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Prisioneros comiendo en el suelo, apiñados bajo los soportales. Diana Rossell, historiadora del arte y nieta del grabador catalán tluis Rossell, conserva la única foto del campo de concentración de Orduña en pleno funcionamiento. Su abuelo, uno de los sobrevivientes, la consiguió tras haber entablado amistad con el alférez capellán Máximo Prado Villarroel. "Mi abuelo -que falleció en el 2000- pudo sobrevivir porque un religioso del campo vio cómo grababa un ícono con un clavo sobre una 5uper{tcie de metal. A partir de entonces recibió un trato preferente por su valía como artesano". UNA FOTO PARA LA HISTORIA LA LOCALIDAD VIZCAíNA DE ORDUNA MANTIENE OCULTOS LOS RESTOS DE LASVíalMAS DE UN CAMPO DE CONCENTRACiÓN FRANQUISTA res Por sus aulas pasaron personajes como Sabina Arana, fundador del PNV, o José Antonio Aguirre, el primer lehendakari. Algunos años después, Franco eligióel colegiode los Jesuitas de Orduña (Vizcaya)para instalar un campo de concentración por el que pasaron hasta 50.000 prisioneros. Algunos fueron .asesinados a golpes. Otros murieron de hambre. Más de 70 años después, sus cuerpos siguen ocultos bajo tierra. 32 1 interviu.es 111/3/2013

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Prisioneros comiendo en el suelo, apiñados bajolos soportales. Diana Rossell, historiadora del arte ynieta del grabador catalán tluis Rossell,conserva laúnica foto del campo de concentración de Orduñaen pleno funcionamiento. Su abuelo, uno de lossobrevivientes, la consiguió tras haber entablado

amistad con el alférez capellán Máximo PradoVillarroel. "Mi abuelo -que falleció en el 2000-pudo sobrevivir porque un religioso del campo viocómo grababa un ícono con un clavo sobre una5uper{tcie de metal. A partir de entonces recibió untrato preferente por su valía como artesano".

UNA FOTOPARA LA

HISTORIA

LA LOCALIDAD VIZCAíNA DE ORDUNA MANTIENEOCULTOS LOS RESTOS DE LASVíalMAS DE UNCAMPO DE CONCENTRACiÓN FRANQUISTA

resPor sus aulas pasaron personajes como Sabina Arana, fundador delPNV, o José Antonio Aguirre, el primer lehendakari. Algunos añosdespués, Franco eligióel colegiode los Jesuitas de Orduña (Vizcaya)parainstalar un campo de concentración por el que pasaron hasta 50.000prisioneros. Algunos fueron .asesinados a golpes. Otros murieron dehambre. Más de 70 años después, sus cuerpos siguen ocultos bajo tierra.

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El horrordel hambreA la izquierda,dos imágenesantiguas del colegio.Arriba, vista delAyuntamiento deOrduña desde elcentro educativo.A la izquierda,fário Rubio, de 93años, supervivientedel campo deconcentración quesufrió la crueldaddel'Manco',sobrenombrede uno de loscarceleros. Rubiorecuerda el hambreque se pasaba enOrduña.

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De cárcel acolegioArriba, panorámica'del patio del Colegiode los PadresJesuitas, ahoraColegio de losJosefinos, donde seubicó el campo deconcentración y laprisión central deOrduña entre losaños 1937 y 1941.

• Danilo Albins.enael timbre del recreo. A pe-sar de la nieve y el fria, los niños

orren hacia el frontón del cole-gio Nuestra Señora de la Anti-

gua, en la localidad vizcaína de Orduña.Ninguno de ellos sabe que, en pleno si-glo XX, este mismo patio estuvo repletode prisioneros. La diversión, entonces,era otra. "Marcábamos una línea en elsuelo de tierra yjugábamos carreras conlos piojos que nos sacábamos de la ca-beza", recuerda el republicano catalánTário Rubio. Para él, Orduña y su colegiocatólico son sinónimos de hambre, mu-gre y sufrimiento. Mucho sufrimiento.

Al igual que otros tantos centros reli-

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giosos de España, este colegio se con-virtió en uno de los campos de con-centración del franquismo. Más allá desus similitudes con otros centros, estelugar tenía algunas caracteristicas quelo hacían único: levantado por la con-gregación de los Jesuitas a finales delsiglo XVII, se trataba de la institucióneducativa más antigua de Euskadi. Noen vano, allí habían estudiado algunasde las personalidades más significati-vas del País Vasco. Desde los herma-nos Sabina y Luis Arana, fundadoresdel PNV e ideólogos del nacionalismovasco, hasta José Antonio Aguírre, quienvarios años más tarde se convertiria en

Homenajeen 2012Arriba, familiares desupervivientes, en unhomenaje realizadoen la localidadvizcaína en 2012. A laderecha, Tario Rubio,con chaqueta azul,conversa con otravíctima del centro.

el primer lehendakari, este colegio fuedurante años el preferido de la burgue-sía local.

La TI República ordenó su cierre en1932, una medida que estuvo acompa-ñada por la disolución de la Compañíade Jesús en Orduña. Franco volvió aabrir sus puertas en'1937, pero no confinalidades educativas: a partir de en-tonces, allí fueron recluidos miles deprisioneros. Prácticamente todos pro-venían de los frentes de Vizcaya, Levan-te, Aragón y Cataluña. Habían perdidola guerra y ahora estaban en manos delenemigo. "Fueron apresados y desvali-jados en el campo de batalla, donde les

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quitaban todo. Nada más llegar a Ordu-ña, les tomaban sus datos de filiación einvestigaban cuál había sido su pasado,tanto durante como antes de la guerra",comenta el periodista [oseba Egiguren,autor del libro 'Prisioneros en el cam-po de concentración de Orduña' (Ed.Ttarttalo) .

Tras un intenso trabajo de investiga-ción, Egiguren ha logrado determinarque durante sus dos años de funciona-mientos pasaron por allí hasta 50.000prisioneros. La capacidad máxima delcampo era de 5.000 personas, lo que le

~convertía en uno de los principales re-cintos represivos del país. De hecho, en

Bajo estas líneas, la fecha de 1941 aparece grabada en uno de los muros del cementerio. Asu lado, el investigador Joseba Egiguren, autor de un libro sobre la historia del campo deconcentración franquista, señala marcas de disparos en el camposanto .

co y su látigo. "Estuve allí cuatro meses,entre febrero y junio de 1939. Tenías queobedecer, porque sino te pegaban", ex-plica josep. Poco después de que losfranquistas le permitiesen volver a supueblo, la dictadura decidió transfor-mar este sitio en una prisión. "A partirde entonces, sólo llevaban a personas queya habían sido condenadas en algún otrolugar", comenta Egiguren. De acuerdo alas cifras obtenidas por este investiga-dor, durante la etapa de presidio -queduró hasta 1941- murieron oficialmente201 personas, casi todas de hambre. "Dela época del campo sólo están registra-dos 24fallecimientos, pero me consta quehubo más muertos porque así lo señala-ron varios testigos", explica.

Entre los que allí perdieron la vida estáel abuelo de Carmela Villar, una espa-ñola que lleva 52 años en un pueblo delsur de Francia. Zoilo Villar había sidoconcejal en la localidad de Torrenueva.en Ciudad Real. Tras ser denunciado alos falangistas por un vecino, fue apre-sado cuando tenia 58 años y nueve hijos.Nunca más los volvió a ver. Acusado de"rebelión" contra el régimen, acabó de-trás de los muros de los Jesuitas. Al igualque en el resto de fallecimientos regis-trados en este sitio, nadie sabe dóndefueron enterrados los cuerpos.

Las principales sospechas indican quehabrían acabado en una fosa común si-tuada en el sector del cementerio muni-cipal dedicado a quienes no profesabanla fe católica. En 1970, el ayuntamientofranquista ordenó levantar una serie denichos sobre esa misma zona, dificul-tando aún más el acceso a la verdad.

Allí debajo también podrían estar losrestos de dos hermanos que tuvieronun mismo -y cruel- destino. Manuel ySalvador del Amo fueron detenidos en ~

• Losdatos oficiales hablan de 201muertos cuando el colegio era prisión y24 cuando era campo de concentración

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aquel pueblo de apenas 3.000 habitan-tes había más gente detrás de los murosque fuera de ellos. "Elhecho de encerrara 5.000 individuos en un recinto de 11.000metros cuadrados con un patio de otros6.000 metros cuadrados, implicaba quecada prisionero dispondría teóricamentede poco más de dos metros cuadrados desuperficie dentro del edificio,y de tan solouno fuera de él. Es decir, el espacio es-trictamente necesario para tumbarse enel interior,ypara estar de pie en el patio",concluye Egiguren en su libro.

EL 'MANCO' Y SU LÁTIGO[osep Serrat, padre del cantante Joan

Manuel Serrat, fue uno de los miles dehombres que pasó por aquel lugar. Trasser apresado por su militancia en lasbrigadas anarquistas, Josep logró salircon vida de ese infierno. Lo mismo leocurrió a 'I'ário Rubio, condenado a vi-vir allí una temporada cuando sólo te-nía 18 años. Si bien desfiló por varíasprisiones del franquismo, asegura queen ninguna pasó tanto hambre comoen el viejo colegio de los Jesuitas. Allíconoció -o sufrió- al Manco, un carce-lero que disfrutaba dando palizas a losprisioneros. Su nombre era José LuisJunguitu Sáez y provenía de Ametzaga,un pequeño pueblo de Álava.A pesar dehaber recibido un disparo en la manomientras peleaba junto a los requetés,aquel temido individuo mostraba unagran habilidad a la hora de repartir gol-pes. "Nos hacía formar un círculo y darvueltas a paso ligero. Cuando no aguan-tábamos más y caíamos al suelo, se lan-zaba encima y nos daba palos hasta quenos levantábamos", relata Rubio.

Josep Santjoan, otro republicano ca-talán que también acabó en ese campo,aún tiene presente la imagen del Man-

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-+ la localidad extremeña de Villa Gonzaloy enviados a la lejana prisión orduñesapor el simple hecho de ser de izquier-das. La mujer de Manuel también fueapresada por los franquistas, aunquesólo se pudo establecer que estuvo pre-sa en la cárcel de ese pueblo de Extre-madura. Nadie sabe cuándo desapare-ció ni qué hicieron con su cadáver. En elcaso de los hermanos Del Amo, apenasse conoce que murieron con muy pocosdias de diferencia: Salvador cayó el 13de marzo de 1941, y Manuel el 5 de abril."Seguramente estarán enterrados ahí. enel cementerio municipal de Orduña", se-ñala Antonía. la nieta de Manuel.

Las sospechas de esta mujer encuen-tran respaldo entre los lugareños. Hacealgún tiempo, un vecino le contó a Egi-guren que "cuando era niño fue una vezal cementerio y se topó una botella conun papelito dentro" en el mismo lugardonde se habrían producido los ente-rramientos clandestinos. Otro hombre lereveló que "su abuelo tenía una casa muycerca de la estación de tren, y la vendió

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porque un día descubrió que en su terre-no había un montón de huesos. Él creíaque eran de la guerra civil".

También aparecieron restos humanosen un recinto fortificado anexo a la igle-sia que se excavó en el año 2002, en elmarco de un estudio del Grupo de In-vestigación en Arqueología de la Arqui-tectura de la Universidad del País Vasco.Los expertos colocaron aquellos restosen bolsas y los llevaron a un cremato-rio sin que fueran analizados. "Le pre-gunté a uno de los responsables sipodíatratarse de restos de la guerra civil. Merespondió que quizás sí, pero no lo vamosa saber nunca", relata a esta revista elinvestigador.

PERDÓNEn junio de 2012, Carmela Villar viajóhasta Orduña para participar en el pri-mer homenaje oficial a las víctimas delcampo y la prisión local. El acto inclu-yó la lectura de una moción impulsadapor la coordinadora de la memoria LauHaizetara Gogoan y aprobada por todos

ZoUoylamemoriaSobre estaslíneas, Zoilo Villar,concejal de unpueblo de CiudadReal detenidopor falangistas.Fue apresado yllevado al campo deOrduña. Murió allí.Arriba, Luis Fuentesy Eduardo González,integrantes de lacoordinadora dememoria históricaLau HaizetaraGogoan. Debajo,cementerio deOrduña con elcolegio, quefue campo deprisioneros, alfondo.

• En 2012 sehomenajeó alas víctimas. Elayuntamientopidió perdón porutilizar prisioneroscomo esclavos

los partidos políticos con representa-ción municipal -Bildu, PNV y PP-. Enesa declaración, el ayuntamiento pe-dia perdón por "haber utilizado comoesclavos a prisioneros de guerra y presospara la ejecución de todo tipo de obraspúblicas en su término municipal, y porhaberse beneficiado económicamente dela presencia de personas cautivas en sumunicipio" .

En efecto, el gobierno municipal deaquella época no sólo recibía dinero poracoger el campo de reclusión franquis-ta, sino que también se benefició de lamano de obra esclava para hacer obrasen la Plaza de Toros, reconstruir el vie-jo edificio municipal que hoy funcionacomo hotel o reparar los daños sufridospor la mismisima Virgen de la Antigua,venerada por los orduñeses de ayer y dehoy. "En un acto de sinceridad, y más alládel colorpolítico que gobierne en este mo-mento, esta institución -que es la mismade aquella época- cometió ciertos actosque desde la perspectiva de hoy resultandificiles de defender", sintetiza el actualalcalde, Carlos Arranz (Bildu).

El homenaje incluyó la colocación deuna placa frente al antiguo presidio,situado en pleno centro del pueblo.Sin embargo, dentro del edificio no seaprecia ni una sola mención a su pa-sado atroz. El edificio fue adquirido enel año 1963 por la congregación de los[osefinos de Murialdo, quienes a día dehoy regentan un colegio privado quesupera en alumnos a la escuela públi-ca de la localidad. A pesar del terriblepasado que encierran estas aulas, susestudiantes poco y nada conocen sobrelo que ocurrió allí dentro. "He estado conuna chica de unos 30 años que estudióen ese colegio y no sabía que ahí habíafuncionado un campo de concentración.Como ella,miles de personas han pasadopor allí sin saber nada sobre este teman,se lamenta Luis Fuentes, integrante deLau Haizetara Gogoan. Mientras, losalumnos de los [osefínos continúan enel viejo patio, exactamente el mismo enel que los prisioneros morían de ham-bre. •