamente hoy tratamos de cubrir a. toda vela.

    En honor a la verdad, en nuestro pas la vertiente de lasociologa poltica aplicada al anlisis de la regin no sufrieste mal y esa ha sido una de sus ventajas comparativas (ycompetitivas) en relacin con el resto de las sociologas.

    Hoy da es ms sensato reconocer el carcterpluriparadigmtico de la sociologa y la necesidad deidentificar los puntos de contacto y confluencia de losdiferentes paradigmas. La heterogeneidad socioclasista ysocioestructural en general de la sociedad y la prevalenciade las contradicciones clasistas justifica este carcter.

    Esta digresin sobre orgenes y paradigmas que puedeparecer, e incluso ser, innecesaria, quizs se justifique anteel juicio de los lectores cuando les recuerde que la cuestindel objeto fue terreno frtil para la separacin de lassociologas.

    Los manuales de la disciplina producidos en los pasessocialistas europeos dejaban bien claro que se trataba delobjeto de la sociologa marxista-leninista, que era la nicaverdaderamente cientfica, y que no poda haber un objetocomn, un campo compartido para ese modo de pensarsociolgico fraguado en el siglo XIX.

    Sin embargo, si rastreamos un poco las definicionesde objeto propuestas desde distintas pticas, podemoscomprobar que las similitudes son ms que las diferencias,que s existe esa materia comn, aunque cada enfoqueenfatice un aspecto en especial o introduzca en la definicinconceptos propios de su visin de la realidad social.

    La mayora de las definiciones de objeto contienen,directa o indirectamente, como elementos bsicos, lo queMills enuncia como los problemas del orden y del cambio,es decir, de la estructura social y de la historia.7

    En sntesis, puede extraerse de esas propuestas (y aqudeslizo mi propio punto de vista sobre el particular) quela sociologa tiene como objeto el estudio deldesenvolvimiento de la sociedad, entendida comoorganismo social complejo, estructurado y sistmico; delas leyes del surgimiento, funcionamiento y cambio de sustipos histricamente determinados; de las formas concretasde manifestarse esas leyes en el comportamiento de losindividuos y grupos sociales y en diferentes esferas de larealidad social; de las alternativas de futuro y de los mtodosde comprensin de los procesos sociales.

    Lo peculiar del enfoque sociolgico en relacin conotras ciencias que poseen el mismo objeto general (lasociedad) y objetos especficos cercanos, como lapsicologa, la economa, la demografa, las ciencias jurdicas,

    la etnologa, etc., estriba en su intencin de examinar lasociedad en su integralidad, como sntesis de la interaccinde los ms dismiles fenmenos particulares, y dejerarquizar, en condiciones histricas concretas, el conjuntode circunstancias y el tipo de sus nexos combinados queejercen la influencia determinante en el comportamientode diferentes procesos.

    Integracin multicausal, combinacin de efectos,descubrimiento de vnculos sistmicos entre fragmentos yniveles de la realidad social y de los fragmentos con eltodo, entrelazamiento y condicionamiento recproco: heah lo distintivo de la monumental y sinfnica sociologa.Que lo haya logrado o no es harina de otro costal y cuntonos hemos acercado nosotros a ese propsito es otropunto a dilucidar.

    Las funciones que dimanan de este objeto tambinevidencian las peculiaridades del conocimiento sociolgico.

    Los textos de sociologa marxista leninista sitan cuatrofunciones principales de esta disciplina: terica, ideolgica,crtica e instrumental.8

    Slo unos comentarios: la hipertrofia de la funcinideolgica (que en rigor slo significa que el punto departida y el propsito fundamental de esta concepcinsociolgica es la transformacin de la sociedad atendiendoen primer lugar a los intereses de la clase obrera y las masastrabajadoras) es una de las fuentes bsicas de descalificacinde las aportaciones de otras escuelas de pensamiento y deun reduccionismo en la identificacin de los actores socialesy sujetos histricos no clasistas.

    Por su parte, la funcin crtica tuvo muy poco espaciopara su ejercicio hacia adentro y enfil sus caones haciala sociedad capitalista y hacia otras escuelas de pensamiento,con lo cual prest un flaco servicio al nacimiento de unasociedad verdaderamente nueva y diferente. Algunos textosni siquiera mencionan esta funcin, mientras que enfatizanla confrontacin con la sociologa burguesa.9

    Pero la gran ausente es la referencia a la auto crtica dela disciplina, a la necesaria reflexin sistemtica sobre elpor qu, para qu y cmo se conoce lo social.

    Propongo examinar esta otra forma de enunciarlas funciones que me parece un poco ms explicativa.Identifico las seis funciones siguientes:

    1. Elaboracin de modelos conceptuales quedesempean la funcin de paradigmas interpretativosy que ofrecen un conjunto de hiptesis ms o menoscompartidas por la comunidad cientfica o por gruposdentro de ella.

    2. Construccin de imgenes tericas de lo socialen general y/o de algunas de sus partes constitutivas,fundamentadas en la captacin, articulacin ygeneralizacin de evidencias empricas.

    3. Evaluacin y crtica de las tendencias reales delmovimiento social, identificacin de las alternativas de

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    futuro que ellas contienen y construccin de una utopa deprogreso, sistemticamente renovada.

    4. Configuracin de perspectivas metodolgicas parala identificacin de las evidencias empricas y para suinterrelacin e interpretacin, en virtud de los fundamentostericos.

    5. Produccin de propuestas de intervencin en elcambio social, con suficiente capacidad de transformacinde la realidad atendiendo a fines que dimanan de la utopa.

    6. Evaluacin y crtica de su propia eficienciacognoscitiva y transformadora.

    Por supuesto que todas estas funciones estnntimamente conectadas, representan espacios inseparablesdel conocimiento sociolgico, pero a la vez se reproducencon cierta autonoma y en la prctica tradicional hanrepresentado incluso especialidades concretas dentro dela profesin.

    El objeto y las funciones nos llevan de la mano a laestructura, y aqu no queda ms remedio que volver amencionar el diferendo que nos envuelve.

    La sociologa marxista apel a una estructura piramidalde esta ciencia, cuya cspide corresponde al materialismohistrico, como teora sociolgica general, la porcin centrala las teoras sociolgicas especiales, y la amplia base a lasinvestigaciones sociolgicas concretas o empricas. Estostres niveles expresan un orden, donde la mxima jerarquacorresponde a la teora general, y estn ntimamenteconectados entre s. No se conciben separados unos deotros, pero tienen cierta autonoma.

    Llamo la atencin sobre lo que eso significa: el nivelms alto de generalizacin es filosofa social; la sociologano existe como ciencia independiente (en realidad noexistira un estilo sociolgico de pensamiento para loms general); el centro es una especie de teora trunca oinconclusa sobre esferas particulares; la empiria tiene valorindependiente.

    Por su parte, desde la otra orilla ha prevalecido tambinla aceptacin de tres niveles: teora general, teoras de rangomedio, investigaciones empricas. En esencia, esta es la ideade Merton del procedimiento de movimiento por etapasde generalizacin.10 Esta propuesta del funcionalismo nacedel esfuerzo por oponerse al desenfrenado empirismoque aceleradamente se extenda en los Estados Unidos,especialmente durante los aos 50, pero tiene como talnde Aquiles la no existencia de una verdadera teora generalnica coherente, que justificara un escaln intermedio comoconexin con lo emprico, y que en realidad ha funcionadocomo fundamento y justificacin de la fragmentacinsistemtica del conocimiento sociolgico.

    Aunque la propuesta marxista trat de desmarcarsede las sociologas intermedias, y la presencia delmaterialismo histrico le aseguraba una verdadera calidadde niveles de generalizacin a su estructura, en la prctica

    el paso de un nivel a otro resultaba un salto demasiadobrusco, especialmente del centro a la cspide, lo quetambin dio como resultado la fragmentacin ydesconexin entre las teoras sociolgicas especiales y lateora general.

    Por un lado, la gran complejidad de aprehender losocial en su integralidad; por otro, la identificacin de lalegitimidad cientfica con un modelo cercano al de lasciencias naturales, que coloca en su centro el objetivismo,el emprsmo, la medicin cuantitativa, la experimentaciny la posibilidad de amplio dominio tcnico de los procesos,son elementos que han estado en la base de la sistemticafragmentacin sufrida por la sociologa.

    En esta lgica de obtencin del conocimiento cientficosocial, mientras ms focalizado, particularizado,independizado y delimitado est el objeto de estudio,mayores son las posibilidades para la identificacin de suestructura, direcciones de sus movimientos y cuantificacinde sus proporciones.

    Encontramos aqu la fuente de la aparicinindiscriminada de teoras sociolgicas intermedias oespeciales que, si bien han hecho innegablemente unasignificativa contribucin al conocimiento de reasparticulares de la realidad social (y esto forma parte esencialdel estilo de pensamiento sociolgico), han llevado comolastre una especializacin en campos que descuida lacomprensin de los nexos entre lo general y lo particular,entre el todo y las partes y entre las propias partes, lo queha obstaculizado considerablemente el desarrollo de lateora sociolgica y su finalidad primigenia de sntesis eintegracin.

    Estudios recientes sealan que es posible encontrar hoyda entre 35 y 40 sociologas sectoriales que abarcan losms dismiles campos, y es la sociologa norteamericanauno de los ms notables exponentes de estaespecializacin.11

    Por su parte, Assman y Stolberg nos hablan de 15especialidades o disciplinas sociolgicas como las msdesarrolladas en los pases socialistas (sociologa mdica,del trabajo, industrial, agraria, de la empresa, de lacomunidad, de la cultura, del tiempo libre, de la familia,de la juventud, de la defensa, criminal y de la lingstica).12

    Me atrevo a aventurar una visin muy personal delasunto a la que vengo dando vueltas desde hace tiempo.Me parece ms adecuado imaginar la estructura delconocimiento sociolgico en otros tres eslabones: teorasociolgica, metodologa y sociologa aplicada.

    Esto quiere decir que la filosofa es definitivamentefilosofa; y que, aunque obviamente sus fronteras con lasociologa no son rgidas ni estticas y tienen gran afinidad,no se disuelven en ningn nivel de generalidad.

    No se trata de separar radicalmente sociologa yfilosofa. Toda sociologa contiene una opcin filosfica,conscientemente asumida o no. Esta alternativa implica

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    aceptar que ese estilo sociolgico de ver la realidad incluyeun modo de hacer teora que le es propio, un peldao degeneralizacin consustancial, que se relaciona con la filosofade manera similar a como lo hacen otras ciencias socialesparticulares.

    Las teoras sociolgicas especiales no son intermedias,sino que se refieren a esferas particulares de eso que sellama teora sociolgica. Y esta teora general, qu es?Pues es el conjunto de las teoras especiales y las categoras,leyes, regularidades y modelos de anlisis de lo social en suintegralidad.

    El mbito metodolgico resuelve la cuestin de cmoconocer la realidad social, cmo captar las evidencias yrelacionarlas, mientras que el terreno de lo aplicado se refierea la intervencin en el cambio social, a la correccin detendencias atendiendo a un modelo normativo o propsitopreconcebido.

    Esta estructura implica que teora y empiria soninseparables en los tres niveles, aunque los extremossubrayen una de ellas y la metodologa represente elmximo equilibrio en su relacin.

    En la literatura sociolgica sovitica y alemana de lasegunda mitad de la dcada de 1950, y toda la de 1960, seencuentran los testimonios de una larga, aunque no muyencarnizada, polmica acerca del objeto y la estructura dela sociologa marxista-leninista. Zdravomislov, a cuyo librode metodologa llambamos la biblia los graduados del78, nos ofrece una relacin de los autores y textos msrepresentativos que ilustran esta discusin y nos explicaque el centro de la polmica radica en la relacin entre elconocimiento filosfico y el sociolgico: una posicinincluye todo el conocimiento sociolgico en la filosofa; laotra considera al materialismo histrico slo como teorasociolgica general y reconoce otros mbitos especficos,no filosficos, para la disciplina.13

    Aunque, como antes seal, la segunda posicin llega ser la ms extendida y aceptada, hago referencia a estadiscusin para sealar que al menos alguna vez hubo ciertoforcejeo, cierta lucha de ideas, en este terreno en otrospases. Mientras que nosotros aceptamos o no la estructurade los tres niveles y el cordn umbilical del materialismohistrico, sin dejar huellas claras de nuestros argumentos.

    Rastreando viejos programas de eventos y congresosy nuestras revistas de ciencias sociales, encuentro muy pocostrabajos en esta cuerda y ninguno de ellos intentapolemizar.14

    Creo que pensamos poco en el asunto y nosrefugiamos en el pretexto de dominar esferas particularesde la realidad social con la pericia de expertos, tarea parala cual aparentemente no tienen gran relevancia losproblemas del contenido general de la ciencia.

    Tener un objeto, estructura y funciones definidas nobasta para ser ciencia. Estos atributos se completan con elmtodo.

    El mtodo debe asegurar la obtencin de unconocimiento verdaderamente cientfico, debe seradecuado al objeto de estudio y a los subobjetosdeterminados y, por lo tanto, es tambin un distintivo decada disciplina, pues aunque existen mtodos comunes adisciplinas afines, ellos se insertan dentro de la lgicaespecfica de cada una de ellas.

    La sociologa ha depositado buena parte de sulegitimidad cientfica en la eficacia metodolgica.

    Claro que los mtodos no estn desvinculados de laopcin terica asumida y del contexto cultural en quefueron diseados, pero en esto ocurri una cosa muycuriosa.

    Sabido es que desde sus albores la sociologa se havisto marcada por las tensiones entre dos perspectivasmetodolgicas que, durante mucho tiempo, se identificaroncomo contrapuestas, la cuantitativa y la cualitativa. Estotiene su fundamento en un problema de base filosficaacerca del carcter de las ciencias sociales: su objeto, seacerca ms a los objetos naturales o a los culturales?

    El modelo de ciencia dura, y con ste el cuantitativismo,monopoliz la prctica sociolgica durante muchos aos.Su dominio se extiende hasta hoy, aunque debilitado porel renacimiento (hacia los aos 60) del punto de vistahumanista y el progresivo avance de los mtodoscualitativos.

    Cada una de estas direcciones metodolgicas haelaborado un variado conjunto de crticas mutuas. Al puntode partida cuantitativo se le acusa de reduccionista,bsqueda de uniformidades y medidas estndares que noexisten en la realidad, empirista, desconocedor del sujetoen su verdadera naturaleza transformadora y de falsaneutralidad valorativa, entre otras lindezas. Al cualitativismo,sus opositores lo caracterizan como una hipertrofia delpapel de lo subjetivo y lo simblico, desconectados de loscontextos macrosociales, de excesiva individualizacin delos actores sociales y de sobredimensionamiento de lasdiferencias.

    Dnde est la verdad? Son realmente opuestas estaspticas meto do lgicas? Actualmente muchos especialistasconsideran que esta oposicin es irreal, que ambasperspectivas son complementarias, pues se refieren ados elementos indisolublemente unidos de la realidadsocial y que, en dependencia del contenido esencial delproblema particular de estudio del que se trate, seenfatizar en uno u otro enfoque o se requerir unbalance equilibrado de ambos.15

    La sociologa marxista estaba tericamentepreparada para sintetizar creadoramente las dosperspectivas y tal sntesis debera reflejarse en laelaboracin de nuevos mtodos que captaran conmayor nitidez las caras de lo social.

    Pero en la prctica no ocurri as. Al menos en lasociologa producida en los pases ex-socialistas

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    predomin el enfoque metodolgico cuantitativo, y losmtodos y tcnicas utilizados en la recogida yprocesamiento de los datos no se diferenciaron en muchode las elaboraciones de la llamada sociologa burguesa.

    Ms que captar la dialctica de las contradiccionessociales, se mantuvieron en la mesa servida por elempirismo y el funcionalismo: elementos aislados,relaciones simples, separacin de las partes y el todo, dbilvisin de las contradicciones.

    Reproduzco, por ilustrativa, esta cita de un libro deShubkin, publicado en nuestro pas:

    [...] su verdadero xito [el de la sociologa] depende en granmedida de los mtodos que aplique, y sobre todo, de lautilizacin de la estadstica, la matemtica y las computadoraselectrnicas. [...] caractersticas tan sutiles como las opinionesde unas personas sobre otras, o el nivel de las cualidadesintelectuales, morales, eficienciales o valorativas, pueden enrealidad ser expresados cuantitativamente, [...] no slo loshechos objetivos, sino tambin los subjetivos pueden sercuantificados, lo cual permite utilizar mtodos estadsticos ymatemticos para su anlisis. [...] [el] proceso natural deprofundizacin de los conocimientos en todas las ramas de laciencia eleva a un primer plano, dentro de la sociologa, elproblema de la cuantificacin, o sea, de la medicin cuantitativade los rasgos cualitativos.16

    La cuestin del estudio de los rasgos subjetivos de losocial y el entrelazamiento objetivo-subjetivo qued asplanteada como problema de cuantificacin y no comobsqueda de mtodos y lneas interpretativas adecuadas ala naturaleza de estos rasgos.

    Es palpable que en el terreno de los mtodos y tcnicasde recogida e interrelaciones de las evidencias empricas,la sociologa marxista no logr una propuesta diferente,coherente con sus fortalezas tericas, que pudiera captarla interconectada multiplicidad de lo social y la dialcticade sus contradicciones.

    Si comparamos textos de metodologa de lainvestigacin escritos en pases capitalistas y socialistas comolos de Zdravomislov,17 Jetzschmann y Berger,18 Assman yStolberg,19 Friedrich,20 Selltiz y otros,21 encontraremos unadiferencia sustantiva en lo tocante al papel de la teora en lainvestigacin y en la generalizacin de las conclusiones: losprimeros apenas abordan el problema, los segundosdeclaran que ello tiene la mxima jerarqua. Creo que enesto reside uno de nuestros mejores legados.

    Sin embargo, esta magnfica declaracin no lograhacerse sentir en el plano tcnico, terreno en el que,finalmente, ambos puntos de partida convergenapostando a la cuantificacin y matematizacin como nicava de desarrollo de la ciencia sociolgica.

    No estoy en desacuerdo con que sta es una de laslneas posibles y necesarias para el avance, pero lo queocurri en la prctica fue que, en el fondo, incluso lasociologa marxista recorri ese sendero cabalgandomontada en el concepto de funcin, fcil de

    operacionalizar, dctil y tangible y a la vez parcial (slonos muestra una arista de la realidad: el papel de losorganismos sociales y el entrelazamiento de suscomponentes para cumplirlo) y muy limitado paradesentraar causas y contradicciones, mucho ms cercanoal ideal de control y mantenimiento de los sistemas sociales(tan caro al capitalismo) que al de cambio progresivosistemtico, el cual deba haber inspirado al socialismo.

    Aqu slo quiero dejar apuntado un problema quemarca toda la historia de la sociologa, que no ha sidosuficientemente estudiado y que a m me parece esencial:la relacin sociologa-poder. Les llamo la atencin sobreel hecho de que la definicin de la funcin de los sistemassociales y la identificacin de procesos funcionales ydisfuncionales parte de un modelo normativo paracircunstancias histricas concretas, modelo que por logeneral se establece a partir del proyecto del poder.Adems, este enfoque metodolgico limita la comprensinde los nexos en los procesos macrosociales y las historiaspersonales y del rol de la subjetividad en la configuracinde lo social.

    Si tuviera que resumir muy concentradamente losrasgos del contexto epistemolgico en el cual se injert laproduccin sociolgica cubana de los aos 80, no dejarade apuntar entre sus caractersticas fundamentales lassiguientes:

    Asociacin a una matriz terica (el marxismo) quepermite establecer jerarquas de estructuras y de lacausalidad, distinguir las conexiones entre lo lgico y lohistrico en el devenir social y descubrir la dialctica de losconflictos y el cambio.

    Carcter subordinado de la sociologa a la filosofae identificacin del materialismo histrico como nivelterico sociolgico general, con lo cual la disciplina carecede un mbito de teorizacin autnoma y se concentra enel examen de parcelas particulares de la sociedad,desgajadas de la integralidad social, y en el manejo empricode los fenmenos.

    Exclusivismo conceptual y descalificacinideolgica de los aportes provenientes de otras escuelasde pensamiento.

    Predominio casi absoluto de la perspectivametodolgica cuantitativa y de la mate matizacin comomodelo de la validez cientfica.

    Bajo despliegue de la capacidad crtica ytransformativa de la realidad.

    Estos rasgos nos nutrieron y creo que a ellos estnasociadas, en buena medida, las luces y las sombras de laspropuestas sociolgicas cubanas de los ltimos 10 o 15aos.

    La produccin sociolgica actual en Cuba.

  • Tropiezos y oportunidades de la sociologa cubana

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    investigacin futura y como gua para vertebrar misapreciaciones personales.

    Auxilindome de los datos oficiales22 y de mi propioconocimiento del medio, calculo que existen en el pasalrededor de 80 centros vinculados a las investigacionesde ciencias sociales y, de ellos, cerca de 43 incluyen perfilessociolgicos.

    Para establecer esta clasificacin me apoyo en ladefinicin de la sociologa, sus funciones y estructura queadelant en el epgrafe anterior. Pero no debe escapar anuestra reflexin que, precisamente por su carcterabarcador, sinttico e integrador, es difcil encasillada enlmites rgidos y separada ntidamente de otras disciplinasafines.

    Como creo, adems, que la misma prctica sociolgicaincluye la apropiacin de conclusiones provenientes deotras reas investigativas y la realizacin de estudiosinterdisciplinarios, no estoy demasiado preocupada porlas fronteras. Hago mi lista de instituciones, temas yresultados sociolgicos, atendiendo a su cercana conmi visin del contenido esencial de esta ciencia.

    Esta red de instituciones, si bien se concentramayoritariamente en Ciudad de La Habana, se extiendepor todos los territorios del pas e incluye institutos, centros,departamentos y grupos adscriptos a organismos centralesdel Estado (Ministerio del Trabajo, el antiguo ComitEstatal de Estadsticas, Ministerio de Turismo, Academiade Ciencias, hoy convertida en el Ministerio de Ciencia,Tecnologa y Medio Ambiente, Ministerio de Salud Pblica,Ministerio de Educacin, entre otros) o de la docenciauniversitaria. En este ltimo caso, buena parte de losdepartamentos de marxismo, creados en todos los centrosde enseanza superior y diseminados por todo el pas,han estado estrechamente vinculados a estudios conpropsitos sociolgicos.

    La red de instituciones se inserta adems en un plan deciencia y tcnica nacional, donde las investigacionessociolgicas tienen un espacio y un reconocimiento oficial.

    En cuanto a la formacin de socilogos, honduras enlas que decididamente rehso hurgar, porque merecerantodo un captulo de un libro, slo quiero decir que, luegode muchos avatares, ahora en el pas existen dosuniversidades donde se imparte la Licenciatura enSociologa (La Habana y Oriente). La docencia de posgradoes an exigua: aislados, insuficientes y poco actualizadoscursos de metodologa y poqusimos en materia de teorassociolgicas especiales. Los doctores en sociologa norebasan la cifra de cinco o seis. Algunos socilogos hanalcanzado este grado en ciencias colindantes (historia,economa, psicologa), supongo que por sentirse mscercanos al mtodo y al enfoque conceptual de stas quea las exigencias del doctorado en filosofa que hasta hacepoco nos veamos obligados a hacer. Los estudiosposdoctorales son an inexistentes en nuestro medio.

    Temas y perspectivas

    Para responder a la cuestin de si existe o no algo quepudiramos llamar sociologa cubana debo explicar quentiendo por tal.

    Desde mi apreciacin, esto es la presencia de un anlisissociolgico sistemtico que, teniendo a la sociedad cubanay sus elementos constitutivos como objeto central, puedadefinir y atender problemas reales, legtimos y propiosdel desarrollo de esa sociedad, construya imgenes tericasoriginales sobre ella y una utopa, y tenga capacidad dedisear acciones prcticas para conducir el cambio socialhacia metas deseadas predefinidas.

    Permtanme unas observaciones aclaratorias. Por utopaentiendo aqu, un conjunto de alternativas de progresofuturo hacia las cuales la nacin debe orientarse para,colocando en primer plano los intereses de las mayorastrabajadoras, hacerse viable como tal y conservarse comocultura soberana y proyecto de justicia social, enconcordancia con sus recursos, su entorno, su historia ysus tradiciones, y atendiendo a los obstculos yoportunidades que dimanan del contexto regional ymundial en que ella se inserta.

    En cuanto a la capacidad de intervencin en el cambio,no quiero decir que la sociologa, para ser tal, tenga queparticipar efectivamente en la actividad transformadora,pues esto no depende solamente de factores internos a ladisciplina, sino que elementos externos ejercen unainfluencia decisiva. De lo que se trata es de que la sociologadebe, por su propia esencia, llegar, al menos, a mostrarque puede definir lneas de cambio, trazar metas y vaspara alcanzarlas. Pero, obviamente, ella no debe pretendererigirse en frmula nica para encontrar caminos y mediospara transitarlos: es una fuente de conocimiento, queacompaa y dialoga con los ms dismiles actores delcambio social.

    Estas ideas se complementan con la deinstitucionalizacin. La presencia de una sociologa nacionalse asocia a la fuerza y extensin de su organizacininstitucional. Ella puede ilustrarse con indicadores comoreconocimiento formal de la profesin, espacios para suformacin de pregrado y posgrado en la educacinsuperior, publicaciones y eventos propios, participacinde los socilogos en comisiones de expertos para el trazadode polticas en organismos gubernamentales, intervencinen eventos internacionales, relaciones con la comunidadcientfica internacional, existencia de asociacionesprofesionales nacionales y de instituciones especializadasen la realizacin de investigaciones sociolgicas y/o deservicios de sociologa aplicada.

    Como antes aclar, lamentablemente no puedodescribir el desenvolvimiento del pensamiento sociolgicoen el pas atendiendo a todo este conjunto de indicadoresque propongo. Ellos quedan como sugerencia para una

  • Mayra Espina Prieto

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    Quiero hacer notar una evidente relacin entre elcontexto epistemolgico dominante y el tema de laformacin. En el ao 1980, despus de la reestructuracinde la Universidad de La Habana y de la creacin de laFacultad de Filosofa e Historia, se graduaron los ltimoslicenciados en sociologa. A partir de ese momento, yhasta 1991, dej de existir esa carrera y qued subsumidacomo especializacin de la Licenciatura en FilosofaMarxista-Leninista. Igual suerte corrieron los doctorados.

    Aunque no he podido encontrar los datos precisos,es conocido que los graduados en filosofa y comunismocientfico, tanto en universidades cubanas como en lasde la ex-comunidad socialista (especialmente la URSS)sobrepasan, por amplsimo margen, a los que poseenformacin sociolgica.

    Me parece apreciar aqu un importante rasgo de lainstitucionalizacin de las investigaciones sociolgicas enel pas. Es el hecho de que, ante una realidad conproblemas concretos que demandaban ser estudiadossociolgicamente, especialistas de otras disciplinas,filsofos por excelencia, se vieron compelidos a abordar(me gustara decir invadir) este campo, imprimindole elsello conceptual y metodolgico de las generalizacionesfilosficas a muchas investigaciones. Agrguesele a elloque la formacin en otros pases y las estrechsimas (ycasi nicas) relaciones con la comunidad acadmicasocialista europeiz (hacia el Este) la distincin deproblemas y su interpretacin.

    Percibo claras huellas de estas circunstancias en laabundancia de temas orientados a encontrarregularidades generales de la transicin socialista cubanay la escasez de los que buscaban nuestras peculiaridadesy nuestras conexiones con el mundo caribeo,latinoamericano y tercermundista. Esta sociologa delas regularidades (soviticas para ms seas) quepracticamos y padecimos hasta casi ahora mismo,buscaba en la sociedad real, a toda costa, las evidenciasde que el modelo ideal trazado por el discurso polticose materializaba, y se desentenda de sacar a la luz losproblemas ms profundos y las tendenciascontradictorias.

    Paradjicamente, sta es tambin una de las fuentesde entrada en el pas (aunque no la nica) del empirismoen la sociologa. La ausencia de una adecuadapreparacin metodolgica por una parte, y el papeldeterminante de la filosofa en la seleccin de losproblemas y del aparato conceptual por otro, impidierondistinguir los niveles de mediatizacin entre lo general, loparticular y lo especfico de los sistemas sociales e hicieronconcebir la sociologa como el elemento tcnico para larecogida, organizacin y generalizacin primaria de losdatos.

    Seguramente debo decir que esto-no es absoluto. Porfortuna fue gestndose tambin, tmidamente y mezclada

    con el regularismo, una sociologa problematizadora ycrtica que, a mi juicio, es un buen antecedente para loque hoy tenemos que hacer.

    En trminos de eventos cientficos, en los ltimostiempos se ha ganado un mayor espacio y sistematicidad,y, lo que es mejor, se ha, ido pasando de un ritualexpositivo parsimonioso y plano, a un tono de mayordebate y polmica y a un clima un poco ms abierto a lacrtica y al intercambio entre especialistas de diferentesinstituciones.

    Merece una mencin especial el XVIII Congreso dela Asociacin Latinoamericana de Sociologa celebradoen La Habana en 1991. Este Congreso, viejo anhelo desucesivas generaciones de socilogos, estimul el estudioprevio del pensamiento latinoamericano, comopreparacin para el dilogo con nuestros visitantes, yexigi dar lustre a nuestros mejores resultados. Fue unintento por no quedar a la zaga de una produccin en laque, junto a una sociologa que ha copiado fielmentemodos y matices de la sociologa norteamericana, haexistido un pensamiento original, humanista y renovador.Fue un ejercicio formidable para juzgar nuestra propiacreacin a la luz de otras maneras de hacer y unentrenamiento para prximos cometidos, pues junto ala quiebra de nuestras relaciones acadmicasinternacionales tradicionales y de la ortodoxia marxistamanualista, por un lado, y a las complejas bsquedas einterrogantes que enfrenta la sociedad cubana, por otro,ha crecido nuestro inters por la produccin cientficafornea y desde el exterior hacia nosotros, lo que haampliado las posibilidades de participacin en eventosinternacionales, por el apoyo financiero de institucionesnacionales o extranjeras.

    No digo que aqu todo est bien. Faltan an mbitospara la discusin incisiva y la colaboracin. Es insuficienteel enfoque problematizador y polmico de lasintervenciones en los eventos.

    El tpico de las publicaciones se me presenta comoespecialmente funesto. En cuanto a las publicacionesperidicas, tericamente tenemos un espacio(compartido, porque no existe en el pas una revista solopara la sociologa), para colocar la produccinsociolgica. Pero si revisamos la coleccin de materialescomo la Revista de Ciencias Sociales, Universidad de La Habana,Islas y Cuba Socialista, entre otros, encontraremos muypocos artculos sociolgicos y casi ninguna resea de librosy eventos de esta materia. Tampoco contienenusualmente polmicas que tengan una continuidad en eltiempo y muestren las diferentes posiciones existentesen torno a determinada cuestin.

    Los libros nuestros casi siempre se publican conretraso, cuando los procesos que analizan se han puestoun poco viejos. Algunos parecen ms bien libros dehistoria contada en presente que de sociologa.

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    Al margen de escaseces, lentitudes burocrticas ycensuras, considero que la causa fundamental de estacarencia editorial est en nosotros mismos, en nuestrapoca agresividad para elaborar y colocar textos querecojan de forma clara y amena los resultados de losestudios, libres de los tecnicismos y continuas referenciasa los datos primarios y sus distribuciones estadsticas deque estn llenos los informes de investigacin, y que sitenhiptesis, conceptos y perspectivas metodo1gicas quetransciendan las estrechas fronteras del anlisis delfenmeno particular.

    Si tomamos el conjunto de programas y problemasde investigacin incluidos en los planes peridicos deciencia y tcnica de la rama de ciencias sociales del pasdurante los ltimos diez aos, las ponencias presentadaspor investigadores cubanos en importantes eventosnacionales e internacionales23 y los artculos publicadosen las diferentes revistas cientficas antes mencionadas,podramos obtener un cuadro aproximado de lastemticas preferentemente abordadas por el anlisissociolgico en Cuba en tiempos recientes: polticacientfica y tecnolgica como factor de desarrolloeconmico y social; integracin social de la mujer yfunciones familiares; eficiencia del sistema educacional ycaractersticas sociopsicolgicas de los estudiantes;juventud y relaciones intergeneracionales; componentessocioclasistas de la sociedad cubana; componentesfundamentales y bases estructurales de la movilidad ytendencias reproductivas; relaciones de trabajo, recursoshumanos y direccin; caractersticas del consumo y lademanda interna; poltica social; factores socialesasociados a la salud; trabajo cultural comunitario;religiosidad en la sociedad cubana; transformacinagropecuaria y estructura social rural; Amrica Latina,crisis econmica y transicin democrtica; sistema polticoy participacin popular a nivel laboral y comunitario.

    Esta lista recoge un grupo fundamental de lasconstantes del pensamiento socio1gico cubano de losaos 80, en su mayora presentes en las investigacionesactuales.

    Aprecio que en tiempos recientes se han agregado aestas temticas clsicas problemas tales comoalternativas y escenarios socioeconmicos para Cuba enlos 90; desarrollo del turismo internacional y valoracinde sus efectos sociales; cultura poltica y sociedad civil;relaciones intelectualidad-proyecto socialista; cultura,sociedad e identidad nacional; impactos sociales de lasnuevas tecnologas; SIDA y juventud.

    Qu podemos inferir de este cuadro? Pues que lareflexin sociolgica en Cuba ha recorrido una ampliagama de temas y problemas y ha tocado fragmentosmuy sensibles y esenciales de la vida social del pas.Tambin nos dice que ha habido ausenciasimperdonables, entre las que situara las investigaciones

    sobre teora y epistemologa y una visin crtica de lapropia produccin sociolgica en el pas;24 las razas y lasfuentes de los prejuicios raciales, los nexos raza-desigualdad social; la informalizacin y estructura socialsumergida; la integracin y conflictividad social; lasalternativas del progreso social para pasessubdesarrollados; el acceso real al poder para diferentesactores sociales, por solo citar unos pocos que a mi meparecen esenciales.

    Desde mi punto de vista los mayores aciertos se sitanen el intento por romper las fuertes ataduras iniciales a lasociologa marxista europea como fuente deidentificacin de los problemas a estudiar, en laorientacin hacia la intervencin en la prctica social, enla extensa gama de temticas abordadas y resultadosproducidos.

    Intentando una valoracin de las debilidades msfrecuentes de esta produccin, dira que, adems de losproblemas dimanados del contexto epistemolgicohegemnico (o ms bien asociados a ellos), habra quesealar la debilidad de la funcin crtica; la pocaintervencin en el diseo de una utopa nacional propia;la escasa consideracin del escenario exterior y de lasimbricaciones de lo econmico y lo social; el dbil manejode hiptesis tericas e integradoras; la fragmentacin einsuficiente anlisis de las relaciones sistmicas todo-parte;la tendencia al empirismo y sobredimensionamientoimplcito de la arista funcional de los procesos sociales;el insuficiente dominio del mtodo y las tcnicas; laencuestonoma y tratamiento cuantitativista afenmenos de orden preferentemente cualitativo, y lospobres vnculos interdisciplinarios.

    Atendiendo a que estos problemas no se expresaroncon igual intensidad en todas las reas y a la calidad dealgunos resultados obtenidos, considero que puedehablarse de serios adelantos en el campo de las sociologasespeciales, en cuanto a sociologa rural, del trabajo, lajuventud, la religin, la familia, poltica y de la estructurasocial. El punto dbil, que impide que cuajencompletamente como tales sociologas, est en el terrenode la teorizacin y la medicin de los vnculos entre elfragmento y la totalidad social que lo contiene.

    El balance entre aportes y limitaciones del anlisissociolgico en Cuba en los aos recientes y su evaluacindesde la ptica de las funciones de esta ciencia, me haceaventurar la conclusin preliminar de que slo podemosidentificar un proceso bastante avanzado de gestacinde una sociologa nacional que no ha llegado an aconsolidarse como tal.

    La crisis en la sociedad

    Me falta tocar el tema de la crisis, lo que en ciertomodo me veo obligada a hacer dado el peso que tal

  • Mayra Espina Prieto

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    tema alcanza en los debates actuales de la comunidadsociolgica internacional y que aparece tambin ennuestros predios, aunque todava tmidamente.

    En relacin con la nocin de crisis de la sociologa,habra que decir que esta ciencia ha tenido que enfrentarsesistemticamente al problema de legitimar su razn deser como disciplina autnoma, demostrando que tieneun objeto propio, que puede ser distinguido entre unconjunto de objetos afines o cercanos, y que puedeproducir un conocimiento genuinamente cientfico.

    Una y otra vez afloran estos problemas. Lossocilogos que estamos fuera de la olla infernal de estasabrosa polmica la encontramos aburrida, inspida eintil y clamamos porque los grandes cabezones sepongan de acuerdo de una vez por todas sobre qu es lasociologa y nos dejen trabajar en paz en nuestraspequeas parcelas paradisacas, lejos de ese rolloperturbador que nos hace aparecer ante los ojos de losdems siempre en crisis y, por tanto, tcnicamentedesautorizados y poco confiables como especialistas delo social.

    En Cuba, la inmensa mayora de la minorasociolgica nos la hemos pasado muy bien durante largosaos (demasiado largos), protegidos bajo la urna de cristaldel paradigma marxista, donde todo lo general estabadicho ya y no tenamos que preocuparnos por discusionesbanales.

    Ingenuas ilusiones! Mirando en ese ro revuelto quees la historia de la sociologa he sacado algo en claro: elproblema del objeto, los lmites, etc., necesariamente debeser planteado una y otra vez por la propia sociologa,como condicin de su propio desarrollo y de suadecuacin a los cambios del organismo social. No tienesolucin definitiva ni respuesta acabada. No es unaexpresin de crisis perpetua, sino de reiterada renovacin,que atiende al cambiante movimiento de su objeto y a lanecesidad de perfeccionar los mtodos con que lo abarca.

    An ms. No es cuestin de tericos. No se puedeavanzar en la solucin si no se involucran todos loselementos del conocimiento sociolgico y creo, tambin,que el manejo emprico de las interrogantes sociales seestanca si no se nutre y participa de esos planteamientos.

    Ruego que no interpreten mi posicin como unatrampa para mantener a mi amada disciplina fuera de laposibilidad de padecer crisis. De ninguna manera. Sloquiero decir que este padecimiento no es crnico en ellay no puede ser inferida su presencia por el sntomareplanteo continuo de su objeto, cientificidad yparadigma interpretativo.

    Para identificar la crisis, me inclino ms hacia un anlisisde la produccin sociolgica desde la ptica delcumplimiento de las funciones de la disciplina.

    La imposibilidad de responder adecuadamente a lasexigencias de las seis funciones en su conjunto

    representara una crisis general de la disciplina. Enparticular, la incapacidad de construir modelosconceptuales interpretativos sealara una crisisepistemolgica (de fundamentos25); la ausencia deelaboraciones generalizables nos hablara de una crisisterica;26 la inhibicin en la configuracin del idealfuturo, de una crisis de utopa; y las limitaciones en lasrestantes funciones nos hablaran de crisis metodolgicae instrumental.

    Bueno, no se lo tomen demasiado en serio, peropuede servir para algo.

    Obviamente, la sociologa atraviesa por una etapade crisis un tanto prolongada, que se expresa en unaprdida de fortaleza de los paradigmas clsicos, paraexplicar los procesos sociales actuales y dilucidartendencias futuras, en una intensificacin del replieguehacia el estudio de reas particulares y hacia la funcininstrumental en pequea escala, y en la imposibilidadde producir nuevos modelos paradigmtico s parapensar la sociedad como un todo.

    Claro que las fuentes esenciales de esta crisis noresiden en el interior de la sociologa, sino que estnen la propia crisis de lo social, en las agudas paradojasque caracterizan la vida hoy en el planeta, que hansituado el desenvolvimiento de lo social en el nivel demxima complejidad, y en una encrucijada de cambioque el discurso sociolgico no puede todava reflejaren toda su multiplicidad.

    Percibo que uno de los asuntos medulares adesentraar se centra en la paradoja globalizacin/universalizacin/homogeneizacin e interdependenciaprogresiva de los procesos productivos, econmicos,sociales y culturales, que rompen las fronterasnacionales, por un lado, junto a la reproduccin deuna gran diversidad estructural a escala regional, y lapermanencia de la pluralidad cultural y losparticularismos tnicos.

    Dar cuenta del entrelazamiento de los procesosde sociohomogeneidad y sociodiversidad, de lasrelaciones de poder en que se insertan y de la naturalezade los actores sociales que aparecen en estacontraposicin, de las alternativas de futuro que elloscontienen y cules representan verdaderas opcionespara las grandes mayoras, es uno de los problemasfundamentales que habra que resolver para recuperarlo que podramos llamar un paradigma sociolgicode emancipacin,27 lo cual, a mi modo de ver, nosignifica de manera alguna un rompimiento con elmarxismo, sino una renovacin de sus postuladosbsicos y el dilogo creativo con otras teoras(especialmente con las propuestas weberianas).

    Situara en el centro del reexamen del marxismo elpapel de los sujetos histricos extraclasistas y de losmovimientos sociales en el cambio social, as como la

  • Tropiezos y oportunidades de la sociologa cubana

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    dialctica entre los intereses individuales y sociales y delos factores subjetivos y objetivos.

    Si la sociologa vive una crisis, tambin la sociologacubana atraviesa igual trance? Considero un excesoresponder afirmativamente esta pregunta. No puede estaren crisis algo que no se ha formado como tal, que seest configurando y que no ha logrado completar susfunciones bsicas; pero indudablemente no estamosajenos a la crisis. Identificar sociologas nacionales oregionales no significa que stas existan o se gesten almargen de la ciencia sociolgica en su conjunto. Esoseria una barbaridad.

    La crisis nos llega en primer lugar por los cambiosde escenario en el contexto epistemolgico. Nuestramatriz terica se ve cuestionada en su capacidadexplicativa, y no por la mala voluntad del otro bandoideolgico, a la cual ya estamos acostumbrados, sinoporque la propia realidad seal debilidades ydogmatismos estriles.

    Desde Cuba es muy fcil entender hoy que losdesarrollos contemporneos de la sociologa marxistase basaron en las regularidades del socialismo realsovitico. Estas se impusieron como modelo deinterpretacin y evaluacin de otros socialismos -trampaen la que nos dejamos caer cordialmente-, y que dejarontotalmente fuera las peculiaridades de la transicin desdeel subdesarrollo y los ms variados tercermundismos(donde los nexos entre modos de produccin, tiposeconmicos, clases y otros componentes sociales siguenderroteros diferentes) y nos hicieron apartamos de latradicin humanista del pensamiento social cubano ylatinoamericano.

    La crisis nos llega tambin desde nuestra propiasociedad, en crisis econmica y en trnsito hacia otrasfrmulas para la conservacin de la independencianacional y del proyecto de justicia social.

    As que a nosotros tambin se nos mueve el piso,pero creo que sta es una movida beneficiosa, porquenos da la oportunidad de ver ms claro, de romper conmitos y leyendas y mirar con nuevos ojos nuestra realidad.Estaremos preparados para ello? Confieso que mepreocupa nuestra falta de entrenamiento para la polmicay la crtica terica, que a menudo nos hace deslumbramoscon las ofertas ms desmovilizadoras, y nuestro apego alas prcticas empiricistas.

    En conclusin, considero que a pesar de no habermadurado an y de estar signada por la crisis terica dela disciplina y por la complejidad de los procesos socialesde su entorno inmediato, a cuyas exigencias deberesponder, la sociologa cubana tiene ahora la oportunidadde dar el salto sobre sus propios pies, desplegando todassus potencialidades creadoras autnomas.

    Ya que he tenido la osada de llegar hasta aqu, meatrever a una temeridad final: ofrecer mis puntos de

    vista sobre algunos de los temas que debera abordar lareflexin sociolgica en el pas si no quiere perder eltren. Estos seran ms o menos as:

    En el campo de la reflexin epistemolgica:

    Causalidad social. Dialctica y teora del caos.Nueva visin del orden y del caos. Relaciones causalidad-casualidad, estabilidad y cambio. Posibilidad de laprediccin social.

    Actores sociales y fuentes de cambio social.Componentes estructurales clasistas, intraclasistas yextraclasistas. Dialctica de sus nexos. Sujetos histricos.

    Desarrollo social. Universalismos yparticularismos en el progreso histrico. Armona entrehomogeneidad y diferenciacin social. Pluralidad decaminos para la viabilidad econmica y social de pueblosdiferentes.

    Relaciones naturaleza-sociedad. Conservacin dela biodiversidad, proteccin ecolgica y satisfaccin delas necesidades fundamentales de los seres humanos.

    Diferencias socioeconmicas y desigualdadessociales. Fuentes, lmites, papel en el progreso histrico.

    Papel de la sociologa. Relaciones con el poder ycon los saberes populares y otras fuentes delconocimiento de lo social. Explicacin, comprensin,reflexibilidad.

    Teora y perspectivas metodolgicas. La armonadel par cantidad-cualidad en la comprensin de losfenmenos sociales.

    Subjetividad social e individual. Procesosintersubjetivos.

    En la investigacin de problemas particulares:

    Posibilidades de una alternativa socialista desdelas condiciones del Tercer Mundo en el contexto delsistema sociopoltico y econmico internacional.

    Reestructuracin de las relaciones de propiedad.Nuevos y viejos actores sociales vinculados a ellas y aotras fuentes de diferenciacin social. Procesos deintegracin y exclusin social.

    El sistema de las instituciones sociales y su ajuste alos cambios econmicos y sociales. Relaciones de poder.Estado y sociedad civil. Sus componentes.

    Cultura poltica. Democracia y participacin. El papel de la subjetividad individual y de los

    procesos intersubjetivos en la configuracin de lo social,percepciones y representaciones sociales. El discurso sociopoltico de los diferentes sectores y grupos.

    Entrelazamiento de los procesos macrosociales yla vida cotidiana.

    Comprendo y acepto que mis apreciaciones no sonde manera alguna una verdad confirmada y seguramente

  • Mayra Espina Prieto

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    , 1995

    generarn los ms variopintos desacuerdos yperplejidades. Me sentira satisfecha si, al menos, logroque nos situemos crticamente ante nuestra prcticainvestigativa e intentemos respuestas propias ainterrogantes que deciden los derroteros y la relevanciafutura de nuestra ciencia en el pas.

    Notas

    1. L. Rodrguez Ziga, El desarrollo de la teora sociolgica. En:S. del Campo, Tratado de sociologa, vol.1, Ed. Taurus, Madrid, 1988.

    2. Igor Kon, De la filosofia social a la sociologa. En: Historia de lasociologa del siglo XIX - comienzos del XX, Ed. Progreso, Mosc.

    3. Vladimir I. Lenin, Quines son los amigos del pueblo y cmo luchan contralos socialdemcratas. En: Obras completas, t.l, Ed. Progreso, Mosc,1984.

    4. Jess Ibez, El papel del sujeto en la teora. Hacia una teora reflexiva,Madrid, 1992.

    5. M. Rutkevich, y Fridrich R. Filippov, Desplazamientos sociales, Ed.Misl, Mosc, 1970. (En ruso.)

    6. Mayra Espina, y L. Nez, Acerca del concepto movilidad socialy su utilizacin en la sociologia marxista. En: Estudio de la sociologacubana contempornea, Anuario, Centro de Investigaciones Psicolgicasy Sociolgicas, La Habana, 1988.

    7. C. Wright Milis, La imaginacin sociolgica, Instituto del Libro, LaHabana, 1969.

    8. A. G. Zdravomislov, Metodologa y procedimiento de las investigacionessociolgicas, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.

    9. G. Assman, y R. Stollberg, Principios de sociologa marxista-leninista,Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 1986.

    10. R. Merton, Funciones manifiestas y latentes. En: Ileana Rojas(comp.), El funcionalismo en la sociologa norteamericana, Ed. de CienciasSociales, La Habana, 1973.

    11. M. Dogan, Disgregacin de las ciencias sociales y recomposicinde las especialidades, Revista Internacional de Ciencias Sociales, no. 139,1994.

    12. Idem nota 9.

    13. Idem nota 8.

    14. J. Hernndez, Materialismo histrico y conocimiento cientficode la sociedad, Revista Universidad de La Habana, no. 215, 1981, Y. R. Vieta, El objeto de la sociologa marxista, Revista Universidad de LaHabana, no. 215, 1981.

    15. F. Alvira Martn, La investigacin sociolgica. En: S. del Campo(ed.), Tratado de sociologa, t.l, Ed. Taurus, Madrid, 1988.

    16. V. N. Shubkin, Cuestiones metodolgicas de sociologa aplicada, Ed. deCiencias Sociales, La Habana, 1978.

    17. Idem nota 8.

    18. H. Jetzschmann, y H. Berger, El proceso de la investigacin sociolgica,Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 1978.

    19. Idem nota 9.

    20. W. Friedrich, Mtodo de la investigacin social marxista-leninista, Ed.de Ciencias Sociales, La Habana, 1988.

    21. C. Selltiz, M. Jahoda, Mtodos de investigacin en las relaciones sociales,Ed. Rialp, Madrid, 1971.

    22. Me refiero a los siguientes documentos elaborados por la DireccinRamal de Ciencias Sociales de la Academia de Ciencias de Cuba:Directorios de centros vinculados a la investigacin de cienciassociales (que incluye una breve descripcin de las temticas deestudio); a la lista de Programas Cientfico-Tcnicos, Problemas deciencias sociales, Obras cientficas y Problemas ramales, y al deResultados de ciencias sociales que recibieron premios anuales entre1989 y 1994.

    23. Por ejemplo, los tres ltimos congresos de ALAS y LASA; eventosdel CIPS, el CEHOC, la Facultad de Filosofa de la Universidad deLa Habana, el Ministerio de Cultura, entre otros.

    24. Aunque hay algunos textos sobre el terna, me refiero a que no haexistido una lnea de investigacin estable y sistemtica en este campo.Pueden revisarse los materiales de Velia Cecilia Bobes, Apuntes paraun estudio de la sociologa en Cuba. 1900-1959, ponencia al XVIIICongreso de ALAS, La Habana, 1991; J. Antonio Toledo y JorgeNez, Las ciencias sociales en el proceso de construccin delsocialismo: introduccin a su anlisis, Cuba Socialista, no. 40, 1990,y Daro Machado, Algunas consideraciones en torno a lasinvestigaciones y los pronsticos sociales, Cuba Socialista, no. 29,1987.

    25. R. Lanz, El pensamiento social hoy, crtica de la razn acadmica,Fondo Editorial Tropykos, Caracas, 1992.

    26. J. Vergara, y E. Gomriz, Teora, epistemologa y poder en lasociologa latinoamericana, Revista Fermentum, Universidad de losAndes, Mrida, Venezuela, 1993.

    27. Idem nota 25.