unidad 3. las cosmovisiones. la ciencia y sus métodos...... el tránsito desde el teocentrismo...

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1 Unidad 3. Las cosmovisiones. La ciencia y sus métodos 1. Breve historia de la ciencia La ciencia, tal como hoy la conocemos, no siempre ha sido así, sino que avanzado nivel científico alcanzado hoy, es fruto de un proceso histórico que podemos estructurar en tres grandes modelos o paradigmas. 1.1. La cosmovisión antigua Los primeros pensadores griegos supusieron que el cosmos estaba ordenado y obedecía a unas leyes y movimientos fijas y que, por tanto, podía ser explicado y conocido. Se plantearon dos grandes cuestiones: ¿Cuáles son los componentes fundamentales de la materia, de todo lo que existe? ¿Qué forma tiene el universo y qué lugar ocupan la Tierra en el Universo y el ser humano en él? Tales, Anaximandro y Anaxímenes fueron los primeros filósofos que se plantearon la primera pregunta. Se preocuparon por la naturaleza en su conjunto y por los procesos de cambio. Creían que todas las cosas podrían explicarse recurriendo a un principio único, al que llamaron arjé, el cual, mediante una serie de procesos, producía la diversidad de seres que observamos en la naturaleza. Éstos primeros filósofos-científicos, en general, consideraron que la Tierra era plana. Pero pronto la denominada escuela pitagórica logró establecer que la Tierra era esférica, llegando incluso a cuestionar el geocentrismo. Respeto a la segunda de las preguntas, cómo era el universo los movimientos celestes que más les impresionaban eran, por una parte, la rotación diurna del cielo, el sol y la luna; y, por otra parte, el lento desplazamiento de cinco puntos luminosos (planetas) por el orbe celeste que podía observarse en las noches claras. Además de estos movimientos, también llamaban su atención el ciclo día-noche y el ciclo anual de la Tierra. Aunque el interés por cómo era el Universo fue general en todos los filósofos, fue Aristóteles, filósofo griego que vivió en el siglo IV antes de Cristo el que desarrolló una teoría más completa y coherente. Su concepción de la ciencia y del universo perduró en Europa hasta la “revolución científica” de los siglos XVI y XVII.

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Unidad 3. Las cosmovisiones. La

ciencia y sus métodos

1. Breve historia de la ciencia

La ciencia, tal como hoy la conocemos, no siempre ha sido así, sino que avanzado nivel

científico alcanzado hoy, es fruto de un proceso histórico que podemos estructurar en tres

grandes modelos o paradigmas.

1.1. La cosmovisión antigua

Los primeros pensadores griegos supusieron que el cosmos estaba ordenado y obedecía a unas leyes y

movimientos fijas y que, por tanto, podía ser explicado y conocido.

Se plantearon dos grandes cuestiones:

¿Cuáles son los componentes fundamentales de la materia, de todo lo que existe?

¿Qué forma tiene el universo y qué lugar ocupan la Tierra en el Universo y el ser humano en

él?

Tales, Anaximandro y Anaxímenes fueron los primeros filósofos que se plantearon la primera pregunta.

Se preocuparon por la naturaleza en su conjunto y por los procesos de cambio. Creían que todas las

cosas podrían explicarse recurriendo a un principio único, al que llamaron arjé, el cual, mediante una

serie de procesos, producía la diversidad de seres que observamos en la naturaleza. Éstos primeros

filósofos-científicos, en general, consideraron que la Tierra era plana. Pero pronto la denominada

escuela pitagórica logró establecer que la Tierra era esférica, llegando incluso a cuestionar el

geocentrismo.

Respeto a la segunda de las preguntas, cómo era el universo los movimientos celestes que más les

impresionaban eran, por una parte, la rotación diurna del cielo, el sol y la luna; y, por otra parte, el lento

desplazamiento de cinco puntos luminosos (planetas) por el orbe celeste que podía observarse en las

noches claras. Además de estos movimientos, también llamaban su atención el ciclo día-noche y el ciclo

anual de la Tierra.

Aunque el interés por cómo era el Universo fue general en todos los filósofos, fue Aristóteles, filósofo

griego que vivió en el siglo IV antes de Cristo el que desarrolló una teoría más completa y

coherente. Su concepción de la ciencia y del universo perduró en Europa hasta la “revolución

científica” de los siglos XVI y XVII.

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Para Aristóteles el universo era finito, permanecía siempre estable y estaba lleno de materia,

dado que para este filósofo no existía el vacío. Este modelo se basa en los siguientes principios:

Se concibe el universo como un gran organismo vivo, en que cada ser que lo forma está

gobernado por una finalidad que lleva a cabo a lo largo de su existencia. Aristóteles

pone el ejemplo de un embrión: en él ya está en potencia el individuo adulto

Geocentrismo: el centro del universo lo ocupa la tierra en absoluto reposo.

Alrededor de la tierra giran la luna, el solo y las estrellas fijas.

Todos los astros se encuentran enclavados en esferas cristalinas giratorias, describiendo

un movimiento circular y uniforme.

Existen dos mundos radicalmente distintos:

1. Mundo sublunar (por debajo de la luna): mundo imperfecto, donde existen la

corrupción y la muerte.

2. Mundo supralunar (por encima de la luna): perfecto, compuesto de éter

(elemento incorruptible)

Un Primer Motor inmaterial) mueve la esfera de las estrellas fijas, que a su vez impulsa el

movimiento de la siguiente esfera.

Este modelo fue perfeccionado más tarde por Ptolomeo y fue considerado como cierto hasta la

revolución científica que se produce en Europa en los siglos XVI y XVII.

estrellas fijas

En este tiempo se concibe la ciencia como algo predominantemente teórico, sin

consecuencias prácticas y sin intervención alguna de la experimentación sobre la naturaleza.

Se pretender comprender el mundo describiendo los fenómenos naturales que ocurren a partir

de la descripción de sus causas. Cuatro son las causas que, según Aristóteles, nos permiten

conocer y comprender a los seres naturales:

Causa material: materia de que está hecho el ser.

Causa formal: rasgos esenciales que definen al ser.

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Causa eficiente: agente que ha producido el ser.

Causa final: objetivo, fin que persigue tal ser.

1.2. La cosmovisión moderna: el mecanicismo

A partir del Renacimiento se van a producir un cambio cultural de incalculables consecuencias

en el desarrollo de la cultura y de la vida humana: el tránsito desde el teocentrismo medieval,

según el cual Dios es el centro desde donde se explica todo, al antropocentrismo: a partir de

ahora el hombre se hace dueño de su destino pues es el centro desde donde todo gira. Este

cambio de mentalidad va a tener como consecuencia inmediata la ruptura con el paradigma

del universo antiguo: la revolución científica moderna, que se inicia con la teoría heliocéntrica

de Copérnico.

Según el nuevo modelo del universo copernicano es el sol el centro del universo. El hombre en el

modelo antiguo era el centro del universo, pues la tierra estaba en el centro y el hombre era la

criatura creada por Dios para que gobernara lo que Él creo. Con el nuevo paradigma la tierra

pierde su centralidad y con ella también la pierde el hombre.

Los cambios más decisivos que introdujo Copérnico fueron dos:

Situó al Sol en el centro del cosmos.

Atribuyó a la Tierra tres tipos de movimientos: rotación diaria, traslación y giro del eje de

rotación de la Tierra.

A pesar de ser revolucionario en ciertos aspectos, Copérnico siguió manteniendo concepciones

aristotélicas, como la finitud del universo o la circularidad de las órbitas de los planetas, además de un

sistema de epiciclos y deferentes parecido al ptolemaico.

Indudablemente el modelo de Copérnico tenía muchos errores que fueron progresivamente

corregidos posteriormente por grandes científicos como Kepler y Galileo, quien con el uso del

telescopio demostró experimentalmente la verdad del heliocentrismo.

Según este modelo el universo es estable, permanente y homogéneo (no existen dos mundos

como en el antiguo), y considera a la naturaleza, no como un gran organismo, sino como una

máquina: como un reloj a quien Dios dio cuerda en el principio de los tiempos y lo dejó que se

rigiera por un mecanismo ya programado. La tarea del hombre era descubrir las leyes que

regían ese grandioso mecanismo.

Los aspectos más importantes de esta concepción eran:

Regularidad: la naturaleza sigue leyes que se repiten.

Conservación: en la naturaleza nada se crea ni se destruye, sólo se transforma.

Economía: la natura actúa siempre por el camino más simple.

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Continuidad: la naturaleza no da saltos.

Las tesis de la nueva Astronomía no fueron aceptadas en su momento fundamentalmente por tres

razones:

Por razones de sentido común. ¿Cómo era posible que la tierra se moviera si no se percibía así?

Los movimientos de rotación y de traslación entraban en contradicción con creencias muy

arraigadas en la época:

Si arrojamos una piedra en sentido vertical, ésta volverá a caer en nuestras manos.

¿Cómo es esto posible, si, supuestamente, la Tierra tiene un movimiento de rotación?

Si la Tierra tuviera un movimiento de traslación, se tendría que apreciar paralajes de

las estrellas. Copérnico argumentaba, y con razón, que esto no sucedía porque las

estrellas estaban mucho más lejos de que se admitía hasta esa fecha, pero esta

explicación resultaba insatisfactoria. De hecho, hubo que esperar hasta 1838 para que

dichos paralajes pudiesen ser constatados.

La física aristotélica dificultaba, además, que las nuevas teorías fuesen aceptadas.

Por último, para la Iglesia católica, las afirmaciones que Copérnico eran heréticas, ya que

entraban en contradicción con ciertos pasajes de la Biblia, en los que se da a entender que el

Sol y, en general, el universo entero dan vueltas alrededor de la Tierra. Esto, por cierto, explica

que Copérnico no diera a conocer sus ideas hasta el final de sus días.

El Renacimiento no solo se produjo la revolución astronómica, sino que también se inició en esta

época la aparición de la física moderna por obra de Galileo. Los rasgos que caracterizan a la

ciencia moderna y que supusieron una ruptura definitiva con el modelo aristotélico son:

Es una ciencia cuantitativa. Los fenómenos naturales ya no se describen por sus

cualidades (color, olor,…), como en el paradigma anterior, sino que se estudia sólo

aquello que puede ser descripto cuantitativamente por medio de expresiones

matemáticas.

La ciencia ya no pregunta por el porqué o el para qué de los fenómenos naturales, sino

que se interesa por cómo suceden los fenómenos, separándose así de la filosofía y la

teología.

La ciencia se convierte en experimental, considerándose que sólo es científico aquello

que puede ser comprobado experimentalmente.

La ciencia se apoya en la técnica, dado que para experimentar e investigar los

fenómenos son necesarios la creación de instrumentos como el barómetro, termómetro,

amperímetro,…

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La ciencia tiene como consecuencias la trasformación de la naturaleza mediante

nuevas técnicas. El hombre ya no se conforma con intentar comprender la naturaleza,

sino que quiere transformar y dominar el mundo con su auxilio.

1.3. La cosmovisión contemporánea

Los cambios científicos y tecnológicos que se producen durante la segunda mitad del siglo XIX y

XX que se puede hablar de una nueva revolución científica.

Para los científicos modernos, como Galileo o Newton, el universo era considerado como

estable y permanente y, por tanto, era posible un conocimiento objetivo de la naturaleza y la

formulación de leyes con validez universal. El desarrollo de nuevas investigaciones y la creación

de tecnologías cada vez más sofisticadas dieron paso a una nueva imagen del universo.

Para la ciencia contemporánea el universo no es estable, acabado e inmutable. La teoría más

aceptada por los científicos actuales, el Big-Bang, nos dice que el universo es fruto de una

gigantesca explosión que se produjo en el inicio del tiempo y que dio como resultado un

universo que se sigue expandiendo desde su origen. El mundo es así, opinan, pero podría haber

sido de muchas otras maneras distintas.

Otro cambio fundamental respecto al modelo anterior es que existen muchos fenómenos que

son impredecibles e irreversibles, desdiciendo la ingenua concepción anterior de que en la

naturaleza todo era previsible.

La ciencia contemporánea ha ensanchado los límites del conocimiento del universo por los dos

extremos: por arriba, se ha comprobado que el universo es infinitamente más grande y

complejo de lo que se creía y, por debajo, el sucesivo descubrimiento de partículas cada vez

más pequeñas ha llevado a los científicos a postular la reducción de la naturaleza a energía.

En estos ámbitos de lo incomparablemente grande o lo infinitamente pequeño las leyes de la

física clásica pierden su validez. Por primera vez, la ciencia pone de manifiesto que el azar, la

indeterminación juegan papeles fundamentales en el universo y en la realidad subatómica. Las

leyes que describen estas nuevas realidades son solo relaciones de probabilidad, de manera

que en estos ámbitos no se puede prever lo que va a suceder sino tan solo señalar la

probabilidad de que suceda. Este nuevo paradigma tiene consecuencias transcendentales:

La verdad es relativa. En el universo, continuamente cambiante no hay lugar ni espacio

alguno que se pueda considerar inmóvil y que sirva de referencia para llevar a cabo las

mediciones.

El espacio ya no es homogéneo. Entre el mundo subatómico y las estrellas existen

diferencias abismales, por lo que ya no es posible hallar una ley universal (como lo era

por ejemplo, la ley de la gravedad) que explique todo lo que ocurre en la naturaleza.

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Hechos naturales pueden ser explicados desde teorías distintas, así, por ejemplo, la luz se

comporta como si estuviera formado por partículas (teoría corpuscular), o por ondas

(teoría ondulatoria).

Estas nuevas realidades no pueden concluir en que la ciencia es un saber subjetivo, sino algo

diferente: que el saber humano es una batalla interminable y que aquél tiene limitaciones. La

ciencia, que había roto con la filosofía con la modernidad, vuelve a encontrarse y dialogar con

ella ante los enigmas que plantea la imagen del asombroso y complejísimo universo.

2. El conocimiento científico

2.1. ¿Qué es la ciencia?

La ciencia es una actividad realizada por la comunidad científica de una época, desarrollada y

fomentada en instituciones, universidades y otros centros de investigación. La ciencia nos da un

cuerpo sistemático y organizado de conocimientos que se exponen en forma de leyes y teorías.

Los rasgos más característicos de la ciencia son la contrastación empírica con la realidad que

investiga y la precisión en su formulación, a ser posible matemática.

El desarrollo y progreso científico, así como los campos de investigación están condicionados

por factores de carácter económico, cultural, político, en este sentido podemos afirmar que la

ciencia tiene una dimensión social.

Al mismo tiempo, la ciencia proporciona la imagen que la sociedad de una época tiene de la

realidad, por lo que posee también una dimensión filosófica.

Pero, ante todo, la ciencia es un conocimiento que responde a preguntas concretas sobre el

mundo o sobre el ser humano, de forma que la respuesta sea estricta, justificada, comunicable,

sistemática y fruto de un método.

Las ciencias se pueden clasificar en dos grandes grupos:

Por un lado, estarían las denominadas ciencias formales, cuyo objeto de estudio no

forma parte de la realidad.

Por otro lado, encontraríamos las ciencias empíricas, que tratan distintos aspectos de la

realidad. Dentro de éstas, a su vez, distinguimos entre ciencias naturales, que investigan

distintos aspectos del mundo y de los seres vivos, y ciencias sociales o humanas, que

estudian las acciones y los productos del ser humano.

Esta división no implica que las ciencias no se influyan mutuamente, ya que los descubrimientos

realizados en una de ellas afectan a las demás.

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2.2. Las ciencias formales.

Las ciencias formales son la lógica y las matemáticas. No se refieren a objetos observables por

los sentidos y no ofrecen, por tanto, información sobre la realidad. Sus verdades son, por ello,

universales y necesarias.

La lógica estudia todo lo relacionado con el razonamiento, tratando de determinar cuándo una

inferencia es válida y cuándo es errónea. La materia de las matemáticas son los números, los

conjuntos, las figuras geométricas, etc., que son objetos ideales, abstractos.

El método propio de las ciencias formales es el método deductivo. La deducción es una forma

de razonamiento que partiendo de unas proposiciones (premisas) que consideramos ciertas,

llegamos a una conclusión también necesariamente cierta. En esta forma de razonamiento al

menos una de las premisas es más general que la conclusión. La conclusión tan solo pone de

manifiesto algo que ya estaba incluido en las premisas aunque de forma oculta o implícita. Por

tanto, la deducción no nos da información nueva ni aumentan nuestro conocimiento. Un

ejemplo de deducción:

Todos los números pares son divisibles por dos

114 es un número par, luego premisas

es absolutamente cierto que 114 es divisible por dos conclusión

Euclides (330-275 a.C.) fue el primero en emplear este método, al aplicarlo a la geometría, para

demostrar las leyes de la geometría y para deducir nuevas leyes. La deducción consiste en

establecer conclusiones que se siguen necesariamente de unas premisas cuya certeza es

indudable.

Euclides clasificó sus afirmaciones en aquellas que pueden ser derivadas de otras, a las que

denominó teoremas, y los postulados, que son cinco proposiciones -cuya verdad es indudable,

al ser autoevidentes-, a partir de las cuales se deduce el resto de las proposiciones. También

empleó los axiomas o principios generales autoevidentes y ciertos, sobre los cuales se elaboran

las deducciones. De esta forma, Euclides construyó un espacio ideal, el llamado espacio

euclidiano.

2.3. Las ciencias empíricas.

Hemos dicho que dentro de las denominadas ciencias empíricas tenemos que distinguir entre

ciencias sociales o humanas y ciencias naturales. Las primeras, debido a la naturaleza específica

de su objeto de estudio, que es todo lo relacionado con el ser humano, no buscan establecer

las leyes generales que rigen los fenómenos concretos, sino comprender los hechos en relación

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con el medio humano donde surgen para intentar su interpretación; las segundas, es decir, las

ciencias naturales tienen como fin explicar causalmente los hechos, es decir, recurren a leyes

generales que den razón de los hechos concretos.

Las ciencias empíricas parten de la observación de los hechos de la realidad y, por tanto, nos

dan información sobre el mundo. Estas ciencias no nos aportan un conocimiento universal y

necesario, como las formales, y son generalizaciones de la experiencia.

2.3.1. Las ciencias sociales o humanas.

Estudian las actividades o hechos humanos, individuales o colectivas, y los productos de estas

actividades y hechos, sean económicos, culturales, políticos, etc.

El problema clásico de las ciencias humanas ha sido el de concretar su método de estudio. Para

el positivismo, las ciencias humanas se deben desarrollar siguiendo el modelo de las ciencias

naturales. Siguiendo esta idea, hay ciencias, como la Psicología o la Economía, que se han

adecuado parcialmente al ideal de las ciencias naturales, al recurrir a las matemáticas para

expresar relaciones o al servirse de experimentos para comprobar la veracidad de sus hipótesis.

Sin embargo, esta tendencia tiene el riesgo de conducir a un reduccionismo.

Otras ciencias humanas, como la Historia, a pesar de ser irreductibles al método empírico, se

proclaman disciplinas científicas, alegando que, en último término, la finalidad de toda ciencia

es hacer inteligible su objeto de estudio, aunque no encuentre regularidades ni logre describir

leyes generales que expliquen los hechos que estudia. Las ciencias históricas no pueden

establecer leyes generales que expliquen el comportamiento humano, pero sí pueden aplicar

un modelo propio de explicación, que podemos llamar explicación intencional, que nos permita

explicar y comprender los hechos relevantes del pasado. El esquema de este modelo de

explicación intencional podría ser el siguiente:

El sujeto A se propone un objetivo B

Para lograr B, hace falta realizar el acto C

__________________________

El sujeto A lleva a cabo el acto C

2.3.2. Las ciencias naturales

Los elementos que constituyen la ciencia son los siguientes:

El lenguaje natural y los conceptos científicos son necesarios para definir con exactitud

los términos utilizados, pues, aunque el lenguaje matemático se equipara con el

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científico, algunos de los hechos estudiados por la ciencia no se pueden expresar

recurriendo únicamente a las matemáticas.

Las hipótesis son conjeturas que explican un fenómeno.

La experimentación y la observación son los pasos para comprobar la validez de una

hipótesis. El mundo natural, por la presencia de fenómenos incontrolados, presenta

restricciones que dificultan e impiden la observación de regularidades; por ello, se crean

situaciones experimentales en las que se provoca de forma controlada en un

laboratorio los sucesos que se quieren estudiar. En ciencias como la astronomía, donde

la experimentación resulta imposible, la observación es fundamental. La

experimentación y la observación requieren instrumentos que midan, detecten y

examinen el objeto de estudio.

Un conjunto de leyes, es decir, de hipótesis que han sido verificadas y comprobadas

mediante la observación o la experimentación.

Un cuerpo de teorías científicas, cada una de las cuales consiste en un conjunto de

leyes y observaciones articuladas sobre un mismo problema. Se trata de un sistema de

hipótesis compatibles entre sí que forman un conjunto ordenado que se adecua a un

tipo de hechos. En la práctica, la distinción entre ley y teoría se ignora con frecuencia,

equiparándose ambos términos.

Los modelos o analogías, que permiten explicar un sistema desconocido partiendo de

otro conocido, que nos sirve de modelo.

Objetivos de las ciencias naturales

La finalidad de la ciencia es ir más allá de la descripción del mundo y poner al descubierto los

mecanismos por los que funciona la realidad. Las leyes deben explicar por qué han sucedido

determinados hechos y predecir hechos futuros. La explicación y la predicción son mecanismos

paralelos.

. Si la explicación es correcta, dadas unas condiciones antecedentes, puede esperarse que se

produzca necesariamente el fenómeno en cuestión. Por tanto, la explicación se consigue por

medio del conocimiento de las leyes generales que intervienen en un fenómeno y de las

condiciones iniciales en las que se produce dicho fenómeno.

La estructura lógica de la explicación fue estudiada por C. G. Hempel (1905-1994), que la

denominó explicación nomológico-deductiva o explicación causal. En ella se distinguen dos

partes:

Explanans. Conjunto de enunciados explicativos, como las leyes generales y las

condiciones antecedentes.

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Explanandum. Enunciado que describe el fenómeno que se pretende explicar o

predecir, y que tiene que ser una consecuencia lógica del Explanans.

Predecir -decíamos- es un procedimiento similar al que recurrimos cuando queremos explicar un

determinado fenómeno. Se consigue a partir de las leyes y de las condiciones actuales del

fenómeno en cuestión.

3. El método científico.

Para conseguir los objetivos de explicar y predecir, la ciencia se sirve de un método, es decir,

una forma de proceder que asegura que las leyes que afirma están justificadas.

3.1. El método inductivo.

Según la tradición positivista, el método que utiliza la ciencia es el denominado método

inductivo, que, partiendo de la observación de fenómenos empíricos, obtiene leyes que

establecen regularidades entre esos fenómenos. Es decir, la secuencia sería la siguiente:

1. en primer lugar, se observan los hechos;

2. en segundo lugar, se clasifican;

3. en tercer lugar, por inducción, se hacen generalizaciones, y,

4. en cuarto lugar, éstas se contrastan.

Según esto, una ley científica es verdadera y objetiva, porque se fundamenta directamente en

la realidad. Ahora bien, su formulación exige que sea precedida de la observación de todos los

individuos de la clase a la cual se refiere, es decir, exige una condición imposible de cumplir en

la práctica. Por ejemplo, si llegamos a la verdad científica de que “todos los mamíferos tienen

sangre caliente”, es obvio que esta afirmación no podemos comprobarla en “todos” los

animales mamíferos.

Este planteamiento ha sido criticado por dos razones:

1. No resuelve el denominado problema de la inducción

2. Tiene una concepción ingenua de la observación

El problema de la inducción consiste en que no se puede demostrar ninguna conexión

necesaria en la ocurrencia correlativa de dos fenómenos. Si no hay conexiones necesarias, sino

sólo contingentes, las generalizaciones hechas a partir de estas conexiones serán igualmente

contingentes. Por tanto, no es posible afirmar la verdad de una teoría, ya que equivaldría a

extrapolar los resultados de unas observaciones a todas las observaciones posibles. Al formular,

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mediante la inducción, una teoría a partir de un número finito de observaciones, hacemos una

generalización que engloba a todos los fenómenos de la misma clase, los cuales, por definición,

son infinitos. Por tanto, no podemos comprobar enteramente la verdad de la teoría, ya que no

podemos asegurar que una futura observación no acabará contradiciéndola.

Por otra parte, cualquier observación requiere un marco teórico, desde el cual el investigador la

puede realizar. Es decir, no hay observación sin teoría. Hay infinitos hechos observables, y, si no

se dispone de una guía que indique qué fenómenos se deben observar, esto es, si no hay una

hipótesis, el proceso de observación es imposible. El científico parte de ideas y de prejuicios y,

por tanto, no observa la realidad de una forma absolutamente neutral.

3.2. El método hipotético-deductivo.

Para la mayoría de los autores, sin embargo, el método propio de las ciencias naturales no es el

método inductivo, sino el llamado método hipotético-deductivo. Según este otro

planteamiento, el trabajo de investigación parte de la observación de un fenómeno que resulta

problemático desde el punto de vista de su explicación teórica. A partir de ahí, el científico

plantea una hipótesis para explicar ese hecho y deduce las consecuencias empíricas que se

seguirían si la hipótesis fuese verdadera. El paso siguiente es contrastar la hipótesis, es decir,

comprobar, mediante la observación o mediante la realización de algún experimento, si las

consecuencias de la hipótesis se dan en la realidad. Si esto último ocurre, la hipótesis queda

confirmada -pero sólo parcialmente, ya que será necesario deducir nuevas consecuencias y

plantear nuevos experimentos que localicen algún nuevo problema en la hipótesis, con el

consiguiente riesgo de que la hipótesis sea finalmente rechazada y sustituida por otra nueva

hipótesis que supere todos los obstáculos. Si, por el contrario, no se observan los resultados

previstos, la hipótesis ha de ser rechazada y sustituida por una nueva.

Método inductivo

Observación

de los hechos

Registrar

Comparar

Clasificar

Generalizaciones

Se expresan las relaciones constantes entre los hechos

observados

Ley

Teoría

Predicciones

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Esta concepción del trabajo de la ciencia es la que defiende el falsacionismo, propuesto por

Karl Popper (1902-1994). Según este autor, lo que caracteriza a las teorías científicas es que son

falsables, es decir, que podemos refutar por medio de experimentos u observaciones empíricas.

Pero, cuidado: que una teoría sea falsable no significa que sea falsa, sino que existe la forma

objetiva de saber si es o no falsa, recurriendo a la experiencia.

Para que una teoría científica sea falsable, tiene, por tanto, que ser informativa y contrastable

con la realidad. Tiene que plantear interrogantes a la realidad y ha de proporcionar unos

resultados concretos. Si los resultados no se confirman, la teoría puede ser eliminada y sustituida

por otra. En esto último, precisamente, consistiría el progreso científico, según los falsacionistas:

en ir acercándonos progresivamente a la verdad mediante la eliminación de los errores. Entre

teoría científica y realidad existe un salto insalvable; pero, a pesar de ello, Popper no niega que

exista la verdad, sino que sostiene que estamos condenados a acercarnos a ella sin alcanzarla

nunca de manera definitiva.

En cuanto al origen de las teorías científicas, los falsacionistas defienden que una teoría no nace

al observar un problema, sino al descubrir en teorías anteriores problemas que las refutan y

obligan a una nueva explicación de los hechos. El origen de una teoría depende, pues, de la

creatividad del científico o, incluso, de la casualidad. En un principio, una teoría es solamente

una conjetura. Lo que hace que esa conjetura se acabe convirtiendo en un enunciado

propiamente científico es que supere la contrastación empírica.

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4. La contrastación de las hipótesis: verificación y falsación

Como es obvio uno de los pasos fundamentales de la ciencia es comprobar que la hipótesis que

estamos investigando no solo se cumple en el experimento que estamos haciendo sino en todos

los casos posibles. Dos son los modos cómo la ciencia ha probado la verdad o falsedad de la

hipótesis inicial:

4.1. La verificación

Según este criterio una hipótesis es verdadera si se comprueba que los hechos que se derivan de

ella se dan en la realidad. La demostración de esta coincidencia se denomina verificación de

la hipótesis y responde al siguiente esquema:

Premisa 1 Si la hipótesis fuese verdadera, entonces pasarían tales cosas.

Premisa 2 Pasan tales cosas.

Conclusión Por tanto, la hipótesis es verdadera.

La verificación como fundamento de la verdad de una hipótesis plantea dos tipos de

problemas:

1. La verificación asume un esquema de argumentación lógicamente incorrecto. Si

analizamos las premisas, veremos que esta conclusión no es válida. La primera premisa

es una implicación, que consta de dos partes, el antecedente de la implicación y el

consiguiente o consecuente de la implicación. La implicación afirma que siempre que

se da el antecedente se produce también el consecuente. La segunda de las premisas

afirma que se ha comprobado (experimentalmente) que se da el consecuente. Sin

embargo, de ahí no se puede concluir que se da necesariamente el antecedente,

porque el consecuente puede haberse producido por otra causa distinta a la del

antecedente. Por ejemplo,

Premisa 1 si estamos en invierno las temperaturas son bajas

Premisa 2 las temperaturas son bajas

Conclusión estamos en invierno

2. El segundo de los problemas es el de la verificabilidad de los enunciados universales.

Este problema también es conocido como el problema de la inducción. Supongamos

que queremos comprobar la hipótesis de que los cuerpos se atraen entre sí con una

fuerza que es directamente proporcionar al producto de sus masas. Cuando hablamos

de cuerpos es obvio que nos estamos refiriendo a todos los cuerpos, sin embargo, esto

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no podemos verificarlo. La verificación de una hipótesis nunca es segura 100%, cuantas

más verificaciones se hagan más seguridad habrá de que sea cierta, pero en

muchísimos casos nunca se podrá estar absolutamente seguro.

Estos problemas hicieron que este criterio fuera descartado, surgiendo como alternativa

la falsación.

4.2. El falsacionismo

Karl Popper (1902-1994) nos dice que a través de la contrastación experimental, solo

podemos estar seguros de la falsedad de una hipótesis. Para Popper, contrastar una

teoría significa intentar refutarla mediante un contraejemplo. Si no es posible refutarla, dicha

teoría queda corroborada, pudiendo ser aceptada provisionalmente, pero nunca

verificada. Para el falsacionismo el científico es un artista en tanto que debe proponer

audazmente una teoría que luego será sometida a rigurosos experimentos y observaciones.

El avance en la ciencia está en falsar sucesivas teorías para así, sabiendo lo que no es, ir

avanzando progresivamente para poder acercarse cada vez más a la verdad.