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Diagnóstico Estatal “Economía Verde Comunitaria y Soberanía Alimentaria.” Wim Gijsbers Álvaro González R. L. SEDESOH-Coinversión Social Diciembre 2012

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Page 1: 00 Diagnóstico SEDESOH final

Diagnóstico Estatal “Economía Verde

Comunitaria y Soberanía Alimentaria.”

Wim Gijsbers

Álvaro González R. L.

SEDESOH-Coinversión Social

Diciembre 2012

Page 2: 00 Diagnóstico SEDESOH final

2

Índice

Agradecimientos………………………………………………………… 3

Resumen Ejecutivo……………………………………………………… 4

Diagnóstico “Economía Verde Comunitaria y Soberanía Alimentaria. 6

La Producción de Granos Básicos…………………………………….. 20

Los Tianguis Indígenas………………………………………………….. 61

La producción de Café……………………………………………………78

Comunidades Campesinas del Camino……………………………….. 91

Unión de Comunidades de la Zona Norte del Istmo………………….122

Sistema Comunitario para la Biodiversidad…………………………...142

Centro de Desarrollo Integral Campesino de la Mixteca…………….176

Page 3: 00 Diagnóstico SEDESOH final

3

Agradecimientos: A todas y todos los compañeros integrantes de las Organizaciones Sociales y Civiles, por el tiempo y los conocimientos transmitidos. A la SEDESOH del Gobierno del Estado por su apoyo. A Olivia, Beatriz y Mario del Grupo Mesófilo por su aporte a la realización de este trabajo. A Sembrando Palabras S.C. por su liderazgo en el proyecto. A los y las campesinas indígenas, deseando que sus esfuerzos en pro de una vida más justa en lo social y lo ambiental sean la parte medular de las Políticas Públicas para el Sector Rural de Oaxaca.

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4

Diagnóstico Estatal “Economía Verde Comunitaria y Soberanía

Alimentaria.”

Resumen Ejecutivo

En Oaxaca la población rural o campesina es aún mayoritaria y muchos de sus territorios

presentan una enorme riqueza natural, que hace de Oaxaca el estado de mayor

biodiversidad del país, si bien paradójicamente los dueños de ese tesoro se benefician

muy escasamente de semejante patrimonio, ya que 67% de su población vive en

condiciones de pobreza, y otro 28% en pobreza extrema, que en conjunto agrupan poco

más del 97% de los habitantes de Oaxaca1.

La miseria se acentúa en las comunidades rurales e indígenas, quienes viven de tiempo

atrás una larga crisis del campo oaxaqueño, donde la migración sigue siendo la salida

preferencial de la población rural en su búsqueda de alternativas que mitiguen sus difíciles

condiciones de vida.

Entre las causas de la crisis del agro oaxaqueño destaca la orientación preferencial de la

política pública hacia las actividades agropecuarias de corte comercial y el escaso apoyo

en asesoría e inversión a la agricultura de subsistencia y la nula aportación del programa

PROCAMPO para aumentar la productividad del maíz, hechos que han redundado en la

pérdida de la soberanía alimentaria y el incremento de las importaciones de maíz y otros

alimentos antes producidos por los campesinos de la entidad, junto a una pérdida de

conocimientos tradicionales agronómicos de alto valor ambiental, pero cuya aplicación

disminuye o, de plano, se ha extinguido ya en muchos pueblos; anualmente se estimó en

2011 que existe un déficit en la producción de maíz de 200 mil toneladas, y que los

rendimientos promedio se ubican por debajo de la media nacional: hablamos del estado

que es considerado centro de origen y difusión del maíz.2

A este preocupante panorama se suma la escaza e inefectiva coordinación inter

institucional en sus políticas y programas para el sector rural, junto a prácticas

campesinas de manejo agropecuarias y forestales de alto impacto ambiental y bajo valor

productivo, muchas de ellas inducidas por políticas públicas supuestamente

“modernizadoras”, pero que en última instancia promueven los intereses de las grandes

corporaciones que controlan la producción de alimentos, agroquímicos y el comercio de

los insumos provenientes del sector forestal.

Otra opción menos generalizada para paliar la crisis, pero en aumento entre los

campesinos consiste en la reorientación que algunas comunidades y sus organizaciones

vienen realizando de tiempo atrás para impulsar modelos para el uso sostenible de sus

recursos naturales a través de la implementación de proyectos de reconversión y/o

1 Medición de la pobreza. Indicadores de pobreza por entidad federativa. Estados Unidos Mexicanos,

CONEVAL 2010

2 Raciel Martínez. Déficit de maíz alcanza 200 mil toneladas anuales. Noticias de Oaxaca, 28 Feb 2011.

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5

diversificación de la agricultura y la agroforestería orgánica; en otros casos el camino es

por la vía de la silvicultura comunitaria, las iniciativas de ecoturismo, o la acuacultura y la

conservación y manejo de los suelos y las fuentes de agua, la producción y

comercialización de productos orgánicos y la constitución de grupos solidarios de ahorro,

entre otras opciones. Se trata de actividades insertas en el ya clásico concepto de

desarrollo sustentable, definido en el Informe Brutland, más, para el caso de Oaxaca, se

incluyen los conceptos de “economía solidaria”, “comunalidad” y “autogestión”,

enmarcados en el vínculo entre comunidades y la “madre tierra”, unión que por causas

endógenas y exógenas no en todos los casos armónica.

Frente a esta percepción indígena-campesina está la visión institucional, que siguiendo

las directrices del Banco Mundial y la ONU, promueve la “economía verde”, que según el

PNUMA se forma por tres ejes: a) Valoración y fortalecimiento de los servicios de la

naturaleza; b) Generación de empleos y c) Políticas de mercado.

Ambas concepciones comparten puntos en común, como el de la sustentabilidad, por

ejemplo, pero también existen divergencias ideológicas, éticas y conceptuales profundas

entre una y otra, como evidencian algunas posiciones indígenas frente a la cumbre de

Río+20

En este documento se divulgan los resultados obtenidos a través de la aplicación de 40

entrevistas, 15 talleres y recorridos con diversas organizaciones indígenas campesinas,

más algunos de sus asesores o socios, ejemplos vigentes que marcan la pauta para

fortalecer y dar contenido real a las a veces abstractas y vacías de contenido social

políticas públicas impulsadas de manera automática y acrítica en una entidad

caracterizada por la diversidad cultural y ambiental, y con organizaciones que vienen

impulsando y desarrollando estrategias exitosas en pro de un desarrollo equitativo que

amplíe los horizontes de bienestar de las poblaciones y respetuoso con el medio

ambiente.

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6

Diagnóstico Estatal “Economía Verde Comunitaria y Soberanía

Alimentaria”.

Introducción

México es uno de los cinco países con mayor biodiversidad, mientras que Oaxaca la tiene

a nivel nacional, además de contar con el más elevado grado de diversidad cultural

nacional por la presencia de 15 pueblos indígenas, junto a un sector de población negra y

una población mayoritaria mestiza. Sin embargo, a pesar de esa riqueza natural y social,

es el estado más marginado en el desarrollo socio-económico del país, destacando por

sus altos niveles de pobreza, rezago social y la baja calidad de la educación que se

imparte.

En Oaxaca la población rural o campesina es aún mayoritaria y muchos de sus territorios

presentan una enorme riqueza natural, que hace de Oaxaca el estado de mayor

biodiversidad del país, si bien paradójicamente los dueños de ese tesoro se benefician

muy escasamente de semejante patrimonio, ya que 67% de su población vive en

condiciones de pobreza, y otro 28% en pobreza extrema.3

La miseria se acentúa en las comunidades rurales e indígenas, quienes viven de tiempo

atrás una larga crisis del campo oaxaqueño, donde la migración sigue siendo la salida

preferencial de la población rural en su búsqueda de alternativas que mitiguen sus difíciles

condiciones de vida.

Entre las causas de la crisis del agro oaxaqueño destaca la orientación preferencial de la

política pública hacia las actividades agropecuarias de corte comercial, el escaso apoyo

en asesoría e inversión a la agricultura de subsistencia y la nula aportación del programa

PROCAMPO para aumentar la productividad del maíz. Estos hechos han redundado en la

pérdida de la soberanía alimentaria y el incremento de las importaciones de maíz y otros

alimentos antes producidos por los campesinos de la entidad, junto a una pérdida de

conocimientos tradicionales agronómicos de alto valor ambiental, pero cuya aplicación

disminuye o, de plano, se ha extinguido ya en muchos pueblos. Se estimó que en 2011

existió un déficit en la producción de maíz de 200 mil toneladas, y que los rendimientos

promedio se ubican por debajo de la media nacional: hablamos del estado que es

considerado centro de origen y difusión del maíz.4

A este preocupante panorama se suma la escaza e inefectiva coordinación inter

institucional en sus políticas y programas para el sector rural, junto a prácticas

campesinas de manejo agropecuarias y forestales de alto impacto ambiental y bajo valor

productivo, muchas de ellas inducidas por políticas públicas “modernizadoras”, que en

3 Medición de la pobreza. Indicadores de pobreza por entidad federativa. Estados Unidos Mexicanos,

CONEVAL 2010

4 Raciel Martínez. Déficit de maíz alcanza 200 mil toneladas anuales. Noticias de Oaxaca, 28 Feb 2011.

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7

última instancia promueven los intereses de las grandes corporaciones que controlan la

producción de alimentos, agroquímicos y el comercio de los insumos provenientes del

sector forestal.

Otra opción menos generalizada para paliar la crisis, pero en aumento entre los

campesinos consiste en la reorientación que algunas comunidades y sus organizaciones

vienen realizando de tiempo atrás para impulsar modelos para el uso sostenible de sus

recursos naturales a través de la implementación de proyectos de reconversión y/o

diversificación de la agricultura y la agroforestería orgánica. En otros casos el camino es

por la vía de la silvicultura comunitaria, las iniciativas de ecoturismo, o la acuacultura y la

conservación y manejo de los suelos y las fuentes de agua, la producción y

comercialización de productos orgánicos y la constitución de grupos solidarios de ahorro,

entre otras opciones. Se trata de actividades insertas en la llamada “economía solidaria”

(ver capítulo “Comunidades Campesinas del Camino”) cimentada en el ya clásico

concepto de desarrollo sustentable, definido en el Informe Bruntland. Para el caso de

Oaxaca se incluyen los conceptos de “comunalidad y “autogestión”, enmarcados en

vínculo entre comunidades y la “madre tierra”, unión que por causas endógenas y

exógenas no en todos los casos es armónica.

Frente a esta percepción indígena-campesina está la visión institucional, que siguiendo

las directrices del Banco Mundial y la ONU, promueve la “economía verde”, que según el

PNUMA se forma por tres ejes: a) Valoración y fortalecimiento de los servicios de la

naturaleza; b) Generación de empleos y c) Políticas de mercado.

Ambas concepciones tienen puntos en común, como el de la sustentabilidad, por ejemplo,

pero también existen divergencias ideológicas, éticas y conceptuales profundas entre una

y otra, como evidencian algunas posiciones indígenas frente a la cumbre de Río+20.

En este documento se divulgan los resultados obtenidos en un diagnóstico de carácter

general sobre la población rural indígena de Oaxaca, sus a través de la aplicación de

entrevistas, talleres y recorridos con diversas organizaciones indígenas campesinas, más

algunos de sus asesores o socios. Muestran ejemplos que marcan la pauta para fortalecer

y dar contenido real a las políticas públicas a veces abstractas y vacías de contenido

social, impulsadas de manera automática y acrítica en una entidad caracterizada por la

diversidad cultural y ambiental, y con organizaciones que vienen impulsando estrategias

exitosas en pro de un desarrollo equitativo que amplíe los horizontes de bienestar de las

poblaciones y respetuoso con el medio ambiente.

El marco geográfico y social de la investigación

El punto de partida de este diagnostico han sido los testimonios de varias organizaciones

campesinas y de sus asesores para encontrar por un lado una economía socialmente

justa y ambientalmente responsable, y que por el otro lado se insertan en los esfuerzos

para alcanzar una soberanía alimentaria en el estado de Oaxaca. Un factor agraviante

que tenemos que tomar en cuenta es el del cambio climático, que complique todos los

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8

esfuerzos documentados, aunque estos parezcan más acertados que las políticas

públicas rurales y ambientales.

Debido a los limitantes en tiempo y dinero, hemos optado por visitas a cuatro

organizaciones regionales, cada una con diferentes niveles de desarrollo y circunstancias

geográficas, sociales y ambientales: 1) CEDICAM, en la Mixteca Alta, que surgió por la

lucha comunitaria en contra de la falta de agua y tierras erosionadas; 2) la alianza regional

SICOBI que junta a cuatro comunidades en la parte alta de la Sierra Sur y cinco

comunidades en la Costa de Huatulco, tratando de llegar a un manejo integral de

cuencas; 3) Comunidades Campesinas del Camino (CCC) en el Istmo de Tehuantepec,

que buscan una economía solidaria, insertada en el comercio justo, mientras que 4)

UCIZONI en la parte norte del Istmo, propone un desarrollo integral con presión social.

Además hemos incluido dos sectores de campesinos: productores de granos (maíz y

amaranto) en Valles Centrales y la Mixteca, además de caficultores de la Sierras Norte y

Sur, Mixteca y Costa, más un capítulo sobre los Tianguis Indígenas, con ejemplos de los

Valles Centrales y el Istmo. Un séptimo sector que esperábamos incluir, el sector forestal,

se canceló porque las condiciones climáticas adversas prevalecientes durante su

programación no lo permitieron.

La selección de organizaciones regionales coincide con la prioridad de la SEDESOH para

incluir municipios de muy alta marginación y comunidades minoritarias y marginadas

dentro de su propio municipio.

I. Población y población rural en Oaxaca

Los datos del reciente Censo General de Población y Vivienda de Oaxaca, resaltan que

contrario a la tendencia nacional y mundial, en la entidad la población rural sigue siendo

por poco la mayoritaria, como muestran la tabla y gráfica siguientes:5

Tipo población Población %

Población Rural 2,002,757 52.68

Población Urbana 1,799,205 47.32

Total 3,801,962 100.00

5 De acuerdo al INEGI, son rurales las localidades cuya población es de 2,499 habitantes y menos, y, por

tanto, sus habitantes al vivir en ellas son campesinos, independientemente de sus actividades productivas o

económicas particulares.

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Una parte significativa de la población rural o campesina, vive en localidades muy

pequeñas, menores a 500 habitantes, que significa una alta dispersión geo-demográfica,

prevaleciendo altos niveles de pobreza y marginación debido a notables carencias de

servicios, de acceso e infraestructura, recibiendo una escasa atención institucional, donde

prevalecen por lo general economías campesinas de subsistencia y una salida constante

de la población, especialmente la joven.

Tabla 1: Distribución de la población en Oaxaca por tipo de localidad, 2010

Rango de población

% Población

total Categoría

Población

2010

Menores a 500

habitantes 22.37 Rural 858,086

501 a 999 habitantes 13.06 Rural 501,047

1,000 a 1,999

habitantes 12.92 Rural 495,660

2,000 a 2,499

habitantes 3.41 Rural 130,798

2,500 a 4,999

habitantes 9.06 Rural 347,423

5,000 a 9,999

habitantes 7.57 Urbana 290,421

10,000 a 49,999

habitantes 14.34 Urbana 550,138

50,000 a 99,000

habitantes 7.08 Urbana 271,550

100,000 y más 9.30 Urbana 356,839

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10

Rango de población

% Población

total Categoría

Población

2010

habitantes

Totales 99.10 3,801,962

Fuente: Elaborado con datos de INEGI 2010.

I.I. Población Indígena y rural

Otra característica de Oaxaca consiste en que la mayor parte de las comunidades

campesinas se inscriben dentro de alguno de los 16 (o ¿17?) grupos étnicos con

presencia en el estado, donde 54.31% de la población rural vive en hogares con jefatura

indígena frente al promedio estatal de 44.50%. Hablamos pues de un sector

mayoritariamente indígena, donde bajo otros indicadores culturales menos medibles pero

reales, en ambos casos en Oaxaca la presencia indígena es bastante mayor a la que

indica el criterio lingüístico.

No es un secreto que en general el sector indígena campesino ocupa la última posición en

el acceso a servicios públicos de salud, infraestructura sanitaria, educación y

comunicaciones, así como en sus condiciones de vivienda y el nivel de ingresos.

1. II. La Migración o el despoblamiento del campo

La desfavorable situación de la población campesina oaxaqueña explica en buena parte el

continuo despoblamiento del campo, evidente en los últimos 20 años, donde de acuerdo a

sus tasas anuales de crecimiento prevalecen los municipios expulsores de población:6

6 La tasa de crecimiento de la población se debe a la combinación de los nacimientos, defunciones y el saldo

neto migratorio, donde los dos primeros indicadores van en Oaxaca a la baja y en aumento el tercero. En el

caso de los nacimientos, encontramos una baja de la Tasa General de Fecundidad: en 1980 era de 5.7 hijos

por mujer bajando a 3.3 en 1997 y a 2.2 en 2005, al tiempo que la tasa bruta de mortalidad disminuyó entre

1990-2005 de 7.32 a 5.78.

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Un impacto del despoblamiento o la intensidad migratoria es el constante aumento de los

hogares bajo jefatura femenina: se estima que esa jefatura está presente en 25% de los

hogares de la entidad, como resultado en buena medida es la emigración.7

Otro aspecto de la magnitud de la migración, especialmente la dirigida a los Estados

Unidos, es el número de migrantes legales e indocumentados que residen ahí:

• Se calcula que un millón y medio de oaxaqueños residen de manera temporal o definitiva en Estados Unidos, de los cuales, se calcula que más de un 50 por ciento están de manera indocumentada. • Se calcula que anualmente emigran alrededor de 200 mil oaxaqueños tanto a Estados Unidos como a los estados del norte del país y por cada 55 hombres que migran, lo hacen 45 mujeres. • Según estimaciones de los migrantes que viajan legal o de forma indocumentada a Estados Unidos, el 69% se emplea en el sector agrícola, seguido por un 20% en los servicios. Los mayores flujos migratorios provienen de la Mixteca, la Sierra Norte y los Valles Centrales. • En el ámbito nacional Puebla, Distrito Federal, Estado de México, Veracruz, Sinaloa y Baja California son destinos preferenciales para la migración de oaxaqueños. • Entre las causas que impulsan la migración en el estado se encuentran la pobreza, carencia de infraestructura industrial y productiva, falta de empleo bien remunerado, bajo índice de productividad y escasez de servicios básicos y educación.8

7 Salomón Nahmad S., Langlé Rúben y González R. Álvaro, CIESAS. 2010

8 Datos de migración de Romero Rebeca, 2010 s/f, s/i..

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12

Los cambios en el uso de suelo

permiten observar que la

agricultura está siendo

desplazada y que los suelos

dedicados a la ganadería son

los que más han crecido; los

patrones de cambio de uso de

suelo varían de manera

drástica entre las regiones del

estado.

Migrar no es tarea fácil, menos en tiempos de crisis global, y entre los riesgos está el de la

deportación, donde cifras recientes indican un alto impacto entre las mujeres migrantes

oaxaqueñas: “Son las mujeres oaxaqueñas las más vulnerables… las estadísticas del

Instituto Nacional de Migración (INM) revelan que Oaxaca ocupa el primer lugar nacional

por número de mujeres deportadas. De las 13 mil 442 mexicanas deportadas hasta abril

de 2012, el 13% corresponde a oaxaqueñas, es decir 1 de cada 7.”9

II. El agro oaxaqueño

La superficie del estado asciende a poco más de

9.5 millones de hectáreas, con 11.6% dedicadas a

la agricultura y 23.5% al uso pecuario, siendo de

uso forestal el resto. De acuerdo al INEGI, en

Oaxaca existen 421,692 unidades de producción,

donde el uso potencial de la tierra para

aprovechamiento agrícola es bajo: sólo 11.7% es

apta para el uso continuo de maquinaria, el 0.3%

para uso estacional de maquinaria; el 8.3% para

tracción animal continua; 0.3% para tracción animal

estacional; 8.5% manual continua y el 1.3% es de

tipo manual estacional. El 69% de la superficie

potencial de la tierra no es apta para la agricultura.10

Siendo mayoritaria la población rural es normal que hacia ese sector se canalice la

segunda mayor parte de la inversión pública.11 El problema es que la mayor parte de los

recursos se destina al mantenimiento de una burocracia altamente onerosa e inefectiva, la

promoción de la ganadería extensiva y el subsidio a las áreas de agricultura comercial de

riego, siendo mínimo el apoyo a la agricultura de temporal, la producción de artesanías,

así como a los productores agrícolas, forestales, pesqueros y del ámbito artesanal, como

muestra la siguiente gráfica,

9 Noticias: Oaxaqueña 1 de cada 7 mexicanas deportadas. Citlalli López/foto: agencia reforma. 8 Jun 2012 -

01:31 10

INEGI 2006 11

Detrás del rubro Comunicaciones y Transportes, en Salomón Nahmad, Langlé Rubén y González R.

Álvaro, CIESAS Oaxaca. 2010

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II.I. El problema de los alimentos

Uno de los fundamentos de la economía campesina se basa en la capacidad comunitaria

para producir sus alimentos, que en el caso de Oaxaca corresponde a los productos de la

“milpa”, complementados en casos con la recolección, la pesca y/o la cacería. Esa

autosuficiencia alimentaria viene en picada desde hace tiempo como resultado de

políticas públicas que han intencionadamente descuidado los apoyos financieros, de

asesoría y capacitación para la producción de alimentos, en aras de cumplir con los

compromisos impuestos por el TLC en materia agrícola.

Así en Oaxaca, unos de los centros de origen y difusión del maíz, de tiempo atrás se

consume el grano proveniente de otros sitios del país y el exterior, no obstante sembrarse

en 567 de los 570 municipios del estado, pero con una productividad bajísima, que en

promedio representa un rendimiento entre 700 a 800 kg./ha. de temporal y 1 ton./ha. en

las pocas áreas con acceso al riego, no obstante el alto consumo de agroquímicos

promovidos por el gobierno, ineficiente medida oficial para la producción de alimentos, y

de graves repercusiones de salud pública y ambiental.

De acuerdo al Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), la demanda

per cápita es de 229 kilos de maíz al año, o sea unos 870 mil toneladas para los 3

millones 800 mil oaxaqueños. En promedio, la producción anual del cereal en Oaxaca es

de alrededor de 600 mil toneladas. Según cálculos del Instituto Nacional de

Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) nuestro estado se ve obligado

a importar de otras regiones unos 170 mil toneladas.

Alimentación y Desnutrición

En contrapartida, se dan facilidades hacendarias y de todo tipo para que las grandes

trasnacionales de la “alimentación”, promuevan e introduzcan sus productos “chatarra” en

las comunidades, sustituyendo la dieta básica con insumos de bajo valor nutricional e

implicaciones serias de salud pública.

Según el INNSZ, Oaxaca es el estado con la tasa más alta de desnutrición infantil, con 34

por ciento. Abelardo Ávila Curiel, investigador del INNSZ, aseguró que de continuar la

actual tendencia de reducción de la desnutrición, en Oaxaca podría considerarse

erradicada hasta el año 2050.

De acuerdo con el INEGI, Oaxaca ocupa el segundo lugar a nivel nacional en

desnutrición. De los 150 municipios en el país con el mayor grado de marginación y

desnutrición, 51 están en la entidad. Y las consecuencias también son graves. “Lo más

común, anemia por deficiencia de hierro, los niños van a estar cansados, apáticos,

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delgados, con manchitas en la cara, problemas respiratorios, problemas de infección,

normalmente diarreas”, menciona el INNSZ.12

III. Los esfuerzos de las Organizaciones Campesinas Indígenas para un desarrollo

sustentable y una economía solidaria

Frente a esos riesgos y amenazas, y sus innegables repercusiones sociales, diversas

organizaciones indígenas y/o campesinas, acompañadas muchas veces por grupos

civiles, y haciendo uso de recursos gubernamentales y propios, vienen realizando

proyectos tendientes a incrementar la productividad agropecuaria para recuperar la

soberanía alimentaria, sin degradar los recursos naturales de sus entornos, a través de

establecer sistemas orgánicos de manejo agrícolas y agroforestales, así como la

planeación para el manejo territorial y la adopción de programas para fomentar el ahorro y

el consumo responsable.

La producción orgánica es una de las estrategias indígenas campesinas que viene

ganando terreno, haciendo de Oaxaca un estado reconocido por la producción orgánica

de café, donde sobresalen organizaciones indígenas como la UCIRI, MICHIZA y la

CEPCO, cuyos apoyos y asesorías a los campesinos cafeticultores se traducen en la

obtención de certificados de producción orgánica que acarrean sobre-precios que ayudan

a las economías campesinas dependientes del café.

Pero la producción orgánica incluye también productos como el maíz, el fríjol, el

amaranto, el ajonjolí, la miel, la jamaica, el tomate, etc., procesos que además de

contribuir a una mejor alimentación, generan ingresos e implican prácticas de manejo

sustentables, que van erradicando el uso de agroquímicos y el establecimiento de

medidas de conservación y manejo de suelos y agua. Estos esfuerzos se vienen

multiplicando a lo largo de la geografía estatal: Comunidades Campesinas del Camino en

el Istmo y Sierra Sur, UCIZONI en el Istmo, Puente a la Salud Comunitaria en la zona

mixe y mixteca, además de Valles Centrales, Centeotl en Valles Centrales y Sierra Sur,

CEDICAM en la Mixteca, SICOBI en la Sierra Sur y la Costa, entre otras.

A esto se suman iniciativas como el ecoturismo, el establecimiento de Unidades de

Manejo de la Vida Silvestre (UMAS), el pago por servicios ambientales, la formalización

de estatutos comunales y reglamentos ejidales para regular las actividades productivas y

el uso de los recursos naturales y los programas para el ordenamiento territorial

comunitario, esfuerzos que han contado con el apoyo de recursos federales provenientes

de la CONAFOR y la asesoría de ONG´s comprometidas con las comunidades

campesinas, sus recursos y la defensa de sus derechos.

Un aspecto central de las organizaciones campesinas consiste en promover de manera

prioritaria la producción de alimentos en aras de recuperar la soberanía alimentaria, a

12

http://www.noticiasnet.mx/portal/principal/68292-oaxaca-77-hambre. Octubre 2011.

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16

través de la búsqueda de opciones para incrementar la producción de maíz bajo enfoques

agroecológicos y de rescate de conocimientos campesinos ancestrales, hoy en franco

retroceso ante el embate de los agroquímicos, tenazmente privilegiados por las

instituciones encargas de apoyar al agro oaxaqueño. Otra opción es la diversificación de

cultivos, destacando el amaranto y los cultivos de traspatio, alternativas que al igual que el

maíz no gozan de la preferencia institucional.

Bajo esta óptica, el Programa de SICOBI, en mancuerna con la ONG GAIA A.C., cuentan

con avances innovadores en materia de manejo territorial con base a programas de

ordenamiento territorial que contemplan el manejo de cuencas, el establecimiento de

áreas comunitarias protegidas, la asesoría para la producción y comercialización de café y

miel y la formación de comités de producción.

El camino es largo aún, pero no hay marcha atrás, pues como se expondrá en los casos

particulares incluidos en este proyecto, la búsqueda de la autonomía, la sustentabilidad y

la autogestión es ya un hecho irreversible en diversos sitios de Oaxaca, pero al que se

oponen intereses y fuerzas políticas y económicas poderosas y burocracias ineficientes y

corruptas en muchos casos, por lo que el reconocimiento, promoción y valoración de los

procesos campesinos resulta una tarea impostergable.

IV. Problemas comunes identificados por tema.

Consumo Responsable Soberanía alimentaria Cambio climático

Falta de mercados para comercializar productos naturales y/o orgánicos.

Desinterés de las políticas públicas para fortalecer la producción milpera tradicional con fines de subsistencia..

Cambios en regímenes de lluvias y pérdida de fuentes de agua.

Baja o nula organización de productores.

Pérdida de conocimientos y productos campesinos en la agricultura y medicina tradicional naturista.

Erosión de la tierra y pérdida de especies de flora y fauna.

Poco acceso a información sobre mercado justo.

Incompatibilidad entre la visión institucional de los “negocios verdes” y las necesidades de suficiencia alimentaria de las economías comunitarias.

Procesos de deforestación por cambios de uso del suelo forestal a fines agropecuarios de escaso rendimiento.

Cambios inducidos desde el exterior en los patrones alimenticios han traído dependencia alimentaria e impactos negativos a la salud.

Recursos institucionales financieros y asesoría insuficientes para fomentar la producción agroecológica y/o orgánica.

Pérdida de la agro biodiversidad por uso de agroquímicos y monocultivos.

Poco apoyo institucional a revitalizar formas tradicionales

Prevalecen esquemas institucionales para el

Aumento de fenómenos como las inundaciones y

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Consumo Responsable Soberanía alimentaria Cambio climático

de intercambio y consumo campesino –tianguis- y preferencia a promocionar productos alimentarios y de consumo industriales de alto impacto en la salud, la economía y la producción local de alimentos.

campo que privilegian modelos tecnológicos no compatibles con las necesidades y capacidades de las economías campesinas: invernaderos, maquinización como única solución, promoción de agroquímicos, etc.

sequías, heladas, etc.

Escasa intervención e información institucional sobre los peligros a la salud por el consumo creciente de alimentos “chatarra” y refrescos y sobre el manejo de los agroquímicos, aumentando enfermedades antes poco comunes como tumores, diabetes y cáncer de diversos tipos.

Creciente desinterés de los jóvenes por las labores y problemas del campo. Abandono de tierras por efecto de la migración.

Aumento de plagas en los cultivos y baja atención de asesoría y capacitación oficial.

V. Conclusiones

La sistematización y análisis de la información obtenida a través de la aplicación de entrevistas individuales y la realización de talleres participativos con las organizaciones sociales y los campesinos (as) indígenas participantes en sus programas y actividades, muestran un diverso y contrastante panorama.

Diverso en cuanto a las visiones y herramientas utilizadas por las organizaciones sociales, pero que comparten elementos comunes como recurrir cada vez más a sus propias formas y experiencias culturales en la búsqueda de respuestas a sus necesidades productivas y económicas, en términos generales bajo un creciente marco de respeto hacia el cuidado de sus recursos naturales.

Contrastante frente a la visión institucional, que sigue empecinada en impulsar el “desarrollo” y la “modernización”, con programas y actividades con escasos o nulos logros en lo productivo y la resolución de los rezagos sociales prevalecientes, y, en muchos casos, con impactos ambientales significativos, bajo un marco conceptual dictado desde fuera por los organismos internacionales que marcan la pauta y aportan en muchos casos los recursos financieros para la operación institucional.

En ambos casos se expresan inquietudes y certeza sobre el cambio climático, donde directivos, técnicos y campesinos(as) ofrecen testimonios basados en su diaria

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convivencia con y en el campo, sobre las alteraciones de los ciclos hidrológicos y climáticos. Las acciones de reconversión productiva hacia un modelo agroecológico y la incursión en los mercados orgánicos contribuyen a reorientar la relación entre la sociedad y el medio ambiente, pero con alcances todavía limitados por la escala de su aplicación, pero que marcan la pauta y el camino.

Las instituciones, a su vez, sumadas a la corriente mundial se hacen eco de la preocupación y la necesidad de buscar alternativas para minimizar y/o frenar los efectos de un proceso cuyas manifestaciones en la entidad son evidentes y crecientes, pero sin haber desarrollado un programa de intervención eficaz y de largo alcance en lo temporal y el ámbito geográfico, limitándose a suscribirse a diversos protocolos internacionales e incorporar el discurso en sus postulados.

El divorcio evidente entre ambas concepciones es una continuidad histórica presente en la entidad, que se expresa, de un lado, entre la presencia terca y pertinaz de la economía indígena campesina en términos genéricos, con un alto grado de flexibilidad para adoptar y emplear lo que de utilidad ofrece el mundo exterior, pero, también para incorporar, consciente e inconscientemente pautas y patrones productivos y de consumo que afectan de manera significativa su entorno natural y la salud comunitaria.

Por su parte, en el Estado prevalece el modelo neoliberal que privilegia al “mercado”, los modelos productivos y extractivos y los “megaproyectos” que ven en los recursos naturales mercancías susceptibles de enajenación y venta, a partir de lo cual, se dice, se generan oportunidades de empleos e ingresos para el sector rural indígena.

Lo cierto es que en Oaxaca se está muy lejos de alcanzar esos fines de bienestar y desarrollo social: la migración sigue en aumento como lo señala el que entre 2000-2010, en 399 de sus 570 municipios existan tasas de “crecimiento” demográfico caracterizadas por el estancamiento y/o la pérdida de población y las remesas son la principal fuente de recursos de la mayor parte de las comunidades.

Asimismo, las políticas públicas productivas promovidas por las instituciones no han logrado aumentos significativos en los índices de productividad, pero sí han ocasionado la pérdida de la suficiencia alimentaria, donde la producción artesanal y gastronómica, son riquezas potenciales estatales, ignoradas, mientras se siguen impulsando políticas que propician y agravan el deterioro y erosión de los suelos por la continúa aplicación de agroquímicos y los cambios de uso del suelo para fines de una agricultura y ganadería insustentable.

Como resultado de esto, la realidad señala que la mayor parte de los campesinos(as) indígenas subsisten a duras penas, en condiciones de alta marginalidad, pobreza y rezago social en el estado que, paradójicamente, cuenta con la mayor riqueza y diversidad de recursos naturales del país.

Es hora que las instituciones se den un tiempo para reorientar sus modelos y escuchar e incorporar y apoyar más allá del discurso la sensatez y las vías que estas, y otras organizaciones sociales, vienen generando y aplicando en sus regiones y micro regiones: las soluciones viables vendrán de privilegiar lo propio, lo que la historia y la creatividad campesina e indígena viene tenazmente promoviendo, en sociedad con aquellos sectores civiles y un puñado de funcionarios sensibles, que saben que sólo un cambio radical y urgente en el modelo de desarrollo actual evitará seguir por la pendiente del deterioro

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ambiental, la pérdida de los conocimientos campesinos tradicionales y el aumento de la miseria y el creciente desasosiego social.

VI. Recomendaciones para el diseño de Políticas Públicas que impulsen la Economía Verde Campesina, la Suficiencia Alimentaria y el Consumo Responsable.

Coordinación interinstitucional real en sus políticas y programas sociales, productivas y ambientales hacia las organizaciones campesinas bajo conceptos de sustentabilidad, justicia social e inclusión.

Generar una estrategia productiva estatal sustentada en los postulados de la economía verde campesina y el consumo responsable.

Hacer de la autosuficiencia alimentaria comunitaria y la conservación de los maíces nativos el eje central de las políticas productivas institucionales.

Otorgar recursos y asesoría más allá de lo declarativo para fortalecer y recrear la producción tradicional y agroecológica de alimentos.

Incentivar la operación y creación de tianguis indígenas a nivel regional y micro regional: ferias, intercambios, foros, publicaciones, etc.

Promover ly reconocer a la medicina tradicional naturista como un eje de la política social y de salud estatal.

Combatir a mayor escala el grave problema de erosión de suelos de Oaxaca. Promover en los esquemas institucionales la búsqueda de opciones externas para

comercializar productos orgánicos y verdes de las organizaciones de productores: café, miel, derivados del maíz, amaranto, fríjol, hortalizas, producción maderable, artesanías, etc.

Aligerar y racionalizar los engorrosos procesos administrativos y reglas de operación para la obtención de recursos y apoyos en las convocatorias institucionales para las organizaciones de productores.

Capacitar al personal administrativo y operativo institucional del gobierno estatal, especialmente, para el adecuado manejo de proyectos y procesos de coordinación y comunicación interna y externa eficaces.

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1. La Producción de Granos Básicos,

Prioridad de las Organizaciones

Campesinas Indígenas.

Entrevistas con Organizaciones

Indígenas Campesinas, ONG´s y

Fundaciones.

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Valles Centrales, Istmo, Sierra Sur, Sierra Norte y Mixteca

1. La Producción de Granos Básicos,

prioridad de las Organizaciones

Campesinas Indígenas.

El pasado es futuro

¿Cuál es el mundo que necesitamos o queremos? Las empresas transnacionales tienen su visión.

¿Por qué el ‘mundo alternativo’ no puede mirar lo que tiene que mirar? Porque no reconocemos

nuestro pasado. La gran crisis de la humanidad no es alimentaria ni es financiera, sino de

identidad. Porque en un sistema de mercado, tenemos que ser seres sin identidad. Tu (nueva)

identidad te la venden con mercancías. No pueden mirar la riqueza de su vida. Pueden estar

sentados sobre el oro, y no se dan cuenta. Dice Juan Manuel Serrat: Muriéndose de sed,

sentado al lado de la fuente. ¿Por qué no vemos la fuente? El gran trabajo para llegar a la

soberanía es la recuperación de la identidad. Soy capaz de retomar el maíz, cuando soy capaz

de retomar mi identidad, de saber quien soy, cuál ha sido mi pasado, que acepto con orgullo.

Nuestro pasado es nuestro futuro.

1.2. Amado Ramírez, Economista Agrícola:

“SIGO CULTIVANDO MI IDENTIDAD”

¿Y con el maíz también desparece tu identidad?

Todo depende de lo que hagamos. Puede ser que estamos perdiendo los maíces de los pueblos, los maíces de la diversidad. Yo los sigo trabajando no por todo el mundo, sino por mi mismo, por mi identidad, quizás en un entorno crítico, pero hay que ser profundamente local, para ser profundamente global.

Tu comedor Itanoni tiene diez años operando, tiene fama. No sólo viene gente a comer aquí, que están de acuerdo contigo, sino sencillamente porque les gusta la comida. No porque sirves un maíz criollo, sino porque el maíz es rico.

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Algo les está moviendo, que empezamos a hacer como eslabón de una cadena mayor. La mayoría de la gente viene por un sabor, en lo cual es tangible la esencia de la diversidad. Con el sabor tienes una conexión mucho más fuerte con lo que estás comiendo, que con los ojos se puede percibir. Lo que no habíamos logrado es explicar el significado de ello. De ahí surge el proyecto de los Maíces de los Abuelos de los Pueblos de Oaxaca, con el objetivo de desarrollar una conciencia urbana.

Yo soy un ser urbano. No puedo ni debo negarlo. Mi identidad parte de lo que soy y de donde soy. Y quiero trabajar para que mi comunidad, la ciudad de Oaxaca, esté bien. La gente vive aquí desde hace diez mil años. ¿Cuántos años tiene la ciudad? Hay una historia que nos ha sostenido mucho antes. Hubo gente intercambiando con su entorno natural. Recuperando la identidad de mi comunidad significa reconocer lo que sostuvo desde antes y lo que sostuvo hace 500 años. La ciudad de Oaxaca es fruto de las dos venas: Una de Europa y una local. Lo que nos ha llevado a la crisis es que no conocemos ni reconocemos la parte local. Ni siquiera en la comida. Oaxaca es conocida en todo el mundo por su cocina. ¿Pero en que estamos pensando cuando hablamos de la cocina oaxaqueña? El tasajo, el queso y quesillo tienen su origen en Europea. Y la tortilla viene escondidita ¿no?

Quiero que mi comunidad urbana reconozca a partir del sabor –la comunicación con el entorno natural más profundo-, el significado que ellos le han dado. Todos estos sabores son fruto de intercambio, de una forma de mirarse y de mirar hacia el mundo, no es algo folclórico. No, es una forma de relacionarse con la tierra, con las plantas, con el cielo, muy diferente a la forma que hemos desarrollado en la ciudad.

Formamos la asociación civil IdbI: Identidad y Biodiversidad, el nombre legal “Identidad Cultural y Preservación de la Biodiversidad de los Maíces y otros Cultivos Criollos Nativos”, AC. Nuestro objetivo es promover el conocimiento y el reconocimiento del significado de los maíces de los pueblos originarios. Sólo hemos cambiado el concepto ‘originario’ por ‘abuelo’, porque uno no puede estar en orden cuando no tomas el pasado, y la puerta de tomar el pasado son los padres y los abuelos con sus pueblos. Si somos capaces de realinearnos debajo de ellos, vamos a recibir toda la sabiduría que han ido generando por miles de años.

Por un lado estás trabajando con productores, por el otro lado tratas de estimular el paladar de la gente. ¿Cómo lo vas a dar a conocer lo que hay atrás de estas tortillas?

Parte de la aceptación de participar en esta red con Puente a la Salud es esta, porque durante diez años hemos usado una estrategia muy indígena: La autarquía. Pero para cumplir con nuestro objetivo, tenemos que comunicar lo que hemos encontrado y donde estamos en nuestra relación con esta parte tan profunda. La guía para penetrar en ella es el maíz.

Estás trabajando con productores en distintas regiones. ¿Qué impulso te dan?

Empecé con un sueño, sin marco teórico y filosófico. Desde la universidad y de las consultorías me acerqué a los maíces. En este mundo uno quiere controlar todo. Escogí unos maíces y empecé a producirlos yo. Después empecé a trabajar por contrato y a medias. Descubrí de manera dolorosa que son esquemas de un mundo que está en crisis. Intenté a entender la forma de ser y vivir de las comunidades. Porque, aunque vengas con buena intención ecológica, cultural, humana, vamos con una mentalidad colonizadora.

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‘Organícense, que hagan composta’. Pero es MI solución, me estoy poniendo encima del pueblo, no abajo.

Cuando fui a las comunidades invité a varios productores a probar mis semillas, pero dejé de reconocer seis mil años de trabajo del pueblo. Fueron mis semillas que me gustaban. Aquí viene un asunto de definición: ¿qué es un maíz criollo? Es diversidad absoluta. Es la memoria de cada semilla, a partir de la repetición constante con tres flujos: genético, la naturaleza y la familia, reservada en la memoria de la comunidad y de sus familias. Quiero trabajar y traer esta diversidad.

No digo que no tengo cosas que dar, claro que tengo, tampoco tengo esta actitud campesinista que todo lo que dicen ellos es lo bueno y lo mío no sirve. Sin embargo, lo que estoy buscando es una reconciliación productiva, técnica, cultural con dos entornos que tienen vida propia. Los pueblos abuelos por siglos han tenido una forma de sobrevivir. La ciudad también. Y desde lo que soy, me voy a relacionar con ellos.

Nuestro mundo urbano está en crisis. Aparentemente no hay salida, tenemos las crisis del calentamiento global, la crisis ecológica, financiera, de producción, educación, muchas cosas. Las comunidades también están en crisis, pero son más superables. Ya lo han demostrado por más de diez mil años.

También han cambiado mucho.

Sí. Decía Einstein, si no me equivoco: “Uno no puede entender la vida, si no es con la magia”. ¡Mira quien dijo eso! Las ciencias no pueden explicar todo. Creo en magia. La memoria genética está ahí. Dejemos esta falsa egolatría de que queramos que los pueblos sean como nosotros en la ciudad. Esto es el paradigma del desarrollo, ¿no? No estás desarrollado si no tienes coche, carretera, televisión.

¿Cómo conociste a los productores?

Por casualidades de la vida. No fue algo planeado. Estoy trabajando con comunidades y productores en la Sierra Norte, en Valles Centrales, en la Mixteca Baja, me estoy moviendo hacia la Mixteca Alta, y me estoy consolidando en la Costa. Lo que busco es la rica diversidad de Oaxaca, el impacto de los dos mares, las montañas.

¿Qué te enseñan?

Yo fui a las comunidades para enseñar, de buen corazón, porque tengo cosas que enseñar. Pero también fui con una actitud de aprender. Desde mi carrera de economista agrícola, fui a aprender cómo funcionan las comunidades. Básicamente funcionan con tres principios: producen y comen lo que tienen; trabajan para producir lo que van a comer, no lo que van a vender. Su objetivo no es el mercado, sino la familia; y tres, lo han hecho de manera natural. Mi principio también fue intercambiar con ellos. Ellos han reconocido su biodiversidad y de acuerdo a eso viven.

Pero viene la tragedia: Muchos ya no reconocen la diversidad que tienen, ellos también están en crisis. En este trabajar conjunto se generan pluses interesantes y pueden reconocer la riqueza que tienen. Y pueden recibir. Decía Carlos Castañeda en su libro sobre Don Juan: les puedo dar una roca de oro, pero si no sabes que es oro, puedes pensar que es mierda. Y mientras estás sentado encima de esta roca, no lo puedes usar. La gente está sentada encima de la biodiversidad y está en crisis. Los dos estamos en crisis, pero creo que ha sido generado por nuestra forma mercantilizada de producir y

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consumir. En principio no fue lo que a ellos les movía. Pero la crisis en el mundo es tan profunda que ya no podemos esperar. El calor ya pega a todos, no solamente a los del campo.

Hay un concepto que se menciona mucho, pero se aplica poco: la milpa. ¿Quiénes están trabajando con los quelites, las plantas medicinales que siempre había. Es como el paso de los alcohólicos anónimos. ¿Cuándo empiezas a estar bien? Primer paso: Reconocer con las derrotas que tu vida es ingobernable, que no tienes la capacidad de seguir adelante. Nuestra economía es ingobernable, hay que derrotarse, en todos los sentidos. Queremos ver la biodiversidad, con la milpa, desde el marco teórico de la homogeneidad. Estamos cuadrando las cajas, ¿no? Calabaza, frijol, chile y maíz ya es diversidad. Ni se habla de la micro-biología de los suelos. ¿Por qué? Nos cuesta derrotarnos y decir: todo eso no me sirve.

La milpa implica riqueza, con muchas plantas distintas, que incluso ayudan a resistir plagas. Para los campesinos mismos debe tener una importancia más profunda. Es una sensación personal, social, difícil de explicar. ¿Cómo recuperar esta biodiversidad?

¿Cuál es el mundo que necesitamos o queremos? Las empresas transnacionales tienen su visión. ¿Por qué el ‘mundo alternativo’ no puede mirar lo que tiene que mirar? Porque no reconocemos nuestro pasado. Con lo poco que entendemos queremos cambiar nuestra realidad. Dice Juan Manuel Serrat: Muriéndose de sed, sentado al lado de la fuente. ¿Por qué no vemos la fuente? Porque no estamos en orden con nuestro pasado.

Has sido semillero, con semillas certificadas, que proporcionaste a los campesinos.

Ya no llevo las semillas, ellos mismos las seleccionan y yo quiero formar parte de su riqueza. Itanoni ha ligado su destino al destino de los pueblos. Vamos a usar la diversidad que ellos usan. En otras palabras, estamos tratando de armar una forma de vivir y de ser a partir de la diversidad de los pueblos. Creo que eso es un reto para la humanidad.

El futuro es el pasado revitalizado, me comentaste. Usabiaga lo afirma a su manera fina: Después de desaparecer el maíz nativo, se podría reconstruirlo genéticamente.

Es la posición de una soberbia infinita. Es creerse Dios. Es no ocupar el lugar que te corresponde. Te pones encima de la naturaleza. Salir de la crisis es reconocer nuestro lugar frente a la naturaleza. Nos estamos poniendo en el centro del universo. La tecnología jamás podría reproducir los sabores de la diversidad. No tiene que ser como antes. Los pueblos tampoco comen el maíz que comió Moctezuma. La vida está evolucionando.

¿Cómo podemos revitalizar el campo?

Primero que ellos sigan como son, reconociendo la diversidad que tengan. Buscamos para que ellos produzcan principalmente para la familia, bajo los principios básicos que te comenté al principio: Vivir con lo que tienes; producir para ti. Puedes llevar productos a la ciudad, pero tu guía rectora es tu familia, si tienen excedentes puedes intercambiarlos. Tres, produce naturalmente. Y tu, que vives en la ciudad, pues que empieces a caminar, y a reconocer los sabores. La lógica del mercado es que primero piensas en utilidades. Así es el sistema, ¿no? No piensa primero en las necesidades de la gente. Lo mismo con el sistema de desarrollo.

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Lo mismo ahora con las elecciones y las propuestas para el campo. Muchos lectores piensan que con el aumento de la producción, está resuelto el tema de la soberanía alimentaria.

No puede ser. Lo mismo dijeron con la Revolución Verde y con los transgénicos. Hay hambre, entonces vamos a acabarlo a través de aumento de producción, con tecnología. Pero el problema no es tecnológico, ni de distribución, sino del sistema. El sistema no puede resolverlo, ni siquiera cuando apliquemos las ciencias más avanzadas. Es la misma pregunta de Usabiaga de otro ángulo. La ciencia no puede reconstruir todo, sólo partecitas. Ahora qué estamos haciendo, al nivel micro estamos haciendo como un tipo de trueque. Si el tema es la soberanía alimentaria y cómo la resolvemos, si queremos cambiarlo de fondo, no podemos tomar medidas paliativas. Todas las medidas que planteamos, son paliativas. Nos quedamos dentro del mismo sistema. Lo curioso es que estas medidas tienen un efecto búmeran. En vez de salir del atolladero, nos hundimos más, si estamos basados en el mismo sistema del mercado. Por eso digo que muchas alternativas, por ejemplo de la agricultura orgánica y el mercado alternativo, refuerzan la crisis. Muchos campesinos tienen productos orgánicos por la demanda en el mercado. Siguen la misma lógica. Lo que necesitamos es un plan de futuro y sembrar las semillas.

El futuro es la comunidad rural. Entonces el futuro es el pasado. ¿Qué tienen que hacer? No perder lo que tienen, sino –al contrario- desarrollarlo. Incluso el futuro va a ser natural, la naturaleza va a recuperar sus propios flujos, nos va a poner en su lugar. Incluso, las ciudades tienen que naturalizarse, en lugar de urbanizar el campo. Ya ha pasado en la historia de la humanidad. Los mayas pasaron de grandes concentraciones a pequeñas aldeas.

Eso mero me comentaron campesinos en Chiapas, criticando a CONAGUA que quería rectificar los ríos. Dijeron: El río va a recuperar su cauce.

Por supuesto. Los campesinos se dan cuenta que el camino que han tomado, les va a llevar a la dependencia, a la hambruna. Pero se sienten pobres, cuando ves pasar a alguien en un carro bonito, si no tiene una lancha de televisión. Hay una lucha entre ser y parecer. El mundo urbano es un mundo de parecer. Entonces se dan cuenta que tienen que volver a ser, y no dejar de producir lo que antes comían. De repente sucede algo como en el cuento que leía de un autor argentina, que escribió de unos duendes que podían hacer magia. De repente prohibieron hacer magia, porque querían parecer al hombre que tenía todo ordenado. De tantas reglas olvidaron hacer magia hasta que se dan cuenta que se olvidaron de su naturaleza. Te cuento de un dialogo que tenía con un viejo sabio de Tiltepec (Rincón de Ixtlán).

Le dije: Oye, Cecilio, ¿Cómo vivían antes cuando no tenían camino?

“Pues teníamos todo, hermano. Producíamos mucho en poco: Muchas plantas en poca superficie. Y teníamos de todo.”

¿Y cuándo dejaron de hacer eso?

“Cuando llegó el café.” Una persona les llevó plantas de café. Fue a vender su café y trajo dinero. Empezó la envidia: ¿Por qué no más él? Y el señor dejó de producir mucho en poco, sino a producir mucho de poco. Se desarticuló su sistema de producción.

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Y todavía no había camino. ¿Cómo lo sacaron? En burros. ¿Cuando entró el camino? Hace seis años. Ahora los niños ya no quieren trabajar en la milpa, porque así lo dicen en Derechos Humanos.

Su hijo Gil me comentó que pasó con la llegada del camino. En tres meses cambiaron los hábitos a favor de la comida chatarra, sin vender mejor su café.

Además, el café es un producto externo. Y productos como el café impusieron algo más profundo, con la llegada de las haciendas: Las leyes del mercado. Este mercado, y sobre todo el dinero, es la sangre del sistema.

Compara la abundante biodiversidad de Tiltepec con la escasez de varias zonas mixtecas. ¿Cómo estás viendo sus necesidades y su lucha para tratar de mantener un equilibrio con su pasado y su futuro?

La gran crisis de la humanidad no es alimentaria ni es financiera, y posiblemente ni ecológica, sino espiritual. Una gran crisis de identidad. Porque en un sistema de mercado, tenemos que ser seres sin identidad. Tu (nueva) identidad te la venden con mercancías. Por principio. No pueden mirar la riqueza de su vida. Pueden estar sentados sobre el oro, y no se dan cuenta. Por lo tanto, el gran trabajo para llegar a la soberanía es la recuperación de la identidad.

Sí, pero mientras tienen que comer. ¿Qué hacen ellos para aliviar esta parte?

Bueno, la mayoría de las comunidades con las cuales estoy trabajando, vive del maíz. Por lo tanto siguen produciendo maíz mientras puedan. Pero son vulnerables. Si el gobierno les da 5000 pesos, y ponen maíz barato en Diconsa, ellos lo van a comprar y lo dejan de producir. Porque no hay gente trabajando en el campo, no hay jornaleros, los sueldos están por los suelos, las semillas no están potencializados, hay mil razones por las cuales dejan de producir. Pero está pasando algo curioso: No siempre son los viejos, sino los jóvenes que regresan para reconstruir.

Porque han tocado fondo.

O porque lo perdieron. Cuando sales, pierdes todo y te entra la nostalgia. Buscan algún camino que les lleva a mirar. En un pueblo donde estoy trabajando, muchos de los migrantes están regresando. Y no por la crisis económica, sino por conciencia. Regresan con una cultura del mundo, de las cosas aprendidas, no solamente allá, pero allá se dan cuentan por todo lo que han pasado y todo el potencial que aprendieron acá.

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Capacitación, más que dinero

“Se trata más del desarrollo de capacidades, la formación y de la proyección de todos los

actores, entre ellos los productores mismos y los técnicos. Hay lugares donde no se requieren

recursos. Por ejemplo, el año pasado trabajamos en Yavesía. No gastamos ni un jornal para

establecer parcelas, todos eran participativos. Tuvimos avances significativos. Ellos se

convencieron en la milpa, nuevamente. El trabajo consistía en seleccionar las semillas criollas

de ellos mismos, cómo las pueden sembrar mejor en distancias, organizamos arrimes de tierra.

Este año vamos a trabajar en el aprovechamiento de las aguas de lluvias. Usan fertilizantes en

bajas dosis, ya empezaron con lombrices y van sobre las compostas, con sus chicharos dulces y

frijoles como abonos verdes. Sólo hemos gastado en gasolina y tiempo, porque la comunidad nos

da de comer. Ellos no piden dinero, sino capacitación.”

1.3.Humberto Castro, Investigador de Chapingo:

“TENEMOS VOCACIÓN PARA MUCHOS CULTIVOS”

“México importó maíz de Sudáfrica. Una parte viene de germoplasma de … ¡Oaxaca! Sudáfrica ha metido mucho capital a través de empresas transnacionales para máquinas y semillas. La mayoría de las semillas viene de Cargill, que al nivel mundial está manejando los mayores volúmenes de productos agrícolas. Cargill y ADM está recibiendo en calidad de préstamo el puerto de Guaymas en Sonora, no pagan renta. Son los que están metiendo el maíz en México. Se frenó el alza de precio y la compra en Sonora mismo, por el efecto-Sudáfrica. Se quedó en 5.50. Se veía el aumento por la baja de producción, que se dio. En lugar de los 5.2 millones de toneladas esperadas en Sinaloa, se estancó en 2.8 millones de toneladas. No salió más barato que el maíz de EEUU, pero había mucho subsidio de la Secretaría de Economía, y de DICONSA para su distribución. Esto podría haber sido con maíz mexicano. La mayor parte del maíz de EEUU es amarillo, y de Sudáfrica es blanco lo que se usa más para la producción de tortillas. Durante la crisis en el 2007, se exportó maíz blanco de Sinaloa a Estados Unidos, por la demanda de los latinos allá. ¿Quién lo exportó? Cargill, con subsidio a través del programa de fomento a la exportación de la Secretaría de Economía. Para llegar a una soberanía alimentaria, mucho estriba en voluntad política”

Durante mi estudio vi el impacto del desarrollo tecnológico agrícola en Sonora. Llegamos a Ciudad Obregón, una ciudad bonita, trazada con calles amplias. Todos los bancos y centros comerciales se mueven a través de la agricultura. Había mucha oferta de agroquímicos y empresas de empacadoras. En una entrevista con el presidente de la Asociación de Productores de Sandía, Melón, Maíz, me di cuenta cómo el agua determina la producción. No tiene que ver con la capacidad intelectual de los productores, pero si no estás agremiado, no tienes derecho a agua. Cuando fui todavía había agua, ahora está crítico. Por el otro lado, todos los dueños de las granjas eran doctores, médicos, abogados, contadores y hasta uno que otro agrónomo. Esto les ha dado capacidad de negociación muy fuerte.

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Pero me puso muy triste ver a un ejidatario, que nos invitó a su casa en pueblo abandonado, vacío, con casas de jarilla (como carrizo acá) y techos de lona, con servicios mínimos y calles de tierra, plano todo pero desolado. Él tenía veinte hectáreas, que es la dotación, pero no tenía recursos. Rentaba su tierra al presidente de la asociación y trabajó para él como jornalero. Pensé: Aquí hay desarrollo y capital, pero un ejidatario de mi pueblo en Oaxaca está mejor con dos hectáreas. Él las trabaja, las desarrolla.

¿Cuál es el principal problema del campo?

Por un lado, la demanda ha crecido, mientras que la tierra no se ha aumentado, y en la productividad si se requiere algunos cambios entre los mismos agricultores. No es necesario el insumo externo para poder hacer más productivas las parcelas. Tanto en las laderas de la Sierra como en los Valles, un problema que veo es el papel del agrónomo. No se refleja su papel en el desarrollo y en la transferencia de tecnología. En una comunidad, te hablan de un maestro que generación tras generación sacaba muchachos, pero muy poco te habla de un agrónomo que desencadenó procesos. Además, se desmanteló el programa del extensionismo. Investigación en cuestiones agrícolas sí existe, en muchos sectores. Se ha avanzado en los agroquímicos, pero también en la parte orgánica, sustentable. Pero como que estos eslabones están dispersos. Quienes han avanzado son las organizaciones con un equipo técnico, de gestoría y de comercialización, como los cafetaleros.

Se trata más del desarrollo de capacidades, la formación y de la proyección de todos los actores, entre ellos los productores mismos y los técnicos. Hay lugares donde no se requieren recursos. Por ejemplo, el año pasado trabajamos en Yavesía. No gastamos ni un jornal para establecer parcelas, todos eran participativos. Tuvimos avances muy significativos. Ellos se convencieron en la milpa, nuevamente. Y el trabajo consistía en seleccionar las semillas criollas, de ellos mismos, cómo las pueden sembrar mejor en distancias, organizamos unos arrimes de tierra. Este año vamos a trabajar en el aprovechamiento de las aguas de lluvias. Usan fertilizantes en bajas dosis, empezaron con lombrices y van ahora sobre las compostas, con chicharros dulces y sus frijoles como abonos verdes. Sólo hemos gastado en gasolina y tiempo, porque la comunidad nos da de comer. Ellos no piden dinero, sino capacitación.

He estado trabajando en el Sistema Estatal de Semillas, en dos partes: El subsistema semillero convencional y el semillero comunitario. Estos se diferencian por productores y regiones. En lo convencional tenemos áreas de alto potencial, donde están semillas mejoradas -criollas o híbridas-, que tienen un valor monetario. Estos granos van a los centros urbanos. Sus zonas están en la Costa y en los márgenes del Atoyac. Estoy sembrando un poquito en Reyes Mantecón, y el año pasado saqué diez toneladas por hectárea con semillas híbridas mejoradas. Es genética convencional. Vamos a entregar al gobierno estatal 12,350 sacos de estas semillas para sembrar 12,350 hectáreas.

¿Y el semillero criollo? Ya hay productores que nos están apoyando con la producción de semillas, en Valles Centrales y en Pinotepa Nacional. La idea es que estos sean empresas del sector social, que en uno o dos años estén abasteciendo con semillas mejoradas a agricultores de estas zonas.

¿Estos programas forman un acuerdo de colaboración con el gobierno?

Sí, es un acuerdo, dirigido a zonas y a productores que están usando semillas mejoradas. Igual en una zona mixteca se usan semillas mejoradas, porque es una alternativa a

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empresas grandes como Monsanto. De ellas se compra un saco de 20 kilos en 2600 pesos, nuestras semillas salen en unos 800 pesos. Estamos masificando productos de investigación de muchos años y va a zonas de alto potencial, a productores que ya estaban ocupando semillas mejoradas. Van a dar saltos en incrementos de producción, y bajos costos.

Unas 380 mil familias oaxaqueñas siembran maíz. Entre ellas, 12 mil sacos, es como el 3%, por familia un saco. Esperamos alcanzar 20 mil sacos el próximo año. Se van a potenciar en la medida que crezcan las empresas sociales. De las 600 mil hectáreas sembradas, podemos tener un potencial de unos 120 mil con una producción de ocho toneladas por hectárea. A corto plazo. Otra gente de Chapingo trae un plan de desarrollo de nutrición alternativa, con el uso de algas y hongos, de mejoradores de suelo, donde se reduce el uso de fertilizantes, se mitigan los efectos de sequía, porque lo importante es reconstituir la flora y fauna del suelo natural. Lo importante ahora es trabajar el aspecto de la comercialización. Trabajar con Diconsa y Aserca, mostrando que hay maíz oaxaqueño disponible.

En Tabaá, con sus altos niveles de producción, no se estaba vendiendo su maíz en el mercado, por su falta de costumbre. ¿Las comunidades campesinas podrían ser buenos comerciantes?

Estamos viendo como atacar este problema. Yo mismo he hecho alianzas con tortilleras locales. En diciembre se cortan todo su suministro de fuera y sólo van a comprar localmente. Como estos tortilleros hay muchos. Tenemos arreglos de crédito, poco a poco me van pagando. Cosa que otros no dan. Estas experiencias pueden dar sus brincos. Hay tortilleros encantados de hacer negocio con paisanos.

Usabiaga, que hizo el programa para Vásquez Mota, lo dijo a su manera: Si desaparecen todos los maíces criollos, los podemos reconstruir genéticamente.

Imposible, es un proceso de ocho mil años en crear, conservar y evolucionar las razas. Los fundamentos genéticos no pueden desaparecer. Han ido evolucionando para fortalecer la base genética. De las 600 mil hectáreas tenemos 120 mil de alto rendimiento. En las otras 480 mil vamos a hacer el mejoramiento participativo de razas criollas. Estas semillas no necesariamente tienen un valor monetario. Se basa en intercambio y en el mejoramiento basado en combinando el conocimiento tradicional con el conocimiento técnico. En este sistema, se cosecha ahorita una tonelada por hectárea, con cambios en el manejo hemos alcanzado hasta cuatro toneladas.

Hablando del campo en general, ¿podríamos llegar a una soberanía alimentaria en Oaxaca? Podríamos alcanzar un buen avance, digamos en un 60-70%, durante este sexenio. Técnicamente es posible, pero mucho estriba en la voluntad política. Hay muchas quejas de que el agua es el factor limitante, pero las mejores cosechas están en el Norte, donde la disponibilidad de agua es de las más bajas.

Se dice que el campo es para ‘viejitos’.

Hay pueblos donde son las personas mayores que trabajan en el campo, por la misma desmotivación entre los jóvenes, que buscan ‘dinero más fácil’. En la Sierra Norte, muchos con quienes hemos trabajado son jubilados. Traen ganas de innovar, de transformar, e incluso sus propios subsidios, su jubilación. Muchos en los grupos de producción orgánica son jubilados, que están retornando a su vida comunitaria, a su cultura.

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¿Qué estímulos podrían atraer a los jóvenes?

Apoyos a iniciativas locales. Sería interesante revisar en Oaxaca la biodiversidad productiva. Tenemos vocación para muchos cultivos. Ahora tenemos una sobreproducción de tomates, pero en la Sierra Norte no hemos aprovechado la flori y fruticultura: manzanas, duraznos, zarzamoras, frambuesas, aguacates, chabacanos. Diversifica la alimentación, genera mano de obra y puede contribuir a la conservación de agua y suelo. Son cultivos que dan un valor agregado y encajan bien a la actividad de ecoturismo.

En muchas partes se ha perdido el concepto tradicional de la milpa, con sus quelites y sus plantas medicinales. ¿Cuál importancia tiene para la seguridad alimentaria?

El subsistema comunitario es tomado de la milpa y te da seguridad alimentaria. Una milpa bien organizada y bien cultivada es bastante productiva. En Yogovi, un señor nos mostró un trabajo de terrazas. Usa abonos verdes como un chícharo, como barreras vivas que dan abono. Las mini-terrazas tienen como un sistema de relevo de cultivos, con chícharos, tomates, frijoles, flores, maíz, nopales y amaranto. Es una milpa modificada, que practica en épocas de lluvia y de seca. Invierte cuatro horas diarias en su parcela y siempre tiene algo para vender, en distintas épocas’. No usa fertilizantes, sino con la hojarasca hace abono. Usa abonos verdes locales comestibles (chicharos, habas, frijoles). Tienen la misma función biológica, fijan nitrógeno, cobertura, pero te sirven para comer. Además, tiene plantas insecticidas. Este señor vende en algunas tiendas y al restaurante La Capilla en Zaachila porque sus plantas funcionan contra el piojo de sus pavos reales. Técnicamente, su sistema de mini-terrazas es excelente. Su milpa genera alimentos e ingresos, conservando al mismo tiempo los recursos naturales.

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La actitud:

Muchas ONG´s se dedican a la capacitación de comunidades y organizaciones sociales, pero no

sólo de eso se trata, opina Saúl Fuentes, cuya asociación civil Ideas Comunitarias organizó la

Escuela para el Bien Común. Explica: “Hay necesidades en la reflexión sobre las expectativas y

perspectivas de la vida, hacia donde quieren ir. Lo más común es que ‘quiero una máquina, un

crédito’. Te indican los servicios necesarios, pero sólo encuentran un ‘para qué’ muy inmediato.

Lo que falta es una identidad clara para estar juntos. Encontramos muchas coincidencias, entre

ellas que muchas de las organizaciones sociales están compuestas por personas adultas. Y muy

influenciadas por las políticas hacia el campo con todos sus insumos. Durante nuestras primeras

entrevistas, la pregunta hacia nosotros siempre fue “¿qué nos va a dar?” No había mucha

claridad en el ‘para qué’. Podían escuchar cosas como ‘desarrollo sustentable’, pero no logran

conceptualizarlo. Sin embargo, a lo largo de ocho meses de talleres en esta Escuela para el

Bien Común vas viendo cambios de actitud, que se reflejan en proyectos, acciones, hábitos

personales.”

1.4.Saúl Fuentes

Escuela para el Bien Común:

UN CAMBIO DE ACTITUD

Esto del “¿Qué me vas a dar?” viene por los programas del gobierno desde la época de Salinas, ¿no? ¿Había convicción de levantar la producción o una reflexión de cómo estaba antes? ¿No te decía la gente de mayor edad que antes fue mejor o distinto?

Como un recuerdo al pasado, no como visión hacia el futuro. Lo que les propusimos era reflexionarlo como visión de la vida. ¿Cómo abrimos esta reflexión? En una ‘escuela’ donde intercambiemos y diseminemos los conocimientos, que responden a una aspiración colectiva. ¿Cuáles son las habilidades, conocimientos y experiencias que tendríamos que compartir con nuestros hijos y con otros adultos, para que lleguemos a esta aspiración?

Cuando hablamos de la escuela, no pensamos en un edificio, sino como el dispositivo de transmitir los conocimientos, experiencias y valores de una generación a otra. Finalmente, la escuela es unos de los grandes inventos del ser humano. Este espacio se contrapone a las dinámicas en las escuelas formales. Los bachilleratos están orientados a desarrollar habilidades, pero no a desarrollar pensamientos. Entonces dijimos, por qué no facilitamos espacios para desarrollarlos e intercambiar las preocupaciones que la gente tiene. Así iniciamos la escuela, con la posibilidad de incluir capacitación, pero no era lo primero. En las CBTAs a lo mejor se dedican a la agricultura orgánica, pero sin reflexionar sobre qué hay detrás de estas técnicas y su aplicación en el campo. Incluye aspectos como identidad, sustentabilidad, construcción de consensos, ¿qué significa la economía rural? ¿Cómo se construye en Oaxaca? No sólo pasa por la actividad del momento, sino también por el dinero que llega de fuera: Remesas, créditos, comercio. Una economía se compone de distintas formas. ¿Cómo la entendemos desde la unidad familiar? Abrimos espacios a partir del 2006 con grupos de formación que incluyen tanto a jóvenes como a

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adultos mayores, porque muchas veces se separan los jóvenes, sin darles chance a diálogos. Entonces, para hacer más rico el aprendizaje, queríamos incluir a varios adultos para establecer este diálogo.

¿Cómo fue el nivel de participación de ambas partes? La gente mayor platica más de sus experiencias, pero a lo mejor los jóvenes estén más ansiosos de experimentar.

Hay que buscar un planteamiento pedagógico, para estimular la participación. A veces los mayores se cohibían porque estaban más acostumbrados a hablar con otros adultos. Nos ha pasado, que les costaba compartir un dormitorio en una cabaña con un joven, pero poco a poco, en el transcurso del tiempo, se abrieron. Sobre todo en el caso de mujeres es un factor para tomar en cuenta. Hay de todo, se requiere de una diversidad de técnicas y de facilitadores. A veces puede ser incomodo, si hay pocos adultos y muchos jóvenes, pero los jóvenes les tienen mucho respeto. La gran mayoría es de comunidades tradicionales.

¿Cuáles han sido sus expectativas tanto para los talleres, como para su propia vida? Y dentro de estas expectativas ¿cuál es el lugar del campo?

Muchos jóvenes sentían contar con mejores herramientas para ser escuchados dentro de su comunidad. También ayudó a su ego, para hacer algo diferente a lo que hacían otros jóvenes en su comunidad. Es un ego que siempre existe, hay que reconocerlo. Los talleres les aportaban elementos para ser más visibles, pero también para aportar a otros.

Esto podría aportar a la modernización de los usos y costumbres, sobre todo en zonas como Los Cajonos, donde en muchas las comunidades, las autoridades agrarias cambian cada año. Pero ¿sí había una actitud para continuar con el campo?

Hablando de los jóvenes había como expectativas hacia esta Escuela para el Bien Común. Sí tienen muy claro que quieren hacer algo para su comunidad. En este “Bien Común” quieren estar situados. En el ‘cómo’ sí hay diferencias. Sobresale su preocupación por el medio ambiente, pero la mayoría está pensando en desechos orgánicos y sólidos, en el agua, en conservar sus bosques. Pocos te hablan de la parcela de su padre, que quisieran trabajar.

Y tampoco del consumo de Sabritas y Refrescos. A lo mejor reconocen que el consumo de los refrescos aporta al problema de los desechos, pero tampoco lo cambian por un consumo sano de los productos del campo. ¿Ves una reflexión auto-crítica en estos aspectos? Son como dos campos distintos. Uno puede tener una idea romántica de los jóvenes rurales, pero a todos los ves con sus celulares, y muchos traen mejores que nosotros”. Se puede percibir una incongruencia entre su conservacionismo y hábitos de consumo.

Tiene que ver con la identidad de qué hablamos. En varias comunidades que visité últimamente, se estaban hablando de las caminatas que se organizan con los jóvenes para conocer sus bosques. Ellos mismos las piden. Pero nunca piden brigadas para sembrar el campo. Entre bosque y agricultura hay una distancia tremenda.

No quiero mencionarlo sólo en cuanto a la escuela, porque sería arrogante, pero cuando abres estos temas, sí logras un sacudido entre los jóvenes. Lo vemos, porque la

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educación se debe reflejar en proyectos y acciones, hábitos personales, entonces sí vamos notando. Poco a poco vas viendo cambios, lentos, pero cambios de actitud, de lenguaje, de dirigirse hacia el otro.

En la mayoría de los casos empiezan a tener un liderazgo distinto. La autoridad –al nivel municipal o en la asamblea- sabe que estos jóvenes están en un proceso de formación y ahora tienen el visto bueno de su comunidad. Entonces, lo que buscamos es que ellos empiecen esta actividad con su comunidad o con grupos dentro de ella. Estos momentos se dan y en este primer paso les acompañamos. En la misma escuela se encuentra jóvenes y adultos. De repente un adulto de una comunidad hace buena química con un joven de otro lugar y lo invita a su comunidad, donde empiezan con nuevas actividades y después el adulto va a la comunidad del joven, donde el lleva la voz del adulto para empezar nuevas cosas. Así fue un señor con un proyecto forestal grande en la Sierra Sur a la comunidad del chavo en la Sierra Norte para fomentar la reforestación.

Muchos campesinos son inseguros sobre el futuro de su agricultura e incluso las instituciones los confunden. Los campesinos están en la búsqueda, saben que los agroquímicos no son la solución, pero tampoco están seguros sobre las alternativas. Muchos no quieren correr riesgos. ¿Este tipo de reflexiones, enfocados al campo, fue lo que tus estudiantes también plantearon?

Muchos adultos sí tienen esta preocupación sobre la productividad de la tierra, pero muy relacionada a su ingreso. Lo que planteamos es que hay que tener otro tipo de relación con la tierra, en el sentido de qué queremos con la vida. Después lo aterrizamos, pensamos en la tierra, que me da de comer y me permite vender algo para satisfacer mis necesidades. La manera de tratar la tierra tiene alternativas, entonces a lo mejor empiezan a buscar otras formas. Es todo un proceso de aprendizaje, de ocho meses que duraban los talleres. Ahora van a ser de dos años.

¿Los chavos ven su futuro en las comunidades?

La mayoría dice que sí, pero con el pase del tiempo una parte sí se va. Unos fueron a estudiar en la ciudad, otro se fue a trabajar con una empacadora en el norte del país. Querían mejorar su situación, buscar algo nuevo. La mayoría se aferra a su comunidad.

Aun cuando vaya a la ciudad, se puede mantener una relación buena con su comunidad. Mucho tiene que ver con tu búsqueda, tu identidad.

Depende también de otros factores. Por ejemplo si un chavo tiene un hermano mayor con liderazgo, hay más posibilidad que el joven asume también un papel activo. Incluso ha pasado que este hermano tuvo un papel para que el chavo viniera a esta escuela. Ahí ya es un compromiso mayor como familia.

Tu quieres lograr un cambio de actitud con le escuela. ¿Buscarían también un cambio en el modelo educativo? ¿O un reconocimiento de instituciones gubernamentales para aumentar el impacto de esta escuela?

Para mover instituciones se requiere mucho más fuerza, con una cobertura mayor de lo que tenemos. No pretendemos cambiar un modelo educativo, pero sí que los chavos que regresan a sus comunidades no solamente van a hacer sus chambas, como gestores de proyectos por ejemplo. Quisiéramos que sean re-editores, promotores, en su comunidad en la transmisión de habilidades y actitudes.

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Auto-suficiencia y solidaridad:

“Desde 1977 Heifer acompaña organizaciones en comunidades, haciendo énfasis en valores

como el cuidado del medio ambiente, solidaridad, responsabilidad y la justicia. En base de ellos

desarrolla proyectos, que van desde el rescate de una especie nativa hasta la comercialización

de los productos para generar ingresos. Explica Alejandro Musalem, representante de Heifer

en México: “Trabajamos con familias, primero para generar autosuficiencia alimentaria y

posteriormente ingresos. Porque uno de los problemas graves es la mala nutrición. Obviamente

este problema ocurre más en el sur del país, ligado a situaciones de marginalización, que tiene

su origen en la historia y que ha generado que las comunidades no tienen poder para negociar

con las autoridades e históricamente han sido empujadas hacia zonas de laderas. Las tierras

cultivables se usan para cultivos de exportación. ¿El resultado? La gente no tiene suficientes

alimentos con la tierra que posee. Con estas comunidades pobres trabajamos. Trabajamos en el

cuidado del medio ambiente y en la salud, cuidando la alimentación. En temas de producción

enfocados en los animales, para que las familias regresen al uso del traspatio como una

estrategia de subsistencia, incluso para generar ingresos.”

1.5. Alejandro Musalem, Fundación Heifer:

“NO DEJEMOS NUESTRO DESTINO EN MANOS DE LOS CANDIDATOS”

Aunque la gente es cada vez más individualista, porque así lo fomentan los programas gubernamentales, te digo que la forma más eficiente de trabajar es con grupos organizados. Además, buscamos que se generen lazos de solidaridad entre entidades colectivas. Los proyectos familiares forman un pretexto para llegar a llegar a este sentido de comunidad. No es tanto generar la productividad, sino la generosidad. Lo que hace un grupo, después de trabajar unos años, es compartir lo que produjo con nuestro apoyo, con otro grupo. Este ‘pase en cadena’ es con animales y plantas. Al inicio organizamos los grupos, ahora directamente con grupos consolidados. Mantener la cohesión en los grupos es difícil, porque la tendencia es hacia la individualización. El capitalismo buscar aislar a los individuos para que dependa del sistema que les provenga de todo. Cada uno busca sobrevivir como familia.

Contradictorio, ¿no? Los campesinos tienen voluntad y son generosos. Si alguien les acompaña sin buscar intereses propios, se entregan. ¿Cómo buscan esta cohesión?

Los grupos han vivido todo este paternalismo, lo que viene a aprovecharse de ellos, los partidos siempre han tratado de cooptarlos. Pero una vez que sienten que el interés de ayudar es genuino, ellos replican esta actitud con otros. Los ganaderos del ejido de Aderas, en el Istmo, han sido utilizados por partidos y están desencantados de esta experiencia. Esto dificultó nuestra relación, pero cuando se dieron cuenta que realmente buscamos ayudarles, empezaron a ayudar a otros grupos, con gusto y con orgullo. En Zanatepec, este grupo ya tiene un prestigio por su ayuda a otros en esta zona, sin pedirles nada en cambio.

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¿Cómo es tu análisis del campo Oaxaqueño? Se habla del estado más rico en culturas y biodiversidad, el más pobre en dinero, con cada vez más migración y erosión. ¿Cómo ves la perspectiva de producir sus alimentos?

No podemos impedir que esta migración suceda, pero que sea temporal. Creando oportunidades en las comunidades, los jóvenes van a migrar menos. Al quedarse, pueden dedicar su tiempo a la producción de alimentos y servicios alternativos en la comunidad, además de recrear su propia cultura. No hablo de voluntad, más bien hay una necesidad. Con ella viene la voluntad. Pero hay gente que ha migrado a ciudades en los Estados Unidos y que está regresando. Algo que puede acelerar esto, es desarrollo de alternativas en el campo. Desgraciadamente, todo el peso del trabajo para generarlas cae en las mujeres que se quedaron. Lo que se necesita es invertir en producción agroecológica, y en el abasto local. O sea, no pensar en exportación, pero primero en el consumo de los vecinos. Esta es la estratégica para revitalizar al campo.

Los campesinos están preocupados por su tierra y el poco rendimiento.

En el caso de animales, procuramos usar razas adaptadas, criollos, para tener animales sanos. Además trabajamos mucho en la prevención de enfermedades, usando preparados en base de hierbas. Los grupos de Zanatepec son un ejemplo bueno, pero también en Chiapas y Veracruz. En el caso del maíz se trata de regresar a la milpa como concepto integral para que se auto-regule la cuestión de las plagas y que haya menos necesidad de químicos. La otra cosa es que el uso de agroquímicos es subsidiado por el gobierno. Ahí van los impuestos.

Los campesinos saben esto. Sagarpa está promoviendo todos estos invernaderos gigantescos, con los químicos incluidos, mientras Conanp está fomentando productos agroecológicos. Entonces preguntan “¿qué hacemos?”

Una vez que decidan cambiar los químicos por productos orgánicos, de todos modos es un proceso largo, y la producción inicialmente baja. La clave es el suelo, hay que regresarle su vida, sus nutrientes. La Mixteca está tapizada de invernaderos abandonados. Funcionan unos años, se quedan con deudas y los abandonan. Además, se usan materiales bastante caros, que no duran, materiales que no se pueden remendar. Todas estas inversiones caras de los grandes invernaderos, no les conviene a los campesinos.

Dices que son para empresarios. En Cieneguilla he visto uno chiquito, que las mujeres manejan colectivamente. El material sigue siendo más o menos igual. Sin embargo, pueden generar utilidades. ¿No ves futuro en este trabajo colectivo, y en invernaderos?

Sí claro, estoy en contra de estos invernaderos grandes industriales. Junto con la asociación civil CAMPO, hemos estimulado invernaderos pequeños en la zona de San Miguel Peras, con un uso totalmente rústico y orgánico. Y no sólo tomates, sino por lo menos una docena de plantas, donde las señoras producen su propio abono a través de lombrices. Y están al lado de la casa. Están adaptadas al trabajo de las mujeres y se adaptan a la región. San Miguel Peras es zona fría, donde encajan bien esos invernaderos, pero en zonas calientes ni se necesita poner invernaderos. Hasta las mallas de media sombra se pueden sustituir por árboles. Es un concepto externo, invento del gobierno para tapizar el estado con estos grandes invernaderos. No traen beneficios para pequeños campesinos, es más bien un negocio de los funcionarios.

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En San Miguel las familias que participan tienen su propio invernadero, pero trabajan en grupo. Unas 25 familias tienen juntas sus lombrices, ya dieron su pase a otro grupo. En Pensamiento Liberal se están produciendo mermeladas en base de los frutales que tienen en sus patios. Tienen un manejo integral en el poco espacio que tienen, porque es una zona montañosa con mucho bosque. Se estimula el apoyo mutuo en el momento en que organizaciones como CAMPO y Heifer les apoyan y les comprometen ayudar a otras. Lo hacen con gusto. Dentro de los grupos mismos, también se ayudan mutuamente.

¿En estas circunstancias es sencillo para lograr la seguridad alimentaria?

En términos de dinero no es tanto lo que se necesita, en comparación con los programas del gobierno y de instituciones internacionales como BID o FAO que asignan millones de dólares, sin mayor resultado. Aquí con poco se puede hacer mucho. Los ricos tienen dinero, los pobres tenemos los unos a otros. Hay que ir sobre lo que tenemos. Lo que se busca con el enfoque agroecológico y el abasto local es el trabajo. El combustible lo forman los brazos y las manos, pero el impacto es que se hace con muchas familias. En todas las comunidades el impacto debe ser de las sumas de todos los esfuerzos, y no dedicarse en una región a llenarse con invernaderos y maquinaria. Y todo un solo cultivo. Porque no controlamos los precios de ningún monocultivo. Ahora los productores están desesperados por los precios bajos del tomate.

Estás pintando un análisis que no veo reflejado en ninguna propuesta de los candidatos presidenciales. Pareces hablar de un mundo distinto. ¿Alguno de los candidatos tiene sensibilidad para este tipo de desarrollo rural?

En realidad no, porque ellos cayeron en el espejismo de la Revolución Verde, todos, incluyendo AMLO, aunque en su discurso parte de una Revolución más participativa y democrática. Aun así su modelo de desarrollo está mal. AMLO terminaría teniendo –como Lula en Brasil- dos secretarías, una para la agricultura comercial y otra para la economía familiar. Lula tenía que comprometerse a apoyar a los pequeños productores, pero la mayoría de los recursos va hacia las grandes plantaciones de soya. Aquí en México, Sagarpa siempre ha estado en esta onda. El gobierno nunca ha fomentado una agricultura familiar, rescate de especies nativas, aprovechamiento del traspatio no existe. Pero incluso en países industrializados como EEUU y de la Unión Europea, la gente está volviendo a demandar productos sanos y más locales. Ya se hizo evidente que la agricultura industrial acabó con la tierra, con los recursos naturales y también con el empleo.

¿Qué puede esperar el sur de los candidatos?

López Obrador es el único capaz de crear una lógica que no esté sólo basado en dinero. Los economistas de los otros partidos han hecho mercancía de lo que no se puede vender: la tierra.

AMLO parece más nacionalista. No sé si implica una agricultura más sana. ¿Sientes una sensibilidad para la conversión hacia lo ecológico?

Sí están más abiertos hacia esta agricultura, siempre y cuando esté rentable. Como en el caso del café orgánico, que genera divisas. Aquí el trabajo de las organizaciones civiles y de pequeños productores organizados sería venderle la idea que no sólo sea rentable y sana, pero además beneficiosa en términos de empleo. Si el gobierno de AMLO logra entender eso, más allá de generar dinero, van a pensar más seriamente en estas estrategias. Pero hay que convencerlos.

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Un cuello de botella es la venta, un comercio justo. Hay mercados alternativos, hay intentos individuales en muchos estados, pero no veo este proceso acompañado por el gobierno. ¿Una agricultura más nacionalista tienen sentido en el ‘mercado libre’?

Una de las grandes esperanzas del candidato de la izquierda es que el gobierno proteja los intereses del país y da más oportunidad de una propuesta agroecología y de abasto local. Si dejamos que siga entrando maíz transgénico, y que se siga importando carne de res y de puerco importado, eso va a quebrar.

Ahora hay un pequeño éxito, con la promesa del gobierno de comprar maíz blanco de Sinaloa en lugar de seguir subsidiando el de Sudáfrica. Se trata de dos millones de toneladas. Pero es un éxito para los grandes productores en el Norte. Tienen poder para negociar. Los productores del Sur que no tienen volumen ni grandes organizaciones.

En Oaxaca, las condiciones naturales y culturales permiten que haya una diversidad de productos. No tenemos por qué competir con Sinaloa para negociar cuotas de maíz. Mejor producir lo que los demás no tienen, por ejemplo aguacates y otros frutales, y no necesariamente en grandes extensiones como en Uruapan. Con media hectárea colectiva en una comunidad se puede producir para la región. La fuerza de Oaxaca es aprovechar lo que otros no tienen, incluyendo los distintos tipos de bosques y el café, cacao, miel, la pesca. No todo tienes que medir con el maíz. Y hay muchos nichos en el mercado, como tienen el café orgánico y frutas exóticas.

¿Ves ahí un papel activo del gobierno o se arregla todo en el mercado?

No, el mercado no es libre. Es un concepto abstracto que en la realidad no existe. Los que promueven esto, tienen muy bien protegidos sus propios mercados. Estados Unidos exige que se libere el mercado en México para que sus empresas se puedan establecer aquí. AMLO ha prometido revisar el TLCAN. Por ahí podemos empezar. Pero con o sin elecciones, no dejemos nuestro destino en manos de los candidatos.

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Distintos mundos

Uno de los problemas centrales es que las personas en la política pública que están tomando las

decisiones no están sensibilizadas para el campo. Además, si en el tema de la alimentación y

producción agrícola no cambiamos la perspectiva educativa, no va a funcionar. Comer es una

actividad agrícola, sobre todo en la parte formativa del niño tiene que ver con hábitos de

comer. Si no entendemos estas cuestiones tan básicas como el proceso de producción agrícola,

su importancia para nuestra vida y el sostenimiento de los ecosistemas, entonces tienes

afirmaciones como de Fox que dijo: ¿Cuál es el problema de la producción del maíz si lo

podemos importar de los EEUU? Es una ignorancia impresionante. Si seguimos viendo la

agricultura como una actividad económica más, que se puede suplir con dinero por

importaciones de otro lado, estamos fuera.

1.6. Pablo Ruiz, Tierra del Sol:

“HAY QUE VINCULAR EL CAMPO CON LA CIUDAD, PRODUCTORES CON CONSUMIDORES”

Era piloto de Mexicana, pero aterrizó en Valles Centrales de Oaxaca para dedicarse al campo. Mientras muchas se van de su pueblo hacia la ciudad, tomó el camino al revés y tiene once años viviendo en Tlacochahuaya, en su granja Tierra del Sol, manejando un sistema de permacultura.

Tierra del Sol tiene un ‘eco-hospedaje’ y un convenio con el Tecnológico de Oaxaca para que estudiantes puedan trabajar aquí como pasantes. Los turistas pueden involucrarse en la actividad agrícola. El expiloto pudiera haber encontrado un paraíso peor: Está a media hora de la ciudad de Oaxaca, cerca de Yagul y Tlacolula, y a 40 minutos de Benito Juárez, en la Sierra Norte. El mismo pueblo de Tlacochahuaya tiene varios lugares atractivos. Quizás el único inconveniente es la escasez de agua.

Sin embargo, en Tierra del Sol se ven las canaletas en los techos, que permiten juntar más de cinco millones de litros de agua al año. Mientras, Pablo se ha dado cuenta que se gasta mucha agua en la agricultura convencional de riego. Cuenta: “Estamos cambiando nuestra estrategia hacia un bosque de alimentos, con árboles perennes, porque no podemos sostener una producción de granos y mucho menos de alfalfa. Tenemos una hectárea y media disponible para cultivos, y estos cinco millones de litros tendrían que ser suficientes para regarlos, pero el problema es la capacidad de almacenamiento. La capa de tierra está muy seca. Cuando llueve se satura el suelo y el agua corre hacia la parta más baja, llevando tierra y composta orgánica. Entonces, establecimos zanjas de filtración, como está haciendo Cedicam en la Mixteca. En estas zanjas siembras plantas que permitan que al agua baje por las raíces. Generan materia orgánica que mejora la absorción del agua. Las zanjas en sí no son suficientes. La clave es aumentar la materia orgánica en el suelo. Cada molécula de abono orgánico extra capta cuatro veces su volumen de agua.

Ahora hemos logrado definir una estrategia de como aprovechar el agua, adaptada a la situación local, porque entre esta tierra a la de la granja al otro lado del cerro, el flujo energético totalmente distinto: El viento, el sol, cómo está corriendo el agua y la

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topografía. Además cada año es muy distinto. El año 2009 fue el año más seco de todos los años que hemos vivido aquí, el 2010 el más húmedo, dos extremos. Cuando llueve más tienes más riesgo de una helada al final del año, por la humedad en la tierra. Los campesinos lo saben.

Están los cultivos de ciclo corto, como las hortalizas. Siembras y en unos meses estás cosechando. Requieren más mantenimiento, porque usamos el método bio-intensivo. Son ecosistemas pequeños, que permiten poca plaga. Luego están los cultivos anuales de la milpa. Requieren menos atención. Finalmente están los cultivos perennes, tipo bosque: los árboles frutales, bosque de leña, nadie los tiene que regar ni fertilizar. Desde que llegamos dejamos cuatro mil metros sin tocar. Se desarrolló un bosque de mezquites, huizaches y guajes, que están generando sombra y materia orgánica abajo. Tenemos ahí las cajas de abejas, para que ayuden a la polinización. Este bosque es nuestro modelo para crear un sistema de producción de alimentos. Vamos a replicar la misma estructura del bosque natural, usando árboles con sombra difusa, árboles comestibles como el guaje y el mezquite. La gente comía las vainas del mezquite, pero se perdió esta historia. Son los únicos árboles aquí que se mantienen verdes en época de secas. Por su sombra difusa se puede cultivar plantas alrededor. Los árboles protegen los cultivos contra el sol y los mantiene húmedos.

¿Qué están diciendo tus vecinos de tus experimentos? Llegamos con la idea de difundir de una vez nuestras ideas, para que la gente pueda apropiarse de eso. Por eso no queríamos algo de alta tecnología, no tenemos paneles solares, porque no les permite el costo. Lo más sofisticado aquí es el sanitario seco. Después de diez años, sólo una familia en el pueblo está practicando su agricultura como nosotros. ¡Me parece un éxito! Pensaba que nuestra práctica se podía replicarse entre varios agricultores, pero más atractivo trabajar de acuerdo al sistema convencional.

Sin embargo, hay un sector de la población que no son los agricultores a que le importa más un alimento sano: Mamás y parejas jóvenes. En esta familia que te digo, la mamá es joven, con una niña chiquita que tiene problemas de salud. Ella trabajó un tiempo aquí. Vino a hacer un recorrido con la escuela, hicimos una composta, y sembró verduras. Convenció al marido. Otras personas decían: ‘Logró hacerlo porque el piloto tiene dinero’. La gente no fácilmente viene a pedirme mi opinión, a esta familia sí. Son iguales a ellos, son más accesibles.

Peor tú también has trabajado en el intercambio de experiencias. Un ejemplo son los bachilleratos integrales comunitarios (BICs), que están en la Sierra. Vino un maestro, porque Saúl Fuentes con su Escuela de Bien Común tiene aquí la sede para un módulo. Vienen jóvenes de todo Oaxaca, y una chava era hermana de un maestro del BIC en Yaviche, Villa Alta. Ella lo platicó a él, y él trajo a un grupo de seis familias, que vinieron para un curso de cultivo intensivo. Vinieron los abuelos, papás y nietos. Nunca he visto una capacitación tan efectiva que esa. Luego hicieron un BIC en esta comunidad, y le nombran director al maestro. Lo que tratamos de difundir aquí, lo metieron en su programa. Curiosamente, con quienes hemos tenido más impacto es con los maestros. Aquí en Tlacochahuaya, viene un maestro todos los años con sus alumnos.

Para mi lo más importante es el impacto local. Quiero que la gente con toda confianza venga acá a preguntar. Pero ¿qué hace la gente con su cosecha de diez kilos de acelgas? Si no ofrecemos una solución a eso, todo lo anterior no sirve. Queremos fortalecer la experiencia de esta familia que está trabajando y vincularla con una red de consumidores responsables en Oaxaca, que sepan que está pasando.

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En el 2009, surtimos a veinte familias en Oaxaca. Mientras funcionó, fue un éxito. Había más demanda de lo que podíamos surtir. Había una lista de espera. Pero nos encontramos con la realidad de cada productor: tiene suficiente trabajo tiene con qué producir. Aquí teníamos desinfectar y embolsar a las lechugas, antes de llevarlas a Oaxaca para repartir. Además, teníamos que hacer toda promoción a través de internet. A finales del año se suspendió el programa. Pero se nos hizo ver que mercado sí hay.

¿Vives cien por ciento de tu producción? Sí. Pero nos podemos ajustar, porque no tenemos hijos, no me gustan los coches caros ni la ropa. Este proyecto tiene varios componentes. La base agrícola no es suficiente y es subsidiada por los servicios que prestamos, el alojamiento, los grupos que recibimos, las capacitaciones. No podemos decir a un campesino que haga cultivos intensivos, pero que solo funciona si ponga también una cabaña de ecoturismo. No. Tiene que ser sustentable en el plano agrícola. En eso estamos.

El huerto sí funciona bien, pero la gente no puede comer nada más verduras. También necesita granos y productos de animales. Además, hablando de soberanía alimentaria, no puedes llegar a eso, si no manejas bien el agua y los recursos naturales en el sitio. La idea es presentar un ejemplo funcional de una granja de pequeña escala que puede funcionar como facilitador para que estos procesos se repliquen en el caso de familias locales, que sean el vínculo con la ciudad, que la gente de la ciudad venga a ver y que haya para los productores locales un mercado que les permita funcionar económicamente. Ese es nuestro objetivo.

Una familia campesina no tiene diez años para experimentar. La gran pregunta es si en dos hectáreas se puede hacer un negocio, cuidando al mismo tiempo el medio ambiente. Creo que sí, si logras establecer este vínculo con los consumidores. Para que esta granja tenga sentido, se requiere que esto se replique entre los vecinos. Y sin consumidores aliados en la ciudad, un campesino va a producir bien en términos ecológicos, pero en términos económicos nada. Obviamente si hay una política pública que apoye todo eso, sería magnífico, pero ahorita no contamos con eso. El secretario de agricultura de Oaxaca, no entiende nada de eso. Le llevé a un estanque de peces y me dice, “¿por qué no crías peces de ornato? Vende mejor”. Ellos tienen sus objetivos que alcanzar en cuanto a productividad y generación de empleos, pero no tiene nada que ver con las necesidades reales, como es la nutrición entre los niños.

Curiosamente los maestros están muy conscientes del problema y quieren hacer algo al respecto. Me alegra, porque también tenemos aquí la Normal Intercultural. Quería establecer algún convenio de colaboración, pero me dijeron que no tenían tiempo para incluirlo en su currículum. Y eso que se supone que es una educación para recuperar y conservar las tradiciones. Incluyen bailables, pero no agricultura.

Vinieron las maestras del kínder con la propuesta que los niños periódicamente pudieran venir a visitar la granja y que pudieran ver todo el proceso desde la siembra de la semilla hasta la cosecha y la preparación de alimentos. Al principio, su pregunta era ¿Cómo vamos a justificar esto? Porque tienen que pegarse a un programa educativo. Pero como tenían mucha gana, se metieron a estudiar bien el programa y decían “aquí está contemplado”. Lo que pasa es que lo tiene contemplado que enseñarlo en el pizarrón. Pero los niños quieren ver los insectos y los colores, tocar las plantas. También las maestras querían el contacto con el medio ambiente. Faltan estos espacios para facilitar estas experiencias. Para salir del círculo vicioso, tenemos que dar unos ejemplos reales y explicarlo con manzanas a los políticos. Hicimos composta con los niños, fuimos a ver las

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vacas y los huevos de las gallinas. Estos niños siempre vienen con sus mamás, que después empezaron a hacer compostas en sus casas y comprar gallinas. Es un efecto multiplicador muy efectivo, porque replican cuando vean que esto funciona. Pero, estas visitas de los niños no nos dejan nada. ¿Sabes quien debería de pagar esto? El gobierno.

Uno de los problemas centrales es que las personas en la política pública que están tomando las decisiones no están sensibilizadas para el campo. Además, si en el tema de la alimentación y producción agrícola no cambiamos la perspectiva educativa, no va a funcionar. Comer es una actividad agrícola, sobre todo en la parte formativa del niño tiene que ver con hábitos de comer. Si no entendemos estas cuestiones tan básicas como el proceso de producción agrícola, su importancia para nuestra vida y el sostenimiento de los ecosistemas, entonces tienes afirmaciones como de Fox que dijo: ¿Cuál es el problema de la producción del maíz si lo podemos importar de los EEUU? Es una ignorancia impresionante. Si seguimos viendo la agricultura como una actividad económica más, que se puede suplir con dinero por importaciones de otro lado, estamos fuera.

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El mensaje:

Cuando hablamos de amaranto, ponemos en la mesa, por qué ciertos alimentos han sido

discriminados. El amaranto desapareció de la historia de México por auténtica discriminación.

Mandamos la hierba del conejo y otras hierbas al piso del otro extrema del mercado,

devaluando su valor nutritivo. Los mismos campesinos y comerciantes lo hacen. Ponen sus cajas

de tomate de Puebla en frente, y sus bolsitas de chicharros de su huerto atrás.

Además, te mencionan primero lo que compran en el súper o en la tienda, y después de mucha

confianza, las plantas que consumen. Discriminar lo que tu comes es discriminarte a ti mismo.

Ahí está la importancia de mostrarles el valor que tienen estas plantas. Tienen todo lo que

necesitas. Ver con estos mismos ojos a los demás alimentos.

1.7. Puente a la Salud Comunitaria:

“DISCRIMINAR LO QUE COMES ES DISCRIMINARTE A TI MISMO”

Cuentan Pete Noll y Martha Miranda, integrantes de ‘Puente a la Salud Comunitaria’:

Cuando se fundó Puente, se buscó espacios a través de Oportunidades. Hablamos con

las señoras sobre el amaranto y les damos cursos de cocina. Había señoras que se

apropiaron del consumo, tenían buenos resultados con los niños, pero tenían que

comprar. Nunca hay un lugar cercano donde comprarlo. Fue cuando Puente abrió la línea

del cultivo. Algunas señoras lo hacían, pero no tenía suficiente para todo un año.

Ya había algunos contactos con clínicas, en comunidades donde una u otra mamá no sólo

tenía amaranto en una maseta, pero que también quería cultivarlo en un espacio más

grande. Se requería incorporar a personas para darle seguimiento a esta parte agrícola.

Entonces, cuando hicimos nuestro plan estratégico ya había contactos en varias

comunidades. Todavía hay unas señoras por ahí que siguen sembrando amaranto por su

cuenta, resultado de estos primeros contactos. Ahora estamos en el tercer año de nuestro

plan estratégico.

Cuando hicimos las presentaciones a las autoridades comunitarias, hicimos hincapié en

las cifras de salud. Fueron cifras alarmantes. Queríamos que supieran, que tuvieran una

problemática que atender, que pudiera ser atendida por productos de calidad, producidos

localmente y que incluso podrían generar ingresos económicos.

Qué ironía que tú tienes que ir a una comunidad para mostrarles las estadísticas sobre la

salud, que las autoridades no manejan, pero las mamás de alguna forma sí. Como que no

dimensionan estos datos. Ayuda si lo comparas con datos nacionales o globales.

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¿Cómo está la situación del campo y cuáles son las perspectivas a la larga para

tener una buena producción de alimentos?

Pete: El año pasado hicimos un ejercicio en 17 comunidades y 150 familias, promotores

de salud y maestros. Lo increíble es que después del maíz y frijol, la gente come más

sopa de pasta y arroz procesado, muy pocas verduras. Quizás en la Mixe un poco más,

pero básicamente fueron cuatro productos. Sí, hay una deficiencia en todo el campo,

hablando de la diversificación de los cultivos. Nosotros promovemos huertos familiares

(les ofrecimos semillas de 14 plantas), pero requiere seguimiento.

¿Podría haber una producción diversificada que alimentara a sus propias

poblaciones?

Martha: Hay un potencial. ¿Sabes por qué? En los mercados y tianguis encuentras

todavía plantas que han formado parte de las milpas, tubérculos silvestres. Y las

verdolagas que encuentras por todos los lados, son altamente nutritivos. Cuando

hablamos de amaranto, ponemos en la mesa, por qué ciertos alimentos han sido

discriminados. El amaranto desapareció de la historia de México por auténtica

discriminación. Mandamos la hierba del conejo y otras hierbas al piso del otro extrema del

mercado, devaluando su valor nutritivo. Los mismos campesinos y comerciantes lo hacen.

Ponen sus cajas de tomate de Puebla en frente, y sus bolsitas de chicharros de su huerto

atrás.

¿Ellos mismos no están usando estas verduras y hierbas?

Martha: Creo que sí, pero te mencionan primero lo que compran en el súper o en la

tienda, y después de mucha confianza, las plantas que consumen. Hemos hecho un

ejercicio con Puente, con la pregunta porque hay madres pobres con hijos sanos. Costó

mucho rescatar el ¿por qué? Por las plantas. Y acaban de cortarlas y lo están sirviendo a

los niños, que es muy diferente de darles productos que han estado tres meses en un

anaquel.

Es feo admitir que eres pobre. A muchos las cuesta.

Martha: Sí, pero discriminar lo que tu comes es discriminarte a ti mismo. Ahí está la

importancia de mostrarles el valor que tienen estas plantas. Tienen todo lo que necesitas.

Ver con estos mismos ojos a los demás alimentos. Pete: Ahora que hicimos el intercambio

de experiencias en Valles Centrales, lo más importante para los campesinos es tener sus

plantas bien lindas y bien desarrolladas, pero sí es importante darle el valor que tienen.

No valoran lo más digno. O sea, tienes que trabajar en todos los niveles.

Cuando fuimos aquella vez a Mazaltepec, estaba presente el médico de la clínica.

Como de estos tipos para quienes los güeros son lo máximo. ¿Estos tipos estarían

dispuestos a defender a los quelites?

Martha: Igual con estas campañas de bajar no sé cuántos kilos por la obesidad, un doctor

de una comunidad estaba indicando sus dietas, con apio y cosas que no se dan ahí.

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Terminó él trayéndolo del mercado para las señoras. No tenía idea que en la comunidad

había una variedad enorme de plantas comestibles, con alto valor nutricional, y que podría

ayudar a las señoras para que se reconecten con su propio entorno. La obesidad es justo

un bloque de tu relación con tu entorno. Tanto la desnutrición como la obesidad. La

naturaleza queda muy lejos de tu esencia.

Pete: Por eso decimos que la soberanía alimentaria tiene que ver con una visión de abuso

de la alimentación y del poder. Tiene que ver con la interinstitucionalidad de las

dependencias, en lugar de unirlas, cada quien trata los temas por separados.

Martha: No sólo está esta división operativa, sino que los indicadores desconocen

totalmente a los otros indicadores. Por ejemplo, una persona muy ilustrada dijo “los

políticos no deben de decir que quiere construir cien hospitales, sino más bien ‘cerramos

cien hospitales’.”, como indicador que la gente es más sana, que come bien. No, estamos

justo al revés. Pero la enfermedad es un negocio, esto lo sabemos, ¿no? Pete: Si los

gobiernos invirtieran su dinero más estratégicamente, entonces no estaríamos en

problemas.

Pero cuando ustedes hablan con campesinos en las comunidades, hombres y

mujeres, y les plantean sembrar amaranto, ¿se ponen contentos y les parece una

locura?

Martha: Hay de todos. Tienes que llegar con la persona adecuada en el momento

adecuado. El primer click con la idea, que yo produzco cosas de calidad. Y la semilla

simboliza muchas cosas que hemos perdido. Primero a este nivel. Después el primer

contacto físico con la planta, la ven crecer, la sufren. Les corto hojas para comérselas.

Después viene la lluvia de técnicas agroecológicas que ofrecemos, del composteo, el

lombriabono, para que se den cuenta que el nutriente está en el suelo. Esto crea otro click

de apropiación. Y sobre todo con las mujeres, después de comer durante tres días el

amaranto, sienten que algo pasó. Hay un aminoácido que no está en el maíz, hay efectos

de leguminosas, que el amaranto da. Ellas lo detectan.

Y la pregunta luego, ¿qué hacemos con todo esto? ¿Es puro consumo familiar, o

habrá algo como trueque o venta? ¿Una colaboración con una clínica?

Martha: Primero es para consumir, pero no se trata de producir amaranto todo el año para

consumir. Algunos tienen en la primera cosecha para todo un año de consumo. Estamos

en la fase que ven el valor de amaranto en el mercado, hay demanda local, y entienden

que dan ingresos si lo revientan como cereal. Estas decisiones que empiezan a tomar,

pues que las hagan solidariamente. Y de entender, porque en esta fase estamos, como

funciona el mercado, y no sólo como funciona, sino además como lo estás construyendo

cada día que compres. Vendes algo, transformas algo, revendes algo. Me gusta que el

amaranto sirva como pretexto para reflexionar todas estas partes de la cadenita.

Y ¿son reflexiones al nivel familiar, igual como las hortalizas, o hay un intercambio

al nivel local para platicarlo en conjunto?

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Martha: Ofrecemos nueve proyectos: huertos, experimentación campesino (por ejemplo

cultivar amaranto con el chicharro), parcelas grandes para producir excedentes, una

parcela familiar, otro es un verano de nutrición, con una dieta intensiva de maíz, frijol y

amaranto en una población que no tiene acceso a estas semillas, y sobre todo con la

población infantil; en 21 días se ve el efecto. Otro es la nutrición adicional, donde hay un

seguimiento con el consumo de tres kilos cada mes, en familias seleccionadas, y las

buscamos en relación con quienes las producen; otro proyecto es cocina nutritiva, con

espacios de reflexión de lo que compramos, cocinamos y comemos. Hay participantes

que están en más de un proyecto, otros sólo en uno, pero facilitamos muchos momentos

de encuentro. Y el último sería la transformación y la organización para la

comercialización. Ya iniciamos con esta fase, haciendo la gran pregunta: ¿Podemos

regularizar el precio?

¿No están operando en un kínder, o un programa del DIF?

Iniciamos con eso, pero nos dijeron ‘si, tráeme dos cajas cada mes’. Entonces, estábamos

comprando las cajas, para dejarlas en el kínder. No se estaba entendiendo la idea. Ahora

con productores locales, queremos que la escuelita lo compre permanentemente. Sin

embargo, el nivel de producción no ha llegado todavía a excedentes continuos. Son

parcelas pequeñas.

Ustedes ya trabajaron varios años en eso. ¿Han cambiado opiniones de los

maestros o médicos en las clínicas? ¿Entre las autoridades?

Pete: En nuestro plan estratégico habíamos contemplado mínimo cinco años para este

acompañamiento, entre todo el proceso inicial de confianza y el seguimiento de mínimo

tres ciclos. Hay procesos que no dependen de nosotros, y otros donde podemos dar el

seguimiento. Hay mucha competencia de programas como Oportunidades. Entonces,

tenemos que ver como complementamos las activ

idades.

¿Santa Cruz es el único grupo de mujeres? Hay en otras regiones, por ejemplo en

Tierra Blanca, Amoltepec, en la Mixteca Alta. En la Mixe son hombres jóvenes, con fines

comerciales. Por el otro lado, me gusta mucho que Puente haya incorporado promotores

locales, que rompan con esta idea que somos nosotros que estén hablando de ellos.

Algunos de ellos son profesionistas muy comprometidos.

¿Cómo reaccionan las autoridades locales?

Pete: Por lo general muy positivo, sobre todo con los comisariados, porque finalmente se

trata de recursos naturales. Las invitaciones a nuestras reuniones, les entregamos

nuestros informes y los promotores son recomendados por ellas. A veces, como en la

zona mixe, se complica la relación, porque las autoridades cambian cada año, mientras

que nosotros estamos hablando de un plan estratégico de cinco años. Martha: Ha habido

varias parcelas comunales, resultado de acuerdos con comisariados. Mientras no existe

un grupo consolidado de productores, vale la pena trabajar al nivel comunitario. Y

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esperemos que el entendimiento del sentido de amaranto ayude a que los campesinos no

estén sólo con monocultivos.

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1.8 CENTEOTL

VALOR AGREGADO

“En El Carmen empezamos a trabajar el amaranto desde hace doce años. Ahora, no hay familia

que no tenga amaranto, o que no lo intercambie. Este año hemos separado las tres razas que

tenemos, las estamos caracterizando, en qué terreno se adapta mejor, en qué condiciones.

Estamos haciendo una selección de semilla, para llegar a cierto nivel de pureza, sobre todo por

la cuestión de la virosis que el amaranto está trayendo ahora, que es como un virus que

transmite un insecto, básicamente por los monocultivos. Estamos seleccionando las semillas

para tener un amaranto más resistente.

Al mismo tiempo estamos viendo el incremento productivo, pero en un sistema milpa. Para darle

valor agregado al amaranto, vamos a llevar un tostador a la comunidad para hacer

demostraciones comunitarias. Los habitantes de El Carmen ya están haciendo alegrías y las

venden en otros pueblos. Pronto vamos a inaugurar la tostadora. Va a ser el primer paso para

comprarles el cereal, en lugar del grano, dándole este valor agregado dentro de la comunidad.

Hay un despertar a partir de ahí, que se extiende a otras agencias de Santa Inés del Monte.”

(Ángel Vásquez, Centéotl)

CENTEOTL trabaja al nivel familiar y grupal con la seguridad alimentaria. Ahora se habla de ordenamientos territoriales y otros instrumentos comunitarios para combatir los cambios climáticos. ¿Cómo se integra el trabajo familiar en este fenómeno?

Ángel Vásquez, director general de CENTEOTL: Estamos integrando el maíz y el frijol para la subsistencia, en un proyecto “Agricultura para Necesidades Básicas”, justo por estos granos básicos. No dejamos de lado las hortalizas, ni el amaranto –que es estratégico-, ni el tema pecuario de traspatio al nivel familiar. Hay personas que habían dejado el campo y hoy vuelven trabajarlo para generar sus ingresos. Estamos atendiendo a ellos, a partir de diagnósticos participativos grupales, identificando los riesgos ambientales. Salta a la vista la carencia de agua o lo errático que es la lluvia. Es el corazón del desarrollo comunitario. Ahí nos enfocamos a procesos como la recuperación de manantiales y si las fuentes de agua sólo son de temporal, ver qué podríamos hacer para extenderlo a la época de estiaje.

Trabajamos a través de grupos como siempre, ahora al nivel micro regional, con comunidades muy juntas, aplicando la metodología de “Escuelas de Campo”, con promotores en parcelas de aprendizaje. Cada quien trabaja con máximo veinte personas, para que pueda tener un control del trabajo de su grupo. Un técnico facilita el intercambio de experiencias entre los promotores. El productor es el eje de conocimiento y el técnico enseña unas nuevas técnicas, sistematiza los intercambios y se transfieren a los grupos comunitarios a través del promotor. Es una dinámica que está permitiendo mayor apropiación de las actividades que llevamos a cabo.

¿Qué está cambiando para los hábitos de los campesinos?

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Está generando más auto-reconocimiento. Algunas cosas se tiene que hacer de forma técnica-profesional, por ejemplo en la zona de Lachizío, en los meses de junio-julio, hay una ataca muy fuerte de la gallina ciega al maíz. A través de una serie de investigaciones técnicas, junto con una experimentación de los campesinos, se generan dos, tres técnicas que se ponen en práctica. Aplicación de abono orgánico directamente hacia la raíz, al momento de la siembra y de deshierbe para abatir la presencia de la gallina ciega. Lo que necesita la gallina es materia orgánica, entonces se hace una investigación –por ejemplo del por qué está atacando la gallina ciega al maíz, su ciclo- entonces se da cuenta que en la zona no hay suficiente materia orgánica. Se hace una parcela de conocimiento con un CIAL (Comité de Investigación Agrícola Local), un equipo de promotores que deciden hacer una práctica de experimentación con las técnicas creadas durante el taller, entonces vean si les sirva más el estiércol puro, o quizás un bocashi. Se aplican en distintas parcelas, comparan los resultados, sacan conclusiones, pero a partir de los conocimientos que ya se tienen. Nada más tienen que darle un ordenamiento lógico. Estamos creando unos cuadernillos con los promotores, donde apuntan qué están probando.

¿Con el agua hay problemas?

Siempre ha habido carencias, necesitamos una política de conservación de agua. Ahora tenemos proyectos de SEDAFA, con PESA y Recurrente, pero no han sido suficientes para conservar el agua, crear condiciones -hasta legales-, para normar la protección de las fuentes de agua. Hay muchos esfuerzos por reforestar, pero poca protección para reforestaciones hechas. CONAFOR nos dice que se reforestaron millones de arbolitos, pero no prendieron. Sólo pegó el nopal. No hay un marco legal que norme en la comunidad, el área reforestada también es el área de pastoreo. Entonces, los acaban.

Con el proyecto perseguimos condiciones para normar este tipo de situaciones. Hay pueblos, en donde dice la gente “aquí cerca del manantial no lo tocamos.” Cercaron dos, tres hectáreas, al año siguiente ya tienen agua. Sus afluentes de agua son mayores. Si podemos proteger así las fuentes de agua, también debe haber normas. No hemos dado este salto. No hemos creado condiciones sociales en las comunidades como para decir “veamos, este es un bien a futuro”.

Depende de sus relaciones con grupos en las comunidades. Esto huele a ordenamientos y estatutos comunitarios. Es la asamblea comunitaria que decida cómo normarlo, pero siento que ustedes están trabajando más a nivel grupal.

Así es, aunque en San Vicente Lachizio proponemos revisar el estatuto comunal en temas de protección de agua, y agua para producción. Revisamos las necesidades urbanas y las de uso agrícola. Estamos gestionando un diagnóstico. Para ellos es un tema sentido, porque están en una zona de tabernas subterráneas. El agua de sus montañas sale en San Sebastián de las Grutas, pero ellos no tienen agua.

Mucha gente y comunidades tienen clara la necesidad del agua, a otra gente no le parece dar importancia. ¿Por falta de información o intereses económicos?

No hemos tenido un conflicto político en estas comunidades por el agua, espero que tampoco llegue este momento. Más bien es apatía. Trabajamos con la comunidad en diferentes ámbitos: El mejoramiento productivo agropecuario y el auto-ahorro, creando condiciones económicas que forjan procesos productivos e incluso valores agregados? En esta parte enfáticamente participan las mujeres.

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Chuy Santaella, fundadora de CENTEOTL: Queremos generar una cultura de ahorro con las esposas de los productores, después con los esposos que han generado algunos ingresos o que requieren de estos fondos para una inversión. Y luego con los niños. Para llegar a una soberanía alimentaria, tenemos que dejar de consumir productos no necesarios, para empezar con los refrescos y las frituras. Cambiaron nuestros hábitos alimenticios, pero también nuestras culturas de dependencia alimentaria y la cultura de ahorro tocan estos temas. Queremos fomentar que estos recursos se reinviertan en proyectos productivos comunitarios. Por ejemplo la selección de semillas. Si hay una familia que se dedica a eso, incluso puede generar la condición económica de venta de semillas y especializarse en semilleros. Hay interés por parte de la gente en dedicarse a eso. Y nosotros podríamos comprarlas.

Es fundamental de dejar de consumir ciertos productos, para poder ahorrar. También el tema de las semillas me parece a todo dar. Conociendo la situación en Lachizio, me cuesta entender el tema de ahorro, porque tienen poco para vender. ¿Cómo arrancan?

Ángel: Con remesas y recursos de Oportunidades. Queremos fomentar esta cultura de ahorro, para generar mayor seguridad económica, y usarlo para inversiones productivas. Aunque sea para comprar manguera y llevar agua de su casa a la hortaliza. Más que pulverizar dentro de las familias, los ahorros podrían servir para una cooperativa que genere valor agregado.

¿En qué nivel se está hablando estos temas: familiar, grupos o comunidad?

Chuy: Cuando se está hablando ya de inversiones, es al nivel de grupos de 20, máximo 30 personas. Tenemos dos proyectos. Aparentemente tienen diferentes metodologías y herramientas, pero el año pasado empezamos a participar como Agencia de Desarrollo Local (ADL) y con PESA. Son dos equipos con diferentes metodologías. Pero se llegan a combinar perfectamente, cómo aprovechar recursos disponibles para estas comunidades. Se empieza a trabajar con autoridades municipales, empieza la lucha de quitar los proveedores que venían haciendo sus tranzas. Con el auto-ahorro y las escuelas de campo, el equipo de la ADL nos está viendo como una alternativa para ir aprovechando los recursos disponibles del PESA.

Ángel: En dos pueblos coincidimos con la ADL. CENTEOTL está aportando el trabajo grupal a ambos procesos, con liderazgos comunitarios. El agua es estratégico al nivel comunitario, entonces tenemos que entrarle en el nivel normativo. Los grupos tienen temas concretos. Los de auto-ahorro ven hacia donde van. La Escuela de Campo, de promotores, en el caso de Lachizío, está retomando el tema de maíz y de hortalizas. Y en el maíz están viendo el mejoramiento productivo en el sistema milpa –maíz, frijol, calabaza, habas, chilacayotes, chiles- o sea la seguridad alimentaria.

El tema del agua puede ser un tema comunitario y familiar. ¿Cómo se llevan esas dos vertientes? Se puede discutirlo en asambleas y normarlo. O una familia solicita una cisterna de ferro cemento y deja de preocuparse.

Ángel: Ahí buscamos más la relación interinstitucional. Con el equipo de PESA, con la autoridad municipal y comunal, con autoridades vecinas por la cuestión de límites, estamos trabajando con Chapingo para llevar a cabo diagnósticos, hay un convenio con SEMARNAT y CONAFOR, para que no dependa sólo del grupo de agricultura y necesidades básicas, sino que sea más comunitario. Lo dejamos caer como una

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responsabilidad de la autoridad. Finalmente ella se va a quedar. A ella le sirve el diagnóstico. La responsabilidad va a caer en la autoridad municipal y en sus comités, como es el de agua. Sólo facilitamos el proceso para crear una política, involucrando a instituciones. Pero no son ellas que indican lo que se necesita, sino de abajo para arriba.

Mario Rendón, gerente de la fábrica de productos de amaranto: La Escuela para el Campo y PESA interactúan para crear condiciones para exigir entorno a un proyecto, que la institución pueda dirigir a un grupo o una comunidad. Está a diferentes niveles. El tema del agua afecta generalmente a todo el mundo, ¿no?

¿La responsabilidad social, comunitaria, que debe existir, ¿existe?

Ángel: No, hay que trabajarlo. Los grupos que dinamizan el tema, son grupos que trabajan con nosotros en la agricultura para necesidades básicas. Hay que crear la conciencia. En el tema del agua, en Lachizío es un tema de largo plazo. Podemos iniciarlo, pero no terminarlo. Llevamos a cabo acciones con grupos en la protección de manantiales, en la construcción de estructuras de ferro cemento para conservar el agua, pero no son las acciones definitivas. Está limitado, lo tenemos que trabajar más. Hay que crear una conciencia de por qué se está yendo el agua, de- y reforestación, uso responsable, por qué unos tienen más que otros. Lleva un proceso largo de concientización.

Lachizío está en la Sierra Sur, con 14 pueblos cerca. Todos ellos vienen a hacer mercado en Zimatlán. Desde hace años se intenta crear un mercado regional. Hace poco lo logramos en Lachizío. Incipiente, pero ahí está. Y lo que más se vendió la primera vez, fueron los granos básicos. Vamos a investigar por qué. A lo mejor, hay productores que tienen maíz y frijol y no saben dónde venderlos. Se estaban picando en su casa, ahora tiene dónde venderlo. Es un mercado municipal, pero intentamos de integrar las Escuelas de Campo para fomentar una producción más sostenible.

¿Con estos procesos se trata de elevar la productividad de las diferentes parcelas?

Ángel: En esta parte de la Sierra Sur, todavía se parceliza mucho los cultivos, y se hace milpa. Ahí tenemos más posibilidades de incidir, primero en mejoramiento productivo. Se puede mostrar a un productor que entre un ciclo y otro se puede incrementar mucho el rendimiento, aplicando fertilizantes. Pero no es el objetivo, hoy. Mejoramiento productivo significa que si yo como productor ya me arraigué con los fertilizantes, debo de desarraigarme de ellos o depender lo menos posible. Eso es el proceso de mejoramiento productivo. Hay productores que ya no usan químicos, pero su productividad está por los suelos. Entonces vamos a ver cómo mejorarla. Quizás aumentas un poquito la productividad, quizás ahorras en gastos.

Implica un producto más sano y una reorientación del consumo. ¿Estos temas se hablan también en la escuela de campo, con el giro en la alimentación? La gente cuenta que hace veinte años se veían surgir enfermedades a la par de la Revolución Verde. ¿Es un tema que ustedes manejan de manera programática?

Mario: La producción del amaranto y el aumento de la productividad van muy relacionados con la alimentación familiar. Insistimos en el consumo de productos sanos, que nosotros mismos podamos producir a través del amaranto, el maíz, el frijol, las hortalizas. El segundo paso es aumentar esta producción para la comercialización. Ya tiene su bulto en casa y sabe que va a consumir sanamente, pero a lo mejor puede producir un poco más el próximo año. Podemos garantizarle el valor agregado.

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Hay familias que consume su propia producción, pero al nivel regional es difícil de aumentar la producción. ¿Cómo se puede ‘contaminar’ con el buen consumo hacia los vecinos?

Mario: Se ven en las comunidades. La política también es que los grupos compartan con los vecinos.

¿Cómo cuántas familias en cuántas comunidades están trabajando el amaranto?

Ángel: Tenemos dos programas: del amaranto, y otro asociado entre maíz-frijol-amaranto. Lo estamos trabajando en cinco localidades con estos tres cultivos y otros agregados. El sistema milpa jala a muchos otros cultivos. Junto con los productores y los promotores lo estamos empujando para que puedan cubrir necesidades. Así el proyecto está resolviendo cosas y la gente se está apropiando de ellas. El proyecto es monitoreado por Chapingo.

Con el amaranto hemos logrado darle un valor agregado. Con el maíz estamos cubriendo necesidades familiares y con el frijol se está logrando excedentes, para su venta. Hay demanda local. Para el maíz es más difícil, hay gente que está logrando aumento de producción, pero no encuentra dónde venderlo. Aun cuando los gobiernos promueven la seguridad alimentaria y dicen que hay que producir más, está entrando maíz de los Estados Unidos, incluso de África. Con sus cinco, seis pesos que cuesta el maíz nativo, no pueden competir los productores. Encontramos que había gente que estaba consumiendo su propio maíz y cuando se dio cuenta que el maíz de fuera era más barato, pues vendió su propio maíz y compró él de fuera. Tenemos que cambiar la película por todo lo que hemos estado platicando. Como que el gobierno no está apoyando al mercado propio. Tampoco estamos organizados en el tema de la capacidad de abasto. Si estuviéramos organizados, podríamos decir al gobierno ‘ya hemos acopiado tanto’. Con datos duros podríamos negociar.

Hay gente que está retomando la agricultura y están abriendo un mercado regional. ¿Estaría fortaleciendo la soberanía regional? Además, si hubiera alguna organización, se podría tener otras cartas de negociación con el gobierno. Esto es como uno de los puntos flacos en el campo mexicano. En el caso del maíz es algo que cada familia resuelva como pueda. ¿Qué tan difícil lo ven ustedes organizar a los productores de maíz, para que ya no actúen de manera tan individual?

Ángel: Es posible crear condiciones para organizar el acopio de excedentes, sobre todo en pueblos de Usos y Costumbres. El acopio de frijol en Chihuahua, la están retomando Jalisco y Zacatecas, al nivel no-gubernamental y está poniendo en jaque a empresas que al nivel nacional han lucrado con el frijol. Están negociando con SAGARPA un precio de garantía para el frijol, reviviendo el famoso precio de garantía. Si no logramos revivir estos precios para los granos básicos, estamos perdiendo el tiempo en el tema de seguridad alimentaria.

En Oaxaca, sí hay gente que está retomando su terreno, gente con quien estamos trabajando, que no estaba haciendo agricultura, y que ahora está en los grupos. Hoy la gente que produce, puede decir que están produciendo kilos demás y lo puede comercializar en su comunidad, y si podemos identificar quien siembra y quien come maíz, a quien lo puedo vender, es como incentiva. Podemos vender entre nosotros mismos. Hay una dinámica apreciativa, reflejada en los grupos. El universo es pequeño, pero puede crecer, sobre todo porque el proyecto atiende muchas cosas a la vez. Y la

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gente se está volviendo en el motor del proyecto, no CENTEOTL. Vamos a fortalecer el enfoque de cada grupo, sea en producción, o en comercialización.

No quieres ponerte en el centro de atención, pero sí echarles una mano. Ustedes tres tienen experiencia en tres distintos ámbitos. El mercado regional es algo interesante. Por el otro lado, ustedes pueden canalizar ciertos productos y darle valor agregado, tanto a través de la fábrica, pero también a través de las mujeres que venden tortillas, aunque sea más difícil por los precios. ¿Cómo aumentar el volumen vendido en un mercado?

Mario: En el caso del amaranto, se han formado personerías jurídicas en algunos grupos para poder comercializar sus productos. No tanto el amaranto, que aquí le damos su transformación, pero otros productos como el maíz, tomates. Les acompañamos y platicamos de qué conveniente sea vender en un mercado local y dejar de ver a estas grandes empresas como Soriana y Aurrera como panacea, que no son. Lo estamos usando, porque tuvimos la oportunidad, pero ahí no está la solución. Más importante es ir fortaleciendo estos mercados locales de intercambio. Hay procesos donde se puede encaminar hacia lo orgánico, pero en otros casos implica un proceso más atrás. Es un tema que tenemos que ir relacionando con los mercados, de los que hay ahorita, orgánico, no con re-ventas de productos comprados en la CONASUPO. El reto es formar nuevos mercados de intercambio, más cerca de la casa para disminuir los gastos del flete.

¿Por qué Aurrera para ti no es la panacea?

Mario: Por todas las condiciones que tu tienes que cumplir. Chuy: Y los destinatarios ahí no son a los que queremos llegar. Nuestra prioridad es con las comunidades. Queremos impactar en Valles Centrales y la Sierra Sur. Es parte del proceso para crear conciencia. Pensábamos que Aurrera era un nicho en el mercado. Pero nos tratan mal como proveedores, como a todos. Y no es una panacea, porque tiene una lógica comercial muy deshumanizada. Nos pagan menos, nuestros márgenes son mínimos. Además nos pagan cuando quieran. Y si sobró producto, hay que recoger el producto y ya lo perdimos. Hay una relación de mercado muy mala. Es un nicho, pero no vamos a enfocarnos con nuestra comercialización. Y la verdad, las tiendas naturistas y los mercados locales, los tianguis, son más importantes y adonde pueden ir mujeres de grupos locales, para que se queden con las ganancias.

La comercialización en tiendas de auto-servicio te da presencia, pero no ganas, porque tienes que pagar una demostradora, que esté degustando ahí los fines de semana, y una promotora que esté acomodando el producto. Tienes que aguantar tres meses para que te paguen. No es que las estrategias de los supermercados son malas, pero hay que llevar la idea hacia mercados locales.

La discusión social es parte de la estrategia. No quieres copiar a los supermercados. Mencionaron la cercanía entre productor y consumidor, eliminando a los coyotes. Hay señoras que tienen crédito a través de Bancomunidad que venden tortillas, pero también amaranto. ¿Estas señoras no compran maíz de estos productores regionales, ¿verdad?

Ángel: No, ahí es el capitalismo bien salvaje. Estas cosas hemos estado discutiendo, con las señoras en Bancomunidad. En los talleres se discuten los principios. Hay que considerar el nivel de organización de quienes producen, para luego ver quienes demandan. La otra situación al productor se le apoya con un silo metálico, a la señora

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que venden tortillas no. Tiene su proyecto relacionado al gran acopiado. Si mueves el maíz del silo hacia el costal de la señora, a la semana estará gorgojado.

Hay varios elementos que cubrir. CENTEOTL puede ser un nichito para hacer pruebas. Podemos buscar una relación entre el productor y la señora que vende tlayudas, dándole valor agregado al maíz, mientras está gozando el crédito que tiene en Bancomunidad. Hay dinero de Oportunidades, en lugar de pulverizarlo entre todos los familiares, se puede meterlo en el fondo de auto-ahorro, donde vas a tener un poco más. Estamos dando un giro a este programa que sólo ha servido para empobrecer y desorganizar más a la gente. Incluso, unos estudios críticos han concluido que se está disparando los índices de natalidad en las comunidades. Entre más hijos, más Oportunidades. Es otra película que se tiene que cambiar.

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1.9. Ejido Unión Zapata, Mitla.

SEGUNDA FERIA DE AGRO BIODIVERSIDAD Y SEMILLAS NATIVAS

Gracias a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) se estaba llevando a cabo la segunda feria para intercambiar semillas nativas y mostrar la biodiversidad agrícola de Oaxaca. Cientos de productores de distintos lados del Estado, pero sobre todo de valles Centrales y de la Mixteca se había presentado en el ejido Unión Zapata, ubicado en el municipio de Mitla. Don Carlos Hernández Olivera, presidente ejidal, está orgulloso por tanto interés y explica la importancia de la zona en Mitla, Yagul y Unión Zapata, parte de la cual ha sido declarada como Patrimonio Mundial de la Humanidad por los descubrimientos de las semilla más antiguas del continente de calabaza, frijol y maíz domesticados en la cueva Guilá Naquitz. Y aunque aparentemente la zona seca no es atractiva para la agricultura y la diversidad biológica, también se han encontrado diez distintas plantas originarias de esta zona.

La declaración de la UNESCO y el apoyo de CONANP han reactivado el interés en el campo, cuenta don Carlos. “Seguimos siendo ejido, pero vamos adelante ahora por los apoyos. En la mañana se vio el resultado, muy bonito. Nos habíamos juntado e hicimos tamales con atole. Somos 200 ejidatarios, pero solo 66 están inscritos en el programa de conservación de maíz de CONANP. Estamos yendo adelante, antes no se veía esto. Desde que se descubrieron las semillas en las cuevas, se decidió hacer estas ferias y hacer talleres. Todos los ejidatarios traen sus maíces.”

Continúa: “Antes se estaba comprando el maíz de CONASUPO. La gente corría hacia la ciudad y dejó abandonada su campo, su tierra, pero ahora casi el 100% tenemos frijol y maíz, por lo mismo le echamos ganas, porque tenemos apoyo, tenemos el recurso. En todas las casa hay ahora, volvieron a sembrar distintas semillas criollas y ahora nuevamente forman el sustento de las familias. El ejido Unión Zapata es 100% campesino, pero los estábamos perdiendo. Vamos a premiar las mejores semillas, van a haber bombas, silos, mochilas fumigadoras, desgranadoras. Todo aquí es orgánico, esta es la ventaja. No usamos ningún químico.”

Y la productividad es buena. Se han logrado cosechas de cuatro, cinco toneladas de frijol, igual de maíz. Tienen todavía maíz guardado del 2011, por su hubiera una emergencia. Para un campesino es vital defender sus primeras necesidades con su cosecha. Y eso que han sufrido sequías, pero no es una zona de mucha agua. Ahora están desazolvando la presa y van a construir bordos de retención.

No sólo los padres están retomando el campo, pero lo hacen juntos con sus hijos, comenta la autoridad agraria: “Nos da orgullo, nos da ánimo. Por eso está la feria. Mucha gente viene a visitarnos y de otros ejidos me están invitando para contar nuestra experiencia.”.

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Flavio Aragón, INIFAP:

“LO IMPORTANTE ES QUE LOS CAMPESINOS NO SE SIENTAN SOLOS”

De acuerdo a Flavio Aragón, investigador de renombre del Instituto de Investigación Forestal, Agrícola y Pecuaria (INIFAP) en Oaxaca existen 35 de las 59 razas de maíz que hay en México. Los objetivos del evento fueron promover el intercambio de semillas entre los productores, reconocer a los agricultores conservadores de la diversidad, intercambiar experiencias, sensibilizar a la opinión pública y a los representantes de la política estatal sobre la importancia de la conservación de los recursos genéticos nativos, y promover el consumo de los productos locales.

Esta es la segunda feria Agro biodiversidad en esta zona de Tlacolula. “Unión Zapata se encuentra en la zona declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad. Esto tiene mucha importancia para la comunidad de Unión Zapata”, opina el investigador. “Desde el punto de la biodiversidad la zona es importante por sus maíces, frijol y calabaza. Es una zona seca, que –además- tiene problemas con sales, y sus variedades tienen tolerancia contra la sequía, seleccionadas durante muchos años. La raza ‘Bolita’ que predomina en esta área, es muy importante. Aquí se originó la agricultura de México. Es un centro de origen y de diversidad, tanto del maíz, como de frijol y de calabaza. Aquí podemos encontrar tres especies de calabaza, y vamos más arriba la cuarta, la chilacayota, las tienen aquí cultivadas, de las cinco que hay en el mundo.

Mucha de la solución de los cambios climáticos está en los materiales nativos, opina Aragón. Se adaptan por la selección que se hace cada año. Cada ciclo se enfrenta a diferentes momentos climáticos, plagas y enfermedades. Los campesinos seleccionan las mejoras semillas, en este caso las que se adaptan a la sequía. Es importante aprovecharlas, igual que unas variedades silvestres como el teocintle. Y uno puede mejorar los materiales locales con la cruza con sus parientes silvestres, gracias a las experiencias empíricas de muchos años de los campesinos. Es importante investigar a fondo la Bolita, porque sobreviven aquí en suelos muy pobres. Parte de la función de esta feria es el intercambio de semillas entre productores de diferentes comunidades, para explorar la adaptabilidad en sus comunidades.”

Es interesante ver productores desde la Mixteca y de otras partes, porque por lo general los campesinos no están organizados, observa el investigador después de su recorrido por las decenas de puestos, acompañando al titular de SEDAFPA, Salomón Jara. “Necesitamos formar redes de conservación y redes de distribución de semillas nativas. Una manera sería a través de los bancos comunitarios de semillas que estamos organizando, aunque son pocos todavía, con una estrategia de conservación in situ. Teniendo estructurados estos bancos en todo Oaxaca, podríamos formar esta red y proporcionar semillas para cada nicho. No estamos hablando de regiones grandes, sino cada región tiene sus eco-sistemas, donde está adaptado cada uno de los materiales. Son materiales que tienen mucho potencial para distintas características.”

Cuando le pregunta si se puede organizar esto al nivel no-gubernamental –con el apoyo de INIFAP y de Chapingo- se puede organizar esto sin solicitar grandes apoyos, contesta: “Sí, la idea es esa. Nosotros nada más somos facilitadores. No tomamos las decisiones, son los campesinos. Cada banco tiene su mesa directiva que decide cómo se dan estos intercambios. Son los agricultores que proponen cuánto se guardan y cuánto se

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intercambia, regala o vende. Mientras menos dependan de nosotros, mejor. Pero se requiere de respaldos de una institución de investigación, de educación o del gobierno. Estas son las estrategias que estamos aplicando con estos bancos. Pero que la decisión recaiga entre los productores, y no entre los investigadores. Nosotros podemos ayudar el análisis de calidad para que ellos valoren. Los bancos no sólo tienen semillas de maíces, sino de toda la milpa: frijoles y calabazas, pero también los quelites, chiles, tomates, todo lo que compone la milpa.”

Continúa: “Casi todos los productores con quienes estamos trabajando en estos bancos de semillas, manejan el concepto de milpa en su forma más amplia. El maíz es el eje principal, pero están los frijoles de mata, están los frijoles de guía. A veces hay cuatro especies creciendo dentro de la misma milpa. Ni siempre está fácil, porque hay variedades agresivas y unas que tienen plagas. Y falta muchísima capacitación, por ejemplo en el combate de plagas, y no sólo al nivel de campesinos, sino también a los técnicos. Y ni modo, a veces hay problemas graves, para los cuales se necesita aplicar unos químicos, para luego seguir con métodos naturales. Tiene que buscar estrategias integrales. A veces no hay una solución biológica, a veces con rotación de cultivos se puede solucionar. Es que a veces crecen mucho las poblaciones, porque se cultiva lo mismo y lo mismo, sin agregar alguna materia orgánica. Las tierras en Oaxaca están muy erosionadas, el porcentaje de material orgánico es muy bajo, porque se le saca todo, no se le regresa nada a la tierra. Es un problema en la mayoría de las tierras.”

Actualmente se importa como la tercera parte del maíz en Oaxaca. Sin embargo, con pocos recursos se puede alcanzar una soberanía alimentaria, opina Flavio Aragón: “Se necesita una estrategia de política agrícola. Para el caso del maíz existe la intención, y la voluntad. Al gobierno actual sí le interesa. Pero en todos estos 25 años que tengo aquí, las instituciones no se han involucrado mucho. Ahora empieza, y en el segundo año mejor que en el 2011, cuando las capacitaciones empezaron demasiado tarde. El secretario Salomón Jara va a muchos eventos, incluso en eventos chiquitos está escuchando a los productores. A veces ni siquiera se necesita tanto dinero, pero un pequeño empujón. A veces con un pequeño apoyo estratégico, los productores elevan su producción. Con un bio-fertilizante que cuesta menos que un cartón de cerveza puedes lograrlo.”

“Necesitamos un ejército eficiente y disciplinado de técnicos. Es un desastre ahora. No tenemos un puente entre investigación y producción. Y que los técnicos estén permanentes. Pero nadie les contrata o sólo por ratitos. Y luego se van porque no se les paga a tiempo. Necesitamos crear escuelas campesinas, una red de campesinos capacitadores. Y los mismos presidentes municipales tienen que volver la cara hacia el campo. Si ponen de sus presupuestos, otros apoyos llegarán. Lo importante es que los campesinos no se sientan solos. Cuando llega un poco de apoyo, los campesinos se unen y empiezan a participar. Y si al vecino le fue bien, preguntan. Se enamora con la vista, tienes que estar con ellos, para que vean que funcione. Con un silo metálico estarían muy contentos, sobre todo para el frijol que está lleno de gorgojo. Hay estrategias baratas, porque igual se puede guardar las semillas en envases de refrescos. No es nada del otro mundo.”

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1.10. Alegrías de la Vida, Santa Cruz Etla:

NUEVAS PROVEEDORAS DE LA COOPERATIVA ESCOLAR

A mi llegada me entregan unos churritos -hechos de maíz criollo y semillas de amaranto-, alegrías y granola. Las seis mujeres presentes están en su reunión todavía y discuten su acercamiento con la primaria y secundaria del pueblo, donde van a servir como proveedoras para la cooperativa escolar. Antes de empezar a vender, quieren dar a conocer el valor de sus productos, explicar todo lo que se puede guisar en base del amaranto. Ya no es sólo el grano, pero también la hoja que gana cada vez más terreno para hacer guisos. Ya hay mujeres que cambian su tamal de chepil por uno con hoja de amaranto.

El grupo empezó con 18 mujeres, ahora son 10 mujeres comprometidas, explican la presidenta Margarita y sus co-fundadoras Catherine y María de Jesús. Hace dos años cuando les visité por última vez, ‘fuimos’ a sembrar en una parcela compartida, pero nuevamente se ha mostrado qué difícil es trabajar en grupo, a pesar de contar ya con un reglamento interno.

Ahora, cada una siembra en su propia parcelita y entre las diez no rebasan los 3000 metros cuadrados. Suficiente para una producción de unos 300 kilos de semilla. Es una empresa, estable. La mayoría ha sembrado durante dos temporada, entonces ya agarraron experiencia. Casi todas las mujeres son de origen campesino, aunque hayan trabajado en distintas partes. El grupo surgió con el objetivo que empezaran a comer mejor y que se proyectaran con el mismo objetivo hacia el resto de Santa Cruz Etla y su cabecera municipal San Pablo Etla. También se trata de generar ingresos. Ya están vendiendo en cuatro tiendas en Oaxaca, pero en empresas más grandes es difícil aun por la oferta limitada de su producto. “Queremos ser proveedoras de escuelas”, indican como paso siguiente.

Ellas mismas conocían sólo las alegrías, la golosina que todo el mundo disfrutaba desde siempre, aquí, pero también en el Distrito Federal. Ahora, gracias a la asesoría de Puentes a la Salud Comunitaria, saben la riqueza que genera la planta como materia prima para aguas, atoles, ensaladas y en tamales de hoja. Tienen producto para todo el año, pero producen dos veces al mes en su pequeño centro rentado. Y bromeando se adaptan a los anuncios comerciales: “No se puede comer sólo uno”. El sueño sigue siendo un espacio propio.

Las mujeres son de bajo recursos y la llegada del amaranto ha sido tanto una alternativa para la carne cara, como también para generar ingresos propios. Con Catherine y Puente a la Salud habían aprendido preparar el abono orgánico y a sembrar hortalizas, pero ahora también aprendieron comer productos de amaranto, tanto el grano como las hojas. Enfatizan la palabra “aprendieron”, porque bien que se trata de un producto cien por ciento mexicano, e incluso del centro-sur del país, ya había desaparecido de nuestra cocina. “Sólo conocimos las alegrías”, comentan. “Y nadie de nosotros sabía cómo prepararlo. Ahora, nuestra experiencia es que a la gente le gusta el sabor, si lo prueben. Hay que presentarlo bien, porque es difícil de cambiar los hábitos. Pero ahora preparamos un rico tamal con hoja de amaranto.”

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Las señoras mencionan dos factores por qué es tan difícil re-introducir los buenos hábitos en la comida mexicana, de tanta fama en otras partes de mundo, pero cada vez menos apreciada dentro del país mismo. Ellas mencionan la ‘ignorancia’ y ‘la flojera’. Como es el caso de una vecina, que tenía hijos desnutridos. Ni la promotora del DIF lo sabía, y tampoco en la clínica dan seguimiento. Le ofrecieron dar productos de amaranto durante unas semanas, pero ella prefería dar galletas industriales. El amaranto lo dio a las gallinas. Bromeamos que por lo menos las gallinas comen bien y producen huevos sanos, pero “no sentimos mucho interés entre las familias más humildes. Igual logramos financiamiento para construir 50 estufas ahorradoras de leña, pero no había mucho interés. El material era gratis, a través de un proyecto, sólo se tenía que poner el trabajo. Además, la leña es cada vez más cara y escasa, mientras que el humo es una de las causas de muerte más importantes en Oaxaca.”

María del Carmen Villa Valencia tiene apenas un año participando en el grupo. “Todos en ‘su’ casa ayudan con la hortaliza que tenemos, incluyendo los hijos. Es difícil de convencer a otras personas, pero mi vecina ahora también tiene hortaliza. Con el amaranto he batallado, pero ahora sé hacer los churritos y alegrías.” Los ingresos dependen del producto aportado. Tienen formatos para indicar las horas trabajadas y todas saben hacer los distintos productos.

Las diez mujeres están conscientes de que van contra corriente en su lucha contra la indiferencia. Opinan: “Estamos en un circulo vicioso, porque después de la desnutrición entró la enfermedad de la modernidad: la obesidad. Y para el sector salud es cada vez más costoso y difícil de combatirlo, porque la mentalidad es que ‘de algo tenemos que morir’, ¿verdad? Tampoco los maestros muestran interés para hablar del medio ambiente, de reciclaje de productos, de salud, sólo cuando sus programas lo marcan. De esta manera a poca gente le interesa saber qué comida compramos, sólo el precio nos interesan.”

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1.11. San Cristóbal Amoltepec, Mixteca Alta

COMBATE A LA DESNUTRICIÓN

Nunca antes lo habían tenido, aunque el amaranto se cultivaba en Oaxaca desde hace seis mil

años. Prohibido por los españoles, discriminado por los propios gobiernos mexicanos, ahora poco

a poco se está retomando el cultivo que se conoce como ‘la alegría’. Elogiado por los agrónomos

como el grano más completo del planeta, ahora también en San Cristóbal Amoltepec y otros

municipios mixtecos de muy alta marginación ha sido introducido para combatir la desnutrición

infantil, y como un arma para alcanzar la soberanía alimentaria en el campo mexicano.

Uriel Baeza, agrónomo de Puentes a la Salud Comunitaria, aprovecha la plática para avisar a las cuatro mujeres presentes que ha sido aprobado el financiamiento para su equipo para producir alegrías. Contentas contestan: “Ahora sí sería bien sembrar un poco más para sacar de ahí las semillas, para no comprar afuera”.

Todo empezó hace tres años, cuando la asociación civil visitó la cabecera de San Cristóbal. Durante una reunión de Oportunidades explicaron a las señoras las bondades del amaranto. El municipio está en la lista de los municipios más marginados del estado, con serios problemas de desnutrición infantil. Sin embargo, nadie conoció al grano, originario de la región. Además, los comuneros tienen escasez de tierras y agua, entonces pocos entraron para experimentar con ello, al lado de su milpa que siempre ha sustentado a las familias, aunque sean durante unos meses al año. Hasta la fecha no le quieren dar el beneficio de la duda. Ni siquiera con el apoyo del Comisariado de Bienes Comunales que durante dos temporadas lo sembró en una parcela demostrativa. En la actualidad hay un grupo organizado llamado “Trabajando Juntos”: Nueve mujeres y dos hombres que siembran amaranto entre sus hortalizas. Cinco de ellos cuentan de sus experiencias: Asunción, Alma, Martina, Estela y Pedro, campesinos jóvenes con hijos en el kínder y la primaria.

“En la milpa sembramos maíz y frijol en el mismo terreno, mezclado con calabaza y haba. También está ahí la verdolaga, el quelite, la mostaza, la violeta, todo natural, sin fertilizantes. No tenemos suficiente tierra. Si acaso, el maíz nos da para tres meses. Para ganar lo demás, andamos en el campo y salimos a trabajar en Tlaxiaco. Al Norte no han ido casi. Nuestros hijos están bien, pero en otras familias sí hay niños desnutridos. Los médicos nos recomiendan sembrar a lo natural, sin químicos. Y comer más verduras, no comprar de la ciudad, pero de aquí mismo.”

Las mujeres van a las asambleas comunitarias, pero ahí no se habla de desnutrición. Sí han reforestado, pero con puros pinos. Sólo unas familias han plantado frutales, que todavía no dan. Alma: “No rescatamos mucho de lo que hacían los antepasados, pero nos cuentan que antes estaban más sanos.” Martina: “No puedo sembrar mucho por las comisiones que tengo en el prescolar y el comité del agua. Estoy sola.”

Asunción resume la historia del grupo: “Los de ‘Puente’ se presentaron en la clínica al grupo de las mujeres que estamos en Oportunidades. Explicaron de cómo preparar las comidas para los niños, que también pudiéramos sembrar hortaliza y que el amaranto es muy nutritivo. No lo conocíamos antes. De ahí unas empezamos a sembrar nuestras propias verduras. Cierto, a veces vamos a Tlaxiaco a comprar, pero ahí ni sabemos cómo las cultivan. Vienen de Puebla y a veces se riegan con aguas sucias. Es diferente con

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nuestras zanahorias y calabacitas, a ahí sembramos también un poco de amaranto. A veces preparamos tortillas verdes con hojas, a veces las preparamos con la comida. Son muy sanas, sobre todo para niños y para mujeres embarazadas. A veces invitamos a otras señoras, no en la asamblea, pero así no más. Luego quieren entrar y recibir los paquetes, pero les decimos que primero vengan a las pláticas. Si no saben, y luego siembran sin cuidarlo, pues tampoco ¿verdad? Algunos no lo quieren comer, porque –dicen- que cambia el sabor, pero yo he molido el amaranto y sus hojas en el nixtamal, y quedaron sabrosas y sanas.

En la Mixteca, Puente trabaja en nueve comunidades de Tlaxiaco y Putla. Es poco el espacio ocupado todavía por los productores en la región, 5 hectáreas entre 50 productores. Explica Uriel Baeza que en las pláticas relacionan tres aspectos: alimentación saludable para la familia, soberanía alimentaria para dejar de comprar en los supermercados, y la economía solidaria con sus ventas dentro y entre las comunidades, y en el gran mercado distrital de Tlaxiaco. “En un cuarto de hectárea, se puede producir suficiente para 12 mil alegrías. Restando los costos de producción y comercialización, se gana unos 1.8 pesos por ejemplar. Queremos lograr que todos los productores lleguen por lo menos al primer nivel de transformación (la reventada de las semillas), con eso suben sus ingresos en un 100%. De esta manera mejora la salud de sus hijos y vale la pena económicamente.”

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2.0. LOS TIANGUIS INDÍGENAS

Istmo, Sierra Norte y Valles Centrales

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2.0. Los Tianguis Indígenas Tianguis Indígena en Tehuantepec

Hace ocho años se inauguró en Tehuantepec un espacio pluricultural basado en los principios de

la economía solidaria e igualdad social. Hombres y sobre todo mujeres de decenas de

comunidades istmeñas han participado desde entonces. El punto de partida fue su búsqueda

constante para comercializar los productos del campo y del mar, ya que en la economía

dominante nunca había espacio para ellos. En el Istmo de Tehuantepec están surgiendo las

grandes bodegas comerciales, como Aurrera, Liverpool, Sam’s, Coppel, Soriana, con productos

importados en su gran mayoría, mientras que las comunidades sobreviven con programas

asistencialistas como Oportunidades. La competencia económica es desleal, arrastrando como

efectos secundarios una alimentación ‘desnutritiva’, pérdida cultural, contaminación del medio

ambiente y cambios climáticos. En medio de este panorama deprimente también surgen

iniciativas desde los sectores populares –indígenas y mestizos- con el objetivo de reconstruir

nuestra sociedad pluricultural, sana y democrática. Estas iniciativas se encuentran en el

tianguis indígena.

2.1. Alberto Quiroga, Regidor de Tehuantepec:

“COMUNIDADES DISPUESTAS A CUIDAR MEDIO AMBIENTE”

Decenas de participantes del tianguis y otros interesados se han juntado en la Casa de Cultura

de Tehuantepec para hablar de los cambios climáticos y buscar propuestas desde la sociedad

civil para contrarrestarlos. Les acompaña Alberto Quiroga Carballo, regidor de ecología del

municipio que en entrevista describe las perspectivas sociales y ambientales para estas

iniciativas. Fotógrafo de profesión y ambientalista de corazón, ha recorrido todos los rincones

de este municipio extenso, con sus treinta agencias, con sus playas y montañas, con su calor y

frío, con su desarrollo y marginación. Opina: “Tenemos distintos mundos dentro de un solo

municipio.”

“Acabo de ir a Nativitas Coatlán, allá arriba en la Sierra. Bajando a Lachiguiri queríamos tomar un café. Llegamos y nos ofrecen el sobrecito de nescafé. ¡En la cuna de UCIRI! ¡Qué tristeza! Lo veo como una flojera de gente que busca lo más fácil. Por el otro lado, las comunidades han sido engañadas y marginadas. Tratamos de concientizarles y no nos creen. Reclaman: “Nos vienen a vacilar otra vez”, y tienen razón. Están muy lastimadas, porque cada tres años vienen los candidatos con sus ofertas y nuevamente caen en la trampa. O es demasiada la necesidad.

El municipio no tiene un plan de trabajo. Ni siquiera tiene una comisión de ecología. Y eso que con tanta riqueza natural y cultural podríamos sacarlo adelante. Hay mucha materia prima y muchas comunidades con buena voluntad. Acabamos de inaugurar seis

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campamentos tortugueros, pero el municipio sólo está ofreciendo las playas. Las comunidades están dispuestas a proteger las tortugas, pero no cuentan con ningún recurso. Y faltaba que alguien les pusiera atención. La Red de Humedales ofreció capacitarles. Está tremendo el comercio de los huevos de tortuga, pero la gente empieza a entender que se está acabando con la riqueza, con los mangles. Entiende que eso no es el camino.

El problema no empieza con el Parque Eólico. Es zona de mucha producción de mango y para eso se ocupan cantidades de agroquímicos. Los escurrimientos de todo eso van al mar. Creo que la molestia real con los Eólicos es por la forma como se está tratando a la gente, cómo les llegaron a vacilar. La invasión española regresa, con insultos hacia los “pinches indios”. Les tratan como hace siglos hicieron. Y no se distribuye la riqueza. Ni un solo foco en el pueblo funciona con energía eólica.

Por el otro lado, hay mucha preocupación en los pueblos. E incertidumbre, porque no se sabe que lo que viene es para beneficiarte o para dejarte en un retraso social. Hay muchos temas que discutir. Hace poco estaba en Mar Muerto. Ahí se usa un sistema ancestral de pescar con un candil, que se prende con combustible. El producto ve la luz y se mete en las trampas. Hace tres años, a alguien se le ocurrió usar lámparas con pilas. Cuando se acaba la tiran al mar o en la playa. Hicimos una platica en una comunidad y en un día levantaron cinco mil pilas. Es un crimen ambiental y ninguna autoridad le entra. Si alguien les hubiera dicho lo que les iba a ocasionar con este cambio en la pesca, creo que no lo hacen. Antes pescaron 1500 toneladas al año, ahora sólo 500, lo están viendo en su producción. Y ¿qué tanta contaminación tendrá este producto?

¿Qué hacemos las autoridades? Entramos por tres años. Cuando terminan de aprender, termina también su gestión. Ya tengo años en el tema del medio ambiente, pero en turismo tenemos una enfermera, en deporte una secretaria. No se buscan las personas con el perfil para cumplir con su trabajo. En contraste, los campesinos siempre se quedan en la misma situación, pero dispuestos de cambiar como demuestran las comunidades donde están los campamentos tortugueros. Un señor que fue de los más grandes depredadores, ahora está cuidando los nidos. No se despega de ahí. Quiere ver como nacen. Es que nunca lo había visto de esta manera. Una señora, que en la noche lleva huevos a la zona protegida, ve una tortuga que regresa al mar después de dejar los huevos, y la está hablando: ‘Ay mamacita, gracias por encargarnos las tortuguitas, las vamos a cuidar’. Se encariñan con los animales, a través del trabajo. Cuidar y liberar forman su nuevo hábito.

Ayer estábamos discutiendo la ley de ingresos en el cabildo y ni se toca un solo tema que tiene que ver con el medio ambiente. Con asesoría de CONANP y SEMARNAT se retomó el Comité Regional de Recursos Naturales, encabezado por comisariados ejidales. Recibimos pláticas sobre el maíz criollo, pero la gente le está metiendo químicos. Es algo uno no acaba de entender. Por un lado estamos haciendo talleres sobre los cambios climáticos, con la Red de Humedales estamos cuidando el medio ambiente, y por el otro SAGARPA está regalando abono químico. Algún día el mismo gobierno tiene que entender que está mal su política.

Con nuestra organización civil estamos fomentando los huertos familiares en las comunidades. Y les digo a los productores que no es posible que vengan a la ciudad a comprar verduras, mientras tienen que ser ellos que las vengan a vender. Y de cada campamento tortuguero vamos a llevar unas personas a una comunidad donde se vive

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mejor gracias al ecoturismo, sin que vengan empresarios a construir hoteles o grandes restaurantes.

Para las comunidades, el tianguis es importante. Sin embargo, para ser exitoso, debe ser constante. Dura dos días. A veces se termina la venta de un vendedor en un día y se va; ya no regresa. Por el otro lado, un problema es la falta de transporte desde las comunidades que están muy dispersas, y muchas de ellas incluso desde fuera del municipio. Quizás por lo mismo, el municipio no le ha buscado espacio. Pero la gente lo pide, porque sabe que son productos naturales. Hay perspectiva.

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2.2. Tzinnia Carranza, Coordinadora del Tianguis:

“BUSCAMOS UN ESPACIO PARA REACTIVAR LA ECONOMÍA LOCAL”

“La iniciativa para el tianguis surgió después de haber trabajado con tantos pueblos que tenían

proyectos productivos y de conservación, pero no tenían dónde vender sus productos”, cuenta

Tzinnia Carranza, investigadora y actual coordinadora técnica, que ideó este espacio social,

donde muchas veces ya se tenían las cosas listas y se quedaban, lo que generaba frustración.

Por el otro lado pesaba la migración por falta de oportunidades económicas. Es más: “Las

mujeres generalmente no tienen ingresos, y muchas de ellas quedaban solas, porque el marido

se va y la mujer se queda con toda la carga, no vuelve a ver a sus maridos ni reciben una sola

remesa.”

La reflexión concluyó con un ¿Qué se hace con tanta riqueza en los territorios, y la gente tan pobre? La respuesta era “reactivar la economía local”. Que la gente tenga ingresos. Por ejemplo, en los traspatios se pudren las frutas. Las reglas del comercio neo-liberal dicen que tienes que tener una cantidad mínima para poder vender en el mercado, con cierta calidad, reglas que rompen con toda la estructura comunitaria. Había personas que decían en las comunidades “podemos vender tus productos en el extranjero, pero tiene que ser de tanta cantidad y de tal calidad”, está fuera de la realidad de los pueblos. La gente tendría que dedicarse a la maquila, dedicarse a un producto, en lugar de la diversidad que hoy día tiene.

Acabo de hacer una entrevista con César Morales, donde confesó el error de CAMPO al inicio fue de pensar sólo en la exportación de productos de los pueblos, sin preguntar primero por sus necesidades y prioridades. ¿Hiciste un diagnóstico como punto de partida?

Era un diagnóstico propio por la experiencia con la gente en los pueblos. Desde las experiencias surgió la observación de que teníamos que hacer algo. Con dos personas más de PAIR13, llegamos a la conclusión de hacer algo como un tianguis donde la gente podía vender sus productos, sin intervención de intermediarios, que formaron otro problema. Además rompe con estas reglas neo-liberales: Si quieres vender tres naranjas, ahí se puede. Y quizás 15 días después cuatro huevos de gallinas del traspatio. Es otra lógica, que sin embargo permitiera procesos de organización.

Platicamos con muchos conocidos en las comunidades y armamos un proyecto para generar unos fondos. Y la gente emocionada, diciendo que sí. Formamos un grupo de treinta personas, de distintos pueblos, y empezamos un proceso de reflexión para ver si realmente sería una alternativa y cuáles características debía que tener este tianguis. Algo como estatutos. Tenía que ser diferente a otros tianguis. Una vez hecho las reglas, les capacitamos como promotoras y promotores. Fueron a los pueblos a presentar el proyecto, como semillita para reproducirlo luego en otras partes. Fue impresionante la

13

Programa de Aprovechamiento Integral de los Recursos Naturales, de la UNAM.

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respuesta, llegamos a tener unos 2500 socios. Con un pequeño fondo que obtuvimos, pagamos todo este proceso que duró ocho meses.

Sin embargo, el movimiento grande quedó sin dinero. Nos preguntamos qué hacer y la gente respondió “con nuestros propios recursos”. Los procesos fueron comunitarios, con base en las asambleas. Hablamos con los municipios para pedirles apoyo para transporte o para que se instalara el tianguis, para mesas y sillas. Teníamos el apoyo de Salina Cruz, Tehuantepec, San Carlos Yautepec, Magdalena Tequisistlán, Ecatepec, Huamelula, Nejapa de Madero.

¿No había resistencia por parte de los vendedores establecidos?

Temía represalias y bloqueos, pero no ha sucedido. Buscamos espacios propios, no cerca de mercados y fuimos a las ferias de los pueblos. Todos los que participan en estas ferias, pagan, pero a nosotros nos dan. Es un trabajo político que se estaba haciendo. Siempre las puertas han estado abiertas.

Participaron organizaciones grandes como Ucizoni y Uciri. Ahora que fui a Ucizoni, ni sabían cómo estaba el tianguis. Uciri encarga su café. ¿Quiénes son los luchadores que aguantan?

Efectivamente estaban Ucizoni y Uciri con nosotros. Ucizoni salió primero. Sólo llevaba ropa típica, bonita, pero cara. Durante la inauguración no vendieron nada y se fueron, para ya no regresar. Nunca logramos recuperar su participación con la parte productiva, lo que más nos interesaba. Sí logramos que trajeran maíz de un pueblo y lo vendieron a otro que no tenía. Esto fue un efecto que buscábamos: Intercambiar productos entre comunidades. No sólo estaríamos mejorando la economía local, pero también la alimentación. Como una soberanía alimentaria, a través de los mismos pueblos. Además, durante los tianguis se hace trueque.

¿Quiénes son los que aguantan más?

Es gente que no tiene otro grupo. Adoptaron a este grupo como lo suyo. Es interesante, porque se han establecido lazos fuertes, como si fuera de una familia. Dicen “a veces vendemos, a veces no, pero esto es lo más importante”. Es el caso de Alicia, nuestra presidente, que viene de la región Ikoot, a dos horas de camino. Es madre soltera con dos hijas de 16 y 11 años de edad. No logró venir el primer día, pero sus hijas sí y se quedaron con otra vendedora. Otra cosa, ayudamos a las familias en sus procesos productivos, les damos préstamos como un fondo revolvente, con intereses muy bajitos. Este año que viene queremos empezar con huertas familiares, básicamente con las mujeres, para su autoconsumo y venta. Son mucho más mujeres que hombres que participan aquí, diría yo un 80%, desde jovencitas hasta mujeres casadas y viudas.

Ya son ocho años, de por sí es un éxito que sobrevivan. ¿Qué has aprendido?

Crear estos procesos organizativos es complicado y la rayita entre ‘echar una mano para consolidar procesos auto-gestivos’ y el paternalismo es muy delgadito. Ha sido un aprendizaje para todo el mundo. Después del primer fondo, estuvimos trabajando durante dos años sin ningún peso. Decidimos formar una organización. Yo estaba medio renuente, pero finalmente era lo que decidió la asamblea, porque da más seguridad a la gente. Yo esperaba que pudiéramos lograr un proceso auto-gestivo, con el esfuerzo de la misma gente, y que no necesitáramos formar una organización para buscar fondos. Nos daría más libertad.

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Tampoco necesitas usar una organización para buscar fondos, sino dar mayor seguridad a la gente. Sobre todo en época de crisis sería importante.

Claro, pero esta fue mi visión utópica. Me pusieron con los pies en la tierra. Ahora tenemos nuestra mesa directiva, de puras mujeres, aunque somos una organización mixta, y recibimos fondos de muchos lados. No lo había pensado así, pero sí ha creado mayor estabilidad.

Ahora buscamos un fondo propio con los esfuerzos de la organización, con lo cual también podemos apoyar a compañeros y compañeras que tengan una emergencia, para que no necesiten empeñar sus cosas o ir con el coyote. Poco a poco queremos ser más independientes y tenerlo como un capital semilla.

En la mesa directiva está Alicia como presidenta, una mujer chontal, está Lucha que no es Ikoot, pero ya tiene mucho tiempo en la zona, una mujer de Matías Romero y la coordinadora técnica que soy yo. Es impresionante cómo ha aprendido Alicia. Puede hablar frente a un público en un castellano que todavía le complica. Toma el micrófono y habla. Ha crecido mucho en su seguridad personal y defiende sus ideas. Y eso que no podía salir a vender, porque le echaron los policías. Este es su espacio ahora, es un espacio de construcción colectiva.

¿Cómo ha cambiado su vida profesional?

Tiene un grupo de mujeres artesanas, que ella encabeza. Es líder en su comunidad. Además es promotora del tianguis y se le paga por este trabajo, que le da estabilidad. Sabe que puede contar con la organización en caso de un apuro.

¿Este proceso ha generado procesos locales?

No lo hemos logrado todavía. Lo que sí, tenemos productos diversos. Y últimamente se están integrando varias mujeres, a partir de un proceso de promoción. Nuestro último censo es de unas 400 personas. Obviamente muchos no van. Porque si existe un grupo local, sólo vienen una o dos. Tenemos la cárcel de mujeres. Ahí hay un grupo de treinta productoras que formaron una cooperativa. Han participado desde el inicio. Un grupo de apoyo se encarga de sus productos.

Por el otro lado, buscamos una red entre distintos tianguis de Oaxaca. Surgió el tianguis de Ecosta en Tututepec. Vinieron a platicar para ver cómo iban a hacer sus tianguis. Estamos buscando la manera de hacer intercambios. Igual surgió el tianguis de Guelatao, inspirado por nosotros. Queremos llegar a un acuerdo para –si no podemos ir físicamente- mandarles un paquete de productos, sobre todo agrícolas. Mi lucha es que la gente use este territorio, porque si es tu territorio, lo defiendes. Muchos van con la idea que las mujeres trabajen las artesanías, pero también son agricultoras. Tienen muchas actividades y podrían poner otros productos en el mercado, que no sean artesanías. Se ve este proceso: Mujeres que llegan con un producto, pero que empiezan a diversificar.

Tanto en las actividades agrícolas como en la pesca, son los hombres que lo trabajan más y las mujeres lo venden.

Tienes razón. En la Sierra son más agricultoras que en el Istmo. Tienen distintos productos que no necesariamente vienen de la milpa, como por ejemplo hortaliza, orégano y flores. Estamos en pláticas con un grupo de mujeres en la Sierra Sur que hasta la fecha venden con el coyote. Quieren incorporarse. Un problema para la participación

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son las distancias. La diferencia con organizaciones regionales como CCC es que sólo compran ciertos productos, que es más fácil de organizar, nosotros en contraste buscamos la diversidad. Por ejemplo, las mujeres Ikoots venden camarón y productos de telares de cintura, pero cuando empezaron a entender la lógica de este tianguis, también vienen con huevos, gallinas, nopales, frutas, cosas que ellas recolectan o producen.

¿Por qué no estimular la compra de productos que sus vecinos tienen en su traspatio, como es el tamarindo. Exacto, pero ahí entra otra cosa: se pudren las frutas. Porque los que vienen a comprar en Tehuantepec, viven ahí cerca entonces, muchas de las frutas que traen las vendedoras, los compradores las tienen en su casa. Por eso importa establecer redes y traer frutas de otras regiones. La lógica de este tianguis no es producir todo tú, pero también puedes llevar productos de tu vecino. No necesariamente se produce mucho, pero puedes traer poquito o darle valor agregado a frutas del traspatio. Ahora quieren que les capacitemos en conservas. En otras ocasiones hemos vendido canastas con productos, en época de Navidad. La parte débil es la producción constante. Es lo que queremos estimular, sobre todo hortalizas.

¿Con quienes trabajan: personas, organizaciones sociales, comunidades enteras? Con quien tenga el interés. Hemos trabajado con UCIRI. Obviamente para ellos no es atractivo venir a vender aquí su café, porque lo que aquí se puede vender no tiene nada que ver sus los canales de comercialización establecidos. Empezaron a vender tomate y maracuya en el tianguis, otros productos que tienen aparte del café, como una diversificación. Sin embargo, salió de UCIRI la persona que canalizó estos productos con nosotros y no se dio seguimiento.

Una regla que pusimos es que si no te sale la venta, te ayudamos con el pasaje. Entonces, todo el mundo quería que les pagáramos su pasaje. Es delicado, pero queremos trabajar con equidad social, porque no todos tienen las mismas condiciones. Facilitamos los procesos a la gente que esté amolada. Los mismos participantes empiezan a hacer conciencia. En algún momento fue “cuánto me vas a pagar, para que yo venga a vender en su tianguis”.

Es un proceso difícil, donde se separan oportunistas de luchadores. Como dijo Brecht: “Hay gente que lucha un día, y es buena; hay gente que lucha toda la vida y son los verdaderos revolucionarios”. ¿Cuáles perspectivas ves para el tianguis? Tenemos que crecer en número de socios, porque tenemos que diversificar. El otro tema son las redes. Sólo no vamos a abarcar todo Oaxaca. Tenemos que vincularnos. Logrando esto, estoy convencido que podamos formar una economía alternativa. La utopía es que sigamos caminando hacia donde queramos llegar. Si no, nos apagamos. En los últimos años está creciendo la conciencia económica y como articularlo con procesos de conservación. Las necesidades económicas por supuesto eran claras, pero ahora se está buscando más esta articulación. El segundo reto es la formación de redes, para mejorar esta articulación. Y finalmente una debilidad grande es el protagonismo de cada quien que no permite avanzar: ‘Estos son mis grupos, estos son mis procesos. No voy a abrirme para que se monten en mi trabajo.’ Estas visiones son terribles y no han permitido fortalecer estos lazos necesarios.

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2.3. Alma Santiago Cruz, Yavesía:

“QUEREMOS QUE LA GENTE CONOZCA LA GASTRONOMÍA LOCAL”

Alma Santiago Cruz, de 27 años de edad, es originaria de Yavesía, Pueblos Mancomunados.

Participa en el nuevo tianguis de El Marquesado en la bautizada Plaza de Economía Solidaria,

igual que en el Tianguis Indígena de Ixtlán. Mientras está preparando unas memelas de maíz

azul, con asiento de salsa de nuez y berros, me pongo a platicar con El Pariente, comerciante y

vendedor de las “mejores tortas de Oaxaca”. Cuenta como era testigo de un acto represivo de

acaparadores en la Central de Abasto, cuando unas señoras de los pueblos vinieron a vender

sus tomates orgánicos. Los coyotes no querían ceder ningún centímetro de su territorio y

empezaron a tirar los tomates de las señoras en el suelo. El pueblo empezó a reclamarles, se

dieron empujones, pero finalmente la decisión más hábil y solidaria fue que el público empezó a

comprar los tomates a las señoras. Un acto espontaneo de la Economía Solidaria.

Luego se sienta Alma a platicar su historia de Lazta-Velooa (“Llano de Mariposa”), la organización que formó con diez mujeres en su comunidad, con el objetivo de estimular la economía campesina, la participación de las mujeres y la venta de un producto sano y típico de su pueblo, para empezar con los nogales que se dan en abundancia en Yavesía. Cuenta:

“Empezamos con un curso de conservas en Yavesía, pero desde antes tenía la inquietud para hacer algo para mi comunidad, en especial para mujeres, para que abrieran camino y tuvieran mayor participación en la comunidad. Mi inquietud empezó cuando estaba trabajando en una purificadora, pero a mí no me gusta que me den órdenes. Me di cuenta que quiero hacer algo por mí, por mis compañeras y compañeros. Aproveché todos los talleres que había en la comunidad. Al principio estaba pensando en mermeladas y almíbar, pero me di cuenta que ya existían muchos de estos productos, y además la sociedad ya no está para comer tanto dulce.

El próximo paso era pensar cómo se podría envasar la salsa de nuez, que es una salsa ancestral, cuando las abuelas estaban moliendo las nueces en el metate. Queda como una torta seca, que la gente llevaba al campo con su tortilla. Buscaba la manera de llevar este producto hacia la ciudad. Con un financiamiento empezamos a trabajar las memelas. Desde antes ya vendimos en el tianguis orgánico de Ixtlán las mermeladas y el almíbar, pero estos no pagaban nuestros gastos. Empezamos a mezclar sabores, para que no fuera la mermelada que todo el mundo vende, pero con sabores típicos que encontramos en la comunidad.

Empezamos a llevar salsa de nuez en totomoxtle. De ahí los mismos clientes decían ¿por qué no preparas unas memelas con esta salsa? Nos costó como dos años para dar un toque especial a esta memela con la salsa de nuez. Es que estamos remplazando el asiento de manteca y frijol, y estamos poniendo esta pasta de nuez con berro, en lugar de lechugas. En la comunidad se da el berro silvestre, pero también lo están cultivando. Ahora que estamos usando esta salsa, vinieron los pedidos para llevarla a otros estados. Elaboramos un proyecto para que alguien nos capacitara cómo envasar esta salsa sin que perdiera su sabor original y que se conservara bien en el anaquel sin conservadores. Trabajamos con una química, con maestría en el Tecnológico. Una vez logrado este propósito, nos metimos en la Secretaría de Economía y con SEDESOH. Gracias a ellas

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ahora estamos participando en este tianguis. Ahora el siguiente paso es envasar y comercializarla.

Esto ayudaría a generar empleo. Hay muchísimo nuez en Yavesía y la gente ahora lo está rematando. Y si no lo vendes, se queda. Queremos ser un centro de acopio, para que la gente lo vende a nosotros y que esta venta les estimule a sembrar nogales. No nos concentramos en los nogales, sino conforme venga la cosecha del año, produciendo mermeladas y almíbares de diferentes sabores. Para eso necesitamos que haya una gran producción que abastezca nuestra necesidad. El mercado nos va a indicar nuestra necesidad de producción. Esperamos que sobre todo los hombres se sientan más motivados para invertir en el campo. Nosotras queremos ser el centro de acopio, pero que ellos inviertan en la plantación de frutales.

En Yavesía hay mucha conciencia para cuidar el medio ambiente. Y sembrando más árboles frutales ayuda. Estamos aprovechando el agua. Ahora traemos el maíz y los berros de la comunidad. Producimos salsa de nuez y salsa de miltomate (que es de milpa). Y si no tenemos berros, lo compramos de la vecina, lo que le motiva a sembrar más. Tenemos solares con dos que tres frutales, pero es poca producción para hacer salsa y otros derivados. Compramos también a unas 20, 30 personas, entonces no estoy quedándome con los recursos; doy a mi gente, para que ella sepa que en el centro de acopio puede vender su producto. Tengo cuatro años participando en los tianguis en Ixtlán y estamos en el segundo año de transición para la certificación como productos orgánicos.

Yo misma también trabajo en el campo, tenemos ahora un solar en el monte, que mi papa ha donado a las mujeres. Sembramos duraznos y manzanos ahí. Los sembramos en este sistema MYAF: maíz y árboles frutales juntos, porque es un terreno con pendiente. El terreno ya tiene más de 15 años que mi papá no lo ha trabajado, no necesita nada de fertilizantes, porque está bien abonado. Planté los arbolitos y ya pegaron, sólo me falta traer una manguera, para cuando les falte agua. Además del campo, me dedico un poco al comercio, abriendo puertas, buscando ferias, donde hacemos contactos con clientes y damos a conocer nuestro producto.

Económicamente a veces no me conviene venir desde Yavesía hasta Ixtlán o acá, pero estoy dando publicidad a mi producto. La gente a veces llama a mi casa para pedir una caja. En Ixtlán viene mucha gente de los pueblos, pero también de fuera. Ellos empiezan a ver la diferencia con el mercado normal, por la relación directa entre productor-consumidor, sin intermediario. Y se busca la manera para que todo sea natural. Aprendí que estoy ofreciendo algo sano y nutritivo. Yo misma lo estás cosechando y preparando. Es algo que hay que reconocer de los pueblos que ofrecen cosas sanas, sin químicos. Ni conservadores, porque lo estamos envasando al vacío. Y mis compañeras se están animando más. Lo que queremos es que la gente conozca nuestra gastronomía tradicional. No sólo los aguacates y otras frutas, pero también productos con un valor agregado.”

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2.4. César Morales (CAMPO A.C.):

“EL SOL SALE PARA TODOS”

Formaron un centro demostrativo, después de años de trabajo en las comunidades. ¿Por qué y cómo llegaron a este modelo de las Expo Ferias? Tiene que ver con la relación que CAMPO14 ha tenido con las organizaciones productivas y comunitarias y con autoridades locales. Trabajamos con ellos e impulsamos procesos productivos en distintos temas –sobre todo el café, la miel, el maíz- pero antes de atender las necesidades locales pensamos en el mercado, en la exportación, sacar el producto de la comunidad. No sólo en el ámbito de la producción y consumo, pero también en el sentido de cómo se organiza la gente, articular esfuerzos de manera conjunta. No es lo mismo que se junten dos productores o cincuenta. Requiere una forma organizativa y una serie de aprendizajes, subir escalones para que gradualmente se vaya avanzando la gente hacia afuera.

Desde hace años Campo promovió y fue parte del problema de origen: Sólo trabajamos el tema de café para exportar, porque así lo quiere el mercado, pero así queríamos hacer con los otros productos. Fue un error que fuimos resolviendo por los aprendizajes en el proceso.

Un ejemplo en torno a la miel. Hace muchos años, CAMPO y organizaciones de mieleros formamos formas asociativas y les capacitamos en la comercialización. Todo el mundo pensó en la exportación. Después de un tiempo nos dimos cuenta que no era el camino a seguir, si no estábamos resolviendo lo inmediato de las familias. Nos dimos cuenta de eso después de haber certificado la miel de la Chinantla con nuevos grupos que establecieron una cantidad considerable de colmenas, produciendo miel sin ningún químico. Se logró una buena producción y nos atrevimos buscar una certificación para todos estos grupos. El día que íbamos a exportar esta miel, resulta que localmente ya se había consumido toda la miel. Esta experiencia nos obligó a revisar el hecho que siempre estábamos mirando hacia afuera. Lo mismo con otros productos como la Jamaica o la pita. Teníamos que revisar lo que las comunidades tradicionalmente hacían antes de que llegara el café para romper toda esta economía con su trueque. Los monocultivos rompieron la lógica propia de las comunidades.

CAMPO tenía un equipo capaz y con mucha experiencia en las comunidades. ¿No se había investigado lo que necesitaba o pensaba la gente?

Fue el error de trasladar la lógica del café hacia otros productos. El café no era originario de México, llegó porque se requería en otro lugar. La miel es originaria de esta región, aquí hay conocimientos ancestrales del uso de la miel para rituales, para medicinas y para endulzar la comida. Esta parte no habíamos considerado. Son aprendizajes que uno adquiere con el tiempo.

Una de las virtudes de la producción de miel en la Chinantla y en la Costa, fue que primero está resolviendo el consumo local, antes de irse a lo regional, o internacional. Hoy, muchas de estas organizaciones de productores están reflexionando de cómo incidir en el mercado local, que está invadido por otros y no por ellos. La reflexión no está ligada a que no exista el mercado, sino a que los costos de operación para la exportación ya no

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Centro de Apoyo al Movimiento Popular Oaxaqueño A.C.

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son costeables, por tanto permisos, el envío, las muestras, y hoy día hay mucha competencia en estos temas, mientras se está descuidando lo local.

Tanta exportación del café nos hace vulnerable a los caprichos del mercado. En Brasil, casi toda la producción se consume localmente y por lo mismo es menos vulnerable.

Hoy día muchas organizaciones cafetaleras nacionales también están buscando este mercado local. Les está costando mucho porque no hay experiencias exitosas, y tienen que competir con las empresas grandes que ya invadieron este mercado. De repente, por sus costos de producción y de transformación, a las organizaciones no se les quede redituable. Ha sido un proceso de aprendizaje interesante. Hoy en día todas las organizaciones están poniendo sus cafeterías en el centro histórico, porque quieren incidir con sus marcas, sus sabores, sus mezclas. Pero ¿cuánto tiempo ha pasado? Desde la fundación de la Coordinadora Estatal de Café –CEPCO- tocamos el tema del consumo local, con las cafeterías. Pero no se le dio la importancia en aquellos años. Ahora con un mercado cada vez más competido, están incidiendo en el consumo local, como ha sido el ejemplo de la miel en Oaxaca. Hace mucho tiempo se estaba produciendo la miel de la manera rústica, hasta que llegó la abeja africana. Pasa un tiempo en que la gente aprende a trabajar con la abeja africanizada y recupera esta parte de la producción. ¿Cómo es que este producto –además de ser endulzante y medicina tradicional- lo retoman con su ecosistema. Esto se enriquece con el tema de la polinización de los cafetales y toda la biodiversidad que tienen, garantizando la producción natural-orgánica.

¿Cómo ha sido nuestra reflexión en este proceso de resolver primero lo propio antes de meterse en las Ligas Mayores? Yo no puedo provocar a la gente que produzca miel, y que venda al siguiente día, si es muy poco el tiempo de haber aprendido a manejar la abeja para aprovechar su producto y darle valor agregado, sea con la cera, la miel, el propolio, la jalea, y luego la parte técnica: ¿Cómo reproducir sus núcleos de abejas? Antes de pensar en el mercado externo, hay que pensar en el proceso de organización y de producción. Para entrar en las grandes ligas hay que saber vender y tener una buena presentación. Esto se va construyendo con el tiempo. Más que imagen queremos garantizar la calidad del producto.

Otro ejemplo es el barro. A los compañeros de San Bartolo Coyotepec les ayudamos a organizarse y equiparse, a fortalecer esta parte de los diseños para poder incorporarse en un mercado internacional, en donde no te pedían un jarro, sin mil y dos mil candelabros. En este mercado se requiere de una homogenización, de un estándar de productos para competir en un mercado exigente como el europeo. Trajimos a expertos y empezamos a tratar de adaptarnos a las exigencias de los europeos. Entonces, la gente nos decía “Cómo vamos a hacer que todo son igualitos”. Entonces, tenía que mandar a hacer moldes. Nos dimos cuenta cómo contrastó con la artesanía rústica, con la cultura y alma de trabajo. Estábamos rompiendo su cultura y sus costumbres, moldeamos todos sus productos. Para llegar a este mercado, la gente tiene que aprender los gustos y la exigencia de otras culturas.

En un mercado que no tiene siempre los mismos precios y condiciones. Y cuando un candelabro no entra, se regresa. Y el regreso es un costo. Otro ejemplo es la pita, una planta, que se encuentra en los bosques mesófilo o en la selva baja en Oaxaca, Chiapas y Tabasco. Cuando existía la demanda de la pita peinada de forma natural, se generó la necesidad de producir más. La idea fue intensificar el cultivo, que es un agave silvestre

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del cual se extrae una fibra. Lavándola y peinándola se adquiere un color blanco que se usa para artesanía.

Un error que promovió el gobierno federal a través de la SEMARNAT y SEDESOL, fue intensificar el cultivo en el cafetal. La primera consecuencia fue que se contagió la pita con la roya. Uno tiene que aprender a respetar y valorar lo que nuestro ambiente genera. Lo mismo pasó con la vainilla en la región de Usila y de Valle Nacional. Vino el gobierno federal que dijo “vamos a cambiar el caficultor en vainillero. Y pónganse a sembrar vainilla en todas sus plantaciones. Error garrafal, porque la vainilla requiere un tratamiento muy minucioso.

La gente empezó a cultivar cinco hectáreas, cuando una familia acaso puede trabajar una sola. Vieron la parte económica, decían “ya lo hicimos, vamos a exportar a Japón, a vender a la Coca Cola” y a otras empresas que estaban coqueteando por ahí. Pero la vainilla se plagó y la gente se desanimó. Fue un fracaso. Se creó la Unión Regional de Vainilleros de la Región de Papaloapan, consiguieron muchos recursos y capacitación, pero no tomaron en cuanto esta parte humana, que se requiere para el trabajo, ni los propios beneficiarios. Tronaron y se endeudaron. Hoy hay todavía unas familias trabajando, pero no sacan el producto final. Venden la vaina a un intermediario, para que este saque la vainillina. Falta planeación, faltó organización, aunque el mercado sí existía, pero la gente no se preparó para eso. El gobierno les saturó de recursos y de plantación. La pita ya no se volvió a sembrar de manera intensiva, pero resurgió de manera natural, y hoy en día la gente ha aprendido su lección y está cuidando estas áreas naturales. Hay personas que lo están explotando, pero no tienen mucha capacidad de vender sus productos y siguen dependiendo de los compradores.

Conforme va pasando el tiempo, nos dimos cuenta de la necesidad de crear condiciones para las organizaciones para que fortalezcan su ánimo, su espíritu, que puedan sentir que hay otras experiencias que van por el mismo camino, que hay organizaciones ya avanzadas con marcas registradas, que ya tienen su mercado. Vimos la necesidad de crear espacios para mostrar los productos al público. Buscamos un espacio de difusión y de demostración, de intercambio, antes de pensar en el gran mercado. Así inicia la primera expo-feria en el 2005, en la cual participaron diez organizaciones, con miel, artesanía, mezcal, conservas, café y hortalizas.

Cuando vimos que esto estaba funcionando, invitamos a otras organizaciones. Hasta la fecha son ocho exposiciones, en las cuales no solo compartimos procesos productivos, pero también innovadores, como es la energía solar, la piscicultura y la construcción con tierra. Fuimos diversificando, con distintos temas. En lugar de vender las hojas de la palma camedor, dijimos “¿por qué no vender las plantas?” y surgen los viveros con las distintas variedades. Tienen muchos retos, porque tampoco es fácil incursionar en un mercado que tiene sus marcas, sus bonitas presentaciones, pero sí logramos un espacio donde las comunidades pueden exponer lo que están haciendo, cómo están cuidando el medio ambiente, cómo están produciendo.

Nuevo es el intercambio de experiencias y de demostración de productos, pero seguían mirando hacia afuera, aunque también se habla de conservación y consumo local.

Esta parte ya trascendimos. Te dije, primero importa ver el consumo local. Conforme vaya avanzando, por ejemplo en la producción de la miel y sus subproductos, después empiezo a pensar en un mercado local, regional o fuera de ellos. Cuando te estoy hablando de

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venirse a Oaxaca es porque la parte local ya hubo aprendizaje, ya hay manejo de estos temas. Estos hablando de ciertos productos y procesos organizativos, no puedo generalizar.

¿Cómo se fortaleció al mismo tiempo, la producción y el consumo de otros productos, para no depender tanto de uno sólo?

Esto ha sido la reflexión con los productores de café. El café no resolvía al 100% las necesidades de las familias. Hace muchísimo tiempo sí fue el caso, pero para el futuro no se podía pensar únicamente en el café. Por eso aparece el tema de la miel, del maíz, de la pita y vainilla, las hortalizas y los animales de traspatio. Nuestra intervención es más integral. El que produce café, también produce miel y vainilla, maíz, malanga, tratando de recuperar lo que antes producían y que dejaron de hacer cuando llegó el café. O la explotación de los recursos forestales en la Sierra Juárez. Decían: “Para que sigo cultivando maíz si lo puedo comprar.” En la Chinantla, el café fue muy bien pagado.

Hoy día no es lo mismo. La gente se ve obligada a buscar otras alternativas para resolver esta seguridad alimentaria y resolver estas inquietudes que tienen con los cambios climáticos. Ya no llueve en las mismas fechas que los viejos decían que tenía que llover. Hay escasez de agua en lugares donde nunca se imaginaba que algún día dejara de llover. Esta preocupación hace que se retoman nuevos temas. Sí es importante reflexionar los que sí tienen los recursos naturales, hace quince años que decíamos que en lugares como Santa Cruz Tepetotutla tenía tanta riqueza natural que podría ser una idea de lucirla a los visitantes. No se pensaba en cabañas pagadas por la CDI. Se hablaba de ir creando las condiciones a largo plazo. Los proyectos de ecoturismo tienen una infraestructura enorme, no fue una necesidad sentida de la gente, pero se las financiaron. Hoy día llegaron tres personas por mes, esto no es costeable. Comete el gobierno el mismo error de antes.

Por eso hablamos de la recuperación de la lógica, decíamos ‘¿cómo se puede revalorar la diversidad de productos locales de alto valor cultural y nutricional. La cuestión no sólo es de nutrición, pero también cultural, y de las prácticas tradicionales de las comunidades. Es uno de los propósitos que nos hemos planteado, del porqué de estas expo-ferias. Otro es de demostrar de manera práctica proyectos y eco tecnologías para la buena vida y la protección ambiental. El tercer objetivo es el consumo de productos locales orgánicos, insumos a través de intercambios entre productores y consumidores, evitando la reventa por un intermediario. El cuarto objetivo es este intercambio educativo y cultural de prácticas de las comunidades.

Han organizado ocho expos hasta la fecha, posiblemente ha habido baches, pero definitivamente ha crecido. Ya vino todo un contingente desde Michoacán. ¿Cómo ha sido esta experiencia para CAMPO como organización? ¿Cómo ha sido este proceso de error y prueba en este espacio organizativo?

Me iría por unos números: En la primera expo-feria ecológica “El Sol Sale para Todos” participaron diez organizaciones, en la octava 120. Había como 40 temas diferentes, desde barro rojo y negro hasta medicina tradicional, frutas y hortalizas, productos sin el uso de químicos, organizaciones cafetaleras, bebidas tradicionales como el téjate y el popo, bebida que viene de un bejuco.

Por el otro lado CAMPO invitó a organizaciones amigas, a participar de manera conjunta en estos eventos. Un ejemplo es el Tianguis Indígena Multicultural del Istmo de

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Tehuantepec, que vino la primera vez con treinta distintos grupos. Co-organizamos un evento en el Llano “por una Vida Autónoma” con el Foro de Tecnologías Apropiadas”, el INSO, Congreso hacia una Visión Holística de Salud. En la 6ª Expo fue con la Red de Ecoturismo de la Sierra Norte de Oaxaca.

Y las autoridades locales. En el caso de San Luís Beltrán fue, a partir de la 7ª Expo, con las autoridades de la agencia y del Comisariado Ejidal. Esto ayudó a acercarnos mutuamente, la comunidad y CAMPO. Participaron la banda de música, el grupo de danza y grupos folklóricos de esta comunidad, que muestran la revaloración cultural y la forma de organización social-tradicional con su policía comunitaria, y otros usos y costumbres, pero en pleno municipio de Oaxaca, que indica esta búsqueda de alternativas en diferentes terrenos.

En estas expos tocamos los temas de soberanía alimentaria, los cambios climáticos, las tecnologías alternativas y apropiadas, los nichos en el mercado. Otro elemento forman los actores que vienen de fuera de Oaxaca. Desde la 7ª Expo participan Tabasco, Nayarit y Veracruz. En la 6ª vinieron Puebla y Chiapas. Y seis estados en la octava, incluyendo un contingente muy grande de Michoacán.

Desde la 4ª Expo-feria se involucraron instituciones educativas, el ITO de Oaxaca, la UNAM y la UABJO inicialmente, hoy Universidad del Valle de Oaxaca, el ITVO, UNAM y La Salle, con sus jóvenes que participaron en los proyectos demostrativos. O participaron con sus proyectos y mandaron grupos de estudiantes. 17 instituciones educativas vinieron ahora con esta lógica. Un elemento más ha sido los medios de comunicación, incluyendo radios comunitarias y privadas.

¿Cuál es el aprendizaje de este crecimiento y de la diversificación de estos esfuerzos alternativos?

Son más de domino publico ahora los temas que esta Expo está trayendo, las polémicas sobre los cambios climáticos, la soberanía alimentaria, qué estamos haciendo para mejorar el medio ambiente, están en los medios de comunicación. Hay más apertura. Y las circunstancias ahora sí son un poco más distintas en comparación con gobiernos anteriores.

A pesar de los embates de Aurrera y Soriana, crece la preocupación por productos sanos. No solamente hay mayor dominio, también más necesidad, mayor preocupación. Están llegando cada vez más escuelas durante las semanas.

Encaja en la idea del centro para generar conocimiento y sensibilidad para nuevas ideas con el objetivo de mejorar su propia situación, y despertar preocupación por la cada vez mayor dependencia de productos de fuera. No tanto me preocupa lo que está haciendo el gobierno ante eso, sino más bien ¿qué estamos haciendo? Por eso muchos están deseosos de conocer alternativas.

En el transcurso de su historia han cambiado de estrategia de trabajo. Ya no van con la misma frecuencia a las comunidades, que siguen buscando alternativas. Aparentemente no hay muchos avances en el comercio justo nacional. ¿Cuál será el efecto de este centro demostrativo, de la Expo-Feria, de los Tianguis indígenas en el ánimo de la gente en las comunidades y su grado de organización?

La respuesta está en la participación creciente en la Expo, las mismas comunidades invitan a otras. Y también en la circulación de los ingresos. Durante las primeras tres

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Expos, los ingresos fueron pocos, a partir de la 4ª, cuando los ingresos fueron de 300 mil, ahora en la 8ª fue de un millón y medio. Hay 14 organizaciones que han logrado convenios con otros grupos de participantes o con grupos en la ciudad de Oaxaca. Una organización de la Sierra Juárez ahora está vendiendo miel a través de Pueblos y Selvas (GAIA) de la Costa. También han entrado empresas privadas innovadoras como Enalto (energía solar). Y CAMPO sigue fortaleciendo estos procesos de contactos, de intercambios de experiencias. E incluso hacer sugerencias a productores de café que ya no produzcan “café de calcetín”, pero que los ‘catadores públicos’ aquí también merecen un buen café. O algunas tienen conservas en envases, con etiquetas horribles, y ven el ejemplo de otros que tienen buen diseño y con código de barra. Por una mala etiqueta se desmerita el producto, aunque el sabor era mejor. No buscamos más clientes, pero sí podemos dar sugerencias o invitarles a talleres ya planeados de capacitación. Lo que sí queremos mejorar en la Expo son eventos temáticos, como hicimos durante la primera expo-feria de miel que organizamos este año. Y como estamos haciendo con los compas de Guelatao y de Ixtlán, una feria cultura y gastronómica que hicimos en Guelatao, donde se toca el tema de la seguridad alimentaria. Participaron 25 organizaciones de la Sierra.

Un acuerdo con las organizaciones que participan con CAMPO es que en este lugar se crea este año que viene un centro de distribución de productos y servicios agroecológicos. Estamos en la posibilidad de abrir un espacio donde podemos poner para el público productos de las distintas organizaciones.

Existen en Oaxaca varias redes fomentadas por el gobierno, como Producto Café, Producto Miel, Producto Amaranto, con el objetivo de fortalecer ciertos sectores. Los gobiernos consecutivos también están abriendo cada vez más espacios para el sector de ecoturismo. ¿Qué podría hacer el gobierno para mejorar estos eventos, para animar a los productores oaxaqueños? ¿Para mejorar el consumo local y el comercio justo?

En los Sistemas Producto están productores, intermediarios y funcionarios, pero faltan consumidores. La idea en general no es mala: Fortalecer la producción, industrialización y comercialización, para que este producto tenga cabido en el mercado local y que los funcionarios faciliten los procesos. El modelo no es malo, pero el sistema de gobierno mexicano no puede ser que quien conduzca este sistema sean los comerciantes, y no los productores. Los comerciantes llevan la mayor parte de la tajada y los funcionarios coludidos con ellos muelan a los productores. Es un despilfarro burocrático. En el Sistema Producto de Miel están los líderes de unos propietarios grandes, no los que realmente producen la miel natural, orgánica. Es un asunto con la cual no nos vinculamos.

Lo otro que mencionas, como los eventos de SEDESOL o CDI, son más bien para difundir los resultados de los programas que de las experiencias exitosas de las organizaciones. Y estos eventos los definen y organizan las instituciones y los que participan, lo hacen porque son beneficiarios de sus programas. Son convocadas por las instituciones para dar a conocer las políticas públicas. Es la diferencia con eventos como nuestra Expo. Campo atiende una demanda social. No estamos anunciando lo que hacemos, no publicitamos nuestros servicios, sino los ofrecemos. Si viene aquí una organización comunitaria para pedirnos apoyo, lo valoramos y si se puede, lo hacemos.

Y a raíz de esta atención hemos creado confianza política con la gente, en base de los años de trabajo, los resultados logrados, las experiencias favorables y tropiezos que hemos tenido en el camino, y que nos hemos conocido –ellos a nosotros, nosotros a ellos- en este camino. Hemos establecido con mucha claridad qué nos toca, y qué les toca a

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ellos. Nunca hablamos por las comunidades, siempre facilitamos que la gente hable de su propia situación.

Después de haber visto las distintas experiencias, la tarea es de la gente. Qué les provoca, qué les anima, de eso dependen sus objetivos y metas. Cuando existe la reacción, CAMPO interviene. No puedo ofrecerle a la gente, o comprometerme de algo, que no me han pedido. Por supuesto en los eventos decimos “mira esto, obsérvalo”, damos sugerencias.

Las comunidades quieren difusión, pero pocas saben cómo organizarlo. En Santa Cruz Tepetotutla se tiene una idea de cómo ofrecer guisados con verduras típicas de la región, otras ni saben lo que se tiene en la comunidad. La CDI sólo está pagando la infraestructura. Ya son más de 40 en el estado, de esas sólo funcionan 13, y de ellas sólo dos están al 50% de su rentabilidad. Y ellos mismos te lo dicen. Pero aceptaron lo que se les ofrecieron y subsidiaron.

Quizás cometen los mismos errores que ustedes al principio: se les ofrecen unos productos sin preguntarles si los necesitan. Y lo aprovechan unas familias, pero no como bien comunal. Los mandan a la guerra sin fusil.

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3. LA PRODUCCION DE CAFÉ

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Sierra Norte, Sierra Sur, Costa y Mixteca

3. Producción y Comercialización de

Café: 2 vías indígenas para la

sustentabilidad

Santa Cruz Yagavila, Santiago Teotlasco y San Juan Yagila son pueblos zapotecos

marginados, a dos horas de camino antes de llegar a la carretera que conduce

desde Ixtlán hacia Tuxtepec. Impacta la belleza paisajística con sus cascadas. En

las partes altas hay bosque mesófilo, en las partes bajas se cultiva la caña. La zona

produce un café excelente, cada quien tiene su maíz y frijol, hay aguacates y

otros frutales, chayotes. Nadie muere de hambre, a veces uno no gasta ningún

peso en toda una semana, y los recursos naturales son de los más ricos del país.

Sin embargo, en términos económicos, los pueblos son de muy alta marginación,

también los socios de las organizaciones cafetaleras CEPCO15 y MICHIZA, que

junto con sus autoridades comunales tratan de protegerse de los cambios

climáticos. Hicimos entrevistas con productores y autoridades de las tres

comunidades, complementadas con opiniones de dirigentes de CEPCO y Michiza de

la Sierra Sur y Mixteca.

3.1. Aristeo Martínez, Agencia de Policía de Santiago Teotlasco, Ixtlán.

“LA BASE DE LA CONCIENCIA TE LA DAN DESDE LA CASA”

Observa el caficultor joven y pedagogo Aristeo Martínez poco rumbo en el desarrollo de la sociedad que nos rodea. El desarrollo tecnológico va cada vez más acelerado. “También en el café se necesita meter más”, opina. Le pregunto si realmente eso es lo que se requiere, o más bien retomar algunos manejos tradicionales en el campo.

15

Coordinadora Estatal de productores de Café de Oaxaca y Organización de cafetaleros Indígenas Mixtecos,

Chinantecos y Zapotecos, respectivamente.

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“Tenemos organizaciones preocupadas por recuperar nuestras formas de trabajo, sobre todo CEPCO y MICHIZA. Los paisanos han participado en diferentes talleres de MICHIZA, al nivel del estado, y transmiten la información acá. Mediante esta organización, nuestros paisanos hemos podido revalorar nuestro trabajo. Yo mismo estoy con CEPCO. A través de las dos organizaciones hemos sido capacitados y hemos mejorado nuestros cultivos. CEPCO tiene treinta socios aquí, MICHIZA un poco menos. Ellos también han podido bajar proyectos, fuera del café que el 95% de los productores aquí tiene.

Muchos jóvenes sueñan con una salida hacia el Norte. ¿Como tratan de organizarse los que se quedan?

Necesitamos de gente para que nos ayude. Pero el salario que nos piden –mínimo $120 el día- no está dentro de nuestro alcance. Se está perdiendo el apoyo mutuo, también entre los mayores. Por lo general los que trabajan quieren tener su salario. Es parte de sus necesidades. CEPCO y MICHIZA son buenas opciones, porque se preocupan por el producto y el comercio justo. Dentro de la organización se hace conciencia de aprovechar mejor el tiempo y hacer más. La Guelagueza es una forma de apoyarse. Debe haber pláticas para que la gente diga ‘vamos a echarnos la mano’.

Vi cafetales preciosos y una biodiversidad impresionante. ¿Cómo están la fertilidad y la productividad en la zona?

Los productores libres tienen menos productividad, prestan menos atención a sus cafetales. Hay un desequilibrio entre libres y socios. También entre plantas criollas, que dan poco, y caturra que dan el doble, pero tienen poca vida. Plantas criollas hasta dan en las rocas. Son menos delicadas.

¿Que hace falta para que produzcamos más?

Ganas para trabajar, darle más atención. Pero si le doy más atención, dejo a un lado la producción de maíz, frijol y de caña. No se da abasto la gente de meterse de lleno al café. Durante el año se divide el trabajo entre los cuatro. El café me da dinero, pero no solventa todo, entonces no podemos dedicarnos cien por ciento a ello. La milpa da para mi alimentación, la caña para panela.

Las parcelas son como de propiedad, donde se siembran el maíz y frijol es comunal. Las autoridades agrarias, conjuntamente con los comuneros, disponen que no se siembren otros productos ahí. Son de todas, mientras que las parcelas son propias. Lo mínimo que tiene un productor para los cuatro productos básicos es una hectárea y media, lo máximo cinco. Económicamente hay pobreza aquí, no hay dinero.

¿Hace falta capacidad técnica, un manejo erróneo de los cafetales?

Tampoco podemos decir que es algo malo, pero debe haber más capacitación, que los productores estén más pegados a lo que ‘ordenan’ los técnicos. Hay baja productividad. Se podría trabajar con técnicos comunitarios, aunque ‘nadie es profeta en su tierra’, uno de afuera, es mejor. Los campesinos son listos, entonces si el técnico pasa la información, pero no lo aplica en sus propios cafetales, ya no lo creen.

Los apoyos de CONANP para el maíz criollo y los cafetales son pequeños. ¿Sientes que el gobierno apoya al campo?

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No. El apoyo de CONANP motiva, más que nada para valorar nuestro grano, para que lo trabajemos bien. No es una solución. Tendría que ampliarse a todos los productos básicos, y no sólo en dinero, sino también en plantas y capacitación. Y si nos meten la idea de ampliar la producción en el maíz, que nos ayuden con el mercado. Hay productores de caña que sólo producen panela. Si queremos hacer azúcar, necesitamos maquinaria. Queremos sacar nuestro producto al mercado exterior para ganar un poquito más. Si se queda aquí no más, será como una Guelaguetza: tu me das frijol, yo te doy panela.

Ustedes tienen un buen medio ambiente y una buena organización social, con voluntad para trabajar. Sin embargo, las comunidades en esta región tienen un desnivel tremendo con la cabecera municipal. Todos necesitan el camino, aunque será una “arma de doble filo”, que requiere una conciencia, para que no se saquen los productos por los mismos precios, y al mismo tiempo entren los productos chatarras.

La base de la conciencia te la dan desde la casa. En mi casa me dicen “cosechamos un poquito de café para que estudies”. Lo tengo que valorar. Los que no están organizados, a lo mejor no tuvieron esta base.

Comparé qué significa vivir en una ciudad o en una comunidad como esta. Es mi comunidad me siento contento. Tengo agua, tengo un terreno que hago producir. En la ciudad soy nadie. La remuneración no me satisface. Si no tienes oficio, sólo trabajas para tu alimentación. Además no estaba sirviendo a mi comunidad para nada. Aquí para la subsistencia, estamos. No me puedo quejar de la naturaleza, valoramos nuestra tierra, aunque no tenemos muchas cosas materiales. Pero tenemos una vida sana. Hay de comer y tenemos agua limpia.

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3.2. Los Comisariados de Bienes

Comunales de Santiago Teotlasco:

Una entrevista colectiva a tres ex -comisariados en Teotlasco –Maximino Manzano Martínez

(2001-2003), Pascasio Jerónimo Hernández (2007-2009) y Pedro Martínez Osorio (2009-

2011)- y el actual, Francisco Martínez. Les acompañan el secretario de Bienes Comunales,

Bulmaro Hernández Francisco, y Felipe Yescas Pérez, el Presidente del Consejo de Vigilancia.

“LOS CAFICULTORES SIEMBRAN, NO CORTAN”

Durante su cargo, la mayor preocupación de don Maximino fue el cuidado del bosque. Además estaban preparando el ordenamiento territorial y un programa de manejo. El ordenamiento –dice- es más que nada una protección del territorio comunal, para que no vaya desapareciendo el agua. Para eso hay que cuidar el bosque. Se tomó la iniciativa para este ordenamiento por las reuniones en el Comité Regional de Recursos Naturales de Ixtlán. Se terminaron el estudio durante su gestión, pero se extravió. Ahora se está preparando un nuevo ordenamiento.

¿El ordenamiento y los estatutos implicaron cambios en la vida social y productiva?

No, sólo se confirmó. Se pasaron las decisiones apuntadas en las actas de asambleas a los estatutos. Se prohibió la cacería de animales en peligro de extinción, pero como no teníamos una copia a mano, se nos olvidó. Pedro Martínez: En el estatuto hay reglas sobre la cacería y la pesca, porque los vecinos vinieron a pescar en el río abajo. Antes había libertad, pero siempre se avisaba al comisariado. Bulmaro Hernández: Como comunidad somos autónomos. Sólo en casos de falta de respeto a las reglas internas, podríamos pasar el caso hacia arriba. Pero primero tenemos que arreglarnos solos. Los problemas siempre se han arreglado en la asamblea.

Había una duda sobre el uso del ordenamiento. Si hay producción de café, ¿se puede aumentar su área de producción? Francisco, ¿con el ordenamiento ya no se puede hacer estos cambios?

La verdad, no tengo el conocimiento. Creo que no habrá ningún problema, porque los cafeticultores cada año siembran más. No cortan árboles, al contrario, siembran más para dar sombra a los cafetales. Es compatible. Con otros productos tampoco veo problemas. No lo tomamos como una imposición, sino como una guía para decir dónde podemos trabajar. De las 1620 hectáreas de nuestro territorio, 900 son áreas de conservación y de restauración, sin incluir los cafetales. En el caso de la milpa, todavía tenemos espacio.

CONANP está encargado de llevar a cabo el re-ordenamiento. Tenemos un programa con ellos de enriquecimiento de cafetales para 80 productores. Es un apoyo para dar vida a los cafetales, renovar las plantas viejas. Igualmente apoya el rescate del maíz criollo. No son pagos, sino apoyos, para que la gente se anime y que no se pierda este maíz. Es importante, más que nada para la salud. Porque el maíz de CONASUPO está en base de químicos. Por el otro lado debe haber más voluntad por parte de los campesinos. Muchos están esperando los apoyos del gobierno. Tenemos que hacer conciencia para conservar

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lo tradicional. Bulmaro: Vemos futuro para el campo. El campo tiene mucho que dar, pero también hay que buscar alternativas entre los cultivos y buscar la voluntad de la gente.”

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3.3. Floriberto Zaqueo Juárez Valencia y Elpidio Martínez Cortés –CEPCO-

En la zona de Loxicha, Sierra Sur, los cambios climáticos parecen haber empezado ya con el paso del huracán Paulina. Este año volvió a afectar otra mujer: Carlota.

Presentamos los testimonios de Floriberto Zaqueo Juárez Valencia y Elpidio Martínez Cortés, vocales de la mesa directiva de CEPCO, originarios respectivamente de San

Agustín y Santa Catarina Loxicha:

“NO SÓLO CONSERVAMOS, TAMBIÉN REFORESTAMOS”

“En San Agustín Loxicha tenemos comunidades desde 700 hasta 1800 metros sobre el nivel del mar. En 1997 Paulina nos afectó en gran parte, porque cayeron los árboles de raíces. Luego pasó Carlota, el 15 de junio pasado. Entonces, ahorita la producción está baja. Sacamos 2, 3 quintales por hectárea; hace 15 años fueron 15. Cerca de la cabecera todavía producimos más, pero abajo es mucho menos, también por la broca. Entre marzo y mayo pega muy fuerte el sol y las raíces empiezan a marchitar. Florea, pero no se desarrolla bien. Hay árboles a distancias de 12, 15 metros, entonces ahí hay problemas de sombra. En cada comunidad es distinto el problema.

¿Es por el manejo o por efecto de los huracanes?

Elpidio: Por los huracanes la tierra ya no tiene nutrientes, le tocó el agua y el viento del mar, qué sé yo. Hay una palma que se llama coquito, se acabó después del huracán, hay encinos, pinos y frutales que se están secando. La tierra quedó muy estéril desde Paulina. En unas partes empezaron a crecer las hierbas y los arbolitos, ahí se puede sembrar, en otras partes quedó pura piedra. Está más o menos parejo en San Agustín y Santa Catarina.

¿Que han hecho como comunidad y como CEPCO para recuperar la tierra?

Floriberto: Hemos sembrado platanales, que crecen más rápido, que otros árboles. Y poco a poco hemos remplazado los cafetales caídos. Donde estaban todavía las raíces, sólo los hemos podado, para que retoñaran; otros de plano los hemos cambiado. Ahora, una parte se ha recuperado, hay comunidades que tienen bien cubiertos sus cafetales con árboles de sombra, otras sí están afectadas todavía. La situación es muy dispareja entre comunidades y regiones. Desde hace unos años CEPCO está financiando viveros en las comunidades, tanto para cafetos como para árboles de sombra, que al mismo tiempo mejoran el suelo.

¿Cómo reaccionan los grupos? Con dos quintales ni vale la pena.

Generalmente siembran maíz y se dan el plátano, limón, lima, naranjas. Igual tienen gallinas y venden huevos en la plaza, venden leña, siembran calabacitas, chepiles, flores, palo de chile, chayotes, así. Depende de cada uno. Pero eso sí, todos orgánicos, Elpidio:

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No tengo terreno para sembrar maíz. Y los que no están con nuestro grupo, sí aplican urea y fungicidas. Ponemos zonas de amortiguamiento, si nuestro vecino los usa.

¿Cómo busca CEPCO respuestas a estos problemas del clima, del suelo, de los químicos?

Nos da asistencia técnica para mejorar la conservación de suelos, para que no se deslave, se arregla la sombra, y si hay mucho pendiente, se pone palitos y unas plantas, para que no se vaya el abono. También se hacen terrazas, para que el agua de las lluvias se quede y humedezca el cafetal. Y nos apoya para hacer abonos. Se ve la diferencia, porque antes bajamos 40 mil kilos de café, ahora 60 mil en San Agustín. Somos 220 productores.

Antes, el agua era una bendición, ahora hasta da miedo.

Si llueve fuerte en septiembre y de noche, se caen las hojas y los granos al suelo. Las heladas por allá casi no afectan, ni en las alturas de San Agustín ni en Santa Catarina donde el café está entre mil y 1800 metros. Para contrarrestar los efectos de los cambios climáticos tenemos que arreglar bien la sombra y cuidar las fuentes del agua. Ahí no solamente cuidamos pero también reforestamos. Por esta razón tenemos nuestro vivero.

¿Cuánto cafetal tienen ustedes?

Floriberto: De cafetal dos hectáreas, otras tres son puro monte. Tengo unas vaquitas, los que tienen terrenos arriba, siembran maíz y frijol. Elpidio: Yo tengo tres hectáreas de puro cafetal. No siembro maíz. Trabajo con vecinos, donde hay. Aquí a veces se apoyan entre los productores, viene uno a ayudarme un día, voy mañana con él, así. Otros contratan. Yo lo manejo sólo, chapeo. Tengo mis parcelas en distintas alturas, entonces el trabajo se divide en el tiempo. A veces una parcela requiere más atención, igual en la pizca. Yo utilizo jornales, porque si no se pizca rápido, se seca el café. Floriberto: Depende si tienes otras actividades que coinciden, tienes que trabajarlo rápido. Tengo 18 años con CEPCO, antes sembraba con mi papa. Lo viví y aprendí con él. A los 18 años tenía mi propia parcela.

¿Cuáles son las perspectivas para el campo?

En San Agustín, cuando terminan los jóvenes la secundaria, muchos papás no tienen recursos para que continúen, entonces se ponen a pastorear borreguitos o sembrar maíz. Pocos salen. Sí veo interés entre los jóvenes para trabajar los cafetales. Y si da, porque cuando tengas diez quintales, tendrá sus veinte mil para el año. Resta unos 4000 para los mozos, y te da más o menos para el sustento de la familia. Aparte tienen el maíz y frijol para el consumo. Se ha concientizado a la gente para que trabaje y produzca, se dan muchas cosas ahí y poco se necesita comprar afuera.

¿Y las mujeres?

La CEPCO ha impulsado el trabajo en huertos y ha proporcionado una gran cantidad de semillas. Lo pueden trabajar en grupos, y al nivel familiar cerca de la casa. Lo que se busca es concientizar, explicar y proporcionar árboles de sombra, sea frutales o maderables. Sí está desparejo entre las distintas comunidades.

El café criollo es más fuerte y más resistente a sequías y plagas, el caturra rinde más, en menos años. ¿Qué prefieres?

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Mi papá tiene una hectárea de caturra y de garnica. Antes de sembrar estos cafetales habíamos mezclado mucha hojarasca y cáscaras de frutas. Ahora está produciendo como dos kilos por mata. El criollo rinde quizás un kilo por mata. Pero a partir de sus diez años de edad, de la garnica se empiezan a secar las raíces, y produce muchas hojas, pero pocos granos. Se necesita volver a renovar la planta. Mientras, el criollo ahí va, de poco en poquito pero ahí va.

En San Agustín se está diversificando la producción. Entonces, si el café no rinde, se tienen otros productos. Como se dice “nunca se muere de hambre’, porque hay mucho producto. ¿Es algo que ustedes estimulan o se compran cada vez más productos industriales?

Pues, en la comunidad se consume muy poco de esta marucha. Optan más por sus ejotes, sus frijolitos y sus calabacitas. Los refrescos sí tienen una gran venta. Tratamos de tener nuestros propios productos, unas gallinas, un marranito.

¿Hay muchos productores de café que no están con CEPCO?

Muchos. San Agustín tiene unos diez mil productores. El municipio conforman unos 35 mil habitantes en 72 comunidades. Sólo en la agencia de Buenavista hay 1200 productores, el Tierra Blanca como 700. Yo soy de la mera cabecera municipal. En Magdalena, a 700 metros sobre el nivel del mar, ya no hay mucho café, porque es tierra más caliente. La cabecera está a 1800 msnm. De los 220 con CEPCO, están unos 80 en la cabecera. Hay mucho más productores, pero ser orgánicos implica más trabajo, cuesta más concientización. Nadie usa químicos, todo es natural, pero muchos no quieren tanto compromiso. La gran mayoría no está organizada. Significa que no tienen viveros, no tienen proyectos. Nosotros hacemos dos limpias al año, ellos una; producen menos, y trabajan más como jornaleros, descuidan un poco su parcela.

Si no hubiera la obligación de certificar el café, ¿estarían más productores organizados? Hace quince años, CEPCO tenía más de 20 mil socios, ahora unos 3700, pero todos certificados.

La mayoría de los productores registrados se conforma con un apoyo del gobierno, pero no trabaja más. De que quieren organizarse, sí quieren.

¿Qué se podría hacer para organizar mejor este sector?

Donde se impacta más es en la reforestación. Ya tenemos un vivero con capacidad para 60 mil plantas: Van a ser 40 mil de café, 20 mil árboles de sombra. Esto quizás va a impactar entre los libres, voluntad sí hay. Una vez que ingrese como productor, ya tienen derecho a participar en los programas. Y mientras venden su café como convencional o de transición dentro de CEPCO, esto sí se puede. Y se recibe la orientación y asesoría técnica. Hay pequeñas diferencias entre las distintas categorías de café, por ejemplo si el certificado es de 48 pesos el kilo, el de transición a 46, el convencional a 45. Pero para los certificados puede haber todavía un ajuste de precios después de la cosecha. Además, tiene acceso a los programas.

Antes no teníamos un espacio para reunirnos, ahora tenemos dos bodegas en la comunidad, y nos dan un premio social, encima del precio ya mencionado. Se usa para un beneficio colectivo. Ya tenemos carro propio, unas oficinitas, un edificio para guardar el carro. Ya son beneficios para la organización. Igual ya tenemos financiado la estructura del vivero.

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3.4. Macedonio Francisco y Eugenio López Rojas, CEPCO.

“SE RECOMIENDA DIVERSIFICAR”

En su comunidad de San Juan Yagila, el café da el sustento económico a las familias, mientras que el maíz, frijol y caña son para para el auto-consumo. Dice que con tanta discusión sobre los cambios climáticos, la gente está preocupada y trabaja con varios tipos de sombra. Con eso están ayudando al medio ambiente. Pero Macedonio Francisco, Secretario Técnico de la CEPCO, es realista: “Trabajamos bien, no estamos contaminando nada, pero sólo somos pequeños productores, con parcelas reducidas. Hace quince años, Yagila prohibió el uso de químicos en el maíz. Desde entonces no se aplica en ningún cultivo. Todavía no se oía nada de los cambios climáticos, pero nos dimos cuenta que después ya no iban a rendir nada los terrenos. Y tendríamos que comprar y comprar siempre más. Sólo durante dos años unas familias los usaron.”

Afortunadamente está en una región con mucha vegetación, que meten muchos nutrientes en el suelo. La productividad en el café es como de 3, 4 quintales, más que nada por el manejo, porque las plantas están muy separadas. Están renovando las plantas. Pero la tierra es fértil. “Muy pocos manejan caturra. Acabamos de preparar el vivero y quedamos de meter puro criollo. El grano de la caturra pesa menos y muchos son vanos.”

De acuerdo a Eugenio López Rojas, presidente de la CEPCO, en su municipio -Santiago Nuyoo, en la Mixteca Alta- el rendimiento por hectárea es de 7, 8 sacos. Ahí la concientización empezó hace unos cuatro años, cuando llegaron brigadas de CONAFOR en la época de la limpia, cuando mucha gente por costumbre quemaba sus tierras. Ahorita está controlado y ya no se permite quemar para acabar así con el bosque.

Para mejorar la economía, no sólo de los cafetales, pero también de otros cultivos, CEPCO recomienda diversificar la sombra y los cultivos. Y hay proyectos con terrenos identificados que cuidan para pago de Servicios Ambientales. Los Comisariados los tienen cercados y vigilados.

Diversificar, ¿para qué? ¿Es una alternativa? Yagila está a dos horas de la carretera. Esto no ayuda para comercializar productos.

Eugenio: La mayoría de las comunidades tiene estos problemas. Los cafetales también están lejos, en el cerro, entonces los bajamos en canastos o en bestias. Igual con otros productos, como el plátano o el mango, que se dan mucho. Los comen los animalitos o se pudren, poco es lo que consume la gente. Un poco se lleva a pueblos vecinos donde no se dan estas frutas como Chalcatongo. Igual las llevamos en las espaldas o en bestias.

¿Pueden vivir con lo que produce el campo, con los ingresos del café y la diversidad de otros productos agrícolas?

Macedonio: En Yagila puede pasar toda una semana sin que gastemos un solo peso. Gracias a la humedad hay mucho producto, incluso mucha hierba. Y no hay carnicerías, entonces vivimos de lo que hay. Pero sigue la pobreza, por ejemplo para pagar la carrera de un hijo. Por lo demás estamos bien. Hay gente que siembra las cebollinas, otros tienen

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estos tomates chiquitos. Todos tenemos chilitos, el aguacate y chayote se dan en abundancia. Lo que no tenemos es cómo transportarlo. El flete sale carísimo.

Eugenio: Hubo una época que sí podíamos vivir de lo que nos dio el campo, pero de repente llegaron los programas del gobierno, con sus subsidios. Destruyen la capacidad de la gente de producir sus propios alimentos. En lugar de cortar frutas, mejor van a la tienda de CONASUPO y compran hasta productos que no se debe comprar. Incluso mucha gente ya no produce maíz.

¿CEPCO forma el contrapeso a estos programas?

Eugenio: Fomenta la producción de nuestros propios alimentos. Pero es difícil como organización social dar todo este contrapeso. Por lo mismo también estamos en contra de estos transgénicos, que al rato nos van a dejar mucho peor de lo que ya estamos. Estamos distribuyendo semillas, para que la gente tenga su propia hortaliza. Macedonio: Por eso estaban los compañeros de CEPCO en el encuentro de las semillas, en Unión Zapata. Ahí te das cuenta de la calidad de los alimentos, porque no es igual comer una tortilla en la ciudad o en nuestro pueblo. Es como disfrutar un buen café. Por eso todas las familias tienen sus frijoles, su maíz y su caña. Endulzamos el atole o el café con panela. La misma distancia nos ayuda en este sentido. Sí entran las Sabritas, pero poco.

¿Irónico, ¿no? La carretera debe ser sinónimo de desarrollo, pero parece ser lo contrario.

Macedonio: Por eso también tratamos de conservar bien nuestra cultura e inculcar a nuestros hijos los buenos hábitos, el buen consumo.

Para que el campo tampoco sea para “los viejitos”, como se dice.

Se ríen, porque Eugenio apenas tiene 35 años de edad, y Macedonio 38. “Nos preocupa que la mayoría de nuestros socios es de mayor edad. Estamos platicando con los productores que inviten a los jóvenes. Tenemos un avance. Casi todos los técnicos comunitarios son jóvenes. Están entrando en el censo nacional de productores cafetaleros. Y hasta las señoritas. Aquí no discriminamos. Otro proyecto que inició CEPCO es identificar las aves, que tenemos un chingo. Es parte de la diversificación de proyectos.

¿Que quedan como los mayores retos, como CEPCO y como comunidad?

Macedonio: Se logra más cuando estemos organizados. Vendemos mejor el café a través de CEPCO que cuando con el coyote, que nada más recoge y se acabó. A través de CEPCO hay proyectos. Lo que está pegando bien es el programa con la Unión de Crédito, para viviendas. A través de un crédito y un subsidio, mucha gente está mejorando su casa. No es construcción completa, pero mejoramiento: una puerta, un techo. A lo mejor una familia estaba durmiendo donde cocina, y ahora tiene su dormitorio aparte. Se ven las diferencias entre los libres y los organizados. Hay interés para entrar en la CEPCO. Hace un año sólo éramos 17 productores, ahora 49. Todos estamos muy entusiasmados con el vivero.

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3.5. Enrique Cuevas Gómez y Francisco Cruz –MICHIZA-

“MUCHA GENTE APRENDIÓ DE NOSOTROS”

Aunque el Instituto Mexicano de Café (INMECAFE) trajo variedades mejoradas como caturra y borbón, en la zona chatina se retomó el café criollo. Rinde menos, pero aguanta más, explica Enrique Cuevas Gómez, presidente de MICHIZA y originario de Santiago Jocotepec. “La mayor parte de nuestro café es criolla. El acuerdo del pueblo es que donde hay cafetal, ahí no se destruye. Somos 15 socios de Michiza, con el café orgánico. Los 200 productores libres no quieren entrarle, no están de acuerdo con las condiciones. Algunos dicen que están bien así; otros salieron, y ahora varios quieren regresar. Pero lo bonito de nuestro grupo es que mucha gente aprendió de nosotros, por ejemplo en la conservación de suelos y bosques, de cómo cuidar la parcela. Todos tienen café orgánico, aunque los libres no lo han certificado. La calidad es limpia.”

Quisieran vender a nosotros, pero Michiza no puede tomar el café de productores que no estén certificados. En mi comunidad se producen ocho sacos por hectárea. Ahora estamos renovando. Michiza nos está apoyando con nuestro propio vivero.

Francisco Cruz, secretario de esta organización regional, es originario de Yagavila, municipio de Ixtlán: “Cada región tiene sus viveros. En el Rincón de la Sierra Norte son cinco, en la Mixe dos, en la Costa cinco, en la Mixteca igual. Ya llevamos cuatro años trabajando con los viveros. Esperamos que el próximo año ya tengan producción las primeras plantas que sembramos. Cada año estamos sembrando 320 plantas por hectárea, para que en cinco años tengan 1600 por hectárea. Esta es la meta.

También tenemos tres viveros para árboles de sombra, con semillas de la misma región. Diversificamos la sombra. Y con ella se estimula la diversificación de la fauna, desde insectos hasta fauna grande. Esto es lo que tratamos de lograr, porque detectamos que la producción ya había bajado a tres quintales. Hay plantaciones mayores de 35 años. Tanto en calidad como en producción dan muy poco.

También están invirtiendo en lombrices, para que los mismos productores generen su abono orgánico.

Francisco: Lo estamos aplicando para los viveros. En la Mixteca y en la Costa se están comprando para que produzcan su propio abono. En la Sierra no, por falta de financiamiento. También el estiércol es un limitante en nuestra zona.

El Rincón parece un paraíso. ¿Cómo está la situación en Jocotepec?

Enrique: La mitad es bosque, la otra parte ha sido destruida por los hombres. La zona baja, cerca de Rio Grande, es zona ganadera y de maíz. Los cafetales están a 800, 850 metros.

Nos afectaron Paulina (1997) y Carlota (2012). Ahora el municipio tiene un programa, con ECOSTA, para renovar árboles maderables. La gente está reforestando macuil, cedro. Tenemos campañas para reforestar, por parte del Comisariado, también en la zona

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ganadera. Ahora tenemos un control, para tener espacios para bosque, otro terreno para animal o para siembra de maíz y frijol. Usamos arboles maderables como cerco vivo, como postes.

Todo el mundo tiene milpa, desde la asociación maíz-frijol hasta todo un ecosistema de plantas. ¿Cómo platican ustedes estos temas de la seguridad alimentaria y economía?

Enrique: En mi pueblo, siembro maíz, además de mi ganado y cafetal. El maíz únicamente es para nuestro consumo. Quizás el 60% de mi pueblo no lo siembra. En Michiza tenemos talleres donde nos estimulan ser auto-sustentables. Por ejemplo, mi vecino compra el maíz. Pocos ganaderos producen maíz, frijol, chile o tomate, todo lo compran. Entran de otros pueblos a vender tortillas. Me estaban hablando los compañeros de la Sierra que todo lo tienen en su pueblo, hasta la bebida. Nosotros todo tenemos que comprar. La región de ellos está mejor que la nuestra. Ya no consumimos lo que producimos, e incluso ya viene de otros países.

Bueno, nosotros que sembramos maíz, tenemos buena tortilla. Es de maíz criollo. Porque ya tengo mi experiencia. Hace dos años, me dijo mi hijo –que tenía 18 años- ‘papá, ¿porque no compramos mejor maíz mejorado? Lo que se vende con agroquímicos. Bueno, compramos cinco kilos. Y sembramos también de criollo. Sí se dio mejor lo de químicos. Pero cuando lo pizcamos, el maíz mejorado ya estaba picado. El criollo, al año todavía estaba bueno. Puro orgánico. Lo siembran con epazote, para que resista más. Ya no volví a sembrar mejorado, mejor puro criollo y orgánico. Son cosas que platicamos al nivel pueblo. Y muchos están luchando por dejar los químicos. Pero hay división, unos dicen que sin químicos no se da. Pues, quizás la tierra ya se acostumbró. Los que más invitan son de la iglesia. El sacerdote dice durante la celebración “cuiden su tierra, cuiden sus semillas, sus bosques. De nosotros mismos depende si queremos acortar o alargar nuestra vida.”

¿Qué medida se está tomando en Yagavila?

Francisco: Soy el responsable del área técnica dentro de Michiza, hemos hablado de la soberanía alimentaria. Es bonito escuchar o ver los anuncios en la radio y la tele de tantos productos, que te dan mejor rendimiento con menos trabajo, pero en los foros vemos con mayor claridad los efectos económicos, de salud, y del medio ambiente, hasta en la organización social-comunitaria que se deshace. Recomendamos a los compañeros que produzcan lo más posible sus propios alimentos. Sobre todo en el maíz hay más amenazas que desaparezcan los criollos. Muchos son transgénicos, pero si los acepto tengo que aceptar todo el paquete, integral. Y es un “terminator”: acaba con todos los demás productos, y es estéril, entonces siempre tienes que comprar de ellos.

Una medida para evitar el uso de estas semillas, es sembrar las nuestras. Al principio parece bonito, pero más al rato se nota todos los efectos que traen. También el Comisariado avisa a los compañeros. Pues, Sagarpa nos tiene ubicado, porque somos casi los únicos que tampoco hemos aceptado el programa Procede.

Tenemos dos climas: tierra caliente a unos 700 msnm, y la parte alta hasta 2.000, ahí está el maíz, están los bosques y las fuentes del agua. Toda esta parte la hemos cuidado, y me da gusto ver como los jóvenes también han agarrado conciencia, ya se ha dejado la cacería. Hasta los niños han dejado sus resortes para tirar pájaros. Sin controlarlos. Mejor ven la tele (risa irónica). Ya no se quema. Lo que me preocupa es que se están dejando

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los animales de traspatio por la presión de la Secretaría de Salud, porque quieren prohibir el libre pastoreo de las aves. Estoy de acuerdo que no se dejen los marranos y perros libres, pero ¿las aves? Dicen que ensucian las calles. Lo peor es que la Secretaría manda a quemar los plásticos y otros desechos. Ahora cada familia tiene su pozo, no para preparar abono, sino para quemar la basura. Es un requisito que cada familia tenga su pozo. Es un atentado en contra de nuestra soberanía alimentaria, porque se nos quitan las gallinas y guajolotes.

Y les obligan comprar aves de granja, ni siquiera de rancho. Por el otro lado, ¿hay suficiente técnica para cultivar lo que necesitan para su alimentación?

Ahí andamos débiles. Hemos dado recomendaciones, pero sin el seguimiento técnico necesario como estamos haciendo en el café. Entre los cafetales estamos fomentando y conservando las frutas, pero en los granos no. Cada quien los cultiva de acuerdo a su conciencia. Igual en CEPCO. Enrique: En la Costa vendemos y consumimos las frutas. Francisco: Nosotros no vendemos, con la excepción del tepejilote, que tiene mucha demanda en Ixtlán. Igual el aguacate, tiene venta. El plátano y naranja no, son regalados. Son de intercambio.

¿Qué se puede hacer para fortalecer la economía campesina? Primero en el café: ¿Cómo resuelven el problema de la pizca?

Enrique: En mi pueblo se contratan personas, inclusive vienen de fuera. He oído que en otros pueblos existe el apoyo mutuo. Si se vende el café en 40 el kilo, la mitad la gasto en la pizca contratada. Francisco: Hace dos años el precio fue muy alto. Entonces, los trabajadores también exigieron un aumento. El año pasado bajó, pero el precio de los jornaleros quedó igual, incluso este año. Anteayer, el café estaba a 144 dólares la bolsa, en el 2010 estuvo hasta 240. En el comercio justo, el precio mínimo se queda en 140. No puede bajar más. El salario de los jornaleros queda muy alto. Empezamos a darles un anticipo a los socios de 10 pesos el kilo, para evitar que se vayan con los coyotes. Se firma un convenio con cada socio, de cuántos kilos será su compromiso. En la costa es más cara la mano de obra, en la Sierra menos y ahí hay más apoyo familiar. El coyote empezó a ofrecer precios altos, y paga en efectivo, mientras aquí los socios pagan una parte al fondo de compensación. Hace dos años tuvimos 1300 socios, el año pasado bajó a 745 y ahora estamos con 833.

Los que salieron pierden su certificación. En algunas comunidades querían regresar productores, pero el grupo local no les aceptó. Si los acepta, la certificadora también, pero se van a “transición” durante dos años. Eso implica una diferencia en el precio, porque es bien difícil colocar en el mercado internacional esta café en transición.

¿Cómo están manejando los cambios climáticos y el agua?

Hace un año vino una organización hondureña que estudia los cambios climáticos. Fue a la Sierra y a la Mixteca. Ayudó a que los socios agarraron más conciencia. Si siguen así los cambios, a lo mejor en treinta años, el café tiene que ir a otra altura. A los 700 metros ya haría demasiado calor. Esto les provocó miedo a los compañeros. Ya no está en nuestras manos, porque las comunidades indígenas siempre hemos cuidado el medio ambiente, las grandes empresas transnacionales no. Pues, que también hagan su parte o que nos premien. No estamos vendiendo el oxígeno, pero que por lo menos nos apoyen para seguir cultivando. Nuestra política es seguir conservando nuestra caficultura como siempre hemos hecho. No vamos a meter nuevas variedades de cafetales, que vienen de

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Brasil, Colombia y Costa Rica, porque no las van a producir bajo sombra. Tendríamos que tumbar los árboles y tener el café como monocultivo. Ahí la lógica de los finqueros es ganar, no perder. Pero un mono-cultivo es justo lo que no queremos. Nuestra visión es otra.

Enrique: Nuestra idea es conservar la variedad que siempre nos ha mantenido: el criollo. En cuanto al agua, todos estamos en zonas con suficiente agua, también en la Mixteca. No necesitamos tomar medidas especiales para cuidarla. Lo que estamos cuidando mucho es la conservación de suelos. Pero sí, sufrimos también los cambios, porque las matas están produciendo menos. Se nota el calor.

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4. COMUNIDADES CAMPESINAS DEL

CAMINO

Sede: Colonia San José, Magdalena

Tequisistlán, Oaxaca.

Istmo y Sierra Sur

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4. Comunidades Campesinas del

Camino –CCC-

4.1. El Origen y los Objetivos

PRODUCCIÓN ORGÁNICA Y CONSUMO RESPONSABLE, EJES ESTRATÉGICOS DE CCC.

“Nuestra organización parte de las necesidades de las comunidades para crear un modelo socio-económico alternativo, donde se respeten y reconozcan los derechos de los pobres”, afirma don Bartolomé Contreras, socio fundador y primer presidente de Comunidades Campesinas en Camino (CCC), que junta a cientos de hombres y mujeres en setenta comunidades del Istmo de Tehuantepec.

El surgimiento de la CCC se remonta a 1995, cuando campesinos de los municipios Jalapa de Márquez, Magdalena Tequisistlán y Totolapilla -pueblo de origen de don Bartolomé-, hicieron un análisis regional sobre sus condiciones de vida y las de sus comunidades. Fueron acompañados por el padre Leo, párroco de Jalapa y una de las personas claves dentro de la pastoral social de la Diócesis de Tehuantepec. Durante su análisis destacaron como problemas el mal precio de sus productos, el deterioro del suelo y las áreas de cultivo, la escasez de las lluvias, el limitado acceso de servicios financieros y la falta de propuestas sociales. Así, la primera tarea de CCC consistió en establecer mecanismos para promover el ahorro, creándose el CAJIN (“Cajas Indígenas”) a fin de contrarrestar la carencia regional de servicios financieros. Hoy día constituye la principal actividad de CCC y lo que inició en tres municipios, ahora se ha desenvuelto como una de las principales organizaciones de base en el Estado de Oaxaca. Es independiente de cualquier partido político y aunque nadie niega la cercanía histórica con la iglesia católica, las puertas están abiertas para cualquier familia campesina. La única condición para ser socio: ser humilde.

Tres de los seis asesores son campesinos, quienes por su trayectoria dentro de la organización han sido nombrados para compartir sus experiencias con los demás. De esta manera, durante su presentación don Bartolomé es acompañado por dos directivos actuales: don Roberto, presidente actual y campesino de Lachiguiri, además de don Crescenciano, secretario y originario de San Miguel Tenango, quienes comparten sus historias. Las entrevistas se llevaron a cabo en la sede de la CCC en Tequisistlán, a escasos cuadros de la Carretera Panamericana que comunica la ciudad de Oaxaca con el Istmo de Tehuantepec.

El funcionamiento de CCC es regido por una Mesa Directiva, conformada por Presidente, Secretario y Tesorero, quienes fungen en el cargo por un período de 3 años. Para poder cumplir con sus extensas agendas de trabajo sus integrantes y los asesores técnicos residen en las instalaciones de la organización: “Acá nos quedamos de lunes a sábado”,

A pesar de su vínculo con la Iglesia

Católica, en la CCC no existe la

exclusión por motivos religiosos.

Su segundo Presidente, en el cargo

de 1997 a 1999, forma parte de la

congregación Pentecostés

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afirma don Cresenciano, que recibe una compensación diaria de $100 pesos, pues el cargo implica dejar de lado sus labores y actividades en sus respectivas comunidades.

En CCC se aprovecha los conocimientos adquiridos por los directivos salientes, ya que “cuando hay cambio de Mesa Directiva la costumbre es que los salientes apoyen”. De esta manera no se diluyen los esfuerzos y se logra una mejor continuidad al no tener que empezar de cero, hecho muy común, por el contrario, en los relevos de las autoridades municipales y agrarias en la entidad. Además, la Mesa Directiva cuenta con seis asesores, tres de los cuales son fundadores de la organización y otro número similar conformado por campesinos.

Hacia el comercio justo y la suficiencia alimentaria

El impulso a la producción orgánica comenzó en 1997, informa Don Bartolomé, quien fungió como primer Presidente de CCC en 1995, cuando se creó la organización a iniciativa de campesinos indígenas de tres comunidades de la Parroquia de Santa María Jalapa del Márquez, teniendo como antecedente el programa TCO, con cobertura en los distritos de Yautepec, Juchitán y Tehuantepec.

La creación de los grupos productivos se sustenta en una labor de concientización a través de visitas y reuniones comunitarias: “La gente se lleva la información…Poco a poco se van concientizando”. Esa forma de trabajo hace posible el cumplimiento de un objetivo central de CCC: su progresiva ampliación. “Nuestra visión es que la organización crezca, que la gente sea más consciente”, aseveran sus actuales directivos.

Como un dato a reflexionar destaca que las comunidades más pequeñas han sido más receptivas a los mensajes de la CCC para promover la producción orgánica y el consumo responsable.

Esas visitas permiten, además de la concientización, adquirir un conocimiento sobre cómo trabajan sus parcelas los campesinos, punto fundamental para definir las necesidades específicas en materia de capacitación y asistencia técnica, pilares de los planes de trabajo desarrollados por el área de servicios técnicos de CCC. Esos planes de trabajo constituyen el motor operativo de los servicios técnicos, pues su seguimiento conlleva un proceso fundamental en la relación organización-productor campesino: La comunicación. “Si no hay, la gente se va”, un principio que debiera ser retomado por las dependencias, quienes a menudo lo minimizan.

A su vez las necesidades en materia de capacitación y asistencia técnica cuya metodología se sustenta en procesos participativos, establecimiento de parcelas demostrativas, organización de talleres de capacitación y actividades de asesoría técnica en campo. A su vez, la metodología contempla tres ejes rectores: a) Diagnóstico, b) Capacitación, y c) Validación y Transferencia.

El camino para incentivar el comercio justo y el consumo de alimentos sanos a través de la producción orgánica no ha sido sencillo, pero hay avances que parecen indicar que el camino es el correcto. Hoy día hay productores orgánicos de setenta comunidades, representados por 46 delegados -que son el vínculo directo con la comunidad- y el auxilio de inspectores campesinos, que dan seguimiento puntual en campo a las actividades

“Me ha gustado procedimiento de

CCC, la intención de conocer de fondo,

ponerlo en práctica , de captar para

ayudar”, expresó Don Cresenciano,

Secretario de CCC.

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productivas. Actualmente se cultivan y comercializan diversos productos orgánicos: ajonjolí, sorgo, fríjol, maíz, miel, mermeladas, jamaica, chile pasilla e incluso carne orgánica, entre los más significativos.

Tales productos son inicialmente acopiados en la bodega de CCC para su posterior procesamiento, donde se les da el valor agregado. Incluye el envasado o empaquetado y su envío posterior al mercado regional y a consumidores al nivel estatal, nacional e internacional.

En esta área, la participación de la mujer es fundamental, como encargadas de su operación, mientras que las labores de la bodega, más pesadas en lo físico, las desempeñan hombres. En ambos casos, aquí se da otro de los beneficios de la organización: la creación de empleos.

Este esfuerzo de acopiar los productos campesinos enfrenta hoy algunos problemas, como es la falta de suficientes fondos para el pago de la producción que se recibe. Esto acontece actualmente con la compra de ganado y chile pasilla. En el ámbito regional la crisis ganadera generada por la sequía en el norte del país repercute aquí al existir una muy baja oferta de animales para compensar los faltantes provenientes del norte. Este problema lleva ya tres años y pone de manifiesto la interrelación entre ambas zonas del país, destacando la existente globalización de la economía y el intercambio comercial pecuario norte-sur en el país.

El consumo responsable una de las metas de la CCC

Al comentar sobre los cambios en la dieta de los campesinos, Don Roberto, presidente de la Mesa Directiva de CCC, reconoce que hay un mayor apoyo institucional en la atención a la salud, pues “hay menos epidemias”, pero, al mismo tiempo, asevera: “la gente de antes no se enfermaba tanto como hoy. Consumía alimentos más sanos, sin químicos. En mi pueblo muchas personas de 70 a 80 años de edad son fuertes, macizos, los jóvenes ya no.”

Para lograr una alimentación más sana, CCC promueve la producción de alimentos e insumos orgánicos para el consumo de sus socios, pero también para su comercialización en mercados más amplios, incluso internacionales, como el caso del aceite de ajonjolí, que se produce en varias comunidades del Istmo de Tehuantepec y que ya se envía a países distantes como Corea, bajo la marca Ecoterra, distintiva de la CCC, cuyo lema es “saber que da salud”. La venta de esos productos permite la capitalización de CCC y, por ende, seguir apoyando los esfuerzos productivos de los campesinos comprometidos con la agricultura orgánica y la creación de empleos para quienes laboran en sus instalaciones.

Para los directivos hay tres aspectos prioritarios a atender para ampliar y consolidar los logros: 1) Búsqueda de más recursos: “La CCC está luchando para los campesinos. Estamos haciendo lo posible de buscar recursos”.2) Cambiar las dinámicas; buscar otro tipo de proyectos, diversificar los productos. 3) Seguir promoviendo, cuidando, capacitando e involucrar a los jóvenes.

Entrevistados: Don Bartolomé: Totolapilla, Pdte. Fundador en 1995; Don Roberto: Lachiguirí, Presidente actual; Don Cresenciano: San Miguel Tenango, Secretario.

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4.2. Del Ahorro a la Agroecología y a la

Mesa Directiva de CCC:

LA EXPERIENCIA DE DON CRESENCIANO HERNÁNDEZ

Originario de la comunidad chontal de San Miguel Tenango, en el Istmo de Tehuantepec, don Cresenciano Hernández fue elegido este año como Secretario de la Mesa Directiva de la CCC, en el cual estará a cargo hasta 2014. Esta es la culminación de un camino que inició en 2004, cuando tuvo su primer acercamiento a CCC.

Conoció la CCC a través de su participación en la iniciativa CAJÍN, cuando el padre Leónides promovió en su comunidad esta Caja de Ahorro, con la finalidad de “aprender a ser ahorrador”. A partir de entonces, la cultura del ahorro ha venido creciendo en Tenango. En la actualidad cuentan con más de 100 ahorradores ahí.

Don Cresenciano ha sabido aprovechar esa instancia y ahora gracias a su constancia en el ahorro tiene acceso a un fondo fijo de inversión y se hizo acreedor de un crédito de 3 mil pesos, que ha permitido fortalecer sus actividades productivas y comerciales. Incluyen la compra-venta de alimentos y la producción de alimentos bajo técnicas agroecológicas, empleando el abono orgánico que produce CCC. La ruta del ahorro a la inversión y a los créditos es, en sus palabras “un proceso que se ha complejizado. En un principio era más sencillo”, pero, como demuestra su experiencia, redituable.

El interés de don Cresenciano en la agricultura orgánica data de 2007-2008, cuando, -comenta- “CAJIN nos conectó con la SEMARNAT para entrar a un programa de conservación de suelos que inició en la comunidad con veinte socios”.

Su primer paso fue acondicionar un terreno de media hectárea, donde construyó zanjas para conservar y proteger el suelo y lo dotó de agua. Ahí ha logrado desarrollar una producción diversificada, que incluye la siembra de árboles de aguacate Hass, cilantro, cebolla, zanahoria, chayote y lechuga. Además, desde hace unos tres años inició el cultivo y venta de flores, como la azucena San José, gladiolas y alcatraces, que tienen buen precio en la región: “La gladiola se vende a $20 pesos la docena”, ejemplificó. Simultáneamente, como casi todos los campesinos de su comunidad, siembra su milpa y práctica la ganadería en pequeña escala, bajo el régimen de libre pastoreo, donde, por toda práctica de manejo “se vacuna una vez al año”. El campesino es consciente del impacto ambiental negativo del libre pastoreo, pero no es fácil su reconversión, pues requiere gastos de inversión y tiempo, dos factores complicados para él y sus colegas. Muestra del interés campesino en la ganadería, es el crédito que otorgó SEDESOL para la adquisición de veinte cabezas de becerro.

El ahorro fue la semilla

germinal hacia la

reconversión tecnológica y

la diversificación productiva

de Don Cresenciano. El

CAJIN cuenta ya con cinco

sucursales en la región.

“Hubo conflictos municipales, no

nos daba oportunidad el

Ayuntamiento, creamos una A.C.

para defender los intereses de la

comunidad”. Don Cresenciano

Hernández, 2012.

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La reconversión ganadera es uno de los objetivos regionales de CCC y en San Miguel Tenango hay algunos signos esperanzadores a este respecto pues hay ya campesinos comprometidos para vender ganado a CCC, y su distribución a los mercados regionales, con lo que se da cumplimiento a una de sus estrategias consistentes en que el consumo sirva para fomentar la producción.

Pero su ejemplo no se refleja aún de manera clara entre sus coterráneos de San Miguel Tenango, municipio que tiene una extensión de 384 km.2. Existen resistencias culturales e intereses económicos que no favorecen la adopción de prácticas de manejo sostenible. Un ejemplo: No se aceptó realizar un ordenamiento territorial promovido hace algunos años o el empleo de las tecnologías agroecológicas. “La gente no le ha entrado muy bien a lo orgánico, sólo al CAJIN”, resume don Cresenciano.

En la diversificación productiva hay buenos resultados, ya que a la agricultura tradicional se han añadido el cultivo del tomate y, más recientemente, el chile pasilla, producto muy empleado en la cocina regional y con buen precio en el mercado. Sin embargo, son muy susceptibles a las plagas si no se manejan de manera conveniente. Muchos emplean agroquímicos para su cultivo. También el tomate rojo es un cultivo nuevo. “Antes no había. Pero usaron mucho químico y le cayó mucha plaga. El chile pasilla se siembra en terrenos nuevos y así no se plaga mucho”.

En la siembra del maíz, que es estrictamente de autoconsumo, “nadie le echa químicos”, para las actividades agrícolas en general “cada quien tiene su área”, afirma don Cresenciano. En este sentido se reproduce un fenómeno común en toda la entidad, donde sí bien la tenencia de la tierra es comunal, al interior los espacios agrícolas se manejan como propiedades individuales y/o familiares, teniendo cada quien sus espacios reconocidos y delimitados.

Un aspecto comunitario que le preocupa al entrevistado es la reticencia existente para normar el acceso al bosque y sus recursos, que de acuerdo a su resolución presidencial, y a la costumbre ancestral, es un área de libre acceso, bajo el control, más retórico que real, del Comisariado de Bienes Comunales. Redunda en la pérdida de recursos o su aprovechamiento no regulado. Entre estos, destacan: pino, ocote, encino, tepehuaje, copal, pochote, frijolillo, guapinol, guanacastle, árboles frutales y plantas herbáceas y entre la fauna se encuentran coyote, jabalí, venado, mapache, tejón, armadillo, aves y reptiles.

Por sus características biológicas y climáticas, el bosque tiene alto potencial para el aprovechamiento de resina, y pudiera ser un probable asiento para alguna iniciativa de ecoturismo, además de aportar servicios ambientales regionales importantes. Hoy en día, de ahí se extrae leña y los 10 o 12 carpinteros de la comunidad obtienen cedro y pino y, como asentamos, es común la obtención de “carne de monte”, hechos que junto al libre pastoreo y los desmontes con fines agropecuarios, se realizan sin mediar normas o acuerdos para regular y garantizar la integridad del bosque.

Tenango se deriva del chontal tinangu-

“tinaja o laguna”. Se denomina San Miguel

en honor al Santo Patrón del pueblo. En

mexicano significa “lugar amurallado o de

muralla” su etimología es tnomil-“lugar de”.

De acuerdo a algunos ancianos, en 1553 le

dieron su nombre a este pueblo,

ignorándose la fecha de expedición de los

títulos de propiedad. Comentan que los

títulos originales fueron expedidos por el

gobierno colonial.

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Otro ejemplo de la falta de intereso de falta de organización comunitaria es lo que sucedió con la maquinaria para una trilladora obtenida a través de PROMUSAG se logró obtenerla, pero “no se usa, no hubo capital para echar a andar el negocio”, dice Don Cresenciano.

Estos ejemplos muestran que en San Miguel Tenango el camino es aún largo, pero existe la esperanza de avanzar poco a poco. Ahora, con Don Cresenciano en la directiva de CCC es probable que las cosas mejoren y se encuentren vías para la adopción gradual de alternativas productivas, económicas y ambientales de mayor sustentabilidad, ya que en la actualidad los 794 pobladores registrados en el reciente censo tienen condiciones de vida muy adversas. El 94% de sus habitantes vive en pobreza y de estos, 63% en pobreza extrema, según las mediciones recientes del Consejo de Evaluación Social (CONEVAL). Más del 69% de la gente no terminó siquiera la educación primaria y 79% carece de acceso a servicios de salud, acorde a los datos del 2010 de esa misma fuente. El uso del chontal es prácticamente cosa del pasado.

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4.3. Entrevista a Directivos de la CCC:

“NOS HIZO FALTA ASESORÍA”

CCC es grande, con experiencias en distintas regiones y diferentes formas para organizarse. ¿Hablando de sus propios pueblos sienten ustedes que las familias campesinas siguen conservando el mismo cariño para la tierra o se está perdiendo esta relación?

Cresenciano Hernández, secretario: “Los pequeños productores hacen todo lo posible para canalizar sus cultivos a través de proyectos. Y que tengan un mercado. En Tenango es el ajonjolí a través del cual estamos organizados. Otros productos sólo se distribuyen en la región. Hoy la gente se preocupa por tanta crisis económica que hay. No hay solvencia, a pesar de los apoyos del gobierno, que –sin embargo- en muchas partes no llegan. Gracias a la CCC, la gente se está acercando y están vendiendo su maíz, el frijol, la miel, tomate, cacahuate, sorgo, mango.

¿Los productores entienden que la crisis es tanto económica, como ambiental?

Sí. A veces la gente no es responsable, porque no sabe cómo cuidar los recursos que tienen, hay deficiencia.

Pero también hay mucha sabiduría entre la gente. ¿Son deficiencias que siempre han tenido o por las circunstancias? Los antepasados han tenido más precaución. Ahora a veces los jóvenes provocan un incendio, no saben cuidar las materias. Todo esto provoca cambios.

Ustedes crecieron con todo el auge de los fertilizantes. ¿La gente está acostumbrada a estos químicos?

Los antepasados no estaban para nada acostumbrados a estos químicos. Lo que sembraban, lo producían a lo natural. Mis papás me enseñaron cómo cuidar las cosas. La generación de hoy ha cambiado. Ahorita, a través de la ciencia que ha incrementado mucho y que provoca cuántas químicas que se producen. Las ventajas que han tenido los de antes, es que no se enfermaban tanto como los de hoy. La gente consumía alimentos sanos. A veces nos atacaba una epidemia, pero por falta de asistencia médica. Ahora hay más apoyo para la salud, pero lo que provocan son las químicas. Muchos de mi generación tienen azúcar. Es un factor principal por qué tanta gente está sufriendo. Pero en mi pueblo hay mucha gente de 75, 80 años de edad, que está maciza. Caminamos diez horas, los viejitos también, pero los jóvenes ya no.

Entiendo que en su pueblo no todos están en la misma línea. ¿Hay una reflexión colectiva sobre la situación, o sólo los que están con CCC?

Roberto: En CCC se habla de los productos orgánicos, la tierra, la conservación del bosque, cuidado con la tierra para que no haya deslaves, no tumbar más, cuidar donde trabaja, porque sí se produce. Aquí se habla más de eso. Cada quien tiene su propio criterio, pero estando constante en sus reuniones va a tener conciencia. Pero muchos en mi pueblo que han tumbado, dice ¿por qué plantar nuevos, si se reproduce solo? Ha habido que tumban árboles y sólo usan lo bueno. Las ramas las dejan pudriendo, y cierto, nacen también y retoñan.

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Es como una poda, que puede tener un efecto benéfico. Igual a veces después de un incendio, crecen más y mejor. Pero hay límites y si rebasan estos, ya no será como antes. En zonas tropicales es más fácil para que se reproduzca, pero no en todas las zonas, y si el suelo queda muy expuesto, pueden haber deslaves, ya no nacen luego.

En mi tierra nadie ha hecho reforestación, no aceptan. En buena parte está naciendo bien, pero no en todas partes. Crecen nuevos arbolitos, pero muy pobres. Hay que hacer sus cepas bien hechas, pero la gente no quiere. Es pura ladera en mi pueblo, ahí se deslave. Los que vamos a CCC, estamos haciendo conciencia, pero con los que van y vienen, es más difícil.

¿Poco a poco se interesa la gente, entran más socios o por lo menos otros productores se organizan en la misma forma cómo ustedes? En Lachiguiri están también CEPCO y UCIRI que trabajan en la misma forma. ¿Qué hace CCC para llegar a más personas?

Secre: Como Mesa Directiva vamos visitando las comunidades, concientizando a la gente, decirles las metas y los proyectos que tenemos, de cómo conservar, de sacar productos de calidad, para cuidar la salud y el ambiente. Hacemos reuniones con la gente. A veces un agente municipal nos invita y ahí se hace extensa la plática. Es una ventaja para esta gente, porque aunque no se integren en la organización, por lo menos se llevan la información. Nos comprometemos a que van los técnicos allá también. Fuimos al ejido Limón, hicimos una plática y la gente que no es socio, se acerca y escucha la plática de cómo hacer barreras vivas, de cómo conservar los suelos. Es una buena relación con la gente. Poco a poco va concientizando qué alimento se puede comer. Así se hace más extensa la organización, por medio de la buena comunicación en las comunidades.

¿Están estimulando la diversificación de los cultivos para no depender de las tiendas?

No. Estamos detectando en las comunidades cómo cada persona trabaja su tierra. En el ejido Limón hay un señor que siembra epazote, calabacitas, tiene chepil, plátanos, todo sin químico. La misma gente va diversificando sus productos, por el ejemplo de otras personas.

No siempre es fácil. En Tenango no todos están de acuerdo. Como dice el dicho ‘nadie es profeta en su tierra’.

El ejemplo no sólo es platicando, pero también haciéndolo, para que la gente vea que se puede. Si no demuestras, no convences. Estoy sembrando verduras y aguacate, la gente lo ve y dice ‘mira, está cosechando’. Hace seis, siete años sembramos tomates, la gente veía que sacamos producto y empezó a cultivar también. Luego bajó el precio, porque todo el mundo se dedicaba a eso. Después cayó la plaga y ahorita ya nadie lo está sembrando. Crescenciano: Ahí no hubo una orientación. Mi hermana entró con el chile pasilla, y ahora son treinta productores con este chile.

¿Cómo hacer para que sea sostenible con el tiempo?

Roberto: Como parece ser el sorgo, siempre hay necesidad, aunque en mi pueblo no lo conocemos. Igual el ajonjolí, que aquí es la variedad azucena, ¿no? En el oriente se da otra variedad, el trébol, que es de cuatro meses. Y da buena producción. Antes, la gente estaba sembrando puro maíz, pero después también sandía, melón, ajonjolí, sorgo,

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papaya. El sorgo es para el consumo de los animales. A veces no tiene mercado, como el ajonjolí que siempre tiene demanda, pero a través del orgánico, certificado.

Es interesante esta cadena en el tiempo y espacio que nos están explicando. ¿Esto se da porque se promueve políticas para eso o porque el campesino decide hacer estos cambios? Roberto:

La gente misma busca la calidad del trabajo. No por la intervención del gobierno. Sus empleados sólo a veces dicen ‘hay programas’, pero los que realmente saben cómo está el trabajo, son los campesinos. En mi tierra la gente de antes sembraba camotes, que nada más ahí consumían. Bueno, ¿de dónde vino la ciencia, la experiencia? Ahora sí tienen mercado. No lo exportan, pero sí lo venden en la región. Ahora, se cambia el sistema del trabajo. La gente también tiene sus invernaderos de tomates.

¿Qué es lo que hace que uno toma decisiones? ¿Por qué tiene uno maíz y luego cambia al melón?

Roberto: No tanto porque haya decaído el precio del maíz. Es una forma de cómo sobrellevar la vida, para mantener la familia. Porque como dé de lugar, la gente busca. Luego, alguien comenta que allá se puede vender el ajonjolí o el tomate. Antes la gente sí lo sembraba, a su manera. Ahora es otro tipo de trabajo, tenemos asesoría técnica. Y si tiene invernadero, lo saca al mercado por cantidad.

¿Qué hace CCC para orientar a ustedes, de cómo introducir un nuevo producto o para diversificar la economía? Comenta usted ‘por ahí se dice que el ajonjolí tiene un buen precio’. La ventaja de una organización es que tengas con quien platicar de eso. CCC puede encontrar o fomentar un mercado, mejorar el precio. O se da un valor agregado, como es el aceite de ajonjolí.

Roberto: En Lachiguiri, la gente simplemente se organiza por si sola. Unos socios de UCIRI tienen invernadero, otros se organizan de manera rústica. Ahorita han dejado un poco el tomate, porque no hay tantos que quieren contaminar la tierra con los químicos. Se van con chile pasilla y usan un líquido para combatir hongos, pero ya no químico sino naturales. La misma gente se está desenvolviendo, no todo el pueblo, pero en grupitos, entre ellos.

¿Y la venta? ¿Se hace a través de la organización? Roberto: En mi pueblo tengo un socio de ajonjolí, otros socios que son de chile pasilla, de miel, y ahora se van integrando los de tomate. Tienen la noción que aquí se puede canalizar sus productos. Aquí buscan cliente. La envasadora aquí compra la miel. En Lachiguiri es un solo socio que tiene miel, y es de UCIRI, pero UCIRI no tiene cómo colocar la miel. Se vino para acá. Aquí la envasamos y la mandamos al mercado.

Una de las formas que tiene CCC para transmitir su mensaje es a través de sus visitas, ¿no? ¿Cómo las definen? ¿Tienen que ver con programas? ¿Es a solicitud de las comunidades?

Hay una calendarización, vamos acompañando a los técnicos. Y cuando vienen a las asambleas, lo aprovechamos para platicar con los socios. Trabajamos en conjunto. Mañana me toca ir a San Miguel Tenango, con dos grupos. La semana pasada estaba en cuatro distintas comunidades para animar a la gente. Ahí también pueden acercarse no-socios. Nuestra misión es que la CCC tenga más gente, que esta gente esté consciente de como sobrellevar una vida sana. No hacemos propaganda política, es promoción en

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plan de trabajo. La gente nos escucha, se acerca no-socios. Es importante esta comunicación, porque si no, se desanima nuestra gente.

Mencionaron la importancia de la comunicación, sobre todo cuando la gente se siente insegura. Ustedes visitan a una comunidad, pero luego tardan quizás un mes hasta que regresen ahí. ¿Tienen ustedes delegados o promotores en cada pueblo?

Cada grupo tiene un delegado, que participa mensualmente en nuestras asambleas. A veces hay dos grupos en una comunidad, entonces hay dos delegados. Aparte son los inspectores campesinos que tenemos en las comunidades. Ellos actualizan los datos con CERTIMEX Son capacitados para hacer algún tipo de trabajo del campo, para levantar datos. Son voluntarios, pero cada grupo tiene que nombrar uno. A veces hacen intercambio de experiencias con inspectores de otras comunidades. Ahora tenemos 46 delegados en la CCC. No todas las comunidades tienen un delegado, porque a veces sólo hay dos socios. Los delegados pueden ser hombres y mujeres, pero a veces viven lejos y no está seguro que vaya una mujer sola. Entre los campesinos los socios son más hombres, en las cajas de ahorro más mujeres.

¿Hay ciertas comunidades que se incorporan más fácilmente en la CCC? Por ejemplo, las más chiquitas, las más alejadas. ¿Donde se logra más participación. Crescenciano:

Más en las comunidades pequeñas. Un ejemplo, Morro Mazatán es grandísimo, pero tiene muy pocos socios. En contraste, hay comunidades muy pequeñas donde todos trabajan. En San Miguel Tenango somos más de 600 gentes, jefes de familia. Tenemos más de cien socios entre Cajín y CCC. Pero los que más participamos somos como 25. En las comunidades pequeñas es más fácil incorporar a la gente. Roberto: Los campesinos están organizados en el trabajo. ¿A qué van los campesinos? Al trabajo y vender sus productos. Esto es lo que buscan. En Tequisistlán hay un solo socio campesino, entonces no puede funcionar un delegado. Porque un delegado se forman de tres, un comité. Y a veces incluso tiene su consejo de vigilancia, entonces son seis. En comunidades donde hay más socios, son de Cajín. Ahora, en mi pueblo se está armando otro grupo, puras mujeres de Cajín. Ahí no funciona esto de los delegados, porque es de crédito. Delegados son para grupos productivos y de comercialización.

Los delegados vienen a discutir la política de la CCC. ¿Trata de influir CCC en lo que ustedes estén cultivando?

Crescenciano: la intención de CCC es que se manejen distintas cooperativas. Cada cooperativa tiene su área, su proyecto. Se está viendo ahora un proyecto de cacahuate para apoyar a nueva gente. Ya había, pero lo quieren hacer más grande. El proyecto de tomate, no es que CCC no lo quiere, pero es más latoso, es mucho cuidado.

¿En este sentido hay una orientación por parte de CCC, eso es lo que ustedes discuten? Crescenciano: La intención de CCC no es echar a perder las ideas de la gente. Justo por eso hay asesores y hay asistencia técnica. La mayoría de la gente está un poco atrasada por los recursos económicos. Por eso a veces gestionamos un proyecto para apoyar a los productores, pero este año no se ha logrado por la cuestión política de las elecciones.

Ustedes pueden gestionar un proyecto, pero también fortalecer su propio trabajo sin depender de proyectos. ¿Ustedes tienen bancos de semillas? En cada comunidad se seleccionan las semillas. Por supuesto queremos dar continuidad a los

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proyectos de CCC, porque ya tienen camino. Ahora somos nuevos, quizás después podemos hacer propuestas.

¿Qué hacen ustedes para empaparse de las experiencias de los directivos anteriores?

Con el cambio de mesa central, el presidente u otro suele quedarse una semana para aclarar las dudas e indicar el camino. Este año se quedó el secretario durante más de un mes para dar continuidad al proceso. También tenemos asesores, que han sido directivos como don Bartolomé y el padre Leo. Saben de créditos, trámites, procedimientos. Don Bartolo es como un maestro, pero todo lo aprendió aquí. Otro es Enrique, de Mazatán, que ha sido presidente del 2002-2004. Si un elemento es bueno, lógicamente no le sueltan fácilmente.

En la bodega nos comentaron que hay una escasez de ganado, por la crisis en el Norte. Es un proyecto muy valioso, muy propio. ¿Qué se puede hacer como CCC en conjunto para reanimar este proyecto colectivamente?

Los ganaderos tienen su propia organización y se reúnen aquí cada viernes. Antes se acopiaba de todos los socios, pero ahora no hay. Hace como tres años tenían cien vacas en el corral para engordar y vender. Ahora no las traen. CCC tiene un mercado propio y entrega en el mercado de Jalapa. En nuestro centro de acopio sólo hay unas cuatro, cinco vacas. Propusimos comprar vacas en Ixtepec, ahí están gordas. También son de nuestros socios. Pero sí hay un problema de capital, porque los pocos que entregan, se les pagan después por falta de dinero. Y eso que un ganadero vende cuando requiere dinero. Esto ya está pasando desde hace tiempo. En estas circunstancias, los campesinos prefieren ir con el coyote. Entonces, no es tanto que no haya ganado, pero se necesita un capital, para cuando vengan a entregar vacas, para que les paguen. No hay capital. También ocurrió con el chile pasilla. Hay como dos toneladas, pero no hubo mercado. Bajó el precio. Y a muchos les deben el pago.

Entonces, a veces hay un problema, que no hay suficiente capital para cuando los socios entreguen productos.

Sí, es un problema económico. En el caso de chile pasilla, entre noviembre y enero deberían de meterlo al mercado. Desde antes de nuestra llegada están recorriendo las colonias y comunidades para que entren más socios. Para ser socio se pagan mil pesos. Parece que hay una empresa extranjera dispuesta a meter dinero, están hablando de cien millones de pesos: ellos ponen setenta, si CCC pone 30. En este proceso están.

¿Qué han aprendido? ¿Qué es lo que les gusta de CCC? Crescenciano: En lo personal lo que me gusta es el interés, la relación, los créditos, siempre me ha gustado y con la intención de venir a conocer de fondo de cómo están trabajando, entonces cuando me hicieron la invitación, acepté porque hay mucho que conocer aquí que podemos aplicar para apoyar a las comunidades. Roberto: Me llama la atención, porque CCC está luchando por los campesinos. He observado que hay buen futuro, que hay buenos proyectos. Por falta de financiamiento por parte de las dependencias no se ha podido hacer todo. Pero hacemos todo lo posible para que nuestros campesinos tengan productos propios para el sustento de la vida.

¿Qué se puede hacer para que CCC sea una organización más sólida y más diversificada? Roberto: Lo que aquí falta es política, otra dinámica, por ejemplo proyectos para que salga más rápida la diversificación de los productos. Porque sí

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carecemos, no por falta de capacidad, sino simplemente por falta de tiempo a veces, pero vuelvo a repetir, estamos con buenas intenciones de servir a las gentes, de concientizar a nosotros mismos.

¿Hay una política para involucrar más a los jóvenes?

Crescenciano: A mí me interesa usar las remesas para crear un proyecto de ecoturismo con los jóvenes, hacer cabañas en el bosque. Lo he platicado con gente que puede hacer promoción por internet. Pero todo depende de un proyecto y capital. Porque se requieren restaurantes y hoteles dónde llegar. Lo hemos platicado con los de Mazatán, porque ahí llegan canadienses y estadounidenses a la playa. A lo mejor puedan venir a Tenango, donde les damos productos sanos.

Entonces hay que ver la sustentabilidad, para ver qué es lo que más convenga. Usted dijo algo interesante: diversificar los proyectos. ¿Ustedes creen que el ecoturismo y el manejo de unidades de flora y fauna podrían ser compatibles con CCC? ¿O se limita a ahorro y producción? Roberto:

Pensando en la vida de los jóvenes me parece conveniente. Porque con nuestra edad estamos un poco avanzados. Tengo 57 años de edad y he experimentado la situación y se está cambiando el sistema de vida. Se nos está llevando a una rutina de mal a peor. Mientras que los gobiernos cambian, nosotros no vamos a cambiar si no hacemos conciencia. En Lachiguiri teníamos un comisariado que salió en 1999. En el 2000 a mí me tocó ser secretario del nuevo comisariado. Entre 2000 y 2003 vinieron unas comisiones de la COINBIO e hicieron unos estudios. Se pintó bonito el panorama. De por sí pensamos conservar un área de mesófilo. Tenemos muchos animales allá. Sí, por falta de conciencia, alguna gente se ha metido. Hay pavos, hay venados, changos, jabalíes, hay mucho animal, porque es selva. Bueno, la asamblea general aceptó la propuesta de COINBIO, porque vimos que poco a poco la gente se estaba arrimando hacia la selva, quemándola. Ahí nacen las fuentes de agua. Como comisariado pensamos en nuestros hijos. ¿Qué se puede hacer a la larga, si nosotros vamos por este rumbo? Decidimos conservar. El pueblo aceptó un área de 1500 hectáreas. Es una zona conservada ahora, gracias a que todos ahora están respetando. Después se hizo un proyecto de ecoturismo y se hizo cabaña. Pero lo que nos hizo falta era asesoría.

Al siguiente comisariado llega una comisión de una minera. Dijo que quería explorar. El comisariado hace negocio con la minera y cuando la gente se dio cuenta, ya se estaba acercando la minera. Pero ya teníamos un área conservando. En toda nuestra área tenemos recursos naturales, los cuales no podemos contaminar por nuestros hijos. La minera dice ‘vamos a construir escuela, una cancha deportiva, una oficina, y les pagaremos 100 mil cada año.’ Nos pusimos a platicar: ¿Con 100 mil pesos cuántos miles de personas vamos a contaminar? No aceptamos. Ahorita estamos platicando con los jóvenes, porque muchos están quemando con una lupa, pero si los vemos quemando, van al bote. Así estamos trabajando, porque tenemos nuestros recursos y no los queremos perder. Porque ya lo vimos. Nuestros abuelos estaban trabajando bien y tenían selva, hasta que empezaron a tumbar. Los de la minera es gente de dinero, y nosotros no lo tenemos, pero los recursos no los queremos perder.

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4.4. Entrevista colectiva con tres técnicos de CCC.

PRECIO MEJOR, PRODUCTO MÁS SANO

Miguel Ángel Hernández Núñez tiene apenas 26 años de edad. Es originario de la colonia Marilú del municipio Magdalena Tequisistlán y participa dentro de la CCC en la Red de Consumidores Comunitarios con el objetivo de fomentar una ‘Economía Comunitaria’, conectada con la parte técnica de la producción, y –a través de CEPAFOS- con la salud. Es de los pocos jóvenes que además ha retomado el cultivo del campo.

Enrique Zárate Robles –de 40 años de edad- es de San Vicente Mazatán, en la costa de Tehuantepec: Dentro de la CCC forma parte del área de la comercialización. De ahí se va articulando con la ganadería y la carnicería, el procesamiento, el fondo auto-seguro (para asegurar los cultivos), el área técnica. A él le toca la zona del oriente del Istmo, desde Niltepec hasta Tapanatepec. Explica: “El afán es consumir los productos que estamos produciendo con la misma organización, como un consumo responsable. Como socio me comprometo consumir productos de la organización. En mi comunidad sembramos ajonjolí, maíz, sorgo y jamaica.”

Román Cupul Ku, de 50 años de edad, tiene varios años como técnico en la CCC, pero anteriormente también ha trabajado en comunidades de Chimalapas. Es de origen maya, de Campeche, y vive desde hace 30 años en El Jícaro, Zanatepec. Siembra ajonjolí orgánica por segunda temporada en un terreno que ha estando restaurando poco a poco.

Muchos campesinos dicen que el campo es para viejitos.

He visitado varios pueblos donde brigadas de jóvenes suben al bosque para cuidarlo. Sienten mucho compromiso con sus recursos naturales y su comunidad, pero poco con los cultivos. Miguel Ángel, ¿siempre has trabajado en el campo? No, desde hace cuatro años participo en CCC y retomé las actividades de mis papás, pero de forma más integral. Hay mucha información aquí en CCC que queremos compartir con las comunidades. Antes estuve en la prepa y dos años en formación con los Maristas, en el noviciado. Ahí se nos estaban inculcando muchos valores en favor de la vida. Desgraciadamente no podía continuar en el estudio, pero trato de dar continuidad a esta etapa participando en las comunidades.

¿Eres un bicho raro entre tus contemporáneos, por el hecho que trabajas en el campo?

Un poco sí, la tendencia de muchos jóvenes es tirarle hacia el dinero. No les interesa el campo. En contraste veo a muchas personas jubiladas, que regresan de la ciudad, o del extranjero, y retornan al campo. Lo hacen con gusto. Muchos caen en esta cuenta. Los jóvenes están encandilados por lo que se ofrecen en los medios. A veces también me pregunto qué estoy haciendo, porque la mayoría de mis compañeros están buscando otra vida. Pero creo que voy por el camino correcto. A final de cuentas es el campo que nos da la vida.

Enrique y Román, ustedes son más grandes de edad. ¿Cómo ven ustedes el desarrollo del campo en las comunidades? ¿Se puede fomentar el desarrollo rural entre los jóvenes?

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Enrique: Desde chavillo he trabajado en el campo. La vida ahí es bastante pesada. De repente hay producto, de repente no hay nada. Inviertes mucho. Ahí se lo lleva buscándolo. En lo personal valoro las cosas, porque de la tierra dependo, yo con mi familia. Lo único que no me habían enseñado, era proteger la tierra. Sacamos y sacamos, pero si la tierra da, también tiene que cuidarla. No sabíamos cómo cuidar la tierra para que se conserve. A veces uno está trabajando como loco, y sólo le importa el producto. Con CCC cambió el sistema de trabajo, porque conservamos la naturaleza y semillas, cultivando la tierra, sin contaminar el suelo. No aplicamos sustancias químicas. Me hizo conocer más de la tierra, de cómo protegerla. Y una tierra más cuidada, produce más, conserva más la humedad. Significa no talar todos los árboles, hacer barreras vivas o muertas, muros de contención para retener el suelo. Ahora, la tierra para mi es otra cosa.

Román, siempre pensé que los campesinos sabían cómo trabajar el campo. Sí saben, pero de una forma rústica, conservadora. Sigue siendo rústica pero se incluye otra manera de conservar los suelos. La mayoría de los campesinos trabaja las tierras tradicionalmente, por estaca, con arado, pero no tenía –a lo mejor- el conocimiento de cómo conservar el suelo, aunque las hojas y el rastrojo se quedan en el mismo lugar. Ahora se hacen otras cosas. Conmigo igual. Adquirí un terreno en mi comunidad hace como 22 años. Era un terreno de espinas, el dueño no podía cultivar nada ahí. He estado viviendo distintas etapas de vida en la comunidad y por mi trabajo sólo me dedico los fines de semana al terreno, con mis muchachos, componiéndolo. Durante un tiempo estaba trabajando en lo forestal, donde conservamos de otra manera. Picoteamos las ramas, ahora picoteo del rastrojo. En mi terreno, antes no había conservación del arroyo que tenemos, no había barreras vivas. Ahora, donde está el arroyo, está lleno de árboles. Desde hace diez años ya no ocupo herbicidas ni quemo.

El terreno era pura piedra, ahora tiene una capa de tierra de por lo menos seis centímetros. No tengo ganado, pero fuera del tiempo de cultivo rento el terreno y meten ganado ahí. Su abono ahí se queda. A mis muchachos les gusta trabajar en el terreno y con ello ven la posibilidad de ganarse algo. Además tenemos un solar de 60 por 60, ahí hacemos otra actividad. Tenemos plantas medicinales, mangos, plátano, tengo cercos vivos de forrajes, naranjos y chicozapotes. No es nada más por el dinero, pero sí uno ve como cubrir ciertas necesidades. También vemos cómo conservar y mejorar la tierra, porque cuando la adquirí, el dueño me dijo ‘esta no da nada’. Es cierto, cuando uno no la trabaja, pero sí la trabajas, sí da. Como dice Enrique, ahora es otra cosa. A lo mejor la vida ahora toma de otra forma, porque sabe que hay producción.

Miguel, ¿agarraste cariño al campo? Por supuesto. Cuando era pequeño, mi papá siempre me inculcaba este amor por la tierra. Ella es agradecida, necesita cariño.

¿Cómo estimulas un consumo responsable?

Vamos dando pláticas con los grupos, usando las plataformas de CCC, por ejemplos los grupos de Cajin que reúnen entre 15-20 personas cada uno. Ahí estamos articulando producción con consumo. Explicamos por qué productos orgánicos son más caros que productos convencionales. Siempre le tiramos a lo más barato, nos contestan, pensando en su bolsillo. No piensan que a la larga vienen los problemas de diabetes, del colesterol, del medio ambiente. Implica el uso de pozos, la tala de bosques.

¿Los grupos con los que estás trabajando ya tienen más conciencia y más compromiso?

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En Tequisistlán viven unos diez mil habitantes, en la cabecera la mayoría es profesionista. No tienen mucho interés en conservar los suelos, pero como tienen poder adquisitivo, sí tienen interés en productos naturales. Entienden el impacto en su salud. Con productos externos no se sabe en qué condiciones vienen. La parte de la producción, como que no les caen todavía. Dentro de estos grupos hay productores en grande escala de papaya, sandía y melón, que no entienden esta propuesta de agricultura orgánica.

¿Ni les queda una espinita, con todas estas discusiones sobre cambios climáticos?

Por algo será que los profesionistas compran productos naturales. A lo mejor, partiendo de la salud. Porque muchos familiares tienen enfermedades y están acabados a los 50, mientras que se ven a los viejitos de 80 años que están bien de salud. Muchos empiezan a reaccionar, por la salud. Y no creo que tarden a reaccionar por el medio ambiente.

Enrique, ¿cómo ves la concientización entre los grupos?

Dentro de los grupos ya es otro nivel, están valorando al producto. También porque obtienen un precio mejor, que lo que paga el intermediario. Esta es la razón de la organización y de los campesinos. Tiene un precio mejor y es un producto más sano. Además, la gente ya no es tan desesperada, cuando llega alguien para comprar el producto. Esto se está trabajando en cada comunidad. Sólo si tiene una emergencia, estaría dispuesto a venderlo a un intermediario.

CCC, con su marca Ecotierra, vende unos 15 productos del campo, incluyendo carne. ¿Cómo se organiza esta comercialización en las comunidades? Enrique: Tenemos tiendas comunitarias, donde se incluyen productos de otras organizaciones, como UCIRI y de una organización de Guanajuato, que vende miel de mezquite. Miguel: Dentro de los grupos se levantan pedidos. Y cada socio jala a familiares. Román: Y se intercambian productos entre regiones. En el oriente hay mucho tamarindo, aquí no hay. En otro pueblo se producen conservas de ciruelas, que se venden a través de CCC. En el caso de la ganadería, desde hace tres años unos productores empezaron a hacer queso. Entregan a la carnicería. Ahora también otros productores entregan ahí. Igual que pasa con el frijol, que se acopia de los socios y se distribuyen. Y se trae miel de la costa, de Aguascalientes.

Enrique, ¿qué se hace con estos productos en la comercialización?

Como organización nos hace falta ampliar el mercado. Eso podría ayudar a dar un valor agregado a los productos de nuestra región. Tenemos clientes en Oaxaca, pero necesitamos dar más publicidad a los productos. Todavía no impacta mucho en la sociedad, la gente no conoce nuestro aceite de ajonjolí, el tamarindo, el chile pasilla, galletas.

Ustedes no mencionan la hortaliza. ¿No tienen verduras?

Román: Muchas familias tienen tomates, chiles, calabazas, hierbas y plantas medicinales en su traspatio, para autoconsumo. A veces las tienen en la tierra, a veces en cubetas y vasijas que ya no se ocupan. Sí existe.

Me parece importante hablar de eso si queremos llegar a una soberanía alimentaria. Algunas zonas se prestan más para ciertos productos, que se pueden intercambiar con otra región. Román: Sí es importante, por ejemplo aquí en la Sierra a unas dos horas, está Santa Lucía. Ahí en parcelas reducidas se tiene de todo. En tierras quebradas

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pueden tener entre 18 y 20 cultivos. Tienen maguey como barrera viva, aguacate, repollo, rábano, cilantro, plantas medicinales, frijol, maíz. La mayor parte es para consumo familiar, y el resto se vende localmente. Ellos compran menos del 50% de los productos que consumen.

Hablamos de soberanía alimentaria y de consumo responsable. ¿Ustedes estimulan intercambios regionales para ampliar el consumo de sus propios productos? Miguel: Está en propuesta todavía. Hace una semana había un taller sobre salud tradicional en CEPAFOS y el rescate de las plantas. Nosotros lo queremos articular con el consumo responsable.

Enrique, está trabajando en tu pueblo con 25 productores. ¿Qué dice la gente que no es socia?

A veces se les complica, porque siempre tenemos reuniones. Dice que no tiene tiempo para ellas. No les da valor, por eso –creo- que no les importa tanto.

La gente en esta región gana $130 al día. Entonces, se cuida la bolsa, compra poca carne. Miguel: Es lo que tenemos que trabajar. En los medios de comunicación se hace mucha propaganda, pero los consumidores tienen que ser consciente de comprar un producto sano, de buena calidad.

Ustedes tienen una lucha de 17 años, como organización. Han logrado mucho y hace falta mucho más. ¿Qué sería importante para fortalecer la CCC?

Román: Sobre todo en el oriente hay mucho monocultivo, y aunque ha llovido mucho en los últimos dos años, las cosechas no han sido tan buenas. Entonces, sería bien diversificar los cultivos, como lo hicieron antes. Se han hecho intercambios de productor a productor. A Aguascalientes fueron productores del oriente, a Santa Lucia llegaron productores de la Costa. Este intercambio es el camino a seguir. Luego, entre Zanatepec y Tapanatepec, todos los años llueve antes que en otras zonas, y es la última zona donde deja de llover. Tiene que ver con la conservación, porque viene de Chimalapas.

Miguel, ¿qué ves como la fortaleza de la CCC y que se puede mejorar?

Hay que fortalecer el proceso de producción. Igual que en otras regiones, hay problemas de colesterol, de diabetes. No lo estamos tocando mucho en nuestro trabajo, pero tenemos mucho aceite de ajonjolí. Tiene muchos beneficios. Para los problemas mencionados, les recomendamos su consumo. Hay experiencias de personas con diabetes que no se han escrito. Tenemos que rescatar esta parte. O llevar estas personas a reuniones para que compartan sus experiencias.

En el caso de los cultivos, ¿cómo se combaten las plagas en el campo? ¿Producen ustedes plaguicidas orgánicos?

Román: Hay distintos tipos: unos que matan, y otros no. A veces con un líquido fuerte se está matando a los dos tipos de insectos al mismo tiempo, los benéficos y lo malos. Lo que se recomienda es la diversificación. El insecto se entretiene cuando hay diversidad. El insecto tiene derecho a comer. Se convierte en plaga cuando es un solo cultivo y se acaba con todo. Con diversidad hay control. Para las hormigas hay un remedio casero que se llama azufrical: azufre con cal. Juntos hacen un efecto muy fuerte, que al insecto no le gusta. Es una forma de controlarlo, aunque no lo mata. También las frutas acidas como naranja y limón. Se pone en los nidos. Cuando empieza a pudrir la fruta, sale un

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hongo que no le permite al insecto reproducirse. Es un control, sin matarlos. No se trata de matar a todos los insectos. Igual se producen plaguicidas caseros en base de hierbas, o se usan plantas de olores como la ruda, la albahaca y la hierbabuena que sirven como repelentes. Pero lo que más se recomiendan es la diversificación.

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4.5. Aguascalientes, Tehuantepec

“TODO TENEMOS AQUÍ”

Nueve hombres y mujeres se habían reunidos en el pasillo de la Tienda Comunitaria, que –como es el caso de muchas comunidades en el Istmo- ha sido el punto de partida de la organización eclesial y social en esta agencia de policía, ubicada a escasos kilómetros de la carretera costera en el municipio de Tehuantepec. Aquí en Aguascalientes empezó en 1998 la historia del grupo que hasta la fecha consiste de nueve matrimonios, de las 40 familias que viven en este ejido. Cada familia metió $200 como capital semilla para esta tiendita con artículos de primera necesidad. “Todo era muy caro y en la otra tienda no te dan fiado”, cuentan. “Aquí no es un negocio, sino un servicio que está abierto para todo el pueblito. La palabra clave es la confianza, que permite dar fiado en caso de una emergencia. Sigue la confianza, aunque algunas personas nos han quedado mal. Hasta que se encabrona todavía cuando les queremos cobrar, diciendo que la iglesia tiene ‘suficiente’ dinero. Pero la verdad, aunque la hermana Lupita y el padre Leo nos han estado asesorando, este proyecto no es un negocio de la iglesia, sino una responsabilidad de nosotros. Entonces, si no pagas, perjudicas a los propios vecinos, porque aquí vivimos de puros milagros.”

Después de la tiendita, el siguiente paso fue vender algunos productos del campo a la CCC, básicamente ajonjolí, Jamaica y sorgo. Ganado no tenían al principio, hasta después cuando surgió un proyecto colectivo en el 2000, en lo cual entraron seis hombres. Tiene 400 hectáreas cercadas –de las tres mil con que cuentas el ejido- para 25 vacas, con el alambre que salió también a través de la tienda, como préstamo. Se trata de vacas criollas, más bien las llaman “ganado silvestre” que vive del forraje natural en esta tierra ejidal llena de árboles vírgenes. Estos ganaderos no responden al estereotipo de “tumba-montes”. Es más, no meten químicos, ni en el monte, ni en las vacas mismas, y la mitad de sus tierras es bosque virgen. En caso de una enfermedad, a las vacas se les dan agua de sal y limón, o “bella dona”, una medicina homeopática. Venden su carne a la carnicería de CCC, en las afueras de Tehuantepec, donde se les paga trece pesos por kilo. Aquí mismo sólo les pagan cinco.

También en la agricultura es un grupo comprometido con el medio ambiente: hacen bordos y zanjas para manejar bien la tierra y el agua, usan estiércol de borregos en las primeras lluvias, producen su propio foliar y su plaguicida para el ajonjolí en base de ‘pata negra’ (un hongo), o hacen un caldo con cal, agua y sulfato de cobre, como aprendieron hacer durante una capacitación que les dio Jairo Restrepo, el colombiano famoso por sus ecotecnias.

Antes, estos campesinos quemaron sus tierras para hacer la limpia, pero esto es tiempo pasado. Ahora ni tocan los árboles grandes que les sirven como “rompe vientos”. En grandes rasgos, estos campesinos tienen la misma conciencia ambiental que muchas comunidades indígenas y campesinas muestran. No necesitan que instituciones del gobierno les comprometan, aunque requieren capacitación y apoyos económicos para convertir su conservación en desarrollo comunitario.

Aquí en Aguascalientes, la población es de origen chontal que ha bajado del cerro. Aunque no todos quieren comprometerse de manera formal, la comunicación directa y las asambleas generales generan una organización social en la práctica. Los vecinos vieron las medidas que tomaron los socios de CCC y aprendieron de eso. En la asamblea se

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decidió ya no quemar y la comunidad tiene un plan de manejo forestal que apenas se reinició. Tienen permiso para aprovechar quince especies, pero se explota sobre todo la grisiña (también llamado ocotillo), un árbol de madera dura y fina, que tiene la gran ventaja de retoñar cuando lo cortan. La gente del pueblo lo usan para vigas y postes, los troncos grandes se venden. No mucho, la temporada pasada sólo sacaron unos 80 metros cúbicos, pero algo es algo.

Ahora, el ejido también decidió reforestar cuatro hectáreas, dentro de las diferentes parcelas. Los campesinos pueden usar madera para su propio uso, sólo si se trata de una galera grande, avisan a las autoridades locales. Hablan de “un ordenamiento mental”, apuntado en las actas de las asambleas, pero están convencidos que su medio ambiente es más que bien. Abunda la fauna, entre ellos el león y el tigrillo, el bosque en las laderas del cerro es tupido y agua hay suficiente.

Cada ejidatario ocupa máximo cinco hectáreas, generalmente es menos. Es de uso mixto, básicamente para milpa y para ajonjolí. La milpa tiene la ventaja de asociar el maíz con frijol, sandía, calabaza, verdolaga, ejotes, y da rastrojo a los borregos que todos tienen y que abonan la tierra. No es así con el ajonjolí, que no permite que otras plantas crezcan, pero su cosecha proporciona los ingresos de la familia, la milpa básicamente para el auto-consumo. Los ejidatarios hacen surcos a nivel en las laderas, para los cuales usan el aparato A. Además hacen bordos, siguiendo las curvas. Muchos vecinos también lo hacen de esta manera, porque han visto que dan buenos resultados. Lo que no quieren es ‘perder’ el tiempo para los talleres y gastar en paisajes. Pero comenta María Zavaleta: “Aprendizaje no es pérdida de tiempo. Nuestra tierra antes no daba nada, pero mientras más cariño das, más produce.”

Cuando les pregunto cuánto rinde una hectárea, empieza una discusión: “Dos carretas, o sea 80 canastos de zapalote chico, con buenas mazorcas, entonces son como diez kilos por canasto.” Sin embargo, después siguen con otros productos: 500 calabazas grandes a seis pesos el ejemplar. Con cuatro calabazas tienes un kilo de semillas que se usan para antojitos o el mole. Y luego unos 50 kilos de frijol, que solitos retoñan la siguiente temporada, aun cuando los borregos ya han pasado. Y en las barreras vivas las familias tienen hasta árboles maderables, sábila, órganos, magueyes. El grupo está contento. Opina Areli Ramírez, una madre joven que está amamantando su bebé, “ya estamos más contentos. Hasta tiene un buen impacto dentro de las familias. Nos tratamos con más cariño.” No es como un vecino que sí mete “mata monte”, un químico que ni siquiera es muy eficaz para matar la “hierba mala” y además baja el rendimiento. Los socios del grupo, en cambio, no meten nada de químicos.

Respecto al impacto social comentan: “Con el trabajo colectivo hay más contacto, nos visitamos más.” Y doña María: Hay más confianza, entendimiento y también mayor participación. Vamos todos juntos al trabajo, y cuando llegan los hijos de la escuela, también vienen a ayudar.”

El auto-sustento no se limita a la comida. Con las plantas medicinales que existen en la comunidad preparan jarabes para la tos y la bronquitis. Cuentan de un niño que cada rato tenía tos, se gastó un dineral en medicinas y consultas. Aquí se preparó un ‘jarabe acemil’ con miel de un árbol, limón, ajo y cebolla, y santo remedio. Hay ocho mujeres en la comunidad que fueron capacitadas por CEPAFOS para hacer tinturas. “Todo tenemos aquí, menos el ajo y la cebolla”.

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4.6. Yerbasanta, Zanatepec:

“POR FALTA DE CARRETERA NUESTRO PRODUCTO NO TIENE PRECIO”

“Nos gustaría decir que todo es orgánico, pero hay plagas que no logramos combatir sin líquidos. Por ejemplo la vica, un bicho que en unos días acaba una hectárea. Se produce de volada. Afecta el ajonjolí y el maíz. Hay que estar atento, y combatirlo con lumbre antes de que se extienda. Una vez adentro, es fatal. Pero tampoco se echa líquido en todo el cultivo, sino sólo donde está la plaga. El chiste es encontrarlo a tiempo. Diario lo estamos vigilando.”

En un patio de Yerbasanta, agencia de Zanatepec, se han juntado 15 campesinos, todos afiliados de CCC. Su principal motivo de organizarse tiene que ver con el precio del ajonjolí. Con la llegada de CCC subió el precio. Antes no pasaba de seis pesos el kilo, después a 17 pesos y se mantiene este precio. Sin CCC hubiera bajado otra vez. Funciona como estabilizadora de precios. Cuentan que “El ajonjolí es como nuestro colchón”. No requiere tanto trabajo y rinde más, en promedio 700 kilo por hectárea.

En todo Oaxaca se suele hablar de la milpa, pero en la práctica tiene muchas formas. Unos trabajan de manera convencional, otros con abonos verdes, otros hablan de los quelites. Aquí, el maíz es puro natural, con sus frijoles y calabazas. Ahí encuentras los quelites y todo. Pero no lo comemos. Viene gente de fuera a cortar la flor de calabaza, pero no lo comemos. Tampoco las verdolagas y la hierba mora, que es medicinal.

Y se despiden con una solicitud: Mencionar la falta de la carretera. “la prometieron desde hace años, pero no avanza. El producto no tiene buen precio por la pésima calidad del camino. Hay compradores, pero van a Chahuites, porque ahí hay un buen acceso.”

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4.7. Mujeres en Magdalena Tequisistlán:

“NOS FALTA ÁNIMO PARA CULTIVAR”

“Conocí a una química que sale a trabajar a las 6 de la mañana. Deja sus hijos con una

empleada. Todos los días desayunan con maruchan.” Fue la reflexión final de una reunión

de dos horas con nueve señoras en el Centro Comunitario de Salud en Magdalena

Tequisistlán, una de las bases históricas de la CCC. Las señoras se indignan, porque esta

comida chatarra ya está alcanzando a los refrescos transnacionales como el gran ejemplo

de nuestro mal-desarrollo. Ya no se habla de desnutrición, ni de subdesarrollo, sino del

colmo de nuestra modernización tan mal intencionada y dirigida, que incluso nos trata de

convencer de tirar todas las experiencias acumuladas en los pueblos. Y para corregir este

camino, la CCC y la organización de salud CEPAFOS han formado una alianza para

juntar los temas de salud, alimentación y economía solidaria, una tarea difícil aún para

estas señoras que en su gran mayoría ya están organizadas desde los ochentas para

atender la salud en las comunidades. Trabajan con salud, con plantas medicinales, pero

no llegan a incluir todavía a todos los aspectos de la agricultura sustentable, ni a la

economía solidaria.

Este Centro Comunitario de Salud ya tiene más de veinte años de haberse formado. Ya

estaban las compañeras organizadas como Comunidad Eclesial de Base. Cuenta Gerarda

Corro Patricio: “Ya tenía dos años participando en este grupo, cuando vino una

antropóloga. Aquí había muchos pobres y enfermedades, pero no teníamos recursos para

curarse. El padre obispo Arturo Lona Reyes dijo que se necesitaba como un hospital para

que los pobres también pudieran curarse. Eso es CEPAFOS. Todos los pueblos

mandaron sus tequios. Y cuando estaba, nos invitaron por pueblos. Aquí la parroquia

mandó a ocho personas, para que se reunieran con los de Salina Cruz, de Tehuantepec,

con Zanatepec, con Matías, hasta Guichicovi, y nos formaron uno por uno para prestar

servicio, porque no había médico. Luego llegaron unos médicos para darnos cursos.

Siempre estamos aquí, nunca dejamos de preparar las medicinas. Ellos nos dieron la

herbolaria. Y el médico, cada fin del mes se iba a Texcoco, a Chapingo, con las plantas,

para estudiarlas, para saber cuantos gramos y como se usa. Nos enseñó poner suero,

nos enseñó inyectar, tomar la temperatura.”

El grupo ha sido constante, gracias al hecho que no les mueve el dinero, sino el aprender.

Dicen: “La mística de la salud es que tu aprendas y pases tu conocimiento a otro; no

cobrar caro, porque el compañero también es pobre. Es rico de corazón, pero pobre

económicamente.” Gerarda se levanta a las cuatro de la mañana, hace sus tortillas y

viene acá, porque quiere aprender. “Ahora somos misioneros, pero otros han aprendido y

han iniciado su negocio. Y así se muere la organización. Pero como este edificio es

nuevo, agarramos ánimo y eso nos mantiene unidas.”

Les cuento que hay comunidades donde las señoras en asamblea decidieron prohibir la

comida chatarra. Había conciencia para comer productos sanos. CCC también está

fomentando eso.

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Pues, todas las madres del kínder mandan su tupper con sus empanadas y una mugre

que se llama friko. Pero si mandas cosas sanas, el niño aprende a comer esto, sin

problema. Pero es por la gran propaganda en la televisión, lo pinta bonito en colores

llamativos y con su muñequita, por cinco pesos, y el niño quiere la muñequita, una vil

trampa.

En cambio, nos gusta mucho el tianguis, donde todos traen sus productos de sus pueblos.

La tierra es muy pobre, por estos abonos químicos que hemos usado. O por estos

productos que no son “legítimos” que se usa para engordar a la gallina. Mejor criar

nuestros animales y cultivar nuestras verduras, lo hemos platicado mucho, pero

finalmente no nos hemos “arriesgado” todavía. Nos falta ánimo para producirlos.

Entonces, como que el círculo no está completo.

Quizás tenemos que preocuparnos más por las plantas, porque no las cultivamos. Aquí al

lado del centro vamos a sembrarlas en cubetas. Y tenemos muchos frutales para

aprovechar. Por el otro lado, tenemos que hablar con las mamás del kínder, pero luego

nos dicen “sí sólo tienen primaria, ¿qué nos van a enseñar? Hay desprecio, aunque

también se recomiendan venir al Centro de Salud. Pero hay un largo camino que correr

todavía.

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4.8. EL CECACI A. C.

“NO ES UN MERO PROCESO TÉCNICO, SINO ADEMÁS ESPIRITUAL, ORGANIZATIVO Y SOCIAL”

El Centro Campesino de Capacitación y Asesoría Integral (CECACI, AC.) en Zanatepec trabaja sobre todo en los temas de Salud Integral y Agroecología. Sin embargo, la Sustentabilidad Económica no se ha logrado aún, tampoco la Capacitación a grupos e individuos en el municipio. El Centro ha estado en una crisis de sobrevivencia, en parte porque se ha mantenido sin ningún puesto renumerado. Los tequios, un constante aceptado durante la generación de los fundadores –formados durante los 80s y 90s en la pastoral social de la Diócesis de Tehuantepec- no se logró transmitir con la misma facilidad a los jóvenes, que tiene otra mentalidad, otras normas de vida laboral. Esta “crisis de identidad” se observa en todas las organizaciones sociales, pero afectó más aún en estas circunstancias de trabajo voluntario. El sacerdote Leónides Oliva, asesor de la CCC quien –junto con integrantes de CEPAFOS vinieron a compartir sus experiencias con CECACI, habla de la pérdida de la mística de la organización. “Ya no están haciendo pueblo, como antes.”

El Centro de Salud se está levantando nuevamente, el grupo de Agroecología también. El taller que se organizó con el apoyo de CCC y la asociación civil CEPAFOS -las dos formadas también desde la pastoral social- tenía un doble objetivo: primero buscar con y enseñar a CECACI el camino hacia la sustentabilidad económica y buscar entre los tres una alianza estratégica para lograr el objetivo anterior. Indica Abisaid, el joven presidente de CECACI en sus palabras de bienvenida que “la capacitación no es un área muerta, pero no la hemos retomado. Hay muchos egresos, pero no suficientes ingresos. El reto es de cómo mantenerse CECACI sólo, sin depender de algunas instituciones. Ya no podemos depender más de ayudas. Por esta razón acordamos compartir hoy las experiencias para lograr combatir los obstáculos.”

Luego comparten la doctora Irma Nava (de CEPAFOS) y Enrique Zárate (coordinador de comercialización en la CCC) sus experiencias.

Irma Nava: También hemos tenido altibajos. Lo que nos mantiene es el espíritu de trabajo. Queremos rescatar esta parte. CEPAFOS nació hace más de veinte años con el objetivo de ir visitando a comunidades donde no había atención médica. Capacitamos a varios grupos locales sobre el uso de plantas medicinales, la salud comunitaria y atención a la población. Promovemos este uso de las plantas. Hemos recibido apoyos para talleres de capacitación, pero ahora estamos en la etapa en que se está terminando este apoyo. Buscamos ser auto-sostenibles.

En algunos momentos, analizando la situación de la salud comunitaria, nos dimos cuenta que la parte menos rentable es el servicio. No es algo que tú estás produciendo y ahí es difícil de hacer gestiones. Al inicio capacitamos a promotores de salud. Muchos de ellos se mantuvieron durante muchos años, y muchos siguen trabajando. Pero no ha habido un enriquecimiento con gente nueva, animando a los grupos. El trabajo que han hecho las compañeras ha sido el conocimiento de la herbolaria, masajes y algunas terapias, y prevención de enfermedades.

Hace un año y medio hubo cambio de consejo directivo, entró el padre Leónides como presidente de CEPAFOS (aunque sigue siendo asesor de CCC). Él apoya la idea de

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juntar el programa de salud con las comunidades campesinas, porque la economía solidaria tiene mucho que ver con salud. No se trata sólo de la ausencia de enfermedades. Salud interfiere en todo, hasta la falta de empleo afecta la salud. Queremos hacer equipo con grupos que promueven la seguridad alimenticia y saludable, capacitar a los mismos socios y sus familias, y organizarlos en el tema.

Este año empezamos a visitar nuevamente a las comunidades, para animarlas, para que los grupos se mantengan animados. Porque es un fenómeno –igual en CECACI que en CEPAFOS y CCC- que los grupos se desaniman y ya no quieren trabajar. Debemos que buscar esta animación. Para eso tenemos que estar animados primero nosotros, analizando el por qué estamos ahí. El tema de la espiritualidad está ahí presente. Estamos retomando los temas de los Tiendas Comunitarias (TCO).

Otra parte importante es la capacitación, en la línea de educación popular. Implica que los que participamos intercambiamos información. A lo mejor alguien haya tenido la oportunidad de estudiar un poco más, pero en principio nadie sabe más que los otros. Las experiencias de la vida enriquece a todos, intercambiamos conocimientos.

El segundo objetivo es transformar nuestra realidad. Que no se quede sólo en el conocimiento y la transferencia de ello, pero que lo ocupemos para cambiar nuestra realidad. Hay que empezar con nosotros mismos. No podemos capacitar para que otros cambien su forma de ser. Tenemos que incluirnos a nosotros mismos. A veces ni nos damos cuenta que tenemos que cambiar, o no lo aceptamos, pero tenemos que incluirnos. Queremos enfatizar esta metodología de educación popular transformadora y que genera una replica: Los capacitados mañana capaciten a otros. Y de manera desinteresada.

No es un mero proceso técnico, sino además espiritual, organizativo y social. Con estas ideas vamos a los grupos en las comunidades, para ver por qué (no) están organizados bien. Estamos visitando a 15 grupos de forma continua. No queremos que alguien sea protagonista de todo este proceso, pero que se involucren personas capacitadas, que a su vez capaciten a otras, para que todas participen en su propio desarrollo y el de la comunidad.

Nos enfocamos en la promoción de la salud y la prevención de enfermedades. No sólo usamos terapias alternativas pero también la herbolaria, con plantas medicinales de la región y la elaboración de preparados. Sin embargo, no queremos prestar mucha atención a estos preparados, porque finalmente son como medicamentos. Más que nada queremos prevenir enfermedades. Si la obesidad es un problema en mi comunidad, o la diabetes, tengo que cambiar mi estilo de vida, alimentarme mejor. Claro si ya está el problema, tenemos que combatirlo. Por esto estamos trabajando un módulo sobre este tema, tratando la persona y su enfermedad de manera integral.

Nos empezamos a coordinar con los compañeros de la CCC, para ir promoviendo los productos de la misma zona de aquí, para hacer conciencia que si vamos a Aurrera o Soriana, estamos apoyando a los dueños de estas empresas, pero si compramos los productos de nuestros campesinos, nos estamos ayudando a nosotros mismos. Esa es la que se llama la economía solidaria, incluyendo el comercio justo.

Tengo experiencia en comunidades con campañas médicas, y todo regalado a los niños y sus familias. Cuando ya no estaba el proyecto, la gente ya no quería trabajar. Esta estrategia la aplican algunos gobiernos dando dinero a la gente. Es el caso de

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Oportunidades, con el efecto que la gente no quiere hacer un trabajo comunitario, porque no les regalan nada. No estamos de acuerdo con regalar todo a la población.

A veces piensan que porque es ayuda para la gente pobre, no hay problema. Nuestra filosofía es que no porque se trata de gente pobre, vamos a dar una atención pobre. Tenemos que dar atención a toda la gente, sea quien sea, y cobramos de acuerdo a las circunstancias económicas de cada uno. Si alguien realmente no puede pagar nada, no le cobramos. Hay que conocer el contexto de cada uno. A veces ponemos una canasta y cada quien paga de acuerdo a su apreciación del servicio. El servicio se le da igual a todos, pero incluso, si no cobras mucha gente dice que no sirve.

Observa Abisaid, presidente de CECACI y enfermero: “Me atrae la atención que están trabajando a través de módulos. Nuestra casa de salud es modesta y a lo mejor no hayamos hecho suficiente promoción. Simplemente se trabaja en la atención. ¿Crees que podamos aplicar los módulos también aquí?

Irma Nava: “Cuando hablo de capacitación por módulos, me refiero a la metodología, que incluye el análisis social de la sociedad, trabajando sobre todo la parte preventiva. Desde hace varios años se formaron Centros Comunitarios de Salud. Son como unos CEPAFOS pequeños en varias comunidades. El del municipio de Tequisistlán se ha desarrollado (ver recuadro). El módulo consiste en la experiencia de la gente misma para buscar un local. De hecho, lo construyeron (con el apoyo del párroco). La gente misma gestionó apoyos y nosotros la asesoramos. Tiene su mesa de masaje, prepara sus propios medicamentos y capacitan a otros grupos, por ejemplo en Tlacolulita. Se promueven campañas médicas. Tienen un psicólogo y están haciendo actividades de promoción y de educación, además de manejar la herbolaria. Están trabajando bien. Son autogestoras e independientes, capacitan a otros y promueven otro estilo de vida. Ahí también están participando unas personas jóvenes.

Abisaid: Estamos brindando atención de distinto tipo, sin capacitación. Es donde nos atoramos. Damos atención, pero sin plan coherente de trabajo.

Irma: Estás bienvenido a CEPAFOS para capacitarte. Lo que se requiere es un equipo de trabajo. Las consultas es lo último que hacemos, ni promociones, por ejemplo de lavarse las manos, porque ya lo están haciendo en todos lados. Lo que hacemos es promover otro estilo de vida y si queremos hacer eso, tenemos que empezar con nosotros mismos. Además, queremos iniciar un programa de psicología comunitaria.

Abisaid: A lo mejor tengamos ciertos conocimientos, pero no sabemos hacer un plan de capacitación. Contamos con una psicóloga social en nuestro equipo, a quien le puede interesar y que podría cambiar con eso su estilo de trabajo. Además, ¿cómo se podría articular el área de salud con la de agroecología?

Doña Licha, la coordinadora del Centro de Salud: “Hemos trabajado con comunidades de Zanatepec, por ejemplo Yerbasanta. Se hicieron botiquines. Pero todo eso se acabó. Yo me quedé un tiempo sola en CECACI. Siento que es un avance que ahora tenemos doctores que voluntariamente atienden a la gente. Pero como dijo Abisaid, la promoción ya la dejamos. Por el otro lado, la gente quiere pagar por las consultas”.

Irma: Nosotros en salud, promovemos un cambio en la alimentación. Dicen que las verduras son caras, “no nos alcanza el dinero para pagarlas”, nos dicen. Podemos decir que siempre se puede tener alguna hierba en una maceta, pero para el programa de salud lo interesante es que se formen cooperativas para la siembra de hortalizas. Les

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podemos conseguir las semillas, pero también les hablamos de la importancia de hortalizas libres de químicos. No se trata de decirles que ‘coma bien’, tenemos que explicarles cómo. A lo médicos no les interesa si la gente tenga o no los recursos económicos para conseguirlas. Y a veces no es el problema de tierra o de semillas, sino del agua. Ahí nos ha facilitado mucho el trabajo con los técnicos de CCC.

Pero la articulación salud-agroecología no es sola a través de la alimentación, sino también la reforestación, o el humo dentro de las cocinas, que respiran las señoras que usan leña, que provoca problemas pulmonares. Lo mismo con letrinas abiertas, que contamina la tierra. Y si hay pozos, que enseñan cuales árboles son mejores para alimentarles, para cuidar el agua. Tenemos material para enseñar a la gente qué se puede hacer desde su casa, desde las cosas sencillas como llevar su propia bolsa de mandados, hasta llevar su botella de agua en lugar de estar comprando en la calle.

Enrique Zarate (CCC):

Como campesinos podemos hacer muchas cosas, nada más no lo valoramos. Como CCC tenemos muchas áreas. Se formó con cuarenta campesinos, y hasta la fecha son puros campesinos, unos seis mil socios, sin ningún empresario. Se busca la forma de comercializar nuestros productos.

Entre las áreas que tenemos es el de auto-seguro, donde los campesinos se aseguran para los cultivos, en caso de pérdidas. Tenemos la procesadora de productos, la unión de ganado, las cajas de ahorro CAJIN. Son partes de CCC que se ha ido fomentando de acuerdo a las necesidades de los grupos.

La comercializadora es el centro de distribución de ajonjolí, nuestro producto más fuerte en la región. Ha crecido a través de reuniones como esta, por eso creo que es muy importante este paso, porque vamos a ir conociéndonos, aprendiendo el mercado, como ir fortaleciendo la producción y el consumo, productos que nosotros mismos cultivamos. Tenemos que darle el valor que nosotros mismos estamos haciendo. La comercializadora de la CCC se dedica a copiar nuestro ajonjolí, vender la semilla y su aceite. Tenemos que concientizarnos que este proyecto es bueno para todos. Es lo complicado que -como campesinos- creemos que no lo podemos hacer, pero si lo proponemos, vamos avanzando poco a poco.

Este fondo lo vamos fortaleciendo con la venta de otros productos como la Jamaica, mango, frijol, sorgo, cacahuate. No es de un solo dueño, sino de todos los socios. No hay jefes aquí, todos colaboramos. No obligo a nadie a hacer algo, solo propongo. A veces es desgastante, porque ¿cómo convenzo a un campesino que se integre en la agricultura orgánica, que sea consciente del consumo que hace, cómo puede producir y consumir un producto sano, cómo puedo agarrar mi machete o mi arado para labrar la tierra, aunque los químicos están de moda, y echo un fungicida con la bomba, pero todo eso nos perjudica. Entonces, la concientización es lo más importante.

Es proceso complicado. Son 15 años de trabajo en muchas comunidades. Aquí en la región la gente está acostumbrada a echar líquidos. Se explica al campesino cómo se puede asegurar un cultivo para tener un producto sano. En base de eso el campesino estará analizando si es bueno o malo. Porque la tierra es parte de la vida, de nuestra vida. Por eso tratamos de mejorarla para que tengan un producto sano.

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Wim: ¿Tienen las técnicas para lograrlo? En Yerbasanta me estaban hablando de un bicho en el ajonjolí. Dicen que sin químicos difícilmente se puede eliminarlo. Es gente que ya lleva 15 años organizada. En CECACI tenemos compañeros con mucha sabiduría, pero los bichos cambian. ¿Cómo pueden acompañar ustedes este proceso?

Enrique: Sí hay maneras de combatirlos. Tenemos un técnico que se dedica a eso. Regresando al tema de la comercialización: Hemos formado una red de consumidores responsables. Del cultivo viene de elaboración del producto. Estamos estimulando en la región una red de consumidores. Procesamos los productos y buscamos mercado en Oaxaca y en la Ciudad de México. En cada comunidad el socio se compromete a consumir por lo menos un producto de la organización, de nuestras propias cosechas.

¿Cómo funciona esta red y como se compromete consumir sus propios productos? Y ¿cómo de ahí llega a otros consumidores?

A través de la redes entre nuestros grupos, o sea, a través de la estructura de la iglesia. Se van combinando entre salud y producción. Esta alianza tiene como un año que está funcionando. Un producto importante en esta región es la carne, igual que el aceite y la harina de ajonjolí. La carne es sana, no se le dan vacunas convencionales, sino medicinas y alimentos naturales. Un kilo de esta carne es más caro que la carne convencional, pero es natural y rinde mucho más que un kilo en el supermercado. Compramos café de UCIRI y lo distribuimos en la región. Y ellos compran nuestro aceite y lo venden en la región de ellos. Igual lo podrían hacer aquí en Zanatepec.

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5. UNIÓN DE COMUNIDADES INDÍGENAS

DE LA ZONA NORTE DEL ISTMO

Sede: Matías Romero, Tehuantepec,

Oaxaca.

Istmo de Tehuantepec

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5. Unión de Comunidades Indígenas de la

Zona Norte del Istmo –UCIZONI-

5.1. Entrevista a Directivos

“NO SE TRATA DE TOMAR CARRETERAS NO MÁS”

La entrevista inicial es con Juana Ramírez (23 años de edad), el Presidente de UCIZONI

Cristóbal Velásquez (66 años de edad) y el joven campesino Francisco Juárez, originario

de San Juan Mazatlán y Tesorero de la organización. En resumen, explican: “Se fundó

UCIZONI para atender a las comunidades indígenas del Norte del Istmo, que no tenían a

nadie para acudir. Por un lado trabajamos en toda la cuestión de los Derechos Humanos,

por el otro buscamos un desarrollo productivo, alternativo. Estamos en la lucha social, con

una estrategia de negociación acompañada por una presión. Pero no bloqueamos las

carreteras por bloquear.”

Don Cristóbal, presidente y campesino mixe de Río Pachiñé, Guichicovi: “Tengo 22 años que me asocié con esta organización. Poco a poco empecé a hablar en esta palabra, el español. Hace diez años me volvieron a nombrar delegado, repetí tres veces. Ya de ahí, entró la política, con el PRD. Entramos nosotros, con los maestros de Guichicovi. Yo también me metí. Dijimos “vamos a asumir para ganar el palacio (municipal)”, porque estos Priistas estaban tratando mal a las comunidades. Queríamos a una autoridad que apoyaran a las comunidades.”

Había un cacique, que robaba a los cafetaleros del municipio y nombraba a los comisariados ejidales y agentes municipales, y cuando cambió la autoridad municipal, él los nombró. Tenía mucho poder. No había por dónde acudirse, cuando todavía no estaba UCIZONI. La gente estaba muy dejada. Cuando empezó la organización, Carlos Beas y los maestros asociados empezaron a andar con las comunidades. Poco a poco ingresó la gente. Fueron once comunidades de Guichicovi que fundaron UCIZONI. Pura gente mixe. Desde ahí se empezó a movilizar el problema que se tiene en cada comunidad, de terrenos que se quitan, las demandan aunque no había delitos graves. Una calumnia, pero cuando no le conviene al cacique, lo demanda. Inventaba delitos. Poco a poco venía la gente con sus problemas, sobre la gente indígena, la gente pobre. Porque en el 85 no había gente preparada. Y el cacique estaba ordenando a los agentes municipales de investigar quienes estaban con UCIZONI. Pero cuando la gente se dio cuenta que la organización estaba con ellos, empezaron a asociarse. Se juntaron de Santa María Petapa, de Matías Romero, Chimalapas, San Juan Mazatlán y todo el Bajo Mixe: Cotzocón, Yaveo. Ahora ya son 98 comunidades.”

Francisco: “A veces son comunidades enteras, a veces son grupos”. Cristóbal: “Por eso hablamos de delegados, que representan una comunidad. Cada tres meses tenemos una reunión general con ellos. Mientras, estamos recorriendo las comunidades en las ‘subregiones’: Guichicovi, Matías Romero, Lombardo, y Mazatlán. Y aunque tengo más perfil por los años en que ingresé, ahora tenemos técnicos como Juanita, que

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técnicamente sabe más. Soy presidente de la mesa directiva, pero me coordino con ella. Juan Carlos Beas tiene la raíz más grande. Es nuestro asesor.”

¿Está Naax Wiin trabajando con ustedes? Juanita: Ellas tuvieron sus conocimientos aquí en UCIZONI, pero formaron su propia organización. Como UCIZONI estamos haciendo actividades en redes, con varias organizaciones, en el tema de los derechos de las mujeres indígenas. En esta red se formó un comité hace dos años, ahí participamos las dos, juntas con otras, que están promoviendo campañas sobre la salud de la mujer. Entonces tenemos una relación directa con las compañeras de Naax Wiin. Ellas trabajan en el tema de capacitación en temas de derechos de mujeres y salud. Nosotros manejamos varias temáticas, no sólo capacitación.

Gestionamos ante las distintas dependencias, como por ejemplo el programa POPMI de CDI: Apoyo a mujeres en proyectos productivos como la producción de huipiles, borregos y pollos, y la elaboración de totopos, recientemente se incluye la medicina tradicional. Para hombres estamos gestionando ante Reforma Agraria proyectos de ganado. Se incluye la lucha social, cuando una comunidad enfrenta un problema social. Nos sumamos, hacemos un plantón, tomamos las carreteras. A darle. Es un apoyo solidario.

Al nivel nacional UCIZONI pertenece a la Alianza Mexicana por la Autodeterminación de los Pueblos (AMAP). Más allá del desarrollo económico, está enfocada a solidarizarse con otras organizaciones que viven problemáticas similares a las que vivimos aquí. Se trata de incidencia política.

Entonces, hay como dos líneas: La lucha social y la producción. ¿La organización ha crecido? Los delegados y los técnicos implican una estructura. ¿Cómo se logra mantener una organización que está creciendo en cuanto a su territorialidad y en número de socios? Juana: Tu sabes que el gobierno no tan fácilmente suelta el dinero. Este año logramos bajar un proyecto de maíz que benefició a más de tres mil productores. Es uno de nuestros más grandes logros de apoyo económico para que se sostengan en el campo. Se les apoyó con la adquisición de abonos orgánicos, que es un elemento que queremos rescatar. Fue el mismo gobierno que hace años nos impuso el uso de agroquímicos. Y más con la compra de votos: Me das tu voto, te doy un litro de herbicidas, el gramoxone. Se ha ido dando este engaño. Igual en la ganadería y en el café, que afectó mucho a las comunidades, que generó mucha tala de árboles, en Mazatlán hasta derrame de sangre. Ahí mataron al compañero Armando Agustín, un luchador social que a capa y espadas defendió su territorio en contra de la entrada de la Fábrica de Papel de Tuxtepec (FAPATUX), que junto con los caciques promovió el saqueo de los recursos naturales. Todo eso dimensionamos cuando estamos buscando los recursos para mantenernos. Tenemos que tomar carreteras, si no hay otra forma que nos haga caso el gobierno.

El apoyo a los productores de maíz ¿fue por escasez de maíz o porque querían proporcionar las semillas, para que cambien el sistema productivo? Francisco: Fue por las inundaciones que había el año pasado. Con ellas, surgieron plagas que en el Barrio San Antonio arrasaron con todo el maíz. Se solicitó al gobierno del estado tres mil toneladas de maíz como apoyo, pero no hubo respuesta, entonces este año se gestionó en la SEDAF, con Salomón Jara. La propuesta fue para cinco mil productores. Tuvimos reuniones con Jara para tratar de beneficiar a la máxima cantidad de compañeros. Se logró para tres mil, con la propuesta de trabajar con maíz criollo y abonos orgánicos. Le pareció una buena propuesta. Dijo: Vamos a aplicarlo, pero también lo vamos a supervisar, para luego aplicarlo en todo el estado. Contestamos que aceptáramos el reto,

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para trabajarlo con los compañeros. Pero tardaron. Incluso pensamos interrumpir en la Guelaguetza. Finalmente, las dieron.

O sea, la presión social es un instrumento, que se puede usar cuando las negociaciones tarden demasiado. Puede ser complicado, porque por un lado se piden recursos y por el otro se presionan. Debe haber un equilibrio, una comunicación. Juana: Hace poco salieron unos comunicados, porque también a los del PRD se le ocurrió la idea de tomar las carreteras, usando la misma estrategia, pero a ellos no les funcionó muy bien, digamos. No se trata de tomar carreteras no más. Es un proceso más trabajado. Carlos Beas encabeza las negociaciones arriba, junto con otras organizaciones. Últimamente estamos muy relacionados con la organización MAIZ, el Movimiento Agrario Indígena Zapatista. Aquí abajo están las comunidades presionando, arriba las mesas de negociación. Si llegan a un acuerdo en la mesa de negociación, inmediatamente se avisa a las comunidades que están bloqueando. Si no, sigue el bloqueo.

¿Cómo lo platican con las comunidades? En otras partes se dice que en el Istmo con dos cabrones se bloquea la Carretera Panamericana. ¿Cómo se distingue lo que ustedes hacen, de otros grupos? Cristóbal: ¿Cuándo tomamos decisiones, convocamos a una reunión general de los delegados. Tenemos que consultar con ellos para informarles de qué se trata. Ahí sale la autorización de ellos. Si ellos le entran, vamos. Lo platican dentro de sus comunidades. Va a ser un acuerdo entre todos. Otros grupos no dan buena información a las comunidades. Nosotros informamos y explicamos cómo es el movimiento.

Francisco, Guichicovi tiene fama por ser fundadores de UCIZONI. Tu vienes Mazatlán, donde a lo mejor no tengan la misma forma de actuar y quizás tampoco trabajan los mismos temas. Aquí son más campesinos, ustedes más ganaderos. ¿Hay mucha diferencia entre los problemas que ustedes enfrentan? Muy semejante es la desatención por parte del gobierno. De hecho en los municipios de abajo entró PROCEDE y se dividieron los terrenos. En cierta forma esto a nosotros nos debilita. En Guichicovi todo es comunal. Pero vamos todos para resolver los problemas, en conjunto. Hemos tenido problemas de desatención a las personas en su salud. El mismo problema se tiene aquí, pero hay un hospital en María Lombardo que está vacío. No hay doctores ni medicamentos. En otras subregiones pasa lo mismo. Agotamos las negociaciones con el gobierno, pero cuando no nos atienden, vamos a bloquear. Otras organizaciones bloquean sólo por bloquear, no tienen personas negociando al mismo tiempo.

Entonces, tienen una serie de problemas en común. Si hay un problema en Guichicovi, se suman los de otros municipios en defensa, para resolverlo. Pero supongo que no siempre se logra un consenso. Cristóbal: Siempre hay compañeros que no se llegan a entender, pero tenemos que pedir cuántos están de acuerdo. Alzan las manos. Cuántos no. Ahí analizamos qué hacer. Después vuelven a platicar. Se muestra la unión en lo adverso. Los que no están de acuerdo siguen apoyando. Empiezan a explicar entre ellos mismos. Abrimos un espacio para que ellos opinen. También muchos no hablan español, otros no hablan mixe. Ahí entramos, para explicar. Bajo un consenso se ponen de acuerdo. Pero tampoco obligan a los que no pueden salir. Tenemos que respetarlos. Los que llegamos, sumamos; pocos niegan. Si no quieren, es porque todavía no entienden. Tenemos que informar bien, para que lleven la información a la comunidad.

Hay gente que dice que el PRD está pagando a grupos de UCIZONI. ¿Les afecta eso? Juana: Se estaba diciendo en los medios de comunicación, que UCIZONI estaba

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bloqueando las carreteras con el PRD. Desmentimos que pertenecemos a algún partido político. Nuestro objetivo es la defensa de los derechos humanos, pisoteados por los caciques. O del gobierno anterior aun no se van los efectos. Hay comunidades donde el PRI con sus caciques reinan. Mientras que tengamos claros nuestros objetivos, no creo que eso nos afecte.

Francisco: Cuando uno está hablando mal de nosotros, significa que estamos trabajando bien. Si no hablan de nosotros, sería preocupante. A muchos no les gusta cómo estamos apoyando a las comunidades, a los indígenas que a veces no hablan bien el español y que en los juzgados son discriminados. Por eso, tres licenciados nuestros les dan acompañamiento, con un traductor. En los ministerios públicos hay mucha corrupción y sus raíces profundas no se remueven fácilmente, aunque finalmente la gente comprende que estamos trabajando para la buena causa, no para beneficiarnos personalmente. Ni los directivos podemos decidir si vamos a bloquear. Siempre lo consultamos primero con los delegados.

Juana, ¿puedes explicar las visitas a distintos grupos? Van desde totopos hasta protestas contra las tarifas de la luz, pero a lo mejor formen parte de la misma lucha. No todas las comunidades han tenido el mismo éxito. Aquí de por medio es cómo se organiza la gente. Mañana vamos a recorrer una comunidad que se llama Ocotal, a 25 minutos de Guichicovi. Ahí hay un grupo de diez mujeres que están trabajando los huipiles, financiado a través de la CDI. Hacen huipiles de cadenilla. Lo trabajan en máquina de coser, es un proyecto exitoso de la comunidad. Cada quien trabaja en su casa, pero se juntan para ver cómo se organizan. La mayor problemática de estas mujeres es que los agarran muy baratos. Personas de Juchitán y de otros municipios los compran a bajos precios. Es el famoso coyotaje. Desde ahí se ve que no se valoran el trabajo de la mujer. Este proyecto ha ayudado a que estas mujeres se valoren, que ya no vendan sus artesanías y que ahora son auto-suficientes. Algunas de las mujeres no tienen esposos o que han migrado. Pero además, es una fuente de empleo. Son sus propias jefas, trabajan en casa. Hay también mujeres entre ellas que se dedican a hacer totopos. Este es su primer proyecto. En Río Pachiñé, a 15 minutos de Guichicovi, son tres grupos de mujeres que se dedican a huipiles y totopos. Están rescatando lo que hacían sus abuelitas y mamás, y a la vez es una fuente de empleo.

¿Hay diferencias por los contextos en que viven o su grado de organización e identidad? En Ocotal, las mujeres tienen una manera diferente de trabajar. El compañero Cristóbal las ayuda con las gestiones. Cuando no había proyectos, las mujeres fueron a la ciudad a buscar trabajo. Ahora están rescatando la producción de huipiles. Se trata de auto-empleo, de sustentabilidad y de desarrollo. Lo que hace la diferencia es su forma de organizarse. En muchas comunidades de Guichicovi se piensa que la producción de huipiles es trabajo de mujeres. En Pachiñé también hay varones que se dedican a ella. En el grupo Caracol, dos compañeros están elaborando huipiles, ya lo hacían. Salieron a buscar trabajo fuera, pero con este proyecto volvieron a producir huipiles.

Veamos estos dos tipos de actividades (huipiles y totopos), pero ¿cuáles actividades tienen estas comunidades? Juana: Se dedican a la producción de maíz y frijol, y un poco de ganadería. La agricultura es de auto-consumo. Francisco: En Mazatlán Bajo hay ganadería, maíz y producción de cítricos. El maíz rinde hasta siete toneladas por hectárea, pero con muchos agroquímicos. Aquí es una tonelada, hasta a veces menos. Influye la calidad del terreno. En Mazatlán Alto no se trabaja el huipil, ni el totopo. Aquí las mujeres tienen su oficio, allá no.

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Fomenta UCIZONI el uso de los agroquímicos o la agricultura orgánica? Francisco: Impulsa ahora abonos orgánicos, incluyendo la lombricomposta, antes fueron agroquímicos. Es algo que cuesta bastante, porque lo que quiere la gente es ahorrar tiempo. Es más fácil tomar su bomba, meter un poco de gramoxone y echarle. Se van por lo más fácil.

O sea, ¿la organización está dando una reorientación? Juana: Así es. Sabemos que estos elementos compuestos dañan a nuestra salud. También estamos aplicando el Pica Pica Mansa. El compañero Ángel, de Mogoñé Viejo, lo retomó en su milpa. Los agroquímicos han acabado con varias plantas comestibles. Queremos reorientar para que se rescate la forma original de la milpa, con su maíz nativo. Estamos en contra de los transgénicos. Se ha comprobado que genera cáncer entre las ratas. Estamos organizando talleres de capacitación y de sensibilización para que la gente conserve sus maíces. Es difícil sacar de la cabeza que con los agroquímicos y maíces híbridos se produce más.

Cristóbal: Antes, cuando la gente estaba usando tárpala y machete, antes estaba zacateando, limpiando su milpa, y quemaba la hierba, pero no usaba químicos. Se daba bonita la cosecha. Al principio con los agroquímicos se dio más bonito, pero ahora ya no están sirviendo mucho. Al contrario, afectan, porque tampoco está lloviendo igual que antes. Porque igual echan, viene la sequía y el calor, y se quema la raíz. No desarrolla. Los mismos campesinos ahora lo están analizando. Y viene UCIZONI e informa lo que está pasando, y por qué. No sólo se está dañando la tierra, sino también a lo humano. Pero muchos no se preocupan, porque hasta en las etiquetas se dice que se necesitan usar guantes, cubre bocas, lentes, pero no se preocupa su salud. Tenemos muchos compañeros de 30, 40 años y ya no pueden ver. También he usado la bomba, pero cuando echas el químico, se te echa encima de ti también.

Desde los setentas cuando el INI estaba promoviendo el uso de químicos, se desarrollaron enfermedades que antes no había en el campo: enfermedades de la piel, tumores, cánceres. Ha sido por el contacto y el contagio. Y atacan muchas plagas que antes no había, cuando se tenía la biodiversidad de la milpa. La tierra ya no tiene las mismas defensas. En cuanto a los híbridos hay otro elemento: La propiedad de las semillas. Con los transgénicos está claro que el campesino tendría que comprar las semillas en el mercado. Juana: Hasta afecta a las compañeras que hacen totopos, porque el maíz del mercado pierden su sabor y salen duros.

Lo mismo que se está diciendo de las estufas Lorena. Lo cultural es muy importante. ¿Son temas que se platican con las compañeras? Juana: Sería bueno abordarlos con ellas, porque no sólo se dedican a los huipiles, también al campo. Será importante recoger sus opiniones. Hace unos años hicimos un video que se llama “Los Senderos del Maíz”. Se entrevista a una exautoridad de la comunidad Yerbasanta que comparte cómo ha cambiado la tierra y que ahora gasta más en los químicos que cuando estaba usando tárpala. Está usando abono orgánico ahora.

En los últimos veinte años se ha dando un cambio en los patronos alimenticios en los pueblos, con todas sus enfermedades y la obesidad, como consecuencia. ¿El tema de salud pública, lo están abordando también como organización? Cristóbal: Antes, cuando yo era chamaco, no conocíamos los refrescos. Mi padre finado llevaba pozoles al campo. Con panela, porque antes se cultivaba caña y había trapiches. O agua de limón criollo, o de tamarindo. Y la gente tomaba si atole, comía su frijol. Era buena comida. La gente comía su hierba mora, su quelite, su verdolaga. Mi papá sembraba yuca, camote, caña, melón, sandía. Se daba bonito. Nunca conocíamos este abono

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químico. Mis papás nunca fueron a comprar plátano en el mercado, aquí se daba. Y nunca compramos huevo de granja, porque teníamos del rancho. Había muchos abuelos de 90 años que caminaban y veían bien. Cuando yo tenía veinte años, eso empezó a cambiar. Qué bueno, como dicen, cuando llegó la carretera. Todo se puso alegre. Pero también empezó toda la contaminación. Ahora nos toca consumir lo que nos está afectando. Los abuelos no sabían qué era diabético o cáncer. No había muchos médicos. En Guichicovi había curanderos que usaban medicamentos naturales. Antes no veíamos que diario se moría la gente. O cuando se aliviaba la gente, nunca fueron a hospitales, sino en casa con la partera. Ahora hay clínicas, la gente embarazada tiene que pasar cada quince días. Pero ahí, desde el inicio está el problema con el embarazo de las mujeres. ¿Quién sabe qué les está afectando?

Es curioso, en muchas partes de Oaxaca, donde he entrevistado a personas de su edad, me cuentan lo mismo. Parece que tenemos que combatir la modernidad. ¿Qué hicimos mal como sociedad, como “civilización”? Todos anhelamos tener carretera, pero con ella no se vende mejor el café de aquí. Claro, cuando no había carretera, la gente sufría. Salía a vender producto en Matías Romero, cargándolo. La gente se ponía muy contenta cuando llegaba la carretera, porque inclusive entraban para comprar aquí mismo el producto. Lo que aquí se echaba a perder, como el mango, la naranja, el plátano, se lograba vender. Pero también entró todo lo que nos perjudica, toda la contaminación: El refresco, productos enlatados. La gente antes llevaba sus canastitas, en lugar de bolsas. Y por supuesto los agroquímicos de que ya hablamos.

Hay gente de edad, que ha visto cómo fue antes. En eso está trabajando la organización ahora. En nuestra familia todavía se hace el pozol, el atole, aguas de fruta. Pero la mayoría ya no tiene metate, donde se molía la masa, y lleva su masa al molino. No queda igual el sabor. Los jóvenes de ahora ni saben moler con metate, ni saben hacer la tortilla. Compran en la tortillería. Entonces, ¿dónde va a aprender la hija? En la mañana corre el chamaco a la tienda para comprar su marucha. Esto es su desayuno. Muchos jóvenes ni saben que es un quelite.

El mismo gobierno te está obligando a negar y olvidar estos productos, te obligan ir a la clínica. Si tú tienes Oportunidades, no puedes ir con una partera tradicional. ¿Está la gente preocupada por retomar las buenas tradiciones en la comida y medicina? Juana: Durante los talleres de capacitación entre mujeres y hombres se nota su interés por la medicina tradicional, porque ahí están compartiendo sus experiencias. Dicen que la medicina moderna ya no les hace efecto. Yo tenía problemas de riñones, fui al medico, pero no me ayudó. Ahora, mejor los tés de Aurelio, el médico tradicional que se está impartiendo los talleres. Sí me sirvieron. Se dice que antes la gente se moría del susto, pero ahora se muere del estrés y de la diabetes. Y te sacan miles de pesos por una cesárea o un tratamiento.

¿Se puede reconciliar la modernización con la sabiduría tradicional? O ¿nos va a comer a todos parejos? Es lo que estamos luchando y gestionando, para que haya servicios mixtos, donde también los médicos tradicionales tengan reconocimiento y que la gente pueda escoger a donde acudir. Que haya opciones, en lugar de imposiciones. Estamos organizando ferias de maíz, donde se fomentan intercambios experiencias. El Zapote todavía tiene siete variedades de maíz.

Desarrollo Integral con Presión Social:

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“Había un cacique, que robaba a los caficultores y nombraba a los comisariados ejidales y agentes municipales, incluso a la autoridad municipal. Tenía mucho poder y no había por dónde acudirse. La gente estaba muy dejada. Desde su inicio en 1985, UCIZONI empezó a asesorar a las once comunidades de Guichicovi que la fundaron. Pura gente mixe. Desde ahí se empezó a movilizar por los problemas que se tiene en cada comunidad, de terrenos que se quitan, las calumnias del cacique, que inventaba delitos. Venía la gente con sus problemas. No había gente preparada. Pero cuando se dieron cuenta que la organización estaba con ellos, empezaron a asociarse. A veces son comunidades enteras, a veces grupos.”

Ahora, UCIZONI también gestiona antes las dependencias: Apoyo a mujeres en proyectos como la producción de huipiles, borregos y pollos, de totopos, la medicina tradicional, y para hombres proyectos de ganado. También se incluye la lucha social, cuando una comunidad enfrenta un problema. “Nos sumamos, hacemos un plantón, tomamos las carreteras. A darle. Es un apoyo solidario, como ahora con San Dionisio del Mar, por su protesta contra el Parque Eólico.”

UCIZONI pertenece a la Alianza Mexicana por la Autodeterminación de los Pueblos (AMAP). Su lucha va más allá de gestionar proyectos productivos, más allá del desarrollo económico, está más enfocado a solidarizarse con otras organizaciones que viven problemáticas similares a las que viven en el Istmo. Se trata de incidencia política.

Explica Juana Ramírez, una joven que está en el departamento de la comunicación: “El gobierno no fácilmente suelta el dinero. Este año logramos bajar un proyecto de maíz que benefició a más de tres mil productores. Era un grande logro. Se les apoyó con abonos orgánicos, que es un elemento que queremos rescatar. Fue el mismo gobierno que hace años nos impuso el uso de agroquímicos. Y más con la compra de votos: me das tu voto, te doy un litro de herbicidas, el gramoxone. Cómo se ha ido dando este engaño. Igual en la ganadería y en el café, que afectó mucho a las comunidades y generó hasta derrame de sangre. Todo eso dimensionamos cuando estamos buscando los recursos para mantenernos. Tenemos que tomar carreteras, si no hay otra forma que nos haga caso el gobierno.”

Cuenta que también a los del PRD se le ocurrió la idea de tomar las carreteras. “Pero no les funcionó muy bien, digamos. Porque no es nada más tomar carreteras. Es un proceso más trabajado. Aquí abajo están las comunidades presionando, arriba las mesas de negociación. Si llegan a un acuerdo en la mesa de negociación, inmediatamente se avisa a las comunidades que están bloqueando. Si no llegan a un acuerdo, sigue el bloqueo.”

Don Cristóbal: “¿Para tomar decisiones, convocamos a una reunión de los delegados. Tenemos que consultar con ellos para informarles de qué se trata. Ahí sale la autorización de ellos. Si le entran, vamos. Lo platican dentro de sus comunidades. Es un acuerdo entre todos. Explicamos cómo es el movimiento. Primero las negociaciones con el gobierno, pero cuando no nos atienden, vamos a bloquear. Otras organizaciones bloquean sólo por bloquear, no tienen personas negociando al mismo tiempo, ni informan bien a las comunidades. Aquí nos distinguen.”

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5.2. Visitas a comunidades

EL OCOTAL, GUICHICOVI

Visitamos a un grupo de artesanas afiliado a UCIZONI. La presidenta es Sonia, de

apenas 25 años de edad. Se trata de un grupo de diez mujeres mixes beneficiado con un

proyecto del CDI gestionado con UCIZONI, para fabricar y vender huipiles, que es una

actividad tradicional, pero no había apoyos para las productoras. En algunos casos los

esposos apoyan en la confección de los bordados. Se usan máquinas de coser. Varias de

las mujeres no entienden el español.

Los trámites duraron 4 meses. Son recursos para la tela, hilos y otros materiales. Están en la primera etapa de tres posibles, según reglas de operación del CDI. Iniciaron en julio, con una duración de 18 meses. La CDI da un taller inicial para explicar el proyecto, objetivos, responsabilidades.

Las ventajas del trabajo organizado: Cada artesana trabaja en su casa, pero como grupo ahora se vende por volumen, aunque siguen dependiendo de intermediarios. Venden sobre todo en Guichicovi. Las mujeres trabajan generalmente en la noche, cuando han acabado sus otras tareas. Pero igual en el día “mientras el frijol se está hirviendo, tejamos”. Formaron un fondo de ahorro, donde cada socia aporta un promedio de 300-500 al mes. Tienen garantizado el material gracias al fondo de ahorro

Han vendido unos 80 huipiles, pero no llevan un buen registro contable, ni de los costos. Calculan un ingreso de 1,500 a 1,800 al mes. El mercado para los huipiles sigue siendo un problema, igual para los totopos que hacen. Calculan que un huipil, comprado en 300 pesos en Guichicovi, se vende entre 1000 y 3000 pesos en Juchitán. Estamos hablando de una semana de trabajo. Antes vendían para poder comprar los nuevos materiales; ahora, gracias a sus ahorros, compran por mayoreo.

La localidad, de unos 1200 habitantes es muy pobre, con casas de adobe, palma y otras de materiales. No cuenta con pavimento, y tienen agricultura de subsistencia. Artesanías: Hay un anciano que compone sones y elabora jaranas y las mujeres también elaboran totopos y los venden fuera. Población: Cerca del 50% de la población mayor de 15 años es analfabeta y sobre todo entre mujeres hay un alto grado de monolingüismo. Hay 152 ejidatarios, pero hay más avecindados sin tierra. Se usan muchos agroquímicos.

Política: Hay disputa entre PRI-PRD por el control. El mismo PRD, que originalmente ha sido un aliado, ha perjudicado mucho en Guichicovi. Había un proyecto de ganado, pero

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el coordinador del proyecto salió y se fue con el PRD; no reintegró el dinero y de un terreno. Se fueron 25 socios con él. Y “la autoridad nos da la espalda. Por estas maniobras, la comunidad está dividida. Todos los políticos son malos, votan por ‘el mismo malo’.” Por la división política, UCIZONI ha perdido presencia. En El Ocotal, después de una relación de diez años, cuenta con 85 socios activos.

Los Problemas: La mayoría del grupo no tiene acceso a terreno; hay insuficiente producción de alimentos; servicios médicos deficientes: la Casa de salud no tiene médico e la infraestructura sanitaria es inexistente. Además hay falta de equipo y libros en la escuela, no hay acceso a internet, y siguen las disputas políticas.

RÍO PACHIÑE, GUICHICOVI

En Río Pachiñe más de treinta productoras de huipiles nos están esperando. Cuando

llegamos, se levantan para colgar sus huipiles terminados en un mecate, una exposición

colgante e itinerante de sus trabajos. Hay tres grupos de mujeres: El Caracol, formado

por 11 mujeres; Gardenia, con 9 personas; y Azucena, con 11. En esos grupos participa

la cuarta parte de las mujeres de Río Pachiñe. Hacen huipiles bordados a mano y con

costura. Para el inicio del proyecto hace dos años fueron asesorados por la UCIZONI. Se

juntan cada mes, “hay pláticas de UCIZONI, así comentamos más, cómo va cada quien”.

Cada quien trabaja en su casa. Han adquirido máquinas de coser con el proyecto, además

de recursos para los materiales. La máquina cuesta 9 mil pesos.

Siguen dependiendo de intermediarios, aunque han ido a algunas ferias y eventos regionales, pero les resulta difícil salir de casa por sus tareas y en muchos casos por el mal manejo o desconocimiento del español. La confección de un huipil cuesta de 2 a 3 días, y valen entre 250 a 600 pesos. Hacen otros diseños además de los tradicionales. Es una tarea tradicional, “yo aprendí a los 11 años”, afirmó una de las productoras. Las ganancias sirven para apoyar los gastos domésticos. “Lo que nos hace falta es un catálogo de nuestros trabajos. Por el otro lado, nos falta el valor para vender. Varias tías no saben leer. Y nos falta una política de precio.

Además, se presentó un grupo de productoras de totopos, de 14 socias, apoyado con fondos de SEDESOH. El apoyo es para maíz, cal y leña. Producen totopos con frijol, de coco, de tomate y de calabaza. Una carretada de leña cuesta $250 pesos y dura 4 días sí se hacen a diario. Se venden a $30 pesos el medio ciento. Hay de varios tipos. A veces venden de 150 a 200 pesos en promedio. Hay intermediarios de Juchitán que llegan a la localidad.

El trabajo organizado: “Tenemos que respetar la hora, tenemos un reglamento. Lo levantamos entre todas”

La comunidad es mixe, con 1,275 habitantes (INEGI, 2010); 37% población analfabeta.

MOGOÑE VIEJO, GUCHICOVI

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Esta comunidad ayuuk (mixe) tiene 856 habitantes, con camino revestido desde

1973. Mogoñe significa “Agua de hoja de maíz”. Es una de las 46 comunidades

del municipio de Guichicovi. “Antes la gente era más pobre, no había transporte.

Había más maíz, pero no había forma de irlo a vender. El peso tenía más poder

adquisitivo, ya no rinde. “Antes se hacía maravillas con 20 centavos, ahora ni con

20 pesos”. Se ha creado un espíritu de competencia así como ‘¿Si él tiene, por

qué yo no?’, antes todos éramos iguales”.

En la agencia Mogoñe Viejo visitamos al grupo “Las Aves” que tiene un proyecto de aves de rancho apoyado por CDI, vía UCIZONI. “Queríamos tener pollos de rancho para mejorar nuestra economía, porque son más sanos”. Hay producción y mercado, pero hace falta un centro de acopio.

Agricultura: En la milpa se trabajaba con tárpala y machete, ahora con tractor y agroquímicos. Toda la población sigue siendo campesina, pero ya no se trabaja igual que antes. “Antes había mucha hortaliza: quelites, la misma tierra lo producía. Con los agroquímicos han desaparecido y la tierra se volvió más vulnerable a las plagas. También UCIZONI promovía los agroquímicos, pero ahora está apoyando para el uso del “pica, pica” (abono verde).

También respecto a la alimentación ha habido cambios drásticos: La comida era natural, ahora con los productos industriales hay aumento de diabetes. Ahora muchos compran la marucha. “La nueva generación está asumiendo esa actitud”.

UCIZONI, vía PRD, ha apoyado para varias obras. Ahora hay diferencias con autoridades y -como en las otras localidades visitadas- ha habido una contracción de socios. Antes, toda la comunidad estaba con la organización, ahora unos 100.

Entrevista:

Juana (traduciendo la tía): Gracias a UCIZONI hay recursos para la siembra. No había transporte antes. Alguien que quería vender su cosecha, no regresaba el mismo día. Había suficiente producto, pero no había manera de venderlo por falta de transporte. El centro de abasto de todos los pueblos circunvecinos era Matías Romero. Incluso para llegar a la cabecera de Guichicovi teníamos que madrugar, para llegar a las once del día. Ángel: Fui con mi abuelo a lomo de bestia. Estamos hablando de unos 45 años. Entre el 72-73 se hizo una terracería. Hace diez años se pavimentó hacia la cabecera.

Con eso no se mejoró la situación para todos, opina Ángel: “Siempre hay desigualdad. Yo he estado fuera durante 24 años. Regresé hace diez años. Vivimos en Minatitlán, mis hijas no querían regresar acá. Esta calle en frente no estaba pavimentada. Cuando me aburrí en la ciudad, les decía “vámonos a mi pueblo”, porque en la ciudad todo es con dinero.

Elvia: Dijo “allá la vida está gratis”, y yo preguntándome “donde está gratis la vida”. Ángel (bromeando): Está gratis, pero hay que trabajar. Mis hijas me decían: Oye papá, ¿qué vamos a hacer allí?, es puro lodo. El transporte ha mejorado de 2000 para acá. Cada cinco minutos están pasando las camionetitas. Les decía a mis hijas: ‘Llegando, voy a promover que hay transporte’. Era como yo estuviera adivinando, porque cuando llegamos lo estaban pavimentando. UCIZONI para ese entonces estaba impulsando que un compañero nuestro llegara a la presidencia municipal. Y sí, en el 2001 se ganó la

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presidencia municipal a través del PRD. Con compañeros de UCIZONI se derrotó el PRI. Y se dio la instrucción que trabajara para la gente. Se hicieron muchas obras. Ahora ya no quieren soltar el poder. Pero se hicieron obras en casi todas las comunidades de Guichicovi. Aceptamos que se requieren de caminos, aunque las carreteras grandes también nos han complicado la vida.

¿Cómo ha cambiado la situación para los campesinos aquí en los últimos diez años? Elvia: Cómo echan muchos químicos, ya no produce la tierra. Mi papá trabajaba con puro machete.

Desde que está el camino, ¿han tenido que comprar más productos (que antes tenían ellos mismos)? Ángel: Antes se cultivaba mucha hortaliza, quelite por ejemplo. La misma tierra lo producía, sin necesidad de sembrarlo. Con los químicos se han ido desapareciendo estas especies. Los cultivos ya no resisten tanto a las plagas y se han vuelto más vulnerables. Aquí en algunas partes sigue siendo natural la siembra, con estaca, pero en la limpia ya se usa el herbicida. Quizás la misma empresa que abastece de estos químicos, ha creado estas malezas, que son bien difíciles de extinguirse. Fumiga uno, y ya se levanta otra vez. Es un zacate que se reproduce rápido. Antes, con la tárpala uno tenía el tiempo para limpiar una, dos hectáreas. Esta maleza se está levantando junto con el maíz. Nos obliga fumigar, pero con eso desaparecieron los tomatillos ricos. Ya no hay en la milpa.

Al principio UCIZONI impulsaba estos agroquímicos, tal vez sin saber qué daño estaba haciendo. Ahora está impulsando la pica, pica. De alguna manera está extinguiendo este zacate. Otra gente no lo entiende, está muy arraigado el uso de los químicos. El zacate vino junto con los químicos. Ángel: La maleza para la milpa fueron estas plantas que para nosotros fueron alimentos, como los quelites. Este zacate no se puede comer, además por el ahuate ni se puede tocar.

Todos estos cambios han generado cambios en el consumo de forma muy drástica. Ángel: “Casi nadie se enfermaba por la comida, toda era natural. Ahora muchos se están enfermando de diabetes por el consumo excesivo de los refrescos embotellados. A las amas de casa ahora se les hace fácil comprar una sopa marucha.

Doña Elvia, enojada: “A los chamacos les antoja esto, y les digo ‘ándale pues, vayan a comer plástico’. No sé si ha cambiado el ritmo de vida en las familias o sí es por flojera. Generalmente yo cocino, en caso de una emergencia compro un pollo rostizado.”

El proyecto de pollos surgió para generar ingresos familiares. Por razones de salud, las mujeres optaron por pollo de rancho, que son alimentados con maíz y con verduras que sobran en el mercado. La idea es mejorar la economía, porque la producción actual del campo no nos sostiene. Por eso surge la necesidad de solicitar este proyecto. Ángel: “El peso tenía más poder adquisitivo, ahora ya no rinde. Además se ha creado un espíritu de competencia. Todos vivíamos en casas de palma. Pero ahora empieza a construir y si ves un vecino construyendo una casa bonita, dices tu “¿Y por qué yo no?” No había mucha necesidad de gastar. Delia: Ahora que hay luz, entonces compro mi televisión y mi radio, mi computadora. Elvia: “La gente ya no vive por vivir, pero a través de lo que tengo. Entre más tienes, más quieres. Ya no me conformo. Yo doy gracias a Dios por lo que tengo. No me busco lujo, para lucir.” Son cosas que de alguna forma se platica en la organización, aunque –admiten- “no lo hemos hecho a fondo”.

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¿Y el proyecto de las gallinas? Elvia: Surgió el proyecto para trabajar en grupo. A algunas no les gustó y sólo quedamos cinco. Todas somos socias de la organización. Ellos dijeron que había proyectos y nos preguntaron qué proyecto queríamos. Lo que otorga la CDI con su programa POPMI es para mujeres. Los grupos mixtos son con la Reforma Agraria. UCIZONI hizo la gestión y el grupo se formó a través de la convocatoria.

No para todos los proyectos se requiere mucho dinero, opinamos. ¿UCIZONI está fomentando que todos tengan sus verduritas y frutas al lado de la casa? Ángel: “Sí lo está estimulando, aunque no con proyectos. Hay talleres y asistencia para que ya no usemos químicos, de cómo mejorar los suelos. Y como la gente se dedica el 100% al campo, de ahí sale para su consumo. Pasó la cosecha del mango, pero viene de la naranja. Así siempre hay. Pero hay necesidad de crear como un centro de acopio, porque a veces cuesta más llevar los productos que lo que se vende. Sobre todo sucede eso con los cítricos, hay mucha producción de limón en la región.

¿No han pensado en procesos de transformación de estos productos, para darle un valor agregado? Ángel: “Se está pensando en eso. Incluso en San José El Paraíso, muy metida en la sierra, se está pensando en una deshidratadora para cítricos. No se tiene la experiencia todavía, pero sí se está pensando. UCIZONI está trabajando con un centro de acopio de maíz, de donde se vende a socios que tengan escasez de producto.”

BARRIO SAN ANTONIO, GUICHICOVI

En San Antonio se han juntado 14 personas en un patio, de las cuales cinco son mujeres

en trajes típicos. A ellas, la comunicación en castellano cuesta. Dan la impresión que

medio entienden, pero no contestan. Antes de empezar el taller visitamos a Laurencia

Jacinto Hernández en su cocina. Tiene 41 años de edad, y a los 10 años de edad empezó

a hacer totopos. En promedio hace unos 500 al día, para los cuales necesita una arroba

(12 kilos) de maíz. Se vende en unos 40 pesos el cien. Para aguantar se alimenta todo el

día con agua de masa. Trabajando así con mucho calor, gana neto unos 100 pesos. San

Antonio es un barrio de apenas 230 habitantes. Más de la tercera parte de los

habitantes mayores de 15 años es definida por INEGI como analfabeta. Los jóvenes

salen a buscar trabajo estacional en la región.

Hablamos de la disminución de la agro biodiversidad y cambio climático: “Antes había guías de calabaza, quelites, chayotes, hierbabuena, verdolaga, hierba mora, chaya y cacería. Con los agroquímicos desaparecieron, ahora es puro zacate. Había bejuco de gallina o rojo, que se revolvía con masa, esto alimentaba a las gallinas.”

“Se cosechaba más en la parte alta, ahora la tierra se desmorona y se marchita”. Hay dos ciclos: el chahuitero (húmedo), que da más rendimiento, y el temporal, que se siembra en junio.

En 1998, vía UCIZONI, inician los agroquímicos, ya no los promueven desde hace 4 años atrás. Están trabajando ahora un vivero bio-intensivo de calabacita, hay orientación de UCIZONI.

Hay dos ciclos: El temporal se siembra en junio que da como una tonelada, el de la humedad –el chahuite- se sembraba antes en diciembre. Ahora, ante los cambios climáticos se siembra al principio de noviembre. Da dos toneladas por hectárea. En promedio siembran en promedio media hectárea. Hay dos tipos de maíz, el olotillo, de 6

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meses, y el zapalotillo, que se plaga muy rápido. Antes no existía el gorgojo, ahora hasta hay dos tipos.

El grupo lleva diez años trabajando con UCIZONI. Antes eran 100% priistas, pero no había apoyo, ni alumbrado, ni escuela. Cuentan: “Ni sabíamos qué era PRD o UCIZONI. Pero ganó el profesor Rayniel Mijangos en la presidencia municipal por parte del PRD, UCIZONI los invitó ‘éntrenle con nosotros’. El presidente trabajó bien durante dos años, después ya no. Volvió a ganar el PRD pero se distanció de UCIZONI.” Actualmente se pelean el PRD y el PRI por el poder en la población, comentan los anfitriones: “Ya se están repartiendo despensas para presidencia municipal en 2013”.

Este año UCIZONI logró bajar 23 proyectos con CDI para el área de Guichicovi. UCIZONI da asesoría y seguimiento. “Ha mejorado un poco nuestro nivel de vida.” Son siete hombres, siete mujeres. “Luchamos por tener equidad”. El programa de borregos para el grupo El Llano (siete socios) fue de 60 animales para engorda y cría, pero en la actualidad solo tiene nueve animales, la mayoría preñada. Con la venta de los borregos se ha formado un fondo común. El problema para la comercialización de los animales es que nadie tiene un carro para ir a venderlos. Vienen acá, compran, pero baratos.” Por el otro lado, todas las señoras elaboran totopos.

Por el otro lado ahora hay más enfermedades. “Los conservadores provocan enfermedades, hay cánceres, tumores, gastritis.” Se ha erradicado sarampión y tosferina.

Los campesinos observan los cambios climáticos, que ubican desde 1998. “Hay más calor, quema más el sol.” Parece ser un año clave, en que UCIZONI decidió dejar de promover los agroquímicos, pero fomentar la transición hacia un desarrollo más sustentable.

EL ZAPOTE, GUICHICOVI

Es una agencia de Guichicovi, pero con una población mixteca de más de 400 habitantes.

Aunque la mayoría ha nacido ahí, cerca de Palomares, todos hablan todavía su lengua

original, el mixteco. Cuenta la historia es el maestro Estanislao España:

“Es una colonia agrícola, fundada en 1957 por trabajadores llegados de Yucuhití, quienes fueron contratados para labores de desmonte. Era una montaña virgen. Les gustó y se quedaron Había muchos animales, ahora extintos. Eran terrenos de una compañía petrolera gringa, expropiados por la Comisión del Papaloapan y abiertos a la colonización. Se trabajó el arroz y luego la ganadería, para lo que sembraron pastos, desmontando la vegetación. “

Eran pocos al principio, pero poco a poco llegaron más familias de Yucuhiití: “Trajimos sones y chilenas. Están intentando vincularse con Yucuhití.

La tierra: Cada quien tiene su parcela. No hay muchos terrenos, muchos se han ido al norte –EU-. Tiene categoría de Colonia Agrícola-Ganadera. Con las reformas al 27 se opta por conservar la categoría de Colonia, pero 25 de los 109 propietarios optan por la forma de pleno derecho del terreno, sin ningún acuerdo de Asamblea.

La invasión: En 2011, el ahora diputado federal por el PRD, Hugo Jarquín Jara, vía la organización “Ocho Regiones” y su representante local Sergio Toledo Carrasco entran al

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predio el 22 de septiembre del 2011, con palas y machetes, usando al PRD como cobertura; meten máquinas para desmontar. Ellos llevan invasores de la colonia vecina Independencia, apropiándose del lote 66 del Zapote. Son 25 hectáreas. La colonia tiene 3,309 ha. Jarquín y Toledo se han dedicado a amedrentar a las autoridades y la población. El 15 de junio del 2012 se decide entrar al terreno, que pertenece a Aurelio López. UCIZONI está dando asesoría y seguimiento al proceso. Además existe ahí Antorcha Campesina, que no juega un papel muy claro en este conflicto.

Como una presión probable vía Jarquín la PROFEPA pone una multa este mes a varios productores por ‘derribar vegetación’, pero se trata de acahuales, destinados a uso agrícola de tiempo atrás. Una mujer: “Tenemos temor. Soy diabética entonces no puedo estar muy triste, ni muy alegre. Yo ya nací en el pueblo, pero orgullosamente soy hija de Mixtecos.” Según Ángel, es una comunidad bien organizada, ‘mejor que los mixes’.

El pensamiento del pueblo es sencillo. Estanislao: “Si Ocho Regiones se metió a defender este señor, acabando el lio te vas. Pero no. Se metió, fraccionó los terrenos y los vendió para establecer otro pueblo. ¿Cuál pueblo va a permitir eso? El Zapote aguantó muchas humillaciones. Después de nueve meses, el pueblo se cansó. Fuimos a las últimas instancias judiciales en Oaxaca, pero nos dieron señales que no les interesa el caso. El 15 de junio de este año, en una asamblea el pueblo decide entrar en el terreno. No íbamos a sacar al anterior dueño, Aurelio López Silva, es gente nuestra, pero sí a la gente que se aprovecha de él.”

“El pueblo entró, de manera pacífica. Hay personas ahí, que no son de ahí, son extrañas. Entre ellos José España Vásquez, que es del ejido El Tortuguero, avienta su camioneta encima de dos personas, entre ellas uno de la tercera edad. Sin embargo, ellos fueron a la radio XEIGYG, en Matías Romero, que ha dado mucha cobertura a Sergio Toledo Carrasco. Ellos dicen falsedades en contra del pueblo. Nuestras autoridades han ido a desmentirlo una vez, no más. Porque hablaron de muchas embarazadas heridas y secuestros de nuestra parte, pero no es cierto. Muchas personas de la región se dieron cuenta que Sergio Toledo les estaba engañando. Pero están las demandas (en contra de nosotros), incluso en contra de personas que ni siquiera estaban aquí. Cuando recuperamos el terreno, intervino el Módulo de Desarrollo Sustentable del Gobierno Estatal de Matías Romero, con policía preventiva. Nos invitaron a una audiencia del más alto nivel del gobierno en Oaxaca, situación que logramos para exponer. Cuando el pueblo entró, no pasó nada, pero sí llegó el ejército y la preventiva. ¿Por qué no vinieron antes? Es más, cuando nuestra gente estaba haciendo la guardia, llegó el ejército a buscar armas. ¿Por qué no antes? Porque de noche había disparos. Una vez vino una patrulla, pero de paso. El 22 de septiembre fue un año que se invadió el terreno, y nuestra gente sigue haciendo guardia. Habíamos planeado hacer una movilización, pero no lo hicimos, porque estamos esperando el proceso, estamos buscando la manera de contrarrestar las demandas que hay en contra de nuestras autoridades, y en contra de otra gente del pueblo. Realmente esperamos más del gobierno del estado. Aquí tenemos la costumbre de reunirnos, de trabajar en común. Igual cuando hay conflicto. Es parte de nuestra comunalidad.”

La gente está tranquila, pero alerta. Ustedes han visto que no puedes entrar así no más, porque pusimos cadena. En cuestión de trabajo sí ha afectado. Si antes cada quien iba a su terreno, ahora –cuando hayamos recuperado estas 25 hectáreas- podemos poner un corralito de borregos, un gallinero, sembrar maíz, como pueblo. Vamos a estar ahí, pero también vamos a producir para el pueblo. Esto es nuestro pensar. Porque si cada uno va

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a trabajar en su propio terreno, estaremos muy dispersos. No queremos provocar nada, pero sí tomamos precauciones.”

5.3. CENTRO AGROECOLÓGICO,

TIERRA BONITA, MATIAS ROMERO

REFORZAR LOS PILARES DEL DESARROLLO EN EL CAMPO

Con apoyos de Japón y del Fondo Banamex se inició el proyecto, orientado a promover la

línea orgánica dentro de un desarrollo integral comunitario. Arranca entre 1990-1995.

Desde 1998 UCIZONI decidió abandonar la promoción de agroquímicos.

Más adelante se formó la SPR Maiceros y se ha apoyado a la SPR cafetalera Chuy

Rasgado. Ahora está la Comercializadora de Maíz del Istmo, y se ha apoyado para silos

de maíz.

Instalaciones del Centro: Bodega, Oficina, cocina, vivero donde se sembraran hortalizas y

se reparten gratis árboles para reforestación. 2 tanques piscícolas para mojarras,

gallinero con guajolotes, instalaciones para borregos y caballos, se está construyendo una

cisterna.

Juan Garrido, Coordinador del Centro Ecológico de UCIZONI en Tierra Bonita (entrevista):

“La organización ya tiene más de 26 años de experiencia en el desarrollo, fomentando la economía local. Ha habido mucha experiencia, pero nos faltó quizás un programa de formación continúa para ir avanzando. El principal eje de la organización ha sido el maíz y de frijol, en su momento se metió en el cultivo del café. Pero tenían diferentes enfoques. Al principio seguíamos la Revolución Verde con su paquete tecnológico, sus químicos. Se lograron paquetes por gestión con el gobierno del estado, pasándolos a los productores.

Todavía no se tenía muy claro el asunto orgánico, hasta que la Comisión de la Mujer empezó a promover la cuestión orgánica. Surgió una división, porque el área agropecuaria seguía a favor de los químicos. Quizás porque las mujeres estaban más en contacto con la salud. Esto fue en 1990-95. Buscan la manera de depender menos de los químicos e invitan a estudiantes de Chapingo para hacer un diagnóstico regional. Se empiezan a promover los abonos verdes.

Creo que la estrategia estaba equivocada, porque muchos productores de maíz entraron con la pica, pica mansa (o mucuna), no tanto para nitrogenar la tierra sino para comercializar la mucuna. Fue una noción lógica de los campesinos, de sembrar algo que les puede resultar. Como con todos los procesos, cambian los actores, y de hecho se hizo un buen paquete tecnológico con el maíz, con los de Chapingo.

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Sin embargo, el precio del grano bajó, bajó la producción de maíz y subió la ganadería, también entre los productores de UCIZONI. Pasó la Revolución Verde y la gente se quedó con el paquete tecnológico, gana la ganadería y queda en el segundo lugar el maíz. Pero fue una ganadería totalmente extensiva. Por el 90, se dispara la ganadería. Estoy hablando de vacas. La cría de borregos es más delicada, apenas estamos la estamos fomentando ahora. Los borregos son más propensos a enfermedades, al gripe, hongos, les hace daño la humedad. La región tiene mucha biodiversidad, que es buena, pero también muchas plagas.

El cultivo de maíz por lo general es de auto-consumo, no para comercializar, con algunas excepciones, como Santana, El Triunfo y Boca del Monte, comunidades que viven en las riberas del río. Ellos tienen dos ciclos de producción, el temporal con su siembra en mayo-junio, y el chahuite que se siembra en septiembre. Pero son contadas los pueblos que tienen este tipo de producción.

Los pueblos en los cerros y montañas tienen el maíz de temporal, pero en estos meses de octubre-diciembre cosechan su café, cuando el café tenía precio. En los noventas se desploma el precio del café, también del maíz y el ganado se ha mantenido. El 90% de las comunidades básicamente ha producido para su auto-consumo, en parte con la idea de la milpa: entre el maíz tienen espacio para la calabaza, el cebollín rojo y blanco, frijol, malanga, el picante, el epazote y otras plantas silvestres, todo de auto-consumo. También había un bejuco que nacía después de la quema, que –traducido en español- se dice “cabeza de guajolote”. Había verdolagas, pero la gente no la consumía. También en zonas de encinos hay hongos amarillos comestibles. Antes la gente sólo lo consumía en casa, últimamente los están vendiendo en Coatzacoalcos y Arriaga, por iniciativa propia. El cilantro apenas se está introduciendo, igual que el rábano y las zanahorias.

Después de los medianos de los 90s, UCIZONI decide fomentar la agricultura orgánica, por cuestiones de salud y del ambiente. Seguía la picapica mansa, pero también se hicieron prácticas en las comunidades. Sin embargo, los campesinos calculan sus costos y beneficios) y dicen que ‘con un litro de gramoxone o con el herbicida me ahorro mucho’ (tiempo). Queda muy arraigada esta costumbre. Todavía no se hablaba mucho del medio ambiente y menos de cambios climáticos.

UCIZONI empezó a estimular lo orgánico de forma más institucional. Muchos de los socios en las comunidades se molestaron. UCIZONI creó una figura jurídica asociativa llamada “Maiceros”, para gestionar los apoyos en este cultivo. Igual para el café, que tenía su sede en Santo Domingo Petapa y que ya ha desaparecido. En el caso del café, casi siempre es natural. Yo vengo de Encinal, y caminamos seis horas hacia nuestros cultivos de café. Nos quedamos semanas enteras a trabajar en los cafetales. Imagínate, son bajadas y subidas, y luego cargando costales de cincuenta kilos. Si no te paras bien, te vas hasta abajo. Producir café en estas circunstancias en difícil.

Decidimos ver esta cuestión de manera más amplia, más integral. Hicimos un diagnóstico, entre 1998 y 2000, entraron nuevos compañeros como Teodosio Ángel, que tenía experiencia en este tema con Maderas del Pueblo. Y la Comisión de la Mujer fuertemente estaba impulsando este tema, pero formó su propio grupo, Naax Wiin. Se divide UCIZONI y tiene que formar otra comisión de la mujer, incluso con un poco de lucha por el poder, las mujeres defiendo lo orgánico, los hombres los agroquímicos. No había ‘química’. Hasta se habló de una ‘refundación’ de UCIZONI. Había distintos grupos dentro de la asamblea e incluso te decían “¿con quien te vas? Una parte se metió más en lo político, y menos como un movimiento campesino, casi casi como partido. De ahí decidimos trabajar

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por programas, con algunos ejes transversales –equidad de género, derechos humanos, y armonía con medio ambiente.

Creo que ahora hemos logrado un buen equilibrio entre política y desarrollo. La política siempre nos ha golpeado y ha dividido a las comunidades. Donde más ha golpeado es en Guichicovi. La mayoría de las comunidades que participan en UCIZONI es de ahí. Pero la gente está viendo como trabaja UCIZONI con ellos, y como el municipio. Sin embargo, la organización está en un tipo de repliegue. Antes había participación más masiva, que ahora. Era un orgullo decir que eras del PRD, pero cuando ganó el poder en el municipio, pues ustedes saben que tenemos una dictadura perfecta en Oaxaca. Muchos socios estaban con UCIZONI y a la vez con el PRD. Mucha gente se acercó al municipio, pensando que iban a haber muchos recursos. Pero llegó un momento en que el partido no quería saber nada de UCIZONI. Y nosotros no ganamos nada con un choque en contra de ellos. Para nosotros se estaban cerrando las puertas. Optamos abrirnos más hacia un desarrollo integral comunitario, con un desarrollo económico, cultural y ambiental.

Trabajar con comunidades es difícil y toda esta etapa para nosotros ha sido de formación. Son muchas problemáticas. Una comunidades tienen conflictos agrarios, en otras nuestros grupos son minoritarios y pisoteados por las autoridades, en otras las autoridades están con nosotros. Son varios niveles de trabajo. Hay muchas diferencias entre una comunidad donde quizás hay un solo grupo de cinco, mientras que en otras son más de cien y las autoridades ven con recelo que nosotros tenemos más adeptos. Donde podemos trabajar con las autoridades, lo hacemos. En otras, no quieren saber nada de nosotros y trabajamos sólo con unos grupos.

Por ahí en 2002, 2003 hicimos varios diagnósticos en los pueblos, con mucha información sobre distintos programas como el PPP, PROCEDE y la privatización de los recursos. Buscamos encuentros entre los socios para juntar sus necesidades. Preguntamos cuáles eran sus principales problemas, por ejemplo la comercialización del café. De ahí surgió la idea de la Comercializadora Agroforestal del Istmo (CAI), sociedad de producción rural. Retomamos los temas principales de la productividad de la tierra y la comercialización. Nos dimos cuenta que muchos de los problemas de los productores de maíz, el 40% de sus granos lo pierden de la cosecha en adelante, por el gorgojo. Influye la técnica tradicional. Cosechan y en medio de la milpa tienen que dejar el maíz. Ahí lo cubren con plásticos, porque no tienen transporte. La única forma de sacarlo es con bestia. Pero si tienen cinco toneladas, a fuerzas tienes que darlas un tiempo ahí. Un mes, dos meses. Y claro que llegan las hormigas, las ratas. ¿Pero luego en la casa? Y aunque echan polvo contra el gorgojo, no es suficiente. Aguanta una, dos semanas, pero una vez que se pierde el aroma de este polvito, llega el gorgojo nuevamente. Y hay dos tipos: el picudo, conocido como el criollo, y otro que llegó por los años ochenta que es más dañino y no sólo acaba con el maíz. Además, las ratas también llegan a las casas. Y tu necesitas que el maíz mínimo te sirve hasta el próximo año. Si no, vas que tener que comprar el maíz para la siembra. Siempre se ha tenido estos problemas, pero la gente de la montaña tiene granos muy duros, que aguantan más. A la gente de la montaña no les gusta maíz chahuitero. Para ellos el maíz se pica muy rápido. No va de acuerdo con lo que ellos necesitan. Sin embargo, los del chahuitero quieren producir más para la venta. Entonces, encontramos estos problemas y fuimos a buscar una manera de conservar mejor el maíz: Silos metálicos. No se conocían en esta región, sólo en la parte baja de Tuxtepec.

Tenemos que asegurar con quienes podemos trabajar. Preguntamos qué es lo que quieren y les buscamos un paquete. En todas las comunidades hay gente a quien no le gusta pagar. Entonces, empezamos con una primera etapa, y vemos quienes responden.

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Si pagan y ahorran, podemos continuar con otro apoyo. Pero no podemos meter a grupos de 50 tampoco. Y tenemos más de cien comunidades, y todos quieren sus proyectos. Entonces ¿qué hacemos? Santa Ana ha metido un proyecto, ya no puede meter más. En otras comunidades no quieren tener una deuda, entonces tampoco podemos trabajar con ellos. Hay tres programas: POPMI, de la CDI (unos 100 mil por grupo), FAPA, con apoyo para productores por parte de la SRA y PROMUSAC, para mujeres en el sector agrario, también de la SRA. Son apoyos de 180 mil por grupo, con un mínimo de seis personas. Si trabaja bien un grupo, pueden recibir más apoyo el segundo año. Una vez que se definen los grupos, ellos tienen la obligación de participar en un taller con nosotros, también para medir su compromiso. Y la ventaja de este lugar es que no sólo vienen por un asunto. Una vez aquí, pueden informarse sobre otros temas: captura de agua de lluvia, borregos, abonos orgánicos. Este acompañamiento lo hacemos como institución UCIZONI, por ejemplo abonos aplica a casi todos los proyectos, tienen que ver con suelos. Si se trata de borregos, puede ser un taller específico sobre sanidad, las vacunas, el manejo del hato, la elaboración de proteínas. A veces coordinamos los talleres con la CDI. Podemos invitar a compas que todavía no tienen este proyecto, pero que tengan interés. En sí, el seguimiento que damos a los grupos es independiente de la CDI.

El reto de organizaciones como UCIZONI es orientar, asesorar, aunque muchas veces las circunstancias también nos rebasan. Y ¿qué pasa si encontramos varios problemas en un lugar? Juntamos a varios productores para que intercambien sus experiencias, es lo mejor que puede haber. De repente hay unos médicos que nos echan una mano, pero finalmente son hombres de negocios. Sólo van si les compras medicamentos, para que valga el viaje.

Tenemos un reto nuevo muy fuerte que hemos estado platicando con los compas, que son los cambios climáticos, con sus consecuencias para las actividades productivas, las consecuencias de la deforestación. Que ya no talen árboles donde están los manantiales, aunque necesites espacio para tu maíz. Partimos de varias cosas. Hemos trabajado con un programa de Naciones Unidas sobre el Manejo Local de Riesgos. ¿Qué significa? ¿Cómo surgen Riesgos Locales? Muchos no son naturales, pero generado por el hombre, y que se pueden prevenir. Pero en muchas comunidades tenemos autoridades que no saben leer ni escribir, tampoco hablar español. Su problema es qué voy a comer mañana. También es gente de familia, ¿no? Pero a veces nos preocupa más nuestra parcela, que nuestra comunidad, y mientras haya dos palos sobre el río, no hay problema, pero ¿qué tal si el río los lleve? Entonces, con algunas autoridades comunitarias hacemos diagnósticos sobre cuáles son los riesgos en la localidad. Tienen que tomar decisiones con la asamblea para que no construyan en lugares inseguros, donde puede haber deslaves o el crecimiento del río.

El otro reto es que el trabajo sea permanente. El agente municipal es autoridad, no importa si sabe leer o no. Algo tiene que hacer. Pero sí les hace falta más preparación. Tiene las barreras del idioma, necesita capacitación. Están acostumbrados a sembrar maíz, pero no de hablar de desarrollo comunitario. Son palabras mayores. Tiene que ver con un montón de cosas económicas, sociales, culturales, de medio ambiente, de salud, de educación. Y peor en esta región, donde se habla distintos idiomas. Yo soy mixe, pero no entiendo el mixteco. Estaba en un taller con una señora mixteca que dijo esto y esto y esto, y pregunté a un compañero ¿qué está diciendo? Pues que no entiende para nada lo que tu preguntaste. Siento que la gente espera mucho del equipo técnico, pero ellos tienen que entender que no vamos a resolver todos sus problemas. Nosotros podemos proponer lo que se va a hacer, pero ellos tienen que tomar sus decisiones. Será poco a poco. Ya empieza a cuestionarnos, e incluso a sus propias autoridades. La gente que no

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cuestiona, no tiene dudas, o por lo menos no las expresen. Y tienen que entender que podemos hablar del maíz, pero si no hablamos del agua y de los suelos, no vamos a lograr nada. Reforzar los pilares del desarrollo en el campo.

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6. EL SISTEMA COMUNITARIO PARA LA

BIODIVERSIDAD -SICOBI-

Sedes: Santa María Huatulco y San Juan

Ozolotepec

Sierra Sur y Costa

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4. El SICOBI y GAIA A.C.16

4.1 “EL MANEJO DE CUENCA CAMBIÓ EN MANEJO DE TERRITORIOS Y SISTEMAS PRODUCTIVOS”

Presentes: Leticia Sánchez Ingeniera en Agroecología, egresada de Chapingo (GAIA

A.C.), Ing. Agrónomo Israel Martínez Manuel, Ing. Forestal Iraíz Sánchez y Biólogo

Marco Antonio González (fundador de GAIA A.C.).

Israel e Iraiz son los directores técnicos de SICOBI en la Costa y en la Sierra respectivamente. Llega después también el Biólogo Marco Antonio González, fundador de GAIA A.C. El programa SICOBI opera en San Juan, San Francisco y San José Ozolotepec y Santa Catarina Xanaguía, en la Sierra Sur; y en La Merced del Potrero, San Felipe Lachillo (mun. Xanica), Santa María Xadani, San Miguel del Puerto y Benito Juárez (Pochutla). El total de la cuenca Copalita-Zimatán-Huatulco es de 283,194 hectáreas y va de 3750 msnm hasta las orilla del mar. El impacto directo de SICOBI está en 68 mil hectáreas que abarcan las nueve comunidades.

Iraiz, ¿puedes describir las comunidades en las que están trabajando en la zona alta? Son cuatro comunidades en dos municipios. Empezó con un ordenamiento territorial de San Juan y un ordenamiento microrregiones en el 2005, que abarca San Francisco, Santa Catarina y San José. A partir de ahí se empezó a trabajar con las autoridades agrarias, que cambian cada tres años. Ahorita se está trabajando con Comités de Producción y con técnicos comunitarios, con productores, algunos proyectos del gobierno, con algunas organizaciones no-gubernamentales. El trabajo está enfocado al fortalecimiento de los sistemas de producción, Es un trabajo largo, que no da frutos de inmediato, como están acostumbrados ver las comunidades. Esto ha dificultado el trabajo, porque a veces no se entienden bien cuáles son los objetivos reales de nuestra presencia en las comunidades.

Algunos piensan que sólo es por un rato, y luego que el equipo técnico salga y ya no regrese. También está el temor que los asesores sólo usen las comunidades para bajar unos recursos. Hay muchas dudas. Pero también logros, por ejemplo que el comité técnico comunitario ya está consolidado. Hay chavos apoyando. También hay comités de producción funcionando. Algunas personalidades claves en la comunidad apoyan. A veces el ambiente de trabajo es un poco tenso, por conflictos entre una y otra comunidad. En el caso de un incendio forestal, los de Santiago Lapaguía lo ignoran totalmente, mientras sus vecinos de San Francisco lo están apagando, están haciendo brechas contrafuego. Entonces, dicen ¿por qué nosotros sí y ellos no? Tenemos el interés de ir a esta comunidad para invitarles a incorporarse en los trabajos que estamos haciendo. Porque no es justo que las cuatro comunidades del medio estén soportando lo que las demás comunidades no hacen.

¿Por qué seleccionaron a estas comunidades y no las demás? Iraiz: Tengo dos años que estoy apoyando a las comunidades en la Sierra Sur. No he estado durante este proceso de selección, pero sí sé que estas cuatro nos aceptaron por asamblea. En otras comunidades se ha intentado, por ejemplo en San Antonio Ozolotepec nunca aceptaron

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Sistema Comunitario para la Biodiversidad y Grupo Autónomo de Investigación Ambiental A.C.,

respectivamente

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hacer su ordenamiento. Tenían muchos conflictos internos. A veces tiene que ver con la persona del Comisariado, entonces mejor hacer otro intento después. Todas son comunidades forestales y cafetaleras.

¿Todas son comunidades zapotecas con un mismo nivel de organización? ¿Trabajan con los mismos temas y productos? Cada comunidad se mueve por intereses particulares, hay motivos políticos, hay cultivos de enervantes, razones por las cuales no se puede llegar en confianza. Pero tampoco es imposible. Hay una Unidad de Manejo Forestal en Miahuatlán. Participan muy poco, pero si les llega un oficio, van a ver de qué se trata.

Entrando la Sierra está San Mateo Río Hondo. Luego Cieneguilla, Santa María, Santo Domingo, son comunidades forestales, pero no están manejando sus recursos naturales de manera adecuada. Por ejemplo, tienen una autorización para diez años, y sólo ocupan un año. La única en la región que tiene un manejo comunitario adecuado es San Juan Ozolotepec. Tienen la única empresa forestal en la región. Las demás no lo han manejado bien y truenan.

Israel, que tiene siete años apoyando SICOBI: Se tuvo acercamiento con Guivini y con Santo Domingo. Se convocó a una reunión regional, pensando en estas comunidades, justo cuando San Juan empezó a tener contacto con la Costa. Se abrió espacio para que otras autoridades se sumaran a estos esfuerzos, pero no había interés. Si no se abre este espacio con las autoridades, difícilmente otras comunidades pueden ayudar. Estuvimos participando en dos reuniones en Guivini para discutir los problemas que tienen en común todas las comunidades de la Sierra, pero no se logró hacer gran cosa. Se trabaja con las que mostraron interés.

Nuestro aparato operativo tiene que crecer, para poder atender a otras comunidades y no descuidar lo que ya tienes “en casa”. Ahora lo que buscamos es fortalecer la organización, para poder abrir otras puertas. Igual en la Costa, hay comunidades que están en la mira. Se les han hecho invitación, pero no ha habido este acercamiento.

En la Costa casi no hay bosque, se mete en temas productivos. Hay potencial, pero en especies finas. Sin embargo, por falta de un inventario, no hay datos a la mano. Esto sería un reto para la misma organización. Lo que más ha movido en la costa, es el café. Iniciamos con la actividad del café en el 2005, nos fuimos con UCIRI, quien es que ha ayudado, pero con el compromiso que la organización iba a quedarse con el paquete para no depender de ellos y tener un mercado propio.

¿La manera cómo trabajan ustedes en las comunidades, es semejante en la costa que arriba? Es similar. Tienen sus pros y contras. En la Sierra, las comunidades son de un solo casco, como le llamamos, mientras que en la Costa hay muchas comunidades. Lo hace más complejo el trabajo. Y a veces dentro del mismo núcleo agrario existen problemas que a veces absorben la misma comunidad. Incluso puede ser que una comunidad sí está de acuerdo, pero otra, dentro del mismo núcleo, no. A la hora de la asamblea es cuando hay más debate.

¿La gente requiere asesoría, porque se siente insegura, o porque haya disminuido el agua o los recursos forestales? Leti: Es un poco difícil de comprenderlo. Todo el trabajo gira alrededor de la funcionalidad de la cuenca y la prestación de servicios ambientales. Esto es el tema principal entre SICOBI y GAIA. Lograr una mejora del territorio para garantizar una mejor producción de los servicios ambientales. En los siete

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años que estamos trabajando con SICOBI el concepto de los servicios ambientales rebasa el que tiene CONAFOR, que se limita al área del bosque. Para nosotros tiene que ver con el funcionamiento de los sistemas de producción. Dentro del territorio son los que producen la erosión y la contaminación. En años anteriores, y antes del ordenamiento territorial de las comunidades se usaban muchos agroquímicos. Con el tiempo y a través de un proceso de toma de acuerdos ha disminuido en las comunidades. Todas las asesorías, capacitaciones y gestión de proyectos van encaminadas a que las comunidades sean mejores proveedores de los servicios ambientales con un manejo territorial. O sea, no se trata de áreas de bosque solamente.

Pocas comunidades usan el pago por servicios ambientales para inversiones productivos. Parece más una propina por un buen manejo de los recursos. GAIA empezó con ordenamientos parcelarios (familiares), ahora hablan de un manejo territorial. ¿Por qué han rebasado a CONAFOR? Leti: Manejamos el concepto de servicios comunitarios del territorio, por la experiencia que adquirimos dentro de las comunidades donde se llega a tener acuerdo sobre el uso de estos pagos para mejorar sistemas de producción, por ejemplo del café, ecoturismo, agroforestería y apicultura, nuestras principales líneas de trabajo. Para lograr que estos pagos fueran canalizados hacia el campo, se tuvo que conformar toda esta estructura de representación como contraparte de las autoridades agrarias y para evitar un manejo político. Para transparentar estos usos, se formaron los comités de producción que fungen como las contrapartes de los comisariados para aplicar los recursos. Son validados por las asambleas comunitarias. Cada sistema de producción tiene su comité que es el operador de los fondos y que rinden informes a finales del año.

¿Cuántos productores están asociados ahora y cuántos comités existen? Israel: Quisiera regresar un poquito, antes de tocar esta pregunta. Se trata de estos cambios que han ocurrido y sobre el camino hacia donde debería de ir cada organización. En un principio era muy claro el manejo de cuenca, pero surgió la pregunta “¿y las familias, que va a pasar con ellas?” Se bajó al nivel de manejo territorial para que se puedan apreciar estos servicios ambientales. Para eso a fuerzas tienes que meterte en los sistemas productivos. Y antes de meternos en el café, tocamos el tema de la agroforestería. No daba mucho, porque es para el auto-consumo de las familias. De ahí no pasaba. Entonces nos metimos en el tema del café que es lo que ha movido la economía de la región. Con este paso, se revolucionó más la organización. Y en la Sierra un poco más con lo forestal. Más que la cuenca en sí, se va a manejar por sistemas productivos. La cuenca cambió por ´manejo de territorios’. Tenemos unos mil productores asociados. La comercialización del café y de la miel ha ayudado mucho en el crecimiento de la organización; también la parte forestal. Es donde la gente quizás vea más un beneficio rápido.

Iraiz: Dentro de la estructura de operación están los comités de producción. San Juan Ozolotepec tiene sus tres comités: de café, miel y sistema agroforestal (maíz-frijol). Cada sistema es un comité, validado en la asamblea. Estos comités operan con fondos gestionados por la comunidad. Por ejemplo, ¿qué se hacen con los Pagos de Servicios Ambientales en la comunidad? En una reunión previa a la asamblea se invitan a los tres comités. Las autoridades agrarias proponen un plan operativo anual, una inversión de fondos. El comité de café indica que está interesado en ciertas actividades, así cada comité, más los gastos de operación. La inversión finalmente va a cada sistema productivo.

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En el sistema-café no se trata sólo de los cafetales, y la diversificación de las parcelas por la integración de frutales y otros árboles de sombra. En el sistema agroforestal se ha apoyado mucho con barreras vivas, sembrando nopal o flor de agapám. Se propone que lo que se introduzca en la parcela tenga más de un fin, primero para la retención de suelos. Luego puede ser la comercialización o forraje para animales. Se le da acompañamiento a cada productor, a través de su comité y de técnicos comunitarios. Esto ha logrado la permanencia de la organización en una comunidad.

¿Son comités pequeños o abarcan toda la comunidad? Es algo que entre los productores no se ha entendido muy bien. No hay una lista así de miembros productores, sino se trabaja con las personas de la comunidad que tengan interés. Poco a poco se van integrando. Va por comunidad, no por grupo. Los fondos gestionados son a nivel de la comunidad, para evitar que se formen grupos que hagan competencia entre sí. Todos los acuerdos pasan por la asamblea.

El tema de las cuencas es muy grande. Estamos hablando de 283 mil hectáreas. ¿Tienen mecanismos de fomentar un manejo al nivel cuenca, o en niveles menores? Leticia: En el 2011 vimos que los fondos se estaban manejando de manera territorial, aislados. Empezamos a trabajar con un sistema de información para ir generando unidades mínimas necesarias para poder manejar un territorio. El sistema hidrológico al nivel de cuenca es muy grande. Con los ordenamientos fuimos a verlo al nivel de micro-cuenca, y el año pasado más a los territorios y evidenciar las nano-cuencas que existen, las unidades mínimas de manejo de cuencas. Una nano-cuenca de 200 hectáreas es fácil de concebir por las familias que están en estas partes del territorio. Este año se ha motivado a las familias que en cada comunidad al nivel de asamblea se identifiquen estas unidades que han sido enumeradas y bautizadas por ellas, para que las inversiones próximas sean canalizadas al nivel de nano-cuencas. No significa que sólo un cierto grupo de familias sea beneficiado, pero que las inversiones sean más planificadas. Hay áreas que son prioritarias, porque tienen maíz o porque hay un proceso de erosión, y a este nivel se puede concertar mejor los acuerdos.

Un comisariado tiene micro- y nano-cuencas. La unidad mínima que hemos identificada, apta para ser manejada, es la nano-cuenca. Ahí no estamos hablando de cuencas, sino del río La Palizada. Dentro de ello hay parcelas, cafetales y bosques. Es más concreto, que una inversión con un impacto pequeño en un territorio grande. Sólo es una herramienta de planeación, no implica formar más comités. Son los mismos comités, autoridades y asambleas que van validando los procesos.

Oigo la palabra ‘agua’ y otros recursos naturales. No mencionan la reforestación. Iraiz: Lo más difícil es influir en los cafetales y parcelas en el uso de agroquímicos, la reforestación ya es como un hábito de las comunidades. Ya no nos preocupa si este año van a reforestar. Hay plantas en sus viveros, las semillas que se usan son de ahí. En San Juan hay acuerdo sobre la colecta de semillas. Las autoridades se apropiaron muy bien de esta parte.

Pero estás usando un concepto limitado de reforestación. Justo en conceptos de agroforestería estamos hablando de frutales y cafetales. En San Juan Tabaá se van a reforestar en los cafetales comunales. Cierto, en las reforestaciones de CONAFOR se está hablando de pino, pino y pino. Aquí se requiere la leña, entonces podemos ver cuáles son las especies de más o menos rápido crecimiento, y ni tan lejos, y que tampoco vamos a acabar. No es sembrar por sembrar. Aquí en cada comunidad hay viveros, con técnicos capacitados, para no depender de plantas que nos traiga CONAFOR

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¿Estos hábitos de la reforestación sólo se aplican arriba o también abajo? Se mencionan las selvas secas como uno de tipo bosques más amenazados. ¿Las reforestaciones ahí son muy espontáneas o también inducidas? Israel: Es normal dentro de las comunidades donde está SICOBI. En las partes quizás es que menos impacto han tenido. Quizás hay áreas degradadas, por ejemplo por la agricultura, pero son áreas muy pequeñas. Y calculo que en los últimos diez años ya no ha habido incendios. Y si hay, de inmediato dos, tres comunidades se juntan para combatirlos juntas. Y la reforestación es parte de la silvicultura.

Hay factores que arriba no existen: el crecimiento demográfico y urbano. Y el turismo. En los 90s fueron factores negativos para los recursos naturales. Es más en la zona pegada al mar. En comunidades como Xadani o San Miguel del Puerto, ya no se ve este impacto. Y en las comunidades rurales de Huatulco tampoco es un problema. Hablando de Huatulco, ya no está dentro de SICOBI. Leticia: aunque en el último año se han acercado autoridades para solicitar asesoría. GAIA tiene que trabajar en el mismo sentido en las demás comunidades para ir viendo que se canalicen estos recursos hacia los territorios.

Santa María coincide con la historia de GAIA. Huatulco es como los pies que sostienen el cuerpo y la cabeza. Debe haber una implicación negativa si se excluye Santa María Huatulco del proyecto. Israel: No es una parte descartada. Sí hace falta que SICOBI tenga la capacidad de negociar con las autoridades agrarias de Huatulco. El problema es que Huatulco se monta y se vuelve un tema político. Es justo esta razón porque SICOBI se separó de Huatulco, que iba por otro camino. Y el flujo turístico hacia las fincas cafetaleras y el turismo de aventura es parte del total regional. De hecho, Huatulco está liderando el Comité Regional de la Región Chontal-Costa.

Leti: El Parque es estableció por decreto, pero el SCAP (Sistema Comunal de Áreas Protegidas; en las comunidades rurales de Huatulco) es justo que entró ahora en el pago por servicios ambientales. Ahí empezamos a trabajar. A ver cómo se va a relacionar con el SICOBI.

El libro de CEAAL se escribió cuando el SICOBI estaba en pañales. Se dijo que este proyecto “brinda un elemento interesante para la construcción de comités regionales”. ¿Por qué? Israel: A mi me ha tocado participar en estos comités, pero pocas veces se están incluyendo temas de sistemas productivos como la apicultura o caficultura. Nada más están hablando de convocatorias. Leticia: Quizás en el caso de SICOBI le falta todavía esta planeación a nivel regional, pero por lo menos en las comunidades sí hay. Además, en los comités se limitan mucho a las áreas de bosques. A veces parece más una pasarela de las instituciones, más que un espacio de toma de acuerdos, para dar solución a problemas. Abarca a demasiadas comunidades, para que el equipo del comité pueda atender. Son problemas diversos en cada comunidad y cuando los exponen ahí, no encuentran respuesta.

SICOBI es una unidad de trabajo, tiene rumbo, las UMAFORES no. Leticia: Creo que tenemos más logros de inversión en el SICOBI, que el Comité Regional.

Ustedes tienen una marca propia, con un mercado. ¿Es parejo para arriba y para abajo? Israel: El cambio es palpable, por el hecho que estamos viendo estos productos en su conjunto, no de cada familia. Hay más control en el producto. Hay un comité regional de apicultura, que discuten estos temas. Igual con el café, si vemos los precios ahora. Antes, la miel estaba a 14 pesos el kilo, ahora a 34. Y con el precio que pagó

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Pueblos y Selvas se obligó a otros también ofrecer estos precios. Igual el café, que este año estaba a 40, 42, SICOBI logró pagar 48 pesos. El 20% se queda aquí, el 80% se vende afuera.

¿Cuáles son los retos grandes? Iraiz: el nivel de la apropiación. Antes, se hablaba siempre de Ángelo: Él era SICOBI. Ahora, en cada asamblea se aprovecha al máximo las experiencias de las distintas comunidades. Se requiere un acompañamiento permanente y cuidar la parte política que arrastra a las comunidades. Leticia: SICOBI se ha hecho más independiente de GAIA, con fondos propios, también para los gastos operativos. Faltan todavía una planeación estratégica y mejorar el sistema productivo. Implica asegurar la producción, porque hay mucha competencia. Ahora es el café y la miel, pero se puede diversificar. En las Sierra con hierbas de olor, en la costa con la venta de bromelias.

¿Y los jóvenes? Leti: Hemos incorporado jóvenes en los comités productivos. Sí falta una estrategia de trabajo con jóvenes, también con mujeres. No estoy pensando en proyectos para mujeres, pero sí estimularlas a que participaran. En San Juan Ozolotepec es donde a través de la asamblea se trabaja con niños de la primaria y secundaria. Es la comunidad con más manejo forestal. Israel: En la costa los jóvenes trabajan más con la apicultura. Falta trabajarlo con instituciones educativas. Y al nivel de género, tenemos que trabajar más.

Marco Antonio: La pregunta es si el proyecto busca integrar a la comunidad y a lo mejor hay que hacer más énfasis en la inclusión de jóvenes y mujeres. El hecho que la asamblea de San Juan quiere trabajar con jóvenes, lo tenemos que apreciar. El proyecto busca fortalecer las comunidades. Y trabajamos con los recursos naturales. Si no se fortalecen los procesos productivos, todo lo demás estará en la deriva. Cuando fortaleces una primera actividad es fácil de seguir con una segunda y tercera actividad. En el fortalecimiento de la apropiación del territorio a través de la producción, puede regenerar estas estructuras, tanto agrarias como familiares, e incluso político. Las mujeres en las comunidades tampoco fueron involucradas en las asambleas desde el inicio, pero ahora surgen empresas de mujeres. Si uno quiere involucrar todo desde el inicio, corremos el riesgo de diluir los esfuerzos y no hacer nada.

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4.2. San Juan Ozolotepec, Sierra Sur:

“UN TOTAL DE 3,038 HECTÁREAS ES ZONA PROTEGIDA”.

En diciembre 2005, GAIA entregó a la cabecera municipal su informe del ordenamiento territorial comunitario en el cual la misma comunidad decide el uso que cada porción de su territorio debe tener y los mecanismos mediante los cuales esta visión puede lograrse. Se trata de una superficie de siete mil hectáreas, ubicadas en los altos de la Sierra Sur, aunque también tiene una zona de más de 600 hectáreas aptas para café. El ordenamiento no incluye las tierras de sus tres agencias Santa Catarina Xanaguía, Santiago Lapaguia, San Andrés Lovene, que tienen sus propias autoridades agrarias.

Las alturas varían desde 1200 hasta 3700 metros sobre el nivel del mar, con la cabecera ubicada a 2080 msnm. Para llegar a este pueblo, considerado de muy alta marginación, se desvía desde la carretera Oaxaca-Pochutla, a la altura de La Venta Paxtla y toma una terracería de 50 kilómetros para llegar después de tres horas. Incluye tres de los cerros más altos de la Sierra, el Cerro Alto (3700 msnm), El Balcón (3500 msnm) y La Sirena (3080 msnm), en la zona donde inicia la Cuenca del río Copalita.

Los bosques de pino, encino y mesófilo cubren más de la mitad del territorio (3740 hectáreas) y la actividad comunitaria forestal ha sido importante, pero por malos manejos la población ha desistido de ello. Sin embargo, hay gran potencial y el pueblo tiene un aserradero portátil disponible. Dentro de los estatutos comunales se prohíbe el uso de madera verde para leña, y otros usos domésticos han sido regulados por el comisariado. Tradicionalmente se manejaban con la Roza, Tumba y Quema, pero actualmente se ha prohibido este sistema. La comunidad dependen en gran parte de las remesas que mandan los paisanos del norte y cada familia en promedio compra la tercera parte de su consumo del maíz. A partir del ordenamiento territorial se decidió aprovechar 1757 hectáreas a distintos tipos de aprovechamiento, mientras que 534 hectáreas son conservadas para la cafeticultura. Un total de 3038 hectáreas es zona protegida o incluso de restauración.

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4.3. Entrevista a Alfonso Cruz y Rosendo Ramos:

“SIENTO QUE SAN JUAN HA AVANZADO BASTANTE POR MEDIO DE SICOBI, NOS HAN ESTADO ASESORANDO CONTINUAMENTE

Y NOS HA TRAÍDO LA ASESORÍA DE UZACHI”.

San Juan es un ejemplo donde los conflictos sociales afectaron los proyectos de desarrollo. En el caso de San Juan, la lucha contra un cacique fue determinante para la historia de las últimas cuatro décadas, cuentan los campesinos Alfonso Cruz y Rosendo Ramos que han jugado un papel importante en el desarrollo regional. Alfonso: “En 1972 hubo una explotación muy fuerte de la madera. Se puso un aserradero arriba donde el empresario llevó muchísima madera, y no había cuentas claras. Sabíamos que era un robo, pero no sabíamos cómo arreglar esto. Entre 1973-1975 se dividió el pueblo y tuvimos problemas muy fuertes. Yo era un niño todavía en ese entonces.

Se peleaba la gente. El empresario, Manuel F. García, un viejito de ochenta años trajo un pelotón de soldados, cosa que nunca habíamos visto aquí. Eso para que mi gente le tuviera miedo o respeto. Las asambleas ya eran de puro pleito.

Mientras seguía el saqueo de la madera. Fue un engaño, porque nos prometió meter un camino hacia acá, llegaba el avance muy rápido arriba, pero después “se descomponía la máquina” y las refacciones tardaron meses en llegar. Luego nos engañaron con un hotelito, una cancha, una escuela primaria, pero como fue tanta madera que llevaron, el pueblo decidió pararlo en el 1978. Subieron muchos abuelitos con sus rifles para corretear al viejito con su personal. Dejó allí su maquinaria.

Después dejamos de cortar, porque el bosque quedó muy descremado, muy mal. En el 90, el pueblo dispuso otra vez vender otra vez, pero como empresa comunal. Se formó una unidad de aprovechamiento forestal, con gente de San Juan. Yo estaba en ese entonces en la ciudad de México. Bueno, las cosas salieron igual, porque la gente al frente, el comisariado y el presidente municipal querían hacer lo mismo. Trabajaron dos años, sacaron mucha madera, pero no vimos mucha ganancia, porque la estaba llevando el coordinador de la empresa. Él ya estaba en Oaxaca, pero cuando lo nombraron, vino a trabajar aquí. Se hizo cómplice con el comisariado y el presidente municipal, empezaron a regalar líquidos y bultos de fertilizantes a la gente, motosierras y hasta pistolas, para que ellos tuvieran su equipo fuerte de aliados. La otra mitad de la gente se dio cuenta, y empezó el pleito otra vez.

La gente que vivía en Oaxaca se unió con otras que se radicaban en México y paró el corte. También participaron unas seis señoras, porque la empresa había comprado una camioneta de tres toneladas y otra de tres cuartos. Las señoras se reunieron y con garrotas quitaron estas camionetas. Las autoridades las demandaron en la Procuraduría de Oaxaca, pero se logró parar el corte, se hicieron cambios de autoridades, el comisariado estuvo en la cárcel de Miahuatlán durante un mes. Ellos tenían en su poder 200 millones de pesos que no querían entregar. Finalmente, el nuevo presidente municipal, Virgilio Cruz Villavicencio, logró recuperar esta cantidad y con esa logramos continuar el camino hacia El Balcón, donde inicia nuestro territorio.

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Don Virgilio se radicaba en Oaxaca y al ver los grandes problemas que vivía San Juan en ese tiempo, le nombraron a él. Logró resolver los problemas internos. Esta fue una experiencia fuerte para San Juan. De ahí se vino el huracán Paulina (1997), se derribó muchísima madera, que el comisariado en ese tiempo vendió. Él prometió hacer un cañón al templo, porque tenía un techo de láminas y ya había mucho goteo, pero se perdió otra vez el dinero y el pueblo nuevamente se quedó con fuertes problemas. Se decidió ya no vender nada de madera, dijimos que mejor se pudriera en el bosque, pero que no se vendiera, porque nada más dos o tres personas se beneficiaron.

En el 2004, se nombra otro comisariado. Es cuando llegó el personal de GAIA e invitó a la comunidad para que entrara en una unión de comunidades en la Costa. La asamblea decidió que sí. Con la asesoría de GAIA, trabajó bien el comisariado, que se llama Alfonso Ruiz. Con el cambio en el 2007, entré yo. Seguimos trabajando con el GAIA y el SICOBI, pero en el día primero del enero de 2008 hubo un viento muy fuerte y nos hizo un derribo de arbolado, de unos 2300 metros de madera. Cité a una asamblea para que se vendiera esta madera, para que no se echara a perder en el bosque, porque el pueblo tenía necesidades. La asamblea con mucha razón decía que no, por los mismos problemas que habíamos tenido antes. Yo les dije que me dejaran demostrarles que sí se pudiera trabajar honestamente. Me autorizaron y trajimos a UZACHI, que el biólogo Marco Antonio nos había recomendado. Vinieron los ingenieros, hicieron su levantamiento y se vendió esa madera. Con eso, San Juan se compuso un poco de las dudas que tenía, empezamos a hacer nuestros informes cada tres meses, de todos los ingresos y gastos. Todo lo informamos a la gente, que empezó a tener confianza y se fue concientizando que nuestro bosque estaba plagado en un 80, 90%. Llevamos a la gente al bosque, incluyendo a las señoras y los niños. Les explique que si dejáramos que se acabe el bosque, también nos íbamos a quedar sin agua. La gente se impactó, porque no conocíamos esta plaga. Unos ingenieros hicieron estudios y la asamblea aprobó que se saneara el bosque. Con el derribo de los árboles en el 2008 adquirimos una grúa y un aserradero portátil. Con la asesoría de GAIA y de UZACHI hicimos un plan de manejo para sanear el bosque.

Nos entregaron este plan de manejo en abril de 2010, y cuando entró el actual comisariado, Felipe Hernández, se empezó a trabajar la primera anualidad. Ahora ya entramos en la tercera anualidad. Siento que San Juan ha avanzado bastante por medio de SICOBI, nos han estado asesorando continuamente y nos ha traído la asesoría de UZACHI. Y nos dijeron que para retomar la Unidad nuevamente, que formáramos un consejo de caracterizados. Yo también participo ahí. Sirve para ayudar tanto al cabildo como al comisariado, sobre todo para temas delicados como el manejo de dinero en las comunidades. Entonces el comisariado nos invita a Miahuatlán cuando se tiene que hacer un contrato con el comprador de madera. Somos como 15, 16 personas del consejo que asistimos, con todo el comisariado. Así, el comisariado no se queda con el compromiso, sino es entre todos, sin la desconfianza que haya una fuga de dinero. El comprador tampoco puede dar un dinero al comisariado, porque ya somos varios. Sí es un desgaste ir con tantas personas, pero vale la pena porque así todos estamos conscientes que hacemos bien las cosas. El bosque se está saneando, con empleo para los jóvenes.”

Rosendo Ramos es originario de Santa Catarina Xanaguía. A pesar de contar con poco bosque, ello también ha forjado el actual manejo comunitario de los recursos naturales, a pesar de –o quizás gracias a- los conflictos que ha generado. Nuevamente, fue un comprador de madera que engañó al pueblo, dejando pelón a un cerro. Aparte, la comunidad ha tenido un conflicto por 400 hectáreas con San Andrés Lovene, agencia del mismo municipio. Rosendo: “Nunca llegamos a un acuerdo y ellos siempre quemaban.

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Rozaban para sembrar, pero no cuidaban, entonces la lumbre pasaba a nuestros bosques. Y nos enojábamos, porque aparte, nosotros teníamos que subir para apagarlos, juntos con los de San Juan. Y justo cuando estaban retoñando los nuevos arbolitos, otra vez. Los últimos cinco, seis años ya no ha pasado; controlan más las quemas. Con la resolución presidencial en el 2004 se resolvió el conflicto. También Paulina y el viento del enero de 2008 nos afectaron mucho. Fue hasta este año, que reforestamos 15 hectáreas en el cerro, en La Sirena.”

Así, cada comunidad tiene sus experiencias, aunque sean amargas. Sin embargo Rosendo opina que Santa Catarina es un pueblo unido. “Hay conflictos, pero la gente trabaja. En el 2011 entró un conflicto más político con la cabeza municipal. Afectó a la organización de SICOBI, porque fuimos involucrados. Fue por intereses propios de algunas personas. Aparte ha habido un conflicto interno en el 2008. Sacaron al comisariado, que estaba con la organización y querían salirse de SICOBI. Durante seis meses quedamos sin autoridad agraria y el equipo técnico ya no entró en la comunidad, por falta de seguridad. Nos afectó en la organización, porque –aunque contamos con estatutos comunales- los desconocieron. Tenía que ver con unos jóvenes de aquí que había estudiado derecho y que querían poner sus candidatos. No estamos acostumbrados a estas maniobras, porque aquí es de Usos y Costumbres. Aquí nadie está pagado, sino se trata de un servicio a la comunidad. Además, siento que tiene que ver con los coyotes que compran la miel, que quieren debilitar la organización.”

Inicio de SICOBI

La entrada de GAIA fue aprobada por la asamblea. Marco Antonio se presentó ahí, explicó de qué se trataba y en el 2006 se hicieron el ordenamiento regional y los estatutos de San José Ozolotepec, San Francisco y Santo Domingo -todos Ozolotepec- y Xanaguía. Santo Domingo después salió de SICOBI.

En el caso de San Juan, ya se tenía un avance en el cuidado del suelo y bosque. El presidente municipal Virgilio Cruz prohibió en el 93 la caza de venados y el pastoreo de los chivos, que perjudicaron los guamiles. Después de acabar con los de la orilla del pueblo, subieron al cerro para pelar los pinos. Alfonso Cruz: “Ya estábamos cuidando los bosques, los incendios, ya teníamos una idea clara cuando llega GAIA, cuando llega Marco Antonio, que es muy específico en las asambleas, dice las cosas tales como son. La gente le tuvo mucha confianza. Lo vimos con buenos ojos, porque está reforzando lo que San Juan ya estaba haciendo, con ideas que nos trae a las asambleas sobre los recursos maderables como los no-maderables que podíamos aprovechar para no seguir migrando a Estados Unidos.”

Con la llegada de SICOBI en Xanaguía se mejoró la producción en el café y la apicultura. La mayoría de los caficultores está con el café orgánico. SICOBI reforzó su organización. Rosendo: “Se buscaban mejorar el precio y la producción. Bosque aquí casi no tenemos, guamiles sí. Los estamos cuidando para que no causemos incendios. Pero el punto clave es el agua, porque no tenemos mucha. Los más grandes se recuerdan que por ahí en el 70, sí había suficiente, después se fue acabando. Ellos estaban de acuerdo que fue porque se acabó con el bosque, entonces lo tenemos que cuidar. Desde antes de la llegada de la Unión de Comunidades, la asamblea ya había apartado 150 hectáreas para protegerlas. No se puede cortar leña ahí.”

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Alfonso: “Lo primordial con la llegada de GAIA fue el cuidado del suelo y del agua. No hablamos de las grandes extensiones de la cuenca, pero sí nos explicó que lo que nosotros hacemos, afecta a otros, y lo que se hace en otro lado, afecta aquí con esto del calentamiento global. Nos dio ideas de cómo cuida a la tierra. Estamos conscientes que todos tenemos que aportar nuestro granito de arena. Todavía no estaba tan completo, pero poco a poco fueron creciendo las ideas en las asambleas, cuando nos estaban hablando de tener buenos productos, de calidad, orgánicos, que nos dan un ingreso. Las asambleas eran muy nutridas, cuando estaba el biólogo en San Juan.” Rosendo: “Como una alternativa a la tala del bosque fue el pago por servicios ambientales. Aunque nada más son 600 hectáreas de bosque en Xanaguía, entraron ingresos con el comisariado a partir del 2007. Son manchones de bosques, que incluyen cafetales. Ahí nadie aplica fertilizantes químicos. Todo está certificado como orgánico, pero en la milpa sí usan fertilizantes. Lo estamos discutiendo en las asambleas de los productores, que tenemos que ser consecuentes. Igual los apicultores, tenemos nuestras colmenas pero en su entorno están los químicos. A través de los estatutos no están prohibidos, pero en la asamblea se aprobó este tema. Durante los tres años del ex comisariado sí estaba prohibido. Depende mucho de la autoridad que está al frente. No son muchos que los usan, quizás unas seis, y el resto está enojado con ellas. Se está retomando en la asamblea y se ve la manera de prohibirlo, no tanto por una autoridad que lo exija, sino la propia asamblea. De esta manera se refuerzan las ideas que trae SICOBI y las mismas ideas que tenemos en la comunidad. Se trabaja conjuntamente. Antes las asambleas fueron un desastre, brincamos de un punto al otro, y SICOBI nos está enseñando cómo llevarlas a cabo. No teníamos orden, ahora sí, gracias a la asesoría.”

4.4. Entrevista a Gudelia Aragón:

“EN EL MAÍZ, EN MUCHAS PARTES SON LAS MUJERES QUE SELECCIONAN LAS SEMILLAS, PORQUE SABEN MEJOR QUÉ

SABOR DAN”.

(participa Leticia Sánchez)

SICOBI ha sido una guía para la comunidad. Ha sugerido, en el afán de apoyar. Cuando se hizo el estatuto comunal, jugó un papel importante, en el sentido de “nadie más que ustedes son los interesados, son los que tienen que trabajar sus recursos, para proteger lo que tienen”. Con sus aportaciones siento que no estamos desprotegidos. Si metemos la pata, estará para ayudar a corregir el error. Falta animarnos a tener mayor ventaja de lo recursos que tenemos. Tenemos una riqueza que todavía no podemos sacar al flote. Por mi condición física no puedo involucrarme más.

El pueblo está sentado en una mina de oro y no se da cuenta. Son pocos los que realmente están involucrados. Si escuchan de la existencia de SICOBI, pero quizás es difícil de digerir la información. Y pocas mujeres se involucran en la asamblea. Apenas se está aceptando que participen. Falta mucho conocimiento. La participación de las mujeres en las asambleas no sólo depende de sus maridos, sino también de las autoridades y de organizaciones de la sociedad civil. Y muchas veces se trata de personas que han visto

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otros horizontes. He estado en la ciudad de México y tres años en California hasta hace seis años cuando tuve que radicarme aquí. Hay interés de las mujeres en participar más, quieren ser respetadas, ser más libres.

En SICOBI, ¿se está tomando en cuenta esta participación? Leti: Participan en SICOBI 286 mujeres y 587 hombres. Participan más mujeres en San Francisco Ozolotepec, en la Merced de Potrero y San Miguel del Puerto. Aquí en San Juan son pocas. Entre los cafeticultores y apicultores la gran mayoría es hombre. Falta una estrategia que abarque la participación de las mujeres. En los invernaderos de SAGARPA, por el hecho que los beneficiarios tienen que hacer una aportación -aunque los trabajen al nivel familiar-, él que representó a la familia es el varón. En la agroforestería participan en la producción y selección de semillas. En el maíz, en muchas partes son las mujeres que seleccionan las semillas, porque saben mejor qué sabor dan. Los hombres hacen las tareas más pesadas. En el caso de los invernaderos, a través del Corredor Biológico, logramos negociar invernaderos más pequeños para la producción familiar.

Gudelia, ¿cómo se podrían involucrar más a las mujeres? Tiene que ver con actividades como es la selección de semillas, pero también manualidades, y quizás en la enseñanza. Trabajar en grupos, fuera de la casa, es complicado. Muchas mujeres sí están ocupadas en los distintos comités (de salud y de escuelas). A pesar de eso, muchas quisieran aprender y trabajar más, pero no está esta invitación.

SICOBI está trabajando en esta relación del medio ambiente y la producción. ¿Hay conciencia sobre los impactos de cambios climáticos y los aspectos negativos del llamado desarrollo? Sí hay conciencia, pero no hay manera de tratarla, no hay alternativas. Las mujeres saben que el plástico hace daño, pero no hay un solo producto que no traiga plástico. A lo mejor separen basura y llevan los orgánico hacia las parcelas, pero ¿lo inorgánico? Y sugiero que haya una compensación –en dinero- para la colección de plásticos.

La mujer tiene un papel importante ahí, porque el plástico llega a la casa. Se harta y lo mete lumbre. Estamos consciente del daño, pero falta entender cuánto. Lo mismo con los baños ecológicos en lugar de drenaje con agua. El mismo abono nos sirve para las hortalizas. En mi casa hemos tenido una producción extra-ordinaria gracias a ello. Pero aquí tenemos drenaje.

Muchas mujeres tienen hortaliza al lado de la casa. Pero SICOBI no la está manejando, ¿verdad? Leti: Apenas hemos empezado con capacitaciones. Sí hay ánimo de participar. Lo hemos hablado con los hombres, pero la experiencia es (con ellos, en los invernaderos) que quieren puro tomates. Su meta es producción (para vender). Aquí se trata también de las necesidades de la familia. Se les plagó, porque –a pesar del hecho que les habíamos explicado que tenían que diversificar la producción en los invernaderos para que no se plagara fácilmente- ellos sembraron puros tomates. Entonces ahora les vamos a “obligar” un poco a diversificar, a través de las semillas y con la participación de la mujer.

Como hay cada vez más mujeres que van hacia las asamblea, a lo mejor se puede abrir espacio a través de la autoridad comunal y crear un fondo para ellas. Si lo voceamos, van a seguir llegando los hombres. Gudelia: Teníamos la experiencia de los gallineros, los hombres tuvieron a involucrarse en contra de su voluntad, para construirlos. Tienen que tomar en cuenta también que los hombres de alguna manera participen. Leti: A lo mejor

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no necesiten mencionar a los hombres o mujeres, pero trabajar a nivel de semillas. Tampoco en el caso de los invernaderos mencionamos que era para mujeres, hablamos de invernaderos familiares.

Hay que romper con los tabúes e involucrar positivamente a los hombres. Gudelia: Exactamente, muchas mujeres sí quieren. Pero también está el miedo de comprometerse a algo, que a lo mejor no pueda hacer como mujer. Y a lo mejor necesite el apoyo del hombre.

¿Tiene que ver con algunas características de esas comunidades que permitan su papel más activo? ¿O con un hombre abierto que logra la participación de mujeres. Leti: En el caso de la Merced de Potrero fue el comisariado. Y es la única comunidad que tiene una técnica comunitaria. Eso da más confianza con las señoras. Ahí se creó un comité de mujeres con hortalizas, y otro con estufas Lorena. Y crearon un mercadito local donde se venden los productos locales. Esto surgió en la asamblea general de SICOBI el año pasado.

Han surgido tianguis en Oaxaca, donde se estimula el intercambio de productos, para fomentar la economía campesina y como intento de llegar a una soberanía alimentaria. Y hablando de plásticos, en la Mixteca me mencionaron que a pesar de sus tierras tan pobres, ellos mismos producen el 70-80% de los productos que consumen y se excluye el uso de plásticos. Gudelia: Me parece una buena opción. Y lo que dices de los hombres que se involucran, la autoridad tiene que fomentarlo. Somos respetuosos cuando la autoridad llama o manda. Puede ser el comisariado, un sacerdote, un maestro.

¿Qué podría hacer SICOBI para que sea más completo? Y ¿para que la comunidad entera lo disfrute? Gudelia: ¿Qué será lo que no tendría que hacer? (risa). Tiene mucho que hacer. SICOBI tiene que trabajar con las demás instituciones, incluyendo a los maestros. Leti: Ha faltado esta comunicación con otros actores que influyen en la comunidad, como los maestros, el sacerdote, el médico, también para que sepan ellos qué es lo que está haciendo SICOBI. Y buscar colaboraciones. Ya se ha tratado respecto al manejo forestal, con unos talleres con escuelas. Falta retomar la parte productiva, por ejemplo con las semillas que se trata más al nivel individual. El bosque es más visto como un buen común. El café o la miel no se ven como este buen común. Es lo que ha faltado para trabajar de manera coordinada. Quizás la radio del sacerdote en San Juan puede servir como un medio de difusión.

SICOBI es una alianza entre nueve comunidades con circunstancias muy distintas, en una región grande. ¿Entiende la población esta dimensión? O ¿ven sólo los beneficios para su desarrollo económico, más que ambiental? Saben que es importante, aunque quizás no saben distinguir, pero sabemos que alguien está luchando para que estemos mejor. No somos ignorantes, pero el nivel no lo sepamos. Falta la dimensión regional.

Leti: Nuestro espacio regional está muy limitado al proceso forestal. Con el café y la miel ha sido más difícil de meter. Desde los comisariados no se les dan mucha importancia, porque se trata de productores individuales. Lo que estamos fomentando es que hagan planes de inversión local, avalados por la asamblea. Ahí tendrían que explicar por qué se va a apoyar el café, la miel o el maíz, con informes semestrales igual como lo hacen con lo forestal. En la Costa, es más fuerte la producción, ahí no hay manejo forestal.

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4.5. Taller con miembros del SICOBI, 15 de octubre.

“ANTES LOS COYOTES PAGARON $18 PESOS EL KILO DE MIEL, AHORA SICOBI PAGA $28, Y SE ESTÁ MEJORANDO LA

CALIDAD”.

San Juan parece ser un típico ejemplo de la buena voluntad de personas, siempre y cuando las autoridades y asesores les acompañen bien, de acuerdo al ex –comisariado Alfonso Cruz. El actual jefe de campo de SICOBI menciona ejemplos de la mala y de la buena cara de la reciente historia. Los trasfondos: dinero y poder. Los antibióticos: Trasparencia de fondos y solución colectiva. Año clave: 1993, año de rebeldía contra los caciques y de restauración.

Es significativo también que en el palacio municipal, SICOBI es vecino del Comisariado: juntos pero separados; compañeros pero cada quien con sus propias responsabilidades. Y el hecho que la oficina de SICOBI está ubicado ahí, indica que tiene estatus, si no es de autoridad, por lo menos como eslabón de la política municipal.

Ahí se junta una decena de campesinos, entre jóvenes y ya ‘maduros’ como don David, Francisco y Leoncio, todos Aragón, pero no hermanos. La gran mayoría participa activamente, pidiendo la palabra. Demuestran que la historia que les pido es un asunto bien reflexionado, aunque SICOBI apenas ha cumplido siete años en la comunidad. Aun así los antecedentes de la organización están integrados en la historia. Los participantes expresan sus opiniones con franqueza. Don David: “Se prohibió aplicar agroquímicos y echar líquidos, pero algunos todavía lo están haciendo.” Don Leoncio: “Sobre todo los líquidos son malos. También los usé, pero luego cuando buscaba los chapulines que tanto me gustan, ya no estaban. Tenía que ir a otros terrenos para encontrarlos. Fue cuando me di cuenta que algo estaba haciendo mal. Después me di cuenta que los matorrales se secaron hasta la raíz. Antes de que las autoridades tomaran la decisión de prohibirlos, ya los había dejado.” Retoma don David la palabra: “Estos líquidos acabaron parejo con todos los bichos, inclusive los buenos. También las viudas negras. Fíjate no más, estas arañas hasta matan los coralillos, que a su vez matan ratones. No son animales dañinos, el coralillo no hace nada, si no le deja en paz.”

Confiesa también Juvenal Zavaleta, campesino de mediana edad: “Por mala suerte fui el primero en comprar fertilizantes, en el 78. Los primeros tres años la milpa daba mazorcas preciosas, pero en el tercer año ya apareció el gorgojo y se picaron. En septiembre ya eran más polvo que granos. Desde ese entonces, el sacerdote y el profesor nos recomendaron recuperar lo natural. Esto fue antes de la llegada del biólogo, que dijo lo mismo. Ahora con SICOBI nos enseñan cómo cuidar el agua y el bosque, y cómo preparar los abonos orgánicos.” Sintetiza Alfonso Cruz: “Muchos nos dimos cuenta de la situación, pero con SICOBI se explicó mejor y de ahí se tomaron decisiones en la asamblea.”

De acuerdo al campesino joven Margarito, el proceso va por un buen camino, igual la cuestión de los incendios y otras decisiones que se tomaron: Los chivos nos perjudicaron mucho. Ahora tengo aguacates donde antes teníamos chivos. Se prohibió la cacería y la

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tala de árboles, y nuestro comité lo está vigilando. Todo esto ya ocurrió antes de hacer el ordenamiento.”

Sin embargo, como todo bueno tiene su lado malo, ahora con tanto cuidado algunos animales como los tejones, mapaches y tlacuaches ya no tienen enemigos, y abundan. Para algunos campesinos es razón de ya no sembrar. Y comentan unos que “somos desobedientes. Se necesita disciplina, también en caso de una cacería ordenada. Aquí andaban los marranos libres en las calles. Desde el 80 ya se prohibió eso. Y en 1993, cuando entró Virgilio como presidente municipal, él dijo que no se cazara venados, porque “son la riqueza del bosque”. El ordenamiento nos ayuda a entenderlo poco a poco y nos apoya con el café, la miel y las barreras vivas. Don David, con su humor tan propio: “Nos vinieron a enseñar y llevaron nuestras experiencias (a otros pueblos)”.

No todos los pueblos aceptan las reglas del juego y Santo Domingo Ozolotepec salió del SICOBI. Sin embargo, las demás comunidades compartieron las mismas ideas, opina Alfonso. “Nos hemos mejorado. Aquí en plena fiesta, salimos a combatir incendios cuando necesario.” Según Juvenal el ordenamiento les ha ayudado a mejorar un poco. “Se mejoraron los guamiles y las tierras, los animales están en su lugar y muchas parcelas ahora tienen sus frutales.”

Cuentan que los ancianos antes quemaron, aun cuando ya estaba prohibido, porque “era costumbre”. Les aplicaron multa, les metieron incluso 24 horas en el bote, pero las multas fueron usadas para hacer unas banquetas, algo positivo, algo visible. Ahora los mismos ancianos les dan las gracias. Margarito: “Más que prohibir importa crear conciencia. La asamblea acordó dejar los agroquímicos y líquidos, pero el Comisariado no los ha prohibido. Sin embargo, ya estamos más maduros, ya no los usamos. También el proceso de toma de decisiones ha mejorado. Antes no teníamos un lugar adecuado para hacer nuestras asambleas, y la gente no venía. Ahora tenemos un lugar adecuado y a partir de los estatutos comunales se ha hecho más fuerte la asamblea. Antes hasta tres convocatorias teníamos que emitir y mucha gente no venía.”

A partir del ordenamiento se ha retomado el manejo forestal para sanear el bosque. Ha generado empleo para cincuenta trabajadores, que diario ganan sus 175 pesos. Esta fue por decisión de la asamblea. A través de SICOBI se ha logrado también más estabilidad en la producción. Antes los coyotes pagaron 18 pesos el kilo de miel, ahora SICOBI paga 28, y se está mejorando la calidad. Básicamente, en las comunidades de la Sierra Sur hay cuatro programas: silvicultura, apicultura, caficultura y la agroforestería, que pretenden dar un manejo integral a los terrenos, aumentando su fertilidad. Los comités de producción que se formaron por producto funcionan como gestores, para mejorar la sustentabilidad, pero cuidando al mismo tiempo la fertilidad de los terrenos y la calidad de los productos. Rosendo: “Como los terrenos están en laderas con mucho pendiente, tenemos que cuidar los cultivos contra lavados.”

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4.6 San Francisco Ozolotepec, martes 16 de octubre

“LOS TÉCNICOS COMUNITARIOS SON LOS PIES PARA AVANZAR, PERO TODO DEPENDE DE LA ORGANIZACIÓN.”

Presentes: comuneros, técnicos de SICOBI y autoridades agrarias de San Francisco, de San

José Ozolotepec y de Santa Catarina Xanaguía.

En San Francisco se juntaron unas treinta personas, tres de ellas mujeres (además de Leticia). Seis autoridades agrarias vinieron caminando por una vereda durante tres horas desde San José, el único camino que junta la agencia con la cabecera municipal. No entra carro. La única salida en vehículo sería a San Felipe Lachillo –municipio de Santiago Xanica-, cinco horas por una brecha en malas condiciones, para continuar luego a Santa María Huatulco, otras cuatro horas de camino de bajadas.

Para llegar desde San Juan (2080 msnm) a San Francisco subimos primero, vemos por un reojo el cerro La Sirena –territorio de Xanaguía- que llega a 3080 msnm- y bajamos para llegar a 2000 msnm. Pasamos por bosques tupidos con mucha biodiversidad, cruzamos dos arroyos y vemos una cascada de decenas metros de altura. A pesar del frio matutino –frescura para los paisanos- llegamos en pleno sol a nuestro lugar de reunión, pero cuando terminamos cuatro horas después, las nubes han vuelto a encerrar este pueblo serrano. Desde tres pueblos vinieron, todos –en contraste con San Juan- comunidades zapoteca, aunque entre sí difícilmente se entienden

En San José los productos importantes son el maíz, café, frijol y caña. Apenas se introdujo la miel. En Xanaguía se producen sobre todo orégano, miel y café (y maíz), además de plátano y caña. Incluso, había trapiches. Los participantes indican que se dan muchos productos en la zona, pero faltan recursos para comercializarlos. Antes se vendía el café a través de coyotes, ahora se vende en su conjunto, a través de SICOBI.

Los que menos participan en el taller, son las autoridades agrarias. Esto se explica en parte porque son nuevas. Su falta de participación es criticada durante el taller: La falta del liderazgo es casi una invitación para que la gente pierda su disciplina y vuelva a usar (por ejemplo) líquidos, que fueron anulados por las respectivas asambleas. Se confirma durante el taller: “Cuesta un poco organizar a la gente, que siempre se queda con dudas. “Será cierto lo que se dice en SICOBI”, se pregunta un comunero. Añade: “Ahora sí entiendo mejor y me gusta; no se entiende de un día al otro. Ojalá que traigan más asesores, porque es importante. Ustedes de fuera traen experiencias y de esta manera, la gente va comprendiendo cómo cuidar el bosque. Ahora sabemos que en otras partes, la gente sufre por la falta de agua, aquí tenemos muchos arroyos, pero de todos modos ahora cuidamos mejor.”

En los talleres sobre el ordenamiento los comuneros presentaron sus problemas, hablaron de la miel, de CONASUPO, de la clínica, y después revisaron dónde sembrar, dónde dejar el bosque, dónde los potreros, cada cosa su mapa. Tomás: “Primero se llevaron a cabo asambleas en cada comunidad, luego empezaron los talleres con GAIA. De ahí nació SICOBI, aquí se levantó el proyecto. Trabajamos conjuntamente, aquí en San Francisco no se mueve solo. A través de SICOBI llegan los recursos, como pago por servicios ambientales y desde el año pasado fondos concurrentes (de CONAFOR). Luego, se

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vende el café conjuntamente, igual que la miel. La mitad tiene café y se obtiene un mejor precio a través de la unión de comunidades.

En San Francisco hay suficiente agua, pero hace 35 años se destruyó un cerro y “se bajó el agua en el río Leche”. “¿Cuántos años se necesitan para recuperarla?” Comenta Casildo, ex -autoridad: “Hay que reforestar. Damos tequio, pero si se afloja el Comisariado, todo el pueblo se afloja.” Lo menciona en referencia a los agroquímicos y herbicidas que el pueblo decidió quitar. Sin embargo, el mismo Comisariado dio el mal ejemplo y todos siguieron. La comunidad ha reforestado un total de 30 hectáreas.

Xanaguía también tomó la decisión de ya no usar fertilizantes y herbicidas. “No falta la ignorancia en el pueblo, pero poco a poco entendemos más, para que no mandemos ‘venenos’ hacia la costa. No es que tomando agua del río se daña, pero poco a poco, a la larga sí.” Alfonso Cruz, jefe de campo, es más contundente: “El líquido es veneno. La calavera de muerte en la etiqueta indica que tienes que usar guantes durante la aplicación y se murieron dos personas porque el viento fue hacia ellas. Se controló el uso, pero se está retomando.”

Es un tema controvertido, que se está discutiendo, buscando al mismo tiempo alternativas con bocashi y otros abonos naturales, el uso de machete en lugar de coa, para que no se afloje la tierra, “todo se está dialogando y mejorando, igual que el uso del pulpo de café. Con Marco Antonio teníamos talleres de nueve días.

Toma la palabra Regina, una de las tres mujeres campesinas presentes. Es de San Francisco donde el comisariado anterior invitó a todas las mujeres a participar. Afirma: “Lo hacemos, pero también fue el médico de la clínica que nos recomendó sembrar hortalizas y aguacates, porque la comida nos estaba haciendo daño. “Lo que comemos aquí, es natural”. Cuenta un apicultor, que casi todas sus abejas se murieron cuando “limpiamos con gramoxone”.

Rosendo Ramos: “El trabajo es individual, pero la comercialización va en conjunto. En la costa, los apicultores trabajan por grupos, porque la actividad es nueva e individualmente no se animan los productores. Aquí es individual, pero el uno ayuda al otro. Aunque no es obligatorio, continua, todos están de acuerdo en entregar la miel juntos. Tratamos que se certifiquen, pero hay unos cinco que usan fertilizantes en su milpa. Lo estamos combatiendo. Es el comisariado que tiene la responsabilidad de que todo va bien. El capricho realmente son los líquidos, los fertilizantes no tanto. Antes, eché a los cafetales y hasta sus raíces se vinieron ‘abajo’.

Finalmente pedimos a los tres comisariados presentes que opinen. Hasta el momento no han dicho nada. El de Xanaguia se dice dispuesto a apoyar el proceso, mientras, el de San Francisco ve “muy perfecta la plática”. Opina que se requieren más recursos para ampliar el programa. Propone además que los técnicos se reúnen cada 15 días. Manifiesta finalmente una duda, porque vino ‘un grupo’ a decir que con fertilizantes se da mejor. ¿Cómo hacer? El de San José opina que “ahora sí entendemos todo mejor”. Propone establecer un vivero con cafetales, platanales, naranjos y otros frutales, y “que los ingenieros nos echen una mano”.

Tomás, uno de los ex técnicos, propone que los comisariados reciban también unos talleres, porque los tres son nuevos. Tiene dos propuestas más: “Que si Huatulco quiere agua limpia, que nos apoye” y que los de SICOBI sigan juntos para que tengamos más fuerza. Nos ha costado, porque no se entiende todos estos procesos de un día al otro.”

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Hablando de la fuerza de SICOBI y su impacto, se menciona que las mujeres de Oportunidades en Xanaguia han decidido prohibir toda la comida chatarra, pero “tenemos que buscar alternativas”.

Finalmente, el ingeniero Iraiz toma la palabra y comenta: “Los técnicos comunitarios son los pies para avanzar, pero todo depende de la organización si se logra eso. A veces son dos pasos adelante, tres hacia atrás. Los comisariados pueden ser nuevos, pero están los comités de producción para darles fuerza y (hablando en referencia a la petición del comisariado de San Francisco) no se mueve todo con fondos externos.”

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4.7. Don Porfirio A. Carmona López, Santa Catarina Xanaguía.

”AHORA CON SICOBI ESTAMOS AVANZADOS Y PODEMOS COMERCIALIZAR NUESTRO PRODUCTO”

Ya es un señor caracterizado. Caminó una hora veinte minutos por los cafetales para asistir a la reunión. Participa en los comités de café y de miel. “En el café tenemos nuestra sociedad rural de productores (SPR), con café orgánico. Aparte está el comité de apicultura. Veo avances en ambos, en el café porque somos 65 productores, con una organización grande que se llama CEPCO. Y la apicultura estamos con SICOBI. Hay asesoría, hay actividades. Otros están solos, pero así no se puede conseguir apoyos. En grupo, uno trabaja mejor, con más cuidado en el despulpado, en la pizca, para presentar un buen producto. La mayoría tiene su patio de secado, de cemento. Trabajan en la misma manera SICOBI y CEPCO. A veces vienen a la bodega, a veces a la parcela para ver cómo trabajamos. No lo temo, porque me conviene. De ahí sale mi dinero. Si algún día rechazan nuestro producto, ¿a dónde vamos? Igual con SICOBI, tenemos muchas actividades. Aparte de CEPCO, otros treinta forman un comité de café con SICOBI.

SICOBI llegó apenas hace seis años. Ya estaba trabajando como apicultor. Vendimos nuestro producto hasta Oaxaca, a un medio rico. Con SICOBI empezamos a unirnos. Antes estábamos también en un grupo pero casi no nos llevábamos muy bien. Ahora con SICOBI estamos avanzados y podemos comercializar nuestro producto. Ya somos 25 apicultores en el comité.

¿Que relación tienen el café y la miel con el cuidado del medio ambiente? Estamos protegiendo el bosque y el agua, al mismo momento que la montaña del café. Se trata de plantar cuiles, que dan sombra a los cafetales. Donde está el cafetal es bosque. Ya no quemamos bosque, ya no cometemos este delito que se llama incendio forestal. En todas estas cosas estoy de acuerdo, porque de ahí vivimos. También está señalado dónde está el bosque alto, donde están la milpa, el café y otros productos, y el guamil que atrae las abejas. Entonces ahí me doy cuenta que vamos bien. Del café tengo 2.25 hectáreas, y de la miel voy rebasando las treinta colmenas. Todo es tierra comunal.

Una hectárea de café produce siete hasta diez quintales. Hay talleres para asesorarnos. Por ejemplo aprendimos aplicar medicinas correspondientes a lo orgánico, estamos trabajando de forma natural.

Con SICOBI ha habido más recursos, más proyectos, asesoría. Hemos aprendido de tener más capacidad y más unidad, conocimiento para sacar un producto excelente. Nos han orientado para organizarnos. Necesitamos que se mejore la participación de ellos, a veces no llegan muy seguidos. También los productores necesitamos estar más unidos. Así se logra más, porque estando solo, sólo sabe lo que uno piensa. Esto también depende del pueblo, porque hay unos que dicen que sólo vienen para maniobrar las cosas. Uno tiene que comprender poco a poco. La gente tiene que acercarse a nosotros para darse cuenta. Una vez que entiende la raíz de nuestra organización, pueden estar contentos. Con gritos, con rechazo no podemos avanzar. Esto pasó hace tres años, cuando la gente rechazó a nuestro comisariado. Cerró su oficina y llevó la llave. Fue gente de fuera que nos vino a hacer daño, son de ahí, pero estudiantes. Se nombró otro

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comisariado, que por suerte está apoyando bien. Tuvimos crisis, por la ambición de la gente.”

4.8. Gonzalo Martínez, San Francisco Ozolotepec

“TRABAJANDO, HAY RECURSOS, PERO SI DESTRUIMOS EL BOSQUE, OLVÍDALO”.

“Apenas este año entró en el comité de café. Fue técnico y jefe de campo, recorrió la cuenca cuando todo esto se inició. Apenas estaba regresando de Estados Unidos y alcanzó participar en la primera reunión. “Me gustó mucho este taller. Me parece bien como estamos ahora unido, porque sólo no se consigue un buen precio. Si uno trabaja sólo, te dice el comprador que está manchado tu café, entonces “te pago tanto”. Ahorita nos damos cuenta que está mejorando. Si trabajamos bien el café, tendremos mejor precio. Así lo comenté a mi gente. Si está mal, los compradores ponen el precio; si está bien, nosotros lo hacemos con el apoyo de GAIA.

Me gustó la manera cómo se acercó SICOBI a nosotros, fue la idea de tener diversidad en el campo. Por ejemplo, entre el café se puede sembrar naranjas y platanales. Al mismo tiempo dan sombra al café. Se aprovecha todo. No todos sabían eso. Ahora dejamos más sombra, para que no se marchite mucho. Antes había sombra pero no tan regular. Donde no se ve esta sombra, se ve triste el café. Y antes teníamos que limpiar mucho más, ahora con la sombra se da menos maleza. Trabajo menos y se da más café.”

Lo que más me llamó la atención fue el cuidado del bosque. Igual el café, al tener bosque se ahorra la humedad. Siempre lo vemos, pero nunca lo checamos. Después de esa plática fuimos a verlo. Hay unos viejitos que decían “ahí hay un chingo de agua, ahí se secó”.

Hay lugar donde antes nacía agua y ahora ya no. Entonces, dijimos “chin, si nos ponemos de caprichosos otra vez, de aquí en diez años ya no habrá”. Es la parte que ya no vamos a trabajar. Siempre y cuando trabaja uno, que siembre árboles que ahorra la humedad. No es gozarlo no más y quemarlo. He sembrado manzanos y duraznos para que se de mantenimiento a esta tierra. Sí costó, yo también fui jefe de campo, fuimos a hablar con la gente, en los talleres hablé, pero también en mi propio terreno trabajé con las manos y mi machete. Ahora un hijo tiene ahí su rancho, con orégano, con milpa, muchas cosas en el mismo lugar. Entre el maíz tiene hierbas de olor. Son productos naturales, y con eso gana su dinero, no mucho, pero algo. Somos seis de la familia, sólo es media hectárea, pero de ahí vivimos, no necesitamos comprar. Me parece un buen trabajo, también en los cafetales. Al final, es mio, no es de otra gente. Uno mismo lo aprovecha. Pero le digo a mi gente, la planta es como un hijo, tampoco va a trabajar cuando apenas tiene unos años. El café tampoco.

Un jefe de campo es él que acompaña a los técnicos comunitarios, hace un calendario con el comisariado de qué se va a hacer, cuando hay selección de semilla, cuando se va a hacer brecha contra fuego, cuando hay zanjas trinchera y piedras acomodadas, y

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cuando se supervisan estos trabajos. La gente tiene ánimo para trabajar así, lo único que falta es la economía. Aunque se está mejorando.

Somos nueve comunidades en una superficie muy grande. No he visitado las comunidades de abajo. A lo mejor un técnico de abajo puede trabajar bien arriba, y al revés, porque a veces se cree más a la gente de fuera. Conozco muy bien a la zona de arriba, tenemos varios ríos y cuencas, y abajo se hacen unos sólo ríos. Aquí tenemos bastante agua, nunca se escasea.

Estamos diciendo que cada gente siembre más árboles. Y que alguien que tenga cuenca en su terreno, que lo cuide. Es tierra comunal, pero cada quien conoce mejor su tierra. El Comisariado manda, pero cada quien se considera dueño de su terreno.

Criticamos hoy al comisariado porque quiere trabajar sólo, pero ni tiene los contactos. Quiere apoyo, pero le dije que nadie le da dinero si no hay proyecto. Está por terminar el año y no vemos claro en qué está trabajando. No cumplió con el estatuto, porque el mismo fumigó, entonces la gente volvió a fumigar también. Por eso dije: Si la autoridad afloja, la gente también. Igual, hemos cancelado que la gente mate animales, pero su hijo mató venado, entonces otra gente también le entra. Esto no nos gusta. El ex –comisariado cumplió, durante tres años no fumigaron. Ahora, todos han fumigado, menos en los cafetales. También nosotros, sólo este año, pero “ya lo regamos”. Ahora lo estamos trabajando nuevamente con la mano, con abono, para que tengamos distintas plantas. Mi hija también tiene orégano y calabazas.

Por eso vamos dos pasos adelante, tres hacia atrás, por la terquedad de la gente. No hubo discusión, así no más lo dejaron. Hay que remediarlo. También el comité se está debilitando, porque el Comisariado nunca nos cita, como hizo el anterior. Con sus caprichos nadie le va a tomar en cuenta. ¿De dónde sale la disciplina? Del comisariado. No es mala voluntad, sino debilidad. Con que ponga su grano de arena, ya está. Trabajando, hay recursos, pero si destruimos el bosque, olvídalo.

Tampoco hay que trabajar sólo cuando les manden recursos. Aquí sin recursos trabajamos. Antes incluso la gente –sin recursos- sembraba más. Comemos frijol, porque lo tenemos, sin dinero igual comemos. Aquí no hay hambre. Siento más hambre cuando voy a Oaxaca. Ahí todo se paga. Aquí no, porque tengo mi maíz, tengo mi frijol, tengo mis pollitos, mis calabacitas. Sé que trabajé con mis manos, pero no se ve el gasto.

De acuerdo al gobierno estatal, tanto San Francisco como San Juan están entre los municipios más pobres de Oaxaca. ¿Se siente la gente pobre? ¿Ustedes pueden vivir de su producción y del medio ambiente, sin desnutrición. La desnutrición empezó cuando empezaron a llegar muchas cosas. Antes había enfermedad y necesidad de médicos, pero teníamos plantas, teníamos papás, muchas cosas. Ahora hay tuzas, y estos animales chingan las plantas. Y ahora nadie siembra, todo viene de Miahuatlán. Nadie busca una estrategia para combatir este animal. Salimos para comprar, todo hecho. Yo también me ausenté durante siete años. Pero uno compra y después de unos años se acaba el dinero y se va uno otra vez. Se acostumbró, ya no siembra. Por lo mismo hay mucha diabetes, porque la gente toma su refresco. Los viejitos no tienen.

Y hay trabajo. Una persona en la Costa me comentó que tiene cinco productos en una parcela, aparte de su maíz. Tiene su Jamaica, calabazas, melón, sandía, sin echar líquido. Los que echan gramoxone sólo tienen maíz. Los que producen con pala, tienen cinco productos. Siembra dos hectárea, y tiene casa bonita. ¿Donde está la cabeza de la

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gente, dónde está la cabeza del gobierno? Ahora, toda el agua que viene embotellada, no viene de los manantiales. ¿Quien sabe que meten? Aquí tenemos el agua de manantial. Si necesitabas un vaso, te lo regalaba. Ahora todo el mundo lo compra en la tienda.

Todo el mundo le entra si existen herramientas para facilitar el trabajo. Cuando con el líquido ahorraron tiempo, ¿qué hacían ustedes? Gasto dinero en la bomba y el líquido, pero en mi tiempo libre no hay trabajo. Sólo gasto, no gano.

4.9. San Miguel del Puerto.

“SIN SICOBI NO SE HUBIERAN HECHO TODOS ESTOS PROYECTOS PRODUCTIVOS”.

Participan: Rufino Ramírez, presidente de Bienes Comunales (desde hace 20 años), Avertano

López, Pedro González (técnico comunitario), Froylan Santiago, José Lluís Gijón, Rosalino

Fabián, Ramiro Gijón, Artemio Carmona (de Xanaguía, desde hace un año viviendo en la Costa),

Joel Fuentes (jefe de campo), Israel Martínez (director técnico de SICOBI-Costa) y Leticia

Sánchez.

La última vez que fuimos a la comunidad sólo había un proyecto de mujeres que criaban peces en un terreno prestado por don Rufino, y apoyado por un presidente municipal. Cuándo él salió, y el nuevo no siguió, se acabó el asunto. Ahora Rufino tiene sus mojarras ahí y se comprometió a regalar cinco kilos si el centro de ecoturismo iniciara un nuevo proyecto.

¿Se iniciaron nuevos proyectos con SICOBI? Pedro González:

Se empezó con el comité de agroforestería y luego él del café. Joel y yo empezamos como técnicos comunitarios a buscar a productores y concientizarlos. Conseguimos semillas de árboles maderables y frutales, fuimos invitando, sembramos unos cedros y caobas. Al principio fueron bastantes productores agroforestales, pero no todos cuidaban, y por las tuzas que hacen bastante daño, dejaron las parcelas. Después lo retomamos con otro comité.

¿Con qué tenían que ver estos cambios de ánimo? Joel:

La agroforestería es el programa que más nos ha costado, porque la gente está acostumbrado a usar lo más sencillo, aunque también lo más caro: los agroquímicos. A veces rociaron su parcela hasta dos veces. Es muy complicado que este productor cambie, ya lo tiene arraigado. Hay que explicar desde el inicio los daños que generan los químicos. A veces lleva el productor su bomba, con la manguera rota y regresa a su casa todo bañado de herbicidas. A lo largo le va a afectar, aparte de lo que está generando al suelo. Si no se dan cuenta los mismos productores, a veces resulta difícil de convencerlos. El nuevo comité está dando más seguimiento. Y algo importante: Hay un recurso que llega por Servicios Ambientales, para impulsar a los productores. No les da en efectivo, sino en materiales, pero hay que hacer revisiones constantes. Levantamos fichas de la parcela y en base de eso se le da un tipo de premio. Esto es importante para los que apenas están arrancando, los que todavía no ven tan importante, entonces para que ellos logren nivelar.

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SICOBI ahora se mete más a la producción y en el acopio. Cualquier productor que quiere participar, tiene que responder a ciertas normas. Tienes que levantar fichar, dar seguimiento, hay reglas que cumplir, que no tengas plásticos entre sus cafetales. El comité lo verifica. El productor que cumple con los requisitos, tiene derecho a que se le acopie el café y venda a un mejor precio. No podemos decir así no más que no usen agroquímicos, pero hay que explicarle cómo, darle alternativas, intercambiar experiencias, donde ellos mismos vean.

¿Cómo está el ambiente en el comité? ¿Es distinto que hace cinco años? Apenas el año pasado renovamos el comité y fuimos integrados como representantes. El comité pasado no echó muchas ganas. Lo dije a los técnicos y a Joel, que revisaran los trabajos, para que todos los productores nos sintiéramos comprometidos. Si no lo hacemos de esta manera, tampoco le tomamos mucho interés. Necesitamos ir a ver las parcelas y explicar qué es lo que nos afecta. También buscamos motivar al campesino para hacer este tipo de trabajo, porque nos ayuda en la salud y en el medio ambiente. Por eso pusimos, si no reglamento, una forma de buscarle para que los demás vayan viendo que sí podemos hacer algo.

Hablando de agroforestería, he visto distintos conceptos de milpa en Oaxaca. ¿Hay reglas sobre el tipo de producción que manejan?

El comité muestra los diferentes trabajos que se haga, pero que también se vea donde vender el producto. Y que sea orgánico, no se trata sólo que haya mucha producción. También necesitamos que se valore el producto para poder venderlo. El precio es importante para que se vaya motivando, porque se requiere un poco más de técnica. Pero también hay distintas formas, hay forraje, el nescafé pues. Con una capa de este abono, el monte tampoco sale muy rápido. Se rastrojea y el mismo abono tapa. Tenemos que ir dando forma cómo hacerle para facilitar el trabajo.

Supongamos que tengas éxito; que siembres el maíz con nescafé y logres tres en lugar de una tonelada. ¿Cómo resuelven el factor ‘mercado’ que mencionan? Con abonos verdes tampoco se logra tener milpa con veinte productos. ¿Cómo discuten esto de la diversificación y adónde se venden estos productos?

Leticia: La comercialización en el sistema agroforestal es la más compleja. Tienes que garantizar primero el sustento de la familia. Esto es más importante que la venta. Al menos se gasta una tonelada de maíz al año, por familia, que no quieres comprar en la CONASUPO. La comercialización aplica cuando se incorpora productos atractivos para la venta, por ejemplo piña y Jamaica. Implica una estrategia de diversificación de productos para que sea viable la comercialización en conjunto, como es el caso del café o la miel. Con el sistema agroforestal a lo mejor se comercialice al nivel local. Rufino: Lo más importante es sacar para el sustento de la familia. A lo mejor no podemos sacar una gran producción con lo orgánico, porque sabemos que es difícil.

¿Qué estrategia tienen para meter productos más comerciales y valorar las hierbas que da la milpa?

Rufino: Apenas estamos viendo. Tenemos la calabaza, la Jamaica y la piña, en pequeñas cantidades para que no afecten la milpa. El nescafé crece mucho. Para que crezcan también los demás productos, hay que quitarle permanentemente un poco, limpiando los carrilitos, nada más. Tenemos 48 productores en el comité de agroforestería.

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Joel: Hay parcelas modelo donde se tiene una variedad de cultivos. Pedro tiene 16 distintas plantas, desde chile, tomate, calabaza, pepinos, cempasúchil. Saca hasta tres cosechas de maíz. Y tiene su mercado local para distintos productos. Cuando cosecha casi es para entregar de una vez. Tiene su manera de combatir plagas con ajo y chile. Con su manera de trabajar estimula a otros. Pedro: Con las primeras aguas de mayo sembramos medio almud de tablita y medio almud de híbrido. No muchos siembran en estas fechas. Cuando tengo elote, los vendo. Hoy vendimos 94 docenas de elote. Los más grandes. Lo demás queda para consumo. Ahora ya hay mazorca. También en mayo, siembro tomate y chile, que tarda más en dar. Aquí no más en el mercado local, los he vendido. Para un mercado fuera, se necesita sembrar más. Dos o tres tareas, en lugar de una que siembro ahora. No tengo riego. Sólo ocupo lo que Dios nos manda. En junio siembro otra vez tablita (que es criollo), sólo para consumo. En agosto sembré híbrido, que apenas se está poniendo bonito. Y la gente ya viene a preguntar. El tablita de junio ya se está secando. La Jamaica nace solito en la milpa. Tengo cacahuate y chile para cosechar. Ayer arranqué medio costalillo de cacahuate. Y entre el cacahuate y la jícama tuve pepino amarillo y verde.

Le pregunta un compañero: Oye Pedro, sembré primero calabacita antes de sembrar el maíz. Le afecta el polen, lo ponen amarillo. Si los siembras juntos, como que no le dan.

Sí se dan menos, mejor aparte.

Es una estrategia para diversificar la milpa, ¿también para disminuir los riesgos de plagas?

Sí, de esta manera, las plantas son más resistentes. Si nada más es un cultivo, se da más la plaga (empieza una breve discusión en el grupo).

¿Influye el tema ‘salud’ en las discusiones? Con mejores productos, gastas menos en medicinas.

Junto con GAIA hemos mencionada a los productores, que los agroquímicos afectan a la salud, pero a partir de ahí cada quien lo agarra como lo propio. De la misma manera hablamos de la rotación de cultivos o diversificación de productos.

Están hablando de cultivos y de comités. Veo un paraíso aquí. ¿Cuando llegó GAIA tenían que preocuparse por el medio ambiente o siempre ha sido bueno?

Pedro: Todos nos preocupamos por el medio ambiente, pero las tierras siempre han estado fértiles. Sólo sabemos que con la quema y el líquido hacemos más pobre la tierra.

Otro: El ordenamiento ha sido importante y en las asambleas siempre lo mencionan, que se eviten las quemas y que hagan conciencia los productores. Y la gente sabe que los incendios dañan no sólo a las plantas, sino también a los animalitos. Antes había incendios por todos lados en los meses de marzo y abril, ya no se sabía cómo controlar. GAIA nos enseñó preocuparnos por nuestros territorios. Ahora, SICOBI hace lo mismo. Hay comunidades más adelantadas que otras, de todos modos estamos caminando.

En la Mixteca me comentaron los productores que el medio ambiente no se discute en las asambleas. ¿Quién toma la iniciativa para tocar estos temas en las asambleas?

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El comisariado inicia la asamblea. Pero cada comité tiene su responsabilidad y está formado por sus representantes, cada comité platica sus logros, los avances y las dificultades que se han presentado. Detrás del comisariado están los comités que invitan a los demás productores a participar. El presidente municipal no ha convocado a una asamblea en más de un año, creo. Israel: ¿Por qué al nivel asamblea? El ordenamiento se hace en todo el territorio, no en los sistemas productivos. Las políticas para los sistemas productivos salen del ordenamiento. Los comités están abiertos para cada comunero que quiere incorporarse en el sistema. Se vuelve como política comunal decir que es una obligación de la comunidad, no del productor. El mandato viene de la asamblea, que tiene más peso.

Lo que tu dices, también lo hemos visto antes aquí. Antes eran comités de productores, y no salió de este grupito. Para poder incidir en el territorio se quiere más peso, entonces se cambió de nombre: de comités de productores a comités de producción de la comunidad. Ahora los comités se han fortalecido e incluso ya hemos formado tres comités regionales, de apicultura, del café y de la agroforestería y hortalizas bajo sistema de protección. Lo que nos preocupa es fortalecer este sistema agroforestal. Los comités rinden cuentas a las asambleas.

Israel, ¿sientes que los pueblos se han apropiado de estos procesos de cambio? El comisariado obliga a los comités a rendir cuentas a la asamblea, que también respalda a los comités. Ahora los comités se han apropiado de los procesos, han cambiado la manera de ver las cosas. Y en los comités regionales entran las cuatro, cinco comunidades, que organizan sus propias reuniones. Sus acuerdos se llevan a las reuniones regionales de SICOBI.

Aquí se tiene un paraíso, con turismo. Hace diez años, don Rufino se quejaba que ello no generaba ingresos para la comunidad. ¿El SICOBI genera otros procesos de desarrollo?

El ‘Chino’: Después del ordenamiento, se consiguió el pago por Servicios Ambientales y se formó otro comité, el cuarto. Se llevó a cabo una asamblea general de comuneros y se abrió este sitio turístico. La PROFEPA casi se llevó la máquina que estaba haciendo una brecha. Con el apoyo de GAIA se resolvió este problema y se terminó el camino. Luego, se hizo el sendero hacia la cascada y se construyó esta palapa, a través del Comisariado y PROCYMAF. Hace cuatro meses me nombraron presidente de la asociación. Ya estamos trabajando con el Comisariado y hay un acuerdo que el 20% es para el Comisariado, el 40% para la Comunidad y el 40% para los restaurantes. Es un proyecto de la comunidad. Y donde estaba la muchacha con la cuerda, hay un control y se apunta todo en la libreta. En la asamblea reportamos cuánto se generó de recursos. A veces no entra nadie, pero en la Semana y en junio-julio se pone bueno. Tenemos algo que ofrecer, que nos sirve para vivir. No tenemos un título como para trabajar afuera. Por suerte tenemos un sitio atractivo para el turismo y tenemos tierras fértiles para producir.

¿Cómo es la relación entre los comités agrícolas y él de ecoturismo?

A veces vienen un turista que quiere comer chepìl, y si fumigamos, como que no. Igual piden un kilo de café en polvo. Molemos el café y se explica. Tuve suerte de haber tomado en curso en fermentado de café. No debe de pasar las doce horas, para evitar que agarre un mal olor. Esto se explica. Es como una cadena, entre turismo, café y la miel. Pregunta como está el apiario. A veces pide una tostada de maíz blanco, de coco o

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de ajonjolí. Si viene a comer, depende de su gusto si le ofrecemos un caldo de pollo de rancho, un amarillo de chepil o un tasajo con frijolitos.

¿No hay un acuerdo para usar las verduras del pueblo, o los cacahuates de don Pedro? Joel:

Se puede. Estamos empezando, es como un productor que apenas está sembrando su parcela. El mismo trabajo va a mostrar cómo va a ser. Vamos viendo de cómo a trabajar. Nos ha faltado un poquito de organizarnos, tenemos que ponernos de acuerdo que los mismos productores pueden venir a entregar sus frutas, verduras, huevos y carne. Nos faltaría ese acuerdo para trabajar de la mano entre todos.

Israel: En La Merced de Potrero empezaron con sus comités de producción, y hoy tienen ocho. El noveno es él que va a integrar los otros ocho. Es el espacio donde todos los comités pueden ofrecer sus productos los sábados y domingos, desde la miel hasta los huevos del rancho, a todos los que viven en la comunidad. Es importante para que tengamos un control de precios y la calidad del quemado del café. El comité va a entrar un poco en estas cosas. Este modelo nos va a servir en toda la región.

¿Van a ofrecer recetas de la propia región, o el turista pide? Muchos restaurantes ofrecen algo típico: moles, guisos regionales.

Israel: Lo fuerte de las unidades no es exactamente la comida. El acuerdo regional es que no van a ofrecer productos de fuera. Si piden un caldo de pollo, pues que sea un pollo de la comunidad. A lo mejor no haya mucho que escoger, pero que sea un producto de la comunidad, dependiendo de la temporada.

Leticia: Queremos enlazar entre los productos, que tienen que ver con pagos por servicios ambientales, para que el turista que vea la cascada, entienda que su presencia no es gratis. Tiene que ver con el cuidado del medio ambiente, de un manejo del territorio. Por eso pusimos barreras vivas, para que el turista sepa lo que hace el productor. En el jardín etnobotánico del Mandimbo se explica la diversidad de las especies, aquí el manejo del territorio.

El proyecto de Mandimbo es comunitario. Todo aquí tiene que pasar por la asamblea de la comunidad, contar con su respaldo. Este jardín es reconocido al nivel asamblea, es más para enseñanza, participan estudiantes universitarios, pero hay un comité que está aprendiendo sobre la comercialización de las plantas y una maestra de la UAM está buscando mercado. Ahí están más involucradas las mujeres. Como no se puede vender plantas silvestres, planteamos hacer un vivero, sobre todo para bromelias y orquídeas.

Complementa Rufino: Nuestros abuelitos y papás se curaban con plantas medicinales. El albahaca, la ruda, el gordolobo, pero también árboles como el palo de lombriz, porque tiene una cáscara que se ponía a hervir y es lo que compran las farmacéuticas ahora. Podemos tener todas estas plantas en el vivero, pero necesitamos tener un registro.

Y hablando de los cacahuates de Pedro, hay que sacar fotos de la planta. Para que las tengamos aquí. El Chino: Igual de otras verduras, y darle una explicación. Falta organización todavía, entre los distintos comités, para que todos salgamos beneficiados. De eso se trata. Rufino: Igual, se puede hacer aquí un tanque de mojarras. Yo les regalo unos cinco, diez kilos para que las empiecen a reproducir. El Chino: Ya lo hemos pensado; estoy seguro que en unos dos años tenemos mucho que ofrecer. Y con el agua del tanque podemos regar la hortaliza.

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De esta forma estamos sacando ideas. En la Sierra Norte se crían truchas, pero los comedores no preparan otra cosa. Por el otro lado, visité en Huatulco a un productor que cría mojarras, y abajo del tanque, en terrazas tenía otros cultivos. No se desperdició nada del agua, regando así por gravedad.

Rufino: Mencionó el cilantro silvestre. Yo lo tengo en mi casa, es buenísimo para hacer “agua de pastor”, con cilantro, agua y limón.

Leticia: En estos días tenemos que hacer con cada comunidad su plan de inversión, para que cada sistema de producción programe qué se va a invertir con los recursos que tienen y qué van a gestionar. Para el ecoturismo hay que sacar un plan de trabajo para el próximo año. Se está sacando ideas, pero a lo mejor tampoco se puede hacer todo junto. Igual para la cocina, hay que buscar personas que tengan experiencias con platillos regionales y capacitarles. Se tiene que ir por pasos, para garantizar que esto funcione.

Igual con las plantas medicinales: ¿Van a tener sólo plantas, o se hacen jabones que se venden en Huatulco? Última pregunta: Ya es de moda hablar de los cambios climáticos. Varios mangos en el Istmo han tenido hasta dos floraciones este año. Casualidad o tendencia?

Rufino: Aquí también está pasando esto. No se había visto hasta ahorita. Creo que nos afecta a todos, aunque a veces no lo percibimos. El exceso de calor o de lluvias, ya no es como antes. Es el exceso de lluvias con vientos, aunque aquí por los bosques no nos afecta tanto. Hacemos lo que podemos hacer: cuidando los bosques, los nacimientos y los arroyos, como ayudándole un poquito y concientizando a los pequeños, a otras personas.

CEDICAM está recuperando una variedad de maíz resistente a la sequía. Y lo están sembrando más temprano.

Israel: Los que tenemos la oportunidad de buscar información, nos damos cuenta que quizás sí podemos tomar en cuenta el patrón de las lluvias, sembrando maíz tempranero. Este año ha sido normal, después de seis años anormales. Antes, el maíz llegaba a una altura de dos metros y medio, hoy hay que pensar qué maíz, para que el viento no pegue tan fuerte. También se están sembrando árboles maderables como cortinas rompe-vientos, en las orillas de las parcelas. Sin saber cómo responder a estos cambios, se está adaptando. Lo estamos tocando en las asambleas, con palabras que la gente entienda.

Leticia: El año pasado, el viento tiró la floración y las abejas no tenían qué comer. Nos mencionaron estos fenómenos en la Sierra y en la Costa. Fue una afectación por el clima. Ya se tienen dos años así, que afecta a la miel y a la cosecha del café. SICOBI participa en la consulta del REDD+, pero no ha habido mucho avance en esta discusión.

Rufino: Lo que comentó del maíz resistente, aquí lo tenemos con el frijol Arriaga, que tiene sus raíces más profundas que el frijol piñero y resiste más la sequía que el otro que tiene sus raíces encima. El piñero es mejor, pero el Arriaga resiste más. En nuestro banco de semillas en Mandimbo, nos recomiendan cruzar el maíz criollo con el híbrido para que no crezca tanto.

Artemio, eres de Xanaguía. ¿Puedes comparar el trabajo de SICOBI arriba y abajo?

Cuando iniciamos en el 2005, estaba Rosendo de Comisariado. Me invitó a trabajar con SICOBI. Venimos una vez a la costa, porque aquí empezó. Después me nombraron

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comisariado. Participé en las reuniones regionales, donde se discuten las problemáticas de las comunidades, de cómo mantener la tierra. En la Sierra hay más pendientes y se lava más la tierra, sobre todo cuando se roza y quema el monte. Por eso es tan importante ya no quemar. Se hizo en esfuerzo ver todo esto. Hasta ahora son pocos que han agarrado el sistema de agroforestería, unos 30, con sus piñas (como barreras vivas) y sus tomates en la milpa. En la Sierra se usa más el agapam, una flor blanca, y el nopal. Por la distancia estamos muy separados de la costa, pero por el trabajo casi es igual. Sólo el clima es distinto.

Sin embargo, los paisajes son distintos y en lo social se puede tener otras respuestas..

Reforestamos más con pinos. Arriba todo se desarrolla más despacio. Aquí se puede tener dos cosechas al año, allá una y es más tardada. En la costa la gente ya entiende más. Arriba ha empezado más tarde, pero la gente ya se da cuenta que esta organización les beneficia. Sin SICOBI no se hubiera hecho todos estos proyectos productivos. Tratamos de sembrar más frutales, porque los pinos no dan nada para la miel. No se pueden aplicar los proyectos parejo en todas las comunidades.

En la apicultura no sólo se trata de producir miel. Las abejas cumplen un papel muy importante porque polinizan todo tipo de plantas que producen. El compromiso de los apicultores es que reforesten, pero también con plantas que traen polen. Entonces van a sembrar plantas que producen flores entre mayo y septiembre, porque en esta época hay poca floración. En San Felipe Lachilló ya hicieron un listado de veinte plantas que en esa época de crisis producen flores. Reforestaron con estas especies. Es importante este tema, porque en la Costa ya tenemos como 400 colmenas. Sólo en San Miguel se espera cosechar este año tres toneladas de miel con 250 colmenas. La Merced y San Felipe apenas están iniciando, pero ahí van. El comité regional de apicultura se reúne cada dos meses y discuten sus avances y problemas. El presidente del comité regional ha participado en un diplomado y está compartiendo sus experiencias durante los recorridos que está haciendo en las comunidades. El comité ya hizo su reglamento, por ejemplo qué hacer en casi de que un grupo se desintegre.

Leticia: Aquí el manejo es por grupo y no individual como en la Sierra. Joel: Los recursos son manejados al nivel del comisariado, aprobado por la asamblea general. Se tomó la decisión de manejarlo por grupos para que se beneficie la población en general y no una familia. Israel: En la Sierra desde antes se estaba trabajando la apicultura. Aquí el proyecto apenas tiene tres años. Cuando empezaron los pagos por Servicios Ambientales se decidió fortalecer esta parte. En Xadani, el comisariado está impulsando el proyecto, que apenas está empezando. El cambio de autoridades puede debilitar el proyecto, pero lo que vale es el aval de la asamblea.

4.10 La Merced de Potrero. “HEMOS DISCUTIDO MUCHO, CON EL MEDIO AMBIENTE EN JUEGO, SU

RELACIÓN CON LA PRODUCCIÓN DEL CAFÉ Y DE ALIMENTOS. AHORA CON LOS COMITÉS DE PRODUCCIÓN NO HEMOS BAJADO LA GUARDIA.”

Presentes: 19 personas, incluidas tres mujeres y tres ex autoridades de Santa María Xadani.

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Juan Vicencio logró el deslinde del territorio para ser reconocido como comisariado. Sólo había un representante. Ahora La Merced tiene un territorio reconocido de 7,555 has. Otras 2,600 están en conflicto.

Inicia Leobardo, tesorero del Comisariado: “Hasta hace poco era algo desconocido trabajar con instituciones como SEMARNAT y CONAFOR. Pero durante una reunión en Huatulco conocimos al biólogo Marco Antonio, de GAIA. Fue poco después cuando recibimos la resolución presidencial. En la reunión se hablaba de proteger los bosques. Nos parecía bien, porque siempre había muchos incendios que duraron hasta que se sofocaron solos. Platicamos también de cómo conservar los animales. Tenemos mucha fauna. Está bonito que se cuide el campo y que nos dieron plantas, se está mejorando aquí.” Después se hablaron de talleres, del ordenamiento territorial y lo presentaron en la asamblea. Sí fue aprobado, pero había mucha desconfianza, porque la expropiación de Santa María Huatulco (1984) todavía era reciente.

Continúa Sotero Garnica, ex comisariado de Santa María Xadani, igual que La Merced agencia de San Miguel. Xadani tiene su carpeta básica desde 2003, y PROCEDE confirmó su superficie en el 2006: 16,577 has. Durante su trienio se hizo el ordenamiento. Siempre ha tenido buenas experiencias con GAIA, pero quedaron dudas por la expropiación. Xadani colinda con Huatulco y comparte una franja costera atractiva. De hecho ahora hay un conflicto porque un empresario de fuera dice ser el dueño de 257 hectáreas en Copalita, anexo de Xadani (dentro del mismo comisariado), aunque se trata de tierras comunales. Comenta Ignacio Ramírez, actual comisariado: “Siempre existen dudas sobre la conservación, nos puede pasar lo mismo que en Huatulco. El gobierno no invierte así no más un fondo del Banco Mundial.”

Don Hilario, comisariado: “Nos avisaron del proyecto, pero el registro de la comunidad apenas estaba en trámite. Sólo teníamos un representante, que no fue suficiente, hasta que se integró el Comisariado con su Consejo de Vigilancia. Desde hace medio siglo tenemos un conflicto por 2600 hectáreas. Además hemos tenido conflictos internos. Ya teníamos una buena producción de café. Por el otro lado, uno sabe que está luchando por un bien y si el gobierno nos hubiera querido expropiar, ya hubiéramos estado fuera. Tenemos más de 15 años con PROCAMPO y yo firmo por otros quince años más. No van a haber desalojos.”

La región produce un excelente café desde hace varias décadas. Ahí se encuentran varias fincas cafetaleras históricas del estado, tal como Alemania. Tiene su historia de altos y bajos con el INMECAFE, con años dorados seguidos por la crisis de los 90s cuando desapareció el Instituto. No había mejoras en el medio ambiente hasta mucho después con los programas. Quedó la duda cómo se relacionaba la conservación con la producción.

Xadani está desde el 2006 con GAIA. Ya estaba recibiendo pago por Servicios Ambientales desde el 2005, hasta el 2009. Para estas fechas también La Merced recibió este pago. Desde el 2005 participan en reuniones regionales en la Costa donde se formó el SICOBI. Han sido procesos de aprendizaje, admiten las autoridades actuales de La Merced. “Se cometieron errores, a pesar de que las reglas de operación fueron muy claras. Por lo mismo, la gente no estaba viendo con buenos ojos lo que estábamos haciendo. “Hemos discutido mucho, con el medio ambiente en juego, su relación con la producción del café y de alimentos. Ahora con los comités de producción no hemos bajado la guardia.”

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La Merced se ha convertido en un ejemplo para todos, cambiando los conflictos internos en alternativas interesantes. Tiene nueve comités incluyendo un espacio público en la placita para vender productos de la propia comunidad y fomentar así lo que la región ofrezca, no lo que ofrecen supermercados. Se combina una producción diversificada con organización social, o sea: produce con responsabilidad. Hilario: “Hemos generado claridad internamente sobre los apoyos que han llegado. Las dos camionetas aquí son los ejemplos, igual que la construcción del local donde estamos reunidos. Es del Comisariado, pero también está disponible para SICOBI. Muestra que los proyectos dejan beneficios para la comunidad. Igual se ha hecho el techado de la cancha, cuando volvieron a dar el pago por servicios ambientales de 3000 hectáreas, el 40% de nuestro territorio reconocido.”

SICOBI tiene su figura legal y funciona como una unión que estimula un buen manejo y vende productos orgánicos (sobre todo café y miel). En Xadani, sin embargo el café en la parte alta está abandonado, ya que mucha gente está trabajando en Huatulco. Opinan las autoridades presentes, que hay perspectivas en un turismo comunitario en su laguna, con sus manglares y camarones. Otros productos importantes son el maíz y la papaya, aunque este último difícilmente se produce de forma orgánica. Don Sotero y unos amigos tienen limonares criollos y naturales. Pero todos los presentes están de acuerdo que la unidad que promueve SICOBI facilita la gestión de recursos, además de servir como espacio para intercambiar experiencias. Dice un comunero: “Vino a despertarnos, para que volviéramos a conservar como lo hicieron los abuelitos. Ya sabemos proteger el ambiente.”

Entre los comités se ha generado cierta competencia para que sea la sede de la asamblea general anual de SICOBI. En La Merced se llevó a cabo el año pasado. El pueblo tenía mucho que “presumir” con sus comités de apicultura, pollos de postura, agroforestería, café, granjas integrales agropecuarias, hortalizas, estufas ahorradoras y espacio público. En Xadani se trabaja con agroforestería, huertos familiares (invernaderos) y se está iniciando una UMA de iguanas. El mensaje está claro: Hay que producir para nuestra propia alimentación, sin tumbar más bosque. No se impide cultivar, pero hay que producir bien. Y como uno dice: “Hasta los bichos son útiles”. Turismo y el café son los temas que dominan, y se siembra muy poco maíz. “Tenemos que volver a aprender esta siembra. Antes teníamos mucho frijol y maíz, ahora ya no. Los herbicidas han dado casi un golpe mortal para la buena producción. Se redujeron las áreas de cultivo, con pocos recursos. Ahora podríamos retomar los estímulos de los recursos.”

Hilario: “Desde los comités se estimula la producción, con mayor autoconsumo y el mercado, para depender menos de convocatorias. Quizás se puede vender parte de la producción a Xadani. Se puede mejorar esta producción, sin agroquímicos. Tengo seis años sin quemar o químicos, y tengo buena producción. Y cuando salgo de mi cargo, voy a continuar en la misma forma. Es que también unos echan ganas, otros no. Es un proceso complicado y quizás la mitad lo está entiendo, mientras que los demás están pensando sólo en el dinero.”

Lola Hernández trabaja desde hace dos años con la unión de comunidades. Opina que el camino bien claro para los comités. Su papel es fortalecer este proceso. “Luego los comuneros ven los resultados y te lo van diciendo. Todo tiene que ver con responsabilidad y conciencia.” De acuerdo a la técnica comunitaria, los nueve comités en La Merced integran formalmente unos 240 socios y socias, con sus familias. Sin embargo, varias personas participan en dos o tres programas, a veces el hombre está trabajando,

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pero su esposa va a las reuniones. Hay unas 500 familias en la comunidad, con un total de más de dos mil integrantes.

SICOBI en su totalidad cubre 68 mil hectáreas de la cuenca. Tiene un fin ambiental y socio-económico. La pregunta clave es ¿cómo enlazar el producto con los de fuera? Comenta un comunero entre elogio y crítica: “SICOBI piensa en todo, pero a veces necesitamos renovar. Si estamos buscando un beneficio económico, hay que diversificar. En la agroforestería podríamos sembrar yuca. Quizás no se vende, pero por lo menos sirve para auto-consumo. Lo podemos ofrecer en nuestro espacio público, el tianguis comunitario que se organiza durante los fines de semana. Igual en la apicultura, ahora vendemos la miel fuera. ¿Por qué no producir bebidas de frutas, preparadas con miel en lugar de la azúcar? Esa es una forma para alcanzar mayor sustentabilidad. SICOBI tiene que buscar el mercado. Tenemos un buen café, que en los hoteles de Huatulco se puede vender a $200 el kilo molido, mientras el grano aquí quizás se vende en sólo $40.” Comercializar con su marca registrada “Pueblos y Selvas” no es sencillo, pero sí es parte del proceso.

Teodora (Lola) Hernández, técnica comunitaria, La Merced

Esta mujer joven es agrónoma de profesión y fue invitada por el comisariado actual para integrarse en el equipo de SICOBI como técnica comunitaria. Es la única mujer con este papel en el programa regional, al lado de ocho hombres. Comparte algunas de sus experiencias: “Busqué una carrera para poder regresar a mi pueblo. Además, me gusta trabajar con la tierra y organizar a la gente. Sentí que tenía que compartir lo que los campesinos sienten, trabajando con mis manos y pies en la tierra. Ahora estoy practicando lo que aprendí durante mi estudio. Como socia de cada comité me sale más fácil concientizar a los productores, porque hacemos lo mismo. Y me están pagando lo que aquí gana un trabajador en el campo.

Los dos comités de café y él de la agroforestería son los más fuertes aquí. El más viejo de café es el que está con UCIRI. El otro grupo está con SICOBI. Pero los dos trabajan juntos. Son comités consolidados. Sólo hay que trabajar para que dependan menos de los técnicos. Se ha dejado que la gente se organice a su manera, porque al inicio fue toda la comunidad. Sin embargo, a veces se viven tan lejos, ni se conocen, entonces mejor entre vecinos y familiares. En café no fue así, porque todos lo producen. Ahí se hizo la invitación a todas las personas. Después de varias reuniones quedaron 90 personas, ahora son más de 50. Creo que ahora está consolidado y empiezan a caminar solos. El grupo de mujeres con los pollos, nada más tiene ocho integrantes. Empezaron con 15. El comité de las estufas ahorradoras de leña empezó con 70, y ahora son 52, en su mayoría mujeres. Una vez que todos tengan su estufa, posiblemente vamos a trabajar con el tema de aguas residuales, que también contaminan.

El hecho que soy mujer no me ha dificultado, porque nací aquí y conozco a mi gente, sé como tratarla. La gente no le da importancia a este tema. Lo más importante es decir las cosas como son. Les agraden la voluntad y la paciencia. A la gente la tienes que escuchar y entender. Y dentro de SICOBI puedo aplicar lo que he estudiado. Por el otro lado, SICOBI ha mandado a un técnico a la Escuela de Buen Común, para que se capacite como promotor comunitario.

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Para las familias campesinas un tema clave es la agroforestería. Aparte del maíz, frijol y calabaza, muchas milpas tienen jamaica y chiles, e inconscientemente están diversificando, pero no tienen una idea exacta qué maravilla están haciendo. Estamos fortaleciendo estas experiencias. Desde hace tiempo metimos piñas como barreras vivas. Sirven para el suelo y el consumo. Todos han sido capacitados para manejar el aparato A, para calcular las curvas a nivel y los pendientes. Hay vecinos que lo están copiando, sin aparato. Hay que explicarlo con paciencia, no una sola vez. En el café se está diversificando con frutales, para que generen ingresos cuando baje el precio del café.

Sin embargo, la gente todavía no valora lo que tiene, por falta de conocimiento. Por el otro lado, en Oportunidades participan más de 400 beneficiarias. Ahí platican sobre alimentación. La gente está consumiendo plantas como quelites y chepiles, que tienen en la milpa. Ellos saben los objetivos y los beneficios.”

Hilario Rodríguez Mendoza, Comisariado:

Hace diez años, la situación aquí era difícil. Por la educación que se estableció aquí y los talleres que se han venido a dar, la gente viene entendiendo que las actividades ilícitas les estaban perjudicando. El café ha ayudado a formar alternativas. Igual el pago por Servicios Ambientales viene motivando a la gente para trabajar sus parcelas. Se empieza a ver el impacto de estos programas en la comunidad, al nivel SICOBI. Han migrado muchos, pero en los últimos tres años se están estableciendo más en la comunidad. Ahora con la educación y estos programas con sus talleres de capacitación se están dando cuenta que aquí tenemos todo lo que se necesita, solo hay que trabajar un poco más.

Dos presidentes de Bienes Comunales de Santa María Xadani: Sótero Garnica (2006-2008) e Ignacio Martínez (2012-2014).

Xadani quizás es la comunidad más débil dentro de SICOBI, no por falta de voluntad de sus autoridades agrarias, sino por los cambios socio-económicos que se han visto en los últimos veinte años bajo la influencia de su vecino Santa María Huatulco. Bendecido por recursos naturales abundantes y un territorio grande, el pueblo de 800 comuneros ha perdido mucho de su identidad agraria, admiten sus autoridades agrarias. Además, en la actualidad les afecta un conflicto interno y un conflicto con un empresario que dice ser dueño de 257 hectáreas en la franja costera, con fines de especulación y desarrollo turístico. El caso ya está en la Corte, y la primera batalla para recuperar el terreno ha sido ganada. Sotero Garnica e Ignacio Martínez ven grandes posibilidades en desarrollar un proyecto de turismo comunitario en la costa, porque cuentan con una laguna y manglares, pero en lo que se refiere al desarrollo agropecuario –que es lo que más enfatiza SICOBI- va más complicado. Explican: “En el transcurso de los últimos dos siglos Xadani ha perdido 11 mil hectáreas a pequeños propietarios –bueno, no siempre tan pequeños, bromean- que establecieron fincas cafetaleras. A pesar de eso, todavía contamos con 16 mil hectáreas, con cerros altos donde se puede cultivar un excelente café. Pero sobre todo en la época de precios bajos, cuando al mismo tiempo jaló el desarrollo turístico de Huatulco, muchos lo dejaron. Se puede retomar, pero hasta ahora no ha sido fácil. Dentro de SICOBI tenemos un comité de agroforestería, pero también con pocos participantes. No significa que los comuneros no están preocupados por el medio ambiente. Sí hemos reforestado. Para nosotros, la participación dentro de SICOBI la consideramos importante.”

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7. CENTRO DE DESARROLLO INTEGRAL

CAMPESINO DE LA MIXTECA –CEDICAM-

Sede: Asunción Nochixtlán

Mixteca

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7.0. CEDICAM

7.1. Jesús León Santos

“LA NATURALEZA NO ES MONOCULTIVO”

El desarrollo no puede estar alejado de la cuestión cultural, del conocimiento local, tiene

que ver con la cultura alimentaria de la gente, y con los recursos disponibles localmente.

Si no, estás introduciendo un modelo ajeno. Y si es ajeno, por lo general fracasa. Cuando

se propone un modelo de desarrollo, se debe tomar en cuento estos aspectos.

La sociedad civil ha generado una serie de alternativas. Desafortunadamente no han

tenido el apoyo que se requiere para poder difundirlas y hacer que llegue a más gente.

Son alternativas en el manejo de los recursos naturales y con sistemas productivos

sostenibles, para darle valor agregado a los productos para que se pueda posesionarlos

mejor en el mercado.

CEDICAM17 está trabajando en más de treinta comunidades en la Mixteca Alta. Su proyecto ‘Agricultura para Necesidades Básicas’ se está aplicando en diez comunidades de Tilantongo y San Miguel Huautla.

Siguiendo las campañas y los diferentes spots en los medios de comunicación, a mí se me hace que no hay aspectos claves que tiene que ver con la soberanía al nivel nacional. Eso es preocupante, porque de no abordarlo desde hoy, una vez que cualquier de ellos tome posesión, la política pública vinculada con la alimentación estará en crisis.

Sólo uno de los candidatos habla de soberanía, otro habla de seguridad alimentaria. ¿Son conceptos compatibles y complementarios, o indican unan líneas muy distintas? De lo que hemos estado luchando desde hace muchos años, tiene que ver con la soberanía, o sea la capacidad del país de producir sus alimentos, en base de su cultura, de sus necesidades y de su potencial del territorio para producir sus propios alimentos. La seguridad alimentaria tiene que ver con la disponibilidad de alimentos, sin importar si son producidos localmente o importados de otros países. Para nosotros es importante que las personas de escasos recursos tengan acceso a los alimentos, y para mí la soberanía importa en el sentido que la gente tenga la capacidad de producirlos, de acuerdo a sus necesidades y cultura, en el medio que vivan. Ahí se junta con el tema de seguridad familiar, que es muy distinta a la seguridad nacional, que tiene que ver con un concepto empresarial y con la importación de alimentos, más que generar capacidades para que las comunidades produzcan sus propios alimentos.

Fox decía en sus días, que no nos preocupemos, si no hay maíz aquí, lo importamos. Y Usabiaga, que hizo el programa del campo para Vázquez Mota, comentó que sí ya no hay variedades de maíz aquí, tampoco habría problema, luego se puede reconstruirlas genéticamente. O sea, ¿cuál es nuestra preocupación?

17

Centro de Desarrollo Integral Campesino de la Mixteca.

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Y nada más estamos hablando de uno de los cultivos más conocidos. ¿Qué pasa con los demás? Tiene que ver con la dieta alimentaria en el país. Aquí hay una percepción muy corta. Muchos políticos piensan que todo se puede resolver con dinero. Pero en este caso mucho tiene que ver con el trabajo de nuestros campesinos con la tierra. Ni toca el tema de los cambios climáticos, si sólo se habla de conseguir los alimentos, de dónde sea. Tenemos que preguntarnos cómo fortalecer las capacidades productivas de las familias. Les tiene que interesar el potencial del país. Además, yo me pregunto de cuál cualidad son las importaciones, sobre todo respecto al maíz. Mucha gente dice que ese maíz realmente es para el ganado. No necesariamente son de buena calidad alimenticia humana. A mí me parece un mentalidad corta, que cuando no tengamos la capacidad de producirlo aquí, que lo compremos afuera. Son decisiones tomadas muy a la ligera, con intereses económicos de empresas importadoras de alimentos. Esto me parece es jugar con la cuestión alimentaria de este país.

AMLO habla de la soberanía, está en contra de los transgénicos y en cultivo de granos para biocombustibles. Pero ¿fomentar la producción al nivel nacional y el mercado nacional, sería suficiente como para apoyarlo?

Por lo que hemos visto en nuestras regiones, deberíamos de modificar las áreas institucionales destinadas hacia el campo. No están haciendo el papel que debería de hacer. Si les preguntamos a nuestros campesinos de la región, cuántas veces han visto una instancia del gobierno federal o estatal, acompañándolos, dándoles ideas para mejorar sus sistemas productivos, seguro te van a decir que lo los han visto por acá. Los aparatos no son adecuados para mejorar y fomentar los diversos cultivos que se requieren para hacer frente a los problemas alimentarios. Tampoco en el gobierno estatal no hemos visto cambios sustanciales hasta el momento.

Las intenciones que los candidatos no bastan para fortalecer la producción de sus cultivos. Los programas, como PROCAMPO, ayudan, pero podrían ser más eficientes. Tendrían que ser acompañados por apoyo técnico, por un manejo más eficiente de sus recursos.

¿El gobierno estatal entiende tu posición? Pablo Ruiz comentó que funcionarios estatales han visitado su granja, pero que no entendían qué estaba haciendo. Estaba hablando de diferentes mundos. ¿Al nivel estatal tratan de mejorar este seguimiento?

Durante su campaña, el gobernador se vio preocupado por fortalecer la vida campesina y de las comunidades indígenas. Pero a un año y medio de su gobierno no puedo ubicar el desempeño de ellos en la vida práctica. No lo veo, no he oído ningún campesino que habla de un cambio en su producción o de su vida. La verdad, estábamos esperando algunos cambios sustanciales. Los Módulos de Desarrollo Sustentable, creo que no han entendido realmente cuál es su papel en el manejo de los recursos naturales y en el mejoramiento de la producción, encaminada en el fortalecimiento alimentario y la comercialización de sus productos.

Tú estás muy metido en el rescate de los maíces, en la soberanía alimentaria y la restauración de los recursos naturales. ¿Se trata de ser más eficaz en el campo, regar mejor, usar mejor las máquinas, o se trata de otro modelo hacia el futuro? Se tiene que tomar en cuenta varios aspectos. El desarrollo no puede estar alejado de la cuestión cultural, del conocimiento local, tiene que ver con la cultura alimentaria de la gente, y con los recursos disponibles localmente. Si no, estás introduciendo un modelo

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ajeno. Y si es ajeno, por lo general fracasa. Cuando se propone un modelo de desarrollo, se debe tomar en cuento estos aspectos.

La sociedad civil ha generado una serie de alternativas. Desafortunadamente no han tenido el apoyo que se requiere para poder difundirlas y hacer que llegue a más gente. Son alternativas en el manejo de los recursos naturales y con sistemas productivos sostenibles, para darle valor agregado a los productos para que se pueda posesionarlos mejor en el mercado. Sin embargo, no se le han dado suficiente valor a estas experiencias, para incorporarlas en un modelo de gobierno que pueda ser realmente compatible con las comunidades campesinas. Siento que se desprecia estas experiencias generadas y privilegian a las de otros lados, de otros países, que generalmente no son compatibles con nuestras formas de vida y de producción. Para nosotros es indispensable tomar en cuenta los comentarios de los campesinos y no solamente ir a decir lo que ellos tienen que hacer. Muchos planes del gobierno son muy mediáticos. Son planes de sexenios, que muestran una falta de responsabilidad.

En varias comunidades me han comentado que están dispuestos de reforestar sus recursos, pero en lugar de hacerlo con pinos prefieren frutales u otras especies que podrían ser productivas y generar ingresos. Ustedes siempre han luchado por el respeto para la Madre Tierra. Si SAGARPA viene ahora con un proyecto para aumentar la productividad, ¿tendría sentido?

No se trata sólo de aumentar los niveles de la producción. Es importante tomar en cuenta la diversidad que existe dentro de una parcela, el maíz, frijol, calabaza, quelites y otras plantas. Muchas veces se piensa elevar la producción del maíz y se olvida de todas las demás, que inclusive se vuelven enemigos de los monocultivos. Entonces, se puede presumir el aumento de la producción del maíz, pero por otro lado estás desplazando otros cultivos muy importantes para la calidad alimentaria, que tienen que ver con la cultura del pueblo y de la misma naturaleza regional. Hemos trabajado mucho con especies locales, con el cuidado y protección de los maíces, la promoción de los sistemas productivos como la milpa que es fundamental para la conservación de la diversidad y con la producción diversificada de los alimentos dentro de la milpa, y con la recuperación por medio de las reforestaciones.

Una de nuestras grandes luchas siempre ha sido cómo diversificar la reforestación, cómo podemos ocupar árboles de uso múltiple, que no solamente sean maderables o que hagan verdes el paisaje, pero que también sirvan como forraje, como medicina, como alimento. Porque la naturaleza no es monocultivo, hasta un bosque de pinos es diversidad, tiene otras especies. Cada una contribuye a que estos espacios sean más resistentes a los fenómenos que les puedan causar problemas. Lo mismo en una parcela. Una parcela no tendría que ser muy diferente a la naturaleza. Desafortunadamente no se ha entendido qué tiene todo esto que ver con la diversidad cultural y de las formas de vida campesina indígena que tiene Oaxaca.

Tú vas y vienes de las comunidades, tienes un análisis, has asistido a intercambios de experiencias, pero la mayoría de los campesinos no. En Valles Centrales, en concreto San Andrés Ixtlahuaca, los campesinos se mostraron confundidos porque SAGARPA y CONANP les estaban ofreciendo apoyos hasta opuestos entre sí. Están conscientes del hecho que la tierra está agotada, no quieren meter más químicos, pero saben bien las alternativas. ¿Qué dicen los campesinos con quienes trabajan ustedes? ¿Hacia dónde van sus propias rutas?

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Hay de todo, la cuestión es cómo les ayudamos para que estas confusiones no sigan como tales. Si alguien viene con un maíz que rinde más que su propio, por supuesto le interesa. Pero hay cosas que tenemos que ver.

Hace tiempo se introdujo en Nochixtlán un maíz de alto rendimiento. Unos años después nadie lo está sembrando, a pesar del hecho que produjo muy arriba de los maíces locales. Resulta que a las mujeres no les gustó al momento de hacer las tortillas, porque ese maíz tiene la cáscara un poco más gruesa, el molino lo lograba molerlo, y las cascaras quedaron visibles en la tortilla. No venía de acuerdo a la cultura alimentaria de la gente, a pesar de su rendimiento. Puede ser que por un detalle mínimo no es aceptado por la gente. Para introducir un cultivo, tienes que tomar en cuenta tres elementos fundamentales: 1) Qué esté adaptado a las circunstancias de las comunidades, sin requerir grandes inversiones adicionales; 2) que sea aceptado en los alimentos de la gente; 3) Que puede ser vendido localmente y no a un empresario que quien sabe dónde esté. Muchas veces sólo tomamos en cuenta el rendimiento.

También tienen que ver la infraestructura o el uso de ciertos agroquímicos, porque de repente los funcionarios se convierten en agentes de venta de ciertos productos. Va en contra de la ética profesional. Eso pasa por ejemplo con los invernaderos, que va incluido todo un paquete que tienes que seguir al pie de la letra, y hasta te indican quienes los venden. Entonces, atas a la gente a la compra en una tienda, no te dan alternativas, pero sólo te indica una línea. Y si ya no aguantas estas recomendaciones, este sistema de producción, abandonas todo el sistema. Tenemos infraestructuras abandonadas por todos lados, no sólo invernaderos.

Las comunidades donde ustedes están trabajando, cuentan con ustedes para cualquier duda. En las demás comunidades, la asesoría de la sociedad civil o de instituciones brilla por su ausencia.

Hay un déficit enorme en el acompañamiento de las comunidades. No tenemos margen de movimiento, pero el estado tampoco cumple con su deber.

¿Ha cambiado CEDICAM su manera de trabajo en el transcurso del tiempo?

Los últimos años sigue con la línea que tiene que ver con los suelos, pero ha incorporado otros aspectos como es la alimentación, haciendo frente a esta situación cada vez más compleja de la seguridad y soberanía alimentaria. Incluye también la fertilidad de los suelos, el mejoramiento y selección de semillas locales, tiene que ver con el manejo del agua, tiene que ver con una mayor diversificación dentro de la parcela. No se trata sólo de maíz, frijol y calabaza, sino además con las hortalizas. Además los animales de traspatio. O sea, se juntan la cuestión económica y alimentaria de la gente, además de los grandes temas como son los cambios climáticos y las semillas manipuladas genéticamente.

Hay ciertos temas que se puede trabajar al nivel familiar, tu puedes decidir cuáles animales quieres en tu traspatio y como los vas a vender. La recuperación de suelos y de agua son más bien retos comunitarios. En los últimos años ya no fomentamos la reforestación, porque la CONAFOR tiene una presencia bastante fuerte. No tiene sentido poner de nuestra parte un vivero de mil árboles, si ellos pueden financiar un vivero grande. Insistimos nosotros en cómo hacer la reforestación. Para nosotros no es solamente un asunto de sembrar árboles. Hay que hacer bosques. Está bien la reforestación, pero está muy débil la cuestión de la diversificación. Necesitamos programas más acordes a las necesidades de la gente. Por ejemplo, la leña no va bien

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con pinos, pero hay muy pocos esfuerzos sobre los encinos. Queremos que otros elementos en la reforestación puedan ser utilizados por la gente, como por ejemplo la leña, madera para artesanía. Considero que los pinos son más lentos para responder a estas necesidades. Por supuesto, reforestación de pinos siempre está bien, pero hay que adaptar la siembra de árboles más en función de las necesidades de las personas.

¿Cómo está la relación de trabajo entre CEDICAM, comisariados e instituciones de gobierno, respecto a estos temas de reforestación, recuperación de agua y suelos. Porque finalmente tu puedes trabajar bien, pero si tu vecino no lo hace, poco se puede avanzar en estos temas. Ustedes trabajan con familias individuales, pero de alguna forma se tiene que trabajar también con un ordenamiento territorial. ¿Las actividades son complementarias o hay competencia?

Será de todo un poco en este asunto, dependiendo de las circunstancias. Pero hay que minimizar esta competencia, porque en nada ayuda a un desarrollo ambiental. Por lo general, como CEDICAM ya no trabaja asuntos de reforestación, ya no tenemos mucha relación con las autoridades comunales. Pero en los últimos diez años, CONAFOR ha hecho trabajo, y bastante bien. Sin embargo, estos esfuerzos familiares con el tiempo van a requerir de ciertas normas, para que se respete el trabajo de uno, por ejemplo para que el pastoreo no afecte al terreno de un vecino. Se necesita más que un esfuerzo familiar, algo como acuerdos comunitarios. Todavía no estamos viendo cuáles van a ser los mecanismos en el futuro. No tenemos proyectos comunitarios.

En la Sierra Norte, todos parecen considerar lo más normal normar todo a través de asambleas comunitarias. Es muy comunitario, colectivo. En la Mixteca, ¿consideras que es complicado trabajar con comunidades enteras o a través de autoridades agrarias? ¿Es difícil de motivar a la gente?

No, creo que no. Pero ocurre más cuando son proyectos públicos. Generalmente son proyectos más grandes, con mayor inversión. Con una organización como la nuestra no es posible. Estamos haciendo reacomodos en nuestras relaciones con las comunidades, como no tenemos los recursos suficientes como para cubrir todas las necesidades, y tampoco queremos hacer poco, entonces estamos buscando la manera para entrarle más en la discusión que estamos haciendo ahora, con un impacto más amplio en la comunidad, cubrir lo máximo posible en menos comunidades, también para poder discutir estos asuntos en asambleas, para lograr mayor interés de los habitantes para hacer estos trabajos en sus parcelas o al nivel comunidad. En estos reacomodos estamos ahora y en los próximos años.

Con cuantos productores y comunidades están trabajando ahora: en los distintos proyectos aproximadamente con unos 900 productores en 25 comunidades.

¿Y como sigue (o no) la relación con productores que antes fueron asesorados y que siguen trabajando en la línea, pero sin la asesoría de CEDICAM?

Es una de las cosas que no se ha visualizado bien dentro de CEDICAM: ¿Cómo hacer para no perder el contacto? Reconocemos que no ha habido el esfuerzo suficiente para mantener estas relaciones, para que tengamos un movimiento mucho más dinámico y fuerte. No existe un mecanismo de este tipo en CEDICAM. Sin embargo, ahora que vamos a hacer una planeación estratégica para los próximos cinco años como van a ser las relaciones con los anteriores, los actuales y los productores que en el futuro se van a

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integrar en nuestro trabajo. Porque de esta forma siempre vamos a trabajar con el mismo número de productores, no con la línea completa.

Por el otro lado, ustedes están manejando bancos de semillas y ferias de la milpa. En papel, estos mecanismos podrían funcionar para mantener una red entre asociados anteriores y actuales. ¿Cómo funcionan estos bancos? ¿Cuáles son los logros y retos de estas ferias?

Las semillas es el asunto clave. Nuestros logros van a depender de la capacidad de conservar y seleccionar semillas. El año 2009 fue muy seco en la Mixteca; los cultivos sufrieron bastante, pero logramos sacar suficientes semillas. Y el 2010 y 2011 fueron tan lluviosos que igual los cultivos fueron afectados. Si no hubiéramos iniciado con nuestro sistema de selección de semillas, desde el 2007 en adelante, hubiéramos tenidos muchas dificultades de seguir cultivando con las mismas variedades que estamos utilizando. Porque, además de las lluvias en el 2010 también había heladas tempranas. Estas afectaron los cultivos antes de que fueran maduros para semilla. Tenemos una política que cada familia seleccione el doble de la semilla que necesita sembrar. Si siembras 20 kilos, debes tener 40 kilos de semillas. Para cualquier contingencia que haya, tendrán sus semillas guardadas para la siguientes siembra. Los que siguen esta línea, no tuvieron broncas después del 2010, para sembrar en el 2011. Sin embargo, otros productores tuvieron situaciones bastantes complicadas. O compraron a los que sí tenían o de plano sembraron semillas que no son propias de la región.

Este sistema de reservas de semillas al nivel familiar –no hablamos de bancos- nos ha costado bastante, porque generalmente la gente guarda grano, no semillas. Al inicio del 2011 contabilizamos a 320 familias que estaban guardan el doble de semillas, esperemos que para el 2012 habrá aumentado este número. Considero que ha sido un éxito. Y obviamente para un banco se requiere mucho más, incluyendo a personas a cargo. Su las propias familias lo hacen, tiene que ver con un grado de sensibilización y de acompañamiento, pero sin la responsabilidad de tener bajo mi cargo las semillas de toda una comunidad.

Tú haces una diferenciación entre granos y semillas. Para mi es lo mismo.

Bueno, el manejo de una semilla debe ser diferente al manejo de granos. El grano significa simplemente cosechar todo, y guardarlo para comerlo o para los animales. Pero una semilla es seleccionada y clasificada específicamente para la siembra. Nosotros hacemos selección en parcela, ya desde antes de la cosecha, para determinar las características que queremos que tengan las semillas. Debe ser plantas que están en competencia, porque esta competencia será útil para la siguiente siembra. Nunca seleccionamos un elote grande de una planta que esté sola. Porque esta semilla, en competencia, no me sirve. Determinamos la altura de la planta, que no ha sido afectada por el aire, si crece con dos elotes o con uno. Estas son características que sólo se puede ver en campo. El llamado ‘banco’ son las reservas de las familias, CEDICAM no tiene un banco propio. Muchos dicen que esfuerzos familiares no pueden contribuir mucho, pero yo creo que estas reservas familiares evitan muchas broncas, porque cada familia se hace responsable de sus semillas, de su preferencia. Generalmente estas semillas tampoco van a las ferias. Llevan sus mazorcas, como muestras de como les va. Las semillas es un patrimonio familiar. Sólo la familia decide si las quieren intercambiar o no. Y muchas veces dicen ‘estas semillas ya sembró mi abuelo’. Es un patrimonio que conservas, y también mejoras a través de una buena selección. Muchas veces las muestras en las ferias son de nosotros mismos, de CEDICAM, no de las familias.

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Ahora con los cambios climáticos, una de las cosas que están haciendo es rescatar y recuperar el maíz de cajete.

Es otra variedad, sembrada bajo un sistema diferente. Es de un ciclo muy largo, de nueve meses que puede resistir tanto la sequía como exceso de lluvia. Otros maíces comúnmente necesitan bastante humedad para nacer y este germina con muy poco, con la pura humedad del suelo. Pero lo sembramos a finales de febrero, principios de marzo. Crece muy mal al principio, lento, pero este estrés que ha sufrido del padecimiento de agua, hace que cuando caigan las primeras aguas, se la pasan creciendo diario muy rápido. En el 2011 cuando las lluvias muy abundantes no las soportaron las otras variedades, el cajete estaba creciendo mejor que el temporal. Fue una variedad que se sembró mucho hasta los 80s, fue muy común verlo en la Mixteca. Pero la gente lo fue dejándolo, y tengo mis propias teorías sobre el por qué.

Creo que la mecanización por medio del tractor afecta la humedad del suelo, al voltear el tractor el suelo hay más resecamiento. El arado sólo abre, pero no voltea la tierra. Otro aspecto es que –hablando con la gente- nos damos cuenta que se está perdiendo la ayuda mutua. Antes, la gente se ayudaba entre ella. Esta siembra es muy lenta, tienes que hacerla hoyo por hoyo. Antes se juntaban cinco, diez personas para sembrar hoy para ti, mañana para mí. Ahora, si no me pagas, no voy a sembrar contigo. Estos dos factores juntos hicieron que el uso del cajete se estaba disminuyendo, sin embargo con la sequía del 2009 y las lluvias del 2010 cuando resistía más el cajete, la gente lo está retomando. Pero es al nivel muy reducido todavía. Y hay que reorganizar a la gente. En San Miguel Huautla, la gente todavía se organiza para la siembra.

¿Cómo ves esta dinámica social para recuperar el trueque y la ayuda mutua? En el café hay unos ejemplos, por la falta de mozos.

Hay que reconstruir las formas organizativas que tuvieron las familias campesinas en el pasado. Aquí en la Mixteca no se hablaba de ayuda mutua sino de gueza. Se ha perdido el valor y la dimensión que tenía. Creo que es fundamental no sólo para la preservación de la cultura, sino para superar estas dificultades que hoy se presentan. Vamos a estar muy susceptibles a los problemas ambientales y económicos si se pierde esta solidaridad. Cada quien por sus propios esfuerzos, será más complicado de hacer frente a estos problemas. Una cosa es conservar sus propias reservas de semillas, pero hay otros factores que tenemos que tomar en cuenta. Pero por la propia dinámica económica en que nos metimos, que el dinero es que mueve todo, ha cambiado la forma organizativa de las comunidades. Si no recuperamos el cajete, va a ser una línea amenazada en las respuestas contra el cambio climático y en las cuestiones de la biodiversidad amenazada.

Ahí influye mucho cómo están discutiendo estos problemas, con familias individuales o en asambleas comunitarias. No se trata de aceptar estas pérdidas, pero sí explicar a la gente cuáles serán las consecuencias si no hacen frente común. Sólo si ustedes lo están trabajando, puede tener éxito. ¿Cómo sientes la disposición de los campesinos mixtecos para entrarle en estas recuperaciones?

La ayuda mutua es clave. Conversando con varios campesinos viejos, cuando cuentan cómo se organizaron en el pasado, y que los jóvenes hoy ya no quieren hacer esto, considero que el cajete no sólo puede ser una estrategia, sino también un asunto de diálogo comunitario. Incluso siento que hoy día hasta el dialogo se está perdiendo entre los campesinos, porque ya no juntan. En este sentido el cajete puede significar mucho más que una respuesta ante los cambios climáticos y otras adversidades que pueden

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ocurrir. Es mucho más que la cuestión alimentaria. Tenemos que aprender de los viejos antes de que se nos vayan.

Los jóvenes no muestran mucha voluntad quizás, no muestran amor para los cultivos, pero por el otro lado en varias comunidades me doy cuenta que sí tienen cariño para los bosques, disfrutan la naturaleza, forman parte de comités de vigilancia. Tenemos que reconocer que el campo es mucho más que sembrar semillas, también es revalorar el papel de los campesinos, su oficio. Por el otro lado, muchos jóvenes ahora están retomando formas de solidaridad, inventando nuevos caminos, justo por la forma como estamos acabando con nuestras culturas, nuestras economías. Están tocando fondo. Y tenemos que explicar que si se acaban las semillas aquí, tampoco se trata de comprar sencillamente afuera. Aparte del cajete, ¿hay otros temas que ayudan a reabrir los diálogos, en búsqueda de respuestas ante los cambios climáticos?

Un tema clave es la milpa. El sistema de siembra bajo milpa también está desapareciendo. Para mucha gente maíz es milpa, y no es cierto. Tampoco la asociación con frijol y calabaza, sino es mucho más. Tiene su amaranto, sus plantas silvestres, sus chiles. Yo crecí con la milpa, ahora ni siquiera son distintos maíces, sino sobre todo maíz blanco. CEDICAM tomó la diversidad de la milpa como un aspecto de la seguridad y soberanía alimentaria, tiene que ver con la fertilidad del suelo. Es mucho más, por esto fuiste a la Casa de la Milpa, a hablar con Avelino. Incluso, no hablamos de la feria del maíz, sino feria de la milpa, porque representa un aspecto alimentario, de diversidad, de cultura. Siempre decimos que ‘milpa’ es sinónimo de ‘bosque’. En un bosque tampoco hay un solo tipo de árboles, también hay plantas, hongos, animales y otras especies. La milpa, al nivel productivo, conserva el balance en la parcela. Sólo en Mesoamérica hay un sistema tan asociado de productos, ni en los cultivos de papas, de trigo en el Medio-Oriente o de arroz en Asía existía esta biodiversidad. Sólo en el maíz existe esta integración, y hay que estudiarlo. CONANP tiene un programa de maíces criollos, pero es el sistema de milpa que garantiza la biodiversidad. Por eso es clave para nosotros. Mucha gente piensa como que no nos queremos integrar en la modernidad, pero mucho que queremos rescatar de antes es por el conocimiento que tenía la gente antes y que ahora pueden explicar mucho de los cambios climáticos que hoy día enfrentamos. Creo que CONANP está entendiendo esto y retomando cada vez más la idea de la milpa para la conservación de la biodiversidad, más que el maíz criollo. Pero si el economista declara que no es rentable la milpa, se pierde todo el asunto. No hay que contabilizar sólo el grano. Es la discusión que siempre tengo con gente que sólo ve números y ganancias, cuánto entra en la cuenta en el banco.

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7.2. Avelino Celis.18

“CAE LA MISMA CANTIDAD DE AGUA, PERO EN MENOS TIEMPO.”

Zaragoza es una pequeña comunidad, Agencia de Policía de Tilantongo. Viven unas 25

familias, pero muchas más han emigrado. La gente se dedica a la agricultura, y algunos

se dedican también a la artesanía. Tengo 22 años viviendo en la comunidad, antes estuve

viviendo en la ciudad de México (¿Por qué regresó? ¿Cuánto tiempo en el DF? ¿Qué edad

tiene ahora?), donde trabajé un tiempo. De regreso, me dediqué al campo. Pero sin

asesoría. Seguí la manera de trabajar de los demás, sembrando con agroquímicos. Hasta

que un día Jesús León, de CEDICAM, llegó a la comunidad, nos hizo una invitación para

explicarnos de cómo sembrar hortalizas y cómo la milpa. A mí, al principio, como que no

me parecía posible hacer estos cambios. Por tantos años que estaba trabajando, me

parecía mejor seguir haciéndolo a lo moderno. Pero dije, voy a verlo. Empezamos con la

reforestación y la conservación de suelos. Fui viendo los resultados de los talleres, sobre

los alimentos que consumimos, como se puede sembrar con abonos más saludables. Fue

cuando me hice promotor, ya hace ocho años.

En San Isidro y Progreso (agencias de Tilantongo) he visto la gran erosión y el impacto de los chivos, las zanjas trincheras que hicieron, el cambio de chivos por borregos. ¿Cómo es Zaragoza? ¿Tiene tierra fértil o está también muy erosionada?

Anteriormente, la parcela sólo se daba con agroquímicos. El suelo era muy pobre, erosionado. No había árboles, no había zanjas. Iniciamos con CEDICAM, primero conservación de suelos y reforestación. Y empezamos a utilizar abonos orgánicos. Lo preparábamos en grupos. Después también con lombrices, para hacer lombricomposta. Fue un proceso a largo plazo, pero fuimos viendo los mejoramientos. Con los bordos y las zanjas se empezó a retener la tierra. Se fueron creciendo los árboles. Hicimos rotación de cultivos, para combatir la presencia de la gallina ciega. Empezamos a usar plantas leguminosas para fijar nitrógeno. Y se fueron viendo los resultados. Mi parcela está produciendo mucho más, sin químicos. Es media hectárea, es todo lo que tengo allá cerca de donde vivo. Somos cinco familiares, y ahora podemos vivir de eso, antes no. Siempre para estos meses de septiembre y de octubre teníamos que comprar, porque hasta ahí daba lo que producíamos.

Otra cosa es que decimos milpa, pero sólo sembrábamos maíz. No teníamos frijol, ni calabaza, ni habas y otras plantas que se dan en una milpa. Ahora, no sólo sembramos maíz, se incluyen estos otros productos, en una sola parcela. Todo va relacionado, las zanjas, las curvas a nivel, los árboles en las barreras vivas, que retienen tierra y agua. Ahí tenemos nopales y frutales. No sólo plantamos árboles forestales, producimos madera y frutas. Todo está relacionado. Ha crecido la tierra y todo esto hace que produce mejor.

Todo esto es un proceso lento. ¿Cuántas familias están trabajando tal como ustedes, cuántas familias están con CEDICAM?

Quince familias están con CEDICAM, pero las demás ven el ejemplo y ya no están ocupando agroquímicos, están sembrando en la misma forma que nosotros. Ahora

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Consejo Directivo de CEDICAM. Originario de Zaragoza, Santiago Tilantongo.

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también estamos usando plantas como abono orgánico. Las sembramos y cuando están floreando las incorporamos, por ejemplo chicharos. Nos dicen ¿y por qué las están enterrando si estas plantas producen? Explicamos por qué y ahora varias de ellos lo están haciendo. Todos están reforestando y haciendo su conservación de suelos. Hacen sus tequios. Tenemos las dos formas de tenencia de tierra: comunal y pequeña propiedad. Unos tienen cinco, seis hectáreas, otros dos.

En otras comunidades se están haciendo ordenamientos territoriales, estatutos comunitarios, intercambio de experiencias. Todo esto para dar un orden en el territorio. ¿En Zaragoza también hay un reglamento interno, o cada quién trabaja a su manera? Se puede decir que se trabaja con respeto. No se va a cortar leña en terreno ajeno. Igual con los animales. Los animales que comen los árboles son los chivos, y esto se explicó en un taller, y la gente por su propia iniciativa empezó a cambiar chivos por borregos. La misma gente hace conciencia. Es una forma comunitaria, se puede decir. No es necesario poner reglas. En Tilantongo así es como se están trabajando las comunidades, también en otros municipios.

Con tantos esfuerzos ¿se ha recuperado agua? Tilantongo ha tenido mucha escasez de agua. Ya no había nada de humedad natural. Ahora los manantiales empezaron a tener agua y esto dura toda la época de seca. Aquí tenemos más tiempo de seco que tiempos de lluvias, pero durante esos meses el agua se mantiene. Antes, en marzo se secaban. Y ya tenemos árboles grandes, de los que sembramos. Unos están produciendo sus semillas. En Zaragoza hemos sembrado unos 20 mil árboles forestales y unos mil frutales. Ya empezamos en el 99, y más a partir del 2003. Todavía el año pasado hemos plantado cinco mil. Se recomiendan sembrarlos en julio y agosto, para que les alcance la humedad de las lluvias.

¿Cómo se ven los cambios climáticos? Muy claros. Aquí en la Mixteca, lo que más nos afecta son las heladas. Este año se ha helado en abril, cosa que nunca en la historia se había visto. Normalmente se helaba en noviembre-diciembre. También ha helado en octubre, cuando el frijol apenas está tierno. Se perjudica. Está muy claro el desequilibrio. En cuestión de lluvia también se ha recortado. Llueve de mayo a agosto, septiembre ya no. Entonces apenas son cuatro meses. Cae la misma cantidad de agua, pero en menos tiempo.

A pesar de todo esto, ¿la situación en sus parcelas ha mejorado en los últimos diez años?

Sí. Con CEDICAM estamos buscando estrategias. Si sabemos que en octubre ya va a helar, entonces buscamos semillas más ligeras, para que cuando llegue octubre, ya estén maduras. Frijol que antes se sembraba en agosto, ahora recorre para principios de julio, ahora está floreando, para que en octubre esté maduro. Así se está buscando.

Estamos buscando ser auto-suficientes. De plano tenemos que comprar algunos productos afuera, como arroz y aceite. Por lo demás tratamos de producir aquí lo que consumimos. Para verduras tales como lechugas, cilantro, col y zanahorias, que no se dan en la milpa, pues se hacen las hortalizas. Un área específica donde también tenemos plantas medicinales. Todas las familias las tenemos. Antes las teníamos también, pero cuando entraron los agroquímicos nos recomendaron sembrar sólo el maíz, sin meter otras plantas. La gente se acostumbró. Fue dejando de sembrar otras semillas en la milpa y empezaron a comprar productos. Por ejemplo cilantro, epazote, plantas que se dan ahí,

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pero se les hizo más fácil comprar. Con los talleres de CEDICAM ahora se acostumbró otra vez a tener sus propias verduras.

Tiene media hectárea de milpa. La hortaliza siempre es menos, pero requiere más agua. ¿Tenía su propio sistema para mantener la hortaliza húmeda? Tengo un tanque de ferro cemento (de 14 mil litros) donde se almacena el agua captada de las lluvias. Es agua que viene del techo y se lleva al tanque. Si no tengo suficiente, traigo de un manantial, a 200 metros de distancia. La mayoría de la gente capta el agua del techo. Y la tierra de la hortaliza la tapamos con hojarasca para que se mantenga la humedad. CEDICAM nos ayudó con una parte para el tanque, y una parte la pusimos nosotros, sobre todo en mano de obra. Nosotros, campesinos, podemos hacer mucho, pero sí se requiere un apoyo del gobierno, por ejemplo con sistemas de riego.

Pero el gobierno brilla por su ausencia, o les impone los invernaderos grandes con sus paquetes de agroquímicos.

Hicimos invernaderos familiares, para producir verduras en épocas de heladas. Los invernaderos grandes funcionan bien el primer año, pero como les dejan solos, en el segundo año a ver cómo te arreglas. Muchos ya no siembran. Nosotros trabajamos en pequeña escala, pero seguimos trabajando, mostrando que el campesino sólo puede hacer muchas cosas para su sostén. Lo que más tenemos en el invernadero es el jitomate, porque es más delicado. Pero también ahí debe haber variedad, hay otras plantas como rábano o lechuga. Y nunca falta el chilito. Además tenemos barreras vivas con su nopal y frutales. Si hay suficiente, lo vendemos. Por ejemplo, el nopal. Ahora todo el mundo tiene, pero en abril no, y nosotros sí. Entonces, lo vendemos. Lo tenemos por nuestro manejo del agua.

En otras áreas tenemos borregos, aparte las gallinas y guajolotes, y un lugar para el puerquito. Es un ordenamiento de mi propia parcela. Donde yo vivo, tengo una hectárea, pero también tengo unas parcelas que están un poco lejos. Una parte cultivo, otra es para madera. En total tengo como cuatro hectáreas incluyendo monte.

¿La estrategia de trabajo de CEDICAM ha sido permanente o se han introducido nuevos elementos?

Se están introduciendo otras formas de trabajo. Ahora, la selección de semillas son muy importantes, sin salir de la línea principal. Siempre se está buscando.

¿Están seleccionando sus propias semillas, o intercambiando con vecinos, quizás de otras comunidades? CEDICAM tiene su banco de semillas.

Tenemos nuestras propias semillas para el próximo año. Porque no vamos a saber cómo termina este año. También se puede intercambiar con otros. Yo tengo el azul, blanco, amarillo, pinto y rojo, cinco variedades. Todo temporal. Estamos viendo la forma de recuperar el cajete, una variedad que se sembraba mucho antes y se fue perdiendo. Es una variedad muy resistente a la sequía, se siembra a fines de febrero o inicios de marzo, en el tiempo más seco. Nace y se mantiene. Lo único que tiene es que es muy tardío, porque se cosecha en octubre. La semilla de temporal se siembra en mayo y se cosecha en noviembre-diciembre. El cajete es lento, pero resistente. Puede estar marchito, pero así aguanta hasta mayo cuando empieza a llover. Es típico de esta zona. Estamos tratando de recuperar la semilla del cajete justo por el cambio climático. Aguanta sequía y se cosecha mucho más temprano, entonces es más seguro. Es la misma variedad, sólo decimos que es maíz cajete y el otro es maíz de temporal.

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CEDICAM organiza sus ferias, donde los productores exponen sus semillas de maíces, de frijoles, calabazas y otros productos. Ahí se hacen los intercambios, a veces se venden, o se intercambian, como el trueque. Hay libertad para las dos cosas. Pero lo que los campesinos conservan para la próxima temporada, no se vende ni se intercambia.

Ahorita, CEDICAM está trabajando con 12 comunidades en el distrito de Nochixtlán: Tilantongo (8 de las 17 agencias), San Miguel Huautla (no tiene comunidades), una comunidad de Jaltepec y unas en el municipio de Nochixtlán. En total son 450 familias asociadas. También estamos pensando en otras comunidades, las asesoramos para que tengan también la oportunidad de producir en la misma forma para las familias. Estamos entrando en otras cuatro comunidades. Anteriormente hemos trabajado en muchas otras comunidades que ahora pueden caminar por si solas.

¿Trabajan ustedes parejo con hombres y mujeres?

Antes se trabajaban con hombres y mujeres, cada quien por su lado, aunque las mujeres siempre están. Pero no se les tomaban tanto en cuenta. Ahora sí. Lo que se llama enfoque de género. En lo personal, a mí me costó, porque el hombre está acostumbrado a que la mujer siempre le sirva, para todo. A través de talleres empezamos a analizar todo esto. En lo personal para mí era difícil lavar los trastes, lavar mi ropa. Pero empezamos a entender cómo la mujer es compañera, no esclava. Entendernos mutuamente es lo mejor, ¿no? Y más que nada valorar el trabajo de las mujeres. Ahora nos integramos más, y –como dijo un señor- la mujer tiene tiempo para arreglarse.

Aparte del respeto y la valoración mutua, ¿cuál ventaja tiene este enfoque de género para que la familia mejore su situación? Ahora decidimos entre los dos, por ejemplo para vender un animal y para decidir en qué invertir este dinero. Así, y muchas otras cosas, que quizás parecen chiquitas, pero que ayudan. Ahora se pueden sentarse más a platicar, compartir. Da más equilibrio, más comunicación.

Igualmente como pasó con la milpa, y la modernidad, mucha gente está perdiendo saberes, también respecto a la alimentación y el uso de plantas. En el video “Sembrando el Futuro” se ve muy bonito, pero la pregunta es si la gente está conservando mucho conocimiento respecto a los productos del campo y los guisados tradicionales. La gente sí se ha acostumbrado a la vida industrial, pero se ha dado pláticas sobre la nutrición. Ahora, muchas familias cocinan más saludable. Los niños llevan su agüita a la escuela en lugar de comprar refrescos. Sí se está trabajando esta parte.

CEDICAM es una organización conocida. ¿Cuáles son los logros sobresalientes, igual los retos más importantes que quedan? Sobre todo pensando en temas grandes de los cambios climáticos, o el reto que las familias se queden en el campo.

Uno de los retos es que los hijos revaloren el campo. Con los avances industriales, todos tienen su televisión, donde aparecen estos anuncios que son muy tentativos. El resultado es ir a la ciudad. Para los campesinos, es la existencia de las empresas que ofrecen las semillas, agroquímicos, máquinas. Sobre todo ahora con estas semillas transgénicas. Para CEDICAM es un reto de concientizar a la gente, para que valoren sus productos.

Y del tema de la recuperación de suelos y de agua, ¿siente que hay avances?

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Si comparamos los imágenes de cómo fue antes y cómo ahora, se ve el cambio. Hay más árboles, hay más agua. La tierra produce mucho mejor. Ha habido resultado.

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7.2. Agencia de Policía de Zaragoza, Tilantongo

“Y LA MAYOR PARTE DEL CÁNCER ES POR LOS FERTILIZANTES.”

Presentes: Salustio Santiago, el promotor José Cruz Santiago y su esposa Evangelina

Ortiz, Mario Cruz Gutiérrez (promotor), Marta Susana Celis Vicente, Avelino Celis y su

esposa Estela Vicente Palacios, Jaime Montesinos Luz, Teresa Miguel Cruz.

Aunque no nos habíamos anunciado con anticipación, don Salustio Santiago cordialmente nos invitó a reunirnos en el palacio. El suplente de la autoridad no participa en CEDICAM, pero igual participa en la entrevista. Todos son vecinos en esta pequeña agencia de policía, donde habitan apenas 25 familias. El señor, ya de tercera edad, ha visto unos cambios aquí, por la presencia de las instituciones gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil, pero “poco ha redituado en el conocimiento de la gente aquí”, opina. “Mucho depende de las personas y su interés en luchar, en desenvolverse. Enseñaron muchas formas para aplicar fertilizantes, porque todos si entraron. Él también. Solitos también se dieron cuenta que después de unas buenas cosechas, los fertilizantes tampoco formaron una respuesta a los problemas de los campesinos, al contrario. Se fueron bajando y bajando los rendimientos. Opina el campesino: “Los fertilizante perjudican con el tiempo. Y ahora con eso de las semillas transgénicas, la gente se confunde. Aquí optamos por semillas criollas. Los que hemos caminado un poco fuera, hemos visto que la situación es diferente en otros lados. Las semillas no en todos los lados dan igual. Aquí están resistentes. Yo ya no uso químicos. No sé si está bien o mal, pero con los químicos tampoco se dan las tierras.”

Evangelina, una madre joven, tampoco usa químicos en su terreno. Usa el estiércol de su becerrito, con ceniza y otros abonos naturales. “Mi abuelos usaron muchos químicos. Sin embargo, no queremos consumirlos.” Estela ahora ya tiene diez años con CEDICAM, junto con su esposo Avelino Celis. Es originaria del pueblo, igual que su esposo, pero se conocieron en el Distrito Federal, donde vivieron. Regresaron a Zaragoza, porque el esposo era alérgico ante tanta contaminación en la ciudad. Volvió a salir por ratos para complementar sus ingresos, pero finalmente a los dos les gustó el campo y están haciendo su vida aquí. "Queríamos volver a la tierra”, cuenta. “Y vivir del campo. Nos ha costado, pero aquí estamos. Tenemos pura milpa, con frijol, calabaza y habas. Además, tenemos hortalizas. No dependemos del mercado. Y usamos sobre todo estiércol de los burro, chivos y de toros.

Aunque el agente suplente no se ha juntado con los socios de CEDICAM, igual le preocupan los cambios que se están observando en el clima. Porque son obvios, comenta: “Hace 30 años no llovía tan bruscamente como ahora. El clima era estable, ahora hay aguaceros tremendos. Además, las tierras daban más.”

Cuando le pregunto qué es lo que se requiere en la pequeña comunidad para contrarrestar estos cambios, se le ocurre solicitar máquinas para hacer más bordos. “Estamos haciendo bordos y zanjas con puro pico y pala. Queremos máquinas para hacer este trabajo. Aun así se va la tierra. Lo hemos hecho, pero con las lluvias se cortaron las barreras y el siguiente año quedó lo mismo que antes.” Tampoco ha sido benéfico traer

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tierra de monte, porque de esta manera se desgasta el cerro y además es poco lo que se puede traer. “Mejor se usa el estiércol de los animales, aunque es mínimo.”

José Cruz es de la idea que es mejor trabajar con pico y palo para hacer barreras vivas, aunque se avanza menos: “De esta manera se están tirando raíces, y se mantiene mejor la tierra.” El nuevo promotor de CEDICAM es uno de los jóvenes en la comunidad con sus 33 años de edad. El vio como su suegro estaba rociando sus plantas de maíz con una abundancia de químicos, que finalmente terminó con un desgaste de tierra y de dinero. Ahora las está sembrando él, sin ningún químico. El primer año, la tierra casi no dio, pero ahora dos años después “es impresionante la diferencia, se ve. Hay muchas formas de fertilizar la tierra, incluso a veces con abonos verdes o con rotación de cultivos.”

Mario Cruz, otro promotor de CEDICAM que está de visita, menciona también el cambio de chivos por borregos como un cambio positivo en la comunidad, porque los chivos comen todos los retoños de plantas y árboles que encuentren. Ahora se están protegiendo los árboles. Mencionan la comunidad de San Antonio, donde vive don Fidel, unos de los fundadores de CEDICAM. Fue protagonista en Tilantongo de todos cambios. Cuando le visité hace más de diez años, ya se veía el oasis que rodeaba su casa. Mario: “Se ven las fotos, cómo combatimos la erosión. Ahora ya ni siquiera se ve la casa de don Fidel. Tiene un bosque ahí. Estos son ejemplos que contagian.”

El agente suplente confirma las palabras que me había dicho Jesús León, unos días antes: “No son temas comunitarios, aunque afecten a toda la gente.” Don Salustio: “No, estos puntos no se tocan durante las asambleas.” Y la misma CONAFOR retoma lo que antes había promovido CEDICAM, afirma Avelino Celis: “El año pasado reforestamos con 5 mil plantas, pero la hemos hecho a través de CONAFOR. Han pegado bien, aunque depende mucho en qué tierra. En la tierra blanca va muy despacio, en la tierra roja y en la negra crecen de volada.”

Evangelina y las demás mujeres siembran hortalizas para disminuir las compras afuera. Siembran acelgas, cilantro, betabel, habas, lechugas, chilacayote, tomate, igual que el miltomate, chícharos. En términos económicos son mujeres pobres, pero afirman vivir mejor ahora. Como dicen: “Mucho depende de la voluntad de uno. Mucho podemos hacer nosotros mismos.” Y con las hortalizas, retoman una costumbre que antes habían tenido. Cerca del arroyo se sembraban, ahí tenían sus chilares. Ahora han sembrado más frutales, entre otros capulines, zapote blanco, durazno.

Con esta nueva, o renovada, cultura, pocos alimentos se compran afuera. Confirman que sí se localizan varias enfermedades, que antes no existían, como es por ejemplo la diabetes, pero obesidad casi no. Bromean: “Los de la ciudad aquí bajan de peso.” Surge toda una discusión sobre ‘los viejos tiempos’ y la actualidad, sin llegar a conclusiones contundentes, porque antes se tomaban aguas de las plantas, incluyendo el maguey, pero sin azúcares añadidos, ahora es evitable el consumo de azúcar, paletas y galletas. Y si a los hijos les dan frijoles, dicen “¡frijoles otra vez!” Todo ha cambiado, pero también ahora hay programas de salud, entonces “nos damos más cuenta como está uno. Bueno, antes quizás existían enfermedades, sin darnos cuenta. Lo que sí observamos es que las niñas ya desde muy joven son señoritas. Y los jóvenes más pronto quedan acabados. José: Mi abuelo de 90 años todavía trabaja bien. Muchos a sus 50 años ya no hacen lo mismo que él. Y la mayor parte del cáncer es por los fertilizantes.”

Comida casi ya no compran estos productores, aunque admiten que tampoco se puede ser 100% autónomo. Y no es fácil vender sus productos en caso de necesidad, sobre todo

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el frijol y maíz. Pero de todos modos, todos seleccionan las semillas, calculan lo que necesitan para el próximo año y esta parte la guardan. Todo de aquí es para auto-consumo.

Termina la entrevista con la foto oficial y con un pequeño recorrido por las tierras de José y Evangelina, que parejo trabajan en las tierras. José: “Así estamos acostumbrados, también en las demás familias.” Me muestra la milpa que antes cultivaba su suegro y que está ‘limpiando’ de los químicos. Entre el maíz se ven chilacayotes, frijoles, habas y trigo. De repente se presente el papá de José. Si pudiera acompañarle para mostrar un terreno que quiere sembrar. Lo ha limpiado, pero está en una ladera con mucho pendiente. Me pide consejos, aunque le explico que sólo escribo historias. “No importa, debe tener experiencias”, insiste.

En esta pequeña comunidad se ven los impactos de la erosión, pero también muchos pinos y frutales. La primera vez que visité Tilantongo, casi todo –con la excepción notable de la casa de don Fidel- se veía como un desierto. Ahora, con las lluvias y con muchos años de lucha, uno se da cuenta de lo que afirman estos campesinos humildes: “Mucho depende de nuestra voluntad. Hay muchas cosas que podemos hacer nosotros para mejorar el campo.”