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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
UNIDAD IZTAPALAPA
DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA
COORDINACIÓN DE LINGÜÍSTICA
Llegué a terminar la tesina:
UN ESTUDIO SEMÁNTICO SOBRE EL USO AUXILIAR DE
ALGUNOS VERBOS DE MOVIMIENTO
TESINA QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN
LINGÜÍSTICA
PRESENTA:
PAOLA RODRÍGUEZ REYNAGA
ASESORA: DRA. ESTHELA TREVIÑO ___________________________
COORDINADORA DE LA LICENCIATURA EN LINGÜÍSTICA:
DRA. ESTHELA TREVIÑO ______________________________________
MÉXICO, D. F. JUNIO 2005
Índice
1. Introducción 1
1.1. Delimitación del tema 2
1.2. Metodología y marco teórico 4
1.3. Organización del trabajo 5
2. Planteamiento del problema 6
2.1. Implicaciones semánticas 6
2.2. Implicaciones sintácticas 8
2.3. Tratamientos anteriores 9
2.3.1. Definición de perífrasis 10
2.3.2. Reconocimiento de perífrasis 12
2.3.3. Clasificación de las perífrasis verbales del español 17
2.3.3.1. Clasificación según la naturaleza del verbo principal 18
2.3.3.2. Clasificación según el valor aportado por el verbo auxiliar 20
2.4. Auxiliaridad 23
2.4.1. Sobre el concepto de verbo auxiliar 23
2.4.2. El verbo de movimiento como auxiliar 30
3. Apreciaciones sintácticas 33
3.1. Configuración sintáctica del verbo de movimiento 34
3.2. Verbo de movimiento en estructuras complejas 36
3.2.1. La lectura bioracional 36
3.2.2. La lectura monooracional 37
3.3. La ambigüedad 39
4. Caracterización semántica 44
4.1. Semántica Conceptual 46
4.2. Funciones básicas 50
4.3. Rasgos de campo semántico 57
5. Estructura léxico conceptual del verbo andar 60
6. Estructura léxico conceptual del verbo llegar 72
7. Estructura léxico conceptual del verbo venir 81
8. Comentarios y conclusiones 96
Referencias bibliográficas 102
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CAPÍTULO 1
Introducción
Este trabajo trata sobre las oraciones en las que cierto tipo de verbos de movimiento no parece
funcionar en forma plena, sino como ‘auxiliares’, específicamente verbos tales como: andar, ir,
llegar, pasar, seguir, salir, venir, entre otros. Las gramáticas tradicionales apuntan que cuando
un verbo es utilizado como auxiliar, pierde su significado total o parcialmente. Los verbos
mencionados, si bien pierden su significado estricto de movimiento físico, no dejan de dar cierta
idea de traslación o proceso de movimiento de un lugar no físico a otro. En estos casos se habla
de verbos o auxiliares perifrásticos.
El problema resulta interesante porque, por una parte, cuando se habla de perífrasis, se les ve
desde un punto de vista sintáctico, es decir según el tipo de complemento que toman: infinitivo,
gerundio o participio; por la otra, se intenta clasificar las perífrasis bajo un criterio semántico,
según el aporte conceptual y aspectual del verbo auxiliar: si denotan un aspecto progresivo,
durativo o perfectivo (Gili Gaya 1961); si son modales, aspectuales o de otro tipo (Gómez
Torrego 1999). Sin embargo no todos los verbos perifrásticos han recibido la misma atención, en
particular, desde el punto de vista léxico conceptual. ¿Qué sucede cuando un verbo como llegar
aparece en oraciones como si llegas a mi casa…, cuando en la misma lengua participa en
expresiones como si llega a faltar vino...? ¿Pierde atributos del marco léxico conceptual que lo
define? ¿qué le sucede para convertirse en verbo auxiliar, para admitir como complemento una
proposición infinitiva, donde el vino no llega a ninguna parte (vs. ya llegó el vino a la bodega)?
Los verbos de movimiento, desde luego, no son los únicos que exhiben la propiedad de
aparecer en contextos temáticos y perifrásticos, algunos verbos temporales como empezar y
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terminar, también lo hacen. Habrá que determinar qué propiedades favorecen este doble
comportamiento que la sintaxis manifiesta de maneras distintas. Estas cuestiones no han sido
muy estudiadas, de hecho, ni se señalan en las gramáticas tradicionales. Si bien los estudios
gramaticales reconocen a los verbos de movimiento en su uso auxiliar -se les clasifica bajo el
rubro de auxiliares aspectuales -, no se ahonda más en la cuestión que aquí nos interesa. Este
trabajo parte de la suposición de que los verbos de movimiento poseen alguna propiedad
semántica que los hace propensos para ser utilizados como auxiliares aspectuales.
1.1. Delimitación del tema
Si bien este trabajo trata sobre las construcciones perifrásticas, no pretendo ahondar en el asunto
de la clasificación de las mismas, como tampoco es mi objetivo entrar en el terreno de la
discusión y la definición del concepto de auxiliaridad, -que ha sido ampliamente tratado por
autores como Heine (1993) y Kuteva (2002), entre otros- aunque será necesario hacer un
acercamiento al problema que el término implica.
Limitaré mi atención a los verbos perifrásticos de movimiento, por lo que dejo para una
investigación futura el estudio de otro tipo de verbos (modales, temporales, estativos, etc.) que
participan en construcciones perifrásticas. Circunscribiré aún más mi trabajo, al estudio de la
naturaleza semántica de los verbos de movimiento que alternan entre un uso temático y un uso
auxiliar, pues no todos los verbos de movimiento exhiben esta posibilidad, por ejemplo, pasear,
arribar, regresar, caminar, entre muchos otros, aunque también interesa plantearse la pregunta
de por qué unos verbos pueden entrar en los dos contextos y otros no. Debido a la riqueza de
datos y a la complejidad de los mismos, he decidido tratar sólo los verbos de movimiento andar,
llegar y venir. Para ello, será necesario ver el comportamiento de cada verbo por separado, pues,
a pesar de tener características comunes, no parecen comportarse homogéneamente.
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Si bien el grueso de los datos que voy a analizar incluye verbos de movimiento seguidos de
una proposición (una oración no finita), resulta pertinente presentar otro tipo de datos en donde
esta clase de verbos también parece haber perdido alguna parte de su significado. Este tipo de
datos participa en encuadres semánticos particulares que pueden aportar evidencia interesante
para el análisis de la naturaleza semántica de los verbos de movimiento. Me refiero a expresiones
como le llegó al precio, la pasó muy bien, le entra duro al alcohol, y a expresiones idiomáticas
como ya salió el peine, anda de boca en boca, entró al quite.
Por otra parte, es conveniente aclarar si las oraciones perifrásticas constituyen contextos con
un solo núcleo predicativo, es decir, si estas oraciones se representan sintácticamente como
estructuras simples (monooracionales) o como estructuras complejas (bioracionales). No
obstante, el esclarecimiento de esta cuestión se hará sólo en la medida en que refleje las
condiciones semánticas subyacentes al uso de estos verbos. La idea que retomamos de
Jackendoff, es que hay un nivel de interfaz entre semántica y sintaxis, donde esta última no sólo
parece respetar alguna parte de la estructura léxico conceptual del verbo, sino que mapea ciertas
consideraciones semánticas. A pesar de que dejaré de lado cuestiones como la naturaleza formal
del complemento propositivo (si es una FInfl, una FV); si el sujeto sufre o no ascenso (a la par de
verbos como parecer) o si la proposición contiene o no un PRO anafórico (a la par de ciertos
verbos de control), será necesario abordar estas cuestiones como un mero acercamiento a lo que
se ha dicho del comportamiento sintáctico de los verbos de movimiento.
El objetivo del trabajo es, pues, explorar el comportamiento semántico de los verbos de
movimiento, andar, llegar y venir en las construcciones llamadas perifrásticas para tratar de
dilucidar si conservan un uso como verbos plenos o si son verbos aspectuales y, en la medida en
que sea necesario, ver las repercusiones de tal comportamiento en la sintaxis.
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1.2. Metodología y marco teórico
Los datos que serán utilizados como evidencia en el presente estudio, están tomados del habla
espontánea de la ciudad de México, así como de textos extraídos de diferentes fuentes (medios de
comunicación, corpus electrónico de la RAE y literatura de todo tipo). Incluiré, desde luego,
datos de mi propio conocimiento. Aquellos registrados u obtenidos de otras fuentes, aparecerán
así indicados en los ejemplos. Es importante hacer hincapié en que los datos que provienen de
medios de comunicación, así como los registrados, pertenecen al dialecto mexicano, es decir que
no hago de lado la posibilidad de que el uso de ciertos verbos sea dialectal, mientras que otros
parecen tener un uso más extendido -aquellos ejemplos que provienen del corpus de la RAE,
pertenecen a varios dialectos-. Sin embargo, cabe aclarar que el uso aparentemente auxiliar de los
verbos de movimiento, como conjunto, no es un fenómeno privativo del español: también se
utilizan en otras lenguas romances y lenguas no emparentadas. Este último punto será visto con
más detalle en la sección 2.4.2.
El marco teórico en el que me apoyaré para el estudio del tema descrito se basa en los
supuestos de la gramática generativa. El análisis sintáctico se enmarca en el modelo de Principios
y Parámetros, particularmente en lo que se refiere a marcos temáticos y de subcategorización, a la
teoría del movimiento y a la de control (referencial). Estos son especialmente importantes para
determinar la naturaleza y derivación de las estructuras perifrásticas. Para el análisis semántico,
me basaré en gran medida en Jackendoff (1990, 2002), para quien el significado es una
representación mental. Jackendoff caracteriza a la Semántica Conceptual como Semántica-I -en
el mismo sentido que Chomsky (1986 y trabajos subsecuentes) define el término de Lengua-I-.
Jackendoff plantea que a la semántica conceptual le interesa esta representación y su relación con
el lenguaje. Asimismo, sugiere que la formación de conceptos parte de un conjunto de categorías
ontológicas como lo son COSA, LUGAR, TRAYECTORIA, EVENTO, ESTADO, ACCIÓN,
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PROPIEDAD y CANTIDAD. Retomaré estas cuestiones, así como el concepto de estructura
léxico conceptual, en el capítulo 4.
1.3. Organización del trabajo
Además del capítulo introductorio, el trabajo está organizado como sigue: en una primera
instancia, plantearé los problemas a los que nos enfrenta el uso auxiliar de diversos verbos de
movimiento y delimitaré las cuestiones que serán objeto del presente estudio. En segundo lugar,
presentaré una definición del concepto de perífrasis y revisaré lo que otros autores han dicho en
relación no sólo con este concepto sino también con el de auxiliaridad. Asimismo, revisaremos de
manera general algunas de los problemas sintácticos que surgen al usar los verbos de movimiento
como auxiliares. Posteriormente, hablaré de la Semántica Conceptual de Jackendoff y, siguiendo
su propuesta, revisaremos la estructura léxico conceptual de los verbos andar, llegar y venir en
sus diferentes usos. Por último, presentaremos las conclusiones de la investigación y algunos
comentarios.
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CAPÍTULO 2
Planteamiento del problema
El uso auxiliar de los verbos de movimiento es un problema complejo que tiene implicaciones
tanto sintácticas como semánticas. En esta sección expondré con mayor detalle cuáles de las
cuestiones vistas con anterioridad serán abordadas en este trabajo. En un primer punto, hablaré de
las implicaciones semánticas del uso auxiliar de los verbos de movimiento. En el segundo punto,
proporcionaré una visión general del problema a nivel sintáctico. Posteriormente, haremos una
revisión de lo que se ha dicho en torno a las construcciones perifrásticas y al respecto de los
verbos auxiliares.
2. 1. Implicaciones semánticas
Hemos visto que los verbos de movimiento pueden participar en dos contextos: uno en el que
conservan sus propiedades temáticas y otro en el que parecen perderlas para funcionar como
auxiliares. Este hecho explicaría por qué en algunas oraciones donde aparecen complementados
por una forma no personal del verbo, hay ambigüedad: o bien se interpreta como una oración
donde el verbo de movimiento sirve de auxiliar al verbo no finito, o bien se interpreta como una
oración compleja donde cada verbo conserva su significado y sus argumentos. Veamos los
siguientes ejemplos:
(1) a. Llegué a comerme una pizza.
b. El kilo de jitomate llega a costar quince pesos.
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En (1a) nos encontramos ante una oración que tiene al menos dos interpretaciones:
-Una donde el verbo de movimiento funciona plenamente y el complemento ‘a comerme una
pizza’ corresponde a un evento, por lo que se podría parafrasear de la siguiente manera: llegué
para comerme una pizza, o bien, podríamos situarla en un contexto que permita obtener esta
misma interpretación: llegué a mi casa a comerme una pizza, llegué con la inteción de comerme
una pizza.
-Otra donde el verbo de movimiento pierde parte de su significado y sirve de auxiliar al verbo
comer, dando al evento un matiz aspectual. La oración puede parafrasearse utilizando algún
elemento que refuerce el matiz aspectual: llegué incluso a comerme una pizza.
En (1b), a diferencia de (1a), solamente hay una interpretación posible: la del verbo de
movimiento como auxiliar. Habrá que analizar por qué en ejemplos como (1a) se da la
ambigüedad, mientras que en ejemplos como (1b), no es posible más que una sola interpretación.
El problema de la ambigüedad no es el único al que nos enfrentan los usos tanto auxiliar como
temático de los verbos de movimiento. Otra cuestión que surge de estos dos contextos está
relacionada con la estructura léxico conceptual, es decir ¿exhiben una estructura léxico
conceptual diferente en cada uno de los contextos? ¿se trata de dos verbos? Dado que no se puede
alterar la estructura léxico conceptual de un verbo y suponer que conservamos ese mismo verbo,
¿qué sucede en el uso auxiliar de los verbos de movimiento? ¿puede ser una cuestión de
homonimia, o aún, de polisemia? ¿o es una cuestión pragmática, donde el contexto es quien da la
pauta para saber si se habla de uno o de dos eventos? Por el momento, o al menos en este
apartado, estas cuestiones quedan sin respuesta aunque, en relación con la homonimia, me
aventuro a decir que albergar estas posibilidades no parece ser del todo económico en relación
con el lexicón, prefiero contemplar la posibilidad de que es un solo item léxico que
circunstancialmente pierde su significado pero que conserva rasgos de su estructura conceptual.
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A este respecto, serán las categorías ontológicas de Jackendoff (1990, 2002) las que nos permitan
arrojar luz sobre el asunto.
No obstante, no hay que olvidar que muchas veces los verbos de movimiento se utilizan
con un sentido figurado, aún si no tienen un complemento propositivo, por ejemplo, en sus
canciones llegan al corazón de la gente, o en expresiones como no entró en detalles, se salió con
la suya. Gili Gaya (1961: 106) afirma que “el empleo de los verbos auxiliares proviene de
acepciones figuradas de estos verbos”. Si bien la aseveración soluciona el problema, deja de lado
la posibilidad de explorar las características cognitivas que hacen de ciertos verbos de
movimiento un instrumento para la auxiliaridad. Asimismo, el decir que se usan en un sentido
figurado, no explica por qué unos verbos de movimiento sí pueden exhibir este doble
comportamiento mientras que otros no.
Pasemos ahora a las implicaciones sintácticas que conlleva el uso auxiliar de los verbos de
movimiento.
2.2. Implicaciones sintácticas
A pesar de que este trabajo se centrará principalmente en el aspecto semántico, no se pueden
hacer de lado las implicaciones sintácticas. En un primer lugar es necesario determinar la
naturaleza y el tipo de verbo utilizado como auxiliar. Al respecto, surgen varias preguntas:
cuando se comportan como verbos temáticos como en vino a mi casa, ¿qué tipo de
subcategorización presentan? ¿qué los distingue de cuando aparecen como verbos auxiliares
como en cómo vino a sucederme esto?
En lo que concierne a la tematicidad, a simple vista pareciera que los verbos sufren una
destematización, aunque quizás sería más prudente hablar de la suspensión de la lectura de la
estructura argumental para poder comportarse como verbos aspectuales. De otra parte, una
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mayoría de los verbos de movimiento toman una preposición. Es necesario observar la naturaleza
de la preposición, en aquellos casos que la exhiben, que introduce la forma no finita, ¿cuál es su
estatus? ¿se comporta como un complemento o tiene un valor semántico?, es decir, dado que el
verbo auxiliar pierde sus propiedades temáticas ¿es necesaria la presencia de la preposición para
que esta asigne caso a la proposición?, en este sentido quizás ya no sería un problema únicamente
sintáctico sino también semántico. En un tercer plano, observemos que la mayoría de los verbos
de movimiento son verbos inacusativos. La inacusatividad implica que presentan una estructura
de movimiento. En el uso como auxiliares, cabe preguntarse qué sucede, es decir, si se siguen
comportando como verbos de movimiento de sujeto o si presentan un comportamiento diferente,
quizás como verbos de control. También resulta interesante plantearse si los verbos en un uso
auxiliar, se generan en un nodo distinto al verbo que asigna los papeles temáticos, si es así, ¿en
qué nodo y en qué posición se generan?
Estas consideraciones implican que, al funcionar como auxiliares, los verbos sufren una
transformación tanto a nivel semántico como a nivel sintáctico. Será necesario ver si alguno es
consecuencia del otro, o aun, si se trata de un nivel de interfaz entre la semántica y la sintaxis. No
todas las cuestiones sintácticas serán tratadas pues, como se mencionó en 1.1., la sintaxis se
tocará únicamente en la medida en que sea necesario hacerlo, ya que el trabajo no pretende hacer
una caracterización formal de los verbos de movimiento en su función auxiliar.
2. 3. Tratamientos anteriores
En esta sección, haré una breve descripción de cómo se han tratado las construcciones
perifrásticas en los estudios gramaticales tradicionales. Revisaré algunos de los criterios
propuestos para reconocerlas y comentaré las clasificaciones que se han hecho. Asimismo,
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considero conveniente presentar un esbozo general de lo que se ha dicho con respecto a la
auxiliaridad y hacer un acercamiento a lo que implica el uso del término ‘auxiliar’.
2.3.1. Definición de perífrasis
La definición de perífrasis verbal que proporcionan las gramáticas tradicionales (RAE (1978:444-
445); Gili Gaya (1961: 103-119); Alcina y Blecua (1975: 777-779)), bien puede resumirse en la
propuesta por Gómez Torrego:
Una perífrasis verbal es la unión de dos o más verbos que constituyen un solo núcleo del
predicado. El primer verbo, llamado ‘auxiliar’, comporta las informaciones morfológicas de
número y persona, y se conjuga en todas (o en parte de) las formas o tiempos de la conjugación.
El segundo verbo, llamado ‘principal’ o ‘auxiliado’, debe aparecer en infinitivo, gerundio o
participio, es decir, en una forma no personal.
Gómez Torrego 1999: 3323-3389
Esta definición, si bien engloba las características principales de las construcciones perifrásticas,
presenta algunos problemas: por una parte, no se especifica en qué sentido los verbos
involucrados constituyen un solo núcleo; por otra, tampoco se menciona cuál es el papel
semántico de cada uno de los verbos, con qué tipo de información semántica contribuye cada uno
de ellos. Es cierto que se establece que el verbo auxiliar, o perifrástico, es el que aporta la
información morfológica de tiempo, número y persona, ¿qué papel juega entonces el verbo
llamado principal? Empecemos por la cuestión del ‘núcleo’. Me parece que a lo que Gómez
Torrego se refiere es que los argumentos que ocurren en la oración, son argumentos de uno solo
de los verbos; es decir, el verbo ‘principal’ es el que asigna los papeles temáticos y subcategoriza
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los argumentos de la oración. En este sentido, más que hablar de verbo principal, quizás resulte
más prudente hablar de verbo temático. Tenemos, entonces, que uno de los elementos verbales, el
que actúa como auxiliar, aporta la información morfológica, mientras que el otro contribuye con
la información temática de la oración. Quizás el mayor problema que presenta no sólo esta
definición, sino también las de Gili Gaya, Alcina y Blecua y la RAE, es que no se especifica qué
papel juega el verbo auxiliar, más allá de su aporte morfosintáctico. En párrafos anteriores quedó
aclarado que los textos revisados apuntan que el auxiliar pierde total o parcialmente su
significado, pero no se ahonda más en la cuestión. En la sección 2. 4. se verá con mayor detalle el
concepto de auxiliaridad.
Ahora bien, los casos más transparentes de una perífrasis verbal son las formadas por
haber+participio, como: Pedro ha llegado tarde, Yo no he visto esa película. En estas oraciones,
los verbos llegar y ver, asignan los papeles temáticos, es decir, aunque hay dos elementos
verbales, sólo uno de ellos contribuye con información léxico conceptual. Los argumentos
‘Pedro’, ‘Yo’ y ‘esa película’, provienen de la estructura argumental de llegar y ver,
respectivamente. De igual manera, las perífrasis formadas por estar+participio y estar+gerundio,
son oraciones claramente perifrásticas, por ejemplo: Está cansado, El perro estuvo ladrando.
Tanto haber como estar, son dos elementos perifrásticos muy reconocibles pues son los verbos
más consolidados como auxiliares. Hay otros casos, como se verá más adelante, donde no es tan
claro cuándo una secuencia de predicados tiene naturaleza perifrástica. Si bien la definición del
concepto de perífrasis no parece representar un problema per se, aplicarla para reconocer cuándo
se está ante una construcción perifrástica no es tan sencillo. No obstante, se han propuesto ciertos
criterios para determinar cuándo hay una perífrasis. En el siguiente apartado discutiremos algunos
criterios para el reconocimiento de estas construcciones.
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2.3.2. Reconocimiento de perífrasis
Gili Gaya, Alcina y Blecua y la RAE, no plantean de manera explícita cómo reconocer que
cuando hay dos o más elementos verbales estos constituyen un solo núcleo del predicado.
Tomemos como ejemplo una expresión del tipo pudo haber estado leyendo, donde tenemos
cuatro elementos verbales: el primero está conjugado y los tres siguientes son formas no
personales del verbo, infinitivo, participio y gerundio, respectivamente. Quizás en este caso no
sea tan complicado el reconocimiento de la perífrasis ya que tenemos haber y estar que, como
mencioné, son elementos cuyo uso auxiliar es fácilmente reconocible. En una oración del tipo
Agustín podría querer salir corriendo, ¿cómo sabemos si este tipo de expresiones forma una
oración simple con un predicado complejo? o bien ¿cómo sabemos si se trata ya no de una
oración simple, sino de una subordinada?
Gómez Torrego sí se plantea la cuestión del reconocimiento de perífrasis. A pesar de que no
toma muy en cuenta los predicados complejos formados por más de dos verbos, ofrece algunos
criterios, todos sintácticos, para determinar la naturaleza perifrástica de una oración. Es necesario
aclarar que el trabajo de Gómez Torrego trata únicamente sobre las perífrasis de infinitivo por lo
que los criterios establecidos sólo toman en cuenta este tipo de perífrasis. Una vez presentados
estos criterios, los discutiré brevemente. De igual manera, será necesario ver qué tan relevantes
son los criterios que Gómez Torrego ofrece. Veamos, pues, las pruebas sintácticas que propone.
a) Si el infinitivo es sustituible por un pronombre, un nombre, o una oración completiva, no
se trata de una perífrasis. Por ejemplo, en Juan desea presentar el carné (ejemplo de Gómez
Torrego), podemos sustituir desea presentar el carné por un pronombre: Juan desea presentarlo,
un nombre: Juan desea la presentación del carné; o una oración completiva: Juan desea que se
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presente el carné. Gómez Torrego señala que en esta última es necesario un cambio de sujeto en
la oración subordinada pero no argumenta por qué.
Ahora veamos los siguientes ejemplos:
(1) a. Felipe alcanzó a verlo con vida. vs. (2) a. *Felipe lo alcanzó.
b. Felipe deseaba verlo con vida. b. Felipe lo deseaba.
En (1a), la sustitución por un pronombre, da como resultado (2a), esta oración es agramatical
para la interpretación en la que el pronombre personal lo equivale a verlo con vida. Nótese que la
oración no es agramatical si el pronombre personal se refiere a otro complemento del verbo:
Felipe alcanzó el camión/ Felipe lo alcanzó, donde lo equivale a el camión. Dada la
agramaticalidad de (2a), según el criterio de Gómez Torrego (1a) constituiría una perífrasis
verbal. En cambio, en (2b), es posible la sustitución por el pronombre: Felipe lo deseaba, donde
lo equivale a verlo con vida, por lo que la construcción no sería perifrástica.
b) Transformación interrogativa. Si al transformar una oración al interrogativo, el
infinitivo es sustituíble por qué, no es perífrasis. Gómez Torrego señala que tiene que haber una
equivalencia funcional entre el elemento sustituído y el sustitutorio; de igual manera, es necesario
que cuando haya sustitución no haya cambio de significado.
(3) a. El niño empezó a comer. vs. (4) a. *¿Qué empezó el niño?
b. El niñó quería comer. b. ¿Qué quería el niño?
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Obsérvese que (4a) es agramatical si el elemento al que sustituye el pronombre interrogativo qué
es a comer1, pero es gramatical si el significado de la oración es el siguiente: El niño empezó la
tarea/ ¿Qué empezó el niño?, donde qué está sustituyendo a la tarea. Por lo tanto, en (3a)
tenemos una perífrasis mientras que en (3b), no.
c) Pasivización. Si bien Gómez Torrego nota que la pasiva no es una prueba básica, apunta
que puede ser importante para determinar si una secuencia de elementos verbales constituye o no
una perífrasis.
(5) a. Isabel dejó de verlo. vs. (6) a. *Verlo era dejado por Isabel.
b. Isabel requería verlo. b. Verlo era requerido por Isabel.
La agramaticalidad de (6a)*Verlo era dejado por Isabel, sugiere que (5a) es una perífrasis. En
(5b) se admite la pasivización, por lo que la construcción no es una perífrasis.
d) Algunas construcciones admiten lo que Gómez Torrego llama ‘estructura enfática’, es
decir, una construcción escindida (pseudo-cleft) del tipo Lo que Juan vio fue… Si la oración no
admite este tipo de estructura, se trata de una perífrasis, aunque hay casos en los que una oración
no perifrástica, no admite la estructura enfática.
(7) a. Diego volvió a vivir ese momento. vs. (8) a. *Lo que Diego volvió fue a
vivir ese momento
1 No debe incluirse en este criterio la posibilidad de formar una oración interrogativa del tipo ¿Qué empezó a hacerel niño? En este caso, es necesario recurrir al verbo hacer que funciona como pro-forma verbal para que la oracióninterrogativa sea grammatical.
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b. Diego intentó vivir ese momento. b. Lo que Diego intentó fue
vivir ese momento.
Dado que (8a) es agramatical, no acepta la construcción escindida, por lo que tenemos una
perífrasis2, mientras que (7b) acepta la estructura enfática de (8b) y constituye una oración
compleja con dos predicados.
Es evidente que algunas expresiones perifrásticas pueden exhibir todas las pruebas señaladas
mientras que otras no. El mismo Gómez Torrego apunta que basta con que una construcción
muestre uno de los comportamientos señalados, para que sea considerada como una perífrasis.
Sin embargo, no resulta evidente que estos criterios puedan ser aplicados a todas las
oraciones que parezcan ser perífrasis. Consideremos una expresión como Juan llegó a concluir
el asunto; esta expresión nos presenta un problema de ambigüedad: podría ser perifrástica y
podría no serlo. Si se tratara de una perífrasis ‘concluir’ asignaría los papeles temáticos y ‘llegó’
comportaría únicamente la información morfológica de tiempo, persona, etc. Si fuera una
construcción bioracional, ‘llegó’ asignaría papel temático a ‘Juan’, y ‘concluir’ asignaría los
papeles temáticos a su sujeto implícito PRO y a la FN ‘el asunto’. ¿Qué pasa cuando le
aplicamos las pruebas a una oración ambigua? Por una parte, no admite la sustitución por el
pronombre *Juan lo llegó, pero sí admite la sustitución por un nombre: Juan llegó a la
conclusión del asunto. Sin embargo en esta oración no se elimina la ambigüedad: o bien puede
interpretarse como después de tanto pensar, Juan llegó a la conclusión del asunto; o bien: Juan
llegó a la junta para la conclusión del asunto. ¿Qué es lo que sucede cuando una misma oración
satisface una parte de un criterio (la sustitución por un nombre), pero no satisface otra parte del
2 Véase la nota anterior. No deben incluirse construcciones escindidas con la pro-forma verbal hacer: Lo que Diegohizo fue volver a vivir ese momento, donde también es necesaria la presencia de la pro-forma para que la oraciónresultante sea gramatical.
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mismo criterio (la sustitución por un pronombre)? Al aplicar el criterio visto en b), obtenemos la
siguiente oración: *¿Qué llegó? -es agramatical en el sentido en que no hay equivalencia
funcional entre el pronombre interrogativo y el elemento que está sustituyendo-. Según este
criterio, tendríamos que concluir que la oración es perífrasis. Sin embargo Gómez Torrego no
dice nada respecto a la posibilidad de formar una oración como la siguiente, que es
perfectamente gramatical: ¿A qué llegó Juan?. Vemos que la ambigüedad sigue conservándose:
en un caso el infinitivo es una meta parafraseable con para -también tenemos la posibilidad de
construir una oración interrogativa como ¿Para qué llegó Juan?- en el otro caso no se puede
parafrasear con dicha preposición. Sin embargo, cabe preguntarse por qué sí admite la
transformación interrogativa siempre y cuando esta incluya la preposición que precede al
infinitivo. Sucede de igual manera con el criterio visto en d): *Lo que llegó Juan fue concluir el
asunto, la construcción escindida es agramatical pero A lo que llegó Juan fue a concluir el
asunto, es perfectamente gramatical, sin embargo, la gramaticalidad de la construcción escindida
con para, me resulta dudosa: ?Para lo que llegó Juan fue a concluir el asunto. No obstante, la
oración Para lo que llegó Juan fue para concluir el asunto, es perfectamente gramatical3.
3 Recordemos los ejemplos en (7) y (8). Gómez Torrego no nos dice nada sobre la posibilidad de formar la siguienteoración:
(1) ?A lo que Diego volvió fue a vivir ese momento.
Quizás es porque no suena del todo gramatical. Sin embargo, tomemos una oración ambigua con el mismo auxiliar(que es volver, un verbo de movimiento):
(2) Diego volvió a recoger sus camisas.
Veamos su estructura escindida en (3) y su estructura escindida con preposición en (4):
(3)*Lo que Diego volvió fue a recoger sus camisas. (4) A lo que Diego volvió fue a recoger sus camisas.Notemos que (4) es agramatical, -por lo que (2) no se debería de considerar como una perífrasis. Sin embargo, laconstrucción escindida con preposición es posible, ¿quiere esto decir que la oración no es perífrasis?. Recordemosque se trata de una oración ambigua, es decir que puede o no ser perífrasis. Resulta curioso que la interpretación que
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Sería necesario observar qué sucede con otras oraciones, tanto ambiguas como no
ambiguas, pues sería esperable que no todas se comportaran de igual manera. Sin embargo, me
parece que de esta discusión puede rescatarse que: (i) las pruebas presentadas por Gómez Torrego
no son concluyentes por lo que se debilitan los criterios que él aduce; (ii) no hay que dejar de
lado el hecho de que solamente las aplica a oraciones que toman un complemento infinitivo, por
lo que queda a saber qué sucede cuando se aplican a las otras formas no personales, es decir, el
gerundio y el participio; (iii) como el mismo Gómez Torrego señala, no todos los verbos
reaccionan de la misma forma a la aplicación de las pruebas. Si bien no se puede afirmar que
estos criterios sean concluyentes para determinar cuando se tiene una construcción perifrástica,
cabe preguntarse si existe alguna prueba sintáctica que constituya un criterio más contundente
para determinar cuándo se está ante una perífrasis. Sin embargo, el propósito de este trabajo
tampoco es proponer alguna prueba de este tipo, por lo que esta cuestión queda abierta para una
exploración futura.
El segundo punto a tomar en cuenta es la clasificación de las perífrasis que proponen Gili Gaya,
la RAE y Gómez Torrego. Hemos elegido estos trabajos por considerar que son los que ofrecen
las clasificaciones que mejor resumen lo que se ha dicho en torno a las contrucciones
perifrásticas.
2.3.3. Clasificación de las perífrasis verbales del español
En lo que respecta a la clasificación de las perífrasis verbales del español, hay dos tendencias: o
bien se clasifican según la naturaleza morfosintáctica y léxico-aspectual del verbo temático, o
bien, de acuerdo al aporte aspectual y semántico del verbo auxiliar.
se le da a (4) es aquella donde el verbo en infinitivo, ‘recoger’, es una meta parafraseable con ‘para’, por lo que aún,tenemos la posibilidad de formar Para lo que Diego volvió fue para recoger sus camisas.
- 18 -
2.3.3.1. Clasificación según la naturaleza del verbo principal
Gili Gaya y la RAE clasifican las perífrasis según la naturaleza de la forma no personal del verbo.
Gili Gaya indica que esta clasificación no es puramente formal y sugiere que cada uno de los
grupos tiene un sentido distinto. De esta manera tenemos tres tipos de perífrasis, las que exhiben
el verbo en a) infinitivo, b) gerundio y c) participio. Hay que tomar en cuenta, como el mismo
Gili Gaya señala, que las formas no personales proporcionan un sentido inicial pero la totalidad
del significado de una perífrasis está determinado tanto por el valor temporal de las formas del
verbo auxiliar como por el aspecto que aportan el tiempo de la conjugación y la acción verbal
misma.
a) Verbo auxiliar + infinitivo. Según Gili Gaya, las perífrasis formadas por el verbo auxiliar
y el infinitivo “tienen un sentido general de acción progresiva dirigida hacia el futuro” (p.107).
Veamos los siguientes ejemplos:
(9) a. Empiezo a sentirme mal. vs. (10) a. Empecé a sentirme mal.
b. Llega a costar hasta diez mil pesos. b.Llegó a costar hasta diez
mil pesos.
En (9a), se ve la orientación hacia el futuro, empezar a es incoativo es decir que expresa el
principio de una acción, por lo que podríamos entender el carácter progresivo de la misma. En
(9b) aparece un verbo de estado, costar, por lo que su valor atélico parece aportar la
interpretación durativa o ‘progresiva’ del estado que denota el verbo.
- 19 -
b) Verbo auxiliar + gerundio. Según Gili Gaya: “El gerundio mira hacia el presente y
comunica un carácter durativo [el énfasis es de Gili Gaya]” (pp107). En efecto, si una acción es
durativa, no se orienta ni al pasado ni al futuro.
(11) a. Me vengo muriendo de hambre. [Registrado 29/IX/03]
b. Lleva la perra tres horas chillando. [Registrado 26/X/03]
Tanto en (11a) como en (11b), es identificable el carácter durativo de la acción. Veamos las
oraciones de (12):
(12) a. Me venía muriendo de hambre.
b. Los tenía dibujando un paisaje.
En (12a) y en (12b), como en (11a) y (11b), vemos el carácter durativo de la acción. El auxiliar es
el que orienta la acción ya sea hacia el pasado, como es el caso de (12), o hacia el presente , como
es el caso de (11).
c) Verbo auxiliar + participio. Gili Gaya apunta que: “El participio precedido de un verbo
auxiliar conjugado forma frases verbales de significación perfectiva [énfasis de Gili Gaya]”
(p.115). Gili Gaya apunta que la perfectividad marca una acción en el pretérito.
(13) a. Está enterrado en la arena.
b. Tengo escrita la introducción.
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(13a) y (13b) se refieren a acciones que ya han sido llevadas a cabo, es decir terminadas:
conservan el carácter perfectivo.
La clasificación que se basa en la naturaleza del verbo temático proporciona los rasgos
generales que puede aportar cada forma no personal del verbo. Si bien estamos ante una
clasificación formal muy simple, no hay que perder de vista que tanto el tiempo en que está
conjugado el auxiliar, como su aporte aspectual, así como el aporte aspectual del verbo temático,
también contribuyen en la formación del significado general de la perífrasis. De otra parte,
respecto a este tipo de clasificación cabe preguntarse hasta qué punto puede predecirse la forma
no personal del verbo del tipo de auxiliar en juego, es decir, ¿por qué hay verbos que pueden
aparecer con infinitivo, gerundio y participio, como venir, y verbos como andar que pueden
aparecer con gerundio y participio, pero que, cuando aparecen con el infinitivo, no forman una
costrucción perifrástica? Retomaré estas preguntas en la conclusión a esta sección.
El segundo tipo o criterio para la clasificación de perífrasis, que veremos en seguida, no
sólo toma en cuenta el aporte del verbo auxiliar, sino que se basa en éste.
2.3.3.2. Clasificación según el valor aportado por el auxiliar
Gómez Torrego, en un principio, sigue la misma clasificación de Gili Gaya, es decir, según la
naturaleza de la forma no personal del verbo. Posteriormente, propone una clasificación según el
valor aportado por el auxiliar. Basado en esto se centra únicamente en las perífrasis de infinitivo
y las clasifica de la siguiente manera:
a) Perífrasis modales. El verbo auxiliar expresa características externas a la acción. Gómez
Torrego(1999: 3347) apunta que: “Se trata de manifestaciones externas a la acción del infinitivo
- 21 -
pero que en algún sentido la afecta”. Esto podría interpretarse en el sentido de Kany (1969: 239)
quien sugiere que los verbos auxiliares modales: “expresan la interpretación o estado mental del
hablante”. En los estudios de gramática generativa, se han estudiado mucho, véase por ejemplo
los trabajos de Picallo (1990), Llinás y Grau (1991) y Treviño (1994).
(14) a. Hay que acotar el problema.
b. Tengo que acotar el problema.
c. Podría acotar el problema.
En (14a) el auxiliar modal hay que expresa una obligación externa a la acción del verbo principal.
En (14b) el auxiliar modal tengo que expresa también una obligación, externa a la acción,
impuesta al hablante. En (14c) el auxiliar modal hace alusión a la capacidad del hablante de llevar
a cabo la acción del verbo principal.
Este tipo de auxiliares corresponden al contexto o al tipo de modalidad en que la acción del verbo
principal se realiza.
b) Perífrasis aspectuales. Gómez Torrego afirma que este tipo de perífrasis: “Tienen que
ver con la acción verbal en sí misma” (p3365). Según Kany: “los auxiliares de aspecto expresan
alguna parte o aspecto de la acción” (p239). Por esto entendemos que el auxiliar da cuenta de los
‘contornos temporales’4 de la acción.
(15) a. Suelo hacer lo mismo los domingos.
b. Volvió a llegar tarde.
4 El término ‘temporal contours’ está propuesto por Heine (1993).
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(15a) da cuenta de una acción acostumbrada, es decir, que se lleva a cabo cada x tiempo. En (15b)
el auxiliar hace alusión a una acción que ya ha tenido lugar en el pasado y que se repite.
c) Otras perífrasis
Gómez Torrego incluye en este apartado perífrasis cuyo uso es común pero que, según su criterio,
no son ni modales ni aspectuales; es una especie de cajón de sastre. Por ejemplo, clasifica bajo
este rubro, las perífrasis formadas por llegar a+infinitivo, venir a+infinitivo, alcanzar a+
infinitivo, entre otras. Al respecto, la clasificación de Gómez Torrego representa ciertas
dificultades: no se aclaran las nociones de modalidad y aspectualidad. En particular la noción
“aspectual” es bastante amplia y puede dar cabida a distintos valores como aspectuales
temporales (acabo de ver a Juan), aspectuales habituales (suelo ver a Juan los domingos), o de
cualquier otro tipo.
Por otra parte, siguiendo la clasificación de Gili Gaya, nos topamos con una interrogante
que parece pertinente retomar: si se puede predecir que una determinada forma no personal del
verbo aparece con un auxiliar dado (i.e. no tenemos perífrasis con llegar+gerundio, estas
oraciones siempre son bioracionales), no se podría hacer una clasifiicación basada en la forma no
personal del verbo ya que no parece ser éste quien determina qué tipo de verbo tomar como
auxiliar, sino que es éste ultimo el que selecciona el tipo de proposición que toma.
Ciertamente en una clasificación deben de entrar aspectos formales y semánticos, ello contribuye
a la dificultad de clasificar las perífrasis pues no parecen ser una clase homogénea de oraciones
(aunque probablemente esto dependa del tipo de criterio, ya que bajo criterios formales puede ser
que sean una clase homogénea), como los auxiliares tampoco exhiben un comportamiento
homogéneo.
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Tanto para definir como para clasificar las perífrasis, entra en juego una mezcla de criterios
morfosintácticos, semánticos y aspectuales. Para el propósito de este trabajo, no interesa, en
realidad, establecer una clasificación general, pero sí interesa basarse en ciertos criterios para
determinar cuándo una secuencia de verbos tiene naturaleza perifrástica. La discusión a partir de
la sección 2.3.3., nos ofrece un panorama general de lo compleja que es la cuestión de las
perífrasis. Hasta este punto he utilizado el término ‘auxiliar’ sin ofrecer una definición. Así como
definir, reconocer y clasificar perífrasis resulta problemático, definir y reconocer un auxiliar,
tampoco es una tarea sencilla. Como veremos en la siguiente sección, darle carácter de auxiliar a
un verbo tiene ciertas implicaciones.
2.4. Auxiliaridad
Cuando hablamos de auxiliaridad o de verbo auxiliar, nos encontramos ante una cuestión
compleja, ¿qué es un auxiliar? ¿es una clase de palabra diferente del verbo? ¿es una función que
puede asumir cualquier verbo? si es así ¿cómo reconocemos cuando un verbo es utilizado como
auxiliar?
La primera distinción gruesa que se ha hecho entre verbo y auxiliar está relacionada con la
tematicidad; los auxiliares pueden seleccionar argumentos pero no pueden asignar papeles
temáticos. Los auxiliares constituyen una categoría primordialmente funcional; no obstante al
intentar hacer una caracterización léxico-semántica de ellos, surgen infinidad de problemas. En
este apartado la noción de auxiliaridad y los problemas que implica serán las cuestiones a tratar.
2.4.1. Sobre el concepto de verbo auxiliar
Si bien este trabajo tampoco pretende ofrecer una definición de lo que es un verbo auxiliar, es
conveniente presentar un panorama general del problema. Serán los trabajos de Heine (1993) y
- 24 -
Kuteva (2002) los que nos permitan llevar a cabo esta tarea. La noción de auxiliaridad representa
un problema desde la terminología misma. Heine apunta que:
The notion “auxiliary” has figured prominently in many linguistic approaches, variously
associated with a morpheme or word class, a syntactic category, a functionally or semantically
defined entity, or with any combination of these. At the same time its validity was also
challenged, to the extent that in some linguistic traditions the term auxiliary [el énfasis es de
Heine] has been eliminated entirely from the list of professional terminology.
Heine 1993: 4
Esta primera cita, si bien no es una definición, nos acerca un poco a lo problemático que resulta
el uso del término ‘auxiliar’, pues no se sabe a ciencia cierta si hace alusión a un morfema, a una
clase de palabra, a una cateogría sintáctica, etc, o aun, si los auxiliares deben de ser definidos
según criterios sintácticos, semánticos o morfológicos.
Otra cuestión que se plantea alrededor de los auxiliares, es la relación funcional sintáctica
que hay entre el auxiliar y el verbo temático. Al respecto, hay tres posturas. En un primer lugar,
se dice que los auxiliares están subordinados al verbo temático o dependen de éste, es decir que el
verbo temático es el núcleo de la FV y los auxiliares son modificadores. En segundo lugar, está la
postura de Chomsky (1957, 1965), entre otros, para quien las categorías sintácticas AUX1 y FV,
se encuentran en un mismo nivel sintáctico, formando una estructura coordinada de
constituyentes concatenados. En tercer lugar, tenemos la postura de que el verbo auxiliar es el
núcleo del verbo temático (Heine 1993:19), para los autores que toman esta postura, el estátus de
núcleo del auxiliar es una de las propiedades que definen a los auxiliares. Heine apunta que estas
1 El término “AUX”, prouesto por Chomsky en 1957, alude a una categoría sintáctica y gramatical, se diferencía de“auxiliar” en tanto que este término se refiere a los elementos que componen la categoría a la que se refiere “AUX”.
- 25 -
posturas no toman en cuenta consideraciones semánticas o morfosintácticas y que, aun, puede ser
que los auxiliares sean núcleos en unas lenguas y elementos dependientes en otras.
Desde otra perspectiva, también se suele utilizar el término de auxiliar para referirse a
elementos -que no son ni afijos ni flexiones-, que marcan funciones tales como el tiempo, el
modo y el aspecto, lo que Heine llama dominios nocionales (notional domains). Sin embargo, no
todos los autores relacionan estos tres dominios nocionales con el uso de auxiliares: algunos los
relacionan únicamente con tiempo y aspecto; otros con tiempo y modo; y otros más con modo y
aspecto. Aunado a todo esto, Heine resalta que el término de auxiliar también está sujeto a
convenciones filológicas: en la tradición Indo-Europea, una propiedad de los auxiliares es que
son los únicos que presentan una forma flexionada en un complejo verbal; en algunas tradiciones
del estudio de lenguas africanas, las formas que presentan flexión verbal y marcas de persona,
tiempo, etc., pertenecen a la clase verbal, mientras que los auxiliares son ítems que no presentan
flexión alguna.
De lo descrito hasta ahora, resulta evidente que la pregunta de fondo es si los auxiliares
constituyen una categoría uniforme, distinta a la de los verbos, o si son parte de la misma
categoría verbal, de la que conforman una subclasificación particular, de acuerdo a ciertos
criterios más o menos bien definidos. La pregunta es de lo más pertinente para poder explicar el
hecho de que, en superficie, puedan aparecer dos elementos de carácter verbal, adyacentes, que
comparten, aparentemente, uno o más argumentos. ¿Hay alguna diferencia entre las expresiones
siguientes y, de ser así, en qué estriba esa diferencia?
(1) a. Sara está levantándolo.
b. Sara intenta levantarlo.
c. Sara pudo levantarlo.
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d. Sara acaba de levantarlo.
Si cada verbo proyecta sus propios argumentos -a partir de la estructura argumental-, sería
esperable, entonces, que cada verbo generara una oración (en el sentido formal caracterizado por
la gramática generativa, i.e., cada oración proyecta una FInfl, o una FComp). Desde luego, en
esta aseveración se presupone que “todo verbo posee una estructura argumental y que esta debe
proyectarse”. Entonces, la representación abstracta de las oraciones en (1) contiene dos
proyecciones FInfl/ FComp, i.e., dos oraciones. Si parte de lo que define a un verbo es poseer una
estructura argumental, ¿cuál es la estructura argumental de ‘levantar’ y cuál la de ‘estar’,
‘intentar’, ‘poder’ y ‘acabar de’? Veremos más a este respecto en el capítulo 3.
En el trabajo de Heine se recoge la pregunta de fondo y se desdobla en, al menos, tres
hipótesis. Según la hipótesis de la autonomía (autonomy hypothesis) los auxiliares o los
elementos que pertenecen a AUX, constituyen una categoría distinta de los verbos y otras
categorías. Según esta hipótesis, AUX es una categoría universal2 con diferencias en su
realización según la lengua de la que se trate. Para la hipótesis del verbo principal (main-verb
hypothesis), los auxiliares son verbos que exhiben un comportamiento anómalo y presentan un
rasgo [+Aux], mientras que los verbos que no presentan este comportamiento tienen un rasgo [-
Aux]. Quienes proponen esta hipótesis, aducen que no hay evidencia sintáctica, ni de otro tipo,
para postular una categoría tal como AUX. La gradación (gradience) es la tercera hipótesis. Ésta
plantea que los auxiliares y los verbos principales forman un continuum o gradient. Los autores
2 El argumento de que AUX es una categoría universal está sujeto a discusión incluso por autores que mantienen lahipótesis de la autonomía. En general, las opiniones son diversas, hay quienes sustentan que los auxiliares son unaunidad relevante de la categorización lingüística en algunas pero no en todas las lenguas. Otros autores asumen quelos auxiliares son una característica de todas las lenguas humanas y adoptan una definición lo suficientemente vastacomo para cubrir cualquier tipo de situación en cualquier lengua. Otros más conciben a los auxiliares como unafacultas universal humana que encuentra una expresión formal en algunas pero no en todas las lenguas. Heine diceque la existencia o no de auxiliares en una lengua dada, depende crucialmente del tipo de criterios que se adopten.
- 27 -
que asumen esta posición, no se limitan a una perspectiva sincrónica, sino que incluyen
consideraciones diacrónicas para dar cuenta de la naturaleza de los auxiliares. Por otro lado, está
el hecho de que algunos auxiliares también tienen un uso como verbos principales o temáticos.
En cierto sentido, este doble comportamiento contribuye, en alguna medida, a la confusión tanto
en la definición como en el reconocimiento de un verbo auxiliar. Green (1987: 261), citado en
Heine (1993:15), ha llamado quasi-auxiliares a aquellos verbos que en muchos aspectos se
comportan como verbos plenos pero que, al regir formas no finitas del verbo, tienden a asumir
una función gramatical. Como bien apunta Green, en las lenguas romances, los quasi-auxiliares
son frecuentemente verbos de movimiento que sirven como auxiliares “pasivos”3 en un estado
más o menos gramaticalizado y en otros contextos retienen casi todas, o todas, sus propiedades
léxicas. Resulta interesante que en otros trabajos sobre lenguas romances encontremos el mismo
problema de no poder situar a los verbos de movimiento ciegamente como auxiliares. Veremos
más a este respecto en la sección 2.4.2.
Kuteva (2002: 5) expone, a manera de resumen, ocho propuestas según las cuales se han
estudiado los auxiliares: se les ha considerado como elementos de una categoría universal AUX,
diferente de los verbos y otro tipo de categorías; o bien como verbos principales; como verbos de
una naturaleza diferente a los verbos principales; como elementos inflexionales; como elementos
asociados con el grupo verbal o FV; como parte de la sintaxis nominal; como núcleos de FV; o
finalmente, como dependientes de FV. Como bien lo dice Kuteva, no parece haber un acuerdo
sobre cómo estudiar los auxiliares. Heine (1993: 5) apunta que parte del problema que implica la
noción de auxiliar tiene que ver, por un lado, con la diversidad terminológica; por otro, con la
distinción entre “auxiliar” y “AUX”.
3 Aún cuando no queda muy claro a qué se refiere con auxiliares “pasivos”, suponemos que son “pasivos” en elsentido de que comúnmente no son auxiliares pero tienen la capacidad de asumir esta función.
- 28 -
Heine (1993: 20-21) señala que la manera en la que se conciben y se definen los auxiliares está
influida por la base teórica y el modelo que adopte el autor. A manera de colofón, tomando como
fuente 15 diccionarios de terminología lingüística, Heine encuentra que muchas de las
definiciones proporcionadas comparten ciertas propiedades. Algunas definiciones no tienen una
sola propiedad en común y puede ser que algunas de las propiedades sean contradictorias.
Veamos algunas de ellas:
a) Los auxiliares suelen estar asociados con algunos dominios nocionales, tales como,
tiempo, aspecto, modo, y en menor medida, voz y negación.
b) No tienen contenido léxico o tienen un significado debilitado.
c) Los auxiliares llevan la información morfológica de persona, número, tiempo, aspecto y
modo.
d) Aun cuando tienen propiedades verbales, muestran un comportamiento verbal reducido o
tienen paradigmas altamente defectivos (no son pasivizables y puede ser que no tengan formas en
imperativo).
e) En presencia de un auxiliar, el verbo temático suele presentarse en una forma no finita
(como es el caso de los auxiliares en lenguas romances).
Las definiciones revisadas por Heine, nos ofrecen algunas propiedades de los auxiliares o el
comportamiento que éstos pueden presentar. El hecho de que no todas coincidan es un reflejo de
lo difícil que resulta el problema: más que definir qué es un auxiliar, quizá sea más pertinente
reconocer cuándo funciona un verbo como auxiliar; sin embargo, aún para esto, se necesita tener
una noción de lo que es un auxiliar.
No obstante, para los fines del presente trabajo, considero pertinente retomar la hipótesis de
la gradación, sobre todo en lo que respecta a la perspectiva diacrónica desde la que algunos
- 29 -
autores ven los auxiliares. La visión de la auxiliaridad como un proceso histórico puede
proporcionar una explicación al porqué del comportamiento heterogéneo de los auxiliares. Al
respecto, Kuteva señala:
The main problem regarding auxiliation is that the dynamic character of the auxiliation
phenomenon has generally gone unrecognized as a factor which can account for
auxiliaries and the way they behave. While in many cases language development has
tacitly been assumed in studies of auxiliaries, this diachronic aspect of auxiliation is
generally overlooked as an explanatory [énfasis de Kuteva] factor for the nature of
auxiliaries, and the latter are treated as a distinct, discrete category, readily separable
from main verbs, i.e., they are treated as unrelated to the process out of which they
arise.
Kuteva 2002: 6
También resulta relevante la existencia de los quasi-auxiliares o semi-auxiliares, ya que podemos
suponer que su comportamiento se debe a que son formas en transición. La misma Kuteva apunta
que, ya que en ciertos casos no se puede hacer una rápida distinción entre verbos auxiliares y
verbos temáticos, los auxiliares pueden ser descritos por medio de un modelo de gradación. Tal
parece que un modelo de este tipo explicaría en cierta medida el por qué de la ambigüedad. Por el
momento, resulta pertinente preguntarse ¿qué sucede cuando los verbos de movimiento
funcionan como auxiliares? ¿qué tipo de auxiliares son los verbos de movimiento?
En lo que resta del trabajo, utilizaré el término de auxiliar en un sentido amplio para
referirme a aquellos elementos verbales que, seguidos por una proposición con una forma no
personal del verbo, aportan información de tiempo, aspecto, modo y persona, y que pierden parte
- 30 -
de su significado. Sin embargo, al referirme precisamente a los verbos de movimiento, preferiré
llamarlos aspectuales debido al comportamiento que presentan y al tipo de información con la
que contribuyen.
2.4.2. El verbo de movimiento como auxiliar
Me parece importante reconsiderar algunos puntos de lo mencionado en la sección 2.3.: por una
parte, está el problema de la identificación de la perífrasis y su clasificación, y por otra, el
concepto de verbo auxiliar. A ello hay que añadir el hecho de que los textos revisados coinciden
en que no hay un acuerdo sobre el número de perífrasis existentes en el español, como tampoco
hay un acuerdo sobre el número de auxiliares. Gómez Torrego menciona que esto se debe a que
hay grados en las perífrasis, es decir, que algunas construcciones presentan todos los rasgos
sintácticos que las caracterizan, mientras que otras no. De hecho, llama la atención la distinción
que hace Gili Gaya al retomar el término de “frase verbal” de Seco (1930) para distinguir frases
del tipo: sigo preguntándome qué pasó, volvió a decir lo mismo, de las perífrasis de tiempo
compuesto: había llegado cerca de las tres, no me lo ha confesado. En términos de Gómez
Torrego quizás sea que las perífrasis de tiempo compuesto tienen un grado perifrástico mayor:
son fácilmente identificables. La presencia de ciertos auxiliares es lo que facilita la identificación
de la perífrasis. Cuando el verbo haber está acompañado de otra forma verbal, se puede asegurar
ciegamente que se tiene una perífrasis. Cuando otro tipo de verbos, como venir, está acompañado
de otra forma verbal, p.e. en cómo viene a decirme eso, no se puede asegurar que se trata de una
construcción de este tipo. Los casos donde hay ambigüedad son los que, en parte, provocan que la
identificación de las perífrasis sea problemática. Según la RAE, hay unas más consolidadas que
- 31 -
otras y auxiliares, como haber, más “gramaticalizados”4 que otros, i.e., donde el verbo auxiliar
pierde todo o gran parte de su significado léxico. La gramaticalización del auxiliar podría ser lo
que contribuye a la consolidación de una perífrasis.
Las nociones de ‘frase verbal’ y ‘grado perifrástico’ son relevantes ya que detrás de estos
propósitos de distinción, hay una intuición en común: hay algo en el verbo auxiliar que no
permite situar en el mismo plano a había y a volvió, o a viene. El problema no es del todo
sintáctico ya que la función tanto de haber como de volver es la misma: ambos tienen carácter de
auxiliar (es bajo este criterio que son homogéneos, pero no bajo otros). Considero que el
problema es de naturaleza semántica: no se puede establecer una equivalencia entre la
contribución aspectual y semántica que aporta haber, y la que aporta volver. Los verbos de
movimiento en un contexto perifrástico, es decir, como auxiliares, plantean justamente este
problema: si bien es cierto que pierden parte de su significado -aquella que tiene que ver con el
movimiento físico- no pierden la idea de movimiento, por lo que tienen la capacidad de dar un
matiz semántico temporal y/o aspectual. Estos verbos no parecen estar estrictamente
gramaticalizados pero tampoco conservan los rasgos principales de su significado y pierden sus
propiedades temáticas.
Tomando en cuenta que la auxiliarización es un proceso histórico, podría explicarse, por
una parte, por qué no están totalmente gramaticalizados; por otra, por qué algunas de las
oraciones donde aparentemente presentan un comportamiento auxiliar son ambiguas. Como se
mencionó en la sección anterior, es particularmente significativo el hecho de que algunos verbos
4 El término también es utilizado por Gómez Torrego para referirse a la desemantización de los verbos auxiliares.Sin embargo, Gómez Torrego (1999: 3345) apunta que la gramaticalización no es argumento suficiente para explicarla auxiliaridad. Entre varios de los argumentos que esgrime, explica que hay algunas perífrasis en las que el verboauxiliar conserva su significado original: El verbo soler, por ejemplo, siempre se ha utilizado con el sentido deacostumbrar, por lo que no se puede decir que esté gramaticalizado, y, curiosamente, es el único verbo del españolque no tiene otro uso más que el de auxiliar.
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de movimiento son utilizados en otras lenguas romances para la formación de perífrasis tanto
aspectuales como de tiempo compuesto. Asimismo, resulta interesante que este fenómeno
tampoco parece ser privativo de las lenguas romances: en inglés, por ejemplo, encontramos
expresiones como: he came to realize… ‘vino a darse cuenta de…’, he went on saying ‘siguió
diciendo’. Bybee, Perkins & Pagliuca (1994) han identificado veinte lenguas donde se utilizan
verbos de movimiento con valor temporal de futuro. Estos autores señalan que en trece de esas
lenguas, el verbo de movimiento se expresa en construcciones monooracionales como un auxiliar
con valor temporal de futuro. Uno de los argumentos que proporcionan para explicar este
fenómeno es que el significado temporal del verbo está presente como una inferencia del
significado espacial, es decir, si el movimiento ocurre en una trayectoria hacia una meta espacial,
el movimiento también ocurre en el tiempo. Cabe preguntarse entonces, dado que no parece ser
un fenómeno particular a una lengua, o a una familia lingüística, qué es lo que permite que ciertos
verbos de movimiento puedan ser utilizados como auxiliares, algunos con un sentido temporal,
otros más con un matiz aspectual. En este punto resulta relevante retomar la pregunta de por qué
sólo ciertos verbos de movimiento pueden exhibir este comportamiento mientras que otros no.
Esto nos lleva a considerar la posibilidad de que algunos verbos de movimiento tienen cierto
rasgo cognitivo que los hace propensos para funcionar como auxiliares.
Antes de presentar la Semántica Conceptual de Jackendoff (1990, 2002) que servirá de base
para nuestro análisis semántico, consideramos pertinente proporcionar un panorama del problema
que implica el uso auxiliar de los verbos de movimiento a nivel sintáctico.
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CAPÍTULO 3
Apreciaciones sintácticas
Si bien para los propósitos de este trabajo no es fundamental hacer un análisis sintáctico de las
expresiones donde los verbos de movimiento tienen un uso aparentemente auxiliar, es necesario
establecer las bases sintácticas de las que partimos. Las estructuras que sugeriremos dan una idea
de cómo se mapean las consideraciones semánticas en la sintaxis, y es en este sentido que
consideramos pertinente presentarlas. El marco que tomaremos como referencia se basa en el
modelo de Principios y Parámetros de la gramática generativa, sobre todo en lo que se refiere a
marcos temáticos y de subcategorización, teoría de movimiento y control referencial.
Si tomamos en cuenta que en un sentido formal cada verbo genera una oración, sería
esperable que, en las oraciones formadas por un verbo en apariencia temático seguido de otro
verbo, cada uno de ellos proyectara una FInfl y que tuviéramos una estructura compleja, es decir,
bioracional. Sin embargo, como veremos en este capítulo, esto no parece ser lo que ocurre en los
casos en los que el verbo aparentemente temático asume una función auxiliar. Tal pareciera que
cuando esto sucede, se suspende la lectura de la estructura argumental del verbo en función de
auxiliar y se proyectan únicamente los argumentos del complemento categorizado, de tal manera
que estamos ante una estructura simple, i.e., monooracional.
Por otra parte, en muchos casos nos topamos con el problema de la ambigüedad. Una de las
posibles interpretaciones se relaciona con la estructura compleja, pues se interpreta como un
verbo de movimiento con complemento de finalidad (lectura bioracional). Otra interpretación
posible es aquella donde el verbo de movimiento es un verbo aspectual que pierde sus
- 34 -
propiedades temáticas, por lo que los argumentos que ocurren en la oración son los del verbo de
la proposición y tenemos una estructura simple, (lectura monooracional).
En este capítulo veremos, en primer lugar, la configuración sintáctica del verbo de
movimiento en un predicado simple. Posteriormente, basándonos en oraciones complejas
formadas con un verbo de movimiento, presentaremos tres de las posibles configuraciones que
pueden proyectarse: una correspondiente a la estructura bioracional donde el verbo de
movimiento conserva sus propiedades temáticas; y las otras dos correspondientes a la estructura
monooracional donde el verbo de movimiento funciona como aspectual. A lo largo del capítulo,
nos apoyaremos en oraciones formadas con el verbo llegar pues los ejemplos nos porporcionarán
un panorama más concreto de las cuestiones sintácticas a los que nos enfrentamos. Por último,
presentaremos el problema de la ambigüedad de manera muy breve.
3.1. Configuración sintáctica del verbo de movimiento
La mayoría de los verbos de movimiento asignan el papel de tema a su sujeto, por lo que
presentan una estructura de ascenso:
(1) a. Ana llegó.
b. FV
V’
Vº FN(tema)
Como se aprecia en (1a) ‘Ana’ es tema de ‘llegó’. Como se puede apreciar en la configuración
sintáctica en (1b), la posición de especificador de FV no se proyecta. El hecho de que estos
- 35 -
verbos de movimiento sean inacusativos, obliga a que haya un movimiento, es decir que el
sujeto-tema, en este caso ‘Ana’, sube a la posición de especificador de FInfl, como en (2):
(2) FInfl
i Infl
FV
Vº FN(tema) i
De otra parte, es común que las oraciones simples con un verbo de movimiento, tomen un
complemento locativo, como se aprecia en (3):
(3) a. Ana llegó al cine.
b. FV
Ana i FV
V’ FP al cine
Vº llegó FN(tema) i
La FP del complemento locativo ‘al cine’ se genera por adjunción a FV. Ahora bien, las
oraciones simples pueden tomar complementos de distinto tipo, algunos que incluyan un verbo,
por lo que ya no tenemos oraciones simples, sino predicados complejos.
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3.2. Verbo de movimiento en estructuras complejas
3.2.1. La lectura bioracional
Pasemos ahora a aquellas oraciones donde el verbo de movimiento aparece en predicados
complejos, es decir, seguido de una proposición. Observemos la siguiente oración:
(4) El perro llegó a romper el sillón.
A la oración en (4) le pueden subyacer al menos dos estructuras distintas, es decir que es ambigua
pues tiene al menos dos interpretaciones. Por el momento, nos centraremos en la lectura
bioracional, aquella donde ambos verbos son temáticos y conservan sus argumentos: en (4)
‘perro’ es tema de ‘llegó’ y ‘romper’ asigna el papel de agente a PRO y el de paciente a ‘el
sillón’. La estructura de (4) sería como sigue:
(5) FV
V’ FP a PRO romper el sillón
Vº llegó FN el perro i
Aunque no se detalla, es evidente que dentro de la FP ‘a romper el sillón’, el verbo ‘romper’
proyecta una FCompl, i.e. una oración subordinada en la que ‘romper’ asigna sus papeles
temáticos. De otra parte, en la interpretación bioracional la locación está implícita, sin embargo,
podemos ubicarla en la estructura de la oración, como se ve en (6):
(6) a. El perro llegó a romper el sillón a la casa
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b. FV
V’ FP a PRO romper el sillón
V’ FP a la casa
Vºllegó FNel perro i
Notemos que con el complemento locativo se desambigua la oración por lo que únicamente
obtenemos la lectura bioracional. Retomaremos este punto al hablar de la ambigüedad.
3.2.2. La lectura monooracional
De las lecturas que puede arrojar la oración en (4) El perro llegó a romper el sillón, nos interesa
también la lectura monooracional. En esta interpretación el verbo de movimiento pierde sus
propiedades temáticas: la FN ‘perro’ es temáticamente agente de ‘romper’. Es en estos contextos
donde el verbo de movimiento parece desempeñar la función de un auxiliar pues los argumentos
parecen definirse en función del verbo infinitivo, en este caso ‘romper’.
Dentro de la gramática generativa han surgido varios planteamienntos respecto a este tipo
de oraciones. Nosotros tomaremos en cuenta aquellos que aducen que estas construcciones son
complejos monooracionales en todos los niveles de representación (Picallo 1990, Treviño 1994).
Picallo (1990), refiriéndose a los modales del catalán, sugiere que los complejos formados por
estos verbos pueden tener dos estructuras distintas. La autora señala que los modales que tienen
una lectura epistémica (epistemic modals) son constituyentes de INFL, por lo que no deben de ser
analizados como verbos de ascenso, mientras que los modales radicales (root modals) y semi-
modales, se generan como adjuntos de FV, por lo que no deben de ser analizados como
estructuras de control. Picallo señala que los aspectuales presentan el mismo comportamiento que
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los modales. Si bien resulta pertinente preguntarse cuál de las dos configuraciones es la que
correspondería a los aspectuales, por el momento dejamos esa cuestión abierta y nos limitamos
únicamente a presentarlas. De tal suerte, la interpretación monooracional de (4) puede presentar
subyacentemente ya sea una estructura con un complemento categorizado, es decir, que se genera
como un constituyente de FInfl:
(7) FInfl
FN I’
Iº llegó (a) FV
FN el perro V’
Vº romper FN el sillón
O bien una estructura como (8) donde el aspectual se genera como un adjunto de FV. :
(8) FInfl
Espec I’
Iº FV
llegó (a) FV
FNel perro V’
Vºromper FN el sillón
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Sin embargo, podemos aventurarnos a suponer que la estructura que subyace a este tipo de
construcciones podría ser la vista en (8), ya que como adjunto de FV, el verbo no parece tener la
capacidad de asignar papeles temáticos. Considerar al aspectual como un adjunto de FV
explicaría por qué este tipo de verbos pueden aparecer con complementos verbales que no tienen
argumentos, como observamos en (9):
(9) Llegó a nevar diez días seguidos
Notemos nuevamente que el verbo infinitivo es el núcleo de la FV, por lo que los argumentos que
ocurren en la oración, son los de éste. En este caso, al tratarse de un verbo climático, ‘nevar’, no
hay argumentos. En todo caso, se genere donde se genere, lo que hay que resaltar es que ambas
configuraciones nos presentan una estructura monooracional.
3.3. La ambigüedad.
Hemos mencionado algunas veces que muchas de las oraciones donde los verbos de movimiento
funcionan como aspectuales, son ambiguas en al menos dos sentidos y acabamos de presentar las
configuraciones sintácticas que podrían corresponder tanto a la lectura bioracional como a la
monooracional. La ambigüedad es un problema complejo pues su presencia depende de muchos
factores. En un primer lugar, la naturaleza del sujeto juega un papel importante. Cuando tenemos
un sujeto animado es más probable que la oraciónn sea ambigua que cuando tenemos uno que es
inanimado. Recordemos nuevamente nuestra oración en (4), que tenía una lectura ambigua: ‘el
perro llegó a romper el sillón’. El sujeto animado ‘el perro’ puede ser sujeto tema del verbo de
movimiento ‘llegó’, o bien sujeto agente del verbo en infinitivo ‘romper’. Observemos la oración
en (10):
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(10) El coche llegó a costarme un dineral
Aparentemente, en este tipo de expresiones no se da la ambigüedad pues el sujeto es inanimado.
Observemos la siguiente oración:
(11) El perro llegó a crecer mucho
En (11) tenemos un sujeto animado, ‘el perro’, por lo que sería esperable que hubiera
ambigüedad, sin embargo, esta oración parece admitir únicamente la lectura monooracional,
donde el verbo de movimiento funciona como un auxiliar y el verbo temático es ‘crecer’.
Notemos que en (11) ‘el perro’ es un sujeto tema, mientras que en (4) puede tanto ser agente
(lectura bioracional), como ser tema (lectura monooracional). De igual forma, en (10), ‘el coche’
recibe el papel de tema de ‘costar’ que es un verbo de estado. Tal pareciera que es más bien la
presencia de un sujeto tema, animado o no, lo que parece frenar la ambigüedad, mientras que la
presencia de un sujeto agente parece potenciarla.
Ahora bien, el sujeto no elige qué papel temático tiene, sino que es el verbo el que asigna ese
papel temático, de tal manera que puede ser que sea el verbo en la forma no personal el que
determina la presencia o ausencia de la ambigüedad. Veamos las siguientes oraciones:
(12) a. El niño llegó a engordar diez kilos.
b. Juan llegó a tener cinco casas.
c. Llegué a acostumbrarme al olor del cigarro.
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Tanto en (12a) como en (12b) y (12c), tenemos sujetos animados, sin embargo, ninguna de las
oraciones parece admitir la lectura bioracional. Los tres verbos en infinitivo se refieren a estados,
por lo que quizás sea esta cualidad aspectual del verbo en infinitivo lo que no permita que las
oraciones tengan una lectura ambigua. Cabe suponer que la lectura monooracional también se ve
reforzada por el tipo de complementos con el que aparecen las oraciones: ‘diez kilos’, ‘cinco
casas’. Sin embargo, notemos que los hablantes, aún sin este tipo de complementos, suelen
interpretar como monooracionales expresiones como las de (12) y otras más: llegó a enamorarse/
enojarse/ padecer/sufrir/.
Por otra parte, encontramos un dato con sujeto animado donde, aún cuando el verbo en
infinitivo no se refiere a un estado sino a una acción, no se produce la ambigüedad, como vemos
en (13):
(13) A veces el pez llega a moverse. [Registrado 11/II/04]
Esta oración se produjo en el siguiente contexto: el pez al que se hace referencia se encuentra
dentro de una pecera por lo que es pragmáticamente imposible que el pez llegue a algún lugar
para moverse, i.e., la situación de enunciación no permite que se interprete como bioracional. No
obstante, parece que, aun sin el contexto, la oración no puede más que tener la interpretación
monooracional. Veamos ahora otro tipo de oraciones que no parecen tener otra lectura más que la
monooracional:
(14) a. Una vez llegué a llegar a cambiar diez mil dólares. [Registrado 29/II/04]
b. Aquí llegan a parar muchas mascotas. [Registrado 4/VI/04]
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Por una parte, el hecho de que podamos tener el verbo llegar en infinitivo auxiliado por llegar
como aspectual, es una muestra de que el aspectual sufre una pérdida de significado, aunque
habría que ver si es por esta razón que la emisión de una expresión como (14a) es posible. La
oración en (14b) es un caso interesante ya que por una parte tenemos la presencia de una locación
‘aquí’ y en infinitivo tenemos el verbo ‘parar’ que aparentemente implica cierto tipo de
movimiento, o más bien, el cese del movimiento. Se mencionó que en algunos casos la presencia
de la locación ayuda a desambiguar. Sin embargo, (14b) no parece ser una oración ambigua pero
sí parece necesitar la presencia de la locación, ya no para dar una interpretación monooracional,
sino para tener sentido. El problema con este tipo de oraciones es saber a qué verbo corresponde
la locación, si al aspectual, en cuyo caso la oración debería de ser bioracional, tomando en cuenta
que la inserción de la locación es lo que la desambigua y suponiendo que esto siempre es así; o
bien, si corresponde al verbo en infinitivo. Sería necesario, por una parte, ver más datos donde el
verbo en forma no finita sea un verbo de movimiento y a partir de ahí, observar qué es lo que
sucede cuando se inserta una locación.
En este punto resulta evidente que la ambigüedad no se da únicamente porque a una
oración correspondan dos o más estructuras subyacentes, dos o más interpretaciones, sino más
bien pareciera que las interpretaciones posibles, al menos las dos presentadas aquí, se dan por el
tipo de verbos que hay en juego, tanto el que aparece en la forma no finita, como el auxiliar; esto
hasta cierto punto parece ser independiente de la posición en la que se genere el auxiliar. Es
cierto que existen procedimientos para desambiguar -como hacer explícita una locación
correspondiente al verbo aparentemente auxiliar- pero el problema de la ambigüedad parece ser
más complejo. Una observación que vale la pena hacer, aún si no presentamos datos, es que
cuando los verbos de movimiento están en juego las oraciones que no son ambiguas parecen serlo
en el sentido inesperado. Quizás esto se relacione con su condición de auxiliares; recordemos que
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la auxiliarización es un proceso diacrónico por lo que puede ser que este fenómeno sea un
síntoma de la gramaticalización. No obstante, a pesar de que las cuestiones que surgen alrededor
de la ambigüedad son por demás interesantes, no es deber de este trabajo abordarlas por lo que
las dejamos para una investigación futura.
En el siguiente capítulo presentaré la Semántica Conceptual de Jackendoff (1990, 2002)
como base para explorar si las estructuras léxico conceptuales de algunos verbos de movimiento
comparten alguna característica cognitiva que los haga un instrumento para funcionar como
aspectuales y ver, si es posible, qué tanto de su estructura léxico conceptual conservan cuando se
comportan como tales.
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CAPÍTULO 4
Caracterización semántica
Este trabajo se enfoca en las construcciones perifrásticas que tienen como verbo auxiliar un verbo
de movimiento. Algunos verbos de movimiento participan en dos contextos: uno donde
funcionan como verbos plenos, i.e., en el que asignan papeles temáticos: María va al cine, donde
‘María’ es argumento de ‘ir’; y un contexto perifrástico donde los argumentos que ocurren en la
oración no son asignados por el verbo de movimiento, sino por el verbo que está en forma no
personal: María va a revisar sus apuntes, donde ‘María’ y ‘sus apuntes’ son argumentos de
‘revisar’, si bien es cierto que puede ser una oración ambigua, pues en otra de las posibles
interpretaciones, cada verbo asigna papeles temáticos. Este doble comportamiento nos enfrenta a
diferentes problemas tanto a nivel semántico como a nivel sintáctico, lo cual nos lleva a
preguntarnos cuál es su condición, (i) si siempre se comportan como verbos temáticos, i.e. que en
cualquier caso conservan sus propiedades temáticas; (ii) si, como aduce Lamiroy (1991: 21),
tenemos lugar a dos verbos distintos: uno de movimiento y un aspectual homónimo, (iii) o bien,
si se trata de un mismo verbo que presenta dos funciones, es decir, que típicamente es un verbo
pleno pero que participa en un contexto perifrástico en el que sufre una suspensión de la lectura
de su estructura argumental. Concebir que se trata de homonimia, o como apunta Gili Gaya
(1961), de un uso metafórico, no explicaría por qué unos verbos de movimiento sí pueden
participar en un contexto auxiliar mientras que otros no. El uso auxiliar de ciertos verbos en un
contexto perifrástico, resultaría entonces arbitrario -cosa que puede ser muy posible- pero dejaría
de lado la posibilidad de explorar si hay una motivación cognitiva para el uso de ciertos verbos
como auxiliares, lo cual es la intención de este trabajo y particularmente de los siguientes
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capítulos. Hablar de homonimia parece, a simple vista, solucionar el problema del doble
comportamiento de los verbos de movimiento. Sin embargo, concebir que tenemos lugar a dos
verbos homónimos de movimiento implicaría que la mente los almacena como dos ítems léxicos
distintos, y, siendo que son varios los verbos que presentan este comportamiento, la postura de la
homonimia resulta poco económica en relación con el lexicón. Intuititvamente, parece haber una
relación de significado entre el verbo de movimiento en un contexto temático y el verbo de
movimiento como auxiliar, por lo que puede ser que resulte más prudente, o económico, hablar
de polisemia. No obstante, consideramos pertinente reconsiderar la postura de Lamiroy, ya que
puede ser que en algunos casos sí se trate de homonimia, es decir, no cerramos la posibilidad de
que ésta se dé, pero puede ser que se circunscriba a determinados verbos de movimiento, y no a
la totalidad de éstos que participan tanto en contextos temáticos como en contextos perifrásticos.
Un caso muy a la mano es el del verbo seguir:
(1) a. El perro siguió a Miguel hasta la casa.
b. Siguieron bailando toda la noche.
c. Siguió con lo mismo.
En (1a) seguir es un verbo de movimiento que significa ‘ir detrás de’. En (1b) y (1c) seguir ya no
parece tener ese significado, sino que parece dar cuenta de una acción que se prolonga en el
tiempo, en este caso la acción de ‘bailar’. La oración puede ser parafraseable con continuar. De
acuerdo con (1) parecería que en el caso de seguir, sí tenemos lugar a dos verbos: uno de
movimiento, como en (1a), y un aspectual homónimo parafraseable por continuar, que es el que
parece participar tanto en construcciones perifrásticas, como en (1b), como en construcciones que
no lo son, tal es el caso de (1c).
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En este trabajo intentaremos aportar argumentos que apoyen la suposición descrita en (iii).
El supuesto del que parto es que los verbos de movimiento que estudiaremos, poseen alguna
propiedad semántica (o varias) que los hace factibles de tener este doble comportamiento. Para
explorar las propiedades de estos verbos, me apoyaré en el marco teórico de la Semántica
Conceptual de Jackendoff (1985, 1990, 2002) pues será la que nos permitirá acercarnos al
análisis semántico de dichos verbos. Esta sección no pretende más que mostrar una posible vía de
exploración bajo la suposición de que los verbos de movimiento tienen ‘algo’ que les permite
entrar en los dos contextos.
En una primera instancia presentaré, de manera breve y general, la propuesta de Jackendoff
sobre la Semántica Conceptual. A partir de esto, ofreceré ejemplos de cómo funciona la
descomposición semántica desde la Semántica Conceptual, es decir la estructura léxico
conceptual (ELC de aquí en adelante) para, posteriormente, observar, y si es posible, caracterizar,
a la luz de la propuesta de Jackendoff, el comportamiento de los siguientes verbos de
movimiento: andar, llegar y venir.
4.1 Semántica Conceptual
Siguiendo la distinción de Chomsky (1986) entre Lengua-I y Lengua-E, Jackendoff (1990)
sugiere hablar de una Semántica-E y de una Semántica-I. Jackendoff caracteriza la Semántica
Conceptual como Semántica-I, en tanto que tiene que ver con la forma interna en la que se
percibe el mundo. De igual manera, Jackendoff hace una distinción entre conceptos-E y
conceptos-I. Un concepto, según Jackendoff (1990: 11), es “una representación mental que puede
servir como significado de una expresión lingüística”. De esta manera, un concepto-I, es decir, un
pensamiento, es lo que está codificado en una expresión lingüística. La teoría de la Semántica
Conceptual se fundamenta en principios paralelos a aquellos de la teoría sintáctica y fonológica
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generativa. Recordemos que para Chomsky, el lenguaje es una capacidad humana innata,
compuesta de elementos finitos que se combinan según ciertos principios y a partir de los cuales
podemos formar una variedad indefinidamente grande de estructuras sintácticas. En este mismo
sentido, Jackendoff concibe que alguna parte del significado es innata, y supone que tiene que
haber una variedad indefinida de conceptos que puedan participar tanto en la producción como en
la comprensión de oraciones. Jackendoff plantea una gramática de conceptos oracionales
(grammar of sentential concepts) la cual consta de un conjunto finito de primitivos mentales y un
conjunto finito de principios de combinación mental. La gramática de conceptos oracionales
describe el conjunto posible de conceptos-I expresados por las oraciones. La unidad básica a
partir de la cual se construyen los conceptos oracionales son los conceptos expresados por las
palabras en la oración, es decir, los conceptos léxicos. A la par de la gramática de conceptos
oracionales, Jackendoff plantea la gramática de conceptos léxicos (grammar of lexical concepts),
que determina los primitivos y los principios de combinación a partir de los cuales se pueden
construir los conceptos léxicos. Dado que los conceptos oracionales deben de ser generados
mentalmente como un conjunto finito de primitivos y principios de combinación, los conceptos
léxicos, a su vez, no pueden tampoco consistir de una lista de manifestaciones o instancias, sino
de esquemas finitos que se codifican inconscientemente. Jackendoff propone la existencia de un
nivel de representación mental, la estructura conceptual1, que es la manera en la que el hablante
encapsula el modo en el que entiende y percibe el mundo. La Semántica Conceptual intenta
caracterizar la forma de esas representaciones mentales internas y las relaciones formales que se
establecen entre este nivel y otros niveles de representación mental, como el sintáctico y el
1 Además de la estructura conceptual, Jackendoff reconoce la existencia de la estructura espacial. Este autor explicaque a la estructura espacial le concierne codificar el entendimiento espacial que se tiene del mundo físico y debe deser concebida como un sistema de cognición central, independiente hasta cierto punto. Jackendoff (2002: 346) aduceque también forma parte del significado, pues en este nivel se pueden codificar configuraciones espaciales estáticas ydinámicas.
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fonológico. Las unidades básicas de la estructura conceptual son los constituyentes conceptuales.
Éstos pertenecen a un conjunto pequeño de categorías ontológicas. Las categorías ontológicas
(Jackendoff 1990: 22) son partes conceptuales y semánticas del habla, tales como: COSA,
LUGAR, TRAYECTORIA, EVENTO, ESTADO, PROPIEDAD, ACCIÓN y CANTIDAD.
Algunas categorías ontológicas permiten una variedad de elaboraciones más específicas, como
veremos más adelante. Cada una de estas categorías ontológicas puede analizarse como una
organización de funciones de argumentos. Estas funciones son especificaciones más finas que
pueden formularse como principios especializados de formación. Así, una expresión como
‘encima del piano’, contiene la categoría LUGAR que, a su vez, incluye la función ‘encima de’, y
el argumento COSA ‘piano’. ‘Piano’ es el argumento que sirve de referencia espacial respecto al
cual la función de LUGAR determina una zona. ‘Encima de’ establece la zona por arriba de la
referencia espacial que aporta ‘piano’.
(2) El libro está encima del piano.
La oración en (2) expresa un estado, por lo que contiene la categoría ontológica ESTADO; ésta, a
su vez, por medio del verbo ‘estar’ incluye la función ESTAR. Esta función incluye dos
argumentos, en (2) uno de ellos es ‘el libro’, cuya función es COSA, y el otro argumento es
‘encima del piano’, cuya función es LUGAR. De tal manera que en (3) obtenemos la ELC2 de
(2):
2 La explicación detallada respecto a la forma de presentar la ELC puede encontrarse en Jackendoff (1990: 45-48).Las versiones que aquí se presentan están simplificadas en tanto que no se marcan algunas convenciones propuestaspor Jackendoff, tales como los subíndices de los argumentos conceptuales. Estos subíndices corresponden a losargumentos, ya sea internos o externos del verbo. Para Jackendoff las nociones de agente, paciente, etc, i.e., lospapeles temáticos, no son primitivos de la teoría semántica sino que son nociones relacionales que se definenestructuralmente sobre la base de la estructura conceptual.
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(3) [Estado ESTAR ([Cosa LIBRO], [Lugar ENCIMA ([Cosa PIANO])])]
Notemos que una oración como (4) da cuenta de una función distinta a la de ESTAR:
(4) Luis fue al teatro.
En (4) tenemos una predicación que incluye la categoría EVENTO, ésta, a su vez, por medio del
verbo ‘ir’ contiene la función IR. Esta función incluye la categoría COSA, con ‘Luis’ como
argumento, y la categoría ontológica TRAYECTORIA, que a su vez contiene la función ‘al’ y el
argumento LUGAR. En este caso, ‘teatro’ es el argumento que sirve de referencia espacial de
TRAYECTORIA, e implica el argumento COSA. La ELC de (4) es la siguiente:
(5) [Evento IR ([Cosa LUIS], [Trayectoria AL ([Lugar ([Cosa TEATRO])])])]
El nivel de representación semántica se organiza de manera autónoma; esto no quiere decir que
no haya un nivel de interfaz o correspondencia entre este nivel y otros. La sintaxis mapea de
alguna manera los constituyentes conceptuales de la estructura semántica, pero, como el mismo
Jackendoff lo apunta, no todo constituyente conceptual del significado de una oración
corresponde a un constituyente sintáctico, es decir, hay partes del significado que no tienen un
reflejo en la sintaxis3.
3 Ver nota 1. Justamente aquello que la sintaxis no mapea o no toma en cuenta es lo que puede ser que esté presenteen la estructura espacial. Por esta razón, entre otras, Jackendoff no contempla la estructura espacial como parte delmodelo tripartito que propone. De otra parte, cabe decir que todo constituyente sintáctico, a excepción de losexpletivos, corresponde a un constituyente conceptual del significado.
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4.2. Funciones básicas
Para Jackendoff el significado de una oración y de un concepto léxico es susceptible de ser
descompuesto a partir de primitivos y principios de combinación. Para la descomposición de
verbos, Jackendoff plantea tres familias de funciones a partir de las cuales se organizan diferentes
tipos de situaciones. Independientemente del tipo de función que se trate, recordemos que estas
funciones son nociones abstractas que establecen una relación entre dos (o más) elementos. De
igual manera, es necesario decir que todas se presentan por medio de la anotación FUNCIÓN (X,
Y), donde (X, Y) indica las variables (participantes o argumentos) que toma la función. La
naturaleza de estas variables depende del tipo de función de la que se trate y en algunos casos, del
rasgo de campo semántico, como veremos en 4.3. Jackendoff plantea tres familias de funciones.
La primera de ellas consta de cinco funciones básicas: IR (GO), ESTAR (BE), PERMANECER
(STAY), EXT(ensión) y ORIENT(ación). IR (X, Y) y PERMANECER (X, Y) dan cuenta de un
evento, por lo que incluyen la categoría ontológica [Evento] y tienen estructura temporal,
mientras que ESTAR (X, Y) da cuenta de un estado en un determinado punto en el tiempo e
implica la categoría [Estado]. Estas tres funciones son las que, al menos en un principio, nos
pueden servir para la caracterización semántica de los verbos de movimiento bajo estudio, por
ello serán las funciones que veremos más adelante con mayor detalle en esta sección. Por su parte
EXT (X, Y) y ORIENT (X,Y), también incluyen la categoría [Estado] pero son atemporales,
hacen referencia a la extensión no temporal y a la orientación, respectivamente.
La segunda familia está conformada por las funciones aspectuales. Dentro de estas
encontramos INC (X), o incoatividad, y PERF (X) o perfectividad. Estas son funciones de un
solo argumento: X. INC incluye la categoría [Estado], mientras que PERF incluye la categória
[Evento]. INC da cuenta del evento que resulta de la realización de un estado, por ejemplo: la
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puerta se cerró, donde ‘se cerró’ conceptualiza la realización del estado ‘estar cerrado’. Por su
parte, PERF da cuenta del estado que resulta de la realización de un evento: el gato ha comido
mucho, donde ‘ha comido’ denota el estado que resulta cuando se ha llevado a cabo el evento de
‘comer’.
Por último, la tercera familia está constituida por las funciones causativas. Esta familia
incluye CAUSAR (CAUSE), PERMITIR (LET) y AYUDAR (HELP). Estas funciones participan
en versiones tanto eventivas como estativas, es decir, que pueden actuar como funciones cuyo
argumento incluye un [Evento] o un [Estado], según sea la situación que se cause. Por su parte,
estas funciones tienen dos variables obligatorias (el agente y el efecto) y una variable opcional (el
paciente): Marco escondió el libro, donde ‘Marco’ es el causante, o el agente, del evento de
esconder el libro, es decir, el efecto, y ‘el libro’ es el paciente.
A continuación presentaremos con mayor detalle las funciones básicas IR, ESTAR y
PERMANECER.
a) La función IR
Los verbos que expresan algún tipo de desplazamiento son instancias de una función IR (X, Y).
En esta función, el tema X, expresado por la categoría Cosa, es el objeto que sufre un
desplazamiento; el desplazamiento de (X), se da a través de una trayectoria, bajo la categoría
Trayectoria, expresada por (Y). Considérense las siguientes oraciones:
(6) a. Juan está en su oficina.
b. Juan va a su oficina.
c. Juan comió mandarinas.
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Observemos que en (6a) no se expresa ningún tipo de desplazamiento, más bien tenemos lugar a
un estado y no a un evento. Utilizo este ejemplo para que se vea, en comparación con (6b), la
diferencia que hay entre las oraciones donde se expresa un estado y aquellas donde se expresa un
evento, como en (6b) que denota un desplazamiento. Por otra parte, si bien puede parecernos que
(6c) no tiene nada que ver con (6b), no es así, ya que ‘comer’ incluye una instancia de IR, en
tanto que el tema (mandarinas) sufre un desplazamiento. Sin embargo este desplazamiento es
causado por Juan, por lo que (6c) es una estructura compleja: subsume dos eventos pues, además
de ser una instancia de IR, es también una instancia de CAUSAR, sería más o menos equivalente
a decir (aunque suene un poco raro) ‘Juan causó/hizo que las mandarinas llegaran a estar dentro
de su estómago’. Juan es el agente que causa el evento IR, es decir, el desplazamiento de las
mandarinas. El ejemplo parece pertinente para mostrar que el desplazamiento se puede dar a
distintos niveles. De otra parte, (6b) y (6c) encierran instancias de IR. En (6b) X, o el tema, es
Juan y Y la trayectoria por la que se desplaza para llegar a su oficina -si bien en este ejemplo no
se indica donde comienza la trayectoria, sabemos cuál es el punto de llegada: la oficina. En (6c)
X o el tema son las mandarinas y Y es la trayectoria por la que son forzadas a desplazarse para
llegar al estómago de Juan, en este caso la trayectoria está implícita o incorporada en el
significado del verbo, al igual que el lugar de la meta de la trayectoria. Una vez visto el
desplazamiento al que se refiere la función IR, presentaré casos más concretos para ver, por una
parte, la estructura conceptual de las instancias de IR, y, por otra, cómo se descompone a su vez
la trayectoria.
(7) a. El avión voló sobre la ciudad.
b. Jorge caminó hasta su casa.
c. El perro se cayó de la azotea.
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Estas oraciones, al igual que las de (6b) y (6c), subsumen formas especializadas de la función IR
(X, Y). Vimos al principio de esta sección que el concepto IR pertenece a la categoría ontológica
[Evento] ya que da cuenta de algo que sucede en el tiempo; por su parte X (o el tema) pertenece a
la categoría ontológica [Cosa] y Y (o la trayectoria) pertenece a la categoría [Trayectoria]. Las
oraciones (6b), (7a), (7b) y (7c) pueden expresarse globalmente de la siguiente manera :
(8) [Evento IR ([Cosa X], [Trayectoria Y])]
Dado que en (8) tenemos una generalización de las cuatro oraciones, podemos suponer que donde
tengamos un verbo que denote un desplazamiento, tendremos una estructura conceptual de este
tipo. En el caso de (6c) la estructura vista en (8) es sólo una parte de la estructura conceptual de
toda la oración. Las oraciones en (7), así como (6b), pueden ser descompuestas de manera más
detallada ya que la Trayectoria no es igual en todos los casos. En (7a) no se precisan el punto de
partida o fuente (source), ni el punto de llegada o meta (goal). En (6b) se precisa la meta por
medio de la FP ‘a su oficina’, y en (7b) por medio de la FP ‘hasta su casa’, pero no se precisa la
fuente, mientras que en (7c) se precisa la fuente por medio de la FP ‘de la azotea’, pero no la
meta. Por su parte, la Trayectoria (se precise o no la fuente o la meta) toma como referencia la
categoría ontológica [Lugar], por lo que (8) puede ser más específica:
(9) [Evento IR ([Cosa X], [Trayectoria Y ([Lugar])])]
A su vez, [Lugar] es una noción abstracta, por lo que toma como referencia un elemento que
pertenece a la categoría ontológica [Cosa], de tal suerte [Lugar] tiene una elaboración más
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específica dado que [Cosa] toma una función de lugar. Para esta elaboración Jackendoff (1990:
43) propone lo siguiente:
(10) [Lugar FUNCIÓN-LUGAR ([Cosa])]
De esta manera, podemos reelaborar (10) como sigue:
(11) [Evento IR ([Cosa X], [Trayectoria Y ([Lugar FUNCIÓN-LUGAR ([Cosa])])])]
Tomando en cuenta las elaboraciones específicas de Trayectoria y Lugar, la estructura conceptual
de (7a) quedaría de la siguiente manera:
(12) volar
[Evento IR ([Cosa AVIÓN], [Trayectoria SOBRE ([Lugar ([ Cosa CIUDAD])])])]
Por su parte la estructura conceptual de (6b) quedaría como la de (13a), y la de (7b) como la de
(13b):
(13) a. ir
[Evento IR ([Cosa JUAN], [Trayectoria A ([Lugar([ Cosa OFICINA])])])]
b. caminar
[Evento IR ([Cosa JORGE], [Trayectoria HASTA ([Lugar([ Cosa CASA])])])]
Finalmente, la estructura de (7c) sería la siguiente:
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(14) caer
[Evento IR ([Cosa PERRO], [Trayectoria DE ([Lugar ([ Cosa AZOTEA])])])]
Notemos sin embargo, que caer puede tener una Trayectoria implícita A, es decir, una fuente, y,
por lo tanto, puede tomar otro argumento de Lugar.
Ahora bien, en (15a) tenemos el caso donde puede ser que se especifiquen tanto la fuente como la
meta, y en (15b) tenemos la estructura conceptual correspondiente:
(15) a. El gato saltó del sillón a la mesa.
b. saltar
[Evento IR ([Cosa GATO], DE ([ Lugar ([Cosa SILLÓN], )]
Trayectoria A ([Lugar ([Cosa MESA])])
b) La función ESTAR
Las instancias de ESTAR (X, Y) dan cuenta de un estado de cosas en un punto en el tiempo o en
un determinado intervalo de tiempo. La variable X hace referencia a un tema y Y, ya no a una
trayectoria, sino a un lugar. El tema pertenece a la categoría ontológica [Cosa] y el lugar a la
categoría [Lugar], con su respectiva realización específica.
(16) Julia está en España.
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En (16) Julia es el tema, y España es el lugar. Esta oración, como todas las que tienen una
instancia de ESTAR, presenta la siguiente estructura conceptual:
(17) [Estado ESTAR ([Cosa], [Lugar ([Cosa])])]
c) La función PERMANECER
La función PERMANECER (X, Y) pertenece a la categoría ontológica [Evento] pues, al igual
que IR, tiene una estructura temporal. El evento denotado por PERMANECER es muy parecido a
ESTAR, en tanto que PERMANECER expresa la locación de un objeto, no ya en un punto
determinado en el tiempo, sino a lo largo de un periodo de tiempo. Al igual que en ESTAR, X es
un tema que pertenece a la categoría ontólogica [Cosa] y Y es un lugar que pertenece a la
categoría [Lugar].
(18) a. Mario se quedó en Oaxaca.
b. El león permaneció en la jaula.
En (18a) Mario es el tema y Oaxaca el lugar, mientras que en (18b) ‘el león’ es el tema y ‘la
jaula’ es el lugar. La estructura conceptual de las oraciones en (18), como aquellas que tienen una
instancia de PERMANECER es la siguiente:
(19) [Evento PERMANECER ([Cosa ], [ Lugar ([ Cosa ])])]
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4.3. Rasgos de campo semántico
Hemos visto que alrededor de las funciones básicas IR, ESTAR y PERMANECER, se organizan
situaciones tales como estados y eventos. De igual manera, vimos que cada una de ellas puede
agrupar una serie de verbos llamados, según sea el caso, instancias de IR, instancias de ESTAR e
instancias de PERMANECER. Si los verbos se agrupan de tal manera, y un verbo puede tener
diferentes usos, ¿cómo se puede, en el nivel de la estructura conceptual, dar cuenta de las
diferencias entre un uso y otro? ¿Las variables X, Y son las mismas para todos los usos? o aun
¿cada uso presenta una estructura conceptual distinta? Si así fuera, tendríamos ítems léxicos
diferentes, por lo que ya no se trataría del mismo verbo.
Suponiendo que son usos, y no distintas instancias, ¿cómo podemos distinguir la estructura de un
uso de la estructura de otro? Jackendoff (1987, 1990, 2002) propone la existencia de un rasgo de
campo semántico. Éste proporciona el ámbito dentro del cual se da el evento o el estado en
cuestión, es decir, cumple con la tarea de dar cuenta de los matices de significado que pueden
presentar las instancias de cada función, dado que no se altera la estructura conceptual sino que se
sitúa en un determinado plano semántico. Igualmente, el rasgo determina la naturaleza de las
variables de cada función. De esta manera, las ELC de los distintos usos de un verbo se
distinguen por el campo semántico en el que se ubica la situación que denotan. Así, en las
siguientes oraciones tomadas de Jackendoff (1990: 25):
(20) a. The bird went from the ground to the tree. (El pájaro voló del piso al árbol).
b. The light went from green to red. (El semáforo cambió de verde a rojo).
c. The inheritance went to Philip. (La herencia pasó a manos de Philip).
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Observamos que en todas se recurre al mismo verbo ‘went’ (fue). Sin embargo, notemos que, en
la traducción, no utilizamos el mismo verbo: en (20a) tenemos ‘voló’, en (20b) ‘cambió’, y en
(20c) ‘pasó a manos de’, lo cual, de cierta manera, da cuenta de que no se trata del mismo uso del
verbo ‘went’. No obstante, hacer traducciones no es un procedimiento práctico -quizás sea hasta
dudoso-, por lo que es mejor recurrir a la paráfrasis dentro de la misma lengua. Jackendoff aduce
que (20b) puede parafrasearse utilizando el verbo ‘change’, como se muestra en (21b), mientras
que (20a) no, según vemos en (21a). Jackendoff no ofrece una paráfrasis para (20c), sin embargo
la paráfrasis con ‘change’ en (21c) resulta agramatical.
(21) a. *The bird changed from the ground to the tree.
b. The light changed from green to red.
c. *The inheritance changed to Philip.
Mientras que en (20a) y (20c) ‘went’ no puede ser sustituído por ‘changed’, ya que las oraciones
resultantes (21a) y (21c), respectivamente, son agramaticales, (20b) sí puede admitir esa
sustitución, dando como resultado (21b). Lo que Jackendoff explica es que cada palabra es
particular respecto al campo semántico en el que aparece. Así, (20a) tiene como función básica
IR, en un campo semántico espacial. Este rasgo de campo semántico se marca como un subíndice
en la función, por lo que obtenemos: IREspacial. (20b) tiene como función básica, así mismo, IR,
pero el ámbito donde se da la acción es de tipo identificacional, por lo que tenemos IRIdent. Por su
parte, (20c) tiene como función básica IR, pero en un campo posesional, por lo que tenemos
IRPos. Jackendoff (1990: 26) propone cuatro campos semánticos: espacial (spatial), posesión
(posession), identificacional o atribución (identificational o bien ascriptional), y temporal
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(temporal o bien scheduling). Por esto, tenemos cuatro tipos de instancias IR: IREspacial , IRPos ,
IRIdent , IRTemp.
Estos cuatro campos semánticos tienen estructuras conceptuales paralelas, difieren únicamente en
el tipo de argumentos que toman. Según Jackendoff (1990: 26) si el rasgo de campo es espacial,
una Cosa se ubica espacialmente; si es posesión, una Cosa pertenece a alguien; si es
identificacional (o atribución) una Cosa tiene una propiedad; si es temporal, un Evento se ubica
en un periodo de tiempo. De lo anterior, se desprende que el rasgo de campo semántico puede
estar marcado en otras funciones como en ESTAR y PERMANECER. Para ESTAR, según
Jackendoff (2002: 360) si el rasgo de campo es espacial, X es una Cosa y Y es un Lugar; si es
posesión, X es una Cosa y Y es una persona a quien le pertenece X; si es identificacional (o
atribución), X puede ser cualquier cosa y Y es una Propiedad a la cual pertenece X; si es
temporal, X es un evento y Y es un periodo de tiempo. En el caso de PERMANECER, sucede lo
mismo que para ESTAR, es decir que para el rasgo espacial, X es una Cosa y Y es un Lugar; para
posesión, X es una Cosa y Y es una persona a quien le pertenece X, y así sucesivamente.
En los siguientes capítulos analizaremos algunos verbos de movimiento según el aparato
conceptual presentado, es decir, tomando en cuenta las categorías ontológicas, las funciones
básicas y los rasgos de campo semántico.
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CAPÍTULO 5
Estructura léxico conceptual del verbo andar
Las ELC que presente en los siguientes capítulos, serán tomadas directamente de Jackendoff
aunque estarán simplificadas para facilitar la lectura, ya que no es mi intención proporcionar una
descripción detallada de las ELC de los verbos de movimiento sino, más bien, destacar el tipo de
función a la que pertenecen, las categorías ontológicas que toman y los posibles campos
semánticos en los que podemos encontrarlos.
Los verbos andar, llegar y venir tienen en común que se les clasifica por lo general como
verbos de movimiento, es decir que implican un desplazamiento. Debido a esto, sería esperable
(i) que incorporaran la función IR; (ii) que presentaran dos argumentos (X, Y) es decir, un tema y
una trayectoria; (iii) que el evento que denotan se diera en el campo semántico Espacial ya que
por lo general aluden a un movimiento de tipo físico. Como veremos, algunas veces esto se
cumple; sin embargo, hay casos donde ya no es tan claro el significado, ya sea porque no se alude
a un desplazamiento físico o bien porque se pierde esa idea de desplazamiento.
El verbo andar da cuenta de un movimiento a través de una trayectoria indeterminada.
Participa en distintos tipos de expresiones, por lo que puede tener diferentes usos, esto
suponiendo que tales usos tienen un significado lo suficientemente parecido o relacionado como
para considerar que tenemos un mismo verbo. En uno de estos usos, andar es muy similar a
caminar en tanto que da cuenta de un desplazamiento en una trayectoria sin una fuente y una
meta determinadas. Veamos las siguientes oraciones:
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(1) a. Vamos andando.
b. Anduvimos diez cuadras hasta el metro.
c. ...que Petrone se descubrió a sí mismo andando en puntillas. [J. Cortázar, “La
puerta condenada”]
A diferencia de (1a), (1b) suena un poco forzada; si sustituimos ‘anduvimos’ por ‘caminamos’, la
expresión suena un poco más usual, al menos en el dialecto mexicano. En (1c), la sustitución es
posible. Expresiones donde ‘andar’ significa ‘caminar’ son las menos comunes. Las oraciones en
(1) nos muestran uno de los pocos contextos donde andar conserva este significado. Veamos los
siguientes pares de oraciones:
(2) a. Caminamos en el parque. vs. (3) a. Anduvimos en el parque.
b. Caminé durante una hora. b. ?Anduve durante una hora.
Las oraciones en (3) no tienen un significado equivalente a las de (2). (3a) ya no parece dar
cuenta de un evento sino de algo más próximo a un estado, como veremos más adelante. De otra
parte, (3b) no sólo no es parecida semánticamente a (2b) sino que pareciera necesitar algún tipo
de complemento para tener sentido.
Ahora bien semánticamente, andar, en las oraciones de (1), es un evento que encierra la
función IR, expresa un desplazamiento de un tema X por una Trayectoria. La trayectoria de
andar en (1) no determina ni la fuente ni la meta, es decir que da cuenta de un desplazamiento
donde tanto el punto de partida como el punto de llegada son indeterminados. Tal vez esta
característica de la Trayectoria sea la que permita que andar tenga un significado más genérico
de movimiento, parecido probablemente a desplazarse, como veremos en (4):
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(4) a. Siempre ando en bicicleta.
b. Pablo anda en camión porque no tiene coche.
c. Luisa anda a pie.
d. Ando caminando.
Las oraciones en (4) tienen un sentido más general y vago que el de ‘caminar’. Vemos que se
conserva la idea de movimiento por una trayectoria implícita. Por otra parte, cuando ‘andar’ se
utiliza con este sentido, se especifica el modo en el cual se realiza la acción de ‘andar’. Notemos
en (4d) que ‘caminando’ sirve para precisar el modo en el que se efectúa el desplazamiento. En
(4a) la FP ‘en bicicleta’, nos proporciona el modo, mientras que en (4b) y (4c) la FP ‘en camión’
y la FP ‘a pie’, respectivamente, cumplen con esta función. Recordemos la oración en (1c), si
bien en ella andar parece ser similar a caminar, también podríamos situar ese dato entre las
oraciones en (4), dado que la FP ‘en puntillas’ especifica el modo del desplazamiento. Las
definiciones que proporcionan tanto el diccionario de la RAE, como el de uso del español de
Moliner y el del español usual en México del COLMEX, reconocen este uso de andar. De igual
manera, reconocen otro tipo de expresiones donde se ve el sentido más genérico de movimiento
de andar:
(5) a. Ese coche ya no anda. (Diccionario COLMEX)
b. El reloj anda si se le da cuerda. (Diccionario Moliner)
Las oraciones en (5) ya no implican un desplazamiento a través de una trayectoria, como
tampoco especifican el modo en el que se realiza la acción. Sin embargo, la idea de que ocurre
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algún tipo de movimiento, se conserva. El verbo andar sigue dando esa idea general de
movimiento. El diccionario de la RAE y el de Moliner reconocen otro significado de andar como
sinónimo de ir, aunque he de añadir que éste se limita a ciertos contextos:
(6) a. Anda a traer tortillas.
b. Anda a la farmacia por unas aspirinas.
c. Anda a ver qué paso.
Nótese que las oraciones en (6) están todas conjugadas en imperativo, y todas son parafraseables
con ‘ir’, como se aprecia en (7):
(7) a. Ve a traer tortillas.
b. Ve a la farmacia por unas aspirinas.
c. Ve a ver qué paso.
Sin embargo, si cambiamos el modo de la conjugación, las oraciones resultantes son
agramaticales:
(8) a. * Anduvo/* andaba/ * andará a traer tortillas.
b. * Anduvo/ * andaba/ * andará a la farmacia por unas aspirinas.
c. * Anduvo/ * andaba/ * andará a ver qué pasó.
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Al parecer, este uso de andar se restringe al modo imperativo. De igual manera, notemos en (9)
que otro tipo de oraciones donde aparece ir, no pueden ser parafraseadas con andar, como se
muestra en (10).
(9) a. Voy a comprar pan. vs. (10) a. *Ando a comprar pan.
b. Todos los días voy a su casa. b. *Todos los días ando a su
casa.
c. Fui por cigarros. c. *Anduve por cigarros.
La existencia de esta restricción nos indica que el uso de ‘andar’ con un significado similar a ‘ir’,
no está muy extendido. De otra parte, hasta aquí hemos visto tres posibles significados, o matices
de significado, del verbo ‘andar’. En dos de los casos, se conserva la idea de desplazamiento de
un tema a través de una trayectoria, por lo que podemos decir que andar, sea cual sea el caso,
encierra una función IR e implica una Trayectoria. Podemos suponer que en las oraciones que
hemos mostrado, quizás a excepción de (5), andar presenta la siguiente ELC:
(11) andar
[Evento IR ([Cosa], [Trayectoria])]
Como vimos, el uso de andar que es parafraseable con ir está restringido a cierto contexto ¿cómo
se puede dar cuenta de esto en la ELC? Probablemente esta restricción no debe solucionarse en la
ELC porque no parece ser una restricción semántica, aunque bien podríamos pensar que si bien
andar tiene una estructura como la vista en (11), en expresiones como las de (6), la ELC de andar
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empata con la de ir, es decir que en imperativo andar tiene una trayectoria definida por lo que
puede ser que no presente la ELC vista en (11), sino una como la de (12):
(12)
[Evento IR ([Cosa ], [Trayectoria ([Lugar([ Cosa ])])])]
De otra parte, en (5) ¿qué tipo de estructura presentaría andar? Si bien no tenemos una
trayectoria, se conserva la idea de movimiento, ¿sigue siendo el mismo verbo? ¿cómo puede
darse cuenta de que hay un movimiento? La diferencia que hay entre los usos que hemos visto,
está relacionada con el modo, por lo que debe de haber un rasgo que distinga un uso del otro,
¿podría ser ese el caso de las oraciones en (5)? Sea o no el caso de (5), en lo que concierne a los
otros usos que se distinguen por el modo, cabe preguntarse cómo se da cuenta de este rasgo
distintivo a nivel de la ELC. Jackendoff (2002: 350) aduce que la distinción de modo de
movimiento no es tarea de la estructura conceptual, sino de la estructura espacial, por lo que no
parece pertinente tratar de encontrar rasgos primitivos que den cuenta de este tipo de distinciones.
No obstante Jackendoff reconoce que todas las distinciones deben de estar codificadas de alguna
manera, pero deja abierta esta cuestión.
Cabe hacer notar que hay otros usos de andar en donde esta idea de desplazamiento ya no
es tan perceptible:
(13) a. Rodrigo anduvo tres meses en Europa. [Registrado 18/X/03]
b. Ese es todo el asunto que anda en juego. [Milenio diario 16/IX/03 p4]
c. Mi prima anda buscando trabajo.
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Notemos que en las oraciones en (13) ya no es clara la presencia de una trayectoria, ni la idea de
desplazamiento a través de esa trayectoria. No solamente eso, sino que más que dar cuenta de un
evento estas expresiones parecerían dar cuenta de algo más próximo a un estado, por lo que
probablemente ya no tendríamos una ELC como la de (11). La oración (13a) no se interpreta
como que Rodrigo caminó en Europa, o simplemente fue a Europa, sino que estuvo en Europa un
tiempo determinado. Resulta interesante que las oraciones en (13) sean parafraseables con ‘estar’:
(14) a. Rodrigo estuvo tres meses en Europa.
b. Ese es todo el asunto que está en juego.
c. Mi prima está buscando trabajo.
Ahora bien, la diferencia de significado entre las oraciones en (13) y sus respectivas paráfrasis
con ‘estar’ en (14), es muy sutil, si no es que casi imperceptible. Muchas oraciones donde aparece
estar, como las de (15), pueden ser parafraseadas, en (16), por andar y sucede esto mismo, es
decir, que no siempre es perceptible la diferencia de significado que hay entre unas y otras:
(15) a. Está acostado. vs. (16) a. Anda acostado.
b. Estaba enfermo. b. Andaba enfermo.
c. Está lastimado de la rodilla. c. Anda lastimado de la
rodilla.
d. Estoy feliz. d. Ando feliz.
e. El coche está fallando. e. El coche anda fallando.
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Por otra parte, es pertinente preguntarse si las oraciones en (13) y (16) realmente dan cuenta de
un estado, en cuyo caso ‘andar’ ya no sería una instancia de IR, sino de ESTAR, por lo que
tendríamos que hablar, entonces, de dos verbos distintos. No obstante, las oraciones en (13) y
(16) presentan un carácter más dinámico -por llamarlo de alguna manera- que las oraciones en
(14) y en (15). Resulta interesante que no en todos los casos donde aparece estar, como en (17),
sea posible la paráfrasis con andar, como se aprecia en (18):
(17) a. La película está rentada vs. (18) a. *La película anda rentada.
b. Ese queso está echado a perder. b. *Ese queso anda echado a
perder.
c. Suecia y Dinamarca están empatados. c. *Suecia y Dinamarca andan
[Registrado 22/VI/04] empatados.
d. Juan está inscrito en el curso. d. *Juan anda inscrito en el
curso.
e. Marta está embarazada. e. *Marta anda embarazada.
Entonces ¿qué diferencias presentan las oraciones de (17) respecto a las oraciones de (14) y (15),
para que éstas últimas puedan ser parafraseadas con andar, mientras que aquéllas no? Una
posible explicación podría ser que la presencia de un sujeto inanimado frene la posbilidad de
formar la paráfrasis con andar, si así fuera ¿cómo explicaríamos entonces (17c), donde tenemos
una personificación, frente a (16e) donde se admite la paráfrasis con andar con un sujeto
inanimado? Por otro lado, un sujeto animado, como en (17d) y (17e), tampoco permite la
paráfrasis, a diferencia de (15a), (15b), (15c) y (15d). Parecería que la animacidad no es un
criterio pertinente. De otra parte, quizás el tipo o la naturaleza del estado que se denota en (17) es
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el que frena la posibilidad de formar la paráfrasis con andar. Tanto ‘rentada’ y ‘echado a perder’,
como ‘empatados’, ‘inscrito’ y ‘embarazada’ parecen ser más “permanentes” que ‘acostado’,
‘enfermo’ o ‘lastimado’, por lo que puede ser que no admitan un matiz de dinamicidad; quizás
por eso no tenemos la posibilidad de parafrasear esas oraciones con andar. Esto apoya, de alguna
manera, la idea de que andar brinda cierta idea de dinamicidad a este tipo de oraciones.
Ahora bien, este carácter dinámico podría ser evidencia de que las oraciones tienen
estructura temporal. Habíamos visto que la diferencia entre ESTAR y PERMANECER, tenía que
ver con la estructura temporal. Podríamos suponer que las oraciones en (13), (16) y (18), más que
dar cuenta de un estado, probablemente dan cuenta de un estado que tiene una estructura
temporal por lo que podría ser que denotaran un evento más cercano, o parecido, a la función
PERMANECER. La existencia de otro tipo de oraciones podría apoyar esta suposición:
(19) a. Está lloviendo.
b. ?Anda lloviendo.
En una oración descontextualizada como (19a), se entiende que en este momento es cuando está
lloviendo, mientras que la oración en (19b), con andar, resulta extraña: no produce esa
interpretación estativa puntual. Este hecho nos puede llevar a pensar que expresiones de este tipo
quizás no dan cuenta de un estado, sino de un evento, por lo que se reafirmaría la idea de que son
instancias más parecidas a PERMANECER que a ESTAR. ¿Qué sucede cuando insertamos en la
oración un elemento que proporcione un límite temporal? Veamos las siguientes oraciones:
(20) a. Está lloviendo desde febrero.
b. Anda lloviendo desde febrero.
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La oración en (20a) suele interpretarse como que no ha dejado de llover desde febrero, es decir
que llueve diario, aunque algunos hablantes se muestran dudosos ante esta interpretación. Por su
parte, (20b) suele interpretarse como que desde febrero llueve -unos días sí y otros no-, pero la
idea general es que llueve sin algún límite temporal. Con las oraciones en (20), vemos que, tanto
(20a) como (20b) tienen ese carácter dinámico, tal vez favorecido por el uso del gerundio; sin
embargo, (20b) parece tener una apertura temporal que no tiene (20a). Si agregamos un carácter
perfectivo a estas oraciones:
(21) a. Ha estado lloviendo desde febrero.
b. ??Ha andado lloviendo desde febrero
Notamos que (20b) sería más parecida a (21a), que a (20a), mientras que (21b) resulta por demás
desafortunada. Quizás podríamos suponer que la oración en (21a) incluye una función como
PERMANECER, en tanto que (21a) da cuenta de un evento con estructura temporal. El hecho de
que (21a) sea más parecida semánticamente a (20b) que a (20a), apoyaría la suposición de que
(20b) encierra una función PERMANECER. ¿Qué sucede en el caso de (21b)? Tal pareciera que
hay una incompatibilidad entre el aspecto temporal de la conjugación haber+participio, y el
aspecto temporal que podría proporcionar andar.
Finalmente, en oraciones donde andar se interpreta en el sentido de estar, ¿se siguen
proporcionando estos matices de significado como la dinamicidad y la apertura temporal?
Compárense las siguientes oraciones.
(22) a. Fox está diciendo que la situación mejorará.
b. Fox anda diciendo que la situación mejorará.
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Las oraciones en (22) admiten la alternancia entre ‘andar’ y ‘estar’. Mientras que la oración (22a)
suele interpretarse como que lo está diciendo en este momento -entre otras interpretaciones
posibles-, (22b) puede interpretarse como que lo ha dicho varias veces (nuevamente vemos que
hay cierta apertura temporal) pero no se puede ubicar el momento exacto en que lo dijo. Ahora
bien, imaginemos un contexto de enunciación, por ejemplo un noticiero: si la imagen es la de Fox
hablando, se enunciaría (22a) pero sería más difícil la emisión de (22b); si se mostraran varias
imágenes de Fox en diferentes situaciones (posiblemente diciendo ante distintos públicos que ‘la
situación mejorará’), este contexto facilitaría el uso de una expresión como la de (22b). Notemos
también que (22b) es más equivalente a decir ‘Fox ha estado diciendo’, y no sólo eso, sino que
otra posible paráfrasis de (22b) es ‘Fox sigue diciendo’ o ‘Fox continúa diciendo’. Las paráfrasis
con seguir y continuar sugieren nuevamente que andar podría ser instancia de PERMANECER.
Las oraciones con andar, a diferencia de aquellas con estar no tienen interpretación de evento
puntual: cuando una oración alude a un hecho que se puede ubicar en un punto exacto en el
tiempo, se suele utilizar estar, mientras que cuando no se puede ubicar en un punto exacto en el
tiempo, se prefiere el uso de andar.
Los datos mostrados en (1), (3) y (4) sugieren que, primeramente, andar es una instancia de
IR. La trayectoria de andar no es determinada, es decir, no especifica ni la fuente ni la meta, esta
característica puede ser una razón para que andar tenga un significado genérico de movimiento,
como es el caso de las oraciones en (5). Recordemos, también, que de acuerdo con los datos
proporcionados en (1c) y (4), andar parece haber perdido su semejanza semántica con caminar, y
se utiliza para dar cuenta de un desplazamiento, o probablemente un movimiento de determinado
tipo, y la mayoría de estas expresiones necesitan la presencia de un complemento de modo que
indique la forma en la que se lleva a cabo el desplazamiento.
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Los datos proporcionados en (13), (16), (20) y (22) sugieren que andar puede dar cuenta ya
sea de algo más próximo a un estado, por lo que incluiría la función ESTAR, o bien puede dar
cuenta de un estado que no es puntual, es decir que tiene cierta apertura temporal y un matiz de
dinamicidad. Esto podría indicar que quizás, andar implicaría la función PERMANECER.
De otra parte, casos como el visto en (22b) son quizás aquellos donde el uso de andar como
auxiliar es más claro, es decir, aparece más como un elemento funcional que como un ítem
léxico-temático. Sin embargo, los auxiliares deben de tener alguna ELC ya que contribuyen con
información aspectual. Aún bajo esta función auxiliar, parece conservarse, más que la idea de
desplazamiento, la idea de movimiento. La información aspectual con la que contribuye andar,
tiene que ver con una indelimitación temporal, con cierta dinamicidad a lo largo de ‘algo’ que
probablemente ya no sea una trayectoria, sino un continuum. Por ejemplo, en ‘ando pensando en
cambiarme de casa’, hay un movimiento de la acción de ‘pensar’ a lo largo de ese continuum
ilimitado. Nuevamente, ¿cómo se da cuenta de esto a nivel de la ELC? Quizás estas cuestiones
puedan resolverse con un rasgo de campo semántico, o probablemente haya otra manera de
determinar si por alguna razón quedan suspendidas ciertas funciones de andar.
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CAPÍTULO 6
Estructura léxico conceptual del verbo llegar
El verbo llegar expresa un desplazamiento a través de una trayectoria hacia una meta
determinada. Esta meta puede estar explicitada en la sintaxis, o bien quedar implícita ya que
llegar puede utilizarse deícticamente cuando la meta forma parte de las circunstancias de
enunciación o del contexto:
(1) a. Juan llegó a la casa.
b. No llegues tarde.
c. Ya llegué.
En (1a) tenemos el caso donde la trayectoria está explicitada por la FP ‘a la casa’. En (1b) y (1c)
se entiende que la meta es el lugar desde donde se emite la expresión, aunque en (1b) la meta
podría sobreentenderse por un contexto previo. Imaginemos que dos personas hablan por teléfono
y quedan de verse en un lugar determinado, si una le dice a la otra ‘no llegues tarde’, se entiende
que la meta es el lugar en el que han quedado de verse, y no el lugar donde se encuentra quien
emite la oración. De otra parte, esta meta también puede deducirse del contexto de la
enunciación:
(2) Invité a Gerardo, pero nunca llegó.
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En (2), independientemente de donde se encuentre la persona que emite la oración, se entiende
que el lugar al que no llegó Gerardo es al que había sido invitado. Si bien esta meta no siempre
tiene un reflejo en la sintaxis, forma parte de la ELC de llegar.
Es evidente que las oraciones en (1) y (2) presentan un uso muy común de llegar, donde llegar
alude a un desplazamiento físico a través de una trayectoria. En este uso, llegar claramente
incluye una función IR y tiene la siguiente ELC:
(3) [Evento IR ([Cosa ], [Trayectoria A ([Lugar ([Cosa])])])]
Sin embargo, este verbo también puede aparecer en otra clase de oraciones, donde ya no es tan
claro que denota un desplazamiento físico, sino un desplazamiento de distinta naturaleza, quizás a
través de otro tipo de trayectoria. El diccionario de la RAE, el de Moliner y el del COLMEX,
proporcionan un significado de llegar semejante, quizás, a durar o alcanzar:
(4) a. Se cuidaba tanto que llegó a vieja.
b. Llegó a general a los cuarenta años. (Diccionario RAE)
En las oraciones en (4) vemos que se conserva esta idea de desplazamiento, solamente que ahora
se trata de un desplazamiento temporal o, más bien, a través de una trayectoria temporal. En este
sentido, en (4a) la FP ‘a vieja’ sirve como meta de esa trayectoria, mientras que en (4b) la FP ‘a
general’, cumple con esta función. Notemos que en esta oración, el complemento ‘a los cuarenta
años’ tiene una naturaleza temporal, por lo que refuerza esta idea de movimiento a través del
tiempo.
- 74 -
La misma idea de movimiento a través del tiempo, se encuentra en expresiones tales como:
(5) a. Llegué a la firma del convenio.
b. Llegamos a un acuerdo.
Las oraciones en (5) son ambiguas, pues tienen al menos dos interpretaciones posibles: una
donde la meta física de la trayectoria está implícita y las FP ‘a la firma del convenio’ y ‘a un
acuerdo’ son complementos de finalidad, parafraseables con ‘para’: llegué (a la junta) para la
firma del convenio, llegamos (a la junta) para un acuerdo; otra donde la meta de la trayectoria
es, en (26a) la FP ‘a la firma del convenio’, y en (5) ‘a un acuerdo’. En la primera interpretación,
llegar tiene el mismo uso que en las oraciones de (1) y (2), por lo que presenta la ELC vista en
(3). En la segunda interpretación llegar parece aludir a un desplazamiento que culmina en un
evento, ya sea, en (5a), firmar el convenio, o, en (5b), acordar ‘algo’. Esta interpretación es la que
nos resulta útil para ver otro uso de llegar, por lo que, por ahora, será la que tomaremos en
cuenta. El desplazamiento al que aluden las oraciones en (4) culmina ya no en un evento, sino en
un estado. En las oraciones en (4) y en (5), se conservan tanto el significado del desplazamiento
como el de la trayectoria, por lo que podemos suponer que llegar, en estos usos, sigue implicando
una función IR. No obstante, la naturaleza del desplazamiento y de la trayectoria parece cambiar,
ya que no expresa un desplazamiento físico, o a lo largo de una trayectoria espacial, sino que,
más bien, hace alusión a un desplazamiento a través de una trayecoria temporal. El
desplazamiento ya no se da de una fuente física a una meta física, como sería el caso de de la
casa al trabajo, sino de un punto en el tiempo a otro, es decir, de una fuente de naturaleza
temporal, a una meta temporal; probablemente, en expresiones de este tipo, podemos hablar de
que se expresa un desplazamiento a través del tiempo. Podemos suponer que en estos casos,
- 75 -
llegar incluye una función IR en un campo semántico temporal. Ahora bien, la función
Trayectoria, en un campo semántico espacial, contiene la función Lugar. Recordemos que en
Jackendoff (1990: 26), un campo semántico temporal contiene un evento que se ubica en un
periodo de tiempo. En el campo semántico temporal, ese periodo de tiempo es la Trayectoria. De
otra parte, tal pareciera que esta Trayectoria puede incluir ya sea un Evento o un Estado. En (5)
‘la firma del convenio’ alude al evento de ‘firmar’, el evento que se ubica en el tiempo no es el de
llegar sino el de firmar. La presencia de llegar marca el perido de tiempo a través del cual se
ubica el evento de firmar. En contrapartida, las oraciones en (4) parecen aludir a un estado;
podemos insertar el verbo ser, como se ve en (6) y no cambia el significado:
(6) a. Se cuidaba tanto que llegó a ser vieja.
b. Llegó a ser general a los 40 años.
La presencia de llegar marca un transcurso de tiempo a través del cual se cumple el estado de ‘ser
vieja’ o el estado de ‘ser general’. El evento o el estado que se denota en las oraciones no es el de
llegar, sino el que aparece en la FP (ya sea un verbo o un nombre), es decir, se puede tratar de
cualquier tipo de evento o estado y lo que hace la presencia de llegar es ubicarlo a través del
tiempo. En estos casos, podemos suponer que la ELC de llegar implica una función IR con un
rasgo de campo semántico temporal y sigue conteniendo una trayectoria.
Asimismo, podemos encontrar el valor temporal de llegar en otro tipo de expresiones
donde la meta de la Trayectoria ya no parece ser ni un evento ni un estado:
(7) a. Llegó el invierno.
b. Finalmente llegó el día en que me cansé de esperarlo. [Registrado 4/X/03]
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c. Llegó el momento de decidir.
Notemos que, en las oraciones de (7), el tema X, el objeto de llegar, hace referencia a un
elemento temporal: en (7a) tenemos ‘el invierno’, en (7b), ‘el día’, y en (7c) ‘el momento’.
Observemos que, en estas oraciones, la meta está implícita: ésta puede ser una meta física: ‘llegó
el invierno a la ciudad’, o bien una meta ‘personal’: ‘finalmente me llegó el día...’, ‘nos llegó el
momento de decidir’. Ya sea física o ‘personal’, la meta sigue siendo un lugar, como en las
oraciones de (1) y (2), y no es ni un estado ni un evento, como en las oraciones de (4) y (5). Sin
embargo, no resulta evidente que el tipo de trayectoria que se expresa en (7) sea espacial, como la
de las expresiones en (1) y (2). En el caso de las oraciones en (7), puede ser que la naturaleza del
tema modifique el tipo de trayectoria a través de la cual se da el desplazamiento. La trayectoria
parece temporal, al igual que la de las oraciones en (4) y (5), por lo que podemos suponer que el
desplazamiento se da a través del tiempo.
En otro de los usos de llegar ya no es evidente la idea de desplazamiento pero de alguna
manera se conserva la noción de una trayectoria:
(8) a. La cuerda llega de un balcón a otro. (Diccionario Moliner)
b. La falda le llega a la rodilla.
c. La casa llega a la esquina.
d. Es tan pequeño que no llega a la ventana. (Diccionario COLMEX)
e. La carretera llega hasta Oaxaca.
Las oraciones en (8) muestran un uso de llegar donde el tema X ya no parece ni desplazarse ni
moverse a través de una trayectoria. En (8a) la cuerda no deja de estar en un balcón para pasar al
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otro, sino que su longitud abarca la distancia que hay entre un balcón y otro. En (8b) la falda
cubre la distancia que hay desde donde empieza hasta donde acaba, es decir, la rodilla. En (8c), la
casa no sufre un desplazamiento, sino que ocupa cierto espacio que termina en la esquina. En
(8d), si bien la oración puede ser ambigua e interpretarse como que es tan pequeño que no puede
caminar, gatear o ir hasta la ventana, también puede interpretarse como que se alude a una
persona cuyo tamaño no es lo suficientemente grande como para alcanzar la ventana. En (8e) la
carretera ocupa un determinado espacio hasta Oaxaca. Estas oraciones pueden ser parafraseadas
unas con abarcar, otras con cubrir, y la penúltima con alcanzar. Estos verbos no implican
necesariamente un movimiento -salvo por alcanzar que resulta un tanto problemático-, pero de
alguna manera ese espacio que se alcanza, se cubre o se abarca, tiene una trayectoria implícita.
En estas oraciones llegar ya no parece incluir una función IR (espacial o temporal), sino más bien
una función EXT. Jackendoff (1990: 44) explica que esta función se utiliza para la extensión
espacial de objetos (lineales) a través de una trayectoria. Recordemos que la función EXT da
cuenta de un estado e implica una Trayectoria, pero como se refiere a una extensión no temporal,
la Trayectoria es atemporal. Jackendoff (2002: 362) aduce que la diferencia entre IR y EXT es
que en la primera, el tema se ubica, en diferentes momentos, en diferentes partes de la
Trayectoria, mientras que en la última, diferentes partes del tema ocupan, al mismo tiempo,
diferentes partes de la Trayectoria. De esta manera, vemos en (8a), que diferentes partes de la
cuerda ocupan, al mismo tiempo, diferentes partes de la Trayectoria que hay entre un balcón y
otro. De igual manera, en (8b) distintas partes de la falda ocupan diferentes partes de la
Trayectoria que hay desde donde empieza la falda hasta la rodilla. En las oraciones en (8), salvo
(8a), lo que está implícito ya no es la meta de la trayectoria, sino la fuente, es decir, el lugar desde
donde comienza la extensión espacial del objeto. Si bien en (8a) tenemos la fuente ‘de un
balcón’, la realización sintáctica de ésta es prescindible, pues bien podríamos tener ‘la cuerda
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llega al otro balcón’, y se entendería lo mismo que en (8b). Por lo tanto, el uso de llegar en estos
contextos se representaría mejor con la ELC en (9):
(9) [Estado EXT ([Cosa ], [Trayectoria A ([Lugar ([Cosa])])])]
Ahora bien, hemos visto tres posibles usos de llegar, cada uno de ellos incluye ya sea una
función IR, una función IRTemp o bien una función EXT. Cuando llegar aparece en contextos
como los de (10) ¿qué función implica?
(10) a. Hasta llegué a pensar que en su cara inmóvil y fija estaba naciendo la
comprensión. [J.C. Onetti, “Bienvenido Bob”]
b. Llegó a considerársele como la “frase célebre” del vocero presidencial. [El
independiente 26/x/03 p9]
c. Nadie le pudiera haber dicho al actor cubano César Évora que llegaría a tener
tanta popularidad en nuestro país. [Milenio diario 17/IX/03 p37]
d. En París llegué a dormir en una banqueta. [Registrado 9/XII/03]
Es en estos contextos donde llegar parece desempeñar la función de un auxiliar pues los
argumentos parecen definirse en función del verbo infinitivo. De esta manera, estas oraciones nos
enfrentan al problema de la ambigüedad. Por una parte tenemos una lectura bioracional, donde
llegar es un verbo pleno por lo que sigue incluyendo una función IR. En la segunda
interpretación posible, es decir, la lectura monooracional, sería esperable que llegar implicara una
función distinta a IR. ¿Cuando llegar tiene una función auxiliar, qué función implica, IRTemp o
EXT? En oraciones como las de (10), llegar nos proporciona un matiz aspectual de movimiento
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temporal. La oración en (10a) puede ser parafraseada como sigue: ‘hasta alcancé a pensar que en
su cara inmóvil…’. Si bien una paráfrasis con ‘lograr’ no suena del todo afortunada (? ‘hasta
logré pensar que en su cara…’), la presencia de llegar proporciona un matiz parecido al
significado que tiene el verbo lograr, es decir, aquel de alcanzar o conseguir algo en un periodo
de tiempo. En (10a), la naturaleza de la Trayectoria parece ser temporal, y la oración no expresa
un estado, sino un evento, por lo que no puede ser que llegar incluya una función EXT. La
oración en (10c) puede ser parafraseada como sigue ‘el actor logró tener/alcanzó a tener
popularidad’. En esta oración la paráfrasis con lograr es posible, la trayectoria, al igual que en
(10a) parece ser temporal y la oración encierra un evento, por lo que tampoco puede implicar una
función EXT. La oración (10d) parece admitir la paráfrasis con lograr pero aporta al significado
un matiz de intencionalidad que la oración con llegar no parece tener; y la paráfrasis con
alcanzar no resulta afortunada. Algunas de las oraciones en (10) pueden ser parafraseadas con
mayor facilidad que otras. No obstante en la mayoría de los casos, el significado de llegar parece
diluirse y, aparentemente, lo que más se conserva del significado es la idea de que hay una
trayectoria. Esta trayectoria parece tener una naturaleza abstracta pues tiene una referencia
temporal.
Tomando en cuenta estas consideraciones tal parece que cuando llegar incluye una funcion
IRTemp es cuando tiene un uso auxiliar. Recordemos que IRTemp es una especificación de IR y no
una función distinta, por lo que no sería apropiado hablar de que tenemos un verbo llegar
temático y un homónimo aspectual. En todo caso, podría argüirse que tenemos dos verbos llegar
homónimos: uno que da cuenta de un evento e incluye la función IR; otro que da cuenta de un
estado e incluye una función EXT. Este último participa en expresiones como las vistas en (8), y
da cuenta ya no de un movimiento sino de la extensión de una Cosa. Y aún así, el verbo llegar
que implica una función EXT, conserva alguna relación con IR (la Trayectoria principalmete) por
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lo que incluso en este caso, hablar de homonimia parece un tanto apresurado. El mismo
Jackendoff (1990: 94) apunta que EXT es una variante de rasgo (featural variant) de IR, por lo
que posiblemente podríamos considerar EXT como una especificación de IR, en el mismo
sentido que IRTemp es una especificación de IR.
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CAPÍTULO 7
Estructura léxico conceptual del verbo venir
Antes de adentrarnos en los diferentes usos de venir, es menester decir que de los verbos
estudiados, venir es quizás el que mayor problema representa, no sólo porque participa en una
riqueza de contextos en los que ni andar ni llegar participan, sino también por el tipo de deixis
que marca, como veremos enseguida. También es necesario decir que no nos ocuparemos de
expresiones que incluyan venirse, debido a que la presencia del ‘se’ parece aportar un matiz de
significado distinto al que se trata en este trabajo.
El verbo venir expresa un desplazamiento a través de una trayectoria, dirigido hacia el
lugar donde se encuentra quien habla. Al igual que llegar, venir tiene una propiedad deíctica en
tanto que la meta de la trayectoria no necesariamente se hace explícita en la sintaxis pues puede
deducirse por el contexto o por las circunstancias de enunciación:
(1) a. Vine a casa de mi abuela.
b. Laura no viene los lunes.
c. Ahora vengo.
El uso de venir en (1a) sólo es posible cuando la persona que emite la oración está en casa de su
abuela. La oración (1b) implica que la persona que habla se encuentra en el lugar al que Laura no
va los lunes. En (1c) ‘vengo’ implica que uno se va pero que regresa al lugar en el que se
encuentra en el momento en que se emite la oración. Como vemos, la deixis marcada por venir no
parece depender del lugar que sirve como meta de la trayectoria, más bien depende de que el
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hablante se encuentre en el lugar que sirve como meta de la trayectoria. Formalmente, venir se
parece mucho a llegar en tanto que ambos manifiestan un desplazamiento a través de una
trayectoria hacia una meta definida, por esto, probablemente venir tendría una ELC similar a la
de llegar, vista en (3) en el capítulo anterior, que recordaremos en (2):
(2) [Evento IR ([Cosa ], [Trayectoria A ([Lugar ([Cosa])])])]
Sin embargo, la característica que tiene venir de que la meta es el lugar en el que se encuentra el
hablante no parece estar marcada en la ELC. El principal problema de venir es justamente que la
meta coincide con la locación de quien habla. Al respecto, surgen dos preguntas, ¿en qué nivel se
puede marcar esta característica de venir, si es que se marca en algún nivel? ¿esta peculiaridad de
venir tendrá alguna influencia en el comportamiento de este verbo en sus diferentes usos? Por el
momento, estas preguntas quedan sin respuesta, sin embargo, no dejaremos de tomarlas en cuenta
a lo largo de esta sección. Una diferencia semántica entre llegar y venir que puede ser que
tampoco esté marcada formalmente o a nivel de la ELC, es la siguiente: llegar implica que la
acción de desplazarse llega a un término, mientras que venir no implica necesariamente que se
llega a la meta, sino que venir parece marcar una dirección, o una cercanía a la meta, dicho de
otra manera, una persona llega cuando está ya en la meta de la trayectoria, pero una persona
puede venir sin que el desplazamiento se complete. Observemos las siguientes oraciones:
(3) a. Sergio viene para la casa/ hacia la casa.
b. Sergio viene a la casa.
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Notemos que en (3a) la meta está explicitada por medio de la FP ‘para la casa’ o ‘hacia la casa’, y
en (3b) por medio de la FP ‘a la casa’. Si bien puede parecer que las dos oraciones son sinónimas,
(3b) puede ser parafraseada con llegar mientras que (3a) no. La oración en (3a) parece dar cuenta
de este sentido direccional o de cercanía de venir, quizás por eso sea posible reemplazar ‘para’
con ‘hacia’ que es una preposición que marca dirección. Notemos también que esta oración puede
ser parafraseada con dirigirse o acercarse, sin embargo, para esta última es necesario un cambio
de preposición:
(4) a. *Sergio llega para la casa.
b. Sergio se dirige hacia la casa.
c. Sergio se acerca a la casa.
Probablemente la ELC para el tipo de oraciones como las de (4) pueda especificarse como sigue:
(5) [Evento IR ([Cosa ], [Trayectoria HACIA ([Lugar ([Cosa])])])]
Quizás los ejemplos presentados no resulten del todo pertinentes en tanto que las diferencias
entre las oraciones con venir y aquellas con llegar pueden deberse al hecho de que llegar es télico
mientras que venir es atélico. Igualmente, puede ser que el significado se vea influido por el
tiempo gramatical: notemos que si la oración está en un pasado imperfecto Sergio venía hacia la
casa, la oración es perfectamente gramatical, mientras que en un pasado perfecto, la oración es
dudosa: ?Sergio vino hacia la casa.
Independientemente de que el desplazamiento se complete o no, de que las oraciones tengan una
ELC como la de (2) o la de (5), o de la influencia del tiempo gramatical en el significado de la
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oración, es evidente que las oraciones en (1) y (3) presentan un uso muy común de venir, donde
este verbo sigue incluyendo una función IR, es decir, que da cuenta del desplazamiento de un
tema X a través de una trayectoria Y. Sin embargo, este sentido ya no tanto de dirección, sino de
cercanía, puede aparecer también en expresiones donde venir no parece dar cuenta de la cercanía
de un lugar físico sino de un momento, a través de una trayectoria probablemente temporal:
(6) a. El año que viene es bisiesto.
b. Ya viene mi cumpleaños.
c. Después del verano viene el otoño. (Diccionario Moliner)
En estos casos, suponiendo que el tema que se desplaza tiene una naturaleza temporal, el lugar al
que se acerca, es decir, la meta, sería el momento en el que se encuentra el hablante, o sea, el
momento de la emisión de la oración. En este tipo de oraciones, podría ser el caso de que sigamos
teniendo una función IR pero en un campo semántico temporal. De esta manera, la trayectoria a
través de la que se desplazaría el tema sería un periodo de tiempo. Entonces, en casos como los
vistos en (6) venir incluiría una función IRTemp. Veamos ahora otras oraciones donde venir
parece aportar un matiz distinto:
(7) a. Cualquier distorsión de una palabra viene a crear graves conflictos. [CRAE]
b. La construcción del puente vino a complicar el tráfico. [Registrado 22/XII/03]
Haciendo de lado el problema de la ambigüedad y suponiendo que en estos ejemplos venir
funciona como auxiliar, podemos ver que las oraciones en (7) muestran que venir puede aportar
un matiz diferente al de dirección o cercanía, pues aquí parece dar cuenta de un resultado o del
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término de algo. Notemos que estas oraciones, como se aprecia en (8), son parafraseables con
acabar, lo cual apoya la idea de que venir puede aportar un matiz resultativo o terminativo:
(8) a. Cualquier distorsión […] acaba por crear graves conflictos.
b. La construcción del puente acabó por complicar el tráfico.
Así como vimos que la acción de venir no necesariamente llega a un término, cosa que puede
permitir que venir tenga un sentido de cercanía, también puede ser que la acción se complete y
probablemente por eso sea posible obtener un matiz resultativo o terminativo, como ocurre en las
oraciones en (7). Tanto el diccionario de Moliner como el del COLMEX, reconocen este matiz
resultativo de venir. De hecho, ambos señalan que venir a+infinitivo tiene este significado. En
estas oraciones parece conservarse, más que la idea del desplazamiento, la noción de que hay una
trayectoria. Podríamos suponer que, probablemente, la meta de esta trayectoria es el resultado o
el término de la acción denotada por el verbo en infinitivo. En el diccionario de Moliner se
menciona este matiz resultativo y también se habla de que venir a+infinitivo puede expresar
aproximación:
(9) a. Viene a tener la misma edad que yo. (Diccionario Moliner)
b. -¿Qué es un absoluto, Horacio? -Mirá -dijo Oliveira- viene a ser ese momento en
que algo logra su máxima profundidad. [J. Cortázar, Rayuela]
Tomamos el término de aproximación para referirnos a un matiz que sería parafraseable con la
expresión ‘más o menos’:
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(10) a. Tiene más o menos la misma edad que yo.
b. -Mirá, es más o menos ese momento en que algo logra su máxima profundidad.
Algunos datos sugieren que el matiz de aproximación no es exclusivo de las expresiones donde
venir va acompañado de un infinitivo, pues también puede darse cuando hay un gerundio:
(11) a. Vino llegando alrededor de las siete.
b. Vino costándome más de lo que tenía pensado gastar. [Registrado 28/IV/04]
En datos como los vistos en (9) y en (11) resulta difícil determinar qué tipo de ELC
presenta venir, ya que no son tan claras la presencia de la idea de desplazamiento, ni la presencia
de algún tipo de trayectoria.
De otra parte, venir también parece aportar un matiz durativo, como se aprecia en (12):
(12) a. Eso viene diciéndome desde marzo. [Registrado 15/VII/04]
b. Ya venía fungiendo como vicepresidente del consejo de administración. [ Milenio
diario 14/VII/04 p26]
c. Es periodista el hombre que viene sosteniendo una misma idea. [CRAE]
d. Mario […] venía dedicando los últimos años a descubrir y admirar las
inestabilidades de Blanca [A. Muñoz Molina, En ausencia de Blanca]
La oración en (12a) da cuenta de la prolongación de la acción de ‘decir’ a lo largo de una
trayectoria temporal, esta prolongación está reforzada por la FP ‘desde marzo’. En (12b) la
acción de ‘fungir’ tiene una extensión temporal. De igual manera, en (12b) la acción de ‘sostener’
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se prolonga en el tiempo. Dada la presencia del gerundio, cabe preguntarse si no será éste el que
aporta ese matiz, o si simplemente lo refuerza. No obstante, sea cual sea el caso, en estas
oraciones, venir parece dar cuenta de algo más próximo a un estado que a un evento. Notemos
que podemos parafrasear las oraciones como sigue:
(13) a. Eso ha estado diciéndome desde marzo.
b. Ya había estado fungiendo como vicepresidente del consejo de administración.
c. Es periodista el hombre que ha estado sosteniendo una misma idea.
d. Mario había estado dedicando los últimos años a descubrir y admirar las
inestabilidades de Blanca.
Como se aprecia en (13), las paráfrasis con ‘estar’, típicamente una instancia de la función
ESTAR, son posibles. Al igual que en el caso de andar, visto en el capítulo 5, cabe preguntarse
si la presencia de venir marca que los estados a los que se alude tienen una estructura temporal.
Recordemos algunos de los ejemplos mostrados en el caso de andar:
(14) a. Anda lloviendo.
b. Anda lloviendo desde febrero.
c. Fox anda diciendo que la situación mejorará.
Habíamos visto que andar en una lectura estativa, proporcionaba cierta apertura temporal o un
matiz de dinamicidad. ¿Qué sucede con venir? Consideremos las siguientes oraciones:
(15) a. *Viene lloviendo.
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b. Viene lloviendo desde febrero.
c. Fox viene diciendo que la situación mejorará.
Al parecer, venir también aporta estructura temporal pues las oraciones (14b) y (15b) son muy
similares en su significado. Sin embargo, dada la agramaticalidad de (15a), venir parece necesitar
la marca de un límite temporal, más bien, la marca de un punto de inicio de la acción de x. ¿Qué
sucede con (15c)? En primer lugar, la oración es ambigua. Puede interpretarse como que Fox,
mientras se traslada, dice que la situación mejorará. O bien puede interpretarse como que ha
dicho desde tiempo atrás que la situación mejorará. Sin embargo, para obtener esta única lectura,
es necesario insertar un complemento que marque el punto de inicio de la acción de decir que la
situación mejorará:
(16) a. Desde que ganó las elecciones, Fox viene diciendo que la situación mejorará.
b. Desde que salimos de Palacio, Fox viene diciendo que la situación mejorará.
Probablemente el hecho de que la presencia de un complemento temporal sea necesaria en (16a),
aporte evidencia para creer que venir marca cierta estructura temporal en este tipo de oraciones.
Puede ser que en el momento de la enunciación, Fox no esté diciendo que la situación mejorará,
en cambio, la oración en (16b) implica que en el momento de la enunciación Fox lo está diciendo.
Notemos que La noción de que hay una trayectoria temporal sigue estando presente.
Nuevamente, se dificulta determinar qué ELC tiene venir en estos casos, si incluye una función
IR en un campo semántico temporal, o si, dada la lectura estativa, tenemos lugar a otro tipo de
función, en cuyo caso, quizás sería prudente hablar de dos verbos venir.
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Ahora bien, este tipo de oraciones no son las únicas donde venir da cuenta de algo más
próximo a un estado que a un evento:
(17) a. El periférico viene lleno.
b. La carretera venía cargada.
c. El elevador viene vacío.
d. El avión viene aterrizando.
e. El tren venía retrasado.
Las oraciones en (17) son parafraseables con estar:
(18) a. El periférico está lleno.
b. La carretera estaba cargada.
c. El elevador está vacío.
d. El avión está aterrizando.
e. El tren estaba retrasado.
En la oraciones en (17), tal parece que la presencia de venir tiene que ver, por un lado en (17a) y
(17b), con el hecho de que dentro del periférico y dentro de la carretera, se lleva a cabo un
desplazamiento, hay un movimiento, si bien ni el periférico ni la carretera son los que se mueven.
De otra parte, en (17c), (17d) y (17e), tenemos tres temas que se desplazan: el elevador, el avión
y el tren. Expresiones donde el tema es un objeto que no se puede desplazar, o dentro del cual no
se da ningún tipo de desplazamiento, resultan agramaticales o marcadamente anómalas, como se
aprecia en (19):
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(19) a. *La barda viene pintada de verde.
b. *El edificio viene construído.
Notemos que la siguiente oración, a diferencia de las de (19), no parece tan desafortunada:
(20) Las casas vienen prefabricadas.
¿Qué es lo que permite que sí podamos tener venir en (20) pero no en las oraciones de (19)?
Probablemente la presencia de venir no solamente tenga que ver con que el tema se desplace o
con que dentro de éste se de algún tipo de movimiento, sino con que el tema sea susceptible de
sufrir un desplazamiento. Veamos la siguiente oración:
(21) Ese asiento viene vacío.
La enunciación de (21) sólo es posible si el asiento al que nos referimos se encuentra dentro de
un tren, el metro, un camión, un avión, etc, pero resulta agramatical si el asiento al que nos
referimos está en un cine o en un teatro. Entonces, de acuerdo con estos datos podemos ver que
hay cierta incompatibilidad entre el uso de venir y temas que no sean capaces de desplazarse o ser
desplazados o dentro de los cuales no se dé el movimiento. Considérese la siguiente oración:
(22) *El árbol viene creciendo.
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Notemos que (22), donde el tema es un árbol que, dada su naturaleza, no puede desplazarse ni
está contenido en algo que se desplace, es agramatical, sin embargo, si agregamos un
complemento de modo, la oración resultante es gramatical, aunque algunos hablantes se muestran
dudosos:
(23) El árbol viene creciendo muy bonito.
El hecho de que el árbol crezca, implica que hay cierto movimiento, ya no un desplazamiento,
pero en este caso, venir expresa algo más parecido a un estado que a un evento. Recordemos
nuevamente los casos en los que andar presenta un uso donde da cuenta de algo más parecido a
un estado. Notemos que algunas de las oraciones que no admiten andar, pueden admitir venir:
(24) a. El queso está echado a perder.
b. *El queso anda echado a perder.
c. El queso viene echado a perder.
Las oraciones del tipo (24c) suelen ser bastante comunes. En este tipo de expresiones, venir tiene
una lectura más estativa que eventiva, sin embargo, en algunas de ellas parece conservarse, más
que la idea de desplazamiento o movimiento, o la presencia de un trayectoria, una idea de
procedencia u origen (quizás de una fuente):
(25) a. El plato viene caliente.
b. El rompecabezas venía incompleto.
c. El disco venía rayado.
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d. La película viene doblada al español.
e. Las camisas vienen planchadas.
Las oraciones en (25) son, igualmente, parafraseables con estar. De acuerdo con estos datos,
pareciera que el matiz que aporta venir está relacionado con una noción de procedencia. Hay un
tipo de predicación acerca del tema, y parece que la presencia de venir marca que esa cualidad
del tema está relacionada con su lugar de origen o procedencia, con una fuente. En este sentido
puede ser que todavía se conserve cierta idea de trayectoria. Por ejemplo, situemos la oración
(24a) en un contexto: supongamos que en en un restaurante la mesera lleva el plato y dice “el
plato viene caliente”. Sabemos que el estar caliente no es una cualidad inherente al plato, sino
que ‘viene caliente’ porque adquirió esa cualidad en el lugar en el que estaba antes de que lo
llevaran a la mesa, es decir, en la cocina. El plato sufre un desplazamiento, de la cocina a la mesa,
hay una trayectoria, quizás por eso sea posible la presencia de venir. Algunos casos resultan más
problemáticos que otros, por lo que no resulta tan sencillo determinar qué es lo que marca la
presencia de venir, si es que aporta algún tipo de matiz y de qué tipo, o si su presencia se debe
únicamente al hecho de que parece haber algún tipo de trayectoria. Probablemente más que
hablar de trayectoria, podemos hablar de que esa procedencia/origen, marcan cierto tipo de
fuente, por lo que también podríamos pensar que lo que se conserva es una fuente a partir de la
cual se marca el inicio de una trayectoria, aunque ésta no sea del todo evidente. Notemos que esta
idea de procedencia u origen también se da en oraciones como:
(26) a. La inteligencia le viene del padre.
b. Esa palabra viene del latín.
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En este tipo de datos parece ser menos perceptible la presencia de una trayectoria, pero es más
evidente la presencia de una procedencia/origen, de una fuente, i.e., de una locación.
Hay otro tipo de datos en los que venir no sólo parece haber perdido su significado de
movimiento, sino que la noción de trayectoria, la idea de desplazamiento y la de fuente, no
parecen estar presentes:
(27) a. El artículo viene en el segundo tomo.
b. Esa canción viene en el tercer disco.
c. La foto del autor viene en la contraportada.
Las oraciones en (27), más que dar cuenta de algo próximo a un estado, parecen tener una lectura
locativa, pues pueden ser parafraseadas como sigue:
(28) a. El artículo está en el segundo tomo.
b. Esa canción está en el tercer disco.
c. La foto del autor está en la contraportada.
Si bien la paráfrasis se forma con estar, notemos que es un estar locativo y no estativo. Estas
oraciones, además, parecen dar cuenta de algún tipo de relación parte-todo, de una relación de
contención o inclusión. No solamente son parafraseables con estar, como se vio en (27), sino que
también pueden ser parafraseadas con tener, traer, contener e incluir. Sin embargo al formar
estas paráfrasis, es necesario un cambio de sujeto:
(29) a. El segundo tomo tiene/ trae/ contiene/incluye el artículo.
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b. El tercer disco tiene/ trae/ contiene/incluye esa canción.
c. La contraportada tiene/ trae/ contiene/ inclye la foto del autor.
Tal vez en estos casos sí podemos hablar de un verbo venir homónimo, que no funciona como
auxiliar aspectual, sino más bien como un verbo pleno con un significado más cercano a tener,
incluir, traer o contener, que al de un verbo de movimiento.
Los contextos en los que podemos encontrar el vebo venir son muy numerosos, por lo que
también lo son los matices de significado que aporta. En muchos de los casos, sobre todo en
aquellos en los que parece dar cuenta de algo más próximo a un estado, no siempre queda claro si
se trata del mismo verbo o si puede hablarse de homonimia, aunque el hecho de que siga
conservándose cierta idea de movimiento nos hace dudar de que se trate de dos verbos distintos.
De una parte, venir como verbo de movimiento es evidentemente una instancia de la función IR,
que también puede situarse en un campo semántico temporal, para expresar el desplazamiento a
lo largo de una trayectoria temporal. De otra parte, cuando venir parece dar cuenta de un estado,
en algunos casos sigue conservándose la idea de que hay un desplazamiento o algún tipo de
trayectoria, ya sea por el tipo de tema o porque éste tiene un origen o una procedencia que sirven
como punto de partida de la trayectoria; no sabemos a qué función pertenece, si sigue siendo una
instancia de IR pero en un campo semántico de otro tipo que el temporal, o si tenemos lugar a
otra función.
El caso de venir es muy complicado pues no parece haber una relación muy evidente entre
los distintos posibles significados que presenta este verbo. De hecho, algunos de los usos no
fueron tratados pues el significado parece desdibujarse tanto que no es fácil relacionarlo con
otros. Tomemos como ejemplo oraciones del tipo esa camisa le viene bien, te viene bien la edad,
- 95 -
o expresiones hechas tales como: no viene al caso, el comentario viene a cuento, ¿a qué viene
todo eso?, etc. ¿Qué se hace con ellas? ¿Venir tiene un significado distinto? ¿aporta algún matiz
relevante o son simplemente frases hechas? De otra parte, sigue en el aire la pregunta sobre cuál,
de todos los casos presentados, es el verbo venir que participa en construcciones perifrásticas.
¿Cuál es el que funciona como auxiliar? Retomaremos algunas de estas cuestiones en la
conclusion de nuestra investigación.
.
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CAPÍTULO 8
Comentarios y conclusiones
A lo largo del trabajo logramos mostrar lo complejo que resulta el estudio de las construcciones
perifrásticas donde un verbo de movimiento parece funcionar como auxiliar aspectual. De una
parte nos topamos con el problema de saber reconocer una perífrasis y/o saber reconocer cuándo
está siendo utilizado como auxiliar un verbo que típicamente no lo es. De otra parte, y aún muy
relacionado con esto mismo, está el problema de la ambigüedad: si estamos ante una estructura
compleja donde cada verbo conserva sus propiedades temáticas, tenemos la posibilidad de
encontrarnos con una lectura bioracional; o bien, puede darse el caso de que la lectura sea
monooracional si la estructura ante la que estamos es simple, a pesar de tener dos o más verbos,
pues uno de ellos pierde momentáneamente sus propiedades temáticas para asumir una función
de auxiliar. A nivel sintáctico surgen cuestionamientos con respecto al lugar que este tipo de
elementos ocupa en una configuración sintáctica. Algunos autores plantean que bien pueden
generarse como adjuntos de FV o bien como especificadores de FInfl. Sea cual sea el caso, la
discusión general que hay en torno a las oraciones donde uno de los verbos asume una función
auxiliar, tiene que ver con la forma en que se generan, si como estructuras subyacentemente
monooracionales, o bien como estructuras subyacentemente bioracionales en cuyo caso, se
plantea a qué nivel dejan de ser estructuras bioracionales para volverse monooracionales -si es
que realmente dejan de serlo-. Como se ve, en lo que concierne a la sintaxis, el asunto es por
demás complejo.
Todas estas cuestiones parecen surgir del hecho de que los verbos de movimiento aún no se
consolidan como auxiliares, es decir, son verbos típicamente temáticos por lo que es esperable
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que donde aparezcan se generen como verbos de movimiento de sujeto y conserven sus
propiedades temáticas. Al no ser así, entonces ¿en qué nodo se generan? ¿qué es lo que sucede
con la asignación de papeles temáticos? ¿qué repercusiones tiene este comportamiento en los
niveles sintáctico y semántico? Con respecto a la semántica, se puede argüir que todas estas
cuestiones surgen del hecho de que los verbos de movimiento conservan su significado estricto
de movimiento físico, pero también tienen una ‘versión’ -llamémosla así- donde éste parece
desdibujarse pero no deja de conservarse ‘algo’ del significado inicial u original del verbo de
movimiento. Una de las cuestiones centrales de nuestro estudio es, por una parte, qué es lo que
permite que estos verbos sean lo suficientemente ‘maleables’ como para funcionar como
auxiliares aspectuales sin perder sus propiedades temáticas en otros contextos (en el caso de que
se trate del mismo verbo, claro está); y por otra, como pregunta de fondo, por qué solamente
determinados verbos de movimiento pueden presentar este comportamiento y otros no.
A la luz de la propuesta de la Semántica Conceptual de Jackendoff (1990, 2002),
encontramos que si bien los verbos estudiados no presentan un comportamiento homogéneo
comparten ciertas propiedades. En el caso de andar, los dos significados relevantes para nuestro
estudio son aquel que sigue incluyendo una función IR, y aquel que aporta un matiz de
dinamicidad o de movimiento genérico a lo largo de un continuum de tiempo. Este uso es el que
parece funcionar como auxiliar, y aparentemente se utiliza para dar cuenta de algo más parecido a
un estado que a un evento. Sin embargo, puede ser que ese presunto estado tenga cierta estructura
temporal por lo que andar no daría cuenta, entonces, de algo tan alejado de un evento. En
cualquier caso, parece que el andar utilizado en este tipo de expresiones, incluiría una función
distinta de IR. Esa función podría ser tal vez PERMANECER; o bien, Jackendoff propone la
existencia de una función (secundaria) MOVER (MOVE), que aporta la idea de movimiento pues
encapsula generalmente cosas que tienen que ver con el modo en que éste se efectúa, pero no
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implica necesariamente que se atraviesa una Trayectoria. Típicamente verbos como brincar,
bailar, entre muchos otros, incluyen esta función. Notemos que estos verbos, aún cuando son de
movimiento, no alternan entre un uso temático y uno aspectual. Sería tan ingenuo creer que no
participan en construcciones perifrásticas porque no implican una Trayectoria, como creer que no
lo hacen porque incluyen la función MOVER. El verbo andar parece incluir de alguna manera
esta función: esto nos lleva a pensar que quizás sea eso lo que le permite aportar ese sentido
genérico de movimiento (véase expresiones como Ese reloj no anda bien). La noción de
Trayectoria se encuentra detrás de la apertura temporal que brinda andar por lo que tal parecería,
en este caso, que el matiz aspectual se da por la conjunción de la función MOVER y la presencia
de una Trayectoria, pues esta marca los límites temporales dentro de los cuales se desarrolla el
evento o el estado marcado por el verbo al que andar le sirve de auxiliar.
El caso de llegar es quizás el más transparente de los tres en tanto que claramente
reconocemos tres posibles ELC para este verbo: una que incluye una función IR, otra donde
tenemos una función IRTemp, es decir en un campo semántico temporal, y una más donde parece
incluirse una función EXT. Al parecer, el llegar que funciona como auxiliar sigue incluyendo una
función IR sólo que la sitúa en un plano temporal por lo que la naturaleza de la Trayectoria
pasaría de ser física a ser temporal: de ser así, no se podría hablar de que tenemos un verbo de
movimiento llegar y un aspectual homónimo. Si se pudiera hablar de que tenemos un homónimo
de llegar, sería refiriéndonos en todo caso a aquel que incluye una función EXT. Lo que resulta
interesante es que la Trayectoria de llegar toma necesariamente una preposición y necesita tomar
una proposición infinitiva: tal pareciera que para que llegar funcione como auxiliar es necesario
hacer explícita la meta de la Trayectoria pues ésta es la que contiene el evento o el estado al cual
llegar le proporciona un matiz aspectual. Esta característica también parece ser un factor para que
este verbo pueda ser utilizado como un auxiliar aspectual pues cuando está seguido de otro verbo
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en una forma no finita (gerundio o participio) siempre estamos ante estructuras bioracionales.
Resulta curioso que llegar sólo pueda formar perífrasis cuando está acompañado de un verbo en
infinitivo.
El caso de venir es el más complejo de los tres no sólo por la cuestión de la deixis sino
también por la riqueza de contextos en los que participa, es decir, la variedad de usos en los que
está involucrado. Por una parte parece que puede aportar un matiz de cercanía, uno resultativo, y
otro de aproximación. Entre estos tres no parece haber alguna relación o, más bien, alguna
semejanza semántica lo suficientemente evidente como para considerarlos con seguridad como
matices de un mismo verbo; en realidad lo que tienen en común, que resulta pertinente, es que
siguen dando cuenta de eventos. Sin embargo, aquellas expresiones donde venir se emplea para
dar cuenta del origen o la procedencia de algo, o para aportar la idea de contención, dan cuenta de
algo que suponemos más próximo a un estado que a un evento. De igual manera, venir parece
aludir a un estado en aquellas oraciones en las que su presencia está motivada aparentemente por
la naturaleza del tema que sirve como argumento de la función Cosa -ya sea porque el tema es
susceptible de ser desplazado o porque dentro de él se puede dar cierto tipo de desplazamiento o
movimiento-. No resulta evidente si hay una conexión de significado entre aquellos usos y este
último que es más claramente estativo. Estos casos son los que resultan más interesantes pues,
insistimos, a pesar de dar cuenta de un estado, notamos que se sigue conservando ‘algo’
relacionado con la noción de trayectoria o, más puntualmente, con la idea de desplazamiento o
movimiento. En ocasiones, esto resulta un poco más claro, sin embargo, estas nociones pueden
estar tan desdibujadas, que no sabemos si más bien son parte del significado del tema del que se
predica algo, en cuyo caso se trataría, de otro verbo venir, que, tal vez, si su ELC no conlleva
una Trayectoria, probablemente sí incluiría una función MOVER. De otra parte, el hecho de que
venir participe en una riqueza de contextos nos lleva a preguntarnos si no será que venir puede
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tener distintos tipos de Trayectoria, y, de ser así, qué repercusiones tendría esto a nivel de la ELC.
No olvidemos que, además, queda en el aire la pregunta sobre cómo es que se marca en la ELC
que la meta de la Trayectoria es el lugar en el que se encuentra el hablante en el momento de la
emisión.
Ahora bien, es claro que los auxiliares deben de tener alguna ELC dado que sí contribuyen
con algún tipo de información, independientemente de las funciones que incluyan y el campo
semántico en el que se ubiquen. Si bien no podemos determinar esta ELC, creemos que los datos
parecen proporcionar evidencia suficiente como para considerar que uno de los factores que hace
que los verbos de movimiento puedan funcionar como aspectuales, es que incluyen un
constituyente conceptual tal que Trayectoria. Paradójicamente, ésta es el principal punto en
común entre los tres verbos estudiados y, al mismo tiempo, una diferencia primordial entre ellos.
Si esto fuera cierto, nuestras tres ELC incluirían la función Trayectoria con sus respectivas
elaboraciones específicas. Recordemos que Trayectoria incluye una función Lugar que a su vez
incluye Cosa. Nosotros suponemos que Trayectoria en la ELC de los aspectuales, deja de tomar
Lugar para tomar Evento o Estado:
[Trayectoria ([Evento/Estado])]
O aún, puede ser que Trayectoria tome un función Lugar y esta es la que en vez de tomar una
función Cosa, toma Evento o Estado:
[Trayectoria ([Lugar ([Evento/Estado])])]
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Cabe preguntarse qué tan relevante resulta la diferencia que hay entre una y otra opción, es decir
¿qué repercusiones tendría el hecho de que la Trayectoria incluyera una función Evento o Estado
y qué repercusiones habría si fuera Lugar el que los incluyera? La pregunta es muy sencilla pero
resulta de lo más pertinente pues parece recoger la cuestión central que subyace a este trabajo de
investigación: ¿qué tan flexible puede ser la ELC? Si determinados constituyentes conceptuales
conforman el significado de un concepto, ¿qué sucede cuando uno de ellos no está presente? ¿se
trata todavía del mismo concepto? o aún, ¿qué cabida tienen los matices de significado en un
nivel tan abstracto como lo es el de la ELC? También nos lleva a preguntarnos si hay una
jerarquía entre las categorías ontológicas, i.e. ¿es posible que haya constituyentes que pueden
‘perderse’ con mayor facilidad que otros y sin alterar demasiado el significado de un concepto?
¿qué tantas, y cuáles, categorías ontológicas necesita ‘perder’ -o dejar de tener- una ELC para ser
la ELC de un concepto distinto?
Probablemente haya cosas que puedan solucionarse con los rasgos de campo semántico o
con la presencia de otro tipo de funciones secundarias. Resulta lógico que acabemos por
preguntarnos si un modelo teórico como en el que nos apoyamos será el más pertinente para
estudiar fenómenos de este tipo y, si no es así ¿qué tendría que considerarse para explicar por qué
algunos conceptos permiten circunstancialmente la elaboración de versiones semánticamente
débiles?
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