la vivienda obrera y los josefinos

25
Vivienda y moral. La acción de la Comisión Protectora de los Artesanos de San José, 1900- 1930 Autora: M. Cristina Boixadós, CIFFYH Las significativas transformaciones ocasionadas como resultado de la llamada revolución industrial de mediados del siglo XIX, que definió la conformación de regiones manufactureras y otras productoras de materia prima, trajeron aparejadas importantes traslados de mano de obra. Como consecuencia, los países periféricos acrecentaron su población, que en el caso de Argentina, vio triplicado su población durante el período 1869 y 1914. Paradójicamente esa mano de obra se vio obligada a ocupar mayoritariamente los espacios urbanos, debido a un incompleto y defectuoso proceso de colonización. Las ciudades de la nueva región agropecuaria, principalmente Buenos Aires y Rosario, congregaron los mayores porcentajes de población extranjera, en donde existía aún una escasa infraestructura urbana. A servicios reducidos de limpieza, de barrido y de recolección de basura se sumó una precaria red de agua corriente y de desagües. Por otra parte, la constante transformación de calles, construcciones, obras, etc., requeridas por "el progreso" y "la modernización" agregaron a las ciudades portuarias esa impresión de campamento ingenieril con la que Liernur califica a la Buenos Aires de esa época 1 . Con ciertas diferencias, Rosario podría brindar esta misma imagen, al igual que algunos enclaves de la ciudad de Córdoba. En este contexto, la situación habitacional se presentaba con graves deficiencias. El insuficiente stock habitacional obligó a millones de inmigrantes a albergarse en conventillos y en viviendas precarias de todo tipo de material (chapa, zinc, paja, adobe) acrecentando la insalubridad urbana. Insalubridad que se tradujo en altos índices de morbilidad y mortalidad, sobre todo infantil. La difteria, viruela, sífilis, tifus, fueron unas de las tantas enfermedades que rondaron la vida urbana. A las epidemias de cólera de fines del siglo se sumó la tuberculosis, que acentuó aún más sus valores de muerte a comienzos del XX. La vivienda obrera se tornó un problema a considerar y a reflexionar y un conjunto de estudiosos e intelectuales introdujeron ciertos principios ya discutidos en el mundo industrial, tratando de revertir o al menos atenuar esta situación. Emilio Coni, Eduardo Rawson, Samuel Gache, entre otros, fueron precursores en la planificación de ciudades y conjuntos habitacionales para trabajadores, donde confluían preceptos de moral e higiene. Funcionarios municipales de Buenos Aires y de Córdoba planificaron algunos emprendimientos en este orden en la década de 1880, contemplando sólo la higiene y la salud. A comienzos del siglo XX, el reformismo liberal, el socialismo y el catolicismo intentaron intervenir en el mercado habitacional, e incidieron en una legislación a nivel nacional y provincial, revirtiéndose de alguna manera la escasa preocupación que el Estado había tenido en este campo. 1 Liernur Jorge F.: "La ciudad efímera" en El Umbral de la Metrópolis. Transformaciones técnicas y cultura en la modernización de Buenos Aires (1870- 1930), Edit. Sudamericana, Buenos Aires, 1993, pág. 176

Upload: ma-cristina-boixados

Post on 31-Mar-2016

218 views

Category:

Documents


2 download

DESCRIPTION

 

TRANSCRIPT

Vivienda y moral. La acción de la Comisión Protectora de los Artesanos de San José, 1900- 1930

Autora: M. Cristina Boixadós, CIFFYH

Las significativas transformaciones ocasionadas como resultado de la llamada revolución industrial de mediados del siglo XIX, que definió la

conformación de regiones manufactureras y otras productoras de materia prima, trajeron aparejadas importantes traslados de mano de obra.

Como consecuencia, los países periféricos acrecentaron su población, que en el caso de Argentina, vio triplicado su población durante el período

1869 y 1914. Paradójicamente esa mano de obra se vio obligada a ocupar mayoritariamente los espacios urbanos, debido a un incompleto y

defectuoso proceso de colonización. Las ciudades de la nueva región agropecuaria, principalmente Buenos Aires y Rosario, congregaron los

mayores porcentajes de población extranjera, en donde existía aún una escasa infraestructura urbana. A servicios reducidos de limpieza, de

barrido y de recolección de basura se sumó una precaria red de agua corriente y de desagües. Por otra parte, la constante transformación de calles,

construcciones, obras, etc., requeridas por "el progreso" y "la modernización" agregaron a las ciudades portuarias esa impresión de campamento

ingenieril con la que Liernur califica a la Buenos Aires de esa época1. Con ciertas diferencias, Rosario podría brindar esta misma imagen, al igual

que algunos enclaves de la ciudad de Córdoba.

En este contexto, la situación habitacional se presentaba con graves deficiencias. El insuficiente stock habitacional obligó a millones de

inmigrantes a albergarse en conventillos y en viviendas precarias de todo tipo de material (chapa, zinc, paja, adobe) acrecentando la insalubridad

urbana. Insalubridad que se tradujo en altos índices de morbilidad y mortalidad, sobre todo infantil. La difteria, viruela, sífilis, tifus, fueron unas

de las tantas enfermedades que rondaron la vida urbana. A las epidemias de cólera de fines del siglo se sumó la tuberculosis, que acentuó aún

más sus valores de muerte a comienzos del XX.

La vivienda obrera se tornó un problema a considerar y a reflexionar y un conjunto de estudiosos e intelectuales introdujeron ciertos principios ya

discutidos en el mundo industrial, tratando de revertir o al menos atenuar esta situación. Emilio Coni, Eduardo Rawson, Samuel Gache, entre

otros, fueron precursores en la planificación de ciudades y conjuntos habitacionales para trabajadores, donde confluían preceptos de moral e

higiene. Funcionarios municipales de Buenos Aires y de Córdoba planificaron algunos emprendimientos en este orden en la década de 1880,

contemplando sólo la higiene y la salud.

A comienzos del siglo XX, el reformismo liberal, el socialismo y el catolicismo intentaron intervenir en el mercado habitacional, e incidieron en

una legislación a nivel nacional y provincial, revirtiéndose de alguna manera la escasa preocupación que el Estado había tenido en este campo.

1 Liernur Jorge F.: "La ciudad efímera" en El Umbral de la Metrópolis. Transformaciones técnicas y cultura en la modernización de Buenos Aires (1870-

1930), Edit. Sudamericana, Buenos Aires, 1993, pág. 176

2

2

Estos proyectos contemplaron, junto con el mejoramiento de las condiciones de salud de la población, otros componentes sociales e ideológicos

que obligaron a la clase dominante a aunar esfuerzos y recursos, buscando soluciones legislativas, financieras, corporativas, para intervenir en el

mercado habitacional dirigido al sector obrero. En las primeras décadas del siglo, nuevas ideologías, llamadas en la época maximalistas,

intercedían en los agudos conflictos sociales y laborales, convirtiéndose en amenaza permanente al endeble andamiaje del poder político

oligárquico, al mismo tiempo que atacaban los principios religiosos de la Iglesia Católica. Ésta debió adecuarse a los nuevas circunstancias y sin

abandonar su prédica hacia el liberalismo, salió a enfrentar más decididamente al socialismo y al anarquismo, cuando la Encíclica Rerum

Novarum de 1891 instrumentó un renovado programa social, que se materializó en la formación de los Círculos de Obreros Católicos, entre otras

cosas 2.

El discurso católico enarboló la problemática de la salud para hacer hincapié en la urgencia de revertir las condiciones de habitabilidad del

trabajador. Así, una vivienda higiénica se convertía en el medio que contribuiría a un estado de mayor salubridad de la población pero también

era la herramienta que permitiría a la clase dirigente someter al trabajador a cierto control y disciplina, con el requisito de mantener una conducta

y moral inscripta en los principios religiosos del catolicismo.

En el conflictivo panorama social del nuevo siglo, las propuestas de vivienda social en Córdoba, desarrolladas entre 1900 y 1920, provinieron del

sector católico y los más interesados propulsores de una legislación en ese sentido, fueron médicos, entre ellos Felix Garzón Maceda y Juan

Cafferatta, claros exponentes del catolicismo. En 1906, el primero, como diputado de la provincia, fue el autor de la ley de Construcción de

Casas para Obreros ( Ley Nº. 1951) y el segundo, alentó en el Congreso Nacional la Ley de Construcción de Casas Baratas de 1915. Ambos

tuvieron, como veremos, significativa participación e intervención en la acción desarrollada por la Comisión Protectora de los Artesanos de San

José

En este trabajo nos interesa analizar una de las acciones que propulsara la Iglesia Católica durante las primeras décadas del siglo XX, tendiente a

generar cierto control social sobre la clase obrera cordobesa. Partimos de la hipótesis de que este control se vehiculó mediante una acción

moralizadora cuyos resultados positivos se premiaba con la obtención de una casa habitación. Un ejemplo de estas iniciativas fue llevada a cabo

en Córdoba por la Comisión Protectora de los Artesanos de San José, asociación que complementó la actividad de la Sociedad de los Josefinos o

Artesanos de San José (hombres y mujeres), cuyos directores pertenecían a la congregación religiosa de la Compañía de Jesús. La reconstrucción

2 Suriano, Juan: "La cuestión social y el complejo proceso de construcción inicial de las políticas sociales en la Argentina moderna". En Ciclos, Año XI, Vol.

XI, Nº 21, Buenos Aires 1º semestre de 2001.

3

3

y análisis de la iniciativa y actividad llevada a cabo por la Comisión Protectora se realizó en base la lectura del Libro de Actas de su Consejo

Directivo del período 1904 /323.

Su emprendimiento, junto con el de la Conferencia de San Vicente de Paul, se entiende, como hemos expresado, como respuesta a un mundo

laboral y social mas conflictivo e inestable que ponía en juego la relación de fuerzas políticas y económicas conformadas a partir de 1880. Pero al

mismo tiempo, contraponía la obra emprendida por el liberalismo en los años finales de la década del 80, en la figura del intendente municipal

Luis Revol.

En efecto, el higienismo de fines del siglo XIX y comienzos del XX, centró especial atención y preocupación en la calidad de la vivienda,

considerándola como el agente principal de contaminación y propagación de las enfermedades infecciosas que se desarrollaban en el mundo

urbano. El hacinamiento, la falta de ventilación y de higienización fueron determinantes, en la teoría del contagio, del desarrollo y propagación

de la tríada patológica dominante de la época4. Bajo esta percepción se entiende una de las escasas iniciativas del Estado, en este caso de la

municipalidad de Córdoba, liderada en los años ochenta por el liberalismo .

Esta obra, conocida en la época como Casas de Inquilinato, había comprendido la construcción de 84 viviendas unifamiliares, levantadas en dos

medias manzanas de un sector urbano de características marginales. En este caso, una municipalidad reconocida como empresaria por la

oposición intervenía en el mercado habitacional, altamente especulativo, garantizando una vivienda digna e higiénica al sector trabajador a

precios accesibles. Como demostración de la confrontación de intereses políticos diferentes, que permanentemente se vio reflejada en la

concreción de políticas públicas, el catolicismo rechazó a través de su órgano periodístico el emprendimiento objetando principalmente la

intervención de la corporación municipal y su accionar como empresaria, además de la mala calidad de los materiales5. En 1890, una vez

3 Esta documentación me fue facilitada gentilmente, previa autorización de la Comisión, por el Sr. Pedroza, en 1999. 4 Armus incluye en esta tríada a las enfermedades infectocontagiosas, tuberculosis y gastroenteritis, ver Diego Armus: "Enfermedad, ambiente urbano e

higiene social. Rosario entre fines del siglo XIX y comienzos del XX" en Sectores populares y vida urbana, Biblioteca de Ciencias Sociales, N. 7, Buenos

Aires, 1984. Sobre las teorías de la época, Carbonetti Adrián y Boixadós Cristina: "Problemas de salud y enfermedad en el discurso médico estatal en la

ciudad de Córdoba a fines del siglo XIX" VIII Jornadas Interescuelas de Historia, Salta, set. 2001 (mímeo).

En relación a la vivienda y enfermedad ver Cafferata Juan F.: "El Saneamiento de la vivienda en la profilaxis contra la tuberculosis", en Revista de la

Universidad Nacional de Córdoba. Año IV, Nº 10, Diciembre de 1917 5 Periódico El Porvenir, 19 de julio de 1888, 15 de setiembre de 1889, 18 de enero de 1890

4

4

destituidos a nivel nacional y provincial los Juárez, y el intendente de Córdoba, Luis Revol, las casas de inquilinato fueron abandonadas y

olvidadas.6

Por otra parte, bajo las consecuencias de la epidemia de cólera de 1886/87, que había ocasionado un crecimiento de la mortalidad, el gobierno

liberal sostuvo el desalojo y demolición de ranchos que estaban en las calles céntricas de Córdoba. La prensa oficialista dedicó largos

comentarios apoyando la drástica medida, que la vocera del sector católico atacó "porque revestiría el carácter de un atentado a la propiedad

individual"7.

Posteriormente, cuando la tuberculosis incidió más notablemente en la morbilidad y mortalidad de la población, los representantes del higienismo

católico, como Cafferrata y Garzón Maceda, tomaron una posición más definida con respecto a tratar de mejorar la habitación del obrero,

considerando que el desarrollo y agudización de la tuberculosis giraba en torno a las malas "formas de habitar" de la clase trabajadora. En este

sentido Cafferata construyó un mapa de la ciudad puntualizando la relación entre desarrollo del bacilo de Koch y la presencia del conventillo y

rancho8.

Contexto habitacional de la ciudad de Córdoba:

Antes de pasar a revisar el accionar de la Comisión Protectora de Artesanos de San José es conveniente presentar brevemente la situación

habitacional que mostraba la ciudad de Córdoba, a través de los guarismos censales que disponemos. Entre 1869 y 1914 su población

experimentó un crecimiento del orden del casi 290 por ciento, período en el cual podemos diferenciar picos de mayor crecimiento y de caída de

población (ver cuadro I y 2). En la década de 1880 se observa el mayor crecimiento demográfico, que contrasta con la disminución de población

verificada en los años críticos del noventa. A partir de 1900 los niveles de crecimiento se mantienen parejos hasta fines del período de estudio. El

6 La bibliografía de alcance nacional referida al tema de la vivienda obrera ha pasado por alto esta obra y algunos trabajos de historia local confunden sus

resultados y materializaciones, superponiendo esta intervención a la obra de la Comisión Protectora de los Obreros de San José. Como antecedente en

Argentina a la obra de Revol existía la iniciativa emprendida por la Dirección de Obras Públicas de la Municipalidad de Buenos Aires en 1884 durante la

intendencia de Torcuato de Alvear. En Rosario, ciudad puerto de crecimiento vertiginoso en esos años, la construcción de barrios y conventillos para obreros

quedó librado al interés particular de empresarios e industriales, que levantaron conventillos próximos a sus fábricas. Como ejemplo de uno de estos conjuntos

habitacionales es el caso de Barrio Hileret (ver Agustina Prieto. "Vida cotidiana en un barrio obrero en la Argentina de la segunda mitad del siglo XIX. El

barrio Refinería de Rosario desde los orígenes a 1902, II Jornadas Interescuelas, Rosario, 1989). 7 Periódico El Porvenir, 7 de julio de 1888. 8 Cafferata Juan F. op.cit

5

5

aumento poblacional estuvo fuertemente determinado por la afluencia inmigratoria y en menor medida por el crecimiento natural, en donde

todavía una alta mortalidad se combinaba con una alta natalidad9.

Los efectos de los servicios urbanos y especialmente los de salubridad, estuvieron retardados con respecto a los requerimientos de una población

en aumento, a pesar de la concreción de una serie de obras y servicios públicos, como el de aguas corrientes en el centro mismo de la ciudad, el

adoquinado, etc. La población creció a un ritmo más vertiginoso que la infraestructura de servicios y la oferta de vivienda quedó muy relegada

frente a este crecimiento.

El cuadro 3 registra el número de casas distinguiendo sus características constructivas y marca un incremento del total de las mismas del 120 %

entre 1869 y 1906, última fecha en que contamos con esta información, registrándose para el último período intercensal (1895/1906) una mayor

tasa anual de crecimiento de las viviendas (Cuadro 4). Sin embargo cotejando ambas variables de población y vivienda, se observa una amplia

diferencia entre ambos crecimientos: la población creció entre 1869 y 1906 en el orden del 170 %, mientras que las viviendas lo hicieron en un

120 %.

Simultánea y consecuentemente el número promedio de habitantes por vivienda creció. Este índice, único posible de comparación entre las tres

fechas censales, aunque limitado en cuanto a las inferencias que nos brinda con respecto a las condiciones higiénicas y de salubridad, permite

aproximarnos a la problemática planteada. En 1869, el promedio de habitantes por vivienda era 6,9; en 1895, de 6,7; mientras que en 1906 una

casa habitación llegó a albergar 8,2 habitantes, lo que supone situaciones de mayor aglomeración en esta última fecha. Tengamos en cuenta que

en Buenos Aires, este índice había variado de 8,88 en 1869 a 12,11 en 1895.10

Con respecto al grado de hacinamiento son escasos los datos que manejamos, solo el Censo Municipal de 1906 registra la cantidad de viviendas y

cuartos, arrojando una cifra de 2,04 personas por cuarto. Los resultados del Informe de la Oficina de Estadística Municipal sobre ranchos y

conventillos de julio de 1917, expuestos por Cafferata en su trabajo del mismo año, acusan un promedio de 3 habitantes por cada rancho, siendo

igual que al registrado para los conventillos11

. Lamentablemente no contamos con más estadísticas al respecto, pero son muchas las descripciones

referidas al rancho que periodistas y estudiosos hicieron señalando un mayor número de habitantes por unidad. El mismo Cafferata dice que el

9 Iparraguirre, Hilda: Notas para el estudio de la demografía de la ciudad de Córdoba en el período 1869-1914, en Homenaje al Dr. Ceferino Garzón Maceda,

Dirección General de Publicaciones, Universidad Nacional de Córdoba, 1973, pág. 267 10 Gache, Samuel: Les logementes ouvriers à Buenos Aires, París, Ed. Steinheil, 1900 11 Cafferata Juan F. op.cit.

6

6

término medio es de tres personas por pieza, pero existe un máximo de 10,1 por igual medida. Vale la pena reproducir las palabras de Cafferata,

referidas a las cualidades de este tipo de vivienda:

"un poco de madera rudimentaria labrada, paja y barro, son sus materiales (...) Su índole primitiva le permite emplazarse en cualquier parte,

en hacinamiento, sin consultar reglas de construcción ni de higiene (...)La higiene es desastrosa. Nada se ha hecho allí consultando sus reglas,

desde el techo hasta el piso está violado. Se suma a ello la superpoblación, la promiscuidad, los alrededores depósitos de detritus, focos de

infección y origen de epidemias."12

Tengamos en cuenta que el rancho subsistió hasta las primeras décadas del siglo XX, como señala en 1908 Juan González al referirse a Córdoba:

"La única ciudad Argentina que mantiene dentro de su recinto urbano estos edificios de construcción primitiva, de origen indígena".13

Si bien

había disminuido la proporción de éstos entre ambas fechas censales, -1869 y 1906 (Cuadro 3) -, esta vivienda precaria permanecía en cuadras

céntricas, a pesar de una serie de ordenanzas que reglamentaban su desalojo, o prohibían su construcción en un radio específico. Con respecto a

las características constructivas que debían tener las viviendas, fue muy poco lo sancionado en las distintas medidas municipales, sólo la

ordenanza de 1898 establece ciertos criterios de habitabilidad y de higiene a considerar en la construcción. En ésta se establecía que las

habitaciones debían ser de 25 metros cuadrados y sus techos de 4 metros de alto, alojándose sólo cuatro personas, y sus pisos no debían ser de

tierra apisonada. Cada casa o cuarto de alquiler debía tener el correspondiente sumidero y letrina, separadas lo mínimo cinco metros de las

habitaciones14

.

Sobre la triada, rancho/conventillo-hacinamiento-tuberculosis, se dirigieron todas las miradas del higienismo católico, considerando la fuerte

relación entre las tres variables, entendiendo que si el grado de hacinamiento se modificara, y por ende se combatía el rancho, la tuberculosis

dejaría de hacer estragos en la población cordobesa. Sin embargo, como marca Carbonetti, las deficientes condiciones de habitabilidad de ambos

tipos de hábitat, como el rancho y el conventillo, no determinaban la mortalidad por tuberculosis, sino que el grado de hacinamiento de los

mismos, junto con otros factores como la falta de nutrición, la situación laboral, etc. interferían en las causas de desarrollo de esta enfermedad.15

El grado de hacinamiento que debió primar en la población urbana estaba relacionado, en parte, a los precios de los alquileres, difíciles de

afrontar por un obrero poco calificado. Los comentarios periodísticos e informes de estudiosos sobre distintos aspectos de las condiciones de

12 citado en Carbonetti Adrián: Enfermedad y sociedad, la tuberculosis en la ciudad de Córdoba 1906-1947. Editorial de la Municipalidad, Córdoba, 1998 pág.

66 13 González, Juan: El encarecimiento de la vida en la República Argentina, Marana, Buenos Aires, 1908 14 Proyecto municipal de 1888, Ordenanza 614 de 1898, Reglamento de Edificación de 1900, Ordenanza de 1909, Ordenanza de 1916. 15 Carbonetti, Adrían , op.cit., pág. 68

7

7

vida de principios de siglo delatan esta situación16

. Éstos señalan que un alquiler de una pieza de conventillo en las afueras de la ciudad oscilaba

entre los 10 y los 16 pesos mensuales, absorbiendo aproximadamente una cuarta parte del salario de un peluquero, un carpintero, un albañil, o un

herrero, si nos atenemos al informe de Ludewig17

. Situación que sería muy similar a la que debía afrontar un empleado en la ciudad de Buenos

Aires por alquilar una casita18

.

En síntesis, las condiciones materiales de la población de menores recursos de Córdoba, presentaban un panorama bastante aflictivo y desolador,

similar al que predominaba en ciudades de mayor tamaño de Argentina.

La Comisión Protectora de los Obreros de San José y su política habitacional

Para entender la actividad de esta asociación nos parece pertinente considerar algunos lineamientos de la acción desplegada por los Círculos de

Obreros, iniciados a nivel nacional por P. Federico Grote en 1892. En Córdoba se organizaron cinco años después y se dieron forma en 1903

cuando se sancionó el Reglamento de los Círculos de Obreros, firmado por el mismo Grote.19

Su articulado define el perfil social que perseguía

este tipo de asociaciones católicas, con fuerte carácter mutualista y prescriptivo, que nos interesa remarcar porque bien pudieron influir en la

organización y funcionamiento de la Comisión Protectora de los Artesanos de San José. El objetivo principal de este tipo de asociación queda

explícita en el primer artículo del citado Reglamento: “defender y promover el bienestar material y espiritual de la clase obrera, en marcada

oposición a la funesta propaganda del socialismo y de la impiedad, que, mediante promesas engañosas de efímera felicidad, llevan al obrero a

la ruina temporal y eterna y acarrean a toda la sociedad a males incalculables”.20

Para llegar a este fin, los círculos debían propender al

establecimiento de escuelas primarias, agencias de trabajo, cajas de ahorro, socorro mutuo, la celebración de actos festivos con fines ilustrativos,

religiosos y morales y de congresos nacionales, donde se discutirían puntos de interés de los diferentes círculos anexos a cada parroquia.

16 Entre ellos: Santiago Albarracín quien escribe a fines de 1880, Emilio Roqué, Juan González y Manuel Río, Juan H. Ludewig se refieren a la situación

laboral de principios de 1900. 17 Ludewig, Juan H. Informe del estado actual del trabajo a domicilio de mujeres y niños en la capital de la provincia. Anuario 1913, en Moreyra, Remedi,

Roggio, pág.174 18 Gutiérrez y Suriano registran este porcentaje sobre la base de cálculos de presupuestos de los años 1897/1918, presentados por Roberto Cortés Conde, pág.

19 19 Ver Gardenia Vidal: "Las fiestas en los Círculos de obreros (1897-1907). Algunas características del espacio público de Córdoba (Argentina)" ponencia

presentada en IV Congreso Chileno Argentino de Estudios Históricos e Integración Cultural. Valparaiso, Abril 2001. 20 Compilación de Leyes, Decretos y demás disposiciones de carácter público, (Gobierno) 1903, Tomo 1204, pág. 165, Reglamento de los Círculos de Obreros

8

8

En las cláusulas de admisión de los distintos tipos de socios quedaba explícita la finalidad de estas asociaciones civiles pro-católicas. Los socios

honorarios eran aquellos que contribuían con su cooperación moral, los protectores con cooperación pecuniaria y el socio activo debía tener entre

14 y 60 años, quien además de pagar una cuota mensual, debía ejercer alguna profesión o industria honesta, no padecer enfermedad crónica, no

estar afiliado a ninguna asociación anticatólica, observar buena conducta y ser de costumbres morales. Sobre éstas se explayaba en el acápite III

de los Deberes de los socios, que se podría sintetizar en los siguientes puntos: llevar una vida moral, no contraer uniones prohibidas por la moral

y la religión, no asistir a casas de juego o de perdición, no promover conversaciones deshonestas o impías.

Comparativamente, la actividad de la Comisión Protectora de los Artesanos de San José presenta en común con este tipo de asociación el

objetivo implícito de frenar la acción que el socialismo y el anarquismo podían ocasionar en el mundo obrero, para lo cual se debía adscribir a

ciertos principios de moralidad. En junio de 1904, la Asociación de los Artesanos de San José emprendió la formación de una sociedad

compuesta por sus protectores, con el nombre de Comisión Protectora de los Artesanos de San José, cuyo Consejo Directivo estuvo integrado

por defensores del catolicismo en Córdoba. Sus primeros miembros fueron: Temístocles Castellanos, (Presidente), Benjamín Otero Capdevila,

(Vice), Fidel Centeno (secretario), Ignacio E. Ferrer, (vicesecretario), como tesorero y vice: Juan Echenique y Alejandro del Corro, vocales:

Rafael Moyano, Juan Cafferata, F. García Montaño, Francisco Silva, Manuel Perea Muñoz y José Nores, bajo la dirección inicial del religioso

Hilario Fernández

En sus estatutos, redactados en diciembre de 1906, se establecían los fines de la comisión: perfeccionamiento moral de la clase obrera, bienestar

material por medio de la instrucción y de todo auxilio tendiente a procurarle habitación, abrigo, alimentos y medicamentos. El articulo 3º

expresaba: “Es propio objeto de esta asociación la creación y sostenimiento de casas familiares o colectivas para obreros, huérfanos, viudas o

ancianos; de comedores o dormitorios de urgencia para indigentes; de casas de vacaciones; de bolsas de trabajo; de consultorios médicos o

jurídicos; de bibliotecas; de escuelas o academias; etc.”21

. Como vemos, el carácter mutualista de la asociación abarcaba varios aspectos de la

asistencia al trabajador, sin embargo, fue preocupación primordial y casi exclusiva en los años de mayor actividad de la Comisión, la posibilidad

de otorgar y adjudicar una casa al trabajador.

Con respecto a la vivienda social, la Comisión Directiva había definido ya en su primera reunión de 1904 que su propósito comprendía la

compra de terrenos y la construcción de casas que contemplaran la higiene y la moralidad de sus moradores “pues todos sabían las deficiencias

de los hogares que actualmente ocupaban los hijos del pueblo”.22

La iniciativa fue algo anterior a la propuesta presentadas a la legislatura

provincial por Garzón Maceda, y casi contemporánea al proyecto de Ignacio de Irigoyen elevado a la Cámara de Diputados, en julio de 1904. En

21Estatutos, Comisión Protectora de los Artesanos de San José, Córdoba, Tipografía Gutemberg, Córdoba, s/f. 22 Libro de Actas del Consejo Directivo de la Comisión Protectora de los Artesanos de San José (1904/1932) (en adelante -LACPSJ), 15 de junio de 1904. F.1

9

9

este sentido vale la pena hacer algunas comparaciones atendiendo a la modalidad y mecanismo de adjudicación del bien inmueble. La propuesta

del reformismo liberal, vehiculizada en este caso por Irigoyen, comprendía la venta de las viviendas en cuotas, en donde el estado debía actuar

como empresario, (en este caso, la municipalidad de Buenos Aires), que, bajo la gestión de un directorio de notables, aseguraba la tutela de la

elite sobre la administración y control de las viviendas. La adjudicación de la propiedad dependía mas de la solvencia del trabajador que de sus

condiciones morales, las que predominan, como veremos, en los proyectos de conservadores y católicos.23

La ley provincial de 1906, por la cual

se autorizaba al Ejecutivo destinar una suma de dinero para la construcción de casas para obreros, asignaba a una Comisión Administradora,

compuesta de tres miembros, las tareas de adquirir los terrenos y luego la venta de los mismos, con su respectiva edificación, a los obreros con

familia, cuyos antecedentes de honradez y moralidad sean abonados. 24

En lo que respecta a los mecanismos de adjudicación de la vivienda implementados por la Comisión Protectora de los Artesanos de San José

nunca estuvieron suficientemente explícitos. Su proyecto de Reglamento provisorio confeccionado el 8 de junio de 1906 establecía en su artículo

primero que la mencionada institución “tiene por objeto proporcionar casas o lotes de terreno para arrendarlos o venderlos por el menor precio

posible i con las mejores condiciones, a los socios que carecen de ellos”. Para ser propietario o inquilino, el socio podía pagar una suma que el

desee entregar, y sería devuelto en caso de rescisión del contrato, ya sea por enfermedad o fallecimiento. En caso de la existencia de mejoras su

tasación sería resuelta por representantes de ambas partes, renunciando al derecho de entablar acción judicial. Si no tuviera herederos la

propiedad debía pasar a poder de la Comisión, para que por un sistema de premios se estimule” el ahorro i la moral, la higiene i la honestidad de

el hogar” 25

. Se premiaba así gratuitamente con una vivienda a aquel trabajador que cumpliera con los preceptos y cláusulas requeridas .

Tipología de las viviendas

Por otra parte, la lectura de las actas dan a suponer que la Comisión careció de un diseño constructivo para las viviendas y de una planificación

previa con respecto a la ubicación y localización de las mismas. No se establece, como en el proyecto de Irigoyen, la construcción de conjuntos

de casas unifamiliares dispuestas dentro del mismo tejido urbano. Todo hace suponer que la Comisión, a medida que iba capitalizándose tanto en

efectivo como en terrenos, dispondría de posibilidades reales de ofertar una casa habitación. En este sentido podemos pensar que las donaciones

de terrenos realizadas por los socios protectores determinaron la ubicación de los futuras viviendas. Así, la Comisión aludida se hizo propietaria

de terrenos dispersos en diferentes barrios de la ciudad de Córdoba, los cuales no siempre se utilizaron para los fines previstos, algunos fueron

vendidos o permutados. Los dos conjuntos de viviendas construidos por ellos se localizaron en zonas periféricas de la ciudad, uno en los

23 Rigotti Ana María, "Reformismo oligárquico y casas para obreros", Segundas Jornadas Inter Escuelas y /o Departamentales de Historia, Rosario, 1989 24 Garzón Maceda, Felix: Historia de la Medicina en Córdoba, apuntes para su historia, Rodríguez Giles, 1917, pág. 504/505 25 LACPSJ, 8 de junio de 1906, F. 23,24, 25

10

10

márgenes deshabitados y barrancosos de la por entonces reciente urbanización de Nueva Córdoba, y el otro en la zona marginal del arroyo de la

Cañada, en el pasaje que llevó el nombre del socio Domingo Funes.

El plano que se adjunta ayuda a visualizar la ubicación de las obras de la Comisión Protectora en la ciudad de Córdoba. Lamentablemente la

lectura de las actas no arroja, por lo menos hasta la fecha examinada, una cifra exacta de las casas construidas por la Comisión; contamos con las

que Garzón Maceda expone en su obra escrita en 1917, la que suman 97 viviendas, distribuidas de la manera siguiente: 52 en la manzana 104 de

Nueva Córdoba y las 45 restantes en el pasaje Domingo Funes de Pueblo Nuevo.26

Es posible pensar que la dimensión de los lotes - ubicados en barrios circundantes al área céntrica: General Paz, San Vicente, San Martín y

Pueblo Nuevo -, obligara a planificar la construcción de pequeñas series de viviendas. Esta modalidad coincidía con la propuesta de casas obreras

que se legisló en 1906, por la cual se construyeron en los primeros años, 45 casas en cuatro sectores de la ciudad en complejos de 4 a 20 casas.

Con respecto a las características de las viviendas, tampoco hubo un diseño presentado y aprobado por una junta específica. Sólo tenemos como

ejemplo, un boleto privado de transferencia otorgado por la Comisión en mayo de 1923 al socio Gerardo Barrera, (que por motivos de orden

moral debió rescindir el contrato en 1931). En este expediente se señala que se había adjudicado una casa edificada en la manzana 104 de Nueva

Córdoba, de cuatro piezas, cocina, baño y w.c., sobre un terreno que mide 9,20 m. de frente al norte por 18,50 m de fondo, cuyo precio total

alcanza a $ 3.555 m/n, sin computar el valor del terreno, pagadero en mensualidades de $ 45 m/n, dentro de los primeros 10 días de cada mes. Se

aclara que “esta venta se efectúa bajo la condición resolutoria de que el comprador siga siendo de la Asociación Artesanos de San José: los

derechos que acuerda son intransferibles y caducan por el sólo hecho de que el comprador deje de pertenecer por cualquier causa a la

Asociación mencionada, como asimismo por fallecimiento de éste o por falta de pago de tres mensualidades consecutivas”. También especifica

que en caso de rescisión y caducidad del contrato, se entregará al comprador o sucesores una indemnización equivalente al 20% de las sumas

abonadas en concepto de precio.27

Desconocemos, al no estar estipulado en el contrato, el plazo para abonar ese importe, pero observamos que la

cuota mensual es bastante más elevada que lo que se había establecido en las primeras reuniones, aunque similar al importe que debía pagar una

persona beneficiada con la ley 1951, según cita periodística de 1913 28

. Con respecto a la superficie del terreno, de 170 metros, y a las

26 Garzón Maceda, Felix: op.cit. pág. 517 y 520. La designación de esta calle con el nombre de Domingo Funes alude "la acción benéfica" que esta persona

realizó en la Comisión Protectora al donar estos lotes. Funes o sus descendientes más directos fueron también los donantes del Hospital para tuberculosos, que

lleva su nombre en las inmediaciones de Cosquín, en las serranías del Valle de Punilla, en la Provincia de Córdoba. 27 LACPSJ, 23 de diciembre de 1932, F. 175 28 citado Garzón Maceda, op.cit. pág, 508

11

11

comodidades de la vivienda, presentan ventajas mayores a las casas de inquilinato de Revol, que con dos piezas, un comedor y letrina, cubrían

una superficie de 66, 75 m2 en sitios de 123, 60 m2.

En abril de 1906, la Comisión ya estaba alquilando algunos terrenos y se construían viviendas de tres piezas, con sus respectivas dependencias,

en lotes de 10 x 30 m2, pero no se especifica su ubicación. Se fijaban también las pautas para el arrendatario interesado en su compra, por el que

debía pagar mensualmente $ 10 m/n en el término de diez años; y si alquilaba solamente debía abonar la mitad de ese valor, exigiéndose en

ambos casos puntualidad en el pago, contra la firma de un documento29

. En las bases redactadas el 1 de diciembre del mismo año, se establecía

que la forma de pago podría ser en una sola cuota, o bien en cuotas periódicas, o en cualquier otra forma conveniente al interesado, sin interés

alguno. 30

En síntesis, se observa por lo menos en las primeras cláusulas, mayores facilidades y comodidades financieras para ser adjudicatario

de un bien inmueble, si comparamos con las estipuladas por la Ley provincial de 1906.

Capitalización y recursos

De la lectura de las primeras actas se desprende que la Asociación no tuvo tampoco una política definida tendiente a la capitalización de la

sociedad y a la forma de llevar adelante la construcción de las viviendas. Las primeras sugerencias del Consejo hacían referencia a que el obrero

acudiera individualmente al Banco de Córdoba, donde depositando sus ahorros en una cuenta corriente, podría obtener un crédito bajo hipoteca.

En la sesión posterior, del 10 de noviembre del 1904, el Banco había respondido expresando que se recibirían depósitos a los obreros desde de $

2 m/n en caja de ahorro, exclusivamente sellados por la Comisión. No obstante, en una tercera sesión, del 12 de febrero de 1905, se hablaba de

contraer un empréstito para la compra de terrenos y demás fines de la sociedad.

Los créditos particulares no llegarían a buen término y la Comisión Protectora, una vez aceptada su personería jurídica, en diciembre de 1906,

fue quien tendría que establecer la operatoria con los bancos, en forma de empréstito.

Simultáneamente a estas primeras tratativas se fueron recibiendo donaciones de dinero y distintos miembros de la Comisión facilitaron préstamos

sin interés, mientras otros donaron fracciones de sus loteos31

, constituyéndose así el capital inicial de la Asociación.

29 LACPSJ, 21 de abril de 1906, F, 16 30 LACPSJ, 1 de diciembre de 1906, F.36 31 Al respecto cabe mencionar las donaciones de lotes por parte de Augusto López y Agustín Garzón. Ambas personas se habían iniciado en el negocio

inmobiliario en 1870, y como empresarios y políticos católicos habían sostenido enfrentamientos con la cúpula dirigente de los años 1880. No nos sorprende

12

12

Mientras se dirimían los instrumentos económicos y financieros para emprender las obras, se perfilaban también los mecanismos de protección y

de cobertura hacia el socio obrero, definiendo las estrategias y políticas a seguir. En la sesión del 19 de mayo de 1906 se delinearon las

incumbencias de cinco comisiones, integradas por miembros de la Asociación, tendientes a examinar los méritos de los aspirantes, las

condiciones de salubridad y topográficas de las obras y los trámites que exigía la operatoria bancaria y judicial del emprendimiento.

Ese mismo mes se obtuvo la donación por parte del gobierno provincial a la autoridad eclesiástica de una manzana en Nueva Córdoba con el

propósito de edificar casas para los obreros de la Asociación32

. La donación de la manzana 104 y la exención de pagar ciertos impuestos

municipales fueron las prerrogativas que obtuvo la comisión por parte de los distintos poderes públicos. Garzón Maceda cuestionaba la dádiva

poco generosa por parte del gobierno, reclamando una ayuda pecuniaria más importante. Probablemente, las urgencias se tornarían más

apremiantes, en el contexto de agudización de las condiciones habitacionales que llevaría en los últimos meses de 1907 a estallar en la huelga de

inquilinos en Buenos Aires, extendida a Rosario y Córdoba. La cuestión social, y específicamente la problemática de la vivienda obrera exigía

resoluciones más efectivas, comprometiendo una mayor intervención del estado, sin que por ello, éste - remarcaba años después Garzón Maceda-

“se convierta en empresario directo, tanto porque competiría con la industria y el capital privado, cuanto porque sus obras, según lo acredita la

dolorosa experiencia, son siempre más costosas...” haciendo clara alusión a las casas de inquilinato de Revol33

.

Ante la dificultad de conseguir fondos para levantar las casitas en Nueva Córdoba, la Comisión hizo partícipe “a Senadores y Diputados que

prestigian y favorecen a la Sociedad, para estudiar la forma más conveniente de arbitrar los fondos indispensables para construir las casas en

la manzana donada por el Gobierno, pues no siendo, ésta, propiedad particular disponible por parte de los obreros, nadie se aventura a

adelantar el dinero que se precisa”34

. Entre los diputados invitados se encontraba el Dr. Felix Garzón Maceda, quien posteriormente reafirmaba

que un empresario inmobiliario de estos últimos años como Benigno Acosta, enrolado dentro del liberalismo, también hiciera donación de terrenos a la citada

Comisión, dejando demostrado las frágiles posiciones ideológicas sustentadas por sus miembros. Esta confrontación, aunque poca sólida, entre ambos

lineamientos políticos permitió distinguir maneras diferentes de realizar el negocio inmobiliario entre 1870 y 1895. Ver Boixadós "Distintos proyectos en el

proceso de urbanización de la ciudad de Córdoba, 1870-1895" en Segundas Jornadas de Historia Económica, Montevideo, 1999. 32 Originalmente, la donación se refería a la manzana 105, pero los argumentos presentados por la Comisión, con respecto a las malas condiciones topográficas

de esta manzana, modificaron la donación recayendo sobre la manzana 104, que sólo requería - expresaba la Comisión- practicar desmontes para iniciar las

obras. LACPSJ, 19 de mayo de 1906, F 22. 33 Exposición del diputado Félix Garzón Maceda fundamentando el proyecto de ley de su autoría sobre construcción de casas para obreros, Diario de Sesiones,

Año 1906, en Moreyra, Remedi, Roggio, pág. 138 34 LACPSJ, 16 y 19 de junio de 1907, pág. 55/56

13

13

su posición: “Es necesario combatir en la forma más práctica y eficaz la influencia que en las clases obreras produce el anarquismo o el socialismo

anárquico, que con sus doctrinas seducen y hacen entre ellos sus prosélitos: y para ello es necesaria la acción privada y pública, tendiente a formar

el hogar, a fundar costumbres, a hacer la moralidad en aquellos medios en los cuales por falta de una vivienda saludable no es posible ni restaurar

las costumbres ni hacer reinar en ellos la moral”. 35

A fines de 1906 estaban en construcción dos casas en el Pasaje Domingo Funes, en Pueblo Nuevo. Pero no era la única preocupación

constructiva de la asociación, se iniciaba también una larga serie de trámites para adquirir una propiedad ubicada en la plazoleta de la Compañía

de Jesús, en el casco histórico de la ciudad, donde se levantaría un salón social que permitiera “celebrar las largas i frecuentes reuniones”.

Tengamos en cuenta la importancia asignada en el Reglamento de los Círculos de Obreros a la reunión social y a los fines implícitos en la misma.

En su capítulo VI observaba la necesidad de que cada círculo tenga su propio local de recreo, donde los socios se diviertan "en juegos inocentes y

recreativos los domingos y días de fiesta", celebrándose mensualmente una reunión amenizada con música y conferencias instructivas, donde se

prohibía la entrada a señoras.

Por lo que se desprende de la lectura de las actas de la Comisión, la construcción de esta sede pasó a ser primordial dentro de las actividades de la

Asociación, dejando en segundo lugar la edificación de viviendas obreras. Sus miembros doblaron esfuerzos para obtener fondos financieros

tanto para la construcción de la sede como para la de las casas de obreros. En la sesión del 11 de abril de 1907 el presidente y el tesorero

informaban al resto de la Comisión que habían comprado durante el verano una casita situada en la plazuela de la Compañía al frente mismo de

la Iglesia, de 8,70 m. de frente por 12,40 de fondo, por $ 3.500 m/n. Por más que se había duplicado su valor a la fecha, opinaban que no era

prudente venderla “por ser ella de absoluta necesidad para los socios, quienes carecían al presente de un sitio cómodo donde pudieran

permanecer i conferenciar durante las largas i frecuentes reuniones que a diario celebraban por múltiples razones, así como antes i después de

las fiestas religiosas, etc. etc.” Allí también se puso sobre tablas la obtención de un préstamo de $ 20.000 m/n que ofrecía el Banco Hogar

Argentino para realizar la construcción de una obra de dos plantas en dicho inmueble. Una planta destinada al salón de reunión de los socios y el

piso alto para casa de familia, con cuyo alquiler se atendería el servicio de la deuda contraida. Por otra parte se marcaba la dificultad e

inconveniencia de aceptar la operatoria entre el obrero y el Banco de la Provincia, debido al alto interés y a la elevada amortización del crédito,

difícil de afrontar por parte del trabajador y la desvinculación en que quedaba la sociedad protectora al materializarse este tipo de operatoria, lo

que -dicen los miembros de la Comisión- no era conveniente para la asociación. Ante lo cual se sugería operar con el Banco Hogar Argentino36

.

35 Garzón Maceda, op.cit. pág. 509 36 LACPSJ, 11 de abril de 1907, F.44. Posteriormente, se llegó a pensar en vender propiedades para cubrir los gastos de esta construcción

14

14

En julio se designaba una comisión especial para que interviniera en las diligencias e indicaciones convenientes a la construcción de la sede y se

autorizaba concretar finalmente la operatoria bancaria por acta de 31 de agosto de 1907, hipotecando once casas de Pueblo Nuevo y la nueva

sede. El salón quedó inaugurado el día del Patrocinio de San José, el 28 de abril de 1912, ante lo cual se había designado una comisión para

programar el acto, al que debían asistir autoridades y socios protectores 37

.

Ese mismo año, 1912, se lograron construir 22 casas a cargo de la Comisión Protectora en Pueblo Nuevo, las cuales se hipotecaron, junto con la

propiedad de la sede social, al Banco Hogar Argentino por un préstamo de $ 80.000 m/n.38

Empréstito que en el futuro de la asociación incidió

en la aplicación de una política más agresiva con respecto al cumplimiento de las cuotas por parte de los adjudicatarios y repercutió en el

permanente déficit de la misma.

Resultados financieros de la política de vivienda: crisis y paralización

A partir de 1912, las reuniones de la Comisión tuvieron muy poca frecuencia y no se trata o comenta la construcción de nuevas viviendas.

Podemos pensar que esta paralización estuvo relacionada en parte, con el fallecimiento en 1912 de tres de sus principales socios: el P. Hilario

Fernández, el ingeniero Manuel E. Río y su vicepresidente, Temístocles Castellano. Recién en septiembre de 1914 volvió a sesionar la Comisión,

presidida por el nuevo director, P. Luis Feliú, quien reemplaza al P. Fernando Vives nombrado en agosto de 1912, por el Superior de la

Compañía. de Jesús.39

. A partir de esta fecha el carácter de las reuniones tomó otro cariz, coincidiendo con la presentación de una larga serie de

solicitudes de arrendatarios que no podían cumplir con el compromiso fijado. Para esa fecha, 22 de éstos no habían pagado la deuda y se

presentaba una larga lista de excusas ante la imposibilidad de regularizar sus pagos.

La política implementada por la Comisión, ejecutada por su director Feliú, se mostró más severa y estricta, obligando a la firma de pagarés y

ordenando el desalojo de quienes se consideraban sin solvencia suficiente para hacer frente a sus compromisos. Indudablemente que las protestas

por parte de los socios obreros cayeron sobre este último director, a quien acusaron de que no era una persona caritativa y hasta ha llegado a

37 LACPSJ, 17 de abril de 1912, F. 72 38 El documento habla de la ubicación de las mismas en el Barrio "San José" entre las calles Peredo, Ayacucho al este, camino a San Roque al Sudeste y calle

Bolívar al oeste. Acta 18 de junio de 1912, F. 79 39 Después de Feliú, ocupó la dirección el P. Conrado Vizcarro, quien al fallecer en 1920 es sucedido por el P. Joaquín Gracia, quien es revelado de sus

funciones por disposición de las autoridades de la Compañía de Jesús en abril de 1929 y reemplazado por el P. Telésforo Andía. Simultáneamente al cambio

de dirección y como una muestra más del decaimiento del objetivo inicial de la Comisión, en distintas asambleas se solicitaba el refuerzo y aumento del

número de sus integrantes.

15

15

decirse que es una explotación a beneficio de la Comisión, mientras continuaban las solicitudes y exenciones de pago. El director justificó el

ajuste recordando la obligación mensual concertada con el Banco ($ 1.050 m/n por 13 años), la que se tornaba más difícil de afrontar debido "a

razones de público conocimiento", como era la crítica situación producida por la guerra mundial, y ofreció como solución para paliar el déficit

alquilar el salón de la sede.

El tono de las solicitudes de exención de pago dan cuenta de las reales dificultades en las que se encontraban los socios obreros, que recurrían a

todo tipo de argumentos para obtener su objetivo. Entre ellos, se alegaba un permiso anterior por el cual se eximía de pagar el arriendo mientras

vivía el solicitante. Otro, hacía alusión a que se había aceptado recibir la mitad del salario correspondiente, por ocho años, a cambio de obtener la

propiedad de una casa.

Como estrategia expulsiva, el control ejercido por la Comisión sobre la moralidad y buenas costumbres de sus protectores fue más severo. Así, se

expulsó al Sr. Luis Montero, por no merecer pertenecer a la Asociación debido a su conducta “y siendo este suficiente motivo para no poder

arrendar la casa, por el hecho de no ser Josefino, se acordó pedirle el desalojo de ella”. 40

Pese a la mayor estrictez de las directivas por parte de los miembros y del mismo director de la Comisión, las solicitudes de exención de pago y

de rápidas escrituraciones de inmuebles -justificadas en permisos concedidos por la dirección anterior- se reiteraron en las demás sesiones. En

1915 se reconocía que eran 31 los morosos, lo que alcanzaba a una suma de $ 10.300 m/n. A los dos años, ante la continua dificultad de la

cobranza, se acordó proceder con discreción y prudencia a encomendar a una persona seria los trámites judiciales41

. En la sesión de mayo de

1920, luego de reconocer los asambleístas las constantes molestias por la dificultad de cobrar las cuotas de los deudores, pareció conveniente dar

la administración de las cuotas al Banco Edificador de Córdoba, por el cobro de una comisión del 4 %. Se reconocía por primera vez los escasos

resultados de la obra de las casas baratas, debido a “los malos procedimientos de numerosos adquirentes o inquilinos que faltaban a sus

obligaciones, y no era posible estar practicando ejecuciones múltiples y permanentes”. Y se aceptaba un nuevo préstamo del Banco El Hogar

Argentino de $ 40.000 m/n, por el cual se hipotecaba el edificio social y ocho casas, cancelando la deuda anterior, con un interés del 8 % anual,

pagadero por mensualidades anticipadas42

.

Entre 1920 y 1927 la Comisión sesionó en una sola ocasión, en septiembre de 1923, en donde se comunicaba la cancelación de la deuda con el

Banco Hogar Argentino, la que según se expresaba, había resultado tan gravosa debido a la situación de crisis por la que atravesaba la

40 LACPSJ, 23 de octubre de 1914, F. 85/86 41 LACPSJ, 6 de diciembre de 1917, F.99/100 42 LACPSJ, 6 de mayo de 1920, F. 110

16

16

Asociación. En este caso aludían los miembros de la Comisión a “las dificultades y alternativas ocurridas que culminaron en la crisis del año

mil novecientos catorce y las consecuencias funestas y universales de la guerra europea; así como los cambios y variaciones de la política y las

administraciones públicas que retardaron, dificultaron o imposibilitaron los pagos de alquileres y otras entradas de la sociedad”43

.

En los años siguientes la actividad inmobiliaria de la Comisión estuvo reducida a la escrituración y/o transferencia definitiva de propiedades que

estaban pagadas por los socios o bien a denegar y/o aceptar solicitudes de cancelación, rebaja o permisos específicos.

A la luz de la lectura de las actas queda claro que a partir de 1914 la Comisión estuvo abocada casi exclusivamente al pago de la deuda con el

Banco, a tramitar la cobranza de los pagos mensuales de los propietarios y arrendatarios, a escriturar los inmuebles y a estudiar los muchos

pedidos de exención. No se emprendieron nuevas construcciones ni se recibieron más donaciones de terrenos ni de dinero. En la sesión del 1º de

diciembre de 1929 se exponía la necesidad de dar a conocer la situación financiera de la Comisión a través de un estudio sobre el estado de los

inmuebles y bienes de la Comisión, del activo y el pasivo de la Sociedad y se cambiaron ideas sobre el posible destino de sus fondos. 44

Actividades conexas a la Asociación:

Mas allá del objetivo principal que dio origen a la Comisión Protectora de los Artesanos de San José, existieron otras iniciativas contempladas en

sus estatutos, pero que por lo general no habían sido motivo de discusión o preocupación para ser llevadas a actas. Estas apuntaban a las

posibilidades de ofrecer algún tipo de educación, acompañada de instrucción religiosa, de formar centros recreativos, bibliotecas, bolsas de

trabajo, comedores y dormitorios para indigentes. Es posible pensar que en estas actividades confluyeron los esfuerzos conjuntos de ambas

asociaciones, los de la Comisión Protectora y los de la Asociación de los Obreros de San José. Así, en setiembre de 1923, se mencionaba la

conveniencia de aportar capital con el fin de llevar a cabo la ampliación del Panteón de la Sociedad existente en el Cementerio San Jerónimo, y

en mayo de 1930 se aceptó emprender la ampliación del edificio de la capilla y escuela del Pasaje Domingo Funes, junto con la inauguración de

las salas de la Quinta San José en San Vicente, destinada a ejercicios espirituales de los socios. Tengamos en cuenta que además de la educación

católica la Comisión dispuso desde 1906 hacer frente a los gastos de los sacramentos “impidiendo así que, por evitar gastos, se difiera la

recepción de esos sacramentos de proyecciones transcendentales para la vida moral de los artesanos”.45

43 LACPSJ, 6 de setiembre de 1923, F.113. 44 LACPSJ, 1 de diciembre de 1929, F. 149/150 45 LACPSJ, 12 de mayo de 1907, F. 46

17

17

Las puesta en marcha de estas actividades había llevado a designar un auxiliar que se hiciera cargo de las tareas administrativas, como la

inscripción de alumnos en la escuela nocturna o la cobranza de los socios de la Asociación de Josefinos y Josefinas y de la misma Comisión. Este

empleado auxiliar debía pertenecer a la sociedad, acatar órdenes inmediatas del P. Director y ocupar como despacho el local de la biblioteca, para

facilitar el acceso a los asociados interesados en "adquirir mayor ilustración"46

.

En otro orden, y relacionado con las actividades recreativas brindadas a sus socios, la Comisión se abocó, desde 1931, a la habilitación de un cine

en el salón de la sede social, que exigió la construcción de una casilla especial. Para esto las señoras socias contribuyeron con la compra de una

radiola y los socios se hicieron cargo de la compra de la máquina cinematográfica, quedando como responsabilidad de la Comisión la adquisición

e instalación eléctrica, de la manga y tanques de incendio y de los ventiladores. En agosto de 1932 se aprobaba la compra de 500 butacas para el

biógrafo Exelsior, que pasaría a ser administrado por el gerente del “Tran Cine Avenida”, dejando el 50% de la recaudación a la Sociedad de los

Josefinos. Pero se estipulaba que sólo podían proyectar películas que debían haber pasado la censura previa y aceptación completa y sin

reparos del R.P. Director y personas que se determinen. En una sesión posterior se autorizaba la inversión para incorporar el sonoro47

.

Se instrumentó también los medios para organizar bolsas de trabajo destinada a la colocación de personal en fábricas y talleres de los socios, así

como la posibilidad de obtener becas de estudio en la Compañía de Jesús48

.

De esta manera se ejercía por parte de la asociación católica un control y disciplinamiento que trascendía la vida del hogar y la misma

constitución de la familia, limitaba y controlaba el tiempo de trabajo, las fiestas, las reuniones, la economía, el ahorro, el estudio y la vida cultural

del trabajador.49

La vivienda como factor de ‘control moral’:

46 LACPSJ, 12 de julio de 1929, F. 140/143 47 LACPSJ, 19 de noviembre de 1931 F. 172, 23 de agosto de 1932, F. 183/184. 48 LACPSJ, 9 de setiembre de 1932, F. 186 49 Tengamos en cuenta que la Compañía de Jesús había jugado un rol significativo en la Europa moderna, como instrumento de disciplinamiento social a

través de sus colegios y de sus congregaciones marianas que participaron y actuaron en la creación de nuevas asociaciones cofraternales, adecuándose

sensiblemente a las formas populares de la religiosidad. Federico Palomo: "Disciplina christiana' Apuntes historiográficos en torno a la disciplina y el

disciplinamiento social como categorías de la historia religiosa de la alta edad moderna, Cuadernos de Historia Moderna. N.18, Servicio de Publicaciones,

Universidad Complutense, Madrid, 1997, pág. 130).

18

18

Como respuesta a una mayor amenaza al orden social, la intencionalidad del discurso católico estuvo dirigida a propender una morada digna como

hábitat de contención de una familia que adhiriera a ciertos principios morales y demostrara capacidad de ahorro a través de un trabajo disciplinado.

En este sentido, la vivienda social se transformó en el instrumento a través del cual el trabajador ponía a prueba su disciplina en el trabajo, su

acatamiento a pautas sociales y laborales. A través de la vivienda se regulaba la vida privada del beneficiario, reglamentándose la perpetuidad del

hogar y consiguientemente, de la familia. El trabajo, el ahorro, la economía, la moralidad, posibilitaría tener un techo humilde, confortable e

higiénico, al mismo tiempo que un porvenir tranquilo.50

Bajo estos preceptos y en un sentido más amplio, "la vivienda para obreros" se convertía en la estrategia que mantenía al sector trabajador fuera de los

peligros acechantes de otras doctrinas. Un hogar católico era visto como el puntal de esta sociedad frente a las amenazas de disociación que

presentaban el socialismo y el anarquismo.

En la sesión de junio de 1906, en la que se definieron las bases para adquirir la personería jurídica, quedaba explícito, como señalé, que el fin de

la Comisión era “el perfeccionamiento moral de la clase obrera por medio de las prácticas de la religión católica”, propendiendo al bienestar

material y para alcanzarlo era fundamental una vivienda que reuniera las condiciones morales e higiénicas, indispensables para una vida digna.

Con pocos días de diferencia se firmó el Reglamento Provisorio de la Comisión Protectora de los Artesanos de San José, donde se declaraba su

autonomía de la misma con respecto a la Congregación de San José, la conformación de delegaciones y la designación de sus socios. Los mismos

se clasificaban en: honorarios, activos, contribuyentes. Éstos últimos podían determinar la forma, condición, cantidad, calidad, duración y destino

de su contribución, quedando implícito que los socios contribuyentes o protectores, al poder elegir el destino del emprendimiento estarían

buscando su conveniencia, por ejemplo algún tipo de edificación para los obreros de su fábrica. El donante, sea accionista o prestamista, se

convertía en socio protector, y sólo por esta condición ya tenía derecho a la presentación de artesanos. Estos debían reunir las siguientes

condiciones: “no tener casa propia, asociarse prácticamente si para ello no tiene imposibilidad moral en la sociedad iniciadora de tan benéfica

obra; ser de buenas costumbres, i cualquiera otra que el consejo estime conveniente para mejor obtener los elevados fines a que los Protectores

aspiran”51

.

Indudablemente que la pertenencia a la Asociación por parte del obrero se materializaba en la posibilidad de acceder a un bien de oferta limitada,

por medio de un pago que se consideraba acorde a las posibilidades de éste. Pero los socios contribuyentes, muchos de ellos dueños de fábricas o

50 LACPSJ, 21 de julio de 1907, F. 62/63 51 LACPSJ, 8 de junio de 1906, F 24/32. El socio protector además de tener voz y voto en las sesiones de la Comisión podía presentar nuevos artesanos,

siempre dentro de las exigencias reconocidas por los miembros de la Asociación, o sea, de los mismos patrones.

19

19

talleres, obtenían un doble beneficio: sus empleados u obreros estaban controlados por una institución superior que les exigía trabajo y ahorro,

además de respeto por ciertas pautas de moralidad comprobada, dentro de los preceptos de la religión católica, se controlaba así el alcoholismo,

la prostitución, etc. En este sentido vale reproducir las palabras de Cafferata de su conferencia presentada en el Congreso de Ciencias Sociales en

1916, referidas a la importancia que asumía la vivienda como formadora de hogares y como instrumento de orden social: “La vida de familia, en el

verdadero concepto del hogar, desaparece sin la vivienda adecuada. Se relajan los vínculos con la dispersión obligada de sus miembros. Se olvidan

las tradiciones y los recuerdos que ejercen influencia saludable y moderadora en la vida. Se vive hacinado, con todos los peligros morales y

materiales que son la consecuencia: la prostitución, el alcoholismo y todas las plagas morales, reconocen en gran parte como causa, la mala

vivienda” 52

La práctica de la religión católica, con el consiguiente cumplimento de deberes y sacramentos, así como llevar una vida encuadrada dentro de una

cierta moralidad fueron los requisitos y condiciones preponderantes que la Comisión exigió y sirvió de sustento para su "acción benéfica". Como

ejemplo de adscripción a tales preceptos en 1912, la Comisión autorizaba a “retirar toda protección i ventaja a los artesanos que por causas de

inmoralidad o mala conducta fueran expulsados de los Artesanos de San José” y se ordenaba la investigación de ciertos procederes irregulares y

graves por parte de algunos artesanos.53

Generalmente, no se explicaban los motivos dados por la Comisión para llegar a un trámite de desalojo y/o expulsar al obrero de la Asociación.

No obstante, una resolución de 1931 fijaba la caducidad de un contrato de compra efectuado por un obrero por razones de abandono de hogar. El

socio obrero se había unido a otra mujer y tenía nuevos hijos, por lo que había sido procesado y condenado por bigamia. Sin embargo meses mas

tarde se autorizaba alquilar la finca de este señor a la segunda esposa.54

Otras fueron las causas - posiblemente de orden legal o económico- que impulsaron al desalojo de un sitio de Pueblo Nuevo perteneciente a la

Sociedad, ocupado por Ramón Lujan, quien pretendía derechos sobre él, ante lo cual se ordenó iniciar los trámites correspondientes para la

desocupación del inmueble. Llama la atención que en la misma sesión la Comisión se había manifestado en contra de la resolución municipal que

obligaba al desalojo de los obreros de 'las casas de inquilinato' municipales en un lapso de ocho días.55

Lamentablemente no conocemos los

motivos exactos de ambas decisiones, pero la comisión, como vemos, asumió posturas diferentes, en la primera, que tocaba sus propios intereses,

actuó con mayor estrictez; mientras que en la orden con atañía los intereses municipales, asumió una posición mas condescendiente.

52 Cafferata Juan F, 1916 53 LACPSJ, 29 de mayo y 18 de junio de 1912, F. 77 y 78 54 LACPSJ, 23 de diciembre de 1931, F. 174, 8 de noviembre de 1932, F. 190 55 LACPSJ 24 de noviembre de 1907, F. 67, 68

20

20

El control por parte del sector empleador, de la Iglesia y de la sociedad en su conjunto atravesaba todos los ordenes de la vida del obrero. El

riesgo de no acatar estos preceptos

conllevaba la perdida de beneficios mutualistas, pero además y sobre todo, el trabajo, la vivienda y la pertenencia a una asociación que

perpetuaba su lugar en el mundo del trabajo.

Comentarios a modo de síntesis

A fines del siglo XIX, la habitación del obrero fue uno de los instrumentos necesarios para facilitar el engranaje del sistema productivo de una

Argentina a "plena marcha". Una habitación limpia, higiénica, económica, se creyó suficiente para la vida y reproducción saludable del

trabajador. Sin embargo, en la concepción del higienismo católico de principios de siglo XX se incluyeron otros preceptos en la problemática de

la vivienda, debiendo afrontar la amenaza de otras ideologías. La vivienda se tornó herramienta fundamental para encauzar al obrero dentro del

orden y moralidad prescriptos por la iglesia católica.

En tal sentido, los esfuerzos de la Comisión Protectora de los Artesanos de san José fueron muchos, aunque careció de una planificación y un

estudio adecuado de las posibilidades de ofertas y de la obtención de recursos financieros, quedando al amparo de donaciones y préstamos de

particulares y del gobierno. Éste no brindó demasiado apoyo, donando un terreno topográficamente de pésimas cualidades constructivas en los

márgenes de la ciudad.

Tampoco se elaboró de antemano un mecanismo de capitalización, dejando que las circunstancias determinaran las acciones, recurriendo

primeramente a los bancos en forma individual, para luego endeudarse la Comisión a los fines de construir la sede de las reuniones sociales, que

parece haberse convertido en la principal meta.

La escasa información que disponemos sobre las características de las viviendas hace suponer que éstas presentaron superiores condiciones que

la de otros proyectos. Por otra parte, en un principio existió una política muy flexible con respecto a la forma de pago de la cuota, que parece

haber sido equivalente a la que señalan otros informes y estudios referidos al mundo del trabajo. No parece haber sido la misma en los años 20,

cuando se menciona un importe de $ 45 mensuales, aunque en esto puede haber influenciado un proceso de desvalorización. Con respecto a la

cobranza ya vimos cómo a partir de 1914, hubo un estricto control contable, que no obstante no logró superar los efectos recesivos receso de las

crisis económica y de otra índole, que atravesó la Comisión. Las amplias facilidades y cuotas bajas fueron imposibles en los años de guerra y

recesión, y debieron desdibujarse las intenciones iniciales de sus primeros directores, condonando deudas o rebajando importes.

21

21

Si nos atenemos a las cifras arrojadas por Garzón Maceda en 1917 y entendiendo que a partir después de esta fecha, no se erigieron mas

construcciones, los resultados concretos referidos al principal objetivo que se fijo la Comisión Protectora se plasmaron en la edificación de 97

viviendas, que alojaron una población de 582 personas. Desconocemos la cantidad de socios que logro congregar las sociedades de los Josefinos,

pero a la luz de esta cifra, fueron 97 núcleos familiares de seis miembros promedio cada uno que obtuvo una vivienda.

Bibliografía: ALBARRACIN, Santiago: Bosquejo histórico, político y económico de la Provincia de Córdoba. Edición oficial, Buenos Aires, 1889.

ANSALDI, Waldo: Industria y urbanización, Córdoba, 1880- 1914, Tesis Doctoral, Córdoba, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad

Nacional de Córdoba, 1991.

ARMUS, Diego y HARDOY Jorge E.: Conventillos, ranchos y casa propia en el mundo urbano del novencientos en Armus, Diego (comp) Mundo

urbano y Cultura popular, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1990.

BIALET MASSÉ, Juan: Informe sobre el estado de la clase obrera, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986.

BOIXADÓS, María Cristina: El crecimiento demográfico de la ciudad de Córdoba (Argentina) entre 1869 y 1895 en Historia e Populacao, Estudos

sobre a America Latina, ABEP, IUSSP e CELADE, San Pablo, 1990

BOIXADÓS, Maria Cristina: Las tramas de una ciudad, Córdoba entre 1870 y 1895. Elite urbanizadora, infraestructura, poblamiento...."

Edit. Ferreyra, Córdoba, 2000

CAFFERATA, Juan F.: La vivienda obrera en Córdoba en Revista de la Universidad de Córdoba, Año III, T.II, 1916.

CAFFERATA, Juan F.: El saneamiento de la vivienda en la profilaxis contra la tuberculosis en Revista de la Universidad Nacional de Córdoba,

Año IV, Nº 10, Córdoba, 1917.

CARBONETTI, Adrián: Enfermedad y Sociedad. La tuberculosis en la ciudad de Córdoba 1906-1947, Emcor, Córdoba, 1998

22

22

GACHE, Samuel: Les logements ouvriers à Buenos Aires, París, Ed. Steinheil, 1900.

GARZÓN MACEDA, Félix: La Medicina en Córdoba, apuntes para su historia, Buenos Aires, Rodríguez Giles, 1917.

GONZÁLEZ, Juan B.: El encarecimiento de la vida en la República Argentina, Buenos Aires, Marana, 1908.

GUTIÉRREZ, Leandro y SURIANO, Juan: Vivienda, política y condiciones de vida de los sectores populares, Buenos Aires, 1880-1930 en La

vivienda en Buenos Aires, 1º Jornadas de Historia de la ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1985

IPARRAGUIRRE, Hilda: Notas para el estudio de la demografía de la ciudad de Córdoba en el período 1869- 1914 en Homenaje al Dr. Ceferino

Garzón Maceda, Dirección General de Publicaciones, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, 1973.

LIEBSCHER Arthur F.: Toward a Pious Republic: Argentina Social Catholicism in Córdoba, 1895-1930, en Journal of Church and State, 30 (1988)

LIERNUR Jorge, SILVESTRI Graciela: El Umbral de la Metrópolis. Transformaciones técnicas y cultura en la modernización de Buenos

Aires (1870-1930). Edit. Sudamericana, Buenos Aires, 1993.

MOREYRA, Beatriz, REMEDI, Fernando y ROGGIO Patricia: El hombre y sus circunstancias. Discursos, representaciones y prácticas

sociales en Córdoba, 1900-1935, Centro de Estudios Históricos, Córdoba, 1998

RIGOTTI, Ana María. Reformismo oligárquico y casas para obreros, en Segundas Jornadas Interescuelas y/ o Departamentos de Historia, Rosario,

1989

ROQUE, Emilio H.: La provincia de Córdoba, Su clima, población, agricultura, ganadería, minería e industria, Buenos Aires, 1903

SCOBIE, James R.: Buenos Aires del centro a los Barrios, 1870- 1910, Buenos Aires, Solar Hachette, 1977.

23

23

24

24

Cuadro Nº 1-

Población de la ciudad de Córdoba años 1869-1879-1887-1895-1906-1914.

Año Habitantes

1869 34.458

1879 43.493

1887 66.247

1895 54.763

1906 92.776

1914 134.935 Fuente: Censos nacionales y municipales de población y estimación de la Oficina de Estadística de la Provincia de Córdoba

Cuadro Nº 2 Tasa anual de crecimiento y crecimiento relativo de la población de la ciudad de Córdoba años 1869-1879-1887-1895-1906-

1914.

Períodos

Intercensales

Tasa anual de

crecimiento

Crecimiento

relativo

1869-1879 0,023 26,2

1879-1887 0,051 52,3

1887-1895 -0,023 -17,3

1895-1906 0,046 69,4

1906-1914 0,046 45,4

Fuente: elaboración propia en base a las cifras de censos y estimaciones de población

Cuadro Nº 3

25

25

Viviendas de la ciudad de Córdoba según tipo de techo y material de construcción en los años 1869-1895-1906.

Años De azotea De teja De zinc De paja y

adobe

TOTAL

1869 1994 69 60 2866 4989

1895 4373 494 273 3016 8156

1906 5255 384 839 4521 10999

Fuente: censos nacionales de población 1869 y 1895 y municipal de 1906

Cuadro Nº. 4

Tasa anual de crecimiento de las viviendas de la ciudad en los períodos intercensales 1869-1895 y 1895-1906

Período intercensal Tasa anual de

crecimiento

1869-1895 0,018

1895-1906 0,026

Fuente: elaboración propia en base a las cifras de los censos nacionales y municipal