valores econÓmicos
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Materia: Existencia y Valores. Universidad La Salle Cancun, México.TRANSCRIPT
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VALORES ECONÓMICOS
J. A. DACAL
Introducción
Se trata de exponer de manera muy general algunos valores que
sostienen el proceso económico fundamental para el desarrollo de
la vida humana. Sin una base material que de suyo va ligada a la
administración, la contabilidad y el trabajo, no es posible ni factible
esperar el desarrollo de otros valores humanos, incluso los que se
consideran superiores.
El análisis que se propone es de carácter filosófico, por lo tanto
algo más genérico en cuanto que la economía como ciencia, social
analizará, sistematizará e incluso aplicará los principios y leyes que
la constituyen en un proceso concreto o histórico.
No es frecuente vincular filosofía y economía o no siempre se
tienen presentes los valores o fundamentos de la economía en las
políticas de su aplicación, con lo que se dificulta la comprensión
global del fenómeno y la instrumentación de medios para un
desarrollo más integral y armónico de la vida productiva en la
sociedad.
Consideramos que ambos aspectos: el filosófico y el científico de la
economía y lo mismo puede afirmarse de la administración y la
contabilidad deben articularse en un proceso, unificado e histórico
para una mejor realización de los fines del bienestar y el desarrollo
humano. Quede claro que no se pretende en este texto enseñar al
economista, al administrador o al contador los elementos
científicos de su saber únicamente señalar, desde la perspectiva
axiológica, algunos elementos de reflexión para contribuir a una
mejor comprensión de unos saberes de tanta trascendencia en la
vida personal y social de la humanidad. En consecuencia no se
analizan escuelas, corrientes o tendencias teóricas o modalidades
históricas de los hechos económicos, si bien se suponen y estas
reflexiones se deben unir y referir siempre al quehacer económico,
administrativo y contable. Los valores administrativos y contables
serán objeto de otro ensayo.
Entre los valores de la economía podemos señalar como principales
los ocho siguientes.
a) Satisfactores
El ser humano tiene diversas necesidades o carencias que es
indispensable resolver mediante satisfactores. Literalmente es
“hacer lo bastante, para aquietar esa necesidad que se presenta
periódica, regular o excepcionalmente a la persona. Puede
afirmarse que lograr los satisfactores es el primer valor de la
economía, de lo contrario se provoca la insatisfacción o la carencia
agobiante que puede aniquilar o degradar al individuo,
menoscabándole su existencia, impidiendo el desarrollo de sus
potencialidades y su dignidad de persona.
Los satisfactores tienen su origen de manera concurrente y casi
simultánea en los recursos naturales, en los bienes y servicios que
se producen por obra del trabajo humano, así como diversos
conocimientos científicos y tecnológicos en un momento histórico
determinado.
Es a partir de las necesidades y la búsqueda de satisfactores
mediante los recursos naturales, los acumulados y el trabajo como
se alcanza la producción de bienes y servicios. Es esta relación la
que permite hablar de valores económicos.
Siempre ha sido difícil definir o precisar el valor económico. El
interrogante básico se refiere a determinar que es aquello que
hace u otorga valor a un bien, incluso a un servicio en el ámbito
del intercambio (mercado).
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El valor económico para los mercantilistas del Renacimiento era el
enriquecimiento a través del oro, la artesanía o el comercio; para
los fisiócratas, Condillac, J.B. Say, era la utilidad. Para A. Smith,
David Ricardo y K. Marx el valor económico está dado por la
cantidad de trabajo necesario o empleado para su producción.
Se distinguen dos tipos de valor: valor de uso y valor de cambio. El
primero es el que tienen o representa un ben o un servicio para el
que lo utiliza. El segundo se expresa mediante un precio que
adquiere en el mercado ese bien o el servicio. El primero tiene más
subjetividad y el segundo más objetivo.
En la actualidad la explicación del valor económico no resulta
sencilla por cuanto se hacen intervenir múltiples factores tales
como: condiciones científicas, técnicas, educación, capacitación,
escasez, estructuras económicas, relaciones sociales, grupos de
poder, carencia o abundancia de recursos naturales, la economía
nacional, motivaciones psicológicas de productores y
consumidores, organización y sistemas de administración, etc.
De todas maneras no se deben confundir los valores económicos
con la valorización. Esta última se puede entender como la
utilización económica de los elementos de la producción, según se
enfaticen unos con respecto a otros o también un acrecentamiento
de específicos bienes, servicios, valores o instrumentos de
financiamiento.
b) Bienes y servicios: Producción y productividad
En la teoría económica, los bienes se entienden como objetos
físicos o materiales adecuados para el consumo o uso en diferentes
modalidades, sea que se nos otorguen por la naturaleza o como
resultado del trabajo del hombre.
Los servicios se entienden por muchos economistas como
actividades que no son directamente productivas. Se les denomina
el sector terciario de la economía y comprenden el comercio, los
transportes, las comunicaciones, los bancos, los servicios del
Estado y gobierno, la educación, las profesiones liberales, etc. Son
actividades que dessempeñan los empleados y funcionarios de
diferentes organizaciones públicas o privadas.
Entre bienes y servicios se da una relación que para efectos de
precios, renumeración y valor económico se muestra ambigua,
cuando no confusa y muchas veces injusta o abusiva. Así, los
bienes se consideran como algo productivo y los servicios como
menos productivos, cuando no improductivos (servicios de la
burocracia) y lo que puede ser parcialmente cierto en el caso de
algunas formas históricas de prestar servicios, no se puede
identificar como una verdad absoluta. Resulta que para producir
bienes se necesita capacitar a los productores que no fabrican de la
nada y sin antecedentes un bien objetivo. Tenemos una relación
específica, real, pero también conceptual, pues se necesita
presentarse mentalemente y con conocimiento de causa lo que se
va a elaborar. Esto es lo que permite trascender la simple
recolección de unos bienes naturales a su realización en bienes
propiamente económicos y esto es posible por la acción de quienes
prestan servicios; los cuales requieren para su trabajo del uso de
bienes que elaboran otros productores. Se establece una relación
dialéctica entre bienes y servicios. Para realizar este fin, se
requiere la concurrencia de variados factores humanos y
materiales.
Esta antinomía entre bienes y servicios causa innumerables pugnas
y conflictos sociales, por cuanto es cierto que cuando el sentido de
la prestación de servicios, se desvía o desprende de su
fundamentación ontológica –la persona- la mejor producción,
organización, circulación, distribución y consumo de los bienes
perturba la correlación entre ambos modos de la producción. Esa
perturbación la generan credos políticos o acciones burocráticas.
No todos los bienes ni todos los servicios son estrictamente
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productivos en cuanto satisfagan necesidades reales, válidas,
adecuadas o derivadas de un verdadero progreso cultural, es decir,
suelen estar mal orientados o carecen de una justificación moral y
jurídica; sin embargo, parecen satisfacer algunas necesidades
naturales o creadas artificialmente (prostitución, drogadicción) en
el caso de servicios o de bienes como las armas que pasan de un
uso de protección y defensa para provocar guerras, conflictos o
una mayor y más peligrosa delincuencia.
Se producen bienes y servicios como resultado de modas, malos
hábitos, abusos, engañosas propagandas y publicidades falaces
que utilizzan ventajosamente para fines económicos la ignorancia,
la buena fe y la falta de crítica de las personas que los utilizan,
elaborándose productos o comprando servicios sin fundamentos
válidos desde un orden esencial, moral, jurídico o incluso político.
La producción de bienes y servicios para merecer tal calificativo y
en consecuencia poseer valor económico deben contener certos
requisitos o soportes. 1° Satisfacer necesidades reales y culturales,
primarias y fundamentales, para que a partir de ellas se alcancen
otras de carácter más elevado. En otras palabrasm posiilitar el
desarrollo armónico o integral del hombre como persona social; 2°
satisfacer esas necesidades con base en adecuados procedimientos
científicos, tecnológicos y humanos que conllevan requisitos de
rentabilidad económica en la mayoría de los casos, utilidad,
bienestar y que no obstaculicen los fines últimos de la persona en
una dimensión trascendente. Además estos bienes y servicios no
deben atentar contra normas jurídicas, morales y ecológicas.
Los bienes deben ser elaborados en cantidad y calidad suficiente,
lo cual no resulta fácil. En múltiples ocasiones se provoca exceso o
escasez en la oferta y demanda que como valores correlativos,
deben estar subordinados en una economía ordenada, equilibrada
y humanista.
La regulación y realización adecuada en cantidad y calidad de
bienes y servicios es una de las más difíciles de lograr tanto en la
economía personal, como la familiar, municipal, comunal, regional,
nacional e internacional. Es más un ideal que una realidad y sus
causas son múltiples: geográficas, naturales, sociales, económicas,
políticas y culturales de actitudes y valores. A pesar de esas
dificultades se establecen entidades con su ámbito en tiempo y
espacio de mejor o peor rango de producción cuantitativa o
cualitativa de bienes o servicios básicos. Esto es lo que en
ocasiones y desde la perspectiva económica se denomina valor de
calidad de vida.
La producción de bienes y servicios tiene que lograrse con pericia,
conocimiento científico, cuidado, diligencia y eficacia o
productividad rentables en la inmensa mayoría de los casos.
Cuando esto último no sucede debe ser justificada por razones
morales, jurídicas, sociales e incluso políticas. Tal es el caso de los
bienes o servicios (electricidad, combustibles, comunicaciones,
salud, educación, etc.) denominados estratégicos, que veces
requieren de apoyos y subsidios.
En la producción de bienes y servicios se puede incurrir en el
exceso, el defecto, la deficiencia, la superfluidad, el lujo ofensivo,
ridículo o el mal gasto, con tendencia a la especulación, al
mercantilismo, al monopolio, oligopolio, al fraude, engaño, abuso,
la imposición y cerrazón de un mercado, mediante protecciones o
contratos injustos que no se moderan por leyes, sanciones o
principios efectivos de la seguridad social. En consecuencia se
presenta una mala distribución de la riqueza y un aumento de
marginados y pobres.
La regulación de bienes y servicios de conformidad a lo que se
viene diciendo comporta ciertamente elementos objetivos sobre los
cuales existe abundante literatura, pero a esto es indispensable
agregar y reconocer los factores subjetivos, tanto personales como
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sociales que alteran la exclusiva dimensión objetiva de la
producción. Por esto no se puede exigir una plena homogeneidad,
si no que más bien se presenta la diversidad o heterogeneidad en
la producción de bienes y servicios para satisfacer necesidades o
gustos de consumo diverso.
De todas maneras no se puede olvidar que existen rangos de
mínimos y máximos, en los cuales debe encuadrarse la producción
de bienes y servicios, si de verdad merecen tal calificativo, para
beneficio de una sociedad y de la humanidad en su conjunto; y no
para satisfacer o halagar los caprichos de unas minorías egoístas.
Los contravalores de bienes y servicios son la escasez, su mala
calidad, precios inadecuados, ineficiencia y burocratismo entre
otros.
Bienes y servicios deben responder a criterios científicos, técnicos,
morales, jurídicos y políticos en orden a otros valores no sólo los
económicos; pues de lo contrario se cae en las deficiencias,
mediocridad, carencias, con grave detrimento del desarrollo
humano integral. Se incurre en un reduccionismo económico.
Entre el exceso, el refinamiento, la seudo-calidad, la cantidad
limitada de bienes y servicios, las deficiencias o carencias
injuriosas y destructivas del ciclo económico, cabe la síntesis de lo
suficiente, razonable y legítimo, que supone actitudes alertas,
críticas, flexibles, impulsadas por el Estado y la sociedad
vinculadas directamente al sector productivo.
La producción cuantitativa y cualitativa de bienes y servicios,
aunque depende de múltiples factores tiene que fundarse en una
equilibrada concepción del hombre y la sociedad para alcanzar
mediante el conocimiento y el diálogo un consenso mayoritario en
la solución de la problemática económica en un momento histórico,
para un desarrollo sustentado de la persona.
Bienes y –servicios se vinculan a los valores de producción y
productividad.
G.L.S. Shackle escribe: “Por producción damos a entender toda
clase de manipulaciones procedimientos que ayuden a llevar las
cosas al estado, lugar, tiempo en que se necesitan”.
En la producción se considera el uso y dominio que ejerce el
hombre sobre las materias primas y la naturaleza: manufactura,
transporte, almacenamiento y venta de productos; o en su caso la
preparación de servicios y el acondicionamiento para prestarlos.
La productividad es un valor correlativo a la producción: “la
productividad se mide por la relación entre el valor de la
producción y el coste de los agentes y de los medios puestos en
acción para obtenerlo: se le puede describir en forma de una razón
cuyo numerador es la cantidad, estimada en dinero, de riquezas
producidas, y cuyo denominador son todos los gastos invertidos y
actuales que han sido necesarios para obtenerlas”.
La producción es el conjunto de operaciones para obtener bienes y
servicios satisfaciendo con oportunidad diversas necesidades; en
cambio la productividad se entiende como resultado de cuantificar
la relación entre el valor de la producción y los costos de los
agentes o sujetos y los medios o instrumentos de la acción para tal
propósito, a fin de incrementar la primera en beneficio de los
consumidores.
La producción es el conjunto de bienes y servicios netos obtenidos
por una economía en un periodo específico. Esta renta, beneficio o
utilidad, puede ser bruta (suma gastada para mantener el capital
en estado productivo); al precio de mercado (incluye los impuestos
indirectos satisfechos por los compradores substrayendo las
subvenciones o subsidios a la producción, al coste de los factores
substrae los impuestos y substrae las subvenciones a la
producción).
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La producción referida al producto racional es la suma de los
productos de las distintas ramas de la economía de una nación en
bienes y servicios. En cambio la renta nacional es el conjunto de
los beneficios pagados por el total de los bienes de consumo,
inversiones, existencias o reservas. El producto nacional es la
expresión en dinero del conjunto de bienes y de servicios,
consecuencia de la actividad económica de una nación al final de
un lapso de tiempo.
La producción elabora o fabrica bienes y presta servicios a la
comunidad de manera efectiva en cuanto a cantidad y calidad o de
manera defectiva e insuficiente. Frente a la producción excesiva se
habla de la no producción, la improductividad o la baja producción.
En uno y otro caso se trata de contravalores económicos.
La producción busca el valor rendimiento que mide la
productividad, no en razón de todos los factores que entran en
juego, sino en relación al trabajo o la eficacia por parte del
empleado. Sin embargo, el mayor o menor rendimiento depende
de variados factores como los procesos técnicos o la mayor o
menor capacitación del trabajador.
En nombre de la productividad o rendimiento se pueden encubrir
acciones de explotación o abuso hacia el trabajador o buscar
realmente una mayor eficacia y equilibrio de los factores de la
producción en beneficio de la sociedad.
c) Naturaleza, trabajo y salario
La producción como valor económico es posible en la manera que
concurren otros valores a lograr los satisfactores indispensables
para cubrir las necesidades humanas e incluso incrementar los
bienes naturales en función de la vida social.
La naturaleza es un conjunto de elementos que el hombre
encuentra en el mundo o que su medio ambiente le suministra.
Aquí se hallan las materias primas, las fuerzas motrices, la tracción
de los animales. En otras palabras, es el espacio que condiciona la
actividad económica.
Los recursos que la naturaleza brinda son muy variados. Sin
embargo, no en todos los territorios ni en todas las poblaciones se
encuentran los mismos recursos ni en la misma proporción, por lo
que su uso y aprovechamiento para la producción es no sólo
variable, sino que está sujeto a otros factores incluyendo los
económicos. Ante la carencia de ciertos recursos los grupos
humanos tienen que iniciar primero el trueque y después el
comercio más amplio con la aparición de la moneda y otros
descubrimientos para producir en mejores condiciones.
Por lo regular la naturaleza se considera como tierra de cultivo o
susceptible de producir otros bienes: minerales, árboles, frutos,
ganados, o posee otros elementos apreciados como el agua y la
atmósfera. Desde el punto de vista económico produce la renta
como valor y simultáneamente tiene relación con el uso, propiedad
y aprovechamiento de la tierra. El concepto de naturaleza en
ocasiones se asimila a recursos o bienes potenciales que actualiza
la economía.
Trabajo. Este valor de la producción suele entenderse como el
esfuerzo del hombre para elaborar satisfactores en las modalidades
de bienes y servicios. En él participa la persona como unidad, es
decir, utiliza sus facultades físicas, emotivas, volitivas y racionales
para realizar sus actividades que transforman la naturaleza, la
sociedad y a ella misma.
El trabajo es una potencia de creatividad y cambio de los entornos
para obtener los medios que facilitan la satisfacción de las
necesidades. Implica conocimientos, habilidades y destrezas
diversas para su realización. Es el motor principal de la economía
que unido a otros factores genera bienestar y calidad de vida. Es
frecuente la infravaloración del valor del trabajo por posiciones que
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se inclinan a enfatizar o privilegiar otros factores: naturaleza,
capital o espíritu de emprendedor.
Hoy día se tiende a ver el trabajo no como un valor de medio, sino
de fin. De allí la enajenación y la tensión frente a otros valores de
orden superior, que sin embargo se subordinan a una postura de
vivir para el trabajo, o por el contrario a su desprecio que lleva a la
pobreza, mendicidad y haraganería. Por tanto se impone dar a
cada factor de la economía su peso específico buscando en una
justica social enfatizar el valor instrumental del trabajo.
El salario es un valor fundamental del proceso económico en
cuanto permite establecer una relación más o menos equivalente
entre el trabajo prestado y su producto. La división de trabajo, es
un valor correlativo a los otros ya mencionados, se basa en la
imposibilidad de realizar todos los trabajos o de cualquier forma,
por tanto, se requiere elegir alguno (división del trabajo). Sin
embargo, el trabajo debe permitir subvenir las diversas
necesidades del hombre con adecuada medida en cuanto a
cantidad y calidad.
Tratándose del valor salario, casi siempre está afectado en
términos de poder adquisitivo en bajo o mediano salario y en pocas
veces alcanza la denominación de adecuado o alto salario, lo que
lleva al círculo vicioso de la sociedad pobre, subdesarrollada e
ignorante con bajos niveles de vida. Existe una fuerte relación
entre una y otra situación, si bien, no de manera absoluta y menos
que el bajo salario sea la causa exclusiva y directa del atraso en un
país, ya que concurren otros factores, como son la falta de
previsión, ahorro, esfuerzo, tanto de los individuos, como de la
familia y la sociedad en conjunto.
El salario adecuado debe tomar varios factores como son
exigencias de conocimiento, capacitación, habilidad, destreza,
tiempo de realización, unidades de bienes o calidad del servicio,
costos, tecnología, precios, etc. Son múltiples estos factores para
intentar fijar salarios proporcionados y adecuados. Un criterio es la
relación hora de trabajo y bienes y servicios que se adquieren, en
la medida que se establece la vinculación entre pago por hora y
tiempo para adquirir esos bienes o servicios. Muchos subterfugios
se emplean para disminuir el poder adquisitivo de los salarios en
las épocas de crisis y escalada de acumulación de capital. En las
etapas más estables y moderadas ese poder del salario se
incrementa y complementa con otras prestaciones de carácter
económico, social, cultural y educativo en bien del trabajador y de
la sociedad en su conjunto.
d) Capital y empresa
El capital es otro valor de la producción y se entiende como una
forma de bien e incluso de servicio que ya está objetivado, prexiste
y puede contribuir a generar otros bienes y servicios. El capital no
sólo es el dinero, sino que también es la materia prima, los
instrumentos, maquinaria y anticipos en especie o dinero para el
trabajador. En suma el capital es todo bien, servicio o si se quiere
satisfactor o riqueza capaz de producir con el concurso de otros
factores nuevos satisfactores.
El capital es un factor más de la producción. Sin embargo, cuando
se convierte en el fin de la economía, conlleva al capitalismo de
Estado o de grupos, individuos y organizaciones. Sus motores son
el lucro, el poder, la usura, la plusvalía, las utilidades
desproporcionadas, la acumulación brutal, la explotación de la
mano de obra, de las materias primas, la opresión y la imposición
de contratos leoninos a toda clase de proveedores y deudores. En
pocas palabras, cuando el factor capital –en su origen válido y
necesario para generar la riqueza- se vuelve autónomo e
incontrolado provoca grandes desajustes en la vida económica. Si
el interés al que tiene derecho el dueño del capital se convierte en
lo más importante y significativo del proceso de la producción ésta
se desarticula y la injusticia social es su huella más visible. Sus
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contravalores son la inflación (robo de la riqueza de otros) en
ocasiones la deflación, el crédito caro, el agio, causando
marginaciones, injusticias e inseguridad social.
En la economía contemporánea se habla y reivindica un cuarto
factor de la producción la empresa. Este factor de la producción
económica suele ser rechazada por la economía marxista e incluso
otras posiciones clásicas.
La empresa es una organización individual o de grupo que coordina
los anteriores factores de la producción para ofrecer bienes y
servicios en un mercado. Las remuneraciones que percibe una
empresa se llama beneficio, otros les denominan ganancias,
utilidades y dividendos.
La empresa –en toda forma de organización económica- es de suyo
un valor para satisfacer diversas necesidades al coordinar y
ordenar múltiples factores que concurren a la producción. Cuando
la empresa se constituye correctamente y cumple diferentes
estatutos regulativos, especialmente los de administración,
fiscales, contabilidad y seguridad social de sus colaboradores, más
las exigencias de los consumidores logra sus fines sociales. De lo
contrario tiende a formas negativas de monopolio, deficiencias en
la presentación de bienes o servicios, a la obsolescencia y
anquilosamiento, en pocas palabras se deprime y se disuelve como
fuente de trabajo.
Las empresas se clasifican en privadas, mixtas y públicas, según
que su capital sea de individuos particulares, parte de particulares
y el Estado o exclusivamente de este último.
La empresa es una especie de célula de la producción y es también
un medio que frecuentemente se desea convertir en un fin, una
entidad superior, casi absoluta, con poderes omnímodos en la vida
humana y pierde entonces su sentido económico-social, al
pretender ser entidad de ganancia y lucro.
La empresa es un valor en cuanto permite unipersonal o
grupalmente a una sociedad generar bienes o servicios,
promoviendo de paso el estímulo y desarrollo de la iniciativa y
creatividad de personas o de grupos para servir a los otros. Como
todos los valores económicos, posee un carácter de medio o
instrumental y no de fin en si mismo.
Para algunos autores en los campos de las ciencias económicas,
sociales y políticas (socialistas y anarquistas) la empresa es
condenable. No obstante en todas las sociedades humanas aparece
como una entidad, ya sea que se denomine privada, estatal o del
pueblo. Ni en los regímenes socialistas puede prescindirse de la
empresa al ser un factor de producción fundamental y posee
valores propios que no se desconocen.
Para los liberales y neoliberales la empresa es la clave de la
economía de mercado y hablan de la libre empresa como una
especia de panacea que resuelve todos los problemas y cuantas
menos regulaciones tenga mejor.
Para los socialistas, tecnócratas y estatistas, cuanto más trabas y
seudo- planificación centralista se le imponga mejor. El resultado
en uno y otro caso es perjudicial para los intereses de la sociedad y
desata una lucha despiadada y brutal sobre las fuerzas de la
producción, tanto en perjuicio del mercado como en última
instancia del consumidor. Estos fenómenos conlleva a la
intervención del Estado, la abstención, la rectoría coordinada y al
principio de subsidiariedad en relación a las funciones de la
empresa para apoyarla o dañarla, finalmente en beneficio o
perjuicio de la sociedad.
En lugar de la libre empresa que muchas veces oculta feroces
individualismos y egoísmos para la explotación del hombre y los
recursos naturales: o la empresa pública, estatal, popular o del
pueblo, que oculta la rutina, la falta de creatividad, la insolidaridad,
prohijando a su vez la ineficiencia, la ineptitud, la explotación y la
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baja productividad, debe hablarse de la empresa –social que sirve
a las personas, que con su acción regula, autorregula y orienta un
mercado brindando su apoyo para la satisfacción de necesidades,
generando riqueza y redistribuyéndola. No obstante, las
dificultades que pueda presentar una concepción como la señalada,
debe intentarse la existencia de la empresa-social, (tanto privada
como pública) ya que sólo de esa forma se evitan los excesos o las
carencias de las posiciones extremas producto más de
abstracciones teóricas que de un análisis fundado, que en la
práctica provoca la desarticulación económica, con abusos y
perjuicios directamente sobre las sociedades. La empresa como
valor económico posee una función social que debe conciliar y
superar en síntesis más plenas los intereses legítimos de la
persona y de la sociedad: de lo contrario, es instrumento opresivo
de beneficio para grupos, individuos, cúpulas del poder político o
sectores de la burocracia, pero nunca para la persona-social dentro
de un todo organizado. La empresa debe correlacionarse con otros
valores como los jurídicos, administrativos, contables, fiscales y
sociales, si de verdad quiere servir, obteniendo justos beneficios y
no ser medio de rápido o injusto enriquecimiento que a mediano o
largo plazo es insostenible.
e) Mercancía, mercado, comercio y moneda
Una vez que los satisfactores económicos se producen y pasan por
formas de organización diversa encontramos otros valores como la
mercancía, el mercado, la comercialización y la moneda.
La mercancía es un objeto que se puede intercambiar, comprar y
vender para satisfacer diversas necesidades. La mercancía
regularmente se asimila a un bien físico. Su abundancia o escasez
así como la multiplicidad de formas que asume, varía conforme a
factores que se expresan en las leyes de oferta y demanda. Lo
mismo puede afirmarse de la cantidad y calidad de las mercancías.
Un gran número de objetos físicos como productos ingresan al
mercado de consumo. Por eso las mercancías poseen un valor
económico, independientemente de otros valores como los
estéticos, educativos, administrativos, contables, fiscales, jurídicos
que se relacionan con aquellos.
Cuando se trastoca el orden valoral en cualquier sentido,
incluyendo el económico, todo lo que no asume la forma de
mercancía –por ejemplo, los servicios o valores más trascendentes
como la libertad, la dignidad, la justicia, el trabajo, el amor-
tienden a convertirse en algo similar una mercancía incurriendo en
un feroz mercantilismo, o en una mutilación de la vida humana,
vista en su totalidad como reductible a un producto mercantil y
consecuentemente como una completa enajenación. Así, mientras
que por su origen y naturaleza la mercancía es un medio, tiende a
convertirse en fin incluso totalmente final, aparece entonces un
reduccionismo mercantilista o economicista. Por el contrario la
escasez o baja calidad de las mercancías conlleva a la pobreza,
miseria o insatisfacción perturbadora y destructiva. Ambos
contravalores –mercantilismo o economicismo- suponen el
menosprecio del hombre y la pérdida o incorrecto aprovechamiento
de los recursos humanos y naturales para elaborar mercancías,
como parte del proceso económico de satisfacer necesidades
humanas. Mercantilismo y especulación desarticulan el valor y
sentido de la mercancía como instrumento económico.
Los bienes que satisfacen necesidades humanas tienen varias
coordenadas básicas. En primer término, las fuentes naturales de
donde se extrae la materia prima. En segundo lugar, el trabajo que
se aplica y por último los recursos de capital y organización para
de esa manera producirlos en determinadas cantidades y calidades
en un tiempo y espacio para ser destinados a los usuarios o
consumidores. A este propósito concurren las personas físicas
llamadas comerciantes, quienes son intermediarios entre
productores y consumidores. Utilizan medidas y otros instrumentos
para determinar las cantidades de lo que se va a intercambiar, se
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auxilian de diferentes tipos de transporte para el movimiento de las
mercancías; se dirigen a determinados lugares llamados mercados
para efectuar el intercambio y utilizan a su vez una mercancía de
mayor o menor aceptación la moneda.
Elaborar el producto para dejarlo listo para ser consumido es
objetivo de fabricantes o bien de campesinos, ganadores,
pescadores, agro-industriales, y otros sectores productivos para
una distribución más o menos amplia. De ésta última se encargan
los comerciantes. Por eso se habla de esos valores económicos:
comercialización y mercado.
Los valores de comercialización y mercado como complementarios
a otros económicos se pueden desordenar incurriendo como en el
caso de la mercancía en excesos o defectos. Así, podemos percibir
un desabasto de bienes o procedimientos obsoletos, anticuados y
deficientes: o por el contrario a una hiper comercialización también
enajenante por lo falsa, exagerada, artificial y costosa que impide
a corto o largo plazo un desarrollo social equilibrado y humano. En
el caso del mercado o éste es anticuado, ineficiente, sucio,
antihigiénico, sin ningunos controles, o escaso, sujeto a un solo
propietario –el Estado, monopolios, oligopolios, trust, dumping,
holding y otras formas- provocando la llamada economía
subterránea,el mercado negro y en consecuencia, la escasez, la
mala calidad y a la larga el deterioro de bienes para la vida
humana. La comercialización y el mercado como valores deben
tener las carácterísticas de equilibrio en cantidad y calidad, la
oportuna y accesible distribución para evitar el consumismo
maníaco, absurdo e injusto, que priva de satisfacción a otros
sectores de la población. Comercialización y mercado deben ser
dinámicos, autorregulativos y reguladores de la distribución y
consumo de conformidad a otros factores de la producción de
bienes o servicios, tanto a nivel nacional como internacional.
Entre mercado y comercialización adecuadas se puede provocar el
contravalor del comercialismo que dañan la vida social al incurrirse
en formas exageradas de suministro por deficiencias o falsa
prosperidad.
La moneda. Es un conjunto de signos representativos del dinero o
riqueza. Este valor económico es ante todo un medio de cambio.
Esto último es su principio o fundamento ontológico. Su base es el
trabajo, los servicios y bienes derivados. Es igualmente unidad de
cuenta porque mediante la moneda el empresario puede calcular
su margen de utilidad real, su costo de producción, el precio en el
mercado y finalmente es portadora de valor en el tiempo y en el
espacio. El dinero es un título sobre mercancías; en sí mismo no
sirve para satisfacer necesidades.
La moneda es un valor económico de medio, pero el monetarismo
pretende convertirlo en fin y valor supremo y hasta absoluto.
Entonces surge la acumulación brutal del caputal que lesiona a casi
todos los integrantes de una scoiedad, con disminución no sólo de
los salarios, sino del nivel de vida, un empobrecimiento
generalizado, las quieres, la inflación, la disminución de la
producción, los tipos de paridad entre las monedas
desproporcionados, arbitrarios, resultado de actividades
financieras, bursátiles, comerciales o económicas, que así suelen
denominarse para ocultar simplemente la especulación promovida
y dirigida por cúpulas de poder económico, frecuentemente aliadas
con el poder político para un programado saqueo y robo de los
bienes y servicios de los más débiles a nivel individual, social,
nacional e incluso internacional.
El monetarismo debilita a muchas economías y monedas,
transformando el medio en un fin, haciendo de casi todo, algo
equiparable a una mercancía –la moneda es el signo de la máxima
universalidad de la riqueza- el bienestar, la felicidad o el estatuto
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social se resumen en la posesión de diferentes tipos de monedas o
“divisas fuertes”.
Una moneda adecuada es la que tiene poder adquisitivo y de
circulación como punto de referencia y confluencia de una
economía correcta. En ocasiones se busca poseer tal o cual
moneda y en su lugar se coloca una moneda débil, puramente
convencional, tanto en el papel como en el mercado, sin ningún
apoyo en el trabajo y la producción de bienes y servicios para
obtener ganancias los especuladores y los bolsistas, con el pretexto
de tener fuentes de financiamiento por la debilidad de la moneda.
La moneda vale y se sostienen por los múltiples factores y recursos
que existen atrás de ella, de lo contrario su calidad de medio se
convierte en fin. Se obtiene de las monedas y economías más
débiles un excedente de trabajo y riqueza no devengados
naturalmente, sino con artificio, aunque sea una forma –se dice-
de autofinanciamiento, que tarde o temprano se vuelve contra sus
promotores al no tener sustento el papel que lo representa.
f) Ahorro
El ahorro suele entenderse económicamente como la renuncia a un
gasto en el presente con vistas a un uso futuro. No debe
confundirse con el simple atesoramiento, ya que el ahorro va a
generar capital y tenderá a invertirse, sea para adquirir bienes,
servicios o producirlos. En el atesoramiento se acumula y no se
invierte. A esto se refieren las reservas de oro, plata y objetos
preciosos para evitar contingencias del cambio de valor de la
moneda. El ahorro puede ser privado o público. En uno y otro caso
se trata de un valor económico, aunque no siempre sea benéfica,
como por ejemplo cuando se produce el ahorro público que lleva a
la inflación por las oblicaciones o emprésitos del Estado.
No es lo mismo economizar y ahorrar. En el primer caso se trata
de aprovechar lo mejor posible los recursos naturales, las materias
primas o incluso los recursos humanos de que se dispone. En el
segundo caso es poder cumplir o satisfacer una necesidad presente
y otra futura. Se trata de la previsión y es indispensable para un
adecuado desarrollo económico, tanto a nivel personal como social,
mediante instrumentos llamados cajas de ahorro, sociedades
mutuas de previsión, sociedades cooperativas de consumo, de
crédtio y otras modalidades.
Una sociedad equilibrada económicamente establece diversas
formas de ahorro y las impulsa bajo el supuesto de la satisfacción
adecuada de las diferentes necesidades; por el contrario, la
sociedad pobre, mal desarrollada no practicará el ahorro, pues
apenas puede satisfacer necesidades primarias. De poco sirve el
ahorro si no genera fuentes de trabajo y producción, o cuando por
procesos inflacionarios, políticas fiscales o expropiaciones, la
persona o los grupos pierdan parte de sus ahorros como sucede en
las crisis de nuestros días.
g) Ingreso, egreso y crédito
En la vida económica existen otros dos valores estrechamente
vinculados: el ingreso y el egreso. El ingreso puede ser entendido
como el conjunto de bienes, servicios y otras múltiples formas de
recursos económicos: tierra, capital, monedas, valores
comerciales, tarjetas de crédito, etc…., que forman parte del haber
de un sujeto o de una empresa. Las fuentes de ingresos pueden
ser amplias o restringidas y en consecuencia la capacidad de
efectar egresos o gastos guardan cierta correlación, aunque no
siempre y es cuando se resenta el endeudamiento por errores o
despilfarros que llevan a la suspensión de pagos y a la quiebra.
Cuando el Estado gasta más de lo que percibe provoca inflación y
trata de suplir la carencia de liquidez mediante la impresión de
papel, moneda, que ante la baja producción de bienes y servicios
causa espiral inflacionaria más o menos grave. Cuando ingresos y
egresos guardan correlación, el proceso económico que los sutenta
puede desarrollarse más equilibradamente. Cuantos mayores
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ingresos más egresos, variando a nivel personal o social las
partidas destinadas a distintas necesidades y prioridades. Estos
dos valores económicos son más resultado de los anteriores y de la
complejidad del proceso económico, que algo independiente del
conjunto.
El crédito en la economía moderna es un valor importante y suele
entenderse como un apoyo o ayuda mediante el compromiso de
devolver la cantidad prestada o su equivalente y un pago adicional
o interés. Sus formas son variables, tanto por lo que hace a bienes
muebles como inmuebles, servicios, recursos financieros, etc.
Permite al acreditado obtener el servicio o el bien, sin desembolsar
una cantidad que pudiera descapitalizarlo o impedirle adquirir otros
bienes y servicios más urgentes.
El créditon se manifiesta frecuentemente en el préstamo en dinero
o especie y en la venta a plazos. En ambos casos se otorga una
cierta garantía directamente por el acreditado o un tercero. El
crédito es : “El cambio de una riqueza presente por una riqueza
futura”. Es un cambio efectuado más en el tiempo que en el
espacio. Tanto las personas físicas, como las personas morales y el
Estado pueden ser sujetos activos o pasivos del crédito.
El crédito como valor económico de medio contribuye a facilitar el
surgimiento y dinámica de otros en un espacio y un tiempo que
abarca todo el ciclo económico: producción, circulación y consumo.
Tanto el exceso como la restricción o el costo del crédito son
contravalores en un momento dado. Unos y otros obedecen a
factores de expansión o construcción de las fuerzas de producción
en una sociedad. La apertura o restricción del crédito son
indicadores bastante eficaces de la dinámica económica y al mismo
tiempo alertan a todos los sujetos activos de la economía de las
ventajas o dificultades que advierten en una economía. Según se
trate de una economía planificada o de mercado el crédito
disminuye o adquiere su importancia, por cuanto debe estar
vinculado a la producción de bienes y servicios. El crédito no
funciona si no existen bienes o servicios que adquirir o si los que
hay rebasan la capacidad de compra por los consumidores. El
manejo indebido del crédito conlleva a su vez a otros problemas
económicos afectando diferentes sectores de la vida social, en la
medida que un gran número de bienes se sustentan en la
producción material para satisfacer necesidades variadas.
Existen otros valores económicos vinculados a elementos
financieros, bursátiles o establecidos por el Estado como son
impuestos, erogaciones, aranceles, que suelen ser efecto de
variados valores instrumentales y funcionales de orden económico
que grativan en las sociedades modernas. Son igualmente valores
finales con repercusiones contables y administrativas.
h) La propiedad
La palabra propiedad tiene múltiples acepciones y como valor
incide en diversos ámbitos: jurídico, político, social y económico.
Se encuentra estrechamente vinculada la propiedad al drecho, se
entiende como la facultad de poseer bienes o cosas muy variadas
para ejercer actos de dominio sobre ellos conforme a las leyes en
vigor, por parte de los dueños o titulares de esos bienes.
Desde el punto de la economía, la propiedad o las propiedades
expresan de manera objetiva la riqueza de una persona o una
sociedad. En otras palabras, la abundancia de bienes o servicios es
la riqueza, también llamada producto interno bruto de una nación.
Esa riqueza de bienes o servicios, es finalmente resultado de los
diversos factores de orden científico, técnico, natural, económico,
dentro de los cuales el trabajo y la educación desempeñan un
papel fundamental. Esa abundancia o escasez de bienes o
servicios, que constituye la riqueza material y en parte espiritual
de las personas y las sociedades, se manifiesta no sólo en la
posesión de los bienes, sino también en la legitimidad y legalidad
de los mismos mediante unos títulos de propiedad para diversos
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fines. En ese sentido la propiedad como valor económico con sus
múltiples modalidades: individual, grupal, social, municipal,
estatal, nacional e internacional, expresa la abundancia o escasez
del proceso productivo humano para resolver las ingentes
necesidades del hombre. La propiedad es la objetividad legal de la
riqueza o de la pobreza.
Así la propuedad como institución se ha pretendido regularla con
énfasis en el individuo o por el contrario en la colectividad. En una
y otra forma caben modalidades que acentúan valores y
contravalores. La propiedad debe tener una función social, es
decir, ser un medio para el desarrollo de las potencialidades de la
persona en orden a una vida más plena.
Conclusión
El fin de este ensayo no es un análisis exhaustivo de los valores
económicos simplemente una reflexión sobre los más significativos
desde la perspectiva filosófica, tratando de mostrar cómo esos
valores que se vinculan a la producción de bienes y servicios,
poseen principios de rango universal, pero que se expresan en el
ámbito social e histórico como valores intrumentales al servicio de
la persona social y no como valores-fin. Los valores económicos
anclan en principios, algunos de los cuales son de validez universal
como la naturaleza, el trabajo, el mercado, sin embargo, su
realización es histórica-social y como valores de medio o
instrumentales se restringen en sus pretensiones de validez
universal. Por eso la importancia de la reflexión filosófica en torno
a la economía, la cual es necesario encarar en sus fundamentos
ontológicos, lógicos, epistemológicos y especialmente en las
dimensones ética y axiológica, pues de lo contrario se presenta en
su exclusiva dimensión positiva, descamándola y sin vinculación al
servicio de la persona-social, es decir, otorgando a los conceptos
una sustantividad real, que además de falaz provoca el desorden
social o una economía sin rostro humano.