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UNIDAD I: CRONOLOGÍA UNIVERSAL DEL PROCESO HISTÓRICO DEL SER HUMANO DESDE EL PALEOLÍTICO INFERIOR HASTA LA APARICIÓN

Curso 2010-2011. I.E.S “Manuel Bartolomé Cossío” de Haro, La Rioja.

Departamento de Lenguas Clásicas. CULTURA CLÁSICA 4º E.S.O.

Calepa; ta; kala;. Las cosas difíciles son hermosas.

Litterarum radices amaras, fructus dulces. Las raíces del estudio son amargas, dulces sus frutos.

UNIDAD II: TEMA MONOGRÁFICO SOBRE MITOLOGÍA:

INTRODUCCIÓN A LA MITOLOGÍA (2ª Parte): EL MITO. MITOLOGÍA Y RELIGIÓN.

«Todo el mundo sabe que son cosas que no han sucedido nunca, pero que, sin embargo, existen siempre»

(Salustio, escritor romano del s.I a.C.)

1 ¿Qué es un mito?

La palabra mito proviene del griego muqovV, que significa «palabra, cuento, noticia, fábula». Así pues, un mito, en sentido etimológico, es una historia que explica oralmente noticias o hechos fabulosos. Es precisamente este carácter oral la causa de que existan versiones distintas de un mismo mito. Las historias míticas de los pueblos antiguos tienen como temas principales el origen del mundo, de los dioses y los seres humanos, de los pueblos o las razas, de los animales, las plantas y los minerales, de los astros, de las costumbres de la sociedad, del mundo de los muertos, etc. Es decir, tratan de todo aquello que la humanidad ha intentado siempre saber: de dónde venimos, qué somos, a dónde vamos, por qué estamos aquí, qué hay después de la muerte, por qué las cosas son como son, etc.

El mito no es sólo una explicación del mundo que nos rodea, sino también una interpretación de este mundo y un sistema que pretende ordenar el universo, tanto físico como humano, para que sea comprensible. El mito es, pues, una forma de pensamiento.

El mito, además, (entre sus variadas funciones) tiene una muy importante en la comunidad que lo crea, a saber, fortalecer la tradición, reforzar la cohesión social. El mito tiene que ser vivido y sólo se vive cuando se participa de él, tiene un carácter ejemplar, sirve de modelo y proporciona confianza y, finalmente, esclarece lo que las personas sienten y desean.

Ejemplos. El mito de “El Dorado” sirvió para los españoles del siglo XVI como motor del descubrimiento y exploración de gran parte de América. El mito de Santiago Apóstol unió y dio confianza a los castellanos y leoneses en la Reconquista y fortaleció la cristianización. También la creencia israelita de la vuelta a la Tierra Prometida mantuvo la cohesión del pueblo judío a lo largo de los siglos.

ADVANCE \d 1Desde la Antigüedad hasta hoy se han propuesto muchas interpretaciones de los mitos. La más antigua es la llamada alegorismo, que veía en los dioses cualidades morales del ser humano. Por ejemplo, la diosa Atenea era la inteligencia, Afrodita el amor, etc.

Otra forma de interpretación es la conocida como psicologismo, encabezada por Sigmund Freud, quien ve en los mitos una representación del inconsciente oculto, casi siempre de origen sexual. Por ejemplo, el mito de Edipo simboliza la atracción que siente el hijo hacia su madre en torno a los siete años de edad y el consiguiente rechazo hacia su padre, lo cual se conoce como “complejo de Edipo”. A su vez, el mito de Electra simboliza la atracción que siente la hija hacia su padre, (aproximadamente también en torno a los siete años de edad), y el consiguiente rechazo hacia su madre, lo cual se conoce como “complejo de Electra”.

Pero a pesar de las muchas interpretaciones, ninguna ha conseguido explicar satisfactoriamente dónde nació la mitología. Todas las civilizaciones han tenido sus mitos, y no se sabe cómo surgieron. Ello indica que desde siempre, la humanidad ha necesitado el misterio de los mitos como punto de referencia para los sucesos cotidianos. Los mitos están llenos de nobleza, de coraje, de lucha y de astucia. Y aquí es donde conviene distinguir entre el mito y el cuento. El cuento es un simple juego de la fantasía, con una intención moralizadora muy simple, donde el bueno vence siempre al malo. En cambio, el mito contiene un enfrentamiento entre el ser humano, su destino y la crueldad de los dioses. En los mitos no siempre gana el bueno o el valiente, sino la voluntad de los dioses, que a veces actúan por venganza (cf. tb. pg. ).

Los mitos no hablan de un mundo justo ni feliz, sino de la lucha del ser humano ante su destino. Por esta razón, la mitología muestra tantas veces la crueldad de los dioses para con los humanos y la lucha de estos por averiguar de dónde vienen y adónde se dirigen.

En definitiva el mito da una respuesta poética a las cuestiones fundamentales del ser humano, remitiendo a hechos anteriores a la historia, y que pertenecen a la memoria colectiva de una comunidad. La mitología nos habla a través de símbolos, es decir, en términos familiares de la vida diaria, pero que en el contexto mitológico poseen connotaciones específicas además de los significados convencionales.

Desde un punto de vista puramente racionalista se considera que los hombres primitivos e ignorantes sienten miedo ante las fuerzas de la naturaleza que no pueden dominar y las imaginan como seres superiores y poderosos, es decir, dioses.

Desde el siglo pasado está comúnmente admitido que los mitos no son historias absurdas, sino que encubren un pensamiento en estrecha relación con la sociedad que los ha producido, y su estudio es fundamental para comprender la cultura del pueblo que los crea. Todos los pueblos crean mitos, y el conjunto de sus leyendas tienen un enorme interés porque explica aspectos fundamentales de su vida, de sus obras, pero también las cuestiones universales del ser humano, muchas de las cuales tampoco la ciencia ha sido capaz de darles una respuesta lógica.

En efecto, al pensamiento mítico de la antigüedad se opone el pensamiento científico de nuestros días, que es racional, que llama a las cosas por su nombre, directamente. El pensamiento mítico lo hace de forma indirecta, a través de imágenes, símbolos y asociaciones de conceptos y de ideas. El pensamiento científico ha sido elaborado conscientemente; el mítico no. El mito da respuesta usando la imaginación, la ciencia usando el razonamiento y la observación. Ambos, mito y ciencia, pretenden explicar el mundo haciendo inteligibles sus fenómenos. Ambos pretenden ofrecer al hombre un modo de actuar sobre el universo, asegurándoles su posesión material y espiritual. De alguna manera se puede decir que son complementarios. Por consiguiente, sería un error que consideráramos como mentiras o errores las historias que nos cuentan los mitos, porque normalmente todo mito esconde una verdad, pero es una verdad oculta bajo la apariencia de un cuento (cf. curso pasado de Cultura Clásica en el relato de Aristófanes en el Banquete de Platón). Además, la ciencia, aunque se opone al mito, ha encontrado en narraciones mitológicas el punto de partida, no solamente para poner nombre a un fenómeno atmosférico (arco iris), un astro (Urano) o una parte del cuerpo humano (talón de Aquiles), sino también para hallar la interpretación de comportamientos de las personas (cf. con el ya mentado “complejo de Edipo” o “el de Electra”) . Tampoco hay que olvidar que sin conocer el pensamiento mítico no podríamos comprender las numerosas referencias a los mitos clásicos que hay en la Literatura, en la Música y en el resto de las Bellas Artes, y que están en la raíz de nuestra cultura occidental.

Mitos del hombre moderno: La imagen mítica no es exclusiva de los pueblos primitivos o del mundo antiguo. Ciertos comportamientos míticos perduran en nosotros y no como supervivencia de nuestra cultura clásica, sino como algo inherente al hombre mismo y a la vida en sociedad. Un ejemplo claro lo tenemos en los cómics, que son la versión moderna de los héroes mitológicos. Ellos encarnan el ideal de una gran parte de la sociedad: Superman (émulo de Heracles), llegado a la Tierra desde un planeta desaparecido, dotado de poderes prodigiosos, se muestra tímido y enamorado. Es popular porque representa los sentimientos del hombre que, sabiendo que es frustrado y limitado, sueña con revelarse algún día como un personaje excepcional, como un héroe.

También en la novela policíaca, en el cine, en la televisión, etc. se nos muestran modelos puros del Bien y del Mal: el héroe (detective) que vence al elemento demoníaco y criminal. Los medios de comunicación están constantemente mitificándonos personalidades contemporáneas, ya sean políticos, artistas o deportistas. Y en el caso de la política los mitos se fabrican para inducir al pueblo en un determinado sentido. Y desde luego es también comportamiento mítico la obsesión por el “éxito”, (tan característico de nuestros días y tan erróneamente interpretado), y que encubre el anhelo del hombre por superar los límites de la condición humana, y que tan certera y rastreramente han sabido explotar las empresas de publicidad: coches maravillosos, perfumes que nos hacen sentir como dioses, etc.

Así pues, es en Grecia, una vez más, en donde la concepción mítica del mundo da paso a una explicación razonada del mismo. Es el Logos, la Razón. Pero no por ello el mito se convirtió en el antagonista del Logos, sino que fue su colaborador y complemento, para acceder a verdades que no se podían entender de modo racional. Así en Platón (filósofo griego), el mito acompaña al diálogo entre los personajes de sus obras. Como ejemplo de esto concluimos con un extracto del mito del carro alado que nos relata Platón en su diálogo “Fedro” para describir las partes del alma y el afán humano por el conocimiento y el ser.

Comienza señalando que parece más adecuada, dada la dificultad del tema, la exposición alegórica (cf. con las famosas parábolas de Jesús a sus Apóstoles) que la investigación racional, e inmediatamente nos presenta el mito del carro alado. Según este mito, el alma es como una fuerza natural que mantienen unida un carro y su auriga, sostenidos por alas. Los caballos y los aurigas de los dioses son todos ellos buenos; los de los hombres no. En nuestro caso, el auriga guía una pareja de caballos, uno hermoso y bueno, otro feo y malo, por lo que para nosotros la conducción resultará dura y difícil.

El alma tiene como tarea el cuidado de lo que es inanimado, y recorre todo el cielo. Cuando es perfecta vuela por las alturas y administra todo el mundo; en cambio la que ha perdido las alas es arrastrada hasta que se apodera de algo sólido donde se establece tomando un cuerpo terrestre. A causa de la fuerza del alma, este cuerpo parece moverse a sí mismo y ambos ―cuerpo y alma― reciben el nombre de ser viviente (una persona humana).

La fuerza del ala consiste en llevar hacia arriba lo pesado, elevándose hacia el lugar en donde habitan los dioses. Lo divino es hermoso, sabio y bueno y esto es lo que más alimenta y hace crecer las alas; en cambio lo vergonzoso, lo malo y todas las demás cosas contrarias a aquellas las consume y las hace perecer. Dirigidas por Zeus, las almas de los dioses y las de los hombres marchan por el cielo ordenando y cuidando todo. Después de realizar su tarea van a buscar su alimento hacia el mundo supraceleste, hacia la realidad que se encuentra más allá de la bóveda del cielo. En ese lugar se halla la Justicia, la esencia cuyo ser es realmente ser, el Ser incoloro, intangible, cuya esencia es sólo vista por el entendimiento, piloto del alma, y alrededor de la que crece el verdadero Saber, pero no la ciencia de lo que nace y muere, de lo relativo, sino la ciencia de lo que es verdaderamente ser. Las almas de los dioses, dado que son conducidas por dos caballos buenos y dóciles, ascienden sin problemas. La mente de los dioses se nutre de un saber y entender puro por lo que al ver lo que allí se encuentra, se alimenta, se llena de contento y descansa hasta que el movimiento, en su ronda, la vuelve a su sitio. Las almas de los hombres suben con dificultad pues el caballo que tiene mala constitución es pesado e inclina y fatiga al auriga que no lo ha alimentado convenientemente. Así se encuentra el alma con su dura y fatigosa prueba. De las almas humanas, la que mejor ha seguido al dios y más se le parece consigue ver algo, otras no pueden alcanzar la visión del Ser, por lo que les queda la opinión por alimento, “el porqué de todo este empeño por divisar dónde está la llanura de la Verdad, se debe a que el pasto adecuado para la mejor parte del alma es el que viene del prado que allí hay, y a que la naturaleza del ala, que hace ligera al alma, de él se nutre.” Las almas que no han podido vislumbrar nada de lo que allí se encuentra se van gravitando llenas de olvido y dejadez, pierden las alas y caen a tierra.

2 ¿Cómo nos han llegado los mitos?

Los mitos de la Mitología Clásica fundamentalmente son de origen griego. Éstos nos han sido transmitidos a través de Hesíodo y Homero, poetas griegos que vivieron en el siglo VIII a. C. y, posteriormente, por mediación de los poetas trágicos griegos de los siglos VI y V a.C. Esquilo, Sófocles y Eurípides. Más tarde toda esta Mitología sería asimilada y transmitida por Roma a todo Occidente. Los romanos, a diferencia de los griegos, no desarrollaron un sistema de fábulas mitológicas, unos relatos maravillosos sobre los dioses y el mundo divino ni sobre numerosos héroes de increíbles y sorprendentes aventuras sobrehumanas. Por eso sus dioses y casi todos sus mitos coinciden con los de los griegos.

3 ¿De qué trataban los mitos griegos?

Los mitos griegos trataban de los siguientes temas:

· el origen del mundo (mitos cosmogónicos);

· el origen de los dioses (mitos teogónicos);

· el origen del ser humano (mitos antropogónicos);

· intento de explicar el porqué de instituciones políticas, sociales o religiosas (mitos etiológicos);

· la vida de ultratumba o el fin del mundo (mitos escatológicos);

· historias sobre los dioses (mitos teológicos);

· historias sobre los héroes (mitos épicos).

4 Mitología y Religión

La relación entre Mitología y Religión es difícil de establecer, pero, en resumen podríamos decir que los mitos proporcionan la faceta narrativa de la religión, mientras que la religiosidad es un hecho más amplio que la narrativa mitológica y abarca también los cultos y ritos (relacionados con mitos casi siempre( y, sobre todo, la vinculación personal de los creyentes con la divinidad (“religión” < “religare” (“ligar”, “unir” con la divinidad, es decir, la relación del hombre con aquélla. Las cintas o vendas sagradas que solían anudarse alrededor de sus cabezas los sacerdotes de la antigüedad parece interpretarse como un gesto de unión con la divinidad). El culto es el conjunto de acciones que el hombre realiza para que la relación de éste con la divinidad sea satisfactoria. Esta palabra procede del verbo latino colere, “cultivar” y se aplica también a las labores agrícolas que se llevan a cabo en el campo para conseguir que la tierra dé sus frutos. El rito es el conjunto de reglas establecidas para el culto.

A continuación veremos cómo se entendió y se practicó la religión en Grecia y en Roma.

Griegos y romanos, aunque llegaron a adorar a los mismos dioses, tenían un concepto muy distinto de la religión. Los griegos, por ejemplo, se interesaron por resolver la esencia del problema, por averiguar la naturaleza de los dioses, la naturaleza del hombre y la relación entre ambos. A los romanos, en cambio, no les interesaba tanto adentrarse en las cuestiones religiosas. Creían que todo el mundo tenía un precio, incluso los dioses, y estaban dispuestos a pagarlo si ello contribuía al engrandecimiento de Roma (DO UT DES, Doy para que me des). No se interesaban por saber cómo era la divinidad, sino por los beneficios que pudiera reportarles y el modo más adecuado de conseguirlos.

UNIDAD III: TEMA MONOGRÁFICO SOBRE MITOLOGÍA: LA RELIGIÓN EN GRECIA: LA RELIGIÓN MINOICA. LA RELIGIÓN OLÍMPICA. FESTIVIDADES RELIGIOSAS.

EL CULTO RELIGIOSO.

La religión en Grecia

1. –Religión minoica:

1ª) Se trata de una religión panhelénica (de pa:n = todo + [Ellhn = heleno, griego). La Grecia de la que nos habla Homero en el siglo VIII a. C. era un conjunto de ciudades-estado, con un gobierno, un ejército y unas leyes propias en cada ciudad. Sin embargo, todas adoptaron la religión olímpica y aceptaron a Zeus como padre de dioses y hombres.

2ª) Es una religión antropomórfica: Los dioses griegos no sólo tienen aspecto humano, sino que también han adoptado todos sus vicios y defectos así como sus virtudes. Incluso organizaron el Olimpo a semejanza de la sociedad de la época [Zeus = Dios cristiano ( quejas del Papa].

La naturaleza antropomórfica de los dioses aproximaba al hombre con el dios. Sin embargo, este acercamiento fue la causa de que se perdiera todo temor y respeto hacia la divinidad, porque, si los dioses eran casi humanos, ¿no sería posible que los hombres fueran casi divinos? Precisamente para los griegos, cuando alguien tenía demasiadas cosas o era demasiado feliz caía en un estado continuo de euforia que le llevaba al aburrimiento. Este estado, al que denominaban kovroV, producía en el hombre el deseo de arriesgarse cada vez más para experimentar cosas nuevas, la sensación de ser todopoderoso y capaz de superar, incluso, a los mismos dioses. Estos pensamientos y las acciones que de ellos se derivaban, constituían una grave falta denominada u{[briV (algo así como “soberbia”). El castigo divino o Némesis (diosa de la venganza) precipitaba al hombre hacia la ruina (en griego a[th) a través de sus propias acciones. Si el castigo no llegaba al culpable durante su vida, se creía que sus descendientes heredarían la culpa y pagarían con su propia ruina. Por consiguiente, los dioses, aun tomando definitiva y exclusivamente forma humana se separarán cada vez más de la humanidad. La religión (oficial) se convertirá en materia literaria, artística o erudita, alimentada por las historias míticas.

3ª) Es una religión racional: “La concepción religiosa del mundo y de la vida en Grecia es un esfuerzo nunca superado por aunar la irracionalidad del sentimiento con la racionalidad del pensamiento”, es decir, el hombre griego ha intentado, en la medida de lo posible, mantener un equilibrio entre esos dos aspectos, aparentemente irreconciliables, que son la religión, dominada por la irracionalidad, y el pensamiento lógico, regido por la razón.

4ª) Carece de una clase sacerdotal: En efecto, los griegos nunca exigieron que los preceptos y normas morales de su religión se transformaran en leyes sagradas que obligatoriamente hubiera que cumplir, tal y como siglos más tarde haría el cristianismo. Precisamente, esta circunstancia favoreció la libertad de pensamiento, la universalidad de la cultura y la escritura, y, en definitiva, el nacimiento de la Filosofía y de todas las Ciencias. [( escribas y clase sacerdotal de Egipto que monopolizaban el acceso a la escritura y, por ende, a la cultura].

5ª) Es una religión que manifiesta públicamente sus rituales: Consecuencia de lo anterior es que su religión, “al no estar recluida en templos, era vivida, como la mayor parte de sus actividades, en las plazas y calles, haciendo de la ciudad, hJ povliV el lugar idóneo para la manifestación de sus creencias, y del mundo, oJ kosvmoV el objeto de su constante sentimiento religioso”.

6ª) Percibe la espiritualidad de los seres divinos en la Naturaleza: De este modo convirtieron el mundo natural en morada de innumerables seres sobrenaturales, daivmoneV “seres divinos mágicos” ( > “demonios”): ninfas de los árboles (dríades o Hamadríades) y manantiales (náyades), sátiros o faunos (en Roma) (seres mitad hombre, mitad cabra), silenos (sátiros que han llegado a la vejez) y otros seres salvajes que evocaban la extraordinaria fertilidad de la Naturaleza ( Pavnta plhvrh qew:n “Todo está lleno de dioses”.

7ª) Es una religión politeísta (de poluv = mucho + qeovV = dios): Además de Zeus y su familia, cada ciudad podía tener sus propios dioses locales e incluso cada individuo podía pertenecer a cuantas religiones deseara, pues unas no prohibían el culto a otras. Esta buena disposición en el ámbito religioso favoreció que entrasen en Grecia religiones extranjeras, como la egipcia, con los dioses Isis, Osiris y Anubis, u otras de procedencia asiática, como el culto a Cibeles y Atis.

No obstante, el carácter politeísta de la religión griega es más bien aparente, porque en el fondo de ese mosaico de divinidades que conforma la Mitología Griega Clásica subyace la creencia en un solo Dios. Es más, incluso esta idea ni siquiera era original de los griegos, sino que había existido durante miles de años entre los antiguos egipcios, que hablaban de un inefable Dios único que no podía representarse en piedra. Para muchos investigadores estos “dioses diferentes” representaban, en realidad, aspectos distintos de la Naturaleza. La antigua palabra egipcia que traducimos por “dios” es neter, (probablemente el término latino natura “naturaleza” parece derivar de esa palabra egipcia. Como dicen Timothy Freke y Peter Gandy en su extraordinaria obra (“Los misterios de Jesús, el origen oculto de la religión cristiana”, Edi. Grijalbo) “los numerosos ´neters´ de los egipcios representaban las múltiples naturalezas del Ser Único que todo lo abarca: los dioses serían aspectos o caras diferentes del Dios Único y Supremo”. Los griegos, al organizar su religión oficial en torno a un Panteón o Asamblea de doces dioses principales harían después exactamente lo mismo.

Realmente, si se examina con atención, vemos que la línea entre el monoteísmo, (del que presumen los cristianos), y el politeísmo pagano no es tan claro y evidente. En efecto, es de sobra conocido que la legión de santos y santas del cristianismo son una equivalencia o sustitución de los numerosos dioses y diosas de los paganos. Lo mismo cabe decir de los ángeles, a quienes los primitivos cristianos llamaban “dioses”, por imitación de los dioses de los paganos. Por otro lado, “tenemos también la doctrina cristiana de la Santísima Trinidad, que es claramente “politeísta”. La idea de que Dios puede manifestarse en “tres personas” es idéntica al concepto pagano de las numerosas naturalezas o rostros del Único Dios Supremo e inefable”.

“El concepto de una trinidad divina” (otra vez a vueltas con la magia de los números) “no se encuentra en el judaísmo, sino que está prefigurada en el paganismo. Aristóteles escribe sobre la doctrina pitagórica, según la cual «la totalidad y cuanto hay en ella está comprendido en el número tres, porque el final, la mitad y el principio tienen el número de la totalidad, esto es, la trinidad».

3.- Festividades religiosas. El culto religioso.

La religión griega se vivía en familia; el padre era el sacerdote encargado de realizar los distintos ritos de culto: libaciones [ritual religioso consistente en verter sobre el suelo o sobre un altar parte del líquido contenido en una copa de vino como ofrenda a algún dios], oraciones y sacrificios. Cuando moría el padre, éste pasaba a formar parte del grupo de los dioses familiares. La ciudad en sí era como una Iglesia para una religión de legosLos dioses eran honrados en grandes festivales, que se subvencionaban públicamente. En estos tenían lugar procesiones como:

· Las Panateneas de Atenas, en las que, aparte de los habituales juegos gimnásticos y competiciones poéticas y musicales, se celebraba una solemne procesión, con la participación de toda la ciudad, y en la que los jóvenes llevaban hacia el altar animales para el sacrificio y el manto, llamado peplo, que jóvenes muchachas escogidas tejían cada año para la diosa.

· Las Tesmoforias de Atenas: se celebraban en honor de Deméter y su hija Perséfone durante los días 11, 12 y 13 de Octubre. Eran fiestas de fecundidad y sólo podían participar en ellas las mujeres casadas, estando absolutamente prohibida la presencia de los hombres.

· En honor de Dioniso, dios del vino, se celebraban, también en Atenas, tres grandes fiestas: las Dionisias agrarias, las Leneas y las Grandes Dionisias, de importancia trascendental para el origen del teatro (cf. más adelante).

· Los Juegos Olímpicos de la Antigüedad: juegos atléticos panhelénicos organizados para todos los pueblos griegos en honor de Zeus cada cuatro años en Olimpia [>Olimpiadas]. Las guerras que hubiera declaradas entre los pueblos griegos se paralizaban durante las jornadas olímpicas.

Abundaban los lugares de culto. Oraban de pie y con las manos tendidas hacia el cielo (igual que los sacerdotes católicos), cuando se dirigían a los dioses celestes, o inclinados hacia el suelo, cuando sus súplicas iban dirigidas a los dioses infernales. Las plegarias solían ir acompañadas de sacrificios u ofrendas.

Había dos tipos de sacrificios:

-Incruentos (sin derramamiento de sangre; del latín cruor «sangre»), que consistían en ofrecer a los dioses productos del campo: leche, miel, vino, etc.

-Cruentos (con derramamiento de sangre), en los que se inmolaban animales como cabras, ovejas, gallinas. Para algunos dioses se elegían animales muy concretos: a Deméter se le sacrificaban cerdas; a Poseidón, toros; palomas a Afrodita; ciervas a Artemisa ...

La adivinación en la Antigüedad formaba parte de las manifestaciones religiosas más importantes. Los griegos creían que los pensamientos y decisiones divinas se manifestaban a los hombres por medio de presagios. Las entrañas de las víctimas del sacrificio o las palabras de una sacerdotisa inspirada eran los medios más comunes para ello. Entre éstos destacó en la Antigüedad la voz de la Pitia, la sacerdotisa del oráculo de Delfos, que sentada en un trípode sobre una abertura en la roca que los griegos consideraban el ombligo del mundo, profetizaba sumida en un éxtasis. Las palabras pronunciadas en contestación al solicitante eran puestas en verso por un colegio de sacerdotes que procuraban cierta ambigüedad a la respuesta. Al santuario, regido por el más aristócrata de los dioses, Apolo, acudían gentes de toda condición y procedencia. Su doctrina quedaba plasmada en breves y concisas sentencias que sus devotos pintaban en el santuario: mhde;n ajga:n “nada en demasía”, o gnw:qi seauto;n, “conócete a ti mismo” [cf. El oráculo de Delfos en la pg. 41].

La Pitia de Delfos. John Collier (1850-1934)

NOTA: Por otra parte, cuando la religión pagana de griegos y romanos cayó en el olvido y fue sustituida por la religión católica, era tan fuerte la influencia de todo este mundo mágico de dioses y diosas, que nunca pudo ser erradicado del todo, pues la legión de este panteón olímpico tan solo fue sustituida por nombres de santos y vírgenes, pero bajo un credo diferente (Virgen de la Vega, Virgen de la Rosa, Virgen del Carmen, etc.)

2.- Religión Olímpica:

Dos augures romanos intercambiando pareceres. Sacerdote griego dirigiendo una plegaria a los dioses.

� Etimológicamente se dice que proviene del sonido mu<, el primero que pronuncia un bebé. De ahí vendría la expresión castellana “no decir ni mú”.

� Sátiro significa en español “hombre lascivo, procaz, desvergonzado”.

� Existe una vieja inscripción egipcia en la que puede leerse lo siguiente: “Dios es Uno solo, / y ningún otro existe con Él. / Dios es el Único que ha hecho todas las cosas. / Dios es desde el principio, / y Él ha sido desde el principio. / Él existía cuando no existía nada más, / lo que existe / Él lo creó después de empezar Él a ser. / Él es el padre de los principios”. Sin duda, el contenido de este texto revela el gran parecido que existe entre el ´verdadero´ concepto de Dios (único) de los paganos y el de los cristianos.

� Obsérvese aquí el curioso paralelismo que se da entre el tradicional número de 12 dioses del Olimpo y los 12 Apóstoles de Jesucristo (o los doce signos zodiacales o los 6 + 6 buitres que ven Rómulo y Remo).

� La palabra pagano era inicialmente el habitante de un pagus –i (aldea), es decir, “aldeano”, significado que todavía conserva el catalán pagés; pero también era el “paisano” en oposición a “militar”. Paganos eran, por tanto, los no cristianos para estos, bien porque el evangelio penetraba difícilmente en los pagos, bien porque los cristianos se consideraban milites Christhi “soldados de Cristo”. “Pagano” en romance es sinónimo de “no cristiano”.

� Cientos de años antes, en un antiguo texto egipcio, Dios proclama: «Siendo Uno me convertí en Tres». Y hay otro que dice: «Tres son todos los dioses, Amón, Ra, Ptah; no hay ninguno como ellos. Oculto en su nombre de Amón, es Ra, su cuerpo es Ptah. Se manifiesta en Amón, con Ra y Ptah, los tres unidos».

� Viene del griego laikovV “popular”, es decir, que no tiene órdenes religiosas, que no está ordenado –que no es sacerdote–; falto de letras, que no sabe.

� Estas subvenciones se llamaban ´liturgias´, es decir, “servicio público” < lhvi&ton, “casa del pueblo” < lhovV o laovV “pueblo” + e[rgon “obra”. En la antigua Grecia eran una prestación pública que exigía el Estado de los ciudadanos más ricos. Actualmente las liturgias son el conjunto de prescripciones para el culto público que tributa la Iglesia a Dios y a sus santos.

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