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Roberto Bisang IIEP-BAIRES / Facultad de Ciencias Económicas (UBA) y Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) Guillermo Anlló IIEP-BAIRES / Facultad de Ciencias Económicas (UBA) Una ventana al desarrollo de América Latina La riqueza en recursos naturales ofrece a la región un panorama alen- tador para la bioeconomía. Sectores que van desde la producción de alimentos hasta las industrias químicas y energéticas pueden lograr un crecimiento exponencial con la incorporación de nuevas tecnologías. Cuál es el escenario regional y cuáles son los pasos a seguir para convertir a la biodiversidad en un motor del progreso.

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Roberto BisangIIEP-BAIRES / Facultad de Ciencias Económicas (UBA) y Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF)

Guillermo AnllóIIEP-BAIRES / Facultad de Ciencias Económicas (UBA)

Una ventana al desarrollo de América Latina

La riqueza en recursos naturales ofrece a la región un panorama alen-tador para la bioeconomía. Sectores que van desde la producción de alimentos hasta las industrias químicas y energéticas pueden lograr un crecimiento exponencial con la incorporación de nuevas tecnologías. Cuál es el escenario regional y cuáles son los pasos a seguir para convertir a la biodiversidad en un motor del progreso.

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se enfrenta a una inédita ventana de oportunidad. Dificultades futuras abren, en paralelo, promisorias oportunidades para los países de la región.

Varias razones permiten vislumbrar un mundo distinto en poco tiempo2; ello derivará en un cam-bio de política, forma de vida y conducta hacia una estrategia de sustentabilidad –base de la bioecono-mía– para garantizar el futuro. Los principales de-safíos que se avecinan provienen de:

a. La presión poblacional e incremento de la de-manda alimenticia. Las diversas proyecciones so-bre el crecimiento demográfico señalan que, para el año 2030, la población mundial alcanzará los 9 mil millones de personas con un mayor ingreso medio mundial per cápita. Es decir, no solo más población, sino con mayor poder adquisitivo, lo cual se asocia, consecuentemente, con un aumento de la demanda alimenticia (Gerland et al., 2014). Para responder a ello, FAO prevé que el 90% del crecimiento de la producción mundial de granos provendrá de una mayor productividad y solo el 10% por expansión de la frontera agrícola (Fisher y Shah, 2010). Algu-nos estudios señalan que al 2050 América Latina liderará la producción de los cereales del mundo (van der Mensbrugghe et al., 2009).

>ILas futuras estrategias de desarrollo de los países de la región deberán contemplar cambios asocia-dos con la aplicación masiva de biología de avanza-da a la transformación sustentable de los recursos naturales renovables1 (Pérez, 2010); ese es, concep-tualmente, el epicentro de la bioeconomía. Latino-américa, rica en recursos naturales, con trayecto-rias recorridas en explotación e industrialización, y con recursos humanos calificados en áreas afines,

BIOECONOMÍA

diésel8– que introducen una cuantiosa demanda adicional y/o complementaria sobre la producción de cereales y oleaginosas. El tema abre múltiples interrogantes: I. la compatibilidad plena de uso de estos combustibles por parte del stock actual de los motores; II. el balance energético real de las diversas vías de obtención de biocombustibles; III. la com-plementariedad y/o sustitución entre alimentos y biocombustibles; IV. la magnitud de la demanda de biocombustibles respecto de las posibilidades de abastecimiento masivo por vías renovables.

Algunos países latinoamericanos tienen actual-mente fuerte presencia, productora y exportadora, de biocombustibles: Brasil con los programas de alconaftas; Argentina controlando poco más del 50% de las exportaciones mundiales de biodiésel; Uruguay buscando mitigar su déficit energético9. Sumado a ello, la biomasa10 comienza a utilizarse como materia prima para la producción de plásti-cos biodegradables: nace la “química verde” y los bioreactores11 en reemplazo de los recursos fósiles. Monómeros y polímeros provienen ahora de la des-composición de fibras vegetales y/o grasas animales.

c. El cambio climático y la contaminación. El de-sarrollo productivo del último siglo acentuó el im-pacto sobre el ambiente. Sus manifestaciones son múltiples: I. desmontes indiscriminados, contami-nación de aguas y degradación de suelos; II. mayor variabilidad y presencia de catástrofes naturales; III. deterioro creciente de la capa de ozono; IV. calenta-miento global. A ello se suma otro “desequilibrio”: la no degradabilidad a escala temporal humana de una amplia gama de productos derivados de la pe-troquímica. En términos sencillos, los “plásticos” y otros similares –de uso masivo– no solo alteran el equilibrio ecológico a través del consumo de recur-

En los próximos años la humanidad enfrentará una serie de desafíos fundamentales, crecimiento de-mográfico, cambio climático, agotamiento de re-cursos no renovables, fenómenos que preanuncian un cambio en el escenario económico global. Varios países, preventivamente, están comenzando a estu-diar y planificar respuestas a tales modificaciones. Comienza a vislumbrarse un consenso en torno a lo que se dio en llamar “bioeconomía” como la posible estrategia adecuada para afrontar los retos futuros. Este artículo repasa los desafíos del nuevo escena-rio y los motivos que hacen de la bioeconomía una respuesta apropiada. Analiza también el eventual posicionamiento de la región de cara a ese nuevo contexto y reflexiona acerca de las acciones que deberían implementarse para sacarle provecho.

Total de la población (en billones) | Gráfico 1

También cambia la composición de la demanda alimenticia. Junto con el desplazamiento de gran-des capas poblacionales de bajos ingresos hacia estamentos medios, ya se verifica una creciente urbanización, especialmente en las grandes econo-mías en proceso de acelerado desarrollo (van der Mensbrugghe et al., 2009). Como consecuencia, se demandarán más alimentos semielaborados y/o terminados para una clase media asalariada con tiempo escaso para cocinar e ingreso creciente para consumir; la composición del comercio inter-nacional ya lo refleja a través de la menor relevan-cia de los granos y otras materias primas a favor de los alimentos y bioenergía. A ello se suma la cre-ciente sofisticación de las clases medias urbanas en países desarrollados que demandan productos con atributos específicos –orgánicos, alimentos fun-cionales3 y nutracéuticos4–. Nuevamente, una se-ñal a futuro, para las economías latinoamericanas.

b. La oferta energética. Las matrices energéticas actuales descansan preponderantemente sobre re-cursos fósiles –gas y petróleo–, que son utilizados como fuente de energía y/o materia prima para la industria petroquímica (y sus derivados industria-les: los materiales sintéticos); más allá de los desa-rrollos recientes del shale oil y shale gas (acotados por el momento al mercado interno americano), diversos estudios alertan sobre el agotamiento de estas fuentes de energía5. Existen distintas posibili-dades técnicas de reemplazo: desde los desarrollos nucleares e hidroeléctricos a los recientes biocom-bustibles de origen vegetal, sin olvidar a la energía eólica, solar y otras fuentes renovables. Un conjunto amplio de países ha impulsado legis-laciones para el uso masivo de biocombustibles –mezcla de gasolina con etanol o de diésel con bio-

Exportación Mundial de Productos Agrícolas | Gráfico 2

América Latina se destaca en la producción de bio-combustibles, en especial biodiésel y etanol. El biodiésel, elaborado a partir de subproductos deri-vados de los cultivos de oleaginosas, con mayor pre-minencia de la soja, tiene un nivel energético similar al diésel de origen fósil, siendo al mismo tiempo más limpio y versátil. Este combustible obtenido a par-tir de fuentes renovables es utilizado en diversos países con cierto porcentaje de mezcla con su aná-logo de origen fósil. La soja, cultivada por su valor proteico, encontró así una aplicación alternativa además de otros subproductos como el glicerol.

La lógica del etanol es distinta. La producción tie-ne una larga trayectoria tanto en los países de la región, en particular Brasil a partir de caña de azú-car, como en Estados Unidos y Canadá en base al maíz6. Este biocombustible es un alcohol, que al igual que muchos otros, se obtiene a través de un proceso de fermentación de los carbohidratos de su biomasa, con la intervención de levaduras.

La producción de biocombustibles represen-ta aproximadamente el 10% de la oferta total de energía primaria, lo que equivalió para el año 2013 a 116 mil millones de litros de biocombustible, inclu-yendo etanol, biodiésel y aceite vegetal hidrotrata-do (HVO)7.

Producción mundial de etanol, biodiésel y HVOEn la actualidad Brasil es uno de los mayores pro-ductores mundiales de biocombustibles. Cuenta con un desarrollo temprano de este sector agroin-dustrial a partir de la implementación de políticas económicas, incentivos y más de 389 firmas espe-cializadas. En 2013, Brasil aumentó la producción de bioetanol en 18% en relación con el año anterior,

Los biocombustibles:biodiésel y etanol

alcanzando un total de 25,5 mil millones de litros. Estas cifras lo convierten en el segundo mayor pro-ductor de bioetanol y el mayor exportador a nivel mundial.

Los combustibles elaborados en base a recursos naturales renovables presentan una alternativa para reducir el consumo de combustibles de origen fósil, disminuir la contaminación que provocan y agregar valor a la producción agropecuaria. Si bien existen tecnologías que todavía no alcanzaron la madura-ción suficiente para competir a nivel internacional, el apoyo recibido por parte de múltiples gobiernos como de organismos internacionales genera un fuerte incentivo para dicho sendero de aprendiza-je técnico. Este apoyo público posibilita mantener el crecimiento de este sector, ya que de lo contrario crecería la dependencia del precio internacional de su sustituto de origen fósil. Los biocombustibles son una gran oportunidad para los países de la región, típicamente abundantes en biomasa.

De las oleaginosas al biodiésel | Gráfico A

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sos naturales no renovables (petróleo y gas) sino que además derivan en basura con impactos negativos sobre el ambiente (terrestre y marítimo) (Castells i Boliart, 2010; Weng y Huimin, 2009; Europa Bio, 2003). Este es el otro sustento a los esfuerzos por de-sarrollar la “química verde”. En suma, existen sobre el medio ambiente y los recursos naturales, derivadas en parte por el crecimiento demográfico, dos tipos de tensiones: aquellas provenientes de mayores requeri-mientos alimenticios y energéticos y otras asociadas con desequilibrios del modelo de producción inten-sivo en recursos no renovables. Ambas confluyen en una presión generalizada sobre las producciones biológicas renovables, que comienzan a ser conside-radas materias primas de múltiples aplicaciones in-dustriales, modificando incluso el tradicional perfil agrícola19; en ese contexto interesa tanto la escasez de determinados recursos (tierra cultivable, agua) como el control de una amplia variedad de seres vi-vos (plantas, animales, enzimas, hongos, bacterias, etc.) que operan como transformadores industriales y/o captadores de energía libre.

La biodiversidad –materia prima de la bioecono-mía– es alcanzada masivamente por la lógica econó-mica y buena parte de su reservorio y posibilidad de reproducción radica en los países latinoamericanos.

Recursos biológicos

Las respuestas tecno-productivas a este conjunto de tendencias sustentan el concepto de bioecono-mía como “la producción sostenible y la conversión de la biomasa, para una gama de alimentos, salud, fibra, otros productos industriales y energía.” (Sch-mid et al., 2012, pp. 47-51). Gran parte del desafío futuro de la bioeconomía como proceso produc-tivo radica en la posibilidad de estructurar porcio-nes crecientes de la economía sobre actividades que cumplan un doble requisito para el manejo eficien-te de la biomasa como materia prima industrial20.

Por un lado, el uso de los recursos biológicos re-novables en base a tecnologías que impliquen una constante recirculación de la energía: en un extre-mo se capta energía y se la convierte en bienes y en el otro se la consume, recicla y retorna a la naturale-za en escalas temporales humanas. La circularidad descansa en el uso de materia prima renovable, en

La biomasa se usa para la producción de plásticos biodegradables: nace la “química verde”.

el manejo de residuos mediante su valorización económica y las restricciones a su generación.

Por otro lado, los procesos productivos deben cen-trarse en la noción de “uso en cascada”, definida por la Agencia Alemana de Ambiente como la estra-tegia para el uso de insumos biológicos o los pro-ductos realizados con ellos en etapas secuenciales cronológicamente para cada material en función de recobrar su energía al final del ciclo de vida del producto21. Potenciar el uso en cascada de la bio-masa depende de aspectos organizativos y factores y desarrollos tecnológicos. El avance de las tecno-logías de la comunicación e información está con-tribuyendo fuertemente a poder implementar pro-cesos circulares y en cascada, abriendo el espacio al surgimiento de múltiples empresas que brinden nuevos servicios22.

Desde ese lugar, el campo de la bioeconomía in-tersecta a un conjunto de sectores en su totalidad como el agropecuario, el forestal, el alimenticio y el acuícola, así como parcialmente afecta, e involu-cra, aparte de otros sectores como industrias quí-micas y de materiales y energía.

Oportunidad y desafíos

En paralelo, al pensar un nuevo modo de aprove-chamiento más eficiente de la biomasa, aparece un amplio espacio por la aplicación y desarrollo de nuevo conocimiento y tecnologías. En este sentido, se pueden mencionar dos plataformas tecnológicas interconectadas aplicadas a varios sectores de la bioeconomía: la biotecnología y la nanotecnología. El balance entre los dos componentes (el tecnoló-gico y el productivo) lleva a ser precavidos a la hora de adoptar una definición sobre qué es la bioeco-nomía, ya que se corre el riesgo de dejar fuera del accionar y planificación de políticas a sectores rele-vantes para el desarrollo.

Las nuevas técnicas y formas de abordar las acti-vidades básicas de la bioeconomía rápidamente marcaron las agendas políticas, especialmente en los países con economías desarrolladas. A nivel mundial, desde el nuevo milenio, este tema comen-

BIOECONOMÍA

Total en el mundo | Gráfico B

(116.5 billones de litros)

Componentes de la bioeconomía | Gráfico 3

Energía de origen natural | Gráfico C

Brasil se destaca en la región por su producción de bioplásticos y tiene una vasta trayectoria en la transformación industrial de caña de azúcar en etanol. El interés brasileño por fomentar la produc-ción de etanol se remonta a la década del 70, cuan-do las crisis petroleras provocaron una fuerte suba del precio internacional de los combustibles. Brasil importaba aproximadamente un 80% del petróleo que consumía, hecho que impulsó al gobierno lo-cal a fomentar el desarrollo del etanol a partir de la caña de azúcar.

Subsidios a la producción y cuotas de mezclado del etanol con los otros combustibles fueron las medi-das centrales (Prado Sampaio, 2012).

Un caso interesante de estudio es la empresa Bras-kem, fundada en el año 2002, que es actualmente una de las mayores productoras de polímeros a partir de petróleo fósil del continente americano, contando con una presencia relevante en los mer-cados de Brasil, México y Estados Unidos12. Braskem comenzó con la producción de biopolímeros a partir del etanol y lanzó con éxito al mercado un biopo-lietileno. Pionera en el rubro, en 2007 inició la pro-ducción de bioplásticos a partir de la extracción de etano de la caña de azúcar. Cuenta actualmente con 35 plantas para la producción de polímeros, distribui-das estratégicamente entre Brasil, Estados Unidos y Alemania, sumando una capacidad instalada de 16

Braskem: de la biomasa a los bioplásticosmillones de toneladas. Con un plantel de 8.000 em-pleados y clientes en más de 70 países, en 2014 sus exportaciones alcanzaron los US$ 8.000 millones13. Entre sus principales clientes se encuentran Johnson & Johnson, Nestlé, Toyota, Danone y P&G. Las ventas de bioplásticos a Estados Unidos representan aproxi-madamente el 60% del volumen total producido.

Braskem desarrolla una activa política de innova-ción. Emplea a 350 científicos, cuenta con 765 pa-tentes y un presupuesto de IyD cercano a US$ 100 millones. Actualmente dispone centros de investi-gación en Brasil (Triunfo) y Estados Unidos (Pitts-burgh). En 2008 firmó un importante acuerdo de cooperación con la Universidad Estatal de Campi-nas (UNICAMP) y con la Fundación para el Soporte de Investigación de San Pablo (FAPESP).

Los registros de la compañía muestran una activa dedicación a la investigación y desarrollo de pro-ductos en base a recursos biológicos renovables. De esta forma su cartera de productos está en cons-tante evolución lanzando al mercado nuevos tipos de alternativas con diversas prestaciones desarro-llados en base a las demandas de sus clientes.

Esta estrategia y los resultados obtenidos posibili-tan la consolidación de Brasil como país con un gran potencial para enfrentar la demanda mundial y cre-ciente de biopolímeros.

Fuentes: BRASKEM ANNUAL REPORT 2013.PRADO SAMPAIO, M. (2012), El caso de la producción de etanol en Brasil: ¿un ejemplo para los países de América Latina?. Universidad de São Paulo (USP), Brasil.

http://knowledge.wharton.upenn.edu/article/the-brazilian-bioplastics-revolution/http://www.americanscientist.org/issues/pub/bioplastics-boom/1http://www.braskem.com.br/site.aspx/Im-greenTM-Polyethylene

La región cuenta con una buena base empresaria en biotecnología, pero adolece de grandes firmas a escala global y de un denso tramado de relaciones.

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zó a permear en las agendas políticas con múltiples variantes según países y sus respectivos posiciona-mientos estratégicos. Se observan dos tendencias: una de neto corte tecnológico –la biotecnológica– y otra asociada a preocupaciones energéticas y de sustentabilidad ambiental. Ambas se traducen en una doble vía de políticas: I. la presencia de planes globales donde se señala un rumbo estratégico para las próximas décadas; II. programas específi-cos que procuran coordinar las múltiples iniciati-vas anidadas en cada una de las instituciones que conforman el sistema científico y tecnológico. A ello se suman legislaciones específicas de soporte indirecto sobre aspectos determinados: los pro-gramas de desarrollo y uso de biocombustibles; los planes de usos de plásticos reciclables y otros simi-lares. Estratégicamente, Estados Unidos y la Unión Europea lideran las agendas para los próximos 30 años desde perspectivas no plenamente coinci-dentes; aun así, cabe destacar que geopolíticamen-te son sociedades que “anticipan” y “cogeneran” el cambio de paradigma para posicionarse en fun-ción de sus dotaciones económicas iniciales e inte-reses particulares.

Bio4 es una empresa argentina líder en la transfor-mación del maíz en etanol y subproductos para la alimentación animal en el marco de un complejo productivo integrado14. En un extremo de la cadena, captura energía solar y la transforma en granos. En el otro extremo, industrializa los granos para extraer etanol, que será “cortado” con nafta. Además, con el residuo proteico, la burlanda, abastece el circuito alimenticio para engorde de ganado bovino. Radicada en la localidad de Río Cuarto, Córdoba, fue fundada en el año 2006 por productores agro-pecuarios de maíz con una inversión industrial de US$ 40 millones. Se convirtió así en la primera planta de bioetanol del país y se propuso operar como una alternativa a la exportación de granos incorporan-do localmente eslabones de la cadena productiva que se realizaban en otras localizaciones. Está con-formada por 28 productores con participaciones societarias que varían entre el 1% y el 20%, cuyas ex-plotaciones de tamaño medio a pequeño están en las zonas linderas a la ubicación de la planta15.

Esta integración de la cadena productiva en un área relativamente acotada posibilita el desarro-llo de complementariedades y sinergias derivadas del mismo proceso productivo reduciendo los

Cómo transformar el maíz en etanolEl caso de BIO4

costos promedio de producción y aumentando los beneficios16.

Recientemente, la empresa amplió sus operacio-nes e incorporó nuevos productos y procesos de la cadena de valor alimentaria y energética17, de modo de optimizar el uso de los diversos subproductos derivados del “cracking” del maíz. Asimismo, instaló una planta para generar energía en base a biogás, creado con la fermentación de granos de maíz junto con bosta de cerdo y vacuno proveniente de los feed-lots linderos a la planta18. BIO4 cuenta con 70 empleados y un importante departamento de IyD que le permite estar en la vanguardia del desa-rrollo de nuevos productos y procesos vinculados a la bioeconomía.

Se trata en una organización productiva altamente novedosa, formada a través de la asociación de productores medianos con la intención de generar complementariedades y sinergias derivadas del proceso de agregado de valor en la cadena a partir del cracking del maíz y la industrialización de una multiplicidad de subproductos. Con dinamismo e innovación, BIO4 incorporó nuevos eslabones de la cadena productiva, convirtiéndose en una empre-sa abocada a la transformación de los granos de maíz en otras fuentes de energías.

Fuentes:http://www.bio4.com.arwww.biodiesel.com.ar/8703/argentina-invierten-4-millones-de-dolares- en-la-primera-plantabioelectrica-del-pais#more-8703

BIOECONOMÍA

http://www.bio4.com.ar/http://www.bio4.com.ar/productos_DDGS.php INTA. 2014. Informe de visita a la futura planta productora de bioetanol en base a maíz Bio 4 S.A.MAIZAR. 2013. La cadena del maíz y las oportunidades para el desarrollo en la Argentina.

Foto: Dreamstime

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En ese marco, una veintena de países ha lanzado iniciativas sobre el tema a través diversas propues-tas vinculadas a la bioeconomía27 que presentan las siguientes características:

n En algunos casos, refieren genéricamente a la bioeconomía, mientras que en otros apuntan directamente a estrategias referidas a la biotecnología, la bioenergía o a la “química verde”.

n Los horizontes temporales varían -desde planes al 2020 hasta el 2050- compatibles con las proyecciones demográficas y de evolución de mercados clave (energético, de tierras).

n Presentan el desarrollo de estrategias de coordinación de iniciativas ya existentes que se potencian sobre áreas o acti-vidades particulares más que el diseño de nuevos modelos de intervención.

n El uso del concepto de plataforma tecnológica y organiza-cional para coordinar las iniciativas existentes (o en ciernes) aparece como una estrategia común.

n Las iniciativas contemplan la coparticipación del sector privado, especialmente en las etapas precompetitivas relacionadas con aspectos tecnológicos.

n Plantean el desarrollo de nuevas tecnologías, la mejora de las actuales y esquemas de protección a la propiedad intelectual.

n Contienen un marcado énfasis en la formación de los recursos humanos.

Según las diversas iniciativas, el desarrollo de to-dos los sectores que se engloban bajo la bioeco-nomía de manera concertada, implicará proveer seguridad alimentaria global, mejorar la nutrición y salud pública, volver más limpios y eficientes los procesos industriales y contribuir significativa-mente a mitigar el cambio climático (ver Renssen, 2014). En otros términos, la bioeconomía plantea a las agendas estatales los típicos problemas de pro-visión de bienes públicos en función de cuestiones atinentes a sustentabilidad, preservación de suelos, nutrientes, riqueza natural y ambiente28.

Mapa de la bioeconomía26

Países con iniciativas en el sector y año de puesta en funcionamiento | Gráfico 4

Ello se traduce en la propia definición de bioecono-mía subyacente en los documentos públicos clave. La posición americana tiene un marcado sesgo en lo tecnológico (con eje claramente en lo biotec-nológico), dejando de lado sectores tradicionales y apostando a la alianzas de grandes empresas con laboratorios públicos en ámbitos específicos para anticipar problemas de futuro23.

El caso europeo, en cambio, se posiciona desde la tutela pública de la sustentabilidad apuntando ha-cia definiciones más volcadas hacia la producción “verde” dejando de lado algunos sectores tecnológi-cos -farmacología y nanotecnología- y centrándose en el agro –ampliado hacia la bioenergía y la quími-ca verde24–. Si bien no son incompatibles, adoptar uno u otro enfoque implica distinto tipo de ac-ciones, beneficiarios y consecuencias; las visiones particulares responden esencialmente por las dota-ciones iniciales de recursos de cada sociedad y de-viene en distintos posicionamientos estratégicos.

Mundialmente, existe una amplia variedad de te-mas y enfoques políticos que, en función de sus recursos, pueden agruparse en, al menos, cuatro grandes categorías:

1. Países con facilidades industriales (manufactureras, energé-ticas, sanitarias) que carecen de aprovisionamiento suficiente de biomasa como materia prima; o sea, controlan los procesos industriales aguas abajo y están menos dotados en los recursos de biodiversidad de origen. Por ejemplo, los miem-bros de la Unión Europea en materia de biocombustibles.

2. Países con dotaciones de biomasa, pero sin mayores facilidades de capacidades industriales aguas abajo: buena parte de los países latinoamericanos.

3. Países con dotaciones de producción de biomasa, capacidades industriales de transformación, y control de algunas tecnologías críticas. Por ejemplo EEUU, Canadá, Rusia y, en menor medida, algunos países nórdicos.

4. Sociedades con capacidad económica para sustentar finan-cieramente estos procesos de desarrollo, pero sin biomasa y capacidades industriales. Es el caso de los países petroleros.

La bioeconomía estrecha vínculos con un amplio conjunto de sectores: agropecuario, forestal, alimenticio, acuícola, industrias químicas, nuevos materiales y energías sustentables.

Se abre un abanico muy amplio de sectores econó-micos que pueden estar, o bien que lo estarán en al-gún futuro cercano, vinculados a la bioeconomía: agropecuario, forestal, alimenticio, acuícola, indus-trias química y de materiales y energía. Estos secto-res serán crecientemente interdependientes por el acceso a materias primas y energía y conformarán, en conjunto, la red de la bioeconomía.

Para que prosperen, deberán concertar un de-sarrollo acompasado y equilibrado entre todos. Ello dependerá cada vez más de diseñar políticas coherentes e integradas en una misma dirección, principalmente en: I. investigación e innovación en cada uno de los sectores, y con programas multidis-ciplinarios; II. alentar las iniciativas empresariales como opciones de desarrollo personal dentro de la bioeconomía; III. formar y proveer de mano de obra calificada para la bioeconomía en la educación secundaria y terciaria; IV. establecer un marco re-gulatorio favorable para la innovación e iniciativas dentro de la bioeconomía, equilibrando los benefi-cios y riesgos; y V. mejorar la comunicación con el público en general sobre sus avances y progresos. Se abren así nuevos capítulos para las agendas de las políticas públicas, con particular énfasis para nuestros países.

La perspectiva desde América Latina

A pesar de contar con una serie de precondiciones altamente favorables para el desarrollo de la bioe-conomía (reservorio de biodiversidad y grandes plataformas mundiales de producción de biomasa:

llanuras de las pampas, bosques amazónicos, aguas oceánicas y cuencas hídricas), este tema tiene esca-sa relevancia en las agendas de América Latina; no existen mayores documentos estratégicos naciona-les, ni políticas abarcativas, más allá de la presencia de sistemas de promoción, regulación y control de una amplia gama de actividades que se encuadran dentro de esta temática como las legislaciones de promoción a la biotecnología, los biocombustibles, la farmoquímica, entre otras, pero sin estar articula-das desde una perspectiva que ubique a la bioecono-mía como una estrategia de desarrollo que comple-mente y fortalezca la matriz productiva existente29.

Los países latinoamericanos tienen, al menos en lo formal, una amplia gama de instituciones relacio-nadas con el tema (institutos de investigación, em-presas y cámaras empresarias, organismos de regu-lación de eventos biológicos, etc.) cada uno de los cuales tiene sus propias agendas (e incluso planes estratégicos); sin embargo, no existe una coordina-ción operativa que permita enfrentar la perspectiva de una nueva modalidad de desarrollo como la que presupone la bioeconomía.

A su vez, todos los países de la región, con distin-tas intensidades, vienen experimentando un creci-miento en las capacidades científicas, tecnológicas y empresariales de matriz biológica avanzada. Un caso destacable es el desarrollo de la moderna bio-tecnología. La región cuenta con una mínima base empresaria, aunque adolece de grandes firmas a escala global; existe, además, una fuerte presencia de subsidiarias de multinacionales. Los empren-

Brasil México Argentina Chile Colombia

Empresas de biotecnología totales 237 375 178 201 153PRINCIPALES SECTORES

Salud y diagnóstico humano 39,7% 36% Segundo principal 27% 5%

Salud animal 14,3%

Reactivos 13,1%

Agricultura y agroindustria 9,7% 21% Principal segmento 41% 38%

Medio ambiente y bioenergía 14,8% 32% 8%

Alimentos 14% 33%

Otros 16%

Fuentes: Brasil: BrBiotec, 2011; México: Bolivar Zapata, 2003 y “Situación de la biotecnología en México y su factibilidad de desarrollo, 2010; Argentina: Bisang, 2014; Chile: InvestChile, 2012; Colombia: Buitrago Hurtado, 2012.

Empresas, sectores e ingresos | Gráfico 5

Países con estrategias nacionales en bioeconomía.

Países con planes nacionales en biotecnología y proyectos de iniciativas futuras en bioeconomía.

Países con planes o estrategias nacionales de investigación e innovación amplios, que esbozan temáticas afines a la bioeconomía.

Países con programas sectoriales en biotecnología, bioenergía, biomasa y/o en los que se hace mención a la bioeconomía.

Foto: Dreamstime

Fuente: Brasil: Bionminas, 2011; Mexico: México: Bolivar Zapata, 2003 y “Situación de la biotecnología en México y su factibilidad de desarrollo, 2010; Colombia: Gonzáles. et al, 2010; Chile: Conicyt, 2012; Argentina: Anlló, Bisang y Gutti, 2013; Stubrin, 2012a y Stubrin, 2012b.* En Brasil, el 90% de las empresas con menos de 5 empleados tiene un alto nivel educativo: 40% Ph Ds, 25% Masters y 25% graduados universitarios. Una situación similar ocurre en las empresas con entre 6 y 10 empleados. Hasta en las firmas con entre 21 y 50, que representan un quinto del total, se registra un alto porcentaje de doctores (12,5%). Por otro lado, el 95% de las firmas tiene algún tipo de relación con estas instituciones. Del total, aproximadamente el 70% tiene una relación formal con universidades o centros de investigación. Cabe mencionar que para el 77% de las empresas el objetivo de esta asociación es el desarrollo conjunto de productos o procesos. Además, el financiamiento público ocupa un lugar central en el desarrollo del sector privado; 78% de las empresas lo utilizan.** En Chile el Programa Biotecnológico de InvestChile ha materializado proyectos por US$ 37 millones.*** Información correspondiente al 80% del país.

Brasil*

Investigadores por sector

Agronomía 8.000

Salud Animal 3.300

Bioquímica y farmacología 5.100

Genética 2.000

Infectología 1.600

Inmunología y microbiología 1.500

México

Investigadores 3.100

Programas de posgrado 185

Programas educativos en biotecnolo-gía y biociencias

545

Tecnicatura superior 4%

Licenciaturas 46%

Maestría 32%

Doctorado 18% Chile**

Grupos de investigación 215

Instituciones 61

Colombia

Investigadores 1.007

Unidades de investigación 184

Proyectos de investigación 678

Centros de investigación

Instituciones de educación superior

61,4%

Organizaciones sin fines de lucro

24,5%

Otros 14,1%

Bitecnología agropecuaria 54%

Salud humana, animal, problemasambientales e industriales

46%

Argentina***

Buenos Aires

Investigadores 3.500

Proyectos de investigación 600

Córdoba

Investigadores 200

Proyectos de investigación 259

Santa Fe

Investigadores 400

Proyectos de investigación 192

y creará nuevo crecimiento económico y trabajos con desarrollo sustentable. No es una nueva industria, es la combinatoria de diversa producción primaria, sectores de refinería y productos finales.”26 En todos los casos se trata de iniciativas vigentes.27 Curiosamente, si bien existen dife-rentes iniciativas sobre el tema (talle-res, congresos, propuestas regionales, programas sectoriales, etc.) en América Latina, región rica en biodiversidad y producción de biomasa, no se regis-traron –aún- planes nacionales sobre bioeconomía, aunque en el último año son varios los países que anuncian su pronto lanzamiento (Colombia; Brasil –a partir de una iniciativa empresarial-, entre otros).28 The European Bioeconomy in 2030 (2010).29 Tampoco es dable encontrar iniciativas conjuntas en los países del Mercosur (como en la CE), a pesar de que varios de los temas críticos –la bio-diversidad, los conocimientos génicos, y otros- son comunes.

Bibliografía

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Sitio de interés

Biotech. Chile.

Notas

1 Como insumo alimenticio, energético e industrial.2 Recientes estudios interdisciplina-rios señalan una serie de umbrales planetarios resumidos en 9 variables (que van desde cambio climático, capa de ozono y acidificación oceánica, a biodiversidad y uso de agua dulce) que mantuvieron valores dentro de ciertos parámetros durante más de 11.000 años. Hoy, las mismas están arro-jando valores que marcan el fin de ese equilibrio, y con ello el fin del período holocénico, marcando el ingreso a un nuevo período planetario. La pregunta es cómo sobrevivirá la humanidad esta nueva era. Steffen, et al. (2015).3 Alimentos o similares ingeridos en dieta regular y que contienen beneficios fisiológicos o contribuyen a reducir el riesgo de ciertas enferme-dades crónicas (además defunciones nutricionales).4 Productos aislados y purificados con base en algún alimento que se venden en forma médica, debiendo poseer pro-bados beneficios fisiológicos o proveer protección contra alguna enfermedad crónica. Pueden obtenerse también en

base a plantas no comestibles –como las algas-.5 Ver www.bloomberg.com/news/articles/2015-04-14/fossil-fuels-just-lost-the-race-against-renewables6 Estados Unidos comenzó a utilizar el bioetanol en 1920 para mezclarlo con la nafta y reducir la carga que represen-taba para la economía el elevado precio del petróleo. Esta mezcla se realizó con una proporción del 25% de etanol, el cual provenía de la molienda de maíz. Sin embargo los bajos precios que su-cedieron a este período operaron como un desincentivo para la producción de bio-etanol. 7 El HVO, conocido también como hidro-biodiésel, es un proceso de conversión novedoso que resulta de la reacción del aceite con el hidrógeno.8 Sobre el desarrollo de los biocombus-tibles en Argentina véase el artículo de Chidiak y Rozemberg en este mismo número.9 Una segunda oleada de biocombus-tibles derivados del uso de biomasa (especialmente ligninas contenidos en rastrojos u otros semiproductos), de incipiente desarrollo, también presiona sobre la agricultura; adicionalmente, la tradicional actividad forestal ahora no sólo es proveedora de madera sino

además de biomasa para reactores químicos y/o para usinas térmicas de alta eficiencia.10 Ver el recuadro sobre biocombusti-bles y el recuadro sobre BIO4.11 Biomasa es definida por la Unión Europea como todo material biológico (agrícola, forestal o animal), virgen o residual, como producto, o como insumo. 12 Plantas o animales modificados genéticamente que sobre-producen determinadas moléculas (obtenidas previamente por síntesis química).13 Su capital pertenece en un 51% a la familia Odebrecht y el resto a Petrobras.14 Otra empresa es Crystalev (joint venture con Dow Chemical) también dedicada a estas actividades.15 Casos similares son las plantas ACA Bio y Promaíz también ubicadas en el “cornbeldt” pampeano.16 Los productores se asociaron con Porta y Hermanos, firma nacional con larga trayectoria en la producción de alcohol, de forma tal de recibir el aporte tecnológico necesario para el proyecto en el marco de una alianza estratégica “local”.17 Cabe señalar que aunque los socios de Bio4 tienen la prioridad para vender el maíz que la planta requiere para su

óptimo funcionamiento, también el abastecimiento se encuentra abierto para productores no socios, siendo para todos el precio pagado igual.18 Del proceso de deshidratación se obtienen dos subproductos principales: el anhídrido carbónico y los granos destilados. El primero, luego de algunas transformaciones más, es vendido como gasificaste de bebidas o para congelar carne. Por otro lado, de los granos destilados, húmedos y secos, se obtienen del stillage, que es comercializado como un jarabe.19 Este emprendimiento, que suma a otros accionistas, posibilita el abaste-cimiento eléctrico a 5000 habitantes/año. La inversión inicial en esta planta fue de US$ 4 millones.20 La tendencia es hacia un mayor control de las variables aleatorias del proceso (climas, suelos, genética, male-zas), para reducir incertidumbre, hacer más eficiente el proceso y agregar valor potenciando rasgos específicos en la materia prima (contenidos de almidón, proteína, terneza, culpabilidad, etc.). (Viaggi et al., 2012, pp. 5-7).21 El Panel Europeo en Bioeconomía estima que la producción de alimento demanda 20 veces más energía que las calorías que produce; a su vez, afirma

que entre el 30 y 40 % de la biomasa proveniente de la agricultura y la acui-cultura es desperdiciada en la cadena que va de la granja al consumidor.22 Un ejemplo puede ser la producción de biodiésel, cuando se obtiene glice-rina como subproducto y la misma se utiliza primero para producir materiales y luego para energía. También en la industria forestal, cuando primero se obtiene madera sólida, de la que se obtienen muebles, paneles, chips reciclados, y recién allí se quema.23 Desde drones y servicios satelitales para el control de la cosecha, hasta empresas de manejo de bases de in-formación para el control y simulación de impactos de plagas, pasando por la gestión de plantaciones forestales.24 El USA National Bioeconomy Blueprint (2012), escrito a pedido del presidente Obama, define a la bioeconomía como “toda actividad eco-nómica impulsada por la investigación e innovación en ciencias biológicas”. 25 The Finnish bioeconomy strategy, expresa “Bioeconomía refiere a una economía que se basa en RRNN reno-vables para producir comida, energía, productos y servicios. Reducirá de dependencia de RRNN no renovables, prevendrá la pérdida de biodiversidad

Capital humano, nivel de calificación y sectores específicos | Gráfico 6

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dimientos biotecnológicos locales son de menor porte, reducidos en personal (pero con alta califi-cación), fuertes vinculaciones con el sector acadé-mico, y con una clara relación –vía aportes financie-ros– con el sector público.

Complementariamente, existe un variado sopor-te científico originado en una larga tradición en formación de recursos humanos relacionados con “lo biológico” desde la salud humana a la agricul-tura, pasando por la química fina. En el recuadro se brinda información sobre los recursos científicos existentes para distintos países de la región.

A esta aproximación sucinta sobre los acervos técni-cos y empresariales en materia de biotecnología, cabe sumarle en todos los países desarrollos centenarios en materia de genética vegetal (traducido en varie-dades de semillas y plantines adaptados a las condi-ciones locales) y animal (bovinos, aviar, porcinos y otros), con más recientes facilidades productivas en materia de biocombustibles e industria química y farmo-química. Si a ello le agregamos las dotaciones de recursos naturales, todo llevaría a concluir que, aún con debilidades, existe una mínima base cien-tífica, tecnológica y productiva que sustenta la posi-bilidad de avanzar regionalmente en bioeconomía.

Un nuevo orden mundial

Si las previsiones que se desprenden de la informa-ción analizada se cumplen, muy probablemente, en los próximos años se ingrese a un nuevo orden mundial. Ese nuevo escenario, en función del rol protagónico que asumen los recursos de origen biológico, presenta para Latinoamérica algu-nas semejanzas con el que regía a inicios del siglo XX, con un centro mundial en expansión ávido por acceder a recursos naturales. ¿Qué respuesta va a dar la región?

La más sencilla, como en aquel entonces, sería la de ser meros exportadores de biomasa como materia prima, aunque con algo más de transformación en origen, en un modo más sustentable y no tan “extractivo”. Es decir, el desafío de la bioeconomía exige mejoras y avances tecnológicos, de proceso y

de preservación ambiental que permitan exportar no solo materia prima sin elaboración, sino productos de mayor valor agregado. Existe el riesgo de que los en-claves productivos y los conocimientos reflejados en las biorefinerías permanezcan en manos de capitales extranjeros. Si los desarrollos productivos se efectúan localmente, sería un avance, aunque leve en compara-ción al protagonismo potencial que podría alcanzarse. Como desafío, la región podría asumir un rol proac-tivo en el desarrollo y avance tecnológico, potenciar los recursos calificados y empresariales que ya posee, catalogar, estudiar y sacar provecho de su gran bio-diversidad y convertirse en el oferente mundial de productos de base biológica, y no sólo de biomasa. La oportunidad existe, la ventana está temporalmente abierta y sólo depende de la inteligencia colectiva lo-cal su aprovechamiento y apropiación como palanca de desarrollo.I<

BIOECONOMÍAFoto: G

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