zerzan, john - el moderno anti-mundo
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8/2/2019 Zerzan, John - El Moderno Anti-Mundo
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EL MODERNO ANTI-MUNDO
John Zerzan
Traducido por El Libertario (Venezuela) n 41
Existe hoy solo una civilizacin, una nica mquina global de domesticacin. Los continuos esfuerzos de la
Modernidad para desencantar e instrumentalizar el mundo natural no-cultural han producido una realidad en la que
virtualmente nada queda fuera del sistema. Esta trayectoria ya era visible en los tiempos de las primeras urbes.
Desde aquellos tiempos Neolticos nos hemos acercado mucho ms a completar la des-realizacin de la naturaleza,
culminando hoy en un estado de emergencia mundial. La aproximacin a la ruina es una visin comn, nuestroobvio no-futuro.
Casi no es necesario destacar que ninguna de las pretensiones de la odernidad/Ilustracin (en lo que concierne a la
libertad, la razn, el individuo) son vlidas. La modernidad es esencialmente globalizacin, masificacin,
estandarizacin. La auto-evidente conclusin de una inexorable expansin indefinida de las fuerzas productivas da el
golpe final a la creencia en el progreso. A medida que la industrializacin de China avanza a sobre-marcha, tenemos
otro caso grfico a la vista.
Historia de la renuncia
Desde el Neoltico, ha habido un constante incremento de la dependencia con la tecnologa, la cultura material de la
civilizacin. Como Horkheimer y Adorno lo destacaron, la historia de la civilizacin es la historia de la renuncia. Se
obtiene menos de lo que se pone. Este el fraude de la tecnocultura, y el corazn oculto de la domesticacin, el
empobrecimiento creciente de uno mismo, de la sociedad, de la Tierra. Mientras tanto, los sujetos modernos tienen
esperanza que, de alguna manera, la promesa de mayor modernidad sanar las heridas que los afligen.
Un aspecto definitorio del mundo presente es el desastre auto-construido, que se anuncia diariamente. Pero la crisisque enfrenta la biosfera es razonablemente menos destacada y notoria, por lo menos en el Primer Mundo, que la
diaria alineacin, desesperacin y captura en una rutinaria red que controla sin sentido.
La influencia sobre los ms pequeos eventos o circunstancias nos vaca a medida que el sistema de produccin e
intercambio destruye nuestras locales peculiaridades, distinciones y costumbres. Se han ido las anteriores pre-
eminencias del lugar, reemplazadas progresivamente por lo que Pico Ayer llama la cultura de aeropuerto, sin races,urbana, homognea.
La Modernidad encuentra sus bases originales en el colonialismo, as como la civilizacin en un nivel ms
fundamental- se funda en la dominacin. Algunos querran olvidar este elemento pivotal de la conquista, otrascenderlo, como en la fcil nueva trans-modernidad de la pseudo-resolucin de Enrique Dussel (The Invention of
the Americas, 1995). Scott Lash usa una manipulacin similar en Another Modernity: A Different Rationality
(1999), un pobre ttulo sin sentido dada su reafirmacin del mundo de la tecnocultura. Un fracaso ms tortuoso es
Alternative Modernity (1995), en el que Andrew Feenberg observa
sabiamente que la tecnologa no es un valor que uno debe elegir a favor o en contra, sino un desafo sin fin a
desplegar y multiplicar mundos. El triunfante mundo de la civilizacin tecnificada, que conocemos como
modernizacin, globalizacin o capitalismo, nada tiene que temer de tales evasiones vacas.
Paradjicamente, la mayora de los trabajos de anlisis social brindan soporte a una acusacin del mundo moderno,pero fracasan al confrontar las consecuencias del contexto que desarrollan. David Abrahams, por ejemplo, en The
Spell of the Sensuous (1995) brinda una revisin muy crtica de las races de la totalidad anti-vida, slo para
concluir con una nota absurda. Ocultando las conclusiones lgicas de todo su libro (que debera ser un llamado a
oponerse a los horribles lineamientos de la tecno-civilizacin), Abrahams decide que este movimiento hacia el
abismo, despus de todo est, basado en la tierra y es orgnico. De manera que tarde o temprano debe aceptar la
invitacin de la gravedad y volver a la tierra. Una manera sorprendentemente irresponsable de concluir su anlisis.
Richard Stivers ha estudiado el ethos contemporneo dominante de la soledad, el aburrimiento, la enfermedadmental, etc., especialmente en su Shades of Loneliness: Pathologies of Technological Society (1998). Pero su trabajo
cae en el quietismo, tal como su crtica en Technology as Magic que termina en un esquivar similar: la lucha no es
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contra la tecnologa, que una manera simplista de entender el problema, sino contra un sistema tecnolgico que es
ahora nuestro medio-vital
En The Enigma of Health (1996) Hans George Gadamer nos aconseja traer nuevamente los logros de la sociedad
moderna, con todo su aparato automatizado, burocrtico y tecnolgico, al servicio del ritmo que sostiene
adecuadamente la vida corporal. Nueve pginas antes, Gadamer observa que es precisamente este aparato de
objetivacin el que produce nuestro violento extraamiento de nosotros mismos. La lista de ejemplos podra llenar
una pequea biblioteca, y el show del horror sigue. Un dato entre miles es el sombroso nivel de dependencia de esta
sociedad con la droga tecnolgica. Trabajo, descanso, recreacin, no-ansiedad/depresin, funcin sexual,
realizaciones deportivas -Qu se escapa? Por ejemplo, el uso de antidepresivos est ascendiendo entre lospreescolares, (New York Times, April 2, 2004).Cuestionando el consenso
Aparte del doble-lenguaje de incontables tericos semi-crticos, sin embargo, est el peso de la inercia no-
apologtica de innumerables voces que aconsejan que la modernidad es simplemente inevitable y deberamos
desistir de cuestionarla. Dicen que es claro que en ningn lugar en el mundo hay escapatoria de la modernizacin y
es inalterable. Tal fatalismo se aprecia bien en el ttulo de Michel Dertourzos What Will Be: How the New World of
Information Will Change Our Lives (1997) Poco asombra que la nostalgia prevalezca, el apasionado deseo por todos
lo que nos ha sido quitado de nuestras vidas. Las prdidas se acumulan en todas partes, junto a la protesta contra
nuestro desarraigo y llamados por un retorno a casa. Como siempre, los partidarios de incrementar nuestradomesticacin nos hablan de abandonar nuestros deseos y crecer. Norman Jacobson (Escape from Alienation:
Challenges to the Nation-State, Representations 84: 2004)
advierte que la nostalgia, si abandona el mundo del arte o la leyenda, se hace peligrosa, una amenaza al Estado-Nacin. Este medroso izquierdista aconseja realismo, no fantasas: Aprender a vivir alienado es equivalente, en la
esfera poltica, a dejar la seguridad de la cobija en nuestra infancia. La civilizacin, como bien saba Freud, debe ser
defendida contra el individuo y todas las instituciones son parte de esa defensa.Cmo salimos de aqu, de este barco
de la muerte? La nostalgia sola es poco adecuada para un proyecto de emancipacin. El mayor obstculo para dar el
primer paso es tan obvio como profundo. Si entender viene primero, debera ser claro que no se puede aceptar latotalidad y a la vez formular una autntica crtica y una visin cualitativamente diferente de esa totalidad. Esta
inconsistencia fundamental resulta en la relumbrante incoherencia de algunos de los
trabajos citados antes.
Regreso a la impactante alegora de Walter Benjamn del significado de la Modernidad: Su rostro est vuelto al
pasado. Donde percibimos una cadena de eventos, ve una sola catstrofe que se mantiene apilando ruina sobre ruina
y la arroja a sus pies. El ngel querra quedarse, despertar a los muertos y reparar lo que ha sido aplastado. Pero una
tormenta sopla del Paraso: ha apresado sus alas con tal violencia que el ngel ya no puede cerrarlas. La tormenta loimpulsa irresistiblemente al futuro, al que da la espalda, mientras que la pila de desperdicios delante suyo crece
hasta el cielo. Esta tormenta es lo que llamamos progreso.(1940)
Hubo un tiempo en que esta tormenta no ruga, cuando la naturaleza no era un adversario a ser conquistado,
domesticada en lo que es estril y sustituto. Pero hemos estado viajando a velocidad acelerada, levantando rfagas
de progreso a nuestras espaldas, hacia un mayor desencanto, cuya empobrecida totalidad hace ahora peligrar tanto la
vida como la salud.
La complejidad sistemtica fragmenta, coloniza, rebasa nuestra vida diaria. Su motor, la divisin del trabajo,
minimiza la humanidad en sus profundidades, des-capacitndonos y pacificndonos. Esta especializacin
estupidizante, que nos da ilusin de competencia, es clave, permitiendo predicar la domesticacin.
Antes de la domesticacin, Ernest Sller (Sword, Plow and Book, 1989) anot que simplemente no haba posibilidad
de un crecimiento comparable en complejidadcon la divisin del trabajo y diferenciacin social. Por supuesto, hay un fuerte consenso que una regresin de la
civilizacin acarreara un alto costo apoyado por atemorizantes escenarios ficticios, muchos de los cuales no
reflejan ms que los actuales productos de la modernidad
La gente ha comenzado a cuestionar la Modernidad. Ya un espectro est rondando su fachada que se desmorona. En1980 Jurgen Habermas tema que las ideas
antimodernidad junto con un toque adicional de premodernidad haban alcanzado alguna popularidad. Una gran
marea de tal pensar parece inevitable, y comienza a resonar en filmes populares, novelas, msica, fanzines, shows de
TV, etc. Y es tambin un hecho triste que el dao acumulado haya causado una gran prdida de optimismo y
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esperanza. La negativa a romper con la totalidad corona y consolida este pesimismo inductor-de-suicidio. Slo
visiones completamente fuera de la realidad corriente constituyen nuestro primer paso a la liberacin. No podemos
permitirnos continuar operando en los trminos del enemigo. (Esta posicin puede parecer extrema; el abolicionismo
del siglo XIX tambin pareca extremo cuando sus adherentes declararon que slo aceptaban una eliminacin de la
esclavitud y que las reformas eran pro-esclavitud). Marx entendi la sociedad moderna como un estado de
permanente revolucin, en perpetuo movimiento innovador. La posmodernidad trae ms de lo mismo, a medida que
el cambio acelerado hace a todo lo humano (como nuestras relaciones ms cercanas) frgil y deshecho. La realidad
de este movimiento y fluidez ha sido elevada a virtud por pensadores posmodernos, que celebran la indecisin como
condicin universal. Todo es fluir, fuera de contexto, cada imagen o punto de vista es efmero y tan vlido como
cualquier otro.
Este es el punto de vista de la totalidad posmoderna, la posicin desde la cual los posmodernos condenan toda otra
perspectiva. El fundamento histrico de la posmodernidad es desconocido en s mismo, por tener una aversin
fundamental a escripciones generales y totalidades. Ignorando la idea central de Kaczynki (Industrial Society and Its
Future, 1996) que el significado y la libertad son progresivamente proscriptas por la sociedad tecnolgica moderna,
los posmodernos tampoco se interesaran en el hecho que Max Weber escribi lo mismo casi un siglo antes. O que el
movimiento de la sociedad, por as decirlo, es la verdad histrica que los posmodernos analizan tan en abstracto,
como si fuera una novedad que ellos solos (parcialmente) entienden.Evitando asir la lgica del sistema como un todo, va un nmero de reas de pensamiento prohibidas, la posicin de
estos fraudes turbadores anti-totalidad es ridiculizada por una realidad que es ms totalizada y global que nunca. La
rendicin de los posmodernos es un reflejo exacto de los sentimientos de desamparo que atraviesa la cultura. Laindiferencia tica y la auto-absorcin esttica unen sus manos a la parlisis moral, en la actitud posmoderna de
rechazo de la resistencia. No sorprende que un no-occidental como Ziauddin Sardan (Postmodernism and the Other,
1998) juzgue que la posmodernidad preserva an aumenta- todas las estructuras clsicas y modernas de opresin y
dominacin.
La moda cultural predominante puede que no disfrute mucho ms de su vida enconchada. Despus de todo, es slo
la ltima oferta en el mercado minorista de la
representacin. Por su naturaleza, la cultura simblica genera distancia y mediacin, supuestamente cargas
inexorables de la condicin humana. La mismidad ha sido slo una trampa del lenguaje, dice Althusser. Estamos
sentenciados a no ser ms que los modos a travs de los cuales el lenguaje progresa autnomamente, nos informa
Derrida
LO SIMBOLICO COMO IMPERIO
La resultante del imperialismo de lo simblico es el triste lugar comn de que el humano concreto no juega ningnrol esencial en el funcionamiento de la razn o la mente. Al contrario, es vital para eliminar la posibilidad de que las
cosas hayan sido alguna vez diferentes. La posmodernidad resueltamente elimina al sujeto del origen, la nocin que
no siempre estuvimos definidos y reificados por la cultura simblica. La simulacin en computadoras es el ltimo
avance en la representacin, su poder de des-corporeizar fantasas es exactamente paralela a la esencia central de la
modernidad. La instancia posmoderna se niega a admitir la triste realidad, con claras races y dinmica esencial. La
tormenta del progreso de Benjamn presiona hacia adelante en todos los frentes. Interminables evasiones esttico-
textuales se apilan para la clasificacin de cobardas. Thomas Lamarre ofrece una tpica apologa posmoderna sobre
el tema: La Modernidad aparece como un proceso o ruptura y reinscripcin: modernidades alternativas involucranuna apertura a la alteridad dentro de la modernidad Occidental, en el propio proceso de repeticin o reinscripcin. Es
como si la modernidad misma es deconstruccin. (Impacts
of Modernities, 2004).
Slo que no lo es, como si destacar esto fuera necesario. Deconstruccin y destotalizacin no tienen nada en
comn! La deconstruccin juega su papel en el mantenimiento de todo el sistema, que es una verdadera catstrofe, la
actual, avanzando.
La era de la comunicacin virtual coincide con la abdicacin posmoderna, una era de debilitamiento de la cultura
simblica. La conexin debilitada y abaratada encuentra su anlogo en la fetichizacin del siempre-cambiante,
significado sin base textual. Tragado por un ambiente que es ms y ms un inmenso agregado de smbolos, la
deconstruccin abraza su prisin y declara ser el nico mundo posible. Pero la depreciacin de los simblico,
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incluyendo el analfabetismo y el cinismo acerca de la narrativa en general, pueden conducir en la direccin de poner
en cuestin todo el proyecto civilizatorio. El
fracaso de la civilizacin en su nivel ms fundamental se hace tan claro como sus multiplicadores efectos mortales
en lo personal, lo social y en lo ambiental.
Las oraciones deben confinarse a los museos si la vacuidad de la escritura persiste predijo Georges Bataille. El
lenguaje y lo simblico son las condiciones de posibilidad del conocimiento, de acuerdo a Derrida y el resto. Sin
embargo, vemos al mismo tiempo una constante disminucin en la comprensin. La aparente paradoja de una
absorbente dimensin de representacin y una disminucin del significado hace finalmente que la primera se haga
susceptible primero de duda, luego de subversin.Husserl trat de establecer una aproximacin al significado basndose en el respeto a la experiencia/fenmeno tal
como se nos presenta, antes de ser re-presentada por la lgica del simbolismo. No es pequea sorpresa que este
esfuerzo haya sido un objetivo central de la posmodernidad, que ha entendido la necesidad de extirpar esta visin.
Jean Luc Nancy expresa sucintamente esta oposicin, decretando que No tenemos idea, ni memoria, ni
presentimiento de un mundo que sostenga (sic) al hombre en su seno. (The Birth to Presence, 1993). Cuan
desesperadamente aquellos que colaboran con la reinante pesadilla se resisten al hecho de que, durante los dos
millones de aos antes de nuestra civilizacin, esta tierra era precisamente un lugar que no nos abandon y nos
sostuvo en su seno.
Amenazados por la enfermedad de la informacin y la fiebre del tiempo, nuestro desafo es explorar el continuo de
la historia, como se dio cuenta Benjamn es su ltimo y mejor pensamiento. El vaco, la homogeneidad, launiformidad deben dar lugar al presente no-intercambiable. El progreso histrico est hecho de tiempo, que
firmemente ha devenido una monstruosa materialidad, regulando y midiendo la vida. El tiempo de no-omesticacin,
de no-tiempo, permitir en cada momento estar pleno de conciencia, sentimiento, sabidura y re-encantamiento. Se
puede restaurar la verdadera duracin de las cosas cuando eliminemos al tiempo y a las otras mediaciones de lo
simblico. Derrida, enemigo jurado de esta posibilidad, basa su negativa en la alegada eterna existencia de la culturasimblica: la historia no puede terminar, porque el juego constante del movimiento simblico no puede terminar.
Este auto-de-fe es un voto contra la presencia, autenticidad, y todo lo que es directo, concreto, particular, nico y
libre. Estar atrapado en lo simblico es solamente nuestra situacin actual, no una sentencia eterna.
UN MUNDO DE SIMULACIONES
Es el lenguaje el que habla, en la frase de Heidegger. Pero Fue siempre as? Este mundo est lleno de imgenes,
simulaciones como resultado de elecciones que pueden parecer irreversibles. Una especie, en unos pocos miles deaos, ha destruido la comunidad y creado una ruina. Una ruina llamada cultura. Los lazos de estrechez a la tierra y a
los otros fuera de la domesticacin, ciudades, guerras, etc.- han sido daados, pero no pueden sanarse?
Bajo el signo de la civilizacin unitaria ha sido develado, el posible ataque fatal contra cualquier cosa viva y distinta,
para que todos lo veamos. La Globalizacin, de hecho, slo ha intensificado lo que estaba en marcha mucho antes de
la modernidad. La colonizacin y uniformizacin incansablemente sistematizada puesta primero en movimiento para
controlar y domar, ahora tiene enemigos que la ven tal como es y lo que acarrea al final, a menos que sea derrotada.
La eleccin al comienzo de la historia fue, como ahora, la de la presencia versus la representacin Gadamer describe
la medicina, bsicamente, como la restauracin de lo que pertenece a la naturaleza. La curacin, como la remocin
de todo lo que trabaja contra la maravillosa capacidad de la vida de renovarse a si misma. El espritu de la anarqua,creo, es similar. Quitemos lo que bloquea nuestro camino y todo est all, esperando por nosotros.)