tu siervo escucha

1
Tu siervo escucha Al saber que era infecunda, Ana, esposa de un israelita llamado Elcana, oró con fervor para tener un hijo y juró dedicarlo al servicio de Dios. Samuel (o “ Se los pedí al Señor”) fue la respuesta a su oración. En el momento oportuno, Ana lo llevó con Helí, sumo sacerdote en Silo, con el fin de que sirviera en el santuario. En esa época había pocos profetas en Israel. Una noche, cuando Samuel se encontraba en la cama, escuchó que pronunciaban su nombre. Pensó que Helí lo necesitaba y se apresuró a llegar a su lado. El sacerdote, perplejo, lo envió de nuevo a la cama. La llamada se repitió, pero fue negada de nuevo y a Samuel le ordenaron que fuera a dormir. Cuando regresó por tercera vez, insistió: “Aquí estoy, pues me has llamado” Helí le dijo a Samuel que si escuchaba una vez más la llamada, respondiera: “Habla, Señor, que tu siervo escucha.” El Arca de la alianza, el objeto más sagrado y poderoso del antiguo Israel. Era rectangular de madera de acacia cubierta de oro. En cada extremo había dos querubines, cuyas alas se tocaban para formar el trono de Dios y el Arca era su escañuelo. En su interior se guardaban las reliquias más preciadas de los israelitas (las dos tablas de piedra con los Diez mandamientos, el maná en un jarrón de oro, la vara de Aarón y un libro de la ley). El Arca simboliza la presencia de Dios y era también un talismán en la batalla, como en la conquista de Jericó. Era muy potente y tenía que ser envuelta en velos antes de que la levantaran. Solo podía acercarse a ella el sumo sacerdote y una vez al año, en el Día de la Expiación. El Arca era tan sagrada que el sólo tocarla provocaba la muerte repentina. Después de que los hebreos se establecieron en Canán, el Arca permaneció en el tabernáculo en Silo hasta que los filisteos saqueadores se la llevaron al templo de Dagón, su dios, en Azotó. Al día siguiente, estaba tendido sobre el rostro, como si adorara el Arca. Cuando lo enderezaron, cayó de nuevo y su cabeza y manos se separaron del cuerpo. Una epidemia de furúnculos aquejó a los habitantes de Azoto, seguida posiblemente por una plaga de ratones. A donde quiera que fuera llevada el Arca ocurrían desastres similares. Los desesperados filisteos finalmente la devolvieron a una ciudad israelita. El rey David transportó el Arca a Jerusalén y, más adelante, fue colocada en el sitio más recóndito del templo de Salomón. Desapareció cuando los babilonios invadieron Jerusalén en el 587 a.C. Algunos judíos creen que el Arca fue escondida y que aparecerá cuando llegue su tan esperado rey mesiánico.

Upload: yami-diaz

Post on 02-Feb-2016

221 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

+´´

TRANSCRIPT

Page 1: Tu Siervo Escucha

Tu siervo escuchaAl saber que era infecunda, Ana, esposa de un israelita llamado Elcana, oró con fervor para tener un hijo y juró dedicarlo al servicio de Dios. Samuel (o “ Se los pedí al Señor”) fue la respuesta a su oración. En el momento oportuno, Ana lo llevó con Helí, sumo sacerdote en Silo, con el fin de que sirviera en el santuario. En esa época había pocos profetas en Israel.

Una noche, cuando Samuel se encontraba en la cama, escuchó que pronunciaban su nombre. Pensó que Helí lo necesitaba y se apresuró a llegar a su lado. El sacerdote, perplejo, lo envió de nuevo a la cama. La llamada se repitió, pero fue negada de nuevo y a Samuel le ordenaron que fuera a dormir. Cuando regresó por tercera vez, insistió: “Aquí estoy, pues me has llamado” Helí le dijo a Samuel que si escuchaba una vez más la llamada, respondiera: “Habla, Señor, que tu siervo escucha.”

El Arca de la alianza, el objeto más sagrado y poderoso del antiguo Israel. Era rectangular de madera de acacia cubierta de oro. En cada extremo había dos querubines, cuyas alas se tocaban para formar el trono de Dios y el Arca era su escañuelo. En su interior se guardaban las reliquias más preciadas de los israelitas (las dos tablas de piedra con los Diez mandamientos, el maná en un jarrón de oro, la vara de Aarón y un libro de la ley).

El Arca simboliza la presencia de Dios y era también un talismán en la batalla, como en la conquista de Jericó. Era muy potente y tenía que ser envuelta en velos antes de que la levantaran. Solo podía acercarse a ella el sumo sacerdote y una vez al año, en el Día de la Expiación. El Arca era tan sagrada que el sólo tocarla provocaba la muerte repentina.

Después de que los hebreos se establecieron en Canán, el Arca permaneció en el tabernáculo en Silo hasta que los filisteos saqueadores se la llevaron al templo de Dagón, su dios, en Azotó. Al día siguiente, estaba tendido sobre el rostro, como si adorara el Arca. Cuando lo enderezaron, cayó de nuevo y su cabeza y manos se separaron del cuerpo. Una epidemia de furúnculos aquejó a los habitantes de Azoto, seguida posiblemente por una plaga de ratones. A donde quiera que fuera llevada el Arca ocurrían desastres similares. Los desesperados filisteos finalmente la devolvieron a una ciudad israelita. El rey David transportó el Arca a Jerusalén y, más adelante, fue colocada en el sitio más recóndito del templo de Salomón. Desapareció cuando los babilonios invadieron Jerusalén en el 587 a.C. Algunos judíos creen que el Arca fue escondida y que aparecerá cuando llegue su tan esperado rey mesiánico.