woolf- un cuarto propio

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  • 7/27/2019 Woolf- Un Cuarto Propio

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    Un cuarto propio (fragmento)

    Virginia Woolf

    Pero, dirs ustedes, le pedimos que hablara de las mujeres y la novela. Qu relacintiene eso con un cuarto propio? Tratar de explicarme. Cuando me pidieron que hablarade las mujeres y la novela, me sent a orillas de un ro y me puse a pensar qu querrandecir esas palabras. Quizs simplemente significaran hacer algunas observaciones sobreFanny Burney, otras sobre Jane Austen, un tributo a las Bront y una estampa de la

    parroquia de Haworth bajo la nieve, algunas ocurrencias -de ser posible- sobre MissMitford, una respetuosa alusin a George Eliot y una referencia a Mrs. Gaskell, con locual habra cumplido. Vueltas a analizar, sin embargo, las palabras no parecan tansimples. El ttulo las mujeres y la novela poda significar -y quizs a eso ser referanustedes- las mujeres y su manera de ser. O las mujeres y las novelas que escriben. O lasmujeres y las novelas que se han escrito sobre ellas. O acaso esos tres sentidosestuvieran de alguna forma inextricablemente unidos y as queran que lo entendiese.Pero al ponerme a considerar el tema desde esa ltima perspectiva, que pareca la msinteresante, advert pronto un inconveniente fatal. Yo no poda llegar jams a unaconclusin. Nunca podra cumplir con lo que es, segn entiendo, el deber principal delconferencista: darles, tras una hora de discurso, una pepita de verdad pura que atesorenentre las pginas de sus diarios y conserven eternamente en el estante de la chimenea.Todo lo que podra hacer sera ofrecerles una opinin respecto de un punto menor: para

    poder escribir novelas, la mujer debe tener dinero y un cuarto propio.

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    Y el hojear peridicos, novelas y biografas me recuerda tambin que cuando una mujer se dirige a otras mujeres debe tener algo muy desagradable en la manga. Las mujeresson duras con las mujeres. A las mujeres les desagradan las mujeres. Las mujerespero no estn hartas de la palabra? Yo s, se los aseguro. Convengamos, entonces, enque una conferencia pronunciada por una mujer ante mujeres debera terminar con algo

    particularmente desagradable.

    Pero, cmo se hace? Qu puedo imaginar? La verdad es que muchas veces lasmujeres me gustan. Me gusta su antoconvencionalismo. Me gusta su entereza. Me gustasu anonimato. Me gustapero no debo seguir por ese camino. Aquel armario que estallustedes dicen que slo tiene servilletas limpias; pero, y qu si Sir Archibald

    Bodkin se escondi entre ellas? Permtanme adoptar un tono ms severo. Les transmitde manera suficiente, al cabo de mi exposicin, las advertencias y la reprobacin delgnero masculino? Les cont la bajsima opinin en que las tena Mr. Oscar Browning.Les seal qu pens de ustedes Napolen en el pasado y qu piensa hoy Mussolini.Luego, por si alguna de ustedes aspira a escribir novelas, reproduje para su beneficio elconsejo del crtico acerca de reconocer valientemente las limitaciones de su sexo. Merefer al profesor X y subray su afirmacin de que las mujeres son intelectual, moral yfsicamente inferiores a los hombres. Les pas todo lo que lleg hasta m sin haber ido a

    buscarlo, y les paso ahora una advertencia final de Mr John Landon Davies. Mr. JohnLandon Davies advierte a las mujeres que cuando los hijos dejen por completo de ser deseables, las mujeres dejarn por completo de ser necesarias. Espero que tomen nota

    de ello.

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    De qu manera puedo alentarlas ms a emprender el oficio de vivir? Jvenes, les dira(y les ruego que presten atencin porque empieza la exhortacin) ustedes son, a mi

    juicio, vergonzosamente ignorantes. Jams han hecho un descubrimiento de algunaimportancia. Jams sacudieron un imperio o condujeron un ejrcito a la batalla. No sonautoras de las obras de Shakespeare, ni jams iniciaron una raza salvaje en las

    bendiciones de la civilizacin. Cul es su excusa? Para ustedes basta con decir,sealando las calles y las plazas y los bosques del planeta donde pululen habitantesnegros y blancos y color caf, todos muy ocupados en traficar, emprender y amar:Tenamos otro trabajo en nuestras manos. Sin nuestra labor, esos mares no serannavegados, y esas tierras frtiles seran un desierto. Hemos parido, y alimentado ylavado y enseado probablemente hasta los seis o siete aos, a los mil seiscientosveintitrs millones de seres humanos que somos en este momento, segn lasestadsticas, y eso, admitiendo que algunas tuvieran ayuda, lleva tiempo.

    Hay algo de verdad en lo que dicen, no voy a negarlo. Pero permtanme al mismotiempo recordarles que, desde el ao 1866 existen en Inglaterra por lo menos doscolegios universitarios para mujeres; que a partir de 1880 la mujer casada es duea, por ley, de sus propios bienes; y que en 1919 es decir, hace ya nueve aos- la mujer puedevotar. Puedo recordarles, adems, que ya son casi diez aos desde que las mayora delas profesiones les estn abiertas? Cuando reflexionen sobre estos inmensos privilegiosy sobre el largo tiempo que vienen disfrutndoles, y sobre el hecho de que en estemomento debe haber unas dos mil mujeres que pueden ganar ms de quinientas libras alao, admitirn que la excusa de la falta de oportunidades, preparacin, estmulo, tiempoy dinero ya no es vlida. Adems, los economistas nos dicen que Mrs. Seton tuvodemasiados hijos. Por supuesto, deben seguir teniendo nios, pero -dicen- dos o tres, nodiez o doce.

    As, con algo de tiempo en sus manos y algunos conocimientos tericos en su cerebro(de los otros ya han tenido bastantes, y sospecho que, en parte, les envan a launiversidad para que las des-eduquen), seguramente podrn embarcarse en otra etapa desu muy larga, muy laboriosa y muy oscura carrera. Mil plumas estn listas parasugerirles lo que deben hacer y el resultado que lograrn. Mi sugerencia personal es un

    poco fantstica, debo admitir; por lo tanto, prefiero exponerla en forma de fbula.

    En el curso de esta conferencia les dije que Shakespeare tena una hermana, pero no la busquen en la biografa del poeta escrita por Sir Sidney Lee. Muri joven ay, jamsescribi una palabra. Est enterrada donde ahora paran los autobuses, frente al

    Elephant and Castle. Ahora bien, mi creencia es que esa poetisa que jams escribiuna palabra y que est enterrada en ese cruce sigue viva. Vive en ustedes y en m, y enmuchas otras mujeres que no estn aqu esta noche, porque estn lavando los platos yacostando a los nios. Pero vive, porque los grandes poetas no mueren; son presencias

    permanentes, y slo necesitan una oportunidad para caminar, encarnados, entrenosotros. El dar esa oportunidad, creo yo, comienza ahora a estar al alcance de ustedes.Porque creo que si vivimos un siglo ms -me refiero a la vida del gnero, que es la vidareal- y no a las pequeas vidas particulares que vivimos como individuos- y cada una denosotras tiene quinientas libras al ao y un cuarto propio; si logramos el hbito de lalibertad y el coraje de escribir exactamente lo que pensamos; si escapamos un poco dela sala de estar y vemos a los seres humanos no siempre en su relacin mutua sino en

    relacin con la realidad; y si vemos adems el cielo, los rboles, o lo que sea, en smismos; si miramos ms all del cuco de Milton, porque ningn ser humano debe imitar

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    su visin; si enfrentamos el hecho, porque es un hecho, de que no hay ningn brazo delque aferrarse, sino que caminamos solas, y si entendemos que nuestra relacin es con elmundo de la realidad y no slo con el mundo de los hombres y las mujeres, entonces,llegar la oportunidad, y la poetisa muerta que fue la hermana de Shakespeare se pondrel cuerpo que tantas veces ha entregado. Nacer, extrayendo su vida de las vidas de las

    desconocidas que la precedieron, como hizo su hermano antes que ella. Y en cuanto aque llegue sin que estemos preparadas, sin que hayamos hecho nuestro esfuerzo, sin queestemos resueltas a que le sea factible cuando haya vuelto a nacer- vivir y escribir su

    poesa, no contemos con eso, porque sera imposible. Pero sostengo que vendr sitrabajamos por ella, y que ese trabajo, an en la pobreza y en la oscuridad, vale la

    pena.

    En Wolf, Virginia (1993) Un cuarto propio y otros ensayos.Buenos Aires, A-Z editora, pp. 13-14 y 142-146.

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