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UNIDAD DIDÁCTICA VII La Filosofía de Tomás de Aquino IES “Luis de Camoens” – Ceuta Prof. Manuel Calleja Salado

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UNIDAD DIDÁCTICA VII

La Filosofía de Tomás de Aquino

IES “Luis de Camoens” – Ceuta Prof. Manuel Calleja Salado

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La Filosofía de Tomás de Aquino – Prof. Manuel Calleja Salado I.E.S. Luis de Camoens (Ceuta)

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0. Contexto histórico y cultural de Tomás de Aquino

0.1. La Baja Edad Media y el nacimiento de las universidades

El final de la Edad Media, conocido como la “Baja Edad Media” se caracterizó

por una vuelta a la vida urbana, al comercio y a formas política más centralizadas y

menos feudales. Evidentemente el mundo del conocimiento se vio afectado por estas

transformaciones. Durante la “Alta Edad Media” los restos de la cultura clásica fueron

conservados en los monasterios, gracias a los cuales se transmitieron buena parte de los

textos de la Antigüedad.

La vuelta a la vida urbana fue determinante. Las ciudades eran autónomas, esto

es, se gobernaban a sí mismas y de daban sus propias leyes, apoyando a los reyes y

recibiendo la defensa de estos. Las ciudades eran islas de libertad frente a las relaciones

feudales que se daban en todos los territorios. La Filosofía y el conocimiento en general

necesitan de libertad, por lo que fue en ellas donde se establecieron las personas más

instruidas para enseñar su conocimiento.

A determinadas ciudades europeas confluyeron maestros de toda Europa

enseñando en escuelas que ellos mismos abrían. Con el paso del tiempo el conjunto de

profesores y alumnos se organizaron e institucionalizaron en las llamadas “universidad”

(universitas magistrorum et pupilorum: totalidad de maestros y alumnos). Estas

organizaciones fueron reconocidas como autónomas, al igual que las ciudades, tanto por

las autoridades políticas como por las eclesiásticas; de este modo la Universidad de

Bolonia fue reconocida por el emperador alemán Federico I en el año 1158 y la

Universidad de París por el rey francés Felipe II, en el año 1200. Posteriormente ambas

fueron reconocidas por el Papa. A partir de entonces comenzaron a proliferar las

universidades por toda Europa: en España la primera universidad fue la extinta

Universidad de Palencia (1204).

El principal privilegio que le fue otorgado a las unidades era el monopolio para

conceder la “venia docendi”, el permiso para enseñar, que tenía varios grados. Sólo las

universidades podían dar permiso a una persona a enseñar determinadas materias y las

autoridades civiles y eclesiásticas sólo aceptaban para el desempeño de determinadas

funciones a las personas que tenían la “venia docendi”.

El gobierno de estas universidades difería sustancialmente de las universidades

actuales. Había dos modelos, según primasen los profesores o los alumnos. La

Universidad de París era un ejemplo de universidad dirigida únicamente por los

profesores, mientras que la Universidad de Bolonia era dirigida principalmente por los

alumnos.

La enseñanza en estas universidades medievales se dirigía bajo un principio

pedagógico que actualmente casi ha desaparecido en nuestro país: la separación entre la

persona que enseña y la persona que examina, es decir, el profesor que impartía las

clases no decidía si el alumno tenía o no los conocimientos adecuados. En las

universidades medievales había cuatro facultades: la Facultad de Artes, la Facultad de

Derecho, la Facultad de Medicina y la Facultad de Teología, aunque no todas las

universidades poseían las cuatro facultades. Junto a las universidades surgieron una

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serie de escuelas menores para enseñar gramática latina a los estudiantes que aspiraban

a estudiar a la universidad. La primera de las facultades era propedéutica, es decir,

preparatoria para las otras tres facultades.

Para ejemplificar los estudios universitarios medievales tomaremos como guía el

modelo parisino, que fue seguido por muchas universidades. En la Facultad de Artes se

estudiaba lógica, física, matemáticas, música o metafísica. Al finalizar su preparación

en la Facultad de Artes los estudiantes debían presentarse al primer examen, todos los

exámenes eran orales, sobre un temario preestablecido. Superado el examen los

estudiantes recibían el título de maestro en artes (magister artium) y se debían dedicar a

dar clases en la Facultad de Artes durante dos o tres años. Luego ingresaban en una de

las facultades superiores, por ejemplo en la de Teología, donde tenían que superar

varios ciclos de formación, llamados “bachilleratos” hasta poder presentarse al examen

para obtener la “licentia” (la licenciatura). El último paso era la obtención del grado de

doctor que se realizaba por medio de la defensa de una tesis doctoral.

0.2. El método escolástico

El término “escolástico” procede de la palabra latina “schola”, que significa

“escuela”. Lo “escolástico” será, en el sentido estricto de la palabra, lo relativo a la

escuela. Las escuelas medievales desarrollaron un método de investigación al que se le

ha dado el nombre de “método escolástico”. Este método ha creado todo una forma de

pensamiento que ha recibido la correspondiente denominación de Filosofía Escolástica.

Facultad de Artes

Facultad de Teología

Bachiller

Licenciado

Doctor

Facultad de Medicina

Bachiller

Licenciado

Doctor

Maestro en Artes

Facultad de Derecho

Bachiller

Licenciado

Doctor

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La enseñanza y los exámenes eran siempre orales. Existían clases magistrales,

pero los debates y la solución de cuestiones eran elementos pedagógicos de la misma

importancia que las clases. Las obras del método escolástico eran la trascripción de este

método. El profesor planteaba una cuestión, problema o dificultad a los alumnos.

Después el maestro señalaba la opinión de las autoridades sobre ese tema (filósofos

célebres o la Biblia) y formulaba una conclusión. Contrastaba esa conclusión con la de

los autores que habían mantenido posturas contrarias y las rebatía una a una, para así

mantener su conclusión.

0.3. La vida y las obras de Tomás de Aquino

Tomás de Aquino nació en la desaparecida ciudad italiana de Aquino el año

1224, miembro de una familia de la nobleza. Era uno de los hijos menores entre muchos

hermanos, por lo que fue destinado por sus padres a ingresar en el monasterio

benedictino de Montecassino, donde su tío era el abad, con la esperanza de que le

sucediera en el puesto.

Poco antes de su nacimiento, en 1216, el español Domingo de Guzmán había

fundado una nueva orden religiosa dedicada a la predicación, la enseñanza y a la vida en

pobreza, la Orden de Predicadores, conocida como “dominicos”. En la juventud de

Tomás los dominicos ya se habían establecidos como profesores en numerosas

universidades y también habían fundado universidades propias.

Tomás de Aquino se escapa del monasterio de Montecassino e ingreso en la

Orden de Predicadores. Allí es raptado por su familia y encerrado. Como no cejaba en

su empeño de incorporarse a la nueva orden, su familia acabó por liberarle. Es enviado a

París y a Colonia a estudiar bajo la dirección de Alberto Magno, el primer pensador

cristiano que incorpora sustancialmente la filosofía de Aristóteles.

Finalizados sus estudios se incorpora a la nómina de profesores de la

Universidad de París. Es llamado por el Para Urbano IV para ser teólogo de la curia

papal. Luego marcha a Nápoles para enseñar en su universidad. Muere en el año 1275

cuando se dirigía para ser teólogo del Concilio de Lyon.

Tomás murió relativamente joven, pero escribió numerosas obras, que en la

edición oficial, la editio leonina, son más de ciento veinte volúmenes. Es el gran

maestro de la teología católica, pero su pensamiento se fundamenta en la adaptación del

pensamiento aristotélico a la revelación cristiana. Aparte de numerosos comentarios a

las diversas obras de Aristóteles, sus dos obras principales son la Summa Theologica y

la Summa contra Gentiles.

− La Summa Theologica, en su intención inicial, es un manual para la enseñanza

de la teología, aunque comienza con una parte dedicada a la Metafísica, así

como al fundamento filosófico del desarrollo teológico en otras partes de esta

obra.

− La Summa contra Gentiles era un tratado para convencer a los no cristianos de la

veracidad de la fe cristiana sobre las otras creencias. Para ello utiliza argumentos

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basado sólo en la razón, intentado demostrar que la religión cristiana es la más

racional de las existentes.

0.4. La crisis del aristotelismo en la Universidad de París

El Corpus aristotelicum fue, con la salvedad de las obras lógicas, absolutamente

desconocidos en Europa hasta el siglo XIII. Las obras de Aristóteles se recuperaron por

dos vías: las traducciones al árabe que llegaron a través de España y los manuscritos

llevados a Europa Occidental por emigrados bizantinos.

Los traductores de la escuela de Toledo tradujeron los comentarios árabes a

Aristóteles al latín y en otras ocasiones no disponían de una traducción árabe (y muchas

éstas procedían a su vez del siriaco), sino de una traducción intermedia al castellano

antiguo. Desconocían qué era propio de Aristóteles y qué era el comentario de los

tratadistas al pensamiento del Estagirita. Esas traducciones indirectas al latín fueron la

base para el descubrimiento occidental de Aristóteles. De esta forma no se sabía

distinguir lo que era obra de Aristóteles, lo que era fruto de alteraciones textuales por las

traducciones o lo que era añadido o comentario de los tratadistas árabes. Este problema

sólo pudo resolverse con la aparición de los manuscritos griegos. El dominico

Guillermo de Moerbeke fue el principal traductor de Aristóteles al latín a partir de

textos griegos.

En Aristóteles se encuentra un conjunto de afirmaciones que están en opuesta

contradicción con la fe cristiana en especial y con cualquiera de las creencias

monoteístas mediterráneas en general. El averroísmo latino es un movimiento surgido

en la Universidad de París (más en la mente de los teólogos conservadores que en la

realidad) que malinterpretaba el pensamiento de Averroes hasta el extremo de sostener

que hay dos conocimientos igualmente válidos e independientes, el conocimiento

religioso y el conocimiento racional; si religiosamente algo fuera verdadero y

Textos Griegos de Aristóteles

Siriaco Árabe Ladino

Latín

Hay que hacer notar que las transmisiones del texto, incluso dentro de la misma lengua, se realizaban por medio de las copias de manuscritos, lo cual conlleva errores casi inevitables.

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racionalmente falso, no habría problema en afirmar y negar lo contrario

simultáneamente (contradicción), pues las dos formas de conocimiento son válidas.

Algunas de las más importantes contradicciones de la filosofía aristotélica con la

fe cristiana, condenadas en el Concilio Provincial de París de 1210 fueron las

siguientes:

− El mundo es eterno.

− El alma, que es la forma del hombre en tanto que hombre, perece al mismo

tiempo que el cuerpo.

− Dios no conoce a los individuos singulares.

− Dios no conoce nada más que a sí mismo.

− Las acciones humanas no están gobernadas por la providencia divina.

− Dios no puede conferir la inmortalidad o la incorruptibilidad a una realidad

mortal y corruptible.

Se sucedieron las condenas, que cayeron en la más absoluta de las ignorancias e

inaplicaciones, aunque llegados a un punto realmente no se referían a Aristóteles, sino a

sus comentaristas y a los averroístas latinos.

1. Teoría del Conocimiento en Tomás de Aquino. Articulación entre Fe y Razón

Tomás de Aquino marca algunas diferencias con Aristóteles en lo referente a la

teoría del conocimiento, pero no son significativas para nuestros objetivos:

individuación por cantidad y unidad de intelectos. Lo que sí es pertinente para nosotros

es la articulación entre la fe y la razón que realiza este pensador italiano.

La polémica sobre el aristotelismo en la Universidad de París había planteado

una cuestión fundamental: la relación entre el conocimiento de origen racional y el

conocimiento que se origina en la fe. Hasta Tomás de Aquino los diversos autores

habían tomado alguna de estas posturas:

1. La supremacía de la fe sobre la razón.

2. La supremacía de la razón sobre la fe.

3. La separación de la fe y la razón en dos ámbitos absolutamente diferentes de

conocimiento.

Tomás rechaza estas tres posturas por diversos motivos:

a) Rechaza la supremacía de la fe sobre la razón, no porque no considere que las

verdades de la fe no sean superiores a otros conocimientos (al fin y al cabo

Tomás de Aquino es un cristiano creyente), sino porque reconoce la existencia

de asuntos sobre los cuales la fe no se pronuncia y rechaza que algo que se

demuestre racionalmente verdadero tenga que ser falso según la fe, pues la razón

también ha sido creada por Dios.

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Ámbito de la Razón

Ámbito de la Fe

Ám

bito

com

ún

Esquema fe y razón en Tomás

b) Tomás tampoco puede aceptar la supremacía de la razón sobre la fe, porque la

primera no está capacitada para alcanzar por sí sola determinados

conocimientos, que sí proporciona la fe. Como pensador religioso considera que

Dios es el ente supremo de toda la realidad y lo que provenga de él también goza

de la misma jerarquía.

c) La razón y la fe sí tienen ámbitos diferentes de conocimiento y es justo

reconocer que cada una de ellas en su ámbito debe operar independiente, pero

esta desaparición no es ni puede ser absoluta, pues razón y fe comparten una

parte de su ámbito, que es en donde surgen los posibles conflictos.

El conocimiento religioso y el conocimiento racional tienen cada cual su propio

ámbito, independiente el uno del otro. Esta distinción e independencia no es absoluta,

pies comparten una serie de conocimiento, tales como el origen de la realidad y la

jerarquía de los seres dentro de la realidad. Tomás de Aquino considera que sólo hay

una verdad, esto es, que la verdad es unívoca, por lo que si algo es racionalmente

verdadero tiene que serlo también desde la perspectiva de la fe, siendo las

contradicciones entre fe y razón aparentes, no reales. Todo conflicto se debe a uno de

los siguientes factores:

− Hay conflicto porque hay un mal entendimiento de los contenidos de la fe, que

producen una mala comprensión de la fe, y en consecuencia una aparente

contradicción con el conocimiento racional.

− Hay conflicto cuando el conocimiento racional no ha sido bien elaborado, y

aunque cree que ha llegado a una conclusión que considera verdadera, pero que

sólo es verdadera en apariencia.

El estudio de ámbito común de

la realidad a la fe y a la razón puede

hacerse racionalmente y desde el

conocimiento racional se pueden

probar las verdades de la fe. Al

tratamiento racional de aspectos tales

como la estructura de la realidad, el

origen de la realidad o los atributos de

la divinidad son llamados “preámbulos

de la fe” (praeambula fidei).

Los preámbulos de la fe no son

el punto final del intercambio entre la

fe y la razón. La razón puede iluminar

determinados aspectos de la fe,

proporcionando estructuras racionales

de explicación una vez aceptados los

presupuestos de la fe.

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2. Teoría Ontológica de Tomás de Aquino 2.1. Necesidad y contingencia

La metafísica o filosofía primera de Tomás de Aquino es deudora en sus facetas

más importantes de la de Aristóteles, aunque añade algunas precisiones procedentes del

Cristianismo y del pensamiento platónico recibido a través de los filósofos árabes y

judíos.

Como pensador cristiano que es Tomás no acepta la visión mecanicista de Dios

que mantuvo Aristóteles. Para el Cristianismo Dios es la primera instancia de la

realidad, el origen de toda ella por lo que esta religión se encontró siempre más cercana

del mundo de las ideas de Platón.

El ser no es la realidad en su plenitud, pues incluye unas potencias, que no se da

en la realidad, y puede que no se den nunca. Lo primario en la realidad es la existencia.

Una cosa puede tener una esencia y puede desarrollarse conforme a su esencia, pero

nunca llegará a ser plenamente totalidad de su ser puesto que todas las cosas de la

realidad son limitadas y en todo caso llegarán a perecer.

Para Tomás de Aquino la existencia es la plenitud. La finitud consiste en que la

esencia, lo que se es, no coincide con la existencia, es decir, se puede ser más de lo que

se es. El único ente en el que esencia y existencia coinciden es Dios. Dios es ese ser que

existe y subsiste por sí mismo, sin necesidad de ningún otro ser (ipsum esse per se

subsistens). El ser, que aúna esencia y existencia, es necesario, esto es, que tiene que ser

como es, no puede ser de otro modo ni no ser; los entes contingentes son seres no

necesarios, esto es, seres posibles.

Dada la coincidencia entre esencia y existencia en Dios es éste quien garantiza la

existencia de todos los seres finitos, pues la contingencia no puede darse por sí misma,

necesita de una existencia plena.

No toda contingencia es igual. Tomás describe varios tipos de contingencia,

porque hay contingencias más incompletas y otras que lo son menos:

− Ente mantenido por otro (ens ab alio): es el ente que para ser necesita que otros

ente lo mantenga siempre en su ser.

− Ente causa por otro (ens per aliud): es el ente causado por otro ente, pero una

vez causado no necesita de su causa para seguir siendo.

− Ente en otro (ens in alio): es el ente que existe en el seno de otro ente.

− Ente para otro (ens ad alio): es el ente que es para otro, esto es, su existencia

está dirigida y puesta en función de otro ente.

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2.2. La eternidad del mundo

Una de las cuestiones fundamentales por la que la Filosofía de Aristóteles, como

hemos indicado, fue rechaza en un primer momento por la Universidad de París era por

la afirmación de que la realidad era eterna, especialmente la materia prima. La doctrina

de la eternidad del mundo entraba en abierto conflicto con la doctrina cristiana (islámica

y judía) de la creación divina del mundo.

Tomás, en su obra De aeternitate mundi (Sobre la eternidad del mundo) intenta

salvar las dos ideas: la eternidad aristotélica y la idea de creación. El argumento que

utiliza es abstracto, me merece la pena mostrarlo. Dice nuestro pensador: el mundo

puede ser eterno y a la vez creados por Dios, porque el mundo es una realidad

contingente y depende la voluntad y acción de Dios para seguir existiendo, de manera

que la creación no se daría de una vez para siempre, sino que se estaría dando

continuamente (ésta es la doctrina de la creación continua).

2.3. Analogía del ser

¿Es Dios un ser como nosotros? Cuando decimos que Dios es y que el ser

humano es, ¿Dios y el ser humano tienen algo en común? A estas preguntas se le puede

dar dos respuestas en términos generales, una afirmativa y otra negativa.

− La respuesta afirmativa consiste en decir que Dios y el ser humano comparten

un mismo ser, variando únicamente en grado. Por ejemplo, Dios sería superior

porque tiene más ser que el ser humano, o porque realiza plenamente su esencia.

− La respuesta negativa, como su nombre indica, niega cualquier continuidad entre

Dios y el ser humano. Dios es tan absolutamente diferente y otro del ser humano

que cualquier intento de conocimiento de Dios es necesariamente un fracaso,

porque ni el ser humano ni el lenguaje humano puede llegar ni atisbar

mínimamente a Dios. Esta postura es conocida como “teología negativa”.

Como es su práctica habitual, Tomás de Aquino tiende a una postura moderada

entre los extremos. En este caso la solución, como la referente a la eternidad del mundo

es también compleja. Para él en nuestro conocimiento sobre Dios hay tres momentos

simultáneos: la afirmación, la negación y la eminencia.

1. La afirmación consiste en atribuir a Dios los atributos positivos que conocemos

naturalmente. Por ejemplo conocemos la justicia y a las personas justas, por ello

decimos que Dios es justo.

2. La negación consiste en reconocer que cualquier atributo que le otorguemos a

Dios es necesariamente insuficiente. Siguiendo el ejemplo anterior, Dios es

justo, pero lo que nosotros entendemos por justo no es ni de lejos aquello que es

Dios.

3. Una vez afirmado un atributo y reconocida su insuficiencia, es el momento de la

eminencia. En la vía de eminencia elevamos al grado más alto que seamos

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capaz de imaginar el atributo que le hemos otorgado a Dios, siendo conscientes

de que siempre será insuficiente. Por ejemplo, Dios no sería justo, sino justísimo

o todavía más.

En todo caso Tomás indica que los diferentes atributos que distinguimos en Dios

no son más que una operación mental que nosotros realizamos, porque en Dios no cabe

hacer distinciones de posesión y carencia, ya que existencia y esencia en Dios es lo

mismo.

2.4. Vías para la demostración de la existencia de Dios

2.4.1. El argumento de la existencia de Dios de Anselmo de Canterbury

Anselmo de Canterbury, monje inglés, en su obra Proslogion, propone una

prueba de la existencia de Dios, con la que arrancó toda una tradición en el mundo

occidental de estas pruebas. La necesidad de probar la existencia de Dios proviene del

convencimiento de que Dios interviene directamente en la naturaleza, pues éste

proviene de él. De esta manera la existencia de Dios es accesible racionalmente, sin

tener que recurrir al convencimiento por medio de la fe, que depende de una opción

libre de la persona en su conciencia.

El argumento de Anselmo de Canterbury, es conocido como “argumento onto-

lógico”, nombre que le dio Immanuel Kant en la Crítica de la Razón Pura.

Sintéticamente este argumento, adaptado para su mejor comprensión, dice lo siguiente:

Dios es lo mayor que se puede pensar. Si Dios es lo mayor que se puede pensar

debe tener todos los atributos posibles, incluso el de la existencia real

(extramental), porque si no existiera extramentalmente, no sería lo mayor que se

puede pensar. En consecuencia, si Dios es lo mayor que se puede pensar, tiene

que existir realmente.

Kant criticaría dice que este argumento que, en su formulación lógica es

impecable, no es verdadera aunque sea válido, porque confunde el orden lógico con el

ontológico, es decir, todo lo argumento que sea correcto en el pensamiento, no tiene que

ser verdadero en la realidad.

2.4.2. Las cinco vías para demostrar la existencia de Dios

La Summa Theologica comienza con una demostración de la existencia de Dios,

a través de cinco argumentos diferentes, pero que tienen una estructura similar. Aunque

sólo una de las vías alude a la causalidad, la noción de causa adecuada subsiste a todas

las vías. Tomás entiende que un efecto necesita de una causa adecuada. Junto a la causa

adecuada, Tomás como Aristóteles, quiere huir del absurdo del “regreso al infinito”.

1. Todo lo que se mueve es movido por algo, por un motor, de manera que si

queremos evitar el regreso al infinito hemos de aceptar la existencia de un motor

que mueve sin ser movido, un motor inmóvil. A ese motor inmóvil lo llamamos

Dios.

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2. Todo cambio se debe a alguna causa y así sucesivamente. Si no deseamos caer

en el regreso al infinito hemos de mantener la existencia de una causa que a su

vez no sea causa, una causa incausada. A esa causa incausada la llamamos Dios.

3. Hay entes que son posibles, pero para que hay entes posibles, que necesitan otro

ente para pasar de la posibilidad a la existencia, se necesita de un ente que no sea

posible, sino necesario. A ese ente necesario lo llamamos Dios.

4. Vemos que hay entes que son mejores que otros y para comparar unos entes con

otros necesitamos un tema de comparación. Hay un ente que reúna en su grado

supremo todos los atributos del ser. A ese ser, lo llamaos Dios.

5. Comprobamos que en la naturaleza todos los entes cumplen con un fin como si

estuvieran dotados de entendimiento y voluntad, pero realmente no lo están. Hay

algo a lo que tienden todos los entes y los dirige. A eso lo llamamos Dios.

Kant también sometió a examen estas vías de Tomás de Aquino. Le hace dos

objeciones principales:

− La causalidad es una categoría de nuestro conocimiento, pero ello no quiere

decir que la realidad exterior al ser humano sea así, es decir, que nosotros

organizamos la realidad mediante relaciones causas y efectos, pero no tenemos

ninguna seguridad que nuestra organización de la realidad se corresponde

efectivamente con la realidad.

− Lo anterior es así porque los seres humanos estamos limitados espacio-

temporalmente, no podemos convenir una realidad sin tiempo ni espacio, por lo

que una causa primera, fuera del tiempo y del espacio, se escapa a la capacidad

del conocimiento humano. En pocas palabras, no se puede justificar lo infinito

desde una posición inevitablemente finita.

2.5. Hilemorfismo y ser humano

Al igual que en la teoría del conocimiento, en la antropología Tomás sigue la

postura de Aristóteles aunque con matices que no tienen sentido para nuestro curso.

Pero en la antropología sí hay uno que debemos destacar.

Aristóteles sostiene que ninguno de los componentes de la unidad hilemórfica, la

materia y la forma, puede subsistir tras la ruptura de la unidad. Esto supone admitir la

mortalidad del alma, que es la forma del ser humano. La mortalidad del alma (y la

destrucción definitiva del cuerpo) va en contra del núcleo esencial de las creencias

cristianas, por lo que Tomás de Aquino no acepta esta posición aristotélica.

Mantiene este pensador italiano que en los animales no se da la capacidad

autorreflexiva, esto es, los animales no pueden pensar sobre sí mismos. El ser humano sí

puede autorreflexionar, lo que muestra que el alma humana es espiritual, por lo que en

ella no hay materia y por tanto tampoco hay la corrupción.

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3. Teoría Ética de Tomás de Aquino

Tomás recibe la teoría ética es concomitante a la de Aristóteles, especialmente

en la adopción del método de la medianía. Los seres humanos elegimos en virtud de la

búsqueda del bien, de modo que cuando nos decidimos a hacer algo, lo hacemos porque

consideramos que es verdadero (sub specie boni).

El bien será verdadero bien siempre y cuando sea resultado del método de la

medianía. La garantía de una correcta elección moral no reside solamente en el método

de la medianía, sino que es el último bien, aquel que no es medio para ningún otro, el

que orienta nuestro juicio moral (sindéresis). El fin de la vida moral, al igual que en

Aristóteles, es la felicidad, aunque la entiende como beatitudo, o conformación con

Dios.

4. Teoría Política de Tomás de Aquino

La convivencia social y la vida política deben ocupar el bien común, es decir, los

intereses de la totalidad deben primar sobre los intereses individuales. Pero debe

entenderse que el bien común nunca puede ir en contra de los derechos naturales de los

seres humanos. Tomás de Aquino utiliza la misma clasificación de las formas de

gobierno que Aristóteles. Considera que todas las formas son válidas, pero manifiesta

una tendencia mayor a favor de la monarquía.

Tomás de Aquino distingue entre cuatro tipos de leyes: la ley divina eterna, la

ley natural, la ley divina positiva y la ley positiva.

a) La ley divina eterna es el conjunto de normas que rigen el funcionamiento de la

naturaleza. No es exactamente una norma de comportamiento de los seres

humanos, pero sí determina al ser humano de una forma inalterable.

b) La ley natural es un conjunto de principios y normas común a todos los seres

humanos, hayan aceptados o no determinadas creencias humanas. La ley natural

es cognoscible por la razón.

c) La ley divina positiva es el conjunto de normas procedentes de la revelación y

que es cognoscible por las personas que conocen la revelación. No cabe

conflicto entre la ley natural y la ley divina positiva, pues ambas han sido

creadas por Dios, aunque puedan pedir cosas diferentes en apariencia.

d) La ley positiva es el conjunto de normas elaboradas por los seres humanos por

medio de sus instituciones políticas. La ley positiva debe estar en concordancia

con la ley natural y la ley divina positiva, ya que, en el caso contrario, la norma

humana será inválida.

El Aquinate, en su obra De monarchia (Sobre la monarquía) llega a decir que si

las autoridades políticas no gobiernan conforme al bien común, los seres humanos

tienen el derecho de resistencia (ius resistentiae), siempre que se hayan agotados otras

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salidas, que el ejercicio de la tiranía sea constante y grave y que la rebelión no tenga

peores consecuencias que la misma tiranía

5. El pensamiento de Tomás de Aquino en la Historia de la Filosofía

A pesar de que Tomás de Aquino pareciera un pensador sospechoso a los ojos de

los sectores más conservadores de la Iglesia Católica de la Edad Media, en el siglo XIV

su pensamiento se estaba convirtiendo en el pensamiento oficial del Catolicismo. La

orden a la que perteneció, la Orden de Predicadores o dominicos, era una de las más

fuertes del Cristianismo occidental, llevó sus obras a todas las universidades de Europa.

Tomás ha determinado la filosofía y la teología católica hasta mediados del siglo XX.

Las obras de Tomás, como acabamos de decir, se convirtieron en los manuales

de referencia y fueron comentadas por los profesores universitarios. Estos comentarios

provocaron modificaciones del pensamiento de Tomás, pero fueron considerados como

de éste, ya que normalmente no se leían las obras directamente, sino a través de los

citados comentarios. La reelaboración, en apariencia mínima pero con gran

trascendencia, de su obra produjo el nacimiento de la “escuela tomista”. En el siglo XVI

la escuela tomista se dividió en dos por la síntesis entre tomismo y nominalismo

realizada por el español Francisco Suárez, miembro de la Compañía de Jesús, orden que

sucedió a los dominicos en la hegemonía cultural del Catolicismo.

En los años treinta del pasado siglo aparecieron autores que intentaron recuperar

del pensamiento de Tomás de Aquino independientemente de la interpretación que de él

había hecho la escuela tomista a lo largo de más de seis siglos. La intención no sólo era

histórica, redescubrir el pensamiento de Tomás, sino también intenta su puesta al día

conforme a la filosofía kantiana y a la heideggeriana. A este movimiento se le ha

denominado “neotomismo” y sus figuras más destacadas han sido Joseph Lortz y Karl

Rahner. La declaración Gravissimum Educationis, del Concilio Vaticano II, abrió las

puertas a la independencia del pensamiento católica del tomismo en cualquiera de sus

formas.