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Universidad de Ciencias Pedagógicas
Frank País García
Santiago de Cuba
Título: La formación profesional basada en competencias y formación de
emprendedores: encuentros o desencuentros
Autores:
Dr. C. Orvelis Alba Castellanos. UCP “Frank País García”. Cuba.
Dirección postal: Calle 13 No. 114, entre H y K, Reparto Veguita de Galo,
Santiago de Cuba
e-mail: [email protected]
MSc. Nurman Colón Mustelier. UCP “Frank País García”. Cuba.
e-mail: [email protected]
Dr. C. Noemí Martínez Sánchez. Universidad de Oriente. Cuba.
e-mail: [email protected]
2o Congreso Internacional de Competitividad Organizacional y Primer
Reunión de la Red Internacional de Investigación de Competitividad de
Organizaciones Educativas
Universidad Autónoma del Estado de México
Temática del Congreso
Competitividad y educación
Noviembre 2012
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Título: La formación profesional basada en competencias y formación de
emprendedores: encuentros o desencuentros
RESUMEN
En este trabajo se presentan las características esenciales, diferencias, semejanzas
y relaciones de los enfoques formativos de capital humano que cada día cobran auge
en algunas regiones del mundo como Europa y América Latina: la formación basada
en competencias y la formación de emprendedores, los cuales se aplican tanto en el
sector educacional y empresarial, así como evolucionan de acuerdo con las
particularidades sociales, económicas y políticas de cada nación.
Más adelante se exponen argumentos teóricos y vivenciales acerca de la formación
basada en competencias y la formación de emprendedores, y se revela la
competencia emprendedora como cualidad integradora en los sujetos, la cual emerge
de la integración de ambos enfoques formativos, así como se proponen algunas
sugerencias para su formación.
Palabras claves: formación, competencias, emprendedores, competencia
emprendedora
Title: The formation professional based on competences and formation of
enterprising: encounters o disagreements
ABSTRACT
In this article it offers the main characteristics, differences, resemblances and
relationships of the training approaches of the human capital that day after day recover
heyday in some regions of the world such as Europe and Latin America: training based
on competencies and enterprising training, which are mostly applied either in the
educational branch or in the business branch, and thus evolve according to the social,
economical and political particularities of each nation.
Further ahead there exposed theoretical and every day arguments on the training
based on competences and the training of enterprising, and the enterprising
competence in revealed as an integrating quality on the subjects, which emerges from
the integration of both training approaches, it also proposed some suggestions for their
training.
Key words: formation, competences, enterprising, enterprising competence
3
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 4
DESARROLLO 5
El proceso de formación profesional 5
Competencia profesional 7
La formación de emprendedores 10
Retos de la educación técnica y profesional latinoamericana para la
formación de profesionales emprendedores y la competitividad
18
CONCLUSIONES 23
BIBLIOGRAFÍA 23
4
INTRODUCCIÓN
En el mundo globalizado actual, la crisis estructural y sus necesidades sociales,
económico-financieras, productivas, crecientes en su dinámica y complejidad, han ido
creando un nivel de exigencias cada vez más fuertes, las cuales requieren de su
atención no para ser conocidas solamente sino porque exige de respuestas urgentes,
cuyas soluciones deben ser eficientes atendiendo a las condiciones de cada localidad,
país o región, fundamentalmente de nuestra América Latina.
Tal exigencia le impone a los gobiernos, organismos internacionales, instituciones y
sistemas educacionales, grandes retos en la gestión del capital humano y la
competitividad de los países latinoamericanos, donde juegan un papel primordial los
centros formadores de la fuerza laboral calificada; ya que en ellos tiene lugar la
formación y capacitación profesional de los obreros y técnicos de las distintas ramas
de la economía y los servicios para el desarrollo social de cada país.
De lo que se trata entonces, es de formar jóvenes, mujeres y hombres trabajadores
competentes y emprendedores, incluso de los sectores vulnerables, lo que reafirma
que los enfoques de la formación basada en competencias y la formación de
emprendedores que tienen lugar en países de América y Europa, comienzan a
replantear los modelos de formación profesional, para lo cual es necesario renovar los
marcos teóricos, los contenidos pedagógicos y las metodologías didácticas, de
manera que estimulen las actitudes personales, especialmente el sentido de
responsabilidad individual y social, el pensamiento creativo, el compromiso con el
desarrollo sociocultural y económico sostenible de sus comunidades locales con visión
global.
Este nuevo escenario formativo debe considerar, principalmente, creativas formas de
solucionar nuestros problemas, evitando copiar ideas, métodos, conceptos y teorías
provenientes de culturas diferentes, pero logrando mayores niveles de encuentros que
de desencuentros entre los estudiosos y sus propuestas; de ahí que los sistemas de
formación y capacitación profesional, aún en la diversidad de difíciles situaciones
políticas, económicas, tecnológicas, de empleabilidad y escolaridad de la población
de los distintos países, deben estar dispuesto a asumir este desafío y contar con los
recursos científico-técnicos, pedagógicos, educativos, financieros y humanos para
alcanzar altos niveles de efectividad, excelencia y calidad en el proceso formativo.
DESARROLLO
5
El proceso de formación profesional
Los actos de enseñanza y aprendizaje de oficios y profesiones han acompañado al
hombre a lo largo de su historia, teniendo como principal elemento intrínseco a la
actividad laboral del hombre; siendo condición esencial, primero para lograr la
subsistencia y luego, para la creación de determinado bienes y utilidades propias de
la vida económica de la sociedad.
Particularmente en todo el siglo XX y lo que va del XXI, han sido abundantes los
nuevos enfoques, corrientes y tendencias sobre la gerencia y la gestión de recursos
humanos. Algunas atractivas, otras menos novedosas, pero, todo parece indicar que
tienen como centro común al hombre; a partir de que varios economistas y estudiosos
del mundo del negocio han demostrado que en las organizaciones de éxito, es
prioridad y base de su excelente desempeño, la atención al factor humano, donde la
satisfacción de sus necesidades como obreros, clientes, proveedores, pasan a ser el
principio y el fin de toda la actividad organizacional.
De manera que, diferentes autores coinciden en señalar que en los Estados Unidos
en los años 60 tuvo sus orígenes la formación por competencias, como enfoque
formativo novedoso para dar respuesta a las exigencias del mundo del mercado, del
desarrollo científico-tecnológico y la competitividad empresarial como una necesidad
de obtener cada vez mayores y mejores resultados en la "explotación" de los recursos
humanos en el desempeño de las profesiones y puestos de trabajo. En la actualidad,
países como Canadá, Reino Unido, Australia, Alemania, España, México, Colombia,
Perú, Jamaica, entre otros, han adoptado de una u otra forma la formación basada en
competencias, al menos en el subsistema de la Educación Técnica y Profesional.
Y más reciente, en la última década del siglo pasado, aparece en países europeos
otro nuevo enfoque formativo, que justamente, tiene su base en la formación basada
en competencias, pero asociada esencialmente a la educación empresarial de los
individuos, con la finalidad de crear nuevas empresas y la gestión de las mismas,
reuniendo los recursos necesarios para aprovechar las oportunidades de mercado,
teniendo en cuenta los riesgos a controlar. Este enfoque es el denominado formación
de emprendedores, cuya implementación en los sistemas educativos nacionales es
necesario, requiere romper paradigmas y rutinas, aprovechar las vías y
potencialidades de las prácticas pedagógicas desarrolladas, y sobre todo de voluntad
abierta y compromiso de los gobiernos, el profesorado, los investigadores, la
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comunidad empresarial (estatal y no estatal) y otras organizaciones, con
independencia del sistema social y político de cada país.
Todos los enfoques formativos de los profesionales, en cada etapa, se han distinguido
por diversas concepciones del diseño curricular, de presupuestos psicopedagógicos
dogmáticos y flexibles de las acciones didácticas del proceso de enseñanza-
aprendizaje y las intenciones de la evaluación, que responden a la evolución de las
profesiones, de la ciencia, sociedad y la tecnología, y a las exigencias del perfil de los
egresados para insertarse en el mundo laboral.
La formación, como categoría, ha sido estudiada por la pedagogía y la psicología,
entre otras ciencias. Desde el campo de la pedagogía varios autores han valorado la
categoría formación desde sus definiciones como un proceso continuo que inicia con
el nacimiento de las personas y concluye con su muerte. Es un proceso de influencias
permanentes que ejerce la sociedad a través de diferentes instituciones en especial
la escuela, en las organizaciones laborales se efectúa con el propósito fundamental
de preparar hombres capaces para la actividad laboral.
Ello evidencia que el proceso formativo trasciende el desarrollo de capacidades
generales, por lo que es apropiado a los intereses de la enseñanza-aprendizaje que
se ocupa de la formación de competencias que aseguran un desempeño exitoso de
los sujetos en cualquier contexto de actuación; lo que conlleva a profundizar en los
aspectos esenciales de las competencias a formar, en la organización y desarrollo de
los procesos de aprendizaje para que estén en concordancia con dichos fines.
Pues la formación profesional, se concibe como el proceso mediante el cual se logra
formar la personalidad del futuro profesional que estudie una ocupación o profesión,
como resultado de la articulación del sistema de influencias que se ejercen desde el
centro formativo y sector empresarial, que movilizan el potencial regulador y
autorregulador de los sujetos implicados y desarrolla las habilidades, capacidades y
competencias profesionales necesarias, para que pueda enfrentar y dar solución a los
problemas propios de su profesión y de la sociedad.
Hoy, para que la formación integral de los futuros obreros, técnicos y profesionales
competentes, contribuya a que puedan desempeñarse en diversas funciones sociales
y productivas, constituye una necesidad establecer en la práctica la verdadera relación
sinérgica de la escuela politécnica y la empresa con la comunidad de la cual las
primeras forman parte, y la inclusión del instructor o especialistas en todas las
actividades que desarrolla la escuela politécnica con los estudiantes, para realizar un
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aprendizaje práctico y en condiciones reales de trabajo, con una óptima adecuación a
la realidad tecnológica y socio-laboral del mundo del trabajo (SENATI, 2003).
J. Forgas afirma que: “El proceso de formación basado en competencias profesionales
brinda un espacio para la construcción de manera integrada de conocimientos,
habilidades y valores que se constituyen en cualidades del sujeto, […] es un proceso
con un carácter eminentemente social que se desarrolla en un contexto
interdisciplinar, multidisciplinar y transdisciplinar, que parte de una concepción
participativa y es estructurado a partir de un contenido socialmente construido e
históricamente desarrollado, todo lo que tiene como consecuencia la formación de
nuevas cualidades en el hombre, que se traducen en competencias profesionales”
(Forgas, J. 2003).
Las razones antes mencionadas obligan a buscar nuevas formas de aprendizaje
centradas en modelos que se caractericen por considerar el aprendizaje de los
estudiantes y su papel protagónico como línea directriz en el proceso de formación,
por llevar a los programas de estudio los problemas profesionales a que se debe
enfrentar el futuro egresado y sus perspectivas, y por su flexibilidad para introducir los
cambios, a partir de la incorporación de manera comprometida a los especialistas de
las instituciones productivas a todo el proceso de transformación, que implica su
participación en el diseño, en la ejecución y certificación de las competencias
profesionales requeridas para ser considerado un técnico competente.
Competencia profesional
Desde la última mitad del siglo anterior se evidenció una tendencia a considerar el
éxito de la actuación profesional de los sujetos en estrecho vínculo con el saber y el
saber hacer, limitándose su concepción al campo cognoscitivo, como una
interpretación de la búsqueda constante del por qué de los fenómenos que se suscitan
en su área de desempeño del profesional, obviándose el saber ser, es decir el carácter
humano que ha de también tenerse en cuenta como componente esencial de todo
desempeño profesional y social de los seres humanos; de ahí de que muchos autores
vean la definición de competencia desde una tendencia o corriente conductista, solo
dirigido a la valoración del resultado, de manera que se refleja evidentemente un
sobredimensionamiento del saber hacer.
Respecto al concepto de competencia profesional, que emergió en los años ochenta
como elemento del debate en los países industrializados sobre la necesidad de
mejorar la relación del sistema educativo con el productivo y la sociedad, para impulsar
8
una adecuada formación de técnicos y profesionales, y que después de dos décadas
de aproximación e implementación del enfoque de formación por competencias
profesionales, la visión holística e integral de competencia, la cual asumimos,
despierta una progresiva aceptación en casi todo el mundo, imponiéndose en
investigaciones desarrolladas en el ámbito de la educación por su propósito integrador
entre formación y empleo.
Numerosos autores definen la competencia profesional teniendo en cuenta el carácter
integral de la actuación del sujeto en su desempeño profesional. Referimos algunas
de las más notables definiciones de competencia, pudiéndose identificar aspectos
comunes como: el reconocimiento en ellas de los recursos cognitivos, motivacionales
y personológicos que le permiten funcionar con flexibilidad, perseverancia, autonomía,
perspectiva futura en su actuación profesional de manera tal que posibilitan un
desempeño profesional eficiente y cívico responsable en la búsqueda de soluciones a
los problemas profesionales.
Se significa que el concepto de competencia profesional, asociado al proceso de
formación profesional, está dirigido a la formación integral del aprendiz u obrero
expresado en:
su preparación general con marcado carácter profesional y tecnológico,
insertarse en el desarrollo de la ciencia y la técnica,
la capacidad de analizar, reflexionar y argumentar, profundo humanismo,
compromiso social y medioambiental
el desarrollo de estructuras del pensamiento propias de la lógica de la
tecnología, es decir del “pensamiento tecnológico” (González, 2000).
Sin embargo, de las definiciones analizadas, se reflejan dos concepciones diferentes
de competencia, los que consideran a las personas competentes sólo cuando realizan
con calidad las funciones laborales, tienen un enfoque funcionalista
(CINTERFOR/OIT, 2002; González, V., 2005) porque ven la competencia enmarcada
únicamente en el ámbito profesional. A diferencia de ellos, otros (Forgas, J., 2003;
Fuentes, H., 2000 y 2006) con los cuales coincidimos, ven la competencia como la
cualidad humana que desarrolla el individuo de solucionar problemas del medio físico,
natural y social, como el obrero de estos tiempos.
La competencia profesional es una categoría integradora que permite ver al hombre
en su contexto con una visión holística de su actividad. Una interpretación de las
competencias profesionales, para su formación, permite definirlas como la cualidad
9
humana resultante de la “integración, esencial y generalizada de un complejo conjunto
de conocimientos, habilidades y valores profesionales, que se manifiesta a través de
un desempeño profesional eficiente en la solución de los problemas de su profesión,
pudiendo incluso resolver aquellos no predeterminados.”(Forgas, 2003, 22).
Para lograr la formación de un obrero o técnico con las competencias profesionales
necesarias se requiere de cambios sustanciales en las prácticas educativas, que se
distingan en lo fundamental por una educación tecnológica desde la perspectiva de la
relación ciencia – tecnología – sociedad, donde se “analiza el pensamiento
tecnológico y su manera de operar”, se “examinan los modos en los que se generan
los problemas y la construcción social de las soluciones, con especial énfasis en las
consecuencias sociales y ambientales de las soluciones aplicadas”, sobre la base del
“análisis de los aspectos tecnológicos, geográficos, ergonómicos, económicos,
ecológicos y sociales de todo tipo que se refieren al objeto tecnológico que hay que
crear o modificar, según la naturaleza del problema de que se trate”. (Buch, 2003,
http://www.rieoei.org/rie32a07.htm)
Por tanto, se necesita profundizar en nuevas fases de implementación o
procedimientos reveladores de las relaciones intrínsecas del proceso profesional en
el desarrollo del proceso de formación profesional, para un perfeccionamiento de la
lógica de su dinámica. Se trata, por consiguiente, de generar un mayor acercamiento,
concepción armónica y una verdadera identificación de la dinámica del proceso de
formación profesional basado en competencias profesionales con la dinámica del
proceso profesional, por ejemplo aquel que tienen a la explotación tecnológica como
modo de actuación profesional.
Los procedimientos didácticos propuestos que despliegan el método investigativo
de explotación tecnológica en las clases teóricas y prácticas de las asignaturas
técnicas, son los siguientes:
1. Elaboración u observación de situaciones tecnológicas problémicas
contextualizadas.
2. Caracterización de los procesos interventivos de la explotación tecnológica y del
funcionamiento de los objetos tecnológicos.
3. Determinación del problema sociotecnológico existente en el proceso de
explotación tecnológica de objetos técnicos.
4. Hipotetización acerca de las relaciones causas-efectos de los fenómenos y
procesos que tienen lugar en cada objeto técnico.
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5. Simulación del proceso de explotación tecnológica y la ocurrencia de averías de
objeto técnico, o montar experimentos.
6. Medición de magnitudes y parámetros técnicos, energéticos y medioambientales
en los objetos técnicos.
7. Explicación y argumentación de los procesos, hechos y fenómenos que tienen
lugar en los objetos de la cultura tecnológica y medioambiental, a partir de la
integración de contenidos interdisciplinares.
8. Toma de decisiones sobre la aplicación de la solución más efectiva (ajustar,
sustituir, mantener/reparar, innovar), a partir de su impacto tecnológico,
socioeconómico y medioambiental.
9. Generalización de las experiencias en diversos puestos de trabajo, procesos
tecnológicos de entidades productivas y de prestación de servicios.
De esta forma se considera que el proceso de formación profesional de obreros y
técnicos, contribuirá al logro del reto que le ha impuesto el desarrollo científico-técnico
y tecnológico de las profesiones, la preparación de la fuerza laboral competente y la
gestión del capital humano de nuestros países.
La formación de emprendedores
El nuevo orden mundial se caracteriza por aceleradas y complejas dinámicas que
configuran los diversos fenómenos socioeconómicos, como consecuencia del proceso
de globalización desde la última década del siglo XX, sustentado en los avances
científico-técnicos, que se expresan esencialmente en el desarrollo del transporte, la
biotecnología, la ingeniería genética y las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación, que han aumentado a niveles inimaginables la interrelación y la
interdependencia entre las distintas naciones que habitan nuestro planeta.
Teniendo en cuenta lo anterior, se evidencia que los gobiernos y empresas existentes
motivado por las reglas del mercado no pueden garantizar de manera sostenida la
empleabilidad de los obreros y profesionales laboralmente activos (trabajadores), ni
ofrecer el número de empleos que los recién egresados (tanto de la formación técnica,
tecnológica y académica) están requiriendo, lo que se ven obligados a ingresar al
sector privado (no estatal) donde se encuentran en situaciones de explotación humana
y de género, violaciones de derechos laborales por la ausencia de cumplimiento de
las normas legales de contratación, poco financiamiento y carencias de competencias
profesionales para realizar inversiones propias, o pasan a la economía informal por el
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tipo de actividades legítimas pero no legales a las que se dedica, así como se
convierten en fácil presa de las redes de delincuencia.
Todo este panorama ha provocado el surgimiento de nuevos paradigmas en las
políticas sociales: la “universalización de los derechos” mediante la educación
universal y la “igualdad de oportunidades” con acciones puntuales dirigidas a los
grupos vulnerables y excluidos, buscando la inserción laboral y solvencia económica
que le permita alcanzar niveles dignos de calidad de vida para cualquier ser humano.
En estos nuevos paradigmas de las políticas sociales, los jóvenes adquieren un valor
trascendente y un rol preponderante, al constituir el recurso estratégico del desarrollo
integral de la sociedad, siendo la educación, la formación y la capacitación las llaves
para la construcción individual y social.
Sin embargo, pasada la primera década del siglo XXI, aún cuando en países de
América Latina se percibe un aumento de la cobertura educativa en contextos de
pobreza y exclusión social, los niveles de calidad de indicadores educativos se
manifiestan bajos, existe deficiente articulación entre la educación formal y la
formación profesional, entre la formación, el mundo de la empresa y del empleo, así
como se cuestiona la eficacia de las políticas de capacitación profesional y empleo
diseñadas para las empresas formales y el trabajo registrado, ya que se observa que
predomina la capacitación para empleos en el sector formal, y que sus usuarios no
provienen de la amplia población que labora en la economía informal.
El crecimiento del desempleo, la amplitud del empleo informal y la carencia de
competencias laborales en los jóvenes que egresan del sistema educativo desafían la
formación profesional tradicional; por lo que se necesita de una formación flexible con
una amplia base de competencias generales y posibilidad de diversidad de
especializaciones, como claves esenciales para el acceso equitativo a las
competencias laborales, la movilidad laboral, el incremento de la productividad o
prestación de servicios, la solvencia económica y el desarrollo humano-social de los
individuos.
Para que estas medidas tengan un efecto positivo garanticen eficiencia económico-
productiva, generación y seguridad de empleo, calidad de los bienes y servicios que
se prestan, impacto favorable en el desarrollo comunitario y humano de la población,
el sistema educativo debe dar respuestas a los objetivos y prioridades referidas a la
formación de individuos con elevada cultura científica, política, económica, jurídica,
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fiscal, ambiental, ciudadana, enorme sensibilidad humana y calificación profesional
competente, cuya actuación sea emprendedora en todos los contextos sociales.
Surgen entonces algunas interrogantes como las que siguen:
1. ¿Qué cualidades deben tener los técnicos y obreros que necesitan las
sociedades?
2. ¿Cuáles son los retos y vías de la educación técnica y profesional para
garantizar un impacto social, laboral y económico en la población?
La respuesta a la primera interrogante, se encuentra como resultado del análisis,
comprensión e interpretación de los pasajes que ofrece el cuento titulado “Ascender
por resultados” (González, 2002), del cual se pueden extraer varias cualidades que se
ponen de manifiesto en el personaje Fernando.
Siguiendo los referentes teóricos sobre la personalidad, constituida por la integralidad
de las cualidades que poseen los individuos, como resultado de su formación y
desarrollo bio-psico-social, se propone realizar la operación matemática de la
integración de las cualidades expuestas que resultaría una personalidad cuya cualidad
superior e integradora es la siguiente:
El gráfico mostrado significa que todas las sociedades necesitan un profesional,
además de poseer las competencias profesionales generales, básicas y específicas
correspondientes a la profesión, especialidad, área o puesto de trabajo en que se
desempeña, inexorablemente requiere del desarrollo de actitudes personales que
propicien el sentido de responsabilidad social, el pensamiento divergente, liderazgo,
motivación, compromiso y orientación comercial para atender las necesidades de sus
semejantes y contribuir al desarrollo sociocultural y económico sostenible de sus
respectivas comunidades locales con visión global.
A partir de los referentes sociológicos y psicológicos asumidos, se considera entonces
que las cualidades que deben caracterizar al tipo de individuo que necesita la sociedad
n
∫ Cualidades = 1
EMPRENDEDOR
Respetuoso + Responsable + Honesto + Cumplidor +
Eficiente + Divergente + Flexible + Comunicativo +
Audaz + Comprometido + Competente + Creativo +
Innovador + Independiente + Decidido + Dispuesto +
Optimista + Laborioso + Dinámico + Persistente +
Colaborador + Animoso + Económico + Negociador
= =
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en los momentos actuales, integralmente configuran el perfil de la persona
emprendedora, por lo que los sistemas educativos nacionales tiene como principal
encargo social la de formar individuos y profesionales emprendedores. Ello impone la
aplicación de los principales fundamentos sociológicos, pedagógicos y psicológicos
que sustentan este enfoque de la formación de emprendedores o “emprendimiento”,
como les llaman algunos.
En regiones del mundo, sobre todo Europa, la aplicación del enfoque de educación o
formación emprendedora, en la actualidad tiene como propósito fundamental la
inclusión social y frenar el abandono escolar de aquellos individuos que, además de
sus características personales, han tenido una experiencia escolar insatisfactoria o
ninguna, disponibilidad de trabajo a tiempo parcial y se desenvuelven en un entorno
económico y social (familia, amigos, comunidad) muy desfavorable. En estos países
se han desarrollados múltiples proyectos de educación emprendedora, desde la
educación primaria y secundaria, dirigidos a mejorar la experiencia educativa de los
jóvenes con riesgo de abandono escolar.
En el contexto latinoamericano, hace aproximadamente un lustro, aparece con gran
fuerza la nueva perspectiva en la formación y capacitación de obreros y profesionales,
denominada “formación de emprendedores” o “formación para el emprendimiento”.
El emprendimiento últimamente es un término muy utilizado en todo el mundo y por
todas las personas involucradas en los negocios. Aunque el emprendimiento siempre
ha estado a lo largo de la historia de la humanidad, pues es inherente a ésta en las
últimas décadas, éste concepto se ha vuelto de suma importancia y ha cobrado valor
en las aulas universitarias y escuelas de negocios ante la necesidad de superar los
constantes y crecientes problemas económicos y de competitividad.
La palabra emprendimiento proviene del francés entrepreneur (pionero), y su
significado ha cambiado en correspondencia con las distintas épocas y cualidades de
los individuos, que desde el siglo XVII se asociaba a los constructores de puentes o
caminos, arquitectos, maestros de obra y contratistas que tomaban un salario,
pasando por los “tomadores de riesgos económicos” o empresarios, hasta que en los
finales del siglo XX se denomina emprendedor a aquellas personas capaces de
incorporar determinadas innovaciones a los procesos del mundo real, superando todo
tipo de obstáculos y barreras. También se designa emprendedor como creador de
cultura, especialmente material o de desarrollo económico.
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Todo lo anterior ha dado origen a dos posiciones o percepciones principales acerca
del término “emprendedor”. Una posición se traza para quienes la innovación es una
cualidad humana que se manifiesta en la solución de los problemas que adquieren
gran difusión y éxito económico. La otra posición parte de que la innovación es una
actitud cultural que se sustenta en la concepción científica del mundo, que posibilita
generar y aprovechar las herramientas conceptuales y tecnológicas que disponemos
para identificar problemas, encontrar las soluciones apropiadas y tener la capacidad
de transferirlas a otros contextos, donde el saber que ha llegado a su fase creativa
como resultado del aprendizaje acumulado y de la maduración alcanzada por ese
saber.
De ahí que, el emprendimiento como regularidad se refiere a la capacidad de una
persona para hacer un esfuerzo adicional por alcanzar una meta u objetivo, siendo
utilizada también para referirse a la persona que iniciaba una nueva empresa o
proyecto, término que después fue aplicado a empresarios que fueron innovadores o
agregaban valor a un producto o proceso ya existente.
Felipe Medina Nieto y Benjamin Herazo Cueto, profesores de la Pontificia Universidad
Javeriana en Colombia, plantean que: “La formación para el emprendimiento, busca
el desarrollo de la cultura del emprendimiento con acciones basadas en la formación
de competencias básicas, laborales, ciudadanas y empresariales dentro del sistema
educativo formal y no formal y su articulación con el sector productivo” (Medina, F. y
Herazo, B., 2010), asumiendo como emprendimiento la manera de pensar y actuar,
orientada hacia la creación de riqueza, a través del aprovechamiento de
oportunidades, del desarrollo de una visión global y de un liderazgo equilibrado, de la
gestión de un riesgo calculado, cuyo resultado es la creación de valor que beneficia
a: los emprendedores, la empresa, la economía y la sociedad. (Medina, F. y Herazo,
B., 2010)
En el artículo “Educación emprendedora: Un nuevo paradigma.”, situado en el sitio
web “Aprenda.com.pe” plantea que: La educación emprendedora es un innovador
enfoque que hace énfasis en del desarrollo de competencias que no aparecen en la
currícula del actual sistema educativo latinoamericano.” (Educación emprendedora:
Un nuevo paradigma, 2012).
Por su parte, Juan Camilo Montes Pineda, colaborador de la OIT/Cinterfor reconoce
que la formación para el emprendimiento como: “El proceso a través del cual un
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ciudadano, se vuelve empresario, se debe considerar como una cadena de valor, que
permite transitar de forma natural al emprendedor…” (OIT/CINTERFOR, 50).
Victoria E. Erosa Martín define la formación de emprendedores como “el proceso de
desarrollar en los estudiantes las competencias técnicas y las habilidades para
reconocer oportunidades de negocio, desarrollar la seguridad y persistencia para
llevar las ideas con merito comercial a una empresa de nueva creación e impulsar la
formación de una cultura empresarial en los profesionistas…” (Erosa, 9).
En otras de las fuentes consultadas en la red de redes, se considera que: “Un modelo
de formación de emprendedores está basado en competencias, más que en el
conocimiento técnico…” (Emprendedores, 2011).
Como se observa, la formación de emprendedores tiene como rasgos esenciales:
1. Desarrollo integral del ser humano, a partir de la apropiación de las invariantes
de conocimientos interdisciplinarios, el desarrollo de habilidades integradoras
esenciales y la adquisición de valores universales compartidos por la
humanidad; es decir del desarrollo de cualidades humanas, profesionales,
laborales y sociales.
2. Posibilidad de empleo y asociación empresarial, a partir de promover el
pensamiento creativo, innovativo y sostenible, y estimular el sentido de
autorrealización personal y organizacional.
3. Creación de bienes, servicios y oportunidades emprendedoras, combinado la
identificación de iniciativas productivas, la elaboración de proyectos
empresariales y el fortalecimiento del compromiso individual para contribuir al
desarrollo sociocultural y económico sostenible de las respectivas
comunidades locales con visión global.
Los rasgos esenciales de esta perspectiva de formación y capacitación profesional se
concretan a través la estrecha relación existente entre la formación adecuada de la
fuerza de trabajo competente, su empleabilidad en el sector formal (público, empresas
legalizadas) o emergente (privado) y su capacidad de incrementar la productividad y
competitividad de los productos, de la comunidad y del país, obviamente si están
dadas las condiciones de inversión, organización y unidades de emprendimiento
pertinentes o incubadoras de emprendedores.
Debemos entender que el emprendimiento no se relaciona únicamente con la creación
de empresas, también los funcionarios públicos deben ser emprendedores, toda una
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sociedad debe ser emprendedora, es decir, que cuenten con personas que tengan
iniciativa, creatividad, responsabilidad, liderazgo, asumir riesgos, etc, etc.
Por tanto la formación de profesionales emprendedores no es sólo enseñar a producir
bienes o servicios, crear empresas o dirigir un negocio. Esta se interpreta como el
proceso de formación de fuerza laboral competente, orientado a desarrollar un
pensamiento creativo, divergente y ético para generar empleos, bienes o servicios
útiles y la gestión empresarial innovadora, sustentado en el sistema organizado de
relaciones interpersonales e institucionales, que movilizan el potencial regulador,
autorregulador y transformador de los sujetos, comunidades, instituciones y sociedad.
Por tanto, la formación de emprendedores se sustenta en el enfoque de formación
basada en competencias profesionales e implica promover el aprendizaje
organizacional, la gestión de conocimiento y el capital humano en las comunidades,
empresas y países, lo que contribuye a adquirir crecida relevancia en términos de
competitividad global.
Desde este argumento, se puede considerar entonces que necesitamos una sociedad
donde todos sus ciudadanos adquieran, demuestren y trasmitan competencia
emprendedora.
La amplitud de la competencia emprendedora ha hecho que se la denomine de varias
maneras en los textos internacionales: «actuar autónomamente», «espíritu em-
prendedor» y «autonomía e iniciativa personal». Sobre la cual varios autores han
expresado su formulación.
La Organization for Economic Cooporation and Development (OCDE) en The
Definition and Selection of Key Competences. Executive Summary (2005) la define
como “la capacidad de los individuos para controlar su vida de forma responsable y
con sentido, ejerciendo un grado de control sobre sus condiciones de vida y de trabajo”
(OCDE, 2005, cit. en Marina, J. A., 49-71).
En el Programa Educación y formación 2010 de la Comisión Europea se define
«Espíritu Emprendedor» (entrepreneurship) como: “capacidad para provocar uno
mismo cambios (componente activo) y habilidad para aceptar y apoyar cambios
producidos por factores externos (componente pasivo).”
Francisco Miguel Martínez y Gabriel Carmona (2009) definen competencias
emprendedoras (COEM) como “aquellas que permiten a los sujetos desarrollar un
proyecto emprendedor con el que generar crecimiento económico y cohesión social,
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configurándose de esta manera como un proyecto social integrado.” (Martínez, F. M.
y Carmona, G, 82-98)
Como se puede apreciar de las formulaciones referidas, el rasgo esencial que
distingue a la competencia emprendedora radica en que encierra una visión más
amplia de las competencias, más allá de lo puramente profesional-laboral y
empresarial-económico. Contemplan un objetivo mucho más holístico, que es el de
desarrollar sujetos capaces de actuar en sus dimensiones personal (autonomía y
autorrealización), laboral-profesional (eficiente), social (responsabilidad social y
medioambiental) y económica (proyecto empresarial).
Aquí cobra sentido la definición de competencia asumida, por lo que, en este texto se
entiende la competencia emprendedora como la cualidad humana integradora del
conjunto de conocimientos científico-técnicos sobre la sociedad, el pensamiento y la
naturaleza, habilidades y capacidades individuales, profesionales y emprendedoras,
valores y actitudes sociales ético-morales, que se manifiestan en el desempeño
individual eficiente en cada contexto que permiten enfrentar y resolver con éxito las
diversas problemáticas sociales, laborales, económicas y medioambientales y
contribuye al desarrollo sociocultural y económico sostenible de las comunidades
locales con visión global.
Se presenta así la competencia emprendedora como eje central de un proyecto socio-
educativo-formativo integrado, que persigue la autorrealización en el plano social,
personal y laboral-profesional, sobre la base de la educación de calidad y cultura
general integral.
En el caso de la formación profesional, el subsistema de educación técnica en la
región latinoamericana se caracteriza en los últimos años, fundamentalmente, por un
descenso del gasto público para su desarrollo, discontinuidad de los programas de
política educativa y de empleo, la presencia de analfabetismo y subescolarización de
la población, así como resistencia de su personal docente a los cambios técnicos,
pedagógicos y metodológicos; de ahí la falta de fuerza laboral calificada y la
dependencia de su modelo de desarrollo de otros países. Es por ello, que aún
prevalecen concepciones tradicionales en la educación técnica y profesional, que
limitan el transito efectivo a una educación técnica de mayor impacto social, incluso
en aquellas naciones donde existen experiencias aisladas en la aplicación del nuevo
enfoque de formación de emprendedores.
18
Retos de la educación técnica y profesional latinoamericana para la formación
de profesionales emprendedores y la competitividad
En el contexto actual, dominado por el constante y rápido cambio tecnológico, la
capacitación en la empresa --como una forma de creación del capital humano-- tiene
un papel muy importante en el fortalecimiento de la competitividad. Algunas de las
condiciones requeridas para que un país sea competitivo, es que el Estado debe
fomentar en sus políticas de gobierno las condiciones necesarias para garantizar la
formación y capacitación de su capital humanos que permita el normal
desenvolvimiento de la actividad social, tecnológica, económica, financiera, y
comercial de las instituciones públicas y privadas del país.
La competitividad a distintos niveles (empresa, región, industria o país) ha tomado un
papel central en la agenda de desarrollo. En los países latinoamericanos,
caracterizados por economías cada vez más abiertas e integradas a cadenas globales
de producción, el mejoramiento de la competitividad es fundamental para la
consecución de mayores niveles de desarrollo económico y social.
La visión más generalizada que se tiene de competitividad es considerarla como la
capacidad de una organización pública o privada, lucrativa o no, de mantener
sistemáticamente ventajas comparativas que le permitan alcanzar, sostener y mejorar
una determinada posición en el entorno socioeconómico. En efecto, la competitividad
está asociada con la capacidad de participar exitosamente en mercados
internacionales, la generación de valor agregado y la creación de empleo, desarrollo
cultural y humano, entre otros factores.
Ello significa que la competitividad adopta diversas formas de manifestarse. Puede
estar basada en ventajas comparativas estáticas, como recursos naturales
abundantes o bajos costos salariales. Pero también puede estar sustentada en
ventajas comparativas dinámicas, producto de introducir nuevos y mejores productos,
implementar nuevas formas de organización empresarial o incrementar la capacidad
productiva o de prestación de servicios. La inversión en capital humano es un
elemento central para la creación y fortalecimiento de ventajas comparativas
dinámicas, las cuales son sostenibles y ofrecen un gran potencial de desarrollo
científico-tecnológico, económico, social y humano.
La ventaja competitiva básica de las empresas, organizaciones y países en el siglo
XXI no radicará en los recursos naturales, ni en específico en los recursos energéticos,
19
no radicara en los recursos financieros, ni siquiera en la tecnología, sino en el nivel de
preparación de los recursos humanos. Cuesta A. (1999).
Lo anterior se revela desde los propios datos del Foro Económico Mundial con el
Índice de Competitividad Global alcanzado por los países del mundo anualmente. El
Índice de Competitividad Global (Inglés: Global Competitiveness Index, siglas GCI),
es desarrollado y publicado anualmente desde 1979 por el Foro Económico Mundial.
“El índice de competitividad mide la habilidad de los países de proveer altos niveles
de prosperidad a sus ciudadanos. A su vez, esta habilidad depende de cuán
productivamente un país utiliza sus recursos disponibles. En consecuencia, el índice
mide un conjunto de instituciones, políticas y factores que definen los niveles de
prosperidad económica sostenible hoy y a medio plazo. Este índice es ampliamente
utilizado y citado en artículos académicos.” (Foro Económico Mundial, 2010).
El Índice de Competitividad Global (GCI) se basa en tres subíndices Requerimientos
Básicos (Infraestructura, Instituciones, Estabilidad Macroeconómica, Salud y
Educación Primaria), Palancas de Eficiencia (Educación Superior y Capacitación,
Eficiencia de los mercados, Eficiencia del mercado laboral, Sofisticación del mercado
financiero, Preparación Tecnológica, Amplitud del Marketing) y Factores de
Innovación y Sofisticación (Sofisticación de las empresas e Innovación), con sus doce
pilares y 111 variables para determinar la competitividad de un país, dentro de estos
pilares se da un peso específico a diferentes factores según su influencia en la
medición de la competitividad.
El Global Competitiveness Report además, de revelar la posición competitiva de cada
país, el índice estima sus perspectivas de crecimiento a medio y largo plazo, según
sean impulsados por la eficiencia y la innovación.
Además de los "datos duros", se incluyen los resultados de la Encuesta de Opinión
Ejecutiva que trata información diagnóstica verificable sobre todo de indicadores
económicos y de los puntos de vista de las personas encuestadas pertenecientes a
una red de institutos asociados (que incluye instituciones líderes en investigación y
organizaciones de negocios) en los países incluidos en el informe, lo que significa que
la mayoría de los resultados dependen de las percepciones de los encuestados y que
en ocasiones se percibe cierto manejo político con determinados gobiernos llamados
populistas o socialistas.
Aún cuando entre los índices de competitividad, según analistas nacionales y
regionales (Pratt, L., 2010) refieren que el decrecimiento del GCI de un conjunto de
20
países latinoamericanos durante el último quinquenio, se debe a que continúan
teniendo problemas en materia de baja tasa de participación popular en educación,
formación, capacitación profesional y entrenamiento laboral, infraestructuras
inapropiadas, de credibilidad de las instituciones, pobre definición y defensa de los
derechos de propiedad intelectual, un ambiente de negocios inestable, asignación
ineficiente de recursos, lentitud en la adopción de tecnologías y baja innovación. Todo
lo anterior dificulta las posibilidades de la comunidad empresarial de competir
eficientemente en la región y en el mundo.
Sin embargo, a pesar de las mejoras observadas en la competitividad en la mayoría
de los países latinoamericanos, enfrentan desafíos importantes, como el
fortalecimiento del sistema institucional para que funcione de forma ágil, el desarrollo
de mano de obra más calificada mediante mejoras en el sistema educativo
(secundario y de formación profesional) y una mayor eficiencia en los mercados.
Por tanto, reconociendo el carácter sistémico de la competitividad de una
organización, territorio, país o región, puede ser entendido que el índice de
competitividad no depende únicamente de cuántas acciones de capacitación se
desarrollen, de cuán elevada sea la cifra de dinero aprobado o gastado, o cantidad de
individuos (aprendices en formación o trabajadores) capacitados, ni de el tiempo
dedicado a la capacitación por diferentes o las mismas personas.
Ello indica que, para elevar la competitividad, desde la formación y capacitación
profesional o laboral, es preciso superar el primer estadio de desarrollo económico
(dependiente del uso de recursos materiales, financieros y humanos) y pase con una
base firme a un modelo de desarrollo determinado por el uso eficiente de dichos
recursos.
Se impone entonces, pensar hacia dónde deben dirigirse los esfuerzos de todas
aquellas personas e instituciones que tienen a su cargo responsabilidades con el
perfeccionamiento del subsistema de educación técnica y profesional. Se retoma la
siguiente interrogante reflexiva:
2. ¿Cuáles son los retos y vías de la educación técnica y profesional para
garantizar un impacto social, laboral y económico en la población?
Durante los últimos años, los políticos, ejecutivos, directivos educacionales,
profesores y científicos han expresado abiertamente la fuerte preocupación por
promover la actividad de investigación, innovación y el desarrollo tecnológico desde
las instituciones educativas. La educación emprendedora forma personas
21
competitivas capaces de crear oportunidades, por lo que para pasar de la formación
técnica tradicional a esta nueva propuesta de formación emprendedora no basta
mejorar la infraestructura de las instituciones formativas, el currículo o la selección y
preparación del claustro de profesores (formadores); además de ello, requiere romper
paradigmas educativos y formativos obsoletos y cambiar mentalidades con respecto
a la atención prioritaria a este subsistema educacional, obtención de ingresos y
financiamiento para la adquisición de insumos y medios tecnológicos de avanzada, en
las formas de integración estudio–producción-investigación, desde la escuela
politécnica. En fin algunos aspectos hay que perfeccionar, otros contextualizar y otros
cambiar los que sean necesarios cambiarlos.
Los principales retos que tiene la educación técnica y profesional para cumplir con su
encargo social, desde el análisis de sus debilidades, amenazas, fortalezas y
oportunidades (matriz DAFO), de acuerdo con la perspectiva de la formación de
profesionales emprendedores, se propone, son los siguientes:
1. Promover el desarrollo de la competencia emprendedora en los directivos
educacionales, claustro de profesores y estudiantes, en función de garantizar
la gestión de los procesos y autogestión del capital intelectual.
2. Introducir experimental y progresivamente los resultados científico-
investigativos sobre cambios en el modelo formativo, flexibilización de la
organización curricular y dinámica del proceso pedagógico basado en
competencias profesionales, caracterizados por la integración de estudio-
trabajo, para adecuarlas y adaptarlos a las demandas actuales del sistema
socioeconómico y productivo.
3. Integrar, a niveles superiores, los vínculos entre el sistema formativo y el sector
económico-productivo, tanto a nivel comunitario y local como a nivel nacional,
para determinar las necesidades, y actualizar los perfiles profesionales, el
sistema de información sobre demanda y oferta laboral, y garantizar la
asignación de presupuestos para la ofrecer mayor cobertura profesional y
tecnológica a los convenios de formación-capacitación-producción.
4. Adoptar niveles de centralización-descentralización en el sistema de gestión de
la educación técnica, para la estructuración e implementación de un sistema de
capacitación profesional autónomo y flexible, dada su función y compromiso
social, para preparar la fuerza laboral competente y proporcionar posibilidades
22
de empleo estatal o autoempleo, según las necesidades locales, grupales y
personales de trabajo.
5. Perfeccionar el trabajo metodológico, la superación e investigación pedagógica,
que repercute en la elaboración de materiales didácticos, en la calidad de la
dirección de los procesos y sus resultados, especialmente en la formación
emprendedora de los egresados y la evaluación del impacto.
Por su parte, son muchas las vías con las que se cuenta para implementar, de manera
efectiva, el enfoque de formación de profesionales emprendedores. Ellas son, entre
otras:
Mejorar la infraestructura (espacial y tecnológica) de las instituciones
formativas.
Crear redes de intercambio y apoyo institucional entre los centros politécnicos
y organizaciones comunitarias y locales.
Transitar del modelo formativo por habilidades hacia el modelo formativo
basado en competencias profesionales.
Desarrollar entornos de aprendizaje por proyectos y materiales didácticos
emprendedores centrados en el aprendizaje desarrollador y colaborativo.
Perfeccionar la metodología de la creación y funcionamiento de las aulas
anexas constituidas en las empresas, mejorando los modos de actuación de
los actores (directivos, tutores, alumnos y profesores).
Promover hábitos de lectura, una adecuada comunicación oral y escrita, así
como el uso de las tecnologías de la información y la comunicación en
estudiantes y profesores, a nivel de entendimiento y argumentación de los
adelantos científico-técnicos, asuntos socioeconómicos, políticos, culturales
nacionales y globales, entre otros
Orientar a estudiantes y profesores hacia una mayor cultura jurídica, fiscal,
económica-comercial, laboral y empresarial y ambiental.
Diseñar la superación profesional continua de los profesores de la ETP, con un
carácter sistémico, individualizado e institucionalizado, basado en
competencias profesionales y la formación de emprendedores.
Resumidamente, se precisa que la formación y capacitación profesional del siglo XXI
en nuestros países están avocadas a dar un salto de eficiencia y eficacia que
transcienda a la formación de profesionales emprendedores, donde se transite por el
23
know how del centro formador, empresa u organizaciones que aprenden (proceso y
cultura), gestionan su conocimiento (medio tecnológico) y lo capitalizan entre sus
recursos humanos (resultado), en temas tales como la creatividad e innovación, el
trabajo en equipo, las herramientas de gestión, mejora continua, calidad total,
productividad, mantenimiento productivo, resolución de problemas, toma de
decisiones, gestión del cambio, proyectos comunitarios, comunicación e inteligencia
emocional.
CONCLUSIONES
El enfoque de la formación de emprendedores se concreta a través la formación
basada en competencias, e implica promover el aprendizaje organizacional, la gestión
de conocimiento y el capital humano en las comunidades, instituciones educativas o
formadoras, empresas y países, lo que contribuye a adquirir crecida relevancia en
términos de competitividad organizacional, nacional y global; obviamente si están
dadas las condiciones de inversión, organización y unidades de emprendimiento
pertinentes o incubadoras de emprendedores.
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