tratados romano-púnicos (polibio)

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TRATADOS ROMANO-PUNICOS “Los primeros acuerdos entre los romanos y los cartagineses tuvieron lugar en tiempos de Lucio Junio Bruto y Marco Horacio, los primeros cónsules establecidos tras el derrocamiento de los reyes, bajo los cuales sucedió la consagración del templo de Zeus del Capitolio. Esto ocurrió treinta menos dos años antes del paso de Jerjes a Grecia. Lo hemos transcrito traduciéndolo con la máxima exactitud posible. Pues también entre los romanos la diferencia entre la lengua actual y la antigua es tal que algunas cosas apenas si los más entendidos consiguen entenderlas claramente. Los acuerdos son tal como sigue: “Que entre los romanos y los aliados de los romanos con los cartagineses y los aliados de los cartagineses haya amistad de esta forma: que ni los romanos ni los aliados de los romanos naveguen más allá del Cabo Hermoso si no es obligados por una tempestad o los enemigos. Si alguien es llevado por la fuerza, que no le esté permitido ni comerciar ni tomar cosa alguna, con excepción de los aprovisionamientos para la travesía o para los sacrificios. Pero los que allí lleguen por mor de comercio no podrán hacerlo excepto con un heraldo o un escribano. Lo que se venda en presencia de éstos está garantizado al vendedor por fianza pública, cuanto negocie en Libia como en Cerdeña. Y si algún romano se acerca a Sicilia, donde dominan los cartagineses, habrá igualdad para los romanos. Que los cartagineses no cometan injusticia contra el pueblo de los árdea tinos, de los antiatas, de los laurentinos, de los circeitas, de los tarracinitas, ni contra ningún otro pueblo de los latinos, que está sometidos; y , si algunos no están sometidos, que no ataquen sus ciudades; y, si las tomaran, que las entreguen sin daño a los romanos. Que no levanten fortificación en el Lacio. Y si marcharan como enemigos sobre el territorio, que no pasen una noche en el territorio” El Cabo Hermoso está en frente de la misma ciudad de los cartagineses en dirección al norte. Los cartagineses se oponen totalmente a que los romanos naveguen por allí hacia el sur con naves grandes porque no quieren que conozcan los parajes de Vistáis, ni de la pequeña Sirte, que llaman Emporio, por el valor de la región. Si alguien, llevado allí por la fuerza de la tempestad o de los enemigos, carece de lo necesario para los sacrificios o para preparar la travesía, se avienen a que lo tome, pero nada más; y si los que han arribado tienen necesariamente que zarpar en cinco días. Los romanos tienen permiso de navegar, si es 1

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Page 1: Tratados Romano-púnicos (POLIBIO)

TRATADOS ROMANO-PUNICOS

“Los primeros acuerdos entre los romanos y los cartagineses tuvieron lugar en tiempos de Lucio Junio Bruto y Marco Horacio, los primeros cónsules establecidos tras el derrocamiento de los reyes, bajo los cuales sucedió la consagración del templo de Zeus del Capitolio. Esto ocurrió treinta menos dos años antes del paso de Jerjes a Grecia. Lo hemos transcrito traduciéndolo con la máxima exactitud posible. Pues también entre los romanos la diferencia entre la lengua actual y la antigua es tal que algunas cosas apenas si los más entendidos consiguen entenderlas claramente. Los acuerdos son tal como sigue: “Que entre los romanos y los aliados de los romanos con los cartagineses y los aliados de los cartagineses haya amistad de esta forma: que ni los romanos ni los aliados de los romanos naveguen más allá del Cabo Hermoso si no es obligados por una tempestad o los enemigos. Si alguien es llevado por la fuerza, que no le esté permitido ni comerciar ni tomar cosa alguna, con excepción de los aprovisionamientos para la travesía o para los sacrificios. Pero los que allí lleguen por mor de comercio no podrán hacerlo excepto con un heraldo o un escribano. Lo que se venda en presencia de éstos está garantizado al vendedor por fianza pública, cuanto negocie en Libia como en Cerdeña. Y si algún romano se acerca a Sicilia, donde dominan los cartagineses, habrá igualdad para los romanos. Que los cartagineses no cometan injusticia contra el pueblo de los árdea tinos, de los antiatas, de los laurentinos, de los circeitas, de los tarracinitas, ni contra ningún otro pueblo de los latinos, que está sometidos; y , si algunos no están sometidos, que no ataquen sus ciudades; y, si las tomaran, que las entreguen sin daño a los romanos. Que no levanten fortificación en el Lacio. Y si marcharan como enemigos sobre el territorio, que no pasen una noche en el territorio”

El Cabo Hermoso está en frente de la misma ciudad de los cartagineses en dirección al norte. Los cartagineses se oponen totalmente a que los romanos naveguen por allí hacia el sur con naves grandes porque no quieren que conozcan los parajes de Vistáis, ni de la pequeña Sirte, que llaman Emporio, por el valor de la región. Si alguien, llevado allí por la fuerza de la tempestad o de los enemigos, carece de lo necesario para los sacrificios o para preparar la travesía, se avienen a que lo tome, pero nada más; y si los que han arribado tienen necesariamente que zarpar en cinco días. Los romanos tienen permiso de navegar, si es con fines comerciales hasta Cartago, hasta la región de Libia en torno al Cabo Hermoso, y también en Cerdeña y en la Sicilia, que dominan los cartagineses; éstos les prometen asegurar con una fianza pública un trato justo. De estos acuerdos se manifiesta que hablan de Cerdeña y de Libia como cosa propia; mientras que al tratar de Sicilia, precisan formalmente lo contrario, pues hacen los acuerdos sobre aquellas partes de Sicilia sobre las que cae el poder de los cartagineses. Y de igual manera los romanos pactan acerca de la región del Lacio, y no hacen mención del resto de Italia por no caer bajo su poder.

Tras éstos hicieron otros acuerdos, en los que los cartagineses incluyeron a los tirios y al pueblo de Útica; mas también al Cabo Hermoso Mastia de los Tarseios; más allá de los cuales consideran que los romanos no pueden ni coger botín ni fundar ciudad. Son de esta guisa: “Que haya amistad entre los romanos y los aliados de los romanos y el pueblo de los cartagineses y de los tirios y de los uticenses y su aliados sobre estas bases: que los romanos no cojan botín ni comercien ni funden una ciudad más allá del Cabo Hermoso, de Mastia de los Tartesios. Y si los cartagineses toman algunas ciudades, con las que los romanos tengan una paz firmada, mas en modo alguno le estén sometidas, que los prisioneros no sean desembarcados en puertos de los

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romanos; pero, si alguno desembarca y un romano lo acepta, que sea puesto en libertad. Que los romanos se comporten igualmente. Si un romano recoge agua o provisiones de un territorio que está sometido a los cartagineses, que ese aprovisionamiento no sirva para perjudicar a nadie de aquellos que están en paz y amistad (con los cartagineses. Y que los mismo) haga un cartaginés. Mas si no, que no haya venganza privada; si alguien hace esto, que sea un crimen de Derecho Público. Que nadie de los romanos comercie ni funde ciudad alguna, en Libia y en Cerdeña, salvo para recoger provisiones o para reparar una nave. Mas si un temporal le lleva hasta allí, que en cinco días se marche. En la Sicilia, en que dominan los cartagineses, y en Cartago puede hacer y vender cuanto está permitido a un ciudadano. Y que los cartagineses hagan otro tanto en Roma”. De nuevo estos acuerdos aumentan sus exigencias en todo lo relativo a Libia y Cerdeña, prohibiendo a los romanos todo acceso; mas respecto de Sicilia aclaran que se trata de aquella sobre la que gobiernan. Y de igual modo los romanos respecto del Lacio: exigen a los cartagineses que no se dañe a los ardeatinos, antiatas, circeitas, tarracinitas. Estas son ciudades que ocupan el territorio latino junto al mar, por lo que los romanos hicieron los acuerdos.

Sin embargo los romanos todavía hicieron unos acuerdos cuando la invasión de Pirro, antes de que los cartagineses iniciasen la guerra de Sicilia. En éstos se mantienen todas las cláusulas, mas a éstas se añaden los siguientes: “Si en relación con Pirro hacen una alianza que ambos la suscriban, para que les sea posible ayudarse mutuamente en el país de los atacados; sea cual sea el que necesita ayuda, que los cartagineses sean los que proporcionen navíos para la ida y para la vuelta, mas cada uno se suministrará a sí mismo los víveres. Además los cartagineses ayudarán a los romanos en el mar, si es necesario. Más nadie obligará a las dotaciones a desembarcar contra su voluntad”

( POLIBIO, III, 22-25)

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