zona torrida número 42

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Revista Ensayistica de la Universidad de Carabobo

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REVISTA DE CULTURA DE LA UNIVERSIDAD DE CARABOBO

EDITORIAL.......................................................................................... . LA.OTREDAD.LATINOAMERICANA Gustavo.Fernndez.Coln.................................................................. .

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LOS.MAPOYO:.UN.PUEBLO.PATRIOTA.IGNORADO . Esteban.Emilio.Mosonyi./.Mara.Surez.Luque............................. .

EL.CASO.DE.LA.MISTERIOSA.DESAPARICIN.DE. BOLVAR.EN.ABRIL.DEL.AO.DIEZ Gustavo.Pereira.................................................................................... . 9 RECUERDO.Y.RESPETO.PARA.EL.HROE.NACIONAL Jos.Manuel.Briceo.Guerrero........................................................... . 6 DEL.XVI.AL.XIX:.LAS.INSURGENCIAS,.LOS.PRECURSORES. Y.PRECURSORAS.INVISIBLES.DE.LA.INDEPENDENCIA.DE. VENEZUELA Iraida.Vargas.Arenas........................................................................... . 6 LA.DECLARACIN.DE.LA.INDEPENDENCIA.DE. VENEZUELA.Y.SU.ACTA Manuel.Prez.Vila................................................................................ . EL.ACTA............................................................................................... . 6 . ORQUESTAS,.COMPOSITORES.Y.EDUCACIN.MUSICALENTREVISTA.AL.MAESTRO.JOS.ANTONIO.ABREU . Luis.Ernesto.Gmez............................................................................ . 68 LA.INDEPENDENCIA.EN.LOS.PROCESOS.DE.FORMACIN. DEL.ARTE.VENEZOLANO.DURANTE.EL.SIGLO.XIX Juan.Calzadilla..................................................................................... . 76

POESA:.EL.AZAR.REY..................................................................... . 9 . CANTOS.PAGANOS . J..M..Villarroel.Pars. ................................................................................. . 9 LOS.CANTOS.PAGANOS.DE.J..M..VILLARROEL.PARIS Jos.Solanes........................................................................................... .0 Enriqueta.Arvelo.Larriva.................................................................... 0 Indito.en.Stamford................................................................................... .09 NOTAS.SOBRE.LITERATURA.Y.POLTICA Douglas.Bohrquez................................................................................... .0 EL.CORAZN.DE.VENEZUELA (Conversacin.entre.Douglas.Bohrquez.y.Luis.Alberto.Angulo).... .6 CUENTOS.BREVES Enrique.Mujica........................................................................................... . ME.LLAMO.BARRO.AUNQUE.MIGUEL.ME.LLAME Miguel.Hernndez.(Espaa,.90-9)................................................ .7 SENTADO.SOBRE.LOS.MUERTOS................................................. .9 . Miguel.Hernndez.................................................................................... .9 Centenario.del.nacimiento.de.Miguel.Hernndez:.Imagen de su huella. ..................................................................................................... 131 NOTAS.EN.TORNO.A.LA.VOZ.CARABOBO Elio.Araujo.H.............................................................................................. . CUATRO.COMENTARIOS.SOBRE.LIBROS Jos.Carlos.De.Nbrega............................................................................ .9 FICHAS.DE.AUTORES....................................................................... .0

EDITORIAL

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Portada Martn Tovar y Tovar La firma del Acta de la Independencia. Contraportada Fragmento del Acta de la Independencia.

Entre 2010 y 2011, se desarrolla el ao bicentenario que conmemora los acontecimientos polticos que graban el inicio de uno de los procesos ms singulares de la historia de Venezuela y Sudamrica, como fue la lucha independentista en contra del imperio espaol, el que desde haca trescientos aos haba dominado parte de un vasto continente ignorado hasta entonces por Europa y, cuyo hallazgo y posterior conquista militar y coloniaje determinaron en gran parte el transcurso civilizatorio del mundo moderno, tal como hoy mismo lo podemos conocer. La historia del largo e intenso proceso independentista tiene gloriosos antecedentes que se remontan a la resistencia indgena, al alzamiento de los esclavos negros y a la rebelin de blancos criollos y pardos, en diferentes etapas de la conquista y la colonia, mas sin embargo, el perodo que transcurre entre la conformacin de la Junta Patritica el 5 de Julio de 1810 y la Declaracin de Independencia el 5 de Julio de 1811, expres la voluntad y conviccin de grupos sociales emergentes por su insercin poltica, social y econmica para determinar as la formulacin cultural sobre la cual se constituirn las jvenes naciones y la conciencia histrica de su desarrollo. Zona Trrida rene en su edicin n 42 de 2010 importantes documentos que con seguridad estimularn y orientarn la reflexin sobre la significacin del Bicentenario de la Independencia, como un movimiento que no slo est depositado en el pasado de la gran gesta patritica, sino que est vinculado de manera esencial a lo que hoy nos constituye como pueblo. El estudio de ese intenso proceso de doscientos aos y sus inagotables consecuencias es algo que debe plantearse, de manera desprejuiciada, el mundo cultural universitario desde sus diferentes pticas y percepciones, siendo como es la gesta independentista, el hecho histrico de mayor trascendencia sobre el cual descansan el origen y el desarrollo de nuestra nacionalidad.

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LA.OTREDAD. LATINOAMERICANAGustavo Fernndez Coln

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a sublevacin del Cabildo de Caracas ocurrida el 19 de abril de 1810, azuzada por la ocupacin napolenica de Espaa y la abdicacin de Fernando VII, desemboc en la erradicacin del dominio colonial hispnico sobre Venezuela y sobre la mayor parte de los pueblos de Amrica Latina. Doscientos aos despus, la conmemoracin de aquella rebelin fundante de nuestra nacionalidad coincide con un vasto proceso de movilizaciones sociales y transformaciones polticas, encaminadas a lograr la independencia de las formas de neocolonialismo que todava sobreviven en el continente en los albores del siglo XXI. Las luchas populares que, desde las dos ltimas dcadas del siglo XX, se han venido librando en contra de las polticas neoliberales implantadas inicialmente por las dictaduras del Cono Sur y luego por los gobiernos formalmente democrticos del continente, se han caracterizado por el activismo de una variada gama de sujetos sociales, entre los que destacan campesinos, indgenas, afroamericanos, mujeres y pobres urbanos. Estas oleadas de descontento popular provocaron el descalabro de los partidos polticos hegemnicos y favorecieron el triunfo electoral de fuerzas de izquierda o candidatos con posiciones antineoliberales. Hugo Chvez en Venezuela [1998], Ignacio Lula Da Silva en Brasil [2002], Nstor Kirchner en Argentina [2003], Tabar Vsquez en Uruguay [2004], Evo Morales en Bolivia [2005], Manuel Zelaya en Honduras [2005], Michelle Bachelet en Chile [2006], Rafael Correa en Ecuador [2006], Daniel Ortega en Nicaragua [2006], Fernando Lugo en Paraguay [2008] y Mauricio Funes en El Salvador [2009]; si bien expresan tendencias ideolgicas dismiles, tienen en comn el haber propiciado una ruptura discursiva con las polticas de libre mercado, que les mereci el respaldo mayoritario de los sectores populares y las clases medias empobrecidas por la crisis. Sin embargo, todava est por verse hasta qu punto las demandas econmicas, ecolgicas, polticas y cul-

turales que dieron su impulso a estos actores sociales se han visto satisfechas por la accin gubernamental de los liderazgos polticos emergentes. Entre las organizaciones de base surgidas durante este perodo en el campo latinoamericano, la ms relevante por sus dimensiones e incidencia poltica ha sido el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil, que, tras apoyar inicialmente la gestin del presidente Lula Da Silva, se ha venido distanciando de ste en vista de su reticencia a impulsar la reforma agraria (Servolo, 2006). Las nacionalidades indgenas, por su parte, han mostrado un protagonismo inusitado en la defensa de sus territorios y el reclamo de sus autonomas, como lo ejemplifican la lucha del EZLN en Mxico o la del pueblo mapuche en Chile; y han jugado un papel preponderante en las transformaciones polticas ocurridas en los pases andinos (Postero y Zamosc, 2005; Toledo, 2005). Los afroamericanos tambin han cobrado fuerza en la reivindicacin de sus derechos culturales, polticos y territoriales, como lo ilustran las comunidades negras de la costa Pacfica de Colombia (Grueso, Rosero y Escobar, 2001). Movimientos de mujeres como la Coordinadora Nacional de Mujeres Indgenas de Mxico o el Consejo Nacional de Viudas de Guatemala, han dado pasos importantes en la lucha para erradicar la discriminacin de gnero y la violencia domstica y poltica contra la mujer (Gargallo, 2006; Moya y Lux, 2004). Y en las barriadas perifricas de las grandes ciudades, las organizaciones de base han sido decisivas en el combate contra las polticas privatizadoras y antipopulares de las ltimas dcadas, como lo han demostrado los habitantes pobres de El Alto en Bolivia y los cerros de Caracas (Zibechi, 2008). Ninguno de estos actores corresponde exactamente a la clase obrera industrial identificada por el marxismo, en el siglo XIX, como el sujeto colectivo destinado a erradicar al capitalismo del horizonte de la historia. Incluso un materialista dialctico como James Petras (1999), lo advierte al sealar: A pesar de que los movimientos obreros urbanos organizados no estn ausentes de la lucha y en algunos casos pueden ser los protagonistas, la autntica accin revolucionaria y los movimientos de este resurgimiento de la izquierda se hallan en el campo () fuertemente influenciados por una mezcla de marxismo clsico y, en funcin del contexto, de influencias tnicas, feministas y ecolgicas (pp. 103-105). Estos procesos sociales revelan que la extraccin de la plusvala a los trabajadores fabriles minimizados por la automatizacin ha quedado subsumida en el marco de una dinmica de explotacin mucho ms vasta:

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la expoliacin del patrimonio ecolgico y cultural de los pueblos que habitan al borde de las fronteras, en permanente expansin, del sistema-mundo capitalista. Agua, biodiversidad, tierras frtiles, minerales, energas fsiles y conocimientos ancestrales, constituyen la ms apremiante fuente de plusvala para la reproduccin contempornea del capital (Toledo, 2005). De ah que el redimensionamiento de los conflictos que estn poniendo en riesgo la sobrevivencia de la especie humana, no puede ser explicado exclusivamente como una manifestacin de la lucha de clases en el seno del modo de produccin capitalista, sino que es ante todo el resultado del antagonismo entre la voluntad de poder del proyecto civilizatorio moderno y la diversidad de las culturas/civilizaciones que se resisten a su dominacin en la periferia. En otras palabras, la actual crisis del sistema-mundo trasciende el marco del enfrentamiento urbano-industrial entre burgueses y proletarios, que sin haber desaparecido ha quedado subsumido en el contexto englobante de la contradiccin entre la voracidad sin lmites del llamado desarrollo y las capacidades limitadas de autorregeneracin de la ecosfera terrestre1. Esta nueva situacin exige replantear los viejos criterios de demarcacin de la derecha y la izquierda dentro del campo poltico, puesto que incluso el socialismo burocrtico, adversario del neoliberalismo, puede terminar colocado a la derecha del espectro, al obrar como instrumento de expropiacin de territorios y culturas de indgenas y campesinos, en nombre de un progreso que se ha convertido en sinnimo de devastacin globalizada. Como lo ha sealado Edgardo Lander (1994): El proceso de homogeneizacin cultural est destruyendo, junto con pueblos y culturas, opciones de relacin con la naturaleza en momentos en que la inviabilidad ambiental del modelo econmico y tecnolgico hegemnico se hace cada vez ms evidente (p. 36, n. 49). La pregunta por el sujeto se torna entonces una pregunta por la validez de formas de conocimiento e interaccin con el entorno, ajenas a la matriz epistemolgica de las ciencias modernas. Se trata de ecosofas (Guattari, 1996) o, en otras palabras, de saberes y prcticas de produccin y reproduccin de la vida, ecolgicamente mucho ms saludables y sustentables1 Marx ya haba advertido en el siglo XIX la interdependencia de estas dos contradicciones fundamentales del modo de produccin capitalista, que en el siglo XXI se han desarrollado hasta tornarlo ecolgicamente insostenible, cuando escribi: la produccin capitalista slo desarrolla la tcnica y la combinacin del proceso social al mismo tiempo que agota las dos fuentes de las cuales brota toda riqueza: La tierra y el trabajador. (1973, t. 1; p. 438).

que el conocimiento fragmentario y las tecnologas contaminantes de la era industrial. El dilogo intercultural se convierte, en consecuencia, en un dilogo interepistmico, que en ltima instancia, constituye un dilogo intercivilizatorio mediante el cual debern aprender a coexistir, sin anularse, todas las diferencias (Dvalos, 2005; Macas, 2005; Moya y Moya, 2004).

EL SUJETO COMO ALTERIDADPara Enrique Dussel (2001) los sujetos de la liberacin colectiva son los considerados otros por el proyecto moderno. La concepcin eurocntrica de la modernidad identific a sta con la vocacin emancipadora de la razn crtica, desarrollada a travs de los hitos histricos del Renacimiento italiano, la Reforma alemana, el Parlamentarismo ingls, la Ilustracin y la Revolucin francesa. Sin embargo, desde una perspectiva no eurocntrica es posible describir a la modernidad como el proceso de construccin del sistema-mundo capitalista que se inici en 1492, tras el encuentro de los europeos con la alteridad americana. A partir de ese momento, se dio comienzo a la historia mundial con Europa como centro. Antes de esa fecha, los imperios o sistemas culturales coexistieron sin un centro hegemnico capaz de someter a todos los dems. El ego conquiro (yo conquisto) hispano-lusitano, que impuso por la fuerza al indgena americano la primera voluntad de poder de la modernidad, fue el antecedente inmediato del ego cogito (yo pienso) cartesiano. Ese primer aspecto avasallante, opuesto a la segunda faceta emancipadora, encubri su irracionalidad bajo el mito de la superioridad que obligaba a Europa a hacerse cargo de la salvacin del indio, incluso a travs de la violencia si fuese necesario. Modernidad y colonialidad son, por ende, las dos caras inseparables de un mismo proyecto civilizatorio (Mignolo, 2007). El primer paso para la liberacin de las vctimas de la colonizacin es el reconocimiento del carcter mtico de la culpa con la cual la modernidad las ha investido, por resistirse a la salvacin de sus almas y al progreso. Esta culpa justificatoria del sacrificio ritual, de la esclavizacin y, ms recientemente, de la modernizacin de las vctimas, debe ser negada para hacer patente la inocencia del otro y la legitimidad de su alteridad. Pero la liberacin concebida como negacin del mito encubridor de la violencia colonial y en este sentido, diferenciada de la emancipacin moderna europea no debe confundirse tampoco con la reivindicacin folklrica del pasado premoderno, ni con el conservadurismo antimoderno del fascismo, ni con el irracionalismo nihilista de los postmodernos. La autn-

tica superacin de la faz opresora de la modernidad exige una doble negacin del mito, que permita subsumir su carcter emancipador eurocntrico en el marco global de un proyecto de liberacin de los otros negados. De esta manera, la razn moderna podr ser trascendida, mediante un proyecto de correalizacin de la modernidad eurocntrica y de su alteridad perifrica, que permita su fecundizacin recproca, pero no como negacin de la razn en cuanto tal (Dussel, 2001: 356). La liberacin implicara entonces el trnsito colectivo hacia una trans-modernidad, en la cual podrn realizarse solidariamente las diversas clases y las distintas etnias, el centro y la periferia, el hombre y la mujer, la especie humana y el planeta Tierra, no por pura negacin, sino por incorporacin desde la Alteridad [sic]. Hay varios elementos de esta argumentacin de Dussel que ameritan comentarios. Lo primero es que el esquema de la incorporacin de los otros dentro de una transmodernidad que no niegue a la razn en cuanto tal, resulta anlogo a su propuesta de subsumir a la democracia directa de las comunidades indgenas dentro del marco normativo de los estados nacionales. En este sentido, hablar de la razn y no de las racionalidades y calificar como inevitable y necesario el orden democrtico-representativo al que debern subordinarse las formas participativas y directas del poder popular, son concesiones epistemolgicas y polticas a la modernidad que difcilmente contribuirn a trascenderla y a impedir la aniquilacin definitiva de los otros. Por otra parte, como lo advierte Pablo Dvalos (2005) al referirse a la doble cara de la modernidad denunciada por Dussel, cabra preguntarse, () si esa racionalidad puede inscribir dentro de su entramado conceptual la necesidad de suprimir ontolgicamente al Otro, no es dable entonces sospechar de sus supuestos de base? (p. 26). Estas son aporas dentro de la concepcin dusseliana de la liberacin, derivadas de su compromiso con el pretendido universalismo de la faceta racional/emancipatoria de la modernidad, que han sido dejadas atrs por propuestas filosficas ms radicales, como la reivindicacin de la coexistencia de matrices de racionalidad que no unifican sus visiones, cogniciones e interpretaciones en ninguna totalidad de Enrique Leff (2003: 17), o el planteamiento de Elas Capriles (1994) sobre la crisis ecolgica como prueba emprica de la reduccin al absurdo de la razn moderna. El dilema ontolgico entre la universalidad y la particularidad o la unidad y la diversidad del sujeto, nos sumerge de lleno en el problema de las implicaciones polticas y epistemolgicas de la diferencia cultural en el seno de las sociedades latinoamericanas. Y nos lleva en consecuencia a preguntarnos: es posible cartografiar inequvocamente los linderos que separan a

los distintos mundos culturales?; hasta dnde han sido anuladas las diferencias por los procesos de mestizaje e hibridacin?; en qu consisten las racionalidades alternativas de los nuevos sujetos que luchan por su liberacin?; pueden estas racionalidades, efectivamente, constituirse en puntos de partida de otros mundos posibles? De inmediato, examinaremos algunas aproximaciones reveladoras a la problemtica de la diferencia cultural ensayadas en el mbito de la filosofa y las ciencias sociales en Amrica Latina.

HIBRIDACIN O HETEROGENEIDAD?El nfasis en la diferencia ha cobrado relevancia en las ltimas dos dcadas, luego del predominio de la ideologa del mestizaje que sirvi de base para la construccin de las identidades nacionales, desde la conformacin de las repblicas latinoamericanas y caribeas en el siglo XIX. El mestizaje, entendido inicialmente como sntesis racial y ms tarde como homogeneizacin cultural, fue utilizado como estrategia de silenciamiento de la diversidad, en nombre de la unidad nacional y del deseo de las lites criollas de ser admitidas como integrantes legtimas del Occidente moderno. Incluso la adopcin del nombre de Amrica Latina, como lo ha sealado Walter Mignolo (2007), respondi a la pretensin de diferenciar a las antiguas colonias de Espaa y Portugal de la Amrica inglesa, mediante una operacin de adscripcin a la latinidad y de negacin simultnea de la Amerindia y la Afroamrica. Luego de las muchas reformulaciones de las que fue objeto la nocin de mestizaje, la consolidacin del neoliberalismo como pensamiento hegemnico a partir de los aos ochenta del siglo XX, traer aparejada la entronizacin de la categora de hibridacin cultural, promovida por Nstor Garca Canclini (1990). Apoyndose en el mercado como institucin fundamental del proceso de globalizacin impulsado por el desarrollo de las tecnologas de informacin y comunicacin, Garca Canclini exaltar la eclosin de la diversidad desencadenada por la libre circulacin de los bienes culturales. La pluralidad cultural resultara as reducida a la equivalencia mercantil entre las distintas opciones identitarias, a las que tienen acceso los consumidores en la era del capitalismo global. Las desigualdades de poder y las mltiples tensiones ocultas tras las diferencias culturales, terminaron siendo silenciadas, una vez ms, por esta reelaboracin neoliberal de la ideologa del mestizaje (Briceo Linares, 2006). Antonio Cornejo Polar (1982) fue uno de los primeros en alertar acerca de la neutralizacin poltica de la diferencia cultural, implcita en la nocin de hibridacin, a la cual opuso la categora de heterogeneidad cultural.

Critic a las viejas y las nuevas versiones de la mestizacin como fusin o sntesis superadora de las diferencias, apoyndose en su concepcin de la cultura como totalidad contradictoria capaz de insertar tensamente, en un solo proceso socio-histrico, diversos sistemas y subsistemas. Sus investigaciones en el campo de la crtica literaria, lo haban llevado a cuestionar la validez del concepto de literatura nacional, al constatar la existencia, en el seno de la misma, de diversos sistemas literarios que coexisten conflictivamente. En sus propias palabras: En Amrica Latina cada sistema [literario] representa la actuacin de sujetos sociales diferenciados y en contienda, instalados en mbitos lingsticos distintos, idiomticos o dialectales, y forjadores de racionalidades e imaginarios con frecuencia incompatibles (Cornejo Polar, 1989: 22). En otro momento de su obra, enfrentara tambin la idea de la desterritorializacin de la cultura acuada por los apologistas de la globalizacin, advirtiendo que los desplazamientos migratorios, en lugar de disolver el locus de enunciacin del sujeto, lo obligan a habitar simultneamente espacios socioculturales distintos (el de origen y el de destino, por ejemplo) y a adoptar identidades mltiples no siempre compatibles entre s (Cornejo Polar, 1996). Esta pluralidad de racionalidades tambin ha sido constatada en el mbito de la filosofa del lenguaje, por Jos Manuel Briceo Guerrero (1994), para quien la llamada Amrica mestiza engloba en realidad tres grandes discursos complejizadores de su identidad. A partir del examen de la historia de las ideas, la dinmica poltica y la creacin artstica de la regin, observa en primer lugar la existencia de un discurso europeo segundo que habra ingresado a nuestras sociedades a finales del siglo dieciocho. Su estructura responde a la lgica de la razn ilustrada y sus avances cientfico-tcnicos. En el plano poltico, este discurso enfatiza la posibilidad del cambio social planificado con el propsito de garantizar los derechos humanos universales a la totalidad de la poblacin. Su difusin terica ha estado bsicamente a cargo de las tendencias ideolgicas positivista, tecnocrtica y socialista. Sus palabras claves en el siglo diecinueve fueron modernidad y progreso. En nuestro tiempo, su palabra clave es el desarrollo. En segundo lugar, se encontrara el discurso mantuano proveniente de la Espaa imperial, reproducido por los criollos y el sistema colonial espaol. En el plano espiritual, este discurso resalta los valores ultraterrenos representados por la Iglesia Catlica; pero en la esfera material ha estado ligado

a un sistema social de nobleza hereditaria, jerarquas y privilegios que slo permite la movilidad social a travs del blanqueamiento racial y la educacin occidentalizante. Incluso despus de la Independencia, este sistema semiolgico pervive entre nosotros moldeando las estrategias de acceso al poder por la va de los privilegios familiares y clnicos, la filiacin en lugar del mrito, y la lealtad y el pago de peaje al seor imperante en cada feudo. En tercer lugar estara el discurso salvaje, expresin del sufrimiento del indgena sometido violentamente por los conquistadores y el africano reducido a la condicin de esclavitud. En l se manifiesta tambin el resentimiento de los pardos histricamente relegados en sus anhelos de superacin, as como la nostalgia por formas de vida no occidentales cercenadas por la imposicin de la cultura europea. Para el discurso salvaje, tanto la tradicin hispnica como la modernidad europea resultan ajenas y extraas, manifestaciones de una alteridad opresora ante la cual ha sido necesario aprender a sobrevivir con aparente sumisin, ocasional rebelda, astucia permanente y profunda nostalgia. Aunque Briceo Guerrero se ha dedicado a estudiar principalmente las races occidentales de la totalidad contradictoria latinoamericana, no deja de observar las fisuras que en su conformacin ha trazado la diferencia. De ah su empeo en sealar que la sincronicidad de estas tres lgicas discursivas, radicalmente distintas y mutuamente neutralizadoras, le imprime a nuestra cultura una tensin permanente, un nihilismo caotizante instigador de una actitud irresoluta y conflictiva frente a la expansin universal de la modernidad.

TIEMPO CCLICO Y OTREDAD CULTURALA cada uno de estos tres discursos o matrices culturales corresponde, a juicio de Luis Britto Garca (2009, t. 2, pp. 283-305), una concepcin distinta de la temporalidad: el tiempo cclico de las cosmovisiones indgenas y africanas, el tiempo apocalptico de la Espaa catlica colonizadora y el tiempo fustico que, segn Spengler (1976), caracteriza a la Europa moderna. Estas tres visiones del devenir histrico explicaran, respectivamente, el estancamiento de las civilizaciones amerindias, la obsesin por El Dorado que llev a los conquistadores a perpetrar un genocidio y la devastacin de la naturaleza provocada por la tecnoindustria capitalista y sus trasplantes socialistas. Cabe sealar que al atribuirle a la temporalidad cclica de las culturas indgenas y africanas la razn de su presunto estancamiento, Britto Gar-

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ca pone en evidencia su compromiso con la concepcin lineal del progreso imperante en el Occidente moderno. La nocin de estancamiento es una construccin ideolgica que ignora el hecho de que todas las culturas estn sujetas a permanentes procesos de ajuste y transformacin, y que el acoplamiento armonioso con el entorno natural alcanzado por las sociedades indgenas y afroamericanas, no constituye un estado de rigidez e inmovilidad sino un proceso de equilibrio dinmico resultante de su sabidura sistmica. En contraste, el pensamiento eurocntrico se ha mostrado incapaz de comprender que la prdida de esta sabidura sistmica desencaden la aparicin del tiempo fustico asociado con los mitos del progreso, el desarrollo industrial y el crecimiento ilimitado, que han hecho de la modernidad capitalista un proyecto civilizatorio insostenible. Otro tanto puede decirse del criterio de diferenciacin de las culturas, propuesto por este autor, en funcin del predominio de ciertos tipos de tecnologas: las tecnologas diseadas para transformar el reino mineral, para domesticar a otras especies vivientes y para modelar la conducta humana. De acuerdo con este criterio, el verticalismo de las sociedades ibricas se desarroll sobre la base de una industria metalrgica que, gracias a sus aplicaciones militares, les permiti doblegar a las civilizaciones precolombinas del maz y de la papa; mientras que el horizontalismo de las culturas indgenas y afroamericanas se estructur, en buena medida, gracias a su especializacin en el cultivo de vegetales. Esta tentativa de clasificacin de los modos de produccin atendiendo principalmente a las especificidades de sus fuerzas productivas deja por fuera un aspecto fundamental: el tipo de relacin entre el sujeto y el objeto que cada cultura impone a sus miembros, independientemente de la naturaleza de los objetos considerados. Las relaciones instrumentales o de explotacin de los trabajadores y de la tierra imperantes en las sociedades capitalistas se diferencian radicalmente de las relaciones dialgicas o intersubjetivas con el mundo natural predominantes en las culturas indgenas y afroamericanas. Esta diferencia se expresa no slo en la interaccin con una determinada clase de objetos materiales sino en las relaciones con todos los dominios de lo real: con el reino mineral, con las plantas y los animales, con los congneres y con los dioses. En consecuencia, la diversificacin de los estilos tecnolgicos depender fundamentalmente de las diferencias culturales en las pautas de relacin entre sujeto y objeto (aun cuando el objeto sea otro sujeto) y no en las caractersticas propias de los entes naturales transformados por el trabajo; puesto que tales objetos son construidos cognitivamente en un contexto de relaciones sociales culturalmente me-

diadas. De ah que la solucin a la presente crisis civilizatoria no dependa, como lo pretende Britto Garca, de la adopcin paritaria de las tres clases de tecnologas por l postuladas, sino de la posibilidad de sustituir las relaciones instrumentales o de explotacin capitalistas por relaciones dialgicas o intersubjetivas con la naturaleza y con los congneres, que contribuyan a modelar una tecnologa alternativa, autnticamente post-capitalista, postcolonial y post-moderna2. Igualmente identificada con los valores esenciales de la modernidad colonialista es la caracterizacin, hecha por este autor, de los procesos de mestizaje y fusin tnica como sntesis creadora que da origen a un producto nuevo. En nuestra opinin, esta visin del mestizaje como sntesis (dialctica y no dialgica) minimiza las contradicciones generadas por las diferencias tnico-culturales en el seno de la totalidad social y olvida que los contenidos innovadores y originales del proyecto civilizatorio alternativo, impulsado por los movimientos sociales emergentes, proviene principalmente de las matrices culturales no occidentales de la Amrica Latina y Caribea. A la luz de estas observaciones, las concepciones acerca del mestizaje, el desarrollo tecnolgico y el estado nacional defendidas por Britto Garca, se revelan como instrumentos ideolgicos de reproduccin del orden capitalista dependiente implantado en la regin, durante los ltimos cinco siglos, por las potencias hegemnicas del sistema-mundo moderno. En contraste, para la inmensa mayora de los actores sociales subalternos del continente, la modernidad constituye un proyecto histrico de dominacin del hombre y la naturaleza que amerita ser superado. Sus prcticas de liberacin comunitaria han puesto en evidencia que el sujeto trascendental de la tradicin cartesiano-kantiana, el yo concebido como ncleo de la identidad personal, el modelo antropolgico del individualismo posesivo y el dualismo gnoseolgico sujeto-objeto, son ficciones construidas por la modernidad que operan como dispositivos de dominacin de la subjetividad a fin de ponerla al servicio de los engranajes del sistema-mundo capi2 Seguimos en este punto las crticas formuladas por David Dickson (1980) al determinismo tecnolgico de quienes piensan que los desarrollos sociales incluyendo los cambios en la organizacin social y en la distribucin del poder emergen espontneamente a partir de los desarrollos tecnolgicos. En contra de tal determinismo el autor sostiene que las relaciones sociales de produccin las relaciones entre los diversos grupos o clases implicadas en el proceso de produccin se reflejan en los medios de produccin o, dicho de otro modo, que la tecnologa y los modelos sociales se prestan apoyo mutuo tanto de un modo material como ideolgico (p. xii).

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talista. Desde esta perspectiva, el desmontaje del yo, el sujeto cartesiano, el individualismo posesivo y el dualismo sujeto-objeto pareciera ser una condicin necesaria para ponerle fin a la reproduccin global del proyecto de dominacin de la modernidad. En otras palabras, la interculturalidad latinoamericana es la expresin de diversas formas resistentes de subjetividad, que los pueblos del continente se han empeado en reivindicar para enfrentarse a las amenazas destructivas de la globalizacin. De ah que entre nosotros carezca de sentido la proclama postmoderna de la muerte del sujeto, percibida con sospecha como estratagema de enmascaramiento cultural de la dominacin pero, al mismo tiempo, observada con astucia como punto de bifurcacin capaz de desencadenar inditas energas liberadoras y de reconciliacin amorosa del hombre con su prjimo, con su otredad cultural y con la naturaleza.

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LOS.MAPOYO:.UN.PUEBLO.PATRIOTA. IGNORADOEsteban Emilio Mosonyi / Mara Surez Luque

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ontrariamente a la creencia ms generalizada, existen en el pas pueblos y comunidades indgenas que en su momento estuvieron vinculados en mayor o menor medida con nuestras luchas independentistas de comienzos del siglo XIX y hasta llegaron a tener contacto, bastante cercano a veces, con los personeros ms importantes del ejrcito patriota. En el caso de los mapoyo (wnai), pueblo karibe ubicado en el estado Amazonas, muy cerca del lmite occidental del estado Bolvar, se conservan importantes testimonios procedentes de una relacin directa e ntima con el General Pez y el mismo Libertador Simn Bolvar. La zona de asentamiento propia de los mapoyo se encuentra en la faja de sabana comprendida entre el cao Caripo y el ro Villacoa afluentes del Orinoco Medio en su margen derecha en el municipio Cedeo del estado Bolvar. Ese lugar est situado a unos 60 kilmetros de la poblacin conocida como La Urbana, que, de acuerdo con los escasos registros histricos y etnogrficos sobre esta sociedad, formaba parte del territorio ancestral mapoyo (wnai). Espacialmente, dicha rea presenta una forma casi triangular y limita hacia el noreste con el ro Suapure, al suroeste con el Parguaza y por el oeste con el Orinoco (Henley 1983: 221). Es de lamentar que en la actualidad el pueblo wnai wnai es la autodenominacin, pero la poblacin criolla local los conoce como mapoyo est conformado por una sola comunidad antiguamente llamada Caripo, y hoy da denominada El Palomo, por habitar all una poblacin considerable de esta especie de aves. El nmero aproximado de sus miembros se estima en 350 personas, distribuidas en 55 familias ubicadas en las orillas de la Carretera Nacional Ciudad Bolvar-Puerto Ayacucho. En el presente, la mayora de los wnai construyen sus casas en las llanuras pese a que la costumbre de sus ancestros era ms bien levantar casas comunales en las montaas. Aparte de existir algunas viviendas rurales,

en la edificacin de la denominada churuata el cemento se ha introducido como material de construccin, y la palma est siendo sustituida por acerolit. Las familias suelen constituirse en extensiva organizada alrededor de la lnea paterna, tanto directa como colateral o nuclear fundada en los progenitores y sus descendientes directos encontrndose muchas de ellas dispersas entre Villacoa y la va hacia Morichalito. Respecto al matrimonio, es cada vez ms frecuente la unin de wnai con criollos e indgenas de otras etnias. Esto ha originado cambios importantes en la conformacin de la estructura familiar donde el modelo forneo, cuando no se opta por emigrar de la comunidad, termina imponindose. La informacin concerniente a sus quehaceres econmicos revela que estos se basan en la agricultura de tala y quema, siendo ella, en cuanto a los rubros alimenticios cosechados, casi idntica a la realizada por los criollos; es decir, se dedican a cultivar maz, yuca, ame, arroz, pltano, caa de azcar, cambur, pia, entre otros. Aun cuando la cacera y la pesca se mantienen muy replegadas como actividades, los animales obtenidos a travs de ambas constituyen buena parte de su dieta diaria. Adems suelen criar gallinas, cerdos y ganado. Muchas familias han conservado el hbito de preparar bebidas con las semillas provenientes de la gran variedad de palmas tpicas del lugar jugo de moriche, seje, manaca, yaraki y muy pocas se dedican a la elaboracin del casabe. No es de extraar que por ser el rea una zona maderera, la comunidad se agrupe para trabajar en la recoleccin y posterior venta de la madera. Los wnai tambin participan en la recogida de la sarrapia, la cual venden a los criollos procedentes de Ciudad Bolvar, Amazonas y otros estados. Lamentablemente, varios de ellos se han visto forzados a trabajar espordicamente en las empresas cercanas para devengar un salario, mientras otros deben ir hasta el pueblo de Morichalito a ofrecer pescado y los productos de su siembra. En lo tocante a su organizacin socio-poltica, en tiempos pretritos era costumbre que hubiera un jefe principal quien ostentaba el ttulo de iyponi, adems de los jefes de cada asentamiento subordinados a ste cuyo nombre era htwihtri. Para ejercer estas funciones de liderazgo solo se aplicaba el criterio de la edad y la experiencia. Hoy da sigue existiendo la figura del Cacique como mxima autoridad, cuya jerarqua es heredada directamente del padre. Su objetivo fundamental consiste en preservar y mantener el equilibrio y la armona en el pueblo. Sin embargo, hay una serie de requisitos exigidos para desempear este oficio, a saber: mritos, habilidades, compromisos, participacin directa e inters en todos los asuntos concernientes a la etnia. La tradicin seala que el Cacique saliente recurre

a ritos de consulta espiritual, jugando un papel preponderante la naturaleza, la religin y la cosmogona propia; se acude al uso de plantas medicinales espirituales, tal como las llama Simn Bastidas, el actual Cacique para determinar si el candidato en cuestin es idneo para el cargo. Por regla general, en la designacin el Capitn suele fungir como aspirante nico. Es menester sealar lo siguiente: el Estado ha introducido, quiz precipitadamente, nuevas formas de organizacin social y poltica entre los pueblos indgenas. De hecho, los wnai cuentan con una Asociacin Civil, siendo el Presidente elegido con el voto de todos los integrantes de la comunidad. Su mandato dura entre tres (3) y cinco (5) aos aproximadamente, y el da de la eleccin se celebra una gran fiesta en honor a quien resulte ganador. En la actualidad tambin se han conformado Consejos Comunales y, ms recientemente, se estn creando Comunas Socialistas. La mayora de los investigadores estn de acuerdo en clasificar el idioma wnai (mapoyo) como perteneciente a la familia karibe, adems de considerarlo muy emparentado con los idiomas yawarana y tamanaku este ltimo ya extinto y mucho ms alejado del eep y el yekuana, ambos de la misma familia lingstica. Dentro de la tradicin oral mapoyo (wnai) se cuenta un evento del cual, por supuesto, existen varias versiones relativo a la consumacin de un suicidio colectivo. Entre los relatos ms difundidos se mencionan los escritos por Wavrin (1948) y lamo Ybarra (1950), adems de las historias conocidas por buena parte de la gente criolla, indgenas habitantes de la zona, y algunos miembros del propio pueblo mapoyo. Ahora bien, debido a la imposibilidad de referir aqu cada una de las interpretaciones del hecho por razones de espacio, diremos que, en trminos muy genricos, las mismas aluden como factor desencadenante a la muerte del Cacique o Capitn de la comunidad (para unos joven y fuerte; para otros, anciano y sabio). Respecto de la consecuencia ms significativa provocada por este acontecimiento luctuoso, todos los relatos coinciden en sealar, como tal, el desamparo colectivo al que se vio expuesta la aldea. Sin embargo, la oralidad es aun ms heterclita en este aspecto: en unos casos, debido al elevado prestigio del lder, el casero fue presa de la falta de orientacin e incapacidad para defenderse, mientras que en otros se arguyen motivos estrictamente mgicoreligiosos. A pesar de lo anterior, la tradicin no difiere en cuanto a la forma como se mataron ni sobre el sitio donde tuvo lugar el suicidio. Las fuentes coloniales coinciden en presentar al pueblo mapoyo como guerrero y de espritu rebelde, por el hecho de haber combatido permanentemente contra el Imperio Espaol para resguardar su independencia y

libertad. Esto entra en consonancia, por cierto, con las caractersticas ms generales de los pueblos karibe, de ndole ms irreductible que la mayora de los indgenas hallados por los espaoles a su paso. Por algo, la Conquista de Venezuela dur mucho ms tiempo y atraves ms avatares que la de pases como Mxico o Per. Con estos antecedentes no puede extraarnos, que las comunidades mapoyo de inicios del siglo XIX, ms fuertes y numerosas que en la actualidad, hicieran causa comn con el ejrcito patriota, aun cuando la informacin disponible est entretejida con leyendas presentes en la oralidad mapoyo. Sin embargo, tales narraciones heroicas transmitidas de una a otra generacin han contribuido de manera importante a conservar y fortalecer la identidad tnica de los mapoyo, incluso a pesar de haber perdido parte de su cultura y el uso cotidiano de su idioma. Lo cierto es que existen testimonios irrebatibles de su participacin en la Guerra de Independencia celosamente guardados por los capitanes cuyo cargo, al menos en la comunidad de El Palomo, es hereditario. Segn la versin recogida por Paul Henley, el capitn Paulino Sandoval recibi del General Pez una punta de lanza y de Simn Bolvar una espada acompaada de un Documento, el cual le otorgaba en propiedad todas las tierras comprendidas entre los ros Suapure y Parguaza, por el cmulo de favores prestados a la causa patriota (Henley 1983: 225). Estos objetos pasaron luego de padre a hijo, para convertirse en la reliquia ms importante que posee hoy la comunidad mapoyo, ya muy disminuida y en opinin de algunos acadmicos en peligro de desaparecer. Es de lamentar que el Documento, todava visto y apreciado por varios investigadores, se haya quemado en un incendio, cuyo origen y razones an no estn claros. Est por realizarse un estudio detallado sobre la oralidad mapoyo y otros aspectos de su cultura ancestral y realidad ms reciente; todo lo cual contribuir por una parte a un mejor conocimiento cientfico y humano de este pueblo, mas tambin, aun en mayor grado, al fortalecimiento de su autoestima y a su capacidad de resistir los embates del presente y asumir una perspectiva de futuro, conforme a sus mejores aspiraciones. Esto suena utpico pero es utopa concreta. Hoy da no se extinguen pueblos sin oponer resistencia, e incluso aquellos aparentemente olvidados por la Historia lanse gayn, ayamn, jirajara de nuestro Centro-Occidente van apareciendo de nuevo con sus identidades, idiomas, exigencias territoriales y otros atributos que hicieren falta para un porvenir digno de estos pueblos y comunidades con larga tradicin de lucha. Ello es vlido, por supuesto, para la nica comunidad mapoyo realmente existente llamada El Palomo, ya que el resto de la etnia parece haber sido absorbido por el mestizaje.

Para traducir esta afirmacin a un lenguaje ms difano y comprensible, los mapoyo actuales no solo no han recibido jams las tierras otorgadas por el Libertador, sino que estn expuestos en forma permanente a las arremetidas de los terratenientes y ahora de las compaas mineras, especialmente Bauxilum, quienes apetecen lo poco que les queda de su antiguo territorio. Se evidencia que si bien los mapoyo han sido buenos patriotas y ciudadanos ejemplares, la Repblica nunca les ha retribuido esas cualidades. Por el contrario han vivido confinados, discriminados, con sus tierras, labranzas y territorios sagrados mermando cada da, en medio de un racismo indigno de nuestro pueblo venezolano, bajo cuya gida al indgena se le reduce al estatus de irracional. De este modo no resulta nada extrao que, en medio su heroica resistencia, los mapoyo hayan ido perdiendo no obstante una buena parte de su cultura distintiva y sobre todo el idioma de la familia karibe casi idntico al yawarana, el cual, segn los expertos, est a punto de extinguirse. Si nos fijamos en los criterios meramente tcnicos, es difcil no darles la razn, pues no quedan ms de dos hablantes relativamente competentes junto a media docena de semihablantes, mientras algunos recuerdan una u otra palabra. Pero ellos y ellas s quieren recuperar el idioma nativo y la parte olvidada y reprimida de su cultura. Con tal fin se han venido organizando hace por lo menos dos dcadas realizando reuniones y talleres, asocindose con investigadores universitarios como la lingista Mara Eugenia Villaln y la sociloga Esperanza Gualdrn. Somos testigos presenciales de que algunos maestros e integrantes de la comunidad estn comenzando a escribir el mapoyo y a trabar tmidamente algunas frases, y este es solo el comienzo. Para completar y respaldar estas reflexiones es importante citar algunos testimonios de los propios indgenas mapoyo, deseosos de recuperar su patrimonio lingstico y cultural, en su lucha diaria por perpetuar su identidad tan amenazada hace siglos. Por ejemplo, el Cacique Simn Bastidas expresa su sentir en las palabras siguientes: en verdad, con esto que estamos luchando ya nos lleg la hora de darle la iniciativa a lo que nosotros nos interesa, nos interesa mucho la lengua porque esto se est terminando, ya casi terminada, y el nico que nos queda es Secundino Reyes que se ha nombrado como profesor de la lengua Es necesario como les dije a los nios y a todos los viejos que estn interesados, que aprendan porque lo primero que nosotros que tenemos que presentar es la lengua de nosotros, los nios tienen que aprender, los maestros deben aprender

porque ellos son los que van a quedar en esta generacin El da que Candecho (Jos Reyes) desaparezca tambin, que Dios lo necesite, tiene que quedar un maestro de lengua, para seguir adelante y ese gran entusiasmo que tenemos y alegra con esto, y le dije ah que respetaran a Candecho, profesor, no agarrarlo de mamadera de gallo Junto a esta retrica espontnea y sentida del Cacique, oigamos tambin algunas frases de una seora mayor, hablante de la lengua, Eladia Ramona Bastidas: usted no ha escuchado a los parientes piaroa que estn aqu, los ms chiquitos hablan, porque la mam y el pap les hablan en lengua, porque eso es lo que saben hablar Yo por eso les estaba diciendo a ellos, ustedes tienen que ir maana ya pa clase; porque Candecho va a empezar maana y lo nico es que vayan poniendo atencin, lo que est diciendo Candecho, una lengua que el finado me dijo que mira Dominga vamos, pa ensate pa nosotros hablar porque yo no encuentro con quien hablar, me dijo l Yo te ensear a hablar el idioma mo y entonces nos hablamos nosotros, entonces le digo yo, ah y no es eso muy trabajoso hablar esta lengua Hay unas palabras que ustedes van a hablar de la lengua, lo que habla Candecho, ustedes que son pequeos eso quiebra la lengua pa hablar, con tal de que no tengan pena, porque ah hay unos que tienen pena; no se atreven a hablar Bueno eso yo les estaba diciendo, eso es lo que a ustedes le va a quedar, pa que ustedes sepan quines son, les digo yo: el nico que queda es Candecho, la mam que echaba lengua muri, la ta y el to tambin, le queda un to pero ese est enfermo ya Yo les digo tengan inters, eso cuando les diga Candecho cmo se llama esa gallina, cmo se llama el otro animal Esa gallina se llama mapararu y ese perro se llama beroro. Aprovecharemos estas ltimas palabras dichas en idioma mapoyo para hacer una breve reflexin sobre las relaciones existentes entre las lenguas ancestrales y los ecosistemas que rodean y albergan a los pueblos indgenas hablantes. Ms que en la estructura gramatical, esa smosis se concreta mayormente en el vocabulario, la discursividad y la pragmtica de cada sistema lingstico, sin olvidar las formaciones onomatopyicas de carcter

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fonolgico como evidentemente lo es mapararu para la habitual tonadilla de la gallina, que en espaol sonara quiquiriqu. Como todo idioma indgena, karibe o de otra familia, el mapoyo exterioriza con lujo de detalles todas las caractersticas y particularidades de la fauna y flora local, adems de reproducir las conexiones incluyendo el trabajo humano entre los distintos elementos ecosistmicos. Pero para este idioma, poco estudiado y semiextinto, sera prematuro ahondar en este tema, guardando siempre la esperanza de poder profundizar ms adelante con el avance de la investigacin-accin de ndole interdisciplinaria y participativa que se est emprendiendo. Tal como los a de Sinamaica y otras sociedades en situacin similar, tambin los mapoyo podrn acceder a importantes metas de revitalizacin lingstica y cultural, mas para ello es insuficiente su temple voluntarioso y la labor desplegada al interior de la comunidad. Es preciso, diremos vital, que el Estado a travs de sus instituciones asuma de una vez por todas su verdadero compromiso expresado en la Constitucin y en un nmero de disposiciones legales que ojal las poseyeran otros pases. Con el mejor nimo constructivo, parece ineludible introducir aqu una severa crtica a las polticas incluso actuales del Estado venezolano, el cual ha permanecido insensible e inconmovible frente a la tragedia etnocida que contemplamos con el desangramiento de la cultura mapoyo. Ya en otros pases y aun en Venezuela ante realidades similares, esa indiferencia secular viene dando paso a acciones institucionales concertadas y planificadas, a veces con apoyo internacional. As se dara cumplimiento a tantas declaraciones y normativas que aparentemente protegen y amparan, especialmente a partir del presente siglo, todas las manifestaciones de diversidad cultural y lingstica que hacen habitable nuestro mundo, evitando de esa manera la espantosa globalizacin ya configurada en el casco central de algunas urbes de distintos continentes, las cuales se distinguen cada vez menos entre s. Reflexionemos adems sobre el contenido de un artculo de la Ley de Patrimonio Cultural de los Pueblos y Comunidades Indgenas, que en su Artculo 8 establece lo siguiente: Se reconoce y protege como patrimonio vivo de la nacin a los ancianos y ancianas indgenas, que transmitan sus idiomas, voces, cantos, leyendas, creencias, cuentos, ritos y otras expresiones, enseanzas culturales e histricas, los cuales sern incluidos en el Sistema Educativo Nacional, a travs de la educacin intercultural bilinge mediante los planes, programas, proyectos y actividades, que a tal efecto dicte el ministerio competente. En el caso del pueblo mapoyo desgraciadamente no ha sido as, pero todava estamos a tiempo de reparar parte del dao en cuya comisin tal

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vez todos seamos cmplices. En nuestra percepcin, le toca ahora al Estado venezolano superar la crisis existencial de este pueblo, echando a andar un proyecto de recuperacin integral, definitivo e irreversible.

EL.CASO.DE.LA.MISTERIOSA. DESAPARICIN.DE.BOLVAR.EN. ABRIL.DEL.AO.DIEZGustavo Pereira

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IA mediados de 1807, cuatro aos y medio despus de la muerte de su esposa, Bolvar regresa a la patria luego de una larga estancia en Europa. Tiene veinticuatro aos y viene colmado de nuevos ideales. Ha visto y vivido y ledo mucho y bien. No ignora que los acontecimientos europeos, cuyas primeras tentativas revolucionarias significaron en el continente apenas el preludio de importantes transformaciones en la vida poltica y social, se precipitan da tras da en interminable tormenta. A partir de 1808, ao en que Bonaparte consuma la ocupacin de Espaa y depone a su rey, la participacin del joven oligarca criollo en los planes conspirativos algunos de ellos coincidentes con los suyos es notoria, y as se evidencia en testimonios de testigos y confidentes o de comprometidos en los mismos. En la llamada Cuadra Bolvar, a orillas del Guaire; en casa de su to poltico Jos Flix Ribas y en otros sitios de la capital se han celebrado reuniones no pocas veces tumultuosas a favor de la emancipacin que algunos desean total y otros mediatizada. En el expediente instruido por las autoridades no escasean los testimonios comprometedores contra los hermanos Bolvar. As por ejemplo Jos Benito de Austria declara que por lo que tiene odo don Juan Vicente y don Simn Bolvar han sido partes muy esenciales de las concurrencias en que se ha tratado del establecimiento de la Junta, y de los que con ms libertad se han explicado acerca de los principios de independencia. Por su parte el secretario de la Capitana General, Pedro Gonzlez Ortega, expresa haber odo hablar de Juntas celebradas en una casa inmediata al ro Guaire a las cuales concurran don Mariano Montilla, don Juan Vicente y don Simn Bolvar con otros de su parcialidad. Otro testigo,

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Andrs Moreno, aade que a las Juntas en la casa de Bolvar concurran adems el Marqus del Toro, el Oidor Felipe Martnez, Mariano Montilla, Juan Vicente Bolvar, don Vicente Salias, don Narciso Blanco y otros. Tambin dice que en estas Juntas de la Cuadra Bolvar se trataba siempre contra el Estado, que era lo que se deca en pblico. Cuando estalla el movimiento del 19 de abril de 1810, Bolvar, sin embargo, extraamente no est en Caracas. Desde hace algunos meses ha pasado a su hacienda de Yare, acaso escondido o confinado.

IIQu haba ocurrido en las colonias espaolas de Amrica para que casi al unsono, con intervalos de meses entre uno y otro, los movimientos independentistas liderados casi todos por la oligarqua hubiesen insurgido por doquier? En efecto, paralelas a las de Caracas, poco antes o poco despus y cada vez ms numerosas, estas rebeliones sacuden la Amrica, ahora de manera orgnica, tan pronto despunta el siglo XIX. Despus de las expediciones mirandinas mltiples sucesos alteran el debilitado poder de la monarqua espaola: a fines de mayo de 1809 en Chuquisaca, en la actual Bolivia, un grupo de patriotas insurreccionados logran apresar al presidente de la Audiencia; en Quito los insurgentes encabezados por el marqus de Selva Alegre luego de ardorosas manifestaciones conforman en agosto una Junta como gobierno autnomo; en Buenos Aires estalla la sublevacin encabezada por Martn de Alzaga; en La Paz estalla una revuelta dirigida en lo militar por Jos Domingo Murillo. Al ao siguiente, siguiendo el ejemplo de Caracas, en mayo se constituye en Buenos Aires una junta provisional que proclama la independencia; en julio se rene en Bogot un cabildo abierto que depone al virrey y da paso a un Congreso General de las Provincias de Nueva Granada; en septiembre estalla en Mxico la rebelin del cura Hidalgo a quien se une otro cura, Morelos, en un movimiento popular distinto al venezolano que habiendo depuesto al virrey elimina los tributos a indios y mestizos y confisca las tierras en manos europeas; tambin en septiembre se proclama en Santiago de Chile una junta de gobierno que convoca a elecciones para un congreso; en Ecuador son masacrados los patriotas antes de que una junta declare la autonoma de Espaa y la Nueva Granada; en Bolivia es ejecutado Jos Domingo Murillo mientras las protestas en Chuquisaca y otras ciudades sacuden el poder espaol. Y as.

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Ciertos resortes ocultos movan a los hombres y mujeres que encabezaban estas insurrecciones: las necesidades objetivas del desarrollo de sus sociedades, las contradicciones entre sus diversos estamentos sociales y productivos y la metrpoli, la debilidad de sta para contenerlas y la oportunidad para hacerlo; pero tambin la accin precursora y transformadora de quienes habiendo vislumbrado por entre los antagonismos y las correlaciones de fuerzas el momento histrico preciso, se constituyeron, con el fuego sagrado de la libertad, en lcida y empecinada vanguardia. Segn Mancini, a Miranda corresponde en gran parte haber inspirado u organizado, desde Londres, esos resortes: En la penumbra en que, en acecho durante tantos aos parece querer dejarle la Historia, sin duda por la costumbre que tiene de verle as, Miranda haba sido el autor invisible del formidable prlogo, en punto ya para ser representado en cada una de las escenas del inmenso teatro cuyo conjunto abarcaba l con slo una ojeada. De acuerdo con el historiador francs, el constante apostolado del precursor, sus geniales maniobras diplomticas, las instancias de continuo repetidas durante un cuarto de siglo en todas las cancilleras y contrariadas siempre por defecciones y la mala fortuna, las expediciones, aunque furtivas, efectuadas en las costas de Amrica, y sus incansables paciencias, obtenan por fin el resultado perseguido. No en vano haba fundado en Londres con este objetivo un instrumento de propaganda de que se sirvi eficazmente: la asociacin secreta que, hacia 1797, ya irradiaba sobre los destinos de la Emancipacin. Inspirado en las prcticas de la francmasonera en una poca en que sus principios igualitarios socavaban las bases de las antiguas sociedades, Miranda funda en la capital inglesa una Logia Americana en la que siendo Gran Maestre haba logrado agrupar a los criollos que acudan a Europa a perfeccionar su educacin o para ayudar a la Revolucin. Dicha Logia tuvo filiales en Pars, en Madrid (con el nombre de Junta de las ciudades y provincias de la Amrica Meridional), y en Cdiz (con el de Sociedad de Lautaro, o de los Caballeros racionales). El taller se hallaba en su casa de Grafton Square y all, hasta 1810, daba personalmente la luz a todos los apstoles de la Revolucin americana que a verle acudan. El chileno Bernardo OHiggins; el neogranadino Nario; los quiteos Montfar y Rocafuerte (estos dos, compaeros de Bolvar en su estancia parisina; Rocafuerte se hara adversario acrrimo del Libertador); el guatemalteco Cecilio del Valle; el peruano Bernardo Monteagudo; el mexicano Servando de Teresa y Mier y los rioplatenses Jos de San Martn, Carlos Alviar, Jos Mara Zapiola (quienes fundarn en Buenos Aires la clebre Logia de Lautaro) y Mariano Moreno,

entre otros muchos, habran pertenecido o adherido a los principios de esta organizacin secreta y seguido los postulados emancipadores de Miranda. Los iniciados de la Gran Logia Americana y sus proslitos no han de tardar en ver ligarse contra ellos todas las fuerzas del absolutismo: los negociantes canarios o gallegos, poseedores de privilegios, la Inquisicin, las dignidades eclesisticas, los consejeros de las Audiencias, en quienes sobrevivi todo el empaque de la vieja Espaa rgida y doctrinal, comenta Mancini.

Se les conoca entonces, en los crculos que conspiraban contra el poder espaol, como Las tres potencias. Emparan, Anca y Basadre Tienen al pueblo oprimido; Que Vicentes tan unidos! Chupan aunque el pueblo ladre. El primero a nadie ampara, Ni el otro lleva en el anca; Pero hace basa el tercero Recaudando con la tranca. Basta ya de humillacin! Para de los tres salir Debe alzarse la Nacin Y ese yugo sacudir. Cuando a Caracas llegan las noticias de la insurreccin de Quito y los asesinatos de los patriotas comprometidos en ella, otro pasqun aparece en la pared frontal de la casa del Intendente Vicente Basadre, situada enfrente de la de Emparan: Todo est listo porque ya Quito dio el grito y este Vicente es lo mismo que el del frente.

IIIEl poder espaol, ante los amenazantes sucesos americanos, se haba visto obligado a endulzar las cadenas. En enero de 1809 la Junta Central, trasladada a Sevilla, expidi un decreto declarando que los dominios espaoles de Amrica no eran colonias, sino parte esencial e integrante de la Monarqua, por lo que los cuatro Virreinatos y las ocho Capitanas Generales deban tener representacin y enviar diputados a la Junta. El llamado haba sido atendido, pero la representacin estaba lejos de constituir un acto de justicia y se convirti, por su desproporcin, en farsa: treinta y seis eran los diputados espaoles, los americanos doce. Cuando en mayo llega a Caracas un nuevo Capitn General, el brigadier Vicente Emparan, para suceder a Juan de Las Casas, la conspiracin ha cobrado cuerpo. Amigo de Fernando Rodrguez del Toro y de Simn Bolvar a quienes conoci en Europa, viene acompaado del primero, recin nombrado Inspector General de Milicias. No era Emparan desconocido en Venezuela pues ya antes haba gobernado en Cuman, donde su administracin haba sido firme, justa y liberal segn Restrepo, y con honor y justicia, al decir de Baralt y Daz. Acusado por algunos de ser adicto a los franceses por haber obtenido de stos algunos de sus ascensos y la aprobacin de su nombramiento por la Junta de Sevilla, procede a poco de llegar, segn Baralt, a expedir providencias desacordadas y violentas. Noticioso de que algunas personas tenan en su poder impresos relativos a una junta gubernativa establecida en Quito el 10 de agosto, los trat como reos de Estado: mand hacer una leva general en toda la provincia y sin forma de juicio conden al trabajo de obras pblicas a una multitud de hombres buenos, so color de vagos, amn de otros atropellos. Algo de cierto deba haber en este reproche puesto que en Caracas circulaban ya versos y pasquines annimos en contra del recin posesionado gobernante. ste haba nombrado a dos tocayos suyos, Vicente Basadre y Jos Vicente Anca, en los altos cargos de Intendente del Ejrcito y la Real Hacienda el primero, y como Asesor y Teniente Gobernador al segundo.

IVLos acontecimientos del 19 de abril del ao siguiente son suficientemente conocidos y han ocupado lugar relevante en nuestra historia. Se trat, dadas su planificacin meticulosa, la simetra de su desarrollo y la ndole de sus participantes en l colaboraban activamente altos mandos de la milicia, de un tpico golpe de Estado. Preparado y encabezado por los hombres ms representativos y avanzados de la oligarqua criolla como paso inicial hacia la total independencia, habase enmascarado tras una supuesta defensa de los derechos del tambin supuesto prisionero rey Borbn (que algunos participantes auspiciaban de corazn), e insurge definitivamente cuando llegan de Espaa rumores sobre la victoria de los invasores franceses, la disolucin de la Junta Central y la conformacin de un Consejo de Regencia.

En OLeary, Baralt, Gil Fortoul, Parra-Prez y otros historiadores hallamos algunos datos sobre la no participacin directa de Bolvar en estos hechos: unos meses atrs, ante una conspiracin que deba estallar el 24 de diciembre en la que se hallaban comprometidos los mismos conjurados del 19 y que fuera delatada ante Emparan, ste habra tomado medidas de polica ineficaces pero suficientes para exasperar los nimos y excitar a los jvenes agitadores a proseguir en su empresa. El regente Heredia, en sus Memorias sobre las Revoluciones en Venezuela, referir ms tarde: Bolvar fue uno de los principales que tramaron secretamente la revolucin del 19 de abril; y el marqus de Casa Len me refiri que tratando de persuadir a l y otros compaeros suyos los peligros que corra la provincia por aquel paso imprudente, los atrajo a una conferencia en que don Jos Domingo Duarte, asesor de la Intendencia, les manifest su error con toda la fuerza de la razn, y que Bolvar, despus de orlo en silencio, contest que todo aquello estaba muy bien pintado, pero que l y sus asociados haban declarado la guerra a Espaa y veran como saldran. La manera franca e indiscreta con que el joven Bolvar emita a veces sus opiniones haba llegado hasta el punto, segn OLeary, de proponer un brindis por la independencia de Amrica en un banquete al que asista Emparan. Pero ste, siendo su amigo, le aconsej privadamente se retirase de la capital por algn tiempo. Ese sentimiento de delicadeza para con el amigo habra sido la causa de no haber tomado parte activa en los sucesos del 19 de abril pese a que era evidente que sus posiciones radicales diferan sensiblemente de la morigerada mayora mantuana. Por su parte Pedro Briceo Mndez quien adems de haber sido Edecn del Libertador lleg a ser su sobrino poltico escribir que por ser Emparan amigo de Bolvar se lo avis privadamente aconsejndole que se retirase para alguna de sus haciendas por algn tiempo. As lo hizo. Aunque maduras, las condiciones objetivas para la independencia parecan requerir de un impulso final y los jvenes conspiradores, entre quienes se hallan, adems de los ausentes hermanos Juan Vicente y Simn Bolvar, su to poltico Jos Flix Ribas y el hermano de ste el presbtero Francisco Jos, Vicente Salias, Martn Tovar Ponte (hijo del Conde de Tovar), Mariano y Toms Montilla, Juan Pablo Ayala, Francisco Javier Ustriz, el cannigo Jos Corts de Madariaga, Juan Germn Roscio, Jos Flix Sosa, el padre Jos Flix Blanco y otros de los que tenan ms que perder al decir de Jos Domingo Daz (entre quienes haba tambin, segn el informe del depuesto Intendente Basadre, militares y paisanos, abogados, mdicos, cirujanos, boticarios y colegiales) logran apresurar los hechos. Emparan es

obligado a dimitir en el Cabildo al que se han incorporado representantes de diversos sectores, entre ellos Madariaga, Juan Germn Roscio, Francisco Ribas y Jos Flix Sosa y se constituye una Junta Suprema defensora de los derechos de Fernando VII. Estos diputados intrusos escribe Parra-Prez en tcita e injusta condena se apoderan del mando, distribuyen rdenes, arrestan funcionarios. Son ellos quienes, en oficio al Arzobispo, disponen el cierre de las iglesias y la suspensin de las procesiones en tanto se organicen las cosas. El acta redactada consagra el nuevo gobierno (que es el mismo Cabildo ampliado) y atribuye a ste todo el poder, tras lo cual se elabora un plan de accin destinado a reorganizar la administracin, se difunde un manifiesto dirigido a los pueblos de Venezuela cuyas lneas finales formulan votos para que el muy amado soberano seor Don Fernando VII vuelva a regir los destinos de Venezuela y se procede a expulsar del pas a Emparan y otros altos funcionarios. Decide la Junta en consecuencia, amn de acordar recompensas a los militares leales al movimiento y encargar del mando superior de la fuerza armada al coronel Fernando Rodrguez del Toro, tomar providencias esenciales (reveladoras, bueno es subrayarlo, de las tendencias polticas y del giro progresista que stas, al menos en la letra y en algunos aspectos, haban alcanzado): decreta la libertad de comercio, suprime el impuesto de Alcabala a los artculos de primera necesidad, libera a los indios del pago de tributos, prohbe la trata de esclavos, reforma el arancel de importaciones (en lo que se beneficia de modo apreciable a Inglaterra), ordena la liberacin de los prisioneros polticos, constituye un Tribunal Superior de Justicia en lugar de la Audiencia, enva emisarios a las provincias de Coro, Maracaibo, Barinas, Barcelona, Margarita, Cuman y Guayana para poner en su noticia el suceso y convidarlas a la unin, crea una academia de matemticas e instituye una Sociedad Patritica para el Fomento de la Agricultura y la Industria. Esta ltima decisin conducir a inesperados resultados, incluso para la propia oligarqua. En lo adelante, Bolvar no actuar ya ms en las sombras.

RECUERDO.Y.RESPETO. PARA.EL.HROE.NACIONALJos Manuel Briceo Guerrero

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eores:

Cuando supe que yo haba sido propuesto como orador de orden para este acto en representacin de la Universidad de Los Andes y del resto de las universidades del pas, me sent muy honrado. Por iniciativa de los rectores de las universidades nacionales, rezaba la comunicacin oficial, se ha convenido celebrar, en este ao Bicentenario del Natalicio de El Libertador, varios actos de carcter nacional que testimonien el recuerdo y respeto de los universitarios por el hroe nacional. Entre los actos, agregaba, habr de celebrarse una sesin en el Palacio de las Academias en Caracas, el 24 de junio en horas de la noche, con motivo de cumplirse un aniversario ms de la Promulgacin de las Constituciones Republicanas mediante la cual El Libertador cre la Universidad Autnoma y Republicana de Venezuela. Acept complacido y abrumado por la ocasin de hablar ante personas tan distinguidas, sobre un tema tan importante, en el lugar olmpico de la intelectualidad venezolana. Rele los Estatutos Republicanos de la Universidad Central de Venezuela sancionados por Simn Bolvar el 24 de junio de 1827, recogidos por Ildefonso Leal, ciento cincuenta aos ms tarde y publicados por la Universidad Central de Venezuela en junio de 1977 para celebrar el sesquicentenario de su existencia republicana. No poda escaprseme que el 24 de junio es tambin aniversario de una gran victoria militar de Simn Bolvar y cmo olvidar que San Juan Bautista, patrono del da, esconde a los dioses paganos del solsticio estival. Todo esto, en un ao de Clones y Alantopoles, me ofreca fciles ventajas retricas para exaltar la figura del Padre de la Patria en sus innegables mritos militares y civiles; haciendo valer su pensamiento y su obra en lo

que tienen de radical y de actual para nosotros los de hoy; dejando resonar largamente su verbo de admonicin para alimentar la esperanza de das mejores en que, gracias al coordinado esfuerzo colectivo, llegara a ser fuente de orgullo para nosotros la nacin venezolana, digna hija de tan digno padre; destacando, en fin, el papel protagnico de la Universidad Autnoma en tan magna tarea, mientras pona en evidencia la referencia astronmica de la fecha como parmetro csmico. Poda, sin duda, declinar esas ventajas retricas, no muy cnsonas por cierto con la dignidad acadmica, y transformar mi discurso en una especie de ensayo erudito sobre las ideas de El Libertador en materia cultural, rastreando sus orgenes y poniendo de manifiesto al mismo tiempo su originalidad, para colgar un nuevo retrato suyo, hecho de palabras, en este recinto, continuando as una tradicin iniciada por la Universidad Central de Venezuela al poner un retrato de Su Excelencia en la Sala de Sesiones del Claustro, como primera resolucin despus de la promulgacin de los estatutos. Pero me pregunt si yo quera prolongar el linaje insigne, multitudinario de los retratistas de El Libertador, callando lo que s. Yo haba aceptado decir este discurso, complacido y abrumado por el honor. Ahora me preguntaba si no corra peligro de hundirme en el deshonor y la vergenza, ante mis dioses, contribuyendo indirectamente a mantener mentiras convencionales por timidez en el ejercicio de la libertad de palabra. Decid entonces que manifestara respeto a El Libertador y a mis oyentes diciendo la verdad. Gueme Tucdides, el testigo por antonomasia, el escrutador y paradigmtico atestiguador del devenir humano. En su i(storiw=n b, XLIII pone Tucdides en boca de Pericles las siguientes palabras:

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Paso a interpretar esta cita como quien interpreta una escritura sagrada porque Tucdides, cuando habla del hombre, no emite conjeturas, sino que pone en verbo para siempre su visin clara y verdadera de la condicin humana. Despliego y explico la coherencia sinttica de su prosa tica en forma analtica por medio de enunciados distintos:

1. Existen hombres excepcionales (extraordinarios, sobresalientes, superiores) reconocibles porque su conducta comunica con profundos intereses de sus pueblos y de la humanidad toda al par que interviene poderosamente en las circunstancias inmediatas. 2. No quedan enterrados en sus tumbas, sino sembrados en toda la tierra. 3. Su existencia es sealada oficialmente por medio de un culto expresado en inscripciones sobre piedra, estatuas, homenajes, ceremonias cclicamente repetidas, coronas de flores y de palabras, gestos ritualizados. 4. Su existencia, por otra parte, habita sin sealizacin en cada uno, como presencia innominada ms cercana a su corazn que a sus actos. Sus actos, hechuras y hazaas, fueron el empalme entre su corazn, conectado con el corazn colectivo, y las circunstancias histricas donde actu. El alto centro de pensamiento y afectividad, llamado aqu corazn, origen de conocimientos ciertos y voluntad eficiente, producir, si est vivo, nuevos actos hechuras y hazaas para enfrentar las nuevas circunstancias histricas.

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3.

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Veamos a Bolvar y a Venezuela a la luz de Tucdides: Simn Bolvar fue sin duda un hombre excepcional. Comprendi el puesto de Amrica en el mundo y logr cohesionar durante unos tres lustros los discursos heterogneos del pueblo para conducir un movimiento de liberacin poltica que nos hizo pasar de colonias a repblicas como parte de un movimiento planetario hacia la dignidad y la autonoma del gnero humano en sus diversas variantes culturales. No qued enterrado en su tumba, sino sembrado en toda la tierra. Su nombre y su obra son recordados con admiracin y agradecimiento mucho ms all de su pas natal por hombres de otras patrias y de otras lenguas, que se inspiran en l. Su existencia es sealada, recordada, alabada, adorada por un culto oficial que llega a su fortssimo durante este ao bicentenario de su natalicio al cual pertenecen este acto y este discurso. Su existencia habita sin sealizacin en cada uno de nosotros como presencia innominada ms cerca de su corazn que de sus actos. En todos aunque en algunos de manera muy dbil alienta el anhelo de plenitud, de libertad y de gloria como dira l. Colectivamente, tal como pudo verlo Augusto Mijares, hay un estrato del psiquismo nacional donde germinan de manera silvestre las virtudes humanizantes sin las cuales ningn pas llega a ninguna parte.

Y sin embargo, me veo obligado a decir algo que no es contradictorio con lo anterior pero s paradjico y menesteroso de explicacin, no slo en el discurso sino tambin y sobre todo en la realidad. Yo no he estudiado en vano, yo no he vivido en vano, yo no he tratado de comprender a mi pas en vano. Yo s que Simn Bolvar no es el Padre de la Patria. Yo s tambin que Venezuela no es una patria. Este pas pertenece a una regin del mundo que dej de ser colonia espaola gracias a la gesta emancipadora encabezada por Bolvar; pero se constituy como estado separado en contra del pensamiento y la voluntad de Bolvar, en contra de todo lo que Bolvar signific para s mismo, en contra del corazn de Bolvar. Venezuela por no ser ms colonia espaola da testimonio de la gran victoria de Bolvar, pero por ser estado separado de la Gran Colombia da testimonio del gran fracaso de Bolvar. Su propia victoria militar, ms que su enfermedad y su muerte lo hicieron fracasar como organizador de estados, porque los heterogneos discursos que logr cohesionar para la primera tarea, al dispersarse de nuevo sin el freno espaol y sin el suyo, slo vlido en guerra, condujeron a la multiplicidad catica que hoy nos impide pronunciar palabras salidas del corazn colectivo, palabras que l s oy y dijo pero nosotros no queremos or, hipnotizados por pequeos poderes. Nacida traumticamente de la fragmentacin de un gran sueo, Venezuela es un mbito geogrfico y administrativo. Los despojos territoriales nunca le han dolido realmente porque no es el cuerpo de una patria, sus lmites son imprecisos y negociables como propiedades materiales no irrigadas por sangre comn, no inervadas por un sistema vivo. Dentro de ese mbito geogrfico y administrativo hay muchas patrias pequeas, amados terruos alimenticios que no llegan a configurar un todo orgnico, yuxtapuestos, imbricados, superpuestos, interpenetrados se continan ms all de las fronteras sin sentirlas. Tal situacin en s misma no entraa una desgracia irremediable y tal vez no es una desgracia. Muchas patrias han comenzado siendo conglomerados de pequeas patrias recprocamente hostiles. Otras han comenzado como fragmentos de un todo despedazado. Lo mltiple y diverso puede articularse en una totalidad de sentido donde las partes conservan individualidad autonmica o se van fundiendo en unidad superior donde quedan superadas y conservadas. La culpa edpica puede asumirse conscientemente transformndola en responsabilidad adulta. El hombre es msico y puede componer estados polifnicos; tendr que componerlos. Ese estado de cosas no es nuestro problema fundamental. Cuando nos

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observamos a la luz de Tucdides vemos claramente la fractura, el quiebre radical de nuestro pas. A saber: la discontinuidad escenificada histricamente por nosotros entre los enunciados tercero y cuarto vistos en el despliegue y explicacin de la frase puesta por Tucdides en boca de Pericles. El culto oficial a Bolvar, caracterstico y definitorio del estado republicano, no guarda continuidad con la presencia innominada de Bolvar en nosotros ms cerca de su corazn que de sus actos. El poder poltico venezolano, despus del corto lapso de estupor que sigui al parricidio, recuper el cadver de Bolvar y lo hizo objeto de un culto supersticioso que encubre el terror de su resurreccin y garantiza su muerte separndolo de la tierra donde podra germinar. La presencia viva e innominada de Bolvar, comn a las muchas patrias pequeas, permanece en estado embrionario porque no tiene acceso a la toma de decisiones, no tiene respiradero poltico. El culto a Bolvar es una fachada; el poder poltico se asumi como reparto y rapia, erigido sobre el desvencijado aparato institucional de la colonia espaola, apuntalado por instituciones emprestadas a la Europa segunda. Se afianz e hizo escuela un linaje hasnamousiano de hombres de presa que slo conocen la pandilla como forma de organizacin y la astucia como virtud suprema. He sufrido cincuenta aos de historia de Venezuela; para comprenderlos he tenido que ir ms all de la rimbombante y hueca retrica de los militares convertidos en dspotas, ms all del asqueroso parloteo de los demagogos, ms all de los planteamientos ideolgicos precariamente legitimadores de los poderosos y de los aspirantes al poder. Siempre he visto el deseo de servir a la formacin de la patria atropellado por intereses egostas, pero renaciendo siempre. Todo el que quiere servir a un propsito comn encuentra que su vida es una aventura individual en un mundo catico. Me limito a los ltimos cincuenta aos por la cercana vivencial y no puramente acadmica. Dos circunstancias los han caracterizado: el sostenido crecimiento demogrfico y el acelerado aumento simultneo de los recursos fiscales. Ante esas dos circunstancias hubiera podido esperarse de parte de los dirigentes del pas una accin creadora de cultura, prosperidad y patria. Por una parte, una gran poblacin mestiza descendiente de esclavos negros, indios derrotados y blancos de orilla, en psimas condiciones de vida, habitada por un anhelo legtimo y ciego de superacin; por otra parte, grupos privilegiados constituidos por descendientes de mantuanos, neocriollos y arrivs del caudillismo militar, que no sintieron nunca a los otros como integrantes de la misma patria porque no hay nocin de patria. Cmo hubiera podido esperarse de ellos una accin creadora que fuera ms all de sus

intereses de grupo concebidos con ojo de ratn? Claro est que concebidos con ojos de guila y en contexto mundial los hubieran llevado a intentar por lo menos la formacin de un estado respetable con ciudadanos capacitados para vivir y no slo sobrevivir. No ocurri as; no ha habido constructores de patria ni estadistas. Pero como el sostenido crecimiento demogrfico potenciaba la peligrosidad social del legtimo y ciego anhelo de superacin, mientras el acelerado aumento simultneo de los recursos fiscales, remota herencia tectnica validada por la civilizacin industrial, posibilitaba la movilidad vertical y horizontal, y permita aliviar, disminuir, engaar, postergar la peligrosidad social de los pobres, se perpetuaron y afianzaron las reglas del abyecto juego poltico que nos hizo nacer como mbito territorial y administrativo que no como patria. Sobre los caudillos militares fueron prevaleciendo caudillos civiles, ms aptos, en las nuevas circunstancias, para el reparto entre los que lograran movilizarse verticalmente por medio de partidos constituidos ad hoc, encargados de ensear a crculos ms amplios las reglas del juego, garantizar su cumplimiento y premiar segn ellas a las pandillas ms aptas en el manejo de la violencia y la astucia. Como, adems, en el mundo actual circulan ideas por todas partes, se procedi al encubrimiento ideolgico de esa situacin de hecho con doctrinas de valor estrictamente retrico, pastiches verbales, cacareo de progreso, desarrollo, planificacin, revolucin como ritual manipulatorio. Para entender este acontecer no hace falta utilizar categoras especficamente humanas; bastan las mismas que se utilizan para entender etolgicamente la conducta de poblaciones de peces o de insectos. Y quizs es demasiado, tal vez bastaran tambin las leyes de la hidrulica. Un hombre se hace hombre cuando construye dentro de s mismo un nivel de reflexin que le permite volverse consciente del destino, es decir, de lo que en l es condicionamiento biolgico y cultural para elevarse al ejercicio de su libertad y de su creatividad. Un pas se hace patria cuando construye dentro de s centros autnomos de autoconocimiento y autocomprensin que iluminen sus centros de accin para integrarse asumindose en plenitud, orientarse en el universo y dirigir deliberadamente su conducta; as, sta ser no la resultante mecnica de una combinatoria subhumana de fuerzas histricas, sino el producto de decisiones enraizadas en un mbito de valores espirituales, es decir propiamente humanos. La patria germinal habita en ese nivel del psiquismo colectivo donde anida la presencia innominada de Bolvar, ms de su corazn que de sus actos pasados, pero no puede desarrollarse porque el mbito de su despliegue la actividad poltica, el manejo de los asuntos pblicos est ocupado por

el culto oficial a Bolvar, un culto rigurosamente farisaico, que no guarda ninguna relacin de continuidad con el nivel fundamental, no lo expresa, no lo prolonga, no es su manifestacin autntica, ms bien lo oprime y lo pasma permitindole participar slo en la medida en que puede corromperlo y desvirtuarlo mediante la siniestra pedagoga del abyecto juego. En todas las esferas de nuestra vida pblica puede observarse y sealarse esta discontinuidad, pero hay una que nos concierne a los aqu presentes de manera cordial y capital. En el mundo actual cules son los centros de conocimientos, reflexin y autocomprensin que iluminan al estado y al pueblo? Sin duda aqullos donde se cultivan las ciencias y las humanidades. Entre nosotros qu institucin se encarga de ese cultivo? La universidad primariamente, se supone. Qu ha pasado con la universidad? Durante los ltimos veinticinco aos, para limitarnos a lo vivencial, dos circunstancias han influido sobre ella: el sostenido crecimiento de la matrcula estudiantil y el aumento gigantista de los recursos financieros. Qu ha hecho ante esa situacin? Adaptarse pasivamente a la mecanicidad del estado. Ha sido canal selectivo para el ascenso socioeconmico, sus smbolos habilitan para una mayor participacin en el reparto. Ha sido efebofrura, su mbito contiene, retiene y entretiene a jvenes que en su gran mayora no obtendrn patente porque la movilidad vertical no es ilimitada ni mucho menos. Ha sido sinecura para la ociosidad estril. Ha sido retaguardia logstica y centro de reclutamiento en aventuras polticas, paramilitares y hasta hamponiles. Ha sido campo de entrenamiento para los cachorros del sistema. Ha sido fuente de financiamiento para clientelas partidistas. La habitan sectas dogmticas anti-intelectuales, roscas burocrticas, gremios insaciables, clubes polticos, asociaciones de compadres, cofradas de borrachos su nombre es legin la parasitan golosamente, en disputa, la empujan en todas direcciones y ella se agita como un pelele sin ritmo ni concierto. Nadie toma decisiones, las decisiones son la resultante mecnica de las fuerzas en juego a travs de una inextinguible polisinodia laberntica donde se diluye homeopticamente toda responsabilidad. Qu hay de los centros de conocimiento y reflexin? Qu pasa con las ciencias y las humanidades? Se les rinde un culto verbal rigurosamente farisaico. Los pocos que se dedican a esas actividades exticas, extravagantes y ridculas quedan ipso facto al margen de todo lo que cuenta como importante, expuestos a cualquier desmn en cualquier momento a menos que se acostumbren a hacer ejercicios de humillacin ante pequeos dspotas engredos, se hundan en la clandestinidad o libren una continua guerra defensiva que los desgasta y los amarga disminuyendo su capacidad creadora.

Increble todo esto tal vez para un observador externo, o por lo menos exagerado. Cmo puede una institucin alejarse tanto de su esencia sin que la disonancia la destruya? Aqu es cuando entra a actuar la ideologa en su funcin amortiguadora de la contradiccin y encubridora de la fractura. El derecho al estudio. La universidad reflejo del pas. La proteccin al indigente. La autonoma garantiza la libertad mental y el desarrollo de una actitud crtica. La revolucin. Pero ya ni esos mecanismos de autojustificacin hacen mucha falta porque la mayora de los universitarios ha olvidado o nunca supo lo que es universidad. Sin embargo, un hecho milagroso de observar en la vida universitaria nos cura de todo pesimismo radical: en medio de ese ocano de circunstancias adversas hay una micronesia de humanistas y cientf