ya va siendo ahora
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Libro de CuentosTRANSCRIPT
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YA VA SIENDO AHORA
CUENTOS
A.F.C.S
NDICE
NDICE ....................................................................................................................... 1 KARMA ...................................................................................................................... 2 SABIDURA ............................................................................................................... 15 HERENCIA ................................................................................................................ 24 CASUALIDAD ............................................................................................................ 50 SUEOS ................................................................................................................... 64 TESTAMENTO ........................................................................................................... 84 DUDAS ................................................................................................................... 103
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KARMA
Advierto a ustedes, lectores, que la historia que relatar a continuacin es una
relacin de hechos oscura y rodeada de caractersticas sobrenaturales. Estas no dejan de
ser impactantes, pues no encuentran explicacin racional o causal en sus
manifestaciones. Es la expresin real de muchos de los aspectos que nuestra sociedad
civilizada intenta esconder, por no hallar razones que apacigen ante tan extraos
acontecimientos. El protagonista de nuestra historia es un ser solitario, que intenta
escabullirse de las singulares maneras en que la vida lo confronta. Sin buscarlo, se le
ofrecen incidentes que no puede explicar, pero que, sin embargo, afectan su vida de la
manera ms pasmosa. Su actitud hacia la vida ha ido configurndose en la medida en
que inexplicables experiencias llenan su conciencia de estupefaccin, adems del efecto
que sobre los dems llega a establecerse.
Desde muy pequeo se dio cuenta que no era una persona normal. Los primeros
atisbos de su peculiar condicin se vieron en sus primeros aos. Consista esto en que,
cuando su mente formaba ideas, estas tendan a ofrecerse, de manera fctica, en su
futuro inmediato. Fueron eventualidades de esta naturaleza las que comenz a presagiar
en su mundo, y que le supuso aislarse, pues era muy probable ver manifiestos en la
realidad y sin advertencia alguna, sus ms recnditos pensamientos o sentimientos. Nada
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objetaba la posibilidad de vivir, representados en el mundo, los hechos que en su
imaginacin conceba.
Podrn ustedes imaginar la enervada atencin que supuso para este infante, el
mantener su mente bajo control total, limitndose a lo estrictamente necesario, sin soar
y sin permitir a su niez desenvolverse.
Los primeros incidentes en que se evidenci esta afeccin o disposicin
increble, tuvieron que ver con la satisfaccin bsica de sus necesidades. Si, por ejemplo,
tena hambre, de inmediato se apareca ante l, ofrecindole algn tipo de vianda, algn
miembro de su familia, y esto sin importar la hora del da o la noche. En su primer
despertar racional, el nio supuso que la vida toda era as y que a las personas del mundo
les suceda igual. No poda, debido a su escasa edad, entender las implicaciones que
sobre la sociedad tal generalizacin podra tener. Pero su inicio en la vida fue una
tranquila estancia, en la que nunca se sinti solo, hambriento o con fro.
Pueden ustedes pensar que no habra estado de mayor gracia, pero el don o la
condicin de la que era objeto este infante, tambin tena su lado oscuro: solo se hacan
manifiestos sus pensamientos en la realidad si lo que se figuraba era algo sobre lo cual
las personas que lo conocan o estaban cerca lograban elaborar una idea coherente.
Quiero decir, que si los pensamientos que atravesaban su mente eran ideaciones
fantsticas o meras especulaciones de pensamiento o emocin, corra el riesgo de verse
rodeado de experiencias que, en ausencia de irradiacin objetiva, se desarrollaban ante
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sus ojos como visiones increbles e independientes, y vistas por los que estaban cerca,
como sucesos accidentales de inesperada ndole.
S que es difcil de entender, pero lo cierto es que este nio fue desarrollando un
sentido creativo que le permita hacer uso de su energa mental como substrato de la
realidad material. He dicho que, en algunas ocasiones, sus ideaciones solo aparecan
visibles a sus ojos, pues eran extraas o nadie estaba con l; sin embargo, en otras
ocasiones, al resultar estas expresiones de ideas fcilmente asimilables, acordes con las
costumbres y la cultura, pues el resultado era la manifestacin material del suceso, bien
fuera individualmente o con quien conviva en esos momentos. Pero debo ser muy
incisivo en este hecho: aunque creaba con sus pensamientos, estos, ya libres en el
mundo, tenan la cualidad de ser incontrolables, generando as todo tipo de
consecuencias para su propia vida y la de los dems. Por esta razn tena que ser muy
cuidadoso, pues, aunque tuviera la capacidad de generar realidades, no controlaba las
consecuencias que estas realidades generaban. Podrn ustedes decir que le bastara con
imaginar una nueva realidad, para que esta contrarrestara la anterior, pero no funcionaba
as, pues el joven tras el trance entraba inmediatamente en una relacin de espectador
con lo que su idea haba generado, y tena que esperar a que el impulso energtico
desarrollara por s mismo, la potencia que le haba sido imbuida por su pensamiento.
Estableci, acorde a lo anterior, cierto arte para su condicin: solo se permita, en
una justa proporcin, pensar lo que pod generarle consecuencias molestas. No poda
regalarse a sus deseos y emociones, pues era posible que si no estaban establecidos con
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medida, el resultado llegara a ser un ente de forma monstruosa y extrao que lo
persegua donde se encontrara, tratando de ofrecer lo que el joven quera o senta, pero
con exceso y violencia y sin considerar las consecuencias. Un ejemplo de esto lo
observ un da en que, sintindose solo y triste por la ausencia de sus padres, y con
algn sentimiento de rabia, comenz a percibir unos seres que caminaban hacia l con el
fervoroso deseo de atraparlo y no soltarlo nunca, con unos rostros horrendos y
angustiados que explicitaban la rabia que el pequeo haba sentido por su soledad. Los
seres haban llegado hasta l, y lo tomaron por cada parte de su cuerpo. No queran dejar
ningn centmetro descubierto o en soledad, y hasta su respiracin se vio dificultada por
el excesivo ahnco con el que los seres lo arropaban, esto en medio de gestos vidos y
desesperados. El alto grado de compresin al que fue sometido lo llev a la
inconciencia, y cuando despert, se encontr dbil y cansado por el esfuerzo al que se
vio obligado. Cabe sealar que estando, como en el caso anterior, completamente solo,
entraba en un estado de trance en que el tiempo pareca no correr, algo como un
ensueo, en el que el mundo pareca esttico.
Avanzando en su vida, nuestro protagonista se formaba entre el ensayo y el error;
lo afliga considerar aquello una carga muy difcil de llevar, pues, en cualquier
momento, un descuido poda terminar con su vida. A la vez, estos mismos temores,
como en un crculo vicioso, resultaban en seres que aparecan inesperados a sus ojos,
con grandes fauces y violentos ademanes que trataban de alcanzar su humanidad, y de
los cuales el joven escapaba dando saltos y haciendo extraas piruetas que no permitan
que sufriera dao. Era como caminar sobre el filo de una navaja. Debido a esto, de vez
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en cuando, algn colmillo laceraba su cuerpo y se hacan manifiestos unos rasguos de
coloracin oscura ante los cuales no poda dar explicacin, pues saba, que de hablar
escuetamente sobre lo que le pasaba, iba a ser considerado un loco; y por experiencia
pues tena un familiar recluido por un caso grave de locura, no deca nada, y daba
las razones que poda sobre aquellas heridas de las que, en algunas ocasiones, no poda
librarse.
Ven ustedes ya con mayor claridad, la necesidad de cuidado mencionada que este
joven debi desarrollar para no verse esclavo de sus propias ideas. El control deba ser
total si quera que la realidad siguiera su curso de manera afable y sin bruscas
alteraciones. Se prepar entonces, para tener buenos pensamientos en todo momento,
que le permitieran generar, as, buenos momentos para l y los dems. Hemos de sealar
que la influencia para con los otros se circunscriba a que hubiera contacto visual con
conocidos o extraos quince o veinte metros o a la comunin mental que se
produce cuando, en un espacio comn, las personas conviven en confianza, por ejemplo,
en su hogar, su colegio, una fiesta, etc.
Sus buenos deseos se vean compensados con un acontecer positivo, al igual que
bellos seres alados y sonrientes que aparecan, cuando sus sentimientos despertaban la
paz en el espritu del mundo que se postraba a sus mandatos. Pero deba tener cuidado de
no forzar estas buenas intenciones, pues si los deseos que las proponan al mundo no
eran del todo honestos o no se correspondan con eventos acordes y lgicos, estas
mismas, supuestas, buenas intenciones, mutaban a situaciones inslitas en que la
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pretendida buena causa terminaba haciendo ms dao que bien. Lo anterior se puede
ejemplificar con un da en que quiso, en aras de no levantar sucesos inmanejables,
desear que un compaero, que en la escuela le molestaba y acosaba, sobrepasara una alta
reja que con peligro abordaba. Dese, as, el xito del bravucn, pero sin sentir por ello
un sentimiento de benevolencia real. Ya al otro lado, el transgresor se vio sorprendido y
reprendido por un vigilante del lugar al que le declar, astutamente, que su hecho era
resultado de la persuasin a la que nuestro protagonista con el cual mantuvo contacto
visual le haba sometido. Pues le azuz diciendo que, ya que era mas alto, podra
ayudar a una pequea ave herida encerrada en el lugar; lo cual, dijo, fue una mentira con
la cual llevarlo a vulnerar la propiedad. Lo socarrn del dscolo y maoso joven hizo
creer a los responsables de analizar el suceso, que la presencia de nuestro joven en el
lugar era muy sospechosa, y que bien poda ser la razn para creer en tan manido
argumento. De esta manera, el joven corroboraba la ambivalencia que una voluntad
conciliadora poda llegar a tener. En el momento, prefiri aceptar la culpa para no
propiciar retaliaciones que con mayor consideracin afectaran su vida. Sin embargo,
aquel da lament su derrota, pues aceptar demritos para con sus actos no lo dejaba en
buena situacin ante el mundo.
Pasaron los aos Nuestro protagonista intentaba alejarse de las disposiciones
que tuvieran sobre l una elevada exigencia emocional. Tena cuidado de no inmiscuirse
en momentos crticos, por lo que se le comenz a ver como una persona sobria, pacfica
y, tambin, en algunos momentos, pusilnime. Tena que convivir con aceptar cmo los
dems lo observaban, ya que no poda decir a nadie sus especiales condiciones ni
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reaccionar al respecto. Cuando intent hacerlo con su familia, se encontr con la
incapacidad de aquellos por comprender lo que enunciaba con tanto convencimiento. Si
lleg a intentar demostrar sus cualidades, solo l se daba cuenta de que, en el momento
en que sus familiares respondan como l lo premeditaba, estos crean estar actuando
netamente bajo su arbitrio y si, por alguna razn, llegaban a ser concientes de hechos
difcilmente explicables, algo les haca inclinarse a creer en la normalidad y a calificar lo
posiblemente extrao, como una sugestin acentuada producto de la conmocin
emocional que les produca escuchar a este pariente hablando de cosas imposibles. El
joven dej de intentar explicar lo que senta y se dedic a manejar lo mejor posible su
lgida sensibilidad y poder.
De esta manera, podemos confirmar que el mundo es la capacidad perceptiva que
nuestras mentes imponen sobre lo que sea que est ms all de la conciencia. Y esto
porque sabemos que nuestros sentidos tienen lmites a la hora de interpretar lo que nos
rodea, pues diversas manifestaciones no nos son generalmente accesibles a nuestro
rango de sensibilidad. Aquellas historias sobre gente con capacidades especiales, que
pueden captar emanaciones que se mantienen de manera sutil en el espectro energtico
de la realidad, pueden ser una posible observacin de lo expuesto. Estos individuos
tienen que convivir con niveles de percepcin que son ajenos para el comn de los
mortales, y que, no obstante, no propician, de ninguna manera, una mejor adaptacin
para la vida. Muy por el contrario, son personas con dificultades para la socializacin, ya
que su comportamiento es acorde a su inusual percepcin y, en muchos casos, la
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dificultad para controlar esas capacidades los hace inseguros. La voluntad previa que
encausa lo que nos acaece, no es regular en la conciencia de los as dotados.
Nuestro joven continu su vida de la mejor forma que pudo, siempre alejado de
toda manifestacin de exhuberancia y emocin; era esa la nica manera de sentirse en
paz.
Pero una gran dificultad rodeaba sus das. Por alguna razn, comenzaron a
aparecer unos hombres muy extraos. Sobre ellos no tena efecto el don de nuestro
joven. Y, contrario al resto, s saban de su peculiar naturaleza. Son, en esencia, malos.
Encontraban en nuestro joven una fuente de fuerza y poder. De tiempo en tiempo
aparecan; les llamaba vampiros. Eran individuos que succionaban la vitalidad de sus
vctimas a costa de la manipulacin, la enfermedad y el sufrimiento infligido. Muy
poderosos, pero sin alma. Buscaban vctimas jvenes y muy sensibles, que con su dolor
les proveyeran de algo parecido a la sensibilidad. Necesitaban relacionarse con el
mundo, pero su esencia maligna solo lo obtena oprimiendo. En el fondo, aoraban y
queran ser aceptados; su debilidad era la soledad y la indiferencia, pues esto los haca
desaparecer.
Muchas de sus vctimas lograban erradicar su influencia nefasta, esto cuando
entendan qu les pasaba; el vampiro, entonces, hua temeroso tras una progresiva
ineficacia de su poder. Pero si afianzaban el dominio, eran felices, en apariencia, y el
mundo los aceptaba aunque un conocedor reconoce la mueca que en ellos simula la
sonrisa. El vampiro no busca como prioridad matar a su vctima. Quieren, ms bien,
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parasitar; esto prolonga la agona en su presa, que no entiende ni halla la causa de su
drenada vitalidad. En el joven encontraban una fantstica oportunidad para obtener
vivacidad, y sin una defensa denodada. Razn por lo cual enfilaban, brutal, el ataque.
Nuestro joven comenz a observar, as, que ciertas personas, sin tener realmente algo
parecido a su capacidad por generar situaciones y procesos en la realidad, s podan, en
cambio, ejercer una actividad oscura en contra de otros.
Nuestro joven lleg a hacerse experto en estos vampiros inhumanos; tena que
hacerlo, pues no poda arriesgarse a ser percibido. Sin embargo, avanzando en su vida
esto se haca cada vez ms difcil. Los vampiros conocen que, aun inconcientemente, la
humanidad los repudia. Eso los obliga a construir una imagen pomposa, que inspire el
respeto y la confianza que les protege y abre puertas. Van olisqueando la debilidad y la
bonhoma, pues son sus bocados ms rentables y exquisitos.
Cuando se encontraban los no humanos y nuestro joven, se configuraban
increbles batallas mentales que lo obligaban a desarrollar estrategias de proteccin. Su
capacidad era un arma y una flaqueza, pues, aun cuando lo llegaba a proteger de los
vampiros, era tambin lo que, irresistiblemente, les atraa. Tuvo que aprender a anticipar
su encuentro. Si los presenta, invocaba clidos ambientes que el vampiro no soportara,
debido a que la belleza y la amabilidad superan la ostentacin de la que el vampiro hace
alarde, y que en un grupo sano no fructificaba. Es paradjico que el vampiro propenda,
precisamente, por aquellos ambientes ricos en luz y bienestar; en el fondo les hacen
mucho dao, pero son prsperos filones que incitan su apetencia. Si no logra, tras un
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tiempo, corromper el ambiente, escapan despavoridos y en dficit energtico, lo cual los
torna dbiles, evidentes y muy cerca a la disipacin.
La juventud de nuestro joven se vio en parte, frustrada. Si quera progresar y
generar empata energtica ante una tarea en comn, los vampiros llegaban como abejas
atradas por el nctar. La naturaleza les provea de intuicin e instinto. Nuestro joven lo
intent muchas veces, pero la aparicin de los no humanos siempre le atribulaba. Su
potencia creadora no dejaba de ser percibida. Y no topaba con la formula que camuflara
su carismtico ser. Lo intent todo, pero con el tiempo, admiti el desengao. No haba
manera. Tal parece que el mundo, la naturaleza y el destino bregan por un equilibrio de
la energa. Lo poderoso, indistintamente, se halla en desventaja. Es verdad que la
historia provee, por instantes, el que uno u otro de los extremos alcance plenitud, pero
como decimos, es solo por un tiempo. Y, en nuestro caso concreto, pareciera que la
humanidad no tolera por igual, tanto lo muy bueno como lo muy malo; la conciencia
media es la que prevalece.
El proceso hacia a la adultez fue ms un intento por no incitar a su nmesis. La
estabilidad, as, se hace escasa. Los seres oscuros seguan sabiendo, bajo su inmoderada
observacin, que las capacidades del joven eran, por sobre todo, una debilidad.
Buscaban, en cuanto la oportunidad lo sealaba, alterar su equilibrio para que, en
beneficio de su deficiencia, se rebosaran los hechos, y el caos incontrolable les diera el
chance de parasitar. Su nimo era, bsicamente, provocador.
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Una vez, el joven perdi tanto los estribos, que sus emociones de odio y
violencia generaron un alud de seres deformes. Estaban dispuestos al ataque de quien se
cruzara en su camino. Acorde a las caractersticas comunes de su expresividad, las
personas que tena cerca materializaron el suceso como un gran embrollo automotriz
cerca al lugar. Este se convirti en un accidente de proporciones inslitas, en el que
todos se vieron, de un momento a otro, en peligro. La colisin de las mquinas les
estremeci de forma extraordinaria. Aquel da, una persona muri como consecuencia
del accidente. El joven se vio apenas libre del flagelo. En medio de su trance, observ
como los seres horrendos tomaban para s a la gente, conducindola hacia un negro
abismo. Las personas, en la visin de nuestro protagonista, e incluido l, resistan a los
seres aviesos; no obstante, una de ellas, presa totalmente del pnico, fue absorbida por el
negro eterno al que retornaban los malvolos seres. En medio del apuro, escuchaba
fuertes carcajadas, las cuales le hacan saber que su error era una fuente de dicha para los
vampiros que le fustigaron.
No pueden imaginar, lectores, la tristeza y debilidad que envolvi al joven
durante un tiempo. Se consideraba culpable por no haber controlado sus emociones, y se
laceraba sin pausa por aquella alma que aliment la perversidad. Los seres que su fuerza
ayud a crear, haban logrado su cometido. Hubo, de todos modos, cierta
condescendencia con su alma; lo atribuy a la predileccin de sus verdugos por
conservar una prdiga fuente de alimento.
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Pasaron los aos; nuestro joven, ya adulto, desarroll una introversin muy
marcada. Ninguna persona lleg a presentir la causa que propiciaba este alejamiento.
Solo lo comprendan sus potenciales enemigos, y de ellos no quera saber. Tal parece
que nada retiene al destino. Lo que alguien tiene que afrontar a lo largo de su vida, se le
ofrece sin reticencias; no importan las precauciones o dilaciones ante la irrefrenable
fuerza de lo que est escrito. Tena que admitir que era un foco de atraccin para los no
humanos que circundaban el mundo.
Querrn ustedes ofrecer soluciones a nuestro infausto personaje. Es muy loable
la intencin y, sin duda, l no rechazara escuchar alguna voz de aliento. Sobre todo por
lo espordicos que se hicieron los momentos de felicidad compartida que, sin objecin,
estaban enmarcados por bellas visiones y dulces consecuencias. Pero esa era la
excepcin, pues, por lo general, a una personalidad como la aqu expuesta le faltan
amigos y simpatizantes. Pocos se atreven con lo enrevesado y oculto. Las personas
normales tratan de encajar y de obtener retribucin por la energa que invierten en su
relacin con el mundo. Es irrelevante la alegra, pues primero se atiende, sin mucho
cavilar, al afn de beneficios. No creo que existan objeciones a esta manera de
considerar las cosas, es ms, creo hasta cierto punto que es la correcta: existe una
sabidura innata en el hombre que lo lleva a sopesar los grados en que las emociones
deben estar presentes en su actividad.
Algunas veces, es verdad, estos estndares vuelan en pedazos ante las
incursiones nefastas de los no humanos, pero de acuerdo a lo que nos ensea la historia,
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los niveles vuelven a situarse luego en la normalidad. Y esta normalidad consiste,
simplemente, en mantener la propensin del bien y la salud para los que adopten la
actitud correcta. Se sabe que la maldad no podr erradicarse, y que en gran medida es
condicin para la existencia del bien. Podrn ustedes preguntarse por la razn de mi
tesis, y aunque en realidad es irrelevante tener o no razn, lo cierto es que nos bastara
con observar cuanto mal se escenifica ante nuestros ojos. Mal que no es posible resolver,
y sobre el cual nadie quiere que actuemos con contundencia. Lo cual, sin embargo, no
amerita la negligencia, pues, como lo deca antes, el desbalance y el descuido pueden de
todos modos acabar con todo grado de estabilidad alcanzado. Hago la salvedad, lectores:
no es como quiero que sea, es como veo que es. Y esperara estar equivocado
El problema para nuestro protagonista se resuelve en estos trminos: conforme
pasaba el tiempo, la realidad se haca ms oscura y compleja de manejar. Los momentos
en que tena la claridad de mente para ser optimista y recibir de ello dulces
consecuencias se hicieron intermitentes o peridicos. Las risas de burla que
ocasionalmente venan a perturbar su delicada sensibilidad, le hacan creer que estaba
destinado a padecer la congoja inevitable que el mundo exige en aras del equilibrio.
Nuestro joven se mantiene en lo posible, tratando de corresponder sin el mismo
nivel de ofensa a todos aquellos que buscan que su capacidad se torne en perniciosa. Y
aunque ya entiende que es parte de la vida, no termina de adaptarse o de insensibilizar su
sentir. Ha nacido en l una lucha por imponerse a s mismo la humildad de carcter, pues
le ayuda a resistir la contrariedad. Trata de infundirse, que todo el dolor del mundo
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tantas veces superior al suyo, es una razn para soportar con entereza la fuerzas del mal.
Y su idea es no escatimar en esfuerzos por ofrecer al mundo todo lo bueno que este le
permita ser.
SABIDURA
Es increble la cantidad de cosas nuevas que, ao tras ao, trae la tecnologa. Yo,
a mi edad, no tendr la capacidad de asimilar tal cantidad de novedades. Ms bien me
complazco en observar lo que los jvenes llaman el mundo virtual. En mis tiempos de
mediana juventud, alrededor de los aos setenta, nuestra revolucin fue la de las
costumbres. Un poco de muchachos tenamos la intencin de hacer progresar la
conservadora sociedad, demostrando que las costumbres y creencias, parte de nuestra
tradicin, no eran nicas ni verdaderas. Hoy en da, los jvenes piensan de acuerdo a lo
que les ofrece su telerrealidad, y entiendo por esto una lejana realidad, un segundo yo
que crean en la noosfera virtual y que dice mucho ms de ellos que su presencia fsica.
Hoy vemos que abundan los amigos en la vida de los jvenes, pero sin que
lleguen a conocerlos personalmente o, ms bien, corporalmente. A mi atrasada mente se
le hace muy difcil entender este concepto de amistad. Aclaro que no soy un ignaro total.
Pues el inters que se despierta en m tras la observacin, me lleva a investigar qu es
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eso tan cacareado de las redes sociales y la realidad virtual, adems de los mil y un
aparatos que van sacando a estos jvenes de la realidad real. Progresivamente, se van
convirtiendo en cyborgs, que dependen y funcionan de acuerdo a las supercapacidades
que les ofrece la tecnologa.
Lo dicho, desde luego, me parece de gran inters, porque as como nosotros
quisimos ser distintos a nuestros padres y abuelos, a partir de un sentimiento que
jalonaba nuestro pensamiento y actividad, estos chicos se manejan de manera similar,
pero en su mbito histrico particular. Lo inimaginable y preocupante es lo rpido que
suceden las cosas hoy y, a la vez, la incapacidad de muchos para internarse con xito en
aquella maraa tecnolgica que les va rezagando. No hemos llegado an a una dictadura
de los geeks, como s que les dicen, pero es constatable que la realidad se escindi.
A mis sesenta y cinco aos, tengo que reconocer que ciertas funciones y
capacidades tecnolgicas, de jvenes y aparatos, me aterran; pero intento, de manera
denodada, no verme superado ni relegado por el presente. Por esto comenc mis
exploraciones en la Internet, que tengo que decir, es la cosa ms increble que le he visto
crear a la humanidad. Y esto por la capacidad de hacer masiva la informacin, para
todos y todas, en cualquier lugar del mundo.
Un noche, en una red de textos cortos, que llaman microblogging, recib un
mensaje inusual. Una persona, por m desconocida, envi una pregunta que me
sorprendi sobremanera. La pregunta era la siguiente: eres real? Por supuesto que
respond que s, pero sin pensar en lo extrao de aquello. Supuse ms bien que, por las
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muchas cosas que suceden en la red, alguien quera percatarse de no estar hablando con
algn tipo de programacin o robot, pero lo que sucedi a continuacin me desconcert
an ms. Luego de mi respuesta, la persona al otro lado de la comunicacin dijo que
tena una cosa muy importante que decirme. Me confes que saba que yo era real, pero
que haba preguntado para inducir en m el estado mental que le permitiera mantener la
comunicacin. Cosa que no entend en el momento, pero que s logr intrigarme.
La persona me dijo que yo haba sido escogido para saber algo que nadie ms
poda saber. Ya a este punto, debo decir, queridos lectores, que rebaj un poco la
expectativa acerca de lo que estara sucediendo, pues, es evidente que hoy en da los
secretos vuelan como ondas electromagnticas alrededor del mundo, y hasta los
gobiernos ms poderosos del orbe, no han logrado inhibir el conocimiento de muchos
aspectos considerados, clasificados. Por lo tanto, le pregunt a mi nuevo conocido si
habra algo realmente desconocido en el mundo de la Internet. A lo que me respondi
que s, que el tena el poder para pasar desapercibido. Cosa que, de verdad, no le cre.
Ms por curiosidad que por otra cosa, resolv seguir con el tema, y le pregunt
qu cosa podra tener que decirme solo a m y cul sera la causa para tal excepcin.
Quien estaba al otro lado de la lnea me contest que era algo que tena que ver con mi
futuro. Yo, sin asustarme, le contest que eso era imposible, porque ms all de nuestros
planes y expectativas normales, nadie tena la capacidad de conocer los hechos futuros.
Le dije que yo crea que lo llamado futuro, no exista, que era ms bien un azar
determinado por las decisiones libres de todos aquellos con quienes convivamos y que
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se hace real por el armazn que esas decisiones construyen en la medida que el tiempo
acontece.
Las palabras que se hilaban en la pantalla de mi ordenador me dieron, en cierta
manera, la razn. Me dijo que s, que eso era verdad, pero que mi error estaba en creer
que las decisiones son libres o, mejor, que mi concepto de libertad no era el correcto. Yo
le contest que, desde luego!, que eran libres, pues nada me obligaba, por ejemplo, a
seguir conversando con quien me hablaba. La persona me dijo que no. Que lo que
pasaba era que, desde mucho tiempo atrs, yo estaba esperando dialogar, y que lo nico
realmente fortuito era el medio escogido. Dijo que yo estaba buscando una conexin, y
que los noveles intereses que manifestaba, eran la forma como mi conciencia y
pensamiento daban sentido y salida a lo inconciente.
Le pregunt si lo que deca tena que ver con el aspecto inconciente freudiano o
de Jung, y me dijo que ms bien con el de Jung, por el hecho de que su teora indica que
todos representamos en la realidad, a travs de las pulsiones individuales o
manifestaciones prcticas, la potencia modeladora inconciente de los arquetipos
universales humanos (el inconciente colectivo de Jung). Estos arquetipos son siempre
bipolares, es decir, tienen un aspecto positivo y otro negativo. Clarific que los
arquetipos son todas aquellas ideas que se repiten en sociedades primitivas que nunca
tuvieron contacto, pero en las que sus representaciones acerca de temas, como el incesto,
la magia, el diablo, los hermanos enemigos, la vida despus de la muerte, el eterno
retorno de la historia, etc., tienen paralelos, cuyo registro se ubica en los mitos y
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leyendas. Yo, ante esta respuesta, por lo menos consider medianamente instruido a mi
dialogador, lo que me hizo, es cierto, tener un poco ms de confianza en su discurso.
Luego me coment que la Internet, como todo lo hecho por el hombre, era la
manera en que se plasmaba en la realidad la lucha de los opuestos arquetpicos.
Continu explicando que si se exacerban en la mente y la realidad las caractersticas
correspondientes a cualquiera de los extremos de un arquetipo, por ejemplo, la idea
universal de persona que se crea por las necesarias disposiciones que asumimos para
mostrarnos en sociedad, el resultado tiende a ser que lo inconciente se encargue de
ofrecer, a manera de estabilizacin y equilibrio, lo opuesto. De manera que si una
persona, est desequilibrada, se presentan las repercusiones inconcientes que tienden a
equilibrar el desarreglo, pero que, en este caso, tambin tendern al exceso, por ende, la
respuesta inconciente ser la patologa mental. En resumen, cuando somos o queremos
algo de manera decidida, nuestro inconciente pugna por todo lo contrario, y los
resultados que obtenemos, normalmente, a manera de accidente, son opuestos y
sorpresivos.
Es sabido que la Internet fue resultado de la bsqueda por fortalecer la capacidad
para la destruccin material del enemigo en el mbito militar. Esta decidida intencin
propici, desde el inconciente, el descubrimiento de un instrumento que,
paradjicamente, propiciara la comunicacin de los conocimientos humanos, ya no en
aras de la aniquilacin, sino del crecimiento personal y el mejoramiento de la vida de
millones de personas. Adems, dijo, que predispona hacia una comunicacin cada vez
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ms etrea, en la que se nos dirige sin apelaciones hacia la telepata, que es el
intercambio de contenidos mentales sin la intervencin de agentes fsicos conocidos.
Que no era, muy bien me dijo, algo mgico o excepcional, sino una capacidad
subestimada que ya en otro momento de la existencia humana, haba estado muy
desarrollada, pero que, ahora, a partir de la confianza que ponemos en la ciencia y en los
postulados positivos del conocimiento de la materia, buscaba encontrar otra forma para
desenvolverse.
Realz su idea con una metfora, me dijo que somos como un pndulo que se
aleja del reposo que sera la inexistencia con un movimiento por lgica alternado,
en que cada tendencia son las dos partes fundamentales de la conciencia. A la derecha se
ubica la potencia material, y su desarrollo se acrecienta en la medida que se acerca al
lmite, para luego, logradas las expectativas, y con la fuerza acumulada, se prepare el
retorno hacia la izquierda, que es la capacidad humana negativa, la fuerza de la energa
mental, ms sutil y plena, pero sin la diversidad y exhuberancia de la derecha. Yo ya
estaba pensando con profundidad en lo que me deca, pero adjudiqu este tipo de teoras
a inclinaciones pseudocientficas y New Age.
Le dije que en mi juventud ya haba tenido contacto con ideas similares y que, la
verdad, el rumbo que tomaron me haba desencantado. La persona me dijo, continuando
con la metfora, y para hacerme entender las contradicciones aparentes, que las miles de
veces que el pndulo se mova a travs de la historia, permita que no desaparecieran del
todo las ideas de cada lado, pero que, indudablemente, haba una tendencia dominante
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que mantena la hegemona. Lo ejemplific diciendo que esta hegemona era como si el
pndulo del que hablbamos, la conciencia humana, estuviera inscrito, a la vez, en uno
mucho mayor que intensificaba las tendencias del anterior, pues se mova con mayor
lentitud. Y que ese pndulo mayor era el que se situaba en una gran izquierda o derecha,
acentuando la propensin del pndulo humano.
Su interesante disertacin termin asegurando que la conciencia tambin es muy
selectiva, pues tiene capacidad para conocer solo una muy pequea parte de todo lo
percibido por los sentidos, el resto, dijo, pasa a nuestro inconciente, el cual elabora,
como la conciencia, algo parecido a los pensamientos, pero que expresamos como
ciertos sentimientos, intuiciones y lo ms importante, decisiones. Decidimos porque
nuestro inconciente nos ordena que creer, aunque luego creamos en la libertad. Me
indic que, por esta razn, era que me deca que mi concepcin de libertad era inexacta.
Despus de leerlo, por lo menos me encontr a gusto. La verdad era bastante
divertido intercambiar este tipo ideas en un ambiente impersonal. Yo lo tomaba como
diversin, pero es verdad que el rumbo y extrao comienzo de la conversacin, as como
la depurada expresin lingstica de quien se comunicaba conmigo, transmitan una
seriedad poco acostumbrada en estos medios. Debo aclarar, lectores, que lo que narro es
una aproximacin a lo dicho, porque, por alguna razn, no qued registrada ninguna
memoria de lo dialogado. Ya fuera por mi error o por alguna otra causa, no pude
retornar a lo escrito.
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Supondrn, ustedes, que me quera enterar de aquello para lo cual haba sido
contactado, pero en realidad, ya a mi edad, es bastante el escepticismo que acumulamos
en el alma. No poda decir que cierta parte de m no estuviera muy interesada por las
palabras que lea, pero a nosotros, los viejos, tardan en convencernos. Necesitamos
pruebas y demostraciones de la voluntad y el conocimiento que dicen tener aquellos que
abogan por el proselitismo, cualquiera que sea la razn o necesidad por el cual lo
invoquen.
Cuando mir la hora en el display horario de la pantalla, me asombr de lo tarde
que era. La hora sealaba la dos y treinta de la madrugada. Entend cmo los jvenes
podan pasar horas y horas frente al ordenador. Lo que pasaba era para mi inclasificable
y excitante, muy parecido a lo que deben sentir los jvenes cuando zarpan en busca de lo
desconocido en ese infinito virtual que es la red. Me distraje un poco con estos
pensamientos, pero la comunicacin no se trunc. Los mensajes seguan llegando, lo
cual mantena mi atencin, aunque ya comenzaban a adormecerse mis sentidos.
Quise, oblicuamente, cambiar el tema. Pregunt que cul era el nombre y la
ubicacin de quien se comunicaba; a lo cual la nica respuesta dada fue que no
importaba, que si lo deca nada cambiara, pues nunca ms volvera por ac. Le indagu
el por qu de esa afirmacin. Me respondi que ya nos conocamos, y que le haba sido
muy fcil encontrarme gracias al Internet, pero que, por ahora, no iba a decir su nombre.
Le pregunt, al fin, qu era eso tan importante que tena que decirme. El
cansancio que senta fue rebajando mi inters. Ya no experimentaba el nerviosismo de
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dos horas atrs. En cambio, mi compaero virtual pareca cada vez ms animado y
lcido. Imagin que, tal vez, me hablaba desde un huso horario distinto. Incluso le
pregunt con cierto humor irnico, si me escriba del pasado o del futuro por la
relacin con la diferencia horaria que parecamos mantener. Me respondi
parcamente, sin empata. Pareca que no exista en su persona espacio para la risa o el
humor; tampoco se molest. Lo tom muy en serio, pues me dijo que no, que del
presente.
Sigui escribiendo con el mismo tono y seriedad. Lo siguiente que enunci tena
que ver con el tema en cuestin, la profeca. Dijo que despus de haberme encontrado, y
visto las dudas que mantena, se haba decidido a contarme algo que podra ser
importante para mi futuro y el de mi familia. Me dijo: Ests listo, ya puedes resolver el
enigma. Tal vez no lo resuelvas nunca, pero ya puedes hacerlo. Todo lo que debes saber,
ya est en ti. Las palabras no significan nada. Te lo dice lo que te conoce, tu inconciente.
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HERENCIA
Pero por qu no me lo dijiste? No es una de esas cosas sobre las que se pueda
estar hablando como si nada. Debes tener en cuenta el peligro que puede significar
quedar sometido a ese tipo de cosas dijo el investigador a su cliente.
Lo s, lo s, pero es que no tuve tiempo de pensar. Fue lo primero que se me
ocurri, me pareci tan natural contest el cliente.
Bueno, ahora debemos pensar que hacer dijo el investigador. No
podemos enfrentarnos sin preparacin a las temibles fuerzas que deambulan en esta
historia.
Visiblemente alterados, los dos hombres se dirigieron al lugar en que todo
comenzara. Sus pasos estaban alentados por la urgencia y el miedo. La realidad haba
demostrado, con creces, ser ms espectacular que la ficcin.
Se trasladaron hacia un sector exclusivo de aquella ciudad colombiana. El sujeto
A, el cliente, sobre cuyo proceder se delineaban los hechos, no dejaba de pensar, por
algn motivo, que ese bien podra ser el ltimo da de su vida. Por su parte, el sujeto B,
el investigador, mostrndose muy comprometido con el caso de su joven cliente,
propugnaba por no perder ni un segundo, ya que el ms pequeo descuido, sin duda
acarreara nefastas consecuencias.
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Cuando llegaron al lugar se encontraron con una escena inverosmil. Bajo la
oscura cubierta de una carpa de lona, yaca el objeto por el cual se haba desencadenado
la ms agria disputa entre poderosos. Los bandos en contienda buscaban a como diera
lugar, hacerse a esa potestad. Tras analizar la situacin, concluyeron ser los primeros en
llegar. No lo podan creer. Luego de la estupefaccin inicial, el sujeto B concibi una
inicial estrategia por medio de la cual establecer un criterio apto para la accin.
No me vayas a hacer ninguna pregunta dijo el sujeto B trata de
comunicarte por medio de gestos. Si no es posible que te hagas entender, escrbelo en tu
telfono y luego me lo muestras continu.
El sujeto A asinti y se prepar a escuchar cul sera el plan a seguir.
El sujeto B se acerc a la cosa dispuesta ante sus ojos. Se admir mucho al
constatar que lo que observaba tena sobre su voluntad un efecto inexorable. Por un
momento se sinti pleno de energa, como si nada en el mundo abrigara la opcin de
hacerle desistir de su mpetu y deseos. Verificaba, as, que de all naciera el ahnco por el
que las fuerzas en disputa siguieran su rastro. Al separarse de aquello, su voluntad se
recuperaba, es decir, retornaba a la incertidumbre caracterstica que rodea todo aquello
que no conocemos o tememos.
Tras un minuto discurriendo, el sujeto B coment al odo del sujeto A:
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No debemos acercarnos a esa cosa, lo nico que obtendremos es olvidarnos de
lo que apremia en este momento; nuestra obligacin es impedir que se apropien de esto,
pero sin aproximarnos o transportarlo.
El sujeto A, pensando, seal con un gesto de su cabeza otra carpa similar a la
que contemplaban. Y escribi en su telfono:
podmos crear 1 cuelo
El sujeto B consider la idea. La medit un momento y luego asinti con cierta
duda. Lo principal era actuar sin dilaciones, y adelantarse a los bandos en pugna. Pero
de que manera podran suplantar el objeto?
El lugar en que estaban era una gran bodega de almacenamiento, donde se dejan
los artculos que la gente, sin el lugar para almacenarlos, remite a una empresa
especializada en esta labor. Fue diseada esta bodega, a la manera de un panal. Tena
muchos cuartos; estos se distribuan desde la periferia hasta el interior. Formaban
crculos equidistantes que reducan su radio en la medida en que se acercaban al centro.
Los cuartos de los crculos exteriores eran los ms grandes, y luego reducan su tamao
hasta llegar al gran espacio central. En esta circunferencia concntrica, que era la mitad,
estaban los objetos ms grandes: automviles, lanchas a motor, motocicletas, carros de
golf y algunas otras cosas de mediano tamao. Todas los objetos estaban cubiertos por
carpas poligonales de lona, de las que se desplegaba, en cada uno de sus lados una
cortina. Las cubiertas laterales tambin eran de lona, y revestan lo dispuesto al interior.
El lugar pareca un laberinto, lleno de surcos sealizados para facilitar las bsquedas.
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Los cuartos de las secciones circulares estaban asegurados con potentes candados
que sellaban, a su vez, puertas de metal muy fuertes. Los sujetos A y B observaban
aquella selva del consumo, esperando encontrar algo que les permitiera ser usado como
cebo en su plan.
El tiempo pasaba
Sus rostros eran clara referencia del miedo que haca presa en su ser. Estaban
plidos y tensos. El silencio que los envolva era indescriptible; como el experimentado
en una zanja a varios metros bajo tierra.
Y as, enterrado, haba sido hallado el objeto en cuestin. Era una cadena forjada
a mano, llegada a Amrica de mano de los conquistadores hace casi quinientos aos. La
cadena se uso para eslabonar, uno tras otro, a los millares de indgenas americanos que
se usaron en labores de extraccin mineral. Se cree que, en algn momento, esta ristra
inflexible encaden un grupo de brujos muy poderosos. Esos brujos no lograron librarse
del trabajo que los llev a la extenuacin. Pero antes de morir juntaron su poder y lo
legaron a su ultima posesin. Transmitieron su fuerza a travs del dolor comn, y
multiplicaron, superlativamente, la calidad mgica del objeto. Los brujos buscaban con
esto no morir. Queran hacer permanecer su poder y espritu en el vestigio que acapar
su agona
Las cadenas se enterraron en una alta montaa, buscando alejarlas lo ms posible
de la curiosidad humana. Se decidi as porque, luego de los brujos morir, los indgenas
sobre los que se us la cadena, posedos de inauditos furores y fuerza sobrehumana,
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expiraban. Los espaoles, que observaron la circunstancia, declararon maldito el objeto
y lo llevaron muy lejos del alcance humano, donde nunca fuera encontrado. El grupo de
indgenas y espaoles que se reclut para esta labor nunca retorn.
El sujeto A devena de una familia espaola colonizadora del caribe colombiano.
Entre los tesoros histricos que su familia conserv, generacin tras generacin, haba
un antiguo libro contable. En este libro se narraba lo correspondiente a las perdidas
generadas durante algn tiempo por el uso de aquella cadena; la mencin sobre las
perdidas humanas era descrita como menoscabo econmico, y se tasaba de acuerdo al
tiempo que, usualmente, tras la explotacin inmisericorde, poda durar la vida de
aquellos desdichados. Tambin se indicaba sin especial concisin, el lugar elegido para
enterrar el objeto, pues se daba a entender lo oneroso de su custodia.
Por fin, tras una vehemente bsqueda, el sujeto B hall una cadena en tamao
similar a la descrita. Aunque fuerte, era de reciente fabricacin, es decir, vaciada bajo
horma, y su estado no era el de un vetusto elemento de casi quinientos aos que estuvo
sepultado la mayor parte del tiempo. Mientras el sujeto B estaba buscando, el sujeto A
no pudo contener la irrefrenable curiosidad por acercarse al objeto; cuando lo hizo,
infinidad de imgenes pasaron por su mente. Experiment, por un instante, el dolor de
todos esos pobres indgenas muertos bajo la gida conquistadora, y videnci adems los
sendos castigos que su antepasado asestaba a los indgenas moribundos; esto con el fin
de apoderarse, por medio del dolor y el terror, de sus ltimas fuerzas . No sinti, como el
sujeto B, que su fuerza y voluntad aumentara temerariamente, sino todo lo contrario: la
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debilidad y el espanto que aquellos indios padecieron. Se pregunt el porqu de la
diferencia, y lo atribuy al hecho de ser descendiente del tirano. No poda, sin embargo,
creer que tanto tiempo despus los errores de su ancestro pudieran reflejarse en l. Pero
algo en la emocin presente en su vivencia, as se lo deca . Determin que lo que le
aconteci era una revelacin, una epifana sobre acontecimientos que ligaban su
existencia a un misterio de oscura resolucin.
Cuando volvi en s, su acompaante lo miraba con sorpresa; pero su gesto
nervioso le conminaba a ponerse atento a lo que estaban definiendo.
El sujeto A tuvo una idea inmediata: poner las cadenas nuevas bajo la presin de
las bases de un cargador aparcado en el lugar; luego, contra el piso de concreto, ejercer
presin, para intentar as envejecerlas. El sujeto B no perdi tiempo y se dispuso a
realizarlo. Observaron que el efecto era aceptable. Despus golpearon la cadena con las
vigas metlicas que fungan como basa a las cortinas de lona, y obtuvieron en el proceso
una similitud afn con la cadena original. No era perfecto, pero suponan que el objeto no
haba sido visto por los interesados en encontrarlo.
Los dos hombres actuaban con absoluta coordinacin, no necesitaban
comunicarse. Circundaron la cadena real con carros de golf, con los trailers que
soportaban a las lanchas a motor y con un cmulo de objetos de mediano tamao.
Luego, imitando a la ocultada, equiparon una carpa y pusieron el seuelo.
Quedaron completamente exhaustos y sucios de la cabeza a los pies.
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De repente, disparos Descargas de pistolas automticas Pareca un comando
de asalto el que oan rpidamente acercarse. Los disparos eran una estrategia para alejar
a cualquiera que deambulara por el lugar.
El terror se apoder de sus mentes. No quedaba sino hallar un refugio en el cual
pasar desapercibidos. Corrieron raudos hasta el extremo norte de la bodega, a unos
trecientos o cuatrocientos metros del seuelo. El lugar era muy grande, alto y tan
silencioso, que no haba dificultad para seguir el curso de los hechos.
Sbitamente, un con convoy de pesadas y poderosas camionetas blindadas arrib
al lugar. Sobre una de las camionetas, a travs de un tragaluz, un individuo daba las
ordenes a los hombres armados que bajaban de los vehculos. Su voz era spera y
contundente. Sus gritos eran como mandatos para perros adiestrados. Deca:
Vamos! no hay tiempo que perder; me requisan este lugar como si de buscar a
su madrecita se tratara Si ven a alguien me lo matan de una! No podemos dejar
testigos dijo, autoritario.
El sujeto A y B estaban aterrorizados. Ya vean llegar a alguno de los ms de
cincuenta hombres al lugar en que permanecan ocultos.
Por medio de un megfono, el jefe del comando dictaminaba:
Cualquier cosa extraa que vean me la comunican que yo voy hasta all No
se les vaya a ocurrir tocarme nada, al que me toque algo lo mato!
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Aquellos sujetos se desplazaban como sabuesos tras una presa, olisqueando un
rastro, irracionales y ansiosos. Iban equipados con armas muy sofisticadas y con
sistemas de localizacin por satlite que demarcaban su posicin en los monitores de la
camioneta principal. El jefe volvi a hablar:
Muchachos, se nos acaba el tiempo muvanse!
Uno de los hombres apret el botn de su localizador. Un escolta baj un segway
de una camioneta; con este se transportara el jefe al lugar del hallazgo. Despus de unos
pocos segundos, el jefe estaba examinando el seuelo.
Y por esta mierda es que es la pelea a muerte? dijo. No encontraron
nada ms? pregunt a sus secuaces.
No mi comandante respondi el de ms rango; el resto son mquinas,
carros y motos.
Sganme buscando replic el jefe.
En seguida de esta ltima orden, el jefe realiz una llamada:
Al, Seor, encontramos una cadena como vieja, y hasta ahora nada ms.
Tras las instrucciones, respondi:
No seor, hasta ahora nada, pero de verlos llegar no escatimaremos esfuerzos
por defender el botn.
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Y finaliz:
Bueno seor, inmediatamente
Los sabuesos estaban muy prximos al sujeto A y B, sus corazones iban a
estallar. Con poder absoluto, el jefe dijo:
Todos, retornen ya!
Y todos, como maquinas, volvieron a sus camionetas.
Gurdeme esa puta cadena en esta caja, nos vamos ya dijo el jefe.
De inmediato y con una velocidad endiablada, las camionetas dejaron el lugar.
Una nube inmensa de polvo y ruido las escolt. Los dos hombres escondidos se
relajaron; el sujeto A, llor. Estuvo muy cerca de morir. Tras un minuto reponindose, el
sujeto B ya esperaba verse envuelto en otra redada, y sin seuelo correran mayor
peligro. Tenan que hacer algo, pero qu!
Decidieron salir del lugar. Ya afuera, el sujeto B, mientras miraba en todas las
direcciones, pregunt:
Cuando le hablaste del libro a tu to, qu ms le dijiste?
Pues le dije donde estaba le dije que el libro me lo haba obsequiado mi
abuela y que estaba en la casa del centro, bajo clave de seguridad.
Y cuando le sealaste que el libro tena el nombre de los brujos, qu dijo l?
pregunt el detective.
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Sonri con indulgencia y me dijo que estuviera tranquilo, que todo lo que
llegara a pasar era para bien dijo el sujeto A.
Y le diste la clave? pregunt sujeto B.
No, no soy tan idiota respondi. El libro es mo, yo le promet a mi
abuela que lo cuidara y que se lo legara a mis hijos cuando tuviera a bien hacerlo
finaliz.
Carajo! dijo con rabia el sujeto B. Debes recordar lo que te dije: para
poder controlar el poder de la cadena deben hacerse los sacrificios pertinentes al alma de
esos malditos brujos. Sin los nombres de los brujos, la cadena es solo una fuerza
aniquiladora de lo humano y continu. Pero, aun con todo lo que me dices, es muy
extrao que los que llegaron, no trajeran el libro, eso quiere decir que no estn
enterados de nada. Y adems parecen no tener ni idea de las consecuencias. Deben saber
qu buscan, pero no por qu lo buscan
Tu to debe estar con el otro grupo, y, seguramente, esperaban que los que
llegaron, al hallar la cadena, sufrieran las consecuencias. Ya te dije que esa maldita
cadena tiene cientos si no miles de muertes detrs. Desde que los rumores sobre su
existencia estn corriendo por ah, todos estn tras su pista. La ruta a su ubicacin est
sealada por los que murieron creyendo estar al mando de su poder dijo el sujeto B, y
finaliz declarando debemos hacernos a ese libro, de otra manera, no habr cmo.
Vmonos! dijo.
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Tienes razn, vmonos dijo el sujeto A.
Se dirigieron al lugar donde el auto estaba escondido y emprendieron el regreso.
Durante el trayecto, el sujeto A coment que lo que sinti al acercarse a aquella cosa fue
tormentoso y pavoroso. El sujeto B dijo que, tal vez, el sujeto A era muy joven y que no
consegua asimilar el poder de la cadena. A lo que el sujeto A no respondi.
Encendieron el radio del auto, queran confirmar que ningn hecho con
repercusin periodstica se estuviera notificando por los medios; pasaban, una tras otra,
las emisoras ms importantes del pas, pero todo auguraba normalidad. Continuaron su
camino afanosamente, mas sin despertar sospechas; el trayecto les tom cerca media
hora. Cuando se internaron en el embotellado trnsito citadino, el sujeto B se vea
nervioso. No quera perder tiempo; tenan que ser mas rpidos que el to del sujeto A,
pues si este hallaba la manera de obtener el libro, todo estara perdido. Los agentes del
bando que obtuviera la informacin no cejaran en su intento por hacerse a la cadena.
Se debe recordar que los indicios sobre la ubicacin de la cadena provenan del
rumor acerca de la muerte que, tras dejarla en la bodega, un conductor sufri. El
detective y su cliente consideraron los posibles escenarios y la estrategia a seguir. De
una parte, al hablar con su to, el sujeto A no dedujo la razn de su inters: no observ
asomo alguno de colaboracin o algn sedimento emocional que delatara su posible
cometido.
Al fin llegaron al lugar. Cuando buscaban ubicar eficazmente el automvil,
previniendo una huida vertiginosa, observaron que, asediando el prtico del inmueble
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haba un grupo de hombres vestidos de civil. El sujeto B le dijo al sujeto A, que al entrar
en la casa no denotara ningn inters particular, que se orientara a la caja fuerte y
extrajera el libro, pero que no intentara sacarlo por la puerta principal. Le indic que lo
escondiera en algn lugar de la casona donde encontrarlo provocara gran dificultad. El
sujeto A consider, para s, cules podran ser aquellos lugares de difcil acceso o de
remoto inters para la bsqueda. Tratando de pensar en su misin, intent evadir la
angustia que anidaba en su alma.
Los hombres que custodiaban la casa lo observaron con sigilo, pero sin despertar
animadversin. El joven gir lentamente la llave y busc silenciar el traqueteo del viejo
picaporte. Entr impostando espontaneidad; en aquella casa sola pasar mucho de su
tiempo, era un bella estancia en que la luz jugaba tornasolada sobre maderas aejas y
retratos antiguos. Tan pronto entr, un extrao silencio lo asombr. La vivienda estaba,
momentneamente, deshabitada. Ni siquiera la persona que bregaba por su cuidado
estaba presente. Al sujeto A se le hizo un poco raro, pero persisti en su falsa calma.
Una inspeccin pormenorizada instaur, patente, su soledad. Se traslad al estudio
principal; all, empotrada, la inamovible caja reposaba. La abri sigilosamente y sac el
libro. Agobiado por la responsabilidad, lo observ; sinti que sobre sus hombros recay
una labor superior a sus fuerzas. Concluy con desgano, que de no ser por el fatigoso
arrobamiento experimentado en la bodega, no creera una sola palabra al respecto.
Ahora buscaba encubrir el libro ingeniosamente. Hall ms rpido de lo esperado
la respuesta. El lugar escogido fue un bal antiguo con doble fondo. Tal vez no era, en
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esencia, un buen lugar, pero la estratagema consisti en que se percat, con mucha
congoja, de extraer las pginas que signaba los nombres de los hechiceros. Su ansiedad y
el estrs le haban hecho creer que de ser mal usado ese poder, el privilegio de llegar con
antelacin habra sido en vano, y que la culpa lo vendra a acosar. Escondi las pginas
y se prometi no revelarlo sin un antecedente acucioso.
Ya en el auto, el sujeto B le pregunt por el escondrijo. El joven respondi
exagerando lo poco audaz de su decisin. El sujeto B pareci tranquilo. Dijo que
deberan hallar otra ruta de ingreso a la casona. El sujeto A lo soseg con el siguiente
argumento: confes que en sus pilatunas infantiles se saltaba las bardas del solar
posterior que comunicaba con la va pblica, y que, aunque la puerta colindante siempre
estaba asegurada, tuvo la suerte de pensar en ello antes de salir y haba trado la llave
consigo. El sujeto B felicit al muchacho y elogi su recursivo accionar, le dijo que lo
estaba haciendo muy bien.
Aunque el sujeto A confiaba plenamente en el sujeto B, contuvo y retuvo para s,
la parte de lo tomado en garanta. Record que quien le recomend buscar, si as lo
infera, al sujeto B, fue su fallecida abuela, esto en caso de precisar asistirse de un
efectivo investigador. Saba que su querida abuela no poda equivocarse. Ella haba
muerto haca dos aos, cuando el sujeto A contaba con diecisiete aos. La venerable
matrona dej un gran vaco, pues era quien ms influa en la familia; cualquier asunto
importante exiga su examen; y era manifiesta su predileccin para con el joven sujeto
A: lo quera mucho.
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Todo este asunto del libro no era para el sujeto A, conocido. Se vino a enterar
por el sujeto B. Cuando la inquietud impele al joven a solicitar sus servicios, el sujeto B
le brinda una versin pormenorizada del porqu de los noveles y desacostumbrados
sucesos, en los que se encontraban llamadas de molesta recurrencia y personas, cuyo
burdo y descuidado acecho, llamaba al estupor.
El sujeto B se haba desempeado como empleado de confianza de la familia; la
abuela lo conoca muy bien; saba qu tipo de trabajos encomendarle, y segn se
comentaba, realizaba una muy buena labor. Fue ella quien le cont la vieja historia al
detective, pues saba que, ante su segura futura ausencia e imprevistas noticias sobre el
tema, los conocedores de la leyenda iban a intentar corroborar su veracidad. Hasta hace
muy poco no haba prueba alguna sobre la existencia de la cadena. Pero ahora, a raz de
las historias que vinculaban una seguidilla de muertes con el hallazgo de una guaca en
las montaas de Santander, Colombia, se haba reavivado el inters por la leyenda de los
brujos encadenados.
Repentinamente, el to del sujeto A lo llam por telfono. El sujeto B le anim a
contestar, pero le pidi ser muy parco con sus comentarios. Y le incit a recolectar
informacin. El sujeto A contest
Que hay to, cmo ests.
Bien mijo, y t?
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Pues bien to, nada raro. Lo nico es que sigo viendo gente extraa fuera de la
casa. T crees que tenga que ver con el libro?, qu puede tener ese vejestorio para
llamar tanto la atencin?
Nada mijo, eso son bobadas de magia y esas cosas. Lo que pasa es que por all
en Santander encontraron un entierro, y todo el mundo anda diciendo que est maldito.
Pero to Por qu me preguntabas hoy por el lugar donde estaba el libro?
porque no sobra tener cierto cuidado, y es mejor saber esas cosas para estar
pendientes, por s aparecen nuevas noticias saber qu hacer. T no te preocupes que
nadie sabe que conoces la clave de la caja. Solo lo sabemos tu y yo.
Ya, to, entiendo. Pero t dnde ests?
Por ac haciendo unas vueltas, no creo que me demore mucho; por la noche
nos vemos en la casa T ests en la casa?
S to, ac te espero.
Bueno, hasta luego mijo.
Listo, to, chao.
Efectuado el mutuo sondeo, el sujeto B indag por novedades; el sujeto A
respondi que no, que nada importante. La cabeza del sujeto A bulla con dudas: sera
posible que su to buscara despojarlo del volumen, en beneficio de alguno de los
interesados? Se qued callado y cavilante mientras el sujeto B conduca a la bsqueda de
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una escalera porttil. Cuando arribaron al lugar, el sujeto B descendi del auto y seal
su pronto regreso. El sujeto A, ya en soledad, calcul las posibilidades ms visibles.
Reservndose el comodn para s.
Por un lado, si su to quera hacerse con el libro, tendra que preguntar por la
clave o violentar la caja. De hacer esto ltimo y no hallarlo, se vera presionado y
obligado a esbozar alguna estrategia de matiz irreverente.
Si llegasen a sacar el libro, qu querr hacer despus el sujeto B? No haba
dicho hasta ahora, nada al respecto.
Cuando el ejercito privado asumiera la falsificacin, cosa que ya debera haber
pasado, Qu orden recibiran?, realmente no conocan la historia?
Y por otro lado, los del otro supuesto grupo en pugna, dnde estaban?, son los
hombres que vigilan?
Fue lo poco que alcanz a considerar. Ya el sujeto B haba llegado y montado la
escalera en el auto.
Qu pasa, ests asustado? Pregunt el sujeto B.
Claro que estoy asustado!, qu vamos a hacer? pregunt.
Mira contest el sujeto B cuando lleguemos a la casa, vamos a intentar
sacar el libro. Si todo sale bien y nos hacemos con l, lo vamos a llevar directamente a
las llamas.
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Qu?, yo no quiero eso! replic el sujeto A
Es lo mejor dijo el sujeto B considera el mal uso que pueda drsele a toda
esta mierda.
S; yo lo s!; pero ese libro me lo dio mi abuela, y as lo hagamos
desaparecer, la cadena va a seguir matando gente respondi el joven.
Y tu crees que yo no he pensado en eso? respondi el detective An as
debemos destruir el libro y tratar, despus, de enterrar esa maldita cadena en el mar,
donde nunca ms pueda sacrificar a nadieY sin el libro, menos tentacin. No crees?
pregunt.
Pues, creo que s contest el joven.
Durante el resto del trayecto se mantuvieron en silencio; pensativos.
Se acercaron a la casa por su flanco posterior. Milagrosamente, no haba sujetos
merodeando por ah. Desplegaron la escalera. El joven entr en la casa y se dispuso a su
tarea. El ama de llaves ya estaba all, y tuvo un susto horrible cuando vio al joven entrar
furtivamente.
Tranquila Evangelina dijo el sujeto A no te asustes, no pasa nada; solo
voy por algo y vuelvo a salir. Lo hago por el patio porque los sujetos que rondan siguen
all; tengo que llevar un documento importante al Banco y no quiero que me sigan
finaliz.
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Evangelina no dijo nada. Estaba muy asustada. De otra parte, hecho al libro, el
joven sali sigilosamente. El sujeto B lo esperaba con cara de satisfaccin. Recibi al
joven con palmadas de premio en la espalda.
Muy bien dijo el investigador Ahora, a deshacernos de esta cosa
El sujeto B dijo que iran a un lugar en la costa, en el que haran la pira
incendiaria. Con un semblante de insatisfaccin, el sujeto A resign su deseo y asinti
con pesar. Deberan pasar un largo rato al volante. La tensin se redujo. En el camino,
ninguno dijo nada, ni el libro llam su atencin. Pero en la mente del joven se agitaba un
predicamento: deba decirle al sujeto B que el libro estaba incompleto? o Deba
mantener silencio y proceder a la quema, sin presagiar sospechas? Determin que por
ahora, no dira nada. Al recalar en la costa decidira que hacer.
Por las rutas de este hermoso pas, se cuecen los ms increbles acontecimientos.
Los nacidos de esta tierra se enfrentan en sempiternas luchas, buscando, no se sabe qu.
Es la pugna entre los buenos y los buenos, o los malos y los malos; nadie sabe Cada
quien asume, como propia, la verdad. Maldiciones eternas inflaman la conflagracin.
Como en una cadena maldita, el dolor alimenta el dolor inmerso en un fuego indmito
que fascina. No hallamos el conjuro porque, cerca del fin, reanudamos las batallas: no
sabemos cmo ms vivir.
En la esquina maravillosa de este ingente trozo americano, adoramos dioses con
esperanza y sacrificio. Sin entender que la impetuosa invocacin requiere de una unin
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imposible. Podremos algn da vivir en paz?, estaremos siempre al final de lo que no
puede acabar?...
Cuando nuestros hombres llegaron a la costa, continuaron con el plan. Buscaron
material para incinerar y fsforos. El sujeto A rumiaba su duda con mayor apremio:
Debera decirlo todo y continuar con lo establecido? o, por el contrario,
apelar a la resolucin del misterio a travs del ritual exigido? Tendr la fuerza para
semejante cometido?.
El da que pas no le proporcionaba vigor. Saba con toda seguridad que los
hombres no lograran deponer su belicosidad y su ansia de poder. La posibilidad de
aniquilar al enemigo los cebaba de manera irrefrenable. En nuestro joven, un
sentimiento de hasto y ahogo lo convenci. Decidi quemar en su integridad la bitcora
maldita. Y dijo:
Oye!, tengo alg
Hola sobrino, cmo ests dijo su to, que apareci de repente espero no
te molestes por verme aqu. Tienes que entender que lo que traes entre manos es
demasiado grande para ti. Deja que quienes saben, se ocupen de la responsabilidad. No
tienes la capacidad para entender lo que est en juego. Debes darme el libro y esperar,
como ya te dije, que lo que llegue a pasar ser para bien.
El joven estaba estupefacto. Observ, sorprendido, la parsimonia con que el
sujeto B, mirando al horizonte, se alejaba; se vea libre de dudas y entregado a las
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riendas que lo controlaban: el poder que le usurpa al destino la decisin sobre quien vive
y quien muere. Pens el joven que no haba, para ese pequeo espritu, ningn chance de
elegir. Aquel hombre, tranquilo y obediente, esperaba discreto su compensacin.
El sujeto A aferraba firmemente el libro en sus brazos. Luego de considerar la
traicin pens en su abue, en su abuela querida. Aquella mujer que le prometi que
siempre, en todo momento, sabra que hacer; que le aup a escuchar su corazn. Ese
corazn que, pese a hallarse estrujado y cerca a la conmocin, irrigaba con potencia su
razn: Deba consentir deponer la responsabilidad ante la calamidad que estos hombres
llamaban el bien?
El joven se saba, sin embargo, subestimado. Nadie pareca intuir la suspicacia
que le alent a mutilar el volumen. La llave maestra reposaba, bien escondida, en su
pantaln.
El to del sujeto A aduca razones de la ms diversa ndole. No dejaba de
implorar al joven el apelar a la sensatez. Defina el asunto como una gran oportunidad de
lograr, al fin, recomponer el camino y vivir en paz.
Buenas tardes, seores dijo, apareciendo cual presencia inmaterial, el
mercenario de marras.
Espero no inquietarlos con mi presencia continu. Debo decirles, seores,
que es mejor que permanezcan tranquilos. Estn totalmente rodeados y no hay manera
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de escapar deca bajo el temible influjo suscitado por la pistola que enfilaba con
pericia.
La suerte ha decidido. Ese libro ser nuestro a partir ahora dijo tengan la
bondad de entregrmelo, y as no habr problemas para nadie.
El sujeto A y su to miraban con desagrado la tez oscura y malencarada del
mercenario. Saban que alguien de sus caractersticas era capaz de todo. El sujeto A
record lo imperativo de su lenguaje en la bodega, y comprendi que, con seguridad, no
viviran para contarlo. El modus operandi del jefe y su equipo era esmerado. No podan
permitirse escndalos en un lugar tan cercano a los condominios costeros. El jefe mir al
sujeto B que estaba sosegado pero con mirada atenta y le agradeci por su
colaboracin. El to del sujeto A profiri una andanada de insultos contra el sujeto B. El
jefe reaccion instintivo y apunt su arma sobre el pasmado sujeto. De inmediato, el to
amaino su impulso y se dispuso en silencio.
No me vengan con apendejadas, seores dijo el jefe este es el pas del
ardid. Nada de lo que aqu pasa est libre de tretas. Ac mandamos nosotros; que no se
les olvide! dictamin.
El jefe despoj al joven del libro. Y dijo al sujeto B:
Me hace el favor y me elimina a estos dos! Use el silenciador, no quiero
polica rondando por aqu.
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El sujeto B, sin ninguna dilacin, dispar a quemarropa sobre el to del joven. El
hombre cay sin vida sobre la dorada arena que horadaban. El jefe, sonriendo, le dijo:
Termine y nos vamos; lo espero all arriba. No se demore!
El jefe dio media vuelta y, despernancado, se iba. El sujeto B levant su arma y
dispar contra el impasible matn. El jefe cay, inercial y pesado, sobre la arena. El
detective, indiferente, mir al sujeto A y le dijo:
Desaparezca, las llaves estn en el auto.
El ejercito de maleantes se percat del desastre. Compulsivamente comenzaron a
descargar su artillera. El investigador respondi a los disparos mientras hacerlo le fue
posible. Tras uno o dos minutos de lucha, fue alcanzado por disparos tan salvajes como
los rabiosos sabuesos. All, el sujeto B, expir, rpidamente y sin protestar.
Los sicarios, sin dueo, estaban desorientados. Su voluntad estaba,
ntegramente, cooptada. Tomaron maquinalmente el libro y lo llevaron consigo.
El sujeto A, provisto de aquella ligera ventaja, emprendi la huida. No saba a
donde ir. Del otro lado, uno de los asesinos daba parte de lo sucedido. La orden que
recibieron amain su angustia: remitirse inmediatamente con el libro al cuartel general.
El joven actuaba como enajenado; condujo hacia un sitio muy concurrido. Ocult
el automvil en un car parking cubierto. Ya adentro y un poco ms tranquilo, llor. Su
razn trataba, sin lograrlo, de entender la trama. No saba a quien acudir. No confiaba en
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nadie. Con la tensin, la nusea se impuso; el peso de veinte generaciones lo dobleg.
Estaba fuera de s.
Logr reestablecerse un poco. Pleno de ideas dispersas, intent hilvanar
razonamientos sobre cmo proceder. Su soledad era indescriptible, estaba preso en las
cadenas de su historia. Decret que la nica salida era acudir, cuanto antes, a la bodega.
Solo haba una fuerza con la capacidad para protegerlo: la fuerza de los brujos. Al
contrario que sus vidos rivales, esto le aterraba. No quera invocar poderes que no
pudiera manejar; pero no haba otra opcin. Saba que, tras advertir el engao, iran
imperiosamente en su bsqueda.
Se lanz al abismo. Condujo nerviosamente durante cerca de treinta minutos.
Cuando divis aquel lugar, su cuerpo reaccion violentamente. No poda dejar de
temblar; tuvo que hacer un esfuerzo extraordinario para mantenerse en sus cabales. Dej
el auto en el lugar que el sujeto B haba escogido con anterioridad. Recorri la distancia
que lo separaba de la bodega, totalmente deshecho, casi no controlaba su cuerpo, sus
pasos eran irregulares pero veloces.
Mover aquellas mquinas era sumamente difcil, pero no sucumbi al esfuerzo.
Luego del denuedo descomunal, qued casi exnime. Observ durante un momento la
carpa, encubierta hasta ahora, y camin hacia all. Levant la lona lateral que tan
sabiamente le alejaba de aquel universo maldito. Sac las hojas maltrechas de su
pantaln. Las mir lleno de ansiedad. Tuvo que ponerlas sobre el piso, pues el temblor
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en sus manos no le permita leer. Despus de ubicar los nombres de aquellos brujos,
accedi al interior.
Inmediatamente lo acosaron las desagradables sensaciones que soport tras el
primer acercamiento. Fue objeto de visiones similares: vio como su familiar propinaba
inmorales palizas a sus trabajadores; profera insultos sobre ellos como si de bestias se
tratara. El sujeto A, sin darse cuenta, se hizo parte de la escena: sobre la ladera de una
montaa, un profundo y negro socavn se tragaba, uno a uno, a los indios encadenados.
El joven, aun sobresaliendo en la multitud, se senta ajeno. Aunque deslumbrado y
asustado, supo, sin duda, cules eran los poderosos brujos a los que todo su poder no les
alcanz para escapar a su suerte. Sobre sus cuellos se envolva, cual serpiente, la cadena
que tanta muerte y dolor gener. Eran nueve en total.
El sujeto A se mantuvo observando la escena. Mantener los ojos abiertos le
costaba mucho, pero, lentamente, hall claridad en su percepcin. Por alguna razn, el
brujo que comandaba la infame procesin retena toda su atencin. Su imponente
presencia, sus bellos rasgos indgenas y el hecho de que era el nico que pareca ver al
joven, sumergi a este del todo en el aqul drama. Sinti que el brujo le hablaba. Algo
en aquel indio le imbua confianza y respeto. Le sorprendan esos sentimientos despus
de todo lo ocurrido. Tambin senta que si bien su conciencia era del todo clara, no
emerga el desconcierto y la fascinacin. Todo lo contrario, el suceso le pareca normal,
como si l perteneciera, igualmente, al pasado y al futuro. El brujo se concentr en los
ojos del sujeto A, que escuch le deca:
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Has llegado al final de la ruta. De ti depende resarcir el dao que tu progenie
le ha causado a nuestro pueblo. Nada de lo que el hombre realiza para con sus
semejantes o la naturaleza desaparece del registro de la humana voluntad. Es su gran
poder y su gran perdicin dijo.
El joven quiso hablar, pero no pudo articular palabra. Sin embargo, lo que
buscaba comunicar lleg a la conciencia de su interlocutor. El brujo le respondi:
No importa cul sea tu deseo. Debes reconocer que eres hijo de tu padre, y l
hijo de tu abuelo. No podemos librarnos de los asuntos irresueltos de nuestro linaje
dijo con recia autoridad debes aceptar la misin que t mismo escogiste y proceder sin
pensar sentenci.
Pero cmo saberlo?; me persiguen y no cesarn hasta someterme. Me
matarn y tomarn la clave dijo, asustado, el joven.
En tus manos est el que esta infamia no contine; de lo contrario, la
esclavitud se posar en nuestros hijos, seguir el expolio y el agravio a nuestro saber
explic, para que aqu llegaras tuvo que hacerse un gran sacrificio. Tus padres
entregaron la vida el da que no sometieron su voluntad al mal. Gracias a ellos y a
muchos otros lograste reunir la energa personal con la que puedes, si as lo quieres,
equilibrar el espritu del mundo concluy.
El joven entenda lo que el brujo desvelaba, pero no saba qu tena que hacer.
Entregado a su disquisicin perdi contacto con el indio, que se encamin al socavn. El
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sujeto A mir a su alrededor; vea indgenas por doquier, todos encadenados y en
consuncin. El nico saludable y feliz era su antepasado. Pareca obtener satisfaccin de
torturar impunemente a esos hombres.
El insensible hombre observ, sonriendo, al sujeto A, y le dijo:
-Ven ac, hijo; trele a tu padre un sorbo de agua.
El joven comprendi. Llen un cuenco con agua fresca de un nacimiento
cercano. El hombre solt el ltigo y sus pistolas. Cuando levant su rolliza y fatigada
cabeza, el sujeto A, dispar. Seguidamente llor y llor; maldeca su vida una y otra vez.
No entenda como Dios lo obligaba a esto; se desmay.
Al despertar, se encontr en la bodega. Estaba rodeado por oficiales de polica.
Se vea demacrado en demasa, y en su mano reposaba, ilegible, un arrugado papel .
En una ambulancia camino al hospital y estimulado por voces que le alentaban a
tener confianza en su mejora, el sujeto A evoc lo que recordaba como un sueo.
Recapitulaba su encuentro con aquel indio fuerte y amable, y, sbitamente, lo
entendi Era el sujeto B.
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CASUALIDAD
Entre todas las profesiones del universo acadmico occidental, cuando era joven,
me decid por la botnica, la ciencia de los vegetales. Sin duda tuvo impacto sobre m la
esmerada actividad de mi madre como floricultora aficionada. Desde que recuerdo, mi
madre ha dicho que un bonito jardn es la mejor manera de estar cerca de Dios y sus
creaciones; tambin deca, con un inolvidable brillo en sus ojos, que su padre, mi abuelo,
hablaba sobre que los antiguos pobladores de Amrica tenan en alta estima los extensos
jardines en que sus mujeres solan trabajar. Los indgenas precolombinos crean en el
poder cohesionador que estos tenan sobre la sociedad, le atribuan la capacidad de
unificar y fortificar los intereses comunes.
Siempre estuve relacionado con muy diversas especies de plantas florales, sus
caractersticas y simbologas. Mi madre cultivaba violetas y azulinas para que la tierra
mantuviera el tono y la riqueza; algunos tipos de hortensias eran muy apreciados por ella
para flanquear y engalanar los caminitos desde los que todos podamos admirar las flores
y botones dispuestos al interior. Estaban tambin los infaltables cayenos, con los cuales
simulaba bellas fuentes de las que emanaban, como brotando de sus arqueados tallos,
muchas flores en toda direccin. Las dedaleras desprendan, desde su nico tallo,
innumerables campanitas que caan armnicamente a lo largo de su altura, y que
parecan sonar cuando el viento las agitaba. Los ojos de poeta cuidaban a todas las
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dems, se vean erguidas y atentas a versificar la belleza que, en conjunto, sus hermanas
brindaban al mundo. Haba muchas otras que en el momento no recuerdo; todas
alegraban nuestros das cuando presurosos, salamos hacia la escuela del pueblo.
En los estudios universitarios mi nfasis fue la geobotnica. Es el estudio de la
distribucin geogrfica de las plantas; el anlisis de la vida vegetal visto desde las
condiciones y leyes a que corresponde su desarrollo en una regin particular. Siempre
fui conciente de que nuestro pas es un gran y muy dotado laboratorio que puede, de
acuerdo a las relaciones prodigas y nicas entre del ambiente y su vegetacin, ofrecer
nuevos conocimientos. Adems existe un conocimiento popular, y en algunos casos
milenario, sobre el uso prctico, medicinal, ornamental, etc., de muchas especies poco
estudiadas por la academia. Por esto, mi inters siempre estuvo dirigido a encontrar los
vnculos profundos entre la vegetacin y el espacio que le sirve de hbitat, y desde all,
observar, abrevando en la antropologa y la ecologa, la relacin singular con las
comunidades humanas y la fauna cercanas. Mis profesores decan que eso se alejaba de
mi campo especfico, pero yo siempre cre recordando a mi madre y sus flores, que
haba mucho por descubrir en estas interacciones.
Ya pasada la mitad de mi carrera, conoc a un joven indgena perteneciente a la
comunidad Sikuani, ubicada en los Llanos Orientales de Colombia. Estudiaba botnica,
pero sus intereses divergan de los que, por lo general, vislumbramos los que hemos sido
educados por estructuras sociales occidentales. Era un joven de gran sensibilidad y de
muy buen corazn. Tena la capacidad para tomar del conocimiento occidental aquello
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que le permitiera entender, con mayor claridad, el sistema y la configuracin racional de
los mtodos de la ciencia, pero solo como un proceso paralelo y accesorio con el que
enriquecer su anhelo fundamental: aplicar sus conocimientos en beneficio de su
comunidad. Primaba para l, toda la tradicin oral, cultural y social de su pueblo. Para
m era muy difcil entender la forma como mi joven amigo amalgamaba su futuro con el
de su gente; nuestro sentimiento patritico o nacional esta muy lejos del fervor y la
devocin con que l atenda las necesidades de su comunidad.
Con mi amigo Sikuani hablbamos de muchas cosas. Me cont cmo su pueblo
conceba el mundo, sus mitos, leyendas y su cosmogona; esta ltima una gnesis muy
interesante sobre el origen del universo y la vida. Cierta ocasin, discutiendo las
diferencias de pensamiento, de las que los dos ramos parte, me dijo que el problema del
hombre blanco era subestimar el conocimiento ancestral de los pueblos indgenas, al que
atenda, prejuzgndolo, como fantasas sin fundamento ni valor. Apreciaba, sin embargo,
los esfuerzos del hombre occidental cuando haca suyas las causas de los pueblos nativos
de Amrica. Pero saba que no era suficiente, y que los desafueros de los blancos
poderosos continuaban haciendo mucho dao.
Me cont una de las historias de su pueblo, en la que una misionera discute con
un lder de su comunidad. La mujer le dice al lder que sus historias son como vagas,
como para pasar el tiempo, no ms. Que son inventos, y que eso estaba mal. Deca, muy
preocupada, que los hombres no se podan convertir en animales, como lo narraban las
historias Sikuanis. Eran cuentos muy exagerados y eso no le gustaba, declaraba la mujer.
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El lder le contest, acordando que ella, muy bien poda tener razn, pero, a la vez,
con mucha malicia entraba a explicar su punto de vista. Le dijo que ella hablaba de
acuerdo a su modo de pensar, pero que, de la misma forma, l tena el suyo, el cual
estaba basado en las historias que desde nio le contaban sus mayores, y que, por ser
suyas, las queran y las defendan, igual a como la mujer defenda las suyas. Ella
respondi que s, pero por obra de Dios; y el lder le contesta que s, pero que para ellos,
en su lengua, Dios se deca Kuwai. A lo que la mujer replic, preguntando, cmo era ese
Dios. El lder dijo que Kuwai haba hecho todas las cosas. Que en un comienzo todo
estaba oscuro y que Kuwai apareci de la nada junto con la luz; l era varn y decidi
crear la mujer; la hizo de un rbol de laurel amarillo. La misionera contest que eso
estaba bien, pero que otras historias no. El lder dijo que eso era para ella, pero que para
l eran verdaderas. Y le pregunt a la mujer que, para ella, de donde venan las peleas,
las envidias, las muertes violentas, los chismes, etc. La mujer dijo que no poda contestar
eso ahora; y el lder le respondi que, s vea!, que en cambio, en su historia, Rey
Buitre rob la mujer a Kuwai y por eso se tenan odio, y ah nacieron las peleas, pues
Rey Buitre dijo a Kuwai que sus descendientes, los hombres, se mataran unos a otros. A
esto el lder aadi, con astucia y presteza dialctica, que esos eran los que el libro de la
mujer llamaba Dios y Luzbel.
Luego el lder dijo, que historias como las de Moiss, cruzando a travs de un
ocano despejado en el que luego sus enemigos se ahogaban al retornar las aguas, que
esas historias, ellos tambin las tenan. La mujer sonri, y pregunt con sorna que si esas
historias las crean mucho. El lder dijo que s, que lo que cambiaba era que ella tena su
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libro, y que estando escrito no cambiaba, pero que sus historias, como el tiempo,
andaban hacia adelante y podan olvidarse algunos detalles. Pero que, aunque eran de
mucho tiempo, an se saban bien.
Era muy esclarecedor el tono y contexto de la historia. Me haca ver que el
sentido crtico de estos pueblos, exista; solo que manejaban diferentes procesos en la
construccin de su conocimiento. Por lo que no haba ninguna razn para considerarlo
invlido o subestimarlo. Estas conversaciones con mi amigo, llevaban mi mente a
lugares por m desconocidos.
Con el tiempo, el imaginario sobre el pas y la gente se colm, en mis
apreciaciones, de drsticas revelaciones. Las profundidades desarraigadas de mi
identidad, pugnaban por mostrarme nuevos caminos. Las corazonadas me indicaban que
exista algo perdido, muy importante, que deba recuperar; era, en general, la emocin de
ver despertar un vnculo olvidado e insondable, perdido en las inmensidades del tiempo,
y cuya ligazn con la tierra que nos alimenta es cabal.
Como los rboles, que han vivido hace cientos y miles de aos, exista una
vertiente existente y real de comunicacin con nuestros ancestros. Independiente de raza,
costumbres o religin, nosotros, los que alimentados por el agua, la tierra y el cielo, que
tan ntimamente conocen nuestras montaas, no podemos, sino mediante un destierro del
espritu, caminar abandonados y ciegos ante lo que se ofrece a nuestros ojos. Esa era la
intuicin naciente en mi ser. Los rboles nos pueden contar, pues lo han visto todo en las
crnicas del tiempo. Quiz algn da nuestra visin retorne y lleguemos a encontrar y
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recuperar aquello de lo que nos hemos privado. Reestablecer la comunicacin perdida: el
intercambio que la vida puede ofrecer a la vida.
Ya llegaba a entender mi inters por los rboles y la vegetacin de nuestro
territorio. Estos eran, sin duda, los nicos seres que continuaban estableciendo el
parentesco con la conciencia que fluye por nuestras venas. Esperaban, incansables,
despejar el vnculo, mientras tuvieran la fuerza de imponerse al desconocimiento y la
desesperacin que nos lleva a destruir lo que no llegamos a entender.
Mi amigo Sikuani hablaba de los rboles con mucha seriedad. Los haca
poseedores de mltiples personalidades, igual que los humanos. Deca que los rboles se
comunicaban entre s su bienestar y su desgracia; bosques enteros se tornaban solidarios
y establecan, de esta manera, una reconocible identidad. Algunos rboles y bosques
odiaban al hombre por todo el sufrimiento que hubieron de soportar debido a su
desconsideracin. Por olvidar que les debemos respeto y agradecimiento, pues han
hecho, hacen y harn mucho por nosotros. Mi amigo deca que cuando los rb