vol.ii.cap.6.economia_colonial-mundo.pdf

22
Capítulo 6 ECONOMÍA COLONIAL Y ECONOMÍA-MUNDO EN UN SIGLO DE EXPANSIÓN 6.1. U  N LARGO SIGLO DE CRECIMI ENTO ECONÓMIC O EN EUROP A OCCIDENT AL La mayor parte de los especialistas están de acuerdo en señalar que, a partir de la década de 1680, el ciclo crítico de las áreas más dinámicas de la economía occidental europea había acabado y esas áreas estaban entrando en un franco proceso de recu-  peración. Por supuesto, como ya hemos visto, el eje dinámico de la economía europea estaba ahora situado en el norte y, sobre todo, en la vasta región que se extendía des- de Flandes y Holanda a las Islas Británicas. Y a en el i nicio del sigl o XVIII, Londres ha-  bía reemplazado a Ámsterdam como primera plaza mercantil, y sobre todo, nancie- ra de Europa (papel éste que no perdería en los dos siglos siguientes). La revolución industrial inglesa —complejo proceso de transformación estructural que abarca un amplio arco que se extiende desde la agricultu ra a la industria manufacturera y que se inició un poco después de mediados del XVIII  —considerado por la ma yor parte de los autores como uno de los momentos claves en la historia de la humanidad—, acentua- ría aquella primacía para convertir nalmente a las Islas Británicas en el «taller del mundo» y en la primera potencia exportadora de mercancías manufacturadas. De todos modos, no de está de más recordar que, según François Crouzet, todavía a mediados de ese siglo, un 70 por 100 de la producción industrial del mundo llegaba desde Asia. En la economía de la España del XVIII los cambios fueron mucho menos profun- dos, pero no por ello menos evidentes. Una población que, a un ritmo lento —sobre todo, en la segunda parte del siglo—, y con fuertes diferencias regionales (el creci- miento de la España mediterránea fue superior al del resto de la península), pasó de unos 7,7 millones a nales del XVII a unos 9,4 un siglo más tarde, con una tasa de cre- cimiento que fue ligeramente inferior a la europea, pero asimismo bastante menor que las de las áreas más dinámicas de Europa occidental. La producción agraria acompa- ñó este proceso de crecimiento de la población; en cambio, la producción artesanal e industrial sólo tuvo un proceso más dinámico en el caso catalán (y en menor medida en la actividad de la metalurgia del norte peninsular, en los territorios de Vizcaya y Guipúzcoa). Pero, de todos modos, la participación española en el comercio colonial aumentó considerablemente desde aquel escaso 5 por 100 de nales del siglo XVII, lle- américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 273

Upload: sergio-gallo

Post on 07-Feb-2018

220 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 1/22

Capítulo 6

ECONOMÍA COLONIALY ECONOMÍA-MUNDO EN UN SIGLODE EXPANSIÓN

6.1. U N LARGO SIGLO DE CRECIMIENTO ECONÓMICO EN EUROPA OCCIDENTAL

La mayor parte de los especialistas están de acuerdo en señalar que, a partir de ladécada de 1680, el ciclo crítico de las áreas más dinámicas de la economía occidentaleuropea había acabado y esas áreas estaban entrando en un franco proceso de recu-

 peración. Por supuesto, como ya hemos visto, el eje dinámico de la economía europeaestaba ahora situado en el norte y, sobre todo, en la vasta región que se extendía des-de Flandes y Holanda a las Islas Británicas. Ya en el inicio del siglo XVIII, Londres ha-

 bía reemplazado a Ámsterdam como primera plaza mercantil, y sobre todo, financie-

ra de Europa (papel éste que no perdería en los dos siglos siguientes). La revoluciónindustrial inglesa —complejo proceso de transformación estructural que abarca unamplio arco que se extiende desde la agricultura a la industria manufacturera y que seinició un poco después de mediados del XVIII —considerado por la mayor parte de losautores como uno de los momentos claves en la historia de la humanidad—, acentua-ría aquella primacía para convertir finalmente a las Islas Británicas en el «taller delmundo» y en la primera potencia exportadora de mercancías manufacturadas. De todosmodos, no de está de más recordar que, según François Crouzet, todavía a mediadosde ese siglo, un 70 por 100 de la producción industrial del mundo llegaba desde Asia.

En la economía de la España del XVIII los cambios fueron mucho menos profun-dos, pero no por ello menos evidentes. Una población que, a un ritmo lento —sobretodo, en la segunda parte del siglo—, y con fuertes diferencias regionales (el creci-miento de la España mediterránea fue superior al del resto de la península), pasó deunos 7,7 millones a finales del XVII a unos 9,4 un siglo más tarde, con una tasa de cre-cimiento que fue ligeramente inferior a la europea, pero asimismo bastante menor quelas de las áreas más dinámicas de Europa occidental. La producción agraria acompa-ñó este proceso de crecimiento de la población; en cambio, la producción artesanal eindustrial sólo tuvo un proceso más dinámico en el caso catalán (y en menor medidaen la actividad de la metalurgia del norte peninsular, en los territorios de Vizcaya yGuipúzcoa). Pero, de todos modos, la participación española en el comercio colonialaumentó considerablemente desde aquel escaso 5 por 100 de finales del siglo XVII, lle-

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 273

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 2/22

gando un siglo más tarde a un porcentaje que se podría evaluar en un 40 por 100 deese tráfico. Las medidas liberalizadoras del comercio colonial —éste ya desde 1717 sehallaba de forma oficial asentado en Cádiz— que comenzaron a implementarse a par-

tir de los años sesenta en el marco de las reformas borbónicas (si bien no tuvieron elefecto milagroso que le había otorgado tradicionalmente la historiografía) influyeronsin lugar a dudas en este proceso de crecimiento. Estas medidas se fueron acentuandohacia finales de siglo, pero el ciclo de guerras europeas que se abrió a partir de 1795amortiguó indudablemente el impacto de esas últimas disposiciones de relativa aper-tura del comercio colonial. Como veremos, este ciclo de liberalización del tráfico mer-cantil tuvo efectos diversos y contradictorios en los territorios coloniales de América.Por un lado, aumentó la participación de las mercancías coloniales en el total de lasexportaciones hacia la península, disminuyendo así el casi total dominio de los meta-les preciosos en ese flujo, aun cuando éstos siempre constituyeron un porcentaje queraramente desciende más allá del 60 por 100 de ese total (y ello sólo en los últimosaños del XVIII, como muestran los estudios detallados de John Fisher). Este crecimien-

to tendrá obviamente repercusión en las economías regionales americanas productorasde esas mercancías coloniales. Pero, a la vez, el peso creciente de las exportacionesagrícolas provenientes de la España mediterránea en dirección a América, tendrá unaconsecuencia nefasta en algunas áreas rurales que competían en la producción de vi-nos y aguardientes (con precios menos ventajosos, resultado probablemente de un sis-tema productivo más atrasado y de costes de transporte más altos) como era el caso,

 por ejemplo, de la región de Cuyo en el Río de la Plata y de Arequipa en Perú.

6.2. LA ECONOMÍA COLONIAL DURANTE EL SIGLO XVIII

Ya hemos visto que la población indígena novohispana comenzó su proceso derecuperación a mediados del siglo XVII, con un cierto retraso para las áreas de Yuca-tán y, en general, también en el resto de Centroamérica, donde el crecimiento fue un

 poco más tardío. Por supuesto, la población indígena de Nueva España estará someti-da todavía al periódico castigo de las olas epidémicas que se repiten de forma regular y con picos variables por regiones, pero acentuándose a partir de mediados del XVIII.Las epidemias las continuarán golpeando hasta bien entrado el siglo XIX, como mues-tran los efectos terriblemente mortíferos del cólera de 1833 en muchas parroquias delcentro y el sur novohispano. Con cierta frecuencia, estos picos epidémicos coincidentambién con una crisis agrícola, dando como resultado un incremento acentuado dela mortalidad. En el territorio del Virreinato peruano es posible observar el creci-miento de la población indígena y aquí, igualmente, las crisis demográficas serán

 —en especial a comienzos del siglo XIX — un elemento constante en el comporta-miento de esta población. No hay que olvidar en este rápido balance demográfico elcrecimiento constante de las llamadas «castas», es decir, mestizos y mulatos, que incre-mentan de forma notable su participación en la población total, con una presenciadominante en algunas áreas, como es el caso, por ejemplo, de la Venezuela de finalesdel siglo XIX, en donde mulatos y negros llegaron a ser muy probablemente los cua-tro quintos de la población total. Resumiendo: asistimos a un proceso indudable (pesea los golpes periódicos de la epidemias) de crecimiento total demográfico en las colo-nias ibéricas. Este incremento de la población tendría obviamente efectos positivos en

274 HISTORIA DE AMÉRICA LATINA

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 274

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 3/22

el crecimiento de las transacciones mercantiles y en la relevancia del territorio ame-ricano como mercado consumidor de mercancías regionales e importadas desdeEuropa y, en menor medida, desde Asia.

Comencemos por analizar el comportamiento diferencial de las dos regiones eco-nómicamente más importantes del Imperio hispano en América: los virreinatos deMéxico y Perú. Gracias al estudio de Herbert Klein (basado en las series de las cajasreales de ambos virreinatos, estudiados por el propio Klein y por John TePaske), po-demos tener un panorama comparativo asentado en datos cuantitativos correspon-dientes al largo siglo XVIII que se inicia en 1680 y finaliza en la primera década delXIX. Como se verá, tales datos merecen una lectura crítica para sopesar su carácter verdaderamente representativo en los diversos períodos pero, sin lugar a dudas, indicanlíneas generales de tendencia que nos parecen bastante realistas. Veamos entonces elgráfico 6.1.

En la década de 1680 se aprecia un neto predominio de Perú sobre Nueva España.Pero dos décadas más tarde —con ingresos generales en baja para ambos virreina-tos— México adelanta a Perú, que mantuvo este primer puesto (y de lejos, como ve-remos) hasta finales del período colonial. Y así, desde los años iniciales del XVIII,

 Nueva España se mantuvo en un movimiento positivo de crecimiento de los ingresosde las cajas reales. En cambio, Perú, que se recuperó a partir de la segunda década delXVIII, no dejó de sufrir altibajos, en especial a mediados de siglo, cuando los ingresos

ECONOMÍA COLONIAL Y ECONOMÍA-MUNDO EN UN SIGLO DE EXPANSIÓN 275

14.000

12.000

10.000

8.000

6.000

4.000

2.000

0

   M   i   l  e  s

   d  e  p  e  s  o  s

1680-1689 1690-1699 1700-1709 1710-1719 1720-1729 1730-1739 1740-1749

México Perú

GRÁFICO 6.1. PROMEDIO DE INGRESOS DE LAS CAJAS REALES. MÉXICO Y PERÚ, 1680-1749

FUENTE: H. Klein, «Las economías de Nueva España y Perú: 1780-1809, una visión a partir de las cajasreales», en H. Bonilla, ed., El sistema colonial en la América española, Barcelona, 1991.

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 275

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 4/22

novohispanos sobrepasaron las cifras de los años 1680-1689 y quintuplicaron las can-tidades referidas a él. Pasemos ahora al gráfico 6.2 que nos muestra la evolución deestas cifras hasta llegar a la etapa inicial del movimiento independentista.

Vemos ahora que la distancia que hay en este segundo período entre las cajas de Nueva España y Perú es realmente astronómica y casi no pueden compararse (y elagregado de Charcas, el otro gran centro minero, no altera en absoluto este dominionovohispano como lo muestra otro estudio del mismo autor). A finales del período co-lonial, cuando Nueva España se había convertido en el primer productor mundial de

 plata y en la colonia más fructífera del Imperio español, toda comparación con el Perúresulta inútil: si los ingresos novohispanos eran cinco veces más importantes que los

 peruanos a mediados de siglo, en la primera década del XIX, esos ingresos —que yaalcanzaban la suma fabulosa de casi 70 millones de pesos fuertes como promedio— consiguieron superar en más de once veces a las cantidades correspondientes aPerú…Y si observamos el gráfico 6.3, que nos muestra la evolución de los promediosdurante todo el período considerado, el desempeño diferencial de México y Perú que-da claramente al desnudo.

De todos modos, si tomamos aisladamente los datos peruanos, se puede compro- bar que las cifras tuvieron al final del período un comportamiento positivo, sin llegar nunca a los niveles de las últimas décadas del siglo XVII. La recuperación es eviden-te, pero el gran período de dominio de Perú (y de Potosí) había quedado atrás.

276 HISTORIA DE AMÉRICA LATINA

80.000

70.000

60.000

50.000

40.000

30.000

20.000

10.000

0

   M   i   l  e  s

   d  e  p  e  s  o  s

1750-1759 1760-1769 1770-1779 1780-1789 1790-1799 1800-1809

México Perú

GRÁFICO 6.2. PROMEDIO DE INGRESOS DE LAS CAJAS REALES. MÉXICO Y PERÚ, 1750-1809

FUENTE: H. Klein, «Origin and volume of remission of royal tax revenues from the Viceroyalties of Peruand Nueva España», en Bernal, A. M., ed.,  Dinero, moneda y crédito en la monarquía hispánica, cit.

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 276

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 5/22

ECONOMÍA COLONIAL Y ECONOMÍA-MUNDO EN UN SIGLO DE EXPANSIÓN 277

   8   0

 .   0   0   0

   7   0

 .   0   0   0

   6   0

 .   0   0   0

   5   0

 .   0   0   0

   4   0

 .   0   0   0

   3   0

 .   0   0   0

   2   0

 .   0   0   0

   1   0

 .   0   0   0 0

   M i l  e  s  d  e  p  e  s  o  s

   1   7   5   0  -   1

   7   5   9

   1   7   6   0  -   1

   7   6   9

   1   7   7   0  -   1

   7   7   9

   1   7   8   0  -   1

   7   8   9

   1   7   9   0  -   1

   7   9   9

   1   8

   0   0  -   1

   8   0   9

   M   é  x

   i  c  o

   P  e  r   ú

   1   7   4   0  -   1

   7   4   9

   1   7   3   0  -   1

   7   3   9

   1   7   2   0  -   1

   7   2   9

   1   7   1   0  -   1

   7   1   9

   1   7   0   0  -   1

   7   0   9

   1   6   9   0  -   1

   6   9   9

   1   6   8   0  -   1

   6   8   9

   G    R     Á    F    I    C    O   6 .   3 .

   P    R    O    M    E    D    I    O    D    E

    I    N    G    R    E    S    O    S    D    E    L    A    S    C    A    J    A    S    R    E    A    L    E    S .   M     É    X    I    C    O    Y   P    E    R     Ú ,

   1   7   5   0  -   1   8   0   9

   F    U    E    N    T    E  :

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 277

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 6/22

Ahora bien, es imprescindible preguntarse qué expresan realmente estas cifras derecaudación de las cajas reales coloniales. Ante todo, reflejan casi en exclusiva elmundo de la legalidad y, por lo tanto, no pueden tomar en cuenta en contrabando (si

 bien puede ocurrir que una parte del proceso de producción y de circulación de deter-minadas mercancías fuera mantenido durante un cierto tiempo en los marcos de lailegalidad, pero que después «vuelvan a la superficie», es decir, a la esfera de los inter-cambios lícitos, en un segundo momento; esto era muy común en el caso de esamercancía tan particular como lo es el metal precioso). Así, las cifras tan bajas de la

 primera década en Perú pueden estar relacionadas con el hecho de constituir ese pe-ríodo el mejor momento en el proceso de penetración de otras potencias mercantiles

 —sobre todo, Francia— en los mercados del sur peruano a través de algunos puertosdel Pacífico. Recordemos que la recaudación de las cajas reales incluye diversos ti-

 pos de ingresos, algunos relacionados con la población, como el tributo indígena,otros con la producción, como el quinto —y más tarde, el décimo— debido a la acu-ñación de la plata o los reales novenos del diezmo originado en la producción agra-

ria, y finalmente otros ligados a la circulación de mercancías, como es el caso de lasalcabalas. Por lo tanto, no resulta fácil (sin un análisis caja por caja, distinguiendolas diferentes clases de ingresos y sus cambios durante el largo siglo analizado, estu-dio que no podemos hacer aquí) extraer conclusiones demasiado terminantes. Por ejemplo, el salto que se aprecia en la recaudación en Nueva España entre las décadasde 1760-1770 y las de 1780 no sólo refleja un crecimiento de la producción —espe-cialmente de plata— y de la circulación, sino también importantes cambios en las for-mas de percepción de algunos impuestos como sería el caso de las alcabalas. En efec-to, las alcabalas que hasta ese momento —con la excepción de la receptoría de laciudad de México— eran arrendadas por una suma fija que se negociaba por perío-dos de varios años, pasaron desde 1778 a ser administradas de forma directa por el

Estado colonial gracias a una compleja y afinada estructura burocrática, que se refle- ja en un crecimiento notable de la recaudación del impuesto a la circulación (efecti-vamente, ésta salta de 10.248.444 pesos entre 1762 y 1776 a un total de 26.164.694en los años 1780-1795). Impuesto que ahora todos debían pagar —menos los indíge-nas que se hallaban exentos—, pero, como es evidente, ese crecimiento no expresa

 sólo un aumento de la circulación de mercancías, sino también una mayor eficacia enla recaudación; como se observa, en pocos años pasó casi a triplicar las cifras prece-dentes que correspondían a la etapa de los arriendos. En este sentido, se puede decir que el proceso de reformas iniciado a mediados de siglo tuvo un suceso indudable(diferente es la cuestión, en absoluto irrelevante, de saber quiénes terminaron pagan-do ese resultado positivo).

Pese a todas estas precauciones que es indispensable tener presentes a la hora deevaluar los datos precedentes, las cifras de las cajas reales expresan de forma ten-dencial el movimiento de la economía colonial durante este largo siglo XVIII y las

 posiciones diferenciales de Nueva España y Perú en el marco del Imperio colonialespañol.

Las mismas fuentes nos permiten examinar muy brevemente la evolución de la mi-nería durante este período. Comencemos por el Virreinato peruano. Como ya hemosadelantado, Potosí dejó de constituir el centro de la producción de plata americana (yen gran parte, mundial) a partir de la década de 1670, siendo reemplazada progresiva-mente por dos áreas mineras de Nueva España y Zacatecas en un primer momento y,

278 HISTORIA DE AMÉRICA LATINA

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 278

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 7/22

más tarde, ya bien entrado el siglo XVIII, por Guanajuato. Y aunque Potosí inició unnuevo movimiento de recuperación en la década de 1730, Nueva España pasó a ser elcentro más relevante de la producción mundial de plata hasta el final del período colo-

nial. En Perú, es necesario subrayar la importancia que adquirieron las minas de pla-ta del Bajo Perú y, en especial Cerro de Pasco, que a finales de siglo tuvo un papelmuy destacado en el marco de la producción argentífera peruana (la caja real corres-

 pondiente — Vico y Pasco— y se convirtió en las últimas décadas del siglo XVIII enla segunda caja peruana después de la de Lima). La producción aurífera seguía sien-do importante en Nueva Granada, en donde desde las primeras décadas del XVIII losyacimientos de Popayán —y más tarde, a partir de 1715, el Chocó— entran en explo-tación, poco después nuevamente hay actividad minera en Antioquia. A finales delsiglo XVIII, Nueva Granada alcanza otra vez las cifras máximas de producción de losaños finales del XVI. Se agregaría en la segunda mitad de ese siglo el oro chileno. Peroel centro de la actividad aurífera serían las minas brasileñas de la región de MinasGerais que, sobre todo a partir de mediados de siglo, van a producir las cantidades

más relevantes de metal amarillo en América.

 La relación colonial: América y España

Veamos ahora cómo presentaba la obra clásica de Canga Argüelles el papel de lasdiversas colonias con relación a la metrópoli a finales del siglo XVIII. Partimos de estosdatos, pues no interesa comprobar cómo percibían los burócratas y los economistasespañoles de la época el papel del comercio colonial con relación a la economíametropolitana. El cuadro 6.1 nos muestra, expresados en millones de duros, las impor-taciones y las exportaciones a las colonias vistas desde España.

Los datos —aproximativos, pero bastante realistas— de Canga Argüelles son cla-ros: Nueva España representa el 46 por 100 de las exportaciones totales a la metró- poli y casi el 58 por 100 del metálico enviado. Es el corazón económico y el área másrelevante del Imperio. El Virreinato peruano (sin el Bajo Perú —Charcas— que des-de 1776 dependerá del nuevo Virreinato creado en Buenos Aires) es la segunda colo-nia en importancia económica para la madre patria. En lo que se refiere a Nueva Gra-nada, las cifras de Canga Argüelles para el rubro «mercancías» parecen muy altas(según los datos actuales de Colmenares y Jaramillo Uribe). El Río de la Plata se ubi-ca ya en el tercer lugar en cuanto al peso del metálico enviado a España después dePerú (este metal precioso consiste en la plata producida en las minas altoperuanas y,en menor medida, en el oro llegado desde Chile) y La Habana ocupa junto con México

 —pero siendo una colonia mucho menos importante desde el punto de vista demo-gráfico— el primer lugar como centro exportador de mercancías (se trata, sobre todo,de las exportaciones de azúcar que han crecido de forma constante después de lossangrientos episodios de Saint Domingue con ocasión de las rebeliones de esclavos).

 No olvidemos que a finales del siglo XVIII, Nueva España tenía alrededor de seismillones de habitantes, las Antillas españolas no llegaban al millón (800.000 proba-

 blemente) y todo el Virreinato del Río de la Plata tendría un poco más de un millónde habitantes. Eso quiere decir que lo que podríamos llamar —con todas las precau-ciones y más bien de forma metafórica— «capacidad exportadora per cápita» seríade de 5,6 duros por habitante en Nueva España, de unos once duros en La Habana y

ECONOMÍA COLONIAL Y ECONOMÍA-MUNDO EN UN SIGLO DE EXPANSIÓN 279

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 279

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 8/22

de siete duros en el Río de la Plata. ¡Ya vemos por qué Cuba era considerada la «per-la de las Antillas»!

Pero estas cifras dan más de sí. Si volvemos al cuadro 6.1, comprobaremos queen dos colonias (Nueva España y el Río de la Plata) la relación metálico/mercancías enlas cantidades totales importadas desde la metrópoli es la más alta, siendo además casiexactamente idéntica: un 71 por 100 de las importaciones está constituido por el metal

 precioso. Los datos originales de las fuentes rioplatenses confirman en líneas genera-les estas cifras aproximativas que da Canga Argüelles tomando las fuentes españolas

 pues, a finales del siglo XVIII, el metálico representaban el 80 por 100 de lo exporta-

do desde el Río de la Plata. Pero quizá estos datos de Canga Argüelles se equivocanen algo que nos parece fundamental y el trabajo de Josep Fontana viene aquí en nues-tra ayuda con cifras mucho más cercanas a la realidad en lo que se refiere a la relaciónentre el valor de las importaciones hacia la madre patria y el de sus exportaciones endirección a las colonias. En efecto, para 1792 tenemos 739,6 millones de reales devellón de importaciones desde América (compuesto de 318 millones en mercancías y421 millones en metálico) y 429 millones de exportaciones desde España hacía Amé-rica. Los datos pormenorizados para el intercambio legal con América durante el lap-so 1782-1796 —el mejor momento del tráfico colonial en la etapa del libre comer-cio— estudiados por John Fisher dan una cifra global de 225 millones de pesos fuertesde exportaciones a las colonias americanas frente a unos 545 millones de importacio-nes a la península para todo ese período.

 Nuestros propios estudios sobre el comercio rioplatense confirman esta relaciónentre el nivel de las exportaciones y el de las importaciones o, para decirlo más cla-ramente: la metrópoli envía a las colonias menos de lo que recibía de ellas. Y los datosmexicanos, tal como los presenta la obra de Lerdo de Texada, también confirman estarelación desigual. Hay que señalar que esto debe calcularse tomando en cuenta los

 precios en España en ambos rubros, o en el sentido inverso, los precios en los puer-tos americanos también para los dos rubros de entrada y salida; es decir, lo que hoyllamaríamos precios FOB ( Free on Board ). Dado que no se trata de balanzas comer-ciales de estados independientes (en ese caso, la diferencia entre lo que se exporta y

280 HISTORIA DE AMÉRICA LATINA

CUADRO 6.1. ESPAÑA: IMPORTACIONES Y EXPORTACIONES DESDE LAS COLONIAS AMERICANAS A

FINALES DEL SIGLO XVIII

 Importaciones Exportaciones

 Mercancías Metálico Total 

 Nueva España 9.000.000 22.000.000 31.000.000 22.000.000Perú 4.000.000 8.000.000 12.000.000 11.200.000La Habana - Pto. Rico 9.000.000 — 9.000.000 11.000.000Río de la Plata 2.000.000 5.000.000 7.000.000 3.500.000 Nueva Granada 2.000.000 3.000.000 5.000.000 5.700.000Venezuela 4.000.000 — 4.000.000 5.500.000

TOTALES 30.000.000 38.000.000 68.000.000 59.200.000

FUENTE: J. Canga Argüelles, Diccionario de Hacienda (1827-1828), BAE , vol. 210, Atlas, Madrid, 1968.

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 280

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 9/22

lo que se importa deberá ser saldada en algún momento en beneficio del país que másenvía), existe aquí un flujo constante de valor entre las colonias y la madre patria. Evi-dentemente, la relación colonial se basaba en este supuesto obvio.

En la actualidad, algunos historiadores como Leandro Prados de la Escosura, y enmenor medida, Enrique Llopis, opinan que el papel de la relación colonial era ínfimoen el marco de la economía española de finales del siglo XVIII. Ya sabemos que espe-cialistas como Patrick O’Brien han afirmado en su momento que «el comercio entreEuropa occidental y las regiones de la periferia … constituyen un elemento insignifi-cante en función de explicar el acelerado crecimiento experimentado en el centro delsistema mundial después de 1750». Recientemente, Josep Maria Fradera ha retomadoalgunos aspectos de esa polémica en un estudio sobre el colonialismo en el siglo XIX

y, como veremos, el tema sigue abierto a la discusión.En efecto, varios historiadores, como el propio Fradera, Josep Fontana y Carlos

Marichal tienen una posición distinta e incluso opuesta. Como también parece ser laopinión de John Fisher, que ha realizado uno de los estudios más exhaustivos sobre el

comercio colonial en la última etapa de este período. Fisher comenta un documentode 1794 en el que el ministro Diego de Gardoqui señalaba que el déficit comercialespañol con los restantes países europeos (Francia, Inglaterra, Holanda, los estadosalemanes, los estados italianos y Portugal, en ese orden) era de alrededor de 404millones de reales anuales, es decir, 20 millones de pesos, siendo, además, la mitadde ese déficit atribuible a la importación de mercancías que serían después reexporta-das a América. Pero Gardoqui agregaba que el tráfico americano dejaba a España unos184 millones de reales de superávit neto una vez pagado ese déficit con Europa, pueséste, al contrario de lo que ocurría con el superávit colonial, sí había que compensar-lo en algún momento. En ese mismo documento de 1794, el ministro da cifras acercadel superávit español en el intercambio con las colonias hispanoamericanas (exporta-

ciones a América 332 millones de reales, importaciones de América 938 millones dereales) que confirman ampliamente los datos que hemos citado precedentemente delos trabajos de Josep Fontana y de John Fisher. Cuenca Esteban mostró ya hace tiem-

 po el papel que las entradas monetarias provenientes de las colonias tenían en el mar-co de los ingresos ordinarios de la monarquía. En todo caso, no hay dudas de que, por ejemplo, la historia de la guerra de la Independencia en la península, es decir, laguerra contra los ejércitos napoleónicos, hubiera sido mucho más difícil sin los30.000.000 pesos que Nueva España envió (sin ningún tipo de contrapartida) duranteesos años a la madre patria, tal como ha mostrado Carlos Marichal en un libro recien-te, con abundantes cifras y datos difíciles de desmentir. Como también es indudableque la llamada «guerra de América» —es decir, la guerra de las colonias norteameri-canas contra Inglaterra entre 1779 y 1783, en la cual España participaría contra la

 potencia europea— fue financiada en gran parte por la plata llegada desde la coloniamexicana. Y que, además, todo el sistema defensivo del Caribe español y las Filipinastambién estaba sostenido económicamente gracias a los situados llegados anualmentedesde Nueva España, al igual del papel similar que cumplían, en otros contextos re-gionales, las cajas reales de Lima (guarniciones chilenas y de Panamá), las de Potosí(gastos y guarnición de Buenos Aires) y las de Santa Fe de Bogotá y Quito (guarni-ciones de Cartagena y Guayaquil). Quizá sea cierto que el peso de la relación colonialfuera efectivamente ínfimo en relación con el PIB hispano, pero las finanzas imperia-les no podían pasarse sin sufrir merma del flujo anual de plata americana.

ECONOMÍA COLONIAL Y ECONOMÍA-MUNDO EN UN SIGLO DE EXPANSIÓN 281

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 281

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 10/22

 La relación colonial: las corrientes mercantiles

Una serie de estudios realizados a partir de las medidas liberalizadoras del tráficomercantil que se iniciaron hacia la década de 1760 y se afirmaron con el Reglamentode Libre Comercio de 1778 nos permiten un análisis bastante pormenorizado de losintercambios mercantiles en las últimas décadas del período colonial. Si hablamos delflujo entre España y América, vemos que las medidas liberalizadoras del comercio

 permitieron un incremento muy apreciable del tráfico mercantil; además, creció la par-ticipación de los productos españoles en la composición de ese intercambio, llegandoen 1796 a la mitad del valor de las mercancías enviadas a América (la etapa posterior se complica bastante por efecto de las guerras europeas y el papel del comercio conlos países neutrales, pero los porcentajes no parecen haber variado mucho, siemprehablando del tráfico legalmente registrado). En estas mercancías, parece destacar eldominio de los productos agrícolas y, en especial, los provenientes de la España medi-

terránea. Si bien las medidas de inclusión de otros puertos hispanos en el comerciocolonial tuvieron su importancia, a finales del período, Cádiz seguía dominando am-

 pliamente esos intercambios con aproximadamente las tres cuartas partes del total yseguida por Barcelona. México y el Caribe eran las áreas más destacadas como pun-to final del este mercantil entre la metrópoli y las colonias, quedando en un segundolugar Perú y un poco más atrás el Río de la Plata. Como vemos, esto confirma tam-

 bién los datos de Canga Argüelles sobre el tema.En lo que respecta al flujo inverso, es decir, América-España (y nos referimos aquí

exclusivamente al período 1778-1796, antes del ciclo de guerras europeas, durante lascuales el comercio con las naciones neutrales modificaría algunos aspectos de ese in-tercambio mercantil), el metálico seguía dominando con un porcentaje que podemos

evaluar en alrededor del 60 o 75 por 100. Las detalladas cifras de Fisher dan un por-centaje menor para los metales preciosos pero, en este rubro, el contrabando era abun-dante y relativamente simple de implementar. Por ejemplo, durante la «guerra deAmérica» de 1779-1783 una parte sustancial del metálico llegado de Potosí y envia-do desde el Río de la Plata tomó el camino de Brasil y, de allí, a Europa. No estamosseguros de que su entrada fuera finalmente registrada en la metrópoli. En cuanto a lasmercancías americanas, el tabaco, el cacao y el azúcar —en ese orden— dominaronampliamente, seguidos por las materias primas tintóreas (grana cochinilla y añil),dejando más atrás a los cueros vacunos. En otras palabras, las áreas productivas de lastierras cálidas que enviaban sus mercancías a los puertos del Caribe, incluyendo Vera-cruz obviamente, constituían otra vez —ahora en la dirección América/España— elcorazón del tráfico colonial.

Para poder comprender a fondo el carácter de la economía colonial y los estrechosnexos establecidos entre el mercado interno americano y la economía-mundo es indis-

 pensable volver los ojos hacia las estructuras de producción y de circulación en elinterior del espacio colonial. Ya hemos visto cuáles eran las mercancías más impor-tantes en las relaciones entre ese espacio y el mundo. Así pues, no extrañará quecomencemos por la minería, dado que los metales preciosos siguen ocupando cómo-damente el primer lugar entre los productos que las colonias ibéricas envían a los

 puertos europeos y, en mucha menor medida, asiáticos. No hablaremos aquí sino muy brevemente de la minería mexicana, que ya hemos tratado en otro capítulo, y nos cen-

282 HISTORIA DE AMÉRICA LATINA

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 282

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 11/22

traremos en la minería potosina, una de las más conocidas y mejor estudiadas, auncuando ya en las últimas décadas del siglo XVIII, las minas peruanas de Cerro de Pas-co las habían sobrepasado en importancia.

Veamos cómo se producía la plata en Potosí desde el momento de la introducciónde la amalgama. Según P. Bakewell, en enero de 1572 se firmó el primer contrato delque tengamos constancia en función de la construcción de un «ingenio» para tratar metales y para su posterior lavado. Desde entonces, la nueva técnica de la amalgama

 —importada de México— irrumpió en el área andina. La primera consecuencia de laintroducción de la amalgama fue un incremento sustancial de la inversión necesaria

 para el tratamiento de los minerales. Los capitales exigidos para la construcción delos «ingenios» de molienda escapaban por completo a las posibilidades de la sociedadindígena, que había tenido fuerte participación en el período precedente. El hecho deque el proceso de amalgama exigiera el triturado y molido del mineral por mediosmecánicos con los molinos hacía casi imposible la utilización de los «quimbaletes»,morteros de mano, y la inversión necesaria en toda la infraestructura hidráulica indis-

 pensable para hacer mover los molinos era inalcanzable para los mineros indígenas.Por supuesto, otra consecuencia de enorme importancia para la sociedad indígena fuela institucionalización oficial de la mita a partir de la reforma toledana de los añossetenta. Desde entonces, la mita y el mercurio fueron dos fenómenos claramente im-

 bricados en la historia de la minería potosina.La primera etapa, la extracción del metal, el corte mismo sobre la roca madre, era

realizada por los barreteros. Posteriormente, los «apiris» trasladaban el mineral haciala bocamina; éstos se arrastraban portando sobre sus hombros los sacos de cuero quecontenía el mineral y la bocamina —una vez seleccionado el mineral de mejor cali-dad por parte de los «palliris» — que era llevado a lomo de mula o de llama por los«cumiris» (pequeños empresarios independientes) hasta el ingenio de beneficio. La

mayor parte de los barreteros eran indios libres asalariados. En cambio, los apiris eranmitayos en su mayoría.La etapa siguiente era la molienda que se realizaba en los molinos de los ingenios

alimentados por los mortiris, igualmente trabajadores mitayos. En los inicios, la energíahumana y la animal fue utilizada en estos primeros molinos (y de hecho, en gran partede las minas novohispanas, la mulas siguieron constituyendo la fuente principal de ener-gía durante todo el período colonial). En el caso potosino, los «molinos de pisones» o«cabezas de ingenio» (cada ingenio de dos cabezas tenía unas diez piezas de hierro,estaño o cobre, llamadas «almadanetas», que eran las que trituraban el mineral) fueronfinalmente movidos por la energía hidráulica del sistema de lagunas del cerro Karikari.Este sistema de aprovechamiento de la energía hidráulica, construido de forma bastan-te rápida, fue la solución ante la dureza del clima que hacía muy difícil la utilizaciónrentable de las mulas, cuyo rendimiento energético descendía muy rápido y requeríamedios ingentes para asegurar su sustento cotidiano en el árido medio potosino. Una vezrealizada la primera operación de trituración, el mineral debía ser cribado y posterior-mente se agregaba en muchos casos una nueva etapa de trituración en molinos simila-res a los harineros o aceiteros para convertir al mineral (llamado ahora «mena») en un

 polvo muy fino. Cuanto más fino era el mineral triturado, mayor era la superficie mo-lecular de las partículas de plata expuestas a la acción de la amalgama con el mercurio.

El paso siguiente era la amalgamación propiamente dicha. La mena molida sellevaba a un gran espacio abierto (de ahí recibió en Nueva España el nombre de «be-

ECONOMÍA COLONIAL Y ECONOMÍA-MUNDO EN UN SIGLO DE EXPANSIÓN 283

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 283

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 12/22

neficio de patio») en donde en el «buitrón», un patio recubierto de piedra, se le agre-gaba agua hasta adquir una consistencia espesa. En este momento se debía agregar lasal común (y desde finales del siglo XVI, los «magistrales», sulfuro de hierro o de co-

 bre, o la cal; todos ellos aceleran el proceso de amalgamación) y, por supuesto, el mer-curio. El producto conseguido era una masa que debía ser removida con azadones y«pisada» durante tres o cuatro semanas por los repasiris hasta que el mercurio estabacompletamente amalgamado con la plata; operación también llamada «incorporo».Una vez realizada la incorporación, proceso que podía durar hasta cinco semanas, se

 pasaba a la etapa posterior.Esta etapa era la del lavado. Su función era proceder a la limpieza, mediante la

acción física de una corriente de agua en movimiento, de la masa amalgamada de pla-ta y mercurio para separarla de todas las impurezas. Podía ser hecho en grandes tinasmediante la acción de rotación de un batidor giratorio colocado en el medio de la tina

 —tal un molinillo—, o gracias al impulso del agua de las mismas ruedas que la lle-vaban para los molinos de los ingenios; operación realizada en unos pozos que se co-

municaban entre sí por unas canaletas. Las partículas más pesadas (es decir, la amal-gama de plata y mercurio) se van al fondo; esta masa, llamada «pella», era extraída,comprimida en unas bolsas de modo tal que el mercurio no amalgamado se filtrara através del tejido y el resto resultaba convertido en una masa casi sólida de amalgama.

Finalmente, la amalgama estaba lista para el último paso de todo el proceso, laevaporación. Aquélla se colocaba en unos moldes triangulares, apilados en una masade forma cónica que era dispuesta debajo de un capelo campaniforme de metal. Cuan-do se le aplicaba calor desde abajo, el mercurio se separaba de la amalgama por vapo-rización, éste se condensaba en las paredes de la campana y en parte se recuperaba

 posteriormente al escurrirse lentamente hacia la base (una tercera parte, más o menos,del azogue utilizado resultaba perdida durante la operación hasta que una técnica des-

cubierta por Alonso Barba mejoró sensiblemente este paso en función de una mayor recuperación de azogue). De este modo quedaban las piñas de plata pura que serían posteriormente fundidas para transformarlas en las relucientes barras de plata que sellevarían a quintar en la Casa de la Moneda.

Tres aspectos de importancia reclaman nuestra atención con relación a la evolu-ción positiva que comenzaría a darse en las primeras décadas del siglo XVIII en la acti-vidad minera de Potosí: los cambios en el sistema impositivo que gravaba la produc-ción argentífera, el abasto de mercurio y la evolución de la mita. Vamos a evocar muy

 brevemente cada uno de estos aspectos principales.La minería potosina pagaba a comienzos del siglo XVIII un 20 por 100 (el quinto

real) sobre las cantidades de plata producida (y este impuesto ya había sido reducidoa un 10 por 100 para el caso novohispano); desde los años treinta (exactamente desde1736) este impuesto pasaría aquí también a ser del 10 por 100, dando un fuerte im-

 pulso económico a la producción argentífera potosina. Otro problema serio era la pro-visión de mercurio. El mercurio llegaba desde el yacimiento minero de Huancavelica,en el Bajo Perú, que desde 1574 era propiedad de la Corona y cuya distribución esta-

 ba en manos de la Real Hacienda, como asimismo desde las minas de Almadén enEspaña. El mercurio se vendía a los mineros, pero, en su mayor parte, éstos no podían

 pagarlo sino a posteriori de su utilización y, por lo tanto, exigían de la Real Hacien-da poder trabajar a crédito. En los años treinta se instauró un sistema de crédito colec-tivo mediante el cual todos los «azogueros» (es decir, los mineros en la terminología

284 HISTORIA DE AMÉRICA LATINA

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 284

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 13/22

imperante en Potosí) se hacían co responsables del pago de la deuda. De todos modos,el ritmo de producción de la mina huancavelicana fue siempre bastante errático, dan-do lugar a «huecos» en la provisión y, por lo tanto, en el ritmo de producción potosi-

no que dependía estrechamente de Huancavelica para su aprovisionamiento. Pese atodo, la producción de mercurio se fue incrementando en el curso del siglo XVIII y lle-gó casi a duplicar sus cantidades desde mediados de siglo. Además, desde esemomento, la presencia del mercurio llegado desde Almadén se fue reforzando, y ellose acentuaría desde la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776 y la apertu-ra legal del comercio atlántico desde el puerto de Buenos Aires dos años más tarde.Desde ese momento, la mayor parte del azogue utilizado en Potosí llegó desde Europa(Almadén e incluso el originario de las minas de Idria, Eslovenia) a través del puertode Buenos Aires.

Veamos ahora cómo funcionaba la mita durante el último siglo de dominacióncolonial. El sistema original establecido por el virrey Toledo en el siglo XVI ordenabaque los mitayos (en aquellos primeros momentos más de 14.000 individuos) debían

realizar sus mitas mediante un complejo sistema. La mita estaba compuesta por un«turno» de cuatro meses de obligación laboral compulsiva, es decir, de 16 semanas detrabajo forzado, pero, dado que no todos los mitayos podían estar trabajando duranteese lapso, se establecieron tres turnos (los «tercios») rotativos de una semana de tra-

 bajo compulsivo y dos semanas de trabajo libre; de esta forma se combinaba un tur-no de trabajo obligatorio, destinado en aquellos primeros tiempos al pago de la rentamonetaria de la encomienda y un período de trabajo voluntario, destinado a mantener 

 —parcialmente— al trabajador. Finalmente, la composición del año de trabajo paracada mitayo era la siguiente: 16 semanas de trabajo compulsivo y 32 semanas de tra-

 bajo libre.Este sistema original había sido alterado mucho en el transcurso del siglo XVII y

en el XVIII ya quedaba poco de él. Ante todo, las cantidades totales sufrieron una bajaconstante, siendo ya unos 12.000 en 1630, para pasar a unos 4.000 en la época delduque de la Palata y estabilizarse en una cifra algo superior a los 3.000 indígenas enel siglo XVIII. Pero la mayor alteración y la que iba a introducir la forma de explo-tación más dura de la fuerza de trabajo, tuvo que ver con la implantación del sistemade «tareas» en lugar del de la «jornada laboral». Este sistema eliminó en la práctica

 —ya que no en la legislación— la división original entre una semana de trabajo for-zado y dos de trabajo libre, pero, sobre todo, fue el que posibilitó que la minería po-tosina aumentara la cantidad de mineral procesado con un número de mitayos casiconstante durante toda la segunda mitad del siglo XVIII. Al incrementar el número decargas que se exigían de los apiris mediante el sistema de tareas (incremento que confrecuencia resultaba de alteraciones en el tamaño de los sacos en que los mitayosextraían el mineral), los azogueros obligaron a los mitayos a funcionar como trabaja-dores forzados durante casi todo el año que permanecían en Potosí; mas, no sólo a losmitayos, sino también a sus familias, que terminaban asumiendo en parte la obliga-ción para «llenar las tareas». De este modo, una porción sustancial del incremento delas cantidades de plata producida en las minas recayó sobre el trabajo desplegado por los mitayos y por sus familias durante el siglo XVIII (es decir, en última instancia,

 por la comunidad campesina indígena que los sostenía) y no fue el resultado de inno-vaciones tecnológicas de fondo. Todo ello se da en el marco de rendimientos en metalfino que había caído a casi una décima parte de los que imperaban a finales del si-

ECONOMÍA COLONIAL Y ECONOMÍA-MUNDO EN UN SIGLO DE EXPANSIÓN 285

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 285

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 14/22

glo XVI: de cincuenta marcos de plata pura por cajón, a una cifra que oscilaría entrelos cuatro y los ocho marcos también por cajón.

Como se ve, era una tecnología atrasada para las pautas de la época (a finales del si-

gloXVIII

casi todos los ingenios potosinos estaban, además, en manos de arrendatariosque poco interés tenían en mejorar esas condiciones) con rendimientos decrecientes quese acentuaron al final del período y con una tasa de sobreexplotación —(y autoexplo-tación campesina)—de la fuerza de trabajo indígena. Así, uno de los misterios (apa-rentes) de la continuidad de la actividad minera potosina se basaba —en gran parte— en costes empresariales muy bajos de reproducción de la fuerza de trabajo, y por lotanto, en un costo final de producción de la plata (mercancía, pero al mismo tiempomedida de todos los valores) más barato en relación con los europeos de la época. Ale-xander von Humboldt se había asombrado durante su visita a La Valenciana en Gua-najuato al comprobar que con una tecnología tan atrasada respecto a la de Himmelfs-fürst en Sajonia (el ilustrado ingeniero prusiano conocía muy bien esa mina, pero losdatos cuantitativos que expone en su obra están tomados aquí del libro de Abuisson

de Voisins sobre las minas de Freiberg) se podía producir plata de forma comparati-vamente más barata, ganando además el doble. ¿Qué hubiera dicho si hubiese descu-

 bierto las condiciones de producción en las minas de Potosí? Pero sigamos con nues-tra argumentación: ¿qué quiere decir en realidad que la plata tiene un coste de

 producción más bajo? Significa que la plata es más barata y que, por lo tanto, todaslas mercancías  —y en especial aquellas que han sido importadas desde Europa yAsia— son más caras; es decir, hacía falta más plata para adquirir las mismas mer-cancías. He aquí la explicación de una parte de misterio de la relación colonial y de

 por qué entraban a Europa más valores de los que salían para América.El panorama es idéntico si nos referimos a las mercancías que Europa importaba

desde los territorios coloniales. Si hablamos de la grana cochinilla, tendríamos que

mencionar los «repartos de mercancías» que constituían el sistema económico que posi- bilitó la continuidad de la producción de esa materia tintórea en la región de Oaxacaen Nueva España; y los «repartos de mercancías» son la manifestación de un sistemade comercialización que muy poco tiene que ver con los precios de mercado, consti-tuyendo en realidad una forma coactiva de circulación y de producción de mercancías.En otros casos (por ejemplo, el de los cueros rioplatenses), nos encontramos ante unaforma de producción de campesinos pastores y labradores que funcionan sobre todoa partir de la explotación de la fuerza de trabajo familiar. Otro tanto ocurre con los lla-mados «poquiteros», los productores del añil en la región centroamericana del actualSalvador, que constituye otra área de producción campesina. En todas estas situacio-nes, los productos destinados finalmente a la exportación eran adquiridos casi exclu-sivamente gracias un intercambio de mercancías; es decir, sin acudir al uso del circu-lante, que se asemeja mucho a formas coactivas de comercialización, con preciosinflados y aprovechando (o acentuándolo artificialmente) el aislamiento de las fami-lias campesinas productoras. ¿Y qué decir de la esclavitud imperante en los ingenioscubanos productores de azúcar o en las haciendas cacaoteras de los mantuanos enVenezuela?

Todo este complejo de formas productivas tan alejadas de cualquier cosa que seasemeje al «mercado libre», como la producción campesina de los poquiteros salva-doreños, la esclavitud de los africanos en Cuba o la producción indígena de grana enOaxaca a través de los repartimientos, revela las peculiares condiciones de producción

286 HISTORIA DE AMÉRICA LATINA

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 286

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 15/22

y los precios finales de intercambio de esas mercancías al entrar en contacto con aqué-llas, emisarias de los sistemas de producción más avanzados imperantes en Europa.He aquí, nuevamente, otro aspecto que contribuye a explicar el flujo constante de

valor entre la economía colonial y la metropolitana.

 El mercado interno colonial 

¿Durante el último siglo de dominación colonial, cambió el papel del mercado in-terno como elemento clave en la trama de intercambios que fundaba la relación entreAmérica y economía-mundo? En realidad, como veremos, si bien la penetración delas mercancías importadas era mayor, la gran rueda sobre la que giraba todo el siste-ma de intercambios seguía siendo el mercado interno. El problema más importante escómo mensurar el peso de la producción en el interior del espacio colonial en el con-

 junto de los intercambios.

Una fuente que posibilita un primer acercamiento al tema es la de las alcabalas, enespecial en su versión existente en las últimas décadas del siglo XVIII. Como es sabi-do, era un impuesto al consumo y a la circulación de mercancías que tuvo larga vidaen las colonias. Gracias a los trabajos de diversos investigadores, hoy contamos condatos de este tipo de fuente para varios centros de consumo de Nueva España y dePerú. Para Nueva España tenemos cifras referidas a la ciudad de México y sus recep-torías subalternas; se trata de la receptoría de alcabalas más importante de NuevaEspaña y muy probablemente de todo el Imperio español a finales del XVIII; además,es la ciudad más populosa de la América ibérica. Poseemos también datos sobre laciudad de Puebla, la segunda ciudad del México colonial y uno de los centros eco-nómicos relevantes de la época, si bien arrastraba desde hacía un siglo una situación

de marcado estancamiento. Otro centro urbano y minero de primer orden es Guana- juato, cabeza del área de producción argentífera más importante de toda América enla época. También Valladolid, un centro agrario y mercantil de relevancia en unaregión de gran dinamismo en el período considerado. Finalmente, una humilde villa

 provincial, la ciudad de Tepeaca, en el corazón de la meseta poblanotlaxcalteca, com- pleta este rico y variado panorama. Para el caso peruano, sólo contamos por ahora condos ejemplos. El primero es Cerro de Pasco, el centro minero más destacado de todoel Bajo Perú. El segundo es Potosí, que si bien ya no era la fabulosa ciudad de finalesdel siglo XVI, era indudablemente en esa época la cabeza del área minera más pro-ductiva del Alto Perú.

En una palabra, se trata de cinco ciudades novohispanas y de dos peruanas; es inte-resante señalar que todas las cifras se refieren a los años 1786-1798, el período rela-tivamente más estable en los últimos cuatro decenios de la época colonial. A efectoscomparativos, hemos agregado algunos datos para todas las receptorías de alcabalasde Nueva España para el año 1796. El cuadro 6.2 nos muestra los datos.

He aquí un primer elemento de juicio partiendo de los datos sin elaborar que nosdan las fuentes de alcabalas: el peso de las mercancías europeas en estos mercadosurbanos nunca alcanza el 50 por 100. Pero antes de proceder a analizar más de cercael carácter de las fuentes, las cifras de Nueva España pueden aportar aún otros ele-mentos para verificar la complejidad de las relaciones en las que se halla inmersa laeconomía colonial. Como vemos en los cinco ejemplos novohispanos, a medida que

ECONOMÍA COLONIAL Y ECONOMÍA-MUNDO EN UN SIGLO DE EXPANSIÓN 287

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 287

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 16/22

la ciudad pierde importancia, parece menos ligada a los mercados europeos e inter-coloniales (en el rubro «resto» hay un porcentaje variable de mercancías que provie-nen de China, Perú, Guatemala y Nueva Granada); es decir, es más ajena a los avata-res de la economía-mundo… Primera conclusión del material cuantitativo expuestohasta ahora: un mercado colonial sensible a los cambios de la economía-mundo,donde la presencia de las mercaderías europeas no alcanza nunca a la mitad del valor total de las operaciones y en el cual, a medida que nos vamos alejando de los centros ur-

 banos y mineros más destacados, se acentúa el papel jugado par la producción interna…Hasta ahora hemos hablado de diversas ciudades novohispanas y peruanas; ¿es

 posible contar con cifras que abarquen un conjunto mayor? En efecto, gracias a unafuente de carácter excepcional (producto de la aceitada burocracia de Nueva España

colonial) podemos presentar una evaluación para toda Nueva España (sin la ciudad deMéxico que tiene una administración propia). En este caso, en el año 1796, la parti-cipación de las mercancías europeas alcanza un porcentaje de alrededor del 28 por 100 del total de lo que ha pagado la alcabala durante ese año. Vemos aquí de qué modose ha achicado la participación de las mercancías de origen europeo. Si quisiéramoshacer una evaluación sumándole a estos datos las cifras de la Ciudad de México, esobvio que la presencia europea crecerá y llegaríamos probablemente a un porcentajeaproximado del 32 por 100 para toda Nueva España, la Ciudad de México incluida.Pero como sabemos, la fuente de las alcabalas es demasiado imperfecta para captar lacompleja trama de intercambios que constituye el mercado interno. Es indispensable,

 pues, exponer muy brevemente las limitaciones de la fuente y presentar, si las hubie-re, cifras alternativas y más completas.

Antes que nada, veamos rápidamente cuáles son las limitaciones que tiene estafuente, tanto en Nueva España como en Perú. Para Nueva España hay excepciones de

 personas y de cosas. Las primeras se refieren a dos importantísimos sectores de la vidaeconómica colonial: los indígenas, la Iglesia y los miembros de las órdenes eclesiás-ticas. Si bien no podemos entrar aquí en la complejidad de este problema es evidenteque estas excepciones tienen un peso enorme y falsean de forma visible los datos quehemos presentado. Tanto en el caso de los indígenas, como en el de los eclesiásticosy las instituciones ligadas a la Iglesia, nos hallamos ante dos sectores que han tenidoun peso apreciable en la vida económica de la colonia novohispana. Y no son meno-

288 HISTORIA DE AMÉRICA LATINA

CUADRO 6.2. PARTICIPACIÓN RELATIVA DE LAS MERCANCÍAS EUROPEAS, 1786-1798

 Europa (%) Resto (%)

Ciudad de México 46 54Puebla 36 64Guanajuato 33 67Valladolid 47 53Tepeaca 28 72Cerro de Pasco 45 55Potosí 44 56

FUENTES: Véase J. C. Garavaglia, El mercado interno colonial ; para Valladolid, J. Silva Riquer, El merca-

do interno novohispano a fines del siglo  XVIII .

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 288

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 17/22

res las excepciones de cosas. Tres son los productos exentos que mayor gravitacióntendrán en el mercado: el maíz, el pulque y el tabaco (sin tomar consideración a algu-nos otros como la grana cochinilla, cuya influencia está regionalmente limitada). El

maíz no paga la alcabala, casi sin excepciones; al menos nosotros conocemos conta-das y de poca importancia. En cuanto a los otros dos, el pulque tiene su propio im-

 puesto y no aparece contabilizado en la fuente de alcabalas; el tabaco, sometido en esaépoca al monopolio de la Corona, paga también un impuesto especial y su consumono se registra en las fuentes que hemos utilizado. Asimismo, todos los insumos mine-ros y los dedicados directamente a la producción agrícola tampoco pagan la alcabala.Para el caso de Perú, si bien aquí el estatus indígena parece ser diferente (se hallansometidos al pago de la alcabala, al menos en Potosí), las excepciones de cosas sonrelevantes. Las más destacadas son: «chuño», papas disecadas, «oca» cereal andino:Oxalis tuberosa, trigo, cebada, sal, vacas y, al igual que ocurre en Nueva España,todos aquellos artículos indispensables para el funcionamiento de la actividad mine-

ra. Si agregamos a este hecho el de que las más pequeñas y menudas operaciones no pagan la alcabala (en el caso novohispano, eran aquellas que no superaban el mediareal y no olvidemos que, por ejemplo, en la ciudad de México hay toda una categoríade tiendas de consumo orientadas hacia ese sector del mercado, como las describe unafuente de finales del siglo XVIII), también las frutas, las legumbres y los huevos sehallan exentos, tanto en México como en Perú. Además, dado que los inmuebles y susoperaciones se anotan generalmente en los rubros de efectos de la tierra o en el delviento, como es el caso de la ciudad capital del Virreinato novohispano, hace que losdos rubros aparezcan inflados, pues, evidentemente, las transacciones inmobiliariashabría que descontarlas del total. Asimismo, dos productos originarios de Europa des-tinados a la minería no pagan este impuesto (el hierro y el azogue).

El paso siguiente es examinar los dos casos que conocemos en los cuales se haintentado medir la dimensión del mercado interno, avanzando mucho más allá de lascifras aportadas par la fuente de alcabalas. Los datos los presentamos en el cuadro 6.3.

Como se puede ver, el panorama ha sufrido un cambio radical. Y debemos señalar que, en el caso de Tepeaca y por falta de datos, aún no hemos podido contabilizar el

 peso del consumo de tabaco, producto local, que haría descender aún más el porcen-taje de los efectos europeos. Asimismo, también para Tepeaca, hay que subrayar que,si bien hemos tenido en cuenta la producción indígena, la propia fuente que hemosusado para ese fin demuestra sin ambages que, en realidad, las cifras deberían ser mu-cho mayores y que la presencia indígena sería al menos el doble. Además, nada sabe-

ECONOMÍA COLONIAL Y ECONOMÍA-MUNDO EN UN SIGLO DE EXPANSIÓN 289

CUADRO 6.3. PARTICIPACIÓN DE EFECTOS EUROPEOS Y PESO DEL MERCADO INTERNO. TEPEACA

Y POTOSÍ, 1792 Y 1793

Según la fuente de alcabalas Cifras elaboradas

 Europa (%) Merc. interno (%) Europa (%) Merc. interno (%)

Tepeaca 28 72 12 88Potosí 45 55 24 76

FUENTE: Véase J. C. Garavaglia, El mercado interno colonial .

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 289

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 18/22

mos en la villa de Tepeaca acerca del peso de los productos traficados por eclesiás-ticos (en una región bastante célebre por el papel de la Iglesia en su vida social yeconómica), y desconocemos el monto de lo vendido en concepto de frutas, verduras,

huevos… Ahora nos hallamos ante una realidad mercantil en la que el peso de la pro-ducción interna es impresionante y, sin lugar a dudas, constituye la parte más impor-tante y decisiva de todos los intercambios realizados en el interior del espacio colo-nial. Una cifra meramente evaluativa para toda Nueva España en 1796 alcanzaría del80 al 85 por 100 del valor total de las mercancías entradas en el proceso de circu-lación… Y lo estamos subrayando porque dejamos totalmente de lado aquí la pro-ducción autoconsumida, cuyo peso debió de ser enorme si recordamos que hablamosde una economía predominantemente rural y campesina.

Ahora bien, una vez hecha esta constatación, de por sí relevante, es necesario pre-guntarse a renglón seguido si la participación de los productos de origen europeo,redimensionada ahora en este 15 o 20 por 100, es en realidad poco o mucho. Además,sería bueno saber cuál es su dinámica en el tiempo y si constituyó, en razón de su

composición, un elemento disruptivo en el mercado. Lamentablemente, no conoce-mos, con una sola excepción, muchos datos para saber cuál ha sida la dinámica tem-

 poral de esta presencia de las mercancías europeas. Una verdad generalmente acepta-da es que, a medida que transcurre el siglo XVIII la importancia de los productosllegados desde Europa es cada vez mayor. La única excepción, a la que hemos hechomención, se refiere al caso de Potosí. Gracias a un trabajo de Carlos Sempat Assa-dourian y comparando sus datos con los del estudio sobre Potosí que estamos utili-zando, sabemos que entre comienzos del siglo XVI y finales del XVIII, la participaciónde los productos importados ha ascendido en la Villa Imperial de un 9,5 a un 24 por 100. Lo que no es poco; pero asimismo, eso nos está mostrando la lentísima penetra-ción de las mercancías europeas, pues se trata de datos separados por un lapso de casi

dos siglos, entre 1603 y 1793. Recordemos, además, que uno de los productos quemás pesa en este caso es el azogue, enviado ahora desde Europa en lugar de hacerlodesde Huancavelica, como ocurría a principios del siglo XVI.

Para México, las cifras de Fonseca y Urrutia sobre las alcabalas del casco de laciudad capital y sus receptorías subalternas son asombrosamente estables durantetoda la segunda mitad del siglo XVIII. Si en los años 1791-1792, las fuentes de la Ad-ministración General de Alcabalas nos daban un 46 por 100 de efectos europeos, losdatos de Fonseca y Urrutia para todo el período 1754-1790 dan un porcentaje del46,64 por 100 y en los primeros cinco años de esa serie, o sea en el quinquenio 1754-1758, éste es del 46,16 por 100 (con un promedio anual entre el primer y el último delos quinquenios que no ha crecido excesivamente). Estamos frente a un fenómenode estabilidad muy acentuado y que probablemente debe de corresponder a una es-tructura de mercado consumidor de productos importados de Europa de un tipo pocoelástico. Así pues, la función de la ciudad de México, como centro consumidor yredistribuidor en el interior del espacio colonial de las mercancías importadas pareceno haber variado demasiado entre mediados y finales del siglo XVIII.

Ahora bien, es evidente que este comportamiento no puede hacerse extensivo alconjunto del mercado colonial. Todos los indicadores que hemos comentado acercadel comercio atlántico durante el siglo XVIII nos hablan de un crecimiento induda-

 ble del tráfico entre la América colonial y Europa. Y ello es lógico puesto que, a me-dida que aumenta la capacidad de compra de metales preciosos, cultivos tropicales

290 HISTORIA DE AMÉRICA LATINA

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 290

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 19/22

 —como el cacao— y nuevos productos, como es el caso del cuero vacuno, va cre-ciendo la presencia europea. Pero no olvidemos que el volumen de la producción que

 pasa por el mercado puede crecer de tal forma que, pese al incremento del tráfico

intercontinental, la participación relativa de los productos europeos en la masa totalde intercambios aumente sólo lentamente. Ahora bien, como hemos dicho, el proble-ma estriba no sólo en medir la participación de la producción europea desde el puntode vista cuantitativo, sino también en sopesar cualitativamente su papel en los mer-cados coloniales. Y aquí es donde, indudablemente, la presencia de esas mercancíasemisarias de formas productivas «más avanzadas» tuvo un carácter disruptivo eviden-te. Los ejemplos que conocemos acerca del papel de los textiles catalanes (o al menosllegados desde Cataluña) en la crisis de las artesanías de algodón en regiones tan ale-

 jadas y diversas (Puebla y Tlaxcala en Nueva España; Cochabamba en el Alto Perú; elnoroeste rioplatense) son bastante terminantes al respecto. La dura realidad del «pac-to colonial» termina dando al traste con estas experiencias artesanales urbanas y rura-les (como ocurría con los productos agrícolas que competían con los de la España

mediterránea en Cuyo —Río de la Plata— o en la región peruana de Arequipa). Loque resulta indudable es el crecimiento de la presencia de la producción peninsular enlos mercados americanos. Ahora las colonias no sólo eran una fuente (que pareceinagotable) de metal precioso y de recursos financieros, sino también un mercado.

Todo hace pensar que el mercado colonial tenía alguna importancia en el marcode la economía española y europea de la época. El hecho de suponer que la Corona ylas élites económicas y políticas metropolitanas —ya sea de los liberales gaditanos,como de los legitimistas más duros— se opusieron con las armas en la mano desde1810 al movimiento independentista hispanoamericano, sacrificando hombres y

recursos que no sobraban, meramente por deporte o por testarudos nos parece unaforma bastante poco sagaz de pensar un problema histórico. Alguna importancia ten-drían estas colonias a los ojos de los contemporáneos para que durante quince años seenviara gente a la muerte por intentar preservarlas. Así lo demuestra la percepción dela relación colonial que tenían personajes tan relevantes como Canga Argüelles y Gar-doqui, quienes, por las funciones que cumplían, estaban obligados a un conocimien-to adecuado del papel del intercambio colonial en el contexto de la economía espa-ñola de aquellos años. Y un poco más tarde, cuando resultó evidente que Gran Bretañaaspiraba a reemplazar a España en la provisión del mercado americano, sus cabezasdirigentes parecían también apreciar esta cuestión con bastante claridad. Si no, habríaque pensar que las guerras coloniales (y no nos referimos sólo a las que se originaronen el proceso de independencia de Iberoamérica) están motivadas únicamente por laincapacidad de los hombres para entender en qué mundo viven y por su perseverantevoluntad de ejercer el mal sin razón.

ECONOMÍA COLONIAL Y ECONOMÍA-MUNDO EN UN SIGLO DE EXPANSIÓN 291

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 291

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 20/22

BIBLIOGRAFÍA

 Fuentes

Aubuisson de Voisins, J.-F., d’, Des Mines de Freiberg en Saxe et de leur exploitation, P. P. Wolf,Leipzig, 1802.

Alonso Barba, A., Arte de los metales en que se enseña el verdadero beneficio de los de oro y

 plata por açogue. El modo de fundirlos todos y como se han de refinar y apartar vnos de

otros, Imprenta del Reyno, Madrid, 1640.Canga Argüelles, J.,  Diccionario de Hacienda (1827-1828), BAE, vol. 210, Atlas, Madrid,

1968.Fonseca, F. de, y C. de Urrutia, Historia general de la Real Hacienda, Imprenta de Vicente Gar-

cía Torres, México, 1849.Humboldt, A. de,  Ensayo político sobre el reino de la Nueva España (1807-1811), Porrúa,

México, 1978.Lerdo de Texada, M., Comercio esterior de México, desde la conquista hasta hoy, Impreso por 

R. Rafael, México, 1853.

 Bibliografía

Arduz Eguía, G.,  Ensayos sobre la historia de la minería alto-peruana, Editorial Paraninfo,Madrid, 1985.

Assadourian, C. S., «La producción de la mercancía dinero en la formación del mercado inter-no colonial. El caso del espacio peruano, siglo XVI», en E. Florescano, ed., Ensayos sobre

el desarrollo económico de México y América Latina (1500-1975), FCE, México, 1979.

Bakewell, P., Mineros de la montaña roja. El trabajo de los indios en Potosí, 1545-1650, Alian-za, Madrid, 1989.Bernal, A. M., ed., Dinero, moneda y crédito en la monarquía hispánica, Marcial Pons-Funda-

ción Ico, Madrid, 2000.Bonilla, H., ed., El sistema colonial en la América española, Crítica, Barcelona, 1991.Colmenares, G., «La formación de la economía colonial (1740-1810)», en J. A. Ocampo,  His-

toria económica de Colombia.Crouzet, F., Histoire économique européenne, 1000-2000, Albin Michel, París, 2000.Cuenca Esteban, J., «Statistics of Spain’s Colonial Trade, 1792-1820: Consular Duties, Cargo

Inventories, and Balances of Trade», HAHR, 61(3), 1981.Fisher, J., «Commerce and Imperial Decline: Spanish Trade with Spanish America: 1797-

1820», JLAS , 30(3), 1998. —, «Imperial “Free Trade” and the Hispanic Economy, 1778-1796», JLAS , 13(1), 1981.

 —, «The Imperial Response to “Free Trade”: Spanish Imports from Spanish America, 1778-1796», JLAS , 17(1), 1985.

Fontana, J., La quiebra de la monarquía absoluta, Crítica, Barcelona, edición de 2000.Fradera, J. M., «La experiencia colonial europea del siglo XIX (Una aproximación al debate

sobre los costes y beneficios del colonialismo europeo)», en Gobernar colonias, Penínsu-la, Barcelona, 1999.

Garavaglia, J. C., «El mercado interno colonial a fines del siglo XVIII: México y el Perú», enH. Bonilla, ed., El sistema colonial en la América española, Crítica, Barcelona, 1991.

Garavaglia, J. C., y J. C. Grosso, La región de Puebla y la economía novohispana. Las alcaba-

las en la Nueva España, 1776-1821, BUAP-Instituto Mora, Puebla-México, 1996.

292 HISTORIA DE AMÉRICA LATINA

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 292

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 21/22

Jaramillo Uribe, J., «La economía del Virreinato (1740-1810)», en J. A. Ocampo, Historia eco-

nómica de Colombia.Klein, H., «Las economías de Nueva España y Perú: 1780-1809, una visión a partir de las cajas

reales», en H. Bonilla, ed., El sistema colonial en la América española, Crítica, Barcelona,1991.

Klein, H., «Origin and volume of remission of royal tax revenues from the Viceroyalties of Peruand Nueva España», en A. M. Bernal, ed., Dinero, moneda y crédito en la monarquía his-

 pánica.Llopis Agelán, E., «Expansión, reformismo y obstáculos al crecimiento (1715-1789)», en

F. Comín, M. Hernández y E. Llopis, Historia económica de España, siglos  X - XX , Crítica,Barcelona, 2002.

Marichal, C., La bancarrota del Virreinato, Nueva España y las finanzas del Imperio español,

1780-1810, El Colegio de México, FCE, México, 1999.Marichal, C., y M. Souto Mantecon, «Silver and Situados: New Spain and the Financing of the

Spanish Empire in the Caribbean in the Eighteenth Century», HAHR, 74(4), 1994.Marichal, C., y D. Marino, eds.,  De colonia a nación. Impuestos y política en México, 1750-

1860, El Colegio de México, México, 2001.Marcos Martín, A.,  España en los siglos  XVI  ,  XVII  y  XVIII . Economía y sociedad , Crítica-Caja

Duero, Barcelona, 2000.Mira Delli-Zotti, G., «El Real Banco de San Carlos de Potosí y la minería altoperuana colonial.

1779-1825», en J. Sánchez Gómez, G. Mira Delli-Zotti y R. Dobado, R., La savia del Impe-

rio. Tres estudios de economía colonial, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca,1997.

 —, «Plata y tecnología en la América española del siglo XVIII. Una aproximación a los cambios productivos bajo la Ilustración», en A. Lafuente y J. Sala Catalá, eds., Ciencia colonial en

 América, Alianza Universidad, Madrid, 1992.O’Brien, P., «European Economic Development: The Contribution of the Periphery», The  Eco-

nomic History Review, nueva serie, 35(1), 1982.

Prados de la Escosura, L., De Imperio a nación: crecimiento y atraso económico en España,1780-1930, Alianza, Madrid, 1988.Silva Riquer, J., «El mercado interno novohispano a fines del siglo XVIII. El caso de Michoa-

cán», en M. Menegus Bornemann,  Dos décadas de investigación en historia económica

comparada en América Latina, Homenaje a Carlos Sempat Assadourian, El Colegio deMéxico-CIESAS-Instituto Mora-UNAM, México, 1999.

Tandeter, E., Coacción y mercado. La minería de la plata en el Potosí colonial, 1692-1826 ,Sudamericana, Buenos Aires, 1992

Te Paske, J., y H. Klein, Royal Treasuries of the Spanish Empire in America, 3 vols., Duke Uni-versity Press, Durham, 1982.

ECONOMÍA COLONIAL Y ECONOMÍA-MUNDO EN UN SIGLO DE EXPANSIÓN 293

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 293

7/21/2019 VOL.II.CAP.6.ECONOMIA_COLONIAL-MUNDO.pdf

http://slidepdf.com/reader/full/voliicap6economiacolonial-mundopdf 22/22

américa.2.06 11/5/05 12:13 Página 294