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VIIL- PRECIOS E INFLACION

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EL TRIÁNGULO PERVERSO: INFLACIÓN,

DEVALUACIÓN Y DÉFICIT FISCAL

En el marco de la celebración del aniversario número 54 de la Facultadde Ciencias Económicas y Sociales de la UCV (FACES), coincidente conla Semana del Economista (día central el 17de noviembre), se realizó unarueda de prensa, en la cual participaron, junto con el Decano y otras auto­ridades de las FACES, los profesores Trino Alcides Díaz (ex rector deAdministración de la UCV) y Domingo Maza Zavala, autor de esta sec­ción. Se presentó como exposición de base un conjunto de reflexiones einformaciones sobre tres fenómenos interrelacionados: la inflación, la de­valuación y el déficit fiscal, que' conforman lo que se denominó en dichareunión un Triángulo Perverso, en el sentido de que las tres variables ex­presan graves desequilibrios económicos del país, con elevada repercusiónsocial y política, y se refuerzan entre sí, de modo que las corrientes econó­micas están como atrapadas en ese circuito triangular y mantienen la si­tuación de crisis, aunque no son los factores de ésta, sino sus mecanismospropagadores.

Declaración de la FACES-UCV

La institución interpreta el significado del aniversario de su creación(noviembre de 1938) "como una nueva oportunidad para reiterar la impor­tancia de sus diversas disciplinas académicas en la forjación de recursosprofesionales para el desarrollo. Es también propicio este nuevo aniversa­rio para declarar que el desafio que comporta la crisis global del país, conla generación de profundos desequilibrios y la evidencia de persistentessignos de inestabilidad, convoca a una reflexión creativa que aporte las

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luces y razones para la construcción de alternativas de desarrollo a tonocon los auténticos intereses nacionales".

La Universidad, como un todo, y sus dependencias docentes, de investi­gación y extensión, están empeñadas en la búsqueda de nuevos caminospara la transformación integral del país, que, lejos de afectar negativamen­te a las mayorías sociales, beneficie a todos, equitativamente, a la par quepermita la movilización de todas las energías productivas y creativas enprocura del fortalecimiento equilibrado y progresivo de las bases materia­les de la sociedad y del desarrollo integral del ser humano. Esta podriaconstituir una contribución esencial para la solución de la crisis y la aper­tura a una realidad superior.

La Interdependencia de los Fenómenos.

Inflación, devaluación y déficit fiscal constituyen una tríada que gravitaprofundamente sobre la sociedad venezolana. El déficit fiscal alimenta ypropaga la inflación; ésta, a su vez, alimenta a la devaluación del signomonetario; ambas se refuerzan para ensanchar la brecha fiscal.Ilusoriamente, el gobierno pretende que la devaluación le proporciona re­cursos fiscales, cuando en verdad le hace incurrir a él y al país en pérdidade poder adquisitivo y deterioro real de la capacidad de gestión. En unaeconomía importadora, como la nuestra, el mayor costo en bolívares de losbienes y servicios importados (y del servicio de la deuda externa) incide enel aumento de los costos de producción y operación en el país y, por ende,en el alza de precios, sin propiciar condiciones favorables para la produc­ción sustitutiva de importaciones y poco para el impulso a exportacionesno tradicionales. La inflación hace perder competitividad a la economía ygenera mecanismos perversos de distribución injusta del ingreso y la ri­queza. El mayor gasto público, en un escenario devaluacionista e inflacio­nario, no se manifiesta en mayor contribución real del Estado al desarrollodel país y al bienestar social y, por el contrario, aumenta la carga de deudaque pesa sobre el presente y el futuro.

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Algunas Cifras Ilustrativas

La inflación se mantiene en elevados niveles, no obstante la política deajuste y estabilización que el gobierno practica desde 1989. En el año ini­cial del periodo la inflación se cifró en 81 por ciento; en 1990, en 37 porciento; en 1991, en 31 por ciento; en 1992, según los índices acumuladoshasta octubre inclusive, no bajará de 33 por ciento. En los cuatro años, lainflación acumulada es del orden de 180 por ciento.

La devaluación del bolívar ha seguido un curso absoluta y relativamen­te ascendente en el período considerado: en 1989, un 40 por ciento; en1990 de 15 por ciento; en 1991, de 20 por ciento y en 1992, de 25 porciento; en todo el período, una devaluación acumulada de 120 por ciento.La intervención del Banco Central -directamente como operador en divi­sas, indirectamente como regulador de la liquidez monetaria- ha resultadosólo en un freno débil a la devaluación; mientras que, por otra parte, elFisco Nacional ha percibido beneficios nominales del alza del tipo de cam­bio (extraer de una determinada cantidad de divisas petroleras una mayorcantidad de bolívares).

Las importaciones han venido aumentando aceleradamente los últimosaños, no obstante el mayor precio del dólar; un incremento de 22 porciento en 1990, de 34 por ciento en 1991 y de 26 por ciento el presente año,para alcanzar, estimativamente, a US$ 12.000 millones. Al efecto restric­tivo del mayor tipo de cambio se han opuesto el abatimiento de la barreraaduanera (de un tope de 80 por ciento a uno de 15 por ciento efectivo) y eldéficit fiscal.

La brecha entre los ingresos ordinarios del Fisco Nacional y los gastosacordados del Presupuesto se ha venido ensanchando en estos años delajuste macroeconómico. En 1992, particularmente, esa brecha se calculaen alrededor de Bs. 300.000 millones, un 35 por ciento del presupuesto yun 8 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI). La brecha persistirápara el próximo ejercicio fiscal y se pretende cubrirla con nuevos impues­tos (ventas y activos empresariales), cuyo producido fiscal se estima enalrededor de Bs. 170.000 millones (sin descontar la evasión tributaria y elefecto de implantación, es decir, que debe transcurrir un tiempo antes quelos Impuestos creados permitan recaudaciones sustanciales). Siempre ha-

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brá un déficitdelordendeBs. 120.000 millones, quese proyectafinanciarcon deuda pública de corto y mediano plazo (principalmente letras delTesoro,cuyo costo financiero actual está entre45 y 50 por ciento),

Les Rnfces Estructurmes de los Fenómenos,

Sin duda,estosproblemas tienen características estructurales y se com­plicancon las contingencias y losefectos de lacoyunturaeconómica. Paraenfrentarla inflación hayquecorregir eldesequilibrio básico, entrela ofertareal de producción nacional de bienes y servicios de consumo generaly sudemanda; así comotambién la reorganización del mercado, deformado eintervenido por las combinaciones de podermonopólico y oligopólico, porla especulación, por la ausencia de mecanismos autorreguladores yestabilizadores, por la falta de información de los consumidores y por ladeficiencia de los canales de mercadeo, entreotros factores. Desdeluego,entre los mecanismos propagadores dela inflación, hay que corregir losdesequilibrios fiscal y monetario, interdependientes, y para ello; llevaradelante la reforma integral del Estado, anular el clientelismo partidista,combatira fondo la malversación y la corrupción, hacereficiente la admi­nistracióntributaria, reorganizar el régimen impositivo (el margen poten­cial de tributación en Venezuela, no aprovechado, equivale a un 12 porciento del PBI; pero este aprovechamiento tiene que hacerse gravandoefectivamente a los contribuyentes de mayores ingresos, sin afectar losniveles de ahorro e inversión), definir los espacios económicos del Estadoy de los particulares, entreotros propósitos.

Si se lograra una racionalización de las finanzas públicasy una disci­plina monetaria orgánica, junto conel impulso a la producción y la inver­sión real de bienes y servicios de evidente necesidad, el bolívaradquiriríasu valor objetivo y la inflación podría reducirse a urt dígito, como en elpasado. Habría que indicartambién el requerimiento de una eficiente ad­m.inistración de divisas, mediante un presupuesto ajustadoa los ingresos ylas necesidades reales de pago al exterior, preservando un nivel prudentede reservas internacionales.

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El Gasto Público por Habitante

En términos de población y de dólares corrientes de EE.UU., el gastopúblicodelgobiernocentral ha venido descendiendo desde 1981 hasta 1991 :en el primero de estos años el gasto público por habitante, limitado algobiernocentral, fue de USS 1.108; en los años sucesivosse registra unadisminucióny en 1991 se sitúa en USS 421, es decir, alrededor de un 40por ciento del que había sido en 1981. Dos variables confonnan este mo­vimiento: el crecimiento de la población, de un 2,8 por ciento anual enpromedio; y el aumentodel tipodecambio,que de Bs. 4,30 por un dólar seelevóa Bs. 65. La comparacióninternacional implica,por tanto, un gravedeteriorode la capacidad de gestióngubernamental en términosde su gas­to, no obstante el aumentoespectaculardelgasto en bolívaresnominalesocorrientes.

El Precio Real de Petróleo

Otro indicador de la potencialidad fiscal en Venezuela es el precio delpetróleoen términos reales,en este caso en dólaresde 1973(antesdel augeextraordinario de 1974-77): enel año base,o sea 1973,dichoprecio fue deUSS 3,71 el barril proniedio; en 1974subió a USS8,62; luegodesciendehasta USS7,19 en 1978;se recuperaen 1979,cuandose cifró en USS9,34y siguióascendiendo hasta USS 12,67 en 1981; desde entonces se iniciaun movimiento casi continuo de descenso, fluctuante, hasta situarse enUSS 5,38 estimativamente en 1992. Este último precio real es sensible­mente inferioral obtenidoen 1974.La caída del preciodel petróleo puedecontribuir a explicar la contracción real de nuestra economía que siguebasada en la explotaciónde petróleo.

El Servicio de la Deuda Externa.

Laproyeccióndel serviciode la deudaexternadel país, pública y priva­da, en el período 1992-1996hechapor c1lnstitutode Investigaciones Eco­nómicas de la UCAB, según modelo econométrico elaborado por ese cen­tro cientifico,permiteapreciar cómodichoserviciose eleva de US$ 3.500millones en 1992a US$ 4.100 millones en 1996, lo que puedeobservarse

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con detalle en el cuadro anexo. En cuanto a la deuda pública, estimada enUS "30.000 millones el presente año, montará a US$ 28.300 millones en1996, lo que indica una disminución neta de US$ 1.700 millones en elperíodo de referencia. La deuda privada, por su parte, estimada en US $3.400 millones este año, se reducirá a US $ 2.800 millones en 1996, unareducción de US $ 600 millones.

El Aumento del Costo de la Cesta Normativa de Alimentos.

Cálculos del Instituto Nacional de Nutrición (División de Planeamientoy Estadística) permiten apreciar el aumento sufrido por el costo de la cestanormativa de alimentos por familia tipo de cinco miembros entre 1980 y elpresente año. Entre los alimentos que componen la cesta se encuentran:aceite, arroz, azúcar, huevos, leche en polvo, pastas de trigo, pescado,pollo, sardinas y queso blanco.

Entre 1980 Y1984 la cesta de alimentos considerada sufrió un aumentode costo en el orden de 127 por ciento; entre 1984 y 1988 dicho aumentofue del orden de 207 por ciento; entre 19fs8 y 1992 este incremento ha sidode 456 por ciento; comparando el costo de la cesta en este año con el de1984 se aprecia un aumento del orden de 947 por ciento, es decir se multi­plicó por más de nueve.

En el período 1984-92 el salario mínimo urbano aumentó, en términosmonetarios corrientes, de Bs. 1.250 a Bs. 9.000 mensuales, es decir en 620por ciento, en comparación con el 947 por ciento en que aumentó el costode la cesta normativa alimentaria, lo que permite apreciar un rezago sus­tancial de dicho salario con respecto al costo básico de alimentos.

En el lapso transcurrido del presente año el costo de la cesta básicaalimentaria se elevó de Bs. 9.100 en enero a Bs. 10.839 en octubre, mien­tras que el salario mínimo urbano no varió de Bs. 9.000. Probablementepara el cierre del año dicho costo llegará a Bs. 11.500, una diferencia deBs. 2.500 con respecto al salario mínimo. En este caso la referencia es dela cesta básica concertada (relativamente estabilizada) que incluye par­cialmente la ingesta familiar normativa.

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Las Tasas Reales de Interés

El alza pronunciada de las tasasnominales de interés los últimos meses,sobre todo a partir de octubre, en comparación con la tasa estimada deinflación, determina que las tasas reales de interés (diferencia entre lasnominales y la inflación) sean extraordinariamente elevadas. En efecto, elpromedio de las tasas nominales activas (sobre colocaciones y créditos) esde 46 por ciento, mientras que la inflación estimada es de 33 por ciento,una diferencia de 13 puntos porcentuales. El promedio de las tasas pasi­vas (sobre ahorros) es de 38 por ciento, una diferencia de 5 puntos porcen­tuales sobre la inflación. El margen entre las tasas nominales de interés yla inflación es insostenible y permite esperar un pronto reajuste.

"Revista Bohemia".-Caracas, 14 al 20 de diciembre de 1992; pp. 32-34

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LA INFLACION CONCERTADA

Tengo entendido que el 30 de junio corriente se cumple el plazo de 30días fijado para la suscripción fonnai de un Compromiso Antiinflacionario.El 29/5/95 fue firmada una declaración de intención del gobierno, las ins­titucionesy sectores representativos del país para la celebración del com­promiso mencionado. Sin embargo, se han publicado «intenciones» de so­licitar una prórroga de la fecha de celebración de ese compromiso, en ra­zón de que faltan preparativos y dispositivos para que el punto de partidade éste sea promisorio del éxito que se espera. La prórroga que supuesta­mente se solicitaría puede interpretarse como un estado de conciencia so­bre la seriedad de las obligaciones que se asumirán y sobre la complejidadde la propia materia de la concertación, es decir, de la lucha organizadacontra la inflación.

Nadie razonablemente puede imaginarse que la inflación vaya adesaparecer en el corto plazo. Lo que se persigue es la conquista demetas sucesivas que vayan señalando la reducción del impulso inflaciona­rio, hasta un nivel tolerable o asimilable dentro de la racionalidad econó­mico/social. Este año podria llegarse a una meta -regresiva- de un 40 ó 45por ciento, a registrar en la variación del Indice de Precios al Consumidora nivel nacional. El próximo año la meta posiblemente sería de 20 ó 25 porciento. Se descarta, por tanto, un tratamiento "de choque", como se haaplicado en otros países, para reducir la inflación en· breve tiempo a lacifra de un dígito. La concertación implica, desde luego, la aceptación dela viabilidad de las metas antiinflacionarias previsibles y la disposición acontribuir, cada uno en su campo y circunstancia, a la realización de esasmetas. La concertación no es una actitud pasiva, no puede serlo; exigeacciones concretas, específicas, programadas de todos los participantes.exige. además, un seguimiento efectivo de las acciones. medidas, políticas

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y providencias para el vencimiento de la inflación, una supervisión eficazy, estimo yo, el establecimiento de sancionesa quienes incumplan el com­promiso. Deno ser así se trataría de sólo una intención, una de tantas a lasque se tiene acostumbrado al país para calmar la angustia, cuando no paraengañar y defraudar la buena fe del colectivo.

No se debe entender que el gobierno sea el único responsable de estagestión; es el principal responsable, el factor de mayor poder, el líder de laacción, pero tambi~ son responsables los empresarios, los trabajadores,las organizacionesde la sociedadcivil, los consumidores, los partidos po­líticos, los diferentesórganosdel Estado, los cuerpos asesores públicos, ensuma la Nación comouna totalidad activa. Los grandes problemas que nosagobian como sociedadnacional, los padecimientos que afectan, de una uotra manera, a todos los venezolanos, la reconstitución de un destino quenos identifique como país, la voluntad de superar la crisis histórica queamenazaconelcolapsoeconómico, financiero, fiscal,social,cultural, moral,institucional, todo ello es deber insoslayablede quienes dirigen, conducen,administran, orientan, ejecutan, trabajan, luchan, sueñan y viven en estaépoca, que sólo tienecomoprecedente la lucha por la independencia nacio­nal, la creación de la república, la inscripción que conquistamos en lacomunidad de las naciones libres y soberanas del mundo hace poco menosde dos siglos. No es simple retórica patriotera, sino conciencia de la nece­sidad de rescatar al país de la situaciónen queestá sumergidoy bajo riesgode liquidación.

Alguien podria extrañarse de que interprete la lucha contra la inflacióncomo un compromiso de salvación nacional. En mi opinión, el fenómenoinflacionarioexpresa, en proyección trascendente, la profundidady la com­plejidadde la crisis. La simplezade los conceptosha convencidoa algunosde que el remedio es unidemensional: basta con suprimir el déficit fiscal,con enjugar el excedente de liquidez monetaria, de sujetar la emisión dedinero a la disponibilidad de una reserva de oro y divisas, con decretar elretomo a la libre convertibilidad del bolívar y la remociónde los controleseconómicos; con esas medidas, se pretendeabatir o erradicar la inflación.No niego que cada una de ellas, en su oportunidad y circunstancia, puedecontribuir a ese objetivo;pero la lucha antiinflacionaria tiene que ser inte­gral, en distintos pero interrelacionados frentes; el de la circulación (mone­da, crédito, finanzas públicas y privadas, cambio, organizacióndel merca­do); el de la producción, el de la inversión, el del empleo, el del consumo,el del abastecimientode bienesesenciales, el de los servicios, el de la segu-

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ridad personal y de los bienes, entre los principales. Hay que reactivar,consolidar y fortalecer la capacidad productiva; hay que recuperar el po­der adquisitivo real de la mayoria; hay que reducir sustancialmente el índi­ce de desempleo y de subempleo; hay que devolver al bolívar su valortradicional; hay que rescatar los servicios de salud; hay que levantar laeducación de su estancamiento, hay que recrear a la seguridad social. Todoesto y más está explícito o implícito en la lucha contra la inflación. Quienesapuestan al fracasodel compromiso antiinf1acionario para colocar al gobier­no y al país ante la supuesta inevitabilidad de soluciones monetaristas olibrecambistas de una simplicidad dogmática, ponen en evidencia la ante­posición de sus intereses específicosal interés colectivo; o están obnubiladospor la prédica de las recetas mágicas, automáticas, que ignoran la variablefundamental de los procesos económicos y sociales; precisamente el serhumano.

"El Nacional"> Caracas, 28 de junio de 1995; p. A-4

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EL SUPUESTO CONTROL DE PRECIOS

En varias ocasiones he afirmado que, en verdad, no existe en el país uncontrol oficial de precios. Tampoco existe actualmente -no ha existido du­rante los trece meses del control de cambios, oí antes- un control de impor­taciones. La administración del régimen cambiario, que puede ser definí­do, más que como un control, como un conjunto de restricciones a la liber­tad de cambio, ha adolecido de la ausencia de mecanismos auxiliares encuanto a importaciones y precios, principalmente. Ha sido -y es- un régi­men aislado, inmerso en un cuadro inflacionario y en una situación en quela inclinación a importar y a gastar en el exterior ha cobrado impulso.Dificilmente, en estas circunstancias, la política cambiarla puede tener éxito.

Se le atribuyen al régimen cambiario de restricciones facultades y al­cances que no tiene. Puede contribuir, como lo ha hecho, a lograr algunosobjetivos importantes: a la preservación de un nivel de reservas monetariasinternacionales que pueda considerarse como un elemento de seguridadeconómica para el país; a la moderación del ritmo inflacionario, en cuantodependa de un tipo de cambio nominal fijo y único; a la modificación de laconducta económica en el sentido de la apreciación de la escasez de unbien especial, como es la divisa; al desarrollo de una conciencia de la opor­tunidad: elegir lo más necesario y postergar lo accesorio. No debenatribuirsele al régimen cambiario virtudes que no tiene: abatir la inflación,por ejemplo, ya que este fenómeno es causado por múltiples factores. Porcierto, no ha ocurrido lo que se temía (y algunos siguen sosteniendo): undesabastecimiento del mercado interno en bienes esenciales, de produccióny consumo. La declinación de la actividad económica -en 1995, segúndiferentes estimaciones el PBI será menor en menos de 1 por ciento al delaño pasado, y hay que recordar que en 1994 la caída del producto fue dealgo más del 3 por ciento- no se debe a restricciones en la importación de

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insumos y equipos, ya que estas restricciones no han existido ni existen.Ninguna solicitud de autorización de divisas para importar tales bienesesenciales -y también para los no esenciales- ha sido negada si ha cumpli­do la normativa cambiaria, que es sencilla.

Mi propósito en este artículo es hacer algunas consideraciones sobre laposibilidad de una estabilización de los precios de los bienes y servicios.En este momento las expectativas inflacionarias se han acentuado, comoconsecuencia, entre otros hechos, del virtual fracaso del proyectado com­promiso antiinflacionario. Esta contingencia no debe desalentar a quienes,de buena fe, procuran la cooperación de los distintos agentes económicos,sociales e institucionales, para lograr un modus vivendi, una manera decompartir sacrificios y de moderar intereses para situar el problema de losprecios en un terreno relativamente firme. El Ministro de Fomento ha de­clarado que se intenta un nuevo mecanismo de estabilización, ya no a nivelsectorial sino por las llamadas cadenas de producción. Identificar esascadenas aparentemente es fácil, pero estimo que tiene dificultades. Lascadenas no están aisladas entre sí: existe un principio elemental de econo­mía, que es la interdependencia general de los precios -y de las otras varia­bles económicas- que hay que tener en cuenta. Sin embargo, creo que elmétodo de las cadenas de producción (y de mercadeo) podría tener algúnéxito si concurren los factores y actores que participan de aquéllas.

Hace bastante tiempo que afirmé que la administración pública venezo­lana no está en capacidad de hacer funcionar un control de precios conaceptable eficacia. Se requiere una base técnica eficiente, para el análisisde costos y beneficios, tanto en los márgenes de producción como en los decomercialización. La información que recibe la administración pública enesta materia casi siempre es insincera o se presta poco para un verdaderoanálisis. La fijación de precios resulta, en esta situación, distorsionantecon respecto a la dinámica de producción o con respecto a la realidad delmercado: procede de criterios más o menos arbitrarios, o de un arreglo deintereses o de una decisión política. Por ello siempre he sido partidario delos acuerdos de estabilización, en base de metas de variación de preciossujetas a seguimiento y modificación. Para que esto sea viable -y no unasimple postura- cada participante del acuerdo debe ser auténticamente re­presentativo, es decir, tener la autoridad efectiva en su campo, institución,rama o sector, para hacer cumplir las metas acordadas. Hago referencia deque Fedeagro -en la palabra de Hiram Gaviria- ofreció formalmente situarlos niveles de precios de los productos del campo por debajo de la tasa de

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inflación. Perohay un ampliosector informal de la economía que tiene supropio comportamiento, al margen de instituciones y compromisos.

No cejo en mi empeño de sostener que las actuaciones aisladas, laspolíticasparcialesnocoordinadas, las medidas casuísticas, los programasno incorporados en una estrategiaglobaly orgánica, tienen escasa eficaciay más biencontribuyen a acentuarlosdesequilibrios y a agudizar los pro­blemas. Una regulación de precios -por vía de un control administrativo opor acuerdode losfactores y actores-como mecanismo aisladotieneesca­sas posibilidades defuncionamiento y limitada perspectiva. Lomismo debodecir de otros controles, el de cambio inclusive, que podrían ser eficacescomopiezasde un sistemaintegrado de accióneconómica; pero comopie­zas sueltas, sujetasa una supuestadinámica propia, sólopueden tener,enel mejorde los casos, un resultado positivo escasoy precario.

"El Nacional".- Caracas, 30 de Agosto de 1995; p. A-4

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LA CULTURA INFLACIONARIA

La cultura es definida en su sentido más genérico y comprensivo, comoun modo de ser, de vivir, de actuar, de comportarse de una colectividad.Las costumbres, los hábitos, las actitudes, las formas de vivir, de trabajar,de consumir, de ahorrar, de recrearse, de relacionarse con la naturaleza, deprocurar la cura de las enfermedades, de constituir la familia, de expresarsolidaridad y de comunicarse, entre otros aspectos, son manifestaciones dela cultura. En el orden superior, desde luego, hay que considerar las expre­siones del arte, de las letras, de las creencias filosóficas y religiosas, delderecho, de la conciencia ética y los valores sociales. Tradiciones, viven­cias, experiencias asimiladas en largos periodos, el legado de los mayores,la presencia del pasado, la autoestima histórica, son vertientes de la cultu­ra. y también la influencia de los estilos de vida de otras colectividades, laincorporación de elementos considerados paradigmáticos o carismáticosde otras culturas a las que se les tiene por superiores en alguna forma,contribuyen a moldear la propia cultura. No pretendo, por supuesto, ana­lizar el tema de la cultura, sino situar en un contexto ilustrativo el objetode este artículo, que es el comportamiento de los venezolanos ante un fenó­meno incisivo como es la inflación.

Situaciones, factores, realidades, calamidades, determinan comporta­mientos humanos, de individuos y grupos, que tienden a persistir, a multi­plicarse, a reproducirse hasta llegar a ser característicos. Se habla de lacultura de la pobreza, de la cultura de la violencia, de la cultura del atraso,para caracterizar situaciones de cierto modo patológicas cuyo factor do­minante es, respectivamente, la pobreza, la violencia, el atraso. En eseorden de ideas puede hablarse de la cultura de la inflación, si se consideraque este fenómeno no es transitorio, no es coyuntural, no es accidental sinopersistente, autosostenible, de suficiente importancia como para generar

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formas de conducta, actitudes, hábitos, adaptaciones en los estilos de vida,previsionesy ajustes en los nivelesy la calidadde vida. En el pasado, hastaépoca reciente, existieron en la AméricaLatina procesos inflacionarios delarga duración que se caracterizaron como estructurales. Las colectivida­des de los países que padecieronesa dolenciageneraron elementoscultura­les que les permitieronconvivircon el fenómeno. Cada país sometidoa esaexperiencia encontró la manera de administrar los desequilibrios que, ensu conjunto, determinan la inflación. En la actualidad, al parecer, han lo­grado vencer al demonioy comenzar a vivir una nueva etapa de su histo­ria, aunque el demonio persiste bajo otras figuras: el desempleo, la des­igualdad socioeconómica, el déficitcomercialy la amenaza de la emergen­cia inflacionaria. El mundo de hoy se mueve entre dos riesgos: el de larecesión y el de la inflación.

En Venezuela, la experiencia de la inflación es reciente. En la historiacontemporánea del país, hasta la década de los 70, no tuvimos movimien­tos de alza de precios pronunciados, en algunas contingencias los preciossubieron en proporciones extraordinarias pero nunca más allá de los lími­tes manejables; durante largos períodos la dinámica de los precios fue deestabilidad, aunque no deestancamiento. Los venezolanos, hasta hace unos25 años o menos, no tuvimosnecesidaddegenerar mecanismosde defensacontra la inflación o de adaptación a ésta. La afluencia extraordinaria deingresos petroleros -y de otras fuentes, entre las cuales cabe lamentar ladel endeudamientoexterno-, el manejo incompetente de la súbita y transi­toria abundancia y luego el manejo incompetente de la escasez y la crisis,en particular la subestimación de fenómenos que afectaban a la estructuraeconómica, abrieron las compuertas de la inflacióny aún están abiertas.Un cuarto ele siglo es tiempo suficientepara que se formaran en el compor­tamiento de los venezolanos los mediosy modos de minimizar los efectosde la inflación y de la crisis. En otros términos,el tiempo ha sido suficientepara la generación de una cultura de la inflación, qúe debería ser, mejoruna cultura antiinflacionaria.

El consumidor, por lo general, está indefenso ante las manipulacionesde los precios, ante los brotes especulativos,ante las tergiversacionesde laoferta. Hemos llegadoa perder la noción del precio como guía de la situa­ción de los mercados específicos. El consumidoradmite pasivamente cual­quier alza de precios y no busca alternativas de sustitución o decomplementación de los artículos afectados. Este 'no es un mercado com­petente, eficiente, regulador, como lo presenta el paradigma; es un merca-

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do anárquicoenparte,enparte bajoel dominio de posiciones monopolísticasu oligopolísticasen parte bajo la administración -incompetente- del Esta­do, débil para superar desviaciones especulativas.

El consumidores víctimadeesta fragmentación y no ha adquirido apti­tudes para enfrentar las irregularidades y las manipulaciones. Si se permi­te una caracterización heterodoxadiria que nuestra inflaciónes en buenamedida subjetiva, inmersaen hábitosy actitudes de resignación, de impo­tencia, de frustración. Quizás un análisis del presupuesto doméstico endiferentes estratos socioeconómicos, en sus alteracioneso modificacionesante el curso de la inflación, iluminarámuchosobre la formación de lo quese ha llamado una cultura inflacionaria; un modode subsistir, de sobrevi­vir, de defenderse en un clima de aguda y persistenteinflación.

Pennítaseme, finalmente una observación quepudiera ser sorpresiva; elpropio Estado, no obstante su poder institucional y efectivoy su posiciónen la sociedad,no ha logradouna aptitud eficaz frentea la inflación, no haadquirido una cultura inflacionaria. Si tenemos la esperanza de superareste fenómeno en tiemporazonable, la condición elemental es que el Esta­do adquiera un comportamiento propio en la defensa del país contra lainflación.

"El Nacional"> Caracas, 20 de septiembre de 1995; p. A-4

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LAS EXPLICACIONES DE LA INFLACION

Al parecer la inflación es un fenómeno suficientemente explicado. Hayquienes formulan explicaciones inapelables, absolutas, como una verdadeterna: la incontinencia monetaria, en exceso de las necesidades de laeconomía, impulsada por el déficit fiscal, es el factor de la inflación. Elremedio es obvio: corríjase el déficit fiscal y automáticamente se reducirála inflación hasta casi desaparecer. En Venezuelaeste año eldéficit fiscal-cuyo cálculo depende de los criterios que se adopten- ha sido muy consi­derable y la oferta monetaria excedente ha sido persistente, lo cual lespermite a los analistas de la inflación según la óptica monetario-fiscal sos­tener su explicación. Sin embargo, la tasa acumulada de inflación, según elíndice de precios al consumidor en el área metropolitana, hasta noviembreinclusive, se situó en menos de 48 por ciento en comparación con 65 porciento en el mismo período del año pasado. La tasa anualizada de noviem­bre de 1994 a noviembre de 1995 es de 53 por ciento, mucho más baja quela registrada de noviembre de 1993 a noviembre de 1994, que había sidode 71 por ciento. Pronósticos diversos se han hecho sobre la inflación deeste año: de 50 por ciento que indicaron fuentes oficiales a más de 70 porciento señalada por fuentes privadas. En este aspecto, el gobierno le ganaun punto a los críticos, aunque no tanto como para cantar victoria frente alfenómeno inflacionario.

En un intento de incorporar otros factores y hechos a la explicación delalza pronunciada y sostenida de precios conviene mencionar los siguien­tes: la oferta real de bienes se manifiesta escasa, no obstante que la de­manda efectiva real interna ha disminuido (consumo e inversión); estaescasez puede atribuirse a la declinación de la producción, aunque hayalgunos signos que permiten apreciar una muy ligera recuperación conrespecto a 1994; también el volumen de importación se ha contraído, enparte como efecto de las restricciones cambiarías, aunque no debe deseo-

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nocerse que el valor declarado de las importaciones incluya algunasobrefacturación; laaperturadeunmercado cambiario paralelo en lasbolsasde valores, con el instrumento de losbonosBrady, ha contribuidosensible­mentea la distorsiónde los precios, pues el cálculoeconómico privado haasimilado inmediatamente la circunstancia deformante de la exageradacotización del dólar Brady, no obstante que una elevada proporción delcosto de los bienes importados se debe calcular al tipo de cambio de Bs.170 por un dólar. Las tarifas de servicios públicosy privadosha aumen­tado casi continuamente durante el año. Las remuneraciones laboralesnominales no han aumentado significativamente como para ponderar unefecto de alza de precios en términos considerables.

Las expectativas desempeñan un papel importante en el movimiento delosprecios. Cuando la inflación ha sidopersistente, por tiempo prolongado,se adquiere el hábitodedescontar alzasdeprecios para el futuroinmediato yello se convierte en un elemento de cálculo económico. La inerciade estasexpectativas sólo se altera si ocurren hechos objetivos que incidan en elcuadro inflacionario debilitándolo. En este sentido una definición clara, pre­cisa y consistente de la políticaeconómica, fiscal, monetaria y financiera,orientadaa la estabilización y a la corrección defactores queobstaculizan larecuperación de las fuerzas productivas, puede determinar la ruptura de lainerciainflacionaria y ellodepor sí imprime unaevolución menos intensaalmovimiento de losprecios. En unambiente de incertidumbre y decontradic­ciones se multiplican las expectativas proinflacionarias. En particular, laconvicción generalizada de queenalgúnmomento (1995 ó 1996)se tomarála decisión oficialde ajustar el tipo de cambio para aproximarlo a la situa­ción en que la divisaextranjera deje de ser un bienbarato (paradójicamenteescasoy barato en la actualidad), inspiraformas deconducta en los agenteseconómicos proclives a la inflación, estableciéndose de estemodoun puenteentreel presente y elfuturoquese refleja endecisiones o inhibiciones. Algu­nos considerarían quizá que esta podría ser una ruta -ominosa- hacia unsupuestoequilibrio.

En todo caso, lo ciertoes que la presióninflacionaria ha cedidoeste añoen una proporciónsignificativa. No puedeatribuirseeste descenso al con­trol de precios,pueses sabidoqueéste cubresólouna parte delmercadodebienes y serviciosy su funcionamiento no ha sido muy eficiente, como lohe sostenido en ocasiones anteriores. Aunque no quieran reconocer losadversariosdel régimen de restricciones cambiarias, la influencia modera­da del tipo de cambionominal fijo -se reflejaen el menor impulsoinflacio­nario que se registra. Las presiones de los importadores han aumentadoen

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los mesesfinales del año, cuandoha disminuido sustancialmente la dispo­nibilidad de divisas; pero en verdad no ha ocurrido una crisis dedesabastecimiento, como se temió o pretendió desde el inicio mismo delnuevo régimen cambiario, en agosto de 1994. Si se hubieran formuladoprogramas de importación ajustadosa las necesidades reales de la econo­mía, comosolicitó insistentemente la Junta de Administración Cambiariaa las autoridadescompetentes, las disponibilidades de divisas habrian al­canzado para satisfacer la demanda de bienes esenciales importados, sinexceso ni insuficiencia. Sin embargo, puedeapreciarse que lo importadobajo el régimen cambiariocontrolado ha alcanzadohasta octubre/noviem­bre de este año, pendientes todavíade liquidación autorizaciones emitidascon anterioridad y que implican importaciones que llegano están por lle­gar al país.

En síntesis, considero que una explicación satisfactoria de la inflacióndebe incluir causas y factores de diversa índole, con incidencia en la eco­nomía real, en la de circulación y en la de expectativas, en un conjuntointerdependiente enque unosrefuerzan a otrosy en quecausas y efectosseconcatenan, según el principiode que «todo depende de todo lo demás».

"El Nacional".-Caracas, 6 de diciembre de 1995;p. A-4

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