WITCH BORN

WITCH SONG #2

Amber Argyle

B

SINOPSIS

rusenna creyó que se había acabado. Derrotó a la Bruja Oscura y salvó a las Brujas de

Haven del cautiverio y la muerte. Encontró el amor y un lugar al cual pertenecer.

Estaba equivocada.

Haven no es el santuario que aparenta ser. Incluso el amor está en peligro de desaparecer

como agua por entre los dedos. Algunas cosas no pueden ser salvadas. Una nueva amenaza se

combina con la vieja cuando la historia oscura de las Brujas empieza a alcanzarlas. Sólo

Brusenna conoce la extensión del peligro y cómo detenerlo, aunque hacerlo podría costarle

todo. Incluyendo su vida.

¿Se requerirá de Brusenna que haga el sacrificio definitivo?

M

Nota de la Autora

ientras que el mundo en Witch Song y Witch Born es un escenario estrictamente

fantástico, la autora deseó utilizar la relevancia en Estados Unidos de los juicios de las

Brujas de Salem.

Además, la tecnología y ambientación de Nefalie están ligeramente basadas en Nueva

Inglaterra. En cambio, Tarten está ligeramente basado en una combinación de paisajes de

América del Sur, principalmente Colombia.

L

1. SombrasTraducidoporAzhreik

a noche era tan impenetrable que las sombras parecían sangrar oscuridad. Senna miró el

cielo oculto, en busca de la luna que no saldría. No esta noche. Incluso la luz de las estrellas

más poderosas estaba cubierta por el espeso dosel de los árboles. La ceguera temporal era

atemorizante, pero garantizaba que nadie notara su salida.

Con cada paso que daba, el rugido de la cascada crecía en intensidad. Finalmente,

alcanzó la escalera tallada en un costado de los acantilados. Muy consciente de los escalones

resbaladizos, subió hasta que los músculos quemaron y el sudor le cubrió la piel a pesar del

frío.

Cuando llegó a la cima y cruzó la extensión inhóspita, echó un vistazo al océano

revuelto de muy abajo. El rocío del mar humedeció su piel. Giró hacia el oeste, hacia la

distante tierra de Tarten; cerró los ojos y lanzó los sentidos a través del vasto océano,

buscando y sintiendo los ecos lejanos de las Cuatro Hermanas: Tierra, Agua, Plantas y Luz

Solar. Se concentró hasta que pudo oír su dolor, una melodía atormentada.

Las lágrimas de Senna empezaron de nuevo, humedeciendo los rastros salados de sus

mejillas. Por la noche, sus sueños la atormentaban, sueños de una tierra marchita y gente

moribunda. Con toda la fuerza que tenía, cantó.

No permitas que la maldición de Brujas

Destruya una tierra de naturales riquezas.

Plantas, preserven la vida en sus raíces,

Semillas que duermen en la tierra, no creen brotes

Hasta que las Brujas dispersen

Esta terrible e injusta maldición.

Subía a las cumbres cada noche que conseguía salir a hurtadillas. Esperando corregir lo

erróneo que había hecho, cantaba para Tarten… las tierras que había ayudado a destruir hace

meses.

Cuando su garganta estuvo rasposa y ya no pudo alcanzar notas altas, miró fijamente la

tierra que sabía luchaba para aferrarse a algo de vida. Gracias a la maldición de las Brujas, no

había caído nada de lluvia en Tarten por más de dos meses… la muerte para cualquier selva,

pero ésta se arraigaba en lo profundo de la tierra, esperando se cumpliera la promesa de su

canción.

Regresó sus sentidos a su hogar, Haven. Sobre el azote de las olas, Senna creyó oír el

roce de botas contra piedra. Se giró de golpe y escrutó la dirección de la que había venido, con

el corazón latiéndole en la garganta. Si las Principales de las Disciplinas descubrían que estaba

contrarrestando la maldición, su castigo sería severo.

—¿Quién está ahí? —Su susurro sonó como un grito en la oscuridad.

No hubo respuesta. Deseo que Joshen estuviera allí. Las Principales de las Disciplinas

habían hecho todo lo posible para mantenerla alejada de su Protector; no lo había visto en dos

meses. No desde que él y el Líder Reden se habían marchado en una misión de reclutamiento.

Abrazándose, Senna trotó de regreso a la escalera y empezó el largo descenso al sector

deshabitado de Haven. En la base, se metió entre árboles que se alzaban sobre ella, los más

altos de más de ocho pisos de altura, los más pequeños sólo mayores a dos. Algunos eran tan

anchos, que requerirían veinte Brujas con los brazos estirados para rodear uno. Cada árbol era

hueco y alguna vez había sido habitado por una Bruja. Ahora estaban vacíos, prueba del

persistente declive de las Brujas.

Aquí, todo tenía signos desvaídos de la batalla final de las Brujas contra Espen. Una

puerta que rechinaba en los goznes oxidados, con un hoyo donde debía ir el pestillo. Las

aberturas de las ventanas rotas eran como bocas con aserrados dientes hambrientos. La

destrucción reñía con la vida que se desarrollaba a su alrededor.

Aún así, Senna no se podía sacudir la sensación de que no estaba sola. No había

indicaciones de que alguien hubiera notado que se había escabullido, ni indicación de que la

estuvieran siguiendo; pero algún instinto en su interior parecía cantar una advertencia… a

través de la penumbra, alguien la observaba.

La sensación aumentó, y con un sobresalto, Senna escuchó la música de nuevo. Pero

esta no era la música distante de Tarten, esta era cercana. Estaba aquí.

Se detuvo e inclinó la cabeza hacia el sonido tan suave y natural que se dio cuenta que

debía haberlo estado oyendo durante un rato y confundido con los sonidos de la naturaleza.

Pero ahora no había error, la melodía cargaba una advertencia.

El viento arreció, deslizándose por el sendero y jalándole la capa. Senna se sujetó la

capucha. La vegetación espesa ante ella se estremeció por la brisa. Alguien venía. Intentando

calmar su respiración acelerada, se recordó que estaba a salvo en Haven. La sede de las Brujas

era una fortaleza impenetrable… rodeada por todos lados por acantilados que a su vez estaban

rodeados por el océano gélido. La única forma de entrar o salir de la isla era que una Bruja

cantara para atravesar una cueva submarina.

Así que simplemente era otra Bruja dando un paseo a mitad de la noche en la parte

abandonada de Haven. La Bruja vería a Senna y se preguntaría por qué había ido a pasear a

mitad de la noche en la parte abandonada de Haven.

El ritmo de la música incrementó, haciendo juego con el palpitar del corazón de Senna.

Salió del sendero caminando de espaldas, y se escondió tras una planta con hojas del tamaño

de su pecho. Su mano se dirigió a su cinturón de semillas, y sus dedos expertos

automáticamente encontraron la bolsa de semillas de Thine. Espero, tan inmóvil como un

ratón ante el mero susurro de un ala.

Una figura emergió en el sendero, con los rasgos ocultos por la oscuridad. Al llegar a

donde estaba Senna, una mano musculosa apartó del camino algo de la vegetación

sobrecrecida.

La mano era distintivamente masculina, pero no había hombres en la isla. No tenían

acceso, no sin el permiso de las Principales de las Disciplinas. Si este hombre se movía una

simple fracción, le tocaría la mejilla. Senna jadeó bajito.

Él se detuvo y levantó la cabeza, como escuchando. Reteniendo el aliento, ella cerró los

ojos para que no pudieran captar un rayo de luz perdido y revelaran su posición. El hombre

vaciló antes de seguir adelante, su paso ahora más rápido.

Senna dejo escapar el aire en una ráfaga. Se mordió el labio mientras el hombre volvía a

desaparecer en las sombras que lo habían ocultado. Armándose de valor, volvió al sendero.

¿Un hombre donde no debía estar ningún hombre? Tal vez se había equivocado. Después

de todo estaba oscuro; pero había una forma de averiguarlo. Oscurecido por el tiempo y el

descuido, el sendero de gravilla tenía la huella perfecta de una bota. Acomodó su pie encima, y

fácilmente la huella era seis tallas más grande.

No se había equivocado, pero ¿por qué estaba un hombre aquí? La música cambió,

atrayéndola. Con los dedos enterrados en las semillas de Thine, Senna fue tras él. Lo mantuvo

a la vista; la sólida oscuridad de su forma, el roce de sus botas. Giró por una curva, y ella se

acercó, pero cuando miró el sendero, él se había ido.

Se detuvo, escuchando. El zapateo hueco de una bota en la madera. Allí, estaba

subiendo los escalones de una casa árbol. Ocultándose en las sombras de las plantas, Senna

apartó una rama llena de hojas y miró hacia arriba.

El hombre echó un vistazo alrededor antes de cerrar la puerta tras él. Se cerró sin hacer

ruido, como si alguien hubiera aceitado los goznes recientemente. Senna escuchó voces que

estaban demasiado amortiguadas para que distinguiera las palabras. El ritmo de la música se

aceleró, sonando con un golpetear salvaje.

Había algo mal, y tenía que saber qué. Con el aliento atrapado en la garganta, subió los

escalones en silencio. En el último, no pudo evitar notar que las enredaderas habían sido

cuidadosamente apartadas del marco de la puerta. Quien sea que fueran, se habían reunido

aquí antes.

Senna miró más allá de las vides que cubrían parcialmente una de las ventanas rotas. A

través de la penumbra, sólo alcanzaba a distinguir dos siluetas diferentes, eso significaba que

no había sólo un hombre en la isla. Había dos.

—¿Por qué? —preguntó una voz de bajo1.

Un tenor respondió: —Porque tengo que saberlo con certeza.

—¿Y ahora tienes la certeza?

—Sí. Nos ha puesto al resto en vergüenza, incluso a Krissin. —Hizo una pausa—. ¿Has

hablado con tu contacto?

La voz de bajo gruñó. —Ella se asegurará que tengamos vía libre para marcharnos con

nuestra prisionera mañana. Y garantizará que nuestras fuerzas entren a la isla.

Senna apretó el alfeizar hasta que le dolieron los dedos. ¿Por qué alguien atacaría Haven?

¿Y quién los ayudaría?

—Bien. Estaré feliz de ir a casa y dejar de fingir.

El otro hombre rió entre dientes. —Es fácil para ti decirlo.

Un suspiro abandonó los labios del tenor. Senna vio movimiento y pensó que él debía

haberse levantado. —Nos encontraremos mañana después del ocaso.

Una silueta vaga se dirigió hacia la puerta.

La música se intensificó, emitiendo una advertencia.

Senna se recompuso y bajó corriendo las escaleras. Oyó que la puerta se abría tras ella de

golpe, seguida por un grito de alarma. —¡Tenemos que detenerla!

Senna se recogió la falda sobre las rodillas y corrió. La capucha se deslizó de su cabeza.

Echó un vistazo atrás; su cabello se le cayó hacia el rostro y le bloqueó parcialmente la vista,

pero podía ver dos figuras encapuchadas persiguiéndola.

La más pequeña se detuvo y agitó algo sobre su cabeza. Un sonido rítmico y susurrante

se escuchó a su alrededor. Antes que pudiera entender lo que sucedía, algo sólido se estrelló

contra la parte posterior de la cabeza de Senna.

Luces explotaron tras sus ojos. Trastabilló hacia delante y golpeó la gravilla con fuerza.

Y entonces él estaba encima de ella. Senna no tenía tiempo de pensar. Actuando por reflejo,

abrió la boca y salió una canción.

Plantas, detengan al hombre que mi huida evitó.

Aunque pelee y se revuelva, atenlo.

Un sonido sibilante llenó el aire mientras las plantas respondían. El hombre la jaló contra

su pecho, hacia sus brazos. Su aliento le alcanzó el rostro… olía a algo oscuro y dulce, como

regaliz. Repitiendo el mismo verso, intentó patear para liberarse, pero su agarre era demasiado

apretado.

Una vid pasó a su lado y cogió el brazo del hombre. Más plantas respondieron,

retorciéndolo y jalándole el otro brazo. Aún cantando, Senna pateó para salir debajo de él.

Una canción más, y estaría envuelto completamente.

Algo chasqueó detrás de él. ¡Se había olvidado del tenor! Se puso de pie, con una

canción en los labios. Antes que la primera sílaba sonara, él se lanzó contra ella, y Senna

volvió a estrellarse contra la tierra.

Plantas, detengan…

Él le metió una mordaza en la boca. Sabiendo lo vulnerable que estaba sin su canción,

Senna echó hacia atrás el codo y le dio en el estómago. El atacante gruñó de dolor. Su agarre

se aflojó lo suficiente para que escupiera la mordaza, pero no tenía suficiente aliento para

cantar. Se retorció hasta que estuvo pecho a pecho con él. Todo lo que vi fue un rostro

envuelto en sombras, con oscuros ojos resplandecientes. Lanzó un puñetazo como Joshen le

había enseñado, poniendo toda su fuerza en él.

Una explosión de dolor atravesó su mano como telaraña. Su atacante se tambaleó y ella

lo empujó. El hombre intentó retenerla, pero sus movimientos eran lentos y torpes. Senna

pateó para liberarse y empezó a correr. Jadeó una canción.

Plantas del bosque, oculten mi pasar,

De un enemigo que debo evitar.

Le faltaba demasiado el aire como para que la canción fuera muy efectiva, pero era lo

mejor que podía hacer. Ante el sonido de un cuchillo que cortaba hierba, supo que el atacante

más pequeño estaba liberando al mayor. Estarían tras ella pronto.

Incluso con su canción tejiendo las plantas tras ella. Senna no creía poder ganarles a dos

hombres. Necesitaba alguna especie de arma. Su cabeza fue inmediatamente de un lado a otro

buscando algo.

Todo lo que veía eran plantas enormes, puertas rotas, y ¡ ventanas! Se abrió paso entre el

denso follaje. Las plantas le azotaban el rostro y le picaban los ojos. Llegó hasta otro de los

cientos de senderos hechos con canciones de Bruja que estaban abiertos entre los árboles de

Haven; dio una docena de pasos antes de regresar por donde había venido.

Se aplastó contra el suelo debajo de la ventana rota, con el rostro presionado en el suelo

húmedo. Sus movimientos se ralentizaron e hicieron más estables, sus dedos buscaron un

pedazo de vidrio que usar como arma. Todo lo que pudo encontrar fueron pedazos

inservibles.

Se congeló cuando unas pisadas resonaron más allá. Los hombres se detuvieron

vacilantes, pero eran buenos en este juego, mejores que ella. Sin una palabra, se separaron.

Senna pudo escucharlos cazándola.

Intentó disminuir su respiración. El sudor atravesó la espalda de su vestido verde oscuro.

Volvió a buscar, y algo le cortó el dedo: un trozo de vidrio del tamaño de un cuchillo.

Manteniendo sus movimientos lentos, Senna se envolvió el borde de la capa en la mano

y lo recogió. Se atrevió a levantar la cabeza. El sudor le bajaba por las sienes mientras

escuchaba en busca de cualquier signo de los hombres, luego avanzó de espaldas. Cuando se

topó con la casa árbol, se puso de pie y avanzó hacia el otro lado.

Ahora estaba cerca de donde la habían atacado al principio, con suerte el último lugar

donde pensarían buscarla. El corazón le palpitaba en la garganta mientras esperaba. Nada. Se

alejó del árbol, hacia su casa, sus sentidos esforzándose en buscar algún signo de que la habían

visto.

Algún instinto hizo que se diera la vuelta, para entonces era demasiado tarde. Le

metieron la mordaza en la boca y ataron el nudo con fuerza; pero el atacante había

subestimado el resto de Senna, que se giró y asestó con el trozo de vidrio.

Un jadeo salió de los labios del hombre. Bajo su capucha, los ojos del bajo se abrieron

con espanto. Un chorro de sangre caliente empapó la mano de Senna, y retrocedió

tambaleante, horrorizada.

El atacante cayó de rodillas, con su gran mano en el estómago. Senna avanzó hacia

atrás, con el miedo pinchando su interior.

Él la observó, la piel alrededor de sus ojos arrugada por el dolor. —No estás a salvo,

Brusenna. Pronto todas las Brujas estarán muertas.

L

2. NipsTraducidoporAzhreik

a amenaza del atacante hizo que el corazón de Senna latiera dolorosamente en su pecho.

¿Quién era este hombre? ¿Cómo sabía su nombre? Se acercó a él y miró con atención su

rostro, intentando distinguir algo más que el contorno oscuro.

En algún lugar fuera de la vista, las plantas crujieron cuando alguien corrió entre ellas.

¡El tenor!

Senna se giró y corrió, sin atreverse a mirar atrás. Tres veces se cayó, una vez con tanta

fuerza que temió haberse roto la muñeca. Jaló la mordaza, que le mantenía los labios abiertos,

antes de finalmente arrancársela.

Enfrente, las cálidas luces de Haven entraron en su visión. Captó destellos de linternas

brillando dentro de los árboles como estrellas distantes. ¿Realmente se había alejado tanto?

Cuando finalmente alcanzó su casa árbol, en las orillas del sector habitado, su

respiración llegó en jadeos acelerados. Corrió al árbol, subió las escaleras centrales en forma de

espiral y abrió de un empujón la puerta del dormitorio de su madre.

Su madre se sentó. —¿Brusenna? —Su voz estaba pesada por el sueño.

—¡No estamos a salvo! —Senna cogió la mano de su madre y la arrastró afuera, hacia el

centro de Haven.

—¿Qué sucedió? ¿Por qué estás cubierta de sangre? ¿Qué le sucedió a tu rostro?

Senna la ignoró. Tenía que advertir a las otras. ¿Había más atacantes? ¿Había alguien a

salvo? No se detuvo hasta que alcanzó el Anillo de Poder, un claro circular rodeado por altos

árboles antiguos. Corrió al centro y echó la cabeza hacia atrás para cantar.

Viento, por todo Haven lleva mi canción.

Un enemigo que ataca a traición

Nuestra frontera imperecedera ha traspasado

Caos y disturbio ha traído.

El viento envolvió su canción, transportando su mensaje por toda la isla. Reverberó

sobre los acantilados impenetrables. En momentos, las Brujas llegaron al Anillo de Poder, la

mayoría vestida solamente con camisones.

Prenny, con el corto cabello gris levantado como el cogote de un perro irritado, marchó

directamente hacia Senna. —¿Qué significa esto, Novata?

Senna levantó la mano para escudarse los ojos de la linterna que Prenny empuñaba. La

mujer mayor la cogió por la muñeca.

Su madre jadeó y giró la palma de Senna hacia la luz de la linterna que se derramaba por

el claro.

El cansancio abrumó a Senna mientras ambas estudiaban su mano. —No es mi sangre.

—Una parte sí —dijo su madre.

Su boca formó una O de sorpresa al mirar fijamente los cortes en su palma, su sangre se

mezclaba con la de su atacante y corría por sus mangas. El vidrio debía haberse resbalado

cuando apuñaló al hombre de voz profunda. Ni siquiera lo había sentido, pero ahora sí.

Ardía, más a cada momento.

Su madre se levantó la falda. —Iré por mi botiquín.

Prenny chasqueó la lengua mientras examinaba las heridas. —Estará bien por ahora,

Sacra. —La mujer anciana olía a hierbas y tierra, pero no de forma desagradable.

Cuando su madre no se detuvo, Senna estiró la mano buena. —¡No! ¡Aún están allí

afuera!

—¿Quién está allí afuera? —Coyel, Principal de la Luz Solar, preguntó al llegar con

Drenelle medio paso tras ella.

Senna hizo una mueca. —Dos hombres me atacaron.

—¿Qué? —gritó su madre.

Más Brujas se reunieron alrededor de Senna. Todas la miraron boquiabiertas, con miedo

en los ojos. Senna sintió sus miradas como un manto de plomo y quiso desaparecer.

Coyel palmeó. —Al centro del Anillo, todas.

Drenelle sujetó el brazo de Senna y la arrastró lejos de oídos atentos. —Por las

Creadoras, ¿por qué dos hombres atacarían a una chica de dieciséis años?

—Es imposible —gruñó Penny—. No hay hombres en la isla. Y nadie puede entrar sin

nuestro permiso.

La madre de Senna encontró la mirada de la anciana. —¿Igual que no entraron en la isla

antes?

Prenny dio un paso atrás como si la hubieran abofeteado. —La traidora está muerta.

Todas las otras Brujas están aquí.

Senna sacudió la cabeza. —Los escuché, son parte de un plan para atacar Haven. Y

están trabajando con una Bruja de aquí.

Prenny abrió la boca, pero no salieron palabras.

Coyel se quedó muy quieta. —¿Estás segura?

Senna miró los ojos azules de la mujer. —Se les garantizó una salida de la isla para ellos

y una prisionera.

Las tres Principales intercambiaron miradas. Senna podía ver por qué no querían creerle,

pero la sangre en sus manos y el chichón en su cabeza eran prueba.

Chavis se dirigió hacia ellas. La Bruja era Principal del Agua y además líder en la batalla.

Estaba vestida con ropas de hombre. Sobre el pecho traía un arnés entrecruzado para sus

pistolas, con una moneda con el emblema del agua donde las tiras de cuero se unían. Su largo

cabello gris colgaba en una trenza a su espalda. —¿Cuántos? ¿Dónde?

Senna apuntó con un dedo tembloroso el camino por el que había venido. —Dos, en el

lado oeste de la isla.

Chavis dio media vuelta. —Las Brujas novatas y Aprendices en el círculo. Arianis está a

cargo.

—Pero si hay una traidora entre nosotros… —empezó Drenelle.

Chavis se giró hacia ella. —¿Tienes una mejor idea?

Drenelle sacudió la cabeza con lentitud.

Chavis siguió, con tono de orden. —Guardianas, asuman formación de batalla: una

Bruja de cada una de las cuatro Disciplinas, con una de Agua a cargo. Revisen la isla. Senna,

conmigo.

—Yo voy con mi hija —declaró su madre.

Chavis apretó los labios, pero asintió. —Bien.

Drenelle palideció. —¿No deberíamos esperar hasta la mañana?

Chavis no se molestó en responder.

Arianis miró a las Brujas novatas y las Aprendices antes de trotar para acercarse. —

Principal Coyel, puedo ayudar a revisar la isla.

Coyel respondió sin mirarla. —Todavía eres una Aprendiz.

Arianis miró a Senna. —Igual que ella.

Senna tuvo que esforzarse por no rodar los ojos. Este realmente no era el momento para

los celos mezquinos de Arianis.

Chavis pasó junto a Arianis. —Sí, pero ella sabe dónde la atacaron y tú no. ¡Ahora

muévanse!

Arianis apretó la mandíbula y empezó a gritar para que las Aprendices y Novatas se

formaran. Las Aprendices entrelazaron antebrazos y empezaron a cantar.

El área a su alrededor retumbó con una ráfaga de viento. Brillando como aurora, una

barrera cilíndrica se levantó en el cielo oscuro. Nada y nadie podría cruzar hasta que las Brujas

se soltaran.

Mientras el círculo se sostuviera, las Brujas jóvenes estarían a salvo. A menos que la

traidora… Senna apartó la preocupación.

Chavis le tendió un mosquete a Prenny y una de las pistolas a Coyel. Las mujeres

cargaron la pólvora, el paño y la bala antes de poner pólvora en el frizzen.2

Senna acababa de apuñalar a un hombre; ver que cargaban sus armas hizo que le doliera

el estómago. —Tenemos nuestras canciones —dijo.

—A veces un mosquete funciona mejor que una canción de Bruja —contestó Chavis.

Drenelle levantó su linterna del suelo. —Esto es una mala idea. Deberíamos quedarnos

donde estamos a salvo.

—Apaga la linterna. Sólo nos convertirá en blancos y nos deslumbrara en la noche. —

Chavis empezó a avanzar sin otra palabra.

Drenelle frunció los labios antes de apagar la luz de un soplido, pero no volvió a bajar la

linterna.

Senna miró fijamente la pistola en manos de Coyel, su cuerpo entero odiaba regresar a la

oscuridad. Escuchó en busca de la música, de alguna forma dudaba que la hubiera oído en

primer lugar. El silencio hueco le respondió.

Cuando Senna no hizo movimiento alguno para seguirlas, Chavis se giró. —Senna,

puede que necesites mostrarnos a dónde ir.

El recuerdo del disparo que recibió, quemó en su interior; y volvió a dolerle el brazo hace

largo tiempo curado. Podía probar la pólvora en la lengua, de la noche en que su perro, Bruke,

había muerto al salvarla. No creía poder moverse.

Suavemente, su madre le tomó del brazo. —Chavis no le disparará a nadie a menos que

tenga que hacerlo.

Regresar al peligro iba contra todos los instintos de Senna. El miedo pareció elevar su

estómago hasta su garganta. Se armó de valor y dejó atrás el claro iluminado por linternas.

Su madre se presionó contra el costado de Senna, y ella tuvo que admitir que agradecía

su presencia.

Pasando otros grupos de búsqueda, las cinco Guardianas avanzaron tan rápido como se

atrevieron, con las manos estiradas para sentir el camino, hacia la única vía de entrada o

salida de Haven: la cueva submarina. Si los atacantes de Senna querían huir, era el único lugar

al que ir.

Grabado en un lado de uno de los acantilados estaba un arco de piedra. Zarzas y cardos

guardaban la entrada y se espesaban sobre el nombre de la cueva: Velveten.

—Nadie ha estado aquí —dijo Coyel, su voz llena de alivio.

—A menos que una Bruja haya cantado para que entraran. —Chavis revisó la pólvora y

medio inclinó su arma—. Drenelle, enciende tu linterna.

Senna escuchó el rascar de un cerillo. Una flama se encendió, quemando imágenes en su

reina: la visión de Drenelle con una camisola que prácticamente vomitaba encaje. El aire

estaba lleno del olor de sulfuro quemado. Drenelle encendió la mecha y levantó la palanca de

su linterna pequeña y ridículamente adornada.

Cuando la luz inundó el área, Senna suspiró con alivio. Por primera vez desde que

dejaran el claro, podía distinguir los rostros de las otras Brujas, en vez de figuras amorfas.

Coyel cantó para apartar las zarzas y cardos que ocultaban la compleja entrada. Era un

lugar que sólo podía crearse por una canción de Bruja. El arco intrincadamente grabado era

sólo el inicio. Esculpido en el muro de roca alrededor de la isla había árboles perfectos,

montañas, ribetes de viento, el sol, la luna y las estrellas, e incluso los rostros de las Creadoras.

Cada imagen importante para las Brujas estaba presente; pero los una vez hermosos grabados

se desgastaron por el tiempo y el clima hasta que fueron sólo meras sombras de su anterior

majestuosidad.

Muy parecido a las Brujas mismas.

Chavis tomó la linterna y bajó los escalones. La luz arrojaba sombras duras y reptantes

sobre los muros y le daba a los grabados la apariencia de movimiento, como si se alejaran de

la luz. Al pie de la escalera, Senna se quedó parada en el piso de mosaico de piedra, mirando

fijamente la negra superficie del estanque.

Coyel aspiró entrecortadamente. —Falta uno de los botes.

—Entonces se han ido. —Chavis maldijo—. ¿Qué tan herido estaba?

Senna empezó a apretar los puños. El dolor se disparó de su palma al resto de su brazo.

Hizo un sonido que era algo entre un gruñido y un quejido. —Más o menos un palmo de

vidrio en el estómago.

Chavis se mordió el labio. —El otro lo cargó o lo abandonó. Vamos, de regreso al lugar

donde los viste por última vez. —Quitó la linterna de las manos de Drenelle y se la pasó a

Sacra—. Quédate aquí, sólo por si acaso. Asegúrate que nadie pase.

Sacra le lanzó una mirada preocupada a Senna antes de ir tras Chavis. —No voy a dejar

a mi hija.

Chavis le tendió una de las pistolas. —Necesitamos que Brusenna nos muestre dónde la

atacaron. Necesitamos a cuatro para controlar a las Cuatro Hermanas. Tú sobras, así que te

quedas.

Sacra se tambaleó hasta detenerse, con la boca abierta como lista para discutir. Tragó. —

Me trajiste aquí para esto… custodiar la puerta.

—Obviamente. —Chavis empezó a caminar hacia la salida—. Mantén la espalda contra

el muro para que no puedan sorprenderte. Si ves a uno de ellos, dispara. Apunta al

estómago… de esa forma vivirán lo suficiente para interrogarlos.

Senna se detuvo junto a su madre. No podía dejarla sola. —No deberíamos…

Coyel le sujetó el brazo y la jaló hacia delante. —Tu madre es una Bruja muy capaz,

estará bien.

Senna se giró para observar a su madre a la pequeña orbe de luz de la linterna. Sacra

levantó el percutor de la pistola y miró en la oscuridad. Con la esperanza de que Coyel tuviera

razón, Senna se apresuró para alcanzar a Chavis.

Cuando se movieron hacia el sector inhabitado de Haven, Drenelle miró a Senna de

reojo. —¿Qué estabas haciendo tú aquí?

La boca de Senna se secó, y tuvo que tragar varias veces antes que las palabras salieran.

—No podía dormir.

Después de unos cuantos minutos de caminar torpemente, piso algo duro y con forma

extraña. Las venas se le llenaron de temor cuando se detuvo a levantarlo. Lo giró en su mano

buena un par de veces antes de darse cuenta de lo que era: una honda. Su cabeza pareció

pulsar en respuesta. —Toma.

Chavis sacó su pistola. —Prenny y Coyel.

Prenny le tendió el mosquete a Drenelle, quien lo sostuvo lejos de su cuerpo como si éste

pudiera mancharle la camisola blanca. Entonces la Bruja mayor sacó cuatro viales de cristal.

—¿Listas?

Coyel canturreó al viento.

Viento, dispersa estos Nips y que adolezca

Cualquiera que aquí no pertenezca.

El viento se arremolinó encima de sus cabezas, apartándose de ellas cuando alcanzó el

suelo. Mientras Coyel continuaba su canción, Prenny caminó a su alrededor mientras arrojaba

los contenidos de cada vial al aire. El viento capturó el polvo, y lo transportó.

Incluso con las corrientes flotando lejos de su grupo, los Nips hicieron que la garganta de

Senna picara y los ojos le lloraran. Se apretó la capa sobre el rostro y bizqueó con los ojos

húmedos.

Coyel dejó de cantar y descansó una mano sobre el hombro de Senna. —Cualquiera al

que el polvo toque, empezará con un ataque de tos incontrolable.

Las Brujas se tensaron, escuchando, pero no hubo sonido.

Chavis miró fijamente las sombras. —No vamos a encontrar nada en una noche como

esta. Mejor encerrarnos y esperar hasta la mañana. Entonces podemos hacer una búsqueda

intensiva.

—Quien sea que fuera, se ha ido o está muerto. —La voz de Prenny tenía obvio alivio.

Coyel miró fijamente las profundidades oscuras del bosque. —No estés tan aliviada, Principal.

Alguien los dejo pasar, lo que significa que todavía tenemos una traidora en la isla.

D

3. ColganteTraducidoporTamiMiau

espués de poner su botiquín de curaciones en la mesa, Sacra puso un poco de medicina en

una taza. —Toma esto. Ayudará con el dolor.

La mano de Senna temblaba tan violentamente, que apenas podía evitar derramar la

medicina por el borde. Se tomó el líquido amargo, atragantándose con el sabor.

Cada vez que cerraba los ojos, escuchaba el jadeo del hombre cuando le enterró el vidrio

en el estómago. Aún podía sentir el sabor metálico en su lengua. Su cuerpo parecía almacenar

el recuerdo de sus brazos alrededor de ella, el olor a regaliz de su boca. Un estremecimiento le

atravesó el cuerpo, y la taza se le resbaló de los dedos, rompiéndose contra el piso.

Su madre la miró. —Te está dando una apoplejía. —Agarró otra poción de su estantería.

La sostuvo en frente de la boca de Senna y la ayudó a beber antes de envolverla con una

manta. Pero los temblores se volvieron peores.

—Senna, escúchame. Tienes que calmarte.

Senna negó con la cabeza. Sin la descarga frenética de miedo para mantener sus

emociones a raya, éstas le llegaron con fuerza. —Es sólo… Desearía que Joshen estuviera

aquí. —Necesitaba que él la abrazara y le asegurara que todo estaría bien.

Una mirada dolida cruzó la cara de su madre. —Respira lentamente. Vamos, respira

conmigo. —Inhaló lentamente y sostuvo el aire.

Senna la imitó hasta que el mareó se pasó.

Pronto, Senna notó las esquinas de su visión debilitándose. Sus ojos se desenfocaron y

sintió hormigueos en todas partes.

—Bien. La poción comienza a funcionar. Sólo concéntrate en respirar. —Su madre se

relajó un poco—. Vas a estar bien.

Senna siseó entre dientes mientras su madre ponía suavemente agua salada en su mano

herida. La sangre se le acumuló en las líneas de la mano; formando patrones oscuros y curvos

que se arremolinaban en el agua como el humo del incienso moviéndose con la brisa. Era casi

bonito.

—¿Qué pasó allí esta noche, Brusenna?

Ella sólo quería olvidar, pero su madre necesitaba saber. Senna había repetido tantas

veces lo que pasó, que su cabeza daba vueltas. Cada vez, parecía más como un sueño, menos

real. Con un suspiro, lo contó nuevamente.

Su madre sostuvo su aguja curva sobre una vela prendida. Esperó que se enfriara antes

de enhebrarla con delgadas tiras de intestinos de oveja.

—Los cortes no son grandes, pero son profundos. Va a requerir sólo cinco puntadas.

Senna miró fijamente la aguja.

—Extiende la mano.

Cerrando los ojos, Senna se giró. La aguja se clavó. Jadeó, pero sería peor sin las hierbas

de su madre. Se retorció y peleó con la urgencia de apretar su mano y apartarse.

—Quédate quieta, dolerá menos.

Senna trató de pensar en algo para distraerse, pero sus pensamientos bailaron fuera de su

cabeza antes de que pudiera atraparlos.

Estuvo en silencio hasta que su madre ató el último punto. —Listo.

Senna estudió los horribles cortes en su mano, tiras negras salían de su carne. Se

preguntó qué haría un lector de manos con las nuevas líneas que cruzaban su mano. —¿Crees

que esté muerto… el hombre que apuñalé?

—Con una herida en el estomago, probablemente.

¿Cuánto la debe haber odiado para usar su último aliento para amenazarla, para

amenazar a todas las Brujas? —Entonces ¿Dónde está su cuerpo?

—Probablemente escondido en algún lugar donde nunca lo vamos a encontrar. O tal vez

realmente escaparon.

Senna se estremeció internamente. —¿Soy una asesina?

—Hay una diferencia entre matar para defenderte y matar a alguien que está indefenso

contra ti. —Su madre untó una poco de salvia en el vendaje y envolvió la mano de Senna—.

Mantelo por una semana o se abrirá de nuevo.

Mirando los vendajes sorprendentemente blancos, asintió.

Mientras su madre comenzaba a empacar su botiquín cuidadosamente, puso en palabras

la pregunta que debía estar en la lengua de todas las Brujas. — ¿Cómo entraron los hombres a

la isla?

Senna se llevó la mano al pecho.

—Alguien cantó para dejarlos entrar. —Ella había pensado que las Brujas habían dejado

atrás esos peligros cuando ella encerró a la Bruja Oscura en un árbol.

El sonido de su madre re empacando su botiquín prosiguió. —Sabes lo que debemos

hacer.

Senna sacudió la cabeza en un esfuerzo por disipar las drogas que apagaban su

inteligencia junto con el dolor. —¿A qué te refieres?

Su madre puso la mano en el brazo de Senna. —Debemos irnos.

De pronto más despierta, Senna se enderezó. —Finalmente he comenzado a aprender.

¡No podemos irnos ahora!

Su madre se inclinó hacia delante. —Te puedo enseñar tan bien como cualquiera de

aquí. Y lo dijiste tú misma, el hombre declaró que todas las Brujas iban a morir pronto. No

puedo arriesgarme, no puedo arriesgarte.

Senna no tenía exactamente amigos aquí, pero Joshen estaba atado a Haven. Las

Principales de las Disciplinas habían dejado claro una y otra vez que él era el Protector de las

Brujas, no el de Senna. Y ella no lo dejaría. —Así que ¿Huimos de nuevo? ¿Es esa tu respuesta

para todo?

La expresión de su madre se tensó. —Senna, los tiburones, halcones y lobos persiguen.

Los ciervos, ratones y ovejas huyen. Así es nuestro mundo.

Senna negó con la cabeza. —No fue siempre de esta manera. No siempre hemos elegido

actuar como presas.

—Esos días están muy atrás.

—Y harías que regresáramos a Gonstower, ¿cierto? ¿Para ver cuánto les toma colgar a

una de las dos?

Su madre retiró su mano. — No tendría que ser Gonstower. Sólo… lejos.

Senna recordó los insultos con los que había crecido. El odio. —No. No viviré así, nunca

más.

Su madre se hundió en la silla. —Morir es fácil, Senna. Vivir es duro.

Senna se levantó para salir de la habitación, con la mano buena estirada para

estabilizarla contra el vértigo causado por las hierbas. — No. Elegir hacer lo correcto, sin

importar las consecuencias, es duro. —Se estrelló contra una de las paredes, y cerró los ojos

cerrados en contra del mareo.

Su madre cuidadosamente sujetó el brazo de Senna y se lo pasó por los hombros. —No

vas a lograrlo sola.

Senna arrugó la cara. —No. Siempre he tenido que tener ayuda de alguien.

—Me imagino que la mayoría de nosotros es así. —Comenzaron a subir las escaleras.

Era difícil, especialmente por que Senna seguía tambaleándose.

—Bueno, al menos ahora sé qué clase de borracha eres… filosófica. Supongo que podría

ser peor. —Su madre gruñó por el esfuerzo.

Senna se puso tensa. —¡No estoy borracha!

Su madre se burló. —Las hierbas que te di eran más fuertes que el whisky de tu abuelo. Y

solían mezclarlas con licor.

Senna se golpeó con la barandilla. —¿Abuelo? Nunca hablas de él.

Su madre afianzó los pies para sostener a su hija. —Hacía un whisky bastante fuerte.

Finalmente llegaron a la cima de las escaleras. Senna sentía como si debieran celebrar de

alguna manera. —¿Qué hay acerca de mi padre? ¿Era tu Protector?

Sacra negó con la cabeza. —Él renunció cuando tuvimos a tu hermana. Alguien tenía

que criarla, y yo estaba muy ocupada.

Era más de lo que Senna había escuchado de su padre en años. —Eso tiene sentido.

Su madre la ayudó a meterse en la cama. —Buenas noches.

Senna se apoyó en los codos. —Pero ¿por qué el no…?

Su madre cerró la puerta mientras hablaba.

Senna apoyó la espalda en la cama y rápidamente olvidó su frustración. Los patrones

que los árboles hacían con las estrellas como telón de fondo le fascinaban… negro sobre negro

con una dispersa luz titilante. Agradeció que por una vez, se durmiera inmediatamente y sin

sueños.

* * *

Dos días después, Senna estaba sentada dentro de una casa árbol con forma de cebolla

gigante. Sus puntos picaban como locos. Para distraerse, miró hacia el oeste por una ventana

con crestas en la parte superior e inferior y un centro inflado, como una burbuja tratando de

escapar de su lugar.

La torturaba el ataque de algunas noches atrás, la tierra y la gente muriendo en Tarten, y

el dulce olor a regaliz de un hombre moribundo.

Su cuerpo completo dolía con la necesidad de hacer algo, encontrar a su atacante, liberar

a Tarten de la maldición. Algo. Pero después de sólo un día, las Principales habían insistido

que todas las Aprendices y Brujas novatas tenían que volver a sus clases normales, mientras

ellas continuaban la búsqueda.

Así que Senna estudió los arboles de Haven, que nunca paraban de sorprenderla,

especialmente su variedad. Por ejemplo, algunas puertas estaban dispuestas justo sobre la

gravilla blanca. Otras estaban arriba de escalones curvos hechos de raíces o extensiones de

madera viva. Todas las ventanas y puertas eran puntiagudas y englobadas hacia afuera,

aunque variaban en tamaño.

Arianis tomó un mapa de la pared y lo puso en un caballete. —Comenzaremos

estudiando una nueva nación hoy. ¿Puede alguien decirme que país es este?

El silencio hizo eco en la habitación.

—Senna, ¿te gustaría iluminarnos?

Ella suprimió un quejido. Las Principales habían insistido en que tomara algunas clases

de novatas para rellenar su educación algo desigual. Desafortunadamente, algunas de esas

clases eran impartidas por Aprendices. Esta era impartida por Arianis, quien había sido

educada desde la infancia para derrotar a la Bruja Oscura, y cuya canción excepcionalmente

poderosa había asegurado un camino despejado al nivel más alto de la jerarquía en Haven.

Y luego Senna había llegado, y había derrotado a la Bruja Oscura. Y había susurros entre

las Guardianas sobre su fuerza… susurros sobre que la canción de Senna era incluso más

poderosa que la de la Bruja Oscura.

Ya nadie hablaba de la sorprendente fuerza de la canción de Arianis.

Senna apartó la mirada de la ventana y miró el mapa antes de regresar a su vigilia. —Es

Harshen.

Arianis cruzó los brazos. —¿Y qué nos puedes decir de Harshen?

Senna suspiró. A veces Arianis se rendía en este punto. Aparentemente, hoy no era uno

de esos días. —Está lejos al sur, una tierra de desiertos y un montón de montañas. Las

personas viven en grandes pabellones y tienen piel oscura. Los ríos corren llenos y furiosos una

vez al año, antes de convertirse en charcos desolados a mitad del verano. Harshen está aislado

por desiertos en el interior y horribles tormentas en la costa.

Arianis gruñó. —Casi cita textual de «Países Desiertos», por Jennalee Odd. ¿Tienes alguna

idea original en tu cabeza? —Senna no respondió. Estaba claro que Arianis realmente no

esperaba que lo hiciera—. ¿Y qué piensan los Harshenos de las Brujas?

—Nos culpan por la escasez de agua en su país —dijo Nilly, una Aprendiz con enormes

orejas y lindos ojos cafés.

—Nos odian. El mundo entero nos odia. Al destruir Tarten, las Principales sólo

empeoraron esa percepción —las palabras salieron de la boca de Senna como una bandada de

pájaros aturdidos.

Arianis miró boquiabierta a Senna. —Esta es una clase de Geografía, no un debate

político.

Senna no se arrepentía de lo que había dicho. Después de todo, era verdad. —

Preguntaste qué era los que los Harshenos pensaban de nosotros. Te lo dije.

Arianis respondió, su voz llena de desprecio, pero Senna había dejado de escuchar.

Fuera, alguien estaba gritando su nombre.

—¡Senna! ¡Senna!

Ella conocía esa voz; se levantó de un salto de la silla.

Arianis se sobresaltó. —Siéntate. La clase aún no termina.

—¡Senna! —El grito sonó nuevamente.

Senna levantó su falda y corrió por la casa árbol. En la fuerte luz del sol del mediodía,

tuvo la primera visión de Joshen en dos meses. Su cabello castaño caía sobre su frente en

ondas. Sus ojos grises—el color de la nieve en la sombra—resaltaban en su rostro bronceado.

La piel alrededor de sus ojos estaba arrugada, como si nunca dejara de sonreír el tiempo

suficiente para que las líneas desaparecieran. Con un grito involuntario, ella se tiró a sus

brazos.

Él la atrapó y le dio vueltas. Ella apretó su cuerpo al de él. Aquí era donde encajaba, era

donde siempre encajaría. Joshen la soltó y pasó sus dedos suavemente sobre el chichón detrás

de su cabeza, con el cuerpo tensó. —¿Estás completamente bien?

Ella se quejó. —Estaré bien. ¿Cuándo llegaste? —Él había ido a su país, Nefalie, en una

misión de reclutamiento para encontrar más Protectores.

Él inspeccionó con el ceño fruncido su mano vendada. —Hace un par de horas. Primero

tuvimos que reunirnos con las Principales.

—¿Sabes por qué alguien querría atacarte? —Senna se sorprendió por el acento tarteno

de Reden. Ni siquiera lo había notado caminando detrás de Joshen.

El Líder de los Protectores no era un hombre alto, pero tenía buena fisonomía. Sus ojos y

cabello eran casi negros, su piel de un marrón claro. Su cara tenía una cierta cualidad de no

demostrar su edad. Podría tener entre 20 o 40, pero Senna se había enterado en los últimos

meses que sólo tenía 24. Se había convertido en el líder de todos los ejércitos de Tarten a la

edad de 16. Su brillantez como soldado y estratega le habían asegurado su ascenso a Líder de

los Protectores pocos días después de rebelarse contra Tarten, conduciendo a las Brujas lejos

de los ejércitos que una vez había comandado.

Sus ojos sagaces parecían perforar a Senna. Y no era el único mirando. Senna se dio

cuenta de las docenas de ojos que los miraban. Claramente negándose a obedecer las órdenes

de Arianis acerca de volver a sus asientos, las Novatas estaban asomadas por las ventanas y la

puerta del árbol. Senna sintió el peso de sus miradas como piedras en los bolsillos.

—Necesito tomar prestada a tu estudiante, Aprendiz. —Reden agarró el brazo de Senna

y se la llevó.

Los ojos de Arianis se entrecerraron, y Senna se dio cuenta que intentaba pensar en

alguna excusa para negarse a su petición. Pero Reden sólo pedía permiso a Chavis y a las otras

Principales, no a una Aprendiz presuntuosa.

—Está bien, pero quiero un reporte oral de las montañas de Harshen y de sus rutas

comerciales, para mañana —dijo Arianis.

Sin ninguna duda, ella sabía cuánto odiaba Senna hablar en público. Pero era un

pequeño precio, uno que estaba dispuesta a pagar para estar con Joshen nuevamente.

Antes de que ambos Protectores la abrumaran con un montón de preguntas, ella les contó

sobre sentir como si alguien la estuviera observando la noche del ataque; los secretos

susurrados en una casa árbol abandonada; el ser atacada por dos hombres; su escape por

poco; el horrible viaje de vuelta a la oscuridad con las Principales. —Las llevé de vuelta la

mañana siguiente, y todo lo que encontramos fue vegetación rota y algo de barro con sangre a

juego con la honda.

Reden frunció los labios. —¿Te das cuenta que estaban tras de ti? Tú serías la prisionera.

La cabeza de Senna dio vueltas. —No, eso no es posible.

Joshen se pasó las manos por el cabello. —¿Cómo sabemos si ellos no la atacaron

simplemente porque los oyó?

Reden revisó los árboles a su alrededor. —Si ese fuera el caso, ella estaría muerta. Por el

contrario, ellos trataron de capturarla. Eso significa que querían llevársela viva. La pregunta es

por qué.

—Tal vez simplemente no querían matar a nadie —murmuró ella.

La expresión de Reden se endureció. —No vienes en una misión así sin estar preparado

para matar a alguien.

Joshen asintió hacia el oeste. —¿Los tartenos? Pero ¿Por qué ellos querrían a Senna?

Reden negó con la cabeza. —No sabemos si fueron los tartenos. Ni tampoco sabemos

por qué alguien la querría.

Ella miró a la distancia sin ver nada. —Sus acentos no sonaban tartenos.

—¿Cómo sonaban? — preguntó Reden.

Estremeciéndose, trató de identificar los acentos con algo que ya hubiese oído.

Usualmente era buena con toda clase de inflexiones, pero estaba bastante segura que no los

había oído antes. —No lo sé.

Reden apretó los dientes. —¿Es tu canción de Bruja tan poderosa como ellos dicen que

es?

Senna bajó la mirada. Su canción siempre había sido sumamente poderosa, pero desde

que las Creadoras le habían concedido la canción de la Bruja Oscura, el poder de su voz se

había disparado como la hierba de verano. —Sí.

Reden dudó. —Las Principales han buscado en la isla. Creen que quien sea que te atacó,

se fue. Yo no estoy tan seguro.

Joshen gruñó en acuerdo. —Este lugar tiene más madrigueras que un campo lleno de

roedores.

Senna presionó sus manos en contra de su estómago, justo sobre el tatuaje de luna

creciente que rodeaba su ombligo y la marcaba como una Bruja.

Reden miró el follaje entre los árboles. Senna trató de ver como él lo haría: una cubierta

para cualquiera escabulléndose por la isla, en lugar del hermoso producto de cientos de

canciones diarias.

—Traté de convencerlas de mover la isla —dijo—, ellas se negaron, argumentando que el

número de Brujas es muy bajo para intentarlo. Tampoco creen que estén en un peligro real.

Senna se detuvo abruptamente. —Pero el hombre dijo…

Reden alzó la mano para interrumpirla. —Lo sé, pero las Principales confían en sus

muros y sus canciones para protegerse.

La mano herida de Senna punzó en ritmo con su acelerado corazón. —Así que ¿no

harán nada?

Reden apuntó a Joshen. —Las convencí para traer Protectores a la isla para vigilar la

entrada y patrullar. De esa manera no habrá más hombres escabulléndose por ahí.

La boca de Senna se abrió de golpe. Los hombres nunca habían sido permitidos en la isla

por más de unos pocos días. Que las Principales hubieran aceptado que los Protectores se

quedaran hablaba claramente de su miedo.

Reden comenzó a moverse de nuevo, y Senna avanzó junto a Joshen. No sabía a dónde

estaban yendo, y no le importaba, mientras estuviera con Joshen.

—¿Te dejarán ser mi Protector ahora? —le preguntó.

La mandíbula de Joshen se tensó. —No, dijeron que cuidar la entrada era suficiente para

mantenerte a salvo, y mi presencia sólo te distraería de tus estudios. Además, es en contra de

las reglas.

Ella compuso una sonrisa tensa. No era suficiente, pero que Joshen estuviera aquí era un

milagro. —Probablemente tienen razón, me distraerías.

Llegaron a la casa árbol que Reden había usado durante su última visita a la isla. Él

desbloqueó la puerta y la empujó, pero se atoró. Bajó el hombro y embistió la puerta, que se

abrió de golpe y chocó con la pared, sobresaltando a Senna.

El escritorio de Reden estaba a la izquierda de la entrada. Él limpió el polvo de su silla

antes de recostarse en ella. —Necesitas decirme la verdad acerca de qué estabas haciendo

realmente en la parte inhabitada de la isla a mitad de la noche. Nada del “No podía dormir”

que les dijiste a las Principales.

¿Cómo lo había sabido? Cerró los ojos.

—¿Senna? —Joshen presionó.

A pesar de las muchas veces que había contado su historia, siempre había omitido esa

parte. —He rogado a las Principales que libren de la maldición a Tarten. Ellas se han negado

una y otra vez. La quitaría por mí cuenta, pero requiere un coro entero… así que hago lo que

puedo.

Joshen le acomodó el cabello sobre el hombro. —Oh, Senna.

Ella encontró su mirada. —Ellos salvaron nuestras vidas, Joshen, a riesgo de las suyas.

¿Cómo podemos simplemente olvidarlo?

—Yo no lo he olvidado —dijo Reden, su voz gruesa.

Con el rostro ardiente de vergüenza, Senna miró el piso perfectamente liso. Por supuesto

que Reden no lo había olvidado. Él era tarteno, y había sacrificado su país por el mundo.

Senna se preguntó si ella tenía esa clase de fuerza. Se evaluó y le pareció que estaba

terriblemente lejos de tenerla. —Lo siento.

De alguna manera, esto era su culpa. Después de todo, ella estuvo de acuerdo en

maldecir Tarten. Había pedido a Reden que traicionara a su gente. Había ayudado a cantar

esa maldición.

—Estoy donde debo estar —la voz de Reden se suavizó.

Senna asintió.

El Líder comenzó a rebuscar en su escritorio. —En primer lugar, ¿cómo supiste que

debías esconderte de tu atacante?

Su respiración se le atoró en la garganta. Titubeando, le dijo que había escuchado música

casi cada noche… la canción de las Cuatro Hermanas. Y que la noche que fue atacada había

escuchado música a su alrededor, advirtiéndole.

—¿Ha pasado desde entonces? —preguntó Reden.

—No así.

Él abrió la boca para decir algo, pero dudó, como si estuviera midiendo sus palabras

cuidadosamente. —Senna, algunas veces una mentira es mejor que la verdad, si esa verdad

hace más daño que bien. Creo que es mejor que tu canto por Tarten se quede entre nosotros.

¿Entiendes?

Senna lo miró sin creerlo. Creyó que conocía a Reden, igual que conocía a Joshen.

Reden era un soldado de profesión, un hombre de honor, un hombre que veía al mundo en

términos de defensa y tácticas. Nunca había esperado que él le pidiera que mintiese.

Especialmente no a las Principales. Pero bueno, él había traicionado a su país y a sus hombres

para salvar el mundo. Algunos podrían no llamarlo honorable.

Como si estuviera incómodo bajo su mirada penetrante, Reden apuntó a la puerta. —

Joshen, vigila que ella llegue a su siguiente clase.

Con la mano en la parte baja de su espalda, Joshen le abrió la puerta. Salieron del árbol y

bajaron los escalones. Senna miró expectante hacia el horizonte. Sintió que una tormenta

caería sobre los acantilados pronto… después de todo ella había ayudado a cantar para crearla

esta mañana.

Mientras escuchaba, pareció como si los dedos del viento rasgaran ramas como cuerdas;

el sonido resonaba en huecos y grietas. Casi podía saborear la lluvia mineral, ver el color

derretirse en sombras de gris, y sentir la humedad.

—¿Senna?

Se dio cuenta que Joshen había estado hablándole y ella no había oído nada.

Forzó una sonrisa brillante. —¿Cómo estás?

Él se encogió de hombros. —Te extrañé. ¡Y estoy muriendo de hambre! ¿Estás segura

que no puedes cantar a un buey para que nade a la isla? Podría comer algo de carne.

Se rio de verdad esta vez. —Sabes que las canciones de Bruja no funcionan en animales.

Si lo hiciera, te habría cantado para que vinieras hace semanas.

Sonriendo, él miro a su alrededor para asegurarse que nadie estaba mirando antes de

empujarla fuera del camino. Terminaron escondidos por las plantas, acunados por los

contrafuertes de un árbol enorme.

Poniéndose de pronto serio, Joshen la estudió, su mirada parecía desenterrar cada cosa

que ella quería ocultar tan desesperadamente. —Ahora, dime por qué estás tan triste.

Ella dejó salir una carcajada amarga. ¿Cómo podía él ver tan fácilmente la oscuridad que

ella trataba de ocultar? —Pensé que estar con todas las otras Brujas significaría que finalmente

encontraría un lugar donde pertenecer, pero aquí estoy más sola que en cualquier otro lugar

que haya estado. —Era verdad. Incluso cuando su madre la había dejado, había tenido a su

perro Bruke, y después a Joshen. Ahora Bruke estaba muerto, y ellas se habían llevado a

Joshen.

Pero ahora él estaba de vuelta, todo mejoraría.

—¿Qué pasa con tu madre?

Senna se esforzó por mantener sus emociones a raya. —Las únicas palabras que siempre

pasan entre nosotras son de enojo, así que nos mantenemos en silencio. —No le dijo que su

madre quería dejar Haven para siempre. Nada bueno saldría si él lo sabía. Ella sujetó su

camisa y enterró el rostro en el pecho de él—. Y hay pesadillas. Casi cada noche.

Él la rodeó con los brazos, y ella se humedeció los labios. ¿Debería decirle lo siguiente?

—Algo me está pasando, Joshen. No es sólo que mi canción se está volviendo más poderosa,

también mis sentidos. Realmente oigo el dolor de las Cuatro Hermanas en Tarten, me

persigue.

Con la punta del pulgar, él trazó el tatuaje de su estómago… su toque era infaliblemente

preciso. —¿Qué puedo hacer para mejorarlo?

Por las Creadoras, había extrañado su olor: a caballos y mar. —Hazme olvidar, por un

momento.

Él levantó su mentón y la besó. Él era siempre suave y gentil, pero hoy sintió una

innegable hambre en algún lugar recóndito de su interior. Él trataba de suprimirlo, pero ella no

quería eso. Quería que él desterrara el constante recordatorio de la maldición y el miedo que

nunca la había liberado de su agarre sudoroso, reemplazando todo eso con el suave sabor de

su boca.

Agarrando fuertemente su cabello oscuro, ella lo acercó y profundizó el beso. Sus labios

chocaron contra los de ella, y Joshen respondió; besándola como nunca la había besado antes.

La barba incipiente en su mandíbula era áspera en contra de su mentón. Sintió que se derretía

por dentro, ablandándose.

Sin aliento, ella se alejó antes de que las cosas se acaloraran más. —Madre llamará a las

Principales si no estoy en casa para la cena. —Quería invitarlo, pero temía que su presencia

descompusiera el frágil silencio en su casa—. Y después, tengo otra clase.

Con un gruñido que sonó a mitad frustración y mitad dolor, Joshen puso su frente contra

la suya. —¿Tan tarde?

—Tres de las Cuatro hermanas están más despiertas en la noche. En la siguiente fase

oscura de la luna, empezará la cosecha de chesli. Eso dura hasta el amanecer de todas las

noches, hasta que la luna comience a brillar más que las flores. —Senna se permitió

entretenerse a su lado—. Drenelle dice que comunicarse con la tierra funciona mejor en la

noche durante una tormenta de lluvia.

—Mmm mmm. —Pudo notar que él no estaba escuchando realmente. Pasó los dedos

por el rostro de ella—. ¿Cuánto tiempo más hasta que pueda casarme contigo?

Senna se lamió los labios hinchados, probando el sabor de él. —Las Aprendices no

tienen permitido casarse. Lo sabes.

Él acunó su rostro entre sus manos. —Bueno, entonces, ¿Cuánto tiempo hasta que te

gradúen a una Guardiana?

Trató de imaginarse su futuro juntos, pero no podía imaginarse pasar el resto de sus

vidas en esta pequeña isla, escondidos del resto del mundo. Joshen nunca tendría sus caballos,

y ella nunca tendría la libertad que deseaba.

Poniendo un poco de distancia entre ellos, sacó su collar de debajo del vestido. Allí

pendía su colgante, un ámbar circular que había sido cortado a la mitad, en una luna creciente

y un cuarto menguante.

Trató de abrirlo, pero su mano dañada no cooperaba. Joshen movió su cabello por sobre

el hombro y manipuló el broche hasta que se soltó.

Con un clic, ella separó el cuarto menguante y lo sacó del cordel antes de acomodarse la

luna creciente de nuevo en el hueco de la garganta. El colgante se sentía cálido y familiar en su

palma. —Tenía la intención de darte esto antes.

Sujetó la mano de Joshen, y se lo puso en la mano. —La luna es el signo de las Brujas.

Cada fase representa nuestro poder individual. La luna llena es la combinación de todas

nosotras. Este pendiente fue cortado para representar eso. Tú y yo somos más fuertes juntos

que separados. Y si alguna vez necesitas encontrarme, sólo coloca el colgante sobre un pedazo

de metal. Vibrará y levitará, apuntando en mi dirección. Yo podré hacer lo mismo contigo.

Joshen miró el colgante. —No sé qué decir.

Ella sonrió. —Di que siempre estarás allí. Sin importar qué.

—Siempre.

Ella tocó su collar. Junto con el colgante estaba el anillo que Joshen le había dado dos

meses antes. Era una cosa simple, hecho de ramas de sauce que Coyel había cantado para que

rodearan una perla.

La madre de Senna y las otras Principales habían tenido una discusión al respecto. Las

Aprendices no tenían permitido tener contacto con hombre, mucho menos estar

comprometidas con uno. Así que Senna tranquilamente lo había movido de su mano a su

cuello. Para ella, el significado seguía siendo el mismo, sin importar su ubicación.

Joshen acarició la perla con la punta del pulgar. —Si fuésemos sólo tú y yo en un rancho

de caballos en algún lugar, podríamos casarnos cuando quisiéramos.

Senna se inclinó hacia él, inhalando el aire que él respiraba. —Algún día.

Él la beso nuevamente, pero había un sabor a despedida en el beso. No se arriesgaría a

llegar tarde a clases… no cuando aún tenía mucho que demostrar.

U

4. Canción de la TierraTraducidoporAilena

n hilo de lluvia fría chorreó a través de la capucha empapada de Senna y se deslizó por su

espalda. Deseando haberse dejado el cabello largo suelto, se estremeció bajo su pesada

capa. Un trueno rugió en el cielo. El rayo apuñaló el mar más allá de los altos acantilados

de Haven. Senna utilizó la breve iluminación para mirar hacia la larga fila de empapadas

Brujas novatas arrastrándose detrás de ella.

—Vamos. La tormenta sólo se mantendrá así de fuerte durante una hora a lo sumo. No

debemos perder el tiempo.

Senna tuvo que resistir el impulso de estrangular a Drenelle. Había dejado a Joshen por

esto. Todo porque la Principal insistía en que entraran en comunión durante la tormenta.

Decía algo sobre que la tierra se abría para recibir la lluvia, y por lo tanto la apertura también

era para ellas. También afirmaba que la tierra despertaba por la noche. Así que allí estaban,

deambulando a través de Haven en mitad de la noche, bajo la lluvia torrencial.

Drenelle y las otras Principales creían que los atacantes se habían ido. Senna sospechaba

que al menos uno todavía estaba ahí. Toda esa excursión era una locura.

No era como si Senna necesitara caer en trance para sentir a las Cuatro Hermanas—

Tierra, Agua, Plantas, y Luz Solar—a su alrededor. Cuando la clase finalmente llegó al Anillo

de Poder, las nubes se despejaron brevemente para revelar la luna creciente.

Cuatro era un número sagrado para las Brujas. Había cuatro fases de la Luna en

oposición directa una con otra: media luna, luna creciente, luna menguante y luna llena o

nueva. Cuatro estaciones. Cuatro Hermanas o elementos. Cuatro Creadoras que habían

formado el mundo combinando su dominio de sus respectivos elementos. Cuatro Principales

de las Disciplinas que seguían el modelo de las Creadoras para regir sus respectivos elementos.

Drenelle se asomó por debajo de su sombrilla.

—Perfecto. Todo va perfectamente. Todas dispérsense, pónganse cómodas.

¿Cómodas? Empapadas en una tormenta eléctrica. Debajo de un árbol. ¿Cómodas? Más

bien suicidas. Pero Senna mantuvo sus pensamientos para sí. En las lecciones de Drenelle

sobre la Tierra, en su mayoría identificaban rocas, meditaban para trazar en mapas los

depósitos de valor, identificaban la composición del suelo, y estudiaban la detección de

temblores y contracciones de la tierra.

Bajándose más la capucha, Senna hizo lo posible por arreglar su capa para que la

protegiera de la hierba húmeda, luego se apoyó contra el gran tronco de uno de los árboles de

Haven, que consiguió mantener alejada algo de la lluvia.

—Muy bien, todas —dijo Drenelle en su voz más suave, que le recordó a Senna a un

graznido de cuervo—. Metan los pies en la tierra. Extiéndanse en ella como la semilla de una

planta, echando raíces… buscando, sintiendo, existiendo. Envíen lejos sus pensamientos

conscientes. Sentir la tierra no sucede en su conciencia, sino más profundo, en su mente no

consciente. Déjense fluir con los ritmos naturales, como arena deslizándose entre los dedos.

No había manera de que Senna pudiera mantener su vendaje seco, lo que significaba que

después de la clase de Drenelle, tendría que sufrir otro de los regaños de su madre.

Rezongando, Senna desató los cordones de sus botas y se las quitó. A pesar de su mal humor,

no pudo evitar que la tierra la arrastrara. Por mucho que odiara admitirlo, Drenelle tenía

razón. La Cuarta Hermana era más abierta durante la tormenta, como si la tierra se

expandiera hacia arriba, estirándose para recibir la lluvia, incluso mientras Senna se extendía

hacia abajo.

Mientras Drenelle todavía hablaba, Senna estaba ya en lo profundo de su mente no

consciente, fluyendo con los ritmos naturales de la tierra. Su relación con las Cuatro Hermanas

le permitió a sus sentidos de Bruja viajar más lejos y más profundo de lo que nunca había ido

antes.

Oyó algo... algo lejano.

Se movió en su dirección, pero no importaba lo rápido que se moviera, el sonido no se

acercaba. Hizo una pausa, frustrada. Y entonces recordó lo que Drenelle había dicho.

Como la arena deslizándose entre los dedos.

Senna dejó de perseguir el sonido y se imaginó su alma como un grano de arena,

filtrándose donde el viento, la lluvia o la tierra lo permitían. La imaginación se convirtió en

realidad. Su alma salió de su cuerpo.

Debería haber sido espantoso; aterrador, incluso, pero no lo fue. Fue liberador.

Sintiendo el viento a su alrededor, ella giró sobre las corrientes como un puñado de

briznas de diente de león.

El viento la posó suavemente. Abrió los ojos para encontrarse atrapada en una montaña.

Se quedó inmóvil como la cumbre. Su alma se sacudía por el viento y la lluvia, sin embargo,

no tenía miedo.

Todo era como debería ser. Como sería por eones por venir.

Pero su alma no era tan paciente como una montaña.

Se permitió hundirse en la tierra rica y oscura junto con la lluvia. Más profundo, donde

las piedras preciosas yacían como terrones de azúcar. Se deleitó en la oscuridad, en la presión

y la quietud.

Durante toda su vida, había buscado este tipo de comunión; este sentimiento de

pertenencia, de unidad.

Nunca se había sentido más completa. Más en paz.

Desde muy lejos, oyó el sonido de nuevo. Era música, tambores de sonido profundo y

cuernos resonaban en una canción seductora, con una textura tan cavernosa que nunca llegaría

al final.

Senna se balanceó al ritmo, con la garganta ansiosa por cantar.

Entonces cantó. No era consciente de las palabras que cantaba, pero la música se detuvo

como si estuviera escuchando. Después de medio latido de corazón, empezó de nuevo, y su

ritmo se fundió con el de ella. Encantada, aceleró el ritmo y levantó la nota. La música la

igualó.

Amplió sus sentidos, con el corazón lleno de asombro y su voz ansiosa por encontrar

algo más. Exploró, bailando con las Cuatro Hermanas mientras la música se arremolinaba a

su alrededor, provocándola con su belleza.

Y luego se estrelló contra un tope, algún tipo de bloqueo o barrera. Extendió la mano.

Donde tocó la barrera, los colores se ondularon hacia afuera. La música vibraba bajo sus

dedos. Esto era obra de una Bruja. Y si una Bruja lo había hecho, otra Bruja podía deshacerlo.

Echó la cabeza hacia atrás, escuchando el débil tintineo de la canción hasta que la

memorizó. Volvió a cantar la canción y la canción cambió para hacer juego con la suya. La

barrera se aclaró un poco, como la oscuridad antes del amanecer.

Mejor no destruirla por completo. Después de todo, ella sólo quería ver lo que había más

allá. Sonriendo, pasó a través de la barrera debilitada. Se fundió con los alrededores, en busca

de puntos de referencia como Drenelle le había enseñado. Una isla rodeada de agua salobre, y

una costa en la distancia, con montañas. Si cambiaba las montañas por colinas, era

perturbadoramente similar a Haven, que colindaba con Nefalie. Pero el cuerpo de Senna

estaba muy lejos, a un océano de distancia de donde estaba sentada bajo la lluvia torrencial

y…

Se congeló mientras el sonido de la música cambiaba.

La canción de la Tierra apretó y se presionó contra ella. Ella se quedó sin aliento y

escuchó con atención, y entonces lo comprendió. La canción de Bruja estaba a su alrededor

como granizo que caía, y no sólo una Bruja. Cientos de ellas. Ellas estaban cantando en su

contra. Pero eso era imposible, no podía haber cientos de Brujas fuera de Haven.

¿Fue porque ella había dañado su barrera?

Confundida y asustada, Senna huyó de regreso por donde había venido. Abrió los ojos

para encontrarse de pie en el centro del Anillo de Poder, sin ningún recuerdo de haberse

trasladado hasta allí.

La capucha estaba echada hacia atrás, la lluvia corría por su rostro. Lo que sea que ella

había experimentado, había suscitado un terror salvaje, despertando instintos que superaban el

pensamiento racional. Inclinó su rostro hacia la lluvia y cantó.

Haven levanta tus estacas,

Vientos un camino hacer…

Un dolor punzante se extendió en su rostro. Senna se llevó la mano a la mejilla, y se

tambaleó hacia atrás en estado de shock. La tierra temblaba a su alrededor.

Drenelle estaba de pie ante ella, con la mano levantada para otra bofetada, con el pecho

agitado. —¿Quién te enseñó esa canción?

Senna repentinamente se volvió consciente del barro en sus pies desnudos.

Desconcertada, buscó algún tipo de explicación. Las Brujas novatas estaban de pie a su

alrededor, con expresiones aturdidas. Sintiendo la huella perfecta de la mano de la mujer,

Senna dejó caer la cabeza. —Yo… ¿Qué canción, Principal?

Drenelle escrutó a Senna como a una araña muerta en su taza de té. —¡No me mientas!

Senna abrió la boca, pero la respuesta correcta se negó a salir. —¿Principal?

Drenelle pareció recordar dónde estaban. Señaló a tres Brujas novatas. —Vayan a buscar

a las otras Principales. Díganles que nos vemos en el Árbol del Consejo. —Ellas giraron y

comenzaron a alejarse—. ¡Corran! —gritó Drenelle. Las chicas corrieron a través de la

tormenta.

Drenelle agarró el brazo de Senna y la arrastró a través del Anillo, hacia el árbol más

grande de la isla. Sus contrafuertes eran tan anchos y altos que se necesitaba una cuerda para

treparlos. El Árbol del Consejo.

El corazón de Senna se congeló en su pecho. —¿Qué he hecho mal, Principal?

Drenelle le apretó el brazo tan fuerte que Senna hizo una mueca. —Entra.

La Principal abrió una puerta pesada entre dos de los contrafuertes más amplios.

Ante ellas estaba un escritorio de madera frente a un conjunto de escaleras en espiral, tan

transparentes que parecían estar hechas de liquido congelado.

Mistin se levantó inmediatamente de la silla. Sus ojos se abrieron como platos, y disparó

a Senna una mirada preocupada. La pequeña Aprendiz era lo más parecido a una amiga que

Senna tenía en la isla.

Drenelle la arrastró por las escaleras, con pasos pesados. En la parte superior había un

pasillo circular con cinco puertas. Drenelle marchó por la puerta más grande, justo enfrente de

ellas. Dentro había una habitación en forma de media luna, con ventanas torcidas encajadas

entre protuberancias del árbol. Las estanterías se alineaban junto a las paredes.

Coyel estaba sentada junto al hornillo encajada en la pared de la sala, con un libro en el

regazo. Parecía más joven con el cabello rubio colgando por la espalda. —¿Brusenna?

Drenelle, ¿qué pasa?

Drenelle empezó a pasearse de un lado a otro de la habitación. —No quiero explicarlo

tres veces. Esperaremos a las demás.

Chavis llegó momentos después, se quitó la capa y la puso en un gancho junto al

hornillo. Hoy, su cabello canoso colgaba en dos trenzas.

Senna miró nerviosamente las pistolas que Chavis nunca se quitaba.

Drenelle se despojó de su capa goteante y la tiró en un gancho junto a la chimenea. Sus

faldas de color vino estaban húmedas alrededor de los bordes. —¿Dónde está…?

Otra voz se sobrepuso a la de ella. —Más vale que no sea la idiotez de los yacimientos

mineros en medio del Mar Oscuro.

—¡Hay suficientes piedras preciosas ahí para comprar toda una flota de barcos! —

Drenelle trató de gruñir, pero sonó más como un gato escupiendo.

Prenny continuó como si Drenelle no hubiese hablado. —Estaba a mitad de crear mi

poción de Ioa, ya que Brusenna robó mi último lote. Lleva meses prepararla. Y tuve que

dejarla al cuidado de una temblorosa Bruja novata. Si esa chica la arruina… —La diatriba de

Prenny tropezó a su fin cuando finalmente se percató de Senna—. ¿Qué está haciendo la

Novata aquí?

Senna cruzó los brazos sobre su pecho. —Yo tuve que coger esa poción para salvarlas a

todas ustedes de Espen.

Coyel puso los ojos en blanco. —Drenelle, es esto acerca del temblor que sentimos antes?

Drenelle volvió su mirada abrasadora de Prenny a Coyel. —Brusenna comenzó a cantar

la canción de Reubicación. Tenemos suerte de que la detuve antes de que nos moviera.

Chavis se enderezó. —¿Ella qué?

Senna sabía que ella había cantado algo prohibido, pero todavía no sabía qué. —¡Las

palabras estaban allí!

Haciendo caso omiso de ella, Chavis se dejó caer en una silla.

—¿Y la isla comenzó a responder?

—Eso es imposible —dijo Prenny mientras sostenía sus manos sobre el hornillo—. Ni

siquiera una de Séptimo nivel podría hacer moverse a la tierra. No sola. Una canción tan

poderosa requiere cientos de Brujas.

Por primera vez, Senna notó que Drenelle lucía bastante pálida… casi asustada. —La

escuché.

Todas las Principales se quedaron en silencio. Senna se humedeció los labios. —Yo… no

sé lo que está pasando.

Los ojos demasiado brillantes de Coyel estaban fijos en ella. —Comenzaste la canción

que mueve la isla.

Senna dio un paso atrás. —Yo… ¿Qué? No. Yo sólo estaba meditando en la tierra, como

Drenelle dijo. Y oí la música, era tan hermosa que canté con ella. Y entonces me asusté y las

palabras vinieron a mí.

—¿Escuchaste música? —Chavis repitió con un trasfondo en su voz que Senna no

entendió. Ira o miedo, o ambos.

Coyel entrelazó los dedos sobre su estómago.

—¿Alguien te enseñó la canción de Reubicación?

Senna negó con la cabeza. —Estaba asustada, y las palabras estaban allí.

—¿Asustada de qué? —Prenny preguntó suavemente.

Había abierto la rejilla del hornillo y estaba mirando el fuego. Era casi como si hablara a

las llamas.

Senna estudió el perfil de la Principal de más edad. Para una mujer de unos sesenta años,

Prenny tenía sorprendentemente pocas arrugas… probablemente porque conocía pociones

para disminuirlas. —No me creerían —respondió Senna finalmente.

Con su cara enrojecida por el fuego, Prenny estudió a Senna con una expresión dura. —

Tal vez sí.

Senna tomó aire y dijo todo lo que había sucedido en el Anillo de Poder. Ellas la

escucharon sin interrumpir.

Drenelle se desplomó en una silla, Chavis puso una expresión sombría, y Prenny se

quedó tiesa e inmóvil al lado del fuego.

Cuando Senna terminó, la expresión de Coyel no reveló nada. —¿Es posible que tantas

Brujas se reúnan sin nuestro conocimiento?

Chavis dejó escapar un suspiro. —Sin duda habríamos sentido algo así a través de las

Cuatro Hermanas… cada vez que cantaran juntas, los elementos habrían cambiado.

Drenelle bufó. —¿Estás segura de que no te quedaste dormida?

Senna no se molestó en contestar.

Coyel se frotó el cuello. —Lo de las Brujas extranjeras explicaría cómo dos hombres

entraron en la isla sin ser invitados y nos libraría de encontrar una traidora.

Senna se mordió el labio. —¿No pueden despojar a las otras Brujas de la Canción del

Alba?

Chavis resopló. —Necesitamos el nombre o la persona real para desterrarla.

Coyel suspiró. —Muy bien, Senna, nosotras nos encargaremos de esto. Tú ve a casa.

Senna hizo una pausa. —Me gustaría ayudar.

Coyel sonrió forzadamente. —Recuerda tu lugar, Aprendiz Brusenna. A partir de ahora,

por favor, recuerda que la canción de una Bruja es también un arma. Mejor que no hagas algo

si no entiendes las consecuencias.

Con la cabeza colgando, Senna asintió.

Coyel hizo gesto hacia la puerta. —Por favor, no repitas la canción. No queremos que las

palabras se conviertan en dominio público. Y no le digas a nadie lo que pasó esta noche.

Senna volvió a asentir y tuvo que esforzarse por no correr hacia la puerta. Cuando

empezó a cerrarla detrás de ella, oyó que Drenelle decía en voz alta. —¿Simplemente van a

dejar que se vaya?

—Ha comenzado. —Senna apenas vislumbraba a Prenny apartándose del fuego—. Traté

de advertirles.

Ante las palabras de la anciana, Senna se congeló y dejó la puerta entreabierta.

Coyel gimió. —Tenía la esperanza de que Senna sería una excepción.

—Deberías decirle —dijo Chavis en voz baja.

¿De qué están hablando? Senna se preguntó.

Coyel se irguió en toda su estatura.

—Absolutamente no. No importa lo que suceda, ninguna de nosotras puede decirle a

Senna. Todas estuvimos de acuerdo con esto.

Chavis se frotó la frente. —No es justo, es sólo una niña.

Prenny apoyó la mano sobre el hombro de la Principal del Agua. —No vamos a dejarla

morir.

¿Morir? Senna se llevó la mano a la boca para no jadear y alertar a las Principales de su

presencia.

Prenny pareció sacudirse, y luego tomó su capa. —Tengo una poción que atender.

Las cuatro mujeres se pusieron de pie.

Senna se apartó de la puerta, con la mente entumecida por el shock. Sabiendo que

saldrían en cualquier momento, se giró y corrió por la escalera con pasos suaves, dos escalones

a la vez.

—¿Brusenna? —Mistin la llamó mientras ella pasaba disparada junto al escritorio de la

secretaria—. ¿Qué pasa?

Senna no se detuvo. Ni siquiera giró el rostro.

Ella sólo abrió la puerta y corrió a través del Anillo de Poder, ahora desierto.

C

5. ViajarTraducidoporSalilakab

ayó un rayo, vistiendo la isla de blanco.

La lluvia golpeteaba contra la cara de Senna. Cruzó el Anillo de Poder y volvió a

desplazarse entre los árboles a toda velocidad.

¿Excepción? ¿Morir? Por las Creadoras, ¿A qué se referían las Principales? ¿Qué estaba pasando

con ella? Senna quería correr lejos de Haven y esconderse. Se salió del camino, y se adentró en

el denso follaje; luego jadeando se desplomó contra un árbol. Pegó la frente a la húmeda

corteza y trató de frenar su corazón galopante, su mano herida latía al ritmo del bombeo de su

sangre.

De repente se puso rígida y los pelos de su nuca se erizaron, alguien la estaba mirando,

lanzó un vistazo alrededor, pero no vio nada aparte de sombras que se alejaban de la luz.

¿Era uno de los atacantes de la otra noche? No debería haber salido sola de nuevo, todos

los árboles alrededor del Anillo de Poder estaban habitados, pero en su desesperación por

escapar había dejado atrás el sector habitado. Ahora estaba sola en el oscuro bosque.

No vio movimiento, ni indicios de nada. Se maldijo a sí misma por haber dejado su

cinturón de semillas en la casa árbol, pero no había querido arriesgarse a que las semillas se

humedecieran. Incapaz de soportarlo más, Senna caminó de espaldas hacia lo más profundo

del follaje, las plantas frente a ella de repente se estremecieron y ella abrió la boca con un grito

entre los labios.

—¿Senna?

Dejó escapar todo el aliento rápidamente. —¿Joshen?

Respiraba con dificultad, como si hubiera tenido que correr para alcanzarla. —¿Qué

pasó? ¿Por qué Drenelle te llevó al Árbol del Consejo?

—¿Cómo sabes eso?

Él movió los pies, incómodo. —Reden y yo estamos en desacuerdo con las Principales;

simplemente custodiar la entrada a la isla no es suficiente, debes estar vigilada por uno de

nosotros todo el tiempo.

Ella lo miró boquiabierta, horrorizada parcialmente por la falta de privacidad y en parte

aliviada de no estar sola.

Antes de que decidiera qué emoción era más fuerte, Joshen se humedeció los labios y se

acercó más.

—¿Ese terremoto... realmente fuiste tú?

Senna se abrazó y asintió. —Escuché música.

Él la empujó más cerca de los contrafuertes del árbol y colocó ambas manos alrededor de

ella para protegerla de la lluvia. —¿Crees que esto tiene que ver con el que Espen te haya dado

su canción?

El frío se había instalado tan profundo en los huesos de Senna, que no estaba segura de

alguna vez volviera a estar caliente. Tiró de la camisa de Joshen y presionó sus frías manos

contra los duros músculos de su abdomen. Escuchó que él inhalaba bruscamente, pero no se

apartó. También acurrucó su fría nariz contra el hueco de su cuello.

Cuando ella no respondió, él se inclinó para mirarla. —¿Senna?

Ella le miró a los ojos mientras la lluvia salpicaba de su capucha a su rostro. —No lo sé,

tal vez. —Le contó todo... bueno casi, pasó por alto la parte en la que escuchó a las Principales

diciendo que ella moriría; Joshen era insoportable cuando estaba preocupado—. Toda mi vida

he estado rodeada de secretos, obligada a esconderme mientras el mundo se derrumba a mi

alrededor.

Cuando él no respondió, ella se alejó.

Un relámpago iluminó el cielo, alumbrando su rostro, dibujando su frente. —¿Qué

secretos?

Ella se limpió un riachuelo de agua de lluvia que goteaba de su nariz. —Todo lo que sé es

que las Principales están ocultándome algo. Planeo descubrir esos secretos y luego iré a salvar

Tarten.

Joshen cerró los ojos cómo si algo le doliera. —¿Cómo?

La enormidad de la tarea casi la aplastó. —Aún no lo sé.

Él se quedó en silencio por un tiempo. —Es tarde, tengo que llevarte a casa. Vamos, te

acompañaré para que estés a salvo.

Caminó con ella hacía el sector habitado.

Desde un costado, Senna vio un destello de movimiento entre los árboles —Joshen,

¿Viste eso?

Él levanto bruscamente la mirada y se puso frente a ella. —¿Qué?

Estudió las sombras, Joshen no podía haber sido el que la observaba antes, porque él

había estado persiguiéndola. —Justo antes de que llegaras creí que alguien me estaba

observando.

Maldijo en voz baja. —Maldita pólvora húmeda. Es inútil.

La empujó delante de él y liberó su cuchillo. Cruzaron el Anillo de Poder desierto y ella

se detuvo lo suficiente para recoger sus botas abandonadas. Vaciló cuando vio la luz de

linterna en su salón, seguramente dentro le esperaba un regaño.

Joshen le apretó la mano. —¿Quieres que vaya contigo?

Senna negó con la cabeza. —Probablemente es mejor si no.

Sus anchos hombros decayeron un poco, tenía que saber que no le agradaba a la madre

de Senna.

—No te preocupes. A ella no le agrada nadie, yo incluida.

—Yo o alguno de los otros Protectores estará aquí en la mañana, cierra la puerta y

quédate dentro hasta entonces. —La besó devotamente y dio un paso atrás, luego esperó

mientras ella subía los escalones. Ella sabía que no se iría hasta que hubiera cerrado la puerta.

A través de la ventana lo vio alejarse, pero su mirada se vio atraída de nuevo hacia la

oscuridad, sentía a alguien ahí afuera. Dio un paso atrás y cerró las cortinas.

Detrás de ella, la madre de Senna usó una hoja seca para marcar una página en su libro.

—¿Por qué estás descalza? —Encontró una toalla y se la lanzó a su hija.

Senna dejó caer sus botas y comenzó a limpiarse los pies.

—El resto de la clase de Drenelle llegó a casa hace mucho.

Las palabras que no expresó hicieron que el aire fuera más difícil de respirar. Senna

consideró decírselo a su madre, pero no quería revivir esa conversación; además las

Principales le habían pedido que no se lo dijera a nadie, ella ya había roto esa promesa al

contarle a su Protector, pero era Joshen. —Hablé con Joshen durante un momento.

—Los Protectores no tienen permitido tener contacto con las Aprendices.

Senna dijo la única cosa que sabía que su madre no discutiría. —Reden y Joshen sienten

que aún estoy en peligro, planean vigilarme.

Sacra, obviamente nerviosa, echó un vistazo a los vendajes húmedos de Senna y sacó su

botiquín de curaciones. —Eso no explica porqué llegaste tarde.

Senna se sentó en la mesa, con las mejillas encendidas, mientras su madre cortaba el

vendaje sucio y húmedo.

Sabía que su madre creía que se había escapado para encontrarse con Joshen, pero no

podía decirle la verdad.

Sacra inspeccionó la herida de su hija. —Hay una buena razón por la que los Protectores

no estaban permitidos en la isla antes. Tus estudios son primero.

—Lo son. —La palma de Senna estaba arrugada y serosa, los puntos sobresalían negros

contra su piel pálida. Las heridas plegadas casi parecían los labios fruncidos de un anciano.

Sacra le aplicó un ungüento de olor fuerte y comenzó a esparcirlo por la mano. —Ve que

eso siga así, porque si eso cambia, también cambiarán tus privilegios.

—Tengo dieciséis años, Madre, edad suficiente para casarme.

Su madre ató la venda. —Senna, no creo que estés lista para eso. El único hombre que

has conocido es Joshen y eres demasiado joven. ¿Cómo puedes saber lo que quieres, cuándo

apenas estas descubriendo quién eres?

Senna se acunó la mano contra el pecho. —Él es un buen hombre, Madre. ¿Por qué no le

das una oportunidad?

Sacra guardó las cosas de su botiquín, cada artículo en su lugar. —Esto no es acerca de

Joshen, es acerca de ti. Si no eres lo suficientemente fuerte sin él, nunca serás lo

suficientemente fuerte con él. —Se inclinó hacia adelante y apoyó la mano sobre la cabeza de

Senna—. Se lo debes a él y a ti misma, el convertirte en la mujer que estás destinada a ser.

—Sólo porqué tu hayas fallado, no significa que yo lo haré también —dijo Senna

fríamente.

La mirada de Sacra fue distante, cómo si no estuviera ahí en absoluto. —¿Fallado? Sí,

fallé... Tu padre... tu hermana... tú... —Su dolor era casi visible, como si el dolor estuviera

grabado en su piel—. Tú debes aprender de mis errores, en lugar de repetirlos.

Como si un peso invisible se abalanzara sobre ella, Sacra respondió trabajosamente. —

Está curándose muy bien, trata de mantenerlo seco esta vez. —Y se dirigió a las escaleras.

Senna la vio marcharse, con arrepentimiento creciéndole en el pecho. Hacía mucho

tiempo alguien le había dicho que debía rezar para que nunca experimentara el dolor que su

madre soportaba, que no debía juzgar a su madre sin conocer sus heridas.

—Madre, lo siento. Es que... ¿Alguna vez has escuchado música que no estaba realmente

ahí? ¿Alguna vez has bailado con ésa música y te has encontrado en un lugar completamente

distinto?

Sacra volteó a medias con lágrimas brillando en sus ojos. —¿Viajar? No, eso es cosa de

leyendas.

Viajar... Senna se enderezó. —¿Qué leyenda? —Las leyendas se basaban en realidades,

después de todo.

Sacra negó con la cabeza. —Leyendas de mujeres muertas hace mucho tiempo. —

Comenzó a subir las escaleras con una posición de hombros que indicaba que no hablaría más

del asunto.

La relación abierta y cariñosa que Senna había tenido alguna vez con su madre parecía

muy lejana y de hacía mucho tiempo. Ahora sentía un hueco en el pecho donde una vez había

existido luz y calor.

Después de colgar su toalla empapada en la estufa, Senna se fue a su habitación. Viajar.

Si su madre sabía el nombre de lo que Senna había experimentado, entonces también lo sabían

las Principales. ¿Por qué no le habían dicho? ¿Por qué estaban ocultándole cosas?

Tal vez porque al Viajar, ella podría descubrir la verdad que ocultaban. Lo que

significaba que debía hacerlo de nuevo, tenía que regresar a esa tierra oculta.

Se cambió las ropas húmedas por algo seco y se metió debajo de las sábanas para

intentar mantener el calor. Se imaginó a si misma cómo un grano de arena a merced de las

Cuatro Hermanas. Fue más sencillo ésta vez, tan pronto cómo dejo que su mente se relajara,

su alma abandonó su cuerpo de nuevo. El viento acarició su piel y se envolvió a su alrededor

con el sonido de cuerdas altas y el tintineo de cientos de gotas de lluvia, sus sentidos querían

bailar con la música, cantar y ser cantada. A pesar de que sólo había experimentado esto una

vez antes, su alma parecía anhelarlo.

Bailó a través de las aguas, pateando gotas que brillaban a la luz de la luna.

Voló con los pájaros, con el viento y plumas que le hacían cosquillas en el cabello, como

si fuera simplemente una de ellos de forma diferente.

Pero la alegría acabó cuando la barrera se hizo visible ante ella. No quería cruzarla, no

sólo porque no podía existir, sino porque de alguna manera sabía que ellas estaban

esperándola. Pero se había propuesto tener respuestas, y ésta era la única manera para

conseguirlo.

El paso por la barrera se sintió como cruzar una barrera de miel, pero no parecía tan

gruesa en esta ocasión. Era como si estuviera mermada de alguna forma.

El viento la dejó donde el agua le llegaba hasta los tobillos, la costa rocosa lastimó sus

pies y el agua fría salpicó el borde de su camisón. Intentando descubrir dónde estaba,

expandió los sentidos de la Hermana Tierra a su alrededor.

Una isla. Al oeste, más allá del océano, había más tierra… un desierto, montañas. Justo

cuando recurrió a la Hermana Planta, el suelo vibró bajo sus pies y oyó la canción de Bruja de

nuevo. Las rocas y la tierra se agitaron debajo de ella. No, no se agitaron... cambiaron.

Alejándose de ella, cómo si se hubiera vuelto tan pesada que el suelo no podía soportarla.

De pronto, se dio cuenta del peligro. Intentó salir corriendo del agua, pero con cada paso

que daba, el suelo la succionaba más rápido. Se hundió más y más rápido, hasta que estuvo

sepultada al nivel de la cintura. Pidió al viento que la alejara de ahí, y éste surgió a su

alrededor, azotando su cabello como si fuera algo vivo.

Pero el viento no era lo suficientemente fuerte para sacarla del barro. De repente

comenzó a caer lluvia, haciendo el suelo más blando bajo sus pies. Plantas y vides llegaron a

enganchar sus brazos, inmovilizándola mientras el barro llegaba a su pecho y luego hasta el

cuello.

Iba a morir.

Gritó con la boca llena de barro, no podía respirar, no podía moverse. Utilizando el

último aire de sus pulmones, Senna cantó.

Alto.

El temblor cesó y las plantas aflojaron su agarre. Senna arañó el suelo para poder salir del

agujero y se puso de pie, tambaleante. Su mano herida le dolía ferozmente y estaba cubierta de

moretones y rasguños. Sin aliento, cantó al viento, para que la llevara a casa. Se elevó sobre el

barro y se precipitó por los cielos hasta su propia cama, a su propio cuerpo.

Jadeando, Senna trató de incorporarse, pero las mantas se enredaron en sus

extremidades y cayó al suelo con un ruido sordo y un gran golpe. Su camisón se encontraba

inmaculado.

Levantó las manos temblorosas, viendo su piel limpia y sus vendas limpias, pero sus

uñas estaban rotas y sangrantes, y ella estaba cubierta de rasguños y moretones. Su mano

palpitaba.

Pero ella en realidad no había estado ahí, era sólo su alma. ¿Cómo lo había llamado su

madre…? ¿Viajar?

¿Pero si su alma hubiera muerto, qué le hubiera sucedido a su cuerpo? De repente se

sintió mareada y apoyó la cabeza en sus rodillas levantadas. Un agudo dolor apuñaló su

pecho, se sentía fuera de control, indefensa. Era como si las Cuatro Hermanas—la fuente de su

poder—se hubieran vuelto contra ella. ¿Era un castigo por parte de las Creadoras por no haber

logrado convencer a las Principales de las Disciplinas de salvar Tarten?

Senna sabía una cosa... necesitaba respuestas. Eso requería ayuda y la única persona en

quién confiaba era Joshen.

¿Y si sus agresores seguían vigilándola? Pero sólo había dos de ellos y uno había muerto

o estaba gravemente herido, una persona no podría vigilarla todo el tiempo ¿O sí?

Trastabilló para vestirse, encontró su capa húmeda y la envolvió alrededor de sus

hombros; entonces se escapó de la casa árbol. Recorrió el camino trotando, rompiendo todas

las reglas que las Principales de las Disciplinas habían impuesto; reglas sobre las Aprendices y

los Protectores, reglas sobre salir sola en la noche.

Dos veces tuvo que esconderse fuera del camino y esperar a que otras Brujas pasaran.

Cuando llegó al árbol de Joshen en el sector de los Protectores, dio un golpecito en la ventana.

Nada. Golpeó más fuerte.

Después de su quinto intento, él vino pesadamente a la ventana y se la quedó mirando,

con el pecho desnudo. Ante la vista, un cálido hormigueo se extendió de la coronilla de Senna

hasta la punta de sus pies.

Momentos más tarde, abrió la puerta y después que ella se deslizara adentro, la cerró.

—¿Senna? —dijo con voz alarmada—. Te dije que no anduvieras por ahí tú sola, ¿Qué

pasa si tus atacantes hubieran estado esperándote? Ni siquiera deberías estar aquí. —Cerró las

cortinas, pero luego se asomó por ellas—. Creo que nadie vio.

—Volví a escuchar a las otras Brujas. —Senna se abrazó—. Tal vez no debí haberme

arriesgado, pero estoy cansada de sentirme indefensa. Tengo que averiguar lo que me está

pasando.

Joshen le tomó la mano y la llevó a su dormitorio, su árbol era bajito, pero muy ancho,

así que todo estaba en el mismo nivel. —¿Qué viste esta vez?

Sintiéndose incómoda, se sentó en la cama y le habló de su segunda experiencia al

Viajar.

Joshen respiró hondo. —Senna, quiero ayudarte, pero no sé cómo. No soy una Bruja.

—¿Me observaste todo el tiempo cuando estuve en el Anillo de Poder antes?

Él asintió.

—¿Y estuve ahí todo el tiempo? ¿Yo nunca... desaparecí?

Él parpadeó un par de veces. —No, sólo parecía que estabas dormida. Después de un

rato te levantaste, elegante, como en una danza. No me di cuenta al principio que estabas

cantando, era tan suave. Cuando lo hiciste lo suficientemente fuerte para que se entendiera,

Drenelle comenzó a entrar en pánico. Te gritó que pararas, pero era cómo si no pudieras

escucharla. Casi dejé mi escondite para ver qué estaba mal, pero Drenelle es una de las

Principales y dejaron muy claro que teníamos que estar alejados de las Aprendices. Además no

te veías cómo si estuvieras en peligro.

Dijo la última parte cómo disculpándose. Ella chocó su hombro con el de él. —Sólo lo

pregunté porque quería saber cuánto de mí realmente Viaja.

—¿No hay alguien que pueda decirte?

Senna se miró fijamente las manos. —Lo he intentado con mi madre... ella no me dirá

nada. Las Principales están ocultándome la verdad, es como si tuvieran miedo de algo, miedo

de mí.

Joshen le apoyó la palma de la mano en la espalda. —¿No hay nadie más?

Ella gruñó. —Siempre está Espen... —Había querido decirlo cómo broma, pero tan

pronto dijo las palabras, se enderezó.

Él negó con la cabeza. —¡Oh no, Senna, no podemos confiar en ella!

Ella tomó sus manos entre las suyas. —Pero si realmente puedo Viajar... ¿Qué daño hace

intentarlo?

Él se puso de pie. —¿Qué daño? La mujer habría hecho que te matara.

—Joshen, estoy en peligro ahora ¿No te das cuenta? Las otras Brujas cantaban para que

la tierra me tragara.

Él empezó a temblar de rabia. —¿Qué pasa si esas otras Brujas te encuentran de nuevo?

—Me niego a vivir en la ignorancia y la impotencia.

Joshen comenzó a pasear por la habitación. Senna esperó a que su ira se desvaneciera.

Eventualmente, se tumbó a su lado. Después de un rato se frotó la barba, pensativo y ella supo

que había ganado.

—¿No estarás realmente con ella, verdad? —preguntó—. Quiero decir... ¿Ella no puede

hacerte daño, verdad?

Ella trató de calmar su miedo. —Joshen, la convertí en un árbol.

—Creí que había terminado —murmuró.

Senna estaba agradecida de que él no pareciera darse cuenta que ella realmente no había

contestado su pregunta y apoyó la cabeza en su hombro. —Yo también. —Empezaba a

entender que el poder venía con un precio... una carga que pesaba sobre cada nacida Bruja,

especialmente sobre una tan fuerte como ella.

Él besó su cabello. —¿Cuándo quieres intentarlo?

—Ahora.

Joshen hizo una mueca. —Ella pedirá algún tipo de pago... sólo no le des nada que te

ponga en peligro a ti o a alguien más —Su agarre sobre Senna se tensó—. Todo va a estar

bien.

Por las Creadoras, lo había extrañado. —¿Cómo lo sabes?

—Porque me aseguraré de ello.

Ella sonrió y levantó la cara para un beso, él rozó los labios con los suyos; sus labios eran

tan suaves. Apoyó la frente contra ella. —Tú puedes hacer esto.

Senna se deslizó hacia atrás, hasta estar sentada en el centro de la cama. —¿No me vas a

dejar?

Joshen le tomó la mano. —No.

Ella respiró hondo, cerró los ojos y escuchó la música que sabía que estaba ahí, justo

debajo de la superficie. Dejar su cuerpo fue incluso más rápido y más claro ésta vez, casi como

si las Cuatro Hermanas hubieran estado esperándola, esperando para volver a tomarla.

Pero ella cambió su destino, alejándose de la misteriosa isla, atravesó el océano en un

borrón. En el espacio de unas pocas docenas de latidos, estuvo en Tarten de nuevo, en un

claro ahora desprovisto de árboles, excepto por uno, una especie de sauce llorón cuyas hojas

formaban un círculo impecable. Sin tener que tocarlo, Senna sabía que la corteza era tan suave

como la carne.

Las ramas se desplazaban sin rumbo en la brisa.

Las hojas una vez brillantes, estaban ahora cubiertas con una plaga, la mitad parecía

estar anidada en la base del árbol. Mojándose los labios, Senna dio un paso adelante y las

hojas crujieron a su paso. —¿Espen?

El árbol dejó escapar un sonido cómo si se estuviera despertando de un sueño, antes de

volver a ponerse tieso.

—¿Espen? —Senna intentó de nuevo.

Ésta vez el árbol pareció despertar.

Senna sintió que la miraba, las hojas se estremecieron en reconocimiento y las ramas se

agitaron hacia ella.

Senna se había preparado para esta reacción, después de todo ella era la que había

forzado a Espen a tomar esta forma y robado su canción.

Alto.

Las ramas lucharon contra una corriente invisible, pero Espen era en esencia una planta

y las plantas obedecen la canción de Bruja. Aunque la Bruja temblaba de ira, no podía

moverse.

Espen se replegó en sí misma, y un trozo de corteza se rompió de su tronco. Con un

sobresalto, Senna se dio cuenta que la Bruja Oscura estaba muriendo. La sequía no estaba

matando solamente a los tartenos.

De pronto, Senna ya no estaba asustada, podía sentir la mano de Joshen en la de ella y

por una vez estaba en control de la situación. —Tengo unas preguntas que las Principales de

las Disciplinas se niegan a responder; como pago puedo aliviar tu sufrimiento: Agua, o una

canción para llevarse la plaga.

Sus ojos nunca se desviaron del árbol. Senna se agachó y rozó el suelo libre de hojas,

revelando la tierra oscura y seca.

Espen estiró lentamente una rama hacia adelante y escribió en la tierra. —Libérame.

La ira cruzó por Senna. —No te puedo liberar, y aunque pudiera no lo haría. Las

Creadoras tomaron tu canción ¿recuerdas? No tienes frutos y por lo tanto, ninguna semilla.

Las hojas crujieron mientras escribía. —Sálvame de la vida.

Senna abrió la boca, y la cerró de nuevo.

—Libérame —Espen escribió en profundos surcos.

Senna se quedó mirando lo que quedaba de la Bruja Oscura hasta que el árbol se le quedó

marcado en la retina. —No es más de lo que mereces.

Espen no respondió.

Senna respiró profundamente. —Bien, vendré a Tarten a liberarte.

Espen pareció hundirse en alivio.

—¿Que es Viajar?

Una rama se adelantó y rascó contra la tierra. —Obvio.

Senna hizo una mueca. —¿Eso es lo que estoy haciendo... Viajar? ¿Cómo puedo

controlarlo y evitar que me ataquen?

La rama apuñaló la misma palabra. —Obvio.

—¡No, no lo es! ¡Pude haber muerto anoche!

Agachándose, Senna borró la palabra sobre la tierra, dejándola lisa. —Dime cómo

detenerlo, cómo protegerme.

Con exagerada lentitud Espen escribió. —Canción de Bruja.

Senna se quedó mirando las palabras mientras la simplicidad la golpeaba. Espen tenía

razón, era obvio. Se combatía canción de Bruja con canción de Bruja. No era una solución

perfecta; su canción era fuerte, pero no tan fuerte como la de todas esas otras Brujas.

—¿Cómo es posible que pueda Viajar? —murmuró Senna.

Espen se inclinó y volvió a escribir. —Tocada por las Creadoras.

La respiración de Senna se hizo más rápida, había tenido razón. Estaba cambiando más

que su canción, esto era más grande que el sólo haber tomado la canción de Espen. —¿Qué le

sucede a alguien que es tocada por las Creadoras?

La rama escribió sólo una palabra en el suelo. —Muerte.

El aliento de Senna quedó atrapado en su garganta ¿Era esto de lo que había escuchado

hablar a las Principales? Tan pesado como un rectángulo de tierra sobre una tumba, la palabra

salió de su boca. —¿La muerte?

El viento agitó las ramas de Espen.

La mirada de Senna se estrechó. —Sólo estás tratando de asustarme. —Espen siguió sin

responder—. ¿Por qué debo creer algo de lo que has dicho? Tú estarías feliz de ver a todas las

Brujas muertas.

El árbol crujió y rascó en el suelo. —No muertas, ¡Gobernando!

Senna se estremeció. ¿Con que frecuencia había pensado que las Brujas debían ser más

que mujeres asustadas escondidas en una isla? Sus canciones transformaban el mundo y la

humanidad las odiaba por ello. —¿Y las cientos de Brujas fuera de Haven?

Espen se quedó muy quieta, tan quieta que la brisa no parecía tocarla.

Senna se levantó. —Yo las he sentido, en una isla muy similar a Haven.

El árbol se tensó hacia adelante. Espen barrió la tierra y escribió. —No sé.

Senna miró el árbol temblar. —Tú sabes algo. —Si Senna no la conociera bien, diría que

Espen tenía miedo.

—Imposible —escribió la Bruja Oscura.

—¿Qué es imposible?

Espen no respondió por un largo tiempo, pero finalmente escribió. —Calden, Lilette.

Senna se quedó mirando las palabras desconocidas. —¿Qué quiere decir eso?

Espen levantó una rama temblorosa. —Cumple el trato primero.

Así que Espen no le diría a Senna nada más hasta que estuviera ante ella. —Por favor —

Senna no pudo evitar pedir.

Espen no respondió

Llévame a casa.

En el espacio de un puñado de latidos de corazón, el viento la llevó a través del océano,

de vuelta a la habitación donde Joshen estaba esperándola sentado. Senna tomó una gran

bocanada de aire.

Joshen comenzó a hablar. —¿Funcionó? ¿Qué quiere Espen como pago?

Senna se le quedó mirando, con los ojos húmedos. —Ella quiere que la asesine.

—B

6. DesdechadaTraducidoporBecka

rusenna —espetó Prenny—. ¿Estás intentando fallar?

Sobresaltada en su aturdimiento, Senna se enderezó. Su poción, que había sido de un

color topacio turbio, era ahora marrón barro. Usando un trapo para protegerse las

manos, retiró el matraz del fuego, y vertió su contenido en otro para que se enfriara. Entonces,

vertió varias agujas de pino en el líquido y lo revolvió suavemente. Inmediatamente pasó de

marrón barro a negro café.

Sostuvo el matraz bajo su nariz y olfateó. Hierbas quemadas.

Senna sitió ganas de aventar algo. Se inclinó para depositar el matraz, tan fuerte que la

poción chapoteó airadamente. En este punto, se suponía que fuera color sidra, y oler a resina.

Tenía que poner las agujas de pino justo después de que se formaran las primeras burbujas. La

había dejado calentar demasiado. Ahora tendría que empezar de nuevo. Tres días de trabajo,

arruinados.

Y todo ese tiempo de más antes que pudiera acabar su Aprendizaje y finalmente ser vista

como una Guardiana completamente formada. Se alejó el cabello de la frente pegajosa,

deseando que la brisa se abriera camino en el pabellón cerrado.

Prenny olfateó el contenido. —La has matado.

Senna hundió la cabeza en sus manos. Prenny siempre insistía en que las pociones

estaban llenas de vida. Era la vida que contenían lo que las hacía funcionar. Tenían que ser

tratadas con cariño, nunca hervidas o congeladas. Sólo ingredientes frescos. —Sí, la he

matado. Me las arreglo para salvar el mundo, pero no puedo manejar una poción de nivel

medio.

Prenny resopló. —Oh, no seas tan dramática.

—¿Dramática? ¡Hay gente muriendo! —Tan pronto como Senna dijo eso, quiso atrapar

las palabras y metérselas de nuevo en la boca.

La voz de Prenny pasó de severa a insegura.

—¿Brusenna? ¿Se trata de Tarten? Sé que tú y yo no estamos de acuerdo con las otras

Principales, pero de verdad que se preocupan de corazón por lo que es mejor para las Brujas.

—Lo mejor para las Brujas es cuidar el mundo, no sólo a sí mismas. —Cuando Prenny

no contestó, Senna pasó las yemas de sus dedos por sus ojos cansados. La resina hacía que le

picaran.

Incluso con Joshen roncando suavemente en el suelo, los pensamientos caóticos habían

mantenido el sueño a raya. Él le había dado un beso de despedida cuando se separaron.

Todavía sentía la huella de sus labios en los de ella.

Prenny pasó de suave por la preocupación a rígida, tan rápido que parecía que alguien le

hubiera pasado una vara por la espina dorsal. —Esta es una clase nivel Aprendiz. Puedes tener

la canción más fuerte de esta isla, pero las pociones son más que simple talento. Son las tres P.

—Las enumeró con los dedos—. Paciencia, práctica y persistencia.

Sabiendo que la Principal se estaba preparando para uno de sus famosos sermones,

Senna contuvo un gemido.

Prenny inspiró profundamente y se acomodó. —Es bueno que la cosecha sea pronto.

Nos estamos quedando sin polen de chesli, y tú has desperdiciado al menos un pellizco. —

Agitó la mano hacia la poción quemada de Senna—. Un desastre. Les dije a las demás que era

demasiado pronto para ascenderte a Aprendiz. Ahora… ¡Mistin!

Senna casi saltó de su silla ante el arranque de Prenny.

La Principal fue hacia la amiga agazapada de Senna sin mirar atrás. —¡Eres demasiado

avanzada como para añadir porfor a un brebaje! ¿Quieres sacarle la verdad a tu objetivo, o

tenerlo inclinado sobre el retrete un día entero?

Senna podría haber besado a Mistin por ahorrarle otra de las charlas de Prenny, aunque

la chica no la hubiera salvado adrede.

Senna observó su poción arruinada. Con un suspiro, la abandonó y fue hacia el montón

de libros de pociones guardados dentro de un armario a prueba de agua en el centro del

pabellón. Alargó la mano hacia Pociones Nivel Intermedio, pero dudó. Al lado había otro libro:

«Pociones Nivel Maestro» de Linsee Chrissin.

Después de mirar alrededor, lo cogió y hojeó las páginas, hasta que encontró la poción

que tenía en mente: Ioa. Era extremadamente complicada; cerca de cien plantas mezcladas en

docenas de maneras distintas en un tiempo extremadamente corto. Lo sabía porque ya había

intentado hacerla una vez, y había fallado miserablemente.

Honestamente, probablemente aún fuera demasiado avanzada para ella, pero si iba a

escaparse de la isla, la poción sería indispensable. Asegurándose de que Prenny seguía

ocupada con su regaño, Senna deslizó el pesado libro dentro de su bolso, y lo depositó en la

mesa.

Entonces, se movió por entre las mesas de las demás Aprendices hacia el jardín híbrido,

con cuidado de no romper ninguna de las vides que se habían abierto camino entre las filas,

algunas incluso se habían enroscado en las patas de las mesas.

El olor de las hierbas que flotaba era tan fuerte, que Senna se imaginó que podía extender

la mano y arrancarlo del aire como un velo. En Haven, había plantas que no existían en

ningún otro lugar del mundo. Durante décadas, la canción de Bruja había cruzado plantas,

traspasando fronteras que nadie más podía atravesar. Ahora, en vez de una docena de plantas

de diferente fuerza para bajar la fiebre, había sólo una: pesnit. Se controlaba la potencia

simplemente con la cantidad de hojas que se utilizaban.

Había muchas, muchas plantas de ese tipo. Simples curas para todo, desde verrugas

hasta infecciones. Se esforzó en recortar unas cuantas hojas, no estaba acostumbrada a usar

las tijeras con la mano izquierda. Mientras daba cortes, metió unas cuantas hojas para la

poción Ioa en su bolsillo.

De vuelta en su mesa, enrolló cuidadosamente las hojas para la poción Ioa en un

pergamino y las guardó en su bolsillo. Trabajaría en ella cuando no hubiera ojos curiosos que

la observaran.

Acabado esto, comenzó el arduo proceso de crear el suero de la verdad verde oliva.

Mientras trabajaba, Mistin cogió una silla y se sentó a su lado. Senna era pequeña, pero

Mistin era indudablemente minúscula. Tenía la piel dorada, ojos almendrados, y lustroso

cabello negro que le colgaba hasta casi la cintura.

—Brusenna, si trabajamos en esto juntas, tal vez podamos evitar otra de las diatribas de

Prenny —susurró Mistin.

Senna la miró de reojo. Cuando conoció a Mistin, pensó que tenía doce años. Más tarde,

se enteró que era un año mayor. Aunque no estaban precisamente unidas, Mistin era lo más

cercano a una amiga que Senna tenía en la isla.

—Te lo he dicho. Llámame Senna. —Recuperando su raspador, espolvoreó un poco de

polen de chesli, que poco a poco aumentaría la duración de su poción. Las pequeñas motas

pulularon como luciérnagas. Con un tañido de cristal sobre cristal, removió en el sentido de las

agujas del reloj con su varilla de remover. La poción comenzó a brillar levemente.

Mistin abrió su libro. —He tenido la intención de preguntarte sobre eso. ¿No te gusta tu

nombre?

Senna se movió incómoda. Sus compañeras de clase rara vez le hablaban. Hablaban de

ella o alrededor de ella, pero rara vez a ella. No estaba acostumbrada a charlar. —Sí me gusta.

—Entonces, ¿Por qué no lo usas?

Senna volvió a deslizar el cuentagotas dentro de la botella, luego golpeó ligeramente el

matraz con su vara de remover. Ajustando su voz al tono claro que sonaba, cantó.

Extrae verdad y honestidad,

Habla sólo de cuidadosa realidad.

La poción se arremolinó. Continuó la canción, con su voz dulce y clara, hasta que su

sentido de las Cuatro Hermanas le dijo que estaba lista. Añadió unas cuantas gotas de alcohol.

La poción cambió de claro a ámbar.

Mistin ladeó la cabeza. —¿Y bien?

Senna podría no saber como “charlar”, pero quería intentarlo desesperadamente. —

Brusenna ya no era seguro. Y yo quería ser alguien nueva, alguien mejor.

Mistin asintió como si tuviera perfecto sentido. —¿Y lo eres?¿Nueva y mejor?

Senna recordó lo aterrorizada que había estado de su pueblo, de la gente en él. Ahora no

le darían miedo. —Sí, eso creo.

—Entonces, te llamaré Senna. —Mistin le cantó a su poción. Las diferencias entre sus

voces se hicieron aparentes inmediatamente. El soprano de Senna sonaba y el mundo entero

parecía detenerse, como si escuchara. El contralto de Mistin era más bien como el crujido de la

madera vieja. Estaba un paso por encima de una Desechada, o una Bruja desgastada. Un nivel

uno. Su poción estaba muchos pasos por delante de la de Senna, pero su color y su lustre

estaban apagados. Su canción no era lo suficientemente fuerte como para que la

transformación tuviera lugar.

Si una Desechada permanecía en Haven mucho tiempo, se convertía en poco más que

una sirvienta.

La canción de Mistin se redujo hasta el silencio. Como si adivinara los pensamientos de

Senna, dijo: —La debilidad en un área ayuda a fortalecer otra.

Senna se encontró adolorida por decir algo honesto en vez de las sutilezas veladas que

todos parecían preferir. —Haven sólo ve un tipo de fuerza.

La mirada de acero de Mistin se encontró con la de Senna. —Su error.

¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué había algunos innatamente más poderosos que otros,

sin importar el mérito? El dolor quemaba en su pecho, Senna añadió unas cuantas semillas de

kenlish. Casi avergonzada del claro tono de su voz, cantó.

Desvanece todas las medias verdades y mentiras

Incluso el silencio censuramos.

Las semillas de kenlish se desintegraron lentamente mientras se arremolinaban. Pero la

poción de Senna no era la única que cambiaba. El color de la poción de Mistin pasó de un

amarillo sucio a color miel. Las motas negras que flotaban dentro brillaron como copos de

oro.

Mistin parpadeó. —¿Cuántas pociones podría cantar una Bruja poderosa si una docena

de Brujas estuviera mezclando los ingredientes por ella?

Senna asintió. —Me he preguntado lo mismo, pero simplemente no es esa la forma en la

que hacen las cosas por aquí, para bien o mal. —Estudió a Mistin más de cerca—. ¿Cómo es el

sitio del que vienes, Dresdan? ¿Cómo es tu familia?

Mistin dudó, como si estuviera considerando sus palabras cuidadosamente. —El mundo

odia a las Brujas. Mi madre nos prohibió cantar. Aún así, alguien siempre se las ingeniaba

para averiguar lo que éramos, y teníamos que mudarnos de nuevo. Una vez, no conseguimos

alejarnos lo suficientemente rápido. Sólo mi hermano y yo escapamos.

¿Cómo era que Senna conocía a Mistin desde hacía meses y no se había enterado de que

la mayoría de su familia había muerto? —Lo siento mucho. —Senna había vivido toda su vida

con el odio a las Brujas que sentía el mundo exterior.

—¿Dónde está tu hermano ahora?

Mistin sonrió levemente. —Me siguió hasta Nefalie. Quiere convertirse en Protector.

Senna observó un pájaro entrar volando en el pabellón, hacer círculos sobre las cabezas

de las Aprendices varias veces, y lanzarse fuera de nuevo. —¿Por qué no vivió aquí tu familia?

Hubiera sido más seguro.

Las fosas nasales de Mistin se inflamaron. —Las canciones de mi familia eran muy

débiles. Lo creas o no, soy la más fuerte de todos ellas. Aquí no hubiera existido sitio para mis

hermanas. Y yo nunca las hubiera dejado solas.

Senna no podía entender eso. Las Desechadas no eran bienvenidas en Haven.

Aparentemente, tampoco eran bienvenidas en ningún otro sitio, rechazadas de Haven por no

ser lo suficientemente Brujas, y rechazadas del mundo por serlo demasiado. No pertenecerían

a ningún sitio. —No debería ser así, hay bastante espacio aquí.

Mistin revolvió su poción más fuerte de lo necesario. —Es por lo que aún estoy aquí, a

pesar de que me tratan como a una sirvienta y que todo el mundo me mira por encima del

hombro. No hay ningún otro sitio al que pueda ir. Ciertamente, ningún sitio seguro.

Senna miró fijamente su matraz para que Mistin no viera la compasión en sus ojos.

—Vayan terminando, chicas. Es casi hora de cambiar de clase. —Anunció Prenny.

Senna detuvo su poción a medio terminar.

—Brusenna… Senna, tienes problemas, ¿verdad?

Senna se sobresaltó. —¿Cómo puedes saber eso?

Mistin se encogió de hombros. —Te lo dije. La debilidad fuerza a una persona a

desarrollar otras fuerzas. Las buenas cantantes le dicen al mundo lo que tiene que hacer. Las

cantantes no tan buenas son mejores en escuchar lo que no se puede oír.

¿Cosas como escuchar la música de las Cuatro Hermanas? ¿Cosas como Viajar? Senna

limpió los matraces sucios y los puso al sol para que se purificaran. —¿Qué quieres decir?

Mistin enderezó sus estrechos hombros y evaluó a Senna de pies a cabeza. —Quizá yo

pueda ayudar.

Senna abrió la boca y la volvió a cerrar. Lo que necesitaba eran respuestas, respuestas

que solo tenían las Principales. —A menos que puedas decirme dónde encontrar cientos de

Brujas escondidas fuera de Haven, no creo que puedas ayudarme mucho.

Los ojos de Mistin se abrieron imposiblemente. —¿Qué?

Senna suspiró para sus adentros. Y charlar estaba yendo tan bien. —No importa.

Prenny andaba al acecho, apuntando a matraces que necesitaban limpiarse y libros que

tenían que devolverse a las estanterías. —La cosecha de polen de chesli comienza en la

próxima luna creciente, en poco más de una semana. Todo el mundo debe participar. Planeen

sus agendas de acuerdo a ello. ¡Jassy! ¡Si ese matraz de ácido se derrama en mi libro, usaré tu

pellejo como pergamino de repuesto!

Senna recogió sus últimas cosas antes de que la Principal llegara a su mesa. Lo metió

todo en su bolso mientras caminaba. Había quedado con Joshen para almorzar, y no quería

llegar tarde.

—¿Senna? —Se dio la vuelta para ver a Mistin siguiéndola unos cuantos pasos atrás. La

chica se mordió el labio—. Lo que dije iba en serio. Puedo ayudarte.

Senna no sabía qué responder, así que permaneció en silencio.

Mistin miró alrededor y se acercó un paso. —Trabajo como secretaria de las Principales

para ayudar a pagar por mi educación.

Senna ladeó la cabeza. —Lo sé.

Mistin frotó la palma de sus manos nerviosamente. —Hago citas.

La primera punzada de inquietud pinchó el estómago de Senna. —¿Qué estás intentando

decirme, Mistin?

La chica se colocó el cabello detrás de las orejas. —Eres lo más cercano que tengo a una

amiga. Todas las demás se burlan de mi canción. Cuando dije que tenías problemas y que

podía ayudarte... Tu madre pidió cita hoy para hablar con las Principales.

Senna se enderezó. ¿Por qué se reuniría su madre con las Principales? —¿Sobre qué?

Los oscuros ojos de Mistin encontraron los de Senna. —Tú.

U

7. Una ElecciónTraducidoporBeneathMist

n sentimiento de traición trepó por la columna de Senna. Mistin miró de nuevo a su

alrededor y se acercó un paso. —Tu madre está tratando de obligarte a marcharte de la isla.

De la mente de Senna pareció desaparecer cualquier pensamiento. —¿Qué? ¿Por qué?

Mistin sacudió la cabeza. —No lo sé. Probablemente la reunión ha comenzado ya. Ven

conmigo.

Senna la siguió sin rechistar. Entró sólo con una ligera vacilación en el Árbol del

Consejo. En el centro de la estancia había un gran escritorio. Detrás del escritorio había unas

escaleras en espiral.

Mistin cambió el peso de un pie al otro. —Ahora está arriba con ellas.

Senna se revolvió de la vergüenza. Pero Mistin había arriesgado su puesto en Haven para

darle a Senna esa oportunidad. No iba a desperdiciar eso, ni a esperar a que alguien le dijera

qué estaba pasando. Se quitó las botas.

Mistin tomó una carta de su escritorio. —Voy a entregar esta misiva al Líder Reden. —

Se detuvo justo frente a la puerta y susurró en voz tan baja que Senna apenas alcanzó a

escucharlo—: Buena suerte. —Le lanzó a Senna una mirada significativa antes de cerrar la

puerta a su espalda.

Con las botas en la mano, Senna subió en silencio por las escaleras y se deslizó en el

interior de la Sala del Consejo.

Había estado adentro dos veces: cuando les imploró a las Principales que levantaran la

maldición sobre Tarten y cuando accidentalmente cantó la canción de Reubicación. Ninguna

de las dos había sido agradable.

Escuchaba voces que provenían del otro lado de la puerta, pero no podía entender las

palabras, tan sólo que estaban furiosas. Se armó de valor y presionó la oreja contra la madera.

—¡Soy su madre!

—Sacra, por favor, tú… —Senna reconoció la voz de Coyel.

—¡No lo haré! No tienen ningún derecho a retenerla aquí.

—No es seguro que se marche —dijo Chavis.

—¿Y quedarse aquí sí? —gruñó su madre—. ¡Alguien la atacó!

—No seas ridícula —respondió la voz anciana de Prenny—. Hemos traído más de veinte

Protectores. Está perfectamente segura. Además, tiene que aprender.

—Yo le enseñaré —dijo Sacra.

Prenny bufó. —Como ya le has enseñado antes.

Hubo un breve silencio. —Eso fue un error. No se volverá a repetir.

Con voz chirriante, Drenelle preguntó: —¿Qué es lo que quiere Senna? ¿Alguien se ha

molestado en preguntarle?

Senna se sorprendió al escuchar palabras de preocupación por parte de Drenelle.

—Lo que necesita es más importante que lo que quiere —dijo su madre.

Senna agarró sus botas con tanta fuerza que el cuero chirrió en protesta.

—La respuesta sigue siendo no. —Entonces la voz de Coyel se suavizó—. Es casi una

mujer, Sacra. No puedes obligarla a marcharse.

—¿Y si el pasado se repite? —preguntó su madre, en voz tan baja que Senna tuvo que

esforzarse por escucharlo.

Cuando nadie respondió, la voz de su madre cobró fuerza. —Ni todo Haven pudo

detener lo que pasó entonces. Pero quizá lejos de todo, podría…

—Oh, esto es completamente ridículo —dijo Prenny.

—Sacra, eres una poción de trible a la que le faltan dos extractos de henn.

—Por las Creadoras, ¿qué se supone que significa eso? —preguntó Chavis.

—Significa que tu argumento es como un caballo de tres piernas. Un perro con dos

piernas. Un hombre con una pierna.

—Ya basta —ordenó Coyel—. Lo siento, Sacra, pero la respuesta es no. No debes

llevarte a Senna de Haven.

—¿Incluso si ella desea marcharse? —La voz de su madre sonaba rota.

Las Principales murmuraron.

—Incluso entonces —dijo Coyel por encima de ellas.

Esas palabras hicieron que Senna corriera escaleras abajo. Una vez en la recepción,

metió los pies en las botas e introdujo los cordones dentro de la lengüeta.

Pisando con fuerza, salió disparada a través de la puerta justo cuando unos pasos

comenzaban a descender por las escaleras.

De vuelta en el camino, intentó actuar con normalidad mientras la voz amortiguada de

Coyel se filtraba a través de la puerta cerrada. —¿Mistin? Oh, ¿¡dónde está esa chica?! Cada

vez que necesito una mensajera, se va y…

La puerta chirrió al abrirse. La voz de su madre se superpuso a la de la Principal. —

¿Brusenna?

Con expresión neutral, Senna se volvió.

Su madre cerró la puerta con firmeza a su espalda.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Iba de camino a reunirme con Joshen para comer.

Su madre frunció los labios. —¿Dónde has estado esta mañana?

—Salí temprano hacia la biblioteca. —Senna se sorprendió de lo fácil que las mentiras

salían de sus labios.

Sacra tiró de ella para apartarla un poco del camino—. Tengo que hablar contigo.

—¿Sobre qué?

—Brusenna, ¿eres… feliz aquí?

Senna cruzó los brazos sobre su pecho. —Sí.

Su madre le alisó el cabello.

—No pareces feliz.

Senna sintió una punzada en el corazón ante el contacto de su madre. Tuvo la repentina

necesidad de decirle a su madre que a dondequiera que fuera, las otras Brujas la miraban

fijamente. Cada vez que no cumplía con las expectativas de alguien, sentía que defraudaba a

aquellos que habían creído en ella, y que le daba la razón a aquellos que no.

Algunas veces sentía como si las Principales le hubieran tendido una trampa para hacerla

fallar. —Soy más feliz de lo que nunca he sido en ningún otro lugar. —Eso era más de lo que

hubiera podido decir en su existencia aislada y perseguida en Gonstower.

Senna le dedicó una sonrisa forzada, pasó junto a su madre y se dirigió al sector de los

Protectores.

Después de buscar un poco, encontró a Joshen en mitad de una práctica de lucha. Senna

tomó asiento en una de las enormes raíces de las casas árbol y sacó su comida, que consistía

en pescado salado, pan con mantequilla y una manzana. Colocó el pescado entre el pan

doblado y le dio un mordisco.

El pecho de Joshen era ancho, su cuerpo fuerte y resbaladizo por el sudor. Estaba

bronceado, pero había un poco de piel más blanca bajo sus pantalones. A pesar de todo, la

vista hizo que se sintiera embriagada, y que su boca se secara de repente. Luchó por tragar, lo

que le recordó su comida olvidada.

Desde el sector de las Brujas, un hombre se acercó a ellos. Joshen y el otro Protector—un

hombre de piel oscura con cuentas tintineando en las puntas de su cabello—se separaron. Los

tres hablaron y los otros dos se marcharon juntos. Joshen trotó hacia Senna.

Ella señaló con la cabeza a los dos hombres. —¿Quiénes son?

Sentándose a su lado, Joshen miró en la dirección que le había indicado. —Con el que

estaba luchando era Collum. El que ha venido después es Tempnee. Él te está siguiendo hoy, y

no está muy feliz de romper las reglas de la Principal al venir aquí.

Senna se colocó el cabello detrás de las orejas.

Joshen se rió. —No te preocupes. Reden te ha dado acceso. Sólo no se lo digas a las

Principales.

Senna tensó los brazos. —Pensaba que sólo Reden y tú me seguían.

Joshen alargó la mano y tomó una porción del almuerzo de Senna. —Mmm, pescado. —

Le dio un beso en la mejilla—. Yo tengo que entrenar y Reden está muy ocupado. Tempnee

nos sustituye.

Miró con voracidad la comida de Senna. Suspirando, ella la dividió a la mitad y se la

entregó. —¿Alguien más del que deba saber?

Joshen devoró el trozo de pescado y habló con la boca llena. —Collum también. —Ante

la mirada de Senna, tragó abruptamente—. Son buenos hombres, Senna. Reden y yo no

podemos estar ahí todo el día, todos los días.

Arrancó un trozo de corteza. —Sólo es… inquietante.

Joshen se lamió la mantequilla de la comisura de la boca. —Si te hace sentir mejor,

ambos te adoran. La mayoría de los hombres lo hacen, especialmente después de haberte oído

cantar.

Ella quitó las migas de sus vendas. —¿Eso no te incomoda?

Él gruñó con ambigüedad. —Saben cuál es su lugar. —La miró limpiar su vendaje.

—¿Cómo está tu mano?

—Pica.

—Eso significa que está sanando. —Se terminó el resto de la comida—. Escuché que

tuviste una pelea con tu madre.

Ella lo miró. —¿Cómo lo sabes?

Él se encogió de hombros. —La isla no es demasiado grande.

—¿Timpnee? —adivinó Senna. Su vista captó movimiento. Miró hacia abajo para ver

una araña deslizarse por su vestido y comenzar a subir por su brazo. Gritando, saltó para

ponerse en pie y sacudió el brazo como loca. Su comida salió volando.

Joshen se puso en pie de golpe. —¿Qué? ¿Qué?

—¡Araña!

La miró boquiabierto antes de romper a reír.

Senna levantó una mano temblorosa para señalar hacia dónde escapaba rápidamente la

araña. —¡Mátala! ¡Rápido! ¡Antes de que vuelva!

Todavía carcajeándose, él la pisó.

Después levantó una mano hacia los otros Protectores, que habían dejado lo que estaban

haciendo para mirar con expresiones de preocupación. —Era sólo una araña.

Ella le golpeó el brazo. —¿Sólo? Era casi tan grande como un upice.

Miró las raíces sobre las que había estado sentada y decidió que quedarse de pie era más

seguro. Joshen recogió la comida y la sacudió. Inclinó su cantimplora y limpió la tierra de la

manzana, y después se la devolvió a Senna. Ella cogió la manzana, pero rechazó el resto del

pan y el pescado.

Encogiéndose de hombros, él se lo terminó. —Vamos, sé que estás ocultando algo.

Cuéntamelo.

Senna se quejó. —Mi madre intentó convencer a las Principales de que me obligaran a

irme de la isla para esconderme otra vez.

Él la miró boquiabierto. —¿Y lo harás?

—Por supuesto que no.

Joshen suspiró. —Estoy de acuerdo con Coyel. Al menos aquí no tenemos que

preocuparnos de las multitudes y los linchamientos.

Ella asintió. —Joshen, quiero ir a Tarten y tratar de levantar la maldición.

Él se apartó de ella bruscamente, con el puño cerrado. —Senna, antes no teníamos

elección, pero ahora sí. Además, no hay nada que una Bruja sola pueda hacer.

Era obvio que intentaba evitar el tema. Ella lo miró con recelo. —Tú no sabes lo que es.

Puedo sentir el dolor de Tarten, y quiero hacer algo para remediarlo.

Joshen bajó la cabeza. —Sé un poco acerca de sentirse inútil, viendo a la persona a la

que amas sufrir por algo cuando no puedes hacer nada para remediarlo.

Senna abrió la boca para hablar, pero no fue capaz de decir nada. La cerró y lo intentó de

nuevo. —Lo siento, Joshen. No quería decir…

Joshen le dedicó una sonrisa desanimada y le ofreció su mano. —Lo sé. Ven conmigo.

—Ella lo siguió fuera del campo de entrenamiento.

—¿Dónde vamos?

—Voy a hacer lo mejor que pueda para ayudarte. Sigues precipitándote y tomando

riesgos innecesarios. —La mandíbula de Joshen se tensó—. Senna, eres una sola Bruja. Se

necesitarían a todas para levantar la maldición.

Senna estaba muy cansada. —Pero ahora soy mucho más fuerte. Creo que puedo

levantar al menos una parte de ella.

—Y entonces Haven sólo la reincorporará y te desterrarán —dijo él en voz baja.

Ella soltó su mano.

Él suspiró. —Sólo déjalo por ahora, ¿está bien?

Senna asintió, sin ganas de discutir.

Caminaron hacia un triángulo de luz solar que no estaba lejos de los acantilados, que se

alzaban ante ellos, superiores incluso que los árboles más altos de Haven y con una forma

imposiblemente circular. En algunos sitios, la parte tallada de la roca se había derrumbado,

dejando conos de sedimentos encimados a la roca negra. Senna vio algunos trozos de

grabados: un ojo allí, parte de un sol, incluso el trozo de un pie. En el centro de esos

fragmentos destruidos de la historia de las Brujas, había dianas de paja.

Había unos pocos mosquetes apoyados contra las raíces de los árboles. Joshen cogió uno

y comenzó a cargarlo. —Quiero que practiques hasta que cargues y dispares con tanta

naturalidad como caminas.

Con el corazón latiendo de forma irregular, la mirada de Senna paseó entre el mosquete y

Joshen. Su mano se cerró alrededor de la cicatriz arrugada de la parte superior de su brazo, un

regalo del cazador de Brujas, Wardof, y su mosquete.

La boca de Joshen se tensó ante su reacción.

Senna retrocedió un paso, con el corazón martillando en su garganta. —Yo… puede que

en otro momento. Tengo otra clase.

—No hasta dentro de una hora. Y sólo es práctica de canto, que normalmente te saltas.

Había algunas desventajas en que Joshen supiera su horario tan bien.

Sacó una pistola de su funda. —Prueba con esta. Será mucho mejor para ti, de todas

formas. Más discreta, y más fácil de llevar.

—Joshen…

—Mi trabajo es mantenerte a salvo, pero ese también es tu trabajo. Debes saber cómo

protegerte. —Señaló con la cabeza el cinturón de semillas de Senna—. Y quiero que lleves

contigo un cuchillo desde ahora. Sé que tienes uno.

Ella cogió la pistola, apretando la boca. Pesaba más de lo que había pensado. Al

agarrarla con la mano herida, se enterró incómodamente en los puntos de sutura. Agradecía

no haber cogido el mosquete. Era más pesado.

Había visto a sus Protectores cargar suficientes armas como para tener las nociones

básicas. Joshen la ayudó a medir la pólvora y le dio codazos suaves para mostrarle la postura

que debía tener.

Cómo apuntar el cañón y alinear su objetivo con la pequeña muesca del extremo. Cómo

respirar y mantenerse quieta como una piedra. Cómo apretar el gatillo con un suave empuje.

Practicaron hasta que los brazos de Senna se adormecieron, sus oídos zumbaron y sus

manos se tiznaron de pólvora negra.

Joshen asintió. —Esto es todo por hoy. —Puso la pistola cargada en uno de los pliegues

extra del cinturón de semillas de Senna y le entregó un cuerno con pólvora negra y una bolsita

con balas—. Tienes que llenar la bandeja antes de disparar.

Observó su reacción con cuidado. —Tienes que estar lista para usarla, Senna. Tienes que

tomar la decisión de que si alguien intenta herirte o herir a otra persona, harás lo que debas

para detenerle. Si no, vacilarás. Y la vacilación te matará.

Sintió el peso de la pistola en la cadera y se imaginó a una persona entre la muesca en el

extremo del cañón, y a ella apretando suavemente el gatillo como Joshen le había enseñado.

Tan simple como eso, y alguien estaría muerto o moribundo.

—¿Puedes hacerlo? —le preguntó Joshen.

Matar a alguien era una enorme decisión, llegar a la conclusión de que tu vida era más

valiosa que la suya. Una elección difícil, pero también sencilla. Difícil porque ella valoraba la

vida, todas las vidas.

Fácil porque eso incluía la suya. —Sí.

A

8. TerremotoTraducidoporBeneathMist

la mañana siguiente, Senna recibió una invitación para reunirse con Coyel en su casa. La

Principal abrió la puerta al primer toque. —Vayamos fuera, ¿de acuerdo? —dijo Coyel—.

Hace un día precioso.

Rodearon el árbol y entraron en un hermoso jardín, repleto de olor a hierbas y flores. La

Principal de la Luz Solar se acomodó en un nudo de raíces de su árbol y le hizo un gesto a

Senna para que se sentara a su lado. Un poco de sol se filtró a través de las hojas. Coyel inclinó

su rostro hacia él y pareció absorberla como si fuera una planta.

Senna inspiró profundamente. —¿Qué me está pasando? ¿Por qué estoy cambiando?

¿Por qué estoy en peligro?

Coyel abrió los ojos de golpe. Se mantuvo en silencio durante un rato. —Tienes que

confiar en mí, Senna. Créeme cuando te digo que hay un momento para todo. Y todavía no ha

llegado ese momento.

Senna apretó los dientes. —Pero…

—Es mejor de esta manera. Olvídate de ello.

¿Por qué simplemente no se lo decían? Sabiendo que discutir no le haría ningún bien,

Senna se tragó sus preguntas y sus miedos. Estos se instalaron con rudeza en su vientre.

Coyel inspiró profundamente. —¿Has elegido tu Disciplina?

Senna se dejó caer contra el árbol. Después de derrotar a Espen, las Principales de las

Disciplinas la habían honrado con su inmediato ascenso a Aprendiz. De modo que no se

había visto forzada a elegir una Disciplina, como era la costumbre. El problema era que a

Senna le gustaban todas. —No será Plantas —dijo finalmente, por ninguna otra razón más que

mantenerse alejada de Prenny.

Coyel sonrió como si hubiera adivinado el verdadero motivo de Senna, pero dijo con

diplomacia: —¿No deseas pasar tu vida en un jardín o sobre un hornillo?

Realmente, a Senna no le importaba. —No me gustaría ser una sanadora. —Otra de las

especialidades de las Plantas. A todas las Brujas se les requería conocer pociones sanadoras y

unos cuantos procedimientos sencillos, como coser una herida o recomponer una fractura.

Pero la sangre siempre hacía que las entrañas de Senna se retorcieran y le hacía desear que

alguien más, cualquiera, se hiciera cargo.

—Tampoco será Tierra. —No estaba dispuesta a pasar interminable días “en comunión

con la tierra” en compañía de Drenelle.

Coyel suspiró. —De modo que eso nos deja Agua y Luz Solar. —Levantó la palma de su

mano, sosteniendo los rayos de sol como si fueran tangibles—. Sabes, la Luz Solar es más que

aprender sobre política y controlar el viento. Trata también de poder.

Senna frunció el ceño. —¿Poder?

La Principal se enderezó y de repente todo rastro de languidez había desaparecido. Sacó

un pequeño saquito del bolsillo de su vestido, que después desató, y hurgó en su interior. Sus

manos emergieron sosteniendo un polvo blanco. —Tiza.

Coyel fijó en ella su mirada imperial. —¿Sabes por qué tengo más influencia que las otras

Principales de las Disciplinas?

Senna sacudió la cabeza lentamente. —Sólo sé que en un grupo de cuatro, alguien tiene

que tener el voto dominante.

Coyel lanzó el polvo al aire, y a continuación cantó suave y bajito. Lentamente, el viento

se agitó. Se movió más rápido y más tenso, capturando el polvo y moviéndolo de afuera hacia

dentro hasta que la tiza comenzó a agitarse en forma de peonza. Coyel dejó de cantar. El

viento finalmente perdió interés y se detuvo. El polvo cayó al suelo.

La Principal lo vio caer. —La Luz Solar siempre va primero entre sus iguales debido a la

naturaleza de nuestra Disciplina. Somos líderes, diplomáticas; pero es más que eso. Es el

orden natural de las cosas. El calor del sol causa los cambios de temperatura que controlan el

viento y el mar, que a su vez afecta a las plantas y a la tierra. —Coyel se sacudió la tiza de las

manos—. Es natural que las Brujas se sientan atraídas hacia las Disciplinas que realcen sus

talentos.

La vergüenza encendió las mejillas de Senna. —Que es por lo que no escogí ninguna de

las otras dos. No tengo estómago para la guerra o la habilidad de liderar a nadie.

Coyel inclinó la cabeza para estudiar a Senna. —Nadie tiene las cualidades que se

necesitan al principio. —Se encogió de hombros—. Poder, ¿recuerdas? El poder de cambiar

cosas, el poder de tomar decisiones, el poder de cambiar cómo funcionan las Brujas. La Luz

Solar controla el viento. ¿Y qué hace el viento? Cambia cosas.

Coyel debía saber cómo Senna anhelaba desesperadamente revolucionar la estructura de

Haven. Y, obviamente, estaba utilizando ese conocimiento para manipular a Senna.

—Creí que escogerías Luz Solar como tu disciplina.

El pecho de Senna se tensó. —Pero me aterran los grupos grandes de gente. —Más de

dos personas, y su cabeza quedaba vacía de pensamientos, su lengua se convertía en un inútil

pedazo de carne y su cuerpo empezaba a sudar frío.

Coyel acarició la hierba llena de rocío. —Que seas tímida no implica que no seas una

líder nata. Porque lo eres, tienes la habilidad de ver qué debe hacerse y la iniciativa de sacarlo

adelante. —La Principal inspiró profundamente—. Además, la experiencia es la conciliadora

de muchas de nuestras fallas. Cada pocos años, escojo a una estudiante excepcional para que

sea mi Aprendiz. Con el tiempo, una de esas chicas me reemplazará como Principal de la

Disciplina.

Senna se puso rígida de la sorpresa. —Pero Arianis es tu Aprendiz. Has estado

trabajando con ella durante años. —Todo el mundo sabía que Arianis algún día se convertiría

en la próxima Principal de la Luz Solar.

Coyel frunció los labios. —Me voy a reunir con ella después de que hayamos terminado

aquí. Mirrus puede terminar su entrenamiento por mí. —Ante la expresión en la cara de

Senna, Coyel frunció los labios—. Arianis es una buena Bruja, una de las mejores; pero una

Principal es siempre elegida porque es la más fuerte en su Disciplina. Drenelle tiene el sentido

de la tierra más fuerte. Prenny es la mejor con las pociones. Chavis es una estratega sin igual.

La Principal de la Luz Solar es siempre la mejor cantante. Tu canción es más fuerte que la de

Arianis.

El corazón de Senna se hundió. ¿Todo eso era por la fuerza de su canción? —Pero mi

canción es sólo una parte de mí, sólo un tipo de fuerza. —¿Nadie miraba nunca más allá de la

canción de Bruja?

—Así es como funcionan las cosas, Senna. Así es como han funcionado siempre —dijo

Coyel con gentileza.

—Bueno, quizá es la hora de que empecemos a hacer lo correcto en lugar de seguir la

tradición. Una Principal debe ser escogida basándose en sus habilidades para liderar, no en su

poder.

Coyel levantó una ceja. —Una buena parte de las Brujas no miran a Arianis. Te miran a

ti.

Algunas de las Brujas novatas, puede que unas pocas de las otras; pero eso no significaba

nada, no realmente. Ellas miraban a Senna porque fue ella quien las liberó. No vieron que fue

derrotada por Espen, igual que todas ellas. Lo único que la había salvado había sido la

intervención de las Creadoras.

—No soy quien ellas piensan. —Las palabras revolotearon de la boca de Senna como

mariposas heridas.

Coyel esbozó una sonrisa triste. —Nunca somos tan malas o tan buenas como las demás

creen. Simplemente somos nosotras.

Senna no podía entender la repentina emoción creciente dentro de ella. Quizá debía

quedarse ahí. En unos cuantos años, tendría suficiente poder para cambiar realmente las

cosas. Se aseguraría de que nunca se volviera a maldecir una nación entera. Coyel abrió la

boca y habló, pero Senna no pudo oírla. Hubo un chillido discordante. Senna puso las manos

sobre sus orejas, intentando bloquear el horrible sonido.

Coyel se inclinó, y sus labios se movían, pero Senna no podía distinguir las palabras

entre los chillidos.

A juzgar por la confusión y la preocupación en el rostro de Coyel, Senna era la única que

podía oírlo.

El sonido se desvaneció.

—¿Senna? Senna, ¿qué pasa?

Antes de que Senna pudiera responder, una canción de Bruja sonó desde el claro.

Viene un terremoto.

—¿Por qué Drenelle no envió una mensajera? —Coyel se puso en pie y tiró de Senna

para incorporarla—. ¡Vamos! ¡Al Anillo de Poder!

Se movieron deprisa sobre las raíces y rodearon el árbol.

Senna salió de entre el follaje y estuvo cerca de tropezar con Arianis. La chica respiraba

con fuerza y se aferraba a su capa con tanta fuerza que sus nudillos se habían vuelto blancos.

Su rostro parecía expuesto, vulnerable.

Miró fijamente a Coyel, con una mirada tan traicionada que Senna tuvo que apartar la

vista. —Drenelle me envió a advertirles, sobre el terremoto, pero… —Se interrumpió cuando

pareció darse cuenta que ya sabían acerca del terremoto. Se volvió y corrió en dirección

opuesta al claro.

—Arianis —la llamó Senna.

La voz de Coyel se volvió extrañamente jadeante. —Nunca quise que se enterara de esta

forma.

Senna dio un paso adelante para ir tras Arianis.

—Déjala —ordenó Coyel.

Sintiéndose un poco mal, Senna se volteó para seguir a la Principal.

Antes de que hubiera dado apenas una docena de pasos, la tierra se sacudió con

violencia debajo de ella. Senna cayó y un grito escapó de sus labios, pero el sonido se perdió

entre el ruido ensordecedor, ya que todo temblaba y se sacudía. Con un estallido de cristales,

todas las ventanas se rompieron. Ramas de árboles y vidrios llovieron sobre ella. Se hizo un

ovillo con los brazos sobre la cabeza.

Poco a poco, el estruendo se convirtió en un retumbo antes de detenerse por completo.

Cuando hubo terminado, Senna se encontró tirada sobre el sendero, y su labio punzaba.

Notó el sabor de la sangre. Sintió algo duro cuando tanteó con la lengua, encontró una

astilla y la sacó de su labio. Había sido afortunada en que no se le clavara en el ojo.

Evaluó los daños. Uno de los árboles más grandes se había dividido por la mitad,

dejando expuestas las habitaciones del interior—increíblemente, la mesa todavía tenía sobre

ella una jarra de leche intacta. Casi todas las ventanas a la vista estaban rotas. Ramas de

árboles y pedazos brillantes de cristal cubrían el suelo. Las puertas colgaban entreabiertas. Por

todas partes había Brujas incorporándose.

En apenas unos segundos, Joshen estaba ahí, levantando a Senna. —¿Estás bien?

Asintió en silencio. El mundo volvió a temblar, pero no tan violentamente. Aferrándose

a la camisa de Joshen, observó la leche salpicar en la jarra y derramarse por todas partes. Juró

no volver a quejarse de nuevo por el servicio de su Protector.

El mundo al fin se calmó.

—Estás sangrando.

Se lamió la sangre del labio superior. —Sólo un poco.

Coyel ya estaba de nuevo en pie y corría hacia el Anillo de Poder.

Corriendo tras ella, Senna pasó por encima de una rama caída del tamaño de un caballo

pequeño. Justo al saltarla, encontró una cesta de ropa lavada parcialmente aplastada. Un

vestido de Bruja creaba un anillo de tierra húmeda a su alrededor.

En un principio, Senna no se percató de la mano inerte todavía enroscada en la prenda.

Joshen se arrodilló junto al árbol y miró hacia abajo. Cerró los ojos y se volvió. —Se ha

ido.

Senna no quería más recuerdos sembrando sus pesadillas. Continuó corriendo.

Las Brujas estaban cantando. Eso significaba que la barrera estaba levantada. Nada ni

nadie podría cruzar hasta que el canto se detuviera. Drenelle estaba en el centro, cantando con

su potente contralto, que sonaba mucho mejor que su voz para hablar. Otras Brujas estaban

reunidas fuera del círculo, esperando como Senna y Coyel.

Senna examinó sus caras hasta que encontró la de su madre. El alivio la recorrió

mientras la mirada preocupada de su madre se encontraba con la suya. Sacra puso su mano

sobre su corazón y suspiró de alivio.

Senna asintió para decir que se encontraba bien.

El alivio se hizo añicos cuando alguien gritó: —¡Humo!

Senna se volvió y vio una nube negra atravesando el cielo azul brillante.

—¡Uno de los árboles está ardiendo! —gritó alguien fuera de su vista.

—¡Joshen! —dijo Coyel—. Reúne algunos Protectores y hazte cargo.

Después de lanzarle una mirada a Senna, él corrió hacia el humo, gritando: —

Protectores, ¡vengan conmigo!

—Tranquilas, chicas. Los Protectores controlarán el fuego hasta que podamos hacernos

cargo —dijo Coyel.

A pesar de eso, Senna miraba de reojo el fuego. La isla al completo estaba cubierta de

árboles que lindaban unos con otros. Imaginó lo rápido que un incendio se extendería. Cómo

se quedarían atrapadas igual que un nido de pajaritos en una chimenea que había estado

apagada todo el verano, atrapados por las paredes que debían protegerlos.

Cuando la canción finalizó, las Brujas dieron un paso hacia atrás. Senna haló los brazos

de las Brujas más cercanas, una de las cuales resultó ser Chavis. La barrera se alzó con un

golpe de viento que allanó todo más allá de él y arrastró el humo hacia fuera.

Inmediatamente, Senna sintió la conexión con el resto de Brujas. Su sentido de las

Cuatro Hermanas se enfocó hasta un borde afilado. Sintió la enorme onda expansiva de agua

corriendo hacia la costa de Nefalien. Directa hacia ellas.

Coyel tenía razón. A pesar de lo peligroso del fuego, podía esperar.

Segundos después, el canto comenzó de nuevo.

Aguas, calmen el mar.

Calmo y tranquilo, furioso no debes estar.

El viento levantó a Drenelle hacia el cielo. Las Brujas repitieron la canción hasta que ella

tuvo todo lo que podía sostener. La mujer lo liberó con su propia canción. Senna lo sintió

rodar hacia las aguas, y la canción calmó el mar como una mano que alisa una manta

arrugada. Pero su canción se disipó antes de alcanzar el final de la ola. Ya descendiendo,

Drenelle sacudió la cabeza, frustrada. —¡Otra!

Viento, combate contra la ola

Antes de que las aguas arrasen la costa.

Pero Drenelle no esperó hasta que no pudo sostener más; lo liberó cuando la ola estuvo

peligrosamente cerca de la costa de la ciudad cercana de Corrieth. Senna sintió el viento

chocar en ráfagas delante de la ciudad y rebanar el agua como unas tijeras la tela.

Las Brujas permanecieron en silencio durante un momento. Senna sabía que todas ellas

sentían las aguas estrellarse contra la costa, y las plantas sacudirse. El viento había desviado la

peor parte lejos de la ciudad, pero no de los muelles. Un doloroso vacío se abrió dentro de

Senna. Acababan de morir personas, muchas. Y lo peor de todo era que ella tenía amigos entre

los marineros.

Las Brujas cantaron para que las aguas se retiraran.

Después de más de una hora de canto continuo, desviaron su atención hacia el fuego.

Cantaron una tormenta. No necesitaban una grande, sólo lo suficientemente extensa para

cubrir la isla. En silencio, Senna miró el humo espesarse, y vio las primeras lenguas de llamas

lamer ávidamente el cielo oscurecido.

Un ligero golpeteo de lluvia rebotó contra la barrera.

Las Brujas continuaron cantando mientras crecía hasta un aguacero. El humo y las

llamas se extinguieron por la nube de lluvia.

Finalmente, los Protectores aparecieron. Por sus rostros sombríos resbalaban manchas

negras. Agradecida por su ayuda en la lucha contra el fuego, Senna se preguntó cómo alguna

vez había podido sobrevivir la isla sin los Protectores. Trabajaban mejor juntos, unos

cubriendo las debilidades de los otros.

Si Senna estuviera a cargo, haría que eso siempre fuera así. Realmente podría cambiar

las cosas.

Superar su timidez natural sería un pequeño precio. Algún día podría convertirse en la

Principal de la Luz Solar, y entonces las cosas finalmente mejorarían.

Pero ¿qué pasaba con el peligro que se avecinaba más allá de donde alcanzaba la vista?

¿Qué pasaba con la tierra y la gente agonizante de Tarten?

La última canción de Bruja finalizó y la barrera se disipó. Casi inmediatamente, la lluvia

amainó.

Prenny se dirigió a Coyel. —¿Qué tan fuerte crees que haya sido el impacto en Corrieth?

Coyel frunció los labios. —Nuestros vientos y su muro habrán desviado la mayor parte

de la ola.

Pero los muelles, y cualquiera que estuviera en ellos, habrían tenido solamente la mitad

de esa protección.

—Por las Creadoras, Drenelle, ¿por qué no alertaste antes? —gritó Chavis.

Drenelle retrocedió. —Tan pronto como sentí el terremoto, advertí a todo el mundo.

Las otras Brujas murmuraban, sin lugar a dudas preguntándose cuánto se habrían

dañado sus casas por el temblor y el fuego.

Drenelle levantó las manos con actitud suplicante. —Normalmente siento un terremoto

construirse durante días, incluso semanas. Pero este simplemente sucedió.

Senna recordó el chillido impío que había oído justo antes de la advertencia de Drenelle.

Había algo antinatural en él. Algo forzado.

Estaba tan horrorizada, que apenas sintió la presencia cálida de Joshen a su lado.

—¿Qué pasa?

—Puede que sólo fuera el sonido del terremoto, ¿Pero y si no lo fue? ¿Y si fue la canción

de Brujas extranjeras?

—¿De qué estás hablando?

Mojada y temblando, Senna se enfrentó a su mirada interrogante. —Ellas enviaron el

terremoto, Joshen. —Cuanto más lo pensaba, más segura se sentía de ello.

—¿Cómo lo sabes?

Con la ayuda de su manga, se secó el agua de la cara. —Si realmente son el peligro que

viene hacia Haven, querrían debilitarnos primero. Debilitarnos sin revelar su presencia.

Coyel dio un paso hacia delante y comenzó a emitir órdenes, algo sobre que cada Bruja

evaluara a sus Aprendices y a las Brujas novatas, y que todo el mundo se desplegara en busca

de heridos y ayudara con la limpieza.

Senna corrió hacia Coyel. —Principal, ¿y si el terremoto no fue natural? ¿Y si otras

Brujas lo enviaron?

Coyel frunció los labios. —¿Tal vez una represalia contra ti por debilitar su barrera?

Senna palideció. No lo había pensado de esa forma. ¿Era ella de alguna forma

responsable de esta devastación?

—Ve a ayudar a las otras, Senna. Ahora no hay nada que podamos hacer.

D

9. SecretosTraducidoporBeneathMist

esconcertada, Senna vio cómo las desanimadas Brujas se desplegaban a revisar la isla en

busca de algún herido. Y entonces recordó a Arianis. Serpenteó entre las otras Brujas,

buscando el hermoso rostro de la chica. —¿Has visto a Arianis? —le preguntó a Joshen.

—No. ¿No está aquí?

Tratando de entrar en calor, Senna se frotó los brazos. —No lo creo, estaba disgustada.

Joshen la estudió con una mirada interesada. —¿Disgustada por qué?

Senna hizo una mueca. —Coyel me ofreció el puesto como su Aprendiz.

Joshen abrió mucho los ojos. —¿El puesto de Arianis?

Senna asintió. —Estoy bastante segura de que escuchó cómo Coyel me lo ofrecía.

La ira brilló en los ojos del chico. —Coyel debería aprender a no tratar a la gente tan mal.

Senna miró a su alrededor. —Vamos a comprobar en el Anillo. Si no está ahí,

revisaremos la isla.

—No puedo. Reden me dio permiso para venir a ver cómo estabas, pero después tengo

que ir a informar a los otros Protectores.

Senna se armó de valor. —Está bien, vete.

Joshen no se movió. —Este caos habría sido la oportunidad perfecta para que alguien te

atacara.

Senna se estremeció. —No puedes estar conmigo en todo momento.

—¿Tienes tu cuchillo?

Vacilante, negó con la cabeza. —Lo olvidé.

Gruñendo por lo bajo, Joshen se agachó y sacó un cuchillo de su bota. Puso de golpe la

empuñadura en la mano de Senna. Comprobó la pólvora del recipiente de su pistola y maldijo.

—Está húmeda. Voy a tener que sacar la bala y limpiarla antes de que puedas usarla de

nuevo. —Resopló, frustrado—. Pero todavía tienes el cuchillo. ¿Lo usarás?

Ella lo miró con seriedad. —Sí.

—No salgas sola, quédate en el Anillo de Poder y deja que otra persona la encuentre.

Después de guardar el cuchillo en la correa de su cinturón de semillas, Senna comenzó a

preguntar a otras Brujas si alguien había visto a Arianis. Nadie la había visto. Joshen le había

dicho que se quedara con las otras para estar a salvo.

Pero la mirada en el rostro de Arianis la perseguía.

Sabiendo que Joshen no estaría contento, levantó sus faldas y corrió en la dirección en la

que había visto marcharse a Arianis. Pasó junto a muchas Brujas y Protectores, todos ellos

ayudando a Brujas heridas o retirando los árboles rotos y los escombros del camino.

Senna le preguntó a todas las Brujas que se cruzaba. Consultó a los Protectores. Nadie

había visto a Arianis.

Si la chica estaba herida, Senna nunca se lo perdonaría a sí misma.

Justo cuando estaba empezando a sentir verdadero pánico, escuchó a alguien sollozar.

Inclinó el oído hacia el sonido, intentando averiguar de dónde provenía. Detrás de ella estaba

la casa árbol con forma de cebolla. El ruido venía de dentro. Temerosa de lo que podría

encontrar, Senna comenzó a caminar.

Arianis estaba dentro, con los brazos rodeando sus rodillas.

Senna miró hacia atrás, buscando a otra Bruja que pudiera ayudar. No había nadie a la

vista. Con cautela, se adentró en la estancia.

—¿Estás herida?

Arianis alzó la cabeza. Sus ojos estaban hinchados por el llanto. Se limpió la nariz con el

dorso de la mano y desvió la mirada. —No.

Senna se detuvo en el centro de la habitación y tragó saliva. —Arianis… lo siento.

Arianis rió con amargura. —Siempre he sido la mejor cantante, la que aprendía más

rápido. Fui entrenada desde la infancia para derrotar a Espen. Y entonces llegaste tú. —Estiró

su manga sobre la palma de la mano y se limpió las mejillas—. Y ahora soy lo único a lo que

siempre he tenido miedo… Corriente.

Senna estaba clavada en el suelo. Quería estar en cualquier lugar excepto ahí. —Nunca

serás corriente.

—Corriente, por encima de la media. Aun así, no la mejor. —Arianis se puso en pie y se

dirigió hacia la puerta, pero se detuvo cuando estuvo a la altura de Senna—. Sólo recuerda, es

más difícil permanecer en la cumbre, que llegar hasta allí.

Senna escuchó las pisadas de la otra chica desvanecerse a su espalda. Cerró los ojos.

No quería la responsabilidad, la atención.

Pero de alguna forma, ésta si la quería a ella. Sacudiendo la cabeza, se tambaleó hacia

atrás. Algo crujió bajo su peso. Había pisado un mapa enmarcado que se había caído durante

el terremoto.

Con aire ausente, lo recogió. Era la nación desierta sobre la que habían aprendido,

Harshen. El marco se había roto por la caída. La esquina estaba aplastada y parte del lienzo

rasgado. La lluvia se había filtrado por las ventanas rotas y había arrugado el pergamino y

corrido la tinta. Estaba roto. Quitando el marco, Senna sacó el tablero al que estaba unido el

lienzo y lo depositó sobre la mesa para evitar que alguien más lo pisara.

Cuando se volteó para marcharse, su ojo captó una pizca de color. Escondido detrás del

marrón sucio del desierto había un poco de azul desteñido. Con cuidado, desprendió el mapa.

Había otro lienzo debajo de ese.

La curiosidad se adueñó de ella de repente, y Senna tiró de la esquina superior del lienzo.

Con el tiempo, el color sepia había manchado el pergamino inferior y la tinta se había

emborronado. Las costas estaban tintadas con lo que una vez había sido verde esmeralda. Los

lagos y los ríos salpicaban la tierra. Senna estudió la línea de la costa, que le parecía

inquietantemente familiar.

El horror se cernió en su garganta como un puño helado cuando Senna puso el mapa

más reciente sobre el antiguo.

Dobló el lienzo del desierto para seguir el contorno de la costa del más reciente. Tenían

la misma línea de costa, pero los ríos, lagos, y el verdor se habían ido.

Respiró más rápidamente y con más fuerza. Con la canción de Bruja controlando la

naturaleza, esa clase de devastación no habría ocurrido a menos que Haven hubiera hecho que

ocurriera.

De repente indiferente, Senna desgarró el lienzo más reciente y lo arrojó. Éste giró antes

de posarse en el suelo. Permaneció mirando el mapa antiguo que había frente a ella.

Colinas moteadas de verde, con altas cumbres coronadas de blanco. Ríos y lagos.

Ciudades y ricos campos. Y en la esquina superior derecha, estaba escrito «Harshen» con una

fina caligrafía. Senna levantó la mano hacia las adornadas letras, pero se detuvo como si

tocarlas pudiera quemarla.

Había ciudades salpicando el lienzo, y sus edificios estaban ampliados para mostrar la

extraña arquitectura: tejados con esquinas invertidas y amplios pórticos. Escaneó los nombres

de las ciudades, escritos en letra pequeña: Pennil, Upton, Webick… Se congeló. Entre las

montañas capeadas de nieve había una ciudad con los edificios aún más ornamentados:

Rinnish, la Ciudad Sagrada.

—Tarten no fue la primera. —Su mirada se precipitó sobre las paredes de la estancia, a

los otros mapas de las demás naciones. Y se preguntó qué horrores había escondidos bajo los

lienzos más nuevos, cuántos muertos habían acumulado las Brujas en el mundo—. No me

extraña que nos odien.

Llena de una rabia repentina, bajó otro mapa. Ignorando el dolor de su mano, enterró los

dedos en el hueco entre la parte de atrás de la madera y el marco. Se separó con el chirrido de

los clavos que protestaban. Quitó el lienzo superior. No había nada detrás.

Senna bajó otro y separó el marco. Nada. Bajó un tercer mapa… otro desierto. El marco

cedió con un crujido, dejando un borde de madera dentada que le clavó astillas en los dedos.

La sangre goteó sobre los mapas, dejando llamativos ríos rojos.

Ella apenas sentía el dolor. Había otro mapa debajo, una tierra verde llena de ciudades

que se había transformado en un desierto. Las puntas sangrantes de sus dedos dejaron

regueros encima.

Ignorando los de tierras con ricos campos verdes y abundante agua, bajó todos los

mapas que contenían un desierto. Cada uno tenía un mapa verde debajo. Sus dedos estaban en

carne viva y su mano lastimada ardía para cuando terminó.

Había seis. Seis veces que las Brujas habían aniquilado una región entera.

Senna se apoyó en uno de los escritorios desperdigados por la estancia, con la mente

entumecida por el horror. Esa destrucción no era de conocimiento común. De eso, Senna

estaba segura. Las Principales sabían la verdad, pero ella tenía el presentimiento de que nunca

lo admitirían.

Pero había una mujer que quizá sí. Respirando profundamente, Senna se enderezó y

salió corriendo de la casa árbol. Fuera, ya era pasado mediodía. El camino que escogió estaba

completamente bloqueado por un árbol caído. Pasó volando junto a Brujas y Protectores por

igual y atravesó directamente el follaje hacia otro sendero. Alguien la llamó a su espalda,

preguntando si estaba bien, o si necesitaba ayuda.

Los ignoró hasta que llegó a su casa árbol. Miró en su interior. Había una docena de

Brujas tendidas en mantas en el salón. Era bien sabido que Sacra era una antigua Principal de

las Plantas, no porque destacara en pociones o plantas, sino por su habilidad de curación.

Respirando para tranquilizarse, Senna entró. Las Brujas que esperaban atención no

parecían graves. La mayoría habían sido sólo golpeadas, unas pocas estaban sangrando.

Se arrodilló junto a su madre. —Madre, tengo que hablar contigo.

Sacra levantó la mirada, con ojos adormilados. —Pásame ese garku, ¿quieres?

Sintiéndose culpable, Senna estudió las heridas. No creía que las Brujas extranjeras se

arriesgaran a atacar Haven de nuevo demasiado pronto. Lo que quiera que hubiera ocurrido

en los países desiertos, podía esperar, al menos un rato. Se dedicó a ayudar a su madre con la

curación.

Antes de terminar, los Protectores habían traído otra docena de Brujas, y el día se

acercaba tímidamente al crepúsculo.

Senna se lavó y se cambió el vestido antes de bajar las escaleras para hablar con su

madre. Había llegado otra Bruja, ésta con una torcedura de tobillo.

Senna le tendió el ungüento sin pensar. —Tengo que hablar contigo en privado.

Las manos de Sacra frenaron. —No es el momento, Brusenna. —Su madre pidió un

bálsamo para la hinchazón.

Senna sacó las tiras de algodón del bolso de su madre. —Sé que convirtieron Harshen en

un desierto, igual que Tarten.

Las tiras de algodón se inmovilizaron en las manos de su madre. —¿Cómo lo sabes?

La Bruja con la torcedura de tobillo las miró con los ojos muy abiertos.

Senna cruzó los brazos sobre su pecho. —Sé con seguridad sobre seis. ¿Hay más?

—Volveré enseguida —le dijo su madre a la Bruja. Agarró el brazo de Senna y la arrastró

fuera, donde no pudieran oírlas—. Tarten es la primera desde hace mucho tiempo.

—¿Cuántas? —susurró Senna.

Sacra señaló la casa árbol. —Ella está herida, Senna. ¡Creo que eso es un poco más

importante que tus estúpidas preguntas!

Senna apretó la mandíbula. —Esto también es importante.

Su madre se giró para regresar. Senna la vio alejarse y supo que nunca le daría las

respuestas. Algún impulso hizo que le espetara: —¿Qué hay de Lilette y Calden?

Sacra se congeló en mitad de un paso. Se dio la vuelta y agarró el brazo de Senna. Su

pecho subía y bajaba violentamente. —¿Dónde has escuchado esos nombres? —dijo con un

susurro severo.

Sus uñas se clavaron en la piel de Senna. Ella se soltó. —Quiero la verdad, Madre.

Sacra abrió lentamente las manos apretadas. Temblaban. —¿Dónde escuchaste esos

nombres?

—No me creerías si te lo contara.

Su madre entrecerró los ojos. —Antes de convertirme en Principal de las Plantas, juré

nunca revelar los secretos de las Principales de las Disciplinas. No puedo contártelo.

Senna cruzó los brazos sobre su pecho.

—¿No puedes, o no quieres?

Su madre cruzó la mirada con la suya.

—El conocimiento es algo peligroso. Una vez que has aprendido ciertas cosas, no se

pueden olvidar, no importa cuánto lo desees.

Senna se tensó. —Ya me ocultaste cosas antes y eso casi me cuesta la vida.

Su madre inhaló por entre los dientes.

—Lilette… Lilette y Calden existieron hace siglos, cuando todo Haven estaba lleno de

Brujas. Antes de que fuéramos reducidas a esta, —Señaló hacia el sector abandonado—,

lastimosa existencia.

Senna esperó a que su madre continuara, pero no lo hizo. —¿Así que querías

mantenerme ignorante?

Sacra sacudió la cabeza. —No ignorante, inocente.

Senna extendió los brazos. —La inocencia no me salvará de lo que viene por mí… de lo

que viene por todo Haven.

—Pero puede salvarte de ti misma. —Su madre suspiró—. Tendrías conocimiento, Hija,

pero ¿y si ese conocimiento te destruye?

Un nudo helado de miedo se instaló en el estómago de Senna. ¿Era eso de lo que las

Principales hablaban la primera vez que escuchó a escondidas? Sobre algo que comenzaba y

que Senna moriría. —Tendrás que confiar en mí para hacer esa elección.

Los ojos de Sacra eran demasiado brillantes. —Ser tocada por las Creadoras no es una

bendición, es una maldición. Eres un catalizador, Brusenna. Y el cambio que causarás te

desgastará por completo. —Su madre alzó el rostro para estudiar el cielo como si éste

contuviera las respuestas—. Yo podría ser capaz de mantenerte a salvo, sólo si vinieras

conmigo.

¿Senna estaba en peligro porque fue tocada por las Creadoras? Su corazón latía con

miedo.

Trató de imaginarse pasando el resto de su vida escondiendo lo que era, y huyendo cada

vez que la verdad se descubría. —No puedo, Madre.

Sacra dejó escapar un suspiro tembloroso. —Y yo no puedo obligarte.

Senna sacudió la cabeza. —No puedo entender la conexión entre algo que pasó hace

siglos y yo.

Su madre abrió la boca y después la volvió a cerrar. —Dime cómo escuchaste de Lilette,

y te diré lo que pasó entre Haven y Calden.

Senna quería decírselo a su madre, quería compartir la carga que todos los secretos

representaban. Que tierras muertas y agonizantes la perseguían en sueños; que había algo

oscuro a la caza de Haven, algo mortal.

Pero eso sólo haría que su madre insistiera más en que se marchara. Sacudió la cabeza

mientras retrocedía. —No puedo.

—La gran ironía es que me reprochas mis secretos, Hija, y tú tienes los tuyos propios.

Senna levantó la vista hacia el cielo visible entre las hojas. Estaría completamente oscuro

en un par de horas. Había perdido suficiente tiempo. Se marchó, sintiendo la mirada de su

madre clavada en la espalda. Había muchos secretos arremolinándose entre ellas, pero Senna

tenía una buena idea de dónde encontrar sus respuestas. Y cómo conseguirlas.

La única cosa de la que estaba segura, era que los secretos algunas veces eran necesarios,

pero siempre eran peligrosos.

D

10. Guerra de BrujasTraducidoporLauraef

ando traspiés sobre ramas rotas, Senna comprobó los barracones, el campo de combate, el

campo de tiro. Pero Joshen no aparecía por ningún sitio. Aunque parecía que todo el

mundo al que preguntaba le había visto en algún sitio, para cuando ella había llegado, él ya

se había ido.

Cuando por fin le encontró, se sorprendió. Escuchó el inconfundible sonido de la voz de

Joshen, seguido de una risa cantarina. Notó cómo la piel se le calentaba. Entró lentamente en

la cocina de Arianis. Los olores a pescado frito y limón llenaban el aire. Él estaba sentado a la

mesa, riéndose por algo. Ambos alzaron la vista cuando Senna entró.

Joshen le sonrió.

—Senna, tienes que probar este bacalao. El mejor que he probado nunca.

Senna no apartó los ojos de Arianis. Su abundante cabello castaño caía en cautivadoras

ondas alrededor de sus hombros. Sus grandes ojos eran del color de la canela. Su piel era

increíblemente tersa, con un tono rosado natural. Era atractiva. Cuanto más la mirabas, más

cautivadora se volvía.

—¿Senna?

—Estoy segura que sí —contestó Senna. Sabía lo que Arianis veía en Joshen. Era

atractivo; alto, con unos hombros anchos que se iban compactando hasta una cintura estrecha.

En las luces danzantes de la linterna, su cabello, normalmente castaño, parecía negro.

Pero Senna sabía cosas que Arianis no. Siempre hablaba con la boca llena, le quitaba

comida del plato y a menudo se comía los mejores bocados primero. Normalmente era de

trato fácil, pero cuando se trataba de su seguridad, se volvía mandón y obstinado. Las orejas le

sobresalían un poco y la barbilla era muy breve, aunque su barba bien recortada y el cabello

largo escondían eso bastante bien.

A pesar de saber todos sus fallos, todavía pensaba que era atractivo.

Él sonrió y comió otro bocado.

—¿Quieres un poco? Estoy seguro de que hay suficiente.

Senna refunfuñó. Con Joshen, uno nunca podía estar seguro de que hubiera suficiente

comida.

—No. La verdad es que no tengo hambre.

Encogiéndose de hombros con incredulidad, volvió a comer.

Senna miró a Arianis de arriba abajo.

—Joshen, tengo que hablar contigo.

—Tengo que informar al Líder Reden de todas maneras. —Con destreza se metió lo que

quedaba de comida en la boca, inclinó la taza y asintió a Arianis—. Gracias de nuevo.

Senna siguió a Joshen al claro. Él sacó su pistola. —La he descargado y limpiado antes

de cargarla de nuevo. Intenta mantenerla lejos de la lluvia.

Ella la cogió en silencio. —Joshen, ¿por qué estabas en la casa de Arianis?

La miró como si fuera tonta. —Dijiste que estaba disgustada, así que vine a ver cómo

estaba. Me invitó a cenar. Casi no he comido nada en todo el día.

Eso significaba que no había acabado con un banco de peces él solo. Senna intentó

controlar su furia. Después de todo, las intenciones de Joshen eran buenas y para él era

imposible cualquier tipo de sutileza. Las cosas eran lo que parecían ser. Nada más. Respiró

profundamente.

—Joshen, Arianis te está usando para hacerme daño.

Él se quedó en silencio durante un momento.

—Debería estar enfadada con Coyel, no contigo.

Senna se encogió de hombros. —Coyel está mucho más allá del alcance de Arianis. Yo

no. ¿Ves por qué puede ir tras de ti?

Joshen soltó una risita. —Nunca creí que fueras del tipo celoso, Senna.

Senna se sonrojó.

—Joshen…

Él le puso una mano en el hombro y apretó. —Estás viendo en esto más de lo que hay.

Pero si te hace sentir mejor, me mantendré alejado de ella.

Senna quería hacerle comprender que no eran tan sólo celos, pero no creía que fuera de

ayuda. Además, estaban ya casi en su casa árbol y todavía tenía mucho que contarle.

—No fui a buscarte para hablar sobre Arianis, fui a buscarte para decirte lo que he

encontrado. —Le explicó sobre los mapas.

Joshen frenó hasta pararse. —Por las Creadoras.

Se sujetó la mano dolorida, la había usado demasiado hoy. Tenía que ser más

cuidadosa. —Pero no había mapas de Lilette y Calden. Voy a comprobar sus bibliotecas

personales.

La miró a los ojos y su expresión se volvió más dura. —¿Por qué correr tantos riesgos

por algo que pasó hace siglos? —dijo con severidad—. Todavía estás buscando una manera de

levantar la maldición por tu cuenta, ¿verdad? ¿Estás planeando volver a Tarten?

Apartó la mirada de la suya. La conocía tan bien, quizá demasiado bien.

—Tal vez.

—Senna, ¡hemos hablado sobre esto! —Joshen se pellizcó el puente de la nariz—. Tarten

tiene una orden vigente de disparar a cualquier Bruja que sea vista. Es demasiado peligroso.

Quiero que me jures que vas a olvidar esa locura.

Lentamente negó con la cabeza. —No puedo.

—Al menos prométeme que me lo dirás antes de hacer cualquier tontería.

¿Para que intentara pararla? Sin sentirlo realmente, asintió.

Joshen dio un paso hacia ella. —Dilo, Senna.

Ella se mantuvo firme. —¿Qué hay de tus promesas? Las que hiciste como mi Protector,

las de protegerme y apoyarme. ¿Qué hay de esas promesas?

—¡Eso es lo que estoy intentando hacer! Eres mi Bruja y…

La rabia recorrió a Senna. —¡No soy la Bruja de nadie, excepto de mí misma!

Joshen inhaló profundamente. —A veces tienes que confiar en mí, confía en que tan sólo

estoy cuidando de ti.

Se quedó completamente quieta. —Y yo estoy cuidando del mundo.

Su expresión era dura. —No voy a dejar que te pongas en esa clase de peligro de nuevo.

No saldrías viva.

La culpa y la furia se enfrentaron dentro de ella, quemándola por dentro.

—Va a pasar algo, Joshen, y todos nosotros tenemos que desempeñar un rol. Me ha

tomado mucho tiempo aceptarlo, pero lo he hecho. Ahora tienes que aceptar tu rol, aceptarlo

o rechazarlo. Porque apoyarme y protegerme no siempre son la misma cosa.

—¿Aceptarlo? ¡No lo acepto! No lo haré. —Empezó a andar de un lado a otro, con las

manos enterradas en el cabello.

Senna se echó hacia atrás. Joshen había pasado por mucho, por ella, pero eso no le daba

el derecho de pedirle que le obedeciera. Se giró y abrió la puerta de su casa, después entró y la

cerró con fuerza a sus espaldas.

Respirando fuerte, Senna se dándole la espalda a la pared, luego se asomó por la ventana

para echar un vistazo. Él estaba de pie delante de la puerta cerrada, con el ceño fruncido por la

frustración.

Quizá si Joshen no hubiera estado tan cansado, habría entrado e insistido en mantenerla

fuera de problemas personalmente, pero no lo hizo.

Senna esperó un buen rato después de que se hubiera ido para comprobar que la pistola

estaba cargada. La guardó de nuevo.

Cruzó la isla y marchó hasta el Protector parado junto a la entrada de la cueva, de arcos

intrincados. Era el hombre con el que Joshen había estado discutiendo el día anterior, Collum.

Visto de más cerca, vio que no era mucho mayor que ella. Tenía la piel del color de la tierra

rica y el cabello dividido en pequeñas trenzas con pequeñas cuentas. Descubrió que no podía

mirarle. Le recordaba demasiado a Leary… al hecho de que por su culpa habían matado al

mejor amigo de Joshen.

Collum levantó una ceja cuando la vio.

—Aprendiz Senna, sabes que no puedes entrar a no ser que tengas permiso.

Su acento, suave y arrastrando las palabras, también era como el de Leary. Intentó

tragarse la piedra que se había situado en su garganta.

—Estoy buscando a Pogg. ¿Ha terminado ya de pescar?

Las cuentas de sus trenzas tintinearon cuando asintió.

—Fue a asolearse a las rocas. Deberías probar allí.

Senna miró hacia el cielo. Todavía tenían unas pocas horas antes de que oscureciera. —

Gracias.

—¿Aprendiz Senna?

Se paró, pero no se atrevió a mirarle a la cara.

—Mi nombre es Collum. ¿Te ha dicho Joshen que navegaste con mi primo, Leary?

El mundo pareció hacerse más grande, echándose encima de ella y arrebatándole todo el

aire. Collum extendió la mano para sostenerla. Senna cerró los ojos y se concentró en respirar.

—Leary me salvó la vida —dijo, negando con la cabeza. No iba a llorar—. Lo siento.

Se deshizo de la mano de Collum y se fue dando traspiés en la dirección en la que el

Protector le había indicado. Allí, parte del acantilado se había derrumbado, llevándose una

buena aparte de la escalera con él. Escaló por las piedras caídas hasta que encontró a Pogg. La

criatura moteada verde le recordaba a una rana. Tenía una cara ancha con unas mejillas más

anchas aún. En vez de nariz, tenía sólo unas oscuras hendiduras que se cerraban cuando

estaba nadando.

Senna se dejó caer a su lado.

—Necesito tu ayuda.

Pogg se giró lentamente hacia ella. En sus ojos no había nada de blanco, sólo ese marrón

azulado que le recordaba al color ambiguo de los ojos de un infante. —¿Seennaaa?

Siempre era lento cuando tenía demasiado frío. —¿Todavía tienes llaves de las casas

árbol de la isla? —Pogg era un poco como un mapache en lo de coleccionar cosas perdidas o

desechadas. Su fascinación con las llaves era el porqué Senna había sido capaz de moverse tan

libremente de una casa árbol a otra durante el tiempo que estuvo sola en la isla.

Los claros párpados interiores de Pogg se deslizaron sobre sus ojos. Se tomó un largo

tiempo para contestar. —¿Pogg le consigue a Senna peces frescos?

Senna apretó con fuerza los labios para evitar chillar. —No. Pogg, ¿tienes todavía las

llaves?

Pogg se levantó y se sentó igual que ella, a menudo intentaba imitar las acciones

humanas. Era el último Mettlemot que se conociera, y Senna había visto cuánto deseaba un

lugar al que pertenecer.

—Peces frescos mejores.

Hizo un extraño sonido a medio camino entre una gárgara y un sonido de asfixia.

Levantó la cara hacia el cielo y la sacudió arriba y abajo, casi como si estuviera… tragando. Se

giró hacia ella, retirando los párpados interiores.

—A veces los peces vuelven arriba.

Senna se tragó la bilis que le subió por la garganta. —Pogg, ¿tienes todavía las llaves?

Se giró rígidamente hacia su pequeña casa árbol. —Sí. Pogg tiene llaves.

Le siguió a su casa árbol y esperó en la puerta. Todas las superficies estaban cubiertas

por una suciedad aceitosa. Cosas inútiles y objetos desechados estaban amontonados en

grupos por el suelo o puestos en cestas rotas y cajas de madera. Unas sábanas hechas un

montón sobre un nido de hojas eran el único indicador de que alguien realmente vivía en ese

desastre.

Una vez Pogg se había quedado con ella en una casa árbol y había dormido en una

cama. Siempre había sido desordenado, pero siempre olía como el océano, no a grasa de

pescado. Pero desde que las Brujas habían vuelto, había empezado a vivir así. Era casi como

si se hubiera rendido ahora que todo el mundo estaba a salvo.

Pogg levantó dos copas llenas de piedras claras y oscuras.

—¿Quieres jugar?

Senna sintió una puñalada de culpa. No había ido a visitar a Pogg desde su ataque hace

casi dos semanas. Probablemente ni siquiera supiera que había sucedido. —Hoy no. No tengo

tiempo.

Dejó las copas en el suelo con un triste ruido metálico. Después retiró algunas de las

hojas que formaban su cama para revelar un amasijo de llaves en un llavero. Sujetándolas con

la boca, se acercó a ella a cuatro patas. Le lanzó una mirada extraña, bueno, más extraña de lo

normal. Senna se agachó delante de él.

—¿Cuál es la del Árbol del Consejo?

Él se sentó sobre sus cuartos traseros y apretó con fuerza las llaves contra su pecho.

—¿Por qué la quiere Senna?

—Porque creo que alguien quiere hacer daño a las Brujas.

Pogg hizo un balbuceo que fue mitad advertencia, mitad desaprobación. Empezó a pasar

las llaves de un lado a otro, la piel palmeada entre sus dedos se plegaba como pergamino

arrugado.

—Esta llave para casas de Prenny. Estas para biblioteca. Estas para casa de las Brujas

novatas. —Pasó una docena de llaves mientras Senna se sentaba prestando gran atención—.

Ah… —Levantó una llave enorme y decorada—. Esta llave para habitaciones del Consejo.

Senna le quitó todo el llavero.

—¿Por qué necesitas todas? —Saltó para recuperarlas—. Devuelve llaves.

Senna se levantó y las sujetó fuera de su alcance.

—Lo haré en cuanto haya acabado.

Pogg saltó, casi arrollándola.

Senna le sujetó con fuerza. Tenía la piel fría y gelatinosa. A pesar de las horas que había

pasado con él, el toque le repugnaba. Avergonzada de su reacción, se obligó a sujetarle con

más fuerza.

—La Bruja Oscura está planeando algo, Pogg. Tengo que detenerla.

—Bruja Oscura —siseó entre los dientes puntiagudos.

La culpa la recorrió por dentro, por usar el odio de la criatura hacia la Bruja Oscura

contra él, por mentirle. Pero no creía que entendiera que el peligro era el mismo, sólo que de

una fuente distinta.

Pogg soltó un bajo lamento. Hizo que le dolieran los oídos. Se quedó en silencio un

momento antes de empezar a mecerse adelante y atrás.

—Pogg encuentra estrellas de mar en océano. Pero Pogg no las devuelve.

Una ola de soledad bañó a Senna. A menudo Pogg había llevado estrellas de mar a su

perro. —A Bruke le habrían gustado.

Con movimientos lentos y rígidos, Pogg pasó a su lado, de vuelta a las rocas bañadas por

el sol. Senna no puedo evitar darse cuenta de lo… harapiento que parecía.

—Pogg, ¿por qué no pides un fuego? ¿Una cama? Hay mucho sitio.

Pogg la miró por encima del hombro. Aunque Senna había pasado una gran cantidad de

tiempo con él, sus expresiones eran tan extrañas que eran difíciles de interpretar.

—Las Brujas vuelven. No necesitan a Pogg más.

Senna sintió rabia. —Ve y busca al Líder Reden o a una de las Principales. Dile a uno de

ellos que quieres una de las viejas casas árbol de la entrada. Ellos se encargarán.

Pogg siguió escalando. Parecía estar tan solo.

Senna agarró fuerte el llavero antes de guardárselo en el bolsillo del vestido.

—Dile a Reden que necesitas a alguien, una Desechada o una Bruja Novata, para que

venga a encenderte un fuego por las noches. —Los dedos de Pogg sólo tenían dos

articulaciones. Era imposible para él manejar el pedernal y el acero.

No contestó. Senna se prometió que cuando volviera a la isla, jugaría a las piedras con él

más a menudo.

Cruzó la isla a medida que avanzaba el crepúsculo. Todavía se veían Brujas y

Protectores, reparando árboles caídos y poniendo parches en las ventanas.

Senna se deslizó entre ellos con la cabeza agachada y la capucha puesta de manera que le

tapaba gran parte del rostro. El Árbol del Consejo estaba cerca de la biblioteca y los árboles de

las Principales. Todos parecían estar vacíos. En la base del árbol esperó para asegurarse de que

estaba sola, antes de usar la llave que Pogg le había dicho abría esa puerta.

Después de cerrarla suavemente, Senna rodeó el escritorio que había entre ella y las

escaleras en espiral que subían al siguiente piso.

En lo alto, intentó abrir la puerta de la Sala del Consejo. Estaba cerrada. Empezó a

acumulársele el sudor en la frente. No recordaba para qué eran el resto de las llaves, menos aún

si alguna de ellas abría esa puerta. Probó una detrás de otra. Con la antepenúltima llave, el

cerrojo hizo un sonido de apertura.

Con el corazón en la garganta, Senna entró con cuidado. Ante ella había una enorme

ventana desde la cual se podía ver todo el Anillo de Poder. Todas las otras paredes estaban

llenas de libros.

Cerró con llave la puerta detrás de ella, de manera que si alguien intentaba entrar se diera

cuenta antes. Corrió las pesadas cortinas, después encendió una linterna e hizo que la mecha

desprendiera un débil resplandor. La sujetó ante ella y empezó a mirar los títulos. Su madre

había dicho que la primera Guerra de Brujas fue hace cientos de años.

Cogió los libros que parecían ser más viejos y bajó unos cuantos. Todos eran informes

copiados de manuscritos más viejos escritos por una Principal de la Luz Solar. Ninguno era lo

suficientemente viejo. Los devolvió a su sitio y lo intentó con unos incluso más descoloridos.

Finalmente encontró el que estaba buscando, un libro con olor a humedad escrito por una

Principal llamada Merlay, que parecía estar en sus treinta años.

Senna comenzó a leer ansiosa. Aprendió que Haven había sido exclusivamente para

estudiantes. Las Brujas Adultas vivían donde escogieran, pero la mayoría preferían habitar en

Tarten, aparentemente Haven estaba al lado de Tarten por aquel entonces, de manera que

podían participar en las canciones que cambiaban las estaciones. Había dos grandes

celebraciones en primavera y otoño para abrir paso al verano y al invierno, se decía que

durante ese tiempo las canciones volaban por el aire. Miles acudían para ver el canto de las

Brujas. Senna no podía imaginar vivir en un mundo donde la gente viajara para ver a una

Bruja cantar.

Leyó por encima informes con las fechas de la primera helada de cada país. Había libros

de contabilidad que especificaban la perfecta cantidad de nieve y lluvia para cada región. Se

enviaban a las Brujas para hacerse cargo de las plagas, incuso de las langostas.

Merlay escribió sobre su dificultad para encontrar sitio suficiente para las nuevas Brujas

novatas y detallaba el dinero que venía de otros países para mostrar su gratitud. Mencionaba

cartas que pedían que se pusieran Brujas en regiones con suelo pobre o con una tendencia a

vientos impredecibles, terremotos, sequías o inundaciones. Y todo un centenar para que se

encargara de un volcán formado recientemente que amenazaba a Harshen en el norte. Esas

cien Brujas nunca volvieron. El barco se hundió cuando golpeó unas rocas que no aparecían

en el mapa en las costas de Vorlay.

Senna se enderezó y leyó cuidadosamente.

Antes de que Merlay pudiera investigar, la guerra había empezado entre Harshen y

Vorlay. Aunque la lucha era a cientos de leguas, el humo de las batallas tiñó el crepúsculo y el

cielo de la mañana de un rojo sangre.

Y después las historias dejaban vislumbrar que un país entero había sido diezmado, por

Brujas.

Merlay necesitó meses para reunir todos los trozos de la verdad. El cómo Harshen había

exagerado la amenaza del volcán durmiente para conseguir un gran grupo de Brujas. La

mayoría eran jóvenes o viejas, Brujas que habían terminado de criar a sus hijos o todavía no

habían formado una familia.

El rey de Harshen, Nis, las encarceló y las torturó hasta que le ayudaron a destruir

Vorlay. Pero Nis no paró ahí. Fue a otro país. Los espías de Merlay recogieron rumores de

que planeaba conquistar todo el mundo.

Las Brujas no tenían ejército. Sus únicas armas eran sus voces y sus Protectores. Así que

hicieron la única elección posible: volaron por los cielos, dejando a Harshen sin lluvia y

amenazaron con hacer más si Nis no liberaba a sus Brujas.

En respuesta, Nis les cortó el cuello a las Brujas. Todas las Principales votaron por dejar

morir a Harshen. Pero no todas las Brujas estuvieron de acuerdo con la decisión de las

Principales. Algunas lucharon. Lideradas por una chica, que apenas había empezado su

aprendizaje: Lilette.

Senna jadeó.

—Lilette.

El nombre rodó por su lengua como una canción en el silencio de la habitación. Lilette

no era un país, sino una mujer.

Horrorizada por lo que las Brujas habían hecho, Lilette cogió a las pocas que estaban de

su lado, y se marchó a su país de origen: Calden.

Senna cerró los ojos. No estaba segura de si soportaría seguir leyendo.

¿No la había advertido su madre? Una vez que lo aprendes, no puedes olvidar el

conocimiento. Senna estaba empezando a captar lo pesada que podía llegar a ser la verdad.

Reuniendo todo su coraje, pasó la página. Las canciones ahora venían desde dos voces

diferentes, lo que confundía a los elementos. Los ritmos en conflicto chirriaban el uno sobre el

otro. Se levantaron tormentas que arrasaron pueblos enteros y destruyeron flotas de barcos; los

cultivos se congelaron; las hojas no cayeron de los árboles antes que la dura helada los matara.

En realidad Merlay nunca escribió las palabras que lo confirmaran, pero Senna sentía su

miedo. Lilette y las canciones de sus Brujas eran más fuertes. Lo suficientemente fuertes como

para destruir Haven en cualquier momento.

Cuando el ataque fue inminente, Merlay golpeó primero. Trataba por encima los

detalles, refiriéndose a lo que había sucedido a continuación como “la tragedia”, pero Senna

captó suficiente para entender que Haven había golpeado tan fuerte y tan rápido que habían

aniquilado a Calden y a cada Bruja que había huido allí. Creía que la nación entera se había

hundido en el mar.

Podía haber acabado allí y ya habría sido suficiente tragedia; pero no había sido así.

Ahora el mundo temía a las Brujas, las temían o codiciaban su poder. Más Brujas fueron

secuestradas. Más guerras empezaron. Durante un período de cincuenta años, debieron morir

cientos de miles de personas.

Ya de anciana, Merlay reunió en Haven a tantas Brujas como pudo. Ya no volvieron a

viajar para sanar la tierra afligida por plagas o malas cosechas. Se mudaron a la isla y se

escondieron.

Senna sólo aprendió una cosa más. Merlay había enviado a una Bruja para que

descubriera lo que había sido de Calden. Todo lo que encontró fueron unos pocos renacuajos

de Mettlemot desamparados, que eran nativos de Calden. Los trajo de vuelta a Haven; pero las

criaturas no estaban preparadas para vivir en ese clima más frío. Le preocupaba su salud.

A lo largo de los siglos debieron ir muriendo poco a poco. Hasta que tan sólo quedó uno:

Pogg.

Senna sabía lo que venía a continuación. Décadas de lenta decadencia hasta que la gente

empezó a dudar de la existencia del poder de las Brujas.

Y después vino Espen. Espen, que no creía que las Brujas debieran controlar la

naturaleza discretamente. Espen, que quería forzar el respeto del mundo entero. Espen, quien

había guardado las estaciones para quien pagara, dejando que la lluvia cayera para aquellos

que tuvieran el dinero para pagar.

De nuevo las Brujas lucharon, la segunda Guerra de Brujas. Espen perdió, pero eso no la

paró de librar su propia guerra personal contra cada Bruja que quedaba. Los efectos colaterales

duraron diez años.

Y después Espen creó Lathel, una semilla con la habilidad de convertir la carne humana

en árboles que daban una única fruta que contenía la canción de una Bruja, lo que otorgó a

Espen la habilidad de robar el poder a otras Brujas.

Al principio, Haven envió a sus Brujas más poderosas para luchar contra Espen.

Ninguna volvió; así que las Brujas se atrincheraron, se escondieron más.

La madre de Senna había sido la Principal de las Plantas. Sacra había perdido a su

marido y a su primogénita a manos de los Cazadores de Brujas. Cuando vio que estaba

embarazada, huyó a lo profundo de Nefalie, la región conocida por su odio a las Brujas. Y allí

se quedó hasta que los Cazadores de Brujas la encontraron.

Senna cerró los ojos, recordando su horror cuando descubrió que era la última Bruja

libre. Que si no liberaba a las otras, las Cuatro Hermanas se sumirían en el caos, llevándose el

mundo con ellas.

Se echó hacia atrás y miró la mesa llena de libros que detallaban la caída de las Brujas

desde ser la entidad más poderosa y adorada de la tierra, hasta convertirse en la más temida y

perseguida.

Tantos habían muerto. Especies enteras, incluyendo a los Mettlemot, se habían perdido.

Y Senna entendió cada paso de condenación que las Brujas antes que ella habían dado,

entendió porque habían caído en ese pozo. Y estaba claro que todavía no habían terminado de

caer.

—No podemos luchar contra el mundo y no podemos escondernos de él. Deben amarnos

de nuevo —susurró para sí misma.

El aceite de la linterna se estaba acabando y había que recortar la mecha. Senna se frotó

los ojos doloridos. Estaba tan cansada, que no podía pensar bien por más tiempo. Todo lo que

había aprendido estaba girando y chocando en su cabeza como una casa de cristal llena de

moscas.

Incluso a una velocidad lenta, empezó a ver patrones reconocibles en el caos. Si unos

pocos renacuajos de Mettlemot habían sobrevivido, ¿por qué no algunas Brujas? ¿Y si habían

escapado y se habían escondido del mundo detrás de alguna clase de barrera? Seguramente

después de siglos, su número podría ser una amenaza para Haven. ¿Y si Espen sabía dónde

estaban?

Senna tenía que dejar Haven, no sólo para levantar la maldición, sino para descubrir la

extensión de los peligros a los que se enfrentaban sus Brujas. Se sentó durante bastante rato,

mirando la llama de la linterna y haciendo planes hasta que los ojos le quemaron por la

necesidad de pestañear.

Se levantó con movimientos rígidos, cerró los broches de metal y devolvió los libros a su

sito en las estanterías. Después apagó la linterna y miró hacia fuera por la ventana. Estaba

totalmente oscuro.

Joshen estaría dormido para entonces. Incluso si no lo estaba, no podía contarle lo que

había descubierto.

Los daños colaterales de las dos Guerras de Brujas no habían terminado todavía.

Todavía podían destruir el mundo.

L

11. Colgante de CanciónTraducidoporLeenz

a madre de Senna estaba esperándola cuando llegó a casa durante las primeras horas de la

mañana. Sin decir palabra, Sacra la siguió hasta su habitación y se acostó junto a ella.

Cansada para refunfuñar, Senna se durmió.

A la mañana siguiente, a pesar de sus protestas, su madre la acompañó tanto a sus clases

como a los trabajos de reparación de la isla. Aunque ya había pasado más de una semana

desde que la atacaron, su mano aún quemaba cuando la usaba mucho, por eso los Protectores

la relegaron a trabajos sencillos de limpieza.

El día siguiente fue lo mismo. La peor parte era, que Senna no vio a Joshen ninguno de

esos días. Estaba molesta con él, pero su ausencia indicaba que algo estaba mal. Algo más

grande que su pelea. ¿Y si estuviera herido? ¿Y si la necesitaba? En la tarde del tercer día,

añadió unas gotas de la poción para dormir al té de su madre.

Pronto, Senna se escabulló con los ronquidos suaves de Sacra de fondo.

Joshen no estaba en su casa árbol, ni en el campo de tiro, ni en el pabellón externo donde

se cocinaba la comida… Senna revisó dos veces.

—¿Brusenna? —Se giró para ver a Collum moviéndose hacia ella sigilosamente—. ¿Qué

haces aquí?

— ¿No has visto a Joshen? —preguntó ella.

Las cejas de Collum se juntaron. —No, he estado vigilándote todo el día.

Ella abrió la boca, luego la cerró. —Pensé que sólo eran Joshen, Reden y Timpnee.

¿Cada Protector toma un turno para seguirme? —preguntó, un poco frustrada.

Collum negó con la cabeza, y sus cuentas sonaron. —No, sólo nosotros cinco.

¿Ahora eran cinco? Necesitaba dejar de hacer muecas. —Necesito encontrar a Joshen.

Collum la miró. Él era tan alto. —Ven conmigo. Veamos si el Líder Reden sabe dónde

está asignado.

Pero tampoco encontraron a Reden.

Al final, Senna se rindió. —Si llego tarde a clases —dijo ella—. Arianis me dejará dar el

resto de la clase por ella.

Esa tarde, la cosecha de chesli iba a empezar. Senna no tendría otra oportunidad para

ver a Joshen hasta la mañana.

Collum se colocó detrás de ella al momento en que dejó el sector de los Protectores y

corrió al árbol con forma de cebolla. A pesar de todo el trabajo, la isla seguía luciendo como

un campo de batalla. Aunque los hombres estaban cerca de colocar la última de las ventanas,

los vidrios y pedazos de árboles caídos aún llenaban el camino.

Chavis levantó la mirada desde los marcos rotos recogidos. —Esta clase está cancelada.

El terremoto dañó la mayoría de los mapas.

Los viejos mapas volvían a estar bien ocultos. Senna sabía por qué Chavis había sido

enviada a limpiar los mapas, en lugar de una Bruja Novata o una Aprendiz.

—¿Dónde está Arianis?

Chavis se encogió de hombros. —¿Cómo voy a saberlo?

Senna trató de recordar la última vez que vio a su compañera Aprendiz; pero Arianis

nunca aparecía en los muchos grupos de trabajo de Senna.

Tampoco Joshen. Se apresuró a salir.

—¡La cosecha de chesli empieza después del atardecer. Deberías descansar un poco! —le

gritó Chavis.

Senna apenas la oyó. Tocó su colgante de luna creciente y miró la casa árbol de Arianis,

pero sus pies se negaron a moverse. Había una forma de descubrirlo sin tener que ir allí, pero

la ponía intranquila. La última vez que se activó fue cuando Wardof lo usó para localizarla.

Apenas logró escapar viva esa noche.

Ella lo traía puesto desde ese día, hasta que llegó a sentirse muy familiar en su pecho; sin

embargo, el usarlo… eso era algo completamente diferente. La mano adolorida de Senna logró

abrir el broche. Luego golpeó el colgante contra el metal de su cinturón. El ámbar vibró en un

tono dulce. El colgante vibró y giró antes de elevarse lentamente. Éste señaló hacia el sector

habitado en el otro lado del Anillo de Poder. Senna lo siguió como mejor pudo alrededor de

los árboles del tamaño de barcos.

Senna se internó más y más en la zona habitada por las Brujas. Con cada paso que daba,

su corazón se hundía más en su pecho. Cuando oyó un bajo murmullo de voces: un hombre y

una mujer; se detuvo, y su corazón se agitó. Su mano cayó, llevándose el collar con ella.

Lo golpeó de nuevo contra el metal. Se quedó inmóvil. Tomó el collar con dedos

temblorosos. No estaba segura de poder manejar más revelaciones indeseadas, consideró

regresar y fingir que nunca vio esto.

La risa de Arianis detuvo ese impulso, sólo la impulsó a seguir. Sin molestarse en tocar,

empujó la puerta y se quedó parada en el umbral. Joshen y Arianis estaban sentados juntos en

la mesa. Senna olió pasteles de miel y algo más que era desesperantemente familiar, pero no

ubicaba que era.

Joshen se levantó de la mesa con el ceño fruncido. —¿Senna?

Él había prometido estar lejos de Arianis. — ¿Esto es lo que has hecho estos dos días? —

preguntó Senna.

—Sí —respondió él inmediatamente.

Un montón de palabras ofensivas llenaron la boca de Senna, pero no las dijo y cayeron

hasta su estómago, como si fueran montañas. Debía haber una razón por la cual Joshen estaba

aquí. Él no podía traicionarla así. No podía.

Inhaló y su respiración de pronto lo detectó. Conocía ese olor por la clase de pociones.

Fue rápido a la mesa e inclinó la taza. El color era difícil de juzgar porque era una taza de

madera, pero los copos dorados eran obvios.

Mojó su dedo y lo probó, sólo para estar segura. —Suero de la verdad. —Miró fijamente

a Arianis, una canción se curvaba cerca de los límites de su garganta… una canción llena de

rabia. Una canción que podría desgarrar el árbol de Arianis por la mitad. El cuerpo de Senna

tembló por el esfuerzo de controlarse—. Hay reglas para la administración de este tipo de

poción. Reglas que tú aprendiste como una Bruja novata.

Joshen miró el contenido con enfado. —Suero de la verdad. —Su rostro palideció—. Por

eso no podía parar de contestar tus preguntas, por eso no me podía ir.

Senna le lanzó una mirada igual de funesta como la que le dirigió a Arianis. Ella le había

advertido que la otra Aprendiz lo usaría. ¿Por qué no la escuchó? —¿Cuánto tiempo llevas

bebiéndolo?

Él miró la taza sobre la mesa como si tuviera dientes y fuera a morderlo. —El tiempo

suficiente.

—Debes tener una buena razón para darle a Joshen una poción sin su permiso. —Las

palabras de Senna salieron casi como un encantamiento, al borde del peligro… casi una

canción. Con su sentido de las Cuatro Hermanas, sintió que se exaltaban, oyéndola.

Arianis empujó su cabello ondulado sobre sus hombros y deslizó un pedazo de papel

hacia Senna. —Entonces dime, tocada por las Creadoras, ¿cuándo debe administrarse el suero

de la verdad?

Senna no miró el papel antes de dirigir su mirada hacia Arianis. Sin haberlo leído, lo

supo. —¿Cuando te promovieron a Guardiana completa?

La sonrisa de Arianis se transformó de hermosa a radiante, pero Senna sabía que en

realidad era un monstruo. —Hace tres días. Creo que Coyel se sentía un poco culpable por

haberme desechado por ti. Además, necesitamos un fabricante de vidrio para reemplazar

nuestras ventanas. Pero nuestra incapacidad para detener el terremoto y las olas

probablemente enojaron a los nefalienses, por eso necesitaban un rostro que nadie en Corrieth

pudiera reconocer como una Bruja.

La boca de Senna se secó. Se giró hacia Joshen. —Una Guardiana puede usar el suero de

la verdad cuando está seleccionando Protectores.

El enojo coloreó sus mejillas. —¿Sin informarme primero?

Arianis le sonrió muy gentilmente, como si fuera un niño en lugar de un adulto el que

estaba haciendo un berrinche porque fue engañado por beber una poción. —Te hubieras

resistido si te hubiera dicho. Por esa razón, las Principales me dijeron que no te informara.

Su mirada fue hacia Senna. —¿Así que crees que has Viajado? ¿Y qué hay cientos de

Brujas afuera de Haven que son una amenaza para nosotras? Y yo que nunca pensé que irías a

buscar a Espen. Me pregunto qué pensarían las Principales sobre eso.

Joshen lucía muy pálido. —Tuve que responder esa pregunta, no me podía ir. Lo siento.

La poción debilitaba su voluntad, lo hacía muy manejable. Si Arianis le hubiera dicho a

Joshen que se quedara, él tendría que hacerlo. Senna miró a Arianis. —¿Acaso se te olvidó lo

que le pasó a la última Bruja que lastimó a alguien a quien amo? —Senna se sintió muy

poderosa y peligrosa.

Muy consciente de eso, Arianis apretó los dientes. —No lo lastimé.

De nuevo, Senna tuvo que calmar su enojo. Joshen sabía casi todos los secretos de

Senna. Y ahora, Arianis también. —Dame una razón para no apretar la enredadera en tu

garganta y dejarte como el bulto inútil que eres.

Arianis tuvo el buen sentido de palidecer. —Las Principales te encarcelarían hasta que

me liberes y después te desterrarían de la isla.

La furia brillaba tan ardiente en Senna que no podía formar palabras. Al final, dijo. —He

luchado contra cazadores de Brujas. Crucé un océano mientras me cegaba la neblina. Me

dispararon, y he soportado el peso de los hombres que murieron por mí. Enfrente sola a la

Bruja Oscura. Vi a las Creadores, cara a cara. No tengo miedo de ti, Arianis. Y tú no tienes ni

idea de cuán peligrosa puedo ser como enemiga.

Arianis sintió miedo. —Las Principales recomendaron a Joshen como mi Protector.

Era obvio. Ellas querían mantener separados a Senna de Joshen. ¿Qué mejor manera que

enviarlo lejos? —Joshen, sácame de aquí antes de que no me pueda controlar.

Él obedeció la orden sin pensarlo, poniendo una mano sobre su hombro. Su tacto se

esparció por ella, calmando su enojo. Temblando, dejó que él la guiara fuera de la casa árbol.

—Elegí a Joshen como mi Protector —chilló Arianis—. Él será mi acompañante o será

liberado del Protectorado. ¿Eso es lo que quieres, Senna?

Joshen apretó el hombro de Senna. —Hablaré con Reden. Él arreglará esto.

Senna no creía que hubiera algo que Reden pudiera hacer. Las Principales lo superaban

en rango. Aún así, ella siguió caminando.

— Les voy a contar sobre Espen —dijo Arianis.

Senna alcanzó a ver a Collum, observando desde donde estaba medio escondido.

—Collum, cállala —ordenó Joshen—. Yo cuidaré a Senna por esta noche.

Collum asintió y fue hacia Arianis.

—¿Sabes que él se siente atrapado aquí? —dijo Arianis, evadiendo a Collum—. ¿Que

ansía la aventura, sus caballos y el mar abierto? ¿Que tiene la intención de detenerte si intentas

abandonar la isla?

Joshen se dio la vuelta, su mano automáticamente fue a su espada. —¡Estás

distorsionando lo que dije!

Collum cerró la puerta para no oír más de las palabras venenosas de Arianis.

Senna estudió a Joshen, la tristeza apagó su rabia. —Pero esas fueron tus palabras. —Él

la abrazo. Ella apenas sintió su mano en la suya—. ¿Es verdad?

La boca de Joshen se apretó, pero la poción lo obligó a contestar. —Extraño mis

caballos. Extraño a Parknel y al resto. A veces siento que estas paredes son como una prisión.

—¿Y yo soy tu captora?

Él se giró cara a cara. —¡No!

Ella sabía que decía la verdad. La poción no permitía mentiras, a menos que esa persona

se mintiera a sí mismo. Ese pensamiento hizo que se mordiera el labio. —¿Intentarás evitar

que me vaya?

Él tragó saliva y Senna supo que intentaba no responder a esa pregunta. La traición

envolvió fríamente sus manos alrededor de su corazón, congelándola desde adentro hacia

afuera. Abrazándose a sí misma, pasó junto a él y fue hacia el claro.

Con dos de sus largas zancadas estuvo junto a ella, tenía los ojos saltones por el esfuerzo

de mantener la verdad detrás de sus labios.

A pesar de su enojo, ella no pudo dejar de sentir un poco de pena por él. Esto no era su

culpa. No del todo, tal vez ni siquiera era su culpa. —No puedes luchar contra esto, Joshen.

La poción es muy fuerte.

—¡Sí! —soltó él—. Es mi trabajo protegerte.

Sus palabras cayeron como un golpe en su estómago. —Si no pudieras detenerme, ¿le

dirías a las Principales?

—Tal vez. —dijo él. Ella cerró los ojos.

La única persona en el mundo en quien Senna confiaba, y él la podía traicionar para

mantenerla segura e inútil. Ya no podía confiarle más sus secretos. Tal vez su madre tenía

razón. «Si no eres lo suficientemente fuerte sin él, nunca serás lo suficientemente fuerte con él»había dicho.

Él se frotó la cabeza. —Lo siento, pero no me importan los tartenos o las Brujas

extranjeras tanto como a ti.

Él era tan alto, que tuvo que estirar el cuello para mirarlo. —No importa. Si Arianis les

cuenta a las Principales sobre mi encuentro con Espen, no confiarán en mí nunca más. No

puedo arriesgarme.

Él se tensó. —¿Qué quieres decir?

—Tienes que ir con ella. Ella se aseguró de eso.

Los hombros de él se tensaron. —¿Cómo estás segura de que no se los contará de todas

maneras?

—No lo sé, pero Arianis cruzó una línea cuando te preguntó sobre mí. Ella estará en

problemas también. Creo que esto es sólo su manera de quitarme algo, igual que yo le quité

algo a ella.

Que Joshen se fuera con Arianis le daba a Senna la oportunidad que necesitaba para

escapar. Pero, ¿podría realmente abandonarlo? ¿Tenía otra opción?

Él agitó la cabeza. —No quiero dejarte.

—Lo sé. —Y así era—. Es un riesgo que tenemos que tomar. Además, será sólo por unos

días. Habrá un montón de barcos y algo además de pescado y verduras para comer. Y tendrás

la oportunidad de montar tus caballos otra vez.

Él dudaba. —Senna...

Ella sonrió, intentando mostrarle que no tenía miedo. Notó a una Bruja venir por el

camino hacia ellos y en voz baja le dijo: —Vas a ir.

Aún bajo la influencia del suero de la verdad, él asintió, dolorosamente. —

Encontraremos un soplador de vidrios que esté de acuerdo en trabajar en la isla. Regresaré en

un día, máximo dos.

La culpa carcomió el interior de Senna. Ella odiaba usar una poción para engañarlo y

usarlo como Arianis había hecho con él, odiaba que su relación llegara a esto.

Senna se movió a un lado para dejar pasar a la Bruja, pero en lugar de continuar, la Bruja

bloqueó el camino. Senna se detuvo, sorprendida de que no fuera cualquier Bruja. Era

Drenelle, y su rostro lucía enojado. —Los Protectores no han hecho un buen trabajo en

instalarme una ventana. Un murciélago logró entrar a mi casa árbol. —Cuando Joshen dudó,

ella hizo una señal en la dirección del árbol—. ¡Bien, ve!

Él abrió la boca para protestar, pero Senna lo impidió. —Joshen, ve. Estaré bien. —Casi

había llegado al claro donde las Brujas se iban a reunir antes de la cosecha, sin mencionar el

hecho de que iba armada con una pistola y un cuchillo.

Joshen se fue a zancadas hacia la casa árbol sin pensarlo dos veces; obediencia

inmediata a una orden era uno de los efectos del suero de la verdad.

¿Cuánto tiempo pasaría antes de que Senna pudiera verlo otra vez? Se mordió el puño

para mantener sus emociones en control. No quería que Joshen viera cuan mal estaba y

levantara sospechas.

Drenelle encaró a Senna y enterró su dedo en el pecho de Senna. —Y las Aprendices no

pueden pasar tiempo con los Protectores. —Drenelle se congeló de repente y se quedó mirando

el hueco de la garganta de Senna.

Con la ira quemando, Senna retrocedió.

Drenelle copió su movimiento. Su mano salió disparada, atrapando el colgante de media

luna de Senna. Ella movió la piedra hacia la luz que venía de una de las ventanas. —¿Cuándo

y dónde obtuviste esto?

Senna recuperó el collar. —Lo compré en un mercado de Gonstower hace años.

La mirada de la mujer nunca se alejó del collar. —Si no lo supiera con certeza, diría que

ese es el verdadero.

El enojo de Senna fue reemplazado por confusión. —¿El verdadero?

La mirada de Drenelle no se alejó del colgante. —El ámbar es una de las piedras más

poderosas. El viento y la luz endurecen la sangre de los árboles… plantas, y la tierra la

convierte en piedras. Así, las Cuatro Hermanas son parte del ámbar. Sólo un pequeño grupo

de Brujas, uno muy pequeño, puede manipularlo para que funcione como poción. El

conocimiento de cómo hacerlo, se perdió hace muchísimo tiempo.

Los dedos de Drenelle temblaban por querer examinar el colgante de Senna. —Sólo hay

cinco mujeres que tuvieron éxito en hacer un Colgante de Canción. Los he buscado por

décadas y daría lo que fuera por uno, para revelar el misterio de cómo fueron hechos. —Se rió,

pero su risa sonaba forzada—. Es una réplica muy convincente, pero claro, tú no podrías

haber comprado uno genuino en un mercado barato. Además, este Colgante de Canción en

particular viene en par.

Senna se resistió a la urgencia de cubrir su colgante con la mano. Lo que Drenelle no

sabía era que Joshen tenía la otra mitad bajo su camiseta mientras perseguía un murciélago en

su casa. Senna sonrió ligeramente. Sin duda ella usaba un Colgante de Canción y Drenelle

encontraría la manera de tomarlo si lo supiera. — Espero encuentres uno. —Propio.

Senna giró hacia las demás que ya oía en la labor, más allá de su vista. Sintió que los ojos

de Drenelle se clavaban en su espalda. —¿No quieres saber cómo se llama?

Senna puso una mirada inocente y se giró. —¿Cómo se llama?

Los ojos de Drenelle se entrecerraron. Apuntó hacia el colgante alrededor del cuello de

Senna. —Se llama la Piedra de Lilette. Y permite a quien lo use, encontrar a quien usa el par.

La Piedra de Lilette. La boca de Senna estuvo a punto de abrirse, pero se mantuvo en

control. Si ella mostraba alguna reacción, Drenelle podría sospechar. Sospechas que llevarían

a preguntas, preguntas que harían examinar la piedra. Y entonces Senna podría perder el

colgante.

Ella no iba a renunciar a él. No después de que el cazador de Brujas, Wardof, lo usó para

rastrearla y casi matarla. Si alguien había pagado por ese colgante, era ella. —Yo sólo pensé

que se veía bonito.

Eso pareció convencer a Drenelle. La Principal gruñó. —Sí, bueno, es casi de noche. Ve

al Anillo de Poder. Es la primera noche de la cosecha de chesli.

Senna retrocedió. —Sí, Principal Drenelle. —Se giró, luego se fue casi corriendo al claro;

el corazón le palpitaba pesadamente en el pecho.

L

12. La Cosecha de ChesliTraducidoporHishiru

as vides de las plantas de chesli trepaban hasta la mitad de los árboles. El polen de las flores

se desparramaba de sus centros con un brillo dorado, y sólo era visible en una noche sin

luna. Polillas e insectos en un centenar de variedades revoloteaban ansiosos de una flor a otra,

arrastrando polen brillante y dejándolo flotar en el aire como un millar de estrellas fugaces. Las

Brujas rodeaban a Senna y Mistin, sus pieles manchadas y salpicadas por puntitos relucientes.

—¿Por qué estamos haciendo esto? —preguntó Mistin.

A veces Senna olvidaba que Mistin era más reciente en Haven que ella. —Porque el chesli

sólo florece durante un par de noches al año, durante la fase oscura de la luna en mitad del

verano. Su polen aumenta exponencialmente la vida útil de una poción sin alterar sus

propiedades… como un catalizador.

Con una mueca, Mistin cuadró los hombros. —¿Por qué no podemos recogerlo durante

el día?

Senna suspiró. —Porque las flores se cierran durante el día.

—Podríamos hacerlas abrirse —refunfuñó Mistin.

—Son demasiado delicadas. Podríamos matarlas, y entonces no tendríamos ninguna

semilla, y no habría flores el próximo año. —Senna pasó un paño dentro de la flor para

recoger el polen. Después de que la tela estuviera llena, la sacudió en el interior de un frasco de

vidrio y fue por más—. ¿Alguna vez te di las gracias por avisarme?

Mistin sonrió un poco. —De nada.

Suaves senderos de luz las siguieron, las polillas competían con Senna por las flores

mientras éstas chocaban tontamente entre sí. Sus manos rozaban sus alas, que agregaban un

polvo suave a su piel. Para sorpresa de Senna, podía escuchar la música de las flores. Ellas

llamaban a las polillas, las canciones parecían pintar la noche con colores de luz. La melodía

era tan suave y llena de anhelo, que se olvidó de su propia angustia y comenzó a tararear.

Por acuerdo tácito, ella y Mistin trabajaban ininterrumpidamente lejos de las demás.

Pronto, la piel de Senna brillaba tanto, que las polillas tropezaban con ella con tanta frecuencia

como lo hacían con las flores. Por regla general, odiaba a los insectos. Pero estas polillas eran

tan hermosas, que en realidad no contaban como tal. Eran más como pájaros pequeños

delicados, en vez de insectos.

Un toque suave la sobresaltó. Miró hacia abajo para ver a una polilla esponjosa posada

en su palma. Otra aterrizó en su muñeca. Atrajo al insecto más cercano, estudiando los

patrones intrincados de sus alas. Una tercera polilla se aferró al dedo meñique de Senna, sus

diminutas patas le cosquillearon tanto que tuvo que luchar para no sacudírsela y asustar a las

demás polillas.

Se quedó quieta y dejó que las polillas vinieran. Cubrieron sus manos, sus alas

revoloteaban mientras se enfrentaban entre sí para mantenerse más cerca. Pronto, sus manos

estuvieron cubiertas de polillas como guantes vivos. Debió tener también un poco en su

cabello, porque revolotearon junto a su cara, subiendo por los mechones de su cabello como

enredaderas.

Estaba tan maravillada con las polillas, que la voz de Mistin la sobresaltó. —¿Hacen eso

normalmente?

—Están perdidas sin la luna —susurró Senna para no asustarlas.

Mistin respiraba con dificultad. —Quítatelas de encima.

Pero Senna no quería asustarlas. Así que en vez de eso, cantó.

Afuera, afuera, a la noche vuela.

A la luna y estrellas más brillantes, vuela.

La música de las flores vibró en armonía con su canción, y las polillas se apartaron de

sus manos en una explosión de alas. En un instante, estaban otra vez revoloteando de flor en

flor en una gran confusión. Ninguna volvió a Senna. Mientras observaba a las polillas, sus

manos aún cosquilleaban con el recuerdo de sus patas.

Su sonrisa se desvaneció cuando vio a Mistin mirándola. —Senna, estás brillando.

Senna se miró a sí misma y se sorprendió al descubrir que era verdad. No era sólo el

polen y el polvo de las alas de la polilla. Lejos de la luz de la linterna, su piel brillaba

suavemente. —Por eso vinieron las polillas, estaban atraídas por la luz.

—Pero ¿por qué brillas? —la voz de Mistin estaba teñida de miedo.

Senna sacudió la cabeza con incredulidad. —Debe ser el polen.

Mistin parpadeó un par de veces. —Tal vez.

Senna agitó las manos, tratando de quitarse de encima cualquier cosa que le hiciera eso a

su piel.

Mistin se humedeció los labios. —Regresaré por donde vinimos.

La tristeza se hundió en Senna mientras observaba desaparecer a lo más parecido que

tenía a una amiga. Se dejó caer en medio de las flores y trató de reprimir las lágrimas. No

lloraría más, ya había pasado por eso. Estaba tan absorta en no llorar que al principio no se dio

cuenta del zumbido a su alrededor.

Algo crujió con fuerza. Se puso de pie y miró a su alrededor. —¿Hola?

Aliviada de tener cerca un Protector asignado, dijo en voz alta. —Mm, quien sea que me

esté mirando, ¿quieres salir? ¿Por favor? —Un silencio pesado le respondió.

El miedo se extendió por sus venas, y Senna volvió a decir. —¿Hola? —Esta vez hubo

una respuesta: un zumbido constante.

—¡Senna! ¡Abajo!

Alcanzando la pistola que Joshen le había dado, Senna se dio la vuelta. Reden corrió

hacia ella con el mosquete a un lado, la sangre corría por su rostro. Su mente registró el

zumbido.

Lo había oído antes: una honda. Para entonces ya era demasiado tarde. La piedra la

golpeó en un lado de la cabeza.

No hubo dolor, sólo una explosión de luz blanca y pura. Estaba en el suelo, sus oídos

zumbando y sus sentidos embotados.

Senna era vagamente consciente de que alguien estaba de rodillas junto a ella, después

unas manos la aferraron por las axilas y la arrastraron lejos. La oscuridad se enroscaba desde

el exterior de su visión. Luchó por permanecer consciente.

Reden gritó de nuevo. Después, el inconfundible sonido del fuego de mosquete. Un

movimiento borroso de su atacante. Un silbido de dolor proveniente de Reden.

Entonces Reden estaba allí. Se agachó de manera protectora sobre ella, sus ojos

observando los árboles mientras ponía pólvora en su mosquete. —¿Senna?

Ella no respondió. Sobre todo porque no podía reunir la energía para contestar.

—¡Senna!

—¿Qué? —intentó decir, pero salió como un murmullo incomprensible.

Sentía la cabeza como una sandía que hubiera caído por un acantilado. No dolía tanto

pero se sentía realmente... revuelta.

Reden la agarró del brazo y la ayudó a levantarse. —¿Puedes ponerte en pie?

Sus piernas se negaron a transportar su peso. Él la cogió mientras caía y la cargó sobre su

hombro. Entonces comenzó a correr. El movimiento discordante le hizo perder su batalla con

la oscuridad. Entraba y salía de la conciencia. En un punto, Reden se salió del camino,

atravesando el follaje. Las plantas abofeteaban a Senna al pasar junto a ellas. La siguiente vez

que se despertó, estaban en el camino de nuevo. Ella no entendía.

Finalmente, Reden la ayudó a bajar al suelo y la apoyó contra él. Tiró la capucha sobre

su rostro como si se estuviera ocultando. Su respiración salía en ráfagas cortas y el sudor

rodaba por los lados de su cara. Él no se molestó en limpiárselo. —Necesito que camines,

Senna. No puedo ocultarnos aquí.

¿Por qué? Trató de preguntar, pero su boca todavía no funcionaba.

Se obligó a poner un pie delante del otro, balanceándose como si estuviera borracha. Su

enfoque fue volviendo poco a poco. Dio un par de pasos casi por su cuenta. ¿Por qué Reden

no quería que nadie los viera? ¿Por qué estaba huyendo de la ayuda en lugar de ir hacia ella?

Miró a su alrededor. Estaban en el sector de los Protectores, pero no reconoció el árbol.

—¿Dónde estamos? —Sólo el formar palabras se sentía como un triunfo.

Él miró la puerta de la casa árbol, suspirando con alivio evidente cuando se abrió. —Esta

es la casa de Timmus… se ha ido con Joshen. Debemos estar bien aquí.

Miró a Reden. Su expresión era dura… casi una mueca. La acomodó en una silla y luego

se apresuró a cerrar la puerta. Senna notó un goteo constante. Siguió el sonido para ver las

gotas de sangre que caían de los dedos de Reden y que se esparcían por el suelo como joyas.

Se puso de pie, decidida a ayudarlo.

En dos pasos estaba frente a ella. —Siéntate.

De repente tuvo náuseas. Su boca comenzó a salivar sin control. —Voy a vomitar.

Reden prácticamente la cargó al fregadero.

Vomitó. Él la agarró como si esperara que se cayera en cualquier momento. Se sentía

demasiado miserable como para avergonzarse.

Cuando terminó, la guió hasta una silla. Estaba caliente y fría al mismo tiempo. Él se

agachó frente a ella y tiró de sus párpados para abrirlos. Comenzó a maldecir en tarteno. —

Las piedras lanzadas así pueden matar a un hombre. Si alguna vez encuentro al lamedor de

estiércol que te golpeó, será lo primero que le muestre.

Casi se rió al oír la maldición favorita de Joshen en la boca de Reden.

—Tus ojos están bien —dijo el Protector.

Él se movió hacia un estante. Las preguntas chocaban con las dudas y los miedos que se

arremolinaban en la mente de Senna, pero no parecía importante. Echó la cabeza hacia atrás,

contra el respaldo. Debió quedarse dormida de nuevo. Cuando abrió los ojos, todo lo que vio

fue a un hombre de pie frente a ella con un cuchillo.

El pánico se alzó en su interior como una serpiente al ataque, con su veneno

derramándose por sus poros. Dejó escapar un grito espeluznante.

Sorprendido, el hombre saltó hacia atrás.

—Shh, Senna. Shh. No voy a hacerte daño. —Él se acercó hacia ella con el cuchillo.

Trató de saltar, medio alejándose de él. Gritó de nuevo.

Con la frustración evidente en el rostro, él tiró lejos el cuchillo. Su mano se cerró sobre su

boca, cortando sus gritos de auxilio. Trató de morderlo, pero apretó su boca aún más.

Pateó y luchó. Todas las veces que había sido atacada antes, todas las veces que había

sido golpeada y atada… brillaron en su memoria, tan calientes y duras como un rayo. Casi se

atragantó con el repentino terror.

Y a través de su miedo, se dio cuenta de que el hombre estaba susurrando su nombre. —

Senna. Shh, shh, Senna. Senna, shh. El cuchillo era para detener la hemorragia en mi brazo.

Yo nunca te haría daño. Shh.

Entonces recordó: Reden. No era su atacante, era su protector. ¿Cómo podía pensar que

él le haría daño? Se relajó en sus brazos.

Lentamente él quitó su mano. —No grites de nuevo. ¿De acuerdo? No quiero que nadie

sepa que estás aquí.

Su cabeza palpitaba con cada latido de su corazón. Se tomó la cabeza con ambas manos.

—¿Por qué?

Reden se puso de pie. —Porque estoy seguro de que hemos perdido a tu atacante. En este

momento, esa es tu mejor defensa. —Vio que quería ayudarla a levantarse, pero tenía miedo

de tocarla. Cautelosamente le tendió la mano—. Senna, tienes que saber que nunca te haría

daño.

Ella cerró los ojos y trató de disminuir sus latidos, empujando de nuevo el pánico a

cualquier rincón de su cuerpo de donde había salido. Empezó a asentir con la cabeza, pero se

detuvo cuando el dolor atravesó su cráneo. —Lo sé. Es sólo que...

Haciendo una mueca, Reden la ayudó a regresar a la silla. —No lo olvides, nunca lo

olvides. El golpe en tu cabeza, te tiene confundida.

Reden entendería que una persona podía sobrevivir una batalla, pero aun así cargar el

miedo y el terror durante el resto de su vida. Senna asintió.

—Bebe tu té. Y mantén la compresa en ese golpe. Prenny se las suministra a todos los

Protectores. Deben ser buenas.

Senna se recargó de nuevo en la silla. —¿Té? ¿Cuándo hiciste té? O cuando hiciste un

fuego, para el caso.

Se sirvió una taza. —Cuando estabas inconsciente.

Ella gruñó. —Si esta es la casa de Timmus, ¿cómo sabes dónde está todo?

Reden levantó una ceja. —Por las inspecciones semanales. La disciplina es la clave de

cualquier ejército, y los Protectores son simplemente un ejército muy especializado.

Senna mantuvo la compresa contra su cabeza y aspiró profundamente el olor fuerte de

las hierbas. —¿También te golpearon? —Hizo un gesto a la sangre seca en su cabeza. Él

asintió e hizo una mueca como si le lastimara el movimiento.

Consciente de su estómago inestable, tomó un pequeño sorbo de té. —¿Por qué no te

desmayaste?

Él sonrió. —Tengo una cabeza muy dura. —Desabrochó su capa y la arrojó a un rincón.

Vio la sangre que manchaba su manga. —¿Qué pasó?

Reden hizo una mueca mientras trataba de mirar la parte posterior de su brazo. —

Primero me golpeó a mí. Fingí que me noqueó y esperé. Cuando llegó a ti, disparé mi

mosquete. Por desgracia, el atacante alcanzó a golpearte. Mientras estaba preparando mi

arma, lanzó un cuchillo. Tenía una puntería endiabladamente buena, no tengo ni idea de por

qué no estoy muerto.

—Pensé que el Líder de los Protectores estaba demasiado ocupado para vigilarme.

Retorció la mecha de una linterna para encenderla. La habitación se iluminó. Se sacó la

camisa por la cabeza y examinó la herida desagradable en su brazo. Murmuró maldiciones en

tarteno. —Collum está enfermo. Joshen y Timpnee se fueron con Arianis. Hesten y Deere ya

habían salido de su turno.

Senna bajó la cabeza. —Lo siento, por causar tantos problemas.

Reden no se molestó en responder. Su corte no era largo, pero sí era profundo. Ella hizo

una mueca. Parte de su formación como Aprendiz había sido la atención básica de heridas,

pero la piel de cerdo con la que había practicado no había estado viva. —Quedará una cicatriz

fea si no la coses —dijo—. Tampoco sanará correctamente.

Él le dirigió una mirada extraña e hizo un gesto a su pecho desnudo. —¿Qué es una

más?

Ella siguió con la mirada las cicatrices grabadas en su piel como las líneas de un mapa.

Debajo de esas cicatrices, su cuerpo estaba duro y suave, el cuerpo de un soldado de profesión.

Él tomó una botella de un estante y le arrancó el tapón. Inmediatamente, el olor fuerte a

alcohol inundó las fosas nasales de Senna. Después de tomar tres tragos, Reden volvió a

taparlo. —Eso debe calmarlo.

Le dirigió una mirada mordaz antes de quitar el vidrio de la linterna para exponer la

llama. Deslizó el cuchillo sobre ella.

De repente ella se dio cuenta de lo que estaba planeando. Su visión se nubló de nuevo. —

Oh, no. No vas a hacer eso.

—Si cauterizo la herida, no necesitaré sutura.

Senna sintió que iba a vomitar de nuevo. —Yo la coseré.

Él la evaluó. —No creo que estés bien para hacerlo.

Con una sensación de aturdimiento, apoyó la frente en la palma de su mano. —¿Por qué

no pides ayuda?

—Porque no sé en quién confiar.

Lo miró fijamente. —¿Qué pasa con las Principales?

Reden suspiró. —Tenemos una traidora en la isla… alguien en una posición de poder.

—¿Cómo lo sabes?

—He estado muy ocupado.

Por las Creadoras, tenía nauseas. —¿Y piensas que es una de las Principales?

Él asintió. —Es la única opción que tiene sentido. Nadie más tiene la influencia para

obligarte a que te quedes, para dejar a alguien entrar en la isla, y ocultarlo por un tiempo. Por

no hablar de alejarte de dos de tus Protectores, incluyendo a Joshen, y hacer que el otro

enferme. Y al menos uno de mis informantes ha sido interceptado.

¿Interceptado? Senna decidió que no quería saber lo que eso significaba. Pensó en todas:

Coyel, Prenny, Chavis y Drenelle. Sus ojos se abrieron. —Poco antes de que me atacaran,

Drenelle envió a Joshen lejos y fui sola a recoger el polen.

Reden se frotó la barbilla. —Podría significar algo, tal vez no. De cualquier manera, no

estás segura aquí, y si Drenelle realmente es la traidora, nunca te dejará irte conmigo. Te

sacaré de aquí, esta noche.

Ella lo miró boquiabierta. Había estado preparándose para escapar sola. Ahora Reden

estaba ofreciéndose a ayudarla. Un nudo de miedo se aflojó en su estómago. —¿Esta noche?

Hizo un gesto a su cuchillo, que cambiaba lentamente a negro por el humo. —La

cauterización es más rápida.

La idea de la carne quemándose hizo que la cabeza le volviera a dar vueltas. —¿Cómo

planeas sacarme?

Habló con fría indiferencia. —Le pediré al Protector de la entrada que se retire. Después,

cantarás para sacarnos.

No iba a vomitar de nuevo. No lo haría. —¿Y si no se retira?

—Entonces voy a incapacitarlo.

Inhaló para tranquilizarse. —¿Y luego?

Reden se secó la frente sudorosa con el dorso de la mano. —Ya te has estado preparando

para ir a Tarten.

¿Cuántos espías tenía él en la isla? Poco a poco, ella le dijo su plan. Sobre ir a Tarten y

levantar parte de la maldición; sobre encontrar a Espen y descubrir el secreto de esas Brujas

extranjeras que amenazaban a Haven.

Reden escuchaba, de vez en cuando hacía preguntas. Cuando estuvo satisfecho, se sentó

de nuevo. —Vamos a necesitar suministros.

Ella negó con la cabeza. —Joshen…

Reden usó la hoja para gesticular hacia Nefalie. —Está en Corrieth. Lo encontraremos

allí.

Senna cerró los ojos. —No, quise decir que no puede ir con nosotros. Él va a tratar de

detenerme.

Reden la estudió. —¿Estás segura?

Tomó aire. —Muy segura.

Le dio una breve inclinación de cabeza. —Entonces no irá.

Así de simple, abandonaría a la única familia que le quedaba, y a su prometido. Haven

no era perfecto, pero era el único hogar por el que había estado dispuesta a luchar. Si la

desterraban, nunca sería capaz de volver. —No estoy segura de poder dejar todo atrás.

—Si tienes razón, puede que no haya nada porqué volver.

Se mordió el labio y empujó el pensamiento a un lado. —Ellas nos van a desterrar. Sabes

que lo harán.

Su silencio fue suficiente respuesta. Limpió las marcas de quemadura de su cuchillo con

un paño limpio y guió el cuchillo caliente hacia su piel, y endureció la expresión.

—¡Sólo para!

Él la miró con impaciencia. —Cuando tengamos todo resuelto, podemos enviar por tu

madre y Joshen si quieres.

Ella se estremeció. —No puedo irme todavía. Hay pociones y semillas que necesito.

Reden apretó la mandíbula, pero sabía lo importante que eran esos artículos. — ¿Puedes

conseguirlas esta noche? —preguntó.

—La única persona que lo tiene todo es Prenny. Esta noche las Brujas están cosechando

el chesli en los alrededores de su casa. —Senna intentó no hacer una mueca. Le había robado

antes a Prenny. Odiaba tener que hacerlo de nuevo.

Reden finalmente bajó el cuchillo. —¿Qué tan pronto puedes estar lista?

Senna se tranquilizó. —Mañana es la segunda noche de la cosecha. Todo el mundo se

habrá movido a la otra parte de la isla. Entonces será seguro colarse. Puedo robar las pociones

y después escapar.

Reden se desplomó en su silla, claramente malhumorado, pero resignado. —Muy bien,

pero sólo un día más. Quien sea que te persigue no se dará por vencido. Tenemos que irnos.

Ella se dirigió hacia el estante donde él había estado, tomó plantas y pociones que

reconoció. Vertió agua salada sobre la herida de Reden y limpió la sangre. El corte era limpio,

por lo que no sería difícil de suturar, pero tocarlo de esta manera... se sentía demasiado

íntimo. —¿Qué pensará todo el mundo?

—Me imagino que las Principales pensarán que has salido corriendo para salvar a

Tarten, lo cual en parte es cierto. Otros pensarán que huimos juntos. —No mostró emociones

cuando dijo eso.

Senna se sonrojó y se ocupó en calentar una aguja sobre la llama.

Reden arrancó el tapón de la botella con los dientes y tomó otro trago.

—Te puedo dar algo más fuerte que el whisky —dijo ella.

—Necesito estar lúcido.

Con manos temblorosas, Senna cerró la herida con cinco puntos de sutura. El sudor caía

por el rostro de Reden, y sus músculos estaban tensos, pero no se movió ni emitió un sonido.

Con sensación de malestar, ella envolvió la herida. Después se sentó en su silla y se bebió su té

de un trago.

Miró el whisky de Reden, pero pensó que su estómago no sería capaz de manejarlo, al

menos no todavía. De pie con las piernas temblorosas, dijo: —Estoy cansada. Llévame a casa.

Reden tiró su camisa ensangrentada en un balde de agua. —No, estás más segura en

medio de Protectores. Conmigo justo afuera de tu puerta.

No estaba segura en Haven. Todavía no conseguía comprenderlo. —¿Qué pasa con mi

madre?

Su expresión se mantuvo neutral. —Esta no es la primera vez que has estado fuera toda

la noche.

Otro sonrojo quemó sus mejillas. Realmente no debería sorprenderse por la declaración

de Reden. Acababa de admitir que tenía sus propios espías en la isla, quizá uno incluso la

había espiado. Consideró decirle que no había pasado nada, pero esa era una conversación

que no quería tener. Nunca. Especialmente no con Reden. —Probablemente sabe que Joshen

se fue.

Reden tamborileó los dedos sobre la mesa y luego aumentó el ritmo bruscamente. —¿Esa

pistola está cargada? —Ella asintió—. Cierra la puerta detrás de mí.

Ella se levantó con pies temblorosos y lo siguió. —¿Qué vas a hacer?

—Enviaré a uno de mis Protectores para que le avise a Sacra que estás bien, pero que no

volverás a casa.

Senna cruzó los brazos alrededor de su cintura. —A ella no le gustará eso.

Abrió la puerta. —Ciérrala.

Después de asegurar la puerta, esperó durante los momentos más largos de su vida. El

susurro de Reden en la puerta casi la hizo saltar de sus botas. Lo dejó entrar.

—Hay una cama arriba —dijo—. Tómala. Voy a dormir afuera de tu puerta.

Senna abrió la boca para protestar, pero no pudo encontrar la energía. Levantó su falda y

empezó a subir las escaleras. Eligió la habitación que, obviamente, no estaba ocupada. Lo

último que hizo antes de ir a la cama, fue empujar el respaldo de una silla bajo el pomo de la

puerta.

S

13. La Carga de una BrujaTraducidoporHishiru

enna se despertó con el sonido de alguien golpeando la puerta de enfrente; los ecos vibraron

dolorosamente dentro de su cráneo. Entrecerrando los ojos, miró por la ventana. Afuera

brillaba la luz del día.

¿Cuánto tiempo había dormido?

Después de mover la silla que estaba apoyada en la puerta del dormitorio, se dirigió por

el pasillo y caminó despacio hacia las escaleras.

—¿Qué quieres decir con que ella está aquí? —La voz de Joshen se escuchaba enojada.

—Fue atacada. Si no los hubiera detenido, se la habrían llevado.

—¡Qué!

—Baja la voz —silbó Reden—. Ella está bien.

Senna se detuvo en la parte superior de las escaleras y miró hacia abajo.

—¡Tienes que dejarme verla! —Joshen pasó su mano por su cabello oscuro—. Por favor,

Reden. Tuvimos un malentendido. Déjame hablar con ella.

Reden le bloqueó el camino. —No. Ella está bien. Acabo de comprobarla hace un

momento. Necesita descansar.

—Está bien, no voy a despertarla. Sólo quiero verla —Joshen trató de pasarlo.

Reden lo bloqueó de nuevo. —¿Qué tipo de malentendido?

Joshen vaciló. —Las cosas se han puesto... complicadas últimamente. Si tan sólo

pudiéramos hablar como antes.

Reden negó con la cabeza. —Ella está durmiendo debido a la contusión. Eso es más

importante que tú diciendo hola.

Joshen apretó la mandíbula antes de asentir lentamente. —Tengo que dar mi informe a

las Principales. ¿Le dirás que vine a verla? ¿Enviarás a alguien para avisarme cuando

despierte?

Reden asintió. —Sólo si ella quiere verte.

El rostro de Joshen cayó.

Senna consideró llamarlo, pero todavía estaba muy cansada. En silencio, retrocedió

hacia la habitación. Cayó en la cama, agradeciendo que las clases estuvieran canceladas por la

semana de cosecha de chesli, y se volvió a dormir. Se despertó por segunda vez por un dolor

hueco en el centro de su cabeza, golpeando al ritmo de su corazón. Podía sentir el calor

pegajoso de la media tarde.

No estando segura de tener tiempo para visitar la ducha, hizo lo mejor que pudo con un

poco de agua y un trapo húmedo. Cuando terminó, peinó su cabello enredado en una trenza

floja para ocultar el bulto en la parte posterior de su cabeza.

Cuando bajó las escaleras, Reden estaba en la cocina. Le entregó una naranja y una taza

de té. Cuando aspiró el aroma, reconoció fácilmente las hierbas que la ayudarían con el dolor

y la inflamación.

Después de añadir la suficiente cantidad de leche para entibiar el té, tomó un sorbo.

—Joshen vino a buscarte hace rato.

Senna se sirvió otra taza de té y le dio vueltas a la naranja en sus manos.

—Lo escuché.

Reden asintió con la cabeza, claramente incómodo. —Sabe que te atacaron anoche… eso

lo hará reconsiderar lo de sacarte de Haven.

Ella vaciló. —Bueno, supongo que si no le decimos el resto… sobre Tarten, hasta que

nos vayamos. —De pronto se sintió más ligera. Joshen vendría con ellos. Ella no tendría que

dejar a todos atrás—. Tal vez las Principales pensarán que Joshen y yo simplemente nos

fugamos. Entonces no me estarán observando en espera de que altere su maldición.

—Si fueran a fugarse, ¿por qué iría yo?

Ella suspiró. —Si adivinan la verdad… lo que probablemente harán, intentarán

detenerme, incluso a distancia.

—¿Tendrán éxito?

Ella se encogió de hombros. —Quizá sí, quizá no. Depende de cuánto de la maldición

pueda remediar. —Esperó que Reden exigiera la explicación de lo que haría exactamente.

Cuando no lo hizo, su voz se convirtió en un susurro—. ¿No vas a preguntar?

—Harás lo mejor que puedas. Nada de lo que yo haga o diga va a cambiar eso.

Senna quitó la cascara de la naranja y se llevó un trozo a la boca. Casi sentía ganas de

sonreír. Mañana a esta hora, estaría luchando en lugar de esperar torpemente a que alguien

tuviera otra oportunidad de secuestrarla. —Voy a reunir los suministros que necesito y

terminaré algunos asuntos. Luego podemos irnos.

Un Protector, que ella reconoció vagamente, la estaba esperando afuera. Él asintió a

modo de saludo. —Brusenna.

Reden la tomó del brazo. —Él es Hesten. Es uno de los pocos asignados a tu guardia

personal, y confío en él. Nuestros mosquetes están preparados. Yo iré al frente, Hesten irá en

la retaguardia. Ya he comprobado tu pistola, y tu cuchillo está al alcance.

Sintiendo su estómago retorcerse alrededor de su desayuno, Senna asintió. —También

tengo mis semillas.

—No importa el arma que necesites. —Reden observó por entre los árboles—. Te

mantendré tan segura como pueda mientras estés aquí, pero ten cuidado.

Se separó de él con el olor de las naranjas en sus dedos y una rebanada de rico pan de

nuez para el que ya no tenía estómago.

Su madre abrió la puerta con una manta envuelta alrededor de los hombros. A juzgar por

los círculos oscuros bajo sus ojos, había estado despierta casi toda la noche. Miró con

sospecha a los Protectores detrás de Senna. —¿Dónde has estado?

En lugar de responder, Senna entró y cerró la puerta a sus Protectores. —Quiero la

verdad. ¿Qué pasó con mi padre y mi hermana?

Su madre palideció. Trastabilló hasta su silla y se sentó en el borde. —Un Protector me

encontró anoche y me dijo que estabas a salvo, pero no vendrías a casa. ¿Tiene esto algo que

ver con Joshen?

No. Joshen se ha ido. Al parecer todo lo que hacemos es pelear, y no sé cómo solucionarlo. —

Murieron cuando estabas embarazada de mí. He visto los retratos de ellos en tu caja del

dinero. Eso es todo lo que sé de ellos.

Al igual que el sol y la luna, sus conversaciones giraban alrededor de otros temas, sin

nunca tocar el de ellos. —No saldrás de esta maldita isla conmigo, y aún así te arriesgarás a

perder todos tus logros; tu aprendizaje, tu lugar en Haven, tu brillante futuro, por permanecer

al lado de un chico. ¿Qué estás haciendo, Senna?

Puede que ya lo haya perdido. Negándose a distraerse, Senna se sentó en la otra silla. —¿Es

lo que crees que pasó cuando te casaste con mi padre? Que al casarte con él, ¿perdiste todo?

Sacra miró finalmente los ojos de Senna.

—No dejaré de preguntar —dijo Senna.

Después de un largo silencio, su madre dijo: —Un hombre de la ciudad me trajo esos

retratos después de su muerte. —Ella miró hacia otro lado—. Dibujó mal la nariz de tu padre.

Y también los ojos de Arelle. Recuerdo que pensé eso cuando me los dio; pero ahora, cuando

me imagino a mi hija y a mi esposo, los veo cómo él los dibujó.

Senna esperó a que continuara, pero ella se mantuvo en silencio y mirando a la nada. —

Madre, eran mi familia. Merezco saber qué pasó con ellos. Por favor.

Dos lágrimas se escurrieron de los ojos de Sacra. —Fue mi culpa. Espen nos estaba

cazando, una a la vez. Los hombres no estaban permitidos en la isla, por lo que tu padre y tu

hermana estaban en Nefalie. Huí fuera de Haven para decirle que estaba esperando otro bebé.

Estaba aterrorizado por mí. Me rogó que me escondiera con él. Pero yo era una Principal de

las Disciplinas, y las Hermanas me necesitaban desesperadamente. Así que lo dejé con tu

hermana y regresé.

Senna consideró su propio futuro. El deber y la familia. ¿Cómo equilibrar una vida

dónde ambos la necesitaban, para cumplir sólo con una?

Un sollozo salió del cuerpo de Sacra. Senna se inclinó hacia delante y cubrió las manos

crispadas de su madre con la suyas.

—Los cazadores de Brujas los encontraron a ellos en lugar de a mí —continuó Sacra—.

Estaba aquí cuando me enteré. Segura en esta maldita isla, mientras mi familia estaba en

peligro. Mi hija y mi esposo fueron asesinados en mi lugar, mientras yo cumplía con mi deber.

Senna cerró los ojos, imaginando a su madre cómo debió haber lucido antes: ambiciosa,

hermosa, segura. Senna se deslizó de su silla para arrodillarse ante ella. —No fue tu culpa.

—¿No? —La voz de su madre era baja—. Elegí ser Bruja sobre ser madre. Fue una

elección que había hecho cientos de veces. Pero esa vez, en la que me necesitaron, no estuve

allí.

Sorbió por la nariz y se secó los ojos. —Te veo cometer los mismos errores que yo

cometí: sacrificando todo por las Brujas, por un muchacho que te ama. Y si se lo llevan todo,

¿qué vas a hacer entonces?

Senna casi decidió que no podía correr el riesgo de ir a Tarten. Tal vez simplemente

debería esconderse hasta que todo esto terminara. Es lo que había hecho su madre, aunque

demasiado tarde para salvar a su padre y a su hermana. Pero el alma de Senna se resistía a

vivir en la ignorancia y el miedo. Había estado viviendo sin hacer nada durante semanas, y la

estaba destruyendo. —Estaré contenta de haberlo tenido todo alguna vez.

—Si mueres, ¿qué voy a hacer? —la voz de Sacra se agrietó.

¿Senna podría pedirle a su madre que viviera con eso? Porque la destruiría. Miró

fijamente su rostro. —Prométeme que te librarás de la carga que has llevado por tanto tiempo.

Prométeme que encontrarás una manera de ser feliz.

Sacra se encogió de hombros en un gesto de impotencia. —La he llevado tanto tiempo

que se ha convertido en una parte de mí.

—¡Entonces deshazte de esa parte de ti!

Sacra gruñó. —Voy… voy a intentarlo. Si tú prometes sobrevivir a todo esto.

Senna envolvió sus brazos alrededor de los hombros de su madre y apretó su mejilla seca

contra la mejilla húmeda de ella. —Te prometo que lo intentaré.

¿Cómo podía decirle adiós? ¿Cómo haría entender a su madre que tenía que irse? Que no

repetiría los mismos errores, porque nunca serían errores. Serían decisiones, las mejores

decisiones que podía hacer con el conocimiento que ella le había enseñado. —Tal vez soy más

parecida a ti de lo que creo. Me alegro por eso.

Su madre gimió como si las palabras le dolieran. —Espero que seas mejor.

Senna besó la mejilla de su madre. Tenía un sabor salado. —Te amo.

Sacra trató de sonreír. —Y yo a ti.

Senna se dio cuenta que los pensamientos de su madre estaban muy lejos. Eso era

probablemente lo mejor. Si estuviera prestando atención, podría darse cuenta que Senna

estaba tratando de decir adiós.

Senna fue a su habitación y metió sus cosas en su morral maltratado. Luego volvió a

llenar su cinturón de semillas y lo envolvió alrededor de su cintura. Cuando volvió a bajar, se

detuvo en la puerta. —La cosecha de chesli comenzará pronto.

Su madre le hizo un gesto. —Ve sin mí. Estaré allí pronto.

Por primera vez, Senna entendió por qué su madre la había escondido en el infierno que

era Gonstower, por qué la había mantenido ignorante y sola. Y Senna la perdonó por eso, y

esperaba que su madre la perdonara por arriesgarse a romperle el corazón, pero tan

completamente esta vez, que nunca podría volver a armarlo.

R

14. RoboTraducidoporIvetee

eden, Hesten y Senna atravesaron el aire cargado de partículas brillantes de polen. Las

partículas más pesadas caían a su alrededor como brisa, haciendo que brillaran los bordes

de su ropa.

Senna daba ocasionales miradas a sus brazos, para asegurarse que no estaban brillando

otra vez.

Para su alivio, su piel permaneció opaca, excepto por las partículas diminutas que se le

adhirieron a los vellitos de los brazos.

La casa árbol de Prenny estaba a la vista. No faltaba mucho para que Senna pudiera

deslizarse en el interior mientras los Protectores vigilaban. Entonces podrían tomar uno de los

botes y escapar con el cobijo de la noche.

Por supuesto, nunca era tan sencillo.

—¿Brusenna?

Sorprendida, volteó arriba para ver a Prenny cerrando su puerta, con una linterna recién

abastecida en la mano.

—No tienes una pizca de polen en las manos, ¿ahora te crees muy superior como para

hacer trabajo de campo?

Prenny giró hacia Reden antes de que Senna pudiera responder.

—Y ustedes dos, si no tienen nada más que hacer, necesito ayuda para alcanzar las

plantas más altas.

Prenny agarró el brazo lastimado de Reden. Su rostro se tensó de dolor, pero no se soltó.

—Tenemos trabajo que hacer, Principal.

—¿A esta hora de la noche? No lo creo, además, ningún trabajo es más importante que la

cosecha de chesli. Ustedes dos vienen conmigo.

Ella miró sobre su hombro.

—Sígueme, Senna.

En sólo un momento ya estaban de nuevo entre las Brujas.

—Ponte a trabajar —le dijo a Senna mientras atraía la atención de una Aprendiz mayor

—. Dorri, no la pierdas de vista.

Reden volteó hacia Senna, y ella vio la indecisión en su rostro. Él no quería dejarla sola,

ni retrasar el escape, pero tampoco quería levantar las sospechas de Prenny.

—No te alejes sola —le dijo a Senna.

Quién sabe cuánto tiempo pasaría para que él pudiera escapar de Prenny. En

comparación, eludir a Dorri sería pan comido.

Inclinada sobre las plantas, la Aprendiz fulminó a Senna con la mirada.

—Bueno, ponte a trabajar.

No pasó mucho tiempo para que Senna tuviera su oportunidad. Mientras las demás se

reunían para descansar y beber agua, ella se puso detrás de un árbol y se alejó.

Las ventanas de la enorme casa árbol de Prenny permanecían oscuras. Senna quitó la

llave del llavero para que el ruido no llamara la atención. Moviéndose como una sombra, se

deslizó a través del follaje. Al pie de las escaleras dudó, pero se alzó la falda y corrió los

últimos escalones.

Con el corazón martilleándole en las sienes, introdujo la llave en la cerradura y la giró

con un ruidoso clic.

Jaló el desgastado pestillo y la puerta se abrió con un gruñido. Se metió y cerró la puerta

con suavidad, luego se apresuró al salón. En la ventana ovalada, cerró las pesadas cortinas. De

memoria y a tientas, caminó hacia el hornillo.

Se golpeó el pie con la esquina de un mueble y sintió un gran dolor. Reprimió una

maldición, cojeó los últimos pasos y puso una vela de sebo sin aroma, para que Prenny no la

pudiera detectar.

Senna acercó la vela a las brasas del fuego. Y se prendió una llama naranja mezclada con

amarillo, que encandiló su visión con un brillo etéreo.

Cojeó hasta un gabinete; con la tenue luz de la vela pudo ver su reflejo en el cristal, un

fantasma que tenía culpa en el rostro. Su cabello dorado oscuro parecía ondularse con rojo y

naranja, tenía una extraña semblanza con la vela. Sus ojos dorados brillaban como topacio

oscuro. Ignorando su espectro, tomó una llave pequeña, la introdujo en la pequeña cerradura

del cajón y lo abrió. Sus manos húmedas dejaron una marca que inmediatamente se comenzó

a borrar.

Senna sacó de su morral diez viales de vidrio, abriendo cada uno con un acusatorio pop.

Después de limpiarse las manos en el vestido, tomó la primera poción: Ioa.

Llenó sus pequeños viales con la sustancia del matraz de Prenny, y luego acomodó cada

vial en su morral. Colocó meticulosamente el matraz en la alacena, donde le correspondía.

Trabajó rápido, tomando sólo cantidades muy pequeñas. Cuando estaba llenando el

último frasco, escuchó que el piso detrás de ella crujía con el peso de alguien.

—¿Quién está ahí? —preguntó una voz.

Senna brincó, derramando la preciosa poción sobre el piso.

La mujer en el umbral siseó ante el desperdicio. Prenny entró en el pequeño círculo de luz

de la vela. La mente de Senna estaba fabricando mil mentiras que podría decirle para librarse,

pero Prenny no creería ninguna. Así que mejor permaneció en silencio, temblando por dentro.

Debió haber esperado a Reden o Hesten, con uno de ellos vigilando afuera, Prenny nunca la

hubiera descubierto.

Los finos labios de la Principal estaban fruncidos. —Colectivamente, esas pociones

toman años para hacerse.

Senna movió la cabeza afirmativamente. —Lo sé.

Prenny gruñó. Tomó la vela de Senna y encendió una pesada linterna, luego retorció la

mecha. La luz inundó la habitación, haciendo parpadear a Senna. Prenny tomó el morral y

sacó cada vial con poción. Se acomodó sus lentes de aumento y leyó cada una de las etiquetas.

—Por las Creadoras, estas son pociones de lucha. —Se quitó los lentes y se presionó el

puente de la nariz—. ¿Para qué necesitas pociones de lucha?

La lengua de Senna se sentía como un pedazo de carne inútil en su boca.

Prenny cerró el cajón y agitó la llave frente a Senna.

—¿Cómo obtuviste esto? Y ¿cómo entraste a mi casa?

Sabiendo que cualquier mentira que dijera podría perjudicarla, Senna mantuvo la boca

cerrada.

Prenny carraspeó y metió la llave en el bolsillo de su vestido.

—Además de robar mis pociones, has robado mi tiempo. Las flores de chesli sólo

florecen unas pocas noches al año. Ahora en lugar de polinizarlas, estoy perdiendo mí tiempo

contigo. —Se enrolló la capa negra sobre los hombros y levantó la linterna—. Vendrás

conmigo. Ahora.

Senna consideró correr, pero no podía dejar a Reden. Y necesitaba esas pociones.

Eran de las pocas cosas que podía depender para que la mantuvieran viva.

Jalando su capucha hacia abajo para ocultar su cara, Senna se movió junto a Prenny,

quien la sujetó fuertemente por encima del codo. Justo antes de que llegaran al Árbol del

Consejo, Senna fingió tropezar. Y arrojó las llaves hacia la oscuridad del follaje, gruñendo

para disimular el sonido que hicieron al caer. Pogg las encontraría, siempre lo hacía.

Prenny la levantó. Sin dudarlo, la Principal la llevó de nuevo a donde estaban reunidas

las Brujas y hacia Coyel, que estaba agachada sobre las plantas de chesli, sus dedos cubiertos

de polen brillante.

—Tenemos un problema —dijo Prenny—. ¿Dónde están las demás?

Coyel se enderezó con un gemido. Miró a Senna antes de enviar a dos Brujas novatas a

buscar a Drenelle y Chavis. Coyel movió a Prenny y Senna lejos de donde las otras Brujas

pudieran escuchar, mientras esperaban a que llegaran las otras Principales.

Chavis fue la última en llegar. Todas estaban manchadas de polen brillante. Las plantas

de chesli eran tan importantes para las pociones que hasta las Principales participaban en la

cosecha.

Las cuatro se reunieron alrededor de la linterna para cubrir su luz de los insectos que

pululaban las flores brillantes. Senna estaba atrapada en medio del círculo. Coyel giró el cuello.

—Muy bien, Prenny, ¿ahora qué hizo Brusenna?

Prenny le tendió su cinturón de semillas. —La atrapé en mi casa robando pociones.

—¿Robando? —Coyel tomó el cinturón. Expuso uno de los viales a la luz.

A pesar que el corazón de Senna cayó hasta sus pies, mantuvo la cabeza en alto mientras

enfrentaba la mirada desconcertada de Coyel.

—¿Cómo obtuviste la llave de mi casa? ¿La llave del cajón de pociones? —exigió saber

Prenny.

Senna veía fijamente el campo donde las Brujas estaban agachadas sobre el polen

brillante.

Arianis estaba en el centro del grupo de chicas que intercambiaban miradas y susurros.

En medio de toda la conmoción, Mistin permanecía inmóvil observando fijamente a Senna.

Senna encontró su voz. —Ustedes parecen olvidar que yo viví en esta isla sola durante

meses. Tomé la llave del cajón de Prenny y la usé para obtener lo que necesitaba para pelear

contra Espen.

La boca de Prenny se abrió y cerró. Por primera vez parecía sin palabras.

—¿Y nunca regresaste la llave? —preguntó Chavis.

Pensando que lo mejor era decir lo menos posible, Senna sólo negó con la cabeza.

—¿Qué otras llaves tienes? —preguntó Chavis.

Aliviada de haber tirado las llaves, Senna contestó honestamente: —Ninguna.

Drenelle, que había permanecido callada hasta ese momento, tocó cada una de sus joyas

como para asegurarse que no faltaba ninguna. —Tenemos que revisar sus posesiones. Todas.

Quién sabe qué otras cosas tiene que no le pertenecen.

Eso era ciertamente algo que una traidora diría; pero no encontrarían nada. No había

nada que encontrar. Imaginarlas husmeando en su ropa interior y su cajón de harapos la hizo

sentirse muy incómoda.

—La chica sin duda necesita mano firme —dijo Prenny—. He tratado de decirles que ella

aún no está lista para convertirse en una Aprendiz.

—¿Por qué, Senna? —preguntó Coyel, con la mirada herida—. ¿Por qué estabas robando

pociones?

Manejar la ira de Prenny era mucho más fácil que la decepción de Coyel.

—Porque tenía que hacerlo.

Chavis tomó el cinturón que tenía Coyel y cuidadosamente sacó cada uno de los viales.

Su ceja comenzó a alzarse lentamente.

—Estas son las pociones que yo tomaría si planeara ir a la guerra.

Las otras Principales parecían sorprendidas, todas excepto Prenny, que comenzaba a

parecer inquieta.

—¿Qué quieres decir? —exigió saber Coyel.

—Nos ha estado dando la lata a todas para saber cómo quitar la maldición. Creo que es

claro a dónde se dirigía. —Los oscuros ojos de Chavis fijaron a Senna al piso—. ¿Lo niegas?

Senna deseaba poder evaporarse como el hielo en un día de verano.

—No. —Ir a Tarten era sólo una parte, pero no iba a contarle eso a las Principales.

—¿A dónde iba? —preguntó Drenelle.

Prenny resopló. —Iba a intentar quitar la maldición por su cuenta.

Chavis señalo Tarten. —¿Qué pensabas lograr, excepto que te mataran?

Drenelle miró a Senna. —Tienes suerte de no haberlo logrado. Si no fuera así, nos

habríamos visto forzadas a desterrarte.

Lo que habría dado la oportunidad perfecta para capturarme, pensó Senna.

La tenue luz de la linterna creaba sombras que mantenían ocultos los ojos de Coyel.

—¿Hay algo más que no nos dices, verdad Senna?

Senna miró fijamente a Coyel, queriendo desesperadamente poder confiar en alguien.

—Senna, por favor —preguntó Coyel nuevamente—. No puedo ayudarte si no sé qué es

lo que está sucediendo.

Quizá Senna estaba equivocada por no confiar en las Principales, especialmente en

Coyel, quizá ellas de verdad podrían ayudarla. Pero no podía quitarse de la cabeza la

advertencia de Reden.

—No hay nada más, Principal.

Coyel respiró profundamente. —Senna, esto está mal, pero puedo entender por qué lo

hiciste. Le vas a regresar sus pociones a Prenny, y nosotras decidiremos tu castigo mañana.

En cuanto a los tartenos, no es algo por lo que debas preocuparte. Nosotras ya lo estamos

manejando a nuestra manera.

Senna apretó los dientes. Necesitaría esas pociones si iba a ir a Tarten, pero ahora se

tendría que ir sin ellas. Se retiró, determinada a encontrar a Reden para irse lo más pronto

posible.

Una voz la detuvo.

—Ella no está contándoles todo.

¿Cuándo se había acercado Arianis? Senna sacudió ligeramente la cabeza, suplicando en

silencio a la chica que no dijera nada.

Arianis miró a otro lado. —Ella ha estado reuniéndose en secreto con la Bruja Oscura.

Y con esas palabras, Senna supo que su mundo jamás volvería a ser el mismo.

L

15. Canción de las PlantasTraducidoporYoseSalvatore

a expresión de Coyel se arrugó. ―Senna, eso no puede ser verdad. Senna quería correr,

esconderse; pero estaba cansada del engaño.

Cansada de las mentiras.

―Acudí a Espen por respuestas.

―Está mintiendo. Los árboles no cuentan cuentos ―dijo Chavis oscuramente, su pulgar

acariciando distraídamente la culata de su pistola.

Senna se encontró con la mirada de la mujer de más edad. ― Ella escarbó sus respuestas

en la tierra.

―¿Y qué dijo la Bruja Oscura? ―preguntó Coyel suavemente.

―Dijo que yo podía Viajar porque fui tocada por las Creadoras, y me dio dos nombres,

prometiéndome más información si voy con ella.

―¿Qué nombres? ―preguntó Prenny.

―Lilette y Calden.

―Eres una tonta y loca ―dijo Chavis.

Drenelle rodó uno de sus anillos alrededor de su dedo. ―O la traidora que hemos estado

buscando.

―¿Por qué me habría atacado a mí misma? ―gritó Senna.

Drenelle la fulminó con la mirada. ―Para despistarnos, quizá.

Sus palabras cortaron a Senna como una avalancha de vidrio. Se encontró con la intensa

mirada de Chavis. ―Antes de que yo la convirtiera en un árbol, Espen intentó advertirme

sobre alguna otra amenaza. Ella no ha vivido en aislamiento en Haven, así que esperaba que

supiera algo. Me habló de Lilette y Calden. Creo que algunas Brujas escaparon de la

destrucción, y están amenazándonos ahora. Si quiero saber más, tengo que ir a Tarten y

preguntarle a Espen.

Prenny disparó a las otras Principales una mirada de disgusto. ―No se debe confundir

estar mal informado con malicia. Recuerden, Espen nos engañó a todas nosotras una vez.

―¿Por qué no acudiste a nosotras? ―preguntó Coyel.

Senna se estremeció con humillación e ira impotente. ―Porque las escuché decir que no

me dirían nada. Y creí que había otra traidora, alguien que dejó a mis atacantes entrar en la

isla y los mantuvo aquí. Alguien con el poder y el conocimiento para orquestar todo esto. Mi

mejor conjetura es que es una de ustedes.

Chavis lanzó una breve carcajada. ―La chica está loca, completa y absolutamente loca.

Drenelle se enderezó aún más. ―Eres una Aprendiz, Brusenna. Es tiempo de que

recuerdes eso.

Era el turno de Senna de gritar. ―Lo que soy es una Guardiana.

La voz de Prenny fue baja y peligrosa. ―Aún no mereces el título de Guardiana.

Senna apretó los dientes. ―Las Guardianas protegen, no destruyen. Así que tú dime

quién no merece el título.

―Fuiste muy lejos, Senna. ―La impermeable máscara de Coyel cayó por segunda vez,

revelando cuan molesta estaba―. El curso de acción que has establecido para ti misma no nos

deja otra opción. Debemos confinarte hasta que podamos probar si lo que nos has contado es

cierto. Si realmente has conversado con Espen, debemos determinar qué tanto te ha

corrompido.

―Está pasando otra vez ―murmuró Drenelle―. Justo como sucedió la última vez.

Prenny hizo una mueca.

―¿De qué están hablando? ―preguntó Senna.

Nunca debería haber confiado en las Principales con este asunto. Envolvió sus manos

protectoramente sobre su tatuaje en el ombligo. No importaba lo que le arrebataran, no podían

quitarle el hecho de que era una Bruja.

―¿Joshen sabe acerca de tus acciones? ―preguntó Chavis, un borde peligroso en su voz.

Senna se forzó a calmar sus temblores. Si revelaba cómo Arianis había engañado a

Joshen para que revelara sus secretos, él estaría implicado. Senna no podía fallarle. No como

se falló a sí misma. ―No.

Por suerte, Arianis permaneció en silencio.

Coyel asintió. ―Bien. En lugar de desterrarlo, lo reasignaremos permanentemente.

―Él es mi Protector ―dijo Senna con voz rota.

Chavis gruñó. ―Ya no.

―Eso es un poco cruel, ¿no? El chico está enamorado de ella. ―Prenny hizo un ademán

hacia Senna.

La boca de Chavis se convirtió en una dura línea. ―Tú la trajiste con nosotros para que

la reprendiéramos, ¿recuerdas?

Coyel se frotó la frente como si estuviera exhausta. ―Creo que estoy siendo bastante

indulgente. Probablemente debería desterrarla. En cuanto a Joshen, Arianis ya lo ha

encontrado aceptable. Le será reasignado a ella… al menos hasta que solucionemos todo eso.

―Fulminó con la mirada a Arianis. ―Tú puedes irte.

Arianis se fue sin mirar atrás.

Senna sintió como pequeños pedazos de sí misma se desmoronaban hechos polvo.

―Pensé que tú de todas las personas podría ayudarme.

La mirada de Coyel permaneció dura e inflexible.

―Me dices que estás comunicándote con Espen, la Bruja que casi nos destruyó a todas y

esperas que yo haga ¿qué? ¿Asignarte un Protector y enviarte a tu pequeña aventura?

―No estamos haciendo esto para herirte, Senna. ―La voz de Prenny era suave, gentil

incluso―. Tus acciones deben tener consecuencias. Y tú has probado que no eres lo

suficientemente madura para manejar toda la presión que ha sido puesta en ti. Vamos a tomar

la información que nos has facilitado y realizaremos nuestra propia investigación. Mientras

tanto, sólo se paciente.

Chavis se inclinó hacia Drenelle. ―Ve a encontrar un Protector.

Drenelle se fue sin decir una palabra.

Senna se preguntó dónde estaban Reden y Hesten. Probablemente en la casa árbol de

Prenny, esperando a que Senna apareciera.

―Mañana podría ser demasiado tarde ―dijo con desesperación.

Chavis le hizo señas a Prenny para que se acercara. ―Puede que seas la Bruja más fuerte

en esta isla, pero no eres más fuerte que nosotras tres.

Una súbita calma se apoderó de Senna, porque sí era más fuerte; pero no quería pelear

con ellas. No, a menos que no tuviera otra opción.

―¡Están lanzando puñados de tierra sobre sus propias tumbas! ―Caminando hacia

atrás, se preguntó si realmente podría combatir contra estas mujeres, y se topó con un hombre.

Con el corazón martillando, se dio la vuelta. Reconoció al Protector, pero no lo conocía de

nombre. Empezó a correr.

Coyel se inclinó hacia delante. ―¡Deténla!

Las manos del hombre se envolvieron a su alrededor. Senna peleó contra él, pero era

demasiado fuerte. Su mano lesionada y su cabeza protestaron por el abuso.

Antes de que las Principales pudieran responder, Mistin se precipitó hacia adelante y

empezó a golpear los brazos del Protector. ―¡Déjala ir! ¡Detente!

Chavis se adelantó para apartarla de la pelea. Mistin pateaba y arañaba. Las otras

Principales saltaron en la refriega. Sabiendo que esta podía ser su única oportunidad para

escapar, Senna empezó a cantar.

Plantas…

Dejándoles a Mistin a las otras, Coyel aplastó su mano contra la boca de Senna.

Respirando con dificultad, Chavis atrapó a Mistin y la sujetó con firmeza. Había un juego de

arañazos lívidos en su mejilla, dejados por las uñas de Mistin.

La lucha apenas había comenzado y ya había terminado.

Coyel todavía tenía su mano contra la boca de Senna. ―¡Denme algo para amordazarla!

Prenny dispersó algunas semillas que crecieron en enredaderas largas y delgadas. Las

Principales usaron algunas de esas enredaderas para amarrar a Senna y las manos de Mistin.

Después de hincarse, Drenelle arrancó un pedazo de encaje acolchado de su vestido.

―Toma, ella no puede masticar esto.

Senna mordió los dedos de Drenelle. Con un grito, los retiró. Senna empezó a cantar.

Empujando con el hombro a Drenelle fuera del camino, Prenny arrancó una poción de un

compartimiento especial en su cinturón de semillas y la sostuvo bajo la nariz de Senna. El

dulce aroma de las flores inundó sus fosas nasales. Conteniendo la respiración, apartó el

rostro; pero ya era muy tarde.

―Barbus ―murmuró mientras su cuerpo quedaba inerte. Luchó para mantener los ojos

abiertos mientras el Protector la cogía en brazos.

Le introdujeron algo en la boca. Los colores estaban equivocados, más oscuros y

manchados. Los sonidos venían desde muy lejos. Intentó comprender dónde estaba y lo que

estaba pasando, pero no podía encontrarle sentido. ¿Estaba soñando? ¿Y por qué la parte

posterior de su cabeza dolía tanto?

Enderezando apresuradamente la linterna volcada, Coyel habló con el Protector.

―Átalas en bodegas separadas por esta noche. Prenny, ve con él para mantener a Senna

calmada.

¿Una bodega? ¿Ella iba a preparar la cena de esta noche?

El Protector se acomodó a Senna en los brazos. ―Sí, Principal.

Prenny se agachó y recogió la linterna y el cinturón de semillas de Senna. Senna casi

gritó con indignación. ¿Qué estaba haciendo su cinturón de semillas en el suelo? ¡Los viales y

las semillas podrían haberse derramado!

―¿Cuánto tiempo tarda esto en desvanecerse? ―preguntó nerviosamente el Protector.

Prenny miró a Senna de soslayo. ―No mucho. Lo sabremos cuando empiece a luchar de

nuevo.

Prenny sostuvo la linterna en alto para iluminar el camino mientras el Protector cargaba

a Senna por el camino. Ella quería preguntarles a dónde estaban yendo, pero su boca estaba

llena de algo. Avergonzada, trató de tragar, pero estaba atorado.

Senna era vagamente consciente de las otras Brujas que la miraban con expresiones

conmocionadas. Debía lucir como una idiota con algo atorado en la boca.

De repente, algo de su miedo se esfumó. La muerte venía por ellos. Tenía que escapar,

esta noche.

Pero sus manos estaban atadas y su boca amordazada. Sabiendo que no podía dejar que

el Protector o Prenny se dieran cuenta de que estaba despertando, se esforzó en pensar.

Todas las veces que había oído a las Cuatro Hermanas era cuando las canciones eran

más fuertes… durante un terremoto, una tormenta, o la agonía de una nación entera.

Así que tal vez las canciones siempre estaban allí, tan suaves que sólo las escuchaba

durante un evento tumultuoso. Y si ellas estaban ahí, podría controlarlas. Sabiendo que tenía

que moverse rápido, escuchó con fuerza a las Cuatro Hermanas. Vagamente, escuchó

tambores, instrumentos de viento y flautas, tan suaves y naturales que los había confundido

con los sonidos normales de la naturaleza.

Empezó a tararear la melodía, en voz tan baja que ni siquiera el Protector podía oírla.

Luego cambió la melodía. Los elementos respondieron como antes, cambiando para

armonizar con ella. Ella cambió su canción, incorporándolos a ella.

Prenny se detuvo. ―Algo se siente mal.

Una polilla rozó el rostro de Senna. Más alas se precipitaron sobre su piel. Sintió cómo

sus patas se aferraban al aterrizar sobre ella.

El Protector jadeó

―¿Qué están haciendo? ―preguntó Prenny.

Cuanto más tarareaba, más polillas venían, se arremolinaban y bailaban sobre ella. Sus

alas rozaban su piel como besos suaves.

Los músculos de los brazos del Protector se tensaron. ― Principal, apague la linterna.

Prenny vaciló antes de apagar la mecha. Se quedó helada. Senna irradiaba brillo, una

suave luz se derramaba desde su piel, en llamaradas de oro. Estaba tan llena de las canciones

de las Cuatro Hermanas, estaba embriagada de ellas. El viento liberó la mordaza. Se cayó de

su boca y formó una pila en su pecho.

Con un grito de advertencia, Prenny estiró la mano para alcanzar el vial. Senna pasó de

tararear a cantar. Plantas golpearon a Prenny por la espalda y la inmovilizaron en el suelo.

Luego se envolvieron alrededor de los hombros del Protector, obligándolo a ponerse de

rodillas. Cuando sus brazos se alejaron de ella, Senna se puso de pie, libre. Los ojos de Prenny

se agrandaron de miedo. El Protector se quedó ante ella, boquiabierto y sin palabras.

Mistin se quedó clavada en su lugar. ―¿Senna?

Ignorándolos, se desvió por otro camino y comenzó a caminar hacia los acantilados que

rodeaban la isla. Estaba segura de poder llamar al viento, uno lo suficientemente fuerte como

para llevarla a través del océano, hasta Tarten, pero primero tenía que alejarse de estos árboles.

De repente Reden y Hesten estaban ahí, con Joshen corriendo enfrente de ellos. Arianis y

las otras Principales iban detrás de él. Debían haber escuchado la conmoción.

Pero Senna ya no necesitaba a sus Protectores. Con una palabra, cambió el viento. La

corriente se retorció para formar un capullo protector a su alrededor, obligando a todos a

apartarse. En el ojo de la tormenta, algunas polillas se aferraban a ella; sus piernas peludas

cosquilleaban en su piel. Otras giraban en remolinos como hojas crujientes ante una brisa de

otoño.

Se recogió la falda y corrió hacia una de las escaleras que atravesaban la superficie de los

acantilados. Un escalón a la vez, ella empezó a subir, las polillas se arremolinaban detrás de

ella como un manto agitado por el viento.

Reden corrió detrás de ella. ―¡Senna! ¡Espera!

Joshen la miró fijamente. ―¿Qué está mal con ella?

Senna inclinó el rostro hacia la noche sin luna y se rió. No había nada malo con ella. Por

una vez, todo estaba bien. Caminando al borde de las escaleras talladas, llamó al viento, que se

espesó a su alrededor, tirando de su cabello y su ropa.

―¿Qué está haciendo? ―gritó Joshen.

Prenny desgarró las enredaderas, con los dedos terriblemente blancos. ―Está

embriagada.

―¿Embriagada? ―Reden ayudó a cortar las enredaderas para liberar a Prenny.

―Un efecto secundario ocasional del barbus. ―Prenny cogió un vial del cinturón de

semillas de Senna. Se lo tiró a Senna, pero falló. Se estrelló contra los acantilados. Frías gotas

salpicaron su capa y se sumergieron a través de su piel. El aroma de las flores la envolvió en

una ola.

―¿Qué fue eso? ―preguntó Joshen.

―Más extracto de barbus ―dijo Prenny.

―¡Le dio más! ―dijo Joshen con indignación.

―¡No tenía opción!

El calor y la somnolencia envolvieron a Senna. El viento aguardaba su orden, pero ella

ya no recordaba cuál era esa orden. Escuchó un momento más antes de distraerse. Sintió que

se deslizaba en la oscuridad, en los sueños.

―¡Se va a caer! ―Joshen empujó a Prenny fuera del camino y comenzó a correr.

Prenny sonaba al borde del pánico. ―¡No se supone que ella sea capaz de manipular el

viento afuera del Anillo de Poder, y mucho menos uno tan fuerte!

Senna se inclinó hacia adelante. Sus músculos se volvieron líquidos y se azotaron sobre

un costado de la escalera como vino derramado.

J

16. JoshenTraducidoporPauEchelon

oshen corrió hacia delante, con el corazón desgarrado en dos mientras Senna se balanceaba

al borde del acantilado. Observó desde abajo como caía y se inclinaba de lado, con el cuerpo

tan mustio como el de una muñeca de trapo.

Intentó sujetarla, pero ella se estrelló con tanta fuerza contra él, que lo derribó al suelo.

Por un momento, no pudo respirar. Jalándola hacia él, se quedó allí, intentando determinar si

algo estaba roto.

—¡Aguanta la respiración! —Prenny, con la cara roja, arrancó la capa de Senna, la

arrugó en una bola, y la arrojó lejos. Luego jadeó una bocanada de aire—. Ya no huelo el

barbus.

Reden se arrodilló junto a ellos. —¿Está bien? —preguntó.

Joshen gimió y se sentó.

—Está inconsciente. —Los dedos de Prenny revisaron el vestido de Senna—. Al parecer

la mayoría estaba en su capa.

Senna ya no brillaba. Por eso Joshen estaba aliviado, pero su cuello estaba doblado hacia

atrás en un ángulo extraño, su cuerpo marchito en sus brazos. Inclinó suavemente la cabeza de

ella en su pecho, acunándola contra él. Sintió el tranquilizador soplo de su aliento contra su

piel. Fulminó a Prenny con la mirada.

—¿Que le hicieron? ¿Por qué corrió? Por las Creadoras, ¿por qué estaba brillando?

Prenny sacó otro vial de su bolsillo y lo pasó por debajo de la nariz de Senna. Ella se

alejó de la cosa maloliente, acurrucándose más en el pecho de Joshen.

Él le apartó el cabello del rostro. —¿Senna?

Prenny cantó.

Despierta mi niña, de levantarse es hora.

Encuentra la vida en ti y abre los ojos ahora.

En la cuarta repetición de la canción, los ojos de Senna revolotearon y se abrieron. Miró

a Joshen con evidente confusión, con los ojos vidriosos.

—Va a tomar un rato que se le pasen los efectos. Básicamente sigue dormida. —Prenny

levantó las gafas que colgaban de una cadena de cuentas alrededor de su cuello. Bajó una lente

de color rosa y miró a Senna—. Nunca he visto nada igual.

Coyel dio un paso adelante, con semblante inseguro. —Creo que deberíamos quedarnos

contigo.

—Ella va a estar inconsciente por el resto de la noche con tanto barbus, y sólo tenemos

unas horas antes de la salida del sol. Necesitamos ese polen, Coyel —gruñó Prenny.

Coyel pareció vacilar. —Bien. Volvamos a la cosecha. Rápido, ahora.

Reden ayudó a Senna a ponerse en pie.

—¿Cómo es esto posible?

Prenny esperó hasta que las otras Principales se hubieran alejado una por una, antes de

estudiar a ambos Protectores, con expresión pensativa. —Está sonámbula.

Sin embargo, una de las Aprendices no se había ido. Estaba observando a Joshen, con

expresión concentrada. Tenía las manos atadas a la espalda con lo que parecía una especie de

planta. Algunas veces las Brujas le desconcertaban. ¿Por qué no podían simplemente usar

cuerda?

—¿Qué hay de mi? —dijo la chica.

Prenny hizo un sonido bajo con la garganta. —Antes estabas en terreno inestable,

Mistin. No eres una estudiante eficiente, y tu canción está apenas por encima de una

Desechada. Ahora has atacado a las Principales. Te desterrarán.

El rostro de Mistin se arrugó. —Por favor —susurró—. Me esforzaré más. Haré el suero

de la verdad esta vez. Lo haré.

Prenny apretó los dientes. —Lo siento. No hay nada que pueda hacer.

Mistin palideció. —No tengo a dónde ir. Mi madre y mis hermanas murieron por ser

Brujas, a pesar de que sólo eran Desechadas. No me condenes al mismo destino.

Los hombros de Prenny se hundieron. Le hizo un gesto a Reden. —Libérala.

Con su cuchillo, Reden cortó las enredaderas que la ataban.

—¿Qué voy a hacer? —susurró Mistin.

La Principal la miró.

—Ve a tu árbol por esta noche. Iremos por ti en la mañana. No hay nada más que pueda

hacer por ti. Me gustaría que hubiera algo.

Mistin se frotó las muñecas. Su mirada fue hasta Senna.

—¿Qué hay de ella? Es mi amiga.

Prenny le hizo un gesto a Mistin para que se fuera. —No tienes que preocuparte por

Senna. Yo cuidaré de ella.

La mirada de Mistin se afiló, pero no dijo nada, sólo se dio prisa en volver por el

camino.

—Me gustaría salvarlas… salvar a ambas, si pudiera. Pero parece que no está destinado

a pasar. —Prenny hizo un ruido bajo con la garganta—. Vengan conmigo. —Dirigió a los

Protectores a la oscuridad.

Joshen empujó a Senna detrás de él. Ella siguió dócilmente a donde él la llevaba, con

expresión soñadora.

—¿A dónde nos lleva? —preguntó Joshen.

Prenny lo miró. —Te podría preguntar lo mismo. ¿Supongo que vas a ir con ella a

Tarten?

¡No también Prenny! Joshen estaba medio convencido de que cada Bruja de esta isla estaba

tres cuartas partes loca. —No va a ir a Tarten.

Prenny resopló con desdén. —¿Senna ha dejado alguna vez que alguien la detenga una

vez que se ha dispuesto a hacer algo? Va a ir, de una forma u otra. La pregunta es, ¿vas a ir

con ella?

Joshen sabía que si se iba, no volvería a ser Protector nunca. Apartó el pensamiento. —

Voy a donde ella va. —Y no va a ir a Tarten.

Prenny asintió. —Bien. Ella te necesitará. Ahora, vamos.

Reden trotó para alcanzar a Prenny. —¿Está segura de que quiere arriesgarse a

ayudarnos, Principal?

Prenny se mordió el labio inferior.

—Algo está pasando con esta chica. Algo que sólo ha pasado una vez antes en la larga y

dispersa historia de las Brujas. Y si las Creadoras confían en ella, supongo que eso significa

que nosotros también deberíamos hacerlo. Y si las otras no... Bueno, la decisión de las

Creadoras sobrepasa a las Principales. —Encontró la mirada de Reden—. Tú también lo

sabes, ¿verdad?

Él asintió, con el rostro tenso. —Sí, es por eso que voy a ir con ella.

El rostro de Prenny se contrajo. —Pero tú eres nuestro Líder. ¡Los Protectores te

necesitan aquí! Te necesitamos aquí.

—Le creí cuando dijo que estaba intentando salvar a Haven. ¿Y usted? —gruñó Reden.

Prenny asintió lentamente.

—Le creo ahora.

—Entonces mi lugar está con ella, sin importar mi cargo.

Prenny dio un paso hacia él. —En Tarten, ellos te llaman traidor. Si te vas con Senna

esta noche, también lo hará Haven.

Reden respiró hondo. —Mi lealtad nunca fue hacia Haven. —Hizo un gesto hacia Senna

—. Siempre ha sido hacia ella.

La boca de Prenny se abrió. —¿Desde el principio?

Él asintió.

Prenny suspiró.

—Lo has sabido por más tiempo que el resto de nosotras, supongo.

El agarre de Joshen se apretó sobre la pequeña mano de Senna. Apartó a un lado todos

los pensamientos sobre Tarten. Ahora, su única preocupación era conseguir sacarla de la isla.

Cuando llegaron a una bodega, Prenny empujó la puerta para abrirla.

El aire húmedo chocó contra la cara de Joshen.

—¿Qué está haciendo?

Prenny bajó los primeros escalones.

—Tú liberaste a Senna y me encerraste aquí. ¿Entendido?

Joshen miró boquiabierto a la mujer mayor.

Prenny le entregó el cinturón de semillas y el morral de Senna. —Ella no puede robar mis

pociones si yo se las doy. Asegúrate que esté a salvo. Y no vuelvan a Haven. Nunca.

Joshen ató cuidadosamente el cinturón alrededor de la cintura de Senna mientras ella

miraba hacia los árboles, balanceándose con música que él no podía oír. Le colocó la capucha

sobre el rostro y escondió gentilmente su cabello dorado. Era demasiado bonita e inocente

para soportar tales cargas.

—Lo siento —le dijo.

Reden levantó las gruesas puertas, pero vaciló antes de cerrarlas. —Si Senna tiene razón,

van a necesitar más Protectores en la isla. He reclutado hombres en Corrieth. Use el suero de la

verdad para cerciorarse de que son leales y asegúrese que sean conducidos aquí. Y consiga

más si puede.

Prenny le tapó la boca con la mano. —Haré lo que pueda.

Reden cerró la puerta, bloqueando su visión de la cara de Prenny vuelta hacia arriba, y

deslizó la barra para cerrarla.

—Vamos.

Joshen tiró de Senna para que lo siguiera.

—¿Cómo vamos a escapar? —preguntó.

Reden sacudió la cabeza. —Déjame eso a mí.

Cuando llegaron a Velveten, Collum estaba de servicio. Se le veía un poco pálido y

estaba encorvado. Reden había dicho que había estado enfermo. Aún así, parecía alerta.

Collum les miró, con el ceño fruncido.

—Líder Reden, Joshen. ¿Qué fue todo ese alboroto?

Reden hizo señas para que Collum se hiciera a un lado.

—Déjanos pasar, Protector.

Collum se removió inquieto. —¿Señor? Necesita un permiso firmado por las Principales.

—No. No lo necesito.

Las órdenes de las Principales sobrepasaban las de Reden, y todos lo sabían. Joshen

atrajo a Senna hacia delante y así la luz de la linterna se derramó sobre su cara.

—Tenemos que salir, Collum. Antes de que sea demasiado tarde.

Collum abrió la boca, después la cerró de nuevo.

Joshen dio otro paso hacia su amigo.

—Casi se la llevaron de nuevo ayer. Y hay un peligro que viene hacia Haven. Tenemos

que detenerlo. —Cuando Collum no respondió, Joshen dijo en voz baja—. Algunas veces

tenemos que proteger a nuestras Brujas de sus propios errores… incluso a las Principales.

Leary lo sabía.

Collum miró a su alrededor, las cuentas en su cabello chasquearon.

—Ellas me echarán, me quitarán el Protectorado. Es todo lo que siempre he querido.

Joshen hizo rechinar los dientes, sabiendo que ya había renunciado al rol por el que

había trabajado toda su vida. Ahora en lugar de ser Protector, sería cazado por ellos. Pero eso

no importaba, no cuando Senna estaba involucrada.

Reden sacó un trozo de cuerda de su bolsillo.

—Te voy a atar lo suficientemente flojo para que puedas soltarte si te necesitan.

Collum se quedó mirando la cuerda antes de levantar lentamente las manos. Joshen dejó

escapar el aliento que no sabía que había estado conteniendo.

Reden ató rápidamente los nudos.

—Si alguien te pregunta por qué no pediste ayuda, dile que la última cosa que recuerdas

es un olor a flores. —Joshen apoyó una mano en el hombro de su amigo. Collum asintió.

Collum se sentó para que pudieran atarle los pies. Reden trabajó rápido con las cuerdas

mientras Joshen jalaba a Senna hacia la cueva.

Reden recuperó dos morrales listos colocados debajo de uno de los pilares del muelle.

Joshen dio un paso dentro del bote y estaba dándose la vuelta para ayudar a Senna cuando

alguien gritó:

—¡Esperen!

Esperando que Chavis le pusiera una bala en la cabeza, Joshen se volvió; pero era sólo

esa pequeña Bruja que había sido atada con Senna. ¿Cuál era su nombre? ¿Mistin?

—Llévenme con ustedes —dijo.

Joshen y Reden intercambiaron miradas incrédulas.

—No. —Reden entregó a Senna a Joshen, quién la ayudó a bajar y la acomodó en uno

de los bancos.

Mistin se acercó un paso, pero no lo suficientemente cerca para que Reden pudiera

agarrarla.

—Llévenme con ustedes o le diré a las Principales lo que están haciendo. Nunca

escaparán.

Reden la fulminó con la mirada.

—Amenazarnos es la táctica equivocada, pequeña Bruja.

Mistin dejó caer su rostro entre las manos y empezó a llorar. Joshen apartó la mirada.

Por las Creadoras, no podía soportar que las chicas lloraran.

Reden parecía tan poco afectado por las lágrimas como lo estaba por sus amenazas. —

De todas formas mañana te van a desterrar.

Mistin inhaló fuertemente.

—Irán por mí en la mañana y me llevarán al Anillo de Poder. Todas las Brujas se

reunirán a mi alrededor. Me despojarán de la Canción del Alba, por lo que nunca seré capaz

de volver a la isla. Entonces me llevarán a Corrieth, me darán un puñado de upices, y me

abandonarán. Por favor no me hagan pasar por eso.

Joshen quería gritar de frustración. Necesitaba sacar a Senna de esta isla, no quedarse

aquí discutiendo con una Bruja novata llorica.

Reden gruñó en acuerdo. —Bien. Te llevaremos hasta Corrieth. Podríamos ocupar a otro

remero de todos modos.

El rostro de Mistin se iluminó de inmediato. —¡Gracias! Oh, ¡gracias! —Se precipitó al

bote como si temiera que pudieran cambiar de opinión.

Joshen volvió su atención a Senna. Ella miraba el muro de piedra, balanceándose. Se

preguntaba qué escuchaba. A juzgar por la expresión de su cara, era precioso. Le atravesó una

punzada de celos. Los apartó. El trabajo de ella consistía en cantar. El de él consistía en

mantenerla viva.

—¿Tu canción es lo suficientemente fuerte para sacarnos? —preguntó Reden a Mistin.

—No.

De mucha ayuda era. Joshen frotó el dorso de la mano de Senna con los pulgares.

—Tienes que cantar para nosotros, mi amor. —Era como si ella no pudiera oírlo—.

¿Senna? —Cuando siguió sin contestar, ahuecó las manos en sus oídos, bloqueando cualquier

cosa que estuviera escuchando.

Ella parpadeó cansadamente hacia él. —¿Joshen?

Esa era la primera vez que se fijaba por completo en su rostro. La primera vez que

hablaba. Se inclinó hacia delante hasta que él era lo único que podía ver.

—Canta para nosotros.

Ella sacudió un poco la cabeza. —¿Cantar?

Él se inclinó hacia ella y la besó suavemente. Cuando se apartó, los ojos de ella le

siguieron. —Canta para que salgamos de la isla.

Miró a su alrededor de nuevo en confusión, antes de centrarse en el agua. Su rostro se

aclaró. Su canción fue poco más que un susurro.

Les pido, plantas del mar,

Aléjenme del lugar que sólo las Brujas pueden mirar.

Su voz era tan bonita que hizo que su pecho doliera. El mundo pareció detenerse,

escuchando. Todo lo que él quería era protegerla. Al hacerlo, ¿la estaba asfixiando?

Senna paró, y frunció el ceño.

Joshen asintió para tranquilizarla.

—Sigue cantando, Senna.

Se le quedó mirando con la mirada vacía. Él le sonrió. Cantó de nuevo. Esta vez, el

mundo pareció moverse en armonía con ella.

Antes de que ella hubiera terminado su segunda canción, las algas se dispararon desde el

agua. Apretando a Senna contra su pecho, Joshen se recostó e intentó no entrar en pánico. No

importaba cuantas veces entrara o saliera de la isla, seguía aterrorizándolo. Las algas rodearon

el bote, borrando la luz de la linterna. Sintió que la punta del bote se elevaba.

Joshen se sujetó mientras eran lanzados bajo el agua. Senna agarró su camisa entre las

manos, y un pequeño ruido de pánico se le escapó de la boca.

S

17. Bruja del MarTraducidoporMDelia

enna despertó al sentir un bamboleo y el sonido de las olas rompiendo a su alrededor. Se

estremeció y el pánico corrió en su interior. Estaba en un pequeño bote con Joshen,

Renden… Y Mistin. Estaban cansados de remar y respiraban con dificultad. Al sujetarse de

ambos lados de la embarcación, Senna logró ponerse en pie.

La luz de mañana besaba las olas, dejando chispas de pasión dondequiera que se

tocaban.

Senna encontró la mirada de Joshen. —Yo… ¿Como llegue aquí? Las Principales… iban

a encerrarme.

—Todavía pueden —dijo Reden.

Joshen le entregó un odre de agua. ¿Por qué estaba él ahí? Antes había amenazado con

detenerla. Bebió para lavar el rancio sabor de su boca.

—Te drogaron con extracto de barbus. En realidad, te entró por la piel, es por eso que te

dejo inconsciente tanto tiempo. Si lo respiras, puede ponerte a dormir de inmediato, imagina

su efecto si tu piel esta empapada de él —explicó Mistin nerviosa—. Tardará una hora para

que desaparezca por completo.

Temblando por el frio de la mañana, Senna tiró de su capa para ajustársela alrededor de

los hombros. —¿Dónde estamos?

Joshen señaló con la cabeza hacia una mancha oscura en la distancia. —Casi en

Corrieth.

Ella se frotó la cadera entumecida. —¿Cómo me sacaron?

Joshen la estudió un momento. —¿Recuerdas algo?

Cerró los ojos, y unas imágenes pasaron por su mente. —Las luces, las polillas… sus alas

sobre mi piel, caer. —Atrapó a sus amigos mirándola con expresiones cautelosas—. ¿Fue un

sueño?

Reden sacudió la cabeza.

—No fue un sueño. —Le contó cómo había brillado intensamente y que al cantar creó un

escudo de viento a su alrededor.

Al recordar el poder que había crecido a través de ella la noche anterior, Senna cerró los

ojos y buscó un eco, pero se había agotado. Jamás se había sentido tan vacía.

—¿Qué me está pasando?

Joshen y Reden remaron con más fuerza. Las Principales probablemente ya sabrían que

ella se había ido. Con su cuerpo todavía lento por el sueño, tomó asiento junto a Mistin y

agarró un remo.

—¿Qué hay de tu mano? —preguntó Joshen

Senna mentalmente contó cuánto tiempo había pasado desde su lesión. Casi dos

semanas. —Va a estar bien, si tengo cuidado.

Reden le tendió unos trozos de una manta rasgada y ella se la colocó alrededor de las

manos para protegerla de las ampollas. Esperó hasta ver el ritmo de ellos y entonces empezó a

remar. El esfuerzo le molestaba, pero era soportable si utilizaba los dedos para agarrar el remo

en lugar de la palma.

Sudando junto a ella, Mistin miró cómo a sus espaldas la ciudad empezaba a tomar

forma.

—¿Por qué estás con nosotros? —preguntó Senna.

Y Joshen le contó cómo Mistin había luchado por ella. Su relato evocó recuerdos en

Senna, e instantáneamente sintió una puñalada de culpabilidad. Por ayudarla, Mistin sería

desterrada del único lugar donde había estado a salvo.

Mistin suspiró. —¿Qué le diré a mi hermano?

—¿Hermano? Pensé que eras de Dresdan.

Mistin asintió hacia Corrieth. —Cord quiere convertirse en Protector, ¿recuerdas? Es

todo lo que siempre ha querido. —Cerró los ojos—. Ahora se preocupará por mí.

Reden alzó la voz. —Entonces ¿por qué no ha aplicado aún?

Mistin se encogió de hombros. —Porque todavía no tiene la edad. —Todos los

Protectores debían tener por lo menos 17 años.

Senna se limpió el sudor de la frente con el hombro. —¿Qué harás ahora?

Mistin se estremeció. —No lo sé, no hay a dónde ir. Cord no se unirá a los Protectores

ahora. No me dejará sola y desprotegida, pero durante el resto de su vida me culpará por haber

perdido su oportunidad.

Ella hizo un ruido y se volvió hacia Senna, la confusión nublaba sus ojos oscuros.

—¿Por qué quieres viajar a Tarten?

Senna se retiró el cabello de los ojos. —Iré a acabar con la maldición.

—Senna —gruñó Joshen en advertencia.

Ella lo ignoró. Mistin merecía saber. —¿Te gustaría venir con nosotros?

—¿Qué? —gritó Joshen.

Al mismo tiempo, Reden dijo: —¡Senna!

Mistin miró aprensiva a los Guardianes.

Haciendo caso omiso a las miradas que taladraban su espalda, Senna prosiguió. —

Podríamos necesitar tu ayuda.

Mistin se mordió el labio inferior. —Pero, ¿Qué pasaría con Cord? Él nunca me dejaría ir

con ustedes… es tan sobreprotector.

Remaron en silencio y Senna pudo prácticamente sentir la tensión.

—¿Y si él también viene? —La tensión aumentó otra vez.

Mistin asintió lentamente. —Creo que le gustaría.

—Absolutamente no —dijo Joshen desde atrás.

—Esto no es una aventura, es de verdad peligroso —dijo Reden.

—Senna es mi amiga, quiero ayudar. —La voz de Mistin se convirtió en un susurro.

Senna pudo ver a Reden estudiando a Mistin como un comandante estudia a un nuevo

recluta.

—Prenny dijo que tu canción era apenas lo suficientemente fuerte para molestarse.

La expresión de Mistin se endureció. —Hay otras cosas que puedo hacer. Y necesitan

toda la ayuda que puedan conseguir.

Reden agitó el remo. —¿Qué tipo de cosas?

Joshen miró a Reden con incredulidad. —¿No estarás considerándolo realmente, o sí?

Tenemos que cuidar a Senna.

Mistin levantó la barbilla. —No necesitan cuidar de mí. Puedo luchar.

Joshen resopló. —¿Y crees que alguien como tú nos puede servir de algo contra un

ejército de…?

—¡Puedo disparar un mosquete! —Mistin le gritó—. Después de que mi familia murió,

mi hermano y yo vivimos en las calles. Podemos cuidarnos solos.

Senna se puso rígida. Como si ella necesitara que la cuidaran. Joshen no parecía darse

cuenta de que su comentario la había ofendido.

Reden dejó salir su aliento con exasperación. —Tienes mucho que aprender sobre

mujeres, Joshen. —Asintió hacia Mistin—. Si nos retrasas, te dejaremos atrás ¿entendido?

Mistin apretó la mandíbula.

—No los retrasaré.

Joshen murmuró algo acerca de cómo ya era lo bastante difícil tener alrededor a una

mujer que además era Bruja. No creía poder lidiar con dos.

Senna lo ignoró.

—Vamos a necesitar un barco —dijo Reden.

Joshen gruñó. —¿Un barco? Va a ser más seguro si nos escabullimos por tierra… Es

mucho menos volátil que el mar.

Senna le frunció el ceño. —La única manera de llegar a Tarten es por barco y tú lo sabes.

Él suspiró. —No tenemos que ir a Tarten, Senna. Podríamos…

Ella tuvo que parar y descansar su mano; la agitó para quitarse los calambres. —Una

palabra más y estarás nadando hacia la orilla.

Después de un momento, habló con los dientes apretados. —Esperemos que el Capitán

Parknel tenga al Bruja del Mar en el puerto.

Senna cantó para que el viento llevara su canción al Capitán Parknel, diciéndole que

necesitarían su ayuda.

Reden esperó que terminara su canción para hablar: —¿Y si no consigue regresar? ¿O si

su barco se dañó por el terremoto?

Nadie se molestó en responder.

A Senna se le formaron ampollas en las manos antes de llegar a Corrieth. Le dolía la

cicatriz brutalmente, pero hizo su mayor esfuerzo por ignorarlo. Estudiaba los daños causados

por la tormenta y el tsunami de hace unos días. La ciudad en sí parecía bastante intacta; el alto

muro que la rodeaba y el viento debían haber disminuido el embate de la ola, pero el puerto era

un desastre. Los muelles estaban arrancados de sus amarres. El sonido de martillos sonaba en

todas partes. El metal caliente y cenizas desprendían un fuerte olor en el aire. Lo peor de todo,

barcos varados y rotos inundaban el paisaje. ¿Qué pasaba si el Bruja del Mar era uno de los

barcos varados?

En uno de los pocos muelles que seguían en pie, Senna salió del bote con los músculos

desgastados, seguida de Joshen.

Mistin bajó corriendo las planchas de madera. —Voy a buscar a Cord —dijo por sobre el

hombro—. ¡No se vayan sin nosotros!

Reden la observó marcharse. —Senna y yo veremos si podemos encontrar al Bruja del

Mar. Joshen, ve a los potreros que se vean estables y busca algunos caballos y forraje. Nos

reuniremos en el Bruja del Mar en una hora. Si no está en puerto, nos veremos en la tienda de

McBedee.

—Reden —Joshen llamó antes de que se alejaran—. No te apartes de su lado.

Reden no se molestó en responder. Dejó salir un suspiro largo, luego siguió analizando

los muelles y comenzó a hacer preguntas por ahí. No pasó mucho tiempo antes de que se

enterara que el Bruja del Mar no había estado en puerto durante semanas, pero debía regresar

pronto.

—Tendrás que volver a cantar —dijo Reden.

Senna se trasladó hasta el final de un muelle tranquilo y cantó suavemente al viento para

que trajera el barco rápidamente. En menos de una hora, vio el barco negro con letras doradas

talladas a un costado «Bruja del mar».

La barba rojiza del Capitán Parknel no tardó en avistarse. El barco llegó en perfectas

condiciones. Los marineros estaban ocupados en cubierta, atando las sogas. En instantes,

bajaron la pasarela.

Los comerciantes de Corrieth vinieron a recuperar su cargamento.

Parknel sonrió cuando Senna subió a bordo. Y le arrebató el aire en un fuerte abrazo.

—Nos trajiste de vuelta tres veces más rápido que cuando nos fuimos… y normalmente

es contra el viento. Si alguna vez quieres un lugar en mi barco, lo tienes.

A pesar de todo lo que había sucedido en los últimos días, Senna desplegó una gran

sonrisa.

Sin pedir nada a cambio, Parknel la había llevado a Tarten, había confiado en ella,

luchado por ella y creído en ella. Además de Joshen y Reden, era una de las pocas personas a

las que podía llamar amigo.

En cuanto volvió a posar a Senna en el suelo, ella dijo: —Capitán, necesitamos

transporte.

Cambio su pipa de un lado a otro de su boca. —Bueno, supuse que no nos habías traído

aquí para una visita social. —Se puso serio mientras estudiaba Corrieth—. Escuché que no fue

tan malo como pudo haber sido. Un viento se levantó y desvió el agua de la ciudad. ¿Lo

hicieron las Brujas?

Senna asintió.

Aunque Haven no era visible desde Corrieth, ella no pudo evitar mirar nerviosamente en

esa dirección. —Pagaré por todo el cargamento perdido.

Él sonrió. —Promete cantar un viento que nos lleve a Tressalay y de vuelta durante una

temporada, y estaremos a mano. ¿A dónde vamos?

Tragó la bilis en su garganta. —Tarten.

El rostro de Parknel decayó. —¿De nuevo?

Pero ella ya no lo escuchaba. Podía oír la música otra vez, al igual que la noche anterior.

Irresistiblemente atraída por el sonido, se encontró inclinada sobre la barandilla. Era

vagamente consciente de Reden y Parknel detrás de ella, preparando la logística del viaje.

La canción del viento fue creciendo, constantemente, llevándose la luz, suave pero firme,

y atrayendo la oscuridad. El ritmo golpeteaba contra su piel. Casi podía probar la espuma

salada y sentir las olas que golpearían el barco. —Ya saben que me he ido.

La conversación detrás de ella prosiguió ajena al peligro latente. Senna dio media vuelta.

—Están llamando una tormenta, quieren detenernos, debemos irnos ¡ahora!

Parknel comenzó a espetar órdenes. Reden corrió al otro lado de la nave y echó un

vistazo al muelle. —¿Dónde está Joshen?

—Envía a alguien por él —gritó ella.

Los hombres empezaron a correr por el barco, preparándose para salir. En la proa,

Senna cerró los ojos y midió la fuerza de la canción contra la suya. Una hora, tal vez menos, y

la tormenta se tragaría la costa entera en un ataque de furia.

Rebuscó en su interior el poder que había tenido apenas horas antes; pero se había ido.

Sus propias canciones podrían ganarles un poco de tiempo, pero no era lo suficientemente

fuerte contra un coro completo de Brujas.

Corrió hacia la popa y enfrentó a Haven, luchando contra la tormenta con canciones de

calma. Sus canciones eran suaves y gentiles: canciones de cálida primavera, días de sol, mares

en calma. Y las canciones que llegaban eran todo lo contrario, eran oscuras, llenas de misterio

y peligro. Las dos canciones se mezclaban en una cacofonía de ruidos. Sabía que sólo ella

podía escucharla. El hervidero de nubes oscureció el cielo.

Controlar el viento era como tratar de domar un potro salvaje. Éste deseaba abrir una

brecha en el cielo, jugar bruscamente con las nubes. Senna cantó incluso más suavemente, casi

como una nana. La tormenta se acalló, escuchando. Por un momento, las nubes se

dispersaron para dar paso a un rayo de luz.

Pero entonces las Brujas canalizaron otra canción. El control de los vientos se alejó de

Senna, las nubes devoraban el rayo de luz. Un trueno ensordecedor resonó. Una ráfaga de

viento azotó su cabello. La tormenta ya estaba demasiado avanzada para deshacerla.

Se retiró el cabello del rostro y buscó en el barco a Joshen y Mistin, no había tiempo para

esperarlos.

—¡Capitán, nos vamos ahora!

Él negó con la cabeza. —No podemos arriesgarnos a entrar a mar abierto.

—¡Yo puedo mantenernos a salvo! —Senna gritó. Si no le ganaban a la tormenta,

quedarían todos atrapados en Corrieth. Las Principales vendrían por ellos.

Parknel la estudió, obviamente debatiéndose. Alguien gritó haber visto a Joshen. El

Capitán carraspeó. —Bien, pero nos vamos ahora.

Joshen y un mozo de cuadra luchaban para llegar a ellos, pero los caballos estaban

exaltados; sin duda sentían la formación de la tormenta y les sorprendía el sonido de sus

pezuñas en el entablado del muelle.

—¡Déjalos! —gritó para que la escuchara sobre el viento.

—Los necesitamos —le contestó Joshen.

Los marineros seguían trayendo el heno a la cubierta, donde otros esperaban para

trasladarlo abajo.

Senna miró el cielo fijamente mientras un rayo apuñalaba las nubes color hollín. —No

vamos a lograrlo.

Justo entonces, Joshen empezó a subir por la pasarela. Uno de los caballos, color oro,

con melena y cola blancas, retrocedió, y el terror se le evidenció en los ojos. Joshen

expertamente esquivó sus pezuñas. Cuando el caballo bajó la cabeza, Joshen lo atrapó

aplicándole una llave en el cuello. —¡Denme algo para vendarle los ojos!

Un marinero se quitó la camisa y se la tendió. Tres hombres lucharon por vendarle los

ojos. Al estar cegado, se congeló, y le temblaron los músculos.

Y luego llegó Mistin con otro hombre. Unieron los brazos por detrás del caballo, y lo

obligaron a abordar. Los otros caballos subieron con la mitad de esfuerzo que el primero.

Los truenos sacudían el mundo, y los caballos relinchaban, y los marineros gritaban. La

nave rodaba con las olas.

—Parknel —gritó Senna—. Por favor.

El Capitán frunció los labios, claramente infeliz. —Marineros a bordo ¡A zarpar!

L

18. Canción del VientoTraducidoporMDelia

os marineros se apresuraron a desatar las cuerdas y empujar el barco lejos del muelle. Las

velas se desenrollaron de los mástiles, y el barco se encaminó a mar abierto.

—¡Cuidado! —gritó un hombre desde el puesto de vigía. Una ola se estrelló contra

ellos. Senna jadeó cuando el agua fría la alcanzó. El barco se vio arrastrado de vuelta hacia los

muelles; iban a chocar con otro barco. Parknel giró el timón.

La canción de Senna se abrió paso, llamando al viento para que impulsara el barco hacia

adelante.

Lentamente, muy lentamente, las velas capturaron el viento y comenzaron a girar. Otra

ola impactó el barco, haciendo que los marineros se estremecieran. Cayeron gritando a la

cubierta. Los fardos de heno se deslizaron, atrapando a los hombres contra las barandillas.

Empujaron los fardos, pidiendo ayuda a gritos, hasta que otros marineros llegaron y los

liberaron.

—No hay tiempo para transportarlas bajo la cubierta —gritó el Capitán Parknel—.

¡Amárrenlo antes de que alguna otra persona resulte aplastada!

Una solida nube de lluvia se dirigía hacia ellos.

Mistin subió hasta la cubierta superior. —¿Puedo ayudar?

Senna señaló la proa. —Tú canta allí, eso incrementará nuestra potencia.

Esquivando a los marineros, Mistin cruzó la cubierta.

—¡Sosténganse! —gritó Parknel una y otra vez, mientras él y otro hombre luchaban por

mantener el curso.

Fueron cortando la cortina de lluvia y Senna estuvo de inmediato empapada. Joshen

tomó una cuerda y se la ató alrededor de la cintura antes de hacer lo mismo con él y los

hombres tras el timón.

Senna cantó otra canción. El barco se disparó hacia delante, a través de la abertura que

había creado en la tormenta. Otra ola, esta vez llena de lo que parecían vidrios, colisionó

contra el barco. Los marineros se aferraban a todo aquello que pudiera mantenerse en pie y

murmuraban juramentos u oraciones o ambos. Un rayo partió el cielo.

Un marinero gritó. —¡Más de ocho nudos, señor!

—No podrá tomar más velocidad —dijo Parknel desde el timón.

Interrumpiendo su canción, Senna se limpió la espuma salada y la lluvia de los ojos.

Parknel gruñó por el esfuerzo de mantener el timón en curso. En dos pasos, Joshen tuvo

las asas del timón en sus enormes manos. — ¡Senna!

—¿Cuantos nudos? —gruñó Parknel, con el rostro color rojo cereza.

El marinero observó la cuerda desaparecer frente a él. —Se están moviendo demasiado

rápido para contarlos, señor.

El viento sopló más fuerte, hasta que las órdenes de Parknel salían de su boca con tanta

rapidez, que Senna no podía entenderlas a unos cuantos metros de distancia.

Las olas se hicieron más altas, chocaron contra el barco y estrellaron a Senna contra la

cubierta; se le cortó la respiración.

Mientras el agua le caía por el rostro, vio hombres rodando a través de la cubierta.

Algunos salieron proyectados por la borda, pero las cuerdas que los mantenían atados al barco

se tensaron por el peso. Nadie se movió a ayudarles. Nadie podía.

La lluvia caía rampante desde el cielo y Senna se dio cuenta de lo que Parknel y los

demás marineros debían haber sabido ya desde hace un rato. No sólo trataban de escapar

antes que la tormenta los retuviera en el puerto… sus vidas corrían peligro. Las Principales no

habían llamado sólo una tormenta cualquiera, esto era un huracán.

Manos calientes sujetaron las heladas de ella. Joshen la llamó, su rostro estaba cubierto

por una cortina de agua.

Ella meneó la cabeza, incapaz de oír por sobre los estragos de la tormenta. Él le acercó la

boca a la oreja. —¡Llama el poder que tenías antes! ¡Cuando estábamos en Haven!

Ella meneó la cabeza otra vez. —Ya lo intenté. Se ha ido.

Pero había prometido a Parknel que los mantendría a salvo. Iba a cumplir esa promesa.

Sosteniendo a Joshen para conservar la estabilidad, cantó una suave canción de cuna.

Mares, tus problemas cesa,

Cálmate y a la paz regresa,

Vientos descansen, por hartos que estén,

Suavemente, suavemente para mí soplen.

Escuchó la música en espera de que se calmara, que algo cambiara. Después de media

docena de repeticiones, algo cambió. Podía oír su voz por sobre el vendaval. Parpadeando,

miró el cielo, todavía llovía, pero los vientos se habían suavizado. Los mares seguían

revueltos, pero no furiosos.

—Sigue cantando, Senna —dijo Joshen—. Eso es, eso es.

Temblando, se enderezó. Mientras cantaba, los mares se estabilizaron, como cuando se

toma por el cuello a un perro. Pronto la fuerte luz del sol les calentó el rostro. Un arcoíris

brillaba ante ellos como un arco que conducía a la seguridad. Senna se volvió hacia Nefalie,

donde la tormenta aún rabiaba.

Joshen la inspeccionó. —¿Estás bien?

Lentamente ella levantó las manos, casi parecían translucidas, pero pensó que era sólo el

frío. —Creo que si ¿y tú?

Joshen se retiró el agua del rostro. Sus ojos estaban rojos por la sal. —Bueno, no estoy

muerto, que es mejor de lo que esperaba.

—Maestro Carver, vigila el barco. —Dejando el timón a su segundo en mando, Parknel

se acercó a ellos, con la pipa aún entre los dientes. La volteó y cayeron cenizas húmedas.

Luego la sacudió en dirección a Senna—. Tú y yo tenemos negocios pendientes.

Le dio la espalda y se dirigió abajo. Ella le lanzó una mirada nerviosa a Joshen antes de

seguir al Capitán. Se levantó el cabello pesado de la espalda, lo escurrió y le corrió agua por las

manos. Parknel abrió la puerta y se acomodó detrás de su escritorio, con las manos detrás de

la espalda.

La mayoría de cosas estaban aseguradas, pero aun así había libros, mapas y sabanas

esparcidos por todo el suelo. Temblando, Senna avanzó cuidadosamente tratando de

esquivarlos. Joshen entró detrás de ella y se puso a su derecha. Reden cerró la puerta y caminó

hasta su izquierda, con el rostro pálido.

El golpeteo constante de las gotas que caían sonaba en todas partes. Senna había

conseguido empapar toda la oficina de Parknel, pero no podía hacer nada al respecto.

—¿Sabes qué era eso, Senna? —preguntó Parknel bajito.

Joshen dio un paso delante de ella y contestó: —Una tormenta.

La mirada de Parknel no se movió del rostro de Senna. —¿Lo sabes?

Senna no necesitaba la protección de Joshen, no ahora. Se acercó y respondió: —Era un

huracán.

Parknel se inclinó hacia adelante, las manos extendidas sobre el escritorio. —Yo era un

niño durante la segunda Guerra de Brujas. Se trataba de dos grupos de Brujas tratando de

destruirse, y nosotros quedamos atrapados en medio de todo. El barco se hundió. La mayoría

de la tripulación se perdió, incluyendo a mi padre. Sólo yo y un puñado de hombres

sobrevivimos. —Se detuvo—. Dime, Senna, ¿Por qué las Principales enviaron un huracán tras

de ti? ¿Por qué te quieren muerta?

¿Muerta? Senna esperaba sentirse devastada, pero sólo sintió una extraña clase de

entumecimiento, como la vez que cantó hasta perder la voz.

Reden respondió. —No creo que contaran con que zarpara con tanta rapidez. Ellas

creyeron que podían atraparla en Corrieth.

La mirada de Parknel hizo estremecer a Reden. —No me tomes por tonto, Líder. La

tormenta estaba destinada a matar a alguien. Casi pierdo mi barco, toda mi tripulación, todo.

Espero que tengas una buena razón para arriesgar a mis hombres así.

La mano de Joshen apretó el hombro de Senna. —Usted no dudó en ayudarnos antes.

Parknel se hundió en su silla detrás del escritorio. —Antes, el mundo estaba en juego y

Senna era nuestra única esperanza. —Sacudió las manos y miró a Reden—. Si quieren mi

ayuda, necesito saber en lo que me estoy metiendo.

Reden miró al Capitán por varios segundos antes de responder. —Hay una traidora en la

isla. Creo que es una de las Principales, de alguna manera manipuló el Anillo para enviar un

huracán en vez de sólo una tormenta. Incluso si estuvieran tan desesperadas por detener a

Senna, no se arriesgarían a dañar Corrieth. Ellas dependen demasiado del comercio con la

ciudad, y necesitan la buena voluntad de la gente. Más aún después del terremoto.

Parknel pareció derrumbarse internamente. Gesticuló hacia las sillas atornilladas al

suelo. —Será mejor que me digas lo que pasa realmente.

Senna se quedó de pie, no quería sentarse en su propio charco. —Las Brujas creen que

son intocables en Haven. Están equivocadas. —Respiró hondo y le contó a Parknel la verdad.

Todo, incluso sobre ir a buscar a Espen.

Parknel se rascó la barba. —¿Por qué crees que Espen te revelaría sus secretos?

—Prometí talarla.

La mirada de Parknel se mantuvo estable. —¿Y lo harás?

—No sé —dijo Senna bajito. Matar a alguien que amenazaba su vida era una cosa,

matar a alguien en nombre de la justicia o la misericordia era otra.

—¿Y estás segura que estas Brujas son un peligro para Haven? ¿Que provocaron el

terremoto y enviaron esos hombres a secuestrarte?

Senna soltó un suspiro de exasperación ¿Cómo podía explicar algo tan extraño a estos

hombres? Nunca habían oído la canción de las Cuatro Hermanas, sentido su canción hasta

que se fundía con la suya, hasta que no estaba segura si era una Bruja, o simplemente una

fuerza de la naturaleza contenida en un cuerpo de carne y sangre.

Se retiró el cabello húmedo del rostro, peinándolo hacia atrás. —¿Has mirado un cielo

despejado y presentido que viene una tormenta? No estabas seguro de cómo lo sabías, pero lo

sentías de algún modo.

Parknel recogió una taza que rodó hacia él con el movimiento del barco. —Estás

diciéndome que tenemos que confiar en ti. Confiar en ti cuando las Principales no lo hacen.

Ella se estremeció. —Sí.

—Muy bien, Senna —dijo con un gruñido—. Yo creí en ti cuando muy pocos lo hacían.

No tiene mucho sentido dejar de hacerlo ahora que estás comenzando a creer en ti misma.

Ella sonrió para sí.

Parknel lanzó la taza rota al piso. —¿Cual es mi rumbo?

—La granja de Kaen.

Parknel se frotó la mandíbula. —¿Cerca de donde fuimos la última vez?

Ella asintió.

El Capitán bajó una carta de navegación y limpió los escombros del escritorio con un

golpe, luego atoró las esquinas con pisapapeles y comenzó a murmurar para sí mismo. —No

tengo idea de dónde estamos. —Abrió su brújula—. Debemos ir hacia el oeste hasta que

salgan las estrellas. —Ocultó un símbolo de aguas agitadas y una nube—. La tormenta no

pudo habernos conducido a las Borrascas Darkwell.

—¿Las qué? —preguntó Senna, alarmada.

El Capitán levantó la vista. —Mmm. Bah, nada de qué preocuparse. No pudimos llegar

tan al sur.

Un golpe sonó en la puerta. —Capitán, hay una grieta en el trinquete.

—Siempre has sido bastante dura con mi barco —se quejó Parknel.

—Pagaré por los daños y perjuicios —dijo Senna. De alguna manera.

—Sí, lo harás. Pienso en ser el barco más rápido de los mares en el futuro previsible. —

Parknel se apresuró a salir y habló por sobre el hombro—. Toma mi camarote de nuevo, y

descansa un poco.

¿Descansar? Todo el mundo estaba al borde del pánico y él quería que descansara. —

¿Cuánto falta para llegar a Tarten? —gritó tras él.

—Si estamos donde creo y mantenemos esta velocidad, tal vez cuatro días. Si el Bruja del

Mar puede soportar la tensión. —La última parte se perdió en el clamor.

El impacto de que su viaje finalmente había empezado, la golpeó finalmente. Ahora

Senna podría empezar a armar un plan. Ella y Reden se inclinaron sobre el mapa en la mesa,

estudiando Tarten. Esta era la segunda vez que tenía que cruzar el mar Darkwell para enfrentar

a Espen.

Joshen se quitó la chaqueta y la colgó en la parte posterior de una silla. —Senna, las

Principales de las Disciplinas no estaban exagerando. Hay un precio por la cabeza de cada

Bruja, especialmente la tuya. Si realmente tenemos que encontrar a estas Brujas extranjeras,

está bien, pero dos aterrizajes en Tarten son un riesgo innecesario.

La ira atenazó a Senna hasta la médula. Se preguntó si su padre y su madre habrían

tenido las mismas discusiones. La seguridad del mundo contra la seguridad personal. Se

preguntó si las cosas hubieran sido diferentes en los días de Lilette, cuando el mundo

reverenciaba a las Brujas.

Reden frunció el ceño hacia Joshen. —Vamos con Espen porque Senna sabe dónde están

las Brujas extranjeras. Vamos con Kaen porque necesita estar en tierra para que la canción sea

más poderosa, y el reino de Espen es demasiado peligroso. Además podemos ver cómo están

sus amigos.

Senna quedó impresionada con el conocimiento que Reden tenía sobre cómo funcionaba

la canción de Bruja.

Joshen apoyó sus manos en la parte posterior de la silla, claramente infeliz. —¿Y

después?

Senna respiró profundo para tratar de calmarse. —Descubrimos lo que podemos hacer y

le informamos a las Principales.

Reden miró a ambos y luego se dirigió hacia la puerta. —Bueno, ahora que todo está

resuelto, voy a ver si puedo conseguir algo de ropa seca. Luego tengo que probar a este

hermano que Mistin trajo a bordo, para ver si nos será de utilidad.

Senna se estremeció cuando el viento serpenteó por la puerta antes de que se cerrara y se

filtró por su ropa húmeda. Apretó los brazos a su alrededor. Incluso sus huesos tenían frío.

Joshen empezó a buscar en su morral. —Estás temblando. Tenemos que quitarte esa

ropa húmeda.

Encontró su vestido de repuesto, se lo tendió y dio media vuelta. Senna se quitó la ropa,

que aterrizó con un plop en el piso. Al ponerse la seca, se maravilló de lo cálida que se sentía

sobre su piel fría. Suspiró y torció su cabello húmedo hacia arriba para envolverlo con un

cordón que lo mantuviera fijo.

La sal irritaba su piel, pero un baño tendría que esperar.

Luego escuchó que Joshen se sacaba la ropa. Volteó a tiempo para admirar cómo se

quitaba la camisa. A pesar de todo lo que había pasado entre ellos, su interior se calentó y

suavizó a la vista de sus anchos hombros, y la forma de sus músculos.

Para distraerse, fue a la ventana y vio la tormenta purpura oscuro retroceder en la

distancia… el viento y las olas arremetían entre sí como en una batalla campal. Sintió la

mirada de Joshen sobre ella.

—Debes descansar. Sé lo mucho que te drena cantar así, y vamos a necesitarte a plena

potencia cuando desembarquemos en Tarten.

¿Por qué todo el mundo quería que descansara? Senna buscó su reflejo en la ventana. Sus

ojos estaban rojos y rodeados por ojeras. Se veía demasiado delgada, su cabello era un

desastre; trató de alisarlo con los dedos. —Estoy bien. Debo cantarle al viento para que

lleguemos más rápido.

—No creo que el barco esté listo para soportar más velocidad. —Se puso la camisa sobre

el amplio pecho—. Bueno, si no vas a descansar, ¿quieres venir abajo conmigo? Tengo que ver

los caballos, y hay algo que quiero mostrarte.

Ella siguió a Joshen fuera del camarote de Parknel y hacia el caos. Los marineros corrían

por todas partes, atando cuerdas, llevando velas y haciendo otras cosas que realmente no

entendía.

Senna y Joshen se abrieron camino hacia las entrañas del barco. No fue difícil encontrar

los caballos… sólo tenían que seguir el olor a granero y el sonido de un furioso martilleo.

Joshen trotó. Dentro de la caseta de en medio, el palomino pateaba furiosamente las

tablas. —Tranquilo, chico. Tranquilo. —Joshen abrió la caseta y se acercó a los hombros del

animal.

Senna aguantó la respiración, su garganta estaba constreñida por la preocupación. El

caballo miró a Joshen, con las orejas bajas en advertencia.

—Joshen —llamó Senna.

El animal desnudó los dientes y se lanzó. Joshen apartó la cara del caballo de un

empujón. Hábilmente, sujetó las cuerdas, las pasó por el ronzal, y las ató a dos anillos en lados

opuestos de la caseta, atrapando el caballo en medio. Mientras hablaba suavemente todo el

tiempo. —Voy a tener que llevarte a la cubierta diario y ejercitarte para que te acostumbres.

—Tengo una poción que puede ayudar —ofreció Senna.

—Tal vez si el ejercicio no es suficiente y la poción es de las que desaparecen en un día o

dos. —Joshen se frotó las manos en los pantalones—. Senna, este es Sunny.

Ella estiró la mano hacia el caballo para que la olfateara, y éste resopló con desdén.

Senna arrugó la nariz con disgusto, mientras se limpiaba moco de caballo, de la palma con un

puñado de paja. —No creo que yo le guste.

Joshen tomó un trapo de la caseta y frotó el pelaje ya resplandeciente del caballo. —Es de

linaje de carreras… Uno de los caballos más rápidos que mi padre ha criado, y además tiene

resistencia.

—Es hermoso. —Cualquier mujer enamorada de Joshen tenía que amar a los caballos

por defecto.

—Sunny puede ganarle a cualquier cosa de cuatro patas —dijo Joshen con orgullo en la

voz.

Senna no lo dudaba. Un incendio parecía arder dentro del caballo, lo que hacía

imposible que se quedara quieto. Joshen estaba estudiándola, como si esperara que ella hiciera

una conexión. Una sensación de premonición brotó dentro de ella. Seguramente él sabía que

éste era demasiado caballo para ella. —Estoy segura que es perfecto para ti.

Los ojos grises de Joshen se enfocaron en los suyos. —No es para mí. Lo compré para ti.

Con un enorme esfuerzo, mantuvo el rostro neutral. —Joshen…

Él suspiró y dio al pelaje de Sunny otra pasada. —Sólo concédeme esto ¿de acuerdo?

Vamos a un peligro del que no estoy seguro poder protegerte… —Se aclaró la garganta—. Por

favor.

Ella estiró la mano y tomó la suya. —Si me tira, moriré de todas formas.

Joshen no se rio de su intento de humor. —Él no es malvado… sólo un poco vivaz.

—Vivaz, está bien. —Senna intentó sonreír, pero salió más como una mueca—. ¿Lo

compraste? ¿Cuánto te costó? ¿Y cuando tuviste tiempo de conseguir un caballo de tu padre?

—Su padre vivía a tres días de viaje de Corrieth y Joshen no ganaba muchas monedas como

Protector.

—Hice que lo trajeran hace semanas. Y no te incumbe cuánto pagué por él. —Joshen

suspiró—. Siempre pretendió ser un regalo, Senna. Pero ahora también es parte de una

disculpa. Siento dejarte en la isla cuando más me necesitabas.

Joshen le había dado el caballo más hermoso y más peligroso del mundo como disculpa.

—Yo te dije que te fueras con Arianis.

Él sacudió la cabeza con remordimiento. —Eso fue, sin duda, uno de esos momentos en

los que debí ignorarte.

Ella le golpeó el brazo. Él sonrió y se inclinó hacia ella. Ella dio un paso atrás y la sonrisa

de él desapareció.

Alguien gritó desde arriba, y un marinero se asomó por las escaleras. —Brusenna, el

Líder Reden te busca.

Joshen hizo gestos para que se fuera. —De todas formas tengo que atender a los caballos.

Ella suspiró. —Terminaremos esto después.

S

19. El Sacrificio de un ProtectorTraducidoporgi_gi

enna salió de la bodega del barco y parpadeó a la luz del sol. Al caminar a grandes

zancadas sobre la cubierta, tropezó con el borde de su vestido y cayó hacia delante. Justo

sobre un par de brazos fuertes. —¡Oh, lo siento!

El hombre desconocido la estabilizó, pero no hizo ningún intento por soltarla. Ella

levantó la vista y se perdió en los ojos casi negros de un hombre alto, de piel dorada y cabello

largo y oscuro recogido con un lazo. Su belleza la sorprendió. Su corazón martilleó, pero no

sólo por su aspecto. Esto era... otra cosa.

—¿Senna? —dijo Reden.

Se apartó de los brazos del desconocido y se limpió las manos repentinamente sudorosas

en el vestido.

Mistin corrió hasta ellos. Se había cambiado el sencillo vestido verde de Aprendiz a una

túnica y pantalones holgados. —¿Senna, ya conociste a mi hermano?

Con el rostro ardiendo bajo el escrutinio de Reden, Senna negó con la cabeza.

—Cord, esta es Brusenna; pero ahora es Senna, porque quiere ser nueva y mejor.

Los ojos de él seguían fijos en ella. Vio la semejanza. Tenía los ojos almendrados de

Mistin, aunque su rostro tenía rasgos más agudos. Era más bajo que Joshen, pero más alto que

Reden, de constitución fibrosa. Sus ojos oscuros parecían sopesar todo a su alrededor. Y

estaban sopesando a Senna.

Ella se aclaró la garganta. —¿Te conozco? ¿Me pareces familiar?

Él sonrió y su rostro pasó de pensativo a atractivo en un instante, pero se trataba de un

tipo de atractivo peligroso. Senna podía decir que él utilizaba su belleza como herramienta…

una herramienta en la que era experto. —Creo que recordaría haberte conocido.

Mistin lo fulminó con la mirada, y él volvió su deslumbrante sonrisa a ella. Su hermana

rodó los ojos. —Ignóralo. Es un poco coqueto.

Reden se aclaró la garganta. —Si ustedes dos nos excusan, a Senna y a mí.

Mistin agarró el brazo de Cord y lo arrastró hacia la proa.

Reden los observó alejarse. —Él no sólo quiere ayudarnos, quiere ser tu Protector.

Senna levantó una ceja. —¿Otro más?

Reden se encogió de hombros. —Nos vendría bien la ayuda.

Ella estudió a Cord. —¿Es bueno?

—Es competente. —Reden dijo algo en tarteno.

Senna lo miró de reojo. —¿Qué significa eso?

Él dudó. —Un soldado malo es peor que no tener ninguno.

Senna analizó eso antes de decir las palabras que había estado guardando desde que

salieron de la isla. —¿Por qué viniste con nosotros? —preguntó en voz baja—. Por mi culpa,

perdiste tu lugar como comandante de los ejércitos de Tarten. Y ahora también perdiste el

liderazgo de los Protectores.

Él habló con cuidado. —Enseñamos a nuestros Protectores a proteger a sus Brujas… a

veces de su propia locura. Eso incluye a las Principales. Tres veces fueron atacadas por

desconocidos en la isla. Estoy seguro que alguien con mucho poder está ayudándolos. Eso

significa que hay una traidora. Y si hay una traidora, hay una traición en marcha.

La estudió, con mirada firme. —Todo se resume a ti, Senna. Tú eres la clave de esto, así

que ahora voy a seguirte. —Le apoyó la mano en el hombro—. Seré el Líder de los Protectores

de nuevo, porque vamos a salvar a las Brujas de su propia estupidez.

Ella trató de no hacer una mueca. —¿Estamos haciendo lo correcto? —Después de todo,

había traicionado a los que confiaron en ella. Había arriesgado la felicidad de su madre y el

amor de Joshen.

—No se puede sacrificar una ley superior por una menor.

Ella lo miró fijamente.

Reden asintió para sí. —Cuando estés en ese momento de decisión, cuando el bien y el

mal estén tan mezclados que no puedes saber cuál es cuál, recuerda siempre acatar la ley

superior.

Es lo que él había hecho cuando había sacrificado su país de origen por el mundo. —

Pero, ¿cómo sabes qué ley es superior?

—Por lo general, es la decisión más difícil al principio, pero la mejor a largo plazo.

Digirió esa idea en silencio.

Él apoyó una mano en su espalda. —Ahora, ¿qué te parece si ayudamos a estos

marineros a reparar las velas?

Senna lo miró, sorprendida. —¿Sabes coser?

Él se rió entre dientes. —Si yo no remendara mi ropa, ¿quién lo haría?

—Pero tú eras el Comandante.

Los ojos cálidos de Reden la estudiaron. —No lo fui siempre, Senna. Alguna vez, fui

muy parecido a ti.

* * *

Era media noche cuando la puerta de su camarote se abrió. El aliento de Senna quedó

atascado en su garganta, pero no podía ver nada a través de la oscuridad que se aferraba a ella

como brea. Por encima de los sonidos rítmicos del barco, no escuchaba nada.

Consideró levantarse y despertar a Mistin, pero eso podría alertar al intruso de que

estaba consciente de su presencia.

Cogió la daga guardada en el cinturón de semillas junto a la cama. —Senna, sólo soy yo.

Reconoció el susurro de Joshen y suspiró de alivio. Él cruzó la habitación y se agachó

junto a su cama.

—¿Qué estás haciendo? —Miró a Mistin, que no se había movido.

—Necesitamos que cantes.

Tomó una de las mantas extras, la envolvió alrededor de sus hombros y lo condujo fuera

de su camarote.

Ella se dirigió hacia la proa, pero él la jaló hacia atrás. —¿Está todo bien entre nosotros?

—preguntó.

Bajó la cabeza. —No sé. —Lo que realmente significaba que no.

Él se removió incómodo. —Bueno, entonces, ¿cómo puedo arreglarlo?

—Joshen... —Suspiró. ¿Cómo podría explicar esto para que él lo entendiera? —Nunca

he creído en mí misma. Tal vez porque me insultaban cuando niña, y llegué a creer en esas

burlas. Con el tiempo, ya no necesitaba a los matones de la ciudad… hacía un buen trabajo

menospreciándome a mí misma.

A la luz de la luna, los ojos tristes de Joshen casi la deshicieron, pero ella continuó. —

Después de eso, nunca tuve que creer en mí misma. Te tenía a ti para hacerlo por mí —

continuó, su voz apenas un susurro—. No todo es tu culpa, Joshen. Esto ni siquiera es sobre

ti. Quiero ser fuerte, quiero creer en mí misma. Dame un poco de tiempo para saber quién soy.

Su boca se presionó en una línea delgada, y ella vaciló. Odiaba la confrontación. Su

instinto era fingir que las cosas estaban bien, pero eso no ayudaría en nada. —No estoy segura

de poder confiar en ti. Me habrías detenido de abandonar Haven.

Joshen se pasó la mano por el cabello. —Estaba tratando de evitar que salieras

lastimada. Y no es como si tú fueras perfecta. —Se quedaron en silencio por un tiempo—.

¿Así que simplemente debo aceptar que podría perderte? —Su voz se espesó por la ira.

Ella se frotó la cara. —Soy nacida Bruja. Es lo que soy.

Él dio un paso hacia ella. —Lo que eres es mi amor.

Sus hombros cayeron. —Oh, Joshen. Te enamoraste de una Bruja, y hay un precio a eso.

—Su padre había pagado con su vida—. Es incluso peor para ti, porque me estoy convirtiendo

en algo más que una Bruja. No sé cómo, ni por qué, pero no estoy segura que ninguno de

nosotros atraviese esto sin pagar un precio.

Joshen dio la vuelta, sus músculos se tensaron bajo la camisa. —Lo sé. Lo he sabido por

semanas. Pero no puedo pagar ese precio, Senna. No puedo.

Ella luchó por mantener sus emociones bajo la superficie. —Vas a pagarlo tanto si

aceptas como si no.

Un escalofrío recorrió su cuerpo. Sin mirarla, se dirigió hacia la escotilla. —Mi turno de

guardia terminó. Te veré en la mañana.

Senna lo vio alejarse. Quería llamarlo, rogarle que borrara su miedo con el consuelo de

sus brazos, pero él no estaba listo. Y tal vez ella tampoco. En alguna parte, se había perdido a

ella misma... o tal vez nunca se encontró a sí misma, para empezar. En cualquier caso, tenía

que aprender a amarse a sí misma en su totalidad antes de que pudiera amar a alguien más. —

Buenas noches.

Fue al frente del barco y le cantó al viento hasta que sopló detrás de ella, azotándole

contra el rostro su cabello suelto. Con una explosión repentina, el viento cogió su manta y se la

arrancó. Se lanzó por ella, pero ya estaba fuera de su alcance. Jadeante, maldijo y se volvió

hacia el viento. Como si se disculpara, le quitó el cabello del rostro.

El aire marino enfrió su piel caliente; pero también presionó su camisón delgado contra

su cuerpo. No debería estar sola en la cubierta. El Capitán Parknel siempre mantenía un vigía

en el nido del cuervo3 además del hombre al timón. Sintió unos ojos sobre ella. Al enderezarse,

vio a Cord observándola, su mosquete apoyado en la barandilla junto a él.

Debía haber relevado a Joshen en la guardia. Cord levantó su mosquete y se acercó a

ella. Abrazándose, ella bajó la cabeza y comenzó a andar hacia su camarote.

—Espera.

Ella apretó el paso.

—Espera. —La tomó del brazo.

Senna mantuvo el rostro apartado.

Suavemente, le volvió el rostro hacia él. Luego se quedó en silencio por un rato. —¿Qué

se siente?

Removiéndose incómoda, Senna se quedó mirando la cubierta y deseó que la dejara ir.

No podía explicar la extraña sensación que tenía cada vez que se acercaba. —¿Qué se siente

qué?

—Cantar... así, a las Cuatro Hermanas.

La pregunta la tomó por sorpresa. Nunca nadie le había preguntado eso. Ella cerró los

ojos. El viento era como un potro medio salvaje: lleno de energía salvaje. La tierra le recordaba

a un viejo con huesos artríticos: lento y soñoliento. El agua era como una mujer

temperamental: llena de secretos estados de ánimo y lugares ocultos. La luz del sol era un

infante juguetona: sujeta a berrinches y ataques de risa. Y las plantas... Se encogió de

hombros, no estaba segura de que pudiera compartir algo tan íntimo con un extraño.

—Bueno, las plantas, por ejemplo —respondió finalmente— Son confiables. Al igual que

tu mosquete favorito, supongo.

Cord se cruzó de brazos, satisfecho de sí mismo. Y Senna se dio cuenta de que estaba

tratando de distraerla de su frustración. Funcionó… ya no estaba molesta. La comprensión la

sorprendió. No creyó que Cord fuera del tipo que se preocupaba por los sentimientos de los

demás.

Él se frotó las manos, incómodo. —Yo... ¿él te hizo daño?

Se alegró de que la oscuridad ocultara su rubor.

—¿Joshen? Por supuesto que no.

Cord levantó una ceja. —¿En serio? ¿Entonces, por qué estabas molesta después que se

fue?

Ella se negó a mirarlo. —Él me hizo daño hace poco. Supongo que se podría decir que

todavía estamos tratando de superarlo.

Cord lanzó una mirada a la escalera que conducía bajo cubierta. —Tu Protector debe

tener más cuidado con las apariencias. Alguien podría pensar que había algo más entre

ustedes.

Ella se encogió de hombros. —Lo hay.

Cord la miró más de cerca. —Lo... ¿qué? ¿Eso está permitido?

—¿Realmente importa ahora lo que está permitido? —Senna comenzó a caminar hacia el

camarote. La mano de él salió disparada, y la sujetó firmemente del brazo.

Sorprendida, se volvió hacia él. Él la jaló más cerca, tan cerca que su camisón ondulante

tocaba su ropa. —La próxima vez que vengas a cantar, hazlo un poco mejor vestida. —Sus

ojos bajaron para mirarla en nada más que su camisón. El viento escogió ese momento para

presionarlo contra su cuerpo. Requirió todo su esfuerzo no cruzar los brazos sobre su pecho.

Cuando él volvió a mirarla a los ojos, algo pasó en su rostro, algo que no debería haber

estado allí. El cuerpo de Senna se inundó de un calor incómodo. —Si quieres ser mi Protector,

mejor aprende a contener la lengua. Y la mirada.

La expresión de Cord se endureció, y dejó caer su mano. —Buenas noches, Senna. —

Caminó a la cubierta superior sin mirar atrás.

Confundida y enojada, lo vio alejarse. Se sentía arrogante asumir que la deseaba. No era

hermosa… a pesar de lo que Joshen pudiera decir. Era pequeña, con ojos dorados

deslumbrantes y cabello a juego. Era extraña, más que hermosa.

Él estaba en la barandilla ahora. Y ella seguía de pie, en nada más que su camisón,

mirándolo fijamente. Dándose cuenta con un sobresalto, volvió al camarote.

Se tumbó en la cama al lado de Mistin, deseando nada más que dormir. Pero había una

última cosa que tenía que hacer.

Escuchó la música de las Cuatro Hermanas. No trató de luchar contra ella mientras su

alma se escapaba de su cuerpo. Viajando en los patrones, llegó frente a Espen. Las ramas de la

mujer se hundieron. Había perdido la mayoría de sus hojas. —Ya voy —dijo Senna.

Espen estaba más despierta ahora. Una rama marchita se extendió hacia adelante y se

clavó en la tierra. —Los tartenos matan Brujas en cuanto las ven. —Borró las palabras y

escribió de nuevo—. Otro enemigo.

A continuación, escribió: —Más peligroso que los tartenos.

—¿Quién? —preguntó Senna.

—Canciones —escribió Espen—. Canciones de una tierra oculta.

Senna curvó los brazos alrededor de su cuerpo. —Tendré cuidado.

S

20. La Promesa de SennaTraducidoporKiiariitha

enna despertó con un sobresalto por algo que sonaba extraordinariamente como una rana

moribunda. Mistin estaba tratando de cantar al viento. Donde la voz de Senna era lo

suficientemente fuerte para hacer avanzar el barco por horas, la de Mistin era tan débil que

tenía que mantener un aluvión casi constante.

Senna enterró la cabeza bajo la almohada. El vigilante en turno la había despertado dos

veces para que pudiera cantar para mantener la velocidad, y le había tomado horas volver a

dormirse cada vez. Aún estaba exhausta.

Pero no había nada que bloqueara la voz de Mistin. Con un gemido de frustración,

Senna se forzó a salir de la cama y encontró a alguien para que le llevara suficiente agua para

un baño. La bañera era pequeña y el agua fría, pero al menos ya no tenía picazón por el agua

salada.

Dejó su camarote y encontró la cubierta extrañamente vacía. Parknel estaba en el timón

con una expresión que le había visto poner cuando navegaban hacia la batalla… como si

estuviera decidido a atravesar la tempestad, la guerra, o el canto de Mistin. Senna río entre

dientes.

Reden y Cord la miraron con expresiones suplicantes. Cord se había metido lana en los

oídos.

—Por amor a las Creadoras, ¿Puedes hacer que pare? —dijo él.

Senna cruzó la cubierta y se paró al lado de Mistin, uniéndose y cantando con ella. Con

dos canciones, el viento se volvió lo suficientemente constante para mantenerlos en

movimiento a un ritmo rápido durante algunas horas.

Mistin se volvió hacia Senna con una sonrisa tan amplia que sus mejillas casi devoraron

sus ojos. —¡Estoy comenzando a amar el mar!

Senna la estudió. Existía una pregunta que llevaba quemando en su mente por un

tiempo. —¿Por qué me defendiste contra las Principales? ¿Por qué arriesgaste tu lugar en

Haven?

—¡Já! Ellas me iban a echar cualquier día, y lo sabes. La única razón por la que estaba

allí siquiera era porque era su sirviente; y lo odiaba. —Mistin entrecerró los ojos contra el sol

—. La única cosa que ellas ven en una Bruja es la fuerza de su canción. Nunca miran el resto.

—Volvió su hermosa sonrisa hacia Senna—. Además, tú eres mi amiga y me necesitabas.

A pesar de su mal humor, Senna se encontró devolviéndole la sonrisa. Una amiga,

siempre había querido una. —Bueno, me alegra que estés aquí.

Mistin suspiró con placer. —Tomaré esta ronda de canto, ya que sé que tu voz

probablemente todavía está cansada después de la tormenta. Tú puedes cubrir el mediodía y la

noche.

Senna quería protestar. Mistin tendría que cantar sin parar para mantener el viento

actual. Senna sólo necesitaba cantar un par de veces al día para lograr el mismo resultado.

Pero Mistin sólo vería su ayuda como un insulto.

Y su voz necesitaba reposar. —Está bien. —Todos tendrían que aguantarse. Senna saltó

cuando se efectuó un disparo. Se giró para ver a Cord bajar su mosquete y asentir a algo que

Reden dijo. Volvió a cargar, apuntó el cañón, y disparó de nuevo. A su pesar, Senna saltó de

nuevo. Realmente odiaba las armas.

Reden hizo un gesto para que las dos mujeres se unieran a ellos. —Necesitas aprender

esto. —Le tendió una pistola a Senna.

Rebuscó dentro de su cinturón de semillas y sacó la pistola que Joshen le había dado. —

He practicado con Joshen un par de veces, pero nunca tuve la oportunidad de usarla. Creo que

no es de mucha ayuda en una emboscada.

El rostro de Reden era duro. —No, a menos que esté lista. Cargar sólo requiere un

minuto.

Se encogió de hombros. —Puedo cantar más rápido que eso.

Le entregó a Senna y Mistin algunas bolas de lana para ponerse en las orejas. —

Preparado, es más rápido que la canción de Bruja. Diferentes armas encajan para diferentes

situaciones, Senna. Deberías ser hábil en todas ellas. Practicarás cada día, dos veces al día.

También voy a enseñarles a ti y a Mistin algunos ganchos de pelea.

Mistin no aceptó la lana. —Quizá luego, vi que a Senna le llevaban agua para un baño.

También quiero uno.

La mirada de Reden nunca se apartó de la pequeña figura de Mistin mientras caminaba

hacia su camarote.

Senna sonrío mientras comenzaba a cargar la pistola. —¿Tienes una chica allá en

Tarten?

Reden se sobresaltó ligeramente. —¿Una chica? No. Estar casada con un soldado es algo

difícil de pedirle a cualquiera, tendría que separarse de él, sin saber si va a regresar. Es peor

cuando eres un Comandante.

Había pasado un tiempo desde que Senna había practicado con Joshen. Después de

finalmente cargar la pistola, sacudió su cabello fuera de sus ojos y miró por encima del cañón.

—¿Por qué?

Reden entrecerró los ojos contra el sol. —Porque Grendi tiene muy poca tolerancia con

un Comandante que le desagrada. Y es muy fácil desagradarle. Duré más que la mayoría. Aun

así, mi tiempo era limitado. Si no me hubiera ido contigo, dudo que hubiera durado mucho

más.

Disparó. —¿Le di?

Él arqueó una ceja. —¿A qué le apuntabas?

—Al agua. —Sonrío.

Él río. —Estoy bastante seguro que la mataste.

Echó más pólvora en el cañón y perdió torpemente la bala. Cayó sobre su pie y rodó a

través de la cubierta. Utilizando una de las malas palabras favoritas de Joshen, cojeó tras ella.

Cuando finalmente atrapó la bala, levantó la mirada para encontrar a Reden

observándola, con un lado de la boca torcida hacia arriba.

—Adelante, ríete —dijo ella con el ceño fruncido.

Se cubrió la boca con la mano. —No estoy riéndome.

Consideró lanzarle la bala del mosquete a la cabeza. En cambio, terminó de cargar la

pistola y disparó. A pesar de la lana, sus orejas zumbaron.

—Nada mal. Quiero que practiques a media mañana y mediodía para aumentar tu

velocidad, hasta que los movimientos se vuelvan costumbre. —La estudió—. ¿Por qué Joshen

te llevó bajo cubierta?

Senna se frotó la cara. —Me compró un caballo. Un caballo maravilloso, rápido y

peligroso.

Las cejas de Reden se alzaron. —¿El palomino?

Ella asintió.

Reden respiró profundo y dejo salir el aire lentamente. —Bien, el hombre conoce sus

caballos.

Si cualquier mujer enamorada de Joshen tenía que amar los caballos por defecto, tal vez

eso también se extendía a sus amigos.

—¿Reden? —dijo suavemente—. Joshen no quiere que esté aquí.

Reden la estudió de soslayo. —¿Cómo es eso?

Disparó de nuevo. —No quiere que vaya a Tarten. No estoy segura que él pueda lidiar

con todo esto.

—Dale algo de tiempo. Él aún está tratando de encontrar su posición, descifrar cómo

equilibrar el protegerte con dejarte ir a situaciones peligrosas.

Alguien se aclaró la garganta detrás de ellos. —Cuando estás moviéndote hacia adelante,

tienes que apuntar un poco detrás del objetivo para compensar la velocidad del barco. —Senna

reconoció la voz de Joshen. Se giró para encontrarlo observándola, con los brazos cruzados

sobre el pecho y una expresión tensa.

Senna se frotó la frente con frustración.

Reden asintió hacia la pistola. —Sigue practicando. Regresaré en seguida.

Tomó el brazo de Joshen y lo condujo lejos.

Senna miró alrededor en busca de otra bala para cargar la pistola. Reden debía habérselas

llevado con él. Se acercó tentativamente a la escotilla.

Podía ver el borde de la espalda de Reden y escuchar su voz tensa. —Bien, no me digas

qué sucedió. Pero te diré esto como tu amigo, la estás perdiendo.

—¡Estoy tratando de protegerla!

—Eres su Protector. La proteges del peligro. Puedes cuestionar sus planes, sus decisiones,

pero no amenazarla. No la obligues. La sigues donde ella vaya y arreglas lo que puedas.

—¿Incluso si la mata? —La voz de Joshen había aumentado amenazadoramente.

Reden no se acobardó. —Ser una Bruja significa ponerse a sí misma en peligro por el

bien del mundo, si es necesario. Es por eso que tienen Protectores.

Joshen no habló por un momento. —La amo, Reden. No puedo estar a su lado y verla a

punto de morir. No de nuevo.

—Así que es egoísmo ¿verdad?

—¿Qué? No, yo…

—¿No puedes soportar verla salir herida, así que traicionas su confianza? Porque eso a

mí me suena como egoísmo.

Joshen se quedó en silencio. —No puedo arriesgarla.

—Ya está arriesgándose. Acéptalo y deja de ser un tonto, antes de que sea demasiado

tarde.

Reden giró para subir las escaleras y atrapó a Senna mirando. Le dirigió una mirada de

reprimenda.

Regresó al costado del barco antes de que Joshen pudiera verla. —Te llevaste todas las

balas —dijo tímidamente.

Mirando la bolsa en su cadera, Reden gruñó. —Eso hice.

—Gracias por hablar con él.

Reden asintió. —Ustedes dos se necesitan mutuamente. —Hizo un ademán para que

Joshen se uniera a ellos. —Conoces bastante bien la pistola. Veamos cómo lo haces en

combate.

Durante las próximas horas, Joshen le enseñó cómo escapar de un agarre.

Específicamente, cómo bloquear una mordaza al llevarse una muñeca a los labios. El objetivo

era proteger su canción, la cual sería su arma principal.

La herida entre ellos era como un veneno lento. Limpiarla llevaría tiempo, y tiempo era

algo que ninguno de ellos tenía. Así que deliberadamente ignoraron su dolor.

Joshen ejecutó las mismas cuatro secuencias una y otra vez.

—¿Podemos aprender algo nuevo? —preguntó Senna finalmente.

Él la rodeó. —No hay tiempo. Mejor que aprendas bien algunas cosas.

A la hora del almuerzo, Senna estuvo aliviada de tener una excusa para parar. Fue por

comida para los cuatro, e hizo una taza de té calmante para la garganta de Mistin.

Joshen la ayudó a llevarlo a donde Mistin estaba cantando mucho más ronca de lo

normal. Reden estaba parado a su lado y no parecía importarle en absoluto el sonido. Ella

terminó el verso y él dijo algo. Mistin se echó a reír, un sonido que era hermoso incluso si su

voz no lo era. Él se percató de ellos y tocó el codo de Mistin, que se tomó el té con evidente

gratitud.

Senna repartió pan de viaje, manzanas, y cerdo salado. —Terminemos por hoy, Mistin.

El barco puede necesitarte si quedo atrapada en Tarten.

Mistin dio un mordisco a su manzana. —Eso será difícil, ya que iré contigo.

Cord apareció, su propio almuerzo en mano, y se sentó al lado de Senna. Ella tuvo que

reprimir el impulso de retorcerse.

—¿Estás segura de que puedes mantener el ritmo? —preguntó Joshen mientras ocupaba

el otro lado.

—Estaré en un caballo, idiota. —Mistin lo fulminó con la mirada.

Cord rio entre dientes.

Mistin trasladó su mirada fulminante hacia Cord. Ambos hombres se callaron y miraron

hacia la cubierta.

Reden sonrió. —En una pelea entre ustedes tres, apuesto por ella.

Senna entregó a Mistin la pistola con la cual había estado practicando, y eso lo decidió.

Después de que hubieron comido, Reden hizo un ademán para que Senna y Joshen se

unieran a él en el camarote del Capitán. Una vez que estuvieron tras de puertas cerradas,

Reden dijo: —Senna, llegaremos a Tarten pronto. Necesito saber que me obedecerás si te digo

que corras. Si digo que regreses al barco, lo harás.

—Por supuesto que lo haré.

—Incluso si significa dejar a alguien atrás.

Ella abrió la boca para protestar, pero él habló antes de que pudiera. —Algunas veces los

hombres quedan atrapados, y no hay ningún modo de rescatarlos, no sin perder más hombres

de los que salvas. Es parte del riesgo que todos hemos asumido.

La responsabilidad se disparó en su interior. Joshen y Reden estaban arriesgando sus

vidas para protegerla. Todo lo que querían a cambio era que ella les obedeciera. Ambos la

miraban, y sabía que no irían a menos que ella lo dijera. —Si tanto tú como Joshen me dicen

que me vaya, lo haré.

Reden asintió. Joshen no reaccionó en absoluto.

—¡Tierra a la vista! —llegó un grito desde afuera.

Senna se apresuró a ir a la proa. El Capitán Parknel se colocó al lado de ellos.

—¿Cuánto tiempo más? —preguntó Joshen.

Parknel juzgó la distancia a través de su catalejo. —Vamos a tener que viajar junto a la

costa por un rato. En algún momento de la mañana.

Senna vio la mancha marrón en la distancia. —Así que comienza.

T

21. MalditaTraducidoporPauEchelon

odo estaba muerto. Lo que una vez fue una verdadera selva, ahora era poco más que una

quebradiza podredumbre marrón que no agitaba ningún indicio de brisa. Desde que habían

mandado permanecer en estado latente a las Cuatro Hermanas, no había soplado ni una

ligera corriente desde que las Brujas abandonaron estas costas hace meses. El aire rancio hacía

que el hedor de cadáveres en putrefacción que estaban diseminados por el paisaje, fuera

mucho más fuerte.

Incapaz de creer que ella había causado esta desolación, Senna dio un paso adelante, y la

vegetación crujió como huesos frágiles bajo sus pies. Buscó desesperadamente algún signo de

vida entre las montañas que cubrían el paisaje como urnas volcadas. Cord y Mistin ya estaban

por ahí, explorando en busca de signos de peligro. Se alegró por la ausencia de Cord, por lo

menos. Cada mirada suya se sentía como una caricia no deseada.

Joshen le apoyó su gran mano en el hombro. Sus ojos nunca pararon de observar el

paisaje incoloro.

—¿Senna?

Él no podía entender esta devastación de la misma forma que ella. Desde que sus

sentidos se habían ampliado para incluir a las Cuatro Hermanas: Tierra, Agua, Plantas y Luz

Solar, sentía su ausencia como un vientre repentinamente vacío de vida. —¿Realmente hice

esto, Joshen?

Él finalmente le dirigió una mirada. —No fuiste la única. Y ninguna tenía otra opción.

Senna sabía que eso no era cierto. Siempre había otra opción. Podía haber dejado que la

Canciller Grendi la matara a ella y a las Brujas restantes, y el mundo habría seguido adelante.

Por un poco más, por lo menos.

Desde lo alto de su propio caballo, Reden le tendió las riendas.

Ella miró como el palomino la esquivaba con nerviosismo. —¿Estás seguro sobre él?

Joshen se inclinó y habló lo suficientemente bajo para que sólo ella escuchara. —Senna,

voy a darte todas las ventajas que pueda.

Ese caballo no se sentía como una gran ventaja. —Así que Sunny es tu plan de respaldo si

los tres Protectores y Mistin fallan.

Joshen no contestó. Senna suspiró. Echaba de menos los ojos amables de su antiguo

caballo, Knight. —Bien, pero si me tira, tomaré el caballo de Cord. —El animal que había

traído para el viaje tenía una cara fea y pelada, pero una naturaleza dócil. Levantándose la

falda, Senna se subió a la silla.

A su lado, Reden habló por primera vez desde que vio su tierra natal arruinada. —

Deberíamos mantenernos en movimiento. Probablemente hay espías observándonos.

Senna le devolvió la mirada. —¿Cómo lo sabes?

Él miró fijamente el paisaje. —Es lo que yo habría hecho.

Reden era un soldado hasta la médula—uno de los mejores—, así que no demostraba las

emociones como lo haría un hombre normal. Pero aún seguían allí, si le conocías lo suficiente.

Ella había pasado suficiente tiempo con él durante los últimos meses para ver la culpabilidad

en los inflexibles músculos de su rostro, y en la manera rígida con la que se sentaba en la silla

de montar. Después de todo, él la había ayudado a destruir su tierra.

—No es demasiado tarde, Senna. Todavía podemos dar marcha atrás —dijo Joshen.

—He pasado mucho tiempo en Haven haciendo lo más sensato —respondió ella—.

Ahora voy a hacer lo correcto.

Reden no dijo nada más. No era del tipo que discutía. Una vez tomada la decisión, él

simplemente la seguía hasta el final… cualquiera que fuera.

Tomaron la formación acordada, Cord y Mistin explorando por delante, Reden delante

de Senna, Joshen detrás. Mientras ponían sus caballos a todo galope, Senna volvió la vista

hacia el Bruja del Mar anclado al lado de la orilla. Desearía estar de vuelta en él, así no tendría

que enfrentar la devastación que había dispuesto sobre Tarten.

Moviéndose a un ritmo rápido, volvieron a trazar el camino que ella y Joshen habían

tomado meses atrás. Senna no pudo dejar de notar las diferencias. Antes, el camino estaba

obstruido con plantas que competían por la luz del sol. Ahora estaba desnudo. La pequeña

cabaña que habían pasado antes, la que tenía el fogón enfrente, estaba vacía, el hueco del

fuego estaba lleno de ceniza gris que el viento ni siquiera se había molestado en arrastrar.

Y aquí, donde habían girado para evitar a los soldados, el camino estaba lleno de plantas

pudriéndose, ninguna de las cuales había sido aplastada por pisadas. Sunny saltó un árbol

caído, y su movimiento agitó las hojas marchitas que seguían aferrándose de las ramas. El

cobertizo en el que se habían escondido hace tanto tiempo era claramente visible ahora que el

follaje no estaba allí para bloquearlo de la vista. También estaba abandonado.

Sus monturas respiraban fuerte y chorreaban sudor. El pequeño grupo se paró para dejar

a los caballos descansar un rato, antes de montar de nuevo.

Senna se preguntó a dónde había huido toda la gente.

Cord se reunió con ellos no lejos de la casa de Kaen.

—Mistin y yo hemos explorado los alrededores. Está vacío.

Senna hizo que Sunny trotara el resto del camino a la casa. Recuerdos fantasma se

levantaban a su alrededor. Bajó de un salto de la silla. Joshen y Reden avanzaron delante de

ella, con los mosquetes preparados.

Les siguió hasta la choza de dos habitaciones. Al principio, estaba cegada por la

oscuridad. Con los ojos muy abiertos, se dio la vuelta lentamente. Sus movimientos habían

removido el polvo. La casa tenía el olor rancio de un edificio abandonado hace mucho

tiempo. Sus ojos se humedecieron y estornudó.

Intentando respirar a través de la culpa que le aplastaba el pecho, corrió hacia el cuarto

de al lado. Se sobresaltó cuando una rata corrió junto a su pie. Se obligó a empujar la puerta.

Las esterillas para dormir habían desaparecido, así como la comida que había estado en las

cestas tejidas.

Se habían ido de verdad. Senna se mordió el labio inferior y se obligó a no

desmoronarse.

Joshen volvió a salir.

—Voy a ver el túnel. Si Kaen nos dejó alguna nota, ahí es donde estará.

Senna cerró los ojos y apoyó la parte posterior de la cabeza en el muro derrumbado.

¿Dónde estaban Kaen y su familia? ¿Y su hermana, Ciara?

—Podrían seguir vivos —dijo Reden como si leyera su mente.

Senna se irguió para encontrarle mirándola. —Tú lo sabías —dijo en voz baja—.

Cuando te uniste a nosotros sabías que nuestra maldición le haría esto a tu tierra.

Reden vaciló antes de dar un seco asentimiento. —Lo sabía.

—¿Entonces, por qué? ¿Por qué nos ayudaste?

Él estudió el paisaje más allá de la puerta, no había duda que comparaba la desolación

con la vida rebosante que existía hacía pocos meses. —Por la ley superior, Senna. Si las Brujas

hubieran muerto, no habría nadie para controlar la naturaleza. Y al final todo moriría.

Intercambió su tierra por el mundo. Él tenía más valentía que ella.

—No teníamos que maldecir la tierra, prohibir las tormentas, evitar que las semillas

germinaran —dijo ella.

—Tenías que debilitar a Tarten y más importante, a Grendi, o ella las habría destruido

—dijo él con poco sentimiento.

Era un intenso contraste con Senna, que sentía como si se estuviera ahogando en

sentimientos. Dio un paso más allá de Reden, de vuelta a la luz del sol estancada. —Pues bien,

creo que ya está lo suficientemente débil. Es hora de que haga algo al respecto.

Desde su posición de vigía, Cord se retorció en la silla para lanzarle una mirada de

incredulidad.

—Creí que se necesitaba un coro entero para algo así.

—Lo necesita —dijo Mistin en voz baja.

Senna hizo una mueca de dolor. Todavía no entendía qué le estaba pasando… por qué se

había hecho más fuerte desde que consumió la canción de Espen. Mucho más fuerte. Por qué

la noche que habían escapado de la isla su sola canción había sido tan fuerte como la de un

centenar de Brujas. O por qué ese poder la había abandonado desde entonces. —Haré lo que

pueda.

Mistin asintió. —Te ayudaré.

Cord se pasó las riendas del caballo de una mano a otra y no contestó.

Reden la analizó. —Si te elevas en el aire, todo el mundo en 25 kilómetros a la redonda

te verá.

—Lo sé. —Senna giró a su alrededor, buscando algo parecido a un círculo de árboles.

No había nada. Y aunque pudiera, no sabía cómo traer uno a la vida con su canto. Su canción

no sería tan eficaz sin uno, pero tendría que servir así.

Escuchó la música, o más bien la falta de ella. Pero las Cuatro Hermanas estaban

sufriendo, lo que quería decir que estaban aquí, acobardadas por la muerte y destrucción a la

que habían sido obligadas. Senna tarareó, intentando persuadirlas para salir. Y al igual que

animales heridos, vinieron.

Echando la cabeza hacia atrás, cantó con voz de mando, con Mistin de acompañante.

Viento, elévame alto en vuelo,

Que mi canción alcance a llegar al cielo.

Repitieron la canción hasta que el viento tiró de Senna hacia arriba ligeramente. Lo

necesitaba para canalizar sus palabras hacia todas partes. Su falda se arremolinó en sus

piernas, y se hizo más ligera. El viento retorció su cabello hacia el cielo, hasta que Senna

pensó que debía parecerse a una llama dorada.

Rebuscó en lo profundo, buscando el poder que había estado ahí antes. Allí. Una

pequeña pulsación. Para su sorpresa, sus pies dejaron el suelo. Cuando estuvo lo

suficientemente alto para ver del otro lado de las cimas de las montañas redondas, cambió las

canciones.

Revoco de esta tierra el decreto de las Brujas

Que dejaran de ser todas las tormentas y plantas.

Vengan a mí, humedezcan suavemente la tierra, tormentas.

Para reavivar el renacimiento, que se hinchen con agua las semillas.

Cantó la canción una y otra vez, con la esperanza de que las Brujas en Haven no se

dieran cuenta de que el decreto había sido parcialmente levantado. Si lo hacían, incluso desde

el otro lado del océano, sus canciones podrían contradecir a la suya.

Cuando el viento la bajó y la dejó, cerró los ojos y examinó a las Cuatro Hermanas—

Tierra, Agua, Plantas y Luz del Sol—, con la mente. Para su consuelo, la tierra ya no se sentía

vacía. Sintió una brisa sobre su piel y la presencia del agua y las plantas otra vez. No tan fuerte

como debería, más como una lenta resurrección que un renacimiento completo. Pero donde

había estado sólo un vacío, ahora había algo.

El decreto había sido eliminado parcialmente.

—No está bien que tanto dependa de algo tan voluble como la humanidad —comentó

Senna.

—Has sido capaz de aprovechar ese poder de nuevo —dijo Reden.

Todos la miraban con admiración… la miraban como si ella fuera algo supremo.

Suspiró. —Aunque no tan fuerte como en la isla. Si lo hubiera sido, podría haber restaurado la

tierra en vez de sólo levantar la maldición.

—Fue cien veces más poderoso de lo que debería haber sido —dijo Mistin.

—Senna —Joshen la llamó mientras avanzaba hacia ella.

Contenta por el cambio de tema, le miró. —¿Había allí alguna nota?

Asintiendo, se paró para recuperar el aliento. —Se han ido. Sólo podemos tener la

esperanza de que sigan vivos.

Senna dejó que la dirigiera hacia su caballo color mantequilla. —¿Qué decía?

Joshen le entregó el frágil pergamino. Ella lo desplegó con cuidado y leyó la letra

garabateada de Kaen.

Mi red de espías dice que las Brujas han maldecido a Tarten. Que las lluvias no vendrán ni lassemillas echarán raíces. Por la forma en la que todo está muriendo, les creo. Estamos cogiendo todo lo quepodemos—incluyendo los dos caballos que dejaron—y partiremos rumbo al mar. Por lo menos, el océanonos proporcionará peces. A partir de ahí, viajaremos hacia el norte. Intentaré convencer a los amigos de lasBrujas y a cualquiera que encuentre, de venir con nosotros.

Quedan avisados. Mis espías dicen que el gobierno de Tarten está más enfadado que nunca., Estánplaneando venganza. Desearía saber más.

No hay nada para nosotros aquí. Nada para nadie.

Que las Creadoras nos protejan.

La nota no estaba firmada.

Senna abrió los dedos, dejando que se fuera a la deriva para que se desmoronara, como

todo lo demás. Las Creadores no protegerían a nadie. Les habían brindado las Brujas a la

humanidad. Si la humanidad rechazaba ese regalo, las Creadoras no creerían que valía la pena

salvarlos.

—Nuestros antiguos caballos están vivos. —Joshen la miró a los ojos, y ella supo que

estaban compartiendo el mismo recuerdo. Todos esos meses atrás, cuando Senna había

llegado al rancho de caballos de Joshen con los cazadores de Brujas en sus talones. Él le había

vendido el primer caballo que había tenido: Knight. Y después él la siguió a través de dos

continentes y un océano para enfrentar a la Bruja que había derrotado a las otras.

Él todavía la seguía.

Senna le dio una pequeña sonrisa. Aferrándose a aquellos recuerdos brillantes en esta

tierra demacrada, se aupó al lomo de Sunny.

Mistin y Cord se fueron galopando. Ella quería gritarles que se quedaran, que no estaba

preparada para irse todavía; pero no podían entretenerse más.

—Vamos, Senna —dijo Joshen—. Cualquier tarteno a seis kilómetros a la redonda

escuchó la canción. Vámonos.

Sunny se encabritó debajo de ella. Era un caballo obstinado, siempre buscando la forma

de ser más listo que su jinete. Eso la hacía echar de menos la montura delicada que había sido

Knight. Liberó la tensión de las riendas. Los músculos de Sunny se hincharon bajo ella

mientras galopaba tras los otros.

Reden se dio la vuelta para asegurarse de que iban tras él. Ella no le miró de nuevo a los

ojos. No creía que pudiera.

Cuando llegaron a la carretera que iba paralela al océano, Senna vio una mancha oscura

de nubes a lo lejos. Las lluvias llegaban finalmente.

—Este camino será una trampa de barro si no le ganamos a esa tormenta —les advirtió

Reden.

Senna estaba tan concentrada en la tormenta que se aproximaba sobre el océano, que

casi se cayó cuando Sunny se deslizó hasta detenerse. Afortunadamente, la equitación era otra

habilidad en la que había mejorado.

Reden se había parado en seco. Cord y Mistin estaban galopando de nuevo hacia ellos.

—¡Soldados!

Acortando la distancia entre ellos había al menos una docena de tartenos con casacas

rojas.

El caballo de Joshen chocó con el de Senna. Maldijo.

—Están entre nosotros y nuestro barco. —Reden parecía tomarse el hecho como un

insulto personal.

Senna alcanzó el cinturón de semillas.

Reden hizo retroceder su montura hacia Sunny. —No, Senna. Tenemos que huir.

Ella lo miró con incredulidad. —No son muchos. Puedo mantenerlos a raya.

Reden sacó su mosquete de la funda. —La única razón por la que todavía no han abierto

fuego es porque quieren impedir que lleguemos al barco.

—Hasta que lleguen sus refuerzos —terminó Joshen por él.

—Vuelvan tierra adentro —gritó Mistin cuando llegó hasta ellos—. Rodearemos la

montaña, nos seguirán y se quedarán rezagados. —Giró su caballo y no miró atrás para ver si

la seguían.

—Es un buen plan —dijo Cord mientras perseguía a Mistin.

Joshen apretó la mandíbula.

—Sus caballos están descansados. ¡Los nuestros están casi exhaustos!

—¿Tienes algo mejor en mente? —preguntó Reden. Cuando Joshen no contestó, Reden

salió detrás de Cord.

Después de un momento de vacilación, Senna los siguió. Y por supuesto, Joshen la

siguió a ella.

H

22. AñicosTraducidoporHishiru

ace dos meses, este tramo de selva hubiera sido intransitable. Pero ahora estaba casi todo

hecho polvo o se hacía añicos como el cristal donde tocaban los cascos de los caballos.

Senna quería mantenerse atrás, para sembrar algunas semillas, pero tenía que concentrarse

en no ser catapultada de la silla por los troncos de los árboles muertos.

Oyó a los soldados chocar detrás de ellos, acercándose cada vez más con cada uno de los

pasos vacilantes que daba su caballo fatigado. ¡Tenía que hacer algo! Cogió uno de los viales

de pociones que había robado del armario secreto de Prenny y arrojó el contenido al aire.

Senna supo el momento en que los soldados Tarten pasaron a través de la poción. Tos

seca de hombres y caballos estallaron detrás de ellos. Podría conseguirles un poco de tiempo.

—¡Senna! —gritó Joshen.

Se dio la vuelta para ver una rama baja justo frente a ella. Se recostó sobre la melena de

Sunny. La rama le raspó la espalda. Se quedó sin aliento por el dolor.

Finalmente, rodearon la montaña y emprendieron el regreso hacia el mar. Sunny se

sumergió en los restos viscosos de un arroyo que apestaba a pescado muerto. Siguieron el

cauce del río hasta llegar al mar, y treparon las dunas de arena. Sunny pataleaba en la arena,

haciendo que sus patas delanteras se hundieran. El océano tenía que estar cerca.

Tan pronto como llegaron a la playa, Senna tomó semillas Kine de su cinturón.

Parándose en los estribos, las lanzó hacia el cielo y cantó al viento para enterrarlas detrás de

ella. Luego, su canción se transformó en algo oscuro y peligroso.

Kine con hojas para morder,

Carne, sangre y huesos que detener.

Confiando en que Sunny siguiera a los demás, miró por encima del hombro cómo las

hojas brotaban como navajas por la playa; las plantas Kine eran un cruce entre el coral y el

cactus. Cantó hasta que quedó fuera de rango, luego detuvo su caballo. Sunny forcejeó con

ella; no le gustaba que los demás lo dejaran atrás. Manteniendo un firme control sobre las

riendas, Senna saltó de la silla de montar.

Incapaz de frenar su caballo lo suficientemente rápido, Joshen la rebasó. —¡Senna, no

puedes parar!

Cavó frenéticamente en la arena y enterró la semilla en el suelo. Los soldados alcanzaron

la costa detrás de ellos. Joshen no sabía que ellos alcanzarían pronto su semilla de Kine, y no

tenía tiempo de informarle. Comenzó a cantar de nuevo.

Oh barrera de árbol, yo canto para ti.

Detén a los hombres que vienen por mí.

Dándole la vuelta a su caballo, Joshen saltó de la silla de montar. La agarró por las axilas

y la puso sobre Sunny. Ella no dejó de cantar. Ahora la semilla era un retoño crecido. Joshen

sólo había logrado meter el pie en el estribo cuando los gritos comenzaron.

Pero no eran los soldados tartenos quienes gritaban, eran sus caballos. El impulso de la

persecución había llevado a los seis soldados hasta el Kine antes de que los caballos pudieran

detenerse. Los soldados estaban tratando de forzar a los caballos a seguir adelante. Algunos

obedecían, luchando frenéticamente, mientras la sangre corría por sus patas delanteras, por

sus cascos destrozados. Otros se congelaron en el lugar, todo su cuerpo temblaba de dolor y

miedo.

Sus gritos eran casi peor que los gritos de los hombres. Los animales eran inocentes. Y

Senna los estaba lastimando.

Joshen dejó escapar un grito de protesta. Senna requirió cada gramo de su

determinación para seguir cantando. A medida que la sombra del árbol barrera crecía

lentamente por encima de ellos, fueron testigos del caos que había creado.

Uno de los tartenos gritó órdenes. Abandonando a los caballos, los soldados se movieron

con cuidado alrededor del Kine. Para poder escapar, tendrían que rodear la selva. Y cuando

salieran, el árbol barrera los estaría esperando.

Senna había conseguido tiempo suficiente para que ella y sus amigos subieran a los botes

sin estar bajo el fuego de los tartenos.

El árbol estaba totalmente crecido. Senna dejó de pelear con Joshen y dejó que la pusiera

en la silla. Avanzaron por la costa. Un poco más allá se encontraba el Bruja del Mar anclado en

una ensenada.

Los marineros del Capitán Parknel sujetaron a los caballos, les vendaron los ojos y

comenzaron a meterlos en los cinco botes–uno para cada caballo–y un buque rápido y más

pequeño para Senna y dos de sus Protectores. Con un puñado de semillas barbus en la mano,

Senna comenzó a crear un perímetro de plantas a su alrededor.

Oyó pasos que corrían desde atrás. Joshen sujetó su mano y la arrastró hacia los botes.

—¡Joshen, puedo plantar el barbus! Mantendrá a los marineros a salvo.

—¡No hay tiempo! Van a traspasar el primer árbol barrera antes de que puedas poner las

semillas en el suelo. —La levantó y la metió al bote.

—¡Reden! —gritó.

Él tomó posiciones al lado del bote. Los otros marineros se extendieron a su alrededor.

—De todos modos, ya estamos casi listos.

Estaba en lo cierto. El grupo de Mistin ya remaba hacia el Bruja del Mar. Otros dos

también iban en camino. Eso sólo dejaba dos botes en la playa: el de Senna y el bote que

llevaría a Sunny. Los marineros estaban luchando para meterlo. Sus cuatro patas estaban

tercamente plantadas en el suelo, negándose a entrar en el bote. Dos hombres tomaron las

patas traseras, mientras que dos más levantaron una pata delantera.

Joshen gruñó. —Si ustedes dos no hubieran sido tan tercos, ya habríamos abordado.

Ella no le hizo caso. Lo lograrían. Eso era lo que importaba.

Los marineros empujaron el bote de Senna hacia el océano. La arena rascó el fondo del

bote antes de que llegaran al agua. Iban a la deriva, hasta que los marineros saltaron y sacaron

sus remos.

Senna se sobresaltó ante el sonido de fuego del mosquete. Como sangre saliendo de una

herida abierta, decenas de soldados a caballo salieron de la selva muerta. Senna no tuvo

tiempo de preguntarse de dónde habían venido. Balas silbaron por el aire y golpearon su barco

con un golpe seco. Se agachó mientras las astillas estallaban a su alrededor. El agua se metió a

través de los agujeros.

Los soldados se metieron al agua. Los marineros y sus Protectores apuntaron sus

mosquetes y dispararon.

Senna tenía pociones y canciones, pero les haría daño tanto a sus amigos como a sus

enemigos. Se movió antes de que el miedo pudiera hacerla cambiar de opinión, y agarró uno

de los pesados mosquetes. Lo balanceó y lo dirigió a un soldado que se cernía sobre ellos; pero

un grito la hizo mirar más allá.

Los soldados habían rodeado el bote de Cord. Un soldado enarbolaba su cuchillo,

dirigiéndolo hacia el cuello de Cord. Conteniendo la respiración, Senna ajustó su puntería y

apretó el gatillo con suavidad. El mosquete se sacudió en sus manos, lanzándola de espaldas.

El soldado que luchaba con Cord se tambaleó hacia atrás antes de caer al agua y

hundirse. Cord miró boquiabierto a Senna durante una fracción de segundo antes de saltar al

bote.

No había tiempo para procesar lo que había hecho. Los soldados estaban a su alrededor.

Los marineros los combatían con bayonetas. Senna agarró pólvora y balas.

Alguien de atrás se lo impidió, arrastrándola lejos de la embarcación. Joshen gritó y

empujó su bayoneta, pero el soldado ya estaba fuera de su alcance.

Reden le agarró las piernas y apoyó los pies contra el bote.

Estirándose hacia delante, Senna cogió una de las armas de la pistolera de Reden,

apuntó ciegamente al hombre detrás de ella, y disparó. De repente estuvo libre, y Reden la

llevó de nuevo hacia el bote.

Los mosquetes dispararon y uno de los tartenos cayó de su caballo. Aún en los brazos de

Reden, Senna vio a Mistin de pie, con un mosquete en las manos, el humo azul se disipaba en

el viento.

Los otros botes comenzaron a disparar a los tartenos. Después, los marineros que

estaban con ella abrieron fuego. Un puñado de marineros abandonó la lucha para empezar a

remar. Aunque su bote se estaba llenando rápidamente de agua, finalmente salieron fuera de

su alcance.

Temblando, Senna cogió otra pistola. Mientras la cargaba, comprobó el bote de Cord.

Remaban hacia el Bruja del Mar. Los soldados tartenos disparaban sus mosquetes, pero

estaban demasiado lejos como para dañarlos.

Estaban a salvo.

El arma se deslizó de sus dedos y cayó con un chapoteo en el agua que llenaba

rápidamente el fondo del bote.

—Senna… —comenzó Joshen.

—¡Sólo rema! —Temblaba tanto que apenas podía mantenerse en pie. Tres hombres en

el bote estaban heridos. Con la mente entumecida, comenzó a atenderlos.

Empezó a llover. El agua se escurría por su cabello antes de que le goteara en la cara.

Uno de los hombres se estaba desangrando. Apretó un paño en la herida de su costado,

pero la sangre lo empapó rápidamente. Sus ojos se encontraron con los de ella antes de que se

fueran desenfocando poco a poco.

Su bote chocó contra algo. Senna levantó la vista para encontrarse bajo la sombra del

Bruja del Mar. Las nubes oscuras finalmente habían llegado a la costa. Los marineros ataron

las cuerdas del bote y comenzaron a tirar hacia arriba.

Sintió una mano en su brazo, que fácilmente la puso de pie. —Lo siento, Senna. —

Joshen la ayudó a subir a la cubierta del Bruja del Mar. Mojó un trapo y le limpió la cara con

suavidad—. No había nada que pudieras haber hecho.

Negó con la cabeza. Había estado antes en batallas, pero nunca una tan brutal, donde

había tenido que apuntar a un hombre y matarlo, donde otro hombre había muerto en sus

brazos.

Para entonces, la mayoría de los otros botes habían llegado al barco. Los marineros

habían conseguido cargar a Sunny, con las patas extendidas hacia el cielo. La tripulación

restante ya había cargado el cañón de popa y lo dirigían hacia los soldados tartenos, que

miraban hacia el cielo mientras la lluvia corría por sus caras.

Cuatro marineros estaban muertos. Una docena más, estaban heridos. En uno de los

camarotes del oficial, Senna los trató con sus plantas. Le dieron las gracias casi con

reverencia. Tuvo que apartarse para que no vieran la frustración en su rostro. Se habían

arriesgado a morir sólo para salvar a ese estúpido caballo. Joshen la vio y la reprendió con la

mirada. Ella se volvió hacia los hombres y les dio las gracias efusivamente por salvar a Sunny.

Se giró para desaparecer dentro de su camarote, pero Cord le bloqueó el paso. —¿Me

puedes ayudar con esto?

Se encogió ante la vista de la sangre que se derramaba de la clavícula bajo su camisa

abierta. Hizo un gesto para que la siguiera adentro. —Acuéstate.

Tuvo suerte. Si el cuchillo hubiera apuntado más alto, le habría cortado la garganta.

Después de darle un poco de whisky, Senna lavó la herida con agua salada y lo anestesió con

algunas hierbas antes de suturarlo tan bien como pudo. También le puso hierbas para la

inflamación, calentura e infección. Luego cubrió la herida con una venda limpia.

Estaba orgullosa de sí misma por no haber dudado en el primer punto; estaba mejorando

en atender a los heridos. Mezcló un poco de té para acelerar su curación. Mientras se

calentaba, tomó una toalla y se secó el cabello con ella.

Cord la observaba en silencio. —Me salvaste la vida.

Senna se encogió de hombros, luego dejó la toalla y comprobó el té. —Tu corte no era

tan profundo.

Él se rió entre dientes, luego hizo una mueca y se cubrió la herida con la mano. —No

por coserme. Cuando mataste a ese soldado.

La tapa de porcelana que Senna sostenía se deslizó entre sus dedos y se hizo añicos en el

suelo. Se quedó mirando las piezas, sabiendo que nunca podría volver a unirlas. Un sollozo

salió de muy dentro de ella, se llevó la mano a la boca para ahogarlo. No lloraría. Las lágrimas

empezaron a asomarse.

—Él me habría matado. Aunque se las arregló para herirme antes de caer. —Cord se

quedó mirando la pared—. Matar a un hombre te cambia por dentro.

Veía todo con perfecto detalle. El hombre que caía lentamente al oleaje, el olor del humo

del disparo, el soldado que trató de llevársela... podía sentir las magulladuras dónde la había

agarrado.

Cord negó con la cabeza, su cabello oscuro cepillando sus hombros. —Algunos de ellos

se destacan más que otros.

Senna se alegró de que él no estuviera tratando de fingir que todo estaba bien. Cord se

volvió hacia ella, y mientras la observaba, la intensidad ardiente en sus ojos la sorprendió. —

No los mires a los ojos —dijo—. No los veas morir. No pienses en ellos en absoluto.

¿Entiendes?

Le devolvió la mirada. —Duele —dijo suplicante.

—Se supone que sea así. Pero mientras menos tengas que recordar, menos te

atormentarán esos recuerdos.

Se colocó el cabello detrás de las orejas y asintió.

—Vas a estar bien. Las Brujas pueden ser más delicadas que un soldado con un

mosquete, pero son igual de mortales.

Observó la tormenta, el agua estrellándose contra el agua. Caos, y sin embargo orden al

mismo tiempo.

Reden entró por la puerta abierta. Se encogió cuando se sentó en una de las sillas, con

una expresión sombría en el rostro. —Deja de culparte, Senna. En una guerra, la gente muere.

—¿Soy realmente tan transparente? —se preguntó en voz alta.

Él tomó la misma toalla que ella había usado en su cabello y se secó la cara. —No con

todo el mundo.

Cord se rió. —Sólo con sus Protectores.

Joshen eligió ese momento para entrar. —Tú no eres su Protector. —Su mirada se

encontró con la de Senna—. Necesito tu ayuda con uno de los caballos. Trae tus hierbas. —Se

giró y se apresuró a regresar por donde había venido.

Fue rápidamente tras él. Cuando llegaron con los caballos, Joshen tomó uno de los

cascos de Sunny entre las rodillas y levantó la vista hacia ella.

—Se golpeó la ranilla.

Senna frunció el ceño. —¿La qué?

Joshen bajó la pata del caballo. —El interior de la pezuña, la parte blanda.

—¿Puede ser montado?

—No tenemos muchas opciones, ¿verdad? —Joshen frunció los labios, claramente

miserable por la idea.

Senna lo observó, sabía lo mucho que le dolía presionar a sus caballos tan duro, y esta no

era la primera vez que se había visto obligado a arriesgarlos por ella.

—¿Puedes hacer un emplasto para él? —preguntó Joshen—. ¿Algo para quitarle el dolor

y la hinchazón?

—Claro.

—¿Me avisarás cuando hayas terminado?

Asintió.

Joshen gruñó y se alejó de los caballos… de ella. —Tengo que preparar mi mosquete.

Vuelvo enseguida.

Lo vio alejarse. —Estás enojado.

Él se detuvo a mitad de las escaleras. —Sí, pero no contigo. Eso estuvo demasiado cerca.

—Se pasó las manos por el cabello—. No sabes lo que se siente, saber que el peligro viene por

ti. Y tengo que interponerme entre ese peligro y tú, sin saber si soy lo suficientemente fuerte

como para mantenerte a salvo.

Era difícil verlo marcharse así, pero no podía pensar en nada que decirle para hacerlo

sentir mejor. De vuelta en la caseta, hizo un emplasto para Sunny antes de hacer la única cosa

que podría aliviar el dolor en su interior. Se puso su capa para la lluvia, se fue a la proa y cantó

al viento.

Rodearon una porción de tierra y pasaron numerosas islas. Obtuvo su primer vistazo de

la gente. Incluso a esa distancia, vio su miseria mientras avanzaban con dificultad por la arena

mojada.

Después de un par de horas, reconoció la bahía que rodeaba la capital de Tarten, Carpel.

No quedaba nada de la ciudad, pero los huesos de algunos edificios sobresalían de la tierra

como un cementerio expuesto. Le rompió el corazón.

E

23. Bruja OscuraTraducidoporKiiariitha

n la luz gris antes del amanecer, Senna estudió la ciudad de Zaen, mientras el barco

navegaba hacia la bahía. Unos recuerdos treparon en su interior, recuerdos que la hicieron

apretarse más la capa, a pesar de que el clima ya era más cálido.

Joshen entrecerró los ojos hacia la ciudad abandonada. —Deberíamos esperar hasta que

podamos explorarla.

El tiempo se acababa, Senna lo sentía como una picazón bajo la piel. A pesar de que las

Brujas de Haven le dieron la espalda, ella no les haría lo mismo a ellos. —Debemos ir. Ahora.

Con los brazos cruzados sobre el pecho, Reden estudió el paisaje. —Enviarán barcos tras

nosotros. Será mejor que entremos y salgamos antes de que nos alcancen.

El Capitán Parknel dio una calada a su pipa. —Y si nos encuentran en esta bahía, nos

bloquearán la entrada.

Cord parpadeó al cielo. —Voto por que exploremos.

—Ustedes no pueden oír lo que oigo, sentir lo que siento. —Senna cerró los ojos y

sintonizó con las Cuatro Hermanas—. Es como si mi cuerpo fuera un arpa, y las Cuatro

Hermanas están tocando mis cuerdas. La canción que están tocando es una de miedo y

desesperación. Ya podría ser muy tarde para salvar Haven.

—No podemos ayudarlas si estamos muertos. —Joshen alcanzó su mano. Ella la tomó

sin palabras.

Reden estuvo en silencio un momento antes de decir: —Capitán, si puede enviar algunos

marineros para asegurar el desembarco. Mistin y Cord, comenzarán a explorar

inmediatamente.

Los dientes de Parknel se apretaron alrededor de su pipa. —Está bien, vamos a llevarla a

puerto. —Se dirigió al timón—. ¡Todos los hombres aten las cuerdas! ¡Mosquetes y cañones

preparados! ¡Mantengan un ojo avizor, muchachos!

Los marineros treparon para atar las cuerdas mientras atracaban. Los caballos fueron

llevados arriba y dirigidos hacia la pasarela. Senna escuchó la ráfaga de cascos en los tablones

de madera mientras Mistin y Cord dirigían sus caballos hacia la ciudad. La Bruja y el

Protector se armaron con todas las armas y balas que pudieron cargar. Liderados por Reden,

los marineros se dispersaron para revisar el área.

Con todos los músculos tensos, Senna esperó con Joshen. Él se aclaró la garganta. —

Quiero que sepas que ya no lucho contra esto.

Ella estudió su perfil, los músculos tensos de su mandíbula. —Esto ha sido difícil para

mí —continúo él—. Mucho más difícil y requería mucho más de lo que estaba dispuesto a dar.

Pero ahora lo comprendo; al luchar por ti, estaba luchando contra ti. Estoy alejando… —Su

voz se quebró y se aclaró la garganta—. Estoy alejándote. Precisamente la única cosa de la que

tengo miedo es la que te estoy obligando a hacer. No lo haré más.

Con la voz densa, Senna susurró: —Gracias.

Él asintió una vez. Sus dedos rozaron su clavícula mientras recogía el anillo que ella

llevaba junto a su colgante. —Ya no estamos en Haven, puedes usarlo.

La calidez de su toque se extendió a través de ella. —Sí puedo.

Con una pregunta en los ojos, él se estiró para deshacer el cordón. Colocándose el cabello

sobre el hombro, se giró. Él liberó el anillo y lo sostuvo en el aire. Ella lo deslizó en su dedo.

Joshen sonrió con aquella sonrisa que hacía que sus entrañas se dispararan. La sonrisa

donde la piel alrededor de sus ojos y debajo de su frente se arrugaba. La que tanto había

esperado ver. Inclinándose hacia delante, descansó en su abrazo.

Senna se dio cuenta de que su hogar no era un lugar. Estaba aquí, a salvo en sus brazos.

Mientras tuviera esto, todo estaría bien.

Demasiado pronto, un marinero se paró al final del muelle y dio la señal de todo

despejado.

El Capitán Parknel caminó detrás de Senna por la pasarela. —¿Estás segura de que no

quieres que el resto de nosotros vaya?

Ella sacudió la cabeza. —No tienen caballos. Nos moveremos más rápido sin ustedes. —

Entrecerró los ojos hacia él—. ¿Estarán bien esperando aquí?

Él se tocó el lado de la nariz. —Tengo un par de trucos bajo la manga. No he llegado tan

lejos como Capitán por nada.

Sintiendo ojos sobre ella, Senna se giró para encontrar a la tripulación observándola.

Parknel asintió un adiós solemne mientras regresaba hacia su barco. Un nudo de ansiedad se

endureció en su estómago. —Estaremos de vuelta antes de que sepan que estamos aquí —le

dijo.

Él asintió, pero ella tuvo la sensación de que no le creía.

Ella y Joshen trotaron por el muelle, hacia Reden y los caballos.

Para el momento en que su grupo finalmente alcanzó las calles de piedra, Cord estaba

esperándolos. —Mistin ha explorado media legua por delante, igual que la última vez —dijo

—. Me pasará el relevo a mí, y luego yo a ella. De esa manera, podemos cubrir el doble de

distancia. Si oyen disparos, sabrán que hay problemas.

Lamentando su desayuno consistente en pan de viaje y carne de cerdo, Senna tragó

varias veces. —¿Y si hay problemas? ¿Qué haremos?

—Nos largamos —dijo Reden.

Evitando la muralla de la ciudad, sobrepasaron casas construidas sobre la montaña

redondeada. A pesar de que sólo habían pasado unos pocos meses desde la maldición, las

chozas ya se estaban cayendo a pedazos. Sunny cojeaba levemente, sobre todo cuando

atravesaban terreno rocoso.

El pequeño grupo cruzó hacia el bosque blanqueado por el implacable sol. De repente,

Sunny se asustó. Senna se aferró a las riendas cuando él se encabritó, con los ojos blancos de

miedo. Asió su crin tan fuerte que le dolieron los dedos. Reden apuntó con su mosquete algo

detrás de ella. Humo y pólvora salieron del cañón.

Un grito inhumano cortó la noche. Joshen maldijo.

Sunny se desbocó, su cuerpo se plegó y luego se extendió bajo ella. Requirió toda la

habilidad de Senna ponerle un alto. Aún luchaba, sacudiendo la cabeza como un pez luchando

por liberarse. Ella miró a los otros. Un gran jaguar negro se tambaleó desde los árboles, un

rugido saliendo de sus labios. Los huesos de la cadera sobresalían mucho contra su pelaje sin

brillo. Su pecho estaba ensangrentado, pero aún seguía avanzando.

Joshen bajó el mosquete y disparó. El gato cayó sin hacer ruido. Parecía más pequeño

sólo yaciendo allí, incluso daba lástima. ¿Qué tan desesperado debió haber estado por comida

para venir tras ellos?

—Cualquiera a una lengua a la redonda escuchó esos disparos —gruñó Reden, mientras

los hombres recargaban rápidamente.

Senna observó la forma oscura del gato hasta que estuvo fuera de vista.

No mucho tiempo después, Cord llegó galopando de regreso.

Cuando descubrió que los disparos fueron por un jaguar, gruñó. —Le haré saber a Mistin

que no se preocupe. Ya no está muy lejos.

Pasaron a través de dos grandes montañas mientras la mañana daba paso al mediodía.

Alcanzaron a Cord y Mistin en los Árboles Enlazados, una barrera impenetrable de arbustos

como árboles que rodeaban el dominio de Espen. Ahora la mayoría estaban muertos, así que

la canción de Senna no los ayudaría a atravesarlos. En cambio, tendrían que abrirse paso.

Senna estaba cubierta de moretones y raspones para el momento en que emergieron hacia la

luz solar.

No mucho tiempo después de eso, entraron a un claro ahora desprovisto de árboles.

Reden, Cord, y Mistin se dispersaron para revisar el área. El aire era denso y pesado de

respirar; otra tormenta se estaba acercando, Senna podía saborearla. Cuando avistó el árbol de

Espen, el temor la recorrió hasta los dedos.

Joshen se estiró y tomó su mano. Sus ojos se encontraron y el entendimiento sin palabras

pasó entre ellos. Ambos habían enfrentado a la muerte aquí.

Después de desmontar, Senna condujo su caballo hacia delante. Lado a lado, ella y

Joshen caminaron a través del claro y fueron a pararse ante el gran árbol.

Fue peor que su último sueño. Trozos de corteza se habían desprendido, dejando un

espacio desnudo. Ahora la mayoría de las hojas se habían caído. Aquellas que permanecían,

tenían bordes oxidados y forúnculos crujientes por su superficie.

Senna encontró el parche vacío de tierra, el mismo en que Espen había escrito antes, y

esperó. Pero las ramas se mecieron con indiferencia con el viento, y el silencio llenó el aire.

¿Llegaron demasiado tarde?

—¿Espen?

El árbol se movió perezosamente antes de erguirse. Las hojas cayeron como escamas

desprendidas de un lagarto cuando Espen se adelantó para arañar la tierra. —Demasiado

tarde.

Senna cerró los puños a los costados. —¿Demasiado tarde para qué? ¡Deja tus estúpidos

juegos y dime!

Espen frotó el suelo para borrar las letras y escribir de nuevo. —Demasiado tarde para

salvar Haven. Calden viene.

Toda la sangre se drenó de la cara de Senna y se fue hacia sus pies. Se apoyó en Joshen.

—¿Calden? Pero fueron destruidas cuando las Brujas de Haven lucharon contra ellas.

Seguramente sólo unas pocas sobrevivieron.

La rama con la que Espen escribía, se rompió. Continuó con la punta rota como si no se

hubiera dado cuenta o no le importara. —Calden no destruida.

¿Cómo podía ser eso? Lo único que se encontró, donde Calden había estado, fueron

unos renacuajos.

—¿Qué quieres decir?

—Haven no es la única isla que se mueve.

¿Calden era una isla? —¿Cómo sé que me estás diciendo la verdad?

—Lo sabes.

Senna lo sabía. Las Cuatro Hermanas estaban cantando su canción, y era una de

premonición.

—¿Cuándo? —preguntó ella.

—Pronto.

Si toda la isla de Calden había sobrevivido, ¿cuántas miles de Brujas debía haber siglos

después? Senna se estremeció hasta los huesos.

—¿Dónde están?

—Lugar de tormentas —escribió Espen en la tierra.

¿Qué significaba eso? La mano de Senna encontró la de Joshen. —¿Y qué está pasando

conmigo? ¿Por qué soy tan fuerte como un coro completo?

Las ramas de Espen se estremecieron, y Senna se percató que la Bruja Oscura estaba

riéndose. —¿No te das cuenta?

Senna apretó los dientes. —¿Qué? ¿De qué no me doy cuenta?

—Lilette… —La rama arañó una última línea en el suelo antes de quedarse inerte.

La última de las hojas cayó suavemente al suelo.

—¿Espen? —No hubo respuesta. Senna dio un paso adelante, agarró la rama y escuchó

en busca de música, pero sólo había silencio.

La Bruja Oscura estaba muerta, y Senna ni siquiera tuvo que matarla. Se limpió la plaga

de la mano.

—¿Senna?

Se dio la vuelta para ver a una mujer mayor encorvada mientras rebasaba a Reden.

Joshen comenzó a levantar su mosquete.

—Aún con miedo de la vieja Desni, ya veo.

Senna se tambaleó hacia delante con un grito. —Estás viva.

Ella extendió la mano y se apoderó de Senna. —No deberías haber venido.

—Los otros, Kaen, Ciara, ¿están bien?

Desni asintió. —Están viajando a lo largo de la costa hasta que dejen las tierras malditas.

Todo el aliento salió de Senna. —Pero entonces, ¿Por qué aún estás aquí?

La mujer la jaló a la dirección por donde había llegado. Joshen marchó detrás de ella,

con los ojos alerta.

—Soy vieja y estoy cansada —dijo Desni—. No quiero pelear más. Volví a mi bosque, a

la colina donde aún está mi casa. Cuando vi los barcos llenos de soldados llegando desde el

norte y escuché disparos viniendo desde este lugar maldito, sabía que tenías que ser tú.

¿Barcos llenos de soldados? Tenían que ser tartenos, y Parknel estaba en la bahía. Por las

Creadoras, ¿Era ya demasiado tarde?

Reden ladró órdenes. —Mistin, cabalga por delante. Ve si el barco está bajo ataque. Si no

es así, encuentra un modo de advertirles. Si es así, cabalga de regreso a nosotros.

Mientras Mistin se alejaba, Senna agarró la mano de la anciana, tan frágil que se sentía

como huesos de pájaro. Su corazón estaba desbocado en su pecho, pero no se podía ir sin

decirle a Desni la verdad. —Tú hija, Tiena… murió.

Algo en Desni se derrumbó frente a los ojos de Senna, un espantoso contraste con la

alegría de la anciana de reunirse con su hija después de que las canciones oscuras de Espen las

hubieran obligados a separarse por décadas.

—¿Cómo?

Senna trató de bloquear el dolor. —Recibió un disparo durante nuestro escape de Tarten.

La sepultamos en el mar.

Desni cerró los ojos. —Así que incluso el consuelo de visitar su tumba me es negado.

Joshen se inclinó y habló en el oído de Senna. —Tenemos que irnos.

Desni la empujó hacia donde Reden estaba sosteniendo sus caballos. —Sáquenla de

aquí. La están cazando.

Senna se impulsó para subir a la silla. —Ven con nosotros.

La sonrisa de la anciana estaba llena de tristeza. —No. Me quedaré para dar la

bienvenida al final.

Reden empujó con su caballo al de Senna, obligándola a regresar por donde vinieron. —

¿Cuántos, qué tan pronto?

—Corre —dijo Desni en silencio—. Tan rápido como el agua cae desde el cielo.

Volvieron los caballos al este, Reden a la cabeza, Joshen cerrando la marcha. Sus

caballos ya estaban exhaustos, pero los presionaron más. Espuma sudorosa se había formado

alrededor de la manta de la silla de montar de Sunny. Su cojera estaba peor. Sólo tenían que

rodear una montaña más antes de descender hacia Zaen.

Tan cerca, pero el ritmo de la música de las Cuatro Hermanas golpeó un compás salvaje.

—No lo lograremos.

A pesar de que Senna susurró, Joshen la escuchó. Él golpeó la grupa de su caballo con

los extremos de su rienda y se dirigió a su lado. —¿Qué? ¿Qué puedes sentir?

Volteó sus temerosos ojos hacia él. —Algo malo.

Sunny echó la cabeza hacia atrás. Sus fosas nasales estaban tan dilatadas que Senna vio

el interior rojo. Cada vena en su rostro se destacaba.

—Tenemos que parar. Los caballos no nos sirven muertos —Joshen le gritó a Reden.

De mala gana, Reden redujo la marcha hasta parar y desmontó. —Correremos al lado de

ellos.

Corrieron hasta que el calor escurrió sudor por la piel de Senna.

Cord llegó galopando. —¡Llegamos demasiado tarde! El camino de regreso al barco está

bloqueado.

—¿Dónde está Mistin? —ella debería haberlos visto primero y regresar para avisarles.

Debería estar con Cord.

Él sacudió la cabeza. —No lo sé.

Por las Creadoras, Senna había insistido que continuaran. Se apoyó contra el hombro

sudoroso de Sunny. Dejando de lado su preocupación, se enfocó en la tarea en cuestión.

La montaña obstruía la mayor parte de la vista de Senna hacia el océano. Comenzó a

cruzar la distancia. Sobre el sonido de su corazón latiéndole en los oídos, escuchó el bum

distante del fuego del cañón.

—Senna… —Joshen la alcanzó. Ella parpadeó hacia él, y algo en sus ojos hizo que él

bajara la mano—. No podemos ayudarlos.

Ella gruñó. —Te olvidas que tienes contigo una tocada por las Creadoras. Puedo

ayudarlos.

Joshen y Reden intercambiaron miradas.

—¿Estás segura? —preguntó Reden.

Ella asintió.

—¡No! ¡Los hombres de Tarten no tienen piedad con las Brujas, especialmente con esta

Bruja! —dijo Cord mientras la señalaba—. Tenemos que llevarla lo más lejos posible de aquí.

¡Ahora!

Joshen resopló. —¿Alguna vez has intentado obligarla a hacer algo que no quiere? No te

lo recomiendo. —Sonrió con tristeza a Senna—. Podemos intentarlo, si prometes seguir las

órdenes de Reden.

Ella asintió ansiosamente. —Lo prometo.

Cord los maldijo entre dientes.

Senna volvió a montar en la silla e instó a Sunny a rodear la montaña. Su vista del mar se

abrió. Dos barcos rodeaban al Bruja del Mar. Senna saltó cuando los cañones dispararon desde

ambos barcos.

Ante sus ojos incrédulos, el Bruja del Mar se giró hacia el viento. Pero eso era imposible.

Los buques de vela no podían moverse contra el viento. —¿Qué…?

Reden señaló a la orilla. —Han montado poleas a los lados del barco y anclado a la

orilla. Usan las cuerdas para tirar en los ángulos que necesitan para disparar al otro barco.

Senna observó mientras el Bruja del Mar disparaba a uno de los otros barcos antes de tirar

fuerte hacia un lado y disparar al otro.

—Parknel sí tiene otros trucos bajo la manga. —Ella sintió una extraña especie de orgullo

por el Capitán pelirrojo. Era increíble de ver, pero se distrajo del espectáculo por estallidos de

color naranja de fuego de mosquete en la orilla. Los marineros habían cavado alrededor de las

poleas y estaban defendiéndose de los soldados tartenos.

—Vamos. —Senna azuzó a Sunny. Él se lanzó hacia delante antes de girar. ¿Por qué no

se estaba moviendo? Luego vio la mano de Joshen sujetando la brida.

—No tan cerca.

Ella espoleó su caballo. El animal giró en un círculo, claramente confundido y asustado.

Reden sujetó el otro lado de la brida.

La cercaron como los barcos abajo cercaban al Bruja del Mar. —Estamos en minoría, una

docena a uno. Bajas allí y te capturarán.

Ella abrió la boca para discutir. ¿No comprendían que ella necesitaba estar más cerca

para que el mar escuchara su canción? Pero luego recordó su promesa de escuchar a sus

Protectores.

Sólo tenía que hacer lo mejor que pudiera y esperar que su canción fuera lo bastante

fuerte para salvarlos. Después de sacar el pie del estribo, se bajó de la silla. —¿Ninguna señal

de Mistin? Ella puede ayudar con esto.

Cord apretó los dientes. —Ya te lo dije, no lo sé.

Parte de Senna se percató como debía sentirse Desni. Si esto era el final, entonces lo

vería hasta el último momento. Senna subió un tramo de la montaña y trepó sobre un

afloramiento rocoso. —Esto tomará una cantidad increíble de control. No pueden romper mi

concentración.

Cord, Joshen, y Reden ya estaban abasteciendo el suelo con mosquetes y cuernos de

pólvora. Siguiendo su ejemplo, Senna cargó la pistola que Joshen le había dado y la guardó

con mucho cuidado para no derramar la pólvora.

Reden se posicionó, sus ojos escaneando la selva muerta en busca de señales de sus

enemigos. —Si doy la señal, vuelves a montar el caballo y corres. Tienes que estar de acuerdo

con esto.

Senna asintió.

Joshen mordió el corcho de su cuerno y llenó su frizzen con pólvora. —Tengo un mal

presentimiento sobre esto.

Senna abrió los brazos, escuchando las canciones lentas de las Cuatro Hermanas. Ella

tarareó, cambiando los hilos de la música. Las Cuatro Hermanas se volvían más fuertes junto

con su canción. No llamó al viento para que la alzara, no quería ser un blanco tan obvio.

En cambio, cantó para que dos olas enormes se izaran a ambos lados del Bruja del Mar.

Los barcos tartenos se alejaron de sus amigos. Cambió su canción hacia el viento. Sus velas se

hincharon, alejándolos. Los hombres treparon por el cordaje, atando las velas, pero no sin

antes de que Senna hubiera logrado sacarlos de la línea de fuego del Bruja del Mar.

Con una punzada, se dio cuenta que no era suficiente.

Los barcos ya estaban regresando para volver a atacar al Bruja del Mar. Y a lo lejos, más

barcos rodeaban los recodos de la bahía.

El Bruja del Mar estaba a salvo, al menos por el momento. Senna volvió su atención hacia

los hombres que peleaban en la orilla. En el viento canalizó una canción hacia ellos,

advirtiéndoles que estuvieran preparados para huir al barco.

Centrándose en un grupo de hombres que vestían casacas rojas, escuchó la canción de la

tierra. Usando cada gramo de su concentración, manipuló la canción, creando una bola de

energía directamente debajo de ellos. Naturalmente la energía quería disiparse, ondeando

hacia fuera. La apretó con fuerza, manteniéndola comprimida. Cuando no pudo sostenerla

otro momento más, dejó de cantar. Hombres y tierra volaron por todas partes.

Los marineros abandonaron las cuerdas, treparon sobre los botes en la orilla, se abrieron

camino y remaron a toda velocidad. Senna mantuvo a los soldados y barcos fuera de rango

hasta que los marineros estuvieron escalando los peldaños del barco.

Comenzó a cantar de nuevo, sometiendo la música hasta que coincidiera con ella.

Canalizó una fuerte ráfaga de viento hacia el Bruja del Mar. Éste se disparó entre los otros dos

barcos, ganando velocidad a cada segundo.

Estaba tan lejos, que no estaba segura, pero creyó ver a un hombre en la popa. Y de

algún modo, sabía que era Parknel. Ambos sabían que al moverlo a él a un lugar seguro, ella

cortaba su línea de retirada. Pero si él era un luchador, se daría cuenta que su huida ya había

sido cortada por los soldados en la orilla y los otros barcos tartenos.

Reden había dicho que algunas veces tenían que dejar atrás a unos soldados para salvar a

la mayoría. Desafortunadamente, Senna, Mistin, y sus dos Protectores fueron los que tuvieron

que quedarse atrás.

Senna terminó la canción en algo tan fuerte que supo que no se detendría hasta que

estuvieran cerca de Nefalie. No había modo alguno de que un barco tarteno los pudiera

detener.

Sin aliento, alejó los mareos que amenazaban con derribarla. Dio un paso al borde de la

roca. —Está bien, vámonos. —Se preparó para dejarse caer, justo cuando todo explotó a su

alrededor.

Cayó al suelo, con los oídos resonando. Cord estaba gritándole a alguien, mientras él la

arrastraba hacia los caballos aterrorizados.

—¿Qué sucedió? —preguntó ella.

Cord lanzó una mirada preocupada en su dirección. —El cañón disparó a la roca debajo

de ti.

Joshen y Reden dispararon contra los soldados tartenos que estaban imposiblemente

cerca.

—¿De dónde aparecieron? —gritó ella.

Cord siguió arrastrándola implacablemente hacia adelante. —Se apresuraron después del

disparo del cañón. Debieron haberse separado del grupo principal y se arrastraron para

acercarse a nosotros tan pronto te escucharon cantar.

Joshen y Reden dispararon y se retiraron, luego dispararon y retiraron de nuevo. Ambos

estaban cargando sus mosquetes cuando otro soldado apuntó con su arma a Reden. Senna

gritó.

Salida de la nada, Mistin saltó de los árboles, levantó su mosquete y disparó. El soldado

cayó hacia atrás.

—¡Mistin, estás viva! —gritó Senna.

Luego de tirar el mosquete vacío, Mistin vacío sus dos pistolas y las dejó en sus fundas.

Sus tres armas estaban ahora vacías. Senna esperaba que ella regresara hacia los caballos, pero

en su lugar, buscó algo en su camisa. Sus movimientos fueron borrosos cuando lanzó un

cuchillo. Con una precisión asombrosa, cortó el avance de los soldados hacia Reden y Joshen.

Senna parpadeó hacia su amiga en estado de shock.

—¡Sube! —Cord levantó a Senna en la silla de montar.

Ella buscó a tientas los estribos. De repente mareada, se tambaleó y agarró el asta de la

silla de montar para mantenerse firme.

Bajo el asalto furioso de Mistin, los tartenos retrocedieron lo bastante para que Joshen y

Reden se dieran la vuelta y corrieran hacia Senna, Mistin, y Cord.

—¡Vamos! —Reden le gritó a Mistin, que había seguido avanzando.

Ella lanzó otro cuchillo antes de retroceder corriendo. Se precipitó hacia su mosquete

tirado y se lanzó hacia la silla de montar.

Senna dejó salir el aliento que no sabía que estaba conteniendo. Iban a lograrlo.

Y entonces sus esperanzas cayeron a sus pies. Unos soldados irrumpieron de los árboles

entre Senna y sus Protectores, cortándoles el escape.

Reden y Joshen lucharon con sus bayonetas, pero fueron obligados a retroceder, hacia el

primer grupo de soldados. Eran superados en dos docenas a uno.

Durante medio latido del corazón, la mirada de Joshen encontró la suya. Podía ver la

comprensión en sus ojos, y ella lo supo. Él y Reden estaban atrapados. Ella rebuscó en su

interior, buscando el poder que había empuñado momentos antes, pero la había abandonado.

No podía cantar nada para detener a los soldados, no sin lastimar también a Joshen y Reden.

Mistin lanzó un cuchillo, salvando la vida de Reden. —Sólo me queda uno. —Comenzó

a cargar una pistola.

Cord disparó su mosquete. La mitad del segundo grupo de soldados se giró y corrió

hacia ellos.

—¡Corre, Senna, corre! —gritó Reden mientras bloqueaba una bayoneta que intentó

apuñalarlo.

Senna no podía moverse, no podía apartar sus ojos de Joshen.

—¡Senna! ¡Lo prometiste! —gritó Joshen, pena ya tiñendo su voz.

Sí, había prometido que sí ambos lo pedían, ella les obedecería. El horror se disparó por

todo su cuerpo, quemando todos los sentimientos, hasta que estuvo muerta por dentro.

—No puedo.

Cord se acercó y dio una palmada en la grupa de Sunny. —¡Muévete!

Senna se lanzó hacia adelante con la velocidad del rayo. Miró hacia atrás. Lo último que

vio fue a Joshen gruñir de dolor, con los ojos girados, antes de que cayera hacia el suelo en

medio de casacas rojas.

Senna gritó. Las Cuatro Hermanas estaban tan en sintonía con ella, que reaccionaron. El

mundo tembló.

C

24. Canción de la TierraTraducidopormrm1997

olapsando en la tierra dura, Senna enterró la cara entre las manos. ¿Era la vida de Joshen el

precio que pagaría por su imprudencia?

Con una mueca, Cord se sacó la camisa por la cabeza. Mistin murmuró suavemente mientras

examinaba las astillas que salían de su espalda como púas. Las sacó una a una. Cord se

estremeció y gruñó cada vez. Con cuidado, Mistin vertió agua sobre las heridas y lavó la

sangre.

Senna se sobresaltó. Nunca había visto a Mistin sostener un cuchillo, pero las manos de

la chica habían lanzado varios con infalible precisión. Cuchillos que tenía escondido por todo

su cuerpo. Esa facilidad sólo provenía de cientos de horas de práctica.

Sin previo aviso, un recuerdo se apoderó de Senna como una ola de agua helada. Un

atacante, de pie sobre ella y lanzando un cuchillo a Reden, un cuchillo que le había lastimado

el brazo.

El aliento de Senna llegó en cortos jadeos. Su mirada osciló a Cord. Cicatrices cubrían su

cuerpo. Era tan parecido al cuerpo de Reden… más como el cuerpo de un soldado de

profesión que el de un inexperto pero esperanzado Protector. Una cicatriz parecía más fresca

que las otras. Era arrugada y púrpura, recién sanada.

Recordaba a un hombre persiguiéndola una noche sin luna. La mordaza, tan apretada

que había hecho que los labios se le agrietaran. Su mano enterrando un trozo de vidrio en el

estómago del hombre, y sangre caliente cayendo sobre su piel.

La voz de Mistin era un contralto profundo, fácil de confundir con un tenor. La voz de

Cord era un bajo. Con manos temblorosas, Senna preparó su pistola. Cuando levantó la vista,

Cord la observaba, con expresión cautelosa.

Adormecida, se puso de pie.

—Fueron ustedes.

Mistin levantó la vista. Algunos de sus largos cabello negros se habían soltado y cubrían

parcialmente su rostro. Parecía tan joven, tan inocente. ¿Cómo podía haber hecho esto?

—Fueron a ustedes dos a quienes oí esa noche en la casa árbol. Ustedes fueron quienes

me atacaron. —Apuntó con un dedo tembloroso la herida en el costado de Cord—. Y a ti fue a

quien apuñalé.

En silencio, él y Mistin se pusieron de pie. Le sorprendió que no lo negaran.

—¿Por qué?

Salió más como una acusación que una pregunta.

Cord levantó las manos. —Nunca quisimos hacerte daño.

Tenía un acento ahora. Ella lo había oído antes… los susurros furtivos en la noche. Tocó

la herida casi curada en su cabeza. —¿Así que la piedra no debía dejarme inconsciente?

Su mano cayó. —Bueno, sí, pero no podíamos dejarte cantar, ¿verdad?

—¿Por qué? —Su voz delataba tanto dolor, que Senna deseó poder volver a meterse las

palabras a la boca.

Mistin se quedó muy quieta, como si temiera que cualquier repentino movimiento

pudiera asustar a Senna.

—Estábamos tratando de salvar tu vida. —Su acento había surgido, como el de Cord.

Senna se rió, pero no había humor en la risa. Apuntó su pistola hacia el corazón de

Cord.

Él estudió el arma antes de que su mirada se encontrara con la de ella. —¿Vas a

dispararme?

Su mano se mantuvo estable. —No lo he decidido todavía.

Él se quedó quieto, esperando.

El dolor y la ira hicieron que su dedo se pusiera rígido en el gatillo, pero entonces

recordó el soldado al que había disparado antes. El olor de la pólvora, el repentino vacío. Sus

músculos emblandecieron. Ella no era una asesina. Retrocedió hacia los caballos y tomó las

riendas con la mano libre.

—¿Mistin? —dijo Cord con voz tensa.

Ella cerró los ojos, como si estuviera escuchando, y susurró: —Sólo déjala ir.

Con cuidado de mantener su arma apuntando a Cord, Senna se subió a la silla, su pie

pescando el estribo opuesto. De repente, se dio cuenta de la música alrededor de ella; pero eso

era imposible. A menos que...

Haya otras Brujas aquí, se dio cuenta con un sobresalto.

No tuvo tiempo de reaccionar. La tierra debajo de ella explotó. Sunny chocó con el suelo

duro, atrapando la pierna de Senna debajo de su pecho de barril. No podía inhalar… sus

pulmones se sentían paralizados. Sunny rodó hasta que pudo poner las patas por debajo y se

sacudió para ponerse de pie. La pierna de Senna fue libre al fin.

Ella se quedó sin aliento, inhaló el aire lleno de polvo y tosió. El viento presionaba sobre

ella, sujetándola al suelo, ahogando todos los otros sonidos. Un destello de carne dorada de

caballo pasó entre los árboles. Joshen le había dado ese caballo. Y ella lo había perdido. Una

vez más.

Temblando, Senna escuchó la canción, tomó aliento, y comenzó la suya propia. Su

canción batalló con la de ellas por el control de la melodía. Poco a poco, el viento se apartó de

ella. Sacudiéndose y sangrando, se levantó.

Mistin estaba junto a más de una docena de mujeres, sus rostros retorcidos por la

concentración mientras luchaban con sus canciones. Iban vestidas con largas túnicas y

pantalones sueltos, igual que Mistin. Alrededor de la cintura llevaban cinturones de semillas.

Brujas. No las Brujas de Haven. Estas eran las mujeres que Senna había sentido antes, las

mujeres que representaban una amenaza para Haven. Las Brujas perdidas de Calden. Senna

las había buscado, pero en su lugar ellas la habían encontrado.

Giró el viento a su alrededor, apartando a las otras Brujas y robando sus canciones de

sus labios antes de que fueran lo suficientemente fuertes para ser útiles. Usando la canción de

la tierra, dirigió la presión debajo de ellas hasta que el suelo tembló bajo sus pies. Las mujeres

se derrumbaron, con los rostros aterrados.

Una canción más y serían tragadas enteras. Así como ellas habían tratado de hacer días

antes a Senna.

Oscuro, húmedo, profundo y frío.

Un cuchillo temblaba en la mano de Mistin. Su mirada se encontró con la de Senna.

Mistin cerró la boca. Poco a poco su mano cayó a un costado.

Un breve espasmo de conciencia no salvaría a Mistin de la furia de Senna. No después

de todas las mentiras y traiciones.

Abismo, abre un pliego.

—Senna —oyó gritar a Cord por encima de su canción, e hizo un gesto hacia el este.

Había soldados tartenos en la distancia, acercándose a ellos rápidamente.

¿Creía que le perdonaría la vida sólo por una amenaza en común? No. Ella se ocuparíade estas Brujas. Los soldados serían los siguientes.

Arena, roca y minerales.

El suelo se ablandó debajo de las Brujas. Se hundirían.

Bajo las profundidades.

Algo se precipitó hacia ella desde un costado, derribándola con tanta fuerza, que la

canción en sus labios se rompió con un grito de dolor. Una mordaza acalló el grito. Sintió el

peso de un hombre encima de ella y otras manos que ataban sus muñecas. Se esforzó por

levantar la cabeza.

Cord estiró una mano hacia ella como si quisiera intervenir, para ayudarla. Su expresión

estaba llena de pesar. Pero él y Mistin había mantenido a Senna distraída mientras este

hombre se deslizaba desde atrás. Ella miró a Cord con toda su rabia reprimida mientras

reforzaban sus ataduras.

El pecho de Cord expulsó el aire y su mano cayó a un costado mientras el viento se

disipaba lentamente.

Senna estaba rodeada por hombres vestidos con túnicas oscuras. No los había visto

antes, pero supo instintivamente que eran los Protectores de las Brujas de Calden. Ella se puso

en pie. Sólo entonces se dio cuenta que el peso familiar de su cinturón de semillas se había ido.

Pronto no importaría. Los soldados tartenos estaban tan cerca, que Senna casi podía

distinguir los detalles de sus uniformes.

Cuatro Brujas se acercaron a Senna sin miedo. Un pequeño ejército de Protectores venía

detrás de ellas, apretaban sus mosquetes con fuerza, y sus rostros tenían una expresión dura.

—¿Esta es Brusenna? —preguntó la Bruja del centro a Mistin.

—Sí —contestó Mistin, negándose a encontrar la mirada de Senna.

Senna enderezó los hombros y miró con furia a esta nueva amenaza.

La Bruja que había hablado sonrió. —Sí, es ella. —Dio un paso adelante. Ella se parecía

a Mistin, pero todas las otras mujeres también. Incluso Cord tenía el mismo aspecto: cabello y

ojos oscuros y piel de un dorado cremoso—. Mi nombre es Krissin —dijo la Bruja—. Te

hemos estado buscando por un largo tiempo.

C

25. AsestadoraTraducidoporMDelia

on un mal presentimiento, Senna reconoció la autoridad que esta mujer llevaba como una

segunda piel; de una forma tan parecida a Coyel, que las dos podrían ser hermanas.

Krissin era una Principal de las Disciplinas… La Principal de la Luz Solar. Y Senna

recordó que había escuchado su nombre antes, Cord y Mistin lo habían mencionado la

primera noche.

—Te ofreceré un trato, Brusenna, te quitaremos la mordaza, si prometes no cantar. Si

rompes tu promesa, serás silenciada violentamente, entonces estarás amordazada el resto del

viaje. ¿Entendido?

Senna asintió una vez.

Cord liberó sus manos, antes de cortar la mordaza.

—Lo siento —Se quedó con un puñado de su cabello dorado en la mano. Él la miraba

como si fuera una cobra a punto de atacar.

Ella tenía sentido común. Necesitaba tiempo para manejar a las Cuatro Hermanas…

tiempo que no tendría rodeada de Protectores y Brujas.

Una de las otras Principales tocó el hombro de Krissin. —Ya vienen.

Krissin miró hacia donde los tartenos venían, y su rostro palideció lentamente. —

Llévenla al barco, rápido y en silencio, antes de que la vean.

¿Antes de que me vean? Pero ellos ya me han visto, pensó Senna.

Otros cinco Protectores la flanquearon, incluido Cord. Krissin se giró expectante para

observar a los tartenos que se aproximaban.

La comprensión explotó en la mente de Senna. Estas Brujas no estaban huyendo, porque

estaban aliadas con los tartenos. —No —jadeó bajito.

Mistin, agachada frente a ellos y con cuchillos en ambas manos, la observó.

—Cuando desapareciste antes, fuiste por tus Brujas. —No era una pregunta.

Mistin asintió, una disculpa y una promesa en un simpe gesto. Entonces se fundió en los

árboles frente a ella. Senna supuso que actuaba como una especie de exploradora.

Cord levantó la mano para tomar el brazo de Senna. Ella lo apartó de un jalón. —¿Cómo

pudieron aliarse con ellos? —Él la sujetó con fuerza implacable, y la alejó de la vista. Ella

luchó con él a cada paso—. Y si se aliaron, ¿por qué no levantaron la maldición?

—Porque entonces Haven sabría de nuestra existencia.

A pesar de que ya alcanzaba a oír a los tartenos conversando con las Brujas, Senna

continuó luchando con él. Él la acercó a su rostro. —Grendi ofrece más del peso de un caballo

por tu cabeza. No podemos protegerte si ella te encuentra entre nosotros.

Nada tenía sentido. Grendi quería exterminar a toda Bruja viva ¿Por qué estaba aliada

con ellas? Senna era enemiga de los tartenos. Así que ¿por qué eran sus aliados quienes la

protegían?

Senna intentó digerir la realidad imposible. Carden y Tarten le habían estado dando

caza… y ahora ella estaba indefensa contra ambos. Tal vez era mejor si la capturaban los

tartenos. Si gritaba y la encontraban, por lo menos podría saber si Joshen estaba…

Un sollozo la sacudió tan fuerte, que cayó de rodillas.

—Cord, haz que avance —gruño uno de los Protectores.

Cord se inclinó hacia ella. —Escúchame, Senna. Grendi puede utilizar a Joshen para

manipularte. Ella no lo querría muerto.

Con los ojos vidriosos por las lágrimas, miró a Cord, que estaba lo suficientemente cerca

como para sentir su aroma: dulce y oscuro, como el regaliz. Recordó su reacción visceral

cuando tropezó con él la primera vez en el barco. Ella no supo, no entendió, porqué había

reaccionado así; pero su cuerpo recordó lo que su mente no… Que Cord la había sostenido

antes, cuando fue atacada en esa noche sin luna y ella le había enterrado un trozo de vidrio en

el estómago.

Él hizo un movimiento como si fuese a limpiarle las lágrimas. Ella se alejó. —Lamento

no haberte matado la primera vez.

Su mano cayó. —Si los tartenos te capturan, no tendrán ninguna razón para mantener a

Joshen con vida —dijo Cord con voz dura—. ¿Entiendes?

La esperanza floreció dentro de ella y pudo volver a respirar. —¿Y Reden?

Cord apretó los labios. —Senna.

Ella lo sujetó por la camisa. —¡Dime!

Él apretó la mandíbula. —Grendi lo odia incluso más que a ti.

Eso significaba que habría pocas esperanzas para él. Un suave grito de dolor se escapó

de los labios de Senna. Creyó que había aceptado que esto podría no terminar bien; había

estado dispuesta a arriesgar su vida, decidida a salvar Haven. Joshen y Reden habían parecido

tan indestructibles, que hicieron que ella nunca asimilara por completo el peligro que

enfrentaban.

Los soldados estaban peligrosamente cerca. Un sonido y los encontrarían.

Senna tomó una decisión. Buscaría una oportunidad para ser libre. Luego buscaría a

Joshen y lo liberaría, sin importar lo que le costase. Permitió que Cord la pusiera en pie. Los

Protectores desaparecieron entre los árboles, moviéndose con el sigilo de fantasmas. Todo lo

que Senna escuchaba era el sonido jadeante de su respiración por encima de las olas a la

distancia.

Cord se detuvo a menudo, tendiéndole agua para humedecer su garganta reseca.

Finalmente alcanzaron la ciudad que Senna había rodeado en su primer viaje a Tarten. Las

lecciones de geografía en su cabeza le proporcionaron un nombre: Epal.

Los Protectores emergieron de entre los árboles y tomaron sus posiciones. Las calles

estaban extrañamente tranquilas, pero Senna lograba captar rostros que la observaban, el

viento arrastraba los escombros por todas partes, mientras los artículos más pesados

permanecían abandonados en la calle. La sandalia de un niño llamó su atención. Una de las

correas estaba rota. Senna no podía evitar preguntarse qué le había sucedido al dueño de esa

sandalia. Toda esta destrucción en parte fue culpa suya. Sólo quería poder arreglarlo todo,

encontrar una respuesta para el peligro que se cernía sobre Haven. Y ahora sobre Joshen…

Senna se miró los pies y no volvió a levantar la mirada.

Llegaron al muelle y abordaron el bote de las Brujas de Calden. El barco era más pequeño

que el de Parknel y se elevaba más alto sobre las aguas. También sus velas eran diferentes. El

barco lucía rápido. A un costado, «Espejismo» estaba pintado en azul.

Cord la llevó a un pequeño camarote bajo cubierta. Con excepción de una cama, un

lavabo y un orinal, estaba vacía. Senna fulminó al hombre con la mirada.

Para su enojo, él no mostró ninguna reacción. —Deberías sentarte, sé que estás agotada

—dijo.

Aunque sus músculos temblaban de fatiga, ella permaneció de pie.

Mistin interrumpió el tenso silencio un momento después. Traía una bandeja de comida

que inmediatamente hizo que se le hiciera agua la boca.

Haciendo caso omiso de Senna, Mistin se sentó en la cama con las piernas cruzadas,

entonces levantó la vista. —Tienes dos opciones: comer y conservar las fuerzas, o negarte y

ponerte cada vez más débil.

Senna no estaba segura ¿Todo sobre Mistin había sido mentira? Debía ser quien la atacó

antes con la honda.

La chica miró a Senna atentamente. —Si empiezas a cantar, Cord y yo te detendremos y

la habitación estará repleta de Protectores en un santiamén. No te daremos otra oportunidad.

Senna consideró sus posibilidades. Podía sin duda cantar unas pocas notas antes de que

la golpearan y quedara inconsciente y le pusieran de nuevo la mordaza; pero no sería

suficiente tiempo.

—¿Son siquiera hermanos? —preguntó Senna con disgusto—. ¿O todos los de Calden se

parecen?

Mistin entrecerró los ojos. —Sólo porque todos los de Calden tienen rasgos oscuros no

quiere decir que nos parezcamos. Pero no, no somos hermanos. Sólo amigos.

Todas esas historias sobre la infancia de Mistin, las calles, sus hermanas y madre

muertas. Vivir con miedo por ser una Bruja… todo eso había sido para manipular a Senna,

para que sintiera empatía por ella.

Senna apretó los puños a sus costados. —¿Hay algo en lo que no me hayan mentido?

Mistin frunció el ceño. —Realmente somos tus amigos.

Senna contuvo el impulso de golpearla; pero si iba a escapar, necesitaba de todas sus

fuerzas y mantener a sus captores relajados. Se sentó al borde de la cama y empezó a comer.

Un queso cremoso estaba untado sobre un pan grueso y suave. Encima, Mistin había apilado

carne con una salsa picante y dulce. Durante un rato, estuvieron en silencio, a excepción de los

sonidos de comer.

Había creído que estos dos eran sus amigos, y se había equivocado. —¿Qué va a

sucederme? —preguntó finalmente.

Mistin intercambió una mirada con Cord. —Te llevaremos a un lugar seguro.

Senna comió un puñado de bayas, que explotaron en su boca, agridulces con pequeñas

nueces adentro. —¿Seguro contra qué?

—Los tartenos y Haven —dijo Cord.

Senna inhaló. —¿Quien va a protegerme de ustedes?

Los ojos de Mistin se llenaron de tristeza. —No vamos a hacerte daño.

¡Já! Ya la habían herido numerosas veces. Los estudió a ambos. No había forma de que

Mistin hubiera trabajado sin ayuda, su canción no era tan fuerte como para transportar un

bote a la cueva submarina que conducía a Haven. —¿Quién era la otra traidora? ¿Drenelle?

Mistin abrió la boca para decir algo, pero la cerró cuando Cord le dio un codazo, y puso

una mirada amonestadora.

—¿Qué se supone que significa eso? —Senna miró entre ambos.

Cord se encogió de hombros antes de tomar la bandeja vacía y salir de la habitación.

Senna se lavó las manos en el cuenco de agua. Momentos después, sintió el barco salir a

mar abierto.

Estaba dejando atrás a Joshen. ¿Quién sabia que le haría Grendi? ¿Y a Reden? ¿Y si

ninguno de ellos seguía con vida? Senna se recostó en la cama, lo más lejos posible de Mistin y

giró su anillo de perla en su dedo, una y otra vez.

Joshen estaba bien, ella iba a escapar. Iba a liberarlos a él y a Reden. Repitió en su

cabeza como un mantra.

La puerta se abrió de nuevo, esperaba que fuese Cord. En cambio, Krissin estaba de pie

allí, y el sonido de una canción de Bruja se filtró en la habitación. Senna se sentó. Quería

cantar, quería hacerlo con desesperación; pero eso le costaría la poca libertad que poseía.

Tenía que soportarlo.

—Senna vendrás conmigo, Mistin quédate cerca —dijo Krissin.

Se armó de valor y siguió a Krissin fuera de la habitación. Se sorprendió al ver el

crepúsculo acercarse. No había señales de tierra; la nave debía estar en mar abierto. A juzgar

por el movimiento de las olas, estaban haciendo un excelente tiempo. Negros nubarrones se

avistaban en el horizonte.

Krissin dirigió a Senna y Mistin al camarote del Capitán y cerró la puerta tras ellas.

Senna avanzó al otro lado de la habitación. Mistin la siguió y observó cada uno de sus

movimientos con recelo.

Krissin encendió una docena de velas. —¿Sabes quiénes somos?

Senna asintió. —Son las Brujas que quieren apoderarse de Haven.

La cara de Krissin permaneció en blanco. —Sí.

—¿Enviaron un terremoto a Haven? —preguntó Senna.

Krissin contestó con una sonrisa. —Muy bien. Mistin me informó que tus Principales

empezaban a sospechar. Necesitábamos una buena distracción.

—¿Y qué hay del daño que hizo a la costa de Nefalie? ¿La gente que mataron?

La sonrisa se desvaneció del rostro de la Bruja. —Me arrepiento de eso.

Senna inhaló. —¿Por qué mandaron a Mistin y Cord a secuestrarme?

—Porque eras lo único que se interponía entre nosotros y Haven. —Krissin se sirvió un

poco de té.

—Sólo soy una Bruja.

Krissin la estudió. —Sí, pero sé lo que te está pasando.

—¿Lo que me está pasando? —Senna repitió sin aliento.

La Principal miró por la ventana. —Toda canción de Bruja influencia la música a su

alrededor. Pero tú… tú puedes escuchar la música. La fuerza de tu canción oscila: a veces tu

canción tiene la fuerza de un coro completo, otras veces tu canción parece casi normal.

Senna meneó la cabeza ¿Cómo sabia Krissin eso? —No entiendo qué tiene que ver con

esto.

Krissin se inclinó hacia adelante. —Tus Brujas no entienden cómo funcionan realmente

las canciones. Nosotras fortalecemos la música de las Cuatro Hermanas, la manipulamos si

podemos; pero no podemos escucharla. Sin embargo tú sí puedes. Además, incluso puedes

crear música.

¿Crear música? Senna pareció quedarse sin aire. ¿Eso era lo que ella realmente estaba

haciendo? —¿Cómo sabes eso? ¿Cómo sabes siquiera algo sobre mí? Calden desapareció hace

mucho tiempo.

—Tenemos nuestros espías… gente como Cord y Mistin, para mantenernos al tanto de

lo que sucede. —La vela crepitó, creando sombras en la cara de Krissin—. Hace mucho

tiempo, una joven Bruja se desilusionó con la forma en la que Haven funcionaba. En secreto

consiguió seguidoras. Una noche se escabulló a la biblioteca secreta de las Principales y se

llevó muchos libros llenos de secretos. Luego ella y sus seguidoras huyeron a su país natal:

Calden.

Senna ya conocía esa historia. —Pero Calden fue destruido.

La mirada de Krissin cayó en Senna. —No destruido, sólo movido.

La imagen de las palabras garabateadas de Espen pasó por su cabeza. —Pero eso habría

necesitado cientos y cientos de Brujas…

—Oh ¿en serio? —Krissin sorbió tranquilamente su té.

Senna entrecerró los ojos. —Sabes que sí.

Krissin frunció los labios. Ella había estado dispuesta a compartir algunos secretos. Al

parecer éste no era uno de ellos.

Era cierto que las Brujas podían mover Haven, si había suficientes, pero Senna no sabía

que pudiesen hacerlo con otro lugar. Claramente las Brujas de Haven tampoco. Debía ser

cierto, porque tenía la evidencia sentada frente a ella. —¿Cómo pudieron permanecer

escondidas por tantos siglos?

El pulgar de Krissin se paseó por el borde de la taza de té. —Lo entenderás cuando lo

veas por ti misma.

Senna se desplomó sobre su silla y se sirvió una taza de té, añadiendo una generosa

cucharada de nata. —Realmente ¿Cuál es el punto de todo este misterio?

Krissin sonrió. —No te revelaré todos nuestros secretos, Senna. Y entérate que no te haré

daño. En realidad todas nosotras tenemos un gran respeto hacia ti, y lo que has hecho.

Mientras no interfieras en nuestros planes, serás tratada como un huésped de honor.

Senna sentía a las Cuatro Hermanas dentro de ella. Podría aprovecharlo y hundir este

barco y todos los barcos a cien leguas.

Krissin debió haber visto algo de esto en su rostro. —No, Mistin te dejaría inconsciente y

te drogaríamos hasta que todo esto haya terminado. No puedo garantizar que las pociones no

minen tu voluntad o te conviertas en una esclava de ellas.

Senna se tragó su ira. Krissin tenía razón. Tendría que esperar la oportunidad adecuada.

—Cuando derroté a Espen pensé que estaba salvando más que sólo a las Brujas; pero eso no

era cierto ¿verdad? Había cientos de Brujas en Calden que podrían haber intervenido después y

enderezado el mundo. Realmente nunca estuvo en peligro.

Krissin tomó un puñado de bayas, —Date un poco de crédito, Brusenna. Nos

ocultábamos de Espen igual que tus Brujas. Ella podía habernos derrotado con la misma

facilidad como lo hizo con las Brujas de Haven. —Krissin se puso en pie e hizo un gesto para

que Senna la siguiera. Ella obedeció por el simple hecho de que no tenía en realidad otra

opción.

Krissin la condujo a su pequeña habitación. —Mistin se quedará contigo para asegurarse

que no intentes cantar. No la pongas a prueba. Ella es nuestra mejor Asestadora. Y te sugiero

que descanses. —Cerró la puerta y Senna oyó el correr del pestillo.

Senna dejó que sus ojos se ajustaran a la oscuridad. —¿Asestadora?

Mistin cayó en la cama y miró hacía el techo. —Brujas entrenadas como luchadoras. —

Vaciló—. Te dije que hay más en una Bruja que sólo su canción.

Absolutamente agotada, pero luchando contra su destino, Senna gruñó. — Nunca

discutí eso.

—Lo sé —dijo Mistin suavemente, sus ojos brillando en la oscuridad—. Por eso soy tu

amiga.

Senna sintió ganas de gritar. —Las amigas no se mienten la una a la otra, ni se

traicionan mutuamente y ciertamente tampoco se secuestran.

—Esta amiga sí. —Senna oyó la risa de Mistin, quien dio la vuelta y dijo con seriedad—.

No todo el mundo me mira como tú lo haces. Haven ciertamente no. Soy pequeña, soy joven,

y lo peor de todo: tengo una canción débil. Pero he encontrado una manera de convertir mis

debilidades en fortalezas. La gente me subestima, pasan a mi lado sin darme mucha

importancia. Soy la espía perfecta. No tienes que ser grande y fuerte para lanzar un cuchillo o

lograr ser la secretaria de las Principales.

—O para ser mi supuesta amiga. —Senna se frotó sus ojos—. Sabes que no son malas.

—Esta guerra se viene creando hace siglos. —La voz de Mistin se endureció—. Cuando

termine, tendrás un lugar entre nosotras, si así lo eliges.

Un lugar con estas Brujas, pero no con las de Haven. Senna apoyó la cabeza contra la

puerta y se deslizó hasta el suelo. Esto era lo que Espen había tratado de advertirle. Este era el

peligro que se avecinaba hacia Haven.

Las barreras de la isla no eran protección. No contra Brujas.

S

26. ProhibidoTraducidoporBeneathMist

enna estaba tendida en un colchón lleno de bultos, mirando el techo y preocupándose por

Joshen. Revivía todo lo que había pasado, encontrando un centenar de lugares a los que no

debería haber ido, un centenar de decisiones que podría haber tomado de forma diferente.

Mistin dormía profundamente a su lado. Había considerado cantar mientras su “amiga”

dormía, pero cualquier cosa lo suficientemente fuerte como para resultar efectiva en ese

espacio reducido despertaría sin duda a la chica.

Y había visto lo rápido que Mistin podía moverse.

Aun así, Senna podría haberse arriesgado. Había funcionado antes, cuando tarareó a las

Cuatro Hermanas.

Pero ahora estaba en medio del mar Darkwell. ¿A dónde iría?

No importaba cuántas veces mirara por la diminuta ventana que estaba sobre la cama

que compartían, sólo veía mares tormentosos. El último sentido que le quedaba era el oído.

Algunas veces oía a los marineros por encima del viento y la lluvia; y siempre el sonido

constante de una Bruja cantando al barco.

Eso en sí era curioso. La canción de la mujer era fuerte, sólo debía cantar de vez en

cuando, pero desde que comenzó horas atrás no se había detenido excepto para algún

descanso ocasional. Su canción finalizó de repente. Se hizo el silencio, a excepción de las

pisadas de botas. Y de repente, la canción de Bruja se reanudó. Al menos había cuatro Brujas

cantando.

En respuesta, el viento azotó la nave, que se abalanzó hacia delante.

El canto de tantas Brujas incrementaría tanto la velocidad, que se rompería el mástil. —

¿Están locas? —preguntó Senna en voz alta.

Mistin se sentó, escuchó, y dijo atontada: —Nos dirigimos a la barrera. Eso significa que

estaremos en casa al caer la noche. Cuando me marché, no pensé que la vería de nuevo.

—¿Dónde estamos?

—Puede que hayas escuchado que se refieren a él como las Borrascas Darkwell. —Con

una sonrisa soñolienta, se recostó de nuevo.

Las Borrascas Darkwell… Senna lo había escuchado, pero no podía recordar dónde.

¿Era eso lo que Espen quiso decir con lugar de tormentas? Después de apartar las mantas,

Senna se arrodilló frente a la ventana y apoyó la barbilla contra el marco. La oscuridad tenía

una textura tan profunda, que se sentía como terciopelo negro a su alrededor. Y aun así, todo

lo que veía era un océano infinito, nubes y lluvia.

Con ayuda de la iluminación de una linterna que no estaba a la vista, miró hacia atrás,

por donde habían venido y se percató de la inclinación de la lluvia y la dirección de las olas. El

barco iba en contra de ambas. Ese debía ser el motivo por el cual la Bruja había tenido que

cantar toda la noche, pero no explicaba la repentina incorporación de tres más.

Senna cambió de postura para mirar hacia delante y vio algo asombroso a través de la

distorsión que causaba la lluvia: un centelleo de color. Un muro curvado con manchas verdes

y moradas emergió de la tormenta; se extendía más allá de donde alcanzaba la vista.

Un intenso presentimiento se apoderó de ella. Si el barco tocaba ese color, algo horrible

pasaría. Debían dar la vuelta y no regresar nunca. La sensación era tan abrumadora, que

sentía como si su cerebro estuviera dejando de funcionar. Sólo podía pensar en una cosa: huir.

Un pequeño grito de terror escapó de sus labios.

Mistin le dio una palmadita en la espalda. —Pronto habrá acabado.

La estancia se llenó de color mientras el barco atravesaba el muro. Senna fue inundada

de repente con música, la música más extraña que había escuchado.

Encogida, escuchó una canción de olvido y lugares prohibidos.

Un momento después, se había acabado, y ella se quedó vacía, a excepción de una total

confusión. Incluso la tormenta se había ido. Todo estaba en calma y en silencio. Miró por la

ventana.

El muro ya no era un mal presagio. Era un arcoíris de colores líquidos y brillantes. Senna

lo comprendió por fin. Esa barrera se parecía mucho a la que rodeaba el Anillo de Poder y

protegía a las Brujas durante sus canciones. Pero en lugar de un límite infranqueable, ésta

creaba miedo y una sensación de muerte inminente para mantener alejados a los extraños.

—¿Cómo es posible?

Mistin bostezó. —Las corrientes y los vientos mantienen los barcos alejados. Las

tormentas los ciegan. Si cualquiera de ellos falla, la barrera no dejará pasar a nadie desde el

exterior. Ni siquiera a aquellos que nos marchamos de aquí… No creía que fuera capaz alguna

vez de regresar a casa. Pero eso cambió hace unas semanas. Ahora sólo espanta a cualquiera

que se aproxima, pero puede cruzarse en ambos sentidos. No sé por qué.

El corazón de Senna se aceleró. La primera vez que Viajó, se había topado con algo que

no podía cruzar, así que lo alteró para que la dejara atravesarlo. Alterado, pero no destruido.

—Si nadie podía atravesar la barrera, ¿cómo la atravesaste la primera vez?

—Salir es fácil. Entrar es… era imposible. —Mistin se dio la vuelta y puso las mantas

sobre sus hombros, con claras intenciones de volver a dormir.

Después de cruzar la barrera, Senna había sido atacada por Brujas extranjeras que vivían

en una isla no lejos de una tierra con montañas. Calden estaba sólo a un día en barco de

Tarten. Todo tenía sentido.

Más allá del mar oscuro, los edificios brillaban como perlas con la luz de la luna, con

velas que resplandecían en las ventanas. El barco se dirigió a un ancho río.

Su velocidad disminuyó al ir contra la corriente del río.

Al tener la mano en el casco, Senna casi sentía el esfuerzo del barco para vencer el

empuje del agua.

La canción de las Brujas los impulsaba hacia delante. Frenaron antes de sobrepasar la

orilla del río y se adentraron por la desembocadura.

Senna estudió la silenciosa ciudad. Las vigas de madera asomaban a través de los

tejados. Las paredes parecían hechas de alguna clase de yeso. Pese a que era tarde, pudo ver

gente, todos vestidos con túnicas sueltas y sandalias.

Bajó la mirada hacia el río y se sorprendió al ver a Pogg nadando en el agua, con un pez

en la boca. Un grito nació en su garganta, pero murió en cuanto vio otro Pogg.

Y otro. Se sentó sobre los talones.

Pogg no era el último Mettlemot. Sólo estaba aislado del resto de su especie. Senna cerró

los ojos mientras la profundidad y la enormidad de los errores de las Brujas la abrumaban. —

Lo siento, Pogg —murmuró.

Se arriesgó a mirar por la ventana.

Más allá de la ciudad había bosquecillos de árboles oscuros de hoja ancha. Al otro lado

de las colinas, un rebaño de ovejas se había acostado para pasar la noche. Parecían una nube

que había perdido el cielo. Senna observó el paisaje cambiar, volverse aún más árido y

azotado por el viento. En algún momento, se quedó dormida de nuevo.

La mano de Mistin en su brazo la despertó. —Pronto vendrán por nosotras.

Senna miró fuera otra vez. Era de mañana, tan temprano que el sol no había despertado

todavía. El mundo era lluvioso y gris, esa hora difusa que carecía de detalles claros. Habían

llegado a otra ciudad; su barco estaba atracado en uno de los muelles.

Senna peinó su cabello enredado con los dedos. Alisó las arrugas de su vestido y se puso

las botas. Estaba lista cuando un grupo de Protectores, entre ellos Cord, abrió la puerta.

Detrás de ellos, Krissin y las otras Principales estaban esperando a que bajaran la

pasarela.

Cord sonrió, obviamente tratando de suavizar el hecho de que Senna estaba bajo

custodia. —Hora de irnos.

Mistin se inclinó hacia delante. —Ninguno de nuestros buques de alta mar puede ir más

allá de Ilyss. Iremos a bordo de navíos más pequeños.

Cord se hizo a un lado, esperando claramente que Senna saliera sin luchar. Por las

Creadoras, ella quería demostrar que estaba equivocado. Pero los Protectores y Mistin la

silenciarían en el momento en el que la canción saliera de sus labios. —No me fío de ti. —Le

lanzó una mirada a Mistin—. Ni de ti.

Cord se acercó más, y su cercanía hizo que el interior de Senna se retorciera. —Cuando

estaba escondido y medio muerto de dolor, las escuché algunas veces, a tus Brujas de Haven.

Te acusaron de mentir, de intentar llamar la atención. Incluso Joshen trató de impedir que te

marcharas. Así que dime, Senna, ¿quién es mejor amigo?

¡Cómo se atrevía a decir algo contra Joshen! Senna abofeteó a Cord, y su mano punzó de

dolor. Los otros Protectores se acercaron.

—Se lo merecía —dijo Mistin rápidamente.

Frotándose la mejilla, Cord les hizo un gesto a los otros Protectores para que se relajaran.

—Puede que sí.

Krissin los miró. Sacó un frasco con un líquido púrpura de su cinturón de semillas y lo

sostuvo para que Senna lo viera. —Lo usaré si debo hacerlo.

Senna sintió frío de repente, aunque el aire anterior al amanecer era cálido. El Yarves

haría su mente tan maleable como la masa. Se apartó de Cord, con los puños tan apretados a

los costados que su cicatriz dolió ferozmente.

Krissin deslizó el frasco de nuevo en su cinturón de semillas y caminó por la pasarela,

con sus sandalias golpeando la madera de forma muy diferente a las botas de Senna. Senna la

siguió, odiando cada paso que daba. Los Protectores vestidos de negro de Calden la

flanquearon a cada lado y la condujeron hacia el muelle.

Entraron en un pequeño bote que estaba intrincadamente tallado en madera fina. Senna

pasó sus manos por el interior, buscando las juntas donde una tabla se unía con la otra. Con

un sobresalto, se dio cuenta de que no había ninguna. El bote entero debía haber sido tallado a

partir de un solo árbol por la canción de una Bruja.

Aturdida, retiró la mano. Nunca había escuchado una canción que le diera forma a un

bote. Nunca lo había imaginado siquiera. ¿Podía ser posible que las Brujas de Calden tuvieran

incluso más conocimientos que las Brujas de Haven? ¿Que fueran de alguna forma más

fuertes?

Si era así, ¿qué querían de ella? ¿Por qué tomarse todas esas molestias por una sola

Bruja? Krissin tenía razón al decir que el poder de Senna surgía en toda potencia algunas

veces, pero no era lo suficientemente fuerte como para detener a estas Brujas.

Los Protectores soltaron el bote de las amarras y se acomodaron. Las Brujas que

rodeaban a Senna cantaron de nuevo, y un viento perfecto y preciso que sólo afectaba a las

velas, los condujo hacia delante hasta el punto de que parecían rebotar por la corriente del río

como una piedra saltarina.

La primera luz del día atrajo a los hombres al río.

No prestaban atención a las Brujas o a sus canciones mientras echaban las redes por los

costados de sus pequeños botes una y otra vez. Intrincados sistemas de riego alimentaban las

arboledas y los campos de plantas viny. Senna los observó con asombro.

Krissin la vio estudiar los sistemas de riego. —Aunque la jungla de Tarten está a menos

de cien leguas de distancia, nuestro clima es muy diferente. Otro obsequio de tus Brujas.

Como puedes ver, nos hemos adaptado.

—Así que esto es Calden. —La nación que las Brujas habían reducido a cenizas y

negado las lluvias, había encontrado una forma de sobrevivir. El alivio creció dentro de Senna.

A pesar del daño que las Guardianas habían causado en repetidas ocasiones, la gente había

encontrado la manera de sobrevivir. Siempre lo hacía.

—Ya no. Nos cambiamos el nombre a Caldash cuando surgimos de las cenizas de

Calden.

Una docena de preguntas se formaron en la mente de Senna, preguntas sobre el número

de Brujas, la barrera, o las canciones que cantaban. —Hemos viajado en el río durante horas.

¿Cómo podría alguien mover una isla de este tamaño? Tendrían que haberlo hecho cientos de

Brujas.

Krissin miró los campos. —La lógica estaría de acuerdo contigo.

¿Qué clase de respuesta era esa? Pero Senna no preguntó nada más, porque al preguntar

se sentía como si estuviera cerca de la derrota.

Con el sol vino el calor que secó la humedad de su cuerpo. Se puso la capa sobre la

cabeza al sentir que su piel comenzaba a quemarse. Pese a que estaba hecha de un material

oscuro, la sombra que proporcionaba estaba más que compensada por el aislamiento

adicional.

Krissin le entregó algo de comida: pan de nueces y algo de queso de oveja que hizo que

se sintiera sedienta.

El agotamiento se apoderó de ella y se quedó dormida.

Cuando se despertó, el aire era sin duda más frío. Sus músculos estaban rígidos por

culpa de dormir en el duro bote. Frotando su hombro entumecido, se sentó y se quedó de

piedra. Las colinas áridas habían desaparecido.

En su lugar, enormes montañas se alzaban sobre ella como hombres viejos arrugados con

copos de nieve cubriendo sus cabezas calvas.

Temblando, Senna se arrebujó en la capa y miró más allá de la multitud de Protectores

que bloqueaban parcialmente la visión de lo que había delante. Lo que vio la sorprendió más

que el repentino cambio de paisaje: una ciudad florecía entre dos cumbres. Una ciudad hecha

de casas árbol.

—¿Dónde estamos? —preguntó Senna, aturdida.

—En la ciudad de Lilette, nuestra ciudad sagrada —dijo Krissin en voz baja. Señaló los

enormes árboles centinelas que flanqueaban el río—. La única forma de llegar es por el río, que

está fuertemente custodiado por los Protectores más jóvenes. Si no tienes uno de nuestros

botes, no puedes entrar. Si no eres reconocido en los muelles de la ciudad, rápidamente te

toman prisionero. A la mayoría nunca se les permite marcharse.

Nunca se les permite marcharse. Senna se humedeció los labios.

—¿Por qué me has traído aquí? ¿Qué quieres?

—No es algo que yo decida.

Senna sacudió la cabeza. —No lo entiendo. Eres la Principal de la Luz Solar.

Krissin gruñó. —Las cosas funcionan un poco diferente aquí. Como Principales de las

Disciplinas, controlamos el clima de Caldash y presidimos nuestras Disciplinas, pero la

Compositora preside la ley.

Las Brujas dejaron de cantar y el bote siguió avanzando antes de golpear suavemente el

muelle. Algunos de los Protectores saltaron fuera para amarrarlo, mientras los otros ayudaban

a las Brujas a desembarcar.

Un hombre de la ciudad se reunió con Krissin. Mientras hablaban, él miró a Senna, con

la curiosidad y el asombro dibujados en el rostro, antes de girar sobre los talones y salir

trotando por el mismo camino por el que había llegado.

Un grupo de mujeres bajó por el muelle. Vestían una versión menos ornamentada de la

misma túnica y pantalones sueltos que Krissin. Senna lentamente se dio cuenta de que la

estaban esperando a ella. Habían estado esperándola. Como si supieran que iba a llegar y se

hubieran preparado para ello. —¿Qué quieren de mí?

Krissin señaló la ciudad con la cabeza. —La Compositora desea hablar contigo.

Condujeron a Senna fuera del bote, por el muelle, hasta llegar a la ciudad. La gente

entraba y salía de las casas árbol. Protectores, niños, Brujas, montones y montones de Brujas.

—Hay muchas Guardianas.

—Ni siquiera es la mitad de las que somos. Vivimos entre nuestra gente.

—Pensaba que nadie podía abandonar la ciudad de Lilette.

Krissin rió. —Sólo Brujas y Protectores. Si alguien más viene, está obligado a quedarse.

Senna estudió las Brujas a su alrededor.

Ninguna de ellas parecía llevar el miedo en sus rostros, de hecho, parecían pacíficas,

felices y prósperas. Todas las cosas que Haven buscaba y se quedaba corto.

Así era como Haven había sido una vez. Antes de que su número se viera diezmado por

la guerra y el miedo.

Antes de que Espen hubiera atravesado cristales y puertas, y destrozado los frágiles restos

de la ya tambaleante sociedad de las Brujas. Senna quería llorar por todo lo que habían

perdido.

El aire olía a hierba salada, flores dulces y el aire seco de montaña. Krissin y el resto del

grupo se deslizaron por un bosque de casas árbol hacia el centro de la ciudad, donde un gran

árbol se alzaba sobre los otros. Atravesaron un seto que parecía feroz, entrada que estaba

vigilada por la penetrante mirada de los Protectores. —Sólo estamos entrando a un patio

interior, algunos hombres tienen castillos, nosotros tenemos árboles —explicó Krissin—. Cada

árbol es como una habitación en un castillo.

Había más Protectores vestidos de negro, parados en vigilancia silenciosa junto a las

puertas del árbol más grande.

Al darse cuenta del escrutinio de Senna, Krissin los señaló con la cabeza. —Este es el

árbol de escucha de la Compositora.

Por un momento, a Senna le preocupó que fueran a entrar, pero giraron hacia uno de los

árboles adyacentes.

—Y esto —continuó Krissin—, es el baño árbol.

Se parecía menos a un árbol y más a cientos de arbolillos torciéndose y trenzándose

hacia arriba. La niebla surgía de los espacios entre las ramas. Los Protectores se apostaron

fuera mientras las mujeres empujaban a Senna al interior. Se quedó sin aliento en cuanto dio

un paso hacia dentro. El árbol había sido cantado para rodear un manantial natural. Un

mosaico de azulejos creaba patrones de un azul monocromático. El estanque se llenaba con

una diminuta cascada que desprendía vapor. En tablas talladas con canciones había toallas,

jabones y aceites. Las paredes estaban cubiertas de espeso musgo verde. El lugar olía a una

mezcla de tierra húmeda y caras fragancias. A Senna le pareció embriagador.

Para su horror, las mujeres la sentaron en un taburete y comenzaron a tirar de sus ropas.

—No —jadeó Senna—. Puedo hacerlo sola.

Ya que no la escucharon, empujó a una de ellas. Las mujeres le chasquearon la lengua.

Con una ceja alzada, Krissin levantó el Yarves.

Con la cara rígida, Senna soportó que la lavaran con jabón y vertieran agua terriblemente

caliente sobre su cabeza. Eso era cien veces peor que su casi baño con Ciara. Sólo cuando

habían restregado su piel hasta dejarla rosa, la dejaron a remojo en el estanque, pero no por

mucho tiempo. Demasiado pronto, ya la estaban sacando otra vez.

La ungieron con un aceite que olía a resina dulce. Le desenredaron el cabello y se lo

tejieron en una larga trenza que terminaba en un nudo a un lado de su cuello. La vistieron con

una túnica azul finamente bordada y unos pantalones, y le dieron unas sandalias en lugar de

sus botas.

Para terminar, pusieron un delicado brazalete dorado con flores y enredaderas alrededor

de su muñeca.

La pusieron delante de un espejo y apenas reconoció a la mujer de azul y dorado.

—Pareces el sol en el cielo —dijo una de las mujeres con un fuerte acento.

Las mujeres la condujeron al exterior y la entregaron a otro grupo de Protectores.

Senna estaba rodeada en un lugar extraño, y Krissin todavía temía que intentara escapar

de allí… y que lo lograra. Krissin habría tenido razón. Escapar era una certeza, incluso si tenía

que destruir media ciudad de Lilette en el proceso.

Sus entrañas se encogieron mientras subían los enormes escalones al árbol de escucha de

la Compositora.

Krissin susurró: —Sería muy imprudente faltar al respeto a alguien tan poderosa como la

Compositora. Y, por favor, no intentes ninguna tontería. Estás en el centro de la ciudad de

Lilette, no escaparías.

Senna exhaló, frustrada. —Arrancaría unos cuantos árboles antes de que pudieran

detenerme.

Krissin palideció. —Te matarían por eso.

Los Protectores apostados en la ornamentada entrada miraron a Senna con cautela

mientras Krissin empujaba la puerta y entraba.

Senna se limpió las manos sudorosas en la túnica.

Desde que la capturaron, no había ido a ningún sitio sin compañía. ¿Y ahora le

permitían ver a la Compositora sola?

Enderezando los hombros, Senna entró.

L

27. La CompositoraTraducidoporLauraef

a puerta se cerró detrás de Senna con un golpe sordo y ella se paró en seco. Este cuarto era

cien veces más grande que cualquier otro que hubiera visto. La luz a través de las ventanas

emitía arcoíris fragmentados que se repartían por todo el interior. Plantas y enredaderas

crecían por las paredes, sus colores y olores llenaban el aire.

Giró lentamente, viendo flores e incluso árboles que nunca antes había visto, ni siquiera

en un libro. Pero no había ninguna Compositora a la vista. Senna se paseó sin rumbo,

buscando a la mujer. Pero las plantas a su alrededor distraían a Senna con su variedad y

misterio. Sus canciones eran diferentes también, más coloridas y con más matices que las

canciones de Haven. Cogió un brote con la mano e inhaló su nítida fragancia.

—Es bonito, ¿verdad?

Senna se giró hacia la voz que sonaba gastada, como si hubiera cantado mil canciones y

pronunciado innumerables palabras. No era una voz que poseyera un poder de canción

considerable. Una anciana estaba sentada junto a un macetero bellamente esculpido, con una

pala de jardinería en la mano. Finas líneas le cruzaban la piel como telarañas. Rebuscó en la

tierra y sacó de él un rizoma. Le quitó la tierra, dispersando polvo en su ya manchada túnica.

Cantó suavemente a las plantas, la voz tan chirriante como una silla de montar nueva.

Senna respiró aliviada. Esta mujer era obviamente tan solo una jardinera.

—Busco a la Compositora.

—A menudo llega tarde. Siéntate y ayuda a una anciana, ¿mmm?

Senna se acercó, sus sandalias golpeaban el suelo. Cuidando de su túnica nueva, se posó

en un lado del macetero. La mujer le tendió una pala.

—Tenemos que quitar algunas de estas flores antes de que se ahoguen a sí mismas.

Senna empezó a quitar los rizomas. Salían de la tierra con bastante facilidad. La anciana

debía haber removido el suelo antes.

—Estas son mis favoritas —continuó—. Son duras y bellas. Útiles también, ya que cada

una de sus partes es un ingrediente clave para una u otra poción. Pero su punto fuerte es

también su punto débil. Sus raíces son tan fuertes que a menudo ahogan otras plantas, lo que

supongo que hace que otras plantas las odien.

¿Estaba loca esta mujer? Senna enterró profundamente las manos en la tierra y sacó otra

raíz, una que parecía un pequeño hombrecillo barrigón. Lo lanzó a la papelera.

—Realmente debería encontrar a la Compositora.

La mujer continuó como si Senna no hubiera hablado.

—Con el tiempo incluso empiezan a ahogarse a sí mismas. Empezarán a pudrirse por el

centro hasta que haya un feo agujero. El resto de las plantas enfermarán entonces,

simplemente no hay suficiente suelo y agua para todas. —Sacó otra raíz y la sostuvo en alto—.

Imagino que eso no es de mucho consuelo para esta raíz, ¿mm? ¿Por qué ella y no una de las

otras?

El aire se le quedó atorado en la garganta a Senna. —No estamos hablando de flores,

¿verdad?

La mujer lanzó la raíz en un bote de basura. —En realidad, no hay respuesta. La

jardinera decide.

Senna dejó salir de golpe todo el aire que tenía. —Tú eres la Compositora.

La mujer se limpió una gota de sudor de la frente, dejando un rastro de suciedad. —Me

llamo Ellesh. Y tú eres Brusenna. Que vienes por respuestas.

Senna miró con más atención y vio lo que había pasado por alto antes. Los ojos de

Ellesh eran sagaces y afilados como un cuchillo.

La Compositora dejó su pala de jardinería y se sacudió el polvo de las manos.

—Escucha y te contaré la historia de una mujer que cambió el curso de la historia. Se

llamaba Lilette.

Senna había esperado tanto para escuchar la historia completa de lo que había sucedido,

que esto no parecía real.

Ellesh arqueó la espalda con un gesto de dolor. —Su madre murió lejos de casa… una

extraña que resultó ser una completa desconocida y su origen imposible de rastrear. Una mujer

estéril se quedó a Lilette y la crió. En su juventud, la niña descubrió lo que era. Llegó a Haven

para aprender, pero lo que encontró fueron mujeres castigando a un tulipán por no ser una

manzana.

Senna negó con la cabeza. —Yo no…

Los ojos de Ellesh parecieron atravesarla. —Algunos años las Principales eran mujeres

magnánimas. Otros años eran totalmente tiranas, castigando al mundo y sus habitantes por no

comportarse como pensaban que deberían. En los días de Lilette eran tiranas.

Senna miró por una de las ventanas al cielo cada vez más oscuro. Se lo imaginó. Mujeres

que repartían sus canciones basándose en promesas de dinero y poder. —El mundo tiene sus

propios ritmos, su propia canción para cantar. Lo sé porque la he escuchado.

La Compositora asintió. —Sí. Pero nuestras voces alteran esas canciones.

Ansiosa por ver si la historia de Caldash encajaba con la de Haven, Senna se inclinó

hacia delante. —¿Por qué se fue Lilette?

Ellesh suspiró. —Por muchas de las mismas razones por las que tú lo has hecho. Una de

las naciones se alzó contra las Brujas. Se le cortaron las lluvias como castigo. Lilette les suplicó

que lo reconsideraran, y ellas se negaron. Así que tomó a aquellas que la seguirían y se fue.

Vino a Calden. Y Haven la mató por ello.

Senna se quedó pensando. —Dicen que soy como ella y me temen por ello. ¿Por qué? Lo

único que siempre he querido es salvarles.

La Compositora se quedó en silencio por un tiempo. —Porque Lilette también vio a las

Creadoras. —Miró a la sorprendida Senna—. Y ella también empezó a cambiar.

Senna notó que su piel empezaba a calentarse. Se miró las manos. Estaban sucias de

arrancar las flores y llenas de cicatrices por quemaduras provocadas por las pociones. Costras

medio curadas de la selva le arruinaban la piel pálida. Aunque no era visible, había sangre en

ellas también. No eran las manos de ningún tipo de heroína.

Ellesh continuó en voz baja. —Lilette empezó a escuchar la música de la naturaleza. Se

volvió más y más poderosa cada día. Los que tenían la autoridad empezaron a temer su

fuerza, casi como ahora temen a la tuya. Podía haber destruido Haven, pero no tenía la

crueldad de un jardinero. No podía soportar arrancarlas.

Senna se quedó mirando las bellas flores, las raíces desnudas puestas en un balde para ser

molidas y servir para alguna poción.

La Compositora fue a un cuenco con agua y se lavó las manos meticulosamente.

—Las Brujas de Haven le tenían miedo, así que lanzaron un huracán a través del océano,

sin importar los barcos y la gente que hubiera en su camino, gente que no tenía experiencia en

manejar tales tormentas, ya que las canciones de las Brujas les habían librado de huracanes

durante siglos. Los rayos iluminaron el cielo. Granizo del tamaño de grandes pájaros cayó de

las nubes, aplastando todo en su camino. Los temblores dejaron profundos abismos y elevaron

altas montañas.

Después de secarse las manos, la Compositora sacó un libro de un bolso.

—Esto es lo que queda de un informe de Jolin Lyon, Principal de las Plantas y amiga de

Lilette. Fue transcrito por una de sus nietas. El mismo informe ha sido reescrito numerosas

veces cuando los libros se han caído a pedazos. —El lomo y las hojas crujieron como hojas

secas cuando Ellesh lo abrió por una página marcada.

—Los muertos se contaban por miles —leyó—. Los edificios se derrumbaban a nuestro

alrededor. Los rayos y el granizo atacaban a cualquiera que saliera de las ruinas. El Círculo

falló. Lilette se enfrentó a la tormenta, creando un Círculo sola, como nadie había hecho

nunca antes, ni lo ha vuelto a hacer. Se elevó en el cielo desgarrado, mientras los rayos

golpeaban a su alrededor. Cantó. Las luces cobraron vida a su alrededor hasta un punto que

hacía que los ojos dolieran cuando mirabas hacía ella, y nos obligó a taparnos los ojos. De

repente la tormenta paró, retrocedió. El sol brilló a través de las nubes y dijo: “Creí que

estábamos listas, me equivocaba. Pero algún día una Bruja se convertirá en el tipo de mujer

que el mundo necesita. Esperen y verán. Porque ese día, las Brujas se alzarán de nuestras

propias cenizas y el mundo renacerá”.

La Compositora cerró el libro.

—Lilette había movido Calden mucho más al sur y alzado una barrera protectora

alrededor de la isla. Nunca volvió a vérsele.

Senna se lavó las manos en el agua sucia. —Y creen que yo soy la respuesta, ¿que nací

para salvarlos?

Ellesh se rio entre dientes. —No. Los héroes no nacen, se hacen a sí mismos. El

potencial para salvar a las Brujas ha residido en muchas, incluyendo Espen. ¿Eres tú de la que

Lilette hablaba? Quizá, pero no voy a esperar a averiguarlo.

—Hemos estado planeando nuestro escape de esta isla durante siglos. Al maldecir a

Tarten, tus Brujas nos obligaron a ambos a convertirnos en aliados. Después probaste que la

barrera puede ser destruida. No tendremos una oportunidad mejor.

Senna se secó las manos. —Pero Grendi odia a las Brujas.

La Compositora la estudió. —Exactamente; pero lo único que odia más que a las Brujas,

son a las Brujas de Haven. Estuve de acuerdo en restaurar Tarten y destruir a su enemigo. No

está en posición de pedir más.

Pensando en todas las mujeres que había dejado atrás, su madre en primer lugar, Senna

cerró los ojos.

—¿Y qué te hace pensar que Tarten mantendrá su promesa?

—Porque si no lo hacen, hundiré todos sus barcos y sus tierras no serán curadas.

Con el ejército de Tarten apoyándolas, las Brujas de Caldash tenían fuerza de sobra para

destruir Haven. Y las Principales no sabían nada de esto.

—¿Qué sabes de las Brujas de Haven? ¿Las has conocido? ¿Has visto todo el bien que

han hecho?

Ellesh asintió, mirando hacia Tarten. —¿Puedes decir eso después de lo que hicieron a

Tarten? Si no las destruimos, aniquilaran cada nación que se cruce en su camino.

Senna se cruzó de brazos. —Ustedes serían diferentes, ¿verdad?

—Sí.

—¡Entonces sean diferentes ahora! Hay inocentes en Haven, Brujas novatas y

Aprendices.

Ellesh dudó. —¿No te ha enseñado tu Principal del Agua que siempre hay daños

colaterales en una guerra? ¿Alguno de ellos se merece morir?

—Sería irónico que castigaran a Haven por el mismo crimen que ustedes están pensando

cometer. —La voz de Senna era dura por la furia.

Con movimientos rígidos, la Compositora puso el libro de vuelta en su sitio. —Después

de que Haven se haya rendido, Grendi me entregará a las supervivientes. Se unirán a Caldash.

—No puedes justificar el asesinato de muchas al salvar a unas cuantas.

La Compositora parecía enfadada. —Ustedes nos desataron, Senna. Cuando maldijeron

a Tarten, nos proporcionaron el ejército que necesitábamos tan desesperadamente. Tu parte en

esto es innegable. También has sido tocada por las Creadoras. No me arriesgaría a herirte.

Tampoco a enfrentarme a ti.

Senna se preguntó si ese era el momento para actuar, para cantar y avisar a Haven. Pero

estaba dentro de un árbol. El viento no tenía un camino despejado para escapar intacto.

—Son decisiones duras, Brusenna. Decisiones que alguien tiene que tomar. —Ellesh

suspiró—. Quizá si fracaso en restaurar el mundo, tengas tu oportunidad.

Mientras Senna dudaba, la anciana fue hacia la puerta y habló a los Protectores al otro

lado.

—Traigan a Cord. —Estudió a Senna—. Mistin me ha contado mucho sobre ti. Tus

Principales de las Disciplinas te temen, tus compañeras te maltratan, tus Protectores se oponen

a ti.

Temblando, Senna se enfrentó a ella. —Eres cruel.

—No confías en mí, Brusenna. No puedo culparte por ello. Después de todo, yo no

confío en ti. Sólo un tonto dejaría una amenaza como tú entre nosotras, especialmente

teniendo en cuenta que no sabemos cómo de fuerte llegarás a ser. Algunas me han instado a

que te encierre profundo bajo tierra, atada y amordazada hasta que Haven haya sido

derrotada. O que te mate directamente.

De repente Senna no podía respirar. Podía sentir la mirada afilada de la Compositora en

ella.

—Pero te ofreceré una alternativa.

—¿Qué alternativa? —preguntó Senna, dándose cuenta de que sus oportunidades de

escapar se agotaban a cada segundo.

La puerta se abrió, dejando entrar una brisa que agitó los mechones que le caían por los

hombros. Cord entró, con una expresión seria en sus ojos oscuros.

Ellesh asintió hacia Cord. —Acepta a Cord como tu Protector.

Senna miró de él a la Compositora. —Voy a probar con la cueva.

Cord hizo un gesto de dolor. —No seas obstinada, Senna.

Ellesh cogió un pequeño cuenco con un bálsamo. Por el olor almizclado, Senna

reconoció la poción que permitía a una Bruja crear a un Protector. —Te permitiré vagar por la

ciudad de Lilette sin trabas.

Sin ataduras… Senna tendría una oportunidad mucho mejor de escapar. Sin embargo,

miró a Cord. —Ya tengo dos Protectores.

Cord no respondió.

Senna dudó. Ellesh estaba demasiado ansiosa como para arriesgarse a que Senna

escapara o advirtiera a Haven, lo que significaba que tener a Cord como Protector era de

alguna manera tan seguro como el encierro. ¿Se atrevería Senna a arriesgarse a caer en su

trampa a cambio de la oportunidad de escapar? ¿Podía escoger realmente?

Obviamente leyendo la derrota en su cara, la Compositora puso el cuenco de madera en

la mano de Senna. —Canta.

Senna se quedó mirando fijamente el bálsamo, la cabeza le daba vueltas. —Está bien.

Ellesh se relajó visiblemente. —La canción para nuestros Protectores es ligeramente

diferente a la suya.

—Compositora, quizá… —empezó a decir Cord.

Ellesh le calló con un movimiento brusco. Él cerró la boca, pero no parecía contento.

Senna echó un vistazo a la partitura que Ellesh le tendía. La cantó una vez.

Protector de las Hermanas y Brujas

Tu compañía decreto,

Unidos en solidaridad y propósito.

Vacilante, Senna avanzó hacia Cord.

Él tenía los labios apretados con fuerza. —Ellesh, ella no…

—Shh —susurró Ellesh—. Ya está casi hecho.

Cord abrió la boca para decir algo más, pero ahora Senna tenía la canción en el corazón.

Avanzó hacia él y comenzó el verso de nuevo. Echándose el bálsamo en los labios para que

reuniera los restos de su canción, cantó suavemente. La música de las Cuatro Hermanas se

enrolló a su alrededor como cientos de hilos de seda.

En la tercera y última repetición, Senna se puso directamente delante de Cord. Le miró

para encontrar que la preocupación de su cara había sido sustituida por asombro. Ya debería

estar acostumbrada a esa reacción a su canción, pero siempre le sorprendía. Esa expresión

embelesada siempre le hacía sentir que nunca podría disfrutar de la vida por culpa de su bella

voz.

Ellesh susurró.

—Mantén la última nota durante ocho tiempos en la tercera vuelta.

La nota final sonó de la boca de Senna mientras enrollaba la manga de Cord de forma

temblorosa.

Una.

Las hebras de hilos giraban más rápido. Como un huracán.

Dos.

Cord no podía verlo, pero debía haber sentido algo. Su cara estaba llena de algún tipo de

deseo.

Tres.

Viéndole el brazo desnudo, dudó. Sólo había hecho otro Protector antes… a Joshen.

Cuatro.

Con un pinchazo en el corazón, miró a Ellesh. La mujer le indicó que continuara.

Cinco.

Senna miró los inescrutables ojos de Cord. No quería hacer esto. Algo estaba mal. Pero

podía ser su única oportunidad para conseguir la libertad.

Seis.

Cerró los ojos y pensó en Joshen.

Siete.

Los labios le vibraron con los residuos del poder de la canción.

Ocho.

Besó la suave piel del antebrazo de Cord. Se echó hacia atrás y miró la perfecta impronta

verde de sus labios. De repente, los filamentos blancos a su alrededor se apretaron, lanzando a

Senna a los brazos de Cord. Sólo su firme agarre evitó que se cayera.

Rápida como una serpiente, Ellesh puso la muñeca de Senna junto a la de Cord y pasó

una diminuta cuchilla de doble filo entre sus brazos.

Senna parpadeó y negó con la cabeza. Lanzó una mirada a sus enemigos, confusa. La

sangre, cálida y pegajosa, roció su piel y la de Cord. Sintió un hormigueo, como una pluma

que se retorcía entre los brazos de ambos.

Senna consiguió liberarse. Debajo del brillo de la sangre fresca, se había formado una

luna menguante en el brazo de Cord. Eso no estaba bien. Debería ser un círculo. Con un

sobresalto, se dio cuenta de que la sensación de la pluma que se retorcía no había parado

cuando alejó su brazo. Con el corazón lleno de temor, levantó la muñeca. Justo debajo del

corte superficial, una luna creciente se estaba formando en su piel.

Sus ojos trazaron la luna de la muñeca de Cord. Sabía que si las juntaban, formarían un

círculo perfecto. La sonrisa de satisfacción de Ellesh hizo que una terrible sospecha llenara la

mente de Senna.

—¿Qué has hecho?

Ellesh señaló el colgante en la garganta de Senna.

—Hace mucho tiempo, descubrimos cómo incorporar el proceso que se usó para hacer la

Piedra de Lilette para alterar la poción usada para unir un Protector a su Bruja. Ahora, Cord

será consciente de ti siempre. Podrá mantenerte a salvo.

Su collar. El collar que permitía a las dos mitades encontrarse la una a la otra siempre.

En algún lugar, Joshen tenía la otra mitad. Senna se tambaleó. Y ahora Cord estaba unido a

ella incluso más íntimamente. —¿Consciente de mí, cómo?

Ellesh se encogió de hombros. —Podrá sentir tu localización.

—¿Cómo?

—A través de la conexión forjada entre la sangre de ambos.

Giró su mirada fiera hacia Cord. —¡Lo sabías!

Cord se quedó mirando fijamente el suelo.

Joshen. Estaba unida a un Protector, y no era Joshen. Corrió hacia el cuenco con agua

que Ellesh había usado antes. Cogió el jabón y se lo restregó por la piel. Se formaron burbujas

sanguinolentas, volviendo el agua rosa. Se arañó el brazo, intentando borrar la luna creciente.

Se le irritó la piel y se puso roja, pero la marca no se movió.

La mano de Cord se cerró en torno a su brazo. —Senna, no se va a borrar.

Cuando le tocó, algo se aceleró en su interior. La consciencia de otra persona. Un

puñado de emociones. Miedo, esperanza y un deseo cauto.

Dejó caer el cuenco, el agua le empapó la túnica. Se podría cortar el brazo, pero la

conexión no se rompería. Estaba en su sangre. —Puedo sentirte.

El colgante se sentía imposiblemente pesado alrededor del cuello de Senna. El anillo de

Joshen en su dedo parecía apretarle como si sintiera la traición. —¿Por qué?¿Por qué me haces

esto a mí?

Él no la miró a los ojos. —Era yo u otro. No podía soportar que fuera otro.

Senna apretó las manos en puños. —¿Así que fue por amabilidad? ¿Para atarme a ti para

siempre?

No respondió, pero no tenía que hacerlo. Sentía su arrepentimiento creciendo en su

mente. Era un tenue eco de una emoción, una sombra de un verdadero sentimiento.

De alguna manera, iba a escapar. Iba a encontrar una manera de advertir a las otras

Brujas. E iba a librarse de este vínculo.

—¿Cord? —dijo Ellesh.

Cord miraba al suelo. —Está planeando su escape.

Senna jadeó ruidosamente.

Ellesh asintió.

—Asegúrate de que fracase.

Estaba tan aprisionada como si estuviera atada y amordazada. Cambiando su peso de

sitio, echó el brazo atrás y golpeó a Cord en la mandíbula. Él lo vio venir y probablemente

sintió sus intenciones, pero no intentó esquivar el golpe.

El dolor explotó en la mano de Senna. Resistiendo la necesidad de pegársela al cuerpo,

ignoró el eco del dolor de la mandíbula de Cord y pasando a su lado, salió corriendo. Se

detuvo en la puerta.

—Eres peor de lo que las Brujas de Haven han sido nunca. Ambos lo son.

Cord no levantó la mirada del suelo. Ellesh tuvo la decencia de parecer avergonzada.

—Era necesario —dijo—. No puedo arriesgarme a matar o dañar a una tocada por las

Creadoras.

Senna salió disparada del árbol.

Sus voces la siguieron fuera.

—¿Cord?

—No tiene ningún plan. Sólo está corriendo.

—Síguela.

Fue detrás de ella.

Lo sabía porque le sentía. Como sentía la dirección del sol por cómo le calentaba el

cuerpo, sabía que Cord estaba tres pasos detrás de ella y un poco a la izquierda. Pero eso no

era todo. Las emociones de Cord se introducían en ella. Y justo en ese momento era muy

difícil saber dónde acababan sus emociones y empezaban las de ella.

Su cuerpo, su mente. Ya no eran suyos.

Empezó a correr para escapar del horror, pero, ¿cómo podía escapar de su propia

sangre?

S

28. Maldición de SangreTraducidoporHishiru

enna atrajo las rodillas hacia su pecho. Sus mejillas se sentían raras donde se había secado

el camino salado de sus lágrimas. Miró hacia la ciudad de Lilette… parte ciudad, parte

bosque. El sol poniente proyectaba una bruma de oro sobre la escena.

Sintió a Cord detrás de ella, estaba lo suficientemente cerca como para detenerla si

tuviera el repentino impulso de saltar desde el acantilado; ese pensamiento venía de él, no de

ella. Gruñendo, se quedó mirando la caída a unos pocos pasos de distancia. En realidad no

era una mala idea. Podía lanzarse, sentir las ráfagas de viento a su alrededor, luego nada.

Sintió crecer la preocupación de Cord. Con el roce de la grava bajo sus sandalias, se

sentó a su lado. Ella se puso rígida, la mano todavía le dolía por golpearlo. No creía que

estuviera rota, sólo un esguince. Aún así, había valido la pena. Valdría la pena hacerlo de

nuevo.

—No. —Su voz sonaba áspera—. Todavía se siente como si me hubieras roto la

mandíbula. Y al menos necesitas una mano útil.

Lo miró, con muchas ganas de golpearlo de nuevo.

—No lo permitiré —dijo él en voz baja.

Se estremeció… había leído sus pensamientos de nuevo, mientras que ella trataba de

ignorar todos los rastros de emoción y el dolor que se filtraba de su lado. Pero si él podía

manipular la conexión, ella también. Se concentró en el pequeño remolino de emociones que

se mezclaban con los de ella como una gota de leche en té caliente. Su mandíbula le dolía, en el

lado derecho. Estaba abrumado, asustado, y estaba muy apenado.

Ignoró lo último y profundizó más. El vínculo entre ellos era como una fuga, como si las

emociones y pensamientos de él se derramaran en la luna creciente que estaba en su brazo, en

su sangre, donde se mezclaban con las de ella.

Por las Creadoras, ¿Qué pensaría Joshen? Senna apretó el dorso de las manos sobre sus

ojos hinchados. Por primera vez en su vida, se sintió como si supiera quién era, de lo que era

capaz de hacer. Ella y Joshen podrían reconstruir su relación ahora. Pero él se había ido…

capturado o...

¡No! Se negó a creer que estaba muerto. Tenía que estar vivo. Recordó la forma en que él

le tomaba suavemente de la cabeza, la sensación de sus labios sobre los de ella… hambrientos,

pero de una manera suave. No habría belleza en el mundo si Joshen ya no vivía en el.

Cord contuvo el aliento.

Ella se ruborizó de un rojo furioso. —Tú, lame estiércol hijo de comadreja, ¡quédate

fuera de mi cabeza!

Él se aclaró la garganta. —Tú y Joshen... no lo sabía.

Le lanzó una mirada ardiente. —¿Qué quieres decir con qué no lo sabías? ¿Cómo podías

no saberlo?

Él se puso de pie y caminó como si fuera a volver a la ciudad. Él tenía la esperanza de

que la distancia escondiera el horror que estaba tratando obstinadamente de ocultar. Después

de unos pocos pasos, se acordó de que no podía dejarla y se detuvo con los puños apretados a

los costados. —No sabía que había llegado tan lejos.

Senna estuvo de pie antes de que se diera cuenta. Los celos, confusión y negación se

vertieron en su sangre en oleadas de vértigo. Se tambaleó hacia atrás.

Cord se tensó… debía estar sintiendo que ella empezaba a comprender. Respiró

profundo y luego sus hombros se hundieron. —Todo lo que vi fue que discutías con él. Ni

siquiera sabía que se gustaban el uno al otro. No tenía ni idea de que iban a casarse. Lo siento.

La conmoción e incredulidad atestaron su mente. Dio un paso atrás, pero su pie sólo

encontró el vacío. Se había acercado al borde sin darse cuenta. Comenzó a inclinarse hacia

atrás, sus brazos se movieron como aspas para detener su caída.

Antes de que pudiera gritar, Cord tiró de ella alejándola del peligro, haciéndola girar

para interponerse entre ella y el borde.

Su toque quemaba… de una manera demasiado buena. Como si se hubiera vuelto a

conectar con una parte de sí misma que había perdido sin darse cuenta. El vínculo abrió un

canal y la información se desparramó por él.

La soltó un segundo antes de que ella se apartara. Pero había visto lo que él tenía en el

bolsillo. Moviéndose por impulso, metió la mano en sus pantalones y agarró algo suave. Sacó

una bolsita de cuero y la abrió. Dentro había mechones dorados de su cabello. Cord había

hecho un nudo en el centro.

Él se la arrancó de las manos, con el rostro colorado. Cuando le había cortado la

mordaza, cortó accidentalmente su cabello, él había tomado las hebras y las había guardado

en su bolsillo.

Su respiración era entrecortada. —Tú no me amas. Amas mi canción.

Senna sintió las emociones de él mientras la miraba. Su cabello y sus ojos le recordaban

la miel oscura. La línea central de su labio inferior… quería tocarlo y frotarlo con el pulgar. Su

cuerpo pequeño… él quería presionarlo junto al suyo. Pero era el sonido de su voz lo que lo

guiaba.

Todos esos pensamientos eran de él. Presionó sus manos contra sus sienes. —¡Basta! ¡Tú

no me amas!

Los pensamientos seguían llegando. Mientras Cord se recuperaba de haber sido

apuñalado, Mistin lo había escondido sorprendentemente cerca de la casa árbol de Senna para

poder espiarla. La había escuchado cantar, la había mirado desde lejos durante días.

No había pensado que fuera posible sentirse más violada. —Te sientes atraído por mi

cuerpo, mi canción… ¡no por mí!

Él frunció el ceño mientras la miraba. —¿No es así como comienza el amor?

—¡No! —Se alejó de su tacto como si fuera a quemarla—. El amor es mucho más que

eso. Es una elección que haces todos los días. —Por dentro se sentía sucia, como si hubiera

traicionado de alguna manera a Joshen. Cerró los ojos y pensó en él de nuevo. Su

preocupación tenaz, la forma en que maldecía cuando estaba enojado, la manera en que

inhalaba su comida. Lo había dejado todo para seguirla antes de que siquiera hubiera

escuchado su voz. Su amor había florecido desde su amistad.

No como esto. No se basaba en la apariencia, ni en su voz tan dorada como su cabello y

sus ojos. Sus manos delicadas. Trató de bloquear los pensamientos de Cord. —Eso es

atracción. No amor. —Se alejó de él.

Era cierto que Joshen había estado alterado en las últimas semanas, pero sus

sentimientos por él no habían cambiado. Miró de nuevo el acantilado, preguntándose si tenía

tiempo para empujar a Cord.

—He sido entrenado en combate desde que tenía edad suficiente para sostener un palo.

—Quería sujetarla, pero se lo pensó mejor.

Armándose de valor, Senna apretó los puños y los mantuvo a sus costados. —

Controlarás tus pensamientos. Soy tu Guardiana. Obedecerás mis órdenes y mantendrás tu

distancia. Y no volverás a tocarme.

Su mano cayó. —Muy bien. Sólo recuerda que las órdenes de la Compositora desbancan

las tuyas.

Senna se enderezó. —¿Y si le digo de tus sentimientos por mí y solicito otro Protector?

Él se encogió de hombros. —Es inevitable, Senna. Sientes lo que yo siento. ¿Te imaginas

vivir a través de mí, incluso mientras beso a otra chica, ya no digamos casarme con ella?

Se estremeció mientras imaginaba la pasión que se filtraría a través del vínculo. Sería el

peor tipo de voyerismo. —¿Qué has hecho? —Pero él ya había contestado eso. Si no era él,

Ellesh habría escogido a otra persona… un completo desconocido.

Por las Creadoras, esa mujer pagaría por esto.

Senna dio media vuelta y bajó enojada por la montaña. Escogió un camino que parecía

serpentear hacia el árbol más alto… el árbol de escucha. No había dado una docena de pasos

cuando otro árbol bloqueó su camino. El camino se ramificaba hacia la izquierda o hacia la

derecha. Tomó la derecha y se encontró alejándose del centro. Después giró a la izquierda y se

encontró cortando de regreso a la derecha. Por lo que sabía, no había caminos rectos. Todo se

curvaba y retorcía alrededor de los árboles.

Las Guardianas plantaron los árboles de esta forma para confundir a cualquiera que

intentara atacar la ciudad… pensamiento de Cord. Estaba tratando de empujarla hacia el

camino de en medio. Furiosa por la intrusión, tomó el de la izquierda. Unos metros más allá,

se encontró rodeada por Brujas novatas. Hicieron reverencias mientras pasaba, sus rostros se

encendían de maravilla.

El olor fuerte a hierbas impregnaba el aire. En un pabellón, las niñas estaban mezclando

sus primeras pociones. Mientras Senna miraba, una chica metió un mechón de cabello detrás

de su oreja. Cantando en voz baja, aplastó una hoja entre los dedos, volviéndola una pasta

antes de dejarla caer. Eso había hecho Senna hace unas semanas.

Pasó una casa árbol donde las Brujas estaban aprendiendo sus escalas; sus voces

sonaban con la inocencia de la juventud. Dondequiera que iba, su tez pálida se destacaba entre

los demás matices de piel, cabello y ojos que estaban a su alrededor. Las Brujas y Protectores

también hicieron una pausa para estudiarla con un toque de reverencia en sus rostros.

Estaba completamente perdida para cuando Mistin surgió de entre los árboles y se

detuvo a su lado. —¿Todavía estás enojada conmigo?

Senna puso los puños en sus caderas. —Me traicionaste. Debería estar en Tarten ahora,

tratando de liberar a Joshen y Reden, pero me trajiste a un lugar donde no puedo ayudarlos. Vi

la forma en que Reden te miraba… como si fueras algo raro y preciado. ¡Y simplemente lo

dejaste morir!

La cara de Mistin se ensombreció por la emoción. —¡Intenté salvarlo! ¡Revelé mis

cuchillos para salvarlo! Pero entonces los tartenos los atraparon. —Su voz se desvaneció en un

susurro al final.

Si Mistin tenía la esperanza de hacer que Senna se sintiera culpable, estaba fallando. —

¡Debiste haberlos salvado, Mistin! Entré en esto sabiendo que podría morir. Estaba preparada.

¡Pero no para esto!

Senna se acercó un paso más, su corazón latía locamente en su pecho. —Espiaste a

Haven. Enviaron un terremoto a causa de tus informes. ¿Cuántas personas murieron a causa

de eso?

Mistin se encogió. —Lo siento.

Si Senna hubiera tenido un arma, habría herido a Mistin. Mucho.

Cord alzó la mano hacia ella. —Senna. —Su advertencia tácita se filtró en ella.

Se alejó de su toque. —¿Sabías que la Compositora planeaba violarme?

Mistin dio un paso atrás. —¿Qué? ¿Violarte cómo?

Senna señaló a Cord. —Ellesh me engañó para hacer a tu “hermano” mi Protector.

Estoy vinculada a él.

La expresión sorprendida de Mistin demostró su ignorancia acerca del plan de la

Compositora. —Eso sólo lo hacen cuando una Bruja se casa con su Protector. —Mistin miró

la hermosa túnica de Senna, el brazalete de oro, su peinado elaborado.

Con horror creciente, Senna se preguntó si se trataba de algún tipo de vestido de novia.

Quitó las horquillas de su cabello, se arrancó el brazalete y se lo tiró a Cord.

Él lo cogió sin mirar y lo metió en el bolsillo junto con el mechón de su cabello.

Buscó algo más para lanzarle.

Mistin la siguió. —Senna, lo siento mucho. No sabía que ella estaba planeando eso.

Senna no dejó que las palabras suaves de Mistin penetraran sus defensas. —No me

hables como si fuera tu amiga. No somos amigas. —Encontró una piedra y se la lanzó a Cord.

La atrapó con facilidad.

Mistin arrastró los pies. —Soy una Bruja de Caldash. Tú eres una Bruja de Haven. Si no

podemos encontrar una manera de ver más allá de nuestras diferencias, ¿qué podemos esperar

de alguna de ellas?

Senna lanzó otra piedra.

Cord dejó que lo golpeara, y puso una expresión seca en la cara. —¿Has terminado tu

rabieta?

Tratando de controlar su furia, Senna respiró hondo y soltó el aire lentamente. —Sólo un

tonto confiaría en alguno de los dos.

Los hombros de Mistin se hundieron. —Nuestros pueblos son enemigos, pero también

son hermanos. Además, tú me necesitas. Siempre y cuando no contradigas mis órdenes, haré

todo lo posible por ayudarte.

Estaba en lo cierto. Senna la necesitaba. Tal vez era posible utilizar su relación como

ventaja.

Mistin se quedó en silencio por un momento y luego se echó a reír. —Por las Creadoras,

la cabeza de Cord es el único lugar donde nunca querría estar.

Senna quitó un mechón de cabello de su rostro. —No puedo encontrar el árbol de Ellesh.

No puedo encontrar nada en este lugar. —Miró a Mistin—. Así que, ¿cómo me encontraste?

Mistin la llevó por un camino diferente. —Como que destacas, Senna. Todo lo que tuve

que hacer fue preguntar.

A través del vínculo de media luna, Senna sintió el hilo más pequeño de esperanza. Se

centró en él. Unos metros detrás de ella, Cord estaba pensando que si ella podía trabajar con

Mistin, también podía trabajar con él. Se puso rígida y le lanzó una mirada.

Estaba en lo cierto. El vínculo entre ellos era permanente. Tendría que encontrar una

manera de vivir con ello.

Pero no hoy. Hoy todavía estaba enojada.

C

29. El ReemplazoTraducidoporHishiru

on una ceja levantada, Mistin los miró a los dos. —Vamos. Las Principales preguntan por

ti. Están teniendo una gran cena con los otros líderes.

—Entonces ¿para qué me quieren allí? —gruñó Senna.

Mistin se encogió de hombros. —Ni idea.

Senna la siguió hasta el centro de la ciudad, a lo que Krissin se había referido como el

castillo. Krissin y las otras Principales la estaban esperando en uno de los árboles. La

Compositora aún no estaba a la vista, pero había otras personas. Tres hombres y muchas

mujeres, en total diez. Senna no sabía quiénes podrían ser.

Una respuesta parcial vino de su vínculo con Cord. El hombre más alejado a la derecha

era Jarlin, el Líder de los Protectores. Senna sólo recibió impresiones tenues sobre los demás.

Era como si Cord no los conociera muy bien.

Senna le echó un vistazo, tratando de averiguar cómo funcionaba este vínculo. Sentía un

flujo constante de sus emociones. De vez en cuando, sus pensamientos parecían deslizarse,

especialmente si él quería decirle algo; pero incluso entonces parecía esporádico.

—¿Senna?

Se dio cuenta de que Mistin había tratado de llamar su atención por un rato. — Han

colocado otro lugar para ti. Nos vemos más tarde.

Senna sujetó el brazo de la chica. —No me vas a dejar.

Mistin parpadeó y se acercó lo suficiente para susurrar. —Senna, no tengo permiso para

estar en este tipo de reuniones.

—Entonces tampoco me voy a quedar —dijo Senna a través del miedo que retorcía su

estómago en un nudo. Todavía estaba enojada, pero si Mistin era su enemiga, al menos era

una enemiga conocida. La Compositora había invitado a Senna a una cena con los líderes de

Caldash, y no podía pensar en ninguna buena razón para eso.

Mistin lanzó una mirada inquieta a su alrededor.

—Por favor. —Senna forzó a las palabras a salir de su boca.

Mistin cuadró los hombros y fue a hablar con una mujer a la que Senna nunca había

visto antes. Le recordaba a Chavis, con su túnica y pantalones cortos y armas atadas al pecho.

La mujer giró la cabeza y miró a Senna, que todavía estaba parada en la puerta.

—Cord puede vigilar a la Bruja —dijo la mujer. Ante la mención de su nombre, Senna

sintió a Cord, parado contra la pared, con la mano en su arma. Había otros Protectores con él.

—Cord no es bienvenido —dijo Senna entre dientes.

Los ojos de la mujer se abrieron. Después de un momento, le dio una pequeña

inclinación a Mistin.

Mistin encontró otra silla y se sentó junto a Senna, cuyo estómago protestaba de hambre.

Frente a ella, Krissin tomó un trago y sonrió. —Come lo que quieras.

Senna consideró negarse por principios. Pero si estaba débil no podría escapar. Mistin

señaló el mejor plato de verduras: una ensalada con bayas secas agridulces, nueces confitadas,

y adornadas con pétalos rosas con sabor a cebolla y vinagre. Mistin puso en su plato algún

tipo de carne bañada con una salsa pegajosa con más bayas secas y nueces.

Senna echó un vistazo a los numerosos rostros alrededor de la habitación. Captaba

retazos de conversaciones, desde comercio entre ciudades, hasta pedidos de armas, y mientras

comían cosas que Senna había llegado a considerar los básicos de las Brujas: hierbas,

vegetales, bayas y nueces que la canción de Bruja creaba fácilmente.

Usualmente se comía pescado en Haven, pero aquí había algún tipo de carne. La probó,

agridulce, como la ensalada. ¿Por qué todas las naciones además de Nefalie, pensaban que la

carne necesitaba ser endulzada? —¿Qué es esto, de todos modos?

—Cordero con bayas amargas y secas —susurró Mistin.

Mientras el sabor cálido y dulce la llenaba, tuvo que admitir que estaba empezando a

acostumbrarse. Incluso a gustarle. —A Joshen le hubiera encantado esta comida.

No se había dado cuenta que lo había dicho en voz alta hasta que Mistin respondió con

ironía: —Amaba cualquier comida.

Una sonrisa triste surgió de las comisuras de la boca de Senna. —Sí, pero le habría

gustado especialmente esta.

Mistin apretó el brazo de Senna. —Cuando todo esto haya terminado y hayamos

derrotado a Haven y a Tarten, vamos a encontrarlo y a liberarlo. Y me aseguraré de que

pruebe cada uno de estos platos. ¿De acuerdo?

Senna miró su plato, la bilis le subía por la garganta. Había estado disfrutando de esto,

mientras que Joshen estaba soportando quién sabe qué. Incluso se había descuidado y

olvidado odiar a Mistin. Úsala, al igual que ella te utilizó, se repetía a sí misma.

Senna hizo un gesto hacia la mujer que había permitido a Mistin quedarse. — ¿Quién es

ella?

Mistin se inclinó más cerca. —Su nombre es Fallin. Es la líder de mi Orden.

Senna se atragantó. —¿Orden?

—En Caldash, cada Disciplina tiene adjunta una Orden. Las Brujas pueden unirse a una

Orden si su fuerza es adecuada para ella. —Mistin señaló por turnos a las Brujas desconocidas

—. Bajo la del Agua están las Asestadoras… entrenamos en el arte femenino de la guerra junto

con los Protectores. Incluso podemos ser Protectores si queremos. Bajo la de las Plantas están

las botánicas y galenos. Las Comerciantes están en la Orden de la Tierra. Las de la Luz Solar

son profesoras.

Senna tomó otro bocado del cordero demasiado dulce. —¿Así que Fallin obedece a su

Principal del Agua?

—No más de lo que los lagos obedecen al mar. —Mistin tomó otro bocado de su comida

y prosiguió.

—Juntos, los tres grupos de líderes forman la Tríada. El voto colectivo de las Principales

cuenta como uno, el voto de las Órdenes como otro. El voto de la Compositora es el tercero.

—Hizo una pausa—. Como te dije, aquí sabemos que una Bruja es más que sólo su canción.

Senna miró a Fallin. No dudaba de que tuviera cuchillos escondidos en la ropa. —¿Sólo

las que tienen canciones débiles se unen a una Orden?

Mistin hizo una mueca.

—Lo siento —dijo Senna, aunque no lo sentía—. Pero necesito saber.

Un poco de la tensión disminuyó en el rostro de Mistin. —No siempre. Fallin es una

nivel cinco.

Senna asintió. Era al menos tan fuerte como Prenny. —¿Así que cada Bruja está en una

Disciplina o en una Orden especializada dentro de esa Disciplina?

Mistin asintió. —Sí.

—Y ¿si una Bruja no quiere ser parte de ninguna?

El rostro de Mistin se suavizó con lástima. —No van a dejar que te vayas, Senna.

—No pueden retenerme aquí para siempre. —Aunque quiso gritar, lo susurró en voz tan

baja que sólo Mistin pudo escucharla.

La respuesta de Mistin fue igual de baja. —Después de que Haven este derrotado, no

habrá ningún otro lugar al que ir. Y no eres el tipo de mujer que abandona a las suyas. Te

necesitamos.

El interior de Senna dolía. Antes de que pudiera responder, la conversación cesó de

repente y todo el mundo en la mesa se levantó. Senna miró cómo la Compositora entraba en la

habitación. La presencia de la mujer la hizo sentirse mareada.

Mistin tiró de su brazo. —Tienes que levantarte —susurró. Le irritaba mostrar respeto a

esta mujer, no sólo por lo que le había hecho a Senna, sino por lo que pensaba hacerle a

Haven. Mirando hacia el cordero, permaneció con firmeza en su silla a pesar de los murmullos

de “Compositora”.

Un silencio pasmoso descendió sobre la habitación. Sintiendo las miradas sobre ella,

Senna levantó la vista para ver que todos, incluyendo Ellesh, la observaban. Pero no se

levantó.

Con un suspiro, la Compositora se movió a la estufilla y llenó las tazas con una tetera

que hervía sobre el fuego. Vertió cuidadosamente y distribuyó las tazas por la habitación.

Por último, le tendió una taza despostillada a Senna, quién no se movió para tomarla de

la mano extendida de la anciana.

Mistin le lanzó una mirada de advertencia, y la sala se quedó muy quieta.

Ellesh simplemente dejó la taza frente a Senna antes de tomar asiento. Todo el mundo se

sentó.

La Compositora sopló el vapor de su té antes de tomar un sorbo. —He convocado a esta

reunión para nombrar a mi reemplazo.

Las Principales intercambiaron miradas inquietas. Los Protectores que rodeaban la

habitación cambiaron su peso de pie. Senna empujó la taza lejos.

Ellesh no mordió el anzuelo. —Los Protectores son los encargados de proteger a las

Brujas, las Principales son las encargados de la naturaleza, las Ordenes del funcionamiento de

nuestro pueblo. Y yo… —Respiró profundo—, soy una juez. Nuestra relación se basa en la

confianza y en las metas comunes. Pero he roto esa confianza.

Cruzó las manos sobre su regazo y los miró. —Cuando Haven maldijo a Tarten, Millay y

yo supimos que nuestro tiempo en la clandestinidad había terminado. Enviamos espías

alrededor del mundo para que descubrieran cómo se habían salvado y por quién, así como

para asegurarnos de que ganaríamos la batalla que se avecinaba.

Senna supuso que Millay era la Principal del Agua sentada junto a Fallin, ya que ambas

mujeres estaban vestidas como guerreras, aunque Millay parecía bastante vieja para eso. Senna

se inclinó hacia Mistin. —¿Creí que no podían cruzar la barrera hasta hace poco?

Mistin respondió sin apartar la mirada de la Compositora. —Nosotras no éramos capaces

de volver, pero nuestras canciones sí podían, ¿recuerdas?

Senna sintió una punzada de simpatía por las mujeres que habían dejado Caldash. Ella

sabía lo que era salir de su casa, sabiendo que nunca podría regresar.

Ellesh levantó la vista y sus ojos oscuros se encontraron con los de Senna. —Así fue

como nos enteramos que otra había sido tocada por las Creadoras. El ciclo se había

completado: comenzando y terminando con dos Brujas con un poder inigualable. —Su voz

bajó y pareció dirigirse sólo a Senna—. Ya podrás imaginar mi consternación cuando descubrí

que te habías aliado con Haven. Envié a Mistin y a Cord para que pudieran traerte.

La mirada de la Compositora se sentía demasiado íntima. Senna miró hacia otro lado.

—No tiene que ser así —dijo—. Déjenme hablar con ellas.

—Sabes que no escucharan. —La voz de Ellesh era grave.

Senna cerró los ojos. Ellesh tenía razón. La alianza entre Caldash y Tarten había

destruido esa esperanza para siempre.

Krissin se aclaró la garganta. —No veo cómo se ha roto nuestra confianza,

Compositora. Todos estuvimos de acuerdo con esto.

Ellesh tomó un sorbo de té antes de bajarlo a la mesa. —Vinculé a Brusenna con un

Protector.

Krissin hizo una mueca. Jadeos y murmullos inundaron la habitación.

—¡Pero eso sólo se ha hecho cuando las Brujas se casan con sus Protectores!

—Pobre chica.

—No es de extrañar que se negara a levantarse.

Senna sintió, en vez de escuchar, la inquietud de los Protectores a su espalda. Una fuerte

vergüenza fluyó de Cord.

Una de las Principales habló más fuerte que el resto. —Sus acciones sirven a un

propósito superior… seguramente podemos entender eso.

La mirada de Ellesh era distante y desenfocada. —Dudo que Brusenna esté de acuerdo.

Sintió el peso de sus miradas, la carga de su silencio.

—Al borde de nuestra guerra, debemos pensar en el futuro. Después de haber derrotado a

estas Brujas, vamos a pedirles que se unan a nosotras, pero debemos darles algo a cambio.

Una de ellas tomará mi lugar.

Senna la miró de repente. Los ojos oscuros de Ellesh estaban sobre ella. —Haven

necesitará alguna prueba de nuestras intenciones. Brusenna como nuestra Compositora lo

demostrará.

Krissin dijo cuidadosamente. —Compositora Ellesh, ella todavía es una niña.

Ellesh gruñó. —No, sólo es joven. Ella va a cometer errores, pero no más de los que he

cometido, que sigo cometiendo.

Krissin abrió la boca para protestar.

Ellesh levantó la mano y miró a Krissin. —Ella fue tocada por las Creadoras, Principal.

¿Has olvidado lo que eso significa?

Senna se enderezó ante todo el escrutinio. Eso significaba que había sido elegida por las

Creadoras. Podía escuchar las canciones de las Cuatro Hermanas, crear sus propias canciones.

Significaba poder.

Krissin no siguió discutiendo.

Ellesh miró a Senna y pareció hablarle en privado. —Te ofrezco todo lo que siempre has

querido. La oportunidad de cambiar a las Brujas para bien, para tener una mejor forma de

vida, para que las Brujas sean respetadas por su pueblo, para que sean Brujas poderosas y

buenas que no abusan de su poder.

A pesar de su animosidad hacia estas mujeres, el espíritu de Senna se agitó. Ellesh tenía

mucha razón sobre todo esto, pero tenía que haber otra manera.

Ellesh levantó su té. —Por nuestra Compositora en formación.

Las mujeres lentamente levantaron sus copas y las llevaron a sus labios.

A través de su confusión, Senna sintió la preocupación de Cord y escuchó el susurro de

Mistin. —Bebe.

Senna miró el líquido marrón. Consideró el negarse, pero ¿qué había dicho Coyel hace

unas semanas? Una posición de poder significaría la oportunidad de cambiar las cosas… para

proteger a las Brujas de Haven que sobrevivieran. El poder para asegurarse de que todas las

Brujas fueran tratadas como iguales. La taza se sentía tan pesada como el corazón de Senna,

mientras se la llevaba a los labios. Se obligó a tomar un par de sorbos, pero no pudo terminar

el resto. Era demasiado amargo. Y de alguna manera familiar, pero no podía recordarlo.

Reprimió una mueca cuando la taza golpeó la mesa.

Ellesh la observaba. —Debes terminártelo. —Senna acercó la taza de nuevo a sus labios y

fingió beber.

La Compositora inclinó la cabeza. —Después de que la batalla haya terminado,

renunciaré, y Brusenna tomará mi lugar. —Miró a los muchos rostros en la habitación—. Si

hay alguna objeción, la escucharé ahora.

Para incredulidad de Senna, nadie habló. Ellesh asintió. —Muy bien. Que se escriba en

las Crónicas de la Ley.

Millay se puso de pie, con las manos extendidas sobre la mesa. —Como saben, esta

mañana envié órdenes para que nuestros barcos estén listos. Para este momento, la última de

nuestras semillas y pociones ha sido enviada río abajo. Empezaremos a movernos esta noche.

Los bajos murmullos aumentaron entre las congregadas, pero no eran de sorpresa o

frustración. Todas estas mujeres sabían lo que se avecinaba.

Todas excepto Senna. Deslizó la taza debajo de la mesa y vertió el contenido sobre el

suelo. Un pequeño acto de desafío, pero era mejor que nada. Se frotó los ojos. Habían sido un

par de semanas largas, y estaba exhausta, pero tenía que agotar hasta la última de sus reservas

para encontrar una manera de subir a esos barcos. Sólo si lograba escapar de Cord primero.

Sintió que él la observaba. No había duda de que ya sabía de sus pensamientos. Tenía

que haber una forma de evitar eso. La complicación de lograrlo hacía que sus miembros se

sintieran pesados.

—Y ahora, debo disculparme contigo otra vez, Brusenna. —Ellesh sorprendió a Senna al

hablar junto a ella. Tomó la taza de Senna y examinó el sedimento.

No le gustaba la forma en que la mujer se alzaba sobre ella, así que Senna se levantó. Se

sorprendió por lo difícil que era mantener el equilibrio—. ¿Por qué, Ellesh? —Se negaba a

llamar a la mujer por su título honorífico.

La Compositora hizo un gesto para que Cord se acercara. —Por drogarte.

Senna inhaló. Sintió el antinatural peso de sus miembros. Sus ojos pesados. Y recordó el

té amargo. —Pero todo el mundo bebió el mismo té —protestó.

—El polvo para dormir ya estaba en la taza despostillada.

Senna sintió a Cord detrás de ella, con las manos extendidas en caso de que cayera. Pero

no se había tomado todo. Ese singular acto de desafío podría salvarla.

Pero Cord sabría eso. Lo miró a los ojos y exploró a través del vínculo. Pero lo que sintió

fue su furia, pero no contra ella. Su ira estaba dirigida a Ellesh.

La convicción de él se derramó en ella. No le diría a la Compositora, ni le daría a la

mujer una razón más para violar a Senna. La vigilaría y la mantendría a salvo, se prometió a

sí mismo y a ella mientras Senna caía hacia él.

Con un movimiento fluido, tomó protectoramente su cuerpo inerte entre sus brazos.

Ellesh se frotó la cara con cansancio. —He cometido dos grandes ofensas contra ti, hija.

Lo siento por eso, pero es mejor así. Será mejor si despiertas mucho después de que nos

hayamos ido, cuando ya estemos demasiado lejos para que puedas alcanzarnos. Demasiado

lejos para que interfieras o corras peligro. Aún así, lo siento.

Senna estaba encontrando dificultades para concentrarse. —Cuando sea Compositora, te

haré pagar por esto.

Ellesh rió secamente. —Ya veremos, Brusenna. Ya veremos.

S

30. Dormir para SiempreTraducidoporHishiru

enna se despertó con el sonido de pasos yendo de un lado para otro. Se incorporó de un

salto. La droga todavía tiraba de ella, pero luchó con la poca determinación que le quedaba.

Todavía estaba oscuro afuera. Tal vez no era demasiado tarde. Pero antes de que hubiera

alcanzado la puerta, Cord estaba allí. Sabiendo que el vínculo traicionaba cada uno de sus

pensamientos, trató de pensar en una manera de escapar sin realmente pensar en una manera

de escapar.

Cord la tomó del brazo y la condujo hacia la cama. —Vuelve a dormir.

Tenía miedo de que si se acostaba de nuevo aunque fuera un instante, la cama tibia la

capturaría. —¿Qué derecho tienes de estar aquí? —No era apropiado tener a un hombre en su

dormitorio.

Él parpadeó como si no pudiera mantener los ojos abiertos. —El vínculo es considerado

prácticamente un matrimonio de todos modos.

Haciendo caso omiso de eso, estrechó su mirada hacia él. Parecía casi tan cansado como

ella. ¿Tal vez era posible que la poción le estuviera afectando también a él, diluyendo su

potencia entre los dos? Ni siquiera se había bebido todo.

¿Era por eso que había estado paseando antes? ¿Para tratar de mantenerse despierto?

Pensó en las pociones que podía utilizar, pero no tenía ninguna poción… o semilla.

Todo lo que tenía era a ella misma.

Extrañaba mucho a Joshen. Recordó una vez cuando el sueño la había arrastrado,

llevándola hasta sus suaves profundidades. Una canción la había salvado. Había sido magia,

no de poder o de pociones, sino la magia de una sola alma conectada a otra.

Suavemente, cantó una canción de cuna que su madre le cantaba de niña, cuando vivía

libre de peligro y traición.

Anillos de magia y destellos lunares,

Risillas de estrella e ideas peculiares,

Deslizan divertidas los rayos silbantes.

Disfruta el león de la flor destellante

En el jardín de sus ideales.

Cord se desplomó contra la puerta. Detrás de él, había más Protectores asignados a

vigilarla, pero miraban el fuego con los ojos vidriosos.

Con un sobresalto, Cord se frotó la cara y la miró con ojos adormilados. —¿Qué estás

haciendo?

Aplastando firmemente cualquier pensamiento de escape, se hundió en la cama para

disipar sus temores y volvió a cantar. Hubo un efecto inmediato. Detrás de él, uno de los

Protectores inclinó su cabeza hacia atrás. El otro apoyó la frente sobre la mesa. Cord se

desplomó hacia adelante, con los ojos cerrados.

Centrándose fuertemente en la canción, Senna volvió a cantar. Las piernas de Cord se

doblaron. Se sostuvo de la pared con un sobresalto. Medio dormido, la miró, su mente

luchaba por despertarse.

Esperando contra toda esperanza que funcionara, Senna cantó más fuerte. Cruzó la

habitación con un paso tambaleante a la vez. No dejó que su voz vacilara o se interrumpiera

mientras se acercaba y le tomaba de la mano.

La conexión entre ellos surgió de nuevo… la alegría de encontrar algo que nunca supo

que había perdido. Él siguiendo la seducción de su canción. Lo había capturado en un

hechizo. Ella no cuestionó cómo. Tiró de él hacia la cama junto a ella. Apoyándose en los

codos, cantó una y otra vez. No era suficiente. Pero tampoco lo había sido la otra vez.

Con la vibración de la canción aún fortaleciendo sus labios, lo besó, suavemente,

gentilmente. Sus labios mantenían suficientes residuos de sus canciones para empujarlo al

borde. Con un pequeño suspiro, él se durmió.

Una oleada de triunfo la recorrió. Cord se movió. Refrenando sus emociones, Senna

tarareó la canción de cuna. Cruzó la habitación, después salió y se tranquilizó cuando la

puerta se cerró detrás de ella, manteniendo firmemente sus pensamientos sobre la canción.

Los dos Protectores en la sala principal estaban profundamente dormidos… uno incluso

roncaba. Manteniendo sus pasos ligeros, Senna tomó la túnica de Cord y se la puso sobre los

hombros. Era demasiado larga para ella, y llegaba hasta el suelo, pero la mantendría caliente y

ocultaría su brillo en las sombras.

Después de ocultar su cara bajo la capucha, empujó suavemente la puerta y salió de la

casa árbol. Sólo para estar segura, siguió tarareando la canción.

Esperando que un poco de distancia silenciara su vínculo con Cord, se dirigió lejos del

árbol. Puso una docena de pasos entre ellos antes de ir en la dirección donde creía que estaba

la costa. La ciudad estaba extrañamente vacía. Caminó durante demasiado tiempo antes de

detenerse a mirar a su alrededor.

Después de todo lo que había pasado, ¡fallaría en escapar porque estaba perdida!

Presionando las palmas de las manos contra sus ojos, trató de forzar su mente a pensar.

¿Cómo encontraban los caldashenos su camino? Senna recordó caminar con Mistin y

Cord. Habían mirado rápidamente a su alrededor, como si estuvieran viendo algún tipo de

señal, pero ¿cuál?

Senna estudió todo a su alrededor, tratando de averiguar cuál camino la conduciría en la

dirección correcta.

Pero Mistin y Cord nunca habían mirado los caminos. Habían mirado los árboles. Senna

se paró en seco. El musgo crecía en el lado norte de los árboles. Levantó la mirada y vislumbró

estrellas en el cielo. Había pasado suficiente tiempo en un barco para saber cómo leer las

estrellas, al menos un poco. Ahora sabía dónde estaba el norte. Con esta nueva forma de ver

las cosas, se dirigió hacia la izquierda y se encaminó hacia el río. No miró los caminos,

observó el musgo y las estrellas por encima de ella.

Senna no sabía cuánto tiempo había viajado cuando vio a una mujer corriendo entre los

árboles, con un paquete aferrado a su pecho. Moviéndose por instinto, Senna corrió tras ella,

cuidando de mantener una distancia segura. Pronto, más chicas se habían unido a la primera.

Senna se apresuró para alcanzarlas. Respirando con dificultad, tuvo la precaución de quedarse

un poco atrás. En el momento en que llegaron a los muelles, había cerca de diez chicas.

Sólo quedaba una barca. El resto de las Brujas debían haberse ido río abajo, donde las

naves más grandes esperaban para llevarlas al mar, y desde allí a Haven. Tenía que encontrar

una manera de abordar esa barca y luego un buque si esperaba tener alguna posibilidad de

detener a las Brujas de Caldash de destruir su hogar.

—Ya era hora —resopló un Protector—. Los otros botes se fueron hace mucho tiempo.

Las chicas respondieron un coro de “lo siento”.

Senna se mantuvo en silencio; no quería que su acento la delatara. Las sombras eran lo

bastante oscuras para ocultar sus facciones. Aún así, mantuvo la capucha sobre su rostro y se

quedó a la derecha cerca de la chica frente a ella.

Reprimiendo su vacilación, Senna entró en la barca.

El Protector subió detrás de ella, obviamente molesto porque el suyo fuera el último bote

en zarpar.

—Todas traten de dormir un poco. Nos trasladaremos a los barcos mañana temprano.

—Terminó por desatar el bote, y él y los otros Protectores tomaron posiciones alrededor del

perímetro, orientándose río abajo.

Senna se colocó al fondo de la embarcación, junto a la paja y las mantas. Algunas Brujas

estaban sentadas, viendo la ciudad de Lilette hacerse más pequeña a cada momento. Otras ya

se habían acostado. Senna encontró un lugar a un lado del bote, y se acomodó junto a las

otras. Se envolvió en la túnica de Cord por completo y finalmente se durmió.

Más tarde, se despertó por un repentino ataque de pánico. Su lado izquierdo estaba

empapado. Al parecer, la barca tenía fugas. Incapaz de detener el gemido que escapó de sus

labios, se sentó. Era de mañana, tan temprano que la oscuridad todavía era gruesa y suave

como la piel de conejo.

La pequeña embarcación maniobraba para entrar al muelle.

Los grandes barcos se elevaban por encima de ellos.

Hasta donde Senna podía decir, el temor que atenazaba sus entrañas no tenía ningún

sentido. Pero el pánico no disminuía. Entonces se dio cuenta que no era el suyo. Cord debía

haber despertado y descubierto que se había ido.

Para su alivio, la conexión no se sentía tan fuerte como antes. Tenía una vaga sensación

de la dirección de Cord, pero no podía estar segura de la distancia. Con suerte, él sentiría el

vínculo tan difuso como ella.

Trató de mantener la mente en blanco. El sueño todavía se aferraba a ella como una

enfermedad, entorpeciendo sus pies. Temblando, se unió a las filas de Brujas que habían

salido de las embarcaciones para entrar en el creciente caos que rondaba en los muelles.

Los marineros estaban por todas partes, desde dirigiendo a las Brujas de las pequeñas

embarcaciones para abordar decenas de enormes barcos, hasta trabajando en las poleas que

cargaban contenedores de carga, y trepando y bajando por los mástiles. Uno de esos era

probablemente el barco en el que Senna había llegado hace poco tiempo. En cualquier

momento, alguien iba a mirar bajo la capucha y vería su cara. Agachando la cabeza aún más,

murmuró una disculpa al marinero y se fue de regreso a la barca, fingiendo buscar algo.

El Protector de la noche anterior la vio en la barca. Se abrió paso a través de la multitud

hasta ella. —Vamos, date prisa. Tienes que permanecer con tu coro. Te van a dejar atrás y

luego tendremos un sinfín de problemas para averiguar dónde debes estar.

Le tendió la mano para ayudarla a salir de la barca. Sabiendo que su piel pálida la

delataría, fingió que no la vio y salió sin su ayuda.

Él la observó con cautela, los primeros indicios de sospecha se reflejaron en su rostro. Él

la tomó del brazo. —Ven conmigo. Me aseguraré de que llegues hasta allí.

Tenía que alejarse de él. Ahora.

En ese momento, los hombres cargaron con poleas un contenedor y los caballos dieron

un relinchido, haciendo que el Protector y Senna se detuvieran. El contenedor se tambaleó

inestablemente. Los ojos del Protector la abandonaron finalmente.

—Ahora recuerdo dónde lo puse —murmuró para ocultar su acento. Él le lanzó una

mirada molesta, pero la soltó. Hizo lo único que podía. Saliéndose de su vista, fue a un

costado del barco, se sentó y se deslizó del muelle hacia el agua. El choque del agua fría la

condujo de nuevo al agotamiento.

Sus sandalias y la ropa mojada hicieron que nadar fuera imposible. Soltó la capa y dejó

que se hundiera. Nadó, logrando permanecer bajo el agua hasta que puso el barco entre ella y

el Protector demasiado curioso. Llegó hasta el otro lado y respiró en silencio mientras él la

buscaba. Dudaba que omitiera su desaparición, pero no había nada que pudiera hacer al

respecto.

Alegrándose de que su tiempo como foca le hubiera enseñado que los barcos tenían

escaleras en un lado, los encontró y salió del agua. Su ropa se sentía pesada y sus miembros

cansados. El metal estaba resbaladizo bajo sus sandalias. A medio camino, se resbaló y se

golpeó las espinillas en los peldaños.

Colgando de sus manos, se apresuró a impulsarse. Finalmente logró llegar hasta el

peldaño superior. Pero la cubierta era un hervidero de Brujas, Protectores, y marineros. No

había forma de que pudiera pasar por encima de la barandilla sin que alguien se diera cuenta.

Después de rodear el peldaño superior con los brazos, esperó a que las cosas se calmaran.

No lo hicieron. Incluso después de que el barco partiera de los muelles y se trasladara río

abajo, estaba atrapada. El amanecer finalmente llegó. Con el tiempo, sus ropas se secaron y el

sol alejó los escalofríos que tenía. Poco después, estaba caliente, y su vestido recientemente

seco se volvió húmedo por el sudor en lugar del agua del río.

El pánico de Cord parecía haberse asentado. Lo sintió moverse hacia ella. Había dejado

la ciudad de Lilette, su atención se centraba en ella. Aún así, no creía que pudiera alcanzarla

antes de llegar a mar abierto.

Entrelazó los brazos en los peldaños y durmió cuando pudo. Su sed aumentaba

dolorosamente y necesitaba vaciar su vejiga desesperadamente. No importaba lo mucho que se

moviera, una parte de ella siempre estaba entumecida.

Más de una vez, alguien en la orilla del río la miró boquiabierto. No había nada que

hacer más que saludar y sonreír. Desconcertados, le devolvían el saludo. Vio un montón de

Mettlemot, y le desconcertó que, aparte de su tamaño, se parecieran mucho a Pogg.

Era mediodía antes de llegar a mar abierto. El tráfico en la cubierta comenzó a

disminuir, y Senna tuvo la esperanza de que pudiera colarse a bordo. Pero entonces un

mensaje de viento llegó desde la ciudad de Lilette. Su significado era distorsionado, apenas

perceptible. Todas las Brujas con cualquier poder de canción o conocimiento sobre la guerra

ya se habían marchado, lo que llevó a creer a Senna que había sido cantada por las más Brujas

más débiles: Desechadas. Habrían tenido que pasar toda la mañana cantando para un único

mensaje.

Sintió un poco de lástima por ellas, aún si su canción delataba el hecho de que ella estaba

desaparecida y presuntamente a bordo de uno de sus barcos.

Este anuncio fue seguido por un instante de silencio, y luego se escuchó la voz de

Krissin: —Busquen en todo el barco. Ahora.

Senna reajustó su agarre en los peldaños y deseó que no pensaran en mirar por la borda.

Después de buscar durante lo que parecieron horas, los barcos resonaron con la confirmación

de que nadie había visto a Senna.

Estaban en mar abierto ahora, acercándose rápidamente a la barrera brillante.

El suspiro de alivio de Senna quedó atascado en la garganta cuando la atravesaron.

Estaba perdida, asustada y sola. Y luego estaban en el otro lado. La tormenta repentina

acuchilló su carne, pero apenas sintió los dientes del viento. Estaba demasiado horrorizada

por la visión de los barcos oscuros que se extendían hasta donde alcanzaba la vista.

Una armada que ondeaba banderas rojas de Tarten. A esta distancia, Senna sería difícil

de distinguir, pero no resistiría mucho más tiempo. No podía quedarse aquí, no donde

cualquier tarteno pudiera asomarse y verla. Prefería arriesgarse con las Brujas.

Agarrando el siguiente peldaño con manos temblorosas, se asomó por la borda. Había

gente por todas partes y no había donde esconderse. —Bien podría terminar con esto —

murmuró para sí misma. Se impulsó hacia arriba, sobre la borda. Sus músculos se habían

acalambrado. Se enderezó rígidamente.

Todos en la cubierta se congelaron.

Krissin se movió primero, marchó hacia ella y agarró el brazo de Senna, con una tropa

de Protectores a su espalda. —¡Niña tonta! ¿Sabes lo que has hecho?

Senna estaba demasiado cansada para preocuparse. —Estoy sedienta, y tengo que hacer

mis necesidades.

—Deberíamos llevarla de vuelta —dijo el Protector de Krissin.

Krissin frunció los labios. —¿Cuánto tiempo crees que les tomará a las Brujas de Haven

sentir nuestras canciones? Hemos pasado la barrera. No debemos parar ahora. —Miró hacia

las Brujas paradas más atrás—. Canten a la ciudad de Lilette. Díganles que la encontramos, y

asegúrense de que ningún barco de Tarten lo escuche.

—Si los tartenos la encuentran, la matarán —advirtió el Protector.

Krissin suspiró. —No podrían saber que ella está aquí.

Uno de los marineros la llamó. —Principal, un Capitán de Tarten pide permiso para

abordar.

La piel de Krissin se volvió gris. —¿A nuestro barco? Pero si desean hablar con alguien

esa debería ser Millay. Ella es la Principal de Guerra.

El marinero negó con la cabeza. —Ellos ya han puesto un bote en el agua, Principal.

Krissin señaló a dos Protectores. —Mantengan a Brusenna fuera de la vista. Si intenta

algo tonto, déjenla inconsciente.

Los Protectores agarraron los brazos de Senna, la arrastraron a una de los pequeños

camarotes de un oficial, y le dijeron que se quedara en silencio. Luego cerraron la puerta.

Senna encontró y utilizó el baño. Luego esperó en la habitación sombría y agobiante, el

sudor comenzó a empapar su espalda. Después, oyó voces en la cubierta. No pudo oír o ver

nada, se sentó en el borde de la cama. No pasó mucho tiempo antes de que la puerta se

abriera. Krissin miró a Senna, su rostro era duro. Asintió con la cabeza a los Protectores. —

Vayan a cubierta con los demás. Estén preparados para los problemas. —Cuando se fueron,

cerró la puerta detrás de ellos—. De alguna manera los tartenos saben que estás a bordo.

Oleadas de terror corrieron a través de Senna con cada latido del corazón. —¿Qué?

¿Cómo?

Sintió a Cord reaccionar ante su miedo. Empujó la interferencia a un lado.

Krissin negó con la cabeza. —No lo sé, pero si no te entrego, anularán nuestra alianza.

Si no nos atacan inmediatamente, Haven lo hará. Ya nos hemos revelado ante ellas. De

cualquier manera, significa guerra… una guerra que no podríamos ganar. Seas tocada por las

Creadoras o no, la próxima Compositora o no, no puedo salvar tu vida a cambio de la de

cientos.

Senna apoyó la cabeza en sus manos y luego sintió que Krissin empujaba un odre, pan

duro, y cordero salado en sus manos. —Mantenlos junto a tus pechos. Ese es el lugar más

seguro.

—A menos que me violen.

Krissin vaciló. —Trata de mantenerte con vida hasta que termine nuestra batalla. Vamos

a monitorear la nave donde te llevarán y trataremos de negociar tu liberación.

Senna dudaba que viviera tanto tiempo.

Krissin abrió la puerta y le hizo un gesto para que saliera. Desacostumbrada al brillo,

Senna escudriñó las figuras oscuras en la cubierta. Cuando las reconoció, se quedó tan quieta

como una tumba. Grendi entrecerró los ojos en su dirección. Con alas blancas en las sienes, su

espeso cabello negro se apilaba en giros elaborados en la parte superior de su cabeza. La seda

de su vestido sin mangas ondulaba como el agua. En su mano, sostenía la sección del colgante

de luna creciente de Joshen. Se estiraba y torcía hacia el colgante en la garganta de Senna.

—No —La negación dejó su boca antes de que pudiera detenerlo.

Grendi tomó delicadamente el colgante y lo golpeó contra su anillo de metal.

Inmediatamente se quedó inerte. Su sonrisa era amplia y depredadora. —Brusenna, que gusto

verte de nuevo. Estoy tan contenta de que cruzaras esa barrera abominable para que

pudiéramos encontrarte. Tenemos mucho de qué hablar.

Garras frías de miedo se envolvieron alrededor del alma de Senna. —¿Qué has hecho

con Joshen?

Grendi tocó sus labios, pensativa. —Joshen, Joshen. Ah, sí. El Protector que se negó a

decirme todo acerca de ti, sin importar lo mucho que lo torturaron. No fue hasta que me

encontré con la anciana… ¿cómo se llamaba? Desni, que finalmente descubrí el secreto de tu

colgante. —Grendi escondió cuidadosamente el colgante en el bolsillo de su vestido. Se volvió

hacia los soldados a su lado—. Llévenla hacia el otro barco. Atada y amordazada.

Manos ásperas la agarraron. —¿Qué hiciste con él? —gritó Senna—. ¿Qué hiciste?

Grendi se giró lentamente, su rostro ilegible. —Les ofrecí dormir para siempre o más

tortura. Eligieron dormir.

Los músculos de Senna cedieron y se desplomó, apenas sintiendo el dolor mientras sus

rodillas golpeaban la cubierta. —No.

Grendi la observaba, la satisfacción grabada en su rostro. —La tortura es un arte

complicado, Brusenna. La línea entre el dolor y la muerte es muy delgada. Y el cuerpo

humano sólo puede soportar un poco.

El odio ardía en el pecho de Senna. Palabras calientes se vertieron en su boca, como si su

lengua se cubriera con cenizas. Una canción que podría cubrir el mundo con fuego.

Brasas a las llamas

Arrasen y quemen

Conviertan en carbón y cenizas

—¡Deténganla! —gritó Grendi cuando el humo se elevó alrededor de sus pies. Oleadas

de calor rugieron desde el barco, lo suficientemente caliente como para producir ampollas en

las rodillas de Senna a través de la fina tela de su vestido.

Un fuerte golpe en la mandíbula silenció su canción. Un trapo fue metido en su boca, y

ataron sus muñecas con cuerdas ásperas. Mientras era llevada a rastras, lanzó una mirada

hacia Krissin.

La Principal de la Luz Solar miró hacia otro lado, con la vergüenza coloreando sus

mejillas.

S

31. Canción del AguaTraducidoporKarenS

enna estaba demasiado horrorizada para llorar, demasiado horrorizada para pensar. Sólo

sabía que quería morir.

Joshen estaba muerto, y era su culpa. Después de todo, ella lo arrastró a Tarten sabiendo

muy bien lo peligroso que era. Sus ojos se negaron a enfocarse, los sonidos se volvieron

confusos, y su cuerpo perdió toda sensación. Estaba tan llena de dolor, que sus sentidos se

estaban cerrando.

A través del vínculo, Cord seguía tratando de llegar a ella. Ella lo ignoró como si él fuera

una mosca rondando en la ventana.

Grendi se acercó tanto a Senna que podía oler su perfume dulzón. Observó con

satisfacción cuando levantaron las manos de Senna sobre su cabeza y ataron su cintura al

trinquete.

—Estaremos en Haven en dos días. Entonces podrás ver a tu gente… tu hogar,

derrumbarse a tu alrededor, así como me hiciste ver a mí.

Senna se humedeció los labios. —Prometiste a Ellesh que entregarías a las

sobrevivientes. Si rompes esa promesa, ella hundirá tus barcos.

Grendi se inclinó tan cerca que su cabello hizo cosquillas a la cara de Senna. —Deja que

se hundan entonces. —Observó la expresión enfermiza de Senna—. Cuando esto acabe, te

colgaremos y exhibiremos tu cuerpo en Tarten hasta que te desmorones en polvo con todo lo

demás. —Dio un paso atrás y se dirigió a los soldados a su alrededor—. Sin comida, ni agua.

—Luego se giró y se fue.

Senna cerró los ojos, su cuerpo atormentado con sollozo tras sollozo.

* * *

Durante dos días y una noche, Senna estuvo amarrada al mástil de mesana. Durante el

día, el sol coció su piel. Las ampollas se le formaron durante la noche. Su lengua se hinchó en

su boca. No podía generar saliva o lágrimas, así que mantuvo los ojos y la boca cerrados.

Sus brazos se sentían como un peso muerto sobre su cabeza. Trató de mover los dedos,

pero no podía decir si tenía éxito o no. Tal vez sus manos ya estaban muertas. No pudo reunir

suficiente emoción para que le importara. No podía sentarse, no podía descansar. Estaba

sedienta… tan sedienta.

En realidad se consoló con la presencia de Cord, conforme él se acercaba más. Fue capaz

de retirarse al interior de él sólo un poco. A pesar de que ella estaba compartiendo su

sufrimiento con él, él parecía tomarlo con gusto. Ella sospechaba que sin el vínculo, ya estaría

muerta.

Debió haberse quedado dormida, porque cuando se despertó de nuevo ya era de noche.

Estaba híper consciente del odre bajo su túnica. Sentía el líquido a través de la piel del

contenedor, oía hasta el menor chapoteo cada vez que se movía.

Al amparo de la oscuridad de la noche anterior, había tratado durante horas de

alcanzarlo, hasta que las ampollas alrededor de su barbilla se habían agrietado y rezumaban

por su camisa. Tenía que intentarlo de nuevo.

Metió la barbilla debajo de su túnica sucia y estiró su lengua bajo la mordaza, tratando

de curvarla alrededor del cuello del odre de agua. Dejó caer su peso corporal, utilizando la

presión de las cuerdas para forzar el odre a que subiera. Trabajó durante horas, hasta que su

cuello se quedó rígido y algo húmedo le corrió por encima… más líquido de las ampollas, o tal

vez sangre.

De pronto, se dio cuenta de que alguien estaba de pie delante de ella. El guardia de

Tarten que la vigilaba. ¿Cuánto tiempo había estado observándola? Seguramente el ya sabía de

la presencia del odre. La estudió, con el rostro macilento. Miró alrededor furtivamente antes

de tirar cuidadosamente del odre de agua, liberándolo. Él se lo acercó a los labios.

Estaba tan sorprendida, que lo miró boquiabierta.

Él le dio un codazo y ella bebió, el agua se desparramó por los lados de su boca debido a

la mordaza. El agua sabía maravillosa, y su cuerpo la absorbió como tierra seca. Cuando se

vació por completo el odre, el guardia lo escondió cuidadosamente a un lado, fuera de vista.

Con movimientos lentos y suaves, rebuscó dentro de su túnica, y sacó un poco de pan duro, y

lo deslizó dentro de su boca. La mordaza estaba muy apretada para que ella masticara, pero se

las arregló para que se ablandara lo suficiente para tragar.

Ella trató de llamar su atención para darle un gesto de agradecimiento, pero él se negó a

mirarla. Cuando hubo terminado de alimentarla, tomó su posición otra vez.

Eventualmente, se durmió. Y a diferencia de la última vez, sabía que cuando se

despertara, todavía seguiría viva.

Se agitó con el sonido lejano de un trueno. Apartó el sueño de sus ojos mediante

parpadeos, luego miró a lo lejos. Nubes negras rodaban hacia ellos; un rayo dejó imágenes

irregulares a su paso. Sintió un cambio en el aire… algo pesado en el aire. Un huracán.

A través del vínculo, Cord se sentía tan cerca, que ella sabía que tenía que estar en uno de

los barcos caldashenos. Tuvo el ánimo suficiente para preguntarse cómo los había alcanzado.

Cerrando los ojos, Senna escuchó la canción de las Cuatro Hermanas: un canto opresivo

que retorcía las canciones de las Hermanas en algo oscuro y siniestro. Las Brujas de Haven

estaban tratando de forzar a los barcos a que dieran vuelta. Las Brujas de Caldash estaban

contrarrestando la tormenta, creando bolsas de aire en calma para que la armada cortara a

través de la tormenta.

Las dos canciones opuestas chocaban, creando un ruido caótico que rechinó contra las

orejas de Senna hasta que las sintió en carne viva. Apretó los dientes, tratando de pensar más

allá de la cacofonía de gritos.

El viento sopló en su contra. El barco escaló una ola tan grande como una montaña,

hasta que pareció que estaban subiendo al cielo. Redujeron la velocidad cerca de la cima.

Senna estaba segura de que no iban a lograrlo. Se imaginó cayendo de nuevo, el barco

volcándose.

El barco se aferró a la cima de la ola en un punto muerto. De repente, avanzaron de

nuevo a toda velocidad, enviando el estómago de Senna a su garganta. Se estrellaron en el

punto más bajo. El rocío explotó a través de la cubierta y se estrelló contra ella. El agua estaba

tan fría que le robó el aliento de los labios. Se quedó sin aire, el agua le corría por la cara y

picaba en sus ojos.

Los marineros tartenos aparecían y desaparecían en relieve con cada destello de un

relámpago. Un rayo atravesó el cielo, dirigiéndose directamente a sus barcos. Pero antes de

que llegara, otro rayo cortó su trayectoria. Los dos chocaron con una percusión que sacudió el

aire e hizo que los oídos de Senna repicaran.

La guerra había comenzado.

Por lo que parecieron horas, se abrieron paso a través de la tormenta. Indefensa como el

barco al que estaba anclada, Senna inclinó su rostro a la lluvia, dejando que su boca se llenara

de agua, hasta que se sintió casi normal. Si tan solo pudiera dejar de temblar.

Y luego, a través de la penumbra artificial, vio olas rompiendo en espuma blanca contra

los acantilados a la distancia.

Haven.

Senna quería gritar a las Brujas de Haven que movieran la isla. Podía imaginar la escena.

Brujas novatas corriendo por todos lados para llevar mensajes. Brujas cantando en el Anillo,

firmes en la creencia de que los tartenos y las Brujas no podrían nunca cruzar sus muros. Las

Brujas de Haven lo verían como un asedio, uno que simplemente duraría lo que tardara el mar

en destrozar los barcos de sus enemigos.

Cuando el barco estaba en rango, el Capitán gritó órdenes para que giraran y los cañones

a los costados apuntaran a los acantilados. Senna no entendía. Seguramente ellos no creían

que podían derribar muros escarpados de cientos de metros de espesor con simples bolas de

hierro.

El fuego de cañón retumbó bajo sus pies, pero en lugar de balas de cañón, anclajes

modificados atravesaron el cielo, con cuerdas colgando por detrás.

Algunos anclajes explotaron en una lluvia mortal de metralleta contra los acantilados, y

algunos rebotaron inofensivamente hacia el mar. Pero unos pocos se agarraron. Una ola

golpeó el barco, empujándolo lejos de los acantilados, arrastrando los anclajes de nuevo al

agua. Los anclajes se levantaron y volvieron a disparar. Esta vez se sostuvieron.

De pronto la aprensión de Senna se disparó inexplicablemente.

Con armas atadas a las espaldas, los soldados tartenos se sujetaron a las cuerdas.

Subieron mano tras mano desde los barcos hasta los acantilados desiertos. No había nadie

para detenerlos. Un grito salió de los labios de Senna, una advertencia que las Brujas de Haven

nunca escucharían. Si no hubiese estado atada al mástil, Senna habría caído de rodillas. El

guardia que le había dado el agua se volvió hacia ella, con compasión en los ojos.

Con un poderoso crujido, uno de los anclajes cedió. El guardia giró la cabeza. En

cubierta, los marineros aferraron la cuerda y la jalaron hacia la cubierta, transportando

soldados empapados de vuelta a la seguridad del barco. En poco tiempo, los soldados medio

ahogados estaban tendidos sobre la cubierta, sin aliento. No había tantos como los que se

habían ido. Al menos la mitad debía haberse ahogado.

Los cañones fueron disparados de nuevo y los marineros comenzaron a atravesar la

cuerda por segunda vez. El resto de los anclajes se sostuvo.

Para el momento en que las Brujas de Haven se dieran cuenta del peligro, sería

demasiado tarde.

Senna se imaginó a Haven como había sido alguna vez: brillante y a rebosar de Brujas y

Protectores que eran elogiados por su poder y habilidad. Si Tarten tenía éxito, Haven sería una

ruina quemada de cenizas y podredumbre.

No podía soportarlo. Tiró de sus ataduras. Éstas se le clavaron en las escocidas muñecas,

pero no cedieron. Se dejó caer contra las cuerdas, dejando que soportaran todo su peso. Fue

inútil; había hecho todo lo que podía, y no había sido suficiente.

De repente, un rayo cayó a un costado del barco. Electricidad saltó por la cubierta

empapada de agua, enviando un choque a través de Senna. Podía oler a quemado, escuchar

gritos, y sentir el temblor de decenas de pies que corrían, pero no podía ver lo que estaba

sucediendo.

Un soldado disparó a algo detrás de ella, y su puño colisionó con el guardia que la

vigilaba. Ella trató de hacerse a la idea de un soldado tarteno atacando a otro. Pero el hombre

que se volvió hacia ella no era un soldado tarteno.

Era Cord, con una casaca de soldado demasiado pequeña medio abotonada sobre su

pecho. Con sus rasgos oscuros, podía pasar perfectamente por un tarteno en este caos.

De rodillas sobre el guardia semiinconsciente, tiró de un cuchillo amarrado en su tobillo.

—¡No! —gritó Senna a través de la mordaza. No podía soportar que Cord lo matara.

Con un gruñido de exasperación, Cord revirtió el cuchillo y golpeó al guardia en la sien.

Arrastró al hombre inconsciente fuera de la vista, luego se presionó contra ella y se asomó por

un costado. El calor del cuerpo de Cord la impregnó con una calidez maravillosa.

El aliento de él alcanzó la boca de Senna mientras hablaba. —No creo que alguien lo

haya notado. —Su rostro se retorció como si la visión de ella le doliera—. Lo siento mucho,

Brusenna.

Le cortó la mordaza de la boca. Su mandíbula tembló cuando la cerró por primera vez en

dos días. Su cuchillo afilado cortó las cuerdas que ataban sus manos. Sus brazos cayeron

delante de ella, tan pesados que no podía levantarlos, pero la piel de sus muñecas no estaba

negra, sólo de un púrpura espeluznante. Al menos el tejido aún estaba vivo.

—¿Cómo? —Senna tuvo que gritar para hacerse oír por encima de la tormenta.

—¿Creíste que no vendría por ti? —Cord cortó las ataduras alrededor de su cintura. El

cuchillo rasgó su piel, pero a ella no le importó. Con un estallido de cuerdas, fue libre. Incapaz

de soportar su peso, sus piernas cedieron.

Cord la guió hasta la cubierta, donde se derrumbó en una pila húmeda. De rodillas ante

ella, él la sostuvo y le quitó el resto de las cuerdas.

La sensibilidad en sus brazos y manos estaba volviendo, y miles de agujas al rojo vivo

recorrieron su piel. —¿Cómo nos alcanzaste? —preguntó a través del dolor.

Cord frotó despiadadamente sus manos para devolverle la circulación. —La

Compositora tuvo un arrebato cuando le dije que te habías escapado. Me puso en un navío

más pequeño y rápido y se aseguró que los alcanzara. Krissin y yo te vimos desde la cubierta.

Ella incluso envió un rayo para que golpeara este barco… buena distracción, ¿eh?

—Pero, ¿cómo llegaste a bordo? —La voz de Senna sonaba rota y difusa.

Él sacó otro odre y lo sostuvo en alto para que bebiera. Un caldo tibio rico llenó su boca.

El sabor la sacó de su estupor. Agarró el recipiente y lo exprimió con avidez.

Él la miró, la culpa por dejarla alejarse de él se filtraba a través del vínculo. —Nadé. —

Ella se atragantó, desperdiciando algo del caldo maravilloso. Atrapó un poco en su mano y lo

sorbió sin vergüenza. —¿En medio de esto?

Asintió.

¿En esta agua congelada y flagelante? ¿Sólo para salvarla? Eso era lo que debía haber

causado su ataque de aprensión antes. Ella había sentido su miedo cuando él se lanzó al agua.

Bajó la mirada. —No debiste. Fue demasiado peligroso.

Él echó un vistazo alrededor del mástil y observó a los tartenos. —Tenemos que salir de

aquí.

Senna se sentía más fuerte de lo que se había sentido en días, pero todavía no era capaz

de entrar en calor. Miro más allá de Cord, al balanceo del mar, como si la mano de un gigante

agitara la superficie. —¿Cómo? no creo que pueda nadar en esa agua. No sé cómo lo hiciste.

Cord sacó un vial del bolsillo de su pantalón. —Con esto, podemos llegar hasta los

barcos caldashenos.

Lo reconoció de inmediato como Ioa, la poción que permite a un ser humano tomar la

forma de una foca. Ella tomó la poción de color topacio de él, el cristal como una mancha

negra bajo sus dedos, y estudió a los cientos de soldados que colgaban sobre las aguas como

ropa tendida en una cuerda. Estaban casi a mitad de camino. —Tengo que advertir a Haven.

Con los brazos sobre los hombros de ella, la empujó contra el mástil. —No puedes

detener esto, nadie puede. Todo lo que puedes hacer es ayudar a los sobrevivientes.

—No habrá ningún sobreviviente. A Grendi no le importa si sus tierras son restauradas o

sus barcos hundidos. Mi madre está allí, Cord.

Él se estremeció como si las palabras de Senna lo hubiesen quemado. Y a través del

vínculo, ella podía decir que así era.

—Si nos vamos ahora, podemos advertir a los Protectores. Pueden llegar a los

acantilados —dijo con más suavidad.

Cord bajó la cabeza. Sabía cuál sería su respuesta cuando la liberara, y él había venido de

todas maneras. —Tengo que llevarte de vuelta conmigo, Senna.

Impulsivamente, ella tomó su mano. —¡Ven conmigo a Haven! Ayúdame a salvarlos.

—Si vuelves, vas a morir con ellos. Y eso si primero no te arrojan a una celda para que te

pudras.

—Sólo puedo contralar mis acciones, no sus reacciones —respondió Senna—. Pero

tengo que vivir con ambos.

Él abrió la boca para discutir, pero otras voces hablaron, lo suficientemente cerca para

poder distinguir sus palabras sobre la tempestad. Cord la presionó contra el mástil.

—Puedes venir conmigo o no, pero yo iré —dijo ella, justo en su oreja.

Él sintió su desesperación, así como ella sintió la suya. Él echó un vistazo alrededor del

mástil y dijo en un susurro ronco: —Podría detenerte.

Su respiración era rápida. —Yo salvé tu vida. Y a cambio, tú no has hecho nada más

que herirme y violar mis pensamientos. Me debes esto.

Él hizo una mueca, como si lo hubiesen golpeado. —Acabo de salvarte. Estamos a

mano.

Ella se le quedó mirando mientras el agua corría por el rostro de ambos. —Nunca

estaremos a mano. Si de verdad me amaras, no me hubieras robado todo lo que me

importaba. No me impedirías salvar a las personas que amo.

Cord la contempló como si estuviera viendo dentro de su alma, y ella se dio cuenta de

que él estaba explorando el vínculo. —Pero, ¿tú amas a Joshen?

Se sintió como muriendo por dentro. —Tú y Ellesh me lo arrebataron mucho antes de

que los tartenos lo mataran. Lo sabes. —Era la verdad, por mucho que detestara admitirlo.

Él asistió lentamente. —Muy bien, pero cámbianos rápido.

Senna tiró de su vestido empapado sobre su cabeza y se arrodilló temblando en su

camisón. Cord se arrancó el rojo tarteno y se puso delante de ella, su pecho reluciente con

lluvia y rocío del océano.

Ella cantó en voz baja para que el sonido de sus palabras no alcanzara a los tartenos. Sus

labios hormigueaban con el poder de la poción, se frotó con el aceite y dibujó líneas del

residuo desde la frente hasta el ombligo de Cord, su dedo deslizándose sin esfuerzo a través de

su cuerpo duro.

Él la miró, con ojos hambrientos, y ella se dio cuenta que el agua había vuelto casi

transparente su camisón, tanto que podía ver la débil silueta de su tatuaje de luna creciente a

través de la tela. Cord se apoderó de su rostro en sus grandes y cálidas manos, se inclinó hacia

adelante y presionó sus labios contra los suyos. La calidez era abrumadora, pero Senna sólo

podía ver a Joshen, pensar en Joshen.

—Tenía que saber cómo se sentía esto. —Cord la apartó y la miró a los ojos. La tristeza

se filtraba a través del vínculo. Sus pensamientos la habían traicionado—. Algún día, sólo

pensaras en mí cuando te bese.

La idea envió una punzada de dolor a través de ella. Echó la cabeza hacia atrás y lo

miró. ¿Él estaba realmente enamorado de ella? No lo creía. Tal vez de la idea de ella, pero no

realmente de ella. — No es la primera vez que nos hemos besado.

Él gruñó. —Ese no cuenta. Me engañaste. —La soltó cuando un estremecimiento de

dolor se apoderó de él. La poción Ioa comenzaba a trabajar.

Apresuradamente, Senna cantó la poción para sí misma. Arrastró una línea de poción

por el centro de su cuerpo.

Cord se dobló, y un gemido se escapó de sus labios.

—¿Qué es eso? —preguntó una voz.

Un hombre rodeó el mástil y quedó asombrado al verlos, antes de alcanzar su espada. —

¿Qué estás haciendo con la prisionera?

En un movimiento suave, Cord arrojó su cuchillo. Con un gruñido, el hombre se

derrumbó. Un segundo hombre gritó pidiendo ayuda. En dos pasos, Cord tenía el cuchillo en

sus manos de nuevo, y la segunda advertencia del hombre quedó silenciada.

Su piel se estaba ondulando, Cord apretó la mandíbula, apenas conteniendo un grito en

su garganta.

Más tartenos corrieron hacia ellos. Cord luchó contra ellos, su cuchillo era como una

ráfaga. La piel de Senna se estremeció, sintió el primer temblor en sus huesos. Agarró el brazo

de Cord. —¡Rápido! Antes de que sea demasiado tarde.

Manteniéndola detrás de él, caminó de espaldas hacia la barandilla.

—¡La Bruja está escapando! —gritó alguien. Envolviendo sus brazos alrededor de la

cintura de Cord, Senna los impulsó a ambos por la borda del barco.

L

32. VelvetenTraducidoporMDelia

os huesos de Senna se adelgazaron y alargaron mientras se desplomaba por el aire. Medio

transformada, golpeó la superficie tan duro, que su piel picó como si hubiese caído en una

cama de agujas. Sus huesos se reformaban mientras ella se retorcía en el abrazo frío del

mar. Lentamente, muy lentamente el dolor retrocedió. Por primera vez en horas, sintió otra

cosa distinta a un frío intenso.

Rápidamente se orientó.

El mar estaba oscuro y lleno de burbujas, por lo que era difícil ver y más difícil aún,

nadar. La corriente la arrastraba furiosamente de aquí para allá.

Cord curvó la cola y la miró con incredulidad. Ella nadó hacia él y lo golpeó con la nariz.

Él la miró boquiabierto con ojos líquidos de foca. Con su sensible nariz y bigotes, Senna se

dirigió hacia el olor de las algas marinas. Cuando llegó a la isla, nadó hasta que encontró el

signo revelador del alga marina en forma de media luna. Descubrió la entrada de la caverna:

un agujero oscurecido por las algas, y nadó hacia adelante.

Algo salió disparado de la entrada de Velveten. Senna sólo tuvo tiempo de registrar el

destello del acero antes de tener a Cord frente a ella. Arqueó la espalda y un grito de dolor salió

de su boca.

El dolor se aproximó vertiginosamente a través del vínculo. El sabor metálico de la

sangre llenó la boca de Senna sobre el gusto salado del agua de mar. Con horror, vio un arpón

sobresaliendo del costado de Cord. La sangre nublaba el agua alrededor de la herida. Senna

pivotó en busca de su atacante.

Extendiendo las extremidades y volviéndolas a encoger como una rana, Pogg se disparó

a través del agua. Ya estaba cargando otro arpón. Haven debía haberlo mandado a custodiar

la entrada de cualquier Bruja disfrazada de foca. Ella ladró, pero él no podía entender.

Suavemente puso la aleta de Cord en sus dientes y nadó hacia la entrada contra la

corriente de agua. Se estremeció. La comprensión de que sentía frío la atravesó… la primera

señal de que la poción se estaba desvaneciendo. Era imposible nadar como humana esa

distancia. Tendría que salir del agua o ambos se ahogarían.

Con el rabillo del ojo vio a Pogg con su segundo arpón preparado. Se zambulló, llevando

a Cord consigo. Le mordió la aleta con demasiada fuerza, la sangre se filtró por su boca, pero

no había nada que pudiese hacer. El arpón pasó cortando a través del agua por encima de

ellos. Senna se disparó otra vez hacia adelante. Su piel se estremeció y comenzó un hormigueo

en el centro de su cola, donde sus piernas ansiaban dividirse. Usando las aletas para

estabilizarse, agitó la cola al ras del fondo marino.

Pogg apuntó en su dirección. Ella aceleró la velocidad y entró como ráfaga por la entrada

de Velveten mientras otro arpón se incrustaba en las rocas detrás de ella. Estaba oscuro dentro.

Senna tenía que depender de su agudo sentido del olfato y sus bigotes para guiarse a través de

la caverna. Muy por encima, vio un círculo de fuego incandescente. La sensación de

hormigueo en su cola se convirtió en dolor, antes de que su piel se fraccionara. Las aletas se

convirtieron en pies y manos.

Su velocidad disminuyó mientras sus delgadas piernas agitaban el agua. Se puso a Cord

en los brazos y pataleó hacia la superficie. Sus pulmones empezaron a arder. No iba a

lograrlo, no con el peso extra de Cord.

Quería dejarlo… quería poder subir sin restricciones. Pero no podía abandonarlo y él

estaba demasiado débil para luchar contra ella.

Pogg irrumpió en la caverna detrás de ellos, arpón en mano. Lo dirigió hacia ella antes

de que sus ojos se ampliaran de repente. Dejó caer el arpón, luego tomó a Cord junto con

Senna con sus dedos palmeados y los subió con rapidez a la superficie. No fue una progresión

constante, sino una llena de paradas y arranques.

La visión de Senna empezó a nublarse. Tocó a Cord y usando el vínculo le expresó

cuánto lo sentía.

Pogg dio un último empuje. De repente, Senna rompió la superficie del agua e inhaló

desesperadamente su primera bocanada de aire. Pogg los empujó hacia la orilla. Sus músculos

estaban entumecidos del frio. Sabiendo que Pogg vería a Cord, Senna se dirigió al muelle.

—¡Ayúdenla! —gritó Pogg.

—¿Pogg? —llamó vacilante una voz.

—¡Ayuda!

Senna trató de impulsarse sobre el muelle, pero sus músculos se negaron a soportar su

propio peso. Jadeando, enterró los dedos entumecidos en la madera. Sintió la vibración de

pasos. Miró hacia arriba para encontrar una docena de mosquetes apuntándole al rostro.

Habían sucedido tantas cosas los últimos días, que simplemente esperó que quien sea que

fueran decidieran si dispararle o no.

—¿Brusenna?

Se obligó a mirar por encima de un cañón negro a la cara de un hombre. —¿Collum?

Se acomodó el mosquete, luego le sujetó los brazos y la elevó hasta el muelle. —

¿Brusenna? ¿Qué? Has sido desterrada ¿Cómo lograste pasar a los tartenos… nadando en agua

helada?

Ella señaló a Cord. —Ayuda a mi Protector. Está herido.

Dos de los Protectores de Haven se inclinaron para tomar a Cord.

Al subir al muelle, Pogg soltó un agudo lamento, que lastimó los oídos de todos. Se

abrazó las rodillas y se meció de adelante hacia atrás. —Pogg no sabía que la foca era Senna.

¡Pogg no sabía! —repitió una y otra vez.

Los ojos de Collum se ensancharon. —¿Quién es?

Senna se colocó al lado de Cord y miró boquiabierta el arpón que le sobresalía del

costado. —Necesita una sanadora.

—Eres la única Bruja que no está luchando. —Reconoció la voz de Beck, el segundo de

Reden.

Ignorando los aullidos de Pogg, Senna buscó desesperadamente alguna solución, pero si

ella no lo curaba, nadie lo haría.

El arpón se le había enterrado profundo en el costado y la sangre se filtraba alrededor. Su

cara estaba gris en vez de su habitual color café claro. Sus labios estaban de un azul oscuro.

Jadeaba, como si no pudiese llenar sus pulmones.

Una montaña de impotencia aplastó su corazón. Esto iba más allá de sus habilidades. —

Cord. —Inhaló.

Parecía que no podía enfocarla. Confusión y pérdida se filtraban a través del vínculo. Él

estiró la mano y le tocó el rostro para confirmar que realmente estaba allí. Ella no pudo evitar

hacer una mueca ante la visión de la marca de mordida en su mano. —¿Senna?

Ella estudio el arpón imponente. —Puedo intentar sacarlo, si logro detener el sangrado,

tal vez pueda…

Cord se estremeció y respiró superficialmente. —No, déjalo.

Ella abrió la boca para discutir.

—Viniste a advertirles —le recordó.

—Tengo que…

—Senna, me muero. —Cada palabra parecía costarle.

Sus palabras la hirieron profundamente. Tenía que estar equivocado, y sin embargo, ella

sabía que no era así. Lo sentía. Su cuerpo se estaba apagando lentamente y con él, el vínculo.

No había nada que pudiera hacer por él.

Él sonrió y rozó su mejilla con los dedos. —Te importa, puedo sentirlo.

Ella se mordió el labio para no llorar. Tratando de sostener las últimas hebras de

determinación, se enfrentó a Beck. —Hay tartenos dirigiéndose a los acantilados. ¡Tienen que

detenerlos!

Sus ojos se ampliaron cuando captó por primera vez las docenas y docenas de

Protectores… tantos, que Velveten estaba lleno. —¿De dónde vinieron todos ustedes? ¿Qué

están haciendo aquí?

—Protegiendo Velveten —respondió Collum.

Ella señaló hacia la escalera más cercana. —¡No van a venir a través del estanque!

Vienen desde los acantilados.

Beck meneó la cabeza. —Eso es imposible, cualquier barco que se acerque lo suficiente

para poner escaleras de mano, se estrellara contra los acantilados. La única manera de salir o

entrar en la isla es el estanque.

Senna apretó los dientes en señal de frustración. —¡Ellos están equipados con cañones y

con algún tipo de anclaje modificado, los tartenos están trepando a los acantilados ahora

mismo!

Beck hizo un gesto a dos Protectores. —Tomos y Thayer, vayan a explorar los

acantilados.

Ella agitó la cabeza. —No tienen tiempo para eso. Ya estaban a mitad de camino

cuando los dejamos.

Beck la estudió. —Las Principales no confían en ti. ¿Cómo puedo saber que decenas de

botes tartenos no saldrán a la superficie del estanque en cuanto dejemos las cavernas

desprotegidas?

Extendió las muñecas, amoratadas y en carne viva. —Arriesgué mi vida para escapar y

advertirles. —Ella vio por su expresión que eso no era suficiente, y comprendió que había otra

cosa que podía convencerle—. Reden confió en mí lo suficiente para venir conmigo cuando

me fui, lo hizo porque sabía que sólo yo podía salvar Haven.

Después de dudarlo un rato, Beck empezó a gritar órdenes. —En doble fila hacia los

acantilados. Mantengan su mosquete bajo su abrigo todo el tiempo: la pólvora húmeda

significa un mosquete inútil. —Los Protectores salieron de Velveten—. ¡Pogg ve de nuevo al

agua y vigila a otras focas que puedan ser realmente Brujas disfrazadas!

Pogg hizo una pausa en sus lamentos para volverse a Senna. —Pogg no sabe.

Ella inhaló para tranquilizarse. —Lo sé, Pogg, ve. Todo estará bien.

Pogg saltó al agua y se sumergió. Beck hizo una pausa en la entrada de la cueva. —

Collum, quédate para vigilar la entrada. Si ella intenta escapar, dispárale. Si vienen los

tartenos, colapsa Velveten

—Pero líder, era nuestro último recurso.

Beck meneó la cabeza. —Si ella está mintiendo, es nuestro único recurso.

Senna levantó la cabeza de Cord hasta su regazo y empezó a acariciarle el cabello. Su fría

mano había tomado la de ella. —Ve a ayudarles —dijo.

No sabía que las lágrimas corrían por sus mejillas hasta que gotearon sobre el rostro de

él. Se las limpió. —No puedo dejarte.

Él le apretó la mano. —No lo hiciste. Te quedaste conmigo, en el agua.

Se sentía como si su interior pudiese romperse en cualquier instante. Una parte de ella

estaba muriendo con él. —Cord.

—Ve. —Le presionó algo en la mano. Senna bajó la vista para encontrar la poción Ioa en

su palma.

—Podrías… necesitar… la…

Ella sacudió la cabeza. —No.

—Ahora… estamos a mano… me salvaste… la vida. Yo salvé… la tuya… dos veces…

¿Sí?

Ella asintió mientras una lágrima corría por su nariz. La retiró con el dorso de su mano.

—Estamos más que a mano.

Él gruñó y la comisura de su boca se levantó. —Tendrás éxito. Lo supe… desde el

principio. —Sus ojos se quedaron en blanco y se quedo quieto a excepción de unos estertores.

El lugar al que se había ido… ella no podía alcanzarlo a través del vínculo. Se agachó,

presionó un beso en su frente y esta vez, sólo pensó en él. Cuando se apartó, el vínculo entre

ellos había desaparecido.

Un trueno resonó. Un destello la cegó, pero no pestañó.

Collum se sobresaltó a su lado. —Por las Creadoras, ese estuvo cerca.

Senna acunó a Cord entre sus brazos. Él la había traicionado. La había salvado. A su

manera, la había amado ¿Cómo podía dejarlo? Pero los Protectores no podrían mantener lejos

a los tartenos por mucho tiempo. Tenía que haber menos de doscientos Protectores… no eran

rival para los miles de tartenos.

Si las canciones de Bruja se agregaban a las armas de los Protectores podrían ganar

tiempo suficiente para mover la isla. Senna no podía ayudar a Cord, ya no. Pero aún podía

ayudar a sus Brujas.

Miró a Collum. —¿No lo dejarás solo?

Collum agitó la cabeza. —No si puedo evitarlo.

Suavemente puso la cabeza de Cord sobre el suelo. —Adiós, amigo, espero volver a verte

algún día.

Evitando sus ojos, Collum le tendió su capa.

Recordó su camisón completamente mojado, casi transparente. La vergüenza parecía

poca cosa en comparación a hombres muriendo. —No. Cubre a Cord con ella.

Collum no se movió. —Encontraré una manta.

Cuando ella no la tomó, él respiró hondo. —No la necesita, Senna, ya no. Tú estás

helada.

A regañadientes, cogió la capa, temblando ante su calidez. —¿No vas a dispararme? —

Después de todo, había sido desterrada y él tenía órdenes.

Él frunció los labios. —Confío en ti.

Casi deseaba que no lo hiciera. Los hombres que confiaban en ella terminaban muertos.

—¿Lo mantendrás a salvo? —Era una pregunta inútil. Nada podría volver a dañar a Cord,

pero tenía que preguntarlo.

Collum asintió. —Lo haré.

Obligándose a sí misma a no mirar atrás, Senna dejó la luz ahumada de Velveten para

entrar a la turbia luz de la tormenta. Levantando la parte inferior de su capa, agachó la cabeza

contra la embestida de la lluvia, y corrió por la isla. Escuchaba a todas las Brujas, su canción

tan bien sincronizada, que sonaba como una sola voz. El coro se detuvo y Senna reconoció la

voz tenue de Chavis cuando liberó la potencia combinada de sus canciones.

Calor, Luz y energía

Ataquen los barcos más allá de nuestra entrada.

Relámpagos, hagan ceder

Aguas, la marea enemiga hagan retroceder.

Senna alcanzó el Anillo de Poder mientras Chavis terminaba la canción. Luz y sonido

explotó a su alrededor, la lanzó al suelo y le expulsó el aire de los pulmones. Incapaz de

respirar, observó los arcos de electricidad dispararse a través de la barrera. Disminuyeron

antes de detenerse por completo.

En un puñado de latidos del corazón, docenas de relámpagos rayaron el cielo y se

dispararon más allá de los acantilados. Algunos fueron interceptados y se arquearon

inofensivos hacia las nubes. Otros parecieron alcanzar sus blancos. Los truenos sacudieron el

mundo.

Mientras Senna luchaba por ponerse en pie, Chavis ya cantaba otra canción.

Una canción contraria se levantó más allá de los acantilados.

Chavis hizo una pausa para respirar y Senna gritó en el silencio expectante: —¡Los

tartenos están en la isla! —Más de doscientos pares de ojos se clavaron en ella. Unos días

antes, tanta atención la hubiese paralizado; pero la timidez parecía otra cosa tonta comparada

con hombres muriendo. —Tenemos que mover la isla ahora mismo.

Un silencio atónito siguió su exclamación. Drenelle agitó la mano, sus anillos

destellaron. — ¡Bah! Los tartenos son sólo hombres, es a las Brujas a quien tenemos que

temer.

Decenas de mujeres estallaron en conversación a la vez.

—¿Cómo llegó a la isla?

—¿Qué te hace creer que tienes el derecho…?

—¡Es mentira!

Por encima de la cacofonía, la madre de Senna gritó: —¿Brusenna?

Sus miradas se encontraron por un momento, suficiente para que Senna viera el alivio y

pesar en el rostro de su madre.

—¡Silencio! —gritó Coyel.

Drenelle dijo. —Ya hemos pasado por esto. Todo lo que tenemos que hacer es quedarnos

firmemente plantadas mientras se sangran los puños contra nuestra barrera.

—Los soldados tartenos han alcanzado los acantilados… demasiados para que nuestros

Protectores los detengan. Tienen que mover la isla.

Chavis acarició la culata de la pistola atada sobre su pecho. —Es imposible.

Como para reforzar las palabras de Senna, el fuego de mosquetes floreció a lo largo de

los acantilados. Las mentes de todas las Brujas estaban conectadas, así que se giraron como

una para ver la batalla iluminada por las luces de los relámpagos.

Prenny miró boquiabierta a Senna. —Por las Creadoras, ella tiene razón.

Como ojos de serpiente, las gemas de los dedos de Drenelle resplandecieron con un rayo.

—Es algo irrelevante. Nuestra canción no es lo suficientemente fuerte para mover la isla. Ya

no.

Coyel la estudió. —¿Estás absolutamente segura?

Drenelle asintió.

Chavis cerró los ojos como si estuviese sufriendo. —No deberías haber regresado,

Brusenna.

Senna ignoró el dolor en su voz. —Con mi canción, seremos lo suficientemente fuertes.

—¡No! —gritó su madre.

Chavis aspiró. —Ninguna Bruja es tan fuerte. Además, ¿esperas que te demos el control

del Círculo? No lo creo. Incluso si los tartenos están en los acantilados, colapsaremos la tierra

bajo sus pies, los haremos explotar con relámpagos.

—¡Sus Protectores están allí! —Senna extendió las manos a los costados—. ¡Además, las

Brujas de Caldash los protegerán!

—¿Brujas de Caldash? — dijo alguien.

—Las Brujas de Calden que se renombraron como Caldash, después que Haven intentara

destruirlas hace siglos. Desde entonces se han ocultado tras una barrera.

El silencio atónito duró el latido de un corazón. Sólo las Principales parecieron

comprender.

Prenny habló por primera vez. —No la escuchamos antes, y mira lo que ha sucedido. No

me quedaré parada a ver cómo cometemos el mismo error. —La anciana lentamente se puso

en pie, cuidando de mantener su conexión con las otras Brujas—. Ustedes tienen miedo de

ella… de en lo que se ha convertido. Lo entiendo, yo también tenía miedo. Pero Brusenna no

es Lilette.

Chavis se giró hacia Prenny. —¿Y si la canción no es lo suficientemente fuerte y se

desintegra después de liberarla? ¡La isla se desplomará y moriremos todos!

Senna pensó en Cord. Joshen. Reden. Todos muertos por ayudar a entregar este

mensaje. Había enfrentado cosas peores que los temores de unas ancianas, y por ello se había

vuelto más fuerte. Ya no tenía miedo. —Tal vez ustedes merecen el destino que viene a

encontrarlas. —Apuntó a las demás—. ¿Pero y las Brujas novatas? ¿Los Protectores? ¿Las

Aprendices? ¿Todas las otras Guardianas? También regresé por ellos y si ustedes niegan la

verdad, quizá ellos no. —Había un tiempo para la insurrección, tal vez era este.

—¿Nos pides que confiemos en tu palabra de que eres lo suficientemente fuerte? —

preguntó Chavis.

Senna entrecerró los ojos. —Sí.

—Yo no lo creo. —Chavis se giró para mirar a Drenelle—. ¿Y tú?

Drenelle meneó la cabeza. —El tipo de poder para mover tanta tierra… Estamos muy

lejos de lo que se necesitaría.

Senna se cuadró enfrente de Coyel, que tenía el voto decisivo. —Siempre se reduce a

esto, Principal. Tú y yo.

Coyel la estudió. —Y si consigues movernos ¿entonces qué? Los tartenos sólo vendrán

una y otra vez.

—Tendrán que abandonar Haven e ir a ocultarse, o unirse a Caldash —dijo Senna.

—Como si pudiéramos confiar en Caldash —argumentó Prenny.

Drenelle se estremeció cuando un rayo cayó peligrosamente cerca. —Ahora que sabemos

cómo planean invadir los tartenos, podemos defendernos de ellos.

Coyel se quedó tan quieta como si estuviese muerta. Finalmente se encorvó como si el

peso sobre sus hombros fuera demasiado. Observó a las mujeres a su alrededor. —Esta

canción requiere que nos movamos al borde del acantilado. Nos extenderemos detrás de

nuestros Protectores y utilizaremos el viento para despeñar a los tartenos. Cuando los

Protectores estén detrás de nosotras, crearemos una barrera. —Hizo una pausa—. Y Brusenna

moverá la isla.

—¡No! —gritó su madre mientras rompía el Círculo, corriendo para interponerse entre

las Principales y su hija. La barrera osciló en fragmentos, que se disiparon como una lluvia de

estrellas moribundas—. No la voy a dejar morir.

¿Morir? Senna no entendía.

—Prometieron que no usaríamos a Brusenna de esta manera… ¡Que no la dejaríamos

morir! Todas lo prometimos —Prenny ladró.

Coyel miró a su madre y Senna vio la amistad que alguna vez existió entre ellas. —Si ella

tiene razón, es la única lo suficientemente fuerte. —La Principal cambió su mirada a Senna—.

Lo siento.

Sacra cayó de rodillas dejante de su hija. —Una cantora nunca ha sobrevivido a mover

una isla, Brusenna. Ni siquiera Lilette.

Senna se arrodilló en el césped húmedo y rodeó a su madre con los brazos. —¿Sabías

desde el principio que yo moriría, no es así?

—Intenté advertirte. —El cuerpo de su madre tembló—. Sabía que Haven te utilizaría

para sus propios fines, tal y como lo hicieron conmigo. Es una de las razones por las que te

mantuve alejada de todo esto, el porqué intente alejarte de aquí una y otra vez.

El amor floreció en el pecho de Senna como la promesa de un arcoíris después de que la

tormenta hubiera pasado. — Tiene que ser así.

—¡No! —gritó su madre—. Yo lo haré. Yo cantaré la canción.

Senna notó el contorno de una pistola debajo del abrigo de su madre. Mirando hacia

arriba, vio que todas las Brujas llevaban una. Tendrían un disparo antes de que la lluvia

hubiera humedecido la pólvora y las armas se volvieran inútiles. —No eres lo bastante fuerte,

Madre.

—¡No! ¡No te dejaré!

La tristeza era como una herida en carne viva en el corazón de Senna. Era obvio que su

madre nunca la dejaría ir… no podía. Senna miró a las demás en busca de ayuda y encontró a

Prenny cantando suavemente entre dientes. La anciana le mostró una poción de un purpura

violento mientras se acercaba furtivamente a Sacra.

Yarves. La poción le arrebataría la voluntad a su madre. Los efectos eran permanentes, a

menos que el antídoto se suministrara en las primeras horas.

Senna cerró los ojos. Era la única manera. Ella asintió levemente.

Prenny presionó su boca contra la de Sacra antes de que pudiera contraatacar. Sus ojos

se pusieron en blanco. Prenny ordenó a Sacra ir al acantilado con las otras. —Yo cuidaré de

ella —prometió.

Senna vio a su madre irse, su corazón era como una piedra fría en el pecho. —Dile que

lo siento mucho.

Prenny asintió secamente y corrió tras Sacra.

Coyel tomó la mano de Senna. —No vamos a tocarnos esta vez, así que nuestras mentes

no se conectaran. ¿Segura que recuerdas la canción?

Senna sonrió amargamente. —Incluso si no, puedo mover la isla.

—¡No, no puedes! —gritó Drenelle—. Lo estoy diciendo, es imposible. ¡Todos vamos a

morir!

—Hablas como la traidora que eres —exclamó Senna.

Drenelle se sobresaltó como si hubiera recibido una bofetada. —¿Traidora? No soy

ninguna traidora.

—¿No? Cuando me atacaron la primera vez, impediste que buscáramos a mis atacantes.

La segunda vez enviaste lejos a Joshen, dándoles la oportunidad perfecta para llevarme.

Drenelle levantó las manos. —Eso es ridículo.

Coyel miró a Drenelle con sospecha. —¿Drenelle?

—Juro que no estoy trabajando con Caldash.

Coyel se puso tiesa y pareció insegura, antes de al parecer tomar una decisión. —Te

quedarás a mi lado hasta que esto se solucione.

Drenelle se puso pálida. —No importa, si ella intenta mover la isla, se partirá.

Senna gimió. Era una tontería dejar a Drenelle libre, pero no había tiempo de discutir ese

punto.

Coyel tomó el brazo de Drenelle. —Ella fue tocada por las Creadoras. Eso tiene que

significar algo. —Se dirigió a Senna—. Adiós, Brusenna.

Todas las demás ya se habían ido. Senna estaba sola, e iba a morir. El pensamiento la

asustó, le hizo sentir nauseas, pero no intentó huir.

En su lugar, pensó de nuevo en Joshen, muerto por su causa. En Reden y Cord. Su padre

y hermana a los que nunca conoció siquiera. Y se dio cuenta que la mayoría de las personas

que amaba ya estaban con las Creadoras. Ella se les uniría pronto.

Tal vez no había nada que temer después de todo.

Senna alzó el rostro a la lluvia, mientras su aprensión desaparecía.

Estaba lista.

¡B

33. TraidoraTraducido por KarenS

rusenna!

Chavis cruzó el césped hacia Senna. Arianis trotaba detrás de ella. Rápida como una

serpiente al ataque, Chavis sacó la pistola de su funda y apuntó a Senna por debajo de la

cubierta protectora de su capa. —No voy a permitir que una mayoría tonta vote para que nos

maten a todos. Arianis, ata sus manos.

Senna parpadeó sorprendida. La boca se Arianis se movió sin pronunciar palabra, como

un pez arrancado del agua.

—¡Arianis! —gritó Chavis.

Arianis saltó y sacó una cuerda.

Senna negó con la cabeza. —Yo soy la única que va a morir.

Chavis sonrió sombríamente. —He entrenado para la guerra toda mi vida. No pretendas

decirme cómo manejar una batalla.

Arianis enrolló la cuerda alrededor de las muñecas ya maltratadas de Senna. La tela

áspera se enterró en las costras, rompiéndolas y abriéndolas de nuevo. Senna silbó entre

dientes. —¿Cuántas personas tienen que morir, Chavis?

Arianis trató de amordazarla, pero Senna cerró los dientes justo después de que la cuerda

hubiera pasado sus incisivos… algo que Joshen le había enseñado. Obviamente, esta era la

primera vez que la otra chica trataba de amordazar a alguien, porque ella no pareció darse

cuenta de su error. Tampoco la Principal.

Chavis tuvo cuidado de mantener su pistola fuera de la lluvia. —No… me… sermonees.

Las manos de Arianis temblaban mientras ataba los nudos. —Ellas van a echarme en

falta si me ausento por más tiempo. —Se limpió las manos en su capa. Era obvio que no

quería ser parte de esto.

Chavis hizo un gesto para que se fuera. —Está bien, vete. Nos vemos en los acantilados.

Arianis vaciló, con la mirada clavada en Senna. Comenzó a avanzar lentamente de

espaldas.

Negándose a rogar, Senna vio como la otra chica se volvió y corrió.

Sin canciones de Bruja para contrarrestar los relámpagos, las descargas se estrellaban

contra el suelo a su alrededor. Chavis hizo señas a Senna para que se alejase del Anillo de

Poder. ¿A dónde la estaba llevando? Agachando la barbilla, se las arregló para sacarse la

mordaza.

Senna oyó el inconfundible sonido de un gatillo martillando. —Cantas una sílaba, y te

mato. ¿Lo entiendes?

Senna le creyó. Con la lluvia cayéndole por el rostro, suplicó. —Por favor, escucha.

Tengo que mover la isla o todos moriremos.

Chavis ignoró la súplica. —¿Cómo escapaste de los tartenos, de todos modos?

El aliento de Senna se atoró en su garganta. —¿Cómo puedes saber eso?

Chavis se puso rígida. —¿Saber qué?

—Que fue de los tartenos de quien escapé y no de los caldashenos.

Senna no se dio cuenta de que había dejado de moverse hasta que Chavis la empujó con

el cañón de su arma. —Tú misma los has dicho.

Se tambaleó hacia delante. Ahora estaban entre los árboles. El viento disminuyó.

Gruesas gotas de lluvia que se habían estancado en las hojas cayeron sobre la cabeza de Senna.

Un relámpago desgarró la luz y la sombra, dejando impresiones aserradas. —No, no lo hice.

La única manera en la que podrías saberlo es… — Se dio la vuelta.

Encajándole la pistola en el pecho, Chavis empujó a Senna al suelo.

Más piezas encajaron. —Cuando derroté a Espen, ella tenía la semilla de todas las

Principales en su cinturón… excepto la tuya.

Chavis dio un paso atrás, su pistola apuntando al corazón de Senna, con los ojos tan

oscuros como la media noche. —No sabes de lo que estás hablando.

—Estaba equivocada. Drenelle no es la traidora. ¡Tú lo eres! ¡Tú dejaste entrar a Cord y

Mistin a la isla!

Algo cambió en la expresión de Chavis, y Senna se dio cuenta de que la Principal no

estaba tratando de forzarla a ir a ninguna parte. Estaba mirándola fijamente. La fría

comprensión atravesó a Senna. Chavis no la había traído entre los árboles para atarla en

alguna bodega. La había traído aquí para matarla.

El terror se disparó en Senna, enjaulando su voz dentro de su garganta. No era que eso

importara… la bala de Chavis detendría su corazón mucho antes que cualquier canción hiciera

efecto.

Chavis debía haber visto florecer la comprensión en el rostro de Senna. —No es lo que

piensas. Cuando leí por primera vez los registros, me di cuenta de los monstruos en los que

nos habíamos convertido. Espen tenía el poder de controlarnos… de frenarnos. Así que trabajé

para ella, ayudándola desde el interior.

—¿Por qué estás diciéndome esto? ¿Por qué no sólo me disparas?

Algo en la mirada de Senna debía haber traicionado su disgusto, porque el rostro de

Chavis se contorsionó. —Quiero que sepas que no te mataría a menos que no tuviera otra

opción. Estaba lejos, buscándote, cuando tú encontraste a Espen. Ella pensó que podía ganarte

con su canción. El orgullo siempre fue su perdición.

—Mi madre y las demás siempre afirmaron que la traidora había sido asesinada. ¿Tú la

asesinaste, Chavis? ¿Mataste a una mujer inocente?

La cara de Chavis no registró ninguna emoción. —No, sólo la hice parecer culpable

después de que ya estaba muerta.

—¿Y qué hay de Caldash?

Ella se encogió de hombros como si no le importara. —Ellas me encontraron, pero tú

también tenías que arruinar eso.

Senna negó con la cabeza, desesperada ahora de una manera que no había estado hace

unos momentos. —Traidora. —Puso todo el veneno que pudo en la palabra.

Chavis gruñó. —Caldash hará un mejor trabajo en controlar el mundo… lo sabes tan

bien como yo. Además, son más fuertes que nosotras, especialmente con Tarten

respaldándolas. No existía manera de que pudiéramos ganar esta guerra. Pero si nos rendimos

rápidamente, con pocas víctimas, y nos unimos a Caldash, podemos derrotar a los tartenos.

Es mejor de esta manera.

Senna odiaba que las palabras de Chavis tuvieran sentido de una manera enfermiza.

Caldash haría un mejor trabajo. Eran más cohesivas, menos corruptas. Ellas no discriminaban

a las Desechadas, en cambio hacían un lugar para ellas. El poder de las decisiones se distribuía

entre las Principales, las Órdenes y la Compositora. Cada grupo comprobaba a los otros. Y

ellas habían aprendido a vivir en cohesión con el resto del mundo, algo que Haven no había

conseguido en siglos.

—No habrá ningún prisionero —dijo Senna—. A Grendi no le importa si mueren todos

sus soldados. Está empeñada en la venganza.

Chavis frunció el ceño. — Eso no puede ser verdad.

—Subestimaste a Tarten.

Era obvio que Chavis no le creía. —Realmente odio hacer esto, pero como ya te he dicho

muchas veces antes, las víctimas son parte de la guerra.

Senna mantuvo los ojos bien abiertos. Quería que Chavis viera cómo la vida se drenaba

de ellos, quería que la imagen la persiguiera por el resto de su vida.

Chavis apuntó con cuidado. El fuego de mosquete resonó. Senna contuvo la respiración,

esperando que el dolor la envolviera, que el mundo se volviera oscuro. En cambio, la cara de

Chavis se contorsionó, y cayó hacia delante.

Desconcertada, Senna soltó la respiración contenida. Entonces miró más allá de la

Principal y vio a Arianis un poco más lejos, el humo negro de la pólvora salía de su pistola

mientras observaba a Chavis morir. —Esa bala no se suponía fuera para ella, era para los

tartenos.

Senna luchó por ponerse de pie, queriendo proteger a Arianis de la maldición que había

deseado para Chavis. Usando su hombro, empujó a Arianis lejos de la visión de Chavis en sus

estertores de muerte.

Arianis tenía la cara blanca y estaba extrañamente tranquila. Miró a Senna, sacó un

cuchillo de su cinturón de semillas, y comenzó a cortar las cuerdas de sus manos. —Yo te

odiaba, Senna. Tenías todo lo que siempre quise, todo lo que siempre debió ser mío. Y tú ni

siquiera lo querías… creo que te odiaba más por eso. —Arianis miró, sin realmente ver, el

cuchillo que sostenía en su mano húmeda—. Quería que supieras cómo se sentía, así que traté

de quitarte a Joshen.

Senna se volvió ante el sonido de las Brujas llamando al viento para que descendiera

sobre los acantilados. Había comenzado, y ella tenía su propio papel que desempeñar. —Si

sirve de algo, gracias por salvar mi vida. —Comenzó a andar hacia el Anillo de Poder.

Arianis se estiró y agarró su mano. —Sólo para que lo sepas, no funcionó. No importa

cuánto lo intentara, él sólo te quería a ti.

Senna su puso rígida. —No importa. Joshen está muerto.

Arianis se tapó la boca con la mano. No dispuesta a escuchar ninguna palabra de

lástima, Senna corrió, tropezando a través del paisaje que se grababa a fuego en sus pupilas

cada vez que un rayo alcanzaba el suelo.

Su capa prestada estaba tan pesada por el agua, que se enredaba con sus pies, así que se

la arrancó. Estaba empapada, de todos modos. Un rayo apuñaló el borde del acantilado, y

Brujas cayeron gritando por el borde.

Senna llegó al Anillo de Poder, con el corazón acelerado como si estuviera tratando de

escapar de la muerte latiendo fuera de su pecho. Cayó un rayo tan brillante que el mundo se

oscureció. Ella gritó de terror, pero el sonido del trueno fue tan fuerte que no pudo oír su

propia voz.

Cuando abrió sus ojos, un punto negro chamuscaba el suelo no muy lejos de ella. Olía a

húmedo y quemado. Temblando, tropezó hasta el centro del Anillo. Inclinó la cabeza hacia

atrás y cantó.

Viento levántame alto en vuelo,

Que mis palabras alcancen a llegar al cielo.

El viento se hizo más fuerte de lo que nunca lo había sentido antes. La envolvió con

tanta rapidez, que la dejó sin aliento. Se disparó hacia arriba, lluvia goteando de su cuerpo,

hacia el torbellino de nubes y relámpagos. El crepitar de electricidad levantó los vellitos en sus

brazos. Envió una oración para que las Creadoras mantuvieran los relámpagos alejados.

Todavía cantando, miró abajo. Detrás de los Protectores, las Brujas utilizaban el viento

para impulsar a los invasores hacia atrás. Los Protectores de la línea frontal luchaban con

bayonetas. Nadie usaba mosquetes… la lluvia debía haber vuelto inútil la pólvora. Pero

estaban perdiendo terreno en vez de ganarlo.

Senna respiró profundamente, y su canción aferró una corriente de viento, que se

precipitó como una lanza. Golpeó a los tartenos con tal fuerza, que los arrojó hacia atrás, pero

también golpeó a las Brujas de Haven. Ellas se tambalearon y se derrumbaron contra el suelo

para no caer por la orilla del acantilado.

Senna utilizó toda su concentración para tratar de reducir la cantidad de viento a una

corriente precisa, pero era como canalizar un río a través de un embudo. El viento había

perdido casi todo su poder. Los tartenos luchaban para estar de pie e ir hacia delante de

nuevo.

Las Brujas de Haven se manifestaron, convocando su propia barrera protectora de

viento. Sin la preocupación de lastimar a sus propias Brujas, Senna redobló sus esfuerzos, y el

vendaval se estrelló contra los tartenos con la fuerza suficiente para derribarlos desde el

acantilado, sumergiéndolos en las agitadas aguas.

Las canciones alrededor de ella cambiaron. El rayo se reunió en un tremendo ataque

contra ella. Luchó contra el control de las Brujas de Caldash y giró el rayo contra ellas,

dándole de lleno a un barco. Aunque empapado, estalló en llamas. Con los cuerpos

encendidos, los hombres se zambulleron en el agua.

Y en ese momento, la marea de la batalla cambió a manos de Senna. La verdad de esto

era innegable para Tarten, Caldash, y Haven por igual. Hizo que Senna sintiera nauseas.

Apartando la mirada de la batalla, le recordó al viento que la mantuviera a flote y

redirigió su canción a los últimos tartenos que se aferraban al borde de los acantilados.

Escuchó la tormenta y cambió la canción un poco, lo suficiente para que lloviera granizo

en sábanas blancas sobre los barcos y los tartenos. Los hombres corrieron por la cubierta o

cayeron gritando al mar. Ni una sola piedra de granizo cayó sobre la isla.

Las Brujas de Haven se expandieron con los Protectores detrás de ellas. Debajo de los

pies colgantes de Senna, la barrera creció entre las manos extendidas de las Brujas, como hielo

que se congelaba sobre un estanque, hasta que abarcó la isla.

Las Brujas comenzaron su canción. El poder se vertió dentro de Senna hasta que sus

dedos se estremecieron. Cerrando los ojos, recurrió a la fuerza de las Cuatro Hermanas. La

voluntad del mar, la riqueza de la tierra, el brillo cegador del sol, la fuerza de los vientos.

Antes, esa cantidad de energía la habría abrumado después de un par de canciones, pero ahora

se empapó en ella como una grieta en la tierra se empapa en lluvia.

Canciones se levantaron de las Brujas de Caldash mientras trataban de arrebatar el

control de las canciones a Senna. Pero eran como gotas de lluvia que atacan el mar… sólo

absorbía su poder en sus vastas reservas. Esperó hasta que la llenara, escuchando las canciones

a su alrededor. Cuando llegara el momento, necesitaba saber la melodía y palabras exactas

para desplazar a Haven.

Podía retener más canciones, pero intuía que tenía suficiente para mover la isla y más.

Ya se había desarrollado suficiente violencia, suficiente muerte, por un día. Con algunas

palabras tranquilizadoras, calmó el mar y la tormenta. Vacilante, aquellos en los barcos

dejaron su refugio y subieron a cubierta. Unos momentos más, y los marineros y soldados

salieron de las bodegas. Senna presionó un suave viento contra los barcos, empujándolos de

nuevo a la seguridad. Pero los tartenos y caldashenos obstinadamente ataron las velas y

lanzaron las anclas.

Que así fuera.

Su voz sonó en toda la isla y el mar como campanas cristalinas. Los marineros en los

barcos cayeron de rodillas. Algunos arrojaron las armas. El corazón de Senna cantó con

esperanza; pero entonces los comandantes de los hombres comenzaron a dispararles a los que

se resistieron. Senna lanzó un grito de terror. Más hombres cayeron de rodillas o arrojaron sus

armas al mar. Y más de ellos murieron. Los cañones comenzaron a disparar anclajes

modificados de nuevo.

Lagrimas corrían por su rostro por lo que estaba a punto de hacer, y cantó.

Haven, levanta tus estacas.

Vientos, un camino destacas.

Tierra, tu suelo compacta.

Plantas, tus raíces desenreda.

Aguas, tus ondas has de hender.

Llévanos a un hogar donde podamos pertenecer.

La barrera comenzó a rodear la isla, lentamente al principio, luego más y más rápido

hasta que todo fue un borrón de color y movimiento. Senna extendió la barrera hasta que

encajó perfectamente con los acantilados, cortando algunas de las asperezas, haciéndolas

suave como el cristal. Senna finalmente entendió por qué la isla siempre había sido un círculo

perfecto, tan poco natural.

Pero ella no estaba dentro de ella. La canción para mover la isla sólo funcionaba desde el

exterior. Y cuando se fuera, ella se quedaría atrás, sin nada esperando debajo, excepto el caos.

Volvió a cantar, y el mundo se hizo más brillante. Parpadeó contra la cegadora luz que

venía desde abajo. Confundida, tendió las manos para protegerse los ojos, sólo para encontrar

que sus manos eran la fuente.

Quedó boquiabierta mientras extrañas filigranas de luz, como miel con brillantes trozos

de azúcar, se arremolinaban sobre su piel. Conforme la canción dentro de ella crecía, también

lo hacía la luz… casi como si las canciones estuvieran derramándose desde su interior. Miró

hacia afuera. Brujas y tartenos por igual habían detenido su lucha. Todos ellos se volvieron

hacia ella.

Los barcos dejaron de disparar a los acantilados. Los comandantes dejaron de gritar

órdenes. El mundo contuvo la respiración.

—¡Brusenna!

En el silencio, alguien llamó su nombre desde los barcos. Buscó entre ellos, hasta que vio

un grupo de tartenos. Grendi estaba en la parte delantera, su hermoso vestido roto y el cabello

colgando en nudos flojos. En su postura, Senna vio la derrota. Grendi había perdido, y ella lo

sabía. Sabía que iba a morir.

—He ganado. —Las palabras de Senna salieron como una canción.

Con un gesto de Grendi, los soldados detrás de ella empujaron a dos hombres hacia

delante. Senna entrecerró los ojos hacia ellos.

Grendi agarró mechones de sus cabellos y tiró de sus cabezas hacia atrás. Estaban

ensangrentados y golpeados, tan magullados e hinchados que eran casi irreconocibles como

hombres.

Pero entonces una de sus miradas se encontró con Senna. Estaba demasiado lejos para

distinguir los detalles, como el color gris de sus ojos, o la forma en que la piel que los rodeaba

se arrugaba cuando sonreía. Pero ella conocía su manera de moverse, como conocía la

melodía del viento.

Joshen. Y junto a él tenía que estar Reden. ¡Estaban vivos!

Grendi tuvo que gritar para ser escuchada. —Tú mueves la isla y ellos morirán con

nosotros.

Senna negó con la cabeza. Cuando se había enfrentado a Espen hace tanto tiempo, había

declarado que si tenía que escoger entre el mundo y Joshen, ella elegiría a Joshen.

Bajó la mirada hacia Haven, a las Brujas que todavía cantaban para mantener intacta la

barrera. Todas ellas morirían si deshacía la barrera.

Su mirada encontró a Joshen de nuevo.

—¡Me matarán de todos modos! —gritó él.

Uno de los tartenos lo abofeteó.

Senna gritó. Cualquier decisión que tomara, gente que amaba iba a morir. Joshen tenía

todo su coraje y ninguno de sus poderes. Había arriesgado todo, sufrido tanto. Él tenía más

corazón, más valentía que ella.

Buscó un rostro familiar en los barcos, pero no pudo encontrar a Krissin. Con el corazón

retorciéndose en su interior, exclamó: —¿Es esto lo que tu Compositora ha acordado? ¿Esta es

la elección que me obligas a hacer?

Un estremecimiento convulsionó a través de ella. El viento se hizo más débil. Cantó en

voz baja, fortaleciéndolo. Cuando levantó la vista, sabía lo que tenía que hacer. Tenía que

tener tanto coraje como Joshen.

En el espacio de un parpadeo, nubes grises enojadas hirvieron en el cielo. Senna lanzó

una lluvia de relámpagos, que golpearon el barco de Grendi y a los soldados a bordo.

Joshen y Reden rodaron lejos de sus captores. Reden arrastró una espada de un soldado

caído. Cojearon hasta el otro lado del barco, donde Joshen cortó sus ataduras. El barco

explotó debajo de ellos como el fuego cuando llega a la pólvora. Una ola los arrastró fuera del

barco en llamas.

Senna se mordió el nudillo mientras los observaba, tan pequeños e indefensos ante el

poder de las aguas heladas. Y entonces vio un bote que se movía hacia ellos. Dentro había una

chica pequeña con el cabello oscuro: Mistin.

Quizá era amiga de Senna, después de todo. Pero incluso mientras Mistin estiraba un

brazo hacia los Protectores, Senna sabía que era inútil. Cuando la isla desapareciera, una ola

se levantaría. Todos los barcos serían tragados por el mar embravecido. Ella no los había

salvado, sólo había retrasado su muerte.

Siempre acatar la ley superior. Reden le había dicho eso. Elige lo que es más difícil

ahora, pero mejor a largo plazo. Apretando los ojos, Senna se volvió. Tan valiente como Joshen ,

se dijo a sí misma. Tan valiente como Reden. Se centró en la barrera. Las Brujas de Haven no

habían dejado de cantar desde que la habían creado. Era lo suficientemente fuerte ahora. Su

canción cambió.

Haven, levanta tus estacas.

Vientos, un camino destacas.

Tierra, tu suelo compacta.

Plantas, tus raíces desenreda.

Aguas, tus ondas has de hender

Llévanos a un hogar al que podamos pertenecer.

La luz que se había reunido bajo su piel salió disparada, golpeando la barrera, que brilló

con tanto esplendor que tuvo que protegerse los ojos. Cuando volvió a mirar hacia abajo, sólo

había un enorme agujero cóncavo. Su piel ya no brillaba. Su voz se sentía rota.

Una gran pared de agua tembló, vacilando como si sintiera que las paredes que estaban

antes, ya no se encontraban allí. Luego se lanzó hacia delante con un rugido, arrastrando los

barcos desafortunados con él. Y ella estaba en el epicentro. Se dio cuenta de que el agua

llegaría al núcleo y explotaría hacia arriba, hacia ella.

¡Viento, elévame más alto en vuelo!

El viento tiró de ella incluso mientras el mar surgía debajo. Senna echó sus brazos sobre

su rostro. El agua se estrelló contra ella, jalándola como un niño que arroja una muñeca.

Poco a poco, comenzó a caer de nuevo. Jadeante, Senna cantó para que el viento la

mantuviera a flote, pero su voz era cruda y usada en exceso. El poder que había ejercido la

había dejado despojada y hueca.

Estaba cayendo, el agarre del viento disminuía. Mirando hacia el caos de naufragios,

barcos en llamas y el mar lleno de escombros, trató en vano de localizar a sus Protectores, pero

era imposible.

El aire se hizo más delgado y más débil a cada instante. Senna trató de seguir subiendo.

La velocidad de su descenso aumentó hasta que estaba en caída libre. Se uniría a muchos que

habían muerto el día de hoy. Como Cord. Él había dado su vida para salvarla.

Pero eso no era todo lo que le había dado… ¡el vial de Ioa! Lo sacó de su bolsillo y se lo

arrojó al rostro. Apretando el vial tanto que sus dedos se volvieron blancos, cantó con la poca

fuerza que le quedaba.

Sacudió las manos y las piernas, tratando de frenar su descenso hacia el helado mar de

Endall.

Mientras las agitadas aguas subían a su encuentro, tiró el vial y se giró para quedar con

los pies hacia abajo. Gritó cuando impactó con el agua. Sus huesos se agrietaron, por el

impacto o por la poción, no estaba segura. Entonces su carne se estremeció. No sabía si iba a

cambiar lo suficientemente pronto, o si el cambio sería suficiente para salvarla.

Entonces ya no importó. Algo impactó su cadera, y el dolor la atravesó. El mundo se

volvió oscuro.

S

34. Oscuridad ExpectanteTraducidoporCamilaCullen

enna se despertó con gravilla contra su mejilla. Algo tiraba de ella hacia atrás y adelante. Le

dolía todo el cuerpo. Vagamente, recordó alcanzar la costa de Nefalie justo antes de perder

el conocimiento. Con un gemido, abrió los ojos. El agua y las rocas que tenía debajo

estaban rojas de sangre. Su sangre. Escombros y cosas peores contaminaban la costa a su

alrededor. Trató de impulsarse hacia arriba. Un dolor candente se disparó desde su cadera.

Preparándose, trató otra vez de impulsarse hacia arriba, pero estaba demasiado fría, sus

músculos estaban sencillamente entumidos.

Una gran ola chocó contra ella, adentrándola más en la costa. Jadeando de dolor, clavó

los dedos en las rocas para evitar ser arrastrada de regreso con la retirada de la ola. Cuando el

sol la calentó un poco, se empujó un poco más lejos del agua. El movimiento causó que el

dolor la carcomiera de nuevo, y todo se apagó.

Su juicio regresó después de un tiempo. Se retorció cuidadosamente para ver su cadera.

Lo que vio hizo que se le revolviera el estómago. A través de lo poco que quedaba de su

camisón, vio el blanco llamativo de la articulación de su cadera, con piel y músculo colgando

a un lado como el retazo harapiento de una bandera, la carne desteñida por el sol y la sal.

Siseando con los dientes apretados, juntó las piernas y se arrastró hacia adelante, esperó

que la agonía disminuyera y entonces se arrastró un poco más. No estaba segura de cuántas

veces repitió este proceso, pero finalmente estuvo fuera del agua.

El movimiento causó que la herida sangrara otra vez. Senna se rasgó un pedazo del

camisón y lo presionó sobre la herida. El mundo empezó a girar mientras el borde de su visión

se oscurecía. Iba a desmayarse otra vez. Sabiendo que estaba al borde de morir desangrada,

acomodó su herida contra las rocas debajo de ella, para mantenerla presionada.

Por un tiempo, estuvo inconsciente por el dolor. Volvió un poco en sí cuando vomitó

agua salada. Su lengua se sentía tan seca como un pan de una semana. Se recostó, deseando

que la oscuridad la alejara del dolor. Cuando abrió los ojos de nuevo, tuvo que entornar los

ojos contra el caliente sol que había eliminado el frío de su interior, y de alguna manera hecho

que su cadera doliera tanto que creyó que moriría. Luchó para sentarse, pero estaba tan débil

que apenas se movió. El dolor la condujo a la oscuridad expectante.

—¿Está viva?

—Sí, Principal.

Senna luchó por abrir los ojos. Afuera estaba oscuro, y el aire apestaba a muerte. Krissin

levantó el harapiento camisón de Senna; y su cara se puso gris. —Eres afortunada de que

fuéramos nosotros quienes te encontramos, en lugar de los tartenos. —Senna no se molestó en

contestar—. Has perdido mucha sangre. La costa está empapada de ella.

Senna forzó su lengua sobre su boca seca. —Agua.

Krissin frunció los labios, antes de asentirle a uno de los Protectores parados junto a ella.

Le sostuvo un odre en la boca. Senna bebió, la fresca humedad deslizándose por su garganta

en carne viva. Tosió ante la extraña sensación de humedad. El Protector se alejó. Ella gritó y

estiró la mano por el odre de agua. Él le dio un poco más.

—Despacio —la reprendió.

Krissin sacudió la cabeza. —¿Por qué las moviste? No hicieron nada más que

traicionarte.

Senna se recostó contra las rocas, sintiendo el agua deslizarse por ella como su propio

calor. —Los tartenos las habrían matado. —Su voz salió delgada y débil—. No habría

quedado nadie para que fuera su Compositora.

Krissin se paró y sacudió las rodillas. —No las has salvado, sólo retrasaste su

destrucción. Por nuestros sentidos de la tierra, sabemos a dónde las enviaste. ¿Por qué a la

costa de Tarten, justo al lado de Caldash?

Senna cerró los ojos. No había sabido a dónde las enviaba. La canción no había dictado

un lugar. Pero no importaba realmente. Sacrificó a Joshen para salvar a Haven, pero al final,

tampoco lo había salvado.

Cuando Senna no respondió, Krissin preguntó: —¿Chavis está muerta?

Senna asintió cuidadosamente.

Krissin sorbió aire a través de los dientes. —Se suponía que convencería a Haven de

unírsenos. No sé cómo puede pasar eso ahora. Puede que las hayas sentenciado a todas a la

muerte.

El corazón de Senna latió un solitario eco en el hoyo de su pecho. Quería que se

detuviera, pero siguió a pesar del dolor—interior y exterior—que trataba de destruirla.

—Con esa herida, probablemente nunca camines de nuevo. —Krissin asintió a dos de

sus Protectores—. Llévenla con la sanadora. Vean que sea atendida.

Alguien hizo un sonido de desaprobación. Senna no pudo ver quién.

—No voy a dejar que una tocada por las Creadoras muera porque me negué a curarla —

respondió Krissin. Entonces se giró y se fue.

—¡Las Creadoras no quieren esto! —gritó Senna, incluso mientras uno de los Protectores

deslizaba sus manos debajo de ella. Inhaló para decir más, pero él la levantó. Un vacío resonó

a través de su cabeza, y ahí sólo había dolor.

S

35. ArdienteTraducidoporBeneathMist

enna recordaba haber despertado cuando le dieron opiáceos amargos. Aunque las drogas la

durmieron, el dolor no disminuyó. De hecho, creció y aumentó hasta que estuvo segura de

que sus huesos estaban convirtiéndose en polvo. Después de algún tiempo, ni siquiera la

necesidad de agua podía hacerla esclava de la voluntad de tragar. Cuando intentaron ayudarla

a beber, el agua descendió por sus mejillas y por su cabello húmedo.

Escuchaba sus voces preocupadas. Sabían que se estaba muriendo. Ella también lo sabía,

y no le importaba. Dio la bienvenida a la fiebre, la infección ardiente que se extendía como

veneno por su sangre.

Recobró el sentido de repente y vio a una mujer de pie junto a ella. Era tan hermosa

como una puesta de sol sobre los campos maduros. Le parecía vagamente familiar, pero no

podía ubicarla.

—¿Escuchas la brisa en tu piel?

A Senna le pareció una pregunta extraña. Después de todo, se estaba muriendo. Pero la

respuesta parecía importante.

Se concentró y escuchó el sonido lejano de instrumentos de viento de madera. El viento

recorrió su cuerpo, acariciándola y calmando la fiebre.

El sonido de la luz solar e instrumentos de viento. Consiguió hacer un asentimiento

simple.

El rostro de la mujer se iluminó, y pareció resplandecer desde el interior. —Ven, baila

conmigo y con la Cuarta Hermana, Luz Solar. Deja que te llevemos lejos del dolor y el

sufrimiento. —Le tendió la mano.

Senna la reconoció. La Creadora que la había dotado con la canción de Espen.

Controlaba la Luz Solar. Senna tomó la mano que le ofrecía, sin preguntar.

El dolor se había ido, como si nunca hubiera existido.

La música se erigió a su alrededor. Se aferró a la mujer cuando el sonido la levantó.

Bailaron, girando como una pareja de hojas de otoño con la brisa, hasta que se mareó.

Volaron a ras de los prados y las colinas bajas como una piedra saltando sobre el agua.

La música cambió de ligera y juguetona a más oscura e insistente. El ritmo se

incrementó hasta que atravesaron mar abierto en una estampida de tormentas. Finalmente,

llegaron a las montañas y el frenesí se enfrió cuando se elevaron.

Alcanzaron la cima y después se deslizaron hacia abajo, hasta que Senna descansó sobre

la arena caliente. El desierto la llenó de un calor delicioso.

Se durmió con el sonido de la profunda y sonora canción de la tierra. Cuando hubo

descansado, abrió los ojos y encontró a otra mujer, ésta con piel de ébano y cabello salvaje. Le

sonrió a Senna, sus ojos eran como pedacitos de ónix. Otra de las Creadoras. —Ven, y te

enseñaré la belleza de la Primera Hermana, Tierra.

Una parte de Senna se preguntó si estaba muerta.

La Creadora de la Tierra ladeó la cabeza y escuchó.

—¿Puedes escucharla?

Senna oyó la estruendosa canción de cuna de la tierra. Hablaba con sonido de tambores

sobre protección y silencio, y lugares ocultos. Secretos de diamantes relucientes y oro brillante

con el tintineo de las campanillas. El ritmo de los tambores repuntó, y la mujer sonrió tan

ampliamente que sus dientes blancos relucieron. Tomó la mano de Senna y la presionó contra

la arena caliente. —Una montaña sufre debajo. ¿Puedes sentirla?

Senna cerró los ojos y sintió el palpitante latido de la tierra mientras los tambores

golpeaban a su ritmo. —Sí —exhaló—. La siento.

Sin necesidad de ponerse de acuerdo, comenzaron a cantar.

La tierra retumbó, cambiando y gruñendo. Con un gran temblor, explotó debajo de ellas.

El suelo se levantó bajo Senna como una cresta de agua.

Se subió a la ola hasta que estuvo de pie en la cima de la montaña.

Sin dejar de cantar, miró el espacio que quedaba entre sus pies, y sintió algo caliente

surgir debajo de ella. Levantó sus ojos interrogantes.

La Creadora de la Tierra asintió. —Sí.

Senna cantó y la montaña se abrió. El magma rojo brillaba en las profundidades. Se

sumergió dentro sin chapotear. No le dolió, y de alguna forma ella sabía que no lo haría. No

vio nada en la ardiente oscuridad, pero no hacía falta. Nadó por las venas de la tierra, hacia el

interior de vastos pozos de agua que sabía a minerales y azufre. Había gemas del tamaño de su

puño que sonaron como címbalos cuando las tocó, pero las dejó donde estaban. Eran el tesoro

oculto de la tierra, y ocultas debían quedarse.

La Creadora de la Tierra estuvo a su lado siempre, guiándola. Finalmente, entraron en

un estanque de agua calentada por el magma submarino. Salieron disparadas por una abertura

en la tierra, y aunque Senna seguía sin poder ver nada, el agua había cambiado. Sabía a sal y a

pescado. El océano.

La Creadora de la Tierra se había ido. La Creadora del Agua había tomado su lugar. La

mujer agarró la mano de Senna. —Has pasado tiempo con la Segunda Hermana, Agua —

cantó—. Pero hay muchas cosas que no has visto.

Viajaron por ríos submarinos y encontraron lagos dentro del mar. Senna vio peces no

más grandes que una uña, que latían con arcoíris de colores. Nadó en océanos turquesas con

delfines y cantó con las ballenas en un agua tan oscura que era negro verdoso. Exploró

arrecifes con peces que vestían colores como las flores que trataban de atraer a las abejas.

Cruzó vastos desiertos oceánicos con nada vivo en kilómetros a la redonda.

Y entonces una ola la impulsó hacia delante y la envió a una tierra de bosques de pinos

verdes. Su música era rica con sonidos de metales caóticos y profundos. También era más

compleja que ninguna de las otras melodías que había escuchado. Un trasfondo de vida

palpitaba a través de la música.

—Por último, conocerás a la Tercera Hermana, Plantas.

Una mujer se dejó caer desde una rama alta, con pedazos de musgo entrelazados en su

cabello rojo. —¿Sientes lo lleno que está esto?

Senna asintió. La mujer tomó su mano, y de repente estaban en una meseta rocosa casi

yerma. Olivos de hojas grises crecían en la capa delgada de tierra. La música ahí era más

estable, pero escasa, como las propias plantas.

La Creadora observó a Senna en silencio. Cuando pareció satisfecha, tomó de nuevo su

mano y la llevó a un vasto continente de muerte, Tarten. Senna se agachó y puso una mano

sobre la tierra. La apartó como si doliera. Un siseo pasó a través de sus dientes.

—¿Sientes la diferencia entre esto y el desierto?

Senna asintió. La canción del desierto era silenciosa, pero saludable. Esta, en cambio…

—Algunas veces es un crudo dolor punzante. Otras, un profundo y palpitante pulso que

se dispara como una brasa azotada por el viento. —Se arrodilló junto a Senna, su cabello era

ahora del color de la hierba joven—. Pero si escuchas, puedes oír la canción de las Cuatro

Hermanas. Senna aguardó y escuchó durante mucho tiempo. Finalmente, estiró la mano y

sujetó un árbol descamado. Lo sintió, más que escucharlo, un débil zumbido de vida en las

profundidades, dentro de sus raíces. Su voz se unió a la de la Creadora.

Las dos llamaron una tormenta que humedeció el suelo, antes de añadir sus voces a la

canción moribunda de las plantas. La música de la tierra, el viento, el agua, y las plantas giró a

su alrededor.

Y ella la dirigió, añadiendo su voz a la mezcla, hasta que surgió una sinfonía que

persuadía a la música de las plantas para que volvieran a la vida. Los tallos cambiaron de un

marrón muerto a un verde brillante. Las hojas latentes se desdoblaron y se ampliaron. Las

semillas se humedecieron en el agua y crecieron raíces en el rico suelo. Las flores florecieron, y

su delicada y dulce fragancia llenó el aire.

Senna escuchó más allá de la música, en busca de algún otro sonido de vida que no

fueran sus voces. No había nada.

No había zumbidos de insectos, ni rugidos de animales. Exhausta, se apoyó contra un

árbol.

Entonces se dio cuenta que la Creadora de las Plantas se había marchado.

En su lugar, la Creadora rubia había vuelto.

—Ahora lo comprendes. Nuestro poder, la música de las Cuatro Hermanas, está por

todas partes. Siempre. Las Guardianas moldean las canciones del mundo para protegerlo.

Senna se abstrajo, escuchando. La música era fuerte y firme a su alrededor, pero más allá

había huecos vacíos, el dolor de las tierras sin sanar. —No hemos sanado todo Tarten.

La Creadora sacudió la cabeza. —No. Eso te habría costado demasiado.

Senna estudió a la mujer. Sin el aura de poder que vestía como un manto, parecía muy

normal. Y muy joven. Los ojos rápidos de Senna captaron unos rasgos distintivos. Y de

repente se dio cuenta de quién debía ser. —Tú eres Lilette.

La Creadora sonrió. —Sí.

La mente de Senna recordó lo que Krissin le había contado. —Te iluminaste como una

estrella recién nacida. Cuando la luz se desvaneció, habías desaparecido.

Lilette asintió. —Eso es lo que las Brujas de Caldash están diciendo de ti en la costa de

Nefalien.

Senna sacudió la cabeza, incrédula. ¿Había brillado antes de marcharse a viajar con los

vientos? —¿Estoy muerta?

—Estás más que muerta. Estás transformada. Has sido juzgada digna de convertirte en

una Creadora. —Lilette tomó su mano y de repente estaban en un castillo hecho de piedra que

parecía haber nacido de la tierra. Ramas intrincadas de piedra y hojas escalaban las paredes.

Senna puso su mano sobre una planta de piedra. Era una canción cálida y tamborileaba

con vida. —Está viva —exhaló.

—Más viva —corrigió Lilette—. La despertamos. Como Creadora, puedes hacer lo

mismo. Construir tus propios mundos y poblarlos con tu gente. O quedarte aquí con nosotras

y mantener este mundo hermoso.

Senna no podía comprender la enormidad de la oferta de Lilette.

—Ven. Tengo que enseñarte algo.

Siguiéndola, Senna pasó los dedos por una vid tan intrincada que sentía las diminutas

venas. Las estrellas nacían del techo, diamantes y zafiros brillaban en sus centros. Lilette salió

a un balcón jardín y apartó algunas de las ramas para revelar un pequeño estanque con el agua

tan clara como el cristal más fino.

—Velo por ti misma.

Senna se movió hacia el borde y se inclinó para mirar su reflejo. Lo que vio la dejó

inmóvil de la sorpresa. Su cabello relucía como llamas alrededor de su cabeza, brillando como

el oro pulido. Su vestido cambiaba con el color naranja sangre de los carbones, y su piel

brillaba.

Vacilante, tocó la tela de su vestido.

Sus manos se hundieron en fuego y cenizas. No era tela, sino fuego real. Se sentía de una

calidez agradable y lleno de energía.

—Deja salir tu aura —susurró Lilette.

La dulce seducción en la voz de Lilette hizo que fuera fácil obedecer. Senna se relajó. La

luz brotó de su piel. Se rizó en los bordes, una delicada filigrana de canción visible. —Soy una

Creadora de la Luz Solar. —Una Diosa con el poder de la creación en su cuerpo.

Lilette rió. —Por eso estoy aquí contigo y no alguna de las otras. Debes ser mi Aprendiz.

Senna tenía problemas para formar pensamientos coherentes.

—Pero nunca elegí mi Disciplina.

Lilette inclinó su rostro hacia la luz que empapaba todo con un tono dorado. —La Luz

Solar te eligió a ti. Se ha fusionado contigo desde que mis labios tocaron los tuyos. El proceso

de transformar una mortal en una Creadora debe ser lento y constante, para no abrumar a la

carne débil, aunque sin duda observaste que algunas veces el poder estallaba con más fuerza

que otras.

Cuando Senna había escuchado las canciones de las Cuatro Hermanas por primera vez.

Cuando cantó sus propios círculos. Cuando había estado a punto de prenderle fuego al bote de

Caldash. Y, finalmente, cuando había movido la isla.

Lilette respiró profundamente. —Y te voy a ofrecer la misma elección que una vez fue

mía. Ahórrate el sufrimiento y el dolor de la mortalidad. Ven con nosotras y baila con el

viento, duerme profundamente en la tierra, nada en los mares, y haz crecer jardines de tal

belleza que harás llorar a la humanidad.

Senna cerró los ojos y sintió la música rasgando en su interior. La alegría cantó a través

de ella, pero también había una dura semilla de tristeza. Su madre, completamente sola en el

mundo. —Dejaste atrás a tus Brujas —dijo Senna—. Te necesitaban.

Lilette inclinó la cabeza. —Sí. Después de moverlas, creé una barrera para que Haven no

pudiera hacer más daño. Esperaba que con el tiempo, pudieran convertirse en algo mejor.

Cuando te conocí, pensé que quizá podrías reunirlas. Aparentemente, eso no fue posible.

—Así que fallé.

Lilette sonrió con amabilidad. —No. Ellas fallaron, no tú.

Senna miró hacia el cielo de un azul imposible. —¿Por qué te quedaste?

—Mi amor estaba aquí. Eso hizo fácil la decisión.

Senna cerró los ojos. Joshen. Ella intentó salvarlo pero, ¿qué oportunidad habría tenido

ese pequeño bote? Y había otros. Cord. Su padre y su hermana. —¿Puedo verlos?

Lilette señaló con elegancia más allá del balcón.

Senna se acercó. Abajo había una ciudad entera, hecha de la misma piedra viva. Árboles

y flores se mezclaban entre ellos como viejos amigos.

Y había personas. Cientos de ellas.

—Creo que no sería correcto que te encontraras con tu padre y tu hermana. Un breve

momento sería cruel; a menos, por supuesto, que decidas quedarte. Pero hay otro.

Senna se volvió con el sonido de pisadas. Cord le sonrió, más hermoso de lo que nunca

lo había visto. Con un grito de alegría, corrió hacia él y lo abrazó con fuerza. Para su sorpresa,

no sintió vacío donde había estado su herida.

Él le tocó suavemente la cadera curada. —Esa clase de cosas no vienen con nosotros.

Senna se volteó hacia Lilette. —¿Y qué hay de Joshen? ¿Y Reden? ¿Dónde están?

Lilette bajó las cejas. —No están aquí.

La confusión y la incertidumbre llenaron el vientre de Senna. —Pero es seguro que no

sobrevivieron. Esa ola era más alta que ninguna montaña que haya visto nunca.

—Ellos no han cruzado desde el mundo mortal.

Senna no supo si debía sentirse aliviada u horrorizada. —¿Por qué me haría creer Grendi

que los había matado?

El rostro de Lilette se endureció. —¿Qué mejor manera de herir a tus Protectores que

forzarlos a verte sufrir? ¿Qué mejor manera de herirte que hacerte creer que estaban muertos?

—Senna intentó imaginar a Joshen observándola en el mástil de mesana por casi tres días,

mientras ella pensaba que estaba muerto. Y él, incapaz de decirle lo contrario.

Sintió algo de consuelo con la presencia sólida de Cord a su lado.

—Grendi no tiene un lugar esperándola aquí. —Lilette invocó una flor azul brillante. El

polen azul se pegó a su dedo—. Conocí el amor durante mi mortalidad, y lo vi morir. Así que

mi decisión no fue difícil de tomar. —Suspiró—. Podrías esperar a Joshen. Nosotras no

sentimos el tiempo igual que la humanidad. Parecerían un par de días, no décadas. Si él es

digno, se unirá a los Protectores después de la muerte, para custodiar las almas de aquellos que

se han ganado en vida los jardines eternos.

Cord tomó su mano. —¿Te quedarás conmigo?

Las lágrimas llenaron los ojos de Senna. Cord las secó de sus mejillas y contempló el oro

en sus dedos. —Incluso tus lágrimas están llenas de canciones.

Ella vio desplegarse su futuro con Cord. Sin dolor ni sufrimiento. Joshen seguiría

adelante al final. Sería feliz de nuevo, no era la clase de persona que permanecía triste por

mucho tiempo. —¿Hay todavía alguna oportunidad de que pueda salvarlos?

—Si regresas, será en tu maltratado cuerpo. El poder de la Creadora se desvanecerá

rápido, y te dejará con poco más que tu propia canción. —Lilette frunció los labios—. Les

susurramos advertencias a las Guardianas a través de ti. Y por ello, te desterraron. No

merecen más oportunidades.

Senna recordó todo el sufrimiento y el dolor que las Guardianas le habían causado. Pero

hubo bondades también. Ánimos amables y risas.

Lilette caminó hacia una vid trepadora y arrancó una flor blanca que crecía junto a la

base. —¿Abandonarás esta belleza y esta paz para volver con aquellos que te odian?

Senna titubeó.

Cord le puso el cabello detrás de la oreja. —¿Es por Joshen? —No parecía enfadado, sólo

triste.

Senna miró sus ojos implorantes. —No sólo él. También están mi madre y los demás.

—No debes tener miedo al mundo que viene después de la muerte, Brusenna. Es

sencillamente un cambio a mejor. Las Brujas no terminan. Aquellas que se han ganado su

lugar vendrán aquí. Aquellas que no, irán a otro lugar.

La pena de Senna era como un carbón ardiente en su pecho. —Pero significaría décadas

de lenta decadencia. ¿Qué clase de vida vivirán hasta entonces?

Lilette no respondió.

Senna respiró profundamente. —Tengo que regresar.

Lilette suspiró mientras ponía las flores que había recogido detrás de la oreja de Senna.

—Has tomado tu decisión. Muy bien.

Cord la estudió con el ceño fruncido. Se agachó y le dio un beso en la frente… justo

como ella había hecho cuando él estaba muriendo. —Les contaré a tu padre y a tu hermana

historias de ti. —Acunó su mejilla y sonrió como si lo comprendiera y no le doliera. Después

se dio la vuelta y se marchó, caminando con paso ligero hasta que desapareció al otro lado del

jardín.

Lilette levantó la mano y puso algo sólido en la mano de Senna. —Creo que esto es tuyo.

Senna miró su colgante de luna completo.

El cordel había desaparecido, pero a pesar de eso, estaba perfecto. La última vez que lo

había visto, Grendi lo había usado para encontrarla. Una oleada de alivio la recorrió. —

Hiciste esto hace mucho tiempo, ¿verdad?

Lilette asintió. —Para que mi Protector y yo pudiéramos siempre encontrarnos el uno al

otro. Hasta que se marchó donde el colgante no pudo seguirlo, pero yo sí. —Ella cantó en voz

baja.

Senna miró con asombro cómo una cadena de oro crecía a través de la perforación del

colgante.

Sonriendo, Lilette se adelantó y partió la luna en dos mitades. —Joshen todavía puede

usar la otra mitad. —Colocó las mitades de nuevo en su lugar, y puso con gentileza la cadena

alrededor del cuello de Senna. Se sentía cálida y familiar.

—Es precioso. Gracias. —Senna tocó la luna menguante que había sido de Joshen.

Además de su anillo, era la conexión más cercana con él—. Pero Joshen ya no tiene esta parte.

¿Cómo va a encontrarme?

Lilette parecía triste. —Tendrá que utilizar su ingenio, igual que todos los demás que

están perdidos.

Senna permaneció un momento en silencio. —¿Cómo encontraré a las Brujas?

—Yo te llevaré. Pero recuerda, el tiempo transcurre de forma diferente aquí. Han pasado

cuatro días. Los tartenos y los caldashenos ya han cruzado el océano y reanudado su ataque

contra Haven. Casi han quebrado las últimas defensas de la isla.

Lilette envolvió sus brazos alrededor del cuello de Senna. El aura de la Creadora se

volvió de un blanco cegador.

Cuando la luz se desvaneció, Senna se encontró en lo alto del cielo. Lilette estaba

retirándose, mientras se desvanecía; pero no estaba sola. Una figura alta y masculina se movía

a su lado, y tenían las manos entrelazadas.

Su Protector. Lilette lo había seguido hasta la muerte, mientras que Senna había

regresado de ella para encontrar a Joshen.

Debajo de ella estaba Tarten. Los hombres estaban enfrascados en una batalla campal; el

humo era espeso y acre en su garganta. Los barcos se alzaban y volvían a caer en el mar

embravecido. Pero ahora miraban hacia ella, con los rostros llenos de asombro.

Senna brillaba como el sol, su vestido rojo anaranjado de brasas ardientes, su cabello

ardía a su alrededor como si fueran llamas.

Captó un destello de vestidos verdes. Brujas. Miró en sus corazones. Habían abusado del

poder que se les había otorgado. En lugar de armonía, habían sembrado la discordia y el caos.

Habían demostrado que eran incapaces de soportar la carga que se les había encomendado.

Escuchó la música de todo a su alrededor. El zumbido enmudecido del bajo, el grito alto

de las cuerdas, el retumbar de los tambores y el caos confuso de los instrumentos de viento.

Senna sintió el dolor esperándola al final de sus canciones, pero no había tiempo para

pensar en ello. El poder la abandonaba rápidamente. Necesitaría hasta la última gota de

energía que todavía la atravesaba para llevar a cabo su tarea.

Dejó que su aura brotara. Cantó y las Cuatro Hermanas callaron. Tiró de un cordón de

música allí, y cambió una nota allá.

Lentamente, la melodía de las Cuatro Hermanas se fundió con la suya hasta que cada

sonido, cada tono, se fundió en una sinfonía de poderíos. Senna estableció los límites del

clima, creando orquestas de sonidos independientes.

Cuando terminó, el sonido de la música rica a su alrededor se había marchitado como

un pétalo congelado.

Había tomado las habilidades de las Guardianas para controlar el clima y las había

devuelto a las Cuatro Hermanas. Conocía el precio de su canción: huracanes, inundaciones,

terremotos, duros inviernos, y veranos insuficientes. De ahí en adelante, las Brujas serían

capaces de contener el clima, pero no de controlarlo. Serían capaces de remover la tierra, pero

no de romperla. Podrían cambiar las aguas, pero no hacer que se levantaran. Les dejó la

habilidad de controlar las plantas.

Una vez hecho esto, su canción cambió a Tarten. Restauró cada planta, cada flor más

allá de las tierras que ya había sanado con Lilette. Mientras cantaba, su aura se desvanecía y

su inmortalidad y el poder inconmensurable disminuían, deslizándose fuera de su cuerpo

como agua por entre manos ahuecadas.

El dolor llegó en la estela de su poder… un profundo dolor en su cadera que se extendía

por su pierna y por su costado.

Se hundió, con la fuerza casi agotada. Casi era mortal de nuevo. La música que se había

convertido en una parte de ella se había ido en silencio. Se sentía vacía, gastada como una

vela. Le habló a aquellas que la miraban. —¿Por qué? ¿Por qué no son como estaban

destinadas a ser? Las canciones que tenían que proteger fueron usadas para la destrucción y el

beneficio propio. Así que he sometido gran parte de su poder, y el mundo sufrirá por ello. Pero

no más que el sufrimiento que ya han causado. Y quizá algún día serán dignas de que ese

poder sea restaurado.

Movió las muñecas y las olas se levantaron, alejando los barcos de Tarten. Después

llamó a los vientos para traer una sola figura hacia ella.

Grendi. Aunque débil, Senna todavía era una Creadora.

Miró en el corazón de la mujer y vio el odio y la malicia como un trozo duro de

alquitrán. Las venas de Grendi corrían llenas de eso. Y había más.

Los ojos de Senna se abrieron. —Eres una Bruja.

Grendi se estremeció como si la hubieran abofeteado.

Senna leyó el alma de la mujer como una adivina lee las hojas de té. —Una Bruja sin

poder, una Desechada que vio a su madre y a sus hermanas moldear el mundo a su voluntad

mientras tú permanecías en las sombras, sin poder y sola.

—¡Eran una abominación! ¡Una plaga que juré exterminar!

Senna hizo una mueca de disgusto. Grendi había ayudado a Espen en su caza y captura

de Brujas. Cuando su plan falló, trató de matarlas.

Habría tenido éxito si las Brujas no hubieran arrasado la ciudad y maldecido Tarten.

Entonces, en lugar de usar los recursos menguantes de Tarten para evacuar a su pueblo

de las tierras moribundas, Grendi había planeado la destrucción de Haven.

—Nunca pararás, no importa el costo.

Senna detestó las palabras que sabía que vendrían a continuación. —El mundo no puede

sobrevivir a tu odio.

Envió a Grendi de vuelta a la tierra, donde cantó una enredadera a su alrededor.

Envuelta en una prisión de crisálida, la mujer sería incapaz de escapar o ser liberada por

alguien que no fuera Senna.

El poder que le quedaba a Senna era muy pequeño, apenas una gota en el vasto océano

que una vez había sido. Todo lo que quedaba era la agonía. La sangre goteaba por su pierna.

Sentía la fiebre robándole la salud y las fuerzas, la infección envenenando su sangre.

Quizá volvería con las Creadoras antes de lo que había pensado.

Armándose de fuerza, dedicó la tierra a las Brujas.

Ciudad de Brujas… Ashfall

Para todos los que necesiten sanación, a nosotras acudir

Pociones o plantas, para sequías terminar.

Y adquirir el viento para asegurar

una ruta para comerciar.

Después dirigió su poder a Haven.

Desechadas o abundantes de poder

Todas tienen un lugar, en todas resuena un poder.

La última energía de Creadora abandonó a Senna. Ahora era una Bruja, como antes,

exhausta más allá de la resistencia de cualquier mortal. El dolor de su cuerpo era un pozo

oscuro de fuego ardiente.

Ardiente.

La oscuridad invadió su visión. La sinfonía que había cantado se desvaneció lentamente

al eco del silencio. El viento perdió su dirección. Ella estaba cayendo.

Cayendo.

Cayendo.

Cientos de Brujas se unieron juntas en una canción.

El viento cobró vida bajo Senna, capturando los bordes de su vestido, que se había

apagado como el carbón gastado, y acunándola mientras la transportaba abajo.

Abajo.

Abajo.

Abajo.

Sólo parcialmente consciente, se percató de las docenas de manos que la alcanzaron y la

depositaron con suavidad en el suelo. Después, no recordó más.

L

36. AshfallTraducidoporgi_gi

a luz dorada del sol bañaba la ciudad. Una brisa juguetona levantó el cabello de Senna y

envió un escalofrío por su espalda mientras miraba hacia Ashfall.

Sus recuerdos sobre el tiempo que pasó con las Creadoras eran oníricos y distantes. Era

difícil imaginar que había creado orquestas de sonidos independientes en tan poco tiempo, y

que habían pasado cuatro meses desde que había caído del cielo.

Estaba sentada en el balcón jardín en el centro del palacio árbol que descansaba en lo alto

de una de las montañas abovedadas. Las Brujas habían conectado los árboles con puentes

hechos de ramas. Vides y flores corrían a lo largo de cada unión. En cada esquina de la

magnífica arboleda había cuatro enormes árboles solitarios—uno por cada Disciplina—

construidos en honor a las Plantas, Agua, Luz Solar y Tierra.

Tal vez era una mala copia del palacio de piedra de Lilette, pero aún así era lo más bello

que este mundo jamás había visto.

Desde ahí, la ciudad aún en construcción se dividía en cuatro sectores dedicados a cada

una de las Disciplinas. Cada uno sería pavimentado algún día con mosaicos; algunos con

rayos de sol, algunos con árboles, algunos con ráfagas de viento, y algunos con grandes

montañas. Incluso ahora, los Protectores estaban poniendo patrones de piedras para formar

las calles.

En todas partes estaba el sonido de la canción de Bruja, con las que las Guardianas

hacían crecer casas árbol para tiendas y hogares. Todas sus canciones además nutrían el resto

de las plantas vivientes.

Los árboles y las flores estallaban a la vida en todas partes, llenando el aire con sus dulces

fragancias.

Senna descansaba en la cima, en un árbol que estaba en la parte más alta de la ciudad. El

balcón se abría a las cuatro direcciones, dejando pasar el viento mientras ella se esforzaba por

oír el más mínimo indicio de música desde los cuatro rincones del mundo. Pero el mundo

hacía eco de un silencio rotundo.

—Están aquí para verte. ¿Quieres que los deje entrar?

Senna se volvió para ver a su madre observándola. —Sí, gracias.

En lugar de llamarlos, su madre se acercó para tomar la mano de Senna. —No estés tan

triste.

Senna se quedó mirando sus dedos entrelazados. Tanto que perdonar, por parte de las

dos. Pero estaban intentándolo, y tenían algo que no habían sentido en mucho tiempo: la

esperanza de que podrían comenzar de nuevo.

—Es difícil adaptarme —respondió Senna. A ser mortal de nuevo, a perder la mayor

parte de su preciosa conexión con la música, a la vida en un mundo que era una mera sombra

de uno de más allá. Uno donde, incluso rodeada de gente, estaba sola. Y luego estaba el dolor

constante. Ahora era soportable, pero el daño era permanente. Nunca volvería a caminar sin

un bastón.

Los ojos de su madre se suavizaron con comprensión. —Hiciste un gran sacrificio

regresando por las Brujas, regresando por mí. —Cuando Senna no respondió, su madre

susurró—. No renuncies a él todavía.

Durante cuatro meses, Senna se había preguntado qué había pasado con Joshen. El

precio fue tan alto que todavía se preguntaba si valió la pena, si debió haberse quedado con las

Creadoras. —No lo hago. Todavía no.

Su madre abrió la boca como para decir algo más, luego pareció cambiar de opinión. —

Te veo en la cena de esta noche. —Con un apretón tranquilizador y una despedida en voz

baja, se fue.

Momentos más tarde, Coyel, Prenny, Krissin, Millay y Reden cruzaron uno de los

puentes que rodeaban el balcón por los cuatro lados. Las cuatro mujeres eran las nuevas

Principales de las Disciplinas. Había tomado dos meses de negociaciones, pero Krissin

finalmente había aceptado tomar el cargo de Principal de la Tierra. Era en realidad mejor de lo

que Drenelle había sido.

—Compositora —murmuraron.

Krissin y Millay estaban un poco separadas de Coyel y Prenny. Pero habían llegado

juntas, lo que era una mejora con respecto a la semana pasada. Senna esperaba que algún día,

las dos facciones de Brujas se convirtieran en una.

La dura mirada de Reden se encontró con la suya. Él y Mistin habían aparecido en

Tarten no mucho después que Senna. Desde que su bote se hundió en el caos resultante de la

desaparición de Haven, no habían visto a Joshen. Nadie lo había visto.

Senna arrancó su mirada de Reden y miró a las otras. Había visto sus corazones, y a

veces sentía que los conocía mejor que ellas mismas. —¿Sus informes?

Se removieron. Todos, menos Reden, todavía parecían asombrados de ella. Esa

impresión los llevaba a obedecerla sin cuestionamientos, lo que la asustaba. Senna había visto

gente con las mejores intenciones cometer errores. Incluso los simples errores de juicio podían

rectificarse si se tomaban en grupo, así que había mantenido la estructura de Caldash intacta.

Las Órdenes, el Líder Protector, y las Principales tenían el mismo poder que ella.

Aunque Reden no estaba impresionado con ella, todavía la trataba como al cristal…

como si temiera que otra cosa que no fuera el toque más suave la rompiera. —Se ha visto algo

de vida animal —dijo él—. A juzgar por su estado, unos pocos han sobrevivido a la

maldición. Otros llegan de más allá de las fronteras de Tarten. Hemos hecho un llamado para

reclutar soldados que conformen nuestro ejército, y muchos de los soldados tartenos han

respondido. Todavía estoy buscando un general para dirigirlos.

Senna asintió. Reden no había querido que el ejército fuera una entidad separada de los

Protectores. Pero cuando se le dio la opción de liderar el ejército o a los Protectores, él eligió

permanecer como Líder de los Protectores si se le permitía elegir un general. —¿Le preguntaste

a Mistin? —le preguntó Senna a Reden.

—Lo hice, Compositora. Ella no quiere el cargo. En su lugar, prefiere quedarse con su

Orden. —Reden se sonrojó.

Senna tuvo que reprimir una sonrisa. Parecía que por fin había encontrado a una mujer

dispuesta a aceptar su vida de soldado.

Él se aclaró la garganta. —Todavía necesita elegir un Protector personal, Compositora

Brusenna.

Senna levantó la mano para frenar cualquier argumento. —Voy a elegir un Protector

cuando esté lista para uno.

Él frunció los labios y asintió, claramente infeliz con su negativa de sustituir a Joshen,

pero sabiendo que no debía presionar la cuestión. Era una sabia decisión. Senna no permitiría

más especulación sobre el tema. —¿Coyel?

La Principal se paró junto a ella y se quedó mirando la ciudad. —Compositora, se ha

hecho como pidió. Las Brujas adultas han sido trasladadas a Ashfall. Todas las estudiantes,

Brujas novatas y Aprendices, se han trasladado a Haven y la escuela se ha ampliado. Se ha

hecho el llamado de que cada Bruja, independientemente de su nivel, es bienvenida. Ya

muchas de las casas árbol vacías se han llenado.

Krissin habló. —Y la administración de nuestro gobierno se ha mudado con éxito a

Ashfall.

Millay habló por primera vez. —¿Está segura que debemos poner precio a nuestras

canciones?

Senna sonrió para sus adentros. Por fin, una estaba dispuesta a expresar la pregunta que

todas ellas debían tener. Después de todo, la segunda Guerra de Brujas se luchó por ese tema,

y Espen fue la mayor defensora de obtener beneficios económicos por las canciones. —

Debemos poner un valor a nuestras canciones para que la gente las respete. Me gustaría que no

fuera así, pero la gente valora aquello por lo que tiene que luchar, y valora poco lo que reciben

gratis.

—Vamos a hacernos el bien más valioso del mundo. —Ella vio incertidumbre en las

Principales y se preparó para las malas noticias—. Hablando de eso, ¿ha llegado alguien más

por nuestras curas, canciones, o servicios?

Prenny y Coyel intercambiaron una mirada antes de que Coyel respondiera. —Algunos

por plantas medicinales de Bruja y pociones. Se van tan rápido como vienen. Pero justo esta

mañana, Nefalie pidió destruir una peste en la ciudad estado Urway.

Senna se frotó las palmas de las manos, pensativa. —Aunque es posible que no les

agrademos, Nefalie ha tenido siglos para acostumbrarse a nosotras, creo. El resto del mundo

todavía nos teme y desconfía; como deben. Tomará décadas ganar su confianza.

Krissin se lamió los labios. —Nuestro dinero se acaba rápido… construir un imperio no

es barato. No veo cómo podemos seguir ofreciendo nuestros servicios como Brujas a todo el

mundo cuando nadie está pagando.

Senna sonrió para sus adentros. —Es imposible para una Bruja morir de hambre. Vamos

a estar bien.

El sonido de gritos hizo a Senna mirar abajo, al patio. Había una lucha, pero estaba

demasiado lejos para ver lo que pasaba. Aún así, confiaba en los Protectores para arreglarlo.

—Cuando el mundo comience a confiar en nosotros, pagarán por nuestros servicios. Hasta

entonces, nadie debe ser rechazado. Que paguen con monedas, si pueden. Si no pueden, que

paguen con su trabajo. Las calles de la ciudad necesitan limpieza. Los desechos necesitan ser

transportados y enterrados. Los jardines necesitan mantenimiento.

La conmoción se movió más allá de su vista. Ella frunció el ceño, preguntándose qué

estaba pasando. Se volvió y vio a Prenny mirándola fijamente. —¿Sí?

Prenny miró rápidamente a Coyel antes de encontrar la mirada de Senna. —Bueno,

Compositora Brusenna, las cosas han ido sin problemas, pero...

Senna suspiró. —¿Pero? —Cuando Prenny no respondió, Senna se echó hacia atrás en su

silla y se frotó la cadera dolorida—. Prenny, creo que me gustabas más cuando pensabas que

era una Novata presuntuosa.

Prenny resopló. —Muy bien, entonces. Algunas Brujas no están contentas con que

aceptemos a las Desechadas. Creen que son inferiores a nosotros.

Senna dejó caer la cabeza para que no vieran la furia quemando su cara. —No permitiré

que las llamen Desechadas. Pueden conectarse a las Cuatro hermanas, incluso si no pueden

controlarlas. Eso las convierte en Brujas. Desni no podía reconocer una nota, sin embargo, su

sentido innato de las plantas y pociones y su habilidad como curandera rivalizaba con

cualquiera cosa que una Bruja con una canción fuerte pudiera saber. Si Drenelle no puede ver

el valor en eso, no se merece su posición como instructora en la escuela.

Senna aún se sentía culpable por acusar falsamente a la Principal de traición, y más tarde

por prácticamente ordenarle dimitir como Principal de la Tierra.Del mismo modo que se

sentía culpable por sentenciar a Grendi a ser colgada y a Ellesh a permanecer encerrada en

Caldash por el resto de sus días.

Los pensamientos de Senna volvieron a Desni. Bajo tortura, la anciana había revelado el

secreto detrás del colgante de Senna, lo que permitió a Grendi localizarla. Pero Senna no pudo

encontrar en su corazón ira contra la anciana. Había cometido muchos errores propios para

culpar a Desni de los secretos que reveló en sus horas más oscuras. En cambio, Senna sentía

pena por ella. La tarea de enseñar a las Brujas novatas podría ser justo lo que la anciana

necesitaba para calmar su dolor.

Coyel habló en voz baja. —Sabes que algunas de las chicas de nivel más bajo serán

ridiculizadas.

Senna trazó con el dedo la veta del brazo de su silla de madera. —No será tolerado.

Todas las mujeres merecen el derecho a probarse a sí misma, alcanzar la plenitud de su

potencial. Nadie tiene el derecho de negárselo. —Se volvió hacia las Principales—. Traigan a

Desni. Y encuentren a otras como ella. Las estudiantes necesitan ejemplos de profesoras que

sean fuertes de otras formas, especialmente aquellas de las Órdenes de Caldash.

Prenny cruzó los brazos sobre el pecho, con una mirada calculadora en los ojos. —Me

aseguraré que se haga.

—Sé que lo harás —dijo Senna con una sonrisa para suavizar la orden. Prenny podría

tener tan mal genio como un oso enfurecido, pero a Senna comenzaba a agradarle.

El silencio opresivo fue interrumpido de repente por un lejano eco de música. Más que

nada, a Senna le dolían las canciones perdidas. Inclinó el oído hacia el sonido, escuchando.

Con un suspiro, hizo un gesto a uno de ellos para tirar de la campana.

Su madre apareció un momento después.

—Un huracán se está formando en la costa de Menette —dijo Senna—. Reúne a las

Brujas en turno.

Sacra asintió. En unos momentos, la canción de Bruja se desplazó desde el patio

interior. Senna escuchó distraídamente. —Si eso es todo…

Las Principales se despidieron, pero no Reden.

—¿Qué hay de Pogg? —preguntó ella.

Reden hizo un sonido bajo en la garganta. —No se está adaptando bien a Caldash.

Ella respiró hondo. Pogg había pasado tanto tiempo tratando de ser humano, que no

sabía cómo ser un Mettlemot. —¿Todavía quiere venir para acá?

—Sí.

—Entonces, supongo que es mejor que se lo permitamos. —Senna trazó las cicatrices en

su palma—. ¿Encontraste a Kaen y Ciara?

—Recibí una misiva esta mañana. Los traen hacia aquí, y todavía tienen tus caballos.

Kaen dijo que tener a los animales salvó sus vidas cuando huyeron.

—Joshen estará satisfecho.

Reden permaneció a su lado por mucho tiempo, su mano en la pistola colgada en su

cintura. Tenía muchas más cicatrices que antes. Y parecía infinitamente mayor y más

tranquilo, pero su corazón seguía siendo tan fuerte y leal como siempre.

Sabiendo lo que quería, ella suspiró. —No puedo, Reden. —Se obligó a mirarlo a la cara

—. No puedo renunciar a la esperanza de que Joshen me encuentre. Todavía no.

Vio los fantasmas de los recuerdos de la agonía pasar por el rostro de Reden. Él y Joshen

habían sido torturados casi hasta la muerte. —Cuando nuestro bote se hundió, me subí

encima de un barril. Vi a Mistin y Joshen. Los dos estaban en problemas. Tuve que tomar una

decisión. —Su voz se quebró—. Elegí a Mistin. —Él nunca antes le había contado esto—.

Cuando me di la vuelta, Joshen ya no estaba. Senna, se ahogó.

Apretó los puños. —No. Lilette dijo que estaba vivo.

Reden guardó silencio durante un largo tiempo. —Han pasado cuatro meses.

Senna negó con la cabeza. —Lo sé.

—Lo siento, Senna, pero alguien tiene que decirlo. ¿Y si él murió después que dejaste a

Lilette?

Se aferró a la promesa de la Creadora de que Joshen estaba vivo. Sólo tenía que esperar a

que viniera a ella. Se frotó el colgante en la base de la garganta. Por favor, Joshen, vive. Encuentra

tu camino a mí.

—Desearía haber sido yo —dijo Reden en voz baja—. Joshen era un mejor hombre.

Senna habló en un susurro. —Él no era perfecto, Reden. Ninguno de nosotros lo es.

Todos cometemos errores.

Reden se quedó allí por un momento, como si esperara que ella fuera a cambiar de

opinión, admitir que Joshen estaba muerto y aceptar un nuevo Protector.

Senna cerró los ojos y escuchó. La música que flotaba alrededor de ella era tan hermosa,

que le dolió el corazón, pero era un tipo de belleza triste. O quizá simplemente reflejaba su

estado de ánimo. Pero conforme el canto de las Brujas continuaba, el huracán se asentó y la

música se desvaneció en la nada.

Finalmente, Reden suspiró. —¿Has caminado hoy?

Ella negó con la cabeza. —Todavía no. —Levantó las manos para que la ayudara a

levantarse. Apretó los dientes y lentamente dejó que su pierna mala soportara algo de su peso.

Él la ayudó unos pasos, hasta que su cadera entró en calor.

—¿Quieres que te acompañe a dar una vuelta?

Ella negó con la cabeza. —No. Estaré bien.

Él no hizo ademán de marcharse. Después de tomar el bastón que él le tendía, comenzó

a caminar por su cuenta. —Vete. —Odió que no se fuera, sino que se quedó observándola.

Con el cojear, arrastrar y golpear de su bastón, Senna empezó a bajar por el puente que

conducía a su habitación favorita en las casas árbol. La cadera le dolió y el sudor estalló en su

cara.

Finalmente, llegó a la habitación. Murales brillantes estaban siendo pintados en las

paredes. Todos ellos reflejaban momentos clave en la historia de las Brujas, y Senna estaba en

una buena parte de ellos. Intentaba que no le importara. Después de todo, las Brujas tenían

que recordar lo cerca de la destrucción que habían estado.

Como por propia voluntad, sus pies la llevaron a la pared de su favorito. Con un fuerte

olor a pintura, la sección recién terminada la representaba a ella de pie en el estanque con

Lilette. Aunque Senna había descrito la escena lo mejor que pudo y el pintor era brillante, era

sólo una sombra de la realidad. Ella había vuelto para salvar a las Brujas. Bueno, ahora

estaban a salvo, pero ella todavía no tenía a Joshen.

Moviéndose un poco más abajo, miró más allá de los pintores que trabajaban en el

siguiente mural, que mostraba a Joshen llevándola a través de Haven la noche que escaparon.

Su expresión era feroz y protectora. Le dolía el cuerpo por la necesidad de que él la abrazara.

La sorprendió un ladrido. Un Protector alterado, que ella medio reconoció, cruzó un

puente hacia ella… creía que su nombre era Chan. En sus brazos se retorcía un cachorro. Un

cachorro de perro lobo. Ella se congeló, recordando a Bruke.

El Protector se detuvo frente a ella e hizo una reverencia. —Compositora Brusenna, hay

un hombre en las puertas que dice conocerla. Él insistió que le dejáramos subir. Por supuesto

no lo hicimos. Él rogó que se le entregara este regalo, dijo que usted entendería.

Senna sintió que se ablandaba. Se acercó y tomó al inquieto cachorro de los brazos del

Protector, su mente apenas reconocía lo que su cuerpo estaba haciendo. Se parecía tanto a

Bruke, que ella cogió su pelaje hirsuto en sus manos e inhaló el tibio olor de él. El cachorro se

quejó y luchó en sus brazos. Se inclinó para bajarlo, haciendo una mueca cuando su cadera

dolió. De inmediato el cachorro se puso en cuclillas y orinó en el piso.

Una sonrisa inexplicable se extendió por su rostro.

El Protector se puso de color rojo cereza. —Compositora Brusenna, lo siento mucho. —

Cogió al perro.

Ella le quitó el cachorro. El pequeño cuerpo caliente del perro se acomodó

inmediatamente en sus brazos. Entregando su bastón al Protector, tomó su brazo y lo dejó

ayudarla a volver por donde habían llegado. —Este hombre, ¿cómo luce?

El Protector abrió la boca para responder, pero la voz de Reden lo silenció. —¿Senna? —

Él subió el puente, obviamente buscándola.

—¿Sí?

—¿Senna?

Esa fue la voz de otro hombre, una voz que ella reconoció. Su cabeza se sentía ligera, se

inclinó pesadamente contra el Protector. Como si sintiera su angustia, el cachorro la lamió, su

lengua dejando un rastro fresco en su piel.

Joshen rebasó a Reden y avanzó por el puente hacia ella.

La boca de Senna se abrió de golpe, y un pequeño grito se derramó, como cuando caen

las últimas hojas de otoño. Estaba tan abrumada que no podía moverse.

Obviamente malinterpretando su grito, Chan se movió entre ellos y lo apuntó con su

mosquete.

Joshen se detuvo, con desesperación en su hermoso rostro.

Reden rodó los ojos. —Atrás, Chan. Este es el Protector perdido de Senna. Ha regresado

a ella.

Chan le lanzó una mirada inquieta antes de bajar su mosquete y retroceder.

Joshen dio un paso vacilante hacia ella, su rostro inseguro. Estaba más delgado. Tenía

una cicatriz lívida en la mejilla, y caminaba con una cojera. —Pensé en que ya te había dado

un anillo y un caballo. Lo siguiente mejor era otro protector, en caso que me eches de nuevo.

Apoyada en la barandilla, Senna bajó el cachorro antes que sus brazos lo dejaran caer. —

Joshen. —Era la única palabra que podía pronunciar. Era la única palabra que importaba.

Negó con la cabeza—. Empezaba a creer que estabas muerto.

—Vine tan rápido como pude. —Se pasó la mano por el cabello—. Después que nuestro

bote se hundiera, perdí a Reden y Mistin. Las olas eran tan altas y yo estaba herido. Era

imposible nadar. Me estaba ahogando. Algo se estrelló contra mí y me agarré a eso. Era un

trozo de mástil roto. Aún así, el agua estaba tan fría que debía haber muerto por la exposición

en instantes, pero me las arreglé para sentarme en el mástil con sólo las piernas en el agua.

Encontré un trozo de madera y lo utilicé para remar y apartar la mayor parte de los restos

peligrosos.

«Encontré una isla con una bahía escondida y nada más que focas. Tuve que abandonar

el mástil y nadar. Apenas lo logré antes que mis músculos se fatigaran. Construí mi propio

barco con restos que llegaron a la orilla.»

Ella sacudió la cabeza con incredulidad. —Esa es la misma isla en la que Wardof estaba

atrapado.

Joshen gruñó.

Ella cerró los ojos. —Salvé a las Brujas y te abandoné a morir. ¿Podrías perdonarme

algún día? —Y eso no era todo. Ella prácticamente lo había lanzado al camino del peligro, y

por su servicio, él había sido torturado y casi asesinado.

Él le limpió las lágrimas con el pulgar. Ya no eran de oro, sólo saladas. —Era lo

correcto.

Ella se inclinó hacia adelante hasta que su cabeza descansó contra su pecho. Los brazos

de Joshen la rodearon. Inhaló profundamente su olor: caballos y mar, y se deleitó con su

cercanía.

Y una vez más tuvo la sensación de que ahí era donde encajaba, donde siempre

encajaría. Finalmente estaba en casa.

—He escuchado tantas cosas. ¿Son verdad? —susurró él contra su cabello.

Echó la cabeza hacia atrás para mirarlo. —Es lo más probable. Pero vuelvo a ser sólo yo.

Él gruñó mientras ahuecaba su mejilla en su mano. —Senna, nunca has sido "sólo" nada.

Se estiró y lo besó suavemente. —Te amo.

Él tomó su mano entre las suyas. —Lo sé.

De repente consciente de los numerosos ojos que los observaban, miró hacia atrás para

ver a los pintores mirándolos como si memorizaran la escena. Uno de ellos estaba dibujando

furiosamente con un pedazo de carbón.

Por alguna razón, sabía que habría un nuevo mural pronto, y ella y Joshen estarían en él.

Fin

GlosarioTraducidoporAzhreik

Aprendiz: Una Bruja con cierta cantidad de entrenamiento/aprendizaje que también ha

escogido estudiar y pertenecer a una de las Disciplinas. Tradicionalmente bajo la tutela de una

Bruja completamente capacitada.

Bruja Novata: Una Bruja muy joven y/o poco entrenada. A veces se les llama sólo

Novata, que es despectivo.

Creadoras: Diosas que, como las Principales de las Disciplinas, rigen sobre una de las

Cuatro Hermanas, pero a una escala mucho mayor.

Cuatro Hermanas: Los elementos que las Brujas utilizan para manipular la naturaleza.

Llamadas: Viento, Agua, Tierra y Luz Solar.

Desechada: Una Bruja desgastada, o una Bruja que tiene poco o ningún poder para

manipular a las Cuatro Hermanas.

Disciplinas: una orden, cuatro en total, especializada en una de las Cuatro Hermanas.

Guardiana: Una Bruja adulta entrenada en todas las artes de las Brujas y que pertenece

a una de las Disciplinas. Llamada Guardiana porque su deber especial es “Proteger la Tierra”.

Principales de las Disciplinas: Lideres de las Brujas y representativas de su Orden o

Disciplina. Por nombre: Principal de las Plantas, Principal de la Luz Solar, Principal del Agua

y Principal de la Tierra.

Sobre la Autora

Amber Argyle creció con tres hermanos en un rancho ganadero de las Montañas

Rocosas. Pasó horas montando caballos, explorando las montañas y jugando en el granero

espeluznante de su familia. Este ambiente alimentó su imaginación para escribir fantasía.

Ha trabajado como cocinera, conserje y miembro del personal de una institución mental.

Todo lo cual le ha proporcionado una gran visión de la condición humana y la han inspirado

para algunos personajes únicos.

Recibió su título en inglés y Educación Física de la Universidad Estatal de Utah.

Actualmente reside en Utah con su esposo y tres hijos pequeños.

Agradecimientos

Foro Dark Guardians

Moderación y Corrección

Azhreik

Traducción

AilenaAzhreikBeckaBeneath MistCamila Cullengi_giHishiruIveteeKaren SKiiariithaLauraefLeenzMdeliaMrm1997PauEchelonSalilakabTami MiauYose Salvatore

Diseño

Pamee

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Notes[←1]

Existen seis voces básicas, o categorías de voz, que describen tanto el registro como el “color” (parámetro que combinael timbre de la voz y su intensidad), siguiendo el Sistema Internacional de Índice Acústico: Soprano, Mezzosoprano,Contralto, Tenor, Barítono y Bajo. Soprano es la más aguda de entre las que forman el registro vocal humano, y Bajo esla más grave.

[←2]Frizzen es una parte de las armas antiguas donde se colocaba pólvora para que al jalar el gatillo hiciera fricción con unpedazo de pedernal interior para que saltaran chispas y encendiera la pólvora en el interior del cañón para disparar elproyectil.

[←3]También llamado Cofa o Puesto de Vigía. Es la plataforma elevada desde la que se instala un hombre para mirar a lolejos.