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TRAS LAS HUELLAS DE LA EMBAJADA KEICHO EN SEVILLA ÁNGEL LUIS SCHLATTER NAVARRO

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TRAS LAS HUELLAS DE LA

EMBAJADA KEICHO EN

SEVILLA

ÁNGEL LUIS SCHLATTER NAVARRO

ESPARTINAS

2014

Título: Tras las huellas de la Embajada Keicho en SevillaAutor: Ángel Luis Schlatter NavarroEspartinas, junio de 2014Depósito Legal: SE-1290-2014Publicaciones del Organismo Autónomo Local.Excmo. Ayuntamiento de Espartinas

ÍNDICE

Pág.

INTRODUCCIÓN................................................................... 5

JORGE JAPÓN: UN POSIBLE MIEMBRO DE LAEMBAJADA KEICHO............................................................. 7

DE CÓMO HASEKURA Y SUS ACOMPAÑANTESHICIERON SU PRIMER VIAJE DESDE CORIA DELRÍO A ESPARTINAS.............................................................. 13

El Río Pudio y la “Vereda de la Carne”................................... 13

Hipótesis sobre el primer viaje de Hasekura a Espartinas....... 15

La “Vereda de la Carne”, entre Espartinas y Coria del Río,hacia 1614.................................................................................. 18

El plano de 1851 de la “Vereda de la Carne” a su paso porEspartinas...................................................................

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INTRODUCCIÓN

Presentamos a continuación dos pequeños trabajos que abundan en las noticias que poco a poco se van apareciendo sobre la estancia de la Embajada Keicho en tierras sevillanas.

En el primero de ellos aludimos al hallazgo documental sobre un posible nuevo miembro de la Embajada que terminó quedándose en Sevilla tras la marcha de Hasekura. Dicho japonés estaría ligado de algún modo a la figura de D. Diego Caballero de Cabrera, poseedor de la hacienda espartinera de Mexina.

En el segundo trabajo se describe lo que pudo ser el primer viaje de Hasekura y su séquito a Espartinas, recién desembarcado en Coria del Río y antes de hacer su entrada oficial en el municipio hispalense.

Con estas investigaciones se va cerrando poco a poco el círculo de convivencia que existió entre el embajador Hasekura y sus acompañantes, por una parte, y el municipio de Espartinas y sus pobladores, por otra.

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JORGE JAPÓN: UN POSIBLE MIEMBRO DE LA EMBAJADA KEICHO

Querer identificar a los miembros japoneses de la Embajada Keicho que quedaron en España nos ha llevado a rastrear muchos archivos parroquiales sevillanos. Es así como, en el de la parroquia del Sagrario, hemos encontrado a un tal Jorge Japón, fallecido en 1618, del que se podría especular su posible pertenencia a la misión de Hasekura.

Revisando los libros sacramentales de la parroquia citada, localizamos en el libro índice de defunciones del siglo XVII, en la hoja 193 (vuelta) la inscripción de “Jorge Japón”, correspondiente a los entierros de 1618. Acudiendo al libro de difuntos correspondiente hallamos el siguiente texto:

“Martes 25 de diziembre. En este dia se enterró en Sto. Thomás, Jorge Japón, flamenco: murió en el hospital de S. Andrés.De los derechos y ofrendas------------23 (reales)de.4. Acompañantes, sacristán y combl¿¿------3º..8de 2 h(achas) y niños-----------”1

El análisis de esta anotación nos da argumentos en contra de la adscripción de dicho Jorge Japón al grupo de acompañantes de Hasekura. Pero podría quedar una puerta abierta para considerarlo también como acompañante de Hasekura durante su estancia en España.

Los argumentos en contra son muy claros. Aparece el dicho Jorge Japón como “flamenco” de nación. En este sentido hay que recordar que la colonia flamenca tenía una importante presencia

1 Archivo de la Parroquia del Sagrario. Libro de Difuntos nº7, hoja 112 (vuelta)7

en Sevilla, aglutinada en gran parte en los alrededores de la parroquia del Sagrario de la Catedral2. En cierto momento establecen, junto con los alemanes, un hospital propio: el de San Andrés. Y sus enterramientos son, en su inmensa mayoría, en el colegio de Santo Thomás, donde tenían capilla propia dado el poco espacio existente en el citado Hospital3. Por todo lo dicho podría afirmarse que el tal Jorge Japón no es más que un ciudadano flamenco establecido en Sevilla y que nada tuvo que ver con la Embajada Keicho. Pero, analizando ciertas circunstancias, podríamos establecer al menos un margen para la duda.

En primer lugar querríamos considerar el que, después de examinar los índices de difuntos, bautizos y matrimonios de la parroquia del Sagrario durante el siglo XVII, sólo encontramos un individuo con el apellido “Japón”, el citado Jorge, que aparece curiosamente inmediatamente después de abandonar el embajador Hasekura nuestro territorio: Jorge Japón es enterrado en diciembre de 1618.

En cuanto al calificativo de “flamenco” y el apellido “Japón” habría que considerar que, si es natural de Japón, no puede serlo de Flandes. Sí podría pensarse en todo caso que,

2 En este tema es fundamental el estudio de ABADÍA FLORES, Carolina : “Los flamencos en Sevilla en los siglos XVI-XVII”, 2007

3 “Domínguez Ortiz nos dice que a partir del a separación de flamencos y holandeses como nacionalidades diferentes y debido a la coyuntura política entre España y Holanda, los flamencos se desligaron d ellos holandeses, incluso llegándose a crear contra ellos el Almirantazgo de los Países Septentrionales, y se unieron a los alemanes. Así consta en la documentación desde 1580, fecha en la que obtuvieron unas casas frente al colegio de Santo Tomás para instalar un hospital bajo la advocación de San Andrés, creado para la asistencia y curación de los enfermos de procedencia flamenca o alemana.

Como tenían poco espacio para fundar una capilla donde oficiar los funerales y celebrar las fiestas de devoción pidieron al colegio del Santo Tomás, fundado en 1517 por el arzobispo Diego de Deza y perteneciente a la orden de Santo Domingo, la librería del colegio, a cambio de pagar una renta y tributo perpetuo. La librería se otorgó en 1604, por lo que es de esperar que la cofradía del hospital estuviera completamente establecida en 1606 y que, aunque no tuviera importancia a efectos jurídicos, serviría para reforzar la cohesión de grupo” ABADÍA FLORES, Carolina, ob. Cit., pág 100

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habiendo nacido en Japón, llevase tanto tiempo en Flandes que terminara “naturalizándose” como flamenco4. Quizá fuese más lógico pensar, en todo caso, que fuera un descendiente de japonés nacido en Flandes y que, posteriormente, llegó a Sevilla. Podemos admitir que los flamencos, grandes comerciantes, hubieran acabado llevando a Flandes a un japonés que allí dejara descendencia. Se entiende que este descendiente de japonés no habría adquirido apellido flamenco sino el apellido “Japón”. En este caso habría que suponer que el apellido “japón” lo ostentaría en lengua flamenca y que, al venir a España, no lo mantuvo en flamenco, sino que lo cambiaría al castellano.

Por otra parte, el hecho de haber ingresado en el hospital de San Andrés y ser enterrado en el colegio de Santo Tomás era prácticamente privativo de la comunidad flamenca. A lo largo de dieciocho meses (entre enero de 1618 y junio de 1619) hemos encontrado dieciséis enterramientos en el colegio de Santo Tomás. De ellos, en cinco se puede deducir que son flamencos por sus apellidos mientras que en otros nueve (entre los que se incluye Jorge Japón) se consigna que son “flamencos” aunque aparecen dos nombres que podrían no serlo: Felipe Montaña, y Juan Lucas.

4 La verdad es que desconocemos cómo podría producirse este hecho. En España sí estaba establecida esta posibilidad (de la que hicieron uso muchos flamencos establecidos en Sevilla), aunque bajo una serie de condiciones: “En la Real Cédula de 1561 los requisitos eran 10 años de residencia en España con casa poblada o con domicilio fijo y casamiento con mujer natural. La ´cédula de 1608 aumentó el número de años de residencia de 10 a 20, y se exigió a los candidatos que mostraran que al menos en los últimos 10 años habían sido propietarios de bienes inmuebles en la ciudad. Así mismo, el matrimonio con española también debía tener una antigüedad de al menos 10 años. Por último, la cédula de 1618 exigía además, sobre las premisas anteriores mostrar el volumen de las posesiones que como mínimo debían de sumar 4.000 ducados en bienes raíces y que debían ser verificados con actas de compraventa en vez de con testigos, lo que cerraba el paso a aventureros” ABADÍA FLORES, Carolina, Ob.cit. Págs. 36-37. Estas eran las condiciones en España. Ya decimos que desconocemos cómo sería el proceso en Flandes pero, de parecerse un poco y con el perfil que podemos atribuir a Jorge Japón (como veremos más adelante) sería defícil suponer que fuese un un japonés naturalizado flamenco.

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Hay otros dos enterramientos en los que no se consigna el término “flamenco” y, además, no hay indicios de que lo fueran. Son los casos de un “pobre del hospital” y el de “Juan Bautista”.

Por lo visto hasta ahora creemos se podría considerar, en principio, como muy probable el que “Jorge Japón” fuera “flamenco” y, como tal, estuviera absolutamente desligado de la Embajada Keicho. Esto es lo que, con bastante claridad, nos está diciendo la lectura del documento citado más arriba.

Pero, llegados a este punto, nos gustaría lanzar una hipótesis: se trataría de considerar que el término “flamenco”, en el caso de Jorge Japón, no se debiera a su origen, sino a su adscripción a la “colonia” flamenca establecida en Sevilla. En este caso quedaría abierta la puerta a considerarlo como uno de los japoneses que acompañaron a Hasekura y que se quedaron al servicio de un ciudadano flamenco, seguramente comerciante. Vamos a intentar fundamentar esta hipótesis.

Creemos que Jorge Japón debería ser un hombre más bien joven, entre los 15 y los 25 años. Tras el examen de los libros matrimoniales de la parroquia del Sagrario (y los de matrimonios ordinarios del Arzobispado) no aparece consignado su matrimonio. En el caso de que viniera desde Flandes ya casado, tampoco habría tenido hijos, ya que en los libros de Bautismo tampoco aparece como padre de ningún bautizado. Podría haberse casado y tenido hijos en otra parroquia sevillana que aún no hayamos determinado, aunque hemos de recordar que la colonia flamenca se asienta de forma mayoritaria alrededor de la parroquia del Sagrario. Además, el hecho de morir en el Hospital de San Andrés nos está indicando una muerte por enfermedad, lo que no consigna una edad concreta, pero sí que no se trató de una muerte “ordinaria” por vejez.

En definitiva, sin ninguna prueba fehaciente, pensamos que Jorge Japón era, como ya hemos insinuado, una persona joven, coincidente con la edad de ese grupo de japoneses que

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abandonaron Madrid en junio de 1615 y, de los cuales, algunos terminaron quedándose en Sevilla5.

Considerada esta posibilidad, no es de extrañar que D. Diego Caballero de Cabrera, además de quedarse en su servicio con algunos de estos japoneses, intercediese ante amigos y conocidos para que aceptaran en sus casas a otros de ellos. En este punto hay que considerar la alta situación económica y social de algunos de los ciudadanos flamencos asentados en Sevilla. También habría que considerar que, tradicionalmente, los Caballero de Cabrera comerciaban con Flandes6. A esto hay que sumar el que muchos flamencos residentes en Sevilla optaron por comprar tierras en el Aljarafe7, tierra muy familiar -como sabemos- para los Caballero de Cabrera …..en fin, las posibilidades de trato cercano entre D. Diego Caballero de Cabrera y alguno -o algunos- de los importantes comerciantes flamencos, serían muy altas. De ahí a que un posible comerciante aceptase en su servicio a un criado japonés por intercesión de D. Diego, no hay más que un paso. Y pudo ocurrir que, no siendo Jorge Japón natural de Sevilla y estando al servicio de un potentado flamenco, el párroco del Sagrario lo consignase como

5 En 1618 Juan Agustín Japón tendría 22 años, Lucas Antonio 20 años y Juan Bautista veinticuatro años. Cfr. SCHLATTER NAVARRO, Ángel Luis, Ob.cit. Pág. 150

6 Recordemos que D. Diego Caballero de Cabrera poseía la hacienda de Mexina, con una importante producción de aceite, producto que se exportaba principalmente a América y Flandes: “La explotación de la tierra, aparte del prestigio social, también era fuente de riqueza ya que la explotación de la misma estaba orientada a producir aceite, vino o lana, es decir, los principales productos que se exportaban tanto a América como a Flandes. Además, a través del Consulado, y con el tiempo, se estableció el privilegio de que un tercio del tonelaje d la flota mercante quedara reservado a vinos y aceite, lo que pasó a llamarse el tercio de frutos” ABADÍA FLORES, Carolina, Ob.cit., pág 78. Y no olvidemos que ya su abuelo, D. Diego Caballero, había comenzado con este negocio de exportación de aceite a Flandes: “Diego Caballero trató en gran escala en aceite. Poseía grandes cantidades de aceite de sus fincas del Aljarafe que exportó a Flandes” OTTO SANDER, Enrique, “Sevilla siglo XVI: materiales para su historia económica”, Sevilla 2008, pág. 269

7 “Si buscamos en nuestro censo el número de flamencos que invirtieron en tierras nos encontramos para nuestra sorpresa con una larga lista. Desde fecha muy temprana se invirtió sobre todo en la provincia de Sevilla (….)Los que compraron en la provincia de Sevilla lo hicieron fundamentalmente por al zona del Aljarafe”. ABADÍA FLORES, Carolina. Ob.cit. Pág. 77

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flamenco (más aún si había muerto en el hospital de San Andrés, donde su señor lo habría ingresado).

¿Por qué hablamos de un criado? Esta conclusión la sacamos exclusivamente por el coste de su entierro, exactamente igual al coste de ese “hombre pobre” enterrado el 2 de septiembre en el hospital de Santo Tomás: 23 reales de los derechos y ofrendas, de 4 acompañantes, sacristán y comple.3_º 8--- de dos hachas y niños.

CONCLUSIÓN

Hemos de reconocer que la hipótesis de que Jorge Japón fuese un miembro de la Embajada Keicho tiene ciertos reparos. Pero insistimos en las circunstancias que nos han hecho albergar sospechas de que pudiera ser así. Por ello querríamos seguir dejando la puerta abierta a nuestra hipótesis, a la espera de que la aparición de nuevos datos puedan terminar dando por cerrada esta cuestión.

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DE CÓMO HASEKURA Y SUS ACOMPAÑANTES HICIERON SU PRIMER VIAJE DESDE CORIA DEL RÍO

A ESPARTINAS

En un reciente trabajo en el que intentamos desarrollar la estrecha relación existente entre la denominada “Embajada Keicho” y Espartinas8, aportábamos como novedad el hecho de una primera estancia del embajador Hasekura y su séquito en dicho municipio en noviembre de 2014, con motivo de los preparativos para su gran periplo europeo. En el trabajo al que nos referimos razonábamos la identificación de la hacienda de Mexina como la “cassa de campo” a la que se aludía en cierto documento9. Ahora, con este pequeño trabajo pretendemos lanzar otra hipótesis: la posibilidad de que Hasekura y Sotelo (y quizá algunos otros miembros del séquito) visitasen Espartinas ya en el mes de octubre de 1614, al poco de desembarcar en Coria del Río

8 SCHLATTER NAVARRO, Ángel Luis, “La Embajada Keicho y Espartinas. Nuevas aportaciones a una estrecha relación”. Espartinas, 2014.

9 “Su partida no se sabe porque el miércoles quieren yrsse a una cassa de campo que esta a una legua desta çiudad, a componersse de vestidos de imbierno y de otras cosas que diçen tienen necesidad para el camino”. A.G.S., Cód. Ref. EST,LEG,225.233

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y antes del triunfal recibimiento en Sevilla. En esta hipótesis volvería a cobrar especial protagonismo la hacienda de Mexina

EL RIO PUDIO Y LA “VEREDA DE LA CARNE”

El río Pudio, (o Repudio, como aparece en muchos mapas antiguos) es un afluente del Guadalquivir que, con una longitud de unos 22 kilómetros, recorre el Aljarafe de norte a sur, naciendo en el término de Olivares y desembocando en la localidad de Coria del Río10. Durante gran parte de su recorrido este río se ve acompañado por una cañada real, comúnmente conocida como la “Vereda de la Carne”. Esta cañada tuvo durante muchos siglos una gran importancia, haciendo posible el paso del ganado trashumante desde los pastos de la Meseta a los de Isla Mayor, en las Marismas del Guadalquivir, y es ella la protagonista de nuestro estudio al ser, además de una vía de tránsito pecuario, una importante vía de comunicación comercial.11

El tramo que nos interesa especialmente es el que une el término de Espartinas con el de Coria del Río. Por el término de

10 “Río-Pudio o Repudio: arroyo que nace en el térm. de Heliche, hoy jurisd. de Olivares, prov. de Sevilla, part. jud. de Sanlúcar la Mayor. Baña los term. De Olivares, Salteras, Espartinas, Bormujos, Almencilla y Palomares, y se dirige por entre la Puebla y Coria á buscar su desagüe en el Guadalquivir.Su caudal de agua, insignificante, y a veces nulo en el verano, se aumenta extraordinariamente en tiempo del grandes lluvias, haciéndose temible su paso. Tiene en el term. de Espartinas un puente de piedra de 4 arcos, por el que pasa el camino de Sevilla (al Condado y Huelva), y 2 alcantarillas en otros puntos” MADOZ, “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico....”, Madrid 1849, tómo XIII.

11 “(...) habiendo seguido en parte la romana “Via de la Plata”, los ganados leoneses o sorianos, después de atravesar las tierras extremeñas y los pasos occidentales de Sierra Morena aparecían al norte del Aljarafe entre las tierras de los heredamientos saltereños del Almuédano y Palmarraya; atravesando a continuación las del cortijo del Polvillo, la Cañada remontaba el arroyo del Judía, cruzaba el camino del Salteras a Valencina hasta encontrar el arroyo del Repudio, junto a cuyas aguas seguía un largo recorrido en tierras alfarafeñas, cruzándose con los caminos del Villanueva del Ariscal a Gines, Real de Sevilla a Niebla y meterse en el laberinto de las islas y marismas del Guadalquivir hacia su objetivo final, los pastos invernales de esta misma zona” HERRERA GARCÍA, Antonio “El Aljarafe Sevillano durante el Antiguo Régimen”, Sevilla 1980, pág. 39.

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Espartinas la Vereda de la Carne corre paralela al río Pudio, y así seguirá hasta llegar muy cerca del casco urbano de Coria del Río, donde la Vereda de la Carne se orientará hacia La Puebla, Aznalcázar e Isla Mayor, mientras que el río Pudio continuará su trayecto para desembocar en el Guadalquivir junto al embarcadero de Coria.

Una circunstancia importante a señalar es que, durante su tránsito por el término de Espartinas, la Vereda de la Carne pasa muy cercana a la Hacienda de Mexina. Tan es así que, por delante de la puerta de dicha hacienda pasa el llamado aún “Camino de Coria”, que algunos cientos de metros más adelante acababa uniéndose a la cañada real.

HIPÓTESIS SOBRE EL PRIMER VIAJE DE HASEKURA A ESPARTINAS

Ha llegado ya el momento de unir a las descripciones geográficas mencionadas, otro tipo de datos históricos y económicos. Así es importante señalar la riqueza de la Hacienda de Mexina que, en los siglos XVI y XVII, se fundamentaba principalmente en la producción de aceite12. Tanto es así que uno de los “buenos negocios” del Mariscal D. Diego Caballero (abuelo de D. Diego Caballero de Cabrera y Fr. Luis Sotelo) era la exportación de dicho aceite13. En este sentido es básico recordar que en aquellos tiempos Coria del Río era un principalísimo (si no el principal) punto de fabricación de las grandes tinajas para el aceite14. Y que, de hecho, era en el embarcadero de Coria donde 12 Aún se conservan en pie dos molinos de aceite existentes en aquella época. Y a mitad

del siglo XVI poseía la hacienda “molinos de aceite, almacén de sal, norias, albercas, lagar de piedra y viga saliente, palomar, hornos, silos, silos de aceitunas, caserío, bodegas, una arboleda y casas cogederas” SUÁREZ GARCÍA, Victoria y LÓPEZ-SÁNCHEZ PINTO, María del Valle “Espartinas, Historia, Arte y Religiosidad Popular” Espartinas, 2006, pág.406

13 “Diego Caballero trató en gran escala en aceite. Poseía grandes cantidades de aceite de sus fincas del Aljarafe que exportó a Flandes” OTTO SANDER, Enrique “Sevilla, siglo XVI: materiales para su historia económica”. Sevilla, 2008, pág. 269

14 “Gigantescas y voluptuosamente ventrudas, estas viejas tinajas, algunas de ellas más altas que un hombre, pueden llegar a contener más de trescientas arrobas.

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se cargaba gran cantidad del aceite aljarafeño que posteriormente se exportaba por mar15. Estas circunstancias hacían que la ligazón entre la hacienda de Mexina y Coria del Río fuera especialmente fuerte y que esos once kilómetros que unen ambos puntos a través de la Vereda de la Carne hicieran que dicho trayecto alcanzara cierto grado de familiaridad para los pobladores de la hacienda.

Tenemos ya bastante bien definido el cuadro de situación en el que enmarcar el desembarco, en octubre de 1614, de la Embajada Keicho en Coria del Río. Sabemos que la flota en la que viajaban Sotelo y Hasekura llegó a Sanlúcar de Barrameda el 5 de octubre. También sabemos que allí permaneció unos días, ejerciendo de anfitrión el duque de Medina Sidonia. Y también conocemos que, poco después, la ciudad de Sevilla pone a disposición de los expedicionarios dos galeras con las que remontar el Guadalquivir y desembarcar en Coria, donde habrán de esperar, allí alojados, hasta que la ciudad tuviese listo un espectacular recibimiento (que se produciría casi veinte días después, el 21 de octubre)16. No sabemos qué día exacto

Herederas del antiguo “dolium” romano, de ellas, decía Richard Ford en el siglo pasado que “estas ánforas se hacen principalmente en Coria, cerca de Sevilla y recuerdan las jarras de los cuarenta ladrones” (Aún se conserva en Coria del Río una calle llamada de las Tinajerías en cuyos alfares se fabricaban estas gigantescas jarras con las arcillas de la zona, ricas en montmorillonita, que les atribuía especiales características resistentes” RONQUILLO PÉREZ, Ricardo “Las Haciendas de Olivar del Aljarafe Alto”, Sevilla 1981

15 P. ej., BARRAGÁN DE LA ROSA, Francisco José, Blog en Páginas Corianas, “El Riopudio, un elemento relevante de nuestro paisaje”, Enero de 2011: “En las márgenes del Riopudio predominaba el uso agrícola con el olivar y la vid como cultivos, aunque este último decayó al final del s. XIX como consecuencia de las plagas de la filoxera. Por tanto las haciendas aljarafeñas que lo rodeaban contaban en su mayoría tanto con almazara como con lagares, donde se prensaban aceitunas y uvas para obtener abundante vino y aceite que se conducían a la capital o que se les daba salida a través del puerto de Coria (Palomares antes de experimentar su decadencia a principios del s. XIX y San Juan de Aznalfarache también fueron puertos de embarque)”.

16 “(...) se llegó por fin a salvo, después de algunos peligros y tempestades al puerto de Sanlúcar de Barrameda el 5 de octubre, donde residiendo el Duque de Medina Sidonia y avisado del arribo, envió carrozas para honrarlos, recibirlos y acomodar en ellas al Embajador y a sus gentiles hombres, habiéndoles preparado un suntuoso alojamiento; y después de haber cumplido con esta obligación como correspondía, yd e regalarlos con toda liberalidad, a instancias de la ciudad de Sevilla hizo armar dos galeras, las cuales llevaron a los embajadores a Coria, donde fueron

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desembarcaron en Coria, pero sí que la ciudad de Sevilla desembolsó una importante cantidad de dinero para que los miembros de la Embajada permanecieran dignamente alojados en Coria del Río17. Esto nos hace suponer que estarían unos ocho o diez días alojados en el municipio coriano. Y también sabemos que, en los muelles de Coria, esperaba, entre otros, el veinticuatro de Sevilla D. Diego Caballero de Cabrera, deseoso de cumplir con su papel de valedor hacia aquella exótica Embajada que su propio hermano Luis había inspirado y promovido.

A tenor de estas circunstancias -y he aquí la exposición de nuestra hipótesis- nos parece muy probable considerar que, una vez desembarcados en Coria y tras dedicar un tiempo a reponer las fuerzas, los miembros de la Embajada (al menos sus principales representantes) teniendo unos ocho días en los que no podían entrar en Sevilla, fueran invitados por D. Diego Caballero para acudir a su cercana hacienda de Mexina por un camino tan cómodo como era la Vereda de la Carne y, de allí, visitar el cercanísimo monasterio franciscano de Loreto.

LA VEREDA DE LA CARNE ENTRE ESPARTINAS Y CORIA DEL RÍO HACIA 1614

hospedados por orden de la dicha Ciudad por Don Pedro Galindo, veinticuatro, el cual se ocupó con gran diligencia en tener satisfecho el ánimo del Embajador con todos los placeres y regalos posibles, procurando éste entretanto que preparasen ropas nuevas a su séquito y ayudantes para resplandecer con más decoro y pompa a la entrada de Sevilla.Mientras se resolvía esta cuestión, la Ciudad determinó enviar a Coria a Don Diego de Cabrera, hermano del padre Sotelo (…)” AMATI, Scipione, “Historia del Regno di Voxu....” CAP. XVII

17 “El cabildo hispalense comisionó a don Pedro Galindo ...para que baya a la uilla de coria y aloxe á los dichos enbaxadores y su jente los días que alli estubieren y les de lo necessario. La suma total que se libró finalmente al veinticuatro Galindo en razón de los gastos a que éste había ido acudiendo durante esos días, alcanzó la considerable cifra de 75.466 maravedíes, por tantos que gastó en el ospedaxe que ésta dicha ciudad mandó que se hiciesse á el enbajador del Japón en la uilla de coria. Archivo Municipal de Sevilla. Manual del Libro Mayor de Caxa del año 1614 (DNS, doc. XXXIII, pp. 96-99)”. Cita nº 102 de VALENCIA JAPÓN, Víctor, “De Japón a Roma pasando por Coria” publicado por Cajasol en un volumen titulado “Japones y Japoneses en las orillas del Guadalquivir”, Sevilla 2007

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Vamos a intentar reunir las noticias sobre aquella cañada real denominada “Vereda de la Carne” en su tramo comprendido entre los municipios de Espartinas y Coria del Río. Las noticias más antiguas, en su mayor parte, nos remontan al siglo XIX, dos centurias después de aquella cañada real que conocería Hasekura. Pero las circunstancias hubieron de variar muy poco.

Como toda cañada real estaría sometida al ordenamiento general que estipuló el Rey Alfonso el Sabio hacia 1273, en el que se daba una anchura de noventa varas castellanas a dichas vías. Así tuvo que ser durante mucho tiempo, aunque bien es sabido la facilidad con que los propietarios de terrenos lindantes solían ir ganando espacio a costa de la propia cañada. Esto ha ido obligando, a lo largo de los siglos, a vigilar los límites de tales vías y, en muchas ocasiones, a rectificar su trazado buscando los lindes originales. Por ello no sabríamos con certeza, hacia 1614, en qué condiciones se encontraría el trazado de la Vereda de la Carne en su tramo entre Espartinas y Coria del Río, aunque no creemos que hubiera variado demasiado del de su origen (entre otras cosas porque aún la costumbre de la trashumancia mantendría en pleno uso tales vías).

Sí sabemos que un punto de principal relevancia era el cruce de la Vereda de la Carne con el camino Real entre Sevilla y Huelva18. De hecho hemos visto más arriba, al citar al Madoz, 18 “Atravesado (el Aljarafe) desde fechas muy tempranas en sentido este-oeste por una

destacada vía de comunicación, la que unía Hispalis e Itlálica con Niebla y Onuba, que más tarde seguiría el camino Sevilla-Lisboa por Beja (…) las circunstancias fácilmente imaginables que conllevaban la mera existencia de esta vía y el tráfico que por ella discurría concitaron el deseo y/o la necesidad en los núcleos de población adyacentes, que se hallaban más o menos alejados de ella, de abrirse un camino de paso hacia la misma; a ello se ha de añadir que la circulación en este sentido este-oeste se veía acrecentada por los imprescindibles cuidados y los reparos necesarios que exigiría el acueducto que surtía de agua a Itálica (…) En 1796 el Asistente de Sevilla Manuel Cándido Moreno decía que: Uno de los caminos más interesantes de los que entran en esta ciudad es el llamado del Condado, así porque por él se transportan los frutos y víveres del primera necesidad para su abasto como porque es la carrera indispensable para todos los pueblos del mismo Condado, Alxarafe, Ayamonte, Portugal y parte de la Sierra.(Arch. Hco. Nal., Consejos, leg. 1800, nº33)

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cómo el Río Pudio era cruzado allí por el más importante de sus puentes: “un puente de piedra de 4 arcos”.

Siguiendo el curso del Río Pudio, a unos seiscientos metros del punto anteriormente señalado, hacia el oeste, se encontraría un descansadero para el ganado del que, hasta el pasado siglo XX, aún existía algún abrevadero. Hoy sólo queda un pozo alrededor del cual un ensanche, entre propiedades privadas, recuerda lo que hubo de ser una extensa zona de descanso. Tenemos dudas de si este descansadero tendría una antigüedad mayor a la del pasado siglo, ya que en el plano conservado en el Archivo Municipal de Espartinas, en el que se dibuja la Vereda de la Carne hacia 1851 (del que hablaremos más abajo), dicho descansadero no aparece reflejado

A otros seiscientos metros del descansadero, también hacia el oeste, arranca el camino hacia la hacienda de Mexina, que dista unos setecientos metros de la cañada. Dicho camino, tras atravesar la Vereda de la Carne, continuaba hacia el Este, cruzando el Río Pudio, en dirección a Bormujos. Hay que hacer notar, no obstante, que actualmente se denomina “camino de Coria” el que, pasando por la puerta de Mexina, viene a enlazar con la “Vereda de la Carne” en el punto por el que actualmente pasa la autovía A-49. Tenemos constancia de que dicho camino ya existía a finales del s. XIX, pero no sabemos si existía ya en el siglo XVII. Algo parecido ocurre con el actual camino que baja desde Mexina, en perpendicular, hacia la Vereda: consta su existencia en 1851, pero no tenemos certeza de que ya existiese a principios del XVII. Hay que pensar que ambos trazados existían y que pudieron ser utilizados indistintamente para dirigirse desde Mexina a Coria del Río y viceversa.

Además, tras la reconquista cristiana del territorio aljarafeño, comenzaría a establecerse una nueva vía de paso de largo alcance, si bien en este caso de tránsito pecuario y en sentido norte-sur, la “vereda de la carne”, que seguía el curso del arroyo del Repudio; esta cañada ganadera y mesteña veía anualmente pasar dos veces a los transhumantes rebaños ovinos norteños y debió tener unas consecuencias de tipo viario en la comarca similares a la anterior”. HERRERA GARCÍA, Antonio “De caminos y de comunicaciones viarias aljarafeños. Noticias de los siglos XVI-XVIII” Hespérides. Anuario de Investigaciones, 1994, Págs. 160-161

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En el resto del trayecto, hasta llegar a Coria, adquirirían protagonismo los molinos harineros, de los que existieron hasta once, según Madoz, y de los que ya sólo quedan algunos restos, y algún paso significativo del río Pudio, como el actualmente denominado “puente romano”.

EL PLANO DE LA VEREDA DE LA CARNE A SU PASO POR ESPARTINAS

Por último querríamos referirnos a un plano de la “Vereda de la Carne”, a su paso por el término de Espartinas, aparecido en el Archivo Municipal espartinense. Dicho plano forma parte de un expediente que vio la luz en el año de 1851 motivado por la alteración que dicha vía pecuaria había sufrido por parte de los propietarios de tierras lindantes con la misma. Bajo el nombre: “Expediente formado en virtud de orden del Señor Gobernador para la rectificación de la Vereda de la Carne”, este expediente se compone de diez hojas manuscritas tamaño folio, acompañadas de otros escritos y oficios y de un interesantísimo plano de 31 cms. de anchura por 140 cms. de longitud. Dicho plano reproduce el trazado de la cañada, señalando las diferentes anchuras de cada tramo que oscilaban entre las 19 varas (en la parte más estrecha) y las 55 varas (en su punto más ancho). Como vemos, en ningún lugar se hallaban respetadas las 90 varas preceptivas.

Se señalan también las vías que la cruzaban, interesándonos especialmente el cruce con el “Camino de Sevilla”, en el que se señala también el rótulo “Alcantarillas del Repudio”, el “Camino de la Corcobada” y el “Camino el Capacho”, que es el que hemos identificado como camino hacia Mexina. Y, por supuesto, el plano refleja las diferentes propiedades que se hallaban a uno y otro lado de la cañada, identificándose los nombres de los

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propietarios a los que habría que requerir que volvieran a sus lindes originarias para rectificar el trazado de la vía pecuaria.

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