veinte son muchos años [confrontación 86], por olivier debroise

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    Art # od083, "Veinte son muchos aos [Confrontacin 86]"

    La Jornada, 24 y 25 de julio de 1986

    Por: Olivier Debroise

    by courtesy of http://www.latinartcritic.com , cortesa de http://www.latinartcritic.com

    Cuando se piensa en trminos cotidianos, de horas y das, de rutina tediosa,desganos, entusiasmos que siempre parecen demasiado cortos, alegras que seprolongan artificialmente por espacio de semanas y de infinitos intervalos denostalgia (esa manera de literatura mental y autocomplaciente que sirve pararevisar lo hecho, y provoca no pocos desencantos y rabias), 20 son muchos aos.

    En perspectiva hacia el futuro, parecen inalcanzables; retrospectivamente, comoque no sirvieron gran cosa. Pero para la historia, la acumulacin arbitraria defechas que no corresponden casi nunca a lo vivido, a la "realidad" de cada uno, 20aos no son nada. Removiendo (intencionalmente) viejos papeles, recortes deperidicos amarillentos y recuerdos apropiados, encuentro nombres que suenanfamiliares, frases que pudieron haber sido escritas ayer apenas, declaraciones queel transcurso del tiempo no alcanza a invalidar.

    Hace 20 aos, en mayo de 1966, Antonio Rodrguez escriba en El Gallo Ilustrado,poco despus de haber renunciado a participar como jurado de Confrontacin 66:"En medio siglo de vida artstica, Mxico no haba asistido nunca a una exposicintan ruidosa -en sus preparativos- como la que naci con el pomposo nombre deConfrontacin 66. Desde octubre de 1965 -en que comenzaron los preparativos-hasta abril de 1966 -en que se inaugur la exposicin- se batieron varias marcas:

    "El Jurado se reuni, cuando menos, 30 veces, en sesiones de varias horas.

    "La televisin consagr al tema varios programas, con y sin show adicional.

    "Algunos miembros del Jurado renunciaron a formar parte de l, otros cambiaronde postura "socio-esttica" al recibir el inesperado honor de ser recibidos en suseno.

    "La primera convocatoria para Confrontacinestaba abierta a todos los pintores;la segunda exclua a los nacidos despus de 1920. Es decir, Confrontacinsereserv el derecho de slo admitir a jvenes menores de... 46 aos!

    "Primero se acept, en una reunin del Jurado, que la pintura mural entrara en elmarco de la confrontacin, despus se la excluy.

    "De acuerdo con el proyecto inicial la obra de los consagrados, que se hallan yapor encima de toda confrontacin (Siqueiros, Tamayo, Gnther Gerzso, Cuevas,

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    Carlos Mrida) debera ser presentada en una Sala de Honor; ms tarde serenunci a este proyecto.

    "Cuatro miembros del Jurado, que excluyeron de la invitacin a varios pintores derenombre, se hicieron representar en la exposicin con lotes de sus propias obras.

    "Se publicaron decenas de artculos, cartas de protesta, entrevistas, polmicas,etctera".

    Concluye su artculo con esta evaluacin: "Fuera de eso es esta una buenaexposicin colectiva. Incompleta, discriminatoria con una tendencia, complacientecon otra, es mucho menos importante de lo que podra esperarse. En todo caso ydentro de sus limitaciones y paradojas, es una exposicin buena a secas. Estoquiere decir que los pintores mexicanos son tan buenos que resisten todas lasexcentricidades de los confrontadores". (El Gallo Ilustrado, nmero 202, 8 demayo de 1966).

    Confrontacin 66 marc el final de una polmica que se vena arrastrando, convariantes y metamorfosis, desde el preciso momento en que Jos Vasconcelos

    abandon las oficinas de la SEP, en junio de 1924: variacin y fuga sobre el temade la forma y el contenido, adquiri, en el Mxico posrevolucionario, el carcterideolgico de un discurso sobre la funcin del arte que se amparaba casi siempreen una defensa de la inalienable libertad de expresin. La pugna se plante,concretamente, entre defensores de una pintura de alto contenido didctico ymoral (los muralistas) y de una pintura expresiva y personal (lospetits matresinfluidos por las vanguardias europeas). A mediados de los cincuenta, la polmicasufri una primera, elocuente mutacin, al convertirse en enfrentamiento entrepintores figurativos y abstractos: fiel a los postulados de su manifiesto, No hayms ruta que la nuestra, Siqueiros busc satanizar desde un principio la

    efervescencia pictrica de los ms jvenes, pero no encontr entoncescontrincantes de peso (el nico, quiz, Juan Soriano, ya viva en Italia). Aliniciarse la siguiente dcada, la pugna se volvi, de plano, conflicto generacional:por un lado, los muralistas de la segunda etapa defendan un proyectonacionalista heredado de los aos veinte y de Crdenas; por el otro, los jvenesde la posguerra, que no eran, en s, desideologizados, apostaban al futuroradiante, a un fin del siglo que cumplira las promesas de la modernidad.

    Confrontacin 66 result polmica, en gran parte, por la presencia de los viejosmaestros que se convirtieron, muy a su pesar, en foco de atencin -y perdieron,

    en este momento, la batalla.En 1966 la televisin era joven, tena apenas 10 aos de existir y no perda andel todo su vocacin de foro pblico, gora del siglo XX. Semana tras semana,mientras se preparaba la exposicin, Jorge Saldaa organiz una serie deconfrontaciones verbales entre participantes y excluidos, miembros del jurado,crticos de arte e intelectuales de diversa orientacin. Estas discusiones en vivoalimentaron la polmica y contribuyeron notablemente al xito de laconfrontacin: trascendieron la sola exposicin al convocar al pblico. En latelevisin del 86, definitivamente idiotizada, mercantilista a ms no poder y quese ofrece, adems, como espectculo en s, propuesta visual suigeneris en

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    abierta competencia con los dems medios pictricos (el video-clip), lasconfrontaciones ya no tienen cabida. Por esta y otras razones, Confrontacin 86no tiene, ni tendr, el impacto de la versin anterior. La "pugna de tendencias" nise dio, ni se dar, adems, por la simple razn de que, en estos ltimos 20 aos,no ha pasado nada.

    Esto no quiere decir que no han aparecido nuevos pintores, talentosos,empeados, "profesionales", atentos al quehacer de sus compaeros, dispuestos a

    entrarle, cuando el caso lo requiere, a la batalla para imponer propuestasdismbolas, pictricas y/o ideolgicas. Esto significa simplemente que no hay conquin confrontarse. Result elocuente, el da de la inauguracin de la exposicin,la casi absoluta ausencia de "maestros consagrados": ni Tamayo, ni Cuevas, niRojo, ni Toledo, ni Goeritz se presentaron (andan de viaje, y no se les puedetampoco imputar su defeccin). En contraste con el "vaco" de la Sala Nacional,las reas adyacentes -en las que se concentr, evitando as la "confrontacin"intergeneracional, prcticamente a todos los jvenes, a los que andan entre los 26y los 36 aos- estaban llenas. Confrontacin 86 prob una sola cosa: el inters, sno el entusiasmo, de una generacin de pintores que escogi el arte como un

    modo de vida a principios de los aos setenta, en pleno auge econmico (un mitoque, a pesar de las crisis, an nos sirve de parmetro) y tuvieron facilidadesdesconocidas de los mayores: no slo ciertas preocupaciones de las institucionespor demostrar una actividad, sino un mercado del arte que refleja la aparicin decompradores potenciales, y permiti la existencia de nuevas galeras.

    En los ltimos meses, sin embargo, la inflacin desatada y generalizada tuvorepercusiones lgicas en el campo del arte, en detrimento, antes que nada, de lospropios artistas, que se ven compelidos a malbaratar sus obras. A las posturasadolescentes y furibundas, a las posiciones encontradas de la dcada anterior,sucede ahora una poca de retraimiento: las ilusiones perdidas obligan a ciertascomplacencias que, hasta hace poco, nadie hubiese aceptado. Pero,acostumbrados desde los tiempos de las asociaciones y de las propuestascolectivas, a luchar por la conquista de espacios de visibilidad, los pintores ya notan nuevos no se andan por las ramas, y aprovechan (estrategia impostergableen esta temporada) todos los espacios que se les ofrecen. Es notable, al respecto,la calidad de varios envos, superiores a los que suelen verse en concursos yexposiciones individuales: conscientes de la importancia que, para ellos,representa esta muestra, le echan ganas. En ese sentido, con todo y fallas,deficiencias en el proceso de seleccin, exclusiones voluntarias e involuntarias, elpanorama que ofrece Confrontacin 86 resulta ms alentador que cualquiera delos salones y de las exposiciones colectivas recientes. Ahora, como en 1966, losjvenes ganan la batalla.

    Confrontacin 86 pretende ser representativa del complejo panorama de laplstica actual mexicana; no ha de marcar, sin embargo, un hito en su devenir. Elmismo proyecto (de nacin, de cultura, de funcin del arte) que animaba a losjvenes de 1966, contina en las propuestas de los jvenes de 1986. Lasdivergencias son ahora ms sutiles, menos aprehensibles: reflejan estados denimo (de ah, probablemente, la inexistencia de la verdadera polmica en tornoa la exposicin). Confrontacin 66 fue la muestra del optimismo, sta es la

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    exposicin de un desencanto.

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