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1 PLATÓN (427 -347 a.C.) 1º. Contexto histórico-filosófico de la filosofía de Platón 2º. Pensamiento de Platón: 1ª. La interpretación de la Realidad: La teoría de las Ideas 2ª. Teoría del conocimiento: reminiscencia y dialéctica 3ª. Antropología: el dualismo alma-cuerpo 4ª. Pensamiento ético-político: intelectualismo y utopía del Filósofo-Rey __________________________________________ 1º. CONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO DE LA FILOSOFÍA DE PLATÓN Contexto Histórico Platón nació en Atenas en el año 427 a. C y murió en el 347 a. C. En el año 510 a. C se expulsó al último tirano de Atenas y apareció por primera vez la democracia, que experimentó su mayor desarrollo en el llamado siglo de Pericles. Platón vivió el declive de este sistema político. En tiempos de Platón, Grecia era un conjunto de polis o ciudades estado independientes desde un punto de vista político, militar y económico. Atenas y Esparta eran las más importantes y mantenían una dura pugna por conseguir la hegemonía en el mundo helénico. La democracia griega, como es bien sabido, era directa y limitada. Los ciudadanos intervenían en la política a través de las instituciones democráticas: Asamblea, Consejo, Magistraturas… La democracia se basaba en dos principios fundamentales: la isonomía o igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, y la isegoría o derecho de todos los ciudadanos a tomar la palabra y participar activamente en la Asamblea. Platón vivió en una sociedad fuertemente condicionada por las consecuencias de las Guerras médicas entre griegos y persas. Los griegos, liderados por Atenas, consiguieron vencer y evitar la invasión persa. Célebres fueron dos batallas: la de Maratón y la de Salamina, en la que los griegos consiguieron destruir la poderosa flota persa. Con el fin de defenderse de posibles nuevos ataques de los persas, muchas polis decidieron unirse a Atenas, formándose así en el año 477 a. C. la llamada Liga de Delos, en la que

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PLATÓN (427 -347 a.C.)

1º. Contexto histórico-filosófico de la filosofía de Platón

2º. Pensamiento de Platón:

1ª. La interpretación de la Realidad: La teoría de las Ideas

2ª. Teoría del conocimiento: reminiscencia y dialéctica

3ª. Antropología: el dualismo alma-cuerpo

4ª. Pensamiento ético-político: intelectualismo y utopía del Filósofo-Rey

__________________________________________

1º. CONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO DE LA FILOSOFÍA DE PLATÓN

Contexto Histórico

Platón nació en Atenas en el año 427 a. C y murió en el 347 a. C. En el año 510 a. C se

expulsó al último tirano de Atenas y apareció por primera vez la democracia, que experimentó

su mayor desarrollo en el llamado siglo de Pericles. Platón vivió el declive de este sistema

político.

En tiempos de Platón, Grecia era un conjunto de polis o ciudades estado independientes

desde un punto de vista político, militar y económico. Atenas y Esparta eran las más

importantes y mantenían una dura pugna por conseguir la hegemonía en el mundo helénico.

La democracia griega, como es bien sabido, era directa y limitada. Los ciudadanos intervenían

en la política a través de las instituciones democráticas: Asamblea, Consejo, Magistraturas…

La democracia se basaba en dos principios fundamentales: la isonomía o igualdad de todos los

ciudadanos ante la ley, y la isegoría o derecho de todos los ciudadanos a tomar la palabra y

participar activamente en la Asamblea.

Platón vivió en una sociedad fuertemente condicionada por las consecuencias de las

Guerras médicas entre griegos y persas. Los griegos, liderados por Atenas, consiguieron

vencer y evitar la invasión persa. Célebres fueron dos batallas: la de Maratón y la de

Salamina, en la que los griegos consiguieron destruir la poderosa flota persa.

Con el fin de defenderse de posibles nuevos ataques de los persas, muchas polis decidieron

unirse a Atenas, formándose así en el año 477 a. C. la llamada Liga de Delos, en la que

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llegaron a participar doscientas ciudades. Esparta nunca participó en esta unión. El liderazgo

político de Atenas hizo que la democracia se extendiese a muchas otras ciudades griegas.

En el año 444 a. C fue elegido Pericles como “estratega” de Atenas. Durante los quince

años que estuvo en el poder, Atenas alcanzó su mayor esplendor: se construyen numerosas

obras públicas, se fortifica la ciudad, se levantan templos y edificios, etc. El siglo V a. C.

pasará a ser el llamado siglo de oro de Atenas. El desarrollo de las artes fue deslumbrante:

la arquitectura, la escultura o el teatro (Eurípides, Esquilo, Sófocles…) alcanzaron su máximo

desarrollo. Bajo el mandato de Pericles, la Acrópolis de Atenas experimenta un enorme

desarrollo. Autores como Fidias o Praxíteles trabajaran en la construcción y decoración de los

templos y edificios. En esta época se mantuvieron los ideales de belleza y naturalismo

clásicos, siguiendo la célebre idea estética del canon griego.

La decadencia de Atenas coincidió con la larga guerra contra Esparta, conocida como

Guerra del Peloponeso, en la que murió Pericles. Atenas pierde. Esparta impone el

denominado Gobierno de los treinta tiranos en Atenas, con lo que la democracia desaparece

como sistema político. Se instauró un régimen de terror que provocó el malestar de los

atenienses. En el año 403 a. C. se produce una rebelión ciudadana contra los Tiranos que son

derrocados. Se instaura un sistema democrático moderado. Durante esta nueva democracia

fue condenado a muerte Sócrates, maestro de Platón, lo que hizo que éste se decepcionase y

dejase de preocuparse por la política real de su tiempo y se dedicara al estudio de la filosofía,

aunque teniendo siempre muy presente la dimensión ético-política de la misma.

Los últimos años de la vida de Platón coincidieron con la expansión de Macedonia,

primero con el rey Filipo II y posteriormente con su hijo Alejandro el Magno, que

consiguieron fundar el llamado Imperio macedónico

Contexto Filosófico

Platón fue el primer pensador que construyó un sistema filosófico o, lo que es lo mismo,

una filosofía sistemática. Reflexionó sobre cuestiones de ontología, cosmología, teoría del

conocimiento, psicología, ética, política, estética…, relacionándolas y estructurándolas de

manera absolutamente original. La Teoría de las Ideas constituye el fundamento o la base de

la filosofía platónica.

Sin embargo, como es natural, el pensamiento de Platón se encontraba fuertemente

influenciado y condicionado no solo por los acontecimientos socio-políticos de la Atenas de

su época, sino también por las distintas corrientes filosóficas que allí se encontraban

presentes. Las ideas de Heráclito o Parménides continuaban siendo defendidas por discípulos

suyos (Crátilo y Zenón, respectivamente). En el debate en torno al carácter estático o

dinámico de la realidad, Platón intervino decisivamente dirigiendo sus esfuerzos a refutar la

doctrina de Heráclito. Platón tomó partido por las tesis de Parménides, al aceptar, por un lado,

el carácter único, inmutable y eterno del ser y, por otro, la superioridad del conocimiento

racional sobre el empírico. Para Platón solo la razón nos permite acceder a la verdadera

realidad (el mundo de las Ideas), mientras que los sentidos nos inducen casi siempre al error, a

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la apariencia, al engaño, y nos mantienen unidos a lo concreto y singular, impidiéndonos

captar las esencias universales o Ideas.

Otra influencia notable de la filosofía pre-socrática la ejerció la escuela pitagórica. Platón

entró en contacto con ella al viajar a Siracusa y le influyó especialmente en dos aspectos: en

primer lugar, la aceptación de que el Universo es una totalidad ordenada, orden que guarda

una relación directa con las proporciones matemáticas. Por otro lado, las teorías pitagóricas

son fácilmente reconocibles en la psicología platónica. Platón heredó el dualismo

antropológico pitagórico, según el cual el alma es la parte superior del ser humano, mientras

que el cuerpo es la inferior (“el cuerpo es la cárcel del alma”), igualmente la teoría de la

transmigración del alma, aunque tiene un origen religioso (religión órfica), fue también

tomada directamente de las enseñanzas de Pitágoras y sus discípulos.

Pero sin duda, quien más influyó en la formación del pensamiento platónico fue su

maestro Sócrates. De forma más o menos directa, las teorías de éste impregnan todo el

pensamiento platónico. En especial cabe destacar dos aspectos:

1º) El rechazo del relativismo al defender la existencia de entidades universales. La

búsqueda de esas esencias, que Platón denomina Ideas, debe realizarse a través del diálogo

(otra influencia socrática...), con el objetivo de llegar a definiciones universales que las capten

y las expresen conceptualmente.

2º) La aceptación del intelectualismo moral.

Todos los esfuerzos de Platón estuvieron encaminados a refutar las tesis relativistas

defendidas por los sofistas, a quienes nuestro autor, siguiendo el parecer defendido por

Sócrates, consideraba responsables directos de los males de la democracia ateniense, por

privilegiar más la búsqueda del éxito político personal que la búsqueda de la verdad y el bien

común.

Para contrarrestar las enseñanzas sofísticas, Platón fundó en Atenas la Academia, centro

de estudio cuya misión principal era la formación de los futuros gobernantes de la polis, a

través de un plan de estudios en el que las matemáticas y, sobre todo, la filosofía ocupaban el

lugar fundamental.

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2º. PENSAMIENTO DE PLATÓN

1º. LA INTEPRETACIÓN DE LA REALIDAD: LA TEORÍA DE LAS IDEAS

a) Exposición de la teoría:

La teoría de las Ideas de Platón es una teoría ontológica, porque es una teoría que intenta

explicar cómo es la Realidad, su estructura y composición. Esta teoría constituye la doctrina

central del pensamiento platónico. Pero esto no debe inducir a error. Platón fue, antes que

nada, un pensador político. Es cierto que sus teorías gnoseológicas, psicológicas o políticas

solo son comprensibles desde la teoría de las Ideas, pero esto no significa que estemos ante un

autor “metafísico”, preocupado principalmente por cuestiones ontológicas, abstractas y

alejadas de las preocupaciones vitales cotidianas. Si trató sobre ellas fue con la vista siempre

puesta en el terreno de la política, y, más en concreto, de la situación de crisis por la que

atravesaba la Atenas de su tiempo.

La teoría de las Ideas está íntimamente relacionada con la visión platónica del Universo,

es decir, con el pensamiento cosmológico. Platón, al igual que Aristóteles, se opuso a la

doctrina del atomismo, último gran sistema cosmológico de la filosofía presocrática, que

defendía la tesis de que el orden o armonía del Universo se derivaba en última instancia del

azar que dominaba los movimientos de los átomos en el vacío.

Platón estructura su doctrina cosmológica en base a tres principios fundamentales:

a) La existencia de una inteligencia ordenadora, denominada Demiurgo.

b) La existencia de una materia eterna de naturaleza caótica

c) La existencia de unas entidades inmateriales, absolutas, inmutables y universales

denominadas Ideas (también Formas).

En el Timeo, diálogo de la etapa de vejez, Platón expuso con detalle su teoría sobre el

origen y la estructura del Cosmos, relacionando los tres principios citados:

El Demiurgo (palabra que en griego significa artesano) sería una especie de semidiós, que

habría actuado sobre la materia eterna, amorfa y caótica dándole forma y orden, al plasmar en

ella las Ideas (la Idea de Bien, de Justicia, de Belleza…). Así pues, si en el mundo sensible o

material (el que percibimos a través de los sentidos) existen, por ejemplo, cosas buenas o

bellas es gracias a esa labor ordenadora del Demiurgo. Para comprender rectamente estas tesis

platónicas, es necesario tener presente que el Demiurgo se entiende como una inteligencia

ordenadora, pero no creadora. Por eso, hay que evitar identificarle con la imagen cristiana de

Dios, que sí es creador y ordenador. Además hay que observar que las son eternas, por lo

tanto, existían antes de la acción ordenadora del Demiurgo, éste no las creó. Al contrario,

deben considerarse como los modelos o arquetipos que aquél tuvo en cuenta a la hora de dotar

al Universo de una legalidad u orden.

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Dada la importancia que las Ideas desempeñan en el pensamiento de Platón es necesario

explicar con detenimiento qué entendía él con el término Idea o, con otras palabras, en qué

consiste la habitualmente llamada Teoría de las Ideas platónica.

La teoría de las Ideas formulada de forma breve y categórica afirma lo siguiente: existen

entidades eternas, inmateriales, inmutables y universales independientes del mundo físico,

es decir, de los objetos empíricos. Tales entidades son las Ideas.

Intentemos con un ejemplo aclarar la definición anterior. Según esta teoría, debe existir la

Justicia en sí, el Hombre en sí, la Virtud en sí, etc. Tomemos la idea de Justicia. Según Platón,

la Justicia sería algo eterno (por lo tanto, no creado, sin origen en el tiempo), inmaterial (no

empírico, no captable a través de los sentidos), algo inmutable (es decir, no cambiante, sino

siempre igual) y algo absoluto o universal (válido para todo ser humano sin excepción, por lo

tanto, no relativo). ¿Cómo podemos saber que existe algo así?, ¿cómo podemos conocerlo?

Las Ideas son las esencias que buscaba Sócrates cuando iniciaba la Mayeútica preguntando:

¿Qué es...?. La definición que se buscaba contendría la esencia de lo investigado (por

ejemplo, la Justicia). Esa esencia universal, inmaterial, eterna... es a lo que su discípulo Platón

denominó Idea, pero otorgándole una existencia real, separada de las cosas empíricas

concretas.

El término Idea no es, por lo tanto, usado por Platón en un sentido “moderno” (como por

ejemplo, lo entenderá Descartes). No se refiere a conceptos o contenidos de conciencia,

construcciones mentales internas a un sujeto, sino que alude a las realidades antes descritas.

Las Ideas tienen una existencia real, independiente del hombre y, en general, del mundo

empírico.

Dicho lo anterior, se presenta una cuestión fundamental: si se acepta la existencia de

las Ideas, habrá que explicar dónde se hallan, dónde podemos encontrar entidades semejantes

Evidentemente, no en el mundo empírico. En éste percibimos, por ejemplo, cosas bellas (una

persona, un animal, un monumento...), pero no percibimos la Belleza en sí. Esas cosas bellas

son materiales, temporales (pueden cambiar y dejar de ser bellas), relativas (a una persona le

puede parecer bello un cuadro y a otra feo). Sin embargo, la Belleza en sí no tiene estas

características. De esta forma, Platón se vio obligado a postular su famoso dualismo

ontológico, su imagen dualista de la realidad: existen dos mundos. El Mundo de las Ideas y el

Mundo de los Sentidos o Empírico.1 Los dos tienen caracteres opuestos. El primero es el

mundo de lo inmaterial, de lo inmutable, eterno..., mientras que el segundo es el mundo de lo

material, del cambio, de lo perecedero.

1 Estas expresiones hay que entenderlas en un sentido metafórico. No se trata de que Platón concibiera un espacio físico real

para el Mundo de las Ideas (en el cielo, en los espacios interestelares...). Con esta distinción solo pretendía remarcar la

oposición entre las Ideas y las cosas empíricas, entre lo universal y lo concreto. Así, cuando habla de llegar al conocimiento

de las Ideas (por ejemplo, en la Dialéctica) no se trata de que los hombres deban abandonar físicamente el mundo empírico,

sino de que se sobrepongan y superen el nivel del relativismo y del conocimiento de lo concreto y singular.

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Platón no solo escindió la realidad en estos dos mundos opuestos, sino que tomó

claramente partido por el mundo de las Ideas. Solo este constituye la verdadera realidad,

mientras que el mundo Empírico es una realidad aparente, el mundo del error y la falsedad.

Lógicamente, como luego veremos, esta escisión de la realidad tuvo sus consecuencias

epistemológicas y psicológicas. El conocimiento racional, unido al alma, se presenta como el

único capaz de ponernos en contacto con las Ideas, el empírico, ligado al cuerpo, nos lleva al

error o a la apariencia.

b) Algunos problemas planteados por la Teoría de las Ideas:

La teoría de las Ideas, cuyo último objetivo era superar el relativismo de los sofistas,

suscitó de inmediato importantes dudas. El propio Platón revisó la teoría a lo largo de su vida,

en especial en los diálogos de madurez y vejez, para intentar anular las objeciones de otros

filósofos griegos. Algunas fueron resueltas satisfactoriamente, otras no tanto. Las más

importantes cuestiones que suscitó la teoría fueron:

a) ¿Cuántas Ideas hay?, ¿son todas iguales?

b) ¿Cuál es el origen de las Ideas?

c) ¿Cuál es la relación entre las Ideas y las cosas empíricas?

d) ¿Cómo se conocen las Ideas?

a) Platón defendió un pluralismo de ideas. El problema, como le objetó Protágoras, es

que si de cada cosa existente en el mundo empírico debe haber una Idea que sea su causa,

entonces debemos admitir la existencia de Ideas de cosas ridículas (la Idea de pelo, de barro,

de polvo...). Para evitar que su teoría pareciera ridícula, Platón afirmó que existían tres tipos

de entidades fundamentales: las Ideas de conceptos morales (Idea de Bien, de Belleza, de

Virtud, de Justicia…), las Ideas de cosas sensibles “valiosas” (Idea de Hombre, de Agua, de

Montaña, de Perro...) y las Ideas de objetos matemáticos (Idea de Semejanza, de Número, de

Círculo, de Recta).

Respecto a la cuestión de si todas las Ideas son iguales o no, Platón contestó que sí y que

no. Son iguales desde un punto de vista formal, pues todas son Ideas. Es decir, comparten las

mismas características: eternidad, inmaterialidad, universalidad... Pero no todas son igual de

importantes. El mundo de las Ideas es un mundo jerarquizado. En su cúspide, como idea

más importante, estaría la idea de Bien (que Platón identifica con el Sol en el Mito de la

Caverna). De esta forma, nuestro autor mostraba su preocupación fundamental por las

cuestiones ético-políticas...

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b) En relación con su origen, Platón mantuvo siempre la tesis de que las Ideas eran

eternas, existen desde siempre, no han sido creadas. Esta posición debe entenderse teniendo

en cuenta la lucha contra el relativismo de los sofistas. Aceptar que las ideas hubieran sido

creadas en algún momento de la historia y, por consiguiente, considerar al hombre su

fundamento, supondría abrir la puerta al relativismo.

c) La dificultad de explicar la relación entre las Ideas y las cosas sensibles (la Idea de

Belleza y una pintura o una persona bella) la solucionó Platón con su teoría de la imitación o

participación. Las cosas sensibles participan de o imitan a su Idea correspondiente. Las Ideas

están “presentes” en las cosas, pero no en un sentido literal. No es que la Belleza esté en la

persona o en la obra de arte bella. Si así fuese, cuando dejaran de ser bellas, la Idea se

destruiría. Las cosas empíricas son copias imperfectas de las Ideas, cuando desaparecen, la

Idea (el original) se mantiene.

d) Por último, para resolver el problema del conocimiento de las Ideas, Platón desarrolló

la teoría del conocimiento que vamos a exponer en el siguiente apartado.

ESQUEMA RESUMEN DE LA TEORÍA DE LAS IDEAS

DUALISMO ONTOLÓGICO

MUNDO DE LAS IDEAS MUNDO SENSIBLE

-Formas o modelos de las cosas. Constituyen

la verdadera realidad

-Únicas, eternas, inmutables, universales e

inmateriales

-Se conocen o captan mediante la parte

racional del alma

-Constituyen el objeto más elevado del

conocimiento humano

-Están jerarquizadas. La más importante es la

Idea de Bien (identificada con el Sol en el

Mito de la Caverna)

-El Demiurgo las ordenó, pero no las creó

-Formado por cosas o entidades

empíricas que participan de las Ideas

(son copias imperfectas suyas). Es una

realidad aparente.

-Múltiple, corruptible, cambiante,

relativo, empírico.

-Se conoce a través de los sentidos

-Relacionado con la opinión

(imaginación y creencia), grado de

conocimiento inferior.

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2ª. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO: REMINISCENCIA Y DIALÉCTICA

La teoría del conocimiento platónica intenta responder a una pregunta fundamental: ¿cómo

es posible que el ser humano logre conocer las Ideas, si se encuentran en un mundo distinto

del mundo empírico en el que se desarrolla la vida humana?

Platón considera que alcanzar ese conocimiento es posible por dos razones: en primer

lugar, porque las cosas materiales imitan o participan de las Ideas. En segundo lugar, porque

el alma inmaterial es una realidad intermedia entre las cosas sensibles y las propias Ideas, que

permite al ser humano “escapar” del mundo de lo sensible y llegar al conocimiento de las

Ideas.

En los diálogos platónicos encontramos dos teorías distintas que explican cómo puede

adquirir el alma humana el conocimiento de las Ideas.

1º. La teoría de la reminiscencia (anamnesis, del griego ἀνάμνησις –recuerdo- ): se trata

de la primera explicación del conocimiento que encontramos en Platón, antes de haber

elaborado propiamente la teoría de las Ideas y está expuesta en el diálogo Menón. Según esta

teoría, el alma es inmortal y lo ha conocido todo en su existencia anterior, por lo que cuando

creemos conocer algo lo que realmente ocurre es que el alma recuerda lo que ya sabía.

Aprender es, por lo tanto, recordar. Lo que sucede es que al quedar encerrada de nuevo en

un cuerpo, el alma olvida las Ideas contempladas cuando está liberada del cuerpo. Sin

embargo, ese olvido no es total ni definitivo. ¿Qué puede hacer que el alma recuerde ese

conocimiento olvidado? Puesto que los seres sensibles del mundo empírico imitan a las Ideas

(son copias imperfectas suyas), el conocimiento sensible sirve como ocasión para iniciar el

recuerdo de las Ideas, al entrar en contacto con los objetos sensibles, el alma humana inicia un

proceso de recuerdo que le llevará hasta el conocimiento (recuerdo) de las Ideas.

2º. La Dialéctica: Al final del libro VI de la República, el diálogo más importante de

Platón, se ofrece una nueva teoría para explicar el conocimiento de las Ideas. Está contenida

en el famoso símil de la línea, en el que se establece una correspondencia estricta entre los

distintos niveles de realidad y los distintos niveles de conocimiento (mundo sensible y mundo

de las Ideas, por un lado, y opinión y ciencia, por otro). Fundamentalmente, distingue

Platón dos modos de conocimiento: la opinión o doxa (δόξα), identificada con el

conocimiento sensible, y la ciencia o episteme (ἐπιστήμη), identificada con el

conocimiento inteligible. A su vez, cada uno de estos modos de conocimiento está

subdividido en dos niveles:

a) La opinión: está integrada por la imaginación (eikasía), que constituye el grado

inferior del conocimiento y que se ocupa de las imágenes de los objetos materiales (sombras,

reflejos en las aguas o sobre superficies pulidas). En segundo lugar, encontramos la creencia

(pistis), que es conocimiento de los seres sensibles propiamente dichos (obras de la naturaleza

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o del arte…). El saber adquirido gracias a la creencia constituye la disciplina de la física, que

Platón no consideró una verdadera ciencia, puesto que su objeto es sensible y móvil.

b) La ciencia: constituye el verdadero conocimiento, dado que es el único que versa

sobre el ser y, por lo tanto, que es infalible. Efectivamente, el conocimiento verdadero lo ha

de ser de lo universal, de la esencia, de aquello que no está sometido a la fluctuación o el

cambio de la realidad sensible; ha de ser, por lo tanto, conocimiento de las Ideas.

Se subdivide en conocimiento discursivo (diánoia) e inteligencia o dialéctica (nóesis). El

conocimiento discursivo es el propio de las matemáticas. Aunque es un conocimiento racional

no es el superior porque es reflejo de las Ideas, que sin embargo aún necesita símbolos

sensibles, no siendo, pues, un conocimiento puro. Además, el conocimiento discursivo parte

de hipótesis y, ayudándose de imágenes sensibles (números, figuras geométricas, símbolos…)

actúa deductivamente para llegar a conclusiones.

Por su parte, la dialéctica es contemplación directa de las Ideas, conocimiento puramente

racional y abstracto, que versa sobre lo universal, eterno, inmutable y no empírico. Es un

conocimiento ascendente que parte de hipótesis y termina llegando al conocimiento de las

Ideas, sin recurrir para ello a imágenes de ningún tipo.

La dialéctica es, pues, el proceso por el que se asciende gradualmente al verdadero

conocimiento, al conocimiento de lo universal, de la Idea y, sobre todo, al conocimiento de la

Idea de Bien, la más importante de todas. Una vez alcanzado este conocimiento supremo, el

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filósofo ha de emprender el camino inverso: descender desde la esencia inteligible suprema

para encadenar y estructurar el resto de conocimientos inteligibles.

El proceso ascendente de conocimiento hasta la Idea de Bien, es decir, la dialéctica, fue

representado por Platón en el famoso Mito de la caverna, en el que los hombres, encadenados

en una cueva, dan por hecho que la verdadera realidad la constituyen las sombras que se

mueven en el interior de la misma. Uno de esos prisioneros se libera de las cadenas e inicia el

ascenso hacia la luz y el mundo exterior, proceso que en principio le resulta doloroso. Cuando

sale de la caverna y contempla por fin el Sol (que simboliza la Idea de Bien), emprende el

descenso a la caverna con el propósito de liberar a sus compañeros y sacarles de la ignorancia

en la que viven, mostrándoles que el mundo de sombras en el que se hallan no constituye la

verdadera realidad.

Por último, cabe destacar la importancia del amor (eros) en ese proceso ascendente de

conocimiento. El amor, entendido como deseo de belleza, guía al ser humano. Al principio, es

el deseo de un cuerpo material lo que le atrae. Al darse cuenta de que puede encontrar belleza

en multitud de cosas empíricas, pasa a amar la belleza corpórea en general. Por encima de

esta, descubre con el tiempo la belleza del alma. Después, la belleza de las instituciones (la

moral, la justicia…) y la belleza de la ciencia. Y, por fin, descubre que lo que ha amado en

todas estas cosas es la Belleza en sí, de la que participan todas las cosas bellas. Así, el paso

cognoscitivo del mundo sensible al mundo inteligible se realiza por un movimiento erótico. El

amor cumple la misión de espolearnos hacia el conocimiento supremo.

3ª. ANTROPOLOGÍA: EL DUALISMO ALMA-CUERPO

En Grecia las reflexiones sobre el ser humano no comenzaron con Platón. El tema del

alma ya estaba presente en el pensamiento mítico y en las creencias religiosas (especialmente,

en el orfismo), e igualmente en la tradición filosófica anterior al propio Platón, como por

ejemplo, en la escuela pitagórica, cuyas ideas influyeron decisivamente en nuestro autor. En

general, los griegos entendieron el alma de dos modos distintos: como principio de vida y

como principio de conocimiento racional. Platón estaría más cerca de esta última

comprensión, mientras que su maestro Aristóteles defendió más bien la primera.

La psicología de Platón, es decir, sus ideas sobre el alma (recordemos que la palabra

“psicología” proviene del griego y, de acuerdo con su etimología, significa estudio del alma

ψυχή –alma- y λογία -tratado o estudio-) como el resto de su pensamiento, debe entenderse en

relación con su pensamiento ontológico, con su teoría de las Ideas.

Las tesis fundamentales de la psicología platónica son:

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1ª El ser humano está compuesto por dos partes claramente diferenciadas: el alma

(principio espiritual) y el cuerpo (principio material). Este dualismo antropológico, defendido,

en general, por todos los griegos, venía motivado por la convicción de que la complejidad de

la vida humana no podía explicarse satisfactoriamente solo desde la dimensión corporal del

hombre.

2ª El alma y el cuerpo tienen características opuestas, por lo que la unión de ambos no

puede ser algo natural, sino artificial y, por lo tanto, transitorio. Esa unión dura lo que dura la

vida del individuo. En realidad, puede afirmarse que dicha unión es accidental y antinatural

ya que el lugar propio del alma es el mundo de las Ideas y su actividad más propia la

contemplación de ésta. Por ese motivo, consideraba Platón que mientras permanece atada al

cuerpo, su tarea fundamental es la de purificarse, preparándose así para la contemplación de

las Ideas, una vez que el hombre muera y ella se libere del cuerpo. El cuerpo contamina el

alma en la medida en que le hace prestar atención constante a sus necesidades y exigencias.

Como puede observarse, Platón mantuvo una concepción bastante despectiva del cuerpo al

considerarle un estorbo para el alma. Por eso, llegará a afirmar que lo mejor que puede

sucederle al filósofo es morir, pues la muerte implica la liberación del alma. Por eso también,

Platón llegó a definir a la filosofía como una preparación para la muerte.

3ª La cuestión fundamental para Platón, en relación con el alma, fue demostrar su

naturaleza inmortal. Platón, claramente influenciado por las doctrinas pitagóricas, sostuvo que

el alma pre-existe a su unión con el cuerpo y que, una vez que éste se corrompe y desaparece,

aquélla continúa existiendo. La inmortalidad del alma es el fundamento de la teoría de la

reminiscencia, que explica cómo es posible el conocimiento de las Ideas por parte del alma,

teoría que se resume en la célebre afirmación “conocer es, en el fondo, recordar”. En el

Timeo se afirma que el alma racional ha sido creada directamente por el Demiurgo, de ahí su

inmortalidad y su carácter divino.

4ª. Otro problema que interesó de manera especial a Platón fue determinar la naturaleza

del alma. La concepción dualista del ser humano resultaba excesivamente simple para

explicar la enorme complejidad de la vida humana. Consciente de este problema, Platón

revisó y modificó en varias ocasiones sus ideas y en sus obras de madurez (República,

Fedro…) defendió lo que se conoce con el nombre de teoría tripartita del alma, expuesta en

clave mitológica y alegórica en el Fedro a través del famoso mito del carro alado. Como su

propio nombre indica, esta teoría defiende que el alma humana está compuesta de tres partes

(palabra que no hay que tomar en un sentido literal, no es que el alma esté partida en tres

partes extensas….):

1ª. Alma racional: es la parte superior del alma, la única inmortal y de naturaleza

divina. Gracias a ella es posible lograr el conocimiento de las Ideas. Es la parte que debe

dirigir la vida humana, sometiendo y controlando a las otras. Situada en el cerebro. Su virtud

es la sabiduría y, en la dimensión práctica, la prudencia. En el mito del carro alado se

identifica con el auriga o conductor del carro, es decir, con el que lleva las riendas y guía a los

caballos.

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2ª. Alma irascible: se identifica con la voluntad y el valor y, en general, las

denominadas pasiones buenas. Su cometido es ayudar al alma racional en la tarea de controlar

al alma irascible, para garantizar el correcto ordenamiento de la vida y el conocimiento de las

Ideas. Situada en el pecho. Su virtud es la fortaleza. Se identifica con el caballo dócil.

3ª. Alma concupiscible: se identifica con las pasiones innobles vinculadas a los

deseos y apetitos corporales. Debe someterse a las anteriores. Situada en el abdomen. Su

virtud es la moderación o templanza. Se corresponde con el caballo indócil, difícil de

conducir y someter.

Para Platón un hombre es justo cuando cada una de sus almas está correctamente ordenada

y alcanza la virtud que le es propia (sabiduría/prudencia, fortaleza y moderación).

JUSTICIA INDIVIDUAL

CLASE DE ALMA VIRTUD ESPECÍFICA

Racional------------------------------------------→ Sabiduría/Prudencia

Irascible-------------------------------------------→ Fortaleza

Concupiscible------------------------------------→ Moderación

¿Cuándo un hombre es justo?: Cuando logra un ordenamiento correcto de las tres

partes de su alma y, de este modo, alcanza sus respectivas virtudes. La armonía que

surge como resultado de ese ordenamiento es la justicia.

4º. PENSAMIENTO ÉTICO-POLÍTICO: INTELECTUALISMO Y UTOPÍA DEL

FILÓSOFO-REY

A diferencia de los sofistas, para quienes la sociedad era el resultado de una convención o

pacto entre los individuos, para Platón la sociedad es el medio de vida "natural" del ser

humano. Si atendemos a las características de la vida humana, en efecto, podremos observar

que el ser humano no es autosuficiente, ni en cuanto a la producción de bienes materiales

necesarios para su supervivencia, ni en cuanto a los aspectos morales y espirituales que hacen

de la vida del ser humano algo propiamente humano. Esta teoría de la "sociabilidad natural"

del ser humano será mantenida posteriormente también por Aristóteles. La sociabilidad

natural del ser humano es la base o fundamento de la moral. Si el hombre viviese aislado o

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fuese autosuficiente, entonces no tendría sentido hablar de una dimensión moral, pero es un

hecho evidente que no es así.

La ética de Platón es una ética eudemonista, es decir, una ética que afirma que el fin que

todos los seres humanos persiguen es la felicidad, tanto individual como colectiva. Pero la

felicidad exige unas condiciones: el equilibrio del alma y su armonía mediante una vida

virtuosa. Por lo tanto, virtud y felicidad están íntimamente unidas. Sin virtud, la felicidad es

imposible. ¿Qué entiende Platón por virtud? Aunque en sus diálogos encontramos distintas

ideas sobre la virtud, destacan las dos siguientes:

a) Virtud como sabiduría: Platón sigue aquí las ideas de su maestro Sócrates. La

sabiduría es la principal virtud y la virtud misma puede ser descrita como sabiduría. Conocer

el bien equivale a hacerlo y, por tanto, a ser bueno o virtuoso. Platón identifica la sabiduría

con el conocimiento de la Idea de Bien. Por lo tanto, se trata de una teoría ética cognitivista,

puesto que el conocimiento juega un papel mucho más decisivo que la voluntad en el ámbito

de la conducta moral del ser humano.

b) Virtud como armonía de las partes del alma: Es el significado de virtud que se aplica

de modo más directo a la justicia y debe ser atribuido plenamente a Platón. La justicia se

concibe como una virtud general que se alcanza cuando las tres partes del alma logran la

perfección que le es propia a cada una de ellas.

La armonía surge, pues, en el alma cuando cada parte hace lo que le es propio. Eso

significa que la parte racional, siendo prudente, debe guiar a la parte irascible, que deberá ser

valerosa y tener fortaleza, y ambas dominar a la parte concupiscible, que habrá de ser

moderada o, como también dice Platón, tener templanza. De este modo, tenemos cuatro

virtudes cardinales: prudencia, fortaleza y templanza (que se corresponden con cada parte del

alma), y justicia (armonía de las partes del alma, que se logra cuando cada una de ellas logra

su virtud específica).

LA UTOPÍA DEL FILÓSOFO-REY

1º. Fundamentos teóricos del Estado ideal

Platón mantuvo a lo largo de toda su vida una honda preocupación por la vida política

ateniense en particular, y griega en general, lo que le llevó a intervenir activamente en ella,

con la esperanza de lograr su regeneración. Como filósofo, Platón intentó fundamentar

teóricamente la praxis política, dotándola así de una coherencia, sistematicidad y racionalidad

propias, que dignificasen el conocimiento político rescatándolo del ámbito de la doxa, de la

mera opinión, y acercándolo, hasta donde ello era posible, al de la episteme o conocimiento

científico.

La utopía platónica del Estado ideal está contenida en la República, diálogo de la época

de madurez. En este diálogo, concretamente en el libro IV, Platón expone su famosa teoría

utópica del Estado ideal. Esta utopía se basa en dos principios fundamentales:

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1º. La semejanza estructural entre el Estado y el alma tripartita del ser humano. El Estado

deberá configurarse en torno a tres grupos sociales distintos, bien definidos: gobernantes,

guardianes y productores. Cada uno de estos grupos o estamentos sociales se corresponde con

una de las almas existentes en el ser humano. Los gobernantes, como su propia denominación

indica, deben llevar las riendas de la política, legislando y gobernando buscando siempre la

justicia, elemento sin el cual es imposible alcanzar el bien común. La misión de los

guardianes es la de velar por el mantenimiento del orden social y defender al Estado de

enemigos externos. Por último, los productores, que representarían a la mayoría de la

población (artesanos, agricultores…), han de entregarse a las tareas productivas, garantizando

los recursos necesarios para la subsistencia material de la sociedad. Cuando cada grupo social

se dedique única y exclusivamente a la tarea que le es propia, la sociedad será justa. Como se

observa, la idea de justicia social es también un fiel reflejo de la esbozada en la antropología.

La justicia, en ambos casos, radica en el correcto ordenamiento de las tres partes del alma o de

los tres grupos sociales, ordenamiento que implica, en cada caso, la consecución de una virtud

específica.

El siguiente esquema ilustra la semejanza entre ambas ideas de justicia:

IDEA PLATÓNICA DE JUSTICIA

JUSTICIA INDIVIDUAL JUSTICIA SOCIAL

Clase de alma Virtud específica Grupo social Virtud específica

Racional------------→ Sabiduría y

Prudencia

Gobernantes----------→ Sabiduría y

Prudencia

Irascible ------------→ Fortaleza Guerreros--------------→ Fortaleza

Concupiscible-----→ Moderación Productores-----------→ Moderación

Justicia: Resultado del correcto

ordenamiento de las tres partes del alma y

de la consecución de sus respectivas

virtudes.

Justicia: Resultado del equilibrio entre

los grupos sociales, que acontece cuando

cada uno de ellos se ocupa de las tareas

propias.

Como puede verse por lo hasta aquí expuesto, la utopía platónica sorprende por su

simplicidad. Sin embargo, y el propio Platón fue consciente de ello, esa formulación utópica

provoca una serie de interrogantes. Por ejemplo, ¿conforme a qué criterios se integran los

ciudadanos en cada uno de los grupos sociales citados?, ¿es posible la movilidad social en ese

Estado perfecto?, ¿hasta dónde puede y debe llegar el control del Estado sobre los ciudadanos,

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con vistas a garantizar la justicia social y el bien común?, ¿cómo armonizar las posibles

discrepancias existentes entre los gobernantes?... Tanto en la República, como en el Político y

en las Leyes, el pensador griego se vio obligado por sus interlocutores a afrontar dichos

interrogantes, resolviéndolos con distinta fortuna.

2º. El principio de principio de especialización funcional. Apelando a este principio,

Platón va a encontrar respuestas para la mayoría de las preguntas anteriores. De acuerdo con

este principio, cada individuo debe especializarse en una función, en una actividad concreta

que deberá desempeñar. El problema, como es fácil vislumbrar, radica en establecer cuál es

esa función y por qué justamente esa y no cualquier otra. A este problema solo cabe darle dos

soluciones. O bien la especialización deriva de una elección propia de cada individuo, en

función de su vocación y de sus intereses personales, o bien encuentra su razón de ser en la

propia naturaleza de la persona, por lo que lejos de ser el resultado de una elección libre,

sería, en realidad, un destino predeterminado. Esta última será la opción defendida por Platón.

Los hombres no son iguales por naturaleza, en cada uno predominan distintos temperamentos

y ni todos tienen las mismas capacidades ni todos están naturalmente dispuestos para el

desarrollo de las mismas actividades. Esa heterogeneidad de la naturaleza humana justifica la

férrea compartimentación social defendida por Platón. Sin duda, estas tesis platónicas pueden

parecernos hoy escandalosas pero para evitar juicios anacrónicos y precipitados deber hacerse

un esfuerzo por comprenderlas desde el contexto socio-cultural y político de la Grecia clásica.

En cualquier caso, no era suficiente con sostener esa tesis de la heterogeneidad natural.

Seguía en pie aún la segunda objeción. Aun aceptando el principio de la especialización

funcional, cabe preguntar por los mecanismos que permitirían clasificar a cada individuo en

un grupo social determinado. Para resolver esta cuestión, Platón recurrirá a otro elemento

fundamental de su pensamiento político: la educación. El papel otorgado a la educación en la

utopía platónica es absolutamente central y decisivo, hasta el punto de que no resulta

exagerado sostener que dicho Estado sería, ante todo, un estado educativo.

Platón concibe la educación como el mecanismo que debe servir para mostrar las

cualidades y disposiciones presentes en la naturaleza de cada individuo. La educación, así

comprendida, se convierte en un instrumento al servicio del Estado. La educación en manos

privadas deberá prohibirse (sin duda, Platón pretendía con esta medida evitar situaciones

como las protagonizadas por los sofistas en la Atenas de su época, considerados por él como

corruptores de jóvenes y pervertidores de la enseñanza). El Estado tendrá potestad plena para

estructurar el sistema educativo, especialmente en lo relativo a sus contenidos, prohibiendo

todas aquellas disciplinas que puedan resultar dañinas para la sociedad.

2. Características del Estado ideal

De forma general, la educación estaría estructurada en dos niveles claramente

diferenciados. Por un lado, existiría el nivel primario y, por otro, el secundario. El nivel

primario sería común a todos los ciudadanos. La educación se llevaría a cabo a través de dos

disciplinas concretas: la gimnasia y la música. La finalidad de ambas disciplinas sería la de

educar tanto el cuerpo como el alma, forjando un carácter que inculcase en los ciudadanos

hábitos y opiniones correctas. El segundo nivel estaría ya reservado a los futuros gobernantes

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del Estado. Accederían a él aquellos jóvenes que en la etapa anterior hubiesen dado muestras

de un moralidad intachable, además de otras cualidades singulares: perspicacia de espíritu,

disposición para la especulación teórica, preocupación por los asuntos políticos…Este

segundo nivel, que abarcaría desde los veinte hasta los treinta y cinco años, estaría, a su vez,

dividido en dos tramos. En el primero, el protagonismo absoluto lo ostentarían las

matemáticas, que deberían estudiarse de forma detallada, progresiva y constante. Después se

accedería ya al último nivel educativo: la dialéctica, que versaría sobre el conocimiento de las

Ideas y que culminaría con el conocimiento de la idea de Bien. Quienes llegasen a este último

nivel, sin duda un número muy limitado de ciudadanos, estarían llamados a ser los futuros

gobernantes de la polis. La misión de éstos, a los que Platón alude con la expresión Filósofo-

Rey, habrá de ser, pues, la de plasmar en el mundo empírico un orden socio-político que

imitase el orden del mundo de las Ideas, por ellos conocido.

La utopía platónica, tal y como se expone en la República, no se limitó sólo a establecer

las directrices genéricas hasta aquí expuestas. El filósofo griego añadió una serie de medidas

más concretas, que deberían ser de obligada adopción para garantizar la estabilidad social y la

felicidad de los individuos. A continuación, se enumeran las más relevantes:

1ª) Absoluta igualdad entre hombres y mujeres: El sistema educativo antes reseñado

habrá de ser aplicable por igual a los hombres y a las mujeres. El motivo es que hombres y

mujeres solo se diferencian por las distintas funciones que desempeñan con vistas a la

propagación de la especie. Eso significa que, al menos en teoría, las mujeres, de acuerdo con

sus disposiciones naturales, podrán ser guardianes, e incluso, gobernantes.

2ª) Supresión de la familia: En el libro V de la República se expone el conocido

proyecto de una “comunidad” de mujeres e hijos. Los hijos de las mujeres gobernantas y

guerreras no serían criados por sus madres biológicas, sino por el Estado, que dispondría a tal

efecto de casas de maternidad debidamente acondicionadas. El objetivo sería doble. Por un

lado, evitar que tales mujeres descuidasen sus funciones, esenciales para la comunidad, al

tener que dedicarse al cuidado y crianza de sus hijos, y, por otro lado, evitar el surgimiento de

lazos afectivos, que pudiesen diluir el sentimiento de comunidad, que deberá guiar la

conducta de guardianes y gobernantes. En cualquier caso, cabe señalar que no ser trataría de

una separación temporal, como podríamos entender hoy, sino más bien definitiva. Platón, en

realidad, abogará por la separación madre-hijo tras el nacimiento.

En la República se contiene también una regulación estricta sobre las relaciones

conyugales. Basándose en principios de carácter eugenésico, Platón convierte al Estado en

controlador de tales relaciones. Los magistrados deberán velar por la idoneidad de las mismas,

igualmente, con su consentimiento, las mujeres podrán tener relaciones con distintos hombres,

sin que ello implique una defensa de la promiscuidad o del “amor libre”. En el fondo, todas

estas medidas estarían orientadas a garantizar un férreo control demográfico, una de las

condiciones esenciales para hacer viable la utopía platónica.

3ª) Comunismo de bienes: Gobernantes y guardianes carecerán de propiedad privada,

con el fin de evitar el egoísmo y promover el altruismo y el sentimiento de comunidad.

Conviene tener presente que todas estas medidas afectarían solo a los gobernantes y a los

guardianes, no así a los productores, que conservarían la estructura familiar tradicional y la

propiedad privada.

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En resumen, considerada desde la perspectiva política de nuestra época, la utopía

platónica nos presenta una sociedad antidemocrática, elitista y cerrada. Se trata de un

gobierno monárquico (dirigido por el Filósofo-rey) o aristocrático (dirigido por un grupo de

filósofos), pero en el que la aristocracia es una aristocracia de la virtud y el saber, no de la

sangre. Los gobernantes no buscan su interés personal, sino que intentan plasmar en la ciudad

un modelo ideal de justicia. Fiel a las tesis del organicismo político griego, el discípulo de

Sócrates imaginó un modelo de organización social en el que el individuo se diluye en la

maquinaria estatal. El Estado regula todas las esferas de la vida del individuo, constituyéndose

así en el guardián de un bien común y de una felicidad, fundamentada en las tesis de la

especialización funcional y la desigualdad natural de los hombres. Es posible que ciertos

excesos platónicos encontrasen su razón de ser en el fragor de la batalla, en modo alguno solo

teórica, que nuestro autor libró contra los sofistas y la decadencia política y moral de la

Atenas de su época. Consciente de ello, así como del carácter excesivamente utópico de su

proyecto político, Platón suavizó sus opiniones en escritos posteriores, por ejemplo, en el

Político y en las Leyes, dotándolas de un mayor realismo. Sin embargo, jamás renunció a los

dos pilares de su pensamiento político:

1º) Intelectualismo: la razón debe gobernar. Las leyes son expresión suya

2º) Vinculación ética-política: la finalidad del Estado es hacer mejores a sus

ciudadanos. La justicia es condición ineludible para la felicidad.

Por último, indicar que en varios diálogos Platón elaboró una clasificación de las distintas

formas de gobierno, que irá graduando desde la mejor hasta la peor. En primer lugar sitúa la

aristocracia, es decir, el gobierno de los mejores, que vendría representado por el gobierno del

Filósofo-rey de la República ideal. La segunda mejor forma de gobierno la representaría la

timocracia, el gobierno de los guardianes, que no estaría ya dirigida por la sabiduría, sino por

la virtud propia de la parte irascible del alma, que es la propia de dicha clase, abriendo las

puertas al desarrollo de la ambición, que predominaría en la siguiente forma de gobierno, la

oligarquía, el gobierno de los ricos, y cuyo único deseo se cifra en la acumulación de riquezas.

Posteriormente, encontramos la democracia, cuyo lema sería la libertad e igualdad entre todos

los individuos y cuyo resultado, según Platón, es la pérdida total del sentido de los valores y

de la estabilidad social. No cabe duda de que Platón tiene en mente la democracia ateniense

que tan odiosa le resultó después de la condena de Sócrates, aprovechando para satirizar el

predominio de los discípulos de los sofistas en la vida pública. Por último, en el lugar más

bajo de la escala, se encuentra la tiranía, que representaría el gobierno del despotismo y de la

ignorancia, dominado el tirano por las pasiones de la parte más baja del alma, dando lugar al

dominio de la crueldad y de la brutalidad.

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