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    ARTICLES

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    Resumen

    La cultura es el resultado de un proceso inacabado de construccin de identidades lleva-do a cabo por las personas. Este proceso establece las categoras con las que individuos ysociedades analizan la realidad siempre partiendo de una escala local. En una poca en laque la cultura se aborda en trminos de comunicacin, el paisaje retiene la atencin porquesirve de soporte a las representaciones y porque es huella y matriz de la cultura. En la reno-vacin de la geografa cultural francesa, la etnogeografa invita a reflexionar sobre la diver-sidad de sistemas de representacin y de tcnicas con las cuales las personas modelan elespacio a su imagen y en funcin de sus valores.

    Palabras clave: cultura, geografa cultural, etnogeografa, Francia.

    Resum. Els fonaments actuals de la geografia cultural

    La cultura s el resultat dun procs inacabat de construcci didentitats dut a terme perles persones. Aquest procs estableix les categories amb les quals individus i societats ana-litzen la realitat sempre partint duna escala local. En una poca en qu la cultura es plan-teja en termes de comunicaci, el paisatge ret latenci perqu serveix de suport a lesrepresentacions i perqu s petjada i matriu de la cultura. En la renovaci de la geografiacultural francesa, letnogeografia convida a reflexionar sobre la diversitat de sistemes derepresentaci i de tcniques amb les quals les persones modelen lespai a la seva imatge i

    en funci dels seus valors.Paraules clau: cultura, geografia cultural, etnogeografia, Frana.

    Resum.Les fondements actuels de la gographie culturelle

    La culture est le rsultat dun processus de construction didentits inachev mis terme parles personnes. Ce processus tablit les catgories avec lesquelles les individus et les soci-ts analysent la ralit tout en partant dune chelle locale. Dans une poque o la cultu-re est projet en termes de communication, le paysage retient lattention parce quil estutilis en tant que support de reprsentations et parce quil est lune des empreintes et des

    sources de la culture. Dans le renouvellement de la gographie culturelle franaise, leth-

    * Traducido del original francs por Francesc Roma i Casanovas.

    Doc. Anl. Geogr. 34, 1999 25-40

    Los fundamentos actuales de la geografa cultural*

    Paul ClavalUniversit de Paris-Sorbonne. Laboratoire Espace et Cultures

    191, rue Saint Jacques. 75005 Paris. [email protected]

    Data de recepci: agost 1998Data dacceptaci: novembre 1998

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    nogographie invite rflchir sur la diversit des systhmes de reprsentation et des tech-niques avec lesquelles les personnes modlent lespace leur image et par rapport a leursvaleurs.

    Mots cl: culture, gographie culturelle, ethnogographie, France.

    Abstract. The present-day foundations of cultural geography

    Culture is the result of an unfinished process of identity construction carried out by peo-ple. This process establishes the categories through which individuals and societies analysereality, starting at a local scale. At a time when culture is seen as a matter of communica-tion, landscape holds our attention, because it plays a role of support for representationand because it is both the remains and the womb of culture. In the renovation of Frenchcultural geography, ethnogeography invites us to reflect upon the diversity of representa-tion systems and methods with which people model space in their own image and on thebasis of their own values.

    Key words: culture, cultural geography, ethnogeography, France.

    El renacimiento de la geografa cultural

    La geografa cultural es tan antigua como la geografa humana: ambas se for-maron hace ahora cien aos, en el ltimo decenio del siglo XIX. An as, elestudio de las actitudes, las preferencias y los gustos tuvo problemas para encon-

    trar justificaciones satisfactorias en una poca en que los gegrafos se consi-deraban como naturalistas y dudaban de si tratar la esfera de lo subjetivo.La geografa cultural no abordaba pues la realidad ms que desde el exte-

    rior, a travs de artefactos, construcciones y encuadres paisajsticos. Se centra-ba esencialmente en la diversidad de las tcnicas. Sus investigaciones girabansobre todo alrededor de las sociedades atrasadas del mundo tropical o de losmedios rticos, o sobre las masas campesinas de las grandes civilizaciones tra-dicionales.

    La modernizacin, con la rpida difusin de tcnicas que supone, parecahaber condenado este tipo de investigaciones. Pero la desaparicin tan espe-rada no se ha producido; al contrario, asistimos a un renacimiento vinculadoa las transformaciones que el mundo sufre, y que muestra las insuficiencias deesquemas econmicos y polticos usuales en los treinta primeros aos de pos-

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    Sumario

    El renacimiento de la geografa cultura

    Nuevas ers ectivas sobre la cultura

    La uniformizacin del mundo

    las reacciones identitarias

    La sociedad, la cultura, el aisa e

    el conocimiento del mundo

    Las diferentes orientaciones

    de la investi acin actual

    Conclusin

    Bibliografa

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    guerra. Este renacimiento no hubiera sido posible sin la profundizacin y lareflexin sobre lo que es la cultura.

    Nuevas perspectivas sobre la cultura

    La cultura debe ser estudiada desde la ptica de la comunicacin

    El estudio de los hechos culturales ha sido renovado por el progreso de la lin-gstica y de la teora de la comunicacin. La cultura est formada por infor-maciones que circulan entre los individuos y que les permiten actuar. Paraorganizarlas o intercambiarlas se utilizan unos cdigos. El estudio de la cultu-ra se efecta pues a dos niveles: el de los sistemas convencionales movilizadospara ordenar y tratar los campos de informacin, y el de los contenidos.

    Las informaciones que constituyen la cultura conciernen el medio natural en

    que viven las personas, la manera de obtener de l alimentos, energas y mate-rias primas, as como las formas de construir tiles y de emplearlos para crearmedios artificiales. Las informaciones que constituyen la cultura se refierentambin a la sociedad, a la naturaleza de los vnculos que unen sus miembrosy a las reglas que deben ser respetadas en las relaciones que se establecen.

    Estas informaciones se transmiten por observacin e imitacin, por la pala-bra o por la escritura. Los tiles tambin tienen un rol en este tema: fueronconcebidos para guiar los gestos y sacar partido de los ritmos naturales delcuerpo, de manera que manejndolos se adquieren los savoir-faire de quieneslos han concebido. Los medios de comunicacin modernos permiten los inter-cambios orales y el aprendizaje por imitacin de los gestos. Reemplazan mala la escritura para vehicular las ideas abstractas (McLuhan, 1968).

    Las informaciones que componen las culturas no cesan de transitar de indi-viduo a individuo: pasan de una generacin a otra, de forma que la sociedad per-manece mientras sus mayores desaparecen y son reemplazados por personasjvenes. Circulan entre vecinos, entre amigos, entre colegas de trabajo o denegocios. Cada uno recibe, en el curso de sus intercambios, savoir-faire, cono-cimientos, y descubre actitudes y creencias que le eran extraas; de ellos retie-ne e interioriza una parte ms o menos grande.

    Las categoras con las cuales los hombres analizan lo realson creaciones de la cultura

    Las categoras que la humanidad utiliza para describir el mundo, hablar de lasociedad u orientar sus proyectos no le son dadas. Ella misma las construye. Eluniverso en que se mueven los individuos est estructurado por representacio-nes que resultan de su actividad y de la de quienes les rodean. Es necesario puesestudiar la manera en que las categoras se dividen, y ver en qu marco estn,para comprender cmo las culturas nacen, se reproducen y se transforman.

    Hace tiempo que sabemos que las divisiones que el espritu proyecta sobreel mundo son construcciones mentales, pero nunca nos habamos preocupado

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    de averiguar la manera como se efectuaban. Desde este punto de vista, lasaproximaciones que se han impuesto despus de los trabajos fenomenolgicossobre la intersubjetividad conducen a dudar de los tiles que el observador uti-liza de forma espontnea (Staszak, 1997; Richardson, 1981): cada grupo rein-venta permanentemente el mundo introduciendo en l nuevas segmentaciones.

    El contenido de los mensajes intercambiados no puede generalmentecomprenderse fuera del contexto en que se encuentran los copartcipes. Losjvenes urbanos aprenden cual es el centro de su ciudad sin que les haya sidoexplicado nunca: ven el trmino asociado a cierto barrio, y a los comercios; lasterrazas de caf o los bancos que all se encuentran. Lo que de esta forma adquie-ren no es vlido ms que dentro de los lmites del grupo de intercomunica-cin al que pertenecen (Staszak, 1997).

    El sentido comn debera permitirnos decir lo que aporta la perspectivafenomenolgica. Entonces, por qu no nos hemos dedicado anteriormente a

    la variabilidad de los instrumentos a travs de los cuales lo real es aprehendido?Considerndolos como datos, los elementos que han sido creados por los gru-pos se transforman en categoras naturales; se les mantiene fuera de toda duda;se les da autoridad.

    La cultura forja identidades

    Concebida de este modo, la cultura no se nos muestra como una totalidad quese pueda encontrar de forma idntica en todos los miembros de una sociedad,

    como podra serlo un mismo programa instalado en millares de ordenadores.La cultura resulta de un proceso de construccin inacabado llevado a cabo porlos individuos.

    La infancia es el momento ms importante para la acumulacin de savoir-faire, de conocimientos, preferencias y creencias: la juventud aprende a hablar,a desplazarse y a actuar en el medio familiar. Ms adelante ser el turno delaprendizaje, o de la escuela.

    La acumulacin de informaciones estructuradas se dirige a dotar a cada unodel bagaje de conocimientos indispensables para trabajar e integrarse en la

    sociedad. Pero la cultura no se resume en eso: la cultura sirve para dar senti-do a la existencia de los individuos y de los grupos en que se insertan.Las informaciones que circulan a travs de las clulas del cuerpo social com-

    portan narraciones que explican el origen del mundo, el primer miembro de lahumanidad y la constitucin de la sociedad; stos insertan la existencia de cadauno en un destino colectivo y le dan un significado.

    Las perspectivas que los individuos necesitan para que su vida no se les pre-sente como algo intil son proporcionadas por la toma en consideracin deotros que son vistos con cierta distancia: pueden estar situadas en el ms all delCielo o en el de la Razn, o aqu abajo, pero en los tiempos pretritos de laEdad de Oro, en una Tierra sin Mal tan alejada que no se puede alcanzar, oen el futuro indefinido de la Utopa. El mundo real est doblado de mundosimaginados, que son indispensables para darle sentido y que frecuentemente apa-

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    recen como ms autnticos que el que nuestros sentidos nos desvela. Estos msalls afloran en ciertos sitios. Transforman la naturaleza: al universo profanodel mundo ordinario se oponen las plagas sagradas que manifiestan aqu abajola existencia de estos otros lugares (Eliade, 1965).

    As la cultura incorpora valores. Estos valores tienen una triple finalidad:

    guiar la accin inscribindola en un cuadro normativo; subrayar la especifici-dad de todo lo que es social, haciendo acceder a una dignidad superior lo quepasa por procesos de institucionalizacin y dar un sentido a la vida individualy colectiva.

    La formacin de los individuos solo acaba cuando stos han interiorizadoel cuadro de valores que les inserta en un destino colectivo. Esta importanteetapa da lugar a ritos de paso en el momento de la adolescencia (Erikson,1972): es entonces cuando la institucionalizacin del individuo acaba y steaccede al mundo social pleno que es el de los adultos. Adquiere as una iden-

    tidad que le da un estatus dentro del grupo y le hace existir frente a otras colec-tividades.El proceso de interiorizacin y de reconstruccin individual de la cultura

    no se detiene en la adolescencia. Las oportunidades se suceden. Se nos pre-sentan sin cesar posibilidades de adquirir nuevos conocimientos, de aprendernuevas tcnicas, de experimentar nuevos valores, pero algunos son rehusadosporque podran poner en peligro la identidad individual y, a otra escala, laestructura del grupo. Las oportunidades que no son menospreciadas por estosobstculos pasan por fases de crisis y de reconstruccin del Yo a veces difci-

    les, precediendo y acompaando a las conversiones. A nivel colectivo, las basesmorales sobre las que la sociedad ha sido edificada pueden ser transformadas,pero al precio de revoluciones que siempre son difciles incluso cuando no seacompaan de revueltas, de masacres o de guerras civiles.

    El proceso de institucionalizacin no concierne nicamente al individuo yla sociedad. Se aplica a los sistemas de relaciones cada vez que stas hacen refe-rencia a la riqueza, al poder o al prestigio, y de esta forma afectan al funcio-namiento de la sociedad. De esta manera, el enfoque cultural se convierte enindispensable para comprender la arquitectura de las relaciones que dominan

    la vida de los grupos. Este enfoque renueva la geografa social. Ilumina la vidaeconmica, en la medida en que pone en evidencia las finalidades perseguidaspor los hogares o por las empresas: sus lgicas dependen de la manera comose estructuran y de los valores que les guan.

    La cultura ofrece posibilidades de apertura

    Los individuos no permanecen pasivos frente a la cultura. stos retienen cier-tas informaciones y desechan otras, se interesan por las habilidades del buenobrero o del perfecto artesano, evolucionan sin dificultades en la esfera delconocimiento cientfico, o se dedican preferentemente a la vida religiosa. Losindividuos obtienen satisfacciones personales de la familiariedad con los aspec-tos particulares del universo social. La cultura les permite ganarse la vida cuan-

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    do las sociedades son ms complejas. Les asegura el prestigio y el estatus atri-buido al experto, al sabio o al genio.

    Durante mucho tiempo, la arquitectura, la escultura, la pintura o el teatrohan estado ligados a la vida religiosa. Cuando las sociedades se laicizan, la vidaartstica toma su autonoma. Sobresalir en el campo de la creacin aparece

    entonces como signo de un triunfo del Yo. Quienes desean elevarse en la esca-la del prestigio y de la consideracin frecuentarn pues las galeras de arte, losmuseos, las salas de concierto, las peras o los teatros, o leern las grandes obrasliterarias. Buscan as reafirmarse accediendo a consumos culturales de alto nivel.

    La uniformizacin del mundo y las reacciones identitarias

    Los gegrafos y las gegrafas que hoy en da se interesan por los problemas dela cultura sacan provecho de estas orientaciones recientes de la reflexin (Claval,

    1992; 1995; Foote y otros, 1993). Se preocupan menos por las tcnicas quepor los problemas de comunicacin y de identidad.

    Revolucin de las comunicaciones y uniformizacin del mundo

    La observacin, la imitacin y la palabra no son posibles ms que entre perso-nas presentes en un mismo lugar. Esto significa que los aspectos tcnicos de lasculturas tradicionales se transmiten localmente en buenas condiciones, peroque la difusin de un punto a otro es un proceso difcil, lento y que comporta

    muchos fallos. La escritura permite encaminar los mensajes a distancia, lo cualfavorece la difusin de los conocimientos formalizados por la ciencia y la de lostextos que vehiculan religiones o ideologas. Las sociedades tradicionales tenanas una doble inscripcin cultural en el espacio: el mosaico complejo de dialec-tos y de savoir-faire tcnicos se inscriba en el seno de espacios que compartan,frecuentemente, vastas extensiones, la misma lengua de cultura, los mismosconocimientos cientficos, la misma religin y los mismos hitos morales: es la ima-gen que an presentaba China hace medio siglo; tambin haba sido la de Europahace dos centurias. A las culturas populares se opona la de la lite.

    La revolucin de las comunicaciones ha trastornado (a un ritmo al princi-pio muy lento a finales del siglo pasado, despus a una velocidad cada vez msacelerada desde 1950) esta imagen de las culturas. Las investigaciones tcni-cas restringen cada vez ms el dominio de los savoir-faire tradicionales. Losconocimientos formalizados reemplazan a las recetas de antao. stos puedenaprenderse no importa donde si se dispone de obras y revistas en los cuales losresultados sean expuestos. El cine y la televisin muestran a todo el mundo lafacilidad de utilizacin de la mayor parte de los artculos de consumo dura-dero que nos ofrece la industria moderna. En la medida en que la cultura resul-ta del juego de mecanismos de comunicacin, debera uniformarse rpidamente.En parte lo ha hecho la cultura de masas se parece cada vez ms de un puntoa otro del planeta (McLuhan, 1968), pero otros factores actan en sentidoinverso.

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    La construccin de identidades y la dialctica unificacin/diversificacin

    Como fundamento de las identidades, la cultura permite a la vez unir y divi-dir a las personas. Cuando las gentes participan de las mismas creencias, com-parten los mismos valores y asignan a su existencia objetivos parecidos, nada se

    opone a que se comuniquen libremente entre ellas. Pero cuando salen del grupoen el que se sienten solidarios, sus actitudes cambian: la desconfianza se ins-tala en ellos. Los intercambios se convierten en fuente de amenaza en la medi-da en que podran poner en entredicho la estructura sobre la que se construyela personalidad de los individuos y la identidad de los grupos.

    Estructurndose alrededor de preceptos comunes, los grupos abolen la dis-tancia psicolgica que existe entre sus miembros, lo cual les permite vencer ladispersin que a menudo implican las necesidades de la vida. Jean Gottmannha hecho de este tema, el de las imgenes que se tienen en comn (iconos, en

    el sentido original del trmino), y de los smbolos que compartimos, uno de loscaptulos esenciales de la geografa poltica: habla entonces de iconografa(Gottmann, 1952).

    Las personas no cesan de imaginar nuevos valores, de elaborar nuevas cla-sificaciones y de trazar nuevas fronteras. El movimiento no siempre amenazala cohesin de las sociedades formadas por poblaciones numerosas. Se trata deque los sentimientos de pertenencia pueden jerarquizarse, tal y como suce-de con las culturas: a pequea escala, las hay englobantes, que fundan las iden-tidades colectivas sobre el hecho de compartir un reducido nmero de valores

    polticos (los principios de la Constitucin americana para los Estados Unidos,la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad para la Repblica Francesa). A granescala, los particularismos se desvanecen entonces en otros dominios, el de lasreligiones, de los grupos tnicos y de las sectas en la sociedad americana, el delos vnculos locales y regionales, y de los militarismos polticos o sindicales enla sociedad francesa.

    La paradoja de la situacin actual consiste en que, en la poca en que la uni-versalizacin de las tcnicas est prcticamente consumada, los valores confuerte carga unificadora de antao (la fe en el progreso, el liberalismo y la tole-

    rancia), dejan de ser atractivos. El proceso de divisin se acelera porque cadagrupo se estima igual a los otros en derecho y en dignidad.Es en este contexto que hay que situar la mayor parte de las investigaciones

    contemporneas de geografa cultural: los nacionalismos y los regionalismosse exasperan, las sociedades en que las minoras acaban por asimilarse a travsde mecanismos diversos de integracin evolucionan hacia el multiculturalis-mo, sin tener la certeza que sus componentes posean ya alguna cosa en comn.Los inmigrantes expulsados del Tercer Mundo por la miseria desean aprove-charse de los beneficios sociales de los pases que los acogen permaneciendofieles a sus culturas de origen y manteniendo contactos estrechos entre ellos.Las disporas se multiplican (Prvelakis, 1996).

    Las ideas se aferran al espacio: reposan sobre recuerdos compartidos, luga-res visitados por todos, monumentos que reavivan la memoria de los grandes

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    momentos del pasado, smbolos recordados por todas partes a travs de la pie-dra de las esculturas o de las inscripciones. La territorialidad se ha convertidoen uno de los componentes ms importantes de las nuevas orientaciones delmundo social y poltico (Bonnemaison, 1986; Keith y Pile, 1993).

    La cultura es, en primer lugar, una realidad local

    Cmo explicarse la tendencia a una pulverizacin tan fuerte en el mundoactual? Cada grupo reinventa permanentemente el mundo introduciendo en lnuevas segmentaciones, tal y como nos lo ensean las aproximaciones feno-menolgicas.

    La cultura es, en primer lugar, una realidad de escala local: de un crculo deinterseccin a otro se producen intercambios, que se recubren parcialmente;se desarrollan equivalencias, de forma que la comunicacin sea posible, pero no

    todo es transmitido. No hay comprensin real de los procesos culturales si seneglige el juego de la intersubjetividad.La escala de los anlisis cambia: para aprehender los procesos culturales ver-

    daderamente significativos, los gegrafos se basan en la experiencia de la gente,en sus contactos, sus formas de hablar. As descubren cmo las actitudes cam-bian y los objetos colectivos se construyen a partir de las interacciones. Lasinvestigaciones se centran ms sobre pequeas comunidades, las bandas y par-tidas de los suburbios, las comunidades de los barrios, las clulas del mundorural, que sobre las realidades globales. Se practica la geografa cultural, pero sin

    que las investigaciones que se llevan a cabo nos informen sobre lo que es lacultura china, la cultura americana o la cultura urbana. Lo que estos estudiosnos aportan es la idea que las reglas de vida social varan de un punto a otro yse modifican sin cesar. Lo que cambia no son tanto sus principios, sino lamanera de interpretarlos o de transgredirlos para adaptarse a las circunstan-cias. Los barrios populares de las grandes ciudades son atormentados por ban-das de jvenes que buscan desesperadamente afirmar su originalidad,adornndose con temas de una afligente monotona.

    La emergencia de subculturas refuerza las fracturas que nacen de la divisin

    del trabajo. Un sentimiento de solidaridad obrerista ha impedido durante largotiempo sacar el mximo partido de las posibilidades de progresin social que laescuela ofreca a los hijos de los trabajadores. En las zonas en que se acumu-lan las poblaciones desprovistas de dinero de las grandes ciudades, una sub-cultura de la pobreza se crea y tiende a acentuar la degradacin de las condicionesde vida (Sibley, 1995).

    La estrategia consiste en comprender cmo los grupos construyen el mundo,la sociedad y la naturaleza. sta se enfrenta especialmente a la manera comoson establecidos los criterios que separan el grupo del que se forma parte delos que le son extraos. En el mundo actual, esto conduce a privilegiar, comoobjetos geogrficos de la investigacin cultural, la raza, la etnia, la juventud,la vejez o las categoras sexuadas (hombres, mujeres, homosexuales, transexua-les): a eso reduce Peter Jackson losMaps of Meaningque nos propone en su

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    interpretacin geogrfica de la cultura (Jackson, 1989; vase tambin Andersony Gale, 1992; Jackson y Penrose, 1993). En geografa poltica el inters se cen-tra en la imagen de la frontera y de aqullos que se han instalado ms all de ellay que son vistos como diferentes (Paasi, 1996). La mirada de los occidentalessobre los otros pueblos est en la base del imperialismo, al que hace llama-

    miento y justifica. Si queremos comprender y combatir las formas de opresinen el mundo actual, es necesario aprender a deconstruir las imgenes del Otroque el mundo occidental tiene como evidentes desde que ha comenzado a con-cebirse como superior a los otros.

    El orden social es culturalmente institucionalizado

    Las aproximaciones fenomenolgicas resultan muy tiles para esclarecer laabundancia de grupos, su construccin y sus barreras psicolgicas. Pero al

    basarse en el estudio de la intersubjetividad, estas aproximaciones olvidan queel mundo que explora la geografa est investido por todas partes de valores:la puesta en escena de momentos fuertes de la existencia colectiva a travs delas ceremonias, los rituales y las fiestas permite al grupo volver a sus races pro-fundas, recordando sus mitos fundadores.

    Detrs de los procesos de institucionalizacin, se lee el juego de los valoresque dividen al mundo en esfera de lo sagrado y esfera de la profano. De estaforma la geografa cultural deja sitio preferente a las religiones y muestra cmolas ideologas laicas funcionan como sustitutos de las creencias tradicionales.

    Frente a las filosofas del progreso social que han dominado Occidente desdela Ilustracin, se ven perfilarse ideologas de la Naturaleza que, bajo el nom-bre de ecologa, transforman profundamente las sociedades, proponiendo nue-vos criterios del bien y del mal, de lo puro y lo impuro, e imponiendo a lospoderes nuevos objetivos si quieren obtener el aval de los grupos cuyo trabajoes legitimar las instituciones o minar sus fundamentos (Berque, 1996).

    Los grupos que elaboran subculturas a veces intentan poner en entredicholos valores admitidos por el conjunto del cuerpo social: estas contraculturasofrecen un remanso de paz a quienes la sociedad maltrata o est en desacuer-

    do con sus principios. stos elaboran contramodelos que pueden seducir acapas cada vez ms amplias de la poblacin y conducir a una reestructuracincultural global.

    Uno de los engranajes esenciales de todo agrupamiento poltico est cons-tituido por el sistema de creencias y de ideologas que dan un sentido a la vidade los individuos y de la colectividad y legitiman lo que est instituido. Ladefensa de los valores existentes, o su crtica y la puesta en marcha de sistemasalternativos, movilizan la energa de los legitimadores, cuyo ttulo y funcinvaran segn los niveles y las formas de organizacin social: sabios o brujos enlas sociedades animistas, pastores o gurs en las religiones reveladas, intelec-tuales que encuentra sus justificaciones en ideologas laicas en el mundo moder-no (Claval, 1980). De esta forma, la perspectiva cultural es indispensable paracomprender la geografa poltica de los Estados.

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    La sociedad, la cultura, el paisaje y el conocimiento del mundo

    Dejando de lado las tensiones del mundo actual, los gegrafos se adhieren tam-bin a las aproximaciones culturales para comprender mejor el lugar del arte enla cultura, las relaciones de la sociedad con la naturaleza, el significado de los

    paisajes o el tipo de mirada que los grupos lanzan sobre el espacio.

    La cultura como enriquecimiento y la geografa artstica

    La cultura ofrece a los individuos medios para afirmarse a travs de su exce-lencia en tal o cual dominio. En las sociedades laicizadas del mundo moderno,el dominio artstico, aparece como un campo privilegiado para las iniciativasde este tipo: para ganar en prestigio y en consideracin nada mejor que crearobras o, al menos, comprenderlas y apreciarlas.

    Estas estrategias contienen componentes espaciales: algunos lugares se pres-tan mejor que otros a la vida artstica. Escritores, pintores, escultores, compo-sitores, cineastas forman all medios vivaces; el intercambio de ideas estimulala creacin. Crticos de arte y periodistas dan a conocer por todas partes susxitos. La prensa y la televisin hablan de los grandes aficionados, de sus colec-ciones y del mecenazgo que ejercen.

    De manera ms general, no se comprende las geografas que se enfrentan asus objetos de estudio negligiendo la cualidad esttica de los lugares y las posi-bilidades de obertura que ofrecen a quienes los habitan o frecuentan. Las ciu-

    dades gastan fortunas en crear y dotar museos, teatros, peras o en mantenervivos festivales: de esta forma fijan las empresas o atraen turistas.

    El paisaje es impronta y matriz de la cultura

    En una poca en que la cultura se aborda en trminos de comunicacin, elpaisaje retiene la atencin porque sirve de soporte a las representaciones. El pai-saje es a la vez matriz e impronta de la cultura, segun la frmula de AugustinBerque (Berque, 1984): matriz puesto que las instalaciones y las formas que

    lo estructuran contribuyen a transmitir usos y significados de una generacina otra; impronta, porque cada grupo contribuye a modificar el espacio queutiliza y a grabar las marcas de su actividad en l esto es lo que estudiaba lageografa de principios de siglo y los smbolos de su identidad.

    Las personas inscriben en los monumentos que erigen y en las inscripcio-nes que esparcen aqu y all el orden de significaciones que les ataen. ParaJames Duncan, por ejemplo, el paisaje puede ser ledo como un texto (Duncan,1990). El paisaje es, entre las creaciones de la cultura, la que retiene la mayoratencin, pues se ha lanzado sobre l una nueva mirada.

    Augustin Berque intenta comprender el sentido que los grupos dan a sumedio ambiente (Berque, 1986; 1993). Sus anlisis se centran en la dualidadpersona/medio y en los paisajes donde sta se manifiesta (Berque, 1990). Paracomprender mejor este campo ha forjado nuevos conceptos, como el de meso-

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    loga, ciencia de los medios en tanto que no son nicamente objetivos, sino tam-bin vividos por los sujetos. Su idea clave es que la naturaleza siempre esttomada desde una perspectiva cultural.

    Denis Cosgrove descifra los modos de produccin simblicos especficosde las sociedades precapitalistas y capitalistas en sus trabajos sobre la icono-

    grafa del paisaje, primero en Venecia y luego en Inglaterra. Las familias de laaristocracia veneciana expresaron sus convicciones y aspiraciones a travs delas villas y los jardines que se hicieron construir en tierra firme por arquitec-tos como Palladio (Cosgrove, 1984; Cosgrove y Daniels, 1988). Poseer unatierra demuestra que la fortuna que se dispone es estable. Transformarla en unpaisaje armonioso prueba que se es sensible a la belleza y que se participa deuna lite espiritual cuyo magisterio es eterno. Tampoco buscaban otra cosa loshombres de negocios britnicos que multiplicaron las bellas residencias y los par-ques inmensos en la campia inglesa del siglo XVIII.

    Toma en consideracin del saber geogrfico de los grupos:la perspectiva etnogeogrfica

    Todas las culturas son el producto de un trabajo de construccion y disponen desavoir-fairerelativos al espacio, la naturaleza, la sociedad, los medios y las mane-ras de explotarlos. Resulta interesante comparar estos savoir-faire, analizar susbases y sus modos de elaboracin e inventariar las categoras sobre las que repo-san. Tambin conviene detenerse en la manera cmo estos conocimientos son

    utilizados, reinterpretados, respetados (o transgredidos), en su parte normati-va, por aqullos que los ponen en marcha. La etnogeografa invita a reflexionarsobre la diversidad de sistemas de representacin y de tcnicas con las cualeslas personas actan sobre el mundo, sacan partido de la naturaleza para ali-mentarse, ampararse de la naturaleza, vestirse, alojarse, etc., y modelan el espa-cio a su imagen y en funcin de sus valores y de sus aspiraciones (Claval ySingaravelou, 1995).

    El conocimiento geogrfico que intenta instituir una perspectiva cientficaes tan diferente como se sostiene generalmente de los saberes vernaculares?

    Sin duda, no: las personas no aprenden sino progresivamente a movilizar larazn. En cada etapa del desarrollo de la geografa, sta contiene todava partesque an se diferencian mal del conocimiento del simple sentido comn. Laetnogeografa permite pues un remozamiento de las aproximaciones contex-tuales cada vez ms practicadas en la historia de la geografa (Staszak, 1995).

    Las diferentes orientaciones de la investigacin actual

    En Francia

    Como en otras partes, la geografa cultural conoci en Francia un cierto decli-ve durante los aos sesenta y setenta. Su revalorizacin ha comenzado haceveinte aos. Pero nunca ha existido una ruptura brutal y los trabajos tericos

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    intentan integrar en la misma construccin los aspectos positivos de las inves-tigaciones de principios de siglo y los desarrollos recientes (Claval, 1995).

    Los gegrafos que trabajan a partir de 1970 se inspiran extensamente entrabajos de etnlogos, historiadores o especialistas en las artes. Han sacado par-tido de las investigaciones sobre lo sagrado de Mircea Eliade, muy popular en

    Francia desde los aos cincuenta (Eliade, 1965). As se ha constituido unanueva geografa cultural. Esta nueva geografa debe mucho a Eric Dardel, elgran pionero de la renovacin de la geografa cultural redescubierto a media-dos de los aos setenta despus de veinte aos de indiferencia y de olvido(Dardel, 1952).

    Siguiendo los pasos de Armand Frmont, una va original es explorada: la delespacio vivido (Fremont, 1976; Berque, 1982). La idea es simple: consiste enrenunciar al punto de vista del observador e interrogar y escuchar a las pobla-ciones por las que alguien se interesa, a fin de aprender como viven en la casa,

    el barrio, el pueblo o la ciudad en que normalmente se desarrolla su existenciay lo que experimentan cuando salen de los horizontes que les son familiares. Lasconfesiones literarias y las novelas constituyen documentos irreemplazables eneste mbito.

    A partir de 1980 muchos trabajos se centran en los paisajes: podemos pen-sar en los de Gilles Sautter, de Jean-Robert Pitte y de Augustin Berque, y tam-bin en los de paisajistas, filsofos e historiadores a los que van al encuentroy con los que colaboran de forma voluntaria (Sautter, 1978; Pitte, 1983;Berque, 1995). Se explora el papel de los sentidos en la experiencia del mundo

    (Pitte, 1991). Para comprender la especificidad de los espacios modelados porlas culturas que nos son extranjeras, como la de Vanuatu, Jol Bonnemaisoninterroga los mitos que los fundan (Bonnemaison, 1986); de ellos extrae unanlisis original de los sentimientos de territorialidad. Trabajando en el Japn,Augustin Berque intenta comprender la originalidad de la experiencia niponadel espacio y se dedica al sentido de la naturaleza o a los fundamentos de laurbanidad japonesa (Berque, 1982; 1986; 1993).

    Personalmente, yo insisto sobre el papel de los medios de comunicacin enla diferenciacin de culturas y de subculturas, extiendo a las sociedades laicas

    los anlisis de Mircea Eliade sobre los ms all que revelan a las personas elsentido de su existencia, y muestro como la idea de etnogeografa permite reno-var el estudio de las diferencias culturales y comprender la parte irracional delas diversas etapas del desarrollo de las geografas sabias (Claval, 1980; 1995;1996).

    La nueva geografa cultural anglosajona

    Desde los aos setenta, el inters de numerosos colegas americanos y britni-cos por el sentido de los lugares prueba que las aproximaciones neopositivistasde contenido econmico de los aos sesenta estn pasadas de moda. La curio-sidad que se desarrolla por los problemas de percepcin o anlisis de los paisajesva en el mismo sentido.

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    El remozamiento de la geografa cultural se afirma en el mundo anglosajna inicios de los aos ochenta, paralelamente al que tiene lugar en Francia, aun-que no se desarrolla sobre las mismas bases (Cloke y otros, 1991). En la primeramitad de nuestro siglo, los gegrafos americanos haban tenido la tendencia, deforma ms acusada que en Europa, de hacer de la cultura una entidad que

    guiaba de manera un poco misteriosa el conjunto de las conductas en el senode los grupos. La nueva geografa cultural anglosajona nace de una condenasin remisin de esta concepcin (Duncan, 1980). Desde entonces se estruc-tura sobre dos paradigmas diferentes.

    Por una parte, el pensamiento marxista adopta en Gran Bretaa orienta-ciones nuevas gracias a los trabajos de historiadores como Rayond Williams(Williams, 1981). La cultura que era concebida hasta ese momento como unasuperestructura que no mereca apenas atencin dado que los esquemas rea-les de la historia se sitan ms abajo, en el nivel de las instancias econmicas.

    Raymond Williams propone otro marco de interpretacin: todo sistema socialse define a la vez por su modo de produccin material y por su modo de pro-duccin simblico. Para conocerlos, sobre todo en el pasado, conviene girarsedel lado del paisaje. sta es la orientacin que ha elegido Denis Cosgrove(Cosgrove, 1984; Cosgrove y Daniels, 1988).

    Por otra parte y en respuesta al artculo en el que James Duncan formulabasu crtica a las aproximaciones retenidas por la geografa cultural de los sesen-ta primeros aos de nuestro siglo (Duncan, 1980), en los Estados UnidosRichardson publica en 1981 un corto estudio en el que se invita a los gegra-

    fos a concebir la cultura como lo que est presente en la cabeza de las personas,que es lo que expresan en sus discursos y de lo que no paran de hablar cuandose encuentran (Richardson, 1981). De esta forma, para la geografa resultanimportantes las orientaciones tomadas en los aos sesenta y setenta por la antro-pologa y la sociologa americanas en su anlisis de las culturas.

    Diversas corrientes se dibujan pues en la nueva geografa cultural anglosa-jona. Algunos la practican en una ptica de contestacin radical de las cate-goras retenidas hasta hoy por el anlisis cientfico: es la orientacin quecaracteriza las corrientes posmodernas. El objetivo no es proponer un anlisis

    ordenado del mundo, sino recordar que toda generalizacin relacionada congrupos radicalmente heterogneos es reduccionista por necesidad y debe sercondenada.

    La idea de que cada sociedad se caracteriza a la vez por su modo de pro-duccin material y por su modo de produccin simblico es hoy utilizada fueradel cuadro paisajstico en el que Cosgrove la haba explotado. Peter Taylor, porejemplo, analiza el funcionamiento de los sistemas hegemnicos que caracte-rizan, desde su punto de vista, las relaciones internacionales desde el inicio delcapitalismo (Taylor, 1996). Una nacin hegemnica domina entonces la esce-na mundial: se trata, por turnos, de Holanda, Gran Bretaa y los EstadosUnidos. Si no echramos una ojeada fuera de las relaciones de fuerza, no podr-amos comprender su xito. La fortuna de los estados hegemnicos dependeen parte de su capacidad de innovacin cultural, puesto que son los valores

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    que desarrollan sus pensadores los que son admitidos por todas las partes comobase de legitimacin de las formas de poder.

    La fascinacin que ejercen los trabajos inspirados por la concepcin de la cultu-ra nacida de la fenomenologa y de las reflexiones sobre la intersubjetividad pro-vienen de la carga crtica con que frecuentemente se les asocia. Lo que se les puede

    reprochar, en cambio, es el hecho que negligen el estudio de los fenmenosculturales a pequea escala, que privilegian el cambio hasta el punto de ocultarlas continuidades y las permanencias y que no dejan lugar a muchas de lasenseanzas que se pueden extraer de la etnologa o de la historia de las culturas.

    Conclusin

    Las mutaciones que ha sufrido la geografa desde el fin de los aos cincuentahan supuesto una transformacin profunda de las actitudes. Los gegrafos han

    aprendido a estar del lado de las ciencias sociales. Durante los aos sesenta, suevolucin an se inscriba en un clima positivista. Contra ste se inscribieronlos movimientos fenomenolgicos y radicales que se desarrollaron en los aossetenta.

    Las investigaciones se orientan cada vez ms hacia el mundo sometido alproceso de desarrollo. La rapidez y los bajos precios de los viajes y las teleco-municaciones facilitan la difusin de las tcnicas y de los comportamientos.Las capas populares dejan de fijar su identidad en modelos enraizados que erantransmitidos localmente. Estas cepas se ven influidas por la cultura de masas

    que transmiten los medios de comunicacin.No se poda hacer de la geografa una ciencia social sin abordar el problemade la subjetividad ni de los valores. La expansin actual de las aproximacionesculturales lo tiene muy en cuenta. Esto supone una mutacin profunda detoda la geografa humana: sta se interesa desde ahora por la forma como elespacio es socializado y humanizado; se interesa tambin por la formacin delas identidades y las territorialidades que se desprende de ello; se interrogasobre la parte de ensueo en la construccin de lo real.

    En este movimiento de profundizacin, las nuevas geografas culturales fran-

    cesas y anglosajonas aparecen como complementarias. Los trabajos francesestoman en cuenta todo lo que la investigacin sobre la comunicacin, la cons-titucin de las identidades y la naturaleza de lo sagrado han aportado al cono-cimiento de la cultura. Estos trabajos permiten retomar, en un cuadromodernizado, lo que de valioso haba en las propuestas de los trabajos de laprimera mitad de siglo. Insisten sobre la territorialidad y proponen nuevosanlisis originales de la relacin entre los grupos y el medio ambiente.

    Los trabajos anglosajones rompen de una forma ms radical con el pasado,pero slo se aprovechan de forma mediocre de las muchas aportaciones de lasotras disciplinas sociales. Construidos sobre los presupuestos de los trabajossobre la intersubjetividad, se aplican sobre todo a las realidades a gran escalay subrayan el trabajo incesante de reinterpretacin al que da lugar la cultura. Superspectiva es crtica.

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    Nada impide la combinacin de ambas posturas: la geografa cultural a lafrancesa propone un cuadro general mejor estructurado y saca partido de lascorrientes ms variadas; la geografa cultural anglosajona pone el acento sobreel trabajo de reinterpretacin al que dan lugar las realidades geogrficas y subra-yan su inestabilidad. La geografa francesa se ha interesado sobre todo por la

    forma cmo las realidades espaciales, el territorio, la regin y el paisaje esta-ban construidas. De su parte, la geografa anglosajona se interesa por los luga-res y los paisajes, pero su atencin va sobre todo a la construccin de categorassociales que definen el sexo, la clase, el extranjero.

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