vida

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 N.° 69 C. BERNARD.—DEFINICIÓN DE LA VIDA. Culpable de aquel mal por haber siempre Visto las cosas por ajenos ojos. Y obrado siempre por ajenas manos Sin usar ni mis manos ni mis ojos. Por eso ahora vengo yo en persona Con Edirn y con otros caballeros A limpiar de malvados estos bosques Sentina de mis reinos. Y decidme ¿No habéis vos reparado por ventura En Edirn? ¿No habéis visto su mudanza? Hasta su mismo rostro ha embellecido Al mejorar su corazón. El mundo Cree imposible que un hom bre se arrepienta Y á la verdad tiene razón. Es raro Que un hombre tenga voluntad y gracia Para vencer el vicio de su sangre Y la fuerza del hábito limpiando Su alma y renovando su ser todo. Edirn por dicha la excepción ha sido. Y yo al verle tan noble y tan valiente De mi Tabla Redonda caballero. Porque en verdad es obra su mudanza Más meritoria y grande y provechosa Que si algún caballero de los mios Se entrara sólo en tierra de bandidos Y los fuera matando uno por uno Y volviera á mi corte mal herido.» Dijo el Rey y Gerant bajó los ojos Y sintió que su obra no era grande Ni útil ni meritoria; yá la tienda Se fue de Enid; y allí acudió al momento El Físico del Rey á ver su herida. Y el esmero de Enid que al lado suyo Incansable velaba y el influjo De su ternura fueron poco á poco Restableciendo su salud é hinchendo De amor su pecho y su alma de alegría. XXXI. Mientras él se curaba el Rey «sin tacha» Recorrió la comarca; vio vendidos Al dinero ó al miedo los Justicias Que había puesto su padre; los depuso A lodos y nombró gentes probadas. Y envió mil soldados que corriendo Los yermos y las selvas destruyeron De los fieros bandidos las guaridas Y la vasta comarca en paz dejaron Í Í Restablecido el Príncipe á la corte Fue con el Rey y allí la noble Reina Con gran cariño recibió á su amiga Y otra vez la vistió como de boda. Y Gerant olvidando los rumores Que tan penosa alarma le causaron Permaneció en la corte muchos días. Y luego con su esposa y cien jinetes Volvió á sus Marcas. Con rigor suave Allí ejerció su imperio la justicia Sosteniendo del Rey y era el primero En torneos y justas y el primero Siempre en la caza y le llamaban todos El hombre de los hombres el modelo De Príncipes; y á ella á quien la corte Solía apellidar «Enid la hermosa » El pueblo agradecido la llamaba «Enid la buena.» Así por largos años Vivieron felicísimos; sus salas Resonaban alegres con los juegos De un coro de preciosos querubines Trasunto de su padre y de su madre. Y en avanzada edad su honrosa vida Coronó al cabo con gloriosa muerte El Príncipe lidiando como un héroe Delante de su Rey y en su defensa Del mar del Norte en la fatal jornada. LOPE GISBKRT. DEFINICIÓN DE LA VIDA. Desde la más remóla antigüedad íilósofos ó m é- dicos célebres han considerado los fenómenos que se desarrollan en los seres vivos emanados de un principio superior é inmaterial que obra sobre la materia inerte y obediente. Así lo creyeron Pitágo- ras Platón Aristóteles Hipócrates y aceptaron después los filósofos y los sabios místicos de la Edad Media Paracelso y Van-Helmont y los esco- lásticos. Este concepto llegó durante el siglo XVIII al apogeo del favor y de la influencia cuando el cé- lebre médico Stahl le dio una forma más neta creando el  animismo El animismo ha sido la ex- presión más exagerada de te espiritualidad de la vida y Stahl fue el partidario más resuelto y más dogmático de estas ideas perpetuadas desde Aris-

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  • N. 69 C. BERNARD.DEFINICIN DE LA VIDA.

    Culpable de aquel mal, por haber siempreVisto las cosas por ajenos ojos.,Y obrado siempre por ajenas manos,Sin usar ni mis manos, ni mis ojos.Por eso ahora vengo yo en persona,Con Edirn y con otros caballeros,A limpiar de malvados estos bosques,Sentina de mis reinos. Y, decidme,No habis vos reparado por venturaEn Edirn? No habis visto su mudanza?Hasta su mismo rostro ha embellecidoAl mejorar su corazn. El mundoCree imposible que un hombre se arrepienta,Y la verdad tiene razn. Es raroQue un hombre tenga voluntad y graciaPara vencer el vicio de su sangreY la fuerza del hbito, limpiandoSu alma y renovando su ser todo.Edirn, por dicha, la excepcin ha sido.Y yo al verle tan noble y tan valiente,Tan recto y tan sumiso, le he nombradoDe mi Tabla Redonda caballero.Porque en verdad es obra su mudanzaMs meritoria, y grande, y provechosa,Que si algn caballero de los miosSe entrara slo en tierra de bandidos,Y los fuera matando uno por uno,Y volviera mi corte mal herido.

    Dijo el Rey, y Gerant baj los ojosY sinti que su obra no era grande,Ni til, ni meritoria; y la tiendaSe fue de Enid; y all acudi al momentoEl Fsico del Rey ver su herida.Y el esmero de Enid, que al lado suyoIncansable velaba, y el influjoDe su ternura fueron poco pocoRestableciendo su salud hinchendoDe amor su pecho y su alma de alegra.

    XXXI.

    Mientras l se curaba, el Rey sin tachaRecorri la comarca; vio vendidosAl dinero al miedo los JusticiasQue haba puesto su padre; los depusoA lodos y nombr gentes probadas.Y envi mil soldados, que corriendoLos yermos y las selvas, destruyeronDe los fieros bandidos las guaridas,Y la vasta comarca en paz dejaron,

    XXX.

    Restablecido el Prncipe, la corteFue con el Rey, y all la noble ReinaCon gran cario recibi su amiga,Y otra vez la visti como de boda.Y Gerant, olvidando los rumoresQue tan penosa alarma le causaron,Permaneci en la corte muchos das.Y luego con su esposa y cien jinetesVolvi sus Marcas.

    Con rigor suaveAll ejerci su imperio, la justiciaSosteniendo del Rey, y era el primeroEn torneos y justas, y el primeroSiempre en la caza, y le llamaban todosEl hombre de los hombres, el modeloDe Prncipes; y ella, quien la corteSola apellidar Enid la hermosa,El pueblo agradecido la llamabaEnid la buena.

    As por largos aosVivieron felicsimos; sus salasResonaban alegres con los juegosDe un coro de preciosos querubines,Trasunto de su padre y de su madre.Y en avanzada edad, su honrosa vidaCoron al cabo con gloriosa muerte,El Prncipe, lidiando como un hroeDelante de su Rey y en su defensaDel mar del Norte en la fatal jornada.

    LOPE GISBKRT.

    DEFINICIN DE LA VIDA.Desde la ms remla antigedad, ilsofos m-

    dicos clebres han considerado los fenmenos quese desarrollan en los seres vivos, emanados de unprincipio superior inmaterial que obra sobre lamateria inerte y obediente. As lo creyeron Pitgo-ras, Platn, Aristteles, Hipcrates, y aceptarondespus los filsofos y los sabios msticos de laEdad Media, Paracelso y Van-Helmont, y los esco-lsticos. Este concepto lleg durante el siglo XVIIIal apogeo del favor y de la influencia, cuando el c-lebre mdico Stahl le dio una forma ms netacreando el animismo. El animismo ha sido la ex-presin ms exagerada de te espiritualidad de lavida, y Stahl fue el partidario ms resuelto y msdogmtico de estas ideas, perpetuadas desde Aris-

  • 622 REVISTA EDKOPEA.-20 DE JUNIO DE 1 8 7 5 . N. 69tteles. Puede aadirse que fue su ltimo repre-sentante, porque el espritu moderno no ha acogidobien una doctrina cuya contradiccin con la cienciahaba llegado ser demasiado manifiesta.

    Por otro lado, y en oposicin las ideas prece-dentes, vemos, antes de que la fsica y la qumicallegaran formarse, y de que se conocieren los fe-nmenos de la materia bruta, las tendencias filosfi-cas adelantndose los hechos, intentando estable-cer la identidad entre los fenmenos de cuerpos in-orgnicos y los de cuerpos vivos. Este concepto esel fondo del atomismo de Demcrito y de Epicuro.Los atomistas no reconocen inteligencia motriz; elmundo se mueve por s mismo eternamente. Sloconsideran una especie de materia cuyos elementos,gracias sus formas, gozan de la propiedad deconstituir, unindose unos otros, las combinacio-nes ms diversas, y de formar los cuerpos inorg-nicos y sin vida, lo mismo que los seres organizadosque viven y sienten, como los animales, que go-zan de razn y libertad, como el hombre.

    Esta segunda hiptesis tuvo, pues, desde su ori-gen una forma exclusivamente materialista; pero;cosa extraa! los filsofos ms convencidos de laespiritualidad del alma, como Descartes y Lcibnitz,no tardaron en adoptar un punto de vista anlogoque atribua al juego de fuerzas brutas todas lasmanifestaciones perceptibles de la actividad vital. Lacausa de esta aparente contradiccin consiste en laseparacin casi absoluta que establecieron entre elalma y el cuerpo. Descartes ha dado una definicinmetafsica del alma y una definicin fsica de lavida. El alma es el principio superior que se mani-fiesta por el pensamiento, y la vida slo es un efectosuperior de las leyes de la mecnica. El cuerpo hu-mano es una mquina formada por resortes de pa-lancas, de canales, de filtros, de cribas y de pren-sas. Esta mquina est hecha por s misma; el almase une ella para contemplar, como simple espec-tadora, lo que en el cuerpo pasa, pero sin interve-nir para nada en las funciones vitales. Las ideas deLeibnitz, bajo el punto de vista fisiolgico, tienenmucha analoga con las de Descartes. Separa, comoste, el alma del cuerpo, y aunque admite entreellos una concordancia establecida por Dios, lesniega toda especie de accin recproca. El cuerpo,dice, se desarrolla mecnicamente, y las leyes me-cnicas jams son violadas en los movimientos na-turales; todo se realiza en las almas como si no hu-biera cuerpo, todo se realiza en los cuerpos comosi no hubiera alma.

    Stahl comprendi de muy distinta manera la na-turaleza de los fenmenos de la vida y las relacio-nes del alma y del cuerpo. En los actos vitales re-chaza todas las explicaciones que pueden serlescomunes con los fenmenos mecnicos, fsicos y

    qumicos de la materia bruta. Siendo l mismo cle-bre qumico, combate con mucho poder y autoridadsobre todo las exageraciones de los mdicos qumi-cos iatro-qumicos, como Sylbius, de Le Bo,Willis, etc., que explican todos los fenmenos de lavida por acciones qumicas, fermentaciones, alcali-nidades, acritudes, efervescencias. Sostiene que noslo las fuerzas qumicas son diferentes de las fuer-zas que regulan los fenmenos de la vida, sino queestn en antagonismo con ellas y tienden destruirel cuerpo vivo en vez de conservarlo. Se necesita,pues, segn Stahl, una fuerza vital que conserve elcuerpo contra la accin de fuerzas qumicas exte-riores que tienden sin cesar invadirle y des-truirle: la vida es, pues, el triunfo de aqullas so-bre stas. Con tales ideas fund Stahl el vitalismo,pero no se detuvo en este punto, que era el primerpaso en la via que deba conducirle al animismo.Esta fuerza vital, dice, que lucha sin cesar contralas fuerzas fsicas, obra con inteligencia, con cal-culado designio para la conservacin del orga-nismo. Ahora bien, si la fuerza vital es inteligen-te, por qu distinguirla del alma racional? BasilioValentn y su discpulo Paracelso, haban multi-plicado hasta el exceso la existencia de principiosinmateriales inteligentes, los archeos, que arregla-ban los fenmenos del cuerpo vivo. Van-Helmont;el ms clebre representante de las doctrinas ar-cheicas, que una, al genio experimental, la imagi-nacin ms desarreglada en sus atrevimientos, con-cibi toda una gerarqua de estos principios inma-teriales. En el primer rango se encontraba el almaracional inmortal, confundindose en Dios; enseguida el alma sensitiva y mortal, teniendo poragente otro archeo principal que impera sobre mul-titud de archeos subalternos. Stahl, que con unsiglo de distancia es el continuador de Van-Hel-mont, simplifica todos estos conceptos de principiosinteligentes, de espritus rectores areheos. Sloadmite una sola alma, el alma inmortal, encargadaal mismo tiempo del gobierno corporal. El almaes para l el principio mismo de la vida: la vida esuno de los modos de funcionar del alma, es suacto vivifico. El alma inmortal, fuerza inteligente yracional, gobierna directamente la materia del cuer-po, la hace obrar y la dirige hacia su fin. Ella es laque, no slo dicta nuestros actos voluntarios, sinoque hace latir el corazn, circular la sangre, respi-rar al pulmn, segregar las glndulas. Si la ar-mona de estos fenmenos se perturba, si sobre-viene la enfermedad, es porque el alma no ha des-empeado sus funciones no ha podido resistireficazmente las causas exteriores de destruccin.Esta doctrina es algo extraa y contradictoria, por-que la accin de un alma racional sobre los actosvitales parece suponer una direccin consciente, y

  • N. 69 C. BERNARD. DEFINICIN DE LA VIDA. 623la observacin ms sencilla nos ensea que todaslas funciones de nutricin, circulacin, secreciones,digestin, etc., son inconscientes involuntarias,como si, segn la expresin de un fisilogo filsofo,la naturaleza hubiese querido por prudencia sus-traer estos importantes fenmenos los caprichosde una voluntad ignorante. El animismo de Stahlest, pues, impregnado de una exageracin queoblig sus sucesores, si no abandonarlo, al me-nos modificarlo profundamente.

    Las ideas de Descartes y las de Slahl causaronprofunda impresin en la ciencia, creando dos cor-rientes que deban llegar hasta nosotros. Descarteshaba fijado los primeros principios y aplicado lasleyes mecnicas al juego de la mquina del cuerpodel hombre; sus adeptos extendieron y precisaronlas explicaciones mecnicas de diversos fenmenosvitales. Entre los ms clebres de estos iatro-me-cnicos debe citarse en primer lugar Borelli, des-pus Pitcairn, Hales, Keil, y en seguida Boer-haave, cuya influencia fue preponderante. Por suparte, la iatro-qumica, que slo es una faz de ladoctrina cartesiana, continu su marcha y queddefinitivamente fundada al advenimiento de la qu-mica moderna. Descartes y Leibnitz haban estable-cido en principio que las leyes de la mecnica sonen todas partes idnticas; que no hay dos mecni-cas, una para los cuerpos brutos y otra para loscuerpos vivos. Al fin del pasado siglo, Lavoisier yLaplace demostraron que tampoco hay dos qumi-cas, una para los cuerpos brutos y otra para losseres vivos. Probaron experimentalmente que larespiracin y la produccin del calor se realiza enel cuerpo del hombre y en los de los animales, pormedio de fenmenos de combustin semejantes los que se producen en la calcinacin de los metales.

    Hacia la misma poca brillaban en la escuela deMontpeller, Bordeu, Barthez y Grimaud, sucesoresde Slahl, pero slo conservaron la primera parte dela doctrina del maestro, el vitalismo, y repudiaronla segunda, el animismo.

    En oposicin Stahl, defendan que el principiode la vida era distinto del alma, pero, de acuerdocon l, admitan una fuerza vital, un principiovital rector, cuya unidad es la razn de la armonade las manifestaciones vitales, y que obra fuera delas leyes de la mecnica, de la fsica y de la qu-mica.

    El vitalismo, sin embargo, fue modificndose poco poco en su forma; la doctrina de las propiedadesvitales determin una poca importante en la histo-ria de la fisiologa. los conceptos metafsicos quehaban reinado hasta entonces, sucedi un concep-to fisiolgico que procura explicar las manifesta-ciones vitales por las propiedades mismas de la ma-teria de los tejidos de los rganos. A fines del

    siglo XVII haba designado ya Glisson la irritabili-dad como causa inmediata de los movimientos de lafibra viviente. Bordeu, Grimaud y Barthez tambinhaban entrevisto, ms menos vagamente, lamisma idea. Ilaller uni su nombre al descubri-miento de esta facultad motriz, dndonos conocersus memorables experiencias sobre la irritabilidady la sensibilidad de las diversas partes del cuerpo.Sin embargo, slo principios de este siglo, y poruna iluminacin del genio, comprendi Javier Bi-chat que la razn de los fenmenos vitales debabuscarse, no en un principio superior inmaterial,sino al contrario, en las propiedades de la materia,en el seno de la cual se realizan estos fenmenos.Bichat no defendi ciertamente las propiedades vi-tales y les dio caracteres vagos y oscuros. Su rasgode genio, como con frecuencia sucede, no consisteen haber descubierto los hechos, sino en habercomprendido su sentido, siendo el primero que emi-ti la idea general luminosa y fecunda de que enfisiologa, como en fsica, los fenmenos debenestar relacionados propiedades como su causa.La relacin de las propiedades como causas, conlos fenmenos como efectos, dice en el prefacio desu Anatoma general, es un axioma casi fastidiosode repetir hoy en fsica y en qumica. Si mi libro es-tablece un axioma anlogo en las ciencias fisiolgi-cas, habr realizado su objeto. Continuando des-pus, aade: Hay en la naturaleza dos clases deseres, dos clases de propiedades, dos clases deciencias. Los seres son orgnicos inorgnicos;las propiedades son vitales no vitales; las cienciasson fsicas fisiolgicas...

    Ante todo, importa comprender bien el pensa-miento de Bichat. Podra creerse que se acerca los fsicos y los qumicos, puesto que coloca comoellos las causas de los fenmenos en las propieda-des d i^a materia; pero sucede lo contrario, alejn-dose y separndose de ellos tanto como es posible,En efecto, el objeto que han procurado alcanzar entodos tiempos los iatro-mecnicos, fsicos quimicos, ha sido establecer una semejanza, una iden-.tidad entre los fenmenos de los cuerpos vivosy los de los cuerpos inorgnicos. Frente stos,Bichat establece el principio de que las propiedadesvitales son absolutamente opuestas las propieda-des fsicas; de suerte que, en vez de pasarse alcampo de los fsicos y de los qumicos, permanecevitalista con Stahl y la escuela de Montpeller; comoellos, considera que la vida es una lucha entre ac-ciones opuestas; admite que las propiedades vitalesconservan el cuerpo vivo, contrarrestando las pro-piedades fsicas que tienden destruirlo. La muerte,segn l, es el triunfo de las propiedades fsicas so-bre sus antagonistas. Bichat, adems, resume com-pletamente sus ideas en la definicin que da de la

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    vida: la vida es el conjunto de las funciones queresisten la muerte, lo que significa en otros tr-minos: la vida es el conjunto de las propiedadesvitales que resisten las propiedades fsicas.

    Esta doctrina, que consiste en considerar las pro-piedades vitales como especies de entidades metaf-sicas que no se definen claramente, pero que seoponen las propiedades fsicas ordinarias, ha ar-rastrado, sin duda, la investigacin los mismoserrores que las otras teoras vitalistas. Sin embar-go, el concepto de Bichat, separado de los errorescasi inevitables de su poca, queda siendo un con-cepto de genio sobre el cual est fundada la fisiolo-ga moderna. Antes de l, las doctrinas filosficas,animistas vitalistas, estaban muy elevadas y muylejos de la realidad para poder llegar ser iniciado-ras fecundas de la ciencia de la vida, siendo sloi propsito para entorpecer el entendimiento, ydesempeando el papel de esos perezosos sofismasque, en pasados tiempos, reinaban en las escuelas,lchat, por el contrario, descentralizando la vida^encarnndola en los tejidos y relacionando sus ma-nifestaciones las propiedades de esos mismostejidos, las ha colocado, si se quiere, bajo la de-pendencia de un principio todava metafsico; peromenos elevado en dignidad filosfica, y pudiendollegar ser una base cientfica ms accesible alespritu de investigacin y de progreso. En unapalabra, Bichat, como los vitalistas sus predeceso-res, se ha engaado respecto de la teora de lavida, pero no en cuanto al mtodo fisiolgico. A lcorresponde la gloria de haberlo fundado, colocan-do en las propiedades de los tejidos y de los rganoslas causas inmediatas de los fenmenos de la vida.

    Las ideas de Bichat produjeron en fisiologa y enmedicina una revolucin profunda y universal. Laescuela anatmica naci de ella, trabajando conardor para averiguar en las propiedades de los tej-dos sanos y alterados, la explicacin de los fen-menos de la salud y de la enfermedad. Por otraparte, los progresos de los mtodos fsicos, losbrillantes descubrimientos de la qumica moderna,arrojando viva luz sobre las funciones vitales,protestaban dia por dia contra la separacin y laoposicin radiedes que Bichat y los vitalistas ha-ban credo ver entre los fenmenos orgnicos ylos fenmenos inorgnicos de la naturaleza.

    De tal suerte, pues, encontramos an cerca denosotros en Bichat y en Lavoisier los representantesde las dos grandes tendencias filosficas opuestas,que figuran desde la antigedad y desde el origenmismo de la ciencia, procurando una reducir los fe-nmenos de la vida las leyes de la qumica, dela fsica y de la mecnica, y queriendo la otra dis-tinguirlos y colocarlos bajo la dependencia de unprincipio particular, de un poder especial, dsele

    el nombre que se quiera, alma, archeo, psicheo,mediador plstico, espritu rector, fuerza vital propiedades vitales. Esta lucha, ya tan antigua,no ha terminado an; pero, cmo deber con-cluir? Llegar una de las doctrinas triunfar de laotra y dominar exclusivamente? No lo creo. Elresultado de los progresos de las ciencias, tiende debilitar gradualmente y por igual medida estosprimeros conceptos, exclusivamente nacidos denuestra ignorancia. Consistiendo su fuerza nica-mente en lo desconocido, medida que desaparece,deben cesar las luchas, desvanecerse las opuestasdoctrinas, y reinar sin rival la verdad cientfica quelas reemplaza.

    II.Podemos decir de Bichat, como de la mayora de

    los grandes promotores de la ciencia, que ha teni-do el mrito de encontrar la frmula para las con-cepciones flotantes de su poca. Todas las ideas desus contemporneos acerca de la vida, todas sustentativas para definirla, son en cierto modo eco parfrasis de su doctrina. Un cirujano de la escuelade Paris, Pelletan, ensea que la vida es la resisten-cia opuesta por la materia organizada las causasque tienden sin cesar destruirla. Cuvier mismodesarrolla tambin el pensamiento de que la vidaes una fuerza que resiste las leyes reguladoras dela materia bruta, siendo la muerte el efecto de caerde nuevo la materia viviente bajo el imperio de es-tas leyes. Lo que distingue el cadver del cuerpovivo, es este principio de resistencia que sostiene que abandona la materia organizada; y para darforma ms perceptible su idea, presenta Cuvier elejemplo del cuerpo de una mujer en toda la brillan-tez de la juventud y de la salud que muere de re-pente. Ved, dice, esas formas redondas y volup-tuosas, esa graciosa elegancia de movimientos,ese dulce calor, esas mejillas sonrosadas, esos ojosbrillantes por el centelleo del amor por el fuegodel genio, esa fisonoma alegrada por las ocurren-cas del ingenio animada por la hoguera de laspasiones; ese conjunto, en fin, que forma un serencantador. Basta un instante para destruir el pres-tigio que ejerce: sin causa aparente veces, el mo-vimiento y el sentimiento cesan, el cuerpo pierde sucalor, los msculos se aplanan, dejando aparecerlas angulosas salidas de los huesos; los ojos seempaan, y las mejillas y los labios quedan lvidos.Estos cambios slo son preludio de otros ms hor-ribles: las carnes toman sucesivamente color azula-do, verde y negro; atraen la humedad, y mientrasuna parte de ella se evapora en emanaciones infec-tas, otra corre en forma de sanies ptrida que prontose disipa tambin; en una palabra, al cabo de pocosdias, slo quedan algunos principios terrosos y

  • N. 69 C. BERNARD.DEFINICIN DE LA VIDA. 625salinos; los dems elementos se lian dispersado enlos aires en las aguas para formar otras combina-ciones. Claro es, aade Cuvier, que esta sepa-racin es efecto natural de la accin del aire, dela humedad, del calor, en una palabra, de todos losagentes exteriores sobre el cuerpo muerto, y quetiene por causa la atraccin electiva de diversosagentes para los elementos que lo componen. Sinembargo, este cuerpo estaba en vida rodeado deesos mismos agentes que tenan iguales afinidadespara sus molculas, las que hubieran cedido de lamisma manera de no estar retenidas por una fuerzasuperior dichas afinidades, la cual deja de obrarsobre ellas en el instante de la muerte.

    Estas ideas de contraste y de oposicin entre lasfuerzas vitales y las fuerzas exteriores fsico-qumi-cas, que volvemos encontrar en la doctrina de laspropiedades vitales, las haba expresado ya Stahl,pero en un lenguaje oscuro y casi brbaro; expues-tas por Bichat con luminosa sencillez y encantadorestilo, sedujeron y arrastraron todos los nimos;Bichat no se contenta con afirmar el antagonismode dos rdenes de propiedad que se reparten la na-turaleza, sino que caracterizndolos, los opone deun modo sorprendente. Las propiedades fsicas delos cuerpos, dice, son eternas. En la creacin, estaspropiedades se apoderaron de la materia y permane-cern constantemente penetrndola en la inmensaserie de los siglos. Las propiedades vitales son porel contrario esencialmente temporales; pasando porlos cuerpos vivos,la materia bruta se penetra dees-tas propiedades que se encuentran entonces unidas las propiedades fsicas; pero esta alianza no esduradera, porque es propio de la naturaleza de laspropiedades vitales el extinguirse; el tiempo las usaen el mismo cuerpo, exaltadas en la primera edad;permaneciendo como estacionarias en la edad adul-ta, se debilitan y llegan ser nulas en los ltimosaos. Cuntase que Prometeo, habiendo formadoalgunas estatuas de hombres, rob fuego al cielopara animarlas. Este fuego es el emblema de laspropiedades vitales; mientras arde, la vida se sos-tiene, y cuando se apaga desaparece.

    nicamente de este contraste en la naturaleza yen la duracin de las propiedades fsicas y de laspropiedades vitales, deduce Bichat todos los carac-teres distintivos de los seres vivos y de los cuerposbrutos, todas las diferencias entre las ciencias quelos estudian. Siendo eternas las propiedades fsicas,los cuerpos brutos no tienen principio ni fin nece-sarios, ni edad, ni evolucin, .ni otros lmites quelos que la casualidad los asigna. Siendo por elcontrario cambiantes las propiedades vitales y deuna duracin limitada, los cuerpos vivos son mvi-les y perecederos; tienen principio, nacimiento,muerte, edad; en una palabra, una evolucin que de-

    TOMO IV.

    bcn recorrer. Las propiedades vitales se encuentranconstantemente en lucha con las propiedades fsi-cas, y el cuerpo vivo, teatro de esta lucha, sufre lasalternativas. La enfermedad y la salud no son msque peripecias de este combate: si las propiedadesfsicas triunfan, definitivamente la consecuencia esla muerte; si por el contrario las propiedades vitalesrecobran su imperio, el ser vivo cura de su enfer-medad, cicatriza sus llagas, repara su organismo yrecobra la armona de sus funciones. Nada de estose observa en los cuerpos brutos, que permaneceninmviles, como la muerte de quien son imagen. Deaqu una distincin profunda entre las ciencias quellama vitales y las no vtales. Siendo fijas y cons-tantes las propiedades fsico-qumicas, las leyes delas ciencias que tratan de ellas son tambin cons-tantes invariables, pudiendo ser previstas y calcu-ladas con certidumbre. Siendo la instabilidad elcarcter esencial de las propiedades vitales, y sus-ceptibles de multitud de variedades ias funcionesvitales, nada puede preverse ni calcularse respecto sus fenmenos. De aqu debe deducirse, dice Bi-chat: que una y otra clase de fenmenos, lospresiden leyes absolutamente distintas.

    Tal es en sus grandes rasgos y con sus conse-cuencias la doctrina de las propiedades vtales quedurante largo tiempo ha dominado en las escuelas, pesar de las justas crticas de que es susceptible.Vamos examinar brevemente si la divisin de losfenmenos en dos grandes grupos, tal como la esta-blece la doctrina que Bichat defenda con tanta elo-cuencia, est bien fundada, y si no es ms bien unconcepto sistemtico que la expresin de la verdad.En primer lugar, es cierto que los cuerpos de na-turaleza inorgnica sean eternos, y que slo loscuerpos vivos sean perecederos? No habr entreellos sencillas diferencias de grados que nos ilusio-nan passu gran desproporcin? Cierto es, por ejem-plo, que la vida del elefante puede parecer unaeternidad en relacin con la vida de una efmera, ycuando consideramos la vida del hombre relativa-mente la duracin del elemento csmico en quehabita, debe parecemos un instante en el infinito deltiempo. Asi lo crean los antiguos; oponiendo elmundo vivo, donde todo estaba sujeto cambios y la muerte, al mundo sideral, inmutable incorrupti-ble. Esta doctrina de la incorruptibilidad de los cie-los ha reinado hasta el siglo XVII. Los primerosanteojos permitieron entonces hacer constar la apa-ricin de una nueva estrella en la constelacin deSerpentaria. Este cambio en el cielo, realizado, pordecirlo as, la vista del observador, comenz quebrantar la creencia de los antiguos: materiamccel esse inalterabilem. Hoy e'l espritu de los astr-nomos est ya familiarizado con la idea de una mo-vilidad y de una evolucin continua del mundo si-

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  • 626 REVISTA EUROPEA. 2 0 DE JUNTO DE 1 8 7 5 . N. 69deral. Los astros no han existido siempre, diceM. Faye, han tenido un perodo de formacin igualmente tendrn, un perodo de declinacin, se-guido de una extincin final. La eternidad de loscuerpos siderales, invocada por Bicha t, no es puesreal; tienen una evolucin como los cuerpos vivos,evolucin lenta, si se la compara nuestra apre-surada vida, evolucin que abraza un perodo detiempo desproporcionado con el que estamos ha-bituados considerar nuestro alrededor. Porotra parte, antes de conocer las leyes de los movi-mientos celestes, los astrnomos haban imaginadopotencias y fuerzas siderales, como los fisilogosreconocan fuerzas y potencias vitales. El mismoKleper admita un espritu rector sideral, por cuyainfluencia los planetas siguen en el espacio sabiascurvas, sin tropezar con los astros que marchan enotras direcciones, y sin turbar la armona determi-nada por el divino gemetra.

    Si los cuerpos vivos no son los nicos sometidos la ley de la evolucin, la facultad de regenerarse,de cicatrizarse, tampoco los es exclusiva, aunque enellos sea donde se manifieste con mayor actividad.Todo el mundo sabe que, cuando ha sido mutiladoun organismo vivo, tiende regenerarse conforme las leyes de su morfologa especial: la herida secitatriza en el animal y en la planta, la prdida desustancia se sustituye, y el ser se restablece en suforma y en su unidad. Este fenmeno de reconstitu-cin, de reintegracin, ha sorprendido profunda-mente los filsofos naturalistas, quienes han insis-tido mucho en esta tendencia de la vida la indivi-dualidad que hace del ser vivo un todo armnico,una especie de pequeo mundo dentro del grande.Cuando la armona del edificio orgnico se perturba,tiende restablecerse, pero para explicar estos he-chos no se necesita invocar una propiedad vital, encontradiccin con la fsica. Los cuerpos minerales,en efecto, se presentan dotados de esta misma uni-dad morfolgica, de esta misma tendencia resta-blecerse. Los cristales, como los sores vivos, tienensus formas, su plan particular y son susceptibles deexperimentar las acciones perturbadoras del medioambiente. La fuerza fsica que regulan las partculascristalinas conforme las leyes de una sabia geome-tra, tiene resultados anlogos los que regulan lasustancia organizada, bajo la forma de un animal de una planta. M. Pasteur ha sealado hechos decicatrizacin, de reintegracin cristalina, que mere-cen observarse atentamente. Estudia determinadoscristales y los somete mutilaciones que ha vistorepararse con gran rapidez y regularidad. Resultadel conjunto de sus investigaciones, que cuandoun cristal lia sido roto en cualquiera de sus partesy se le reemplaza en su agua-madre, se ve que almismo tiempo que el cristal se agranda en todos

    sentidos por un depsito de partculas cristalinas,se verifica un trabajo activsimo en la parte rota ydeforme, y al cabo de algunas horas ha satisfecho,no slo la regularidad del trabajo general en todaslas partes del cristal, sino al restablecimiento de laregularidad en la parte mutilada. Estos notableshechos de reintegracin cristalina se relacionancompletamente los que presentan los seres vivoscuando se les hace una herida ms menos profun-da. En el cristal, como en el animal, la parte estro-peada se cicatriza, recobra poco poco su primitivaforma, y en ambos casos, el trabajo de reforma delos tejidos es en estos sitios mucho ms activo queen las condiciones evolutivas ordinarias.

    Las breves consideraciones que acabamos de ex-poner, y que podramos desarrollar hasta el infinito,nos parecen suficientes para demostrar que la pro-funda lnea de demarcacin que los vitalistas hanquerido establecer entre los cuerpos brutos, bajo elpunto de vista de su duracin, de su evolucin y desu reintegracin formativa, no tiene fundamento.La lucha que han supuesto entre las fuerzas pro-piedades fsicas, y las fuerzas propiedades vitales,expresa un error profundo.

    La doctrina de las propiedades vitales ensea queslo se encuentra en los cuerpos brutos un ordende propiedades, las propiedades fsicas, y que enlos cuerpos vivos se encuentran dos especies, laspropiedades fsicas y las propiedades vitales, cons-tantemente en lucha, en antagonismo y tendiendo predominar unas sobre otras. Durante la vida, diceBichat, las propiedades fsicas, encadenadas por laspropiedades vitales, estn sin cesar retenidas en losfenmenos que ellas tenderan producir. Resultalgicamente de este antagonismo, que cuanto msimperio tengan las propiedades vitales y ms domi-nen en un organismo vivo, ms vencidas y atenuadasestarn las propiedades fsico-qumicas, y que, re-ciprocamente, las propiedades vitales se mostrarnen l tanto ms debilitadas, cuanto mayor poderadquieran las propiedades fsicas. Pues precisa-mente la proposicin contraria es la ms verdadera,y esta verdad ha sido superabundantemente demos-trada por los trabajos de Lavoisier y de sus suceso-res. La vida es, en el fondo, imagen de una com-bustin, y la combustin es una serie de fenmenosqumicos, los cuales se unen de un modo directomanifestaciones calorficas, luminosas y vitales. Su-primiendo de la atmsfera el oxgeno, agente de lascombustiones, inmediatamente se apaga la llama,cesa la vida. Si se disminuye se aumenta la canti-dad de gas comburente, lo mismo los fenmenosvitales que los fenmenos qumicos de la combus-tin, se activarn atenuarn en igual proporcin.No es, pues, un antagonismo lo que debe verseentre los fenmenos qumicos y las manifestaciones

  • N. 69 C. BERNARD. DEFINICIN DR [,A VIDA. 627vitales; es, por el contrario, un paralelismo perfec-to, una ligacin armnica y necesaria. En toda laserie de los sores organizados, la intensidad delas manifestaciones vitales est en relacin directacon la actividad de las manifestaciones qumico-orgnicas. Por todos lados se presentan las pruebaspor si mismas. Cuando el hombre el animal estsobrecogido por el fri, los fenmenos qumicos decombustin orgnica empiezan por aminorarse; des-pus se retardan los movimientos, la sensibilidady la inteligencia se embotan y desaparecen; el en-torpecimiento es completo. Al despertar de esteletargo empiezan de nuevo las funciones vitales;pero siempre paralelamente la reaparicin de losfenmenos qumicos. Cuando se suspende la vida enun infusorio dejado en seco y se restablece bajo lainfluencia de algunas gotas de agua, no es porquela desecacin baya atacado la vida las propieda-des vitales, sino porque el agua, necesaria la rea-lizacin de los fenmenos fsicos y qumicos, falta alorganismo. Cuando Spallanzani ha resucitado, hu-medecindolos, rotferos desecados treinta aos,antes ha hecho sencillamente aparecer en sus cuer-pos los fenmenos fsicos y qumicos que se habandetenido en ellos durante este perodo de tiempo.El agua no ha llevado ellos ni fuerza ni principioalguno.

    Cmo podramos comprender un antagonismo,una oposicin entre las propiedades de los cuerposvivos y las de los cuerpos brutos siendo los mismoslos elementos constituyentes de ambos rdenes decuerpos? Queriendo explicarse Buffon la diferenciaentre los seres organizados y los seres inorgnicos,fue lgico suponiendo en los primeros una sustan-cia orgnica elemental especial que no tenan lossegundos. La qumica ha destruido por completoesta hiptesis, probando que todos los cuerpos vivosestn exclusivamente formados por elementos mi-nerales tomados al medio csmico. El cuerpo delhombre, el ms complejo de los cuerpos vivos, estmaterialmente constituido por catorce de estos ele-mentos. Comprndese bien que estos catorce cuer-pos simples puedan, unindose y combinndose detodos modos, engendrar combinaciones infinitas yformar compuestos dotados de las ms variadaspropiedades, pero lo que no es concebible es queestas propiedades sean de un orden de una esen-cia distinta que las combinaciones mismas.

    En resumen, la oposicin, el antagonismo, la lu-cha admitida entre los fenmenos vitales y los fen-menos fsico-qumicos por la escuela vitalista, es unerror ampliamente demostrado por los descubri-mientos de la fsica y de la qumica modernas.

    Hay ms; la doctrina vitalista no se apoya slo enhiptesis falsas sobre hechos errneos, sino porquesu naturaleza es contraria al espritu cientfico.

    Queriendo crear dos rdenes de ciencias, uno paralos cuerpos brutos y otro para los cuerpos vivos,esta doctrina llega pura y sencillamente negar laciencia misma. Ya sabemos que Bichat establece elprincipio de que las leyes de las ciencias fsicas sonabsolutamente opuestas las leyes de las cienciasvitales. En las primeras todo es fijo invariable, enlas segundas todo variable inconstante.

    La divergencia entre ambos rdenes de cienciasdebe hacerlos extrao uno otro incapaces deprestarse auxilio alguno. Esta es la conclusin que necesariamente llega Bichat. Como las cien-cias fsicas y qumicas, dice, han sido perfecciona-das antes que las fisiolgicas, se ha credo esclare-cer las unas asocindolas las otras, y se las haembrollado. Esto era inevitable, porque aplicar lasciencias fsicas la fisiologa es explicar, por mediode las leyes de los cuerpos inertes, los fenmenosde los cuerpos vivos. Este es un principio falso, ypor lo tanto, sus consecuencias tambin falsas. Sipreguntamos cules son los caracteres propios deesta ciencia de los seres vivos, nos responderBichat: lis una ciencia cuyas leyes son como lasfunciones vitales mismas, susceptible de multitud devariedades, que escapa toda especie de clculo,en la que nada se puede prever predecir, en laque no alcanzamos ms que aproximaciones casisiempre inciertas. Estas herejas cientficas son tanenormes, que costara trabajo comprenderlas, noviendo cmo la lgica de un sistema ha debido con-ducir ellas fatalmente. Reconocer que los fenme-nos vitales no pueden estar sometidos ningunaley precisa, ninguna condicin fija y determinada,y admitir que estos fenmenos, as definidos, cons-tituyen una ciencia vital cuyo carcter consiste enser vaga incierta, es abusar de un modo extraode la pafeibra ciencia. Parece que nada debe respon-derse tales razonamientos, puesto que por s mis-mos son la negacin y la ausencia de todo espritucientfico.

    Sin embargo, cuntas veces se han reproducidoargumentos anlogos! Cuntos mdicos han creidoque la fisiologa y la medicina jams pasaran desemi-ciencias, de ciencias conjeturales, porque ja-ms podra comprenderse el principio de la vida larazn secreta de las enfermedades! Estas afirmacio-nes que todava resuenan en nuestros oidos comoecos lejanos de anticuadas doctrinas, no pueden de-tenernos. Descartes, Leibriitz,Lavoisier, nos han en-seado que la materia y sus leyes no difieren en loscuerpos vivos y en los cuerpos brutos; nos han de-mostrado que no hay en el mundo sino una sola me-cnica, una sota fsica, una sola qumica, comunes todos los seres de la naturaleza. No hay, pues, dosrdenes de ciencias. Toda ciencia digna de este nom-bre es la que, conociendo las leyes precisas de los

  • 628 REVISTA EUROPEA. 2 0 f)E JUNIO DE 4 8 7 5 . N. 69fenmenos, los predice con seguridad y los dominacuando estn su alcance. Cuanto no llega tenereste carcter, no pasa de ser empirismo ignoran-cia, puesto que no hay semi-eiencias, ni cienciasconjeturales. Es un error profundo creer que en loscuerpos vivos debemos preocuparnos de la esenciamisma y del principio de la vida. No podemos llegaral principio de nada, y el fisilogo nada tiene quever con el principio de la vida, como el qumico conel principio de la afinidad de los cuerpos. Las cau-sas primeras no las alcanzamos por ningn lado, ypor todos ellos slo podemos llegar las causas in-mediatas de los fenmenos. Ahora bien: estas cau-sas inmediatas, que no son sino condiciones mismasde los fenmenos, son susceptibles de un deterni-nismo tan riguroso en las ciencias de los cuerposvivos como en las ciencias de los cuerpos brutos.No hay diferencia cientfica alguna en todos los fe-nmenos de la naturaleza, no ser la de la comple-jidad delicadeza de las condiciones de su manifes-tacin, que las hacen ms menos difciles de distin-guir y precisar. Tales son los principios que debenguiarnos. As, pues, concluiremos sin titubear, queel dualismo establecido por la escuela vitalista enlas ciencias de los cuerpos brutos y de los cuerposvivos, es absolutamente contrario la ciencia mis-ma. La unidad reina en lodo su dominio. Las cien-cias de los cuerpos vivos y de los cuerpos brutostienen por base los mismos principios, y por mediosde estudio los mismos mtodos de investigacin.

    111.Si las doctrinas vitalistas han sucumbido por el

    error esencial de su principio de dualismo de an-tagonismo entre la naturaleza viva y la naturalezainorgnica, el problema subsiste siempre. Tenemosque contestar a esta pregunta secular: Qu es lavida? esta otra: Qu es la muerte? porque ambaspreguntas estn estrechamente ligadas, no pudin-dose separar una de otra.

    El ser vivo est esencialmente caracterizado porla nutricin. El edificio orgnico es la base de per-petuo movimiento nutritivo, movimiento interno queno deja parte alguna en reposo; cada una de ellassin cesar ni tregua se alimenta en el medio que larodea, y arroja l sus desechos y sus productos.Esta renovacin molecular no es perceptible lamirada directa; pero como vemos el principio y ellin, la entrada y la salida de las sustancias, conce-bmos las fases intermediarias y nos representamosuna corriente de materias que atraviesa de continuoel organismo, renovndole en su sustancia y man-tenindole en su forma. Este movimiento, que esel llamado torbellino vital y circulus materialentre el mundo orgnico y el mundo inorgnico,existe en la planta como en el animal; no se nter-

    rumpe nunca, y se convierte en condicin al mismotiempo que causa inmediata de todas las dems ma-nifestaciones vitales. La universalidad de este fen-meno, la constancia que presenta, su necesidad, lehacen carcter fundamental del sor vivo y el signoms general de la vida. No es, pues, extrao que al-gunos fisilogos hayan intentado valerse de l paradefinir la vida misma.

    Este fenmeno, sin embargo, no es simple; impor-ta analizarlo y penetrar ms profundamente su me-canismo, fin de precisar la idea que su examensuperficial puede" darnos de la vida. El movimientonutritivo comprende dos operaciones distintas, peroconexas inseparables; una por la cual la materiainorgnica se fija incorpora los tejidos vivoscomo parte integrante, otra por la cual se separa deellos y les abandona. Este doble movimiento ince-sante no es en ltimo caso sino una alternativa per-petua de vida y de muerte; es decir, de destrucciny de renacimiento de las partes constituyentes delorganismo. Los vitalistas no han comprendido la nu-tricin. Imbuidos unos de la idea de que la esenciade la vida consista en resistir la muerte, es decir, las fuerzas fsicas y qumicas, deban creer natu-ralmente que el ser vivo, llegado su pleno desar-rollo, slo necesitaba mantenerse en el equilibrioms estable posible, neutralizando la influencia des-tructora de los agentes exteriores; comprendiendootros mejor el fenmeno, y apreciando la perpetuamutacin del organismo, se han negado admitirque este movimiento de renovacin molecular loprodujeran las fuerzas generales de la naturaleza, ylo han atribuido una fuerza vital. Ni unos ni otroshan visto que era precisamente la destruccin or-gnica, operada bajo la influencia de fuerzas fsicasy qumicas generales, la que provoca el movimientoincesante de cambio, y llega ser por este mediola causa de la reorganizacin.

    Los actos de destruccin orgnica de desorga-nizacin, se revelan inmediatamente nosotros; lossignos son evidentes; aparecen en el exterior, y serepiten cada manifestacin vital. Los actos de asi-milacin de organizacin son, por el contrario,internos, y casi no tienen expresin fenomenal;presiden una sntesis orgnica que rene de unmodo silencioso y oculto los materiales gastadosdespus en las manifestaciones ms ruidosas de lavida. Es una verdad muy notable y muy esencial decomprender la de que ambas fases del eirculus nu-tritivo se manifiestan tan diferentemente, quedandola de organizacin, latente, y teniendo por signosensible la de desorganizacin todos los fenme-nos de la vida. Aqu, como casi siempre, nos en-gaa la apariencia; lo que llamamos fenmeno devida, es en el fondo fenmeno de muerte orgnica.

    Los dos factores de la nutricin son, pues, la

  • N.69 C. BERNARD. LA DEFINICIN DR I,A VIDA. 629asimilacin y la desasimilaeion; dicho de otra ma-nera, la organizacin y la desorganizacin. A la des-asimilacin acompaa siempre la manifestacin vi-tal. Cuando en el hombre y en el animal sobrevieneun movimiento, una parte de la sustancia activa delmsculo se destruye y se quema; cuando la sensi-bilidad y la voluntad se manifiestan, los nervios seusan; cuando el pensamiento se ejercita, el cerebrose consume, etc.

    Puede, pues, decirse que jams sirve la mismamateria dos veces en la vida. Cuando se ejecutaun acto, la partcula de materia viva que ha ser-vido para producirlo no existe. Si el fenmenoreaparece, le presta su concurso una materia nue-va. La prdida molecular es siempre proporcionada la intensidad de las manifestaciones vitales. Laalteracin material es tanto ms profunda consi-derable, cuanto ms activa se muestra la vida. Ladesasimilaeion rechaza de la profundidad del or-ganismo sustancias ms menos oxidadas por lacombustin vital, cuanto ms enrgico ha sido elFuncionar de los rganos. Estas oxidaciones com-bustiones engendran el calor animal, dan naci-miento al cido carbnico que se exhala por elpulmn, y diferentes productos cjue se eliminanpor otros eumuntorios de la economa. El cuerpose usa, experimenta una consuncin y una prdidade peso que traducen y miden la intensidad de susfunciones; en una palabra, la destruccin fisico-qumica va siempre unida la actividad funcional,y podemos considerar como axioma fisiolgico laproposicin siguiente: Toda manifestacin de unfenmeno en el ser vivo est necesariamente ligada una destruccin orgnica.

    Esta ley que encadena el fenmeno que se pro-duce la manifestacin que se destruye, mejordicho, la sustancia que se trasfonna, no es espe-cial al mundo vivo; la naturaleza fsica obedece lamisma regla.

    Un ser vivo, que est en la plenitud de su activi-dad funcional, no nos manifiesta, pues, la energamayor de una fuerza vital misteriosa. Nos presentasencillamente en su organismo la plena actividad deios fenmenos qumicos do combustin y de destruc-cin orgnica. Cuando Cuvier nos pinta la vida des-arrollndose en el cuerpo de una mujer joven, seequivoca al creer, con los vitalislas, que las fuerzas las propiedades fsicas y qumicas estn entoncesdomadas mantenidas por la fuerza vital. Por elcontrario, todas las fuerzas fsicas estn desencade-nadas. El organismo arde y se consume con mayorviveza, y por esto mismo brilla la vida en todo suesplendor.

    Stahl ha dicho con razn que los fenmenos fsi-cos y qumicos destruyen el cuerpo vivo y le con-ducen la muerte; pero no ha comprendido la ver-

    dad, por no haber visto que los fenmenos dedestruccin vital son los instigadores y los precur-sores de la renovacin material que se oculta anuestros ojos en la intimidad de los tejidos. Enefecto, al mismo tiempo que los fenmenos de com-bustin aparecen claramente por medio de mani-festaciones vitales exteriores, el proceso formativose verifica enel silencio de la vida vegetativa. Ca-rece de expresin exterior; es decir, se revela sola-mente por la organizacin y reparacin del edifi-cio vivo.

    Desde la antigedad se ha comparado la vida una antorcha, y esta metfora ha llegado. ser ennuestros dias, gracias Lavoisier, una verdad. Elser que vive es como la antorcha que arde; elcuerpo se usa, la materia de la antorcha se des-truye; en sta brilla la llama fsica, en aqul brillala llama vital. Sin embargo, para que la compara-cin fuese exacta sera necesario concebir una an-torcha fsica capaz de duracin, que se renovase yse regenerase como la antorcha vital. La combus-tin fsica es un fenmeno aislado, en cierto modoaccidental, que no tiene en la naturaleza lazos ar-mnicos sino consigo misma. La combustin vital,por el contrario, supone una regeneracin corre-lativa, fenmeno de la ms alta importancia, cuyoscaracteres principales vamos manifestar.

    El movimiento de regeneracin de sntesis or-gnica presenta dos modos principales. A veces lasntesis asimila la sustancia ambiente para formarde ella principios nutritivos; veces forma directa-mente los elementos de los tejidos. Por eso vemosal lado de la formacin de los productos inmediatosde la sntesis qumica aparecer los fenmenos demudas de renovaciones histolgicas , en tantocontinuas, eu tanto peridicas. Los fenmenos deregeneracin, de reintegracin, de reparacin quese muestran en el individuo adulto, son de la mismanaturaleza que los fenmenos de generacin y deevolucin, por los cuales el embrin constituye enel origen sus rganos y sus elementos anatmicos.El ser vivo esl, pues, caracterizado la vez porla generacin y por la nutricin; es preciso reuniry confundir estos dos rdenes de fenmenos, y envez de crear con ellos dos categoras distintas, rea-lizamos nn acto nico, cuya esencia y mecanismosson semejantes. En este concepto ha podido de-cirse, con razn, que a nutricin era una genera-cin continuada. Sntesis orgnica, generacin, re-generacin, reintegracin y hasta cicatrizacin, sonaspectos del mismo fenmeno, manifestaciones va-riadas del mismo agente, el germen.

    El germen es el agente por excelencia de organi-zacin y de nutricin, atrae su alrededor la mate-ria csmica y la organiza para constituir el nuevoser. El germen, sin embargo, no puede manifestar

  • 630 REVISTA EUROPEA. 2 0 DE JUNIO DE 1 8 7 5 . N."69su potencia organizadora sino operando combustio-nes y destrucciones orgnicas. Por esto se encierraen s.u origen en una clula, la clula del huevo, yso rodea alli de materiales nutritivos elaborados, los que se da el nombre de vilellns.

    La clula-huevo as constituida por el gormen yel vitellus desarrolla el organismo nuevo, segmen-tndose y dividindose hasta el infinito en una can-tidad innumerable de clulas provistas de un ger-men de nutricin. Este germen celular, que se llamael ncleo de la clula, atrae y elabora su alrede-dor materiales nutritivos especiales, destinados ias combustiones funcionales de cada uno de loselementos de nuestros tejidos de nuestros rga-nos; cuando los fenmenos de reintegracin na-turales accidentales sobrevienen; cuando, porejemplo, un nervio cortado se regenera y recobrasus funciones, es tambin porque estos ncleos ce-lulares, semejanza del germen primordial del quederivan, se dividen, se multiplican para constituiren el adulto los nuevos tejidos, repitiendo idntica-mente los procedimientos de la formacin em-brionaria.

    Todos los fenmenos tan variados de regenera-cin y de sntesis orgnicas tienen por carcter dis-tintivo, segn hemos dicho, ser en cierto modo in-visibles exteriormente. Ante el silencio que reina enun huevo en incubacin, no se podra sospechar laactividad que en l se desarrolla y la importancia delos fenmenos que en l se verifican; al salir el sernuevo de el, nos descubrir con sus manifestacionesvitales las maravillas de este trabajo lento y oculto.

    Lo mismo sucede con todas nuestras funciones;cada una tiene, por decirlo as, su incubacin or-ganizadora. Cuando se produce exteriormente unacto vital, sus condiciones estaban de largo tiempoatrs reunidas en esta elaboracin silenciosa y pro-funda que prepara las causas de todos los fenme-nos. Importa no perder de vista estas dos fases deltrabajo fisiolgico. Si se quieren modificar las accio-nes vitales, es preciso atacarlas en su evolucinoculta; cuando el fenmeno aparece, es demasiadotarde; aqu, como en todo, nada sucede por bruscocambio; los acontecimientos ms repentinos en laapariencia tienen sus causas latentes. El objeto dela ciencia es precisamente descubrir estas causaselementales, fin de poder modificarlas y dominaras! la aparicin ulterior de los fenmenos.

    En resumen, distinguiremos en el cuerpo vivodos grandes grupos de fenmenos inversos: los fe-nmenos funcionales de gasto vital, y los fen-menos orgnicos de concentracin vital. La vidase mantiene por dos rdenes de actos enteramenteopuestos en su naturaleza: la combustin desasimi-l adora, que usa la materia viva en los rganos enejercicio, y la sntesis asimiladora que regenera los

    tejidos en los rganos en reposo. Los agentes deestos dos gneros de fenmenos, no son menos dis-tintos. La combustin vital toma al exterior el agentegeneral de las combustiones, el oxgeno, y faltasuya los fermentos, cuya accin desasimiladorapuede intervenir en las profundidades del organis-mo, donde el aire no penetra. La sntesis organi-zadora posee, por el contrario, un agente especial,el germen, propiamente dicho, los ncleos de c-lulas, grmenes secundarios que son emanacio-nes y que se encuentran esparcidos en todas laspartes elementales del cuerpo vivo. Las condicio-nes de la desasimilacion funcional y las de la asimi-lacin orgnica, estn igualmente separadas. Losmismos agentes de combustin que usan el edificioorgnico durante la vida, continan destruyndoledespus de la muerte, cuando los fenmenos de re-generacin se han apagado en el organismo. Deaqu resulta que todos los fenmenos funcionalesacompaados de combustin, de fermentacin dedisgregacin orgnica, pueden verificarse lo mismofuera que dentro de los cuerpos vivos. Gracias esta circunstancia, el fisilogo puede analizar losmecanismos vitales con ayuda de la experimenta-cin. En un organismo mutilado mantiene artifi-cialmente la respiracin, la circulacin, la diges-tin, etc., y estudia las propiedades de los tejidosvivos separados del cuerpo. En estas partes dislo-cadas el msculo se contrae, la glndula segrega,el nervio conduce las excitaciones absolutamentelo mismo que durante la vida; sin embargo, si lostejidos aislados del conjunto de sus condicionesorgnicas pueden usarse y funcionar todava, no.pueden regenerarse, y de aqu que sea inevitablesu muerte definitiva. Los fenmenos de renovacinorgnica, en oposicin los fenmenos de combus-tin funcional, no pueden manifestarse sino en elcuerpo vivo, y cada uno en un lugar especial; nin-gn artificio ha podido hasta ahora suplir estascondiciones esenciales de la actividad de los gr-menes, ponindose en su lugar en el edificio delcuerpo vivo.

    Quien se fundase en las profundas diferencias queacabamos de indicar para asignar en la economaun papel vital independiente la combustin y laregeneracin orgnica, se equivocara grandemen-te, porque los dos rdenes de fenmenos son de talmodo solidarios en el acto de la nutricin que, pordecirlo as, slo son distintos en el espritu; en lanaturaleza son inseparables. Todo ser vivo, animal vegetal, no puede manifestar sus funciones sinopor el ejercicio simultneo de la combustin vitaly de la sntesis orgnica. En este terreno deben re-unirse y concillarse las escuelas qumicas y anat-micas, porque la solucin del problema fisiolgicode la vida exige su doble concurso.

  • N.69 C. BERNARD. DEFINICIN BE LA VIDA. 631

    IV.Hemos tratado del fenmeno caracterstico de la

    vida, la nutricin, hasta en sus manifestaciones in-timas; veamos qu conclusin puedo deducirse deeste estudio relativamente la solucin del proble-ma tantas veces intentado de la definicin de la vida.Si queremos expresar que todas las funciones vita-les son consecuencia necesaria de una combustinorgnica, repetiremos lo que ya hemos enunciado:la vida es la muerte, la destruccin de los tejidos; diremos con Buffon: la vida es un minolauro; elladevora el organismo. Si, por el contrario, queremosinsistir en la segunda faz del fenmeno de la nutri-cin, la de que la vida no se mantiene sino con-dicin de una constante regeneracin de los teji-dos, consideraremos la vida como una creacinejecutada por medio de un acto plstico y regene-rador, opuesto las manifestaciones vitales. Final-mente , si queremos comprender las dos fases delfenmeno, la organizacin y la desorganizacin,nos acercaremos la definicin de la vida dadapor Blainville: la vida es un doble movimiento in-terno de descomposicin, la vez general y con-tinuo. Recientemente ha propuesto M. Herbert-Spencer esta definicin de la vida: la vida es lacombinacin definida de cambios heterogneos lavez simultneos y sucesivos. Con esta definicinabstracta el filsofo ingls quiere indicar, sobretodo, la idea de la evolucin y de la sucesinque se observa en los fenmenos vitales. Estas de-finiciones, por incompletas que sean, tienen al me-nos el mrito de expresar un aspecto de la vida, yno son puramente verbales, como la de la Enciclo-pedia: la vida es lo contrario de la muerte, la deBeelard: la vida es la organizacin en accin, la de Dugs: la vida es la actividad especial de losseres organizados, lo que vale tanto como decir:la vida es la vida. Kant ha definido la vida unprincipio interior de accin. Esta definicin, querecuerda la idea de Hipcrates, ha sido adoptadapor Tiedemann y por otros fisilogos. En realidad,no hay ms principio interno de actividad en la ma-teria viva que en la materia bruta. Los fenmenos|ue se verifican en los minerales dependen cierta-mente de condiciones atmosfricas exteriores; perono sucede lo mismo respecto la actividad de lasplantas y de los animales de sangre fria. Si el hom-bre y los animales de sangre caliente parecen li-bres independientes, en sus manifestaciones vita-les, esto depende de que sus cuerpos presentan unmecanismo ms perfecto que les permite producircalor en cantidad tal, que no necesitan lomarlo pre-cisamente al medio ambiente. En una palabra, laespontaneidad de la materia viva slo es una falsaapariencia. Hay constantemente principios exterio-

    res, estimulantes extraos para provocar la mani-festacin de propiedades de la materia que en smisma es siempre por igual inerte.

    Terminaremos aqu estas citas, que pudiramosmultiplicar hasta el ininito sin encontrar ni una soladefinicin satisfactoria de la vida. Por qu sucedeesto? Porque, hablando de la vida, es necesariodistinguir la palabra de la cosa misma. Pascal, queha conocido tan bien todas las debilidades y todaslas ilusiones del espritu humano, advierte que enrealidad las verdaderas definiciones slo son crea-ciones de nuestro espritu, es decir, definiciones denombres convenciones para abreviar el discurso:pero reconoce palabras primitivas que se compren-den sin que haya necesidad de definirlas.

    Ahora bien, la palabra vida, se encuentra en estecaso. Todo el mundo comprende bien lo que se diceal hablar de la vida de la muerte. Sera, adems,imposible separar estos dos trmino? estas dosideas correlativas, porque lo que vive es lo que mo-rir, y lo que muero es lo que ha vivido. Cuando setrata de un fenmeno de la vida, como de todo fe-nmeno de la naturaleza, la primera condicin es lade conocer: la definicin no puede darse sino apos-teriori como conclusin resumida de un estudioprevio; pero esto no es, propiamente hablando, unadefinicin; es una mira, una concepcin. Trtase,pues, para nosotros, de saber qu concepcin de-bemos formarnos de los fenmenos de la vida, hoy,en el estado actual de los conocimientos fisiol-gicos.

    Esta concepcin ha variado necesariamente conlas pocas y siguiendo los progresos de la ciencia.A principios de este siglo, un fisilogo francs, LeGallois publicaba un volumen de experiencias sobreel Principio de la vida y sobre el asiento de este prin-cipio. No se busca ahora el asiento de la vida; sesabe que reside en todas las molculas de la mate-ria organizada. Las propiedades vitales no son, enrealidad, sino clulas vivientes, lo dems slo esarreglo y mecanismo. Las tan variadas manifesta-ciones de la vida son expresiones mil y mil vecescombinadas y diversificadas de las propiedades or-gnicas elementales fijas invariables. Importa,pues menos conocer la inmensa variedad de las ma-nifestaciones vitales que la naturaleza, al parecer,no puede jams agotar, que determinar rigurosa-mente las propiedades de los tejidos de dondenacen; por ello hoy todos los esfuerzos de la cien-cia se encaminan al estudio histolgico de esos in-finitamente pequeos que contienen el verdadero

    | secreto de la vida.Por lejos que vayamos hoy ,en la intimidad de los

    fenmenos propios los seres vivos, siempre sepresenta la misma cuestin, fijada desde el prin-cipio de la ciencia en la antigedad: se debe

  • 632 REVISTA EUROPEA. 2 0 DE JUNIO DE 1 8 7 5 . N. 69

    la vida una potencia, una fuerza particular, estan slo una modalidad de las fuerzas generales dela naturaleza? En otros trminos: existe en los seresvivos una fuerza especial que sea distinta de lasfuerzas fsicas, qumicas mecnicas? Los vitalistasse, han atrincherado siempre en la imposibilidad deexplicar, fsica mecnicamente, todos los fenme-nos de la vida; sus adversarios han contestadosiempre reduciendo cada vez mayor nmero demanifestaciones vitales explicaciones fsico-qu-micas bien demostradas. Preciso es confesar queestos ltimos han ganado constantemente terreno yque en nuestra poca, sobre todo, lo ganan dia pordia. Conseguirn de este modo reducirlo todo susteoras, quedar, pesar de sus esfuerzos, unquid propriwm de la vida, que ser irreducible?Este es el punto que vamos examinar. Analizandocon cuidado todos los fenmenos vitales cuya ex-plicacin pertenece las fuerzas fsicas y qumicas,encerraremos el vitalismo en un crculo ms estre-cho y, por tanto, ms fcil de determinar.

    De los dos rdenes de fenmenos nutritivos queconstituyen esencialmente la vida y que son origende todas sus manifestaciones sinexcepcion, hay uno,el dla destruccin, de la desasimilacion orgnica,comprendido completamente desde luego en las ac-ciones qumicas; estas descomposiciones en losseres vivos no ofrecen nada ms menos misterio-so que las que nos presentan los cuerpos inorgni-cos. Los fenmenos de gnesis organizador y deregeneracin nutritiva parecen, primera vista, deuna naturaleza vital especial, irreductibles las ac-ciones qumicas generales; pero esto no es todavams que una apariencia, y para darse bien cuentaes preciso considerar estos fenmenos bajo el dobleaspecto que presentan de una sntesis qumica or-dinaria y de una evolucin orgnica que se realiza.Rn efecto, el gnesis vital comprende fenmenos desntesis qumica arreglados, desarrollados conforme un orden particular que constituye su evolucin.Importa separar los fenmenos qumicos en s mis-mos, porque son dos cosas completamente distin-tas. Es evidente que, en cuanto las acciones sin-tticas, estos fenmenos dependen de fuerzas qu-micas generales; examinndolos sucesivamente unopor uno, se demuestra con claridad.

    Las materias calcreas que se encuentran en lasronchas de los moluscos, en los huevos de los p-jaros, en los huesos de los mamferos, estn, segu-ramente, formadas conforme las leyes de la qu-mica ordinaria durante la evolucin del embrin.l,as materias grasas y aceitosas se encuentran en elmismo caso, y la qumica ha llegado ya reprodu-cir artificialmente en los laboratorios gran nmerode principios inmediatos y de aceites esenciales conque estn naturalmente dotados el reino animal

    vegetal. De igual manera, las materias amilceasque se desarrollan en los animales y que se produ-cen por la unin del carbono y del agua bajo la in-fluencia del sol en las hojas verdes de las plantas,son fenmenos qumicos perfectamente caracteriza-dos. Si respecto las materias azoadas albumi-nideas los procedimientos de sntesis son muchoms oscuros, esto depende de que la qumica org-nica se encuentra poco adelantada todava; pero es,sin embargo, positivo que estas sustancias se formanpor procedimientos qumicos en los organismos delos cuerpos vivos. En verdad, puede decirse que losagentes de las sntesis orgnicas, los grmenes ylas clulas constituyen agentes completamente ex-cepcionales. De la misma manera puede decirse,respecto los fenmenos de desorganizacin, quelos fermentos son tambin agentes particulares los seres vivos. Por mi parte, creo que esta es unaley general, y que los fenmenos qumicos se eje-cutan en el organismo por medio de agentes deprocedimientos especiales; pero esto en nada alterala naturaleza puramente qumica de los fenmenosque se realizan y de los productos que son suconsecuencia.

    Despus de haber examinado la sntesis qumica,lleguemos la evolucin orgnica. Los agentes delos fenmenos qumicos en los cuerpos vivos no selimitan producir sntesis qumicas de materiasextraordinariamente variadas, si no que las organi-zan y las apropian la edificacin morfolgica delnuevo ser.

    Entre estos agentes de la qumica viva, el mspoderoso y mavilloso es, sin duda alguna, el huevo,la clula primordial que contiene el germen, prin-cipio organizador de todo el cuerpo. No asistimos la creacin del huevo ex nihilo; procede de los pa-dres, y el origen de su virtualidad evolutiva perma-nece oculto nosotros; pero diariamente la cienciaadelanta hacia la averiguacin de este misterio. Pormedio del germen, y en virtud de la especie de po-tencia evolutiva que tiene, se establece la perpe-tuidad de las especies y la descendencia de losseres; por medio de l comprendemos las relacio-nes necesarias que existen entre los fenmenos dela nutricin y los del desarrollo. l nos expica laduracin limitada del ser vivo, porque la muertedebe llegar cuando la nutricin se detiene, no porfalta de alimentos, sino porque el encadenamientoevolutivo del ser ha llegado su trmino y la im-pulsin celular organizadora ha agotado su virtud.

    El germen preside an la organizacin del ser,formando, con ayuda de las materias ambientes, lasustancia viva y dndole los carecteres de instabili-dad qumica, que llegan ser la causa de los movi-mientos vitales incesantes que en l se verifican.Las clulas, grmenes secundarios, presiden de

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    igual manera la organizacin celular nutritiva. Esevidente que estas acciones son puramente qumi-cas; pero no lo es menos que estas acciones qumi-cas, en virtud de las cuales el organismo crece y seedifica, se encadenan y se suceden en vista de esteresultado, que es la organizacin y acrecentamientodel individuo animal vegetal. Hay en esto algo pa-recido un dibujo vital que traza el plan de cadaser y de cada rgano, de modo que, si consideradoaisladamente cada fenmeno del organismo es tri-butario de las fuerzas generales de la naturaleza,tomados en su sucesin y en su conjunto parecenrevelar un lazo especial y estar dirigido por algunacondicin invisible en el camino que siguen, en elorden que les encadena. Las acciones qumicas sin-tticas de la organizacin y de la nutricin se mani-fiestan cual si estuvieran dominadas por una fuerzaimpulsiva gobernando la materia, haciendo unaqumica apropiada un fin, y poniendo presencialos reactivos ciegos de los laboratorios, como lohace el mismo qumico. Esta potencia de evolucininmanente al vulo, que debe reproducir un servivo, abraza la vez, segn ya sabemos, fenmenosde generacin de nutricin-, uno y otros tienen uncarcter evolutivo que forma su fondo y su esencia.

    Esta potencia propiedad evolutiva que nos li-mitamos enunciar aqu, es la nica que consti-tuye el quid propium de la vida, porque claro es,que esta propiedad evolutiva del huevo que produ-cir un mamfero, un ave un pez, no correspondeni la fsica n4 la qumica. Las concepciones vita-listas, no pueden abarcar ms en el conjunto de lafisiologa. La fuerza evolutiva del huevo y de lasclulas, es pues, el ltimo baluarte del vitalismo;pero refugindose en ella, fcilmente se ve que elvitalismo se trasforma en una concepcin metafsicay rompe el ltimo lazo que le une al mundo fsico, la ciencia fisiolgica. Diciendo que la vida es la ideadirectora la fuerza evolutiva del ser, expresamossencillamente la idea de una unidad en la sucesinde todos los cambios morfolgicos y qumicos rea-lizados por el germen desde el origen hasta el finde la vida. Nuestro espritu comprende esta unidadcomo un concepto que se impone l, y la explicapor una fuerza; pero seria errneo creer que estafuerza metafsica es activa la manera de unafuerza fsica. Este concepto no sale del dominio in-telectual, ni por tanto, llega influir en los fenme-nos para cuya explicacin lo ha creado el espritu;aunque emanado del mundo fsico, no tiene sobrel efecto retroactivo. En una palabra, la fuerza me-tafsica evolutiva, por la cual podemos caracterizarla vida, es intil la ciencia, porque estando fuerade las fuerzas fsicas, no puede ejercer ninguna in-fluencia sobre ellas. Preciso es, pues, separar aquel mundo metafisico del mundo fsico fenomenal

    que le sirve de base, pero que nada tiene que tomarde l. Leibnitz ha expresado dicho deslinde en lasfrases que recordamos al principio de este estudio;la ciencia lo consagra hoy.

    En resumen, si podemos definir la vida con ayudade un concepto metafisico especial, no es menoscierto que las fuerzas mecnicas, fsicas y qumicas,son los nicos agentes efectivos del organismo vi-viente, y que el fisilogo slo puede tener en cuentala accin de estas fuerzas. Diremos con Descartes:se piensa melafisieamente, pero se vive y se obrafsicamente.

    CLAUDIO BERINARD.

    (lievue des Dev,x Mondes.)

    LOS CREDOS.Los credos de Nicea y de los apstoles; su histo-

    ria literaria, junto con los progresos y acogidadel SERMN SOISRI I.A FE, comunmente llamado elCRUDO DE SAN ATANASIO. Por. . A. Smainson,

    D. D. (Murray.)Los antiguos credos de la Iglesia han promovido

    retardado la verdadera religin? Es esta una cues-tin que lia llevado nuestros espritus en los tiem-pos presentes abandonar la fe de las formas dog-mticas. Han fijado establecido la fe enseadapor los verdaderos apstoles, desenvolvindolasegn legitimas miras? Han dado luz y mostrado,segn su propia esencia, el compendio de la ense-anza de San Pablo? Han levantado una barreraefectiva contra las intrusiones de la hereja debi-litado el libre pensamiento sobre los asuntos sa-grados' Las respuestas estas preguntas, sernvarias, segn la educacin idiosincracia de losinvestigadores. Un hecho es aparente; los credosson monumentos histricos que enlazan el presentedel Cristianismo con el pasado, recuerdos de losmodos, por los cuales, la ciencia espiritual de laIglesia se ha desenvuelto en las distintas pocas,fenmenos de la actividad cristiana saliendo de cir-cunstancias y estados que no pueden renovarse. Lacreencia del pasado regula durante mucho tiempo ladel porvenir, y precisamente, en proporcin laconviccin adquirida de su origen apostlico ca-rcter escritural. Los esfuerzos de alguna elevadaindividualidad, pueden hacer que algunos se apartende la fe en los primeros credos formados por emi-nentes eclesisticos y consagrados por el uso de lasedades sucesivas; pero la masa del gnero humanocu todos los pases cristianos, no se prestar rom-per sus lazos con documentos venerables que cus-todian la fe de santos y mrtires innumerables.