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UCHUCMARCA, un pasado presente en la memoria.

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uchucmarca, bolivar, peru, maximiliano gonzalez navarro

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UCHUCMARCA, un pasado presente en la memoria.

MAXIMILIANO GONZÁLEZ

Navarro (1898 - 1996) fue natural del Distrito de Uchucmarca, Provincia

de Bolívar, Departamento de La Libertad, Perú. Se desempeñó a lo largo

de gran parte de su vida como maestro de escuela y es autor de muchas

tradiciones, cuentos, leyendas, etc. que en su gran mayoria están inéditas,

casi todas ellas corresponden a su región de procedencia.

LOS BRUJOS DE COPALLIN

NO HE PODIDO SABER,

ciertamente, dónde se encuentra el pueblo de Copallín tierra de los

más afamados brujos de otros tiempos ya lejanos. La leyenda nos

cuenta que estos brujos eran de los más finos y que volaban a

grandes alturas y enormes distancias, montados sobre palos de

rueca o escobas. Poseían el raro prodigio de metamorfosearse, es

decir de transformarse en otras criaturas terrestres para no ser

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reconocidos. Geológicamente, Uchucmarca tiene un suelo

formado a base de aluviones o desmontes, los cuales han bajado

del cerro y se han detenido sobre grandes rocas graníticas, estas

rocas se desbarrancan en peñascos de largas dimensiones. Sobre

ellas se han formado caídas de agua o chorreras. Por sobre ellas se

precipitan las aguas del San José, cuyas vertientes se encuentran sobre la

margen izquierda del Shotóbal, a la derecha. Estos peñascos, que son de

roca ígnea, son como sostenes y han contribuido, con el transcurso del

tiempo, a la formación de una planicie, semejante a una repisa, sobre el

cual se asienta el pueblo de Uchucmarca. Relata la leyenda que los brujos

copallineros, mediante sus artimañas y purgas, hechas a base de plantas y

drogas alucinógenas, vieron que nuestro pueblo de Uchucmarca

descansaba tranquilo y seguro. Sostenido por unas grandes vigas de oro

macizo, que se encontraban en ambos extremos de la citada chorrera,

incrustadas en gruesos horcones de áureo metal. La ambición de los

brujos era robar las vigas de oro. Para ello se transformaron en buitres

gigantes, que tras volar sobre el lugar, se asentaron en una loma cercana a

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Shotóbal. Desde allí, convertidos en hombres potentes y superdotados, se

dispusieron a sacar las mencionadas vigas de sus respectivas

colocaciones y para luego llevárselas a su pueblo. La ambición de los

brujos era ser más ricos que el propio rey Midas. Pero cuando estos

hombres Hércules y poderosos intentaron sustraer las vigas de oro,

sintieron que el mundo entero se estremecía bajo sus plantas. Era algo así

como un pavoroso cataclismo que de pronto se avecina para sembrar

destrucción y la muerte. Terriblemente asustados, los audaces ladrones,

antes de ser sorprendidos por algún hijo del pueblo, se transformaron

nuevamente en buitres. Con gran estruendo agitaron sus alas y alzaron el

vuelo hacia el pueblo de Copallín. Amigo lector: la leyenda confirma la fe

que tiene nuestro pueblo en el Señor de los Milagros y en otras imágenes

de santos que adornan su iglesia, resguardando y cuidando con alertado

interés los tesoros del pueblo, así como su propia estabilidad.

Agradecido les tributó un apoteósico

recibimiento. Entrando, la venerable imagen fue recibida con gran

unción y recogimiento. En ella, el pueblo uchucmarquino veía su

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salvación ante tantas desgracias y acechanzas, que pendían sobre él, a

causa de los aluviones, los que habían sepultado a una parte de la

población.

Actualmente, la sagrada imagen del Señor de

los Milagros se encuentra en la iglesia del pueblo, que fue construida allá

por el año 1962, y que lleva por nombre San Juan Bautista de

Uchucmarca. Al ingresar por la puerta principal de la citada iglesia,

podemos ubicar a la milagrosa imagen a la mano derecha, en el Altar

Mayor. la sagrada imagen significó para don Luis Puspiondo Chuquillaja

y para los demás miembros de su Comisión un gran recuerdo. La

milagrosa imagen, desde su trono especial, cuida y bendice al pueblo de

Uchucmarca.

Maximiliano Gonzáles Navarro Trujillo, Diciembre de 1989

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SACERDOTES JESUITAS DE PARRANDA

A MEDIADOS DEL SIGLO

XVII SE encontraban los sacerdotes jesuitas domiciliados en las

habitaciones de una casa, la cual a la vez les servía de Convento, y

estaba situada en una esquina de la Plaza de Armas, por donde

pasa una de las cuatro calles principales del pueblo de Uchucmarca

y que nos conduce al camino de Longotea. Para mayores

referencias, les diré que se encontraba frente a la puerta principal

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de la Iglesia San Juan Bautista. Durante las noches, estos

sacerdotes descuidando su misión religiosa y catequizadora se

entregaban al jolgorio y a la parranda. Guitarra en mano, se

pasaban noches enteras cantando en alta voz llamando al

escándalo. Nuestros padrecitos se sentían los hijos más felices de

la tierra. Gozaban de la vida a su regalado gusto, a su anchas, sin

esperar en el castigo que les esperaba como sacerdotes impíos. De

pronto, una lluvia torrencial y terrible se desencadenó por espacio

de 24 horas consecutivas.

Momentos previos al catastrófico

diluvio, el cielo se había encapotado con negros nubarrones,

cargados de tormenta. La torrencial lluvia había convertido en

lodo al suelo, sobre todo el que se ubicaba al pie del cerro San

Bartolomé. Este presentaba fuertes erosiones por tal razón, desde

mucho tiempo atrás, dicho cerro representaba un peligro

constante para el pueblo de Uchucmarca. De un momento a otro

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un aluvión de fango y lodo se precipitó sobre la población

indefensa, y principalmente sobre su iglesia, milagrosamente al

desviarse hacia el Oeste, quedó completamente a salvo la iglesia.

Esta furia de la madre natura no había tocado ni siquiera su pesado

y espacioso portón. La avalancha de lodo cubrió gran parte del

pueblo y el convento de los padrecitos parrandistas. Como aquel

desastre ocurrió durante la noche, los pobladores y los padrecitos

fueron sorprendidos por la muerte en forma repentina. De este

modo, los restos mortales, de los padrecitos impíos quedaron

sepultados. Y ahora la tradición los recuerda. la caída del aluvión

es fehaciente. Cuando se han realizado excavaciones para

cimientos de casas, a una profundidad menor de dos metros.

Por Maximiliano Gonzáles Navarro.

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CANDON EL OREJÓN

CANDÓN EL OREJÓN”, ERA

un hombre soberbio, que vivía a su capricho, renegando sin Dios y

sin ley. Poseedor de grandes latifundios. Uno de ellos, el fundo “El

fundo San Francisco”, en la zona conocida cono “Chechumbuy”,

del distrito de Uchucmarca. No le gustaba las compañía de las

personas. Procuraba estar alejado de todo y de todos. La gente

comentaba: Es que “Candón el Orejón” está compactado. Tiene

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compromiso con el diablo. Frente a su fundo San Francisco, a unos

quinientos metros aproximadamente existe un gran peñón de

roca ígnea, lisa, inaccesible; en ella, a una altura más o menos 100

metros se observa un tremendo hueco, que parece una bocamina y

sirve de morada a cóndores, cuervos y otros rapaces, muy

comunes en la zona. Era el día de Jueves Santo, todo el pueblo de

Uchucmarca y sus alrededores se encontraban en absoluto

recogimiento, entregados solamente a la lectura de la Biblia y las

oraciones, porque así estaba establecido; pero, “Candón el

Orejón”, que no creía en estas cosas, allá en San Francisco listó la

mejor mula que tenía, la aperó elegantemente, con su jato de plata,

y salió al campo en busca de su ganado, que era lo que más le

interesaba en vez de guardar un día Santo. Apenas, “Candón el

Orejón” cabalgo el brioso animal, del hueco de la peña apareció un

personaje misterioso, que le dijo: Candón espérame, no te vayas.

Pero el no hizo caso, agito la rienda y a todo escape comenzó a

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escalar la cuesta de “Silla Conga”. Muy pronto ya estaba en la fila de

“Puémdol”; pero su perseguidor no se había quedado, estaba

también en la cuesta de Silla Conga y seguía vociferando que lo

esperara. “Candón el Orejón”, ante esta situación se puso un tanto

nervioso, pero le resto importancia, azuzó a la bestia, aceleró el

paso; al cabo de unos minutos llegaba a la fila de Shaucha. Pero ¡oh

sorpresa!, el perseguidor estaba muy cerca de él, la llamada esta

vez la hizo de la fila de Puémbol. De todas maneras sintió alivio,

porque de Shaucha para llegar a Uchucmarca es toda una bajada,

la mula podía correr con mayor facilidad y una ves llegado a la

población, donde podía estar a salvo. Cuando se encontraba a

escasas cuadras del centro del poblado y muy cerca de la iglesia,

exactamente en la “Loma de Pumanchil”, sintió que algo extraño

se posaba en el anca de la mula y está emprendió veloz carrera

como un torbellino. No cabía duda, era el diablo que se apoderó de

“Candón el Orejón” por desobedecer el mandato divino. La mula

pasó como un rayo por medio de la Plaza de Armas a cuyo costado

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estaba la iglesia y el pueblo entero se encontraba allí dentro

orando, quienes al ver ese rayo incontenible, que dejaba una

enorme cortina de polvo a su paso lo siguieron apresurados y

sumamente asustados. Todos los hombres llegaron hasta Cóndor

Samana, donde existe un abismo inmenso que llegaba hasta el río

de “Islala”. Al llegar al abismo solo encontraron huellas de que la

mula se había despeñado. En el fondo de la quebrada se encontró

restos de la bestia más no de Candón el Orejón y todas sus

pertenencias. El diablo lo había cargado y quién sabe si a esa hora

el infeliz incrédulo ya estaba en cuerpo y alma quemándose en el

infierno, pagando la cuenta pendiente. Cuentas pendientes, decía

mi abuelito, es muy peligrosa adquirir y más grave no pagarlas. El

diablo es el acreedor que no perdona.

Por: Maximiliano González Navarro

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LA MALDICIÓN DEL CURA VARGAS

NO PODEMOS FIJAR A LOS

acontecimientos que vamos a narrar. Solamente podemos calcular

a groso modo que los mismos ocurrieron entre fines del siglo XVIII

y comienzos del siglo XIX. Son tradiciones verbales que se

transmiten de padre a hijo, de viejo a joven y de una generación a

otra. Por desgracia, nadie ni siquiera por simple curiosidad, ha

querido conservarlo por escrito. Don Francisco González Pino y

don José Bernabé Navarro Chávez han sido personajes muy

conocedores de tradiciones locales. A ellos precisamente

corresponde esta tradición que yo he dado en llamarlo “La

maldición del cura Vargas”. Por este motivo, dedico a ellos, mi

cariño, mis respetos y distinguidos recuerdos. Que sirva el

presente relato como el póstumo homenaje a sus esclarecidas

memorias. Bien! Deducimos que el acontecimiento a narrar

sucedió a mediados del siglo XVIII. Esto de acuerdo con las

personas de la época, cuyos apellidos autóctonos como

Puspiondo, Cabus, Chuquillaja han desaparecido, y otros, están a

punto de extinguirse como Huamán, Huntul y Casahuamán. El

año que aconteció el drama, el Juez Encomendero de la

Comunidad de Indígenas de Uchucmarca era Juan Pérez de

Guevara y la fiesta que se estaba celebrando era en honor a su

santo patrón: Juan Bautista. Esto se deduce por la inscripción que

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ha quedado en el frontis de la iglesia, la que también se llama como

su santo patrón, y data desde 1692. Lo cierto es que desde aquel

entonces dicha fiesta duraba 8 días y su organización corría a cargo

de los llamados Mayordomos y Caporales. Es bueno decir que este

tipo de fiestas se caracterizan por las grandes comilonas,

derroches de licor, corrida de toros de lidia, carrera de caballos y

folclor regional. Y tenía, como hoy, su día central :el 24 de junio.

Los mayordomos eran elegidos con un año de anticipación, a fin de

que llegaran a prepararse de la mejor manera posible. Porque este

tipo de festividades son tan concurridas por todo el vecindario y

pueblos vecinos. Días antes de la fiesta, las autoridades hacían

reunir a los comuneros valiéndose de portavoces y toque de

campanas con la finalidad de asear debidamente la Plaza de Armas

y las calles. Entonces cada comunero se presentaba provisto de

una escoba, hecha con ramas de Tayanga. Y con la que se entregaba

,con verdadero entusiasmo, a la labor de limpieza. Mientras el

músico dejaba escapar las alegres notas musicales salidas de su

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flauta y su caja. En aquella vez, cuando los comuneros se

encontraban realizando la citada faena, dos jóvenes forasteros,

procedentes de Huamachuco, se hallaban recostados a la pared del

Campanario. Eran los hermanos José y Dionisio Navarro, quienes

espectaban indiferentes la tarea de limpieza pública. El Señor

Gobernador, don Dionisio Alfaro dióse cuenta del

descomedimiento de los caballeritos. Mandó a dos inspectores,

alguaciles suyos, para que les obligara ayudar en el aseo. Pero ellos

alegaron que eran forasteros y que, por tal motivo, no estaban

obligados a realizar dicha faena. Esta actitud, de franca renuencia,

amargó al Gobernador, quien sin miramiento alguno aplicó un

iracundo varazo a don José Navarro.

Mas, la réplica no se hizo esperar. Don

Dionisio Navarro, que estaba provisto de un filudo machete,

sacándolo prontamente del cinto, le asestó un recio golpe con la

parte plana , que terminó volándolo el pabellón de la oreja al

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agresivo Gobernador. No cabe duda que era un día negro tanto

para el gobernador como para los hermanos Navarro. Estos

últimos no hacía mucho que habían arribado de Huamachuco.

Pues eran hijos de la mujer del cura Vargas, quien oficiaba de

párroco en el pueblo San Juan Bautista de Uchucmarca.

Ver manando a borbotones, la sangre por

el cuello de la autoridad, a consecuencia de haberle sido cercenada

la oreja, fue motivo de gran enfurecimiento por parte del pueblo.

Todos los comuneros clamaban venganza y muerte para los

forasteros, quienes al ser atacados tuvieron que defenderse pero

en retirada. Retrocedían arrimados a las paredes del Campanario.

Y luego de ganar la entrada del Convento, en donde se

atrincheraron, se prepararon para lo peor. Afuera, los palos y

piedras caían, como lluvia, en dirección de ellos, de los hermanos

Navarro. El cura Vargas, con el Crucifijo en alto, salió de su

convento suplicando al exaltado pueblo, calma y tranquilidad.

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Pero, el populacho que estaba ciego de ira y con muchos deseos de

venganza hizo caso omiso de las súplicas y rogativas del clérigo. Y

en medio de tanto bochinche y barullo, el Crucifijo fue alcanzado

por las piedras y palos, lanzados a diestra y siniestra. Y en

consecuencia, reducido a añicos. En manos del sacerdote quedaba

sólo la cruz de madera. Estas acciones vandálicas y de salvajismo

motivaron la primera maldición del sacerdote hacia la turba de

atacantes. Del grupo de endemoniados, que se encontraban

arremolinados en el patio del citado convento, salió una orden a

voz en cuello: “Saquen al Cura, su mula, sus hijos y a los dos

criminales vivos o muertos”. Un cholo, dándose de valiente, quiso

entrar por la puerta a la sala del Convento, pero cayó muerto por

una sola puñalada de José Navarro. Mientras tanto, un hijo de

pueblo, el Señor Marcos Mestanza, haciendo un forado a la pared

conventual, y en acto de compasión por la familia del cura, logró

sacarlos sanos y salvos. Posteriormente, el forado fue tapado con

una pirca (pared) de piedras con barro y hasta el presente resulta

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aún notorio aquel hueco.

La esposa del cura, con sus hijos, chicos

aún, lloraban de espanto.Ellos anduvieron descalzos hasta el cerro

San Bartolomé, que domina al pueblo San Juan Bautista de

Uchucmarca. En dicho lugar, y al cabo de algunos momentos, el

Cura Vargas se acoplaba a su familia. Allí, el sacerdote no vaciló en

lanzar su segunda maldición “eterna”, a sus atacantes. Obligado a

dejar el pueblo, por la fuerza de las circunstancias, el cura Vargas

con su familia se encaminaron con destino a Parcoy, que por aquel

entonces era capital de la provincia liberteña de Pataz. Es bueno

señalar que la Comunidad de Uchucmarca formaba parte de

aquella comarca hasta el 20 de noviembre de 1916, en que se creó

la actual provincia de Bolívar..

Estando ya en Parcoy, el Cura Vargas

sentó varias denuncias contra de sus agresores, entre las cuales

estaban aquellas personas implicadas en el allanamiento

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domiciliario, en los frustrados asesinatos y en los actos de

sacrilegios...

Entretanto, los hermanos Navarro se

abrían paso, puñal en mano, por entre sus atacantes. El drama de

los hermanos Navarro semejaba a la de los leones acosados por

una jauría. Provista de piedras, llevadas en la falda delantera de la

pollera, una mujer se interpuso en forma resuelta ante el par de

sitiados. Pero una puñalada mortal, asestado en el vientre, acabó

con su vida. Entonces la gente ,sintiéndose atemorizada, les

franquearon el paso a los dos jóvenes forasteros, quienes después

de cruzar la Plaza de Armas, tomaron el camino que conduce hacia

el pueblo de Celendín,en . Una nueva y última orden fue impartida

por la autoridad: “Que se traiga a los criminales de donde fuera,

vivos o muertos”. La gente, al comienzo en gran número, que iba

en persecución de los hermanos Navarro, poco a poco fue

quedándose en el trayecto. Solamente un reducido grupo de

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valientes quería llevar a término la disposición última del

Gobernador. Luego de pasar el río Guanabamba, y estando a

orillas del Marañón, José Navarro con la intención de cruzar a

nado dicho río procedió a sacarse la ropa.

Otro tanto hizo su hermano Dionisio, con

el fin de poder pasar a nado el gran río, al que conocían también

con el nombre de “Jatun Mayo”.

Dionisio, debido a su falta de pericia,

murió ahogado o arrastrado por la corriente. Únicamente José

pudo alcanzar la otra orilla del Marañón ante la atónita e incrédula

mirada de sus perseguidores. José Navarro, el sobreviviente,

tiempo después convivió con una joven, que vivió en compañía de

su madre y de su padrastro, el cura Vargas, y demás hermanos

menores. Con esta buena mujer, cuyo nombre respondia a Maria

Rosenda Chávez, natural del pueblo del El Huauco,hoy Sucre, en la

Provincia de Celendín,departamento de Cajamarca,Perú, don

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José Navarro procreó tres hijos, hasta donde se sabe. Ellos fueron

María, Dionisio y José Bernabé. Dionisio vivió en el desaparecido

Distrito de La Soledad, de la Provincia de Pataz. Llegó a tener 3

hijos: Benjamín, Samuel y Custodio, quienes visitaron en 1918, a

su tio José Bernabé, que radicaba en el pueblo de Uchucmarca.

En cambio, doña María Navarro Chávez

se radicó en el actual distrito de Bambamarca, de la Provincia de

Bolívar,departamento de La Libertad. Don José Bernabé, por su

parte, se afincó en Uchucmacra.El había heredado el linaje de su

padre. Tenía la piel blanca, los ojos zarcos y la inteligencia clara.

También poseía la fuerza prodigiosa de un atleta, como refieren

que fue su progenitor don José Navarro. De don José Bernabé

Navarro Chávez se cuenta que en una oportunidad hizo volar, o sea

lanzó una barreta de metal por sobre el campanario hacia la Plaza

de Armas. Una prueba de esta naturaleza, se asegura, nadie podía

efectuarla en aquel tiempo, y por esta razón despertaba la

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admiración y el asombro de los espectadores, quienes

presenciaban la difícil prueba. Del mismo modo se destaca el

hecho de no haber heredado las tendencias sanguinarias del autor

de sus días. Muy por el contrario, ha dejado recuerdos muy gratos

entre sus coterráneos. Como buen ciudadano, era honrado y

respetuoso, trabajador y muy amante de la justicia. Fue Juez de

Paz vitalicio de la comunidad y distrito de Uchucmarca.

Desde luego, es probable, no vamos a

negar que por las venas de los descendientes de don José Navarro

haya circulado, como se suele decir, gotas de sangre, quizás

enfermas de odiosidad y criminalidad, entre otras taras; las

cuales, como es obvio, las ha heredado también el pueblo mestizo

en general. Sin embargo, la educación y las nuevas condiciones de

vida, sociológicas, como resultado de los nuevos tiempos de

modernidad y cambio, prácticamente han anulado este tipo de

actitudes, sentimientos negativos. Sobre el particular, no

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debemos olvidar que la raza española, y europea en general, sobre

todo en los primeros años de la conquista se caracterizaron por su

espíritu de rapacidad y crueldad. Por tal razón, el crimen, la

traición, la cobardía, etc., estaban a la orden del día. En este

sentido, la trágica y convulsionada historia del Perú, registra

hechos macabros y espeluznantes, protagonizados por gente de

baja calaña y catadura moral como Lope de Aguirre, Francisco de

Carbajal, Pedro Puelles, Hernando Machicao, Diego Centeno y

otros tantos, quienes no se horrorizaron viendo derramar sangre

humana.

E n c o n t r á n d o m e e n M o l l e p a t a

(Huamachuco) don Juan Rebaza me informó que tenía muchas

referencias sobre mi bisabuelo, el Señor José Navarro, a quien

conoció precisamente en la Ciudad de Huamachuco, y que pese a

ser un hombre ya viejo, mi notable ascendiente el señor José

Navarro era muy inclinado a buscar líos y todo tipo de bullas y

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pleitos. Se cuenta que su arma favorita era siempre el puñal, la que

sacaba a relucir en sus reyertas. Cierto día, aciago don José

Navarro sostuvo un altercado con un Oficial del Ejército, quien de

antemano conocía de su mala reputación. Fue un día negro para él,

mi bisabuelo, porque en el duelo que sostuvo con el Capitán, quien

por ser más joven y con más ventajas no le pudo dar tiempo para

que sacara su acostumbrado puñal.

Y en consecuencia con la ventaja a su

favor el oficial se le adelantó, incrustándole con su espada en el

vientre. Ese fue el fin de don José Navarro, que ha dado lugar a esta

tradición. Pero, volvamos al cura Vargas y la apertura a juicio

criminal contra la familia Alfaro. El juicio fue acogido con gran

solicitud por la Corte Superior en lo Civil, asi como en lo

Eclesiástico por la Diócesis de Trujillo. Se cuenta que el juicio fue

breve, ya que no duró varios meses, como siempre sucedía. Al

dictaminarse la sentencia, el señor Dionisio Alfaro fue condenado

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a la pena de internamiento de cárcel. La sentencia no se pudo

ejecutar, debido a la repentina muerte del gobernador y pese a su

inesperado fallecimiento sus bienes, dejados y mas lo de su

familia, asi como de todos sus deudos, fueron objeto de embargo.

Asimismo, todos los comuneros implicados en el ataque al cura

Vargas y a los hermanos Navarro fueron víctimas de la maldición.

En fin, toda la responsabilidad por los sangrientos y luctuosos

sucesos, que acabaron con la vida de algunos comuneros y la de

don Dionisio Navarro, recayó en la familia Alfaro. En

consecuencia, un piquete de 20 hombres bajo las órdenes de un

Capitán fueron comisionados para llevar a efecto la terrible

sentencia. Las casas de los hermanos Alfaro fueron saqueadas.

Todas las cosas de valor, en especial, objetos de plata y otras joyas y

alhajas fueron tomadas.

Luego del rodeo, efectuado en los

“potreros” o vaquerías, el ganado vacuno de la referida familia, fue

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conducida a la plaza de Armas del pueblo San Juan Bautista de

Uchucmarca.

Se calculó en 400 reses, entre grandes y

chicas.Este ganado fue igualmente tomado como embargo o

reparación civil en bien del Estado y de los agraviados (?) y fue así

como una de las más notables familias del lugar, al ser despojada

de sus bienes, caía indefectiblemente en la mendicidad y con el

agravante de recibir el despectivo mote de “maldecidos”.

Maximiliano González Navarro.Trujillo, Marzo de 1983

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HISTORIA DEL SEÑOR DE LOS

MILAGROS DE UCHUCMARCA

DESDE 1950, APPROXIMADAMENTE,

la fiesta en honor al Señor de los Milagros, se han convertido en

fiesta tradicional, su día central es el 14 de septiembre. Y el pueblo

de Uchucmarca lo celebra con mucho entusiasmo y fervor

religioso. Aparte de los devotos del mismo pueblo, a ella acuden

gente de las estancias, como también de los pueblos vecinos. Con

gran devoción se concurre los dos, tres o cuatro días que dura la

fiesta. Durante los días festivos, los Mayordomos atienden al

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público con gran diligencia, haciendo derroche de comilonas y de

abundante bebida. Se toma la chicha de jora, el cañazo, el

guashupai o yonque. La procesión se realiza por las cuatro calles

principales del pueblo. En el día central, la solemne misa es

oficiada por un sacerdote contratado. Y en todas las actuaciones se

cuenta con el acompañamiento de la Banda de Músicos. La corrida

de toros dura uno o dos días y los toreros y capeadores son

únicamente aficionados. Concluida la corrida de toros o vacas

bravas son repuntadas a los potreros en compañía del ganado

manso. Hay igualmente carrera de caballos, pelea de gallos,

torneos deportivos en fútbol fulbito, básquet, bailes de

amanecida, etc.

Por las tradiciones, mejor diré por las

informaciones o datos que recibí de personas mayores de edad, de

los más antiguos, sé que la sagrada Imagen del Señor de los

Milagros fue transportada en el siglo XVIII del pueblo de San Luis,

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que pertenece a la actual provincia de San Pablo, en el

Departamento de Cajamarca. El pueblo de Uchucmarca designó

una Comisión para su traslado, la misma que fue encabezada por

un hijo notable de la comunidad, el Señor Luis Puspiondo

Chuquillaja. El artista escultor presentó a la Comisión dos

esculturas del Cristo redentor a fin de que pudiera optar por una

de ellas. La referida Comisión se quedó con la escultura de mayor

tamaño. Es bueno señalar que el artista español había puesto en la

obra un valor sublime. Pues la escultura está hecha de fina madera

de Cedro, revestida de un delicado estucado de yeso, pálido

mortal. Tiene la cabeza ligeramente inclinada sobre el pecho, con

los ojos cerrados. Y lleva puesta la corona de espinas a la altura de

las sienes, de las que vierten abundantes y copiosas gotas de

sangre. Esto debido a las incrustaciones de las espinas de la

corona. Presenta un rostro amoratado a consecuencia de bofetón.

Exhibe sangre coagulada sobre sus manos y pies, causado por la

incrustación de los clavos al ser crucificado. Su costado izquierdo

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presenta una herida profunda debido a un lanzaso. Ambas rodillas

las tiene amoratadas y heridas como resultado de numerosas

caídas que sufrió cuando cargaba con la pesada cruz hacia el Monte

Calvario. La sagrada imagen está clavada y asegurada a una bien

pulida cruz de madera de Cedro, barnizada de plomo. Ignoramos

el valor de la imagen en moneda entregada al artista escultor. La

sacra imagen de Nuestro Señor Jesuscristo fue trasladada por la

comisión acondicionada en una camilla, hecha a propósito, para

ser cargada por dos hombres. La comisión de don Luis Puspiondo

Chuquillaja emprendió el camino de retorno sumamente contenta

por desempeñar tan importante como honrosa misión para con su

pueblo. Pensarla hacerla bendecir en la ciudad de Cajamarca. Al

arribar de dicha ciudad, la transportaron a la Iglesia de la Recoleta,

que por aquel entonces estaba regentada por sacerdotes de la

Orden Misionera de los Jesuitas o compañía de Jesús. Por

desgracia, al solicitar la bendición del Cristo los sacerdotes

Jesuitas pretendieron arrebatarles la imagen pretextando que una

escultura tallada con tanta perfección artística no debía destinarse

a un pueblo de infieles. Sin mayores explicaciones que las dadas,

los sacerdotes se adueñaron de la imagen, la que fue colocada en el

altar mayor y luego cerraron herméticamente las puertas de la

Iglesia. Los hombres De la Comisión se sumieron en la más honda

tristeza ante la inesperada pérdida de la sacra imagen."Que,

cuenta daremos a nuestro pueblo". Se decían unos a otros,

dejando entrever una honda preocupación, mientras cavilaban,

les llegó la noche."Tal vez el día de mañana no pudiéramos

presentar al Prior del convento para prorrogarle... ojalá le

inspiremos un poco de compasión y no devuelva nuestra sagrada

imagen", decía el jefe de la comisión, el señor Luis Puspiondo

Chuquillaja, rascándose la cabeza con aires de mucha tristeza y

fastidio. Pero, eso sí, sin darse por vencido, en medio de la

desesperación y la pena, se quedaron algunos semidormidos y

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otros dormidos. Todos se encontraban en el atrio de la puerta

principal de la iglesia. El frío de la noche, por momentos, arreciaba

y nuestros hombres se acurrucaban bajo los ponchos y sombreros,

tratando de buscar un poco de calor y abrigo. Felizmente el bolo de

coca matizado con la cal, también contribuía a darles calor y

fuerzas. Sin embargo, en aquella noche triste y friolenta, don Luis

había tenido un sueño sumamente revelador. Sin pensarlo dos

veces les cuanta a sus compañeros de infortunio. Les manifiesta

que en sus sueños vio que el Cristo los llamaba y que las puertas de

la iglesia estaban abiertas de par en par. Don Luis como inspirado

como el mismo Dios, de pronto a través de la ranura de la puerta

principal advierte que l puerta posterior, a la que llaman puerta

falsa, esta abierta y que, sobre el Altar Mayor, donde precisamente

se encuentra el Cristo Crucificado, un cirio alumbra débil

pálidamente la lóbrega iglesia. La Comisión, con don Luis a la

cabeza, no pierden la ocasión. Ingresan a paso largo, decididos a

recuperar la imagen. Todas las santas y santos, que exhiben su sempiterno

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silencio y mutismo, son testigos de la audaz incursión. El Crucificado es

colocado en la camilla, a la brevedad posible, y con el favor de Dios y su

primer milagro, escaparon por el camino de la santa tierra. Ninguno

miraba hacia atrás por temor a los padres jesuitas, a que los persiguieran.

No pararon de andar día y noche hasta llegar a las orillas del río Marañón,

en la localidad deBalsas. Este mismo día llegaron al pueblo de

Cochabamba, donde existen los restos de una ciudadela incaica. Allí,

unos padres misioneros bendijeron la sagrada imagen. Desde donde

continuaron su viaje hasta llegar al pueblo de Uchucmarca sanos y salvos.

Por: Maximiliano Gonzáles NavarroTrujillo, Diciembre de 1989

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DON CLEMENTE ALFARO POLO

AL ENCONTRARME ENCANTADO

(absorto) en los recuerdos de mi Puémbol, veo a ese niño que en su

llanto parece implorar cada día, más y más, la felicidad del pueblo

uchucmarquino, en la Provincia de Bolivar, Departamento de La

Libertad,República del Perú. Quiero poner en relieve los

recuerdos de quien en vida fue el señor Clemente Alfaro Polo, por

ser un vecino, el más antaño, que conocí cuando fui niño.

37

Posiblemente no lo tuve por entendido, es decir no le di la debida

importancia a este personaje de mi pueblo; pero, como el viento

que revolotea con las hojas secas y que a su paso las arrastra, asi mi

mente revolotea con los recuerdos. De los recónditos más

escondidos voy sacando los granos de arena, que son mis

recuerdos. Quiero poner en mi mente, como si fuera una piedra

angular, el ejemplo de un hombre, cuya historia engendra el

recuerdo. Este hombre fue de pura sangre pro-indígena, de talla

alta y contextura fornida, frente despejada, cabellos escasos,

negros y lacios, nariz aguileña, cara trigueña y escaso de barbas;

fue de carácter impetuoso, pero halagüeño. Fue propietario en la

capellanía de Llihüín, de los sectores de Pampa Grande y Pampa

Hermosa, donde convivió con la señora Filomena Castro Llaja, con

la que tuvo solamente tres hijos: Lucila, María y Ifigenia.

Anteriormente estuvo casado con la señora Patrocinia Caicedo, de

quien, al ser separado por el destino, dejó dos hijos, doña Leonila y

38

don Ramón Alfaro Caicedo. A este joven le dio una esmerada

educación. Cuando finalizaba su carrera en la Escuela Normal de

Cajamarca, abandona sus estudios y regresa a su pueblo de

Uchucmarca, siendo allí amartelado de la señorita profesora

Sarvia Vega Navarro (1913-2009). A consecuencia de ello sufre un

balazo en los pulmones, en un confuso incidente protagonizado

por el padre de la joven, don Leocadio Vega Rengifo, aunque el

destino todavía no lo señalaba, para ir al más allá. Gravemente

enfermo fue nuevamente trasladado a Cajamarca por su padre. Y

en uno de los mejores hospitales ,con que cuenta esta ciudad, logró

recuperar su salud. Después de un tiempo transcurrido

desempeñó el cargo de Director de la escuela del mismo pueblo de

Uchucmarca, donde puso de manifiesto su vocación de maestro.

Era igualmente bien inclinado al deporte, motivo por el cual tuvo

que afectarse la herida de la operación, causándole la muerte

finalmente.

39

También había sido militar en el II de

Caballería de Cajamarca. En sus últimas palabras pidió a sus

contemporáneos de la escuela que izaran la bandera en la puerta

de dicho plantel, lo cual se hizo como era su deseo. Su muerte

prematura fue obra del destino, que a cada quien le llega en su

momento.

El vecino Clemente fue un experto

agricultor, por lo tanto no tenía casi interés en darles educación a

sus tres hijas.Por aquel tiempo, la educación carecia de

importancia para la gente. Le placía verlas en los ajetreos de las

chacras y quehaceres de la casa. Disponía de una buena suma

ganadera, tanto vacuno como caballar y lanar. Era bien

inteligenciado sobre las leyes y en medicina, con las cuales se

mostraba muy servicial y hospitalario con todo prójimo, que

requeria de sus servicios. Le gustaba cabalgar en buenos caballos,

de índole corcel, que le servían para llegar al lugar de su destino,

40

acortando la distancia y alargando el tiempo.

No le faltaba una buena larga vista para

captar con facilidad todo cuerpo que le caía en la visión. Era bien

correcto y respetuoso. No obstante poseer grandes fortunas nunca

fue orgulloso. Seguramente sabía que el orgullo es como el sueño

pasajero. Sabía ser estricto, modelo de honradez y trabajo. Vivía

permanentemente en su pertenencia denominada Llihuín. Por las

mañanas se levantaba bien temprano, siempre con su larga vista

para vigilar sus animales, que al frente, en Samana y Mullaca-

Pucro, pastaban; para vigilar sus sembríos o para conocer si el

pasajero era activo o pasivo, cuando éste aparecía por la fila de

Samana o por la loma de Puémbol.

Era un atractivo conversador y

acostumbraba prolongar el sonido o acento en las sílabas “ah, ajá,

ya”. Clasificaba al pasajero según el aire de su caminar. Si éste era

lento, decía “!Aja! aquel es un haragán”, y si caminaba con chance

41

entonces decía “!aja! aquel si es activo, no se deja jalar del perro”.

Su casa, es decir su domicilio, construida

de piedras y barro, era de tipo antiguo; ostentaba un techo de pajas

coloradas. Su corredor estaba protegido por buenos pilares de

madera. Al frente se levantaba un buen cerco de piedras, que

atravesaba desde una quebradita que dividía al sector en Pampa

Grande con Pampa Hermosa; terminaba en la entrada del río con

una tranca giratoria de madera. Gran parte de este cerco se le veía

adornado de granadillas y chirimoyas. Dentro de la chacra, y cerca

de la puerta, se mantenía jubilosa una planta de eucalipto; todos

los días, desafiando a los siglos, mostraba sus hojas verdes en

muestras de juventud. Cada año, a partir de septiembre y hasta

marzo, Don Clemente comenzaba a laborar las tierras agrícolas de

ambas pampas, con el apoyo de la fuerza motriz, que eran las

buenas yuntas de bueyes, que estaban acostumbrados a caminar

solamente al escuchar la voz del gañán, quien maniobraba con

42

agilidad la mancera del arado.

Cuando el gañán, olvidando los riesgos,

les hincaba con la garrocha, los bueyes se disparaban como

centellas hasta parar en el canto de la chacra y el conductor, si era

nuevo se quedaba tendido en la raya. En todo caso don buen

Clemente lo levantaba de “cada correazo” con el amigo puntal, que

al igual que la larga vista, no le faltaba del brazo, diciéndole “!ah!

¡ajá! eso no has de poder. ¿Cómo vas a mantener tu familia?”.

A los jovencitos, que todavía no se ceñían

bien la cintura, el mismo los ajustaba, amarrando una punta de la

faja en el pilar de la casa y de la otra punta los jalaba y terminaba

amarrándolo con muchos nudos (o vueltas), esto figura como uno

de sus aspectos costumbristas. A la persona le daba de tomar la

pepa de la higrilla como purgante para que “bote la flojera”, pero de

todas maneras, y como “todo tenía” y a nadie le negaba un favor,

gente no le faltaba en ningún momento. Gracias al trabajo de don

43

Clemente, en estas dos pampas ya no se notaba el color pálido del

terreno. Todo se encontraba transformado en una sola alfombra

de color verde, que competía en matices con la transparencia

opalina de un cielo profundo y remoto. En aquel verdor de las

chacras se notaba un gran hormigueamiento de gente laboriosa,

que arrasaban las malezas, dejando libre de ellas a los cultivos de

las sementeras, que aún estaban tiernos, en estado de herbazal.

Con la llegada de los meses de julio y agosto, el color verdoso de las

chacras se iba convirtiendo en amarillo, lo cual demostraba que ya

era tiempo de cosechar. De nuevo se notaba ese gran movimiento

de gente en son de cosechar, para recoger de la tierra los frutos

maduros.Esos trigales, que amarilleaban en las

chacras, eran cegados o cortados, y formando fardos de gavillas,

con todos sus tallos, eran arrimados en una espaciosa parva o era.

Lo acomodaba de tal manera que formaban un gran pilón, para

llegar a su cima, se tenía que subir por escalera. Eran amontonadas

44

tal como si se quisiera que las gavillas llegaran hasta el cielo y en

mérito a tanta bendición por su abundancia.

El señor Alfaro, como era un fervoroso

partidario del cristianismo, después de elevar sus oraciones al

Todopoderoso, ordenaba reunir sus acémilas para las trillas.

Entretanto, otros ya plantaban postes y templaban sogas para

asegurar las cortinas y en poco tiempo estaban las acémilas,

seguidas por un arriero; arrancaban a carrera y corrían dentro de

la era pisoteando las gavillas hasta pulverizar la paja. Toda la gente

saboreaba la rica chicha, mientras las mujeres se encargaban de

preparar las viandas a la manera que la patrona Filomena Castro

Llaja ordenaba.

Estos recuerdos me han quedado

grabadas en mi mente, por todo lo que fue en sus últimos días de su

existencia. Lo conocí cuando fatalmente ya sufría decadencia.Fue atacado por el reumatismo,

45

enfermedad que, sin tegua ni compasión, trabajaba en forma

incesante para apartarlo de este mundo, hasta que llegó un día,

aunque no recuerdo la fecha. Lentos golpes de sombra se

acumulaban en sus ojos, los latidos de su corazón desaparecieron

derrotados y sus pies se dirigieron decididos a resbalar en el borde

del sepulcro, hacia el fondo tenebroso de aquella gama silenciosa,

donde descansa él ¡adiós! para siempre. Así terminó aquel

hombre que fue un símbolo de honradez, una vida ejemplar para

todos los pueblos que lo conocieron. Confieso que en los pocos

días que lo conocí, esas memorias han quedado esculpidas en mi

mente como si fuese la corteza de un árbol que cada día, se ahonda

más y más aquella letra que en un tiempo se escribió.

Autor:Florencio Llaja Portal.Lima, 05 de diciembre del 1999

46

Nota: No se ha podido obtener la foto de este

singular personaje. En cambio, ponemos las fotos de dos de sus hijos:

Doña Leonila Alfaro Caicedo y de Don Ramón Alfaro Caicedo.

47

DON FLORENCIO LLAJA PORTAL

HE PASADO CIERTO TIEMPO

preguntándole a mi conciencia si alguna vez tuve la libertad de

hacer algún daño a mi prójimo para descartarme yo mismo de la

sociedad. Bueno, no sé si mi memoria se apone a descubrirlo. Digo

48

con toda claridad que esas sombras no se me presentan y apoyado

en esa confianza quiero recordar lo que fui y lo que soy todavía. El

que al final suscribe… nací en Chechumbuy Loma, sector que

ahora pertenece a Puémbol, del distrito de Uchucmarca,Provincia

de Bolívar,Departamento de La Libertad,República del Perú.Vine

al mundo en un humilde hogar de mis abuelos, don Fabián Llaja

Huamán y doña Juliana Palacios, junto a una acequia remota y a la

sombra de una hermosa planta de chirimoya, que cada año

produce, bien cargado como si fueran estrellas del cielo. Así un 20

de junio de 1927, la albura de una nueva aurora, alegre, me vio

nacer.

Mis padres fueron don Hermenegildo

Llaja Palacios y doña Susana Portal Puitiza. Fui el primer hijo de

mis padres. Cuando ya tenía 6 años me pusieron al colegio en mi

pueblo de Uchucmarca, bajo la dirección del señor profesor

Maximiliano Gonzáles Navarro. Cuando ya estaba adelantado en

49

los estudios recibí preparación de los señores auxiliares don

Ruperto Llaja Prieto, Eliseo Prieto Chávez y Lázaro Coronel

Prieto.Con ellos terminé mis estudios

primarios. Como acto costumbrista me gustaba los trabajos de

campo, la crianza de animales, el negocio, aprendí la carpintería y

la sastrería. Como deporte me gustaba la equitación, el arte de

montar a caballo, domar caballos morochos, chúcaros y más que

todo me gustaba el fútbol, hasta dejaba de comer por acudir el

deporte. Cuando llegué a la edad prematura , de la adolescencia

tuve dos juicios, uno en lo civil, con el tinterillo Gumercindo

Lozano Moreno por asunto de tierras, que duró once años y que

terminó cuando el Ministerio del ramo ordenó el fallo a favor de la

señora Balbina Puertas Casahuamán. El otro juicio fue en lo penal,

un asunto criminal. Fue cuando don Máximo Aliaga me robó de mi

casa, en Uchucmarca, una máquina de coser, era de pie, siete

gavetas de ocultación, marca Singer Bovinar. Me duró dos años el

50

juicio. En estos aspectos tuve que enfocarme en asuntos de leyes.

A la edad de 20 años me casé con la

señora Lucrecia Huilca Ayaipoma (1933) la madre de mis hijos, la

que hasta ahora todavía Dios la conserva.Como inquietud particular me gustaba

salir a pasearme por ciudades adelantadas. Cuando estaba en

Trujillo (1962) salía por todos los ámbitos a pasearme y

encontraba canchitas de juego. Eran los momentos de prioridad

para desarrollar en mi corazón la luz del sentir. Cuando llegué a

Puémbol, a la casa de mis padres sentí una gran emoción, una gran

alegría.Puémbol era un sector agrícola y

ganadero, mayormente nuestro. Allí existían algunos moradores

muy distantes de nuestra casa, lo cual dio lugar a mi inquietud de

reunirlos a una máxima cercanía sociológica, o sea formar un

pueblo. Por este motivo tuve que entrar en un diálogo con mi papá,

quien resultó muy complacido.

51

Lleno de entusiasmo salí, a propósito, de

casa en casa para incentivarles mis ideas a cada uno de mis

vecinos. Al final todos me agradecieron por la gran empresa de

formar un pueblo y que parecía increíble. Desde luego los invité a

una asamblea para una fecha fija, a realizarse en la casa de mis

padres, porque hasta aquella fecha todavía yo no tenía casa

propia.

Cuando concurrieron a la asamblea, en

la casa de mis padres, quienes me daban su apoyo, al igual que mis

hermanos, aproveché de las amabilidades de los asambleístas,

entonces traté de desgramar mis ideas, muy ajenas al egoísmo, y

todos quedaron impresionados y agradecidos. Muchos se sobaban

los ojos como si estuvieran despertando de un dulce sueño. Como

parte de mi proyecto fue organizar un equipo deportivo de fútbol

con ocho jóvenes, pero no todos portaban pelota y no tenían

52

53

movimiento voluntario, carecían de práctica, por lo que tuve que

someterles a los ejercicios gimnásticos.

Todos los domingos, a la primera hora, 7

de la mañana, pateábamos pelota en la cancha deportiva, La

comida la compartíamos en mesa común, que preparaban las

socias, que integraban un Comité de Damas.

Para el campo de juego mi papá nos

regaló una chacra, en donde los hombres ancianos entraban a

jugar y a trabajar. Esta chacra tenía una parte accidentada, pero

como el entusiasmo ya estaba sembrado, todos nos pusimos en

obra, en el movimiento de la tierra. Como carecíamos de

carretillas mi papá nos regaló tres cueros de vaca, yo también puse

otros tres cueros más, otros ya cargaban en costales la tierra, en

fin. Todo es un festín, después del trabajo; y en vez de tomar agua

cruda no faltaban los barriles de chicha para aplacar la sed en

media cancha.

Así nuestro vibrante entusiasmo se

expandió por todo el sitio. Luego nos vimos asediados de tanta

visita. En esa forma Puémbol se reveló como un pueblo modelo,

como un sol radiante de medio día. Mientras tanto yo ya pensaba

en un colegio, pero no teníamos personal infantil, no obstante que

contaba con la aportación de otro pueblo vecino a Longotea,donde

existía la hacienda de Poña, de propiedad de don Teodoberto

Lozano y familia, quienes hacían y deshacían con la pobre gente

esclava, de repente aparecieron por mi pueblo a pedir posada. En

estos tiempos había una ley en mi pueblo. Establecía, que gente

nueva y forastera, si quería radicar, debería pasar un año para que

acredite su conducta. Pero yo a esta gente lo recibí y al instante lo

ubiqué, cada quien en su lugar. Luego los conduje a mi pueblo de

Uchucmarca para presentarles a las autoridades correspondientes,

ofreciendo mi garantía. Con este apoyo les hice empadronar; ya

fueron comuneros, con este nuevo contingente ya se tuvo más

54

población, tanto adulta como infantil. Fue un domingo, después

del deporte, que les propuse pedir el reconocimiento del pueblo.

Pero para esto se necesitaba ya nombrar

sus autoridades y lo hicimos de inmediato, saliendo yo elegido

como candidato a la Agencia Municipal; para teniente

gobernador, el señor José Cruz Mestanza.

Trabajé el acta y firmado, nos

conducimos al distrito, al señor alcalde municipal que fue don

Anibal Navarro Puertas, quien después de lúcidas felicitaciones

nos hizo la juramentación, de inmediato. Satisfechos por estos

acontecimientos, fue el momento para contar con el

funcionamiento de un centro educativo, en este lugar. Tratamos

de lograr el sitio adecuado y lo encontramos al centro de la

población. Mientras tanto ya se llegaba la fecha para las matrículas

escolares. Se necesitaba ver el funcionamiento del colegio. Como

este colegio todavía no estaba reconocido tuve que presentar una

55

solicitud al señor director del colegio distrital, en este caso, el

señor Julio Vega Navarro, con el objeto de pedir un profesor

contratado.Este señor, al enterarse de nuestra

solicitud, nos atendió con mucho gusto. De pronto se realizó las

matrículas con la ayuda (profesora) de la señorita Domitila

Floríndez Santillán, que recién había terminado su instrucción

primaria; y para contar con el local escolar, mi cuñado Jovino

Meztanza Gariza nos facilitó su casa. A medida que la ciudadanía

en conjunto iba avanzando la construcción del local, yo aceleraba

el pedido de la titulación, ofreciendo al Ministerio de Educación la

donación del terreno reglamentario y la mano de obra gratuita en

la construcción del local. Toda solicitud se tramitaba por el órgano

regular en la capital de la provincia de Bolívar, en la Sub dirección

de Trujillo y en la Dirección General de Educación Primaria de

Lima. Al tomar conocimiento de nuestra solicitud, la dirección nos

dio a conocer que nos apoyaba con los utensilios, techo y material

56

didáctico. Todos estos pedidos los hacía por vía de correo, pagando

las correspondencias el valor de carta certificada. Para evitar este

gasto, un día aproveché una pequeña lámina de un disco roto de la

radio y confeccioné un sello, esto me facilitó para trabajar en forma

oficial y para que no demore estas correspondencias en la oficina

de correos me gané el aprecio de la señora receptora, doña

Consuelo Navarro Dominguez de Puertas, quien a la brevedad

posible lo remitía a mi despacho, valiéndose de cualquier vecino de

Puémbol, desde luego dejando en tregua mis ocupaciones, tenía

que preparar mis documentaciones para tenerlo listo en cuanto

regrese el postillón de la provincia de Bolívar hacia Chuquibamba,

con destino a Celendín, Cajamarca, Trujillo y Lima. En medio de

esta activa circulación, al cumplirse siete meses, tuve la suerte de

plasmar mi alegría al ver claramente que un ramo de rosas

derramaban su perfume en los pétalos de la titulación de mi

colegio, lista para festejar su inauguración con la asistencia del

inspector escolar provincial, señor Esteban Corbera Vilcaromero

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(1911) el señor director del colegio distrital don Ruperto Llaja

Prieto sentando su respectiva acta, di cuenta de inmediato a la

dirección general, anticipándoles mis más profundos

agradecimientos por la atención recibida, agregando en uno de sus

párrafos que: “solamente con esto no estoy contento, lo que quiero

es ver en el dintel de mi colegio, colocado un Escudo Nacional, y en

medio patio quiero ver flamear a un pabellón bicolor”. Muchas

gracias, a la vuelta de correo este pedido ya llegó a mis manos. En

esta forma mi colegio pronto se vio equipado de todo lo necesario.

Al realizarse esta legalización toma cargo de la directiva

educacional la señora Julia Navarro Rengifo, titulado en esta

especialidad.

Al ver cumplida en esta forma mis

aspiraciones, pedí mi renuncia con el propósito de tomar descanso

cierto tiempo, pero sucede el caso que al pasar una semana, la

personería de mi pueblo termina su periodo gubernamental el

58

señor don Milciades Rojas Sagástegui y la Dirección General,

ordena que se proceda a elecciones para la nueva personería. Para

el cumplimiento de este deber patriótico que a todo ciudadano le

confiere; en compañía de todo mi vecindario me constituí a la

localidad distrital y cuando llegó el momento para nombrar el

candidato, sin tener ninguna anticipación, me di con la sorpresa

de salir yo como candidato popular. El pueblo ya había depositado

su confianza en mi persona para verme dentro de tanto jolgorio

metido en mi alma y en la de mis partidarios.

Hice presente algunas incógnitas pero

todo fue por demás, bañado en tantos aplausos, me hizo imposible

dar un solo traspié, sólo me quedaba como reacción emitirles mi

agradecimiento a mi pueblo de Uchucmarca.En el correr del tiempo, mi pueblo sufría

un juicio de invasión por el periodo de veinte años con el señor

Santos Díaz Rojas, en un sector del valle “El tingo” (Púsac) y

59

60

ningún personero podía sacarlo y a la semana de mi

nombramiento, me llegó un oficio de la Sub Dirección, Zonal

Norte, Cajamarca, citándome a un comparendo con el litigante ,

Sr. Rojas. Como recién tenía en mis manos la documentación de

mi pueblo, tuve que darme tiempo, cuatro días y cuatro noches

para estudiarlo y darme cuenta en qué condiciones se encontraban

esos trámites. Felizmente ya tenía entendimiento de esos asuntos.

Al cumplimiento de estos trámites me constituí a la ciudad de

Cajamarca. Por suerte, en cuanto llegué a la Agencia Díaz (1968),

listo para buscar un hotel, en el cual hospedarme, me encontré con

mi profesor Maximiliano Gonzáles Navarro, quien con tanta

afabilidad me invitó a su casa, donde tuvimos una detenida plática

hasta casi las 12 de la noche. Al respecto, mi maestro era

contemporáneo intimo del señor Fiscal en ese tribunal de

comunidades campesinas. Al día siguiente, mi profesor me

acompañó al despacho de la fiscalía y me presentó ante su amigo

como uno de sus mejores alumnos, garantizando su confianza.

Desde luego el señor Fiscal me parcializó

su amistad, llegando a mantener así una merecida recomendación

con las cuales me sentí empapado en la esperanza de poder liberar

a mi pueblo. En cuanto salió mi profesor, despidiéndose de su

amigo y de mi, nos pusimos a conversar sobre el juicio. La charla la

inicié con el señor Secretario y la continué con el señor Fiscal, y

Dios me protegió, tuve el valor suficiente para poderlo convencer y

quedar satisfecho por el apoyo que me brindaron. Luego salí

contento, acomodando los papeles en mi bolsillos, entre ellos un

oficio para el contador y otro para el cuerpo policial de mi pueblo,

para que se constituya al lugar del litigio “El Tingo” para que

amoneste al señor Díaz y firme la entrega de tierras a la

comunidad.

En cuanto llegué a mi despacho, en mi

pueblo de Uchucmarca, en pocos minutos fui visitado por un

61

grupo de ciudadanos, con la desesperación de saber cómo me fue

en mi viaje y qué de nuevas había traído. Pues, me alegró bastante

contarles el contenido. Así se multiplicó la novedad. Al día

siguiente, a las 8 de la mañana, al golpe de campana, la plaza de

armas se llenó de muchedumbre y en cabildo abierto di lectura al

tenor literario de la documentación adquirida en el despacho de la

Sub- Dirección de Cajamarca, cuyo reflejo de esperanza se dejó

notar claramente, pues se tendía a los ojos de todo el pueblo.

Llegada la fecha de la amonestación, bajé con la policía y las

autoridades locales, más otras personas solventes. Fuimos

presentes en el pueblo de Púsac, muy cerca al lugar de la invasión

nos proporcionaron un local para nuestro despacho. El señor

comandante procedió a efectuar la licitación al señor Díaz, el

invasor, quien al presentarse en el despacho y manifestar sus

saludos, dijo, que me conocía muy bien, “pero con él estoy

engañado”, sacando su revólver, calibre 32, poniéndolo sobre la

62

mesa, se pronunció amenazante, expresando que mi cabeza se iba

a quedar en ese lugar. Ante esa arrogancia, tanto la policía como el

resto de nuestra compañía, se quedaron atónitos. Al ver este

asombro, mi respuesta fue. “mira viejito, si mi cabeza se queda

aquí, para mi va a ser una honra, porque con mi sangre se tejerá

una página más de la historia de mi pueblo y ojalá que tu no te

equivoques, porque aquí también hay”. Y saqué mi 38, que lo tenía

cargado. Agregué: “El tuyo no tiene municiones (no está cargado)

y si no tienes, pásame la voz para regalarte unas cuantas, de este

calibre (32). También tengo, diciendo esto agarré su revólver, que

estaba sobre la mesa y lo alcancé diciéndole: “toma tu armita,

guárdalo” para el momento preciso, acá no se necesita”. Viendo

esto jaló su brazo tembloroso. Me recibió su arma y la metió a su

bolsillo, luego salió sin firmar ninguna notificación, al ver este

asombro en el cuerpo policial, les increpé sus conductas. El policía

Jorge Ocampo admiró mi reacción y dijo que yo sería descendiente

63

de Francisco Bolognesi o de Miguel Grau. Le contesté diciéndole:

“desgraciadamente no pertenezco a ese linaje, por mis venas corre

sangre india, soy descendiente de Túpac Amaru”. Después de

celebrarse las disculpas, trabajaron el acta de asistencia y el tercer

día emprendí nuevo viaje a Cajamarca.

Me presenté en el despacho ministerial.

Fui atendido con mucha distinción. Luego el señor Fiscal, trabajó

la orden de lanzamiento, oficiando al señor Subprefecto de mi

provincia de Bolívar, para que se constituya en el lugar de los

hechos para hacer efectivo lo dispuesto por la ley. Llegada la fecha.

El señor Subprefecto, acompañado por el cuerpo policial, más el

pueblo en su conjunto, nos constituimos de nuevo en El Tingo, en

donde nos esperaba el señor Díaz con su familia y su abogado, el

señor Notario Público, don Ruperto Rodríguez Viggiano, con el

propósito de hacernos resistencia. Al término de unos minutos de

controversia, este invasor se vio obligado a desocupar el terreno,

64

firmando el acta de salida definitiva. Al fin, con este desalojo mi

comunidad quedó en pacífica posesión y garantía soberana de

dicho terreno.

Pero, de pronto fui enjuiciado por el

señor notario en el Poder Judicial, por daños y perjuicios. Pero

como los trámites se desarrollaban de acuerdo a ley, este señor de

pronto se vio envuelto en mandamientos de prisión por

resistencia a la ley, viéndose obligado a ocultar su cuerpo sabe

Dios dónde. En medio de estos vaivenes, me encontré con el

oprobio más grande de mi vida: perdí al ser que más amaba,

después de Dios: Don Hermenegildo Llaja Palacios,el autor de mis

dias!

Perdí a mi querido padre un día 13 de

mayo de 1968, con un álgido suspiro y un adiós, para siempre, en

mis brazos terminó de exhalar el último hálito de vida. Sus pies

derrumbados al fondo de la sepultura. Se marchó por un camino

65

sin rumbo ni destino. Hasta ese entonces yo venía bañado por el

perfume de un regalo, o sea en un encanto profundo, para luego

verme envuelto en un desencanto definitivo, navegando en

soledades y tristezas. Me convertí en un errante vagabundo.

Resulté por el departamento de Amazonas: Bagua Grande, Bagua

Chica. Crucé el río Chiriaco para Tuntungos. Me embarqué en el

puerto de Nazareth y viajé en canoa ocho días, adentro, hasta San

Francisco de Borja, cerca de Iquitos. Comprendiendo que soy un

padre de familia y mis hijos se quedaban abandonados, me regresé

para mi tierra (Uchucmarca), estando así cuatro años, lleno de

turbaciones, caí enfermo y cuando me sentí casi grave, asediado

por malos espíritus. No sé si estaba durmiendo, pero claramente

me veía rodeado de shingos y zorrillos, que bailaban a mi

contorno.Yo nunca creí en el fetichismo, pero sabía

que Dios de los cielos al arrojar a Satanás a la tierra, le dio poder.

Tuve que dar mérito a esa intuición de haber sido brujeado y por

66

eso me propuse viajar hacia Cañares en Lambayeque. Allí un

médico especialista me curó. Fue un indio que se llamaba Joaquín

Tantarico. En fin mi enfermedad desapareció, pero la impresión

de haber perdido a mi padre solamente con la muerte se borrará de

la memoria. Es por eso que no puedo regresar a mi pueblo, tierra

de mi nacimiento y así no sé donde será mi tierra propia o sea la

tierra del cementerio, donde dejaré mis huesos.

A principios de 1973 vine para Lima, a

visitar a mis suegros y me encontré con mi hermana Casimira

Llája y mi cuñado Francisco Meztanza Alfaro y algunos familiares

más, quienes me invitaron a venir a radicarme acá, en Lima;

considerándolo algo favorable, al regresar a mi pueblo, me puse de

acuerdo con mi señora y mis hijos.

Pronto nos vimos en Lima, en casa de mi

hermana Casimira. Mis hijos entraron al colegio a estudiar. Yo

entré a trabajar en construcción civil, con el ingeniero Jorge

67

Dubrewil, luego pasé a la compañía Neiser. Como estos trabajos

no son estables, así entré a trabajar en diferentes compañías, hasta

que un día cuando estaba trabajando en la Compañía Shirakawa,

en San Borja, al terminar su última obra este ingeniero me

recomendó en la compañía “Entur Perú”; asi llegué a conocer

algunos departamentos. Cuando estaba en Huancavelica me atacó

la artritis. Este fue el motivo para retirarme de la construcción.

Esto ocurrió en 1985.

En ese tiempo ya sonaba la agricultura

en Tocache (San Martín). Allí estaba trabajando mi yerno Pánfilo

Chihuala Bailón, esposo de Dora. El laboraba para la empresa

“Endepalma”. Allí me constituí. Preparé tres hectáreas de monte

para chacra y sembré las plantas de coca. A los principios

estábamos regular, pero de pronto aparecieron los subversivos del

Túpac Amaru, luego de Sendero Luminoso. A combatir a los

insurrectos entró la Infantería de Marina. Aquel escenario pronto

68

se convirtió en un laberinto. A continuación entró la DEA, quienes

fumigando las plantas, con helicópteros, las desaparecieron. Ante

este desastre me trasladé a Pucallpa, al caserío Santa Rosa de

Abujao, de nuevo a preparar chacras. Al principio estaba con mis

hijos Delia, Roberto y mi yerno Willi Ribeiro Baneu, pero de

pronto me vi solo; sufrí algunas enfermedades graves. Me pareció

que la muerte agitaba sus alas sobre el

cristal de mis pupilas. A propósito, ella

quería llevarse los últimos latidos de mi

corazón. La esperaba con decisión,

siempre de pie y caminando, jamás

tendido en mi cama. Solamente le rogaba

a Dios para que recoja mi alma; mi

cuerpo no me interesaba. Pero como el

señor es tan bondadoso cuando ve a sus

hijos, todo decididos a cumplir sus órdenes, en esos instantes

69

70

señaló mi medicina y a prolongado mi existencia, no sé hasta

cuándo todavía. Logrando esta reacción prematura, viendo al

mundo tan amplio, que se extiende sobre mis ojos, me puse a

redactar algunos pensamientos, pasándolo a mi cuaderno de

recuerdos, que comienza con el título “Memorias de don Florencio

Llaja”, donde aclaro mi vida escolar, luego mi adolescencia, la

fundación de mi pueblo, la tragedia de mi enfermedad, mi vida en

la selva, sobre todo recuerdos de Santa Rosa de Abujao. Algunos

pliegos me sacó un profesor con el carácter de devolverme escrito

en imprenta, pero como de un momento a otro me vine a Lima,

todo quedó en trance de continuación, viene la historia de la

fundación de este pueblo, la biografía de su fundador don Otoniel

Vela Ríos, luego la historia de la creación de su institución

deportiva Unión Santa Rosa más su himno, ubicación y

costumbres del pueblo. Estando en estos ajetreos, de repente llegó

mi hijo Abel y nos conducimos para Lima.Llegando acá, a esta ciudad, escribo una

nota al señor Agente Municipal de mi Puémbol, el pedido de mis

trabajos por el Joven Ramiro Sánchez Navarro, quien está

interesado en el arte del periodismo, trató de modular en su mente

el sistema de las letras. Motivo a muchas circunstancias que se

presentaron opuestas para regresarme a Santa Rosa, me quedé en

Lima a trabajar nuevamente en albañilería.

Autor: Florencio Llaja Portal.

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FUENTES:

http://promocionesbloggercom.blogspot.com/

htttp://chitapampa.blogspot.com/

Http://ventana.delalibertad.com

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