yorch, el piano de esperanza brilla en la sala de enfermos

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El piano de esperanza brilla en la sala de enfermos Por: Jorge Jaramillo Villarruel …no, no es un delirio. El piano de esperanza brilla en la sala de enfermos. Yo lo vi. Lo vi claramente y también escuché cuando la enfermera golpeó una de sus teclas negras. esperanza, claro, no estaba muy feliz. Pero esperanza me tiene sin cuidado. Lo que me angustia es ese piano con su potencial ruido, despertándome en la noche. ¿Y si muero? ¿Y si un escándalo se produce a las tres de la mañana, cuando el alma se encuentra en bajante, y el corazón se me espanta tanto que le dé un infarto? No tiene caso quejarme, lo sé. Nadie me escucha. Sólo soy un vegetal. La propia esperanza me lo dijo la vez que vino a visitarme: “Papi, los doctores dicen que eres una planta, pero yo te veo igual que siempre, sólo que más flaco y más dormilón”. ¡La inocente! Lo mejor que puedo hacer es seguirles el juego, quedarme en silencio (como si pudiera hacer otra cosa) y esperar. Pero me perturba la presencia del piano de esperanza. Los otros enfermos no parecen preocupados, pero eso se debe a que son ignorantes. No han escuchado ese armatoste hacer sus cosas. Yo lo he escuchado incontables noches de insomnio. Me levanto, o me levantaba, no sé si me levantaré de nuevo, al oír los primeros quejidos que el maldito instrumento emitía desde su garganta maltrecha. Un sudor frío corría por mi espalda, y no podía evitarlo, era como si el piano de esperanza me llamara con una voz de espectro. Y yo, obediente, iba a su encuentro. Siempre lo encontraba en silencio y al día siguiente, esperanza y también Esperanza, juraban y aseguraban que no habían escuchado nada, que debía de haber sido un sueño.

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Relato surrealista bizarro de humor negro charlo.

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  • El piano de esperanza brilla en la sala de enfermos

    Por: Jorge Jaramillo Villarruel

    no, no es un delirio. El piano de esperanza brilla en la sala

    de enfermos. Yo lo vi. Lo vi claramente y tambin escuch cuando

    la enfermera golpe una de sus teclas negras. esperanza, claro,

    no estaba muy feliz. Pero esperanza me tiene sin cuidado. Lo que

    me angustia es ese piano con su potencial ruido, despertndome

    en la noche. Y si muero? Y si un escndalo se produce a las

    tres de la maana, cuando el alma se encuentra en bajante, y el

    corazn se me espanta tanto que le d un infarto?

    No tiene caso quejarme, lo s. Nadie me escucha. Slo soy un

    vegetal. La propia esperanza me lo dijo la vez que vino a

    visitarme: Papi, los doctores dicen que eres una planta, pero yo

    te veo igual que siempre, slo que ms flaco y ms dormiln. La

    inocente!

    Lo mejor que puedo hacer es seguirles el juego, quedarme en

    silencio (como si pudiera hacer otra cosa) y esperar. Pero me

    perturba la presencia del piano de esperanza. Los otros enfermos

    no parecen preocupados, pero eso se debe a que son ignorantes. No

    han escuchado ese armatoste hacer sus cosas. Yo lo he escuchado

    incontables noches de insomnio. Me levanto, o me levantaba, no s

    si me levantar de nuevo, al or los primeros quejidos que el

    maldito instrumento emita desde su garganta maltrecha. Un

    sudor fro corra por mi espalda, y no poda evitarlo, era como

    si el piano de esperanza me llamara con una voz de espectro. Y

    yo, obediente, iba a su encuentro. Siempre lo encontraba en

    silencio y al da siguiente, esperanza y tambin Esperanza,

    juraban y aseguraban que no haban escuchado nada, que deba de

    haber sido un sueo.

  • Esta noche, cuando el piano comience a chillar sus tonos

    enfermizos, no me quedar duda: el piano de esperanza es el

    mismsimo diablo.

    Por supuesto, queda la posibilidad de que el piano no

    exista y slo lo est imaginando. Tambin es posible que ese

    hombre amable que me visita cada maana tenga razn, y tanto

    esperanza como Esperanza, cuyos dulces labios anhelo, no sean

    sino esposa e hija imaginarias. Cosas ms raras han sucedido,

    despus de todo.