v reuniÓn cientÍfica edad moderna

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V REUNIÓN CIENTÍFICAASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA

TOMO II

LA ADMINISTRACIÓN MUNICIPAL EN LAEDAD MODERNA

Esta edición ha contado con el apoyo del Ministerio de Educación y Cultura,Dirección General de Enseñanza Superior e Investigación Científica, Acción EspecialAPC1998-0123Dirección General de Cooperación y Comunicación CulturalExcmo. Ayuntamiento de San Fernando. Fundación de Cultura.

MUNICIPAL

EN

COORDINADORJOSE MANUEL DE BERNARDO ARES

UNIVERSIDAD DE CÁDIZSERVICIO DE PUBLICACIONES

1999

ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DEHISTORIA MODERNA

© Edita: " Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz" Asociación Española de Historia Moderna

Diseño y Maquetación: CREASUR, S.L.

Printed in Spain. Impreso en España

ISBN Obra completa: 84-7786-642-2/ Vol. II: 84-7786-644-9Depósito Legal: CA-SOS/99

Imprime: INGRASA Artes Gráficas

PRESIDENTA:

EXCMA. SRA. Da ESPERANZAAGUIRRE GIL DE BIEDMA

MINISTRA DE EDUCACIÓN Y CULTURA.

VOCALES:

DR. D. JOSEP JUAN VIDAL

Presidente de la Asociación Española de Historia Moderna.

EXCMO. SR. D. GUILLERMO MARTÍNEZ MASSANET

Rector Magnífico de la Universidad de Cádiz.

EXCMO. SR. D. ENRIQUE ÁNGEL RAMOS JURADO

Vicerrector de Extensión Universitaria de la U.c.A.

ILMO. SR. D. JUAN LÓPEZ ÁLVAREZ

Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la U.CA

EXCMO. SR. D. FRANCISCO RAPALLO COMENDADOR

Almirante Jefe de la Zona Marítima del Estrecho.

D. ANTONIO MORENO OLMEDO

Alcalde-Presidente del Excmo. Ayuntamiento de San Fernando.

D. HERNÁN DÍAZ CORTÉS

Alcalde-Presidente del Excmo. Ayuntamiento de El Puerto de Santa María.

D. JOSÉ QUINTERO GONZÁLEZ

Delegado General de la Fundación de Cultura de San Fernando.

D. JUAN GÓMEZ FERNÁNDEZ

Tte. Alcalde del Área de Servicios Culturales de El Puerto de Santa María.

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COORDINADORES:

DR. JOSÉ LUIS PEREIRA IGLESIAS

Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Cádiz.

DR. JOSÉ MANUEL DE BERNARDO ARES

Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Córdoba.

SECRETARIO ORGANIZACIÓN:

DR. JESÚS MANUEL GONZÁLEZ BELTRÁN

VOCALES:

DR. MANUEL BUSTOS RODRÍGUEZ

DRA. MARÍA JOSÉ DE LA PASCUA SÁNCHEZ

DR. ARTURO MORGADO GARCÍA

DRA. GUADALUPE CARRASCO GONZÁLEZ

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Las reformas urbanísticas en el de Felipepresión monárquica y actuación municipal en la regularización

la plaza Mayor

CRISTINA ARAGÓN RAMÍREZ

(CS/C)

El rápido crecimiento de la población madrileña tras el establecimiento de la Corte deFelipe II en 1561 creó una serie de exigencias. Concretamente en lo que al espacio urbano res­pecta, el concejo por una parte, tuvo que adecuar los edificios municipales (pósito, cárcel, estu­dio, casa de la Villa, pesos, carnicerías, panaderías, matadero) al creciente volumen de pobla­ción; por otra, tuvo que controlar el recinto que ocupaba la ciudad, preservando la salubridad yla transitabilidad de canos y personas por las calles, así como regular el crecimiento del caseríomadrileño e impedir la apropiación de suelos públicos por parte de particulares. Por último, sevio ante la necesidad de ennoblecer el espacio y hacerlo digno de albergar a la Corte creandoespacios lúdicos o adaptando la ciudad para fiestas y celebraciones.

Sin embargo, cuando en 16ülla Corte abandona Madrid la situación de la villa es desola­dora: el crecimiento de la ciudad se había realizado sin ninguna planificación y exceptuando laconstrucción de un desproporcionado puente que cruzaba el río Manzanares y del primer tramode calle que unía este puente con la ciudad, no se había llevado a cabo ningún trabajo urbanísti­co de importancia.

El hecho resulta sorprendente, si se tiene en cuenta además, que en la segunda mitad delsiglo XVI, Felipe II dedicó gran parte de su tiempo y sus esfuerzos a crear y mejorar una impor­tante red de reales sitios, cuyos palacios y jardines funcionaron como lugares de recreo para elrey y los cortesanos(l). En torno a ellos, sin embargo, Madrid que hospedaba la Corte, conser-

Esta comunicación ha sido redactada graciasa la concesión de un Proyecto de Investigación financiado por la CAM titu­lado Madrid en tiempos de Felipe n. Estudio de las Actas del ayuntamiento. II y dirigido por el Dr. Alfredo AlvarEzquerra (3770/97).

l.-Nos referimos a Aranjuez, el Pardo, Valsaín, el Bosque de Segovia y, por supuesto, al Escorial.

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vó una apariencia pobre y desaliñada. ¿Por qué mantener la Corte en un estado de semiabando­no? ¿No consideró el rey que el urbanismo jugaba un papel importante para difundir la imagende su grandeza o encontró demasiados obstáculos en el camino?

La primera cuestión que se plantea es si existió una voluntad de realizar reformas enMadrid o si, por el contrario se intentaron realizar sin éxito y si fue así, la siguiente cuestión quesurge es determinar cuáles fueron las razones que impidieron la transformación de Madrid enuna urbe renacentista.

Proyectos de reforma existieron desde muy temprano. Sabemos que en el otoño de 1564,pocos años después de la llegada de la Corte, Felipe II mandó que se realizara en Madrid unaserie de reformas. Esta orden que llegó al ayuntamiento en forma de Real Provisión(2), teníaunas aspiraciones poco ambiciosas y en ningún caso tenía la pretensión de planificar el creci­miento del centro urbano.

Más ambiciosas fueron las propuestas de un memorial que apareció en el mismo perío­do(3). En él se proponía la construcción de una serie de edificios que dignificasen la Corte(concretamente se hablaba de una catedral y un seminario) y se esbozaba la necesidad decrear una serie de servicios asistenciales como la erección de un hospital general y un hos­picio de huérfanas. El memorial no olvidaba la mejora del aspecto urbanístico de Madrid yproponía el remodelamiento de la calle Real Nueva (calle Segovia), la construcción de unpuente nuevo, la conclusión de las obras de las fuentes del Peral, la edificación de las Casasde la Villa (en las que se incorporaría la Cárcel), la reforma del peso de la harina, de la casadel pescado, del matadero, de las carnicerías, de la panadería, de la mancebía y de la plazaMayor. Por último se exponía la necesidad de regularizar la calles que todavía conservabanun tortuoso trazado medieval(4).

Este memorial que fue concebido sin duda desde instancias reales(5), si bien proponía unplan global de mejora de la villa, no hacía ninguna referencia a la realización práctica de los tra­bajos en lo que a la organización de las obras se refiere y sobre todo a su financiación(6). El pesoque tuvo en el ayuntamiento es difícil de calibrar pues, si bien es verdad que en los libros de

2.-Las propuestas que se hacían en este primer documento tenían unas aspiraciones mucho más pequeñas que las que poste­riormente prevalecerían en el memorial. La provisión hablaba de arreglar el camino del bosque del Pardo, reparar yaderezar la puente de Toledo según se aderezó la de Segavio, levantar el reloj que está en la Puerta de Guadalajara yponerlo en pe¡jición para el provecho y ornato de la república. Además preveía que se arreglase la Puerta Cerrada comose había hecho en el arco de Santa María y se construyese una picota de piedra en la plaza, conforme a la traza que JuanBautista diere (Archivo de la Villa de Madrid., Libros de Acuerdos, 8 de octubre de 1564).

3.-AGS, Casas y Sitios Reales, leg. 247-1. Publicado por primera vez por J. Rivera, Juan Bautista de Toledo y Felipe II (Laimplantación del clasicismo en Espolia), Valladolid, 1984.

4.-Se hace referencia a la de San Jerónimo, a la calle de Atocha, a la que unía la iglesia de San Juan con la de Santiago,a la apertura de una puerta tras San Miguel y a la ampliación de la plaza de la Puerta de Moros y de la de la Puertade Valnadú.

S.-Hasta la fecha su autoría es desconocida. Rivera lo atribuye a don Antonio de Lugo que por entonces era cOlTegidor deMadrid, que actuaría asesorado por el arquitecto real Juan Bautista de Toledo.

6.-En el memorial tan sólo se hace referencia a que el dinero para las primeras obras se obtendría del derribo de la tOlTe deAlzapiernas y de un lienzo de muralla del arco de Santa María. Una cantidad del todo insuficiente para todas las obrasque se proponían.

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acuerdo no se hace ninguna mención, a través del estudio de los mismos queda patente que seintentaron realizar prácticamente todas las reformas que se proponían en el(7).

¿Cuáles fueron entonces, las razones que impidieron que estas reformas llegaran abuen puerto?

Hay que tener en cuenta que durante este período el concejo nunca contó con la seguridadde que la Corte fuera a permanecer definitivamente en la Villa, es comprensible por tanto, queel ayuntamiento no quisiera realizar ningún proyecto global de reforma. El rey, por su parte, nopodía realizar obras en la ciudad si no era a través del gobierno local. A medida que la poblaciónde la Villa iba aumentando fueron surgiendo distintas necesidades que el ayuntamiento, muchasveces presionado por el rey o por el Consejo, intentó cubrir de la manera que menos costes tuvie­ra y que menos alterara la vida municipal.

La malograda regularización de la plaza Mayor puede servir como ejemplo concreto de losmecanismos que hicieron fracasar los trabajos emprendidos en la Villa, pues en ella concurrenmuchos de los intereses políticos y económicos que impidieron la conclusión de otras interven­ciones municipales.

Es necesario que partamos de la base de que la regularización de la planta de la plazaMayor revestía un interés urbanístico que no era ajeno ni al monarca ni al ayuntamiento(8).Sin tan siquiera entrar en cuestiones teóricas sobre urbanismo renacentista(9), la importanciade las plazas mayores queda patente en la Real Provisión de 1573(10) que, al tratar el ordenque tenían que tener las ciudades del Nuevo Mundo, daba una especial relevancia al hecho deque se construyese una plaza en el centro de la población, de cuyas esquinas saliesen las callesprincipales de la ciudad, a modo de ejes que comunicasen este lugar con otras plazas máspequeñas. El espacio ocupado debía ser rectangular porque, se decía en la Provisión, estetamal10 es el mejor para las fiestas de caballo y cualquier otras que se han de hacer; se reco­mendaba que la plaza estuviese porticada porque son de mucha comodidad para los tratantesque aquí suelen concurrirlas.

La plaza Mayor de Madrid, situada en los arrabales de la villa medieval, se había conver­tido en uno de los espacios más importantes de la villa en la segunda mitad del siglo XVI pues,además de tratarse de un importante espacio ceremonial, había ido aglutinando las funciones demercado que antes habían tenido la Puerta de Guadalajara y la plaza de San Salvador(ll). Su

7.-Además de estas reformas propuestas una por una en el memorial, se llevó a cabo otro gran proyecto: la creación de uncentro ceremonial y de recreo fuera de la ciudad, el Prado de San Jerónimo. También hay que señalar que no existió nin­gún intento de construir un seminario ni una catedral.

8.-Felipe II presionó, por ejemplo, al concejo de Valladolid para que tras el incendio de 1560, hiciera una gran plaza Mayor,pagada a través de sisas. Teniendo como modelo la traza de Valladolid, el rey sin embargo fracasó en su intento de regu­larizar la plaza de Zocodover de Toledo y la del arrabal de Madrid.

9.-Antonio Bonet Correa en Morfología y ciudad ha definido la plaza mayor como "una idea mental de lo urbano" que, lejosde tener un carácter estático, ha ido evolucionando de manera paralela a la Historia de los hombres que la han habita­do, así pues "una plaza mayor medieval, aún orgánica, no es lo mismo que una plaza mayor de planta regular y arqui­tectura uniforme, concebida a pía, de una sola vez, como un ente único y abstracto".

lO.-Diego de Encinas: Cedulario Indiano, 1596, Libro cuarto, pág. 242.

Il.-Éste había sido el propósito del ayuntamiento desde que, a finales del siglo XV, empezó a apremiar a vecinos y a foras­teros para que vendiesen sus mercancías en esta plaza: A. Colmenares y Orgaz en Investigaciones lIIadrilel1as, 1948, cita

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carácter de centro de mercado quedó ratificado en el momento en el que la Carnicería y laPanadería municipales se establecieron en este espacio(l2).

En el Madrid de Felipe II la plaza Mayor se había convertido en una especie de escapara­te, escaparate del poder monárquico en las fiestas que se celebraban en su recinto y escaparatedel poder municipal, al albergar las Carnicerías y la Panadería de la Villa.

y sin embargo, pese a su importancia simbólica y funcional, esta plaza madrileña conser­vó hasta 1617 una forma inegu1ar y descuidada, muy alejada de los ideales de armonía rena­centista y de solemnidad que exigía la Corte(l3).

Aunque los intentos de reforma fueron tardíos, no faltaron proyectos de regularización deeste espacio por parte del ayuntamiento. Hasta los años 80, el consistorio se limitó a allanar laplaza y reparar sus baches para que se pudiera jugar a las cañas o se pudieran celebrar lostoros(l4). En estos primeros años además, se puso un especial cuidado en la conservación enbuenas condiciones de la capilla de la plaza, dedicada a Santa Ana(l5).

A finales de 1581, el corregidor proponía que se emprendiera una verdadera reforma dela plaza Mayor, tirando un bloque de casas que surgía en medio de la plaza, regularizando laplanta y abriendo las estrechas entradas de las calles que desembocaban en ella. En este pro­yecto se incluyó la ampliación de la carnicería de la Villa y la construcción de la panaderíamunicipal nueva(l6).

Esta propuesta dio lugar a que se formara una comisión que fuera a informar de los planesde Madrid al Consejo. La comisión regresó con una traza de la nueva plaza realizada por Juande Herrera y Juan de Valencia, ambos, arquitectos de Su Majestad y refrendada por el licencia­do Jiménez Ortiz, miembro del Consejo de Castilla. El Consejo, además, otorgaba autorización

a este respecto, una Provisión del Consejo de Castilla dada en Valladolid el 19 de junio de 1498, por la que se prohibíaque el concejo obligase a los mercaderes a que se instalasen en la plaza. Sobre la aparición del mercado en la PlazaMayor antes de la llegada de la Corte, véase M. Montero: "De la Plaza del arrabal a la Plaza Mayor", A.J.E.M. (1988),25, pp. 351-369.

12.-Manuel Montero Vallejo sitúa el establecimiento de la red de la carne y el pescado en 1489.

l3.-La planta que tiene en la actualidad esta plaza es fruto del proyecto que Juan Gómez de Mora puso en 1617. Sobre estareforma véanse sobre todo, los trabajos de Antonio Bonet Correa, "El plano de Juan Gómez de Mora de la plaza Mayor"A.LE.M. (1973), 9, pp. 15-54 YVirginia Tovar Martín, Arquitectura madrileiia del siglo XVII (Datos para su estudio),Madrid, 1983.

14.-EI 5 de agosto de 1577 se quejaban los regidores de que "Muchas veces se ha tratado y conferido la mucha desordenque ha habido en la plaza de esta Villa los días que ha habido en ella toros y juegos de cañas a causa de la muy muchagente que en la plaza está, por cuya causa, aunque los toros sean muy buenos, no lo pueden ser ni los caballeros que jue­gan pueden hacer la entrada, ni jugar, ni hacer travesees, ni lo que para el juego de las cañas es necesario" (AVM, Librosde Acuerdos, 5 de agosto de 1577).

15.-Para ello se hizo un retablo nuevo (AVM, Libros de Acuerdos, 16 de marzo y 5 de noviembre de 1568) y se intentóampliar comprando la casa en la que estaba la capilla (AVM, Libros de AcueILlos, 7 y 14 de abril y 26 de noviembre de1570). Este interés por mantener en buen estado el oratorio, se explica por una parte, por un lógico deseo de mantenerel "ornato" de una propiedad municipal en el que además se decía misa y en segundo, porque el concejo, durante losfestejos, alquilaba las ventanas de la capilla que daban a la plaza obteniendo notables ganancias. En 1563, por ejemplo,se acordó que, una vez que se hubiese pagado el tablado de la plaza, se costease el arreglo de la capilla con lo que hubie­ra sobrado del alquiler de sus ventanas (AVM, Libros de Acuerdos, 4 de octubre de 1563).

16.-AVM, Libros de Acuerdos, 11 de diciembre de 1581.

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para que la Villa realizara todo tipo de transacciones, trueques, ventas o remates en las casas ysolares de la plaza Mayor y de la contigua plaza de Santa Cruz(l7).

La obra que se proponía era compleja y sobre todo muy costosa: la importancia del lugarencarecía por una parte el precio de las casas que era necesario derribar, y por otra, comportabaque las nuevas construcciones tuvieran una calidad digna de obtener exención de aposento deFelipe n. A los elevados costes de esta obra se añadía otra dificultad no menos grave: sobre lascasas de la Manzana que se pretendían derribar los Propios tenían una serie de censos perpetuosque los regidores intentaron proteger.

Para financiar este proyecto y para no perjudicar los intereses del concejo, se intentó poneren marcha un arbitrio propuesto por el corregidor gracias al cual esta obra no tendría coste algu­no para la Villa(l8).

El plan articulaba la regularización de la plaza Mayor con la rehabilitación de una pla­zuela contigua, la de Santa Cruz, que dejaría de ser un mercado en el que se vendían produc­tos como verdura, barro o carbón, para transformarse en un lugar rodeado de ricas casas, cons­truidas según la Pragmática del rey, en el que se podrían desarrollar actividades mercantilesmás especializadas(l9).

El arbitrio proponía que el proyecto se autofinanciara: los propietarios de las casas quese beneficiaran de la reforma tendrían que compensar a los que se vieran perjudicados. Elayuntamiento sólo tendría que aportar unos solares en la plaza de Santa Cruz. Concretamente,se planteaba que se expropiaran las casas de la Manzana y se pagase a sus propietarios el valordel suelo que ocupaban sus viviendas por medio de la cesión de los mismos pies cuadrados enunos nuevos edificios que se construirían entre la plaza Mayor y la de Santa Cruz "hasta lle­gar al cementerio de la iglesia de Santa Cruz (oo.) sin que quede cosa alguna, dejando callecomo conviniese(20)".

J7.-AVM, Libros de Acuerdos, 24 de marzo de 1582. Los arquitectos presentaron dos trazas, la primera ilustraba el estadoeu el que estaba la plaza, y la seguuda la forma que debería tomar, una vez que se hubiese hecho la reforma (ArchivoZabálburu Caja 219, n° 100-102).

18.-EI arbitrio se conserva, junto a unos planos de la planta de la Plaza, en el Archivo Zabálburu, Caja 219, n° 100-102.Citado por F. Íñiguez Almtch: "Herrera y las reformas en el Madrid de Felipe Ir", Revista de la Biblioteca, Archivo yMuseo (1950), pág. 24-27.

19.-La laguna de Santa Cruz, como se denominó a este lugar en la Baja Edad Media, nunca fue un centro comercial y finan­ciero importante de la ciudad. Tras la llegada de la Corte, en 1562, se intentó mejorar la situación de este espacio, paralo cual se quitó el Rastro de la plaza y se llevó a un lugar más próximo al matadero (AVM, Libros de Acuerdos, 27 deabril y 15 de mayo de 1562). También se intentó que las verduleras que ponían sus puestos en este lugar, se trasladarana la Puerta del Sol porque, al parecer, las moscas entraban en la iglesia de Santa Cruz (AVM, Libros de Acuerdos, 15 dejulio de 1562). Si bien es verdad que se llevó a cabo la primera medida y el rastro pasó a la Puerta de Moros, los feli­greses tuvieron que seguir padeciendo las molestias de las moscas, pues la documentación concerniente a la reforma dela plaza de 1582, hace referencia al lugar de Santa Cruz como la plaza en la que se vende barro y verdura. Si a estosproductos le sumamos la venta de carbón (AVM, Libros de Acuerdos, 7 de enero de 1568) y las tablas de las carnicerí­as de Corte podemos imaginar que, pese a su céntrica situación, este lugar no era uno de los más exclusivos de la Corte.

20.-Ellugar exacto en el que se edificarán nuevas casas se especifica en una venta conservada en el AHPM, lego 421, ff.331'-361'. En este documento se explica que, además de la expropiación de las casas de la manzana, se preveía la comprade los edificios y corrales que estaban detrás de las carnicerías de la Villa para que al ampliarlas se pudiesen meter den­tro las tablas de Corte y las pescaderías.

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El valor de la construcción de las casas expropiadas se pagaría con la plusvalía que tras lasobras, recibirían los vecinos que tras la reforma, podrían disfrutar de una mejor situación paraasistir a los festejos. La plusvalía más alta se cobraría a los dueños de las casas que se asoma­ban al callejón de la Manzana cuyas viviendas "antes eran inhabitables y quedarán en lo mejorde la plaza".

En definitiva, los perjudicados por las expropiaciones serían compensados con un solarequivalente en la plaza de Santa Cruz y además percibirían un dinero por el valor de la cons­trucción de sus viviendas que correría a cargo de quienes habían visto mejorar sus casas tras lareestructuración de la plaza.

Los cálculos del corregidor para que la Villa no tuviera que invertir dinero en el derribo dela Manzana se vieron frustrados desde el principio. En primer lugar, urbanísticamente el arbitriosacrificaba una de las principales entradas a la plaza (la de Atocha) y además, en su búsqueda deespacio que repartir a los vecinos, reducía las dimensiones de la plaza(21). Los problemas no seredujeron al plano del ennoblecimiento; el principal obstáculo para la puesta en marcha de estamedida lo planteó el propio ayuntamiento.

El proyecto se iniciaba en un momento de penuria económica para el concejo, que no sólono estaba en condiciones de desembolsar los maravedís necesarios para una obra de tal enver­gadura (lo cual habría quedado superado por la solución dada por el corregidor), sino que tam­poco estaba en condiciones de sacrificar parte de los ingresos de sus Propios; si las casas de laManzana se habían mantenido en pie durante tanto tiempo, había sido precisamente porquesobre ellas los Propios de la Villa tenían censos perpetuos(22).

Para superar este escollo, el arbitrio del corregidor, consciente de esta dificultad, proponíala permuta de los solares, ofreciendo al ayuntamiento la posibilidad, no sólo de conservar suscensos, sino de realizar un buen negocio.

Así pues, el principal beneficiado de esta operación sería el ayuntamiento que no tendríaque hacer ni que invertir nada. El principal gasto correría a cargo de los propietarios de las casasexpropiadas, que pese a que como hemos visto recibirían el valor de la tasación de la pobre cons­trucción de sus casas y un suelo equivalente al que poseían, tendrían que invertir una cuantiosasuma para construir sus viviendas respetando las condiciones impuestas por el ayuntamiento, alcabo de lo cual podrían vender sus casas, revalorizadas por su mejor situación y por el tipo deconstrucción. De todo ello, gracias a la posesión de censos perpetuos sobre las casas, los Propiosobtendrían la quinta parte del precio de las ventas. El negocio para la Villa parecía perfecto, perono llegó a funcionar.

2l.-Para mayores detalles, sobre las dimensiones, los arquitectos y los proyectos, véase Íñiguez Almech, Op. cit., pág. 77-79.

22.-En un censo perpetuo o enfitéutico, el censualista cede al censatario el usufructo de un solar. Lo hace de forma perpe­tua y con las siguientes obligaciones: al pago de un canon fijo al año de forma perpetua y hereditaria; a la construc­ción de una casa en un plazo acordado, con una inversión mínima, determinada en el contrato; a no vender la casasin autorización del censualista, que además, se reserva la primera opción de compra. De realizarse la venta, el cen­sualista tiene derecho de quedarse con la "veintena" de la casa, que corresponde a la quinta parte del precio de totaldel inmueble. El nuevo comprador de la casa, a su vez, está obligado a reconocer el censo, pagar el canon y a asu­mir las condiciones del contrato; a no dividir las casas (en teoría, porque los protocolos notariales demuestran quelos solares y las casas se van partiendo a la vez que se divide el canon entre los nuevos propietarios); al manteni­miento del inmueble en buenas condiciones. Este contrato no excluye que además el censatario pague una cantidaden efectivo, a modo ele venta.

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El arbitrio tuvo que ser matizado. El concejo abandonó su primera idea de permuta de lossolares Yacordó que se comprasen las casas de la Manzana por su valor (es decir, pagando elvalor del solar y de la construcción) y se ofreciese a los propietarios la posibilidad de adquirirlos solares de la plaza de Santa Cruz(23).

En las cuentas que el licenciado Jiménez Ortiz envió a Felipe TI exponiendo el arbitrio con elque se sufragarían los costes de la obra se dejaba entrever una gestión impecable. Concretamente,el precio de las casas de la Manzana ascendería a 16.204.300 maravedís, mientras que para los sitiosde la plaza de Santa Cruz se estimaba un valor de pmtida de 13.074.800 maravedís. Los "mejora­mientos y aumento que reciben las casas que se han de descubrir y quedar" se calculaba que llega­rían a alcanzm'los 2.349.513 mm'avedís; además quedarían para la Villa los pertrechos y despojosde los materiales de las casas denibadas que se podrían vender en almoneda(24).

El concejo, sin embargo, no quedó satisfecho con esta medida pese a que, gracias a ella,podría regularizar la plaza Mayor sin coste alguno: los regidores intentaron por todos los mediosque no se perdiesen los censos perpetuos de la Manzana. Tan sólo un mes después de queJiménez Ortiz enviase las cuentas al rey, el regidor Juan de Rivera propuso que, puesto que cuan­do se empezó la obra se había acordado que la Villa pagaría las expropiaciones con lo que obtu­viera de la venta de los solares de la plaza de Santa Cruz, se repitiesen los censos de las casasde la Manzana en los sitios que se ponían a la venta. La sugerencia tuvo una buena acogida y enseguida se puso en marcha(25).

Con los solares cargados con censos perpetuos, los cálculos de Jiménez Ortiz fueron un autén­tico fracaso. Quienes en Madrid contaban con el capital necesario para invertir en los solares noestuvieron dispuestos a que el ayuntamiento mTUinase el negocio de los solm'es y bloquem'on la ope­ración municipal. En marzo de 1583, se explicó en el concejo que los sitios de la plaza de Santa Cruzse vendían mal porque "los que tienen necesidad de ellos se han conjurado por haberlos a menosprecio"(26). La presión que los posibles compradores pudieron hacer sobre el gobierno de la Villa

.era muy fuerte: los regidores necesitaban el dinero de las ventas de los solares para pagar las expro-piaciones de la casa de la Manzana y así poder comenzar la construcción de las Call1icerías nuevasen la Plaza. El retraso de la venta de los sitios de Santa Cruz suponía un fuerte gasto pm'a el ayun­tamiento, que había empezado a expropim' con censos al quitar: cuanto más tiempo se tardase enreunir el principal del préstamo, más intereses tendrían que pagar y más cara resultaría la obra.

Ante la falta de recursos económicos y para no tener que renuncim' a los censos perpetuos y asus veintenas, los regidores intentaron ganar tiempo edificando unas tiendas "con obra ligera y a pocacosta", para que se pudieran alquilm' algunos sitios en la plaza. Había que actuar rápido: en mayo seacordó que se mandase al rey un memorial en el que se expusiesen todos los inconvenientes que seencontraban en la traza de Juan de Herrera, "suplicando no se mande hacer ninguna nueva fábricaen la dicha plaza por ahora más del que está acordado dentro de las Carnicerías de ella"(27).

23.-A.G.S., Registro General del Sello, 27 de noviembre de 1582.

24.-Archivo del Instituto de Valencia de Don Juan, Madrid, Envío 99, ff. 216-219v. El documento data del 25 de agosto de 1582.

25.-AVM, Libros de Acuerdos, 22 de septiembre de 1582 y 9 de noviembre de 1582.

26.-AVM, Libros de Acuerdos, 8 de marzo de 1583.

27.-AVM, Libros de Acuerdos, 23 de mayo de 1583. Además se solicitó que no se allanase la plaza de la forma que se habíaprevisto (la plaza estaba ligeramente inclinada y Juan de Herrera proyectaba nivelada) para que se hiciese corriente quese pudiesen quitar la basura y las inmundicias.

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Aunque no hemos podido localizar ninguna orden explícita para que cesasen los trabajos dela plaza, lo cierto es que a lo largo de los años 1584 y 1585, el Consistorio no tomó ningún acuer­do para que prosiguiesen las obras de la plaza. Conscientes de que la compra de solares de SantaCruz era una buena inversión, los regidores se proponían retrasar la continuación de la obra hastaque la hacienda municipal contase con liquidez bastante para seguir expropiando las casas de laManzana. Evidentemente, confiaban en que el paso del tiempo bastaría para romper "la conjura"de quienes estaban interesados en los suelos. Los regidores midieron mal sus fuerzas y perdieronla batalla. Apremiada por el Consejo de Castilla, la Villa no pudo hacer frente a la presión de quie­nes no querían comprar solares cargados con censos perpetuos. Los potenciales compradores notenían intención de "poblar" la plaza sino de construir para después vender las casas y en estenegocio lo más valioso de los solares era precisamente el derecho de veintena.

En 1586 surgió nuevamente el problema. El regidor Pedro de Vozmediano expuso la situa­ción en el ayuntamiento: los suelos de la plaza de Santa Cruz se habían cargado con censos pararecuperar los que tenían las casas de la Manzana, pero "como no se halló quién quisiese dar muchodinero por los suelos", se decidió que se rematasen en quien más diese aunque se perdiesen másde 100.000 maravedís. Otro regidor, Pedro de Rivera completó la crónica de este fracaso:

"por experiencia se ha visto que estos mismos suelos que así se vendieron por virtud de ladicha Real Cédula después de edificadas casas, los dueiios las traspasaban y cOlgaban censopelpetuo de más del precio principal y que de esto mismo pudiera usar la Villa(28)".

Pese a que los regidores aprobaron esta propuesta, la lucha del concejo duró muy poco, tansólo veinte días después de la toma del acuerdo, tuvieron que ordenar que, puesto que no seencontraba quién tomase a censo perpetuo los solares, se rematasen sin él(29).

La crisis financiera que el retraso de la venta de los solares produjo fue muy importante.En el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid hemos conseguido localizar las escrituras 14escrituras de venta de las expropiaciones de las casas de la Manzana. Pues bien, la suma total deestas ventas alcanza la cifra de 6.876.057 de maravedís, una cifra nada despreciable para unayuntamiento que iría a engrosar la deuda de su hacienda(30).

Pese a la imposibilidad de financiar los trabajos, la obra ya estaba comenzada y había queacabarla. Por ello, con el fin de que el concejo pudiera hacer frente a los censos al quitar toma­dos para pagar el ensanche de la plaza (que como era práctica habitual, tenían un interés de 14al millar), Felipe II concedió a la Villa una licencia para que pudiese tomar censos al quitar conunos intereses de 16.000 y de hasta 20.000 al millar(3l). Como esto no fue suficiente el Consejode Castilla dio licencia al ayuntamiento para que los gastos de reforma de la plaza Mayor se aca­baran de pagar a partir de la imposición de sisas en el vino y en otros alimentos(32). Aun así,

28.-AVM, Libros de Acue1dos, 20 de agosto de 1586.

29.-AVM, Libros de AClIe1dos, 3 de septiembre de 1586.

30.-AHPM, 1eg. 420, ff.87v-89r; 90v-91v; 543r-544v; 545r-546v; 547r-548v; 556v-559r; 570r-571v; 573v-575r; 576r-578r;578r-580r; 580v-583v; 591r-592r; 593r-595r; 861r-863v. La cifra que damos se ha obtenido a partir de la suma de estasventas, lo cual no excluye que haya otros contratos que no hayamos encontrado. Sería por tanto, más correcto decir, queel concejo, como mínimo, invirtió 6.876.057 maravedís en la compra de las casas de la Manzana.

31.-AHPM, 1eg. 431, f. 121r.

32.-EI ayuntamiento recaudó con este sistema 1.300 ducados (AVM, Libros de Acuerdos, 24 de octubre de 1588 y 11 deenero de 1589. Finalizadas las expropiaciones se autorizó otra sisa para que se acabaran de pagar las deudas de estasobras (AVM, Libros de Acuerdos, 10 de mayo de 1589).

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hubo que esperar hasta 1617 para que Juan Gómez de Mora consiguiera realizar en tan sólo dosaños, lo que sus antecesores llevaban intentando desde 1581.

En 1589 la situación era caótica. En cierto modo resulta grotesco pensar que el ayunta­miento madrileño llevaba 10 años intentando expropiar una manzana de vecinos edificada enmedio de una plaza. No se había obtenido prácticamente ningún resultado y sin embargo, elintento (fracasado) de conservar los censos perpetuos de los Propios había retrasado los trabajosy había encarecido mucho la obra. La deuda acumulada por el ayuntamiento lo hacía más depen­diente que nunca del Consejo de Castilla que debía autorizarle a reconvertir los intereses de suscensos o imponer sisas con que pagar los trabajos.

Así pues, cuando en 1590 Felipe II creó la Junta de Ornato y Policía(33), que amparadapor el déficit financiero que reinaba en la hacienda municipal y en los escasos resultados obte­nidos, mermaba las funciones políticas del concejo, poco o nada pudieron hacer los regidorespara impedirlo.

Retomemos el proceso de reforma de forma esquemática:

tenemos por una parte un proyecto de regularización de la plaza mayor de la villa a todas lucesurgente, un ayuntamiento que retrasa la obra para evitar gastos excesivos y defender los censosperpetuos de los Propios. Esta situación se rompe con la intervención del rey que propone la obraproyectada por sus arquitectos y financiada a partir de un arbitrio. Los intentos de especulación(o de protección de los propios) bloquean el proyecto, al retrasar la redención de los censos alquitar y lo encarecen. Pasados 9 años, para acabar de pagar estas obras, completamente endeu­dado, el ayuntamiento tiene que pedir licencia al Consejo de Castilla para imponer sisas y pararebajar los intereses de los censos de la Villa.

En 1590 la situación general es la siguiente: el déficit financiero de la Villa y la progresi­va dependencia económica del rey provocados en gran medida por los gastos de las obras muni­cipales(34) dan lugar a la creación de la Junta de Ornato y Policía que, coincidiendo con el cobrode los Millones, sustituye al consistorio en muchas de sus funciones de gobierno. En este senti­do es significativo que tan sólo unos meses después de que se creara la Junta, en el concejo sediscutía sobre qué arbitrios debían destinarse a pagar los Millones y qué otros a mantener elornato y obras de la Villa(35). La Plaza, por su parte, sigue conservando una planta irregular.

33.-Sobre esta junta véase el artículo de F. Íñiguez Almech: "Herrera y las reformas en el Madrid de Felipe II", Revista dela Biblioteca, Archivo)' Museo (1950).

34.-Entre ellas se cuenta la regularización de la plaza Mayor, pero también la de la carnicería, la calle Segovia, la puerta deGuadalajara o la cárcel pública

35.-AVM Libros de Acuerdos, 13 de julio de 1590.

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